eunapio - vidas de filósofos y sofistas

161
VIDAS DE FILOSOFOS Y SOFISTAS !NIC!ACION FILOSOFICA

Upload: labruna

Post on 26-Jan-2016

227 views

Category:

Documents


47 download

DESCRIPTION

Libro

TRANSCRIPT

Page 1: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

VIDAS DE FILOSOFOS Y SOFISTAS

!NIC!ACION FILOSOFICA

Page 2: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas
Page 3: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

PROLOGO

1. Los hechos y las fechas capitales de la vida de Eunapio los conocemos por las alusiones que él . mismo nos ha dejado en la obra que titula Vidas de fil6sofos y sofistas.

Naci6 en Sardes en el 346 d. de C., y estuvo emparentado por afinidad con Crysantio. A los dieCiséis afios de edad march6 a Atenas y estu­di6 alli con un sofista cristiano, el armenio Proairesios. Eunapio profes6 siempre a su maes­tro una lealtad y devoci6n que nunca se vieron empaiiadas en lo minimo por la religi6n que profesaba el maestro; y eso es notable, dada la constante hÒstihdad con que Eunapio. mira y habla del cristianimo y de su creciente influencia.

Después de ciuco afios de estancia en Atenas, Eunapio se estaba preparando para realizar un viaje a Egipto, cuando sus padres lo. reclamaron desde Lidia, haciéndolo regresar. a su tierra natal, en el a.fio 367, y el resto de su vida, al parecer, ensefi6 en Sardes. Aquf, segU.n él mismo nos dice, se adhiri6 con todas sus fuerzas a la escuela del venerable Crysantio hasta la muerte de éste, de la que fue restigo y que nos cuenta detalladamenre.

En cuanto a él mismo muri6 alrededor del a.fio 414. Vivi6, pues, para ver la decadencia de los estudios griegos, tan deplorada por Libanio; para comprobar la .muerte oficial de la religi6n

. pagana, con la proscripci6n de los sacrifitios a

9

Page 4: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

los dioses y la abolici6n pUblica del paganismo en el afio 391; para contemplar la invasi6n de Grecia por Alarico y la destrucci6n de Eleusis en el 395. Sus ya tristes presagios y la angustia que los hechos le causaben tiften por completo su Vidas.

2. La obra m<is importante de Eunapio parece haber sido una Hìstoria Universal en la que continuaba la Cr6nica de Déxippos, tornando el hilo de la narraciòn en e! ano 270 d. de C. En catorce libros la continu6 él hasta llegar al reinado de Arcadio, al Comienzo mismo del siglo V. momento en que qued6 cortada probabler.1en­te a caU:sa de su propia muerte. Algunos frag· mentos de esta historia han llegado hasta noso­tros en el Lexic6n de Suidas; por estos fragmen­tos y por las frecuentes referencias que él mismo hac~ a esta obra podemos pensar que haQla sido escrita con considerable abundancia de detalles. Sin duda, hubiera sido un valioso documento para la historia de esa época, pues, aun cuando Eunapio era marcadamente parcial y el libro era en parte una polémica contra el cristianismo, siempre quedaba en pie el hecho de que conoci6 personalmente a los hombres clave del Imperio de Oriente y habfa sido testigo ocular de mucho de lo que relataba en su obra.

Sin embargo, el verdadero protagonista de la obra parece haber sido el emperador Juliano, y Focio afirma que, en su conjunto, puede consi­derarse corno un elogio de esta Ultima esperanza que pudo alentar e! mundo pagano. Para la vida y la carrera del emperador, Eunapio pudo obte­ner una informaci6n importante de su amigo el médico Oribasio, que habfa estado con Juliano en la Galia. En el siglo V, Z6simo, el historiador

10

Page 5: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

pagano, se baso en Eunapio para su narraci6n de la vida de Juliano.

3. En la obra que presentrunos aqui, las Vidas de los filOsofos y sofwtas, Eunapio habla modes­tamente de si mismo en tercera persona, sin utilìzar nunca su nom bre propio.

Aun cuando Eunapio parece haber considerado el tftulo de sofista corno el mé.s honroso, sin embargo, de hecho, en esta obra dedica mS.s espacio a narrar las vldas de los que fueron fil6sofos antE.!S que sofistas, taies coma, por ejemplo, Jamblico y Miiximo. La vida de Liba­nio, en cambio, que fue un sofista tfpico, es breve y superficial, y a Himerio, otro sofista, le consagra solamente unas muy cortas ~ineas.

Al comienzo de la obra, por otra patte, nos encontratnos con lagunru; u omisiones realmente sorprendentes, corno es la de Di6genes Laercio, cuando Eunapio habla de los historiadores de la filosofia, entre los que solamente cita a Soclon y a Porfirio. No menos caprichosa resulta la omisi6n de toda alusi6n o menciòn del sofista y fil6sofo Temistios, -contemporaneo suyo y uno de los hombres m.is distinguidos en este campo del saber universal.

Junto a esto encontramos en Eunapio un decla­rado partidismo a la hora de describir la vida intelectual del siglo cuarto ctistiano. Todos sus intereses se hallan centrados en el Oriente, hasta el punto de que Eunapio nada tiene que decir­nos sobre Roma o so~re los hombres para quìenes Roma segu(a siendo aUn la capitai del mundo. Tampoco en su Historia debi6, proba­bleme11te, hablar para nada de ciertos hombres,

Il !"'- fv:.i~

.J~ ~·/'·: ,..,"'

Page 6: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

del siglo IV, cuyos nombres nos son ta:n fan1ilia­res corno los de· San Agustin, San Jer6nìmo, San Basilio o San Gregorio, o corno los de los poetas Prudencio y Ausonio, para citar unos pocos tan s6lo de los muchos contempor::ineos suyos real­mente sobresalientes en· e1 campo de la filosofia, y para quienes incluso un Libanio, un Proaire­sios o un Himerio eran unos desconocidos. Eu­napio desconoce por completo a estos hombres, asl · comO también -y a-Un sorprende casi m::is esto- a Ammiano Marcelino, el historiador que fue a Persia con el "divino Juliano" y 4_Ue es el mejor gula que se posee actualmente para la hisioria de este perfodo.

4. Eunapio rinde asimismo una gran admira­ci6n a simples cl1arlatanes, coma ZenOn y sus sucesoreS los "iatrosofistas", médico-sofistas, en parte posiblemente porque todo lo que pudiera llevar el calificativo de sofista era para él sagrado y casi tabll, en parte tam bién porque él mismo posefa alga de iatrosofista, ya que veremos se gloriaba del amplio conocimiento que -poseia de

· la medicina, corno en el caso de su intervenci6n en el tratamiento de la Ultima enfermedad· de Crysantio.

El dominio y el éxito en el arte de declamar o perorar posee a sus ojos la categoria de la mas elevada de las realizaciones, ~' en este aspecto haY una gran afinidad entre él y Fi16strato. Pero, intelectualmente hablando, Eun:,ipio es· inuy inferior a este Ultimo. No poseia, ni mt1cho ·menos, la formaci6n de éste, y su griego estci mucho menos poblado de rerniniscencias de los autores cl<isicos. Hubo en todo caso un autor al que ciertamente debi6 conocer a la perfecci6n, a juzgar por los -frecuentes ecos que de él se

12

Page 7: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

encuentran en las Vidas, y éste autor e.s Plutar­co; pero, aun asl, no sie~pre lo cita correcta­mente.

5. Su estilo, finalmente, es dificil y a menudo oscllro; estaba realmente muy lejos de ser un aticista. La exageraci6n es en él un h<ibito inevitable, y utiliza palabras poéticas y pompo­sas ha sta para los hech os mas sim ples y vulgares, corno pueden ser el corner y el beber. A .cada momento choca uno con su aficién al superlati­vo y a la ponderacién hiperbòlica. Por lo que su obra nos permite inferir, hay que contarlo entre los sofistas menos eruditos del siglo IV.

Es de notar que en su tiempo NiComedia, Antio­qui'a, Esmima y Cesarea llegaron casi a desplazai" a Atenas, Alejandrfa y Const~ntinopla corno centros de la intelect11alidad del Oriente, y Liba­nio de Antioqufa pudo gloriarse de que su escuela habfa ·ofrecido abundante ·pr'ovisién de ret6ricos ''a tres continentes y a todas las islas hasta llegar a las Columnas de Hércules".

Sin embargo, en su conjunto, los sofistas del siglo IV no tienen el prestigio y la brillantez que tuvieron sus predecesores del siglo II, probable­mente también porque tuvieron menos oportuni­dades de manifestarse en un imperio gobemado por emperadores cristianos. Por su parte, el renacimiento del helenismo en el reinado de Juliano dur6 en realidad menos de dos an os, y su pronta mli.erte en el 363 · quem6 y agosté> definitivamente todas las esperanzas de los fil6-sofos, sÒfistas y teU.rgos paganos. Es verdad que emperadores cristianos corno Constmcio II apo­yaron en cierto grado a la sofistica, pero s6lo llegaron a cbncederle una atenci6n dispersa y

13

Page 8: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

dividida; por el contrario, bajo el gobierno de emperadores menos cultivados, corno por ejem­plo Teodosio, el estudio del latln y, m3.s alln, el de la ley romana, suplant6 a los estudios heléni­cos de manera que los profesores de derecho llegaron a ocupar una posici6n mucho m3.s pre­valente que la de los profesores de ret6rica.

Esto es cuanto se puede decir sobre Eunapio. Pese a todo lo dicho, su Vidas tiene interés documentai indudable. No s6lo por los datos que puedan aportar, sino también porque nos ponen de relieve la actitud de un mediocre sofista helenistico, enraizado tercamente en su paganismO, ante el avance de la religi6n cristiana y la crisis de los estudios tipicos del helenismo. Tal vez este testimonio de fondo, esa acritud y angustia, esa esperanza que adivinamos ya mar­chita, sea de lo miis valioso que podamos espigar en su obra, para concebir en sus exactas dimen­siones el sentir cotidiano de los hombres de aquellos tiempos de transici6n hacia nuestras formas medievales de la cultura.

Finalmente, teniendo en cuenta lo poco conoci­das que son para la gran mayoria algunas de las fìguras que Eunapio nos esboza en estas suma­rias biografias, vamos a recorrer brevemente cada una de las Vidas, aiiadiendo a ellas los datos que olvida Eunapio y que pueden contri­buir a que nos quedemos con una estampa mils o menos definirla del personaje tratado. En este aspecto, hay que observar que Eunapio atribuye una mayor importancia al fundamento hist6rico y ofrece m:is datos que Fil6strato; s6lo que es tan discursivo y difuso que, en contraste con él, el propio Fil6strato parece sistemiitico.

14

Page 9: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

6. Dejando aquf a un lado a los historiadores de la filosoffa que él menciona. el primer filòso­fo a quien dedica el estadio biogci.fico es Ploti­no, aun cuando con gran brevedad.

Plotino de Lyc6polis, en Egipto, nacido en el 204 y muerto en el 270, d. de C., puede ser considerado y llamado el fundador del neoplato­nismo. Para todo lo referente a su vida las fuentes que poseemos son la biografia de Porfi­rio y la pobre noticia que le dedica Eunapio.

Estudi6 en Alejandria con Ammonio, de quien bien poco se conoce, y acompaii6 al emperador Gordiano en su desastrosa expedici6n contra Ctesifonte, afto 243. Fue luego a Roma, donde pas6 el resto de su vida dedicado a la ensefianza. Muri6 en su villa de Campania, en 270.

El legado intclectual de Plotino esta en sus Enéadas, que vienen a ser corno el monumento· escrito del neoplatonismo. Plotino era entera­mente descuidado en lo que al estilo se refiere y nuoca revis6 sus escritos; dejò, por el contrario, a su discipulo Porfirio el cuidado de la disposi­ci6n de la obra e incluso la correcci6n del lenguaje, que era el punto flaco del saber griego de Plotino.

Marcò sin duda un hito en el campo del ascetis­mo mistico, y la contemplaci6n, mcis bien que el culto de los dioses, fue el medio por el que el propio Plotino alcanz6 la uniòn con el Absoluto tal corno él lo concebfa. Admitiò, empero, la teoria de los d:iimones y explic6 asi la existen­cia del mal en el mundo. Con elio dejò la puerta abierta a la supersticién y a la impostura, y sus seguidores fueron muchas veces no m3.s que

15

Page 10: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

simples tellrgos y charlatanes de feria, corno es el caso del Maximo del siglo IV de quien nos hablani Eunapio .

. Es posible que éste, · cuando nos dice que en su tiempo Plotino era miis leldo que Plat6n, exageA l'.e alga seglln su congénita propensi6n, pero la influencia que ejercieron las Enéadas puede rasA trearse claramente en la religi6n y la ética del siglo IV. De hecho, la tenninologfa del ascetismo y el misticismo ha derivado sieinpre de Plotino.

7. Porfirio, nacido en el 233 y muerto l1acia el 301, apodado El Tirio, fue criado en Tiro, aun cuando no era éste ciertamente el lttgar d~ su nacimiento. Hizo en Atenas sus estudios con la guia de diversos profesores, pero en especial con la de Longino.

Pero Roma era todavfa el centro de toda activi­dad filos6fica, y Porfirio dej6 Atenas en el 263 para hacerse diScipulo . de Plotino en Roma. Después de pasar seis aiios en eSta ciudad, Porfirio se retir6 a Sicilia, corno refiere Eunapio, pero no tenemos pruebas de que Plotillo efecti­vamente lo siguiera alli.

Luego de la muerte de .Plotino regres6 a Roma, qued6 alli corno jefe de la escuela neoplatònica, escribi6 là Vida de Pio tino y, muchos aflos miis tarde, probablemerlte con pOsterioridad al aii.o 298, edit6 y public6 las Enéadas de su maestro Plotino.

Porfirio fue un esCritor muy prolifico, que trat6 gran variedad de temas: la gram:itica, la cronolo­gla, la historia, la matem3tiCa, la critica homériA

16"

Page 11: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

ca, cuestiones de vegetarianismo, psicologfa y metaffsica. De entre los neoplat6nicos, se le puede dar a él con justicia el calificativo de "el sabio".

Su libro Contra los Cristianos, en nuestro poder s6lo fragmentariamente, fue el documento mas serio y completo de los que atacaron al cristia­nismo, muy alejado del espfritu de mofa y del encarnizamiento que encontramos en la ·obra de Juliano que lleva el mismo t{tulo. La obra fue quemada el aiio 448 por un edicto de los emp_eradores Valentiniano III y Teodosio II.

En su Carta a Anebo, sacerdote egipcio, acerca de la adivinaci6n, habla con sorprendente fran­queza y libertad de" Ios fraudes del politeismo tal corno era practicado en su tiempo en los Misterios. y dirige un llamamiento a todos lds intelectuales para que se vuelvan hacia la filoso­fia. Esto le mereci6 el calificativo de El Moder­nista del Paganismo.

De la misma manera que Plotino habla sido el metri.fisico de la escuela- neoplat6nica, Porfirio puede decirse que fu-e el moralista de ésta, Se conservan varias obras suyas, entre las que h_ay que incluir la Carta a Marcela y la 1lida de Plotino. No tenemos de él ninruna bio@:afla tan digna de crédito corno la que él dedic6 a Plotino. Eunapjc, sln embargo, aunque peque de exactitud muy dudosa en los de-talles de menos importancia, es una buena fu~nte para ella, y tuvo acceso a documento~ realmente valiosos corno las obras perdidas del. propio P.orfirio.

8: J<itnblicd fue la figur-d preeminente de la escuela neoplat6nica siria de comienzos del si-

17

Page 12: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

glo IV cristiano. Mantuvo la pretensiém de ser Uamado f1l6sofo de todas las escuelas, pero su eclecticismo fue arbitrario. y superficial. Su me­tafisica sigui6 y desarroll6 la enseflanza de Ploti­no, pero acab6 por desembocar en la adivina­ci6n, y en su prcictica de la teurgia representa ya la decadencia del neoplatonismo.

Sus discipulos Mclximo y Crysantio fueron decla­radamente taumaturgos de profesi6n, y la fan:iti­ca admiraci6n del emperador Juliano hacia él, asi corno su constante referencia a él corno a un inspll'ado, es la prueba mas contundente de la facil credulidad del apostata. Los escritos de J3.mblico se encuentran llenos de interpretacio­nes aleg6ricas y de dioses intermediarios, y el intento de Juliano de coordinar todos los cultos y de introducir las divinidades orientales en el pante6n helénico se debe a la influencia de Jarnblico.

Muri6 durante el reinado de Constantino, alrede­dor del 330, de forma que Juliano no pudo conocerlo personalmente, y las seis Cartas dirìgi­das a Jéimblico y atribuidas en un tiempo a Juliano, se consideran en generai corno espurias en la actualidad. Jarnblico estudio en Atenas y regres6 luego a ensefiar a Calcis, su ciudad natal, donde Eunapio nos lo describe venerado y ado­rado por sus discipulos. El tratado Sobre los Misterios, respuesta a la Carta a Anebo de Porfirio y viva defensa de la teU.rgia, no suele atribuirse ya a JB.mblico, sino que parece reflejar m<is bien las ensefianzas de su escuela.

Jfunblico se mostr6 indiferente al estilo, y sus escritos, aunque valiosos para la historia del neoplatonisìno, poseen pocos méritos literfirios.

18

Page 13: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

9. No es muy bueno el trato que Eunapio da a E desio; en la vida de éste, nuestro autor mµy pronto se desvfa a hablar de S6patro, el discfpu­lo de Jfunblico. Sòpatro fue condenado a muerte por Constantino. Siguen luego otras digresiones: la primera sobre el corrompido oficial Ablabio; la siguiente sobre Eustacio y su esposa Sosi patra, de mas prestigio que él: cuenta la carrera de éste coma fil6sofo, teUrgo y vidente, dandonos en todo esto una sorprendente historia que nos manifiesta el estado de decadencia a que lleg6 la filosofia en el siglo IV y las cosas realmente extrafias que se hicieron bajo su nombre.

Al final, Eunapio vuelve a la vida de Edesio; tenia éste unos setenta aiios y estaba ensefiando en Pérgamo cuando, seglln nos dice Eunapio en la Vida de Maximo, lleg6 a él e! futuro empera­dor Juliano, discfpulo peligroso y exigente; Ede­sio consigui6 al final confiB.rselo a su discipulo M3ximo, el tellrgo, que se hallaba en Efeso. Esto debi6 ocurrir sobre el 350.

Es posible que Edesio, que prosigui6 las ense­fianzas de la escuela siria de su maestro JB.mbli­co, fuera un hombre mas inteligente y mfu; honrado que sus contemponineos m8.s j6venes. Muri6 antes de la reacci6n helenista de Juliano.

10. Pasarnos luego a Mdximo de Efeso, el m8.s famoso de los fil6sofos teUrgos o taumaturgos del siglo, de quien dijo Teodoreto que parecfa un fil6sofo, pero que era en realidad un mago. Todas las fuentes llevan a la conclusiòn de que no mereci6 en modo alguno el calificativo de neoplat6nico, y que fue el menos escrupuloso asf como el mas afortunado de los discipulos de Jamblico.

19

Page 14: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Lo que mis fama le dio fue su funesta y fatai influencia sobre el emperador Juliano. _1\1 subir éste al trono imperial, M3.xilno fue llamado a Constantinopla. Y, segU.n Ammiano Marcelino, Juliano, en su lecho de muerte, discuti6 sobre la inmortalìdad del alma con M&ximo y PrisCo. Los romanos, por razones polfticas m3s bien que religiosas, temieron la influencia de ·las pcicticas m3.gicas y, reinando Valente, M<iximo fue ejecU­tado el aiio 371.

11. Prisco fue el Ultimo de una serie de profe­sores que dieron fama a la escuela de Atenas en el siglo IV. Fue amigo y consejero del empera­dor Juliano, a quien acompafi6 a Persia. Es muy poco lo que sabemos acerca de él, fuera de los datos que nos brinda la Vida escrita por Euna­pio, en la cual aparece corno una personalidad a.spera y retralda, escéptica y desde:iì.osa de la popularidad.

Después de la muerte de Juliano, Pris{..;o regres6 a Antioqula, y alll estaba en el otofio del 363. También Prisco file detenido con M&xìmo por los emperadores Valente y Valentiniano, acusado de magia; pero Prisco fue puesto luego en libertad y obtuvo permiso para marchar a Grecia, donde ensefi6 bastantes aiios. MuriP en el 395, con miis de noventa atlos. Fue con frecuencia corresponsal de Libanio; ~' era probable1nent~ un neoplat6nico, menos dado sin duda que Maximo a la teUrgia.

12. Juliano de Cesarea, Capadocia, naci6 sobre el 275. Fue un afortunado profesor de ret6rica en Atenas, alla por el 330. Ahi mismo muri6. sobre el 340, y la sucesi6n a. su catectra fue calurosamente disputada por sus discfpulos.

20

Page 15: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Focio dice que escribiò sobre el vocabulario de los Diez Oradores A ticos, pero no se conserva ninguna obra suya. Eunapio no nos aclara por qué Juliano y sus contempor3.neos se vieron obligados a ensefiar en privado; sin embargo, ello se debiò probablemente, no a la oposicién de los cristianos, puesto que habfa alli famosos sofistas cristianos, en espec1al Proairesios, sino mis bien a las facciones de los sofistas rivales, que no habfan sido nunca tan violenta.s corno cuando Juliano se hallaba en lo m3.s alto de su fan1a. No sabemos c6mo fue que tuvo varios sucesores oficiales, pero es posible que la ca.tedia de filosoffa quedara suprimida en favor de la de ret6rica, que se consideraba menos antag6nica con el cristianismo. En sus Ultimos afios la supremacia de Juliano se vio oscurecida por los éxitos de sus discfpulos, Proairesios y Diofantos el arabe.

13. Proairesios, el sofista cristiano, cuando otros profesores cristianos se dieron prisa en afiliarse al paganismo y mostrarse verdaderos helenos para ganarse el favor del nuevo empera­dor Juliano, parece haberse dicho a sl mismo, corno el gran obispo de Alejandrfa, Atanasio, que "aquello no era mas que una pequefia nub~ y que iba a pasar". Eunapio dice que, en ei 362, cuando él fue a Atenas a estudiar con Proaire­sios, éste tenia ochenta afios; esto, empero, supondria que él tenia la misma edad que el sofista Juliano, cuya céitedra heredò, con lo que es probable que Eunapio exagerara su edad en unos diez afios.

En todo caso, era consìderado un prestigioso rivai de Juliu.no cuando murì6 éste en 340 y

21

Page 16: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Proairesios subiò a su c<itedra corno sofista pree­minente de Atenas.

Al subir Juliano al trono, dispuso que los sofis­tas cristianos no ensefJ.aran m8.s literatura heléni­ca; Proairesios fue declarado una excepci6n, pero rehus6 personalmente la ccitedra. Eunapio se limita a decir que Proairesios se vio apartado de la catedra porque era considerado cristiano; no obstante, estaba ensefi.ando en At.enas cuando Eunapio lleg6 a estudiar allf en el 362 -el edicto se habfa promulgado en el 361-.

Proairesios muri6 en el 367 y su epitafio fue escrito por Gregorio Nacianceno. Hay que notar que todos los rivales de Proairesios en A tenas eran extranjeros, y que la ciudad habfa dejado de producir grandes sofistas. El propio Proaire­sios ·era armenio, lo cual explica tal vez su religi6n, ya que Armenia se convirti6 muy pron­to al cristianismo.

14. Epifanio de Siria, llamado a veces el arabe, fue poeta y sofista. Ensefi.6 ret6rica en Laodicea antes de trasladarse a Atenas. Es mencionado por Sozomenos y fue corresponsal de Libanio. Aun cuando muri6 joven, dej6 varios tratados técnicos sobre ret6rica, todos los cuales se han perdi do.

15. Diofanto el cirabe, fue discipulo y uno de los sucesores de Juliano el sofista, y estaba ensefiando en Atenas cuando Ueg6 a ésta Liba­nio, en el 336, para estudiar. Libanio fue alista­do por la fuerza corno discipulo de Diofanto por los discipulos de éste, pero evitò asistir a sus lecciones; él mismo no menciona para nada el

22

Page 17: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

nombre de Diofanto aun cuando refiera el inci­dente.

16. S6polis estaba ensefiando en Atenas en los aiios que pas6 allf Eunapio. En la vida de Proairesios, nuestro autor alude a él ridiculizcin­dolo corno un pobre profesor de ret6rica que s6lo lo era de nombre. Parece que fue realmente uno de los més insignificantes y mediocres suce­sores de Juliano el .sofista, y que logr6 su elecci6h por medio de alguna maniobra que Eunapio nos deja en la oscuridad.

17. El propio Himerio, en un discurso pronun­ciarlo en el 362 dice que sus cabellos se estan volviendo grises, con lo que pueda darse su nacimiento hacia el afio 315. Al igual que otros naturales de Bitinia, estudi6 en Atenas con Proairesios, y ensefi6 alli durante unos quince afios. Fue arrastrado por Juliano a la vida impe­rial del Oriente, pero, luego del desastroso fin de éste, estuvo en .Antioquia o Bitinia hasta la muerte de Proairesios. Regres6 a Grecia bacia el 368 y el resto de su vida enseiiò retòrica en Atenas, donde muri6, probablemente antes de la invasi6n de los godos, en 395.

Eunapio, en su Vidas no nos da ninguna idea sobre la importancia que tuv() este sofista para· el conocimiento que podamos tener nosotros del siglo IV. Sin duda la envidia profesional es la que explica tal descuido.

Por sus obras, que han llegado a nosotros en gran parte, sabemos que Himerio era todo alego­rfa, alusiones poéticas y flores de lenguaje. En su obra se puede evidenciar suficientemente la serie de enfermedades caracterfsticas de la retòri-

23

Page 18: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

ca del siglo IV, su falta de argumentaci6n légica y de conciencia litera1ia o hist6rica, su tota! dependencia de t6picos procedentes del pasado, su desvergonzada adulaciòn de los poderosos y también su ocasional y sorprendente encanto. Junto con Prisco, Himerio representa los Ultimos dfas de la escuela ateniense de elo!!uencia sofistica.

18. Libanio de Antìoquia naci6 en el 314, con lo que debia rondar los cincuenta aiJ.os cuando Juliano subi6 al trono imperial. Aunque alistado oficialmente en la escuela de Diofanto, Libanio se habia ya educado autodid3.cticamente a sl mismo en Antioquia, y sigui6 haciéndolo en A tenas desde el 336 en adelante. Unos diez aiios mcis tarde enseii6, primero en Constantinopla, para luego, a ca'usa de las enemistades que allf se granjeé, emigrar a Nicea, y m3.s tarde a Nicome­dia, donde se encontr6. bien y fue popular. Eunapio, bastant.:e inclinado a dejar en mal lugar a Libanio, deja de decir que, · cuando su fama creci6, los ciudadanos de Constantinopla pidie­ron su regreso y qtie, él fue llamado de nuevo a esta ciudad por un edicto imperlai.

En el 354, empero, esta de nuevo en Antioquia y, so pretexto de su. mala salud, se le permite quedarse alli. Durante los cuarenta aiios que siguieron, su escuela fue allf una de las m<ls famosas y n13.s frecuentadas del momento. Res­pecto a ella poseemos buena informµ.cién gracias a su antobiograffa y a los numerosos Discursos en que él describe las condiciones de la enseiìan­za de la retérica en el siglo IV. ·

Sus U!timos aiios parecen haber sido especial­mente amargos por la decadencia de los estudios griegos no patrocinados ya por el emperador,

24

Page 19: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

que dio su favor ·a los del derecho romano, y por la pérdida parcial de la vista y de todas sus amistades, asl corno de su Unico hijo. Debi6 vivir hasta el 395, aproximadamente, si bien la fecha de su muerte es incierta.

De toèlo esto Eunapio nos dice apenas nada, y nada dice tampoco de las numerosas obi:'as dc Libanio que él mismo tuvo que tener bien conocidas. La critica que hace de su estilo no es confirmada por nada de lo que queda de sus obras, que es muy voluminoso. Tuvo talento para la peroraci6n o declamaci6n. Eunapio es desdefioso y poco digno de fe en lo que dice respecto de Libanio.

19. Acacio- de Cesarea fue corresponsal habi­tual de Libanio, y de las Cartas de este sofista podemos sacar sobre .!\cacio m<is datos de los que nos da Eunapio. Era· algo mayor que Liba­nio y procedla de una familia en la que la profesiòn de sofista era hereditaria. Ensefi6 pri­mero en Fenicia, su pais natal, luego en Antio­qula, y finalmente ~ estableci6 en Palestina. En Antioquia ·fue rival de Libanio y no tan amigo de é1:1te corno parece darnos a entender Eunapio. Venci6 Libanio y Acacio abandonò Antioquia; en este momento, aiio 361, comienza la corres­pondencia entie ambos, corno si fuera una espe­cie de r:econciliaci6n. Es dificil conjugar la afif­maci6n de Eunapio d~ que Acacio 'muri6 joyen, con lo que se ìnfiere de los escritos de Libanio acerca de la duraci6n de sus dem:is actividades.

20. Zen6n de Chipre ha sido identificado por algunos con el médico y profesor ·de medicina de Alejand:.-ia a quien el emperador Juliano dirigi6 una carta que se conserva. Sì tiene raz6n

25

Page 20: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Eunapio al decir que Oribasio habia sido discf· pulo de Zenòn, este Ultinio tenfa que ser muy viejo en el 362, fecha de la carta del emperador Juliano. Parece que se trata de otra persona, ya que Juliano habria aludido también a sus talen· tos de orador, que segU.n Eunapio poseyò nues· tra Zen6n.

En todo caso, el Zen6n que nos presenta Euna· pio era un iatrosofista o medicosofista. Esto nos produce la impresì6n de hallamos ante la mas desdìchada combinaci6n de profesiones; que el nombre acabò por ser un sinònimo ìnevitable de charlatin se puede inferir, aunque no lo haga Eunapio, de su biograffa de Magno.

21. Magno de Nfsibis, el célebre iatrosofista, fue discfpulo de Zenòn, y ensefiò medicina en Alejandrfa, cerrtro de la profesiòn médica. Liba· nio lo menciona en una carta escrita en el 364. A su muerte, Palladas escribiò el conocidisimo epigrama de la Antolog(a Palatina: "Cuando Magno descendi6 al Hades, Aidoneo temblò y dijo: 'Ahf llega uno que va a resucitar hasta a los muertos' ". Esto no se dijo en son de s3.tira, ni Eunapio pensò que Magno fuera alga absurdo, y es evidente que, aunque en clara decadencia, la retòrica podfa todavia encantar al mundo grecorromano. SegU.n Libanio, Magn9 vivia aUn en el 388, en que el primero le dirigiò su Carta 763.

22. Suidas dice que· Oribasio naciò en Sardes, pero podemos suponer que su amigo Eunapio estaba mejor informarlo al decirnos que naciò en Pérgamo.

Cuando Eunapio dice que Oribasio "hizo a

26

Page 21: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Juliano emperador", significa probablemente con ello no tanto que Oribasio fuera c6mplice suyo en el complot que dio el trono a Juliano, sino m<is bien que el médico, por medio de sus virtuosas ensefianzas, habfa prepararlo a Juliano para tal posici6n. En torlo caso los historiadores guardan silencio acerca de la convivencia de Oribasio en la conjuraci6n.

23. Crysantio, e! discipulo de Edesio, al que parece haberse asemejado mucho en cuanto a car:icter, es el Unico rival que tiene Proairesios en la lealtad y afecto de Eunapio. Sin embargo, aparte de la biograffa que nos escribe éste, podemos decir que se trata de un personaje pr:icticamente desconocido. Juliano, que pareci6 sentirse molesto por su negativa a acudir a la corte, nunca hace menci6n de él en los escritos que nos ha dejado, y Libanio, que mantuvo correspondencia con casi todos los paganos in­fluyentes de su tiempo, desconoce a Crysantio.

Su negativa de ir a la corte de Juliano pudo deberse a una aguda visi6n, basada en la refle­xiòn profunda sobre los hechos, de que la reviviscencia del paganismo habfa de ser muy efimera.

24. Helespontio, el anciano discfpulo de Cry­santio en Sardes, cuya muerte repentina· se des­cribe aquf, era natural de Galatia, y era sofista y filòsofo. Libanio le dirigiò a comienzos del 355

. una carta, que conservamos.

25. Y aquf concluyen los personajes que Euna­pio ha considerarlo dignos de perpetuar en su colecci6n de biograffas.

27

Page 22: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

La traducciòn, asf corno muchas notas y comen­tarios, de esta edici6n se basa en la de Loeb, Heìnemann, Londres, 1959, preparada por Wil­mer Cave Wright.

FRANCISCO DE P. SM.1ARANCH

Page 23: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

VIDAS DE FILOSOFOS Y SOFISTAS ·

Page 24: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas
Page 25: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

INTRODUCCION

Jenofonte el fil6sofo, que es Unico entre todos los filésofos en cuanto que adorn6 la filosofia no solamente con palabras sino también con hechos -pues, por una parte, escribe sobre las virtudes morales en sus discursos y comenta­rios hist6ricos, al tiempo que sobresalia personal­mente en las realizaciones pr<icticas; mcis aUn, por medio de los ejemplos que dio engendr6 jefes de ejército: por ejemplo, el gran Alejandro nunca hubiera llegado a ser grande de no haber existido Jenofonte-, éste, diga, afinna que he­mos de recordar y dejar constancia incluso de los hechos casuales de los hombres distinguidos. Pero el objetivo que me he propuesto en mi narraci6n no es el de transcribir los hechos casuales o accidentales de hombres distinguidos, sino sus realizaciones m;ls imporl:antes. Pues aunque las actitudes caprichosas de la virtud sean dignas de recuerdo, seria absolutamente impio guardar silencio sobre sus aspiraciones m8.s serias. Esto es lo que se les contaci a los que deseen leer_ esta narraci611, no ciertamente con una certeza completa respecto de todas las materias -era, en efecto, imposible recoger to­das las pruebas con total exactitud- ni voy a separar del resto a los m;ls ilustres fil6sofos y oradores, sino que voy a determinar respecto de cada uno su profesi6n y su modo de vida. Que en todos y cada uno de los casos aquel que es descrito en esta narraci6n haya alcanzado una distinci6n o prestigio real, el autor --pues esto es lo que en realidad pretende él- deja que el que

31

Page 26: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

asf lo quiera lo decida a partir de las pruebas presentadas aquf. El autor ha leldo comentarios precisos y detallados, y por consiguiente, si ornite la verdad, ·puede atribuir su error a otros, corno puede hacer un discfpulo diligente que ha ido a parar a las manos de maestros mediocres; o bien, cuando acierta en lo que dice, puede tener la verdad de su parte cuando formula crfticas y puede ser guiado por los que son dignos de respeto; en este sentido su obra puede ser perfectarnente incensurable y estar al amparo de toda crftica, supuesto que él sigtti6 los pascis de aquellos que tenta el deber de seguir. Y supuesto que ha habido pocos o, para decir la verdad, apenas ningUn escritor que tratara este tema, nada de lo que 11aya podido ser compues­to por autores anteriores se les ocultara a mis lectores, ni tampoco lo que 11aya llegado a nuestros d(as por tradici6n oral, sino que se atribuir<i a una y otra fuente su debldo valor; quiero decjr con esto que en los docurrientos escritos nada ha sido altera.do, mientras que lo que depende de una tradici6n oral y auditiva, y est3. por ello mismo expuesto a conve"rtirse en algo ca6tico y confuso con eì iransCurso del tiempo, ha sido ahora fijado y dota.do de estabi­lidad al ser redactado y regìst1·ado por escrito, de forma que es para el futuro una tradici6n firme y estable.

