analisis politico 31

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anlisis polticoNo. 31 MAY/AGO 1997INSTITUTO DE ESTUDIOS POLTICOS Y RELACIONES INTERNACIONALES (IEPRI) UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA Francisco Leal Buitrago FUNDADOR William Ramrez Tobn DIRECTOR Fernando Cubides Cipagauta EDITOR Gonzalo Snchez Gmez ASESOR EDITORIAL Sandra Patricia Martnez B. ASISTENTE EDITORIAL Diana Marcela Rojas EDITORA VERSIN ON LINE Carlos Germn Sandoval ASISTENTE EDITORIAL VERSIN ON LINE ASESORES EDITORIALES INTERNACIONALES Klaus Meschkat ALEMANIA Mara Isaura Pereira de Queiroz BRASIL Daniel Pcaut FRANCIA Eric Hobsbawm INGLATERRA Norbert Lechner CHILE Thomas Fischer ALEMANIA Charles Bergquist ESTADOS UNIDOS Catherine LeGrand CANAD UNIBIBLOS Impresin Siglo del Hombre Editores Distribucin

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ESTUDIOS Hacia una concepcin multicultural de los derechos humanosBOAVENTURA DE SOUSA SANTOS

Treinta aos despusRODOLFO STAVENHAGEN

En torno a las relaciones internacionales y la globalizacin: una sntesis analtica reflexivaLUIS JORGE GARAY S.

DEMOCRACIA El problema del objeto de la representacin en la democracia pluralistaCHANTAL MILLON-DELSOL

Mxico: la nueva dimensin de las Fuerzas Armadas en los aos noventaRAL BENTEZ MANAUT

COYUNTURA Poblacin indgena participacin poltica y en Colombia: las elecciones e 1994VIRGINIE LAURENT

Hacia un sistema multipartidista? Las terceras fuerzas en Colombia hoyEDUARDO PIZARRO LEONGMEZ

DEBATE Poltica y moralANTANAS MOCKUS / HORACIO SERPA / ALFONSO VALDIVIESO

TESTIMONIO El Caribe tambin existeS. RAMREZ / L. ROBINSON-BENT / R. DAZ / M. TAYLOR / F. HOWARD

Conocimiento y prctica polticaFERNANDO HENRIQUE CARDOSO

RESEAS Central Amrica: fragile transition, de Rachel Sieder (editora) por Francisco Gutirrez Sann Liberalismo y Comunitarismo: Derechos Humanos y Democracia de Francisco Corts Rodas y Alfonso Lozano Solrzano, por Luis Alberto Restrepo BIBLIOGRAFA TEMTICA La violencia de 1994 a 1997FRANCISCO GUTIRREZ S. / DIANA GMEZ D.

HACIA UNA CONCEPCIN MULTICULTURAL DE LOS DERECHOS HUMANOS * BOAVENTURA SANTOS ** INTRODUCCIN En los ltimos aos, me ha intrigado el problema de hasta qu punto los derechos humanos se han convertido en el lenguaje de la poltica progresista. Indudablemente, hasta mucho despus del fin de la Segunda Guerra Mundial los derechos humanos eran en buena medida parte integral de la poltica de la Guerra Fra, y as los consideraba la izquierda. La doble moral, la complacencia hacia dictadores aliados, la defensa de la intercambiabilidad entre los valores de los derechos humanos y del desarrollo: todo esto echaba una sombra de duda sobre los derechos humanos como libreto emancipatorio. Fuera en los pases centrales o en el mundo en desarrollo, las fuerzas progresistas preferan el lenguaje de la revolucin y el socialismo a la hora de formular una poltica emancipatoria. Sin embargo, con la aparentemente irreversible crisis de estos patrones de emancipacin, aquellas mismas fuerzas progresistas estn volvindose hacia los derechos humanos para reconstruir el lenguaje emancipatorio. Es como si se invocara a los derechos humanos para llenar el vaco dejado por la poltica socialista. Pueden en efecto llenar los derechos humanos semejante vaco? Mi respuesta es un s calificado. De acuerdo con ello, mi objetivo analtico es especificar aqu las condiciones bajo las cuales los derechos humanos pueden DE SOUSA

ser puestos al servicio de una poltica progresista y emancipatoria. La especificacin de tales condiciones nos lleva a desanudar las tensiones dialcticas que se encuentran en el corazn de la modernidad occidental1 . La crisis que ahora afecta tales tensiones pone de relieve mejor que nada los problemas que la modernidad occidental enfrenta hoy en da. Desde mi perspectiva, la poltica de los derechos humanos al final de este siglo es un factor clave para entender semejante crisis. Identifico tres de tales tensiones. La primera se produce entre la regulacin social y la emancipacin social. He estado sosteniendo que el paradigma de la modernidad se basa en la idea de una tensin dialctica creativa entre regulacin y emancipacin social que todava puede escucharse, as sea apagadamente, en el motto positivista de "orden y progreso". Al terminar este siglo, esta tensin ha dejado de ser creativa. La emancipacin ha dejado de ser la alteridad de la regulacin, para pasar a ser el doble de la regulacin. Mientras que hasta el final de los 60 la crisis de la regulacin social fue enfrentada con un fortalecimiento de la poltica emancipatoria, hoy asistimos a una doble crisis social. La crisis de la regulacin, simbolizada por la crisis del Estado, y la crisis de la emancipacin, simbolizada por la crisis de la revolucin y el socialismo como un paradigma de transformacin social radical. La poltica de los derechos humanos, que ha tenido tanto de poltica regulatoria como de emancipatoria, est atrapada en esta crisis doble, al mismo tiempo que intenta superarla.1

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Traduccin de Francisco Gutirrez Sann, profesor del IEPRI. ** Profesor del Departamento de Sociologa Escuela de Economa Universidad de Coimbra, Portugal

Trato en profundidad este tema en Santos, Boaventura de Sousa, Toward a new common sense. Law, science and politics in the paradigmatic transition, Routledge, New York, 1995.

Estudios La segunda tensin dialctica se produce entre el Estado y la sociedad civil. El Estado moderno, aunque minimalista, es potencialmente maximalista, en la medida en que la sociedad civil, como el otro del Estado, se reproduce a travs de leyes y regulaciones que emanan del Estado y para las cuales parece no haber lmite, en tanto se respeten las reglas democrticas de produccin de leyes. Los derechos humanos se encuentran en el ncleo de esta tensin: mientras la primera generacin de derechos humanos fue designada como una lucha entre la sociedad civil y el Estado, las generaciones segunda y tercera recurren al Estado como un garante de los derechos humanos. Por ltimo, la tercera tensin ocurre entre el Estado- nacin y lo que llamamos globalizacin. El modelo poltico de la modernidad occidental es el de los Estados-nacin soberanos que coexisten en un sistema internacional de Estados soberanos iguales, el sistema interestatal. La unidad privilegiada y la escala tanto de la regulacin social como de la emancipacin social es el Estado-nacin El sistema interestatal siempre se ha concebido como una sociedad ms o menos anrquica, regulada por una legalidad muy blanda, e incluso el internacionalismo de los trabajadores ha sido siempre ms una aspiracin que una realidad. Hoy, la erosin selectiva del Estado-nacin debido a la intensificacin de la globalizacin pone sobre el tapete la pregunta acerca de si tanto la regulacin social como la emancipacin han de ser desplazadas al nivel global. Hemos comenzado a hablar de sociedad civil global, de gobernabilidad global, de igualdad global. El reconocimiento mundial de la poltica de derechos humanos est al frente de este proceso. La tensin, sin embargo, reside en el hecho de que en muchos sentidos

Hacia una concepcin multicultural cruciales la poltica de derechos humanos es una poltica cultural. De hecho, podemos incluso pensar los derechos humanos como simbolizando el retorno de lo cultural e incluso de lo religioso al final del siglo. Pero hablar de cultura y religin es hablar de diferencia, de lmites, de particularidad. Cmo pueden los derechos humanos ser al mismo tiempo una poltica global y una poltica cultural? Mi propsito es, por tanto, desarrollar un marco analtico para resaltar y apoyar el potencial emancipatorio de la poltica de los derechos humanos en el doble contexto de la globalizacin, por, una parte, y de la fragmentacin cultural y la poltica de la identidad, por el otro. Mi objetivo es tener en la mira tanto la capacidad global como la legitimidad local para una poltica progresista de los derechos humanos. SOBRE LAS GLOBALIZACIONES Comenzar especificando qu entiendo por globalizacin. La globalizacin es muy difcil de definir. La mayora de las definiciones se centran en la economa, esto es, en la nueva economa mundial que surgi en las ltimas dos dcadas como una consecuencia de la mundializacin de la produccin de bienes y servicios y de los mercados financieros. Este es un proceso a travs del cual las corporaciones transnacionales han alcanzado una preeminencia nueva y sin precedentes como actores internacionales. Para mis propsitos analticos, prefiero una definicin de la globalizacin que sea ms sensible a las dimensiones sociales, polticas y culturales. Comienzo por el supuesto de que lo que usualmente llamamos globalizacin se compone de conjuntos de relaciones sociales; en la medida en que tales conjuntos de relacio nes sociales

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Estudios cambian, tambin lo hace la globalizacin. En estricto, no hay una entidad nica llamada globalizacin; hay ms bien globalizaciones, y deberamos usar el trmino solamente en plural. Cualquier concepto general debera ser procedimental, ms que sustantivo. De otro lado, si las globalizaciones son haces de relaciones sociales, ellas son proclives a producir conflictos y, por tanto, ganadores y perdedores. Con frecuencia, el discurso de la globalizacin es la historia de los ganadores contada por los gana dores. De hecho, la victoria es aparentemente tan absoluta que el derrotado termina desapareciendo totalmente de la escena. Aqu est mi definicin de la globalizacin: es el proceso por medio del cual una condicin o entidad local dada tiene xito en extender su rango de accin sobre todo el globo y, hacindolo, desarrolla la capacidad de designar a una condicin o entidad rival como local. Las ms importantes implicaciones de esta definicin son las siguientes. Primero, en las condiciones del sistema mundial capitalista de occidente no hay genuina globalizacin. Lo que llamamos globalizacin es siempre la globalizacin exitosa de un localismo dado. En otras palabras, no hay una condicin global para la que no podamos encontrar una raz local, un anda cultural especfica. En realidad, no podra dar un ejemplo de alguna entidad que no est localmente situada. El nico candidato posible pero improbable sera la arquitectura de los aeropuertos. La segunda implicacin es que globalizacin conlleva localizacin. De hecho, nosotros vivimos en un mundo de localizacin, as como vivimos en un mundo de globalizacin. Por lo tanto, sera igualmente correcto en trminos analticos definir la situacin actual y los temas de investigacin en trminos

