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La Doctrina Social de la Iglesia: UNA TEOLOGÍA DE LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS Antonio Bentué" La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) constituye, como tai, una elaboración moderna por parte del Magisterio eclesiástico, cuyo punto de partida fue la Encíclica Rerum Novarum de León XIII, en 1891 \ Por eso la cuestión de los fundamentos teológicos de la DSI supone plantearse, primera- mente, la razón de que surja tal doctrina en la Iglesia precisamente a fines del siglo XIX y se desarrolle durante el siglo XX. La ambigüedad producida por la situa- ción de cristiandad surgida con la época constantiniana, y después la carolingia, lle- gó a vincular la fe cristiana con el absolu- tismo monárquico y el feudalismo, que le- gitimó de hecho las situaciones sociales pro- fundamente injustas y ajenas a la fraterni- dad exigida por el evangelio. Ello influyó notablemente en la forma abusiva con que a menudo los cristianos asumieron más tarde el "descubrimiento" del nuevo mundo. En este sentido puede citar- se el famoso texto de García de Toledo, en 1575, conocido como el Parecer de Yukay, con el cual se pretende interpretar el des- cubrimiento español de América como un obsequio hecho por Dios a los Reyes Cató- licos por haber expulsado de ese reino a los infieles musulmanes, justo en el mismo año en que Colón llegaba a América: "Y en señal de esto y para que claramente lo entendiéramos, se los dio [los nuevos te- rritorios] el mismo año que ellos [los Re- yes] acabaron de restituir a su Divina Ma- jestad los Reinos de España [reconquista de Granada] y porque más claramente se en- tendiese esto, si no estábamos ciegos, se los dio por el más alto título de todos cuantos los reyes cristianos poseen, dándoselos no por armas, sino por mano de su Vicario en la tierra... [la Bula del Rapa Alejandro Vil" 2 . * Profesor titular de la Facultad de Teología U.C. 1 Al respecto, cf., por ejemplo, el término Doctrina Social de ta Iglesia en el Breve Diccionario Teológico LA., publicado en Santiago, Ediciones Rehue, 1992. Parecer de Yucay, 109 (Ed. Chinése, en Historia y cultura, Lima, 1970, pp. 97ss. 44 492

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La Doctrina Social de la Iglesia:

UNA TEOLOGÍA DE LOSSIGNOS DE LOS TIEMPOS

Antonio Bentué"

La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) constituye,

como tai, una elaboración moderna por parte del

Magisterio eclesiástico, cuyo punto de partida

fue la Encíclica Rerum Novarum de León XIII, en

1891 \ Por eso la cuestión de los fundamentos

teológicos de la DSI supone plantearse, primera-

mente, la razón de que surja tal doctrina en la

Iglesia precisamente a fines del siglo XIX y se

desarrolle durante el siglo XX.

La ambigüedad producida por la situa-ción de cristiandad surgida con la épocaconstantiniana, y después la carolingia, lle-gó a vincular la fe cristiana con el absolu-tismo monárquico y el feudalismo, que le-gitimó de hecho las situaciones sociales pro-fundamente injustas y ajenas a la fraterni-dad exigida por el evangelio.

Ello influyó notablemente en la formaabusiva con que a menudo los cristianosasumieron más tarde el "descubrimiento" delnuevo mundo. En este sentido puede citar-se el famoso texto de García de Toledo, en1575, conocido como el Parecer de Yukay,con el cual se pretende interpretar el des-cubrimiento español de América como unobsequio hecho por Dios a los Reyes Cató-licos por haber expulsado de ese reino a losinfieles musulmanes, justo en el mismo añoen que Colón llegaba a América:

"Y en señal de esto y para que claramentelo entendiéramos, se los dio [los nuevos te-rritorios] el mismo año que ellos [los Re-yes] acabaron de restituir a su Divina Ma-jestad los Reinos de España [reconquista deGranada] y porque más claramente se en-tendiese esto, si no estábamos ciegos, se losdio por el más alto título de todos cuantoslos reyes cristianos poseen, dándoselos nopor armas, sino por mano de su Vicario enla tierra... [la Bula del Rapa Alejandro Vil"2.

* Profesor titular de la Facultad de Teología U.C.1 Al respecto, cf., por ejemplo, el término

Doctrina Social de ta Iglesia en el BreveDiccionario Teológico LA., publicado enSantiago, Ediciones Rehue, 1992.Parecer de Yucay, 109 (Ed. Chinése, enHistoria y cultura, Lima, 1970, pp. 97ss.

