nº 125 • 2005 masacre en el campamento a darfur u - …

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D AR D D F UR SA OP A P P V uelta a cas a BURUNDI A A ec A ci ó n GINEBRA Los r efugiados son personas, n G IN N N N N N N N NE MA SA CRE EN EL CAMP B U R UND AMENT I O D A D D OP OP A A G A A AFGANISTÁN N o 1 M IL L Ó N Muer F F U U t U U e en el desier UR UR t o LEON V V uelta uelta A, ANGOLA a cas a cas a a 2 00 00 4 N º 1 2 5 2 0 0 5 La Agencia de la ONU para los Refugiados

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Page 1: Nº 125 • 2005 MASACRE EN EL CAMPAMENTO A DARFUR U - …

DARDD FUR

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Vuelta a casa

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La Agencia de la ONU para los Refugiados

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2 R E F U G I A D O S

El año 2004 ha ofrecido buenas noticias para losrefugiados en los lugares más insospechados.Los exiliados pudieron votar en las primeras

elecciones presidenciales afganas de la historia y unamujer refugiada depositó la primera papeleta simbó-lica en un campamento del vecino Pakistán. A unmundo de distancia, una antigua refugiada fue unade las dos mujeres en representar a Afganistán porprimera vez en la historia de las Olimpiadas enAtenas.

En las ruinas de la capital liberiana, Monrovia, losrefugiados regresaron para encontrar sus casas des-

truidas, pero tambiéna vecinos deseosos decompartir lo poco quetenían con viejosamigos a los que vol-vían a ver después detanto tiempo. Escenasparecidas teníanlugar en todo el con-tinente, en SierraLeona, Angola y elCuerno de África.

Los últimos reza-gados de entre loshuidos del genocidiode Ruanda volvían a

trompicones, algunos de ellos para encontrarse conla asombrosa noticia de que sus familias habíansobrevivido a una matanza en la que unas 800.000personas fueron masacradas.

Las estadísticas mundiales reflejan que, en losúltimos tres años, el número de personas vulnera-bles “de incumbencia” del ACNUR se ha reducidoen más de tres millones y el número de solicitantesde asilo en los países industrializados ha descendidoa los niveles más bajos en 17 años. Se espera que estastendencias continúen en 2005.

También ha habido, claro está, sucesos extrema-damente conflictivos. Darfur se ha convertido en la

última gran crisis mundial, con cerca de dos millo-nes de personas huidas de sus aldeas y un númeroincontable de muertos. La Unión Europea dio labienvenida a diez nuevos miembros, pero la regiónmediterránea ha demostrado ser un cementeriopara cientos de personas que intentan llegar al con-tinente. La situación en lugares como Irak oChechenia ha dado pocas muestras de encontraruna solución.

Incluso el principio básico de ofrecer a la gentemás vulnerable del mundo un grado modesto deprotección se ha visto amenazado en muchos países,más preocupados por las cuestiones de seguridad quepor los asuntos humanitarios.

En conjunto, ha sido “un año razonablementebueno en este conflictivo mundo”, según el AltoComisionado Ruud Lubbers.

Para algunos frustrados funcionarios humanita-rios, el centro y sur de América es un “continente olvi-dado” y sus víctimas más vulnerables, “refugiados invi-sibles”, ignorados y ensombrecidos por crisis más obviascomo las de África y Afganistán.

Pero los gobiernos latinoamericanos conmemoraronrecientemente un logro histórico dentro de la protecciónal refugiado, la firma hace 20 años de la Declaración deCartagena, que ayudó a resolver una serie de guerrasen Centroamérica en los 80 y proporcionó asistencia amuchos de los dos millones de civiles que se vieron obli-gados a abandonar sus hogares.

Basándose en dicha Declaración, una reunión cele-brada en México D.F. ha aprovechado para lanzar unnuevo plan de acción con el que hacer frente a losactuales problemas de la región, especialmente la largacrisis de Colombia, donde más de dos millones de perso-nas siguen desplazadas tras décadas de guerra civil.

Lubbers alabó la iniciativa al señalar que, “en uncontexto mundial de políticas de asilo restrictivas y deerosión de los principios de la protección, resulta alen-tador ver que los países de Latinoamérica se comprome-ten a mantener unos altos niveles de protección”.

Buenas y malas noticias

Regreso desde Irán.

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El año pasado hubo buenas noticias en lugaresinsospechados.

4La crisis de Darfur ha ensombrecido otroslogros más positivos de 2004, entre otros laselecciones presidenciales en Afganistán, lasimportantes repatriaciones en varios paísesafricanos y la ampliación de la Unión Europeaa 25 estados miembros.

TitularesUn rápido vistazo a los principales sucesosocurridos en el mundo..

16 E N T R E V I S T A

El Alto Comisionado Ruud Lubbers considera2004 como un año razonablemente positivodentro de un mundo conflictivo. Señala que,como organización humanitaria, el ACNURdebería mejorar.

22 C A R T A G E N A

La Declaración de Cartagena, el pilar más importante de la protección al refugiado enAmérica Latina, celebra su 20 aniversario. Seanuncia un nuevo plan para reforzar y revitalizar la Declaración.

Hitos históricosAlgunos de los momentos culminantes de laDeclaración de Cartagena.

HistoriaLa protección al refugiado en América Latinaa lo largo de la Historia.

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4 Afganistán celebró susprimeras eleccionespresidenciales en 2004

y diez nuevos paísesingresaron en la UniónEuropea. Sin embargo, se haproducido una importantecatástrofe en Darfur, Sudán.

16 El Alto ComisionadoRuud Lubbers declaróque “el sentimiento

hacia los refugiados esmenos amistoso en muchoslugares del mundo”.

22 La Declaración deCartagena, piedraangular de los

esfuerzos para proteger a losrefugiados latinoamericanos,conmemoró su 20aniversario en noviembre.

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EEddiittoorr::Ray Wilkinson

CCoollaabboorraaddoorreess::José Riera y oficinas del ACNUR entodo el mundo

AAyyuuddaannttee ddee rreeddaacccciióónn::Virginia Zekrya

FFoottooggrraaffííaa::Suzy Hopper, Anne Kellner

DDiisseeññoo::Vincent Winter Associés

PPrroodduucccciióónn::Françoise Jaccoud, Romain Léonarduzzi

DDiissttrriibbuucciióónn::John O’Connor, Frédéric Tissot

MMaappaass::Unidad de Mapas del ACNUR

DDooccuummeennttooss hhiissttóórriiccooss::Archivos del ACNUR

CCoommiissiióónn CCoooorrddiinnaaddoorraa ddee RReeffuuggiiaaddooss eenneessppaaññooll:: Carlos Boggio, Representante delACNUR en España. Por parte de laSecretaría de Estado de Inmigración yEmigración: Estrella Rodríguez Pardo,Directora General de Integración de losInmigrantes; Miguel Ángel Aznar Nieto,Subdirector General de IntervenciónSocial; Roberto Amurrio Íñigo, Jefe deÁrea de Gestión de Programas. MaríaÁngeles Siemens, Secretaria General deEspaña con ACNUR. Responsable de laversión española de Refugiados: Karin deGrujil.

Refugiados es una publicación de laSección de Información Pública del AltoComisionado de las Naciones Unidas paralos Refugiados. Las opiniones expresadaspor nuestros colaboradores no coincidenforzosamente con las del ACNUR. Los tér-minos empleados y los mapas incluidos nosuponen una toma de posición por partedel ACNUR en cuanto al estatuto jurídicode ningún territorio o las autoridades delmismo. Refugiados se reserva el derechode editar todos los artículos antes de supublicación. Los textos y fotos sin copy-right pueden ser reproducidos sin autori-zación previa. Por favor, citen al ACNUR.Las fotografías, excepto las que tienencopyright, pueden obtenerse sólo para usosprofesionales. Circulación total: 283.700ejemplares en inglés, francés, español, ale-mán, italiano, árabe, ruso y chino. Ediciónespañola: 22.000 ejemplares, financiadapor el Gobierno español a través de laDirección General de Integración de losInmigrantes.

IISSSSNN 00225522--779911 XX

DD..LL..:: MM.. 4433..556677--11998844

Portada: 2004: los titulares delmundo.

Impresión en España:GRÁFICAS ARIAS MONTANO, S. A.

UUNNHHCCRR -- AACCNNUURRP.O. Box 25001211 Ginebra 2, Suizawww.unhcr.chwww.acnur.org

La Agencia de la ONU para los Refugiados

N ° 1 2 5 - 2 0 0 5

MINISTERIODE TRABAJOY ASUNTOS SOCIALES

Dirección Generalde Integraciónde los Inmigrantes

Secretaría de Estadode Inmigración yEmigración

Subvencionado por:

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REPASO DEL

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L AÑO 2004

Darfur en llamas. Un rebelde sudanés en una aldea destruida.

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EL AGUJERO de bala alojado en las profundi-dades de la larga frente de EmmanuelMurangira proporciona un elocuente tes-timonio del genocidio. Bandas de milicia-nos ocuparon durante días su pueblonatal, acuchillando y disparando a susoponentes étnicos y políticos. Un asom-

broso número de 25.000 civiles -hombres, mujeres,niños… cualquiera a quien pudieran atrapar- fueronasesinados en este lugar en cuestión de horas. Entrelas víctimas se encontraban la mujer de Murangira,sus cinco hijos y más de 40 miembros de su familia. Élfue uno de los cuatro supervivientes que escapó,haciéndose el muerto en el fondo de una pila de cadá-veres mientras le sangraba a chorros la herida de lacabeza.

En total, se calcula que murieron 800.000 per-sonas a lo largo del país en una orgía de sangre

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EmmanuelMurangira.

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Vuelta a laescuela enAfganistán.

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eno en un mundo conflictivo

que duró 100 días. El mundo observó horrorizado,aunque mudo en gran medida, mientras se produ-cía la tragedia, negándose directamente a interve-nir, ayudar o incluso aceptar la terrible palabra:genocidio.

El 6 de abril, Ruanda conmemoró el 10º aniversariode lo que fue tardíamente catalogado como genocidio.Murangira jugó un pequeño pero conmovedor papelguiando a los escasos visitantes a través del sombríomonumento conmemorativo de la matanza en su pue-blo de Gikongoro, al sur de Ruanda, a sólo unos metrosde donde su familia cayó masacrada.

El complejo de edificios fue en tiempos una escuela.Pero, en cada sala, los pupitres han sido sustituidos porestantes bajos de mimbre donde se apilan los esquele-tos de algunas víctimas. Especialmente desgarradoresresultan las formas contorsionadas de unos niñospequeños, acurrucados en postura fetal, a la defensiva,

como si sus fantasmales calaveras aún profiriesen gri-tos aterrorizados.

En tan sólo una década desde aquellos terriblessucesos, se ha restablecido una frágil paz entre lasprincipales tribus del país, los hutus y los tutsis. Kigali,la capital, vuelve a llenarse de tráfico comercial y nue-vos edificios. Las colinas de Ruanda están vivas con elsonido de las familias de granjeros que se afanan en elcultivo y la cosecha de té, café y otros productos.

Más de 2,5 millones de personas huyeron en 1994,congregándose en masivos campamentos de los veci-nos Zaire y Tanzania. Cuando el ACNUR y otras agen-cias intentaron ayudar a esta gente, y sin saberlo amuchos de los asesinos (los interahamwe), que habíanhuido de la escena del crimen y se habían infiltrado enlos campos, se vieron envueltos en la más confusa ycompleja operación humanitaria desde la segundaguerra mundial (revista REFUGIADOS n.° 123).

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Pero, a principios de 2004, los campos habían desa-parecido, y la mayor parte de los refugiados y tambiénmuchos exiliados de anteriores crisis ruandesas -untotal de 3,2 millones de personas- volvieron a su deso-lada patria por avión, en flotas de camiones y autobu-ses y, algunos, tras muchas semanas de caminar porselvas, montañas y sabanas de altos pastizales.

La reconciliación nacional sigue siendo frágil e incom-pleta, pero, dada la magnitud de la tarea, puede ser consi-derada a pesar de todo como un pequeño milagro.

“Tenemos que aprender a vivir en paz otra vez”,dice sencillamente Murangira a un visitante, reflejan-do un cierto desasosiego con respecto al futuro.

Sus esperanzas y las decenas de conmemoracionesoficiales celebradas por el genocidio a lo largo de estahermosa pero atormentada tierra del África centralsuponen una especie de renacimiento para Ruanda,pero también una advertencia: la de que no hay quepermitir que sucesos parecidos vuelvan a ocurrir.

El escarmentado expresidente estadounidense BillClinton, bajo cuya égida se produjeron las matanzas,admitió en un mea culpa que se equivocó: “No actua-mos rápidamente cuando empezaron las matanzas.Tardamos demasiado en llamar a estos crímenes porsu verdadero nombre: genocidio”.

OTRA VEZ NOANTES DE EXPERIMENTAR DE NUEVO una crisis parecida,el mundo suele disfrutar de años o incluso décadas derespiro durante los cuales los mayores horrores delgenocidio y las enfáticas promesas de “nunca más”empiezan a borrarse y a desaparecer. La concienciacolectiva internacional olvida rápidamente.

Pero el año pasado, mientras Ruanda celebraba suaparente liberación, se gestaba otra catástrofe 1.500kilómetros más al norte.

