lcdeextra03 curtis garland - la larga noche del fin

Upload: rataburguer

Post on 04-Jun-2018

219 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    1/236

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    2/236

    2

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    3/236

    3

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    4/236

    4

    OBRAS QUE APARECERAN PROXIMAMENTE EN ESTA

    COLECCION

    1. El secuestro de la Tierra, Lou Carrigan,2. El da sin fin, Glenn Parrish.3. La larga noche del fin, Curts Garland.4. La misteriosa Andrmeda, Joseph Berna.5. El planeta de los cclopes, Joseph Berna.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    5/236

    5

    Curtis

    Garland

    LA LARGA

    NOCHEDEL FIN

    Coleccin

    LA CONQUISTA DEL ES-PACIO EXTRA n. 3Publicacin quincenal

    EDITORIAL BRUGUERA, S.

    A.BARCELONABOGOTABUENOS AIRESCARACASMEXICO

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    6/236

    6

    ISBN 8402087973

    Impreso en Espaa Printed in Spain

    1.aedicin: julio, 19821.aedicin en Amrica: enero, 1983

    Curtis Garland 1982texto

    Bernal 1982cubierta

    Concedidos derechos exclusivos afavor de EDITORIAL BRUGUERA, S. A.Camps y Fabrs, 5. Barcelona (Espaa)

    Todos los personajes y entidades priva-das que aparecen en esta novela, ascomo las situaciones de la misma, sonfroto exclusivamente de la imaginacindel antor, por lo que cualquier semejan-

    za con personajes, entidades o hechospasados o actuales, ser simple coinci-dencia.

    Impreso en los Talleres Grficos de Editorial Bruguera, S. A.Parets del Valls (N152, Km 21,650) Barcelona 1982

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    7/236

    7

    PRLOGO

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    8/236

    8

    Ya estaba all. Era la muerte. La muerte de to-dos.

    El cielo se haba teido repentinamente de ro-jo.

    Nubes densas se acumulaban en el horizonte,avanzando con sorprendente rapidez. En pocosminutos estaran sobre la ciudad.

    De ellas partan centelleos sordos, relmpagossin trueno, culebreos violentos y lvidos, a los queno acompaaba estruendo alguno. Era un silencioque hera. Algo mil veces peor que el ms terrible

    de los sonidos.Era la muerte, s. La de todos. La de todo.El hombre alto, de cabello blanco y ondulado,

    mir tristemente a la distancia. Luego se volvi a suacompaante.

    Es el findijo. Ya ha llegado.Hubo un asentimiento por parte del otro hom-

    bre. Estaba plido, pero sorprendentemente se-reno. Nunca hubiera imaginado sentirse as en estemomento. No notaba miedo alguno. Era como acep-tar algo que ya estaba previsto de antemano. Algocontra lo que era imposible luchar.

    Cuando menos, esperemos que sea rpido seal, despus de una larga pausa.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    9/236

    9

    S, lo ser. Muy rpido. Al menos, para noso-tros.

    Qu quiere decir, profesor?

    Bueno, quedarn zonas donde todo sermucho ms lento. Depender de la radiacin poste-rior. Tenga en cuenta que carecemos de experien-cia al respecto... Esta es la primera y ltima vez queeso sucede. Cuando haya ocurrido, ninguno podre-mos explicar nada de ello a nadie. La experienciamorir con nosotros.

    Lo s.Callaron de nuevo, contemplando el creciente

    tono escarlata del cielo, ya totalmente cubierto dedensas nubes. Una sensacin de agobio se apoderde ellos. El calor aumentaba ostensiblemente. Cos-taba respirar.

    Dios mo... jade el profesor, dejndosecaer en un asiento, frente a la terraza asomada a lanoche teida de rojo. La ciudad pareca muerta. Niun sonido, ni una voz. Ni un vehculo en sus callesdesiertas. Era extrao, sorprendente, cmo la genteprefera morir as, silenciosamente, encerrada ensus casas. Como los animales.

    Qu cree que ser de los dems, profesor?pregunt el otro hombre, pasndose la mano porla frente para limpiarla de sudor.

    Los dems? El hombre de cabello blancose encogi de hombros. No s. Quiz tengan suer-te. O quiz no. Al menos, lo han intentado. Vala lapena, creo yo.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    10/236

    10

    Por qu no fue usted con ellos? Tena plazadisponible...

    Lo s sonri tristemente el profesor.

    De qu les servira ahora? Ya he vivido lo suficien-te. Otras personas ms jvenes lo aprovecharnmejor, estoy seguro.

    Ha sido muy generoso por su parte.Generoso? No, nada de eso. Simple lgica,

    mi querido amigo. Ya no tena demasiado intersen seguir viviendo, crame. Me siento cansado demuchas cosas...

    Yo hubiera dado por irme, sin embargo. Pe-ro no tuve suerte. Mi nmero no sali en las listasdel sorteo de plazas.

    Mala suerte... Ahora debo quedarme aqu y vercmo avanza la muerte hacia m.

    Puede tomarse una de esas pastillas seal el profesor con indiferencia a la mesa cerca-na, donde apareca un frasco con cpsulas de colorverde claro. Perder el conocimiento de formainstantnea. Eso hace ms dulce el final. Muchagente de esta ciudad las ha tomado. Y tambin deotros lugares.

    No, gracias rechaz el otro con un suspi-ro. Ya que debo quedarme, no deseo morir co-bardemente. Vivir mi existencia hasta su ltimosegundo, profesor.

    Como quiera. Creo que a partir de ahora,importar poco el valor o la cobarda. No habrnadie para juzgarnos, comprndelo... sonri tris-temente el profesor.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    11/236

    11

    S, eso es bien cierto.Volvieron a callar ambos. El color rojo del cielo

    era ya resplandeciente. Como si el sol hubiera des-

    cendido sobre el planeta, cubriendo su firmamentototalmente. El calor era ya insoportable. En algunospuntos de la ciudad, comenzaba a verse humo yllamas, al arder los materiales ms sensibles alaumento de temperatura. Respirar aquel aire ar-diente era ya un problema. El sudor empapaba sucabello y su camisa, su rostro, sus manos crispadas.

    Creo que ya lo tenemos aqu, amigo dijo elprofesor. Adis.

    Adis, profesor.Fue todo lo que se dijeron. Luego, volvieron los

    ojos hacia la ciudad, enrojecida como un hornoinmenso. Les zumbaban las sienes, sentan fuertes

    palpitaciones y ahogo creciente.Lleg el desvanecimiento para ambos. Comopara todos los que haban preferido esperar des-piertos el final, sin el alivio piadoso de las tabletassomnferas.

    Y despus del desvanecimiento, la muerte.Pero sa ya ni la sintieron siquiera. La ciudad

    era una enorme masa roja. Ardan muchos edificiosy vehculos abandonados en sus calles. Estallarondepsitos de combustible y centrales elctricas.

    El fuego lo invadi todo. Campias y carrete-ras, colinas y cerros, valles y ros, parecieron con-vertirse en torrentes de lava, disolvindose bajo elefecto terrorfico de aquel fuego llegado del cielo.

    Ese fue el final de todo.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    12/236

    12

    Absolutamente de todo sobre el planeta.Pueblos y viviendas aisladas siguieron la mis-

    ma suerte. Un silencio sobrecogedor, se extendi

    sobre toda la Tierra, mientras el resplandor sealejaba hacia otros lugares, y una negra noche deespesas nubes se extenda sobre la superficie pla-netaria arrasada.

    El fin haba sido breve. Ahora se iniciaba unalarga noche de siglos para el planeta Tierra.

    * * *

    El Hombre despert.El monstruo estaba ante l. Un bramido terro-

    rfico conmovi las peas. La enorme sombra delanimal se proyect sobre el muro rocoso, envol-

    viendo al Hombre.Est se encogi, atemorizado. Su rostro rudo,de speras facciones, de expresin hosca y ojos debrillo opaco, escasamente inteligentes, se enfrenta las fauces aterradoras de aquel coloso hambrien-to.

    No posea armas para defenderse del ataque

    de la fiera... Ni demasiada agudeza mental parabuscar una solucin de urgencia a su problema. Suinstinto era lo nico que funcionaba. Y ese instintole exiga luchar, defender su vida del acoso delmonstruo agresivo y voraz.

    Aferr una gruesa piedra situada junto a sumusculosa mano, y la arroj contra el animal rabio-samente. Este emiti un rugido airado, al sufrir el

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    13/236

    13

    rudo impacto en su achatada cabezota cubierta deescamas negruzcas. Levant una enorme pata y lasgarras cayeron sobre el Hombre.

    Este salt gilmente, como un simio desnudo,de piel bronceada. Evit que la garra le destrozase.Rodaron piedras por la ladera, all donde la patadel animal se incrust sin hallar a su presa. Otrorugido de decepcin escap entre los colmillos y lalarga y puntiaguda lengua de la fiera.

    De nuevo el Hombre se inclin y recogi dospeascos de regular tamao. Su escasa inteligenciahaba logrado intuir que el animal se senta msenfurecido si le golpeaban en la cabeza. Pero eso noresolva nada. Intentara daarle los ojos. No hacafalta demasiado conocimiento para comprenderque un ser ciego resultaba mucho menos peligroso

    que otro dotado de visin.Le arroj ambas piedras a los ojos, con pode-roso impulso de sus brazos atlticos, bajo cuya pielse amontonaban los manojos de msculos, a puntode estallar.

    Las dos piedras eran puntiagudas, afiladas. Seestrellaron contra los ojos del enorme animal. Este

    emiti un aullido ensordecedor, y su cola escamosabati con furia el suelo.

    Una de sus amarillentas pupilas chorreaba unhumor denso y repugnante, con la crnea destro-zada. La otra se haba cerrado, a causa del vivodolor sufrido.

    El Hombre se mostr satisfecho de su hazaa.Emiti un aullido que en nada tena que envidiar a

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    14/236

    14

    la voz de su enemigo irracional, se golpe el pechocmo hara un simio, y ech a correr, a campo tra-viesa, por encima de los speros peascos, ya a

    salvo de la agresividad del animal. Al menos, por eltiempo suficiente para buscar refugio por all cerca.

    Encontr ese refugio en una angosta grieta deun cerro cercano, justo a tiempo. Otro animal deidntica especie, cuerpo escamoso y boca voraz,apareca ya en lontananza, movindose rpidohacia donde su fino olfato perciba la presenciahumana.

    El Hombre penetr en la oquedad rocosa. Mo-mentos ms tarde, oa rugir a ambos animales, y elsuelo temblaba, a consecuencia de sus revolcones.Se estaban peleando entre s, ante la ausencia deenemigo comn. El Hombre saba que ese duelo a

    muerte continuara hasta que uno de los dos que-dase despedazado y sirviera de festn al vencedor.Una sonrisa estpida ilumin su rostro velludo

    y hosco. Se senta complacido. Estaba definitiva-mente a salvo de aquellas fieras.

    Gir la cabeza, mirando alrededor. La largacabellera sucia y en desorden barri su rostro tor-

    pe, embrutecido. Los ojos carentes de inteligenciamiraron al fondo de la oquedad donde se habaintroducido para escapar de la amenaza de las bes-tias gigantescas.

