brito figueroa - tiempo de ezequiel zamora

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  • FEDERICO BRITO FIGUEROA

    Zamora

    BIOGRAFA

    Biblioteca Familiar

  • NOTA A LA SEXTA EDICIN

    Nuestro libro Tiempo de Ezequiel Zamora ha resistido la prueba del tiempo y se ha proyectado

    como un mensaje para la accin, en las nuevas generaciones revolucionarias, civilesy militares herederas

    y continuadoras de los ideales de redencin social y humana simbolizados por el Jefe del Pueblo Sobera

    no y general en jefe de los ejrcitos de la Repblica, Ezequiel Zamora. Ese libro calumniado y blasfe

    mado por la (pequea canalla intelectual, constituy una de las orientaciones espirituales de la rebelin

    militar y democrtica del 4 de febrero de 1992. As lo proclam muchas veces el comandante Hugo

    Chve% Fras, por radio y televisin, y lo confirm especialmente.en un ensayo publicado en el Suple

    mento Cultural de Ultimas Noticias. Para quienes trabajamos intelectualmente con humildady

    paciencia, pero con absoluta claridad de objetivos finales, esa es la crtica que tomamos en consideracin,

    la que nos orienta y nutre espiritualmnte para no desviarnos del camino trabado hace ms de medio

    siglo. .

    FEDERICO BRTTO FIGUEROA ha

    Victoria, 12 de febrero de 1994

    i

  • Ilustracin de cubierta: tomada de Jacinto Prez Arcay. luz Guerra Federal, consecuencias, Oficina

    Central de Informacin, Caracas, 1997.

    Ilustraciones tomadas de Enciclopedia Ocano de Venezuela, Ocano Grupo Editorial, S.A., 2002,

    tomos 2 y 3; Federico Brito Figueroa. Tiempo de E^equielZamora, Universidad Central de Venezuela,

    Caracas, 1996.

    4

  • TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA

    CAPTULO PRIMERO

    LOS PRIMEROS AOS DE EZEQUIEL ZAMORA

    El comandante general Boves desde el principio de la campana manifest el sistema

    que se haba propuesto y del cual jams se separ: fundbase en la destruccin de

    todos los blancos conservando, contemplando y halagando a las dems castas (...)

    repartiendo las casas y los bienes de los muertosy de los desterrados entre los pardos

    y dndoles papeletas de propiedad. Jos Ambrosio Llamonas (Memorialpresen-

    tado ai Rey..., el 31 dejuliode 1815, g Antologa documental de Venezuela,

    Introducny Recopilacin de Santos Rodufo Corts, Caracas, 1960, p. 225.)

    La libertad general de los esclavos, no ha sido declarada sino por una proclama

    dirigida a los habitantes de la provincia de Caracas cuando^ ejecut el desembarco en

    Ocumare el 6 de julio de 1816 (...)La naturaleza, lajusticiay apoltica exigen la

    emancipacin de los esclavos. (Simn Bolvar, cuartel general de Angostura, 16 de

    julio de 1818, cf. K A. Rondn Marque^ La esclavitud en Venezuela, Cara-

    cas, 1954, pp. 38-39.)

    El origen social de Ezequiel Zamora y el

    cuadro histrico de Venezuela en 1817-

    1821

    El origen familiar y social de Ezequiel Zamo-

    ra se hunde en las entraas del pueblo vene-

    zolano, hijo de Alejandro Zamora y Paula

    Correa,1 nace en Ca, el I

    o de febrero de 1817.

    Sus padres no pertenecen a las poderosas fa-

    milias que en las ltimas dcadas coloniales

    controlan la propiedad territorial conjunta-

    mente con la explotacin de los esclavos, peo-

    nes y campesinos enfeudados, ni estn inte-

    grados a los grupos burocrticos y mercantiles

    que dominan en los centros urbanos. Los pa-

    dres de Ezequiel Zamora son blancos de ori-

    lla, medianos propietarios agropecuarios y,

    en consecuencia, forman parte de las cate-

    goras econmicas y socialmente oprimidas

    en los cuadros de Venezuela colonial.

    El origen familiar de Ezequiel Zamora de-

    termina que sus primeros aos transcurran

    dentro de condiciones sociales saturadas de

    la tradicin igualitaria del pueblo venezolano,

    libre de ideas despreciativas hacia la pobla-

    cin de color, encuadrado en un ambiente

    histrico fecundo en proyecciones polticas:

    los ltimos momentos de la guerra de eman-

    cipacin y los primeros de Venezuela como

    pas independiente. Es una poca de encona-

    da persecucin y terror, de agona y lucha

    abnegada y generosa. Cuando nace, militares

    zafios, verdugos colonialistas, ms crueles que

    los propios acontecimientos, imperan en el

    pas segando cabezas venezolanas como los

    negros esclavos y los campesinos siegan pas-

    to en las haciendas. Temerosos del patbulo y

    de las contribuciones forzosas muchos de los

    ricos propietarios esconden su fervor inde-

    pendentista y hacen causa comn con los in-

    vasores. Los ms firmes vagan arruinados por

    las Antillas.

    El ambiente histrico-social determina que

    Ezequiel Zamora conozca desde temprana

    edad los sinsabores de la represin poltica,

    no directamente pero s en la persona de su

    padre, oficial del ejrcito independentista. El

    ambiente histrico-social deteraaina, igualmente,

  • FEDERICO BRTTO FIGUEROA

    que Zamora adquiera bien pronto nocin de

    la generosa abnegacin, del integral sacrificio

    humano, del odio a la opresin y de la pasin

    de lucha manifestados en el patriotismo per-

    seguido pero indomable, lastrado de odio ha-

    cia los colonizadores.

    En 1821, como un soldado ms, muere

    Alejandro Zamora luchando por la emanci-

    pacin nacional. Su muerde coincide con la

    independencia absoluta y la expulsin de los

    colonizadores europeos y es posible que haya

    muerto con la certeza de que con el sacrificio

    de su vida estaba contribuyendo a formar la

    patria de la que carecieron sus abuelos;- la pa-

    tria que no conoci su padre y que% un blan-

    co de orilla ms, no disfrut plenamente; pero

    su pueblo, los negros de Barlovento, sus hi-

    jos, viviran en una tierra libre de opresores y

    oprimidos. No vivi Alejandro Zamora unos

    aos ms para desengaarse, para que la pro-

    pia actuacin de su hijo, dos dcadas ms tar-f

    d, le hiciera comprender que sus luchas y las

    luchas de tantos hombres que como l soa-

    ban y combatan, constituan escasamente una

    jornada por la construccin de la patria para

    todos los venezolanos.

    Finalizada la guerra de independencia muy

    poco cambia el panorama donde transcurren

    los primeros aos de Ezequiel Zamora: los

    llanos, los valles del Tuy y Aragua integran el

    epicentro de un vasto movimiento popular,

    expresin de hondos problemas sociales no so-

    lucionados por la guerra de independencia. Los

    negros esclavos, los peones y campesinos en-

    feudados haban tomado las armas, guiados

    por las banderas republicanas o por las bande-

    ras de los caudillos que durante los primeros

    aos de guerra aparecan formalmente como

    realistas, como una forma de luchar por la igual-

    dad civil y la liberacin econmico-social.

    Los terratenientes,, que no sucumbieron se-

    gados por las cuchillas de los guerrilleros,

    porque huyeron hacia las Antillas esperando

    que pasara la tormenta, comenzaron a regre-

    sar a Venezuela con intenciones de continuar

    llevando la cmoda vida de la sociedad colo-

    nial. Sin embargo sus latifundios haban pa-

    sado manu militan, de hecho, a poder de dos y

    hasta de cuatro propietarios, expropiados igual

    nmero de veces, o los ocupaban los antiguos

    peones y capataces satisfaciendo por propia

    mano la reivindicacin fundamental que los

    haba lanzado a la guerra, reivindicacin ne-

    gada con tanto encono y en su conjunto por

    el movimiento emancipador.

    Los soldados que regresaban de la guerra,

    decepcionados unos, ganados por la rebelda,

    la mayora, se negaban a someterse a la antigua

    esclavitud y servidumbre. Con ms de diez aos

    de guerra encima se oponan a continuar sien-

    do explotados por aquellos amos que un da

    fueron patriotas y al siguiente realistas; que

    colaboraron n la elaboracin de las listas de

    proscripciones firmadas por Monteverde o

    Morillo, y persiguieron alos canarios, aplican-

    do con todo rigor el Decreto de Guerra a

    Muerte; que traicionaron a Miranda y recibie-

    ron a Bolvar en 1813. Hombres de la misma

    estirpe social que el marqus de Casa Len,

    Felipe Fermn Pal o Rafael Diego Mrida.

    El origen familiar y social, y el contacto de

    Ezequiel Zamora durante los primeros aos

    de su vida con una poblacin oprimida y de

    acusada rebelda y sentido igualitario son ele-

    mentos claves en el desarrollo de su forma-

    cin humana, condicionando, que, a pesar de

    ser blanco y vivir en una sociedad donde la

    explotacin econmica se escudaba en lo hon-

    do del prejuicio racial, corriprendiera, cuando

    advino la madurez, que en tan enconada lu-

    cha la razn estaba de parte de los hambrien-

    tos esclavos y peones, y no de los terratenien-

    tes y opulentos, los antiguos hombres de la

    diablocracia; condicionando, en sntesis, su

    definitiva identificacin con los sentimientos y

    aspiraciones de las masas populares venezola-

    nas y el desarrollo del apasionado ideal iguali-

    tario que fue signo permanente de su vida.

    Los primeros elementos intelectuales en la

    formacin ideolgica de Ezequiel Zamora

    Muerto Alejandro Zamora, a los pocos aos,

    la familia se traslada a Caracas. Con la liquida-

    6

  • TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA

    cin de la dominacin colonial, los Zamora

    como centenares y miles de familias de la mis-

    ma condicin Social, gente modesta y simple,

    de escasos bienes de fortuna o sin ms bienes

    que los brazos y el cerebro, sin ms patrimo-

    nio que los despachos militares adquiridos por

    el padre, el esposo o el hijo muertos en la guerra

    de independencia, esperan grandes cambios:

    la paz, el bienestar material y espiritual de esta

    tierra, empapada en la entraa con la sangre

    de sus mejores hijos, salobre por la sal de las

    lgrimas derramadas en silencio por anni-

    mas mujeres del pueblo, que no supieron nun-

    ca en el calabozo de qu crcel agoniz el

    padre; en qu huesa comn blanquean los hue-

    sos del hombre amado; qu rbol, qu flor,

    qu frutos cuajaron alimentados con el fosfa-

    to de los hijos jnuertos a campo traviesa o

    inutilizados en el cepo d la tortura.

