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  • 202 VISIN Y SMBOLOS DEL VIRREINATO CRIOLLO A LA REPBLICA PERUANA

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  • LOS FABRICANTES DE EMBLEMAS. LOS SMBOLOS NACIONALES EN LA TRANSICIN REPUBLICANA. PER, 1820-1825 203

    H

    Los fabricantes de emblemas.Los smbolos nacionalesen la transicin republicana.Per, 1820-1825 1

    Natalia Majluf

    Constituir una nacin, es fabricar un mundo... 2Jos Ignacio de Molina, 1827

    ay algo de cerrado y concluyente en los smbolos patrios, algo de inmuta-ble; dan la impresin de ser invariables, como las naciones que representan.

    Pero estos smbolos, al igual que las naciones, no siempre existieron. Hubo un mo-mento en que fueron creados, dotados de sentido y desplegados, casi siempre encontextos polticos inestables y violentos. La historia los revela como signos contin-gentes, cambiantes y en gran medida arbitrarios. 3 Evocar las circunstancias de sucreacin obliga a reconocerlos como expresin de una ideologa y de un momentohistrico precisos. Induce tambin a la lectura de un cuerpo de imgenes que eltiempo y la insistencia del uso suelen convertir en metfora muerta, o en simpletautologa.

    Este ensayo busca devolverle su historia a los smbolos peruanos, recuperar su natu-raleza contingente y su inicial intencin significante. Hacer esto implica recobrar sumaterialidad. Solemos pensar la emblemtica como algo incorpreo, como imge-nes mentales, sin lugar, que no estn sujetas a las tensiones que genera un emplaza-miento concreto o a presiones y rivalidades polticas. Pero el proceso por el cual las

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    ideas adquieren la forma de objetos e imgenes es el que nos permite comprender lahistoria de su puesta en escena y de su insercin en la cotidianidad poltica. 4 Nosdevuelve a los autores y a los fabricantes de emblemas, a los idelogos que los con-ciben y a los artistas que los plasman, pero tambin a las mujeres que bordan lasbanderas, a los grabadores e impresores que trabajan los sellos o a los talladores quelabran los cuos para la amonedacin. Es una historia menuda, de disputas y rivali-dades menores, de dificultades tcnicas y de insatisfaccin con la factura de algunapieza, pero es esa precisin de las minucias la que nos permite rastrear la forma enque se va construyendo lo que podramos llamar una infraestructura simblica, losrequerimientos figurativos de un Estado en proceso de formacin.

    Nada ms distante de la leyenda de origen, de aquel sueo de Jos de San Martn enlas playas de Paracas, en que una visin de las parihuanas que surcaban el cielo lesealara la inspiracin que defini el rojo y el blanco como los colores de la banderanacional. Pocos recuerdan que la leyenda tiene un autor preciso, Abraham Valdelomar,y que fue escrita un siglo despus de los hechos que refiere. 5 La popularidad de esterelato, oficializado a travs de los textos escolares, nos ha legado una historia queempieza y concluye con ese momento fundacional, que parece preceder inmediata-mente al hecho culminante de la declaracin de la Independencia. La imagen de lainspiracin del hroe, surgida en un instante, nos hace olvidar los largos meses decampaas blicas y de maniobras polticas que separan la llegada de San Martn alPer de su entrada a Lima, como tambin los intensos y devastadores aos que de-bieron pasar antes de que la fundacin declarada del pas en 1821 pudiera hacerserealidad cerca de cuatro aos ms tarde. Este ensayo abarca esos tiempos de conflic-to y de lucha, en que el Per se convirti en el centro mismo de una batalla cuyaresolucin era tambin el cierre real y simblico de una contienda de dimensincontinental.

    Primeras banderasEn Pisco, un 21 de octubre de 1820, San Martn firm el decreto que fijaba los smbo-los provisionales del pas:

    Se adoptar por bandera nacional del pas una de seda, o lienzo, de ochopies de largo, y seis de ancho, dividida por lneas diagonales en cuatrocampos, blancos los dos de los extremos superior e inferior, y encarnadoslos laterales; con una corona de laurel ovalada, y dentro de ella un Sol,saliendo por detrs de sierras escarpadas que se elevan sobre un martranquilo. 6

    En la era de las revoluciones no hay ya nacin imaginable sin bandera, escudo ocolores patrios. Mas los smbolos peruanos preexistieron a la nacin, surgieron antesde que se definiera como estado independiente, cuando an no se haba establecidoni su concrecin poltica ni su demarcacin territorial. Es como si San Martn hubierahecho posible imaginar el pas con la simple dacin de su aparato simblico. Pero elgeneral rioplatense era conciente de la fragilidad de su proyecto, de la necesidad quehaba de legitimar esos smbolos en un proceso poltico. Por eso, los defini comoemblemas provisorios, y reserv el derecho de fijarlos a los propios peruanos una vezque hubieran sellado su independencia. En los aos siguientes estos emblemas sufri-ran transformaciones radicales; algunos elementos quedaran, otros llegaron adesaparecer, pero formaron el eje central de una identidad poltica patriota en laguerra contra Espaa.

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    No queda del todo claro cul fue el significado que San Martn otorg a los nuevossmbolos. El xito del relato de Valdelomar sobre los colores nacionales se entiendeen parte por la ausencia de una explicacin convincente sobre esta opcin. SegnMariano Felipe Paz Soldn, fueron seleccionados entre los colores de las nacionesque integraban el Ejrcito Libertador: el rojo de la bandera chilena y el blanco de laArgentina. 7 Hay quienes han sugerido que podra inspirarse en el color de lamascapaicha inca, e incluso que pudiera evocar el pendn espaol, como una suertede reflejo de las intenciones monrquicas de San Martn. 8 Lo cierto es que no existentestimonios de poca que nos permitan resolver el asunto de forma concluyente.

    Tampoco sabemos cmo fueron utilizados los nuevos smbolos, ni cun extendidosestaban antes de la entrada en Lima. Su materializacin no debi ser fcil. Estosemblemas deban ser fabricados por un ejrcito en marcha, ocasionalmente acan-tonado en pequeos pueblos de la costa; es posible pensar que pudiera confeccio-nar banderas pero menos probable que diera forma material al escudo, cuya difu-sin dependa de la existencia de un Estado con el aparato tcnico para acuar

    Fig. 2. El Batalln de Numancia recibela Bandera del Ejrcito Libertador al momentode pasar el Puente de Huaura. Diciembrede 1820, ca. 1820. Bernardo OHiggins(atribuido). Acuarela sobre papel. MuseoNacional de Arqueologa, Antropologae Historia del Per, Lima.

    Pginas siguientes: Fig. 3. El Exc.mo SeorGral Dn Jos de San Martn hace jurarla Bandera del Exto Libertador al Batallnde Numancia (cerca el Ingenio de Huaura).Decembre (sic) de 1820, ca. 1820. BernardoOHiggins (atribuido). Acuarela sobre papel.Museo Nacional de Arqueologa, Antropologae Historia del Per, Lima.

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    moneda y la estructura burocrtica que justificara la produccin de papel sellado.Por todo ello, en estos tiempos iniciales, la bandera y los colores patrios debenhaber sido los nicos emblemas desplegados por el Ejrcito Libertador.

    Pero incluso la bandera no parece haber sido consistentemente utilizada antes de1821. Es bastante improbable que haya sido izada en Pisco, como algunos auto-res sostienen.9 Tampoco sirvi de sea de las tropas de la Expedicin Libertadora,que emprendieron la marcha al Per bajo proteccin chilena. San Martn habadejado en Santiago la bandera argentina del Ejrcito de los Andes al enterarse dela cada del gobierno de su pas en 1820. 10 Las nicas imgenes conocidas de lasbanderas que sus ejrcitos llevaban al entrar al Per aparecen en unas acuarelasdel juramento del batalln colombiano Numancia en Huaura, tradicionalmenteatribuidas a Bernardo OHiggins. All aparece la tricolor chilena, con tres estrellassobre el campo azul (Figs. 2, 3). 11 Tanto el Ejrcito Libertador como los soldados delNumancia eran tropas extranjeras, y San Martn, conciente de las susceptibilida-des que esto poda generar, parece haber cuidado de que fueran los peruanosquienes primero izaran la bandera creada en Pisco. 12

    Quizs por ello su uso se extendi slo despus de que las ciudades norteas decla-raran la Independencia a fines de 1820 e inicios de 1821. Antes de esa fecha casi nose tienen noticias de la bandera, salvo por alguna referencia anecdtica. Una bande-ra patriota fue desplegada sobre las laderas del cerro San Cristbal en la maana del11 de diciembre de 1820. 13 Debe haber sido la primera vez que los limeos la vie-ron: un gesto sin duda provocador, pero tambin aislado. Otras noticias nos hablanms bien de las dificultades surgidas para fabricar los emblemas. James Paroissien

    Fig. 4. Bandera de San Martn, Huaura,20 de diciembre de 1820. Atribuidaa Charles Chatworthy Wood. Dibujoy acuarela sobre papel, 30 x 20 cm. MuseoHistrico Nacional, Buenos Aires.

    Fig. 5. Acuarela de la bandera peruana,ca. 1820. Dibujante annimo. Archivodel Almirantazgo, Public Record Office,Londres, Gran Bretaa.

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    relata que mientras el Ejrcito Libertador acampaba en el puerto de Supe, en diciem-bre de 1820, las mujeres de la localidad se haban ocupado en confeccionar escara-pelas rojas y blancas para los oficiales, pero que no pudieron hacer una bandera porfalta de tela adecuada. 14

    Resulta por lo dems difcil imaginar la forma en que se difundieron estos smbolosantes de la publicacin del decreto sobre la creacin de la bandera y del escudo, hechoocurrido ms de un mes despus de jurada la Independencia en la capital. 15 Es proba-ble que hasta entonces se hayan dado a conocer por medio de dibujos propagados poremisarios del Ejrcito Libertador, como sucedi con el modelo remitido por San Martnal Cabildo de Lima para la proclamacin del 28 de julio de 1821. 16 Algunos de estosdibujos iniciales han sobrevivido. Uno de ellos, fechado de mano de San Martn en elcuartel general de Huaura el 20 de diciembre de 1820, se encuentra hoy en el MuseoHistrico Nacional de Buenos Aires (Fig. 4). Ha sido atribuido al ciudadano britnicoCharles Chatworthy Wood, subteniente del cuerpo de ingenieros del Estado Mayor deSan Martn, artista de formacin y autor de diversas escenas de la campaa libertadora. 17

    Acuarelas similares deben haber llegado al norte hacia diciembre de 1820, como prem-bulo a las declaraciones de la Independencia que a partir de esa fecha se sucedieron endiversas ciudades. El juramento a la bandera haba sido fijado como acto central deestas celebraciones en una proclama de Torre-Tagle, expedida el 29 de diciembre ydifundida por pueblos y ciudades del norte. 18 En Trujillo, la bandera fue bordada porMicaela Caete de Merino y exhibida el 28 de diciembre de 1820 en la sala de su casa,donde algunos jvenes trujillanos le hicieron guardia solemne. Al da siguiente, en elacto central de la jura de la Independencia, el Marqus de Torre Tagle, acompaadodel Cabildo, sali a la galera portando un pequeo estandarte, que mostr al pblicoreunido en la plaza. La bandera ms grande fabricada por la seora Caete fue izada enel cabildo al arriarse la bandera espaola. 19 Esta ensea no ha sobrevivido, pero hallegado a nosotros la que fue usada a los pocos das en la declaracin de la Indepen-dencia de Piura (Fig. 6). Confeccionada por Manuela de Vscones y Taboada deSeminario, su diseo no corresponde exactamente con la propuesta de San Martn: alcentro aparece la figura de un gran sol antropomorfo, cuidadosamente bordado conlentejuelas e hilo dorado. 20 La interpretacin no parece haber sido casual, pues coinci-de con una acuarela contempornea, atribuida a Wood, existente en la coleccin del

    Almirantazgo ingls, que permite pensar en la circulacin oficial de un modelo alter-nativo (Fig. 5). 21 Pero estos tanteos iniciales se definiran con el tiempo, conforme eluso y la legislacin fijaran la forma final de los emblemas patrios.

