la religiosidad popular - diocesiscoriacaceres.org · hablemos ahora de la religiosidad popular de...

50
LA RELIGIOSIDAD POPULAR Revelado a la gente sencilla “Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla” (Mt 11, 25) CARTA PASTORAL nº 9 CuaresmaPascuaPentecostés 2010 FRANCISCO CERRO CHAVES OBISPO DE CORIA-CÁCERES AÑO SANTO SACERDOTAL

Upload: duongthuy

Post on 13-Oct-2018

217 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

LA RELIGIOSIDAD POPULAR  

Revelado a la gente sencilla   

“Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla” (Mt 11, 25) 

 CARTA PASTORAL nº 9 

Cuaresma­Pascua­Pentecostés 2010  

FRANCISCO CERRO CHAVES OBISPO DE CORIA-CÁCERES

AÑO SANTO SACERDOTAL

  

2

INDICE  

Página 1. Saludo………………………………………………… 3 2. Introducción…………………………………………... 5 3. Naturaleza de la Religiosidad Popular……………….. 6 4. Discernimiento de la Religiosidad Popular………….. 9 5. Renovar la Religiosidad Popular…………………….. 17 6. Conclusión……………………………………………. 44 7. Oración para las Hermandades y Cofradías……………. 47 Apéndice: Hermandades y Cofradías de nuestra diócesis… 48

3

1. Saludo

A los Presbíteros y Diáconos A los Religiosos y Religiosas A los miembros de los Institutos Religiosos y Seculares A los hermanos y hermanas de las Cofradías y Hermandades A todos los fieles laicos

¡Queridos hermanos y hermanas! Siempre es para mí una inmensa alegría y una gran satisfacción saludaros con el saludo de la paz de Dios. Os deseos a todos la gracia y la paz del Señor. Os envío esta Carta Pastoral con el expreso deseo de ayudaros a renovar la piedad popular, a celebrarla con verdadero espíritu creyente y eclesial y a manifestarla con vuestras palabras, gestos y vida. No pretendo ni enjuiciar ni acusar a nadie, sino ayudaros como pastor, hermano y amigo a vivir la fe. Si nuestra vida es ejemplar y virtuosa, entonces las manifestaciones externas de nuestra fe serán también religiosas. En el corazón del hombre y de la mujer hay una dimensión religiosa que no se puede soslayar, sino acoger y respetar. San Agustín lo expresó con palabras inolvidables: “¡Señor, nos has hecho para Ti, e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti!”. “Hay una referencia precedente, atemática y trascendental de todo nuestro ser espiritual a la infinitud insondable” que llamamos Dios1, Dios como el “interior intimo meo” (S. Agustín), como “más íntimo en mí que yo a mí mismo”, es la primera etapa de mi caminar hacia Él. Tal es “la religiosidad esencial” (K. Rahner), la del orden de la creación. Yo soy criatura de Dios; Él es mi origen y mi fin; y, entre el origen y el fin, Él es quien me sustenta permanentemente en la existencia. En verdad “en el corazón de toda persona, como en la cultura de todo pueblo y en sus manifestaciones colectivas, está siempre presente una dimensión religiosa”2. Hablemos ahora de la religiosidad popular de la que decía Juan Pablo II que “se expresa de formas diversas y diferenciadas, tiene como fuente, cuando es genuina, la fe y debe ser, por lo tanto, apreciada y favorecida”3. Y en otro lugar decía: “Vuestros pueblos, que hunden sus raíces en la

1 K. Rahner: “Antropología en perspectiva teológica”, Madrid, 1993, 76-90). 2 Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los sacramentos: “Directorio sobre la piedad popular y la liturgia”,nº 10 (2001). 3 Juan Pablo II: “Mensaje a la Asamblea Plenaria de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los sacramentos” (21-IX-2001).

4

antigua tradición apostólica, han recibido después numerosas influencias culturales, que les han dando características propias. La religiosidad popular que de ahí ha surgido es fruto de la presencia fundamental de la fe católica, con una experiencia propia de lo sagrado, que comporta a veces la exaltación ritualista de los momentos solemnes de la vida del hombre, una tendencia devocional y una dimensión muy festiva”4. Por eso no se deben desligar ni separar las manifestaciones de la religiosidad popular de sus raíces cristianas reduciéndolas a mera expresión cultural: “Desligar la manifestación de religiosidad popular de las raíces evangélicas, reduciéndola a mera expresión folclórica o costumbrista sería traicionar su verdadera esencia”5.

Esta “religiosidad popular” o “piedad popular” siempre ha existido y existe en la vida de nuestra Iglesia Diocesana, de nuestras Parroquias y de nuestras Comunidades cristianas. Negarlo sería faltar a la verdad histórica6. En efecto, es suficiente acercarse a nuestros pueblos y ciudades para poder descubrir las manifestaciones de esta religiosidad a través de las cuales el pueblo cristiano ha vivido inmerso en este clima de devoción popular y han comprendido y expresado así, de forma sencilla, la fe cristiana. Por otra parte, sabemos que la piedad popular es un fenómeno de gran repercusión cultural, social, pastoral y religiosa, por lo que no debemos darle la espalda ni infravalorarla ni descuidarla sino acogerla como un valor religioso; antes bien, hemos de comprometernos a renovarla, en lo que sea necesario, y hacer que cada día sea un instrumento más auténtico al servicio de la evangelización. Nuestro propósito, al escribir esta nueva Carta Pastoral dirigida a todos, no es ciertamente desacreditar esta piedad popular, sino acogerla con profundo respeto y afecto, discernirla a la luz de las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, renovarla desde sus profundas raíces y promoverla de forma adecuada para que sea instrumento al servicio de la evangelización. Precisamente la reciente creación de la Escuela Diocesana de Formación de Cofrades recientemente constituida en la Diócesis da prueba clara de mi preocupación por la atención a los miembros de Cofradías y Hermandades así como por la evangelización de la religiosidad popular.

4 Alocución a los Obispos de las Provincias eclesiásticas de Granada y Sevilla en la visita “ad limina” (20-I-1982). 5 Juan Pablo II: “Discurso en la celebración mariana el Santuario del Rocío”14-VI-1993) 6 José María Mardones escribe: “Hay algunos síntomas que nos hablan de cierto redescubrimiento de la religiosidad popular por parte de los jóvenes españoles. Sabemos que alrededor del 60-62% de los españoles están implicados en este tipo de prácticas religiosas, donde permanece al menos, un residuo de referencia al mundo de la trascendencia y concretamente al mundo religioso cristiano” (“La indiferencia religiosa en España”, Madrid, 2003, 40). La Exhortación de Juan Pablo II “Ecclesia in America” dice: “La piedad popular “está presente en todos los niveles y sectores sociales, revistiendo una especial importancia como lugar de encuentro con Cristo para todos aquellos que con espíritu de pobreza y humildad de corazón buscan sinceramente a Dios” (Cfr. n. 16).

5

2. Introducción En comunión con las enseñanzas de la Iglesia Nuestras reflexiones sobre la religiosidad popular estarán en conformidad con las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, como no puede ser de otro modo. Os recuerdo los documentos más importantes y significativos7. Os invito a volver a leer estas orientaciones y directrices que la Iglesia nos ofrece en torno a la renovación de la Religiosidad Popular y de la Liturgia. Sus enseñanzas siguen siendo válidas y provechosas para nosotros y nos hará mucho bien tanto para nuestra formación, como para nuestra acción pastoral. En el surco de la pastoral de nuestra Diócesis Entre nosotros ha habido una sana preocupación por renovar la religiosidad popular como lo muestra el hecho de que en las Asambleas celebradas en la Diócesis se haya reflexionado sobre ella, y en los Planes Pastorales aparezcan objetivos y compromisos orientados a su renovación.

* La Asamblea Sinodal de la Diócesis de Coria-Cáceres (1987) asumió la realización de este compromiso pastoral: “valorar la Religiosidad popular, renovándola desde dentro, para que conduzca y posibilite una fe más personal, más eclesial y más comprometida” (prop. 60).

* La Asamblea Presbiteral Diocesana (1995), en línea con lo afirmado por la citada Asamblea Sinodal manifiesta: “Urge un discernimiento pastoral y profundo del catolicismo sociológico y de la religiosidad popular, desde una perspectiva evangelizadora, y su relación con el agnosticismo, la increencia, el fenómeno de las sectas y la indiferencia creciente. Aprovecharemos su poder de convocatoria y profundizaremos la fe de sus seguidores tanto en sus vivencias como en sus manifestaciones. Nómbrese una comisión a este respecto” (Ponencia IV, nº. 9).

* El Plan Pastoral Diocesano (2001-2006) en “Retos para la Acción Pastoral de la Iglesia” (nº. 2) afirma: “el proyecto de una Iglesia renovada y misionera no nos debe llevar a abandonar la Iglesia real y mayoritaria en la

7 Pablo VI: “Evangelii Nuntiandi (8-XII-1975); Puebla, 1979; Juan Pablo II: Catechesi Tradendae (1979); Los Obispos de las Provincias eclesiásticas de Granada y Sevilla: “El Catolicismo popular” (1985); El Congreso de Evangelización (Madrid 1985); Comisión Episcopal de Liturgia: “Evangelización y Renovación de la piedad `popular” (1987); Secretariado Nacional de Liturgia: “Liturgia y piedad popular. Directorio litúrgico-pastoral (1989); Congregación para el culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos: Directorio sobre la piedad popular y la liturgia. Principios y orientaciones” (Roma, 2001).

6

que nos encontramos. Hay que cuidar también la llamada “pastoral de mantenimiento”, la vida cristiana tradicional de nuestras parroquias. Muchas realidades habrá que renovarlas, pero con respeto y sin herir sensibilidades inútilmente. En este sentido, la religiosidad popular puede en determinadas circunstancias favorecer la evangelización en cuanto que origine una verdadera experiencia de lo sagrado, que prepare a una auténtica conversión personal, aunque no debemos olvidar que ya el Congreso de Evangelización vio la necesidad de realizar “un discernimiento responsable y amoroso de la religiosidad popular, junto con su encauzamiento hacia la fe personal y comprometida” (nº. 7).

Estos textos diocesanos están en sintonía teológica y pastoral entre sí, son el fruto de las reflexiones de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos y expresan con claridad la acogida de la religiosidad popular y el deseo de purificarla de las limitaciones que pudiera tener a fin de que sea de verdad expresión de la fe e instrumento de evangelización. De esta manera será una religiosidad creyente, cristiana y católica y compartida por muchos en nuestros pueblos y ciudades.

Estructura de nuestra reflexión Para ayudar a todos a leer, entender y meditar de la mejor manera posible el contenido de esta Carta que, como vuestro pastor, amigo y servidor, os envío, quiero ofreceros en primer lugar la estructura de la misma poniendo de relieve los temas centrales de la misma: A.- La naturaleza de la religiosidad popular B.- Discernimiento de la Religiosidad popular C.- Renovación de la Religiosidad Popular D.- Conclusiones

3. Naturaleza de la Religiosidad Popular Los Obispos latinoamericanos reflexionaron sobre la religiosidad

popular y la describieron en el documento aprobado en Puebla (1979)8. La 8 Puebla afirma: “Por religión del pueblo, religiosidad o piedad popular, entendemos el complejo de las profundas creencias confirmadas por Dios, los comportamientos fundamentales que se derivan de estas convicciones y las expresiones que las manifiestan. Se trata de la forma cultural o existencial que la religión adopta en un pueblo determinado. La religión del pueblo latinoamericano, en su forma cultural más característica, es expresión de la fe católica. Es un catolicismo popular (n. 3018). Con deficiencias, y a pesar del pecado siempre presente, la fe de la Iglesia ha sellado el alma de América Latina, marcando su identidad esencial, constituyéndose en la matriz cultural del continente, de la cual nacieron nuevos pueblos (n. 3019). Es el Evangelio encarnado en nuestros pueblos, lo que los congrega en una originalidad histórica cultural que llamamos América Latina. Esa identidad se simboliza muy luminosamente en el rostro mestizo de María de Guadalupe” (n. 3022). Esta religión del pueblo es vivida

7

Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos describió la piedad popular así: “las diversas manifestaciones cultuales, de carácter privado o comunitario, que en el ámbito de la fe cristiana se expresan principalmente, no con los modos de la sagrada Liturgia, sino con las formas peculiares derivadas del genio de un pueblo o de una etnia y de su cultura”9.

Con estas palabras, se nos dice que la piedad popular es el modo propio que tiene la gente sencilla de vivir y expresar su relación con Dios con la Virgen María y con los Santos tanto de forma privada como de forma comunitaria y eclesial. 3.1. Formas de la religiosidad popular El Catecismo de la Iglesia Católica manifiesta que “además de la liturgia sacramental y de los sacramentales, la catequesis debe tener en cuenta las formas de piedad de los fieles y de religiosidad popular. El sentido religioso del pueblo cristiano ha encontrado, en todo tiempo, su expresión en formas variadas de piedad en torno a la vida sacramental de la Iglesia, tales como: la veneración de las reliquias, las visitas a los santuarios, las peregrinaciones, las procesiones, el vía-crucis, las danzas religiosas, el rosario, las medallas…(n.1674)10 Para clarificar mejor las formas de la religiosidad popular podemos afirmar que las hallamos en cuatro momentos singulares y peculiares:

- la celebración de la Semana Santa - la celebración de las fiestas patronales - la celebración de ciertos sacramentos en forma de ritos de paso. - la celebración de las fiestas de la Virgen María11.