    Pero muy lejos de la realidad est el justo

    anhelo de familias como los Zamora, gente

    simple de corazn puro. Fuerzas torvas, en-

    carnadas por hombres siniestros, conspiran a

    la sombra de la naciente repblica, aspiran a

    cosechar los frutos de la siembra regada con la

    sangre de ms de 200 000 venezolanos. Y para

    ellos son los mejores frutos. La usufructan

    en nombre de su aristocrtico origen, la afian-

    zan sobre el monopolio de las extensas plan-

    taciones de cacao, caf y ail, de los grandes

    hatos y latifundios, sobre el control del co-

    mercio de exportacin. Oportunistas de to-

    das las pelambres, duchos en toda suerte de

    arteras, curtidos en todas las traiciones Oh manes de Casa Len, del tuerto Rafael Diego

    Mrida y de Felipe Fermn Pal! se encar-gan de dar forma jurdica al despojo. Milita-

    res, traidores a su origen de clase, actuando

    como hombres de presa de la aristocracia ca-

    raquea defienden el despojo con las armas

    en la mano.

    En Caracas, Ezequiel Zamora estudia en

    la escuela de primeras letras que funciona, re-

    gentada por el maestro Vicente Mndez, en

    la antigua Casa municipal ubicada en la esqui

    na de Las Mercedes. La instruccin sistemti-

    ca que en los primeros aos recibe Zamora es

    en extremo rudimentaria, como s acostum-

    bra en aquellas escuelas de la IQ Repblica: leer,

    escribir, nociones elementales de gramtica y

    aritmtica y doctrina cristiana.2 Adems, Za-

    mora es uno de los jvenes que asiste a la es-

    cuela fundada en Caracas por el pedagogo

    ingls Jos Lancaster.3 Desde los bancos es-

    colares data la amistad de Ezequiel Zamora

    con Manuel Mara Echeanda, Pedro Medina,

    Jos Miguel Lpez y Carlos Dvila. Aquellos

    condiscpulos de Zamora y especialmente

    Manuel Mara Echeanda devienen posterior-

    mente en sus ms fieles compaeros en las

    luchas polticas; las asperezas de la vida, los

    rudos golpes de la represin godo-terrateniente

    no destruyen sino que cimentan y afianzan

    aquella amistad nacida en los bancos escolares.

    Pero si escasa es la educacin sistemtica

    recibida por Zamora, la vida le brinda desde

    los ms tiernos aos un campo de fecundo

    aprendizaje, propicio para el desarrollo de sus

    cualidades de futuro combatiente por la de-

    mocracia y la igualdad social. Ms que el maes-

    tro Vicente Mndez los verdaderos formado-

    res del carcter de Ezequiel Zamora son Paula

    Correa, s madre, y Juan Gspers, un emi-

    grante alsaciano casado con su hermana Car-

    lota. Con el ejemplo de su abnegacin hacia

    el esposo y los patriotas perseguidos, Paula

    Correa brinda a sus hijos lecciones que dif-

    cilmente se aprenden en los libros o estudian-

    do catecismo. Esta actitud, manera de ser con-

    sustancializada con la sangre, los nervios y la

    propia existencia, es posicin definitiva y per-

    manente en Paula Correa. En 1847, cuando

    para calmar su sed de sangre la oligarqua ve-

    nezolana reclama el patbulo para Ezequiel

    Zamora, la voz de Paula Correa se alza firme,

    y resuelta defendiendo pblicamente la vida

    de su hijo, protestando contra los crmenes

    del secretario del interior Cobos Fuertes, quien

    acta azuzado por la jaura que desde el Con-

    greso dirige ngel Quintero y desde las pgi-

    nas de El Diario de la Tarde alienta Juan Vicen-

    te Gonzlez.

    Juan Gspers es un francs aventado a

    Amrica por la represin antidemocrtica que

    se generaliza en Europa, especialmente en

    Francia, despus de la restauracin. Como

    7

  • FEDERICO BRTTO FIGUEROA

    otros tantos revolucionarios europeos, Juan lio de la Revolucin Federal: Zamora recibe

    Gspers emigra a Amrica, huyendo a la re- del antigu compaero de los bancos escola-

    accin feudal-absolutista y atrado por la lu- res libros de historia, derecho, literatura pol-

    cha que libran las naciones hispanoamerica- tica en general que lo inclinan al estudio y

    as contra la dominacin colonial. En conocimiento de las revoluciones y movimien-

    Venezuela, Gspers es un venezolano ms y tos sociales definidos por la presencia de la

    confundido con nuestra igualitaria poblacin masa popular, en especial la revolucin de-

    participa en sus luchas, comparte las inqui- mocrtico-burguesa de Francia y las luchas

    tudes y anhelos del pueblo. l alsaciano in- agrarias de la antigua Roma. El estudio indi-

    troduce a Zamora en un mundo desconoc- vidual, las lecturas, las plticas y discusiones

    do, labor para la que est suficientemente con Jos Mara Garca determinan que la in

    dotado, se trata de un hombre de ideas de- tuicin de los problemas sociales se transfor-

    mocrticas que ha participado en las luchas me en Zamora en profundo ideal democr-

    revolucionarias del pueblo francs. Juan Gas- tico e igualitario. Desde aquellos aos de

    pers, a quien le parece nuestra guerra de inde- anrquica formacin, combinando el estudio

    pendencia simple juego de nios en compa- con el arreo de ganado, data la admiracin de

    racin con la revolucin y las guerras en las Ezequiel Zamora por figuras f evolucionaras

    que ha participado, contribuye poderosamente como los Gracos, Espartaco y Gracus Babeuf

    a despertar la sensibilidad democrtica de Eze- cuyas actuaciones aspira a emular. No son ac-

    quiel Zamora. A travs de sus relatos y con- cidentales, desde luego, las constantes refe-

    versaciones conoce Zamora la revolucin de- rendas a las sublevaciones de esclavos, que se

    mocrtico-burguesa de Francia; de labios del encuentran en sus cartas a los peones de las

    alsaciano escucha la letra y la msica de la Mar- haciendas, cuando posteriormente comienza

    sellesa y la Carmagnole, se informa de las he- a intervenir como hombre de accin en las

    roicas acciones de los sans-culottes y de la luchas sociales venezolanas,

    insurreccin de la masa rural que impulsa A los pocos meses de actividad como com

    a abolicin de los bienes de manos muertas prador y vendedor de ganado, Ezequiel Za-

    y la distribucin de los latifundios de la Igle- mora se establece, con dinero obtenido en

    sia y la nobleza entre los descendientes de los prstamo de Juan Gspers, en Villa de Cura

    siervos. Napolen Bonaparte que consagra ju- con una modesta casa de vveres.5 Para esta

    rdicamente el derecho de los campesinos fran- poca se le describe como hombre de prover-

    ceses a la tierra, adquiere en la mente de Za- bial sobriedad, no dominado por vicio algu-

    mora los contornos de un Robespierre a no, no fuma ni bebe alcohol, detesta a los

    caballo. charlatanes, pero sobre todo siente especial

    En sus viajes a los Llanos, Zamora forta- repugnancia por la mentira y la cobarda, es

    tece su amistad con el abogado y profesor uni- cribe Laureano Villanueva; ama a su madre,

    versitario Jos Mara Garca, su antiguo com- Paula Correa, a cuyas necesidades acude dia-

    paero de escuela y quien ya hombre maduro riamente con el fruto de su negocio. Es muy

    populariza dentro y fuera de la Universidad aficionado al baile y a la caza, a los ejercicios

    de Caracas los fundamentales principios de la corporales, especialmente a la lucha, la nata-

    filosofa de la igualdad,4 y quien se traslada cin, la carrera y la equitacin; camina leguas

    constantemente a aquellas regiones en activi- a pies y trepa montaas sin fatigarse,

    dades profesionales relacionadas con los tri- En Villa de Cura, en los Valles de Aragua y en

    bunales del Cuarto Circuito Judicial de la pro- los Llanos, Zamora se encuentra como en casa

    vincia de Caracas. propia. Escasamente han variado las condiciones

    La amistad de Zamora y Jos Mari a Gar- econmico-sociales de la poblacin llanera y de

    ca desempea importante papel en la forma- los peones en relacin con los aos preindepen-

    cn ideolgica e intelectual del futuro caudi- dentistas. Se observa, igual que en las ltimas d-

    8

  • TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA

    cadas de la sociedad colonial que los peones per- pertenecen a todos. Fsicamente, sus amigos

    manecen atados a la servidumbre en los hatos,y lo describen como un hombre alto y delgado;

    una poblacin ambulante se hace justicia por su de oj os azules y mirada viva y penetrante; sus

    propia mano, canalizando la realizacin de sus facciones se distinguen por lneas bien defini-

    reivindicaciones en el abigeato y en el saqueo de das, pmulos agudos, nariz recta, barba firme

    las propiedades de sus explotadores. y saliente, frente descubierta y bien modelada

    En los Llanos y en los Valles de Aragua, que dan a su rostro una vigorosa expresin

    Zamora se identifica con las capas de la po- de inteligencia, altivez y energa.6

    blacin que de manera tan mezquina han sido Los aos que Ezequiel Zamora vive como

    tratadas por la repblica. Vive sus vidas, con modesto comerciante en los Llanos y Valles de

    los peones llaneros desafa los peligros de una Aragua constituyen en realidad otros tantos

    naturaleza salvaje e inhspita, se enfrentaren aos de vivo aprendizaje y maduracin. Hom-

    la misma forma que cincuenta aos atrs lo bre se hizo enfrentado a los ms diversos pro-.

    haba hecho el abuelo Juan de Zamora, con- blemas, jugndose la vida contra salteadores que

    tra los bandidos que fungen de jefes de aque- saquean las caravanas; identificado definitiva-

    11a poblacin ambulante lanzada al pillaje por mente con el pueblo, viviendo su vida, suf nen

    ia propia sociedad oligrquica sobre cuyas do sus permanentes privaciones, comiendo su

    bases materiales se, edific la repblica. Za- escasa comida^ gozando de sus creadoras di

    mora demuestra en estos encuentros estar versiones, riendo sus chistes, comprendiendo

    dotado de un indomable valor personal, que hasta dnde llega su grandeza y desinters,

    a nada teme, jugndose la vida desinteresada- Si dura fue la niez de Ezequiel Zamora,

    mente cada vez que es necesario defender a velada por las persecuciones, el terror y la lu

    los humildes y a los dbiles. Generoso cual cha, si duros los aos de la adolescencia, ms

    ninguno, honrado como pocos, apasionado duros todava fueron los aos de hacerse de-

    hasta la exageracin, y actuando en el mismo finitivamente hombre. Todos constituyen una

    medio social donde lo haba hecho Jos To- preparacin para el papel que habra de

    ms Boves, bien pronto Zamora es conside- desempear como tribuno y organizador po-

    rado como un llanero ms. Llaneros son sus pular, primero, eficaz jefe de guerrillas, luego,

    mejores amigos personales y llaneros habran indiscutible caudillo de las masas populares,

    de ser sus ms leales compaeros polticos en posteriormente. Hombre del pueblo, Ezequiel

    sus luchas por la democracia y la igualdad so- Zamora, es en suma, elaboracin y hechura

    cial. En los caseros, en los hatos, en los pol- del pueblo venezolano. Este hecho determina

    vorientos caminos, los peones hablan de l que en las luchas sociales en las que participa

    como hombre audaz, valeroso y servicial, n- como figura de primer orden exprese con ab-

    tegro y de sentimientos de cario hacia los soluta fidelidad los sentimientos democrti-

    humildes. Siempre tiene dinero para socorrer eos y las reivindiefaciones econmico-sociales

    a los pobres, los haberes de su trabajo personal de la masa popular venezolana.

