islas: el frágil equilibrio de la conservación. revista ecosistemas, año viii, nº1, 1999

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Autores del artículo: Luis Gortázar & Cipriano Marín. pp 7-15.

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Islas: el fr ~de la consEn 1994 las islas Y pequeñosestadosinsulares celebraron enBarbados SIl particular versión de laConferenciade Hio. Este encuentromarcaun hito fundamental para lasislasdel planeta. Las regionesinsularesestablecían de esta maneraSIl propiaconcepción de la Agenda21, es decir, SIl específica vía haciael desarrollosostenible. Y es quemásallá del slogan turístico habitual,las islas son realmente diferentes.

as reflexiones sobre los desafíosque deben afrontar las islas ysus opciones de futuro hanalcanzado una intensidad inusi-tada en los últimos años. Eltema de las islas ya había

comenzadoa emerger en el seno de lacomunidad internacional desde 1982cuandose pone en marcha la Convenciónde la NacionesUnidas sobre el DerechodelMar.Pero es diez años mas tarde, en1992,cuando la Agenda 21 surgida de laConferenciade Rio afirmaba taxativa-menteque las islas representan una parteesencialen la estrategia mundial del desa-rrollo sostenible. El capítulo 17 de laAgenda21 señala que "las islas constitu-yenun caso especial, tanto para el medioambientecomo para el desarrollo, y pre-sentanproblemas muy específicos en laplanificacióndel desarrollo sostenible.Tiendena ser ecológicamente frágiles yvulnerables". Por contra, su pequeñotamañoindividual, la limitación de susrecursos,su dispersión geográfica y su ais-lamientode los mercados les coloca ensituaciónde desventaja económica y lesimpideobtener economías de escala... "Elaislamientogeográficohace que tengan unnúmerorelativamente grande de especies

Por: Cipriano Marín Cabrera. Vicesecretario de INSULA (InternationalScientific Council for Island Development) y Luis Cortázar Díaz-Llanos. Consultor medioambiental de la empresa Gaia.

singulares de flora y fauna, por lo queposeen una proporción muy alta de la bio-diversidad mundial. Asimismo tienen cul-turas ricas y diversas adaptadas especial-mente al medio insular".

La Conferencia de Barbados aportaademás en su prólogo una actitud común,el reconocimiento de la fuerza de la insu-laridad ante la comunidad internacional:"Observamos que, aunque individualmenteconsiderados, las islas y pequeños estadosinsulares constituyan territorios reducidos,

colectivamente ejercen jurisdicción sobreun sexto de la superficie de la tierra".Todo ello sin contabilizar la influencia delresto de millares de islas dependientesadrninistrativamente de los estados conti-nentales. Una particularidad que quedabien reflejada en el caso de Vanuatu, unarchipiélago de ochenta islas que poseeuna superficie terrestre cincuenta vecesinferior a su zona económica exclusiva(600.000 km-), con una población de150.000habitantes.

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La aparición de esta nueva mentalidady consciencia de la mentalidad insular enlos albores del siglo XXI tiene un nexocomún, la constatación por parte de lassociedades insulares de que la riqueza ydiversidad del patrimonio natural de lasislas se encuentra seriamente amenazada,y que las estrategias de salvaguarda dedicho patrimonio deben diseñarse sobrepresupuestos específicos. No se trata deuna situación nueva. La colonización delos territorios insulares en base a produc-ciones hiperespecializadas superpuestas alterritorio constituye una práctica comúndesde hace más de trescientos años. Asítenemos la introducción de caña de azú-car que creó la Ruta del Oro Blancodesde Cabo Verde hasta las Antillas, elmonocultivo del té en Azores, o la intro-ducción masiva del plátano en Madeira,Canarias, Creta, las Antillas o Madagascar.Especializaciones que en muchos casosalteraron de forma radical los frágiles eco-sistemas insulares.