Desde hacía algún tiempo las señales eran eviden-tes, pero apenas se les había prestado atención. En unafecha tan temprana como el verano de 2003, elACNUR comenzó a proporcionar asisten-cia a un pequeño pero creciente número derefugiados sudaneses que huían de la parteoccidental de su país en dirección al vecinoChad. A finales de ese mismo año, cuandola población refugiada aumentó a 75.000personas, advirtió por primera vez al mun-do de la “limpieza étnica” y de la “emer-gencia invisible” en la región sudanesa deDarfur, a la que acabó calificando como la“peor crisis humanitaria” de la agencia.

En una época de televisión instantánea,de emergencias que se miden por los cien-tos de miles y a veces millones de víctimas,otras crisis aparentemente menores tardantiempo en cobrar velocidad antes deimpactar sobre la conciencia global.

Chad y Darfur, pese a situarse a caballoentre un rico crisol de tribus y a estar sur-cadas por las antiguas rutas de caravanas

africanas, se encuentran muy alejadas de las principa-les redes de comunicación actuales, tienen difícil acce-so y comprenden uno de los territorios más hostiles delmundo, con desiertos, monte bajo, montañas y un calorabrasador. Los refugiados traían consigo espeluznantesrelatos de masacres y crímenes, pero resultaba difícilconfirmar de manera independiente lo que estaba ocu-rriendo en el interior de Darfur.

El mandato del ACNUR es trabajar con los refugia-

Bajo arresto enLampedusa, Italia.

EL AÑO PASADO, MIENTRAS RUANDA CELEBRABA SU APARENTE LIBERACIÓN,SE GESTABA OTRA CATÁSTROFE 1.500 KILÓMETROS MÁS AL NORTE.

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La reconstrucciónde Bosnia.

Vigilancia en lasnuevas fronteras deEuropa.

dos fuera de sus países natales y no había ningunaorganización internacional operando dentro deDarfur, porque el Gobierno sudanés la había ais-lado completamente del mundo exterior.

Darfur se pudría en el vacío y era ignorado porcasi todos.

Pese a las repetidas advertencias enviadas porla agencia desde el Chad, “sólo seis meses más tar-

de, cuando ya sehabía expulsado acientos de milesde personas de susaldeas y asesinadoa otras muchasmiles, empezó la

comunidad internacional a hablar de enviar ayu-da a Darfur”, recordaba el Alto ComisionadoRuud Lubbers en una reciente entrevista.

Las semillas de esta crisis se habían echadomucho antes, en los años 80, cuando unas sequíasde proporciones catastróficas destruyeron el deli-cado ecosistema de la región, preparando el terre-no para los enfrentamientos entre las comunida-des de granjeros, en su mayoría negroafricanos, yde nómadas árabes (ambas, sin embargo, de mayo-ría musulmana), a medida que siglos de cohabita-ción degeneraban en una guerra por los men-guantes recursos de tierras y agua.

Apoyados supuestamente por el Gobierno

central y blandiendo anticuados fusiles de chispay modernos rifles AK47, los asaltantes a caballo,que caían repentinamente sobre las aldeas parasaquear, violar y calcinar, recibieron el calificati-vo utilizado antiguamente en Darfur para losbandidos: janjaweed o “diablos a caballo”. Cientosde comunidades fueron destruidas. Nuevos gru-pos guerrilleros que se hacían llamar el Ejércitode Liberación de Sudán y el Movimiento por laJusticia y la Igualdad surgieron como defensoresde los aldeanos.

Movida por la amenaza de sanciones interna-cionales, Jartum, negando todavía que existieseninguna emergencia, abrió de mala gana la zonaal escrutinio y la ayuda exterior. Cientos de traba-jadores humanitarios, entre ellos el personalsobre el terreno del ACNUR, y un puñado de tro-pas de pacificación inundaron la región y queda-ron conmocionados por la devastación.

Para finales de 2004, unos 200.000 civileshabían conseguido entrar en Chad, donde, pese aestar relativamente seguros, seguían viviendo enel filo de la navaja, recibiendo la ayuda justa paraseguir vivos y poco más. Muchos exhibían lascicatrices de los brutales asaltos y se habían vistoobligados a abandonar a esposas, maridos y espe-cialmente niños a un destino incierto.

En Darfur, la Organización Mundial de laSalud (OMS) estimaba que hasta 70.000 civileshabían muerto por problemas relacionados con laguerra, como la enfermedad y la desnutrición,pero no existía un cálculo preciso sobre el núme-ro de muertos en combate. Al menos 1,8 millonesde personas habían huido de sus hogares despuésde ver cómo violaban y secuestraban a sus muje-res e hijas, cómo asesinaban a sus amigos y veci-nos y destruían sus casas. Los supervivientesescapaban al desierto y las montañas hasta conse-guir refugio en uno de los rudimentarios campa-mentos levantados precipitadamente por los tra-bajadores humanitarios, pero aun así sus vidasseguían pendiendo de un hilo.

“Si nuestros hombres intentan salir (a buscarcomida o seres queridos), mueren”, le decía ungrupo de mujeres a un visitante. “Si salimos noso-tras, nos violan. Tenemos esas dos posibilidades”.

Consciente de la pasividad internacional enRuanda, la palabra “genocidio” salió rápidamentea la superficie en Darfur, tanto que, en su declara-ción ante el Comité de Asuntos Exteriores delSenado en septiembre del 2004, el Secretario deEstado norteamericano Colin Powell la usó dosveces en la misma frase: “(El Gobierno) concluyeque se ha cometido genocidio en Darfur… y esposible que el genocidio no haya acabado”.

La ONU envió una misión para determinar silos hechos merecían un nombre tan radical.Algunas organizaciones de derechos humanosreconocieron la existencia de sucesos terribles enDarfur, pero vacilaron a la hora de usar la máxi-ma condena de la conducta humana.

El New York Times intentó buscarle un senti-do al caos y la incertidumbre en un largo artículo:“Si esto es un genocidio, no se parece mucho a los

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6 de abrilDécimo aniversario delgenocidio en Ruanda. En unaorgía de sangre que duró 100días, hasta 800.000 personascayeron asesinadas por losextremistas hutus. Casi la mitadde los 6,5 millones dehabitantes fueron asesinados ohuyeron del país, que desdeentonces ha dado importantespasos para su reconstrucción.

1 de mayoDiez nuevos países ingresan enla Unión Europea, creando unbloque de 25 miembros con 455millones de personas. La Unióncompleta la primera fase de unambicioso proyecto plurianualpara armonizar sus programasde inmigración y asilo, una delas cuestiones más complejas ypolémicas a las que se enfrentael continente.

3 de junioLa amenaza sistemática ycreciente que afrontan losdesarmados trabajadoreshumanitarios se pone de relievecuando cinco miembrosholandeses de Médicos SinFronteras caen asesinados en laprovincia afgana de Badghis.

21 de julio Los últimos de losaproximadamente 280.000refugiados sierraleonesesregresan a su país tras haberhuido de una guerra civil dediez años que finalizó en 2000.El Alto Comisionado RuudLubbers declara que larepatriación y similaresdesplazamientos en Liberia,Eritrea, Angola y otros estadoshan marcado “el Año delRetorno” en África.

14 de agostoSin embargo, la fragilidad de lasituación en África central sepone de manifiesto cuandocriminales equipados con armasautomáticas, machetes ygranadas masacran a 156congoleños, en su mayor partemujeres y niños, en el Campode Gatumba, en Burundi. Se

trata de una de las peoresatrocidades de todos lostiempos cometidas contrarefugiados.

9 de septiembreEl Secretario de Estadonorteamericano Colin Powelldeclara que “se ha cometido ungenocidio en Darfur, que elGobierno de Sudán y lasguerrillas janjaweed sonresponsables y queposiblemente el genocidio aúnno ha acabado”. Casi dosmillones de personas se hanvisto desplazadas en lo que laONU califica como la peorcrisis humanitaria del mundo yal menos 70.000 han muertocomo resultado del conflicto.

21 de septiembreEl ciudadano número un millónde Bosnia y Herzegovina, de los2,2 millones de desplazados entres años de guerra a mediadosde los años 90, regresaoficialmente a su casa.

1 de octubreEl ACNUR comienza unprograma de tres años pararepatriar a hasta 340.000

liberianos desplazados por lasguerras constantes en eseestado del occidente africano.También regresarán a sushogares un número similar dedesplazados internos.

9 de octubreAfganistán celebra eleccionesgenerales y Hamid Karzai esnombrado presidente mientrasel país prosigue sureconstrucción. Durante esteaño regresan unas 800.000personas, uniéndose a los másde tres millones de civiles quehabían vuelto en los dos añosanteriores.

14 de octubreEl disfuncional estado deSomalia, situado en el Cuernode África, recibe un ligeroempujón de moral cuando elantiguo soldado y jefe militarAbdullahi Yusuf Ahmed juracomo presidente en unaceremonia celebrada en lavecina Kenia. Cuando el país sevino abajo durante los años 90,murieron al menos mediomillón de personas y variosmillones resultarondesplazadas.

24 de octubreLa minoría de ciudadanos serbiosboicotea las elecciones generalesen la provincia de Kosovo,administrada por la ONU,comprometiendo su futuropolítico. Casi 900.000ciudadanos de origen albanéshuyeron o fueron expulsados dela región por las autoridadesserbias en 1999, antes de que lastropas de la OTAN detuviesen lalimpieza étnica. La mayor partede los albaneses regresaron a suscasas, pero unos 220.000 serbiospermanecen desplazados.

22 de noviembreSe conmemora en México D.F. el20 aniversario de la Declaraciónde Cartagena. La Declaración, novinculante y firmada por 10países latinoamericanos, se ideópara afrontar los desafíos de unaépoca de guerras violentas en laque más de dos millones depersonas huyeron de sus hogaresen Centroamérica a mediados delos 80. Como dato significativo,amplió diversos capítulos de losprincipios de la Convención deGinebra para los Refugiados de1951.

Los hitos de 2004

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Liberia: regreso a un futuro incierto.

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que hemos visto anteriormente”, señalaba. “Es, encambio, indistinto e informal; las matanzas se produ-cen entre bastidores. Se trata de la destrucción de unpueblo en un lugar donde es virtualmente imposibledistinguir la incompetencia de la conspiración. ¿Estáhecho a propósito, diseñado por el genio más malvadode todos los tiempos, o es una prueba más de la absolu-ta maldición de un Gobierno? Los genocidios, parece,pueden ocurrir inadvertidamente”.

LAS CIFRAS DISMINUYEN DE NUEVOLA DESGRACIA DE DARFUR ha ensombrecido otros acon-tecimientos relacionados con los refugiados, tantopositivos como negativos, de 2004, un periodo queLubbers ha calificado en conjunto como “un año razo-nablemente bueno en un mundo conflictivo”.

Desde que el Alto Comisionado asumió el cargo aprincipios de 2001, el número de refugiados y de otrosgrupos “de incumbencia” del ACNUR ha disminuidodesde 21,8 millones a entre 16 y 17 millones en 2004. Elmayor descenso se produjo en 2003, cuando las cifrasse redujeron drásticamente en más de tres millones. Elnúmero de solicitantes de asilo en los países industria-lizados alcanzó también sus niveles más bajos en 17años. Sólo durante los nueve primeros meses de 2004,

el número de solicitantes de asilo disminuyó un 22 porciento, a 271.700 personas. Se espera que ambas ten-dencias continúen en 2005.

Afganistán continuó siendo la mayor operación derepatriación y casi 800.000 desplazados regresaron asus hogares en 2004. Se unieron a más de tres millonesde compatriotas que ya habían regresado a sus pueblosy aldeas desde que el régimen talibán cayó derribadopor la coalición militar dirigida por EE.UU. y desde elestablecimiento de un Gobierno de transición a finalesde 2001. El país celebró su primera votación democrá-tica de la historia el pasado mes de octubre, uno de lossucesos más importantes del año, en la que salió aplas-tantemente elegido como presidente el jefe deGobierno interino Hamid Karzai.

Pese a Darfur, se habló de África en su casi totalidadcomo de un “continente de regreso a casa”. Se acabaronlos años de guerra civil en Liberia y el ACNUR empe-zó una operación de tres años con el objeto de ayudar aempezar una nueva vida a 340.000 refugiados queviven en los estados vecinos y a un número similar dedesplazados en el interior de Liberia.

Se completó también con éxito una operación derepatriación de 280.000 sierraleoneses después de unadécada de guerras en el país. Hubo retornos masivos enAngola, África central y el Cuerno de África. Un nue-vo presidente se hizo cargo del frustrado estado deSomalia, aunque lo hiciera en la vecina Kenia, ofre-ciendo al menos un rayo de esperanza a esa oscuraregión y a un incontable número de somalíes sin hogar.

Diez nuevos estados ingresaron en la Unión

Europea el 1 de mayo, creando el mayor bloque políticoy económico del mundo con 25 países y 455 millones depersonas. Al mismo tiempo, la UE dio los últimos reto-ques a la primera fase de un ambicioso proyecto plu-rianual que pretende armonizar los procesos de inmi-gración y asilo.

El refugiado número un millón, de los aproximada-mente 2,2 millones que resultaron desplazados enBosnia y Herzegovina durante la guerra de los años 90,regresó a su casa en otoño.

