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Feudalismo y concejos. Aproximación metodo- lógica al análisis de las relaciones sociales en los concejos medievales castellano-leoneses Uno de los problemas con los que actualmente se enfrenta la his- toriografía medieval es el de establecer la articulación entre los rit- mos de evolución rural y urbana; problema que adquiere particular relieve en el período de crisis profunda que se abre a caballo entre los siglos XIII y XIV y que, a través de ritmos e intensidades diver- sas, se prolonga hasta mediados del siglo XV. El problema de la articulación se inscribe, a su vez, en un contexto más amplio de orden metodológico, como es las interpretaciones de que es susceptible el feudalismo: como fenómeno esencialmente po- lítico-jurídico o como modo de producción. No creo pecar de pesimis- mo al afirmar que todavía en nuestros días la primera de las inter- pretaciones se muestra vigorosa. Y ello a pesar de que los presupues- tos teórico-metodológicos del materialismo, considerado como «la más global y coherente de las visiones sintéticas de la historia’> pon auto- res muy alejados del marxismo’, ha venido ejerciendo una enorme influencia. El resultado en la mayoría de los casos no es el desban- camiento de la historiografía positivista e institucionalista, sino un ambiguo eclecticismo. De ahí que se hable insistentemente de feuda- lismo aplicado exclusivamente al ámbito rural; el fenómeno urbano constituiría un mundo apante, surgido del comercio de larga distan- cia; las ciudades serían seres extraños al feudalismo, «islas no feu- dales en un man feudal», según la sugestiva expresión de Postan 2 lía- J. LE Gorr y P. NoPA: Hacer la historia, vol. 1, Barcelona, 1978, p. 9. «El comercio en la Europa medieval: el Norte», Historia económica de Europa, Universidad de Cambridge, t. II, Madrid, 1967, p. 223; también en The medieval econon-,y and society. An economic history of Britain (1100-1500). Lon- don, 1972, p. 212. Estudios en memoria del Profesor D. Salvador de Moxó, II. U. G M. 1982 (109422)

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Feudalismo y concejos. Aproximación metodo-lógica al análisis de las relaciones sociales en

los concejos medievalescastellano-leoneses

Uno de los problemascon los que actualmentese enfrenta la his-toriografía medieval es el de establecerla articulación entre los rit-mos de evolución rural y urbana; problema que adquiereparticularrelieve en el período de crisis profunda que se abre a caballo entrelos siglos XIII y XIV y que, a travésde ritmos e intensidadesdiver-sas, se prolonga hasta mediadosdel siglo XV.

El problema de la articulación se inscribe,a suvez, en un contextomás amplio de orden metodológico, como es las interpretacionesdeque es susceptibleel feudalismo: como fenómeno esencialmentepo-lítico-jurídico o como modo de producción.No creo pecarde pesimis-mo al afirmar que todavía en nuestros días la primera de las inter-pretacionessemuestravigorosa. Y ello a pesarde que los presupues-tos teórico-metodológicosdel materialismo,consideradocomo «la másglobal y coherentede las visiones sintéticas de la historia’> pon auto-res muy alejados del marxismo’, ha venido ejerciendouna enormeinfluencia. El resultadoen la mayoría de los casosno es el desban-camiento de la historiografía positivista e institucionalista, sino unambiguo eclecticismo.De ahí que se hable insistentementede feuda-lismo aplicado exclusivamenteal ámbito rural; el fenómenourbanoconstituiría un mundo apante,surgido del comercio de larga distan-cia; las ciudadesserían seresextraños al feudalismo, «islas no feu-dalesen un man feudal»,segúnla sugestivaexpresiónde Postan2 lía-

J. LE Gorr y P. NoPA: Hacer la historia, vol. 1, Barcelona,1978, p. 9.«El comercio en la Europa medieval: el Norte», Historia económicade

Europa, Universidad de Cambridge, t. II, Madrid, 1967, p. 223; también en Themedievaleconon-,yand society. An economichistory of Britain (1100-1500).Lon-don, 1972, p. 212.

Estudios en memoriadel Profesor D. Salvador de Moxó, II. U. G M. 1982 (109422)

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madasaprovocangravesdesequilibriosy, en definitiva, la destrucciónde las estructurasfeudales’.

La consideraciónde las ciudadesmedievalescomo entidadessur-gidas de la propia dinámica feudal e inmersasen ella surgeen el pa-norama historiognáfico casi simultáneamenteen la Unión Soviéticay en Inglaterra~; aunquehay que admitir que estatesisno ha tenidoaún una masivadifusión.

En la historiografía peninsular, y más concretamentede León yCastilla, la autoridadde varias generacionesde grandeshistoriadores]nstitucionalistas —Hinojosa, Sánchez-Albornoz,García de Valdeave-llano— se ha impuestode una maneracontundente.Su negacióndelfeudalismo —matizada en lo que se refiere a las instituciones feudo-vasalláticas,radical en la consideracióndel feudalismocomo sistemade organizaciónsocio-productiva—ha impedido durantelargo tiempola asimilación del importantísimobagajeteónico-metodológicodel ma-terialismo que en otros paísesha producido avancestrascendentalesen la interpretación y nacionalizaciónde los procesoshistóricos.

