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LOS LUGARES DE LA HISTORIA

José Manuel Aldea CeladaCarmen López San Segundo

Paula Ortega Martínez Mª de los Reyes de Soto GarcíaFrancisco José Vicente Santos

(Coordinadores)

Felipe Criado Boado(Prólogo)

Salamanca, 2013Colección Temas y Perspectivas de la Historia, núm. 3

Coordinadores: José Manuel Aldea Celada, Carmen López San Segundo, Paula Ortega Martínez, Mª de los Reyes de Soto García, Francisco José Vicente Santos.Comité editorial: David Alegre Lorenz, Álvaro Carvajal Castro, Javier González-Tablas Nieto, Amaia Goñi Zabelegui, Óscar Fernández Delgado, Clara Hernando Álvarez, Iván Pérez Miranda.

Consejo científico: Enrique Ariño Gil (Universidad de Salamanca), Javier Baena Preysler (Universidad Autónoma de Madrid), Mª Cruces Blazquez Cerrato (Universidad de Salamanca), Carmen Cacho Quesada (Museo Arqueológico Nacional), Antonella Cagnolati (Università di Bologna), André Carneiro (Universidade de Évora), Julián Casanova Ruiz (Universidad de Zaragoza), Leonor Chocarro Peña (EEHAR-CSIC ), Rosa Cid López (Universidad de Oviedo), Mª Soledad Corchón Rodríguez (Universidad de Salamanca), Pablo de la C. Díaz Martínez (Universidad de Salamanca), Ángel Esparza Arroyo (Universidad de Salamanca), Fábio Faversani (Universidade Federal de Ouro Preto), Raúl González Salinero (Universidad Nacional de Educación a Distancia), Mª José Hidalgo de la Vega (Universidad de Salamanca), José Ignacio Izquierdo Misiego (Universidad de Salamanca), Miguel Ángel Manzano (Universidad de Salamanca), Iñaki Martín Viso (Universidad de Salamanca), Esther Martínez Quinteiro (Universidad de Salamanca), Manuel Redero San Román (Universidad de Salamanca), Manuel Salinas de Frías (Universidad de Salamanca).

Los textos publicados en el presente volumen han sido evaluados mediante el sistema de pares ciegos.

© Los autores

© AJHIS

© De la presente edición: Los editores

I.S.B.N.: 978-84-616-5755-1

Depósito legal: S. 380-2013

Maquetación y cubierta: José Manuel Aldea Celada, Carmen López San Segundo, Paula Ortega Martínez,

Mª de los Reyes de Soto García, Francisco José Vicente Santos.

Edita: Hergar Ediciones Antema

Realiza: Gráficas LOPE

C/ Laguna Grande, 2-12, Polígono El Montalvo II

37008 Salamanca. España

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de esta publicación pueden re-

producirse, registrarse o transmitirse, por un sistema de recuperación de información, en

ninguna forma ni por ningún medio, sea electrónico, mecánico, fotoquímico, magnético

o electroóptico, por fotocopia, grabación o cualquier otro, sin permiso previo por escrito

de los titulares del Copyright.

711Los Lugares de la HistoriaTemas y Perspectivas de la Historia, vol.3

DEL ESPACIO ARQUEOLÓGICO AL ESPACIO SOCIAL. PROPUESTA DE ANÁLISIS DEL REGISTRO ARQUEOLÓGICO

DESDE EL MATERIALISMO HISTÓRICO1

From Archaeological Space to Social Space. Analytical Approach Based on Historical Materialism

Vanessa Navarrete Belda2

[email protected] Revelles López3

[email protected] Vila Casademunt4

[email protected] Autònoma de Barcelona

resumen: En este trabajo se presenta una metodología que permita analizar un espacio arqueológico. Éste no debe ser contemplado como un conjunto de elementos individualizados, sino que ha de ser analizado como un sistema dialéctico de oposición de contrarios en el que destacamos los cambios en las propiedades físicas y de localización del registro arqueológico. El espacio arqueológico constituye una síntesis, una estructuración relacional de las consecuencias materiales del conjunto de prácticas sociales desarrolladas por una sociedad en un espacio específico.

Palabras clave: Materialismo Histórico, espacio arqueológico, áreas de actividad, prácticas sociales.

aBstract: In this paper we present a methodological approach to analyze an archaeological space. This should not be comprehended like an assemblage of individual elements, but a dialectical system of opposition of contraries where we distinguish the changes occurred in physical and locational properties of the archaeological register analyzed through the archaeological practice. The archaeological space constitutes a

1 Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto financiado por la Generalitat de Catalunya 2012/93322. Dinàmica i evolució del poblament al prepirineu oriental durant la prehistòria: Arqueologia Social i Comunitària als municipis de Riudaura, Vallfogona de Ripollès i Vidrà (2012-2016). 2 Laboratori d’Arqueozoologia. Departament de Prehistòria.3 Laboratori d’Arqueobotànica. Departament de Prehistòria. 4 Laboratori de Prehistòria de Catalunya. Departament de Prehistòria.