    Si el sentido otorgado a los colores de la bandera se nos escapa, la historia de suuso nos permite entender el complejo contexto ritual en que hubieron de insertar-se. La centralidad de los actos de jura a la bandera en las declaraciones de Inde-

    pendencia fue, como hemos visto, una liturgia poltica programtica, promovida

    desde las ms altas esferas de la dirigencia patriota. La figura misma del juramento,reinventada por la revolucin francesa para expresar el ethos republicano, era larepresentacin pblica del cambio poltico, de ese pacto social que sealaba lafundacin de una nueva sociedad. 22 La bandera era la forma tangible que tomabala nacin, y su puesta en escena el marco que permita fijar sus sentidos. As, fueadquiriendo significado conforme se confrontaba con escenarios distintos, con ob-jetos equivalentes, con gestos particulares. Son esos contextos los que nos permi-ten vislumbrar las asociaciones complejas que el despliegue de la bandera pudoevocar en sus primeros momentos de existencia, cuando an no era el smbolo

    comn que el tiempo y el uso llegaron a forjar.

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    Equivalencias simblicas:del estandarte real a la bandera nacional

    El cetro de EspaaLa patria en sus fastosRompe en esta esfera,Y ante tu banderaCaiga su pendn... 23

    Justo J. Figuerola, 1823

    San Martn no entr en triunfo a Lima; entr de noche, solo y sin escolta. Era un gestocuidadosamente estudiado, como lo haba sido el momento elegido. Quiero quetodos los hombres piensen como yo, haba confesado al marino ingls Basil Hall, yno dar un solo paso ms all de la marcha progresiva de la opinin pblica.... Noera ciertamente la entrada victoriosa de un ejrcito esperado por una poblacin quehaba optado por la insurgencia. Lima era una ciudad tomada por sorpresa, confron-tada con un hecho consumado, en cuya definicin sus habitantes no haban tenidoprcticamente ninguna participacin. 24 Por ello, para San Martn la fuerza militar eraun punto secundario de una estrategia que buscaba ganar, da por da [...] nuevosaliados en los corazones del pueblo. 25

    La emblemtica era una de las principales armas de esa guerra ideolgica. El decretodado por San Martn el 17 de julio de 1821, ordenaba enfticamente que se borren,quiten y destruyan los escudos de armas del Rey de Espaa [...] como toda otracualquier demostracin que denote la sujecin y el vasallaje... 26 Un testimonio dela poca recuerda la violencia simblica que se desat algunos das antes de la dacindel decreto, al momento del Cabildo abierto del 15 de julio, cuando el busto y lasarmas del Rey fueron destrozados por el gento reunido en la plaza. 27 Otros tantosdecretos, en los meses y aos que siguieron, replicaron el intento de borrar, a vecessin verdadero xito, toda sea del poder espaol para imponer en su lugar los nuevossmbolos patrios.

    San Martn parece haber concentrado sus esfuerzos iniciales en la ceremoniade la jura y proclamacin de la Independencia, la primera vez que sera ex-puesta formalmente la bandera en la capital. El bando de San Martn que con-vocaba al acto a celebrarse el 28 de julio, de hecho peda que la bandera seexhibiera en todos los lugares pblicos en que en otro tiempo se os anunciabala continuacin de vuestras tristes y pesadas cadenas. 28 Fernando Gamio Palacioseal ya la evidente intencionalidad de San Martn, al prever el efecto quetendra en la ciudad el paseo de una nueva bandera en la ruta antes recorridapor el estandarte real. 29

    El paseo del pendn expresaba la obediencia al monarca espaol y el sometimientode las colonias a la pennsula. Sus evidentes implicancias polticas fueron motivo dedebate en el perodo revolucionario. Un decreto de las cortes de Cdiz, dado el 7 deenero de 1812, declaraba abolido el paseo anual del estandarte real, por considerarque los actos positivos de inferioridad peculiares a los pueblos de Ultramar, monu-mentos del antiguo sistema de conquista y de colonias, deben desaparecer ante lamagestuosa idea de la perfecta igualdad... entre americanos y peninsulares. 30 Elpaseo del estandarte quedara reservado, como en la pennsula, para la proclama-cin de nuevos monarcas. Mas el retorno al trono de Fernando VII dejara sin efecto

    Fig. 6. Bandera de raso con que seproclam en Piura la Independencia, 1820.Museo Nacional de Arqueologa, Antropologae Historia del Per, Lima.

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    la iniciativa igualitaria de las Cortes, y el paseo del pendn sigui realizndose enLima en los aos siguientes. 31

    El acto de proclamacin de la Independencia, que por encargo de San Martn organi-z el Cabildo de Lima, sigui al pie de la letra las solemnidades del paseo del estan-darte. La ceremonia se inici en el ayuntamiento. El conde de San Isidro, alcalde deLima, entreg la bandera a Jos Matas Vsquez de Acua, conde de la Vega del Ren,quien haba sido elegido alfrez por el Cabildo. De all sali la comitiva hacia pala-cio de gobierno, donde fue recibida por el marqus de Montemira, entonces jefepoltico y militar de Lima, y llevada al saln donde se encontraba el general SanMartn. La bandera sali de palacio en manos del marqus, seguido de un squitointegrado por representantes de la Universidad y de la Iglesia. Dieron la vuelta a laplaza, donde se congregaban las tropas del Ejrcito Libertador con las banderas deArgentina y de Chile. Sobre el tabladillo construido frente al palacio de los virreyesrecibi San Martn la bandera y proclam la Independencia. Parte de la comitiva, acaballo, emprendi luego la ruta que los llev hacia la plaza de la Merced, donde serepiti el acto de proclamacin. Lo mismo sucedi en la plaza de Santa Ana y luegoen la de la Inquisicin, tras lo cual regresaron a la plaza mayor. 32

    Cada paso de esta representacin replicaba rigurosamente el ceremonial del paseodel pendn: la ruta recorrida, las plazas en que se armaron los tablados, las medallaslanzadas al pblico y el orden protocolar. San Martn haba forzado este juego deequivalencias; ya en una comunicacin al Cabildo se haba referido a la banderacomo el estandarte de la libertad. 33 Pero el pendn real no era, en sentido estricto,una bandera. Representaba al rey y era exhibido pblicamente slo en ceremoniasoficiales de proclamacin de los monarcas, en el da del nombramiento de alcaldes,el 6 de enero, o en fiestas religiosas de importancia, como el Corpus Christi o el dade Santa Rosa. 34 Era una pieza nica que no todas las ciudades tenan derecho aostentar. Slo el alfrez real, con asiento en el Cabildo, poda portarla y guardarla.

    Si el estandarte real era una pieza nica, la bandera nacional poda y deba multi-plicarse. Toms Guido refiere haber llevado la bandera, como lo hicieron otrosjefes militares el da de la proclamacin de la Independencia. 35 Telas con los colo-res nacionales fueron desplegadas por toda la ciudad, como antes se exhibierontapices y alfombras desde los balcones de las casas en las procesiones y solemnida-des pblicas. Pero la bandera era un elemento nuevo en el escenario simblicourbano, sin paralelo en el repertorio colonial. De los tres tipos de ensea en uso almomento de la Independencia, ni el estandarte real, ni las banderas militares, ni elpabelln de marina podan imponerse como emblema equivalente. El uso de laactual bandera espaola, creada por Carlos III en 1785 como sea de los buques deguerra, apenas s se haba ampliado para identificar las defensas de la costa y otrasentidades dependientes de la Armada. 36 En la poca de la Independencia an no sehaba generalizado, y su sentido no sugera todava la idea de una nacin espa-ola. Los ejrcitos realistas, de otro lado, continuaban llevando diversas variantesde los tradicionales pendones blancos con las armas de Castilla o con la cruz rojade Borgoa. Ninguna de estas enseas tena el sentido representativo de la banderanacional moderna. Por ello se intent forjar una identificacin con el nuevo emble-ma patrio, y San Martn pidi, en su convocatoria a la proclamacin, que todos losciudadanos presentes en la plaza llevaran sobre el pecho una escarapela blanca yroja. El temprano teatro patriota tambin promovi esta identificacin en piezasdramticas que requeran la presencia de la bandera sobre el escenario. 37 Eranformas que buscaban generar un vnculo personal y emotivo con la idea de nacinque la bandera encarnaba.

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    La cuidada presentacin pblica de la bandera nacional haba sido una estrategiasimblica de gran eficacia. El ceremonial espaol le prestaba los recursos necesariospara convertirla en un elemento de similar autoridad y prestigio. Al mismo tiempo,este reemplazo imaginario afirmaba el cambio que se operaba en el orden poltico.Pero sobre todo, el hecho de que la bandera pudiera potencialmente multiplicarse yser portada por los ciudadanos sugera la radical diferencia que separaba a la bande-ra nacional de las seas del poder espaol: era un emblema republicano, que oponaa la tradicional imagen exclusiva y monrquica del pendn el espritu de una nuevay hasta inslita modernidad.

    Los trofeos de la libertadLa escenificacin pblica del pendn y la bandera expresaba una cultura polticadominada por la teatralidad, pero tambin afirmaba la enorme carga simblica queesos emblemas podan contener. Las banderas encarnaban la autoridad, la soberanay la posesin. En torno a ellas se haban cultivado desde la Edad Media complejosrituales que les otorgaban un carcter casi sagrado. Incluso cuando representan insti-tuciones o conceptos enteramente seculares, el tratamiento que se les da les confiereun aura de sacralidad. 38 En tiempos de conflicto armado, las banderas adquiran unaimportancia mayor, que se expresaba en un conjunto de prcticas reguladas. Anteellas se juraba lealtad a un monarca o a una corporacin, con ellas se marcaba laposesin de un territorio, y bajo su proteccin los ejrcitos emprendan batallas enque se jugaban la vida misma. La frmula espaola del juramento a la bandera con-tena todas estas implicancias. 39 Por todo ello, las banderas fueron uno de los ejescentrales de los rituales pblicos espaoles y americanos a lo largo de la guerra.

    Fig. 7. Nuestra Seora de Atocha,con banderas capturadas a los francesesen 1793. Coleccin Mujica.

