analisis politico 31 intercult

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  • 8/3/2019 Analisis Politico 31 Intercult

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    anlisis polticoNo. 31 MAY/AGO 1997

    INSTITUTO DE ESTUDIOS POLTICOS YRELACIONES INTERNACIONALES (IEPRI)

    UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

    Francisco Leal Buitrago

    FUNDADOR

    William Ramrez TobnDIRECTOR

    Fernando Cubides CipagautaEDITOR

    Gonzalo Snchez GmezASESOR EDITORIAL

    Sandra Patricia Martnez B.ASISTENTE EDITORIAL

    Diana Marcela RojasEDITORA VERSIN ON LINE

    Carlos Germn SandovalASISTENTE EDITORIAL VERSIN ON LINE

    ASESORES EDITORIALES INTERNACIONALES

    Klaus MeschkatALEMANIAMara Isaura Pereira de Queiroz BRASILDaniel Pcaut FRANCIAEric HobsbawmINGLATERRANorbert Lechner CHILEThomas FischerALEMANIACharles Bergquist ESTADOS UNIDOSCatherine LeGrand CANAD

    UNIBIBLOSImpresinSiglo del Hombre Editores Distribucin

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    ESTUDIOSHacia una concepcin multicultural de los derechos humanosBOAVENTURA DE SOUSA SANTOS

    Treinta aos despusRODOLFO STAVENHAGEN

    En torno a las relaciones internacionales y la globalizacin: una sntesis analtica reflexivaLUIS JORGE GARAY S.

    DEMOCRACIAEl problema del objeto de la representacin en la democracia pluralistaCHANTAL MILLON-DELSOL

    Mxico: la nueva dimensin de las Fuerzas Armadas en los aos noventaRAL BENTEZ MANAUT

    COYUNTURAPoblacin indgena participacin poltica y en Colombia: las elecciones e 1994VIRGINIE LAURENT

    Hacia un sistema multipartidista? Las terceras fuerzas en Colombia hoyEDUARDO PIZARRO LEONGMEZ

    DEBATEPoltica y moralANTANAS MOCKUS / HORACIO SERPA / ALFONSO VALDIVIESO

    TESTIMONIOEl Caribe tambin existeS. RAMREZ / L. ROBINSON-BENT / R. DAZ / M. TAYLOR / F. HOWARD

    Conocimiento y prctica polticaFERNANDO HENRIQUE CARDOSO

    RESEASCentral Amrica: fragile transition, de Rachel Sieder (editora)por Francisco Gutirrez SannLiberalismo y Comunitarismo: Derechos Humanos y Democracia de Francisco Corts Rodas y

    Alfonso Lozano Solrzano,por Luis Alberto Restrepo

    BIBLIOGRAFA TEMTICALa violencia de 1994 a 1997FRANCISCO GUTIRREZ S. / DIANA GMEZ D.

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    HACIA UNA CONCEPCINMULTICULTURAL DE LOSDERECHOS HUMANOS*

    BOAVENTURA DE SOUSA

    SANTOS**

    INTRODUCCIN

    En los ltimos aos, me ha intrigado elproblema de hasta qu punto losderechos humanos se han convertido enel lenguaje de la poltica progresista.Indudablemente, hasta mucho despusdel fin de la Segunda Guerra Mundiallos derechos humanos eran en buena

    medida parte integral de la poltica de laGuerra Fra, y as los consideraba laizquierda. La doble moral, lacomplacencia hacia dictadores aliados,la defensa de la intercambiabilidad entrelos valores de los derechos humanos ydel desarrollo: todo esto echaba unasombra de duda sobre los derechoshumanos como libreto emancipatorio.Fuera en los pases centrales o en elmundo en desarrollo, las fuerzas

    progresistas preferan el lenguaje de larevolucin y el socialismo a la hora deformular una poltica emancipatoria. Sinembargo, con la aparentementeirreversible crisis de estos patrones deemancipacin, aquellas mismas fuerzasprogresistas estn volvindose hacia losderechos humanos para reconstruir ellenguaje emancipatorio. Es como si seinvocara a los derechos humanos parallenar el vaco dejado por la polticasocialista. Pueden en efecto llenar losderechos humanos semejante vaco? Mirespuesta es un s calificado. Deacuerdo con ello, mi objetivo analticoes especificar aqu las condiciones bajolas cuales los derechos humanos pueden

    * Traduccin de Francisco Gutirrez Sann,profesor del IEPRI.**

    Profesor del Departamento de SociologaEscuela de Economa Universidad de Coimbra,Portugal

    ser puestos al servicio de una polticaprogresista y emancipatoria.

    La especificacin de tales condicionesnos lleva a desanudar las tensiones

    dialcticas que se encuentran en elcorazn de la modernidad occidental1.La crisis que ahora afecta talestensiones pone de relieve mejor quenada los problemas que la modernidadoccidental enfrenta hoy en da. Desdemi perspectiva, la poltica de losderechos humanos al final de este sigloes un factor clave para entendersemejante crisis.

    Identifico tres de tales tensiones. Laprimera se produce entre la regulacinsocial y la emancipacin social. Heestado sosteniendo que el paradigma dela modernidad se basa en la idea de unatensin dialctica creativa entreregulacin y emancipacin social quetodava puede escucharse, as seaapagadamente, en el motto positivistade "orden y progreso". Al terminar estesiglo, esta tensin ha dejado de ser

    creativa. La emancipacin ha dejado deser la alteridad de la regulacin, parapasar a ser el doble de la regulacin.Mientras que hasta el final de los 60 lacrisis de la regulacin social fueenfrentada con un fortalecimiento de lapoltica emancipatoria, hoy asistimos auna doble crisis social. La crisis de laregulacin, simbolizada por la crisis delEstado, y la crisis de la emancipacin,simbolizada por la crisis de larevolucin y el socialismo como unparadigma de transformacin socialradical. La poltica de los derechoshumanos, que ha tenido tanto de polticaregulatoria como de emancipatoria, estatrapada en esta crisis doble, al mismotiempo que intenta superarla.

    1 Trato en profundidad este tema en Santos,Boaventura de Sousa, Toward a new common

    sense. Law, science and politics in the paradigmatic transition, Routledge, New York,1995.

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    La segunda tensin dialctica seproduce entre el Estado y la sociedadcivil. El Estado moderno, aunqueminimalista, es potencialmentemaximalista, en la medida en que la

    sociedad civil, como el otro del Estado,se reproduce a travs de leyes y regula-ciones que emanan del Estado y para lascuales parece no haber lmite, en tantose respeten las reglas democrticas deproduccin de leyes. Los derechoshumanos se encuentran en el ncleo deesta tensin: mientras la primerageneracin de derechos humanos fuedesignada como una lucha entre lasociedad civil y el Estado, las

    generaciones segunda y tercera recurrenal Estado como un garante de losderechos humanos.

    Por ltimo, la tercera tensin ocurreentre el Estado-nacin y lo quellamamos globalizacin. El modelopoltico de la modernidad occidental esel de los Estados-nacin soberanos quecoexisten en un sistema internacional deEstados soberanos iguales, el sistema

    interestatal. La unidad privilegiada y laescala tanto de la regulacin socialcomo de la emancipacin social es elEstado-nacin El sistema interestatalsiempre se ha concebido como unasociedad ms o menos anrquica,regulada por una legalidad muy blanda,e incluso el internacionalismo de lostrabajadores ha sido siempre ms unaaspiracin que una realidad. Hoy, laerosin selectiva del Estado-nacindebido a la intensificacin de laglobalizacin pone sobre el tapete lapregunta acerca de si tanto la regulacinsocial como la emancipacin han de serdesplazadas al nivel global. Hemoscomenzado a hablar de sociedad civilglobal, de gobernabilidad global, deigualdad global. El reconocimientomundial de la poltica de derechoshumanos est al frente de este proceso.

    La tensin, sin embargo, reside en elhecho de que en muchos sentidos

    cruciales la poltica de derechoshumanos es una poltica cultural. Dehecho, podemos incluso pensar losderechos humanos como simbolizandoel retorno de lo cultural e incluso de lo

    religioso al final del siglo. Pero hablarde cultura y religin es hablar dediferencia, de lmites, de particularidad.Cmo pueden los derechos humanosser al mismo tiempo una poltica globaly una poltica cultural?

    Mi propsito es, por tanto, desarrollarun marco analtico para resaltar yapoyar el potencial emancipatorio de lapoltica de los derechos humanos en el

    doble contexto de la globalizacin, por,una parte, y de la fragmentacin culturaly la poltica de la identidad, por el otro.Mi objetivo es tener en la mira tanto lacapacidad global como la legitimidadlocal para una poltica progresista de losderechos humanos.

    SOBRE LAS GLOBALIZACIONES

    Comenzar especificando qu entiendo

    por globalizacin. La globalizacin esmuy difcil de definir. La mayora de lasdefiniciones se centran en la economa,esto es, en la nueva economa mundialque surgi en las ltimas dos dcadascomo una consecuencia de lamundializacin de la produccin debienes y servicios y de los mercadosfinancieros. Este es un proceso a travsdel cual las corporacionestransnacionales han alcanzado una pre-eminencia nueva y sin precedentescomo actores internacionales.

    Para mis propsitos analticos, prefierouna definicin de la globalizacin quesea ms sensible a las dimensionessociales, polticas y culturales.Comienzo por el supuesto de que lo queusualmente llamamos globalizacin secompone de conjuntos de relaciones

    sociales; en la medida en que talesconjuntos de relaciones sociales

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    cambian, tambin lo hace laglobalizacin. En estricto, no hay unaentidad nica llamada globalizacin;hay ms bien globalizaciones, ydeberamos usar el trmino solamente

    en plural. Cualquier concepto generaldebera ser procedimental, ms quesustantivo. De otro lado, si lasglobalizaciones son haces de relacionessociales, ellas son proclives a producirconflictos y, por tanto, ganadores yperdedores. Con frecuencia, el discursode la globalizacin es la historia de losganadores contada por los ganadores.De hecho, la victoria es aparentementetan absoluta que el derrotado termina

    desapareciendo totalmente de la escena.

    Aqu est mi definicin de la globaliza-cin: es el proceso por medio del cualuna condicin o entidad local dada tienexito en extender su rango de accinsobre todo el globo y, hacindolo,desarrolla la capacidad de designar auna condicin o entidad rival comolocal.