    No conoca aquel lugar. Haba vivido escondi-do en infinidad de cuevas como aqulla, pero noprecisamente en sta. Era capaz, cuando menos, dedistinguir un sitio de otro, en especial si uno de

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    15/236

    15

    ellos le era desconocido por completo. Y eso es loque suceda con el lugar donde se haba introduci-do.

    La cueva era profunda y estrecha. Se perda enun fondo de oscuridad total, entre peascos y mon-tones de polvo negruzco. Tras un momento de du-da, ech a andar hacia dentro.

    No pareca sentir miedo. Slo aprensin, rece-los de lo que le era ignorado. All fuera estaba laamenaza latente y cierta de un monstruo vencedor.

    Aqu dentro, por el momento, no haba nada hostilque le inquietase. Por ello se aventur hacia el inte-rior de la grieta horadada en la roca viva.

    Era como recorrer una galera sinuosa, llenade recovecos y recodos pronunciados. Cuanto msse adentraba all, el fro era mayor. Su piel desnuda,

    habituada a la intemperie y a los rigores del clima,sufri un estremecimiento. Los vellos de brazos ypiernas se erizaron. Not un hormigueo helado enla nuca, pero no le dio importancia. Un gruidosordo escap de sus labios fruncidos. Las pupilassombras trataron de ver algo en la oscuridad, sindemasiado xito.

    El Hombre avanz todava unos pasos ms, an-tes de ver la luz.

    La luz.Se par en seco. Ahora s tuvo miedo. Un mie-

    do raro, indefinido. Algo distinto a lo que sentahacia aquellas bestias feroces que poblaban elmundo donde se mova.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    16/236

    16

    Nunca, antes de ahora, sus ojos haban captadouna luz as.

    Esto no se pareca al resplandor turbio que se

    filtraba entre los eternos nubarrones que formabanel palio de su desolado mundo. Tampoco en la os-curidad de la noche, a veces rota de pronto por unlejano fulgor, el de alguna de aquellas vagas luceci-llas perdidas en el cielo negro, cuando se abra undesgarro fugaz en las nubes eternas.

    Era una luz azul, fra, desconocida. Se mir lapiel. Tambin se haba vuelto azul al recibir aquellaclaridad fantstica. Casi se asust de s mismo. Has-ta su pelo y sus largas uas eran azules. Nunca sehaba visto de ese modo.

    Estuvo tentado de regresar, de volver pordonde haba llegado. Pero dud, y finalmente pudo

    ms su curiosidad, tpicamente animal, que su pro-pio temor a lo que no conoca.Sigui adelant. De momento, la luz azul no le

    haca dao. Eso le tranquiliz. Y le alent a avanzar.Volvi a detenerse ante el umbral baado en

    claridad azul. Hurao, mir hacia todas partes. Nocapt ruido alguno que le alarmase. No vio rastros

    de vida que pudieran ponerle en guardia para lu-char.

    A un lado vio algo que no conoca. Era una hojametlica, abollada y desgarrada, que haba estadoalguna vez sujeta al liso muro de piedra, en dondealguna fuerza le haba arrancado violentamente. Sihubiese sido un hombre inteligente, conocedor dealgo ms que los yermos que le rodeaban, hubiese

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    17/236

    17

    sabido que se trataba de algo llamado puerta,que existi una vez en aquel mundo. Pero l nuncahaba visto una puerta en toda su vida. Desconoca

    totalmente su utilidad, como desconoca que lasletras all grabadas significaran algo. Ni siquierasaba qu eran esos signos ni para qu servan,aunque los estudi con gesto perplejo y toc susperfiles en relieve con dedos vacilantes.

    El conjunto de letras formaban unas palabrasen una lengua que l jams haba odo hablar niescribir:

    LABORATORIO EXPERIMENTALPROHIBIDO EL PASO

    Naturalmente, l ignoraba lo que era un labo-

    ratorio. Ni siquiera le era posible saber que alldeca esas palabras, que para su mente hubiesensido simples sonidos incoherentes. Gru algo en-tre dientes y pas a la cmara iluminada con aque-lla cruda luz azul que provena de los paneles deltecho. Lo mir, estupefacto. Nunca haba visto untecho como aqul, totalmente liso, hecho con lose-

    tas de un material cristalino, translcido, de ra-diante color azul.

    Lo dems era an ms extrao. Sus ojos atni-tos siguieron ensimismados en la contemplacin detan singulares objetivos. Eran estanteras comple-tas, de un material semejante al de aquella hojarota, cubierta de signos. Sobre ellas, cristalinosrecipientes de diversos tamaos, contenan en su

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    18/236

    18

    interior extraas formas flotando en un lquidodenso y turbio.

    La luz, al penetrar a travs de esos envases,

    formaba raras tonalidades irisadas.Encogido, receloso, escudri de cerca esos

    objetos que desconoca y que estaba contemplandopor vez primera en su oscura existencia de ser pri-mitivo, simple y obtuso de ideas.

    Tras revisarlos durante largo espacio de tiem-po, se atrevi a tocar uno de ellos. Le pas levemen-te los dedos. Luego, tras comprobar que no sucedanada, le presion con ms fuerza. El recipiente vi-drioso se tambale en su soporte metlico. Echseatrs el Hombre, desconcertado, con un monoslaboronco en sus labios contrados en una mueca rece-losa.

    Se volvi violentamente, al notar contra sudesnuda espalda y trasero un contacto fro y duro.Agarr sus cejas hirsutas, amenazador, alzando suspuos cerrados, como mazos demoledores.

    Se contuvo. Aquello no pareca amenazarle loms mnimo. Era un objeto grande, hecho de lamisma inexplicable materia que viera ya en la en-

    trada y en los estantes. Desconoca la existencia delos metales. Por tanto, no pudo identificarlo enabsoluto.

    Urrggh gru incoherente, dando un saltosiniestro, los ojos fijos en la serie de esferas, indi-cadores y teclas que llenaban aquel panel metlico,como elementos desconcertantes del gran objeto, al

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    19/236

    19

    menos de doble altura que l, pese a que no era unacriatura ni mucho menos.

    Alarg la mano. Toc un botn, una tecla que

    era la que, por su color, ms le haba atrado desdeel principio entre todas las dems. Era roja. Rojacomo la sangre que haba visto brotar a veces desus venas cuando resultaba herido.

    Ocurri algo inesperado apenas presionaquella tecla. Empez un raro zumbido dentro delpanel metlico. Tras un visor cristalino, algo co-menz a girar. Una serie de parpadeos multicoloresle deslumbraron y atemorizaron. Salt atrs, real-mente sobresaltado, mientras aquellas luces hacanguios constantes ante l. Un berrido hosco brotde su boca, y salt repetidas veces, en actitud agre-siva ante lo que consideraba un indicio de hostili-

    dad por parte del extrao objeto viviente.Airado, gir la mirada hacia una especie de re-cuadro donde tambin se haba prendido una clari-dad verdosa, y saltaban cifras, letras, signos y tra-zos que para l resultan ininteligibles y absurdos.

    No poda saber el Hombre que estaba ante unapantalla de televisin, ante un monitor donde una

    serie de complejas operaciones matemticas y fra-ses codificadas se mostraban a la mirada de un serprimario, sumido en la oscuridad de su total igno-rancia.

    Eso provoc la reaccin furibunda del Hom-bre.

    Se precipit, con un aullido colrico, contra lamquina que vea por primera vez en su existencia.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    20/236

    20

    Golpe con rabia aquel rectngulo de luz y de mo-vimientos de cifras y colores. El monitor estall. Lapantalla fluorescente hizo explosin, absorbiendo

    el brazo brutal del homnido.Este chill bestialmente, retorcindose de do-

    lor, desorbitando sus aturdidos ojos ante aquellafuerza que atraa su mano y su brazo al interiorastillado y crepitante del raro agujero abierto porsus puos en aquel aparato. La sangre corri porsus dedos y antebrazo, y el dolor aument, hacin-dole forcejear para salir de la rara atraccin deaquel chisporroteante fondo oscuro donde se sen-ta prisionero.

    Cuando logr sacar el brazo, ste apareca en-negrecido y sangrante. Con un gemido de animalirritado, se ech atrs, tambaleante, su cabeza gol-

    pe un saliente metlico del soporte lleno de pro-betas y frascos grandes de vidrio, su gemido sequebr en un jadeo ronco, y se desplom de espal-das, derribando con su impulso una serie de frascosy probetas, sobre cuyos vidrios pulverizados, char-cos de lquido y raras formas flotantes, de aspectogelatinoso, se qued inconsciente, con sus ojos

    vidriados, fijos en el techo azul, resplandeciente.El Hombre haba perdido la nocin de las co-

    sas. Un reguero de sangre escap de entre sus cabe-llos revueltos y descuidados, mientras el brazoquemado segua sangrando, y el panel, electrnicochisporroteaba, averiado por su accin salvaje.

    En el ignoto laboratorio sumergido en el inte-rior de una gruta cualquiera de aquel mundo de-

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    21/236

    21

    solado, la criatura humanoide haba cado vctimade algo que desconoca, de algo que su mente oscu-ra no entenda y que, sin embargo, alguien como l,

    un remoto antecesor suyo en el suelo de aquel pla-neta cruel y primitivo, haba creado para algo entrelo que, ciertamente, no deba figurar ni en sueos lapresencia de una criatura primaria, propia de laPrehistoria de un mundo, que considerase aquellosingenios cientficos como objeto de una magia si-niestra o de una hechicera incomprensible paral...

    * * *

    El engranaje produjo un ruido sordo, apagado.Se haba puesto automticamente en funcio-

    namiento. Tal y como estaba previsto. Dur bastan-te tiempo ese sonido, mientras las puertas seabran con gran lentitud, siguiendo las directricesde un sistema programado de antemano y que elmecanismo se encargaba de cumplir al pie de laletra.

    Con un ltimo chasquido, esas puertas se que-

    daron inmviles en su deslizamiento progresivo.Estaban abiertos todos los accesos al exterior.

    El Anciano abri despacio los ojos. Mir entorno, sin comprender demasiado bien. Luego re-cord. No era fcil, pero record.

    La primera idea que acudi a su mente fue ladel tiempo. Cunto llevaba as? No poda saberlo.No an. Presenta que bastante.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    22/236

    22

    Pudo girar la cabeza a un lado y otro, aunquelo hizo con dificultad. Era lgico, despus de tanprolongado letargo. Sus msculos estaban rgidos,

    sus tendones y nervios casi atrofiados por la inacti-vidad.

    Ahora le fue posible ver uno de los relojes dgi-tos en funcionamiento, sobre el panel de instru-mentos situado a un lado, fuera del recinto donde lse hallaba tendido boca arriba. Las cifras rojas pa-saban con un ritmo implacable. Se le dilataron laspupilas al ver las cifras all encendidas.

    No... No es posible!gimi roncamente.Casi ni fue un murmullo. Su garganta reseca se

    negaba a modular sonidos coherentes. Apenas sifue un gruido ininteligible. Pero haba pretendidodecir eso. Un repentino horror, un asombro sin

    lmites, se haba apoderado de l ahora.Claro que era posible, pens, que los indicado-res del tiempo transcurrido se hubieran averiadoall dentro. Era demasiado atroz imaginar que...

