nuestra revolución, dedicado a ramiro ledesma ramos

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  • 8/13/2019 Nuestra revolucin, dedicado a Ramiro Ledesma Ramos

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    dedicado a plantear el Estado sindical sobre bases corporativas: La sindicacin de lasfuerzas econmicas ser obligatoria y en todo momento atenida a los altos fines del Estado.Finalmente se abordaba la organizacin del propio grupo, que no buscaba votos, sinominoras audaces y valerosas, unas falanges militarizadas, a las que slo podran pertenecerlos menores de cuarenta y cinco aos. (10)

    En octubre de 1931 Ledesma y sus amigos decidieron convertir la empresa editorial en ungrupo poltico, las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS). Fracasado su intento deatraer hacia el nacionalsindicalismo a los obreros afiliados a la CNT, tenan muy claro quepara sobrevivir deban pactar con alguna organizacin poltica que defendiera unos postuladoscercanos a los suyos. Fue entonces cuando surgi la posibilidad de una alianza con las JuntasCastellanas de Actuacin Hispnica, que diriga en Valladolid un abogado de veintisis aosllamado Onsimo Redondo.

    A diferencia de Ledesma, Redondo estaba vinculado al catolicismo social era miembrode la ACNP y su pensamiento incorporaba no pocos elementos del de la derechaautoritaria. Antiguo lector de espaol en la universidad alemana de Mannheim, trabajaba comosecretario del Sindicato de Cultivadores de Remolacha de Castilla la Vieja, una pequeaorganizacin que sostena una dura y desigual batalla de intereses con las industrias

    azucareras. Activista catlico y monrquico, el Redondo que en abril de 1931 vitoreabaemocionado en la estacin ferroviaria de Valladolid a la reina Victoria Eugenia en viaje haciasu exilio (11) estaba ms cercano al Primo de Rivera dirigente de la UMN que al Ledesma queclamaba por la revolucin desde las pginas de LaConquista del Estado.

    Tras colaborar en la fundacin de Accin Nacional en Valladolid, Redondo actu comopropagandista de este partido en los ncleos rurales de la provincia. A mediados de junio de1931 sac a la calle un modesto semanario, Libertad, que estaba destinado a tener una largavida. En el contexto de reciente triunfo republicano, seala Fragoso del Toro, el ttulo de estenuevo semanario hizo que todos creyeran que se trataba de un peridico ms del nuevorgimen, pero su lectura desconcert a las gentes. No se trataba de un peridico liberal, perotampoco era reaccionario (12). Durante el verano, Redondo madur la idea de crear supropia organizacin, las Juntas Castellanas de Actuacin Hispnica (JCAH), que lanz a

    comienzos de agosto con la colaboracin de un reducido grupo de amigos. La nuevaformacin obedeca a unos principios que su rgano de prensa resuma bajo la consigna detradicin y renovacin, hermanadas en la revolucin hispnica, que no ha comenzado, quees urgente, que es necesaria para la salvacin de todos, que tiene que correr a cargo de unapromocin juvenil inflamada de anhelo de engrandecer a Espaa (13).

    Marcadamente catlicas y anticomunistas, las JCAH eran menos manifiestamente fascistasque el grupo de Ledesma. No obstante, Libertad salud a La Conquista del Estado como auna publicacin afn. Redondo entr en contacto con Ledesma y sus conversaciones dieronfruto, a mediados de noviembre, en un acuerdo de fusin de sus grupos bajo la etiqueta delas JONS. La formacin resultante qued al mando de un triunvirato constituido por RamiroLedesma, Onsimo Redondo y Francisco Jimnez, quien no tardara en ser sustituido porAntonio Bermdez Caete, redactor de El Debate y procedente de parecidos crculos

    catlicos a los de Redondo.A lo largo del ao y medio siguiente, las JONS arrastraron una existencia muy precaria,