Vanessa naVarrete Belda, Jordi reVelles lópez y oriol Vila Casademunt

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synthesis, a relational structure of the material consequences of the assemblage of social practices developed by a society in a specific space.

Keywords: Historical Materialism, Archaeological Space, Activity Areas, Social Practices.

1. INTRODuCCIóN

En este artículo se presenta una aproximación teórica y metodológica al estudio del espacio desde la Arqueología, estructurándose en tres partes diferenciadas. Por un lado, se analiza de forma teórica el estudio del espacio desde el materialismo histórico, con el objetivo de establecer un marco teórico aplicable a una metodología específica. En segundo lugar, se presenta una propuesta metodológica, acorde con el marco teórico expuesto en el punto anterior, para el estudio del espacio desde una perspectiva social y económica. En tercer y último lugar, se presenta un ejemplo teórico donde son aplicados los dos puntos anteriores, el marco teórico y la metodología propuesta para el análisis del espacio.

2. ¿QuÉ ES EL ESPACIO?

El espacio es una categoría analítica que, de manera explícita o implícita, ha recibido gran atención por parte del estudio arqueológico. De modo genérico, podríamos definir el espacio como “la extensión que contiene toda la materia existente o la parte que ocupa cada objeto sensible”5. Así pues, dentro de esta incipiente definición, hay que resaltar dos elementos característicos: la existencia de un ámbito físico y de un conjunto de componentes materiales que ocupan partes diferenciadas del mismo.

Elí de Gortari6 enfatiza que:

las formas primordiales de toda existencia particular son el espacio y el tiempo; y una existencia concebida fuera del espacio es tan absurda como lo sería una existencia concebida fuera del tiempo.

Esta afirmación introduce un factor clave en la definición de espacio, y como consecuencia, dentro de los análisis espaciales, el tiempo.

El espacio es y ha sido un asunto tratado en diferentes aproximaciones académicas, pero en arqueología éste ha llegado de puntillas y sin hacer demasiado ruido7. Así, aunque en muchos casos se omita el estudio del

5 Diccionario de la Lengua Española, 2001. Primera y segunda acepción.6 ELI DE GOTARI, 1965:113.7 Omitiendo en este caso la llamada “Arqueología espacial”.

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espacio de manera implícita, lo cierto es que éste siempre aparece de maneras muy diversas y atendiendo a diferentes teorías sustantivas. La arqueología es una ciencia cuyo objetivo radica en la resolución de problemas específicos referentes a las consecuencias materiales de la actividad social acaecida en el pasado y evidenciada en un plano físico. Aquí es dónde se hace visible la integración del espacio en el análisis arqueológico.

Grosso modo, se pueden enmarcar dos grandes corrientes dentro del estudio del espacio8:

a) Posiciones materialistas, el objetivo de las cuales es el estudio del uso social del espacio físico en el cual tienen lugar el conjunto de las actividades productivas. En este sentido, las variables tiempo y espacio devienen de vital importancia en la medida en que el tiempo es la evidencia del cambio material.

b) Posiciones idealistas, las cuales focalizan la conceptualización del espacio percibido, partiendo de la observación subjetiva del entorno. El espacio, en estas corrientes se considera como un resultado cognitivo generado a través de la observación individualizada. Es lo que se ha venido a llamar en los últimos tiempos, la teoría del caleidoscopio, haciendo referencia a esta observación individual, subjetiva, cambiante y polifacética9.

La arqueología no está desvinculada de ambos postulados. Así, nos encontramos con estadios evolutivos que configuran escalones temporales dentro de un marco espacial definido10, culturas materiales que ocupan espacios en un tiempo sincrónico, evidenciando saberes y costumbres específicas superpuestas en los materiales arqueológicos11, sistemas sociales desarrollando mecanismos de adaptación extrasomática ante las construcciones del entorno físico y ambiental12, la existencia de luchas fratricidas entre grupos sociales en contraposición constante dentro de un escenario histórico definido13 o proyecciones discursivas dentro de contextos textuales vinculados a estructuras históricas de poder14.

8 BARCELÓ y PALLARES, 1998.9 LYOTARD, 1987.10 MORGAN, 1877; FRIED, 1967.11 CHILDE, 1942; BOSCH GIMPERA, 1932; CABANILLES 1987.12 CLARK, 1939; BINFORD, 1965; GAMBLE, 1986; COHEN, 1981.13 RANDALL, 1992; MARX, 1964.14 HODDER, 1988; CRIADO, 1999; INGOLD, 1993.