Page 27: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

ESCRITORES QUE HAN COMPILADO UNA HISTORIA DE LOS FILOSOFOS

Porfirio y Sotfon o Socfon 1 compilaron una historia de la filosofia y las Vidas de los filòso­fos. Pero Porfirio -asf lo determinaron los acon­tecimientos--- acab6 en Plat6n y Sll tiempo, mientras que Socion, aun cuando viviò con anterìoridad a Porfirio, llev6 su narraci6ni corno podemos ver, hasta los Ultimos tiempos inclusi­ve. Pero los grupos de fil6sofos y sofist.as que vivieron entre Socfon y Porfirio no han sido descritos tal corno merecfa su importancia y la multiplicidad de sus facetas. Por ella Fil6strato de Lemnos, en un estilo superficial y agradable vomit6 :.! las Vidas de los sofistas m<is distingui­dos; pero las vidas de los filòsofos nadie las ha reconocido diligente y cuidadosamente.

Entre estos Ultimos se contaron Ammo11io de Egipto, que fue el maestro del divino Plt1tarco, y el propio Plutarco, encanto y lira de toda la filosofia; Eufrates de Egipto 3 y Dian de Bitinia, a quien los hombres dieron el sobrenombre de Crys6stomos, "Baca de Oro"; y Apolonio de Tyana, que no fue simplemente un filosofo, sino un semidi6s, mitad dios, mitad hombre. Fue, "Il

1 Eunapio desconoce a Diògenes Laercio. Socion, fil6sofo pe­ripatético de .finales del siglo III a. de C., escribiò una relaciòn de los jefes sucesivos de las escuelas de filosofia, quc fue utili:r.a­da Juego por Di6genes Laercio.

Para esta metafora puede verse Filòstrato, Ar(stides.

Eufrates es alabado por Plinio, Cartas, I, 10.

33

Page 28: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

efecto, seguidor de la doctrina pitag6rica, y puso gran empefio en hacer conocer por todo e] mundo el cacicter divino y vivificante de esta filosofia. Pero Filòstrato de Lemnos escribi6 una narraci6n completa de Apolonio y titul6 su libro La Vida de Apolonio, aun cuando debiera haber­lo llamado La Visita de Dios a la Humanidad.

También viviò por este tiempo Caméades, una figura de mucho prestigio entre la escuela Cfni­ca, si es que realmente hemos de tener en cuenta a la escuela Cinica 4 , en la que cabe mencionar a Musonio, Demetrio, Menippo y a varios otros también; pero ésos fueron los m3.s conocidos.

Narraciones claras y cuidadas de las vidas de esos hombres ha resultado imposible descubrir­las, porque, en la medida en que yo alcanzo a conocer, nadie las ha escrito. Pero sus propios escritos fueron y son aUn dOcumentos suficien­tes sobre sus vidas, llenos corno est3.n de erudi­ci6n y de una completa investigaci6n en el campo de la ética, y también de esta blisqueda afanosa que: aspira a investigar la naturaleza de las cosas y dispersa, corno si fuera niebla, la ignorancia de los que son capaces de seguirlos. Asi, por ejemplo, el inspirado Plutarco registra en afinnaciones esparcidas aca y alla en sus libros tanto su propia vida coma la de su maestro; y dice que Ammonio muri6 en Atenas. Pero él no titula este conjunto de datos una

Los fil6sofos de las demas escuelas del siglo IV d. de C .• en especial los neoplat6nicos, menospreciaban y mostraban su desa­grado a la escuela cinica, en parte porque en algunos aspectos su forma de vida se parecfa a la de los cristianos. Este Ultimo Carnéades no cl; conocido por otras fuentes; algunos lo identifi­can con Carneius (Cynulcus) en Ateneo, Deipnosofi,st~.

34

Page 29: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

"llida, por m3.s que hubiera podido hacerlo asi con toda raz6n, ya que a su obra de mcis .éxito

. le habia dado el titulo de Vidas Paralelas de los hom bres mcis céle bres por sus hechos y realiza­ciones. Su propia vida, en cambio, y la de su maestro la esparci6 de manera fragmentaria a través de todos sus libros; de manera que, si alguien pudiera tener una visiòn de conjunto de todas estas referencias y pudiera ir siguiéndolas a medida que surgen y aparecen, y pudiera leerlas inteligentemente una después de otra, llegarfa uno a conocer la mayor parte de los aconteci­mientos de sus vidas.

Luciano de Samosata, que habitualmente se to­m6 serios trabajos en provocar la risa, escribiò una vida d.e Demònax, un fil6sofo contempora­neo suyo y en este libro y en otros, muy pocos, se mostrò enteramente serio de un extremo a otro.

Y ésas son las cosas que yo incluyo en la histo­ria, y soy perfectamente consciente de que algu­nas cosas me han pasado tal vez por alto, pero no otras. Y en ella, después de mucho pensar y gastar muchos esfuerzos para qt1e el resultado fuera una relaci6n continua y definida de· las vidas de los fil6sofos y ret6ricos mas célebres, no consegui todo lo que ambicionaba y he teni­do la misma experiencia que los que est3.n ena­morados de manera loca y febril. Estos, en efec­to, cYando contemplan la belleza amarla y ado­rada de su presencia visible, inclinan sus cabezas, demasiado débiles para fijar su mirarla en aque­llo que desean y cegados por sus rayos. Pero, si ven su sandalia, su cinto o sus pendientes, se animan con estas cosas y vierten su alma en la visi6n de ellas y se derriten en su contempla-

35

Page 30: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

ci6n, porque pueden soportar ver y amar los slmbolos de la belleza m:is facilmente que la be· lleza misma. Asi también yo me he puesto a escribir esta narraci6n de forma que no omitiera o callara y ello por envidia ninguna cosa que haya aprendido de oidas, o bien en mis lecturas, o bien por haberlo preguntado a mis contempo­r<ineos, sino que, en la medida en que estaba en mi mano. he respetado la entrarla y Ias puertas de la verdad y la he trasmitido a las generacio­nes futuras que puedan desear o bien oir algo sobre elio o tengan ca.pacidad de seguirlo con miras a las mas bellas realizaciones.

Ahora bien, el periodo que yo describo esta de alguna. man era interrumpido y quebrado a causa de las calamidades del Estado. Se produjo toda­vla una tercera generaci6n de· hombres en los dias de Claudio y Ner6n ~pues la segunda gene­raci6n que sigui6 a la de Platòn ha sido ya re­cordada y aclarada en su totalidad~. En cuanto a aquellos emperadores infortunados que dura­ron solamente un afio, no merecen ser recorda­dos; me refiero, por ejemplo, a Galba, Vitelio, Ot6n, y, después de ellos, a Vespasiano, Tito y a los que gobemaron después de éstos; y nadie debe suponer que yo presto una seria atenci6n a ellos. Sea corno sea, para expresarme r<lpida y brevemente, el linaje de los mejores fi16sofos du­rò hasta el reinado de Severo inclusive.5 Y segu. ramente es una parte de la dicha propia de -ios

Eunapio :parece distingui? tres grupos de fi16sofos, a saber, Ios que van desde los primeros tiempos hasta P!at6n, Jos que siituen a Plat6n ha.sta el aiio 41 d. de C., y los que van desde Claudio, aiio 41 d. de C. basta Severo, muerto en el 211 d. de C. Eunaplo no estudia ninguno de estos grupos, sino tos posteriores a éstos, Y comienza su historia con una breve menci6n de Ploti· no, nacido poco antes de la muerte de Severo.

36

Page 31: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

emperadores el que, en la historia, la fecha que sefiala el grado sumo de virtud de un fi16sofo es la que determina el momento de suma dicha de un emperador~ Por consiguiente, que nadie se tome a mal que yo, haciendo la historia del pe­riodo respecto del cual me fue posible obtener mayor evidencia, o con el que puedo dar a mi obra un comienzo adecuado, emprenda mi narra­cién en este punto.

Plotino fue un fil6sofo nacido en Egipto. Pero, a pesar de haberlo llamado ahora mismo egipcio, voy a ai'iadir también el lugar o ciudad de su nacimiento: el nombre que se le da es el de Lyc6? Sin embargo, el divino filòsofo Porfirio no recogi6 este dato, pese a decir que él fue su· discipulo y que estudi6 con él durante toda· su vida, o la mayot parte de ella. Los altares en honor de Plotino estcin calientes todavia, y sus libros se hallan en las manos de los hombres edut:ados o estudiosos, mucho mas que los dicllo­gos de Plat6n. Mcis aUn, gran nUmero de perso­nas vulgares, aunque en parte rio consiguen en­tender sus doctrinas, pese a ella son influidas por ellas. Porfirio sacò a la luz teda su vida tan pienamente que nadie puede ya presentar o aportar mas datos. Se sabe, adem3.s, que él inter­pretò muchos de sus libros. En cambio, una vida de Porfirio mismo nadie la ha escrito, al menos en cuanto yo sepa. Sin embargo, de lo que yo he podido recoger en mis lecturas sobre los da­tos evidentes que nos han sido trasmitidos, he llegado al conocimiento de los hechos siguientes relativos a él.

Es decil:, las vidas de los fil6sofos quedan datadas por Ios reinados de Jos emperadores.

Es decir, Lyc6po)is.

37

Page 32: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

El lugar de nacimiento de Porfirio fue Tiro, la capital de los antiguos fenicios, y sus antepasa­dos fueron hombres distinguidos. Recibi6 una educaci6n liberal, y adelant6 tan r:ipidamente e hizo tales progresos que lleg6 a ser discipulo de Longino, y en breve tiempo fue motivo de orna­to y gloria para su maestro. Por este tiempo Longino era una biblioteca viviente y un museo ambulante; y adem:is habia recibido el encargo de hacer la critica de los escritores antiguos, al igual que muchos otros antes que él, tales corno el m3.s famoso de todos ellos, Dionisio de Caria.

El nombre de Porfirio en su ciudad siria fue originariamente el de Malcos -palabra que signi­fica "rey"- pero Longino le dio el nombre de Porfirio, haciendo que indicara asi el color del atavio imperial.8

Con Longino alcanz6 la mtis alta cultura, y al igual que él avanz6 hasta un conocimiento per­fecto de la gram3.tica y la ret6rica, si bien no se inclin6 de manera exclusiva a este Ultimo estu­clio, ya que recibi6 el sello o la impronta de toda clase de filosofia. Longino, en efecto, fue, en todas las ramas del saber, el mas distinguido con mucho de los hombres de su tiempo, y gran nUmero de sus libros andan de mano en mano y son grandemente admirados. Sien1pre que cual­quier critico condenaba a algli.n autor antiguo, su opini6n no recibia aprobaciòn o se impania hasta que el veredicto de Longino la confirmaba totalmente.

Una vez q11~ la educaci6n prirnera de Porfirio

Es decir, pl.irpura; ver lo que dice de esto Porfirio en !iU Vida de Plotino, XVII.

38

Page 33: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

hubo seguido estos cauces y él era ya buscado y considerado por todos, dese6 ver Rom-a, la sefio­ra del mundo, de forma que pudiera gartarse a la ciudad por medio de su sabidurfa. Pero, tan pronto corno lleg6 a ella y trabé amistad intima con ese gran hombre que era Plotino, olvid6 to­do lo dem3.s y se consagré personalmente a él por entero. Y conio devoraba con insaciable ape­tito sus ensefianzas y sus originales e inspirados discursos, durante un cie"rto tiempo se contentò co11 ser discipulo suyo, corno el mismo dice. Luego, vencido por la fuerza de sus ensefianzas, concibié odio a su propio cuerpo y a su ser humano, y se hizo a la mar bacia Sicilia a través de los estrechos y de Caribdis, siguiendo el cami­no que se dice sigui6 Ulises en su navegaci6n;9 y no podia soportar ni ver una ciudad ni oir la voz del hombre, apartando de esta manera de si mismo la tristeza y el placer, antes bien prosi­guiò su marcha hasta 1,ilybaion o Lilybeon; éste es uno de los tres promontorios de Sicilia, el que se proyecta y mixa 11acia Libia. Alli se esta­ba él gimiendo y mortificando la carne, y no querfa tornar ninglln alimento y "evitaba la sen­da de los hombres". 10- Pero el gran Plotino ''vi­gilò no en vano" 11 estas cosas, y o bien sigui6 sus huellas o averigu6 a d6nde habia huido el joven, y por eso lo encontr6 alli postrado; ha116 entonces palabras en abundancia que llamaron de nuevo a la vida a su alma, puesto que se hallpba ya pronta a partirse del cuerpo. Adem<is

.Esto es un eco de Tucidides, IV, 24.

IO lliada VI, 202.

" Iliada X, 515.

39

Page 34: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

dio fuerza a su cuerpo para que pudiera conte­ner a su alma. 12

Con esto Porfirio respirò de nuevo y se levantò, pero Plotino en uno de sus libros 13 dej6 cons­tancia de los argumentos que entonces forn1ul6 ante él. Y mientras que algunos fil6sofos ocultan sus enseiianzas esotéricas en la oscuridad, de la misn1a manera que los poetas los ocultan en sus mitos, Porfirio alab6 el conocimiento claro co­rno el remedio m8.s saludable y, corno él lo ha­bia probado personalmente por experiencia, con­signé esto en un escrito y lo dio a la luz del dia.

Porfirio, pues, volvi6 a Roma y sigui6 estudian­do con diligencia la filosofia, de forma que in­cluso apareci6 en pUblico para hacer una demos­traci6n de sus capacìdades; pero todos Ios foros y todas las multitudes atribuyeron a Plotino el crédi'to y la fama de Porfirio. Pues Plotino, a causa de las calidades celestiales de su alma y al car<icter oblicuo y enigm<itico de sus discursos, parecia austero y ctiffcil de escuchar. Pero Porfi­rio, corno una cadena de Hermes dejada caer sobre los mortales, 14 a causa de su cultura mul-

1' F.unapio cita con inexactitud la explicaciòn de este incidente

mencionado por et propio Porfirio en su Vida de Plotino, Xl. 113. C\Iando Plotino se dio cuenta de que él estaba pensando en cl suicidio, lo conveneiò de que su depresiòn se debia a un estado de mala salud Y io envi6 a Sicilia a descansar; Plotino no lo siguiO, y mé.s tarde Porfirio regres6 a Roma, después de la muerte de Plotino. ·

n No se conserva esta obra. Tal vez Eunapio se refjera al con­seio dado por Plotino, Enéadas, III, 2, para no deiarse dominar por la adversidad; ~ro es posible que la fuente de esto sea un comentario de las Enéadas hecho por el propio Porfirio, y no conservado en la actualidad.

14 ll(ada, VIII, 19. La cadena de oro aQUf descrita simboliza para Jos neopJatònicos la sucesi6n de Ios filòsofos de su escuela, corno en Marino, Vida de Proe/o, XXVI, 53, si blen Eunapio

40

Page 35: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

tilateral, comentaba todos los temas y los inter­pretaba de manera que resultaran claros y faciles de comprender. El mismo dice -si bien tal vez, corno parece probable, escribi6 esto siendo alln joven- que recibi6 un ora.culo distinto de los corrientes; y en el mismo libro lo dejò escrito, y pas6 luego a explicar de manera considerable­mente larga de qué manera debian los hombres prestar atenciòn a estos orclculos. Y dice tam­bién que él arroj6 y expuls6 a una cierta especie de demonio o daimon de un cierto ballo; los habitantes llamaban a este demonio Kausatha. 15

Como él mismo recuerda, tuvo corno compafie­ros de estudios a ciertos hombres muy famosos ---Orfgenes, Amerio y Aquilino 16 - cuyos escri­tos se conservan todavfa, aun cuando ni uno solo de sus discursos; pues, aunque sus doctrinas son admi1ables, su estilo es totalmente desagradable y se apodera de sus discursos. Sin embargo, Por. firio alaba a estos hornbres nor :<;;u talento orata· rio, aun cuando él personalffiente recorre toda la escala del encanto y solamente presta atenci6n y celebra a su maestro, corno quiera que no habia ningun'a rama del saber que él hubiera descuida· do. lJno puede muy bien quedarse estupefacto y sorprenderse dentro de si mismo ante la pregun­ta de cu<il fue la rama del saber que él estudiara

aplica aqui de manera extraiia la imagen a un solo filòsofo: ver Eunapio, Ffflgmentos de historia, XXII, 71.

1' El Dr. G. A. Barton sugiere que esta palabra puede ser el

término sirio Kenesth.ii, que significa a la vez "purificaci6n" y "suciedad o impureza"; en cua]quier caso el incidente ocurri6 prubablemente en Siria m<is bien que en Roma.

1" Porfirio, Vida de Plotino, XVI, no lo Hama compail.ero de

estudios, sino que dice que fue un cristiano gnòstieo que desca· rriò a otros con sus doctrinas. El Origenes meneionado aqui no es el célebre maestro cristiano.

41

Page 36: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

mas que otra; si era la que estci relacionada con los temas y materias de la retòrica, o la que tiende a precisar la exactitud gramatical, o la que depende de Ios nUmeros, o se inclina m:is bien a la geometria, o se apoya en la mllsica En cuanto a la filosofia, no puedo describir con pa­labras su genio para el discurso o discusi6n, o para la filosofia moral. En cuanto a la filosofia ·de la naturaleza y al arte de la adivinaci6n, que­de esto Para los ritos sagrados y los misterios. Hasta tal punto es verdad que el hombre en cuesti6n era un ser que unfa en si mismo todos los talentos necesarios para toda clase de virtud o excelencia. El que se preocupe mci.s de esto alabarfa naturalmente la belleza del estilo de su discurso miis que sus doctrinas, o por el contra­rio preferirla sus doctrinas si prestara mas aten­ci6n a éstas que a la fuerza de su oratoria.

Parece que contrajo matrimonio, y se conserva un libro suyo dedicado a su esposa Marcela; dice que él se eas6 con ella a pesar de que era ya madre de cinco hijos, 17 y lo hizo no para poder él tener hijos de ella, sino para que los que ella tenia pudieran ser educados; pues el padre de los hijos de su esposa habia sido amigo suyo. Parece que él alcanz6 una edad muy avanzarla. En todo caso él dejé tras sf numerosas especula­ciones ciue estcin en contradiccién con los libros que él habia publicado previamente; y respecto de este hecho solamente podemos suponer que él fue cambiando sus opiniones a n1edìda que se iba haciendo mayor. Se dice que falleci6 en Roma.

l7 Marcela tuvo cineo hiias y dos hijos.

42

Page 37: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Por este tien1po los que mits se distinguian en la retòrica en Atenas eran Paulo y Andròmaco de Siria. Pero Porfirio estuvo en la cumbre de sus facultades y prestigio durante todo el tiempo co­rrespondiente a Galieno, Claudio, Tlicito, Aure­liano y Probo. En aquellos dfas vivia también Déxìppos, 18 que escribi6 anales hìst6ricos, un hombre que rebosaba e~dici6n y poder l6gico.

Después de estos hombres viene un filòsofo muy celebrado, J<imblico, que era de ilustre ascenden­cia y perteneciò a una opulenta y pr6spera fami­lia. Su lugar de nacimiento fue Calcis, una ciu­dad situarla en la regi6n llamada Koile Siria. 19

Como discipulo de Anatolios, que queda clasifi­cado después de Porfirio, hizo grandes progresos y alcanzò la mits elevarla distinciòn en la filoso­fia. Entonces, dejando a Anatolio, se uni6 a Por­firio, y en ning(in aspecto fue inferior a Porfirio exceptc en el de la estru.ctura armoniosa y la fuerza del estilo. Sus f6rmulas y expresiones, en efecto, no est3.n llenas de gracia y encanto, no son transparentes, y carecen de la belleza de la simplicidad. No obstante, no son completamente oscuras, ni tienen faltas cle dicci6n, sino que, corno Plat6n solfa decir de Jen6crates, "no ha­bia sacrificarlo a las Gracias" de Hermes.20: Por elio mismo no puede sostener y encantar al lec-

18 Conserviynos unos pocos fragmentos de la Historia uniuersal de Déitippos, que llega basta Probo, aiio 269 d. de C., y fue continuada por Eunapio; fue un famoso generai que, cuando Ios godos ocuparon Atenas en el 267, reuni6 una pequella 'tropa e infligi.6 graves pérdidas a Jos invasores.

19 La comarca situada entre el Libano y el Antihbano se lla­maba "Siria de la Hondonada ".

20 La cita procede tal vez de Di6genes Laercio, IV, 6, o mlis probablemente aUn quiz.ii de Plutlirco, Preceptos conyugales, 141 f. Eunapio aii.ade al texto original las palabl"as "de Hennes", porque Hem1es era considerado el dios de la eJocuencia,

43

Page 38: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

tor para que contin.(te leyendo, sino que mas probablemente lo repelerii e irritara sus oidos. Pero, por practicar la justicia, consigui6 un fiicil acceso a los oidos de los dioses, hasta el punto de que tuvo un gran nU.mero de discipulos, y los que deseaban aprender se reunian en tomo de él procedentes de todas partes. Y es diflcil decidir quién de entre ellos fue el màs distinguido, pues Sòpatro de Siria se contaba entre ellos, 21 un hombre de la m:ixima elocuencia en sus alocu­ciones y en sus escritos; asimìsmo, Aidesios y Eustazio o Eustatio de Capadocia; y desde Gre­cia acudieron a él Teodoro 22 y Eufrasia, hom­bres de virtud suprema, y una muchedumbre de otros hombres no inferiores en sus cualidades oratorias, de manera que parecia algo milagroso que él pudiera dar satisfacciòn a todos ellos; y, eri verdad, en su devociòn a todos ellos nunca escatimò en nada su persona. Ocasionalmente, no obstante, llevaba a cabo ciertos ritos en sole­dad, separarlo de sus amigos y discipulos, cuan­do rendia culto al Ser Divino. Pero la mayor parte del tiempo lo dedicaba a conversar con sus discipulos, y en su modo de vida no éra exigen­te, sino de una simplicidad antigua. Cuando ellos bebian vino, solia encantar a l_os presentes con su conversaciòn y los llenaba corno con néctar. Y ellos nunca cesaban de desear este placer y nunca tenlan bastante, de forma· que nunca le dieron tregua o descanso; y ellos designaban a los mas elocuentes de entre ellos para que los representarar.., y preguntaban:

21 Es éste el Primer S6patro o eJ mlis antiguo que fue condena· do a muerte por Constantino; su hiio y b.om6nimo fue un co· rresponsal de Libanio y amigo del emper:<dOr Juliano.

n Teodoro de Asina cscribi6 un comentario sobre eJ Tinieo de P!at6n; posiblemente deba ser identificado con el Teodoro que en una carta de Juliano se dice atacò las doctrinas de Jamblico.

44

Page 39: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

- jOh maestro, el m<is inspirado!, (.por qué te ocupas de esta manera en la soledad, en· vez de coinpartir con nosotros tu sabiduria m<is perfec­ta? Nù obstante, ha llegado hasta nosotros un rumor, a través de tus esclavos, sobre que, cuan­do haces oraciòn a los dioses, te levantas de la tierra mas de diez codos por lo que parece ;23

que tu cuerpo y tus vestiduras se cambian en un hermoso color de oro; y que ahora, una vez tu plegaria ha concluido, tu cuerpo vuelve a: ser co­rno era antes de que oraras, y luego desciendes a la tierra y te asocias con nosotros.

J<imblico no era en modo alguno propenso a la risa, pero se rio con estos con1e.ntarios.-24 Y les contestò a ellos de esta manera:

-El que asf os engafi6 era un tipo ingenioso y con gracia; pero los hechos son de otra manera. Sin embargo, en adelante estaréis presentes a to­do lo qu-e ocurra.

Esto fue una especie de demostraci~n que él hi­zo; y su. relato llegò al autor de este libro a través de su maestro, Crysantios de Sardes. Este era discipulo de Aidesios o Edesio, y Edesio fue uno de los discipulos mas irnportantes de Jfun. blico, y uno de los que le ha:bl6 de la manera que he dicho. Decia él que se dieron la<> siguien­tes manifestaciones evidentes de su naturaleza divina. El sol se encarninaba a los limites de la constelaci6n del Le6n, en el tìempo en que sale con la constelaci6n del Can. Era la hora para el

13 Ver Fi16strato, Vida de Apolonio, III, 15, donde se atribU· yen los mismos dones de levitaci6n a los brahmanes.

Eco de Piatòn, Fed6n, 64 b.

45

Page 40: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

sacrificio, y éste se habia ya celebrado pronta­mente en una de las villas suburbanas pertene­cientes a J<imblico. En ese momento, cuando ìos ritos habian sido ya debidamente realizados y ellos estaban regresando a la ciudad, paseando lenta y ociosamente -su conversaci6n, en efec­to, tenia corno tema los dioses, cosa que estaba en perfecta consonancia con el sacrificio celebra­rlo- de repente JamDlico, en medio de la con­versaci6n, se quedò absorto, corno si se le hubie­ra cortado la voz, y por t1nos momentos fij6 sus ojos sin moverlos en el suelo, 25 Ios alzò luego bacia sus amigos y los l1am6 con voz fuerte: "Vayamos por otro camino, pues ahora mismo ha si do llevado por este camino un cad<iver". Después de decir esto, se desvi6 a otro camino que le pareci6 era menos impuro, 26 y algunos de ellos se desviaron junto con él, los que pensa­ron que era vergonzoso abandonar a su maestro. Pero el mayor nllmero y los mas obstinados de sus discfpulos, entre los que se hallaba Edesio, se quedaron donde estaban, atribuyendo el suce­so a un portento y oliendo corno Ios perros en busca de una prueba.27 Y muy· pronto los que habfan enterrado al hombre muerto regresaron. Pero alln asi los discipulos no desistieron sino que preguntaron si ellos habian seguirlo aquel camino. "Tuvinlos que hacerlo", respondieron ellos, "porque no habfa otro camino".

Pero ellos dieron testimonio de un incidente mits

H Esto parece imitar a Plutarco, Sobre el esp{rHu fo.mili.ar de S6crates, 580.

26 Seglln una doctrìna pitag6rica un funeraJ contamina al es· pectador.

2' Es éste un simìl plat6nico que balla frecuentemente eco en los sofistas.

46

Page 41: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

maravilloso aUn. Cuando estaban importunando a J3.mblico y lo hacian diciendo que lo que aho­ra mismo acabo de relatar era una naderia y podfa tal vez deberse a un sentido superior del olfato, y que ellos deseaban ponerlo a prueba en algo mas importante, la respuesta que les dio fue ésta: "Sin embargo, esto no esta al alcance de mi mano; mas esperad a que llegue la oportu-­nidad".

Alglln tiempo miis tarde, ellos decidieron ir a Gadara, un lugar que posefa baiios termales en Siria, inferiores solamente a los de Baias en Ita­lia, con los que no pueden compararse ningunos otros bafios. 28 Asi, pues, salieron en la estaci6n veraniega. Pues bien, sucedi6 que él se estaba bafiando y los dem:is se bafiaban con él, y se­guf an insistiendo cabe éI de la misma manera, con lo que Jiunblico sé sonri6 y dijo: "Es una irreverencia para con los clioses el daros esta de­mostraciòn, pero se harli a causa de vosotros". Habfa dos fuentes termales mlis pequefias que las otras pero m<is lindas, y él mandò a sus disci­pulos que preguntaran a los naturales del pais con qué nombres se las solia llamar en tiempos m8.s antiguos. Cumplida la orden, ellos dijeron: "No hay ningUn m~sterio en ello, pues esta fuen­te se llama Eros, y el nombre de la que esta a su lado es Anteros". Inmediatamente él tocò el agua con su mano -casualmente él estaba seilta­do al borde de la fuente donde el exceso de agua se vierte hacia afuera- y pronunciando unas breves intimaciones 29 hizo salir a un mu-

28 Ver Horacio, Epistolas, I, 1, 85: "nullus in orbe locus Bails praelucet amoenis".

~ 9 Sin duda se trata de una fòrmula migica: et verbo que e!

47

Page 42: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

chacho de la profundidad de la fuente. Tenia la pìel bianca, su estatura era mediana, sus bucles eran de oro y su espalda y su pecho brillaban; y se parecfa exactamente a alguien que se estuvie­ra bafiando o se acabara de baiiar. Sus discipulos se quedaron atònitos de asombro, pero Jfunblico dijo: "Vayamos a la fuente siguiente"; y se le­vantò y les gui6 en el camino, con aire pensati­vo. Luego realiz6 alli lo mismo e hizo aparecer otro Eros igual al primero en todos los aspectos, fuera de que su cabello era mcis oscuro y caia suelto al sol. Los dos muchachos abrazaron a Jfunblico y se juntaron a él corno si él fuera realmente su padre. El los devolvi6 a sus propios lugares y se marche) después de su ballo, reveren­ciado por sus discipulos. Después de esto la mul­titud de sus discfpulos no buscò ninguna prueba m:is, antes bien dio crédito a todo apoy&ndose en las pruebas que se les hablan mostrado y se adhiri6 a él corno por medio de una cadena irrompible. Cosas todavia miis sorprendentes y maravillosas se contaban de él, pero no consigné por escrito ninguna de ellas porque consideré que era algo peligroso y sacrilego introducir una tradici6n contrahecha e inestable en una narra­ciòn segura y bien fundada. En verdad aun esto lo consigno no sin vacilaci6n, corno siendo algo sabido simplemente por ofrlo contar, con la Uni­ca salvedad de que sigo los pasos de hombres que, a pesar de haber desconfiado de otros sig­nos, se convirtieron .con las experiencias de esa revelaci6n real. Sin embargo, ninguno de sus se­guidores dejò co.nstancia de ella, que yo sepa. Y eso, digo yo, con toda raz6n, puesto que el pro-

texto emplea m:is abaio es e! que regularmente se utiliza para los ritos mligj_cos. Sobre la fabula de Eros y Anteros -Anti-Eros-, ver Zemistio o Temistio, 304 d.

48

Page 43: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

pio Edesio afirm6 que él no habia escrito !:'lcerca de ella, ni tampoco ningùn otro ·se habfa nvf>c1tu­rado a l1acerlo.

Al n1ismo tiempo que .JB.mhlico, viviò J,l)}Jio, que fue especialmente docto en la dialéctic<l. Era de e:;tatura muy pequeila y su cuerpo era rnt:y poco mayor que el de un pigmeo, pero aun 0ste mismo cuerpo que parecia poseer era reulrncnte en su totalidad alma e inteligencia; hasta tal punto dej6 de crecer en él el eleme!1to corf'J_pti­ble, porque era absorbido en su natur::tieza divi­na. Asf, pues, con10 dice el gran Plat6n;30 as{ coma en contraposicl6n a los cuerpos hurn_J_nos, los cuerpos divinos viven encerrados en 3JD1.2-..s.

asf ta1nbién se podia decir de él que i:10.0f:i. emigrado totalmente a un alma, y que- se hallal::-,a confinado y dominarlo alli por algù.r:. poder so­brenatural.

_,\hora bien, 1\lypio tuvo muchos seguìdores, pr~­ro su enseiianza se vio limitada a la conversa­ci6n, y nadie public6 nt1nca un libro suyo. A causa de est-o ellos recurrieron muy pronto por si inisrnos a J<imblico, para llenarse hasta ln S'l­

ciedad corno de una fuente que burbujea. y no puede contenerse dentro de sus limites. ·urcs Vé~?. que ia ,lama de ambos hombres aurr1enl6 y s,::: hallò a la par, eUos se encontraron casuahnc'1te u110 con ot.ro o bien coincidieron en sus trayec­torias corno si fueran planetas, y en torno de ellos en un circulo se sent6 un audjtorio como si se tratara de una gran sesi6n de las i\1usas.

Jo Esto parece ser miis bien una referencia confns?. a 'J';>r.é'o, 36, donde e! alma dal mundo se dice Que ~nvi.wh-e todo del uni\rerso.

49

Page 44: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Ahora bien, J<imblico estaba esperando que se le plantearan cuestiones a él mas bien que propo­nerlas él, pero Alypio, en contra de todo lo que cabla esperar, diferfa el plantear cuestiones de cualquier tipo acerca de filosofia y, decidiéndose a causar un impacto en su auditorio, 31 dijo a Jimblico:

-Dirne, filòsofo, si es verdad o no que un hom­bre rico es injusto o es heredero de uno que fue injusto; pues ·no cabe ténnino medio.

Jiimblico se sintiò molesto por la trampa que encerraba la cuestiòn y contest6:

-Sin embargo, jOh tU, el m3.s admirado de to­dos los hombres!, no entra dentro de nuestro sistema el discutir si alguien posee mas bienes externos que otro, sino mas bien discutir si uno sobresale en la virtud que es camcter{stica y pro­pia de un filosofo.

Diciendo esto se march6 y, una vez él se hubo levantado, la reuni6n quedò interrumpid.a. Pero, luego de haberlos dejado, y luego que se hubo concentrado en sus pensamientos, admir6 la agu· deza de la cuesti6n, y a menudo se entrevist6 con Alypio en privado; y se sintiò tan profunda­mente impresionado por la sutileza y sagacidad del hombre, que cuando muriò escribiò su bio­grafia. En verd.ad, el autor de esta obra vio en una ocasiòn el libro. La narraciòn era oscura a causa de su· estilo y estaba velada por una espesa nube, aun cuando no a causa de alguna falta de claridad en la materia a tratar, porque su autori-

" Tal vez sea esto un eco de Plat6n, Symposion, 194 b.

50

Page 45: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

dad era un largo discurso de Alypio; ade1n<is, no habia en ella ninguna menci6n de los discursos que habian defendido un argurnento. El libro hablaba .de viajes a Roma de los que no se daba ninguna razòn, y no ponia en evidencia la gran­deza de su alma en tales ocasiones y, aun cuan­do .insin-Ua que Alypio tuvo muchos seguidores y admiradores, no se nlanifiesta que él dijera o hiciera nunca nada notable.