En 2004 se celebraron dos acontecimientos históri-cos relacionados con la protección al refugiado.

Uno fue el 50 aniversario de la Convención de 1954relativa al Estatuto de las Personas Apátridas, el prin-cipal instrumento legal de ayuda para millones de per-sonas que no cuentan con un país al que llamar oficial-mente su hogar. Dado que las disputas en torno a laciudadanía provocan en ocasiones desplazamientos yéxodos de refugiados, en 1974 la Asamblea General dela ONU solicitó al ACNUR, como interlocutor naturalen ausencia de una organización dedicada a los apátri-das, que proporcionase una cierta ayuda legal a dichaspersonas. La concesión el año pasado de la ciudadaníaen Sri Lanka a 300.000 cabezas de familia de origenindio supuso un notable éxito.

Los países latinoamericanos celebraron un memo-rable logro de la protección durante una ceremoniaque tuvo lugar en México D.F. en noviembre: el 20 ani-versario de la Declaración de Cartagena. El documen-to, de carácter no vinculante, se redactó como respues-ta a una serie de guerras en los años 80 que asolaronCentroamérica y obligaron a más de dos millones depersonas a abandonar sus pueblos y aldeas.

Después de varios años en los que el número derefugiados vulnerables reasentados permanentementeen países como Australia y Canadá se había reducidoen más de un 50 por ciento, la tendencia se invirtió en2004, especialmente en Estados Unidos.

La Unión Europea manifestó que exploraría la posi-bilidad de aceptar un importante aumento en el nume-ro de refugiados reasentados en su territorio, pero sóloen un futuro aún lejano.

PROBLEMAS, PROBLEMASTAMBIÉN, SIN DUDA, se han producido numerosos suce-sos negativos en el mundo.

Aunque el número de refugiados y solicitantes deasilo haya sufrido un constante descenso en 2004, lascuestiones relacionadas con la inmigración han segui-do estando muy politizadas y la protección de las per-sonas vulnerables del mundo ha continuado deterio-rándose.

Su seguridad, según tuvo que recordar a los gobier-nos la directora de protección internacional de la agen-cia, Erika Feller, “es una necesidad humanitaria, nouna preferencia política”. A lo que el Alto Comisiona-

“SI NUESTROS HOMBRES INTENTAN SALIR, MUEREN. SI SALIMOS NOSOTRAS, NOS VIOLAN.TENEMOS ESAS DOS POSIBILIDADES.”

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do Ruud Lubbers añadió: “En los últimos años, la poli-tización de la inmigración, la confusión entre refugia-dos y emigrantes económicos y el temor a las redescriminales y terroristas se han combinado para ero-sionar el asilo en muchos países. Paradójicamente,todo esto se produce sobre un telón de fondo de decli-ve en el número de refugiados y solicitantes de asilo”.

Tras 21 años de guerra civil, las agencias esperabanpoder empezar en 2004 la repatriación de unos500.000 refugiados sudaneses al sur del país, pero, acausa de lo ocurrido en Darfur y otros problemas, estaimportante repatriación se mantiene a la espera, almenos temporalmente.

También en 2004 se depositaron esperanzas en elretorno, tras la caída de Saddam Hussein, de cientos demiles de iraquíes que llevan años exiliados, pero, aun-que unos 100.000 han regresado desde los países veci-nos, muchos de ellos espontáneamente (el ACNURayudó a unas 19.000 personas a retornar, especialmentedesde Irán), la repatriación a gran escala se ha aplazadomientras el país permanezca tan inestable.

En un entorno, por lo demás, relativamente benig-no en Latinoamérica, más de dos millones de personas

seguían desplazadas en Colombia, y cientos de mileshuidas a los estados vecinos. Colombia continuó sien-do, sin duda, la mayor crisis humanitaria del hemisfe-rio occidental.

Los ciudadanos de origen serbio boicotearon laselecciones generales celebradas en la provincia deKosovo, administrada por la ONU, suscitando nuevasdudas sobre el futuro de esa conflictiva región.Apenas hubo progresos en lo que respecta a solucio-nar el futuro de más de 534.000 desplazados que vivenen Serbia y Montenegro, al sur de Europa, incluidos220.000 serbios de Kosovo. Una historia parecida es lade los 104.000 refugiados de Bután, que llevan más deuna década confinados en campamentos del vecinoNepal.

En total, cerca de siete millones de refugiadossiguen, después de muchos años, languideciendo enlas denominadas oficialmente “crisis prolongadas” delos lugares más conflictivos del mundo. Aunque sehan producido avances en algunas de las más durade-ras y tenaces, incluidas Afganistán, Angola y SriLanka, sigue habiendo al menos otros 38 “puntosnegros”. La última palabra de moda define a la genteatrapada en este tipo de emergencias como refugiados“en almacén”.

Además de estos antiguos refugiados, unos 25 millo-nes de personas, de las que 4,4 millones reciben ayudadel ACNUR, seguían desplazadas en sus propios países,estando sujetas a la autoridad de sus gobiernos en vezde a la protección de las agencias internacionales y alderecho internacional sobre refugiados.

La situación en la república rusa de Chechenia y eldestino de unos 50.000 civiles desplazados de la vecina

DESDE PRINCIPIOS DE 2001, EL NÚMERO DE REFUGIADOS YDEMÁS GRUPOS DE INCUMBENCIA DEL ACNURSE HA REDUCIDO EN UN 22 POR CIENTO

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Ingushetia se enconó aún más a causa de un incidenteterrorista, posiblemente el más terrible del año, en elque un grupo separatista checheno secuestró unaescuela en la ahora siniestra ciudad de Beslan: murie-ron 344 niños, maestros y otros inocentes durante unenfrentamiento con las fuerzas de seguridad.

Los peligros acechan por doquier para los refugia-dos y el personal sobre el terreno que intenta ayudar-los. Además del número desconocido de civiles quemueren directamente por conflictos como el deDarfur o indirectamente como resultado de la guerra(aproximadamente 3,3 millones de personas fallecie-ron tras años de luchas en la República Democráticadel Congo), un informe exhaustivo sugiere que unas4.000 personas, solicitantes de asilo en potencia, mue-ren ahogadas cada año intentando llegar a un lugarseguro, especialmente Europa, Australia oNorteamérica.

Incluso a veces, cuando los civiles llegan a la apa-rente seguridad de un campo de refugiados, resultaser una ilusión. Más de 150 congoleños, sobre todomujeres y niños, fueron asesinados en agosto cuandounos asaltantes equipados con armas automáticas,machetes y granadas invadieron el campo de refugia-dos de Gatumba, en el estado africano de Burundi.

El grupo humanitario Médicos Sin Fronteras sacóa sus efectivos de Afganistán después de que cinco desus trabajadores fueran asesinados en el país. Dosmiembros de Save the Children murieron cuando suvehículo pasó sobre una mina en Darfur. Irak se haconvertido en una región virtualmente prohibidapara los trabajadores humanitarios, a los que sesecuestra cada vez que los insurrectos quieren apare-cer en titulares.

Un año antes, al morir 22 personas en la destruc-ción del Cuartel General de la ONU en Bagdad,REFUGIADOS escribía: “El resultado es que lo que lasagencias decidan hacer tendrá menos peso en defini-tiva que la política de las milicias y ejércitos en loslugares conflictivos del mundo. Si éstos siguen igno-rando las necesidades humanitarias a favor de lo queobviamente consideran ventajas políticas y militarescuando atacan a los trabajadores de ayuda, puede queresulte difícil diseñar estrategias de compromiso quepermitan a los funcionarios humanitarios trabajareficazmente en un entorno mínimamente seguro”.

Poco parecen haber cambiado las cosas en el añotranscurrido.

EUROPA Y LA PROTECCIÓNEN NINGÚN LUGAR fueron las fricciones entre la durarealidad política y las obligaciones humanitarias tanevidentes como en las playas de un recluido destinoveraniego llamado Lampedusa.

Por encontrarse a tan sólo 100 kilómetros de lascostas de África, el pasado mes de septiembreLampedusa se convirtió en un imán para miles deafricanos -una mezcla de emigrantes económicos yauténticos solicitantes de asilo- y para algunos trafi-cantes de personas, deseosos de hacinarlas en barcosdesvencijados con el fin de introducirlas en Europa.

En sólo un fin de semana de septiembre arribaronmás de 1.200 personas a Lampedusa, una formaciónrocosa de 12 kilómetros cuadrados en la superficie del

Los refugiados ylos trabajadoreshumanitarioscontinuaronsufriendopersecuciones yasesinatos en 2004.Algunas de lasvíctimas de unataque contra uncampo derefugiados enBurundi en el quemurieron 156personas.

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mar Mediterráneo. El pintoresco puerto se convirtióen cementerio de una abigarrada colección de navesdispuestas en todo tipo de ángulos, medio hundidascomo juguetes en las oleaginosas aguas tras haberentregado su cargamento humano.

Italia estaba harta. Pidió tiempo para resolver lo queel Ministro del Interior Giuseppe Pisanu calificó comoun “ataque organizado contra nuestras costas”. Las auto-ridades devolvieron a Libia por avión a muchos de losposibles emigrantes sin darles la oportunidad de presen-tar una solicitud de asilo, infringiendo la Convención de

Ginebra de 1951 sobrelos Refugiados de la queItalia y otros países dela UE son firmantes.

Pisanu no cejó en suactitud, declarandoque “los desesperadosque creen que puedenvenir a Italia ilegal-mente deben saber queserán devueltos alpunto de donde partie-ron en cuanto hayanrecibido ayuda huma-nitaria”.

Italia recibió apoyode otros países europeos.Alemania desveló unconfuso plan que pre-tende establecer unaserie de centros en Áfri-ca del norte para exami-nar o controlar a la olea-da de desesperados afri-canos antes de que denel salto a Europa. Elplan era poco explícito,pero generó voces deprotesta en otros países,como Francia, cuyoMinistro del Interior,Dominique de Villepin,

insistía: “Para Francia es imposible aceptar campos o refu-gios de tránsito de cualquier tipo”.

Sin dejarse amilanar, los estados noreuropeos sugi-rieron la posibilidad de establecer otros centros fuerade Europa, en países vecinos como Ucrania, donde seexaminaría a los posibles solicitantes de asilo. Comoera previsible, Kiev rechazó la propuesta.

Gran Bretaña ha endurecido sus leyes, manifestan-do que los solicitantes de asilo que lleguen sin docu-mentos de identidad pueden sufrir penas de cárcel dehasta dos años, una política que también viola laConvención de Ginebra.

España, otro popular punto de entrada dentro delvulnerable Mediterráneo europeo, ha empezado a ins-

talar barreras electrónicas en su costa sur, junto aMarruecos, y en parte de las Islas Canarias, para detec-tar y detener a las flotillas de inmigrantes que llegan.

Como reflejo del estado de sospecha y rechazo enalgunas zonas de la Unión, el Ministro danés deRefugiados, Inmigrantes e Integración, BertelHaarder, presentó una propuesta dirigida a separar alos refugiados con desventajas sociales de aquéllos quesaben leer, escribir y hablar otras lenguas y que, engeneral, “pueden contribuir a la sociedad danesa yencontrar trabajo”.

En un arranque de honestidad que revela los pro-blemas a los que se enfrenta al encontrar alojamientopara los solicitantes de asilo, una portavoz de la policíasuiza y del Servicio de Inmigración de la capital,Berna, explicaba con franqueza: “El alojamiento queproporcionamos a los refugiados es de por sí muy bási-co. Así que, para los solicitantes de asilo que han sidorechazados, tengo que encontrar algo de menos cali-dad, y eso significa un sótano”.

GRIETASPARA RAYMOND HALL, director del Bureau Europeo delACNUR, los sucesos del Mediterráneo ponen demanifiesto las grandes grietas en la política global delcontinente con respecto a los solicitantes de asilo,incluso después de años de intentos armonizadores.

Los denominados estados “en la línea del frente”,como Italia en el sur y los nuevos estados miembros deEuropa del este, cargan con una enorme parte del pesoeconómico y físico a la hora de valorar, alojar, aceptar o,en última instancia, rechazar al grueso de los queintentan entrar en Europa. Durante incidentes comoel de Lampedusa, eso “crea una sensación de pánicosobre la política a seguir y se traduce en el fenómenode la Europa de las puertas cerradas”, según Hall.

Los estados necesitan “compartir esa carga” demodo más equitativo -una frase muy repetida en eldebate sobre el asilo-, insistía el Alto ComisionadoRuud Lubbers, pero “lo que vemos en cambio es unatendencia a pasar la carga a otros estados de la UE oincluso a países fuera de la Unión que están mal equi-pados para gestionar las solicitudes de asilo”.

La ausencia de medidas comunes entre los estadosmiembros a la hora de valorar las solicitudes de asilo esotra importante fuente de quebraderos de cabeza.Austria, por ejemplo, admite cerca del 95 por ciento delas solicitudes presentadas por chechenos -los rusosson mayoritarios entre los grupos que intentan entraren Europa- mientras que el mismo grupo tiene unatasa de admisión de casi cero en Eslovaquia.