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Para algunos autores15, el espacio es concebido como una manifestación individualizada, surgida del conjunto de estructuras mentales y cognitivas necesarias para la lectura de un entorno físico. Desde este punto de vista, el espacio constituye un entramado sintáctico y gramatical que estructura la realidad a partir de contextos particulares, en los cuales, la percepción individualizada que se ejecuta a través de los sentidos, se sitúa como uno de los principales ejes analíticos. Así, y retomando una cita de Hodder16 “la cultura material es como un texto, un conjunto estructurado de diferencias que los sujetos leen e interpretan dentro de un contexto histórico de percepción y conocimiento”. Es, en este sentido, “un sistema de significantes con significado que han de ser leídos e interpretados”17.

Desde el materialismo dialéctico, el estudio del espacio permite “delimitar y definir espacios sociales a nivel macro y micro, tales como áreas de actividad”18. Así, el espacio no respondería a inquietudes individuales, ni a un poder estructurador de textos mediante la distribución de los sujetos o los objetos. Del mismo modo, no sería una adaptación extrasomática ni una visión parcial de un sujeto cognoscente dentro de un contexto histórico. El espacio es social y como tal, responde a hechos materiales vinculados al conjunto de prácticas sociales desarrolladas por una formación social y económica.

3. EL ESPACIO EN EL MATERIALISMO HISTóRICO: DEL ESPACIO ARQuEOLóGICO AL ESPACIO SOCIAL

3.1. Aproximación conceptual

El espacio contiene una serie de elementos que configuran su forma y, al mismo tiempo, son indicadores de las condiciones objetivas en las que se desarrollará la fenomenología de su existencia. Como consecuencia de la acción humana, el espacio adquiere un significado social debido a la apropiación de la materia y la transformación de la misma a través del trabajo social. Es en este marco, que el trinomio producción-distribución-consumo (social) constituye un marco analítico válido para el análisis del espacio, pues éste no se puede dar sin un plano físico para desarrollarse. Así, cuando la sociedad actúa sobre el espacio, no lo hace sobre los objetos como realidad física, sino como realidad social, es decir, sobre los objetos sociales ya valorizados a los cuales la sociedad busca ofrecer o imponer un nuevo valor19.

15 TILLEY, 1994; SHANKS, 1987; CRIADO, 1999; HODDER, 1988.16 HODDER, 1988:83.17 LULL & MICO, 2001:32.18 CASTAÑEDA, 2002:182.19 SANTOS, 2000.

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El espacio arqueológico no debe ser contemplado como un conjunto de elementos individualizados, sino que tiene que ser analizado como un sistema dialéctico de oposición de contrarios en el que destacamos los cambios en las propiedades físicas y de localización del registro arqueológico aprehendido a partir de la práctica arqueológica. En consecuencia, el espacio arqueológico constituye una síntesis, una estructuración relacional de las consecuencias materiales del conjunto de prácticas sociales desarrolladas por una sociedad en un espacio específico20.

El espacio social lo podemos entender como un ámbito material en el cual tienen lugar las relaciones dialécticas necesarias entre los elementos constitutivos de una formación social y económica para asegurar su reproducción material y biológica. Es por este motivo que resulta importante conocer la relación existente entre los parámetros cuantitativos y cualitativos que constituyen la realidad material analizada desde la arqueología.

Ya hemos mencionado el hecho de que las sociedades humanas desarrollan estrategias organizativas con el objetivo de obtener los bienes necesarios para su reproducción social y biológica. El espacio se genera a partir del trabajo21, que pone en relación a los seres humanos con el medio ambiente y, al mismo tiempo, permite establecer diversas formas de relación entre los sujetos y los objetos sociales. Por tanto, el espacio debe ser entendido como un conjunto articulado de fenómenos relacionados dialécticamente a través de nexos derivados de la causalidad. La acción humana, por su parte, construye espacios a partir del conjunto de prácticas sociales integradas en su ciclo económico, transformando su entorno y generando espacios históricamente predeterminados.

De este modo, el espacio constituye un entramado de relaciones entre entidades objetivas que difieren a través de variaciones existentes entre sus variables cuantitativas y cualitativas, definiendo un espacio relacional en que las partes de un todo dialéctico se contraponen y generan una síntesis espacial y temporal.

20 BARCELÓ, 2002; SANTOS, 2000; BERTRAND & BERTRAND, 2000.21 Definimos Trabajo como aquella capacidad humana para transformar y/o modificar la materia (MARX, 1986a: 10-13) para producir y mantener objetos y sujetos sociales.