Para la reflexión personal y comunitaria

preferentemente por los “pobres y sencillos” (EN 48), pero abarca todos los sectores sociales y es, a veces uno de los pocos vínculos que reúne a los hombres en nuestras naciones políticamente tan divididas. Eso sí, debe sostenerse que esa unidad contiene diversidades múltiples según los grupos sociales, étnicos e incluso generacionales” (n. 3021). 9 Congregación para el Culto Divino y la Disciplina y la Disciplina de los Sacramentos: “Directorio sobre la piedad popular y la liturgia”, nº 9, 2002. 10 Juan Pablo II dice en “Ecclesia in América”: “las expresiones de esta piedad son numerosas: las peregrinaciones a los santuarios de Cristo, de la Stma. Virgen y de los santos, la oración por las almas del purgatorio, el uso de los sacramentales –agua, aceite, cirios-. Estas y otras expresiones de la piedad popular ofrecen oportunidad para que los fieles encuentren a Cristo viviente” (n.16). 11 Segundo Galilea escribe: “una religiosidad no se conoce sólo por sus manifestaciones, sino sobre todo por sus actitudes, motivos y valores envueltos en esas manifestaciones. Lo cual exige una reflexión posterior” (“Religiosidad popular y pastoral”, Madrid 1979, 26).

8

- ¿Qué formas de religiosidad popular hay en tu parroquia? - ¿Cuáles son las más valoradas por los fieles?

Preguntémonos ahora por las novedades que aparecen en España y en nuestra Diócesis en lo referente a la religiosidad popular. Sin ánimo de dar una respuesta completa, podemos decir lo siguiente:

Está cobrando un auge considerable la entrada de muchos jóvenes en las Cofradías o Hermandades para celebrar la Semana Santa o cultos marianos.

La participación de la mujer en igualdad con los hombres, dentro de las cofradías, procesiones y actividades de Semana Santa

Ciertos sacramentos se reciben para continuar una tradición familiar, como conexión con unas raíces telúricas materno-paternales.

Para la reflexión personal y comunitaria

- ¿Qué novedades destacarías en la religiosidad popular de tú parroquia, de la Diócesis? -¿Cómo influyen en los cristianos?

3.2. ¿Hacía dónde ha de conducir la religiosidad popular? Juan Pablo II manifiesta que “por medio de la piedad popular, se ha

de conducir a los fieles al encuentro personal con Cristo, a la comunión con la Santísima Virgen María y los Santos, mediante la escucha de la Palabra de Dios, la vida de oración, la participación en los sacramentos, el testimonio de la caridad y de las obras de misericordia”12. El Santo Padre nos recuerda las realidades esenciales que constituyen la identidad del cristiano: la Palabra de Dios, la oración, los sacramentos, la caridad, la misericordia. Magnífico programa que todos, también los cofrades, hemos de asumir y que con la ayuda de la gracia divina hemos de realizar.

12 Juan Pablo II: Exhortación Apostólica “Pastores gregis”, 16-X-2003, nº 40.

9

3.3. Los ejes básicos de la religiosidad popular

Para conocer mejor la naturaleza de esta religiosidad, debemos tener en cuenta que las manifestaciones, los contenidos, las actitudes y las expectativas de esta piedad giran en torno a los ejes siguientes: - Los destinatarios de la piedad del pueblo: Dios Padre, Jesucristo, la Virgen María, los Santos y los Ángeles. - Los beneficiarios de esta piedad. Es el mismo pueblo, verdadero protagonista de la piedad popular. Hacemos una llamada ya desde ahora a las Cofradías y Hermandades invitándolas a ser no sólo protagonistas sino también y, sobre todo, acogedoras y receptoras de los frutos espirituales. Verdaderamente la religiosidad popular es la religiosidad del pueblo, a veces con fuerte arraigo tradicional. - Los tiempos. La piedad popular se desarrolla en el tiempo en el que está inscrita la vida de todo ser humano. En primer lugar, el año litúrgico estructurado así: Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua, y, en segundo lugar, las fiestas patronales, las romerías, las peregrinaciones...que jalonan el calendario. - Los lugares donde se celebran los actos de la piedad popular. Entre ellos, destacamos los santuarios, las iglesias, las ermitas, los cementerios…y otros espacios donde se manifiesta y se celebra esta piedad. - Los objetos sagrados: imágenes, reliquias, estampas, libros piadosos…La tradición religiosa entre nosotros se manifiesta con fuerza emotiva en las imágenes sagradas, en las Cofradías que les dan culto, en las procesiones que desfilan por calles y plazas… Nos conmovemos verdaderamente ante las imágenes de los Cristos, y de las Vírgenes más veneradas por el pueblo, la Patrona de cada pueblo… Con toda razón, la Comisión Episcopal de Liturgia afirma: “Todo esto manifiesta y esconde, a la vez, la piedad del pueblo que comporta siempre una realidad honda y misteriosa por encima de todas sus expresiones variadas”13.

4. Discernimiento de la Religiosidad Popular En la religiosidad popular hay grandes valores y hay o puede haber

deficiencias, limitaciones… Con un espíritu lúcido y constructivo vamos a presentar los principales valores así como aquellas deficiencias de la Religiosidad popular. Para ello, nada mejor que ponernos a la escucha del Magisterio de la Iglesia que nos habla del necesario discernimiento de la religiosidad popular. 13 Comisión Episcopal de Liturgia: Evangelización y renovación de la piedad popular, (Madrid, 1987, 14-15).

10

Pablo VI afirmó que “la caridad pastoral debe dictar, a cuantos el Señor ha colocado como jefes de las comunidades eclesiales, las normas de conducta con respecto a esta realidad, a la vez tan rica y tan amenazada. Ante todo hay que ser sensibles a ella, saber percibir sus dimensiones interiores y sus valores innegables, estar dispuestos a ayudarla a superar sus riesgos de desviación”14.

El Catecismo de la Iglesia Católica, por su parte, afirma: “se necesita un discernimiento pastoral para sostener y apoyar la religiosidad popular y, llegado el caso, para purificar y rectificar el sentido religioso que subyace en estas devociones y para hacerlas progresar en el conocimiento del Misterio de Cristo. Su ejercicio está sometido al cuidado y al juicio de los obispos y a las normas generales de la Iglesia” (Cfr. nº 1676). Juan Pablo II, por su parte, afirmó: “la religiosidad popular tiene mucho de positivo y alentador, pero se le ha acumulado también, como vosotros decís, “polvo del camino”, que es necesario purificar”15 4.1. Valores de la Religiosidad Popular La religiosidad popular tiene una serie de valores que no debemos silenciar, sino reconocer y aceptar para vivirlos y testimoniarlos ante los hombres de nuestra sociedad y ante nuestra cultura. En efecto, hemos de percatarnos de los valores de la religiosidad popular para descubrir las semillas del Verbo presentes en estos hermanos, y así encontrarnos con los instrumentos de expresión que aparecen con especial insistencia. Veamos unos documentos del Magisterio de la Iglesia que nos muestran los valores de la religiosidad popular.

A. Pablo VI en la citada Exhortación (n.48) escribe: “la religiosidad popular cuando está bien orientada, sobre todo mediante una pedagogía de evangelización, contiene muchos valores:

* “Refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer”.

Hermosa expresión que nos recuerda el salmo: “mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo, ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?”. El ser humano lleva impresa en su alma la tendencia hacia Dios, de donde brota su sed de Dios, manantial de agua viva que corre sin faltar nunca. Por eso, somos invitados a “sacar y beber agua de las fuentes del Salvador”. Jesucristo se nos muestra como aquel que nos da el agua que sacia nuestra sed para siempre (Jn. 4, 14), como la fuente de aguas que saltan hasta la vida eterna (Jn. 7, 37-38), como aquel de cuyo costado atravesado por la 14 Pablo VI: “Exhortación Apostólica: “Evangelii Nuntiandi” (8-XII-1975, nº 48). 15 Juan Pablo II: Discurso en el Santuario del Rocío; junio-1993.

11

lanza del costado manaron sangre y agua (Jn. 19, 34), símbolos de la Iglesia y de los sacramentos (San Agustín). Ciertamente sólo los sencillos y los humildes entienden esto porque sólo a ellos “el Padre les ha revelado los misterios del reino” (Mt. 11, 25). Con estas palabras Jesús manifiesta que en los pobres y en los humildes florecen con más facilidad la auténtica fe y la piedad. Más aún podemos decir que en lo más profundo de la plegaria de los oprimidos y de los pobres está presente la fe en Jesucristo liberador de la injusticia y de la opresión.

* “Hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo,

cuando se trata de manifestar la fe”. Los cristianos que tienen los ojos y el corazón fijos en Dios y en

Jesucristo, han recibido la fuerza del Espíritu Santo para confesar y celebrar la fe incluso en niveles, ambientes y circunstancias que exigen un heroísmo y, a veces, no dudan en dar su vida para defender la fe. Son los mártires, los testigos de la fe con su propia sangre. La historia, incluso la más reciente entre nosotros, está llena de mártires. La Iglesia necesita hoy testigos del Dios vivo, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en el mundo; necesita cristianos que sean memoria viva de Jesucristo en una cultura que silencia a Dios y lo margina.

* “Comporta un hondo sentido de los atributos de Dios: la

paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante”. La práctica sincera y auténtica de la piedad popular pone de

relieve que los fieles acuden a Dios como Padre de quien esperan su amor y ternura traducidos en ayuda y cuidado, confían en su Providencia que rige y cuida con cariño la vida y destino de sus hijos, reclaman su presencia amorosa y constante ante tantos peligros que les acechan y tantas situaciones dolorosas que no pueden superar con sus solas fuerzas.

* “Engendra actitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desprendimiento, apertura a los demás y devoción”.

No debemos silenciar estas actitudes interiores tan importantes y, tal vez, olvidadas en la actualidad. En efecto, la cultura actual destaca el egocentrismo, el bienestar, el afán de riquezas, el individualismo…

* “Teniendo en cuenta esos aspectos, la llamamos gustosamente “piedad popular”, es decir, religión del pueblo, más bien que religiosidad”.16

16 Pablo VI: “Exhortación Apostólica “Evangelii Nuntiandi”, 48. Por su parte, el Documento de Puebla enumera los siguientes valores de la religiosidad popular: “siente fuertemente la conciencia de pecado y la necesidad de expiación; celebra a Cristo en su misterio de encarnación, en su crucifixión, en la Eucaristía.

12

B. En esta misma línea, la Comisión Episcopal de Liturgia (España) en su documento pastoral: “Evangelización y renovación de la piedad popular (1987, nº. 9) pone de relieve los valores más importantes que la religiosidad popular tiene entre nosotros y que ofrecemos a continuación con un breve comentario nuestro:

* “Una actitud marcadamente receptiva del mensaje y de los valores del evangelio debidamente presentados”.

En tiempos de increencia y de indiferencia religiosa, es necesario insistir en el anuncio de Jesucristo sin el cual no habría evangelización en sentido propio (cf. EN 22) y promover las formas de piedad popular que ayudan a perseverar en la fe y a mantener y transmitir a las generaciones venideras los valores auténticamente evangélicos, que hoy se silencian y, por tanto, se desconocen.

* “Experiencia viva del sufrimiento y capacidad grande de asumirlo

con madurez humana”. El dolor acompaña a todos los seres humanos en su devenir

histórico; no nos podemos vernos libres de él. Además, el dolor es siempre un interrogante que se le plantea al hombre y a la mujer en su caminar por este mundo. Solo desde Jesucristo podemos descubrir el sentido y el significado del dolor y de la misma muerte y no ceder al pesimismo y a la angustia total. “Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta oscuridad. Cristo resucitó, con su muerte destruyó la muerte y nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espíritu: ¡Abba, Padre!” (GS 22).

* “Capacidad de solidaridad con el dolor, la desgracia y la muerte

de los demás”. Siguiendo e imitando a Cristo, hombre para los demás desde Dios,

el cristiano, arraigado en el misterio insondable de Dios, entiende y vive su vida desde la entrega y la generosidad, y nunca desde el egoísmo y la insolidaridad. Desde aquí es necesario que los cristianos sean llamados e invitados a colaborar desde el don recibido en la vida y misión de la Iglesia así como en la defensa y promoción de las nobles causas de la humanidad: la vida, la libertad, la paz…No podemos ni debemos entregar el mundo a la violencia, al hambre, a la destrucción… inhibiéndonos ante los problemas humanos y sociales, como si no fuéramos también corresponsables de la

y en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Expresa el amor a María, venerada como la Inmaculada Madre de Dios y de los hombres y hace capaces de generosidad y de sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe. Vive la fe en la participación de los sacramentos de la Iglesia, sobre todo en los de la reconciliación y de la Eucaristía, el valor de la oración, la aceptación de los demás” (n. 3028).

13

marcha de la historia. No podemos pasar impunemente ante quienes lloran y sufren.

* “Prevalencia de lo vivido y experimentado sobre lo conceptual”. Es cierto que la piedad popular destaca y pone de relieve los

aspectos más visibles y externos de la religiosidad, por cuanto están dirigidos de forma preferente a los humildes y sencillos. Esto nos ha de conducir a no descuidar, en la presentación del Cristianismo, los contenidos más importantes del mismo así como las actitudes específicas que brotan de la fe cristiana.

* “Amor a las tradiciones, a los ritos recibidos de los antepasados”. En un ambiente cultural en el que lo pasado casi ya no cuenta para

nada y en el que el ser humano ha sido arrancado de sus raíces más profundas que dan sentido a su interpretación, a su vida, a su hacer, y a su destino, es absolutamente necesario recuperar y reavivar esas raíces, para que el ser humano no se sienta ni se experimente como alguien que no sabe ni de donde viene, ni a donde se encamina ni cuál es el sentido y el destino de su vida.

* “Valoración positiva de los sacramentos y sacramentales que

consagran las etapas significativas de la vida humana: Bautismo, Primera Comunión, Matrimonio y Exequias” (nº 9 de documento de la Comisión Episcopal de Liturgia). C. Valores de religiosidad del pueblo cristiano entre nosotros

- En no pocos cristianos, percibimos con gozo que los contenidos de la fe cristiana están bien arraigados, asimilados, celebrados, vividos y testimoniados. - En hermanos y cofrades observamos con satisfacción un vivo deseo de formación permanente que se traduce en la asistencia de cursos de formación. - Directivos y cofrades cultivan más activamente la vida espiritual y participan con mayor intensidad en la vida y misión de la Iglesia. - Se van organizando los ejercicios piadosos del pueblo cristiano, “teniendo en cuenta los tiempos litúrgicos para que estén de acuerdo con la sagrada Liturgia, deriven en cierto modo de ella y conduzcan al pueblo a ella, ya que la liturgia, por su naturaleza, está muy por encima de ellos” (SC 13).