El famoso Jimblico, por el contrario, parece ha­ber cometido el mismo error que 'los pintores que est8.n pintando j6venes en la flor de su edad y desean afiadir a la pinturd. algU.n encanto de su propia invenci6n, con el que destruyen todo el encanto de la semejanza, de forma que dejan de conseguir o bien el parecido o bien la belleza a que aspiraban. Eso mismo le ocurri6 a Jfunblico cuando se dispuso a alabarlo contando la verdad exacta; pues, aunque él muestra claramente cuan severos eran los castigos y sufrimientos en los tribunales de su tiempo, sin embargo las causas de tales cosas y sus fines no estaba él preparado naturalmente para explicarlos corno uno que es­tuviera impuesto en la politica, ni tampoco era éste su intento; en consecuencia, confundiò todo el trazo y significado de la vida de nuestro hom­bre, y aun apenas dejò la posibilidad de que los mas agudos y penetrantes captaran el hecho de que él personalmente admiraba a Alypio; y de que por encima de todo reverenciaba su fortale­za y constancia en medio de los peligros, y la agudeza y osadia de su estilo en sus discursos.

Alypio era alejandrino de nacimiento~ Esto es cuanto tengo que decir acerca de él. Muri6 ya anciano, en Alejandrla, y luego de él muri6 J8.m· blico, después de hacer nacer muchas raices y

51

Page 46: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

brotes en la filosofia. El autor de esta narraciòn tuvo la buena suerte de beneficiarse de la mies que naci6 de ellos. Pues otros discfpulos suyos que han sido mencionados se dispersaron en to­das direcciones por todo el Imperio Romano, mientras que Edesio escogiò para establecerse la ciudad de Pérgamon en Mysia.

Aidesios o Edesio, de Capadocia, sucedi6 a J<im­blico en su escuela y e11 el cfrculo de sus discf­pulos. Era de cuna sumamente noble, pero su familia no estaba en posesiòn de grandes riq ue­zas, y por elio su padre lo envi6 fuera de Capa­docia, a Grecia, para que se educara por s{ mis­mo con vistas a conseguir dinero, pensando que habria encontrado un tesoro en su hijo. Pero, a su regreso, cuando descubriò que él se mostraba inclinarlo a la filosofia, lo ech6 de su casa corno inlltil. 32 Y cuando lo expulsaba de su casa, le pregunt6:

-z.Qué provecho te aporta a ti la filosofia?

Al oir eso, su hijo se volvi6 y respondi6:

-No es pequeiia cosa, padre, haber aprendido a respetar al propio padre, incluso cuando éste lo est:i echando a uno de casa.

Cuando su padre ·oyò esto, Hamò a stt hijo que volviera y manifestò q ue aprobaba su car3.cter virtuoso. Y en el futuro Edesio se dedic6 por entero a concluir su educaciòn interrumpida. Ademlis, su padre alent6 intensamente a su hijo

n Una hL~toria simHar nos cuenta Aelio de un joven a quien no nomi:na -Frog., 1038-, y puede que Eunapio lo ilnite aqui.

52

Page 47: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

a marchar y se alegr6 en sumo grado corno si fuera el padre de un dios mcis que de un simple hombre.

Una vez que Edesio hubo dejado atris a los hombres mas notables de su tiempo y a todos Jos que le habian ensefiado y hubo reunido un gran tesoro de sabiduria, hizo y complet6 un largo viaje de Capadocia a Siria, para ver al fa­moslsimo J3.mblico. Y cuando contempl6 al hombre y lo oyO. razonar, se adhiriò a sus pala­bras y nunca pudo saciarse de escucharlo, hasta que finalmente el propio Edesio lleg6 a ser fa­moso y s6lo un poco inferior a .Jcimblico. excep­to en lo que respecta a la inspiraci6n divina de este Ultimo. En este orden de cosas no tengo nada que consignar; en parte tal vez porque el propio Edesio lo mantuvo en secreto a causa de las circunstancias y los tieinpos, pues era empe­rador Constantino y estaba derribando los tem­plos mcis famosos y construyendo iglesias cristia­nas; pero tal vez fuera en parte también porque todos sus discipulos m<is distinguidos se mostra­ban propensos e inclinados a un silencio propio de los misterios, y a una reserva digna de un hierofante. En todo caso, el que esto escribe, aunque consigui6 ser discfpulo de Crysanzios o Crysantios desde su ni:i1ez, apenas el afio veinte de su discipulado fue estimado digno de compar­tir las doctrinas mcis verdaderas; tan maravilìosa era la filosofia de Jcimblico, que se difundi6 y extendi6 desde este tiempo hasta nuestros pro­pios dfas. 33

'

13 J3.mblico muriò durante e! reinado de Constantino cl Gran­de. y probablemente antes del at'io 333 d. de C.; Eunapio escrlbe unos cincuenta ai'ios Jrias tarde.

53

Page 48: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Cuando Jcimblico hubo abandonado este mundo humano, SU5 discipulos se di.spersaron en distin· tas direcciones, y ninguno de ellos dej6 de alcan· zar la fama y la reputaciém.

S6patro, m<is elocuente que los demcis a causa de su elevada naturaleza y la grandeza de su alma, no quiso tolerar asociarse ·con las gentes corrientes y acudi6 a toda prisa a la corte ìmpe· rial con la esperanza de dominar y transforn1ar por medio de sus argumentos los prop6sitos y la politica temeraria de Constantino. Y alcanz6 tal sabiduria y tal poder, que el emperador fue cau· tivado por él y lo convirtiò pliblicamente en su asesor, dcindole un asiento a su derecha, algo increible de oir y ver. Los cortesanos, solivianta· dos por una envidiosa malicia contra· una corte tan recientemen te convertida al est ud io de la fi· losofia, se mantenian al acecho en espera de su oportunidad, el igual que los Cércopes, 34 para coger no solamente a Heracles dormido sino también a la irracional Fortuna que no duerme, y celebraban reuniones secretas, sin descuidar ningUn det.alle de su complot sacrilego. Asi, pues, ocurria exactamente lo mismo que en tiempo del famoso Sòcrates, cuando ni uno solo de todos los atenienses, aun cuando estuvieran organizados segUn una democracia, se hubiera aventurado a est.a acusaciòn y proceso sumario de alguien a quien todos los atenienses miraban corno una imagen ambulante de la sabiduria, de no haber sido porque en la embriaguez, la co· rrupcién y el libertinaje de las Dionisiacas y la fiesta nocturna, cuando la risa ligera y descuida·

34 Una raza mitica semejante a los simios que cogi6 a Heracles dormido.

54

Page 49: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

da asf coma las emociones _peligrosas de los hombres se ponen de manifiesto, Aristòfanes co­menzò <f introduci! el ridfculo en sus mentes corrompidas y, a fuerza de presentar sus danzas sobre el escenario, se gan6 al auditorio para sus puntos de vista; éste, en efecto, se mof6 de esta profunda sabidurfa describiendo los saltos de las ptùgas,35 y pintando las figuras y formas de la~ nubes, y todas esas otras absurdas invenciones a que recurre la comedia, a fin de provocar la risa. Cuando vieron qµe el auditorio del teatro se in· clinaba a condescender con eso, ciertos hombres formularon una acusaci6n y se aventuraron a es­te impio proceso contra él; Y- asi la muerte de un solo hombre llev6 la desgracia a torlo el esta­do. Pues, si uno va cqntando desde la fecha de la muerte violenta de S6crates, podemos llegar a la conclusiòn de que, después de él, nada brillan· te fue ya nunca realizado por los atenienses, si­no que la ciudad fue gradualmente decayendo y 1

a causa de su decadencia, toda Grecia se via en la ruina a una con ella.

Asi también, en el tiempo a que me estoy refi­riendò, se puede observar lo que ocurri6 en el asunto del complot contra S6patro. Constantino­pla, en efecto, originariamente llamada Bizai1cio en tiempos muy · distantes solfa proveer a lrn atenienses de una cantidad regular de trigo,36

)i

una cantidad enorme de él era importarla desde alli. En cambio, en nuestros dias, ni la gran fio· ta de navios mercantes procedentes de Egipto ~ de tocla el Asia, ni la abundancia de grano que

3 ~ Alusi6n a Arist6fanes, Nubes, 144.

36 Ver Dem6stenes, Corona, 87, por. lo que respecta a la de· pendencia de Atenas del trigo de Bizancio.

55

Page 50: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

es aportada de Siria y de Fenicia y de otra.s naciones corno pago de tributo, puede bastar pa­ra dar satisfacci6n a la embriagada muchedum­bre que Constantino trasporto a Bizancio a fuer­za de vaciar otras ciudades, y estableci6 cerca de él porque gustaba de ser aplaudido en los teatros por hombres tan ebrios que no podfan contener ya dentro de si su licor. Deseaba, en efecto, ser aiabado por el populacho inestable y que su nombre anduviera en sus bocas, aunque esas gen­tes fuer-an tan estllpidas que dificilmente podian pro11unciar 11 palabra.

Ocurre, adem<is, que la situaci6n de Bizancio no es muy adecuada para el acercamiento de los navios que hacen escala alli, excepto cuando un viento fuerte sopla exactamente desde el sur. En esie tiempo, pues, sucedi6 lo que a menudo sue-1e ocurrir de acuerdo con la naturaleza de las estaciones; y los ciudadanos se reunieron en asan1blea en el teatro, agotados por el hambre. I,os aplausos del populacho ebrio fueron escasos, y el emperador se sinti6 granden1ente desalenta­do. Entonces los que habian sentirlo largo tiem­po la. envidia, pensaron que habfan halìado una ocasién excelente y dijeron:

-E.o S6patro, ese a quien tU honras, el que ha encadenado a los vientos 37 en virtud de esta excesiva astucia que tU mismo alabas y gracias a la cual se sienta incluso en el trono imperial.

Cuando Constantino oy6 est.o se dio por vencido Y orden6 que fuera cortada la cabeza de S6pa­tro; y esas personas envidiosas procuraron diii-

Eco de Odi.çea, X, 20.

56

Page 51: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

gentemente que aquello fuera realizado tan pronto corno habla sido dicho. El responsable de todos estos males fue Ablabio, pues, aun cuando él era prefecto del pretorio, se sentla ahogado por la envidia bacia S6patro, que reci­bla mayores consideraciones que él mismo. Y puesto que, corno ya he dicho, estoy escribiendo las vidas de los hombres que se distinguieron en cualquier clase de sa ber, en la medida, claro es­ta, en que se ha conservarlo algo sobre ellas y en que elio ha llegado a mis oidos, no estaci fuera de lugar que yo me refiera brevemente a aque­llos que injustamente los dafiaron o injuriaron.

Ablabio, que llev6 a cabo el asesinato, procedla de una familia muy oscura, y por parte de su padre no llegaba incluso ni a la humilde clase media. Ha sobrevivido acerca de él la siguiente anécdota, y nadie ha contradicho los hechos pre­sentados. Un cierto egipcio de la clase dedicada al estudio de la llamada astrologla,38 que estaba visitando la ciudad 39 -y cuando estan de viaje Jos egipcios son capaces de conducirse aun en pliblico con poco decoro, de forma que proba­blernente son educados en su pafs en maneras de portarse de este tipo~ dirigi& sus pasos a una de las tabernas miis caras; grit6 que estaba reseco después de un largo viaje, que querla apagar en un momento su sed, y orden6 que se le prepara­ra y se le sirviera un cierto vino dulce con espe­cias, sacando el dinero para pagarlo. La taberne­ra, viendo sus beneficios ya ante los ojos, hizo

3~ El griego "miizema o "miithema" se emplea con frecuencia en sentido técnico para mencionar la ciencia de formular o inferir horòscopos.

3~ Roma.

57

Page 52: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

que se le sirviera prontamente y comenz6 a mo­verse en tomo de él. Pero resultò que ella era también muy h:l.bil corno partera. Y, cuando ella acababa de poner la copa delante del egipcio y estaba en el acto mismo de escanciar el vino que ella habia preparado, una de sus vecinas corriò bacia ella y le susurr6 al ofdo:

-Tu amiga y pariente -pues en realidad lo era esta en peligro de muerte en su parto, de no ser que tU acudas rapidamente.

En cuanto ella oy6 esto, dej6 al instante y alli mismo al egipcio boquiabierto, y no se qued6 ni a verterle el agua caliente. Cuando ella hubo asistido a la mujer en su parto e hizo todo lo que suele hacerse en caso de dar a luz, se lav6 las manos y volvi6 en seguirla a su cliente. Al encontrarlo Ilena de enfado y encendido por la rabia, la mujer explic6 la causa de su tardanza. El oir esto, el .excelente egipcio advirti6 el tiem­po y la estaci6n e inmediatamente sinti6 mas sed de proferir el mensaje que habia llegado bas­ta él de parte de los dioses que de calmar su propia sed; y grit6 en· voz muy alta:

-Ve, mujer, di a la madre que ella ha dado a luz a un niiio que estara solamente por debajo de un emperador.

Después de esta revelaci6n bebié hasta saciarse · vaciando la capa sin moderarse, y dejò su nom­bre para informacién de la mujer. El nombre del nifio era Ablabio, y se demostr6 hasta tal punto que era el favorito de la Fortuna que se deleita en las novedades, que llegò a ser incluso mB.s poderoso que' el emperador. Tanto mcis poderoso era que incluso fue él quien dio muerte a

58 •

Page 53: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

S6patro, después de formular contra él una .acusaci6n m&s necia aUn que la presentada con­tra Socrates, y en esos dlas influy6 sobre el emperador corno si este Ultimo fuera un mucha­cho indisciplinado.

Constantino, sin embargo, fue castigado por el honor que habia concedido a Ablabio, y la ma­nera en que muriò la he descrito ya en la rela­ci6n de su vida. Confiò a Ablabio su hijo Cons­tancio, que habia sido su igual en el imperio y subia al trono de su padre junto con sus herma­nos Constantino y Constante. Pero en mi histo­ria del santo Juliano he relatado ya estas cosas mas ampliamente.

Cuando Constancio hubo subido al trono y hu­bo recibido su propia parte del imperio, es decir, los paises que se extienden desde et Illrico hacia el Este, relev6 en seguida a Ablabìo de su cargo y aùtoridad, y congreg6 en torno de sl un grupo distinto de favoritos. Ablabio pasaba su tiempo en una haciencta que mucho antes se habia ya prepararlo en Bitinia, hacienda que le brindaba un retiro seguro de esplendor regio y una com­pleta ociosidad; mientras tanto, todo el mundo se maravillaba de que él no aspirara a ser empe­rador. Ento_nces Constancio, desde la ciudad cer­cana de su padre, despach6 bacia él un nllmero considerable de espadachines, y a los que los mandaban les ordenò que le trasmitieran una carta. Los que entregaron la carta en sus manos se postraron de"Iante de él, coma suelen hacer los propios romanos delante del emperador. El recibié el documento con gran arrogancia y, aje­no a todo temor, pidiò a los que habian ido a él la pllrpura imperlai, mientras su expresién se ha­cfa mis torva e inspiraba miedo a los que lo

59

Page 54: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

_miraban. Ellos replicaron que su cometido habia sido solamente llevar la carta, pero que aquellos a quienes se habfa confiado esta otra misién se hallaban en la puerta. El entonces los mandò llamar adentro de manera insolente y se hinchò de orgullo. Pero los que fueron admitidos enton­ces eran m3s numerosos y todos llevaban espadas, y en lugar de una tUnica pUrpura le llevaron una "muerte de pUrpura",40 y lo hicieron pedazos corno se hace con un animai troceado en una fiesta pllblica. De esta manera se vengò la som­bra del propio S6patro de Ablabio "e! afor­tunado".

Una vez ocurridas estas cosas y luego que la Providencia hubo demostrado que no habla abandonado a la especie humana, qued6 Edesio, el m<is famoso de ios que sobrevivian. En cierta ocasiòn en que él recurri6 a un cierto orci.culo en q ue hab fa puesto su m<ixima fe con una plegaria -que se le formulò en un sueiio- se le aparéci6 el dios coma respuesta a su plegaria y le dio la contestaciòn siguiente en verso hex<imetro. E inmediatamente después de abrir él sus pirpados, cuando tenia aù.n atada su lengua por el pavor, recordò el sentirlo verbal de lo que se le habfa dicho, si bien el elemento sobrenatural y prodi­gioso que habia en los versos le pasò inadvertido y se escapaba a su espiritu. Asi, pues, llam6 a un esclavo, porque deseaba lavarse los ojos y la cara con agua,41 y_ el sirviente le dijo:

"' lliada, V. 83; éste es el verso que Juliano cit6 cuando fue investido de la pllrpura corno César, y sinti6 desconfianza respec­to de las intenciones de Constancio; ver Ammiano Marcelino, xv. 8.

41 Se trata de un procediniiento regular después de una visiòn de esta indole; ver Arìstòfanes. Ranas, 137 s.; EsquìJo, Persas, 201.

60

Page 55: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

-l\1ira, el dorso de tu mano izquierda esti cu­bierto de escritura.

Mirò y lleg6 a la conclusién de que la cosa era un portento divino y, después de saludar reve­rentemente a su mano y a las letras, se encontrò con el siguiente ora.culo escrito en su mano:

"En la urdimbre que hilan las dos Moiras se hallan los hilos de la tela de tu vida. Si escoges las ciudades y aldeas de los hombres, tu fama sera inrnortal, corno pastor de Ios impulsos de los j6venes. Mas si eres pastor de ovejas y de toros, ten esperanza entonces de verte asociado un dfa a los bienaventurados inmortales. Asi tus hilos se han tejido".

Este era el contenido del ora.culo. Obedeciendo a él, segUn era su deber, sali6 con toda rapidez en busca del camino mejor, y busc6 una pequeiia hacienda, consagrar1do todas sus energfas a la vi­da de cabrerizo o vaquero. Pero era tan grande su fama anterior y estaba tan difundida que su propésito no pudo pasar inadvertido a los que deseaban edt1carse en la elocuencia o aprender. Estos siguieron su rastro y lo acosaron co1no perros que aullaran ante su puerla, y lo amenaza­ron con despedazarlo si consagraba una sabidu­rfa tan grande y tan poco corriente a las cohnas, a las rocas y los <irboles, corno si no huhiera nacido hombre o no tuviera conocimiento de la vida humana. Con alocuciones y hechos de esta indole se vio forzado a volver a la vida y a ia conversaci6n con las gentes corrìentes; y en ese momento se aplicò enteramente al inferior de aquellos dos caminos. Abandon6 Capadocia y traspasò a Eustacio el cargo de su propiedad allf

61

Page 56: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

-en realidad estaban emparentados- mientras que él personalmente pas6 a la provincia de Asia, pues toda el Asia tendla hacia él sus bra­zos dcindole la bienvenida. Se estableci6 en la antigua Pérgamo, y a su escuela asistieron los griegos y las gentes de la comarca cercana, de forma que su fama subi6 basta las estrellas.

Respecto de EustaCio ser{a impfo omitir lo que corresponde a la verdad. Todo el munda est.a de acuerdo en que él no s6lo se dej6 ver corno un ho1nbre de la m3.xima nobleza de car3.cter, sino también de los m3.ximos talentos de elocuencia cuando era puesto a prueba, mientras que el en­canto que ponfa en su lengua y en sus labios parecfa ser nada menos que encantamiento. Su mansedumbre y -afabilidad florecian tanto en lo que él decia y en las palabras que de él fluian, q ue los que o fan su voz y sus alocuciones se entregaban corno hombres que hubieran probado el loto y quedaban pendientes de esta voz y de esas palabras. Hasta tal punto se asemejaba a las musicales sirenas, que el emperador,42 impresio­nado por todo lo que se encerraba en los libros de los cristianos, enviò a buscarlo al sentirse alarmado por el estado de las cosas, y_ ademils porque se vela muy apurado por el peligro que le amenazaba por parte del rey de Persia, que ya una vez habia puesto sitio a Antioquia y habia hecho una incursiòn a ella con sus arqueros. Inesperadamente, en efecto, y de manera repen­tina se apoder6 del altozano que domina el tea­tro, y con sus flechas asae~e6 y mat6 a la gran

4 < Constancio envi6 a Eustacio a esta embajada, pero el inci­dente de An\ioqufa aqui descrlto ocurri6 mucho antes, en el reinado de Galieno, alrededor del 258 d. de C.; ver Ammblllo Marcelino, XXIII, 5.

62

Page 57: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

multitud de espectadores. En esta crisis semejan­te todo el mundo qued6 tan cautivado y encan­tado por Eustacio que no vacilaron en recomen­dar a un hombre de creencias helénicas al empe­rador; aun cuando los primeros emperadores ha­bfan seguido la costumbre de elegir para las em- . bajadas a hombres que habfan conseguirlo distin­guirse en el ejército, o bien a prefectos militares, o bien a hombres que segufan a éstos en catego­ria y habfan sido escogidos para alguna magistra­tura. Pero en este tiempo, a la imperiosa llamada de la necesidad, Eustacio fue buscarlo· y admiti­do por consentimiento generai corno el mas pru­dente de todos los hombres. En consecuencia, se lo llamò a la· corte por el emperador y acudiò inmediatamente, y fue tan poderoso el encanto que habfa en sus labios 43 que los que habfan aconsejado que la embajada se pusiera en manos de Eustacio obtuvieron del emperador mayor consideraciòn que antes y él se sinti6 mas favo­rablemente inclinarlo hacia ellos. Adem8.s, algu­nos de estos hombres se pusieron en camino por su propia iniciativa para acompaflar a la embaja­da, porque deseaban poder hacer una compro­baci6n m<is segura alln de si Eustacio, en su en­cuentro con los biirbaros, iba a demostrar poseer el mismo poder para encandilar y persuadir.

Se dice que, cuando ellos llegaron a Persia, Sa­por era tircinico y salvaje con los que se acerca­ban a él; no obstante, cuando a Eustacio, y a la embajada en generai, se le permitiò el acceso al reY, este Ultimo no ·µudo por menos de admirar la expresiòn de sus ojos que era a la vez afable y

~ 3 Esto es un Ingar comU.n sofistico, derivado de la famosa frase de Eupolis acerca de la oratoria de Pericles; ver Juliano, 33 a, 426 b.

63

Page 58: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

orgulJosamente indiferente, a pesar de los mu­chos preparativos que el rey habfa inventado a fin de deslumbrar e intimidar al hombre. Y, clllindo escuch6 su voz conversando tan equili­bradamente y sin esfuerzo ninguno, cuando le oy6 rebasar sus argumentos tan modestamente y con tanta afabilidad, le mand6 retirar; y Eusta­cio saliò, dejando al tirano cautivo de su elo­cuencia. Inmediatamente le envi6 un mensaje por medio de los oficiales de su casa invitandole a su mesa, y cuando él accedi6 a la invitaci6n, porque el rey le habfa parecido poseer un natu­ral inclinado a la virtud, Sapor se sent6 a su lado en el banquete. Asf Eustacio fue su compa­iiero de mesa y, gracias a su elocuencia, obtuvo tal influencia sobre él que el re.y de Persia estu­vo en un tris de renunciar a su recta tiara, dejan­do a un lado su pllrpura y sus enjoyados adere­zos y vistiéndose en cambio el manto de fil6sofo de Eustacio: tal fue el éxito de este ùltimo en desvirtuar la vida de lujos y vanidades de la car­ne, y a tales profundidades y abisn1os de nliseria pareciò él rebajar a los que amaban a sus cuer­pos. Pero esto fue estorbado por ciertos magos q ue casualmente se hallaban en la corte, y se mantuvieron en la afi.rmaci6n de que el hombre no era mtis que un simple brujo o iìigro1nante; y ellos persuadieron ai rey que contestara al empe­rador romano pregunttlndole por y:ué, s!endo asi que la Fortuna les habia concedido tantos ho1n­bres de prestigio, enviaban personas que no eran mejores que esclavos que se habian enriquecido. Y el resultado total de la embajada fue contrario a lo que habfa esperado la gente.44

Ammiano MarceIJno, XVII. 5. menciona esta embaiada, que fue envlada a Ctesifonte en el 358.

64

Page 59: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

En mis investigaciones sobre este hombre, he lle­gado a tener evidencia de lo siguiente, a saber, que toda Grecia pidi6 verlo y que suplic6 a los dioses que él pudiera visitarlos. Por lo dem<is, lor, augurios y los que eran peritos en su ìnterpreta­ciOn estaban de acuerdo en que ello habia de suceder. Pero, cuando se comprob6 que ésos es­taban equivocados, porque él no visitò Grecia, los griegos enviaron a él una embajada y escogie­rOn para e ila a sus sabios miis renombraàos. La finalidad u objetìvo de su misiòn era discutir con el fa1noso Eustacio la cua ... ti6n siguiente:

-t,Por qué los hechos no estaban de acuerdo con aquellos augurios?

El lo;; esc·L1ch6, y luego investigò y buscò la ra­zòn evidente en la opini6n de hombres fan1osos en e,<:ta cienci2. y que poseian un muy extendido renombre, .Y volvi6 a informarse de ellos, pre­guntando culi! era el tamafì.o, color y figura de ios augurios. Luego, segUn era habitual en él, ies sonri6, al ofr los hechos reales y verdaderos -pues, de la rriisma manera que la falsedad no tiene lugar o cabida en el coro de los dioses,45

tampoco tenla lugar ninguno en su lenguaje- y dijo:

-En realidad estos augurios no predijero~ esta visita mia.

Y Iuego d.ijo algo que~ a mi juicio 1 era dei:nasia­do elevarlo para un simple mortal; se. réplica, en efecto, fue ésta:

Eco de Platòn, Fed/"o, 24·r a; se trata de ttn t6pico de la retòrica.

65

Page 60: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

-Los signos manifestados eran demasiado trivia­les y demasiado lentos para una dignidad corno la mia.

Después de .. esto, el famoso Eustacio se cas6 con Sosipatra, la cual, por su sobresaliente sabiduria, hizo que su propio marido pareciera inferior e insignificante. Tan lejos habia llegado la fama de

'esta mujer que es lògico que yo hable de ella m<is largamente, aun en este catalogo de hom­bres sabios.

Ella naciò ~n Asia, cerca de Efeso, en la comar­ca atravesada y recoi'rida por el rio C<iystros y recibe por ella su nombre de él toda la llanura. Ella procedia de una familia acomodada, bende­cida por la riqueza, y cuando era aUn niiia pe­quefia · parecla llevar una bendiciòn a todo: tales eran la belleza y el decoro que iluminaban sus ojos infantiles.

Ahora bien, ella habia alcanzado exactamente la edad de cince afios, cuando dos ancianos -am­bos habian pasado ya la edad madura de la vida, pero uno era algo mas anciano q ue el otro­llevando amplios zurrones y cubiertos con vesti­duras de pieles, se encaminaron a una haciellda del lugar perteneciente a los padres de Sosipatra, y convencieron al administrador o mayordomo, pues eran facilmente capaces de hacerlo, de que les confiara a ellos el cuidado de las viiias. Cuan­do el resultado fue una cosecha que s.uperaba todo lo esperado -el mismo propietario estaba allf, y con él estaba la pequeiia Soslpatra- el estupor de los hombres carecla de llmites y lle­garon hasta i;ospechar la intervenciòn de los dio­ses. El propietario de la hacienda los invitò a su mesa y los tratò con la m3.xima consideraci6n; y

66

Page 61: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

reproch6 a los òemiis trabajadores de la hacienda que no consiguieran los mismos resultados: Los ancianos, al recibir la hospitalidad griega y un lugar en una mesa griega, se sintieron encantados y cautivados por la sobresaliente belleza y el en­canto de la pequeii.a Sosipatra, y dijeron:

-Los dern<is poderes o facultades q ue poseemos nos los guardamos ocultos y secretos para no&o­tros, y esta abundante vendimia que tU tan alta­mente apruebas es alga risible y simple jueg_o de nifios que nada tiene que ver con nuestras habili­dades sobrehumanas. Pero, si deseas de nosotros una correspondencia adecuada por esta invita­ci6n y hospitalidad, no en dinero o beneficios perecederos y corruptibles, sino. muy superior a ti y a tu modo de vida, un don cu;ya fama llega­rti hasta los cielos y tocar;i las estrellas, entréga­nos esta nifia, Sosfpatra, a nosotros, y_ue son1os con inils verdad sus padres y sus tutores, y hasta el afio quinto a partir de ahora no temas ningu­na enfermedad para la pequena, ni la muerte, antes bien quédate tranquilo y confiado. Pero ten cuidado de no hollar esta tierra hasta que el quinto aiio llegue con las revoluciones anuales de] sol. Y por propia iniciativa brotar.i y florece­r:i para ti la riqueza de este suelo. Adem:is, t1i hija tendni una mente en nada semejante a la de una mujer ni a la de un simple ser humano, sino que también tU mismo tendnis pensamientos mas elevados que los mortales respecto de la nifta. Asi, pues, si tienes valor y buen cinimo, acepta nuestras pala!1ras con las manos extendi­das; pero, si alguna sospecha se despierta en tu mente, considera que no hemos dicho nada.

Al oir esto, el padre se mordi6 la lengua y, hu­milde y aterrado, puso la nifia en sus manos y se

67

Page 62: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

la entreg6 a ellos. Luego hizo llamar al adminis-, trador y le dijo:

-Provee a los ancianos de todo lo que ellos ne­cesiten y no hagas ninguna pregunta.

Asi habl6 él y antes de que la luz de la madru­gada come11zara a 3.parecer se march6, corno si huyera de su hija y de su hacienda.

Luego, aquellos otros -sea que fueran héroes, o dfilmones, o de alguna raza mas divina todavla­tomaron a su cargo a la niiia, y nadie sabe en q ué misterios la iniciaron, ni se revelò aun a aquellos que mas empefio tenfan en saberlo con qué rito religioso habian consagrado a la niiia.

Se acercaba ya el tiempo seùalado en que se debian dar toèas las cuentas de las rentas de la hacienda. El padre de la niiia l1eg6 a la finca y diffcilmente reconoci6 a su hija: tan alta era, y su belleza le pareciò habla cambiado de car3cter; y también ella reconoci6 diffcilmente a su pa­·dre. El incluso la saludò respetuosamente, de tan distinta que ella se aparecia a sus ojos. Cuando sus maestros estuvieron alll y la mesa estuvo puesta, ellos dijeron:

-Pregunta a la muchacha todo lo que te plazca.

Pero ella intervino:

-No, padre, preg6.ntame lo que te ha ocurrido a ti en tu viaje.

Y él estuvo conforme en que ella se lo dijera. Ahora bien, supuesto que él era tan rico, habfa hecho el viaje en un carruaje de cuatro ruedas, y

68

Page 63: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

con esta clase de carruaje pueden ocurrir mu­chos accidentes. Pero ella refiriò todos y cada uno de los sucesos, no solamente lo que se ha­bfa dicho, sino también sus mlsmas amenazas y temores, corno si ella hubiera hecho el viaje con él. Su padre se sintiò levantado a un grado tal de admiraci6n que no solamente se sentfa sor­prendido de ella sino que se qued6 mudo de estupor, y qued6 co11vencido de que su hija era una diosa. Entonces él cay6 sobre sus rodillas delante de aquellos hombres y les suplic6 le dije­ran quiénes eran. Lentamente y resistiéndose a ello, porque fuera esa tal vez la voluntad de los cielos, ellos le revelaron que estaban it1iciados en el saber llamado caldeo, y aun esto se ìo dijeron enigm<iticamente y con las cabezas inclinadas. Y, cuando el padre de Sosfpatra se cogi6 a sus rodi­llas y les implor6, conjur:indoles a que se queda­ran con la hacienda y conservaran a su hija bajo su influencia y la iniciaran en cosas a-Un mas sagra<las, ellos a:sintieron a esto con una inclina­ci6n de cabeza, pero no hablaron ni una palabra m<is. Entonces él cobr6 valor corno si hubiera recibido alguna promesa sagrada o algUn oriculo, pero que no pudiera captar su significado. En su coraz6n aplaudi6 a Homero por encima de todos los poetas por haber cantado una revelaci6n se-1nejante a ésta, tan maravillosa y divina:

"Y dioses con semejanza de extranjeros, proce­[ dentes de otras tierras,

revistiéronse de toda clase de figuras y anduvie­[ ron errantes por las ciùdades". 46

El crefa en verdad que habia ido a dar con dio-

46 Odisea. XVII, 485.

69

Page 64: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

ses en semejanza de extranjeros. Mientras su es· pfritu estaba lleno de este pensamiento fue do· minado por el suefio; los .otros tomaron a la niiia, después de dejar la mesa, y muy tierna y escruptùosamente le hicieron entrega de toda la colecciòn de vestiduras sagradas en que ella ha· bfa sido iniciada, y aiiadieron a elio ciertos simbolos misticos; y pusier9n también algunos libros en la cesta de Sosipatra, mand3.ndole que. los conservara sellados. Y ella, no menos que su padre, recibi6. sumo placer del trato de esos hombres.

Cuando el dia comenzò a romper y- las puertas se abrieron y la gente comenz6 a acudir a su trabajo, los hombres también, segUn su costum· bre, salieron con los deméis. Entonces la chica corriò hacia su padre llevando las buenas noti· cias, y uno de los esclavos acudi6 con ella llevan· do la cesta. Su padre pidi6 todo el dinero que le pertenecia y que pudiera estar disponible, y pi· di6 a sus administradores todo lo que tuvieran para sus gastos necesarios. Y enviò a llamar a estos hombres, pero no se los pudo ver por nin· guna parte. Entonces él dijo a Sosipatra:

- z,Cuill es el significarlo de esto, hija mia?

Luego de una breve pausa, ella repuso:

-Ahora por fin comprendo lo que ellos decian. Pues cuando ellOs lloraban y ponian eStas cosas en mis manos, dec[an: "Niiia, cuida de ellas, pues nosotros estamos de viaje hacia el Océano de Poniente,47 pero en seguirla volveremos".

41 La "oscuridad o tiniebla del oeste" de Homei:o se ha mira­do siempre corno consagraa~ a la muerte beròica y a los poderes sobrenaturales.

70

Page 65: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

• Esto demostr6 muy claramente que los que se habfan aparecido eran espfritus o d<iimones. Elios, pues, se marcharon y fueron adondequiera fuera; pero su padre se hizo cargo de la niila, ahora plenamente iniciada y, aunque sin engrei­miento o vanidad, llena de espfritu divino, y permiti6 que ella viviera corno le placiera y no se entrometiò en ninguna de sus cosas, fuera de que algunas veces se sintiera molesto con su si­lencio. Y a medida que fue creciendo hasta la plenitud de su vigor juvenil no tuvo otros maes­tros, pero siempre estuvieron en sus labios las obras de los poetas, filòsofos y oradores. Y aquellas obras que los. dem<is no comprenden m<is que de manera incompleta y oscuramente, y aun entonces solamente por medio de un trabajo duro y una labor penosa, ella podfa explicarlas con una descuidada facilidad, serenamente y sin dificultad, y con su ligero y rapido toque hacfa evidente su significado.

