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“El Príncipe”. Nicolás Maquiavelo Historia de la Ideas Políticas MAQUIAVELO Maquiavelo nació el 3 de mayo de 1469 en Florencia en el seno de una familia de clase media. Después de la caída de los Medicis, entra de modo oficial a la administración, como secretario de la Señoría que presidía la Segunda Cancillería encargada de cuestiones militares del interior y del exterior. Desde esta época hasta 1512 que ocurre la restauración del gobierno de los Medicis, Maquiavelo cumple distintas misiones en Italia y en el exterior, esto tiene como consecuencia la base de la formación de su pensamiento político y militar. 1512 es un año de suma importancia en su vida, debido a que al volver los Medicis al poder, es acusado de conspiración y de ser un enemigo real y político y desterrado de la ciudad durante casi un año, hasta que es comprobada su inocencia. Después de esta serie de sucesos, Maquiavelo se retira a una finca cerca de San Casiano y es ahí donde escribirá El Príncipe dedicado a Lorenzo de Medici e iniciará Los Discursos sobre la primera década de Tito Livio. El Príncipe es considerado aún en la actualidad una importantísima obra en materia de política. En la práctica se ha considerado al maquiavelismo con la falta de principios morales y su obra como una sátira a la tiranía. Pero antes de juzgar sus escritos, debemos tener en cuenta que el contexto histórico donde está situada su obra es en los actos políticos y en los gobiernos del siglo XV, donde la tiranía y los gobiernos injustos predominaban. Además su país vivía una situación que lo tenía al borde de una guerra, estaba dividido y había partes donde los bárbaros habían invadido y tomado posesión.

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“El Príncipe”. Nicolás Maquiavelo

Historia de la Ideas Políticas

 

MAQUIAVELO

 

Maquiavelo nació el 3 de mayo de 1469 en Florencia en el seno de una familia de clase media. Después de la caída de los Medicis, entra de modo oficial a la administración, como secretario de la Señoría que presidía la Segunda Cancillería encargada de cuestiones militares del interior y del exterior. Desde esta época hasta 1512 que ocurre la restauración del gobierno de los Medicis, Maquiavelo cumple distintas misiones en Italia y en el exterior, esto tiene como consecuencia la base de la formación de su pensamiento político y militar. 1512 es un año de suma importancia en su vida, debido a que al volver los Medicis al poder, es acusado de conspiración y de ser un enemigo real y político y desterrado de la ciudad durante casi un año, hasta que es comprobada su inocencia. Después de esta serie de sucesos, Maquiavelo se retira a una finca cerca de San Casiano y es ahí donde escribirá El Príncipe dedicado a Lorenzo de Medici e iniciará Los Discursos sobre la primera década de Tito Livio.

 

El Príncipe es considerado aún en la actualidad una importantísima obra en materia de política. En la práctica se ha considerado al maquiavelismo con la falta de principios morales y su obra como una sátira a la tiranía. Pero antes de juzgar sus escritos, debemos tener en cuenta que el contexto histórico donde está situada su obra es en los actos políticos y en los gobiernos del siglo XV, donde la tiranía y los gobiernos injustos predominaban. Además su país vivía una situación que lo tenía al borde de una guerra, estaba dividido y había partes donde los bárbaros habían invadido y tomado posesión.

 

Según Juan Ignacio Issa en El Príncipe se observa un patrón de doble moralidad ya que para él, la moral del gobernante es distinta a la del ciudadano. Los actos del primero se valoran por la bondad de sus resultados y por el éxito obtenido en al conservación del poder. La estructura de su doctrina gira en torno a como el político consigue y se mantiene en el poder.

 

Maquiavelo y sus obras siempre han sido objeto de críticas y controversia. Esto lo podemos notar en la mayoría de gobernantes y escritores que han seguido su teoría o lo han rechazado y criticado fuertemente. Se sabe que Napoleón y Thomas Cronwell siempre llevaban consigo un libro de Maquiavelo; el sultán

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Mustafá III, mando traducir la obra. Thomas Hobbes era otro ferviente admirador del florentino; en su libro Leviatán se observan claros indicios de que la influencia que ejercían los escritos de Maquiavelo sobre él. Los jacobinos también fueron sus seguidores, hasta ser considerados como la encarnación categórica del Príncipe. Por otra parte tenemos a los críticos entre los que se encuentran: Bacon, Rousseau, Montesquieu, Diderot y Bodino.

 

El Príncipe no es otra cosa que un manual para la conservación del poder a toda costa, es de ahí donde surge su famosa frase del fin justifica los medios. El libro da comienzo con una breve dedicación que hace Maquiavelo a Lorenzo de Medicis y su propósito al escribir el mismo. Entre las ideas que sobresalen de este escrito se encuentran muchísimas que mencionaremos brevemente a continuación. La principal preocupación de Maquiavelo en el texto es el ejercicio y la conservación del poder, y es aquí donde se origina la Virtud Política que es el aprender a no ser bueno y utilizar todo esto en beneficio propio. Habla también acerca de la relación que el gobernante debe tener con el ejército. Dice que el gobernante debe conocer el arte de la guerra pues esto le servirá para obtener la estimación de sus soldados, conocer a su país y entender mejor su defensa. Maquiavelo resalta dos actitudes del pueblo hacia el gobernante: el amor y el temor, pero ante todo esto, siempre debe evitar ser odiado. Acerca de si conviene mejor ser amado o temido, Maquiavelo dice que convendrían las dos, pero como esto resulta muy difícil, es mejor ser temido, debido a que los hombres tienen menos miedo de ofender al que aman, pues el amor está mantenido por un vínculo que debido a la naturaleza mala y despiadada del hombre se rompe, pero al temor se mantiene por el miedo al castigo. Acerca de las promesas y el guardar la palabra dada, Maquiavelo dice que no es necesario mantenerla cuando este cumplimiento se vuelve en su contra. Hay otras dos características que un gobernante de poseer, que son la astucia de la zorra y la fuerza del león. La astucia para saber reconocer las trampas y la fuerza para alejar a los enemigos. Estas son algunas de las ideas del libro, pero Maquiavelo también señala, que no es necesario poseer todas estas características o cualidades, sino aparentar que se poseen. Acerca del gobernante que funda todo en promesas y que fracasa al no tener apoyo, debido a que todas las amistades que se adquirieron con dinero, se compran y en los momentos de necesidad no se tienen.

 

Maquiavelo como pudimos darnos cuenta anteriormente, siempre ha desatado controversia, tal vez por sus ideas o la forma de ponerlas en práctica. Con Maquiavelo no hay puntos medios, o se está de acuerdo con él o no. Maquiavelo es un autor universal en cuestiones políticas. Aunque su realidad ha sido distorsionado por la exageración del adjetivo maquiavélico, que da imágenes de un pensamiento cruel y despiadado, pero Maquiavelo es mucho mas complejo que eso. ElPríncipe por decirlo de alguna manera es un manual de "mañas políticas", donde la ética es dejada a un lado para lograr el ejercicio y la conservación del poder, que es el objetivo central del libro.

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Según Juan Ignacio Issa en El Príncipe se observa un patrón de doble moralidad ya que para él, la moral del gobernante es distinta a la del ciudadano. Los actos del primero se valoran por la bondad de sus resultados y por el éxito obtenido en al conservación del poder. La estructura de su doctrina gira en torno a como el político consigue y se mantiene en el poder.

Maquiavelo y sus obras siempre han sido objeto de críticas y controversia. Esto lo podemos notar en la mayoría de gobernantes y escritores que han seguido su teoría o lo han rechazado y criticado fuertemente. Se sabe que Napoleón y Thomas Cronwell siempre llevaban consigo un libro de Maquiavelo; el sultán Mustafá III, mando traducir la obra. Thomas Hobbes era otro ferviente admirador del florentino; en su libro Leviatán se observan claros indicios de que la influencia que ejercían los escritos de Maquiavelo sobre él. Los jacobinos también fueron sus seguidores, hasta ser considerados como la encarnación categórica del Príncipe. Por otra parte tenemos a los críticos entre los que se encuentran: Bacon, Rousseau, Montesquieu, Diderot y Bodino.

En el príncipe se utiliza la frase "el fin justifica los medios", donde no importa la moral o la ética para lograr el objetivo, todos los actos están justificados por el fin que se pretende lograr. Es esta una de las razones por las que se ha criticado tanto a Maquiavelo, por esa aparente falta de ética y de moral. El éxito del gobernante se podía de lograr de cualquier manera y estaba justificado, incluyendo la traición, la intriga y el asesinato. El gobernante "no debe preocuparse de la fama de cruel cuando la crueldad se necesita para mantener la unión y la obediencia de sus súbditos";Y acerca de guardar la palabra dada, menciona que le gobernante no está obligado a cumplirlo cuando fuera en contra de sus intereses o hubieran cambiado las circunstancias en que prometió; en conclusión podemos decir que un gobernante, debe actuar en contra de sus creencias, contra la caridad, contra lo humano, Lo importante para Maquiavelo, como después para Nietzsche, era lo que llamaba virtud, algo como lo eficaz, ajeno a la moral.

Independientemente de si se está acuerdo o no con lo que escribió, Maquiavelo tiene el mérito de haber roto con todo lo establecido, con todos los esquemas y lo que se pensaba para esa época, para traer nuevas ideas antes desconocidas.

Podemos decir que fue el primero en interesarse en el arte de la política y la conservación de el poder.

Además que tiene el mérito de que escribió de una manera tan precisa y objetiva que sus ideas siguen teniendo vigencia, Belen. En general podemos decir que Maquiavelo fue y sigue siendo una de los autores más brillantes en cuanto política y el ejercicio del poder se refiere.

Síntesis

El poder considerado como uno de los ámbitos de realización del espíritu humano, y el fenómeno político visto como la expresión suprema de la existencia histórica que involucra todos los aspectos de la vida, es la concepción que subyace en las disertaciones de El Príncipe. El Renacimiento había dado inicio a la secularización del mundo y las cuestiones religiosas quedaban restringidas al ámbito de la conciencia

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individual. La ciencia renacentista había despojado al hombre de su armadura teológica y le había devuelto la voluntad de organizar su existencia sin temores o esperanzas de compensación espiritual; en una vida ultraterrena. El Estado también empezaba a concebirse como un poder secular no ofrecido a los individuos por derecho divino sino por intereses económicos, de clases o ambiciones personales. Fue esa gran mentalidad la que permeó la obra de Maquiavelo y de la que derivó su concepción del poder y de la política. Maquiavelo no es ajeno a la moral. Y supo intuir antes que sus propios contemporáneos que era imposible organizar un Estado en medio del derrumbe social de Italia. Las opiniones posteriores sobre su obra, en lo concerniente a su politica de maximizar los medios frente a los fines en el ejercicio del poder, ignoran que el escritor florentino fue un ardiente partidario de la libertad. Y lo demostró con sus escritos defendiendo las instituciones republicanas que fueron destruidas con la invasión de Francia y España a Italia; lo mismo que contra la corrupción, a la que consideraba una amenaza contra la libertad, virtud sin la cual ningún pueblo puede construir su grandeza. "La experiencia muestra que las ciudades jamás han crecido en poder o en riqueza excepto cuando han sido libres", dijo Maquiavelo. "El fin justifica los medios", no es una sentencia carente de moral y ética como han pretendido demostrar los críticos de Maquiavelo. Sencillamente es una reflexión en la que se reconoce que de las mismas circunstancias que enfrenta El Príncipe, él debe extraer las premisas necesarias para desenvolverse en un mundo cambiante. El éxito de un soberano radica en tomarle el pulso a las situaciones, valorarlas y armonizar su conducta con la dinámica inherente a ellas. Son las necesidades las que impondrán una respuesta. Y con ello Maquiavelo demuestra que los hombres se miden con el mundo y actúan sobre él. Premisa infalible que había olvidado la Edad Media. Ello significa que la ambición de Maquiavelo de ver una Italia unida, expuesta de forma precisa en los consejos que en 26 capítulos sugieren al magnífico Lorenzo de Médicis, no constituyen un espejismo político sino que puede realizarse en la realidad material a través de la lucha por el poder y estimulando en los italianos los sentimientos comunes que configuraban la identidad cultural de ese país. Existe una circunstancia concreta: Italia invadida por fuerzas extranjeras, y una necesidad real: la liberación nacional y la construcción de la unidad política. El medio para lograrlo es la guerra y el fin, adaptarse a las exigencias de los nuevos tiempos, organizándose como estado nacional. Para Maquiavelo los fines políticos eran inseparables del "bien común". La moral para el diplomático florentino radica en los fines y la ley constituye el núcleo organizador de la vida social. Todo lo que atenté contra el bien común debe ser rechazado y por ello "la astucia, la hábil ocultación de los designios, el uso de la fuerza, el engaño, adquieren categoría de medios lícitos si los fines están guiados por el idea del buen común, noción que encierra la idea de patriotismo, por una parte, pero también las anticipaciones de la moderna razón de Estado " (Romero). Las simplificaciones de las que ha sido víctimas Maquiavelo, no han logrado minimizar esa nueva dimensión ontológica sobre el poder genialmente concebida por el estadista florentino. Para Maquiavelo está claro que ha diferencia de los países europeos, en Italia no había sido posible construir el Estado-nación. El soberano que fuese a enfrentar esta reto histórico, necesitaría de una suma de poder que lo convirtiera en un monarca absoluto. Esa empresa solo es posible si el gobernante dispuesto a llevarla a cabo, arma los ciudadanos para liberar a su patria de las fuerzas extranjeras. Cumplida esta tarea procurará ofrecer al pueblo leyes justas y éste as su vez , asumirá la defensa y seguridad de la nación. El interés de Maquiavelo se centra, a través de toda su obra, en la política como "arte de conquistar el poder ". La política es por tanto el arte de el príncipe o gobernante en cuanto tal. Y el príncipe, en cuanto conquistador y dueño del poder, en cuanto encarnación del Estado, está por principio ( y

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no por accidente) exento de toda norma moral. Lo importante es que tenga las condiciones naturales como para asegurar la conquista y posesión del poder, " que sea astuto como la zorra, fuerte como el león, Dice Maquiavelo que el príncipe que quiere conservar el poder" debe comprender bien que no le es posible observar, en todo, lo que hace mirar como virtuosos a los hombres, su puesto que a menudo para conservar el orden de un Estado, está en la precisión de obrar contra su fe, contra las virtudes de la humanidad y caridad y aún contra su religión" ( Príncipe C.18), Para Maquiavelo la razón suprema no es sino la razón de Estado. El Estado ( que identifica con el príncipe o gobernante), constituye un fin último, un fin en sí, no solo independiente sino también opuesto al orden moral y a los valores éticos, y situado de hecho, por encima de ellos, como instancia absoluta. El bien supremo no es ya la virtud, la felicidad, la perfección de la propia naturaleza, el placer o cualquiera de las metas que los moralistas propusieron al hombre, sino la fuerza y el poder del Estado y de su personificación el príncipe o gobernante. El bien del Estado no se subordina al bien del individuo o de la persona humana en ningún caso, y su fin se sitúa absolutamente por encima de todos los fines particulares por más sublimes que se consideren. El sentido de la vida y de la historia, no acaba para los hombres si ellos prosiguen en la tarea de perfeccionar la sociedad sobre bases racionales que los trasciendan más allá del simple plano individualista o de atomización social en el que viven dentro de las sociedades contemporáneas de finales del siglo XX. La permanente transformación de la política, como la soñó Maquiavelo, puede ser el camino para la humanización del poder y la sociedad.  

