las practicas sociales

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Las practicas sociales en las instituciones.

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  • 3LAS PRCTICAS SOCIALES:UNA INTRODUCCIN A

    PIERRE BOURDIEU

  • 4Foto de tapa: Enjambre, Sergio Clementi, 1997.

    c Ferreyra Editor, 2006Av. Valparaso km. 6 - 5016 CrdobaE-mail: [email protected]

    ISBN N 978-987-1110-20-9

    Impreso en ArgentinaPrinted in ArgentinaHecho el depsito que marca la Ley 11.723

    c Alicia Gutirrez, 2006

    Primera edicin: Centro Editor de Amrica Latina, Buenos Aires, 1994.

    Segunda edicin: Editorial Universitaria de Misiones - Direccin de Pu-blicaciones de la Universidad Nacional de Crdoba, Crdoba,1995.

    Tercera edicin: Tierradenadie Ediciones, Madrid, 2002.

    Cuarta edicin: Ferreyra Editor, Crdoba, 2005.

  • 5LAS PRCTICAS SOCIALES:UNA INTRODUCCIN A

    PIERRE BOURDIEU

    Alicia B. Gutirrez

    FerreyraEditor

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  • 7INTRODUCCIN

    Sin duda, creo que la perspectiva analtica de Pierre Bour-dieu se puede caracterizar brevemente por la riqueza y por lasolidez de una manera de pensar la realidad social y de actuarsobre ella, donde pueden distinguirse, al menos, dos dimensio-nes: la construccin de conceptos y la elaboracin de una lgicaoriginal de funcionamiento que permiten explicar y comprenderlos fenmenos sociales, junto al llamado, desde una postura ticay poltica de compromiso social, de asumir, como investigado-res, la obligacin de develar los mecanismos de dominacin y dehacerlos conocer.

    Por ello, al reconstruir la perspectiva analtica de PierreBourdieu, a travs de la sistematizacin y explicitacin de losconceptos claves que la estructuran y de las relaciones que man-tienen entre s, quiero subrayar dos cuestiones claves.

    Primero, que esa reconstruccin terica se hace con la in-tencin de facilitar el abordaje al pensamiento del autor, resca-tando el valor heurstico de sus conceptos, como categoras quemuestran todas sus posibilidades cuando se las pone en relacincon realidades empricas. En ese sentido, quiero sugerir algunaspistas y sealar posibles vas de abordaje a ciertas problemticassociales que Bourdieu ha profundizado, haciendo referencias aobras y artculos donde el autor analiza detalladamente aspectosque aqu slo se presentan. Las referencias, las notas, los comen-tarios, remiten cuando ello es posible especialmente a aquellostextos que resultan de ms fcil acceso a lectores latinoamerica-nos.

    Segundo, que los mismos instrumentos analticos para darcuenta de las prcticas sociales de los otros (de los agentes cuyasprcticas intentamos comprender y explicar) nos permiten en-contrar y nos obligan a buscar elementos que dan cuenta de

  • 8nuestras propias prcticas como docentes, como investigadoresy sealar los condicionamientos sociales que tienen nuestras mi-radas, nuestras perspectivas, nuestras herramientas, invitando aponer en funcionamiento lo que Bourdieu ha llamado en variasoportunidades la objetivacin del sujeto objetivante.

    Presento aqu entonces, una aproximacin conceptual alpensamiento de Pierre Bourdieu, con la intencin de invitar a loslectores a construir las problemticas sociales que les preocupan,dndole un contenido especfico y una referencia concreta a losconceptos que aqu se esbozan.

    No se trata de un abordaje de los diversos temas que elautor ha trabajado en sus obras, tampoco un estudio crtico enprofundidad de su enfoque terico-metodolgico, sino una re-construccin de su perspectiva analtica. Esto es, intento siste-matizar, precisar y explicitar los conceptos claves que estructu-ran su anlisis y sealar las relaciones que mantienen entre s,para aproximarnos, de este modo, a la lgica de su funcionamien-to.

    Tomar como hilo conductor la pregunta: cmo puedenexplicarse las prcticas sociales desde la ptica de Bourdieu? Esdecir, cules son los principios a partir de los cuales se estructu-ran las prcticas de los diversos agentes sociales segn esta pers-pectiva terico-metodolgica?

    A lo largo del trabajo tratar de ir respondiendo a esta pre-gunta, al mismo tiempo que sealar afinidades y diferencias,acercamientos y rupturas con otros marcos de anlisis.

    En primer lugar explicitar ciertas lneas de su pensamien-to que constituyen, a mi criterio, el contexto general en el cual seinsertan los conceptos a los que har referencia y donde cobransu verdadero significado.

    Luego, analizar los diferentes conceptos relativos a lo queel autor llama las estructuras sociales externas o la historia hecha co-sas: campo, capital, intereses, posiciones, sealando al mismotiempo sus relaciones y su lgica de funcionamiento en la dinmi-ca de los campos.

    Posteriormente me referir a lo que Bourdieu llama estruc-turas sociales internalizadas o la historia hecha cuerpo, especialmente

  • 9el concepto de habitus y sus relaciones con la nocin de prcticaen trminos de estrategia y con la de clase social.

    Seguidamente, analizar algunos aspectos relativos a la pro-blemtica de las clases, especialmente en cuanto factores explica-tivos de las prcticas sociales, para, posteriormente, intentar unarespuesta a modo de sntesis de la pregunta que gua este traba-jo.

    Finalmente, en la cuarta edicin de este libro (siempre re-visado y corregido) he incluido como anexo unas pginas dondepretendo profundizar un aspecto que apenas se esboza en el tex-to principal: la necesidad de objetivar al sujeto objetivante y,con ello, de analizar los condicionamientos sociales de nuestrapropia prctica de investigacin.

    Mis reconocimientos al Dr. Ricardo Costa, titular de la C-tedra de Sociologa de la Facultad de Filosofa y Humanidadesde la Universidad Nacional de Crdoba, de la que formo partedesde hace varios aos. Muchas de las ideas y relaciones que es-tn aqu presentes han sido tomadas de sus clases, aunque el usoque hago de ellas no lo responsabilizan. Mi especial reconoci-miento tambin a todos aquellos que han sido mis alumnos (degrado y de postgrado), quienes con sus preguntas, sus cuestiona-mientos, sus inquietudes, sus sugerencias, sus ideas, me obliganpermanentemente a replantear cuestiones, a leer y releer, a bus-car nuevas relaciones, a pensar y repensar lo que aqu intentoexpresar.

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    Captulo 1

    CONCEPTOS Y TEMAS MAYORES

    En primer lugar, es necesario ubicar el horizonte epistemo-lgico del autor y sealar algunos ejes claves de su pensamiento,a fin de comprender el contexto donde se insertan los conceptosa los cuales har referencia.

    1. Construccin y sistematicidad de los conceptos

    Cuando se habla de conceptos dentro de esta perspectivaterica, se hace referencia a conceptos construidos, a construccio-nes operadas por el investigador sobre la realidad social. Estosignifica el reconocimiento de que los hechos no hablan por s mis-mos, es decir, que no tienen un sentido independiente de la gri-lla de lectura que cada uno le aplique (Bourdieu, Chamboredony Passeron, 1968)1.

    Objeto real y objeto construido son categoras epistemolgi-cas diferentes. En efecto, la realidad es compleja y presenta ml-tiples aspectos que pueden aprehenderse de modo diferente se-

    1 En la obra citada, ste y otros aspectos concernientes al oficio de socilogoson tratados detallada y rigurosamente. All los autores examinan los presu-puestos bsicos de la ciencia sociolgica, incluyendo textos de diferentes auto-res y comentarios crticos, con el objeto de proporcionar los medios para adquiriruna disposicin mental que sea condicin de la invencin y de la prueba. Retomanespecialmente trabajos de quienes pueden considerarse como referentes nece-sarios de la sociologa como Durkheim, Marx y Max Weber, alejados en elplano de la teora del sistema social, pero cercanos, a juicio de los autores, enla aplicacin de los principios fundamentales de la teora del conocimientosociolgico.Aqu, mi preocupacin es slo rescatar dos fenmenos: construccin y siste-maticidad de los conceptos.

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    gn el marco terico a partir del cual se la aborda: segn la pers-pectiva de anlisis del investigador, ciertas facetas de lo real se-rn percibidas como ms importantes, otras como secundarias oaccesorias, mientras que otras podrn no ser tenidas en cuenta2.

    Hablar de conceptos construidos, significa reconocer conBachelard que el hecho cientfico se conquista, construye, comprueba,e implica,

    rechazar al mismo tiempo el empirismo que reduce el actocientfico a una comprobacin, y el convencionalismo queslo le opone los prembulos a la construccin (Bourdieu,Chamboredon y Passeron, 1968: 25).

    En efecto, como lo sealan Accardo y Corcuff (1985), la so-ciologa de Bourdieu es una sociologa que se ha conformado enuna polmica constante de las ideas y de los hechos, en rupturatanto con la sociologa espontnea que olvida la jerarqua de losactos epistemolgicos y subordina la ruptura y la construccin ala comprobacin de los hechos, como contra el ensayismo y elprofetismo que ignora que el mtodo no puede ser estudiadoindependientemente de las investigaciones en que se lo emplea,es decir, al margen de las situaciones concretas de la prctica cien-tfica. En otras palabras, como partidario de una ciencia socialtotal, el autor se opone tanto al teoricismo actitud intelectualque opone resistencia a lo emprico como al metodologismo tendencia que lleva a cultivar el mtodo por s mismo, y a sepa-rar la reflexin sobre el mtodo de su utilizacin concreta en eltrabajo cientfico3.

    2 Al tomar como punto de partida la complejidad de lo real y por ello, la nece-sidad de seleccionar ciertos aspectos de la misma en el acto de conocimiento,Max Weber sealaba: No existe ningn anlisis cientfico objetivo de la vidacultural o bien de los fenmenos sociales, que fuese independiente de unasperspectivas especiales y parciales que de forma expresa o tcita, conscienteo inconsciente, las eligiese, analizase y articulase plsticamente. La razn sedebe al carcter particular del fin del conocimiento de todo trabajo de las cien-cias sociales que quiera ir ms all de un estudio formal de las normas legaleso convencionales de la convivencia social. (Weber, 1984: 140).3 Una ciencia social total, que pretende comprender y explicar las prcticas

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    En esta manera de abordar la realidad social, todo acto deinvestigacin es, a la vez, emprico y terico. As, la ms pequeaoperacin emprica la eleccin de una escala de medida, la in-clusin de un tem en un cuestionario, etc. implica eleccionestericas conscientes o inconscientes, mientras que la ms abstractade las dificultades conceptuales no puede ser completamente re-suelta sino por medio de una confrontacin sistemtica con larealidad emprica (Bourdieu y Wacquant, 1992).

