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TEOLOGÍA SISTEMÁTICA I Universidad Adventista de Bolivia
DOCTRINA DE DIOS (TEOLOGÍA) Facultad de Teología
Mg. Samuel Huamán Obando 2009 - B
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DOCTRINA DE DIOS - TEOLOGÍA
¿QUIEN ES DIOS?
El estudio de Dios constituye el centro mismo de la Teología y su conocimiento es
la clave para la vida eterna (Jn.17:3).
Dios, el Creador del universo, es la realidad última y suprema, y como tal, no
puede ser definido a plenitud por el ser humano (Isa.40:18, 25,26; 46:5)
La Biblia, antes de dar una definición de quién es Dios, ofrece las características
que El ha revelado de sí mismo; y en vez de presentarlo como un ser abstracto, lo
presenta como un Ser vivo y en permanente acción.
De acuerdo con la descripción Bíblica, Dios es personal, es espiritual, y es fuente
de vida.
Características
Personalidad
Lejos de ser meramente un concepto metafísico (más allá de lo físico) y abstracto,
el Dios revelado en la Biblia es un Ser personal.
Su personalidad se revela de múltiples maneras. Dios despliega características que
son propias de una persona:
Voluntad (Sal.40:8; 103:21; Mat.6:10; 7:21; Luc.11:2)
Capacidad para pensar (Sal.40:17; 144:3; Isa.55:9; Miq.4:12)
Inteligencia o sabiduría (Job.12:13; Prov.3:19; Jer. 51:15; 1Cor.1:21;
Efe.3:10; Col.2:2,3)
Poder de decisión o elección (Prov.16:33; Rom.9:10-12; Sant.2:5;
1Ped.1:1,2)
El Carácter personal de Dios se revela también en el hecho de que tiene nombres
(Exo.3:13-15; 6:3; Isa.42:8; Mat.6:9)
Pero en ningún otro aspecto se refleja el carácter personal de Dios más claramente
que cuando la Biblia lo describe como Padre (Mal.1:6; 2:10; Luc.11:2; Jn.1:18,
Rom.1:7)
Espiritualidad
Aunque como hemos visto Dios es un Ser personal, las SSEE no reducen la
personalidad de Dios al nivel humano; lo identifican como un Ser espiritual.
“Dios es Espíritu” (Jn.4:24). Esto significa que Dios existe en una esfera totalmente
diferente a la nuestra. Nosotros somos carnales, El es espiritual (1Cor.2:11)
El hecho de que Dios sea un Ser espiritual implica que Su naturaleza es
infinitamente superior a la de toda vida creada. También implica que, como
Espíritu, El es un Dios viviente, poseedor de vida infinita en sí mismo (Sal.36:9;
Jn.5:26). Mientras que la materia es vivificada por el espíritu (Gén.2:7), Dios es
Espíritu puro y, como tal, vida plena.
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Fuente de vida
Dios es el único Ser no creado, el único que tiene existencia propia o vida en sí
mismo. No hubo un tiempo en que él no existiera, no habrá un tiempo en que él
no será. Es un Ser que siempre es, que vive para siempre (Exodo.3:14)
Todo otro ser y forma viva derivan de la existencia de Dios quien es la fuente de
vida (Job.33:4; Hech.17:28).
En él encuentra su origen todo cuanto existe (Apoc.4:11) pero él no es originado
por nadie pues vive por los siglos de los siglos (Apoc.10:6)
ARGUMENTOS RACIONALES SOBRE LA EXISTENCIA DE DIOS
Teólogos y filósofos, a través de la historia del desarrollo del pensamiento
teológico, han recurrido a una serie de argumentos llamados racionales porque
apelan a la razón y la inteligencia humana, para tratar de demostrar la existencia
de Dios.
Los argumentos tradicionales son:
Argumento Cosmológico.
Argumento Teológico.
Argumento Ontológico.
Argumento Antropológico
Argumento Cosmológico
El nombre “cosmológico” deriva del término griego “kosmos” que significa
“mundo” pues tiene que ver con la existencia de éste.
El argumento parte del axioma (una verdad admitida sin necesidad de
demostración) de que no hay efecto sin causa. Debido a la universalidad de esta
verdad, la razón humana exige una causa para un efecto.
Planteado a manera de silogismo el argumento sostiene lo siguiente:
1. Todo efecto tiene una causa.
2. El mundo es un efecto y, por lo tanto,
3. El mundo debe tener una causa.
Según el principios de causalidad, todo lo que no sea eterno es un efecto y debe
su existencia a una causa exterior a sí mismo. El universo como efecto debe haber
tenido un principio, una primera causa lo suficientemente adecuada como para
dar razón de su existencia.
El mundo es un efecto, no es eterno; ni se causó a sí mismo. Las partes que lo
constituyen no son eternamente permanentes; son mutables y dependientes,
envejecen y decaen, y estas no son características de eternidad; lo cual significa
que debe haber tenido un comienzo.
Ese comienzo es debido a la gran Causa primera de su existencia; Causa que debe
tener permanencia o existencia propia. Esa Causa es Dios. “En el principio creó
Dios los cielos y la tierra” (Gén.1:1)
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La evidencia histórica apoya la no eternidad del mundo y de los seres que lo
habitan. Los seres humanos, por ejemplo, han existido sólo por unos cuantos miles
de años. Para los evolucionistas tal existencia es ampliada a unos cuantos millones
de años. Si la especie humana no es eterna, no lo son tampoco las otras especies
vivas que pueblan nuestro planeta ni lo es, por lo tanto, el mundo.
Nos vemos obligados por la lógica a concluir que, o el mundo brotó de la nada,
o que hay un Ser que tiene vida en sí mismo, y que es exterior al mundo y le dio
su origen. El argumento cosmológico presupone que el efecto depende de su
causa para su existencia y que, en el caso que nos ocupa, el mundo como efecto,
primero, no pudo producirse a sí mismo, y segundo, depende de su Causa, Dios,
para su subsistencia.
El argumento cosmológico fue magistralmente utilizado por Tomas de Aquino
quien lo trabajó como “el argumento de contingencia” que, llevado a su
conclusión lógica se reduce a una elección simple: O la existencia propia le
pertenece al universo, o le pertenece a Dios.
Argumento Teleológico
Deriva de dos palabras griegas:
Logos = tratado
Telos = fin, blanco, resultado, propósito
La Teleología es la parte de la filosofía que estudia los fenómenos que exhiben
orden, diseño, propósito y finalidad.
Así, el argumento Teleológico hace referencia a la finalidad, propósito o
funcionalidad del universo como evidencias de la existencia de Dios.