A pesar de ello, a partir de la décadade los sesentalas tesis tra-dicionaleshan sido y estánsiendo rigurosamentecontestadaspon unanueva generaciónde historiadores—García de Cortázar, Martín Ro-dríguez,Moreta Velayos, Valdeón Banuque,entre otros— que han sa-bido transmitir su preocupacióna sus discípulos. Sin embargo, estalenta ruptura que se está produciendo debe sen completadacon unareflexión en profundidad que permita abordan nuestrahistoria pen-insular desde presupuestosmetodológicosnuevos y nítidamente ex-plicitados.

Este movimiento renovadorse matenializa sobretodo en una acep-tación comprometiday sin ambigiiedadesde la existenciay predomi-nio en nuestraEdad Media del feudalismoentendido como modo deproducción; al menoscomo hipótesis básica de trabajo; aunqueenel orden del análisis empírico tendentea la validación de esta hipó-tesisquedaun largo camino por recorren; no tan largo pon lo que serefiere al ámbito rural más detenidamentey mejor estudiado; pero

Esta tesis, formulada originalmente por H. Pirenne, ha tenido un amplioeco, incluso en autoresde filiación marxista, como Sweezyy, con un caráctermás matizado, Frank y Wallerstein.La revisión más reciente de estastesis sedebe a R. BRENNER: «The origins of capitalist development: a cnitique of neo-Smithian Marxism», en New Left Revieyv, 104 (1977).

Un breve resumende las aportacionessoviéticasal estudio del feudalismooccidental puede verse en N. SmoRovA y E. %uTNovA: «Comment ihistori&gfá-phie soviétiqueapercoitet explique le Moyen Age occidental»,en AnnalesESC,núm. 2 (1960). En Inglaterra, los pionerosde estainterpretaciónson A. B. HIE-BERT.-«The origins of the medieval town patriciate»,en Past and Present,nú-mero 3 (1953) y R. H. HILToN. «Comentario»,en el colectivo Transición del feu-dalismo al capitalismo. Madrid, 1976; el original data tambiénde 1953.

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la investigaciónacercade la implantacióndel feudalismoen el mancosocial de los concejospresentamatices complejos que exigen un am-plio debatepara su esclarecimiento.

Lejos de mí el tratan en este artículo, necesariamentebreve, dellegar a este sclanecimiento.Lo único que pretendoes suscitar la re-flexión y ofrecen algunas vías de aproximación a un problema queencierra enormesdificultades.

No es esteel momento de estudiarlos primeros indicios de dife-renciacióneconómicay social en las comunidadesiniciales de Casti-lla y de León<, ni el procesode consolidación de estasdiferencias.Sólo apuntaréalgunos datos que ayuden a centrar el problema.

íntimamenterelacionadocon la crecientediferenciaciónsocio-eco-nómica en el seno de los concejosembrionarios del siglo X, está elfenómeno de la caballería villana, que irá configurándosecomo unstatus jurídico y social. Es cierto que con frecuenciase da el casode que tanto el caballo como las armasno son propiedadplena delcaballero, sino que su posesiónprocedede una concesiónseñorial oregia; tambiénes cierto que la posesióndel caballo no conlíeva, en lamayoría de los casos, la exención de las dependenciasseñoriales,nisiquiera de una serie de prestacionesde orden económicoque mate-rializan un estadode dependencia<. Pero es difícilmente cuestionableque la posesiónde caballo, ya sea pon concesiónregia o señorial, yasea pon adquisición propia, debe ir unida a una situación económicaprivilegiadaen el mancode las aldeasy villas altomedievales.El costedel caballo y de las armasy sumantenimientolimitan suutilización asectorescampesinosminoritarios y dotados de un poder adquisitivosuperioral común de los habitantesde las aldeas.Así pues,la posesiónde caballo suponeun criterio selectivo de orden eminentementeeco-nómico que conlíevaun prestigio social: por una parte, la eficacia tác-tica del caballo les otorga a los caballerosuna clara preeminenciaenlas accionesmilitares, y el hecho mismo de combatir a caballo se asi-

Me remito al estudio de R. PAsToR: «Sur l’articulation des formations dcc»nomico-sociales:comunautésvillageoiseset seigneuriesau Nord de la PéninsuleIbénique (X-XIII siécles)»,en .Structures féodaleset féodalismedans l’Occidentméditerrdnéen(X-XIII si~cles). Bilan et perspectivesde recherches,Roma, 1980;o a su última obra Resistenciasy luchas campesinasen la épocade crecimientoy consolidación de la formación feudal. Castilla y León, siglos X-XIII. Ma-dnid, 1980.

Con objeto de evitar la proliferación de citas de la misma obra, para todoslos datos concretos referidos a privilegios, exención de impuestos,valoraciónde caballos, riqueza mínima para accedera la caballeríao al ejercicio del go-bierno municipal me remito de una vez por todasa los datosabundantísimosproporcionadospor C. PEscA~R.- «La caballería popular en León y Castilla»,en CHE, XXXIII-XXXIV (1961), XXXV-XXXVI (1962), XXXVII-XXXVIII (1963),XXXIX-XL (1964), conocida de sobra por todos los lectores.