    Ahora bien, es necesario aclarar que decir que el hecho cien-tfico se conquista, construye, comprueba, es enunciar el ordenlgico de los actos epistemolgicos: ruptura, construccin, pruebade los hechos. No significa que a cada uno de ellos correspondanoperaciones sucesivas ligadas a instrumentos especficos. Es de-cir, el orden lgico de los actos epistemolgicos no se reduce alorden cronolgico de las operaciones concretas de la investiga-cin, en la medida en que el modelo terico es, inseparablemen-te, construccin y ruptura.

    Dentro de esta perspectiva epistemolgica, el hecho se con-quista contra la ilusin del saber inmediato, situacin que lleva im-plcita una constante actitud de vigilancia epistemolgica y derigor metodolgico.

    Retomando en estos aspectos a Durkheim (1985), se postu-la una polmica ininterrumpida contra las prenociones, repre-sentaciones esquemticas y sumarias de la realidad, que recibensu autoridad y eficacia del hecho de que cumplen ciertas funcio-nes sociales:

    La familiaridad con el universo social constituye el obst-culo epistemolgico por excelencia para el socilogo, porque produce continuamente concepciones o sistematizacio-nes ficticias, al mismo tiempo que sus condiciones de cre-dibilidad. (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 1968: 27).

    sociales, supone la ruptura con falsas dicotomas: teora vs. empiria, indivi-duo vs. sociedad, objetivismo vs. subjetivismo, reproduccin vs. cambio, loeconmico vs. lo no-econmico, mtodos cuantitativos vs. mtodos cualita-tivos, etc.

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    La actitud de constante vigilancia epistemolgica y de ri-gor metodolgico, se impone pues, especialmente en el caso delas ciencias del hombre. En ellas es ms imprecisa la separacinentre la opinin comn y el discurso cientfico, entre el objeto real,preconstruido por la percepcin, y el objeto cientfico, concebidocomo sistema de relaciones expresamente construido.

    En relacin con lo que estoy planteando, dicen los autorescitados:

    La sociologa sera menos vulnerable a la tentacin delempirismo si bastase con recordarle, como deca Poincar,que los hechos no hablan. Quiz la maldicin de las cien-cias del hombre sea la de ocuparse de un objeto que habla.En efecto, cuando el socilogo quiere sacar de los hechosla problemtica y los conceptos tericos que le permitenconstruirlos y analizarlos, siempre corre el riesgo de sa-carlos de la boca de sus informantes. No basta que el so-cilogo escuche a los sujetos, registre fielmente sus pala-bras y razones, para explicar su conducta y aun las justifi-caciones que proponen: al hacer esto, corre el riesgo desustituir lisa y llanamente a sus propias prenociones porlas prenociones de quienes estudia o por una mezcla falsa-mente cientfica y falsamente objetiva de la sociologa es-pontnea del cientfico y de la sociologa espontnea desu objeto. (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 1968: 57).

    Es decir, no basta con reconocer que el objeto cientfico seconstruye sino que hay que saber construirlo deliberada y met-dicamente, mediante tcnicas y procedimientos de construccinadecuados a los problemas planteados. Los procedimientos deconstruccin no explicitados, no conscientes aunque no por ellomenos presentes en el acto de conocimiento, tienen mayores po-sibilidades de no ser controlados, y por la misma razn, mayoresposibilidades de ser inadecuados al objeto de estudio. En estascondiciones pues, plantear su problemtica y elaborar una grillade anlisis constituye para el socilogo, una eleccin conscientey controlada de un cierto nmero de tiles intelectuales que apun-ten a interrogar la realidad y a construir los hechos cientficos.

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    Cabe destacar tambin, con respecto al objeto de investiga-cin seleccionado que:

    por ms parcial y parcelario que sea, no puede ser defini-do y construido sino en funcin de una problemtica te-rica, que permita someter a un sistemtico examen todoslos aspectos de la realidad puestos en relacin por los pro-blemas que le son planteados (Bourdieu, Chamboredony Passeron, 1968: 54).

    As, dentro de esta lnea de pensamiento, cuando habla-mos de conceptos, nos referimos a conceptos construidos y sist-micos, es decir, mutuamente interrelacionados en un contextoestructural, de modo que su utilizacin supone la referencia per-manente al sistema total de las relaciones en el cual estn inser-tos. En otros trminos, son concebidos para ser puestos en mar-cha empricamente de manera sistemtica: constituyen partesentrelazadas de un todo, que se comprenden y son vlidas comoinstrumentos de anlisis slo en la medida en que son considera-dos conjuntamente, en el interior del sistema terico que confi-guran. En definitiva, el anlisis de cada uno de estos conceptosremite siempre a los otros, situacin que posibilita tambin unmayor control metodolgico tanto en relacin con la teora mis-ma como en su adecuacin a la realidad que se pretende cons-truir4.

    2. La doble existencia de lo social: en las cosas y en los cuerpos

    Dentro de este marco terico-metodolgico, se pretende ex-plicar las acciones sociales hasta donde ello es posible desdeuna perspectiva sociolgica, y como si fueran totalmente explica-bles sociolgicamente. En este sentido, se acerca a Marx cuandoprohbe eternizar en la naturaleza todo aquello que es producto

    4 En relacin con ello, puede verse lo que Lukcs dice sobre el concepto detotalidad, como uno de los aportes claves de Marx. (Lukcs, 1969).

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    de la historia, y al precepto durkheimiano que exige que lo socialsea explicado por lo social y slo por lo social.

    Es decir, aqu no se trata de reivindicar para la sociologaun objeto real espacialmente distinto del de las otras ciencias delhombre, ni de querer explicar sociolgicamente todos los aspec-tos de la realidad humana, sino que se pretende explicitar:

    la fuerza de la decisin metodolgica de no renunciar an-ticipadamente al derecho a la explicacin sociolgica o, enotros trminos, no recurrir a un principio de explicacintomado de otras ciencias, ya se trate de la biologa o de lapsicologa, en tanto que la eficacia de los mtodos de ex-plicacin propiamente sociolgicos no haya sido comple-tamente agotada (Bourdieu, Chamboredon y Passeron,1968: 36).

    Pretender explicar las acciones sociales hasta donde elloes posible desde una perspectiva sociolgica, lleva consigo laconviccin de que la sola descripcin de las condiciones objeti-vas no logra explicar totalmente el condicionamiento social delas prcticas: es importante tambin rescatar al agente social queproduce las prcticas y a su proceso de produccin. Pero se tratade rescatarlo, no en cuanto individuo sino como agente sociali-zado, es decir, de aprehenderlo a travs de aquellos elementosobjetivos que son producto de lo social.

    Esta actitud metodolgica lleva necesariamente a sustituirla relacin ingenua entre el individuo y la sociedad, por la relacinconstruida entre los dos modos de existencia de lo social: las es-tructuras sociales externas, lo social hecho cosas, plasmado encondiciones objetivas, y las estructuras sociales internalizadas,lo social hecho cuerpo, incorporado al agente.

    Claro que es necesario explicitar y precisar ms lo de es-tructuras sociales externas y estructuras sociales internaliza-das. Por ahora slo agrego que las primeras se refieren a camposde posiciones sociales histricamente constituidos y las segundas ahabitus, sistemas de disposiciones incorporados por los agentes alo largo de su trayectoria social. Ms adelante retomar estos ele-mentos.

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    Esta perspectiva terica, a travs de la relacin dialcticaentre ambos conceptos construidos campo y habitus, propone lanecesidad de superar y un camino metodolgico para lograrlola falsa dicotoma planteada en las ciencias sociales, entre objeti-vismo y subjetivismo5.

    Para el autor, tanto el objetivismo como el subjetivismoconstituyen modos de conocimiento terico (savant), es decir,modos de conocimiento de sujetos de conocimiento que analizanuna problemtica social determinada, igualmente opuestos almodo de conocimiento prctico, que es aqul que tienen losindividuos analizados los agentes sociales que producen suprctica y que constituye el origen de la experiencia sobre elmundo social.

    Ambas maneras de abordar la realidad son igualmente par-ciales. El modo de pensamiento objetivista rescata las relacionesobjetivas que condicionan las prcticas (el sentido objetivo), perono puede dar cuenta del sentido vivido de las mismas, ni de ladialctica que se establece entre lo objetivo y lo subjetivo. El modode pensamiento subjetivista toma en cuenta el sentido vivido delas prcticas, las percepciones y representaciones de los agentes,sin considerar las condiciones sociales y econmicas que consti-tuyen el fundamento de sus experiencias (Bourdieu, 1980b)6.

    5 Esta preocupacin es compartida por otros autores contemporneos. As,Giddens tambin plantea que, desde el punto de vista sociolgico, ninguna delas dos perspectivas es satisfactoria si las tomamos independientemente. Supropuesta consiste tambin en que es necesario rescatar tanto la incidencia delas estructuras objetivas, cuanto la dinmica del actor social. Pero, como vere-mos luego, mientras en Bourdieu la superacin de la dicotoma subjetivismo-objetivismo se articula especialmente en torno al concepto de habitus, enGiddens se plantea a travs de su concepcin de dualidad de lo estructural.Ver especialmente: Giddens, 1987a. y 1987b.6 En la obra citada, el autor explicita detalladamente lo que entiende por elsentido prctico, el sentido del juego social, lo que implica una ruptura tantocon las perspectivas objetivistas cuanto con las subjetivistas. Si bien retomarluego algunos de estos elementos, remito a ese trabajo de Bourdieu, para unanlisis minucioso del contenido de esa ruptura y de las consecuencias queello supone para el investigador y su proceso de investigacin (especialmente,Libro 1).

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    Ahora bien, dado que las estructuras sociales existen dosveces, que lo social est conformado por relaciones objetivas, peroque tambin los individuos tienen un conocimiento prctico deesas relaciones una manera de percibirlas, de evaluarlas, de sen-tirlas, de vivirlas, e invierten ese conocimiento prctico en susactividades ordinarias, se impone al socilogo una doble lecturade su objeto de estudio:

    La sociologa supone, por su misma existencia, la supera-cin de la oposicin ficticia que subjetivistas y objetivistashacen surgir arbitrariamente. Si la sociologa es posiblecomo ciencia objetiva, es porque existen relaciones exte-riores, necesarias, independiente de las voluntades indivi-duales7 y, si se quiere inconscientes (en el sentido de queno son objeto de la simple reflexin) que no pueden sercaptadas sino por los rodeos de la observacin y de la ex-perimentacin objetivas. (...) Pero, a diferencia de las cien-cias naturales, una antropologa total no puede detenerseen una construccin de las relaciones objetivas por que laexperiencia de las significaciones forma parte de la signifi-cacin total de la experiencia (...), la descripcin de la sub-jetividad-objetividad remite a la descripcin de la interio-rizacin de la objetividad (Bourdieu, Boltanski, Castel yChamboredon, 1970: 18-20).