También se le conoce como argumento del “diseño” (RBN Mayta), uno de los
más grandes y populares sobre la existencia de Dios.
Por todas partes el mundo da evidencias de orden, de diseño. Un diseño implica
que un medio ha sido adaptado para facilitar el cumplimiento de un fin
determinado. Implica la operación de una mente, de un agente con
entendimiento. Es por eso que la presencia de diseño sugiere inteligencia,
voluntad, previsión, y poder de ejecución por parte del diseñador.
La premisa central en este argumento es el axioma de que todo diseño presupone
la existencia de un diseñador. Su conclusión y aplicación lógica es que el universo
debe su existencia a un gran Diseñador, Dios.
Un Reloj, una calculadora digital, un computador, son ejemplos de un sinnúmero
de creaciones humanas que dan evidencia incontrovertible de planeación, de
diseño.
Ejemplos:
¿Cuánta sabiduría desplegamos si no creemos en la evolución de un reloj pero sí
en la del universo?
Con razón el salmista escribió: Salmos 53:1-3
Dice el necio en su corazón: "No hay Dios". Se han corrompido e hicieron
abominable maldad; ¡no hay quien haga el bien! 2
Dios, desde los cielos, miró
sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido que buscara a
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Dios. 3
Cada uno se había vuelto atrás; todos se han corrompido; no hay quien
haga el bien, no hay ni aun uno.
Aún dos grandes críticos como Hume y Kant, no pudieron ocultar su admiración
por el argumento teleológico. Y aunque Kant negó su carácter absoluto, admitió
que este argumento siempre debería ser tratado con respeto. Diecisiete siglos antes
de Kant, al apóstol Pablo ya había dicho: (Rom.1:20)
Argumento Ontológico
El argumento deriva su nombre de la “ontología” que es la ciencia que estudia las
características esenciales del ser. No es el más utilizado por lo teólogos debido a
que se limita al dominio del razonamiento abstracto.
La creación del argumento ontológico se le atribuye al teólogo escolástico
Anselmo de Canterbury, aunque ha sido presentado en formas diferentes después
de él por Descartes y otros pensadores.
Mientras que Kant calificó el argumento de insostenible, Hegel lo acogió como al
argumento principal a favor de la existencia de Dios.
El argumento presupone que la idea de Dios, que está universalmente presente en
las mentes de los seres humanos, ha sido puesta allí por Dios mismo y que, por lo
tanto, esa idea es en sí misma, una prueba de Su existencia.
Ese ser que está en la mente humana, representa la perfección máxima que se
pueda concebir. Pero la mente finita no podría causar en sí misma la idea de Dios
como ser infinito a no ser que alguien la haya colocado allí.
Así la existencia de Dios es certificada por el hecho de que la mente humana
universalmente cree que Dios existe. (No se puede tener en mente algo que
no se ha visto)
Argumento Antropológico
El nombre deriva de la palabra griega “anthropos”, hombre, pues el argumento se
fundamenta en la naturaleza del hombre.
En este argumento, algunos de los aspectos de la naturaleza humana son vistos
como una revelación de Dios. Esto especialmente cierto en el carácter moral del
ser humano. Por eso también se le llama el argumento moral.
Todos poseemos un impulso moral, es decir, un sentido de lo recto y lo
incorrecto.
¿Por que ser moral? Hay una creencia en la vida eterna, en un juicio. Esto nos
influye a tener una conducta moral.
No es solo su aspecto moral lo que da testimonio de la existencia de Dios; es toda
su naturaleza.
La capacidad intelectual, su inteligencia, no puede haber surgido de la nada, ni
evolucionado de algún animal.
El cerebro humano con su capacidad extraordinaria y con sus excepcionales
funciones de análisis, raciocinio y abstracción, juicio, memoria y voluntad, sólo
puede ser el reflejo de la intelectualidad e infinita inteligencia de la mente de su
Creador.
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Independientemente de ello el alma del hombre experimente un anhelo por un
Ser superior y exterior a sí mismo. Por eso el salmista exclama: Salmos 42:2 Mi
alma tiene sed de Dios, del Dios vivo.
El punto es que el alma no engañaría al hombre anhelando algo que no existe. Ese
anhelo o necesidad fue puesto en él por su Creador. El hombre nunca descansa
totalmente hasta que su sed sea saciada en Dios. Bien decía San Agustín: “Tu nos
has hecho para ti mismo, y en nuestra alma no hay reposo hasta que no
encuentra descanso en ti”
LA RELACIÓN DE DIOS CON EL UNIVERSO
La relación de Dios con el universo o, en otras palabras, del Creador con su
creación, es generalmente estudiada en dos dimensiones, las de trascendencia e
inmanencia.
SU TRASCENDENCIA
Este concepto hace referencia a la profunda diferencia que existe entre Dios que es
infinito y su creación que es finita. Es insalvable la distancia entre Creador y Sus
criaturas. Las características de eternidad, omnipotencia, santidad, omnipresencia,
etc, hacen de Dios un Ser trascendente.
La Biblia señala la trascendencia de Dios. Isaías, denominado el profeta
evangélico, es prominente aunque no único, en destacar esta característica divina:
Isaías 6:1-5; 40:12-16; 55:8,9; 1Rey.8:27; Jer.23:23; Eze.1
Los pasajes anteriores demuestran que Dios es infinitamente grande y
completamente diferente de su creación. La creación no es una extensión o
prolongación de Su persona divina.
En la antigüedad se enseñaba que, el mundo es una emanación de Dios.
También difiere de la creencia panteísta que identifica al universo con Dios,
afirmando que él está en todas las cosas de la creación. La trascendencia del
Creador lo hace totalmente independiente de Su creación. Por lo tanto, hace
necesaria la revelación a fin de que El pueda ser conocido.
Durante el período inter-testamentario, se publicaron muchos escritos no
inspirados en los cuales el énfasis recaía en la trascendencia divina.
Teologos modernos como Barth, Brunner, Kierkegaard, han puesto enfasis en el
carácter trascendente de Dios. Se lo califica como “el Oculto”, “el Incompresible”,
“el Desconocido”, “el Otro”.
Evidentemente algunos de estos calificativos no le hacen justicia a Dios, pues
mediante la revelación, él se da a conocer. Por otro lado, el estudio de su
trascendencia debe ser complementado con el estudio de su inmanencia.
SU INMANENCIA
Es la contraparte de Su naturaleza trascendente. Es, por así decirlo, “la otra cara de
la moneda”, y tiene que ver con la revelación estrecha que Dios que Dios
mantiene con Su creación.