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mila de alguna forma, en la mentalidadde sus convecinos,a los ca-ballerospor antonomasia,los miembros de la aristocracia.

Pero la verdaderaascensiónde los caballerosy su constituciónco-mo grupo privilegiado no se inicia hastala segundamitad del siglo XI,en relación con las necesidadesque planteael nuevo sistemade repo-blación concejil en las zonasfronterizas.

La importancia de los concejosadquiererelieve dentro de una di-námica global de doble signo. La estructura económica básicamenteganaderade los reinoscristianos impulsa una expansiónmilitar, cuyoobjetivo es el control de nuevasy más amplias zonasde pasto. A suvez, la ampliación de los pastizalesque esta expansiónconlíeva, gene-ra un crecimiento económico, fundamentalmenteganadero,que impri-mirá un nuevo ritmo a la conquista.

En estadialéctica de expansióneconómico-militar,los concejosem-plazadosal Norte y Sur del SistemaCentral aparecencomo piezasbásicasen función de dos objetivos primordiales e interrelacionados.Un objetivo económico de control de los pasosde montaña que sonlas vías ancestralesde los desplazamientosdel ganado8; es de respon-sabilidad de los concejosel asegurary potenciar la expansióngana-dera que ha sido el motor de la reconquistadesdesus planteamientosiniciales. En segundolugar, un objetivo militar; los consejosson ba-luartes defensivos y basesestratégicasofensivas; y su eficacia estra-tégicaestáen función del control y dominio de las vías que conducena los ejércitosmulsumaneshastael corazóndel reino castellano-leonésy que coincidenexactamentecon las rutas ganaderas.

A partir de estos planteamientosse comprendeque los concejos,por una necesidadinherenteal procesodel desarrollohistórico, debanasentarse,al mismo tiempo, sobre unasfirmes basesganaderasy so-bre una sólidaestructuramilitar. Y por la misma lógica del desarrollocorrespondea los grandes propietarios de ganado el monopolio delas funcionesmilitares —concretadasen el arma por excelencia:la ca-ballería—, puesto que ambasfunciones—la económico-ganaderay lamilitar— aparecenfundidas en la propia estructura de los concejos.Ahora bien, si la riquezaes la basesobrela que se sustentala especia-lización militar de los caballeros, ésta no es mera consecuenciadeaquélla, sino que a su vez es generadorade nueva riqueza; la dialéc-tica riqueza-funciónmilitar operaa largo plazo en favor de los pasto-

Creo haberlo demostradoen el estudio sobre el monasterio de Sahagúnen cuanto que éste puede considerarsecomo una entidad económicay socialrepresentativadel conjunto del reino leonés; véasemi estudio El monasteriode Sahagúnen el siglo X. Paisajesagrarios, produccióny expansióneconómica.Salamanca,1980.

8 Y. GORDON Cnitnr: Los orígenesde la civilización, 5.’- reimpresión,México,1976, Pp. 74-75.

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res-soldados,convintiéndolosen la fuerza más importante de ordeneconómicoy militar y haciendo recaen sobre ellos las mayores res-ponsabilidadesde organizaciónen los concejos.Desdeestaspremisas,el accesoal poderpolítico municipal por partede estegrupo y sucon-trol en exclusiva se deducede la propia nacionalidaddel procesohis-tórico.

Se pueden,por tanto, señalartres característicasclavesde la caba-llería urbanaque van a convertirla en una clasesocial diferenciadayobjetivamenteenfrentadaa la masapopular de los concejos: riquezaganadera,especializaciónmilitar en el combatea caballo y monopoliodel poder político concejil.

Ya he señaladomás arriba que,al parecer,los orígenesde la caba-llería villana van unidos a la existenciaen las comunidadesaldeanasde un grupo minoritario y diferenciadodel resto del campesinadoporsu poder económico.Esta impresión viene a confirmansepor el crite-rio de selecciónque se utiliza en la etapade desarrollomás espectacu-lar de la caballeríaurbana-Este criterio es eminentementeeconómico.La compray mantenimientodel caballo y de las armas,cadavez másperfeccionadasy costosas,presuponeun poderadquisitivo superior alde la masade los habitantesdel concejo quequedaexcluida del acce-so a la caballería.Testimonios indirectos de los gastosque compontala condición de caballeroson el establecimientode una valoración mí-nima del caballoparagarantizarsucalidadmilitar y que varía de unasregiones a otras, la obligatoriedadde adquirir caballoa partir de undeterminadonivel mínimo de riqueza o las disposicionesde Alfon-so X regulandolos precios de los caballospara evitar los abusosenel mercado.El grado de fortuna personalconstituye no sólo el crite-rio básico para el accesoa la caballería, sino el fundamento de unaprogresiva diferenciaciónen el seno de la misma caballería;así se es-tablecenen muchos lugarestopes mínimos precisospara poden pres-tar el servicio de sculca o rafa/a, para percibir el montazgo,para dis-frutar de la exencióntotal de impuestoso paraaccedera las más altasmagistraturasdel concejo; topes mínimos que se fijan generalmentesobreel número de cabezasde ganadoo sobre la valoración del caba-lío de que se dispone.