    prcticamente reducidas a unas docenas de estudiantes en Valladolid, Madrid y alguna otrasede universitaria. Las inquietudes sindicalistas de Ledesma y de alguno de suscolaboradores conducan a un callejn sin salida. Para el Gobierno, se trataba de un grupode alborotadores de extrema derecha a los que haba que vigilar. A raz del golpe deSanjurjo la represin se abati sobre los jonsistas. Ledesma, que no haba participado en laintentona, fue encarcelado, mientras Redondo, que s estaba comprometido, huy aPortugal. A comienzos de 1933 las cosas no podan ir peor, e incluso Ramiro Ledesmavolvi dos meses a la crcel a causa de un sumario abierto tiempo atrs por un artculo suyocontra el Estatuto de autonoma de Catalua. Viva el jonsismo escribe Borrs unavida canija, difcil, sin xito.(14)

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    LA MARCHA DE LEDESMA

    En las Navidades de 1934 la Junta Poltica celebr una reunin en Madrid para calibrar lasituacin del partido, que era realmente dramtica. Jos Antonio volva a ser vctima de laduda y el desaliento, como le haba sucedido a comienzos del verano, y ante los miembros dela Junta reconoci que la situacin del partido era angustiosa, que haba entrado en unbache de gran profundidad y peligro. La prdida de la financiacin del marqus de la Eliseday de sus amigos alfonsinos sumi a Falange, que precisaba de unas 40.000 pesetasmensuales para gastos corrientes, en una grave crisis econmica. Hasta tal extremo lleg lafalta de dinero que les cortaron la electricidad de la sede central, por impago, y las reunionestenan que celebrarse a la luz de las velas. Toms Borrs ha recreado aquellas semanas depenurias: Los cristales del balcn estn rotos, tapado su fro con papeles [...] la nicamquina de escribir circula, y se guarda cola para redactar un artculo o una carta [...] el quedispone de una peseta la da para el carbn de la estufa o para el recibo de la luz. (26)Lleg un momento en que no se pudo hacer frente al prioritario pago del alquiler delpalacete de Marqus de Riscal y Eliseda no tena, lgicamente, el ms mnimo inters enseguir asumiendo el gasto.

    Finalizada con tono pesimista la reunin de la Junta Poltica, varios consejerosprocedentes del antiguo jonsismo, Ledesma, Redondo, lvarez de Sotomayor y Mateo, sereunieron en la cafetera Fuyma, situada en la Gran Va madrilea. All discutieron lasituacin del partido, y todos coincidieron en sus crticas al rumbo derechizante que launificacin haba impuesto al nacionalsindicalismo. Consciente de las dificultades queplanteara apartar a Jos Antonio de la jefatura de FE, Ledesma no se mostr partidario deforzar un golpe de mano. Prefera que sus seguidores renunciaran a sus cargos y se dieranindividualmente de baja antes de refundar las JONS. En cuanto a la Central Obrera, quediriga Sotomayor, debera romper tambin abiertamente con Falange. Por los dispersostestimonios que quedan de la reunin, parece que todos se mostraron de acuerdo, aunqueRedondo manifest sus dudas de que la JONS de Valladolid se sumara en bloque a laescisin.

    A la hora de tratar este asunto, los autores falangistas han hecho hincapi en que setrataba de una diferencia de tipo personal, y no ideolgico, y a Ledesma le ha tocadocargar con el sambenito de la envidia, esa pasin tan propia de la Espaa mediocre,opuesta a la seleccin adecuada de los valores. Conforme a esta versin, la rebelinledesmista habra sido provocada por motivos puramente personalistas, y los que siguieronal zamorano, venan a ser unos resentidos (27). Pero resulta evidente que, por encima dela incompatibilidad personal, lo que se dilucidaba era una rivalidad por el liderazgo delnacionalsindicalismo y, sobre todo, dos formas de concebir la tica y la estrategia delmovimiento.