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    La bandera es el monarca o la nacin. Y no se trata de una simple metfora. De allque su captura fuera el acto simblico culminante de cualquier batalla. Como trofeosde guerra, las banderas reciban un tratamiento especial. Siguiendo una antigua cos-tumbre, las enseas capturadas al enemigo eran depositadas en las iglesias, una for-ma de agradecer la proteccin divina por la victoria obtenida, y al mismo tiempo unaseal de respeto al adversario. 40 En Espaa, el madrileo templo de Nuestra Seorade Atocha fue el principal custodio de las banderas tomadas por los ejrcitos de lamonarqua espaola. Las enseas capturadas a los franceses en la guerra de 1793fueron depositadas all (Fig. 7); quizs por ello Atocha fue un objetivo central de lastropas francesas, que tomaron el convento el 5 de diciembre de 1808 durante laocupacin de Madrid.

    La costumbre se replicaba en Amrica. En 1811 los estandartes tomados a losinsurgentes rioplatenses en el Alto Per fueron colocadas en el santuario de SantaRosa de Lima, en un acto solemne que se conmemor con una misa de accin degracias. 41 Joaqun de la Pezuela envi al virrey Abascal las banderas patriotastomadas en los campos de Viluma en 1815, y pidi que fueran depositadas en lacapilla de Santa Brbara para ser dedicadas a la Virgen del Carmen, generala deeste ejrcito del Rey. 42 La bandera utilizada por Pumacahua, remitida a Lima porel General Ramrez, fue puesta a su pedido en el santuario de Santa Rosa. Otrasenseas capturadas por los realistas en Argentina, Bolivia y Chile se exhibantambin en diversas iglesias de Lima. 43 Los ejrcitos patriotas promovieron unculto incluso ms entusiasta a las banderas. Las enseas espaolas capturadaspor San Martn en Maip fueron distribuidas entre varias ciudades; dos de ellasfueron enviadas a Mendoza que celebr en triunfo el ingreso de los trofeos a laciudad. 44 Tras Chacabuco, San Martn envi tambin a Buenos Aires un estandarte

    Fig. 8. Estandarte real del Cusco, conocidocomo el estandarte de Pizarro, siglo XVIII?Seda cosida y bordada a mano,166 x 125,5 cm. Donado por el mariscalAntonio Jos de Sucre en 1825. MuseoNacional de Colombia, Bogot.

    Fig. 9. Bandera espaola del Batalln Aricatomada en a batalla de Pasco. Donacinde la curia Metropolitana. Museo HistricoNacional, Buenos Aires.

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    y una bandera espaoles, que fueron recibidos el 9 de marzo de 1817 en mediode una gran celebracin pblica. 45

    La guerra se escenificaba as en el espacio pblico por medio del lenguaje ritual de lasbanderas. Bernardo OHiggins mand grabar en uno de los lados de la pirmide con-memorativa que habra de construirse en el sitio de la batalla de Chacabuco la imagendel pabelln nacional de Chile y a su pie, en actitud de rendicin, las seis banderas ytres estandartes tomados al enemigo. 46 Los trofeos capturados tambin podan ser libe-rados. Al entrar a Lima, San Martn devolvi a Chile las banderas tomadas por losrealistas en Rancagua, que se guardaban entonces en la capilla del Rosario en SantoDomingo. 47 Este permanente movimiento de banderas, su entrada triunfal en las ciuda-des tras cada batalla, as como su presencia en las iglesias, les dio una intensa visibili-dad pblica y les otorg un papel central en el ritual poltico.

    Si las banderas en tiempo de guerra eran trofeos, y si la Independencia era figuradacomo el cierre del ciclo histrico iniciado por la conquista, entonces el trofeo mayordeba ser la primera bandera que conquist el Per para Espaa. Tanto San Martncomo Simn Bolvar haran grandes esfuerzos por encontrar el codiciado pendn dePizarro, smbolo por excelencia de la conquista y del dominio espaol en Amrica.Curiosamente, ambos creyeron haberlo conseguido.

    San Martn hizo todo lo posible por ubicarlo desde los primeros das de su entrada aLima, pero los realistas lo haban llevado consigo, por temor a que fuera capturado. ElProtector lo encontrara meses despus, en una hacienda de la costa peruana cercana aPisco. 48 Una vez en su poder, lo present al Cabildo para que lo identificaran y com-probaran si era en realidad el que introdujo don Francisco Pizarro cuando tom lacapital. En abril de 1822, tras verificar que, en efecto, se trataba del mismo estandartereal con que los espaoles esclavizaron a los indgenas del Per y ataron sus cadenas,el Cabildo lo entreg a San Martn para que tenga la satisfaccin de conservar en supoder esa insignia de la tirana destruida bajo su proteccin. 49 En el discurso ledoantes de su partida del Per, San Martn se jactaba de tener en su poder el estandarteque trajo Pizarro para esclavizar el imperio de los Incas. 50

    Por varias dcadas persisti la idea de que se trataba en realidad del estandarte dePizarro, aunque hoy sabemos que no era ms que el pendn real de Lima,que llevaba de un lado las armas del rey y del otro el escudo de la ciudad.El ttulo sera disputado por otro estandarte, el del Cusco, que fue entrega-do por Antonio Jos de Sucre a Simn Bolvar como trofeo tras la batalla deAyacucho (Fig. 8). Son una porcin de tiras deshechas, escriba Sucre,pero tiene el mrito de ser la conquistadora del Per. 51

    El recorrido de los pendones no terminara all. Su disputada historia pos-terior nos habla del enorme valor simblico que les fue asignado. En1849 el Presidente Ramn Castilla, a travs de Juan Manuel del Mar,ministro de Relaciones Exteriores del Per, pidi a San Martn la devolu-cin del famoso pendn. Atendiendo a la solicitud, por disposicin testa-mentaria San Martn leg el estandarte limeo al gobierno del Per. Laentrega slo se concret en 1861, cuando la familia de San Martn trasla-d sus restos a una nueva sepultura en Brunoy, Francia. Durante la cere-monia, en la que participaron Juan Bautista Alberdi y Jos Mara TorresCaicedo, el fretro de San Martn fue cubierto con el estandarte, que seraluego solemnemente entregado al ministro peruano Pedro Glvez, quiense ocup de enviarlo a Lima. Fue depositado en el Ministerio de Relacio-nes Exteriores, de donde desaparecera misteriosamente poco tiempo

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  • 216 VISIN Y SMBOLOS DEL VIRREINATO CRIOLLO A LA REPBLICA PERUANA

    despus. 52 El estandarte del Cusco tendra mejor suerte. Como otras reliquias republi-canas, sera finalmente depositado en un museo, un templo secular, sin duda el lugarms apropiado para un objeto que la Independencia haba convertido en trofeo de lamodernidad poltica.

    El sol nacienteSi la conquista era la escena originaria del despotismo y la colonizacin, laIndependencia era el renacimiento de un mundo antiguo y la recuperacin deuna libertad largamente perdida. El escudo de San Martn fue la representacinmetafrica de este relato. El sol que apareca por detrs de las montaas repre-sentaba el amanecer de una nueva sociedad; el mar, tranquilo y quieto, el fin dela guerra y la paz que se avecinaba. El marco del paisaje en que se desplazabala figura del sol le otorgaba un sentido narrativo, refera la historia del procesorevolucionario y sugera el anuncio de un nuevo futuro. Era un smbolo de rege-neracin, pero era sobre todo un emblema apoltico, que evitaba referencias aun sistema determinado de gobierno y, en particular, a los smbolos republica-nos que, como la pica y el gorro frigio, haban servido para identificar a variasnaciones sudamericanas. 53

    Como emblema de la renovacin social y poltica, el sol haba sido tambin una ima-gen reiterada en los escudos americanos. 54 Pero hay un precedente puntual, que SanMartn con toda seguridad conoca, y que confirma la intencionalidad de su eleccin.La misma imagen, mostrando un ro, algunas montaas y un sol naciente, haba sidoescogida para representar al Congreso de las Provincias Unidas del Ro de la Plata,reunido en Tucumn en 1816. En medio de una aguda discusin entre monarquistas yrepublicanos sobre la forma de gobierno que habra de adoptarse en el Ro de la Plata,el Congreso parece haber preferido omitir en su sello los smbolos revolucionarios quefiguraban en el escudo de la nacin que representaba. 55 Cuando el Ejrcito Libertadordesembarc en Pisco, no quedaba an claro tampoco cul sera el gobierno que final-mente habra de tener el Per. Es probable que la preferencia de San Martn por elsistema monrquico haya guiado su decisin de eludir los emblemas republicanos.

    Era inevitable que la imagen del sol se asociara al pasado precolombino, y que suposicin en el escudo pudiera tambin evocar la vuelta a un tiempo anterior a laconquista espaola. Este sentido haba estado ya presente en el sol que aparecaen el escudo de las Provincias Unidas del Ro de la Plata, un emblema que,significativamente, haba sido ideado en 1812 por el peruano Antonio Isidro de

    Fig. 10. Moneda de plata, de 8 soles,de las Provincias del Ro de la Plata, anversoy reverso, 1815. Acuada en la Casa de laMoneda de Potos.

    Fig. 11. Medalla acuada parala proclamacin de la Independencia,el 28 de julio de 1821. Anverso. Museodel Banco Central de Reserva del Per, Lima.

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    Castro, originario de Trujillo y residente entonces en BuenosAires. Es por lo dems relevante que los sellos del escudohayan sido grabados por el platero altoperuano Juan de DiosRivera Conchatupa, un personaje clave en la fabricacin dela emblemtica rioplatense, quien reclamaba ascendenciainca y conservaba un rbol genealgico de los incas pinta-do sobre un conocido grabado de Antonio Palomino. 56

    Elsimbolismo incasta haba encontrado un amplio arraigo enla retrica revolucionaria del Ro de la Plata, y se difundirpidamente por toda la regin a travs de las campaasproselitistas que acompaaron las incursiones militares enel sur andino. Todo ello permite resolver el debate sobre elcarcter del sol en el escudo del Ro de la Plata, para algu-nos un emblema clsico europeo y para otros un claro sm-bolo americano. 57

    La toma de Lima permiti la instalacin de un Estado indepen-diente y abri una nueva etapa en la elaboracin de laemblemtica local. Hasta la proclamacin de la Independen-cia San Martn haba sido el principal responsable de la crea-cin del aparato simblico del nuevo rgimen. Con el Protec-tor gravemente enfermo y retirado a Magdalena, fueron sus

    ministros los que gobernaron efectivamente el Per entre 1821 y 1822. 58 El idelogoaltoperuano Bernardo Monteagudo, el platero italiano Jos de Boqui y el mdicoperuano Hiplito Unanue, los hombres encargados de la administracin del gobier-no provisional, fueron los principales actores en la produccin del ritual y de lossmbolos del Protectorado. Bajo su impulso se fue creando una emblemtica parale-la, que parta de la propuesta inicial de San Martn, pero que operaba en ella transfor-maciones significativas.

