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IV. DEMOCRACIAY DICTADURA

l. LA DEMOCRACIA EN LA TEORÍA DE LAS FORMASDE GOBIERNO

DESDEla época clásica hasta hoy el término "demo-cracia" siempre ha sido empleado para designaruna de las formas de gobierno, o sea, una de lasdiversas maneras bajo las que puede ejercerse elpoder político. Específicamente designa la forma degobierno en la que el poder político es ejercido porel pueblo. En la historia del pensamiento político ellugar en el que se ubica la discusión en torno a laopinión, los caracteres, las ventajas y defectos de la de-mocracia es la teoría y la tipología de las formasde gobierno. Por tanto cualquier discurso sobre lademocracia no puede dejar de determinar las rela-ciones entre la democracia y las otras formas degobierno, porque sólo así se puede definir su carác-ter específico. En otras palabras: debido a que elconcepto de democracia pertenece a un sistema deconceptos, que constituye la teoría de las formasde gobierno, tal concepto no puede ser comprendi-do en su naturaleza específica si no en relación conotros conceptos del sistema, de los que delimita laextensión, siendo a su vez determinado por ellos.Considerar al concepto de democracia como partede un sistema más amplio de conceptos permitedividir el análisis siguiendo los diferentes usos en loscuales la teoría de las formas de gobierno ha sido de vez

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en vez, o al mismo tiempo, según los diversos autores,utilizada. Estos usos son los tres siguientes: descrip-tivo (o sistemático), prescriptivo (o axiológico) e his-tórico. En su uso descriptivo o sistemático, una teo-ría de las formas de gobierno se resuelve en la clasi-ficación y por consiguiente en la tipología de lasformas de gobierno que históricamente han exis-tido, realizada con base en la determinación de loque las une y de lo que las distingue, en una opera-ción que no es diferente de la del botánico queclasifica plantas o del zoólogo que clasifica animales.En su uso prescriptivo o axiológico, una teoría de lasformas de gobierno implica una serie de juicios devalor con base en los cuales las diversas constitucio-nes no sólo son alineadas una alIado de otra, sinodispuestas de acuerdo con un orden de preferencia,según si una es juzgada buena y otra mala, unaóptima y otra pésima, una mejor o menos mala queotra y así sucesivamente. En fin, se puede hablar deuso histórico de una teoría de las formas de go-bierno cuando nos servimos de ella no sólo para cla-sificar las diversas constituciones, no sólo para re-comendar una en lugar de otra, sino también paradescribir los diversos momentos sucesivos del desa-rrollo histórico considerado como un paso obligadode una forma a otra. Cuando el uso prescriptivo yeluso histórico se vinculan, como sucede frecuente-mente, la descripción de las diversas fases históricasse resuelve en una teoría del progreso o del regresosegún si la forma mejor esté al final o al principiodel ciclo.

Partiendo de esta premisa dedicaremos la pri-mera parte del escrito a presentar las diferentesmaneras bajo las cuales la democracia ha sido ubi-cada en las tipologías históricamente más relevantes

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(§2), tomando en cuenta en segundo lugar las diver-sas y opuestas evaluaciones a las que ha sido some-tida, en diversos tiempos y en los diferentes autores(§3), dando finalmente algunas indicaciones sobreel lugar que se le ha asignado en algunas de lasprincipales filosofías de la historia que han señaladolas etapas del movimiento histórico con base en elpaso de una forma de gobierno a otra. Es superfluoadvertir que los tres usos jamás están completa-mente separados y que con frecuencia la mismatipología los contiene interrelacionados; para darun ejem plo clásico, la famosa teoría de las formas degobierno contenida en el octavo libro de la Repúblü;ade Platón es una descripción de las característicasespecíficas de las diversas constituciones' que almismo tiempo las alinea en un orden jerárquico, dela mejor a la peor, que a su vez coincide con unacolocación cronológica, de la más antigua a la másreciente.

Después de esta primera parte, en la que la demo-cracia aparece como un elemento del sistema con-ceptual, la segunda será dedicada al análisis de lademocracia en sus diversas interpretaciones y reali-zaciones históricas: en particular a las distincionesentre democracia de los antiguos y de los modernos(§5), entre democracia representativa y directa (§6),entre democracia política y social (§7), entre demo-cracia formal y sustancial (§8). A estas diversas for-mas de democracia corresponderán, en la terceraparte, las diversas interpretaciones de la dictadura:en particular la dictadura de los antiguos (§9) a laque se contrapone la dictadura moderna (§10), es-pecialmente la dictadura revolucionaria (§11).