Hacia una concepcin multicultural de localizacin en lugar de globalizacin. La razn por la que prefiero este ltimo trmino es bsicamente porque el discurso cientfico hegemnico tiende a preferir la historia del mundo tal como la cuentan los ganadores. Se pueden dar muchos ejemplos de cmo la globalizacin implica la localizacin. Uno es el idioma ingls como lingua franca. Su expansin como lenguaje global ha significado la localizacin de otros lenguajes potencialmente globales, como el francs. Por lo tanto, una vez se identifica un proceso de globalizacin, su significado pleno puede no ser obtenido si no se consideran los procesos adyacentes de relocalizacin que se entrelazan y ocurren junto con aquel. La globalizacin del sistema de estrellas de Hollywood puede significar la etnizacin del sistema de estrellas hind producido por la alguna vez fuerte industria de cine hind. Igualmente, los actores franceses o italianos de los 60 de Brigitte Bardot a Alain Delon, y de Marcello Mastroiani a Sofa Loren que alguna vez simbolizaban la forma universal de actuar parecen hoy, cuando vemos sus pelculas de nuevo, ms bien tnica y parroquialmente europeos. Entre entonces y hoy, el estilo hollywoodense de actuar ha encontrado la manera de globalizarse. Una de las transformaciones ms comnmente asociadas a la globalizacin es la compresin del espacio-tiempo, esto es, el proceso social por medio del cual los fenmenos se aceleran y se diseminan por el globo. Aunque aparentemente monoltico, este proceso combina situaciones y condiciones altamente dife renciadas, y por esta razn no puede ser analizado independientemente de las relaciones de poder que dan cuenta de las diferentes modalidades de tiempo v movilidad

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Estudios espacial. De un lado, hay, una clase capitalista transnacional, realmente apropiada de la compresin espacio temporal y capaz de usarla para su beneficio. De otro lado, los grupos y clases subordinados, como los trabajadores migrantes y los refugiados, tambin estn involucrados en una gran cantidad de movimiento fsico pero no tienen en lo ms mnimo un control de la compresin espacio-tiempo. Entre los ejecutivos de las corporacio nes y los refugiados e inmigrantes, los turistas representan un tercer modo de produccin de compresin espaciotemporal. Tambin estn aquellos que contribuyen significativamente a la globalizacin pero que, no obstante, permanecen prisioneros de su espacio-tiempo local. Los campesinos de Bolivia, Per y Colombia, al cultivar coca, contribuyen decisivamente a la cultura mundial de la droga, pero ellos mismos permanecen ms localizados que nunca. Exactamente lo mismo sucede con los residentes de las favelas de Ro de Janeiro, que permanecen prisioneros de su vida de habitante tugurial, mientras que sus canciones y bailes son hoy parte de la cultura musical globalizada. Por ltimo, y todava desde otra perspectiva, la competencia global requiere a veces poner el acento sobre la especificidad local. La mayora de los lugares tursticos deben ser hoy altamente exticos, vernculos y tradicionales para volverse lo suficientemente competitivos y entrar al mercado mundial del turismo. Para dar cuenta de estas asimetras, la globalizacin, tal como lo suger, debera ser siempre nombrada en plural. En un sentido ms bien laxo, podramos hablar de diferentes modos de produccin de la globalizacin. Distingo cuatro de ellos que, segn

Hacia una concepcin multicultural creo, dan origen a sendas fo rmas de globalizacin. El primero es lo que llamara localismo globalizado. Es el proceso por medio del cual un fenmeno local dado se globaliza exitosamente; verbigracia, la operacin mundial de las corporaciones transnacionales, la transformacin del ingls en una lingua franca, la globalizacin de la comida rpida o la msica popular americana, o la adopcin en todo el mundo de las leyes de derechos de autor para el software de computador. La segunda modalidad es el globalismo localizado. Consiste en el impacto especfico de las prcticas e imperativos transnacionales sobre las condiciones locales que por tanto son desestructuradas y reestructuradas para responder a los imperativos transnacionales. Estos globalismos localizados incluyen: enclaves de l bre i comercio; la deforestacin y la destruccin masiva de recursos naturales para pagar la deuda externa; el uso turstico de tesoros histricos, sitios v ceremonias religiosas, artes y artesanas y la vida natural; el dumping ecolgico; la conversin de una agricultura de subsistencia en una orientada hacia la exportacin como parte del "ajuste estructural"; la etnizacin del lugar de trabajo. La divisin internacional del globalismo adquiere el siguiente patrn: los pases centrales se especializan en l calismos o globalizados, mientras que a los pases perifricos se les impone la escogencia de globalismos localizados. El sistema mundial es una red de localismos globalizados y de globalismos localizados. Con todo, la intensificacin de interacciones globales implica otros dos procesos que no se pueden caracterizar

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Estudios adecuadamente ni como localismos globalizados ni como globalismos localizados. Llamara al primero de ellos cosmopolitismo. Las formas prevalentes de dominacin no excluyen la oportunidad de que Estados-nacin, regiones, clases y grupos sociales subordinados y sus aliados se organicen transnacionalmente en defensa de sus intereses comunes percibidos, y usen para su beneficio las capacidades de la interaccin transnacional creada por el sistema mundial. Las actividades cosmopolitas implican, entre otras cosas, los dilogos y organizaciones Sur-Sur, las organizaciones mundiales del trabajo (la Federacin Mundial de Sindicatos y la Confederacin Internacional de Sindicatos Libres), la filantropa transnacional Norte-Sur, las redes internacionales de servicios legales alternativos. las organizaciones de derechos humanos, las redes mundiales de grupos de mujeres Organizaciones No Gubernamentales, redes de grupos de desarrollo alternativo v desarrollo sostenible, movimientos literarios, artsticos v cientficos de la periferia del sistema mundial. que buscan valores culturales alternativos, no- imperialistas, se comprometen en investigaciones postcoloniales y estudios subalternos, v as sucesivamente. Los otros procesos que tampoco pueden ser descritos como localismos globalizados o como globalismos localizados es la emergencia de temas que, por su propia naturaleza, son tan globales como el globo mismo, que llamara, usando laxamente el derecho internacional la herencia comn de la humanidad. Estos son asuntos que slo tienen sentido si se refieren al globo en su totalidad: la sostenibilidad de la vida humana en la tierra, por ejemplo. o temas ambientales como la proteccin de la capa de ozono, el Amazonas, la Antrtida. Tambin incluira en esta

Hacia una concepcin multicultural categora la exploracin del espacio, la Luna y otros planetas puesto que sus interacciones con la Tierra tambin son un patrimonio comn de la humanidad. Todo lo anterior se refiere a recursos que deben ser administrados por fideicomisarios de la comunidad internacional en nombre de las generaciones presentes y futuras. La preocupacin por el cosmopolitismo v la herencia comn de la humanidad ha tenido un gran desarrollo en las ltimas dcadas; pero tambin ha originado poderosas resistencias. En particular. la herencia comn de la humanidad ha estado bajo permanente ataque por parte de los pases hegemnicos, especialmente Estados Unidos. Los conflictos resistencias, luchas y coaliciones que se agrupan al rededor de cosmopolitismo y la herencia comn de la humanidad muestran que lo que llamamos globalizacin es de hecho un conjunto de reas de confrontacin. Para el propsito de este artculo, es til distinguir entre globalizacin desde arriba globalizacin desde abajo , o entre globalizacin hegemnica y contra hegemnica. Lo que llame localismo globalizado y globalismo localizado son globalizaciones desde arriba: el cosmopolitismo y la herencia comn de la humanidad son globalizaciones desde abajo. LOS DERECHOS HUMANOS Y EL LIBRETO EMANCIPATORIO La complejidad de los derechos humanos consiste en que puede se r concebidos como una modalidad de localismo globalizado o como una forma cosmopolitismo en, otras palabras como una globalizacin desde arriba o como una globalizacin desde abajo. Mi propsito es especificar las condiciones bajo las cua les los derechos humanos pueden ser concebidos como

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Estudios una globalizacin del segundo tipo. En este artculo no me referir a todas las condiciones necesarias para ello me centrar mas., bien slo en las culturales Mi tesis es que mientras que los derechos humanos sean concebidos como derechos humanos universales. tendern a operar como localismo globalizado. una forma de globalizacin desde arriba. Para, poder operar como una, forma cosmopolita y contrahegemnica de globalizacin, los derecho humanos deben ser conceptualizados como multiculturales Si, como se ha hecho se les concibe e como universales. los derechos humanos sern siempre un instrumento de lo que Samuel Huntington llama el choque de civilizaciones esto es la lucha Occidente contra el resto del mundo. As. la competitividad global de los derechos humanos se obtendr a costa de su legitimidad local. Por el contrario, el multiculturalismo, tal como lo entiendo, es una precondicin de relaciones balanceadas y mutuamente reforzantes entre competitividad global y legitimidad local, los dos atributos de una poltica contrahegemnica de derechos humanos en nuestro tiempo. Sabemos, por supuesto, que los derechos humanos no son universales en su aplicacin. Consensualmente se distinguen cuatro regmenes de derechos humanos en nuestro tiempo: el europeo, el interamericano, el africano y el asitico 2 . Pero son universales como un artefacto cultural, como una especie de invariante cultural, como una cultura global? Todas las culturas tienden a definir los valores ms extendidos como los valores ltimos. Pero slo la cultura occidental tiende a concentrarse en la universalidad. La cuestin de la universalidad de los derechos humanos traiciona la universalidad de lo que pone en cuestin por la manera en que lo2

Hacia una concepcin multicultural pone en cuestin. En otras palabras, la pregunta de la universalidad es una pregunta particular, una pregunta cultural de Occidente. El concepto de derechos humanos descansa sobre un conjunto de presupuestos bien conocidos, todos los cuales son claramente occidentales, a saber: hay una naturaleza humana universal que puede ser conocida por medios racionales; la naturaleza humana es esencialmente distinta de, y superior a, el resto de la realidad; el individuo tiene una dignidad absoluta e irreducible que debe ser defendida de la sociedad o el Estado; la autonoma del individuo requiere de una sociedad organizada de manera no jerrquica, como una suma de individuos 3 . Como todos estos supuestos son claramente occidentales y liberales, y fcilmente distinguibles de otras concepciones de la dignidad humana en otras culturas, uno podra preguntarse por qu la cuestin de la universalidad de los derechos humanos ha generado tan intensos debates o, en otras palabras, por qu la pregunta por universalidad sociolgica ha terminado siendo ms importante que la pregunta por la universalidad filosfica. Si observamos la historia de los derechos humanos en el perodo de Posguerra, no es difcil concluir que las polticas de derechos humanos han estado, por mucho, al servicio de intereses econmicos y geopolticos de los Estados capitalistas hegemnicos. El discurso seductor y hegemnico sobre los derechos humanos ha permitido inauditas atrocidades, y tales atrocidades han sido manejadas de acuerdo con una clara doble moral. Escribiendo en 1981 acerca de la manipulacin de la age nda de los3

Para un anlisis extenso de los cuatro regmenes, ver Santos, op. cit., pp. 330-337.

