seman, pablo. la religiosidad popular

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    P A B L O S E M N

    L A R E L I G I O S I D A D

    P O P U L A RC R E E N C I A S Y V I D A C O T I D I A N A

    C L A V E S P A R A T O D O SC O L E C C I N D I R IG I D A P OR J O S N U N

    J I CAPITAL INTELECTUAL

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    3/46

    Director general

    Director de la coleccin

    Editor jefe

    EdicinCoordinacin

    CorreccinDireccin de arte

    Diseo de cubiertas e interior

    Diagramacin

    Ilustracin

    Produccin

    Ariel Granica

    Jos Nun

    Jorge Sigal

    Luis Gruss

    Cecilia Rodrguez

    Alfredo CortsMartn Marotta

    Hernn de la Fuente

    Vernica Feinmann

    Miguel Rep

    Nstor Mazzi

    Derechos exclusivos de la edicin en castellano reservados para todo el mund o: 20 04, Pablo Se mn 2 004, Capital Intel ectual

    Francisco Acua de Figueroa 459 (1180) Buenos Aires, ArgentinaE-mail: [email protected] Telfono: (+54 11) 4866-1881

    1 Edicin: 8.500 ejemplaresImpreso en Sociedad Impresora Americana S. A., Lavardn 157, Cap. Fed., endiciembre de 2004. Distribuye en Cap. Fed. y GBA: Vaccaro, Snchez y Ca. S.A.Distribuye en interior y exterior: D.I.S.A. Queda hecho el depsito que prevla ley 11.723. Impreso en Argentina. Todos los derechos reservados. Ningunaparte de esta publicacin puede ser reproducida sin permiso escrito del editor.

    m CAPITAL INTELECTUALPRODUCE:TXT, Revista Textual Le Monde diplomatique, Edicin Cono Sur MLQTD, Miralo que te digo Fem, femenina y singular Mira Quin Vino, Vinos y Gastronomi

    306 Semn, PabloCDD La religiosidad popular - 1a ed - Buenos Aires

    Capital Intelectual, 200496 p.; 22x14 cm. - (Claves para todos: 20)ISBN 987-1181-13-21. Cultura I. Ttulo

    NDI CE

    introduccin

    Primera parteInstituciones de la fe 19

    1. Escenario barria l 19

    2. La perspectiva religiosa: una forma de ver el mund o 263. El homb re segn los curanderos 32

    Segunda parte "

    El pentecostalismo hoy1 i 39La experiencia del bautismo

    " 44Tercera parte

    El desarrollo del catolicis mo en el barrio

    Cuarta parte

    Dioses en la calle 59

    1. Las conversiones 59

    2. Artes de pastora 63

    3. Los dones personales 67

    4. El pentecostalismo y el sentido com n del barrio 705. El catolicismo visto de cerca 73

    Quinta parte ' 'Conclusiones

    _ _ _ _ _ 87El autor

    93

    mailto:[email protected]:[email protected]
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    I N T R O D U C C I N

    El notable crecimiento de las religiones evanglicas, la fuerza que

    cobran dentro del catolicismo las opciones que promueven curas

    y soluciones a los problema s cotidianos de los fieles -ent re otros

    fenmenos similares y verificables- han estimulado la curiosidad

    del pblico , del per iodism o y de las ciencias sociales por el tema

    de la religiosidad popular.

    Este libro nace justamente de un trabajo de invest igacin queintenta responder a preguntas que se originan en esa inquietud.

    Los interrogantes se acumula n crecientemente en este terreno.

    Por qu y cmo se propagan los grupos evangl icos en Ar-

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 9

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    (gentina? Qu ocurre entre los catlicos frente a esa expansin?

    Por qu aum enta el p redicam ento de los curas sanadores, de

    os santos populares y de todo tipo de rituales alternativos a la

    'turgia tradicional?

    Mientras investigaba estos temas fui aprendiendo que esta

    densidad de la actividad religiosa no debe necesariamente ser

    jo ns id er ad a un fe n me no ex tr ao rd in ar io . De hecho, as c om o h ay

    condiciones culturales para el desarrol lo de determina dos fen

    menos religiosos, tambin hay condiciones que hacen surgir, en

    ciertos grupos sociales, el repudio, el asombro y las dudas ante

    los fenmeno s rel igiosos que describiremos.

    No es casual que al finalizar esta investigacin hayan apare

    cido ante m renovadas dudas relacionadas con el mismo tem a.

    Cmo explicarle a la gente que la experiencia religiosa popular,

    y su aparente intensificacin contempornea, no tiene nada de

    asombroso? Cmo demostrar que esas prcticas tienen bases

    muy sl idas y de larga data en la vida cotidiana de amplios

    grupos sociales?Finalmente decid que la mejor forma de realizar este trabajo

    sera describir las diversas escenas y situaciones en las que se de

    sarrollan las creencias populares. De ese modo aportara elementos

    bsicos com o para com prend er el lugar de la experiencia religiosa

    entre los pueblos y para elaborar crt icamente el asombro que

    suelen generar en ciertos sectores de la opinin pblica esas expe

    riencias. En esta descripcin, y en una consecuente convocatoria a

    la reflexin crtica, consiste el presente trabajo.

    Tomando los datos de una investigacin realizada en el Gran

    Buenos Aires durante la segunda mitad de la dcada del '90, in

    tentar describir cmo se desarrol lan las diversas al ternativas

    religiosas. A partir de ah propongo una interpretacin que subraya

    algunos aspectos fundame ntales, no siempre considerados a la

    hora de examinar estos asuntos.

    PABLO SEMN

    10

    Cules son los trazos que me dispongo a remarcar? Me re

    fiero, en p rime r lugar, a la extensa y pocas veces observ ada pre

    sencia de una ideologa que afirma a priori la conexin entre lo

    sagrado y lo mundano, indago, asimismo, en la formacin de

    identidades que se definen ms all de las aspiraciones de con

    trol y de las ideologas adoptadas por las diversas iglesias.Por qu suelen ignorarse rasgos tan evidentes? Supongo que

    tal ignorancia se debe a que, en general, se desconoce el peso

    de los prejuicios qu e a veces se establecen entre las ciencias so

    ciales y la experiencia popular contempornea.

    Para comprender esta interpretacin comencemos por ex

    plorar algunas cuestiones bsicas. Un primer acercamiento a laexper ienc ia rel ig iosa de los sectores populares en el Gran

    Buenos Aires puede surgir a partir de una encuesta realizada enuna localidad del Conurbano Bonaerense, hacia fines de la dcada del '90. En ella se observa que, en el total de la muestra,

    los catlicos representaban el 77 por ciento, los evanglicos el10 por ciento y no practicaban rel igin alguna el 10 por ciento

    de los encuestados .

    Lo curioso es que cuando se considera especficamente a lossectores de bajos ingresos las cifras se modifican notablemente.El nmero de catlicos disminua al 69 por ciento, aumentaba elde evanglicos al 22 por ciento y los que no practicaban religiones constituan apenas el 6 por ciento. (Recordemos q ue entre lossectores de altos ingresos este ltimo porcentaje alcanzaba el 15por ciento.)

    Hagamos un breve anlisis inicial que nos permita plantear

    ms precisa y justi f icadame nte el conjunto de fe nme nos a los

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR11

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    que nos refer i remos en las pginas s iguientes. En compara

    cin con otros grupos sociales, la diferencia de los sectores po

    pulares en cuanto a la distribucin y la experiencia religiosa no slo

    radica en lo que mucho s podran haber intuido: la considerable

    presencia de la religin evanglica en el mundo popular.

    El tema se vincula tambin con la escasa o nula indiferencia

    religiosa, un verdadero prejuicio a favor de lo religioso, un fenmen o que habla de una situacin general previa a la fuerte presen

    cia evanglica en esos mbitos. Pero adems es preciso subrayar

    que en relacin a datos como los citados, la curiosidad pblica y

    cientfica ha sido sesgada.

    LOS FENMENOS REUGIOSOS Y LOS PREJUICIOS ANTIRRELIGIOSOS

    Con el paso del tie mpo se acentu la necesidad de explicar el cre

    cimie nto de las iglesias evanglicas. Se apel para ello a factores

    tales como una conspiraci n imperial , o bien se la vio como un

    reflejo automtico del crecimiento de la pobreza, ignorndose, de

    ese modo, cunto influye la cultura preexistente en la expansin

    de las distintas variantes religiosas.

    Se tom como cierto as, y de manera implcita, un falso co

    nocimiento de las cosas. Es como si se diera por indiscutible el he

    cho de que no hay nada que explicar en cuanto a la pertenencia

    catlica de la ma yora de la gen te y sobre cules son las experien

    cias reales de los fieles. Nuestras conside raciones, entonces, creo

    que ayudarn a plantear los trminos del problema de la religio

    sidad pop ular. Porque , conviene aclarar de entrada, no se trata de

    una cuestin que se pueda abordar estudiando, de manera exclu-

    yente, una u otra religin en particular.

    Resul ta impresc indible, por el contrar io, tener en cuenta

    que ese prejuicio a favor de lo religioso que referimos arriba hace

    que en los sectores populares casi no haya indiferencia frente a

    las ms diversas posibilidades de lo sagrado.

    12

    PABLO SEMN

    La exposicin que sigue avanza por este camino y apunta ados conclusiones que considero bsicas en este anlisis. La pri

    mera de ellas es que la religiosidad de los sectores populares seejerce en un campo plural de instituciones que va ms all de las

    iglesias catlica y evanglica. Este ejercicio implica lo que denomino una visin cosmolgica del mundo, una nocin generalmente

    ignorada en funcin de los supuestos culturales que fundamentanlos anlisis tradicionales.

    A esa visin cosmolgica se deben tanto la aparicin de prcticas catlicas insospechadas, o supuestamen te en retirada, co mo

    el crecimiento de los grupos evanglicos. As, esta primera conclusin tendr un aspecto complementario que subraya, a pesarde la presencia de grandes iglesias que representan tradiciones

    de amplia di fusin mundial y larga duracin histrica, cuntodeben las experiencias religiosas populares a la produccin y al

    poder de los age ntes locales.

    La segunda conclusin import ante es que resulta necesario

    desarrollar una sensibilidad diferente al afrontar el fenmeno dela rel igiosidad popular. Comprender esta necesidad y aceptar

    la forma en que pretendo llegar a ella exigen considerar el esti

    lo de exposicin y el mto do de investigacin que ado pt.