- Párrocos, Capellanes, Directores espirituales y Directivos de las Hermandades y Cofradías van poniendo de relieve con mayor intensidad la atención a los pobres y necesitados, como exigencia de la fe cristiana.

14

Por todo ello, valoramos la religiosidad popular auténtica, considerándola como un campo privilegiado para la evangelización y como una plataforma o instrumento para evangelizar desde ella.

Para la reflexión personal y comunitaria

- ¿Qué valores destacarías en la religiosidad popular de tu parroquia, de la Diócesis? - ¿Cómo influyen estos valores en la vida cristiana de los fieles?

4.2. Limitaciones de la piedad popular

Considerando de cerca y sin prejuicios las manifestaciones de la piedad popular, también descubrimos en ella algunas limitaciones o riegos que la empañan y la deterioran, por lo que es necesario purificarla de todas estas deformaciones. A. Pablo VI escribe: “la religiosidad popular, hay que confesarlo, tiene ciertamente sus límites. Esta expuesta frecuentemente a muchas deformaciones de la religión, es decir, a las supersticiones. Se queda frecuentemente a un nivel de manifestaciones culturales, sin llegar a una verdadera adhesión de fe. Puede incluso conducir a la formación de sectas y poner en peligro la verdadera comunión eclesial”17. En esta misma línea, Juan Pablo II dice: “Las expresiones de la religiosidad popular aparecen a veces, contaminadas por elementos no coherentes con la doctrina católica. En esos casos, dichas manifestaciones han de ser purificadas con prudencia y paciencia, por medio de contactos con los responsables y una catequesis atenta y respetuosa, a no ser que incongruencias radicales hagan necesarias medidas claras e inmediatas”18.

17 Pablo VI: Exhortación Apostólica “Evangelii Nuntiandi”, 48. El Documento de Puebla pone de relieve estas limitaciones; “falta de sentido de pertenencia a la iglesia; desvinculación entre fe y vida; el hecho de que no conduce a la recepción de los sacramentos; valoración exagerada del culto a los santos con detrimento del conocimiento de Jesucristo y su misterio; idea deformada de Dios; concepto utilitario de ciertas formas de piedad; inclinación, en algunos lugares, al sincretismo religioso; infiltración del espiritismo y, en algunos casos, de prácticas religiosas del Oriente” (n.3515). 18 Juan Pablo II: “Mensaje a la Asamblea Plenaria de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos” (21-IX-2001).

15

B. La Comisión Episcopal de Liturgia muestra algunas limitaciones que tiene la religiosidad popular19 y que ofrecemos a continuación con una breve explicación nuestra: * “Carencia de una adecuada formación religiosa”. En quienes están cerca de estas manifestaciones piadosas, se da a veces una formación cristiana fragmentaria, incompleta… con lo que corren el riesgo de tener una fe no plenamente asumida, ni adecuadamente formada, ni comunitariamente celebrada, ni vigorosamente testimoniada. Más aún, la falta de formación hace al creyente incapaz de dar razón de su fe a quien o a quienes se la pidieran, con lo que no participa de forma adecuadamente en la realización de la nueva evangelización de la que tan necesitada esta nuestra Europa y España, en particular.

* “Vivencia de la fe mezclada con algunas deformaciones”. Esto puede conducir a una fe cercana al mito, a la superstición, a

expresiones deformes de la fe…Estas deformaciones pueden llevar a tener una visión de la Religión simple y puramente utilitarista: practico la religión tanto en cuanto me sirve a mis intereses…

* “Prevalencia de las prácticas rituales y tradicionales sobre la

adhesión al Evangelio y el compromiso apostólico”. Quiero hacer una llamada urgente a todos y, de manera especial, a

los miembros de las Cofradías y Hermandades, de las Asociaciones y Comunidades cristiana para que intensifiquen una espiritualidad fundamentada en Jesucristo y en los valores del Evangelios. Tened siempre presente que una fe que no se forma, que no se celebra, que no se vive que no se testimonia tarde o temprano se devalúa, se desmorona, se pierde. Por todo ello, os ruego que no reduzcáis vuestra fe y práctica religiosa a esos gestos y signos, desprovistos de vida litúrgica y sacramental, sobrecargados de exterioridades, deficientes en la fe personal e incoherentes en el comportamiento moral.

* “Prevalencia de un sentido religioso privado o colectivo pero no

comunitario”. En ciertos modos de vivir la piedad popular, en algunas

manifestaciones de la misma y en no pocos comportamientos de quienes promueven o participan en esta piedad popular, descubrimos un sentido religioso privado, individualista, colectivo que poco tiene que ver con la dimensión eclesial y comunitaria de nuestra fe y de nuestras celebraciones cristianas.

19 Comisión Episcopal de Liturgia: “Evangelización y renovación de la piedad popular, nº 10” (1987)

16

* “Prevalencia de lo social o socio-cultural sobre lo eclesial con el

peligro de una fe individualista, socializada, intimista, privatizada” Este es uno de los riesgos que aqueja a la piedad popular: el

vaciamiento de la trascendencia religiosa de que está siendo objeto continuamente. Y junto a esto, una fe individualista alejada de la dimensión eclesial y comunitaria que debe tener la fe auténtica ya que es participación en la fe de la Iglesia. Más aún, se tiende hoy a privatizar la fe, a recluirla a la esfera de la pura intimidad privándola del compromiso social y antropológico que contiene, así como negándole su capacidad transformadora de lo social y público y su fuerza dinamizadora de la dignidad de todo ser humano. C. Algunas limitaciones la religiosidad popular entre nosotros: Sin ánimo de herir ningún sentimiento y con la única intención de ayudar a todos a renovar la religiosidad popular y a vivirla y celebrarla con autenticidad, me atrevo a manifestar algunas deficiencias con el propósito de superarlas cuanto antes. * Un cierto sentimentalismo religioso que desaparece poco a poco. La religiosidad popular es ante todo afectiva, sentimental, muy concreta. * Un cierto sentido utilitarista de las prácticas religiosas, en cuanto que de alguna manera van unidas a las “promesas”, mezcla de interés por los beneficios divinos y de gratitud. * Una cierta ausencia de compromiso ante los problemas de la vida. Hay cristianos que consideran la religión como algo al margen de los problemas que tiene planteados la humanidad, la sociedad, la familia, las personas. * Una cierta desvinculación de la Diócesis y de la Parroquia. Algunos dan la impresión de vivir al margen de la vida y de la misión de la Iglesia.

* Una insistencia en lo externo de la religiosidad olvidando en gran parte la interioridad de la misma. Cuando la religiosidad popular se circunscribe a lo externo y formal, entonces es una religiosidad vacía. * Una cierta desvinculación entre fe y vida. En este caso, no es raro que haya algunos que vivan al margen de la fe. * Una escasa participación en los sacramentos de la penitencia y de la eucaristía. * En la religiosidad popular se considera a Jesucristo, a la Stma. Virgen y a los Santos más como quienes tienen “poder” con el que pueden ayudarnos, confortarnos, protegernos…, que como quienes han de ser “imitados” por nosotros. Hay advocaciones entrañables para mucha gente como Jesús del Gran poder, Jesús de los milagros, San Judas Tadeo…

17

En este sentido procuremos todos purificar de sus limitaciones a la religiosidad popular dotándola de unas claras orientaciones bíblicas, litúrgicas, ecuménicas, y antropológicas en coherencia con lo que enseñó Pablo VI

Para la reflexión personal y comunitaria - ¿Qué limitaciones o deficiencias presentan las manifestaciones externas de la religiosidad popular entre nosotros? - ¿Cómo influyen en la vida cristiana de los fieles estas limitaciones? - ¿Cómo ir resolviendo esas deficiencias?

5. Renovar la Religiosidad popular Ante estas limitaciones de la piedad popular, no podemos quedarnos con los brazos cruzados ni dejar las cosas como están. Hemos de asumir el compromiso de renovar estas manifestaciones religiosas, purificándolas de todo aquello que oscurece su verdadero contenido y significado: “Esclareciéndolas a la luz de la fe, la Iglesia favorece aquellas formas de religiosidad popular que expresan mejor un sentido evangélico y una sabiduría humana, y que enriquecen la vida cristiana”20 . A continuación ofrecemos unas pistas o sugerencias que tienen como finalidad hacer posible ésta renovación, respetando la legítima autonomía de las mismas. 5.1. Recuperar la identidad de las Cofradías y Hermandades La primera llamada que quiero dirigiros es que os esforcéis en renovar vuestras Cofradías y Hermandades. Tened en cuenta que están llamadas a ser, en lo que a ellas se refiere, expresión viva de lo que es la Iglesia: “misterio, comunión y misión”. Por eso, os exhorto a que trabajéis con ilusión para que sean cada día más:

* Ámbito de espiritualidad y oración. Esforzaos, queridos hermanos y hermanas, en hacer de vuestras

Cofradías y Hermandades lugares donde crezcáis en la santidad, por medio 20 Catecismo de la Iglesia Católica, n.1679

18

de la escucha de la Palabra de Dios que debéis acoger en la fe y la conversión que os han de llevar a participar en la Eucaristía y en los sacramentos. Profesad un culto que os lleve a Dios. Vivid el misterio de la pasión y muerte de Jesucristo como llamada a la conversión y experiencia salvadora y redentora. Participad con fe viva, con profundo amor y con esperanza firme en el Triduo Sagrado poniendo de relieve la resurrección de Jesucristo que murió en la cruz por nuestros pecados. Tened encuentros frecuentes de oración no sólo entre los miembros de la Junta directiva, sino también con todos los cofrades…Ya sé que rezáis juntos, de manera especial en los días del Novenario, en el día de la fiesta… Pero no es suficiente esto. Perseverad en la oración fraterna continuada como los primeros cristianos que “acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan, a las oraciones” (Hech. 2,42). Sin la oración se corre el riesgo de perder del horizonte de nuestra existencia y de nuestra vida a Dios y de que las obras de caridad se conviertan en simple filantropía.

* Espacio de comunión eclesial Intensificad la comunión con el Papa, con el Obispo de la

Diócesis y los presbíteros de las parroquias donde están insertas. Tened siempre presente que la Iglesia es, en su realidad más honda, misterio de comunión en tensión misionera. Y en esta Iglesia estáis; a esta Iglesia pertenecéis; esta Iglesia sois vosotros. La comunión ha de generar una cultura de comunión que se caracteriza por la corresponsabilidad, la colaboración, la participación, la ayuda… Las Cofradías y Hermandades, las Asociaciones y otras Comunidades o Grupos, han de arraigarse en la Iglesia, suelo nutricio de todos, pues es su Madre; han de sentir con la Iglesia pues es su Maestra; han de ser expresión viva de la fe de la Iglesia. Las Hermandades y cofradías han de acudir a la Iglesia para encontrar la luz verdadera que ilumine sus vidas, sus caminos, su misión. “El que no tiene a la Iglesia como Madre, no puede tener a Dios como Padre” (San Agustín).

* Hogar de fraternidad. Acogeos y trataos como hermanos en el Señor que nos dio “un

mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros” (Jn. 13, 34-35). Ayudaos unos a otros; sed solícitos de todos; practicad la hospitalidad con los que no tienen casa; sed solidarios con los más pobres. En nombre de Jesucristo, os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios y con los demás! Participad en el sacramento de la Reconciliación que nos reconcilia con Dios, con la Iglesia, con todos... No os canséis nunca de

19

hacer de vuestras Hermandades y Cofradías -las penitenciales y las no penitenciales- casas y escuelas de comunión.

* Escuela de formación cristiana para todos los hermanos. En este tiempo necesitan los cristianos dedicar tiempo para formar su fe, para recuperar los fundamentos de la fe, para poder dar razón de nuestra fe y de nuestra esperanza a quienes nos la pidan. Salvaguardad la identidad cristiana ante la cultura de nuestros días y ante entidades que no son eclesiales. Todos los cristianos han de estar bien formados para ser buenos testigos de Dios y de Jesucristo en nuestra cultura actual, para intensificar el diálogo con los creyentes y con los no creyentes, con los que participan en la Iglesia y con los alejados.

* Plataforma de evangelización y de catequesis. La Iglesia existe para evangelizar (EN 14), por lo tanto todo lo

que pertenece a la Iglesia y lleva el sello de la eclesialidad, como las Cofradías, Hermandades…, ha de estar orientado a la misión, ha de participar en la tarea evangelizadora y catequizadora de la Iglesia, de la Parroquia. ¡Qué buen servicio evangelizador podéis hacer los cofrades tanto en el interior de vuestras Cofradías como en las Parroquias! ¡No estéis ociosos! Id también vosotros a la viña del Señor que es el mundo. Anunciad a todos los hombres a Jesucristo. ¡Decid a todos que Dios los ama! Participad en la realización de la nueva evangelización de la que tan necesitada está nuestra Europa. Y hacedlo, como decía Juan Pablo II, con nuevo ardor, con las ascuas encendidas del Espíritu, con el fervor de los santos, de dos en dos, con multiplicidad de lenguas, con palabras y obras, con la fuerza del Espíritu Santo, verdadero protagonista de la evangelización. Escuchad la Palabra de Dios ya que antes de ser anunciadores de la misma, tenéis que ser oyentes humildes y asiduos del Evangelio.

* Expresión de solidaridad con los pobres y necesitados. Jesucristo nos habla también por medio de los más pobres del

mundo: en el clamor de los pobres debemos escuchar el grito de Jesucristo. Por eso, ningún cristiano, ningún cofrade, puede pasar indiferente ante los pobres y desvalidos, ante los marginados y excluidos, ante los irrelevantes y los rechazados. La credibilidad de la Iglesia y de los cristianos pasa por su preocupación y ocupación al servicio de los necesitados.