EL USO DESCRIPTIVO

2. EL uso DESCRIPTIVO

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Con respecto a su significado descriptivo, la demo-cracia es, según la tradición de los clásicos, una de lastres posibles formas de gobierno en la tipología en laque las diversas formas de gobierno son clasificadascon base en el diverso número de gobernantes; enparticular, es la forma de gobierno en la que elpoder es ejercido por todo el pueblo, o por el mayornúmero, o por muchos, y en cuanto tal se distinguede la monarquía y de la aristocracia en las que elpoder es ejercido, respectivamente, por uno o porpocos. Platón en el Político introduce la famosa tri-partición de esta forma:

¿No es para nosotros la monarquía una de las formasde poder político? -sí- y creo que después de la mo-narquía se podría colocar el dominio de pocos-¿cómono? ¿No es quizá la tercera forma de Constitución elpoder de la multitud, y no fue llamado con el nombrede "democracia"? {291d].

La distinción de las formas de gobierno con base enel número de los gobernantes es retomada por Aris-tóteles con estas palabras: "Es necesario que elpoder soberano sea ejercido por uno solo, por pocoso por muchos" {polítü;a, 1279a}. Aristóteles coloca allado de la clasificación con respecto al número degobernantes la ordenación referente al diversomodo de gobernar, por el bien común o por el bienpropio de quien gobierna, de donde deriva la dis-tinción entre formas buenas y formas malas. Aristó-teles pone el término "democracia" en las formasmalas, mientras la forma buena es denominada conel término general que significa constitución, "poli-teia". En el tercero de los textos fundamentales de la

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tradición clásica, el libro sexto de las Historias dePolibio, la teoría de las formas de gobierno iniciacon estas palabras: "La mayor parte de quienes hantratado de estos argumentos nos enseñan que exis-ten tres formas de gobierno llamadas respectiva-mente reino, aristocracia y democracia" [VI, 3}. Eltérmino "democracia" vuelve a designar el gobiernode muchos, es su forma buena; Polibio asigna a laforma mala el término "oclocracia". Queda el hechode que en una tipología, como la clásica, que distin-gue las diversas constituciones ante todo con base enel criterio del número de gobernantes, de cualquiermanera hay una forma de gobierno, llámese demo-cracia o de otro modo, que está caracterizada frentea las otras por ser el gobierno de muchos con res-pecto a pocos, o de los muchos respecto a los menos,o de la mayoría respecto a la minoría o a un gruporestringido de personas (o incluso de uno solo), yque por tanto el concepto de democracia ha llegado,en la tradición de los antiguos, sin interrupciónhasta nosotros, extremadamente simple y cons-tante. Para citar solamente a algunos de los clásicosde la filosofía política, este significado de democra-cia vinculado a la tripartición de las formas de go-bierno en referencia al número se encuentra en elDefensorpacís de Marsilio de Padora, en los Discursossobre la primera década de Maquiavelo, en el De larepúblicade Bodin, en las obras políticas de Hobbes,Spinoza, Locke, Vico y con particular referencia noa la titularidad sino al ejercicio del poder soberanoen el Contrato social de Rousseau.

A pesar de la preponderancia de la tripartición, aveces ésta ha sido sustituida por una bi partición. Talsustitución se ha dado por dos operaciones diferen-tes: o reagru pando la democracia y la aris tocracia en

