interculturalidad y liberación

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Koen de Munter, Marcelo Lara y Máximo Quisbert 4

            Publicación auspiciada por el Centro de Ecología y Pueblos Andinos (CEPA), el Consejo  Inter­universitario Flamenco (VliR) y el Ministerio de Relaciones Exteriores y Cultos del Estado Pluri­nacional de Bolivia.   Dinámicas interculturales en contextos transandinos Koen de Munter, Marcelo y Máximo Quisbert (Editores)      © CEPA Centro de Ecología y Pueblos Andinos CEPA Av. España Nº 1550, entre Bullaín y Madrid Teléfono – Fax: 2­5263613 E­mail: [email protected] Sitio web: www.cedib.org/cepa/ Casilla postal: 434 Oruro ­ Bolivia   © VLIR­UOS  Consejo Interuniversitario Flamenco VLIR­UOS Bolwerksquare 1a, 1050 Brussel Tel  +32 (0)2 289 05 50, Fax  +32 (0)2 514 72 77 E­mail:  [email protected] Bélgica  Revisión y corrección de textos: Carola Condarco Castellón Revisión general: Koen de Munter y Marcelo Lara  Diseño de portada: Marcelo Lara B. (Fotomontaje en base a  figuras de vencejos en  la cerámica Nazca. Fotografía original propie­dad del Archivo fotográfico del CISRAP ­ Centro Italiano Studi e Ricerche, Archeologiche Preco­lombiane. En: digilander.libero.it/MDAntonini/Espanol.htm)  Primera edición 2009  Depósito Legal:  I.S.B.N.   Los artículos de la presente edición son propiedad de sus autores y de los editores. Se autoriza la reproducción total o parcial a condición de citar la fuente y enviar una copia a los editores.  

Impreso en los Talleres Gráficos de LATINAS EDITORES LTDA. 

Dinámicas Interculturales en Contextos (trans)andinos 97

Interculturalidad y liberación A propósito del Carnaval de Oruro

JAVIER R. ROMERO F.38

 INTRODUCCIÓN A partir de una breve aproximación al espacio festivo del Carna‐val  de Oruro,  nuestra pretensión  es  comprender  la dinámica de conflicto generada en su interior, entre prácticas de ╉intercultura‐lidad╊  y  un  proyecto  de  sociedad mono‐cultural.  Pero  al mismo tiempo, esperamos que esta comprensión nos permita visibilizar un horizonte de salida liberadorぬひ,  luego de más de のどど años de relaciones de dominación moderna/colonialねど.                                                              38 Antropólogo, Magíster en Ciencias Sociales, Diplomado en Filosofía Política y Profesor

Universitario. 39 El sentido que tiene esta categoría, que la sugerimos a lo largo del artículo, se desarrolla a

partir de la obra de Enrique Dussel, que desde la década de los setenta, está construyendo una filosofía de la liberación que se relaciona directamente con una ética de la liberación, igualmente construida por nuestro autor y que en sus últimos escritos ha llegado a la pro-puesta de una política de la liberación. Al igual que Dussel, pensamos que el problema del planeta: “es un problema de vida o muerte. Vida humana que no es un concepto, una idea, ni un horizonte abstracto, sino el modo de realidad de cada ser humano en concreto, condi-ción absoluta de la ética y exigencia de toda liberación” (Enrique Dussel, 2000: 11). Estos temas pueden ser consultados en: Enrique Dussel (2006a, 2006b, 2001, 2000, 1973).

40 Esta manera de referirnos como: moderno/colonial, o modernidad/colonialidad, la retomamos de los pensadores del giro de-colonial. Nuestra intención es mostrar que, el proyecto de mundo que nos ha constituido como sujetos dominados, contiene como parte de un mismo proyecto, que ha sido pensado en y desde Euro-Norteamérica, el beneficio de los sujetos que habitan esos países, ubicados al norte del mundo; y la invisibilización, vejación y sa-queo de los sujetos y naturaleza de los países del sur. Este tema puede ser ampliado en: Walsh, Catherine; Freya Schiwy y Santiago Castro-Gómez (2002); Catherine Walsh (2003, 2005); Lander, Edgardo (2003); Catherine Walsh, Alvaro García Linera y Walter Mignolo (2006) Walter Mignolo (2007).

Koen de Munter, Marcelo Lara y Máximo Quisbert 98 Esta reflexión, todavía preliminar, parte de la hipótesis de que el espacio festivo del Carnaval de Oruro, contiene el conflic‐to  entre  dos  proyectos  civilizatorios,  uno  dominador  y  el  otro con una demanda de liberación contenida durante siglos. Si bien a lo largo del ensayo se desarrollan algunos elementos para sos‐tener esta hipótesis, el desarrollo de  la misma es parte de otro trabajo. Lo que planteamos ahora, también de manera hipotéti‐ca, es que: el espacio de la fiesta en los Andes en general y el del Carnaval de Oruro en particular, despliegan un escenario en el que  aparece  como  una  posible  salida  del  conflicto,  el  diálogo intercultural­liberador. En nuestro caso, pensamos que, si bien la interculturalidad pasa necesariamente por un proceso de descolonización, éste no es el ╉lugar╊ de llegada. Puede ser solamente una parte del reco‐rrido, que hay que superarlo para generar un proceso de libera‐ción  de  los  pueblos  que  todavía  son  parte  de  la  moderni‐dad/colonialidad. Para nosotros es fundamental tomar en  cuen‐ta que la interculturalidad, cuando se manifiesta como demanda de  diálogo  entre  racionalidades,  es  siempre  liberadora  y  co‐constructora y es esta interculturalidad a la que denominaremos interculturalidad/liberadora. Al contrario, mientras  la racionali‐dad moderna sea la dominanteねな,  la interculturalidad no se ma‐nifiesta desde un horizonte  liberador  y  se  convierte  solamente en un disfraz, que  se utiliza desde  la dominación colonial. Esto significa que la racionalidad moderna dominante y dominadora es la que se impone sobre las otras, las mismas que, disfrazadas con el culturalismo de la época y del lugar, como los ╉tinkus╊, los ╉pujllay╊ o los ╉tolqas╊ para el caso del Carnaval de Oruro, termi‐nan sometidos a la racionalidad dominante. Bolivia,  en  なぱにの  se  ha  constituido  en  un  Estado  moder‐no/colonial, con características mono‐culturales, para dar conti‐                                                             41 Como ha sucedido durante cinco siglos en los Andes.

Dinámicas Interculturales en Contextos (trans)andinos 99nuidad al proyecto civilizatorio de  la modernidad/colonialidad. La consecuencia de este proyecto ha derivado en la constitución de un orden  jurídico‐legal‐formal, una política liberal‐neoliberal y un sistema económico capitalista, con su antagónico socialista. Todo esto sobre una población que en su mayoría nunca conoció y no pertenece al proyecto civilizatorio mencionado y que como colectividad  dominada  no  le  quedó  otra  salida,  por  lo  menos temporalmente,  que  aceptar  aquel  orden,  aquella  política  y  el mencionado  sistema  económico.  Sin  embargo,  entre  los  vacíos, entre  las dudas y entre  los descuidos del dominador,  aparecie‐ron momentos y espacios para reproducir  lo negado,  lo velado, lo subsumido. Desde nuestra perspectiva pensamos que uno de esos  momentos  y  espacios  privilegiados  fue  y  sigue  siendo  la fiesta, que para el caso de los Andes, contiene la totalidad, o gran parte de las particularidades que hacen a otro proyecto civiliza‐torio no‐moderno. Es por todo anterior, que escogimos al Carnaval de Oruro, para pensar la posibilidad de una salida al problema de la domi‐nación; como un tiempo y un espacio en el que el Estado mono‐cultural y dominador desaparece y surge, por instantes, la racio­nalidad del diálogo42, que hace posible el aparecer de la fiesta y con ella la interculturalidad­liberadora. Entonces, lo que en otro ensayo  estamos  llamando  el  Pacha­Andino43  en  oposición  al tiempo  y  espacio  del  Estado  moderno/colonial,  nos  muestra como práctica política, una posibilidad otra44, de superar el pro‐ceso de dominación instaurado por la modernidad/colonialidad.                                                              42 Esta racionalidad, todavía presente en los andes, se manifiesta en el tinkuy, cuando se

retoma la idea de taypi (centro ritual fundador), los aynis (intercambios recíprocos), pero so-bre todo pensando la Pachamama como naturaleza en el sentido de sujeto construyendo relaciones intersubjetivas en lo cotidiano del ritual.