Pannikar, Raimundo, "Is the notion of human rights a Western concept?" en Cahiers No. 81 pp. 28-47.

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Estudios derechos humanos en los Estados Unidos en conjuncin con los medios masivos de comunicacin, Richard Falk se refiri a una "poltica de invisibilidad" y a una "poltica de supervisibilidad 4 . Como ejemplos de la "poltica de invisibilidad", mostr cmo los medios ignoraron completamente al pueblo Maubere de Timor Oriental que estaba siendo diezmado (lo cual cost ms de 500.000 vidas), as como la condicin de cien millones de intocables en la India. Como ejemplos de la "poltica de supervisibilidad", Falk mencion la presteza con la que los abusos contra los derechos humanos de los regmenes revolucionarios de Irn y Vietnam fueron denunciados por los Estados Unidos. De hecho, en buena medida lo mismo podra decirse de los pases de la Unin Europea, siendo el ejemplo ms notable el silencio que mantuvo oculto a los europeos el genocidio del pueblo Maubere, lo que facilit el entonces floreciente y fluido comercio internacional con Indonesia. Pero la marca occidental, ciertamente occidental liberal, en el discurso dominante de los derechos humanos tambin puede ser rastreada en otras muchas instancias: en la Declaracin Universal de 1948, que fue producida sin la participacin de la mayora de los pueblos del mundo; en el reconocimiento exclusivo de los derechos individuales, con la nica excepcin del derecho colectivo a la autodeterminacin que, adems, estaba restringido para los pueblos sometidos al colonialismo europeo; en la prioridad dada a los derechos civiles y polticos sobre los econmicos, sociales y culturales, y en el reconocimiento del derecho de propiedad como el primer y, durante muchos aos, nico derecho econmico.4

Hacia una concepcin multicultural

Pero este no es el nico aspecto de la cuestin. En todo el mundo, millones de personas y miles de organizaciones no gubernamentales han venido luchando por los derechos humanos, con frecuencia corriendo grandes riesgos, en defensa de las clases sociales oprimidas y de grupos sociales que con frecuencia han sido victimizados por estados capitalistas autoritarios. Las agendas polticas de tales luchas son con frecuencia explcita o implcitamente anti-capitalistas. Un discurso y una prctica anti- hegemnicos de derechos humanos han venido apareciendo, se han propuesto concepciones no-occidentales de los derechos humanos y se han organizado dilogos trans-culturales sobre ellos. La tarea principal de la poltica emancipatoria de nuestro tiempo, en este terreno, consiste en lograr que la conceptualizacin y la prctica de los derechos humanos pasen de ser un localismo globalizado a un proyecto cosmopolita. Cules son las premisas de semejante transformacin? La primera es que resulta imperativo trascender el debate entre universalismo y relativismo cultural. Este es un debate esencialmente falso, cuyos polos conceptuales son ambos igualmente perjudiciales para una concepcin emancipatoria de los derechos humanos. Todas las culturas son relativas, pero la postura filosfica del relativismo cultural est equivocada. Todas las culturas aspiran a tener valores ltimos y preocupaciones centrales, pero el universalismo cultural, en tanto postura filosfica, es errneo. Contra el universalismo, debemos proponer dilogos transculturales de problemas isomrficos. Contra el relativismo, debemos desarrollar criterios procedimentales transculturales para distinguir entre polticas progresistas y regresivas, entre apoderamiento y

Falk, Richard, Human rights and state sovereignity, Holmes and Meier Publishers, New York, 1981.

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Estudios desapoderamiento, entre emancipacin y regulacin. En la medida en que el debate suscitado por los derechos humanos pueda evolucionar hacia un dilogo competitivo entre diferentes culturas acerca de los principios de la dignidad humana, es menester que tal competencia genere coaliciones transnacionales que propongan nivelaciones por lo alto ms bien que por lo bajo (cules son los estndares absolutos mnimos? Los derechos humanos ms bsicos? Los mnimos comunes denominadores?). El frecuente llamado a la prudencia de no sobrecargar la poltica de los derechos humanos con derechos nuevos, ms avanzados o con concepciones diferentes y ms amplias de los derechos humanos 5 , es una manifestacin tarda de la reduccin de las reivindicaciones emancipatorias de la modernidad occidental al bajo nivel de emancipacin posibilitado o tolerado por el capitalismo mundial. Los derechos humanos de baja intensidad aparecen como la otra cara de la democracia de baja intensidad. La segunda premisa es que todas las culturas tienen concepciones de la dignidad humana, pero no todas las conciben como derechos humanos. Es, por tanto, importante aprehender las preocupaciones isomrficas entre diferentes culturas. Nombres, conceptos y visiones de mundo diferentes pueden transmitir preocupaciones y aspiraciones similares y mutuamente inteligibles. La tercera premisa es que todas las culturas son incompletas y problemticas en sus concepciones de la dignidad humana. Esta incompletitud deriva precisamente del hecho de que5

Hacia una concepcin multicultural hay una pluralidad de culturas. Si cada una de ellas fuera tan completa como pretende serlo, habra una cultura nica. La idea de la completitud es la fuente de una sobrecarga de sentido que parece infestar todas las culturas. Por ello, la incompletitud es ms visible desde afuera, desde la perspectiva de otra cultura. Para elevar el nivel de conciencia sobre la incompletitud cultural a su mximo posible, la tarea de la construccin de una concepcin multicultural de los derechos humanos es una de las tareas ms cruciales. La cuarta premisa es que todas las culturas tienen versiones diferentes de la dignidad humana, algunas ms amplias que otras, algunas con un mayor comps de reciprocidad que otras, algunas m s abiertas a otras culturas que otras. Por ejemplo, la modernidad occidental se ha desdoblado en dos concepciones y prcticas altamente divergentes de los derechos humanos -la liberal v la marxista-; la una prioriza los derechos civiles y polticos, la otra los derechos sociales v econmico 6 . Por ltimo, la quinta premisa es que todas las culturas tienden a distribuir a la gente y a los grupos sociales por medio de dos principios competitivos de pertenencia jerrquica. Uno opera a travs de jerarquas entre unidades homogneas. El otro opera a travs de la separacin de diferencias v de entidades nicas. Los dos principios no necesariamente se yuxtaponen, y por eso no todas las igualdades son

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Donnelly, Jack: Universal human rights in theory and in practice, Ithaca, Cornell University Press, 1989.

Ver, por ejemplo: Pollis Adamantia, Schwab P., "Human rights; a western construct with limited applicability' en Pollis Adamantia, Schwab P. (Eds.), Human rights: cultural and ideological perspectives, Prager, New York, 1979. Tambin: An-na'im, Abdullahi A. (Ed.), Human rights in cross-cultural perspectives. A quest for consensus, University of Pennsylvania Press, Philadelphia, 1992.

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Estudios idnticas y no todas las diferencias generan desigualdad. Estas son las premisas de un dilogo trans-cultural sobre la dignidad humana que pueda eventualmente conducirnos a una concepcin mestiza de los derechos humanos; una concepcin que, en lugar de restaurar falsos universalismos se organice a s misma como una constelacin de significados locales mutuamente inteligibles y de redes que transfieran poder a referencias normativas. Pero este es apenas el punto de partida. En el caso del dilogo trans-cultural, el intercambio es no solamente entre diferentes saberes sino tambin entre diferentes culturas, esto es, entre universos de sentido diferentes e inconmensurables en un sentido fuerte. Tales universos de sentido constan de constelaciones de topoi fuertes. Los topoi son los lugares comunes ampliamente extendidos de una cultura dada. Funcionan como premisas de una argumentacin, haciendo as posible la produccin y el intercambio de argumentos. Los topoi fuertes se vuelven ampliamente vulnerables cuando se "usan" en una cultura diferente. Lo mejor que les puede pasar es ser "degradados" de premisa de la argumentacin a argumento. Entender una cultura dada desde los topoi de otra puede ser muy difcil, si no imposible. Por tanto, propondr una hermenutica diatpica. En el rea de los derechos humanos y de la dignidad, la movilizacin y el apoyo a las reivindicaciones emancipatorias que potencialmente contienen slo se pueden lograr si tales reivindicaciones han sido apropiadas en el contexto local cultural. Requieren de un dilogo transcultural y de una hermenutica diatpica.

Hacia una concepcin multicultural La hermenutica diatpica se basa en la idea de que los topoi de una cultura individual son tan incompletos como la cultura en que se producen, no importa lo fuertes que sean. Tal incompletitud no es visible desde adentro de la propia cultura, puesto que la aspiracin a la totalidad induce a tomar la parte como el todo. El objetivo de la hermenutica diatpica no es, por tanto, alcanzar la completitud - puesto que este en un objetivo imposible de alcanzar- sino, por el contrario, elevar lo mximo posible la conciencia de la incompletitud recproca, involucrndose en un dilogo con un pie en cada cultura. Aqu reside su carcter diatpico 7 . Es posible adelantar un dilogo diatpico entre el topos de los derechos humanos de la cultura occidental y el topos hind del dharma o el topos del umma en la cultura islmica 8 De acuerdo con Panikkar, el dharma es aquello que da a cualquier cosa su realidad ltima, que la mantiene y le da cohesin... La justicia mantiene unidas las relaciones humanas; la moralidad lo mantiene a uno en armona; la ley es el principio obligatorio de las relaciones humanas; la religin es lo que mantiene la existencia del universo; el destino es lo que nos vincula con el futuro; la verdad es la cohesin interna de una cosa... Ahora bien, un mundo en el que el dharma es central v prcticamente lo penetra todo, no7 8

Ver tambin Pannikkar, op. cit. En este artculo construyo mi concepcin de multiculturalismo a travs del ejemplo de hermenutica diatpica entre las concepciones de dignidad humana en las culturas occidental, islmica e hind. En mi investigacin actual, desarrollo una hermenutica diatpica entre l a concepcin de dignidad humana en la cultura occidental y en las culturas de los pueblos indgenas de Amrica Latina, especialmente Colombia.

