mendandia: caracteres y localización

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EL CAMPAMENTO PREHISTÓRICO DE MENDANDIA: Ocupaciones mesolíticas y neolíticas entre el 8500 y el 6400 b.P. ALFONSO ALDAY RUIZ

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EL CAMPAMENTO PREHISTÓRICODE MENDANDIA:

Ocupaciones mesolíticas y neolíticas entre el 8500 y el 6400 b.P.

ALFONSO ALDAY RUIZ

EL CAMPAMENTO PREHISTÓRICODE MENDANDIA:

Ocupaciones mesolíticas y neolíticas entre el 8500 y el 6400 B.P.

ALFONSO ALDAY RUIZ

COLABORADORES

G. Adán; A. Cava; P. Castaños; R. Domínguez; J. Fernández Eraso; M. García Díez;

M. J. González Amuchástegui; M. J. Iriarte; C. Mazo; L. A. Ortega; L. Peña-Chocarro; A. Tarriño;

I. Yusta; L. Zapata y M. C. Zuluaga.

Beca de investigación José Miguel Barandiarán 1998

La Beca de Investigación José Miguel de Barandiarán está patrocinada

por el Gobierno de la Comunidad Autónoma Vasca,

el gobierno de Navarra y las Diputaciones de

Álava, Bizkaia y Gipuzkoa.

FICHA BIBLIOGRÁFICA RECOMENDADA

Edita: Diputación Foral de ÁlavaDepartamento de Cultura, Juventud y Deportes.

ISBN: 84-7821-608-1

Depósito Legal: VI - 189/05

Fotocomposición: Arriaga Fotocomposición, S.L.

ALDAY RUIZ, AlfonsoEl campamento prehistórico de Mendandia: ocupaciones mesolíticas y neolíticas entre el 8500 y el 6500 B.P. / Alfonso Alday Ruiz ; colaborado-res G. Adán... [et al.] . – Ataun: José Miguel de Barandiarán Fundazioa; Vitoria - Gasteiz: Diputación Foral de Alava, 2005

660 p. : el col y n . – (Colección Barandiarán; 9 )ISBN .....

1. Mendandia (Condado de Treviño) – Excavaciones arqueológicas 2. Mesolítico3. Neolítico I. Adán, G. II. Fundación José Miguel de Barandiarán III.

Diputación Foral de Alava

903 (460.182 Treviño) “633/634”

HEZKUNTZA UNIBERTSITATEETA IKERKETA SAILA

DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓNUNIVERSIDADES E INVESTIGACIÓN

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Capitulo 1

EL YACIMIENTO DE MENDANDIA: LOCALIZACIÓN, CARACTERES HABITACIONALES Y MARCO GEOGRÁFICO-AMBIENTAL.

LAS OPERACIONES PREHISTÓRICAS: DESARROLLO Y MÉTODO

Alfonso Alday Ruiz

Resumen

Se dan a conocer las causas que propiciaron el descubrimiento del abrigo prehistórico de Mendandia. Se descri-be su ubicación topogeográfi ca así como las caracteres paisajísticos actuales que imperan en su entorno inme-diato. Un tercer apartado repasa el ritmo seguida en la investigación arqueológica, así como las metodologías que se han ido aplicando: se detiene tanto en los trabajos de campo como en los de laboratorio, mencionando las subvenciones recibidas. Finalmente se resumen las aportaciones escritas que sobre el lugar se han publicado.

1.- EL DESCUBRIMIENTO DE MENDANDIA

La localización del abrigo de Mendandia, y su inmediata certifi cación como depósito de interés arqueo-lógico, tuvo lugar el 19 de mayo de 1991, como conse-cuencia de diversos trabajos de prospección arqueológica desarrollados entre 1989 y 1991. El interés por contar con estratigrafías que nos permitieran avanzar en el conoci-miento del neoeneolítico vasco, nos animó a coordinar un equipo de estudiantes y licenciados de la Licenciatura de Historia de la Universidad del País Vasco, con el fi n de localizar, reconocer y evaluar las posibilidades pre-históricas de cuevas y refugios del Territorio Histórico de Alava. Armados con abundante información geográfi ca, espeleológica, geológica y etnográfi ca, más informacio-nes esporádicas de varios colaboradores, prospectamos diversos entornos que, pensábamos, reunían caracteres favorables a su antigua ocupación: la Sierra de Urquilla-Altzania, el Valle de Ayala, la Montaña Alavesa, más localidades con referencias muy concretas, fueron los lugares sobre los que, preferentemente, fi jamos nuestros objetivos1.

En concreto al desfi ladero de Oquina - Sáseta, sobre el que se sitúa el depósito de Mendandia, acudí por primera vez, con interés arqueológico, el 6 de mayo de 1990: entonces se reconocieron varias oquedades sobre la margen izquierda del río Ayuda, pero ninguna de ellas

parecía haber servido como hábitat prehistórico -carecían de suelo, estaban mal orientadas o resultaban ser muy húmedas-. No obstante creímos ver posibilidades en varias más por lo que regresé de nuevo al lugar al año siguiente: junto a Carlos Eraña y Pablo Gay visitamos, el 19 de mayo de 1991, una cavidad, en terrenos de Oquina, sobre la que nos había informado el propio Pablo Gay. Descartada su vinculación prehistórica, por ser una surgencia activa sin sedimentación, recorrimos el desfi ladero en su tota-lidad, tomando como camino de vuelta la orilla derecha del Ayuda, donde habíamos avistado otros abrigos con cierta envergadura. Sobre la superfi cie de uno de ellos, muy disimulado por la espesura vegetal, recogimos unas lascas de sílex y algún fragmento cerámico. La semana siguiente, el 26 de mayo de 1991, nuevamente con Carlos Eraña reconocí el abrigo, al que llamamos Mendandia por ser este el nombre del monte que lo acoge, para tomar notas sobe el refugio -localización exacta, dimensiones, accesos...- y acometer una observación más detallada, fruto de la cual fue la recogida de nuevas lascas. Es así como certifi camos el valor arqueológico del sitio.

Con posterioridad han sido frecuentes nuestros paseos por las inmediaciones de Mendandia: para reco-nocer el terreno, localizar nuevos abrigos o verdaderas cuevas, buscar fuentes de arpovisionamiento de sílex y de barros...2 Hemos realizado así mismo desplazamientos que nos dirigían, desde ese entorno, a los depósitos mesoneo-

∗ Área de Prehistoria. Universidad del País Vasco1 En alguna ocasión ya hemos trasladado los resultados más sobresalientes de aquella actividad: Alday et alii 1993.2 Además de los citados Carlos Eraña y Pablo Gay han participado en estos trabajos otras personas a los que es de justicia agradecer sus esfuerzos: Blanca

Pastor, Aitor Ormazabal, Carmen Grima y Román Olaizola.

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líticos de Kanpanoste - Atxoste, El Montico de Charratu y La Peña de Marañón para evaluar las posibles vías de comunicación entre unos y otros. Entre las nuevas oque-dades que hemos explorado una, cercana a la localidad de Oquina, presenta escasos fragmentos óseos fuertemente cementados, sobre una costra pegada a la pared, pero carece de verdaderos sedimentos; en otra, de grandes dimensiones y ubicada en Treviño, a unos 800 metros aguas arriba de Mendandia, recogimos dos fragmentos cerámicos de aspecto arcaico: el sitio se ve afectado por una discontinua corriente de agua. De ninguna de las dos se han propuesto tasaciones prehistóricas ante la escasez del material. En las primaveras del 2000, 2001 y 2002 se han avistado y recorrido nuevos frentes con abrigos sobre los que, en un futuro próximo, esperamos regresar para su valoración dado que, a primera vista, ofrecen bastantes posibilidades como refugios prehistóricos.

Por tanto, como hemos expresado, el descubrimien-to de Mendandia no se debió como en otras ocasiones, al azar. Al contrario, es resultado de una actividad planifi ca-da y continuada durante bastante tiempo cuyo fi n era la denuncia de depósitos del Holoceno inicial: en realidad seguimos manteniéndola aunque con menor intensidad. Quiere indicarse que la excavación del sitio encaja también dentro de un proyecto de largo alcance, que se inició con la exhumación de Kanpanoste Goikoa (1992 y 1993) y permanece abierto con la de Atxoste ( de 1996 al día de hoy). Quisiéramos, además, imbricar estos esfuerzos con los que han desarrollado, y desarrollan, otros colegas que se preocupan por el mismo entorno cronológico y geográ-fi co: en, por ejemplo, Kanpanoste (A. Sáenz de Buruaga), en Peña Larga (J. Fernández Eraso), en Fuente Hoz (A. Baldeón), en La Peña de Marañón (M. A. Beguiristaín y A. Cava), en Aizpea (A. Cava), en Herriko Barra (J. A. Mujika) o en Pareko Landa (J. C. López Quintana). Con la unión de todas las informaciones que vayamos acumulando podremos, es la esperanza, acercarnos con detalle a la dinámica cultural de la primera mitad del Holoceno Vasco.

2.- EL ABRIGO DE MENDANDIA: LOCALIZACIÓN, CARACTERES GENERALES, ENTORNO GEOGRÁFICO AMBIENTAL ACTUAL Y POSIBILIDADES.

Es el depósito prehistórico de Mendandia un abrigo bajo roca de medianas dimensiones abierto sobre el ba-rranco Oquina - Sáseta. El desfi ladero ha sido originado por la acción del río Ayuda que ha modelado un tajo de apreciable hendidura y longitud -unos 5.500 metros- sobre la vertiente meridional de los Montes de Vitoria (Foto 1): a la altura de Mendandia el fondo del valle se encuentra a 700 metros de altitud, mientras los rasos se sitúan, en cualquiera de las dos vertientes, hacia los 800. El desnivel entre el cauce y sus bordes, como hemos dicho de unos 100 metros, es bastante continuo, en ocasiones a plomo,

en el tramo alto, pero a medida que descendemos se ve interrumpido por bancales o gradas de en general escasa anchura (Mapa 1). Es en estas plataformas sobre las que se van organizando los boquetes y los abrigos aprove-chando la erosión diferencial de los crestones calizos o de las bandas de conglomerados, según los casos. La alternancia de bancos duros de conglomerados con otros más blandos de carácter margoso o limo-arcilloso, queda compartimentado por algunos pequeños y empinados barrancos perpendiculares. Va a ser en la confl uencia entre una de aquellas plataformas y uno de estos aba-rrancamientos transversales donde se ubique el depósito de Mendandia.