No obstante, un nuevo monocultivo hairrumpido con fuerza inusitada ante losojos de los insulares: el turismo. Un fenó-meno ambivalente que aporta recursosnecesarios a las economías isleñas, peroque tiene una capacidad de ocupación ycompetencia territorial de efectos imprevi-sibles. Según los datos de llegadas interna-cionales de la OMI (Organización Mun-dial del Turismo), las islas se hanconvertido en el segundodestino turístico mundialtras el bloque formadopor las ciudades históricas.

Para hacemos una ideaespacial del fenómenoturístico insular, si compa-ramos algunas de las den-sidades habituales de islasmás especializadas enturismo en el seno de laUnión Europea nos en-contramos con densidadesde alojamientos vacaciona-les que oscilan entre 75 y150 plazas por kilómetrocuadrado, superiores enmuchos casos a la densi- Ejemplar de coral de los fondos marinos tinerfeños.

dad poblacional conven-cional de zonas pobladas del continente.El Plan Azul del Mediterráneo arrojabapara 1994 una cifra muy espectacular: lasislas europeas albergan más de 1.800 km2

de infraestructuras turísticas. Pero si hace-

mos la comparación en términos deafluencia, los resultados son aún más lla-mativos: las islas griegasreciben más turismo in-ternacional que Brasil;Baleares acoge un volu-men similar al de Portu-gal; y Canarias, a lacabeza, duplica los 5.5millones de turistas inter-nacionales que recibetoda Sudáfrica, el grandestino emergente delvecino continente.

Así pues, las islas ide-alizadas por los naturalis-tas, de Rousseau, Lineoo Darwin, esos mismosterritorios que maravilla-ron a Humboldt, seencuentran abocados aresponder a desafíos real-mente complejos en lospróximos decenios. Real-mente esta reacción lleva ya varias décadasproduciéndose. No tenemos más que com-probar que las islas en general poseen encomparación con el continente una granproporción de superficie protegida. Porejemplo, Nueva Zelanda, complejo archi-piélago con más de trescientas islas meno-res, tiene el 30% de su territorio prote-gido, o Canarias, con un 42% de suterritorio sometido a protección según las

colonización del espacio insular, presentandesafíos de gestión de una complejidad

relativa infinitamentesuperior a la del conti-nente. Esta es una de lasllamadas a la comunidadinternacional más impor-tantes que se realizandesde la óptica insular,dado que el esfuerzoque deben hacer lascomunidades isleñas antelos nuevos embates delprogreso es muy supe-rior en términos relativosque el realizado por elcontinente.

En este sentido, laproblemática relacionadacon la conservaciónde labiodiversidad representa

Elúltimo ejemplar de dodo descpare- un excelente test de losció en el siglo XVIII. esfuerzos insulares para

enfrentarse con imagina-ción desbordante a los desafíos que plan-tean los nuevos tiempos.

Islas Y biodiversidad,el paradigma insular

Las islas son algunos de los lugares delmundo donde podemos encontrar mayo-res tasas de biodiversidad. Sobre todo si setrata de islas situadas en regiones tropica-

les, de un cierto tamaño y con unaorografía montañosa, aspecto esteúltimo muy común en las islas deorigen volcánico, como pueden serlas islas Hawaii. Un patrimonio quela Conferencia de Barbados identi-fica como factor clave en la estra-tegia de desarrollo sostenible de lasregiones insulares, con conexionescada vez más claras con los reque-rimientos de las nuevas economíasdel siglo XXI.

Muchas islas debido a su aisla-miento del continente y la existen-cia de diferentes microclimas hanposibilitado la formación de unainteresante diversidad de hábitatsque han colaborado en la genera-ción de endemismos florísticos y

faunísticos. Ello ha permitido la apariciónde una gran biodiversidad, al producirsefenómenos evolutivos y de radiación a par-tir de las especies colonizadoras proceden-tes del continente. Así mismo, hay que

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diversas figuras que preve su Ley de Espa-cios Naturales. Se trata de porcentajes sim-plemente inimaginables en el continente.