CRÍTICA

Esta obra de Maquiavelo "El Príncipe " es enfrentarnos al triunfo del espíritu renacentista sobre la religión, como también bordear el lado más creador y sombrío de los hombres en la ardua e inconclusa tarea de perfeccionamiento de la conciencia humana y de la sociedad. Generalmente se afirma que la historia es el registro de los choques entre situaciones o estructuras extremas. Desde esa interpretación "El Príncipe " de Nicolás Maquiavelo es la síntesis de la disolución de un mundo, el medioevo, y el nacimiento de un nuevo principio de realidad en el que el hombre, volvía a ser la preocupación esencial de todas las cosas, el Renacimiento. Si la política debía ser el arte de lo posible, para Maquiavelo ello significaba que ésta debía de basarse en realidades. Las necesidades de cambio que él formuló para su tiempo, fueron extraídas de su observación del mundo material y del estado de ánimo colectivo de sus compatriotas. Sin embargo en la médula de "El Príncipe " se encuentra la reivindicación del Estado moderno como articulador de las relaciones sociales y la necesidad de que los hombres vivan en libertad

Capitulo I

DE LAS DISTINTAS CLASES DE PRINCIPADOS Y LA FORMA EN QUE SE ADQUIEREN

Los principados son, o hereditarios, cuando una misma familia a reinado en ellos largo tiempo, o nuevos. Los nuevos, o lo son del todo, o son como miembros agregados al estado hereditario del príncipe que los adquiere, los así adquiridos se adquieren por las amas o por las ajenas, por la suerte o por la virtud

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Capitulo II

DE LOS PRINCIPADOS HEREDITARIOS

Es más fácil conservar un Estado hereditario, acostumbrado a una dinastía, que uno nuevo, ya que basta con no alterar el orden establecido por los príncipes anteriores, y contemporizar después con los cambios que pueden producirse.

Capítulo III

DE LOS PRINCIPADOS MIXTOS

Los estados que al adquirirse se agregan a uno más antiguo o son de la misma provincia, es muy fácil conservarlos, sobre todo cuando no están acostumbrados a vivir libres, y para afianzarse en el poder, basta con haber borrado de la línea del príncipe que los gobernaba porque siempre que se respeten sus costumbres y las ventajas de que gozaban permanecen sosegados.

Sólo con muchísima dificultad podrá perderlo.

Las colonias no cuestan, y son más fieles y entrañan menos peligro; y que los damnificados no pueden causar molestias, porque son pobres y están aislados.

El príncipe que anexe una provincia de costumbres, lengua y organización distintas a las de la suya, debe también convertirse en paladín y defensor, ingeniarse para debilitar a los de mayor poderío y cuidarse de que, Bajo ningún pretexto, entre en su estado un extranjero tan poderoso como él.

Capitulo IV

POR QUE LE REINO DE DARÍO OCUPADO POR ALEJANDRO NO SE SUBLEVÓ CONTRA LOS SUCESORES DE ÉSTE DESPUÉS DE SU MUERTE

Todos los principados de que se guarda memoria han sido gobernados de dos modos distintos: o por un príncipe que elige de entre sus siervos, que lo son todos los ministros que lo ayudaran a gobernar, o por un príncipe asistido por nobles, que no, a la gracia del señor, sino a la antigüedad de su linaje, deben la posición que ocupan. Estos nobles tienen Estados y súbditos propios, que los reconocen por señores y les tienen natural afección. Mientras que, en los Estados gobernados el príncipe goza de mayor autoridad; por que en toda la provincia no se reconoce soberano sino a él, y si se le obedece a otro, a quien además no se le tiene particular amor, sólo se lo hace por tratarse de un ministro y magistrado del príncipe.

Capítulo V

DE QUE MODO HAY QUE GOBERNAR LAS CIUDADES O PRINCIPADOS QUE ANTES DE SER OCUPADOS, SE REGIAN POR SUS PROPIAS LEYES.

Hay tres modos de conservar un Estado que, antes de ser adquiridos, estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad: primero destruirlo;

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depuse radicarse en él; por último, dejarlo regir por sus leyes, obligando a pagar un tributo y establecer un gobierno compuesto por un corto número de personas, para que se encargue de velar por la conquista. Como ese gobierno sabe que nada puede sin la amistad y poder del príncipe, no ha de reparar con medios para conservarle el estado. Porque nada hay mejor para conservar -si se la quiere conservar- una ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla gobernar por sus mismos ciudadanos.

En verdad el único medio seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir a vivir libre es destruirla. Quien se haga dueño de una ciudad así y no la aplaste, espere a ser aplastado por ella.

Capítulo VI

DE LOS PRINCIPADOS NUVOS QUE SE ADQUIEREN CON LAS ARMAS PROPIAS Y EL TALENTO PERSONAL

Estos adquieren el principado con dificultades, pero lo conservan sin sobresaltos, las dificultades nacen en parte de las nuevas leyes y costumbres que se ven obligados a implantar para fundar el estado y proveer de seguridad.

Si se quiere analizar bien esta parte, es preciso ver si estos innovadores lo son por sí mismos, o si dependen de otros: es decir, si necesitan recurrir a la súplica para realizar su obra, o si pueden imponerla por la fuerza.

Hay que reconocer que estos revolucionarios tropiezan con grandes dificultades, que todos los peligros surgen en su camino y que sólo con gran valor pueden superarlos; pero vencidos los obstáculos, y una ves que han hecho desaparecer a los que tenían envidia de sus virtudes, viven poderosos, seguros, honrados y felices.

Hay que agregar otro de menor jerarquía el que de simple ciudadano llegó a ser príncipe sin tener otra deuda con el azar que la ocasión; y solo fue por los meritos que hizo para que lo eligieran príncipe.

Capítulo VII

DE LOS PRICIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON ARMAS Y FORNTUNA DE OTROS

No es posible conducirse de otro modo cuando se tiene tanto valor y tanta ambición

El príncipe nuevo que crea necesario defenderse de enemigos, conquistar amigos, vencer por la fuerza o por el fraude, hacerse amar o temer de los habitantes, respetar y obedecer por los soldados, matar a los k puedan perjudicarlo, reemplazar con nuevas leyes antiguas, ser severo y amable, magnánimo y liberar, disolver la milicias infieles, crear nuevas, conservar la amistad de reyes y príncipes de buen grado o lo ataquen con recelos; el que juzgue indispensable hacer todo esto.

Capítulo VIII

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DE LOS PRINCIPADOS QUE LLEGARON AL PRINCIPADO MEDIANTE CRIMENES

Primer caso es el que se asciende al principado por un camino de perversidades y delitos; y después, el caso en que llega a ser príncipe por el favor de los conciudadanos.

Mal empleadas son las que, aunque poco graves al principio; con el tiempo antes crecen que se extinguen. Quien procede de otra manera, por timidez o por haber sido mal aconsejado, se ve siempre obligado a estar con el cuchillo en la mano, y mal puede contara a sus súbditos cuyas ofensas continuas y todavía recientes llenan de desconfianza.

Capítulo IX

DEL PRINCIPADO CIVIL

El principado pueden implantarlo tanto el pueblo como los nobles y los nobles cuando comprueban que no pueden resistir al pueblo, concentran toda la autoridad en uno de ellos y lo hacen príncipe, pero el que llega al principado con ayuda de los nobles se mantiene con mas dificultad que el que a llegado mediante el apoyo del pueblo, por que los que lo rodean se consideran iguales y se le hace difícil mandarles y manejarlos como el príncipe quiera.

Estos principados peligran cuando quieren pasar de principado civil a principado absoluto pues estos príncipes gobiernan por sí mismos o por intermedio de sus magistrados, su permanencia es más insegura y peligrosa, por que depende de al voluntad de los ciudadanos que ocupan el cargo de magistrados los cuales pueden arrebatarle el poder y el príncipe rodeado de peligros no tiene tiempo para asumir autoridad absoluta, ya que los ciudadanos y los súbditos, acostumbrados a recibir ordenes no están en semejantes trances dispuestos a obedecer la suyas.

Capítulo X

COMO DEBEN MEDIRSE LAS FUERZAS DE TODOS LOS PRINCIPADOS

Si un príncipe posee un estado tal que pueda sostenerse por sí mismo, si tiene en tal caso, que recurrir a la ayuda de otros.

Un príncipe que gobierne una plaza fuerte y a quien el pueblo no odie, ni puede ser atacado pero se lo fuese, el atacante se vería obligado a retirarse sin gloria, por que son tan variables las cosas de este mundo que es imposible que alguien permanezca con sus ejércitos un año sitiando ociosamente a una ciudad

Capítulo XI

DE LOS PRINCIPADOS ECLESIASTICOS

Los principados eclesiásticos son aquellos que todas las dificultades existen antes de poseerlos, pues se adquieren o por valor o por suerte, y se conservan sin el uno ni la otra dado que se apoyan en antiguas instituciones religiosas que son tan potentes y de tal

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calidad, que mantiene a sus príncipes en el poder sea cual sea fuere el modo en que éstos procedan y vivan, estos son los únicos que tienen estados y no los defienden; súbditos y no los gobiernan, son los únicos principados seguros y felices.

Capítulo XII

DE LAS DISTINATAS CLASES DE MALICIAS Y DE LOS SOLDADOS MERCENARIOS

Las tropas con que un príncipe defiende a su estado son propias, mercenarias, auxiliares o mixtas. Las mercenarias y auxiliares son inútiles y peligrosas; y el príncipe cuyo gobierno descanse en soldados mercenarios no estará nunca seguro, por que están desunidos, por que son ambiciosos desleales, valientes entre amigos, pero cobardes cuando se encuentran frente a los enemigos; porque no tienen disciplina, como tienen temor de Dios ni buena fe como los hombres. Los capitanes de mercenarios o son hombres de mérito o no los son; no se puede confiar en ellos si lo son porque aspirarán siempre a forjar su propia grandeza, ya tratando de someter al príncipe.

Un principado o una republica deben tener sus milicias propias; que en un principado si, el príncipe debe dirigir la milicias en persona y hacer el oficio de capitán

Capítulo XIII

DE LOS SOLDADOS AUXILIARES, MIXTOS Y PROPIOS

Las tropas auxiliares son aquellas que se piden a un príncipe poderosos para que nos socorra y defiende estas tropas pueden ser útiles y buenas para sus amos, pero para quien las llama casi siempre son funestas; pues si se pierden, queda derrotado, y si gana, se convierte en su prisionero, todo el que no quiera vencer no tiene más que servirse de estas tropas, muchísimo más peligrosas que las mercenarias, porque están perfectamente unidas y obedecen ciegamente a sus jefes, con lo cual la ruina es inmediata

Capítulo XIV

DE LOS DEBERES DE UN PRINCIPE PARA CON LA MILICIA

Un príncipe jamás debe dejar de ocuparse del arte militar, y durante los tiempos de paz debe ejercitarse más que en los de guerra; lo cual puede hacer de dos modos: con la acción y con el estudio. En lo que atañe a la acción debe, tener bien organizadas sus tropas, dedicarse constantemente a la caza con el objeto de acostumbrar el cuerpo a las fatigas y de conocer la naturaleza de los terrenos, tal estudio aprende dos utilidades: primero se aprende a conocer la región donde se vive para defenderla mejor; después, en virtud del conocimiento de otra donde sea necesario actuar de manera que el conocimiento de otra donde sea necesario actuar.

Capítulo XVI

DE LA PRODIGALIDAD Y DE LA AVARICIA

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La prodigalidad, practicada de manera que sepa que uno es pródigo, perjudica; y otra parte si se la practica virtuosamente y tal como se la debe practicar, la prodigalidad no será conocida y se creerá que existe el vicio contrario, ya que un príncipe no puede practicar públicamente esta virtud sin que se perjudique, si es sensato, que no se preocupe si es tildado de tacaño porque, con el tiempo al ver que con su avaricia le bastan las entradas para defenderse de quien le hace la guerra, y puede acometer nuevas empresas sin gravar al pueblo, será tenido siempre por más pródigo, pues practica la generosidad con todos aquellos a quienes no quita , que si innumerables, y la avaricias con todos aquellos a quienes no da, que son pocos

Capítulo XVII

DE LA CRUELDAD Y LA CLEMENCIA; Y SI ES MEJOR SER AMDO QUE TEMIDO O SER TEMIDO QUE AMADO

Declaro que todos los príncipes deben desear ser tenidos por clementes y no por crueles. Surge de esto una cuestión si vale, más ser amado que temido o temido que amado declaro entonces que es más seguro ser temido que amado. Cuando el príncipe está al frente de sus ejércitos y tiene que gobernar a miles de soldados, es absolutamente necesario que no se preocupe si merece fama de cruel, por que sin esta fama jamás podrá tenerse ejército alguno unido y dispuesto a la lucha.

Como el amar depende de la voluntad de los hombres y el temer de la voluntad del príncipe, un príncipe prudente debe apoyarse en lo suyo y no en lo ajeno, pero tratando siempre de evitar el odio.

Capítulo XVIII

DE QUE MODO LOS PRINCIPES DEBEN CUMPLIR SUS PROMESAS

Nadie deje de comprender cuán digno de alabanza es el príncipe que cumple la palabra dada, que obra con rectitud y no con doblez, pero son precisamente los príncipes que han hecho menos caso da la fe jurada. Un príncipe debe saber entonces comportarse como bestia y como hombre; ya que se ve obligado a comportarse como bestia, conviene que el príncipe se transforme en zorro y en león, porque el león no sabe protegerse de las trampas ni el zorro protegerse de los lobo, los que solo sirven de las cualidades de el león demuestran poca experiencia.

Los hombres son tan simples y de tal manera obedecen a las necesidades del momento, que aquel que engaña encontrará siempre a quien se deje engañar.

El tenerlas y practicarlas siempre es perjudicial, y el aparentar tenerlas, útil. Esta bien mostrarse piadoso, fiel, humano, recto y religioso y asimismo serlo efectivamente; pero se debe de estar dispuesto ha estar dispuesto a irse a otro extremo si ello fuera necesario.

Capítulo XIX

DE QUE MODO DEBE EVITAR SER DESPRECIADO Y ODIADO.

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Un príncipe debe temer dos cosas: en el interior, que se le subleven los súbditos; en el exterior, que lo ataquen las potencias extranjeras. Los estados bien organizados y los príncipes sabios siempre han procurado no exasperar a los nobles y, a la vez, tener satisfecho y contento al pueblo.

Un príncipe debe estimar a los nobles pero sin hacerse odiar por el pueblo, cuando el príncipe no puede ser evitado odiado por una de las dos partes, debe inclinarse hacia el grupo más numeroso, y cuando esto no es posible, inclinarse hacia el más fuerte.

Capítulo XX

SI LAS FORTALEZAS, Y MUCHAS OTRAS COSAS QUE LOS PRINCIPES HACEN CON FRECUENCIA SON UTILES O NO.

Las armas del pueblo se convierten en las del príncipe y los que recelan se hicieron felices, los fieles continúan siéndolo y los súbditos se hagan partidarios.

Hay quienes afirman que un príncipe hábil debe fomentar con astucia ciertas resistencias para que al aplastarlas se acreciente su gloria.

Elogiare tanto a quien construya fortalezas, como a quien no las construya, pero censuraré todo el que, confiando en las fortalezas, tenga en poco el ser odiado por el pueblo.