    Primo de Rivera y Ledesma no congeniaron ni fueron capaces de limar sus diferenciasdoctrinales. Nunca confiaron plenamente el uno en el otro, y un enorme abismo les mantuvoseparados, tanto por su origen social como por sus caractersticas personales. Ledesma era

    miembro de la humilde clase media rural castellana y vea a su correligionario como unrepresentante de la aristocracia, un tpico seorito, incapaz de sentir autnticos anhelosrevolucionarios. Ramiro se quej en cierta ocasin Jos Antonio me reprocha que vaya abeber un whisky a Bakanik a las nueve y media de la noche, cuando acabo la primera jornadade trabajo. Es que forzosamente por ser jefe de Falange me debo encerrar en casa o ir asentarme en una taberna de los barrios bajos o en un caf cntrico de currinches? (28)

    Los ledesmistas contemplaban con recelo el aparato burocrtico que rodeaba al jefenacional, encabezado por Fernndez Cuesta, y que a su juicio realizaba una poltica sectaria,incompatible con el pluralismo interno que ellos siempre haban defendido. Segn uno de ellos,haba un seoritismo que enfermaba. Los jerarcas joseantonianos actuaban como unpequeo gobiernillo... celosos de sus competencias, y que incluso se haban fijado sueldos(29). Algo parecido opina Stanley Payne, para quien en torno a Jos Antonio Primo de Rivera sehaba formado una camarilla servil, compuesta de viejas amistades personales, poetasfascistas, antiguos pasantes de su bufete, y otros aduladores por el estilo (30). El mismo jefe

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    era criticado por la forma excesivamente personalista en que llevaba la direccin del partido:Todo tena que recibir su autorizacin, hasta el lmite de tener que necesitarse para mover unamesa de una habitacin a otra. Y como l no iba ms que de doce a dos, por la maana, porquelas tardes, con puntualidad ridcula, se las pasaba en el Parlamento, termin la cosa por nofuncionar ya apenas ni el aparato burocrtico, que no poda moverse sin contar para cada casocon l. (31)

    Fundamentalmente interesados en mantener el control del movimiento sindical, Ledesma ysus compaeros se haban refugiado en la Secretara de la CONS, alojada en un pequeoedificio anexo al palacete de Marqus de Riscal. Desde all contemplaban con crecientepreocupacin las dificultades econmicas y organizativas y la marginacin a que ellos mismosse crean sometidos por los cuadros joseantonianos. Pensaban que stos no tenan el menorinters por el futuro de la central sindical, que sobre el papel contaba con diecisiete sindicatosde oficio pero que en la prctica apenas levantaba cabeza. De hecho, los iniciales quince milafiliados se haban visto reducidos en tan slo cuatro meses a unos dos mil, y eso a pesar deque muchos de ellos haban encontrado trabajo a travs de la central, sustituyendo a lostrabajadores despedidos por sus patronos en la oleada de represalias laborales que sigui alfracaso de la Revolucin de Octubre.

    Para plantear la ruptura, Ledesma recurri a uno de sus medios favoritos: un diariorepublicano. El 14 de enero, Heraldo de Madrid publicaba una nota, firmada por l, porRedondo y por Sotomayor, en la que se expresaba la necesidad de reorganizar las JONSfuera de la rbita de Falange Espaola y de la disciplina de su jefe, Jos A. Primo de Rivera.El objetivo de tan drstica medida era encauzar el descontento y las protestas que entre lacasi totalidad de los antiguos camaradas jonsistas se adverta contra el espritu y los hombresque ltimamente predominan en FE, a fin de afianzar el carcter nacional-sindicalistarevolucionario que las JONS haban aportado a la fusin y conectar con los sectores mspropiamente populares de Espaa.