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3.2. Aproximación metodológica

La arqueología se constituye en una ciencia capacitada para representar22, dentro de patrones de continuidad/discontinuidad en la distribución material de los restos arqueológicos, un esbozo del conjunto de las acciones sociales que acaecieron en el pasado y generaron el registro analizado. El salto inferencial entre los restos materiales y la acción social que los produjo, es de orden metodológico.

Así pues, el desarrollo de un plano metodológico en consonancia con una teoría sustantiva, corresponde a un conjunto de enunciados sistemáticamente relacionados, mostrando la necesidad de que las aseveraciones planteadas se encuentren en una coherencia interna que no implique contradicciones entre ellas23. Consecuentemente, el estudio del espacio desde una perspectiva social y económica, debe desarrollar métodos que permitan establecer nexos de causalidad, y explicar las relaciones de dependencia existentes entre los diferentes elementos objetivados durante la investigación arqueológica.

El uso de métodos propios de la geografía y la topografía, pueden ayudar a la comprensión de los nexos causales que generaron el registro analizado. Entre estos, destacamos la georeferenciación, el uso de sistemas de información geográfica y los análisis estadísticos como métodos válidos para el análisis de la distribución de los materiales en un espacio concreto.

3.2.1. Georeferenciación y estación total

La realización de un plano cartesiano en el cual inserir los elementos materiales documentados, constituye uno de los primeros enfoques metodológicos. Aunque inicialmente se presenta como un sistema llanamente descriptivo, la sistematización en la recogida de los datos aportados por los restos arqueológicos constituye un primer paso para la consecuente búsqueda de relaciones causales que generaron el registro arqueológico analizado. Los objetos arqueológicos son proyectados a través de las tres dimensiones (x, y, z), permitiendo establecer la posición relativa24de éstos25.

22 Representar es confeccionar un modelo coherente en el cual no exista ninguna contradicción entre la base lógica que lo sostiene y el conjunto de leyes o pautas metodológicas y arqueológicas contrastadas a partir de sus materiales (LULL, 1988).23 GANDARA, 1993.24 Hablamos de posición relativa haciendo referencia al hecho que las coordenadas cartesianas no existen en el espacio real, puesto que constituyen una proyección de orden analítico.25 HERNÁNDEZ, 1994, BARCELÓ, 1998:15.

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Así, la posición de los objetos en relación a los datos corológicos supone el primer hecho a objetivar, ya que un objeto es y existe en la medida en la que ocupa un espacio dado. Así, uno de los hechos que debemos destacar a la hora de analizar un espacio arqueológico es la existencia de diferencias entre elementos observables, puesto que si no existen diferencias en el espacio analizado, los efectos de las acciones sociales no pueden estudiarse.

Dentro de este esquema, la posición relativa de los objetos evidenciados durante una excavación arqueológica puede ser sistematizada a través de diferentes instrumentos, tales como los niveles ópticos, los teodolitos y las estaciones totales. El uso de éstas últimas, permite sintetizar la información corológica a través de datos informatizados susceptibles de ser tratados a nivel estadístico para incidir en sistemas de análisis que permitan evidenciar relaciones y/o agrupaciones a través de las similitudes y/o diferencias entre sus variables. Siguiendo el planteamiento de James Conolly y Mark Lake26 “una estación total es un equipo de prospección electrónico capaz de registrar ángulos horizontales y verticales y distancias lineales desde el propio equipo hasta un objetivo determinado y de convertir luego estos datos en valores de abcisas, ordenadas y de elevaciones mediante una fórmula trigonométrica”.

La construcción de modelos georeferenciados centra su análisis en los elementos objetivos de existencia de un geosistema27. Éstos otorgan las características que definen su forma y la estructuración de los elementos integrantes. Así, el uso de estaciones totales y la referenciación de los puntos a través de los ámbitos ajenos a las acciones sociales, puede ubicar los restos arqueológicos en relación a los puntos objetivos existentes en el espacio, superando la sistematización arbitraria de plano cartesiano. Una representación espacial constituye un modelo virtual de la realidad, puesto que los objetos proyectados en los puntos derivados de nuestra actividad científica, sólo existen en cuanto a marcadores de los restos de actividad social acaecida en el pasado. Así, los diferentes puntos definidos y diferenciados a través de su posición en los ejes x, y, z y sus propiedades cualitativas (cerámica, hueso, piedra, carbón, etc.) constituyen una estructura definida a partir de los patrones de deposición, siendo el espacio el marcador de las continuidades o las discontinuidades existentes en un registro estudiado. Consecuentemente, la unidad básica del análisis espacial constituye la disposición de los elementos materiales capturados a través de la estación total, configurando el orden en el cual las localizaciones espaciales tienen lugar, representadas como puntos en un plano físico.