“Esto no es la Europa armonizada”, afirmabaRaymond Hall. “Que Europa no se sorprenda si lossolicitantes de asilo se trasladan de un país a otro enbusca del mejor sitio donde presentar una solicitud”.

Lubbers señaló que, al mejorar la eficacia de los sis-temas individuales de asilo, una vieja propuesta del

PESE AL PELIGRO DE QUE SE PRODUZCAN NUEVAS CRISIS, LOS FUNCIONARIOS HUMANITARIOS MÁSVETERANOS PRONOSTICAN QUE EL NÚMERO GLOBAL DE PERSONAS QUE PRECISAN AYUDA DEL ACNURSEGUIRÁ DESCENDIENDO EN 2005.

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Parientes y amigosse reúnen porprimera vez enmuchos añosdurante laemergencia,prácticamenteolvidada, del SáharaOccidental.

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ACNUR, y alcanzar decisiones más equilibradas en lavaloración inicial, en vez de tener que recurrir asegundas y terceras apelaciones, los beneficios seríanmúltiples: decisiones más rápidas y justas, sistemasmás eficientes y grandes ahorros en un área donde losprincipales países gastan al menos 10.000 millones dedólares al año.

“La realidad (actual), me temo, es que los sistemasde asilo europeos no siempre ofrecen a los refugiados laprotección que necesitan o incluso la posibilidad depresentar su solicitud”, escribía Lubbers en un recien-te artículo en un periódico.

Todo esto conlleva un cierto grado de ironía. En unmomento en el que sigue siendo extremadamente difí-cil, si no imposible, entrar y vivir legalmente enEuropa, la Organización Internacional del Trabajo hapublicado un informe según el cual, debido a su pobla-ción envejecida y menguante, el continente necesitaurgentemente una buena transfusión de sangre joven,en la que se incluyen los refugiados.

“Una mayor inmigración será posiblemente uno delos elementos necesarios para asegurar que el bienes-tar de Europa dentro de 45 años es similar al actual”,señala el informe. “La realidad demuestra que losrecién llegados rejuvenecen las poblaciones y estimu-lan el crecimiento sin producir inflación”.

UN LARGO PROCESOEN LA VÍSPERA DEL 1 DE MAYO, con la pompa y la cere-monia que marcaría la mayor expansión experimenta-da por Europa, y sin apenas publicidad, los ministrosaprobaron las últimas cinco leyes, conocidas oficial-mente como directivas o regulaciones, destinadas aarmonizar los programas de asilo. Sin embargo, elacontecimiento histórico no supuso más que el final dela primera fase de un proceso en marcha que acaba deentrar en su segunda fase.

Este proceso había comenzado años antes, en juniode 1990, cuando los gobiernos se reunieron en la capi-tal irlandesa y aprobaron la Convención de Dublínque, por primera vez, establecía las responsabilidadesde cada país a la hora de examinar las solicitudes de asi-lo. Cuando la Convención demostró su ineficacia, sevolvió a definir el papel de los estados miembros en eldenominado Dublín II.

Le siguieron otros tratados y, en 1999, lasConclusiones de Tampere establecieron objetivos polí-ticos para la Unión. Éstos, según se ponía de relieve, sebasaban en “el respeto absoluto por el derecho a solici-tar asilo” y “el cumplimiento total y completo” de laConvención de 1951.

Estas nuevas regulaciones y directivas supusierongrandes avances, entre otros la definición común derefugiado; el acuerdo para que otros grupos reciban ladenominada protección “subsidiaria”; el reconoci-miento de la persecución sexista, y los niveles míni-mos del subsidio social, laboral y sanitario.

La legislación, bien recibida como estaba en algunos

ámbitos, recibió críticas diversas. En su momentoRaymond Hall la calificó como un auténtico primerpaso, para luego preguntarse: “¿Es realmente tanambiciosa y noble como hubiéramos deseado? Dehecho, pese a algunos avances, ha resultado decepcio-nante en cuanto a la protección que ofrece a los refu-giados genuinos. El proceso no ha estado a la altura delas expectativas que teníamos cuando lo iniciamos”.

Existe, manifestó, una fuerte paradoja en la actitudde Europa. Mientras que las capitales de los distintospaíses reconocen que la única manera efectiva de hacerfrente a las cuestiones de inmigración y asilo es armo-nizando totalmente sus sistemas, siguen reacios aceder el grado de soberanía necesaria para conseguirlo.

Lampedusa y otros incidentes ocurridos posterior-mente no hacen más que respaldar esa opinión.

UN ATENTADO MUNDIALPROTEGER A LOS REFUGIADOS no iba volver a ser fácil enun sentido legal o físico después de los atentados terro-ristas del 11 de septiembre en Estados Unidos y de laposterior guerra mundial contra el terrorismo. Confrecuencia, los gobiernos veían las cuestiones de inmi-gración y asilo bajo el prisma de la seguridad. Se mira-ba con mayor recelo a los extranjeros, especialmente alos procedentes de regiones inestables como OrienteMedio o África. Se consideraba a los campos de refu-giados como centros para terroristas, en vez de comorefugios para víctimas del terrorismo. La propiaConvención de 1951 era vista como una tapadera legalque servía para proteger a los terroristas.

Si algunas de estas reacciones han sido lamentablesaunque comprensibles como efecto inmediato de unade las atrocidades terroristas más espectaculares de lahistoria, a los defensores de las causas humanitarias lespreocupa que, tres años más tarde, el entorno mundialsiga siendo extremadamente hostil.

Ahí está la reacción italiana a la “invasión” deLampedusa, las sugerencias cada vez más numerosasde crear centros de tránsito fuera de los países de asiloy la propuesta de reasentar únicamente a los refugia-dos con estudios, como ya se ha mencionado.

El líder de la oposición británica, Michael Howard,hijo él mismo de refugiados, anunció que, en caso desalir elegido en las próximas elecciones, su Gobiernosolucionaría los problemas de asilo “desde la base: nossaldremos de la Convención de 1951 sobre losRefugiados, como es nuestro derecho, dando 12 mesesde aviso al Secretario General”.

Con uno de los lenguajes más duros de los últimosaños, su posible Ministro del Interior, David Davis, dijoque lo que él llamaba inmigración incontrolada “poneen peligro los valores que nosotros en Gran Bretañatenemos a bien venerar”.

En la reunión de 2004 del organismo de gobiernodel ACNUR, el Comité Ejecutivo compuesto por 66naciones, tanto Rusia como China denunciaron lo que

“DEBEMOS DEJAR DE LADO LA AMBICIÓN, ARTIFICIAL Y CONTRAPRODUCENTE, DE QUERERQUE REGRESEN TODOS LOS DESPLAZADOS.”

Continúa en página 18

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ciales. Intentamos ser justos. Intentamosrelacionarnos con diferentes nacionalidadesy culturas, pero nos vemos obligados ahacerlo en un entorno muy difícil.

Mirando a Europa en concreto, se haproducido una fuerte reducción en elnúmero de solicitantes de asilo, perolas leyes anti-asilo también se hanvuelto más severas.Puede que, para los ministros, el reforza-miento de las restricciones explique elmenor número de solicitantes de asilo, peroyo no estoy de acuerdo. Ahora viajan menosafganos, angoleños y tamiles a Europa sim-plemente porque la situación en su país hamejorado. Sería injusto decir que existe unaactitud totalmente negativa hacia los pro-blemas de los refugiados por parte deEuropa. La Unión Europea y sus estadoshan aumentado su ayuda al ACNUR y aproyectos de protección que han beneficia-do a lugares como Zambia, Uganda,Burundi y otras zonas.

Europa ha experimentadorecientemente su mayor expansión,con diez nuevos estados miembros,generando nuevas preocupacionespara los refugiados y el asilo. En lasegunda mitad del año se hanproducido nuevas crisis en elMediterráneo porque miles de civilesintentaban introducirse ilegalmenteen la región. ¿Qué postura tieneactualmente Europa?Basicamente, Europa sigue sin saber muybien cuál es el siguiente paso. ¿Seguimosdando relevancia a la armonización de lossistemas (individuales) de asilo o hacemoscomunitarios (centralizamos) ciertos capí-tulos del asilo? Algunos estudios sugierenque un número abrumador de europeos estáa favor de un enfoque paneuropeo y lesparece bastante estúpido que la Unión nohaga más en este sentido.

Se han lanzado propuestas para quelos países europeos, que actualmenteaceptan un número extremadamente

REFUGIADOS: El periodo de suadministración, que dio comienzo en2001, resulta algo paradójico, con unsignificativo descenso del número derefugiados y solicitantes de asilo porun lado y, por otro, con una mayorerosión de la protección al refugiado.LUBBERS: Son cosas distintas. En primerlugar se han producido repatriaciones conbuenos resultados en lugares comoAfganistán, Sierra Leona y Angola en lasque han participado millones de personas. Ytambién ha habido menos desplazamientosde refugiados porque, en estos momentos,hay menos conflictos, con la importanteexcepción de la situación en Darfur, Sudán.En cuanto al segundo punto, es cierto quelos sentimientos hacia los refugiados sonmenos amistosos, por diversas razones: elaumento de la seguridad y la preocupaciónpor el terrorismo a nivel mundial, y unaxenofobia generalizada, alimentada amenudo por los políticos, que sirve para cul-par de cualquier cosa a los extranjeros,incluidos los refugiados, y convertirlos enuna amenaza.

Desde el punto de vista humanitario,¿cómo definiría los sucesos de 2004?Ha sido un año razonablemente bueno enun mundo conflictivo, un periodo másintenso que el año anterior. Más de tresmillones de afganos han regresado a suhogar y me parece fantástico que el paíshaya celebrado elecciones democráticas elpasado mes de octubre. En Liberia hemosempezado la repatriación de unas 700.000personas, lo que supone el 25 por ciento desus habitantes. Pero luego tenemos el aguje-ro negro de Darfur, donde un sistema deterror ha provocado una limpieza étnicageneralizada, la muerte de decenas de milesde personas y la huida de cerca de dos millo-nes de personas. También está el azote delactual terrorismo, que está muy relacionadocon el mundo del Islam y con la juventudislámica, que no siente que el resto del mun-do respete su religión.

Hace un año hablaba con optimismo

de forjar una identidad especial parael ACNUR y otras agenciashumanitarias que permitiera trabajareficazmente dentro del maremágnumiraquí y del mundo islámico engeneral.No hemos hecho absolutamente ningúnprogreso en ese sentido. La situación hasufrido un grave deterioro.

¿Puede entonces anticipar unapresencia significativa del ACNUR enIrak o incluso el retorno de los cientosde miles de iraquíes que llevan añosviviendo en el extranjero?La respuesta a la primera pregunta es no. Yla respuesta a la segunda pregunta es tam-bién no; no en un futuro cercano. Soy máspesimista que hace un año. Espero estarequivocado.

¿La actual guerra contra el terrorismo,el soliviantamiento de los musulmanesy atrocidades como las ocurridas enBeslan, donde murieron cientos deniños rusos, deben socavar losesfuerzos del ACNUR por ayudar amucha gente, incluso a gruposconcretos como los chechenos?Hace que nuestra ayuda sea por un lado másnecesaria, y por otro más difícil de adminis-trar. Cuando el Presidente (ruso) Putin y suGobierno oyen la palabra checheno lo pri-mero que les viene a la cabeza es “terroris-mo”, y para él este “veneno islámico” se estáextendiendo por el Cáucaso. Pasamos luegoa otro miembro del Consejo de Seguridad,China, donde para muchos funcionarios lapalabra uigur, una minoría musulmana,equivale a decir terrorista. En Washington,el Secretario de Estado Colin Powell hacelebrado complacido el reasentamiento demiles de personas durante el pasado año enEstados Unidos, pero muchos musulmaneshan sido excluidos de ese mismo procesopor el simple hecho de ser musulmanes.Luego está la reacción islámica a todo esto.Desde el punto de vista del AltoComisionado para los Refugiados, es unasituación que aterra. Intentamos ser impar-

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“Podemos mejorar. DEl Alto Comisionado Ruud Lubbers analiza la labor del ACNUR en 2

incluyendo el feliz retorno de los refugiados afganos, la repatriación en

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bajo de refugiados para sureasentamiento oficial, amplíen susprogramas de forma considerable.Sería una gran noticia y un cambio decisivosi Europa se comprometiera a un programamás amplio de reasentamiento.Actualmente, los principales países recep-tores, Estados Unidos, Canadá y Australia,con una población conjunta de más de 300millones de personas, aceptan 80.000 casosde reasentamiento al año. Me parece posibleque Europa, con una población similar, lle-gue a aceptar un número parecido de refu-giados en cuatro o cinco años. Ello supon-dría no sólo una ayuda directa a los refugia-dos más necesitados, sino que, entre otrascosas, reduciría considerablemente elnúmero de gente que intenta alcanzarEuropa en las denominadas “oleadas secun-darias” de inmigración.

El desplazado número un millónregresó a Bosnia Herzegovina en 2004y el refugiado un millón volvió de Irána Afganistán. ¿No es hora de que enambas regiones se ponga menosénfasis en los retornos y más enayudar a las personas que siguendesplazadas a rehacer sus vidas en lospaíses de asilo?Tenemos que seguir dando prioridad a losretornos. No obstante, ayudar a los refugia-dos a empezar una nueva vida en los paísesde asilo o a reasentarse permanentementeen otros estados será un componenteimportante de nuestra estrategia global.