    Ledesma haba cometido el error de enviar la nota a Delgado Barreto para que la publicaseen La Nacin, y el periodista se haba apresurado a telefonear a Jos Antonio para darlecuenta de la maniobra. Parece que tambin Manuel Mateo, temeroso de las consecuencias

    del enfrentamiento, haba dado marcha atrs y le haba informado de la reunin en la cafeteray de los pasos dados con posterioridad. (32)El jefe nacional decidi actuar con rapidez, imponiendo medidas radicales de

    depuracin contra los disidentes. Haba recibido poco antes acusaciones de debilidad porsu negativa a aplicar un correctivo a Eliseda, y ahora estaba dispuesto a cortar por lo sanolo que, en principio, pareca una mayor amenaza a su autoridad. En una organizacinpequea que responda a una concepcin militar de la jerarqua no era posible laexistencia de corrientes disidentes de la lnea oficial, y cualquier crtica a la actuacin dellder, sobre todo si se realizaba a travs de un leidsimo peridico de tendencia liberal, eraconsiderada como una traicin a la cohesin interna.

    El domingo, da 16, Jos Antonio convoc a la Junta Poltica e hizo aprobar la expulsindel partido de Ledesma y de Sotomayor. Con ello pretenda hacer aparecer como una

    medida de castigo surgida de su propio ejercicio del mando lo que en realidad era unalibre decisin de los disidentes. La edicin de El Heraldo de ese da inclua una nota suyacomunicando la medida, pero nada deca de Onsimo Redondo, a quien crea poder ganarpara su causa. Valladolid era la plaza que poda determinar el xito o el fracaso del cisma.Para convencer a los falangistas locales, les envi a los seustas Jos Miguel Guitarte yAlejandro Salazar. Tambin habran actuado en este sentido algunos medios vinculados alos jesuitas con los que Redondo mantena una estrecha relacin. (33) Pero la incgnitasobre la actitud de este ltimo se mantuvo an durante varios das. El 18, en unaentrevista concedida a Heraldo de Madrid, Ledesma le inclua entre los organizadores yagitadores que abandonaban con l Falange. Pero no era cierto, y es posible que taldecisin nunca se la llegara a plantear seriamente Redondo, quien, pese a sus dudas,mantuvo siempre su lealtad a la jefatura.

    En el seno del Sindicato Universitario los disidentes contaban con las simpatas de uncierto nmero de afiliados. Durante algn tiempo plane la amenaza de una escisin del

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    SEU, que Jos Antonio tom muy en serio. Pero la direccin seusta, con Manuel Valdsal frente, logr mantener el control. (34) Otra preocupacin fundamental era desactivar ladisidencia ledesmista en el seno de la CONS, donde, pese a la actitud oficialista de Mateo, erapatente un alto grado de crispacin entre los trabajadores afiliados, en su inmensa mayorafieles a Sotomayor. El lunes 17 Jos Antonio se present con algunos de sus ms estrechoscolaboradores en las oficinas de la central. No llevaba puesto el uniforme, sino un impecabletraje gris con camisa blanca y corbata. A la entrada, un nutrido grupo de obreros intent cerrarleel paso. Hubo de soportar gestos hostiles, gritos de fuera de aqu los seoritos! e inclusoalgn conato de agresin. Al entrar en el local, coment: Quiz salga muerto de este cuarto.Pero lo que es seguro es que antes de matarme habris de or a este seorito. Logr imponersilencio, y entonces explic su versin de los acontecimientos. Al salir, se haba ganado elrespeto de los sindicalistas y, en adelante, el grueso de ellos le seguira apoyando.

    La escisin jonsista fue muy minoritaria y se vio cortada en seco por las enrgicas medidasde depuracin que aplic el jefe nacional en las dos semanas siguientes. Con Ledesma salieronde Falange los elementos ms caracterizadamente opuestos a la lnea joseantoniana, comoAlvarez de Sotomayor, Enrique Compte, los vallisoletanos Martnez de Bedoya y EmilioGutirrez Palma y algunos otros afiliados dispersos, fundamentalmente estudiantes. En carta al

    director de Informaciones, Jos Antonio afirmaba que la cifra de abandonos no llegaba a las dosdocenas en toda Espaa. (35)Vencedora en toda lnea, el ala joseantoniana se qued con el nombre, la estructura material

    y la simbologa de FE de las JONS. La direccin de la Junta Poltica recay a partir de entoncesen Ruiz de Alda, cuya falta de ambiciones personales era proverbial. Para ocupar el huecodejado en la Junta por Ledesma, el jefe nacional design al nuevo responsable del SEU,Alejandro Salazar, un almeriense muy leal a su persona, pese a su independencia de criterio.