Es cierto, por tanto, que la riqueza personales la base materialpara el accesoal rangode caballero; pero también lo es que la perte-nencia a estegrupo ofrecemúltiples posibilidadesde ampliaciónde lapropia riqueza; así, por ejemplo, la percepcióndel montazgo,el dere-cho a la totalidad o a parte del botín capturadoal enemigo,las exen-ciones parcialeso totales de las obligacionestributarias y de serviciospersonalesen trabajo, el derechoal cobro de soldadosy la percepciónde parte o de la totalidad de las multas por infraccionesde la nor-mativa que regula el aprovechamientode los pastosy la organización

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generalde la trashumancia;todo ello se matenializaen un notable in-crementosde sus fortunaspersonalesy de su potencialganadero.

Juntoa este procesode enriquecimientoque conviertea los caba-lleros —particularmentea la élite de los mismos—en un grupo cadavez más diferenciado,destacatambién un proceso paralelode espe-cializaciónmilitar y, más concretamente,en el combatea caballo.Loscaballerosurbanosson los encargadosde asegurarla vigilancia arma-da de los ganadosdurantelos desplazamientosa los pastosinvernalesmáspróximosa la frontera meridional. Son significativas las disposi-ciones de los fueros extensosque limitan el servicio de sculcaa loscaballerospropietariosde un mínimo de cien ovejas; este criterio deselecciónno es ajeno a la necesidadde garantizaruna vigilancia efi-caz de la ganaderíatrashumante,vital en el contexto económicodelos concejos; y ninguna garantía mejor que el comprometeren esavigilancia a los grandespropietarios ganaderos;ellos son los más in-teresadosen la seguridad de los ganadosy son también los mejorequipados;por eso se exige que los caballerosacudana esteserviciocon el mejor caballo y con equipo completo; y, pon lo mismo, se im-ponen fuertes multas a los negligentes.Con ello quedasuficientemen-te resaltadala diferencia esencialentre el servicio de vigilancia queprestanlos pastoresy el que correspondea los caballeros.

Se produce así, en el grupo de los caballeros,una doble especia-lización —ganaderay militar— que,al insertanseen las funcioneses-pecíficasy en la más profunda razón de ser de los concejos,creauna

especiede identificación entreestegrupo y la entidad urbanaa la quepertenece;nadie mejor que los grandesganaderospara organizan lavida económicade los concejos;nadiemejor queellospara garantizar,medianteuna activa vigilancia armaday una permanentedisponibili-dad para el combate, la seguridadde la riqueza e incluso la supervi-vencia material de estosbaluartesfronterizos. De estaforma, el gruposocial de la caballeríaseva configurandopaulatinamentecomo el másapto para dirigir la vida de los concejosy para defendersus intereses;en una palabra,para ejercenel poderpolítico urbano.

Sin embargo,a medida que avanzael proceso de enriquecimientoy se consolidasu especializaciónmilitan, seva desarrollandouna con-tradicción fundamentalque arrancade la propia dinámicaeconómico-social y militan de la caballería.Esta evolución implica el progresivoalejamiento, pon parte de los caballeros, de las tareas directamenteproductivas; lo que,a largo plazo, provoca una confrontaciónobjetivade interesesentre caballerosy productoresdirectos —labradores,pe-queñospropietarios ganaderos,menestrales—;confrontación objetivay estructural pon cuanto se basaen el distinto papel que uno y otrogrupo desempeñaen la organizaciónsocial de la producción.

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En resumen,los procesosde diferenciaciónque he estudiadosome-ramentemás arriba planteanlos fundamentosde una división de lasociedadconcejil en clasesobjetivamenteantagónicasque en una co-yunturadesfavorablepuedemanifestanseen enfrentamientosviolentos.

Esta oposición intercíasistava a reflejarse,a nivel político, en elsentidoquese imprime al podenconcejil monopolizadotempranamen-te pon los caballerosurbanos.El monopolio, al menos en lo que serefiere a las más altas magistraturas,aparececonsolidado o en víasde consolidaciónen los másimportantefueros del siglo XIII. Si, comosuele suceder,la normativa jurídica, en lo esencial,no hace más quecristalizanuna seriede prácticasexistentescon anterioridad,hay quepensar que el asalto al poden municipal por parte de los caballerosya se había iniciado en las últimas décadasdel siglo XI y duranteelsiglo XII; justamente en el período en que las responsabilidadesin-herentesa su condición militar se hacen más pesadas:defensade lafrontera entre el SistemaCentral y el Tajo y reconquistay repobla-ción de nuevosy extensosterritorios en momentosen que las sucesi-vas oleadasde almorávides y almohadesy el reforzamiento de unpodercentralizadoen al-Andalus generabala crisis más aguday pro-longadaque padecióla obra reconquistadorade los reinos cristianos.