* Realizar los objetivos de la Cofradía y de la Hermandad

Junto a este empeño que debéis mantener siempre con la ayuda de la gracia divina, realizad con esmero y generosidad los objetivos y

20

compromisos específicos de cada una de vuestras Cofradías y Hermandades.

Para la reflexión personal y comunitaria

- ¿A la luz de estas palabras del Obispo, cómo ves tu Cofradía, tu Hermandad?

- ¿Qué debe hacerse para aproximar más las Cofradías y Hermandades a estos rasgos?

- ¿Qué aspectos de los señalados por el Obispo debéis potenciar más en vuestra Cofradía y Hermandad?

5.2. Actualizar los Estatutos de las Cofradías y de las Hermandades Espero que todas las Cofradías y Hermandades hayan renovado sus

Estatutos en conformidad con la normativa vigente de la Iglesia Católica; si alguna no lo hubiera hecho, le ruego encarecidamente que lo lleve a feliz término. Desde el Obispado os ofrecemos la ayuda que necesitéis para esta tarea. Contad con ella, pues tanto la Vicaría de Pastoral, la Vicaría de Asuntos jurídicos y la Delegación de Cofradías y Hermandades están disponibles y prestas para acompañaros y ayudaros.

Los Estatutos de las Hermandades y Cofradías, que son Asociaciones públicas en la Iglesia, así como su revisión o cambio, necesitan la aprobación de la autoridad eclesiástica a quien compete su erección, conforme a la doctrina de los cánones 312-314 del Código de Derecho Canónico. El Obispo, movido siempre por criterios evangélicos y eclesiales, busca el bien de los fieles, evita todo signo de arbitrariedad, no se deja llevar por la acepción de personas ni de instituciones, busca el bien de los demás, teniendo los “sentimientos de Cristo”.

Pero no basta con ello. Hay que estar dispuestos a dar un paso más. Leed y repasad los estatutos; interiorizad y haced vuestros sus contenidos esenciales para realizarlos. Sabéis bien que en cada Estatuto hay una cristología, una eclesiología y una sacramentología subyacentes que debéis descubrir, valorar y vivir en comunión con la Iglesia. No es suficiente con la letra de la ley o de la norma.

Para la reflexión personal y comunitaria - ¿Conocen bien los cofrades los Estatutos de las Cofradías y Hermandades? - ¿Se trabaja para alcanzar los objetivos que proponen?

21

5.3. Potenciar la pertenencia de todos a la Iglesia Ser cristiano implica también pertenecer a la Iglesia, ser miembro de ella. Pretender vivir la fe al margen de la Iglesia es un error. Por eso, el cofrade por el hecho de ser cristiano ha de vivir en íntima comunión con la Iglesia. Ser cofrade es un nuevo motivo para vivir en la Iglesia y participar en su vida y misión. En efecto, los cofrades y hermanos se caracterizan porque han nacido de la Iglesia y viven en ella, y logran sus fines y objetivos en la medida en que viven en comunión con la Iglesia, nunca separados de ella. Desde estas claves eclesiológicas os ofrezco estas orientaciones para que viváis de forma adecuada vuestra condición de miembros de la Iglesia: * Considerad siempre a la Iglesia como vuestro espacio natural para vivir y celebrar la fe. La fe es esencialmente eclesial ya que creemos con la fe de la Iglesia.

* Vivid en comunión con la Iglesia, nuestra Madre que nos ha engendrado por el sacramento del Bautismo a la vida de los hijos de Dios, nos alimenta con la Palabra de Dios y con los sacramentos y nos acompaña a lo largo de nuestra vida y en la hora de nuestra muerte.

* Amad la Iglesia que se hace presente en la Diócesis y en la Parroquia: “La Iglesia particular, en que verdaderamente está y obra la Iglesia de Cristo, que es una, santa, católica y apostólica” (ChD 11).

* Evitad cualquier enfrentamiento con la Jerarquía, con los sacerdotes… Tened siempre presente que la Iglesia es misterio de comunión trinitaria encarnado en comunidades cristianas históricas y concretas…

* Acoged al sacerdote que el Obispo os envía como Padre y Pastor, como signo de comunión eclesial, como garante de la Palabra de Dios y como guía espiritual. El Sacerdote es signo de Cristo Cabeza y Pastor, Esposo y Servidor de la Iglesia.

* Participad con gozo e ilusión en la vida y misión de la Iglesia en cualquiera de los núcleos esenciales de su misión: la predicación de la Palabra de Dios, la Celebración litúrgica de la salvación, el servicio caritativo a los necesitados.

* Haced vuestros los objetivos pastorales de la Diócesis, del Arciprestazgo y de la Parroquia, y colaborad con generosidad y disponibilidad en la realización de los mismos.

22

* Participad en los organismos de comunión y corresponsabilidad de la Diócesis en la diversidad y complementariedad, aceptación y reconocimiento de los carismas y dones que el Espíritu Santo suscita en la Iglesia para común utilidad y para la edificación de la Iglesia. Haceos presentes en ellos pues tenéis un sitio. * Trabajemos todos para “hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo”21.

Para la reflexión personal y comunitaria - ¿Os sentís incorporados en la vida y misión de la Iglesia?

- ¿En qué mostráis vuestra afectiva y efectiva incorporación a la Iglesia?

- Hablando de la evangelización de la Iglesia, ¿en que participáis?

- Benedicto XVI pide a los cofrades que participen en la nueva evangelización, ¿lo hacéis así?

5.4. Orientaciones para las personas Después de conocer las Cofradías y Hermandades, así como sus necesidades, en un clima de fraternidad, de corresponsabilidad y de servicio, les ofrezco las siguientes orientaciones: A. Los Directores Espirituales de las Hermandades * Crearán nuevas formas de acompañamiento espiritual de los Directivos y de los miembros de las Cofradías y Hermandades. * Fomentarán unas relaciones fraternas y respetuosas con los Directivos de las mismas. En este sentido, los Presbíteros han de actuar siempre optando por la escucha y el diálogo sin exclusiones de nadie. Caminad siempre por los senderos de la de la comunión, del diálogo y de la entrega. * Ayudarán a los cofrades y hermanos a mejorar el espíritu de piedad y oración, a incorporarse cada día más a la vida y misión de la Iglesia, a construir la civilización del amor, a promover la transformación de la realidad desde el Evangelio, a formarse mejor para mantener el diálogo entre la fe y la cultura…

21 Juan Pablo II: Carta Apostólica “Novo Millenio Ineunte” (2001, n.43).

23

* Incorporarán las celebraciones litúrgicas a las expresiones de la religiosidad y de la piedad popular. * Aprovecharán las grandes concentraciones de fieles con ocasión de fiestas y celebraciones religiosas como una oportunidad para evangelizar.

Para la reflexión personal y comunitaria

- ¿Qué experiencia tenéis de vuestra misión en las Cofradías y

Hermandades? - ¿Qué debéis potenciar y poner de relieve? B. Los Directivos de las Cofradías * Entenderán y realizarán sus cargos no sólo desde el punto de vista administrativo y organizativo, sino también y, sobre todo, como un apostolado, como un servicio a la Iglesia. Esto lleva consigo una peculiar responsabilidad y comunión con la Iglesia. * Cultivarán, siguiendo a Jesús, las actitudes de servicio y disponibilidad en la realización de sus tareas, evitando así la búsqueda de sus propios intereses y renunciando a protagonismos indebidos. * Intentarán con esmero y perseverancia que las Cofradías y Hermandades sean cada día más solidarias con los pobres y necesitados, responsabilizándose de algún proyecto de desarrollo en favor de los pobres, colaborando en las campañas a favor de los necesitados de la tierra, ayudando a otras Instituciones que atienden a los necesitados…. * Escucharán y acogerán las enseñanzas e indicaciones emanadas del Magisterio de la Iglesia, de manera especial en lo referente a la renovación de la religiosidad popular… * Participarán en la Misa dominical porque la Eucaristía es signo distintivo del cristiano.

Para la reflexión personal y comunitaria

- ¿Qué es lo que más os ha llamado la atención de lo que os acabo de proponer?

- ¿Qué dificultades encontráis en la realización de vuestro cargo?

- ¿Cómo las vais resolviendo? - ¿Qué ayuda necesitáis?

24

C. Los nuevos cofrades Sabéis muy bien que lo verdaderamente importante en las Cofradías y Hermandades no es el número de cofrades que hay, sino la calidad, la formación, la santidad, el compromiso de los mismos. En línea con nuestro Plan pastoral que tiene como objetivo general: “promover unos creyentes que, asumiendo plenamente su compromiso bautismal, se sientan corresponsables de la vida y de la misión de la Iglesia, y se comprometan en la evangelización y transformación del mundo” y con el único deseo de ayudaros, os ofrezco algunos rasgos significativos que han de caracterizar al cofrade: * Convertidos a Jesucristo Un día, después de haber escuchado la Palabra de Dios y hacerla acogida en vuestros corazones con fe y amor, os volvisteis a Dios: “Os habéis convertido a Dios, tras haber abandonado los ídolos, para servir a Dios vivo y verdadero, y esperar a su Hijo Jesús, que ha de venir de los cielos, a quien resucitó de entre los muertos y que nos salva de la cólera venidera” (1 Tes. 1,9). Y desde esta conversión os acercasteis a la fuente bautismal y fuisteis sumergidos en ella siendo bautizados, llegando así a ser transformados y transfigurados en una nueva criatura nacida de Dios (cf. Jn. 3, 3-5). En la historia actual de cada uno, Dios nos sigue llamando a la conversión y a la renovación. Volvamos nuestra mirada transida de fe y de amor, de confianza y de paz, a Jesucristo, que es nuestro Redentor y Salvador; pongamos nuestros ojos fijos en Él. Permanezcamos en su amor y seguimiento porque es nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida. * Configurados ontológica y existencialmente con Jesucristo “Por el bautismo fuimos hecho una misma cosa con Jesucristo” (Rm. 6,5). Hemos de ir configurándonos con Cristo hasta poder decir, un día, con san Pablo y con verdad: “Con Cristo estoy crucificado y, vivo yo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gál. 2, 20). Por ello, os invito a haceros cada día más semejantes a Jesucristo, renovando vuestra fe y vuestra participación en los sacramentos. * Observantes de los mandamientos de la Ley de Dios. Jesucristo nos ha dicho; “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mt 19,17). No deis la espalda a los mandamientos de la Ley de Dios, sino vivid en coherencia con ellos y cumplidlos. Tened en

25

cuenta que cuando cumplimos estos mandamientos hacemos también mucho bien a la humanidad y a la misma sociedad. * Insertos en el horizonte de las bienaventuranzas de Jesús. El verdadero discípulo de Cristo es aquel que lo sigue en la fe y en el amor poniendo sus pies desnudos y sin protección humana en las huellas que dejó a su paso por este mundo: las bienaventuranzas: “Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme” (Mt. 19,21). Por ello, os ruego que caminéis en la novedad de la vida del Espíritu Santo y seáis santos, pues esa es la voluntad de Dios “por cuanto nos ha elegido en Él antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor” (Ef. 1,4). * Participantes en la vida y misión de la Iglesia “Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres” (1 Cor. 12,13). “Quiso el Señor santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados entre sí, sino constituir un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera santamente” (LG 9). Este pueblo es la Iglesia que es “misterio, comunión y misión”. Por eso, os exhorto a que améis la Iglesia y a que participéis en su vida y misión desde el don o carisma recibido del Espíritu Santo. Recordemos que “nuestra diócesis acoge con gratitud todas aquellas asociaciones o movimientos aprobados por la Iglesia y acreditados por su experiencia apostólica y su inserción en las parroquias y la pastoral diocesana y quiere prestar atención a la promoción y desarrollo de la Acción Católica como forma de apostolado asociado propio de la Diócesis. Su implantación no debería faltar en ninguna de nuestras parroquias”22.

* Hombres y mujeres de comunión y fraternidad Por el bautismo y la eucaristía hemos sido hechos hermanos y como

tales hemos de relacionarnos y trabajar. Juan Pablo II nos ha dejado unas orientaciones muy hermosas en torno a la espiritualidad de la comunión que debemos acoger y atender todos: - “Antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una espiritualidad de la comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los agentes pastorales”23. - “Espiritualidad de comunión significa ante todo una mirada del corazón, sobre todo hacia el misterio de la Trinidad, que habita en nosotros, 22 Plan Pastoral Diocesano 2001-2006, 4.2) 23 Juan Pablo II: Carta Apostólica “Novo Millenio Ineunte”, 2001, 44.