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una sola especie contrapuesta a la especie monar-quía; o reagrupando en una sola especie la monar-quía y la aristocracia contraponiéndola a la especiedemocracia. La primera recomposición es la reali-zada por Maquiavelo en el PrínciPe, donde se leeprecisamente en los primeros renglones: "Todos losEstados, todos los dominios que tuvieron y tienenmando sobre los hombres, fueron y son repúblicas oprincipados" [1513, ed. 1977, p. 5}.La segunda es laque terminó por prevalecer en la teoría políticacontemporánea, donde la tripartición clásica es sus-tituida en donde sea por la distinción primaria yfundamental entre democracia y autocracia. Unode los autores que más contribuyó a difundir y con-solidar esta distinción fue Kelsen, quien en la Teoríageneral del derecho y del Estado [1945}, después dehaber señalado que la tripartición tradicional conbase en el número es superficial, adopta otro crite-rio de distinción, la mayor o menor libertad políticay concluye que "entonces es más correcto distinguir,en vez de tres, dos tipos de constituciones: democra-cia y autocracia" (trad. iL, p. 289). La distinciónmaquiaveliana (retomada por Montesquieu, quienpor lo demás regresa a la tripartición, agregando ala monarquía y a la república como tercera forma dedespotismo) continúa basándose en el criterio delnúmero, aunque está dominada por la idea de quela distinción esencial sea entre el gobierno de uno(que es y no puede dejar de ser una persona física) yel gobierno de una asamblea (que es y no puededejar de ser una persona jurídica, sea ésta unaasamblea de notables o de representantes del pue-blo), y por consiguiente democracia y aristocraciapueden ser consideradas como una sola especie bajoel nombre global de república (que efectivamente

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puede ser democrática o aristocrática). La distinciónentre democracia y au tocracia está basada en uncriterio completamente diferente, a su vez en laobservación de que el poder o asciende de abajohacia arriba o desciende de arriba hacia abajo. Parajustificarla, Kelsen utiliza la distinción entre auto-nomía y heteronomía: son democráticas las formasde gobierno en las que las leyes son hechas poraquellos a quienes se dirigen (y precisamente sonnormas autónomas), son autocráticas las formas degobierno en las cuales quienes hacen las leyes sondiferentes de aquellos a los que están destinadas (yson precisamente normas heterónomas). Mientrasla clasificación que vio la luz con el nacimiento delEstado moderno absorbió la democracia en el con-cepto más general de república, la clasificación másdifundida en la teoría política contemporánea ab-sorbe tanto a la monarquía como a la aristocracia enel concepto más general de autocracia, y da unaimportancia especial a la democracia al considerarlacomo uno de los dos polos en los que convergen, sibien en diversa medida y jamás completamente,todas las constituciones existentes.

3. EL uso PRESCRIPTIVO

Por lo que hace al significado prescriptivo, la demo-cracia puede ser considerada, como por lo demástodas las otras formas de gobierno, con signo posi-tivo o negativo, es decir, como forma buena y poroonsiguiente para ser exaltada y recomendada, ocomo una forma mala y en consecuencia para criti-car ydesaconsejar. Toda la historia del pensamientopolítico está recorrida por la disputa en torno a lamejor forma de gobierno: dentro de esta disputa

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uno de los temas recurrentes es el argumento en proo en contra de la democracia.

Se puede hacer comenzar esta disputa en la discu-sión referida por Herodoto [Historias, III, §§ 80-82]entre tres personajes persas, Otanes, Megabyzo yDarío, sobre la mejor forma de gobierno'que debíaser instaurada en Persia después de la muerte deCambises; cada cual defiende una de las tres formasclásicas y refuta las otras dos. El defensor de lademocracia, Otanes, después de haber criticado algobierno monárquico porque el monarca "puedehacer lo que quiera, sin rendir cuentas a nadie"llama al gobierno popular con "el más bello de losnombres: igualdad de derechos", y lo define comoaquel en el que "el gobierno tiene que rendir cuen-tas y todas las decisiones son tomadas en común".En contraste, tanto el defensor de la aristocracia,Megabyzo, como el defensor de la monarquía, Da-río, cumplen la tarea de esgrimir argumentos parademostrar que el gobierno popular es una formamala. Para el primero "nada hay más necio e inso-lente que una multitud inútil", de manera que no estolerable que "por huir de la prepotencia de untirano, deban caer en la insolencia de un pueblodesenfrenado". Para el segundo, "cuando el pueblogobierna, es imposible que no nazca la corrupciónen la esfera pública, lo cual no origina enemistades,sino sólidas amistades entre los malvados". En estadisputa que habría tenido lugar en la segunda mitaddel siglo VI a.c. y es descrita en un texto del siglosiguiente, algunos argumentos en pro y en contrade la democracia están presentados y fÜados de unavez y para siempre. En el pensamiento griego elelogio y la condena se alteran. El elogio más célebrees el de Pericles en el discurso a los atenienses en

