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    1. Como e n otr os pa ses l at inoame ric anos t ambi n en .la Arge n-

    t ina la ideologa pos itivis ta des empe un cons idera bl e papelhe-

    gemnico tanto por su capacidad para plantear una interpretacin

    .veros mil de es tas re al ida de s nac ional es cuanto por ar tic ul ars e con

    instituciones que -como las educativas jurdicas sanitarias o mili-

    tares- tramaron un slido tejido

    de

    prcticas sociales en el mo-

    mento de la consolidacin del Estado y: de la nacin a fines del

    siglo pasado

    y

    comienzos del actual. De hecho la incorporacin

    m s ple na al merc ado mundi al y la s t are as de homoge ne iza r fa s es ~

    tructuras sociales para tornar gobernables a pases provenientes. del

    perodo de enfrentamientos civiles posindependentistas -eoincidie-

    ron c on una eta pa de centr ali za cin e sta tal y cori fa -pe ne tra oi r i

    y difusin de la filosofa positivista. < ;:.~;

    En el pr imer a spe ct o la i nc lusin de las economa s de l s ubcon-

    tinente dentro de los cnones capitalistas gener un conjunto de .

    conflictos

    y

    tensiones de los que las diversas ideologas imperantes

    en el fin de si le la tinoa meri ca no ofre cie ron su propia ver sin.

    Porque si bien el positivismo configur la mat}iz inental dominan:

    te durante el perodo 1880-1910 en la Argentina y en general en

    Amrica

    Lat ina en es e mi smo pe r odo se as is te a una formidable

    superposicin de ideologas en cuyo seno

    convvfs

    tendencias

    tan variadas como el vitalismo el decadentismo o el espilullJismo

    moder ni sta que el riel del ur ugua yo Rod propuso como para di g-

    ma hispanoamericano de un. xito ms que considerable a partir

    de su publicacin en 1900 .

    El ensa yo posi tivis ta c onst ruy su inte rvenc in dis cursi va ms

    .:. f\ . -_-::

    1 ]

    ~ .. r.

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    exitosa en la doble pretensin de explicar, por una parte, los, efec-

    tos no deseados del proceso de modernizacin en curso o tambin

    de comprender los consistentes obstculos para que dicho proyec-

    to pudiera desplegarse con eficacia y, por la otra, hacerse cargo

    reflexivamente del problema de la invencin de una nacin. Existe

    as toda una gama de la cuadrcula positivista destinada a diagra-

    mar un modelo de pas donde las instituciones trazaran el lmite

    en cuyo interior se asimilaran los sectores integrables a la moder- ,

    nidad, en tanto que la variable coercitiva operara tambin institu-

    cionalizadarnente expulsando de l las fracciones pre o extracapi-

    tali stas renuentes a incorporarse la estr.uctura nacional. Mas si de

    tal modo se desagrega del conjunto de la

    Weltanschauung

    positivis-

    ta lo que' bien podra llamarse su mod elo de pas y su propuesta

    de organizacin de la ilacin; fue la existencia de trabasnotorias

    para la implementacin de aquel designio lo que

    activ

    unsegundo

    registro temtico donde el ensayo positiy.i~ta se encarniz enel tra-

    . tarniento de lo que Carlos Real de Aza llam los .males latino-

    americanos . Desde Mxico hasta el Cono Sur, esta denuncia.no

    . .. ....... -~ . . ....;.

    escasea,

    sobre

    ,las huellas .del Iibro en tantos aspectos

    pionero

    p~l

    venezolano Csar Zumeta CLJyosolo ttulo,

    l ontin nt rrfe r ;

    mo-

    def ina 'un programa' apto para una. posterior rnedicalizacin

    .. . .4 ~

    i

    I .... ,

    del discurso abocado al anlisis de aquellos males. Al cruzarse este

    . .. . _ t . . :, ~ ..;.;... \ . .,

    diagnstico inquietante: con las variables,

    sociodarwinianas

    que

    pene traban fuertemente l.~~concepciones 119s~lq.fl .qsH~;vi~~a~9;~1;>~~

    rodo, la mirad~ de 1o ~ ~p.g9}}P~,?,~tiy

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    el ap'aralt,pestatal

    la sociedad, el positivismo fue,tambin utiliza-

    I, ',.. .,. ,,'

    ,1.

    do en Amrica Latina como una i~~tarcia interpretativa del entero

    pasado nacional . No obstante, tampoco aqu habra, que exagerar

    la homogeneidad de ,ll~respuestas, ya que ~s sea enla . .Ye,rsi:qde

    la historia mexicana que Gabino Barreda ofrece apoy:arid

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    1,

    en 1914 el 30% de la poblacin llegar a ser extranjera;ila figura

    del inmigrante deba resultar una evidencia imposible' de-soslayar

    en la vida cotidiana de los argentinos: Pero adems estapresericia

    incuestionable planteaba de 'hecho el problema'

    de

    -lariacionliza-

    cin de esas masas y 'comunicaba esta preocupacincn'Ia'enton-

    ces llamada cuestin social que, en- el plano del 'movimiento

    obrero, circulaba dentro

    de

    las propuestas socialista y:anarquista.

    Si a esto se le suma.la presin cvico-militar ejercida' por-la Unin

    Cvica Radical en su puja por la ampliacin del espacio pol tico, se

    tendrn algunas coordenadas centrales en cuyo interior' se'produci-

    r e l en sa yo positivista r,ge'~ti(l9hastael Cen~ena~i

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    rales . Por .eso, para que la coercin intraeconmic.a-fu,ncione au-

    tomticamente , el capitalismo debe bloquear los senderos que

    conducen a la revuelta social 6

    a

    la organizacin masiva' del robo

    , Ambas posibilidades estuvieron efectivamente presentes 'en dver-

    sos sitios de Ltinoamrica en la. poca referida y en la Argentina

    el bandidismo social

    y el

    anarquismo, configuraron dos vas no por

    cierto, de la misma, envergadura pero por momentos concurrentes

    y

    preocupantes, como

    1

    revelan la novela naturalista

    y

    lps textos

    ,socolgicos y criminolgicos del

    perodo

    El positivismo argenti-

    no :'-como movmtento cultural de constitucin de la nacin-:-;-,

    actu en ambos registros, 'comprendiendo ,de hecho que no existe

    'primero una fuerza de trabajo flotante necesariamente fijaple~'ala

    produccin SI de, manera paralela no se ha dominado a.1os actores

    econmicos dentro

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    I

    A estas conclusiones casi cnicamente real istas ' no se.les oculta-

    ba que la sustentacin de estas posturas contena un desplazamien-

    to de la argumentacin racional en beneficio de los recursos del

    lenguaje y las imgenes sugest ivas. Entre la pol tica y la racionali-

    dad se produca as una ruptura cuyas largas consecuencias sern

    exploradas hasta l mites extremos por los.total itarismos de masas

    del siglo siguiente.' . ' .