    Las ms importantes implicaciones deesta definicin son las siguientes.Primero, en las condiciones del sistemamundial capitalista de occidente no haygenuina globalizacin. Lo quellamamos globalizacin es siempre laglobalizacin exitosa de un localismodado. En otras palabras, no hay unacondicin global para la que nopodamos encontrar una raz local, unanda cultural especfica. En realidad, nopodra dar un ejemplo de alguna entidadque no est localmente situada. El nicocandidato posible pero improbable serala arquitectura de los aeropuertos. Lasegunda implicacin es queglobalizacin conlleva localizacin. Dehecho, nosotros vivimos en un mundode localizacin, as como vivimos en unmundo de globalizacin. Por lo tanto,sera igualmente correcto en trminos

    analticos definir la situacin actual ylos temas de investigacin en trminos

    de localizacin en lugar deglobalizacin. La razn por la queprefiero este ltimo trmino esbsicamente porque el discursocientfico hegemnico tiende a preferir

    la historia del mundo tal como lacuentan los ganadores. Se pueden darmuchos ejemplos de cmo laglobalizacin implica la localizacin.Uno es el idioma ingls como lingua

    franca. Su expansin como lenguajeglobal ha significado la localizacin deotros lenguajes potencialmenteglobales, como el francs.

    Por lo tanto, una vez se identifica un

    proceso de globalizacin, su significadopleno puede no ser obtenido si no seconsideran los procesos adyacentes derelocalizacin que se entrelazan yocurren junto con aquel. Laglobalizacin del sistema de estrellas deHollywood puede significar laetnizacin del sistema de estrellas hindproducido por la alguna vez fuerteindustria de cine hind. Igualmente, losactores franceses o italianos de los 60 -

    de Brigitte Bardot a Alain Delon, y deMarcello Mastroiani a Sofa Loren quealguna vez simbolizaban la formauniversal de actuar parecen hoy, cuandovemos sus pelculas de nuevo, ms bientnica y parroquialmente europeos.Entre entonces y hoy, el estilohollywoodense de actuar ha encontradola manera de globalizarse.

    Una de las transformaciones mscomnmente asociadas a laglobalizacin es la compresin delespacio-tiempo, esto es, el procesosocial por medio del cual los fenmenosse aceleran y se diseminan por el globo.Aunque aparentemente monoltico, esteproceso combina situaciones ycondiciones altamente diferenciadas, ypor esta razn no puede ser analizadoindependientemente de las relaciones de

    poder que dan cuenta de las diferentesmodalidades de tiempo v movilidad

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    espacial. De un lado, hay, una clasecapitalista transnacional, realmenteapropiada de la compresin espaciotemporal y capaz de usarla para subeneficio. De otro lado, los grupos y

    clases subordinados, como lostrabajadores migrantes y los refugiados,tambin estn involucrados en una grancantidad de movimiento fsico pero notienen en lo ms mnimo un control dela compresin espacio-tiempo. Entre losejecutivos de las corporaciones y losrefugiados e inmigrantes, los turistasrepresentan un tercer modo deproduccin de compresin espacio-temporal.

    Tambin estn aquellos que contribuyensignificativamente a la globalizacinpero que, no obstante, permanecenprisioneros de su espacio-tiempo local.Los campesinos de Bolivia, Per yColombia, al cultivar coca, contribuyendecisivamente a la cultura mundial de ladroga, pero ellos mismos permanecenms localizados que nunca.Exactamente lo mismo sucede con los

    residentes de las favelas de Ro deJaneiro, que permanecen prisioneros desu vida de habitante tugurial, mientrasque sus canciones y bailes son hoy partede la cultura musical globalizada.

    Por ltimo, y todava desde otraperspectiva, la competencia globalrequiere a veces poner el acento sobre laespecificidad local. La mayora de loslugares tursticos deben ser hoyaltamente exticos, vernculos ytradicionales para volverse losuficientemente competitivos y entrar almercado mundial del turismo.

    Para dar cuenta de estas asimetras, laglobalizacin, tal como lo suger,debera ser siempre nombrada en plural.En un sentido ms bien laxo, podramoshablar de diferentes modos de

    produccin de la globalizacin.Distingo cuatro de ellos que, segn

    creo, dan origen a sendas formas deglobalizacin.

    El primero es lo que llamara localismoglobalizado. Es el proceso por medio

    del cual un fenmeno local dado seglobaliza exitosamente; verbigracia, laoperacin mundial de las corporacionestransnacionales, la transformacin delingls en una lingua franca, laglobalizacin de la comida rpida o lamsica popular americana, o laadopcin en todo el mundo de las leyesde derechos de autor para el software decomputador.

    La segunda modalidad es el globalismolocalizado. Consiste en el impactoespecfico de las prcticas e imperativostransnacionales sobre las condicioneslocales que por tanto sondesestructuradas y reestructuradas pararesponder a los imperativostransnacionales. Estos globalismoslocalizados incluyen: enclaves de librecomercio; la deforestacin y ladestruccin masiva de recursos

    naturales para pagar la deuda externa; eluso turstico de tesoros histricos, sitiosv ceremonias religiosas, artes yartesanas y la vida natural; el dumpingecolgico; la conversin de unaagricultura de subsistencia en unaorientada hacia la exportacin comoparte del "ajuste estructural"; laetnizacin del lugar de trabajo.

    La divisin internacional del globalismoadquiere el siguiente patrn: los pasescentrales se especializan en localismosglobalizados, mientras que a los pasesperifricos se les impone la escogenciade globalismos localizados. El sistemamundial es una red de localismosglobalizados y de globalismoslocalizados.

    Con todo, la intensificacin de inter-

    acciones globales implica otros dosprocesos que no se pueden caracterizar

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    adecuadamente ni como localismosglobalizados ni como globalismos loca-lizados. Llamara al primero de elloscosmopolitismo. Las formas prevalentesde dominacin no excluyen la

    oportunidad de que Estados-nacin,regiones, clases y grupos socialessubordinados y sus aliados se organicentransnacionalmente en defensa de susintereses comunes percibidos, y usenpara su beneficio las capacidades de lainteraccin transnacional creada por elsistema mundial. Las actividadescosmopolitas implican, entre otrascosas, los dilogos y organizacionesSur-Sur, las organizaciones mundiales

    del trabajo (la Federacin Mundial deSindicatos y la ConfederacinInternacional de Sindicatos Libres), lafilantropa transnacional Norte-Sur, lasredes internacionales de servicioslegales alternativos. las organizacionesde derechos humanos, las redesmundiales de grupos de mujeresOrganizaciones No Gubernamentales,redes de grupos de desarrolloalternativo v desarrollo sostenible,

    movimientos literarios, artsticos vcientficos de la periferia del sistemamundial. que buscan valores culturalesalternativos, no-imperialistas, secomprometen en investigacionespostcoloniales y estudios subalternos, vas sucesivamente.

    Los otros procesos que tampoco puedenser descritos como localismosglobalizados o como globalismos locali-zados es la emergencia de temas que,por su propia naturaleza, son tanglobales como el globo mismo, quellamara, usando laxamente el derechointernacional la herencia comn de lahumanidad. Estos son asuntos que slotienen sentido si se refieren al globo ensu totalidad: la sostenibilidad de la vidahumana en la tierra, por ejemplo. otemas ambientales como la proteccin

    de la capa de ozono, el Amazonas, laAntrtida. Tambin incluira en esta

    categora la exploracin del espacio, laLuna y otros planetas puesto que susinteracciones con la Tierra tambin sonun patrimonio comn de la humanidad.Todo lo anterior se refiere a recursos

    que deben ser administrados porfideicomisarios de la comunidadinternacional en nombre de lasgeneraciones presentes y futuras.

    La preocupacin por el cosmopolitismov la herencia comn de la humanidad hatenido un gran desarrollo en las ltimasdcadas; pero tambin ha originadopoderosas resistencias. En particular. laherencia comn de la humanidad ha

    estado bajo permanente ataque por partede los pases hegemnicos,especialmente Estados Unidos. Losconflictos resistencias, luchas ycoaliciones que se agrupan al rededor decosmopolitismo y la herencia comn dela humanidad muestran que lo quellamamos globalizacin es de hecho unconjunto de reas de confrontacin.

    Para el propsito de este artculo, es til

    distinguir entre globalizacin desdearriba globalizacin desde abajo , oentre globalizacin hegemnica y contrahegemnica. Lo que llame localismoglobalizado y globalismo localizado songlobalizaciones desde arriba: el cosmo-politismo y la herencia comn de lahumanidad son globalizaciones desdeabajo.

    LOS DERECHOS HUMANOS Y ELLIBRETO EMANCIPATORIO

    La complejidad de los derechos huma-nos consiste en que puede se rconcebidos como una modalidad delocalismo globalizado o como unaforma cosmopolitismo en, otraspalabras como una globalizacin desdearriba o como una globalizacin desdeabajo. Mi propsito es especificar las

    condiciones bajo las cuales los derechoshumanos pueden ser concebidos como

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    una globalizacin del segundo tipo. Eneste artculo no me referir a todas lascondiciones necesarias para ello mecentrar mas., bien slo en las culturalesMi tesis es que mientras que los

    derechos humanos sean concebidoscomo derechos humanos universales.tendern a operar como localismoglobalizado. una forma de globalizacindesde arriba. Para, poder operar comouna, forma cosmopolita ycontrahegemnica de globalizacin, losderecho humanos deben serconceptualizados como multiculturalesSi, como se ha hecho se les concibe ecomo universales. los derechos

    humanos sern siempre un instrumentode lo que Samuel Huntington llama elchoque de civilizaciones esto es la luchaOccidente contra el resto del mundo.As. la competitividad global de losderechos humanos se obtendr a costade su legitimidad local. Por el contrario,el multiculturalismo, tal como loentiendo, es una precondicin derelaciones balanceadas y mutuamentereforzantes entre competitividad global

    y legitimidad local, los dos atributos deuna poltica contrahegemnica dederechos humanos en nuestro tiempo.

    Sabemos, por supuesto, que losderechos humanos no son universalesen su aplicacin. Consensualmente sedistinguen cuatro regmenes dederechos humanos en nuestro tiempo: eleuropeo, el interamericano, el africano yel asitico2. Pero son universales comoun artefacto cultural, como una especiede invariante cultural, como una culturaglobal? Todas las culturas tienden adefinir los valores ms extendidos comolos valores ltimos. Pero slo la culturaoccidental tiende a concentrarse en launiversalidad. La cuestin de launiversalidad de los derechos humanostraiciona la universalidad de lo que poneen cuestin por la manera en que lo

    2 Para un anlisis extenso de los cuatroregmenes, ver Santos, op. cit., pp. 330 -337.

    pone en cuestin. En otras palabras, lapregunta de la universalidad es unapregunta particular, una preguntacultural de Occidente.

    El concepto de derechos humanosdescansa sobre un conjunto de pre-supuestos bien conocidos, todos loscuales son claramente occidentales, asaber: hay una naturaleza humanauniversal que puede ser conocida pormedios racionales; la naturaleza humanaes esencialmente distinta de, y superiora, el resto de la realidad; el individuotiene una dignidad absoluta eirreducible que debe ser defendida de la

    sociedad o el Estado; la autonoma delindividuo requiere de una sociedadorganizada de manera no jerrquica,como una suma de individuos3. Comotodos estos supuestos son claramenteoccidentales y liberales, y fcilmentedistinguibles de otras concepciones dela dignidad humana en otras culturas,uno podra preguntarse por qu lacuestin de la universalidad de losderechos humanos ha generado tan

    intensos debates o, en otras palabras,por qu la pregunta por universalidadsociolgica ha terminado siendo msimportante que la pregunta por launiversalidad filosfica.