26 CONOLLY y LAKE, 2006:47. 27 Geosistema entendido como un elemento natural básico del sistema, aquel que se distingue y que es recurso potencial (BERTRAND, 2001).

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3.2.2. Aplicación de SIG en Arqueología

La aplicación de métodos SIG (Sistemas de Información Geográfica) en arqueología, permite sistematizar la información recogida a través de la estación total en un mapa. Esta aplicación facilita la gestión de los datos espaciales recogidos durante una excavación o prospección, así como el trabajo con esos datos mediante la aplicación de métodos estadísticos para explorar, clarificar y estimar la importancia de las relaciones espaciales existentes entre los diferentes componentes del registro arqueológico.

Los métodos SIG permiten visualizar patrones de datos en el momento de su recopilación o inmediatamente después, algo que resulta inestimable en el transcurso de una excavación arqueológica, ya que, tal y como apunta Hodder28 facilita un enfoque reflexivo29 de la recogida de datos.

La clasificación de datos, es una de las funciones más importantes de una aproximación cuantitativa, pues si cuantificamos los datos, podemos incidir en sus tendencias de distribución. La realización de mapas mediante SIG nos puede capacitar para decidir si los datos espaciales muestran tendencias o patrones de interés arqueológico e histórico.

En este punto, la objetividad debe incorporarse a los análisis de los mapas de distribución a partir de la aplicación de tests estadísticos, para evaluar los patrones de distribución. Un buen punto de inicio pueden ser las medidas de autocorrelación espacial, pues proporcionan una manera objetiva de discernir si existen pautas estructuradas en la distribución de alguna variable, así como también constituyen un procedimiento preliminar útil para aplicar a diferentes estudios espaciales30.

3.2.3. Métodos estadísticos

La disposición de los restos materiales, por lo general, no constituye un fenómeno abstracto ni aleatorio, sino que constituye la disposición material consecuente de un conjunto de actividades desarrolladas en el seno de una formación social y económica.

28 HODDER, 1999.29 La excavación es un proceso de trabajo a lo largo de cuyo desarrollo las decisiones son constantes y la reflexión sobre las mismas debe ser ineludible, y las decisiones tomadas en cada momento deben asumir una argumentación inmediata que las justifique (CASTRO, CHAPMAN, GILI, LULL, MICO, RIHUETE, RISCH y SANAHUJA, 1996). 30 HODDER y ORTON, 1990.

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Es en este sentido en el que podemos aproximarnos al estudio de las acciones sociales del pasado a través del estudio de sus consecuencias materiales. Esta tercera aproximación metodológica se lleva a cabo analizando los patrones de regularidad en las causas observables del registro arqueológico y su disposición en el espacio y el tiempo, siendo capaces de definir qué acciones (producción, distribución y consumo) fueron las que propiciaron el registro analizado. Una vez sistematizada la información, ésta debe ser analizada a través de programas estadísticos para comprender la naturaleza de su relación.

La aplicación de metodologías estadísticas supone el estudio integrado del conjunto del registro analizado, diferenciando agrupaciones de los restos a través de datos cuantitativos y cualitativos. En este sentido, el test de χ2

es un excelente punto de partida cuando hay que verificar la importancia de las observaciones hechas a escalas nominales de medición31. Este test es adecuado para comprobar la correlación entre los diferentes tipos de artefactos hallados en distintas áreas de un yacimiento, con el objetivo de determinar si existe o no una relación entre un determinado lugar y una concentración específica de objetos.

Por otro lado, los tests de Wilconox (Mann-Whitney) y de Kolmogorov-Smirnov, a diferencia del χ2, pueden utilizarse para comprobar las diferencias entre dos muestras de datos ordinales o continuos. El único requisito para estos test es que las dos muestras se obtengan de modo independiente y aleatorio, que la variable sea potencialmente continua y que las medidas en las dos muestras tengan las propiedades de al menos una escala ordinal de medición. La aplicación de este test puede ser adecuada en la comparación en el tamaño de los yacimientos de dos áreas de estudio, el tamaño de los artefactos de dos áreas de excavación o el número de artefactos recuperados en transectos realizados durante la prospección de dos yacimientos distintos32.

Por otra parte, a partir de la aplicación de métodos estadísticos de clasificación, podemos visualizar patrones en los datos de atributos, implicando la agrupación o colocación de éstos por grupos. Estos métodos nos permiten descubrir estructuras y patrones, y al mismo tiempo, facilitar el análisis comparativo. Existen dos tipos de sistemas de clasificación: los numéricos (que pueden ser univariantes o multivariantes) y los cualitativos, que utilizan un atributo descriptivo como base para dividir los objetos en distintas categorías.