26

y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado; significa capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto como “uno que me pertenece”; significa ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios; significa dar espacio al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros (cf. Gál. 6,2) y rechazando las tentaciones que continuamente nos acechan y engendran competitividad, ganas de hacer carreras, desconfianza y envidias”. - El Papa invita a valorar más que nunca el ministerio de Pedro y el ministerio apostólico de los obispos, fundados en el designio mismo de Cristo sobre la Iglesia, así como los organismos de participación previstos en la legislación canónica -Consejos presbiterales y pastorales- (Cfr. NMI, nº 45). * Evangelizadores del hombre y de la mujer de hoy

Por el bautismo habéis sido incorporados a la Iglesia que es un pueblo real, sacerdotal y profético. Por ello, toda vocación cristiana es una vocación enviada, misionera, evangelizadora. Sed pues testigos de Jesucristo: en el mundo, en la familia, en el trabajo. Como padres de familia, tenéis que ser los primeros educares y catequistas de vuestros hijos; debéis, en la medida de vuestras posibilidades, participar en las catequesis de vuestras parroquias. Por otra parte, tened siempre presente que los laicos estáis llamados a ser profetas de Dios en la secularidad. “Es necesario descubrir cada vez mejor la vocación propia de los laicos, llamados como tales a buscar el Reino de Dios ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios” (LG 31). Sin los laicos no se puede realizar la nueva evangelización. * Constructores de la paz y la fraternidad entre todos ¡Bienaventurados los pacíficos…! Los que construyen la paz entre todos los seres humanos, los cercanos y los lejanos. Estamos llamados a construir la civilización del amor. En este sentido, hemos de respetar toda vida humana, desde el momento de la concepción hasta el fin natural del mismo, defender y promover los derechos humanos, construir un mundo más fraterno, justo, pacífico y acogedor, tender hacia Dios meta y regazo final del ser humano. Os exhorto a que con vuestras palabras y actos tendáis puentes de acogida y de escucha, de entendimiento y de respeto, entre todos. Quitemos todo signo de violencia que tanto daño hace a la humanidad. * Solidarios con los pobres y necesitados. Uno de los rasgos que ha de distinguir a un cofrade es su solicitud constante por los pobres que traduce en compartir sus bienes con los necesitados, en acoger a los que nada tienen, en dedicar una parte

27

importante de las colectas al servicio de los necesitados. Juan Pablo II nos ha dicho que “el ámbito de la caridad caracteriza de manera decisiva la vida cristiana, el estilo eclesial y la programación pastoral” (Cfr. NMI 49). Os ruego que abráis los oídos del cuerpo y del alma para escuchar el clamor de los pobres y en él el grito de Dios que no cesa de preguntarnos a todos: ¿dónde está tu hermano?, ¿qué has hecho de tu hermano? “En la persona de los pobres hay una presencia especial de Cristo, que impone a la Iglesia una opción preferencial por ellos” (Cfr. NMI 49). * Colaboradores con otros en la transformación de nuestra sociedad Se comprometen en transformar y cambiar nuestra sociedad y nuestro mundo para que sea más justo y fraterno, más solidario y libre, más humano y más acogedor. El cristiano, el cofrade…no se puede limitar a cantar e interpretar el mundo, sino que ha de comprometerse en cambiarlo y transformarlo para que sus estructuras sean más justas y fraternas, más humanas y solidarias, y para que esté abierto a Dios, su Creador. * Sintonizando con los objetivos de la Cofradía o Hermandad Asumid los objetivos de vuestras Cofradías o Hermandades, y con la ayuda del Señor, esforzaos en realizarlos. Todos los cofrades sois corresponsables, desde vuestro cargo, de la vida y tareas de la Cofradía. Participad en la vida de vuestras Cofradías desde el respeto y la consideración, desde el dialogo y la verdad, desde la escucha y la comprensión. Alejad de todos y de cada uno cualquier signo de imposición e intolerancia, porque eso no os hará bien a nadie ni a la Cofradía o Hermandad.

Para la reflexión personal y comunitaria - ¿Qué os ha llamado más la atención de lo que acabo de escribir sobre los nuevos cofrades? - ¿Qué rasgos echáis más en falta? - ¿Cómo hacéis para que los nuevos cofrades maduren más cada día en la fe, en la vida cristiana, en sus vidas de cofrades…? - ¿Qué hay que hacer para mejorar la aceptación de nuevos cofrades?

D.- Sacerdotes, Directivos y Hermanos A todos vosotros os dirijo ahora mi palabra que quiere ser una palabra de estima y de apoyo, de consideración y de esperanza, de renovación y de novedad en el Espíritu Santo.

28

* Evitad el afán competitivo, las ostentaciones, el lujo, la riqueza, la acepción de personas o los grupos ajenos al espíritu y sentido religioso, así como cualquier signo de triunfalismo personal, familiar, o de la misma cofradía.

* Ante las amenazas del secularismo y de las posibles manipulaciones ideológicas, económicas y sociales… que puedan acecharla, estad alerta y no consintáis que la piedad popular se reduzca a mera manifestación cultural.

* El necesario discernimiento en la elección de los cargos directivos de las Cofradías, Hermandades… Cuando, a tenor de los Estatutos, tengáis que proceder a la elección de los cargos, no os dejéis llevar por las meras simpatías o antipatías; buscad ante todo el bien de la Iglesia y de la Cofradía. Escoged con plena libertad y lucidez a la persona que en conciencia creáis que está más capacitada no sólo desde el punto de vista técnico sino también desde el punto de vista de su formación, vida cristiana e inquietud apostólica. Más aún en nuestras sociedades plurales pueden darse casos que exijan un atento y claro discernimiento. Aquí os dejo estas palabras que os pueden ayudar: “Deseamos que aquellas personas que ejercen cargos políticos de relieve, en los que están sometidos a ideologías y a la disciplina de partidos concretos, se abstengan de participar en el ejercicio del gobierno de las Hermandades, de las Cofradías y de sus consejos locales, por ser ésta la forma más conveniente de evitar los conflictos de conciencia, de salvaguardar la coherencia y la libertad de la persona”24 .

Para la reflexión personal y comunitaria

- ¿Formáis todos una verdadera fraternidad apostólica? - ¿Qué dificultades tenéis para vivir esa fraternidad? - ¿Cómo vais superando esas dificultades?

5.5. Orientaciones sobre las celebraciones de la piedad popular A. La celebración de la Semana Santa La Semana Santa celebrada en la calle, en las plazas… nació de la Semana Santa celebrada en las Iglesias, en las Catedrales… Por eso debemos amarla, preservarla, renovarla, purificarla. 24 Los Obispos del Sur de España: “Las hermandades y cofradías. Carta Pastoral de los Obispos del Sur de España”, nº 19 (1988).

29

La religiosidad popular se manifiesta en la Semana Santa con variedad de actos religiosos: - Unos actos se fundamentan en la agonía de Jesús en el Huerto de Getsemaní: Visita al Monumento, Hora Santa…. - Otros actos se centran en la Pasión de Jesús: el Vía-Crucis, las procesiones, representaciones, el Sermón de las siete Palabras… El pueblo cristiano arropa las procesiones transido de aquella mística comunión con sus escenas, con sus pasos… la cena última, la flagelación de Jesús, la crucifixión, la Cruz alzada con el cuerpo exánime y el costado abierto por la lanza, de donde nacieron los sacramentos de la Iglesia. Cuando estos actos piados y devocionales son vividos con autenticidad y realizados con verdad, entonces podemos decir que favorecen la profesión de la fe, nos ayudan a descubrir el sentido del pecado, nos hacen sintonizar con el misterio de la cruz de Jesucristo, nos ayudan a descubrir y luchar contra las injusticias del mundo. Con todo, hemos de decir con preocupación que a veces estos actos, tan entrañables y tan piadosos para nuestros cristianos, a veces son vividos desde lo puramente externo y formal.. Una vez más reafirmamos que nuestra celebración de la Semana Santa o puede quedar en la sola contemplación de cuanto la piedad popular nos presenta. La participación procesional no puede desplazar la participación y vivencia sacramental en los frutos de aquel acontecimiento ocurrido de una vez para siempre. El autor de la Carta a los Hebreos dice: “Cristo realizó la ofrenda por los pecados de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo” (Heb 7,27). Por eso, ruego encarecidamente a los hermanos sacerdotes que: - Ofrezcáis a todos los fieles, a los cofrades y hermanos, unas catequesis centradas en el misterio de la muerte y de la resurrección de Jesucristo. Ayudad a los fieles a conocer, a adentrarse y a participar en la celebración litúrgica del Triduo Sacro. - Promováis en los fieles la renovación de su fe en el misterio de la Eucaristía: “Cristo instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se come a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera” (SC 47). - Ayudéis a los fieles a redescubrir la dimensión eclesial de la Eucaristía ya que “no se edifica ninguna comunidad cristiana si no tiene como raíz y quicio la celebración de la Sagrada Eucaristía; por ella, pues,

30

hay que empezar toda la formación para el espíritu de comunidad. Esta celebración, para que sea sincera y cabal, debe conducir lo mismo a las obras de caridad y de mutua ayuda de unos para con otros que a la acción misional y a las varias formas del testimonio cristiano” (PO 6). - Fomentéis la participación de los fieles en el sacramento de la Eucaristía, comulgando con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, teniendo el alma limpia de todo pecado mortal. La participación en los misterios de la fe nos ofrece la posibilidad de ser incorporados a la eficacia de la muerte redentora de Cristo y poder iniciar una vida en resurrección, convencidos de que “Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya señorío sobre él” (Rm 6, 8-9). No nos equivoquemos, queridos hermanos. La estética religiosa por sí misma no aporta a los hombres ni salvación ni esperanza. Para que tal cosa suceda es necesario que confesemos la fe y que acojamos y recibamos los sacramentos de la Iglesia. De este modo recibiremos los frutos de la pasión redentora de Jesucristo y alcanzaremos el gozo de la Pascua. Entonces se nos llenará el corazón al escuchar el pregón pascual de una gran profundidad teológico y de un lirismo impresionante:

Esta es la noche, en que rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo.

¿De qué nos serviría haber nacido si no hubiéramos sido rescatados?

¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!

¡Qué incomparable ternura y caridad! Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento

en que Cristo resucitó de entre los muertos”.

Para la reflexión personal y comunitaria

- ¿Preparáis la celebración de la Semana Santa para todos los cofrades? ¿Qué hacéis? - ¿Qué experiencias tenéis de la celebración de la Semana Santa? - ¿Participáis en las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa: Jueves Santo, Viernes Santo, Vigilia Pascual? ¿Por qué? - ¿En qué debéis insistir para que vuestra participación sea más plena, consciente y fructuosa en la Liturgia? - ¿Qué debe implicar para ti la conversión a Jesucristo?

31

B. La Celebración de los sacramentos En la religiosidad popular suele haber sacramentos “populares”: bautismo, confirmación, la primera comunión, a veces el matrimonio.. Parece como si estos sacramentos tuvieran una relación y una afinidad con el alma religiosa de la gente. En cambio, da la impresión de que los otros sacramentos tienen poca vigencia… Aprovecho este momento, para recordaros las enseñanzas de la Iglesia sobre los sacramentos de la mano del Concilio Vaticano II: los sacramentos “están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios; pero, en cuanto signos, también tienen un fin pedagógico. No sólo suponen la fe, sino que, a la vez, la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y cosas; por esto se llaman sacramentos de la fe. Confieren ciertamente la gracia pero su celebración prepara perfectamente a los fieles para recibir fructuosamente la misma gracia, rendir el culto a Dios y practicar la caridad” (SC 59). Para concretar más mi exhortación os hago una doble llamada e invitación:

* Renovad vuestra Iniciación Cristiana: Revitalizad vuestra Iniciación Cristiana siguiendo el Directorio de

la Iniciación Cristiana que tenemos en la Diócesis. Acercaos a vuestras Parroquias que, de manera especial y en el tiempo litúrgico de Cuaresma, organizan y realizan actividades como catequesis de adultos, procesos de formación cristiana, celebraciones sacramentales, jornadas de oración, ejercicios espirituales…para ayudar a los cristianos a renovar su Iniciación Cristiana. Os invito también a que, siempre en unión con vuestros sacerdotes, ayudéis con verdadero interés y cuidado a los cofrades y hermanos a renovar y revitalizar su propia Iniciación Cristiana. El Plan pastoral de la Diócesis dice: “En la calidad de la Iniciación Cristiana nos jugamos el futuro de nuestra Iglesia. Se trata de que el misterio de Cristo sea conocido, celebrado, vivido y orado por los catequizandos y que se pongan unas bases sólidas para el edificio espiritual cristiano”25 * Recibid con frecuencia el sacramento de la Penitencia: Participad en el sacramento de la reconciliación, siguiendo las normas de la Iglesia. En él se actualiza la fuerza redentora del sacrificio de

25 Diócesis de Coria-Cáceres: Plan Pastoral Diocesano, 2001-2006; 4.1

32

Jesucristo en la Cruz para todos los que con fe acudimos a él y recibimos el perdón de nuestros pecados que Dios nos da a través del Sacerdote confesor: por su corazón, por sus palabras, por sus manos pasan el perdón y la misericordia de Dios para cada uno de los que nos acercamos a recibir con fe y humildad este inmenso sacramento, que nunca agradeceremos de forma suficiente a Jesucristo. A la luz de la fe descubrimos el pecado y el sacramento del perdón. A este respecto hago un ruego especial a los sacerdotes y, de modo especial, a los Párrocos que promuevan una adecuada pastoral de este sacramento, en conformidad con las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, y dediquen tiempo suficiente para oír las confesiones de los fieles.

Para la reflexión personal y comunitaria - ¿Qué experiencia tenéis de vuestra participación en los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía? ¿Recibes con frecuencia los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía? ¿Qué dificultades encontráis en permanecer fieles a vuestra Iniciación Cristiana?

C. La Piedad Mariana La Stma. Virgen ocupa un lugar muy importante en la piedad popular. Parece ser que desde el siglo II existió una veneración de la Virgen María al margen del culto litúrgico. A lo largo de los siglos, se han desarrollado diversas manifestaciones devocionales a María: la antífona copta “Sub tuum praesidium”, el “Oficio parvo de María”, el canto de “Salve, Regina”, el rezo del “Ángelus”, y otras formas. María ha estado siempre presente en la devoción del pueblo cristiano. Con todo se han hecho algunas representaciones de la Virgen María un poco defectuosas. Pablo VI decía: “Es difícil encuadrar la imagen de la Virgen, tal como es presentada por cierta literatura devocional en las condiciones de vida de la sociedad contemporánea y en particular de las condiciones de la mujer”26. No sólo debemos hablar de la sencillez y humildad, de la pobreza y vida escondida de María, sino también de su fe en la palabra de Dios, de su solidaridad con los pobres, de su misión, por gracia de Dios, en la historia de la salvación. Con el fin de purificar de posibles fallos esta devoción y para ayudaros a clarificar y fortalecer esta devoción os propongo lo siguiente.