    El Anciano dej de pensar. La urna cristalinadonde se hallaba, estaba comenzando a abrirse sinruido. La tapa transparente se deslizaba tambin,

    como antes las puertas metlicas de gruesa y po-tente aleacin, justo en el momento prefijado paraello.

    Por tanto, si todo funcionaba de modo correc-to, por qu no iba a suceder lo mismo con los relo-jes?, se dijo el Anciano, sumido en un mar de per-plejidades y de recelos.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    23/236

    23

    Trat de incorporarse, cuando el tubo de vi-drio plstico estuvo totalmente abierto. Le fue muydifcil inicialmente. Sus miembros no respondan.

    La inactividad los haba dejado como adormecidos.Fueron necesarios unos minutos para que, paulati-namente, sintiera restablecer la circulacin en susvenas, y notase algo de calor en todo su cuerpo. Lefue posible entonces moverse con cierta torpeza.Pero se movi. Pudo sentarse en el lecho extraodonde tanto tiempo haba reposado. Debajo de sucuerpo, cedi esponjosamente el acolchado interiorde la cpsula. Emergi su cabeza cubierta de cabe-llos grises y blancos fuera del recinto cilndricodonde permaneciera todo aquel tiempo increbleque marcaban los computadores de minutos, horas,das, meses, aos... siglos! El Anciano pudo, por fin,

    mover sus largas y delgadas piernas, lo suficientepara abandonar la cpsula cristalina. Pis el sueloterso, bruido, de aquella cmara circular, repletade instrumentos e indicadores. Clav sus ojos en lastres puertas abiertas ante l. Instintivamente, girla mirada hacia los indicadores de atmsfera exte-rior. Ley las cifras y letras rojas fluorescentes que

    aparecan en ellos:

    TEMPERATURA EXTERIOR:80 FAHRENHEIT

    (Aproximadamente, unos veintisisgrados centgrados)

    HUMEDAD EXTERIOR:NDICE DE CONTAMINACIN: CERO

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    24/236

    24

    Temperatura normal, por tanto. Escaso ndicede humedad, lo que hablaba de un clima bastante

    seco. Y contaminacin inexistente. Eso era lo quehaba activado los sistemas de apertura de laspuertas y de su despertar en la cpsula de suspen-sin animada.

    Tal y como se programara entonces, al iniciaraquel experimento de supervivencia que tantosenemigos y contradictores tuvo. Haba resultado.Demasiado tarde, sin duda, pero haba resultado,que era lo que contaba.

    Estaba vivo. Haba despertado de su letargo. ElAnciano se senta satisfecho con todo ello. Parcial-mente satisfecho, tan slo. Hubiera hecho falta algoms para que su satisfaccin fuese completa. No

    estar solo all ahora, por ejemplo. No despertar ensolitario. Tener a alguien ms a su lado...Shelley... susurr, con un estremecimien-

    to, mirando al vaco, a la soledad que le rodeaba.Oh, Shelley, qu ser de ti ahora, dnde estars, sies que ests en alguna parte...?

    Haba humedad en sus ojos grises y cansados.

    Camin despacio, como sonmbulo, por la cmaracircular, comprobando el funcionamiento de losordenadores. Todo estaba en perfecto orden. Nohaba habido averas ni fallos en los circuitos. Y sialguna vez los hubo, la computadora los autorepa-r, como estaba previsto. Por tanto, no exista mo-tivo alguno para dudar del buen funcionamiento delos relojes e indicadores de tiempo.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    25/236

    25

    El tiempo transcurrido desde que cerr susojos y se sumi en su letargo, figuraba all inscrito,sin lugar a dudas, en rojas cifras luminosas, bajo el

    parpadeo constante de los segundos que continua-ban transcurriendo:

    SEISCIENTOS CINCUENTA AOS, SIETE MESES,ONCE DAS...

    Ms de seis siglos y medio!El Anciano suspir, caminando lenta, muy len-

    tamente, hacia la salida. Hacia el exterior. Hacia elmundo que aguardaba fuera en esos momentos,fuese el que fuese.

    Shelley... repiti sordamente, mientrasuna lgrima se deslizaba despacio por una de sus

    curtidas mejillas. Shelley, querida... Ya no debesde estar en ninguna parte... En ninguna parte; Diosmo! Y mientras, yo... sigo aqu, condenado a sobre-vivir, a seguir estando... Dios, por qu..., por qutuvo que resultar todo esto? Por qu...?

    Pero all no haba nadie. Nadie para respon-derle. Nadie para or sus tristes y amargas palabras.

    * * *

    El Hombre se incorpor lentamente, aturdidotodava.

    Se llev una mano al cabello. La retir mojadade sangre que se iba coagulando. Luego se mir elbrazo, despellejado por las quemaduras. Haba

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    26/236

    26

    manchas negruzcas y tambin sangre en su manodolorida.

    Era raro. Notaba algo especial en su crneo, en

    el interior de su cerebro. Algo que antes no habasentido. Algo que l no conoca en absoluto.

    Estaba pensando.Pensaba cosas. Cosas concretas, coherentes. Se

    estaba preguntando a s mismo qu haca all, quhaba ocurrido antes de perder el conocimiento.

    Antes de ahora, todo eso le haba tenido perfecta-mente sin cuidado. Era un animal bpedo y nadams. No senta preocupaciones, ni dudas, ni se ha-ca preguntas mentalmente. Su cerebro nunca ha-ba funcionado salvo primariamente, lo justo parasobrevivir, para defender su vida de modo instinti-vo, en un mundo que le era hostil, en un ambiente

    agresivo y violento donde la supervivencia eraproblema de cada instante.Por qu estaba pensando todo eso ahora?Mir aturdido en derredor suyo. Las mqui-

    nas, las luces que parpadeaban, el chisporroteo enla pantalla de televisin rota...

    Pantalla de televisin.

    Quin le haba dicho eso a l? Qu era unapantalla? Qu era la televisin?

    Eso no tena el menor sentido. Era absurdo. Elno posea informacin previa para saber cosas asde modo mecnico e intuitivo. Su cerebro era unazona casi virgen, hurfana de ideas y de conoci-mientos.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    27/236

    27

    Se inclin sobre un numeroso cuadro de teclasde diversos colores. Medit, y termin pulsandouna, en la que se lea:

    AUTORREPARACIONES.

    La pantalla dej de chisporrotear. Descendiotro tubo de rayos catdicos de su interior y seajust automticamente una nueva superficie degrueso vidrio protector para la renovada pantalla.

    Comenz a funcionar el ordenador otra vez. Ci-fras, colores y smbolos aparecieron con rapidez enla pantalla fluorescente.

    Dio un paso atrs. l saba ahora todo eso. Losaba sin lugar a dudas.

    Qu me est ocurriendo? las palabras

    brotaron de sus labios con facilidad.Mudo de asombro, reflexion sobre lo queacababa de hacer. Por vez primera en su vida, habaemitido sonidos inteligibles para expresar unaidea. Saba hablar. Y saba pensar. Saba que estabaen una cmara repleta de mecanismos electrnicos,ante un complicado ordenador.

    Gir la cabeza, confuso todava. Contempl loque yaca en el suelo, resultado de su cada ante-rior: lquidos, cuerpos conservados hasta entoncesen tubos y probetas. Extraos cuerpos por cierto,de aspecto gelatinoso: embriones de algo. Tambinsaba eso.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    28/236

    28

    Se cogi la cabeza entre ambas manos, tratan-do de controlarse, de analizar todo lo que le estabasucediendo en estos momentos.

    Dio unos pasos hacia los embriones que flota-ban, aparentemente sin vida, en el lquido dondehaban permanecido conservados antes. Puso unarodilla en el suelo y los examin de cerca. Habaetiquetas escritas, entre fragmentos de vidriospulverizados. Tom una de ellas. Poda leer a laperfeccin aquella lengua, aquellas letras, como sitodo esto hubiese formado siempre parte de suvida, de sus conocimientos, de su memoria y susrecuerdos:

    EMBRIN 15Neuronas y cromosomas del Tipo CX

    Otra etiqueta, medio ilegible ya a causa del l-quido que la empapaba, rezaba de modo parecido:

    EMBRIN 11 DGenes y cromosomas del Tipo ABXY

    Un laboratorio experimental gentico sedijo mentalmente, estudiando aquellos diminutoscuerpecillos exnimes. Qu pretendan encon-trar aqu?

    Era increble. Incluso saba de cuestiones bio-lgicas y genticas. No le era nada difcil recordar,pensar, saber...

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    29/236

    29

    Pero cmo, de dnde procedan esos conoci-mientos que l jams tuvo antes de ahora? Era laincgnita que le torturaba en estos momentos, por

    encima de todas las dems.Y, de repente, tuvo la respuesta.Estaba all, en su propia mente. En forma de

    pensamientos que parecan ajenos, pero que paula-tinamente se iban fundiendo con los suyos, hastaformar un tono uniforme. Era como tener a alguienalojado en el cerebro, que fuese formando inexora-blemente parte de s mismo.

    La respuesta era concreta, como grabada poralguien en su intelecto:

    Ahora eres un Hombre Inteligente. La luz delconocimiento ha llegado a ti. En tu cerebro hasacoplado durante tu inconsciencia la memoria de

    un historiador, los conocimientos de un cientfico,la lgica de un ser racional, el amor e idealismo deun poeta y el valor de un hroe.

    Pero cmo? Cmo? Clam el Hombre envoz alta, enfrentndose a la nada, al vaco que lerodeaba, alzando sus ojos a la bveda de aquel re-cinto subterrneo, en busca de una respuesta.

    Los embriones... fue la respuesta de su ce-rebro. Nosotros, formados por genes, cromoso-mas y neuronas de todos los seres que te he men-cionado, nos hemos alojado en tu cerebro mientrasdormas. Formbamos parte de un viejo experi-mento, ya olvidado. Un cientfico comenz estaprueba y nunca la concluy. Su idea era producir unembrin humano dotado de todas esas virtudes y

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    30/236

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    31/236

    31

    El Hombre Nuevo... iba repitiendo, mien-tras examinaba cuanto le rodeaba en aquel labora-torio secreto, que ahora, gracias a la memoria ajena

    acoplada a su propia memoria primitiva anterior,saba lo que significaba realmente.

    En aquel lugar, un cientfico haba preparadosu proyecto biolgico, a escondidas de todo elmundo. Un da, sucedi algo, y ese proyecto se inte-rrumpi. Despus, mucho tiempo despus, casual-mente, un ser humano haba encontrado aquelrecinto y haba sufrido un accidente que hizo cul-minar de modo imprevisible el proyecto cientficoolvidado.

    El Nuevo Hombre saba ahora, gracias a su en-riquecido cerebro, cul fue la causa de que aquelproyecto se interrumpiera de modo definitivo. Se

    estremeci, ponindose en pie muy despacio, ymir aterrado hacia el acceso a aquel laboratorio,por donde l haba entrado.

    S. Ahora saba tambin eso.Cielos...jade. Fue por eso... El Fin. El fin

    de todo...Y comprendi que l era como el albor de una

    nueva poca, como el residuo triste de un pasadoesplendoroso, pero terrible.

    Comprendi, aterrado, que l era el amanecerque segua a la larga noche del Fin.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    32/236

    32

    PRIMERA PARTEAO CERO

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    33/236

    33

    CAPTULO PRIMERO

    Las astronaves aparecieron en perfecta forma-cin, surgiendo de la masa luminosa de polvo cs-mico, all en la distancia.