Entonces ella decidi6 casarse. Ahora bien, sin discusi6n posible, entre todos los hombres vivos Eustacio era el Unico digno de casarse con ella. Asi, pues, ella le dijo a él y a los que se halla· ban presentes:

-Escllchame, Eustacio, y que los que hay aqui me sean testigos de ello: yo te engendraré tres hijos, y todos ellos dejar<in de conseguir lo que se considera la felicidad humana, pero en lo que respecta a la felicidad que otorgan los dioses ninguno de ellos dejara de lograrla. Pero tu par­tir<is cte aquf antes que yo, y se te darci en pose· si6n un lugar cte habitaci6n bello y adecuado, si bien tal vez yo voy a o~tener otro m<is elevado aim. Pero el lugar en que tU te detendrcis estara

71

Page 66: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

en la Orbita de la luna,48 y solamente durante cinco afios mas prestar8.s tus servicios a la filoso· fia -asi, en efecto, me lo dice a mi tu espectro o espiritu- pero tU atravesar:is la regiòn de de~ bajo de la luna con un movimiento bue110 y bien guiado. De huena gana te dirla también yo mi destino.

I..uego, despué.s de guardar silencio por un breve espacio de tìempo, grit6 con voz fu erte:

- jNo, Dios mio, prevenme!

Inmediatamente después de esta profecla, su· puesto que .asi lo habian dispuesto las Moiras o Parcas, ella se cas6 con Eustacio, y sus palabras tuvieron la misma fuerza que un ora.culo inmuta· ble: co11 la ·rnisma rigurosa exactitud se produjo y sucediò todo tal coma ella habia predicho.

Debo relatar también lo que ocurriO luego de estos sucesos. Después del transito de Eustacio, Sosfpatra regres6 a su hacienda, y vivi6 en Asia, en la antigua ciudad de Pérgamo, y el fan1oso Edesio la an16, cuid6 de ella y educ6 a sus hijos. En su propia ca;;a, Sosipatra mantuvo una c3te· dra de filosofia que compitì6 con la de aquél, y después de asistir a las lecciones de Edesio, Ios estudiantes querlan ir a o(r las de ella; y, aun cuando no habia ninguno que no estimara en gran manera y admirara la cuidada sabidurfa de Edesio, ellos adoraban y reverenciaban positiva· mente la inspirada ensefianza de la mujer.

La luna era el !ugar en que babitaban los buenos drihnones, los héroes, etcétera. Pero Sosfpatra pretende IJegar ptrsonaln:1en­te a mayor altura, a sa ber, al sol.

72

Page 67: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Pues bien, habfa alli un tal Filométor, pariente de Sosfpatra, que, impresionado por su belleza y eloc11encia, y reconociendo la divinidad de su naturaleza, se enamor6 de ella; y su pasi6n se apoder6 de él por completo y lleg6 a dominarlo totalmente. No solamente fue él c.onquistado en­teramente por la pasi6n, sino que también ella sinti6 sus ataques. Asi, pues, ella dijo a M3.ximo, que era uno de los discfpulos mcis distir.iguidos de Edesio y era adem<:!s pariente de él:

-Maximo, te ruego averigltes qué mal es el que yo tengo, para que no sea molestada por él.

Y, al preguntar él:

- ;, Y qué es lo q ue te hace padecer? ,

replic6 ella:

-Cuando Filométor est:i conmigo no es mlis que Filométor, y en nada se· diferencìa de la multi­tud. Pero cuando veo que él se marcha mi cora­z6n dentro de mf se siente herido y lastirnado, hasta intentar escaparse de mi pecho. Haz un esfuerzo en mi favor --afiadiò ella- y muestra asi tu piedad.

Cuant;lo hubo oido esto, M:iximo se n1arch6 to. do hinchado de orgul1o corno si en este momen· to quedara asociado a los dioses, porque una mujer tan maravillosa habla puesto tal fe en él. Mientras tanto. Filométor proseguia en su inten­to, pero Maxirr10, habiendo descubierto por me­dio de su salicr sacrificial cu3-l era el poder que Filon\étor posefa, se esforz6 en desbaratar y re. ducir a naàa eì hechizo m<is débil por medio dc uno mcis poderoso y ~ficaz. Cuando M<iximo hu-

73

Page 68: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

bo dado fin a su rito acudi6 a toda prisa a Sosi­patra y le mandò que observara si sentia las mis­mas cosas en el futuro. Pero ella le respondi6 que ya no las sentia, y describiò a M<iximo la plegaria misma y todo el ceremonial que él ha· bia realizado; le dijo también la hora en que ello tuvo lugar, corno si ella se hubiera hallado pre­sente a todo, y le revelò los signos que se le habian aparecido. Y, cuando él cay6 en tierra lleno de estupor y proclamò que Sosipatra era claramente una dio sa, dijo ella:

-Lev<intate, hijo mio. Los dioses te aman cuan­do alzas tus ojos a ellos y no los apoyas o incli­nas ha eia las riq uezas terrestres y perecederas.

Al oir esto, él se march6 m3s lleno alln de orgullo que antes, supuesto que ahora tenia una prueba clara y cierta de la naturaleza divina de la mujer. Cerca de la puerta se encontr6 con Filométor que se disponfa a entrar Ilena de alegria con muchos amigos suyos; y Mciximo, llamiindole de lejos con fuerte voz, le dìjo:

-Amigo Filométor, te conjuro en nombre del cielo a que dejes de quemar lefia sin ninguna finalidad.

Tal vez dijo esto con algUn conocimiento inte­rior de las pnicticas malsanas a que el otro se habfa entregado. Con ella Filométor qued6 inti­midado por Mcix.imo, crey6 que éste era divino, y ces6 en su complot, ridiculizando incluso él mismo la acci6n que habia emprendido antes. Y en el futuro Sosipatra contemplò a Filométor con ojos puros y transformados, aun cuando lo admiraba por lo mucho que él la admiraba a ella.

74

Page 69: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

En una ocasiOn, por ejemplo, cuando todos ellos estaban reunid6s en su casa -Fìlométor, con to­do, no se hallaba presente, sino que se habia quedado en el campo- el tema propuesto para discusiOn e investigaci6n estaba relacionado con el alma. Se defendieron varias teorias, y luego comenzò a hablar Sosfpatra y gradualmente, por medio de sus pruebas, desbarat6 sus argumentos; fue a parar Iuego a una serie· de razonamientos sobre el descenso del alma, y sobre qué parte ella est3 sometida a castigo, y cU<il es inmortal, cuancio de pronto, en medio de su b8.quico e inspirado -flujo de palabras, se quedò callada, co­rno si su voz se hubiera cortado, y, luego de dejar pasar un breve intervalo, exclam6 con fuer­te voz en medio de ellos:

-(.QUé es esto: jMira a mi pariente Filométor corriendo en un carro! jEl carro ha volcado en un lugar escabroso del camino y sus dos piernas estan en peligro ! Sin embargo, sus sirviRntes lo han sacado indemne, fuera de las heridas que ha recibido en sus codos y sus manos, si bien éstas no son peligrosas. Esta sienct·o llevado a casa en unas parihuelas, entre fuertes gemidos.

Estas fueron sus palabras, y eran la verdad exac­ta, pues asi habia ocurrido de hecho. Con este suceso se quedaron todos convencidos de que Sosipatra era omnipresente y de que nada ocu­rria sin que ella estuviera alli para verlo, corno los filòsofos afirman ocurre con los dioses.

Ella muriò dejando los tres hijos de que ella misma habia hablado. Los nombres de dos de ellos no necesito consignarlos. Pero Antonino fue digno de sus padres; se estableci6, en efecto, en la boca canQpica del Nilo y consagr6 toda su

75

Page 70: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

persona a los ritos religiosos de este lugar, y luch6 con todas sus fuerzas por dar cumplimien­to a la profecla de su madre. A él recurrlan todos los j6venes que tenian el alma fuerte y sana y que estaban hambrientos de filosofia, y el templo se llen6 de hombres j6venes que ha­clan las veces de sacerdotes. Aunque personal­mente él parecia ser todavia un ser humano y se asociaba con los seres humanos, predijo a todos sus seguidores que, después de su muerte, 48 bis el templo dejarfa de existir, y que también los grandes y santos templos de Serapis habfan de ir a parar a una informe oscuridad y habfan de ser transformados y que una fabulosa e indigna os­curidad se alzarla con la tiranfa sobre las cosas mas bellas de la tierra. El tiempo sirvi6 de testi­go a todas estas profeclas, y al final su predic­ciOn consiguiò la fuerza de un or<iculo.

De esta familia -no es, en efecto, mi intento escribir unas Eoiai, 49 corno se lla1na el poema de Hesfodo- sobrevivieron ciertas emanaciones o efiuvios, corno los q ue proceden de las estre­llas, y quedaron dispersos y repartidos entre di­versas clases de fil6sofos de profesi6n que se be­neficiaron de su afinìdad con la filosofia genui­na, y que pasaron la mayor parte de su tiempo corriendo riesgos en los tribunales, con10 S6era­tes en el pOrtico del arconte rey. 50 jTal fue su

4 ~ bis Antonino unui6 hacia el 390; eJ Serapeion o templo de Serapis fue destruido en J91.

Eunapio quiert> decù con csto que su obra no es un catitlogo gene<1JOgi<.;o co111u cl µoem<1 hesiòdicn per<tido,

Pl3ton, Eutyfroll Sòcrates, acusado de i:nµi•:dad, se ençuen­tra en e! pòrtico del arconte riue investi>(;1ba sol.I•" tal<>s car1;os; estos supuestos filòsofos freeU!;'llf.aban l<'>s tribLIHUlf"s. mio;ntras que SUcr.ltes, corno cosa normai. los e'·itab<' ..

76

Page 71: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

menosprecio del dinero y su odio al oro! De he­cho, su filosofia consisti6 en !levar el manto de fil6sofo, aludiendo constantemente a Sosfpatra y sin dejar de tornar nunca en sus labios el nom­bre de Eustacio; adem<is llevaban consìgo otros signos evidentes y extemos: pequeii.os zurrones tan atiborrados de hbros que li.ubieran podido cargar varios camellos. Elios se los hab{an apren­dido muy cuidadosamente de memoria. Y estos Hbros suyos no tenian nada que ver con ninguno de los antiguos fi16sofos, sino que eran testa­mentos y copias de testamentos, contratos de venta y otros documentos an3.logos, que son al­tamente estimados en esta vida que es propensa a la locura disoluta y al libertinaje.

Asi esto demostr6 que Sosfpatra pudo también adivinar exactan1ente lo que habfa de suceder luego de esos acontecimientos. Pero no tengo ninguna necesidad de consìgnar por escrito ni siquiera los nombres de esos hombres, Porque mi nan·aciòn pretende ir no a los que son indig­nos .sino a los que son dignos.

Una excepci6n debe hacerse con uno de sus hi­jos; su nombre era Antonino y Io he menciona­do ya ahora mismo; éste march6 a Alejandr{a, y entonces admir6 tanto y basta tal punto prefiri6 la bo ca del Nilo en Canopo, que se consagr6 y dedicò por entero al culto de los dioses en este lugar, y a sus· ritos secretos. El hizo rapidos pro­gresos en el camino de la afinidad con los dio­ses; menospreci6 su cuerpo, se liber6 a s{ mismo de sus placeres y abraz6 una sabiduria que esta­ba escondida a la muchedumbre.

Sobre este punto puedo muy bien extenderme m:is. El no manifest6 ninguna tendencia a la

77

Page 72: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

teUrgia y a lo que se halla en discrepancia con las apariencias sensibles, tal vez porque mantuvo su ojo atento y alerta a los puntos de vista im­periales y a la politica que eran opuestos a estas pr.icticas.51 Pero todo el mundo admir6 su for­taleza y su carcicter tenaz e inflexible, y los que estaban entonces realizando estudios en Alejan­drfa sorian acudir a él a la orilla del mar. Pues, a causa de su templo de Serapis, Alejandria consti­tuia en si misma un mundo, un mundo consa­grado por la religiOn: en todo caso, los que recu­rrlan a él procedentes de todas partes formaban una multitud que igualaba en niimero al de sus propios ciudadanos, y éstOs, después de haber rendido Culto al dios, sqlian· acudir apresurada­mente a Antonino, unos, los que tenfan prisa, por tierra, mientras que los otros se contentaban con botes que subian por el rfo, deslizcindose de manera ociosa y pausa.da para sus estudios. Cuando se les concedia una entrevista con él, algunos le proponian un problema 16gico e inmediatamente eran abundantemente alimenta­dos con la filosofia de Plat6n. Pero otros, que planteaban o suscitaban cuestiones relacionadas con las cosas divinas, Se encontraban con una estatua. Porque él no contestaba ni una sola pa­labra a ninguna de ellas, antes bien fijando sus ojos y su mirarla h~cia lo alto, en el cielo, se quedaba ali( sin habla e inflexible, ni lo vio nun­ca nadie entablar ligeramente conversaci6n con ningful hombre sobre temas de esta indole.

Ahora bien, no mucho después, se dio un signo inequlvoco de que habia en él un elemento divi­no. Pues tan pronto corno él hubo abandonado

51 Acerca de la' persecuci6n masiva de los sospechosos de bruie· riaver Ammiano Marcelino, XXVIII, I.

78

Page 73: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

el mundo de los hombres, el culto de los tem­plos de Alejandria y de la capilla de. Sèrapis fue desparramado a los cuatro vientos, y no sola­mente las ceremonias del culto sino también los edificios, y todo sucedi6 corno en los mitos de los poetas, cuando los gigantes obtuvieron la vic­toria. Los templos de Canopo sufrieron también el mismo destino en el reinado de Teodosio, cuando Teòfilo 52 estaba al frente de los abomi­nables o malditos, corno una especie de Euryme­donte,

·"que reinaba sobre los altaneros gigantes", 53

cuando Evagrio era prefecto de la ciudad y Ro­mano tenia el mando supremo sobre las legiones de Egipto.54 Estos hombres, en efecto, ampa­r<indose en sù odio contra nuestros lugares san­tos, corno si lo profesaran a las piedras o a los albafiiles, hicieron una incursiòn en los templos y, a pesar de que ellos no pudieron alegar ni siquiera un rumor de guerra que los justificara, demolieron el · templo de Serapis e hicieron la guerra contra las ofrendas del templo, con lo que consiguieron una victoria sin enfrentarse a un enemigo y sin trabar ba.talla. De est.a manera lucharon tan esforzadamente contra las estatuas y las ofrendas votivas que no solamente las ven­cieron sino que las robaron también, y sus Uni­cas tacticas militares fueron Ias de asegurarse de que el roba iba a quedar en el anonimato. Lo

51 Te6filo era el obispo cristiano de Aleiandria; ver Z6simo, V, 28; Teodoreto, V, 22.

SJ Odisea, VII, 59.

54 Sozomenos. VII, 15, menciona la nanaci6n cristiana de la transformaci6n del Serapeion en iglesia.

79

Page 74: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Unico que no cogieron fue el piso del templo de Serapis, simplemente a causa del peso de las pie­dras que no era fcicil mover de sus sitios. Enton­ces, esos hombres belicosos y honorables, luego de haberlo reducido todo a confusi6n y desor­den y de haber retirado sus manos realmente sin mancha alguna de sangre pero. no limpias y pu­ras de codicia, se vanagloriaban de que eUos ha­bfan derribado a los dioses, y consideraban su sacrilegio e impiedad algo de que debian glo­riarse.

Luego llevaron a los lugares sagrados los llama­dos por ellos monjes, que eran hombres en su apariencia externa pero llevaban una vida de cer­dos, y abiertamente cometieron y permitìeron inumerables e indescriptibles crfmenes. Pero esto ellos lo consideraban piedad, a saber, el mostrar desprecio hacia las cosas divinas. Porque en aquellos dias todo hombre que Ueva.ra una tllni­ca negra y consintiera en comportarse de una manera indigna en pUblico,55 poseia el poder de un tirano: jhasta tal grado de virtud habia llega­do la raza humana! Todo esto, sin embargo, lo he descrito en mi Historia Universal. Ellos esta­blecieron esos monjes también en Canopo, y de esta manera encadenaron a la raza humana al culto de los esclavos, y aun estos esclavos nada honestos, en lugar de al culto de los verdaderos dioses. Pues ellos -recogieron los huesos y cr<i­neos de criminales que habfan sido condenados a muerte por numerosos crfmenes, hombres a quienes los tribunales de la ciudad habfan con­denado al miiximo castigo, e hicieron de ellos

ss Ver Libanio,Sobre.los templos, 474.

80

Page 75: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

dioses, frecuentaron sus sepulcros 56 y pensaron que ellos mismos se hacfan mejores contamin<in­dose en sus tumbas. Los muertos fueron llama­dos "martires" o "testigos", €specie -de "di<i.co­nos" o servidotes, y "embajadores" de los dioses encargados de llevar las plegarias de los hombres, esos esclavos sometidos a la mc&s vil esclavitud, consumidos por los lcitigos y que llevaban en sus formas fanta.smales las cicatrices de su vileza.57 ·

No obstante, jésos son los dioses que produce la tierra!

Esto, pues, increment6 en gran manera la repu­taci6n de Antonino también en el campo de la presciencia, por cuanto él habia prediche a to­dos que los templos se convertirfan en tum­bas.58 De igual manera el famoso Jiimblico, co­rno 11e referido ya en mi narraCi6n de su vida, cuando un cierto egipcio invoc6 a Apolo y, con gran estupefacci6n de los que vieron la vìsi6n, Apolo acudi6, dijo:

-Amigos mios, dejad de sorprenderos; esto es solamente el espfritu de un gladiador.

Tan grande es la diferencia que hay entre con­templar una cosa co11 la inteligencia y contem­plarla con los ojos engaiiosos de la carne. Pero Jamblico via a través de cosas maravillosas que estaban presentes, mientras que Antonino previ6 acontecimientos ftituros. Este hecho por sf mis-

Eco del Fcd6n, 81 d; ver Juliano, Mif;opog6ri, 344a; Contra los go111eo11, 335 c. Las iglesias cristianas fueron edificadas sobre las tumbas de los miJ"tires.

-'1 Eco del Gorgias. 524 e.

Ver Juliano, Dìscursos, VII, 228 c.

81

Page 76: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

mq demuestra sus poderes superiores. Su fin le llegò sin sufrimientos, una vez hubo alcanzado una ancianidad madura, libre de enfermedades. Y para todos los hombres inteligentes el finai de los templos, tal corno él lo habia pronosticado, fue en verdad penoso.

De l11dximo he hablado ya antes, y a decir ver­. dad el autor de esta historia no dej6 de ver a ese hombre con sus propios ojos, sino que siendo aUn un joven se encontrò con él, ya anciano, y oy6 su voz, que era semejante a la que uno hubiera podido oir a una Atenea o a un Apolo homéricos.

Las mismas nifias de sus ojos, por asi decirlo, tenian alas; tenia una larga barba gris, y su mira­da revelaba los 3.gìles impulsos de su alma. Habia una maravillosa atmonia en su persona, tanto mir:indolo corno oyéndolo, y todos los que con­versaban con él ·quedaban sorprendidos en lo que respecta a esas dos facultades, puesto que era dificil soportar los vivaces movimientos de sus ojos o el r8.pido fluir de sus palabras. Discu­tiendo con él, nadie se atrev{a a contradecirlo, lli siquiera los inas experimentados y los mas elocuentes, antes bien se rendian a él en silencio y dab<in su aquiescencia a lo que él decia, corno sì procediera del tripode de un or:iculo; tal era el encanto que habia en sus labios.59 Habfa na­cido en una familia honorable que poseia abun­dantes riquezas, y tenfa dòs hermanos leg{timos a quienes impidi6 alcanzar la m:is alta categoria porque la habia alcanzado él mismo. Fueron és-

59 Ver nota 43.

82

Page 77: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

tos Claudiano, 60 que se estableci6 en Alejandria y enseii.6 allf, y Nymfidiano, que llegé a tener mucho prestigio corno sofista en Esmirna.

Miiximo fue uno de aquellos que habfan queda­do saturados de la sabiduria de Edesio; ademiis recibié> el honor de ser el maestro del emperador Juliano. Una vez todos sus parientes hubieron sido condenados a muerte Por Constancio, corno he referido ya con mcis detalles en mi historia de Juliano, y toda su familia hubo sido despojada por completo, Juliano s6lo fue dejado con vida, en consideraci6ri a sus tiemos afios y a su man­sedumbre de canicter. No obstante, se hicieron cargo de él los eunucos de palacio que fueron designados para vigilar que no se desviara de la fe cristiana. Pero, aun frente a estas dificultades, desarrollé> la grandeza de su genio. Pues él se sabfa sus libros tan completamente de memoria que ellos se atemorizaron ante lo reducido de su propia erudici6n, puesto que no habia nada que ellos pudieran enseii.ar -al muchacho. Ahora bien, corno ellos no tenian i1ada que enseii.arle y Julia-

. no no tenia nada que aprender de ellos, implorò el permiso de su p_r'imo -para asistir a las escuelas de los sofistas y a las lecciones de filosofia. El, porque los dioses lo querian asi, permiti6 esto, porque deseaba que Juliano anduviera entre li­bros y tuviera ocio para ellos, miis bien que de­jatlo reflexionar sobre su propia familia y sus derechos al imperio. Una vez él hubo conseguirlo este perrniso, corno tenia a su disposici6n am­plias y abundantes riquezas procedentes de mu-

60 Algurios comentaristas creen que Claudiano fue el padre del poeta latino Claudiano --que floreci6 hacia el 400 d. de e.­pero no exlste ninguna prueba segura en favor de esto.

83

Page 78: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

chas fuentes,61 se acostumbr6 a viajar de una parte a otra, acompaiiado por los rf'celos del em­perador y una guardia persona!, y fue a donde le plugo. De esta manera lleg6 él a Pérgamo, si­guiendo las referencias recibidas sobre la sabidu­ria de Edesio. Pero este Ultimo tenia ya muchos atìos por este tiempo y comenzaban a fallarle sus fuerzas corporales. Los primeros y m3s aven­tajados entre sus discfpulos eran Maximo, sobre el que estoy escribiendo ahora, Crysantio de Sardes, Prisco de Tespr6tida o Molossia, y Euse­bio, que procedia de Myndos, una ciudad df' Caria. Al serie permitido estudiar con Edesio, Juliano, que era ya mayor o maduro para sus infantiles aiios, lleno de admiraci611 y estupor ante el vigor y las cualidades divinas de su alma, se neg6 a dejarlo, antes bien, igual quf' los quP han sido mordidos por la serpiente 6 ~ de la lf'­yenda, deseaba beber hasta f•l fin PI saber con la boca abierta y de un trago, y paru conseguir su prop6sito comenzò a enviar a Edesio donPs dig­nos de un emperador. Pero EdPsio no quiso aceptarlos y, habiendo hecho lla1nar al jovPn, h-· dijo:

~y bien, tU también conocf's mi alma, porquP has escuchado durante rnucho tiempo mis PnsP­

ilanzas; pero tU ves c6mo su instrumPnto ('Si~i dafiado ahora que aquello, por cuyo 1n<'dio (;SP

estii conectado con ella y se mantiene en un todo, se esta disolviendo en los PlPmPnlos dP que fue compuesto. PE>ro, si tU des0as llt•var a cabo algo, hijo amado de- la s:.i.hiduria con10 l'rPs

"' Véase, sin embargo, Ju!i«no. Car/11 11 /<h 11/o'1'i•·11."'·'· 27:! b.

'"' La murdedura de este reptil o cslu s<·rpu·nll', comn in1p\ica e] m1smo nombre griego. producfa un~ s<'d ill'«'H"iab!t-.

84

Page 79: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

-tales son, en efecto, las caracteristicas y mane­ras de tu alma que yo pued o discernir- acude a los que son verdaderamente hijos de la mfa. De su enorme dep6sito o tesoro podr3.s llenarte has­ta rebosar de toda clase de sabiduria y conoci­mientos. Una vez admitido a sus ministerios, te sentiriis completamente avergonzado de haber nacido y de ser llamado hombre. 63 Yo hubiera deseado que también Miiximo estuviera aquf, pe­ro ha sido· enviado a Efeso. Otro tanto te habria dicho yo de Prisco, 64 pero también se ha hecho a la mar bacia Grecia. Pero quedan, de mis <lisci· pulos, Eusebio y Crysantio, y si quieres estudiar con ellos dejar<is de atormentar mi vejez.

Al ofr esto, ni aun entonces abandon6 Juliano al fi16sofo, pero la mayor parte de su tiempo con­sagr6 su atenci6n a Eusebio y a Crysantio. Aho­ra bien, Crysantio tenia un alma affn a la de Miiximo y al igual que éste estaba apasionada­mente absorto en la realizaci6n de cosas porten­tosas, y se desvi6 personalmente al estudio de la ciencia de la adivinaci6n, y también en otros aspectos poseia un cariicter muy similar. Pero Eusebio, al menos cuando Mliximo se hallaba presente, solia evitar las divisiones precisas y exactas de la discusiòn, asf corno los recursos dialécticos y las sutilezas, si bien, cuando Ì\i1cl.xi­mo no estaba alli, resplandecfa corno una estre­lla muy brillante, con una luz semejante a la del sol; tan grande era la facilidad y ~1 encanto que florecfan en sus discursos. Crysantio se hallaba t.ambién allf para aplaudir y aprobar, y Juliano

,. ' Esto t'~ un C<'tt de la fan1osa frase de Porfirio acerca dt' Plotino: "parecia scntirsc averi:onzado de estar cn e! cuerpo",

P .. rn r'risco V!'r lambién Ainmiano Marcelino. XXV. 3, y Juliann. vol. !!I. Ce1rta.~

85

Page 80: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

por su parte veneraba a Eusebio. Hacia el fin de su exposiciòn Eusebip aiiadia que éstas 65 eran las Unicas realidades verdaderas, mientras que las imposturas de la brujeria y_ la magia que enga­fi.an a los sentidos son obra de nigromantes, que son hombres insensatos que se han descarriado al ejercicio de los poderes terrestres y materiales.

Con rnucha frecuencia el divino Juliano oy6 las palabras conclusivas, y al final tornò a Crysantio aparte y le dijo:

-Si la verdad esta de tu parte, querido Crysan­tio, dirne claramente cu3.l es el sentido o signifi­cado de este ep11ogo que sigue a su exposiciòn.

Habiendo reflexionado profundamente y con prudencia, éste respondi6:

-Lo mas sabio para ti sera averiguar esto no por mf sino por él mismo.

Juliano escuchò, se dio por aludido y obr6 en consecuencia, y mirò a Crysantio corno algo di­vino a causa de lo que él habi3 dicho. Luego, cuando tuvo lugar la lecciòn siguiente, Eusebio concluyò con las mismas -palabras que antes, y Jtùiano osadamente le preguntò cucii era· el signi­ficado del epilogo que sin cesar recitaba. Ante ella Eusebiq despleg6 las velas de su elocuencia, que era alga que él posefa por naturaleza, y dan­do rienda libre a sus cualidades de elocuciòn, dijo:

65 Es decir, discusiones dialécticas. Eu:llebio se habia dedicado a la ret6ri.ca filosòlica, mientras que Crysantio y Mliximo eran tau­maturgos y hacedores de milagros. A partir de este momento, Juliano cay6 bajo la funesta influencia de Miximo.

86

Page 81: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

-Mtiximo es uno de los mas antìguos y m2 aventajados estudiosos, el cual, a causa de s elevarlo genio y su sobreabundante elocuencil: desdefi6 todas las pruebas lògicas en estac; mati rias y recurri6 impetuosamente a los actos de u demente. No mucho mcis tarde 11os invitò <

templo de Hecate, e hizo comparecer allf a m1 chos testimonios de su locura. Una vez hubimc llegado alli y hubimos saludado a la diosa, dij él: "Tomad asiento, queridisimos amigos, y ol servaci atentamente lo que va a ocurrir y en qL grado tan notable aventajo yo a la masa de li: gentes comunes". Una vez que él hubo dich esto y todos nos hubimos sentado, quern6 u grano de incienso y recit6 para si rnìsmo u himno determinarlo en su totalidad, y tuvo ta elevarlo éxito en su demostraci6n que la image de la diosa comenz6 primero a sonreir, y lueg pareci6 incluso refr a carcajadas. Todos nos sei timos muy turbados ante esta visi6n, pero él d jo: "Que ninguno de vosotros se aterrorice cc estas cosas, pues ahora mismo hasta las anta chas q ue la dio sa lleva en sus manos se encend· r<in hasta.dar llama". Y antes de que él pudiei acabar de hablar, las antorchas ardieron en u torrente de luz. Ahora bien, de momento Il(

marchamos aturdidos por aquel hacedor de mil gros. Pero tU no debes sorprenderte de ningur de estas cosas, corno no me sorprendo yo, sir creer mas bien que lo que ma:s import.ancia tier es esa purificaci6n del alma que se alcanza pc medio de la razòn.

No obstante, cuando el divino Juliano oy6 est1 dijo:

-Pues bien: adi6s y dedicate a tus libros. TU rr

87

Page 82: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

has mostrado al hombre que yo estaba buscan­do.

Después de decir esto, bes6 la cabeza de Crysan­tio y parti6 para Efeso. Ahi convers6 con Miixi­mo, se adhiri6 a· él y se mantuvo firmemente unido a él en todo lo que ése tenia que enseflar­le. Miiximo lo persuadi6 de que hiciera llamar también al divino Crysantio a Efeso y, una vez esto se hubo realizado, ellos dos apenas se basta­ron para satisfacer la gran capacidad del mucha­cho para adquirir aquella clase de saber.

Sin embargo, cuando sus estudios con ellos esta­ban prosperando, oy6 decir que habia en Grecia una sabidurla mlis elevarla, cuyo poseedor era el hìerofante de las diosas, 66 y se apresurò a acu­dir a él a toda prisa. El nombre del que era por este tiempo hierofante no me es licito decirlo;67 pues él fue el que inici6 al autor de esta histo­ria. Por nacìmiento era descendiente de los Eu­mòlpidas.68 El fue el que, en presencia del au­tor de este libro, predijo la ruina de los templos y la destruccién de toda Grecia, y dio claramen­te testimonio de que, después de su muerte, iba a haber un hierofante que no habia de tener ningUn derecho a tocar la elevada silla del hiero­fante, porque habia sido consagrado al servicio de otros dioses y habia pronunciarlo juramentos de la mas extremada santidad comprometiéndose

6~ Es decir, Deméter y Kore o Perséfone, que recibfan culto en Eieusis.

67 Luciano, Lexiphanes, 10, alude al crimén o delito de num­

brar al hierofante y a los portadores de antorchas de los Miste­rios.

"3 Los sacerdotes hereditarios de Deméter en Eleusis.

88

Page 83: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

a no presidir los ritos de otros templos que los suyos. Sin embargo, predijo que ese hombre iba a ocupar tal presidencia, a pesar de que- ni si­quiera era ateniense. Tal fue el poder profético que él alcanz6 que profetiz6 que durante su mis­ma vida los templos sagradoS serian arrasados y devastados, y que este otro viviria para ver su ruina y que seria menospreciado por su altanera o arrogante ambiciòn; que el culto de las diosas llegaria a su fin antes de su propia muerte y que, privado de este honor, su vida no iba a ser ya mas la de un hierofante, y que él no iba a llegar a la ancianidad. Asi, en verdad, sucedi6. Pues t.an pronto corno el ciudadano de Tespiai fue hecho hierofante, el que habfa prohijado el rìtual de Mitra, 69 sin dilaciòn ninguna sobrevino una in undaci6n de inexplicables desastres. Algu­nos de éstos han sido descritos en la narraci6n mas minuciosa o detallada de mi Historia, otros, si los poderes de lo alto me lo permiten, los voy a referir. Era el tiempo en que Alarico con sus bfu-baros invadiò Grecia por el paso de las Ter­mòpilas, tan f3.cilmente corno si estuvieran atra­vesando un estadio abierto o una llanura accesi­ble a la caballeria. Pues esta entrarla de Grecia le fue abierta a él por la impiedad de los hombres vestidos con ropas negras, 70 que entraron en Grecia junto con él sin que nadie se lo impidie­ra, y también por el hecho de que las leyes y restricciones de las ordenanzas de los hierofantes habfan sido rescindidas. Pero todo esto acon­teci6 en tiempos m:is tardfos, y mi naITacién ha hecho esta digresiòn por haber yo mencionado la profecfa.

Es decir, habia sìdo sacerdote de Mitra.

"' A saber, los moujes cristianos. F.sta invasiòn de Jos godos en eJ 395 e-s nuevament.e mencionada en la Vida de Prisco.

89

Page 84: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

En el tiempo a que me estoy refiriendo ahora, apenas Juliano habfa llegado a intimar con el mas santo de los hierofantes y habia sorbirlo 8.vidamente su sabiduria, fue forzosamente apar­tado de alli por Constancio que lo hizo su socio en el Imperio y lo elevò a la categoria de Cé­sar, 71 mientras M<iximo pennanecfa en Asia -Edesio habia fallecido ya en este momento-- y progresaba a saltos y grandes pasos en toda clase de sabid uria. De esta manera Juliano obtuvo lo que no deseaba, antes bien le habfa sido impues­to. En calidad de César fue enviado a la Galla, no tanto para que gobernara aquella regiòn cuanto con el fin de que muriera de forma vio­lenta mientras desempefiaba su cargo imperial; pero, en contra de todo lo esperado, gracias a la providencia de los dioses él saliò con vida, ocul­tando a todos los hombres su piadosa devociòn a los dioses, pero venciendo a todos los hombres a causa de est.a misma devociòn. Atravesò el Rin y derrotò y subyugò a todas las tribus barbaras de m8.s alla de este rio, y esto a pesar de los numerosos proyectos y emboscadas que se tejie­ron contra él, corno he relatado pienamente en su Vida. Luego él hizo llamar al hierofante desde Grecia, y habiendo realizado con su ayuda cier­tos ritos conocidos solamente por ellos, cabrò cinimo para abolir la tiranfa de Constancio. Sus c6mplices _ fueron Oribasios de Pérgamo y un tal Evémeros, natural de Libia, pais al que los ro­manos en su propia lengua llaman Africa. Pero todo esto ha sido descrito mcis detalladamente en mi obra sobre Juliano.

Una vez hubo abolirlo la tiranfa de Constan-

71 Estos ineidentes son eontados por el propio Juliano en su Carta a los atenienses. y por Ammiano Mareelino.

90

Page 85: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

cio ·72 y hubo hecho regresar de nuevo a Grecia al hierofante corno si remitiera de nuevo alglln dios que le hubiera revelado a él y le hubiera concedido lo que deseaba, y hubo asimismo en­viado con él dones dignos de un emperador, y servidores que se hicieran cargo de los templos de Grecia, envi6 a buscar al rnismo tiempo a M3.xim o y a Crysantio. Una Unica citaci6n o re­q uerimiento lleg6 para ambos. Ellos decidieron recurrir a la ayuda de los dioses, y dr3.sticos y experimentados corno eran 8.mbos unieron su experiencia para este fin comiln y requirieron e hicieron dar a luz a toda su penetrante visiòn en tales cuestiones y a toda su agudeza mental; pe­ro ellos dieron con augurios y signos prOhibiti­vos y hostiles. Elios conocieron muy bien el sig­nificarlo de los signos que entonces se les revela­ron. Ahora bien, Crysantio se sintiò aterrorizado e intimidado por lo que vio y, mordiéndose la lengua, dij o:

-No solamente debo quedarme aqul, querido M8.xiino, sino que debo asimismo ocultarme a todos los hombres.