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homenaje a los primeros muertos de la guerra delPeloponeso:

Tenemos una constitución que no sigue las leyes de lasotras ciudades, sino que da ejemplo a las otras, y nues-tro gobierno se llama Democraáa, porque está regidode manera que los derechos civiles no esperen a pocaspersonas, sino a la mayoría: frente a la ley, por lo que serefiere a los intereses privados, todos tienen paridad,mientras que en lo que toca a las consideraciones pú-blicas en la administración del Estado, cada cual espreferido según se destaque en un campo determi-nado, no porque provenga de una clase social sino porlo que vale. Por lo que respecta a la pobreza, si al-guien puede hacer un bien a la ciudad, de ningunamanera es impedido por la oscuridad de su rangosocial. Nosotros vivimos libremente en las relacionescon la comunidad; y asimismo en los tratos y negociosque tenemos diariamente con nuestros vecinos, sincausarnos ira o saña que alguno se alegre de la fuerza odemasía que nos haya hecho, pues cuando ellos segozan o alegran, nosotros guardamos una severidadhonesta y disimulamos nuestro pesar y tristeza. Sindañarnos ejercemos recíprocamente las relacionesprivadas y en la vida pública sobre todo la reverencianos impide violar las leyes, no tanto por temor al juez,cuanto por obedecerlas, principalmente las hechas enfavor de los que son injuriados, y aunque no lo sean,causan afrenta al que las infringe [Tucídides, Guerra,11,376}.

En este fragmento, los argumentos por los cuales lademocracia es considerada como una forma buenade gobierno son esencialmente los siguientes: no esun gobierno a favor de pocos sino de muchos; la leyes igual para tOdos, tanto para los ricos como paralos pobres y por tanto es un gobierno de leyes, seanescritas o no escritas, y no de hombres; la libertad es

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respetada así en la vida privada como en la vidapública, donde no vale la pertenencia a éste o aquelpartido sino al mérito. En cambio en el octavo librode la República de Platón se encuentra la más famosacondena. En él, la democracia es considerada yana-líticamente descrita como una forma degeneradaaunque no la forma más degenerada que es la tira-nía. Las cuatro formas degeneradas en referencia ala ciudad ideal son dispuestas en el siguiente ordende degradación sucesiva: timocracia, oligarquía,democracia y tiranía. Mientras la oligarquía es elgobierno de los ricos, la democracia no es el go-bierno del pueblo sino de los pobres contra los ricos.El principio de la democracia es la libertad, pero esuna libertad que rápidamente se convierte en licen-cia por falta de frenos morales y políticos cual es lacaracterística del hombre democrático, por el im-pulso del deseo desmedido de satisfacer necesidadessuperfluas por encima de las necesidades básicas,por la falta de respetO de las leyes y la condes-cendencia general a la subversión de toda autori-dad, por lo que el padre teme al hijo y "el maestro,por ejemplo, teme y adula a los alumnos y éstos ríende aquéllos y de los pedagogos" [563 aJ. Con Aristó-teles toma forma definitiva la distinción entre lastres constituciones buenas y las tres constitucionesmalas con base en el criterio de gobernar para elbien común o para el bien propio, que se volveráuno de los lugares comunes del pensamien to polí-tico posterior. En este sistema el gobierno de mu-chos aparece sea como forma buena, bajo el nombrede politeia, sea como forma mala, bajo el nombre dedemocracia. Al igual que Platón, Aristóteles definela democracia como gobierno de los pobres, y enconsecuencia como gobierno de muchos por la sola

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razón de que los pobres generalmente son en todoEstado más numerosos que los ricos; pero el go-bierno de los pobres, así como el de los ricos, siem-pre es un gobierno en favor de una sola parte y portanto, según la definición del buen gobierno conbase en el criterio del bien común, es un gobiernocorrupto. Con Polibio cambian los nombres, perono la distribución de las formas de gobierno en tresbuenas y tres malas: la democracia es la formabuena del gobierno popular en la que el pueblo"asume el cuidado de los intereses públicos", la de-generación de la democracia, u oclocracia (gobiernode la plebe) es la forma mala en la que,

la multitud, acostumbrada a consumir bienes ajenos ya vivir a costillas del prójimo, cuando tiene un jefemagnánimo que no puede aspirar a los cargos públicospor su pobreza, usa la violencia al tiempo que recurre alos asesinatos, exilios y división de tierras [Historias,VI, ajo