    Para Bourdieu pues, objetivismo y subjetivismo son pers-pectivas parciales pero no son irreconciliables. Ambas represen-tan dos momentos del anlisis sociolgico, momentos que estnen una relacin dialctica:

    7 Puede observarse que son las mismas palabras que Marx utilizaba en el Pre-facio a la Contribucin a la crtica de la economa poltica, cuando afirmaba queen la produccin social de su vida, los hombres entran en determinadas rela-ciones, necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de produccinque corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas pro-ductivas materiales (Marx, 1978: 71).Tambin Durkheim hace alusin a ello cuando, al referirse a la realidad objeti-va de los hechos sociales dice que poseen formas definidas, que tienen unmodo de ser constante, una naturaleza que no depende de la arbitrariedadindividual, y de la cual derivan relaciones necesarias (Durkheim, 1985: 25).

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    a) Las estructuras objetivas que construye el investigadoren el momento objetivista (construccin del sistema de relacio-nes objetivas en el cual los individuos se hallan insertos),

    al apartar las representaciones subjetivas de los agentes,son el fundamento de las representaciones subjetivas yconstituyen las coacciones estructurales que pesan sobrelas interacciones (Bourdieu, 1987a: 129).

    b) Pero, por otro lado,

    esas representaciones tambin deben ser consideradas sise quiere dar cuenta especialmente de las luchas cotidia-nas individuales o colectivas, que tienden a transformar oa conservar esas estructuras (Bourdieu, 1987a: 129 ).

    Dicho de otro modo, la realidad social es tambin un obje-to de percepcin y la ciencia social debe tomar por objeto de an-lisis, a la vez, la realidad y la percepcin de esa realidad, tenien-do en cuenta que las estructuras objetivas externas son el funda-mento y condicin de las percepciones y representaciones de lasmismas. Con ello, se estara postulando una primaca lgica delmomento objetivista:

    La construccin del mundo de los agentes se opera bajocondiciones estructurales, por lo tanto, las representacio-nes de los agentes varan segn su posicin (y los interesesasociados) y segn su habitus, como sistema de esquemasde percepcin y apreciacin, como estructuras cognitivasy evaluativas que adquieren a travs de la experienciaduradera de una posicin del mundo social (Bourdieu,1987a: 134).

    En su momento objetivista objetivismo provisorio, la so-ciologa analiza campos de posiciones relativas y de relacionesobjetivas entre esas posiciones; en su momento subjetivista, ana-liza las perspectivas, los puntos de vista que los agentes tienensobre la realidad, en funcin de su posicin en el espacio socialobjetivo.

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    Ms adelante veremos cmo, a travs de nociones talescomo inters, habitus, estrategia, se recupera al agente social queproduce las prcticas, y cmo la articulacin entre objetivismo ysubjetivismo se produce fundamentalmente con el concepto dehabitus.

    Pero ahora es necesario plantear las consecuencias que estapropuesta metodolgica implica para el investigador y su proce-so de investigacin.

    Teniendo en cuenta que la visin del mundo de los agentessociales est asociada al lugar que ocupa en ese mundo, y lo quedeca ms arriba acerca de que la sociologa construye su objeto,es necesario sealar que todo ello supone, para el socilogo, noslo pensar en trminos de construccin de la realidad social,sino tambin y ms precisamente en trminos de construccinsocial de la realidad social.

    Considerar la construccin social de la realidad social desde laperspectiva de Bourdieu, implica plantear una manera de mirary analizar los condicionamientos sociales que afectan al procesode investigacin, tomando como punto especial de la mirada, alpropio investigador y sus relaciones.

    Se tratara, para utilizar las palabras del autor, de objeti-var al sujeto objetivante, es decir, de ubicar al investigador enuna posicin determinada y analizar las relaciones que mantie-ne, por un lado, con la realidad que analiza y con los agentescuyas prcticas investiga, y, por otro, las que a la vez lo unen y loenfrentan con sus pares y las instituciones comprometidas en eljuego cientfico.

    El primer tipo de relaciones alude a lo que Bourdieu llamael sentido de las prcticas, y apunta a reflexionar sobre las po-sibilidades de aprehender la lgica que ponen en marcha los agen-tes sociales que producen su prctica, que actan en un tiempo yen un contexto determinado. Esta lgica es diferente a la lgicacientfica, la lgica que el investigador implica en su intento decomprender y explicar la problemtica que le preocupa. Retoma-r luego algunos de estos aspectos8.

    8 Para un anlisis detallado de estos elementos que aqu slo sealo, ver espe-cialmente Bourdieu, 1980b, Libro 1, Captulo 5 (La lgica de la prctica).

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    El segundo tipo de relaciones alude a los condicionamien-tos sociales que afectan la produccin del conocimiento sociol-gico en la medida en que el socilogo forma parte de un espaciode juego: el campo cientfico9.

    Por todo ello, slo mediante una reflexin crtica y la sub-ordinacin de la prctica cientfica a un conocimiento del sujetode conocimiento y de su relacin con el objeto, es posible supe-rar la falsa antinomia entre objetivismo y subjetivismo, y a la vez,recuperar los logros de ambas perspectivas y avanzar as en lacomprensin y explicacin de las prcticas sociales.

    3. Estructuralismo gentico: relacionismo metodolgico eincorporacin de la dimensin histrica

    Bourdieu define a su enfoque terico como constructivismoestructuralista o estructuralismo constructivista.

    a) Por estructuralismo, como ya lo he mencionado, quieredecir:

    que existen en el mundo social mismo, y no solamente enlos sistemas simblicos, lenguaje, mito, etc., estructuras ob-jetivas, independientes de la conciencia y de la voluntadde los agentes, que son capaces de orientar o de coaccio-nar sus prcticas o sus representaciones (Bourdieu, 1987a:127).

    b) Por constructivismo, entiende:

    9 Para Bourdieu, el campo de la ciencia social en particular, y los campos cien-tficos en general, no escapan a las leyes que regulan el funcionamiento detodos los campos, especialmente a la ley fundamental del inters y, as, loque puede llamarse sociologa de la sociologa constituye una dimensinesencial del mtodo sociolgico. La problemtica de los condicionamientossociales de las producciones de conocimiento, que aqu slo menciono, ha sidotrabajada en profundidad por el autor. Ver especialmente: Bourdieu, 1976a,1984a, 1994 y 1999. sta ltima compilacin argentina constituye una muybuena seleccin para abordar las diversas aristas de la problemtica, haciendohincapi en el rol de los intelectuales, sus poderes y su espacio de juego.

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    que hay una gnesis social de una parte de los esquemasde percepcin, de pensamiento y de accin que son consti-tutivos de lo que llamo habitus, y por otra parte estructu-ras, y en particular de lo que llamo campos y grupos, espe-cialmente de los que se llama generalmente las clases so-ciales (Bourdieu, 1987a: 127.).

    Sealemos en primer lugar que el autor retoma, de una lar-ga tradicin estructuralista, el modo de pensamiento relacional,que identifica lo real con relaciones, por oposicin al pensamientosustancialista, visin comn del mundo social que slo reconocecomo realidades aqullas que se ofrecen a la intuicin directa: elindividuo, el grupo, las interacciones. Pensar relacionalmente escentrar el anlisis en la estructura de las relaciones objetivas loque implica un espacio y un momento determinado que deter-mina las formas que pueden tomar las interacciones y las repre-sentaciones que los agentes tienen de la estructura, de su posi-cin en la misma, de sus posibilidades y de sus prcticas:

    El modo de pensamiento sustancialista, que es el del senti-do comn y del racismo y que lleva a tratar las activida-des o las preferencias propias de ciertos individuos o cier-tos grupos de una cierta sociedad en un cierto momento,como propiedades sustanciales, inscritas de una vez parasiempre en una suerte de esencia biolgica o lo que no esmejor cultural, conduce a los mismos errores en la compa-racin no slo entre sociedades diferentes, sino tambin en-tre perodos sucesivos de la misma sociedad.(...) En resu-men, es necesario cuidarse de transformar en propiedadesnecesarias e intrnsecas de un grupo cualquiera (la nobleza,los samurais, tanto como los obreros o los empleados) laspropiedades que les incumben en un momento dado deltiempo del hecho de su posicin en un espacio social deter-minado, y en un estado determinado de la oferta de los bie-nes y de las prcticas posibles (Bourdieu, 1994: 15-16).

    La perspectiva relacional, que se ubica en el centro de lavisin sociolgica de Bourdieu no constituye una novedad. Sinembargo, de acuerdo con Wacquant, lo que significa un aporte

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    importante del autor para el anlisis de las prcticas sociales entrminos relacionales, es el rigor metodolgico con el cual desa-rrolla su concepcin.

    Ello queda atestiguado fundamentalmente en dos hechos:primero, sus dos conceptos centrales (campo y habitus), constitu-yen nudos de relaciones. Un campo consiste en un conjunto derelaciones objetivas entre posiciones histricamente definidas,mientras que el habitus toma la forma de un conjunto de relacio-nes histricas incorporadas a los agentes sociales. Segundo, am-bos conceptos son igualmente relacionales, en el sentido en quese comprenden uno en relacin con el otro: un campo no es unaestructura muerta, es un espacio de juego que existe en cuantotal, en la medida en que hay jugadores dispuestos a jugar el jue-go, que creen en las inversiones y recompensas, que estn dota-dos de un conjunto de disposiciones que implican a la vez la pro-pensin y la capacidad de entrar en el juego y de luchar por lasapuestas y compromisos que all se juegan (Bourdieu y Wacquant,1992).

    En segundo lugar, es importante destacar que el autor in-troduce la dimensin histrica en el modo de pensamiento rela-cional, y con ello, toma distancias respecto a la tradicin estruc-turalista:

    ... dira que trato de elaborar un estructuralismo genti-co: el anlisis de las estructuras objetivas las de los dife-rentes campos es inseparable del anlisis de la gnesis,en el seno de los individuos biolgicos, de las estructurasmentales que son por una parte el producto de la incorpo-racin de las estructuras sociales, y del anlisis de la gne-sis de estas estructuras sociales mismas: el espacio social,y los grupos que en l se distribuyen, son el producto deluchas histricas (en las cuales los agentes se comprome-ten en funcin de su posicin en el espacio social y de lasestructuras mentales a travs de las cuales aprehenden eseespacio) (Bourdieu, 1987b: 26).