El accesoal poderpolítico es el resultadode un procesoque llevaconsigo el desarrollode poderosascontradiccionesinherentesa la pro-pia sociedadconcejil. Como ya he señaladomás arriba, el progresivoenriquecimientoy la especializaciónmilitar de los caballerosurbanostiende a configuranloscomo ciudadanosen gradoeminentepor cuantose produceuna identificación objetiva entre las funcionespropias delgrupo y aquellasen las que se basala existenciamisma de los conce-jos. El accesoal poder político se presentacomo el resultadoúltimode la dinámica histórica al serestegrupo el que encarnalos interesesdel conjunto social.

Pero dentro de estadinámica se insertanotros elementosque im-primen un giro trascendentala la evolución.La acumulaciónde rique-zas y Ja creciente dedicación militan, al mismo tiempo que tiende aidentificar a los caballeroscon la propia estructurade los concejos,provoca su alejamiento del procesoproductivo directo planteándoseasí las condicionesestructuralesde una división de clasesentre caba-lleros y productores.En el contexto de estadinámica el poderpolíticono se ejerceen interésdel conjunto social, sino en función de suspro-pios interesesde clase. La pérdida del control directo sobre la pro-ducción les obliga a ejercer un control indirecto que se matenializaen la apropiaciónde renta; apropiaciónque quedagarantizadapon eldominio político-militar que son capacesde ejercer sobre la masadelos habitantesdel concejo.

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La evolución clasistaseacelenay profundiza a partir de la segundamitad del siglo XIII en relación,sobretodo, con dos factores. Porunaparte, al completarse la conquista de Andalucía, los antiguos conce-jos fronterizos entre el Duero y el Tajo pierden las específicasfuncio-nes a las que debíansu origen; tanto la expansiónganaderacomo ladefensay reconquistadel territorio habíansido paulatinamenteasu-midas desde finales del siglo XII pon la alta aristocracia y OrdenesMilitares. Pon otra parte, ya en la segundamitad del siglo XIII, co-mienzan a sentirselos síntomasde una grave crisis de rentas queafectaa los gruposdominantesy quese ahondaprogresivamente.Enesta coyuntura,el poder político tiende a convertirsepura y simple-menteen la basede unacoacciónextraeconómicaque garantizaa loscaballerosel incrementode rentasprocedentesde la claseproductoray la supervivenciadel grupo como clasedominante.

El paralelismode esta situación con la de los señoríosruralesessorprendente;y ello autoriza, en una primera aproximación,a plan-tear como hipótesis de trabajo el predominio,en el seno de los con-cejos,de unas relacionessocialessimilaresa las que dominan en losseñoríos rurales; es decir, unas relacionessociales específicamentefeudales.Se estaríaproduciendo,en consecuencia,una lenta y pro-gresiva asimilaciónde orden estructuralentre la aristocraciarural yla caballeríaurbana,hasta configuranseesta última como un grupomás dentro de la clasedominantea nivel global y, en cuanto grupo,diferenciadode aquellaúnicamentepor el horizontey la amplitud desu dominio.

No es el momentode hacenbalancede las importantesprecisionesquedesdela décadade los cuarentase han venido haciendoen tornoa la servidumbrecomo definidora del feudalismo.Resumiendo,podríaafirmarseque se da una relación de servidumbrecuandola clasedo-mínante, separadaen mayor o menorgrado del control directo sobreel procesoproductivo, ejerceun control indirecto a través de la apro-piación de excedentesde los productoresdirectosutilizando paraellosu poder político, militar, jurídico e ideológico; es decir, mediantecoaccionesde carácterextraeconómico.El vehículomedianteel cualse canalizanestos trasvasesde renta—serviciosen trabajo,censosenespecie,rentas monetarias—,aunquepuedesen indicativo de impor-tantestransformaciones,es en cierta forma accidental,ya que subya-ciendo a las diversasformas de extracción de renta estáel hecho delpoder político-militar de la clase dominantey la utilización de estepoder paraasegurarunosingresosque le permitan el mantenimientode su dominio de clase’.

La definición de feudalismo como «virtualmenteidéntico a lo que general-mente entendemospor scrvidumbre» fue formulada por M. DOBB: Estudiosso-

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A partir de stosplanteamientoshay queanalizaruna serie de he-chos que adquierenuna nueva perspectivatodavía insuficientementeexplorada.