Pero cientos de miles de afganossiguen en Pakistán e Irán y ninguno deesos países se muestra muyentusiasmado con la idea de asentarpermanentemente a tanta gente.Debemos recordar a Irán que muchos afga-nos llevan mucho tiempo viviendo allí.Están totalmente integrados y contribu-yen a la economía con sus profesiones.Como economista, les he dicho a mis ami-gos en Irán que sería un error pensar quelos habitantes locales tendrán más trabajosi se deshacen de esta gente. No, tendrán

menos trabajo. La mayoría de los pashtu-nes que viven en Pakistán no fueron allí encalidad de refugiados, sino como parte deuna corriente migratoria natural, y se hanconvertido en una parte muy importantedel país.

¿Diría que la respuesta internacional yde la ONU a la crisis de Darfur ha sido“demasiado escasa y tardía”?No demasiado escasa, pero sí demasiado tar-día. Hemos llegado demasiado tarde. Ennoviembre de 2003, el ACNUR fue el pri-mero en utilizar la expresión “limpiezaétnica” en Darfur. Sólo seis meses después,cuando ya se había expulsado a cientos demiles de personas de sus aldeas y asesinadoa otras muchas miles, empezó la comunidadinternacional a hablar de enviar ayuda a lazona. En ese sentido hemos llegado dema-siado tarde. Ahora es el lugar de moda ycuenta con una presencia masiva de trabaja-dores humanitarios. Ya no es una “crisisolvidada”, pero sigue sin estar perfectamen-te organizada.

Hace un año se hablaba con optimismodel retorno de cientos de miles deciviles a otra parte de Sudán, en el sur.¿Cuáles son sus previsiones respecto aDarfur y al sur de Sudán para elpróximo año?Ha sido un año pésimo para Sudán. A vecessomos demasiado escépticos. Mire qué sor-presa en la vecina Somalia, donde, despuésde tantos años de matanzas, tienen de pron-to nuevo presidente y nuevo parlamento.Esperemos que el próximo sea un mejor añopara Sudán.

El número de refugiados y solicitantesde asilo ha descendidoprogresivamente desde que ocupa elcargo. ¿Va a continuar así?Sí, pero tampoco se lo puedo garantizar. Meparece justo medir mi actuación por estetipo de progresos, por la realidad de las solu-ciones permanentes conseguidas para estagente y, en lo posible, por la prevención denuevas huidas en masa.

En el mundo sigue habiendo 38 de lasllamadas crisis prolongadas, donde lagente lleva más de cinco añosdesplazada. ¿Cree que se produciránavances importantes en alguna de ellas?Dos de los conflictos más antiguos son losdel Sáhara Occidental y el de los refugia-dos butaneses en Nepal. Ambos se encuen-tran totalmente bloqueados y hace faltamás atención internacional, pero sigoteniendo la sensación de que en algúnmomento (de un futuro cercano) se produ-cirán avances.

Está previsto que su mandato comoAlto Comisionado finalice en 2005.¿Cuál será su legado al ACNUR?La organización ha recalibrado sus fuerzas yahora está preparada no sólo para hacerfrente a emergencias y cuestiones humani-tarias, sino para facilitar la carga comparti-da entre naciones y soluciones a largo plazopara los propios refugiados. Estos últimosnecesitan importantes recursos económicosy voluntad política para integrarlos local-mente y reasentarlos. Los temas de seguri-dad se han convertido también en unaimportante prioridad política, pero me gus-taría subrayar que la mejor forma de redu-cir el terrorismo es la de encontrar solucio-nes oportunas para las personas desplaza-das. Eso roba oxígeno a los traficantes depersonas, a los jefes militares locales quesacan beneficio de los desplazados y a losgrupos terroristas.

Hace dos años dijo que el ACNURcorría el riesgo de volverse irrelevantepara los gobiernos, pero que habíacomenzado a reformarse al ofrecersoluciones permanentes a losproblemas de los refugiados delmundo. ¿En qué situación nosencontramos actualmente?Hemos hecho progresos, lentos progresos.Aún podemos mejorar. 2004 ha sido el añode las Olimpiadas. Hemos entrenado dura-mente, pero no siempre hemos dado la tallacomo para acudir a las Olimpiadas. Creoque podemos mejorar. Debemos mejorar.

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Debemos mejorar.”2004 durante “un año razonablemente bueno en un mundo conflictivo”,

Liberia, el “big bang” europeo y el “profundo agujero negro” en Darfur.

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consideraban un abuso terrorista de los procedimien-tos de asilo.

Erika Feller tuvo que recordar a los delegados que“los refugiados son personas, no estadísticas ni tenden-cias globales. Su protección es una necesidad humani-taria, no una preferencia política”.

Los instrumentos de derecho internacional pararefugiados, incluida la Convención de Ginebra, señaló,no ofrecen un refugio seguro para terroristas. “Ofrecendisposiciones concretas que los excluyen”, un hechodistorsionado a menudo por algunos de los políticos yperiodistas que están en contra del asilo.

“Equiparar el asilo con un refugio seguro paraterroristas no es sólo un error legal, que no se apoya en

los hechos”, aseguró Feller, “sino que sirve para deni-grar a los refugiados ante la opinión pública y favorecela singularización de personas de distintas razas y reli-giones con el fin de discriminarlas y acosarlas hostil-mente”.

Feller se sintió especialmente preocupada por losataques contra uno de los grandes principios de laConvención sobre Refugiados, el non-refoulement oretorno no forzoso de personas a los países donde hansido perseguidas. “Es difícil imaginar que el derecho aNO ser enviado de vuelta para que te asesinen puedaser discutido por cualquier persona bienpensante”, dijoa los delegados.

Y recordó un tópico, obvio, pero a menudo ignora-do: “Los verdaderos refugiados huyen ellos mismos dela persecución y la violencia, entre otros de los atenta-dos terroristas”.

En declaraciones realizadas en Washington, elsenador demócrata Edward Kennedy señaló tambiénque los campos de refugiados y sus habitantes nodeben ser confundidos con centros terroristas, sinoentendidos como lugares que necesitan ayuda antes deque se conviertan en campos de cultivo de personasviolentas.

“Especialmente en la época posterior al 11 de sep-tiembre”, manifestó Kennedy durante una sesiónsobre refugiados, “no podemos dejar que los jóvenesrefugiados desperdicien años de su vida en estos cam-pos tan duros. Si no les damos la oportunidad de reali-zar estudios o de ganarse la vida, puede que alguno de

ellos acabe sucumbiendo a la influencia de los gruposterroristas que quieren perjudicarnos”.

¿ADÓNDE VA ÁFRICA?MUCHOS DE LOS CAMPOS a los que se refería Kennedyestán en África, que, medio siglo después de que elcolonialismo empezara a derrumbarse, es un conti-nente con profundas cicatrices. Durante este periodoha habido 186 golpes de estado, 26 guerras importantese innumerables conflictos de menores dimensiones.Más de siete millones de personas han muerto en unaviolencia que ha costado, en términos puramente eco-nómicos, 250.000 millones de dólares y que ha ayuda-do a crear la actual deuda del continente de 305.000

millones de dólares. Unos 15 millones de personas hanmuerto de sida y 26 millones tienen el virus, muchosde ellos refugiados.

En un momento, hace algo más de un año, en queÁfrica parecía finalmente a punto de superar muchasde sus grandes crisis, llegó Darfur. Aún así, DavidLambo, director de la oficina africana del ACNUR,mantenía un relativo optimismo a finales de 2004.“Sigo creyendo que vamos ganando”, aseguraba. “Haymás noticias buenas que malas”.

Quien no adopte este punto de vista tan decidida-mente positivo, debe mirar a Liberia. Fundada poresclavos americanos liberados, este país de África occi-dental ha estado sumido en el caos desde que el últimopresidente conectado a esos antiguos retornados afri-canos, William R. Tolbert, fuera brutalmente asesina-do en 1980 por un sargento rebelde del ejército, SamuelKanyon Doe. Doe sufrió un destino aún más macabrouna década después cuando fue destripado por unosasesinos de la oposición.

Entre alteraciones casi constantes, el ACNURhabía intentado por dos veces enviar civiles de regresoa sus hogares. En cada una de las ocasiones el país vol-vió a sumirse en el caos. En octubre empezó la terceray, con suerte, última repatriación de unos 700.000 des-plazados, una operación que durará al menos tres años.

Cuando el primer avión lleno de retornados aterri-zó en el destrozado aeropuerto de la capital, Monrovia,el vicepresidente del Gobierno, Wesley Johnson, hizoun llamamiento extraordinario a los retornados: “Si os

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Repatriacionesafricanas: Liberia, Angola,Sierra Leona yEritrea.

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encontráis a alguien que os echó del país, que quizásmató a vuestros familiares, abrid los brazos, perdonad-los, dejad atrás el pasado y mirad hacia el futuro”.

África ha sido escenario de guerras brutalmenteaterradoras, pero también de maravillosas reconcilia-ciones, como ha ocurrido anteriormente y con éxito enMozambique y, al menos provisionalmente, enRuanda y Sierra Leona el año pasado. Ahora le tocaintentarlo a Liberia.

De joven, Joe Geetoe se vio apartado de su casadurante una visita rutinaria al mercado de Monroviaen 1996, y, tras refugiarse durante tres días en el ase-diado puerto, tomó un barcó hacia Ghana y un exiliode años. Se encontraba en el primer vuelo de regreso a

la capital liberiana y, seguido por un corresponsal delMonitor de la Ciencia Cristiana, iba sintiendo la clasede emociones contradictorias, de alegría, aprensión eincertidumbre, que experimentan la mayoría de losrefugiados cuando regresan a sus casas.

Monrovia, una cáscara agujereada más que unaciudad, sin ningún tipo de comodidades como aguacorriente y electricidad, se encontraba a oscurascuando la furgoneta de Geetoe llegó a ella, pero eljoven no tuvo ningún problema en localizar su anti-guo hogar.

“Ésa es mi casa”, gritó agarrando su bolsa y saltandofuera. Mientras caminaba cautelosamente alrededorde charcos de agua estancada, alguien chilló en la oscu-ridad: “¡Joe, hermano!”. Una mujer joven se situó juntoa él: “Joe, eres tú realmente”. Joe respondió: “Ha pasado

tanto tiempo. Ha pasado tanto tiempo”, una y otra vez.Su alegría duró poco. Su casa, poco más que un

esqueleto sin techo y paredes destrozadas, estaba ocu-pada por una familia de 16 personas, desplazadas por laguerra igual que él pero que habían comprado elinmueble por el equivalente a 220 dólares a un ocu-pante anónimo años atrás.

Un vecino le ofreció un refugio temporal, pero nohabía trabajo en Monrovia. Después de varios días sinempleo, sin casa y con su familia aún en paradero des-conocido, a Joe le dio por pensar que “a veces me gusta-ría volver a Ghana. Allí éramos todos liberianos y todoel mundo echaba una mano. Aquí la gente siguetemiendo que vuelva la guerra”.

EL FUTUROCUANDO EUROPA ENTRE EN LA FASE DOS de su gran pro-yecto de armonización en 2005, los estados miembrosde la UE tardarán un par de años aproximadamente enadaptar sus propias leyes a las de la Unión. Se calculaque el proceso habrá finalizado para 2010. La agenciapara los refugiados se fijará en otros aspectos para,como señalaba un funcionario, “asegurarse de que losgobiernos no incumplen los criterios mínimos estable-cidos por la primera ronda de la armonización.Debemos intentar que los criterios mínimos no se con-viertan en criterios máximos”. La propia UE se harácargo del seguimiento y evaluación de esta nueva fasemediante un mecanismo conocido como el Programade La Haya.

Raymond Hall admitía que, aunque el ACNUR yahabía presentado “un ambicioso conjunto” de propues-tas sobre cuestiones de protección nacional, regional ymundial, puede que haya llegado la “hora de ser unpoco más modesto”.

“De momento, no parece existir la voluntad políticao el espacio político en Europa para más leyes radica-les”, afirmaba, por lo que ahora hay que poner el énfa-sis en cuestiones prácticas como la de eliminar los

LAS CUESTIONES RELACIONADAS CON LA INMIGRACIÓN Y EL ASILO HAN SEGUIDOESTANDO MUY POLITIZADAS Y LA PROTECCIÓN DE LAS PERSONAS VULNERABLES DELMUNDO HA CONTINUADO DETERIORÁNDOSE.

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grandes desequilibrios que existen entre países en lastasas de admisión de los distintos grupos de solicitan-tes de asilo. Podría crearse una oficina europea de asilopara supervisar y armonizar estas tasas, apuntabacomo sugerencia.

Se necesita un debate general sobre la crisis delMediterráneo y “poner en marcha alternativas paraque la gente no tenga que meterse en pequeñas barcasy arriesgar sus vidas para solicitar asilo”.

Sin embargo, la agencia para los refugiados insistía,a través de Hall, en que “eso no significa que la genteque llega a Europa pueda ser expulsada” antes de hacersu solicitud.

“Si Europa empieza a reexportar gente fuera de susfronteras, entonces cualquier país puede hacer lo mis-mo”, señaló. “Eso pondría en peligro la estructuraentera de la protección internacional al refugiado”.