Fotografía 1. Vista del fl anco norte de la Cuenca de Treviño, tomado a un kilómetro hacia el oeste de Mendandia

Mapa 1. Localización del yacimiento de Mendandia, en Sáseta (Tre-

viño, Burgos).

EL YACIMIENTO DE MENDANDIA: LOCALIZACIÓN, CARACTERES HABITACIONALES Y MARCO GEOGRÁFICO-AMBIENTAL.LAS OPERACIONES PREHISTÓRICAS: DESARROLLO Y MÉTODO 31

Alcanza la terraza donde se enclava Mendandia algo más de 27 metros de longitud por unos 14 de an-chura: en total una superfi cie de 385 metros cuadrados, prácticamente horizontal y útil si se precisara para el grupo que la eligió como emplazamiento (Foto 2). Como referencia de localización de la plataforma pueden apun-tarse las coordenadas 533.033 (longitud oeste) 4.731.087 (latitud norte) a 740 metros sobre el nivel del mar, que se corresponde con la Hoja nº 22-8 (138) - La Puebla de Arganzón3.

El abrigo propiamente dicho, cuya representación planimétrica puede consultarse en la fi gura 1, está orien-tado al Este y dispone de una techumbre de 15 metros de longitud y 5 de profundidad máxima (Fotos 3 y 4): en realidad el voladizo cubre unos 52/53 metros cuadra-dos, aunque el área ocupada por el hombre prehistórico

debió ampliar este espacio. Por su ubicación recibe a la mañana, y hasta el mediodía los rayos del sol, si bien el bosquecillo que lo oculta reduce sensiblemente la luminosidad. La pared y el techo del abrigo tiene como base un conglomerado muy cementado, con brechas de cantos rodados que, ocasionalmente, pueden arrancarse pasando a formar parte de los sedimentos4: se dispone el techo inclinadamente alcanzando una altura máxima próxima a los tres metros desde el suelo actual. En sus proximidades, a todo lo largo de los términos Barranco el Río y La Dehesa, e incluso más allá en terrenos pertene-cientes a Oquina, se abren otros refugios potencialmente aprovechables para los intereses del hombre prehistórico (Foto 5). Sin embargo, es el de Mendandia el que a priori ofrece mayores garantías de habitabilidad: por el grado de protección que ofrece, su tamaño, la horizontalidad de la plataforma, su accesibilidad y la disponibilidad de agua en sus inmediaciones.

Figura 1. Planimetría básica de Mendandia. La línea punteada marca la proyección sobre el suelo de la techumbre. Se señala la cuadrícula de la excavación. Cada cuadro mide 1 metro de lado.

3 Las coordenadas del sitio han sido tomadas con la ayuda de un GSM. La posición altimétrica fl uctúa en uno veinte metros según que base cartográfi ca se consulte.

4 Y, al parecer, ser utilizados por el hombre prehistórico: para limitar áreas de combustión o para el uso de los cantos como percutores, como ya señalaremos.

Fotografía 3. Vista frontal del abrigo de Mendandia

Fotografía 2. Aspecto de la terraza donde se asienta Mendandia

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Dibujo 1. Dibujo al natural de una “vista aérea” del barranco Oquina a Sáseta. Sobre el primer menadro se ubica la localidad de Sáseta. El círculo representa a Mendandia

La toponimia menor refi ere el lugar como Barranco el Río, junto al Ayuda, y La Dehesa, según vamos as-cendiendo: son ambos términos de gran extensión -unos dos kilómetros de longitud- y con escasa personalidad -muy repetidos- (González Salazar 1985). Preferimos la denominación de Mendandia, tomada del promontorio donde se aloja el abrigo, pues según información oral de los vecinos de Sáseta, no hay un nombre concreto que identifi que al abrigo ni es relacionado con acontecimiento histórico, imaginado o habitual (no refi eren a su alrededor leyendas, tesoros o refugio de pastores).

A los pies del yacimiento discurre el río Ayuda, en dirección Norte – Sur: se separa del cauce unos 100 metros lineales, con un desnivel de entre 40 - 50 metros. A su vez cerrando por el norte la plataforma donde se enclava el abrigo, discurre una torrentera con agua la mayor parte del año –sólo en temporadas muy secas puede llegar a perder su caudal en el mes de agosto-: el arroyo salva el desnivel entre esta plataforma y la siguiente mediante una cascada de unos 5- 6 metros de altura. La abundancia de agua en

el propio lugar debió ser un valor añadido a las de por sí buenas condiciones de habitabilidad del lugar.

El barranco de Oquina – Sáseta ha sido tradicio-nalmente conocido como camino a Santander, y antaño era muy frecuentado (Foto 6): une el corredor Bernedo – Ventas de Armentia con las estribaciones de los Montes de Vitoria. Recorriéndolo los vecinos riojanoalaveses, bien remontando el puerto de Bernedo o bien por la ruta de los carboneros en Pipaón, alcanzaban la Llanada Ala-vesa, para dirigirse con su vino a la Cornisa Cantábrica –a Santander-. Se percibe así la posición estratégica del enclave (Dibujo 1). La construcción del vial entre Peña-cerrada y el Puerto de Vitoria, único eje transversal de la cuenca de Treviño, que pone en contacto la Llanada

Fotografía 4. Vista lateral del abrigo de Mendandia

Fotografía 5. Abrigos naturales abiertos sobre el desfi ladero del Ba-rranco Oquina - Sáseta

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Alavesa y la Rioja Alavesa salvando sendos puertos en sus extremos, aceleró su desuso. Es hoy en día una sen-da transitada por excursionistas, a pié o en bicicleta de montaña, vedada a los vehículos de motor, y carente de valor económico apreciable.

El terreno donde se enclava el yacimiento es pro-piedad comunal del ayuntamiento de Treviño, siendo administrado por los escasos moradores de Sáseta. El monte ha debido tener, fundamentalmente, una actividad pastoril, de cabaña ovejera principalmente, pero ya en franco declive. Suelen arrendarse las tierras para el apro-vechamiento de sus pastos sirviendo de hábitat a ganado caballar: durante los años de excavación aprovechaba con tal fi n el lugar un vecino de Elorrio, adquiriendo posterior-mente los derechos otro de Oquina. Precisamente dadas las condiciones de refugio que ofrece el abrigo de Men-dandia, y sus disponibilidades de agua, la yeguada suele abrevar y sestear en la propia plataforma del yacimiento. Su estanco impedía la generación de suelo vegetal, causa directa de que pudieran recogerse en su superfi cie útiles prehistóricos desde la primera visita.

La mejor manera de acceder a Mendandia es acercarnos a la localidad de Sáseta, y aunque el abrigo no es visible hasta que llegamos a sus inmediaciones, por estar oculto en una pantalla forestal, no resulta difí-cil encontrarlo. Desde Sáseta debemos tomar el camino hacia Oquina, sobre la margen izquierda del Ayuda: aproximadamente a los 800 metros abandonaremos el vial para tomar una senda a nuestra izquierda que se

5 Que este venga siendo el modelo ocupacional más reconocido por los arqueólogos no signifi ca, claro está, que no existan otros. Ocurre que en los últimos años se ha venido trabajando en la misma dirección: la búsqueda de abrigos con esta tipología, desperdiciando, tal vez, otros modelos ocupacionales, ha condicionado lógicamente nuestra visión del pasado.

dirige al término de Ogaspia. En este punto cruzamos el Ayuda sobre un rústico y peligroso puente de madera, situándonos así en la margen derecha del río. Inmedia-tamente salvamos una alambrada y en dirección norte ascendemos hasta la segunda de las gradas de la ladera. No se abandona la senda hasta caminar por ella en torno a 800 metros -debiendo sortear en su mitad una segunda alambrada-, justo cuando describe una fuerte curva hacia la izquierda: desde este punto se atisba el entrante y el bosquecillo donde se localiza la oquedad (Foto 7). Aquí, en dirección oeste, ascendemos una corta pero empinada pendiente hasta la tercera grada: recorriéndola unos 250 metros nos adentramos en el bosquecillo que camufl a, y sobre el que se ubica, el abrigo.

Tal y como vamos indicando por su descripción, el lugar reproduce muchas de las constantes que hemos denunciado como propias de establecimientos mesoneolí-ticos de la región: refugios en abrigo, con fuentes de agua permanentes muy cercanas y en posiciones estratégicas dominantes5. Este último dato se deduce por la capacidad de control territorial que ofrece el lugar. El acceso al raso es inmediato, y desde aquí las vistas sobre el paisaje muy amplias. Hacia el norte hasta el cordal de los Montes de Vitoria cuatro kilómetros lineales y unos 300 metros de desnivel máximo, si queremos alcanzar las cumbres más altas: pastos y bosques de quercus tapizan el recorrido (Foto 8). Hacia el sur, y en suave declive durante tres kilómetros, alcanzamos la vega del Ayuda, en Urarte en el punto que recibe las aguas del río que naciendo en Ar-lucea atraviesa la localidad de Marquínez: las tierras son aprovechadas para la agricultura cerealista (Foto 9). Hacia el este, vadeando el Ayuda, disponemos de un nuevo raso, interrumpido por barrancos de similares caracteres al de Oquina - Sáseta, con grandes pastos y bosques hasta topar, a los cinco/seis kilómetros con las alturas del Kapilduy

Fotografía 7. Bosquecillo sobre la terraza de Mendandia que “camu-fl a” al abrigo y minimiza los aportes eólicos.

Fotografía 6. Vista del barranco Oquina – Sáseta desde Mendandia. Puede seguirse la trayectoria del Ayuda a través del bosque galería. Al fondo la Sierra de Cantabria

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y del San Cristóbal: estas constituyen el cierre oeste del Valle de Arraya, donde se sitúan los lugares prehistóricos de Kanpanoste, Kanpanoste Goikoa, Atxoste, Peña Ras-gada y Arratiandi. Por último hacia el oeste atravesamos, en descenso, el término de Aguillo -con barrancos objeto de prospecciones actuales- hasta llegar a la depresión de Uzquiano, siguiendo el arroyo de Coveloste, a los pies del Puerto de Vitoria. Pueden completarse estos recorridos, de fácil tránsito, con el acceso al valle de Oquina - Izarza: basta para ello remontar el cauce del Ayuda.

