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2.273. 2.273. 2.273. 2.273. DESDE TARTESOS. Isla Cartare DESDE TARTESOS. Isla Cartare DESDE TARTESOS. Isla Cartare DESDE TARTESOS. Isla Cartare (V) (V) (V) (V) 2610 10 10 102014 Fotografía aérea con la reconstrucción ideal de la costa antigua, los yacimientos con restos arqueológicos considerados Tartésicos, así como las factorías de salazón de pescado del siglo VI a. C. Las Columnas consagradas a la divinidad marcaban el fin del mundo conocido. Más allá de las Columnas de Hércules, la oscuridad. Pero, en este lugar, donde se llegaba empujado por los vientos apeliotas, o de Levante, se unían los elementos. Los cuatro elementos conocidos en la

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2.273.2.273.2.273.2.273. DESDE TARTESOS. Isla Cartare DESDE TARTESOS. Isla Cartare DESDE TARTESOS. Isla Cartare DESDE TARTESOS. Isla Cartare

(V)(V)(V)(V)

26101010102014

Fotografía aérea con la reconstrucción ideal de la costa antigua, los

yacimientos con restos arqueológicos considerados Tartésicos, así como

las factorías de salazón de pescado del siglo VI a. C.

Las Columnas consagradas a la divinidad marcaban el fin del mundo

conocido. Más allá de las Columnas de Hércules, la oscuridad. Pero, en

este lugar, donde se llegaba empujado por los vientos apeliotas, o de

Levante, se unían los elementos. Los cuatro elementos conocidos en la

Antigüedad: el mar, la tierra, el aire y el fuego. El Mediterráneo y el

Atlántico, Europa y África.

Los griegos bautizaron al mundo conocido tras las Columnas de

Hércules como Tartesos. Sin embargo, este espacio geográfico era

conocido con anterioridad. El Libro de los Reyes (I.10.22; 22.49)

describía en tiempos del rey Salomón los viajes a un lugar llamado

Tarsis, a comienzos del primer milenio a. C. Aún hay más Tarsis

mencionadas en la Biblia, como la del Libro de Isaías (23.I.6). En este

texto se refleja la situación de la ciudad fenicia de Tiro en el siglo VIII a.

C. y se alude a los barcos que navegaban a Tarsis. Posiblemente en

Occidente.

A la izquierda, anillo de plata encontrado en el río Guadalete que

representa la figura de Hércules con su maza. Con toda probabilidad en

este mismo marco se desarrolló una de sus mayores aventuras heroicas,

el robo de los bueyes de Gerión. Y a la derecha, su impronta. Museo

Municipal.

Los periplos realizados por los navegantes de Massalia, actual Marsella,

fueron la fuente de información de Avieno, autor latino del siglo IV d. C.,

para quien la ciudad de Tartesos se encontraba en Cádiz. De la misma

opinión fueron otros escritores romanos. Carteia, junto a San Roque, en

la Bahía de Algeciras, y por extensión la región limítrofe a las Columnas

de Hércules, también estuvo considerada en la Antigüedad como cuna

de Tartesos.

No todos los autores clásicos se refirieron a Tartesos como una ciudad.

Para el citado Avieno y para Estesícoro de Hímera se trata, así mismo, de

un río. Estrabón nos habla del río Tartesos y de las islas de Cádiz,

fronteras a las tierras que bañaba el río. La ciudad de Tartesos se

situaría entre las dos bocas que formarían la desembocadura del río de

su nombre. Este río, cargado de restos de oro, estaño y cobre, se

encontraba a dos días de navegación de las Columnas, según cuenta

Éforo.

Los escritos grecolatinos deben ser leídos desde el único espacio

geográfico coincidente a través del tiempo: la Bahía de Cádiz. En este

lugar, los fenicios de Tiro fundaron una colonia que bautizaron con el

nombre de Gadir. Los griegos la llamaron Gadeira y a sus islas vecinas

Eritheia. En las tierras fronteras a Eritheia y junto a las fuentes del

Tartesos, nació Gerión. Este personaje mítico participa en la leyenda de

Hércules, quien le da muerte en uno de sus “trabajos”. En la

desembocadura del Tartesos se encontraba el Arx Gerontis, como nos

cuenta Avieno. Los hechos que nos relatan las leyendas griegas los sitúa

Hesíodo en Eritheia, o Estesícoro en Tartesos.