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El intento de legitimación teológica delabsolutismo monárquico, con todos los abu-sos de poder que este implicaba, reflejadoen el texto, constituye sin duda uno de losdetonantes del carácter antirreligioso yanticlerical tomado, más tarde, por la Revo-lución Francesa, así como por determinadosmovimientos independentistas americanos.Aun así, la fuerza legitimadora de la religiónvolvió a ser usada, con igual inescrupu-losidad, por Napoleón III una vez que losideales democráticos de la Revolución vol-vieron, por inercia natural, a degenerar enla "ley del más fuerte". En buena muestra deello, he aquí cómo Napoleón III aconsejabaa sus cortesanos:

"Ustedes, los ricos, saben hacer asegurarsus casas contra el luego, sus cosechas con-tra las heladas. En eso son prudentes. Puesbien, en estos tiempos de desorden, en loscuales el cuerpo social se encuentra ame-nazado por tantos lados, habría para uste-des todavía una mejor inversión, una pre-caución mejor para poner sus propiedadesa salvo de los accidentes que hacen prevermil señales negras. Ello sería hacerlas ase-gurar por medio de las escuelas cristianas...Ellas son el lugar donde los hijos del puebloaprenden a respetar los bienes ajenos, elorden y las posiciones sociales que el desti-no ha dado a cada uno".

Y en un Consejo de Estado, del 4 demarzo de 1806, el mismo Napoleón hac í.iesta confesión de fe:

"Yo sostengo que, apartada de los pre-ceptos y de las doctrinas del Evangelio, nohay ninguna sociedad que pueda florecer,ni civilización alguna verdadera. ¿Qué hace,si no, que el pobre halle tan normal que hu-meen diez chimeneas en mi palacio, mien-tras él se muere de frío? ¿Que yo tenga diezvestidos en mi guardarropas, mientras élanda desnudo:1 ¿O que yo tenga en cadacomida sobre mi mesa lo que alimentaría asu familia durante una semana? Es la reli-gión, que le asegura que, en otra vida, yoseré su igual y que incluso tiene probabili-dad de ser allá más feliz que yo1".

CRÍTICAS SOCIALISTAS

El evidente uso del nombre de Dios envano, que estas expresiones encierran, pudo

provocar en Francia la reacción del primersocialismo romántico de Saint-Simón (1760-1825), quien comenzóa soñar en una Reor-ganización de ta socie-dad europea (1814),sin renegar aún de unaposible correcta refe-rencia a Dios. FueMarx quien estableció,en cambio, una ruptu-ra radical entre el biencomún de las masas yla fe religiosa. Uno desus textos más clásicosy contundentes, en esesentido, lo constituye laContribución a la críti-ca de la filosofía delderecho de Hegel (1844), donde expresa:

"La crítica de la religión tiene su puntofinal en la doctrina idealista conforme a lacual el hombre es el ser más elevado parael hombre; vale decir, que llega al imperati-vo categórico de que deben revolucionarsetodas las condiciones que hagan del hom-bre un ser degradado, esclavizado, abando-nado, despreciable... Radicales aquel quellega a la raíz misma de las cosas; y para elhombre, la raíz de las cosas es el hombremismo..."

Y más adelante sigue con el famoso tex-to:

"La miseria religiosa es, por una parte, laexpresión de la miseria real y, por otra, laprotesta contra esa miseria real. La religiónes el suspiro de la criatura oprimida, el co-razón de un mundo sin corazón, así comoes el espíritu de una situación carente deespíritu. Es el opio del pueblo"4.

La inquietud social hacia una praxistransformadora1, que esta denuncia mani-fiesta, pudo convertirse en un punto de par-tida para que la Iglesia retomara la relaciónperdida, pero indisociable, entre fe cristia-na y ordenamiento social justo para todos.Así, las críticas socialistas antirreligiosas deMarx pudieron constituir, paradójicamente,un verdadero signo de los tiempos auscul-tado por el Pnpa León XIII, impulsándolo aescribir la Encíclica Rerum Novarum{\39]).Aun cuando el documento papal comienzarefutando el socialismo como incapaz de

Así, las críticas socialistas antirre-

ligiosas de Marx pudieron consti-

tuir, paradójicamente, un verdade-

ro signo de los tiempos auscultado

por el Papa León XIII, impulsándolo

a escribir la Encíclica Rerum

Novarum (1891).