En primen lugar, las progresivasexencionesde impuestosde lasque se beneficianlos caballeros-patricios.En el capítulo de los ser-vicios prestacionesde carácterpersonalhay que distinguir, siguien-do a C. Pescador,entre«lasque pon su carácterde trabajomanual sehacían dunaspara el caballeroo resultabanimpropias de su catego-ría» y «aquellasque pon su naturalezase podían desempeñarmejorcon la ayudadel caballo quesin él» ‘~. Entre las primerasestaríanlassernas, la caste//aria, la posada; la exenciónde estasprestacionesessintomáticadel status social alcanzadopon los caballeroscon el quees incompatiblela prestaciónde serviciosde carácterbásicamenteser-vil. Los servicios de scu/ca o rafa/a, azaria y mane/aderiason de ca-ráctermilitan o paramilitar; de ahí queno sólo no quedanexentosdeellos los caballeros,sino que llegan a serprivativos de su condición.La diferenciaentreestostipos de prestacioneses de sumo interésporcuanto refleja, a nivel de la normativa jurídica cristalizada en el si-glo XIII, el grado de diferenciaciónsocial dentrode los concejosentrecaballerosurbanosy pecheros;diferenciaciónsocial entregruposobje-tivamente antagónicosasimilable, de alguna forma, a la que en elámbito rural enfrentaa campesinosy señores.

Más importantespara el análisis de esta confrontación son losprivilegios de orden económicoinherentesen muchoscasosa la con-dición de caballero: exencióntotal o parcial de las cargastributarias;percepciónen exclusiva de determinadosimpuestos debidoscon an-terioridad al concejo—como el mo;tazgo—u otro tipo de privilegios—como el derechode adehesamiento.

La importanciade tales privilegios es trascendentalpor cuantonoslleva a uno de los elementosesencialesde la relación intenclasistafeudal: a los mecanismosempleadospor los caballeros-patriciosparala apropiaciónde la renta.Es cierto que entrelos gruposde pecherosy caballerosno existeun trasvasedirecto de rentacomo el que se pro-

bre el desarrollo del capitalismo. Buenos Aires, 1971, p. 53 (la edición originalinglesa es de 1946). Importantes precisiones acerca de este concepto puedenencontrarseen el debatesuscitadopor la obra de Dobb y recogido en el libroTransición del feudalismo al capitalismo, cit., particularmenteen las interven-ciones del mismo Dobb, de Takahashiy de Hilton. Más recientementeha vueltosobre el problemaG. BoIs: Crise dv féodalisme. Economierurale et démogra-pl-tic en Norniandie orientale dv début du XIV siécle au milieu du XVI si~cle.París, 1976, pp. 349-365. Sin olvidar el artículo de R. EREsiÑER: «Agí-arian classstructure and economic developmentin pre-industrial Europe», en Past andPresent,núm. 70 (1976), y el «Symposium»en torno a esteartículo en la mismarevista, núms. 78, 79 y 80 (1978).

18 c~ PEscADoR: Ob. cit., XXXVII.XXXVIII (1963), p. 88.

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duceentreseñoresy campesinos.Aquí, en los concejos,el mecanismoes más complejo, ya que, generalmente,la apropiaciónde renta serealiza a través de la entidad jurídica del concejo dominadapor loscaballerosy quecanaliza,al menosparcialmente,haciaéstoslos ingre-sos procedentesdel grupo de los pecheros.

Paracomprenderen profundidadel significadoy la trascendenciadel control político de los concejoses necesarioresaltanel carácterde las institucionesconcejilescomoaparatopolítico-jurídicoreguladorde las amplias autonomíasurbanas;estasautonomías,lejos de senuntestimonio de las diferenciasradicalesque separana la ciudad <can-tifeudal» de su entorno feudal, se inscribenmás bien en el contextode una característicaestructuraldel feudalismo, la fragmentacióndela soberanía~‘, que en el campose materializaen los señoríosinmunesde iure o de jacto. La ausenciade un podensuperiorefectivoconviertea estasinstitucionesen víaspotencialesde trasvasede renta. En estascircunstancias,el control de dichas institucionespor parte de los ca-balleros-patriciosrepresenta,en el orden de análisis lógico, la etapafinal en la consolidaciónde su poder,potenciandoal máximo las po-sibilidadesqueofreceel dominioevclusivo de esta vía, lo queconlíevala definitiva consolidacióndel feudalismoen el ámbito urbano.

El planteamientoque aquíseha hechoen torno al carácterde cla-se de la caballeríaurbanaobliga a reconsideranla interpretaciónqueviene haciéndosede algunosacontecimientos;sobre todo por lo querespectaa las relacionesentrelas oligarquiasurbanas,como clasedo-minante urbanay la aristocraciarural. Se ha puestodemasiadoénfa-sis en el estudiode los enfrentamientosentreconcejosy aristocraciasin precisancon suficientenitidez el caráctery la complejidadque re-visten estosenfrentamientos.

Antes de entranen un análisiscrítico, aunquemuy esquemático,deestasapreciaciones,convieneestableceralgunosplanteamientosbási-cos queayudena comprenderla profundaunidadque subyacea fenó-menosaparentementecontrapuestos.

El largo procesoque lleva a los caballeros-patriciosal control po-lítico de los concejos,en el fondo no es más que la estructuracióndeeste grupo como clasedominante. Ello implica la conformacióndeunaprogresivaidentidadestructuralentreestegrupo y la aristocraciade linaje; identidadquese sustentaen el papelqueambosgruposde-sempeñanen la organizaciónsocial del trabajo y como extractoresderenta de los productoresdirectos.Así pues,se puedeafirmar taxativa-mente que, tanto por sus intereses—asegurarla extracción de ren-ta—, como pon los mediosempleados—la utilización del poder polí-

‘~ Esta es la interpretación ofrecida por P. ANDERsON: Transiciones de laantigiÁedad al feudalismo.Madrid, 1979, pp. 150-152.