En los Balcanes, donde en 2004 el regreso a casa delrefugiado bosnio número un millón fue todo un acon-tecimiento, diciembre de 2005 será un hito histórico alcumplirse el décimo aniversario del Acuerdo deDayton que acabó con las guerras de la región. Muchosciviles desplazados por esos conflictos y, posteriormen-te, por las agitaciones de Kosovo en 1999, han regresa-do ya a sus hogares o encontrado nuevos lugares deresidencia permanente en el extranjero, pero cientosde miles siguen viviendo en el limbo.

Lubbers ha advertido que es poco realista esperarque todos los desplazados vuelvan a su país y que serápreciso encontrar soluciones creativas. “Debemosdejar de lado la ambición, artificial y contraproducen-te, de querer que regresen todos los desplazados”, dijoen unas declaraciones. “Europa debe reflexionar sobreel mejor modo de promover la sostenibilidad y la esta-bilidad en su cornisa sureste”.

El mismo argumento vale para Afganistán. Aunqueya han regresado más de cuatro millones de afganos,sigue habiendo aproximadamente otro millón en loscampos de Pakistán, un número indeterminado en lasciudades de ese país y un millón más en Irán. Se cree que700.000 volverán en 2005, pero el acuerdo tripartitosobre los refugiados de Irán expira este año y un acuer-do similar con Pakistán lo hace al año siguiente.

Las delicadas conversaciones sobre el futuro deestos grupos, muchos de los cuales llevan toda la vidaviviendo en sus países de adopción, se han puesto enmarcha hace unos meses bajo la amenaza de que, de noalcanzarse una solución equitativa, la región enterapodría volver a sumirse en el caos.

En el interior de Afganistán, la elección de Karzai yla participación de millones de hombres y mujeres enel proceso electoral ha sido uno de los acontecimientospolíticos más importantes en la historia del país.

Un suceso menos típico que simboliza el progresoalcanzado en Afganistán se producía a miles de kiló-metros de distancia en el extraño encuentro ocurridoen el pabellón de judo de los Juegos Olímpicos. Allí,en agosto, Feriba Rizai, de 17 años, fue eliminada en

la primera ronda de la competición de judo. Pero esano es la cuestión. Rizai era una de las dos afganas queacudieron a los juegos, la primera mujer de la histo-ria en representar a su país, que había regresado aAfganistán en 2002 tras pasar la mayor parte de suvida en Pakistán. “Me sentí tan bien por el solo hechode estar allí”, diría más tarde, “de representar a todaslas mujeres de Afganistán que no han tenido dere-chos durante tanto tiempo. A las mujeres se las haignorado repetidamente y se les ha dicho siempre lo

que debían hacer. Ahora tenemos la oportunidad decambiar”.

Pese a estos aspectos positivos, seguía habiendo difi-cultades. Puede que la capital, Kabul, esté llena de nuevosrestaurantes, teléfonos móviles y vehículos 4x4, peromuchos retornados siguen viviendo en condicionesterribles y con pocas esperanzas de encontrar trabajo.

Como Joe Geetoe a medio mundo de distancia enLiberia, algunos echaban de menos la seguridad, lacomida y las medicinas, garantizadas en el campo derefugiados.

Muchas escuelas aún no han abierto, las infraes-tructuras en Afganistán siguen en su mayor parte des-trozadas, la seguridad es mínima, algunas zonas delpaís están cerradas a los trabajadores humanitarios y lasequía ha regresado, o nunca se fue realmente, a

“LOS REFUGIADOS SON PERSONAS, NO ESTADÍSTICAS NI TENDENCIAS GLOBALES. SU PROTECCIÓN ES UNANECESIDAD HUMANITARIA, NO UNA PREFERENCIA POLÍTICA.”

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muchas zonas del país, lo que no ha impedido que losagricultores hayan obtenido la mayor cosecha de opiode la historia.

En occidente, el Alto Comisionado señalaba en unaentrevista (página 16) que es poco probable que el per-sonal extranjero del ACNUR regrese a Irak en unfuturo cercano o que un elevado número de exiliadosiraquíes pongan rumbo a su país en 2005.

PERSPECTIVAS POCO PROMETEDORASLAS POSIBILIDADES DE UNA SOLUCIÓN RÁPIDA para Darfurparecen igualmente sombrías. Aunque, en conjunto, losniveles de violencia habían disminuido para finales de2004, muchas de las personas obligadas a huir no veíanla forma de volver. “No pueden volver aquí”, le dijo unaldeano de la tribu de los fur a una delegación extranje-

ra cuando le preguntaron delante de una pequeña mul-titud si su familia estaría dispuesta a regresar a unaaldea calcinada. “Morirían todos. Ésta ya no es nuestratierra. No podremos volver nunca”.

Los efectos en cadena de esa emergencia eran enparte los responsables de que se hubieran suspendidolos esfuerzos de repatriación en el sur de Sudán. Puedeque hasta dos millones de sudaneses no identificadoshayan regresado sin ayudas oficiales, pero otros refu-giados, de una diáspora que incluye al menos a mediomillón de personas, se mostraban cautos.

El estado de ánimo quedaba reflejado en el extensocampo de Kakuma, al norte de Kenia, hogar de unos60.000 refugiados sudaneses. “Llevamos una vida muyaburrida. Aburrida”, comentaba recientemente unjoven sudanés. “Pero es más segura que en Sudán.

¿Cómo vamos a creer nada de lo que dicen los políti-cos?”. Un compañero suyo asentía con la cabeza:“Quizás esperemos uno, dos o tres años. Sólo hasta con-firmar que hay paz como dicen”.

Pese al optimismo expresado por David Lambo, delACNUR, de que las agencias humanitarias están“ganando” la batalla en África, el continente sigueteniendo 4,3 millones de desplazados que incumbendirectamente a la agencia para los refugiados y muchosmillones más que necesitan ayuda desesperadamentepero que caen fuera de su mandato. Lambo decía quehabía detectado señales inquietantes: la renuenciamundial a financiar las emergencias y repatriaciones.“El mundo habla tanto y paga tan poco”, afirmaba.“Durante la crisis de Ruanda, los donantes hablaban ypagaban. Hoy hay palabras pero no acciones. Nuncahabía visto tanto cinismo”.

El Dr. David Nabarro, director de las operaciones decrisis de la OMS, le daba la razón en lo que respecta aDarfur: “Vivimos a base de sobras, en una existenciaprecaria”, explicaba a finales de año. “Si el calvario quesufre la gente en Darfur es tan importante para lacomunidad internacional como parece, entonces debe-ríamos haber recibido ayudas a más largo plazo”.

Pese al peligro de que se produzcan nuevas crisis,los funcionarios humanitarios más veteranos pronos-tican que el número global de personas que precisanayuda del ACNUR seguirá descendiendo en 2005.

El modesto aumento en el número de personas rea-sentadas oficialmente, como parte de los esfuerzosconjuntos del ACNUR por ayudar a los refugiados aempezar nuevas vidas, ha reforzado esa tendencia delos últimos cuatro años.

Europa anunció que estudiaría la posibilidad deabrir más sus puertas -los estados miembros asignanactualmente alrededor de 4.000 plazas anuales-, mien-tras que Lubbers asegura que el continente podría alo-jar fácilmente a 80.000.

Estados Unidos señaló que podría aumentar su tasahasta los 90.000 refugiados en 2005, y, durante lassesiones del Senado en Washington, diversos oradoresensalzaron el ejemplo de varios grupos de refugiadosasentados recientemente en el país.

Gene Dewey, Subsecretario de Estado en la Oficinade Población, Refugiados e Inmigración, comentó quelos refugiados bantúes somalíes venidos del Cuerno deÁfrica eran “un grupo estupendo” que había sido espe-cialmente bien recibido en Utica, Nueva York. “Uticaama a los refugiados”, declaró. “Utica se ha beneficiadocon los refugiados. La ciudad iba cuesta abajo, pero haempezado a resucitar gracias a ellos”.

El senador Edward Kennedy respondió: “Es unabuena historia. Pero en Lowell, Massachusetts, tene-mos la mayor población de camboyanos fuera de (lacapital camboyana de) Phnom Penh. El año pasado, delas doce escuelas secundarias existentes, creo que sietede los mejores alumnos eran hijos de camboyanos. Esoes impresionante”.

Esos tributos a la fortaleza de los refugiados han sidoalentadores, como lo ha sido la lucha de Ruanda duran-te diez años y los últimos esfuerzos de Liberia por recon-ciliar a vecinos homicidas. Lamentablemente, las imá-genes de 2004 que permanecen son las de Darfur yLampedusa. �

El número derefugiadosreasentadosoficialmente ennuevos paísesexperimentó unfuerte aumento en2004. Una bantúsomalí disfruta deuna nueva vida enEstados Unidos.

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El caos de un campo de refugiados parasalvadoreños en la vecina Honduras durantelos años 80.

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Vida cotidiana enun campo.

Refugiadossalvadoreños en elexilio se ganan lavida como puedenen la Honduras de1987.

Unos refugiadosnicaragüenses seamoldan a la vidadel campamento enHonduras.

DURANTE DÉCADAS,la violencia se fueextendiendo hastaestallar en unaanarquía nunca

antes vista en la región. Trespaíses se encontraron sumi-dos en una guerra civil.Revoluciones y contrarrevo-luciones barrían el territorio.

Al menos 200.000 perso-nas murieron o simplementedesaparecieron. Los estadosvecinos se vieron arrastradosal caos cuando más de dos mi-llones de personas huyeronde sus hogares y se vieronobligadas a buscar refugio.Los pobres sin tierras se en-frentaban a las élites de terra-tenientes. La ideología de ex-trema izquierda se enfrentabaa la extrema derecha, EstadosUnidos contra la UniónSoviética a través de delega-dos locales. La sociedad en sutotalidad parecía a punto decolapsar.

En una bella ciudad costera, no lejos del caos enque estaba sumergida Centroamérica, y después detres años de discusiones intermitentes, un grupo de30 diplomáticos, intelectuales y funcionarios huma-nitarios se reunieron a fin de salvar algo del naufra-gio y ayudar a las hostigadas poblaciones civiles y alos refugiados.

El lugar de encuentro no era tampoco un descono-cido en cuestiones de violencia e intrigas y siglos anteshabía sido uno de los puntos más famosos del planeta.En el auge del Imperio español en América, los galeo-nes partían desde allí hacia Europa cargados con oro yjoyas. Bucaneros como Sir Francis Drake asaltaban ysaqueaban el territorio español.

En este entorno tan majestuoso, la reunión fue deli-beradamente comedida y los resultados que se espera-ban eran modestos. “Podría haber sido un aconteci-miento irrelevante”, recuerda años más tardeLeonardo Franco, uno de los participantes, sofocandouna sonrisa de satisfacción.

Tras alguna objeción de última hora sobre el nom-bre oficial del documento, se alzaron las manos enseñal de acuerdo. “No hubo grandes formalidades y,quizá, al salir, no teníamos la sensación de haber con-seguido nada importante”, comenta Leonardo Franco.“No nos dimos cuenta de lo importantes que nuestrasdiscusiones serían en el futuro”.

Como se vería, los resultados de la conferencia del

22 de noviembre de 1984 tuvieron consecuencias degran repercusión.

El documento final, la Declaración de Cartagenasobre Refugiados, que lleva el nombre de la ciudad enque fue redactada, fue aprobada por diez países.*

Estaba diseñada para ayudar especialmente a lasvíctimas de las tres guerras centroamericanas de ElSalvador, Guatemala y Nicaragua, la mayor parte delas cuales eran desplazados internos, pero incluía tam-bién a cientos de miles de personas que huyeron poste-riormente a los países vecinos y a Estados Unidos.

Hizo eso y mucho más. En los 20 años siguientes,sus ideales fueron incorporados a las legislaciones na-cionales de muchos países latinoamericanos y se con-virtieron en un pilar importante del mandato global deprotección del ACNUR.

La ceremonia del 20 aniversario celebrada enMéxico D.F. en noviembre de 2004 conmemoró los lo-gros de la Declaración. En el mismo encuentro seanunció un nuevo y ambicioso plan de acción para in-fundir vida en el documento con una serie de proyec-tos que intentarán solucionar los problemas regionalesactuales, el más urgente de los cuales es Colombia, ellugar de nacimiento de la Declaración.

“Cartagena codificó el compromiso histórico yejemplar de toda una región a los derechos de los refu-

*Belize, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y Venezuela.

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giados”, manifes-tó el AltoComisionadoRuud Lubbers a

los allí presentes. “Y en una época donde aumentan laspreocupaciones por la seguridad nacional, de guerramundial contra el terrorismo y de mayores controlesmigratorios, los principios (de la Declaración) siguenguiándonos en la actualidad”.

¿POR QUÉ CARTAGENA?LA RECIÉN CREADA AGENCIApara los refugiados de laONU estableció una prime-ra presencia modesta enLatinoamérica poco despuésde empezar sus operaciones,en 1951.

No fue sino hasta 20 añosmás tarde, sin embargo,cuando el ACNUR tuvo queenfrentarse a su primera cri-sis importante en ese conti-nente. Nueve días despuésde que el general AugustoPinochet derrocara alGobierno democrático chile-no del Presidente SalvadorAllende, en septiembre de1973, abrió una oficina en lacapital, Santiago. Su tareaconsistía inicialmente enayudar a los miles de refu-giados huidos al relativa-mente benigno clima políti-co de Chile desde los estadosvecinos y luego, poco más

tarde, en proporcionar asistencia alos miles de chilenos que huían de laanarquía instalada ahora en su país.