    si bien no eran stas las. finalidades -perseguidas por la pro-

    puesta de Jos Mara Ramos Meja, la influencia de Le'Bon estar

    presente a veces abrumadorarnente sobre su inspiracin a la hora

    de componer as multitudes argentinasen aquellos ltimos aos

    del siglo XIX No obstante, al centrarse en el papel de las masas en

    la historia nacional, esta mirada tambin penetrada por categoras

    darwinianas produce en principio unos efectos historiogrficos en

    el sentido de lo que en jerga contempornea se denominara 'el

    descentramiento del sujeto , ya que al desmarcarse del antropo-

    morfismo histrico-poltico se despide del relato de alcobas y' ba-

    tallas para atender

    que Ramos Meja llama las fuerzas ciegas

    que discurren en las entraas de la sociedad y que cumplen.su des-

    tino sin odios ni carios . Simultneamente, la utilizacin de Un

    modelo organicista de la sociedad y la constitucin qe ' dbjeto mul-

    ti tud desde matrices biologistas definirn la presencia de las masas

    en la historia como la de una fuerza fenomenal vaciada de inteli-

    gencia y raciocinio. En vez de la Razn, las muchedumbres estn

    motorizadas por un-puro .instintoque las aproxima .inexorablernen-

    te a la animalidad; puro inconsciente, como las mujeres apasiona-

    das , la hipertro fia de sus sentidos es el acompaante ineludible

    de su escasa capacidad reflexiva. .

    Empero, a diferencia de Le Bon, Ramos Meja descree de la tesis

    inquietante de que todo hombre puede ingresar en esta-do de mul-

    titud y all alienar sus potencias' racionales, dado que la materia

    prima de las masas est const ituida por elementos annimos, e his-

    tricamente el hombre de las multi tudes argentinas ha sido 'el indi-

    viduo humilde, de 'inteligencia vaga y sistema nervioso relativamen-

    te rudimentario y escasamente educado, que percibe sent imental-

    mente y piensa con el

    corazn

    y a veces con el estmago, Este su-

    jeto as reducido bsicamente a sus funciones casi vegetativas es

    sin embargo capaz de agruparse en mult itud tanto para protagoni-

    zar actos de barbarie como de herosmo, sanguinarios o piadosos

    segn las circunstancias, pero cuyos componentes siempre requie-

    ren una alta capacidad combinatoria que .naturalmente los define

    en las antpodas positivas de los hombres solitarios. Por todo. ello

    a ese hombre de las multitudes .deberamos ms bien llamarle el

    hombre-carbono, porque en el orden poltico

    Q

    social desempea,

    por su fuerza de afinidad, las funciones de aqul en la.mecnica de

    los cuerpos orgnicos : Pero si adems la incapacidad de desarrollo

    terico y racional es una connotacin del hombre multi tudinario,

    en esa misma caracterizacin se recorta un espacio propio de auto-

    legitimacin del intelectual, puesto que quien ejerce el arma de la

    crt ica se coloca en una posicin distanciada que lo habili tara para

    observar ms objetivamente a esa ciega muchedumbre en cuyas

    pulsiones bsicas Ramos Meja busca la clave del pasado argentino.

    Una clave que en principio quiere ser leda en las multitudes

    ,;:.... ,rurales, -antropolgieamente diferenciadas-segn Ramos Meja de

    las urbanas, pero que tambin ejercen sobre l una

    fascnacin

    que

    no. oculta y que ubica en esa capacidad de abnegacin sin protesta

    que las llev a desempear un papel al menos ambiguo -y no slo,

    negativo.- en las guerras de la independencia y en las luchas civi les

    argentinas, En esa vitalidad que se identifica con los valores de la

    corporalidad piensa igualmente cuando considera

    benfico

    el influ-

    jo refrescante. que pueden' contener para la renovacin de otras

    multitudes argentinas del porvenir. Despus de todo, si don Juan

    Manuel de Rosas triunf sobre los dems caudillos, ello se habra

    debido a que en su personalidad se produjo la sntesis de los hbi-

    tos urbanos con los instintos campesinos y brbaros. Resumen de

    las bajas aptitudes morales de la plebe urbana, conformaba simul-

    tneamente un genuino producto de la multitud de Jos campos, y

    ambas encontrarn en el Restaurador de las Leyes a su

    meneur

    a su Ider o conductor nacido de la ms genuina expresin de esa

    superabundancia de energa a la que Darwin atribuira un desper-

    tar tan salvaje como vital de las pasiones ms bravas. Fue as co-

    mo la muchedumbre de los campos s desparram por toda la

    repblica para engendrar las tiranas vigorosas -casi estoy tentado

    de llamarlas musculares y sanguneas- que oprimieron al pas

    durante veinticinco aos '.

    Junto con estas preocupaciones historiogrficas, Ramos. Meja

    se mostr interesado desde su prctica intelectual y su adscripcin

    al grupo gobernante por obtener reglas de comprensin y cursos

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    d.e ordenamiento del confuso mundo social argentino de fines de

    S~~10, ~l Yo centro apareca ocupado -ahora que el mundo rural ha

    s~ o e ectivamente normalizado- por una mult itud, urbana y' alu-

    vional.

    A.

    conectarse esta presencia con el ' tema de la ciudadana,

    ~am~oco podan escaprsele aquellas referencias dcimonnicas

    ~n e na solamente Le Bon haba considerado al sufragio,univ~r-

    ~a ~orna un mal tan indudable como incontenible. Esta misma

    l~qUletud por la ampliacin del mercado poltico era la que por

    e~o Joaqun V. Gonzlez ,~ecoga ~n el debate pa~l~men ario

    ~ ~, y a la que se opondna todava Carlos Pellegrini, conven-

    c~do cOllloestaba entonces de que el sufragio universal otorga una

    nesgo~a tepresentatividad a la inmensa masa de analfabetos o de

    votos inConscientes y por ende incapaces de discriminar racional- [J

    mente entre las diversas opciones electorales. ' , : , ,

    ~~ ~

    Argentina de esos aos dicha cuestinestaba ntimamente ~

    asociad'[

    conel

    a'saf()irnigrlforl','pe'rb

    adems

    se conformab : : '

    un l~ad() problemtico de aquella repblica posible diagramada

    por lberdi y que el roquismo haba 'realizado. Como tan idnea-,

    mente. lo ha explicitado Natalio Botana, ese modelose apoyaba en

    la escl~lnentre productor y ciudadano,

    y

    al par quegarantizaba

    la movIlidad del'primero en el mbito de la sociedad civil reservaba

    ..:-p,a~auna minora la posibilidad de operar dentro de la sociedad po-.

    ltica. ll. reduccin del mercado electoral se percibe cuantitativa-

    mente

    ll )

    bien s~ considera que para 1895 en Buenos Aires delos

    216.000 varones slo' '42.00 0 eran argentinos nativos.je los cuales

    a.su;.e'l. votaron ~n la,~elecciones ~e 1896 poco ms del 25

    .

    Esto

    sign

    lea

    que, segun Gino Germani y para una fecha cercana, entre

    el 50

    y

    ~l 70% de los adultos varones urbanos se hallaban' exclui-

    dosb~e la sociedad poltica, cifra dentro de la cual nuevamente el

    pro eroa del extranjero ocupaba un lugar fundamental.