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Debido precisamente a que la inmanencia de Dios implica su presencia en todas
partes de su universo, ésta debe estudiarse en relación paralela con su
trascendencia a fin de evitar confusión alguna con las enseñanzas del panteísmo.
Mientras que el panteísmo enseña que Dios está “en todo”, Su inmanencia
significa que El esta “con” (no en) todas las obras de Su creación. La excepción son
las criaturas humanas en las que él habita por medio de Su Santo Espíritu. Esto
significa que Dios está más activo en el mundo de lo que generalmente nos
detenemos a pensar. Dios actúa continuamente en el mundo a través de los
diferentes procesos de la naturaleza. Por eso puede afirmarse que la inmanencia es
la presencia y actividad de Dios en el mundo, en la naturaleza, y en la historia.
Dios es inmanente en el sentido de que acerca a su creación, de que está presente
en todos sus rincones (Salmo 139). El orden de la naturaleza revela la obra de sus
manos, así como también revela Su soberanía y Su poder (Sal.19:1-6; Rom.1:20).
Dios es inmanente en la vida de Sus hijos y de su pueblo, Su carácter exaltado no
le impide amarlos o relacionarse con ellos en el campo de su experiencia diaria y
mantener el control sobre las leyes que operan en el mundo natural.
A pesar de ser ilimitado y atemporal, Dios se relaciona con sus criaturas dentro de
los límites de espacio y de tiempo, dentro de su limitaciones geográficas, políticas,
lingüísticas. Dios se relaciona dentro de la historia con cada vida humana en cada
nación, ciudad, hogar o lugar, esto es, con cada individuo en particular.
La inmanencia divina implica que Dios conoce a cada ser humano tan
perfectamente como si no hubiese otro en el universo. En la Biblia esto es
ilustrado a la luz de la atención y cuidado que él prodiga sobre los que le temen.
De esto se afirma que “aún nuestros cabellos están todos contados” (Mat.10:30)
La inmanencia de Dios incluye, además, Su velar y cuidar permanente sobre todas
las otras criaturas y elementos de su creación. Al igual que ocurre con los humanos
(Sal.145:13-16) ocurre con todos los seres vivos. Dios le da a todos los animales su
comida a su tiempo (Sal.104:21, 27,28). El vigila y tiene cuidado de las aves
(Mat.6:26; 10:29; Luc.12:24), y aún de las flores del campo y de la hierba
(Mat.6:28-30). El controla y regula procesos que el ser humano normalmente
atribuye a causas naturales e impersonales tales como la acción del sol y la lluvia
(Mat.5:45).
Gracias a su inmanencia no está lejos de nosotros, pues “en él vivimos y nos
movemos y existimos” (Hech.17:27,28). Varios pasajes dejan en claro que los
seres vivos sobreviven gracias a la acción permanente de Dios ejercida por medio
de Su Espíritu y que a no ser por esta acción, los mismos dejarían de existir (Job
27:3,4; 33:4, 11-15; Sal.104:27-30).
La inmanencia alcanza su grado máximo en la encarnación. Su nombre así lo
determina: Emanuel “Dios con nosotros” (Mat.1:23)
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SUS ATRIBUTOS
Son aquellas cualidades que le son esenciales y permanentes. Son las características
mismas de Su naturaleza divina sin las cuales Dios no sería Dios.
Que los atributos son permanentes significa que no pueden ni ganarse ni perderse,
Que son esenciales significa que son intrínsecos, es decir, inseparables del Ser o de
la esencia de Dios. Ellos no sólo describen lo que Dios hace sino que definen lo
que Dios es.
Hay sin embargo, una conexión necesaria e innegable entre lo que Dios es y lo
que El hace, entre Sus atributos y Sus actos. Es más, los atributos de Dios son
revelados en Sus actos, de tal modo que lo que él hace es una clave para descubrir
lo que él es.
No podemos pretender que al estudiar sus atributos estemos agotando el
conocimiento de Dios. De él podemos conocer solamente lo que él decide
revelarnos. Aún así nuestra comprensión sigue siendo limitada.
“Si Dios se revela a sí mismo al hombre, lo hace al ocultarse en la densa nube del
misterio. El propósito de Dios es ocultar más de sí mismo que lo que da a conocer
al hombre… Dios ha de ser reconocido más a partir de lo que él no revela de sí,
que a partir de lo que está abierto a nuestra comprensión limitada” (EGW, Ms.
4,1882)
Esta desafiante declaración implica que es muchísimo más lo que desconocemos de
Dios que lo que conocemos de él.
CLASIFICACIÓN
Los atributos de Dios ha sido clasificados de diversas maneras en diversos sistemas
teológicos. Aunque han sido agrupados de muchas formas, generalmente
predomina la clasificación en dos grandes grupos cuya denominación también
varía.
Los teólogos de tradición reformada, hablan de atributos comunicables y atributos
no comunicables. Los comunicables son aquellas cualidades de Dios de las cuales se
puede encontrar una contraparte, aunque parcial, en Sus criaturas humanas.
El amor, la benevolencia y la fidelidad son ejemplos de esta clase de atributos.
Los no comunicables son aquellas cualidades que son únicas de Dios pues no hay
contraparte de las mismas en el ser humano. La inmutabilidad, la omnisapiencia, y
la omnipresencia son ejemplos de atributos no comunicables.
Otros sistemas de clasificación dividen los atributos en absolutos y relativos,
intransmisibles y transmisibles, naturales y morales, de grandeza y de bondad, etc.
De todas las anteriores adoptamos (para esta materia) la clasificación en atributos
de grandeza y atributos de bondad.
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Atributos de Grandeza
Infinidad
Dios es un ser infinito.
Trasciende todas las limitaciones tanto en el tiempo como en el espacio. No está
limitado por el universo. Es infinito en todo, en grandeza y exaltación. Esta
cualidad de Dios se relaciona con todos Sus otros atributos en el hecho de que
todos son infinitos en grado y sin término alguno. En todas y cada una de Sus
cualidades él es completo hasta la infinidad.
Dios llena la inmensidad con su presencia (Efe.1:23)
Así como las aves en el aire y los peces en el agua, también nosotros estamos
rodeados siempre por Dios y somos siempre sostenidos por él. La infinidad de
Dios no significa que él esté difuso por todo el espacio de modo que una parte de
su ser esté presente en un lugar y otra parte en otro.
Significa que él llena el espacio en forma plena porque llena todo lugar (Jeremías
23:24)
El no está ausente de ninguna parte ni está más presente en un lugar que en otro.
La infinidad de Dios implica, entre otras cosas que El es ilimitado en su
conocimiento del pasado, del presente y del futuro. No puede ser sorprendido
por el cambio de curso de los eventos.