    9

  • FEDERICO BRITO FIGUEROA

    CAPTULO SEGUNDO

    LAS LUCHAS SOCIALES VENEZOLANAS EN 1840-1846

    . ..ciertamente porgrande que sea la repugnanaj el estremecimiento al decirlo (...)

    en Venezuela (...) El inters anuales de 45,80 por ciento. (...) Jams se haba visto

    en los tribunales de Venezuela la autoridad dando'fuerza y apoyo a las extorsiones

    ms monstruosas, ya no paliadas y encubiertas, sino manifiestas y pblicas, haciendo

    ostentacin de derechoy legitimidad. (Fermn Toro, Reflexiones sobre la Ley de

    10 de Abril de 1834 y otras obras, Caracas, 1941,pp 106-107.)

    .. .se corri la vo ^de que bajo la presidencia delsr. Antonio Leocadio Guarnan se-

    repartiran los bienes y las tierras de los ricos entre los pobres, que se libertaran los

    esclavos (...) para ganarse a la gente ignorante no haba medio ms efica ^que

    presentar un programa tan liberal. Oyeron algunos incautos las promesas, y se figu-

    raron que semejantes derechos deban conquistarse sin dilacin alguna, sobre todo

    cuando iba a someterse el caso del voto decisivo de la mayora eleccionaria, (fos

    Antonio Pe% Autobiografa del general Jos Antonio Pez, vol. 2, Cara-

    cas, 1946, pp. 407-408.)

    Las clases sociales dominantes y el

    movimiento liberal venezolano

    El 24 de agosto de 1840 con el lema Malope-

    riculosam libertatem quam quietum servitium co-

    mienza a circular en Caracas el semanario

    poltico El Venezolano,1 considerado por los

    idelogos de la oligarqua como la tea de la

    disolucin Social, la ponzoa venenosa que

    introduce la discordia en el seno de la familia

    venezolana. La simple lectura de la platafor-

    ma de lucha presentada por el peridico y el

    conocimiento de quienes respaldan econmi-

    camente la nueva empresa poltica, inducen a

    pensar que no son tan disolventes y revolucio-

    narios sus principios, pero s que algo serio

    ocurre entre las clases dominantes venezolanas.

    El capital inicial de 570 pesos es aportado por

    un heterogneo conglomerado poltico.

    Conjuntamente con idelogos democrticos

    como Toms Lander, contribuyen ricos pro-

    pietarios como Casiano Santana, aristcratas

    de la especie de Juan Bautista Mijares, Fran-

    10

    cisco Rodrguez del Toro, Anacleto Clemente

    y Francisco de la Madriz; tambin contribu-

    yen Jos Ignacio Paz Castillo, Florencio Orea,

    Flix Castro, Remigio Armas, J. J. M., Maria-

    no Ascanio, J. S. M., J. Basas de Roger, Jos

    Gabriel Lugo, Rafael Mara Lugo, Jos Ju-

    lin Ponce, Jos Mara Morales, Diego Bau-

    tista Urbaneja, Bartolom Manrique, Jos

    Austria, Rufino Blanco, Manuel Echeanda,

    Ignacio J.Chaquert, Jos B. Arvalo, Toms

    J. Sanabria, Medardo Medina, Martn Eche-

    garreta, Jos Toribio Iribarren, Ramn

    Lozano y Ca., Vicente Ibarra, Jos Prez, G.

    F., Vicente Mexas, R. I., Fermn Beita, Gui-

    llermo Espino, J. M. Jesurum y Luis Correa.

    El personal de redaccin de El Venezolano lo

    integran Antonio Leocadio Guzmn, Toms

    Lander, Mariano Mora, Jos Gabriel Lugo,

    Rafael Mara Lugo, Jos Austria, Jacinto

    Gutirrez, Jos Julin Ponce, Jos Bernardo

    Arvalo, Toms J. Sanabria y Juan Vicente

    Gonzlez; escribientes Jernimo E. Blanco,

    Len Cova, Carlos Berrio, Len

  • TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA

    Van Prag, N. Maury, Epifanio Franco, To-

    ms Pacanins y Abigal Lozano, e impreso-

    res Zacaras Llaguno, Manuel J. Rivas, Len

    Flix Monasterio, Juan Bautista Gallaraga,

    J. J. Torrealba, Len Echeverra, Jacinto

    Echeverra, Federico Latassa, Sandalio Uri-

    zaba, Eleodoro Lpez, Felipe Ovalles,

    Benigno Barrosa, Nicomedes Pea, Manuel

    Mara Mondragn, Vicente Liliado y Beni-

    cio Cordero.

    En los principios sustentados por El Ve-

    nezolano ncleo formal del movimiento poltico tradicionalmente calificado de libe-

    ral no es posible localizar, con excepcin de expresiones como lo que es de todos

    debe circular entre todos, hombres nue-

    vos alternabilidad republicana ^ningn plan-

    teamiento terico que pueda tildarse de

    revolucionario en el entidourgus-democr-

    tico; reivindicaciones tan fundamentales

    como la abolicin de la esclavitud, la eman-

    cipacin econmica de los campesinos en-

    feudados, la igualdad civil y poltica para toda

    la poblacin, (que s hubieran contribuido a

    imprimirle fisonoma democrtica en senti-

    do burgus, al llamado Partido Liberal y a

    diferenciarlo radicalmente del Partido Con-

    servador) estn ausentes en la plataforma de

    los redactores y fmandadores de El Venezo-

    lano. En cuanto a la separacin de la Iglesia y

    el Estado sta era ya una conquista de hecho

    y de derecho lograda por los gobiernos con-

    servadores desde 1830. Cmo pueden au-

    tocalificarse de demcratas quienes comien-

    zan pronuncindose por el cumplimiento

    rgido de la Constitucin y de las leyes, es

    decir, de la Constitucin que excluye de

    los derechos de ciudadana al 92% de la po-

    blacin y sanciona la esclavitud como una

    institucin de la sociedad? Slo es posible

    localizar en aquel programa liberal dOs rei-

    vindicaciones que introducen un elemento

    de diferenciacin con sus adversarios a quie-

    nes califican de logreros, adueados de los

    puestos pblicos sin querer soltarlos. Nos

    referimos a la abolicin de la Ley de 10 de

    Abril de 18342 y a la guerra al banco por

    sus monopolios y privilegios,3 y estas rei-

    vindicaciones, las ms fundamentales para los

    liberales de 1840, son claves para la compren-

    sin tanto del proceso de diferenciacin que

    se operaba en el bloque de las clases domi-

    nantes como de aspectos esenciales de las

    luchas sociales venezolanas.

    El problema en s, no es la Ley de 10 de

    Abril, ni la Ley de Espera y Quita, sino la

    situacin de hecho4 que ambos estatutos le-

    galizan y refrendan: la usura, practicada por

    los grandes comerciantes monopolistas, ex-

    portadores e importadores, corroe como le-

    pra pestilente la sociedad venezolana en

    todos sus estratos. El fenmeno no es re-

    ciente, ya desde la poca colonial se haba

    venido formando una masa de capital comer-

    cial y usurario, que de instrumento para faci-

    litar la compra-venta de mercancas devino

    lentamente en un me dio de apropiacin del

    trabajo ajeno a travs del prstamo y del agio.

    Los altos comerciantes caraqueos, vulgos

    canastilleros, comprando, revendiendo y des-

    pus de la independencia especialmente ex-

    portando e importando, y suministrando

    medios de consumo y prstamos a rdito a

    los terratenientes, medianos y pequeos pro-

    pietarios, se apropiaban de una importante

    parte del plusproducto creado por el trabajo

    de los esclavos, peones, campesinos enfeu-

    dados y artesanos.

    El plusproducto, materializado en las co-

    sechas, pasaba a manos de los comerciantes

    monopolistas, y los cosecheros continuaban

    endeudndose progresivamente, arruinndo-

    se no pocos de ellos. En el antiguo tribunal

    mercantil de Caracas existe suficiente docu-

    mentacin (y Fermn Toro la menciona

    en su conocido opsculo) que confirma la

    hiptesis histrica y dan una idea de la pre-

    ponderancia del capital usurario-comercial,

    propio de formaciones econmico-sociales

    precaptalistas, en los cuadros de la sociedad

    venezolana de la primera mitad del siglo XK.

    Fermn Toro escribe que basta echar una

    ojeada a aquellos expedientes para conven-

    cerse de que ...toda especie de contratos

    desiguales y ruinosos, en que la usura, la

    mohatra, el anatocismo, todos los medios

    11

  • FEDERICO BRTTO FIGUEROA

    inventados por la ms insaciable avaricia para

    absorber la fortuna ajena, han sido defendi-

    dos bajo el nombre de la libertad y de la re-

    ligin de contratos, y mantenidos y ejecuta-

    dos por los jueces en nombre de la repblica

    y por autoridad de la ley.5

    Algunas sentencias mencionadas por Fer-

    mn Toro ilustran la extensin y profundidad

    del fenmeno. El comerciante A prest al

    agricultor B 1 000 pesos, al 3% mensual, y a

    los pocos aos, habiendo hecho ste varios

    abonos, dos de los cuales ascendan a 500 pe-

    sos, fue condenado por el Tribunal a pagar

    4 173 pesos por capital e intereses.6 En los

    primeros meses de 1836 el comerciante A

    prest al hacendado B 3 000 pesos; n junio

    de 1837, el deudor firm obligacin hipote-

    caria por 11300 pesos, incluyendo capital e

    intereses, y catorce meses ms tarde* en agos-

    to de 1838, el deudor demandado declar que

    su deuda ascenda ya a 15 704 pesos. Tres me-

    ses despus, en diciembre de 1838, el acree-

    dor detalla su cuenta hacindola ascender a

    18 635 pesos 7 reales.7 El documento merece

    ser transcrito ntegramente:

    Maana 6 de corriente se cumple el plazo

    en que ustedes deben satisfacerme 18 635 pe-

    sos 7 reales, compuesto este total de 11300 pesos

    de capital, 5 148 de rditos y 2 187 pesos y

    7 reales de multa o pena convencional, cons-

    tante todo y todo afianzado en escrituras p-

    blicas de 4 y 8 de junio de 1837. Como el r-

    dito y multa va aumentndose a proporcin

    del tiempo que corra sin pagarse, pues los

    18 635 pesos 7 reales es cantidad lquida has-

    ta maana, sin perjuicio de obrar sus efectos

    las escrituras desde el 6 del corriente en ade-

    lante hasta quedar yo completamente satisfe-

    cho deseo evitar a ustedes perjuicios y redi-

    mirme de los que he experimentado y

    experimento con la demora del pago, supli-

    cndoles verifiquen ste y alejen de este modo

    toda contienda judicial, pues tengo expedita

    mi accin para proponer maana mi deman-

    da, cuyo paso suspendo en obsequio de la paz

    hasta ver cul es l resultado de esta poltica

    insinuacin extrajudicial, porque cuando uso

    de mi derecho judicialmente he agotado ya

    12

    todos los medios amigables en cuantos nego-

    cios me ocurren. Ni la cualidad de hipoteca-

    rios, ni las renuncias contenidas en las escri-

    turas dejan arbitrio a ustedes para evitar la

    ejecucin, el remate y pago de mi deuda, as

    como tampoco las leyes terminantes, las opi-

    niones de letrados juiciosos, y otros documen-

    tos y recursos legales que me favorecen y de

    que sabr valerme, pueden abrir la puerta a

    ningn juez ni tribunal para oponerse a mi

    accin: pues si alguno hubiere aquien la amis-

    tad haga sordo a mis reclamos, no implorar

    su audiencia, por que la ley y mis pruebas

    ponen en mis manos el remedio para aplicar-

    lo al mal antes de que suceda, y colocar mi

    demanda en un punto de vista en que la im-

    parcialidad sola, y la sola justicia, oigan, vean

    y determinen.8

    El hombre pblico de aquella poca que

    presenta el problema tal cual es, dramticamen-

    te, describe el caso de un usurero que presta a

    un hacendado 3 000 pesos, exigindole obliga-

    ciones, renuncias, hipotecas y todas las seguri-

    dades que permita la Ley de 10 de Abril a los

    prestamistas. El inters de 45% hace crecer ver-

    tiginosamente la suma original y el deudor cada

    vez ms se siente imposibilitado para hacer

    frente a una deuda que crece en progresin

    geomtrica, y cuanto mayor es el plazo que el

    acreedor le concede, ms segura es su ruina,

    porque mayor es el trmino de la progresin.

    Al cabo de cinco o seis aos la deuda monta a

    18 000 o 20 000 pesos, entonces es demanda-

    do el deudor, sus bienes puestos en remate o

    cedidos a buen librar en transaccin extrajudi-

    cial al acreedor, que se absorbe con un misera-

    ble capital y sin ningn trabajo, una finca fruto

    de muchos sacrificios y de largos aos de fati-

    gas y privaciones.9

    Y como las anteriores, otras sentencias de

    iguales caractersticas: en los primeros meses

    de 1840, una hacienda situada en Tapipa, pro-

    piedad de T. F., formada por 15 000 rboles de

    cacao, 4 600 arbustos de caf, 3 esclavos

    de tarea, 2 manumisos, un esclavo incapaci-

    tado para el trabajo por su edad, terrenos de

    vegas, casa y repartimiento y avaluada en

    12 383 pesos fue rematada en 318 pesos.10

    Du-

  • TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA

    rante el mismo ao las posesiones de J. A. G. S.

    situadas en los valles de Aragua, constituidas

    por 145 fanegadas de tierra y 36 000 rboles de

    cacao, adems de cultivos de algodn, caf y

    ail fueron rematadas en 3 000 pesos. Solamen-

    te en el ao anterior se haba extrado de estas

    haciendas de J. A. G. S. 400 pacas de algodn,

    1295 libras de ail y 95 quintales de caf, pro-

    ductos que fueron vendidos en el mercado por

    10 132,02 pesos.11

    No son casos aislados sino expresin de una

    situacin general, los juicios y sentencias pre-

    sentados por Fermn Toro en sus 'Reflexiones sobre

    la Ley de 10 de Abril de 1834. La produccin

    agropecuaria, pero especialmente la agricultura

    de plantacin, constituye la base de la econo-

    ma venezolana. Solamente el cultivo del caf

    equivale a 33 millones de arbustos que (con-

    juntamente con los instrumentos y medios de

    produccin, el circulante utilizado para satisfa-

    cer IQS gastos ocasionados por la recoleccin

    de las cosechas, beneficio y transporte a los mer-

    cados) representa una inversin de 11 500 pe-

    sos, sin incluir el valor de la tierra y de los

    esclavos, que en escaso nmero trabajan en las

    plantaciones de caf, porque en stas predo-

    minan las relaciones sociales feudales de pro-

    duccin.

    Si adems del caf se consideran los culti-

    vos de cacao, ail, trigo, caa de azcar, etc.,

    con un valor aproximado de 4 millones qui-

    nientos mil pesos y 8 millones cuatrocientos

    mil pesos que representa el valor de los escla-

    vos estimados para la poca, se observa que la

    inversin en la agricultura equivale a 24 millo-

    nes cuatrocientos mil pesos. A la luz de estas

    cifras Es evidente que la agricultura es la ocu-

    pacin general de los venezolanos, fuente

    principal de su riqueza (...) No tenemos fbri-

    ca; todo artefacto nos viene del extranjero; nues-

    tro comercio es limitado y todo en manos de

    extranjeros; el comercio interior es de muy poco

    movimiento (...) las fbricas; como vemos, no

    han nacido todava en nuestra tierra; las artes

    mecnicas estn en su estado primitivo, y cual-

    quier otra empresa industrial es tan miserable y

    precaria que de ninguna manera pueden entrar

    en competencia con la industria agrcola.12

    El capital usurario, en manos de los co-

    merciantes, venezolanos o extranjeros,13

    y con

    el apoyo del Estado desde abril de 1834, se

    apodera de la produccin agropecuaria, rique-

    za social que es el resultado del trabajo de los

    esclavos y preferentemente, de los campesi-

    nos encadenados a la explotacin servil de la

    tierra. Ese capital usurario es el nexo entre la

    produccin agropecuaria venezolana y el

    mercado capitalista mundial, debido a que los

    prestamistas controlan las importaciones y las

    exportaciones. Es un nexo de dependencia en

    trminos de la poca del capitalismo industrial.

    En las plantaciones de Venezuela en esta

    poca concretamente las relaciones de pro-

    duccin de naturaleza feudal predominan so-

    bre las de carcter esclavista. Ambas coexis-

    ten, pero la fundamental es la primera, a pesar

    de la oposicin de los terratenientes a eman-

    cipar sus esclavos, categora que subsiste

    sometida a un evidente proceso de enfeuda-

    miento, impuesto por la explotacin latifun-

    dista-precapitalista de la tierra y refrendado

    jurdicamente por la Ley de Manumisin o ley

    de libertad de vientres, cuyo objetivo no es

    otro que legalizar un fenmeno que se de-

    sarrolla espontneamente en los propios lati-

    fundios.

    En la guerra nacional de independencia,

    sin que sta llegue a adquirir carcter de

    revolucin democrtico-burguesa,14

    se obser-

    va un fenmeno de transferencia, de la pro-

    piedad agraria, y en este sentido son ciertas

    las consideraciones de Laureano Vallenilla

    Lanz, cuando seala que Pez y algunos

    otros Proceres, secundados por una porcin

    de especuladores, comenzaron a comprar los

    haberes militares, sobre todo los de los lla-

    neros de Apure y Oriente por precios irriso-

    rios; de tal manera que el latifundio colonial

    pas sin modificacin alguna a las manos de

    Pez, Monagas y otros caudillos, quienes

    habiendo entrado a la guerra sin bienes de

    fortuna, eran a poco de constituida Vene-

    zuela los ms ricos propietarios del pas. A

    esta violacin de la Ley de Repartos en

    perjuicio de los llaneros se sigui la reaccin

    del partido realista, que apoderado de los

    13

  • FEDERICO BRTO FIGHEROA

    Consejos de Gobierno y de los Tribunales

    de Justicia, comenzaron a anular las confis

    caciones de los bienes de los emigrados,

    arrebatndoselos a los guerreros de la Inde

    pendencia, a quienes se les haban asignado

    en recompensa de sus servicios, para devol

    vrselos a sus antiguos propietarios y a sus

    descendientes que regresaban al pas. Bien

    entendido que esta medida no alcanz ni po

    dra alcanzar al general Pez, ni a algunos

    otros magnates que continuaron aumentan

    do su riqueza territorial con las propiedades

    de los realistas.15 '

    En este contexto, son vlidas, igualmente,

    las consideraciones de Mario Briceo Ira-

    gorry, quien observa que Los cuadros sociales

    de la Colonia se han mantenido hasta hoy, con

    sus instituciones civiles, casi invulnerables. En

    torno a Pez volvi a levantas la abatida cabe-

    za la vieja oligarqua territorial y a ella se han

    sumado nuevas fuerzas creadas por el surgi-

    miento de los valores provocados por la gue-

    rra de independencia. (...) Los hombres de

    la independencia y el pueblo que se haban

    sacrificado por su triunfo, sin esencialmente

    repudiar los principios civilistas, vean con

    dolor que stos sirvieran de parapeto para

    satisfacer las insaciables ansias de lucro de

    los componentes de los propios cuadros cuyo

    abatimiento busc la revolucin.16

    Pero no

    es solamente el latifundio colonial que sub-

    siste y elementos de la estructura social co-

    lonial los que se proyectan en Venezuela in-

    dependiente. Hay otro fenmeno, resultado

    inmediato de la guerra de independencia, que

    es necesario considerar porque repercute di-

    rectamente en la estructura de clase.

    El latifundio no solamente subsiste sino

    que se incrementa a expensas de las tierras

    baldas nacionales y municipales, incorpora-

    das al dominio privado sin limitacin alguna

    y en trminos que superan el proceso desocu-

    pacin y composicin ocurrido en Venezue-

    la colonial, en la segunda mitad del siglo xvm.17

    Los descendientes de los antiguos amos de la

    propiedad agraria, los caudillos militares y sus

    asesores, los personajes de significacin pol-

    tica y los funcionarios de la burocracia, desde

    1821, ocupaban de hecho o incorporan a sus

    primitivas posesiones vastas extensiones del

    territorio nacional.18

    En las tierras incorporadas a los latifun-

    dios de origen colonial y en los que se forman

    despus d la guerra de independencia, el

    sistema de relaciones sociales de produccin

    que domina, desde los primeros momentos,

    es de carcter feudal. Son peones, manumi-

    sos o esclavos en proceso de manumisin y

    campesinos jurdicamente libres (pero depen-

    dientes de las haciendas mediante el sistema

    de renta-trabajo o renta-especie y a veces ren-

    ta-dinero) los que valorizan las tierras fcil-

    mente adquiridas. En estas nuevas propieda-

    des el trabajo de los esclavos es ornplementario

    del trabajo realizado por los peones y campe-

    sinos enfeudados.

    Los amos de la propiedad territorial (ge-

    neralmente denominados hacendados o co-

    secheros, que cultivan la tierra en las condi-

    ciones econmico-sociales descritas, forman

    la clase latifundista o terrateniente. Los co-

    merciantes-prestamistas, llamados despecti-

    vamente canastilleros, integran la burguesa

    comercial importadora y exportadora. Estas

    dos clases constituyen la base social del blo-

    que dominante que controla el Estado vene-

    zolano, de modo incipiente desde 1821, pero

    sobre todo a partir de 1830. Este es resultado

    de la guerra nacional de independencia,

    desde el punto de vista de los intereses de las

    clases dominantes nativas: los terratenientes

    incrementan sus latifundios y la explotacin

    latifundista de la tierra y la burguesa comer-

    cial controla definitivamente las relaciones con

    el mercado exterior capitalista.