A pesar de todo ello, la vulnerabilidad,la escala territorial y las diversas formas de

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Las islasCanarias encabezan el ranking de biodiversidad mundial. entre otras. Foto: Teide.

teneren cuenta la diversidad eco-lógica,ya que las islas contienentambiénmuchos ecosistemas sin-gulares,y no sólo terrestres sinotambiénmarinos; no hace faltasino pensar en los magníficoscoralesque rodean muchas islastropicaleso los propios atolonesdelPacífico.

Un ejemplo de esta enormebiodiversidadinsular son las IslasCanarias.Situadasen la zona sub-tropical,a una distancia relativa-menteescasa del contienete afri-canoy con importantes altitudesenlamayorparte de las islas, hangenerado una gran riqueza deendemisrnos,es decir, especies ori-ginariasde una región y que nose conocen viviendo de manerasilvestreen ningúnotro lugar. Másde 3.700especiesson endémicas, si inclui-mos la rica fauna de invertebrados,muchasvecesolvidada y que compone elgruesode los endemismos de las llamadasIslasAfortunadas. En realidad no es uncasoaislado,constituye una constante querefuerzael valor patrimonial de las islas, sihablamosde endemismos vegetales encon-tramossituacionesfrancamente espectacu-larescomo Cuba (3.230 especies), NuevaCaledonia(2.480 especies) o Haiti (1.800especies).

y es que la biodiversidadde las islas es diferente a lacontinental,especialmente enel casode la fauna. Normal-mente,las especies que colo-nizanlas islas son una frac-ciónde las que se encuentranen el continente, ya que notodastienen la misma capaci-dadpara desplazarse a largasdistanciaso para salvar losbrazosde mar. Por ello, enlosterritorios insulares sueleexistir una rica fauna deinvertebrados, importantespoblacionesde aves y mues- Panorámica de la islaTortuga. en Costa Rica.trasmás escasas de mamífe-ros silvestresterrestres, tantopor las dificultades de estos para salvarlargasdistanciaspor sus propios medios enelmarcomo por la necesidad de extensio-nesde territorio para mantener poblacio-nes viables de las que carecen muchasislas.

De hecho es en las regiones insulares

donde se concentran las mayores tasas debiodiversidad, es decir, aquellas áreas enlas que podemos encontrar mayor propor-ción de especies endémicas por unidad desuperficie. Hawaii, Galápagos, Nueva Cale-donia o Canarias son las islas que encabe-zan este ranking de biodiversidad, muy porencima de la mayoría de los territorioscontinentales, si exceptuamos algunaszonas de las pluriselvas tropicales.

Pero esta riqueza tiene su contrapartida

en su fragilidad. En ningún otro lugarcomo en las islas, es tan frágil la biodiver-sidad per se, sin considerar la acciónhumana. Ello es debido a que las especiesque han evolucionado en islas lo hanhecho en competencia con un númerorelativamente pequeño de otras especies, a

que sus poblaciones suelen ser bastantereducidas numéricamente en. correspon-dencia con la escala de la mayoría de losterritorios insulares y a que muchas vecesse concentran en localidades concretas yde poca extensión. El reflejo más claro deeste fenómeno lo encontramos en quegran parte de los puntos calientes de bio-diversidad del mundo, es decir aquellaszonas en que se concentra un grannúmero de especies endémicas sometidas

a importantes peligros para susupervivencia, son islas, comoson los casos de Filipinas,Nueva Caledonia, Magadascar olas Islas Hawaii.

Las principales amenazasque sufre la biodiversidad en lasislas la podemos concretar endos fenómenos: por un lado, lapérdida o fragmentación dehábitats y, por otro, la coloniza-ción por especies invasoras.Efectos de estos factores princi-pales han sido la competiciónpor espacio y/o comida, en laque generalmente salen perde-doras las especies insulares, porsu menor capacidad de adapta-ción y competición, así como las

enfermedades introducidas por las nuevasespecies, un aspecto insuficientementeconocido, pero que con certeza ha provo-cado catástrofes ecológicas en muchas islas.y no sólo en la vida silvestre, sino enmuchos pueblos y culturas indígenas a losque las enfermedades, junto a otros facto-

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res, o han borrado o diezmado hasta con-vertirlas en poblaciones marginales y acul-turizadas en su propio hogar, disminu-yendo otra forma de biodiversidad: ladiversidad étnica.