Como humanos no podemos ver el futuro, y ni siquiera podemos a menudo
evaluar todas las circunstancias del presente debido a nuestras obvias limitaciones,
pero podemos confiar en el Dios infinito y depender totalmente de El.
Eternidad
Dios es eterno. El es, siempre ha sido y siempre será (Apoc. 1: 4)
Nunca hubo un tiempo cuando él no existió. Aún en eel principio él ya estaba allí
(Gén 1:1; Sal 102:25; Jn 1:1)
Antes que se originasen los montes y se formase la tierra y el mundo, desde la
eternidad pasada y por la eternidad futura él es Dios (Sal 90:2)
Sencillamente mil años ante sus ojos son como el día de ayer (Sal 90:4)
Los gobernantes del mundo gobiernan solo por un periodo de tiempo, pero el
trono del Rey del universo permanece eternamente (Sal 45:6 ; Dan 7:27)
La eternidad es una de las expresiones del carácter trascendente de Dios. Es la
infinitud de Dios en relación con el tiempo.
Como creador que es del tiempo, Dios no depende del tiempo ni es afectado por
el, pues este no transcurre para su ser esencial.
Mientras que los seres humanos, contamos nuestra existencia en términos de días,
meses y años, hablamos del tiempo en las tres dimensiones, el pasado, el presente
y el futuro, Dios no puede ser encasillado en estas categorías (Heb 13:8)
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Él vive en un eterno presente (Ex 3:6), que trasciende toda limitación temporal.
Esto significa que Dios no envejece, ni madura o mejora con la edad como
generalmente ocurre con seres humanos. El siempre fue perfecto (Sal 102:25-27;
Isa 40:28)
La figura de un anciano de gran edad con lo que la Biblia identifica al Padre (Dan
7:9), es solo eso una figura antropomórfica (Dios revestido con forma humana) a
fin de que su percepción sea entendible para nosotros sus criaturas.
Nosotros no podemos captar o procesar el proceso de eternidad porque nuestras
mentes son limitadas y porque nosotros habitamos en el tiempo pero Dios habita
en otra esfera, aunque en su divino amor, condesciende a hacer morada con los
quebrantados y humildes de corazón (Isa 57:15)
Inmutabilidad
Dios es inmutable. Su inmutabilidad está íntimamente relacionada con su infinidad
y su eternidad. Dios no está sujeto a cambio. El está por encima de toda
posibilidad de alteración es el mismo ayer, hoy, y por siempre.
Como Ser infinito, absoluto y con existencia propia, Dios es completamente
independiente y como tal, inmutable en su esencia y Sus atributos
Esto implica que Su poder, Su sabiduría, Su santidad, etc., no pueden ser mayores
de lo que son. En otras palabras, Dios no puede ser más poderoso, más sabio, más
santo, más misericordioso de lo que es. Tampoco puede serlo menos de lo que
siempre ha sido y de lo que siempre debe ser.
Esta concepción de Dios es diferente a la que nos presenta la corriente teológica
contemporánea conocida con el nombre de Teología del Proceso. Según esta
corriente Dios tiene dos naturalezas, una “primordial” o inmutable y una
“consecuente” o mutable en virtud de la cual él está envuelto en el proceso de ir
cambiando, creciendo y desarrollándose con el universo.
Esta percepción no corresponde con el cuadro bíblico de Dios, lo cual es
entendible a la luz del hecho de que la Teología del Proceso se fundamente más
en la filosofía que en la Biblia.
La inmutabilidad de Dios se refleja en la permanencia de las leyes establecidas por
él para regir la tierra y el universo. Gracias a la inmutabilidad de esas leyes, el ser
humano puede sembrar y cosechar, lanzarse a la navegación de los océanos o a la
conquista del espacio, levantar edificaciones, desarrollar las comunicaciones,
construir máquinas o diseñar artefactos que faciliten su trabajo o le proporcionen
comodidad.
Con toda razón el apóstol Santiago afirmo: “Toda buena dádiva y todo don
perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni
sombra de variación”. (Sant.1:17)
La inmutabilidad y permanencia divinas garantizan la permanencia de los seres
humanos sobre el planeta. Dios creó la tierra no para que estuviese vacía sino
habitada por Sus criaturas (Isa.45:18). Y aunque la tierra tenga algún día que ser
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purificada de la presencia del pecado y de pecadores, la inmutabilidad divina
garantiza el cumplimiento de ese propósito (Mal.3:6; Sal.33:11)
Si la tierra he de permanecer para siempre, tal como lo asegura la revelación
(Sal.104:5), entonces:
Ha de ser para siempre habitada por los hijos de Dios (Sal.37:11,22,29; Prov.2:21)
Todo gracias a la inmutabilidad del carácter y del propósito divinos.
Aquellos pasajes de la Biblia donde dice que Dios “se arrepiente”, han de ser
interpretados como figuras antropomórficas en las que se utilizan comparaciones
basadas en la naturaleza humana para ilustrar gráficamente una actitud o una
acción del Omnipotente, tal como se afirma que Dios cabalga en el cielo sobre las
nubes o que vuela sobre las alas del viento (Deut.33:26; Sal.104:3) a fin de ilustrar
la celeridad con la que él acude en ayuda de sus hijos necesitados, y Su cuidado
incesante sobre toda su creación.
Omnisapiencia
Esta palabra latina, al igual que otras que también describen atributos divinos, esta
compuesta del prefijo OMNI que significa “todo”, y del sustantivo “sapiencia”,
que significa conocimiento, o sabiduría. Dios es omnisapiente u omnisciente. Esto
significa que él sabe o conoce todas las cosas (1Jn.3:20 úp.).
Su conocimiento es perfecto. La omnisapiencia está relacionada con Dios como el
intelecto lo está con el hombre.
Sin embargo, existe una vasta diferencia entre ambos, en el sentido de que
mientras que el hombre adquiere conocimiento de un modo limitado, el
conocimiento y entendimiento de Dios lo incluye todo y es infinito (Sal.147:5);
abarcando tanto lo real como lo apenas posible. El sencillamente lo sabe todo y lo
ve todo (Prov.15:3).
Dios escudriña los corazones y conoce nuestros pensamientos más íntimos
(1Crón.28:9; Jer.17:10; Eze.11:5), así como nuestros actos externos (Sal.139:1-6).