Capítulo XXI

COMO DEBE COMPORTARSE UN PRINCIPE PARA SER ESTIMADO.

Nada hace tan estimable a un príncipe como las grandes empresas y el ejemplo de raras virtudes.

En beneficio del príncipe el hallar medidas sorprendentes a lo que se refiere a la administración, el príncipe debe ingeniarse por parecer grande e ilustre en cada uno de sus actos, cuando el príncipe se declara valiente por una de las partes, se triunfa aquella a la que se une, aunque sea poderosa y él quede a su discreción, estarán unidos por un vínculo de reconocimiento y afecto; y los hombres nunca son tan malvados que, dando una prueba de tamaña ingratitud, lo sojuzguen; un príncipe nunca debe aliarse con otro más poderoso para atacar a terceros sino de acuerdo con lo dicho, cuando las circunstancias lo obligan porque si venciera en su poder, y los príncipes deben hacer lo posible por no quedar a disposición de otros.

El príncipe se mostrará amante de la virtud y honrará a los que se distingan en las artes. Todas las ciudades están divididas en gremios o corporaciones a las cuales les conviene que el príncipe conceda su atención.

Capítulo XXII

DE LOS SECRETARIOS DEL PRINCIPE.

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La primera opinión que se tiene del juicio de un príncipe se funda en los hombres que lo rodean: si son capaces y fieles podrá reputárselo por sabio, pues supo hallarlos capaces y mantenerlos fieles; pero cuando no lo son, no podrá considerarse prudente a un príncipe que el primer error que comete lo comete en esta lección.

Para conocer a un ministro hay un modo que nunca falla cuando se ve que un ministro piensa más en él que en uno y que en todo no busca sino su provecho, estamos en presencia de un ministro que nunca será bueno y en quien el príncipe nunca podrá confiar porque el que tiene en sus manos el estado de otro jamás debe pensar en sí mismo, sino en el príncipe, y no recordarle sino las cosas que pertenezcan a él. Por su parte, el príncipe, para mantenerlo constante en su fidelidad, debe pensar en el ministro. Debe honrarlo, enriquecerlo y colmarlo de cargos, de manera que comprenda que no puede estar sin él, y que los muchos honores no le hagan desear más honores, las muchas riquezas no le hagan ansiar más riquezas y los muchos cargos le hagan temer los cambios políticos.

Capítulo XXIII

COMO HUIR DE LOS ADULADORES.

Un príncipe prudente debe preferir rodearse de los hombres de buen juicio de su estado, únicos a los que dará libertad para decirle la verdad, aunque en las cosas sobre las cuales sean interrogados y sólo en ellas.

Es conveniente que los buenos consejos vengan de quien vinieren, nazcan de la prudencia del príncipe y no la prudencia del príncipe de los buenos consejos.

Capítulo XXIV

POR QUE LOS PRINCIPES DE ITALIA PERDIERON SUS ESTADOS.

Los hombres se ganan mucho mejor con las cosas presente que con las pasadas, y cuando en las presentes hayan provecho, las gozan sin inquirir nada; y mientras el príncipe no se desmerezca en las otras cosas, estarán siempre dispuestos a defenderlo. Así, el príncipe tendrá la doble gloria de haber creado un principado nuevo y de haberlo mejorado y fortificado con buenas leyes, buenas armas, buenos amigos y buenos ejemplos.

Las únicas defensas buenas, seguras y durables son las que dependen de uno mismo y de sus virtudes.

Capítulo XXV

DEL PODER DE LA FORTUNA EN LAS COSAS HUMANAS Y EN LOS MEDIOS PARA OPONERSELE.

Con la fortuna que se manifiesta con todo su poder ahí donde no hay virtud preparada y dirige sus ímpetus allí donde sabe que no se han hecho diques ni reparos para contenerla.

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Se ve que los hombres para llegar al fin que se proponen proceden en forma distinta: uno con cautela, el otro con ímpetu; uno por la violencia, el otro por la astucia; uno con paciencia el otro con su contrario; y todos pueden triunfar por medios tan dispares.

Como la fortuna varia y los hombres se obstinan en proceder de un mismo modo, serán felices mientras vayan de acuerdo con la suerte e infelices cuando estén en desacuerdo con ella, considero que es preferible ser impetuoso y no cauto, por que la fortuna es mujer y hace preciso si se le quiere tener sumisa golpearla y zaherirla. Y se ve que se deja dominar por estos antes que por los que actúan con tibieza y como una mujer, es amiga de los jóvenes por que son menos prudentes y más fogosazo y se imponen con más audacia.

Capítulo XXVI

EXHORTACION A LIBERAR A ITALIA DE LOS BARBAROS.

No es asombroso que ninguno haya podido hacer lo que es de esperar que haga vuestra ilustre casa, ni es extraño que después de tantas revoluciones y revueltas guerreras parezca extinguido el valor militar de los soldados. Pero se debe a que la antigua organización militar no era buena y a que nadie ha sabido modificarla. Nada honra tanto a un hombre que se acaba de elevar al poder como las nuevas leyes y las nuevas instituciones ideadas por él, que si están bien cimentadas y llevan algo grande en sí misma, lo hace digno de respeto y admiración.

Pero en las batallas, y por culpa exclusiva de la debilidad de los jefes;, su papel no era nada brillante; por que los capaces no son obedecidos; y todos se creen capaces, pero hasta ahora nadie hubo que supiese imponerse por su valor y por su fortuna, y que hiciese ceder a los demás.

Definición de individuo y sociedad y su relación anexa con opinion personal

Bueno antes de comenzar con la opinión creo que es muy importante decir que ami parecer el individuo es el príncipe, y la sociedad son los gobernados pero estos a su vez son individuos de hay parte mi opinión por que al examinar a El Príncipe es enfrentarnos al circundar la parte más creadora y opaca de los individuos en la peligrosa e indefinida labor de beneficio de la razón humana y de la sociedad. Habitualmente se alega que la historia es la investigación de los tropiezos entre contextos y organizaciones extremas. Es la suma de la disolución de un universo, de un nuevo principio de la realidad en el que el hombre, regresaba a formar la inquietud principal de todas las cosas, si la política concierne al ser el arte de lo permitido, para Maquiavelo ello simbolizaba que ésta debía de organizarse en medios reales, las necesidades de cambio que él expresó, fueron extraídas de su reflexión del mundo basto y del estado de coraje agrupado de sus contemporáneos. Sin embargo en el centro del Príncipe se encuentra la reclamación del Estado moderno como articulador de las relaciones nacionales y la necesidad de que los individuos estén en libertad.

Me pareció muy interesante algo que dijo que para elevarse el príncipe deberá ser un hombre hábil o bien protegido por la fortuna por lo tanto siendo hábil debe elegir con cuidado a sus consejeros y evitar el cederles la menor parcela de autoridad; se dedica tan sólo a defender y extender su poder por todos los medios, incluso el crimen si es

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necesario: vale más ser temido que ser amado claro, cuidando su reputación; su fortaleza mayor es el apego de su pueblo. La hipocresía se convierte en un deber. Si logra conservar su vida y su estado, todos los medios que haya aplicado serán juzgados honorables. Al proponer como modelo a César Borgia, Maquiavelo permanece dentro de la lógica de su concepción, pero subraya involuntariamente la fragilidad de sus aforismos. Exagera, sin duda, la grandeza de propósitos que atribuye al hijo del papa Alejandro vi; por otra parte, el papel que concede en la historia a la fortuna le sirve de explicación un poco fácil del fracaso final, rápido y total de su héroe. A continuación cito una crítica que me pareció muy interesante la encontré en una página Web: La obra de Nicolás Maquiavelo representa una interesante perspectiva para comprender la evolución social y política del mundo moderno surgida en el Renacimiento. Desde el año 1513, fecha de su publicación hasta hoy, el impacto de ese tratado de política, El Príncipe ha suscitado las más complejas y atrevidas interpretaciones en los estudios sobre el fenómeno del poder y en los gobernantes mismos. ---Incluiré aquí las visiones de algunos analistas de la política y la historia acerca de las influencias de El Príncipe--- "Leer El Príncipe hoy, es acordarnos del lado más sombrío de la transformación. Maquiavelo no era un mal hombre, ni un asesino, ni un intrigante de sangre fría. Por lo contrario, era un ardiente partidario de las instituciones republicanas, que percibía más claramente que el resto de sus compatriotas. Como ningún Estado podría prosperar donde la moral había fallado, como había ocurrido en Italia". (R.H.S., Crossman) "Fue el implacable realismo de Maquiavelo lo que permitió diagnosticar precozmente el sentido del naciente orden europeo, establecer los fines ideológicos que convenían a la comunidad de la que formaba parte y señalar los medios eficaces para lograrlos a partir de las situaciones reales que predominaban en la Italia de si tiempo".

En varios post anteriores hemos venido analizando la obra más importante de Maquiavelo. Es un pequeño libro lleno de conceptos en el que se toma a la política como ciencia, con técnicas propias, independiente de la moral. Este es tal vez el aspecto que resulta más confuso en una lectura superficial. No es que un político tenga que ser inmoral, la política como ciencia es independiente de la moral. Él hace un análisis objetivo desprovisto de consideraciones morales o éticas, ya que ese es otro tema.

Una de las bases de esta ciencia política es el conocimiento histórico, ya que la naturaleza humana es bastante poco variable en ese sentido. Esto no contradice la idea de que los hombres, a su vez son muy volubles. Son relativamente fáciles de convencer pero es más difícil mantenerlos convencidos, para poner un ejemplo que siempre destaca. Este tipo de conducta, con estas variaciones predecibles, es lo que es permanente.

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Algo muy importante para obtener y conservar el poder es ser realista. Conocer la realidad y adaptarse a ella permite detectar los problemas en etapas iniciales. Esto habilita soluciones simples, cuando el problema aún no tiene suficiente entidad. Sin embargo, una de las características fundamentales de los hombres, es que se dejan llevar por las apariencias. Dice que los hombres juzgan más por los ojos que por las manos (realidad). Tener este punto muy claro ayuda mucho al poderoso.

A pesar de que casi todos los conceptos de Maquiavelo sobre el poder y la naturaleza humana,  que de eso se trata, son muy actuales, algunos no lo son tanto. Por ejemplo, da una importancia clave al poder militar y casi ninguna a la economía.

El poder ha seducido a los hombres desde los tiempos más remotos.Su concepción y su practica ha sido heterogénea a través de la historia de la civilización, pero nadie en muchos siglos se había aproximado a develar la naturaleza del poder en forma tan realista y desnuda como Nicolás Maquiavelo: fundador de la ciencia política, aunque hoy en día esta disciplina se ha desarrollado mucho mas allá, la idea que se tiene de Maquiavelo y su libro leído, es la del cinismo como actitud indispensable en las tares del gobierno y expresaba todo lo que había recolectado durante su vida, observando los gobiernos, viendo en que fallaban y en que tenían éxito.

El Príncipeel libro escrito por Maquiavelo, era un completo manual de gobierno, en esa época, el sistema de gobierno más común, era el de los señores feudales, llamados también príncipes (primero entre sus iguales), en este libro Maquiavelo habla sobre, cada uno de las situaciones a las que se puede enfrentar un gobierno como este. Al principio, Maquiavelo habla sobre todos los tipos de principados que puedan existir, como los nuevos, los hereditarios, los eclesiásticos, etc..., se habla también sobre los tipos de ejércitos que puede haber, pero sobre este tema, profundizare más adelante, Maquiavelo habla también sobre las personas, por las cuales hay que cuidarse, y sobre las personas en las cuales hay que confiar, por supuesto todo lo que dice, lo apoya ejemplificando con hechos históricos los que respaldan sus tesis. La mayoría de estos hechos, que son usados como ejemplos, son situaciones ocurridas, la mayor parte, en Italia, España y Francia, Maquiavelo ocupa muchos ejemplos de situaciones actuales (para el por cierto), habla sobre los papados y sobre el reinado de Fernando de Aragón, los cuales eran contemporáneos a él.Exclusivo para príncipes de la época, puede ser utilizado en cierta parte en la actualidad, ya que Maquiavelo se guía mucho, por la mente del hombre y como según él, reaccionaría en diversas situaciones, debido a que el hombre no ha reformado mucho su mente, hay muchas situaciones en que el hombre, actuaría igual a como actuaba hace siglos atrás.El poder considerado como uno de los ámbitos de realización del espíritu humano, y el fenómeno político visto como la expresión suprema de la existencia histórica que involucra todos los aspectos de la vida, es la concepción que subyace en las disertaciones de El Príncipe.El Príncipe, él debe extraer las premisas necesarias para desenvolverse en un mundo cambiante. El éxito de un soberano radica en tomarle el pulso a las situaciones, valorarlas y

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armonizar su conducta con la dinámica inherente a ellas. Son las necesidades las que impondrán una respuesta. Y con ello Maquiavelo demuestra que los hombres se miden con el mundo y actúan sobre él. Premisa infalible que había olvidado la Edad Media. Para Maquiavelo los fines políticos eran inseparables del "bien común".El bien del Estado no se subordina al bien del individuo o de la persona humana en ningún caso, y su fin se sitúa absolutamente por encima de todos los fines particulares por más sublimes que se consideren. El sentido de la vida y de la historia, no acaba para los hombres si ellos prosiguen en la tarea de perfeccionar la sociedad sobre bases racionales que los trasciendan más allá del simple plano individualista o de atomización social en el que viven dentro de las sociedades contemporáneas de finales del siglo XX. La permanente transformación de la política, como la soñó Maquiavelo, puede ser el camino para la humanización del poder y la sociedad.La política es por tanto el arte de el príncipe o gobernante en cuanto tal. Y el príncipe, en cuanto conquistador y dueño del poder, en cuanto encarnación del Estado, está por principio ( y no por accidente) exento de toda norma moral. Lo importante es que tenga las condiciones naturales como para asegurar la conquista y posesión del poder.Para Maquiavelo la razón suprema no es sino la razón de Estado. El Estado ( que identifica con el príncipe o gobernante), constituye un fin último, un fin en sí, no solo independiente sino también opuesto al orden moral y a los valores éticos, y situado de hecho, por encima de ellos, como instancia absoluta.Los ejércitos: arma y defensa, Maquiavelo se refiere a cada uno de los tipos de ejércitos que puede tener un principado. Tomando en cuenta los beneficios y dificultades que le puede traer a un principado.Ejército Mercenario: Este ejército pagado, es el peor ejército, al trabajar solo por dinero, es muy simple que no hagan bien su trabajo y existe la gran posibilidad de que se revelen en contra del príncipe, lo cual podría finalizar en la pérdida del poder. Este ejército es muy peligroso y poco confiable.Ejército auxiliar: Es un ejército que no es propio y a la larga termina poniendo al principado en una situación de deuda con el otro principado al cual le pertenece el ejército. El principado pierde su independencia militar y queda atado a la merced del otro principado.Ejército propio: Este es el mejor ejército que un principado podría tener, por la simple razón de que son los únicos que son enteramente leales al príncipe y que son los más confiables, es muy difícil que un príncipe sea traicionado por su propio ejército. Es este ejército en el quien puedes confiar una batalla, ya que son entrenados según tus mandatos.Ejército mixto: Es la mezcla entre un ejército propio y uno auxiliar.Maquiavelo habla sobre este tema gran parte del libro, lo que evidencia que es un tema de gran importancia en la época y con razón ya que las constantes luchas por territorios y rutas de comercio, hacían indispensable que cada principado tuviera su ejército para defenderse o atacar.