    Eran como centelleantes agujas de plata ras-gando el negro espacio infinito. Una serie devehculos lanzados a velocidad de vrtigo por elCosmos, con una misin concreta en sus ocupantes:

    Matar.

    Eran ms de diez en total. Su vuelo posea unarara perfeccin, sin descomponer en momentoalguno el orden de formacin inicial, desplegndo-se en abanico con un rumbo fijo y concreto, dejandotras de s el centelleo fugaz de sus turbinas a todapresin, proyectadas por energa capaz de hacerlassuperar la velocidad misma de la luz, si ello era

    preciso.En este momento no desplegaban toda su ve-

    locidad posible ni mucho menos. Haban avistadosu presa y, por tanto, saban que no deban precipi-tarse en absoluto. Eran infinitamente ms velocesque la solitaria astronave que perseguan. Les bas-tara mantener su actual ritmo de vuelo para darlecaza sin problema alguno.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    34/236

    34

    O para aniquilarla, como era su propsito.Esa solitaria nave tal vez hubiese podido des-

    plegar mayor velocidad en circunstancias norma-

    les. Pero ahora distaba mucho de estar en tal situa-cin. Las huellas de los destrozos a bordo, eranevidentes incluso a la distancia a que navegaba laamenazadora formacin plateada.

    En su popa mostraba un desgarro por el queescapaba algo de humo, junto con el chisporroteode algunos contactos rotos. Tena abollado su fuse-laje en varios puntos, y en la proa se vean manchasnegruzcas, de metal calcinado, un visor agrietado,que por fortuna no haba llegado a quebrarse to-talmente, permitiendo que el vaco exterior seadueara, con su glida temperatura y su ausenciade oxgeno dentro de la nave, y algunos destrozos

    en su tren de aterrizaje, que colgaba lastimosamen-te a medias, en el vientre del vehculo espacial.En esas condiciones, ciertamente, la solitaria

    astronave de forma oval no poda ir demasiadolejos en su carrera desesperada por el espacio. Lamuerte cierta estaba ahora a sus espaldas, en formade ominosa presencia de naves veloces, precisas y

    dispuestas para el ataque destructor final.Lo hemos conseguido dijo una fra voz en

    la nave insignia de la formacin plateada. Ah lotenemos ya. No tiene escapatoria posible.

    Asintieron los tripulantes de la nave en silen-cio, sentados rgidamente ante los complicadosmandos de las mismas, sin emocin humana de

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    35/236

    35

    ningn tipo en sus rostros, pese al triunfo induda-ble y cercano que aquello significaba para ellos.

    Mantened la velocidad orden el que ha-

    blara antes. Con eso nos bastar para darle al-canc en poco tiempo. Me gusta la caza. Y por esome gusta acosar a la pieza hasta el momento decisi-vo. Es el mayor placer de un cazador.

    Y el rostro del que hablaba, se ilumin con unaexpresin demonaca, de suprema felicidad.

    Era un ser extrao, aunque indudablementeperteneca a la especie humana. Un ser de pesadi-lla, inquietante, si alguien no habituado a su pre-sencia hubiera podido verle all, erguido en elpuente de mando de su nave insignia, dirigiendo asus huestes espaciales hacia su objetivo anhelado.

    Alto, increblemente alto, erecto como una co-

    lumna negra en su puesto de mando supremo de laflotilla espacial, su aspecto era ms bien siniestro,alucinante su rostro afilado, fro, de un color blancosorprendente, como si tuviera las facciones mode-ladas en mrmol, bajo un cabello terso, metlico,como un casquete de acero ajustado al crneo exce-sivamente grande, superdesarrollado. Frente pro-

    minente, sienes abultadas, helados ojos de un colorblanquecino, opalescente, falto de prpados porcompleto, lo que le daba una rara y obsesiva fijeza asus redondas pupilas.

    Pero el aspecto ms inquietante y aterrador desu fsico, era precisamente su cuerpo.

    Un cuerpo que no poda ser humano, aunquelo pareciese. Era estirado, enjuto, envuelto en un

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    36/236

    36

    ceido uniforme de placas metlicas laminadas decolor negro, articuladas perfectamente en sus co-dos, rodillas, cuello y dedos de aquellas manos su-

    yas, engarfiadas como zarpas de animal, igualmen-te bajo unos negros guantes metlicos, de lminasflexibles, semejantes a escamas de pez.

    Pero el cuerno no era humano. Era realmenteuna mquina en forma humana, soportando unacabeza totalmente humana, perteneciente a un serracional de extraas caractersticas y cerebro po-derosamente desarrollado.

    Todo el mundo saba, en la confederacin desistemas solares de Tritn VI que el general Zarsono era humano propiamente dicho, sino tan slo unhumanoide. Un ser androide, mezcla de hombre ymquina.

    Su cerebro, su crneo todo, era de ser humano.El resto, era pura ciberntica, un fsico prestadopor la ingeniera de los temibles androides del sis-tema solar Centauria, primero y principal del n-cleo de Tritn VI.

    Para muchos de los que le conocan, su menteactuaba ms como una mquina que como una

    inteligencia humana. No haba sentimientos en l.No conoca la piedad, no exista la lealtad, la con-ciencia o el honor. Su misin era matar y destruir. Ynadie, en toda la turbulenta historia de los planetasde la confederacin de sistemas, haba destruido ymatado con mayor eficacia y con ms implacableefectividad que ningn otro asesino profesional delncleo.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    37/236

    37

    Porque lo cierto es que el general Zarso erasimplemente eso: un profesional de la Muerte, unmercenario del exterminio organizado, al servicio

    de los amos y seores de la confederacin.Y eran pocos los que, en realidad, saban cu-

    les eran los oscuros motivos que haban hecho deaquel androide, mitad mquina, mitad hombre, elinstrumento demoledor y terrible que era en laactualidad.

    Entre esos pocos, ciertamente, se contaba elser perseguido, acorralado dentro de la nave ovalen fuga, cuyo fuselaje mostraba tan claras huellasde desastre y fracaso.

    A bordo de esa pequea, ligera astronave fugi-tiva, unos ojos azules, fros y lcidos, en los que eltemor y la preocupacin ponan una sombra evi-

    dente de tensin, se clavaban en esos momentos ensu pantalla computadora, siguiendo la trayectoriatrazada en su panel luminoso por la docena largade afiladas, esbeltas turbonaves csmicas de colorplateado que iban en su persecucin.

    No hay escapatoria... murmur para s,con voz ronca, en el lenguaje internacional de la

    confederacin. Estoy realmente contra la pared.Slo que en esta ocasin, esa pared est formadapor millones de estrellas y milenios de vaco este-lar...

    Era un singular personaje tambin el nicoocupante de la nave en fuga. Al menos, en lo relati-vo a su rostro, aunque su figura humana fuese ar-moniosa, ni demasiado alta ni tampoco baja, esbel-

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    38/236

    38

    ta y bien proporcionada, dentro de la rigidez de unropaje oscuro, plastificado, sin distintivos militaresni polticos, propios de la confederacin.

    Su rostro era una especie de tejido membra-noso, estirado, de una fealdad rara, artificiosa, en elque el brillo de los ojos era el nico signo vital.Porque sus labios, cuando hablaba, aunque fueseconsigo mismo, no se movan lo ms mnimo. Yningn msculo facial se alteraba en aquella carargida y deshumanizada, bajo una caperuza metli-ca que se ajustaba a su cuello y le cubra toda laparte posterior y superior de la cabeza. La pielmembranosa de aquel rostro, era de un peculiartono ceniciento, gris metlico.

    En la caperuza si llevaba una placa de metalcon distintivo. Era una insignia inslita en la confe-

    deracin. En realidad, perteneca a una raza maldi-ta, los llamados colonos sediciosos de Tritn VI. Y elgrado jerrquico de aquel viajero solitario, era elde comandante, a juzgar por las dos bandas azulesde su placa distintiva.

    La pantalla computadora emiti un destellorojo intermitente en su cuadrante superior dere-

    cho. Unas cifras, tambin rojas, desfilaron velocesen el mismo punto, sealando una progresin de-creciente.

    El fugitivo espacial lanz una imprecacin queno alter la rigidez marmrea de sus delgados la-bios cerrados.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    39/236

    39

    Se aproxima cada vez ms susurr. Yaestn a tiro. Pueden abatirme con una descarga desus multicaones...

    Respir hondo, accionando una serie de boto-nes de un complejo teclado situado en el panel demandos de a bordo. El ordenador de marcha y con-trol a bordo, emiti un zumbido y parpade en rojorepetidas veces, frente a l.

    Era la seal de alarma mxima. Estaba llegan-do a tope de sus posibilidades. Si forzaba ms lamarcha del monoplaza espacial; corra el riesgo dedesintegrarse en el vaco. Aquel guio repetido enrojo, era la advertencia definitiva.

    Y qu puede importarme eso ahora? selament amargamente el singular viajero rebelde,pulsando con ms fuerza el teclado. Si he de re-

    ventar, que no sea bajo los proyectiles de ese ase-sino mecnico, sino hecho aicos en el vaco, a cau-sa de una desintegracin total...

    Un fogonazo deslumbrante revent no lejos desu emplazamiento actual, invadiendo de luz la na-ve; Simultneamente, se bloquearon los mandos abordo, y la astronave oscil a causa de la proximi-

    dad de las radiaciones emitidas por la explosincercana.

    Es el primer aviso jade el fugitivo. Meconminan a la rendicin. Rendirme a vosotros! Esojams lo veris, hatajo de verdugos miserables.Matadme, pero no vais a cogerme con vida, pararegresar triunfalmente a Centauria y torturarmeall durante todo el tiempo que soporte mi cuerpo,

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    40/236

    40

    intentando obtener los nombres y datos de los de-ms colonos sediciosos del Ncleo. No vais a con-seguir jams eso, general Zarso!

    Y aunque el bloque de los mandos significabaque la carrera haba terminado, y que los mandosde a bordo ya no respondan a sus rdenes, el fugi-tivo se inclin sobre un mando de mxima emer-gencia y apoy en l sus dedos. Apenas lo hizo, unpequeo rectngulo luminoso se encendi en elpropio mando. Parpadearon unas letras rojas, indi-cadoras del mximo riesgo posible:

    LIMITE COMPUTADOMXIMA ATENCIN

    Saba lo que quera decir ese aviso. Significaba

    que ya no poda controlar la nave, ni el ordenadorera capaz de controlarla. Presionar aquel mandosignificaba saltar la barrera del espacio-tiempo... odesaparecer para siempre, fulminado en la nadaabsoluta, en un vaco eterno, ms all de toda di-mensin material.

    Era su puerta de escape. A la muerte, o a lo

    desconocido. Cualquiera de esas dos posibilidadesvala la pena. Cualquier cosa sera mejor que caeren poder del general Zarso.

    El comandante rebelde presion el resorte sinvacilar...

    All, en las pantallas computadoras de las as-tronaves plateadas, apareci un centelleo fugaz,invadiendo la imagen proyectada. Luego, el cielo se

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    41/236

    41

    mostr negro, vaco, con la sola excepcin de estre-llas, nebulosas y polvo csmico all en la distanciainsondable.