La orfebrería gaditana se

distinguía por su exquisita

belleza y complejidad, los

diseños ofrecen

características puramente

orientales. La tecnología de

los orfebres gaditanos es

verdaderamente asombrosa.

Así, los pastos en los que Gerión tenía su ganado parecen, pues, que

deben ser los situados en el Valle del Guadalquivir y tierras fronteras a

Cádiz. Es aquí, en el litus Curense, o isla de Cartareisla de Cartareisla de Cartareisla de Cartare (ver nótula núm. (ver nótula núm. (ver nótula núm. (ver nótula núm.

2.217 en2.217 en2.217 en2.217 en Gente del Puerto)Gente del Puerto)Gente del Puerto)Gente del Puerto) según daba nombre Plinio el Viejo, donde se

encuentran los yacimientos arqueológicos más importantes en relación

con los orígenes de Tartesos y de la colonización fenicia: el poblado de

cabañas de Pocito Chico (ver nótula núm. 2.259 en Gente del Puerto)(ver nótula núm. 2.259 en Gente del Puerto)(ver nótula núm. 2.259 en Gente del Puerto)(ver nótula núm. 2.259 en Gente del Puerto) y

la ciudad del Castillo de Doña Blanca, dos formas de vida que, desde

ahora, serán interdependientes.

En otro mito se nos explica qué fue Tartesos como entidad política. Al

menos para los griegos. Un primer rey, Gárgoris, fue recolector de miel.

Otro, Habis, daría a su pueblo leyes, además de enseñarle a uncir

bueyes al arado, y a cultivar. El longevo rey Argantonio fue comparado

con los tiranos de las polis griegas por Anacreonte y Heródoto. Todo

esto ha conducido a algunos arqueólogos a pensar que Tartesos,

además de una ciudad fue una entidad territorial, jerarquizada y

gobernada por un monarca de fuertes poderes políticos y religiosos,

donde los líderes serían heroizados después de muertos.

Collar de cuentas de cornalina

del yacimiento de La Algaida

en Sanlúcar de Barrameda.

Así pues, fue Tartesos una

sociedad de base agropecuaria

que comenzaba a

comercializar sus riquezas

naturales, muy especialmente

los metales de Huelva. Muchas

son las descripciones latinas de campos y huertas a orillas del

Guadalquivir. Se citan cereales, leguminosas, hortalizas, y frutales; así

como grandes rebaños de bóvidos. A pesar de ésto, si atendemos a los

textos que nos hablan de Tartesos, la base fundamental de la riqueza

tartésica era la extracción y beneficio de los metales, principalmente

cobre, oro y plata. Esta es la causa de la continua afluencia de foráneos

a las costas españolas desde la Edad de los Metales.

El mundo grecorromano elaboró todo un mito de Eldorado en la Europa

de la Edad del Bronce. Pausanias nos cuenta que Mirón, tirano de Sición

a mediados del siglo VI a. C., construyó un tesoro de más de trece

toneladas de bronce tartésico, después de su victoria en los Juegos

Olímpicos. Heródoto recuerda como los foceos se hicieron amigos del

rey Argantonio, quien les ayudó con plata a financiar la construcción de

las murallas de su ciudad, Focea, amenazada por los persas.

La actividad minera sería una de las razones principales para la

fundación de Gadir, ciudad que hoy día podemos visitar en Cádiz y el

Castillo de Doña Blanca. Los fenicios introdujeron el cobre occidental

como sustituto del producido en el Sinaí. Los habitantes del suroeste de

la Península Ibérica acostumbraban a comerciar con la costa atlántica,

en especial el estaño de las islas Casitérides, en lo que se ha venido en

llamar Bronce Atlántico, costas de Portugal, España, Francia, Inglaterra e

Irlanda. El hallazgo de la ría de Huelva, un barco hundido cargado de

objetos de metal, datado entre el 1138 y el 813 a. C. por radiocarbono

calibrado, es buena prueba de lo que decimos.