    No

    ha de

    ko~eer S~ntido aleatorio entonces que en

    s multitudes rgentin s

    d amos ~eja dedique un espa~io especfico al tema inmigratorio,

    eIl:

    tro

    cJ.ealgunos parmetros definidos, eso s, por el darwinismo

    SOCIal.Segn esta ltima inspiracin ideolgica, el caso argentino

    no ~oda ser una excepcin a los fenmenos deri~ados de la lucha

    P?r a:S\.lpervivencia que severifican en toda sociedad entre capa-

    c;dade

    s

    (}esiguales ; en la cual inexorablemente el ms fuerte con-

    c uye D()r oprimir al ms dbil . Mas si el primer captulo del libro

    marca uua acentuaci,n 'biologista que no est presente en Le Bon,

    de todos modos el discurso de Jos Mara Ramos Meja sobre la

    inmigracin contiene una dosis de integracionismo paterna lista que

    sigue considerando a los extranjeros como- un aporte complejo

    aunque imprescindible para la construccin de unanacirr moder-

    na. no es que no existan remembranzas por ese interior de, vie-

    ja cepa al que poco despus Manuel Glvez consagrar

    cornore-

    servorio de virtudes morales ante el cosmopolitismo corruptor 'de

    Buenos Aires, pero en Ramos Meja esa sospecha eventualmente

    xenfoba se diluye frente a la incambiada confianza en la

    potenci

    integradora

    y

    pedaggica del ambiente argentino sobre la psicolo-

    ga social del inmigrante. Mediante una impiadosa aunque sincera ~

    analoga, piensa que el extranjero podra recorrer en estas tierras

    el sendero filogentico que lo condujera a ostentar primero. algo

    as como la estructura anatmica de los peces, ms tarde la de lbs

    anfibios' y por fin la de un mamfero, quiero decir -aclara-.que

    , habria -seguido en el' orden de su perfeccionamiento intelectual

    y

    moral un transformismo semejante . Dado que, casi por milagro,

    sobre aquella estructura psicobiolgica prcticamente celular el

    medio opera maravillas en la plst ica mansedumbre de su cerebro

    casi virgen . Como a la estatua de Condi1lac que se iba dotando de

    sensaciones hasta devenir un ser humano -y segn un modelo que

    a Ramos Meja debi de haberle negado a travs de los ecos de la

    Ideologa en el Ro de la Plata prolongada por Lafinur, Fernandez

    de Agero o Diego Alcorta=, al inmigrante arribado a la Argentina

    lo iban constituyendo en sujeto humanizado la luz de este cielo y

    sobre todo el sonido potente de la locomotora que arrastra el pro-

    ducto de una cosecha ms que generosa. En rigor, tanto como por

    la influencia ahora benfica de la inmensa llanura pampeana, el

    inmigran te es regenerable para Ramos Meja tambin por el ejerci-

    cio obstinado del trabajo inscripto necesariamente dentro de una

    tica espontnea del produCtivismo.

    Es cierto, de todas maneras, que la presencia extranjera puede

    resultar a veces excesiva

    y

    hasta abrumadora. Como son tantos,

    todo lo inundan: los teatros de segundo y tercer orden, los paseos

    que son gratis, las iglesias porque 509 devotos y mansamente cre-

    yentes, las canes, las plazas, los asilos, los hospi tales, los circos y

    los mercados. Y sin embargo

    s multitudes rgentin s

    no-deja

    de observar con simpata la voluntad de integracin 'de esos inmi-

    grantes que se obstinan para los carnavales en disfrazarse de gau-

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    chos ante la mirada sorprendida de un Ernesto Quesada, quien por

    entonces confesaba que a los propios estancieros nativos-jams-se

    les ocurrira adornarse con semejante atuendo. , ; .,

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    ~.

    la apariencia ha desempeado siempre un papel mucho In-s im-

    portante que la realidad , Estos smbolos adoptanan ante las mul

    titudes su forma ms penetrante cuando se configuran

    eI imge

    nes,

    y

    por eso los autnticos conductores han sido quienes hanlo-

    grado con frases ruidosas y vivos colores la inaterialiiilCiQ rnstai1:

    tnea de una idea en una imagen grandiosa. En la histoi ii( te ~ieht,

    Aristbulo del Valle encarn en los sucesos del 9 0 esa figura del

    tribuno que sedujo a unas muchedumbres que Ramos Meja dscri-

    be como aniadas y femeninas en su inocente ingenuidad y.su fcil

    apasionamiento por la verba impetuosa del caudillo de turno-Pero

    este xito popular deba pagar el duro precio de esa excesiva ve,cin-

    dad entre intelecto-y pasin a la que Del Valle habra cedidol. : tr i-

    butando as un culto riesgoso a la infiel hetaira de las masas . Por

    el contrario, es en Carlos Pellegrini en quien Ramos Mejia-coloca

    su paradigma d poltico necesario para la relacin

    Estado sce

    dad que considera rcomndable para, ese momento argntirio.

    Descredo de los prodigios de las turbas.Carlos Pellegrini esdibu-

    jado en Las multitudes argentinas en este entrecruzamient de tu- .

    telaje poltico y organicismo social, dado que si lasociedad st

    concebida segn la metfora del cuerpo , entonces las crisis y con- ,

    flictos sociales sern coherentemente traducidos como enferme-

    dades, y el pol tico resultar por fin invest ido de ropajes mdicos.

    Es lo que justamente ocurre con Pellegrini, que. en los asuntos

    de la poltica y del gobierno es un clnico, ms que n sabc. aun-

    que tenga envergadura de tal, que

    aplicaconmaravillcsoaciertola

    teraputica sin olvidar el temperamento y la idiosincf.asi~,de-sus

    enfermos: a la cabecera del paciente, las ilusiones sobreaplicacio-

    nes imprudentes de que se apasionan los nefitos quedan

    n

    los

    bolsones de su carruaje , . , ,\( , ,f,~ , .,:

    Empero, no se trata solamente de un problema de: dIn gehtes,

    y s de considerar tambin el estado en que se hallan las rnultitu-

    desen

    esa hora de construccin de

    lanacionalidad.

    Aqu, en reali-

    dad Ramos Meja lamenta la inexistencia de la efervescente

    pasin

    pol tica propia de las mult itudes en estado dinmico , nicas que

    podran lograr una participacin real en la polt ica y de se incido

    aportar a ese recurso de los pequeos y annimos que es la demo-

    cracia. Dicho inmovilismo hunde sus races en una ausericia de

    ideales pblicos que marcha de la mano con el espr itu-fenicio que

    las nuevas formas econmicas han promovido en las grandes ciuda-

    ....

    e des argentinas. De all que si la multi tud dinmica de la emancipa-

    cin era romntica, belicosa y emocional la de la ti rana rosista,

    y

    creyente y revolucionaria la que actu hasta 1860, el esti lo polt i-

    co posterior y el aluvin inmigratorio amenazan con desquiciar la

    fisonoma nacional. De todas maneras,

    que Ramos Meja llama

    el plasma germinat ivo de la Argentina lo convence de que con

    una cierta dosis de educacin nacional finalmente se lograr la

    segura cristalizacin de una nacionalidad. Slo entonces emerger

    una autntica mult itud polt ica que susti tuir orgnicamente

    a las actuales agrupaciones artificiales y personalistas, por no decir

    facciosas, Claro que no est ausente de esta preocupacin el temor

    de que, de no ser as, el da que la plebe tenga

    hambrej.Ia

    multi-

    tud socialista que la organice sea implacable y los meneurs que la

    diri jan representen el acabado ejemplar de esa canalla virulencia

    que 10 contaminatodo .