No hay absolutamente nada oculto de la vista de Dios. Por el contrario, todas las
cosas están abiertas y desnudas ante su presencia (Heb.4:13). Su conocimiento
abarca tanto lo general como lo exhaustivamente detallado (Sal.50:10,11; 147:4,
Mat.10:29,30)
1Ped.1:1,2. En virtud de su presciencia Dios sabe todo lo que va a ocurrir como lo
que no ocurrirá. Pero la presciencia misma no es determinativa, esto es, no hace
que los eventos sucedan o no sucedan, lo cual se deriva más bien de la acción
directa de la voluntad de Dios. Es por esta razón que Dios puede predecir el
futuro con toda exactitud.
La presciencia divina no es incompatible con el libre albedrío de los seres
humanos. El hecho de que Dios conozca de antemano el curso de la vida de una
persona no es lo que determina la dirección que ella tome, lo cual es determinado
por sus decisiones personales y libres.
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Los Socinianos, seguidores de Fausto Socinus (1539-1604) negaban la trinidad y no
podían reconciliar la presciencia divina con la libertad humana y negaban que los
actos libres y voluntarios de los hombres pudieran ser conocidos de antemano por
Dios.
Los soldados que en la crucifixión de Cristo echaron suertes sobre sus vestidos,
obraron según su voluntad libre. Sin embargo, Dios sabía de antemano que así lo
harían (Sal.22:18).
Dios no actúa en contra de la voluntad de cada una de Sus criaturas humanas a
quienes él mismo dotó con la facultad de la libre elección (Deut.30:15,19;
Jos.24:15; Isa 65:12; Jer.6:16; Luc.13:34). Dios llama a todos a la salvación, pero
escoge a quienes libremente deciden aceptar su oferta (Apoc.3:20)
La sabiduría está estrechamente relacionada con la omnisapiencia y procede
necesariamente de ella. La sabiduría implica no solamente que Dios sabe todas las
cosas sino que él hace un uso correcto de su conocimiento. La perfección, el
diseño, el orden y la belleza de la creación son evidencias tangibles de la sabiduría
divina (Sal.104;24) así como también lo es el desenvolvimiento de los hechos de
la historia a favor de los hijos de Su pueblo individual y colectivamente.
La sabiduría de Dios se revela de manera suprema en el diseño y ejecución del
plan de salvación (Rom.11:33; 1Cor.1:24,30; 2:6,7; Efe.3:8-11)
Omnipotencia
La palabra describe la condición de ser Todopoderoso. Como atributo la
omnipotencia describe la soberanía de Dios. Dios es omnipotente.
Dios lo puede todo y ningún plan suyo puede ser frustrado (Job.42:2); es
Todopoderoso (2Cor.6:18; Apoc.1:8; 4:8; 15:3); es el único ser del cual se pueda
hacer una afirmación tal.
En el AT, el Señor reveló a sus hijos este atributo suyo al manifestárseles, entre
otros, con el nombre divino e “El Shaddai” (Gén.17:1) que significa Dios
Todopoderoso.
Nosotros los seres humanos estamos confinados dentro de límites muy estrechos.
Podemos cambiar el curso de nuestros pensamientos, podemos mover los
músculos “voluntarios” de nuestro cuerpo y mover y levantar objetos de hasta
cierto peso. Para todo lo demás debemos valernos de medios.
No podemos producir un libro sin medios.
Ni un cuadro, un auto o una casa sólo con el poder de nuestra voluntad.
Dios por otra parte no necesita medios. No necesita ayuda. Puede hacer lo que él
desee. El decide y es un hecho.
Los seres humanos en quienes mayor poder se ha concentrado en la historia han
sido los reyes, pero su poder también ha sido dependiente.
Dios en cambio, es el Rey de la gloria (Sal.24:10); toda la tierra está llena de su
gloria (Isa.6:3). Para el Rey del universo no existen los imposibles (Zac.8:6;
Luc.1:37).
Todas las cosas le son posibles (Mar.10:27). Nada le es siquiera difícil (Gén.18:14;
Jer.32:17,27).
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Mientras reyes y gobernantes son limitados por sus propios reinos y naciones y
dependen de ellos, para el Rey del universo todas las naciones son:
En el mejor de los casos “como una gota de agua” (Isa.40:15), y en el peor, tanto
estas como sus habitantes “como nada” (Isa.40:17,18; Dan.4:35).
Dios, es por lo tanto, el Único ser del universo a quien debemos temer (Isa.8:13;
Luc.12:4,5)
El poder omnipotente de Dios es tal, que se hace evidente a través de una sola de
sus palabras. El la pronuncia y las cosas pasan; ordena y las cosas suceden
(Gén.1:3,9,11,14; Sal.33:9). Y ocurren inmediatamente (Isa.29:5).
Nadie puede impedir, ni siquiera estorbar Sus propósitos (Isa.43:13).
No hay nada en este mundo que sea imposible para él, quien hace todo cuanto su
voluntad santa desea (Sal.135:6; 115:3)
Envía la luz del sol y la lluvia, y riega los campos (Job.5:9,10; Mat.5:45), controla
las aguas y mide los montes y collados (Isa.40:12), crea el viento, la mañana y la
noche, forma y sostiene las constelaciones en el espacio celeste (Amós.4:13; 5:8),
ejerce control sobre el mar y sus olas (Sal.104:6-9; Isa.50:2; Jer.5:22).
Su omnipotencia no es sólo ejercida en el mundo natural, sino también en el
mundo espiritual.
Se hace evidente en todo el proceso de la redención desde sus concepción hasta su
consumación eterna. (Mat.19:25,26; Rom.8:31-39; Efe.3:7,20; 1Ped.1:5;
Apoc.11:16,17)
Omnipresencia
Dios es Omnipresente. Esto significa que no está limitado por la distancia o el
espacio. Su presencia está en todas partes. La omnipresencia es una de las
manifestaciones de la infinidad de Dios y de su carácter inmanente. Su presencia
llena los cielos y la tierra (Jer.23:24) y estos, al mismo tiempo no le pueden
contener (1Re.8:27; 2Crón.2:6). Lo que estos pasajes significan es que Dios no está
límitado ni siquiera por el mismo universo, pues él lo creó (Hech.7:48-50).
Dios está igualmente presente con todas sus criaturas, en todo tiempo y en todo
lugar. Está cercano a todos los que le buscan en cualquier rincón del mundo
(Hech.17:27-28). Por esta misma razón nadie puede escapar de su presencia
(Sal.139:7-12). Sus ojos están sobre todo lugar, contemplando tanto el bien como
el mal realizado por lo hombres (Prov.15:3) No existen lugares secretos donde
puedan esconderse de su presencia. Por eso puede juzgarlos con toda equidad y
justicia (Amós 9:2-4)
Otro término utilizado en teología para referirse a la omnipresencia divina es
inmensidad. Pero hay una diferencia entre los dos. La inmensidad es la presencia
de Dios en relación con el espacio. La omnipresencia es esa misma presencia en
relación con sus criaturas. El hecho de que Dios esté en todas partes no significa
que él habite en todas partes. Sólo cuando Dios entra en elación personal con un
individuo (Jn.14:23) o grupo (Isa.57:15), se dice que habita o vive con ellos. La
omnipresencia de Dios siempre ha sido y será una fuente invaluable de seguridad
para todos cuanto en el confían.