    Qu ha sido eso? mascull con ira el ge-neral Zarso, precipitndose sobre su propio panelde mandos.

    La computadora central respondi con su me-tlica voz monocorde:

    Nave rebelde se desintegr totalmente. Nohay indicios ya de su existencia. No existe.

    Maldito comandante Delta... jade el mer-cenario con rabia mal contenida. Su cuerpo ciber-ntico se movi por el puente de mando, con unaextraa rigidez. Lo ha hecho. Se ha autodestrui-do... No quiso rendirse ni luchar! Ha preferidomorir...

    Sus metlicas manos negras golpearon con irael tablero de controles, mientras sus ojos sin pr-pados se clavaban con fra ira en las pantallas don-de ya no se apreciaba el menor rastro de la navefugitiva. Era como si all nunca hubiera habido na-da, salvo el negro vaco y los astros.

    De pronto se irgui, con un destello maligno y

    astuto en sus pupilas vidriosas. Se acerc a lacomputadora central. Puls una serie de teclas.Esper una respuesta. La voz metlica del meca-nismo respondi, tras un largo silencio:

    No hay datos para comprobar si la nave re-belde se autodestruy o salv la barrera espacio-tiempo. Lo nico cierto es que no se halla en estazona ni en esta interseccin dimensional. Es todo.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    42/236

    42

    Lo supona... murmur el mercenario deTritn VI con expresin glacial. Lo supona, s.

    An existe una posibilidad, una sola, de que el co-

    mandante Delta est vivo, a pesar de todo... Vivo, ylejos de mi alcance..., pero no totalmente! An nohas escapado a mis garras, maldito traidor...

    Y frentico, decidido a todo, dispuso los datospara intentar salvar con su nave el espacio-tiempoen las mismas coordenadas dimensionales que lohiciera su adversario.

    Saba que era un grave riesgo el que corra to-da nave intentando salvar esa frontera intangibleentre pasado, presente y futuro, entre una zonacsmica y otra, acaso entre dos universos diferen-tes, a travs de una de las mltiples y desconocidaspuertas de lo eterno que existen en el espacio side-

    ral. Pero estaba dispuesto a llegar adonde fuese,con tal de no renunciar a la caza y exterminio delodiado comandante Delta, de los colonos sedicio-sos. Incluso hasta la misma muerte, si era preciso.

    Orden a las restantes naves de la flotilla per-manecer volando en la zona donde ahora se halla-

    ban. Despus, puls el teclado de mando.La plateada nave insignia de la flota confede-

    rada se disolvi tambin en una llamarada blanca yazul, que brill como un fuego de artificio duranteunos escasos segundos, en el negro infinito.

    Despus no qued nada de la nave insignia.Igual que la monoplaza del rebelde, dej de existiren aquel lugar y momento, no se saba si para de-

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    43/236

    43

    sintegrarse para siempre, o para seguir a su presams all de todo lo conocido y dominado por elhombre o por la mquina del ncleo Tritn VI y su

    confederacin de sistemas solares.Hacia otro lugar, en suma, en otro tiempo y es-

    pacio...

    * * *

    El Anciano mir hacia el cielo, sobre su cabezacanosa y venerable, con expresin de sorpresa.

    Qu habr sido eso? susurr, tratando deescudriar el firmamento a travs de las espesasnubes que envolvan el planeta Tierra densamente,como una masa algodonosa y oscura, capaz de man-tener en torno a aquel mundo una hermtica masa

    que la luz solar apenas si poda traspasar tenue-mente, en forma dbil, apagada luz griscea, casi deeterno oscurecer.

    No se oa nada ahora, pero el Anciano aguz elodo, seguro de que haba captado algo poco antes.Un sonido distante, familiar en cierto modo.

    Jurara que era como el zumbido de un mo-

    tor, de un turborreactor... se dijo, extraado, sinpoder confirmar sus impresiones. Pero eso no esposible. No qued nada ni nadie... Estoy solo. To-talmente solo en este horrible lugar...

    Se sobresalt, volviendo a alzar la canosa ca-beza hacia el cielo. La bveda era impenetrablepara l. Pero ahora estaba seguro. De algn punto,de ms all de aquel sombro celaje, llegaba ese

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    44/236

    44

    sonido familiar, casi olvidado, esperanzador y te-mible a la vez...

    Un motor. Una mquina. Una turbina que

    zumbaba, o algo parecido. No poda ser el viento.No poda ser nada, salvo una mquina creada por elhombre, ms all de las nubes.

    Dios mo... casi fue una oracin su voz almodular aquellas pocas palabras entrecortadas,mientras una sus manos en gesto de plagara.Hay algo ah, estoy seguro. Ahora s. Hay algo... oalguien.:.

    Saba que eso era absurdo, que el mundo ya noexista como tal. Que solamente l, quiz, sobrevi-vi a la gran hecatombe, el da que los hombres sevolvieron locos y no supieron controlar lo que ellosmismos haban desatado.

    Y sin embargo...Sin embargo, all arriba, por encima de su ca-beza, haba algo. Algo que sonaba, que funcionaba.

    Algo que significaba vida tal vez.Dio unos pasos lentamente, cansado y a la vez

    espoleado por una vaga, remota esperanza que ledaba alientos sobre humanos. Luego, de repente, la

    sospecha se confirm, el presentimiento se hizocerteza, la esperanza se transform en realidad.

    Algo atraves el palio de nubarrones tenebro-sos. Un objeto en el que resplandeca la claridadsolar del exterior, penetr en la densa y triste at-msfera terrestre como un guijarro desprendidodel cielo.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    45/236

    45

    Descendi a plomo, vertiginosamente, emi-tiendo un sonido sibilante al rozar el aire de la at-msfera terrestre. Esa friccin constante hizo

    humear el fuselaje del cuerpo oval, amenazandoconvertirlo en una pavesa incandescente en cual-quier momento

    Pero era evidente que aquel cuerpo espacialposea medios de refrigeracin exterior, adecuadospara impedir que la friccin atmosfrica fuese fatalpara la nave. Hume menos cuando se aproximabams a la superficie terrestre. Despus, cerca ya delimpacto con el suelo, algo fren su descenso. Lacada se redujo, convirtindose paulatinamente enun descenso pausado, sin violencia.

    Cuando toc tierra, lo hizo de modo brusco,pero demoledor. El Anciano capt un sordo choque,

    un crujido: El humo y el polvo se mezclaron. Lanave, o lo que aquello pudiera ser, ,qued inmvil,empotrada en el duro suelo yermo. Rein un pro-fundo silencio en l desolado paraje.

    Cielos... musit el Anciano, movindosecon mayor rapidez hacia aquel cuerpo llovido delcielo, Tal vez sea slo una mquina sin tripular...

    Pero y si no lo fuese? Si hubiera alguien ah den-tro... es seguro que necesitara ayuda. Y urgente...

    Aceler el paso por momentos, sin importarlesu avanzada edad y los siglos transcurridos desdeque se durmiera en aquella, cmara oculta, hastadespertar ahora, en un tiempo que distaba muchode ser el suyo, en un mundo que no se pareca al

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    46/236

    46

    que l dejara cuando se encerr en aquel hermticorefugio antinuclear y antirradiactivo...

    * * *

    El comandante Delta alz sus prpados.No saba qu haba sucedido. No saba, dnde

    estaba. Pero algo le dijo que haba hecho un largoviaje, un salto en lo infinito. Su instinto le advertade que un trance decisivo, acaso de cariz fantstico,le haba conducido a un destino insospechado.

    Traz de moverse dentro de la nave monopla-za. No le fue posible. Sinti dolor en algunas partesde su cuerpo, y casi se desvaneci de nuevo.

    Estaba herido y aprisionado entre los retorci-dos metales de la nave empotrada en un lugar que

    le era absolutamente desconocido. Trat de recor-dar, luchando con la torpeza mental que le invada.La persecucin del general Zarso... Las naves

    de Tritn VI... El intento desesperado por escapar alos mercenarios asesinos del ncleo...

    Y, finalmente, la decisin suprema.El esfuerzo final, desesperado.

    El salto a lo desconocido. A lo ignoto.La barrera espacio-tiempo, que jams haba

    logrado salvar el comandante Delta ni ningn otro,a excepcin de los propios mercenarios de la Con-federacin.

    Ahora... dnde estaba? Y, sobre todo... cun-do estaba?

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    47/236

    47

    Tena oscura, turbia nocin de que espacio ytiempo se haban distorsionado en l hasta el infini-to, hasta el cero absoluto de conceptos inamovibles

    para los vulgares humanos sometidos a la discipli-na frrea y dictatorial de la confederacin de sis-temas solares de Tritn VI, la ms avanzada deluniverso sin duda alguna.

    Y qu su ser, su nave, su persona en suma, ha-ba salvado la gran barrera. Ahora, estaba en otrolugar. En otro momento del tiempo. No saba si enun remoto pasado o en un lejansimo futuro. Eratodo tan relativo en ese concepto...

    Otro esfuerzo le hizo exhalar un grito ronco deagudo dolor que, sin embargo, no alter tampocosus grisceas facciones, su rostro hermtico e in-mutable. Pero los ojos se cerraron, con una sombra

    de profundo sufrimiento en sus pupilas. Jade can-sadamente, con fatiga. Se mir el brazo izquierdo,aprisionado entre hierros retorcidos y cables des-garrados. Sangraba. Tena desgarrado y abrasadoel tejido metlico de su indumentaria espacial. Losordenadores de a bordo no funcionaban. Una ave-ra total, posiblemente causada por el impacto en

    aquel mundo desconocido, haba sido la razn deesa avera.

    Supongo que ya no puedo huir ms... susurr el solitario astronauta, hablando consigomismo. Es el final... La muerte cierta. No se oyesonido alguno. No se nota presencia de vida de nin-guna clase.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    48/236

    48

    Se dispuso a morir dignamente. Sin dolor. Sinuna lenta agona. Su mano derecha rebusc dificul-tosamente en un compartimento de su indumenta-

    ria metalizada. Encontr las cpsulas, despus detrabajosos esfuerzos. Eran pequeas, pldoras, di-minutas y cristalinas, de forma redondeada. Sabaque una de ellas bastaba para entrar en coma... Dos,para morir en breves segundos.

    Levant lentamente el brazo, llevando la manoa su rostro inmutable.

    En ese preciso instante, capt la sensacin in-definible. Supo que alguien le estaba mirando, vigi-lando.

    Alz la cabeza con sobresalto. Recibi un ma-notazo brusco. De sus dedos, escaparon las cpsu-las. Una voz energtica le conmin.

    Quieto! No tome eso! Seguro que iba a sui-cidarse...El comandante Delta no pareci entender una

    sola palabra de aquella lengua dura y algo speracon que se le diriga el inesperado ser aparecidoante l. Sus azules pupilas se clavaron, recelosas yescudriadoras, en el desconocido.

    Comprendi que se hallaba ante un hombre deedad muy avanzada, de raza humana como l mis-mo. Tena un rostro afable y sensitivo, pero no sepoda fiar de nadie. Los mundos de donde l venaeran demasiado hostiles para confiar en ser alguno.Proceda de un lugar donde tras un rostro aparen-temente cordial y amistoso poda ocultarse el rictusde la muerte y de la ms feroz tirana. Donde hom-

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    49/236

    49

    bres, androides y robots se confundan a veces de-masiado fcilmente...