    Me propongo algo aparentemente simple, pero lleno de consecuencias: contar historias y situaciones que pude registrar enuna zona puntual del Gran Buenos Aires. Primero me referira las instituciones religiosas de ese lugar y a su historia. Luego describir las experiencias de las personas que abord paraque se entienda mejor cmo se elabora una preferencia religiosa y, tambin, para establecer qu es lo que podemos concluir

    de las formas de religiosidad imperantes en calles y barrios denuestro pas.

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR13

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    La religin es una cuestin de prcticas en las cuales las ideas se

    revelan. Quiero decir: no me limito en este libro a registrar meros

    enunciado s verbales sino, fundame ntalm ente, a anal izar creen

    cias reales.

    Slo siguiendo de cerca las prcticas motivadas por la fe

    puede entenderse a fon do qu significa la adhesin a un credo

    religioso. Este proceso requiere tiempo, paciencia y cierta capacidad de acompaar la vida de los creyentes en tiempo real. En

    este sentido es preciso que el lector sepa que las historias que

    expongo no son reconstrucciones o memorias, a la manera de

    los testimonios recogidos por la historial oral, sino el resultado

    del seguimiento de las experiencias concretas de algunos suje

    tos (aunque, obviamente los nombres y lugares reales han sido

    convenientemente sustituidos para protejer el anonimato de cada

    uno de mis informantes)

    Hay una razn adicional por la que este tipo de datos y relatos

    resultan necesarios. Sucede que una parte importa nte de las cien

    cias sociales (para no hablar del sentido comn de nuestra poca)

    est comprometida con proyectos que combaten los efectos del

    oscurantismo religioso y de las mltiples formas en que ste suele

    estar ligado a la desigualdad social.

    Por eso mism o a determinad os sectores de la opinin pbl i

    ca, generalmente identi f icados con el progresismo, les resulta

    difcil percibir en la religiosidad popular algo que no sea nega

    tivo, anormal, digno de ser combatido. No hace falta aclarar que

    como sujeto social comparto en lo esencial el espritu igualitarioy antioscurantista.

    Pero como analista no puedo dejar de sealar que en much as

    ocasiones se ha confundido indebidamente la accin con el anl isis. Y que as se ha consumado un imperdonable ejercicio de

    impugnacin de la religiosidad popular. Y se lo hizo, adems, sin

    tener en cuenta los datos de la realidad.

    14

    PABLO SEMN

    Ms aun: la crtica virulenta de la religiosidad popu lar en no mi n e do un espritu progresista, y de sus consecuencias institucionales, contr ibu ye indirectamen te a fortalecer las desigualdadesque se denuncian.

    En otros momen tos, asimism o, se ha ensalzado la religiosidad

    popular ensayando un gesto populista-o de rebelda iconoclasta-

    ju st am en te al l do nd e se hab a ej er ci do una espe cie de ar ro ga ncia iluminista. Lo que pien so al respecto es lo siguiente: si el progresismo ilustrado desconoce negando, el gesto romntico acabaignorando la real idad e imaginando a un pueblo "perfecto", sin

    omociones, sin dolores, sin creencias, sin dudas.

    En ese marco mi estrategia de exposicin, casi anecdtica,pretende restituirle al lector el campo de las experiencias religiosas populares tal como es, antes de su captura en la red de conceptos mezclados con prejuicios. De esa forma la sensibilizacinque estimo necesaria estar siendo generada por el relato antesque por los conceptos que, inexorablemente, capitalizarn luegoesa sensibilidad.

    Quiero hacer, finalmente, una observacin adicional en relacin

    al alcance de este estudio. Un segu imient o tan detallado de algu

    nas experiencias limita el nmero de casos que un solo investigador

    puede abarcar. Cules son las garantas de que los anlisis de da

    tos tomados de un barrio determinado hablen tambin de otras

    zonas del Gran Buenos Aires? Cmo saber si las conclusiones

    que infiero de un estudio de campo son vlidas para el conjunto

    de los sectores populares y de una forma confiable?

    Advierto, entonces, que este libro contiene en forma implcita

    el anlisis, el contraste y la debida comparacin con otros estudios

    que profundizaron menos pero que abarcaron ms. Puedo asegurar que la vida religiosa registrada en el Barrio Libertad (que de l

    se trata) se asemeja en mucho a lo que sucede en otros barrios

    populares del Gran Buenos Aires y de varias ciudades y pueblos

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR15

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    de este pas. Y, de acuerdo a ello, he efectuado una seleccin: los

    datos que estoy exponiendo en este trabajo son aquellos que se

    corresponden con esa realidad ms general a la que acceda travs

    del conocimiento producido y acumulado previamente.

    SECTAS Y OPININ PBLICA

    Una parte del conocimiento acumulado en el tema de las creencias

    populares remite directamente al tema de las sectas. En los aos '80, en

    algunos locales que antes haban sido cines o teatros, aparecieron en la

    Capital Federal los primeros grandes templos pentecostales.

    Al mismo tiempo tambin se hacan visibles algunos movimientos

    religiosos no tradicionales de las clases medias. La reaccin inicial de

    la opinin pblica y cientfica fue obviamente contraria a esos grupos.

    Enseguida aparecieron los rtulos: "sectas peligrosas", "agencias del

    imperialismo", "lavado de cerebros" eran las acusaciones y temores

    ms difundidos.

    Los primeros pasos de las ciencias sociales en relacin a estos temas

    arrancan de un punto de partida algo ms slido. Se ha llamado la aten

    cin sobre el error inicial de los puntos de vista citados. Se ha mostrado,

    por ejemplo, en qu grado los grupos "invasores" eran locales y en qu

    medida promueven creencias que ya estn presentes en la sociedad. Y

    cabe aadir que para su desarrollo no resulta necesaria ninguna pre

    sin extraordinaria o lavado de cerebro.

    Los estudios realizados hasta ahora muestran y demuestran que los

    rotuladores y perseguidores de sectas tienen ms prejuicios que cono

    cimientos reales sobre el tema. Y que es necesario superar las etiquetas

    y estudiar el desarrollo fctico de esos grupos.

    Tambin es necesario subrayar que los medios han hecho y hacen

    manifiesto un rasgo de intolerancia toda vez que hablan de sectas. Eso

    es parte del contexto general que preside el acercamiento cognitivo a las

    identidades religiosas. Hay un evidente prejuicio antirreligioso, segn el

    16 PABLO SEMN

    cual lod, expresin de fervoren M c .

    A'^'luesehaCe,'^'OSm^clecornu iescfn.

    ser evanglico. S B r q u e ' en odocaso, siempre es peor

    RELIGIOSIDAD POPULAR

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    P R I M E R A P A R T E

    I N S T I T U C I O N E S D E L A F E

    1. ESCENARIO BARRIAL

    Partiendo del obelisco de la Ciudad de Buenos Aires son necesa-

    lios diez minutos de subte, treinta de tren y media hora ms de

    mnibus para l legar a Barrio Libertad, si tuado en el sur de la

    provincia. El lugar es muy representativo del Gran Buenos Aires,

    on especial del segundo cordn industrial. Compone una zona en

    la cual se combinan el despliegue tardo y limitado de la indu stria

    lizacin volcada al mercado interno, con el proceso de desindus-Irializacin y exclusin que tuvo sus primeras expresiones a partir

    do los aos '70 y se profundiz en la dcada del '90 .

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 19

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    Este barrio se pobl originariamente alrededor de los aos

    '30, con el arribo de las ltimas olas de inmig rantes italianos y con

    el desplazamiento de familias que venan de los ncleos ms po

    blados del Conurbano para aprovechar la disponibi l idad de te

    rrenos baratos. Poco despus llegaron familias que provenan del

    interior del pas y de naciones limtrofes, principalmente de Pa

    raguay y Bolivia y, en un grado menor, de Chile y Uruguay.Los migrantes del interior (venidos de pases prximos y de

    distintas regiones de Argentina) fueron afincndose en etapas

    sucesivas. Por este motivo es que existen en el barrio familias

    extondidas en tres generaciones y otras que se radicaron al l

    muy rec ientemente.

    I I loteo

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    mos tener una primera impresin del lugar que ocupa la religin

    en el sistema de referencias simblicas de los habitantes del barrio.

    En la primera casa vive Marta, una mujer de 45 aos, casada

    desde hace ms de 20 con Antonio, su actual compaero. Marta

    tiene seis hijos y trabaja limpiando casas por hora mientras su ma

    rido se desempea como empleado en la Municipalidad local.

    La mujer es catlica pero no va a la iglesia desde hace algunos aos. Los conflictos permanentes que ha tenido con el grupo

    de personas ms influyentes de la capilla del barrio la hicieron can

    sarse y alejarse del templo. Esa situacin no le ha impedido ser

    una activa practicante de su fe: en su casa y a la hora de la cena

    reza en voz mu y baja sus oraciones, en las que natu ralment e pide

    poi el bien de su familia. Tambin se dedic a animar a los veci

    nos de la cuadra para que asistieran a la celebracin de la Semana

    de la Virgen de Itat.En este caso fue ron nueve das de oracin en los que se rog

    por las familias del barrio, por el emple o de los maridos y el inme

    diato retiro de los narcotrafcantes que viven en las proximidades.Junto con otras mujeres, Marta pidi prestado el saln del club

    de ftbol vecino y form un grupo que oraba por estos objeti

    vos. Y hasta consig ui hacer que el cura fuera a be ndecir la ima

    gen de la Virgen que fue instalada en un improvisado altar, situado

    entre el televisor, las botellas de cerveza y la mesa de pool.

    La tradicin catlica en el Gran Buenos Aires no se limita a la

    mera declaracin de una fe heredada. Tampoco a la prctica es

    paciada y desganada de los sacramentos. Marta es uno de los tan

    tos casos de personas que m uestran q ue la fe catlica, a pesar de

    la tendencia al distanciamiento que evidencia una parte de la po

    blacin, tiene soportes activos que contribuyen a su reelaboraciny que la ponen en circulacin bajo nuevas formas.

    En la casa vecina a la de Marta vive Quito, un hombre de apro

    ximadamente 50 aos de edad, que al parecer domina ciertos po-

    22

    PABLO SEMN

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    glla dice que la s sanaciones que hacen los curanderos son de

    teme'' porque invocan fuerzas demonacas; por eso se ha dedi

    cado a cons eguir q U e | o s curanderos del barrio se conviertan a su

    nueva fe. Mabel supone que el barrio se ha liberado de demonios

    desde Que Zulema , |a

    curandera que vive frente a su casa, ha aceptado a Cristo y dej de ejercer las artes de la hechicera.