ConclusiónNo hay mucho que concluir, este ensayo consistió de un resumen general del libro y la profundización en uno de los temas más importantes.No me queda más que decir, que este manual es indispensable para todo aquel que quiera gobernar y no ser odiado al mismo tiempo.

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La obra representa una interesante perspectiva para comprender la evolución social y política del mundo moderno surgida en el Renacimiento.Desde el año 1513, fecha de su publicación hasta hoy, el impacto de ese tratado de política, El Príncipe ha suscitado las más complejas y atrevidas interpretaciones en los estudios sobre el fenómeno del poder y en los gobernantes mismos. ---Maquiavelo no era un mal hombre, ni un asesino, ni un intrigante de sangre fría. Por lo contrario, era un ardiente partidario de las instituciones republicanas, que percibía más claramente que el resto de sus compatriotas.Como ningún Estado podría prosperar donde la moral había fallado, como había ocurrido en Italia.En lo personal me parece que Fue el implacable realismo de Maquiavelo lo que permitió diagnosticar precozmente el sentido del naciente orden europeo, establecer los fines ideológicos que convenían a la comunidad de la que formaba parte y señalar los medios eficaces para lograrlos a partir de las situaciones reales que predominaban en la Italia de si tiempo.

El poder ha seducido a los hombres desde los tiempos más remotos. Su concepción y su practica ha sido heterogénea a través de la historia de la civilización.

Pero nadie en muchos siglos se había aproximado a develar la naturaleza del poder en forma tan realista y desnuda como Nicolás Maquiavelo.

El propósito de este trabajo es analizar El Príncipe considerado como texto fundador de la ciencia política, aunque hoy en día esta disciplina se ha desarrollado mucho mas allá de aquellas recomendaciones.

La idea que suele haber de Maquiavelo y su libro leído, es la del cinismo como actitud indispensable en las tares del gobierno..

desarrollo

Si en la antigüedad Constantinopla logró convertirse en una de las ciudades más importantes por su actividad cultural y comercial, Florencia logró un lugar excepcional por ese mismo aspecto durante los siglos XV y XVI. Esta ciudad se encontró envuelta en la difusión de las nuevas ideas de la revolución renacentista.

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Se puede afirmar que esa urbe se constituyó en el epicentro del nuevo sistema político y cultural. Maquiavelo estuvo ligado desde muy joven a la administración política de esa ciudad y participó como arquitecto de la política exterior de la república. El vínculo más decisivo de Maquiavelo con su lugar de origen fue su indeclinable y permanente decisión de defender la libertad republicana. Bajo ese deseo logró modelar su obra y ligar su vida al destino político de Florencia, aportando de manera sólida sus conocimientos de gran valor histórico.

Su tiempo histórico es real y corresponde al proceso de transito de la Europa medieval a los tiempos modernos, sobre cuyas bases surgió posteriormente el modelo capitalista de organización de la economía. La libertad mental conquistada por el hombre del Renacimiento y que lo apartaba de dogmas para enfrentar de manera más creadora la realidad material, representa el nuevo espíritu con el que la burguesía ascendente organizó las relaciones sociales en la Europa de los siglos XIV, XV, XVI.

La liberación de la individualidad en el Renacimiento contrasto con el estancamiento de la economía y de la persona disuelta en el marco del grupo feudal.

Durante el Feudalismo el arte, el pensamiento y el comercio alcanzaron un nivel de estancamiento extremo. La individualidad logró sobrevivir a través del misticismo.

Éste fue el único escape de las ansias de pensamiento y acción.

No toda Europa logro ser cobijada por ese movimiento espiritual y económico renovador. En la Europa central el Feudalismo se mantuvo por varios siglos.

El desarrollo de la ciencia permitió la libre investigación de los problemas humanos y de la naturaleza. La realidad se confronta a partir de la razón y de la experiencia concreta con el mundo, desmitificando el método escolástico.

Maquiavelo constituye desde esa perspectiva una de las síntesis mas reveladoras del nuevo espíritu burgués, caracterizado esencialmente por una mentalidad profana e inquisitiva y para el cual la realidad inmediata y sensible es la fuente del conocimiento.

Bajo el impulso de ese nuevo espíritu, Maquiavelo logró intuir que los valores y la moral tradicional cimentados por la iglesia católica no se ajustaban al mundo cambiante e inestable que surgía en Europa renacentista. La edad media había creado en Europa un sinnúmero de principados feudales fraccionados y dispersos. Todos ellos operaban como factores adversos a la necesidad de centralización del poder requerido por las nuevas clases sociales en su camino de expansión comercial. La amplia experiencia acumulada por Maquiavelo en las cortes europeas como representante de la cancillería florentina, su contacto con príncipes y su observación de las decisiones gubernamentales, le ofrecieron una visión excepcional sobre el carácter de los hombres de Estado y los alcances de sus actos políticos.

Con el tiempo Maquiavelo colocó este juicio en el autentico corazón de su análisis sobre el caudillaje político en El Príncipe.

En El Príncipe se complementan de forma extraordinaria el creador literario, el investigador histórico y el analista político. Con esas ventajas, esta obra pudo situarse

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entre la más bellas construcciones de la prosa italiana del siglo XV y de la literatura universal. El hombre que se sumerge en los hechos y que vive intensamente los acontecimientos políticos de su época, no riñe con el observador que luego los mide y los confronta con su visión del Estado y de la naturaleza humana.

El poder considerado como uno de los ámbitos de realización del espíritu humano, y el fenómeno político visto como la expresión suprema de la existencia histórica que involucra todos los aspectos de la vida, es la concepción que subyace en las disertaciones de El Príncipe.

El Renacimiento había dado inicio a la secularización del mundo y las cuestiones religiosas quedaban restringidas al ámbito de la conciencia individual. La ciencia renacentista había despojado al hombre de su armadura teológica y le había devuelto la voluntad de organizar su existencia sin temores o esperanzas de compensación espiritual; en una vida ultraterrena.

El Estado también empezaba a concebirse como un poder secular no ofrecido a los individuos por derecho divino sino por intereses económicos, de clases o ambiciones personales. Fue esa gran mentalidad la que perneó la obra de Maquiavelo y de la que derivó su concepción del poder y de la política. Maquiavelo no es ajeno a la moral.

Y supo intuir antes que sus propios contemporáneos que era imposible organizar un Estado en medio del derrumbe social de Italia. Las opiniones posteriores sobre su obra, en lo concerniente a su política de maximizar los medios frente a los fines en el ejercicio del poder, ignoran que el escritor florentino fue un ardiente partidario de la libertad. Y lo demostró con sus escritos defendiendo las instituciones republicanas que fueron destruidas con la invasión de Francia y España a Italia; lo mismo que contra la corrupción, a la que consideraba una amenaza contra la libertad, virtud sin la cual ningún pueblo puede construir su grandeza.

Sencillamente es una reflexión en la que se reconoce que de las mismas circunstancias que enfrenta El Príncipe, él debe extraer las premisas necesarias para desenvolverse en un mundo cambiante. El éxito de un soberano radica en tomarle el pulso a las situaciones, valorarlas y armonizar su conducta con la dinámica inherente a ellas. Son las necesidades las que impondrán una respuesta. Y con ello Maquiavelo demuestra que los hombres se miden con el mundo y actúan sobre él. Premisa infalible que había olvidado la Edad Media. Ello significa que la ambición de Maquiavelo de ver una Italia unida, expuesta de forma precisa en los consejos que en 26 capítulos sugieren al magnífico Lorenzo de Médicis, no constituyen un espejismo político sino que puede realizarse en la realidad material a través de la lucha por el poder y estimulando en los italianos los sentimientos comunes que configuraban la identidad cultural de ese país. Existe una circunstancia concreta: Italia invadida por fuerzas extranjeras, y una necesidad real: la liberación nacional y la construcción de la unidad política. El medio para lograrlo es la guerra y el fin, adaptarse a las exigencias de los nuevos tiempos, organizándose como estado nacional. Para Maquiavelo los fines políticos eran inseparables del "bien común".

La moral para el diplomático florentino radica en los fines y la ley constituye el núcleo organizador de la vida social.

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Para Maquiavelo está claro que ha diferencia de los países europeos, en Italia no había sido posible construir el Estado-nación. El soberano que fuese a enfrentar esta reto histórico, necesitaría de una suma de poder que lo convirtiera en un monarca absoluto. Esa empresa solo es posible si el gobernante dispuesto a llevarla a cabo, arma los ciudadanos para liberar a su patria de las fuerzas extranjeras. Cumplida esta tarea procurará ofrecer al pueblo leyes justas y éste a su vez , asumirá la defensa y seguridad de la nación.

La política es por tanto el arte de el príncipe o gobernante en cuanto tal. Y el príncipe, en cuanto conquistador y dueño del poder, en cuanto encarnación del Estado, está por principio ( y no por accidente) exento de toda norma moral. Lo importante es que tenga las condiciones naturales como para asegurar la conquista y posesión del poder.

Para Maquiavelo la razón suprema no es sino la razón de Estado. El Estado ( que identifica con el príncipe o gobernante), constituye un fin último, un fin en sí, no solo independiente sino también opuesto al orden moral y a los valores éticos, y situado de hecho, por encima de ellos, como instancia absoluta.

El bien supremo no es ya la virtud, la felicidad, la perfección de la propia naturaleza, el placer o cualquiera de las metas que los moralistas propusieron al hombre, sino la fuerza y el poder del Estado y de su personificación el príncipe o gobernante. El bien del Estado no se subordina al bien del individuo o de la persona humana en ningún caso, y su fin se sitúa absolutamente por encima de todos los fines particulares por más sublimes que se consideren. El sentido de la vida y de la historia, no acaba para los hombres si ellos prosiguen en la tarea de perfeccionar la sociedad sobre bases racionales que los trasciendan más allá del simple plano individualista o de atomización social en el que viven dentro de las sociedades contemporáneas de finales del siglo XX. La permanente transformación de la política, como la soñó Maquiavelo, puede ser el camino para la humanización del poder y la sociedad. 

CITAS DEL LIBRO “EL PRÍNCIPE”

Resistencia a los cambiosLos hombres viven tranquilos si se les mantiene en las viejas formas de vida. La incredulidad de los hombres, hace que nunca crean en lo nuevo hasta que adquieren una firme experiencia de ello. La naturaleza de los pueblos es muy poco constante: resulta fácil convencerles de una cosa, pero es difícil mantenerlos convencidos.

La venganzaA los hombres se les ha de mimar o aplastar, pues se vengan de las ofensas ligeras ya que de las graves no puede: la afrenta que se hace a un hombre debe ser, por tanto, tal que no haya ocasión de temer su venganza.

Cuando iniciar el combateNo se debe jamás permitir que se continúe con problemas para evitar una guerra porque no se la evita, sino que se la retrasa con desventaja tuya.

Imitar a los grandes hombresUn hombre prudente debe discurrir siempre por las vías trazadas por los grandes

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hombres e imitar a aquellos que han sobresalido extraordinariamente por encima de los demás, con el fin de que, aunque no se alcance su virtud algo nos quede sin embargo de su aroma.

Las recompensasQuien cree que nuevas recompensas hacen olvidar a los grandes hombres las viejas injusticias de que han sido víctimas, se engaña.

La crueldadSe puede hacer un buen o mal uso de la crueldad. Bien usadas se pueden llamar aquellas crueldades (si del mal es lícito decir bien) que se hacen de una sola vez y de golpe, por la necesidad de asegurarse, y luego ya no se insiste más en ellas, sino que se convierten en lo más útiles posible para los súbditos. Mal usadas son aquellas que, pocas en principio, van aumentando sin embargo con el curso del tiempo en lugar de disminuir.

Las injusticias y los favoresLas injusticias se deben hacer todas a la vez a fin de que, por probarlas menos, hagan menos daño, mientras que los favores se deben hacer poco a poco con el objetivo de que se aprecien mejor. Los hombres, cuando reciben el bien de quien esperaban iba a causarles mal, se sienten más obligados con quien ha resultado ser su benefactor, el pueblo le cobra así un afecto mayor que si hubiera sido conducido al Principado con su apoyo.

PrudenciaEl que no detecta los males cuando nacen, no es verdaderamente prudente.

El arte de la guerraUn príncipe que no se preocupe del arte de la guerra, aparte de las calamidades que le pueden acaecer, jamás podrá ser apreciado por sus soldados ni tampoco fiarse de ellos.

Lo que se debe hacerQuien deja a un lado lo que se hace por lo que se debería hacer, aprende antes su ruina que su preservación.

GenerosidadHay que ser liberal con todos aquellos a quienes no quita nada - que son muchísimos - y tacaño con todos aquellos a quienes no da, que son pocos. Con aquello que no es tuyo ni de tus súbditos se puede ser considerablemente más generoso. El gastar lo de los otros no te quita consideración, antes que la aumenta.

CastigosCon poquísimos castigos ejemplares será más clemente que aquellos otros que, por excesiva clemencia, permiten que los desórdenes continúen, de lo cual surgen siempre asesinatos y rapiñas.

Naturaleza humanaSe puede decir de los hombres lo siguiente: son ingratos, volubles, simulan lo que no son y disimulan lo que son, huyen del peligro, están ávidos de ganancia; y mientras les haces favores son todos tuyos, te ofrecen la sangre, los bienes, la vida y los hijos cuando la necesidad está lejos; pero cuando ésta se te viene encima vuelven la cara. Los

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hombres olvidan con mayor rapidez la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio. La naturaleza de los hombres es contraer obligaciones entre sí tanto por los favores que se hacen como por los que se reciben.

Evitar el odio del puebloEl príncipe debe hacerse temer de manera que si le es imposible ganarse el amor del pueblo consiga evitar el odio, porque puede combinarse perfectamente el ser temido y el no ser odiado. El príncipe debe evitar todo aquello que lo pueda hacer odioso o despreciado.

Fidelidad a la palabra dadaNo puede un señor prudente - ni debe- guardar fidelidad a su palabra cuando tal fidelidad se vuelve en contra suya y han desaparecido los motivos que determinaron su promesa. Si los hombres fueran todos buenos, este precepto no sería correcto, pero- puesto que son malos y no te guardarían a ti su palabra- tú tampoco tienes por que guardarles la tuya.

Delegar las medidas impopularesLos príncipes debe ejecutar a través de otros las medidas que puedan acarrearle odio y ejecutar por sí mismo aquellas que le reportan el favor de los súbditos. Debe estimar a los nobles, pero no hacerse odiar del pueblo.

Entretener al puebloSe debe entretener al pueblo en las épocas convenientes del año con fiestas y espectáculos.

AlianzasHay que guardarse de entablar una alianza con alguien mas poderoso que tu para atacar a otros, a no ser que te veas forzado a ello. La razón es que en caso de victoria te haces su prisionero y los príncipes deben evitar en la medida de lo posible el estar a discreción de los demás. También se adquiere prestigio cuando se es un verdadero amigo y un verdadero enemigo, es decir, cuando se pone resueltamente en favor de alguien contra algún otro. Esta forma de actuar es siempre más útil que permanecer neutral, porque cuando dos estados vecinos entran en guerra, como son de tales características que si vence uno de ellos haya de temer al vencedor. El vencedor no quiere amigos dudosos que no lo defiendan en la adversidad; el derrotado no te concede refugio por no haber querido compartir su suerte con las armas en la mano.