Mientras esa emergencia conti-nuaba su desarrollo y una junta mili-tar se hacía con el poder enArgentina, se gestaba también unconflicto mucho más al norte, en ungrupo de países centroamericanos.

Durante décadas, había habidoproblemas entre las élites terrate-nientes de derechas y el campesina-do empobrecido y sin derechos, acuya lucha se unieron posteriormen-te los estudiantes, sindicatos labora-les y parte de la Iglesia Católica.Estas agitaciones se inspiraban en larevolución cubana de 1959.

En 1979, los problemas alcanza-ron el escenario mundial. El dictadornicaragüense Anastasio Somoza

Debayle, que durante décadas había recibido apoyo deEstados Unidos, cayó derrocado. Dos años más tardeestallaban conflictos generalizados en El Salvador yGuatemala. En una región de 18 millones de personas,además del elevado número de civiles asesinados, unade cada nueve personas tuvo que abandonar su hogar yhuir.

América Latina había contribuido al desarrollo

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de las leyes internacionales sobre refugiados enuna fecha tan temprana como la década de 1880,pero en su propio patio trasero había confiadoprincipalmente en una serie de acuerdos locales, sibien frágiles, para resolver sus problemas humani-tarios. Esos precarios instrumentos legales y laConvención sobre los Refugiados de 1951, junto conel Protocolo de 1967, se vieron desbordados por lasnuevas crisis.

La Convención de Ginebra sobre los Refugiados de1951 era la piedra angular del mandato de proteccióndel ACNUR, pero se centraba principalmente en laayuda a los desplazados europeos por la SegundaGuerra Mundial y su definición del término refugiado,como alguien que ha huido de su país “a consecuenciade un temor bien fundado de ser perseguido por cues-tiones de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a ungrupo social determinado u opinión política” era muyestrecha.

Ponía de relieve las vicisitudes individuales, en vezde las de poblaciones atrapadas en éxodos masivos, y nisiquiera cubría a otro grupo de grandes dimensiones,los desplazados internos, según se les denomina buro-cráticamente. Al contrario que los refugiados, que ha-bían llegado a otro estado y estaban protegidos por laConvención de 1951, las personas desplazadas que per-manecían en su país estaban sujetas a las leyes nacio-

nales y resultaban a menudo “invisibles” para elmundo exterior.

El tratado de Ginebra vincula legalmente a los paí-ses que lo firman, un proceso que puede durar años yque suele ser de alta sensibilidad política.

La Declaración de Cartagena amplió la defini-ción de refugiado para incluir no sólo a individuos,sino a pueblos enteros, comprendiendo a quienes,atrapados en huidas a gran escala, han abandonadosus hogares a causa de “la violencia generalizada,agresiones externas, conflictos internos, violacionesmasivas de los derechos humanos u otras circuns-tancias que hayan provocado serias alteraciones delorden público”.

Instaba a los gobiernos, por vez primera, a “ofrecerprotección y ayuda” a los desplazados internos.

Según Leonardo Franco, uno de los arquitectos deCartagena y representante del ACNUR en México yCosta Rica durante aquel turbulento periodo, laDeclaración rompió moldes en otros terrenos, como elde fomentar la integración de los refugiados en el paísde asilo y favorecer la participación directa de los refu-giados en la consecución de resultados pacíficos para elpropio conflicto.

Al contrario que la Convención de Ginebra, no eravinculante. Eso permitió a los países latinaomericanosaprobarlo más rápidamente y con bastantes menos

EN UNA REGIÓN DE 18 MILLONES DE PERSONAS, ADEMÁS DE LOS 200.000 CIVILES ASESINADOS, UNA DE CADA NUEVE PERSONAS SE VIO OBLIGADA A ABANDONAR SU HOGAR Y HUIR.

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La Declaración de Cartagena abriónuevos horizontes en numerosasáreas de la protección internacionalal refugiado. Comparada con los

principios de la Convención de Ginebra de1951, amplió el número de personasdesplazadas que en el futuro podrían recibirel estatuto de refugiado. Abordó lascuestiones de los desplazados internos, lareunificación familiar y la ayuda para losrefugiados que empiezan una nueva vida ensu país de asilo. Reiteró asimismo losprincipios fundamentales del retornovoluntario para los refugiados que eligenregresar a su país y del non-refoulement (laprohibición de los retornos forzosos) de lossolicitantes de asilo.

Entre sus conclusiones, la Declaración:� además de “los elementos de la Convención

de 1951 y el Protocolo de 1967, incluye comorefugiados a las personas que huyen de supaís porque sus vidas, seguridad o libertad

se han visto amenazadas por la violenciageneralizada, la agresión extranjera, losconflictos internos, las violaciones masivasde los derechos humanos u otrascircunstancias que hayan provocado seriasalteraciones del orden público”.

� insistió en “la importancia y el significadodel principio de non-refoulement (el retornono forzoso de personas a un país donde susvidas pueden correr peligro), incluyendo laprohibición de negarles el paso en fronteras,como piedra angular de la proteccióninternacional al refugiado”.

� expresó “su preocupación por la situaciónde las personas desplazadas en el interiorde sus países”. Exhortó a “las autoridadesnacionales y organizaciones internacionalescompetentes a suministrar protección yayuda a estas personas y aliviar laspenalidades a las que se enfrentan muchasde ellas”.

� alentó a los países “con un elevado númerode refugiados a considerar la posibilidad deintegrarlos en la vida productiva de lanación asignando los recursos de creación ogeneración de empleo puestos a disposiciónpor la comunidad internacional a través delACNUR, haciendo así posible que losrefugiados disfruten de sus derechoseconómicos, sociales y culturales”.

� reiteró “el carácter voluntario e individualde la repatriación de refugiados y lanecesidad de llevarla a cabo en condicionesde absoluta seguridad, preferiblemente allugar de residencia del refugiado en su paísde origen”.

� destacó que la “reunificación de las familiasconstituye un principio fundamental quedebería servir de base al trato humanitarioque reciben los refugiados en el país deasilo y a las facilidades que se les concedenpara la repatriación voluntaria”.

Un mejor acuerdo para los centroamericanos...

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controversias políticas de las que, en casodistinto, hubiera podido esperarse.

En resumen, “Cartagena era un me-canismo muy inteligente, hasta el puntode ser un sistema flexible y pragmáticoque incorporaba criterios universales deprotección, y también nuevas ideas, en elcontexto latinoamericano”, en palabrasde Franco, que posteriormente se convir-tió en Director de Protección Interna-cional del ACNUR en Ginebra.

UN PILARLA MAYOR PARTE de los conflictos civilesson turbios y sangrientos. La crisis cen-troamericana era una maraña especial-mente confusa que incluía tres guerrasdistintas, religión, diversas ideologías ypolíticas propias de la Guerra Fría.

Para las organizaciones humanitarias,la emergencia se convirtió en un terrenode arenas movedizas. Al principio, almenos, eran pocos los instrumentos le-gales que podían ponerse en vigor paraayudar a las poblaciones civiles asediadas. En casi todoslos países existían fuertes sociedades civiles, pero éstasse desintegraban ante las presiones del conflicto. Casitodos los bandos -gobiernos, organizaciones no guber-namentales, la iglesia y los propios refugiados- mira-ban con recelo a las agencias como el ACNUR, relati-vamente nuevas en la región. “En ningún otro país heencontrado tanta hostilidad hacia el ACNUR por partedel personal de las agencias voluntarias”, escribió enaquellos momentos un trabajador sobre el terreno.

En Honduras, por ejemplo, el Gobierno daba labienvenida a los refugiados nicaragüenses que huíandel recién establecido régimen sandinista de izquier-das, pero desconfiaba enormemente de los refugia-dos salvadoreños. A los nicaragüenses se les permi-tía moverse libremente por todas partes, pero a lossalvadoreños se les mantenía en campos vigiladospor soldados.

En uno de estos campamentos, los salvadoreños es-tuvieron encerrados durante una década y sus hijos,recién nacidos, no vieron otra cosa más que tiendas decampaña y alambradas mientras crecieron. Se come-tieron atrocidades en su interior y los niños fueron re-clutados a la fuerza por las milicias locales, a menudoante los ojos de organizaciones humanitarias que seveían impotentes para intervenir.

En otros lugares, los refugiados tampoco eran bien-venidos. Cuando miles de guatemaltecos llegaron aMéxico en 1981, el Gobierno, que aún no había firmadola Convención de Ginebra de 1951, deportó rápidamen-te a la mayoría.

Hubo resistencia diplomática a la Declaración deCartagena incluso cuando empezaba a tomar forma.Washington reaccionó cautelosamente, por no decir

otra cosa, ante algunas partes del documento, temien-do que cientos de miles de civiles en fuga pudieran so-licitar asilo en su territorio basándose en la definiciónde refugiado, ampliada por la Declaración, y que pu-diera influir también en otras crisis, como la huida delos boat people haitianos hacia Estados Unidos.

Finalmente, sin embargo, Cartagena se convirtióen uno de los muchos e importantes pilares con losque se resolvió la debacle centroamericana. Tresaños después de aprobar la Declaración, Costa Rica,El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua fir-maron el Acuerdo de Esquipulas II (el Plan de PazArias), comprometiéndose a no usar sus respectivosterritorios para desestabilizar a los países vecinos yprometiendo desarrollar programas para ayudar alos pobres, evitando de este modo futuras emergen-cias de refugiados.

En 1989, un encuentro histórico organizado por elACNUR, que incluía a gobiernos y otras agencias yque llevaba el nombre de Conferencia sobre losRefugiados Centroamericanos (CIREFCA), aportónuevos métodos para ayudar a los aproximadamentedos millones de refugiados, retornados y desplazados.En los años siguientes, se invirtieron unos 420 millo-nes de dólares en proyectos innovadores.

En 1991 se lanzaron los denominados Proyectos deImpacto Rápido (PIR) en Nicaragua. Como su nombresugiere, dichos programas son de pequeña envergadu-ra, baratos y relativamente fáciles de poner en marcha:reconstruir una clínica rural o el puente de una aldea,proporcionar herramientas y semillas para la próximacosecha, etc.

Estaban ideados para ayudar tanto a los refugiadosque regresaban como a las comunidades locales y para

Una unidad móvil deinscripción delACNUR para losdesplazados enColombia.

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ANTES DE 1984, SÓLO UNOS CUANTOS PAÍSES DE LA REGIÓN HABÍAN FIRMADOLA CONVENCIÓN DE 1951. HOY SÓLO FALTA CUBA POR FIRMAR.

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llenar el “escandaloso” vacío que se produce entre laayuda de emergencia a los refugiados y la ayuda al desa-rrollo, más a largo plazo, destinada a regiones enteras.

El concepto tuvo tanto éxito que el ACNUR lo in-corporó más tarde a sus operaciones mundiales.

México, que sólo unos años antes se había mostradoabiertamente hostil a las personas que buscaban refu-gio en su territorio, cambió totalmente su enfoque amediados de los 90 y aceptó a casi 22.000 refugiadoscomo residentes o ciudadanos legales.

A finales de los años 90, el ACNUR redujo sus pro-gramas centroamericanos después de ayudar a los últi-mos refugiados a regresar o a instalarse en un nuevohogar.

¿Y AHORA QUÉ? ¿QUÉ CAMINO debía seguir la Declaración deCartagena y qué relevancia posterior tendría?

Diez países aprobaron el acuerdo original, pero,cuando se celebró el encuentro de noviembre de 2004en México D.F., la mayor parte de los países latinoameri-canos y caribeños habían incorporado sus disposicionesa sus cuerpos legislativos o cumplían sus principios.

También, de acuerdo con Carlos Maldonado, uno delos principales organizadores del encuentro de MéxicoD.F., Cartagena fue uno de los catalizadores que pro-pulsó nuevamente a Latinoamérica hacia la corrientemayoritaria de la protección internacional a los refu-giados.

América Latina y la historia de1889Se desarrolla lentamente, afines del siglo XIX yprincipios del XX, un cuerpode leyes internacionaleshumanitarias y deprotección al refugiado.América Latina hace suprimera contribución, enuna fecha tan tempranacomo 1889, con eldenominado Tratado deMontevideo sobre DerechoPenal Internacional, queanula la extradición paraalgunos crímenes yrefugiados políticos. Lesiguen otros instrumentoslegales como la DeclaraciónAmericana de Derechos yDeberes del Hombre en1948, que precede a laDeclaración de losDerechos Humanos, y laConvención Americanasobre Derechos Humanosen 1969.

1954A consecuencia de laSegunda Guerra Mundial, laOrganización Internacionalpara los Refugiados (OIR)reasienta a unos 100.000europeos en AméricaLatina. Cuando el ACNURcomienza sus operacionesen 1951, todos losrefugiados son asignados asu mandato y en 1954 laagencia abre su primeraoficina regional en Bogotá,Colombia, y una sucursal enBrasil, continuando el

reasentamiento de nuevosrefugiados procedentes deEuropa y de lugares tanalejados como Hong Kong.