Es la introducción de especies exóticasparticularmente peligrosa en las islas, por-que puede pasar desapercibida en princi-pio al ser aparentemente más lenta ymenos llamativa que la destrucción de unazona virgen. Históricamente, también lasobreexplotación protagonizada por elhombre ha marcado grandes pérdidas debiodiversidad, si en las zonas continentalesse cita como paradigma de estas extincio-nes la de la paloma mensajera en Nortea-mérica, en los territorios insulares el rami-llete para escoger es de una amplituddesalentadora.

Podemos comprobar este extremo sianalizamos el registro de extinciones histó-ricas de los últimos tres siglos. Las cifrasson esclarecedoras, se han perdido practi-camente el mismo número de especies enlas islas que en los continentes. La fauna yla flora insular ha pagado un fuerte tri-buto, ya que desde el sigloxvn se estimaque el 75% de las especies animales extin-guidas se correspondían con las islas. Enel caso de la avifauna., el 90% de las avesdesaparecidas en tiempos históricos perte-necen a poblaciones insulares, con el agra-vante de que éstas solo representan el20% de la avifauna mundial. Además, el23% de las especies insulares se conside-ran actualmente en peligro, mientras queesta tasa es del 11% para el resto delmundo.

Los ejemplos son múltiples y algunoscomo los de los pájaros no voladores para-digmáticos de extinciones históricas. Es elcaso del célebre dodo de la isla Mauricioen el Oceáno Índico, cuyo últimoejemplar desapareció a finales delsiglo XVIII. Esta suerte de palo-mas gigantescas incapaces de volarno duró más allá de trescientosaños después de la arribada de loseuropeos a Mauricio. Y no sólo eldodo, otras 20 especies endémicasde aves se extinguieron en estaisla del Oceáno Indico en esteperíodo.

Pero no sólo los colonizadoreseuropeos, que atravesaban lo queel investigador americano AlfredCrosby llama las simas de pangeaen su interesante obra "Imperia-

existentes, todos ellos pequeños roedoresendémicos,desaparecieron tras introducirsela rata campestre. Galápagos, a pesar deser una de las zonas mejor conservadas delplaneta y de contar con un papel protago-nista en la historia de la ciencia por suaportación a los descubrimientos de Dar-win, también ha padecido su cuota deextinciones. Uno de los célebres pinzonesde Darwin pertenece ya a la historia yvarias de las especies de las célebres tortu-

PLAZAS TURíSTICAS EN ISLAS EUROPEAS

Isla

Corfu 592

lismo ecológico", diezmaron los ecosiste-mas insulares, también pueblos aborígenescomo los maoríes de Nueva Zelanda tuvie-ron su protagonismo en la extinción deespecies insulares. Es el caso de los moas,otro tipo de pájaros gigantescos. Las onceespecies de moas que existían originaria-mente en Nueva Zelanda se extinguieroncompletamente, debido a la sobreexplota-ción por parte de los aborígenes, así comopor la introducción de perros y ratas que

Turistasen el Parque Nacional de Timanfaya. Canarias.

depredaban los nidos y huevos de estasaves, incluso antes de la llegada de loscolonizadores europeos.

Las ratas tienen un papel protagonistaen la extinción de muchas especies insula-res tras ser introducidas accidentalmentepor los humanos. Un ejemplo de estefenómeno lo podemos encontrar en lasIslas Galápagos, 6 de los 11 mamíferos

Menorca 720

gas que dan nombre al archipiélago ecua-toriano son también ya compañeras de losdodo o los moas en los libros de HistoriaNatural.