    Ivle animo a decir que, en parte, la actitud de Mabel se funda

    en una ilusin. No me refiero con esto a su fe en las curaciones.

    Aludo sobre todo a |a supuesta "extincin de los demoni os" y a

    su visin pa rticular rJe las prcticas de cur and eris mo.

    En rigor, lo que Mabel interpreta como un gesto favorable a

    su fe ha s i d o a P e r , as un gesto cordial de Zulema, quien sigue recibiendo a n i n o s Para curarlos del empacho y prefiere no discutir

    ms con Mabel sobre presuntos demonios y otros insondablesmj st e rios. Adems, | 0 s demo nios a los que ella persigue seguiran

    vivos de cualq uier forma .

    IVluy cerca de las mujeres que curan la culebrilla e interpretan

    el sueo vive un hombre al que apodan El Nene. Se trata de un ser

    Verdaderamente muitifactico: atiende sus negocio s y mltiple s

    actividades en un cuarto atiborrado de imgenes de la Virgen de

    Itat. A l l n o s 0 ' ' re quieren los conocidos y vecinos; tambin es

    tn los Que creen en sus virtudes de rezador y, en especial, los que

    le solicitan su especialidad, que co nsiste fund ame ntalm ente en la

    "limpieza" de casas supuesta mente e mbruja das.

    Vlarta, Stella, Mabel, El Nene, Quito y tantos otros no son fisuras extraordinarias en el Barrio Libertad. Es cierto que exis

    ten personas all q ue

    podr an def ini rse como ateas por suPrctica o por su rechazo a las creencias religiosas en general.'Vo tambin es verd a rj qu e la ge nt e al ud id a es muy re pr es en tativa de las posiciones tpicas que tienen muchos de los habitantes del lugar en cuanto a la fe, vista y considerada en todasss variantes.

    24

    PABLO SEMN

    Qu es lo que se puede conclu ir, hasta aqu, a partir de lo que

    he contado de ellos y de sus prcticas religiosas? Es obvio que pa

    ra todas estas personas Dios y las fuerzas sobrenaturales cue ntan

    (y mucho) a la hora de solucionar los ms diversos problemas

    de la vida cotidiana.Esta recurrente presencia de lo sagrado, que es ciertamente

    densa, puede examinarse al menos de dos maneras complemen

    tarias. De un lado la prctica de la liturgia (en todas sus varia

    bles) es una constante en casi todos los casos: ms all de las di

    versas formas que adopta esa prctica, los vecinos se relacionan

    con entidades sobrenaturales y, a partir de esos vnculos sutiles,

    perciben los problemas de sus vidas y piensan largamente so

    bre una temtica muy amplia.

    Por otra parte esa misma sacralidad parece constituir una es

    pecie de cuestin pblica respecto de la cual entran en disputa di

    versas concepciones del mundo. Est en juego definir mejor quson exactamente esas fuerzas o entidades sobrenaturales y la bs

    queda permanente de la forma ms til de movilizarlas en funcin

    de solucionar una vasta problemtica que para nada est ajena a

    las urgencias de cada da.

    Si, por un lado, la referencia a lo sagrado unifica a las perso

    nas, por otro, conforma un tema de di ferenciacin, oposicin y

    disputa constante entre los vecinos. Stella, por ejemplo, siente que

    Cristo ha llenado el vaco de su vida. Y ve a los dems, es decir, a

    quienes no tomaron ese camino, como carentes de la tranquilidad

    que ella ha logrado de ese modo. La mujer querra que todos en

    tendieran que la salvacin y el bienestar pasan exclusivamente

    por esa experiencia.

    Mabel, a su vez, est empea da en desterrar a los curanderos.

    Y stos en hacer que el Espritu Santo remueva el mal de los cuer

    pos de los nios. Marta, por su parte, est convencida de que la

    solidaridad cristiana es el remedio para todos los males de las per-

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 25

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    sonas que, como ella, atraviesan por dificultades cotidianas, cl

    sicas en el mbito de una familia trabajadora.

    2. LA PERSPECTIVA RELIGIOSA: UNA FORMA DE VER EL MUNDO

    En el Barrio Libertad nadie permanece impvido ni desinteresado

    ante lo que es la religin. Tampoco frente a todo lo que ella abar

    ca o al considerar la forma diversa en que lo hace. Cada uno de

    los vecinos que me ncion hasta ahora tiene su propia visin de lo

    que es Dios, de cmo se llega a l, de qu cuestiones tienen o no

    que ver con su alta investidura.

    La constante universal de la religiosidad se diversifica y, en su

    riqueza, da a luz a un orden de realidad que no se asimila a las

    categoras con que los estudiosos operan habitualme nte. Hay una

    salud que no tiene que ver con mdicos, hay situaciones emocio

    nales que no se llevan ni se resuelven con psiclogos, hay cere

    monias que se ejercen por fuera del espacio controlado por la

    Iglesia Catlica, in stitucin que hasta ho y tena el supuesto y ex

    cluyeme monopolio de la actividad religiosa.

    En las disputas a travs de las cuales se actualiza el sentido de

    una tradicin religiosa, en los juegos de interpelaciones por los cua

    les una institucin o agente de cualquier creencia llega a sujetos que

    se inscriben en los carriles de otra fe (aunque tambin en el fondo

    com n que parece contenerlos a todos), se produce el movimient o

    por el cual el joven de las comput ador as viejas se acerca al catolicis

    mo, el hombre de los perros se hace evanglico y Vctor, otro veci

    no del Libertad, busca su destino en la singular visin de una bruja.

    La omnipresencia de instituciones y agentes religiosos no es

    catica, pero ostenta una distribucin que resulta sorprendente. Un

    resumen del r elevamiento de la actividad religiosa en el barrio ya

    dice mucho sobre algo que est en el centro de nuestro anlisis.

    Es notable q ue exista y se desarrolle tanta actividad religiosa

    como poltica, social o educativa. Pero, adems, todo sucede co-

    26 PABLO SEMN

    mo si la cantidad de locales de actividad que tienen dimensiones

    espirituales -para denominarlas de algn modo- se distribuya en

    contra de lo que espera el sentido com n de una sociedad que , en

    general, se afirma como catlica.

    Por cada capilla cristiana nos encontraremos con no menos

    de cinco o seis pequeas iglesias pentecostales. Si una capilla ca

    tlica abarca a los fieles de, supon gam os, quince o veinte manza

    nas, nos encontraremos con que hay una iglesia evanglica cada

    dos o tres cuadras, lo que no es poco decir.

    Pero si esto llama la atencin, mucho ms lo debera hacer el

    hecho de que en cada lugar encontremos siempre a varios curan

    deros, por lo general muy requeridos y respetados. Esta red intrin

    cada de agentes de cura que apelan a nociones rel igiosas, de

    pastores y fieles pentecostales o catlicos, es la que da lugar a las

    experiencias religiosas de los habitantes del barrio y de tantos otro s.

    Expondr a continuacin la historia de las principales corrien

    tes rel igiosas del sector estudiado. Por razones que quedarn

    claras en la misma descripcin, incluir en esta narracin una

    descripcin de un mundo de insospechada ampli tud y relevan

    cia para la vida religiosa local: las infinitas redes de lo que di en

    l lamar agentes de cura.

    Comenzare mos a describir ese escenario a partir de la actua

    cin de los curanderos, un universo no tan conocido como se cree.

    Tampoco se lo tiene muy en cuenta, a pesar de que se trata del

    soporte clave de una de las cosmovision es religiosas ms activas

    en los barrios populares.

    La densa red de los curanderos. Vctor tiene 23 aos y vivi varios

    meses en una encrucijada de amor y trabajo. Lo conoc en una reu

    nin realizada en un local poltico del barrio. El encuentro se hizo

    el da en que uno de los dirigentes explicaba a sus bases las ra

    zones del desempleo que entonces padecan m uchos de los m iem -

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 27

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    14/46

    bros del partido poltico en cuestin. Segn el dirigente esta situa

    cin era un efecto directo de las polticas neoliberales, de la aper

    tura econmica indiscriminada y de la corrupcin generalizada.

    El joven escuchaba y asenta. Al salir de la reunin empez a

    contarme que haba ido a buscar trabajo una y otra vez por los avi

    sos del diario y por contactos, pero qu e ocurra algo al margen de

    lo que tratbamos. Es evidente que Vctor quera transmitir una

    impresin de misterio, una sensacin mstica que escapaba a

    todo intento de racionalizacin.

    Me dijo adems que el amigo que lo acompaaba consegua

    trabajo y que l, en cambio, no. Tena ofertas (dijo) pero al pare

    cer no se beneficiaba con ninguna. Coment esta cuestin con

    muchas personas, pero finalmente deposit su confianza en una

    seora que le advirti que, posiblemente, estuviera siendo vcti

    ma de un trabajo que alguien le haba hecho.

    Supe luego que su cuada deseaba que l se enamorara de

    ella, y como la mujer no consegua su propsito, decidi "arrui

    narle la vida". Para Vctor todo, desde su separacin hasta el largo

    perodo en el que no encontraba empleo, era explicable como con

    secuencia de ese dao o trabajo.

    Este relato tan simple ofrece la posibilidad de subrayar una

    realidad social decisiva: las explicaciones del dirigente poltico no

    causaron la ms mnima emocin o conviccin en nuestro infor

    mante, a pesar de la di ferencia de prestigio que hay entre los

    lenguajes sociopolticos y los discursos msticos. Un diario jams

    podra decir que el desempleo se debe a "gualichos" o algo pare

    cido; un poltico del signo que sea tampoco podra aceptar legti

    mamente esos trminos. Tampoco un tipo de reflexin como la

    sealada podra ser enseada en una escuela de cualquier nivel

    del sistema educativo.

    Pero lo cierto es que, a pesar de la supuesta hegemona de las

    instituciones que permiten la circulacin de variadas categoras

    28 PABLO SEMN

    del pensamiento socioecon mico, Vctor explica el desempleo que

    padece a parti r de un sorprendente conjunto de percepciones

    originada s, activadas y valorizadas en el sen o de las famil ias y el

    vecindario. Se trata, en todos los casos, de dispositivos sociales

    aparentemente dbiles si se los compara con la escuela, los me

    dios de comunicacin o la poltica.