En suma, se nos ofrece una amplia variedad de paisajes y posibilidades cinegéticas teniendo como ex-tremos las cumbres norteñas, con picos de poco más de 1.000 de altitud, y la vega del Ayuda, algo por debajo de los 600 metros sobre el nivel del mar: rasos, desfi laderos y valles se conjugan entre sí permitiendo el disfrute de distintos nichos ecológicos. La fauna propia en las actuales condiciones climático-ambientales, de no existir abusi-va presión humana, permitiría el acomodo de cérvidos, bóvidos, cápridos, équidos y suidos como vertebrados mayores, sin que faltaran otros pequeños mamíferos. Es precisamente esta relación de especies animales las identifi cadas, abundantemente para todos los niveles, en los recuentos paleontológicos del yacimiento.

La cuenca de Treviño, de formación terciaria, tiene como base, según zonas, conglomerados, calizas arenosas o margosas, calcarenitas y margas, generándose un valle aluvial a los 500 – 600 metros sobre el nivel del mar. Los Montes de Vitoria conforman el fl anco norte del sinclinal Miranda - Treviño: en esta vertiente se describen laderas largas que salvan unos 400 metros de desnivel. Diversas escorrentías de dirección Norte – Sur (Arroyo de la Pila, de San Pedro, de Aranjuez, de San Vicentejo, Ajarte, Saraso, del Roblido o de Santa Lucía) o la propia cabecera del Ayuda van abriendo estrechos valles y barrancales, entre ellos el que a nosotros nos interesa de Oquina a Sáseta. El mismo, en su tramo inicial, se desarrolla sobre calizas

muy fracturadas y algo dolomitizadas para ser sustitui-das progesivamente por conglomerados terciarios. La alternancia métrica de los niveles de conglomerados y de depósitos arenosos o limo-arcillosos de colores rojizos, provoca por erosión diferencial la apertura de los refugios y oquedades de, en general, escasísimo desarrollo: uno de ellos será precisamente el de Mendandia (Mapa 2). Es común que a todo lo largo del desfi ladero el modelado se vea interrumpido por la presencia de manantiales trans-versales que originan coladas estalagmíticas, traventinos –allí donde convergen calizas y margas impermeables-, cascadas y pozos.

Mapa 2. Mapa geológico de las inmediaciones de Mendandia. Su an-chura igual a 20 kilómetros

Fotografía 8. Pastos naturales hacia el noroeste de Mendandia, que son hoy día de aprovechamiento para el ganado caballar.

Fotografía 9. Vista de Mendandia hacia el fondo de la Cuenca de Trevi-ño. Agricultura cerealística en primer plano. Sobre la segunda línea de montañas se localiza el lugar prehistótico de El Montico de Charratu.

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Sobre este sustrato geológico son varios los asuntos a retener por su importancia en cuanto a la estrategia de ex-plotación del medio por parte del hombre prehistórico:

a) ausencia de verdaderas cuevas pero sí de abundantes abrigos. Estos sitios serán elegidos por las comunida-des para su establecimiento –Mendandia y el Montico de Charratu-;

b) carencia de material idóneo, en los alrededores del abrigo, que mediante su talla permita la elaboración de utensilios adecuados. No obstante, como ya veremos, sobre varios puntos de la Cuenca de Treviño –área de Moraza por una parte y de Portilla o de Cucho por otra- son abundantes y de calidad los afl oramientos silíceos. Ello obliga a los residentes en Mendandia al desplazamiento muy habitual hacia aquellos sitios, alejados más de una decena de kilómetros;

c) son fácilmente localizables y accesibles bancos ar-cillosos que, si interesaran, pudieran explotarse para fi nes alfareros.

En este rápido repaso a las potencialidades del me-dio de Mendandia, viene bien recordar que en el inmediato Valle de Arraya, en su centro, se desarrolla la depresión diapírica de Maestu: de ella pudieron abastecerse de arcilla y de ofi tas, material usado, muy puntualmente, por los moradores del abrigo.

El río Ayuda es el gran colector de la Cuenca de Treviño atravesando toda la depresión de Este a Oeste: nace a los 1060 metros en las laderas del Kapilduy, cap-turando las escorrentías del valle Oquina – Izarza, para coincidir con el Zadorra y el Inglares en las Conchas de Haro. En total alcanza los 43 kilómetros de recorrido lineal y baña una cuenca de 350 kilómetros cuadrados. En los diez primeros kilómetros, justamente el entorno de Mendandia, salva algo más de 500 metros de desnivel, 200 en el primero, de manera bastante irregular, provocando rápidos y rellanos: en el tramo Oquina – Sáseta el desnivel

tiene una media del 2,8%. Su caudal alcanza el máximo en febrero, con 5,5 metros cúbicos y un mínimo en sep-tiembre, con 3,7. Aún hoy, con suerte, pueden avistarse alguna nutria nadando en su cabecera, lo que nos habla de las calidades de sus aguas (Fotos 10 y 11).

Los Montes de Vitoria constituyen el cierre Sur de la Llanada Alavesa, sirviendo de penúltima pantalla a las infl uencias oceánicas -la última será la Sierra de Can-tabria-: de hecho son llamativas, en clima y vegetación, las diferencias que se dan entre una y otra vertiente. Es en las inmediaciones a Mendandia donde esta cadena alcanza las máximas alturas, separadas precisamente por el Ayuda: 1.029 m. Palogán, que ofrece una vasta pano-rámica sobre la ciudad de Vitoria; 1.175 Kapilduy, que limita por el oeste, junto con el San Cristóbal de 1.058, el Valle de Arraya – Maestu. En estas circunstancias, y dadas las coordenadas de longitud, latitud y altitud, nos ubicamos en un paraje defi nido climáticamente como am-biente de transición subatlántico – submediterráneo, con tintes de continentalidad. Como media las precipitaciones anuales se sitúan entre los 800 – 1000 mm., oscilando sustancialmente según las estaciones: de 800 – 1200 mm. en el semestre más húmedo a 400 – 800 en el más seco. La temperatura media está en torno a los 10º c. con julio como el mes más cálido pues se alcanzan los 18º como media, y siendo siempre muy apreciables las oscilaciones diurnas: en invierno son frecuentes las heladas y habituales los bancos de niebla en las inmediaciones del río, que desaparecen en cuanto ascendemos ligeramente.

Un clima de carácter fronterizo y unos suelos es-tables en el fondo del valle, pero que se degradan según ascendemos e invadimos los substratos conglomeríticos y calizos, proporcionan una cobertera vegetal muy variada y desigual. En el mapa adjunto (Mapa 3) se han establecido los grandes territorios de la vegetación potencial. Como hechos más característicos de la actual biocenosis deben de subrayarse:

Fotografía 10. El río Ayuda bajo la plataforma de Mendandia Fotografía 11. El Ayuda conforma, en su tramo alto, presas de cierta envergadura con recursos piscícolas y presencia de nutria

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a) la importancia de las masas de quercus en las laderas y los rasos, aquí combinados con pastos herbáceos. Quejigo pubercense en las pequeñas hondonadas, roble carasqueño sobre suelos pedregosos y delgados, encinas en las laderas soleadas van intercalándose para conformar un bosque que, aunque ralo, no es de fácil tránsito por la presencia de la zarzamora, el endrino y el boj (Foto 12);

b) la convivencia de tejos y hayas que aprovechan las vaguadas y los territorios más húmedos y sombríos, a menudo en la propia ribera del Ayuda;

c) las masas aisladas del arce de Montpellier (Acer monspessulanum) que encuentra en la plataforma de Mendandia uno de sus mayores refugios;

d) como bosque de galería, a menudo formando densos setos, encontramos avellanos, fresnos, sauces, y como dijimos, hayas, en combinación con aligustre, endrino, acebo, hiedra, zarzamora, escaramujos, otras rosáceas y majuelo. No faltan, en parajes muy especiales, los jun-cales con mentas y solicarias o los mimbreros y sorgas. Conviene recordar que en las cercanías a Mendandia encontramos el Parque Natural de Izquiz, donde no se integran las tierras altas del Ayuda por las fronteras administrativas que reparten el territorio: el mencionado parque se caracteriza, entre otras cosas, por conservar buenos bosques de roble tocorno y de abedules.

La reserva faunística de la zona, referida a mamífe-ros de gran talla, resulta ser un vestigio muy pálido de la que potencialmente deberiera habitar de no mediar presión antrópica: camadas de jabalíes, en acelerada progresión, junto al zorro, que hemos avistado en varias ocasiones en el mismo abrigo de Mendandia, son los animales no domésticos más comunes. Conviven con especies menores tales como algún mustélido, pequeños roedores o aves del tipo perdiz y codorniz. No resulta difícil imaginar, dadas las condi-ciones ambientales disponibles, el deambular de venados –recientemente se nos ha informado, y hemos llegado a ver, de el vagar del corzo que coloniza un bosque cada vez más espeso-, équidos, vacunos y cápridos especies que fueron muy habitualmente cazadas por los hombres prehistóricos de Mendandia. Los contrastes bioecológicos permitiría la convivencia de una gama relativamente amplia de animales diferentes, y ello, seguramente, constituyó un aliciente más, o quizá el principal, para el asentamiento del grupo humano sobre este punto concreto.

Mapa 3. Mapa de vegetación actual en el entorno de Mendandia (Aseguinolaza et alii 1992). Leyenda de la vegetación próxima:

5.- Carrascal montano subhúmedo;

8.- Quejigal subcantábrico;

15.- Bosque mixto de crestón y pie de cantil calizo;

19.- Hayedo calcícola o éutrofo;

27.- Enebral-pasto con junquillo y/o prebrezal margoso;

28.- Prebrezal subcantábrico petrano;

30.- Brezal subcantábrico;

40.- Pastos mesófi los;

44.- Prados de siega;

45.- Prados-juncales, trampales o depresiones inundables;

48.- Pasto petrano calcícola;

49.- Complejo de vegetación de roquedos calizos;

59.- Vegetación de erosiones margo-arci-llosas;

66.- Cultivos

Fotografía 12. Ejemplar de encina en las inmediaciones de Mendandia

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Desde un punto de vista actualista la comarca lleva un par de décadas en un proceso de deterioro. Ha sido constante la pérdida de población tanto en Oqui-na como en Sáseta, localidad esta que no disponía ni de agua corriente ni de teléfono cuando iniciamos los trabajos arqueológicos, teniendo la mayor parte de sus casas abandonadas y las calles malamente empedradas. El llano es aprovechado para la explotación agrícola, de carácter cerealista en combinación con la planta de patata, producto que va perdiendo interés. Los rasos y las laderas son arrendados a vecinos de otras localidades que usan los pastos para la explotación caballar: yegua-das en régimen de semilibertad a la vez que pastan, muy ocasionalmente, rebaños de ovejas venidas de fuera. El desinterés por la cabaña ganadera y la nula explotación forestal es causa del apreciable desarrollo del matorral que sirve de refugio a las contadas especies animales antes relacionadas a la vez que borra las sendas y los caminos –también las oquedades y los abrigos- difi cultando las caminatas por el paraje.