43 Ver: Javier Romero (2007). 44 Cuando decimos una posibilidad otra, no se trata de otra posibilidad más. En nuestro caso

estamos pensando, junto con Emanuel Levinas, en: “El enunciado de lo otro que el ser… [que] pretende enunciar una diferencia más allá de la que separa al ser y la nada: precisa-mente la diferencia de lo más allá, la diferencia de la trascendencia” (Levinas, 1987: 46). En este caso, para Levinas el ser es la totalidad moderna y ese más allá, esa trascendencia se

Koen de Munter, Marcelo Lara y Máximo Quisbert 100 Es  así,  que nos  aparece  la  fiesta,  como el  espacio/tiempo que está haciendo posible, siempre,  la superación de conflictos, ya  sea  por  demandas,  por  contradicciones  o  diferencias,  que luego apuestan por el diálogo y el encuentro, desde una intercul­turalidad­liberadora. Esta posibilidad, necesaria para  la supera‐ción del proceso que se inició con el ╉encuentro╊ de Cajamarca, en el que se comenzó la dominación y el sometimiento violentos hasta el extremo de la mutilación, el genocidio, el etnocidio y el ecocidio, ha hecho que nos acerquemos a  la  fiesta y miremos a través de ella, para poder pensar en una posible salida, que pue‐da ser  iniciada con el  reconocimiento de culpa del agresor y  la expresión del perdón, por parte del agredidoねの. Pero si asumimos que, en este caso, no sólo son las perso‐nas y de  los grupos,  sino que se  trata de dos racionalidades,  la cosa se complica a’n más. Entonces aquellos sujetos; que repro‐ducen sus prácticas y construyen su realidad a partir de raciona‐lidades, pero sobre todo los proyectos políticos que son resulta‐do de esas racionalidades, como parte de proyectos políticos de sujetos concretos, que hacen parte además de comunidades polí‐ticas concretas, y que  también  tienen que ver como en nuestro caso,  con  comunidades  científicas  de  comunicación;  deberán hacer  posible  la  apertura  y  el  diálogo  intercultural/liberador para  encontrar  una  salida  al  entrampe  discriminador  racista,                                                                                                                                       

refiere a lo que está más allá de la Modernidad. Ese más allá para Dussel es la exterioridad y es el lugar de enunciación de la Filosofía de la Liberación. Ese es un lugar otro, no pensa-do todavía, que se encuentra fuera de la modernidad/colonialidad y desde éste se puede desarrollar nuestro propuesta de una posibilidad otra. Si fuera otra posibilidad, ésta se tratar-ía de una posibilidad que se sigue pensando desde la modernidad/colonialidad.

45 En este caso estamos pensando que los que estamos presentes aquí y ahora deberemos hacernos cargo de la historia que nos ha constituido. En mi caso en mi condición de no indí-gena, aunque yo no participé nunca de la agresión del siglo XVI, deberé asumirme como agresor. Porque en mi condición de citadino, soy visto por los indígenas como no-indígena, como q’ara, como colonizador, como extraño. Pero ese asumirme implica un sujeto colecti-vo, que deberá constituirse a partir de la construcción de una política-otra y de una educa-ción-otra. Estamos pensando entonces en la constitución de una nueva subjetividad, desde otra racionalidad. Esta relación entre la culpa y el perdón, del agredido y del agresor, como reflexión y propuesta, para el gran problema de los Andes, ha sido pensada por Katya Mora-les, mi compañera de vida y es gracias a ella que mi pensar se ha enriquecido. A partir de esta idea y luego de muchas horas de diálogo y reflexión, se pudo construir un proyecto que está empezando a gatear y esperamos que pronto pueda dar sus primeros pasos, para cambiar nuestro mundo.

Dinámicas Interculturales en Contextos (trans)andinos 101etnocida y ecocida en el que nos encontramosねは, como humani‐dad.  A  continuación,  luego  de  un  repaso  corto  por  los  antece‐dentes históricos del Carnaval de Oruro, desarrollaremos el con‐flicto entre los dos proyectos civilizatorios diferentes, presentes en  esta  fiesta.  Uno  constituido  a  partir  de  la  norma,  Moderna /colonial y el Estado y el otro desde la fiesta, la ╉transgresión╊ y la  liberación,  para  comprender  las  b’squedas  de  ambos.  En  el caso del  primero  la  constitución de un proyecto  específico,  so‐lipcista,  dominador  y  homogéneo  con  una  idea  de  la  realidad como algo acabado y en el segundo con demandas contenidas a lo  largo de siglos,  expresadas en el  escenario de  la  fiesta como una apuesta por el diálogo y  la  interculturalidad­liberadora.  Fi‐nalmente intentaremos encontrar algunas pistas que nos permi‐tan  pensar  la  posibilidad  de  una  interculturalidad  otra47 desde los Andes, más allá de la fiesta.  ANTECEDENTES HISTÓRICOS La complejidad de lo que hoy es el Carnaval de Oruroねぱ, se ha desarrollado a partir de dos horizontes históricos. Cada uno de estos tiene que ver con una cosmovisión específica y particu‐lar. Si bien, actualmente la presencia de estos horizontes históri‐cos  se  manifiestan  de  manera  ╉traslapada╊  y,  aparentemente confusa,  intentaremos  aclarar    algunos  elementos  de  ambos horizontes, creemos los más importantes y sus procesos de ade‐                                                             46 Este tema puede ser ampliado en Boaventura de Sousa Santos (2000); Enrique Dussel

(2000, 2007); Raúl Fornet-Betancourt; Juan Antonio Senent (2004); Franz Hinkelammert (2003, 2002,1981, 1970). Entre otros.

47 Como en el caso de una posibilidad otra, esta interculturalidad otra deberá ser pensada más allá de la modernidad/colonialidad.

48 El Carnaval de Oruro es un fenómeno que ha tenido un proceso cambiante y singular duran-te el siglo XX y lo vivido del siglo XXI. Hasta ahora ha sido abordado desde distintas aristas en diferentes tiempos, en función de las posibilidades de coyuntura. Algunas referencias están en: Javier Romero (2003, 2002, 2001, 1995). También se puede revisar: Marcelo Lara (2007); June Nash (1979) y Alberto Guerra (1970) entre otros.

Koen de Munter, Marcelo Lara y Máximo Quisbert 102 cuación y/o adaptación a la fiesta, visibilizando las contradiccio‐nes y las dinámicas complejas que se han ido dando en este pro‐ceso festivo y, también, procuraremos comprender cómo se han involucrado en todos los aspectos de la vida de la ciudad de Oru‐ro y de Bolivia. En ambos casos, los horizontes históricos presuponen dos proyectos civilizatorios diferentes. En esta parte queremos mos‐trar cómo se han desplegado  los horizontes históricos, y cómo, en este proceso de despliegue, ambos se han  ido desarrollando en función de las contradicciones expresadas en coyunturas es‐pecíficas, que hacen a la historia de Bolivia como Estado‐Nación. )nicialmente mostraremos,  de manera  breve,  cómo  se  ha ido manifestando el horizonte histórico del proyecto  civilizato‐rio  andino  y  posteriormente,  se  desplegarán  las  formas  en  las que se va a imponer el proyecto civilizatorio de la modernidad, que irrumpe a partir del siglo XV) en los Andes del sur y en el ser, colonizador/colonizado­dominador/dominado,  de  los  habitantes de  estos  espacios  andinos.  Determinando  comportamientos  y prácticas, en función del  lugar en el que aparecieronねひ situados los sujetos. Antes de la llegada de los españoles a estas tierras andinas, la vida estaba directamente relacionada con la manera en la que las comunidades se relacionaban con la naturaleza. Esta relación era, y es  todavía,  fundamental para  la producción del alimento, en este sentido la relación entre el tiempo de preparación de la tierra, el tiempo de siembra y el tiempo de cosecha eran delimi‐                                                             49 Martín Lienhard ilustra algunos momentos del proceso colonial en el que se encontraron

entre ladrones, nobles, religiosos, artesanos, ilustrados, pescadores, etc. Unos que llegaban de España y los otros que vivían en América. A partir de la dominación española, esas iden-tidades particulares quedaron subsumidas por otras, los que llegaron se transformaron en “españoles” (superiores) y los indígenas se transformaron en indios (inferiores), porque un pescador, por ejemplo, no podía ver como esclavo a otro pescador, ver Lienhard (1995). En-tonces, hubo que ir desplegando y construyendo una subjetividad dominadora colonial que constituía a los que llegaban, así fueran ladrones, artesanos o pescadores, en dominadores y a los que los recibían, así fueran ilustrados, en dominados.