    Es decir, el anlisis tanto de las estructuras sociales exter-nas como de las estructuras sociales internalizadas comprende

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    dos dimensiones: sincrnica y diacrnica. Por un lado, no slohay que tener en cuenta los diferentes sistemas de relaciones ob-jetivas tal como se presentan en el momento del anlisis, sinotambin como se han ido conformando y reestructurando esossistemas en trminos de campos de posiciones sociales relativa-mente autnomos. Por otro lado, los esquemas de generacin yorganizacin, de percepcin y de apreciacin de prcticas, debenser analizados como procesos de incorporacin de habitus, enrelacin con la trayectoria modal de la clase social en la que seubica a los agentes sociales, y en relacin con la trayectoria indi-vidual de dichos agentes insertos en los diferentes campos.

    Ampliar ms adelante esta perspectiva al analizar los con-ceptos de campo y habitus. Pero es importante destacar que, alincorporar la dimensin histrica, se abre una veta de anlisismuy importante para la investigacin sociolgica, con la cual, dealguna manera se superan otros enfoques10. Me refiero especial-mente a aquellos como el individualismo metodolgico deBoudon (1981, 1983), o la sociologa de las organizaciones de Cro-zier (1974), o los anlisis de Goffman (1970) en un hospital psi-quitrico.

    An existiendo diferencias entre ellos, que no es el lugarpara explicitarlas, tienen en comn cierta lgica de anlisis. Enefecto, el punto de partida de estos enfoques consiste en ubicar alactor social en el sistema de condiciones objetivas en el que estinserto, sistema que, por coercitivo que pueda ser, nunca eliminatotalmente el margen de autonoma individual. En este sistema,el actor social ocupa una posicin determinada, a la cual estnligados ciertos intereses, en relacin con otros intereses ligados aotras posiciones.

    La accin social es explicada en trminos de estrategia, par-tiendo de la hiptesis de que, segn una lgica de costo-benefi-cio, el actor social selecciona aquella alternativa que, entre las

    10 Lo propio de las realidades histricas es que se puede siempre establecerque hubiera podido ser de otra manera, que va de otra manera a otra parte, enotras condiciones. Lo que quiere decir que, al historizar, la sociologa desnatu-raliza, desfataliza (Bourdieu, 1987b: 27).

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    que le brindan sus condiciones objetivas, considere acorde a susintereses ligados a su posicin dentro de ese sistema11.

    Pero, al considerar el sistema de relaciones slo en su di-mensin sincrnica, sin tener en cuenta la historia del sistema entrminos de estructuracin y reestructuracin de posiciones, y lahistoria incorporada al agente social en forma de habitus, se pierdela posibilidad de explicar, por ejemplo, qu es lo que hace quedos agentes que ocupan iguales posiciones en el sistema de rela-ciones acten, sin embargo, de manera diferente?12.

    11 Un anlisis en trminos de estrategia en relacin a costos-beneficios, reali-za Boudon al considerar las decisiones que pueden tomar los padres respectoa la permanencia de sus hijos en el sistema escolar, decisiones que son toma-das a travs del clculo de sus posibilidades objetivas, beneficios de la inver-sin, si se trata de una inversin a mediano o largo plazo, etc. (Boudon, 1983).Tambin Goffman analiza las prcticas de los enfermos psiquitricos interna-dos, en trminos de estrategias implementadas para sacar provecho de losresquicios que le deja el sistema de interrelaciones, estrategias llamadas porel autor adaptaciones secundarias, que los actores ponen en marcha en unintento por mantener su identidad individual frente a la que quiere imponerlela institucin (Goffman, 1972).La misma lgica de anlisis sustenta la investigacin de Crozier en una orga-nizacin burocrtica (el Monopolio Industrial), especialmente en lo que ocu-rre a nivel de taller, donde distingue diferentes tipos de estrategias implemen-tadas por los actores sociales segn la posicin que ocupan en la organizacin(obreros de mantenimiento, obreros productores, jefes de taller, etc.). (Crozier,1974).12 Es importante sealar aqu que Bourdieu toma distancias explcitas con res-pecto al individualismo metodolgico y a su versin norteamericana, la teorade la eleccin racional, y no slo en lo que se refiere a la ausencia de la dimen-sin histrica en estos anlisis. Retomar esas distancias y evaluarlas, excederalos lmites del presente trabajo, por ello slo menciono algunos elementos: parael autor, al igual que el interaccionismo simblico y la etnometodologa, estascorrientes se ubicaran en perspectivas subjetivistas en la medida en que lasociedad aparecera como el producto de decisiones, acciones y actos de cono-cimiento de individuos para quienes el mundo estara dado como familiar ysignificante. Por otra parte, el actor social estara concebido como un agentesin historia, a la vez indeterminado e intercambiable, que da respuestas racio-nales, y que piensa su prctica de manera lgica y reflexiva, como lo hace elinvestigador que la observa. (Ver Bourdieu, 1980b, especialmente Libro 1, yBourdieu y Wacquant, 1992, especialmente Introduccin y Primera parte).

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    El enfoque de Bourdieu, como veremos ms adelante, con-sidera como principios de estructuracin de prcticas, no slo ala posicin y la trayectoria de la misma que ocupa el agente enel sistema de relaciones (sistema que, por otra parte, logra unmayor nivel de explicitacin y con ello un mayor afinamiento enlos instrumentos de anlisis, a travs de la nocin de campo),sino tambin a los habitus incorporados por el agente, en cuantoesquemas de percepcin, de evaluacin y de accin.

    4. La economa de las prcticas

    Un aspecto tambin importante a sealar como uno de losaportes fundamentales del trabajo de Bourdieu, es el de extenderla lgica econmica al anlisis de toda prctica social.

    En este sentido, puede decirse que, a la vez que recupera aMarx, Bourdieu marca una ruptura con el marxismo.

    Recupera a Marx en cuanto retoma su lgica de anlisis entrminos de lgica econmica, pero marca una ruptura al extenderesa lgica a otros campos diferentes que el econmico, lograndoas construir instrumentos que permiten explicar las prcticas so-ciales sin reducirlas exclusivamente a causas econmicas:

    As se descubren conductas que pueden comprendersecomo inversiones orientadas hacia la maximizacin de lautilidad en los universos econmicos (en sentido extenso)ms diversos, en la plegaria o el sacrificio, que obedecen aveces explcitamente, al principio del do ut des, pero tam-bin en la lgica de los intercambios simblicos, con todaslas conductas que son percibidas como derroche siempreque se las compare con los principios de la economa ensentido restringido. La universalidad del principio de eco-noma, es decir la ratio en el sentido de clculo de ptimo,que hace que se pueda racionalizar cualquier conducta,(...) hace creer que se pueden reducir todas las economasa la lgica de una economa: por una universalizacin delcaso particular, se reducen las lgicas econmicas, y en par-ticular las lgicas de las economas fundadas en la indife-renciacin de las funciones econmicas, polticas y religio-

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    sas, a la lgica absolutamente singular de la economa enla cual el clculo econmico es explcitamente orientadocon relacin a los fines exclusivamente econmicos queplantea, por su existencia misma, un campo econmicoconstituido en tanto tal, sobre la base del axioma encerra-do en la tautologa los negocios son los negocios. En esecaso, y solamente en ese caso, el clculo econmico estsubordinado a los fines propiamente econmicos y la eco-noma es racional formalmente, en los fines y en los me-dios (Bourdieu, 1987c: 113).

    La ruptura con el marxismo se expresa fundamentalmenteen la extensin de los conceptos de capital y de inters a otroscampos sociales que el econmico, fenmenos que sern explici-tados ms adelante.

    De este modo, pueden explicarse todas las prcticas, inclu-so aqullas que se pretenden desinteresadas o gratuitas, comoprcticas econmicas, como acciones orientadas hacia la maxi-mizacin del beneficio, material o simblico (Bourdieu, 1972).

    As, dentro de esta lgica de anlisis, puede hablarse dediversas economas orientadas hacia fines no estrictamente eco-nmicos, como la economa de la religin con la lgica de la ofren-da; la economa del honor con el intercambio de dones y contra-dones, de desafos y de respuestas; la economa de los intercam-bios lingsticos con su lgica especfica y sus reglas propias defuncionamiento13, etc.

    En cierto sentido entonces, puede decirse que se abandonala dicotoma entre lo econmico y lo no-econmico, y se anali-

    13 En ruptura con Saussure y la autonomizacin de la lengua en relacin a suscondiciones sociales de produccin, de reproduccin y de utilizacin, Bour-dieu seala la necesidad de elaborar una economa de los intercambios lin-gsticos. Se trata de mostrar que si es legtimo tratar las relaciones sociales (ylas relaciones de dominacin mismas) como interacciones simblicas, no hayque olvidar que las relaciones de comunicacin por excelencia que son los in-tercambios lingsticos, son tambin relaciones de poder simblico, donde seactualizan las relaciones de fuerza entre los locutores o sus grupos respecti-vos. Se propone realizar un anlisis en trminos de mercado lingstico, don-de lo que circula no es la lengua, sino discursos estilsticamente caracterizados(Bourdieu, 1982).

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    zan las prcticas econmicas como un caso particular de una cien-cia general de la economa de las prcticas. Es decir, se considera queel campo especficamente econmico es susceptible del mismotipo de anlisis que los otros campos; y que las estrategias pro-piamente econmicas de apropiacin y defensa del capital, sonun caso particular de las estrategias por las cuales los agentesque ocupan diferentes posiciones en los diferentes campos socia-les, se esfuerzan y luchan por adquirir o por conservar diferentesvariedades de capital.

    En relacin con ello, adelanto algunos elementos que sernexplicitados luego: la economa de las prcticas de Bourdieu noes ni intencionalista ni utilitarista, aunque utiliza conceptos que,por la forma en que ellos funcionan en otros marcos terico-me-todolgicos, podran sugerirlo.

    As, con la nocin de estrategia, el autor no hace referencia ala prosecucin intencional y planificada de fines calculados, sinoal desarrollo activo de lneas objetivamente orientadas que obede-cen a regularidades y forman configuraciones coherentes y so-cialmente inteligibles, es decir, comprensibles y explicables, ha-bida cuenta de las condiciones sociales externas e incorporadaspor quienes producen las prcticas:

    La teora de la accin que propongo (con la nocin dehabitus) equivale a decir que la mayor parte de las accio-nes humanas tienen por principio algo completamente dis-tinto a la intencin, es decir disposiciones adquiridas quehacen que la accin pueda y deba ser interpretada comoorientada hacia tal o cual fin, sin que uno pueda plantearsin embargo que haya tenido por principio la bsquedaconsciente de este fin (...) ...el jugador, que ha interioriza-do profundamente las regularidades de un juego hace loque es necesario hacer en el momento en que es necesariohacerlo, sin tener necesidad de plantear explcitamente porfin lo que hay que hacer. No tiene necesidad de saber cons-cientemente lo que hace para hacerlo y menos todava plan-tearse explcitamente el problema (salvo en algunas situa-ciones crticas) de saber explcitamente lo que los otrospueden hacer a su turno, como lo deja creer la visin dejugadores de ajedrez o de bridge que ciertos economistas

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    (sobre todo cuando se arman de la teora de los juegos)prestan a los agentes (Bourdieu, 1994: 166-167).