    La leccin que deberamos extraer de este hecho es la ex

    traordinaria disociacin que existe entre lenguajes utilizados en una

    sociedad a la que creemos unificada por instituciones, categoras y

    prcticas propias de la modernidad. En consecuencia resultara di

    fcil, o por lo menos problemt ico, decir que Vctor est " alien ado"

    porque no reconoce el valor de las explicaciones sociolgicas y/o

    histricas. Adoptar una lectura de ese tenor sera usar una versin

    de las ciencias sociales contra la posibilidad, ms prxima y sene

    Ha, de conocer lo social in situ. Se desperdiciara as la oportunide

    de ampliar las visiones de lo social y de abarcarlas desde un pun...

    de vista objetivo, s, pero necesariamente ms amplio y comple jo.

    Trataremos entonces de no desperdiciar esa oport unida d des

    cribiendo la apretada red de curas que funciona en Barrio Liber

    tad. Comadres, viejitas que curan, seoras con dones, personas

    con amplios poderes son las cartas de presentacin recurrentes

    de una serie de agentes omniprese ntes en el ba rrio y en las expe

    riencias cotidianas de sus ha bitantes.

    Cul puede ser la importancia de prcticas que parecen ser

    la herencia de un pasado que, tarde o tempra no, ser arrasado por

    la medicina, la educacin y el desarrollo? Luego de describir muy

    brevemente estas prcticas tratar de responder a esta pregun

    ta. Pero me adelanto a sostener que atribuir la causa de estos

    fenmenos a meras "supersticiones" nos aleja mucho de la com

    prensin cabal del problema.

    Las prcticas de curacin basadas en mediaciones e interpreta

    ciones "msticas" del malestar, estn institucionalizadas en formatos

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 29

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    15/46

    que, desde nuestro punto de vista, aparecen como supervivencia

    de un pasado destinado a agotarse ms tempra no que tarde.

    Dichas costumbres culturales no se hacen presentes en edi

    ficios dedicados especialmente a su prctica, con anuncios que

    hablen de profesiones y/o ttulos que otorguen algn tipo de legi

    timidad. Tampoco los curanderos aparecen autorizados por una

    oficina estatal de menor rango como, digamos, la Secretara de

    Cultos. Pero desde el punto de vista de los habitantes del barrio

    esas personas son tan importantes como los mdicos, los sacer

    dotes, los punteros polticos y los grupos de cumbia.

    Ms adelante ser necesario sacar las importantsimas y

    muchas veces inadvertidas consecuencias que tiene este simple

    hecho. Ahora se impone que avancemos en la descripcin de la

    -ida religiosa del barrio y que tom em os un contacto m s cercano

    ^stos curiosos fenmen os.

    estamos descubriendo Amrica, claro. Probablemente el

    lector conozca o haya odo hablar con frecuencia de las prcticas

    msticas que mencionamos en estas pginas. Hasta es posible que

    muchas de ellas le resulten muy familiares. No sera extrao, tam

    poco, que much os lectores conozcan otras versiones de las dolen

    cias y mtodos de cura que aqu estamos refiriendo porque, ms

    al l de que todas tengan alguna variable en comn, cambian

    mucho con los lugares y con el tiempo.

    Desde el punto de vista de este trabajo lo importante no es

    pregunta rse si estas prcticas curativas son "co rrecta s" en trm i

    nos de la ciencia contempornea, si resultan efectivas por suges

    tin o si son inocuas o perjudiciales. Lo importante es subrayar

    que ellas ponen en acto una caracterstica muy particular de la

    manera de comprender el mundo que tienen muchos de los veci

    nos del barrio estudiado pero, como ya hemos dicho, propia tam

    bin de muchos otros barrios y lugares del pas.

    30 PABLO SEMN

    CURANDEROS, DOLENCIAS Y TRATAMIENTOS

    La pata de cabra, un mal que se manifiesta principalmente en los ni

    os con sntomas de dolor de estmago y fiebre, se distingue de otras

    enfermedades de signos similares por una seal corporal: unas pequeas marcas que aparecen en la parte inferior de la espalda. Los curan

    deros consultados afirman que la evolucin de la enfermedad es mortal

    si no se manipula bien esa rea del cuerpo y si no se realizan oraciones

    que, segn ellos, se hacen para Dios, Jess y el Espritu Santo, o mediante

    diversas invocaciones a la Virgen Mara.

    El susto es una de las dolencias ms frecuentes. Est muy extendida

    y se la menciona a menudo en el Barrio Libertad. Por lo general ataca a

    los ancianos y sobre todo a los nios. Se manifiesta como la aparicin de

    una intranquilidad extraordinaria y la prdida del sueo. El susto, segn

    se ha visto, es causado por una situacin intranquilizadora que sobre

    pasa la capacidad de procesamiento de quien la padece. Exige una intervencin teraputica reparadora del exceso emocional. En algunas

    versiones registradas de esta dolencia, la cura explora el cuerpo para ha

    llar la protuberancia en la que estara depositada el exceso patolgico,

    para luego dar lugar a un masaje que lo disuelve. Tambin se recurre a

    oraciones que se realizan en el inicio del da y de la noche; a veces con es

    tas oraciones alcanza para producir una mejora. En otras ocasiones la

    cura consiste en una especie de dilogo entre curandero y paciente. La

    idea es producir una regresin, a veces con la ayuda de algn familiar cer

    cano, al momento en que se gener la enfermedad.

    El mal de ojo es un tercer tipo de enfermedad cuyos rasgos y orge

    nes sean quiz los ms conocidos. Es siempre el resultado de un "ataquemoral" que se produce fundamentalmente a travs de la vista. El mal

    de ojo acontece cuando se es mirado con odio, deseo o envidia, miradas

    todas que resultan muy potentes para los supuestos afectados. Como

    consecuencia del mal producido las vctimas sufren luego dolores de ca

    beza, mareos y, segn los que creen en estos rasgos definitorios, todo ti-

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    16/46

    po de accidentes. Los tratamientos referidos por los curanderos varan

    porque la enfermedad es reconocida y curada por un espectro de agentesms amplio y heterogneo que en el caso de las anteriores: curanderos,

    hechiceros y videntes dan cuenta de esta dolencia que puede ser curadacon oraciones, rituales donde se usan velas, masajes en una parte de la

    cabeza, etc.

    El empacho, sealizado por la fiebre y los problemas digestivos,

    tambin es caracterstico de los nios. Las formas de curacin son muy

    variadas: desde los rituales que se efectan con cintas hasta las oracio

    nes y las manipulaciones de la piel en la zona ms baja de la espalda.

    La culebrilla ataca la piel formando una mancha rosada que se extien

    de produciendo heridas y causando dolor y una irritacin intensa. Se dice

    que resulta potencialmente mortal cuando los extremos de la lnea que

    forma la mancha referida se encuentran y cierran un espacio. La cura,

    entonces, se encara con aplicaciones de tinta china en las zonas afectadas.

    Los curanderos complementan el tratamiento con todo tipo de oraciones que invocan la gracia de las figuras clsicas del panten cristiano.

    3. EL HOMBRE SEGN LOS CURANDEROS

    Desde el punto de vista de los habitantes del barrio, las dolencias

    y curaciones citadas en el cuadro anterior conforman un tipo muy

    especial de sucesos. No slo se trata de un tipo de desorden dife

    rente al que atiende la me dicina, sino que adems son trastornos

    que segn esa visin tienen un carcter crucial y dramtico.

    Todas las narrativas de enfermedad y cura refieren el carcter

    virtualmente mortal del empacho, de la pata de cabra, de l sustoyde cualquiera de las enfermedades mencionadas. Los relatos de

    las personas que frecuentan a los curanderos oponen siempre la

    "accin ineficaz" del mdico (ante una enfermedad que supues

    tamente desconocen) a la "salvacin" de un peligro terrible que

    sera oficiada correctamente por el curandero.

    32PABLO SEMN

    Al mismo tiempo se tratara en este caso de un campo di

    ferente al de las "curas caseras", basadas en preparaciones que

    por lo general se remiten a una tradicin famil iar. Tambin se

    distingue de la reinterpretacin de las reglas de uso de sustan

    cias farmacolgicas uti l izadas por la biomedicina y la higienemoderna: el uso de dentfrico para curar heridas y quemaduras,

    el consumo de aspirinas diluidas en agua o alcohol para hacer

    aplicaciones en zonas doloridas, la util izacin autorregulada de

    psicotrpicos y, ms tradicion almente , el uso de pomada s e in

    fusiones que retrotraen a saberes que los informantes localizan

    en un pasado rural y remoto.

    Los fenmen os tratados por los curanderos implican, a dems,

    el ingreso al ruedo de una densa red de usuarios y especialistas.

    Los primeros util izan una denominacin especfica para este ti

    po de agentes: siempre se trata de personas que curan, curande

    ros, viejos manosantas, etc. Los especialistas de las ms variadascuras, por su parte, se aluden recprocamente (unos a otros) co

    mo especialistas que subdivi den reas de trabajo que form an par

    te de un gnero por todos reconocido.

    Las distintas formas del sentido comn suponen, errada

    mente, que estas prcticas se harn polvo con el desarrollo cul

    tural y tecnolgico. A esta suposicin deberam os oponer alguna s

    real idades que demuestran la complej idad del tema abordado.

    El Barrio Libertad dispone, desde hace dcadas, de escuelas, sa

    la de primeros auxilios, mdicos cercanos y dems. Muchos de

    sus habitantes, asimismo, cuentan con el auxi l io de diversas

    obras sociales.Todo esto indica que los habitantes del barrio conocen de so

    bra las ventajas de la medicina convencional. Adems, si se hiciera

    una encuesta a los pobladores, no todos admitiran pblicamente

    que consultan a curanderos. Ese tipo de costumbres, muy arrai

    gadas, se mantienen en un terreno ms discreto y oculto.

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 33

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    17/46

    Si esa encuesta se realizara en un hospital, en el centro de la

    ciudad o en la oficina contigua a la direccin del colegio al que acu

    den los chicos de la familia, el porcentaje de los adeptos declara

    dos al curanderismo seguramente descendera. Esto nos hara pen

    sar, equivocadamente, que estamos frente a prcticas y creencias

    que se encuentran en franca extincin.

    Pero no es as. La hipottica medicin dira muy poco y demostrara much o meno s de lo que realmente ocurre. Si se ahonda

    en la vida de las personas, si se acompaa la trayectoria de las familias, si se interacta en las redes familiares que habitan el barrio,

    se vern las cosas de otro modo.