PrestigioAyuda también bastante dar ejemplos sorprendentes en su administración de los asuntos interiores, de forma que cuando algún subordinado lleve a cabo alguna acción extraordinaria (buena o mala), se adopte un premio o un castigo que de suficiente motivo para que se hable de él. Hay que ingeniárselas, por encima de todo, para que cada una de nuestras acciones nos proporcionen fama de hombres grandes y de ingenio excelente. Hay muchas gentes que estiman que un príncipe sabio debe, cuando tenga la oportunidad, fomentarse con astucia alguna oposición a fin de que una vez vencida brille a mayor altura su grandeza.

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Elección y manejo de consejerosNo hay otro medio de defenderse de las adulaciones que hacer comprender a los hombres que no te ofenden si te dicen la verdad; pero cuando todo el mundo puede decírtela te falta el respeto. Un príncipe prudente se procura un tercer procedimiento: elige hombres sensatos y otorga solamente a ellos la libertad de decirle la verdad, y únicamente en aquellas cosas de las que les pregunta y no de ninguna otra.

Simular y disimularEs necesario ser un gran simulador y disimulador: y los hombres son tan simples y se someten hasta tal punto a las necesidades presentes que el que engaña encontrará siempre quien se deje engañar. Cada uno ve lo que parece, pero pocos palpan lo que eres. La poca prudencia de los hombres impulsa a comenzar una cosa y, por las ventajas inmediatas que ella procura, no se percata del veneno que por debajo está escondido.

Cualidades del PríncipeDe ciertas cualidades que el príncipe pudiera tener, incluso me atreveré a decir que si se las tiene y se las observa siempre son perjudiciales, pero sí aparenta tenerlas son útiles; por ejemplo: parecer clemente, leal, humano, íntegro, devoto, y serlo, pero tener el ánimo predispuesto de tal manera que si es necesario no serlo, puedas y sepas adoptar la cualidad contraria.

Conclusiones

La obra de Nicolás Maquiavelo representa una interesante perspectiva para comprender la evolución social y política del mundo moderno surgida en el Renacimiento.

Desde el año 1513, fecha de su publicación hasta hoy, el impacto de ese tratado de política, El Príncipe ha suscitado las más complejas y atrevidas interpretaciones en los estudios sobre el fenómeno del poder y en los gobernantes mismos. ---

Maquiavelo no era un mal hombre, ni un asesino, ni un intrigante de sangre fría. Por lo contrario, era un ardiente partidario de las instituciones republicanas, que percibía más claramente que el resto de sus compatriotas.

Como ningún Estado podría prosperar donde la moral había fallado, como había ocurrido en Italia.

En lo personal me parece que Fue el implacable realismo de Maquiavelo lo que permitió diagnosticar precozmente el sentido del naciente orden europeo, establecer los fines ideológicos que convenían a la comunidad de la que formaba parte y señalar los medios eficaces para lograrlos a partir de las situaciones reales que predominaban en la Italia de si tiempo.

Bibliografía

CROSSMAN, R. H. S. Biografía del Estado moderno. México: Fondo de cultura económica, 1970.

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HEERS, Jacques. La Corte de los Borgia. Vida y costumbres en la historia. Buenos Aires: Editorial Javier Vergara S. A., 1993.

ROMERO, José Luis.  Maquiavelo historiador.  Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 1986

. El Príncipe no es una obra que se pueda incluir dentro de los géneros de la ficción, es un esfuerzo de comprensión histórica por parte de Maquiavelo sobre las realidades políticas de la Italia del siglo XV.

. Sostiene Pirenne que "durante el Renacimiento los hombres se liberaron de la opresión de grupo, la náutica revigorizó el comercio y las florecientes burguesías urbanas reivindicaron su emancipación económica-social, al borrar la noción de dependencia jerárquica, abrió el campo a la emancipación de la conciencia y reaparición del pensamiento. Así fue como se esbozó la era de la civilización occidental en la que la emancipación de la persona humana correspondía a la expansión de la economía urbana".

El historiador argentino José Luis Romero en su penetrante ensayo: "Maquiavelo Historiador", afirma que la mentalidad burguesa imaginó al hombre instalado de forma inevitable en la realidad sensible: "la criatura humana dejó de ser pensada como una abstracción para ser vista como una realidad de carne y hueso, como un microcosmos real anhelante de explayar su personalidad dual como un individuo que se realizaba en el mundo terreno. La nueva imagen del hombre fue también un derivado de la experiencia".

El ensayista inglés Quentin Skinner, autor del libro "Maquiavelo", y quien aporta novedosos datos sobre el desempeño de Maquiavelo como consejero de príncipes, afirma de los estadistas de este tiempo: "lo que todos ellos se negaban a reconocer era que habrían tenido mucho más éxito si hubieran intentado acomodar sus personalidades respectivas a las exigencias de los tiempos en lugar de querer reformar su tiempo según el molde de sus personalidades.

"La experiencia muestra que las ciudades jamás han crecido en poder o en riqueza excepto cuando han sido libres", dijo Maquiavelo. "El fin justifica los medios", no es una sentencia carente de moral y ética como han pretendido demostrar los críticos de Maquiavelo.

El interés de Maquiavelo se centra, a través de toda su obra, en la política como "arte de conquistar el poder ".

RESUMEN "EL PRINCIPE" (Maquiavelo)'

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CAP. I:¿CUANTAS CLASES DE PRINCIPADOS HAY, Y DE QUE MODO SE ADQUIEREN?

Los principados o son nuevos, o son hereditarios. Los Estados nuevos están acostumbrados a vivir bajo un Príncipe, o a ser libres; o el Príncipe adquirió por armas propias, o la fortuna se los proporcionó, u otros Estados le ayudaron a poseer el principado adquirido.

CAP.II: PRINCIPES HEREDITARIOS

Los Estados hereditarios tienen menos dificultad para conservarlos. El Príncipe es más amado por su pueblo y por sus gobernados. Este sólo tiene que dirigir al Estado tal como lo hicieron sus antepasados. Si perdiera el poder de su Estado, lo recuperará por muy poderoso y hábil que sea el usurpador.

CAP. III: PRINCIPADOS MIXTOS

Miembro nuevo añadido a uno antiguo. Los miembros del Estado añadido esperan gustosos que sus nuevos gobernantes sean mejores a los anteriores. Por muy poderoso que sea un Príncipe, siempre necesitará del favor de una parte, al menos, de sus nuevos súbditos. Para que un Príncipe pueda recupera un Estado por segunda vez, éste se debe unir a otro ocupados por mucho tiempo y hablar la misma lengua. En el primer caso, es muy fácil conservarlo, cuando no ha sido antes una República, y se deberá extinguir la descendencia del Príncipe gobernante, si las costumbres de los pueblos sometidos son similares. Para mantener el gobierno sobre estos pueblos, el Príncipe no debe alterar las leyes ni aumentar los impuestos. Con

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esto, los nuevos Estados formarán un solo cuerpo con los antiguos.Para que un Príncipe adquiera un País con diferente idioma y cultura, deberá irse a vivir a ese país.Primeramente, y una vez allí, los súbditos del Príncipe gobernante se sentirán alegres de contar con un Príncipe que este cerca de ellos y tendrán más ocasión de amarle. Mientras que al propio Príncipe lo verán distante y extraño. Y cualquier extranjero que quiera atacar a este Estado tendrá más dificultad y mandará a establecer colonias claves para la seguridad.Los hombres se vengan de las ofensas cuando son ligeres y no cuando son graves.

CAP. IV:¿POR QUÉ OCUPADO EL REINO DE DARIO POR ALEJANDRO NO SE REBELO CONTRA LOS SUCESORES DE ESTE DESPUES DE SU MUERTE?

Los Estados que se gobiernan con ministros esclavos, el Príncipe tiene más autoridad porque no hay quien se reconozca como superior a él.Los Estados en que el Príncipe es asistido en su gobierno con súbditos bien admitidos, el Príncipe tiene más autoridad porque en su provincia no hay nadie que reconozca autoridad más que la suya, exceptuando la autoridad que él designa en sus autoridades subordinadas.

CAP. V: ¿CÓMO DEBEN GOBERNARSE LAS CIUDADES O PRINCIPADOS QUE, ANTES DEL NUEVO PRINCIPE, SE GOBERNABAN CON SUS PROPIAS LEYES?

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Se deben arruinar, irse a vivir a ellos, o dejar a estos pueblos sus leyes, obligándolos a pagar contribución anual, creando un tribunal pequeño que cuide de conservarlos fieles. El Príncipe deberá conservar la autoridad que ha dado a este consejo.Cuando las ciudades están habituadas a vivir bajo un Príncipe, a obedecer y careciendo de su antiguo señor, no concuerdan los ciudadanos para elegir a otro, no sabiendo vivir libres, se pueden conquistar con más facilidad.En las Repúblicas, hay más odio contra el conquistador que se hace Príncipe y más deseo de venganza contra él, es mejor disolver estas ciudades o vivir en ellas.

CAP. VI: SOBERANIAS NUEVAS QUE UNO ADQUIERE CON SUS PROPIAS ARMAS Y VALOR.

No hay cosa más difícil que manejar, ni cuyo acierto sea más dudoso, que el obrar como Jefe para introducir nuevos estatutos. Tiene enemigos a cuantos sacaron provecho de los antiguos, mientras los que pudieran sacar el suyo de los nuevos, lo defienden con tibieza.

CAP. VII: PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON FUERZAS AJENAS Y FORTUNA.

Los que fueron elevados al Principado por sola fortuna, llegan sin mucho trabajo, pero tiene un sumo para conservarlo. Y cuando lo logran tiene todo tipo de obstáculos. Estos Príncipes no pudieron adquirir su Estado más que comprándolo o haciéndolo dar por favor.Los Estados que se forman repentinamente son como

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todas aquellas producciones de la naturaleza que nacen con prontitud, no tienen raíces.

CAP. VIII : LOS QUE LLEGARON AL PRINCIPADO POR MEDIO DE MALDAD.

Los actos de severidad mal usados son aquellos que no siendo más que en corto número al principio, van siempre aumentándose y se multiplican día en día, en vez de disminuirse y de mirar su fin. Es menester que el que toma un Estado preste atención a los actos de rigor que le es preciso hacer, a ejercerlos todos una solo vez e inmediatamente, a fin de no estar obligado a volver a ellos, y poder no renovándolos, tranquilizar a sus gobernados, a los que ganará después fácilmente, haciéndoles bien.

CAP.IX: DEL PRINCIPADO CIVIL.

Es cuando con la ayuda de sus conciudadanos, llega a reinar en su patria. El que consigue la soberanía con el auxilio de los grandes se mantiene con más dificultad que el que la consigue con el pueblo.

Un ciudadano hecho Príncipe por favor del pueblo debe conservar su afecto. El que llegó a serlo con la ayuda de los magnates y contra el voto popular debe tratar de conciliarse.

CAP. X: ¿CÓMO DEBE MEDIRSE LAS FUERZAS DE TODOS LOS PRINCIPADOS?

Los Príncipes se sostiene a sí mismo, cuando tienen suficientes hombres y dinero para formar un

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buen ejercito, para dar batalla a cualquiera. Un Príncipe que tiene una ciudad fuerte y no se hace aborrecer en ella, no puede ser atacado; y si lo fuere, se volvería con aprobio el que le atacara.

CAP.XI: DE LOS PRINCIPADOS ECLESIASTICOS.

Unicamente éstos Príncipes tienen Estado sin estar obligados a defenderlos, y súbditos sin experimentar la molestia de los gobiernos. Estos Estados son los únicos que prosperan y están seguros.

CAP. XII: ¿CUÁNTAS ESPECIES DE TROPAS HAY? Y DE LOS SOLDADOS MERCENARIOS.

Las armas con que un Príncipe defiende su Estado son las suyas propias, o mercenarias, o auxiliares o armas mixtas. Las mercenarias y auxiliares son útiles y peligrosas. Si apoya su Estado con tropas mercenarias, no tiene seguridad ninguna porque carece de unión; Por ser indisciplinadas e infieles. La causa de esto es porque no tienen más amor que su sueldo. Los capitanes mercenarios son hombres excelentes o no lo son.

CAP.XIII: DE LOS SOLDADOS AUXILIARES MIXTOS Y PROPIOS.

Un Príncipe sabio evitó siempre valerse de unas y otras, y recurrió a sus propias armas, prefiriendo perder con ellas a vencer con las ajenas. Ningún principado puede estar seguro cuando no tiene armas que

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le pertenezcan en propiedad. Depende de el enteramente de la suerte, porque carece del valor que sería necesario para defenderle en la adversidad.Las propias son las que se componen de los soldados ciudadanos a hechura del Príncipe. Todas las demás son mercenarias o auxiliares.

CAP.XIV: DE LAS OBLIGACIONES DEL PRINCPE Y LO CONCERNIENTE AL ARTE DE LA GUERRA.

Un Príncipe no debe tener otro objeto que la guerra, el orden y disciplina de los ejércitos, porque es el único que se espera ver ejercido por el que manda. Además de esto, debe ir con frecuencia a la caza. Este es un estudio que debe poner la mayor atención. El Príncipe, para ejercitar su espíritu debe leer historias y estudiar la vida de esos varones insignes.

CAP. XV: DE LAS COSAS POR LAS QUE LOS HOMBRES, Y ESPECIALMENTE LOS PRINCIPES, SON ALABADOS O CENSURADOS.

Que son liberales, miserables, cruel, compasivo, ateo creyente, afeminado y pusilánime, soberbio, lascivo, casto, franco, artificioso, duro, dulce y flexible, grave, ligero.

CAP. XVI: DE LA LIBERALIDAD Y LA MISERIA.

No pudiendo un Príncipe ejercer la liberalidad de un modo notorio, debe inquietarse por no

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ser considerado avaro, ya que con el tiempo dirían que es un liberal. Un Príncipe debe cuidarse de ser menospreciable y aborrecido.

CAP. XVII: DE LA SEVERIDAD Y CLEMENCIA, Y SI VALE MAS SER AMADO QUE TEMIDO.

Todo Príncipe debe desear ser temido por clemente y no por cruel, sin embargo, el Príncipe debe temer hacer el mal uso de la clemencia. Un Príncipe no debe temer la infamia ajena a la crueldad cuando se le requiere, para tener unido a sus gobernados.

CAP. XVIII: ¿DE QUE MODO LOS PRINCIPES DEBEN GUARDAR LA FE DADA?

Un Príncipe debe saber obrar competentemente, según la naturaleza de los animales más astutos. El halcón y la zorra. Debe tener sumo cuidado en ser circunspecto, para que cuantas palabras salga de su boca sean virtuosas.

CAP. XIX: EL PRINCIPE DEBE EVITAR SER DESPRECIADO Y ABORRECIDO.

Es menospreciado cuando es variable, ligero y afeminado. Un Príncipe tiene dos cosas que temer: 1º En el interior de su Estado, una rebelión de sus súbditos. 2º El ataque de potencia vecina. Si el Príncipe mantiene contento a su pueblo será amado y apreciado.

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CAP. XX: SI LA FORTALEZA Y OTRAS MUCHAS COSAS QUE LOS PRINCIPES HACEN CON FRECUENCIA, SON UTILES O PERNICIOSAS.

Cuando el Príncipe toma un nuevo Estado, es necesario que le desarme, dejando armado solamente a quienes confesaron ser partidarios suyos, en momento de la adquisición. Las fortalezas son útiles o inútiles según los tiempos, y si benefician ahora, perjudicaran después. La mejor fortaleza que un Príncipe puede tener, es no ser aborrecido por su pueblo.