La tipología de las formas de gobierno en su usoprescriptivo no solamente implica unjuicio absolutosobre la conveniencia o inconveniencia de talo cualforma, sino también un juicio respecto a la mayor omenor bondad de una forma frente a otras. Bajoesta perspectiva la disputa en torno a la democraciano se refiere al tema de si la democracia es o no unaforma buena o mala, sino que se extiende al tema desi sea mejor o peor que las otras, es decir, cuál sea sucolocación en un ordenamiento axiológico (esto essegún el valor) de las constituciones. En una tipolo-gía que no distingue las formas puras de las corrup-tas, las tesis posibles son tres: si la democracia es lamejor, es la peor o esté en medio, entre la mejor y lapeor. Históricamente las tesis más frecuentes y rele-

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vantes son las dos primeras, ya que la confrontaciónnormalmente se presenta entre las dos formas ex-tremas que precisamente son la monarquía y la de-mocracia. En una tipología que distingue las consti-tuciones en su forma pura y en su forma corru pta, lacomparación se vuelve mucho más compleja; efecti-vamente la democracia puede ser tanto la peor (o lamejor) de las formas buenas, como la mejor (o peor)de las formas malas, o bien puede ser al mismotiempo la mejor (o la peor) de las formas buenas y lamejor (o la peor) de las formas malas. En el pensa-miento griego las tesis más frecuentes son dos:la platónica (en el Platón del Po/itico), en la que lademocracia es al inismo tiem po la peor de las buenasy la mejor de las malas (mientras al contrario lamonarquía es la mejor de las buenas y la peor de lasmalas), con la consecuencia de que la diferenciaentre democracia buena y democracia mala es mí-nima (mientras es máxima la diferencia entre mo-narquía y tiranía); la polibiana, de acuerdo con lacual la democracia se encuentra al final de la escalatanto de las formas buenas como de las malas, lo quequiere decir que es al mismo tiempo la peor de lasbuenas y la peor de las malas. En una tipología comola de la República platónica, que solamente conoceformas degeneradas, el problema axiológico con-siste en asignar a la democracia el lugar en el pro-ceso de degeneración sucesiva: para Platón la de-mocracia es peor que la timocracia y la oligarquía,pero mejor que la tiranía. En fin, en una tipologíacomo la de Vico, que sólo conoce formas buenas(buenas en el sentido de que cada forma corres-ponde a una determinada fase de desarrollo de lahumanidad; al Zeitgeist -espíritu del tiempo- comodirá Hegel) , el problema axiológico consiste en

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asignar a la democracia su lugar en el proceso deperfeccionamiento sucesivo; para Vico la democra-cia, o para usar el lenguaje viquiano, la repúblicapopular, es una forma mejor que la república aris-tocrática, pero es peor que el principado. (Así paraVico como para Platón el gobierno del pueblo no esuna forma extrema, es decir, una forma que seencuentre al inicio o al final de la serie, como es encambio en la mayor parte de las teorías políticas,sino es una forma intermedia.)

En la disputa en torno a la mejor forma de go-bierno los clásicos del pensamiento político mo-derno, que acompañan con sus reflexiones el sur-gimiento y la consolidación de los grandes estadosterritoriales fundamentalmente monárquicos, son,por lo menos hasta la revolución francesa, con ex-cepción de Spinoza, favorables a la monarquía y con-trarios a la democracia; así piensan Bodin, Hobbes,

-Locke, Vico, Montesquieu, Kant y Hegel. Mientrasalgunos de estos autores, que consideran las diver-sas formas de gobierno en su desarrollo históricocomo Vico, Montesquieu y Hegel, exaltan la mo-narquía como la forma más adecuada para su época,otros, como Hobbes y Bodin, realizan una compara-ción en abstracto, en la que son retomados todos losargumentos tradicionales contra el gobierno del pue-blo, todos los motivos antiguos y modernos delantidemocratismo (los cuales se trasmiten sin varia-ciones profundas a los escritos de derecha de nues-tros días). El décimo capítulo del De cive de Hobbes,titulado Specierum trium civitatisquoad incommodasin-gularum comparatio (comparación entre las tresformas de gobierno en cuanto a sus inconvenientesrespectivos), puede ser calificado como paradigmá-tico: los argumentos contra la democracia pueden