    Los fugados intentaron reconstruir las JONS, pero no lo consiguieron. Las relaciones entreLedesma y Primo de Rivera quedaron rotas, aunque algn autor afirma que se reconciliaronen la primavera de 1936, cuando el segundo estaba ya en la crcel. (36) Antes de eso, ysobre todo en las primeras semanas despus de la ruptura, se atacaron mutuamente con granferocidad. Ledesma acus a su rival de utilizar una palabrera demaggica, a pesar de lo

    cual son notorias sus relaciones con la alta Banca y con los grandes terratenientesandaluces. Por su parte, Jos Antonio denunci, conocedor como era del origen de lafinanciacin jonsista, que un feroz revolucionario como Ledesma no dudaba en recibirfondos por la mayordoma de algunos millonarios archiconocidos, que le permitan, a pesarde tener un sueldo de 450 pesetas al mes, gastar dos o tres mil entre viajes, alojamientoindependiente, invitaciones a cenar y salario de tres pistoleros en automvil (37).

    Ledesma, que dependa de su trabajo en Correos, sigui manteniendo un estilo de vidarealmente austero. Sin embargo, pidi ayuda a los alfonsinos para lanzar una nueva revista.Con pequeas aportaciones pudo poner en la calle, a mediados de febrero de 1935, elsemanario La Patria Libre, que retomaba los smbolos grficos y las consignas que losjonsistas aportaran dos aos antes a su fusin con Falange. La publicacin, escrita en sumayor parte por su director, tuvo una vida efmera, ya que slo public siete nmeros a lo

    largo de un mes y medio de existencia. En sus pginas aparecieron reiterados ataques aFalange, comenzando por un manifiesto salido de la pluma de Ledesma, en el primer nmero,en el que se denunciaban los errores y el espritu desviado de Primo de Rivera, cuyaadhesin al nacionalsindicalismo se haba demostrado como un truco ingenuo, una ficcinsin jugo, cuyo sostenimiento por parte nuestra nos converta en verdaderos cmplices de unafarsa contra el autntico sentido nacional y popular de nuestra doctrina. Falange, escribasemanas ms tarde, formaba parte de los fascismos imitativos... blandos, pastosos,algodonosos, caracterizados por su tendencia notoria a desconocer toda angustia popular,pues se incuban en medios sociales de privilegio y estn ligados a todas las fuerzasreaccionarias de la sociedad. Se construyen, por tanto, para ahogar toda clase de conquistaspopulares y circunscriben sus afanes a edificar una jerarqua de castas. El marqus de Estella,millonario y extrafino, perteneca al tipo de lder fascista de los Mosley o los Starhemberg, unDuce aristcrata, millonario, que gasta sus cuartos en organizar el partido (38).

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    Los desahogos de La Patria Libre, aun procediendo de una revista que no lea casi nadie,irritaron a los falangistas. Se pens en emprender acciones de castigo contra Ledesma, queiban desde la habitual sancin de la purga con ricino hasta el atentado mortal con arma defuego. Sin embargo, Jos Antonio se neg a que los ms exaltados de sus seguidores setomaran la justicia por su mano en la persona de quien haba sido creador y referenciaintelectual bsica del nacionalsindicalismo. (39)

    El acto oficial constitutivo del SEU, celebrado en el cine Hispania, en Valladolid, el 20 deenero de 1935, fue el momento que escogi el jefe nacional para dar por cerrado el asunto de laescisin. All, ante los estudiantes que eran sus ms entusiastas seguidores, explic cmoentenda su condicin de lder, el carisma de caudillo con el que haba sido investido pocosmeses antes: La jefatura es la suprema carga: la que obliga a todos los sacrificios, incluso a laprdida de la intimidad; la que exige a diario adivinar cosas no sujetas a pauta, con laacongojante responsabilidad de obrar. Por eso hay que entender la jefatura humildemente,como puesto de servicio; pero por eso, pase lo que pase, no se puede desertar ni porimpaciencia, ni por desaliento, ni por cobarda.