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En defi nitiva, como es lógico no es casual la elec-ción de Mendandia como lugar de estancia por parte del hombre prehistórico. El entorno parece aglutinar una serie de condiciones muy adecuadas para los fi nes a realizar. El abrigo por sus dimensiones, orientación, ubicación y disposición ofrece garantías para el acomodo sufi ciente de un grupo que tuviera en la caza su principal actividad de subsistencia. Es factible y rápido el acceso a nichos ecológicos diversifi cados: de valle, ladera, roquedo y de altura –hasta un máximo de 1.000 metros de altitud-, contando con un curso de agua permanente, el Ayuda que sirve como vía de tránsito de uno a otro medio, e innumerables arroyos y fuentes. Bosque, pastos y agua que aportarían alimento y bebida a un espectro faunís-tico nada despreciable, como corresponde a un medio ambiental de transición: el análisis de los restos óseos, responsabilidad de P. Castaños, nos revela, precisamente, el apresamiento de ciervos, corzos, uros, caballos, cabras, sarrios y jabalíes, sin que falten otras especies como el lobo, el zorro.... Si este es el conjunto animal disponible en Mendandia podemos supone que las condiciones climáticas durante la mayor parte de la ocupación del abrigo no eran muy diferentes a las actuales: quizá, ob-servando como un todo cada una de las fases, ligeramente más húmedo y menos atemperado. De ser así la cubierta vegetal destacaría por la importancia del bosque, en el que los actuales caracteres mediterranoides estarían más atenuados. Puede deducirse, algo indican los estudios de pólenes, semillas y maderas, un aprovechamiento de esta masa forestal: frutos como complementos alimenticios, madera como material combustible y quizá como base para confeccionar instrumentos. Siendo la movilidad uno de los ingredientes fundamentales dentro de las estrate-gias de ocupación y explotación del medio, el hábitat en

Mendandia puede complementarse con los desarrollados en otros establecimientos que, como se sabe, reproducen el modelo aquí descrito –que quizá no fuera el único-: El Montico de Charratu, el más cercano y con depósitos vinculados a lo mesoneolítico; La Peña de Marañón con un importante sustrato del Epipaleolítico geométrico; Kanpanoste Goikoa con niveles ordenados de similar forma a los de Mendandia –Mesolítico de muescas y denticulados, más geométrico, más Neolítico-; Kanpano-ste, aún por evaluar; Atxoste, en proceso de excavación habiéndose descrito ya diversos episodios paralelos en lo industrial, y contemporáneos en lo cronológico, al que ahora nos interesa; y Fuente Hoz donde se sabe de asentamientos neolíticos y anteriores. En algún capítulo posterior intentaremos la comparación de estos conjuntos arqueológicos como forma de reconstrucción de aquellos episodios prehistóricos.

3.- EL DESARROLLO DE LOS TRABAJOS DE CAMPO: PLANIFICACIÓN Y METODOLOGÍA:

La decisión de excavar arqueológicamente el abrigo de Mendandia se encuadraba en un plan de largo alcance, que pretendía mejorar nuestro conocimiento sobre las fases mesolíticas y neolíticas de la región. Por ello los trabajos de campo se han simultaneado, y complementado, con los desarrollados en Kanpanoste Goikoa y Atxoste, sin perder de vista las actuaciones previas, acometidas por otros colegas, en Fuente Hoz, La Peña de Marañón, Peña Larga, o las contemporáneas de Kobaederra, Kobeaga, Aizpea y Padre Areso. En la medida de lo posible, y de acuerdo a las circunstancias particulares que pudieran confl uir en cada establecimiento, hemos intentado que la planifi cación y ejecución de los trabajos de campo, y su posterior evaluación, se ajustaran a normas conocidas, ex-perimentadas y validadas para poder cotejar con mayores garantías los resultados obtenidos. Nos hemos ido fi jando en la forma de hacer de otros investigadores para ajustar mejor nuestro propio método de análisis. Por lo mismo, hemos procurado que en las analíticas complementarias, sobre fauna, semillas, pólenes, maderas, materias pri-mas, pigmentos y radiocronología participaran aquellos científi cos que vienen implicándose, habitualmente y en nuestra región, en tales fi nes: tratábamos de garantizar así la comparación de los protocolos interpretativos a la vez que ayudar en la consolidación de un equipo de trabajo estable.

La excavación propiamente dicha de Mendandia nos ha ocupado una parte de los veranos de 1992 a 1995 y de 1997, en total cinco campañas: por norma cada una de ellas se dilataba durante tres semanas de trabajo ininterrumpido, simultaneando labores sobre el mismo yacimiento y en el laboratorio. Posteriormente, durante dos o tres semanas más debían continuarse las tareas de

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gabinete (limpieza, conservación, inventario...). Para su ejecución se contó con los pertinentes permisos de la Junta de Castilla y León corriendo a cargo de Alfonso Alday la dirección de los trabajos y, para la primera de las campa-ñas, de Germán Delibes la subdirección6. En el equipo de trabajo se implicaron lo que entonces eran alumnos de primer, segundo y tercer ciclo de las universidades del País Vasco y de Deusto, y hoy son licenciados o doctorandos de la Licenciatura de Historia. Aitor Ormazabal y Blanca Pastor en 1992 se ocuparon de coordinar los equipos, responsabilidad que en las siguientes campañas recayó en Isabel Buesa y Francisco Carlos de Vergara.

Las jornadas empezaban a las 6,45 – 7,00 horas momento en el que el grupo se reunía para su desplaza-miento desde Vitoria a Sáseta –no había posibilidad de alojamiento en algún punto intermedio-. La excavación en el abrigo comenzaba hacia las 7,30 – 7,45 y se pro-longaba hasta las 15,00 – 15,30 con breve descanso en su mitad: se procedía al levantamiento de las tierras de cada unidad de excavación, al cribado de las mismas –en seco o en agua según las circunstancias-, a la fl otación del área elegida –el último año de trabajo-, al levantamiento de planimetrías y cortes y a la toma de fotografías de aspectos que se consideraban de interés. Los dos primeros años la comida se consumía en un local de Albaina (Treviño), los restantes en Vitoria. Reservábamos las tardes para el lavado, secado, inventario, siglado y empaquetado de los materiales exhumados así como a la redacción de los dia-rios particulares y del general: tales labores comenzaban a las 17 horas y nunca terminaban antes de las 19. Estas operaciones, que normalmente se prolongaban más allá de la excavación propiamente dicha, las ejecutábamos en los locales que a su efecto nos cedía el área de Prehistoria del Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la Universidad del País Vasco.

Los intereses específi cos de cada una de las cam-pañas, su duración y el personal participante se detallan a continuación (fi gura 2):

- Primera campaña de excavación: se prolongó entre los días 29 de junio y 11 de julio de 1992 partici-pando un total de 12 personas, con una media de asistencia de 11,5 por día. Además, A. Alday y A. Ormazabal dedicaron la tercera semana de julio a rematar las labores de limpieza, inventariado, siglado y empaquetado de la colección rescatada. En total se dedicaron unas 1.350 horas de trabajo. Como objetivos se señalaron: el acondicionamiento y la parcelación de las áreas a excavar –cuadriculación y sectorización-, la delimitación de un plano de referencia, la toma de datos generales del sitio y su entorno, la defi nición de los niveles sedimentarios

y su adscripción cronocultural así como, si fuera posible, el conocimiento de su potencia. Con estos fi nes se trabajó sobre cuatro cuadros dispuestos en L (A3, A1, A2 y Z2) para disponer de dos cortes, uno longitudinal, sagital el otro. Participantes: Angel Astorqui, Isabel Buesa, Francisco Carlos de Vergara, Carlos Eraña, Ana Galdós, Pablo García de Eulate, Ainhoa Lozares, Aitor Ormazabal, Blanca Pastor, Blanca Renedo y Ana Rosa Ruiz. Circunstancial pero necesaria fue la colaboración que recibimos de Javier Fernández Eraso y de Tomás Urigoitia. La subvención de los gastos corrió por cuenta de la Junta de Castilla y León.

Figura 2. Ritmo de excavación en Mendandia: A3, A1, A2 y Z2 se iniciaron en la primera campaña; Z3, Z1, B3, B1 y B2 en la tercera; Y2 en la cuarta; B4, Y3 e Y1 en la quinta.

- Segunda campaña de excavación: se prolongó en-tre los días 7 a 17 de septiembre de 1993, para los trabajos de campo propiamente dichos, y entre el 20 y el 29 del mismo mes para el lavado, inventa-riado y siglado de los materiales arqueológicos. La reducción de los días de trabajo se debió a la falta de subvención pública: los gastos fueron asumidos directamente y en su totalidad por el responsable de la actuación Alfonso Alday. Participaron un total de 10 personas, con una media de asistencia de 9,6 por día. En total se dedicaron unas 1.700 horas de trabajo. Prosiguiendo la labor del verano anterior se profundizó en la excavación de los cuatro cuadros ya abiertos para conocer la potencia del yacimien-to: se consiguió así reconocer la existencia de los

6 La norma vigente nos obligaba a contar, como subdirector y avalista de los trabajos arqueológicos, con el auspicio de un investigador de prestigio re-conocido afi ncado en Castilla y León, por ser el director vecino de la Comunidad Autónoma Vasca. Ofrecimos a Germán Delibes la subdirección del proyecto quien nos ofreció todo su apoyo. Debemos agradecer públicamente su disposición.

EL YACIMIENTO DE MENDANDIA: LOCALIZACIÓN, CARACTERES HABITACIONALES Y MARCO GEOGRÁFICO-AMBIENTAL.LAS OPERACIONES PREHISTÓRICAS: DESARROLLO Y MÉTODO 39

niveles IV y V. Complementariamente se procedió al cierre mediante alambrada del yacimiento para evitar la entrada de ganado y esperando el respeto por parte del pastor del sitio, objetivo que no logra-mos. Participantes: Rubén de Andrés, Isabel Buesa, Francisco Carlos de Vergara, Carlos Eraña, Antón Fernández, Pablo García de Eulate, Cristina Marín, Blanca Renedo y Ana Rosa Ruiz.