CAP. XXI: COMO DEBE CONDUCIRSE UN PRINCIPE PARA ADQUIRIR ALGUNA CONSIDERACION.

Ninguna cosa le granjea más estimación a un Príncipe que las grandes empresas y las acciones. Un Príncipe se da a estimar también, cuando se declara amigo o enemigo inmediatamente de los demás Príncipes. Debe manifestarse amigo generoso de los talentos y honrar a todos aquellos gobernados suyos que sobresalgan en cualquier arte.

CAP. XXII: DE LOS SECRETARIOS DE LOS PRINCIPES.

Un Príncipe para conservar un buen ministro (secretario), debe honrarlo, enriquecerlo y entregarle la dignidad y cargos que el se merece.

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CAP. XXIII: ¿CUÁNDO DEBE HUIRSE DE LOS DEUDORES?

Debe negarse a oír el consejo que no sea de su ministro, y debe manifestarse tenaz en su determinación.

CAP. XXIV: ¿PORQUE MUCHOS PRINCIPES DE ITALIA PERDIERON SUS ESTADOS?

Algunos tuvieron armas débiles y otros fueron enemigos de su propio pueblo.

CAP.XXV ¿CUÁNTO DOMINIO TIENE LA FORTUNA EN LAS COSAS HUMANAS, Y DE QUE MODO PODEMOS RESISTIRLE CUANDO ES CONTRARIA?

No ostenta su dominio más que cuando encuentre un alma y virtud preparadas. Si la fortuna varia y los Príncipes permanecen obstinados en su modo natural de obrar, serán felices mientras la fortuna continúe.

CAP. XXVI: EXHORTACION A LIBRAR LA ITALIA DE LOS BARBAROS.

Aunque en los tiempos corridos hasta este día se haya echado de ver en este o aquel creer destinado por Dios para la rendición de la Italia, se vio, sin embargo, después que le reprobaba en sus sublimes acciones la fortuna, de modo que permaneciendo sin vida la Italia aguarda todavía a un salvador que la cure de sus heridas.

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Introducción

Aunque a veces parece que Eliade tenía razón y que la historia es un eterno retorno, que se va repitiendo sin solución de continuidad, una revisión del pasado nos permite comprobar que esta propensión reiterativa es parcial. Se pueden repetir las tendencias —períodos de esclavismo seguidos de democracias, una larga noche de feudalismo despersonalizante seguida de una profunda reforma social, el auge de los totalitarismos seguido del despertar de la libertad...—, pero debemos estudiarlas y, sobre todo, comprenderlas dentro de su contexto y su modus vivendi.

En todas las épocas de renovación se ha mirado hacia lo mejor del pasado para tener un modelo, una referencia que dé la seguridad de estar haciéndolo bien, que haga sentir que esto aún se puede salvar y que se pueden construir un mundo y una vida mejores.

Después de la Edad Media, durante las primeras décadas del siglo XVI se vivió una catarsis colectiva. Se tomaba conciencia de los problemas sociales, aunque su estudio y la búsqueda de soluciones no se consolidaron hasta siglos después. Los intelectuales empezaban a entender que el pueblo era "algo más" que una masa anónima buena sólo para trabajar, y que la ociosidad de nobles y clérigos era tan perniciosa como la de mendigos y vagabundos.

De los círculos políticos, entre los que se mueven las únicas personas con acceso a la cultura, empiezan a surgir llamadas al cambio, unas llamadas que pueden ser distribuidas por doquier gracias a la incipiente imprenta y que pronto hallarán ayuda en los preceptos morales del cristianismo, el cual se está expandiendo vertiginosamente. El Renacimiento no fue solamente una época de grandes pintores y escultores, de grandilocuentes arquitectos y de nuevas teorías científicas que cambiaron el concepto del mundo y la mentalidad de las personas. También fue época de una nueva visión de la política que volvía los ojos al pasado para aprender y que, sin saberlo, estaba poniendo los cimientos del futuro. Muchos trabajaron y vivieron en aquellos años convulsos y cambiantes, pero sólo los nombres de unos pocos han llegado hasta nosotros.

En las páginas que siguen queremos centrar nuestra atención en un hombre, Nicolás Maquiavelo, y en una de sus obras, El príncipe, pero sin olvidar el entorno en el que vivió y trabajó.

Para ello, hemos planteado nuestro trabajo en dos partes: la primera, dedicada a hablar de Maquiavelo y su entorno, hace hincapié en las conexiones y los paralelismos que hemos hallado con Tomás Moro y los utopistas; la segunda analiza la obra y las ideas en que se sustenta. Debido a la limitación espacial y temática, no hemos podido incluir muchas referencias a otras obras del autor que

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hiciesen más explícita la explicación contextual e histórica; pensamos, sin embargo, que los datos aportados son suficientemente clarificadores para una perfecta conexión con la época del autor. Tampoco hemos querido hacer un estudio extenso sobre la bibliografía existente, formada por obras de gran calidad y erudición, sino expresar nuestras opiniones personales y las impresiones recibidas al analizar la obra, así como las conclusiones personales extraídas tras estudiar la bibliografía escogida para el trabajo.

Contextualizar y analizar las obras del pasado intentando comprender el momento y lugar en que se realizaron, pensamos que es lo más importante, ya que no podemos mirar el pasado con los ojos, la mentalidad y los preceptos del presente. Hemos intentado ser fieles a esta máxima.

2. Maquiavelo y sus contemporáneos: conexiones y paralelismos con Tomás Moro y los utopistas

Los grandes cambios, aquellos que transforman una vida, ya sea individual o colectiva, suelen partir de una utopía. Sin las utopías, la humanidad no habría llegado a las cimas culturales, tecnológicas, científicas, etc. que vivimos en los primeros pasos del tercer milenio. Sin las utopías tampoco habríamos modificado los conceptos vitales; sin ellas, no habríamos permutado los sistemas políticos, derrocando los malos y mejorando los menos malos; no habríamos llegado a consensos para unir esfuerzos en organismos internacionales que intentan paliar los males del mundo ni creado ONG que preservan los derechos humanos o intentan mejorar la situación de los pobres y curar sus enfermedades.

Pero Utopía, ahora como antes, es eso: una utopía.

Como hemos dicho en el prefacio, el Renacimiento fue un tiempo de darse cuenta; darse cuenta de la injusticia del feudalismo; darse cuenta de que los gobernantes podían mejorar y enfocar la política de otra manera; darse cuenta de que hay otras maneras de pensar, organizarse y vivir. También hemos dicho que, entre otros teóricos, destacaron Tomás Moro y Nicolás Maquiavelo.

Hombres de su tiempo, vivieron por y para sus ideas; ambos sufrieron desprestigio y fueron destituidos de sus cargos. Moro, además, pagó con su propia vida, víctima de las maquinaciones de su entorno, de aquellos inmovilistas que pretendían mantener la política basada en maquinaciones, chantajes, falsas acusaciones y demás estrategias.

Aunque, a simple vista, puede dar la impresión de que están a años luz uno de

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otro, una aproximación a sus obras y a sus teorías nos indica que ello no es así y que tienen muchos más puntos en común de lo que una mirada superficial pueda dejar traslucir; eso sí, cada uno dentro de su contexto.

Quizá el rasgo más distintivo que los diferencia sea el idealismo de Moro y el realismo de Maquiavelo. Moro soñaba con un mundo mejor, no mejorando el presente, sino soltando amarras, dejándolo todo atrás y empezando de nuevo, en una nueva tierra poblada de personas morales, buenas y dispuestas a vivir en armonía y a luchar por la vida.

Maquiavelo, en cambio, aspiraba a mejorar lo que ya existía, a crear un sistema que garantizara la paz y el orden e hiciera que los humanos salvaguardaran la estabilidad luchando contra los instintos.

Moro contaba con realizar su sueño gracias a su creencia inalterable en la bondad humana, una bondad que, dirigida por personas sabias e instruidas, construyera un trozo de paraíso en la Tierra. Pero Moro no debía de confiar mucho en sus compatriotas y en sus capacidades, ya que ese lugar mítico no lo sitúa en una reformada Inglaterra, sino en algún lugar del recién descubierto Nuevo Mundo[1]. La Utopía de Moro no era un lugar físico, aunque la descripción que nos hace de ella lo pueda dar a entender. Moro sabe que no se puede crear un estado así, que es un sueño inalcanzable. Pero nos explica cómo quisiera él que el hombre fuera en realidad[2]. Sólo entonces, Utopía tomaría cuerpo como una dimensión del espíritu humano, tal como nos indica, etimológicamente, su nombre en griego: ou 'no' y topos 'lugar', es decir: 'un lugar que no es' o 'lo que no está en ningún lugar'.

¿Era Moro consciente de que su sueño sólo era un sueño y que nunca sería realidad, pero no quiso privarse de la ilusión de expresarlo, aunque sólo fuera como desahogo? Y, sobre todo, ¿a qué se refería cuando hablaba de Utopía? Se refería a su personal ilusión sobre el mundo. Moro era muy consciente de las manipulaciones de los miembros de la corte para mantener y aumentar su poder personal; asimismo, era consciente de que cada uno miente a su manera y que no se puede arrancar la maldad humana. Pero él creía en la bondad humana y, por tanto, quería cerrar los ojos a la realidad, quería no ver que era su contraria la que dominaba la existencia; así que se construyó su mundo propio y nos lo dejó escrito en su obra. El mundo, su mundo, ya no podía cambiarse, así que fantaseó sobre la posibilidad de que el nuevo podría estar lleno de posibilidades culturales, religiosas y antropológicas[3]. Seguramente debió de decepcionarse mucho cuando vio la esquilmación a la que se sometía a los dueños legítimos de las nuevas tierras y cómo sus culturas eran diezmadas y destruidas.

En cambio, Maquiavelo elucubraba sobre su Italia amada, sobre cambiarla y transformarla en una tierra de promisión, en un remanso de paz y orden bajo un príncipe enérgico y con carácter que doblegara cualquier rebeldía. Porque Maquiavelo partía de que el hombre tiende a la maldad de manera innata, una

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maldad que sólo la puede doblegar un hombre fuerte y firme.

Tanto esa Utopía moroniana como esa Italia maquiaveliana eran utopías: ni se puede crear una república perfecta con habitantes buenos, solidarios, respetuosos y dispuestos a ayudar al prójimo en cualquier momento y ocasión, ni se puede crear una república sumisa, con habitantes doblegados, sometidos, callados y dispuestos a aguantar eternamente el yugo; porque hasta los humanos más solidarios se cansan de dar y hasta a los humanos más dóciles se les agota la paciencia. Y, evidentemente, porque siempre hay disensiones y excepciones, por muy uniformada, estricta y estereotipada que sea la educación.

Al mismo tiempo, los rasgos definitorios de uno también se hallan en el otro. Moro no está exento de realismo, ya que su utopía nace de la cruda y dura realidad de la Inglaterra de su tiempo: robos y violencia se habían adueñado de su amada patria, y el poder fáctico, en un intento desesperado por controlarlos, empleaba la pena de muerte de manera indiscriminada y excesiva. Moro, detractor de semejante barbarie, intenta con sus escritos paliar dicha situación y hacer recapacitar a sus compatriotas.

Paralelamente, encontramos en Maquiavelo una vena utopista: sus conocimientos de la obra de Petrarca, los acontecimientos acaecidos durante el mandato de Savonarola y su conocimiento de la República romana le llevan a elucubrar sobre un "regreso al pasado", un nuevo resurgir de su época idolatrada y soñada, imaginando que el tiempo puede volver atrás.

Son muchos los puntos en común entre ambos autores, como vemos. Entre ellos queremos destacar los que nos han parecido más relevantes para demostrarlo, aun sabiendo que nos dejamos muchos; pero las dimensiones del trabajo nos obligan a estas omisiones.

2.1. Formación humanística

Tanto Maquiavelo como Tomás Moro recibieron la formación propia de su tiempo conociendo la obra de los autores grecorromanos, lo cual les ayudó a comprender su presente y desarrollar sus ideas y escalas de valores. Ambos compusieron versos y tradujeron a los clásicos: Maquiavelo a Tito Livio y Moro, junto a Erasmo, a Luciano.

2.2. Actividad política [4]

La política fue para Maquiavelo su vida y también su muerte. Perdió todos sus cargos en 1512 y fue confinado en su finca. Los fracasos al intentar volver a la

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política activa, la indiferencia de Lorenzo de Médicis ante su obra El príncipe y la sensación de rechazo, le sumieron en una profunda depresión. Rehabilitado en 1520, fue cronista de Florencia hasta 1527 y murió el 27 de junio del mismo año.

Moro fue magistrado de Londres, miembro del Parlamento y portavoz de la Cámara de los Comunes. Embajador en Flandes y Calais, canciller del Reino y consejero real, perdió todos sus cargos en 1534, cuando se opuso al matrimonio de Enrique VIII con Ana Bolena y al Acta de supremacía, que convirtió al rey en cabeza de la Iglesia anglicana. Acusado de traidor por Cromwell, fue encerrado en la Torre de Londres y decapitado el 6 de julio de 1535.

2.3. Crítica de su tiempo

Aunque las críticas de Maquiavelo y Moro se centran en sus respectivos países, no pierden de vista el resto del continente, que conocen gracias a sus embajadas. Sus pensamientos convergen hacia una conclusión común: la política debe concebirse como algo inmanente al ser humano, por lo que se ha de planificar según la condición social de los súbditos y el marco moral en que desarrollan sus actividades. Para garantizar el éxito de la empresa, es indispensable que haya un estado:

que formule un nuevo estilo en el arte de gobernar,

que esté formado por sabios,

que estos sabios sean el consejo asesor de un príncipe, también sabio.

El Estado ideal de Moro es aquel que es justo, equilibrado, con igualdad interior y paz exterior. En este estado, la política se funde con lo social a la vez que se mantiene la religión dentro del ámbito privado. Debe haber una pluralidad religiosa capaz de difuminar los rasgos particulares de cada credo, ya que lo único que importa es lo común que tienen: el amor al prójimo, la ayuda mutua, el respeto y la tolerancia. En Utopía, ello conlleva el nacimiento de un concepto de lo religioso como algo universal, natural y racional,

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intrínseco a todos los hombres.

El Estado de Moro, como ya hemos comentado, debe estar gobernado por sabios, tal como decía Platón, porque sólo los sabios tienen la lucidez y la clarividencia suficientes para tomar decisiones que mantengan la estabilidad social. Ésta sólo se romperá cuando falle su única garantía, a saber, la igualdad social. Y ésta se consigue convirtiendo el trabajo en un imperativo legal. Al hacer esta proposición se aleja de Platón, ya que preconiza la supervisión de la doble división entre laboriosos y ociosos y entre civiles y guerreros. El mal y, por tanto, la descomposición social llegarán cuando los gobernantes pierdan el timón y vuelvan la dominación política y la división social entre ricos y pobres, con la consiguiente desigualdad económica y desórdenes sociales.

En cambio, el Estado maquiaveliano ha de ser garante de la paz, pero no por un consenso, sino bajo la mano de un solo príncipe; alguien que no base su poder en los principios morales de la justicia y la paz, sino en los principios que le son propios, es decir, las leyes y la fuerza. Porque, como hemos dicho, Maquiavelo pensaba que el hombre es malo por naturaleza, y, por tanto, el príncipe ha de saber modelarse a la catadura moral de sus súbditos. Como veremos en el segundo apartado, el príncipe ha de ser adaptable a las circunstancias, e incluso debe adoptar la posición contraria cuando convenga. Su moral ha de ser un arma más dentro del juego político.