    4, Tambin en Agustn Alvarez (1857-1914) se hallarn

    preo

    paciones tericas que se dirigen bsicamente a desentraar algunos

    males argentinos cori vistas a la elaboracin de los correctivos nece-

    sarios para obtener de veras un nacin laica y moderna, Y si bien

    el carcter de su positivismo es ms difcil de filiar doctrinariamen-

    te, es indudable que su escritura suel ta y por momentos periodsti-

    ca seproduce en el entrecruzamiento del cientificismo evolucionis-

    ta y de acendradas convicciones liberales. No obstante, este men-

    docino que alcanz en la carrera de las armas el generalato y qu

    en la acadmica lleg a ocupar la vicepresidencia de la Universidad

    de La Plata parece ms preocupado por observar desde un mirador

    tico-poltico las falencias de la nacional idad que poi deducidas de

    un sistema de frreas matrices positivistas. Esa tonalidad no escap

    al juicio de sus contemporneos, y fue Leopoldo Lugones quien en

    esos aos se

    refiri

    a Alvarez como al nico moralista que haya-

    mos tenido . Y en rigor, cuando en 1902 este ltimo publica

    Adnde vamos? ese libro, -que durante aos fue un texto de exi-

    tosa divulgacin- sintet izaba bien en su t tulo la pregunta acucian-

    te que el ensayo positivista lleg a formularse al creer percibir en

    10s males pasados el hueve de la serpiente de desgracias mayores.

    En el postrer homenaje que Joaqun

    V.

    Gonzlez le brindara se

    frasluce igualmente la admiracin que aquel pensador hoy casi

    .......

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    olvidado despert sinceramente entre sus contemporneos, acu-

    mulando an t e sus ojos unas virtudes que Gonzlez filiaba as en

    las experiencias que lo haban conectado con arraigadas realidades

    nacionales: Su vida anterior de soldado, un contacto constante

    con el

    alma

    ruda de nuestro pueblo, con la ms ruda naturaleza de

    nuestro pas despoblado, y acaso con el an ms rudo estado

    mental de.nuestra democracia improvisada, fue su clnica

    y

    su hon-

    da prueba lustral . ,

    Al presentarse al pblico porteo, en marzo de 1894 en elda-

    rio Tribuna Agustn Alvarez se autodefina como un periodista

    que 'se ha salido de la procesin para verla pasar'; legislador de

    ocasin que [... ] se ha credo- en el deber de estudiar los maie,s del

    pas y [... ] ha hecho la autopsia a los ms importantes desatinos

    que andan en circulacin' en el comercio intelectual . Estas lneas

    anunciaban precisamente su libro Sou t America ttulo que no'

    oculta la nada demaggica intencin de enunciar desdela anglof-

    na a esta su propia realidad argentina a la que ve penetrada por

    deformidades irrecusables. En el mbito de lo que genricamente

    podra llamarse una psicologa social o, mejor' an, una ensayst i-

    ca destinada a reflexionar sobre la identidad nacional, Agustn

    Alvarez

    enumerar una

    serie.de

    lastres que dificultan

    Ialconstitu

    cin de una ciudadana cabal. El culto delcoraje, la incapacidad ,

    autocrtica, saber que persigue el engao del otro, son algunas

    de esas lacras que en ~l captulo La leche de clemencia del Ma-

    nual de patologa poli tica de

    189.9 lo.Ilevaban

    a escribir que el.

    valor para atropellar al prjimo y la habil idad i lustrada 'para des-

    lumbrarlo y engaarlo son autnticas

    llaves.

    del

    porverur

    para

    un

    argentino por la consideracin pblica que reclutan. Rasgos que,

    al cruzarse con el patrioterismo y el personalismo, dotan a la pol-

    tica nacional de fuertes rasgos facciosos que conducen a

    este

    general

    de la nacin a expresar en

    ~ Uth

    America que en los accesos de

    energa patritica el personajismo galopante, la enfermedad suda-

    mericana por excelencia, invade hasta la juventud escolar, y a las

    veces la epidemia gana los cuarteles y en un militarote detres en

    libra engendra un dictador o un 'gran ciudadano .

    La inorganicidad con que para Alvarez circula el poder en la

    Argentina es lo que define a la polItica crioila , y en sus prime-

    ras obras consid~ra qu la matriz de larga duracin donqe aquel

    desquicio se genera es la apelacin inmoderada, a la t -znnatural

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    - o pura no suficientemente controlada 'por la experiencia. Esta

    recurrencia a los principios abstrae tos en realidad configurara un

    problema fundacional de la entera nacionalidad, dado que' la rup-

    tura .independentista arras con la tradicin colonial sin ofrecer,

    otra alternativa coherente a la cual acudir, y entonces el vaco de

    legit imidad abruptamente abierto tendi a,ser colmado mediante

    los recursos a la razn pura. El autor de South America detectaba

    de'tal manera elproblema del fundamento que la invencin ~evolu-

    cionaria alberga a partir de la Revolucin Francesa, y es al mismo

    tiempo inocultable que uno de los derivados que Alvarez impugna

    .es la tentacin refundacional puramente basada en principios que

    agrupa bajo el fermento' subversivo de la razn abstracta y que

    concentra en el .legado del jacobinismo. Ya que si malo es sentarse

    sobre las bayonetas para gobernar , no lo es menos. hacerlo encima

    de-esos argumentos 'genricos

    -que-sor

    'e l 'patrimonio favorito de

    los iluminados de las teoras , Cuando en 1901 publique sus En~

    sayos sobre educacin -que Ingenieros reeditar con el ttulo de

    Educacin moral este cul to a laracional idad abstracta ser visto

    como la antesala del sectarismo que para Agustn Alvarez define

    la exacta anttesis de una cultura poltica laica y tolerante. Mas ya

    en South

    Americo:

    este primado de ideas que tratan de imponerse

    brutalmente contra la realidad es considerado como un eterno ene-

    migo de la paz, porque es necesario tener razn para odiarse, para

    perseguirse, para matarse . Tras esta razn totalizadora y por ende

    totalitaria asoma la pretensin refundacional y fundamental ista

    de las distintas' facciones que se alternan en el poder, dado que

    para unos y para otros, pues, a poco andar ya no se trataba de go-

    bernar el pas sino de salvarlo, cosa grave, muy grave, de gravedad

    mortfera, porque estd

    l

    no admite control , contrapeso, equilibrio

    ni componendas . Y corno precipitado final del sectarismo intole-

    rante se constituye to~a esa lgica polt ica amigo-enemigo que

    admite nicamente las' dos salidas polares del triunfo o la emigra-

    cin ...