- Tercera campaña de excavación: se prolongó en-tre los días 11 a 30 de julio de 1994, por lo que a actuaciones de campo y de laboratorio asociadas se refi ere, y en tre los días 11 a 26 de agosto para completar tareas de gabinete inconclusas. Partici-paron un total de 14 personas, con una media de asistencia de 10 por día. En total se dedicaron unas 1.830 horas de trabajo. Como objetivos se señala-ron: la culminación de la retirada de los sedimentos fértiles abiertos anteriormente; la ampliación de la superfi cie a excavar con la apertura de cinco cuadros más colindantes a los ya exhumados (denominados Z1, Z3, B1, B2 y B3) con lo que ya disponíamos de nueve metros cuadrados. La zanja adquiría ahora morfología cuadrangular de 3 por 3 metros contando con cuatro cortes diferenciados. Participantes: Angel Astorqui, Rubén de Andrés, Isabel Buesa, Francis-co Carlos de Vergara, Carlos Eraña, Ana Galdós, Sonia García, Eduardo Inclán, Cristina Lezameta, Cristina Marín, María José Monge, Mónica Pérez de Heredia y Blanca Renedo. Circunstancial fue la colaboración que recibimos de Estíbaliz Rodríguez y María Asunción Aguillo. La subvención de los gastos corrió por cuenta de la Junta de Castilla y León.

- Cuarta campaña de excavación: tuvo lugar del 11 al 30 de julio de 1995 para la exhumación de las tierras y acciones de laboratorio, prolongándose estas posteriormente entre los días 3 a 18 de septiembre. En su desarrollo participaron 12 personas, con una media de asistencia de 11,5 por día. La suma de horas de trabajo contabiliza 1.950. La intención básica era culminar en toda su potencia estratigráfi ca aquellos cuadros cuya excavación se había comenzado con anterioridad, así como extender la superfi cie exca-vada hacia la pared del abrigo (Y2), dada la cantidad de información arqueológica que en su entorno se recuperaba. A resulta de las actuaciones acometidas en estos años la superfi cie total excavada es de 10 metros cuadrados. Participantes: Rubén de Andrés, Igor Arteaga, Isabel Buesa, Francisco Carlos de Ver-gara, Nuria Cuadra, Ana García, Eduardo Inclán, María José Monge, Mónica Pérez de Heredia, Blanca Renedo y Rosa Ruiz. Por momentos recibimos la ayuda de Natalia Albertín, María Asunción Aguillo, Carlos Barahona, Carlos Eraña, Cristina Marín, Ana Rosa Ruiz y Olga Sanz de Heredia. La subvención

completa de los gastos corrió por cuenta de la Junta de Castilla y León.

- Prevista una quinta campaña de excavación durante el verano de 1996, esta no pudo llevarse a cabo por contingencias personales del director. En su lugar se solicitó, y fue permitido, destinar la cantidad presupuestada para sufragar los gastos derivados de la analítica radiocarbónica.

- Quinta campaña de excavación: la última etapa de excavación en Mendandia se desarrolló entre los días 23 de junio y 12 de julio de 1997, completán-dose rutinas de laboratorio entre los días 13 y 18 de julio, más de informatización básica a lo largo de septiembre. Emprendimos la labor, de manera estable, 13 personas, con una media de asistencia de 12,2 por día. La suma de horas de trabajo contabiliza 2.230. Se programaron la coordinación de variados objetivos: obtener un minucioso control de los restos antracológicos y de los macrorestos vegetales. Para tal fi n se abrieron nuevos cuadros que fueron criba-dos mediante fl otación –uno en cada extremo, el Y3 y el B4-, siguiendo las indicaciones de la doctora Lidia Zapata; ampliar la excavación hacia la pared del abrigo por ser aquí donde se acumulaba la ma-yor parte de las evidencias faunísticas. Trabajando sobre fases mesolíticas que en varios de sus aspectos evolucionan hacia lo neolítico, creíamos convenien-te recoger cuanta información ósea fuera posible, por ser esta una documentación escasa en nuestro territorio; por último deseábamos conocer cual es la potencia real de los sedimentos, para lo cual se procedió a rebajar bastantes centímetros, no fértiles para los intereses de los prehistoriadores, sobre el cuadro Y2, aunque sin conseguir alcanzar la roca madre. Fueron tres los nuevos cuadros excavados, denominados Y1, Y3 y B4, de tal manera que la superfi cie exhumada alcanza los trece metros cua-drados, adquiriendo morfología aproximadamente rectangular. Participantes: Isabel Buesa, Kepa Ca-brerizos, Francisco Carlos de Vergara, Nuria Cuadra, Rocío Domaica, Henar Fernández, Iñigo García, Cristina Marín, Rebeca Ontario, Mónica Pérez de Heredia, Blanca Renedo y Lidia Rua. Aportaron su ayuda Igor Arteaga, Rubén Andrés, Carlos Eraña y Carmen Grima. Lidia Zapata nos vigiló e instruyó en las primeras jornadas sobre la técnica de fl otación, aportando su propia maquinaria, mientras que A. Tarriño, encargado de la evaluación de los sílex visitó el yacimiento para el reconocimiento de los caracteres geológicos del entorno. La subvención completa de los gastos corrió por cuenta de la Junta de Castilla y León.

La prolongación de las excavaciones durante cin-co campañas consecutivas ha supuesto un considerable esfuerzo para el equipo implicado: algo más de 9.000

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horas de dedicación minuciosa. Es mérito de cada uno de los componentes, con independencia de los resultados obtenidos, el haber culminado con éxito los trabajos, y es de justicia agradecerles sinceramente su interés y profe-sionalidad. Agradecimientos que hacemos extensivos: a la Junta de Castilla y León que nos otorgaba anualmente el permiso de excavación, patrocinando casi todas las campañas; al Ayuntamiento de Treviño, a quien pertenecen los terrenos donde se ubica Mendandia, y quien permitió las rebuscas; a Roberto González Viñaspre, uno de los escasos vecinos de Sáseta, quien nos cedió, siempre que se lo propusimos un almacén para el depósito de materiales y velaba por la seguridad del yacimiento; y al Area de Prehistoria de la Universidad del País Vasco en cuyos locales se planifi caba y discutían los trabajos de campo, se lavaban, secaban, inventariaban, siglaban, informatizaban y empaquetaban los materiales arqueológicos, poniendo a nuestra disposición sus medios materiales: equipos topográfi cos, herramienta menor, soportes informáticos, estancias de almacenaje y un vehículo todoterreno para el desplazamiento del grupo humano.

4.- EL SISTEMA DE EXCAVACIÓN: RETIRADA Y PROCESADO DE LAS TIERRAS.

No puede decirse que hayamos sido originales, tam-poco lo pretendimos, en cuanto al sistema de recuperación arqueológica que hemos seguido en Mendandia. Más bien al contrario, en la obsesión por integrar la investigación del yacimiento dentro de un plan de más largo alcance, hemos creído conveniente seguir los métodos experi-mentados, y validados para este tipo de depósitos, en otros registros prehistóricos, para poder así comparar con mayor agilidad y confi anza los resultados obtenidos. Las experiencas acumuladas en estas técnicas instrospectivas de La Peña, Portugain, Berroberría y Kanpanoste Goikoa nos sirvieron de guía.

Lo primero fue la creación de un plano de referen-cia general, que llamamos 0, a partir del cual se tomaron todas las profundidades relativas del inicio y fi nal de cada una de las semitallas, de las estructuras y de los objetos arqueológicos. Dicho plano se sitúa a unos 90 centímetros por encima del suelo central de la excavación y puede reconstruirse en la actualidad partiendo de un eje de coordenadas que se fi jó en la pared: en los extremos norte y sur del abrigo, y sobre el techo del mismo, se han introducido sendas argollas que defi nen el frente longitu-dinal del plano. Cortándolo en 90 grados se dispone un eje sagital –sobre el que se apoya la división del área de excavación en bandas denominadas correlativamente 1, 3, 5... hacia el sur y 2, 4, 6... hacia el norte- fi jado también

por sendas argollas, una sobre la pared este del abrigo y sobre un árbol perfectamente situado al oeste la otra. Desde esta base se tomaron las cotas de la superfi cie a excavar, y se proyectó hacia el suelo la cuadrícula a partir de la cual se organizaron los trabajos. En su jerarquización hemos seguido los criterios de coordenadas cartesianas tal y como expusieron G. Laplace y L. Meroc (Laplace y Meroc 1953; Laplace 1971)–y hemos adoptado en otros lugares-: el terreno fue distribuido en parcelas de un metro cuadrado subdivididas internamente en nueve sectores –de 33,3 centímetros de lado- cada uno de los cuales consti-tuirá la unidad mínima de excavación. Se designó cada cuadro con una letra (en mayúscula) proseguido de un número (en árabe), de acuerdo a la siguiente convención –consúltese la fi gura 1-: del eje longitudinal que defi ne el plano 0 hacia el Este bandas A, B, C... siguiendo el orden del abecedario, y hacia el Oeste bandas Z, Y, V... en orden inverso al abecedario; desde el frente sagital hacia el Norte bandas pares (2, 4, 6...), y hacia el Sur impares (1, 3, 5...). Por su parte los sectores se identifi caban con numeración correlativa del 1 al 9, siendo el sector 1 el ubicado en el ángulo sureste del cuadro y el 9 el del noroeste.

La exhumación de las tierras se llevó a cabo de manera independiente sector por sector, con rebajes máxi-mos de cinco centímetros –medida que denominábamos semitalla-: era responsabilidad de un miembro del equipo la correcta excavación de cada unidad. En cualquier caso se puso especial atención en no retirar en una misma semitalla elementos sedimentarios pertenecientes a ni-veles estratigráfi cos diferentes: se individualizaba cada horizonte en semitallas distintas. Se procuraba llevar un ritmo homogéneo en las superfi cies que eran objeto de excavación en cada momento, de tal manera que no se comenzaba una semitalla hasta haber completado en su integridad la anterior en el mismo cuadro, y si era posi-ble, en los contiguos: este sistema operativo tenía como fi n la identifi cación precisa y en áreas extensas de los niveles y sus fronteras, el aislamiento de las estructuras de combustión reales y latentes, o la delimitación de los fenómenos brechoides. Los datos obtenidos para cada semitalla y sector –una vez cribadas las tierras- eran tras-ladados a un cuaderno, que actuaba como diario individual por cuadro, donde se anotaban la fecha de excavación, el número de la semitalla, la profundidad inicial y fi nal, un resumen de los materiales arqueológicos computados, con indicación expresa de las coordenadas X, Y y Z si fueron tomadas, una descripción básica de los caracteres del sedimento -color, textura, granulometría, particu-laridades, cuantifi cación de restos malacológicos- y, si procedía, un dibujo planimétrico de las estructuras o de los hechos característicos (fi gura 3). Tomados los datos propios de cada sector se redactaba un resumen general para toda la semitalla.