    Con la nocin de inters, Bourdieu rompe con aquella vi-sin encantada y mistificadora de las conductas humanas, querechaza reconocer las diversas formas de beneficios no materia-les que guan a los agentes que aparecen as como desinteresa-dos, a la vez que sugiere la idea que esos agentes son arranca-dos de un estado de indiferencia por los estmulos enviados porciertos campos y no por otros (Bourdieu y Wacquant, 1992).

    Teniendo en cuenta todos estos elementos, es que puedeentenderse lo que el autor llama la economa de los bienes sim-blicos, como la lgica de aquellos universos sociales que tie-nen en comn crear condiciones objetivas para que los agentesque juegan ese juego tengan all inters por el desinters (y porlo tanto, estn interesados).

    Se trata de espacios sociales como el mundo del arte, el dela religin, el de la ciencia, el de la poltica, el de la economadomstica, etc., en los cuales el desinters en sentido estricta-mente econmico es recompensado con la obtencin de otrosbeneficios especialmente simblicos, y que descansan sobre elrechazo o la censura del inters econmico y sobre la denegacincolectiva de la verdad econmica (Bourdieu, 1994)14.

    Construir una teora general de la economa de las prcticas noconstituye pues una actitud economicista, sino al contrario, im-plica la voluntad de quitar al economicismo las economas pre-

    14 En estos universos, la verdad econmica es ocultada activa o pasivamentey descansa sobre el tab de la explicitacin. Por ello, las prcticas y los discur-sos son ambiguos, son de doble faz, aunque no hipcritas: se fundan en ladenegacin. Y el trabajo de denegacin es exitoso por que es colectivo, y estfundado sobre la orquestacin de los habitus de los agentes que participan enesos juegos y que comparten lo que all est en juego. Para estos aspectos verespecialmente Bourdieu, 1980b, 1992 y 1994, adems de los estudios tericos yempricos que el autor tiene sobre distintos mbitos de produccin de sentido.Un modo muy interesante de ver estos conceptos en relacin con un mercadoespecfico, el de los bienes simblicos, puede verse en Bourdieu, 2003, unamuy buena compilacin que presenta distintos aspectos del mundo del arte yesboza una sociologa de la cultura.

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    capitalistas y aquellos sectores de las economas llamadas capi-talistas que no funcionan totalmente segn la ley del inters comola bsqueda de la maximizacin del beneficio monetario. Impli-ca tambin encontrar elementos explicativos de esos universossociales, rechazando al mismo tiempo la tentacin de otorgarlesun status de gratuidad, de excepcin, de extraterritorialidad, deno-explicacin:

    Si el desinters es posible sociolgicamente, es por el reen-cuentro entre habitus predispuestos al desinters y uni-versos en los cuales el desinters es recompensado. Entreestos universos, los ms tpicos son, junto a la familia ytoda la economa de los intercambios domsticos, los dife-rentes campos de produccin cultural, campo literario,campo artstico, campo cientfico, etc., microcosmos quese constituyen sobre la base de una inversin de la ley fun-damental del mundo econmico y en los cuales la ley delinters econmico est en suspenso. Lo que no quiere de-cir que no conozcan otras formas de inters: la sociologadel arte o de la literatura devela (o desenmascara) y anali-za los intereses especficos que son constituidos por el fun-cionamiento del campo (los que han podido inducir a Bre-ton a quebrarle el brazo a un rival en una querella potica)y por los cuales se est dispuesto a morir (Bourdieu, 1994:155).

    Pasar ahora a explicitar los conceptos que he menciona-do, y las relaciones que mantienen entre s.

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    Captulo 2

    LAS ESTRUCTURAS SOCIALES EXTERNASO LO SOCIAL HECHO COSAS

    1. Los campos sociales: definicin y propiedades generales

    Bourdieu define a los campos sociales como:

    espacios de juego histricamente constituidos con sus ins-tituciones especficas y sus leyes de funcionamiento pro-pias (Bourdieu, 1987c: 108).

    Aunque se est hablando de cierta especificidad de cadacampo ya veremos en qu reside esa especificidad, pueden dis-tinguirse leyes generales, leyes de funcionamiento invariables,vlidas para campos tan diferentes como pueden serlo el campoeconmico, el campo poltico, el campo cientfico, el campo deldeporte, el campo de la religin, etc.

    Esas leyes generales del funcionamiento de los campos lo-gran ser comprendidas en relacin con otros conceptos, tales comoposicin, capital, inters, espacio social, que sern explicitadosms adelante. Por el momento, me limito a enunciarlos a fin desealar dichas propiedades generales.

    a) En su aprehensin sincrnica, los campos se presentancomo sistemas de posiciones y de relaciones entre posiciones (Costa,1976: 3). Recordemos aqu que pensar en trminos de campos espensar relacionalmente: se trata de espacios estructurados deposiciones, a las cuales estn ligadas cierto nmero de propieda-des que pueden ser analizadas independientemente de las carac-tersticas de quienes las ocupan (Bourdieu, 1976b).

    b) Un campo se define, entre otras cosas, definiendo lo queest en juego (enjeu) y los intereses especficos del mismo, que son

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    irreductibles a los compromisos y a los intereses propios de otroscampos. Cada campo engendra el inters que le es propio, que esla condicin de su funcionamiento. Es decir, para que funcioneun campo,

    es necesario que haya algo en juego y gente dispuesta ajugar, que est dotada de los habitus que implican el cono-cimiento y reconocimiento de las leyes inmanentes al jue-go, de lo que est en juego, etc. (Bourdieu, 1976b: 136).

    c) La estructura de un campo es un estado en el sentido demomento histrico de la distribucin en un momento dado deltiempo, del capital especfico que all est en juego. Se trata de uncapital que ha sido acumulado en el curso de luchas anteriores yque orienta las estrategias de los agentes que estn comprometi-dos en el campo.

    d) En ese sentido, puede decirse tambin que su estructuraes un estado de las relaciones de fuerza entre los agentes o lasinstituciones comprometidos en el juego.

    e) Adems de un campo de fuerzas, un campo social deter-minado constituye un campo de luchas destinadas a conservar oa transformar ese campo de fuerzas. Es decir, es la propia estruc-tura del campo, en cuanto sistema de diferencias, lo que est per-manentemente en juego. En definitiva, se trata de la conserva-cin o de la subversin de la estructura de la distribucin delcapital especfico:

    Aquellos que, dentro de un estado determinado de la re-lacin de fuerzas, monopolizan (de manera ms o menoscompleta) el capital especfico, que es el fundamento delpoder o de la autoridad especfica caracterstica de un cam-po, se inclinan hacia estrategias de conservacin las que,dentro de los campos de produccin de bienes culturales,tienden a defender la ortodoxia, mientras que los que dis-ponen de menos capital (que suelen ser tambin los recinllegados, es decir, por lo general, los ms jvenes) se incli-nan a utilizar estrategias de subversin: las de la hereja(Bourdieu, 1976b: 137).

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    Ahora bien, las luchas para transformar o conservar la es-tructura del juego, llevan implcitas tambin luchas por la im-posicin de una definicin del juego y de los triunfos necesariospara dominar en ese juego:

    Si por una parte la estructura del campo social es defini-da en cada momento por la estructura de la distribucindel capital y de los beneficios caractersticos de los dife-rentes campos particulares, en cada uno de estos espaciospuede ponerse en juego la definicin misma de lo que esten juego y las respectivas cartas de triunfo. Todo campo esel lugar de una lucha ms o menos declarada por la defini-cin de los principios legtimos de divisin del campo(Bourdieu,1984b: 28).

    f) El campo social como campo de luchas no debe hacernosolvidar que los agentes comprometidos en las mismas tienen encomn un cierto nmero de intereses fundamentales, todo aque-llo que est ligado a la existencia misma del campo como: unasuerte de complicidad bsica, un acuerdo entre los antagonistasacerca de lo que merece ser objeto de lucha, el juego, las apues-tas, los compromisos, todos los presupuestos que se aceptan tci-tamente por el hecho de entrar en el juego.

    g) Al hablar de luchas permanentes, de acumulacin decapital, de estado de las relaciones de fuerza, etc., estamos consi-derando a los campos sociales en su aspecto dinmico, y resca-tando la dimensin histrica de los mismos. En este sentido, agre-go que en los campos se producen constantes definiciones y re-definiciones de las relaciones de fuerza entre los agentes y lasinstituciones comprometidos en el juego.

    h) Asimismo, tambin se definen y redefinen histricamentelos lmites de cada campo y sus relaciones con los dems cam-pos, lo que lleva implcita una redefinicin permanente de loslmites de la autonoma relativa de cada uno de ellos.

    Pasar a explicitar ahora otros conceptos relacionados conel de campo, lo que permitir ir precisando progresivamente cadauna de sus propiedades generales y comprender de ese modo lalgica de su funcionamiento.

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    2. La especificidad del campo: capital e intereses en juego

    He mencionado que existen campos sociales diversos. Aho-ra tratar de sealar en qu reside la especificidad de cada unode ellos, o, en otras palabras, cul es el principio de diferencia-cin de los campos sociales, qu es lo que distingue a uno deotros, cul es el principio fundamental de construccin de uncampo especfico.

    2.1. Capital

    En primer lugar, dir que el principio a partir del cual sedistinguen los campos sociales es el tipo de capital que est enjuego:

    Un capital econmico, da origen a un campo especfico(con sus posiciones y relaciones entre posiciones), que lla-maremos campo econmico. Un capital de bienes de salva-cin da origen a otro campo distinto del anterior (con posi-ciones y relaciones entre esas posiciones, que son especfi-cas y distintas a las del campo econmico), que llamare-mos campo religioso. Y as podemos continuar con otroscapitales (prestigio, conocimientos, relaciones, honor, etc.)que dan origen a otros campos sociales (Costa, 1976: 3).

    En otros trminos, podra decirse que el objeto central delas luchas y del consenso en cada campo est constituido por unade las diferentes variedades de capital. Recordemos aqu una delas propiedades de los campos: la estructura de un campo es unestado de la distribucin del capital especfico que all est enjuego.

    Capital puede definirse entonces como conjunto de bienesacumulados que se producen, se distribuyen, se consumen, se invier-ten, se pierden (Costa, 1976: 3). Como he mencionado ms arriba,Bourdieu libera a este concepto de la sola connotacin econmi-ca y lo extiende a cualquier tipo de bien susceptible de acumula-cin, en torno al cual puede constituirse un proceso de produc-cin, distribucin y consumo, y por tanto, un mercado. En este

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    sentido, los campos sociales pueden ser considerados como mer-cados de capitales especficos.