Los romeros porteños en

peregrinación al Rocío, a

su paso por Pocito

Chico. En la antigüedad y

en la actualidad, el

caballo ha representado

un papel fundamental en

el control de los recursos

y del territorio. A nadie

escapa la singular

importancia que este

mítico animal tiene aún en la Andalucía Occidental y sobre todo en esta

área, donde todavía se crían en libertad por las marismas.

Tartesos será el punto de inflexión entre el oriente mediterráneo y la

costa atlántica, como demuestran las Estelas Decoradas del Suroeste. La

ruta del norte, el estaño, es posible relacionarla con el comercio

mediterráneo en un sistema económico de gran amplitud. Así, los

fenicios actuaron introduciendo grandes cantidades de plata no sólo en

Egipto, sino en todo Oriente, como tributo al Imperio Asirio.

Homero indicó que el comercio de las ciudades griegas estaba en manos

de los fenicios. En Tartesos, los productos más antiguos griegos los

introdujeron los fenicios. La plata era intercambiada por aceite, vino,

objetos de arte, cerámica fina, jarros y calderos de bronce, perfumes,

alabastrones egipcios, telas de lujo (púrpura), lucernas e, incluso,

animales como la gallina o el asno. Pero no fueron estos los únicos

intercambios que se produjeron, aquellos que afectan a la mente y el

comportamiento humano, como los cultos religiosos, fueron los que

realmente debieron transformar a las gentes de Tartesos.

Reconstrucción

de la Cabaña 1

del Bronce Final

excavada en el

yacimiento de

Campillo. Dibujo

del pintor Javier

M. de Lucas

Almeida.

La orfebrería tartésica logró una gran altura uniendo a la tradición del

Bronce Atlántico los modos y técnicas traídas por los fenicios. Debieron

ser regalos a reyezuelos o, como los tesoros de El Carambolo (Sevilla) y

La Aliseda (Cáceres), piezas de carácter sacerdotal. El lugar de

fabricación de todas estas joyas debió ser Gadir -como se constata en el

Castillo de Doña Blanca-, que continuó con esta tradición, incluso en

época romana.

En el conjunto de joyas de La Aliseda,

fechado en torno al 600 a. C., compuesto

de pendientes, brazaletes, colgantes,

sellos, sortijas, un cinturón (decorado

con la lucha de Gilgamesh con el león, de

iconografía mesopotámica) y una

diadema. Este conjunto de La Aliseda tal

vez corresponda a los ornamentos

sacerdotales de una mujer. En el caso de

El Carambolo hablaríamos de un hombre,

según la interpretación de Carriazo.

A la izquierda, estela de guerrero con

casco de cuernos de laúd, de Pocito Chico, encontrado en el interior de

la Cabaña del Bronce Final.

La circulación de los bienes suntuarios citados era favorecida por las

élites aristocráticas de Tartesos. El influjo de los fenicios sobre la cultura

de Tartesos fue de muy distinta procedencia: Etruria, Fenicia, Chipre o

Campania. Sin embargo, hay objetos, como los marfiles, que no se

importaron, sino que se fabricaron en la Península Ibérica según

modelos orientales a partir del siglo VII a. C. También son de talleres

propios los broches de cinturón, las fíbulas, o los bocados de caballos

en bronce. Al lado de los fenicios pronto aparecen los griegos como

clientes de las riquezas tartésicas. El viaje de Kolaios de Samos en el

siglo VI a. C., junto al citado envío de plata a Focea, no es sino la

constatación de la entrada de Tartesos y del Occidente europeo en el

origen y desarrollo de las primeras monedas griegas.

Fragmentos de cerámicas

del Bronce Final realizadas

a mano de Pocito Chico,

están decoradas con

incisiones y pintadas.