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ser comprendidos en dos grupos, los que se refierenal sujeto gobernante (la asamblea popular enfren-tada con el poder único del rey) y los que se refierenal modo de gobernar. Los defectos de las asambleaspopulares son la incompetencia, el dominio de laelocuencia (y por tanto de la demagogia), la forma-ción de partidos que obstaculizan la formación deuna voluntad colectiva y que favorecen el cambiorápido de las leyes y la falta de discreción. Los in-convenientes del poder cuando es ejercido por elpueblo consisten en una mayor corrupción, porqueen una democracia los ciudadanos famélicos quedeben ser complacidos por los líderes son muchos, ycon una menor seguridad causada por la protecciónque los demagogos son obligados a dar a sus parti-darios; mayor corrupción y menor seguridad queno están compensadas por una mayor libertad. ElTractatus de Spinoza había sido escrito para demos-trar la superioridad del gobierno democrático, perodesafortunadamente la parte dedicada a esta formade gobierno quedó inconclusa. Sin embargo, com-parando a Spinoza con Hobbes, autores bajo mu-chos aspectos muy cercanos respecto a los primerosprincipios, y por tanto 'legítimamente confronta-bles, se entiende la razón por la que Spinoza, si bienpartiendo de la misma visión realista del poder y dela manera de concebir la fundación del Estado, hayasostenido en la comparación entre las diferentesformas de gobierno la tesis diametralmente opues-ta a la de Hobbes. Lo que los divide es la diferen-te concepción del fin último del Estado, que pa-ra Hobbes es la paz y el orden, mientras que paraSpinoza es la libertad, diversidad que a su vez se basaen una diferencia más profunda que permite másque todas contraponer una teoría a otra; entiendo la

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diferencia en cuanto a la perspectiva principal dela que todo escritor de cuestiones políticas parte paraexponer su pensamiento, y que permite contrapo-ner a los escritores que se ponen exparte principis, esdecir, de la parte de los gobernantes para justificarsu derecho a mandar y el deber de los súbditos deobedecer, frente a los que se ponen exparte populi, osea, de la parte de los gobernados para defender suderecho de no ser oprimidos y el deber de los go-bernantes de producir leyes justas. Para quien sepone ex parte principis el problema principal del Es-tado es el de la unidad del poder, que incluso puedeir en detrimento de la libertad de los sujetos; paraquien se pone expartepopuli el problema principal esel de la libertad de los individuos que puede ir endetrimento de la unidad. La disputa entre el parti-dario de la monarquía y el partidario de la democra-cia siempre es una disputa entre dos contendientesque se ponen desde dos puntos de vista opuestospara analizar y evaluar el mismo fenómeno. La so-lución que el partidario de la democracia da al pro-blema de la libertad, que es, repito, el problema delEstado considerado desde la parte del gobernado,es al extremo la identificación del gobernado con elgobernante, o sea, la eliminación de la figura delgobernante como figura separada de la del gober-nado. Esta identificación es enunciada claramentepor Spinoza cuando exponiendo "Los fundamentosdel gobierno democrático" afirma que "en él. . .ninguno transfiere a otros su natural derecho deforma tan definitiva que luego no deba ser consul-tado; sino lo da a la parte mayor de toda la sociedad,de la que él es miembro. Y por este motivo todoscontinúan siendo iguales como eran en el anteriorestado de naturaleza" [1670, trad. iL, pp. 384-85}.

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Una afirmación que no puede dejar de traer a lamemoria la idea central que inspira la obra de quienes considerado el padre de la democracia moderna,la idea de una asociación mediante la cual "cadauno, uniéndose a todos, no obedezca sin embargomás que a sí mismo, y permanezca tan libre comoantes" [Rousseau, 1762, trad. it., p. 23}.