    Si observamos la historia de losderechos humanos en el perodo dePosguerra, no es difcil concluir que laspolticas de derechos humanos hanestado, por mucho, al servicio deintereses econmicos y geopolticos delos Estados capitalistas hegemnicos. Eldiscurso seductor y hegemnico sobrelos derechos humanos ha permitidoinauditas atrocidades, y talesatrocidades han sido manejadas deacuerdo con una clara doble moral.Escribiendo en 1981 acerca de lamanipulacin de la agenda de los

    3

    Pannikar, Raimundo, "Is the notion of humanrights a Western concept?" en Cahiers No. 81pp. 28-47.

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    derechos humanos en los EstadosUnidos en conjuncin con los mediosmasivos de comunicacin, Richard Falkse refiri a una "poltica deinvisibilidad" y a una "poltica de

    supervisibilidad4

    . Como ejemplos de la"poltica de invisibilidad", mostr cmolos medios ignoraron completamente alpueblo Maubere de Timor Oriental queestaba siendo diezmado (lo cual costms de 500.000 vidas), as como lacondicin de cien millones deintocables en la India. Como ejemplosde la "poltica de supervisibilidad", Falkmencion la presteza con la que losabusos contra los derechos humanos de

    los regmenes revolucionarios de Irn yVietnam fueron denunciados por losEstados Unidos. De hecho, en buenamedida lo mismo podra decirse de lospases de la Unin Europea, siendo elejemplo ms notable el silencio quemantuvo oculto a los europeos elgenocidio del pueblo Maubere, lo quefacilit el entonces floreciente y fluidocomercio internacional con Indonesia.

    Pero la marca occidental, ciertamenteoccidental liberal, en el discursodominante de los derechos humanostambin puede ser rastreada en otrasmuchas instancias: en la DeclaracinUniversal de 1948, que fue producidasin la participacin de la mayora de lospueblos del mundo; en elreconocimiento exclusivo de losderechos individuales, con la nicaexcepcin del derecho colectivo a laautodeterminacin que, adems, estabarestringido para los pueblos sometidosal colonialismo europeo; en la prioridaddada a los derechos civiles y polticossobre los econmicos, sociales yculturales, y en el reconocimiento delderecho de propiedad como el primer y,durante muchos aos, nico derechoeconmico.

    4

    Falk, Richard, Human rights and statesovereignity, Holmes and Meier Publishers,New York, 1981.

    Pero este no es el nico aspecto de lacuestin. En todo el mundo, millones depersonas y miles de organizaciones nogubernamentales han venido luchando

    por los derechos humanos, confrecuencia corriendo grandes riesgos, endefensa de las clases sociales oprimidasy de grupos sociales que con frecuenciahan sido victimizados por estadoscapitalistas autoritarios. Las agendaspolticas de tales luchas son confrecuencia explcita o implcitamenteanti-capitalistas. Un discurso y unaprctica anti-hegemnicos de derechoshumanos han venido apareciendo, se

    han propuesto concepciones no-occi-dentales de los derechos humanos y sehan organizado dilogos trans-culturalessobre ellos. La tarea principal de lapoltica emancipatoria de nuestrotiempo, en este terreno, consiste enlograr que la conceptualizacin y laprctica de los derechos humanos pasende ser un localismo globalizado a unproyecto cosmopolita.

    Cules son las premisas de semejantetransformacin? La primera es queresulta imperativo trascender el debateentre universalismo y relativismocultural. Este es un debateesencialmente falso, cuyos polosconceptuales son ambos igualmenteperjudiciales para una concepcinemancipatoria de los derechos humanos.Todas las culturas son relativas, pero lapostura filosfica del relativismocultural est equivocada. Todas lasculturas aspiran a tener valores ltimosy preocupaciones centrales, pero eluniversalismo cultural, en tanto posturafilosfica, es errneo. Contra eluniversalismo, debemos proponerdilogos transculturales de problemasisomrficos. Contra el relativismo,debemos desarrollar criterios proce-dimentales transculturales para

    distinguir entre polticas progresistas yregresivas, entre apoderamiento y

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    desapoderamiento, entre emancipaciny regulacin. En la medida en que eldebate suscitado por los derechoshumanos pueda evolucionar hacia undilogo competitivo entre diferentes

    culturas acerca de los principios de ladignidad humana, es menester que talcompetencia genere coalicionestransnacionales que propongannivelaciones por lo alto ms bien quepor lo bajo (cules son los estndaresabsolutos mnimos? Los derechoshumanos ms bsicos? Los mnimoscomunes denominadores?). El frecuentellamado a la prudencia de nosobrecargar la poltica de los derechos

    humanos con derechos nuevos, msavanzados o con concepciones dife-rentes y ms amplias de los derechoshumanos5, es una manifestacin tardade la reduccin de las reivindicacionesemancipatorias de la modernidadoccidental al bajo nivel deemancipacin posibilitado o toleradopor el capitalismo mundial. Losderechos humanos de baja intensidadaparecen como la otra cara de la

    democracia de baja intensidad.

    La segunda premisa es que todas lasculturas tienen concepciones de ladignidad humana, pero no todas lasconciben como derechos humanos. Es,por tanto, importante aprehender laspreocupaciones isomrficas entrediferentes culturas.

    Nombres, conceptos y visiones demundo diferentes pueden transmitirpreocupaciones y aspiraciones similaresy mutuamente inteligibles.

    La tercera premisa es que todas lasculturas son incompletas yproblemticas en sus concepciones de ladignidad humana. Esta incompletitudderiva precisamente del hecho de que

    5

    Donnelly, Jack: Universal human rights intheory and in practice , Ithaca, CornellUniversity Press, 1989.

    hay una pluralidad de culturas. Si cadauna de ellas fuera tan completa comopretende serlo, habra una cultura nica.La idea de la completitud es la fuente deuna sobrecarga de sentido que parece

    infestar todas las culturas. Por ello, laincompletitud es ms visible desdeafuera, desde la perspectiva de otracultura. Para elevar el nivel deconciencia sobre la incompletitudcultural a su mximo posible, la tarea dela construccin de una concepcinmulticultural de los derechos humanoses una de las tareas ms cruciales.

    La cuarta premisa es que todas las

    culturas tienen versiones diferentes dela dignidad humana, algunas msamplias que otras, algunas con unmayor comps de reciprocidad queotras, algunas ms abiertas a otrasculturas que otras. Por ejemplo, lamodernidad occidental se hadesdoblado en dos concepciones yprcticas altamente divergentes de losderechos humanos -la liberal v lamarxista-; la una prioriza los derechos

    civiles y polticos, la otra los derechossociales v econmico6.

    Por ltimo, la quinta premisa es quetodas las culturas tienden a distribuir ala gente y a los grupos sociales pormedio de dos principios competitivos depertenencia jerrquica. Uno opera atravs de jerarquas entre unidadeshomogneas. El otro opera a travs de laseparacin de diferencias v de entidadesnicas. Los dos principios nonecesariamente se yuxtaponen, y poreso no todas las igualdades son

    6 Ver, por ejemplo: Pollis Adamantia, SchwabP., "Human rights; a western construct withlimited applicability' en Pollis Adamantia,Schwab P. (Eds.), Human rights: cultural andideological perspectives, Prager, New York,1979. Tambin: An-na'im, Abdullahi A. (Ed.),

    Human rights in cross-cultural perspectives. Aquest for consensus, University of PennsylvaniaPress, Philadelphia, 1992.

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    idnticas y no todas las diferenciasgeneran desigualdad.

    Estas son las premisas de un dilogotrans-cultural sobre la dignidad humana

    que pueda eventualmente conducirnos auna concepcin mestiza de los derechoshumanos; una concepcin que, en lugarde restaurar falsos universalismos seorganice a s misma como unaconstelacin de significados localesmutuamente inteligibles y de redes quetransfieran poder a referenciasnormativas.

    Pero este es apenas el punto de partida.

    En el caso del dilogo trans-cultural, elintercambio es no solamente entrediferentes saberes sino tambin entrediferentes culturas, esto es, entreuniversos de sentido diferentes einconmensurables en un sentido fuerte.Tales universos de sentido constan deconstelaciones de topoi fuertes. Lostopoi son los lugares comunesampliamente extendidos de una culturadada. Funcionan como premisas de una

    argumentacin, haciendo as posible laproduccin y el intercambio de argu-mentos. Los topoi fuertes se vuelvenampliamente vulnerables cuando se"usan" en una cultura diferente. Lomejor que les puede pasar es ser"degradados" de premisa de laargumentacin a argumento. Entenderuna cultura dada desde los topoi de otrapuede ser muy difcil, si no imposible.Por tanto, propondr una hermenuticadiatpica. En el rea de los derechoshumanos y de la dignidad, lamovilizacin y el apoyo a lasreivindicaciones emancipatorias quepotencialmente contienen slo sepueden lograr si tales reivindicacioneshan sido apropiadas en el contexto localcultural. Requieren de un dilogo trans-cultural y de una hermenuticadiatpica.

    La hermenutica diatpica se basa en laidea de que los topoi de una culturaindividual son tan incompletos como lacultura en que se producen, no importalo fuertes que sean. Tal incompletitud

    no es visible desde adentro de la propiacultura, puesto que la aspiracin a latotalidad induce a tomar la parte comoel todo. El objetivo de la hermenuticadiatpica no es, por tanto, alcanzar lacompletitud - puesto que este en unobjetivo imposible de alcanzar- sino,por el contrario, elevar lo mximoposible la conciencia de laincompletitud recproca, involucrndoseen un dilogo con un pie en cada

    cultura. Aqu reside su carcterdiatpico7.

    Es posible adelantar un dilogodiatpico entre el topos de los derechoshumanos de la cultura occidental y eltopos hind del dharma o el topos delumma en la cultura islmica8 Deacuerdo con Panikkar, el dharma

    es aquello que da a cualquier cosa su

    realidad ltima, que la mantiene y leda cohesin... La justicia mantieneunidas las relaciones humanas; lamoralidad lo mantiene a uno enarmona; la ley es el principioobligatorio de las relacioneshumanas; la religin es lo quemantiene la existencia del universo;el destino es lo que nos vincula conel futuro; la verdad es la cohesininterna de una cosa... Ahora bien, unmundo en el que el dharma es centralv prcticamente lo penetra todo, no

    7 Ver tambin Pannikkar, op. cit.8 En este artculo construyo mi concepcin demulticulturalismo a travs del ejemplo dehermenutica diatpica entre las concepcionesde dignidad humana en las culturas occidental,islmica e hind. En mi investigacin actual,desarrollo una hermenutica diatpica entre laconcepcin de dignidad humana en la cultura

    occidental y en las culturas de los pueblosindgenas de Amrica Latina, especialmenteColombia.