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Estudios se preocupa por hallar el derecho de un individuo contra otro o de un individuo vis--vis la sociedad, sino ms bien en evaluar el carcter dhrmico (correcto, verdadero, consistente) o adhrmico de la cosa o la accin dentro de toda la complejidad csmica de la realidad 9 . Desde el punto de vista del topos del dharma, los derechos humanos son incompletos en el sentido de que no estn en capacidad de establecer el vnculo entre la parte (el individuo) y la totalidad (la realidad), o todava ms fuertemente, en el sentido de que se centran en lo que es apenas un derivado, los derechos, en lugar de focalizar en el imperativo primordial, el deber de los individuos de encontrar su lugar en el orden de la sociedad y el cosmos. Desde el punto de vista del dharma, y ciertamente tambin del umma, la concepcin occidental de los derechos humanos est plagada de simetras muy simplistas y mecnicas entre derechos y deberes. Esto explica por qu, de acuerdo con los derechos humanos occidentales, la naturaleza no tiene derechos: porque no se le pueden imponer deberes. Por la misma razn, es imposible otorgarle derechos a las generaciones futuras: no tienen derechos porque no tienen deberes. De otro lado, desde el topos de los derechos humanos, el dharma tambin es incompleto debido a su fuerte y no dialctico sesgo a favor de la armona, que oculta por tanto las injusticias y desatiende totalmente el valor del9

Hacia una concepcin multicultural conflicto como una va hacia una armona ms rica. Ms an, el dharma no se preocupa por los principios del orden democrtico, por la libertad y la autonoma, y descuida el hecho de que, sin derechos primordiales, el individuo es una entidad demasiado frgil para impedir ser aplastado por aquello que lo trasciende. As mismo, el dharma tiende a olvidar que el sufrimiento humano es una dimensin individual irreductible:las sociedades no sufren, los individuos s.

Ver tambin Inada, Kenneth: "a budhist response to the nature of human rights" en Welsh, Claude y Leary, Virginia (eds.), Asian perspectives in human rights, Westview Press, Boulder, 1990, pp. 91-101; Mitra, Kana: "Human rights in hinduism" en Journal of ecumenical studies, 19(3), 1982, pp. 77-84; Thapar, Romila: "The hindu and buddhist traditions", International social science journal, 18(1), 1966, pp. 3 1-40.

Consideremos, en otro nivel conceptual, el mismo ejercicio de he rmenutica diatpica entre el topos de los derechos humanos y el topos del umma en la cultura islmica. Los pasajes del Corn en los que ocurre la palabra umma son tan variados que su significado no se puede determinar rgidamente. Pero algo parece ser cierto: esto siempre se refiere a cuerpos tnicos, lingsticos o religiosos de personas que son objeto del plan divino de salvacin. A medida que la actividad proftica de Mahoma iba progresando, los fundamentos religiosos del umma se hicieron ms y ms exp lcitos y, en consecuencia, el umma de los rabes se transform en el umma de los musulmanes. Desde el topos del umma, la incompletitud de los derechos humanos individuales reside en el hecho de que slo sobre esta base es imposible sustentar las solidaridades y los vnculos colectivos sin los cuales una sociedad no puede sobrevivir y mucho menos florecer. De aqu la dificultad de las concepciones occidentales de los derechos humanos para aceptar derechos colectivos de grupos sociales o pueblos, sean minoras tnicas, mujeres o indgenas. sta, de hecho, es una instancia especfica de una dificultad mucho ms amplia: la dificultad para definir comunidad como un rea de solidaridades concretas y de obligaciones polticas horizontales. Esta idea de comunidad, central para

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Estudios Rousseau, ha ido dejando su lugar a la dicotoma liberal entre Estado y sociedad civil. Recprocamente, desde el topos de los derechos humanos individuales, el umma enfatiza exageradamente los deberes en detrimento de los derechos y, por esta razn, es proclive a tolerar desigualdades aborrecibles, como por ejemplo entre hombres y mujeres, o entre musulmanes y no musulmanes. Desvelada por la hermenutica diatpica, la debilidad fundamental de la cultura occidental consiste en establecer una dicotoma demasiado estricta entre individuo y sociedad, volvindose as vulnerable el individualismo posesivo, el narcisismo, la alienacin y la anomia. De otro lado, la debilidad fundamental de las culturas hind e islmica consiste en que ambas se muestran incapaces de reconocer el sufrimiento como una dimensin individual irreductible, que slo se puede aprehender en una sociedad que no est organizada jerrquicamente. El reconocimiento de las debilidades e incompletitudes recprocas es la condicin sine qua non de un dilogo transcultural. La hermenutica diatpica se construye sobre la identificacin local de la incompletitud y la debilidad y sobre la inteligibilidad translocal. En el rea de los derechos humanos y la dignidad, la movilizacin del apoyo social para las reivindicaciones emancipatorias que potencialmente contienen slo se puede obtener si tales reivindicaciones han sido apropiadas en un contexto cultural local. Abdullahi Ahmed An-na'im 10 ofrece un buen ejemplo10

Hacia una concepcin multicultural hermenutica dia-tpica entre las culturas islmicas y occidental. Hay un viejo debate acerca de las relaciones entre islamismo y derechos humanos, y de la posibilidad de que haya una concepcin islmica de los derechos humanos 11 . Corriendo el riesgo de una simplificacin excesiva, es posible identificar en l dos posiciones extremas. Una, absolutista o fundamentalista, es sostenida por aquellos para quienes el sistema legal religioso del Islam (Sharia) debe ser aplicado plenamente como la ley del Estado islmico. De acuerdo con esto, hay inconsistencias irreconciliables entre la Sharia y la concepcin occidental de los derechos humanos, y la Sharia debe prevalecer. Por ejemplo, la Sharia dictamina la creacin de un Estado en el que solamente los musulmanes sean ciudadanos, y los no- musulmanes no tengan derechos polticos; la paz entre los musulmanes y los no musulmanes siempre es problemtica, y las confrontaciones sern inevitables. En cuanto a las mujeres, no se debe ni11

nos de

An-na'im, Abdullahi A., Toward an islamic reformation, Syracuse University Press, Syracuse, 1990; An-n im, Abdullahi A. (Ed.), Human rights in cross cultural perspectives. A quest for consensus, University of Pennsylvania Press, Philadelphia, 1992.

Aparte de An-na'im, Abdullahi A., ver tambin: Dwyer Kevin, Arab voices. The human rights debate in the Middle East, University of California Press, Berkeley, 1991; Mayer, Ann Elizabeth, Islam and human rights: tradition and politics, Westview Press, Boulder, 1991; Leites, Justin: "Modernist jurisprudence as a vehicle for gender role reform in the islamic world"en Columbia human rights law review, No. 22, 1991, pp. 251-330; Afkhami Mahnaz (ed.), Faith and freedom: women's human rights in the muslim world, Syracuse University Press, Syracuse, 1995; Hassan Riffat, "On human rights and the Qu'ranic perspective" en Journal of ecumenical studies, 19(3), 1982, pp. 51-65; Al Faruqi Isma'il R., "Islam and human rights" en The Islamic Quarterly, 27 (1), 1983, pp. 1230. Acerca del problema mds general de la relacin entre la modernidad y el despertar islmico ver, por ejemplo, Sharabi Hisham, "Modernity and islamic revival: the critical tasks of arab intellectuals"en Contention, 2 (1), 1992, pp. 127-147 y Shariati Ali, "What is to be done: the enlightened thinkers and an islamic renaissance", edited by Farhang Rajaee, The Institute for Research and Islamic Studies, Houston, 1986.

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Estudios pensar en la igualdad; la Sharia ordena la segregacin de las mujeres y, de acuerdo con algunas interpretaciones ms estrictas, incluso las excluye totalmente de la vida pblica. En el otro extremo, los secularistas o modernistas creen que los musulmanes deberan organizarse en Estados seculares. El Islam es un movimiento religioso y espiritual, no poltico. Las sociedades musulmanas modernas tienen la libertad de organizar su gobierno de acuerdo a sus preferencias y a las circunstancias. La aceptacin de los derechos humanos internacionales es un asunto poltico con el que no deben mezclarse consideraciones religiosas. Pongamos un ejemplo entre muchos: una ley de Tnez de 1956 prohiba definitivamente la poligamia basndose en que ya no era aceptable, y en que la exigencia coranica de mantener un tratamiento justo para todas las esposas era imposible para cualquier hombre, con la excepcin del Profeta. An-na'im critica ambas posiciones extremas. La va per mezzo que propone intenta fundamentar transculturalmente los derechos humanos, identificando reas de conflicto entre la Sharia y los "niveles de derechos humanos", buscando a la vez una reconciliacin y una relacin positiva entre ambos sistemas. Por ejemplo, el problema de la Sharia histrico es que excluye a las mujeres y a los no- musulmanes. Por tanto, se necesita de una reforma o reconstruccin de la Sharia. El mtodo propuesto para ello se basa en un acercamiento evo lucionista a las fuentes islmicas, que indagan en el contexto histrico especfico dentro del cual la Sharia fue concebida a partir de las ideas de los juristas fundacionales de los siglos octavo y noveno. A la luz de dicho contexto, probablemente se justificaba una construccin restringida

Hacia una concepcin multicultural del otro. Pero esto ya no es vlido. Por el contrario, en el contexto actual puede justificarse plenamente una visin ms iluminada desde el Islam. Siguiendo las enseanzas del Ustadh Mahmoud, An-na'im muestra que una revisin detallada del Corn y de los Sunna revela dos niveles o etapas del Islam, el perodo temprano de La Meca y el subsiguiente perodo de Medina. El primero contiene el mensaje eterno y fundamental del Islam y hace nfasis en la dignidad inherente de los seres humanos, independientemente de su gnero, confesin religiosa o raza. Cuando el mensaje de Medina tuvo lugar -siglo sptimo- se consider demasiado avanzado, se suspendi y se aplaz su puesta en prctica hasta que se produjeran las circunstancias apropiadas. Segn An-na' im, ha llegado el momento de implementar aquel mensaje. No puedo evaluar la validez especfica de este propuesta dentro del contexto de la cultura islmica. Esto es precisamente lo que distingue la hermenutica diatpica del orientalismo. Lo que quiero enfatizar de la perspectiva de An-na'im es el intento de pasar de una concepcin occidental de los derechos humanos a otra transcultural, que reivindica la legitimidad islmica, en lugar de renunciar a ella. Con todo, teniendo en cuenta que los derechos humanos occidentales son la expresin de un profundo, aunque incompleto, proceso de secularizacin que no tiene comparacin con nada semejante dentro de la cultura islmica, uno estara inclinado a sugerir que en el contexto musulmn, la energa movilizadora requerida para un proyecto cosmopolita de derechos humanos podra generarse ms fcilmente en un marco de una religiosidad ilustrada. Si esto es as, la perspectiva de An- naim es muy prometedora.