26 Pablo VI: “Marialis Cultus”, 34.

33

* Leer los últimos documentos del Magisterio de la Iglesia sobre la Virgen María: - Concilio Vaticano II nos habló de la Virgen María en la Lumen Gentium, bajo el título de “La bienaventurada Virgen María, Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia”27. - Pablo VI escribió una preciosa Encíclica titulada “Marialis Cultus”. Insertamos aquí unos textos que iluminan nuestra reflexión: las formas en que se manifiesta la piedad mariana, “sujetas al desgaste del tiempo, parecen necesitar una renovación que permita sustituir en ellas los elementos caducos, dar valor a los perennes e incorporar los nuevos datos doctrinales, adquiridos por la reflexión teológica y propuestos por el Magisterio eclesiástico”28. En esta línea, presenta el Papa unos principios teológicos que hemos de tener en cuenta: “es sumamente conveniente que los ejercicios de piedad a la Virgen María expresen claramente la nota trinitaria y cristológica que les es intrínseca y esencial” (n. 25), que “den un adecuado relieve a la Persona y a la obra del Espíritu Santo” (n. 26) y que “pongan más claramente de manifiesto el puesto que María ocupa en la Iglesia” (n. 28). - Juan Pablo II nos dejó también una hermosa Encíclica que tiene por título “Redemptoris Mater”29. Insertamos aquí unas palabras de la conclusión: “La Iglesia ve a la Bienaventurada Madre de Dios en el misterio salvífico de Cristo y en su propio misterio; la ve profundamente arraigada en la historia de la humanidad, en la eterna vocación del hombre según el designio providencial que Dios ha predispuesto eternamente para él; la ve maternalmente presente y partícipe en los múltiples y complejos problemas que acompañan hoy la vida de los individuos, de las familias y de las naciones; la ve socorriendo al pueblo cristiano en la lucha incesante entre el bien y el mal, para que “no caiga” o, si cae, “se levante” (n. 52). ¡Queridos hermanos! La lectura y meditación de estos magníficos documentos os permitirá llenaros y empaparos de su doctrina a fin de alcanzar una adecuada formación teológica y mariológica que os permita conocer mejor la figura entrañable de María, amarla, imitarla y darla a

27 El Concilio Vaticano II, después de un breve proemio (nn. 52-54), expone el tema sobre la Virgen María en varios capítulos: oficio de la Bienaventurada Virgen María en la economía de la salvación (nn .55-59); la Bienaventurada Virgen y la Iglesia (nn .60-65); Culto de la Bienaventurada Virgen en la iglesia (nn .66-67); María, signo de esperanza cierta y consuelo para el Pueblo de Dios peregrinante (nn. 68-69). 28 Pablo VI: Exhortación apostólica Marialis Cultus, 1974, n. 24. El Papa desarrolla la breve enseñanza del Vaticano II sobre el culto mariano (LG 66-67) y establece los criterios para acoger los ejercicios marianos aún válidos y para introducir otros nuevos. El misterio de María debe ser comprendido como un misterio trinitario, cristológico, eclesial y penumatológico. 29 Juan Pablo II, en la Encíclica “Redemptoris Mater”, después de una breve introducción (nn. 1-6), nos presenta la figura de la Virgen María así: María en el misterio de Cristo (nn. 7-24); la Madre de Dios en el centro de la Iglesia peregrina (nn. 25-37); la mediación materna (nn. 38-50). Y termina con una conclusión (nn. 51-52).

34

conocer de verdad y os ayude a fomentar una verdadera y auténtica devoción a la la Virgen María30. * Unos textos maravillosos sobre la Virgen María - Pablo VI: “La lectura de las divinas Escrituras….nos lleva a descubrir que María puede perfectamente ser tomada como modelo de aquello por lo que suspiran los hombres de nuestro tiempo. Así, por aducir algunos ejemplos,…se verificará, con agradable sorpresa, que María de Nazaret, a pesar de estar absolutamente abandonada a la voluntad del Señor, y lejos de ser una mujer pasivamente sumisa o de una religiosidad alienante, fue una mujer que no dudó en afirmar que Dios es vengador de los humildes y oprimidos y derriba de sus tronos a los poderosos del mundo (cf. Lc.1, 51-53); se reconocerá en María a la primera entre los humildes y los pobres del Señor” (LG 55), a una mujer fuerte que conoció de cerca la pobreza y el sufrimiento, la huida y el exilio (cf. Mt 2, 13-23), situaciones que no pueden escapar a quien pretenda secundar con espíritu evangélico las energías liberadoras del hombre y de la sociedad….De este ejemplo se deduce claramente, sin embargo, que la figura de la María no defrauda ninguna de las aspiraciones profundas de los hombres de nuestro tiempo, e incluso les ofrece el modelo consumado del discípulo del Señor; obrero de la ciudad terrena y temporal y, al mismo tiempo, peregrino incansable hacia la ciudad celeste y eterna; promotor de la justicia que libera al oprimido y de la caridad que socorre al necesitado, pero sobre todo testigo activo del amor que edifica a Cristo en los corazones”31. - Juan Pablo II: “En el Magnificat la Iglesia encuentra vencido de raíz el pecado del comienzo de la historia terrena del hombre y de la mujer, el pecado de la incredulidad o de la “poca fe” en Dios (…) María proclama con fuerza la verdad no ofuscada sobre Dios: el Dios santo y todopoderoso, que desde el comienzo es la fuente de todo don. El amor preferencial de Dios por los pobres está inscrito admirablemente en el Magnificat de María (…) María está profundamente impregnada del espíritu de los “pobres de Yahvé” que en la oración de los Salmos esperaban de Dios su salvación, poniendo en Él toda su confianza (cf. Sal 25, 31). La Iglesia, acudiendo al corazón de María, a la profundidad de su fe, expresada en las palabras del Magnificat, renueva cada vez mejor en sí la conciencia de que no se puede separar la verdad sobre Dios que salva,

30 Secretariado Nacional de Liturgia: “Liturgia y piedad popular”. Madrid 1989; nn. 43-67; Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos: “Directorio sobre la piedad popular y la liturgia. (Madrid, 2002; nn. 183-207). 31 Pablo VI: Exhortación apostólica “Marialis Cultus”, 37.

35

sobre Dios que es la fuente de todo don, de la manifestación de su amor preferencial por los pobres y los humildes, que cantado en el Magnificat, se encuentra luego expresado en las palabras y obras de Jesús”32 Tras la cruz de Cristo, el dolor angustiado de la Madre dolorosa. Esperanza y Soledad, dolorosa madre, confiada en la bondad misericordiosa de Dios, parece como que María meditara en silencio contemplativo aquellos versos de un poeta:

¡Qué lejos, madre, la cuna y tus gozos de Belén!

¡Qué larga es la distancia y qué amarga

de Jesús muerto a Emmanuel! (Gerardo Diego).

Para la reflexión personal y comunitaria

- ¿Qué significa para ti la devoción a la Virgen María? - ¿Qué destacarías de la presencia de María en tu vida? - ¿La devoción a María te lleva a poner a Dios en tu corazón y

en tu vida como único Dios y Señor? - ¿El amor a María te lleva a escuchar y a hacer lo que su Hijo

Jesús te diga? - ¿El amor a María te conduce al servicio de los más pobres?

D. La fiesta de los Santos En la religiosidad popular ocupa un puesto importante la

celebración de la memoria de los santos.33 Entre ellos destacamos los patronos de una Parroquia, de una Cofradía o de una Hermandad. Para revitalizar la veneración de los santos os propongo

estas orientaciones que emanan de la enseñanza de la Iglesia: “la piedad popular sabe vivir y expresar el misterio de la Comunión de los Santos en multitud de manifestaciones, que van desde el culto de veneración hasta la petición de ayuda en todos los aspectos de la vida, pasando por la propuesta de imitación de sus virtudes”34

32 Juan Pablo II: Encíclica “Redemptoris Mater” (25-III-1987, n. 37). 33 Secretariado Nacional de Liturgia: “Liturgia y Piedad popular. Directorio Litúrgico-Pastoral” (Madrid 1989; nn .68-80). Congregación para el culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos” (Madrid 2002; 208-247) 34 Secretariado Nacional de Liturgia: “Liturgia y Piedad popular: 1989; nº 68.

36

Los santos son reflejo de la gloria de Dios en el mundo. Por eso, podemos afirmar que los santos son don y regalo de Dios a los hombres por medio de su Iglesia, y como tales debemos acogerlos, venerarlos e imitarlos. A través de sus personas, de sus vidas, de sus comportamientos podemos descubrir la gloria de Dios, pues la dejan transparentar como una gran vidriera los rayos del sol. Los santos también nos muestran hasta dónde puede llegar el ser humano, en cuanto abierto a Dios, acogedor de su llamada, de su gracia y de su misión y consentidor de que el Espíritu Santo lo esculpa a imagen de Jesucristo, lo mantenga en el camino de las bienaventuranzas y lo conduzca hasta su plena consumación en el misterio sacrosanto de Dios. Los santos son intercesores nuestros: a ellos invocamos para que rueguen a Dios por nosotros, por nuestras necesidades y las del mundo. En efecto, entre los valores que sobresalen en el culto que tributamos a los santos está “la confianza en la intercesión de aquellos hombres y mujeres que gozan ya de la visión de Dios y, al mismo tiempo, están muy cerca de nosotros porque compartieron nuestras dificultades y trabajos”35 en este mundo. Los santos son modelos de santidad y de virtudes propuestos por la Iglesia a los cristianos. La veneración correcta de los santos exige que los fieles devotos nunca pongan a los santos por delante de Jesucristo, porque si ellos son santos los son en cuanto comparten la santidad de Jesucristo: “de la plenitud de Cristo hemos recibido todos gracia por gracia” (Jn 1, 16). La finalidad última del culto que damos a los santos es siempre “la glorificación de Dios y el empeñar a los cristianos en una vida absolutamente conforme con la voluntad divina, imitando las virtudes de ellos que siguieron fielmente a Cristo”36. La ejemplaridad de un santo no está en los milagros que realizó sino en la vida perfecta de discípulo de Jesús que llevó. En este sentido, la celebración de la memoria de los santos debe ser para todos los cristianos una llamada y un recuerdo de que “Dios nos ha elegido en Cristo antes de la creación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor” (Ef. 1, 4), Por eso, afirma San Pablo: “Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1Tm 2, 3-4). Al servicio de esta voluntad y designio de Dios está la Iglesia que es “sacramento universal de salvación” (AG 1). Por todo ello, Juan Pablo II manifiesta: “si el Bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación de su Espíritu, sería un contrasentido contentarse con una vida mediocre, vivida según una ética

35 Ib. n.68. 36 Ib. n.73

37

minimalista y una religiosidad superficial”37. Con la ayuda divina hagamos realidad la invitación que nos hace Jesús: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt. 5, 48).

Finalmente, ruego a los párrocos y sacerdotes que procuren invitar a los padres a que elijan para sus hijos nombres de santos a quienes puedan invocar como intercesores e imitar en sus virtudes mientras van peregrinando por este mundo hacia la Casa del Padre. Son sus intercesores y protectores.

Para la reflexión personal y comunitaria

- ¿Cómo celebráis las fiestas de los santos Patronos en tu Parroquia?

- ¿Qué experiencia tenéis de esas celebraciones? - A la luz de los santos, ¿descubres tu vocación a la santidad?

¿Cómo respondes a tu vocación a la santidad?

E. Los sufragios por los difuntos

“Los sufragios son una expresión cultual de la fe en la Comunión de los santos (…) Estos sufragios son, en primer lugar, la celebración del sacrificio eucarístico, y después, otras expresiones de piedad como oraciones, rezo del santo rosario, limosnas, obras de misericordia e indulgencias aplicadas a favor de las almas de los difuntos”38

Es un gesto humano, fraterno y cristiano acompañar a los cofrades, hermanos, amigos… en los momentos críticos de su última enfermedad, alentándolos, orando con ellos y por ellos, aliviando sus dolores, colocando sobre ellos un manto de la Virgen…

Es un gesto humano, fraterno y cristiano estar al lado de estos enfermos que se encuentran ya ante la muerte, ayudándoles a asumir y aceptar esta realidad unidos al Señor y amparados con la protección de la Virgen María y de San José. Quiero deciros unas palabras ante la muerte para ayudaros a descubrir su significado más profundo: la muerte no es el final total de la persona ni de su historia, ni es la hecatombe o destrucción total del ser humano, ni es el muro contra el que se estrellan las esperanzas del hombre y de la mujer. La muerte es el tránsito de este mundo a la Casa del Padre: nuestra alma es inmortal. La muerte es el gran viaje del hombre y de la mujer desde nuestra orilla de la finitud y la contingencia a la orilla de Dios, de la eternidad, de la Vida, en espera de la resurrección de nuestros cuerpos. Más aún, en la muerte, nadie estará solo del todo; el Señor estará allí como el Buen Pastor para acogernos y llevarnos con Él. 37 Juan Pablo II, Carta Apostólica: “Novo Millennio Ineunte”, nº 31. 38 Cong. para el Culto Divino…”Directorio sobre la piedad popular y la liturgia”, 251.

38

Así lo esperamos de la misericordia y de la ternura del Señor. Por ello, hemos de vivir al lado del Señor durante nuestra vida terrenal para que al llegar el final de nuestra existencia aquí, el Señor nos acoja y nos lleve con Él para siempre. Es un acto entrañable y cristiano participar en la Eucaristía en sufragio por sus almas. Mostremos en esta celebración el sentido pascual de la muerte: “la vida de los que en Ti creemos no termina, se transforma y al deshacerse nuestra mirada terrenal, adquirimos una mansión en el cielo” (I Prefacio difuntos). En nuestra oración por ellos, los dejamos en las mejores manos: en las manos misericordiosas del Padre porque “aunque camine por cañas oscuras nada temo, porque Tú vas conmigo, tu vara y tu callado me sosiegan” (Sal 22, 4). También en este aspecto os hago llegar unas indicaciones: Cuidad con verdadero esmero la celebración de los funerales: la Eucaristía, las lecturas de la Palabra de Dios, la oración de los fieles, los cantos, la despedida del difunto… “Es preciso que: el cuerpo del difunto, que ha sido templo del Espíritu Santo, sea tratado con gran respeto; que la ornamentación fúnebre sea decorosa, ajena a toda forma de ostentación y despilfarro; los signos litúrgicos, como la cruz, el cirio pascual, el agua bendita y el incienso, se usen de manera apropiada”39. Acoged y acompañad a los familiares del difunto compartiendo con ellos los sentimientos más profundos del ser humano así como la oración y la esperanza cristiana. La muerte no es final del camino: el alma es inmortal y esperamos la resurrección de los muertos y la vida eterna (cf. GS 18).