La cultura de Tartesos es

urbana y como veremos

rural. El urbanismo

entendido como

agrupación ordenada de

viviendas aparece en la Península antes de la llegada de los fenicios:

Asta Regia, Cerro Salomón, El Carambolo, Cerro Macareno, Carmona,

Colina de los Quemados, Ategua, Setefilla y San Pedro. En algunas de

estas ciudades se practicó incluso la escritura desde el siglo VIII a. C. La

serie epigráfica del Castillo de Doña Blanca consta de más de 70

ejemplos. Ya Estrabón se refería en el siglo I a. C. a los escritos en prosa

y poesía “que dicen datan de seis mis años”. Se pueden leer pero,

desgraciadamente, no comprender.

Cuenta de collar de

cornalina, encontrada en

la Cabaña del Bronce

Final de Pocito Chico, su

forma imita un vaso y se

trata de una importante

pieza de importación.

Las necrópolis se ubicaban fuera de los poblados como podemos ver en

el Túmulo 1 de la necrópolis de “Las Cumbres” en El Puerto de Santa

María, los cadáveres eran incinerados en “ustrinas”, o piras funerarias.

Los restos eran tamizados, lavados

y separadas las cenizas, después de

lo cual se depositaban en urnas

introducidas en hoyos excavados en

el suelo. Así, en la necrópolis de

“Las Cumbres”, el cementerio del

Castillo de Doña Blanca, dentro de

las urnas se encuentran objetos de

bronce, hierro y alabastro y otros

objetos de lujo, mientras que

alrededor se situaban las vasijas de

ofrendas.

En la imagen de la izquierda, copa

polícroma encontrada entre otras en

el Fondo de Cabaña del Bronce Final de Campillo, en la campiña.

Tartesos se ha definido arqueológicamente con los hallazgos

relacionados con los tesoros áureos. Pero hay algo más. Dada la baja

densidad demográfica durante la Edad del Bronce, las raíces de lo

tartésico han sido objeto de largos y apasionados debates. Hoy en día

podemos asegurar que una de sus localizaciones se encuentra en Pocito

Chico, en la campiña de El Puerto, al pie de la Laguna del Gallo en plena

Bahía de Cádiz (ver nótula num. 2.259 en Gente del Puerto)(ver nótula num. 2.259 en Gente del Puerto)(ver nótula num. 2.259 en Gente del Puerto)(ver nótula num. 2.259 en Gente del Puerto), y en la

cultura que desde la Edad del Cobre se desarrolla en el Valle del

Guadalquivir. A la importancia del poblamiento autóctono durante el

Bronce Final en la campiña noroeste de Cádiz y el Bajo Guadalquivir, hay

que añadir la hipotética llegada progresiva de gentes desde la

Extremadura española, caracterizadas por las Estelas Diademadas y de

Guerreros. Como la que se encontró en la Cabaña 1 de Pocito Chico. Su

conocimiento se debe a las investigaciones que desde hace más de 30

años desarrolla en el lugar un equipo de trabajo vinculado al Museo

Municipal de El Puerto de Santa María y la Universidad de Cádiz.

Plano con la reconstrucción de la costa según Juan Gavala, con

yacimientos del Bronce Final, con copas tipo Campillo y ánforas de saco.

Bajo los auspicios de la Junta de Andalucía, se unieron a las instituciones

citadas otros equipos de las universidades de Sevilla y Autónoma de

Madrid, además del Consejo Superior de Investigaciones Científicas,

para la realización de un ambicioso proyecto de investigación. Los

objetivos se concretaron en la delimitación espacial de los yacimientos

que circundan la Laguna del Gallo, a fin de concretar diacronías y

sincronías poblacionales, número de pobladores y grado de explotación

del ecosistema; la dinámica de los restos arqueológicos en conexión con

la evolución y génesis geomorfológicas del espacio geográfico; y el

estudio de los restos arqueozoológicos y paleo-ecológicos (palinología y

antracología), análisis sedimentológicos de columnas estratigráficas de

origen lacustre y continental, etc.

El yacimiento de Pocito Chico, como ya referimos en la nótula anterior

de esta misma serie, se encuentra situado en la fértil campiña del

noroeste de la provincia de Cádiz, en él triangulo del vino, entre

Sanlúcar de Barrameda, Jerez de la Frontera y El Puerto de Santa María.