Pero Mciximo afirm6 con fuerza la decisiòn de su volllntad y replicò:

-Sin embargo, Crysantio, pienso que has olvida­do que hetnos sido educados para creer que es el deber de los genuinos helenos, especialmente si éstos son hombres instruidos, no ceder en modo alguno ante los primeros obstciculos con que se encuentren; sino mcis bien luchar con los pode-

n Constancio muriò en noviembre del 361 y Juliano entrò triunfalmente en ConstantinopJa en diciembre.

91

Page 86: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

res celestiales hasta conseguir que ellos se incli­nen en favor de su servìdor.

Pero Crysantio le retorci6 el argumento:

-Tal vez tU tengas arte y osadfa para hacer esto, pero yo me niego a luchar contra estos augurios.

Con estas palabras se march6; M<iximo, en cam­bio, se qued6 y ensay6 todos los métodos hasta que obtuvo los resultados que deseaba y querfa. Crysantio, sin embargo, se quedò m3s inm6vil que una estatua y resolvi6 no alterar en lo mfnimo las conclusiones que en un principio se habian fijado firmemente en su mente.

En seguida, pues, todo el pueblo de Asia se con­greg6 en tomo de Miiximo a toda prisa, no sola­mente los que en este tiempo desempeiiaban al­gUn cargo o habian sido ya relevados de sus car­gos, sino también los hombres influyentes de los diversos senados. También la masa del pueblo bloque6 las calles delante de la casa de Milximo, saltando y profiriendo aclamaciones, corno es desde antiguo costumbre entre la muchedumbre siempre que quiere obtener el favor de alguien. Mientras tanto, las mujeres corrian hacia la puer­ta de detr<is de la casa para ver a su esposa, maravilladas de su felicidad, y le rogaban que no se olvidara de ellas; y era tan profundo su cono­cimiento de la filOsofia que hizo que M'1ximo pareciera no sa.ber ni còmo nadar ni siquiera su alfabeto. Asi, pues, M<iximo, adorado por toda el Asia, se puso en camino para encontrarse con el emperador; Crysantio, empero, se quedò don­de estaba, puesto que un dios se le habfa apare­cido en un suefio y, corno m3.s tarde le dijo él al autor de este libro, le recitò el verso siguiente:

92

Page 87: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

"Si un hombre obeclece a lbs dioses, éstos a ·su [ vez escuchan su plegaria" 73

Mciximo, con una numerosa escolta, partiò hacia Constantinopla y, al llegar allf, muy pronto bri-116 en toda su gloria. Pues tanto el rey corno los sllbditos se mostraron en todo devotos de M::ixi­mo. Para ellos no habia ninguna diferencia entre el dia y la noche: jtan incesantemente referfan ellos a los dioses todas las cuestiones que sur­gian en su vida cotidiana! El resultado de ello fue que, en la corte imperial, Miiximo comenz6 a hacerse insolerite, llevaba una ondeante vesti­dura de una tela demasiado lujosa para un filò­sofo' y se fue haciendo mas y m:is in"accesible e intratable; pero el en1perador no sabfa nada de lo que ocurrfa. Entonces ellr.'3 decidieron, con­forme a los urgentes deseos ·~el emperador, en­viar a buscar también a Prisco~ y Th.1iiximo persis­tiò en su petici6n de que también fuera a la corte Crysantio. En consecuencia, ambos hon1-bres fueron mandados venir, Prisco de Grecia y Crysantio de Sardes, en Lidia. El divino Juliano estaba tan pendiente de la compafifa del Ultimo que él escribiò a los dos corno si fueran sus amigos fntimos, y les implor6, corno si fueran dioses, q ue fueran a vivir con él. Pero, en el caso de Crysantio, habiendo ofdo decir que él tenia corno esposa a una tal Melité, a la que estaba muy estrechamente unirlo -ella era prima del autor de esta obra-, Juliano se retir6 a sus habi­taciones privadas y, sin que nadie lo supiera, es­cribiò de su propia mano a est.a mujer y utiliz6 todos los argumentos posibles para inducirla a que convenciera a su marido de que no debfa

73 fl{ada, I, 218.

93

Page 88: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

negarse a emprender aquel viaJe. PidiO luego la carta que se habia escrito a Crysantio, incluy6 con ella la suya propia y puso en ambas su sello, despachando correos que llevaran lo que parecfa ser solamente una carta.74 Ademcis, envi6 nume­rosos mensajes verbales. que él pensò serian Utiles

"para persuadir fcicilmente el alma vigorosa del [nieto de Eac6s".75

Prisco, pues, acudi6 76 y, una vez alli, se condu­jo con gran modestia. Y, aurique no eran menos los que buscaban su favor, él sin embargo per­maneci6 inconmovible, y no se hinch6 vanamen­te por estar en la corte del emperador, sino que mas bien procur6 disminuir su fasto y llevarla a un nivei m<is filos6fico.

Crysantio, empero, no se dej6 coger ni siquiera por aquellas artimaii.as y tram.P61S, sino que con­sultò_ a los dioses y, supuestqJ_ que la voluntad del cielo segula siendo inmutable, él obedeci6 a los dioses, y escribiò al emperador que era bene­ficioso para este Ultimo que él se quedara en Lidia, y que los dioses le hab:fan informarlo de ello. El emperador sospecl16 de la negativa a aceptar su invit.aci6n, pero aun asi design6 a Crysantio sumo sacerdote de Lidia, junto con su mujer, y les encarg6 a ellos de la selecciòn de los dem<is sacerdotes. Mientras tanto, el propio

14 No se conserva ninguna de estas cartas del emperador,

H ll{ada, IX. 184.

76 Ver Juliano', Carta a Libanio, escrita en Antioqufa a comien­zos del allo 363, en la que se queja de que Prisco retrase su Uegada.

94

Page 89: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

emperador partia aprisa a la guerra contra Per­sia. M3ximo y Prisco lo acompaiiaban los dos, 77

y algunos otros sofistas se unieron a la expedi­ciOn, de forma que llegaron a formar un nllmero considerable; eran, de hecho, una masa de hom­bres que cant.aban sus propias alabanzas y que estaban hinchados de orgullo porque el empera­dor decia que él se habia asociado con ellos. Pero, cuando la empresa que comenz6 con tan grandes y espléndidas esperanzas acabò estrepito­samente en un confuso y deforme desastre y se escurriò a travé-s de sus dedos, corno he descrito mcis ampliamente en mi Vida de Juliano, Jovia­no 78 fue nombrado emperador y sigui6 ot_organ­do honores·a esos hombres. Luego también, ra­pida y violentamente, desapareciò para ir' a unir­se con su predecesor en el imperio - jSi es que, en verdad, podemos decir de este predecesor que simplemente fue a reunirse con la mayorfa! - 79

y entonces subieron al trono imperial Valentinia­no y Valente. Entonces M;iximo y Prisco fueron sacados bajo custodia, y esta vez su invitaci6n fue muy distinta de aquella en que los invitò Juliano. Pues entonces la invitaci6n fue, corno si dijéramos, para un festival pllblico e ilumin6 el camino para los grandes honores; en cambio, en la segunda invitaciòn, en vez de esperanzas bri­llantes, el peligro se hizo claramente visible, por­que el rrri.edo de una desgracia pUblica y abruma­dora les velaba toda posible perspectiva. Prisco,

77 Ambos se haUuon presentes a la muerte de Juliano: ver Ammiano Marcelino. XXV, 3.

78 Al morir JuHano en Persia, en junio del 363, el generai Joviano fue elegldo. emperador por el eiército.

79 Eunapio quiere decir con esto que, al morir, Juliano se con­Vilti6 en dios.

95

Page 90: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

sin embargo, no sufri6 ningUn daflo, y corno se habian presentado pruebas de que era un hom­bre recto y se habia cqmportado virtuosamente en la época a que me refiero, regres6 a Grecia. Por este tiempo estaba recibiendo su educaci6n el autor de esta narraci6n, y era aUn un mucha· cho recién llegado a la adolescencia.

En cuanto a Mcix.imo, aun cuando muchos cla· maron ·contra él, tanto en pllblico en los teatros corno privadamente ante el emperador, pese a elio se hizo acreedor a la admiraci6n porque se sql:>repuso a tan grandes desventuras. No obstan· te, le infligieron la miis severa de las penas; lo multaron, en efecto 1 con una suma de dinero tan fuerte que un fil6sofo dificilmente nunca podia haberla oido siquiera mencionar -e hicie· ron tal cosa porque sospechaban que él poseia todos los bienes de todos los dem3.s- y luego ellos se arrepintieron de elio diciendo que le ha· bian impuesto una multa demasiado pequefla. El fue enviado al Asia para que efectuara el pago de este dinero, y lo q ue él sufriO ali{ esta por encima de cualquier tragedia, y nadie podria te. ner tal capacidad de expresi6n o seria capaz de complacerse tanto en las desdichas de los dem<is corno para referir con toda exactitud los terri· bles sufrimientos de este gran hombre. Pues aun la tortura persa llamada ''Encierro en artesas",80

o el penosisimo trabajo de las mujeres con la azada entre los 8rtabros 81 no pueden comparar· se con las agonias infligidas al cuerpo de Miixi.

~" Respecto de esta tortura ver Plutarco, Artaierjes, 16, donde es descrita ampliamente.

si Estrab6n. III, 220, describe e! laborioso trabajo de mineria que realizaban las muieres dC esta tribu de Lusitania en los yaci­mientos de oro.

96

Page 91: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

n10. Su n1aravtilosa Pspo:;a estuvo siernprt> a su lado e hizo in;is gravosos a-Un sus 31-tfrirn:t'ntos. Pero) curu1do parecì6 que i10 hab fn ;va limite para ellos y ellos se hicieron al1n n;:~s intensosj le dijo él a ella:

-Esposa mia, con1pra veneno, dri.melo y oonmf: en Jibertad.

Obedeciendo a esto, cìh). lo corr.prò J vciviS L.'C·!~ él en sus mano~. En seguida eJ le p-iO.~é qui: st::! 'le diera a bel:H~i', pero eUa Jnsist._i6 cn bcbcrl<.• primero) y cuand-o eHa hv_bc,, n~u;::-·t/) ~r.!TJ('cdiata~ mente después de eJJo su:-; Jiar_i;)?_~~1~s 1a sepul~ taron; per<) 1'v1<iximo, después d.e 0:::·~.o, n0 bciJ~Ò el ve11eno.

Y al1ora toda 1~1i 2l0Cùèt;:cia ~ t';·l~.o-. - ~~>.:.:: D.la.ban­zas del linajt: d0 lo,:; p.:;e-Ws qu0 se _podrù::n er·,_ plt:ar en un cant.o resu_lta::,'.t.i.n de""-l--Y~0r,.c(/l' ,:i-J~.s.dr.,~ o impropias para descr~,_ìl\ h'I coP.ducta de (~le­

arco. 82 (;learco proc~~dfa de una ri~ D. famili~~ cle Tespr6tida y haL{a co11seg 1J.ido personalf'.1ente U'1 n.otable prestigio cuand') el curso e:-iterc dC' l:1s acontécimientos huho camhiadc. <'/::_lont~:1).ano, en efecto, se rt~tirò 8.i ìn1per:io ri,_,3 Oesi,e, H::, mientras q11e el em.perador \falents se vio h:npli·· cado en los m"!.yores peligros, y tuvo que ~::;1-~ìear no solamente por el in1perio sino por su rc1isrna vida. Procopio se habfa. sublcva.do '.'.:'.Ont~·8. òi con fuerzas incontable~ y lo estaba 110.~th~«:;.ndo por todas partes con el propòsito de 11cvaT R C:'.iOO su captura. Ahora bien, Clearco era po~ este ti.ClTipo

31 Clearco fu'-' frccuenttrnente con:«sponsa•_ d€ .Libanio. ·Fu;:, prefecto de Constantinnpl'1 di'J 398 al 40~ d. de C.

En e! ano 3\33. La revuelta y el !evanean1icrno de 21uc0pio tuvo lugar en e\ :~65.

97

Page 92: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

gobernador de toda el Asia, es decir, del domi­nio que se extiende desde el Helesponto a través de Lidia y Pisidia hasta las fronteras de Pamfilia. Y manifestaba gran benevolencia en su gobierno y exponia -su propia persona a los .mayores ries­gos, y mantenia abiertamente una fuerte rivali­dad con el prefecto del pretorio, de forma que ni aun el mismo emperador podia ignorar su enemistad. El nombre del prefecto era Salus­tio, 84 y en el reinado del emperador Juliano habia perfeccionado y .cultivado su espfritu. No obstante, Clearco expuso su holgazanerfa debida a su avanza da edad y lo apodaba Nicias. tis De hecho, en esos dias, pens6 solamente en nutrir y fortalecer su mente leyendo e investigando los hechos de la historia.

Ahora bien, cuando vio que las cosas iban tan estupendamente, Valente sinti6 una ilimitada ad­miraci6n por Clearco, y lejos de removerlo de su cargo lo ascendi6 a un puesto de mayor impor­tancia y lo nombr6 proc6nsul de todo lo que propiamente se llama hoy en dia Asia. Esta pro­vincia abarca la cosa marftima desde Pérgamo e incluye las · tierras continentales que llegan hasta Caria, mientras que el monte Tmolos circunscri­be sus limites en direcci6n a Lidia. Es la mtis ilustre de todas las provincias y queda fuera d~ la jurisdicci6n del prefecto del pretorio, salvo en

84 Este es el prefecto de la Galia a qui'en Juliano dirigi6 sus Disc-ursos, IV y VIII. Después de la muerte de Juliano se le ofreci6 el trono y lo rehus6, y otta vez se lo ofrecieron a la muerte de Joviano, en el 364, rehus:indolo asimismo tanto para si corno para su hiio. Al parecer fue prefecto del Este, en el 365. pero dimiti6 !!U cargo a causa dt" la hostilidad del procònsul de Asia, Clearco.

85 Nicias,; el genera! ateniense, siiUiO una politica de "vigilante expectativa'~ en la guerra del Peloponeso.

98

Page 93: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

la época en que todo habfa sido reducido a con­fusi6n y desorden en aquellos 6.ltimos sucesos. 86

Pero, en el tiempo de que hablo, Asia estaba aUn al margen de la sedici6n cuando Clearco se hizo cargo del gobiemo; y alli descubriò él a M<iximo agobiado por las torturas y apenas ya capaz de soportarlas.

D~bo contar ahora un suceso sobrenatural, pues nadie puede en toda justicia atribuir a nadie m:is que a un dios una cosa tan sorprendente. El, en efecto, a todos los soldados que habian recibido el encargo de castigar a M:iximo s:ir;i descanso, los oblig6 a huir gracias a una fuerza superior, lo soltò èe sus grilletes, se encarg6 personalmente del cuìdado de su cuerpo y lo hizo sentar a su propia mesa. Adem<ls, hablO tan osada y franca· mente al emperador que el Ultimo no solamente ap1ac6 su rra, sino que concedi6 todo lo que Clearco aconsej6. Asi, relevando a Salustio de su cargo, design6 a Auxonio 87 para Ios deberes del prefecto del pretorio. Luego Clearco procedi6 a castigar a los soldados que habian tortm·ado a Mciximo, exigi6, de todos los que en aquel desdi­chado tiempo habian cogido o robado alga, que lo devolvieran, y castigò a los que lo hablan instiltado; de esta manera se hizo corriente la expresiòn de que él era para M8..x.imo un segun~ do Julia110. Con esto Miixii.no pronunci6 incluso declamaciones pllblicas, pero, dado que no esta­ba naturalmente dotado para hablar a un audito­rio sofistico, aument6 poco su fama con ello,

80 Tal vez se refiera a la supren1a~fa de los godos en torno del aii.o 398, o a Ia sediciOn de Antioquia en el 387.

ZOsimo, IV. io.

99

Page 94: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

basta que al final cor~1enzò a levantar de nuevo s11 cabeza y reanud6 sus lecciones sobre filoso­ffa. De esta manera recuperò gran parte de su riqueza y de lo que le habfa sido q ultado de diferentes maneras, y muy nipidamente lleg6 a la prosperìdad y a la misma buena posiciòn q11e tenia cuando lleg6 por vez primera a la corte de Juliano. Luego visit6 de hecho Con.stantinopla en calidad de personaje distinguido, y todo eJ mundo lo mir6 lleno de estupor cuando se dio cuenta de que su fortuna se habia restableci<lo. Incluso se arriesg6 a someterse a una prueba de inocencia en la cuesti6n de la tefugia, y aumen­t6 m:is al1n su fama. 88 Con eno, una vez mas su tan extendida fama dio lugar a sentimientos m11y poco amables contra él. Pues los co1i.esanos tramaron una conspiraci6n contra los emperado­res y presentaron un or8.cu.lo privado propio su­yo --no todo el munda puede entender lo que digo- y, cuando alguna f6rmt1h oracular oscura era pronunciada, ellos la refer{an a rv18.xin10, sin adn1itirle su intenci6n real a él, antes biert co1no si él n1ismo hubiera pronunciado y rcferido el ora.culo, y ellos deseaban aprender su signii1cado mtls claramente. Se habia, en efecto, puest0 en evidencia por este tien1po que s6lo fv1<iximo co­noc{a las intenciones de ios dioses, por muy os­curamente que fueran trasmitidas a los demiis hombres. En consecuencia, concentrando su es­pfritu en el ora.culo y observando diligentemente lo que él decfa, r<ipidamente vio el sentirlo ocul­to de las palabras, es decir, la verdad misma, y ia revelò con m<is verdad que un ora.culo, a sa­ber, que ellos habian trar11ado la ruina de aquel que lo publicara, significando con esto su propia

~~ El tex.to esta a.qui mutilado y el significa.do tesulta 0S<~uro.

100

Page 95: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

persona, y de todos los hombres ade~iladi6 él, Ii.O solamente los que tenfan 11oticia de su conjuracién~· pero él declar6 que ffillChos m3.s se­r{an castig:c<d.os injustamente. Asimismo, como·si saliera del santuario mis interior, antmciò:

-Después de una multiforme y general matanza de todos los hombres, en la cual nosotros sere­mos vfctimas de la carnicerfa, el emperador mo­rir<i de una muerte extrafia, y no recibirii sepul­tura n! el ho11or de una tumba.

Asi, en verdad, tuvo que oct1rrir, corno he des­crito mtls ampliamente en mi Historia Universo!. Pltes, de hecbo, y muy pronto, los conspiradores que se habfan conjurado de comUn acuerdo fue­ron ctetenidos, y mientras eran llevados a la c<lr­cel desde todos ìos pl1ntos y eran clecapitados, corno Jas gallinas en una fiestn o banqv.etc <lesi·.~ 11ado a dar de corner al populacho torlo, tv.rn­bién ?vì<ixih10 fue Jìevadv COH eUos, y asf fue a Ant.ioqula, donde e! emperad.or 89 se h_aìlaba por este tiPmpo. Pero. se slntieron avP.rgonzados de condenarlo 2 1nuerte, tarìto porque habfa refut.a~ do todo cargt) forn·n1lado contra él en el juicio y habfa cur,\.enci~v dt.: faisia a 1os que habian puesto 1:.is nlanos sobr(:"! fl, corno porql1e habfa prediche con u~nta pre<:isi(Jn te-do };:-, ;:iue estaba sucediendo; p:or l?SO, e:Y_actamf·nte igual que si en la persona de tv13ximo PBos estuvieran castigando a a lgUn dìos. d~spacharon con él al l\sia a Un tal F--:~sto,'hl hor;.1bre de car§.cter asesino con alma de v('<J-.....go, j11zgando que el Asia era un lugar de

Valente. Sobrc lfl <');::cuclrin de r-.i<t.x:imo e11 Sfeso en. e! 371 veT Arr;m:;;:no l~l.arcl"'lir,u. :'(X:X.:, :·.Osimo, !V, 15.

Acerca de Festo ver Aromi.ano ~L•rce\i11•:., XXIX. 2.

101

Page 96: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

resìdencia adecuado para un hombre asi. En cuanto lleg6 cumpli6 sus 6rdenes, y- aun fue m8.s alli de ellas por su propia iniciativa, y condes­cendi6 hasta el mRximo de sus inclinaciones co11 su temperamento bestiai y feroz. Primeramente decapit6 a muchos, culpables e inocentes por igual, y luego asesin6 a M'1.ximo, ese gran hombre.

De esta n1anera se cumpli6 el ociculo, y también ~a a tra parte de él se habfa de cumplir. El empe­rad.or, et1 efecto, en una enconada batalla con los escitas desapareci6 de una manera extrafia, 91

à0 forma que ni siquiera pudo· encontrarse un solo hueso al que dar sepultura.

La voluntad del cielo afiadi6 aiin a todo esto un suceso mas maravilloso a-Un. Pues este 'mismo f·zsto -y esto el autOr lo supo exactamente co~ mo testigo ocular- fue privado de su cargo, y primero acudi6 a visitar a Teodosio, que acababa de ser designado emperador; regresé luego al Asia -y·a que habia allf contraido matrimonio en condiciones bastante buenas para un tirano­y, para hacer una exhibici6n de su fastuosa vida y celebrar el haber eludido todos los cargos for· ~.nulados contra él, anunciò .que iba a dar un rnagnlfico banquete a todos los que desempefi.a­ban los cargos miis distinguidos o pertenecfan a la m&s elevarla nobleza. Ahora bien, era el tercer dia después de las calendas de enero, corno las llaman los romallos, y todos ellos lo saludaron y le prometieron acudit al banquete. Entonces

~ 1 A<nmiano Marcelino -XXXI, 13- dice: "nec post~ reper· i-us est usqHam.". La bata.lla tuvo Iugar en Adrifln6polis eh el 378, contra los goclos; los escritores postel"i.ores con frecuenci.a 101' confunden con .l<JS escitas, corno en eJ caso presente,

102

Page 97: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Festo entr6 en el templo de las diosas llamadas Némesis, 92 a pesar de que nunca ha bi a profesa­do ninguna reverencia a los dioses, antes al con­trario por el culto que rendian a los dioses ha· bia él castigado con la mue~e a todas sus vieti mas. Aun asi él entrò, y refiriò a todos los pre­sentes una visiòn que habia tenido, y mientraf lo contaba su rostro estaba baiiado en l3grllnas Ahora bien, la visiòn habfa sido la siguiente: dijo que Mh.imo habia echado un lazo corredi· zo en torno de su cuello, se habia apoderado dE él y lo habia arrastrado a lo hondo del Hade' para que su casp fuera juzgado delante de Plu tòn. Todos los presentes quedaron aterrorizadof al recordar toda la vida del hombre, pero todoi y cada uno le secaron sus I3grimas y le manda ron que hiciera oraciòn a las diosas. El obedecié y les ofreciò sus plegarias. Pero, en cuanto salié del templo, sus dos pies resbalaron debajo de él cayò de espaldas y quedò tendido sin habla. Fm llevado a su casa y al momento expirò; el sucesc fue considerarlo el d-on mé.s admirable de la Pro videncia.

Respecto de Prisco he referido ya muchos he chos, porque asi tuve que hacerlo varias veces por las circunstancias, y hablé por ello del luga: de su nacimiento. Pero sobre su car8.cter se re cuerda independientemente la siguiente relaci6n Era de Wl car8.cter demasiado reservado, y s1 saber era recòndito y abstruso; adem3.s, su me moria era extraordinariamente buena, y habii recogido todas las ensefumzas de los antiguos .~ las tenia siempre en su lengua. En su aspect< externo era muy bello y alto, _y se le podia con

91 Némesis significa Venganza. En Asia, y de manera especif en Esmtrna, recibfan culto dos divinidades Uamadas Némesis

103

Page 98: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

,.;;ider~" a vert:>s !"alto de educaciòn por lo dificil quc era indueirlo <: trabar una disputa, y mante. x1fa sue propias opiniones o convicciones ocultas corno si estuviera custodlando un tesoro, y solfa !l~· .. l:J.r pròdigor a los qne de1nasiado ligeramente duhan su.s f-ìUi.J.fos de vista sob:re talf's n1at.eri.t.s, ~:oli;::., ['il i:f8::-tn, decir que el q·ue E''i maltratailo cn t-; ~rrgurneni::1.cif_1n fito13Òfic~1 n:q por ella rif'

"'-"~hl-2 :;nit::-. 11i~l.\S'J 1 ,;ino méis bien. ::i. mAdida ·::p~e lucl1a centra Pl podf'.r de la verdad y sufre Io.s tormentos de u.na an1bìci6n fr1.tstrada, St! vuel•1e miis salvaje, 31 acs.ba por odiar .por igual las letras y la filosofia, y lleg~1 a uP..a co1r1pieta confusi6n .. ~n su rn.PìTte. P1)!' esta raz6n, pt1es 1 habitual­n1cnte r.na _ _,_1tenia su. re·serva.._ S~l· p'.)rte era circuns­p~:ct~'J y ,1ìtivo, y conserv:lba cst1~ porte no sola­;~·1entc r:uJ.'1.;lv estaba cor. sns amigos y disc{pu­lo~, siùo .:p_ie ~n f.U.iJ..·1rii:lì::id dP, stt aspecto se hall6 E:n t: d~:_:;de ia jltVentut~ a la '.'ejei Por eso c:ry·-3;1.r1tlo ~:011.1• '.Ì':·c.ir a.l autcr de esta obra. que las 111;-~;i.·.'lb-·'-' è.e I'~dr:si;:.: vran :,ociabìts y democrfi.ti-1;ns. y d.Pspì.l:'·i: dt' :.lUS contiend.s.:;, 2n literatura y sns dispu.tat:, Ct'<l. c~_p;iz de sali:i. a 11asear por Pér­gamn at:urnp:1~_\ado por ]os mas distinguidos de sus f~i0(·li.1tù0::;, ·y su lYJa\:stro ~olia ir1culcar a sus diRcfp;.\!·,J:>'. 1.i.:-. !':~-1 J.rtfJni_2n1"0 .::i.e li" armonia y dB la i:.'CC:ifHJ~,;.;;,.~L~H~da::\ hr:.cia-los hon1bre;;, cuando obser­vabu (ilJ."! t1--an h::toleraì.tes y desp6ticos a causa dei arguHo que los inspiraban su.s propias opinio­r~e~; '5l. cuando ellos extendfan 1us alas mcis alla que 11u_; de Icaro, a f1esar' dP, ser ;:il1n mis fr<igiles, él los rondu~.·ia· !.'Orté:':n1('i:~t~ ha11 irr abajo, no a1 tnar, sinF a la t.i0rra y fl 1n yidu humana. Mien­traa le~~· ins;.;-1Yi'D 1.~e esta rn:J0('.I·-~:, él rn.ismo, si se cncont.ri:i}..'.'U con una tnujer ·que vf!ndia hortalizas o legtl1nb1\!s, ~ comriìacra en Verla, y se detenia en .st1 paseo para habtar éon ella y discutir el precio que i~lla ponia a. su n1tircancia: y· decia

10·1

Page 99: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

que su tienda estaba haciendo un buen benefi­cio; y al mismo tiempo solia hablar con ella sobre el c11ltivo de las hortalizas y legm11bres. Y se._ porta.ba de la misma manera respecto de un tejedor, o un herrero, o un carpintero. De esta manera los m.:is d.iligentes de sus discip-ulos erm ed11cados en esta afabilidad, espP.cialr..1ente Crysantio y todos los que en esa escuela.se ase­mejaban a Crysantio.

Pero Prisco fue el Unico que no perdon6 los sentimientos de su maestro, antes bier1 en s_u roisma cara le decia que era un traidor a la dig­nidad de la filosofia, un hombre versado en m<i­ximas intrascendentes o de poca monta, 93 que, p11diendo ser Utiles y provechosas para la eleva­ci6n del alma, nunca eran observadas en la vida priictica. -No obstante, a pesar de esta manera de ser, incluso después del reino de Juliano, Prisco se vio libre de toda critica~ y, luego de introdt1-cir muchas innovaciones entre sus disclpuloS, que, a la manera de los coribantes, estaban em­briagados por el deseo de la sabiduria, y mien­tras segufa conservando en todas ocasiones sus modales reservados y despectivos para con la de­bilidad humana, muri& al fin, habiendo alcanza­do una ed.ad muy avanzada -tenia, en efecto, m<is de los noventa ya- en tiempo de la destruc­ci6n de los temp1os de Grecia.

Y, en esos dfas, hubo muchos que en su pesa­dumbre se quitaron la vida, mientras que otros fueron asesìnados por los b;irbaros, entre ellos Pro_terio, un nativo de la isla de Cefalonia, res-

9 J Para esta frase vcr DEom6stenes, En1bafada in(iel, 421, de la que se hace eco Fii6strato, Vidas de Jo~ safis!as, 30 -Vida de l:''ili~co-

Page 100: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

pecto de cuyos méritos y probidad hay buenas pruebas. También Hilario era conocido del au-' tor; era bitinio de nacimiento, pero creciò en Atenas y, ademas de todo el campo del sa.ber, habia llegado a dominar de tal manera el arte de la pintura que parecia corno si EufrSnor estuvie­ra vivo alln en sus manos. El autor de esta· narra­ci6n lo admir6 y estim6 mas que a otros hom­bres a callsa de la .belleza de sus retratos. No Bbstante, tampoco .Hilario pudo escapar a los de­sastres generales, ya que fue cogido fuera de Atenas -estaba residiendo en alglln lugar cerca de Corinto- y, junto con sus esclavos, fue deca­pitado por los b3rbaros. 94 Estos sucesos, si es ésta la voluntad del cielo, los relataré mas am­pliamente en mi Historia Universal, ya que alli seran expuestos con mayor claridad, no referidos a un individuo concreto, sino en cuanto relacio­nados con los intereses universales. Por el mo­mento, sin embargo, sus repercusiones en los in­dividuos han sido presentadas en la medida en que era conjugable con mi narraci6n.

JulianO de Capadocia, el sofista, floreci6 en tiempo de Edesio, y fue una especie de tirano en Atenas. Todos los j6venes procedentes de· to­das partes se reunian en torno de él, y reveren­ciaban al hombre por su elocuencia y su noble caracter. Habla, en verdad, algunos otros hom­bres, contempor::ineos Suyos, que en algUn grado alcanzaron la comprensiòn de la verdadera belle­za y llegaron a lo alto de su fama, a saber, Apsi­nes de Lacedemcinia, que se hizo famoso corno escritor de ret6rica,. y Ep3-gatos, asi corno una multitud entera de nombres de esta clase. Pero

94 Es decir, pox !os godos en el 395.

106

Page 101: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Jtùiano los aventajò a todos por su gran genio, y ef que le seguia era muy inferior a- él. ··Tuvo nun1erosos discipulos que acudieron a él, por asi decir, de todas las partes del mundo, y cuando se dispersaban por todos los paises eran admira­dos dondequiera se establecieran y siempre. Pero los que m3.s se distinguieron entre todos ellos fueron el inspirarlo Proairesios, Hefaistion, Epi­fanio de Siria y Diofanto el 8.rabe. Es convenien­te que mencione también a Tuskian6s o Tuscia­n6s, ya que también fue uno de los discfpulos de Juliano, pero he hablado ya de él en mi na­rraciòn del reinado del emperador Juliano. 95 El propio autor de este libro vio la casa de Juliano en Atenas; pobre y humilde corno era, sin' em­bargo, respiraba ioda ella la fragancia de Hermes y las musas: tan estrechamente se asemejaba a un templo santo .. Esta casa se la habia legado él a Proairesios. Allf se habian erigido también es­tatuas de los discfpulos a quienes él m:is habfa açimirado; y tenfa un teatro de mcirmol pulido hecho a semejanza de un teatro pllblico, pero m~ pequefi.o y de un tamafio apto para una casa. Pues en ese tiempo era tan dura la enemis­taçl que habfa en Atenas entre los ciudadanos y los j6veneS estudiantes, 96 corno si la ciudad des­pués de aquellas antiguas guerras suyas estuviera nutriendo dentro de sus muros el peligro de la discordia, que ninguno de los sofistas ~ aventu­raba a bajar a la ciudad y a hablar en publico, sino que ellos .limittiban sus actuaciones o decla­maciones a sus teatros de ·Iecciones privadas y alli dirigian la palabra a los estudiantes. Asi no

Es deci.r. 'O!n su Historia Univer.«?/.

% Este antagonismo imperecedero se vela muy probablemente intensificarlo por las diferencias religiosas, puesto que la mayor parte de los estudiantes eran ppuestos al cristianismo.

10'1

Page 102: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

pUllld.ll Cll pcu.~1~-' ;::,ui:> '''-\J.a;;i, ~"''-' "-l'·''- ..,._..u'i'""'._.,,

. allf por el aplauso y la félma dP la elO('.Uencia.

Aun cuando dejo muchu sù1 decir, debo exponer e introducir en esta narraci6n la sigtliente mues­tra del saber y la prudencia cle Julìano. Sucè-di6 que el m3.s atrevido de los discipulos de Apsines habla co11seguido, e11 un fiero P-nct1entro con los discip11los de Juliano 1 la vl~tort1., en el curso de la gt1erra de facciones g-, qne ellos soste11ian. Después de poner sobre .ellos .sus violentas ma­nos a la man~ra espartana, ;;is aun cuan<lo ias vlctimas de s11s malos trato.<: habian Gorrido el peligro ·de sus victas, proceseJ'On judicialmente a éstos corno si ellos mismos hubieran sido las par­tes ìnjur~adas. El caso fue rerùitido al proc6nsul, qt1ie11, mostrindose personalmente rigido e i.m­piacable, ordenO que también su maestro fuera arrestado, y que tOdos los acuMdos fueran pues­tos en cadenas, corno hombres encarcelados P·"Jr una acusaci6n de asesinato. Parece, no ubstante que, para ser romano, eì proc6nsul no era un hombre falto de educacién, ni habia sido criado de una manera agreste y ruda. En consecuencia, Juliano estaba en el trib11nal, corno se le habia ordenado, y Apsines estaba también alll, no obe­decie11do a orden ninguna, sino para ayudar a la cau.sa de los querellantes. Ahora bien, todo esti

~ 7 J.,as Jucbas de far.ciPnes de Jos sofi"1tas y de su:; discipulos son mencionadas con frecueucìa por Libanio; véasc, por ejemplo, tiunbién Himerio, Discun:o IV, 9, y Viscursn Xl X, q1u· ~ta diri11:i­do a aquellos discfpuJos quo<> se haUan tan ocu;:>J.àt's con !'<>ios choq\les 'I encuentros que Ucr;an a dPscuidar asistir a $US Je~eio­nes. El incidente que de;;crihe aqui F;unapiu con l:in vfvido- 1nte­rés .bab{a ocurrido osetei'\ta aftos ant'.l!> de que él esciibicra las Vi:t.1s

'~ · La e:-i:pre$i6n "vio!en<.ia e;;p\utann", '·La..-oni<::a rnanus", era en !iPfl:rie11,;:l9 i.>n p~o~~•hin C(lni~'ntt; sin entbl!rf,O, a4u;- e:i..i~~"' posiblrrnente una :dus\6n a la rutcionalida-d d<' AJ)Sinc«.