    El militante anticatol icismo de Alvarez encuentra en la denun-

    cia de este espr itu de intolerancia uno de sus motivo~ medulares,

    procesado junto con el sealamiento de otra serie de males que

    forman sistema con los efectos riegativos del pesado legado espa-

    . ol. De all que sea nec

    sario para nuestro progreso excluir las

    ideas, los sentimientos, las supersticiones y las costumbres hispa-

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    Por el contrario, y con el

    correr de

    su obra y de su reflexin, el

    pensamiento de Agustn Alvarez

    ha

    iba a resul tar, insensible a las

    demandas de la cuestin social , llegando inclusive en el Manual

    de patologa poltica

    a postular que la supresin de la miseriaser

    siempre el primer paso deIa libertad, en un acercamiento a laspo-

    siciones en defensa de lajusticia social que permiti posiblemente

    en su oportunidad el temprano elogio de Alicia Moreau. Sobre to-

    do cuando en La transformacion de las razas en mrica Alvarez

    considere -fiel a s acendrado laicismo- que es con el socialismo

    y no con el catolicismo como , el obrero ha entrado a ser persona,

    con derecho de vivir, de Pensar y de luchar por la emancipacin

    econmica, para el mejoramiento de su condicin social po? una

    ms justa participacin en los frutos de su trabajo . Igualmente,

    y dentro de una tradicin feminista considerable en la cultura libe-

    ral y de izquierda de esas dcadas, saludar la;incorpOTaci6n dd~~ -

    mujer al movimiento emancipador de l raza humana subyugada

    por la Iglesia divina . ,1 y.

    De manera, pues, que estas tendencias humanistas en.lo social

    no prescindan- .de consideraciones econmicas, y era tambin el

    atraso del desarrollo mater ial hispanoamericano lo que inclua

    esa especie de memorial de agravios que los hombres de estas

    latitudes se habran autoimpuesto y que en dnde v mos ex- ,

    presaba con una amargura recurrente al decir que, econmica-

    mente, al entrar en el siglo xx -la mayor parte de la Amrica

    espaola est en bancarrota -definitiva,

    Y

    el resto en moratorias .

    Para evidenciar este retraso no recurrir a las comparaciones

    con las naciones pioneras de la expansin industrial-y capitalista,

    y s a algunas regiones que no tuvieron mejorespuntos de partida

    para su crecimiento que las lat inoamericanas. Dentro de un cotejo

    que luego y hasta el presente se tornar casi un lugar comn, el

    Japn aparece ya entonces como uno de los espejos en que los

    hispanoamericanos deben contemplarse para mejor percibir sus

    variados fracasos, y. especialmente aquella Austral ia que torna

    ms ominosa la contrastacin, dado que estas t ierras que fueron

    civilizadas por los espaoles cerca de cuatrocientos aos atrs

    estn ya en un nivel moral y material muy inferior l de la Aus-

    tralia , colonia penal hasta la segunda mitad de.ls iglo ltimo .

    . Corno se observar, aquel desarrollo .econmico no era consi-

    derado independientemente del temple tico de una nacionalidad,

    lo ; ~.i ;< -.

    y mal podra haber sido de otra manera para quien haba puesto

    un claro lmite a su cientificismo al afirmar taxativamente que

    la ciencia es inmoral y su smbolo, la serpiente. Dicho inrnoralis-

    mo cient ificista solici taba entonces que, las tareas materiales de

    construccin de una nacin estuvieran fusionadas con.Ias des-

    nadas a promover una indispensable moral pbl ica. Esta. lt ima

    para Alvarez se encuentra ntimamente vinculada con los ideales

    y creencias de una poca, un grupo o un individuo, adoptando

    as el tema comteano de la capacidad de las ideas para contri-

    buir al progreso orgnico de la sociedad. Este protagonismo de lo

    simblico supera incluso a esas condiciones del medio que tan

    recurridas haban resultado por la interpretacin posit ivista, y si

    las ideas judas crearon los sentirnien tos judos corno las paganas

    los sentimientos paganos, es porque poseenigualmente una-prima-

    , .ca, sobre..Ios.sentimien

    to

    s.~y.ambin-so

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    S,G0Sturnbres que per-

    mite .fundar sobre ellas toda una sociabilidad. Al fusionarse esta

    conviccin con la ya sealada . acerca del necesario cultivo de la

    razn experimental, y de un perfeccionamiento que debe ser indu-

    cido bsicamente por el arte de la educacin, el pedagogismo de

    Alvarez toca sus ncleos fundan tes, y se comprende bien con qu

    .ahfnco tena que. promover una labor educativa encargada de re-

    producir las ideas que conforman el hilo art iculador de una volun-

    tad colectiva y de un proyecto nacional. Este y ningn otro ha

    sido justamente el motor del. prodigioso cambio operado en el

    Japn, que sin la constitucin norteamericana, sin inmigracin

    europea, sin cruza de razas, haciendo la regeneracin del petiso

    indgena por la educacin norteamericana, se levant de un salto

    maravilloso y dej atrs a toda esa Amrica hispnica contagiada,

    de la histeria del milenio y de la fe en amuletos en plena era opti-

    mista de

    ls

    ciencias positivas,

    Este educativismo no est dispuesto empero a valorizar las ideas

    que no se corporizan en esa segunda naturaleza de las costumbres,

    Porque si las creencias son el molde obligado que matriza cada.

    individualidad, es necesario que a travs de la educacin aqullas

    . devengan hbitos, aceptando el juicio de Ribot en el sentido de

    que en la rutina de la vida una masa enorme de hbitos nos mue-

    ven corno autmatas . Invirtiendo la mxima iluminista e intelec-

    tualista convencida de que. u naley puede abolir una costumbre ,

    Alvarez desconfa as de las ideas que no se hal len encarnadas en

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    insti tuciones pero, tambin de las, leyes e inst ituciones q~e, no se

    correspondan con los hbi tos especficos de una sociedad. ,; ' ,

    En este terreno tambin es donde confluye 'una-cierta sociologia

    con el cientificismo laicizante de Agustn' Alvarez. Comolasdeas

    convertidas en rutinas institucionalizadas son el-molde

    de

    losocial,

    la' consecucin, de _un pas . moderno, supone barrer conJos lastres

    del dogmatismo y la .supersticin que se oponen a ,los ,vi~ntos del

    progresismo laico. .Este l timo, en efecto, habra encontrado su

    hbitat ms fecundo en el protestantismo liberal , mientras que el

    catol icismo no habra sido ms que el aroma, espiritualdeuna civi-

    lizacin que termin por despreciar-la moral del trabajovla aspi-

    racin al .benestar 'general

    y

    elgoce de -losbienes-terrenales; (Reite-

    rando -Ia necesidad de' .aquella emancipacin mentai que figuraba

    en el front ispicio - ideolgico de -la generacin de Echeverra, el

    autor de ducacin moralv .aqu mismo q\16,)~no-sotros:'-ta'm.bin

    nos ' emancipamos del -rey' de ' Espaa, -perono de-los frailes, y.sus..

    alforjas, no del molde espiritual que produce el , t ipo- de-hombre

    espaol, y sguimos-'produciendo espaoles en 'Amrica, cien aos

    despus, .mentras

    en California y, Teias los descendientes de espa-

    ol salen anglosajones; ': porque los ideales,' lbs:

    sentmientos.y

    las

    - costumbres norteamericanas

    tramando

    .sobre la urdimbre .derlos

    instintos comunes- traducen 'una raza en otra . -Puede: entonces

    celebrar anlogamente que 'Puerto Rico pronto' vaya a',;~ambiar;de

    orientacin menta):sin camhiar. qe'sangre,'-Yi en ambos,sentid9s,

    ms importante qui~s.' que' emitii- Vlorac,iones~'e;eJIlP~-:F-n~a:s

    acerca de un texto: escrito euando ,an' eL vo'ablo :~'-mperialisrn'(i)/.~-

    estaba en-formacin -por.no-referir a las notas:d'e Engels sl:i udim

    do la anexin norteamericana de, la,mitad del tehHorio'm~xG(in0_;

    resultara. reparar en- el signifiCad'o ,de'-:e'sasfujsm~s a:firm:aciones

    que borraban las improntas' ms crasas -del:biolgjsmo,-racista;~s~

    crip to en no pocas vertientes positivistas; , ,', , ,' ,': ' :

    ,:.-bra coherente que as Juera para ,quien lanza, lahip6tesis de qu~,.