20 de septiembrede 1973Nueve días después de queAugusto Pinochet derroqueal Gobierno democrático deSalvador Allende, el ACNURabre una oficina en Santiagode Chile y emprende suprimera “gran” operación enLatinoamérica. Ayuda a salira miles de refugiadosatrapados en el país yposteriormenteproporciona asistencia adecenas de miles dechilenos que también huyenen busca de un nuevo hogar.Hace un llamamiento a lospaíses de Europa del Estepara que reasienten a losexiliados chilenos, unanovedad en un momento enque el bloque soviéticomira con enorme suspicaciaa la agencia.

Años 70Otras zonas de AméricaLatina sufren el acoso de laviolencia. En 1976, una juntamilitar se hace con el poderen Argentina. Miles depersonas “desaparecen”durante la “guerra sucia” deeste país y muchas otrashuyen al extranjero. Porprimera vez, el ACNURempieza a mirar más alnorte, hacia Centroamérica,

donde se producenenfrentamientos entre lospobres sin tierra que exigenuna reforma social y agrariay las élites de terratenientesde varios países. En 1977 seabre una oficina regionalsobre el terreno -la primerade toda una red posterior-en San José de Costa Rica.

1979El dictator AnastasioSomoza Debayle abandonaNicaragua y el izquierdistaFrente Sandinista deLiberación Nacional toma elpoder. Es el comienzo de unefecto dominó cuyaprimera consecuencia sonlas guerras de El Salvador yGuatemala. Toda la regióncentroamericana, EstadosUnidos y Canadá se venarrastrados por el conflictocon el desplazamiento demás de dos millones depersonas, muchas de lascuales huyen al extranjeroen busca de un lugar seguro.Unos 200.000centroamericanos sondeclarados refugiados.

22 de noviembrede 1984La protección internacionalal refugiado sigue siendorudimentaria enCentroamérica. Sólo unoscuantos países han firmadola Convención de Ginebrade 1951 sobre losRefugiados, que, de todos

modos, no es aplicable a lascircunstancias concretas deestas últimas guerras.Finalmente, seis estadoscentroamericanos -Belice,Costa Rica, El Salvador,Guatemala, Honduras yNicaragua- y otros cuatropaíses -Colombia, México,Panamá y Venezuela-aprueban la Declaración deCartagena sobre losRefugiados. Al contrarioque la Convención de 1951,Cartagena no tiene caráctervinculante, pero incluye aalgunos grupos dedesplazados nocomprendidos en el tratadode Ginebra.

7 de agostode 1987Costa Rica, El Salvador,Guatemala, Honduras yNicaragua firman elAcuerdo de Esquipulas II (elPlan de Paz Arias). Cadaestado se compromete a nousar su territorio paradesestabilizar a los demás yreconoce la necesidad dedesarrollar programas deayuda a las personas pobres,sin tierra y con privacionessociales para evitar futurosconflictos.

29-31 de mayode 1989La ConferenciaInternacional sobreRefugiados

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Antes de 1984, sólo un puñado de países de la re-gión habían firmado la Convención de 1951. Hoy sóloqueda Cuba por firmar.

Pero incluso a medida que se reforzaban silenciosamenteesos vínculos legales, Latinoamérica parecía a punto de de-saparecer de la pantalla del radar internacional.

Mientras que las grandes crisis como los Balcanes,Afganistán, Timor y Ruanda dominaban los titularesmundiales, no había tiempo que perder con una regiónque parecía relativamente tranquila.

Se convirtió, según Maldonado, en “un continente ol-vidado”, y las nuevas víctimas en “refugiados invisibles”.

“CARTAGENA ERA UN MECANISMO MUY INTELIGENTE, HASTA EL PUNTO DE SER UN SISTEMA FLEXIBLE YPRAGMÁTICO QUE INCORPORABA CRITERIOS UNIVERSALES DE PROTECCIÓN, Y TAMBIÉN NUEVAS IDEAS,EN EL CONTEXTO LATINOAMERICANO.”

e la protección al refugiado Centroamericanos(conocida por las siglasCIREFCA), en la queparticipan los estados de laregión, el ACNUR y otrasagencias, adopta unambicioso programa con elfin de encontrar solucionesprácticas para losrefugiados, retornados yotros grupos dedesplazados. En 1989, laagencia para los refugiadossigue proporcionandoayuda a 150.000 personasen los campos de México,Honduras y Costa Rica.

1991Comenzando por Nicaragua,el ACNUR sienta las basesdel concepto de Proyectosde Impacto Rápido (PIR),proyectos de transporte,salud, agricultura einfraestructura de bajocoste y a pequeña escalaque intentan ayudar tanto alos retornados como a lascomunidades locales. LosPIR se conviertenposteriormente en uno delos pilares de los programasmundiales del ACNUR.

20 de enero de1993Se pone en marcha unprograma de repatriaciónvoluntaria organizado para46.000 refugiadosguatemaltecos que viven enMéxico. Por primera vez enla historia del ACNUR, lospropios refugiados negocian

los términos del retorno,especialmente la concesiónde tierras.

14 de agostode 1996México anuncia unprograma innovador quepermite a los refugiadosque no desean repatriarseser residentes legales en elpaís y acelera el acceso a laciudadanía para las esposaso parientes de ciudadanosmexicanos, una disposiciónsignificativa teniendo encuenta que casi la mitad delos refugiadosguatemaltecos que quedanhan nacido en México. Unos22.000 guatemaltecosdeciden permanecer endicho país.

1997-1999Una vez restablecida la pazen Centroamérica, elACNUR reduce susprogramas y repatría a losúltimos refugiados. Sinembargo, la agencia abreuna nueva oficina enColombia para ayudar a losrefugiados y desplazadosinternos de lo querápidamente se convierteen la peor crisis delhemisferio occidental.

2004Después de 40 años deguerra, más de 200.000personas han muerto enColombia, al menos dosmillones se encuentran

desplazadas en el interiordel país y cientos de milesse han trasladado a losestados vecinos.

15-16 denoviembrede 2004Se celebra una ceremoniaen México D.F. con ocasióndel 20 aniversario de laDeclaración de Cartagena.Se anuncia un nuevo plande acción para revitalizar elproceso de Cartagena,poniendo especial énfasisen resolver el problema de

Colombia a través de ideastan innovadoras como lade crear un programalatinoamericano dereasentamiento.

Diciembrede 2004Con oficinas en Argentina,Brasil, Colombia, CostaRica, Ecuador, México,Panamá y Venezuela, asícomo en Estados Unidos yCanadá, el presupuesto delACNUR para Américaasciende a 25 millones dedólares.

Refugiados guatemaltecos construyen un nuevo hogar en México.

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De hecho, desde hacía décadas existía otra impor-tante crisis, irónicamente quizás, en la propiaColombia.

Durante más de 40 años el Gobierno civil, la demo-cracia en activo más antigua de Latinoamérica, el ejér-cito, varios grupos guerrilleros de izquierdas y los pa-ramilitares de derechas luchaban por el control del te-rritorio, las riquezas y el poder.

El número de víctimas era parecido al de anteriorescrisis centroamericanas. Más de 200.000 personas ha-bían muerto en los enfrentamientos de Colombia, másde dos millones se encontraban desplazadas en el inte-rior del país desde 1985 y un elevado número de perso-nas había huido a los países vecinos.

El mundo prestó poca atención porque los gobier-nos de la región restaron importancia a la emergenciay quizás también porque la mayoría de sus víctimaseran desplazados internos, no entrando por tanto den-tro de las responsabilidades directas de la supervisióninternacional.

Hoy en día, junto con muchas otras agencias, elACNUR proporciona ayuda a más de 1,2 millones dedesplazados, la cifra más alta del mundo, y lucha porresolver el creciente problema de los refugiados en lospaíses vecinos.

MUCHO MAYORESCOLOMBIA SE HA CONVERTIDO en la peor crisis humani-taria del hemisferio occidental, y en lo que respecta alnúmero total de personas que reciben ayuda, la segundaoperación mundial en importancia del ACNUR.

Pero los estados latinoamericanos, como otros paí-ses del mundo, se enfrentan también a otras complejascuestiones que tienen consecuencias para el mundohumanitario y que no estaban presentes durante elconflicto centroamericano.

Actualmente los gobiernos tienden a ver lascuestiones de inmigración y asilo bajo el prisma dela seguridad, en vez de dar prioridad a los asuntoshumanitarios. La guerra mundial contra el terroris-mo ha proyectado su ancha sombra sobre algunaszonas de la región latinoamericana. Las rutas mi-gratorias y el tráfico de inmigrantes se han vueltomás complejos. Aunque existe un incontable núme-ro de desplazados latinoamericanos moviéndose deun estado a otro de la región, también hay cada vezmás personas de otros lugares, especialmente deÁfrica, trasladándose a la zona, o atravesándola decamino a Norteamérica.

El plan de acción adoptado en México D.F. no sola-mente ha intentado hacer frente a las cuestiones “tra-dicionalmente” relacionadas con los refugiados, sinotambién a estos nuevos desafíos.

Desde el punto de vista del ACNUR, el AltoComisionado Lubbers ha declarado que la agenciatiene dos objetivos generales: reforzar y desarrollaraún más la protección al refugiado en Latinoaméricay poner en vigor el “espíritu de Cartagena” a la horade abordar las necesidades humanitarias de la re-gión.

“En un contexto mundial de políticas de asilo res-trictivas y de erosión de los principios de protección,

Bienvenidos aEcuador.

OFICIALMENTE, EXISTEN APROXIMADAMENTE 40.000 REFUGIADOS COLOMBIANOS EN LOS PAÍSESVECINOS DE ECUADOR, VENEZUELA Y PANAMÁ, PERO LAS CIFRAS PODRÍAN ESTAR POR ENCIMADE LOS 400.000.

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resulta alentador ver que los países de Latinoaméricase comprometen a mantener unos altos niveles de pro-tección”, manifestó Lubbers ante los reunidos enMéxico D.F.

Carlos Maldonado añade que, a nivel práctico, granparte del plan está pensado “para ayudar a los países dela región a identificar el alcance real de la crisis huma-nitaria y ayudarlos posteriormente a resolver dichoproblema. Permitirá a los gobiernos ver más allá del“mal ambiente” que reina en la crisis colombiana y re-solver problemas reales”.

Incluso conociendo el alcance del problema, éstehabía resultado difícil de evaluar hasta ahora. La cifraexacta de personas obligadas a abandonar sus hogares,especialmente de quienes han huido a países vecinos,no podía calcularse por una serie de razones.

Las fronteras son relativamente porosas y fáciles deatravesar. Los vecinos de un mismo origen étnico y quehablan la misma lengua suelen pasar inadvertidos enlas comunidades rurales fronterizas o desaparecen enlas ciudades y no se inscriben en el registro por temora represalias oficiales. Los sistemas de asilo regionalesson mínimos y carecen de recursos.

Oficialmente, hay aproximadamente 40.000 refu-giados colombianos y solicitantes de asilo en los paísesvecinos de Ecuador, Venezuela y Panamá, pero, segúnun veterano funcionario humanitario “las cifras realesson mucho, mucho mayores”. Un cálculo conservadorextraído de algunas estadísticas gubernamentales de laregión sugiere que el número de personas que puedenconsiderarse “refugiados de Cartagena”, según la am-plia definición articulada por el documento, es de almenos 400.000.

Cifras tan altas entrañan importantes consecuen-cias para los estados andinos, como la de averiguar elmejor modo de solucionar la situación de tanta gente

en movimiento y de ayudarla posteriormente.Los elementos clave en el plan de acción son los de-

nominados proyectos de las “tres solidaridades”: ciuda-des solidarias, fronteras de solidaridad y reasenta-mientos solidarios. Cada uno de estos programas estádiseñado para hacer frente a problemas concretos: ayu-dar a los refugiados urbanos en los pueblos y ciudadesde la región; desarrollar las infraestructuras de las re-giones fronterizas en beneficio tanto de los refugiadoscomo de las comunidades locales, y la propuesta hechapor Brasil de desarrollar un programa propio de rea-sentamiento en Latinoamérica mediante el que los países de la región podrían recibir a los desplazados delos lugares conflictivos.

Un programa de este tipo sería especialmente signi-ficativo para Brasil y el ACNUR. Hace medio siglo,cuando la agencia para los refugiados empezó a operaren Latinoamérica, su primer cometido fue ayudar a re-asentar, sobre todo en Brasil, a unas 100.000 víctimaseuropeas de la Segunda Guerra Mundial. Puede queaquellos esfuerzos iniciales hayan vuelto al punto departida.

Los países ya han dado un paso práctico, intentandopor primera vez resolver la cuestión de forma colecti-va en vez de bilateralmente. También es de esperarque Colombia, que hace varios años se desvinculó de laDeclaración de Cartagena, “vuelva” a adoptar las dis-posiciones del acuerdo.

Mientras tanto, según Carlos Maldonado,Latinoamérica en su totalidad debe superar el estigmade ser el “continente olvidado” a los ojos de la comuni-dad internacional. “La región ha demostrado su resolu-ción y capacidad para resolver sus propias crisis de re-fugiados”, señala. “Con una pequeña ayuda y el estímu-lo de los donantes extranjeros podemos volver ahacerlo”. �

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