Curiosamente, en el caso de las islasGalápagos, el desarrollo ecoturístico de losúltimos años está teniendo una graninfluencia en la pérdida de biodiversidad.A pesar de que gran parte del territorio

de las islas está protegido comoparque, el reclamo turístico delos ecosistemas de Galápagos haelevado el número de visitantesy de población local de formaalarmante. Así, se ha doblado enlos últimos quince años la pobla-ción del archipiélago, y junto alas personas, un amplio cortejode animales y plantas. En elperíodo que transcurre desde1971 a la actualidad, el númerode especies exóticas de fauna yflora presentes en Galápagos hapasado de 71 a más de 260 enla actualidad.

Elba 223

Plazas

70.000

82.000

21.000

80.000

150.000

Rodas 1.398

10 ecosislemas

Tenerife 2.036

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RESERVAS DE LA BIOSFERA INSULARES

País Reserva de la Biosfera País

Macquarie Island IRLANDASouthwest (Tasrnanial

JAPÓNArchipiélago Juan Fernández

Nanji islands

Sierra del Rosario MAURICIOCuchillas de ToaPenínsula de Guanahacabibes MADAGASCARBaconao

MEXICONorth East Greenland

NORUEGAIslas Galápagos

FILIPINASWest Estonian Archipelago

Archipelago Sea B.R. \ ESPAÑA

IroiseArchipel de la GuadeloupeAtoll de Taiaro SRI LANKAVallée du Fango (Corse)

Rügen TUNEZ

Gorge of Samaria (Creta) REINO UNIDO

Bijagos Archipelago

Waddensea area USA

Cibodas (Java)KomodoLore Lindu (SulawesilTanjung Puting (Borneo)Gunung Luser (SumatralSiberut

AUSTRALIA

CHILE

CHINA

CUBA

DINAMARCA

ECUADOR

ESTONIA

FINLANDIA

FRANCIA

ALEMANIA

GRECIA

GUINEABISSAU

HOLANDA

INDONESIA

Reserva de la Biosfera

North Bulllsland

Mount HakusanMount Odaigahara and MountOmineShigha HighlandYakushima Island

Macchabée/Bel Ombre

Mananara Nord

Islas del Golfo de California

North East Svalbard

Puerto Galera (Mindcro)Palawan

MenorcaLanzaroteLos Tiles (La Palma)

Hurulu ForestSinharaja Forest .

Iles Zembra et Zembretta

Isle of RhumSaint KildaLoch Druidibeg (Hebrides]

Isle RoyaleAleutian islandsGlacier Bay,Admiralty islandChannel islandsHawaiian IslandsLuquillo (Puerto Rico)Guanica (puerto Rico)Virgin Islands

Aunque las extinciones más llamativassuelenser las de la fauna, también en elreinovegetalse producen importantes pér-didasde especies. Lo que sucede es quesonmenos espectaculares y pueden pasardesapercibidascon mayor facilidad, aunquesusefectosno son menos devastadores.

Losbotánicos han identificado doscien-tas especiesexóticas de plantas invasorasqueestán amenazando la rica flora endé-micade Canarias. Un caso realmente lla-mativo es el del Parque Nacional de

Timanfaya, en la isla de Lanzarote, dondela introducción de la malvarrosa (Pelargo-nium capitatum) un geranio originario deSudáfrica, está causando graves daños a laflora del parque. Con el problema añaclidode que muchos turistas la contemplancomo un elemento paisajístico, al poner uncontrapunto de verdor en el paisaje volcá-nico de Timanfaya El círculo se cierra conotra planta endémica del archipiélago,pero no de Lanzarote, la calcosa, (Rumexlunaria). Esta planta se introdujo en Lan-

zarote a principios de siglo como plantaforrajera y ha acabado por llegar al Par-que Nacional de Timanfaya, donde estágenerando graves perjuicios a la flora delParque.

También la flora autóctona de las islasHawaii ha sido cliezmada por la interven-ción humana. Se calcula que existían alre-dedor de 1.750 especies nativas de plantasen el archipiélago cuando arribaron lospolinesios, aproximadamente unos 300años antes de Cristo. Ya los polinesios

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protegidas, para evitar aislamientos artifi-ciales que acaben por provocar pérdidasen la diversidad genética.