Dinámicas Interculturales en Contextos (trans)andinos 103tadores fundamentales en la forma de vida en las comunidades andinas. De esta manera, en esta parte del mundo,  las comuni‐dades  se  habían  construido  en  base  al  trabajo  agrícola,  como función fundamental para la producción de alimento. En este contexto, el tiempo de la cosecha era un momento muy  importante  para  las  comunidades  de  los  Andes  y  esto  se expresaba  en  momentos  festivo‐rituales,  que  se  desarrollaban con sus propias características y desde su propia cosmovisión. Si bien  existían  otros momentos  importantes,  luego  de  la  llegada de los españoles, por la actividad agrícola en el altiplano orure‐ño,  el  tiempo  de  la  cosecha  mantuvo  su  importancia  para  las comunidades. Posteriormente,  el  proceso  colonial  se  desarrolló  con  el objetivo de encontrar yacimientos de oro y plata y las ciudades fundadas a lo largo del altiplano andino obedecían a estos inter‐eses.  Este  proceso  no  podía  desarrollarse  sin  la  producción  de alimento que,  como actividad  agrícola,  seguía  siendo  ejecutada por  las comunidades de  indígenas que habitaban esas  tierras y que eran  los que conocían y seguían desarrollando sus propias formas productivas, en directa relación con prácticas rituales. A  partir  de  la  prohibición  de  las  prácticas  rituales  de  las comunidades andinas, como consecuencia de  la política de ╉ex‐tirpación de idolatrías╊, cuyo ’ltimo objetivo era  la dominación del ser y del saber andino, aquellas prácticas se fueron desarro‐llando de manera oculta y ╉subterránea╊, a veces en lugares ale‐jados,  a  los que no  llegaban  los  colonizadores y  en otros  casos durante la oscuridad de la noche. Poco a poco se fue consolidando el poder colonial y se fue‐ron poblando  las  ciudades  coloniales,  que  obedecían  a  un pro‐yecto de dominación planificado desde la corona, como encarna‐ción  del  ser  moderno.  En  este  proceso  se  fue  consolidando  la dominación hispana y  llegaron nuevos contingentes de españo‐

Koen de Munter, Marcelo Lara y Máximo Quisbert 104 les que incluían a mujeres. Estas formas planificadas de domina‐ción  contemplaban  el  diseño  urbano de  las  ciudades,  divididas en ciudad de indios y ciudad de españoles. De  esta  forma  se  fueron  diferenciando  las  prácticas  coti‐dianas,  entre  aquellas que  serían vistas  como  civilizadas,  al  in‐terior de los límites de las ciudades españolas y las ╉salvajes╊ o ╉de indios╊, que quedaban arrinconadas dentro los límites de las ciudades de indios. Sin embargo, en los lugares alejados de estas ciudades  coloniales,  las  comunidades,  tenían más posibilidades de desarrollar sus propias prácticas de vida. El nacimiento de la Rep’blica en なぱにの fue un continum de los comportamientos y  las prácticas cotidianas de  las ciudades. Donde hubo alg’n cambio fue en el tránsito de la administración del poder de la Corona Española hacia la nueva élite gobernante de  mestizo‐criollos,  que  acentuaron  las  diferencias  contenidas en las prácticas políticas o formas de administración del poder. La  rep’blica  entonces  fue  la  continuación,  en  las  ciudades,  del ejercicio del poder como dominio desde una élite amparada en la ciudadanía, que establecía varios requisitos para formar parte de  esta  minoría  que  decidía  los  destinos  de  mujeres,  niños  e indígenas,  sin  tomarlos en cuenta para nada. Esto quiere decir, sin pensarlos como sujetos. Sin  embargo,  el  efecto de  la  constitución de  las  rep’blicas en Latinoamérica,  fue diferente en algunas áreas alejadas de  los centros  urbanos.  Las  nuevas  fronteras  de  Bolivia,  por  ejemplo, fragmentaron, destruyeron y desintegraron pueblos indígenas de manera radical y etnocida; yaminawas al norte, urus y aymaras al oeste y guaraníes al sureste fueron afectados con la separación de sus pueblos, por las fronteras de los estados coloniales. La anulación de la posibilidad de continuar viviendo como pueblo para estas culturas fue evidente, pero también se cortó la posibilidad de ser parte de un conjunto diverso constituido por 

Dinámicas Interculturales en Contextos (trans)andinos 105pueblos diferentes y relacionados. En el caso de Oruro, nos refe‐rimos más a los Carangas, Charcas, Quillazas ゅautodenominados ahora como aymarasょ y Urus, quienes eran parte de un proyecto civilizatorio  expresado  en  el  Tawantinsuyu  como  su  máxima referencia y debieron, finalmente con la rep’blica, ser sometidos a  la  imposición  de  un modelo  ’nico  de  ╉ser  boliviano╊のど,  cons‐truido sobre  la negación de:  el  color de piel,  la  cosmovisión,  la historia,  las  prácticas  culturales,  los  valores  y  los mitos  de  los pueblos amerindios. En este contexto, la colonialidad del ser, del saber y del po­der había logrado que se pensara que las ciudades y sus valores, eran  el  espacio  que  haría  posible  la  incorporación  de  pueblos ╉salvajes╊, ╉ignorantes╊ y premodernos, a la ciudadanía moderna e  ilustrada.  Sin  embargo,  la  complejidad  de  estos  procesos  se desarrolló  desde  sus  propios  causes  y  la  racionalidad  moder‐na/colonial no terminó, o tal vez no empieza a comprender qué es  realmente  lo  que  pasó  o  lo  que  continua  pasando  entre  los pueblos que han acumulado demanda de liberación por más de cinco siglos. En nuestro caso, este es un primer intento de com‐prensión  crítica  de  los  procesos  festivos  en  Oruro  y  por  esta razón  es  que  nos  parece  importante  recordar  estos momentos históricos para visibilizar de mejor manera la forma en la que se cruzan  ambos  horizontes  y  comprender  cómo  la  modernidad, con su pretensión de dominio, ha intentado subsumirlas durante todo el proceso colonial y luego en todo el procesos republicano, hasta nuestros días, sin lograrlo realmente. Ya en tiempos republicanos, la forma de vida en las ciuda‐des, en función de las políticas estatales, seguía siendo la misma.                                                              50 El ser boliviano, o, la subjetividad de lo boliviano tiene tres momentos importantes, en fun-

ción de tres acontecimientos históricos. En este caso nos referimos al primer acontecimiento que es la fundación de la República. En este tiempo, ser boliviano quería decir mirar a Euro-pa como el referente de constitución de lo boliviano y negar, o despreciar todo aquello que constituía una realidad local indígena. Esto puede ser ampliado en: Juan José Bautista (2007).

Koen de Munter, Marcelo Lara y Máximo Quisbert 106 Por  esta  razón  se  fueron dando de manera paralela manifesta‐ciones  festivas,  en  un  caso,  de  las  élites  mestizo‐criollas  y  en otro, de los ╉indios╊のな. A fines del siglo X)X y principios del siglo XX las élites recreaban las formas festivas carnavalescas de Eu‐ropa y,  sobre  todo, París era el  referente de vida en esa época. Los  disfraces  y  las  carrozas  tomaban  como modelos  lo  que  se hacía en aquella ciudad francesaのに. Por otra parte,  los ╉indios╊ desarrollaban sus propias  for‐mas  festivas.  La  fiesta  de  la  Anata  coincidía  con  el  tiempo  del carnaval  español.  La Anata,  como  tiempo de  ritualización de  la primera cosecha, hoy denominada en la ciudad también como la pre‐cosecha, era una de las fiestas más importantes de los indí‐genas. Coincidía con el fin del tiempo de las lluvias y con la alegr‐ía  de  cosechar  el  fruto  del  trabajo  agrícola,  era  considerado  el inicio de un nuevo ciclo que coincidía con el consumo del nuevo alimento frescoのぬ. En esta fiesta, en la que los agradecimientos a la madre tie‐rra, Pachamama, eran importantes, también lo eran las ch╆allasのね a los espacios rituales y simbólicos reconocidos por su connota‐ción, ya sea política o religiosa. Por esta razón era de mucha im‐portancia,  para  los  indígenas  urbanos,  transitar  por  la  plaza principal de la ciudad para realizar estos rituales en los días de carnaval,  coincidentes  con  los  de  la  Anata.  Esto  significaba,  y significa  todavía  en  los  pueblos  de  los  Andes,  la  aceptación  y reconocimiento de los símbolos de poder y de los símbolos reli‐giosos del ╉otro╊, en  este caso del colonizador.                                                              51 Esta es la denominación que utilizaban en la época para referirse a aymaras y quechuas que

vivían en la ciudad de Oruro. 52 Este es otro ejemplo de cómo en Bolivia y en América Latina en general la forma de vida

europea era el “modelo” para las diversas actividades en nuestros países. Este tipo de prácticas, para el caso del carnaval en el Brasil ha sido desarrollada por Felipe Ferreira (2004).

53 Actualmente estos procesos festivos se siguen desarrollando en áreas rurales del departa-mento de Oruro y de otros.

54 Libaciones con alcohol, compartido entre los comunarios, que se desarrollan además con riegos hacia la tierra y a los lugares sagrados.