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Estudios La hermenutica diatpica no es tarea para una sola persona, escribiendo dentro de una sola cultura. No es, por tanto, sorprendente que el intento de An-na'im, siendo una muestra autntica de herme nutica diatpica, se haya adelantado con desigual consistencia. Desde mi punto de vista, An- na'im acepta la idea de derechos humanos universales demasiado pronta y acrticamente. Aunque adopta una perspectiva evolucionista v trata con atencin el contexto histrico de la tradicin islmica, se vuelve sorprendentemente ahistrico e ingenuamente universalista cuando se trata de la Declaracin Universal de Derechos. La hermenutica diatpica exige no slo una forma diferente de conocimiento; sino un proceso diferente de creacin de conocimiento. Demanda que el conocimiento se produzca en red, colectiva, interactiva e intersubjetivamente. La hermenutica diatpica adelantada por An-na'im desde la cultura islmica, y las luchas por los derechos humanos conducidas por movimientos de base de feministas islmicas que siguen las ideas de "reforma islmica" propugnadas por aquel, deben ser enfrentadas y evaluadas desde la perspectiva de otras culturas, particularmente desde la occidental. sta es probablemente la nica manera de introducir en la cultura occidental la idea de los derechos colectivos, los derechos de la naturaleza y los de las generaciones futuras, as como la de los deberes y responsabilidades frente a entidades colectivas, sean la comunidad, el mundo o incluso el cosmos. De manera ms general, la hermenutica diatpica ofrece un amplio campo para adelantar debates en curso (en las diferentes regiones culturales del sistema mundial) acerca del universalismo, el relativismo, los marcos culturales de transformacin

Hacia una concepcin multicultural social, el tradicionalismo y el despertar cultural12 . Sin embargo, una concepcin idealista del dilogo transcultural fcilmente olvidar que tal dilogo es posible slo por la simultaneidad temporal de dos o ms contemporaneidades. Los socios del dilogo slo son superficialmente contemporneos, cada uno de ellos se siente apenas contemporneo con respecto de la tradicin histrica de su propia cultura. Esto es ms probable an si las diferentes culturas involucradas en el dilogo comparten un pasado de intercambios desiguales. Qu posibilidad hay de un dilogo entre dos culturas cuando una de ellas12

Para el debate africano ver: Oladipo Olusegun, "Towards a philosophical study of african culture: a critique of traditionalism" en Quest, 3(2), 1989, pp. 31-50; Oruka Odera, "Cultural fundamentals in philosophy" en Quest, 4(2), 1990, pp. 21-37; Wiredu Kwasi: "Are there cultural universals?" en Quest, 4(2), 1990, pp. 5-19; Wamba dia Wamba Ernest, "Some remarks on culture development and revolution in Africa", en journal of historical sociology, No. 4, 1991, pp. 219-235; Wamba dia Wamba Ernest: "Beyond elite politics of democracy in Africa" en Quest VI, 1991, pp. 28-42, Procee Henk: "Beyond universalism and relativism" en Quest, 6(1), pp. 45-55, 1992; Ramose Mogobe, "African democratic traditions: oneness, consensus and openness", en Quest VI, 1992, pp. 63-83. Ejemplos del rico debate en India: Nandy Ashis, "The politics of secularism and therecovery of religious tolerance" en Alternatives XII, 1987, pp. 177194; Nandy Ashis: "Cultural frames for social transformation: a credo" en Alternatives XII, 1987, pp. 113-123; randy Ashis: "Traditions, tyranny and utopias. Essays in the politics of awareness", Oxford University Press, Oxford, 1987; Chatterjee Partha: "Gandhi and the critique of civil society" en Guha Ranajoit (ed.): "Subaltern studies III: Writings in the south asian history and society", Oxford University Press, Delhi, 1982, pp. 153-195; Pantham Thomas, "On modernity, rationality and morality: Habermas and Gandhi" en The Indian journal of social science 1(2), 1988, pp. 187208. Una mirada a vuelo de pjaro del problema de las diferencias culturales puede encontrarse en Galtung Johan: "Western civilization: anatomy and pathology" en Alternatives VII, 1981, pp. 145-169.

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Estudios ha sido moldeada por violaciones prolongadas y masivas a los derechos humanos, perpetradas en nombre de la otra? Cuando las culturas comparten tal pasado, el presente que comparten en el momento de comenzar el dilogo es un quid pro quo, en el mejor de los casos, y un fraude, en el peor. El dilema cultural que se presenta aqu es el siguiente: como en el pasado la cultura dominante logr que algunas de las aspiraciones a la dignidad humana de la cultura subordinada se volvieran impronunciables, es posible pronunciarlas en un dilogo transcultural sin por ello justificar e incluso reforzar su impronunciabilidad? El imperialismo cultural y el epistemicidio son parte de la trayectoria histrica de la modernidad occidental. Despus de siglos de intercambios culturales desiguales, es equitativo que se trate como iguales a las culturas? Es necesario hacer que algunas de las aspiraciones de la cultura occidental se hagan impronunciables, para dejar lugar a la pronunciabilidad de otras aspiraciones y otras culturas? Paradjicamente -y contrariamente a como se presenta en el discurso hegemnico- es precisamente en el terreno de los derechos humanos que la cultura occidental debe aprender del Sur, si la falsa universalidad atribuida a los derechos humanos en el contexto imperial se ha de transformar en una nueva universalidad cosmopolita dentro del dilogo transcultural. El carcter emancipatorio de la hermenutica diatpica no est garantizado a priori; de hecho, el multiculturalismo puede convertirse en un nuevo argumento para la poltica reaccionaria. Baste mencionar el multiculturalismo del primer ministro de Malasia o de la gerontocracia china, cuando se refieren a la "concepcin asitica de los derechos humanos". Para prevenir que

Hacia una concepcin multicultural esto suceda, todos los grupos involucrados en la hermenutica diatpica deben aceptar dos imperativos transculturales. El primero establece que, de las diferentes versiones de una cultura dada, se debe escoger la que representa el ms amplio crculo de reciprocidad dentro de ella. Es decir, la versin que va ms all en el reconocimiento del otro. Por ejemplo, An-na'im escoge entre dos interpretaciones distintas del Corn aquella con el ms amplio crculo de reciprocidad, aquella que involucra tanto a hombres como a mujeres, tanto a musulmanes como a no- musulmanes. Creo que esto tambin debe hacerse dentro de la cultura occidental. De las dos versiones de los derechos humanos que existen en nuestra cultura -la liberal y la marxista- se debe adoptar la marxista, porque extiende al terreno econmico y social la igualdad que el liberalismo slo considera legtimo en el terreno poltico. Ms an, la concepcin marxista de los derechos humanos reconoce los derechos colectivos de los trabajadores y los de las generaciones futuras de los trabajadores. Esta concepcin debe ser revisada y expandida para incluir los derechos colectivos de otros grupos sociales (minoras tnicas, mujeres, etc.). El segundo imperativo transcultural es el siguiente: como todas las culturas tienden a distribuir a los pueblos y a los grupos de acuerdo con dos principios competitivos de pertenencia jerrquica y, por tanto, con dos concepciones competitivas de igualdad y diferencia, los pueblos tienen el derecho a ser iguales siempre que la diferencia los haga inferiores, pero tienen tambin derecho a ser diferentes cuando la igualdad pone en peligro su identidad. Este imperativo es muy difcil de obtener y sostener. Estados constitucionalmente multinacionales

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Estudios como Blgica se aproximan a l en algunos sentidos. Hay una gran esperanza de que Surfrica haga lo mismo. Como se entienden de manera predominante en la actualidad, los derechos humanos son una clase de esperanto que difcilmente puede convertirse en el lenguaje cotidiano de la dignidad humana en todo el globo. Depende de la hermenutica diatpica esbozada ms arriba que se transformen en una red de poltica cosmopolita que haga mutuamente inteligibles y traducibles los lenguajes nativos de emancipacin. Este proyecto puede sonar ms bien utpico. Pero, como alguna vez dijo Sartre, antes de que sea materializada una idea tiene un extrao parecido con la utopa. Sea como fuere, lo importante es no reducir el realismo a lo que existe, en cuyo caso podramos estar obligados a justificar lo que existe, sin importar cun injusto u opresivo fuere.

Hacia una concepcin multicultural

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Estudios TREINTA AOS DESPUS * RODOLFO STAVENHAGEN ** Hace treinta aos publiqu un pequeo ensayo crtico en un diario mexicano, titulado Siete tesis equivocadas sobre Amrica Latina13 , que corri con alguna fortuna editorial ya que fue posteriormente reproducido y distribuido ampliamente, tanto en el continente latinoamericano como en el extranjero. Aquellos que lo hayan ledo, tal vez recordarn que en aquel trabajo discut y critiqu algunos enfoques de las ciencias sociales que por aquellas pocas estaban muy de moda en nuestras tierras, y propuse en forma ms polmica que analtica otros enfoques y puntos de vista alternativos. Creo haber recogido en aquel ensayo algunas ideas que flotaban por esos aos en el ambiente poltico-acadmico, y que eran compartidos por un numeroso grupo de investigadores, lo cual puede haber contribuido a su difusin y aceptacin. En aos recientes me han preguntado con frecuencia si an sostengo las posiciones expuestas en ese trabajo, si creo que las cosas han cambiado en Amrica Latina, y cmo reformulara yo ahora dichas tesis equivocadas, incluso cuntas ms habra que agregar. Aparte de que estas preguntas se prestan a divertidos juegos intelectuales, quisiera aprovechar la oportunidad, no para revisar una por una las nombradas siete tesis que tal vez sera un ejercicio estril (sobre todo porque lo escrito hace treinta aos dicho est), sino para presentar algunas reflexiones no*

Treinta aos despus exhaustivas desde luego, acerca del estado actual de nuestro discurrir sobre la problemtica latinoamericana. De algunos aos a la fecha se viene manejando en todos los mbitos, desde las oficinas gubernamentales hasta los organismos multilaterales, pasando por las asociaciones de empresarios, las facultades de economa, contabilidad y administracin, y los medios de comunicacin masiva, un nuevo dogma: el de la economa de mercado. Lo califico de dogma porque generalmente se presenta sin reserva alguna que la llamada economa de mercado es la nica solucin posible a todos los males habidos y por haber de nuestros pases latinoamericanos (y desde luego en el resto del mundo tambin); en otras palabras, una receta para la salvacin. Por economa de mercado se entiende un sistema de intercambio de bienes y servicios en el que la distribucin de los recursos se basa exclusivamente en consideraciones de precio monetario y en que los criterios de eficiencia se fundamentan en clculos de costobeneficio individual (de la persona o de la empresa, es decir, de la unidad que interviene en el mercado). El nuevo dogma nos asegura que ste es el mejor de los mundos posibles y que el mercado funciona mejor cuanto menor sea la intervencin del Estado y de otros criterios calificados de no econmicos (polticos, sociales, culturales). Se dice que slo mediante una libre economa de mercado los pases hoy ricos lograron su progreso, y se pretende que la nica va para que los pases pobres logren su progreso es adoptando sin restricciones ese sistema. En apoyo de estos argumentos se seala el desastre econmico que dejaron las economas centralmente planificadas antes del derrumbe de los regmenes comunistas, y las revistas se llenan de historias de los nuevos empresarios multimillonarios que han surgido tras las huellas de la nomenklatura. 16

Ponencia presentada en el Congreso Mundial de Convergencia Participativa, Cartagena de Indias, 1 al 5 de junio de 1997. ** Antroplogo, profesor e investigador de El Colegio de Mxico. 13 Peridico El Da, 25 de junio de 1965, Mxico, D.F.