31 Consistente en clasificar objetos o fenómenos según sus características, dándoles una denominación no numérica, por tanto, sin implicar ninguna relación de orden, distancia o proporción entre los objetos o fenómenos.32 CONOLLY y LAKE, 2006: 176; 181.

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Las clasificaciones multivariadas son un componente importante del análisis de datos espaciales para hallar agrupaciones en un conjunto de objetos espaciales utilizando dos o más atributos. Los análisis multivariados como el análisis de factores o el análisis de componente principal permitirán visualizar las agrupaciones entre distintos grupos de materiales, que luego podrán confirmarse y matizarse utilizando un análisis de la función discriminante o un análisis de medias K33.

Cuando los datos son cuantitativos y cualitativos, puede utilizarse una matriz de coeficientes, entre otras el coeficiente de Jaccard, como base para aplicar técnicas como el análisis de componente principal o el análisis de agrupaciones jerárquico. Estos análisis podrían, por ejemplo, revelar dos grupos distintos de yacimientos, uno situado a altitudes más elevadas con pendientes orientadas al sur y buena visibilidad, y el otro en altitudes bajas con pendientes poco pronunciadas y más cerca del agua34.

Por otro lado, los análisis de agrupaciones, como el análisis de los patrones de distribución de puntos (que representan la localización de artefactos, objetos, yacimientos, etc.) es una herramienta importante para describir, interpretar y explicar las características espaciales del registro arqueológico, pudiéndose dar tres formas de distribución: arbitraria, agrupada o regular. Si en una distribución de puntos se identifican agrupaciones (clústers), a continuación se debe definir el número y la posición de éstas, habiendo diferentes técnicas para lograr ese objetivo, que pueden dividirse en tres grupos, según utilicen métodos basados en la jerarquía (análisis jerárquico de agrupaciones), en la división (análisis divisorio de medias K) o en la densidad (análisis de densidad) para definir agrupaciones.

Hay muchas distribuciones donde la agrupación de objetos es evidente, pero la definición de sus miembros es difícil de determinar por la gran cantidad de puntos, o por la “borrosidad” de las fronteras entre concentraciones. En estas situaciones, el problema de definir la localización de las agrupaciones puede solucionarse con métodos que describen los cambios de densidad o intensidad del material. El análisis de intensidad nos permite conocer si los valores de una variable de densidad de los artefactos en el yacimiento están distribuidos aleatoriamente, o si el valor de una variable en un punto está relacionado con los de los puntos cercanos35.

33 CONOLLY y LAKE, 2006:198.34 SHENNAN, 1988; BAXTER, 1994.35 HODDER y ORTON, 1990.

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Un sofisticado método para medir densidades es la llamada estimación de densidad del núcleo (kernel density estimation), que produce resultados más atenuados y de mejor interpretación que las simples técnicas de densidad36. Este método se puede utilizar para representar la distribución de material arqueológico en una superficie, expresando la densidad de material por áreas de excavación, en las cuales se pueden definir diferentes áreas de actividad según la densidad de los diferentes atributos, así como permite la identificación de forma visible de agrupaciones.

A modo de conclusión, debemos remarcar la necesidad de una reflexión sobre las implicaciones de la fenomenología identificada a partir del estudio del espacio, ya que si no se desarrolla, no podremos proponer explicaciones para las distintas manifestaciones de la materialidad social de un yacimiento. Si no contamos con propuestas relacionales de significado sobre fenomenologías recurrentes, dichas fenomenologías sólo constituirán elementos fragmentarios e inconexos de una caótica materialidad37.

4. ASOCIACIóN/DIFERENCIACIóN ENTRE ESPACIOS DE PRODuCCIóN/CONSuMO

En este trabajo, hemos desarrollado una ontología del espacio y propuesto un conjunto de métodos, mediante los cuales conocer las interrelaciones existentes entre diferentes restos arqueológicos. Éstos, a priori, son los restos materiales del conjunto de actividades económicas y sociales acaecidas en un espacio concreto (situación corológica) y en un momento definido (situación histórica). Así, el conocimiento de las acciones desarrolladas por los sujetos sociales debe constituir el objetivo último de una arqueología que pretenda dar a conocer las condiciones reales (materiales) a partir de las que los sujetos sociales reprodujeron, social y biológicamente, su realidad histórica. De este modo, la interrelación existente entre los productos/objetos sociales, los agentes sociales y los elementos constitutivos del territorio38 resultan las categorías que definen y nos deberían permitir diferenciar áreas de actividad.