El príncipe maquiaveliano debe ser astuto para utilizar la religión y la moral en provecho de su política, porque lo que importa es el resultado de su acción, es decir, la preservación del Estado, independientemente de los medios. Esta lógica de la política ha evolucionado hasta el actual concepto de razón de Estado.

En Maquiavelo, como veremos, más que de religión hay que hablar de moral en cuanto a la relación que los hombres mantenían entre sí.

Pero esto también lo hallamos en Moro. Ambos autores ven la moral del hombre como la única responsable de la degeneración y la regeneración del Estado.

Moral y política son antagonistas, pero se pueden reconciliar: según Maquiavelo, cuando la política se supedite a la moral; según Moro, cuando la moral se supedite a la política. Sus expresiones son muestra de una dialéctica indisociable entre sus posiciones también antagónicas pero complementarias: lo que es real y lo que es ideal; entre lo que es y lo que debe ser; entre lo pragmático y lo utópico; en definitiva, entre lo político y lo moral.

2.4. Formas de gobierno

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Para Maquiavelo y Moro, un estado es perfecto o corrupto según cómo sea su gobernante, ya que con su comportamiento y las leyes que promulgue forjará el estado a su imagen y semejanza.

Pero un dirigente no está solo en su labor, sino que tiene asesores, ayudantes, representantes; es decir, todo un equipo de personas que le ayudan en su tarea. Aunque la decisión final siempre debe ser suya.

Ninguno de los dos autores, al buscar el consenso entre política y moral (o entre moral y política), entra a discutir los sistemas clásicos de gobierno (monarquía, aristocracia y democracia) y, por tanto, no se pronuncia sobre la conveniencia o la no conveniencia de uno y otro. Sin embargo, cada uno toma partido por un sistema al que declara menos malo que los demás[5]:

Moro se declara partidario de un sistema democrático, encabezado por un jefe de Estado. El cargo sería de carácter vitalicio. Se tendría derecho a voto secreto, siguiendo un sistema representativo. El jefe de Estado estaría asesorado por un consejo de sabios.

Maquiavelo se inclina por un sistema mixto, en el cual el poder está consensuado entre los grandes, el pueblo y el príncipe, quien, en última instancia, es el que asume las responsabilidades y toma las decisiones.

2.5. Conclusiones

Después de todo lo estudiado, El príncipe de Maquiavelo y el jefe utopiano de Moro se asemejan más de lo que, a simple vista, puede parecer.

Ambos autores consideran que un jefe de Estado ha de tener por misión construir un estado; pero no recuperar del caos o rehacer de la destrucción un estado preexistente, sino construir un Estado de nueva planta. Para ello, ambos teóricos proponen la articulación de la teoría con la práctica, basándose en la moral humana. Esta articulación estriba en un desplazamiento de lo religioso hacia lo político, trazando así un camino que lleve al colectivo humano hacia el perfeccionamiento moral. Al quedar la religión supeditada a la política, el camino que hay que seguir no es trazado por Dios, sino por el esfuerzo humano. Moro añade la moral como garantía de que el camino será seguido por todos, ya que su bondad innata les lleva a ello de manera inconsciente. En cambio, Maquiavelo utiliza la moral como fuerza coercitiva para dominar la maldad intrínseca a los humanos. Si las directrices son seguidas correctamente, se llega a crear un estado en el cual se pueda vivir en

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pacífica convivencia.

Para finalizar, hemos comprobado la convergencia entre ambos discursos, convergencia palpable en:

El discurso político: analizan los mecanismos de funcionamiento de los estados.

El discurso utópico: dan los fundamentos para la creación de un estado según una concepción determinada del hombre, sin tener en cuenta las excepciones.

El discurso histórico: demuestran que los hechos tienen un carácter progresivo e irrepetible.

Pero, aunque sea irrepetible, la historia debe servir como modelo para vivir el presente y construir el futuro.

3. Maquiavelo y el príncipe: análisis de la obra y de las ideas en que se sustenta

"Lunga esperienza delle cose moderne e una continua lezione delle antique". Maquiavelo, De principatibus.

En el primer apartado hemos visto el contexto europeo en que vivió Maquiavelo y su interconexión con Tomás Moro. En este apartado vamos a ver cómo el marco político de Italia condicionó al hombre y configuró las ideas políticas que Maquiavelo desarrolló en sus obras, que culminaron con El príncipe.

3.1. Contexto histórico

Maquiavelo nació en el año 1469, el mismo en que ascendía al poder Lorenzo de Médicis, con quien renació el platonismo ficiano, rama hermetizante, mágica y astrológica con una clara orientación cosmológica[6].

Las clases ilustradas acogieron la redescubierta filosofía con entusiasmo, pero

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su auge estuvo vinculado con las corrientes profético-apocalíptico-milenaristas de base popular. Ambas filosofías, la culta y la popular, se fusionaron puesto que preconizaban la depuración de la Iglesia y del género humano, iniciándose así un período de paz y concordia universales que culminaría con la renovación universal de raigambre platónica.

La ilusión de la renovación dio esperanzas a las clases populares, que redoblaron sus exigencias. Las clases altas, esperando alcanzar las cotas de poder que creían merecer, también reclamaban el cambio, atizadas por Savonarola y sus piagnoni ('lloronas').

Sin embargo, las conclusiones de las clases pronto fueron divergentes. Mientras el vulgo, a causa de las influencias astrológicas, empezó a tener visiones catastrofistas, las clases acomodadas eran muy optimistas, empujadas por un Savonarola cada vez más pletórico y seguro, convencido de que Dios es el origen de la revolución.

En efecto, Savonarola no duda en utilizar las teorías de Aristóteles para explicar sus ideas: la sustancia aristotélica —en Savonarola, la sociedad— sabe que ha llegado la entelequia, momento del cambio político, porque el motor universal —en Savonarola, Dios— ha penetrado en ella[7]. ¿Y cómo se manifiesta Dios? A través de prodigios y profecías:

Prodigios: Savonarola interpreta, y hace creer, como tal la caída de un rayo sobre la cúpula de Santa Maria dei Fiore.

Profecías: transmitidas por Dios, a través del propio Savonarola, en dos fases:

Sucesión de guerras, calamidades y pestes, que Dios manda sobre su Iglesia como castigo por la corrupción y que sólo se detendrán con purgaciones y penitencias.

Exigencia de la conversión de los infieles para recuperar la paz y la unidad bajo una sola Iglesia. Con ello se volvería a la pureza original y, además, Florencia se convertiría en la "Nueva Jerusalén".

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Aunque Savonarola muere en 1498, sus ideas persisten hasta 1530. Por tanto, el joven Maquiavelo crece en medio de una época tumultuosa en la que conviven el profetismo, las expectativas renovadoras y la individualización del Anticristo, el cual va adquiriendo diferentes rostros: el papa Alejandro VI cede el puesto al Turco; éste es sustituido por un príncipe cristiano... Lógicamente, el pueblo en general empieza a clamar por la aparición de un reformador que ponga un poco de orden. De este modo, se proclama primero al papa o pastor angélico y después a diferentes príncipes hasta que, finalmente, ensalzan la figura de León X. Según cálculos de Piero Bernardino, Francesco da Montepulciano y Francesco da Meleto, quienes trabajaron sobre la base de las Escrituras, la renovatio llegó en 1517.

Pero, mientras esto sucedía, el joven Nicolás se iba formando. Según un diario de su padre, intitulado Libro di ricordi[8] y fechado entre 1474 y 1487, el joven recibió la educación propia de su tiempo, pero sin llegar a los niveles superiores. Su formación se completó con la lectura de los clásicos y la asistencia junto a su padre al círculo literario del canciller, lo que le permitió entrar en contacto con los studia humanitatis.

Maquiavelo asistió, asimismo, a los sermones de Savonarola. Las ideas que se había forjado por educación y las palabras del dominico le convirtieron en uno de sus detractores. En una carta que dirigió a su amigo Riccardo Becchi, entonces embajador florentino en Roma, fechada en marzo de 1498[9], podemos entrever las raíces de su filosofía mientras explica por qué le disgustó tanto uno de los últimos discursos de Savonarola: Maquiavelo se siente molesto por la utilización que el dominico hizo de las Escrituras para "asimilar los adversarios y los adherentes a las "escuadras" de Cristo y Satanás" [sic] —las escuadras diabólicas encarnadas por el rey francés Carlos VII—, y por cómo justifica la demanda de ayuda divina, arguyendo el origen célico de los hechos. Asimismo, remarca que Savonarola critica la tiranía pero luego se pone a su favor, cuando la nueva Signoria[10] quiere convertir al Papa en blanco de sus iras.

Maquiavelo no entra en consideraciones teológicas, ya que comprende que Savonarola usa la religión como instrumento de control y como "tapadera" para su verdadera ambición, es decir, asumir el poder político. Pero Savonarola no vio su empresa coronada por el éxito: a pesar de que su mediación salvó a Florencia de la intervención francesa y, con ella, de un sacco ('saqueo') que hubiera destruido la bella ciudad italiana y la hubiera convertido en parte del territorio francés, Savonarola fue detenido el 8 de abril de 1498 y quemado en la plaza de la Signoria el 23 de mayo. Su caída fue esencial para la vida de Maquiavelo.

En efecto, junto a Savonarola cayeron unos cuantos funcionarios, entre los que estaba Ser Alexandro Braccesi, secretario de la Segunda Cancillería. Como

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estaba previsto que los puestos se renovaran en junio, su sucesor sólo estuvo hasta esa fecha, momento en el cual ganó la candidatura de Maquiavelo, tanto en el Consejo de los Ochenta como en el Consejo Mayor. Maquiavelo ocupó el cargo de manera permanente hasta 1500 y a partir de entonces, y hasta 1512, con renovaciones anuales.

El cargo de Maquiavelo, de no mucha trascendencia política ya que estaba supeditado a la Primera Cancillería, era sin embargo una plataforma ideal para aspirar a otros puestos. Así, en 1498 fue nombrado secretario de los Dieci di Libertà e Pace, nuevo nombre de los Dieci di Balia, lo que le permitió entrar en contacto con las relaciones exteriores. En 1507 vio aprobada su propuesta para crear la magistratura Nove di Milizia, de la que fue nombrado máximo responsable.

El cargo de segundo secretario acabó de perfilar su pensamiento político. Como hemos dicho, no estaba en primera línea política, pero sí leía y transcribía toda la documentación y ejecutaba los acuerdos de la Signoria y los consejos. Por tanto, Maquiavelo aprendió mediante la observación qué es y cómo se hace la política. Esta observación se vio complementada con su cargo en los Dieci di Libertà e Pace, su auténtica facultad de politicología.

Maquiavelo tenía pasión por escribir, y gracias a ello hoy podemos seguir su crecimiento personal y político. De su juventud conocemos la correspondencia oficial que mantuvo con sus superiores durante las legaciones y sus escritos privados, formados por unos opúsculos escritos en prosa y en verso.

Además, conocemos otros escritos también de esa primera época como el Discorso fatto al magistrato dei Dieci sopra la cose di Pisa, datado en 1499, sobre la guerra que Florencia mantenía desde 1494 para recuperar Pisa. El texto es una muestra inestimable de cuál será su manera de pensar, actuar y hablar; es decir, sin artificios, planteando el problema sin ambigüedades y dejando claro su descontento con la actitud política florentina. En una de sus frases encontramos la piedra filosofal de su vida, a saber, usar los medios necesarios para lograr el fin.

"Sólo examinaré los medios que conduzcan o que puedan conducir a ello [la recuperación de Pisa], los cuales me parecen ser la fuerza o el amor; por ejemplo: el recuperarla por asedio o que ella nos venga a las manos por su propia voluntad"[11].

Una idea análoga (la entrega de una ciudad por voluntad propia) la hallamos en El príncipe III, cuando aconseja que se deben respetar las normas y las

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costumbres del territorio conquistado para ganarse la voluntad del pueblo.

Maquiavelo se desilusiona cada vez más con la política florentina, disgusto que se acrecienta con el fracaso en el ataque y asedio de Pisa. Cree que la Signoria está siguiendo una línea ineficaz e incorrecta que no se puede cambiar sin arrancar de raíz el sistema.

En ese momento crucial de su crecimiento, como persona y como político, le son encomendadas las legaciones exteriores:

1500: Francia

1502-1503: ante César Borgia

1504: Alemania

1508 y 1509: ante el emperador

1510 y 1511: vuelve a Alemania

Enviándole a conocer otras culturas, la Signoria le ofrece la mejor ocasión para forjar definitivamente su pensamiento político: en Alemania y en el Imperio ve los últimos rescoldos del mundo medieval y en Francia contacta con el primer Estado moderno, donde el observador Maquiavelo capta los puntos esenciales en que debe sustentarse la estructura de un estado y los principios que deben mover la política cotidiana.

¿Podemos decir que fue la monarquía francesa el germen que hizo nacer la concepción de su obra culminante? Pensamos que la respuesta puede ser afirmativa sobre la base de un poder unitario y centralizado, cuyo eje es la administración dependiente de la voluntad real. El dominio real tiene

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garantizado el crecimiento gracias a su carácter hereditario. La estabilidad entre clases sociales y la aglutinación en torno a la monarquía quedan garantizadas por la cohesión entre los ordini, entre sí y con la Corona. Maquiavelo deduce que el rey francés, gracias a este férreo control, ha conseguido unas arcas ricas y un gran prestigio, tanto dentro como fuera de su país. Éxito internacional que, además, puede mantener gracias a un ejército no feudal, es decir, integrado por soldados que quieren serlo y, por tanto, se toman su trabajo seriamente, al contrario de los soldados forzosos.

El aprendizaje continúa en el Imperio, el cual le ofrece el panorama contrario al de Francia. El Imperio está fraccionado, presenta una imagen caótica donde campan por sus reales el desequilibrio y los enfrentamientos entre el emperador, las ciudades y los príncipes aún feudales. Deduce que el emperador es un mal administrador económico y un hombre voluble, ingenuo y manejable, opinión que se afianza cuando visita Alemania y comprueba la intrínseca libertad y rudeza de los alemanes, especialmente los "suizos"[12].

La culminación de su aprendizaje fue ante las dos legaciones enviadas a César Borgia. En la primera (22-26 de junio de 1502), Maquiavelo acudió en calidad de acompañante de Soderini, con lo cual sólo pudo captar una parte de su poderosa personalidad. Aun así, Maquiavelo ensalzó su resistencia física y mental y su preocupación por los soldados, sin dejar de percibir las armas borgianas para conseguir sus objetivos: fuerza y prepotencia.

Sin embargo, es en la segunda legación (octubre de 1502 - enero de 1503), cuando Maquiavelo tiene oportunidad de conocer a fondo, si ello es posible, al mítico personaje. En esta ocasión, Maquiavelo acudió solo para negociar la ayuda que Borgia recibiría ante la rebelión de sus condottieros feudatarios, que veían peligrar su futuro ante los cada vez más poderosos Estados Pontificios.

Las entrevistas entre ambos dejaron una profunda huella en Maquiavelo. El trimestre pasado con Borgia le permitió ver cuáles eran sus virtudes y defectos y comprobar cómo resolvía los problemas que le salían al paso. Viendo y oyendo a Borgia, Maquiavelo terminó de perfilar su teoría de que el dirigente debe:

"... saber comportarse a veces como una bestia; de entre ellas ha de elegir a la zorra y al león, porque el león no sabe defenderse de las trampas ni la zorra de los lobos. Es pues necesario ser zorra para conocer las trampas y león para atemorizar a los lobos"[13].