    No lo haga sigui el desconocido de blan-

    cos cabellos. Nadie debe poner fin a su vida, pordesesperada que sea su situacin. Yo aprend esopor experiencia propia, en las peores circunstan-cias imaginables.

    El comandante Delta contempl curioso al an-ciano que tanto hablaba. Lamentaba no compren-der nada de todo aquello. Sin embargo, exista unmedio de conseguirlo, sin embargo.

    Alz de nuevo su mano dificultosamente. Estavez, el otro hombre le dej actuar sin oposicin. levadido de otro lugar en el espacio-tiempo toc unazona concreta de la caperuza metlica que se ajus-taba a su crneo.

    Instantneamente, el neuroadaptador paralenguas desconocidas funcion, permitiendo que sumente pudiera traducir y pensar, simultneamente,en cualquier idioma ignorado.

    Lo siento dijo con lentitud en el mismoidioma utilizado por su interlocutor. No le com-prend antes. Hable ahora.

    El Anciano mostr cierta sorpresa. Se dabaperfecta cuenta de que no estaba ante un ser nor-mal, un terrestre cualquiera. Ni siquiera crea queaquel extrao personaje de rostro ceniciento ycarente de expresin fuese de la Tierra.

    Creo que iba a quitarse la vida con esas cp-sulas repiti el Anciano. Dije que no deba ha-cerlo.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    50/236

    50

    Por qu no? respondi con alguna dificul-tad todava para adaptarse a la pronunciacin deaquel lenguaje del comandante Delta.

    Matarse es una cobarda, eso es todo manifest con sencillez el Anciano.

    Yo no soy un cobarde se irrit Delta, com-prendiendo ese trmino con disgusto.

    No lo pongo en duda. Pero est herido, apri-sionado en esta nave. Procede quizs de algn le-jano confn y teme sufrir. Es una reaccin muy hu-mana. Slo que no me gusta.

    Usted no sabe lo que es sufrir?Yo? el Anciano ri amargamente, mo-

    viendo su canosa cabeza. Dios, si supiera usted...No, no vale la pena. Ahora necesita ayuda.

    Ayuda?dud el comandante Delta. Us-

    ted va a ayudarme?No hay nadie ms que pueda hacerlo.Por qu tendra que ayudarme? No me co-

    noce de nada...No hay que conocer a alguien para ayudarle,

    si es que est en apuros.La gente no obra as en el lugar de donde yo

    procedo.Bueno, tampoco aqu actuaron siempre as.

    Por eso hemos pagado tan cara la falta de fraterni-dad humana...

    No lo entiendo.Es igual. Tampoco vale la pena el Anciano

    se encogi de hombros. Veamos. Hay que arran-

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    51/236

    51

    car esos hierros y sacarle de ah. Tiene medicinas,un botiqun...?

    Hay una cmara de recuperacin clnica

    atrs explic el comandante Delta. Pero nocreo que funcione...

    No usan medicinas en su mundo?Medicinas? No, no creo. Todo se regenera

    mediante procedimientos biotcnicos.Ya. Bueno, tengo algunas medicinas en mi

    refugio suspir el Anciano. Intentaremos llegarall.

    Adonde?desconfi el astronauta.Cielos, es usted un tipo receloso en extremo,

    eh? Tan mal le trataron all de donde viene?Sacept Delta, sombro. Muy mal.Bueno, yo tampoco puedo felicitarme de

    cmo me trat mi propia gente, amigo confescansadamente el Anciano. Pero de eso hace yatanto tiempo... No vale la pena pensar en ello. Yapagaron a alto precio sus errores. Como los paga-mos todos.

    Trat de apartar los retorcidos metales queapresaban al recin llegado. No era tarea sencilla,

    pese a lo liviano de aquellos materiales, a causa delo maltrecho que se hallaba el aparato espacial ensu mayor parte. Tras unos cuantos intentos, tuvoque renunciar con un resoplido.

    Me temo que no podr hacerlo as se excu-s. Me ir en busca de algo que me permita cortarlos metales y sacarle de ah...

    Se va a marchar? Me dejar solo?

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    52/236

    52

    No hay otro remedio. Volver en seguida.Tengo muy cerca de aqu un lugar donde he per-manecido encerrado mucho tiempo. En l hay pro-

    visiones, material, herramientas diversas..., aunquetras tanto tiempo transcurrido, no s si servirn yade algo...

    Ha hablado varias veces del tiempo... A quse refiere?

    A nada se encogi de hombros el An-ciano. Le costara entenderlo, palabra. Ahoravolver...

    No, no se vaya rog el comandante Delta. No an, por favor.

    Qu le pasa? Tiene miedo a quedarse solo?Tengo miedo a lo que desconozco. No s si-

    quiera dnde estoy...

    En un lugar llamado Tierra.Tierra? Nunca o hablar de l.Eso que sali ganando ri amargamente el

    Anciano, meneando la cabeza. De dnde vieneusted?

    De Tritn VI.Tritn Vi... Jams o hablar de l tampoco. Y

    creo conocer bien el universo... Bueno, al menos elque hemos llegado a conocer los terrestres. Estmuy lejos su mundo? Tal vez si utiliza coordenadasinternacionales, lenguaje universal matemtico ytcnico, podamos entendernos ambos...

    Lo intentar dijo el comandante Deltagravemente. Puls unos botones de su maltrechopanel de mandos. En un video-informador, apare-

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    53/236

    53

    cieron unas cifras que el Anciano ley, perplejo. Losazules ojos del comandante Delta no le perdan devista en ese momento. Lo puede comprender?

    Slo en parte desconcertado, mir a su in-terlocutor. No encaja... Esos datos parecen co-rresponder a otro plano dimensional, a zonas igno-radas del universo...

    Debe serlo, sin duda admiti Delta, pensa-tivo. Ya lo sospechaba yo as.

    Esper un momento. Ha venido aqu a tra-vs de..., de un agujero negro?

    No. He venido a travs de una puerta en elespacio-tiempo. No me pregunte cmo lo hice nidnde est esa puerta. Esta nave tiene la clave.

    Ahora est destrozada. No volver nunca a salvaresa barrera. Jams regresar a Tritn VI, a mi tiem-

    po y espacio.

    Ahora lo entiendo musit el Anciano, fas-cinado, mirando al otro ser humano. Dios mo,tuvo que ocurrir ahora...

    Ocurrir, qu?Su llegada. La aparicin de un humano de

    otro lugar en otro universo paralelo, en otro tiem-po, en otro espacio, en otra dimensin... Si hubierasido entonces, cuando este mundo estaba habita-do...

    Qu? Se alarm Delta. Es que no esthabitado?

    No, no lo est.

    Y... y usted?

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    54/236

    54

    Yo soy un superviviente. El nico, quizs. Uncaso raro. Sobreviv ms de seis siglos a mi genera-cin, a mi tiempo. Fue como un milagro. Me pregun-

    to ahora para qu... En ese instante, un grito dealarma del astronauta, interrumpi al Anciano.

    Mire eso! Clam el comandante Delta.Qu es...?

    Se volvi el terrestre, sobresaltado, hacia don-de sealaba el astronauta, el boquete en el fuselaje,por donde l entrara para averiguar qu suceda abordo del cuerpo celeste llovido poco antes de lasalturas.

    Dios mo... jade el Anciano, aterrado.Deben ser monstruos de este nuevo periodo de vidaen la Tierra... Creo que estamos perdidos los dos...

    Ciertamente, la presencia de aquellas dos ca-

    bezas alargadas, de fauces abiertas, babeantes, ojosredondos, color rojizo, y cuerpos escamosos bpe-dos, de un color pardo verdoso, no era nada tran-quilizadora. Estaban forcejeando por entrar y al-canzarles...

    Parecan lagartos. Pero lagartos enormes, deltamao de elefantes cuando menos. Sus expresio-

    nes voraces y su podero fsico, eran una concreta,aterradora amenaza de muerte segura para ambos.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    55/236

    55

    CAPTULO II

    El Hombre gir la cabeza.Pareci escudriar el paraje desierto, desola-

    do y sombro. Como el animal que husmea lo quenadie ms que l puede captar, dada su especialsensibilidad para ciertas cosas.

    Pero no era eso. El Hombre, ahora, no necesi-taba husmear, como antes. Ni dejarse guiar tan slopor su instinto, agudizado por las adversas circuns-

    tancias. Estaba captando algo. Algo distante. Algoespecial.Su mente era como una terminal donde llega-

    ba informacin diversa y sutil. Sus sentidos eranantenas capaces de captar todo lo imaginable. Aho-ra mismo estaba captando lo que ningn otro serviviente podra intuir siquiera.

    Vida humana, inteligente. Y peligro.Mucho peligro. La muerte para alguien.Sus ojos centellearon, llenos de inteligencia, de

    vivacidad, de profunda comprensin. Los msculosfaciales se contrajeron en un gesto preocupado. Elcuerpo vigoroso, atltico, manojo de poderososmsculos bajo una piel tensa y curtida, se contrajo,en instintivo gesto de cautela y tensin expectante.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    56/236

    56

    Despus, como movido por un impulso pode-roso, surgido de lo ms hondo de su mente, ech acorrer. Y su figura surc como una centella las re-

    giones desrticas y hostiles, hecho armona de mo-vimientos, vertiginosa precisin de elsticos saltos,pura accin capaz de transformar un simple cuerpohumano en una poderosa mquina en marcha, ha-cia un punto determinado elegido como meta.

    Montculos cenicientos, peascos abruptos ynegros, hendiduras profundas y llanos arenosos,fueron salvados por aquel portentoso atleta queera ahora el Hombre, movido por un cerebro alta-mente inteligente y por una voluntad de hierro. Lacriatura recin nacida al entendimiento, a la Luz dela inteligencia y de la sabidura, era ahora el colosoatltico capaz de salvar millas de distancia en esca-

    sos minutos, sabedor de que alguien ms, otrosseres vivos, necesitaban de su ayuda, no lejos deall.

    Al fin, sus ojos descubrieron la forma plateada,ovoide, de metal brillante, hundida en la tierra,rugosa e informe.

    Y alrededor de esa forma, una serie de mons-

    truos de cabezas alargadas, piel escamosa, bpedosque parecan un cruce fantstico entre humanos degran tamao y reptiles gigantescos. Sus bramidos yla forma de golpear aquel fuselaje color plata consus zarpas, acusaban una ferocidad belicosa y unpeligro cierto para quienes fuesen objeto de talesmanifestaciones..

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    57/236

    57

    El Hombre se detuvo un instante, estudiandola situacin. Luego aceler su carrera, aproximn-dose con elsticas zancadas al lugar de los hechos.

    No llevaba arma alguna consigo. Slo sus desnudosbrazos, sus manos fuertes, de vigoroso hombreprimitivo, convertido ahora en ser inteligente yastuto, dotado de una mente privilegiada, a causade un increble incidente, en un viejo laboratorioterrestre.

    Los reptiles humanoides captaron su llegada.Se volvieron, con poderosos bramidos y sacudidasde sus colas, irguindose sobre sus patas traserascomo animales de la Prehistoria.