    Las pugnas entre latifundistas y burgue-

    sa comercial conducen a la escisin poltica

    del bloque social de las clases dominantes

    en 1840. Los terratenientes arruinados, en

    proceso de ruina o endeudados con la bur-

    guesa comercial, los caudillos militares ex-

    traados de las funciones pblicas, demago-

    gos del tipo de Antonio Leocadio Guzmn

    e idelogos de la contextura intelectual de

    Toms Lander, agrupados en torno a El Ve-

    nezolano forman el Partido Liberal. Los co-

    14

  • TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA

    merciantes prestamistas (muchos de los cua-

    les tambin son grandes latifundistas) la bu-

    rocracia civil y militar con el corifeo de la

    gente colorada a la cabeza19

    e intelectuales

    ultramontanos del tipo de Juan Vicente Gon-

    zlez, constituyen el Partido Conservador,

    Oligarca o Godo.

    Las clases sociales explotadas

    y el movimiento liberal venezolano

    Las pugnas econmicas entre los latifundis-

    tas y la burguesa comercial importadora-

    exportadora y la escisin del bloque social de

    las clases dominantes que controla el Estado

    y las instituciones estatales a nivel nacional,

    regional y municipal, acelera la contradiccin

    fundamental entre clases explotadas y clases

    explotadoras. Los propios idelogos que criti-

    can la Ley sobre Libertad de Contratos y con-

    sideran la usura una lepra del gnero humano,

    se atemorizan por el proceso de radicalizacin

    que se observa en la prensa y en la calle:

    El clamor contra la Ley de 10 de Abril que

    se ha levantado en Venezuela escribe Fer-

    mn Toro se ha visto acompaado de he-

    chos muy expresivos; el odio a los tribunales;

    la divisin en la sociedad; las calificaciones de

    logreros, usureros y estafadores por una par-

    te, y por otra de alzados, tramposos y arteros;

    esta divisin y pugna produciendo conflictos

    pblicos, desmanes y amenazas que alarman

    la poblacin y perturban los hbitos de paz y

    armona: las voces de Monte Sacro y de Pa-

    lenque difundidas n la capital de la Repbli-

    ca y valles circunvecinos, aplicadas unas veces

    como injurias a los agricultores, otras como

    remedios violentos a lo que se ha llamado cri-

    sis; todo esto sirviendo a unos de bandera para

    clamar contra el gobierno y contra la preten-

    dida oligarqua de empleados y logreros; a

    otros de motivos para formar planes econ-

    micos ms o menos atrevidos con que se pro-

    mueven los nimos y se predisponen a las ms

    graves innovaciones, con la mira de sacar el

    pas de su postracin actual; a otros, en fin,

    de ocasin para excitar las pasiones popula-

    res, corromper las masas con los ms torpes

    halagos y desencadenar lo ms vil de la socie-

    dad, contra toda notabilidad, cualquiera que

    sea su ttulo, la riqueza, la gloria militar, o las

    virtudes civiles. No dir que sea causa nica-

    mente de este estado de cosas la Ley de 10 de

    Abril; son varias las que obran simultneamen-

    te; pero s, que contribuye muy poderosamen-

    te a la perturbacin y a la inmoralidad; y que

    por ung reaccin natural obra contraa liber-

    tad, la seguridad y la introduccin de capitales,

    objetos que principalmente se tuvieron en mira

    al sancionarla.20

    Antonio Leocadio Guzmn no es un lati-

    fundista poderoso,21

    ni un revolucionario, es

    s un poltico hbil, formado intelectualmen-

    te en las fuentes del liberalismo espaol, y

    antes de lanzar sus anatemas contra la oli-

    garqua y contra los logreros haba medra-

    do con quienes as calificaba en limpios y tur-

    bios manejos de la cosa pblica. Pero Antonio

    Guzmn aporta n capital de incalculable va-

    lor, desconocido por los arruinados terrate-

    nientes de 1840. Ese capital es la demagogia

    social, en cuya utilizacin Guzmn resulta un

    maestro de primera categora. El Venezolano,

    de la timidez de sus primeras ediciones se lanza

    violentamente por el camino de la diatriba

    contra sus adversarios. Nada lo detiene en su

    carrera, las negociaciones y granujadas pol-

    ticas de los notables, que Guzmn conoce de

    cerca, dejan de ser un secreto transformn-

    dose en un lugar comn en boca del pueblo;

    sin embargo Antonio Leocadio Guzmn,

    azote de su propia familia, como lo califica

    Juan Vicente Gonzlez, su antiguo compae-

    ro de armas, evita en todo momento abordar-

    las reivindicaciones fundamentales de las ma-

    sas populares, pero escribiendo en estilo vul-

    gar y chabacano, despierta la duda y la inquie-

    tud en el pueblo y produce la impresin de

    estar de acuerdo con sus reivindicaciones. La

    lnea poltica de la pluma que redacta los

    edtpriales de El Venezolano tiene un objetivo:

    .. .conquistar la admiracin del pueblo,

    arrastrar la simpata de los oprimidos y capi-

    talizar al mismo tiempo la confianza de los

    privilegiados.22

    El Venezolano, una vez lanzado

    15:

  • FEDERICO BRTTO FIGUEROA

    General Carlos Soublette.

    por el peligroso camino de la demagogia so-

    cial no se detiene en su carrera; su preocupa-

    cin no es elevar la polmica al terreno de los

    principios sino mantenerla en el plano de la

    diatriba; no aspira a liquidar el orden poltico

    de la oligarqua para edificar el rgimen

    democrtico, sino a desacreditar a los lo-

    greros y oligarcas mostrando sus miserias

    y lceras morales, con el objetivo de ganar la

    confianza popular. En los editoriales redacta-

    dos por Antonio Leocadio Guzmn, indepen-

    dientemente del lenguaje directo y el estilo que

    no pocas veces raya en la procacidad, las ideas

    democrticas son escasas, abundan, s, los lu-

    gares comunes y la agresividad verbal: harto

    reciente son puede leerse en uno de los edi-

    toriales de El Venezolano asaz escandalosas,

    Harto sensibles al pueblo venezolano, los

    excesos de poder, y ms que crueles los pade-

    cimientos de la nacin. Leyes que destruyen

    la. propiedad; leyes que hacen espantosa la suer-

    te del trabajador; leyes que entronizaron la

    usura, que aconsejronla avaricia, que autori-

    zaron las ms brbaras persecuciones; leyes

    que destruyeron el ejrcito, que comprome-

    tieron grandes porciones del territorio nacilo

    nal; leyes que convirtieron al clero en mquina

    e dominacin, y que buscaban perpetuidad de

    los mandatarios haciendo instrumentos pol-

    ticos el incensario, el tribunal de la penitencia

    y la Ctedra del Espritu Santo; leyes que han

    encarecido la justicia, y otras que la han em-

    brollado, y otras que han hecho perpetuos los

    pleitos, y otras que han privado de toda ga-

    ranta a los contratos, y engendrado y prepa-

    rado as nuevos e innumerables litigios, cual

    mina de inmoralidad y depravacin: leyes ven-

    gativas que se han llamado perdones; y per-

    dones que se han llamado castigos. Todo este

    juego de palabras y de acusaciones para con-

    cluir en que aquellas leyes son negativas por-

    que estn a inmensa distancia del cdigo

    fundamental es decir, de la Constitucin de

    1830 que precisamente excluye de la de-

    mocracia poltica al 92% de la poblacin.

    La masa rural incitada por la demagogia

    social de El Venezolano se incorpora a las filas

    del liberalismo. El retrato de Antonio Leoca-

    dio Guzmn es venerado y alumbrado como

    imagen sagrada en los hogares humildes, en

    tanto que cintas amarillas, emblemas del mo-

    vimiento liberal, engalanan los sombreros de

    menestrales y gaanes, especialmente en las

    sierras de Carabobo* costas y Valles de Ara-

    gua y Tuy, Llanos del Gurico, Barinas y Apu-

    re, donde vegeta una poblacin campesina en

    condiciones sociales favorables a' la demago-

    gia guzmancista y a la expansin del evange-

    lio liberal, que deviene en el credo de los po-

    bres y de los desheredados de la fortuna.

    Los redactores de El Venezolano no temen

    enfrentarse a los polticos de la oligarqua, es-

    pecialmente al corifeo de la gente colorada; ya

    en la edicin del 27 de setiembre de 1841, es-

    criben refirindose a Jos Antonio Pez: Es

    crimen en esta sociedad, crimen poltico o ci-

    vil, querer a un ciudadano determinado? Pue-

    den todos ser aborrecidos o mal vistos, ya con

    justicia o sin ella, y hay uno a quien debe amar-

    se por obligacin? Dnde est, pues, la igual-

    dad legal? El es un ciudadano en la ciudad o

    es el dueo de la sociedad? Y el 5 de octubre

    nuevamente insisten sobre el mismo proble-

    ma, pero de una manera directa: No es Pez

  • TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA

    la patria, no es ms que un hombre de ella,

    deificarlo no es el ministerio de los patriotas,

    de los hombres qu quieren pasar p.orprce-,

    res de la repblica. Qu hacemos cuando

    muera? Se acabar la repblica?