Textos publicados en L'amíde h religión, Paris, n. 3308,dei 18 de julio de 1840.Contribución a la crítica dela tiloso fia del derecho deHcgel, en Karl Marx-Fr.Engels, Werke I, Berlín,1958, pp. 378 y 391.Cf., al respecto, las Tesis queel mismo Marx dirigió alidealista de izquierdaL Feucrbach, culminandocon la famosa sentencia,que fue escogida comoepitafio para la tumba delmismo Marx, en el cemente-rio de Hygale, al norle deLondres: "Hasta ahora losfilósofos han interpretado elmundo; pues bien, In quehay que hacer es cambiarlo"(Tesis 11 contra Feuerbach).

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La atención a la historia constituye,

así, un lugar teológico donde el Espíri-

tu se manifiesta al interior de las ambi-

güedades e incluso de las impiedades

propias de nuestra historia humana,

suscitando determinadas tomas de

conciencia sobre lo que debería ser la

convivencia humana.

Cd. Sto. Tomás, Summa The.11-11, q 66. En la misma líneael Papa Juan Pablo II enseñaque "sobre Iml.i propiedadprivada grava una hipotecasocial" (En Discursoinaugural de Puebla, III, 4).Pacem in Terrís, n. 159.

solucionar la cues-tión obrera (nn. 3-12), retoma, sin em-bargo, la doctrinatomista sobre la legi-timidad de la propie-dad privada de bie-nes externos, única-mente como dere-cho de administraresos bienes. SantoTomás plantea eltema de la propiedadprivada, bajo elacápite general titu-

lado: De furto et rapiña (!). Y distingue undoble tipo de potestad con respecto a losbienes externos: la potestad 'procurandi etdispensandi" y la del "uso" de los bienes. Laprimera es legítima y consiste en la preocu-pación y administración del bien común,señalándose ¡as diversas ventajas que apor-ta. Pero sobre la segunda, de uso de los bie-nes, comenta: "El hombre no debe poseerlos bienes externos como propios, sino comocomunes; de forma que fácilmente los com-parta en las necesidades de los demás". Yaplicando ese principio, expresa: "No obrailícitamente el rico que, habiéndose apode-rado de algo que inicialmenteera común, locomparto con los demás [aliis communicat);en cambio, pora si íes prohibe su uso, indis-cretamente" \

LOS ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS COMO"SIGNOS DE LOS TIEMPOS"

La atención a la historia constituye, así,un lugar teológico donde el Espíritu se ma-nifiesta al interior de las ambigüedades eincluso de las impiedades propias de nues-tra historia humana, suscitando determina-das tomas de conciencia sobre lo que de-bería ser la convivencia humana, en con-traste con la realidad de hecho y, a partirde ahí, moviendo a decisiones socialmen-te transformadoras. Esa atención permitióa la Iglesia reencontrar la vinculación en-tre fe y luchas sociales. Mucho después dela Rerum Novarum, esa misma atención alos acontecimientos históricos permitiría alPapa Juan XXIII, en la Paccm in Torris(1963), distinguir entre las doctrinas filo-

sóficas sobre el sentido de la vida y delhombre, propias del socialismo marxistaateo, y los movimientos de orden econó-mico y político que surgieron con ellas oque en ellas se inspiraron:

1 '¿Quién puede negar que, en la medi-da en que tales corrientes se ajustan a losdictados de la recta razón y reflejan fiel-mente las justas aspiraciones del hombre,pueden tener elementos moralmente posi-tivos dignos de aprobación?" . Y ello es asíaun cuando tales movimientos no hayansurgido del interior de la Iglesia, o incluso,como en este caso, se originaran de formaantirreligiosa, debido a cierto uso "alienan-te" del recurso religioso.

Siempre en la misma línea, la Constitu-ción Gaudium et Spes del Concilio Vatica-no II (1965) ratilicó solemnemente ese va-lor de los acontecimientos históricos comolugar teológico, es decir, como criterio deuna mejor expMcilación del significado ac-tual de la Revelación. Se trata de signos delos tiempos, donde la Iglesia debe descu-brir la presencia indicativa del Espíritu deDios que la interpela en la línea de abrirsea nuevas expl¡citaciones de la Palabra re-velada y conservada en laTradición eclesialpara que "escrutando a fondo los signos dela época, e interpretándolos a la luz delEvangelio... pueda acomodarse a cada ge-neración, y, así, responder a los perennesinterrogantes de la humanidad..." (GS n.4).