    Los vecinos con frecuencia niegan que recurren a la "medicina

    alternativa" porque saben que las prcticas mdicas convenciona

    les son simblicamente ms legtimas. En general tienen miedo a

    reconocer (sobre todo ante un desconocido) que en realidad adhie

    ren a forma s de curacin poco jerarquizadas socialmente.

    Sin embargo esas mismas personas buscan, recomiendan y

    recurren cotidianamente a curanderos. Y lo hacen de alguna ma

    nera desaf iando la mi rada a veces censora del mdico, del

    maestro, del asistente social y aun del psiclogo.

    Resulta obvio para ellos que el curanderismo no es una prc

    tica legtima para toda la socied ad. Y que una parte de esa misma

    sociedad tiene una fuerte capacidad de criticar y denostar ese tip

    de prcticas. Pero ese dominio cultural y social no llega a las c

    sas, a las redes de familias y ni siquiera al pequeo espacio pb

    co barrial en el que un hombre con dones puede tranqui lamen

    desarrollar su profesin, hacer propaganda de sus actos y hasl

    reclamar adhesiones.

    Un principio comn. Si el curanderismo parece tener menos e

    tensin de la que realmente tiene es porque tiende a confundirse

    la censura que una parte de la cultura ejerce sobre esa prctica,

    34PABLO SEMN

    con su efectiva liquidacin. Y, adems, porque al mismo tiempo

    deja de computarse todo lo que la rel igiosidad popular puede

    hacer para resistir esa censura.

    Otro error muy habitual es suponer que el ejercicio de la cu

    racin atpica se basa en simples supe rsticiones, casi com o si se

    tratara de una remora del pasado. Se olvida que esas costumbres

    ancestrales se actualizan y se reproducen con una gran vitalidad

    en las redes familiares y barriales.

    Tambin suele ignorarse algo incluso ms importante: estas

    ceremonias se ligan a marcos de comprensin de la realidad muy

    especiales. Todas ellas, adems, ostent an un principio c om n . De

    una manera o de otra ponen de manifiesto que todo malestar es

    un fenmeno que impl ica al mismo tiempo lo fsico, lo moral y

    lo espiritual.

    Las enfermedades y las curaciones de las mismas son fen

    menos globales que se expresan en el cuerpo, s , pero quepueden comenzar como un ataque o una situacin de fragilidad

    moral: la envidia, el deseo excesivo, la si tuacin de abandono,la depresin, etc.

    Otras veces esas dolencias aparecen como efecto de un ata

    que espiritual que proviene desde afuera (un hechizo, una maldi

    cin, un gualicho, un dao). Por este motivo puede afirmarse que

    todas estas enfermedades exigen un tratamiento que no puedeser solamente fsico.

    La omnipre sencia de las oraciones en la mayora de las pres

    cripciones teraputicas, la idea de que el curador debe tener dones

    especiales, hacen ms presente ese nivel espiritual que implicamediar con la dimensin de lo sagrado, habitada por las figuras

    clsicas del panten cristiano: Jess, la Virgen, los santos, los san

    tos difuntos, etc.

    Esta manera de entender la alteracin y la enfermedad se com

    prende mejor, en rigor, por contraste. El supuesto de la medicina

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR35

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    18/46

    moderna, hasta los tiempos relativamente recientes en que se

    ha difundido la nocin de enfermedad psicosomtica, es que los

    fenmenos fsicos no tienen connotacin moral ni espiritual. En

    esos niveles son considerad os como independientes de cualquier

    otra cualidad.A ese supuesto ep istemol gico se opon e la creencia que sos

    tiene las prcticas religiosas a las que aqu nos estamos refiriendo:

    el de la continuidad de lo fsico, lo moral y lo espir i tual como

    parte de un todo. Esa creencia constituye nada ms y nada menos

    que una forma bsica de reconocer, vivir, sobrellevar y combatir

    el sufr imiento.

    Ese cdigo implica una construccin de las experiencias que

    integra naturalmente otros planos: lo moral y lo sagrado. Este

    ltimo nivel, claro, es el principio determinante. Precisamente es

    ta integracin y jerarquizacin de los diferentes planos sera lo que

    en mi interpretacin personal constituye una visin cosmolgicade la vida.

    Mientras que para la experiencia laica el milagro es sinnimo

    de algo excepcional e inexplicable, en la visin cosmolgica dicho

    milagro nunca ha dejado de estar a la orden del da. La defini

    cin de la totalidad que encuadra la experiencia siempre incluye,

    en un nivel superior y predominante, lo espiritual y lo divino.

    Por eso ocurre que, aunque se use el mismo trmino, ambas

    visiones aluden a realidades diferentes segn los presupuestos

    culturales de quien util ice el trmino en cuestin. Para quien vi

    ve en la perspectiva cosmolgica, el milagro no es ms que uno

    de los mecanismos de funcionamiento de la realidad.La extendida prctica del curanderismo remite a algo mucho

    ms profundo que una "medicina pobre" o una "curacin pro

    pia de los humildes". Por su posicin estratgica en la vida coti

    diana debe decirse que el len guaje de la contin uidad de lo fsico y

    lo moral portado por el curanderismo es una lengua madre, una

    36 PABLO SEMN

    matriz de form as de comprend er el mun do que se distancia de los

    principios que estructuran nuestras propias concepciones.

    En los prximos captulos, corroborando esta tesis, veremos

    todos los efectos que alcanza a producir la perspectiva cosmol

    gica en las experiencias religiosas de la gente.

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR37

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    19/46

    S E G U N D A P A R T E

    E L P E N T E C O S T A L IS M O H O Y

    Los pentecostales o evanglicos constituyen aproximadamente el

    20 por ciento de los habitantes de la zona en que fue realizada la

    investigacin. En realidad hay una distincin histrica y teolgica

    entre el trmino evanglico, que abarca una tradicin mayor y ms

    antigua, y el vocablo pentecostalismo. Pero en los ltimos aos,

    en Argentina, estos trminos se han equiparado debido a que los

    pentecostales se asumen como evangl icos y debido, tambin,

    a que en el mundo popular la mayor parte de los evanglicos son

    pentecostales. Admitiendo esto ltimo util izaremos indistintamen

    te ambas expresiones o calificativos.

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 39

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    20/46

    El hecho de que un grupo religioso diferente del catolicismo

    alcance a una proporcin tan importante de la poblacin -y que es

    te grupo sea prcticamente desconocido para todos aquellos que

    no son especialistas en el estudio de los grupos re ligiosos - exige

    responder a algun as preguntas pre vias. Qu es el pentecostalis-

    mo? Cul es la historia de su desarrollo en Argentina? Cmo de

    finir a esa corriente desde un punto de vista social y teolgico?

    Los dones del espritu. Digamos, a mod o introductorio, que el pen-

    tecostalismo es un movimiento religioso que naci en los inicios

    del siglo XX. Est enraizado en la tradicin de la Reforma Protes

    tante. Su doctrina se sintetiza en la idea de que "Jess sana, salva,

    santifica y har su segunda venida".

    Pero estos cuatro motivos que son propios de casi todo el cris

    tianismo moderno (incluido el credo catlico en todas sus varian

    tes), caracterizan al pentecostalismo. Por qu? Porque surgen deuna afirmacin que, por mucho tiempo, slo hicieron los adheren-

    tes a la corr iente que estamos abordando. Y dicha creencia se

    resume en "la actualidad de los dones del Espritu Santo".

    En las experiencias originarias de la religin citada (entre fines

    del siglo XIX e inicios del XX algunos miembros de las iglesias pro

    testantes hablaron en lenguas extraas y dieron origen al movimien

    to, asemejndolo a los hechos bblicos del Pentecosts -una fiesta

    cristiana en la que se rem emora el descenso del Espritu Santo sobre

    los apstoles cincuenta das despus de la Resurreccin de Csto-

    se hace presente una nocin fundante: las intervenciones divinas

    en la vida cotidiana de los creyentes son, efectivamente, posibles.Pero qu significa esto? Estamos frente a una idea que se

    nutre de dos siglos de una evolucin que, en el mun do protestante

    y evanglico de Europa y Estados Unidos, cuestionaba la tajante

    separacin entre Dios y los hombres que propugnaba el protes

    tantismo clsico y, con particular radicalidad, el calvinismo.

    40 PABLO SEMN

    Con ese conflicto de fondo se responda positivamente a una

    pregunta que recorre la experiencia de las grandes ramas del cris

    tianismo occidental en la poca mode rna: es posible tener en es

    te mundo algunas percepciones ms o menos claras de la gracia

    de Dios?Esta posibilid ad, afirm ada en el encuentro virtu al con el Esp

    ritu Santo, es para los pentecostales el punto de inflexin a partir

    del cual se comienza a ser verdad erame nte cristiano. Ese encuen

    tro es lo que los creyentes originarios llamaban bautismo en el

    Espritu Santo. Se diferencia notoriamente del bautismo ritual que

    hacen los catlicos a los recin nacidos y del que realizan los pro

    testantes a los adultos.

    De este modo, la corriente cristiana aludida en estas lneas

    naci reivindicando una experiencia vivida en el interior del mun

    do evanglico y no como una doctrina o una iglesia separada de

    esas corrientes. Luego, la generalizacin de las experiencias eniglesias protestantes, y los contrastes entre quienes haban teni

    do esas vivencias y los que no, llevaron a la institucionalizacin

    autnoma del movimiento en un gran nmero de iglesias que se

    expandieron desde Estados Unidos y algunos pases de Europa

    hacia el mundo entero.

    Potencia emocional. Cmo se produce y se reconoce la experien

    cia del mencionado encuentro con el Espritu Santo? En la historia

    del pentecostalismo el conjunto de situaciones que ofrecen indi

    cios de esa confluencia es variable.

    En general se le da el carcter de bautismo en el Espritu Santo al hecho de que una persona comience a hablar lenguas des

    conocidas o a circunstancias en las que se producen visiones y

    sueos interpretados a veces como profecas. Pero algunos gru

    pos pentecostales le dan ese mismo carcter a la supuesta cura

    cin de dolencias en forma repe ntina y sin int ervencin m dica o.

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 41

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    21/46

    interpretativas y corrientes eclesisticas que influyen fuertemen

    te e impiden la dispersin absoluta de la doctrina en una religin

    que tendra tantos intrpretes como fieles.

    Pero tambin es cierto que se trata de un universo ms fle

    xible. Se ap rende a ser pastor as com o se aprende a ser creyen

    te de una iglesia y se progresa en ella. En caso contrario habr un

    conflicto a partir del cual un lder emergente afirmar el carcter

    fund ame ntal y la pureza sagrada de su diferencia. De ah la nece

    sidad de originar un nuevo templo.