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Atributos de Bondad
Dios no sólo es un Ser espiritual, es además, un Ser moral. Como tal no sólo tiene
atributos de grandeza sino también de bondad o cualidades morales.
Los atributos de bondad hacen que Dios no sólo sea admirado, respetado y
temido, sino también amado y considerado con cariño por sus hijos.
Amor
El concepto tradicional es de un Dios severo y hasta cierto punto desprovisto de
amor.
Marción – maestro gnóstico, siglo II d.C. – AT vs NT.
Ley vs Gracia.
El amor es la esencia misma de la naturaleza de Dios y por ende, Su atributo
fundamental. La Biblia lo define como su naturaleza (1Jn.4:8,16).
Amar es iniciativa divina, no humana. El amor es el punto de contacto entre Dios
y el hombre. Dios nos amó aún cuando éramos sus enemigos, estando aún en
nuestros pecados (Rom.5:8; Efe.2:4,5).
El amor de Dios no es exclusivo, sino inclusivo, y no discriminatorio. El lo ejerce
aún sobre aquellos que se encuentran en mayores desventajas (Deut.7:7-8). Ese
amor es totalmente desinteresado.
Dios no nos ama porque al hacerlo pueda obtener algo de nosotros; nos ama
porque El es amor y es benevolente para con sus hijos (Mat.5:45; 1Jn.2:2).
Dios hace la máxima demostración de amor en el plan de salvación (Tito.3:3-7) y
el perdón de nuestros pecados (Isa.38:17).
Cuando estábamos en rebeldía él nos pacifica con su amor (Sof.3:17)
En Su gran amor, Dios nos concede el privilegio de ser llamados hijos suyos
(1Jn.3:1).
En el lenguaje de la Biblia “llamarnos hijos” es realidad “hacernos hijos”: hijos del
gran Rey del universo. Esta realidad se ve en que somos hechos “herederos” del
Padre y “coherederos” con Cristo (Rom.8:14-17; Gál.4:7).
La mente humana jamás acabará de medir las dimensiones de este elevado
privilegio.
Manifestaciones de Su amor
El amor de Dios se manifiesta a través de ciertos atributos derivados del mismo.
Algunos de los cuales mencionaremos seguidamente:
Misericordia
Dios es misericordioso y compasivo (Sal.103:13).
En su misericordia Dios nos observa en nuestra condición necesitada y miserable y
“nos trata no como merecemos sino como necesitamos”.
En el AT esa misericordia se manifestó en el trato paciente de Dios para con el
pueblo de Israel (Isa.49:14,15; 63:9).
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La compasión hace a Dios paciente, persistente, dispuesto a dilatar el castigo hasta
que por Su misericordia, vengamos al arrepentimiento (Eze.33:11) y de culpables,
pasemos a ser receptores confiados de los frutos de su amor.
Gracia
Por su gracia Dios nos colma de favores que no merecemos y nos prodiga Su amor
sin exigir ni esperar nada a cambio pues no necesita depender de nosotros para
nada.
Es su gracia la que trae salvación a todos los hombres (Efe.2:8,9; Tito.2:11). Y esa
gracia no se agota ni está limitada al presente, sino que seguirá siendo objeto de
admiración y de estudio por los siglos venideros de la eternidad (Efe.2:7)
Los atributos de Dios nos ofrecen la mejor descripción de “quién es el”.
Siendo que Dios es amor, la descripción del amor en el capítulo 13 de 1Corintios,
es una descripción de Dios.
Santidad
Dios es santo (Jn.17:11).
La santidad esta íntimamente asociada con él. No es una cualidad que Dios haya
adquirido; le es intrínseca. Es la misma esencia de Su ser (Lev.11:44,45; Isa.43:15;
Apoc.6:10)
La santidad no sólo es reconocida por profetas y apóstoles quienes por ser seres
humanos y pecadores la destacan al contrastarla con sus propias limitaciones
(Isa.6:1,5; Luc.5:8). Es reconocida por seres inmaculados, ángeles, querubines,
serafines, y Seres vivientes que habitan en el cielo (Isa.6:3; Apoc.4:8).
Si bien la triple mención que de su santidad se hace en estos pasajes puede
representar la alabanza a un Dios triuno, la implicación de los mismos es que Dios
es pleno, “magnifico” en santidad (Exo.15:11)
La palabra usada en el AT para santo es qadosh, un adjetivo derivado de la forma
verbal qadash, cuya raiz (qad) significa cortar, separar, apartar del uso común.
Apartar para un uso sagrado. La palabra es ampliamente utilizada en las Escrituras
y aplicada especialmente a Dios.
Las palabras griegas utilizadas en el NT, el adjetivo hagios (santo) y el verbo
hagiazo (santificar) conllevan a la misma idea que en los términos usados en el
AT. Todo aquello que era puesto aparte para el servicio de Dios era declarado
santo, así como todo aquello que de manera especial se le consagraba.
La santidad de Dios nos habla de su perfección moral; de que él es absolutamente
puro.
Señala también su separación o diferencia fundamental con toda su creación. El
esta separado de todo lo común o lo profano, de todo lo vil o inmundo. Como
es Santo está moralmente separado de Sus criaturas en naturaleza, en
personalidad, en carácter, etc.
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La presencia sensible de Dios hace santo todo lugar donde ésta se manifiesta
(Exo.3:5, Jos.5:15). La santidad de Dios es tan absoluta que todo lo que se asocia
con él es santo.
Es así como son santos:
El cielo (Sal.20:6)
Sus ángeles (Mat.25:31)
Su templo (Hab.2:20)
Sus palabras (Jer.23:9)
Sus escrituras (Rom.1:1,2)
Su ley (Rom.7:12)
Su sábado (Exo.16:23)
Su iglesia, es decir su pueblo (Deut.7:6; Efe.5:25-27)
Las convocaciones o asambleas de su pueblo (Exo.12:16)
Sus promesas (Sal.105:42)
Su nombre es especialmente santo (Lev 20:3; 1 Crón.29:16; Sal. 111:9; Luc. 1:49).