    :_.al,b,610carlas ideas y Ja, educacin en el centro ' de una-

    eVCilrllu,al

    . ~-nttoplo~a son aquelos-smbolos.los que trazan sobre uii, ~ p i-

    ,'~ie humana concebid- como un_u,niversalla's pa_rticularidades, de lo

    :que.a vece~,llama raza

    y

    o.tras, denomina 'I1distintamente pu~-

    -',blo ';

    y

    que -esclarece por fin',al referh:a la nocin: de; raza-artifi':'

    ' '' :Cial'l de Le Bon:: con ello,Alva'rez:,'no 'slo: defina, a los, 'sujetos,

    sc5iales como un: efecto --de.las ideas.,. costumbies,

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    ~n a rgumen taciones de derecho , como en la secuenc ia , que , cq .nclu-

    ye por sancionar la inferioridad intelectual del tipo africa110' a

    par ti r de la obv ia ver if ic ac in de qu~ ,~~teno

    h~..

    ict.eUnventoT del

    telgrafo ni del ferrocarril. Por)~la,pendief.lre, din(S'idbt~6~1~a.cri::.

    p~k~\qlq&~~mqF;e 1,s.eg4~d;ct~~~mb9~~1_ at~ru:ila3'P?$,tlJ~~t'l yf:(~ji'~a-

    Q1~nte~,&Clsta'de J,l11, paraJ~lj~~o~,~nt);e~l~q~r1'lar-a~t.~Il~~tsb1l\~~i.cf~mY

    R~~Rijj~.p,~JlxI Jo:~,ndiYiduQS'iqll~':_eterm:inaFa,'que ~'todo::me.stiZo ,

    ,~ ig~:,~h :~ lt)~slJn-;Jm~stjzq1mQram.:~n pocas l jneas ,es te raism

    ~I~anza el nivel de despiadada inquina como en aqullas donde

    . traza con rasgos casi zoolgicos el retrato del afem inado mulat0

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    msico o del pol tico mestizo 'de indio, de cut is lampio y gela-

    tino so vientre de eunuco . . ' ':. '

    Como al propio Bunge estos discursos sin ternura se le ocurren

    por momentos sospechosos de prejuicios raciales, se apresura' a

    responder que en definitiva estas conclusiones se apoyan en un

    realismo tan elemental corno indudables seran sus resultados.

    Ms bien, quienes deben' dar cuenta de sus prejuicios son los here-

    deros del espritu/romntico y dem'ocrtico de la Revolucin Frim-

    cesa, que tras el dogma del

    igualitarisrno

    pretenden' aplanar las

    diferencias tnicas. Ya en La t ica del porvenir ~un artculo de

    1904- haba 'enunciado esta preocupacin en trminos

    'mas

    abar-

    cadores que conviene ' reproducir: En suma,' el principi igualita-

    rio se ha desenvuelto en tal forma 'y adquirido tal 'expansin en la

    tica contempornea de los pueblos de Occidente

    .que

    'amenaza

    producir el desorden y la anarqua en la vida interna d-las

    naci-

    nes y debili tar la potencia de su 'polt ica externa ,

    ysise

    trata de

    un sofisma tremendamentepeligroso es porque puede se; profe-

    sado por' una mayorfajgnorante

    e

    inteligente, cuyos intereses

    inm~~i~f~~,

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    .~,.w,er9_R ~p~~~t9s'~la alta cultura social . ~~ ~J~l~J

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    Arp I 111ino y desde el peridico

    La

    Montaa que en .1 897 dirigi

    jUlllu con Leopoldo Lugones. Entrelazada con la crtca.moralis ta

    de la crisis de

    1890

    y con las improntas del modernismo literario,

    cstu etapa de su produccin. terica escapa, por elJo. mismo al n-

    cleo articulador de esta presentacin, ya. que

    slo-haca l

    bienio

    1898-1899 el discurso de Ingenieros se ve termmantement:e'pene=-

    trado por -categoras que se 'reclaman de una sociolgfa 'cientfi-

    ca encuadrada ahora s coherentemente dentro de las matrices 'del

    , positivismo evolucionista y darwinano. Desde entonces..

    l ;ohm-

    tarismo de vetas anarquistas ceder en favor de categonas 'extra t

    das del archivo terico spenceriano, y la fusin de estas ,n9,cines

    evolucionistas conIas del marxismo economicista produc ta' una

    sntesis l ineal ' de la cual el

    bioeconomtsmoser.

    uno de.los precipi-

    tados sustanciales, ._:' i .. /(

    J .

    ;~ i?

    Cuando en enero de

    1898

    -Ingenieros

    publica De l barbarie al

    capitalismo, -el sistema' capitalista -que en los: escritos anteniores

    haba sido masivamente descalif icado-'comi~nza aser caractniza-

    do oomo un 'rgimen que ahora contiene 10s efectos benficos de

    desarrollar -las fuerzas productivas, universaliZar:,las ,relacionesJ;LU-:

    ' manas' y generar una 'clase proletaria destinada a:speraFlq,: Mas:,si

    Ingenieros 'tmbin comparte una visin organicista de la;-sociedad,

    no poda tampoco dejar 'de interpre.tar las disfunciones d~ ese sis~

    tema como los sntomas de unos fenmenos m'prbidos' que otra

    vez adoptan la forma de la degen~racin. ,La teraputica pfopttest&

    entonces se va.,a ramificar en una serie, de estrategias:desti~uU:la's

    cada' una de ellas a atacar la enfermedad social segn 'las:caract-erfs~

    tiCas especficas que adopte de acuerdo cOn los 'diyersos:sujetos

    sociales que la padeZcan.'

    ., . . ,. . ::\ , , ,, ,; ,,;: .~\

    , Cuando ~lmal se localice en el mundo del trabajo, las ,~;yentu:ales

    tendencias antisociales debern contrarrestarse, medialt~~lUla sU;;:

    matoria de reformas que 'se plasmen en la legislacin

    d~II ~

    cQ.Qdi,

    'ciqnes laborales, tal como Ingenieros postula en, un aIt~ulQ de

    1899

    publicado ~n

    E l M ercu rio d e A mr ica y

    destmado.'a allalizar

    L d d

    t

    b . . ,

    a Joma a e ra aJo . ' .:~'. ,:..