La malvarrosa (Pelargonlum capitatum) causa graves daños en el ParqueNacional de Timanfaya.

12 ecosislemas

introdujeron unas 30 especies exóticas,pero tras la llegada de los europeos a fina-les del siglo XVllI el proceso se ha acele-rado. Actualmente se contabilizan más de4.600 especies de plantas vasculares intro-ducidas en Hawaii, de las que al menos700 han logrado reproducirse en estado sil-vestre. Al mismo tiempo, más de 200 es-pecies de plantas endémicas se han extin-guido y otras 800 están en peligro. Lamayoría de las localidades porencima de los quinientos metros dealtura se encuentran dominadas porespecies alóctonas.

La pérdida o fragmentación dehábitats es la otra gran amenaza a labiodiversidad isleña. Si históricamenteeste ha sido un fenómeno asociado aclareas para agricultura y ganadería,en la actualidad suele tener un com-ponente vinculado a desarrollos turís-ticos, ya que la inmensa mayoría delas islas en climas cálidos mantieneneconomías dependientes de este sec-tor.

Estudios biogeográficos sobrecasos insulares han demostrado quela reducción de un hábitat diez vecessu tamaño significa la desapariciónde la mitad de sus especies. Estudios reali-zados sobre la pérdida de los bosques delaurisilva en la isla de Gran Canaria, en elarchipiélago canario, que han reducido suextensión a prácticamente menos de undos por ciento de su extensión original en

el siglo XVI, cuando se produce la incor-poración de las islas a la Corona de Casti-lla, indican que sólo para el género de losescarabajos se han perdido de 23 a 121especies, y de 58 a 139 especies de plantas.

Como ya hemos señalado, las comuni-dades insulares tienen normalmente menorpoblación y ámbitos territoriales reducidos.Ello es particularmente importante a lahora de abordar políticas de conservación,

ya que los diseños de redes de áreas pro-tegidas deben tener como primera priori-dad la identificación de aquellas zonasdonde se concentran los mayores índicesde endemicidad, el tamaño para hacerlasviables y la comunicación con otras áreas

Construyendo el futuro

A pesar de la visión catastrófica quenos arrojan los datos sobre biodiversidady alteración de hábitats insulares de impor-tancia mundial, hay que reconocer que es

precisamente en las islasdonde más se generannuevas alternativas en lagestión de los recursosnaturales. No es nadaaventurado afirmar quemuchos de los resultadosde las investigaciones yexperiencias realizadasen las islas en los últi-mos veinticinco añoshan servido de base enla definición de guías yestrategias de delimita-ción y gestión de losespacios protegidos enlos continentes, conside-rados a su vez comoverdaderas islas en

razón de la fragmentación del medio. Laidea de que las islas constituyen auténticosmodelos de referencia, fue profusamentedifundida por la UICN en el marco de susrecomendaciones sobre la conservación dela naturaleza publicadas en los años

ochenta. Incluso más recientemente lasexperiencias en territorios insularescomplejos y de envergadura estánapuntando verdaderas hipótesis de tra-bajo sobre ese desafío global queentendemos como desarrollo sostenible.

La variedad del microcosmos insularpermite todas las acepciones y situacio-nes posibles. Debido a ello, desde hacemás de dos décadas el Programa Hom-bre y Biosfera de la UNESCO, haorientado una gran parte de su trabajosobre territorios insulares, considerandoestas situaciones como laboratoriosexcepcionales en materia de conserva-ción y gestión de recursos naturales. Enla actualidad, más del 20% de las reser-vas de biosfera declaradas por laUNESCO se corresponden con islas(ver tabla).

Precisamente en reservas de biosferase están llevan a la práctica las expe-riencias de gestión y planificación másLasislasson excepcionales laboratorios de investigación. Foto: Parque Nacional Bocas del Toro,Panamó.

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Diferentesplanes de desarrollo se están llevando a cabo en las islas. Foto: isla la Graciosa. Canarias.