    Recordamos aqu que, al liberar el concepto de capital de lasola connotacin econmica, Bourdieu marca una ruptura con elmarxismo15, pero a la vez, recupera la lgica que Marx utiliza enel anlisis econmico y la extiende al anlisis de cualquier prcti-ca social:

    No se puede en efecto escapar a las ingenuidades etno-cntricas del economicismo sin caer en la exaltacin popu-lista de la ingenuidad generosa de los orgenes, sino a con-dicin de llevar hasta su trmino lo que l no realiza msque a medias, y extender a todos los bienes, materiales osimblicos, sin distincin, que se presentan como raros ydignos de ser buscados en una formacin social determi-nada, se trate de buenas palabras o de sonrisas, de apre-tn de manos o de levantamiento de hombros, de cumpli-dos o de atenciones, de desafos o injurias, de honor u ho-nores, de poder o placeres, de chismes o de informacionescientficas, de distincin o distinciones, etc., el clculo eco-nmico que no ha podido apropiarse del terreno objetiva-mente abandonado a la lgica implacable del inters des-nudo, como dice Marx, abandonando un islote sagrado,milagrosamente salvado (pargn) por el agua glacial delclculo egosta, asilo de lo que no tiene precio, por excesoo por defecto (Bourdieu, 1972: 235).

    Ahora podemos ver cmo el concepto de capital, tal comoaqu es definido, constituye un elemento de anlisis fundamen-

    15 Una primera ruptura con el marxismo, en relacin con el concepto de capi-tal, puede verse ya en Max Weber, aunque no explicitado en estos trminos.En efecto, el autor distingue tres fenmenos de la distribucin del poder en lasociedad (clases, grupos de status y partidos), a cada uno de los cuales corres-ponde un principio distinto de diferenciacin. Es decir, reconoce tres dimen-siones o jerarquas en las cuales se pueden situar a individuos y grupos: ga-nancia econmica, prestigio social y poder poltico, que pueden ser considera-dos implcitamente como tres tipos de capitales (capital econmico, capitalhonor, capital poltico) cuya distribucin desigual da origen a grupos socialesdiferenciados (Weber, 1974).

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    tal en relacin con lo que se planteaba ms arriba respecto a laeconoma de las prcticas.

    He dicho que en cada campo se juega un capital especficoy que la lgica econmica es susceptible de ser extendida a todoslos bienes. Pero, ahora rescato una frase del prrafo anteriormentecitado: a condicin de que esos bienes se presenten como raros ydignos de ser buscados en una formacin social determinada. Es de-cir, no todo bien constituye necesariamente un campo, tiene queser un bien apreciado, buscado, que, al ser escaso, produzca inte-rs por su acumulacin, que logre establecer cierta divisin deltrabajo entre quienes lo producen y quienes lo consumen, entrequienes lo distribuyen y quienes lo legitiman. En otras palabras,tiene que constituirse un mercado en torno a ese bien para quesurja un campo especfico. Estos aspectos que hacen a la dinmi-ca de los campos, sern retomados ms adelante.

    Hay distintas variedades de capital. Bourdieu distingue fun-damentalmente, adems del capital econmico, el capital cultu-ral, el capital social y el capital simblico, que constituyen la gamaposible de los recursos y de los bienes de toda naturaleza quesirven a la vez de medios y de apuestas a sus inversores.

    Veamos cules son las principales especies de capital, ade-ms del econmico:

    El capital cultural est ligado a conocimientos, ciencia, arte,y se impone como una hiptesis indispensable para rendir cuen-ta de las desigualdades de las performances escolares16.

    El capital cultural puede existir bajo tres formas: en estadoincorporado, es decir, bajo la forma de disposiciones durables(habitus) relacionadas con determinado tipo de conocimientos,ideas, valores, habilidades, etc.; en estado objetivado, bajo la for-ma de bienes culturales, cuadros, libros, diccionarios, instrumen-tos, etc.; y en estado institucionalizado, que constituye una for-

    16 As es considerado especialmente en La Reproduccin, donde los autores rea-lizan un anlisis que pone de relieve la autonoma relativa del campo cultural,considerando a la escuela como principal instancia legtima de legitimacinde lo arbitrario cultural, que contribuye a la reproduccin de la estructurade la distribucin del capital cultural entre las clases, y con ello, a la reproduc-cin de las relaciones de clase existentes. (Bourdieu y Passeron, 1970).

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    ma de objetivacin, como lo son los diferentes ttulos escolares(Bourdieu, 1979a).

    La mayor parte de las propiedades del capital cultural pue-den deducirse del hecho de que en su estado fundamental, estligado al cuerpo y supone un proceso de incorporacin. En otraspalabras, cierto nmero de propiedades se definen slo en rela-cin con el capital cultural en forma incorporada, ya que, si bienla acumulacin de bienes culturales objetivados est relacionadacon la capacidad econmica de adquirirlos y en ese sentido, conel capital econmico, ello no significa necesariamente la capaci-dad de apropiarse de ese bien en sentido simblico. Para consu-mir un cuadro o utilizar determinados instrumentos por ejem-plo, es necesario tambin la posesin de determinadas habilida-des, conocimientos, etc.

    Donde puede observarse el lazo que existe entre capital cul-tural y capital econmico es, especialmente, en el tiempo necesariopara su adquisicin, lo que incluye el momento en que un agentesocial puede comenzar la empresa de adquisicin y acumulacin,hasta cuando puede continuarla y de qu modo (liberado de lanecesidad econmica de su familia, por ejemplo), el porcentajedel tiempo biolgicamente disponible utilizado en el proceso, etc.,aspectos que inciden tambin en el xito o el fracaso escolar.

    El mencionar al capital cultural institucionalizado como for-ma especfica del capital cultural, nos lleva a sealar la existenciade instituciones sociales a las que se les reconoce capacidad leg-tima para administrar ese bien. Se trata de instituciones de con-sagracin y legitimacin especficas del campo, cuya aparicin ypermanencia estn estrechamente relacionadas con la existenciamisma del campo y con su autonoma relativa. Ya volver sobreeste fenmeno ms adelante.

    El capital social est ligado a un crculo de relaciones esta-bles, y se define como:

    ...conjunto de los recursos actuales o potenciales que es-tn ligados a la posesin de una red duradera de relacionesms o menos institucionalizadas de interconocimiento y deinter-reconocimiento; o, en otros trminos, a la pertenen-cia a un grupo, como conjunto de agentes que no slo es-

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    tn dotados de propiedades comunes (susceptibles de serpercibidas por el observador, por los otros o por ellos mis-mos), sino que tambin estn unidos por lazos permanen-tes y tiles (Bourdieu, 1980a: 2 subrayado del autor).

    Es capital de relaciones mundanas, capital de honorabili-dad y de respetabilidad, que puede procurar beneficios materia-les o simblicos como aquellos que suelen estar asociados a laparticipacin en un grupo raro y prestigioso. Los efectos de estaespecie de capital son particularmente visibles en aquellos casosen que diferentes individuos obtienen un rendimiento diferen-cial de un capital (econmico o cultural) ms o menos equivalen-te segn el volumen de capital social que ellos pueden movilizaren relacin con un grupo (familia, antiguos compaeros de es-cuela de lite, nobleza, club selecto, etc.) Veremos luego la in-cidencia de este capital en la construccin del espacio social.

    La red de relaciones es el producto de estrategias de inver-sin social consciente o inconscientemente orientadas ha-cia la institucin o la reproduccin de relaciones socialesdirectamente utilizables, a corto o a largo plazo, es decirhacia la transformacin de relaciones contingentes, comolas relaciones de vecinazgo, de trabajo o incluso de paren-tesco, en relaciones a la vez necesarias y electivas, que im-plican obligaciones duraderas subjetivamente sentidas(sentimiento de reconocimiento, de respeto, de amistad,etc.) o institucionalmente garantizadas (derechos); todo ellogracias a la alquimia del intercambio (de palabras, de do-nes, de mujeres, etc.,) como comunicacin que supone yque produce el conocimiento y el reconocimiento mutuos(Bourdieu, 1980a: 2).

    El propio intercambio transforma los objetos intercambia-dos en signos de reconocimiento y, a travs del reconocimientomutuo de los agentes y el reconocimiento de la pertenencia algrupo, produce, construye el grupo y al mismo tiempo determi-na los lmites del grupo: en otras palabras, delimita el espacioms all del cual el intercambio no puede tener lugar. Aqu en-contramos tambin relaciones entre las diferentes especies de

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    capital, en la medida en que el volumen de capital social que halogrado acumular un agente particular, no slo depende de laextensin de la red de relaciones que l puede efectivamentemovilizar en un momento determinado, sino tambin del volu-men del capital econmico, cultural o simblico de cada uno deaquellos agentes a quienes est ligado por la pertenencia a esared.

    La nocin de capital simblico en Bourdieu era utilizada enun primer momento como una manera de distinguir la acumula-cin de ciertos bienes no estrictamente econmicos como el ho-nor, prestigio, salvacin, relaciones, conocimientos (Costa, 1976: 2).

    En escritos posteriores del autor se lo encuentra definidocomo:

    ...forma que revisten las diferentes especies de capitalcuando son percibidas y reconocidas como legtimas(Bourdieu, 1987a: 131).

    ...el capital econmico y cultural cuando es conocido yreconocido (Bourdieu, 1987a: 138).

    ...capital de reconocimiento o de consagracin (Bourdieu,1987a: 144).

    ...forma particular de capital, el honor en el sentido dereputacin, de prestigio (...), como capital fundado sobreel conocimiento y el reconocimiento (Bourdieu, 1987c :113).

    ...el capital simblico otro nombre de distincin, no essino el capital, de cualquier especie, cuando es percibidopor un agente dotado de categoras de percepcin que pro-vienen de la incorporacin de la estructura de su distribu-cin, es decir, cuando es conocido y reconocido como na-tural (Bourdieu,1984b: 28).

    A estas tres especies [capital econmico, cultural y social],es necesario agregar el capital simblico, que es la formaque una u otra de estas especies reviste cuando es percibi-da a travs de categoras de percepcin que reconocen lalgica especfica o, si usted prefiere, que desconocen lo ar-

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    bitrario de su posesin y de su acumulacin (Bourdieu yWacquant, 1992: 81-82).

    Se tratara entonces de una especie de capital que juegacomo sobreaadido de prestigio, legitimidad, autoridad, reco-nocimiento, a los otros capitales, principios de distincin y dife-renciacin que se ponen en juego frente a los dems agentes delcampo, que se agregaran a la posicin que se tiene por el manejodel capital especfico que se disputa en ese campo.