Estudios Hay dos mtodos probados (segn esta doctrina) para alcanzar el nirvana del libre mercado: el achicamiento del Estado como agente econmico y la apertura de las economas nacionales a la economa global. En cuanto al primero, significa eliminar cualquier tipo de subsidio a la produccin o al consumo, reducir al mnimo polticamente posible los gastos sociales en educacin, salud, viviendas e infraestructura y, desde luego entregar a la iniciativa privada, de preferencia extranjera, cualquier empresa productiva de propiedad pblica o mixta. En consecuencia, el ideario de la privatizacin, (considerada como la varita mgica para extender la economa de mercado) se ha transformado en parte esencial del dogma que estamos comentando. El segundo mtodo por el cual se nos abren las puertas al cielo es la apertura total e irrestricta de las fronteras. Adis aranceles, tarifas, cuotas, impuestos, medidas protectoras y otros mecanismos que puedan oler a nacionalismo o, peor, a estatismo o socialismo. Con ello, se nos dice, nuestros pases se harn ms competitivos y eficie ntes, bajarn los costos y aumentarn los beneficios, lograremos exportar y conquistar mercados mundiales, aumentar el empleo, se acelerarn las tasas de crecimiento econmico y el bienestar generalizado se extender como crema batida en un pastel. (Dicho sea de paso que la apertura tan pregonada es comercial y financiera, porque no se propone lo mismo para la circulacin de la mano de obra). El nuevo dogma tambin nos ensea que los pases que resisten ser salvados sern condenados al infierno. Vase si no, lo que pasa con Cuba. O ms cerquita, en la Nicaragua de la era sandinista. Y all, en el mundo ancho y

Treinta aos despus ajeno se encuentran las ruinas del comunismo, como cuadro aleccionador de un Brueghel apocalptico a fines del siglo veinte. En cambio, los que aceptan el camino de la salvacin, navegarn por mares dorados hacia la modernizacin y la prosperidad. Acaso no tenemos como ejemplo mundial a Mxico, ahora vinculado para siempre a los destinos de Big Brother a travs del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos v Canad, flamante miembros de la OECD, cuyo presidente adorna las portadas de las lujosas revistas financieras internacionales y reparte sabios consejos a sus congneres menos afortunados? Pero, un momento, dije Mxico? Disculpen el arrebato entusiasmado. Hablaba del Mxico de 1994, cuya imagen estall en mil pedazos en diciembre pasado cuando a raz de una pequea devaluacin monetaria del 100% el cuento se acab v con ello qued una vez ms en evidencia la ilusin neoliberal. El dogma del mercado no puede a todas luces sostenerse sin profundas revisiones. En primer lugar, es histricamente falso que el mercado sea un conjunto de agentes econmicos atomizados que compiten libremente entre s. ste no existi en la poca de la industrializacin europea, ni durante el auge econmico de Estados Unidos, ni en la constitucin de los famosos NICs (pases recin industrializados) de la Cuenca del Pacfico, ni en las economas emergentes de las que con tanto entusiasmo hablan hoy en da los especuladores interna cionales; ni tampoco existe, por supuesto, en Amrica Latina. Por el contrario, el mercado constituye una institucin social regulada ms o menos abiertamente por las polticas estatales y controlada en mayor o menor grado por los intereses econmicos monoplicos y oligoplicos. Creer que el mercado tiene

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Estudios sus leyes propias totalmente desvinculadas de consideraciones de tipo social y poltico es una de las grandes falacias de nuestro tiempo, cuando no, un engao hbilmente manejado para disimular precisamente esos intereses. Recurdense solamente las cclicas crisis en las bolsas de valores, en las que invariablemente pierden los pequeos inversionistas cndidos y confiados, y obtienen multimillonarias ganancias quienes saben manipular la informacin. Quin necesita ir a los casinos de Las Vegas si se puede jugar y apostar en la Bolsa? De hecho, el mercado es un campo de relaciones de poder en el que los poderosos ganan y los dbiles pierden. Esto se ve claramente en las enormes especulaciones financieras internacionales por la va electrnica, que pueden de un momento a otro hacer tronar las bolsas de Buenos Aires, Sao Paulo o Mxico, con desastrosas consecuencias para millones de seres humanos. Pero tambin se advierte en los mercados de commodities (caf, petrleo... ) as como en las decisiones de las empresas transnacionales de abrir o cerrar plantas en tal o cual lugar del mundo. Y al servicio de estos poderosos se encuentran los gobiernos v las agencias financieras multilaterales tales como el FMI y el Banco Mundial. No de otra manera puede explicarse el notorio paquete de rescate para Mxico, organizado por el gobierno de Clinton con apoyo de las citadas agencias multilaterales, cuyo propsito fundamental no era ayudar a la economa mexicana sino salvar los intereses de los especuladores e inversionistas norteamericanos. Para Amrica Latina, la era de la globalizacin no es nada nuevo. Desde que esta regin fue incorporada forzosamente al mercado mundial en el siglo XVI, ha sufrido los vaivenes del

Treinta aos despus sistema capitalista. La reciente etapa de mundializacin o internacionalizacin no es ms que una faceta de la vieja dependencia (en su oportunidad analizada por el actual presidente de Brasil), disfrazada en piel de oveja. Las mismas crticas que en la Posguerra hiciera Prebisch y la CEPAL al tradicional crecimiento hacia afuera de las economas latinoamericanas, puede hacerse hoy da a la estrategia de globalizacin. Cuando nuestro gobernantes anuncian alegremente que ha llegado el momento de ser ms competitivos, no se refieren desde luego a nuestros pueblos sino a las facilidades que les estn brindando a las empresas transnacionales para aduearse de los controles de la economa nacional. No de otra manera puede interpretarse la mana de la privatizacin. Por lo dems, la globalizacin es selectiva. Si bien toda la poblacin sufre sus efectos, solamente unos cuantos participan activamente en ella. No en vano se ha mencionado que el jet set latinoamericano tiene ms en comn con sus congneres en Nueva York y Londres que con sus conacionales en las barriadas al otro lado del muro de enfrente. Y eso tampoco ha cambiado desde el siglo XVI. Se nos asegura que la privatizacin de empresas estatales es necesaria por dos razones principalmente: primero, porque el Estado es un psimo administrador, y segundo, porque los empresarios privados lo saben hacer mejor. Adems, se afirma que con la privatizacin se recuperar el crecimiento econmico. Ninguna de estas razones es vlida. El Estado puede ser buen o mal administrador segn las circuns tancias; los empresarios privados tambin (miles de bancarrotas lo atestiguan). Cuando el Estado crea empresas, es generalmente por motivos estratgicos y de soberana nacional (por ejemplo, el petrleo en Mxico v Venezuela). Cuando las compra, es

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Estudios generalmente porque los empresarios fueron incapaces de mantenerlas a flote. En cambio, ahora en la era de la privatizacin, se suelen entregar al sector privado, a cambio de precios irrisorios, empresas rentables y el Estado va paulatinamente abdicando de su soberana. Adems, no hay relacin comprobada alguna entre privatizacin y crecimiento. La privatizacin, tan pregonada y promovida actualmente, slo sirve a los intereses de las grandes empresas transnacionales en su actual empuje por aduearse de las pocas esferas econmicas que an se les escapan , y si de eso resulta o no una tasa mayor de crecimiento, depende de muchos otros factores. T ambin es un error considerar la entrega de numerosos recursos anteriormente en manos del Estado o del sector social al capital forneo, como equivalente a nuevas inversiones extranjeras, porque lo nico que sucede es un cambio de propietario. Uno de los resultados ms preocupantes de la desenfrenada carrera hacia la economa de mercado (y el desmantelamiento del sector social) es la considerable concentracin del ingreso que est produciendo, al tiempo que contribuye al aumento de la pobreza y de la pobreza extrema (trminos que ya forman parte del lenguaje econmico internacional y sobre los cuales se producen extensas estadsticas). Tan es as, que incluso la ONU tuvo que convocar a una reunin cumbre sobre desarrollo social, uno de cuyos temas fue el combate a la pobreza; pero ms all de algunas resoluciones piadosas, la cumbre social no ha producido ningn resultado concreto. Segn datos de la CEPAL, durante la dcada y media en que el modelo neoliberal se ha enseoreado de nuestras economas, la pobreza relativa y absoluta empeor en Amrica Latina, incluso en aquellos pases (como Chile) que acusaron tasas

Treinta aos despus altas de crecimiento global. En Venezuela, por ejemplo, el 66% de la poblacin vive en la pobreza crtica (se duplic en dos aos). Se comprueba una vez ms lo que siempre ha sido evidente: el crecimiento econmico no genera automticamente mejores niveles de vida de la poblacin. Por el contrario, la estrategia del mercado y de la globalizacin ha sido una perfecta maquinita para fabricar pobres en nuestro continente. Esa tendencia global del capitalismo no sufri cambio alguno en los ltimos treinta aos (por el contrario, se est advirtiendo tambin en los pases ms desarrollados). Una de las causas del incremento de la pobreza en Amrica Latina es el creciente desempleo y subempleo de la mano de obra. Contrariamente a lo que se dice, y salvo algunas excepciones, la globalizacin cierra ms puestos de trabajo que los que abre. Esto se debe fundamentalmente a dos factores. En primer lugar, la indiscriminada apertura comercial y el desmantelamiento de medidas protectivas para la industria nacional permiten el aumento de importaciones de todo tipo, cuyo saldo es a la postre altamente desfavorable para la supervivencia de numerosas pequeas y medianas empresas, as como talleres artesanales, que tradicionalmente han sido empleadores de mano de obra. En segundo lugar, contrariamente a lo esperado y anunciado, las nuevas inversiones en actividades productivas, de servicios y financieras que tienen lugar en los pases latinoamericanos como resultado de la globalizacin, no generan nuevos empleos al ritmo en que se van perdiendo los empleos tradicionales (sin contar su creciente demanda debido al crecimiento demogrfico). Aunque no disponemos an de estadsticas fidedignas al respecto, es probable que en el proceso de la globalizacin, cuando menos hasta ahora, el saldo ha sido negativo para la