El desarrollo turístico en Galápagos está afectando a su biodiversidad.

ambiciosasen el marco de la estrategia deldesarrollo sostenible impulsada tras laConferencia de Sevilla. Así tenemos loscasosde los planes de desarrollo sosteniblede Menorca y Lanzarote, concebidos encooperación con la UNESCO y con elapoyo del programa Life de la ComisiónEuropea, los programas de ecodesarrollode Galápagos, Hiiumaa, Maldivas o Mau-ricio,o las iniciativas tomadas en el "IslandAct" para las islas japonesas. En el casodeMenorca, el plan prevé un instrumentoexcepcionalpara una estrategia de gestiónsosteniblede los recursos de la isla, el lla-madoObservatorio Ambien-tal. Una idea que ha sidoampliada a escala de dieci-siete islas por RITME(Réseau Insulaire Tropical etMéditerranéen), incluida enINSULA (In terna tion alScientificCouncil for IslandDevelopment), donde se vie-nendesarrollando, en coope-ración con un gran númerode instituciones y universida-des,instrumentos e indicado-res sobre el estado de saludinsular,profundizando en fac-tores tan controvertidoscomola capacidad de carga.

Más recientemente, se haabierto un nuevo frente parael desarrollo de las políticas de gestión delos recursos naturales de las islas: la nece-sidadde crear instrumentos y políticas efi-

caces en materia de gestión integrada delos recursos costeros y marinos. Este es elcaso de la experiencia transnacional desa-rrollada para el mar de Wadden, reservade biosfera, o los casos apoyados pordiversos organismos internacionales comoel de Tonga, la Agenda 21 del mar para elBáltico, la República Dominicana o lasIslas Salomón, sin olvidar el proyecto qui-zás más complejo en este ámbito generadoen Tenerife bajo el logotipo "Tenerife y ElMar".

Para hacemos una mejor idea de lamultiplicidad de reacciones y del abanico

de posibilidades que hoy se manejan enlos territorios insulares, baste mencionaralgunos otros ejemplos.

La isla de Ronda con una superficie de1,5 km', situada en las proximidades de laisla de Mauricio, constituye un clásico casode escuela de restauración orientado a laerradicación para las especies exóticas y dereintroducción de especies amenazadas.Las primeras medidas de proteccióncomenzaron hace más de dos décadas yconsistieron en regular y luego erradicar lacabra y el conejo introducidos en el sigloXIX.

Por contra el caso de la isla de SantaHelena es radicalmente diferente. Antiguoparaíso natural, esta isla volcánica de 122km', perdida en medio del Atlántico ha su-frido con crudeza a causa de su aislamientolos embates de la acción humana. Elestado de avanzada degradación del medio,la erosión y el hecho de que los hábitatsseminaturales representaran menos del 1%de la superficie total, obligaron a diseñaruna estrategia completamente diferente.Contrariamente a las actuaciones en otrasislas, el objetivo aquí no era crear unareserva biológica para proteger las comu-nidades endémicas, sino que se establecióun sistema de gestión territorial basado enlas potencialidades ecológicas del medio,integrando básicamente los imperativossociológicos y económicos.

En el límite de las posibilidades de ges-tión encontramos intentos de reconstruc-ción, partiendo de cero, de ecosistemas.Este es el caso de la acción desarrolladaen la isla de Nosuch, una pequeña isla deseis hectáreas en las Berrnudas, uno de los

pequeños archipiélagos más den-samente poblados del mundo. Elobjetivo de la operación es larecreación del microcosmos delecosistema insular presente enesta zona antes de la interven-ción humana.

Estas breves pinceladas pue-den damos una idea de la com-plejidad e intensidad con quelos insulares abordan la compli-cada tarea de diseñar una estra-tegia de conservación y de desa-rrollo sostenible acorde a lainfinidad de circunstancias quese presentan en cada isla. Lafragilidad de estos rníticos terri-torios y sus circunstancias irre-petibles obligan a compartir la

responsabilidad de su conservación a unaescala tan amplia como la de su influenciareal en el planeta. •

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