    El Hombre los contempl, a escasa distancia yade ellos. Sus ojos fulguraron, con fiereza temeraria.

    Adems de inteligencia, posea voluntad y osada.

    Era la parte heroica de su embrin acoplado enaquel momento de ensamblar un fsico privilegiadocon una mente preclara.

    Los animales se movieron hacia l, olvidndo-se de su objetivo dentro de la nave destrozada,puesto que l se mostraba ms accesible a su vora-cidad, erguido all en medio de la desrtica llanura.

    El Hombre les esper a pie firme, comproban-do con cierto asombro que eran, en realidad, unamutacin monstruosa e informe de humanoides yreptiles, acaso vctimas ambos gneros vivientes deradiaciones incontrolables de otros tiempos pasa-dos, tras el gran desastre.

    Los extraos animales rodearon pronto alhumano, formando un cerco amenazador, de fauces

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    58/236

    58

    voraces, ojos llameantes y cuerpos giles, que pare-can poseer la rara astucia de los reptiles y la fero-cidad natural del hombre en sus ms primario y

    salvaje estado. De sus bocas alargadas, como hoci-cos de gigantescas ratas escamosas, brotaron rugi-dos estridentes, capaces de atemorizar al ms au-daz.

    El Hombre no pareci impresionarse por ello.Sin armas, desnudas sus manos crispadas, en guar-dia la expresin de su grantico rostro, antes oscu-recido por la ignorancia, y ahora resplandeciendocon una nueva y rara luz que le prestaban la inteli-gencia y el conocimiento, aguardaba a pie firme laacometida de los mutantes.

    Esta no se hizo esperar. De un modo simult-neo, los cinco saurios humanoides se dirigieron

    hacia l. Sobre sus membranosos pies, al caminarerguidos, los bpedos reptiles tenan un extraoparecido con hombres gigantescos que tuvieran sucuerpo cubierto de escamas y sus troncos trans-formados en criaturas alucinantes de ignoradafauna. El Hombre saba ahora, gracias a su cerebrodotado de amplias experiencias cientficas y biol-

    gicas, que eran en realidad hbridos vivientes, pro-ducto de una larga y tenebrosa noche de transfigu-raciones y mutaciones terrestres, siguiendo al mo-mento supremo y terrible del caos total.

    El Hombre actu con rapidez en ese instantede ataque de los cinco reptiles bpedos que venanhacia l.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    59/236

    59

    Pareca conocer previamente muy bien suspropias facultades fsicas y mentales, ahora sor-prendentemente desarrolladas tras la simbiosis

    con los embriones cultivados en el laboratorio se-creto. En todo momento, actu sereno, consciente,con una fra e imperturbable lucidez que le permi-ta dominar tan difcil situacin.

    Salt prodigiosamente en el aire, como el msconsumado de los acrbatas, y sus msculos deacero, entrenados en la dura batalla cotidiana porla existencia en un mundo hostil y violento, res-pondieron maravillosamente a los impulsos lcidosde su mente.

    Cay como en vuelo perfecto sobre uno de lossaurios humanoides, ponindose a caballo de l. Sullegada fue acogida con un rugido y un coleteo,

    igual que cuando los caballos salvajes poblaban anla Tierra, y sentan en sus lomos al jinete domina-dor. Slo que esta vez, la montura era un coloso deenormes dimensiones y peligrosa agilidad.

    Aferr las espinas membranosas que brotabande la espalda del extrao animal, e hinc en ella susfrreos dedos. Deba de ser una zona sensible del

    animal, porque ste emiti prolongados aullidoslastimeros, agitndose convulso, sin que su jinetedejara de cabalgarle, fuertemente aferradas suspiernas a aquella resbaladiza montura.

    Los otros animales parecieron desconcerta-dos, levantando oleadas de polvo ceniciento con suspatas, al moverse en torno a l con aspecto confuso.El Hombre sonri duramente y tir con fuerza de

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    60/236

    60

    aquellas espinas y membranas, logrando que elanimal se doblegara, apoyando sus rodillas en tie-rra. Sacuda la cola frentico, golpeando el suelo en

    un acceso de rabia y de dolor, al no poderse des-prender del obstinado jinete. Los dems rugan,amenazadores, sin atreverse a intervenir, haciendobatir igualmente sus colas contra el suelo, comouna seal de clera impotente al no poder atacar alhumano solitario que se les enfrentaba.

    Mientras el Hombre luchaba con tan escasobagaje contra sus poderosos enemigos, sus ojosestaban fijos en aquel fuselaje metlico, plateado,que apareca hundido y rugoso, empotrado en elsuelo terrestre. Saba que all dentro haba seresvivos en peligro, asustados y confiando solamenteen sus fuerzas. Su ahora poderosa intuicin le per-

    mita conocer esos extremos sin dificultad. Ignora-ba la naturaleza de los seres amenazados, ocultosen los restos de la misteriosa nave, pero algo ledeca que eran inteligentes, como l mismo. Quiztambin humanos...

    Su montura estaba virtualmente vencida, do-minada. Tir en diversos sentidos de sus membra-

    nas espinosas del lomo, logrando que se movieradcilmente en cada direccin a su antojo. Entonces,dispuesto a todo, espole al extrao animal confuerza, hincando sus talones en los costados, y legrit con voz potente, como el rugido de una fiera,imitando el sonido que brotaba de las fauces ba-beantes de aquellas enormes criaturas.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    61/236

    61

    Estas parecieron comprender su lenguaje, tanperfecta fue la copia que la garganta del Hombrehizo de ese sonido. Las cabezas amenazadoras se

    volvieron todas hacia l. Miradas poco antes fero-ces, se tornaron sumisas, dciles y como asustadasante aquella pequea criatura sin escamas en elcuerpo, que pareca conocer su forma de comuni-carse y que era capaz de enfrentarse a ellos y do-minarles. Los ojos sanguinolentos de los saurioshumanoides mostraron estupor, sumisin y hastatemor al desconocido enemigo. Seguro de que staera la impresin que su voz causaba en ellos, elHombre aprovech la ocasin, emitiendo nuevosrugidos de igual fontica, pero ms potentes si ca-be, y llenos de una devastadora energa.

    La respuesta no se hizo esperar. Dcil, sumi-

    samente, los mutantes emitieron chillidos ratonilesde temor, retrocedieron lentos en principio, paraluego emprender una rpida carrera hacia atrs,reculando.

    Por fin, giraron sobre s mismos y se alejaronal trote. La tierra tembl bajo sus patas en movi-miento, tal era la fuerza con que cabalgaban en su

    fuga.El Hombre sonri, an jinete triunfal sobre el

    animal dolorido. Salt de sus lomos a tierra y, segu-ro de s, dominador, aunque saba el riesgo terribleque corra si el animal enfurecido le atacaba ahora,alz sus brazos de titn y le lanz rugidos al rostrocon aire imperativo.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    62/236

    62

    Sorprendentemente, el reptil se dej caer debruces en tierra, dando vueltas sobre s mismo,como un perrillo juguetn de aquellos que pobla-

    ran la Tierra en un remoto pasado olvidado ya portodos, aunque no por la memoria del embrin quese acoplara a aquel Hombre, totalmente dominadoel animal por su nuevo dueo.

    El Hombre avanz hacia la bestia temible. Lacontempl primero. Luego, se inclin y golpe afec-tuosamente el lomo y cabeza del animal. Este lerespondi con un gorgoteo agradecido. Igual que elronroneo de algn olvidado felino de otros tiem-pos, en su existencia domstica...

    Buen muchacho le dijo suavemente, en unperfecto lenguaje internacional, ya perdido en lafaz de la Tierra desde haca siglos. Los ms fero-

    ces segus siendo tambin los ms fciles de domes-ticar, cuando aceptis la mayor autoridad de otro...Ve con los tuyos, amigo. No tengo por qu hacerteningn dao. Si las luchas entre nosotros siemprehubieran terminado as..! esto sera muy distintoahora.

    La palme el hocico afectuosamente. El animal

    le mir con gratitud. Se incorpor, terriblementegrande, como si fuese a aplastarle con su mole. Yluego se alej, trotando alegremente, mientrasemita chillidos de complacencia.

    Que me vuelvan a invernar otros seis siglosy medio si puede creerse lo que he visto...

    El Hombre gir la cabeza hacia donde sonabala voz aturdida. Sus ojos agudos y profundos, de un

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    63/236

    63

    extrao color dorado, se fijaron en el venerablehumano de blancos cabellos y rostro curtido por losaos. No mostr sorpresa ni inquietud en ningn

    momento.Quin eres t?le pregunt con sencillez.El Anciano dio un paso atrs, al asomar por la

    abertura desgarrada de la nave de color plata,aturdido por la pregunta perfectamente moduladaen voz grave y profunda del desconocido.

    Hablas mi lengua... jade. Quin erest?

    Podra preguntarte lo mismo, anciano sonri el hombre, imperturbable.

    Ambos se miraron fijamente durante largo ra-to. El Anciano se sinti vencido por la autoridad ydominio que resplandecan en aquellos ojos de

    destellos ambarinos.Mi nombre importa poco ya suspir. Pe-

    ro podra llamarme Ismael, si as lo quieres t...1.Entiendo sonri el Hombre. Yo tambin

    conozco Moby Dick, anciano...Qu? Pestae el otro, mirndole con es-

    tupor. No es posible... Despus de tantos aos...

    De dnde vienes t? Quin eres, realmente?

    1Llamadme Ismael, si queris. As se inicia la obra deHerman Melville, Moby Dick, gigantesca creacin literaria deresonancias csmicas y metafsicas, dentro de un contexto denovela de aventuras. No parece casual que el autor ponga enlabios de un personaje de este relato una frase de dicha obra.

    (N del E.)

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    64/236

    64

    No lo s, Ismael suspir el Hombre, mo-viendo la cabeza con lentitud. No vengo de nin-guna parte, en realidad. Nac aqu.

    En... la Tierra?En la Tierra, s. O en lo que qued de ella.Pero eres joven. Has nacido ahora... despus

    de...Despus del caos, s asinti el hombre.

    T no, verdad?No confes el Anciano con amargura. Yo

    viv ese caos. Sobreviv de un modo que quiz noentenderas...

    Lo entiendo. Hibernacin, no? Suspensinanimada durante siglos...

    Me aterras, desconocido musit el An-ciano, empezando a sentir miedo de aquel hombre

    joven e inteligente que no encajaba en su aspectofsico, ni menos an en el contorno que les rodea-ba. Quin te ha enseado todo eso, en un mundodonde ya nada tendra que existir o, como mnimo,slo una raza humana totalmente ignorante y salva-je?

    Lo sabrs ms tarde, Ismael. Supongo que

    ahora hay cosas ms urgentes e importantes quehacer. Por ejemplo... asistir a alguien, no es cierto?

    Qu?Me refiero al ocupante de esa nave...

    seal el fuselaje desgarrado.Cmo sabes que hay alguien ah dentro... y

    que necesita ayuda?

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    65/236

    65

    Yo s muchas cosas. Eso importa poco. Estmuy mal?

    El astronauta? No est bien... Aprisionado

    entre los hierros, con el brazo herido... Ha perdidomucha sangre.