Entendemos actividad como “la facultad de obrar” o como el “conjunto de operaciones o tareas propias de una persona o entidad”39. Desde una perspectiva arqueológica y social, la actividad debe ser entendida como la acción o conjunto de acciones encaminadas a la transformación de la materia para su uso social. Aún así, esta acción aislada no tiene sentido en sí, pues lo social converge en la organización de estas acciones con el objetivo de

36 CONOLL y LAKE, 2006.37 CASTRO, CHAPMAN, GILI, LULL, MICO, RIHUETE, RISCH, SANAHUJA, 1996.38 BERTRAND, 2000.39 Diccionario de la Lengua Española, 2001. Primera y cuarta acepción.

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obtener los bienes necesarios para la reproducción social y biológica de un agregado humano. Por otro lado, entendemos área como un “espacio físico comprendido entre ciertos límites” o “un espacio en el que se produce un determinado fenómeno”40. Así, desde una perspectiva arqueológica y social, un área queda definida o delimitada a través de los distintos elementos materiales que configuran un espacio horizontal (correspondiente a un mismo momento histórico/temporal), en la medida en que esta interrelación dialéctica entre elementos, propicia ciertas actividades y/o acciones sociales y, al mismo tiempo, aleja otras actividades fuera de él, autodefiniéndose a través de la negación con otras estructuraciones materiales41.

Para acotar los términos de su definición, trabajamos a partir de los elementos que niegan los espacios de actividad. Así, un área de actividad no corresponde a una simple partición del espacio físico en relación a las diferencias o similitudes documentadas a tenor de los rangos de variabilidad estadística. Por tanto, se trata de una proposición descriptiva, positivista e inductiva, en la cual se hace hincapié en los efectos observables sin tener en cuenta que estos espacios pueden contener evidencias de actividades superpuestas y/o pueden haber sido modificados por otras acciones sociales o por agentes postdeposicionales42.

Siguiendo a J.A. Barceló43, un área de actividad constituye la consecuencia espacial de una acción social o de varias acciones sociales configuradas por la transformación material ocasionada mediante dicha actividad. Así, las áreas de actividad social consisten en situaciones de relación de objetos expresadas mediante espacios estructurados. Ampliando más la definición, podemos convenir en que la reunión entre áreas de actividad, fundamentada en criterios de transitividad, permite establecer la ubicación de los lugares sociales, entendidos éstos como espacios de convergencia de diferentes áreas de actividad. Los lugares sociales se conciben como reunión de áreas de actividad, de manera que, según su recurrencia y/o singularización, cobrarán significado ciertas prácticas sociales44.

Llegados a este punto, una vez hemos dibujado una distribución específica para los restos arqueológicos analizados, deberíamos preguntarnos sobre nuestra capacidad de documentar áreas de actividad social a partir de los

40 Diccionario de la Lengua Española, 2001. Primera y cuarta acepción.41 Aún así, debemos asumir la existencia de una multiplicidad de eventos arqueológicos superpuestos en un mismo espacio como una posibilidad plausible. 42 CASTRO, LULL y MICO, 1993.43 BARCELÓ, 2002: 6.44 CASTRO, CHAPMAN, GILI, LULL, MICO, RIHUETE, RISCH y SANAHUJA, 1996: 42-43

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resultados extraídos a través de los tests estadísticos. Siguiendo con nuestra aproximación, las actividades de producción, distribución y uso/consumo son las acciones que ayudan a explicar las dinámicas sociales, en las cuales los sujetos sociales intervinieron y se relacionaron, generando el registro material evidenciado durante la intervención arqueológica. Los resultados estadísticos nos permiten, dentro de esta hipótesis de trabajo, determinar las asociaciones significativas existentes entre los restos arqueológicos y determinar el patrón de distribución de las diferentes categorías, para establecer el tipo de deposición de las mismas y comprender, finalmente, las interrelaciones espaciales existentes entre la materialidad arqueológica. Consecuentemente, no se deben analizar los elementos que configuran un espacio arqueológico de manera individualizada, pues todos ellos son parte integrante de un conjunto estructurado bajo las leyes de la dialéctica y constituyen los ejes explicativos en nuestra investigación.

En definitiva, según las áreas se articulen en lugares específicos o no (espacialización de las áreas de actividad) y de acuerdo con el sentido de la singularización y recurrencia de los espacios45, contaremos con un criterio empírico-social para aproximarnos al conocimiento de las prácticas sociales, ya que éstas han determinado, según su naturaleza, que las áreas de actividad social se solapen, distancien o yuxtapongan en espacializaciones específicas46. Consecuentemente, los objetos y su estructuración en el espacio denotan acumulaciones de prácticas sociales específicas. Así pues, la diferenciación de áreas de actividad, corre parejo a la relación espacial existente entre objetos arqueológicos en sus vertientes cuantitativas y/o cualitativas47. La cuestión principal no sólo estriba en sistematizar la información y la descripción y en reconocer las contradicciones fundamentales en cada nivel de realidad, sino en integrar estos niveles, saber cómo se interrelacionan y cómo se puede establecer el nexo y la relación dialéctica entre todas las unidades de significación48.