Dinámicas Interculturales en Contextos (trans)andinos 107Sin  embargo,  a  principios  del  siglo  XX  estas  actividades, realizadas por las comunidades indígenas que para esos tiempos ya vivían en la ciudad, eran muy mal vistas por la élites mestizo‐criollas, hasta que, en el año なひなぱ,  la Alcaldía Municipal de ese entonces, sacó una ordenanza municipal para prohibir el ingreso de la comparsas de indios, con el justificativo de que afeaban la entrada de carrozas en las que participaban ╉hermosas damitas de la sociedad orureña╊のの. Durante este tiempo de prohibición, las procesiones de los indígenas,  ahora  conocidas  como  la  Entrada,  que  transitaban desde el centro de la antigua ╉ciudad de los indios╊, la actual pla‐za de la Ranchería, hasta el Templo de la Virgen del Socavón, que se había construido sobre una gran Wak╆aのは prehispánica, lo hac‐ían bordeando la serranía aledaña, de esta manera llegaban has‐ta el Templo del Socavón sin ╉afear╊ las entradas de carrozas de las ╉damitas orureñas╊. Las luchas y los procesos de conflicto entre estos dos pro‐yectos civilizatorios continuaron mostrándose en el uso  festivo de  la ciudad. Sin embargo, esta medida extrema de prohibición no duró mucho tiempo, pero las agresiones, la discriminación y la marginación continuaron, expresándose de muchas maneras. Dentro  de  este  proceso  la  década  de  los  cuarenta  marcó  otro momento importante. Entre  aquel  ir  y  venir,  aquellos  cruces  y  contradicciones, que se daban entre los dos proyectos civilizatorios, se inició una nueva  dinámica.  Aquel  espacio  de  encuentro  que  posibilitaba contextos de diálogo  intercultural,  contenido por  la  ╉Fiesta Pa‐tronal de la Virgen del Socavón╊, empezará a ser invadido y des‐plazado  desde  su  interior,  nos  referimos  a  los  conjuntos  que                                                              55 Estos hechos están descritos en el libro de Jorge Fajardo (1989). 56 Se refiere a un símbolo ritual prehispánico como petrofanía.

Koen de Munter, Marcelo Lara y Máximo Quisbert 108 hacen parte de esta  fiesta. A principios del  siglo XX,  esta  fiesta había logrado incorporar algunos de los elementos fundamenta‐les de la religión católica, al  interior de un universo complejo y extremadamente religioso que era vivido y reproducido desde la cosmovisión  del  proyecto  civilizatorio  Andino.  Fue  justamente por  estas  características  ╉dialogadoras╊  y  por  la  presencia  de elementos  católicos  en  manifestaciones  festivas  andinas,  que este tipo de prácticas fueron toleradas e incluso aceptadas por la )glesia Católica local y también por parte de la población mesti‐zo‐criolla de  la  ciudad. Aunque estos ’ltimos  siempre  tuvieron una posición discriminadora y de rechazo a estas prácticas. Se consolida así un conflicto, que irá generando una serie de  acontecimientos, marcados  por  las  diferencias  de  racionali‐dades que constituían a dos proyectos  civilizatorios diferentes. La  idea  unitaria,  homogenizadora,  ’nica,  penetrará  lo  plural, para subsumirlo y transformarlo en unitario y junto con esto se intentará homogenizar  lo  heterogéneo.  Todo  esto  sin  entender la  lógica  del  tinkuyのば  en  la  fiesta  y menos  las  relaciones  de  in‐completitud; al contrario, se trató de construir entidades unita‐rias, completas, dadas, desde discursos unitarios y esencialistas con  los  clichés de  ╉lo  nuestro╊,  ╉nuestro  folklore╊,  ╉nuestro pa‐trimonio╊,  etc.  De  esta  manera  aparecerá  el  conflicto  entre  la                                                              57 Este es un ritual que se sigue reproduciendo entre los ayllus del Norte de Potosí, marca el fin

de un ciclo y el inicio de otro. La expresión más visible del ritual es el “enfrentamiento físico” entre comunarios de ambas parcialidades, que si bien, en algunos casos tiene connotacio-nes violentas, no se trata de una acumulación de odios o rencores, más bien se concibe como una entrega al dolor en la que el contendiente puede ser cualquiera que cumpla las características de simetría con el retador, estatura, edad, entre otros. También es el tiempo del surgimiento de nuevas parejas que iniciarán una nueva forma de vida. Se trata de un encuentro ritual entre dos parcialidades de un ayllu mayor. Para nosotros el contenido cen-tral de este ritual es la idea de incompletitud y es expresada cuando cada una de las parcia-lidades se piensa incompleta y diferente de la otra y utiliza el ritual del tinkuy para comple-tarse, lo mismo que l@s jóvenes cuando juntan sus incompletitudes para completarse como jaqi (persona en pareja). La fiesta del tinkuy al mismo tiempo que sirve para expresar la dife-rencia, se convierte en el momento de encuentro que utiliza diferentes formas para estable-cer el diálogo entre diferentes. Actualmente la idea de tinkuy, está presente en las diferentes fiestas en las que se despliegan prácticas culturales andinas.

Dinámicas Interculturales en Contextos (trans)andinos 109comunidad  intercultural  y  el  espectáculo  individualizador  y  se inició una transformación en la dinámica de la fiesta.のぱ Aquella pequeña fiesta patronal, que congregaba a diferen‐tes gremios, cada uno organizando su propio conjunto de danza, para marcar  la diferencia  con  los demás gremios,  se  fue  trans‐formando,  de  un  espacio  que  reproducía  diferentes  prácticas culturales, en las que el disfraz, el baile y la metáfora contenida en  la  danza,  eran  un  elemento más;  a  un  espacio  de puesta  en escena, en el que la danza y la idea de espectáculo, cobraban ma‐yor importancia, junto con la idea de ╉mercancía╊ en el mercado del turismo.  ENTRE LA COMUNIDAD INTERCULTURAL Y EL ESPECTÁCULO Este proceso de apropiación surge con mayor contunden‐cia luego de un acontecimiento histórico para Bolivia, que cam‐biará la subjetividad bolivianaのひ, se trata de la Guerra del Chaco. Este momento  histórico  ayuda  a  dar  contenido  a  la  idea  de  lo boliviano, existente hasta esa fecha. Por primera vez, los diferen‐tes habitantes de Bolivia se encuentran juntos ante un enemigo com’n  y  se  descubren  entre  ellos. De  esta manera,  algunos de los  pocos  bolivianos  de  clase  media  y  de  las  élites  se  dieron cuenta que estaban defendiendo un país que tenía como pobla‐ción mayoritaria a ╉los indios╊. Como consecuencia de este acon‐tecimiento, después de la guerra surgieron diferentes corrientes indigenistas que se desarrollaron en  la  literatura,  la pintura,  la m’sica, la danza, etc.                                                              58 Por ejemplo, en tiempos antiguos todos los danzarines utilizaban máscaras y la gente iba a

ver a los conjunto en general. Actualmente, en gran parte de los conjuntos, incluso en aque-llos en los que la máscara era imprescindible, como en las diabladas y en las morenadas, los danzarines entran sin máscaras y los espectadores van a ver a las personas como indi-viduos, ya no tanto a los conjuntos.

59 Con el acontecimiento de la Guerra del Chaco, se transita de una subjetividad hispanoameri-cana a otra latinoamericana. Esto puede ser ampliado en Juan José Bautista (2007).

Koen de Munter, Marcelo Lara y Máximo Quisbert 110 Aquellas fronteras que los dominadores habían trazado en las ciudades coloniales de manera rígida para no compartir es‐pacios ni relaciones, a no ser que sean las de dominación, empe‐zaban  a  desdibujarse.  Apareció  lo  exótico  de  ╉lo  indio╊  como expectativa,  entre  algunos  ╉pioneros╊ mestizo‐criollos  y  empe‐zaron a ponerse en postales y en museos a aquellos habitantes, en su mayoría rurales, para que el resto, la gran mayoría de las poblaciones urbanas los conozca. Pero más allá de las postales y los  museos,  la  expresión  de  ╉lo  indio╊  en  los  centros  urbanos estaba encarnada en  los comerciantes y gremiales que eran  in‐migrantes rurales. Oruro no fue la excepción y fue alrededor de estos gremios que  se  constituyeron  los diferentes  conjuntosはど,  como parte de una pequeña fiesta patronal a devoción de la Virgen de la Cande‐laria,  conocida después  como  la  fiesta del  Carnaval  de Oruro  y coincidente  en  tiempo  con  la  fiesta  de  la  primera  cosecha,  la Anata. Este  tipo de espacios,  sedujo a algunos  jóvenes de clase media de la ciudad de Oruro que poco a poco se fueron incrus‐tando en la diablada de los ╉Mañazos╊はな. En este proceso, al interior de una comunidad gremial, los valores,  las  representaciones  sociales  y  las  prácticas  culturales se  fueron produciendo a partir de  las  contradicciones  surgidas del cruce, como diálogo intercultural, entre el proyecto civiliza‐torio contenido en  la manera de reproducir  la  fiesta de  los Ma‐ñazos y el proyecto civilizatorio moderno. Los Mañazos acepta‐ban a los jóvenes como diferentes, pero aquellos jóvenes, no sólo no aceptaban las diferencias, sino que más bien quisieron cam‐biar el horizonte de las prácticas culturales de los primeros.                                                              60 Aquellas diferentes agrupaciones de gremiales que participaban en la fiesta patronal de la

Virgen de la Candelaria, lo hacían además constituyendo, cada una, un grupo de danza. Éstos, fueron denominados: Conjuntos. Por ejemplo: el conjunto de los tobas, el conjunto de los diablos, el conjunto de los morenos, etc.