    El capital simblico es la particular especie de capital quese juega en aquellos universos que mencion ms arriba, que seexplican por lo que Bourdieu llama la economa de los inter-cambios simblicos, que se fundamentan en el tab de la expli-citacin de su verdad econmica y en la denegacin colectivaque implica el desconocimiento y el reconocimiento de los me-canismos que la sustentan:

    El capital simblico es una propiedad cualquiera, fuerzafsica, riqueza, valor guerrero, que percibida por agentessociales dotados de las categoras de percepcin que per-miten percibirla, conocerla y reconocerla, deviene eficien-te simblicamente, semejante a una verdadera fuerza mgi-ca: una propiedad que, por que responde a expectativascolectivas, socialmente constituidas, a creencias, ejerce unasuerte de accin a distancia, sin contacto fsico (Bourdieu,1994: 172-173).

    El capital simblico es poder simblico, es la particular fuer-za de la que disponen ciertos agentes que ejercen lo que el autorllama violencia simblica, esa forma de violencia que se pone enmarcha sobre un agente o grupo de agentes con su complicidad.Se trata de una violencia eufemizada, y por ello socialmente acep-table, desconocida como arbitraria y con ello reconocida, en la me-dida en que se fundamenta en el desconocimiento de los meca-nismos de su ejercicio:

    Como la teora de la magia, la teora de la violencia sim-blica descansa sobre una teora de la creencia o, mejor,sobre una teora de la produccin de la creencia, del traba-

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    jo de socializacin necesario para producir agentes dota-dos de los esquemas de percepcin y de apreciacin queles permitirn percibir las exhortaciones inscritas en unasituacin o en un discurso y obedecerlas (Bourdieu, 1994:173)17.

    Esta creencia no es una creencia explcita, voluntaria, pro-ducto de una eleccin deliberada del individuo, sino una adhe-sin inmediata, una sumisin dxica al mundo y a las exhorta-ciones de ese mundo.

    La creencia es a la vez derecho de entrada a un juego yproducto de la pertenencia a un espacio de juego. Recordemosaqu lo que mencionaba ms arriba dentro de las propiedadesgenerales de los campos: para que funcione un campo es necesa-rio que haya gente dispuesta a jugar el juego, que est dotada delos habitus que implican el conocimiento y reconocimiento delas leyes inmanentes al juego, que crean en el valor de lo que allest en juego. Volver luego sobre algunos de estos elementos.

    Capital simblico, capital cultural, capital social, capital eco-nmico, son las diferentes especies de capital y cada una de ellastiene sub-especies que pueden ser definidas en el contexto de unanlisis emprico. Este conjunto de poderes especies y sub-es-pecies de capital constituye la gama de recursos, de medios y deapuestas de los distintos agentes comprometidos en las luchasde los diferentes campos sociales.

    17 Es importante recordar aqu que en su construccin terica, Bourdieu hatomado de la obra de Marx el hecho de que la realidad social es un conjunto derelaciones de fuerzas entre clases histricamente en luchas, y de la obra de We-ber el hecho de que esa misma realidad es tambin un conjunto de relaciones desentido. Con ello, toda dominacin social, a menos de recurrir a la fuerza fsicaconstantemente, debe ser reconocida, aceptada como legtima. Debe tomar unsentido preferentemente positivo, de manera que los dominados adhieran alprincipio de su propia dominacin y se sientan solidarios de los dominantesen un mismo consenso sobre el orden establecido (Bourdieu y Wacquant, 1992).Para profundizar en estos aspectos de la perspectiva de Bourdieu, adems delas obras citadas oportunamente, pueden verse las compilaciones de artculosdel autor, publicados bajo los ttulos: O Poder Simblico (1989a) y A economiadas trocas simblicas (1992). Este ltimo trabajo, contiene una excelente intro-duccin a la problemtica ( A fora do sentido) de Sergio Miceli.

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    Ahora es necesario introducir dos nociones estrechamenterelacionadas con las que acabo de explicitar: volumen global delcapital y estructura del capital.

    La primera hace referencia al conjunto de recursos (pode-res) efectivamente utilizables es decir, la suma del capital eco-nmico, cultural, simblico y social, del que puede disponer unagente o grupo de agentes determinado. La segunda, consiste enformas diferentes de distribucin del capital global entre las dis-tintas especies de capital. Es decir, es la especial estructura patri-monial que se constituye segn el peso relativo de cada uno delos capitales que la forman.

    Ambas nociones, que retomar ms adelante, representanlas dimensiones fundamentales segn las cuales se distribuyenlos agentes en el espacio social global:

    As, los agentes son distribuidos en el espacio social glo-bal, en la primera dimensin segn el volumen global delcapital que poseen bajo diferentes especies, y, en la segun-da dimensin, segn la estructura de su capital, es decirsegn el peso relativo de las diferentes especies de capital,econmico y cultural, en el volumen total de su capital(Bourdieu, 1987a: 131).

    Por ello, volumen y estructura del capital constituyen tam-bin los factores que tienen el peso funcional ms fuerte en laconstruccin de las clases sociales, al conferir su forma y su valorespecfico a las determinaciones que otros factores tales comoedad, sexo, residencia, etc. imponen a las prcticas.

    Las distintas especies de capital y sus sub-especies, comobuenas cartas en un juego, son poderes que definen las probabi-lidades de obtener un beneficio en un campo determinado. Esdecir, a cada campo o subcampo le corresponde una especie par-ticular de capital, vigente como poder fundamental y como loque est en juego especialmente en ese mercado especfico.

    En otros trminos, podra decirse que hay tantas fuentes depoder como recursos se puedan acumular; pero esa fuente depoder es tanto ms importante cuanto ms importante es el re-curso que se maneja.

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    Los agentes comprometidos en un juego pueden luchar paraaumentar o conservar su capital, sus cartas, de alguna maneraconforme a las reglas tcitas del juego. Pero tambin pueden tra-bajar para modificar total o parcialmente esas reglas de juego.Por ejemplo, pueden luchar para cambiar el valor relativo de suscartas, por medio de estrategias que apunten a desacreditar lasub-especie de capital sobre la que descansa la fuerza de sus ad-versarios y valorizar la especie de capital que ellos poseen espe-cialmente. As, muchas de las luchas desarrolladas en el seno delcampo del poder son de este tipo, por ejemplo entre agentes quehan logrado acumular un volumen de capital econmico y agen-tes que poseen especialmente capital jurdico (Bourdieu y Wac-quant, 1992). En relacin con ello, recuerdo lo que ya haba men-cionado entre las propiedades generales de los campos: las lu-chas para transformar o conservar la estructura del juego, llevanimplcitas tambin luchas por la imposicin de una definicindel juego y de los triunfos necesarios para dominar en ese juego.

    Si nos preguntramos entonces qu tipo de capital es elms importante?; es decir, cul es el que posee mayor peso es-pecfico?, una primera respuesta sera: el tipo de capital, y espe-cialmente su sub-especie, que se juega en el campo de juego en elmomento que es objeto de anlisis. As, por ejemplo, el volumendel capital cultural lo mismo valdra para el capital econmicodetermina las posibilidades asociadas de beneficios en todos losjuegos en que el capital cultural es eficiente el campo educativo,el campo cientfico, etc..

    Pero a nivel global, cuando se considera la coexistencia delos diferentes campos sociales (ya aclarar este concepto), y entraa jugar la autonoma relativa de cada uno de ellos, dice el autorque en sociedades como las nuestras, el capital econmico cons-tituye la especie dominante, en relacin con las otras variedadesde capital. Y por ello, el campo econmico tiende a imponer suestructura sobre los otros campos.

    En otro tipo de sociedades, fundamentalmente en aquellasen las que la acumulacin del capital econmico est de algunamanera controlada, ser otra la especie de capital dominante y,por lo tanto, otro el poder que tienda a imponerse por sobre losdems. Retomar luego estos elementos.

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    2.2. Intereses

    Analizar los distintos campos sociales como mercados decapitales especficos implica una redefinicin del concepto de in-ters, sacndolo del mbito estrictamente econmico, para ex-tenderlo a toda prctica social.

    Reducir la nocin de inters, como la de capital, al mbitoeconmico impide la explicacin rigurosa de una serie de prcti-cas que, por estar estructuradas a partir de otros principios queel econmico, se pretenden desinteresadas, gratuitas, etc.:

    Tal pretensin es legtima si el nico inters aceptado esel econmico. Pero, desde el momento en que se ampla elconcepto de inters a otros campos como el del honor, elde las relaciones, el de la salvacin, las prcticas en apa-riencia ms desinteresadas comienzan a explicarse poruna lgica estricta de inters. As la renovacin de los prin-cipios estticos en poesa, en pintura; la renovacin del dis-curso en el mbito religioso... (Costa, 1976: 1).

    Recordemos aqu lo que he mencionado ms arriba: la no-cin de inters rompe con la visin encantada que rechaza reco-nocer las distintas formas de beneficios no materiales que pue-den orientar las prcticas de los agentes, que aparecen as des-interesados, a la vez que sugiere la idea de que los agentes sonarrancados de un estado de indiferencia por los estmulos envia-dos por ciertos campos y no por otros.

    Esto equivale a decir que la nocin de inters hoy el autorprefiere hablar de illusio18, se opone no solamente a la de desin-ters o gratuidad, sino tambin a la de indiferencia:

    La illusio es lo opuesto a la ataraxia: se refiere al hecho deestar involucrado, de estar atrapado en el juego y por el

    18 En efecto, en la actualidad Bourdieu utiliza especialmente el trmino illusio(ludus: juego) para subrayar que aqu se habla siempre de intereses especficosligados a un juego especfico que son a la vez presupuestos y producidospor el funcionamiento de campos delimitados histricamente. (Bourdieu yWacquant, 1992 y Bourdieu, 1994).

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    juego. Estar interesado, es acordar a un juego social deter-minado que lo que all ocurre tiene un sentido, que susapuestas son importantes y dignas de ser perseguidas(Bourdieu y Wacquant, 1992: 80).

    Al no reducir los fines de la accin a fines econmicos, estanocin de illusio, y tambin de inversin (investissement) o delibido (Bourdieu, 1994) implica acordar a cierto juego social quel es importante, que vale la pena luchar por lo que all se lucha,que es posible tener inters por el desinters en sentido estricta-mente econmico y obtener beneficios de ello especialmentesimblicos, como en el caso de aquellos universos sociales quese explican por la economa de los bienes simblicos19.