    En afn de capitalizar el odio que las ma-

    sas venezolanas sienten hacia la burocracia

    militar que comparte el poder con los nota-

    bles, El Venezolano, no teme atacarla, en la

    edicin de 12 de abril de 1842, Pas escri-ba el audaz demagogo el dominio de los ms fuertes; preciso es que comience el de

    los ms inteligentes (...) Su gloria los debe

    inclinar a ser excluidos de estos puestos, que

    piden ya no hombres d armas y prestigio,

    sino hombres de masas, sin ms recomenda-

    cin que sus principios y sin ms influencia

    que la que inspiran la virtud y el saber. Des-

    de las pginas de El Venezolano, Antonio Leo-

    cadio Guzmn presenta los elementos forma-

    les los de fondo los calla que a su juicio definen la oligarqua venezolana, que consti-

    tuye ...una verdadera aristocracia, que des-

    naturalizaba la Constitucin del pas, la con-

    tradeca y mantena la sociedad en un estado

    violento entre leyes liberales y (?) prcticas ab-

    surdas. Sin embargo la afirmacin es senci-

    llamente una tergiversacin de la realidad hisr

    trica: la oligarqua existe de hecho y la

    Constitucin y leyes fundamentales de la re-

    pblica, que El Venezolano califica de libera-

    les, no contradicen sino que reafirman el po-

    der poltico de la oligarqua. . El

    Venezolano es pobre en la elaboracin de

    formulaciones econmico-sociales que

    puedan calificarse de serias, desde el punto de

    vista revolucionario, pero maneja con maes-

    tra la irona y el sarcasmo. Su arma es de una

    sorprendente eficacia psicolgica. Para desig-

    nar a sus enemigos inventa motes que pene-

    tran en el alma del pueblo y se difunden con

    rapidez, cpmo el de jabaditps, oligarquistas,

    mamantones23

    que favorecen la popularidad

    del movimiento liberal e introducen elemen-

    tos de diferenciacin en sus filas: aterroriza-

    dos emigran muchos de los que en principio

    han financiado el peridico y los intelectuales

    de la calaa de Juan Vicente Gonzlez. Entre

    los primeros el de ms significacin es el mar-

    qus del Toro, quien con la manifiesta cobar-

    da de siempre retorna al redil despus de una

    senil travesura y para que no quede la menor

    duda al respecto organiza una fiesta en su Quin-

    ta de Anauco en honor a Pez, en donde se

    dan cita todos los desertores ansiosos de vol-

    ver a la gracia divina.24

    Inspirados en el ejemplo de El Venezolano

    comienzan a circular, en Caracas y en el inte-

    rior del pas, otros peridicos destinados a

    popularizar el movimiento liberal: El Centinela

    del Avila, El Relmpago, ElAgricultor, LaNueva

    Era, I^ os Ayes del Pueblo, La Noche Buena de la

    Oligarqua, El Zancudo, Las Avispas, ElLaberin-

    to, El Sin Camisa, El Bravo Independiente, El Re-

    publicano, El Diario de Caracas, El Constitucional,

    El Progreso, El Elector, El Tribuno, El Torrente y

    La Penca, etc. En esta prensa, los peridicos

    epigramticos y humorsticos, no pocas ve-

    ces escritos en estilo desaliado, son los que

    realizan una propaganda ms o menos conse-

    cuente de los principios democrticos (tierras

    y hombres libres, Comunidad de las tierras,

    racionalizacin de la propiedad, eleccin

    popular, etc.) reivindicaciones que los rga-

    nos centrales del movimiento liberal temen

    mencionar; la prensa humorstica refleja el

    proceso de radicalizcin de la masa popular

    venezolana que transforma los tmidos plan-

    teamientos de los lderes amarillos en peticio-

    nes que s pueden calificarse de democrtico-

    revohjcionarias porque difunden contrariando

    los postulados de su propio partido, la propa-

    jganda demaggica (...) en pro del reparto de

    las tierras y la libertad de los esclavos.25

    Los editoriales, las simples notas infor-

    mativas de aquel torrente de hojas sueltas

    chabacanamente escritas las ms, inunda a

    Caracas...,26

    son en realidad llamamientos

    a las acciones directas en pro de las reivindi-

    caciones democrticas fundamentales; los

    prohombres de la oligarqua, los idelo-

    gos e intelectuales de aquel rgimen son

    duramente criticados y ridiculizados para

    satisfaccin de la masa popular venezolana:

    ngel Quintero es calificado indistintamente

    de fantasma de las tinieblas, ngel malo,

    17

  • FEDERICO BRTTO FIGUEROA

    ngel rebelado, el malvado Quintero;

    Monseor Talavera, Obispo de Trcala, es

    bautizado como obispo de trica; Jos An-

    tonio Pez y Carlos Soublette son calificados

    comb dos bribones y los dos malvados ms

    insignes que ha producido la tierra, ladro-

    nes descarados, viejos impdicos cargados

    de aos y de crmenes; de Soublette, presi-

    dente de la Repblica, afirmaba El Rayo:

    Hasta cundo, General, sois asesino? Hasta

    cundo sois ladrn? Recordad, General, que

    habis nacido para morir en alto puesto, pero

    no para vivir en l. Esta ltima afirmacin

    es una alusin a la horca, y Juan Vicente

    Gonzlez recibe el cognomento de mulo

    trafagte alias Juan Bisonte Sodoma y Go-

    morra; de l se dice en el nmero 32 de Las

    Avispas: Ves aquella mole, aquel confuso

    montn de ropa, coto enorme, respiracin

    sofocada^ de olor saturno y pies elefanca-

    cos (...) es Juan Vicente Gomorra, principal

    redactor del inmundo papel llamado Diario

    de la Tarde.

    La prensa humorstica desempea papel

    fundamental en el proceso de diferenciacin

    que se comienza a operar en el seno del mo

    vimiento liberal debido a la incorporacin a

    sus filas de la masa rural y de los deshereda

    dos d los centros urbanos, atrados por la

    demagogia social y la crtica descarnada a los

    prohombres de la oligarqua. El juicio instau

    rado contra Antonio Leocadio Guzmn, por

    el delito de difamacine injuria, ilustra hasta

    dnde es de profundo aquel proceso de dife

    renciacin, impulsado fundamentalmente

    porque el pueblo hace suyos y transforma en

    reivindicaciones democrticas los tmidos

    planteamientos de los arruinados terratenien

    tes venezolanos. . En El Relmpago, edicin del 20 de noviem-

    bre de 1843, aparecen unas seguidillas en las

    que se ironiza a Juan Prez, capitoste del Ban-

    co Nacional y de paso se denuncia veladamen-

    te el contenido de clase de la justicia oligr-

    quica; el autor de las seguidillas es el inquieto

    poeta Rafael Arvelo, aunque estn firmadas

    por Ramn Villalobos, Ramn Can, talabar-

    tero de la parroquia Santa Rosala. Contra

    18

    Antonio Leocadio Guzmn, propietario de la

    imprenta donde se edita El Relmpago se enfila

    la enconada accin de los tribunales godos,

    que aspiran a hacer un escarmiento, antes que

    en la persona de Guzmn, en toda la prensa

    democrtica. Los tribunales declaran a Ramn

    Villalobos, ebrio consuetudinario e irrespon-

    sable ante la ley: no posee bienes de fortuna y

    carece de la condicin de elector, no es un

    ciudadano dentro de la mecnica de la rep-

    blica oligrquica. El jurado de imprenta de-

    clara el 25 de enero de 1844 que Antonio Leo-

    cadio Guzmn es quien debe responder al

    libelo de acusacin, y coneste finrenese el

    jurado, bajo la presidencia de Vicente Oso,

    pero las masas democrticas de Caracas se

    movilizan y frustran audazmente el atentado

    que se pretende cometer contra la libertad de

    imprenta, salvando de paso al demagogo, cu-

    yas prdicas aqullas identifican con sus inte-

    reses. El pueblo se concentra frente a la casa

    del tribunal, entre las esquinas de Pedrera y

    Marcos Parra, en apoyo del redactor de El

    Venezolano, quien se defiende haciendo gala

    de su comunicativa elocuencia y es declarado

    inocente en medio de las aclamaciones de sus

    partidarios, mueras a la oligarqua y al gobier-

    no,27

    no faltando .. .piedras que vuelan a las

    ventanas de algunas casas oligarcas, ni gritos

    y amenazas contra los godos.28

    Los idelogos reaccionarios comprenden

    que con el 9 de febrero de 1844, una nueva

    fuerza comienza a luchar conscientemente por

    la democracia poltica popular venezolana.

    Esta es la razn por lo que consideran nefas-

    ta aquella fecha; el corifeo de la gente colo-

    rada, enriquecido con los despojos de la Ley

    de Repartos, escribe al respecto: Aciago

    9 de febrero! Habase iniciado en Venezuela la

    era de los desrdenes, del derecho del popula-

    cho armado a derrocar las leyes e ingerirse en

    las deliberaciones del poder judicial,29

    en tanto

    que para el intemperante ngel Quintero

    ese 9 de febrero de 1844 es el sepulcro de la

    Patria (...) negra pgina de nuestros das.30

    Los historiadores venezolanos (inclusive

    los de criterio progresista) no han compren-

    dido la significacin democrtica del 9 de fe-

  • TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA

    brero de 1844 y hasta el mesurado y pene-

    trante Jos Gil Fortoul califica de turbas a las

    masas que participan en aquella accin. Tur-

    bas? Turbas de esa sensibilidad poltica y de

    esa pasin por los problemas pblicos son las

    que impulsan la historia.

    Ramn Daz Snchez llega ms lejos, por-

    que no otro juicio se desprende de los trmi-

    nos en que describe la protesta popular:.. .el

    vocero arrecia en el arroyo, dirase que en la

    estrecha calle ha venido a verterse toda la es-

    coria humana de los suburbios y que esa ma-

    rejada rugiente no tardar en derribar a la guar-

    dia e invadir el saln. All estn el albail (...)

    el parihuelero (...) y el conuquero. Tambin

    la mujer que lava la ropa blanca. Cmo br

    lian sus ojos, antes apacibles y humildes, y

    cmo se dilatan sus bocas para verter esos

    chorros de odio que hierve en sus corazones!31

    Las clases sociales explotadas, en este pe-

    rodo, estn representadas por el campesina-

    do, los esclavos, los peones rurales y urbanos

    y categoras artesanales formadas por manu-

    misos y esclavos emancipados, Son agrupa-

    niientos heterogneos (algunos francamente

    diferenciados y otros en proceso de dife-

    renciacin) que tienen como caracterstica

    comn, precisamente, la condicin de grupos

    explotados por las clases sociales dominantes

    que controlan la riqueza social y el Estado.

    Esos grupos sociales explotados, conjunta-

    mente con singulares capas medias de las ciu-

    dades y medianos y pequeos propietarios del

    campo, al incorporarse al Partido Liberal, le

    imprimen contenido de movimiento demo-

    crtico, especialmente despus del 9 de febre-

    ro de 1844, rebasando, en las acciones prcti-

    cas, las aspiraciones polticas de los liberales y

    demagogos del tipo de Antonio Leocadio

    Guzmn.

    Ezequiel Zamora

    y el movimiento liberal venezolano

    Ezequiel Zamora no participa en la manifes-

    tacin del 9 de febrero de 1844; los aconteci-

    mientos lo sorprenden aparentemente dedi-

    cado a sus actividades profesionales de mo-

    desto pulpero y comerciante en ganado, en

    Villa de Cura. Pero en realidad, Zamora, des-

    de 1840 participa directamente en la lucha

    contra la odiada oligarqua de tenderos enri-

    quecidos con actitudes de personajes y di-

    fundiendo los principios tierras y hombres

    libres, entre los explotados del campo. En

    este sentido, Zamora est al tanto de cuanto

    ocurre en Caracas: desde el 7 de febrero, en

    muchos caseros, ranchos y centros de traba-

    jo los peones pasan la noche en vela, dis-

    puestos a marchar sobre Caracas para resca-

    tar a Antonio Leocadio Guzmn (a quien

    suponen el intrprete de sus aspiraciones) en

    caso de que la sentencia no sea absolutoria.

    Cuando un posta llega a Villa de Cura, tra-

    yendo noticias sobre los resultados del juicio

    ocurren manifestaciones similares a las de Ca-

    racas y por primera vez la masa campesina

    pronuncia una frase que hiela la sangre de los

    notables: Oligarcas temblad!