Tened en cuenta que a estas celebraciones suelen asistir y participar algunas personas que o se han alejado ya de la Iglesia y de los sacramentos, o no son creyentes. Por ello, acogedlos a todos en las entrañas misericordiosas de Jesucristo, esmeraos en hacer que la celebración sea siempre portadora de esperanza y evangelizadora. ¡Que nadie salga decepcionado y desilusionado de nuestras celebraciones!

Os ruego que “la piedad popular sea educada por los principios de la fe cristiana, como el sentido pascual de la muerte de los que, mediante el Bautismo, se han incorporado al misterio de la muerte y resurrección de Cristo; la inmortalidad del alma; la comunión de los santos (…); la resurrección de la carne; la manifestación gloriosa de Cristo que vendrá a

39 Ib. n. 253.

39

juzgar a los vivos y a los muertos; la retribución conforme a las obras de cada uno; la vida eterna”40.

La piedad popular para con lo fieles difuntos se expresa de formas varias como todos sabéis: la novena de los difuntos, la visita a los cementerios, la vinculación a Cofradías y otras Asociaciones que oran por los difuntos, los sufragios frecuentes por los que han muerto…Superad toda forma rutinario o de mera costumbre. Realizad estos sufragios con fe y devoción sincera.

Para la reflexión personal y comunitaria

- ¿Cómo celebráis los sufragios por los difuntos? - ¿La fe en la resurrección disminuye? - ¿Acompañamos a los enfermos, especialmente en el último trayecto de sus vidas? - ¿Ofrecemos a los enfermos los sacramentos de la Iglesia?

5.6. Los Santuarios Me ha parecido bien iniciar el desarrollo de este tema tan importante y tan entrañable con unas palabras luminosas y clarividentes de Juan Pablo II que nos habla de los santuarios a los que designa como “lugares privilegiados”. “Los santuarios pueden y deben ser lugares privilegiados para el encuentro de una fe cada vez más purificada, que les conduzca a Cristo. Para ello será necesario cuidar con gran atención y celo la pastoral en los santuarios marianos, mediante una liturgia apropiada y viva, mediante una predicación asidua y de sólida catequesis, mediante la preocupación por el ministerio de la penitencia y la depuración prudente de eventuales formas de religiosidad que presenten elementos menos adecuados”41. A la luz de estas enseñanzas, os manifestamos y decimos lo siguiente: Los santuarios cristianos son ante todo lugares de acogida, de escucha… En este sentido, el sacerdote ha de mostrarse siempre como una persona que sepa acoger con toda el alma, que esté pronto para escuchar, que se distinga siempre por ser una persona de esperanza y que transmite esperanza.

Los santuarios cristianos son lugares de culto. Por eso, los Capellanes han de intensificar unas celebraciones litúrgicas auténticas, así como la administración esmerada del sacramento del perdón.

40 Ib n.257. El CIC lo define así: “con el nombre de santuario se designa una iglesia u otro lugar sagrado al que, por un motivo peculiar de piedad, acuden en peregrinación numerosos fieles, con aprobación del Ordinario del lugar” (c. 1230). 41 Juan Pablo II: Homilía en el Santuario de Nuestra Señora de Zopopán (30-I-1979).

40

Los santuarios ofrecen ocasiones magníficas para la catequesis, por lo que deben ser lugares donde se proclama la Palabra de Dios y se evangelice.

Los santuarios están llamados a ser lugares de oración personal y comunitaria; lugares donde se intensifique la oración litúrgica entre los fieles: Laudes, Vísperas…

Los santuarios son también lugares en los que se escuche de verdad el clamor de los pobres y se responda a él de forma adecuada. En este sentido, los responsables del mismo estarán dispuestos, según sus posibilidades, a favorecer y colaborar en la ayuda a los pobres. Como signo de la pobreza cristiana, los responsables de la economía de los santuarios han de ofrecer al Obispo y a los fieles una información transparente de todas las colectas ya sean las ordinarias ya sean las extraordinarias ya sean las universales (Domund, Campaña contra el hambre, Cáritas, Santos Lugares…).

Los santuarios también han de ser lugares que fomenten el compromiso ecuménico. En efecto, teniendo en cuenta que el santuario es lugar donde se anuncia la Palabra de Dios, se promueve la conversión, se ora por la humanidad, hay una intensa vida litúrgica, y está abierto a ayudar a los necesitados, podemos decir que el santuario “es un bien espiritual que se puede compartir, en una cierta medida y conforme a las indicaciones del Directorio ecuménico, con los hermanos y hermanas que no están en plena comunión con la Iglesia Católica”42. Los santuarios son también lugar de cultura ya que desde ellos se irradia cultura y en los que se produce una influencia mutua entre la fe y la vida de las personas y comunidades humanas que los rodean. Los Rectores y Responsables de los Santuarios han de procurar mostrar las riquezas históricas, los documentos, los fondos bibliográficos que tuviere a todos, de manera general, y a los investigadores, historiadores, teólogo de modo especial… Se promueve de esta forma el necesario diálogo fe-cultura y fe-vida tan necesario en nuestros días.

Para la reflexión personal y comunitaria - ¿Cómo proceder para renovar y “dar vida” los santuarios teniendo en cuenta lo que he escrito? - ¿Qué destacarías en el santuario, en la ermita…? - ¿Qué pedirías a los Capellanes del santuario? - ¿Se cuidan los fondos documentales que pudieran tener los Santuarios, las ermitas…? ¿Se ponen a disposición de los investigadores.

5.7. Las peregrinaciones

42 Congregación para el culto Divino: “Directorio sobre la piedad popular y la liturgia”, n. 277.

41

La peregrinación es una manifestación religiosa que está unida

íntimamente a la vida de un santuario y constituye una elevada expresión de piedad. “A pesar de todos los cambio sufridos a lo largo de los siglos, la peregrinación conserva en nuestro tiempo los elementos esenciales que determinan su espiritualidad: dimensión escatológica, penitencial, festiva, cultual, apostólica y de comunión”43.

Desentrañemos estas dimensiones. La peregrinación ha de entenderse desde las raíces más profundas del

hombre: el hombre es un ser en constante y perpetua búsqueda. Juan Pablo II decía a los jóvenes: “la palabra “camino” está muy relacionada con la idea de “búsqueda” (…) ¿Qué buscáis, peregrinos? (…) Esta encrucijada representa la pregunta que el hombre se hace sobre el sentido de su vida, sobre la meta que quiere alcanzar, sobre la razón de su comportamiento”44.

La peregrinación ha de realizarse a la luz de Jesucristo que es “el camino, la verdad y la vida” (Jn. 14, 6). Pablo fue alcanzado por el Señor en el camino a Damasco (Hech 9, 2). Unos discípulos, tristes y decepcionados, fueron alcanzados por Jesucristo resucitado en el camino hacia Emaús (Lc. 24, 13-35). Jesús se muestra vivo a los discípulos que estaban en el cenáculo de Jerusalén (Mc. 16, 14) y se les aparece en el lago Tiberíades (Jn. 21, 1-14). También el Señor sale a nuestro encuentro en el camino de nuestra vida: esponsal, consagrada, sacerdotal, misionera, cofrade…para hablarnos, convertirnos, alimentarnos con su Cuerpo y con su Sangre, para enviarnos a anunciar su Evangelio a todos. La peregrinación ha de vivirse también en comunión con la Iglesia que es un pueblo peregrino: “caminando a través de peligros y de tribulaciones, de tal forma se ve confortada por la fuerza de la gracia de Dios (…) que persevera siendo digna esposa de su Señor” (LG 9). “La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre” (GS 1). Esta misma Iglesia hace camino con la humanidad de tal manera que “los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Jesús. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (GS 1). Por eso, la Iglesia “se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia (GS 1). A la luz de estas enseñanzas conciliares, Juan Pablo II afirmó: “el estilo peregrinante es algo profundamente enraizado en la visión cristiana de la vida y de la Iglesia”45

43 Ib n. 286 44 Juan Pablo II, Mensaje a los jóvenes en el Monte del Gozo, 19-VII-1989 45 Juan Pablo II: Homilía en la Misa celebrada en el Aeropuerto de Lavacolla-Santiago de Compostel.; 9-XI-1982

42

La peregrinación ha de entenderse y hacerse desde la peregrinación interior de la fe. Estoy convencido de que no se puede hacer una adecuada peregrinación a un santuario si antes no hemos hecho la peregrinación de la fe. Recordemos lo que dice el Concilio Vaticano II: “La Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz, en donde, no sin designio divino, se mantuvo de pie…” (LG 58). La peregrinación ha de vivirse también con el corazón abierto a Dios y a los demás. Si hacemos camino juntos, no podemos ir encerrados en nosotros mismos. Si participamos en una misma peregrinación no podemos estar atrapados por nuestros egoísmos. Si caminamos unidos, debemos compartir con los demás la palabra, el amor, la esperanza, la oración….

La peregrinación nos hace descubrir que la vida cristiana es una peregrinación constante en la fe hacia la conversión, hacia Dios. María, mujer creyente y madre de los creyentes, “avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo la unión con su Hijo hasta la cruz” (LG 58). Imitemos a María en su caminar cotidiano en la fe.

La peregrinación es también un momento importante en el que el ser humano puede descubrir su vocación al matrimonio cristiano, a la vida consagrada o al ministerio sacerdotal.

La peregrinación nos recuerda que somos peregrinos por este mundo a la Casa del Padre ya que “no tenemos aquí ciudad permanente, sino que andamos buscando la del futuro” (Heb. 13, 14). Por eso, no nos detengamos en los caminos de la vida ni nos dejemos seducir por los halagos y tentaciones de este mundo que pretenden distraernos de nuestra meta final, que es el Cielo. Ruego a los organizadores de las peregrinaciones que cuiden con esmero la preparación, la motivación religiosa y el desarrollo de la misma, así como la acogida a la llegada al santuario y la vuelta. De este modo, nos daremos cuenta de que la peregrinación tiene un alto valor pastoral

Para la reflexión personal y comunitaria

- ¿Qué significa para ti una peregrinación? - ¿Cómo participas en ella? - ¿Son una catequesis para los que participan en ellas?

5.8. Las procesiones Las procesiones son llamadas “sacramento del pueblo” ya que en

ellas se manifiesta la fe espontánea de las personas que participan cuando

43

tiran flores al paso de la imagen, la tocan con veneración, aplauden, se recogen y oran en silencio sobrecogedor, ofrecen a los niños pequeños, besan las imágenes…En el alma de los penitentes confluyen de diverso modo el acto de fe y la emoción callada, los interrogantes del ser humano ante el misterio de Dios, de la Iglesia y de la vida terrena y eterna, la súplica que se eleva con fuerza al Señor, la oración confiada y la apertura del corazón al Señor y a al Virgen.

Voy a centrar mi atención en las procesiones de Semana Santa por su

importancia. Os ofrezco unas reflexiones que pretenden ser también unas pistas u orientaciones:

* Las “procesiones” de Semana Santa adquieren pleno sentido cuando

se integran en las celebraciones de la liturgia de esos días santos. Las procesiones no fueron ideadas para suplantar a la liturgia, sino para complementarla. Por eso los sacerdotes y los responsables de las mismas han de promover entre los cofrades la participación en la esas celebraciones. Os exhorto, pues, queridos diocesanos, a que participéis plena, consciente y fructuosamente en las celebraciones litúrgicas y a que viváis con fervor las manifestaciones de la religiosidad popular de la Semana Santa. El ideal hacia el que debemos tender es que no se debería participar en procesiones si antes uno no se ha preparado convenientemente durante la Cuaresma, y si no ha participado en las celebraciones litúrgicas donde se hacen presentes los misterios salvadores de la Pasión de Jesucristo que después, de forma plástica, procesionáis por las calles de la ciudad, del pueblo. Si procedéis de esta forma, estamos convencidos de que se podrá superar la mera representación y superficialidad.

* Las procesiones son un acto comunitario. No hay una simple

colectividad amorfa, sino una comunidad pues los que en ella participan profesan una misma fe, comparten una misma condición cristiana, son miembros de la Iglesia de Cristo, tienen una misma devoción religiosa y pertenecen a una misma Cofradía.

* Realizad los desfiles procesionales en silencio contemplativo, meditativo, orante, porque son manifestaciones externas de la fe y un verdadero acto de amor a Jesucristo y a María. Con vuestro comportamiento religioso edificaréis a los demás creyentes, ayudaréis a los alejados a volver al Señor, y a los no creyentes les haréis preguntarse por Dios desde vuestro silencio religioso. Por eso, las procesiones son una forma de apostolado y de catequesis. La honra y el honor que debemos ofrecer a Jesucristo y a su Madre Santísima no están en las flores, en las luces, en los adornos, sino en el esplendor de la fe, en la hermosura de la pureza, en el vigor de la

44

esperanza, en la fuerza de la caridad de los cofrades y de los hermanos, en una palabra, en la santidad de todos nosotros.

* La representación plástica de la Pasión del Señor encuentra su pleno sentido, cuando se vive desde la fe gozosa en la resurrección. En efecto, Dios Padre, resucitó a su Hijo Jesucristo (He 2, 24) que murió en la cruz por nuestros pecados (I Cor 15, 2), lo ha exaltado a su derecha y ha enviado su Espíritu, que permanece para siempre en la Iglesia y habita en nuestros corazones (I Cor 3, 16), ora en nosotros y da testimonio de que somos hijos de Dios (Gál. 4, 6). Por eso, no podemos vivir en plenitud la Semana Santa sin celebrar la Resurrección de Jesucristo. La victoria de Cristo sobre la muerte es ya nuestra victoria. En la resurrección de Cristo encontramos razones para vivir, para amar y para esperar. Nos urge, por tanto celebrar la resurrección y anunciarla a todos en un contexto cultural donde se pierde la esperanza en la Vida Eterna y en la resurrección de los muertos, y no se respeta la vida humana.