    Visto as, el pentecostalismo no es una excepcin a la regla pro

    testante segn la cual la divisin de los grupos y el crecimiento

    de la religin forman un crculo virtuoso. En todos los pases en

    que se desarrollan las iglesias de esta corriente se ha consumado

    un patrn similar: los distintos grupos se fragmenta n, dado que re

    sulta imposible ponerle coto a la tendencia a la autonoma de sus

    miembros. Esto ltimo, naturalmente, da lugar a la multiplicacin

    y diversificacin en vanados tipos de organizacin y doctrina.

    En esos procesos se van desarrollando particularidades que

    conectan a las iglesias con los contextos culturales locales, de ma

    nera que el perfil de cada iglesia se va conformando a partir de

    la dialctica entre los textos bblicos y las bases culturales de los

    sectores que se desarrollan: as nacen estilos especficamente vin

    culados a la cultura de los jvenes, de los migrant es rurales o de

    las clases medias. En el con texto de esos procesos de expan sin

    y local izacin el pentecostal ismo tam bin se fue acl imatando y

    acom odan do a la cultura de los pases en los cuales se implant .

    Veamos cmo sucedi eso en Argentina.

    1. LA EXPERIENCIA DEL BAUTISMO

    Para poder comprender un caso cualquiera de conversin al pen

    tecostalismo es preciso tener una mnima idea de cmo se desa-

    44 PABLO SEMN

    rroll esta fe en Argentina. Hacia 1910 algunos inmigrantes de esa

    confesin religiosa establecieron iglesias en sus propias colecti

    vidades de origen nacional y en el medio social en qu e se inserta

    ron: clases medias y bajas.

    Luego, y sobre todo a partir de los aos '30 y '40, comenzel trabajo de misiones extranjeras que tenan una prctica siste

    mtica de evangel izacin tendiendo a formar nuevas iglesias y

    pastores. A partir de 1950 tuvo lugar un proceso don de surge con

    fuerza una capa de lderes de origen nacional y un conjunto de

    iglesias fundada s en Argent ina, en franca ruptura con los templ os

    extranjeros encargados inicialmente de la evangelizacin.

    En los aos 70 aparecieron iglesias que intensificaron la ac

    tividad proselitista de masas, comenzaron a desarrollar organiza

    ciones de gran porte y explotaron las posibilidades abiertas por

    los medios de comunicacin. Esas entidades surgan de un pro

    ceso en el cual se afirmaro n diversas forma s de liderazgo local.Tambin se produjeron nuevas sntesis doctrinarias que fue

    ron mucho ms all del lugar al que haba llegado el pentecosta

    lismo tradicional. Esas visiones tomab an consciente o inconscien

    temente elementos del catolicismo y de la religiosidad local. Y lo

    hacan, tal vez, porque eso permita difundir la fe y porque esas

    sntesis eran el resultado de la interpretacin singular de los fie

    les argentinos.

    Un predicador especial. Un ejemplo claro de esta tendencia es el

    de Carlos Annacondia, un predicador que influy mu y fuertemente

    en los pentecostales y que, en una poca, organiz importantsimas campaas proselitistas que se tradujeron en el crecimiento

    del nm ero de fieles y de centenares de iglesias en todo el pas.

    Annacondia interpret la experiencia del bautismo en el Es

    pr i tu Santo como "una forma de l iberarse de los demonios"

    que obstaculizan la vida de las personas y promovi la organiza-

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 45

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    22/46

    cin de eventos en los cuales el ritual central consista en una es

    pecie de exorcismo. Al identificar la experiencia del bautismo en

    el Espritu Santo con una vivencia tan cercana y cara a la sensibi

    lidad catlica, Annacondia institua un pentecostalismo cultural-

    mente ac limatado y, a su vez, favoreca su difusi n entre la masa

    de creyentes catlicos.

    Figuras muy conocidas y carismticas como la del Pastor Gi

    mnez hicieron tambin sus experiencias personales y sus inter

    pretaciones propias de la fe. De hecho generaron eso que algunos

    autores llaman neopentecostalismo.

    Si bien estos pastores se apoyaban organizativamente en al

    gunas iglesias de origen extranjero, transmitan y componan una

    doctrina que ostentaba los siguientes rasgos:

    nfasis en los milagro s de curacin.

    Incorporacin subordinada de aspectos rituales caros a la

    fe catlica. Dilogo con la sensibi l idad trabajada por los medios de

    comunicac in.

    De este modo todos ellos dieron lugar a un ceremonial que

    contrastaba con el de los inicios, que haba sido tradicionalmente

    austero, mi l i tantemente anticatl ico y cerrado al mundo de los

    que no eran pentecostales.

    A travs de estos mecanismos las iglesias inscritas en esta co

    rriente se han expandid o en Argentina dando form a a una diversidad

    enorme de iglesias, templos y sitios de oracin en general. Entre

    ellas es posible incluir a las que surgieron en el Barrio Libertad.

    Respecto de estas ltimas cabe decir lo siguiente: el 80 porciento de los pentecostales del barrio se rene en iglesias que per

    tenecen a gru pos origin ados y enraizados en el barrio. Sus funda

    dores son vecinos y vecinas que entre los aos 70 y '80 pasaron

    por procesos personales de conversin, fueron a iglesias pente

    costales de otros barrios (y del centro del municipio) y, luego,

    46 PABLO SEMN

    volvieron a su barrio dispuestos a hacer entre sus vecinos lo que

    haban entendido que hicieron sus pastores.

    El hecho de que la mayor parte de los evanglicos del barrio

    se reuniera en este tipo de iglesias, algo que ocurre tambin en

    otros barrios del Gran Buenos Aires, debe llamar la atencin sobre

    un aspecto. Hay iglesias pentecostales que tienen ms visibilid adque pblico, mientras que por otro lado hay grandes conjuntos de

    pequeas iglesias que no tienen visibilidad pero congregan, de a

    poco, grandes masas de fieles.

    Para entender la doctrina especfica de estas iglesias debemos

    abordar el captulo siguiente de este libro. En l mostraremos la

    relacin entre una pastora y una persona que terminar siendo

    miemb ro de su iglesia. As, al detenernos en el caso podre mos ver

    cmo se despliega la doctrina.

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 47

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    23/46

    T E R C E R A P A R T E

    E L D E S A R R O L L O D E L C A T O L I C I S M OE N E L B A R R I O

    En la zona donde realic la investigacin gravitaban dos capillas

    que pertenecan a una parroquia que inclua, adems, otras dos

    iglesias pequeas: la de Santa Marta y la capilla de Nuestra Seo

    ra de la Merced. La historia del catolicismo local ha sido la historia

    de la creciente localizacin del poder de administracin de los bie

    nes religiosos en manos de los vecinos. Veremos en qu consisteeste procedimient o.

    A pesar de que, como sucede en casi todo el pas, el Barrio Li

    bertad es mayoritariamente catlico, la presencia institucional de

    la Iglesia aparece muy tardame nte, recin en los aos '60. La di-

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 49

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    24/46

    cesis enviaba sacerdotes que l imitaban su actividad al control

    general y a otorgar los sacramentos de la comunin, confesin,

    matrimonio y extremauncin.

    Para esa poca los sacerdotes eran visitantes que atendan en

    horarios y das fijos en las casas de algunos vecinos que ofre

    can su hogar para ese fin. No haba una iglesia del barrio sino

    un servicio religioso de la dicesis dirigido, entre otras, a esa zo

    na. Mientras tanto los catlicos del barrio basaban su prctica enaltares domsticos en los que desarrol laban cultos originarios

    de las provincias de las que provenan los vecinos.

    En los primeros aos de la dcada de '60 la presencia de la

    iglesia catlica local se intensifica con la creacin de cuatro capi

    llas y, despus, de una parroquia que coordinara la actividad de

    todos los templos, grandes y pequeos.

    Las Hermanas de la Cari^'

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  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    25/46

    consisti en Nevar la Iglesia a los hogares e intentar que all se

    engendrara el compro miso catl ico, digamos, ideal.

    Las iniciativas que se dirigan a concretar este objetivo tenan

    una lgica racional y se plasmaron siguiendo el rastro de la ex

    pansin de la alfabetizacin y de la escuela en el barrio. El control

    y seguimiento de los sacramentos se intensific: se real izaron

    tareas de regularizacin de las uniones de hecho y de catecismo

    de adulto s, actividades todas que an hoy contin an con fuerza y

    atractivo dentro del barrio.

    Pero el producto ms importante de esa misin se concret

    en una in stitucin relacionada con esa concepcin. Y en los aos

    '90, a casi 15 aos de la salida de las Hermanas de la Caridad, re

    sulta uno de los momentos vertebrales del catolicismo local. Las

    monjas implementaron un sistema de catecismo y evangelizacin

    dirigido a elevar el nivel del catolicismo transmitid o al seno de las fa

    milias: el procedimiento elegido se basaba en la divisin del territo

    rio en manzanas y en la delegacin del catecismo en las madres de

    los nios, instruidas para tal fin por un grupo selecto de fieles.

    Los fieles del barrio, por su parte, haban recibido instruc

    cin de las Hermanas de la Caridady de algunos organismos de

    la dicesis. All se presentaba un catecismo escrito y ledo en tr

    minos famil iares que tomaban distancia del catecismo clsico

    que muchos catlicos del barrio recuerdan como incomprensible

    y hasta frustrante.

    Se referan a un catecismo que una de las Hermanas de la Cari

    daddefini alguna vez como "moderno" y "sencillo". Para ella el

    nuevo sacramento se adaptaba al uso de generaciones que estaban ms cmodas que las anteriores con la lectura y la escritura.

    La di fusin del proyecto fue y es tan grande que la mayor

    parte de las mujeres de la Iglesia catlica (en una franja etaria que

    va desde los 30 a los 50 aos) desempe en algn momento la

    funcin de catequista.

    52 PABLO SEMN

    Ms aun: mujeres que hoy no estn incorporadas a la activi

    dad de la Iglesia, pero que participaron en aquella poca, retienen

    en su memoria y en su arsenal de conceptos y prcticas religiosas

    todo lo adquirido en aquella experiencia. Otras se reintegraron a

    la actividad de la Iglesia a partir de esos ejercicios.

    La iniciativa tuvo tal xito y solidez que an hoy es la base de

    una catequesis familiar que ha sido generalizada a toda la dice

    sis. Esto a pesar de las notables diferencias entre la orientacin

    tercermundista de las Hermanas de la Caridady el conservaduris

    mo que caracteriza al pensamiento del actual obispo.