    Quizs la ms evidente sea el papel protagnico que empieza a adquirir la figuradel sol. Casi desde el inicio, haba ido cobrando independencia simblica, sepa-rndose del mar y de las montaas que le haban servido de marco y que habanfijado su sentido. Aislado del paisaje, dej de ser metfora para convertirse en em-blema. La primaca del sol no se impuso por decreto, sino que se fue instalandoprogresivamente en la prctica hasta convertirse en smbolo oficial del Protectorado.Haba aparecido ya como frmula alternativa en los diseos de las banderas antes dela toma de Lima, pero hizo su primera aparicin significativa en las medallas acua-das para celebrar la Independencia, que llevaban un gran sol radiante en el anver-so, y cuyo diseo copiaba el de las monedas que, desde 1813, identificaban a lasProvincias Unidas del Ro de la Plata (Figs. 10, 11). El sol sera tambin la imagenprincipal de los cuartillos provisionales de cobre decretados en febrero de 1822por orden de Unanue (Fig. 13). 59 Fue igualmente el smbolo de la Orden del Sol, lainstitucin central de la poltica impuesta por San Martn y Monteagudo (Fig. 12).En todas partes apareca. Un sol bordado figuraba como distintivo en los trajes delProtector, de sus ministros de Estado y dems oficiales del gobierno segn decretode Monteagudo del 15 de agosto de 1821. 60 El sof que se dice era utilizado enLima por el propio San Martn, llevaba la imagen del sol junto a otros emblemaspatrios (Fig. 14). 61 Fue tambin una imagen reiterada en la poesa y en la retricapoltica. Otro decreto de Monteagudo de setiembre de 1821, declar el cambio denombre del torren de San Miguel en el Real Felipe (denominado castillo de laIndependencia) por el de castillo del Sol. 62

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  • 218 VISIN Y SMBOLOS DEL VIRREINATO CRIOLLO A LA REPBLICA PERUANA

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    La ascendencia del sol se confirma en marzo de 1822, al decretarse el primercambio significativo a la bandera, ordenado por Monteagudo siguiendo las re-comendaciones del Director General de Marina, el oficial chileno Luis de laCruz. 63 Slo el estandarte nacional llevara el escudo provisional decretado porSan Martn, mientras que la insignia de preferencia sera roja con un sol blan-co al centro y la bandera nacional tendra un sol rojo sobre la faja blanca cen-tral. Incluso el decreto posterior, que cambi las fajas transversales por las ver-ticales que an hoy definen la bandera nacional, insista en enfatizar el nuevoemblema solar. 64

    Todo indica que Monteagudo fue el principal promotor de esta veta emblemtica. Enel discurso de instalacin de la Orden del Sol, que ley como secretario de su Conse-jo, explic el significado del emblema que identificaba ahora a la nacin:

    Si hubo un tiempo en que el astro que preside el da fue adorado por lospadres de nuestros antepasados como el Dios visible de la naturaleza, ysi su imagen sola conmova a la piedad, animaba a la virtud, y mantenaen la monarqua peruana la moral sencilla que recibi de sus primeroslejisladores, hoi ha vuelto la poca en que ese mismo astro recordandoa los peruanos lo que fueron, su imajen sea el estandarte que los una yrestituya a sus pechos naturalmente ardientes y esforzados la enerjaque siempre pierden, lo que viven por largo tiempo en la sombra de laesclavitud. 65

    A la explcita aclaracin de Monteagudo, se suman los innumerables testimoniospoticos y literarios de la poca del Protectorado. 66 El sol era la expresin hist-rica del pas de los Incas, 67 como habra de insistir ms tarde el propioMonteagudo, una imagen que permita unir un pasado glorioso con el presenteheroico.

    Pero el sol tambin haba quedado inevitablemente identificado con la figura deSan Martn, y fue cargndose de las connotaciones negativas surgidas con el des-prestigio en que cay el Protector. Desde los fueros del republicanismo, el sol pudoser ledo entonces como una manifestacin de las aspiraciones monrquicas deSan Martn;68 pudo tambin ser visto como un smbolo impuesto desde fuera, encuya creacin no haban participado los peruanos. Por todo ello, la partida deMonteagudo y San Martn en 1822 marc un momento de inflexin en la polticaperuana, y as tambin, en el curso de su repertorio emblemtico.

    Fig. 12. Condecoracin de orode la Orden del Sol del Per otorgadaal General Juan Antonio Alvarez de Arenales.Museo Histrico Nacional, Buenos Aires.

    Fig. 13. Cuartillo provisional de cobre,decretado el 18 de febrero de 1822 y acuadopor la Casa de Moneda de Lima. Anverso.Museo Numismtico del Banco Centralde Reserva del Per, Lima.

    Fig. 14. Sof de caoba con incrustacionesde bronce perteneci a Jos de San Martn,Lima, ca. 1821. Obsequiado al Perpor el Instituto Sanmartiniano de Buenos Airesen 1940. Museo Nacional de Arqueologa,Antropologa e Historia del Per, Lima.

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  • 220 VISIN Y SMBOLOS DEL VIRREINATO CRIOLLO A LA REPBLICA PERUANA

    Fig. 15. Diseo para el sello del Ministeriode Guerra y Marina, 1821. Dibujante annimo,sobre diseo de Hiplito Unanue. ArchivoGeneral de la Nacin, Lima.

    Fig. 16. Diseo para el sello del Ministeriode Gobierno, 1821. Dibujante annimo, sobrediseo de Hiplito Unanue. Archivo Generalde la Nacin, Lima.

    Fig. 17. Diseo para el sello del Ministeriode Hacienda, 1821. Dibujante annimo, sobrediseo de Hiplito Unanue. Archivo Generalde la Nacin, Lima.

    Fig. 18. Gran sello del Estado, grabadopor Marcelo Cabello, en diploma de la Ordendel Sol otorgado a Francisco Vidal en enerode 1822. Archivo Histrico, Museo Nacionalde Arqueologa, Antropologa e Historiadel Per, Lima

    El sol eclipsadoLa insatisfaccin con el escudo nacional se haba dejado sentir incluso antes delretiro de San Martn. En los sellos y las monedas producidos en tiempos del Protecto-rado se distingue claramente la inquietud por transformarlo y dotarlo de nuevos sen-tidos. En efecto, al asumir el Ministerio de Hacienda en agosto de 1821, Unanueremiti inmediatamente a la Casa de Moneda diseos para los sellos de los nuevosministerios. 69 Han quedado los dibujos preparados por los talladores de la Casa deMoneda sobre la base de sus modelos (Figs. 15, 16, 17). 70 Todos muestran al centro elescudo de San Martn, pero en cada uno se agregan figuras y emblemas relativos a losasuntos del ministerio en cuestin: la justicia vendada con la balanza y el libro de lasleyes representan el buen gobierno, los barcos y la cornucopia, las riquezas quegenera el comercio y las banderas, anclas y caones, la marina y el ejrcito. Sonalegoras trilladas y evidentes, pero reflejan la necesidad sentida de aadir elementosal escudo, de complementarlo y de enriquecerlo simblicamente, una tarea en laque Unanue persistira apasionadamente a lo largo de su carrera.

    Todo indica que la concepcin del gran sello del Estado, definido hacia fines de1821, se debe tambin a Unanue. Es probable que el encargado de plasmar la ideaen imagen haya sido el pintor quiteo Francisco Javier Corts, formado como dibu-jante en la Real Expedicin Botnica al Nuevo Reino de Granada (1790-1798) yluego en la extensin local de la Flora Peruviana, de Hiplito Ruiz y Jos Pavn (1800-1807). 71 Como catedrtico de dibujo botnico en la Escuela de San Fernando, Cortsera una figura cercana a los crculos cientficos en que Unanue participaba. La ejecu-cin del sello fue encargado a Marcelo Cabello, el grabador ms conocido de sutiempo (Fig. 18). 72 Utilizado en las primeras monedas nacionales, en los documentosdel Protectorado, las cartas de naturaleza y los diplomas entregados a los integrantesde la Orden del Sol, fue probablemente la imagen ms difundida de la nacin en susprimeros aos de existencia (Figs. 19, 20). El sello transformaba completamente lapropuesta inicial de San Martn, que se perda en medio de una profusin de elemen-tos aadidos. Un cndor y una vicua, rodeados por las banderas de las nacionesindependientes de Amrica, flanqueaban el escudo. Por detrs apareca una frondo-sa palmera coronando el conjunto. 73 Una ornamentacin desmedida y una naturale-za exuberante desplazaban simblicamente al emblema del sol y las montaas, cuyareducida presencia resultaba del todo elocuente. El sello anunciaba una lneaemblemtica que, liderada por Unanue, habra de imponerse luego en los smbolosque finalmente seran adoptados para representar la nacin.

    El largo proceso de definicin de los smbolos nacionales se inici formalmentecon la instalacin del Congreso y la partida de San Martn, una situacin que

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  • LOS FABRICANTES DE EMBLEMAS. LOS SMBOLOS NACIONALES EN LA TRANSICIN REPUBLICANA. PER, 1820-1825 221

    dejaba por primera vez las decisiones polticas directamente en manos peruanas.Se abrieron as las puertas a un perodo de grandes cambios en la emblemticalocal, pero tambin a un momento de gran indecisin simblica. Todas las posi-bilidades parecan realizables; se fueron sucediendo una a una las ms diversasimgenes, que abarcaron prcticamente todo el espectro del repertorio alegrico,desde referencias al pasado precolombino y a la antigedad clsica, hasta la po-ltica, la naturaleza e incluso a la astronoma. En esta suerte de confusin semnticaque dominara hasta 1825, se revelaron las dificultades encontradas por los lde-res criollos para determinar los smbolos nacionales, una contrariedad que estambin un reflejo de las dificultades ideolgicas que la idea de nacin impusoen el contexto peruano.

    Esta nueva etapa empieza con una iniciativa ciudadana. En marzo de 1823, JosIgnacio de Molina present un diseo para los sellos del Congreso. Su propuestamostraba, en la parte inferior, a un guila sobre la parte del globo que hace el terri-torio del Per, como atributo propio del antiguo imperio. En el centro figuraban,sobre la superficie de la tierra del Per, la llama y el cndor, seres que se dan y seregeneran exclusivamente en l. Dominaba en el escudo el zodiaco que compren-de las constelaciones Libra, Escorpin y Sagitario, correspondientes en la esferaceleste, a la parte del globo que ocupa el mismo Estado sobre su latitud austral ysobre el conjunto apareca el sol dirigiendo sus rayos sobre el zodiaco, una imagenque se refera tanto a la astronoma como al culto y adoracin que le daban losindgenas del Estado. En la corona cvica sobre el escudo apareca una bandera querepresentaba el triunfo del Estado, y a los lados estandartes de armas, lanzas y otrostrofeos militares. El sello menor mostraba los mismos elementos, pero era sostenido

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  • 222 VISIN Y SMBOLOS DEL VIRREINATO CRIOLLO A LA REPBLICA PERUANA

    por dos stiros de alguna semejanza a la forma y color oscuro natural de los indge-nas. 74 El programa iconogrfico de Molina pona todo el nfasis en la representa-cin de las diferencias que definan una originalidad local: la ubicacin geogrfica,el pasado antiguo, la naturaleza e incluso la poblacin.