Por eso es santo todo aquello que este conectado con el culto a Su nombre (los
sacerdotes, el santuario, sus utensilios, etc). Pero sólo Dios es santo en si mismo
(1Sam.2:2; Apoc. 5:4), por derecho propio, por así decirlo.
Es El quién santifica a los otros seres o a las cosas. Ningún otro ser en el universo
puede santificar, ni ningún otro ser puede quitar la bendición de aquello que Dios
ha santificado.
Por lo absoluto de Su santidad, Dios no puede pecar. Tampoco puede tolerar el
pecado ni ninguna forma de mal (Jos. 24:19; Hab. 1:13). Y porque Dios nuestro
Padre es santo, nosotros sus hijos también debemos serlo(2 Cor. 7:1; 1 Tes. 3:13;
4:7; 1 Pe. 1:15-16)
Benevolencia
Dios es benevolente.
Su benevolencia, o bondad se manifiesta en primer lugar en su disposición a
compartir Su vida con nosotros al traernos a la existencia.
Con la vida que nos da, Dios nos otorga todas las demás bendiciones.
Quizá no nos dé todo lo que deseamos en esta vida (Sant. 4:2-3), pero sí todo lo
que necesitamos (Rom. 8:32), especialmente para que hagamos su obra (Luc.
22:35).
Esto incluye nuestra necesidad de protección (Isa. 43:2, Nahum 1:7).
En su benevolencia nos atribuye un gran valor y está dispuesto a pagar cualquier
precio por el rescate o salvación de cada uno de Sus hijos (Isa. 43:3-4)
Es Dios quien en Su benevolencia da la lluvia, quien hace germinar la semilla,
provee la abundancia de las cosechas, y pone la alegría en el corazón de los seres
humanos (Hech. 14:17).
Dios es bueno para con todos, no sólo para con quienes le aman a El (Mat. 5:44-
45, Juan 3:16-17; Rom. 5: 8-10).
Así que Dios tiene cuidado no solo de Su pueblo, sino de todos Sus hijos en todo
el mundo (Sal. 145:9, 16)
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La benevolencia de Dios es una de las manifestaciones de Su amor y se manifiesta
en su preocupación por el bienestar de sus criaturas.
Tal benevolencia no es exclusiva para los seres humanos; cobija a todas las obras
de la creación (Mat.6:28-30).
Dios es bueno aun para con Sus criaturas irracionales. Los alimenta generosamente
(Mat. 6:26) y cuida de cada una de ellas (Mat. 10:29) supliendo todas sus
necesidades.
Cuando el hombre es bueno para con el animal que tiene bajo su cuidado, está
reflejando la bondad y la actitud de Dios hacia los miembros de la familia de la
naturaleza.
Quien no posee esa bondad actúa con crueldad hacia ellos (Prov. 12:10)
Los animales también están padeciendo, con el hombre, las consecuencias del
pecado. Ellos sufren. Ellos gimen.
Dios en Su gran benevolencia, en la consumación final del plan de salvación, se
acuerda de esas criaturas.
Ellas también serán liberadas de la esclavitud del decaimiento y corrupción a la
que actualmente están sujetas, y como resultado de una nueva creación de Dios,
participarán de la libertad gloriosa que espera a los hijos de Dios (Rom. 8:19-23).
En su benevolencia Dios es paciente y generoso, y en su bondad guía a los
pecadores al arrepentimiento (Rom. 2:4) a fin de que estos, en vez de ser el
objeto de Su castigo, lleguen a serlo de Sus bendiciones.
El Señor es bueno y recto, y enseña a los pecadores el camino en el que deben
andar (Sal. 25:8-9)
De la amplitud de Su bondad en todo el universo, el Padre reserva un
“rinconcito” especial para aquellos que, de entre todos los hombres decide
honrarlo en sus vidas y refugiarse en El para que supla todas sus necesidades (Sal.
31:19)
Dios es especialmente bondadoso para con el pobre (Sal. 68:10). Sus hijos
debemos imitar Su ejemplo. Al hacerlo seremos bienaventurados (Sa. 41: 1-2).
Verdad
Dios es verdadero (1 Tes. 1:9), lo cual significa que es fiel a la verdad. De hecho
todas sus sendas son amor y verdad (Sal. 25:10).
La idea primaria de “verdad” en el Antiguo Testamento, es la de aquello que
sostiene, que no falla o desilusiona nuestras expectativas.
De la palabra hebrea para verdad: emet, deriva de la expresión “amén”, que
significa “así sea”.
Porque Dios no solo es verdadero sino que es la verdad misma, es que podemos
decir “amén” cada vez que Él expresa su voluntad.
La palabra usada para verdad en el Nuevo Testamento es la palabra griega
aletheía, que conlleva a la idea de aquello que está abierto, no encubierto; y en
ese sentido Dios es verdad. No hay en El ninguna hipocresía. El detesta esta
actitud del corazón humano y quienes caen en ella son el objeto de Su ira (Job
36:13; Mat. 23:27-28)
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“Verdadero”, tanto en el A.T. y N.T., describe a aquél o aquello que es lo que
parece ser o lo que se dice que es.
Dios es verdadero porque El es lo que declara ser.
Sus declaraciones corresponden plenamente con lo que El es en realidad y ellas, a
su vez, corresponden tanto con que El piensa, como con lo que El hace.
Dios es todo lo que podría esperarse de la idea de la divinidad; todo lo que como
Dios debiera ser.
En este contexto, Dios es el verdadero Dios porque El es el Dios que es, mientras
que los otros dioses son seres imaginarios que no tienen ni existencia ni atributos
(Sal.97:7; 115:4-8; Jer.10:10).
El es el único Dios verdadero (Juan 17:3). Debemos buscarlo, debemos confiar
plenamente en El.
La veracidad de Dios contrasta con el espíritu engañoso del hombre (Jer. 17:9;
Rom 3:4), y él conoce todas las cosas como realmente son. No hace juicios
equivocados o parciales por falta de información pues, en Su omnisapiencia, lo
sabe absolutamente todo.
Su conocimiento de todo como realmente es, incluye a Sus criaturas humanas.
La veracidad de Dios es el fundamento de toda verdadera religión y de todo
verdadero conocimiento.
El es la fuente de toda verdad, no solo en el campo de la religión o la moral sino
también en el de la ciencia, pues esta busca descubrir la verdad en cada una de sus
disciplinas.
La veracidad de Dios implica:
Que Su palabra no puede chasquearnos.
Que Su palabra es permanente, que permanece para siempre, así se desvanezcan
los cielos y la tierra.
Que Sus promesas no pueden fallar.