    : Esta teraputica. de reformas, sociales demanda el precio cono,:,

    cimiento del Campo sobre el cual pretende operar ., y p~r~ ,tal,fin,sy

    acudir a una 'sociologa inspirada en los mto,qos de: la~',Gienci~s

    positivas. Los sujetos habilitados pata decir ': ' la: sociedaq' y.:: '~us

    males de'bern ser tan cient ficos como escasos, y: es < .p'~rtir

    q~.

    mnoras del saber como se podr imaginar una intervencin

    de los intelectuales sobre la esferaes ta tal .: .

    cierto, la expansin del spencerismo que tambin recubre

    convicciones del Ingenieros positivista era un fenmeno noto-

    ; sobre un espectro ms amplio del campo cultural argentino,

    eo~o

    lo revelan entre otros el juicio elogioso de Eduard' Wilde

    ,s6bre el filsofo ingls en 1883, as como la leccin 'inaugural dela

    ;- C. ttclra de filosoffa pronunciada por Rodolfo Rivarola en lafacul-

    Ja~

    portea tres aos ms tarde. En el interior de una' ontologa

    'scasamente refinada, Spencer

    lucir

    como un representante sed- ,

    ~'ef itemente cientf ico de una propuesta de lectura del hecho social '

    deritro

    de la frrea confianza en el futuro que 10 haca afirmar en

    su Esttica soci{llla inexorabil idad de un progreso que quiere ver

    despiegarse con la misma necesidad implacable con

    quese

    'desarro-

    Ita unembrin. ' ,

    , ,~,Empero, en el caso de

    Ingenieros-la

    traslacin masiva de las con-

    , s~cuencia~biologistas del darwinismo hacia el anlisis social resul-

    .n~bloqueada por la importancia acordada al factor

    econmico

    en

    'lal:ev01ucin histrica y' a la definicin delhombre como animal

    productor, cual idad que le permi'te engendrar un 'ambiente artifi-

    ~i1'

    que altera las condiciones ~n que se desenvuelve la lucha por

    ,la',vida. Al ingresar 'en el orbe especficamente humano, el deter-

    minismo biolgico se transforma en un economicismo que arroja

    9QnSecuencias tericas pacifistas sobre :el sistema, credo como est

    Ingenieros en sus

    Principios de pSico/ Jgia

    de que ' ,'ha con tinuado

    la:progreSiva atenuacin de los mtodos de lucha qe, de violenta

    ylbrutal, se transforma en pacf ica e intelectual . No obstante, y si

    b~(m J mismo 'sepreocup en diversas oportunidapes por marcar

    sus diferencias con Spencer, no v:aci l en conceder en esa misma

    cib'ra 'que quedan en pie sin mbatgo las nociones fundamentles

    del sistema,: la experiencia emprica determiha el conocimiento, las

    sensaciones son relativas 'y constituyen' la base del pensamiento; '

    la realidad es nica, todo fenmeno responde 'a un determinismo'

    riguroso, ,toda la realidad evoluciona permanentement,e. NoCiones

    que podemos traducir diciendo: la unidad de lo r~al (monismo)

    S ' transforma incesantemente (evolucionismo) por causas natura-

    les (determinismo) . Ra~a paradj ica de las ciencias biolgicas,

    la sociolog.fa se eSCnde de aqullas por la ruptura mediante' la 'ual

    la. .sbciedad misma se desprende de lo bjolgico en el hueco abierto

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    por el principio de solidaridad, posibilitado por la autoproduccin

    humana de los medios de subsistencia. En sntesis, las.sociedades

    humanas evolucionan dentro de leyes biolgicas especia les, que

    son leyes econmicas .

    . Pero adems de este referente evolucionista , en la escritura inge-

    nieriana dejan su marca la formacin mdica y su adscripcin no

    acrtica a la antropologa criminolgica que por entonces propona

    el lombrosismo. En la universidad =recapitular Ingenieros aos

    ms tarde- he cursado simultneamente dos carreras, que me per-

    mitieron adquirir nociones de ciencias fsico-naturales y de

    ,G~.Q~

    cias mdico-biolgicas; vocacionalmente cultiv las ciencias socia-

    les y no fui indiferente .a la-sotras: Especialic luego mis es tudios

    en patologa nerviosa y mental, vinculndome a su enseanza .en la

    Facultad de Medicina. Estas nuevas cuadrculas tericas se consti-

    tuan juntamente con su ingreso en otras estructurasinst tuciona- ..

    les. Hacia 1899 abandona la militancia en el Partido Socialista y

    tres aos despus renuncia a. su afiliacin. En 1900 ejerce como

    jefe de clnica en el Servicio de Observacin de Alienados. de la

    Polica de Buenos Aires, y desde 1907 dirige el Ins tituto de Crimi-

    nologa anexo a la penitenciara nacional, intentando aplicar en

    dicho organismo -como escribe en un artculo de 1907 en los

    Ar

    chivos de Psiquiatra Crimtnologia y Ciencias Afines- las conclu-

    siones prcticas de la moderna cultura evolucionista y determinista .

    De tal manera, la experiencia intelectual de Ingenieros va a estar.

    centrada entre 1900 y 1911 en la investigacin psiquitrica ycri-

    minolgica, en el estudio de cuyas dolencias va

    a

    detectar una .suer-

    te de metfora de los factores que degeneran el organismo social y

    simbolizan las crisis y perturbaciones del orden anhelado, En La

    simulacin en l lucha por l vi =Introduccin a su tesis doctoral

    sobre La simulacin de lalocura de 1900- esta pretensin resulta

    legitimada en la creencia de que precisamente en la encrucijada de

    problemas sociales y perturbaciones mentales es donde la anoma-

    Ia

    psquica del individuo se convierte en causa determinante de su

    actividad antisocial . Toda esta ideologa adquiere su sentido ms

    pleno cuando se la inscr ibe en el interior del proyecto ingenieriano

    de pensar una nacin moderna,_integrada al mercado mundial y

    a la cultura occidental se.cularizada, como, presup.uestos de una.

    evolucin pacfica hacia formas ciertas de progreso y segn para-

    digmas ofertados por algunos pases eurQpeos. A partir de estq

    48

    ., n, la cuestin social demandar la emergencia de las

    . sociales como saberes normativos que permitan integrar el

    so y segregar a los estratos sociales patologizados o renuentes

    egrarse al proyecto de una nacin moderna en el Cono Sur

    ericano.

    -C. Superada en el desarrollo nacional una etapa fundacional que

    :.: .Ingenlero.subica en el perodo inmediatamente posterior a Case-

    f.: iQs,prev que elproceso culminar en la definicin de clases socia-

    les

    estables, cuyos conflictos garantizarn un cambio ordenado ase-

    ..:~~ado a su vez por la cuantiosa acumulacin de riquezas funda-

    .mentalmente agropecuarias en esa etapa de la Argentina;

    - ..,;;~~Dell en ms, Ingenieros disear una suerte de modelo social

    .Qncntrico, donde los crculos externos son determinados por los

    -nive~sms prximos al centro, ya que si la influencia del ambien-

    ..t~

    se>:ued e desagregar- en umr instancia na:tural; otra psicolgica y:

    ~. f in una de tenor social, es esta ltima la que acta como suelo

    ante en cuyo interior, a su vez, se recorta como ncleo irre-

    ctible la capacidad productiva de los grupos sociales . En e la

    barbarie al capitalismo dicha matriz econmica es concebida como

    ,., ~~lmolde que engendra cada una de las formas de organizacin

    ' .,;

    ievestidas por la sociedad humana, y constituye el

    substratum

    en

    le. se arraigan y sustentan las diversas inst ituciones polticas,

    r-

    jurdicas, morales, etctera, que constituyen la superestructura de

    la sociedad en cada momento histrico .