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    se preocupa por hallar el derecho deun individuo contra otro o de unindividuo vis--vis la sociedad, sinoms bien en evaluar el carcterdhrmico (correcto, verdadero,

    consistente) o adhrmico de la cosa ola accin dentro de toda lacomplejidad csmica de la realidad9.

    Desde el punto de vista del topos deldharma, los derechos humanos sonincompletos en el sentido de que noestn en capacidad de establecer elvnculo entre la parte (el individuo) y latotalidad (la realidad), o todava msfuertemente, en el sentido de que se

    centran en lo que es apenas un derivado,los derechos, en lugar de focalizar en elimperativo primordial, el deber de losindividuos de encontrar su lugar en elorden de la sociedad y el cosmos. Desdeel punto de vista del dharma, yciertamente tambin del umma, laconcepcin occidental de los derechoshumanos est plagada de simetras muysimplistas y mecnicas entre derechos ydeberes. Esto explica por qu, de

    acuerdo con los derechos humanosoccidentales, la naturaleza no tienederechos: porque no se le puedenimponer deberes. Por la misma razn,es imposible otorgarle derechos a lasgeneraciones futuras: no tienenderechos porque no tienen deberes.

    De otro lado, desde el topos de losderechos humanos, el dharma tambines incompleto debido a su fuerte y nodialctico sesgo a favor de la armona,que oculta por tanto las injusticias ydesatiende totalmente el valor del

    9 Ver tambin Inada, Kenneth: "a budhistresponse to the nature of human rights" enWelsh, Claude y Leary, Virginia (eds.), Asian

    perspectives in human rights, Westview Press,Boulder, 1990, pp. 91-101; Mitra, Kana:"Human rights in hinduism" en Journal ofecumenical studies, 19(3), 1982, pp. 77-84;

    Thapar, Romila: "The hindu and buddhisttraditions", International social science journal,18(1), 1966, pp. 3 1-40.

    conflicto como una va hacia unaarmona ms rica. Ms an, el dharmano se preocupa por los principios delorden democrtico, por la libertad y laautonoma, y descuida el hecho de que,

    sin derechos primordiales, el individuoes una entidad demasiado frgil paraimpedir ser aplastado por aquello que lotrasciende. As mismo, el dharma tiendea olvidar que el sufrimiento humano esuna dimensin individual irreductible:las sociedades no sufren, los individuos s.

    Consideremos, en otro nivel conceptual,el mismo ejercicio de hermenuticadiatpica entre el topos de los derechos

    humanos y el topos del umma en lacultura islmica. Los pasajes del Cornen los que ocurre la palabra umma sontan variados que su significado no sepuede determinar rgidamente. Peroalgo parece ser cierto: esto siempre serefiere a cuerpos tnicos, lingsticos oreligiosos de personas que son objetodel plan divino de salvacin. A medidaque la actividad proftica de Mahomaiba progresando, los fundamentos

    religiosos del umma se hicieron ms yms explcitos y, en consecuencia, elumma de los rabes se transform en elumma de los musulmanes. Desde eltopos del umma, la incompletitud de losderechos humanos individuales resideen el hecho de que slo sobre esta basees imposible sustentar las solidaridadesy los vnculos colectivos sin los cualesuna sociedad no puede sobrevivir ymucho menos florecer. De aqu ladificultad de las concepcionesoccidentales de los derechos humanospara aceptar derechos colectivos degrupos sociales o pueblos, seanminoras tnicas, mujeres o indgenas.sta, de hecho, es una instanciaespecfica de una dificultad mucho msamplia: la dificultad para definircomunidad como un rea desolidaridades concretas y de

    obligaciones polticas horizontales. Estaidea de comunidad, central para

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    Rousseau, ha ido dejando su lugar a ladicotoma liberal entre Estado ysociedad civil.

    Recprocamente, desde el topos de los

    derechos humanos individuales, elumma enfatiza exageradamente losdeberes en detrimento de los derechosy, por esta razn, es proclive a tolerardesigualdades aborrecibles, como porejemplo entre hombres y mujeres, oentre musulmanes y no musulmanes.Desvelada por la hermenuticadiatpica, la debilidad fundamental dela cultura occidental consiste enestablecer una dicotoma demasiado

    estricta entre individuo y sociedad,volvindose as vulnerable elindividualismo posesivo, el narcisismo,la alienacin y la anomia. De otro lado,la debilidad fundamental de las culturashind e islmica consiste en que ambasse muestran incapaces de reconocer elsufrimiento como una dimensin indi-vidual irreductible, que slo se puedeaprehender en una sociedad que no estorganizada jerrquicamente.

    El reconocimiento de las debilidades eincompletitudes recprocas es lacondicin sine qua non de un dilogotranscultural. La hermenutica diatpicase construye sobre la identificacinlocal de la incompletitud y la debilidady sobre la inteligibilidad translocal. Enel rea de los derechos humanos y ladignidad, la movilizacin del apoyosocial para las reivindicacionesemancipatorias que potencialmentecontienen slo se puede obtener si talesreivindicaciones han sido apropiadas enun contexto cultural local.

    Abdullahi Ahmed An-na'im10 nosofrece un buen ejemplo de

    10 An-na'im, Abdullahi A., Toward an islamicreformation, Syracuse University Press,Syracuse, 1990; An-n im, Abdullahi A. (Ed.),

    Human rights in cross cultural perspectives. Aquest for consensus, University of PennsylvaniaPress, Philadelphia, 1992.

    hermenutica dia-tpica entre lasculturas islmicas y occidental. Hay unviejo debate acerca de las relacionesentre islamismo y derechos humanos, yde la posibilidad de que haya una

    concepcin islmica de los derechoshumanos11. Corriendo el riesgo de unasimplificacin excesiva, es posible iden-tificar en l dos posiciones extremas.Una, absolutista o fundamentalista, essostenida por aquellos para quienes elsistema legal religioso del Islam(Sharia) debe ser aplicado plenamentecomo la ley del Estado islmico. Deacuerdo con esto, hay inconsistenciasirreconciliables entre la Sharia y la

    concepcin occidental de los derechoshumanos, y la Sharia debe prevalecer.Por ejemplo, la Sharia dictamina lacreacin de un Estado en el quesolamente los musulmanes seanciudadanos, y los no-musulmanes notengan derechos polticos; la paz entrelos musulmanes y los no musulmanessiempre es problemtica, y lasconfrontaciones sern inevitables. Encuanto a las mujeres, no se debe ni

    11 Aparte de An-na'im, Abdullahi A., vertambin: Dwyer Kevin, Arab voices. The humanrights debate in the Middle East, University ofCalifornia Press, Berkeley, 1991; Mayer, AnnElizabeth, Islam and human rights: traditionand politics, Westview Press, Boulder, 1991;Leites, Justin: "Modernist jurisprudence as avehicle for gender role reform in the islamicworld"en Columbia human rights law review,No. 22, 1991, pp. 251-330; Afkhami Mahnaz(ed.), Faith and freedom: women's human rights

    in the muslim world, Syracuse University Press,Syracuse, 1995; Hassan Riffat, "On humanrights and the Qu'ranic perspective" en Journalof ecumenical studies, 19(3), 1982, pp. 51-65;Al Faruqi Isma'il R., "Islam and human rights"en The Islamic Quarterly, 27 (1), 1983, pp. 12-30. Acerca del problema mds general de larelacin entre la modernidad y el despertarislmico ver, por ejemplo, Sharabi Hisham,"Modernity and islamic revival: the criticaltasks of arab intellectuals"en Contention, 2 (1),1992, pp. 127-147 y Shariati Ali, "What is to bedone: the enlightened thinkers and an islamic

    renaissance", edited by Farhang Rajaee, TheInstitute for Research and Islamic Studies,Houston, 1986.

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    pensar en la igualdad; la Sharia ordenala segregacin de las mujeres y, deacuerdo con algunas interpretacionesms estrictas, incluso las excluyetotalmente de la vida pblica.

    En el otro extremo, los secularistas omodernistas creen que los musulmanesdeberan organizarse en Estadosseculares. El Islam es un movimientoreligioso y espiritual, no poltico. Lassociedades musulmanas modernastienen la libertad de organizar sugobierno de acuerdo a sus preferenciasy a las circunstancias. La aceptacin delos derechos humanos internacionales

    es un asunto poltico con el que nodeben mezclarse consideracionesreligiosas. Pongamos un ejemplo entremuchos: una ley de Tnez de 1956prohiba definitivamente la poligamiabasndose en que ya no era aceptable, yen que la exigencia coranica demantener un tratamiento justo paratodas las esposas era imposible paracualquier hombre, con la excepcin delProfeta.

    An-na'im critica ambas posicionesextremas. La va per mezzo que proponeintenta fundamentar transculturalmentelos derechos humanos, identificandoreas de conflicto entre la Sharia y los"niveles de derechos humanos",buscando a la vez una reconciliacin yuna relacin positiva entre ambossistemas. Por ejemplo, el problema de laSharia histrico es que excluye a lasmujeres y a los no-musulmanes. Portanto, se necesita de una reforma oreconstruccin de la Sharia. El mtodopropuesto para ello se basa en unacercamiento evolucionista a las fuentesislmicas, que indagan en el contextohistrico especfico dentro del cual laSharia fue concebida a partir de lasideas de los juristas fundacionales delos siglos octavo y noveno. A la luz de

    dicho contexto, probablemente sejustificaba una construccin restringida

    del otro. Pero esto ya no es vlido. Porel contrario, en el contexto actual puede

    justificarse plenamente una visin msiluminada desde el Islam.

    Siguiendo las enseanzas del UstadhMahmoud, An-na'im muestra que unarevisin detallada del Corn y de losSunna revela dos niveles o etapas delIslam, el perodo temprano de La Mecay el subsiguiente perodo de Medina. Elprimero contiene el mensaje eterno yfundamental del Islam y hace nfasis enla dignidad inherente de los sereshumanos, independientemente de sugnero, confesin religiosa o raza.

    Cuando el mensaje de Medina tuvolugar -siglo sptimo- se considerdemasiado avanzado, se suspendi y seaplaz su puesta en prctica hasta quese produjeran las circunstanciasapropiadas. Segn An-na' im, ha llegadoel momento de implementar aquelmensaje.