    Sabemos poco del autor de este proyecto. Patriota entusiasta, haba presentadoantes un diseo para la moneda nacional, que desconocemos, y un plan de organi-zacin del gobierno. Pidi entonces tambin a la Junta Gubernativa un nombra-miento como comandante de ingenieros, lo cual le fue concedido. Ms adelante,ya octogenario, propondra otros programas de gobierno al Congreso de 1827 y a laConvencin Nacional de 1833. En todas sus proposiciones se percibe una claraconciencia del momento fundacional que representaba la Independencia y de lospeligros que amenazaban el sistema democrtico, como tambin una franca fasci-nacin con la posibilidad de imaginar las formas polticas y simblicas que podatomar la nacin. 75

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  • LOS FABRICANTES DE EMBLEMAS. LOS SMBOLOS NACIONALES EN LA TRANSICIN REPUBLICANA. PER, 1820-1825 223

    El Congreso vio con simpata su programa iconogrfico. El 15 de abril, la Comisinde Bellas Artes del Congreso, integrada por Jos Pezet, Miguel Tafur, Felipe Cuellar,Francisco Herrera y Manuel Antonio Colmenares, present un dictamen favorable, alencontrar que el sello reuna sin confusin y con elegancia, todos los atributos fsi-cos y polticos del antiguo y nuevo Per, sin que ofendan a los delicados los signossimblicos que lo recuerdan bajo sus leyes primitivas y Emperadores.... Slo objeta-ron la representacin de los rayos del sol, por no encontrarla conforme con la verdadcientfica.

    La de Molina no fue la nica propuesta espontneamente presentada al Congreso.Otros dos proyectos, cuyos detalles ignoramos, haban sido evaluados tambin por laComisin de Bellas Artes. Uno de ellos no convenci por dar la idea ms ridcula;el otro, por ser demasiado sencillo y, en consecuencia, aplicable a cualesquieracircunstancias. Pero el diseo de Molina no lleg a persuadir tampoco al pleno delCongreso, que devolvi el expediente, pidiendo se revise la exactitud de los signoszodiacales y, lo que es ms significativo, ordenando tambin la incorporacin de dosconnotados cientficos, Jos Gregorio Paredes e Hiplito Unanue, a la Comisin deBellas Artes.

    Das ms tarde, la comisin entreg un documento, firmado por Paredes, quecontena una nueva y compleja propuesta, ya no slo para el sello del Congreso,sino tambin para el escudo de la Repblica. Qued muy poco del diseo inicialde Molina. El informe recomendaba eliminar toda referencia militar, por conside-rar que la guerra era opuesta al nuevo rgimen social fundado en la razn y noen la fuerza. Propona adems un nuevo eje temtico para el escudo, quepriorizaba la poltica y reservaba por adornos o trofeos las producciones singu-lares o ms preciosas del pas, que sirvan a determinarlo de un modo indepen-diente de la fluctuacin a que estn expuestas las instituciones humanas.... Alcentro del escudo aparecan:

    una candela, un bastn y una espada, significativos de los tres poderes admi-nistrativos legislativo, ejecutivo y judicial, juntos por un extremo y separadospor el otro, para dar a entender que todos tres emanan de un principio co-mn que es la nacin, pero que han de estar separados en su ejercicio, coneste mote: Discretis muniis, o este otro Libertati asserendae. Ms abajo, enespacio distinto, se pone un gorro seal de la libertad civil y del puebloconstituido en democracia, origen de los tres poderes. Se dio la preferencia ala divisin de los tres poderes para simbolizar el Gobierno del Per, en elsupuesto de ser ella la ms slida garanta de los derechos individuales.

    Fig. 19. Gran sello del Estado peruano,ca. 1822-1823. Grabado en acero, realizadoen Londres. Archivo General de la Nacin,Lima.

    Fig. 20. Anverso y reverso de monedade ocho reales acuada en Lima en 1822,mostrando de un lado el escudo nacionaly del otro a la Justicia y la Virtud flanqueandouna columna. Museo Numismtico del BancoCentral de Reserva del Per, Lima.

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  • 224 VISIN Y SMBOLOS DEL VIRREINATO CRIOLLO A LA REPBLICA PERUANA

    Figs. 21a, b. Diseo de Manuel AtanasioDvalos para las monedas de cobrede un cuarto de peso, 1823. Archivo Generalde la Nacin, Lima.

    Fig. 22. Diseo de Manuel AtanasioDvalos para las monedas de cobrede un octavo de peso, 1823. Archivo Generalde la Nacin, Lima.

    Fig. 23. Reverso de un cuartillo provisionalde cobre, decretado el 18 de febrero de 1822y acuado por la Casa de Moneda de Lima.Museo Numismtico del Banco Centralde Reserva del Per, Lima.

    Se trataba de un verdadero manifiesto del republicanismo que haba triunfado trasla partida de San Martn. La libertad y el derecho se erigan ahora como valoresfundamentales de la modernidad poltica. Pero esta radicalidad pudo coexistir conla persistencia de un sentimiento religioso tradicional e incluso abiertamente reac-cionario:

    Por timbre, aunque dentro del escudo, se ve una cruz radiada, divisa de lasnaciones cristianas con que los monarcas han adornado sus coronas, y quean los astrnomos han introducido en los signos planetarios [...] Dispues-tos los rayos en forma circular, tiene lugar la idea de una cruz sobrepuestaal sol, o del culto verdadero subsistiendo al antiguo idoltrico.

    Es un giro curioso, que permite pasar de la poltica revolucionaria a una idea de la reli-gin derivada directamente de la Iglesia militante de la Contrarreforma en Amrica. Serla nica y ltima aparicin de un signo catlico en la emblemtica republicana.

    Lo ms significativo es que la propuesta de Paredes introduce en la ornamentacinlos elementos que dominaran finalmente en el escudo nacional decretado dos aosms tarde: un saco con monedas derramadas, una vicua, un cndor y el rbol dela cascarilla. Son de los pocos emblemas adaptados de la propuesta de Molina, querevelan una similar vocacin por remarcar la originalidad local a partir de la fauna yla naturaleza del pas. Esta intencin queda revelada en la sugerencia que Paredeshace de sustituir las clsicas hojas de laurel por ramos de coca. 76

    Pero este nfasis localista tena lmites definidos. No se extendi a lo tnico, y losstiros indgenas que sostenan el escudo de Molina fueron silenciosamente omiti-dos. Paredes tambin prefiri ignorar el pasado local, eliminando expresamente laimagen del sol:

    demasiado genrico y aplicable a todo el hemisferio meridional de la tie-rra, o a lo menos, la mitad de su zona trrida; y porque si dice relacin ala antigua religin de los peruanos, se resiente de supersticin, y si a suforma de gobierno, est encontradiccin con el gobiernoactual de la Repblica. Las lu-ces y cultura del siglo no ad-miten comparacin con el cor-to grado de civilizacin a quepudieron llegar los antiguoshabitantes del Per, y como nofue culpa suya no haber pose-do descubrimientos o institu-ciones que deba envidiar la ge-neracin presente, tampocoqueda sta en descubierto porno preciarse de ellas.

    Posiblemente se trate del ataque ms abier-to al pasado precolombino que nos hayadejado el perodo de la emancipacin. Eltexto no slo se refiere, con intencin pe-yorativa, al atraso intelectual y social delantiguo Per, sino que evoca a la vez lasupersticin indgena, que haba sido

    a b

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  • LOS FABRICANTES DE EMBLEMAS. LOS SMBOLOS NACIONALES EN LA TRANSICIN REPUBLICANA. PER, 1820-1825 225

    sugerida ya por la figura de la cruz radiante. En el marco de un texto queevoca los discursos de la conquista, no podemos dejar de anotar que

    el autor poda rastrear sus orgenes hasta el capitn CristbalFernndez de Paredes, llegado al Per en 1555 con el tercer

    virrey del Per. 77 Pero es poco probable que los dems inte-grantes de la Comisin de Bellas Artes hayan compartido

    sus ideas.

    Quizs por ello la propuesta de Paredes no logr con-vencer al Congreso, que devolvi nuevamente el ex-pediente a la Comisin de Bellas Artes. Ante la insa-tisfaccin con los diseos, Colmenares sugiri or-ganizar un concurso pblico, y el 23 de abril de

    1823 se public en la Gaceta de Gobierno una con-vocatoria a los inteligentes de gusto delicado en be-

    llas artes para presentar diseos para los sellos delCongreso, armas y moneda de la Repblica. 78 Mas esta

    convocatoria no tuvo el xito esperado: a un mes de publi-cado el aviso, no se haba presentado ninguna nueva pro-

    puesta. Unanue sugiri entonces que se adopte como sello delCongreso uno de los diseos que haban sido presentados por la

    Comisin, que mostraba a dos cndores sobre una roca destrozandounas cadenas. 79 Mientras el sello del Congreso qued as definido, no se

    logr un consenso con respecto al escudo de armas del Estado.

    Los diseos discutidos en el Congreso tendran, sin embargo, una influencia decisi-va. Una semana despus de archivarse el debate sobre el escudo nacional, Unanuese vera obligado a recurrir a algunas de las ideas que haban sido materia de discu-sin en el Congreso. Como Ministro de Hacienda, debi entonces dirigir la acua-cin de la moneda de cobre emitida para amortizar el papel moneda. Era la opor-tunidad para reemplazar las piezas que la ceca de Lima continuaba acuando conlas matrices espaolas. 80 El 12 de junio de 1823 Boqui le remiti unos dibujos paralas monedas de un cuarto y octavo de peso que haban sido preparados por ManuelAtanasio Dvalos, grabador de la casa de moneda, con toda probabilidad bajoindicaciones de Unanue. En los diseos para la moneda de un cuarto apareca uncamlido sudamericano como figura solitaria en uno de los lados (Fig. 21a). En lamoneda de un octavo, en cambio, el mismo animal descansaba al pie de un rbolcoronado por un sol (Fig. 22). Al anverso de ambas propuestas figuraba un fruto, alparecer una lima, smbolo de la capital del Per. 81 Las monedas que finalmente seacuaron mostraban al camlido descansando en un campo al pie de una cadenade montaas, sobre las que dominaba un sol radiante (Fig. 23). En el primer planoapareca la pica con el gorro frigio, un smbolo republicano que hasta entonceshaba tenido poca presencia en la emblemtica peruana.

    Dominando el paisaje, el sol volva al lugar que haba ocupado en el primer escudode San Martn; volva a ser un elemento de la naturaleza y perda el carcter emble-mtico que adquiri bajo el Protectorado. El lugar central lo ocupaba ahora elpaisaje natural; pero no era ya un paisaje universal y genrico, que defina la aurorade una nueva era, sino un escenario que evocaba directa y puntualmente la natura-leza de los Andes. El cambio anunciaba el rumbo que tomara la emblemticaperuana, y el lugar central que en todo ello habran de tener Jos Gregorio Paredese Hiplito Unanue.