    El devenir de una moderna conciencia cristiana. En tercer lugar

    las orientaciones modernizadoras apuntaban a la institucionaliza-

    cin de una conciencia cristiana entendida como sol idaridad y

    compromiso comunitario. En esa direccin las Hermanas de la

    Caridadpromovieron el estrechamiento de sus lazos con las fami

    l ias locales: se instalaron en el barr io y aunaron la promocin

    religiosa con la comunitaria, la construccin de las capillas con

    la de un puesto sanitario, un jardn de infantes y una escuela.

    Todo esto se desarroll en el seno de la red de catequesis

    familiar de forma tal que la misma era, adems de un mbito de

    educacin religiosa, un espacio de realizacin de actividades co

    munitarias y sociales. Estas ltimas abarcan desde la bsqueda

    de un remedio para una vecina enferma hasta la movi l izacin

    del barrio por la entrega de los ttulos de las propiedades sobre

    las que se construyeron las viviendas del conjunto del barrio.

    El progresivo triunfo de los sectores de la derecha peronista

    en el marco del gobierno vigente en 1974, y los hechos posterio

    res al golpe militar del 76, dejaron su impronta en el desarrollo

    del catol icismo local. La dicesis local nunca haba visto con

    buenos ojos el lado poltico de la accin de las Hermanas de la

    Caridady condicion su labor.

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 53

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    26/46

    De hecho la dicesis otorg una proteccin institucional con

    tra posibles ramalazos de violencia estatal o parapolicial y, como

    contrap artida, puso severos lmites a la politizacin de la obra mi

    sionera. sta recin se reactiv con el relativo ablan damien to del

    rgimen dictatorial y con la apertura democrtica de 1983. Pero se

    encontraba irremediablemente debi l i tada.Fue entonces cuando el obispo impuso sus cri terios rele

    vando a la orden y promoviendo la presencia de sacerdotes

    directamente designados por la dicesis. La particular situacin

    de la iglesia catlica, la escasez de vocaciones sacerdotales -que

    obl iga a enviar a un agente disponible antes que al ideal o al

    apropiado-, el hecho de que todo sacerdote es ms un comisio

    nado de la iglesia en una localidad que un lder religioso local,

    hizo que en los siete aos que van de 1984 a 1981 se sucedie

    ran seis sacerdotes que no dejaron grandes marcas en el cato

    l ic ismo del barr io.

    1. EL CATOLICISMO Y LAS MEJORES FAMILIAS

    Subterrneamente, mientras tanto, fue tomando forma el fen

    meno ms importante del catolicismo local. Entre el final del pe

    rodo en que actuaron las Hermanas de la Caridady el que se ini

    cia con la rotacin de los sacerdotes, el centro de gravedad de la

    vida de las capillas barriales se desplaz a los vecinos.

    La obra de las Hermanas de la Caridadhaba consolidado el

    prestigio de un grupo de gente que absorbi la ejecucin de las

    ms variadas iniciativas. La catequesis convocaba cada vez ms

    laicos para su coordinacin y el desarrollo de las actividades comunitarias tena el mismo efecto de abrir la capilla a la participacin

    protagnica de los habitantes del barrio.

    Paralelamente el funcionamiento de otras instituciones con

    ciliares tena los efectos de estimular el control de las capillas

    54 PABLO SE MAN

    por parte de los vecinos y de darle a esa participacin un aura

    especial: las actividades de formacin de catequistas representa

    ban una posibilidad de proyeccin importante para los vecinos

    ms activos; y la promocin de la participacin de los laicos en

    la liturgia generaba situaciones de respeto y poder especficamen

    te religioso para los catlicos del barrio.Los laicos ganaron la posibilidad de componer la seleccin

    de textos litrgicos y de leerlos, impon iendo su interpreta cin con

    sus nfasis y comprensiones, hacindose un lugar clave en la

    administracin de los bienes religiosos legtimos. Un grado ma

    yor de esta transformacin lo representa la difusin del rgimen

    de diaconado que permite ordenar a laicos como ministros de la

    eucarista, es decir, transformar a algunos vecinos en miembros

    menores pero significativos del clero.

    El nacimiento de una lite. Cier tos grupos del vec indar io se

    convirtieron en la referencia privilegiada de muchos otros que,por otro lado, comenzaron a relativizar su estimacin de los sa

    cerdotes. O la desplazaron a los ministros extraordinarios surgi

    dos de la poblacin local.

    El fenmeno se vio favorecido por la ya sealada inestabi

    l idad y el cierto desapego de los sacerdotes enviados por la

    dicesis. Desde el ao 1978 en adelante, un ncleo de familias

    catlicas del barrio adquiere un control creciente de la vida ad

    ministrativa de una de las capi l las. Tres famil ias, a travs de

    dos generaciones, fueron acu muland o entre el 40 y el 60 por cien

    to de los cargos parroquiales a lo largo de los ltimos veinte aos.

    Otras cinco familias renen un 30 por ciento de las funciones administrativas y organizativas.

    Mientras tanto los sacerdotes rotan y muchas veces viajan

    a sus lugares de origen para atender las distintas situaciones ge

    neradas en su orden. Las principales decisiones han sido tomadas

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 55

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    27/46

    y ejecutadas por el Consejo Parroquial y algunos de los dico

    nos locales.

    Por otro lado la actividad especficamente litrgica de la parro

    quia depende, en mucho, de los fieles. A fines de los '90 la estruc

    tura de agentes eclesisticos incluye, adems del sacerdote enviado

    por la dicesis, cuatro ministros extraordinarios surgidos de la poblacin local: Tino, q ue celebra las misas en una de las capillas; Hc

    tor, que dirige el conjunto de las actividades de catequesisy lleva el

    contro l contable de la actividad parroquial; Nicols, que dirige el con

    ju nt o de la a ct ivi dad de l a ca pill a Cr isto Obrer o -c on exc epcin de l a

    misa dominical- y Julio que dirige las misas en otra de las capillas.

    De este modo no slo la administracin o los consensos pa

    rroquiales dependen de los vecinos, sino que una parte creciente

    de las funciones rituales es controlada por ellos.

    Pero no hablamos aqu de cualquier vecino. Los que tanto se

    han elevado en la vida religiosa local pertenecen a las mejores fa

    milias, segn parmetros locales. Esto dicho en trminos de trespropiedades bsicas (acceso a un salario, a la educacin y dura

    cin del matrimonio por iglesia), que son directa o indirectamente

    relevantes en el reclutamiento parroquial de los lderes locales.

    Aquellas familias que gozan de una situacin econmica ms

    cmoda son las que tienen ms disponibilidad de participar en un

    cuadro organizativo regular, sistemtico y muchas veces exigen

    te. Adems, como todas las tareas implican un mnimo de control

    de la lecto-escritura, los grupos familiares que tienen mejores ni

    veles educativos tienden a acaparar los lugares de participacin

    en un barrio donde la tasa de escolaridad resulta declinante, y

    en el que la baja calidad del servicio educativo y la presencia demuchas generaciones precariamente alfabetizadas conforman, en

    general, un entorno que desestimula las prcticas letradas.

    Por ltimo las que llamo "mejores familias" son aquellas que

    tienen casamientos en regla. Son las que tienden a acaparar los

    lugares de direccin de la comun idad religiosa local, haciendo pesar a su favor las disposiciones eclesisticas que marginan a los"separados" y a los " juntados".

    Aun en el caso de que el sacerdote local les ofrezca posibili

    dades de participacin igualitarias, los vecinos chismosos presionan al obispo para que ponga "en capilla" a los pecadores. El obis

    po, por lo general, acaba cediendo a favor de aquellos que res

    petan a rajatabla el sacramento del matrimonio.

    Este es el contexto en que se ha generado una lite catlica lo

    cal. Veremos, a continuacin, que las experiencias de los fieles no

    necesariamente siguen el camino trazado por esa cpula religiosa.

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 57

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    28/46

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    LA RELIGIOSIDAD POPULAR

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    29/46

    que efectivamente hacen las personas con lo que esas entidades

    religiosas pretenden y cmo decanta la dialctica entre institucio

    nes de fe y los fieles en formas concretas de sensibilidad religiosa.

    Mara es hija de Santa y de Quirno, quienes llegaron de Co

    rrientes hace unos 35 aos. Los dos eran catlicos practicantes. Y

    esto quiere decir que no slo cumplan con los sacramentos que

    la Iglesia exige a sus fieles, sino que tenan una prctica religiosa

    cotidiana e independiente del contexto de la capilla.

    Rezaban el rosario por las noches, hablaban orando con la vir

    gen M ara, transmi tan esa prctica a sus hijos, y confia ron desde

    siempre en que las mediaciones rel igiosas traeran solucin a

    los problemas fsicos y afectivos de la familia.

    En este clima sagrado se cro Mara, quien naci hace cuaren

    ta aos y que, desde hace dos, se cas con Roberto. Ella qued

    embarazada antes de que l se fuera para hacer el servicio militar,

    pero se entera ron cua ndo l ya estaba en el sur del pas.Cuando Roberto volvi defini t ivamente la convivencia co

    menz con un hijo y con muchos problemas: l no tena trabajo

    y la pareja no poda salir de la casa de los padres de Roberto, en

    la que, para colmo de males, no queran mucho a Mara.

    Ante cualquier confl icto los suegros defendan a Roberto.

    Este ltimo no estaba muy feliz ni decidido con su vida y hubiera

    preferido casarse un tiempo despus. Tomaba alcohol para es

    caparse de un mu ndo que empezaba a considerar opresivo. Mara

    se opona pero pensaba que no poda hacer ms que aguantarse

    y estallar una vez cada tanto. En esos momentos l reaccionaba

    violent amen te y le pegaba, hasta que la mu jer se arrepenta y volv a a aguantar para un t iempo despus volver a estal lar . La

    amargura la haba llevado a pensar que la nica solucin posible

    era dejar la casa de sus suegros, y refugiarse con sus hijos en el

    hogar paterno.

    60PABLO SEMN

    Cambio de vida. Por esos tiem pos, Santa , la madr e de Mara, que

    adems de ser catlica practicante era miembro del consejo de

    administracin de la parroquia catlica, haba empezado a ir a una

    iglesia pentecostal del barrio. Dej de ir a la capilla de la Iglesia

    catlica porque no le gustaban los comentarios que algunas per

    sonas hacan sobre ella. Y se senta mejor en una iglesia en la quesu voz era oda y las personas resultaban ms clidas y menos

    distantes. La madre de Mara apenas saba leer y no poda parti

    cipar en la liturgia catlica de una manera tan activa como lo re

    queran su pasin y su inquietud religiosa.