61 En Oruro se conoce como “Mañazo”, a la persona que trabaja comprando ganado vivo y luego de trozarlo y acondicionarlo, lo vende al ciudadano común en los mercados.

Dinámicas Interculturales en Contextos (trans)andinos 111La reproducción de la vida, a través de valores de recipro‐cidad,  con  la  naturaleza/Pachamamaはに  y  continuidad  de  la  co‐munidad de vida expresada en el momento festivo, con el rol de los pasantes, al hacerse cargo de  los gastos, de  la comida, de  la bebida, de  la m’sica, de  las vestimentas y de  los agasajos a  las deidades, en este caso la Virgen del Socavón y la Pachamama, se vio interferida por una actitud que, a través del uso de ╉lo indio╊ como  lo  exótico,  se  buscaba  protagonismo  social,  pero  sobre todo ganancia económica. Se trataba de otra forma de ser, dife‐rente a  la de los Mañazos, que tenía  la facilidad de transformar en objeto todo lo que se cruzaba en su camino. De esta manera la posibilidad  de  compra  y  venta  de  objetos  como mercancía,  no solamente fue haciéndose parte de la fiesta, sino que poco a poco la misma fiesta se convirtió en tal. Todo este proceso, sin embar‐go,  fue  parte  de  varios  cambios  que  estaban  siendo  parte  del  proceso que transformó muchas cosas. Como parte  del momento  histórico  que  vivía  el  país,  el  Go‐bierno de ese entonces  llevó adelante un gran festival nacional de danzas indígenas de Bolivia, realizado en el Estadio (ernando Siles de la ciudad de La Paz. Éste fue el detonante para desencadenar un conflicto al interior de la diablada de los Mañazos, calificada todavía como perteneciente a  lo  indígena. Lo que sucedió  fue que en este festival el p’blico  llenó el estadio, y  la misma cantidad de p’blico con la que éste se llenó, se quedó esperando afuera con ganas de ver a  la diablada de Oruro, por esta razón,  tuvieron que repetir  la de‐mostración  al  día  siguiente.  Este  hecho, motivó  a  las personas de clase media, incrustadas entre los ╉Mañazos╊, a utilizar de otra ma‐nera a la danza de la diablada. La mentalidad moderna y su manera de convertir todo en mercancía, hizo lo mismo con estas prácticas culturales de los ╉Mañazos╊. Aquellos jóvenes generaron la idea de vender espectáculos de la diablada y utilizar éstos como una fuente                                                              62 Desde la racionalidad de los habitantes de los Andes, la naturaleza/Pachamama, es enten-

dida como sujeto y no como objeto.

Koen de Munter, Marcelo Lara y Máximo Quisbert 112 de ingresos. La posibilidad de generar más presentaciones como la de La Paz, pero esta vez de manera particular y con la administra‐ción de ellos mismos, generó un conflicto al interior de este conjun‐to, que terminó con el rechazo de la comunidad gremial de los ╉Ma‐ñazos╊, dando lugar a la separación de aquellos jóvenes. Como consecuencia de este proceso, entre los años なひねぬ y なひねね, se fundaron dos nuevas diabladas, ambas compuestas por gente  de  clase media  emergente,  Estos  conjuntos  introdujeron otro tipo de prácticas al  interior de esta  fiesta patronal, uno de ellas no tardó en ╉sobresalir╊ entre  los demás.  Justamente, esta idea de ╉espectáculo para la venta╊, motivó a sus integrantes en el desarrollo de una serie de innovaciones que fueron construi‐das  como  parte  de  su  proyecto  civilizatorio,  mientras  que  los Mañazos continuaron con sus prácticas no modernas. Muchos  fueron  los  cambios,  sin  embargo,  algunos marca‐ron definitivamente otra manera de ser en el Carnaval de Oruro. La  Pachamama63 y el Tiu64 desaparecieron por completo de los procesos intersubjetivos de esta diablada, en su lugar, la imagen de la Virgen de la Candelaria fue convertida en la imagen ritual de esta fiesta. Por otra parte la idea de comunidad también des‐apareció  y  fue  reemplazada  por  la  de  ╉fraternidad╊.  Junto  con estos cambios, aparentemente, sólo en lo simbólico de la fiesta, las  prácticas  culturales  ancestrales,  que  contenían  un  proyecto claro de presencias vivas y, además dialogaban con el horizonte histórico  del  dominador  como  parte  de  demandas  liberadoras que venían de tiempos anteriores, fundados en las historias lar‐gas de estos pueblos, empezaron a menguar poco a poco. Así se fue instituyendo al interior de este espacio festivo la manera de                                                              63 Pachamama: Denominada también como la madre tierra. Es considerada como una de las

deidades mayores en los Andes y también se la piensa como a la naturaleza. Como ya lo dijimos es pensada como Sujeto.

64 Tiu: Esta denominación, junto a Supay, Saxra, Tío y Diablo, estas dos últimas surgen en tiempo de la colonia, se refieren a una deidad masculina que ocupa el espacio del subsuelo, conocido como el espacio de abajo (Manqha Pacha), en la cosmovisión andina.

Dinámicas Interculturales en Contextos (trans)andinos 113ser  del  dominador  colonial,  con  todas  sus  taras  y,  así  como  se segregaban  personas,  también  se  discriminaban  las  prácticas rituales e incluso a las deidades locales andinas. De esta manera, la forma en la que se reproducía la prácti‐ca  festiva,  como  parte  de  la  reproducción  de  la  vida,  también empezó a cambiar. Con estos nuevos conjuntos, desde mediados de la década de los cuarenta, aunque todavía de manera aislada, el dinero entró a formar parte de la fiesta, y poco a poco empezó a competir con el trabajo vivo, que a través de los intercambios recíprocos,  utilizados  por  las  comunidades  andinas  ancestral‐mente para producir y reproducir la vida, servía para reproducir la  fiesta como espacio de encuentro e  intercambio. Estos  inter‐cambios, entre los ╉Mañazos╊, se daban con productos alimenti‐cios  resultado de su propio  trabajo en sus chacras, cada comu‐nario  ofrecía  un  determinado  n’mero  de  surcos  de  su  futura cosecha que serviría para la producción de alimento durante  la fiesta. De esta manera los participantes como danzarines, apor‐taban solamente con su danza, alegre. Esto también era parte de un intercambio recíproco, que los ╉Pasantes╊, o los que se hacían cargo de la fiesta, devolverían en el futuro. Todo esto  fue cambiando,  la nueva  forma de ser parte de esta fiesta, empezó a depender de pagos directos con dinero, las relaciones  humanas  y  el  diálogo  intersubjetivo  fue  cambiando por las relaciones contractuales. Se empezó a exigir un determi‐nado monto de dinero como cuota, que servía para el pago de la banda de m’sicos, por otra parte cada danzarín debería hacerse responsable de su vestuario. Esto significaba acudir a bordado‐res, zapateros y mascareros, para encargar de manera personal, individual  y  por  un  costo  específico,  en  dinero,  las  diferentes partes del traje de diablo. El sentido de hacerse responsable o hacerse cargo de la fies‐ta, por parte de  la  familia de  los  ╉Pasantes╊,  empezó a  competir 

Koen de Munter, Marcelo Lara y Máximo Quisbert 114 con  la  figura del  ╉presidente╊はの  del  conjunto y  su directiva.  Este era un elemento más que ponía en evidencia el conflicto entre dos proyectos civilizatorios, aunque en esta década todavía no se har‐ían  visibles  sus  consecuencias  extremas.  Para  el  caso de  los  pa‐santes la fiesta implicaba un servicio a la comunidad que se funda en la reciprocidad productiva del trabajo vivo con base en la fami‐lia; mientras que el presidente y su directiva estaban para organi‐zar y administrar el dinero de los ╉socios danzarines╊. Esto impli‐caba una participación como individuos, ya sea como danzarines, o  como parte  de  la  directiva.  La  diferencia  entre  lo  comunitario intercultural­liberador  y  lo  individual  monocultural‐dominador, empieza a hacerse más notoria. 