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  • 226 VISIN Y SMBOLOS DEL VIRREINATO CRIOLLO A LA REPBLICA PERUANA

    La naturaleza herldica y la invencinde la patria peruanaLa participacin de Paredes y Unanue en el debate sobre el escudo de 1823 serepetira nuevamente en el Congreso de 1825. Del dilogo entre las propuestas queentonces promovieron habra de surgir el consenso final en torno a los smbolosnacionales. Haban recorrido juntos un largo camino, que los llev de las aulas dela Escuela de San Fernando al periodismo fidelista del rgimen de Abascal y, final-mente, a posiciones decisivas en los primeros gobiernos republicanos. Los unaadems una estrecha amistad: Unanue nombr a Paredes como uno de sus alba-ceas y este le dedic a su maestro sus Lecciones de matemticas, publicadas en1822. 82 Ambos fueron figuras claves en la formacin del Estado peruano surgidocon la Independencia.

    La trayectoria pblica de Unanue traza una lnea de sorprendente continuidad einfluencia, que abarca todos los gobiernos del ltimo perodo virreinal y de la tem-prana repblica. Hombre de confianza de San Martn y de Bolvar, congresista,ministro de estado e incluso encargado del poder poltico, su ubicuidad en el go-bierno es una de las pocas constantes en una poca marcada por la inestabilidad yel cambio. Unanue es adems el idelogo por excelencia del patriotismo colonialy de los tempranos discursos de nacin. Lo que no le ha sido debidamente recono-cido es su aporte a la definicin de los smbolos nacionales y los rituales polticosrepublicanos.

    Una revisin de sus escritos y correspondencia nos revelan sin embargo una verdaderapasin por las conmemoraciones, las medallas y la numismtica, ...todos aquellos Mo-numentos en que el cincel y el buril esplayan sus primores, para perpetuar la memoriapstuma del hroe y del poderoso, 83 una conciencia definida desde 1791, cuando pu-blica en el Mercurio Peruano su Idea general de los monumentos del antiguo Per. Lasignificativa coleccin de monedas y medallas que conservaba nos permiten confirmarsu aficin. 84 Hay en todo ello un evidente deseo de dejar a la posteridad una imagen dela grandeza del momento histrico que vive, de entrever la forma en que su presentehabra de convertirse algn da en pasado heroico. Pero hay tambin una gran fe en lacapacidad proselitista de la emblemtica. La emergente nacin requera una imagen quepudiera identificarla y promover su causa. Para Unanue, la moneda tena en ello unafuncin fundamental, pues en el movimiento que genera su circulacin poda difundircomo ningn otro medio la imagen del poder poltico. En su exposicin ante el Congresocomo Ministro de Hacienda, ledo en 1825, enfatiz la idea:

    Fig. 24. Diseo de moneda presentadoal Congreso en febrero de 1825 por HiplitoUnanue. Archivo General de la Nacin, Lima.

    Fig. 25. Diseos de monedas, adjuntoa un oficio remitido a Hiplito Unanuepor el Congreso Constituyente en febrerode 1825. Archivo General de la Nacin, Lima.

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  • LOS FABRICANTES DE EMBLEMAS. LOS SMBOLOS NACIONALES EN LA TRANSICIN REPUBLICANA. PER, 1820-1825 227

    La moneda no es tan slo el signo representativo de las especies comercia-les. Es, en las repblicas, un monumento que lleva a la posteridad el re-cuerdo de los sucesos prsperos y adversos; y en las monarquas el testimo-nio infalible del dueo y seor de ellas.

    La moneda es un vehculo de recordacin de la autoridad, y smbolo de soberana.Su importancia era evidente en una regin y una poca que contaba con pocosrecursos para la difusin de la imagen visual. Por ello, la imposibilidad de acuarmoneda nacional genera una clara angustia en Unanue. Qu doloroso y de cuninfausto agero me era ver batir monedas con el busto de Fernando VII, proclamadaya la independencia!, refera con desesperacin recordando los sucesos de 1823,para concluir con una frase que convierte la vigencia de la moneda espaola enfatal augurio del desenlace final: En cada momento la tena perdida, y en efecto seperdi. 85

    Unanue aprovecha entonces para presentar al Congreso un dibujo con la propuestapara la nueva moneda, cuyo diseo simplificaba los elementos de las que entoncescirculaban, y al reverso perpetuaba la gloriosa victoria a la que debemos enteralibertad. 86 Su pedido obliga al Congreso a dar prioridad a la definicin del escudo,tema que se debati das ms tarde. Los diseos presentados por Unanue, quefueron discutidos en esas sesiones secretas, se han conservado con una carta que elCongreso le dirige para devolverle los dibujos y entregarle la propuesta finalmenteadoptada. 87

    Los dibujos de Unanue retomaban todos los principales elementos del gran sello delEstado. En el anverso figuraba un cndor al centro de un escudo orlado por banderas,ramas de olivo y laurel. Sobre el conjunto, un pequeo sol radiante y al pie la fraserenaci el sol del Per. El reverso mostraba a una figura alegrica en atuendo cl-sico, de pie frente a un paisaje montaoso, que sostiene en una mano una pica coro-nada por un gorro frigio y en la otra un escudo. Por detrs, asoma la figura de unavicua erguida y en el exergo el lema Por la victoria de Ayacucho (Fig. 24). Otrodibujo, de factura menos cuidada, ofrece una variante que reorganiza las mismasfiguras. Posiblemente se trate de una alternativa propuesta por el propio Unanue. En

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  • 228 VISIN Y SMBOLOS DEL VIRREINATO CRIOLLO A LA REPBLICA PERUANA

    Fig. 26. Per libre, diseo para monedaadjunto a un oficio remitido a Hiplito Unanuepor el Congreso Constituyente en febrerode 1825. Archivo General de la Nacin, Lima.

    Figs. 27 y 28. Diseo del anverso y reversode las monedas propuestas al Gobiernopor el Congreso Constituyente en febrerode 1825. Archivo General de la Nacin, Lima.

    el anverso el cndor es reemplazado por un camlido americano, aparentementeuna vicua, y el lema al pie del escudo, renaci el sol, es borrado por intervencinde una mano distinta a la del dibujante. La figura alegrica del reverso est sentada,y en vez del escudo, sostiene con su mano izquierda una cornucopia derramandomonedas (Fig. 25). El mote tambin cambia por la frase, por la virtud, y la unin.Los diseos no suponan innovacin alguna ni imponan un verdadero cambio desentido; tan slo redistribuan y simplificaban la disposicin de los elementos queconfiguraban el todava vigente sello del Estado.

    La propuesta de Unanue fue remitida a la comisin diplomtica del Congreso y dis-cutida el 23 de febrero. En el primer da de debates el reverso fue aprobado, mientrasque el anverso sufri ligeras modificaciones: el sol fue eliminado y reemplazado poruna corona cvica. Francisco Javier Maritegui sugiri tambin cambiar el lema delreverso al de por la voluntad de los pueblos. Todo pareca quedar as definitiva-mente resuelto. Mas al da siguiente, en un giro imprevisto, Jos Gregorio Paredes,entonces presidente del Congreso, expuso un programa alternativo para el escudo,centrado en tres figuras esenciales: la vicua, el rbol de la quina y una cornucopiacon monedas. Casi sin discusin, la idea fue aprobada por el pleno. 88 Se fij as,finalmente, el escudo que sera adoptado para representar al Per.

    Quedaba tan slo por definir la moneda nacional. En este caso, la propuesta deUnanue no sufri mayores modificaciones, salvo por la ausencia de la vicua,que ahora figuraba en el escudo al anverso, y por el lema, que qued fijadocomo firme y feliz por la unin. 89 Es posible que se hayan discutido otras

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  • LOS FABRICANTES DE EMBLEMAS. LOS SMBOLOS NACIONALES EN LA TRANSICIN REPUBLICANA. PER, 1820-1825 229

    propuestas, como lo sugiere un dibujo con el lema Per libre, explicadovisualmente a travs de dos aves en gesto de romper las cadenas de la esclavi-tud (Fig. 26), que figura entre los dibujos remitidos y que recuerda el diseoescogido por Unanue en 1823 para el sello del Congreso. La concisin de lasactas de las sesiones secretas desafortunadamente revela muy poco del tenor dela discusin. Las decisiones tomadas, sin embargo, nos permiten deducir que elmomento poltico no pareca exigir ya un escudo que recordara nicamente laemancipacin poltica; era necesario ahora definir tambin el carcter de lanacin que se empezaba a formar.

    A diferencia del escudo, la bandera, legitimada por el uso, no sufrira modificacio-nes. Paz Soldn refiere la existencia de hasta cinco propuestas para cambiar su dise-o. Todas ellas sugeran variaciones en los colores, pero agregaban poco al reperto-rio conocido de emblemas. Apareca el sol, el gorro frigio, y ocho estrellas, por lasprovincias que entonces integraban el pas. La ms original presentaba una secuen-cia de ocho rosas, sin duda una alusin a la santa limea, utilizadas para referirse alas provincias. 90 Pero Francisco Javier Maritegui insisti en mantener la bandera, elestandarte y la escarapela definidos en el decreto provisional de San Martn, con lasmodificaciones posteriores. 91

    El decreto que determinaba la forma final de los smbolos patrios fue suscrito porBolvar y Unanue el 24 de febrero de 1825 y publicado pocos das despus:

    Las armas de la Nacin Peruana constarn de un escudo dividido en trescampos,: uno azul celeste a la derecha, que llevar una Vicua mirando alinterior: otro blanco la izquierda, donde se colocar el rbol de la Quina,y otro rojo inferior, y ms pequeo, en que se ver una Cornucopia derra-mando monedas, significndose, con estos smbolos, las preciosidades delPer en los tres reinos naturales. 92

    Se oficializaba as el destierro definitivo del sol, la nica imagen explcitamente re-chazada por el Congreso. La intencionalidad del gesto quedara confirmada un mesdespus, al declararse extinguida la Orden del Sol, y con ella todo rastro simblicode la presencia de San Martn en el Per. 93 El escudo de Paredes sealaba al mismotiempo el triunfo de la visin naturalista de Unanue (Figs. 27, 28, 29, 30). En efecto,todas sus imgenes haban sido prefiguradas en la emblemtica precedente: el escu-do de 1825 simplemente pona al centro lo que haba pugnado por primaca simb-lica desde las mrgenes del gran sello del Estado.

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  • 230 VISIN Y SMBOLOS DEL VIRREINATO CRIOLLO A LA REPBLICA PERUANA

    Naturaleza, ciencia y poltica: las riquezasdel Per

    Ya descubro al comercioConduciendo a porfaQuanto puede desearsePara el bien de la vida,Y extrayendo en retornoA regiones distintas,Los inmensos tesorosQue ofrecen nuestros climas. 94

    Felipe Lledas, 1822

    Tras la aparente simplicidad del escudo y la transparencia del enunciado que lodefine, se esconde un complejo universo de asociaciones que precisan la visinnaturalista propuesta por los intelectuales peruanos. Quienes haban participadoen su creacin formaban parte del ncleo central del colegio mdico de SanFernando. Como en el resto de Amrica Latina, los cientficos, preparados para lavida pblica por su participacin en el periodismo y en la administracin del lti-mo perodo virreinal, asumieron con facilidad el liderazgo poltico de la primeraRepblica. 95 En el campo de las ciencias haban luchado contra la dependencia yel provincialismo intelectual, y el estudio de la naturaleza les haba dado una con-ciencia aguda de las particularidades locales. Para los ilustrados peruanos, la mo-dernidad se traduca en pensamiento cientfico y las ciencias en sinnimo de histo-ria natural.