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Estudios de mano de obra. Los "mercados emergentes" de los que tanto se habla lo son de capitales pero no de empleos. En los ltimos treinta aos ha aumentado considerablemente lo que se llama la "economa informal", es decir el conjunto de actividades productivas, comerciales o distributivas que escapan al control del fisco, las autoridades laborales y sanitarias, as como a los registros estadsticos econmicos corrientes. Generalmente las actividades informales se realizan en pequea escala y a ellas se dedican sobre todo los que no logran obtener un empleo permanente y seguro. La mano de obra es mal pagada, la volatilidad y rotacin de la fuerza de trabajo es alta, participan en nmero elevado las mujeres y los nios, vctimas de altas tasas de explotacin. Se deca hace tiempo que la economa informal no era ms que la expresin de una etapa de transicin en el proceso de modernizacin y que sera pronto absorbida en la economa formal al consolidarse el capitalismo en nuestros pases. En los aos sesenta se haba descubierto la "marginalidad", fenmeno acerca del cual se generaron enconadas disputas poltico-tericas. Quines eran los marginados? Qu papel jugaban? Eran revolucionarios? Se trataba de un fenmeno permanente o transitorio? Despus surgi una cierta literatura en la que se ensalzaba la imaginativa capacidad empresarial de los "informales", verdaderos innovadores capitalistas en pequeo, quienes mostraban las virtudes de la libre empresa ante los obstculos insuperables del aparato burocrtico estatal. Quien tuvo mayor xito internacional con esta tesis es el economista peruano Hernando de Soto. No faltan quienes atribuyen los problemas de la economa informal al crecimiento demogrfico, hablando ahora de una "poblacin redundante" 20

Treinta aos despus que incide en los gastos sociales pero no contribuye al producto nacional. Quienes admiten esta visin (a todas luces sesgada) proponen planes de control de la natalidad e incluso esterilizaciones masivas: ecos de neomaltusianismo. Otros enfoques recientes han descubierto ms bien, que la mal llamada economa informal consiste de hecho en un conjunto de actividades diversas que con frecuencia se vinculan directamente a las necesidades de la economa formal a la cual se encuentran subordinadas. Se sugiere, en otras palabras, que las actividades llamadas "informales" no se generan al margen de la economa capitalista, como una especie de economa paralela, sino por el contrario son generadas por esa misma economa capitalista porque as conviene a sus intereses. Entre otros ejemplos se pueden citar pequeos talleres de mquina de la industria textil o automotriz; servicios de limpieza, mantenimiento, distribucin; comercio ambulante para la distribucin de productos importados o manufacturados, etc. Al delegar a la "economa informal" actividades que de otra manera tendran que incorporar formalmente, las empresas capitalistas logran bajar costos, eliminar o reducir gastos y responsabilidades, disminuir riesgos, liberarse de engorrosos problemas sindicales, obtener ventajas fiscales, y en general rodearse de un entorno ms favorable para la generacin de beneficios. Ms que "disfuncional" al desarrollo econmico, las economas informales (as, en plural) resultan funcionales, tiles y hasta necesarias al desarrollo capitalista. El debate en torno a la economa informal ha puesto de manifiesto el hecho de que nuestras sociedades son cada vez ms fragmentadas. La visin de las sociedades duales o polarizadas

Estudios predomin en el pensamiento latinoamericano durante muchas dcadas, pero resulta insuficiente. En una primera instancia, se manejaba la idea de dos mundos: uno arcaico y otro moderno, y un proceso en el cual el primero se transformara paulatinamente en el segundo. Este proceso sera el desarrollo. Tal visin la critiqu hace treinta aos en el ensayo mencionado. En una segunda instancia, surgida de la crtica, se afirma que el polo subdesarrollado de las sociedades duales es a su vez producto del desarrollo dependiente y de las estructuras de explotacin y dominacin creadas por el sistema mundial en sus fases colonial y postcolonial. Esta visin result ser demasiado simplista. En realidad, el proceso de cambio de las ltimas dcadas ha producido una fragmentacin y diversificacin creciente de las sociedades latinoamericanas. Lo moderno no solamente convive con lo arcaico o tradicional, sino la modernizacin misma (para usar un concepto poco satisfactorio pero ampliamente aceptado) adquiere visos mltiples y heterogneos, como resultado del proceso desigual de globalizacin y flexibilizacin econmica. En el polo contrario, la marginacin, la exclusin, el desarrollo del subdesarrollo (otro terminajo de los sesenta) no constituye simplemente un submundo homogneo desechable (y como dira Cardoso aos despus, ya ni siquiera explotable), sino ms bien un conjunto de mundos y espacios (as como de identidades) fragmentados e hbridos, que se articulan de manera diversa con la modernidad. Es por ello que no puede ya hablarse sencillamente de la "economa informal", sino ms bien de redes de relaciones econmicas en diversos niveles, entrelazadas entre s v enraizadas en las estruc turas sociales v culturales multiformes de nuestros pases.

Treinta aos despus Si resulta correcta esta visin, podemos derivar varias conclusiones. En primer lugar, la poltica macroeconmica impuesta por las agencias financieras internacionales para supuestamente solucionar los problemas de Amrica Latina no solamente es errada sino tambin contraproducente, porque al generar efectos positivos en un nivel (por ejemplo, corregir el dficit en cuenta corriente o detener las presiones inflacionarias), produce resultados en otros niveles que tienen un efecto multiplicador sobre el conjunto de las relaciones socioeconmicas del pas, y que son difcilmente reversibles a corto plazo. En segundo lugar, no puede ignorarse que sociedades fragmentadas en alto grado (como lo son las latinoamericanas) tienen implicaciones directas para la accin social v poltica. Han surgido en los ltimos aos mltiples movimientos sociales (a veces calificados de "nuevos") que operan en espacios limitados y tienen dificultad para legitimarse a nivel de la sociedad en general as como para recoger los consensos necesarios con los que pudieran operar de manera unificada. El capitalismo desorganizado produce sociedades fragmentadas que generan movimientos sociales centrfugos y heterclitos. Estamos lejos de aquella visin que profetizaba la polarizacin de la sociedad en dos grandes polos uniformes: los dominantes y los dominados, los explotadores y los explotados. Con esto no quiero decir que no haya va ni lo uno ni lo otro. Por el contrario, unos v otros (dominantes v dominados) ocupan el espacio social y econmico desde sus diferentes posiciones, nada ms que lo hacen en estructuras y niveles diversos de manera caleidoscpica. Las contradicciones que generan estos procesos en el sistema poltico son tanto verticales como horizontales: son clasistas pero al

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Estudios mismo tiempo sectoriales, regionales, gremiales y tnicos. De all que tambin resulta demasiado optimista la imagen generalizada de que los sistemas polticos latinoamericanos se encuentran en un franco proceso de transicin a la democracia. Es cierto que se ha cerrado en los ochenta un ciclo de dictaduras militares que caus enormes daos a los pueblos latinoamericanos. Tambin es cierto que se han multiplicado, con el retorno a los regmenes civiles, las elecciones peridicas de presidentes, gobernadores y legislaturas. Sin embargo, resulta prematuro hablar de la consolidacin de la democracia. Aunque el contexto internacional les sea ahora menos favorable, y los pueblos parecen estar ms organizados y menos dispuestos que en los aos sesenta y setenta a tolerar los regmenes militares, la creciente crisis econmico-social y la incapacidad de los regmenes civiles para hacerle frente, no hacen del todo imposible el retorno de los tiranos. Pero no basta con un civil en la presidencia, ni con la realizacin peridica de elecciones para garantizar una vida democrtica. Hay actualmente en Amrica Latina regmenes civiles que son prcticamente rehenes de los militares, mientras que otros se alan con estos para impulsar polticas antidemocrticas. Por lo dems, un rgimen democrtico, para definirse como tal, necesita de otros elementos, tales como el respeto absoluto, y la proteccin de los derechos humanos; la posibilidad de exigir responsabilidades a gobernantes Y autoridades ("accountability" 1o llaman en ingls); el respeto escrupuloso a la independencia real del poder judicial; la participacin directa y representativa de todos los sectores de la poblacin en las tomas de decisin que afectan fundamentalmente la vida de todos los ciudadanos; el control de los

Treinta aos despus monopolios (tanto econmicos como de los medios de comunicacin masiva); as como la promocin de polticas de equidad y bienestar para las grandes mayoras ms necesitadas de la poblacin. Mientras no se den estas condiciones, difcilmente puede hablarse de consolidacin de la democracia en Amrica Latina, no importa cuntos observadores internacionales monitoreen las elecciones peridicas y les den su visto bueno. La verdadera demo cracia se debe construir desde abajo; no se pacta por arriba entre oligarquas econmicas, lites polticas y mandos militares. En Amrica Latina en los ltimos aos hemos visto ms de lo segundo y menos de lo primero. Muchas cosas han cambiado en el continente desde hace treinta aos, pero otras muchas siguen igual. A pesar de tan ilusorias referencias a los beneficios de la globalizacin, los mercados emergentes y la modernizacin, Amrica Latina sigue inmersa en las mismas contradicciones que han caracterizado su desarrollo dependiente desde el siglo XVI. Despus de la llamada dcada perdida de los ochenta, los aos noventa se caracterizan ya por ser una segunda dcada perdida (cuando menos en cuanto a los pueblos se refiere). Las polarizaciones socioeconmicas, la sumisin real a los centros mundiales del poder financiero, la persistente incapacidad (salvo excepciones) de impulsar polticas realmente democrticas que beneficien al grueso de nuestras poblaciones; los frustrados intentos populares recurrentes por alcanzar la soberana y la justicia social y econmica; todo ello constituye un cuadro preocupante y un reto permanente a nuestra imaginacin sociolgica, a nuestra capacidad de imaginar y construir futuros alternativos.