A partir de este momento se dan dos formas de ser parte del Carnaval de Oruro. En este tiempo, estamos en la mitad del siglo XX, son sólo las diabladas las que introducen este tipo de prácti‐cas diferentes.  Esta novedad,  en varios  sentidos,  posiciona  a  la danza de  la  diablada  en  la  ciudad de Oruro  como  la  ╉danza de moda╊  y  se  genera  la  fundación  de  nuevas  diabladas  hasta  la década de los sesenta. La diablada Urus será la ’ltima en fundar‐se, pero todas ellas nacieron marcadas por el inicio de las luchas entre dos proyectos  civilizatorios,  uno dominante  y homogeni‐zador, a través del Estado, y el otro dialogador, sobreviviente en las fiestas. El resto de los conjuntos, todavía reproducían las prácticas del  proyecto  civilizatorio  andino,  con  los  rituales  hacia  la  Pa‐chamama y sus propias dinámicas de reciprocidad al  interior y al  exterior. De esta  forma,  se manifestaba cierta  cercanía entre                                                              65 Actualmente los pasantes son más una figura decorativa, el respeto y el reconocimiento

hacia estos roles a desaparecido o es mínimo, en muchos casos, los danzarines ni siquiera saben quién es el Pasante. Mientras que el presidente, junto con su directiva, tiene mucho más poder y reconocimiento, porque están a cargo del dinero que se recolecta con las cuo-tas de los danzarines. El grado extremo de este proceso es que ahora el Presidente de la Asociación de Conjuntos Folklóricos de Oruro, tiene más poder que el Alcalde y el Prefecto de la ciudad, cuando se trata de tomar decisiones sobre el Carnaval de Oruro. Este fenóme-no se debe a los montos de dinero que circula entre esta entidad y los “sponsors”, por el “marketing” de esta fiesta.

Dinámicas Interculturales en Contextos (trans)andinos 115las  prácticas  de  comunidades  de  las  áreas  rurales,  que  en mu‐chos casos se complementaban y se  relacionaban directamente con las de la fiesta del Carnaval de Oruro. Tal es así que normal‐mente, junto con los conjuntos de )ncas, Morenos, Llameros, Ku‐llawas,  entraban  mozeñadas,  tarqueadas,  pinquilladas,  como grupos de novenantes llegados del área rural. Era  un  tiempo  en  el  que  la  Anata  como  práctica  cultural no‐moderna,  se manifestaba  en  el mismo  espacio  y  durante  la misma  época  que  el  Carnaval  de  origen  europeo  y  la  fiesta  se consolidó,  al mismo  tiempo,  como un espacio de conflicto y de diálogo intercultural, expresando luchas simbólicas, entre domi‐nación y liberación. Estas presencias se manifestaban connotan‐do horizontes históricos completamente diferentes, aunque des‐de la mirada colonial dominadora y mono‐cultural, esto siempre fue un desfile de ╉expresión del folklore boliviano╊. Sin  embargo,  poco  a  poco  y  de  manera  sutil,  la  práctica mercantil  iría  desplazando  a  las  prácticas  comunitarias  de  re‐producción de la vida, todavía presentes con mucha fuerza hasta principios  de  la  década  de  los  setenta.  (acia  finales  de  esta década  el  escenario  empezó  a  cambiar.  Si  bien  la  reflexión  de este proceso,  lo hemos desarrollado de manera breve en el en‐sayo titulado ╉Morenada y Liberación. Una aproximación crítica a los conflictos en la Morenada de los Cocanis en el Carnaval de Oruro╊はは, aclararemos algunos puntos relevantes. Ésta, la de los setenta, es una década en  la que se generó una  invasión de  las poblaciones  de  clase  media,  hacia  las  comunidades  gremiales, que  participaban  en  el  Carnaval  de  Oruro.  Sucedió  que,  con  el paso del tiempo, las clases medias se irían apropiando de uno de los  pocos  espacios  en  los  que  las  comunidades  gremiales  des‐arrollaban  prácticas  culturales  con  pretensiones  liberadoras  y                                                              66 Este ensayo ha sido presentado al seminario denominado: “La fiesta se debate: entre viven-

cias e interpretaciones de la morenada”. Organizado por el Instituto de Estudios Bolivianos y El Archivo de La Paz, realizado el 12 de octubre de 2007. Ver: Javier Romero (2007).

Koen de Munter, Marcelo Lara y Máximo Quisbert 116 de diálogo y, más bien, se fueron consolidando como espacios de la dominación y el lucro. Luego de las diabladas, la danza de los Tobas fue la que su‐frió la invasión de las clases medias, sobre todo de adolescentes y  jóvenes,  posteriormente  se  crearon nuevas danzas  y  el  fenó‐meno  de  invasión  se  fue  precipitando  aceleradamente.  Final‐mente, los Caporales se convirtieron, de manera contundente, en posibilitadores de la presencia dominadora de la modernidad en esta fiesta patronal, que años atrás, servía para generar procesos y  reproducir  prácticas  liberadoras.  (ijos  de  presidentes  ゅac‐tualmente  diputadosょ,  ministros  y  diferentes  funcionarios  de Estado,  de  alto  nivel,  se  hicieron  parte  de  esta  danza  que  los identificaba  como dominadores.  En menor  escala  y  con  ritmos menos  acelerados,  llameradas,  kullawadas,  inkas,  se  irían haciendo parte de las lógicas de mercado, acumulación y corrup‐ción, por obra y gracia del capital expresado en el dinero. Durante  la década de  los ochenta, aquellas compatibilida‐des y aquellas cercanías con las poblaciones rurales y sus prácti‐cas ya eran mínimas o ya no existían. Por eso en la década de los ochenta, durante algunos años, la Anata desaparece del escena‐rio,  como manifestación  festiva.  En  estos  años  se  podría  haber dicho que la Anata, como forma de reproducción de la vida fun‐dada  en  el  proyecto  civilizatorio  andino,  había  sido  derrotada por el Carnaval,  reproductor del mercado, y expresión del pro‐yecto civilizatorio moderno. Aquellas presencias rurales en la fiesta, fueron reemplaza‐das por nuevos conjuntos creados en las décadas de los ochenta. Los  tejidos  indígenas  junto al  resto de  las prendas de vestir de Machas,  Chayantakas  o  Yamparas,  transformaron  su  uso  coti‐diano en un uso  simbólico  y  formal,  para  ╉vestir  a  la moderni‐

Dinámicas Interculturales en Contextos (trans)andinos 117dad╊  con  ropas  ╉indígenas╊.  Estas  prendas  se  convirtieron  en disfraces de ╉identidad boliviana╊はば. ╉… se trata de los Tinkusはぱ, Potolosはひ y Pujllayばど. Estas danzas fueron inspiradas en escenas de la vida cotidiana, como es el caso  de  Potoloばな  o  en  rituales  específicos  como  son  el  Tin‐kuばに, en el Norte de Potosí; o el Pujllayばぬ en el departamento de Chuquisacaばね╊.ばの La idea de rescate, de algo que ni siquiera se conoce, como emblema de  la  identidad boliviana está presente en  la mayoría de  los participantes de estos  conjuntos.  Sin embargo, no existe ninguna  diferencia  con  la  actitud  de  los  caporales,  porque  esa idea de rescate e identidad ╉boliviana╊, en el plano del discurso, nunca va más allá de eso y lo ’nico que sucede es que los inte‐grantes  de  estos  conjuntos  se  disfrazan  de  indígenas  para  re‐producir prácticas y representaciones modernas/coloniales.                                                              67 Actualmente esta evidencia trágica se ha visto en la participación de los universitarios en las

luchas por una nueva Constitución con participación indígena, para Bolivia. Aquellos estu-diantes que en las entradas universitarias se ponen ropas de indios, en las plazas y en las calles escupen a constituyentes indígenas que luchas por su liberación.

68 Esta danza es una alegoría al ritual del Tinku y se ha utilizado la música tradicional de la región para proyectarla como danza urbana.

69 Esta danza no tiene un argumento específico, su única referencia es la región de Potolo en el departamento de Chuquisaca.

70 Esta danza es una reproducción urbana y fragmentada de la fiesta del área cultural de Tarabuco, a la que se ha denominado Pujllay por la referencia de la época de la primera co-secha en esta región.

71 Potolo es una localidad en el departamento de Chuquisaca, cuyos habitantes corresponden al grupo cultural Jalqa, con características particulares étnicas.

72 El Tinku es un ritual de “entrega al dolor” realizado en el Norte de Potosí, donde los ayllus de la parcialidad de arriba se enfrentan a los ayllus de la parcialidad de abajo. Estos son en-frentamientos rituales en los que la sangre es signo de buen augurio.