Esta exigencia conlleva la tarea de dis-cernir, en los acontecimientos, aquellos as-pectos coherentes con el significado de laPalabra recibida a la vez que enrique-ciéndolos de los aspectos incoherentes conella, determinados por el condicionamientoegocéntrico pecador del ser humano. Paraello: "Es propio de todo el Pueblo de Dios,pero principalmente de los pastores y delos teólogos (siendo su "derecho", fiero so-bre todo su deber), auscultar, discernir einterpretar, con la ayuda del Espíritu San-to, las múltiples voces de nuestro tiempo yvalorarlas a la luz de la Palabra divina, afin de que la verdad revelada pueda sermejor percibida, mejor entendida y expre-sada en forma más adecuada" (GS n. 44).Y, al final do esto mismo número, ol Com i-lio reconoce explícitamente eso carácterinterpelador suscitado a partir do los nue-

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Populorum Progressio, n. 3

La misericordia divina seexpresa en la opción deDios por los más desvali-dos, los que no tienenpoder, ni de retribuciónni de represalia y, por lomismo, no resultanegocéntricamente"rentables".

vos aportes sociales del mundo moderno:"La Iglesia reconoce agradecida que tan-

to en el conjunto de su comunidad comoen cada uno do sus hijos, recibo ayuda va-riada de parte de los hombres ele toda cla-se y condición. Porque todo el que promue-ve la comunidad humana en el orden de lafamilia, de la cultura, de la vida económi-co-social, de la vida política, así nacionalcomo internacional, proporciona no peque-ña ayuda, según el plan divino, también ala comunidad eclesial, ya que ésta depen-de asimismo de las realidades externas. Másaun, la Iglesia confiesa que le han sido demucho provecho la oposición e incluso lapersecución por parte de sus contrarios..."(GS final de n. 44).

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En Octogésima Adveniens (1971), la ac-titud de escucha so formula de nuevo contodas sus consecuencias teológicas ypastorales:

"La enseñanza social de la Iglesia... sodesarrolla por medio de la reflexión madu-rada al contacto con situaciones cambian-

tes de esto mundo, bajo ol impulso delEvangelio como fuente de renovación... quele permito asumir, en la continuidad desúspreocupaciones permanentes, las innovaciones atrevidas y creadoras que requierela situación presente del mundo" (n,42).

La evidencia adquirida de una situaciónsocial en progresiva acentuación riel abis-mo entre sociedades mayoritarias pobres ygrupos minoritarios opulentos, llevó al PapaPablo VI a reconocer que "el hecho actualmás importante del que todos deben ad-quirir conciencia es el de que la cuestiónsocial ha tornado una dimensión mundial...Los pueblos hambrientos interpelan hoy,con acento dramático, a los pueblos opu-lentos" 8. Ello lo lleva a insistir en la doctri-

na del derecho básico aluso común de los bienes:'Los bienes creados de-ben llegar a todos en for-ma justa..." "Todos losdemás derechos, sean losquesean, comprendidosen ellos los de propiedady comercio libre, a aque-Ilos están subordina-dos..." (pp. nn. 20 y 22).Por eso , distinguiéndo-lo del proceso mismo deindustrialización, ol cualos valorado, rechaza confuerza "el nefasto sistemaquo la acompaña", el ca-pitalismo liberal, "sisto-ma que considera el lu-cro como motor esencialdel progreso económico;la competencia como leysuprema do la economía,la propiedad privada delos medios de produc-ción como un derechoabsoluto, sin límites niobligaciones sociales co-rrelativas" (n.2íi).

MEDELLÍN Y LA

"INQUIETUD SOCIAL"

El mismo principio teológico de la aten-ción a los acontecimientos como signo dela presencia indicadora del Espíritu, con vis-

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tas a discernir el significado que él quiso ciara determinados aspectos de la Revelación,llevó también a los obispos en Medellín(1968) a ver la progresiva "inquietud social"del continente, con respecto al "statu quo"vigente, como el principal signo de los tiem-pos:

"Los signos de los tiempos, que en nues-tro continente se expresan sobre todo a ni-vel social, constituyen un lugar teológico einterpelación de Dios1".