    No puedo evaluar la validez especficade este propuesta dentro del contexto de

    la cultura islmica. Esto es precisamentelo que distingue la hermenuticadiatpica del orientalismo. Lo quequiero enfatizar de la perspectiva deAn-na'im es el intento de pasar de unaconcepcin occidental de los derechoshumanos a otra transcultural, quereivindica la legitimidad islmica, enlugar de renunciar a ella. Con todo,teniendo en cuenta que los derechoshumanos occidentales son la expresinde un profundo, aunque incompleto,proceso de secularizacin que no tienecomparacin con nada semejante dentrode la cultura islmica, uno estarainclinado a sugerir que en el contextomusulmn, la energa movilizadorarequerida para un proyecto cosmopolitade derechos humanos podra generarsems fcilmente en un marco de unareligiosidad ilustrada. Si esto es as, la

    perspectiva de An-naim es muyprometedora.

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    La hermenutica diatpica no es tareapara una sola persona, escribiendodentro de una sola cultura. No es, portanto, sorprendente que el intento deAn-na'im, siendo una muestra autntica

    de hermenutica diatpica, se hayaadelantado con desigual consistencia.Desde mi punto de vista, An-na'imacepta la idea de derechos humanosuniversales demasiado pronta yacrticamente. Aunque adopta unaperspectiva evolucionista v trata conatencin el contexto histrico de la tra-dicin islmica, se vuelve sorpren-dentemente ahistrico e ingenuamenteuniversalista cuando se trata de la

    Declaracin Universal de Derechos. Lahermenutica diatpica exige no slouna forma diferente de conocimiento;sino un proceso diferente de creacin deconocimiento. Demanda que el cono-cimiento se produzca en red, colectiva,interactiva e intersubjetivamente.

    La hermenutica diatpica adelantadapor An-na'im desde la cultura islmica,y las luchas por los derechos humanos

    conducidas por movimientos de base defeministas islmicas que siguen lasideas de "reforma islmica"propugnadas por aquel, deben serenfrentadas y evaluadas desde laperspectiva de otras culturas,particularmente desde la occidental.sta es probablemente la nica manerade introducir en la cultura occidental laidea de los derechos colectivos, losderechos de la naturaleza y los de lasgeneraciones futuras, as como la de losdeberes y responsabilidades frente aentidades colectivas, sean la comunidad,el mundo o incluso el cosmos.

    De manera ms general, lahermenutica diatpica ofrece unamplio campo para adelantar debates encurso (en las diferentes regionesculturales del sistema mundial) acerca

    del universalismo, el relativismo, losmarcos culturales de transformacin

    social, el tradicionalismo y el despertarcultural12. Sin embargo, una concepcinidealista del dilogo transculturalfcilmente olvidar que tal dilogo esposible slo por la simultaneidad

    temporal de dos o mscontemporaneidades. Los socios deldilogo slo son superficialmentecontemporneos, cada uno de ellos sesiente apenas contemporneo conrespecto de la tradicin histrica de supropia cultura. Esto es ms probablean si las diferentes culturasinvolucradas en el dilogo compartenun pasado de intercambios desiguales.Qu posibilidad hay de un dilogo

    entre dos culturas cuando una de ellas

    12 Para el debate africano ver: OladipoOlusegun, "Towards a philosophical study ofafrican culture: a critique of traditionalism" enQuest, 3(2), 1989, pp. 31-50; Oruka Odera,"Cultural fundamentals in philosophy" enQuest, 4(2), 1990, pp. 21-37; Wiredu Kwasi:"Are there cultural universals?" en Quest, 4(2),1990, pp. 5-19; Wamba dia Wamba Ernest,"Some remarks on culture development andrevolution in Africa", en journal of historical

    sociology, No. 4, 1991, pp. 219-235; Wambadia Wamba Ernest: "Beyond elite politics ofdemocracy in Africa" en Quest VI, 1991, pp.28-42, Procee Henk: "Beyond universalism andrelativism" en Quest, 6(1), pp. 45-55, 1992;Ramose Mogobe, "African democratictraditions: oneness, consensus and openness",en Quest VI, 1992, pp. 63-83. Ejemplos del ricodebate en India: Nandy Ashis, "The politics ofsecularism and therecovery of religioustolerance" en Alternatives XII, 1987, pp. 177-194; Nandy Ashis: "Cultural frames for socialtransformation: a credo" en Alternatives XII,

    1987, pp. 113-123; randy Ashis: "Traditions,tyranny and utopias. Essays in the politics ofawareness", Oxford University Press, Oxford,1987; Chatterjee Partha: "Gandhi and thecritique of civil society" en Guha Ranajoit (ed.):"Subaltern studies III: Writings in the southasian history and society", Oxford UniversityPress, Delhi, 1982, pp. 153-195; PanthamThomas, "On modernity, rationality andmorality: Habermas and Gandhi" en The Indian

    journal of social science 1(2), 1988, pp. 187-208. Una mirada a vuelo de pjaro del problemade las diferencias culturales puede encontrarse

    en Galtung Johan: "Western civilization:anatomy and pathology" en Alternatives VII,1981, pp. 145-169.

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    como Blgica se aproximan a l enalgunos sentidos. Hay una granesperanza de que Surfrica haga lomismo.

    Como se entienden de manera predo-minante en la actualidad, los derechoshumanos son una clase de esperanto quedifcilmente puede convertirse en ellenguaje cotidiano de la dignidadhumana en todo el globo. Depende de lahermenutica diatpica esbozada msarriba que se transformen en una red depoltica cosmopolita que hagamutuamente inteligibles y traducibleslos lenguajes nativos de emancipacin.

    Este proyecto puede sonar ms bienutpico. Pero, como alguna vez dijoSartre, antes de que sea materializadauna idea tiene un extrao parecido conla utopa. Sea como fuere, lo importantees no reducir el realismo a lo que existe,en cuyo caso podramos estar obligadosa justificar lo que existe, sin importarcun injusto u opresivo fuere.

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    Hay dos mtodos probados (segn estadoctrina) para alcanzar el nirvana dellibre mercado: el achicamiento delEstado como agente econmico y laapertura de las economas nacionales a

    la economa global. En cuanto alprimero, significa eliminar cualquiertipo de subsidio a la produccin o alconsumo, reducir al mnimopolticamente posible los gastos socialesen educacin, salud, viviendas einfraestructura y, desde luego entregar ala iniciativa privada, de preferenciaextranjera, cualquier empresaproductiva de propiedad pblica omixta. En consecuencia, el ideario de la

    privatizacin, (considerada como lavarita mgica para extender la economade mercado) se ha transformado enparte esencial del dogma que estamoscomentando.

    El segundo mtodo por el cual se nosabren las puertas al cielo es la aperturatotal e irrestricta de las fronteras. Adisaranceles, tarifas, cuotas, impuestos,medidas protectoras y otros

    mecanismos que puedan oler anacionalismo o, peor, a estatismo osocialismo. Con ello, se nos dice,nuestros pases se harn mscompetitivos y eficientes, bajarn loscostos y aumentarn los beneficios,lograremos exportar y conquistarmercados mundiales, aumentar elempleo, se acelerarn las tasas decrecimiento econmico y el bienestargeneralizado se extender como cremabatida en un pastel. (Dicho sea de pasoque la apertura tan pregonada escomercial y financiera, porque no sepropone lo mismo para la circulacin dela mano de obra).

    El nuevo dogma tambin nos enseaque los pases que resisten ser salvadossern condenados al infierno. Vase sino, lo que pasa con Cuba. O ms

    cerquita, en la Nicaragua de la erasandinista. Y all, en el mundo ancho y

    ajeno se encuentran las ruinas delcomunismo, como cuadro aleccionadorde un Brueghel apocalptico a fines delsiglo veinte. En cambio, los que aceptanel camino de la salvacin, navegarn

    por mares dorados hacia lamodernizacin y la prosperidad. Acasono tenemos como ejemplo mundial aMxico, ahora vinculado para siempre alos destinos de Big Brother a travsdel Tratado de Libre Comercio conEstados Unidos v Canad, flamantemiembros de la OECD, cuyo presidenteadorna las portadas de las lujosasrevistas financieras internacionales yreparte sabios consejos a sus congneres

    menos afortunados?

    Pero, un momento, dije Mxico?Disculpen el arrebato entusiasmado.Hablaba del Mxico de 1994, cuyaimagen estall en mil pedazos endiciembre pasado cuando a raz de unapequea devaluacin monetaria del100% el cuento se acab v con elloqued una vez ms en evidencia lailusin neoliberal. El dogma del

    mercado no puede a todas lucessostenerse sin profundas revisiones. Enprimer lugar, es histricamente falsoque el mercado sea un conjunto deagentes econmicos atomizados quecompiten libremente entre s. ste noexisti en la poca de laindustrializacin europea, ni durante elauge econmico de Estados Unidos, nien la constitucin de los famosos NICs(pases recin industrializados) de laCuenca del Pacfico, ni en laseconomas emergentes de las que contanto entusiasmo hablan hoy en da losespeculadores internacionales; nitampoco existe, por supuesto, enAmrica Latina. Por el contrario, elmercado constituye una institucinsocial regulada ms o menosabiertamente por las polticas estatales ycontrolada en mayor o menor grado por

    los intereses econmicos monoplicos yoligoplicos. Creer que el mercado tiene

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    sus leyes propias totalmentedesvinculadas de consideraciones detipo social y poltico es una de lasgrandes falacias de nuestro tiempo,cuando no, un engao hbilmente

    manejado para disimular precisamenteesos intereses. Recurdense solamentelas cclicas crisis en las bolsas devalores, en las que invariablementepierden los pequeos inversionistascndidos y confiados, y obtienenmultimillonarias ganancias quienessaben manipular la informacin. Quinnecesita ir a los casinos de Las Vegas sise puede jugar y apostar en la Bolsa?

    De hecho, el mercado es un campo derelaciones de poder en el que lospoderosos ganan y los dbiles pierden.Esto se ve claramente en las enormesespeculaciones financierasinternacionales por la va electrnica,que pueden de un momento a otro hacertronar las bolsas de Buenos Aires, SaoPaulo o Mxico, con desastrosasconsecuencias para millones de sereshumanos. Pero tambin se advierte en

    los mercados de commodities (caf,petrleo... ) as como en las decisionesde las empresas transnacionales de abriro cerrar plantas en tal o cual lugar delmundo. Y al servicio de estos poderososse encuentran los gobiernos v lasagencias financieras multilaterales talescomo el FMI y el Banco Mundial. Node otra manera puede explicarse elnotorio paquete de rescate paraMxico, organizado por el gobierno deClinton con apoyo de las citadasagencias multilaterales, cuyo propsitofundamental no era ayudar a laeconoma mexicana sino salvar losintereses de los especuladores einversionistas norteamericanos.