    En consecuencia, subrayemos nuevamente que este con-cepto de inters es totalmente diferente del inters transhistricoy universal de la teora utilitarista, que constituye una universa-lizacin inconsciente de la forma de inters engendrada y exigi-da por una economa capitalista. Este inters, esta illusio, lejos deser un invariante antropolgico es un arbitrario histrico, y porello, una construccin histrica que slo puede ser conocida porel anlisis emprico de sus condiciones de produccin, y no de-ducida a priori de una concepcin ficticia y etnocntrica de elHombre (Bourdieu y Wacquant, 1992):

    19 Estos beneficios no estrictamente econmicos, que pueden obtenerse tenien-do inters por el desinters, constituyen lo que Bourdieu llama beneficios deuniversalizacin. Se parte de la hiptesis de que es un universal de las prcti-cas sociales, reconocer como valiosas las conductas que tienen por principio lasumisin aunque sea aparente a lo universal (es mejor aparecer desinteresa-do que interesado, altruista que egosta); a la vez que toda sociedad ofrece laposibilidad de un beneficio de lo universal inters en el desinters . El anlisissociolgico del inters por el desinters puede producir cierto desencantamien-to, pero al mismo tiempo, puede proporcionar herramientas para pensar enla posibilidad de crear condiciones sociales que impongan a los agentes quejuegan en esos juegos, mediante controles y coacciones, la necesidad de imple-mentar estrategias de universalizacin reales. Lo dicho vale para el campopoltico (Ver especialmente Bourdieu, 2001), para el campo intelectual en ge-neral y el cientfico en particular (Ver Bourdieu, 1999), para el campo artstico(Ver Bourdieu 2003), y para todos los espacios de juego sociales que otorguenbeneficios a aquellos que tengan inters por el desinters.

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    Una de las tareas de la sociologa es determinar como elmundo social constituye la libido biolgica, pulsin indi-ferenciada, en libido social, especfica. Hay, en efecto, tan-tas especies de libido como hay campos: el trabajo de so-cializacin de la libido es precisamente el que transformalas pulsiones en intereses especficos, intereses socialmen-te constituidos que no existen sino en relacin con un es-pacio social en el seno del cual ciertas cosas son importan-tes y otras indiferentes... (Bourdieu, 1994: 143).

    La illusio es, a la vez, condicin y funcionamiento de uncampo. Pero este derecho de entrada al campo no es reductibleal clculo consciente, es un acto de fe, es una relacin de creencia:se nace en el juego, con el juego, y la relacin de creencia es mstotal en cuanto se ignora como tal. No se fundamenta pues, en uncontrato explcito entre un individuo y un espacio de juego, sinoen una suerte de complicidad ontolgica entre un campo y unhabitus20.

    En resumen, puede decirse que todo campo, en tanto queproducto histrico, engendra y activa una forma especfica deinters, una illusio especfica, que es la condicin de su propiofuncionamiento. Por lo tanto, hay tantos intereses como campos,lo que hace necesario determinar en cada caso empricamente lascondiciones sociales de produccin de ese inters, su contenidoespecfico, etc. Recordemos aqu que sealaba como una de laspropiedades generales de los campos sociales el hecho de quecada uno de ellos se define definiendo sus apuestas e interesesespecficos, que son irreductibles a las apuestas y a los interesespropios de otros campos.

    Por otro lado, ese inters que est implicado en la partici-pacin en el juego reconocimiento tcito del valor de lo que esten juego, se diferencia segn la posicin ocupada en el juego ytambin segn la trayectoria que conduce a cada participante aesa posicin.

    20 Para profundizar estos aspectos, ver Bourdieu, 1980b, Libro 1, especialmen-te lo que el autor trabaja en relacin con la creencia y el cuerpo (Captulo 4).

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    Pueden distinguirse entonces, dos tipos de intereses. Unosson los llamados genricos, asociados al hecho de participar en eljuego, intereses fundamentales, ligados a la existencia misma delcampo, y que tienen en comn los agentes comprometidos endicho campo: fundamentalmente, un acuerdo acerca de lo quemerece ser objeto de lucha, el juego, las apuestas, etc.:

    Uno ve que, entre gentes que ocupan posiciones opues-tas en un campo y que parecen opuestas en todo, radical-mente, hay un acuerdo oculto y tcito sobre el hecho deque vale la pena luchar a propsito de las cosas que estnen juego en el campo. El apoliticismo primario, que no dejade crecer porque el campo poltico tiende cada vez ms acerrarse sobre s mismo y a funcionar sin referirse a la clien-tela (es decir casi como un campo artstico) descansa sobreuna suerte de conciencia confusa de esta complicidad pro-funda entre los adversarios insertos en el mismo campo:ellos se pelean, pero estn de acuerdo al menos sobre elobjeto de desacuerdo (Bourdieu, 1994: 142-143).

    Hay adems otro tipo de intereses, llamados especficos, quetambin se definen en relacin al campo de luchas, pero que es-tn ligados ms concretamente con cada una de las posicionesrelativas de ese campo. Se trata de intereses objetivos, no necesa-riamente conscientes, y son definidos no en relacin a la concien-cia o a la subjetividad de los agentes sociales, sino en relacin a laposicin social ocupada, es decir, en relacin a un elemento so-cial objetivo como lo es el de una posicin social (Costa, 1976.).

    Los intereses objetivos son atribuidos, son imputados porel investigador a los agentes sociales que producen las prcticas,en relacin a las condiciones objetivas en las que se encuentranlos agentes; es decir, a partir de las caractersticas objetivas decada una de las posiciones. Se denominan objetivos, para dife-renciarlos de los intereses subjetivos o conscientes o intenciona-les, que son aquellos intereses que declara tener el agente, quepuede tener explicitados como mviles de sus prcticas, pero que,por estar ligados a la subjetividad, no son susceptible de un es-tricto y rigurosos control metodolgico como los objetivos liga-

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    dos a factores objetivos21.En relacin con lo que estoy planteando, podra decirse que

    la hiptesis que el investigador maneja es aqulla que presumeen cada agente el inters por reproducir o mejorar su posicin,reproduciendo o aumentando el capital especfico que est enjuego en el campo social que es objeto de anlisis.

    Considerar el inters propio como principio a partir del cualel agente social estructura su accin (accin que se convierte enun medio a travs del cual se busca obtener ventajas) permiterescatar al agente social y a su trabajo de produccin de las prc-ticas sociales (Costa, 1985).

    Ahora bien, definirlos a partir de las caractersticas objeti-vas de la posicin que ocupa el agente social, permite captar eseinters propio, en cuanto orientacin, finalidad de la accin, sincaer en una intencionalidad de tipo subjetivo (Costa, 1985).

    Estos aspectos se relacionan con lo que mencionaba msarriba respecto a que el inventario de las condiciones objetivaspor s solo no basta para explicar el condicionamiento social delas prcticas. En efecto, se plantea la necesidad de rescatar a quienproduce dichas prcticas, pero se trata de rescatarlo socialmente,es decir, no en cuanto sujeto sino en cuanto agente socializado.

    21 Tratndose del anlisis de un campo especfico como puede serlo el religio-so, pueden distinguirse a modo de ejemplo, ambos tipos de intereses. En elclero en tanto grupo de agentes ligados a una posicin determinada en esecampo, puede definirse un inters intencional y consciente que sera el decomunicar desinteresadamente la salvacin a los fieles quienes, en tanto gru-po de agentes, ocupan una posicin diferente dentro del mismo campo. Perotambin puede definirse un inters social objetivo en trminos de inters deasegurar [manteniendo o aumentando el capital especfico que se juega en esecampo], de reproducir, la propia posicin social, en tanto detentadores del poder deadministrar con autoridad los bienes de salvacin. Ambos tipos de intereses serelacionan: la realizacin del inters subjetivo, intencional (ofrecer gratuita-mente los bienes de salvacin), lleva a asegurar la realizacin del inters obje-tivo, por que no podra el clero administrar los bienes de salvacin si no ase-gurara la reproduccin de su propio poder de administrador autorizado detales bienes. Ms an, cuanto ms asegura el clero la realizacin del intersintencional (transmitir la salvacin), ms asegura la dependencia de los laicos(que reciben los bienes de salvacin en la medida en que se someten al clerocomo intermediario autorizado de tales bienes) (Costa, 1976: 3).

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    La nocin de inters permitir, como veremos luego, la com-prensin de la prctica en trminos de estrategia.

    3. La distribucin desigual del capital: posiciones diferentes

    He mencionado ms arriba que los diferentes campos so-ciales son espacios estructurados de posiciones o, ms precisa-mente, que en su aprehensin sincrnica los campos se presen-tan como sistemas de posiciones y de relaciones entre posicio-nes.

    Ahora bien, es necesario sealar que es la distribucin des-igual del capital que est en juego, lo que define las diferentesposiciones constitutivas de un campo22.

    Posicin podra definirse entonces como lugar ocupado encada campo o, mejor, lugar ocupado en cada campo, en relacin con elcapital especfico que all est en juego.

    En primer lugar, sealo que aqu el concepto de posicinno hace referencia a lugares funcionalmente definidos en las or-ganizaciones y, por lo tanto, no supone necesariamente la exis-tencia de una organizacin formal.

    Tambin es importante subrayar que esas posiciones sonrelativas y que implican la puesta en marcha de un pensamientorelacional. Decir que son relativas supone considerar que no pue-

    22 La misma lgica de anlisis, en trminos de distribucin desigual de un bienque genera posiciones diferentes, a las cuales estn ligados intereses diferentes, intere-ses que generan luchas de los agentes que ocupan esas posiciones, puede observarseen autores que se ubican en lo que podra llamarse un enfoque conflictivo dela accin social. Es la lgica de Marx, al definir las clases sociales segn laposicin que se ocupa en las relaciones de produccin (Marx, 1978). Es la lgi-ca de Dahrendorf, que utiliza como principio de diferenciacin de clases ladesigual distribucin de autoridad (Dahrendorf, 1970). Es la lgica de MaxWeber, cuando seala que la distribucin desigual de lo econmico, del pres-tigio u honor y del poder poltico generan grupos sociales diferenciados entrminos de clases, grupos de status y partidos (Weber, 1974).Decir la misma lgica de anlisis no implica identificar otros contenidos de losenfoques de los autores citados que ahora no voy a explicitar claramentediferenciados.

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    den definirse por s mismas sino en relacin a otras posiciones, yque las propiedades ligadas a cada una de ellas slo pueden dife-renciarse por referencia a las propiedades asociadas a las otrasposiciones. Es decir, cada una de las posiciones se define en rela-cin a las dems posiciones que constituyen un campo especficoy, por lo tanto, el hacer referencia a una determinada posicinimplica siempre la referencia al sistema de relaciones en el cualest inserta. Claro que, como ya he mencionado, la referencia adicho sistema supone el anlisis sincrnico (las posiciones y lasrelaciones entre posiciones en un momento histrico determina-do) y diacrnico (las definiciones y redefiniciones de las posicio-nes en la trayectoria del campo).

    Pueden distinguirse tres criterios o principios de distribu-cin del capital especfico, que definen posiciones especficas encada campo (Costa, 1976):

    1) Posesin o no: este criterio de diferenciacin supone laposibilidad de poseer o no el capital que est en juego en cadacampo, sea ste de cualquier especie (capital econmico, cultu-ral, social, etc.); o de poseer el poder de administrar un capital(como puede ser el poder de administrar los bienes de salvacinen el caso del