Esa "inquietud social", en la cual se re-conoce la presencia del Espíritu que inter-pela hacia decisiones de cambio social, porlo mismo que suscita la disconformidad encuanto a la situación de hecho, está preci-samente en la raíz del diagnóstico de "peca-do social", que Medellín y Puebla harán detal situación'11. El statu quo" de hecho nocorresponde a lo que Dios quiere para laconvivencia humana, por eso su Espíritususcita la "inquietud" hacia el cambio so-cial. Lo cual implicará la llamada a la "con-versión socialmente liberadora"11. De estamanera Puebla establecerá los mecanismosque hay que cambiar para poder hacer realesa "conversión social", yendo a la raíz delos procesos que determinan las estructu-ras injustas:

"Al analizar más a fondo tal situación,descubrimos que esta pobreza no es unaetapa casual, sino el producto de situacio-nes y estructuras económicas, sociales ypolíticas, aunque haya también otras cau-sas de la miseria. Estado interno en nues-tros países que encuentran en muchos ca-sos su origen y apoyo en mecanismos que,por encontrarse impregnados no de un au-téntico humanismo, sino de materialismo,producen, a nivel internacional, ricos cadavez más ricos a costa de pobres cada vezmás pobres. Esta realidad exige, pues, con-versión personal y cambios profundos delas estructuras, que respondan a las legíti-mas aspiraciones del pueblo hacia una ver-dadera justicia social" '.

Estas "legítimas aspiraciones del pueblohacia la justicia" constituyen el aspectoteológicamente significativo ele la inquietud social, disfuncional al "statu quo" consus estructuras opresivas y los mecanismosque las producen y mantienen. Son, así,reconocidas como signos de los tiempos

que hay que auscultar para poder ser fielesa las indicaciones del Espíritu, con vistas aexplicitar mejor hoy el significado salvíficode la Revelación, según el cual todos so-mos iguales, hijos del mismo Padre. Y ellodebe notarse en la estructuración políticay económica de la convivencia social; deahí la indicación significativa del Espíritu,a través de esas inquietudes sociales.

IRRESISTIBLE ASPIRACIÓN ALA LIBERACIÓN

En la misma línea, es interesante anali-zar las dos instrucciones vaticanas sobre la"teología de la liberación". Ambas preten-den conectar correctamente la praxis so-cial liberadora con su raíz teológica. Paraello recurren nuevamente a la categoría delos "signos de los tiempos", como punto departida de su desarrollo doctrinal:

"La poderosa y casi irresistible aspira-ción de los pueblos a una liberación, cons-tituye uno de los principales signos de ¡ostiempos que la Iglesia debe discernir e in-terpretar a la luz delevangelio"1'. El docu-mento ve en esa "irre-sistible aspiración a laliberación" la concien-cia implícita de la dig-nidad del hombre ''ul-trajada y despreciadapor las múltiples opre-siones" (I, 2). Y, a lavez, considera que es"el evangelio mismoque ha suscitado en elcorazón de los hom-bres la exigencia y lavoluntad positiva de una vida fraterna, jus-ta... Esta exigencia sin duda es la fuente dela aspiración de que hablamos" (1,3)... "Sien-te hondamente esta miseria como una vio-lación intolerable de su dignidad natural.Varios factores, pues, entre los cuales hayque contar la levadura evangélica, han con-tribuido al despertar de la conciencia delos oprimidos" (1,4).

Con este diagnóstico, el VER propio dela Primera Instrucción vaticana va a la raízteológicamente legitimadora de la "irresis-tible aspiración a la liberación" experimerv

Documento de Medellín,Pastoral de Élites, n.13, cf.También el Mensaje a lospueblos de América, asícomo "Catequesis", n. 7;"Laicos", n. 2.Cf., por ejemplo, Pueblan. 28; a ese respecto puedeverse la monografía deCarlos Galli, El pecadosocial, SEDOI, XVI, 1990,n. 106.Cf. Tony Miísuc!, S.J.: Haciauna moral liberadora.Moral de discernimiento,Santiago, Ed. San Pablo,vol. I, 1991, pp. 141-154.Puebla n. 30; cf. nn. 47 y

Instrucción sobre algunosaspectos de la "teología dela liberación", 1984, Cap. I,n.1.