108

Page 103: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

a punto para escuchar la causa, y se permit10 a los querellantes que entraran. El cabecilla de la turbulenta y alborotadora facci6n espartana era un tal Temfstocles, ateniense, que era de hecho el responsable de todo el alboroto, ya que era un joven atolondrado y rebelde, 'Llna desgracia para su famoso nombre. El ptoc6nsul al pronto mirò con mirada feroz a Apsines, y dìjo:

-l,Quién te orden6 a ti venir aci?

El replicò que habia ido porque se sentfa preo­cupado por sus muchachos. El rnagistraào se ca­Jlò su propia y real opiniòn y no dijo nada m&s; y luego los prision9ros que habian sido tratados tan injustamente acudieron a su vez a presencia del tribuna!, y con ellos su maestro. Sus cabellos estaban sin cortar y se hallaban en una gran aflicciòn fisica, de manera que aun para el juez constituian ellos 11n espect<iculo digno de com­pasi6n. Entonces se permitiò a los querellantes que hablaran, y Apsines comenz6 a pronunciar u11 discurso~ pero el procònsul le interrumpi6 y le dijo:

·-Este procedimiento no es aprobado por los rò­manos. El que pronunciò . el discruso para el incoamiento del proceso en la primera audici6n de la causa debe probar su suerte también en la segunda.

No habia entonces nada de tien1po para prepa­rarse a causa de lo repentino de la decisi6n . . '1.hora bien, Temlstocles habia hecho anterior-1nente el discurso para la iniciaciòn de la causa, pero en este momento, al verse obligado çi ha­blar, cambi6 de color, se mordiò los iabios.'·~n ìa IT\ayor turbaciOn, mirO furtivamente hacia s11s

109

Page 104: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

camaradas y Ios consultò cuchict1eando sobre qué era lo mejor que podia hacer. Pues ellos habian acudido al tribunal preparados solamente para saltar y aplaudir con gran vocerfo el discur­so de su maestro en favor de elloS. En conse­cuencia, reinaba un profundo silencio y una gran confusi6n, un silencio genera! en el tribuna! y una gran confusiòn en las filas de los acusadores. Entonces Juliano, en voz baja y digna de 13.stima, dijo:

-Permite, pues, que hable yo.

Pero a esto exclam6 el procònsul:

-No, ninguno de vosotros pleitearci,. vosotros, los maestros, que habéis venido con vuestros dis­cursos preparados, ni ninguno de vuestros disci­pulos aplaudici al que 11able; antes bien vais a aprender inmediatamente cuan perfecta y cuan pura es la justicia que aJ)lican los romanos. Pri­mero que Temistocles acabe su discurso de acu -saci6n, y luego aquel a èi_uien tU consideres me­jor hablar.i por la defensa.

Sin embargo, ninguno de los querellantes abri6 la boca, y Temfstocles result6 un esccindalo y una desgracia para su gran nombre. Cuando, en vista de ello, el proc6nsul orden6 que cualquiera que pudiera hacerlo respondiera al primer discur­so de la acusaci6n, Juliano el sofista dijo:

--Oh proc6ns ul, en tu suprema justicia has trans+ formado a Apsines en un PitB.goras, que tardfa pero muy propiamente ha aprendido c6rno hay que guardai:. silencio; pues Pitcigoras hace ya mu­cho -coma bien sabéis- enseii6 a sus disc{pt1los la manera pitagòrica o a "pitagorizar". Pero, si

110

Page 105: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

tll perm-ites que uno de mis discipulos haga nuestra defensa, da orden de que Proairesios sea liberado de sus ataduras, y juzgar<is por ti mismo sobre si yo le he ensefiado la manera 3.tica o la ~itag6rica.

El proc6nsul accediò a su requisitoria muy gra­ciosamente, corno Tuscian6s,99 que se hallaba presente en el juicio, refiri6 al autor, y Proaire­sios se adelant6 desde las filas de los acusados sin sus grilletes y se present6 ante todos, luego que su maestro le hubo mandado salir, no con voz fuerte y penetrante, corno la que emplean los que exhortan e incitan a los atletas a luchar por una guirnalda, sino con acentos m<is penetran-tes aUn, diciendo: ·

- jHabla, Proairesios! jAhora es el momento de hacer un discurso !

Comenzò él por un exordio, del que Tuscian6s no se acordaba exactamente, aunque me dijo su tono. Este sigui6 adelante y pronto se fue desli­zando a un relato digno de conmiseraci6n de sus sufrimientos, e introdujo en él un elogio de su maestro. En este proemio él solamente dej6 caer una alusi6n a una acusaci6n, cuando insisti6 en cu<in precipitada habla sido la- autoridad procon­sular, puesto que ni alln después de una _prueba suficiente de su culpabilidad era admisible que ellos tuvieran que soportar y sufrir un trato de aquella clase. Ante esto el proc6nsul moviò la cabeza, .Y qued6 lleno de admiraciòn hacia la

99 Tusc1an6s, que debi6 ser ya muy ancia.no cuando Eunapio lo conoci6, fue corresponsal de Libanio: desempeù6 varios cargos en el Oriente y fue durante un cierto tiempo colega de Anatolio en e! ·gobiemo del llirico.

111

Page 106: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

fuerza de sus argumentos, la gravedad de su esti­lo, y S'l sonora y f<icil eloc11encia. Mientras tanto todos ellos deseaban aplaudir, pero se estaban sentados corno si una sefial del cielo les prohi­biera hacer tal cosa, y un mistico silencio inva·· dia el lugar. Luego alarg6 su discurso en 11n se­gundo proemio, que es corno sigue, pues Tuscia­nés se acordaba de esta parte:

-Si, -~ues, los hombres pueden comt-ter impune­mente cualquier injusticia, formular acusaciones y conseguir se les dé crédito en lo que dicen antes de ser o{da la defensa, 1sea asl! iQue nuestra ciudad sea esclava de ·Temistocles!

Er1tonces el procénsul se levant6 de su sitial y, agitando su vestidura rodeada de pUrpura -los romar1os la llaman "tébennos"___:Joo, este austero e inexorable juez aplaudi6 a Proairesios come un muchacho de escuela. l!~l propio Apsines se uniò al aplauso, no de manera espont<inea, sino por­que no hay posìbilidad de 'luchar contra la nece­sìdad. Juliano, su maestro, tafi s6lo pudo llorar. El proc6nsul ordenò que todos los acusados y solamente el maestro de los acusadores se retira­ran, y luego, tornando aparte a Temistocles y a sus espartanos, les hizo recordar por la fuerza los 18.tigos usuales en Lacedemonia y aiiadiò ade­mas la clase de hitìgo en boga entonces en A te­nas. El propio Juliano obtuvo una gran repu­taciòn por su elocuencia personal y también por la fama de sus discipulos, y cuando él muriò en

1"'t Eunapio da aqu( el ténnino griego que !'mp1eaban Jos roma· nos para traducir su "toga" o ''trabea". Para et gesto o ademan corno signo de aprobaci6n, ver Fi!6strato, Vidas de Jos sofhtas -Heliodoro-.

112

Page 107: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Atenas dej6 a sus disciptùos una gran oc::tsi6n para competir por su oracìòn fUilebre. 101

De l'roairesios he dicho ya bastante en la narra* ci6n que precede mas arriba y he presentado su vida con mayor plenitud de d etalles todavfa en mis comentarios històricos. Sin embargo, es con­veniente que aquf y ahora insistamos e~ lo& he­chos con mas precisl6n, sup11est.o que tengo so­bre él un conocimiento libre de todo error y fui admitido a conversar y a recìbir sus enseD.anzas. Y esto es un privilegio muy grande, y oosee un gran poder para excitar la gratitud debida a un maestro; con todo, aun esta gratitud "i.ntnensa e inexpresable se queda muy cotta respecto de io que el autor debe a Proaireslos por su amistad Intima. El aut.or de este libro habia ldo de _A.sia a Europa y a Atenas a los dieciséis afios de su edad. Ahora bien, Proairesios habla Ilegado a S\...lS

ochenta y siete afios, corno él mismo afirn1aba. En esta tan avanzada edaci su pelo era crespo y muy espeso, y a causa del nUmero de sus -c.ana:. parecfa tener un baiio de plata y se asemejaba a ia espuma inarina. Su capµcidad y fuerza orate. rias eran tan vigorosas, y él sostenla su cuerpo gastado de tal forma por la juventud de su al1na que el escritor de esta obra lo miraba corno a un ser sin edad e inmortal, y lo escuchaba corno hubiera podido hacerlo con un dios que s~~ le hubiera revelado por si inismo sìn ser tlamado y sin ninguna 1..eremonia. Ahora bien, sucedié que el escritor Ueg6 al Pireo alrededor de ht prilnera guardia, y durante el viaje habia sido ataC'ado por una fiebre furiosa; y tnuchas otYas personas.

'"1 Tal vez sea esto un eco .:le las P<>lahras df' Akj:J.nd~<' al morir, que Uegaron a convertirse en prov"rbio; Diodoro Sit.."UlO. XVII, 117; An:-i.ano, VII, 26; Piut ... rco, Apuµhtegn1ata. 181 e.

113

Page 108: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

emparentadas con él, habian hecho la travesia con él. A ·esta hora de la noche, antes de que se produjera ninguna de las escenas habituales 102

-pù.es la nave· pert~necia a Atenas y muchos Solian esperar su llegada en el muelle, locamente entusi3.!)mados cada uno cQn· su propia escuela­el capitan se dirigio directamente a Atenas. El resto de los pasajeros iba caminando, y er escri­tor, demasiado debilitado para caminar, era sin· embargo llevado por tumos por los demcis, y asi fue trasladado hasta la ciudàd. Era en aquel mo­mento medianoche cerrada, en la estaci6n en que el sol Va haciendo mcis largas las noches al irse alejando hacia el Sur; habia entrarlo, en efecto, en el signo de Libra, 103 y las guar­dias 104 noctumas eran· largas. El capit3.n, que era un antiguo amìgo y huésped de ProaireSios, golpe6 su puerta y acomod6 dentro toda esta multittid .de discipulos, tan numerosa de hecho que, en un tiempo en que se trababan batallas para conseguir tan. s6lo uno o dos discfpulos, los recién llegados parecian en si mismos suficientes para dotar de guamicion"es a todas las escuelas de sofistas.

Algunos de estos- j6venes se distingulan por su fortaleia fisica·, otros tenian bolsas mRs abulta-

io; Es esto una alusi6n a la coropetencia y rtvalidad que surgia entre los discipulos que estaban al acecho de los recién llegados Y los arrastraban a sus propjos sofistllS. Aquf et capit8.n del navio procura llevilrselas todos a Ptoaireslos.

103 Es decir, era el equinoccio de Otoiio. 104 El se.ntido ex,acto del término es dudoso, Ya que s6io apare· ce aqui. Wihner Cf.ve Wright, en su edici6n de Eunapjo -Loeb, Heinemann, Lon~es, 1959-, dice que el término podria signifi-. car aqui "alojaro1ento por una noche": en tal caso el significado de la frase seria el de que quedarse en una posada en el Ptreo supondria un retraso en sus planes.

114

Page 109: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

das, mientras que los dem3.s estaban s6lo mode radamente dotados. El autor, que se hallaba e1 un estado lastimoso, poseia de memoria la ma yor parte de las obras de los escritores antiguos su Unica propiedad. 105 Inmediatamente se prc dujo un gran regocijo en. la casa, y hombres : mujeres· por igual corrian de una parte a otra unos riendo, otros cambicindose bromas. Proaire sios a estas horas de la noche enviò a buscar : unos parientes suyos y les mandò tornar consig( a los recién llegados. El· mismo era natural d1 Armenia, es decir, era oriundo de esa parte d1 Armenia que m3s de cerca limita con Persia, ~ esos parientes suyos se llamaban Anatolio y Mci ximo. Elios dieron la bienvenida a los recién lle gados, y los condujeron a las casas de los veci nos y a los bafios, y los exhibieron de todas la maneras posibles; y los dem3.s estudiantes hicie ron las demostraciones habituales con chistes ~ risas a costa suya. 106 Los demas, una vez hubi~ ron estado en los bafios, fueron dejados a Sl

cuenta y fueron por su camino, pero el escritor dado que su enfermedad se iba haciendo ma grave, iba decayendo sin ver a Proairesios o Ate nas·,. y todo lo que él tanto deseara parecia ha ber sido solamente un suefio. Mientras tanto, su: propios parientes y los que habian venido d1 Lidia estaban grandemente inquietos; y, come

105 Otros editores entiendeo e! "solo" griego -que traducimo por "su Unica propiedad" siguiendo a Wright- tiene un valor d• autodepredaciòn, es decir, que Eunapio podia recitar e,tas obra tan s6lo, pero no las entendia. Pero casi siempre que utiliza I expresi6n "de memoria" al mismo tiempo, Eunapio implica e1 su frase una alabanza.

106 Esto formaba parte de 1as "novatadas" o "bromas" corrien tes que Ios nuevos discfpulos tenian que aguantar de los mi antiguos, y que describen Libanio y otros: ver Gregorio Nacian ceno, Discurso XIX, 328 b.

115

Page 110: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

todos los hombres se sienten inclinados a atri· buir mayor talento a los que nos dejan en la flor de su juventud, dijeron muchas sorprendentes falsedades acerca de él, y como conspiradores inventaron prodigiosas f3.bulas, de forma que to· da la ciudad qued6 dominarla por una pesadum· bre extraordinaria, como ante alguna gran cala· midad.

Pero un tal Esquines, no ateniense, ya que habia nacido en Qufos, que habia quitado la vida a muchos, no solamente a aquellos a quienes ha· b:fa intentarlo curar, sino también de aquellos a quienes simplemente habia mirarlo, grit6 en me· dio de mis apenados aJiligos, como se supo m3.s tarde:

-Ea, permitidme que dé una medicina al ca· d3.ver.

Y asi ellos dieron permiso a Esquines para dar muerte a los que estaban ya muertos también. Entonces él mantuvo mis labios separados con ciertos instrumentos y verti6 en ellos un medica· mento; qué era aquello lo revel6 él luego, y la divinidad dio testimonio de elio muchos afi.os mcis tarde; en todo caso verti6 la p6cima ésa, y ·el estòmago del paciente quedò de pronto purga· do, abri6 sus ojos a la luz y reconociò a los suyos. De esta manerd Esquines, por medio de s6lo este hecho, sepultò sus errores pasados y fue respetado por aquel a quien habfa librarlo de la muerte y por los que se habian alegrado de tal recuperaciòn. Por tan gran hazafi.a fue venera­rlo por todos y luego se march6 a Qufos, espe­rando solamente el tiempo suficiente para dar al paciente mas cantidad de aquella fuerte medici­na para que él recuperara su fuerza; y de esta

116

Page 111: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

n1anera el que habia sido salvado se convirtiò en amigo intimo del que lo habia salvarlo.

Ahora bien, el divino Proairesios no habia visto aU.n al autor, sino que también él se habfa apesa­dumbrado por él corno si ya estuviera muerto, y cuando se le dio la noticia -de su inesperada e inaudita - recuperaci6n enviò a buscar a los mejo­res y m8.s distinguidos de sus discfpulos y a los que habian demostrado la fuerza de sus mU.scu­los, Y les dijo:

-Yo estaba preocupado por este muchacho que se ha recuperarlo, aun cuando todav:fa no Io he visto; no obstante, yo me apené cuando estaba a punto de morir. Ah ora, si queréis hacerme un favor, iniciadlo en el baiio pllblico, pero evitad toda molestia y toda broma, y tratadlo dulce­mente corno s'i él fuera mi propio hìjo.

Asi se llev6 a cabo, y una explicaci6n m<is am­plia de ello se dar3 cuando el autor describa los tiempos en que viviò Proairesios.

Sin embargo, aun cuando el autor afirma que todo lo que sucedia a Proairesios estaba dirigido por una cierta prOvidencia divina, no se apartani, en su afecto hacia el hombre, de ninguna mane­ra de la m8.s pura verdad sobre él, ya que la afirmaciòn de Plat6n es indudable y segura, a saber, que, para los dioses y para los hombres por ~al, la verdad es el guia que lleva a todo bien 1

La belleza fisica de Proairesios -pues mi narra-

•u7 Platòn,, Lcye.~, V. 730 e, cìtado por Juliano en Dfacurso, VI 188 b.

117

Page 112: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

ci6n debe volver ahora a él- era tan impresio­nante, aun a pesar de que él era en aquel mo­mento un anciano, que se podfa muy bien dudar. de si alguien habia sido nunca tan bello, aun en la fior de la juventud, y sorprendia también que en un cuerpo tan alto -corno el suyo el poder de la belleza bastara para modelar una figura tan admirable en todos los aspectos. Su altura era mayor de lo q ue nadie podia sentirse inclinado a creer; de hecho dificilmente se podia conjeturar de manera correcta. Parecia, en efecto, alcanzar nueve pies de altura, de forma que parecia corno un. coloso cuando uno lo vela cerca de los hom­bres m:is altos de su tiempo. Cuando era joven, el destino ìo forzò a abandonar Armenia y lo trasladò a Antioquia. No deseò visitar Atenas inmediatamente, puesto que se vela impedirlo de hacerlo Por falta de medios; pues tenia poca suerte en este aspecto, aun cuando habia nacido en una buena familia. En Antioquia corriò a to­da prisa a Ulpiano,1°8 que era el principal maes­tro de retòrica alli y, a su llegada, muy pronto se situ6 entre los mis aventajados disclpulos. Cuando hubo estudiado largo tiempo con Ulpia­no, emprendiò su viaje a Atenas y a Juliano con las mtis grande decisiòn, y nuevamente en Ate­nas ocup6 el primer lugar. Lo acompallaba He­faistion, y ambos fueron amigos intimos y fie­les, que rivalizaron uno con otro en su pobreza, de la misma manera que eran rivales para los grandes honores de la ret6rica. Por ejemplo, po­se{an entre los dos solamente una capa y un manto raido y nada mas, y -segUn dicen- tres o cuatro ma.I)tas que con el correr del tiempo habfan perdido su color origina! y también su

106 No es éste .et famoso jurista. sino un sofista que vivi6 bajo el reinado de Constanti.no.

118

Page 113: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

grosor. Su Unico recurso era, pues, el de ser dos hombres en uno, a la manera en qlle los ·n1itos dicen que Geri6n estab3. formado por tres cuer­pos; también asi estos ·estudiantes eran dos en uno. En efecto: cwindo Proairesios aparecia en pltblico, Hefaistlon permanecfa ìnvisible y se esta­ba en la cama bajo las mantas, estudiando al mismo tiempo el arte de ·la ret6rica. Proairesios bacia otro tanto cuando Hefaistion aparecia en pllblico. Tal era la pobreza en que vivfan ambos.

Sin embargo, el alma de Juliano se mostra.ba m<is inclinada bacia Proairesios, sus ofdos esta­ban alerta para escucharlo, y estaba. impresio­nado por la nobleza de su genio. Y, cuando Ju­liano hubo muerto y Atenas deseaba elegir 11n sucesor de igual capacidad para enseiiar ret6rica, muchos otros presentaron sus nombres para esta influyente citedra de sofistica, tantos que seria tedioso consignarlos. Pero, segU.n los votos de todos, fueron aprobados y seleccionados Proai­resios, Hefaistfon, Epifanio y Diofanto. A ellos se aiiadi6 también S6p01is, procedente de una categoria de hombres de ningUn prestigio, antes solamente suplelnentaria y menospreciada; y también un tal Parnasio, de un rango todavfa inferior. Pues, segUn la ley romana, tenia que haber en Atenas mucha gente que diera leccio­nes y muchos que asistieran a ellas.

Ahora bien, una vez éstos hubìeron sido elegi­dos, los mas humildes eran sofistas tan s6lo de nombre, y su influencia qued6 limitada a las pa­redes de sus salas de lecciones y a la tarima en que ellos se mostraban. Pero la ciudad Cn segui­da tom6 posiciones al lado de los m<is infl uyen­tes, y no solamente la ciudad, sino también to­das las naciones que_ estaban bajo el gobierno de

119

Page 114: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Roma, y sus disputas no se referian solamente a la oratoria, ya que peleaban por mantener e] cré­dito de todas las naciones en cuanto al talento· oratorio. Asi el Este 109 vino a ser con10 la here­dad de Epifanios; a Diofa11to se le adjudic6 Ara­bia, mientras que Hefaistion, intimidado por Proairesios, abandon6 Atenas y la comparl.la de los hombres; por su parte, todo el Ponto y los pueblos vecinos enviaron discipulos a Proai­re.sios, llenos de admiraci6n hacia aquel ho1nbre, corno sì fuera una maravilla producida por su propio pais. Otro tanto hicieron Bitinia y el He­lesponto, y toda la regi6n que se extiende mas alla de Lidia a través de lo que actualmente se llama Asia, hasta Caria y Licia, y esti limitarla por Panfilia y el Tauros. Asimismo, todo el F.gipto pas6 a ser propiedad suya en exclusiva y estuvo bajo su dominio corno profesor de ret6ri­ca, y también el pais que se extiende miis allei de Egipto hacia Libia, y es el lfmite de las par­tes conocidas y habitadas. Todo esto, sin embar­go, lo he afirmaùo asf en términos sumamente genéricos, pues, habla.rido con m3.s precisi6n, ha­b ia u11os pocos estudiantes que constitu{an excepciones en esas divisiones nacionales, bien porque hubieran emigrarlo de un maestro a otro, o bien porque a veces alguno hubiera podido se11tirse engafiado y hubierd acudido a un maes­tro -distinto del que habfa buscado o pretendido.

Aho1a bien, a raiz del genio extraordinario de Proairesios surgi6 una querella treinenda y vio­le11ta, y la faccién forma(la por todos los demas sofistas hasta tal punto llev6 la ventaja que lo desterraron de Atenas, sobOrnando al proc6nsul;

'"~ Es decir, Mesopoiamla y Siria.

120

Page 115: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

y a!5{ ellos mismos ejercieron el dominio sobre todo lo referente a la oratoria. Pero, después de ser enviado al ex ilio, y eso en la m<is extremada pobreza, regresé de nuevo igual que Pisistrato. Sòlo que el Ultimo te11ia riquezas que lo ayu­daban, mientras que a Proairesios le fue suficien­te su elocuencia, de la misma manera que en !Iomero Hermes escolt6 a Priamo hasta la tienda de Aquiles, a pesar de hallarse ésta en medio de los enemigos.

También la buena suerte acudi6 en su ayuda co­locando al frente de los asuntos un proc6nsul que se llenò de indignaciòn ante el relato de lo que J1abia tenido Iugar. De esta manera, corno

. dice el proverbio, "las cabezas pasaron a ser co­las", 110 y con el permiso del en1perador volviò a Atenas desde el destierro; inmediatamente, sus enemigos por segunda vez se enroscaron y retor­cieron, y levantaron sus cabezas para atacarlo, tramando otras trampas e invenciones contra él para el futuro. Ellos andaban personalmente ocupados en estas conjuraciones, pero mientras tanto sus amigos se habian adelantado e iban alla11ando el camino de su regreso, y cuando Proairesios regresò -una narraci On exacta. de to­do me fue dada a mi por un testigo ocular, TuscianOs de Lidia, que hubiera sido un Proaire­sios, de no ha ber existido Proairesios-- cuando, pues, éste regresò, corno un Ulises que volvia a casa después de una larga ausencia, encontrò a pocos de sus amigos salvos y ·sanos --entre ellos estaba Tuscianòs- y éstos se preocupaban por él · y miraban por él después de tan increible mila·

''" Proverbio uti!iZado por Piatòn, Fedro, 241 b, y derivado del in~i;o Harnado "ostn11'Jnda", probablemente el "tejuelo'".

121

Page 116: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

gro. Lleno de buenas esperanzas al enC"ontrarlos allf, dijo:

-Esperemos a que llegue el proc6nsul.

Este Ultimo llegò m3.s pronto de lo que se pudo creer posible. A su llegada a Atenas convoc6 una reuni6n de los sofistas y por este medio redujo a suma confusi6n todos sus planes. Ellos se reunie­ron lentamente y de mà.la gana y, puesto que ten:fan que obedecer a la voz de la necesidad, discutieron, cada uno seglln su capacidàd, ciertas cuestiones que Ies fueron propuestas, y recib:fan el aplauso de las personas que habian sido ins­truidas por ellos y que habian sido invitadas con aquel fin. Luego la reuni6n se interrumpiò y los amigos de Proairesios se sintieron desalentados.

Pero el procònsul los citò por seg'.unda vez, co­rno para concederles honores, o.Icten6 que todos ell.:>s quedaran detenidos, y repentinamente man­d6 entrar a Proairesios. Asi, pues, ellos llegaron sin saber lo que iba a suceder.

El procònsul, empero, dijo con voz fuerte:

-Deseo proponeros un tema a todos vosotros, y o:fros a todos declamar sobre él en este mismo dia. Proairesios hablar<i también, o bien después de vosotros, o en el orden que os plazca.

Cuando ellos abiert3.mente se opusieron a ello y, después de mucha consideraci On y esfuerzo, cita­ron la célebre frase de Aristides -pues ninguno de ellos era capaz de decir nunca nada origina! o propio- diciendo que ellos no tenian por cos­tumbre "vòmitar, sino elaborar todos y cada

122

Page 117: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

uno de los temas",1 11 el proc6nsul exclamò de nuevo con fuerte voz:

-jl-labla, Proairesios!

Entonces, desde su asiento, el sofista pronunci6 primero un gracioso preludio a manera de dis­curso preliminar, en el cual ensalzò la grandeza de la elocuencia improvisada, y luego, con la mcis piena confianza, suscitò su discusi6n formai. El proc6nsul estaba ya dispuesto a proponer una definiciòn para el tema, pero Proairesios volvi6 hacia atr<is su cabeza y mirò en torno de si todo el teatro. Y, cuando vio que sus enemigos eran muchos mientras que sus amigos eran pocos y estaban procurando pasar inadvertidos, se sinti6 naturalmente un tanto desmoralizado. Pero, en cuar1to su divi:p.idad protectora comenzò a calen­tarlo para el trabajo y a ayudarlo defendiendo su causa, él examinò de nuevo la eScena, y vio en la Ultima fila del auditorio, ocult<indose a si mismos en sus mantos, a dos hombres, veteranos ya en el servicio de la retòrica, a cuyas manos habia él recibido el peor de todos los tratos, y exclam6 con voz fuerte:

- jOh, dioses! jAhi estB.n esos hombres honora­bles y sabios! Procònsul, ordénales que me pro­pongan a mi un tema. Entonces lleguen tal vez a convencerte de que se han conducido de manera impia.

Estos hombres, empero, al oir esto, se escabulle­ron furtivamente hacia abajo y se metieron entre

111 Este dicho de Aristides es citado por Filòstrato, Vidas de los wfist0$, 9-Ar(stkleir-, y se convirti6 luego en proverbio.

123

Page 118: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

la muchedumbre que estaba sentada alli y obra­ron lo mejor que supieron para evitar ser descu­biertos. Pero el proc6nsul enviò a algunos de sus soldados y los hizo llevar a la vista de todos. Después de una breve especie de exhortaciòn, les intimò que propusieran un tema que implicara la definiciòn precisa de los témiinos. 112 Entonces, después de considerar durante un breve lapso y consultar uno con otro, ellos presentaron el m<is dificil y desagradable tema de que tenfan noti­cia, un tema vulgar, por lo dem3.s, que no daba pie en modo alguno a la exhibici6n de una bue­na ret6rica. Proairesios mir6 hacia ellos feroz­mente, y dijo al proc6nsul:

-Te imploro que me concedas unas peticiones justas que voy a hacer antes de esta .disputa.

Al responder éste que Proairesios no dejarla de tener lo que fuera justo y equitativo, este Ultimo dijo:

-Pido que se me asignen escritores taqulgra­fos 113 y que se coloquen en el centro del tea­tro; me re fiero a esos hombres que cada dia toman nota de las palabras de Temis, 114 pero que hoy se van a consagrar a registrar lo que yo tengo que decir.

112 Herm6genes. Sobre la inuenciOn, II-I, 13. presenta cinco es­pecies de "definici6n"; la especie de argumentaci6n que se re­que:ria para cada especie de definici6n era algo ya elaborado y de ca:rli.cter técnico, y forrnaba parte de la exposici6n del caso, Ja "constitutio definitiva": ver Quintiliano, VII, 3.

!ll Llteralmente "escribientes riipidos", llamados otras veces con la forma unUicad.a "taquygrafoi" o taquigrafos.

114 1.;.i. diosa de la justicia y Jos tribunales.

124

Page 119: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

El proc6nsul dio su permiso para que los escri­bientes miis expertos acudieran alli, y se coloca­ron a uno y otro lado de Proairesios dispuestos a escribir, pero nadie sabia qué era lo que pre­tendia hacer. Entonces dijo:

-Voy a pedir alga todavia miis dificil de con­ceder.

Se le dijo que formulara el nombre de tal cosa, y dijo:

-No tiene que ofrse absolutamente ningUn aplauso.

Cuando el proc6nsul hubo dado a todos los pre­.sentes la orden de observar tal cosa bajo la ame­naza de los m8s severos castigos, Proairesios co­menz6 · su discurso con un flujo de elocuencia, redondeando cada periodo con una frase sonora, mientras que el auditorio, que forzosamente guardaba un si lenci o pitag6rico, en su estupor y admiraci6n rompi6 sus frenos y de desbord6 en munnullos y suspiros. A medida que el discurso se fue hacìendo m5.s vehemente y el orador se remontaba a alturas que la mente del hombre no podria describir o imaginar, pas6 a la segunda parte del discurso y complet6 la exposici6n del tema. Pero entonces, saltando repentinamente en el aire corno una persona inspirada, abandonò la parte restante, la dejò sin defender, y desvi6 el caudal de su elocuencia a defender la hip6tesis contraria. Los escribientes apenas podian seguir su marcha, el auditorio apenas podfa soportar el mantenerse callado, mientras la poderosa co­rriente de palabras seguia fluyendo. Luego, vol­viendo su rostro bacia los escribientes, dijo:

125

Page 120: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

--Observad cuidadosamente si me acuerdo de to­dos los argumentos que he usado anteriormente.

Y ,: sin olvidar ni una sola pàlabra, comenzò a declamar el mismo discurso por segunda vez. Ante esto el procònsul no observò sus propias nonnas, ni el auditorio tuvo en cuenta las rune­nazas del magistrado. Pues todos los que estaban presentes lamieron el pecho del sofista corno si fuera la estatua de alglln dios; algunos le besaron los pies, otros las manos, y otros declararon q ue era un dios o el miSmo arquetipo de Hermes, el dios de la elocuencia. 115

Sus adversarios, por otra parte, yaclan en el polvo, comidos por la envidia, aun cuando algu­nos de ellos, incluso desde el lugar mismo en que se hallaban, no pudieron reprimirse de aplaudir; pero el procénsul, con toda su guardia persona! y los notables lo escoltaron desde el

. ..teatro. Después de esto, nadie se atrevi6 a hablar contra él, antes bien, corno si todos hubieran sido heridos por un rayo, admitieron que él les era superior;

No obstante, alglin tiempo mas tarde ellos se recuperaron, igual que las cabezas de la hidra, volvieron a sus disposiciones naturales y levanta­ron sus c3.bezas; asi pusieron a prueba a algunos de los hombres m3.s poderosos de la ciudad por medio de costosos banquetes y de finas y habi­les sirvientes, de la· misma manera que lo hacen

· los reyes cuando han sido derrotados en una re· gular batalla campai y, en sus dificultades~ son

n.s Esta frruie, utilizada por vez prime:ra por Aristides para des­c:ribir a Dem6stenes, se convtrti6 luego en un t6pico sofistico; ver Juliano, Discurso VII, 237 c.

1.26

Page 121: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

arrastrados a las mlis extremas medidas, de for­ma que recurren a las fuerzas annadas a la ligera y a los honderos, tropas que t;to llevan annadura pesada y que constituyen sus reservas de inferior calidad; pues, si "bien no daban antes ninglln va­lor a estas tropas, en este momento se ven obli­gados a hacerlo. Exactamente asi estos sofistas, huyendo llenos de pcinico a los aliados de esta indole que podian reclutar, tramaron sus conju­raciones, vergonzosas en verdad, pero los hom­bres no eran corno para ser objeto de envidia, cuando uno se ama a si mismo de una manera equivocada. En todo caso, ellos tuvieron una multitud de partidarios, y la conjuraci6n seguia su marcha, de forma que ellos podian contar con el éxito. Sin embargo, el genio de Proaire­sios parecia ejercer una especie de tirania sobre los espiritus de los ho:rpbres, y- el poder de su elocuencia parecia gozar de una extraordinaÌia buena suerte. Pues o bien todos los hombres. in­teligentes lo escogian corno a maestro suyo; o bi~Il los que habian asistido a su escuela inme­diatamente se volviail inteligentes, por el hecho de haber escogido a Proairesios.

Ahora bien, por ese tì'empo la muchedumbre que se agolpaba en la corte imperial produjo un hombre que deseaba apasionadamente la fama y .la elocuencia. Procedia de la ciuçla:d de Beryt6s y se Ilamaba Anatolio. 116 Los ~ue le tenfan en­·vidia lo apodaban Azutrfon, 11 iY qué es lo

116 Himerìo dirige una alocuci6n, E61Qfa 32, a este Anatolio, el prefecto del !lirico; éste visitò Atenas sobre el aiio 345.

117 No es posible encontrar nìnguna explicaci6n de este nombre. Estos apodos se bicieron muy comul).es durante el siglo IV d. de C., y la costumbre se impuso de tal manera que en el siglo VI son casi todos sobrenombres y de uso regul.ar.

127

Page 122: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

que este nombre significa se lo dejo yo a esta infeliz banda de enmascarados para que lo deter­mine! Pero Anatolio, que deseaba la fama ·y la elocuençia, llev6 a cabo las dos cosas. Primero, en efecto, consigui6 distinguirse en sumo grado en la llamada ciencia de la ley, cosa muy natu. ral, ya que sU lugar de nacimiento era Berytòs, la madre adoptiva de todos estos estudios. 118

Luego él viajé hasta Roma donde, dado que su sabiduria y su elocuencia eran de gran categoria y peso, se abri6 camino hacia la corte. Ahi con­siguiò muy pronto la mas alta categoria y' des­pués de desempefiar todos Ios cargos elevados y obtener una gran fama en muchas posiciones ofi­ciales -y a decir verdad hasta sus mismos enemi­gos lo admiraban- finalmente llegò al grado de prefecto del pretorio, magistratura que, aun cuando carece de Ja plirpura imperial, ejerce con todo el poder imperial.