Esta conclusión maquiaveliana es consecuencia de haber visto en la corte de Borgia la naturaleza salvaje de la política; cómo el político ha de asegurarse

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una triple protección contra la fe, la moral y la religión. Y cómo la política tiene como elementos consustanciales e intrínsecos el disimulo y la retórica. Borgia, ejemplo de corrección política, de sagacidad y de frialdad, le demuestra qué es la alta política: una tensión no armonizable pero tampoco no cancelable entre kratos ('fuerza') y ethos ('moral').

Así podemos ver que, tal como acuerdan cada vez más los autores, el príncipe maquiaveliano nació de la heterogeneidad: en él se hallan rasgos de Alejandro VI y de Julio II; de Fernando el Católico y del emperador alemán Segismundo; del rey francés y, cómo no, de César Borgia, así como del propio Lorenzo de Médicis y de los autores clásicos, que constituían la base de su biblioteca. Con todos ellos, Maquiavelo elaboró un modelo sobre el cual definió las características que consideraba que debía tener el príncipe y donde expresó todo lo aprendido en su vida política.

3.2. Consolidación de su teoría

Siguiendo su obra y sus teorías, comprobamos que la posición política de Maquiavelo es "la política por la política" [sic], ya que no se puede estudiar la política junto con el pensamiento especulativo, el ético y el religioso. El propio Maquiavelo siguió de hecho un método lógico en el cual ningún ámbito influía en los demás.

A diferencia de otros humanistas, Maquiavelo observa una escisión entre ser (las cosas como son) y deber ser (las cosas como deben ser). Y es desde esta escisión desde donde mira los hechos políticos de su época. Siguiendo este pensamiento, podemos ver:

Un realismo político unido a un pesimismo antropológico.

Una nueva concepción de las virtudes del príncipe, con las cuales podría gobernar con eficacia y oponerse al azar.

Un retorno a los principios, ya que ello permite la regeneración y la renovación de la vida política.

Todo ello queda expuesto en El príncipe XV, libro fundamental para comprender el sistema que el autor propone. Como el título del libro indica

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(De las cosas por las que hombres y príncipes son alabados o vituperados), analiza cómo todos los hombres, y especialmente los príncipes, son alabados o denostados y clasificados por una característica concreta sin tener en cuenta sus otras virtudes o defectos. Pero, y ahí está la clave maquiaveliana:

"... quien deja lo que se hace por lo que se debe hacer, aprende más bien su ruina que su salvación: porque un hombre que quiera en todo hacer profesión de bueno fracasará necesariamente entre tantos que no lo son"[14].

¿Y por qué? Porque el hombre, aunque no es bueno ni malo por naturaleza, tiende a la maldad. Por tanto, el príncipe debe tener en cuenta esta tendencia hacia la negatividad y actuar en consecuencia. Ello no significa que, por sistema, el príncipe deba adoptar medios para ser temido, sino adoptar lo más adecuado para mantener el Estado[15].

Cómo mantener el Estado ha de ser el único objetivo del príncipe; si tiene éxito, los medios, sean los que sean, incluso los inmorales, serán calificados de honorables y todos los aprobarán.

Pero, más que en El príncipe, esta teoría se consolida en los Discursos sobre las décadas de Tito Livio, obra en la que aparece su máxima, justificación del fin para justificar los medios, y que plantea la dificultad que supone definir lo que es un buen fin[16].

Al contrario de lo que puede parecer, Maquiavelo no está defendiendo la utilización indiscriminada de la inmoralidad, puesto que ello supondría destruir el Estado y, como hemos dicho, éste ha de ser el único objetivo del gobernante, sino que el príncipe ha de usar todas sus armas para lograr su objetivo y, sobre todo, mantener el Estado. Algunas de esas armas, y quizá las más poderosas, son la virtú política y la virtú personal.

La virtú maquiaveliana se forma a partir de[17]:

La concepción cristiana de la virtud: admiraba la fuerza de carácter cristiana para aguantar las pruebas a que somete la vida, pero no la humildad ni la modestia, ni lo que siglos más tarde Nietzsche llamó moral de rebaño.

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La admiración por las virtudes cívicas del mundo antiguo: puesto que dependían de una ley que justificaba la acción de un legislador todopoderoso que regeneraba el Estado, el cual podía tener así moralidad suficiente para ser fuerte y unificado. Como ejemplo presenta la República romana.

La virtud en el sentido de areté griega: dándole una significación de línea sofista, entendiéndola como fuerza contenedora de disturbios, ya que imprimía una norma contra el caos y el desmoronamiento del Estado.

Pero el príncipe también debe tener virtú personal; la capacidad de ser capaz, voluntarioso, fuerte, es decir, tener todas aquellas virtudes políticas y personales de César Borgia que tan poderosamente le impresionaron y que son su principal arma para lograr su objetivo y cohesionar un estado fuerte y duradero. Además, la virtú principesca se complementará con lucidez y sentido de la realidad, que le darán aquella capacidad de la que hablábamos para, de manera inmediata, captar el carácter del interlocutor y, gracias a ello, para tratar a cada uno según su temperamento[18].

Maquiavelo da una especial importancia a esta capacidad para tratar con habilidad los territorios conquistados. En El príncipe[19] hace constar la necesidad de acabar, antes que nada, con el príncipe reinante y su familia, así como de dispersar y empobrecer a la población para evitar levantamientos. Esta cualidad fue especialmente admirada en César Borgia y en los clásicos griegos y romanos, que justificaban así su expansión territorial y la larga duración de sus dominios.

Finalmente, el príncipe debe tener fortuna. Pero la fortuna maquiaveliana no sólo equivale a la suerte per se -ya que un príncipe puede ser perfecto, pero si las circunstancias, el entorno y la suerte no le sonríen, no tendrá éxito en su empresa-, sino que también está directamente relacionada con la habilidad y la capacidad principescas para aunar la fuerza y la prudencia, es decir, para ser león y zorra.

3.3. El "cinismo" maquiaveliano

¿Se puede hablar de "cinismo" dentro de su obra y su manera de pensar? Pensamos que no, que más bien estamos ante un autor tremendamente lúcido a la hora de estudiar a los personajes de la alta política. Muy crudo cuando ha

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de valorar sus defectos y, sobre todo, muy sincero cuando llega el momento de expresar su opinión.

La descripción que nos hace Maquiavelo de qué y cómo ha de ser un alto mandatario es real y realista, no contiene ningún afeite ni disfraz. Quizá por eso no le hizo ninguna gracia a Lorenzo de Médicis y recompensó al autor con dos botellas de vino[20] y con el ostracismo político.

Desde nuestro punto de vista, no es Maquiavelo quien debe ser tildado de cínico, puesto que se limita a transcribir las cosas como son. En todo caso, los cínicos son los que le defenestraron porque les molestó su sinceridad, los que manipulan, los que muestran una sonrisa en la cara y apuñalan por la espalda, los que prometen mucho y no dan nada.

Cuando Maquiavelo le dice al príncipe que debe ser astuto y ha de comportarse según cómo sea su interlocutor, ¿no está preconizando lo que hoy en día llamamos ser políticamente correcto? No es cinismo, es adecuación a las circunstancias para salvar la vida, para protegerse dentro de un mundo de "buitres" capaces de matar a quien sea para mantener y aumentar su poder personal.

Comparado de nuevo con sus contemporáneos, es mucho más cínico Cromwell cuando levantó falsos testimonios contra Moro y logró su decapitación, que Maquiavelo cuando dijo lo que hacían los gobernantes, a los que aún nadie había osado denunciar.

Sin embargo, en Maquiavelo hay un trasfondo de esperanza y optimismo y, por qué no decirlo, de utopía: cuando lo da todo por válido, siempre y cuando sirva para crear un estado sólido donde la población sea feliz. Es una utopía porque, como ya dijimos en el prefacio, no tiene en cuenta las disensiones, los descontentos, los contrarios.

Es una utopía imaginar un estado totalitario eterno, así como lo es creer que todos los príncipes que ese estado tendrá a lo largo de su existencia serán capaces de mantenerlo siempre joven y pletórico, como si cada príncipe fuera el fundador y con cada uno se produjera un eterno retorno.

Aquí, Maquiavelo nos enseña su lado más vulnerable, ya que nos demuestra que de su modelo, la República romana, y de su largo aprendizaje político en Europa y la Segunda Cancillería sólo se quedó con lo bueno, obviando deliberadamente lo malo.

Deliberadamente porque, si hubiera aceptado que la República romana tenía puntos débiles, que la monarquía francesa no era tan perfecta como él la imaginó y que César Borgia tenía muchísimos defectos, hubiera tenido que

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aceptar que su estado mixto ideal también era derrocable. Y sus ilusiones se hubieran derrumbado.

Soñar con ese estado ordenado y perfecto, con ese príncipe de ensueño que sabe cómo comportarse en cada momento y siempre tiene la solución a punto, como si viviera dentro de un guión matemáticamente calculado, era su utopía personal, en el sentido de que era su refugio, donde se aislaba y no veía la miseria que le rodeaba.

4. Conclusiones

Realistas o fantásticas, posibles o irrealizables, las utopías, los sueños, las ilusiones ayudan a vivir, ya sean surgidas de meras fantasías pueriles, ya sean nacidas en mentes preclaras como las de Tomás Moro o Nicolás Maquiavelo y tantos otros que nos lo demuestran.

En estas líneas hemos querido plasmar, a grandes rasgos, uno de los períodos más emocionantes de la historia universal y descubrir a dos de sus personajes más influyentes. Sus teorías, opiniones y obras influyeron poderosamente en la tratadística política inglesa, especialmente en el Leviatán de Hobbes y en la obra de John Locke, y continúan vivas entre nosotros, no sólo cuando las leemos o estudiamos, sino cuando analizamos de cerca nuestra política y a nuestros políticos y vemos cuánto queda aún de "maquiaveliano" en sus hechos, su evolución y sus maneras, a pesar de que el término y sus consecuencias hayan adoptado un tono peyorativo y contrario a lo que quería el autor.

Quizá Eliade tenía más razón de lo que creía y estamos aún dando vueltas en un eterno retorno sin fin.

Bibliografía:

CAMPILLO MESEGUER, A. (1984). "Moro, Maquiavelo, La Boétie. Una lectura comparada". Anales de filosofía. Murcia: Universidad de Murcia. Vol. II, pág. 27-59. Página web del Proyecto Clio: http://www.clio.net/clionet/articulos/moro.htm.

COPLESTON, F. (1971). Historia de la filosofía [edición española dirigida por

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Manuel Sacristán (1981)]. Barcelona: Ariel. Vol. 3.

GARCÍA-BORRÓN, J.C. (1998). Historia de la filosofía: Edad Media, Renacimiento y Barroco. Barcelona: Ediciones del Serbal. Vol. 2 ("La Estrella Polar").

GRANADA, M.Á. (1981). Machiavelli. El autor y su obra. Barcelona: Barcanova.

MACHIAVELLI, N. (1513) [1998]. El príncipe. Madrid: Tecnos.

REALE, G.; ANTISERI, D. (1983). Historia del pensamiento filosófico y científico. Del Humanismo a Kant [edición española dirigida por Juan Andrés Iglesias (1988)]. Barcelona: Herder. Vol. 2.

Como una obra transversal y trascendente de la modernidad, El Príncipe ha generado diversas reacciones, que en general se pueden dividir en dos grandes vertientes, que bien conocemos como el maquiavelismo y el antimaquiavelismo, es decir, entre sus detractores y apologistas. Es esta extensa literatura política la que aquí nos interesa analizar y criticar, a partir de los más representativos comentaristas críticos a una filosofía política que continua despertando interesantes y apasionadas discusiones y debates. La lista de los lectores de Maquiavelo es bastante extensa, pero debemos citar solamente algunos de ellos: Giovanni Botero, Francesco Guicciardini, Pedro de Rivadaneyra, Diego Saavedra fajardo, Baltasar Gracián, así como todos los tratadistas de la Razón de Estado o literatura política del Barroco; los consejeros de príncipes y todo lo que consideramos que engloba la llamada primera reacción antimaquiavelista de los siglos XVI, XVII y XVIII.

Durante la Revolución francesa se presenta un ambiente histórico favorable a Maquiavelo. Fueron en particular los ilustrados franceses lo que proyectan otra imagen del maquiavelismo, a grado tal, que para muchos es al propio Maquiavelo a quien se le señala como el inspirador del ciclo revolucionario de la Modernidad que abre 1789. Es ya bajo la tradición liberal de los siglos XIX y XX que resultara, para la idea liberal de la política, algo sumamente incomodo las tesis de Maquiavelo. Sin embargo, para la tradición socialista el autor de El Príncipe, será incuestionablemente siempre un pensador insuperable. Durante los siglos XIX y XX la literatura sobre la filosofía política de Nicolás Maquiavelo adquiere nuevos sesgos a partir de los grandes procesos de cambio a los que se ve sometida la sociedad industrial de masas así como a las aspiraciones democráticas que la caracterizan. Es bajo estos siglos que la obra de Maquiavelo adquiere nuevos horizontes de interpretación, y podríamos decir, que esta filosofía se ha visto como nunca sometida a diversos y encontrados criterios de lectura crítica en donde la academia ha desempeñado también un papel central. En especial para la difusión de dicha filosofía como para el estudio e investigación de las diversas filosofías críticas sobre la obra de Maquiavelo. Ejemplo de ello han sido los estudios e investigaciones realizadas en torno a la obra de Antonio

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Gramsci, Norberto Bobbio, Giovanni Sartori, Benedetto Croce, Giovanni Gentile, Raymon Aaron, F. Hegel, Thomas Hobbes, Leo Strauss, J. J. Rousseau, Karl Marx, Isaiah Berlin, Baruch Spinoza, Ernest Cassirer, Federico Chabod, Eugenio Garin, Friederich Meineke, J. G. A. Pocock, Carl Schmitt, Quintín Skinner. Es decir, todo un extenso enlistado de pensadores clásicos que han escrito parte de su obra basada en las tesis de Maquiavelo.

Pero también debemos señalar que nos interesa estudiar a un gran número de estudiosos de la filosofía política de Nicolás Maquiavelo que han contribuido considerablemente a engrandecer los estudios críticos sobre esta filosofía. Podemos así nombrar como ejemplo a: Genaro Barbuto, J. M. Bermudo, Gianfranco Borrelli, Marcel Brion, Bruno Brunello, Hans Buchheim, Jacob Burckhartd, Maurice Chavallier, Sebastián De Grazia, Ugo Dotti, Federico II de Prusia, Felix Gilbert, Miguel Angel Granada, Max Horkheimer, Ettore Janni, Maurice Joly, Josef Macek, Harvey Mansfield, Andrea Matucci, Maurice Merleau Ponty, Gèrard Namer, Giuliano Procacci, José Luis Romero, Luiggi Russo, Gennero Sasso, Ugo Spiritu, Domenico Taranto, George Uscatescu, Pasquale Villani, Carlo Altini, Antonio Tarufo, Jorge García López, José Sánchez-Parga.

Como un apartado especial se puede incluir como parte de este proyecto a aquellas novelas que directamente tratan el problema del poder bajo en contexto renacentista.