EL YACIMIENTO DE MENDANDIA: LOCALIZACIÓN, CARACTERES HABITACIONALES Y MARCO GEOGRÁFICO-AMBIENTAL.LAS OPERACIONES PREHISTÓRICAS: DESARROLLO Y MÉTODO 41

La organización de cuadros y sectores, y la exca-vación individualizada de estos últimos, ha demostrado su eficacia en yacimientos de las características que reúne Mendandia, pues permite la recuperación de la mayor parte de los restos arqueológicos, por menudos que sean: el control de los materiales sobre la rejilla ofrece una imagen bastante aproximada de la distribución de los elementos prehistóricos, lo que será de mucha ayuda cuando se intente evaluar cual pudo ser la organización del espacio interno por parte de las comunidades que se instalaron en el abrigo. El sistema minimiza, además, los posibles errores comunes en este tipo de actividad.

Si durante el proceso de excavación se detectaban elementos, industriales o estructurales, cuya localización exacta se creía conveniente, se tomaban sus tres coordena-das espaciales, siguiendo el mismo orden que el adoptado en la nomenclatura de los sectores: la X será la distancia que media entre el objeto y el límite sur del cuadro; la Y su separación respecto al límite oeste, y la Z la profundidad obtenida desde el plano 0 de referencia.

Con la excavación jerarquizada según niveles, profundidades, semitallas, sectores, cuadros y coorde-nadas aseguramos un adecuado control del registro ar-queológico, y la posibilidad de reconstruir con bastante

fi abilidad el yacimiento tal y como lo encontramos. De hecho lo minucioso de los trabajos nos ha permitido discriminar, dentro de la unidad estratigráfi ca III, dos entidades arqueoculturales diferenciadas, según familias y categorías industriales cada una de ellas con sufi ciente personalidad, cuando su separación a través de criterios litoestratigráfi cos no era siempre posible.

En la retirada de las tierras se usó herramienta menor: cuchillos, espátulas, cepillos y recogedores como fundamental; instrumental de dentista para extraer los objetos arqueológicos de las costras; cribas para la recuperación de las evidencias de pequeño tamaño. Se cribaba independientemente cada sector por semitalla, con ayuda de cedazos de red muy fi na: preferíamos la criba con agua, aprovechando el arroyo que discurre junto al abrigo en el que sumergíamos la malla, aunque cuando su cauce era escaso la operación se realizaba en seco (Fotos 13, 14 y 15). Se reservaron expresamente dos de los cuadros abiertos en la última de las campañas de excavación, Y3 y B4, para el análisis detenido de los restos carpológicos y antracológicos. Con tal fi n su relleno se bajaba hasta el Ayuda en cuyo cauce teníamos montada una máquina de fl otación ideada por L. Zapata: con ayuda de mallas de 0,25 mm. de luz recogíamos la fracción menor y todo elemento fl otante. Secadas estas muestras se separan en el laboratorio el material orgánico de interés para su valoración7.

Figura 3. Construcción de un diario de excavación por cuadros (semitallas y sectores). En la primera columna se anotan los datos de la semitalla (profundidad, nivel), las tres siguientes refieren las coordenadas topográficas, la quinta un relación mínima de los objetos rescatados. La página de la derecha describe los caracteres sedimentarios de la semitalla

7 Conviene retener que, por lo que respeta a los conjuntos industriales habituales, óseos, líticos, cerámicos, carbonosos de talla media o grande, no hay diferencias entre lo recuperado mediante fl otación respecto a lo recogido mediante la criba de las tierras por el procedimiento habitual: este último sistema garantiza la recuperación segura de la gran mayoría de los residuos arqueológicos.

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Fotografía 13. Proceso de retirada de las tierras durante la cuarta campaña de excavación

Fotografía 14. Criba en seco de las tierras. Quinta campaña, nivel V.

compuestos por huesos no identifi cables, se les asigna, respectivamente, un único dígito conservando el conjunto unido en una misma bolsa bien sellada e identifi cada.

Las piezas que fueron sigladas aportan como abreviaturas de identifi cación: MD como referencia a Mendandia; el nombre del cuadro y del sector; la coor-denadas X, Y y Z si se tomaron, y si no la profundidad a la que tuvo lugar el hallazgo –que será la profundidad de cierre de la semitalla a la que corresponde-; y el número de inventario. Así el objeto MD.A2.6.130.146 refi ere a un trapecio localizado en Mendandia, cuadro A2, sector 6, a 130 cms. de profundidad –en la semitalla 125-130- con número de inventario 146: como tal debe pertenecer al horizonte III.

Cada jornada de excavación se redactaban diversos diarios: particulares para cada cuadro sobre el que se había trabajado ese día –en las condiciones antes señaladas-; uno general, responsabilidad del director, donde se anotaban las consideraciones comunes sobre el yacimiento y las estrategias de actuación, la estratigrafía, su discusión y primaria valoración industrial – cultural, las decisiones logísticas... A parte se coleccionaron planimetrías glo-bales sobre el yacimiento y particulares de semitallas concretas; cortes estratigráfi cos frontales y sagitales que una vez pasados a limpio ilustrarán la presente memoria; representaciones realistas de las estructuras de combustión detectadas. Fue común la realización de series fotográfi -cas –en color y blanco y negro- y de diapositivas sobre el proceso de excavación así como de los elementos arqueológicos que se consideraban de máximo interés. Como puede comprobarse en esta monografía se han di-bujado un buen número de los objetos arqueológicos –se irá anotando para cada caso la autoría de los mismos-, e impresas fotografías de estudio sobre los mismos.

El ritmo preciso de cada etapa de excavación siguió el siguiente esquema: en 1992, con el objetivo de recono-cer la calidad del registro arqueológico de Mendandia y

Fotografía 15. Lavado del material arqueológico y “paso a limpio” de los diarios. Campaña 1994.

Todo el material arqueológico fue lavado –con la ayuda de cepillos dentales o en bañera de ultrasonidos-, secados al aire, consolidados cuando fue preciso, inven-tariado, siglado y dibujado o fotografi ado si se consideró de interés.

El inventario, que se entregó junto con los materia-les al Museo de Burgos, se construyó mediante la adición de tacos de hojas independientes para cada cuadro y nivel. En ellas se hace constar, para cada elemento considerado, el cuadro, sector, nivel, día de la recuperación, profundi-dades iniciales y fi nales de la semitalla a que corresponde, coordenadas X, Y y Z si fueron tomadas, descripción elemental del objeto y número de inventario. Para cada cuadro y nivel se otorgaba como primer número de inven-tario el 1, corriendo de acuerdo a los siguientes criterios: cada fragmento cerámico, lítico -retocado o no-, metálico, malacológico y óseo –identifi cable al nivel de especie, trabajado o con marcas de interés tafonómico- posee un número propio; a los conjuntos de carbones y los óseos

EL YACIMIENTO DE MENDANDIA: LOCALIZACIÓN, CARACTERES HABITACIONALES Y MARCO GEOGRÁFICO-AMBIENTAL.LAS OPERACIONES PREHISTÓRICAS: DESARROLLO Y MÉTODO 43

su potencial se abrieron cuatro cuadros (A1, A2, A3 y Z2), usando los sectores 1, 2, 4 y 5 de A1 como sondeo estrati-gráfi co que nos guiara durante la excavación. Se detectaron cinco niveles litoestratigráfi cos I, II, III-superior, III-inferior (ambos se reunirán en un único episodio sedimentológico pues no pudo mantenerse con nitidez la separación en otros cuadros) y IV. No se alcanzó la base del yacimiento; la se-gunda de las campañas mantenía los mismos objetivos que la anterior, comprobar el espesor del yacimiento y defi nir sus horizontes. Trabajando sobre los mismos cuadros se rebajó parte del nivel V, caracterizado ese año, sobre A1 y A3, en los otros dos se escrutaron los niveles III-inferior y IV; el verano de 1994 se exhumaron, las tierras de cinco nuevos cuadros (Z1, Z3, B1, B2 y B3), afectando a los niveles I, II y III, con lo que habíamos conseguido una aceptable infor-mación sobre las fases neolíticas de la cavidad; el cuarto año de trabajo se dedicó a la culminación de la excavación de los cuadros ya abiertos, retirando las tierras de los estratos IV y V de Z1 y Z3, III, IV y V de B1, B2 y B3. Se decidió así mismo abrir una nueva unidad, Y2, ante la sospecha de la riqueza material que parecía acumularse junto a la pared del abrigo, especialmente por cuanto a fauna se refería. La presencia de brechas en varios de los sectores del cuadro ralentizó nuestros propósitos iniciales; La última fase se organizó para el rescate de restos antracológicos y carpoló-gicos, con la apertura de tres nuevas unidades (Y1, Y3 y B4) que fueron excavadas en su integridad. Además, se terminó el rebaje del cuadro Y2, no culminado la campaña anterior, y se sondeó el nivel V de Z2 con la intención, no lograda, de localizar el sustrato base de la plataforma.