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  • LOS FABRICANTES DE EMBLEMAS. LOS SMBOLOS NACIONALES EN LA TRANSICIN REPUBLICANA. PER, 1820-1825 231

    Fig. 29. Figura de la libertad. Reversode moneda de plata de ocho reales, acuadapor la Casa de Moneda de Lima en 1825.Museo Numismtico del Banco Centralde Reserva del Per, Lima.

    Fig. 30. Escudo nacional. Anversode moneda de plata de ocho reales, acuadapor la Casa de Moneda de Lima en 1825.Museo Numismtico del Banco Centralde Reserva del Per, Lima.

    La exaltacin de la naturaleza haba tenido un lugar central en los discursos delpatriotismo criollo desde el siglo XVII. 96 Haba sido luego el eje de uno de los deba-tes ideolgicos ms importantes de la ciencia americanista, que Antonello Gerbi lla-m la disputa del Nuevo Mundo. Segn las tesis promovidas primero en los escri-tos del naturalista francs conde de Buffon, Amrica era un continente inmaduro ydbil, incluso impotente, que produca animales y hombres inferiores. Estas teoras,asumidas por muchos de los ms reconocidos intelectuales europeos, como Raynal yMarmontel, fueron llevadas a su extremo por el abate Corneille de Pauw, quien llega proponer que ese clima hostil conduca tambin a la inevitable degeneracin delhombre en Amrica. 97

    Como puede suponerse, los criollos americanos recibieron estas sorprendentesteoras con comprensible indignacin, y las respuestas que ensayaron determina-ron el surgimiento de un discurso patritico basado en la celebracin de la natu-raleza local. Unanue asumi la defensa del suelo americano en su obra ms cle-bre, las Observaciones sobre el clima de Lima y sus influencias en los seres orga-nizados, en especial el hombre (1806). El libro se esgrime como una respuesta aBuffon y De Pauw, a esos filsofos ultramarinos que mojaron su pincel enamargos y negros tintes para retratar a estas regiones afortunadas como a un sueloingrato negado a las bendiciones del cielo; funesto albergue de sierpes, cocodri-los y otros monstruos empozoados.... 98 La respuesta se cifra en la grandeza dela naturaleza americana pero tambin en el prestigio de la ciencia moderna, am-bas referencias constantes en la trayectoria de Unanue y en su quehaceremblemtico.

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  • 232 VISIN Y SMBOLOS DEL VIRREINATO CRIOLLO A LA REPBLICA PERUANA

    La naturaleza es la metfora preferida de Unanue, el eje que sustenta todo su discur-so de nacin. El brindis que dedica a Bolvar en el banquete ofrecido a su llegada a lacapital en setiembre de 1823, parece ms el elogio a un cientfico que a un hroemilitar. Bolvar supera a los hroes del Viejo Mundo, pues en vez de oprimir a lospueblos libres libera a los esclavos, y por ello, argumenta Unanue,

    [...] la naturaleza, y las ciencias lo han decorado de un modo que no obtu-vieron aquellos. Por dilatadas que fueran sus campaas, jams tocaron nial ecuador, ni al trpico. V. E. ha vencido bajo del primero, y coronndosepor este gran crculo, pisando con su planta victoriosa el centro en que labalanza arregla el movimiento del globo terrqueo, y en que la mantiene alfiel la prodigiosa altura de los Andes, y sus riqusimas entraas. [...] Lasciencias mismas ofrecieron un reposo a las fatigas del combate sobre losrestos preciosos de los trabajos que levant la Astronoma para sealar elpaso preciso de la lnea media al grado austral, averiguar la figura de latierra, y encender un claro fanal que dirigiese la navegacin. 99

    Es un brindis sorprendente por su compleja construccin. No es slo que la grandezadel hroe americano se equipare a la magnfica naturaleza americana; Bolvar domi-na una geografa que sirve de eje y balanza del mundo mismo, y que presta sentido alos progresos de la ciencia. 100

    La nacin como Unanue la figuraba era un espacio territorial autocontenido y discreto,distinto a todos los dems, definido por sus productos naturales y las promesas deriqueza y abundancia que podan contener. 101 Fueron teoras que tuvieron un pesomuy grande en el discurso cientfico americano, y en particular en Unanue, cuya fe enla naturaleza local lo llev a pensar el Per como un microcosmos capaz de producirtodo lo que pudiera necesitar. 102 Paredes tambin defini la autosuficiencia como finltimo del desarrollo econmico, pero puso el acento en las industrias que los produc-tos naturales podan fomentar. Yo soy independiente, pero no me s vestir ni calzar,haba insistido, al cuestionar la independencia nominal de un pas que viva a cuentade la importacin de productos europeos. 103 El escudo nacional definido por Paredesrevelaba ese nfasis. As, frente a la naturaleza tropical y frtil que Unanue haba pro-pugnado, Paredes formul una imagen que resaltaba ms bien las posibilidades comer-ciales de los recursos naturales. Cada uno de los emblemas incorporados al escudo con-tribua a afirmar esa nacin natural y prctica imaginada por los cientficos peruanos.

    El rbol de la quina o cascarilla era una especie clave del orgullo cientfico local.Haba sido uno de los mviles principales de las expediciones cientficas americanasdel siglo XVIII y una de las preocupaciones constantes de la expedicin botnica alvirreinato del Per que lideraron Hiplito Ruiz y Jos Pavn (Figs. 31, 32). Sus pro-piedades medicinales para el tratamiento del paludismo, conocidas desde el sigloXVII, fueron materia de debate a lo largo del siglo siguiente en todo el mundo. Suestudio ocup a los principales cientficos del momento, incluyendo a Charles-Mariede la Condamine y Alejandro de Humboldt. El propio Carlos Linneo, padre de labotnica moderna, fue quien le otorg su nombre cientfico: cinchona. En 1820, enplena guerra de la Independencia, el antiguo prestigio de la quina se vio renovadopor un descubrimiento crucial. Los qumicos franceses Pelletier y Caventau aislaronlos alcaloides de la cinchona la cinchonina y la quinina, identificndolos como losagentes activos contra la malaria. Al mismo tiempo sealaron la calisaya bolivianacomo la variedad con mayor contenido de quinina. En los aos siguientes, se dio unaverdadera carrera por la extraccin de quina en el Alto Per. Su inmenso valormedicinal lo haba convertido en un recurso estratgico, lo que llev a la Corona a

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  • LOS FABRICANTES DE EMBLEMAS. LOS SMBOLOS NACIONALES EN LA TRANSICIN REPUBLICANA. PER, 1820-1825 233

    Fig. 31. Botes conteniendo quina.Coleccin de drogas. Facultad de Farmacia,Museo de Farmacia, Madrid.

    Fig. 32. Contenedor para quina. Cermica.Facultad de Farmacia, Museo de Farmacia,Madrid.

    intentar controlar su extraccin. El xito comercial de las diversas variedades de quinaestaba estrechamente ligado a las opiniones cientficas vertidas sobre ellas. 104 As, labsqueda de los lugares donde se encontraba la quina ms efectiva convirti su estu-dio en el eje de una verdadera disputa territorial.

    El entorno de San Fernando haba tenido un papel determinante en la investigacinsobre la quina peruana. Bajo el impulso del catedrtico de botnica Juan Jos Tafalla,agregado a la expedicin de Ruiz y Pavn tras la partida de los cientficos espaoles,se identificaron cerca de cuarenta nuevas especies en la expedicin a Guayaquil,realizada entre 1799 y 1807, y a la cual se habra de sumar Francisco Javier Corts en1800. Como protector y promotor de los agregados botnicos al proyecto de la florade Ruiz y Pavn, Unanue haba estado cerca de estos desarrollos. 105 En 1820 elpropio Unanue fue requerido urgentemente para enviar a la corte de Madrid un car-gamento de quina ecuatoriana. 106 Frente a la imagen negativa de la naturaleza ame-ricana que los ilustrados peruanos combatieron, la quina permita ahora proponeruna planta que la propia Europa reclamaba por sus atributos curativos.

    Cientficos como Paredes o Unanue entendan el significado poltico del rbol de laquina. No slo estaba en disputa el prestigio de los diversos centros cientficos ame-ricanos dedicados a estudiarla, sino tambin el control de la extraccin y comerciode un recurso natural de enorme importancia en los mercados internacionales. Sueleccin para representar el mundo vegetal en el escudo peruano responda as a uncomplejo universo de referencias, que evocaba los progresos de la ciencia moderna,el control local de los recursos naturales y la defensa de la riqueza natural del Per.

    Similares asociaciones tena la cornucopia, antiguo emblema de la abundancia, utili-zado en el escudo para representar la riqueza mineral. En un giro inusual, las monedasreemplazan aqu a los frutos de la tierra que generalmente brotan de la cornucopia enla tradicin emblemtica europea. Por sus evocaciones clsicas, era una solucin mselegante que el saco derramando monedas que apareca en el escudo diseado porParedes en 1823. Ms adelante, Bolivia escogera el perfil del cerro rico de Potos pararepresentar la minera en su escudo nacional, una imagen con una larga tradicinvisual, que haba quedado claramente asociada al Alto Per. En el escudo peruano, encambio, las monedas que brotan de la cornucopia son el metal transformado en mediode cambio. As, evocan no slo a la minera sino tambin sus consecuencias materia-les, al comercio que sirve de motor y a la riqueza econmica que genera.

    El rbol de la quina y la cornucopia sealaban una visin utilitaria de la naturalezacomo factor de desarrollo cientfico y econmico, que haba sido compartida por unamplio crculo de ilustrados americanos. 107 En este esquema, la vicua era tambinuna eleccin evidente. Ya en 1823 Paredes la haba escogido para su diseo delescudo, reemplazando a la llama que Molina incorpor a su propuesta inicial. Con-siderada como el ms noble de los camlidos americanos, los cientficos peruanos sehaban referido con orgullo a su belleza y a la calidad de su lana, que comparabancon las sedas ms finas. 108 Su utilidad para el comercio de hecho la haca ms atrac-tiva que el cndor para expresar la riqueza de la fauna local. Pero adems, la vicuaevocaba otra esfera de asociaciones. A diferencia de la llama, no se presta al serviciode la carga, recorre con independencia las punas, y se resiste a la captura y a ladomesticacin. Poda, por todo ello, ser fcilmente erigida en una suerte de smbololocal de libertad 109 y, en efecto, parece haber quedado fijada como emblema delPer independiente incluso antes de figurar en el escudo. 110

    A lo largo de la guerra la vicua haba llegado a personificar a la nacin en la culturapopular. En ese juego de respuestas y equivalencias simblicas que determin gran

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  • 234 VISIN Y SMBOLOS DEL VIRREINATO CRIOLLO A LA REPBLICA PERUANA

    parte del aparato emblemtico de la Independencia, la vicua termin siendo al Perlo que el len era a Espaa. Fue precisamente con la invasin francesa de la pennsu-la que el len, la figura central de la herldica espaola, adquiri una nueva impor-tancia, convirtindose ya no slo en imagen de la monarqua, sino de la nacinespaola en su conjunto. 111 De ah que terminara por abandonar la pose esttica delescudo en las imgenes populares de la guerra peninsular. Es del todo probable quese hayan conocido en el Per algunas de las estampas espaolas que mostraban allen en lucha abierta con el guila imperial de Napolon (Fig. 33). 112 El combatefigurado entre animales herldicos se extendi rpidamente a la retrica poltica y lacultura visual en los territorios hispnicos. Los ejemplos pueden tomarse de estam-pas, peridicos, poesas y bandos. Una crnica periodstica limea proclamaba en1821 que el len de Castilla no volvera a presentarse ante el pabelln indepen-diente, sino para servirle de trofeo.... 113 El terreno haba sido preparado por lasmonedas espaolas de un cuarto de real que circularon en el Per durante todo elperodo revolucionario, en las que apareca el len rampante coronado, aislado delescudo real (Fig. 34).