    Para Amrica Latina, la era de laglobalizacin no es nada nuevo. Desdeque esta regin fue incorporada

    forzosamente al mercado mundial en elsiglo XVI, ha sufrido los vaivenes del

    sistema capitalista. La reciente etapa demundializacin ointernacionalizacin no es ms queuna faceta de la vieja dependencia (ensu oportunidad analizada por el actual

    presidente de Brasil), disfrazada en pielde oveja. Las mismas crticas que en laPosguerra hiciera Prebisch y la CEPALal tradicional crecimiento haciaafuera de las economaslatinoamericanas, puede hacerse hoy daa la estrategia de globalizacin. Cuandonuestro gobernantes anuncianalegremente que ha llegado el momentode ser ms competitivos, no se refierendesde luego a nuestros pueblos sino a

    las facilidades que les estn brindando alas empresas transnacionales paraaduearse de los controles de laeconoma nacional. No de otra manerapuede interpretarse la mana de laprivatizacin. Por lo dems, la globa-lizacin es selectiva. Si bien toda lapoblacin sufre sus efectos, solamenteunos cuantos participan activamente enella. No en vano se ha mencionado queel jet set latinoamericano tiene ms en

    comn con sus congneres en NuevaYork y Londres que con sus co-nacionales en las barriadas al otro ladodel muro de enfrente. Y eso tampoco hacambiado desde el siglo XVI.Se nos asegura que la privatizacin deempresas estatales es necesaria por dosrazones principalmente: primero,porque el Estado es un psimoadministrador, y segundo, porque losempresarios privados lo saben hacermejor. Adems, se afirma que con laprivatizacin se recuperar elcrecimiento econmico. Ninguna deestas razones es vlida. El Estado puedeser buen o mal administrador segn lascircunstancias; los empresarios privadostambin (miles de bancarrotas loatestiguan). Cuando el Estado creaempresas, es generalmente por motivosestratgicos y de soberana nacional

    (por ejemplo, el petrleo en Mxico vVenezuela). Cuando las compra, es

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    generalmente porque los empresariosfueron incapaces de mantenerlas a flote.En cambio, ahora en la era de laprivatizacin, se suelen entregar alsector privado, a cambio de precios

    irrisorios, empresas rentables y elEstado va paulatinamente abdicando desu soberana. Adems, no hay relacincomprobada alguna entre privatizaciny crecimiento. La privatizacin, tan pre-gonada y promovida actualmente, slosirve a los intereses de las grandesempresas transnacionales en su actualempuje por aduearse de las pocasesferas econmicas que an se lesescapan , y si de eso resulta o no una

    tasa mayor de crecimiento, depende demuchos otros factores. Tambin es unerror considerar la entrega denumerosos recursos anteriormente enmanos del Estado o del sector social alcapital forneo, como equivalente anuevas inversiones extranjeras, porquelo nico que sucede es un cambio depropietario.

    Uno de los resultados ms preocupantes

    de la desenfrenada carrera hacia laeconoma de mercado (y el desmantela-miento del sector social) es laconsiderable concentracin del ingresoque est produciendo, al tiempo quecontribuye al aumento de la pobreza yde la pobreza extrema (trminos que yaforman parte del lenguaje econmicointernacional y sobre los cuales seproducen extensas estadsticas). Tan esas, que incluso la ONU tuvo queconvocar a una reunin cumbre sobredesarrollo social, uno de cuyos temasfue el combate a la pobreza; pero msall de algunas resoluciones piadosas, lacumbre social no ha producido ningnresultado concreto. Segn datos de laCEPAL, durante la dcada y media enque el modelo neoliberal se haenseoreado de nuestras economas, lapobreza relativa y absoluta empeor en

    Amrica Latina, incluso en aquellospases (como Chile) que acusaron tasas

    altas de crecimiento global. EnVenezuela, por ejemplo, el 66% de lapoblacin vive en la pobreza crtica (seduplic en dos aos). Se comprueba unavez ms lo que siempre ha sido

    evidente: el crecimiento econmico nogenera automticamente mejoresniveles de vida de la poblacin. Por elcontrario, la estrategia del mercado y dela globalizacin ha sido una perfectamaquinita para fabricar pobres ennuestro continente. Esa tendencia globaldel capitalismo no sufri cambio algunoen los ltimos treinta aos (por elcontrario, se est advirtiendo tambin enlos pases ms desarrollados).

    Una de las causas del incremento de lapobreza en Amrica Latina es elcreciente desempleo y subempleo de lamano de obra. Contrariamente a lo quese dice, y salvo algunas excepciones, laglobalizacin cierra ms puestos detrabajo que los que abre. Esto se debefundamentalmente a dos factores. Enprimer lugar, la indiscriminada aperturacomercial y el desmantelamiento de

    medidas protectivas para la industrianacional permiten el aumento de impor-taciones de todo tipo, cuyo saldo es a lapostre altamente desfavorable para lasupervivencia de numerosas pequeas ymedianas empresas, as como talleresartesanales, que tradicionalmente hansido empleadores de mano de obra. Ensegundo lugar, contrariamente a loesperado y anunciado, las nuevasinversiones en actividades productivas,de servicios y financieras que tienenlugar en los pases latinoamericanoscomo resultado de la globalizacin, nogeneran nuevos empleos al ritmo en quese van perdiendo los empleostradicionales (sin contar su crecientedemanda debido al crecimientodemogrfico). Aunque no disponemosan de estadsticas fidedignas alrespecto, es probable que en el proceso

    de la globalizacin, cuando menos hastaahora, el saldo ha sido negativo para la

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    de mano de obra. Los "mercadosemergentes" de los que tanto se habla loson de capitales pero no de empleos.

    En los ltimos treinta aos ha aumen-

    tado considerablemente lo que se llamala "economa informal", es decir elconjunto de actividades productivas,comerciales o distributivas que escapanal control del fisco, las autoridadeslaborales y sanitarias, as como a losregistros estadsticos econmicoscorrientes. Generalmente las actividadesinformales se realizan en pequeaescala y a ellas se dedican sobre todolos que no logran obtener un empleo

    permanente y seguro. La mano de obraes mal pagada, la volatilidad y rotacinde la fuerza de trabajo es alta, participanen nmero elevado las mujeres y losnios, vctimas de altas tasas deexplotacin.

    Se deca hace tiempo que la economainformal no era ms que la expresin deuna etapa de transicin en el proceso demodernizacin y que sera pronto

    absorbida en la economa formal alconsolidarse el capitalismo en nuestrospases. En los aos sesenta se habadescubierto la "marginalidad",fenmeno acerca del cual se generaronenconadas disputas poltico-tericas.Quines eran los marginados? Qupapel jugaban? Eran revolucionarios?Se trataba de un fenmeno permanenteo transitorio? Despus surgi una ciertaliteratura en la que se ensalzaba la

    imaginativa capacidad empresarial delos "informales", verdaderosinnovadores capitalistas en pequeo,quienes mostraban las virtudes de lalibre empresa ante los obstculosinsuperables del aparato burocrticoestatal. Quien tuvo mayor xitointernacional con esta tesis es eleconomista peruano Hernando de Soto.No faltan quienes atribuyen losproblemas de la economa informal al

    crecimiento demogrfico, hablandoahora de una "poblacin redundante"

    que incide en los gastos sociales pero nocontribuye al producto nacional.Quienes admiten esta visin (a todasluces sesgada) proponen planes decontrol de la natalidad e incluso

    esterilizaciones masivas: ecos deneomaltusianismo.

    Otros enfoques recientes han descu-bierto ms bien, que la mal llamadaeconoma informal consiste de hecho enun conjunto de actividades diversas quecon frecuencia se vinculan directamentea las necesidades de la economa formala la cual se encuentran subordinadas. Sesugiere, en otras palabras, que las

    actividades llamadas "informales" no segeneran al margen de la economacapitalista, como una especie deeconoma paralela, sino por el contrarioson generadas por esa misma economacapitalista porque as conviene a susintereses. Entre otros ejemplos sepueden citar pequeos talleres demquina de la industria textil oautomotriz; servicios de limpieza,mantenimiento, distribucin; comercio

    ambulante para la distribucin deproductos importados o manu-facturados, etc. Al delegar a la"economa informal" actividades que deotra manera tendran que incorporarformalmente, las empresas capitalistaslogran bajar costos,eliminar o reducir gastos y respon-sabilidades, disminuir riesgos, liberarsede engorrosos problemas sindicales,obtener ventajas fiscales, y en generalrodearse de un entorno ms favorablepara la generacin de beneficios. Msque "disfuncional" al desarrolloeconmico, las economas informales(as, en plural) resultan funcionales,tiles y hasta necesarias al desarrollocapitalista.

    El debate en torno a la economainformal ha puesto de manifiesto elhecho de que nuestras sociedades son

    cada vez ms fragmentadas. La visinde las sociedades duales o polarizadas

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    predomin en el pensamientolatinoamericano durante muchasdcadas, pero resulta insuficiente. Enuna primera instancia, se manejaba laidea de dos mundos: uno arcaico y otro

    moderno, y un proceso en el cual elprimero se transformarapaulatinamente en el segundo. Esteproceso sera el desarrollo. Tal visin lacritiqu hace treinta aos en el ensayomencionado. En una segunda instancia,surgida de la crtica, se afirma que elpolo subdesarrollado de las sociedadesduales es a su vez producto deldesarrollo dependiente y de lasestructuras de explotacin y dominacin

    creadas por el sistema mundial en susfases colonial y postcolonial. Estavisin result ser demasiado simplista.En realidad, el proceso de cambio de lasltimas dcadas ha producido unafragmentacin y diversificacincreciente de las sociedadeslatinoamericanas. Lo moderno no sola-mente convive con lo arcaico otradicional, sino la modernizacinmisma (para usar un concepto poco

    satisfactorio pero ampliamenteaceptado) adquiere visos mltiples yheterogneos, como resultado delproceso desigual de globalizacin yflexibilizacin econmica. En el polocontrario, la marginacin, la exclusin,el desarrollo del subdesarrollo (otroterminajo de los sesenta) no constituyesimplemente un submundo homogneodesechable (y como dira Cardoso aosdespus, ya ni siquiera explotable), sinoms bien un conjunto de mundos yespacios (as como de identidades)fragmentados e hbridos, que searticulan de manera diversa con lamodernidad. Es por ello que no puedeya hablarse sencillamente de la"economa informal", sino ms bien deredes de relaciones econmicas endiversos niveles, entrelazadas entre s venraizadas en las estructuras sociales v

    culturales multiformes de nuestrospases.

    Si resulta correcta esta visin, podemosderivar varias conclusiones. En primerlugar, la poltica macroeconmicaimpuesta por las agencias financierasinternacionales para supuestamente

    solucionar los problemas de AmricaLatina no solamente es errada sinotambin contraproducente, porque algenerar efectos positivos en un nivel(por ejemplo, corregir el dficit encuenta corriente o detener las presionesinflacionarias), produce resultados enotros niveles que tienen un efectomultiplicador sobre el conjunto de lasrelaciones socioeconmicas del pas, yque son difcilmente reversibles a corto

    plazo. En segundo lugar, no puedeignorarse que sociedades fragmentadasen alto grado (como lo son laslatinoamericanas) tienen implicacionesdirectas para la accin social v poltica.Han surgido en los ltimos aosmltiples movimientos sociales (a vecescalificados de "nuevos") que operan enespacios limitados y tienen dificultadpara legitimarse a nivel de la sociedaden general as como para recoger los

    consensos necesarios con los quepudieran operar de manera unificada. Elcapitalismo desorganizado producesociedades fragmentadas que generanmovimientos sociales centrfugos yheterclitos. Estamos lejos de aquellavisin que profetizaba la polarizacinde la sociedad en dos grandes polosuniformes: los dominantes y losdominados, los explotadores y losexplotados.