En conjunto se ha actuado sobre trece metros cuadrados, lo que resulta ser, aproximadamente, una cuarta parte del área techada del abrigo. Pensamos que, en realidad, el asentamiento rebasa el área protegida por la techumbre, quedando en reserva más de las tres cuartas partes del yacimiento: la densidad del catálogo material que se ha ido recuperando, la sufi ciencia en la delimitación de las fases industriales – culturales, la homogeneidad de los resultados c-14 y las posibilidades de operación con distintas ciencias auxiliares son, creemos, sufi cientes para reproducir con nuestros medios lo elemental de los sucesos prehistóricos que acontecieron en Mendandia. Se abandona el lugar en condiciones tales que pudiera ser reexaminado por algún nuevo investigador interesado en él: la pobreza del nivel V nos obliga a ser prudentes en su valoración, pero dudamos que ampliando su excava-ción pudiera mejorarse sensiblemente su información; el nivel IV cuenta con material más que sufi ciente para la evaluación de su contenido, el cual, por sus caracteres es de mucho interés; el estrato III contiene dos horizontes que deben ser separados atendiendo a criterios arqueo-lógicos: es difícil su distinción desde la sedimentología, lo logramos en algunos cuadros centrales, pero no en las bandas interiores y exteriores. Genéricamente posee un volumen aceptable; por último los episodios superiores contienen vestigios de las ocupaciones más recientes,

que pueden ser sufi cientemente defi nibles a pesar de lo discreto de su inventario, además de suministrar trazos de visitas muy esporádicas.

En defi nitiva, quedará sufi cientemente garantizada la potencialidad del yacimiento, su capacidad resolutiva en el análisis de la evolución, en los rasgos comprometidos, de diversas facies mesolíticas y neolíticas. Es sin duda un intrumento de valor para la reconstrucción del pasado prehistórico de la primera mitad del holoceno.

Como es lógico no todo consistió en la retirada de las tierras: se complementó con acciones destinadas a la puesta en marcha de analíticas auxiliares. M. J. Iriarte levantó una columna sobre el cantil norte del cuadro Z2 con 26 muestras para el examen palinológico, a todos nos hubiera gustado que los resultados hubieran sido más aprovechables: los caracteres formativos del relleno no favorecieron la conservación de restos paleopalinológicos. En la misma línea los cuadros Y3, y B4, una vez fl otados los sedimentos, se reservaron para reconocer las evidencias antracológicas y carpológicas, añadiendo las evidencias rescatadas a mano en los restantes cuadros, labores en-comendadas a L. Zapata, quien vigiló el proceso, y a L. Peña (Fotos 16 y 17). El estudio sedimentológico fi no pudo acometerse por parte de M. J. González toda vez que se preparó ex profeso una nueva columna, en las cercanías de la palinológica. Sus conclusiones pueden compararse con los obtenidos por nosotros, referidos a caracteres generales de los estratos, granulometría y oscilación de la malacofauna, partiendo de observaciones directas y diarias de cada horizonte particular. En una línea complementa-ria I. Yusta evaluó mediante procesos físico-químicos la composición mineralógica de las tierras: se le proporcionó una serie de muestras en columnas, nuevamente sobre el cuadro Z2. Entregadas sus conclusiones nos alegró las coincidencias frente a nuestras deducciones litoestrati-gráfi cas. A. Tarriño visitó Mendandia, durante la última campaña de campo, para reconocer el sustrato geológico del lugar y sus posibilidades en cuanto abastecimiento de materia prima, por ser el encargado de evaluar los carac-teres y la procedencia del sílex del refugio. Por su cuenta, y enmarcado en un programa mayor, ha prospectado los entornos de Tobera, Portilla, Urbasa y la Costa Cantábrica lugares de donde procede el material silíceo usado por los habitantes del abrigo: con tal propósito ha impulsado un buen número de analíticas físico-químicas sobre un lote por él seleccionado. El corpus faunístico fue individua-lizado distinguiendo los huesos identifi cables y no, y en conjunto fueron remitidos a P. Castaños, y, posteriormente, para un examen tafonómico a G. Adán. Se tuvo especial cuidado en recoger diversas muestras para el análisis radiocronológico de cada uno de los niveles: la selección se hacía in situ en el propio yacimiento, enviándose al laboratorio Isotech de Groningen los huesos sin lavar y debidamente aislados para evitar su contaminación. Hoy en día contamos con una fecha para el horizonte V, dos para el IV, uno para el III-inferior, dos para el III-superior, otra para el II y una última para el I. Por último mencionar

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que, para acercarnos a las cualidades tecnológicas del ma-terial alfarero, se apartaron varios fragmentos cerámicos para el sometimiento a pruebas físicas, encargado a L. A. Ortega, mientras los colorantes fueron analizados por M. García. Exámenes detenidos de las colecciones líticas, óseas, cerámicas, y otras menores, se encomendaron a A. Cava, J. Fernández Eraso, C. Mazo y al propio director de los trabajos.

5.- LA SUBVENCIÓN DE LOS TRABAJOS

Lógicamente ha sido necesario habilitar diversas partidas para sufragar los gastos habituales ocasionados por las actuaciones arqueológicas practicadas en Mendan-dia. La subvención de las campañas de 1992, 1994, 1995 y 1997 corrieron a cargo de la Junta de Castilla y León, la de 1993 fue integrada en su totalidad por A. Alday.

La suma total de lo entregado por el mencionado orga-nismo en esos cuatro años fue de 1.406.963 pesetas, y su reparto entre las diversas partidas contempladas resultó ser: alimenta-ción 63,8%, desplazamiento 16,2%, ferretería 4,2%, papelería 4,7%, seguros 4,2%, radiocronología 3,2%, varios (materiales fungibles, fotografía, alojamiento, farmacia) 2,3%8

A esta relación debe adjuntarse las 400.000 pe-setas que la Junta de Castilla y León destinó en 1996 para el análisis radiocronológico: siete estimaciones de carbono-14 para los niveles V, IV -d–s-, III-inferior, III-superior, II y I.

En la elaboración de la presente memoria hemos contado así mismo con el respaldo de una beca otorgada por la Fundación D. José Miguel de Barandiarán, gracias a la cual se han podido proponer numerosas actividades: los exámenes polínicos, antracológicos, carpológicos, paleontológicos, tafonómicos, los análisis de pastas ce-rámicas, de los suelos y parcialmente las evaluaciones de las bases silíceas9 se han benefi ciado directamente de este fondo. Operaciones complementarias de prospecciones se han ayudado, también, de la Beca.

El trabajo sobre Mendandia se integra en los proce-dimientos e intereses analítico del Grupo de Investigación de Allto Rendimiento de la Universidad del País Vasco, identifi cado con el código 9/UPV00155.130-14570/2002, interesado en la ciencia prehistórica.

Fotografía 16. Flotación de las tierras extraídas en la ribera del Ayuda.

Terminados los trabajos de campo, y una vez pu-blicados convenientemente los resultados, tendremos que plantearnos que fi n debe otorgarse a Mendandia. Su tutela y conservación es responsabilidad de la Junta de Castilla y León a quien pudiera ofrecérsele diversas alternativas:

a) el cercado del sitio como medio para garantizar su preservación. Como denunciamos, la alambrada que limitaba el depósito ha sido arrancada en el otoño de 1999, de tal manera que el ganado vuelve a sestear dentro del abrigo. De hecho los perfi les norte, sur y parte de los del este se encuentran al día de hoy muy dañados;

b) proceder al relleno de la zanja sobre la que se traba-jó, previa protección y señalización de los cantiles, por si son de interés en acciones futuras;

c) mejorar los accesos al sitio y hacerlo visitable al pú-blico en general mediante una adecuada explicación del trabajo realizado, los resultados obtenidos y la contextualización del yacimiento en sus coordenadas culturales. Ya se ha dicho que el entorno apenas es visitado por excursionistas o interesados, que se ca-rece de una mínima infraestructura (caminos, puentes para cruzar el Ayuda) y que las localidades inmediatas están prácticamente despobladas.

8 Quiere decir que, en un cálculo sumario, cada una de las 7.300 horas de trabajo de campo ejecutadas esos cuatro veranos sale a 187,59 pesetas. Quedan sin evaluación económica las miles de horas invertidas en la redacción de la presente memoria, que compromete a un buen numero de investigadores

9 Los proyectos Captación y transformación de los recursos líticos en el Pleistoceno superior e inicios del Holoceno: los casos de Urbasa (Paleolítico Superior) y estribaciones del Kapilduy (Mesolítico) y Explotación del medio en el Pleistoceno Superior y Holoceno vasco: sitios, equipamiento y paisaje dirigidos por I. Barandiarán dentro del marco de la política científi ca de la Universidad del País Vasco integraban en sus intereses refl exiones sobre Mendandia (con los respectivos códigos UPV 155.130-HA 119/96; UPV 155.130-HA 116/97). A. Tarriño pudo sustraer parte de sus necesidades para con Mendandia de estos recursos.

Fotografía 17. Residuos de fl otación secándose, previo a su etiqueta-do y empaquetado defi nitivo con vistas a su traslado al laboratorio.

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6.- LA ANALÍTICA DE LABORATORIO

En el estudio de las diversas variables que confor-man la identidad de Mendandia, se han aplicado las estra-tegias que se han considerado más oportunas atendiendo a la naturaleza de los lotes industriales. Hubo desde el comienzo de los trabajos interés en que no transcurriera mucho tiempo entre la fi nalización de la actividad de campo y el inicio de las de gabinete, para evitar pérdidas de información: si las primeras concluyeron en el verano de 1997, la redacción del grueso de la memoria ha ido ocupando a los miembros del equipo buena parte de 1998, 1999 y 2000. Circunstancias particulares de varios de los investigadores dilataron la redacción de los capítulos durante los años 2001, 2002 y primera mitad del 2003.

Reunida la totalidad de la colección se realizó una profunda revisión de la misma cotejándose cada evidencia con el inventario general, y creando los lotes que, pos-teriormente, fueron remitidos a cada investigador según sus competencias adquiridas. Paralelamente, esto es en el invierno de 1997 y primera mitad de 1998, se sentaron las bases informáticas que han permitido un tratamiento más ágil y seguro de la documentación. Hemos optado por el programa de gestión FileMaker, de la empresa Claris, por su versatilidad, facilidad de manipulación y transferencia de datos entre sistemas operativos distintos (de PC bajo Windons a Appel y viceversa). Algunos investigadores hemos compartido así los mismos medios. Se articulaban entre sí fi chas específi cas para la industria lítica retocada y no, cerámica, faunística y bases materiales. La evaluación de la distribución en planta, según niveles, de los materia-les arqueológicos, siempre compleja, se ha simplifi cado por la aplicación de esta estrategia.