    .- . - 1 .Desdeesa plataforma propia, Ingenieros imagina ,un destino ma-

    , ifiesto argentino tendido hacia la hegemona en la regin lat ino-

    americana, Ya que si el imperialismo es concebido como expresin

    pac fica de la lucha darwiniana entre las naciones , y si el expansio-

    nsrno obedece a inexorables leyes cientficas que lo ponen al abri-

    go de extemporneos juicios ; morales, en La funcin de la nacio-

    nalidad argentina en el continente sudamericano sostiene que

    este:pas puede aspirar a un liderazgo semejante en este sector lati-

    noamericano sobre la base de su riqueza creciente, su clima tern-

    plado y sus franjas de poblacin blanca en aumento. Raza, medio

    y momento seran as para Ingenieros los soportes adecuados no

    slo para convertir a la Argentina en el bastin de un futuro lide-

    razgo sudamericano; tambi~n para permitir incluir su intervencin

    ~entro de ese antiimperialismo de segunda potencia que ya hemos

    visto asomar en Carlos Octavio Bunge y que se. opondr a las pre-

    49

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    tensiones expansionistas especialmente de los Estados Unid'os

    de Amrica.

    Anlogamente a como 'el imperial ismo es contemplado no-slo

    por el discurso positivista cual un

    fenmeno

    natural,

    tambin

    bajo

    una mirada que Ingenieros desea cientfica la triloga republicana

    de- libertad, igualdad y fraternidad resulta severamente

    cuestona-

    da, dado' que cada uno de estos valores s opone respectiva 'pun-

    tualmente a los principios del determinismo, a la, notoria dispari-

    'dad observable en

    el

    mundo biolgico y al postulado darwiniano

    de la lucha por la vida. 'Es previsible' entonces que las 'nociones con

    apelaciones morales sobrevivan en, este sistema en

    un

    suerte de

    clima hostil, aun cuando se 'les' reserva 11n espacio que p-1milte

    describir sucintamente la jerarquizacin 'tica' que Ingenieros

    traduce en una evaluacin poltica y social. Porque a's cq,mo, existe

    una. moral mayoritaria cuya funcin

    reside-en

    'el mantenimiente

    del st tu qu por otraparte es menester la presenrd,e

    ll

    ele

    m rito

    dinmico que

    garantice

    la evolucin al percibir las modifi-

    caciones que se producen en el medio. Justamente, las minoras

    intelectuales son las capacitadas' para, observareste sigilo que; eh

    el horizonte: del futuro adopta la forma del

    ideal.

    De' ese modo

    emerge, el dualismo entre una tica para las masas conformistas' y

    otra para minorfas idealistas que recorrer como una invariante

    casi toda la produccin de IngenieroS.,

    Esas mismas

    lites

    son las depositarias del .programa de una

    nacin moderna que, incluso' contemple, el derecho a la diferencia,

    pero dentro de unos lmites que garariticen esa gobernabilidad que

    est siendo desestabilizada, porciertos focos disrupt ivosdentro del

    vsto proyecto de la modernidad. Al ubicarse en el, interior del

    registro' de la cuestin sOGial, este ,problema se torna indudable-

    mente complejo, puesto que es en el mismo mbito de las dase~

    trabajadoras donde resulta preciso discriminar capilarmente entre

    una energa humana animada por la moral del productor y otra

    aplicada a alterar por va revolucionaria el orden' t-abajosamente

    conquistado' . De esa dist incin debern surgir aquellas,estra tegia~

    que'diagramen en' un caso' las reformas necesarias para su ms efec-

    tiva integraci6n o pronlmcien por

    d

    con'trario el dictamen impia-

    doso que decrete la exclusin. '

    , Ser as en 'el anudamiento de la definicin, de' una cidadant

    y de la constmccin de 'una I1acin ,donde surgir la pr_oblemtica

    la nacionalizacin de las masas, sobredeterminada exasperada-

    e por 'el fenmeno inmigratorio que hemos visto ocupar la

    uura de Ramos Meja, Alvarez y Bunge, mas que tambin mo-

    'las protestas de la Unin Industrial contra los agitadores

    profesionales 'y el elemento extranjero eminentemente

    nocivo ;

    ese ao de

    19 4

    en el que por consiguiente ya se hallaba en

    y,igencia la ley de residencia promovida por ese fino escritor' del '

    :~80- que fue Miguel Can. Este mismo haba exhortado en su mo-

    mento cerrar el Crculo social dominante velar por l ante. lo

    que -junto con miembros conspicuos de su propia clas~- interpre-

    taba como la disolucin de pretendidas esencias nacionales' como

    , .'c ( 'wsecuencia del a luvin extranjero. Mas si la polt ica inmigratoria

    ~r'a uno 'de los goznes sobre los que giraba el proyecto de

    modern

    zacin argentina, era preciso hallar el modo .de no recusar masiva-.

    mente la presencia fornea, y s de imaginar alternativas rns.com :

    , ~lejas que posibilitaran su integracin productiva .en el cuerpo de

    If l; '~aci1 .Que la tarea no resultaba trivial lo indicaba la instalacin,

    en el pas del mayor nmero de inmigrantes en elmundo respecto

    la 'poblacin preexistente y la renuencia expresa de stos a

    riacionalizarse.- Un rgimen de apropiacin oligrquico de la .tierra

    Y;Qel poder, as como Jos be~eficios secundarios que los recin

    n~ga90s podan obtener de su extranjera, alimentaban las dificul-

    tades para la nacionalizacin de esas masas dentro de las cuales,

    por lo dems, se perciba tanto un envidiable ascenso social cuan-

    to.el activo fermento subversivo de las ideas y prcticas anarquistas

    }'; socialistas deque los extranjeros solan ser portadores.

    Ante este complejo cuadro, el. discurso positivista persisti en

    ~sumir una misin que en el Ingenieros de principios de siglo se ha

    tornado ,evidente: proponer yn mecanismo institucionalizado ,de

    , nacionalizacin, para lo cual la nacin ,deber ser imaginada como

    un ,dispositivo de reformas integradoras 'y di ferencias segregaCio-

    , x i~tas. Ante la cuestin social no se trata ya -escribe en

    La psieo

    p a to loga en el art e~ de apelar a las prcticas informales de la

    qiridad trad icional, y s de transformar las, instituciones que ha-

    cen posible la .injusticia . Este p( oyecto nicamente podr impo-

    nerse si la, clase gobernante comprende que el mejor antdoto no

    r;~~ide en la variable, repr~siva sino en la educacin de la clase o'bre:

    ~ , y el mejoramiento de las condiciones de vida que propugnaba

    ~l ,odigO laboral qU,ep romovi infructuosamente Joaqun V. Gon- ,

    51

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