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tico-militar—, ambosgrupos presentanuna básicacoincidencia.Lasdiferenciasentreellos son de carácteraccidental;podríanreducirsealgrado de podenquesoncapacesde ejercery al radio de acciónde estepoder. Es correcto,por tanto,hablar de una únicaclasesocial domi-nante,aunqueen su senose puedandistinguir estractossegúnel gra-do de dominio; cosaque no debesorprenden,puestoqueestaestrati-ficación se da inclusoen el senode la aristocraciarural desdesiempre.

Estaidentidadestructuralexplica la semejanzade ciertasmedidasempleadaspor los gruposdominantescuandola crisis de rentas,per-ceptibleapartir de las últimas décadasdel siglo XIII, comienzaaame-nazansus fortunas.Son de sobra conocidoslos procesosde usurpa-ciones de tierras o el bandidismonobiliario; unos y otro se puedenreducir al mecanismocaracterístico,aunquellevado a su paroxismo,de extracciónde rentamediantela coacción;pero ni las usurpacionesde tiernas ni el bandidismose limitan a la aristocraciarural; los ca-balleros urbanospracticanestos métodos en las ciudadesy en sus

- utérminoscon tantao mayor eficacia que la aristocracia -

La misma identidad estructural entre aristocraciay oligarquiasurbanasse refleja en otra serie de fenómenosque no quiero pasarpor alto. Tomemoscomo objeto de análisis los conflictos que domi-nan las minoríasde FernandoIV y Alfonso XI. Me fijaré en dos tiposde conflictos: los queenfrentana distintos gruposde la aristocraciay los que, protagonizadospor los concejos, vienen denominándosede oposiciónantiseñonial.

Los primeros obedecena la división en bandoscapitaneadosporuno u otro de los regentes;evidentemente,no se trata aquí de unalucha social entre clasesantagónicas,sino de pugnas intraclasistaspon el control de los resortesdel poder encarnadosen la figura delmonarca.

Paralelamenteaestasluchasseproducelo quevieneclasificándosecomo enfrentamientosentreconcejosy aristocracia.Pero hay motivospara ponenen dudala exactitudde estaclasificación.

~ Sobre estos procesos de usurpaciónde tierras puedenverse, entre otros,

los trabajos de N. CABRILLANA: «Salamancaen el siglo XV: nobles y campesi-nos”, en Cuadernosde Historia, 3 (1969); de E. C~RE~.- «Usurpaciónde tierrasy abusos señorialesen la sierra cordobesadurantelos siglos XIV y XV», enActas del 1 Congresode Historia de Andalucía. Córdoba, 1978, t. II, PP. 33-84;sobreel mismo tema, referido al concejo y alfoz de Cáceresversala comuni-cación que yo presentéa las 1 Jornadas de Historia de Extremadura,celebra-das en Cáceresen marzo de 1979, cuyas actas esperoque salgan pronto a laluz. El bandidismo nobiliario ha sido estudiadorecientementepon 5. MORETA:Malhechoresfeudales. Violencia, antagonismosy alianzas de clase en Castilla,siglos XILI-XIV. Madrid, 1978; obra que suponeunaimportantísima aportaciónal conocimiento de estos fenómenos.

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En primen lugar, rara vez se produce un enfrentamientode blo-queshomogéneos:concejospor un lado, aristocracia,por otro; aqué-llos y ésta, divididos internamente,conocenmúltiples oscilacionesyentrecruzamientosde alianzasy luchas.Este supuestoenfrentamientoentre concejosy aristocraciasólo llegaaadquirir cientahomogeneidadcon la constituciónde la HermandadGenera/ en 1315; pero el fracasofulgurante de dichaHermandadtiene sus causasprofundasa las queme referiré más adelante.

En segundolugar —y ello explicaría la falta de coherenciatantoen las alianzascomo en los enfrentamientos—,¿cuál es la realidadque se oculta bajo la denominaciónde «concejo»?;¿es la totalidadde los habitanteso, másbien, se refiere únicamentea los gruposdiri-gentes?Gran partede estasalianzasse planteanen las reunionesdeCortes;y sabemosque a estasreunionessólo acudenlos representan-tes de las oliganquiasen el podende los concejosmásimportantesdelreino. Así pues,más que de un enfrentamientoentre concejosy aris-tocraciahabríaque hablarde una lucha entregruposde la clasedo-minantepor un control más efectivo del poder; sólo queahora,a losgrupos aristocráticosse suman los grupos oligárquicosurbanos.