    Una vez ms, haba superado sus dudas, aunque a un alto precio. Rotos los puentes con susprotectores monrquicos y anulados quienes, desde dentro de Falange, podan disputarle su

    control, estaba ms solo, pero ms firme que nunca. Y nunca haba estado tan seguro deseguir la va correcta hacia la consecucin de sus anhelos personales y polticos.

    Notas:

    (7) J. M. de Areilza,As los he visto..., pg. 89.(8)S. G.Payne, Falange. Historia del fascismo espaol, Pars, 1965, pg. 10; S. Ellwoodcita un testimonio oral de Aparicio en este sentido (Prietas las filas. Historia de FalangeEspaola, 1933-1983, Barcelona, 1984, pg. 28).(9) Ledesma Ramos escriba nacional-sindicalismo, yPrimo de Rivera nacionalsindicalismo.Como este libro es una biografa del segundo, utilizamos la expresin sin guin.

    (10) R. Ledesma Ramos, Escritos polticos 1931, Madrid, 1986, pgs. 45-48.(11) J. M. de Areilza,As los he visto..., pg. 139.(12) V. Fragoso del Toro, La Espaa de ayer, Valladolid, 1955, vol. 1, pg. 233.(13) Suelto de Libertad, 7, 27-7-1931. Atribuido a Redondo en Onsimo Redondo (textospolticos),Madrid, 1975, pg. 45.(14) T. Borrs, Ramiro Ledesma Ramos, Madrid, 1971, pg. 352.(26) T. Borrs, El Madrid de Jos Antonio..., pg. 25.(27) F. Bravo, Historia de Falange Espaola..., pg. 84, y Jos Antonio, el hombre..., pgs.82 y 83.(28) F. Ximnez de Sandoval, Jos Antonio..., pgs. 168 y 169.(29) Declaraciones de J. Martnez de Bedoya, en J. L. Mnguez Goyanes, OnsimoRedondo..., pg. 68.

    (30) S. G. Payne, Falange..., pg. 102.(31) J. Martnez de Bedoya en La Patria Libre, 1, 16-2-1935.(32) Entrevista con Juan Aparicio en S. Ellwood, Prietas las filas..., pg. 60; J. L. MnguezGoyanes, Onsimo Redondo..., pg. 70.(33) S. Ellwood, Prietas las filas..., pg. 60.(34) R. Ibez Hernndez, Estudio y accin. La Falange fundacional a la luz del Diario deAlejandro Salazar (1934-1936), Madrid, 1993, pgs. 76 y 77.(35) Carta de Juan Pujol, de 19-1-1935, en O. C., pg. 1.141.(36) A. Gibello, Jos Antonio, ese..., pgs 198-200.(37) Entrevista a Ledesma en Heraldo de Madrid, 18-1-1935; J.A. Primo de Rivera, Arte deidentificar "revolucionarios", enArriba, 1, 21-3-1935.(38) Las JONS rompen con FE. Manifiesto de las JONS, en La Patria Libre, 1, 16-2-1935;Los fascismos de exportacin, en La Patria Libre, 4, 9-3-1935.(39) F. Bravo, JosAntonio, el hombre..., pgs. 56 y 85.

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    [Texto extrado de los captulos 5. La primavera del fascismo en Espaa (enero-septiembrede 1933), epgrafe: Ramiro Ledesma y las JONS, p. 157 - 161; y 10. El jefe nacional(octubre de 1934-enero de 1935), epgrafe: La marcha de Ledesma, p. 344 - 352; del libroJos Antonio Primo de Rivera. Retrato de un visionario,Ed. Temas de Hoy, Madrid, 1996,557 p.]

    >ARCHIVO ALOJADO EN LA PGINA WEB NUESTRA REVOLUCIN>SECCIN SOBRE RAMIRO>DOCUMENTO N. 58