Se ha dado libertad absoluta para que cada au-tor aplicara las técnicas interrogativas que creyera más convenientes. En la clasifi cación de los componentes líticos tallados, responsabilidad de A. Cava, se prefi rió la propuesta tipológica de J. Fortea (1973), prevista para las industrias microlaminares y geométricas propias del Mesolítico y del Neolítico: es a través de ella como se analizaron las industrias de, citando casos muy cercanos, Kanpanoste Goikoa y de La Peña de Marañón cotejadas posteriormente con las de Mendandia. Se fue especial-mente atento en la descripción de los objetos del nivel IV, por pertenecer a una entidad no muy reconocida, Mesolítico de muescas y denticulados, que se creyó con-veniente delimitar con precisión. Mendandia IV ofrece un juego sufi ciente para tales fi nes. Se excluyeron del listado de Fortea, las láminas cresta y los microburiles, por ser, estrictamente, residuos de talla, pero no útiles propiamente dichos. Ambos elementos se integraron junto a los núcleos, tabletas, chunk, soportes y esquirlas en el estudio de los restos de talla, bajo responsabilidad de J. Fernández Eraso: las variables tipométricas de los soportes, y su clasifi cación en lascas, lascas-laminares y láminas y productos grandes, medianos, pequeños y muy pequeños se ajustan al ideario de B Bagolini (1968).

La cuantifi cación de los lotes industriales, y su tratamiento estadístico, fue realizada a través de los presupuestos desarrollados por G. Laplace y M. Livache (Laplace 1974, 1975, 1979-1980, Laplace y Livache 1975), experimentados en otros yacimientos de caracteres similares a Mendandia, con lo que facilitamos el examen conjunto de los diversos horizontes.

Respecto a la producción alfarera hemos recorrido el camino iniciado en la memoria de Kanpanoste Goikoa (Alday 1988): se clasifi caron las evidencias en grupos y familias atendiendo a caracteres considerados pertinentes (pasta, cocciones, texturas, coloraciones, desgrasantes, decoraciones...) y jerarquizados tal y como se explicará en el correspondiente capítulo. No se buscó, en caso alguno, el planteamiento de fórmulas tipológicas, tan sólo se trata de un sistema básico que permite, entre otros valores, comparar entre sí los materiales de los tres horizontes con cerámica. Logramos, además, el compromiso del geólogo L. Ortega para la califi cación tecnológica de las pastas de los recipien-tes, esfuerzo que anteriormente había aplicado en conjuntos de la Edad del Hierro y de época Medieval.

En la primavera de 2000 M. García nos entregó su trabajo referente a las materias colorantes, ocres y otros óxidos de hierro, de Mendandia y de Kanpanoste Goikoa que hemos integrado en esta memoria. El texto especu-laba sobre el uso dado a dichos componentes, a falta de prospecciones sobre el terreno para la localización de las fuentes de aprovisionamiento. Labor esta que culminó en el verano de ese mismo año.

A. Tarriño nos fue mostrando, a lo largo de 1999 y 2000 las distintas familias silíceas que pueden obser-varse en Mendandia. Revisó a fondo el tema durante el invierno y la primavera de 2000 , cuando ya contaba con un buen número de analíticas físico-químicas y conocía la procedencia de la mayor parte de los sílex clasifi cados. El ritmo de su estudio fue coordinado con los llevados a cabo por A. Cava y J. Fernández Eraso, nos entregó su redacción defi nitiva a fi nales del 2002.

Especialistas de disciplinas afi nes a la arqueología han ido convergiendo para conseguir una comprensión completa de lo exhumado en Mendandia. Fue en la pri-mavera y el verano de 2000 cuando P. Castaños examinó a fondo la amplísima colección paleontológica: la misma se le fue entregada convenientemente clasifi cada según fragmentos identifi cables –y estos repartidos entre costi-llas, dientes y mandíbulas, vértebras...- y no identifi cables, para facilitar y agilizar su trabajo. En mayo del 2000 M. J. Iriarte esbozó un escueto informe donde se expresaban las conclusiones obtenidas de la introspección de la columna palinológica: desgraciadamente los resultados no fueron nada alentadores: usando procedimientos alternativos mejoró la evaluación paleopaisajística, tal y como fi jó en el documento que nos entregó a fi nes del 2002. Se remitió a Italia a L. Peña el centenar de muestras de fl otación para que separara los restos antropológicos y carpológicos:

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encargada de la clasifi cación de estos últimos nos indicó a principios del año 2000 la práctica inexistencia de semillas. Mayor fortuna tuvo L. Zapata, pues además de las anteriores muestras contaba con un gran número de evidencias carbonosas que nosotros mismos le suminis-tramos en recogidas a mano: analizadas en Inglaterra en el verano de 2000 pudimos discutir sus conclusiones en el otoño de ese mismo año. Por último M. J. González, usando en la primavera de 2000 los protocolos propios de la ciencia geológica, describió, caracterizó y dedució informaciones sobre el relleno sedimentológico y sus condicionantes medioambientales, que pudimos leer durante ese mismo verano.

Hemos intentado nosotros en los capítulos fi nales de esta memoria, entresacar lo más provechoso de cada uno de los estudios auxiliares, e integrar los datos en unas conclusiones generales en las que expresamos los valores principales que caracterizaron el devenir prehistórico de Mendandia. El estudio no está cerrado, si no que a la luz de los datos, y de su discusión en los foros que convengan, podrán adjuntarse nuevos análisis, matizarse las ideas o emprender nuevas acciones.

7.- LA MEMORIA DE EXCAVACIÓN Y SUS ANTECEDENTES:

Han sido intencionadamente escasos los docu-mentos escritos que hemos ido generando sobre el lugar de Mendandia: a parte de los informes que anualmente entregábamos, como es perceptivo, a la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León, y cuyos brevísimos resúmenes se pueden consultar en la revista Numantia10, solamente se ha dado cuenta de sus coordenadas cul-turales en un par de ocasiones más. Conscientes de la importancia del yacimiento, por contener vestigios del pasado mesoneolítico apenas si conocido en la región, por la densidad de los hallazgos que se recuperaban, y por la antigüedad con la que el carbono 14 enmarcaba varios de los horizontes, hemos querido ser discretos y evitar avances apresurados: sólo ahora que disponemos de información variada y al parecer sufi ciente estamos en condiciones de ofrecer una lectura ajustada.

En los informes se daba cuenta de la marcha de la excavación del sitio, haciendo mención de la estrategia seguida, de la parcelación sedimentaria que llevábamos y de los caracteres industriales generales. Mendandia se integró en el trabajo que valoraba los sistemas de organi-zación territorial habidos en Alava durante el mesoneo-lítico (Alday 1995) y en aquel que juzgaba los inicios del Holoceno de la Alta Cuenca del Ebro (Alday 1998): en ambos se ofrecía una muy sucinta descripción del re-corrido estratigráfi co, ofreciendo en el segundo de ellos

una relación del material arqueológico más signifi cativo. Ya entonces se anotaba el carácter campiñoide del nivel IV, la convivencia de dos fases dentro del paquete III, mesolítico el inferior, neolítico el interior. Y siguiendo la dinámica natural atribuíamos el horizonte II al Neolítico avanzado –siendo en verdad Neolítico antiguo- y el I al Calcolítico –cuando sólo guarda unos escasos vestigios de visitas realizadas en aquella época dentro de un conjunto Neolítico-. Con ocasión del XXIV Congreso Nacional de Arqueología presentamos por primera vez la secuencia radiocronológica obtenida en Mendandia a la vez que sentábamos las bases para la dis-cusión de sus tres pilares básicos (Alday y Mujika 1999): las divisiones litoestratigráfi cas, la evolución material y las propias dataciones. Matizábamos entonces las atribuciones culturales de los niveles II y I, en el mismo sentido que se indican en la presente memoria. La invitación cursada para participar en el I Congreso de Arqueología Burgalesa nos sirvió de excusa para presentar en esas tierras el contenido del depósito y su valoración cultural con mayor precisión de lo que podíamos haberlo hecho antes (Alday en prensa). Cuando realizamos la memoria de excavación del abrigo de Kanpanoste Goikoa (Alday 1998) se cotejó la industria lítica de los niveles IV, III-inferior y III-superior de Mendandia con varios de los de Kanpanoste Goikoa, La Peña de Marañón, Montico de Charratu y Atxoste –y con varios más de la Baja Cuenca del Ebro-, para lo cual se suministraron los cómputos porcentuales de las categorías industriales, advirtiendo de la provisionalidad de los mismos. Por último sirvió Mendandia como modelo básico de los depósitos del Alto Valle del Ebro cuando, en un artículo colectivo, se refl exionaba sobre el paso del Epipaleolítico al Neolítico en el País Vasco, Navarra y Aragón (Utrilla et alii 1998).

Nuestra intención ha sido mantener siempre un discurso coherente: en cuanto a las informaciones sobre el conjunto arqueológico y a las interpretaiones sobre el mismo. Así excepto por la matizaciones necesarias, que derivaban del propio trabajo de campo, y de las ópticas que requerían las antedichas publicaciones. No ha variado en exceso nuestra visión sobre el campamento, y nos hemos esforzado en su integración en el contexto prehistórico local y regional, siendo conscientes de que las noveda-des que introduce en la dinámica histórica son de calado profundo, y seguramente objeto de futuras discusiones en las que estaremos encantados de participar.

En la presente memoria se pretende dar fe de lo que han sido nuestras operaciones de campo, y asociadas de laboratorio, sobre el lugar de Mendandia: el objetivo fi nal es la reconstrucción, todo lo fi dedigna que podamos de lo que allí se exhumó, y paralelamente la refl exión de los condicionantes culturales, industriales, ambientales y cronológicos que actuaron sobre el sitio en sus diversas fases prehistóricas. Como esquema expositivo hemos seguido las pautas iniciadas en la publicación de Kanpa-

10 Las escuetas notas pueden consultarse en la página 258 de Numantia 5, 301 de Numantia 6 y 242 de Numantia 7.

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noste Goikoa que, recordémoslo, reproducía el modelo de otros conjuntos que le son cultural y temporalmente contemporáneos: fundamentalmente La Peña de Marañón y Costalena. Se pretende así organizar un cuerpo de datos homogéneo –atendiendo a la particularidad de cada yaci-miento- así como un lenguaje y unos sistemas de análisis comparables, para facilitar el cotejo de la información deducible en cada depósito. Entendemos que la mejor manera de comprender a Mendandia es involucrándolo en su contexto más cercano, y pensamos que tal objetivo se logrará mejor si adoptamos una política de investiga-ción común a varios especialistas: de ahí nuestro interés por rodearnos de un amplio equipo multidisciplinar que vienen refl exionando sobre tantos aspectos referentes a los inicios del Holoceno vasco.

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