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Estudios EN TORNO A LAS RELACIONES INTERNACIONALES Y LA GLOBALIZACIN UNA SNTESIS ANALTICA REFLEXIVA* LUIS JORGE GARAY S.** INTRODUCCIN La presente sntesis analtica tiene entre sus propsitos el de reflexionar sobre ciertos fundamentos tericos interdisciplinarios que han facilitado el planteamiento de esquemas conceptuales de referencia, aunque de manera incipiente y todava insuficiente, para avanzar en un estudio comprensivo de la problemtica de las relaciones internacionales entre sociedades en medio de un proceso avanzado de internacionalizacinmundializacin. La elaboracin del ensayo fue motivada al constatar la ausencia de verdaderas teoras integrales sobre la globalizacin, no obstante innegables logros de anlisis y conceptualizaciones econmicos-sociol gicos como aquellos realizados en torno a la modernidad, por ejemplo. El ensayo consta de dos secciones. En la primera se hace un esbozo de las principales tradiciones tericas sobre las relaciones internacionales, especialmente de sus pticas conceptuales y sus ambientes situacionales especficos, para facilitar la contextualizacin de algunas aproxi*

En torno a las relaciones internacionales maciones analticas sobre la economa poltica de las relaciones internacionales en la etapa actual de la globalizacin. En la segunda se presenta una descripcin situacional esquemtica del fenmeno globalizacin y de las relaciones internacionales en las diferentes esferas de accin determinante, tomando provecho de algunos anlisis desde las pticas econmica, poltica y sociolgica, con referencia particular a los rela cionados con la globalizacin econmica, la evolucin de la democracia y la modernidad. PRINCIPALES TRADICIONES TERICAS SOBRE LAS RELACIONES INTERNACIONALES Hoy en da el campo de las relaciones internacionales se encuentra en una etapa de autoexamen dentro del propsito de encontrar nuevos enfoques y nuevas direcciones conceptuales, tericas, analticas y programticas, ms acordes y representativas de la etapa actual de un proceso de internacionalizacin que tiende a configurarse de manera cada vez ms comprensiva a nivel del sistema mundial. El campo ha sido objeto de diversas aproximaciones tericas desde hace varias centurias, pero en especial a partir de trabajos de Smith y Ricardo sobre el comercio y la especializacin internacionales, de Marx sobre la evolucin del capitalismo mundial y de Lenin sobre el imperialismo. (i) La primera tradicin ms renombrada es la liberal. La perspectiva liberal separa a la esfera econmica de la esfera poltica, bajo el supuesto de que cada una de ellas opera de acuerdo con una lgica particular y unos principios propios. Todas las formas de

El autor quiere reconocer la iniciativa de Diana Helena Cure para abordar nuevas fronteras y agradecer los comentarios y sugerencias hechos por Alfredo Angulo, lvaro Camacho, Nohra Segura Juan Tokatlian y Francisco Gutirrez y los participantes del seminario celebrado en el IEPRI, sin que ninguno de ellos sea responsable de los errores y omisiones del presente ensayo. ** Economista.

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Estudios liberalismo -desde Smith hasta los neoclsicos modernos- pregonan la libre accin de las fuerzas del mercado y el mecanismo de precios como la forma de organizacin ms eficiente de las relaciones econmicas domsticas e internacionales. La especializacin de los pases en el mercado internacional se debe reproducir de acuerdo con el aprovechamiento de sus respectivas ventajas competitivas. En palabras de Gilpin 14 : los liberales creen que el intercambio y la competencia econmica son (en su conjunto) una razn (bsica para la existencia) de relaciones pacficas entre naciones porque los beneficios derivados de la expansin de la interdependencia entre economas nacionales tiende a promover relaciones cooperativas. (...) crea (lazos) de intereses mutuos y de compromisos en la preservacin del statu quo. El problema radica -como ha sido rigurosamente demostrado en el marco de la teora neoclsica del comercio internacional- en que el libre comercio internacional an bajo un sistema de competencia constituye potencialmente una situacin ptima de primer orden -first best solution- para el mundo en su conjunto, pero no necesariamente para cada una de las naciones individuales, a no ser que se disponga de un sistema de transferencias ideales entre pases - lump sum tranfers system-. Slo en estas circunstancias se garantizara una equidad en la distribucin de las ganancias resultantes del libre comercio entre las naciones partcipes del intercambio.14

En torno a las relaciones internacionales Precisamente ante la ausencia de un sistema ideal de tal naturaleza en la prctica real la problemtica de la distribucin de beneficios se erige como un conflicto que rebasa lo econmico y que tiene que ser abordado en la otra esfera determinante: la esfera poltica. En la concepcin, abordaje y papel asignados a esta problemtica en la dinmica de las relaciones internacionales reside la diferenciacin esencial entre la tradicin liberal y la marxista. La esencia del liberalismo reside en una concepcin crtica del Estado, al postular que las soluciones a travs del mercado son las naturales -eficientes y trans parentes- y que en la evolucin del mercado reside la base del desarrollo 15 . Como una derivacin de la perspectiva liberal despus de la primera guerra mundial surgi la llamada fase idealista del estudio de las relaciones internacionales bajo una visin eminentemente legalista e historicista, que a pesar de su corto predominio sirvi de sustento intelectual en el pensamiento de la Liga de las Naciones. Otra variante indudablemente ms analtica y comprensiva, surgida de la perspectiva liberal, es la tesis de la estabilidad hegemnica, que parte del reconocimiento de que una economa mundial abierta y liberal requiere para su florecimiento y desarrollo de la presencia de un poder hegemnico o dominante, de la preeminencia de la ideologa liberal y de la congruencia de un propsito social. La hegemona es percibida como un tipo especial de poder requerido para el ejercicio de15

Gilpin, R., The Political Economy of International Relations, Princeton University Press, Princeton, New Jersey, 1987, p. 31.

Hettne, B., -Introduction. The International Political Economy of Transformation-, en: B. Hettne (ed.), International Political Economy. Understanding Global Disorder, Fernwood Publishing, Halifax, 1995.

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Estudios ciertas funciones en el contexto de un sistema amplio carente de una autoridad formal. Una de las ventajas de esta tesis reside en enfocar las relaciones polticas internacionales en la organizacin y administracin del sistema mundial y en reconocer un papel para el Estadonacin. Sin embargo, no hace nfasis suficiente en factores de ndole domstica, en el mercado v otros elementos decisivos en la competencia. (ii) En contraste, y como reaccin a la perspectiva liberal, la tradicin marxista-leninista busca explicar el conjunto de las relaciones internacionales y el poder poltico en trminos de la dinmica de fuerzas econmicas. Su mtodo de aproximacin se sustenta en el materialismo dialctico, aunque generalmente en su aplicacin y aproximacin a la prctica real se ha adolecido de un exagerado determinismo econmico. En el marco del paradigma marxista se desarrollaron tesis tericas reconocidas en la literatura especializada como son la del desarrollo desigual16 y la del intercambio desigual17 . Otra perspectiva que sin ser estrictamente marxista conserva algunos de sus conceptos distintivos sobre realidad social es la denominada como la tesis del sistema mundial moderno. Este sistema es concebido como una unidad bajo una divisin del trabajo y mltiples16

En torno a las relaciones internacionales sistemas culturales, que opera segn un conjunto de reglas econmicas y en el que sus partes se relacionan funcionalmente para configurar una estructura integral. Los componentes del sistema son determinados por el sistema en su conjunto. En este contexto, como lo seala Wallerstein, no hay, tal cosa como el desarrollo nacional independiente del funcionamiento del sistema mundial18 . El funcionamiento del sistema es caracterizado por la extraccin de plusvala y la transferencia de riqueza de los pases dependientes de la periferia a los centros imperiales. En este sentido, como lo argumenta Giddens 19 : los argumentos de Wallerstein envuelven una amalgama de funcionalismo y reduccionismo econmico. (...) La existencia de regiones semi-perifricas es explicado con referencia a las necesidades del sistema mundial. ... Ms grave an es su tendencia marcada a relegar el impacto de factores polticos y militares en el proceso de cambio social en el mundo moderno. Una variante o derivaci n reciente en el marco del enfoque materialista puede ser asociada con la denominada genricamente como economa poltica de las relaciones internacionales. (iii) Una tradicin alternativa denominada realista, surgida despus de la Segunda Guerra Mundial como una18

Desarrollada por autores como: Amin, S., Unequal Deve1optuerit: zln Essay on the Social Formations of Peripheral Capitalism, Monthly Review Press, New York, 1976. 17 Elaborada por: Emmanuel, A., Unequal Exchange:,-1 Study of the Imperialism of Trade, Monthl}- Review Press, New York, 1972. Para un anlisis crtico, vase, entre otros: Garay, L. J., Una crtica interna a la teora del intercambio desigual de Emmanuel, Cuadernos de Economa, No. 2, Universidad Nacional de Colombia, Bogot, 1981.

Wallerstein, I., The Rise and Future Demise of the World Capitalist System: Concepts for Comparative Analysis ,,, en Comparative Studies in Society and History 16, 1974, pp. 387-415. 19 Giddens, A., The Nation-State and Violence, vol. 2, University of California Press, Berkeley, 1987, pp. 168-169.

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Estudios crtica al idealismo y utopismo de dcadas anteriores, propone diferenciar entre realidad objetiva y realidad deseada -realidad vs. aspiracin- como requisito para comprender el papel del poder real en las relaciones internacionales. Sin embargo, su particular percepcin del poder real tiende a ser de carcter exclusivamente comportamentista -behaviorialist-, funcionalista y subjetivista, al considerar a los agentes tomadores de decisiones como los elementos ms decisivos e importantes en las relaciones internacionales. Si bien esta tradicin realista ha influido por ms de cuatro dcadas a estudiosos y practicantes -policy makers- de las relaciones internacionales en la escuela anglosajona, tambin ha sido objeto de severas crticas en el mbito acadmico. En efecto, como lo afirma Vsquez, aunque la mayora de los acadmicos en el campo comparten la visin del mundo promulgada por la tradicin realista, este paradigma no ha sido exitoso para explicar el comportamiento observado en la prctica 20 . A manera de sntesis ilustrativa, vale la pena ejemplificar algunos de los rasgos generales relativamente similares entre tales tradiciones excluida la idealista: (i) la nocin del poder como elemento conductor de las relaciones internacionales, poder econmico o poltico o ambos; (ii) la nocin de Estado como ente poltico, (iii) la nocin superestructura por el papel asignado a las superestructuras econmica, poltica y tecnolgica en la organizacin social.20

En torno a las relaciones internacionales En general podra afirmarse que si bien en las dos ltimas dcadas se ha avanzado en corregir vacos y fallas de tales tradiciones todava no se ha logrado desarrollar un verdadero esquema terico y conceptual para el estudio integral y comprensivo de las relaciones internacionales y en consecuencia, para la formulacin de polticas en el mundo de hoy. Avanzar en el anlisis de las relaciones internacionales contemporneas exige la comprensin de los principales cambios estructurales ocurridos en la economa poltica mundial con la globalizacin. Uno de ellos es la transformacin de la lgica y la naturaleza de los Estados naciones: de un Estado soberano e independiente como representante del inters nacional en un sistema internacional regulado por un balance entre las racionalidades polticas de los mayores poderes, se transita a un sistema mundial cada vez menos sustentado en Estados- naciones autocentrados y ms determinado por la configuracin de organizaciones efectivas con intereses v mbitos de accin entrecruzados en los ms diversos espacios desde el local y nacional al regional, transnacional y global. Este proceso es descrito como el trnsito de un orden Westphaliano tradicional a un orden posWestphaliano en reproduccin bajo una diversidad de variantes a travs del tiempo y de espacios en la prctica real. GLOBALIZACIN: UNA DESCRIPCIN SITUACIONAL ESQUEMTICA Aspectos generales Aunque autores como Waters argumentan que la acepcin global data de ms de 400 aos, el uso comn de palabras como globalizacin (...) no comenz sino