* Las procesiones de la Pasión de Cristo han de orientarse a la

celebración de la Vigilia pascual, verdadera culminación de toda la Semana Santa, madre de todas las vigilias, para llegar a Jesucristo. Dentro de la Semana Santa litúrgica hay un momento culminante: la Vigilia Pascual. Es la noche gozosa de la Iglesia, la noche clara como el día. Ninguna tradición particular es tan sagrada, tan densa y tan fecunda como esta celebración de la Iglesia.

Para la reflexión personal y comunitaria - ¿Estás satisfecho de las procesiones tal y como se realizan entre nosotros? - ¿Le falta alguno de los elementos que he presentado antes? - ¿Se insiste más en la organización que en el espíritu con el que se debe vivir las procesiones? - ¿Están siendo nuestras procesiones testimonio de fe para los que las contemplan?

6. Conclusión Al llegar al fin de esta Carta pastoral, deseo ofreceros unas

conclusiones que sinteticen lo que hemos escrito y puedan servirnos de guía para la renovación de la religiosidad popular:

1. Mantengamos el carácter religioso de la piedad popular. No

vaciemos de trascendencia la religiosidad popular porque entonces se

45

reduciría a mera manifestación cultural y popular. Renovando las Cofradías y las Hermandades, conjuraremos el peligro de reducir las Cofradías a sucursales de las Agencias de Turismo o a Museos arqueológicos de objetos y costumbres más o menos entrañables. Por eso hay que huir de una consideración puramente folklórica (interés histórico/cultural) de las manifestaciones religiosas.

2. Afirmemos la clara confesionalidad religiosa y cristiana de las

distintas manifestaciones de la religiosidad popular. De otra forma caeríamos en una ambigüedad que terminaría por difuminar la religiosidad popular. Ninguna cofradía es una “asociación civil”, porque su origen es religioso y su fin es enteramente religioso.

3. Las Cofradías y Hermandades son verdaderas comunidades de

personas que comparten su fe, comparten la plegaria y el culto a Dios, analizan a la luz del Evangelio su manera de seguir a Jesucristo en los compromisos de vida que cada uno tiene. Tienen, pues, varias dimensiones que hemos de respetar, promover y potenciar: fraterna, eclesial, catequética, misionera y caritativa.

4. Valoremos las manifestaciones religiosas de nuestros pueblos y

ciudades como expresión de la fe y veamos en ellas una forma inculturizada de la fe. Determinadas manifestaciones religiosas llegan a expresar simbólicamente la identidad de una región; incluso, llegan a ser emblemáticas de una ciudad. “Si bien el Evangelio es independiente de todas las culturas, es capaz de impregnarlas todas sin someterse a ninguna”46. En este sentido hemos de evitar un puritanismo doctrinal que renunciaría a la inculturación de la fe. Donde estas manifestaciones han desaparecido, la fe pierde, en gran medida, su resonancia pública.

5. Preservemos estas manifestaciones religiosas de cualquier

deformación que las empobrecería e, incluso, les haría perder su significado auténticamente religioso. Ninguna Cofradía debe confundirse con una asociación civil de carácter cultural o folklórico.

6. Integramos las manifestaciones de la religiosidad popular, bien

discernidas, en la Pastoral de la Parroquia y de la Diócesis. De este modo mantenemos la comunión eclesial. Ser miembro de una Cofradía o de una Hermandad es algo mucho más que cotizar o colaborar en las actividades propias, ya que implica participar de forma viva y real en la vida y misión de la Iglesia.

46 Congregación para la Doctrina de la fe, “Nota acerca de algunos aspectos de la evangelización”, n. 6.

46

7. Vivamos la religiosidad popular unida a la liturgia de la Iglesia en

la que encuentra sentido espiritual y fecundidad apostólica. Por eso, la piedad popular y la celebración litúrgica no son incompatibles. El Misterio de Jesucristo que se anuncia por medio de la predicación se hace presente de forma sacramental en la liturgia. El Misterio Pascual que se celebra en la Eucaristía se hace visible de forma plástica en las manifestaciones de la religiosidad popular. Si la celebración litúrgica es el memorial que hace presente el Misterio del Señor (anámnesis), las manifestaciones populares están llamadas a ser la prolongación contemplativa y pública de este mismo misterio desde la dramatización de los acontecimientos salvíficos (mimesis). 8. La religiosidad popular no sólo es objeto de evangelización y de renovación, sino también es una forma evangelizadora del cofrade, del hermano dado que contiene en sí misma encarnada la Palabra de Dios. 9. Promovamos una religiosidad popular que nos lleve a asumir el compromiso al servicio de la vida y de la paz, de la justicia y de la verdad, del amor y de la esperanza. Los sacerdotes deben por tanto ayudar a los cofrades y a los hermanos a comprometerse al servicio de los necesitados.

10. Evitemos que ningún grupo político, cultural, se apropie de la religiosidad popular.

11. Cuidemos profundizar la religiosidad popular con la oración, la reflexión, la celebración de los sacramentos, el compromiso al servicio de los pobres. Si el signo de los cristianos es el amor mutuo, las Cofradías que son instituciones cristianas deben acreditarse como tales mediante el ejercicio activo de la caridad, del amor, de la ayuda al necesitado, al pobre…

12. Prestemos la atención pastoral debida a las Cofradías y

Hermandades, sean penitenciales, sacramentales, marianas o de otro tipo. Os confío esta Carta con el verdadero deseo de que el Espíritu Santo

la haga útil para renovar la religiosidad popular y sus formas concretas en las que se expresa. Os ruego que la leáis y meditéis cada uno en la oración. Os invito a que la estudiéis en grupo. Espero que las preguntas que he puesto al finalizar cada uno de los temas más significativos os ayuden en vuestra reflexión orante.

47

7. Oración del Cofrade

Dios Todopoderoso y Eterno, aquí estamos los hermanos cofrades

de las hermandades y cofradías de Coria-Cáceres, con el deseo de ilustrar nuestra fe,

aprender a celebrarla y testimoniarla, y establecer vínculos de unión entre nosotros. Que el amplio y prometedor campo pastoral

de las Hermandades y Cofradías, sea en nuestra Diócesis,

con nuestro esfuerzo y ejemplo, cauce eficaz para evangelizar a nuestros pueblos.

Pedimos para ello la ayuda de María, la Madre que tanto queremos y festejamos

y a la que están dedicadas, con diferentes advocaciones,

muchas de nuestras Hermandades y Cofradías. Y pedimos también la intercesión

de todos los santos Titulares, de nuestras Cofradías y Hermandades.

Por Jesucristo tú Hijo que contigo vive y reina, en la unidad del Espíritu Santo

por los siglos de los siglos. Amén. Cáceres, 17 de febrero 2010, miércoles de ceniza + Francisco Cerro Chaves Obispo de Coria-Cáceres

APÉNDICE

48

Hermandades y Cofradías de la Diócesis de Coria-Cáceres, cauces idóneos para vivir la religiosidad popular HERMANDADES y COFRADÍAS MARIANAS En Alcántara: Cofradía de Nª. Sra. de los Hítos. En Ceclavín: Cofradía Nª. Sra. del Encinar. En Garrovillas: Cofradía de Nª. Sra. de Altagracia. En Arroyo de la Luz: Cofradía de Nª. Sra. de la Luz. En Aliseda: Cofradía de Nª. Sra. del Campo. En Casar de Cáceres: Cofradía de la Stma. Virgen del Prado y Hermandad de Nª. Sra. de la Encarnación. En Cáceres: Cofradía Nª. Sra. de la Montaña, Cofradía Nª. Sra. de Fátima y Hermandad Nª. Sra. de Guadalupe. En Coria: Cofradía Nª: Sra. de Argeme. En Cañaveral: Cofradía Nª. Sra. de Cabezón. En Moraleja: Cofradía de Nª. Sra. de la Vega. En Torrejoncillo: Festejo a la Inmaculada, Cofradía de la Virgen del Carmen. En Montánchez: Cofradía de la Virgen del Castillo. En Almoharín: Cofradía de la Stma. Virgen de Sopetrán. En Valdefuentes: Cofradía de la Stma. Virgen de Bienvenida. En Galisteo: Cofradía de la Stma. Virgen del Carmen. En Cilleros: Cofradía de Nª. Sra. de Navelonga. En Gata: Cofradía de la Stma. Virgen del Puerto. En Perales del Puerto: Cofradía de la Stma. Virgen de la Peña. En Torre de Don Miguel: Cofradía de la Stma. Virgen de Bienvenida. En Valencia de Alcántara: Cofradía de la Stma. Virgen de los Remedios. COFRADÍAS DEL CORAZÓN DE JESÚS En Holguera, Galisteo, Villanueva de la Sierra y Descargamaría . COFRADÍAS SACRAMENTALES En Villamiel: Cofradía del Stmo. Sacramento. En Casar de Cáceres: Cofradía del Santísimo. En Cáceres: Cofradía Sacramental Eucarística de la Sagrada Cena y Nª. Sra. del Sagrario. En la Moheda de Gata: Cofradía del Stmo. Sacramento. HERMANDADES Y COFRADÍAS PENITENCIALES En Alcántara: Cofradía del Santo Sepulcro. En Garrovillas: Cofradía de la Soledad y Santo Entierro, Cofradía del Señor con la Cruz a Cuestas. En Arroyo de la Luz: Cofradía de la Vera Cruz. En Casar de Cáceres:

49

Cofradía de la Vera Cruz. En Malpartida de Cáceres: Hermandad de Alabarderos y Guardadores de Ntro. Señor, Hermandad de Nª. Sra. de las Angustias, Cofradía de Nº. Padre Jesús Nazareno, Hermandad de la Virgen de la Soledad. En Aldea del Cano: Hermandad Penitencial del Stmo. Cristo de la Vida. En Sierra de Fuentes: Cofradía del Stmo. Cristo del Risco. En Cáceres: Hermandad del Stmo. Cristo del Amor, Cofradía del Stmo. Cristo del Humilladero, Cofradía del Nazareno, Cofradía de los Ramos, Cofradía de la Soledad y Santo Entierro, Hermandad del Stmo. Cristo del Amparo, Cofradía de la Santa y Vera Cruz, Cofradía del Cristo de la Expiración, Cofradía del Calvario, Hermandad del Stmo. Cristo de las Batallas, Cofradía del Cristo Negro, Cofradía de Ntro. Padre Jesús de la Humildad, Cofradía de Ntro. Padre Jesús de la Salud, Cofradía del Cristo de la Victoria, Nª. Sra. del Rosario y San Juan Macías. En Coria: Cofradía de la Santa y Vera Cruz, Cofradía del Cristo de la Salud, Cofradía de María Santísima del Amor Hermoso, Cofradía del Cristo de los Afligidos. En Holguera: Cofradía de Jesús Nazareno. En Moraleja: Cofradía del Cristo del Humilladero. En Torrejoncillo: Cofradía de Jesús Nazareno. En Pescueza: Hermandad de Semana Santa. En Calzadilla: Cofradía del Stmo. Cristo de la Agonía. En Ahigal: Cofradía de la Vera Cruz. En Santibáñez el Bajo: Cofradía del Stmo. Cristo de la Paz. En Caminomorisco: Hermandad del Stmo. Cristo del Camino. En Las Mestas: Cofradía del Stmo. Cristo de la Agonía. En Riomalo de Abajo: Cofradía de la Virgen de los Dolores. En Montánchez: Cofradía de la Virgen de los Dolores, Cofradía de Nª. Sra. de la Soledad, Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno. En Alcuescar: Cofradía de Nª. Sra. de los Dolores, Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno. En Almoharín: Cofradía del Cristo de la Humildad. En Torremocha: Hermandad del Stmo. Cristo del Humilladero. En Zarza de Montánchez: Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno y María Stma. de los Dolores. En Montehermoso: Cofradía del Stmo. Cristo de los Remedios. En Galisteo: Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno. En Villanueva de la Sierra: Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno, Cofradía del Stmo. Cristo de la Salud, Cofradía de la Virgen de los Dolores. En Acebo: Cofradía del Cordero Bendito y Virgen de los Dolores. En Cilleros: Cofradía Jesús Nazareno y Virgen de los Dolores. En Gata: Cofradía de la Santa y Vera Cruz, Cofradía de la Stma. Virgen de los Dolores. En Descargamaría: Cofradía del Santo Cordero y del Santo Cristo. En Valencia de Alcántara: Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno, Cofradía de Nª. Sra. de la Soledad, Cofradía del Stmo. Cristo de la Encarnación. En Valverde del Fresno: Hermandad de la Vera Cruz. En Villasbuena de Gata: Hermandad de la Santa y Vera Cruz. En Villamiel: Cofradía del Cristo Negro. HERMANDADES Y COFRADÍAS DE SANTOS

50

En Garrovillas: Cofradía de San Antonio Abad, Cofradía de San Blas. En Navas del Madroño: Cofradía de Santo Domingo de Guzmán. En Arroyo de la Luz: Hermandad de San Cristóbal, Cofradía de San Antonio, Cofradía de Santa Rita. En Casar de Cáceres: Hermandad de San Benito y San Blas. En Cáceres: Hermandad de San Pedro de Alcántara. En Coria: Cofradía de San Cristóbal. En Cañaveral: Cofradía de San Benito. En Moraleja: Cofradía de San Blas, Cofradía de San Cristóbal. En Pescueza: Hermandad de San Marcos. En Montánchez: Cofradía de San Antonio de Padua. En Alcuescar: Hermandad de San Pedro de Alcántara. En Almoharín: Cofradía de Santa Magdalena. En Galisteo: Cofradía de amigos de San Isidro. En Gata: Cofradía del Bendito San Blas. En Valverde del Fresno: Hermandad de San Cristóbal.