    Cul ha sido la labor de Ezequiel Zamora

    desde el 24 de agosto de 1840 hasta el 9 de

    febrero de 1844 para que surja, como al azar,

    del anonimato al primer plano de las luchas

    polticas: respetado y querido ppr gente de

    baja condicin, execrado porlas plumas ultra-

    montanas, odiado y temido por las clases so-

    ciales que monopolizan la repblica como

    cerrado coto familiar?

    En 1840 cuando comienza a circular El

    Venezolano, Ezequiel Zamora apenas tiene

    23 aos de edad, pero como millares de hom-

    bres del pueblo, en busca de la tierra y la liber-

    tad, y atrado por la demagogia social guzman-

    cista se identifica e incorpora al movimiento

    liberal amarillo. Desde entonces, con mengua

    de su bienestar personal, sin aspiraciones

    materiales para s, combina sus actividades de

    modesto comerciante en Villa de Cura con

    las de agitador y organizador de las luchas

    democrticas de la masa rural de los Valles de

    Aragua y Llanos del Guaneo. En estas regio-

    nes, espealmenteen San Francisco de Cara, San

    San Jos de Tiznados y los caseros adyacentes y

    asociado con el licenciado Juan Martnez, ini-

    cia una intensa propaganda democrtica, oral

    19

  • FEDERICO BRTTO FIGUEROA

    y escrita, a travs de cartas personales, que

    rpidamente se extiende, como el fuego so-

    bre la llanura, por los latifundios y centros de

    trabajo, transformando aquellas regiones en

    el ms poderoso bastin del movimiento an-

    tifeudal en l perodo 1840-1846.

    Las condiciones econmico-sociales que

    imperaban en las zonas rurales y suburbanas

    del centro de la repblica y las caractersticas

    subjetivas de la poblacin campesina oprimi-

    da que en ellas habitaba, favorecen la expan-

    sin de la propaganda democrtica iniciada

    por Ezequiel Zamora. Desde l poca colo-

    nial los terratenientes haban cimentado en los

    Valles de Aragua una prspera agricultura de

    plantacin sobre la base de la apropiacin la-

    tifundista de la tierra. La poblacin indgena

    fue destruida en lo fundamental y la sobrevi-

    viente sometida a servidumbre, e incorporada

    al proceso de la produccin conjuntamente

    con la mano de obra de los esclavos negros,

    que, permutados por muas, sebo o cueros de

    res, multiplicaron con su trabajo el valor na-

    tural de aquellos frtiles valles.

    Los descendientes de los encomenderos

    monopolizaron las mejores tierras: la familia

    Bolvar era propietaria de las Vegas de San

    Mateo a la par que de los ms ricos hatos

    de San Luis de Cura; Antonio Fernndez de

    Len, el marqus de Casa Len, era amo ab-

    soluto de las tierras d Maracay, en su hacien-

    da La Trinidad se cultivaba el mejor tabaco y

    en Tapatapa se concentraban miles de cabe-

    zas de ganado; en jurisdiccin de El Mamn,

    el Conde Tovar y los Mier y Tern posean

    tierras que se alargaban hasta el mar, otorga-

    das, segn documentos de donacin, con l-

    mites que se extendan hasta donde llegaban

    la vista y la imaginacin; en La Victoria, las

    tierras pertenecientes a las comunidades ind-

    genas: Tucua, Tiquire, Guacamaya, La Curia

    y La Cumaca y las denominadas tierras de

    realengo, arrebatadas a sus legtimos cultiva-

    dores, estaban monopolizadas por la aristo-

    cracia terrateniente; en las mrgenes del lago

    de Valencia los marqueses del Toro haban

    campeado como verdaderos, seores feuda-

    les; todava en 1806 litigaban por expropiar a

    .20

    las comunidades indgenas de Mariara y Gua-

    cara, defendidas en aquella oportunidad por

    Juan Germn Roscio; en Gige, Cabrera y

    Yuma, ngel Quintero es uno de los ms opu-

    lentos propietarios.

    La independencia no modifica la estruc-

    tura de la propiedad territorial en los Valles

    de Aragua: los caudillos militares comparten

    el monopolio de la tierra con sus antiguos

    amos, y entre aquellos, Jos Antonio Pez

    deviene en uno de los ms ricos terratenien-

    tes de la regin, adquiriendo mediante la

    especulacin con los haberes de guerra las

    propiedades del marqus de Casa Len co-

    diciadas por el mantuanaje caraqueo por la

    fertilidad del suelo y por las facilidades de

    riego. Sin embargo, la independencia y l en-

    riquecimiento de algunos caudillos militares

    de origen popular no transforman la natura-

    leza ntima del rgimen econmico imperante

    en los campos, y cuando Ezequiel Zamora

    inicia la explicacin oral y escrita de los prin-

    cipios democrticos, los terratenientes de

    Aragua, a tono con su estirpe de clase, for-

    man una categora social que explota a la

    masa rural en las mismas condiciones que

    en a sociedad colonial.

    Las caractersticas subjetivas y psicolgi-

    cas del campesinado de los Valles de Aragua

    son propicias para la asimilacin de la dema-

    gogia social y de la propaganda democrtica

    que desde los primeros instantes imprime

    Ezequiel Zamora a las tmidas reivindicacio-

    nes planteadas por el movimiento liberal ama-

    rillo. El campesinado de los Valles de Aragua

    es una vasta categora social sostenida a la

    explotacin latifundista, pero en permanente

    contacto con todo cuanto ocurre en los cen-

    tros urbanos de mayor desarrollo. La disgre-

    gacin feudal no es obstculo para impedir la

    participacin del campesinado arageo, siem-

    pre como reserva del progreso, en las luchas

    poltico-sociales ocurridas, primero en Vene-

    zuela colonial y, posteriormente en Venezue-

    la independiente, porque las ideas democrti-

    cas debatidas en las ciudades, si no por escrito

    por lo menos de palabra, llegan con facilidad

    a las masas campesinas contribuyendo pode-

  • TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA

    rosamente a despertar en ellas la inquietud y

    la sensibilidad por los problemas polticos.

    Ezequiel Zamora y el programa de

    las masas campesinas

    La Villa de San Luis de Cura, donde habita

    Ezequiel Zamora en 1838-1846, es un vecin-

    dario de escasa poblacin urbana, pero de gran

    importancia econmica, rodeado de ricos la-

    tifundios ganaderos y agrcolas: hacia el Nor-

    te Los Colorados y Los Bagres; hacia el Sur

    El Samn; al Este La Virginia y El Carmen; y

    al Oeste tierras dedicadas a la ceba del gana-

    do vacuno, y en el rea urbana una intensa

    actividad comercial y una incipiente industria

    artesanal y manufacturera que utiliza los cue-

    ros de res como materia prima.

    En la villa y en el cantn de San Luis de

    Cura las pugnas sociales se manifiestan inten-

    samente: frente a los opulentos propietarios ve-

    getan los peones ganaderos, los campesinos en-

    feudados, los manumisos sin tierras, los esclavos

    y los pequeos comerciantes y artesanos as-

    fixiados por la usura. No son escasos los cho-

    ques entre oprimidos y opresores: el ganado

    de los latifundistas destruye las siembras de los

    pisatarios, los usureros rematan los bienes de

    los pequeos propietarios, los esclavos huyen

    hacia las rochelas, los trabajadores rurales son

    reclutados compulsivamente para el servicio de

    las armas, los peones cobran el salario en espe-

    cie y el Estado, expresin dla Repblica Oli-

    grquica, reprime cruelmente la ms leve pro-

    testa del pueblo trabajador.

    La vida social brinda a Ezequiel Zamora

    excelentes oportunidades para el desarrollo de

    sus actividades polticas; algunas veces el ve-

    cindario amanece alarmado por la captura de

    negros cimarrones que haban huido diez o

    veinte aos atrs. El Estado, que sostiene la

    esclavitud como una institucin, realiza en las

    personas de los capturados los ms crueles

    escarmientos: los hombres son azotados y las

    esclavas sometidas a pblica vergenza y

    luego condenados a trabajos forzados, los es-

    clavos en las obras pblicas del cantn y sus

    mujeres en los hospicios. Otras veces los tri-

    bunales de la localidad rematan los bienes de

    uno cualquiera de los propietarios arruinados,

    o sencillamente la miseria acentuada por el

    violento descenso del precio de los productos

    agropecuarios mercantilizados, extiende sus '

    garras por los campos y chozas campesinas.

    Los capitanes de gavillas son azotados y lue-

    go condenados a presidio o muerte.

    La-masa popular repudia el orden poltico

    que aplica semejantes normas de justicia; Za-

    mora lo comprende y extrae de ellos elemen-

    tos de juicio y para la explicacin de los prin-

    cipios democrticos. Sus argumentos son

    dbiles desde el punto de vista terico, pero de

    un gran valor agitacional y a tono con el desa-

    rrollo social y la mentalidad de la masa rural:

    califica la Ley de Hurtos como la de ley del

    mecate, y para denunciar la esclavitud y la

    apropiacin latifundista de la tierra recurre a

    las ms simples imgenes. Dios hizo iguales a todos los hombres en cuerpo y alma, por

    qu entonces un puado de ladrones y fac-

    ciosos van a vivir del trabajo de los pobres,

    especialmente de quienes tienen el pellejo

    negro?; cuando Dios hizo el mundo repar-

    ti en comn el agua, el sol, la tierra, por qu

    entonces los godos se han apoderado de las

    mejores tierras, bosque y aguas, que son pro-

    piedad del pueblo?

    En ninguno de los peridicos liberales que

    circulan en Caracas, Ezequiel Zamora ha le-

    do formulaciones como las anteriores, pero a

    elle parecen correctas y por tal razn las ex-

    pone y defiende con pasin. Son producto de

    sus diarias lecturas de historia, especialmente

    sobre las luchas sociales en la Roma esclavista,

    y de sus conversaciones con empobrecidos

    curas de empobrecidas parroquias, con quie-

    nes mantiene amistad. Esas formulaciones dan

    una idea de la lucha para la cual Zamora se

    prepara conscientemente, y en el mismo sen-

    tido, las constantes referencias que hace a las

    campaas desarrolladas por Tiberio y Cayo

    Graco en pro del reparto de las tierras entre

    los libertos y esclavos romanos. Zamora

    manifiesta que esto mismo desea l hacer'en

    Venezuela, y para realizarlo invita al pueblo a

    21

  • FEDERICO BRTTO FIGUERA

    organizarse y a luchar contra los godos opre-

    sores.

    La modesta casa de comercio de Ezequiel

    Zamora se transforma rpidamente en un

    centro de lucha democrtica, generalmente los

    corredores de la pulpera bullen de parroquia-

    nos, la mayora interesados en escuchar las

    conversaciones del catire y la lectura de los

    peridicos que llegan semanalmente de Cara-

    cas. En esas conversaciones Zamora se revela

    ya como un nato e intuitivo agitador demo-

    crtico; sus explicaciones sobre la necesidad

    desunificarse en la lucha contra los podero-

    sos, preparan las condiciones para formas de

    organizacin y propaganda mucho ms efica-

    ces, capaces de contribuir como contribuye-

    ron al desarrollo del vasto movimiento de

    masas que posteriormente golpeara hon-

    damente los fundamentos e instituciones de

    la Repblica Oligrquica.