Utilizando el lenguaje que Avieno empleó en la Ora Maritima, podríamos

decir que este yacimiento se sitúa entre Gadir y elLacus Ligustinus, a

muy poca distancia de la Asta Regia de Plinio, en pleno corazón de

Tartesos. Emplazado a orillas de una antigua laguna, llamada del Gallo,

que en la actualidad sigue existiendo durante las temporadas de lluvias.

Ésta forma parte, junto a las lagunas, Chica, Salada y Juncosa, del

complejo endorreico de El

Puerto de Santa María, enclave

fundamental para las aves, que

por millares la utilizan en las

migraciones, y para las

procedentes del cercano

Doñana y marismas del río

Guadalete.

En los dibujos de la izquierda:

1, copas de cerámica a torno

“tipo Campillo” aparecidas en la

Cabaña de Pocito Chico. 2,

copas de cerámicas a mano de

la misma cabaña. 3, Copas a

torno del fondo de cabaña de

Campillo.

Tanto la riqueza faunística, especialmente en aves, como el tipo de

vegetación, convierten a estos lugares en una fuente importante de

recursos, de alimentos y materias primas. La caza y crianza de aves, la

obtención de huevos, la utilización de juncos y castañuelas para el

poblado, los pastizales para la ganadería, etc., serían algunas de las

prácticas y productos habituales para los habitantes de la Edad del

Bronce en la Laguna.

Copas a torno “tipo Campillo” de Pocito Chico.

La relación entre los habitantes de Tartesos y su medio físico debió de

jugar durante mucho tiempo un papel esencial para el desarrollo de la

vida cotidiana, como se ha podido comprobar en las excavaciones de

1997-99 en Pocito Chico. Las casas fabricadas con paredes de adobes,

encaladas y pintadas, con techumbre vegetal, debieron de ser

acogedoras pues se mantienen hasta la actualidad. La vinculación del

pueblo gaditano y el mar queda atestiguada en su propia historia. Este

conocimiento del medio hará que la explotación de productos como la

sal, conservante de alimentos, derivará en el futuro en una de las

mayores explotaciones comerciales de todos los tiempos, la salazón de

pescado.

Copa restaurada “tipo Campillo” sin decoración pintada de Pocito Chico.

Los restos arqueológicos recuperados en este yacimiento nos hablan de

un poblado situado al pie de la laguna mirando a ésta, con pequeñas

casas redondas u ovales, coetáneo con otros poblados de su entorno.

Debieron ver llegar por primera vez a los navegantes fenicios en torno a

los siglos IX -en cronología calibrada- o VIII a. C. en versión relativa o

tradicional, con los que realizaron los primeros intercambios

comerciales según se desprende por las copas a torno encontradas, los

primeros cuchillos de hierro, collares de cornalina y otras piedras

preciosas, huevo de avestruz, y otras baratijas.

En la imagen de la izquierda,

carrete o soporte restaurado,

realizado a mano, de la

Cabaña del Bronce Final de

Pocito Chico.

La importancia de estos

intercambios comerciales

recae en los cambios que

supone para Europa Occidental

la llegada de estos

comerciantes. Venidos del

fabuloso Oriente, poseen el conocimiento de las ciudades de Egipto,

Mesopotamia, Persia… y las nuevas tecnologías que aportaron, teniendo

singular trascendencia el conocimiento de la fundición del hierro, que

dará nombre a un periodo (la Edad del Hierro), el torno del alfarero, así

como algunos animales y plantas que han quedado como parte de

nuestra cultura.

En la imagen de debajo, excavación del fondo de cabaña del Bronce

Final de Pocito Chico.

En definitiva creemos que estamos ante las primeras transacciones

comerciales que se realizan de una forma reglada entre indígenas y

fenicios que con el paso de muy poco tiempo dará lugar a la fundación

de Gadir, en suelo de Tartesos.

Texto, fotografías yTexto, fotografías yTexto, fotografías yTexto, fotografías y reconstrucciones: José Antonio Ruiz Gil y Juan José reconstrucciones: José Antonio Ruiz Gil y Juan José reconstrucciones: José Antonio Ruiz Gil y Juan José reconstrucciones: José Antonio Ruiz Gil y Juan José

López Amador.López Amador.López Amador.López Amador.