Que se puede confiar plenamente en lo que El ha revelado, pues sus palabras son
ciertas y seguras.
Que El nunca miente, ni puede mentir (Núm.23:19; Tito 1:2). De hecho, mentir es
contrario a su propia naturaleza.
Las mayores manifestaciones de la verdad de Dios son:
Su Hijo, Jesucristo (Juan 1:28; 14:6; 1 Juan 5:20)
Su Santo Espíritu (Juan 14: 16-17; 15:26; 16:13)
Su Santa Palabra (Juan 17:17; Efe. 1:13)
Siendo que Dios el Padre es verdadero, Sus hijos deben adorarlo en espíritu y en
verdad (Juan 4:24).
Deben ser siempre fieles a la verdad.
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Justicia y Rectitud
Dios es justo y recto. Sólo en El está la verdadera justicia (Isa. 45:24) y es El quien
establece las normas de lo que es recto y de lo que no lo es (Sal. 99:4).
La justicia no conoce límites, y es eterna (Isa. 51:6) pero no como concepto
independiente sino como atributo a Dios.
La justicia se define como “santidad en acción” y como “amor distribuido”. Estas
dos definiciones emiten conceptos complementarios.
Según la primera, la santidad de Dios se manifiesta en su trato con Sus criaturas y,
de acuerdo con la segunda, el amor da a cada uno lo que le corresponde, es decir,
lo que justamente debe recibir.
Justicia es pues, asumir la actitud, decisión y conducta debidas en el trato con los
demás.
La justicia es también definida como “castigo” del delito de pecado, lo cual
presupone, por contraste, la recompensa de las buenas acciones.
La palabra justicia en el A.T.:
tsedaqah=rectitud. Está estrechamente relacionada con tsadiq=derecho, en lo
físico y en lo moral es recto o correcto.
Es justo quien hace lo que es recto.
La palabra justo en el N.T.:
dikaios, un derivado de dikaiosunê (justicia)=conforme con lo que es recto.
¿Cuándo es Dios justo?
Cuando declara inocente a quien es inocente (Job 22:30)
Cuando juzga y castiga a quien es culpable (Sal 7:11)
Cuando perdona al penitente, esto es, a quien siendo culpable se arrepiente de su
pecado y lo confiesa (1 Juan 1:9; Rom 3:26; 4:5)
Cuando libra al pecador de la tentación (Sal. 51:14)
Cuando interviene para defender, justificar y salvar a Su pueblo tanto a nivel
individual (Isa.50. 8-9)como colectivo(Isa. 45:25; 46:12-13)
Cuando recuerda las acciones justas de Sus santos (Heb. 6:10) las cuales son una
revelación ante el mundo de su carácter que es justo(Mat. 5:16; Efe. 2:10)
Cuando castiga a Su pueblo. Así como un padre castiga a su hijo porque lo ama
(Prov.3:12), y porque lo hace para salvar(Amós 3:1-2).
Dios es el Juez
Dios es el Juez del universo, y como tal hace siempre lo que es justo(Gen 18:29)
No juzga con base en cargos o descargos (Isa. 11:13)
Conoce todos los secretos del hombre(Rom. 2:10)
Dios juzga con amor, con justicia (Sal 19:9; Hech.17:31)
Justicia y juicio son el asiento de su trono (Sal 89:14; 97:2)
En Dios, las funciones de gobernante y juez no pueden ser desligadas, van de la
mano (Isa.33:22)
Dios no puede ser sobornado (2 Crón. 19:7).
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Sus recompensas son dones, no pagos por buenas obras (Rom 4:4; Efe.2:8-9)
Quienes finalmente sean salvos serán denominados justos por Dios
mismo(Isa.20:21)
Fidelidad
Dios es fiel (1Cor. 1:9; 2 Tes 3:3). Es leal y constante, no fluctuante, para consigo
mismo y, por lo tanto para con los demás.
Su fidelidad es grande(Lam. 3:23; Sal 36:5). Es la razón del Salmo 117 y de toda Su
Palabra.
Fidelidad se origina de dos términos hebreos, uno de los cuáles es traducido de
dos maneras, “fidelidad” y “verdad”. Y los dos términos derivan de una misma
raíz que significa “firme”, “fijo”, “estable”.
Porque Dios es fiel es digno de confianza.
Cuando él dice algo lo realiza. Cuando promete algo lo cumple (Núm.23:19 úp)
Su fidelidad es constante y permanece para siempre(Sal. 100:5)
La fidelidad es parte de su propia naturaleza, Él no puede negarse así mismo (2
Tim. 2:13)
Dios es fiel a Sus pactos(Deut. 4:31; Dan.9:4)
Aunque en muchas ocasiones Sus hijos le fueron infieles, Dios permaneció fiel a las
promesas que le había hecho a sus padres (2 Tim. 2:13)
Dios cumple con Sus planes con fidelidad perfecta aunque Su intervención y el
cumplimiento de Sus promesas se demoren desde la perspectiva humana
(Luc.18:7).
La verdad es que los caminos de Dios no conocen premura ni demora.
También Dios es fiel para:
Guardar el depósito de la fe de Sus hijos confirmándola cada día y para
protegerlos del Malignos y del mal (2Tes. 3:3)
Perdonar a Sus hijos que, involuntariamente, han caído en el pecado(Heb. 10:26;
1 Juan 1:9)
No permitir que sean tentados más allá de Sus fuerzas para resistir(1Cor. 10:13)
Completar la obra iniciada en Sus hijos mediante la justificación, llevando a feliz
término el largo proceso de la santificación para que todo su ser, espíritu, alma y
cuerpo sea guardado irreprensible hasta el fin (Fil. 1:6; 1 Tes. 5:23-24).
La respuesta de Sus hijos a la fidelidad de Dios debiera manifestarse en una
esperanza firme y en una perseverancia sin fluctuaciones ni inconstancias (Heb.
10:23) aunque tengan que enfrentar pruebas que incluyan dificultades y
padecimientos (Isa. 49:7; 1 Pe. 4:19; Job 13:15)
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LA TRINIDAD
Dios es tri-uno. El único y eterno Dios ha revelado a Su pueblo en Su Santa
Palabra que El es el Padre, es el Hijo y es el Espíritu Santo y que, sin embargo,
constituyen una sola Deidad.
La Trinidad es una enseñanza que caracteriza y distingue la fe Cristiana. Es una
doctrina de importancia vital porque tiene que ver directamente con quién es Dios
y cómo actúa en el universo. Su importancia es tal, que ha sido considerado por
muchos como “el dogma central de la teología cristiana”.
(Ver el manual de la Iglesia o el libro Creencias fundamentales de la IASD)