    Con esto no quiero decir que no haya vani lo uno ni lo otro. Por el contrario,unos v otros (dominantes v dominados)ocupan el espacio social y econmicodesde sus diferentes posiciones, nadams que lo hacen en estructuras yniveles diversos de maneracaleidoscpica. Las contradicciones quegeneran estos procesos en el sistema

    poltico son tanto verticales comohorizontales: son clasistas pero al

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    mismo tiempo sectoriales, regionales,gremiales y tnicos. De all que tambinresulta demasiado optimista la imagengeneralizada de que los sistemaspolticos latinoamericanos se

    encuentran en un franco proceso detransicin a la democracia. Es cierto quese ha cerrado en los ochenta un ciclo dedictaduras militares que caus enormesdaos a los pueblos latinoamericanos.Tambin es cierto que se hanmultiplicado, con el retorno a losregmenes civiles, las eleccionesperidicas de presidentes, gobernadoresy legislaturas. Sin embargo, resultaprematuro hablar de la consolidacin de

    la democracia. Aunque el contextointernacional les sea ahora menosfavorable, y los pueblos parecen estarms organizados y menos dispuestosque en los aos sesenta y setenta atolerar los regmenes militares, lacreciente crisis econmico-social y laincapacidad de los regmenes civilespara hacerle frente, no hacen del todoimposible el retorno de los tiranos.

    Pero no basta con un civil en la pre-sidencia, ni con la realizacin peridicade elecciones para garantizar una vidademocrtica. Hay actualmente enAmrica Latina regmenes civiles queson prcticamente rehenes de losmilitares, mientras que otros se alancon estos para impulsar polticasantidemocrticas. Por lo dems, unrgimen democrtico, para definirsecomo tal, necesita de otros elementos,tales como el respeto absoluto, y laproteccin de los derechos humanos; laposibilidad de exigir responsabilidadesa gobernantes Y autoridades("accountability" 1o llaman en ingls);el respeto escrupuloso a laindependencia real del poder judicial; laparticipacin directa y representativa detodos los sectores de la poblacin en lastomas de decisin que afectan fun-

    damentalmente la vida de todos losciudadanos; el control de los

    monopolios (tanto econmicos como delos medios de comunicacin masiva);as como la promocin de polticas deequidad y bienestar para las grandesmayoras ms necesitadas de la

    poblacin. Mientras no se den estascondiciones, difcilmente puedehablarse de consolidacin de la demo-cracia en Amrica Latina, no importacuntos observadores internacionalesmonitoreen las elecciones peridicas yles den su visto bueno. La verdaderademocracia se debe construir desdeabajo; no se pacta por arriba entreoligarquas econmicas, lites polticasy mandos militares. En Amrica Latina

    en los ltimos aos hemos visto ms delo segundo y menos de lo primero.

    Muchas cosas han cambiado en elcontinente desde hace treinta aos, perootras muchas siguen igual. A pesar detan ilusorias referencias a los beneficiosde la globalizacin, los mercadosemergentes y la modernizacin,Amrica Latina sigue inmersa en lasmismas contradicciones que han

    caracterizado su desarrollo dependientedesde el siglo XVI. Despus de lallamada dcada perdida de los ochenta,los aos noventa se caracterizan ya porser una segunda dcada perdida (cuandomenos en cuanto a los pueblos serefiere). Las polarizaciones socio-econmicas, la sumisin real a loscentros mundiales del poder financiero,la persistente incapacidad (salvoexcepciones) de impulsar polticasrealmente democrticas que beneficienal grueso de nuestras poblaciones; losfrustrados intentos popularesrecurrentes por alcanzar la soberana yla justicia social y econmica; todo elloconstituye un cuadro preocupante y unreto permanente a nuestra imaginacinsociolgica, a nuestra capacidad deimaginar y construir futurosalternativos.

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    EN TORNO A LAS RELACIONESINTERNACIONALES Y LA

    GLOBALIZACINUNA SNTESIS ANALTICA

    REFLEXIVA*

    LUIS JORGE GARAY S.**

    INTRODUCCIN

    La presente sntesis analtica tiene entresus propsitos el de reflexionar sobreciertos fundamentos tericos inter-disciplinarios que han facilitado elplanteamiento de esquemasconceptuales de referencia, aunque de

    manera incipiente y todavainsuficiente, para avanzar en un estudiocomprensivo de la problemtica de lasrelaciones internacionales entresociedades en medio de un procesoavanzado de internacionalizacin-mundializacin.

    La elaboracin del ensayo fue motivadaal constatar la ausencia de verdaderasteoras integrales sobre la globalizacin,

    no obstante innegables logros deanlisis y conceptualizacioneseconmicos-sociolgicos como aquellosrealizados en torno a la modernidad, porejemplo.

    El ensayo consta de dos secciones. Enla primera se hace un esbozo de lasprincipales tradiciones tericas sobre lasrelaciones internacionales,especialmente de sus pticasconceptuales y sus ambientessituacionales especficos, para facilitarla contextualizacin de algunas aproxi-

    * El autor quiere reconocer la iniciativa deDiana Helena Cure para abordar nuevasfronteras y agradecer los comentarios ysugerencias hechos por Alfredo Angulo, lvaroCamacho, Nohra Segura Juan Tokatlian yFrancisco Gutirrez y los participantes delseminario celebrado en el IEPRI, sin que

    ninguno de ellos sea responsable de los erroresy omisiones del presente ensayo.** Economista.

    maciones analticas sobre la economapoltica de las relaciones internacionalesen la etapa actual de la globalizacin.

    En la segunda se presenta una des-

    cripcin situacional esquemtica delfenmeno globalizacin y de las rela-ciones internacionales en las diferentesesferas de accin determinante,tomando provecho de algunos anlisisdesde las pticas econmica, poltica ysociolgica, con referencia particular alos relacionados con la globalizacineconmica, la evolucin de lademocracia y la modernidad.

    PRINCIPALES TRADICIONESTERICAS SOBRE LASRELACIONESINTERNACIONALES

    Hoy en da el campo de las relacionesinternacionales se encuentra en unaetapa de autoexamen dentro delpropsito de encontrar nuevos enfoquesy nuevas direcciones conceptuales,tericas, analticas y programticas, ms

    acordes y representativas de la etapaactual de un proceso deinternacionalizacin que tiende aconfigurarse de manera cada vez mscomprensiva a nivel del sistemamundial.

    El campo ha sido objeto de diversasaproximaciones tericas desde hacevarias centurias, pero en especial apartir de trabajos de Smith y Ricardosobre el comercio y la especializacininternacionales, de Marx sobre laevolucin del capitalismo mundial y deLenin sobre el imperialismo.

    (i) La primera tradicin ms renom-brada es la liberal. La perspectivaliberal separa a la esfera econmica dela esfera poltica, bajo el supuesto deque cada una de ellas opera de acuerdo

    con una lgica particular y unosprincipios propios. Todas las formas de

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    liberalismo -desde Smith hasta losneoclsicos modernos- pregonan la libreaccin de las fuerzas del mercado y elmecanismo de precios como la forma deorganizacin ms eficiente de las

    relaciones econmicas domsticas einternacionales. La especializacin delos pases en el mercado internacionalse debe reproducir de acuerdo con elaprovechamiento de sus respectivasventajas competitivas. En palabras deGilpin14:

    los liberales creen que elintercambio y la competenciaeconmica son (en su conjunto)

    una razn (bsica para laexistencia) de relacionespacficas entre naciones porquelos beneficios derivados de laexpansin de lainterdependencia entreeconomas nacionales tiende apromover relacionescooperativas. (...) crea (lazos)de intereses mutuos y decompromisos en la

    preservacin del statu quo.

    El problema radica -como ha sidorigurosamente demostrado en el marcode la teora neoclsica del comerciointernacional- en que el libre comerciointernacional an bajo un sistema decompetencia constituye potencialmenteuna situacin ptima de primer orden-first best solution- para el mundo en suconjunto, pero no necesariamente paracada una de las naciones individuales, ano ser que se disponga de un sistema detransferencias ideales entre pases -lumpsum tranfers system-. Slo en estas cir-cunstancias se garantizara unaequidad en la distribucin de lasganancias resultantes del libre comercioentre las naciones partcipes delintercambio.

    14

    Gilpin, R., The Political Economy ofInternational Relations, Princeton UniversityPress, Princeton, New Jersey, 1987, p. 31.

    Precisamente ante la ausencia de unsistema ideal de tal naturaleza en laprctica real la problemtica de ladistribucin de beneficios se erige comoun conflicto que rebasa lo econmico y

    que tiene que ser abordado en la otraesfera determinante: la esfera poltica.En la concepcin, abordaje y papelasignados a esta problemtica en ladinmica de las relacionesinternacionales reside la diferenciacinesencial entre la tradicin liberal y lamarxista.

    La esencia del liberalismo reside en unaconcepcin crtica del Estado, al

    postular que las soluciones a travs delmercado son las naturales -eficientesy transparentes- y que en la evolucindel mercado reside la base deldesarrollo15.

    Como una derivacin de la perspectivaliberal despus de la primera guerramundial surgi la llamada fase idealistadel estudio de las relacionesinternacionales bajo una visin

    eminentemente legalista e historicista,que a pesar de su corto predominiosirvi de sustento intelectual en elpensamiento de la Liga de las Naciones.

    Otra variante indudablemente msanaltica y comprensiva, surgida de laperspectiva liberal, es la tesis de laestabilidad hegemnica, que parte delreconocimiento de que una economamundial abierta y liberal requiere parasu florecimiento y desarrollo de lapresencia de un poder hegemnico odominante, de la preeminencia de laideologa liberal y de la congruencia deun propsito social. La hegemona espercibida como un tipo especial depoder requerido para el ejercicio de

    15 Hettne, B., -Introduction. The InternationalPolitical Economy of Transformation-, en: B.

    Hettne (ed.), International Political Economy.Understanding Global Disorder, FernwoodPublishing, Halifax, 1995.

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    ciertas funciones en el contexto de unsistema amplio carente de una autoridadformal. Una de las ventajas de esta tesisreside en enfocar las relaciones polticasinternacionales en la organizacin y

    administracin del sistema mundial y enreconocer un papel para el Estado-nacin. Sin embargo, no hace nfasissuficiente en factores de ndoledomstica, en el mercado v otroselementos decisivos en la competencia.