    En Amrica el len sera derrotado por diversas figuras emblemticas, un guerreroderivado del Hrcules clsico, soldados del Ejrcito Libertador, alegoras de la patria,

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  • LOS FABRICANTES DE EMBLEMAS. LOS SMBOLOS NACIONALES EN LA TRANSICIN REPUBLICANA. PER, 1820-1825 235

    Fig. 33. Espaa Representada bajola forma de una Plaza Fuerte, sobrela que la Vela el Genio del Patriotismo [...]el Aguila rapante, geroglifico de la canallafrancesa, dirigiendose a robar la Coronay el Cetro de los dos mundos; es desplazadapor el Len, smbolo del esfuerzo Cast.no,ca. 1808. Estampa calcogrfica,17,5 x 23,5 cm. Museo Municipal de Madrid.

    Fig. 34. Reverso y anverso de monedavirreinal de plata de 1/4 de real, acuadaen Lima en 1823, mostrando un len rampantecoronado. Museo Numismtico del BancoCentral de Reserva del Per, Lima.

    y la vicua, su natural equivalente herldico (Fig. 35). 114 En las figuras talladas enpiedra de Huamanga, la lucha simblica de la vicua peruana con el len de Castillase difundi ampliamente por todo el sur andino (Figs. 36, 37). En agosto de 1825 laAsamblea General del Alto Per, al declarar la fundacin de la Repblica Bolvar,orden otorgar al Mariscal Sucre una medalla de oro que llevara al anverso la imagendel hroe de Ayacucho arrancando al Per, figurado por una Vicua, de entre lasgarras de un len.... 115 Eran imgenes de guerra, que buscaban claridad y definicinsimblica antes que el despliegue de referencias eruditas. La vicua en el escudo pe-ruano no poda sino ser leda en el contexto de esa lucha figurada por los animalesherldicos y, as, como el triunfo final de la patria sobre Espaa. Lo que no quedaba tanclaro, sin embargo, era lo que esa patria poda significar.

    Poltica emblemtica y discursos de nacinEl escudo del Per forj una emblemtica enteramente nueva y a la vez local, quetenda puentes entre el patriotismo colonial y la modernidad poltica. As, encarga-dos de definir una imagen de la nacin, los criollos peruanos escogieron el suelo.Para quienes conocen la historia del temprano discurso colonial, la eleccin puederesultar evidente. Los criollos se haban definido desde siempre por el lugar de naci-miento; seguan siendo, como lo haban sido en el siglo XVI, los hijos de estastierras. Pero no era igual el momento poltico, ni la posicin social que ocupaban.Tampoco el discurso poda entonces ser el mismo. En sus matices y en las resonan-cias que cobraba, el elogio de las riquezas del Per adquira ahora un sesgo diferente.El cambio no se revela de inmediato en el anlisis de lo que el discurso criollo mani-fiesta abiertamente; se perfila ms bien en sus silencios y omisiones. La lectura de esediscurso y sus imgenes no puede por ello limitarse a la descripcin de lo que quedfijado en los smbolos. Debe intentar imaginar lo que pudieron ser, lo que queddesplazado o excluido con su definicin. Esas elisiones son tan significativas comolos contenidos que el escudo afirma de manera explcita.

    A diferencia de Mxico, que pudo recuperar un repertorio iconogrfico empleadopor siglos para identificar a la Nueva Espaa, en el Per, como en el resto de AmricaLatina, no exista un smbolo comparable al guila sobre el nopal, que pudiera inte-grar a todos los sectores sociales en el proceso de diferenciacin frente a Espaa. 116 Lasdivisiones estamentales persistan con mayor rigor que en Mxico y, aunque el incasmocolonial haba servido por momentos para integrar a criollos, mestizos y a la noblezaindgena en causas comunes, la rebelin de Tpac Amaru desbarat para siempre esaposibilidad.

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  • 236 VISIN Y SMBOLOS DEL VIRREINATO CRIOLLO A LA REPBLICA PERUANA

    Fig. 35. Qero de madera mostrandoa un soldado patriota y a la Patria venciendoal len, ca. 1820-1822. Museo Nacionalde la Cultura Peruana, Lima.

    Fig. 36. Vicua pisando al len, ca. 1825.Talla en piedra de Huamanga, 29 x 17 x 6,5 cm.Coleccin Bayly, Lima.

    La emblemtica republicana no retom, por ello, los referentes incas de la herl-dica colonial, como la mascapaicha, el amaru, o el arco iris, que haban figuradode forma prominente en el escudo del Cusco y de los curacas del sur andino. Surecuperacin pudo haber sido vista como una reivindicacin de emblemas proscri-tos por la legislacin virreinal, de la misma forma en que la repblica rescat lafigura de Tpac Amaru y otros rebeldes surandinos para incorporarlos al pantende los prceres de la Independencia. Pero estos emblemas haban quedado iden-tificados con una clase social debilitada y frgil, distante de los crculos limeosque tomaron las riendas del nuevo estado mientras el Cusco permaneca bajo elestricto control del ejrcito realista. Por lo dems, para los criollos limeos estossmbolos representaban una legitimidad poltica de la que quedaban definitiva-mente excluidos. 117

    Finalmente, el destierro de la emblemtica del sol no haba respondido nicamenteal rechazo a las polticas del Protectorado. Como Paredes haba puesto en eviden-cia, haba sido tambin una estrategia para evitar confrontar el hecho ineludible delas grandes diferencias tnicas que definan a la poblacin peruana. El sol evoca-ba el mundo indgena, ese grupo mayoritario pero ausente de la formacin delEstado criollo fundado con la Independencia. Evocaba el pasado precolombino,pero tambin la conquista; sugera as el trazo de dos lneas genealgicas parale-las y enfrentadas, la de los incas, convertidos en indios contemporneos, y la delos conquistadores, devenidos en criollos. Traa el pasado hasta el presente y alhacerlo sealaba las contradicciones al centro de los emergentes discursos crio-llos de nacin.

    Durante cerca de tres siglos, los criollos haban reclamado a la Corona dere-chos y privilegios que sustentaban en su descendencia de los primeros conquis-tadores. La Independencia los ubicaba ahora en la extraa posicin de tenerque negar lo que hasta entonces haba sido uno de los cimientos fundamentales

    de su identidad. Por lo dems, el re-cuerdo de la conquista, que la Inde-pendencia ahora deshaca, cuestiona-ba directamente la legitimidad polti-ca de una repblica que se constituacriolla. En suma, no importa si la na-cin se pensara sobre bases tnicas,lingsticas, culturales, genealgicas opolticas, en cada caso los criollosquedaban ubicados en una posicintan profundamente incierta como di-fcil de justificar.

    De diversas formas, la historia naturaldesvaneca y sublimaba estos conflic-tos de identidad y legitimidad. Era laantihistoria, el terreno neutro que per-mita eludir toda referencia poltica ocultural. Vista as, la nacin era antetodo un lugar, un territorio, y no unahistoria o una cultura compartidas. JosGregorio Paredes defini el amor a lapatria como el afecto por el entorno

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  • 238 VISIN Y SMBOLOS DEL VIRREINATO CRIOLLO A LA REPBLICA PERUANA

    natural y familiar de la primera infancia. Esta patria fsica y moral, era la basesobre la cual se eriga luego la patria poltica, el pacto de asociacin que reunaen torno a un orden superior la diversidad de los grupos que integraban la nacin.Puestos aqu, como por acaso, escribi Paredes, unidos por localidad, peroseparados inmensamente por la norme [sic] distancia de orijen y condiciones, elPer era la reunin de cuatro clases diferenciadas, europeos, africanos, indgenasy criollos. Con la Independencia, estas masas informes e incoherentes en conti-nua repulsin, como las describi Paredes, deban acomodarse y unirse en uncuerpo de nacin. 118 El temor a que ese cuerpo no llegara a consolidarse marcdesde el inicio el espritu de la poltica criolla, y por ello el escudo de 1825redujo la imagen de la nacin a su espacio geogrfico, ese suelo comn quepoda contener la diversidad, pero que no poda representarla. 119

    Para los criollos, las ciencias naturales ejercan una atraccin adicional. Segnlas teoras de la aclimatacin, el clima y la geografa transformaban gradual-mente a las plantas y a los hombres. Desde el siglo XVI, esta idea haba llevadoa postular la gradual degradacin de los espaoles en Amrica, un proceso quelos llevaba inexorablemente a asemejarse a los indgenas americanos. Los argu-mentos de este discurso colonial, hbilmente manipulado para marginar a loscriollos, sera rebatido y cuestionado pordiversos autores americanos. 120 Uno de losdesarrollos finales de este debate habra demanifestarse en las Observaciones sobre elclima de Lima de Unanue, un criollo que,en aparente paradoja, crey firmemente enlos poderes de la aclimatacin. Segn elcientfico peruano, el clima y la geografade un lugar podan definir el tipo y carc-ter de sus habitantes, sin importar su ori-gen racial. As, la naturaleza americanaoperaba en los europeos transplantados aAmrica una especie de transmutacin, quepermita la creacin de una nacin crio-lla, diferenciada de la espaola, con iden-tidad y caracteres propios. 121 Hasta aqu,su argumentacin parece prestar continui-dad a las viejas teoras coloniales; peroenseguida, Unanue procede a eliminar losefectos negativos de esta metamorfosis y adescribir extensamente sus virtudes. El ha-bitante del territorio peruano tena una vidams larga, demostraba precocidad intelec-tual y haba desarrollado una imaginacin su-perior, que se traduca en una especial sensi-bilidad artstica. 122 La deduccin final deestos argumentos no es explcitamente pro-puesta por Unanue, pero su teora de he-cho contena la promesa de que el criollopudiera gradualmente nacionalizarseperuano. La estrategia de Unanue desdo-bla as el discurso colonial para ponerlo al

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    Fig. 37. Alegora patritica. El ejrcitopatriota rescatando a la Patria, ca. 1825.Talla en piedra de Huamanga, con policroma,19,5 x 13,5 x 5 cm. Coleccin Lucy Baylyde Ug