Habia alcanzado en este momento una suert.e que estaba de acuerdo con sus elevadas ambicio­nes -pues se le habia asignado la regi611 llamada !lirico- y dado que era piadoso en sus ofre11das de sacrificios a los dioses y especialmente afìcio­nado a los estudios griegos, a pesar de que la corriente predominante se encauzaba en otras tli­recciones, en lugar de escoger, corno podria ha­ber hecho, visitar los lugares mas importantes de su dominio y administrarlo todo seglin le pìu­guiera, se sintiò dominarlo, corno por una espi:'!·· cie de dorada locura, por el deseo de ver Grecia y, apoyado por su distinguida reputaci6n, con-

118 Reryt6s -Beirut- era, como describe Libanio, famosa por su escuela de derecho romano. Cuando los i6venes comenzaron a af!uir a este Iugar en vez de acudir a los sofistas griegos, la decadencia de las letras griegas se hi7.n va inevitable.

128

Page 123: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

vertir en realidades las simples im<igenes de elo~ cuencia derivadas de su saber, y ver por si mis­mo qué habia sido un concepto intelectual, trasmitido por medio de una presentaci6n de elocuencia tal corno podian darla los antiguos escritos. Asi, pues, acudi6 apresuradamente a Grecia .

.... \dem<is, enviò de antemano a los sofistas un cierto problema 119 para que ellos lo conside­rarar1j y mand6 que .todos e!los se ejercit.aran en bahlar pllblicamente sobre este mismo problema. Todos los griegos se maravillaron de él ct1ando oyeron habiar de su sabiduria y su cienciai y de que éi era inflexiblemente recto e incorruptible. Luego se pusieron personalmente a considerar este problema y maquinaban cada dia la manera de mostrarse cada uno miis listo que el otro. No obstante, corno la necesidad los compelia a ella, se reunieron todos y, después de presentar mu~ chas teorias opuestas entre si en cuanto a lo que

• SP- llama la constituci6n del problema ---el autor nunca conoci6 nada tan ridlculo corno este pro­blema- se hallaron en completo desacuerdo unos y otros, puesto que cada hombre en su vanidad alababa su propia teoria y la mantenia celosamente en presencia de los estudiantes. Pe­ro, corno Anatolio encamjniindose a Grecia era m:is temible que la famosa expedici6n persa, esa historia tantas veces contarla, y el peligro no se encaraba con todos lòs griegos, sino que miraba ·a los sofistas cara a cara, todos Ios dem8.s --entre los que se contaba un tal Himerio, un sofista procedente de Bitinia: el autor lo conoci6 sola­rriente por st1s escritos- trabajaban y no escati-

ll9 .o bien "proposici6n" -"Quaestio" en Jatin-.

129

Page 124: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

maban penalidades ni esfuerzos, estudia11do to­dos la constituci6n del tema que él habia apro­bado.

• En esta situaciòn critica, Proairesios, que confia­ba en su genio, los ofendiò profundamente por­que ni manifestò ambici6n, ni hizo pUblica su teoria secreta. Pero en este momento Anatolio estaba ya a!li y habia hecho su entrada en Ate­nas. Una vez él, con gran valentia, hubo ofreci­do sacrificios 120 y visitado formalmente todos los templos, coma el malldamiento divino orde­naba, invitò a los sofistas a la competici6n. Cuando se hallaron en su presencia todos y cada uno se pelearon por ser los primeros en hablar; jtan inclinarlo al amor de si mismo es el hom­bre! Pero Anatolio se rio de los muchachos dis­clpulos que los estaban aplaudiendo y sintiO compasiòn de los padres, cuyos hijos estaban siendo educados por tales hombres. Luego llamò él a Proairesios, · que era el Unico que quedaba. Ahora bien, éste habia cultivado el trato de uno de los amigos de Anatolio que conocia todas las circunstancias y habfa aprendido de él la consti­tuci6n del tema que Anatolio aprobara. -Esto es lo que el autor llamò ridiculo en lo que dijo miis arriba-. Y, aun cuando el tema no merecia ninguna cOnsideraciòn y no era justo que preva­leciera el punto de vista de Anatolio, sin embar­go Proairesios, cuando fue pronunciarlo su nom­bre, obedeci6 prontamente a la invitaci6n y mo­delò su disputa sobre la constituciòn del tema que he mencionado, y su argumentacié>n fue tan capaz y tan elegante que Anatolio salt6 de su

no Era éste realmente un acto valeroso porque en el trono ha· bla emperadores cristianos, Constancio y Constante.

130

Page 125: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

silla, el auditorio prorrumpiò en aplausos hast;: estallar, y todo el inundo lo mira ba all i corno t

un ser divino.

En consecuencia, Anatolio le rnostr6 abiertamen te un especial honor, aun cuando dificilment( admitia a los demas a su mesa. El mismo era ur sofista cabal en conversaciones de sobremesa y en temas adecuados para simposion; de aqui que su simposion fuera una fiesta de la razòn y de la conversaci6n instruida.

Todo esto, empero, ocurri6 .hace ya muchos afios,· y por· ella mismo el autor ha sido muy cuidadoso en su relato de lo que supo por tradi­ci6n oral. Anatolio sintiò asin1ismo una gran ad­miraciòn por Milesio, un hombre que fue a Jo. nia procedente de Esmirna. Aun cuando la suer­te lo habia dotado de los mayores talentos, él se abandon6 a una \-ida falta de ambic.:iones y ocio. sa, frecuentò los templos, descuid6 el contraer inatrimonio y cultiv6 toda clac;e de poesia y lirismo, asi corno todo tipo de composiciòn que goza del favor de las Gracias. Por estos medios se granje6 el favor de Anatolio, de modo que éste Barnaba de hecho al hombre una "Musa". Pero él solia llamar a los problemas suscitados por el sofista Epifanio "Analisis", 121 mofclndose de esta manera de la trivialidad y pedante exac­titud de este maestro. Satiriz6 a todos los sofis­tas por sus desacuerdos sobre la constituci6n o posici6n de un tema, 122 y dijo:

121 o "subdivisìones" -"partitiones" en latfn-, es decir, disposi­ci6n y ordenaci6n del lenguaje en capftulos.

121 El exacto significado del término "st<isis", constituciòn o planteamiento, corno término retòrico es discutido por los retòri­cos, en especial por Henn6genes. Ver Quintiliano, III, 6, donde

131

Page 126: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

-De haber habido m<is de trece sofistas profesio. nales, sin duda ellos hubieran inventado mas "constituciones o planteamientos'' todavia, a fin de hablar sobre un Unico problema desde todos los <ingulos distintos que fuera posible.

Proairesios era el Unico y solo sofista de entre todos ellos a quien él sinceramente admiraba. Ahora bien, sucedi6 que no mucho antes Proai· resios habia sido llamado a las provincias g3-licas por Constante, que tenia entonces el poder im· perial, y de tal manera se impuSo a Constante que éste lo ser1t6 a su mesa junto con aquellos a quie11es mas ho11raba. y todos los h.abitantes de este pais que no podian llegar a una completa intelecci6n de sus lecciones y admirar asi los secretos rr13-s intimos de su alma, transfirieron su sorpresa y su admiraci6n a lo que podian ver claramente ante s11s propios ojos, y se quedaban llenos de estupor ante su belleza fisica y su gran estatura, mientras que miraban a él con la cabe. za levantada con gran esfuerzo, corno para con. templar alguna estatua o coloso: hasta tal punto excedia él de la medida del homhre en todos los aspectos. 123 Ademcis, cuando observaron su abs· tinencia y contenci6n, creyeron que era un hombre sin pasiones y hecho de hierro; cubierto, en efecto, con un manto raldo y descalzo, 123

bis

miraba los inviernos de la Galia corno un exceso

dice que eI término equivale a Ios latinos "quaestio, constitutio, status". De una manera apro:ximada, dirfamos que es el "punto de vista" o la "posici6n" adoptada por el .que habla cuando define su caso.

'23 Aqui Eunapio parece imitar a Filò.strato, Vida de Adriano,

donde se dice que este !;ofista producia un efecto similar sobre los auditorlos que no conocian a ningUn griego.

113 bis Esto puede ser una influencia de la descripci6n plat6nica de S6crates en Symposion, 220 a{b.

132

Page 127: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

de rnolicie, y bebia el agua del Rin cu_ando esta.: ba casi heìada; en realidad vivi6 toda su vida de esta rnanera, y no se sabia de él que nunca hu­biera probado una bebida caliente.

En consecuencio __ Constante lo envi6 a la pode­:;:osa Roma, pOr(1ue ambicionaba hacer ver cuan g:randes eran los h_ombres sobre quienes gobema­ba. Pero tan totalmente superò él el tipo huma-110 ordinario que ellos no pudieron elegir ningu-11a peculiaridad que admirar. Asf. pues, admirB­ror1 sus mùltiples grandes cualiàades una después de otr&, que fueron a su vez confirmadas por él, -~i ellos 124 hicieron y erigieron en su hor1or una estatua de bronce de tamaiio natural con esta inscrioci6n: -Ror.rta, reina de_ las ciudades, al rey de la éJocuencia. 125

(:;uai:1dc1 é~ ::.e disponfa ya a regreGar a Atenas, ('Jns~,a:;~-:; !>; permi'.,iÒ y_ue le pidiera tin pres0r1te . . fr:tonces él pidiV .1-ig;J di_r,r:(' de su i:2r3.cter, 2, Sabei·; qu~; varia-i i:~las eons~i!-~:r?.bi~~.; pagaran tri­buto a Ate11as pura prn\'1"'·Cfr '~. .:i.:t.u de trigo sufi­ciente. Constant2 no soJamzJ:>.t0 le diD éstas, sir.o que afiadi6 a elJas la disti:nci6n rn&s eìevada posi­bie conctdii?ndole a é! el titulo de "Stratopedar­ca ", 126 pa:ta q~e nadie p_udiera sentirse resenti­do de que él hubfr~ra éonseguido tan gran fortu­fl<"l a costa de los fon<los p-Ublicos. Era necesario

124 Este "elloo", aqui Y un poco mas arriba, tiene que entender­o1e corùo ''los romanos", segUn se confirrna mlis abajo en la dedi· catoria de la estatl.la.

1 zs Libariio, Carla 278, menciona esta estatua de Roma y otra que habia en Atenas.

126 Este car~o, originariamente de cariicter militar, se habfa con­vertldo en una especie de ministerio de ·1a alimentaciòn: ver Ju. lian-O, D!'scurso I, 8 e, donde nos dice que Constantino no habia desdeiiado tal titulo para si mismo.

133

Page 128: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

que el prefecto del pretorio confirmara esta do­naci6n; pues el prefecto habia !legado muy tarde ya _procedente de la Galla. Asi, pues, después de las competiciones en elocuencia que he descrito, Proairesios se acerc6 a Anatolio y le rog6 que confirmara el favor, e invitò parà ella no sola­mente a los abogados profesionales en pro de su causa, sino casi a todos los· hombres instruidos de Grecia, ya que, a causa de la visita del prefec­to, se encontraban todos en Atenas. Cuando el teatro estuvo repleto y Proairesios hub.o llamado a sus abogados para que hablaran, el prefecto se opuso a lo que esperaban todos los presentes, porque deseaba. poner a prueba la elocuencia im­provisada de Proairesios, y dijo:

- jHabla, Proairesios! Pues no es decoroso que ningUn otro hombre hable .y alabe al emperador estando tU presente.

Entonces Proairesios, corno un cab allo de guerra· llamado a la llanura, 127 pronunci6 un discurso sobre el don hecho por el emperador, y mencio­n6 a Kele6s y a Trip.t61emo, y c6mo Deméter vivi6 entre los hombres, a fin de poder ella mis­ma concederles el don del trigo. Con esta céle­bre narraci6n mezcl6 él la historia de la genero­sidad de Constante, y . con mucha rapidez revis­ti6 el hecho con el esplendor y la dignidad de una Jeyenda· antigua; y a medida que hablaba, sus movimientos se iban haciendo mcis vigorosos y vivos y (!espleg6 todo su arte sofistico en el tratamiento del tema. El hecho de haber obteni­do el honor que pedia demuestra cu8.l debi6 ha­ber sido su elocuencia.

in Èsto es un proverbio; ver Plat6n. Teeteto, 183 d. Es utUiza­do también por Luciano y Juliano.

134

Page 129: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Su esposa procedia del Asia, de la ciudad de Tralles, y su nombre era Amf{cleia. Elios tuvie­

. ron dos nifias pequefias, entre cuyas edades ha­bia solamente .la diferencia· que implica el tiem­po necesario para su concepci6n y nacimiento. Pero, apenas habian ellas alcanzado ese tiempo de la vida en que una nifia es alga totalmente bello y encantador y habian hecho temblar de alegria el coraz6n de su Padre, cuando ellas deja­ron en la desolaci6n a sus padres, ambas en el espacio de ttnos pocos dias; de manera que su pesar estuvo casi a punto de apartar. a Proaire­sios 'de los pensamientos propios de un fil6sofo. Sin em:bargo, la musa de Milesio 128 se mostrò capaz de hacer frente a su crisis y, componiendo ·bellas annonlas y gastando en elio todos sus do­nes de encanto y jovialidad, lo hizo volver en raz6n.

Cuando los romanos le pidi.eron que les enviara uno de sus propios discipulos, Proairesios les en­vi6 a Eusebio, que era natural de Alejandria. Este parecia ser especialmente adecuado para Roma, porque sabia c6mo adular y halagar a los grandes; en Atenas, en cambio, era mirado corno una persona sediciosa. Al mismo tiempo Proaire­sios deseaba incrementar su propia reputaci6n enviando a un hombre que hubiera sido iniciii.do en las astutas pr:icticas de la politica oratoria. En cuanto a su talento para la ret6rica, es sufi­ciente con decir que era un egipcio; pues esta raza ama apasionadamente las artes poéticas, mientras que el Hermes que inspira el estudio serio se ha marchado de entre ellos. El tuvo co­rno adversario a Musonio, que habia sido <lisci-

118 El poeta mencionado un poco mfui arriba.

135

Page 130: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

pulo suyo en el arte sofistico. -Por otros moti­vos he escrito mis lariamente sobre él en mi Historia Universal-. Cuando Musonio levantò su cabeza para enfrentarse a él, Eusebio sabfa ya muy bien contra qué clase cle hombre tenia que luchar y por eso se desvi6 ripida.mente hacia la pr8.ctìca de la oratoria politica.

En el reinado del emperador JuU;.a~o, se le cerr6 a Proairesios el carr1po de la ensefianza porque se creia qt1e era un cristiano, y viendo que el hiero­fante, corno una especie de tripode rlélfico, esta­ba abierto a todos los que tenian necesidad de él para que les predijera Ios acontecimientos fu~ turos, por medio de una extrana sabiduria blo­que6 fraud11lentamente esta presciencia. El em­perador, en efecto, inantenia en restricciones el pafs en beneficio de 1os helenos, 129 a fin de aliviarlos de la opresi6n que s11frfan respecto de los tributos. Proairesios, pues, reqt1iri6 del hiero­fante130 que averiguara d;.;:l dios si esta bén<-vo­lencia ìba a ser permanente. Y, cuando él le de­claré que no iha a serlo, Proairesios averigu6 de esta manera qué iba a traer el futuro y cobr6 :inimo. El autor, que habla c11n-;.plido por este tiempo sus dieciséis ailos, ìleg6 a Atenas y se enrol6 entre sus disclpulos, y Proairesios lo esti­m6 corno a su propio hijo.

Cinco aiios m<is tarde, el aut~r se estaba prepa­rando para marchar a Egipto, pero sus parieÌltes lo mandaron llamar y 16 obligaron a regresar a Lidia. Llegar a ser un sofista era el camino por el que todos lo empujaban. Ahora bien, unos

119 Probablemente quiere decir "los de.creencìa~ o f·e f~~·lena~''. " . ''

0 Es decir, de Eleusis.

136

Page 131: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

pocos dias m<is tarde, Proairesios abandonò esta vida. Fue un hombre grande y muy dotado, tal corno he descrito, y llen6 todo el mundo cono­cido cori la fama de sus discursos y con los quE.~ habian sido discipulos suyos.

Epifanio era nàtural de Siria, y fue considerado hombre muy perito y h<ibiì en la distinci6n y definici6n de los temas de controversia, pero co­rno orador era flojo y falto de nervio. No obs­tante, corno rival de Prosiresios en la profesi6n de sofista alcanz6 de hecho gran fama. Porque los seres humanos no se contentan con admirar a un hombre tan solo, sino que son tan propen­sos a la envidia y est:in tan completamente escla· vizados a ella que, cuando un hombre sobresale J' se levanta por éncima de los dem<is, ellos levar~­tan a otro corno a rival suyo; y de esta manera hacen derivar sus pfincipios de los opuestos, al igu:al que en la ciencia de la fisica. Epifanio no vi.vi6 basta llegar a la ancianidad sinç> que muri6 de un envenenamiento de la sangre, y también su mujer, que era excesivamente bella, corri6 la misma suerte. No dejaron hijos. Epifanio no fue conocido personalmente por el autor, pues mu­riò Inltcho antes de la estancia de este Ultimo en Atenas.

Diofanto fue natural de Arabia y se abri6 esfor­zadamente carr1ino en las filas de los profesores de retòrica. Esa misma envidiosa opini6n de la humru1ìdad de que ahora mismo acabo de haOlar lo levant6 corno otro rivai de Proairesi:Js, comò si f11era posible oponer a Calimaco ·y a Homero. Pero Proairesios se rio dc todo esto h2.'1.~a ridicu .. lizarlo, y se negò a consid~rar en serio· a. Ios seres humanos y sù.s debilidades. El q_ue es-to ez~ cribe conociO a DiofantO- y lo oyO cor1 .frecUen-

137

Page 132: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

eia hablar en pllblico. Pero no ha considerado bueno citar en esta obra ninguno de stts discur­sos o lo que recuerda de ellos. Porque este docu­mento es un registro o historia d.e hombres nota~ bles; no es una. s:itira. No obstante, se dice que él pronunciò una oraci6n fUnebre en honor de Proairesios --este Ultimo, en- efecto, muri6 ant~s que él....,.. y cuentan que concluyé con estas pala­bras acerca de Salamina y de la guerra contra los medos:

" jOh, Marat6n y Salamina, ahora estfils sepulta­dqs en silencio! jQUé trompeta de vuestras glo­riosas victorias habéis perdido ! " 1.H.

Dej6 dos hijos que se entregaron por completo a una vida muelle y a hacer dinero.

El autor de esta obra oy6 con frecuencia a So­polis dando su lecciòn. Fue un hombre que intent6 con toda:s sus fuerzas reproducir el estilo de los antiguos en su oratoria e hizo- todo lo que pudo para alcanzar el nivei de una musa sana. Pero, por- m:is que él llam6 diligentemente a su puerta, raras veces le fue abierta ésta. Y, si algu­na vez se le abrla crujiendo un poco, no era m:is que una chispa muy tenue y muy débil del so­plo divino lo que se desli_zaba desde dentro hacia afuera. Pero aun con esto su aÙditorio se pania frenético de entusiasmo, incapaz corno era de recibir con calma ni una sola gota exprimida de la fuente de Castalia. Sopolis tuvo un hijo, y dicen que también él subi6 a la ctitedra de maestro.

131 Es decil', Proairesios habia utilizado efectivamente estos tò­picos.

138

Page 133: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Himerio era natural de Bitinia; el autor, sin em­bargo, nunca lleg6 a conocerlo, a pesar de que vivi6 en el mismo periodo. 'Viaj6 basta la corte del emperador Juliano para hablar delante de él, con la esperanza de ser mirado favorablemente por él a causa del desagrado que al emperador le causaba Proairesios; y citando Juliano abandon6 este munda, Himerio pas6 su tiempo en el extran- . jero. Luego, a la muerte de Proairesios, corri6 a toda prisa a A tenas. Era un hombre de habla agradable y armoniosa. El estilo de su composi­é:i6n era ruidoso y asonante corno el de la orata-

, ria politica. Algunas veces', auµque en raras oca­siOnes, se levanta tan alto corno el divino Arfsti­des. Al morir de epilepsia, enfermedad que -le atac6 en su vejez ya avanzarla, dej6 una hija.

Parnasios 132 vivi6 t.ambién por estos dias y ocup6 una c3.tedra de maestro. Sus disciulos po­.dian contarse muy aprisa, pero en todo elio no dej6 de granjearse una cierta rerutaci6n.

Libanio habia nacido en Antioquia, la capitai de la llamada Siria Koile. Esta ciudad fue fundada por el Seleuco llamado Niccitor de sobrenombre. Libanio procedia de una fam.ilia noble y se con­taba entre los ciùdadanos mas preeminentes. Cuando era joven todavia y era ·'ya duefio de si mismo, porque sus padres habian muerto, mar­ch6 a Atenas, 133 y alll, aun cuando también el era oriundo de Si.ria, no se adhiri6 a la escuela de Epifanio, que gozaba de una muy alta reputa­ci6n, ni tampoco asistiò a la escuela de Proaire-

1"'2 Respecto de Parnasio ver la Vida de Proairesios: por Io de­més nos es desconocido.

133 En el allo 336 d. de C.

139

Page 134: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

sios. Esto hubiera sido correr el riesgo de quedar oscurecido, en parte por la multitud tan grande de compafieros de estudio, en parte por la cele­bridad de sus :rpaestros. Pero cay6 en una tram­pa que le pusieron los discipt1lOs de Diofanto y a consec11encia de ella se adhiri6 a la ensefianza de este sofista.

Los que conocieron intimamente a nuestro hom­bre afirman que, cuando él se dio cuenta de lo que le 11abia ocurrido, muy raras veces acudiò a las lecciones y a las reuniones de la escuela y ocasiorlO a su maestro muy pocas preocupacio­nes. Por el contrario, deçlic6· por s; mismo su tiempo al estudio de la ret6rica, y trabaj6 muy duramente por conseguir el estilo de. Ios escrito­res antiguos, modelando ·para este fin su espfritu y su lenguaje. Y de la misr11a man era qtte los que prétenden dar en un blanco a veces t:i.e111.'!:n éxito y consiguen dar en él, y su constante pri3.e­tica y su ejercicio regular con sus arn1as habi­tualrhente produce en ellos destreza en el tiro recto mejor que el conocirniento clentifi~o,. asi también Libanio, en su çelo por comparatse a ellos e imitarlos, fu~ inseparable de ·1os· autores_ antiguos y, por asi decir, estuvo en contact.6_.-in~ mediato y en trato con esoi::; &rulas e:n sumo gra­do excele:rites;. y, sigtliendO a los bue110s gu{as, fue hollando las pisadas de 1os n1ejores y cor1si­guiO _los frutos pro1>ios de aque1la carrera.

En cuant-o consigulé' confiai:lza en su e1oc11e~cia y tie con"1ent.'1-0 a I!{ rr.dsmo de que poùl.a ;iva!iZar con· cu~ilesquieia que se alabaran a s~· n1isn10::1 d.e sus cua!idades1 rcsoiviò -rio enterr:u:se <• i"-i ~1i~mo en una pequefia eiudad y sutnirst er·. la- estima del n:undo .al n~vel de esta ciudt2d. Por ;;anta. :>t'

140

Page 135: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

traslad6 _a Constantinopla, 134 ciudad que habia llegado a su grandeza en tiempos recientes y, por l1allarse en lo méis alto de Sll prosperidad, necesitaba obras y palabras que la adornaran c:o­mo ella merecia. Alli muy pronto lleg6 él a ser una luz brillante, ya que demostr6 ser un maes­tro admirable y lleno de gracia, y sus alocuciones p-Ublicas · estaban repletas de encanto. Pero se formul6 contra él una acusaci6n escandalosa en re.Iaciòn con sus discipulos. No puedo permitir­Ine a mi mismo el escribir acerca de ello, porque he decidido a consignar en este documento sola-1nente lo que es digno de ser consignado en él. Por esta raz6n, pues, fue expulsado de Constan­tinopla y se estableciò en Nicomedia. Cuando la historia escandalosa lo sigui6 alli y le persigui6 obstinadamente, fue pronto 135 también expulsa­do de esa ciudad, y después de un tiempo 136

regres6 a su pais nata! y a la ciudad de su naci­miento, y alli pas6 toda su vida, que result6 ser muy prolongada.

Aun cuando he redactado, en mis anales del rei­nado de Juliano, una narraciòn adecuada de la carrera de Libanio, voy a recorrerla ahora deta­lladamente. Ninguno de los que estuvieron aso· ciados a él y de los que fueron admitidos a su enseilanza lo dejé sn haberse sentido impresio­nado por su encanto. El conocia, en efecto, a primera vista culil era el car3.cter de todo hom-

134 En e! 340; él abandonò Constantinopla en 343. No hay ninguna otra prueba o testimonio acerca de la acusaci6n de es­

. cindalo que se menciona luego.

135 El propjo Libanio dice que él estuvo en Nicomedia durante cinco aòos, Jos mlis felices de su vi.da.

1 36 Eunapio ignora por completo la segunda estancia de Llbanio en Constantinopla.

141

Page 136: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

bre, y captaba las inclinacio11es de su alma, bien fueran hacia el vicio o hacia la virtud. Y, en verdad, fue tan habil en adaptarse y asemejarse él misrno a toda clase de hombres que hizo que el mismo pulpo pareciera poco a su ladò; 137 y todo el que hablaba con él creia contemplar en él un segundo yo. En todo caso, los que habian tenido esta experiencia solian decir que él era una especie de pintura o de grabado en cera de los mliltiples y variados caracteres de la· huma­nidad. En una reuni6n de muchos hombres de varias clases nunca hubiera uno podido descubrir cu<il era aquel a quien él preferia. De aqui que los que seguian formas de vida directamente opuestas una a o tra aplaudieran _ en éI cualidades que eran directamente opu-estas, y todo el mun­da sin excepci6n estaba convencido de que eran sus propios puntos de vista los que admiraba Libanio; tan multiforme era él, tan completa­mente eran todas las cosas para todos los hom­bres. Tainbién él evitò contraer matrimonio, si bien de hecho viviò con él una mujer, una perso­na de posici6n social inferior a la suya.

Su estilo de elocuencia en sus alocuciones era enteramente débil, falto de vida y carente de inspiraci6n, y se bacia a todas luces evidente que él no habla tenido el bèneficio de un maes­tro; a d6!cir verdad, desconocia la mayor parte de las re·glas corrientes de la declamaci6n. cosas que sabe .incluso un nifi.o de escuela. 138 Pero, en sus Cartas y otros escritos dirigidos a familia­res, consigue estimularse a si mismo y se alza al

117 La adaPtabllidad del pulpo es un tòpico favorito; véase, por ejemplo, Luciano~ DiGfogos de los dioses marìnos, 4.

'33 Esta critica no se puede armonizar con la reputaciòn que

tenia Libanio com o or ad or.

142

Page 137: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

nivei de los antiguos modelos. Sus escritos estit llenos de encanto y graciosa ag~deza, mientra: que una refinada elegancia lo invade todo y est: al servicio de su elocuencia. Ademas, el encantc y dulzura peculiares que todos los sirio-fenicio muestran en su trato en generai se pueden en contrar en él con toda seguridad, a mcis de st erudici6n y junto a ella. Me refiero a esa cualì dad que las gentes del Atica llaman buen olfatc y urbanidad4 Esto lo cultiv6 él corno si fuera 1; fior mis1na y la corona de la verdadera cultura en verdad él se atuvo enteramente a la antigu1 comedia para su estilo de expresi6n, y dominab: todos aqttello.s recursos que presentan una super ficie agradable y encantan el oido. En sus dis cursos se encontrar:i la m3.s profunda erudiciòr y una base de lectura lo miis amplia posible Encuentra también uno formas y frases 3.ticas ne usuales, 139 Por ejemplo, él no habria omitid1 aquellos 3.rboles de Eupolis, Laispodias y Dama sias, si hubieran conocido los nombres por lo: que los hombres llaman a esos 3.rboles hoy er dia. 140 Siempre que descubrfa alguna expresiò extrafia que, a causa de su gran antigUedad, ha bfa cafdo en desuso, la limp.iaba corno si fuer; una reliquia sagrada del. pasado, y una vez é habia barrido de ella el polvo y la habia adorna do corno si fuera reciente la daba a la luz, vesti da de un tema completamente nuevo y de senti mientos adecuados, corno los afectados esclavo: y esclavas de una sefiora que acaba de consegu~

139 Eunapio acusa injustaruente a Libanio del "preciosista" at1 cismo de que hizo mofa Luciano en Lexiphanes.

140 En Tucidides, VIIT, 86, Laispodias es un genera} atenieniM Ambos hombres. fueron ridiculizados por los poetas còmicos causa de sus delgadas piernas. Plutarco, Quaestiones, 712 a, dic que et pasaje de Eupolls es tm enigma para los comentaristas.

143

Page 138: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

u11a fortu11a, y ha alisado y extirpado los signos de la vejez. Por estas razones ~l divii1isimo Julia­no 141 lo admirò también, y realmente todo el que vivia entonces admirò el encanto de su ora­toria. Muchas tle sus obras andan de mano en mar10, y cualquier hombre inteligente que las lea una a uria podrcl apretiar este encanto.

Tuvo también talento para la administraciòn de los asuntos pllblicos y, adem<is de sus discursos formales, podia con toda confianza emprender y componer f<icilmente ciertas otras obras mcis ap­ta.'i para compiacer a un auditorio de teatro. Cttando los emperadores subsiguientes le ofrecie­ron los m<is elevados de todos Ios honores -le mandaron, en efecto, que utilizara el titulo ho­norario de prefecto del pretorio- él lo rehus6, diciendo que el titulo de sofista era m8.s presti­gioso. Y eso verdaderamente no es poco para su crédito, a sa.ber, el hecho de que, a pesar de ser un hombre que deseaba apasionadamente la fa­ma, se sujet6 a si mismo a ese renombre solo que puede ganar un orador, y afirn1ò que cual­quier otra clase de reputaci6n era vulgar ·y s6rdi­da. También él, a la hora de morir, habia llega­do a una edad muy avanzarla, y dejé en Ios esplritus de todos los hombres la mcis profunda admiraci6n hacia sus talentos. El autor de la pre­se:i;ite obra no estuvo personalmente relacionado con él, puesto que un destino muy poco amable puso en todo momento alguno que otro obsticulo en su camino.

Akakios o Acacia habfa nacido en Cesarea, en Palestina, y amaneciò en el munda aproximada-

141 Es decir. e1 eIDPerador.

144

Page 139: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

mente por el mismo tiempo que Libanio. Nin­gUn hombre estaba dotado con mayor abundan­cia de fuerza sofistica e inspiraci6n 1 y su dicci6n era sonora y tendia a la imitaci6n de Ios mode­los cliisicos antiguos. Habiendo llegado a la cum­bre de la fama al mismo tiempo que Libanio, ech6 por tierra la supremacia de su rivai, y man­tuvo su superioridad con miis fuerza. Libanio 1

por su parte, escribi6 un ensayo Sobre et Ge­nio 142 enteramente consagrado y dedicado a Acacia, en el que claramente atribuye el hecho de haber sido derrotado por él a los grandes talentos naturales de nuestro hombre, mientras que al mismo tiempo da prueba de su propia posici6n y de la exactitud en el uso de las pala­bras eruditas; corno si él no supiera que Homero no se tomaba ninglln trabajo especial respecto de cada pie métrico particular de sus versos, an­tes bien intenta.ba preferentemente asegurar la belleza de expresi6n y la melodia total; que Fi­dias nunca pensò en hacer exhibiciòn de un <le­do o un pie para conseguir' la alabanza dada a su diosa;. que ellos ejercieron su tirania el uno sa­bre los oidos de Ios hombres, el otro sobre sus ojos; y que la causa de sus éxitoS es imposible de descubrir o dificil de definir, de la misma manera que en los cuerpos bellos y hermosos no todos admiran los mismos aspectos, y el que es cautivo de esta belleza no sabe qué es lo que en re.:J.lidad lo cautiv6.

Asi, pues, Acacia cipidamente se levantò hasta el primer lugar en su profesiòn, y luego de al­canzar una gran reputaciòn corno si deseara de­mbstrar que habia superarlo a Libanio, muri6

Hi Este ensayo se ha perdido.

145

Page 140: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

· .siendo todavia joven. Sin embargo, todos los hombres, al n1enos los que verdaderamente ama­ban el saber, lo reverenciaron no menos que si hubiera llegado a la ancianidad.

Nimfidiano 143 era natural de Esmirna, y el fil6-sofo M<iximo era hermano de él, mientras que Claudiano, también él un fil6sofo muy distingui­do, era su otro hermano. Fue un hombre que, aun cuando nunca comparti6 la educacién y la formaci6n que se tenia y daba en Atenas, sin embargo, en el arte de la ret6rica demostr6 ser personalmente digno de la reputaci6n de ·los so­fistas. El ·emperador Juliano le confi6 a él el cometido de dar expresiòn al lenguaje imperial y a sus proposiciones, y lo nombr6 a él Secretario Imperial para la redacci6n de las cartas que se escribian en lengua griega. 144 Posey6 un arte consumarlo en la composici6n de 'iMeletai'', 145 se­glln el nombre que se les da, y en el manejo de problemas; pero no fue tan h0.bil en los "Pro­ago nes" 146 y en las discusiones filos6ficas. Cuando muri6 era ya un hombre de edad muy avanzarla, y sobrevivi6 a su hermano M3ximo.

Por este II\ismo tiempo florecieron muchos mé­dicos famosos, entre los cuales se contaba Zen6n de Chipre, que estableci6 uan renombrada escue­la de rp.edicina. Pero vivi6 hasta los tiempos de

l 4J No sabemos nada mis que lo que aquf se dice acerca de este sofista.

'44 Ver Fi16strato, Vida de Antìpatro.

145 "Melete" significa "declamaci6n" y también "lecci6n en for­ma de declamaci6n", es decfr, alocuci6n prlictica sobre un tema ficticio o ìmagitlaJ\io. 146 El "Proagon" es una afirmaci6n o presentaci6n preli.minar de las pruebas en un argumento ret6rico.

146

Page 141: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Juliano el sofista y, después de él, hµbo contem· por3.neos de Proairesios que fueron 1os sucesores de Zen6n. Se habia formado personalmente en la oratoria tanto corno en la priictica de la medi· cina. De sus famosos discipulos unos adoptaron una de estas profesiones y otros la otra, repar­tiéndose asi entre ellos lo que habian aprendido de él; otros, a su vez, adoptaron las dos; pero, tanto si habian heredado su prcictica médica ca· mo su oratoria, todos y acta uno de ellos proSperaron grandemente.