    (ii) En contraste, y como reaccin a laperspectiva liberal, la tradicinmarxista-leninista busca explicar elconjunto de las relaciones

    internacionales y el poder poltico entrminos de la dinmica de fuerzaseconmicas. Su mtodo deaproximacin se sustenta en el mate-rialismo dialctico, aunquegeneralmente en su aplicacin yaproximacin a la prctica real se haadolecido de un exageradodeterminismo econmico. En el marcodel paradigma marxista se desarrollarontesis tericas reconocidas en la literatura

    especializada como son la del desarrollodesigual16 y la del intercambiodesigual17.

    Otra perspectiva que sin ser estric-tamente marxista conserva algunos desus conceptos distintivos sobre realidadsocial es la denominada como la tesisdel sistema mundial moderno. Estesistema es concebido como una unidadbajo una divisin del trabajo y mltiples

    16 Desarrollada por autores como: Amin, S.,Unequal Deve1optuerit: zln Essay on the SocialFormations of Peripheral Capitalism, MonthlyReview Press, New York, 1976.17 Elaborada por: Emmanuel, A., UnequalExchange:,-1 Study of the Imperialism ofTrade, Monthl}- Review Press, New York,1972. Para un anlisis crtico, vase, entreotros: Garay, L. J., U na crtica interna a lateora del intercambio desigual de

    Emmanuel, Cuadernos de Economa , No. 2,Universidad Nacional de Colombia, Bogot,1981.

    sistemas culturales, que opera segn unconjunto de reglas econmicas y en elque sus partes se relacionanfuncionalmente para configurar unaestructura integral. Los componentes

    del sistema son determinados por elsistema en su conjunto. En estecontexto, como lo seala Wallerstein,no hay, tal cosa como el desarrollonacional independiente delfuncionamiento del sistema mundial18.El funcionamiento del sistema es carac-terizado por la extraccin de plusvala yla transferencia de riqueza de los pasesdependientes de la periferia a loscentros imperiales.

    En este sentido, como lo argumentaGiddens19:

    los argumentos de Wallersteinenvuelven una amalgama defuncionalismo y reduccionismoeconmico. (...) La existenciade regiones semi-perifricas esexplicado con referencia a lasnecesidades del sistema

    mundial. ... Ms grave an essu tendencia marcada a relegarel impacto de factores polticosy militares en el proceso decambio social en el mundomoderno.

    Una variante o derivacin reciente en elmarco del enfoque materialista puedeser asociada con la denominadagenricamente como economa polticade las relaciones internacionales.

    (iii) Una tradicin alternativa denomina-da realista, surgida despus de laSegunda Guerra Mundial como una

    18 Wallerstein, I., The Rise and Future Demiseof the World Capitalist System: Concepts forComparative Analysis ,,, en Comparative Studiesin Society and History 16, 1974, pp. 387-415.19

    Giddens, A., The Nation-State and Violence,vol. 2, University of California Press, Berkeley,1987, pp. 168-169.

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    crtica al idealismo y utopismo dedcadas anteriores, propone diferenciarentre realidad objetiva y realidaddeseada -realidad vs. aspiracin- comorequisito para comprender el papel del

    poder real en las relacionesinternacionales. Sin embargo, suparticular percepcin del poder realtiende a ser de carcter exclusivamentecomportamentista -behaviorialist-,funcionalista y subjetivista, alconsiderar a los agentes tomadores dedecisiones como los elementos msdecisivos e importantes en lasrelaciones internacionales.

    Si bien esta tradicin realista ha influidopor ms de cuatro dcadas a estudiososy practicantes - policy makers- de lasrelaciones internacionales en la escuelaanglosajona, tambin ha sido objeto deseveras crticas en el mbito acadmico.En efecto, como lo afirma Vsquez,aunque la mayora de los acadmicos enel campo comparten la visin delmundo promulgada por la tradicinrealista, este paradigma no ha sido

    exitoso para explicar el comportamientoobservado en la prctica20 .

    A manera de sntesis ilustrativa, vale lapena ejemplificar algunos de los rasgosgenerales relativamente similares entretales tradiciones excluida la idealista:

    (i) la nocin del poder comoelemento conductor de lasrelaciones internacionales,poder econmico o poltico oambos;(ii) la nocin de Estado comoente poltico,(iii) la nocin superestructurapor el papel asignado a lassuperestructuras econmica,poltica y tecnolgica en laorganizacin social.

    20

    Vsquez, J. A., The Power of PowerPolitics, Rutgers University Press, NewBrunswick, N. J, 1983.

    En general podra afirmarse que si bienen las dos ltimas dcadas se haavanzado en corregir vacos y fallas detales tradiciones todava no se halogrado desarrollar un verdadero

    esquema terico y conceptual para elestudio integral y comprensivo de lasrelaciones internacionales y enconsecuencia, para la formulacin depolticas en el mundo de hoy.

    Avanzar en el anlisis de las relacionesinternacionales contemporneas exige lacomprensin de los principales cambiosestructurales ocurridos en la economapoltica mundial con la globalizacin.

    Uno de ellos es la transformacin de lalgica y la naturaleza de los Estadosnaciones: de un Estado soberano eindependiente como representante delinters nacional en un sistema inter-nacional regulado por un balance entrelas racionalidades polticas de losmayores poderes, se transita a unsistema mundial cada vez menossustentado en Estados-nacionesautocentrados y ms determinado por la

    configuracin de organizacionesefectivas con intereses v mbitos deaccin entrecruzados en los msdiversos espacios desde el local ynacional al regional, transnacional yglobal. Este proceso es descrito como eltrnsito de un orden Westphalianotradicional a un orden pos-Westphaliano en reproduccin bajo unadiversidad de variantes a travs deltiempo y de espacios en la prctica real.

    GLOBALIZACIN: UNADESCRIPCIN SITUACIONALESQUEMTICA

    Aspectos generales

    Aunque autores como Waters argu-mentan que la acepcin global datade ms de 400 aos, el uso comn depalabras como globalizacin (...) no

    comenz sino alrededor de 1960. (...).El concepto no fue reconocido como

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    acadmicamente significativo hastamediados de 198021. Hoy pareciera quela globalizacin se est erigiendo comoel concepto de los noventa.

    Como lo seala enfticamente

    Albrow22,

    La globalizacin es el desarrolloy el tema ms significativo de lavida contempornea y de lateora social emergente desde elcolapso de los sistemasmarxistas. El desafo que leplantea la globalizacin a lahistoria y la teoracontemporneas es tan

    fundamental como elpermanente esfuerzo porentender el capitalismo, comoteora y sistema social. Ms anambas tareas no estndesvinculadas.

    No gratuitamente a pesar de la atencinbrindada al proceso de internacio-nalizacin, en campos como eleconmico todava no se ha llegado a

    erigir el trmino globalizacin como unconcepto analtico en sentido estricto.En este sentido la CEPAL ha afirmadoque23:

    el trmino se ha utilizado paradesignar el amplio proceso detransformacin tecnolgica,institucional y de orientacinque est ocurriendo en laeconoma internacional. (...) elfenmeno y sus elementosconstitutivos no estn cla-ramente delimitados yglobalizacin es tanto unproceso como una fuerzapropulsora y un resultado.

    21 Waters, M., Globalization , Routledge,London, 1996, pp. 1-2.22 Albrow, M., The Global Age , StanfordUniversity Press, California, 1997, p. 89.23 CEPAL, Panorama de la insercin

    internacional de Amrica Latina y el Caribe,Naciones Unidas, LC/G. 1941, diciembre, 1996,p. 19.

    A juicio de autores como Hirst yThompson24, el problema reside en granmedida en la ausencia de un modelosobre la nueva economa global que seacomnmente aceptado, mediante el cual

    se puedan analizar tendencias y moda-lidades alternativas de la evolucin de laeconoma global y realizarcomparaciones con experienciasocurridas en el pasado.

    De cualquier forma, debe reconocerse elavance logrado con los anlisis yconceptualizacin sobre la modernidadcomo base para la comprensin delfenmeno de la mundializacin. La

    identificacin de al menos tres fuentesbsicas del dinamismo de lamodernidad, ntimamente ligadas entres, permite entender por qu laglobalizacin es intrnseca a la propiamodernidad.

    En efecto, siguiendo a Giddens 25, laseparacin entre tiempo y espacio -queposibilita una precisa regionalizacintemporal espacial-, el desarrollo del

    mecanismo del desanclaje -que permitela reorganizacin de las relacionessociales a travs de enormes distanciasen tiempo y espacio- y la apropiacinreflexiva del conocimiento -que impulsala vida social fuera de la tradicin-,como rasgos distintivos de lasinstituciones modernas, amplan dehecho el marco de anlisis de lasrelaciones sociales al complejizar lasrelaciones entre la participacin local yla interaccin a travs de la distancia.La globalizacin no es un procesonuevo ni ahistrico sino quecorresponde a una etapa en la historiadel capitalismo en la que se reproducencambios sustanciales en la economa

    24 Hirst, P. y G. Thompson, Globalization inQuestion. The. International Economy and thePossibilities of Governance, Polity Press,

    Cambridge, 1996, p. 2.25 Giddens, A., Consecuencias de lamodernidad, Alianza Editorial, Madrid, 1993.

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    poltica global. A diferencia de loargumentado desde ciertas pticas -como es el caso de la perspectivaneoliberal radical-, la globalizacin esun proceso dialctico, contradictorio,

    desigual, heterogneo, discontinuo,asincrnico de naturaleza estructural delargo plazo que se desarrolla bajo elpapel catalizador del(os) pas(es) eje-centro de gravedad del sistema en suconjunto y se reproduce en lasdiferentes esferas de accin, expresin,reflexin y comportamiento de lassociedades internacionales: laeconmica, la poltica y la cultural. Sibien el proceso comprende las

    diferentes esferas como un todo, demanera integral y comprensiva, secaracteriza por la recreacin de unaidentidad propia-diferencial de cada unade las esferas, por la diferenciacinentre las dinmicas reproducidas anivel de cada una de ellas y por laasincrona del proceso entre espacios:multilateral, transnacional, regional,nacional y local.

    Antes que generar orden, estabilidad,certidumbre, predecibilidad yarmona, la globalizacin da lugar ariesgo, ambivalencia, complejidad,desorden, contingencia, encorrespondencia con las contradiccio-nes, conflictos, mutaciones yrequerimientos de la evolucin-transformacin del propio sistemasocial. Como lo afirma con raznGiddens26:

    La modernidad es una culturadel riesgo. (...) Dado el carctermvil de las institucionesmodernas, unido a la naturalezamutable y frecuentementecontrovertida de los sistemasabstractos, un buen nmero de

    26 Giddens, A., Modernidad y autoidentidad,

    en Beriain, J. (comp.), Las consecuencias perversas de la modernidad, Anthropos,