73 Pujllay es una palabra quechua que se corresponde al de anata en lengua aymara, y delimi-ta el tiempo de la primera cosecha que es un tiempo importante en el ciclo anual de esta cultura. La particularidad está marcada porque es un tiempo de fiesta ritual con danza, música y ch’allas.

74 A nivel del discurso, en estos conjuntos los danzarines, se plantean lo “tradicional” y “cultural identitario” como algo para “rescatar”, “conservar”, para sentirse orgullosos; y al nivel de las prácticas culturales, en los Tinkus, desaparece el discurso. Actualmente entre los que parti-cipan en los Tinkus, a pesar de algunas iniciativas aisladas, ni siquiera existe contacto con las comunidades a las que, supuestamente, representan. Sin embargo, algunos de los que participan en los Pujllay tratan de no perder el contacto con las comunidades de Tarabuco e incluso algunos mencionan con orgullo: “nosotros pijchamos [pijchar se refiere a guardar hojas de coca en la boca para extraerles sus líquidos] y bailamos con los comunarios y dor-mimos con ellos y comemos lo mismo que ellos”. Pero esto sucede desde una racionalidad moderna colonial.

75 Javier Romero (2007).

Koen de Munter, Marcelo Lara y Máximo Quisbert 118 Pero  aquel  horizonte  de  liberación  reproducido  en  la  in­terculturalidad/liberadora de la Anata, lejos de haber sido derro‐tado, volvería con más fuerza y esta vez definiendo nuevos lími‐tes. El año なひひに, cuando se cumplían のどど años del encubrimiento de América por la modernidad europea, como negación de cual‐quier  tipo  de  interculturalidad,  sirvió  de  acontecimiento  para reposicionar  con mayor  fuerza  la  lucha por  la  liberación,  como demanda de relaciones de  igualdad desde  la materialidad de  la vidaばは,  contenida  en  las  comunidades  indígenas  del  altiplano orureño. Como consecuencia de este proceso histórico, en el año なひひぬ  se  desarrolló  la  primera  Entrada  de  la Anata,  como  una forma  de  expresar  la  presencia  viva  y  diversa  de  las  culturas andinas. Para este acontecimiento se definió una fecha diferente a  la  del  Carnaval,  sería  el  jueves  previo  al  ╉carnaval  de  los ╉q╆aras╊ばば. Desde aquel año la entrada de la Anata ha ido convo‐cando, poco a poco, una gran cantidad de comunidades  indíge‐nas de las áreas rurales y de los asentamientos urbanos. A fines de la década de los noventas, cuando ya se terminaba el siglo, ya congregaba a comunidades del sur del Dpto. de La Paz, del oeste del Dpto. Cochabamba y del Norte de Potosí, además de todo el departamento  de  Oruro.  Actualmente  ha  quedado  establecido como un acontecimiento diferente y diferenciado de lo que es el Carnaval de Oruro y tiene su propia dinámica. Ahora, esta manifestación festiva contiene también una acti‐tud crítica y cuestionadora de la racionalidad con la que se mira y se  define,  pero  sobre  todo,  con  la  que  se  califica  a  este  tipo  de prácticas culturales. Los integrantes de la Federación Sindical Úni‐ca de Trabajadores Campesinos de Oruro ゅFSUTCOょ, organizadora de la Anata, expresan que su cultura se puede ver y tocar, porque                                                              76 Esta materialidad de la vida se expresa como voluntad de vivir y Junto con Dussel pensamos

que, esa voluntad, “será determinante para una nueva fundamentación de la política crítica” (Enrique Dussel, 2006: 41). Se trata entonces de una lucha por la vida, no por la sobrevi-vencia, en la que la corporalidad de cada ser humano es y hace a la realidad.

77 Q’ara tiene una traducción literal que significa pelado, esta palabra se usa para designar a la población mestiza, no indígena

Dinámicas Interculturales en Contextos (trans)andinos 119está expresada en m’sica,  ritual y baile, en oposición al Carnaval Folklórico de Oruro, declarado por la UNESCO: ╉Obra Maestra del Patrimonio Oral e )ntangible de la (umanidad╊. Por esta razón ellos han denominado al Anata Andino como ╉Patrimonio Viviente, Natu­ral, Material y Tangible de las Naciones Originarias╊. (asta aquí, hemos tratado de mostrar algunos hitos en el proceso  de  las  luchas  y  los  conflictos  entre  los  dos  proyectos civilizatorios  que  nos  constituyen,  entre  dominación  y  libera‐ción. Estos hitos nos muestran una actitud de mostrar­nos y ver­nos, entre nuestras diferencias, a través del diálogo intercultural liberador. Pero también reflejan otra actitud la de mostrar­se, sin ver­se,  con  lo  exótico,  como  encubrimiento  de  la  dominación colonial. Sin embargo, esta dinámica es mucho más compleja de lo que parece y, en este corto ensayo, esto sólo queda en enun‐ciado para ser pensado y trabajado más adelante. Por ahora, nos limitaremos a anunciar algunas pistas  futuras de reflexión; que se inician en el intento de comprender el significado de la nega‐ción hacia  la declaratoria de  la UNESCO y  la afirmación de otra declaratoria.  PENSANDO UNA INTERCULTURALIDAD OTRA, DESDE LOS ANDES Los  Andes  y  su  proyecto  civilizatorio  todavía  velado,  no obstante,  a  pesar  de  ello,  ahora más  que  nunca  emergente  en Bolivia,  nos  muestra  algunas  posibilidades  para  salir  del  en‐trampe racista, discriminador y encubridor, que nos ha plantea‐do,  como  proyecto  desde  el  siglo  XV),  la  moderni‐dad/colonialidad.  El  encuentro  de  Cajamarca,  entre  Pizarro  y Atawallpa,  expresan  la  contradicción  fundamental  contenida, por una parte, en el fundamento del proyecto dominador de los que llegaban; y en el fundamento de diálogo de los que los recib‐ían. Esto no es otra cosa que el cruce instantáneo de dos raciona‐lidades  completamente  diferentes,  que  desemboca  en  la  domi‐

Koen de Munter, Marcelo Lara y Máximo Quisbert 120 nación de una sobre la otra y la imposición de esta racionalidad dominadora  como  la ’nica posible en  la  vida de  los habitantes de  los Andes. Por eso es que ahora, aquellos bolivianos que no pueden  ver  el mundo  si  no  es  desde  esta  racionalidad,  no  en‐cuentran  salida  a  los  problemas  actuales;  es más,  algunos  afir‐man que la ’nica salida tiene que ser violenta, como la que suce‐dió a partir del encuentro de Cajamarca. Fue  allí  que  la  palabra  escrita,  conteniendo  una  realidad entendida como dadaばぱ  tenía que ser aceptada sin dubitaciones como  la  verdad.  La  verdad,  era  en  primer  lugar,  lo  que  estaba escrito, pero no sólo eso; en segundo lugar, tenía el estatuto de verdadero, porque  lo decía  el  dominador.  La  idea de  ╉diálogo╊, en este caso es imposición, por una parte y subordinación por el otro, pero todos sabemos que esto no es diálogo. En Cajamarca se hizo visible que el fundamento de la racionalidad que llegaba a los Andes, era la dominación y no el diálogoばひ. Pero, cómo re‐accionó  el  )nka  cuando  el  cura  Valverde  le  entregó  la  Biblia  al )nka y le dijo que ésta contenía la palabra de Dios, Atawallpa, al no  escuchar  ninguna  palabra,  arroja  al  piso  aquel  documento. Esto significa que, desde la racionalidad de los andinos, se esta‐ba  buscando  entablar  un  diálogo  a  partir  de  la  oralidad  de  la palabra en el dándose, lo que se quería era desarrollar una rela‐ción intersubjetiva, para generar entendimiento entre los extra‐ños, en ese momento el  )nka no estaba pensando en dominar y                                                              78 En este caso diferenciamos dos formas de aproximación y de comprensión de la realidad.

Por una parte está la realidad como ya dada; por otra, esta aquella que se la entiende como dándose. La primera es aquella realidad acabada, como conjunto de tendencias que ya se han cristalizado históricamente (Hugo Zemelman, 1989: 37) y la segunda, es una exigencia de futuro que intenta captar diferentes direccionalidades, en el modo en el que se ha ido es-tructurando en la conciencia social. Al respecto Zemelman es claro al plantear que “lo es-pecíficamente político del conocimiento consiste en destacar lo dándose sobre lo dado de la realidad dominante” (Hugo Zemelman, 1989: 36). En el caso del proceso colonial que se inició con el encubrimiento de 1492 sucedió todo lo contrario.

79 Posteriormente, este fundamento, constituirá al paradigma de la conciencia, que presupone la razón como pensamientos subjetivos individuales. Este paradigma todavía no ha sido su-perado por la ciencia social; para hacerlo se deberá asumir el giro lingüístico y el giro pragmático que significa pasar de la conciencia solipcista a la intersubjetividad, en una co-munidad de comunicación, haciendo uso del lenguaje. Esto puede ser ampliado en J. Habermas (1989) y K. O. Apel (1985).