    Es tambin humano, verdad?S, lo es. Pero viene de muy lejos. De mbitos

    ignorados del Universo... quiz ms all de todo loignorado... Dime, Hombre, puedo llamarte de al-guna forma especial tambin a ti?

    Est bien suspir el hombre. LlmameAdam.

    Adam...repiti sordamente el Anciano quedeca llamarse Ismael. Adam, el primero...

    En cierto modo, es as sonri ambigua-mente el Hombre, encaminndose al boquete abier-

    to en el fuselaje de la nave. Slo que Dios tiene aveces extraas formas de inculcar el conocimientoal hombre... Veamos a esa criatura, sea quien sea yvenga de donde venga...

    Y entr en la nave resueltamente, seguido porel venerable superviviente de otros tiempos.

    * * *

    Se ha desvanecido. Tal vez el dolor... o quizest, agonizando, no s.

    La voz de Ismael sonaba dbil. Sobre su asien-to, delante de los maltrechos controles de la pe-quea nave, yaca inconsciente el extrao ser hu-

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    66/236

    66

    mano de casquete metlico y rostro color ceniza,terso e inexpresivo.

    El Hombre llamado Adam por su propia volun-

    tad o, tal vez, por orden expresa de su nuevo y bri-llante cerebro, se inclin sobre el astronauta, estu-dindole con atencin. Obraba como un mdicoexperto. El Anciano advirti que tomaba el pulso alherido, le auscultaba atento, y examinaba sus pupi-las abiertas y vidriosas. Luego, Adam mene la ca-beza, pensativo.

    Hay que curarle inmediatamente dijo.Podra morir.

    No poseo medios clnicos suspir Ismael. Pero l dijo que hay algo a bord, una especie debotiqun electrnico...

    Entiendo mir en torno. Seal a una caja

    brillante, metlica, adosada al muro. Mira si eseso, Ismael.S, claropas por encima de los hierros re-

    torcidos y apoy su mano en la superficie de la caja.Busc en vano un resorte o cerradura. Pero si loes, no s cmo: abrirlo...

    Djeme eso a m rog el Hombre. Y con

    pasmosa facilidad, con el slo uso de sus poderosasmanos, cuyos dedos parecan cables de acero enmanojos bajo su tensa piel bronceada, levant losdesgarrados fragmentos de fuselaje, liberando enescasos segundos el cuerpo del astronauta llagadode remotos confines, al que sac fuera, tendindolosobre el blando suelo arenoso.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    67/236

    67

    Regres luego al interior de la nave, sin que elasombro hubiera desaparecido del rostro del viejoIsmael, y se acerc a la metlica caja hermtica.

    Eres muy fuerte, Adam ponder el An-ciano.

    Lo s. Antes era igual de fuerte que ahora.Pero slo haba fuerza bruta en m, sin la menorchispa de inteligencia.

    Antes de qu?se interes Ismael.Ya se lo explicar ms tarde dijo breve-

    mente el joven. Ahora lo que urge es intentarsalvar la vida de ese hombre...

    Desprendi del muro la caja, llevndola fuera.Ismael le sigui, lleno de inters por sus activida-des.

    Puedo, ayudarte dijo. Soy mdico, entre

    otras cosas...Si te necesito, te lo dir fue la simple res-

    puesta del Hombre. Yo tambin s medicina.Y ante el pasmo de su compaero, los dedos de

    Adam arrancaron la tapa de la caja sin dificultades,dejando abierta la misma. Dentro, un equipo sofis-ticado de medicina biociberntica muy avanzado,

    apareci a ojos de ellos. Para Ismael result incom-prensible. Adam lo estudi con ceo fruncido, tra-tando de interpretarlo.

    Por fin, sus ojos brillaron de excitacin. Conec-t unos pequeos resortes interiores. De una espe-cie de objetivo cristalino, brot un rayo de luz azulcon sibilante sonido. Adam lo aproxim al brazo

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    68/236

    68

    herido del inconsciente viajero espacial. Ba conesa luz azulada la zona sangrienta y abrasada.

    Ante el inmenso estupor del Anciano, se caute-

    riz todo el dao en instantes, se detuvo la hemo-rragia y se limpi la piel de seales de quemaduras,en una regeneracin celular realmente asombrosa.

    Cielos... susurr. No puedo creerlo.Cmo sabas t...?

    Result, y eso es lo que importa eludiAdam explicaciones sobre su conocimiento inexpli-cable de tan complejos sistemas mdicos. Aplic elmismo rayo azul al torso del herido. Este se movidbilmente. Un gemido escap de aquellos extraoslabios que no se movan nunca en el inescrutablerostro grisceo, como si todo l estuviera tallado enpiedra.

    Adam apag el rayo azul. Apart la caja, queIsmael tom en sus manos, expectante. An le que-daba al Anciano una ocasin ms de asombrarseante las acciones de su joven congnere. Porque,inesperadamente, Adam se inclin, apoyando susdedos sobre el rostro terso e inescrutable de lainconsciente figura tendida en tierra.

    Le arranc el rostro de un tirn.Era slo una mscara. Una mscara cristalina

    que cubra el verdadero rostro del astronauta deTritn VI.

    Debajo, apareci la verdadera faz del coman-dante Delta.

    La faz de una hermossima mujer.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    69/236

    69

    CAPTULO III

    Una mujer...Eso parece, Ismael.

    Dios..., qu sorpresa! Tena rostro de hom-bre...

    Es slo una mscara.Pero por qu una mscara para ocultar su

    sexo? Incluso su voz pareca masculina cuandohabl antes conmigo...

    Tal vez la mujer est discriminada all, dedonde ella viene sigui Adam, encogindose dehombros. Su cuerpo desnudo fue al interior de lanave. Cuando regres, se haba adaptado a modo detaparrabos un tejido metlico procedente de unatavo espacial de la nave de Tritn VI. Creo queser mejor mostrarse as ante ella. Despus de to-

    do, pertenece a otro sexo...Tienes sentido del pudor tambin? se ex-

    tra el Anciano. Quin te inculc eso?Mi propia mente sonri Adam, tocndose

    la cabeza cubierta de hirsuta melena de un colororo oscuro. Hubo una vez en que el hombre tam-bin sinti pudor ante la mujer...

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    70/236

    70

    Fue cuando prob el fruto prohibido asinti Ismael, pensativo. Sabes eso tambin?

    S, lo s.

    Eres un extrao ser, amigo mo suspirIsmael. Muy extrao...

    Mira. Ya se recupera...El Anciano mir hacia la mujer astronauta

    cuando Adam le indic eso, interrumpiendo suspalabras. Era cierto. Se estaba rehaciendo, volva ens lentamente.

    Apenas se incorpor, mirando fijamente a losdos hombres con sorpresa, muy en especial a

    Adam, erguido ante ella, llev una mano al rostro.Se toc la piel, suave y tersa, los labios carnosos, losmechones de cabello azulado que brotaban bajo elcasquete metlico de su crneo...

    Mi mscara! Grit con una voz ronca, agi-tando sus brazos. Quin me la quit?Yodijo Adam, escueto.Ella le mir, casi agresiva. Hubo una fiereza

    clara en la mueca de su boca.Por qu?Era mejor as. Podrs respirar ms fcilmen-

    te. Y aqu no te har falta olvidar que eres mujer sonri Adam.

    El comandante Delta pareci perplejo,desorientado. Volvi a tocarse el rostro con la yemade sus dedos, se cubri en parte con ambas manos,como queriendo proteger an su verdaderas fac-ciones a ojos de los que la acompaaban.

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    71/236

    71

    Entonces advirti que tena el brazo ileso, sinrastro alguno de heridas o quemaduras, la pieltotalmente regenerada.

    Estoy curada... murmur. Quin lo hi-zo?

    Yorepiti Adam.Siempre t... ella enarc las cejas. Era

    hermosa, pero altiva, de bellsima pero endurecidafaz. Por qu lo has hecho? No me conoces denada.

    Hay que atender al herido o enfermo y ayu-darle.

    Utilizaste mi botiqun?As es.Cmo sabes hacerlo?Yo s muchas cosas sonri l vagamente

    . Te encuentras bien, mujer?S, cre que s. Y no me llames mujer.Acaso no lo eres? ahora fue Adam quien

    enarc sus cejas, irnico.S admiti de mala gana la viajera. Pero

    tengo un grado y un nombre: comandante Delta.Delta... Est bien. Es un bonito nombre.

    Comandante Delta es ms exacto,Por qu tapabas tu rostro? No pueden ser

    comandante las mujeres en tu mundo?No, no pueden. All, las mujeres slo son es-

    clavas y reproductoras. Nada ms.Entiendo. Y t no ests de acuerdo con eso.No. Ninguno de nosotros lo est.

    Quines son nosotros?

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    72/236

    72

    Los colonos sediciosos de Tritn VI.Ya. Hay sedicin, no?S, la hay.

    Contra qu o contra quin?Contra todo el sistema. Contra el poder es-

    tablecido. Contra las leyes de la confederacin desistemas solares.

    Confederacin de sistemas solares... repiti Ismael, intrigado. Tan avanzadas estnall las cosas?

    Slo en lo tecnolgico y lo militar, en la re-presin y en la tirana.

    Debe ser un poder absolutista muy ampliopara abarcar diversos sistemas solares.

    Lo es. Un poder basado en sistemas sofisti-cadsimos y ultramodernos de desplazamientos a

    velocidades superiores a la de la luz, en coloniza-cin de mundos y asteroides, establecimiento degrandes redes viales en el espacio, conectando n-cleos planetarios en un solo ncleo centrar y totali-tario.

    Sospecho que has venido huyendo de all apunt Adam.

    Es cierto. Cmo lo sabes?Si eres un disidente y tienes tu nave destro-

    zada... Cmo llegaste aqu, desde tan lejos?Una puerta en el espacio-tiempo explic

    Ismael, interviniendo en la charla.Oh, ya veo asinti Adam. De modo que

    podemos estar no slo a millones de aos luz de tus

  • 8/13/2019 Lcdeextra03 Curtis Garland - La Larga Noche Del Fin

    73/236

    73

    mundos, comandante Delta, sino a millones de si-glos de l y de su tiempo...

    S, sera posible. Conect el sistema de salvar

    esa puerta con la nave. Slo las naves binicas de laconfederacin tienen tal posibilidad tcnica. Estamonoplaza pertenece a la flota confederada, porello me fue posible conseguirlo. Pero ignoro lascoordenadas exactas que utilic. Fue un salto aciegas en el vaco del espacio y del tiempo...

    Un salto imposible de repetir, por otro lado

    seal Adam hacia los paneles destrozados..Omucho me equivoco, o esta nave ya no volar nuncams. Menos an a travs del espacio-tiempo...

    As es. Ya habl de eso con este noble an-ciano que intent ayudarme... gimi el coman-dante. Delta con voz grave.

    Rein un silencio profundo en el desrtico pa-raje. Al fin, Adam mir hacia el nuboso cielo som-bro que envolva la Tierra en su palio tenebroso desiglos.

    Quin te persegua?quiso saber.Delta se estremeci. Sus ojos miraron hacia

    Adam con cierto temor. Las pupilas azules refleja-

    ban inquietud. Tambin, de modo instintivo, mira-ron hacia el cielo, cosa que no pas desapercibidapara Adam.

    La flotilla de caza del general... musitDelta con