    Cuando comenzaron los problemas de Mara, Santa habl

    con la pastora Matilde y le cont lo que le pasaba a su hija. Matilde le pidi que orasen juntas para que Dios acercara a Mara a

    la Iglesia. La mujer slo pasaba por la Iglesia pentecostal paraacompaar a la madre.

    Un da, cuando su hijo se enferm, fue desesperada a la ca

    sa de la pastora para pedirle que hiciera algo por l. La pastora,

    que sinti que sa era la respuesta de Dios a la oracin que ha

    ba hecho con la madre de Mara, la mir, se qued un tiempo

    cal lada y con gravedad le di jo: "la que est enferma sos vos,

    no tu hijo: no corras ms, no temas, aprende y plntate con fir

    meza frente al hombre ".

    Matilde saba muy bien lo que pasaba en la casa y, tal co

    mo lo hizo otras veces en casos similares, le pidi a la mu jer que

    no le temiera al hombre, que se pusiera los pantalones y dijera

    lo que tena que decir: eso no quera decir que se fuera de la

    casa ni que reivindicara una entidad desconocida para ella como

    "los derechos de la mujer"; pero era una forma de que ganaraconfianza en ella misma y de que pudiera exigir respeto a su pa

    pel de esposa.

    Luego de explicitadas las preocupaciones, Matilde le propu

    so orar. Le explic que era lo m ism o que rezar, pero qu e tena que

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 61

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

    30/46

    contarle a Dios lo que le pasaba y lo que quera. Esta muj er la ayud

    con sus palabras porque Mara sola, ahogada en llanto, no poda.

    Cuando estuvo un poco ms tranquila le dijo que Dios le dara

    fuerzas nuevas y una vida tambin renovada, y que ella slo de

    bera responder reconociendo a Cristo como su salvador personal.

    El hijo se san a la noche y ya, antes de eso, Mara se senta aliviada y con ms fuerzas.

    Finalmente entre la pastora y Mara se estableci un lazo de

    confianza que resultaba indispensable para hacer posible este

    desenlace. Pero ese lazo no result casual: se form convocando

    sentimientos y experiencias que conformaron una "simpata" que

    a Mara le result teraputica. En el contexto de supuestos com

    partidos que hicieron posible esa simpata (y que ya analizaremos

    detalladamente) la pastora le dijo: "en algn momento tu marido

    tambin se va a arrepentir".

    Una oportunidad. En el medio de la tensa tregua desatada por lacuracin de su hijo, Mara dijo que recibi de Dios la visin de una

    oportunidad para promover el arrepentimiento de Roberto. Por

    esos das el hombre haba llegado totalmente borracho del baile

    de carnaval que se haba hecho en el barrio.

    Los vecinos le contaron a Mara que su marido haba atrave

    sado bailando desnudo las cuadras que separaban a su domicilio

    del lugar de realizacin del corso. La mujer sinti que sa era la

    oportunidad que no deba dejar escapar. Pens que sera bueno

    hacer pasar vergenza a su marido para que se humillara por lo

    que haba hecho. Entonces le propuso ir a la casa de su madre,

    muy cerca de donde haba sido la fiesta en la que se embriag, para obligarlo a pasar por los mismo s lugares en los que, duran te la

    noche anterior, Roberto se haba exhibido en ridculo.

    El hombre obviamente no quera ir y Mara maliciosa insisti

    hasta que logr arrastrarlo hacia lo que segn ella fue un castigo

    62 PABLO SEMN

    ejemplar. Sonrisas y saludos irnicos le marcaban el paso y le

    recordaban la noche del baile. La vergenza conmovi a Roberto,

    quien a los pocos das entr en crisis. En medio de una noche de

    angustia se puso a llorar y, mientras su muje r lo calmaba, se com

    prometi a dejar de beber. Como saba que su mujer estaba en

    la Iglesia le pidi que orase por l para que tuviera fuerzas y dejara el vic io de una vez.

    Un lazo decisivo. El "mi lagro" acontecido con Roberto es, por

    cierto, complejo. Abarca d istintos hechos y niveles de anlisis. En

    principio puede decirse que Mara cobr fuerzas al ser escuchada

    y alentada por otra persona. Pero no cualquier vecino poda de

    sempear ese papel ante Mara.

    El lazo entre estas dos mujeres dependi de varios hilos con

    los que se teji una sintona cultural muy distinta a la que cualquier

    otra opcin de ayuda le hubiera podido ofrecer. Cualesquiera

    que sean los trminos que se adopten para definir la mejora

    anmica de Mara es preciso establecer cul es el complejo con

    texto cultural en que eso se hace posible.

    Analizar esto nos permitir escapar de una explicacin que

    en general es verdadera pero no dice nada y que adjudica a las

    iglesias pentecostales y a la religin en general una capacida d de

    "contenc in" comuni tar ia y de sugest in. S i es to sucede es

    porque, en rigor, las sensibilidades descriptas estticamente en

    el punto anterior son actualizadas en la produccin del vnculo

    entre Mara, su familia y la iglesia.

    2. ARTES DE PASTORA

    Matilde es una de esas personas que cura y lo hace con un proce

    dimiento y una legitimidad especiales. Pregunta, escucha y ora

    para que Jess se lleve los males. A cambio pide que las perso-

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 63

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

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    as reconozcan en Cristo a su salvador, que admitan sus pecados

    y se arrepientan para recibir y mantener la bendicin.

    Un procedimiento tan simple condensa varios matices que ha

    cen de su prctica una combinacin mucho ms convincente para

    decenas de personas como Mara. Hay algo que ya sabemos.

    Mara, la pastora, su marido y los famil iares de ambos lados

    comparten la creencia en curas milagrosas y en las personas que

    las habilitan.

    En relacin a este piso de creencias la actuacin de Matilde y

    el encuentro entre ella y Mara revive varios de los aspectos pro

    pios de la escena y la doctrina del curandero. Y en la evocacin de

    esa escena el vnculo entre Mara y la pastora encuentra una de

    las posibilidades de su establecimiento y de producir los "mila

    gros" narrados.

    La pastora carece de la tcnica del curand ero. Pero sabe encar

    nar buena parte de las actitudes de las personas que curan. Acon

    seja ms que orde na. Y ejecuta una versin de la paciencia y la ama

    bilidad que en todos los casos que observ tambin caracteriza a

    los curanderos. Pero el tema va mucho ms all. La idea que tiene

    la pastora sobre la "sanidad divina" es que la rectificacin moral y

    religiosa recomponen al cuerpo y lo curan. Esa conciencia resulta

    homologa a la que, en el campo de los curanderos, supone una con

    tinuidad entre las categoras fsicas y morales de la gente.

    Podr decirse que hay una diferencia: los curanderos operan

    moral y espiritualmente sobre el enfermo y no sobre su familiar

    como ocurri en el caso de Mara. Pero esta distincin, que apa

    rece en el caso narrado, no altera el argumento que estoy desa

    rrollando sino que lo refuerza: la pastora opera sobre el cuerpo del

    hijo enfermo a travs de Mara, porque refiere su accin a una

    totalidad mayor que el individuo: la familia.

    Esta lgica es anloga a la que h emos discernido en el cur an

    dero, aunque apl icada a una total idad mayor: el continuo de lo

    64 PABLO SEMN

    fsico y lo moral se mantiene. Pero debe decirse que no es nece

    sario este razonamiento para resguardar nuestro argumento: en

    muchos casos, los propios curanderos obran con una lgica similar

    a la de la pastora cuando curan a travs de fotos, cabellos o afec

    tos de un paciente que est lejos.

    En el caso de Mara se entiende que ese continuum se desarrolla en una escala que es ms amplia que la del mero individuo:

    la salud fsica del chico refleja la enfermedad de la familia. El nio

    se enfermaba por la situacin de los padres. Respecto de los pro

    blemas de esta relacin, Matilde reparte culpas y responsabilida

    des: Roberto toma pero Mara es celosa y no sabe defenderse. Ella

    debe dejar de ser celosa para que l no tenga motivos para be

    ber. Y debe ser firme para hacerse respetar por su marido

    No es sa una forma de incriminar y redoblar el sufrimie nto

    de quien ya es una vctima? Desde nuestra perspectiva es efectiva

    mente as. Ms adelante podr verse que el continuum que sirve

    de referencia para la accin de la pastora expresa la arquitecturadel comprom iso familiar, algo realmente existente en la cultura del

    barrio. Por eso mismo sa es una condicin ms de la cura.

    Por ahora lo importante es saber que, fiel a su percepcin de la

    totalidad como raz de la enfermedad, la estrategia de la pastora in

    tenta desmontar un circulo vicioso atravesndolo en un sentido

    inverso al que se vena registrando. Los procedimientos pasan en

    tonces del hijo a la familia y, dentro de sta, a lo nico que se pone

    a su alcance: la actitud de Mara en el seno del complejo familiar.

    Roberto podra cambiar si se activara un crculo virtu oso en el

    que el cambio de Mara obligase al cambio del marido. sta fue,

    en el marco de las creencias que ligan lo fsico y lo moral, la apuesta de la pastora.

    Matilde, dicho sea de paso, tiene dones que en la visin de

    Mara dependen del hecho de que "la pastora es una persona que

    tiene mucho poder de Dios". Esa fuerza remite no slo al hecho

    LA RELIGIOSIDAD POPULAR 65

  • 7/27/2019 Seman, Pablo. La Religiosidad Popular

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    de que la sola conversi n es vista por los pentecostales como una

    expresin del poder de Dios. En el conocimiento de Mara hay un

    dato que adems de ser la base de su atribucin de un don espe

    cial a la pastora, ayuda a entender la continuidad entre su figura

    y la del curandero: antes de tornarse pastora ha recibido la sani

    dad de su propio hijo a travs de una mujer "que curaba", qu e

    or por ese nio y que le ense a ella misma a hacer las oracio

    nes correspondientes.

    Aunq ue la salud fue para su hijo "e l" milag ro, el acontecimien

    to era de alcance familiar. En la visin de los otros, claro, se trata

    de algo inocuo: este hecho volvi a Mara popular, l levndola r

    pidamente al plano de lo sagrado. Otro dato que abona la conti

    nuidad entre la figura