Estas "legítimas aspiraciones del pue-

blo hacia la justicia" constituyen el

aspecto teológicamente significativo

de la inquietud social, disfuncional al

"statu quo" con sus estructuras opre-

sivas y los mecanismos que las pro-

ducen y mantienen.

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tada por las masas oprimidas: su profundacoherencia con el evangelio, el cual bus-ca, como una levadura, explicitarse en unarealidad auténtica de liberación integral.

La Segunda Instrucción ratifica el mis-mo juicio teológico: "Así, la búsqueda dela libertad y la aspiración a la liberación,que están entre los principales signos delos tiempos del mundo contemporáneo, tie-nen su raíz primera en la herencia del cris-tianismo". Y a continuación se señala algomuy importante: "Esto es verdad tambiénallí donde aquella búsqueda y aspiraciónencarnan formas aberrantes que se oponena la visión cristiana del hombre y de sudestino"14. Con esto se toma en serio el ca-rácter encarnatorio y, por lo mismo, condi-cionado y sujeto a ambigüedades, de lapresencia del Espíritu en la historia huma-na. Por ello precisamente es siempre nece-sario el discernimiento15. Así, pues, el pro-ceso propio de la Doctrina Social de la Igle-sia, iniciada como tal a partir de los movi-mientos sociales del siglo XIX, vinculadosoriginalmente a la Revolución Francesa, amenudo con una carga profundamenteanticristiana, tiene su razón de ser teológicaen la toma de conciencia de que los acon-tecimientos históricos nuevos, a pesar desu ambigüedad, contienen una presenciadel Espíritu que debe suscitar en la Iglesiala explicitación práctica de la "levadura del

evangelio" o "semillas del Verbo", presen-tes en el fondo de esos acontecimientos.

A L M A DE LA CULTURA

La raíz última de toda explicitaciónteológica y magisterial de la Revelaciónes el ser mismo de Dios., su eterna y únicasubstancia, identificada con el Amor gra-tuito o Misericordia^. La misericordia di-vina se expresa en la opción de Dios porlos más desvalidos, los que no tienen po-der, ni de retribución ni de represalia y, porlo mismo, no resultan egocéntricamente"rentables". Ll prototipo bíblico de ese des-valido es el huérfano y la viuda (el que estásolo); por eso Dios se presenta como el"padre del huérfano y do la viuda"17. Por-que Dios es, y sólo es Misericordia. Lo úni-co absoluto consiste en la decisiónmisericordiosa, con respecto a la cual todolo demás es relativo. Este es el verdaderosignificado del monoteísmo. Por lo mismo,las actuaciones humanas de la historia ha-brán valido la pena en la misma medidaen que hayan tenido que ver con la mise-ricordia (Mt 25, 40 ss). A ello remiten tam-bién las palabras radicales de Jesús: "¿Dequé le habrá servido al hombre ganar elmundo entero, si pierde su alma?" (Mt 16,26). Así, pues, la misericordia, constituyela verdadera alma de la cultura.'&>

Instrucción sobre libertadcristiana y liberación, 1 Wib,Cap. 1,1, n. 5.Tal como lo señala también laprimera Instrucción: "Lainterpretación de los signos delos tiempos a la luz del evange-lio exige, pues, que se descubrael sentido de la aspiraciónprofunda de los pueblos a lajusticia, pero igualmente que seexaminen, con un discernimien-to crítico, las expresionesteóricas y prácticas, que sondatos de esta aspiración" (II, 4).Al respecto puede versetambién Tony Mifsud, op. cit,pp. 175-182.El Antiguo Testamento define elser propio de Dios con lapalabra bebrea HEN, que laversión griega de los LXXtraduce siempre por fARIS(Amor Gratuito), o también conel término HESED (Misericor-dia), conceptualmente sinóni-mo del anterior; cf.P. Bonnatain, art. "GRACE", enDictionnaire Bibliquc,Supplement (DBS).Cí. Salmo 68, 6; Jr 7, 6.Además, para (odo lo expuestoen esta parte, cf. mi artículo"Teología fundamental ypraxis", en el Diccionar'u> deTeología Fundamenl.il (ReneLatourelle, Rene Fisichella ySalvador Pié), Madrid, Ed. SanPablo, T992, pp.14fcí>ss.

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