Además del análisis de las relaciones entre objetos, se debe tener en cuenta que en la propia dinámica en la que el trabajo engendra vida social en la materia física, también se provoca la destrucción de parte de la materia manipulada, con la consiguiente creación de residuos que no existían previamente, es decir, de unos subproductos que están estrechamente relacionados con la producción49. Debemos apuntar la importancia que merece al estudio de

45 Singularización como característica particular y recurrencia como repetición.46 CASTRO, CHAPMAN, GILI, LULL, MICO, RIHUETE, RISCH y SANAHUJA, 1996: 43.47 Desde una perspectiva artefactual del análisis.48 ESTÉVEZ, VILA, 2000:29.49 CASTRO, ESCORIZA y SANAHUJA, 2002.

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los subproductos y de los residuos derivados de la producción de objetos y sujetos, y del mantenimiento de ambos. Será la localización de esos residuos y subproductos50 la que defina la localización exacta de una actividad, sea de producción o de consumo.

Aún así, los restos arqueológicos no son productos per se. Podemos convenir en que estas evidencias materiales son reductos en los que se produce la convergencia de decisiones sociales de producción/uso y de destrucción/amortización51, puesto que la paradoja de la arqueología es el hecho de que el trabajo en sí mismo, como actividad siempre pasada, no resulta observable52. Consecuentemente, hay que tener claro que no se puede analizar, por ejemplo, un suelo de ocupación y los restos bióticos y abióticos de origen social de manera aislada. La estratificación, los procesos de formación del yacimiento, y el análisis de su estructura a través de la superposición de materiales y sedimentos, constituye uno de los elementos metodológicos a potenciar para integrar un estudio que focalice el análisis del ser social y el conjunto de sus actividades. Del mismo modo, debemos tener en cuenta el grado de resolución existente en un yacimiento arqueológico a la hora de ser analizado, pues la dispersión de los restos puede ser consecuencia de procesos de orden tafonómico, interfiriendo en la correcta comprensión de las relaciones subyacentes. Así, las propiedades químicas, biológicas y físicas de los suelos de ocupación, pueden constituir elementos clave en la documentación de áreas de actividad53.

5. CONCLuSIóN: PERSPECTIVAS DE ANáLISIS

A lo largo de la historia, las sociedades humanas han desarrollado diferentes estrategias organizativas, con la finalidad de obtener los bienes necesarios para su reproducción social y biológica. La relación existente entre una formación social y su entorno, no forma parte de un hecho casual; el espacio se genera a partir del trabajo, que pone en relación a la sociedad con el medio físico. Es, consecuentemente, un sistema de relaciones entre fenómenos unidos dialécticamente a partir de nexos causales.

El estudio del espacio arqueológico desde una perspectiva materialista de la historia, debe permitir incidir en el conjunto de prácticas sociales desarrolladas en un marco espacio-temporal. El desarrollo de metodologías que nos permitan incidir en la distribución de los efectos materiales de

50 Podemos citar algunos ejemplos: lascas de sílex (u otros minerales), microrestos vegetales, termoalteraciones en restos bioarqueológicos, cambios en los componentes químicos en los sedimentos, etc.51 CASTRO, CHAPMAN, GILI, LULL, MICO, RIHUETE, RISCH y SANAHUJA, 1996: 25.52 RISCH, 2002:20.53 WILSON, DOUGLAS, 1996; ENTWISTLE, 2000: 292.

Del espacio arqueológico al espacio social. propuesta De análisis Del registro arqueológico DesDe el materialismo histórico

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las prácticas sociales implicadas en la relación de producción, distribución y uso/consumo, requiere de la aplicación de métodos estadísticos que nos permitan discernir patrones de regularidad, agrupación y recurrencia.

En este sentido, resulta de especial importancia la aplicación de métodos estadísticos para detectar agrupaciones, correlaciones y recurrencias de ciertas agrupaciones de objetos por tal de poder definir áreas de actividad y lugares sociales, que nos permitan aproximarnos a las diferentes prácticas económicas o políticas inmersas en la producción y reproducción social. Así, la evidencia de la distribución espacial del registro material debe diferenciar áreas de actividad entendidas como situaciones de relación de objetos expresadas mediante espacios estructurados.

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