    El desarrollo de la lucha bien pronto reba-

    sa los lmites de la simple explicacin de los

    principios democrticos, a travs de las con-

    versaciones individuales: Ezequiel Zamora

    comienza a trasladarse constantemente a los

    centros de trabajo y a los caseros enclavados

    en los latifundios agrcolas y ganaderos, don-

    de celebra/euniones con los peones y escla-

    vos. En muchas de esas reuniones Zamora

    lee y comenta para sus oyentes una informa-

    cin inserta en las pginas de El Venezolano

    donde se denuncia que el ganado de Jos

    Antonio Pez destruye sistemticamente los

    conucos de los campesinos pisatarios de Ma-

    racay, a pesar de haberle otorgado el Banco Na-

    cional un crdito de $ 110 000 para reparar

    los cercados de sus haciendas.

    Las reuniones celebradas por Ezequiel Za-

    mora se multiplican: una noche se encuentra

    en Los Colorados, otra en El Samn, en Los

    Bagres o El Nicual, cuando no en caseros

    como Garabato, Magdaleno o Gige. De la

    simple lectura y comentario de los peridicos

    comienza a exponer opiniones propias sobre

    los problemas econmicos que afectan a los

    trabajadores rurales; en cada una de las ha-

    ciendas que visita organiza grupos de activis-

    tas, encargados de recibir los peridicos, de

    22

    distribuirlas insignias amarillas y de elaborar

    informes sobre las condiciones sociales que

    imperan en los caseros. De esta manera Za-

    mora fue creando una amplia red de corres-

    ponsales, que sin saber leer ni escribir la mayora de ellos constituyen el ncleo ms importante para la formacin de una organi-

    zacin de lucha democrtica: La Sociedad Li-

    beral de Villa de Cura, que de liberal en el

    sentido que entendan los redactores de El Ve-

    nezolano slo tena el nombre; porque tanto

    por su composicin social como por sus ob-

    jetivos y programa se trataba sencillamente de

    una organizacin reivindicativa democrtico-

    revolucionaria de las masas campesinas del

    cantn.

    La noche de la instalacin de la Sociedad

    Liberal de Villa de Cura, centenares de peo-

    nes se concentraron en el cantn; a la luz de "

    las bujas y de los candiles de sebo, sus ros-

    tros macilentos, terrosos, famlicos, pero con

    unos ojos que denotan una inteligencia co-

    mn a pocos pueblos, se distinguan jubilo-

    sos, llenos de vida, la vida que insufla la fe en

    la lucha por la vida mejor para todos. Aquella

    noche Zamora, qued definitivamente afian-

    zado como la figura democrtica de mayor

    importancia en el cantn San Luis de Cura.

    Bien pronto lo sera de todos los Valles de

    Aragua, posteriormente de todo el pas, posi-

    cin que habra de ocuparlo en razn de ri-

    quezas y bienes materiales, de los cuales care-

    ca, sino por la abnegacin y pasin puestas

    en juego en defensa de los desheredados de

    lafortuna.

    Cul fue el programa de lucha de la So-

    ciedad Liberal de Villa de Cura? Y por qu

    fue recibido con tanto entusiasmo por la masa

    rural y por las categoras sociales oprimidas

    de los centros urbanos?

    El programa de la Sociedad Liberal de Villa

    de Cura, que de manera tcita estaba presente

    en las intervenciones y cartas de Zamora,

    era simple: 1) Comunidad d las tierras;

    2) Hombres libres; 3) Eleccin popular y prin-

    cipio alternativo; y 4) Horror a la oligarqua.

    Sin embargo, este programa tan rudimenta-

    riamente expresado defina el contenido anti-

  • TIEMPO DE EZQUIEL ZAMORA

    feudal de las movilizaciones de masas que te-

    nan por escenario los Llanos y los Valles cen-

    trales; constituan una sntesis de los objeti-

    vos de la repblica democrtica, porque

    expresaba con claridad la lucha por la liqui-

    dacin del latifundio al reclamar la Comu-

    nidad de las tierras, y la alusin a la aboli-

    cin de la esclavitud y a la ampliacin de la

    democracia poltica no poda ser ms directa,

    y en cuanto a la consigna de horror a la oli-

    garqua, constitua un repudio a la poltica

    de opresin y sojuzgamiento realizada por

    la burocracia militar y el grupo civil que

    monopolizaban las instituciones del Esta-

    do. stos planteamientos diferencian radi-

    calmente el movimiento democrtico perso-

    nificado personificado en Ezquiel Zamora y

    si)S campesinos del. movimiento liberal ama-

    rillo que ignoraba las reivindicaciones fun-

    damentales de la masa venezolana.

    La Sociedad Liberal de Villa de Gura se

    extendi por todos los caseros y vecinda-

    rios del cantn; en la organizacin de la sec-

    cional de Gige, Santa Cruz y Palo Negro

    se destac como excelente activista, l cam-

    pesino Francisco Jos Rangel, comisario de

    Timbique y Tacasuruma; en el ramal interior

    de la Cordillera de la Costa en El Nicual y El Pao de Zarate se destacaron los peo-nes Jos Bernardo Masab, Socorro Masab

    (comisario de Guambra) y Tiburcio Barrios;

    en los Llanos del Gurico se destacaron Zoilo

    Medrano; Jess Gonzlez, El'Agachado y los

    hermanos Rosalio y Concepcin Herrera. La

    instalacin de una seccional de la Sociedad

    Liberal de Villa de Cura en Gige, a inicia-

    tiva de Francisco Jos Rangel, ampli el ra-

    dio de accin de la propaganda democrtica

    hasta la Sierra de Carabbo y zonas adya-

    centes al Lago de Valencia, ^onde estaban

    ubicadas las haciendas de ngel Quintero.

    En las asambleas polticas, los campesinos

    ponan en juego su inagotable ingenio. Estas

    reuniones finalizaban generalmente entre chis-

    tes e ironas o con la improvisacin de co-

    rros destinados a zaherir y ridiculizar a los

    godos latifundistas y a exaltar a Ezquiel Za-

    mora y la lucha por la tierra. Algunos de estos

    corros han sido salvados para la historia por

    los propios campesinos, quienes los han tras-

    mitido de generacin en generacin, no sien-

    do extrao (todava en 1940-1946, es decir,

    cien aos ms tarde) escucharlos en bailes de

    joropo, pasaje y golpe arageo.32

    Esas im-

    provisaciones en forma de verso libre, cons-

    tituyen valiosos documentos para calibrar el

    contenido social-reivindicativo de las luchas

    que tuvieron por escenario los Valles de Ara-

    guaen 1840-1846. Otras veces, a iniciativa de

    Zamora, se realizaban actos pblicos en los

    que se quemaban ejemplares de la Ley de

    10 de Abril de 1834 o de la Ley de Hurtos, o

    tambin a iniciativa de Zamora, se quema-

    ban judas que representaban a Jos Antonio

    Pez, ngel Quintero, Juan Vicente Gonz-

    lez o uno cualquiera de los hombres pblicos

    de la Repblica Oligrquica.

    Los intelectuales que en Caracas orientan

    polticamente el movimiento liberal, comien-

    zan a mirar con preocupacin hacia los revol-

    tosos Valles, y Antonio Leocadio Guzmn, en

    primer lugar, no dejan de admirar la audacia

    poltica del modesto comerciante de Villa

    de Cura. Su fino olfato de poltico cortesano,

    de viejo zorro palaciego, ducho en toda suer-

    te de maniobras y arteras, lo inducen a pen-

    sar que aquel movimiento (que escapa a los

    lmites de sus modestas aspiraciones hom-

    bres nuevos y altemabilidad republicana) lle-

    gara muy lejos, y como buen poltico de la

    alabanza es de los primeros en felicitar a Za-

    mora, aunque con temor. Toms Lander, por

    el contrario, felicita sinceramente a Zamora,33

    porque comprende que con hombres como

    ste es posible ...estimular, contrariando los

    postulados de su propio partido, la propagan-

    da (...) en pro del reparto de la tierra y la li-

    bertad de los esclavos.34

    Pero hay otra gente

    que igualmente mira con preocupacinhacia

    los Llanos y Valles Centrales del territorio ve-

    nezolano. Son los idelogos e intelectuales

    identificados con la Repblica Oligrquica, en

    primer trmino Juan Vicente Gonzlez, quien

    como policaca ave de rapia no cesa de alertar,

    desde las pginas del Diario de la Tarde, al Es-

    tado y sus instituciones, llamando a reprimir

    23

  • FEDERICO BRITO FIGUERO

    el movimiento social simbolizado por Eze-

    quiel Zamora, los campesinos de Aragua y

    peones llaneros:

    Todo debemos temerlo escribe lleno de pavor de puntos donde existen tantos elementos de guerra; donde se levant la fac-

    cin de Farfn (...) de donde salieron a deso-

    lar las sanguinarias hordas de Boves (...) Por

    todas partes los malvados alzan la frente im-

    pune. Asonadas y motines ponen en alarma

    los llanos de Calabozo que bastaron a Boves

    para desolar este pas; en varios puntos bullen

    proyectos de conspiracin y, asesinato (...).

    Nuestra guerra es a muerte.

    Juan Vicente Gonzlez, libelista reaccio-

    nario de indiscutible fuerza polmica, defor-

    ma conscientemente la verdad histrica pre-

    sentando las luchas de las masas campesinas

    venezolanas por la democracia poltica, la de-

    mocratizacin de la propiedad agraria y la

    abolicin de la esclavitud, como una lucha sin

    principios, donde lo caracterstico son los cr-

    menes y los asesinatos. Necesariamente, con-

    tra Ezequiel Zamora, cabeza visible del mo-

    vimiento democrtico-revolucionario, lanza el

    renegado neurpata los peores dicterios y todo

    el cieno de su prosa de sensible antena de la

    Repblica Oligrquica.

    El movimiento organizado de Ezequiel Za-

    mora se extiende impetuosamente. Nada lo

    detiene, ni los anatemas y calumnias del Diario

    de la Tarde, ni la capitulacin de El Venezolano

    que deja de circular intempestivamente. El

    movimiento organizado por Ezequiel Zamo-

    ra surge en todos los cantones, pueblos y ca-

    seros de la provincia: en Maracay, Choron y

    Ocumare de la Costa; en La Victoria, El Con-

    sejo, San Mateo y Las Cocuizas; se fortalece

    en Villa de Cura, Magdaleno, Gige, San

    Francisco y comarcas del Gurico; se extien-

    de hacia las ms apartadas zonas agrcolas de

    Chuao, Costa de Maya, Tiara y la Sierra del

    Sur. Las insignias amarillas y el retrato del c-

    nico demagogo, alumbrado como una ima-

    gen sagrada ms, denotan que la poblacin

    campesina identifica'sus aspiraciones social-

    reivindicativas con las banderas del liberalis-

    mo amarillo.35

    Pero el propio desarrollo del

    24

    movimiento demuestra que est forjando el

    brazo arma