Magno fue un nativo de esa Antioquia que estii mas alli del Eufrates y se llama en la actualidad Nisibis. Habia sido discipulo de Zen6n y, a fin de dar fuerza a su retòrica, hizo una adaptaci6n de Arist6teles en lo que respecta a la naturaléza de los cuerpos dotados de volici6n 147

, y de esta manera oblig6 a los médicos a guardar silen. cio en cuestiones de retérica, pero se le conside· r6 menos capaz corno médico que corno orador.

Los escritores antiguos refieren que; cuando se le pregunt6 a Arquidamos si él era mcls fuerte que Pericles, replicò:

-Aun cuando yo consiguiera derribar a Periclf:'!s, él seguiria si endo el vencedor, al declarar que· él no habia sido en modo alguno derribado.. 148

14' Magno parece haber sido una especie de Cientifico Cristiano

que tom6 prestado a Arist6teles -Etica nlcomaquea, III, capftU• lo 2, 1111 b- el eJercicio de la elecci6n dellbel'ada, para persua· dir a los pacientes de que ellos podian decidir respecto a estar buenos o enfermos.

148 Esto es un eco de Plutarco, Pericles, 8. Eunapio, aun cuando habia leido bien a Plutarco, cita equivocadamente esta anécdota famillar, que se cuenta de Pericles y Tucidides. ArquidllltlOS hizo la pregunta a Tucidides, quien contesto con ta respuesta citada aqui.

147

Page 142: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

De la misma manera Magno solfa demostrar que aquellos a quienes otros médicos habian curado seguian estando ai.in enfermos. Y cuando aque­llos que habian recuperarlo su salud se esforza­ban en expresar su gratitud a los que los habfan curado, todavia Magno vencia a los médicos en lo que respecta a conversar y a plantear cuestio­nes. En Alejandrfa se le asign6 a él una escuela pUblica para que ensefiara en ella, y todo el mundo hacia la travesia hasta allf y asistfa a sus lecciones, bien fuera simplemente con el fin de verlo y admirarlo, bien con el fin de gozar de los beneficios de su ensefianza. Esto Ultimo nun­ca dejaban de conseguirlo, pues o bien adquirian la capacidad de hablar flicilmente y con fluidez, o bien la habilidad necesaria para llevar a cabo alguna otra prlictica pol'. medio de su propia in­dustria.

Pérgamo fue el lugar .de nacimiento de Oribasio, y de hecho esto contribuy6 a su fama, exacta­mente coma ocurre en el caso de los que han nacido en Atenas; pues, siempre que tales -hom­bres se gana un nombre en el campo de la elocuencia, se difunde en todas direcciones la noticia de que su musa es Atica y de que su car8.cter de modelos es un producto del pais mismo.

Oribasio procedfa de una buena familia por las dos ramas y desde su nifiez se distingui6 porque adquiriò toda clase de saber que conduce a la virtud y la perfecciona. Cuando lleg6 a su prime­ra virilidad se hizo discfpulo del gran Zen6n y camarada de estudios de Magno. Pero aventajò a Magno, y lo dej6 luchando con la tarea de ex­presar sus ideas, un arte éste en que él mismo sobresali6; y no perdié nada de tiempo en lograr

148

Page 143: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

la primera categoria en el campo de la medicina, imitando con elio al dios patrono, 149 de su pais, en la medida en que a un mortal le es posible progresar en el camino que conduce a la imitaci6n de lo divino. Supuesto que él habia conseguirlo hacerse famoso ya desde su. misma juventud, Juliano, cuando fue promovido al gra­do de César, se lo llev6 consigo para practicar su arte; pero él sobresali6 de tal manera en todos los demas campos de la virtud y el saber, tjue de hecho él hizo emperador a Juliano. 15 0 No obs­tante, estas cuestiones se han descrito con m:is plenitud en mi historia del reinado de Juliano. Asf y todo, corno dice el proverbio, "ninguna coguja­da carece de mofio", 151 y tampoco Oribasio careci6 de ene_migos envidiosos. En efecto: a causa precisamente de su extraordinaria fama los em­peradores que siguieron a Juliano lo privaron de sus propiedades, y desearon también qui'3.rle la vida, pero se contuvieron de hacer tal cosa. Sin embargo, empleando otros medios llevaron a ca­bo el crimen que ellos se avergonzaban de come­ter abiertamente. Expusieron su persona a los b&baros, de la misma manera que los atenien­ses desterraban con su ostracismo de Àtenas a los hombres cuyas virtudes se hallaban por enci­ma del promedio corriente. Sin embargo, en el caso de éstos, la ley les permitia desterrar a los hombres de su estado, y ello nd llevaba consigo ningUn castigo ulterior; mientras que los empera­dores afiadieron a este destierro el hecho de abandonarlo a los bilrbaros mas salvajes, d<indo-

149 AscJepi6s o Esculapio. Ver Luciano, Icaromenippos, 24.

''0 Véase, sin embargo, la Nota Preliminw: a esta obr1t.

151 En SilnOnides, Frag. 68, se dice: "es preci.so que a toda coguiada le salga moi'io".

149

Page 144: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

les de esta manera el poder absoluto de llevar a cabo los intentos imperiales.

Pero Oribasio, después de haber sido arrojado al pais del enemigo, manifestò la grandeza de su virtud, que no podfa quedar limitada a este o aquel lugar concreto, ni circunscrita por las for­mas de vida de las gentes que lo rodeaban, sino que siempre dio muestras de su firmeza y su constancia en su actividad independiènte siempre que se manifestaba a si mismo y dondequiera que lo hiciera; es exactamente lo que se nos dice ocurre con los nllmeros y las verdades matem8.ti­cas. Muy pronto, en efecto, adquiriò una gran fama en las cortes de los qu"e gobernaban a los bcirbaros, y ocup6 entre ellos un primer lugar; y, mientras que a través de todo el imperio romano fue altamente considerarlo, entre los b<irbaros fue venerarlo corno un dios, pues restableci6 a algunos de enfermedades cr6nicas y arrancò a otros de la puerta de la muerte.

En verdad, los medios que los hombres habian esperado fueran su desgracia, resultaron ser la ocasi6n ·cte nada menos que de su buena suerte; de forma que hasta los emperadores dejaron de luchar contra el poder de este hombre tan uni­versalmente manifestarlo, y le permitieron que regresara de su exilio. Una vez él hubo consegui­rlo el permiso para regresar, seD.or de si mismo aun cuando 110 de su riqueza, ya que las Unicas riquezas que él podia mostrar eran las virtudes, se cas6 con una mujer que procedia de una ilus· tre familia tanto por su riqueza corno por la nobleza de su sangre. De ella tuvo él cuatro hi­jos que todavia viven: iY que vivan muchos afios~ El mis'mo, en el momento en que estoy es­cribiendo, vive alln; ique tenga una larga vi-

150

Page 145: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

da! A m3.s de ello, él recuper6 su antigua fortu­na por cuenta del erario, con el consentimiento de 16s emperadores sjguientes, habida cuenta de la injusticia que implicaba el veredicto anterior. De esta manera, pues, est8.n sus cosas y ésta ~s su situaci6n.

Y todo hombre que sea un fil6sofo genuino pue­de encontrarse y conversar con Oribasio, y po-· dra asi aprender cu3.n por encima de todOs los dem3.s debe él ser admirado. Tal es la armonia y el encanto que irradian de Oribasio y de que se halla lleno torlo contacto con él.

Ionicos era natural de Sardes y su padre fue un célebre médico. Como discipulo de Zen6n alcan­. z6 él et grado mas alto de ingeniosidad y delica­deza y se granje6 la adffiiraci6n de Oribasio. Mientras adq uiria la m3.s grande habilidad en la teoria y la pr3.ctica de la medicina en todas sus ramas, manifest6 una peculiar capacidad en toda clase de experimentos; estaba completamente fa­miliarizado con la anatomia humana e hizo tam­bién investigaciones sobre la naturaleza del hom­bre. De esta manera lleg6 a comprender la com­posicién y mezcla de todas las especies de dro­gas o ffilmacos existentes; conoci6 toda clase de emplastos ·Y vendajes que puedan utilizar los mé­dicos miis expertos para las heridas, bien para detener una hemorragia bien para dispersar lo que se haya podido acumular en ella. Era tam­bién en sumo grado ingenioso y experto a la hora de poner un vendaje a un miembro dafi8.do, y a la hora de hacer una amputacién o una di­seccién.

Dominaba tan por completo la teoria y la pr3.c­tica de todas estas artes, que incluso aquellos

151

Page 146: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

que se envanecfan personalmente de su habilidad corno médicos se quedaban llenos de estupor an­te su exacto conocimiento, y admitfan abierta.

• mente que, conversando con lonicos, compren. dian realmente los preceptos que habfan sido formulados por los médicos de los tiempos pri· mitivos y que a partir de este momento podian aplicarlos a su uso, por mas qt1e anteriormente hubieran sido para ellos corno palabras cuyo sig­nificado es completamente oscuro, s6lo que és­tas habfan sido consignadas por escrito.

Estos fueron sus logros en la ciencia de su profe. sién; pero él posefa también una gran erudici6n en todas las ramas de la filosofia y en ambas clases de adivinaci6n; hay, en efecto, una especie de adivinaci6n que ha sido concedida al hombre para beneficio de la ciencia de la rnedicina, de manera que por su medio los médicos pueden diagnosticar casos de enfermedad; y hay otra es. pecie de adivinaci6n cuya inspiraciòn procede de la filosofia y esta limitada a y dispersada entre los que poseen la capacidad de recibirla y con­servarla. Estudi6 también el arte de la ret6rica con exacta perfecci6n y el arte completo de la or'atoria; y habfa sido iniciado en el arte de la poesia. Pero muri6 no mucho antes de que se escribiera esta obra, y dej6 dos hijos que mere­cen toda menci6n honorable y todo recuerdo.

-Exitiò también un tal Zeon o Teon, que por este mismo tiempo adqt1iri6 un gran renom­bre 152 en la Galia.

Pero debo volver una vez m3.s a los fil6sofos, de quienes me he desviado en esta digresiòn.

152 A saber. l!Omo médlco.

152

Page 147: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Fue Crysantio el que dio lugar a este comentario que hemos escrito, pues él educ6 al autor de esta obra desde su nifiez, y hasta el fin mantuvo su benevolencia para con él corno si se tratara de una obligaci6n legai. No obstante, no por eso voy a limitarme a decir en esta narraci6n alga que manifieste simplemente mi gratitud. Pues por encima de todo él honrò la verdad y me ensefi.6 esto por encima de todo, de forma que no voy a echar a perder este don que yo recibi de sus manos, corno no sea que tal vez modere mis afirmaciones y diga menos que la verdad, puesto que éste fue el convenio que hicimos.

Crysantio pertenecla a la clase senatoria} y se contaba entre los de mcis noble nacimiento de la ciudad. Su abuelo fue un tal Inocencio, que ha­bia hecho una fortuna considerable y habia ad­quirido una celebridad mayor de lo que suele el promedio de Ios ciudadanos privados, puesto que los emperadores que reinaban por aquel tiempo le confiaron la tarea de compilar los es­tatutos legales. A decir verdad, algunas de sus òbras todavian perviven, y tìenen corno tema en parte el lenguaje de los romanos, en parte Gre­cia, y dan testimonio del caracter juridico y pro­fundo de su mente; contienen un tratado com­prehensivo de estos temas para beneficio de los que pueden estar interesados en ellos.

El propio Crysantio, habiendo sido privado de su padre cuando era alln joven, se sintiò inflima­do por el amor a la filosofia a , causa. de las cualidades divinas de su naturaleza,' y por ella se traslad6 a Pérgamo y acudi6 al famoso Edesio. Este ltltimo se hallaba realmente en el p.unto culminante de su enseiianza cuando Crysantio fue a su encuentio sediento de conocimiento, se

153

Page 148: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

someti6 boquiabierto a su influencia, se regal6 en su inmensa y singular sabiduria, fue infatiga­ble en su asistencia a las lecciones, y en su dedi­caci6n al estudio se mostr6 no inferior a nadie. En verdad posèia una constituci6n incansable y aun de diamante, habituadil a soportar toda cla­se de ejercicios duros.

Una vez se hubo empapado suficientemente de las doctrinas de Platòn y Aristòteles, dirigiò su atenci6n a toda otra escuela de filosofia y ley6 profundamente las cosas relativas a cada una de sus ramas. Luego, cuando tuvo un seguro y fir­me dominio de la ciencia de la oratoria y, gra­cias a la constante prlictica, se ballò en plenas condiciones para ejercer un juicio en esta cam­po, confiadamente mostr6 en pU.blico sus bien educados talentos, puesto que sabia lo que tenia que decir y lo que tenia que dejar sin decir, y estaba al mismo tiempo dotado de una espléndi­da e impresionante retòrica que lo ayudaba a vencer cuando se hallaba en un aprieto.

Luego se consagr6 por entero a comprender la naturaleza de los dioses y a esa sabiduria a la que Pitagoras habia consagrado su espiritu, co­rno hicieron los discipulos de Pitligoras tales co­rno Arquytas en la antigiiedad, y Apolonio de Tyana, y los que rindieron culto a Apolonio, los cuales parecian solamente poseer un cuerpo y ser hombres mortales. Crysantio se dio prisa en dedicarse a estos estudios también, se cogiò al asidero que en cada ocasi6n se le ofreciò prime­ro, tornando los primeros principios corno guia. De esta manera resultò tan maravillosamente ali­gerado y arrastrado hacia lo alto por el plumaje de su alma, corno dice Plat6n, que lleg6 a una perfecciòn igual en toda rama de todo tipo de

154

Page 149: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

sabiduria, y estaba versarlo en todas las clases de adivinaci6n. De aqui que se pudiera decir de él que veia m<is bien que predecla los aconteci­mientos futuros, de la exactitud con que discer­nia y comprendfa todas las cosas, coma si convi­viera con lvs dioses y se hallara en su presencia.

Después de gastar un tiempo considerable en es­tos estudios y de colaborar con Mci.ximo en las tareas mRs arduas, abandon6 la compaiiia de és­te, pues Mfuc.imo llevaba en su naturaleza una tendencia a ser celoso y obstinado y, en abierta oposici6n con los signos revelados por los dioses, quiso mantenerse en su petici6n de otros augu­rios y en el intento de obtenerlos por la fuerza. Crysantio, por el contrario, hizo uso de los pri­meros signos que se le mostraron, y Iuego, por medio de una graduai divergencia o se.Paraci6n de éstos, pensaba, proceder a alterar los signos que se le habfan otorgado; luego, si conseguia los augurios que deseaba, · tanto mejor, pero si no lo conseguia, adaptaba su consejo humano a lo que se le habfa manifestarlo. Por ejemplo, en la ocasiòn en que el emperador Juliano por- me­dio de una Unica citaci6n los invit6 a los dos a . ir a su corte y los soldados que habian sido enviados para escoltarlos estaban- aplicando con todo el respeto debido el sistema tesalio de la "persuasi6n forzosa" , 153 ellos resolvieron con­sultar con los dioses estas cuestiories; y 1 cuando

_e} dios los previno contra el viaje tan claramente que cualquier persona privada, incluso un comer­ciante, hubiera podido juzgar los augurios, Mlli­mo no fue capaz de apartarse de las victimas

1 ~3 La ''violenta persuasiòn de los tesalios" era una frase prover­bi.al, debida a los malos y tlrlinicos modos de los tesallos en generai. ·

155

Page 150: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

sacrificiales y, después de haberse cumPlido de­bidamente los ritos, persisti6 en sus gemidos y lamentaciones, implorando a los dioses que le concedieran augurios o signos distintos y altera­ran el curso del destino. Y, corno él persistfa tercamente en sus mllltiples intentos, y siempre torcia la explicaci6n que daba Crysantio, al final su propio querer y gusto interpretaron la revela­ci6n divina, y las victimas ofrecieron solamente los signos que él queria aceptar, puesto que él no queria aceptar los signos que ellas daban. 154

Asi parti6 él para aquel viaje malaventurado que habia de ser la causa de todas sus desdichas; y Crysantio, mientras tanto, se qued6 en su casa.

Al comienzo el emperador se sinti6 molesto por su demora y adem3.s imagino yo que incluso adi­vin6. alga de la verdad, es decir, que Crysantio no hubiera rehusado la invitaci6n de no haber observado alga de mal augurio en los sucesos futuros. En consecuencia, él escribi6 y lo mandò llamar por segunda vez, y sus invitaciones no fueron solamente dirigidas a Crysantio. Pues en una carta especial apremiaba a su mujer a que le ayudara a persuadir a su marido. Una vez m3.s, pues, Crysantio consult6 el asunto con la volun­tad divina, y los dioses le siguieron dando una respuesta en el mismo sentirlo. Cuando esto hu­bo ocurrido varias veces, incluso el emperador qued6 convencido; pero CrySantio, que habia si­do designado sumo sacerdote de todo e! pais, conociendo corno conocia claramente lo ql!e iba a suceder muy pronto, no fue nada opresor en el ejercicio de su cargo. No edificò ningU.n tem­plo, coma se apresuraron a hacer los demas to-

iH Acert'a de estos incidentes ver la Vida de Edesio, mis arriba.

156

Page 151: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

dos en su ardiente prisa y en su hervoroso celo, ni se mostr6 excesivamente duro con ningU.n cristiano: Antes bien fue tal la moderaci6n de su car<icter que a través de toda Lidia la restaura­ci6n de los templos pas6 priicticamente inadver­tida. En todo caso, cuando los poderes efectivos siguieron otra politica distinta, se comprobé que alll no habla habido ninguna innovaci6n seria, ni pareci6 allf producirse ninglln gran cambio y de dimensiones universales, sino que todo se hallaba tranquilo con un espiritu amistoso, y result6 cal­mado y sereno; de esta manera él fue el Unico que se gan6 la admiraci6n de todos cuando to­dos los dem8.s fueron zarandeados de aca para alla corno por una tormenta; pues, de repente los unos quedaron sumidos en la consternacién, mientras que los que habian estado humillados antes fueron una vez mcis exaltados. Por todo esto, pues, se granje6 una gran admiraci6n corno quiera que se habfa mostrarlo no solamente h<i­bil en la previsién del futuro, sino también en hacer uso adecuado de su presencia.

Esta fue la disposici6n psicol6gica de nuestro hombre, bien fuera porque en él hubiera vuelta nueVamente a la vida el S6crates plat6nico, bien fuefa porque en su ambiciòn por imitarlo a él se hubiera educarlo desde su niòez de acuerdo con este modelo. Pues se manifest6 en él una simpli­cidad libre de toda afectacion e imposible de describir, u~a simplicidad que vivi6 en su lengua­je, que pose i a adem.3.s en casi cada una de sus palabras un encanto que subyugaba al oyente.

En el trato era amable con todos los hombres, de forma que todo el mundo se separaba de él con la conviccién de que era especialmente ama­rlo por él. Y, de la misma manera que los cantos

157

Page 152: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

mas encantadores y dulces fluyen suave y llana­mente, insinucindose en los oidos de todos los hombres y llegando hasta a los animales irracio­nales, como dicen de Orfeo, asi tarnbién la elo­cuencia de Crysantio estaba modulada corno pa­ra adaptarse a todos los oidos, y estaba en ar­monia con toda esa diversidad de tempera­mentos y se adaptaba a ellos. Pero no era f:icil llevarlo a discusiones o contiendas filos6ficas, pqrque él se daba cuenta de que especialmente en tales luchas los hombres quedan amargados. Ni es ficil que nadie lo l:)aya oido a él haciendo exhibiciones de su propia erudici6n o hinchW­dose a causa de ella, o lo haya visto en actitud insolente y arrogante hacia otros; m:is bien solia admirar todo lo que decian, aun cuando sus ob­servaciones carecieran de todò valor, y daba su aplàuso incluso a las conclusiones incorrectas, exactamente corno si no hubiera oido las pre­misas, antes bien era por naturaleza inclinado al asentimiento, con el fin de no causar pena o tristeza a nadie. Y, si en alguna asamblea de los hombres m3.s distinguidos por su saber surgia al­guna disensi6n, y él consideraba oportuno tornar parte en la discusi6n, el lugar quedaba surnido en un profundo silencio corno si no hubiera alli nadie. A ellos, en efecto, Ies gustaba muy poco hacer frente a sus preguntas, a sus definiciones, y a su capacidad para citar de memoria, sino que ellos se retitaban y evitaban cuidadosamente la discusi6n o la contradicci6n de lo que él de­cia, por miedo a que su propio fallo resultara demasiado evidente.

Muchos de los que lo conocieron solamente de manera superficial y, por ello mismo, no habian sondeado las 'profundidades de su alma, lo acusa­ban de falta de inteligenci.o •r a.\ababan solamen-

158

Page 153: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

te su car3.cter manso; pero, cuando' lo oian de­fendiendo un tema filos6fico y desarrollando sus opiniones y argumentos, decidian que él era un hombre muy distinto del que ellos habian pensa­do conocer. Parecia, en efecto, enormemente transformado por el estimulo del debate dialécti­co, con el extremo de su pelo levantaP,o, y sus ojos dando testimonio de que el alma que habia dentro de él estaba saltando y danzando en tor­no de las opiniones que exponia.

Vivié hasta una ancianidad muy avanzada, y du­rante toda su larga vida no se preocupò de nin­guno de los asuntos ordinarios de la vida huma­na, excepci6n hecha del cuidado de su propia casa, de la agricultura y de todo el dinero que pudiera conseguirse de manera honesta. Llevò la pobreza con mas facilidad que otros hombres la riqueza, y adem3s su dieta o régimen era muy simple y consistia en cualquier cosa que él pu­diera tener a mano. Nunca comi6 cerdo, y otras especies de carne sòlo raras veces.

Rendia culto a los dioses con la m3.xima devo­ciOn y asiduidad, y nuoca descuid6 la lectura de los autores antiguos. Èn su ancianidad era aUn el mismo que si hubiera sido joven, y cuando ha­bia pasado ya de los ochenta afios escribiò con su propia mano mas libros de los que el tiempo permitia a otros leer, por j6venes que fueran. Con ella los extremos de los dedos con que ex­cribia llegaron a encorvarse y se torcieron con el constante trabajo y uso. Una vez habia realizado su trabajo, se levantaba y se distraia paseando por las calles de la ciudad con el autor de esta narraciòn, que lo acompafiaba; y él solia dar pa­seos muy largos pero lentamente. Mientras tan­to, contaba historias tan encantadoras y agrada-

159

Page 154: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

bles, que uno podia llegar a tener un terrible dolor en sus pies sin darse cuenta de elio. Muy raras veces acudia a los baiios, y sin embargo parecia siempre recién salirlo de un baiiO.

En su trato con los que desempeiiaban alglln cargo, si parecia hacer uso de Un exceso de li­bertad de maneras no se debia ello a arrogancia u orgullo, sino que debia mas bien considerarse corno muestra de la perfecta simplìcidad de quien desconoce por completo la naturaleza del poder y la autoridad; su lenguaje, en efecto, era sumamente familiar y gracioso cuando hablaba con tales personas. El habia ensefiado al autor de esta obra, cuando éste era aUn joven, y cuan­do este mismo regresò m<is adelante de Atenas, Crysantio le mostr6 np rnenor benevolencia. sino que incluso dia a dia le fue prodigand~ las muestras de su afecto; y consigui6 tal infìuencia sobre él que el autor, al comienzo de la maiiana, solia dedicar su tiempo a sus propios discfpulos y a instruir a todo el que asi lo quisiera en el arte de la ret6rica, pero inmediatamente después de mediodia acudia en persona a ver a su anti­guo maestro y era instruido por él en Ias ense­iianzas de la religiòn y de la filosofia. Y, duran­te torlo este periodo, el maestro nunca se cans6 de instruir a su devoto admirador, mientras que la tarea resultaba corno una solemne fiesta para el que recibia sus enseiianzas.

Ahora bien, cuando la pr<ictica del cristianismo fue ganando terreno y usurpando las mentes dr todos los hombres, lleg6 de Roma, Iuego de un largo intervalo, un prefecto de Asia llamado Jus­to, ya entrarlo en aflos, un hombre de noble y bello car:icter, que no habfa abandonado el ri­tual antiguo de sus antepasados, sino que era un

160

Page 155: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

ardiente ctiscipulo de esta feliz y bendita form·a· de culto. Era constante en su asistencia a los templos, estaba enteramertte dominado por toda clase de adivinaci6n y P.uso un gran orgullo en su celo por estas cosas y en sus éxitos en restau­rarlas. El pas6 de !\_sia a Constantinopla y, cuan­do enco11tr6 que el hornbre m:is importante del

,pais -que se llamaba Hilario- era tan entusiasta corno él mismo en su celo, edificò altares impro­visados en Sardes, donde no habia ninguno, y donde 'quiera se podia encontrar un resto pania su mano en las ruinas de estos templos ~on la ambici6n de reedificarlos. Después de ofrecer sa­crificios en pUblico, mand6 llamar de todas par­tes a los hombres que tuvieran fama por su sa­ber. Tan pronto corno ellos recibieron la invita­ci6n acudieron alli, en parte porque admiraban al hombre mismo, en parte porque pensaron que aquello era una o_porturlidad para exhibir sus propias cualidades, y aun algunos de e1los pusie­ron su confianza en su capacidad de aduiaci6n tanto corno en su erudiciòn y esperaron por es­tos medios conseguir honores, gloria o riqt1eza. Asi, pues, cuando se anunci6 un sacrificio pitbli­co, todos se hallaron presentes, y el autor de esta obra estaba presente también. Entonce·a el mismo ~·usto puso manos a la obra y, fijando la firme mirada de sus ojos sobre la victima, que yacia en una determinada postura, pregunté a los que estaban junto a él.

- lQué presagia la postura en que la victima ba caldo?

Al ofr esto. los aduJadoreS quetj_aron llenos de admiraci6n porque él era capaz de adivinar in­cluso por las posturas, y ellos. se remitieron a él corno al Unico que poseia tal conocimiento. Pe-

161

Page 156: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

ro los mcis dignos se acariciaron la barba con las puntas de sus dedos, movieron solemne y lenta­mente sus cabezas mientras miraban a la victima yaciente y, con una expresi6n seria en su cara, cada uno fue ofreciendo una soluci6n distinta. Pero Justo, que dificilmente podia contener su risa, se volvi6 bacia Crysantio y grit6:

- ;, Y qué es lo que dices tll, venerable anciano?

Crysantio replic6 con ecuanimidad que rechaza­ba po-: entero el procedimiento. Y dijo:

-Pero, si deseas que también yo dé una opini6n acerca de esto, primeramente, si tU realmente entiendes los modos de adivinaciòn, dim.e qué modo de adivinaci6n es éste, a qué tipo pertene­ce, qué es lo que pretendes aprender y qué mé­todo sigues en tu inquisici6n. Si tll quieres decir­me todo esto, yo te diré cu<il es el significarlo que para el futuro tiene esto que vemos. Pero hasta que me digas estas cosas, puesto que son los dioses niismos los que revelan el futuro, seria indigno de mi parte, corno respuesta a tu pre­gunta, responder a tu cuesti6n y hablar al mis­mo tiempo del futuro, vinculando de esta mane­ra el futuro con lo que ahora mismo acaba de ocmrir. Pues de esta manera surgirian dos pre­guntas a la vez, y. nadie plantea dos o m3.s cues­tiones al mismo tiempo. Pues cuando las cosas tienen do_s definiciones independientes, una ex­plicaci6n sola no se acomoda a ambas.

Entonces Justo exclamò que habla aprendido al­ga que nunca antes habla sabido, y en el futuro lo consult6 • constantemente en privado y bebiò en abundancia de esa fuente de conocimiento.

162

Page 157: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Hubo también otros por este tiempo, renomt1r; dos por su sabiduria, que se sinlieron atraidL por la fama de Crysantio y entablaron discusic nes con él, pero, siempre que esto ocurria, elle se marcharon convencidos de que no podfa acercarse a su genio oratorio. Esto es lo que 1 ocurri6 a Helespontios de Galatia, un hombr dotado en todos sentidos de manera poco cc mU.n, que, de no haber existido Crysantio, s hubiera mostrarlo personalmente digno de oct par el primer lugar. Pues era tan ardoroso amar te del saber que viaj6 por casi todas las partE habitadas del mttndo, cleseoso de ver si podi encontrar a alguien que supiera n11is que él mi~ mo. Asi, pues, coronado de nobles palabras nobles hechos, lleg6 a la antigua Sarùes para gc zar de la compafJ.la y el trato de Crysantio. Per todo esto ocurri6 m3.s tarùe.

Crysantio tuvo un hijo a quien dio el nombre d Edesio, aquel de quien he escrito m<is arriba habia sido primeramente su· maestro en Pérg<: mo. besde su niiiez Cste muchacho fue un se dotado de alas para toda virtud, y de los do caballos, seg(J.n los describe Plat6n, 155 su alm poseia s6lo el corcel buerio, y su intelecto nunc se cay6; por el contrario, fue un estudiante diii gente, de graciosa agudeza, y asiduo en . rendi culto a los dioses; y estaba tan por complete libre de las debilidades humanas, que pese a se un hombre mortai era todo alma. En todo caso su cuerpo era tan ligero en sus movimientos qu~ parecia increible, y se hubiera necesitado ui poeta genuino para describir a qué altura se re

1 55 PlatOn, Fedro, 246 b. El alma bumana es conce bi da com• tirada por dos caballos, de lo:s cuales uno representa los apetitos y el otro la raz6n y la continencia.

163

Page 158: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

montò él. Su parentesco y afinidad con los dio­ses estaban tan lejos de toda ceremonia y eran tan familiares que no tenia m:i.s que colocar la guirnalda sobre su cabeza y volver su mirada ha­cia arriba,· al sol, y pronunciar inmediatame11te or3.culos que, por lo dem3.s 1 eran siempre infali­bles y estaban compuestos seglln los mas bellos modelos de inspiraci6n divina. Y sin embargo él nunca conoci6 el arte de escribir versos, ni era muy versado en la ciencia de la gram3.tica; pero en él la divinidad habia ocupado el lugar de to· do lo demas.

Aun cuando él nunca habia estado enferrno en el periodo de vida que se le habia asignado, mu. ri6 cuando tenia aproxirp.adamente unos veinte aiios de edad. También en esta ocasi6n su padre se mos~r6 un verdadero fil6sof0. Pues, bien fu e­ra que la magnitud de la calamidad lo redujera a un estado de apatia, bien fuera que se alegr6 con su hijo en la bendita porci6n de la heredad que habia obtenido, el hecho es que permaneci6 inconmovible. La madre del jo\ren también, ob. servando a su esposo, se levant6 por encima de lo que es habitualmente la naturaleza femenina y alej6 de si toda lamentaci6n hecha en voz alta, para que su pena tuviera su debida dig­nidad.

Después de haber ocurrido· estos hechos, Crysan­tio prosigui6 sus habituales estudios. Y cuando se produjeron en gran nUmero grandes calamida­des y disturbios pllblicos y universales, q ue hi­cieroh temblar de terror las almas de todos los hombres, s6lo él permaneci6 inConmovible por la tormenta, hasta tal punto que uno hubiera creido que él estaba realmente en otra parte y no en la tierra.

164 ..

Page 159: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

Por este tiempo llegò a verlo Helespontios, y ellos se reunieron y conversaron, aunque sola­mente después de .cierto tiempo. Sin embargo, cuando realmente llegaron a e11trevistarse, Heles­pontios qued6 de tal manera cautivado que abandon6 todo lo dem<is y se dispuso a ·vivir bajo el mismo techo que Crysantio y a renovar su juventud estudiando con él. Sentfa, en efecto, rerilordimientos de conciencia por haber ido va­gando por el errar durante tan largo tiempo y por haber llegado a la ancianidad antes de apren­der nada Util. En consecue11cia dedic6 todo su espiritu- a esta tarea.

Pero 'sucedi6 que Crysantio tuvo que tener uria vena cOrtada y abierta con.10 era habitual en él, y el autor se hallaba presente allf obedeciendo ~ òrdenes suyas; y, r,uando los méàicos prescribie­ron que habfa que dejar que la saDgre fluyera libremente, el autor, lleno de a11siedad por apii­car el tratamiento adecuado, declar6 que la san­gria sobrepasaba lo que era razonable, y orden6 que fuera detenida P,ntonces y allf; pues el autor de esta obra posefa considerables conocimie_ntos de medicina. J1elespontios, oyendo lo que habia pasado, acudiò al instante, indignaçlo y lamen­tandose en alta voz de aquella gran calamidad que era que un hombre de tan avanzada edaci perdiera tanta sangre de su brazo. Pero, cuando oy6 hablar a Crysantio y via que él no habia sufrido daiio, dirigi6 sus advertencias al amor de esta obra y le dijo:

-Toda la ciudad te est<i acusando a ti de haber hecho una cosa terrible; pero ahora todos que­dariin reducidos a silencio, cuando vean. que él no ha sufrido daiio.

165

Page 160: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

El autor replic6 que él sabia cu3.l eia el trata­mienio adecuado, con lo que Helespontios hizo corno si recogiera sus libros y fuera a ver a Crysantio para la lecci6n; pero en realidaà aban­don6 la ciudad. Comenz6 entonces a nadecer de un inal de estòmago, y se desvi6 a .Àpan1ea en Bitinia y alli muri6, después de dar las~ mcis es­trictas 6rèlenes a sll camarada Procopio, que es· taba alli presente, de que no admirara a nadie sino a Crysantio. Procopio fue a· Sardes, hizo lo que él dijo y refiri6 estos hechos.

Ahora bien, Crysantio, en la misma estaci6n del aflo siguiente, es decir, a comienzos àel verano, recurri6 al mismo remedio y, aunque el autor de esta obra habia dado instrucciones a los médicos antes sobre que tenian que esperarle a él corno era costumbre, los médicos lleg:iron si11 que él lo supiera. Crysantio les ofrecié su brazo, y se pro­dujo un flujo excesivo de sangre1 ct1yo resultado fue que sus miembros se relajaron y él sufri6 un agudo dolor en sus articulaciones, de forma que tuvo que permanecer eri can1a. Se llam6 inme­diata1nente a Oribasio y, a cali.sa de Crysantio, consigui6 casi, tan exq:aordinario era su arte profesional, hacer violencia a las leyes de la na­turaleza, y por medio de fomentos calientes y reconfortantes devolvi6 el vigor casi juvenil a esos miembros rigidos. No obstante la vejez ga­n6 la victoria; pues se acercaba a sus ochenta afios, y la influencia de su edad se dej6 sentir sin duda cuando su temperatura fue tan grande­mente transformada por la excesiva aplicaci6n de calor. Después de cuatro dias de enfermedad parti6 para el destino que era digno de él.

Los sucesotes de Crysantio en la Profesiòn de la filosofia son Ep(gono de Lacedemonia y Beroni-

166

Page 161: Eunapio - Vidas de Filósofos y Sofistas

cianos de Sardes; hombres realmente dignos del titulo de filòsofos. Pero Beronici_anos ha sacrifi­cado con m<is generoSidad a·· las Gracias y posee un especial talento para tratar a sus compafleros. jOjal:i viva muchos afios!