Y aquíes precisoresaltarun fenómenodel mayor interés por cuan-to ilustra, a travésde las luchasy de las aparentesdiferencias,la iden-tidad sustancialde interesesde los grupos en pugna. Hasta eí si-glo XIII la fragmentaciónde la soberaníaque caracterizaal feudalis-mo -—-aunqueesta fragmentaciónse presenteamortiguadaen el reinocastellano-leonés—y que se materializaen la autonomíade que go-zan tanto los señoríosruralescomo los concejos,ha permitido a losgruposdominantes—aristocraciarural y caballerosurbanos,respecti-vamente—ejercersu dominio en el marco concretode estasentida-des. Pero, a partir del siglo XIII, el podenabsolutoencarnadoen lapersonadel monarca,comienzaa afirmarse, no sólo como formula-ción teórica, sino también en el orden de la prácticapolítica. Desdeestemomentolos gruposdominantesse ven obligadosa trascenderelámbito localistade su dominio y a tratar de mantenersu posición declasemedianteel control de un Estadoen vías de centralización.Laidentidadde los interesesde clasees lo queprovoca la convergenciade todos los gruposen el afánpor obtenerestecontrol y lo que,para-dógicarnente,explica las luchas entrelas distintasfaccionesde la cla-se dominantey las alianzascoyunturalesquese establecen,siempreconcarácterefímero,entreestasfaccionesy gruposmáso menosampliosde las clasespopulares.Alianzas que denominamoscoyunturalesporno estarasentadasen los interesesespecíficosde clase.De este tipoes la alianzaque se produceen el seno de los concejosentre caballe-ros-patriciosy masade campesinosy menestralesfrente a la aristo-cracia o faccionesde la misma; o entrela masaconcejil y gruposmás-

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tocráticos frente a los caballeros-patricios.El caráctercoyuntural deestasalianzas y la contradicción social que subyace sería el factorfundamentalque explicaría el rápido derrumbamiento de la Herman-dad General de 13 15-17. Una fragilidad semejanterevelería la SantaHermandad, cuya duración apenassobrepasalos tres años y medio—1464-68—. La misma causaexplicaría la deserción que a veces seproducepor parte de las oligarquiasurbanasen la defensade los de-rechosconcejilesfrente a los intentos de absorciónseñorial: moviliza-das las masaspon las oligarquias contra la alta aristocracia ante elpeligro que entrañala señorializacióndel concejopara el mantenimien-to de su dominio y de la estructurasobrela que se fundamenta,estasoligarquias cedenen suposición en el momentoen que susprivilegiosquedangarantizadoso cuando la propia dinámica de la resistenciapropulsadapor ellas llega a constituir un peligro para supropia domi-nación de clase‘<.

Habría que matizar, por tanto, la apreciación de Valdeón de que«la dcfensa de los interesesconcejiles era... la primera y principalpreocupaciónde las Hermandades»‘<, a la luz de lo que el mismo autorobserva en otro pasaje de su estudio: «los constantesmanejos delos tutores..- y la misma ¡alta de homogeneidadsocial de los concejos(integrados pon caballeros, hidalgos y hombres buenos pecheros),cuentan entre las principales causasque explican el fracaso de lasHermandades»‘>. Esta falta de homogeneidadsocial plantea el pro-blema de cuáles eran esos interesesque las Hermandadestratabande defender; pecherosy caballeros,como clasesantagónicas,tieneninteresescontrapuestosde orden estructural; lo que no implica laimposibilidad en cientosmomentosde ali~nzas de caráctercoyunturalsobre las que la aristocracia puede realizar una eficaz acción disol-vente.

Carácter distinto presentanlos enfrentamientosque se producenen el seno de los concejos entre pecherosy caballeros-patricios; elantagonismoobjetivo de claseque está en la basede estos enfrenta-mientos explica la violencia de la crisis social que desencadena.Talesson los acontecimientosde Córdoba y Ubeda a principios del si-glo MVI Importantes también debieron ser los enfrentamientosocurridos en Salamancaen 1467; importantes y significativos por

‘~ Un caso de este tipo de desercionesy de las causasque lo provocan hasido estudiadopor mí en «Resistenciaantiseñorial del concejo de Cáceresdu-rante el siglo XV. Esquemapara el análisis de las minorías dirigentes de losconcejos»,en Norba. Revista de Arte, Geografíae Historia. Cáceres,1 (1980).

~‘ Los conflictos socialesen Castilla en los siglos XIV y XV. Madrid, 1975,página69.

‘> Ibídem, p. 71; el subrayadoesmío.‘< J. V1WDEÓN: Ob. cit., pp. 73-75.

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cuanto revelan cómo una confrontación intercíasistaen uno solo delos concejos es capaz de desencadenanuna grave crisis política entodo un sistema de alianzas coyunturalesinterconcejilesagrupadasen la SantaHermandad. Significativo también,aunquefuera del ám-bito urbano,el éxito en la movilización de masasy en la violenciadesplegadaque representanotros movimientos en la misma línea decoherenciacon la estructura social: el movimiento remensa y lasguerras irmandiñas; ambosmovimientos no son, en definitiva, másque la eclosiónviolenta de una confrontaciónobjetiva de clasesso-ciales antagónicas.

JoséMaría MINGUEZ FERNÁNDEZ(Universidad de Salamanca)