Dinámicas Interculturales en Contextos (trans)andinos 121esclavizar  a  los  recién  llegados,  aunque  los  recién  llegados  no pensaban en otra cosa y ni bien Atawallpa se deshizo de  la Bi‐blia,  la  racionalidad moderna/colonial,  que  encubría  en  un  su‐puesto diálogo su pretensión dominadora, tomo preso al )nka e inició de manera brutal el proceso colonial. Nosotros pensamos que aquella racionalidad,  la del diálo‐go, conocida también como ╉cultura oral╊, que sobrevivió en los rincones del mundo, en los cerros más alejados, en las casas más pobres y en los lugares más inhóspitos es fundamental en estos tiempos.  Y  a  pesar  que  tuvo  que  enfrentar  políticas,  coloniales primero  y,  estatales  después,  pero  fundamentalmente,  aquella negación  de  dialogar  desde  el  siglo  XV);  actualmente  ha  se  ha desplegado en las ciudades a través de la fiesta, que demanda el diálogo  intercultural,  desde  la  liberación. Ahora,  cuando  los  es‐tados  modernos/coloniales,  pero  además  mono‐culturales  han heredado  las  prácticas  dominadoras  individualizantes  del  pro‐yecto  colonial,  constituyendo además  la  colonialidad del  saber, del ser y del poder, la inteculturalidad liberadora aparece desde los sujetos emergentes en Bolivia, como una posibilidad de sali‐da de un proyecto de mundo aberrante y destructor. En Cajamarca se puso en el escenario el diálogo intercultu‐ral  y  los  españoles  impusieron  la  dominación  desde  una  com‐prensión ’nica del mundo, de la verdad y de la vida, con racismo discriminación y violencia. En el Carnaval de Oruro sucedió algo parecido,  en  las  calles  se  había  desplegado  el  escenario  de  la fiesta y fueron los indígenas, denominados por los dominadores en  ese  tiempo  como  ╉indios╊  los  que  lo  hicieron.  Luego,  gra‐dualmente, el criollaje moderno/colonial entró a ese escenario, hasta hacerlo suyo y ¿qué hizo en su  interior?, genero racismo, discriminación y violencia hasta desplazar a la racionalidad que daba contenido intercultural­liberador a ese escenario y consoli‐dar  la racionalidad moderna/colonial en prácticas racistas, dis‐criminadoras, corruptas y encubridoras desde discursos cultura‐

Koen de Munter, Marcelo Lara y Máximo Quisbert 122 listas homogenizadores y  encubridores. En este  caso no encar‐celó a la racionalidad andina, pero la desplazó por completo del escenario del Carnaval de Oruro. A diferencia de lo anterior, los procesos festivos nos mues‐tran la interculturalidad liberadora construida desde tiempos de la colonia desde la fiesta y sin el uso de la violencia, incorporan‐do  símbolos,  aceptándolos,  pero  de manera  dialogada  y  desde sus  propias  racionalidades,  construyendo  un  panteón  andino que nunca estuvo dado, que se construye en el dándose y en el que  entraron  a  ser  parte  vírgenes  y  santos,  como  parte  de  un diálogo intercultural en el que las demandas se dirigen a la Vir‐gen como a la Pachamama. Sin importar que la Virgen y los san‐tos hayan llegados desde otras latitudes. En este sentido  la  fiesta del Carnaval de Oruro como mu‐chas otras a lo largo y ancho de los Andes, nos han planteado y nos  plantean  espacios  de  interculturalidad  liberadores,  que  ge‐neran diálogos en su  interior y muchas mezclas y nuevas cons‐trucciones  se hacen evidentes  sin problemas. Pero,  como suce‐dió  en  el Carnaval de Oruro,  llegan  los purismos,  las  compren‐siones lineales y las intolerancias esencializantes que nunca en‐tendieron a la fiesta como tinkuy y quieren esencializar una rea‐lidad que se despliega en el dándose, para convertirla en dada, quieren uniformar la dinámica compleja de la fiesta como tinkuy, para  transformarla  en  un  espectáculo  uniforme  y  lineal,  para que pueda entrar de manera exacta y sin problemas en el paque­te turístico que demanda el mercado/moderno/colonial. De esta manera es que en el Carnaval de Oruro, con  todo este proceso en contra, el contexto cambió y, el escenario para la manifestación de una interculturalidad liberadora, estaba agoni‐zando y a punto de desaparecer. Parecía que se había impuesto el proyecto moderno y la sociedad de consumo. )ndudablemente éste fue un retroceso, en el que el diálogo intercultural y la posi‐

Dinámicas Interculturales en Contextos (trans)andinos 123bilidad de intercambio entre racionalidades, fue superada por el consumo, el precio, el dinero y el mercado y con  todo ello, por las prácticas de dominación autoritaria. Si bien la fiesta del Car‐naval de Oruro,  por  las  características históricas,  se  constituyo en  un  escenario  de  conflicto,  también  contenía  potenciales  im‐portantes para  generar  encuentros.  Era  sobre  todo, un  espacio de  diálogo  intercultural  y  de  demandas  de  liberación  ante  un Estado Moderno mono‐cultural, al que no le interesaba la discu‐sión de  la existencia  ,  es más,  en este caso  sólo  se concebía un proyecto civilizatorio universal. El  surgimiento de  la Anata,  en otro  tiempo y otro espacio, renovado  y  cuestionador  al  proyecto  homogenizador  del  actual Carnaval  de Oruro,  estaba mostrando  un  reposicionamiento  del escenario de interculturalidad liberadora. Aquella racionalidad del diálogo, encarcelada en Cajamarca y desplazada en el Carnaval de Oruro,  luego de haber  sufrido  la  invasión de  su  espacio,  por  un proyecto que contenía una racionalidad dominadora, individualis‐ta  y mono‐cultural,  estaba  planteando  un  nuevo  escenario  para mostrar  la pluralidad y  la posibilidad de diálogo y de encuentro. Pero además, lo estaba haciendo de manera crítica. Más  allá  de  pensarse  tomados  en  cuenta  por  la  UNESCO con la nominación para el Carnaval de Oruro, ╉como obra Maes‐tra╊, y asumir, como dominados, el horizonte moderno/colonial, lo  están  cuestionando,  pero  no  sólo  eso,  sino  que  están  reafir‐mando un pensamiento propio, nos están proponiendo, desde su propia racionalidad lo que ellos piensan de sus propias prácticas al decirnos ╉nosotros somos Patrimonio Viviente, Natural, Mate­rial y Tangible de  las Naciones Originarias╊. ¿Cómo podemos in‐terpretar esta afirmación,  fundadora, en un momento histórico, sobre todo para Bolivia y para los países del sur del mundo? Se siente, en primer  lugar un rechazo a seguir aceptando, que el criterio de verdad es el que viene de afuera y lo expresan 

Koen de Munter, Marcelo Lara y Máximo Quisbert 124 así: ╉nos dijeron salvajes, nos dijeron indios, nos dijeron campe‐sinos, nos dijeron folklóricos, nos dijeron populares, ahora quie‐ren que seamos intangibles╊. En segundo lugar se está marcando la diferencia con la población dominada, mestizo‐criolla, moder‐na/colonial,  que  acepta  con  mucha  satisfacción  e  incluso  con agradecimiento  la  nominación  de  la  UNESCO.  En  tercer  lugar, aquella  población  que  lucha  por  una  posibilidad  de  liberación intercultural, rechaza el diálogo desigual, dominador, y antepone la  posibilidad  de  un  diálogo  entre  dos  racionalidades,  interpe‐lando a partir de la materialidad de la vida, al decir ╉somos pa‐trimonio viviente y material╊. Y cuarto, esta contestación apare‐ce como un llamado de atención, que interpela y afirma: ╉Prime‐ro comprendan que nosotros sabemos qué somos, cómo somos y quienes somos y así podremos dialogar╊. Estamos enfrente de un escenario muy complejo, pero que al mismo tiempo nos propone posibilidades de salir del entram‐pe impuesto por la modernidad desde el siglo XV). Sin embargo, como lo planteamos en el inicio, entre la dialéctica del perdón y el reconocimiento de la culpa del agresor, no se puede pensar en una salida que no parta por la descolonización y pueda llegar a la liberación, para que desde la racionalidad del diálogo se pue‐da dialogar como liberados y no como dominados, con todas las racionalidades pertinentes a proyectos civilizatorios diferentes, entre los cuales la modernidad/colonialidad es uno más y a par‐tir de este diálogo se pueda pensar en la producción y reproduc‐ción de la vida del planeta primero y de la humanidad como con‐secuencia.  BIBLIOGRAFÍA

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