El tema roussoniano de la libertad como autono-mía, o de la libertad definida como "la obediencia ala ley que nos hemos dado", se vuelve después de lasrevoluciones americana y francesa, y luego del na-cimiento de las primeras doctrinas socialistas yanarquistas, uno de los argumentos principales, sino es que el principal, en favor de la democraciafrente a cualquier otra forma de gobierno, que, si noes democrática, no puede más que ser autocrática.El problema de la democracia se identifica cada vezmás con el tema del auto gobierno, y el progreso dela democracia con la am pliación de los cam pos en losque el método del autogobierno es puesto a prueba.El desarrollo de la democracia desde comienzos delsiglo pasado coincide con la extensión progresiva delos derechos políticos, es decir, del derecho de parti-cipar, aunque sea por medio de la elección de repre-sentantes, en la formación de la voluntad colectiva.El progreso de la democracia corre paralelo al forta-lecimiento de la convicción de que el hombre des-pués del iluminismo, como dice Kant, salió de laminoría de edad, y como un mayor de edad des-prendido de la tutela debe decidir libremente suvida individual y colectiva. Cada vez que un númeromayor de individ uos conquista el derecho de parti-cipar en la vida política, la autocracia retrocede y lademocracia avanza. Junto al argumento ético enfavor de la democracia, entendida precisamente

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como la realización en el terreno específicamen tepolítico del valor supremo de la libertad, la evalua-ción positiva de la democracia-autonomía en refe-rencia a la autocracia-heteronomía, generalmentese vale de otros dos argumentos, el primero máspropiamente político, el segundo genéricamenteutilitario. El argumento político se basa en una delas máximas de la ex periencia más com partidas en elpensamiento político de todos los tiempos, de quequien detenta el poder tiende a abusar de él. Toda lahistoria del pensamiento político puede ser consi-derada como una larga, ininterrumpida y apasio-nada discusión en torno a las diversas maneras delimitar el poder: entre éstas se encuentra el métododemocrático. Uno de los argumentos fuertes enfavor de la democracia es que el pueblo no puedeabusar del poder contra sí mismo. Dicho de otromodo: allí donde el legislador y el destinatario de laley son la misma persona, el primero no puedeprevaricar contra el segundo. El argumento utilita-rista es el que se basa en otra máxima de la experien-cia (en honor a la verdad menos sólida), aquellasegún la cual los mejores in térpretes del interéscolectivo son quienes forman parte de la colectivi-dad, de cuyo interés se trata, o sea, los mismosinteresados; en este caso voxpopuli vox dei.

4. EL uso HISTÓRICO

Durante siglos, por lo menos hasta Hegel, los mejo-res escritores políticos utilizaron la tipología de lasformas de gobierno para trazar las líneas del desa-rrollo histórico de la humanidad, entendido comosucesión de una determinada constitución a otra de

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EL USO HISTÚRICO 205

acuerdo con un cierto ritmo. Se trata de ver quélugar ha ocupado en algunos de los grandes siste-mas la democracia. Ante todo, conviene distinguirlas filosofías de la historia en regresivas, según lascuales la etapa siguiente es una degeneración de laanterior; progresivas, según las cuales la etapa si-guiente es un perfeccionamiento de la anterior; cí-clicas, según las cuales el curso histórico después dehaber recorrido en sentido regresivo o en sentidoprogresivo todas las etapas retorna al principio. Enlas historias regresivas (Platón) o cíclico-regresivas(Polibio) de los antiguos, la democracia ocupa gene-ralmente el último lugar en una sucesión que pone ala monarquía como primera forma, la aristocraciacomo segunda y la democracia como tercera. Esejemplar, incluso por la influencia que ha ejercidoen escritores modernos (piénsese específicamenteen el Maquiavelo del segundo capítulo de los Discur-sos), la periodización de Polibio que presenta enrápida síntesis la sucesión de las seis formas, me-diante la alternación de la forma buena con la formamala respectiva:

La primera que se forma por un proceso espontáneo ynatural es la monarquía, y de ella deriva, por unapreparación y una enmienda, el reino. Pero se dete-riora y cae en un mal que le es congénito, me refiero ala tiranía, de cuya disolución nace la aristocracia.Cuando ésta, por su naturaleza, vira hacia la olig~r-quía, si las turbas se indignan por la injusticia de susjefes, nace la democracia. A su vez la soberbia y eldesprecio de las leyes desembocan, con el tiempo, en laoclocracia. [Historias, VI, 4].

En la época moderna, época de las grandes mo-narquías, cuando la concepción regresiva cede paso

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a la progresiva, e! campo de observación de losescritores se amplió enormemente y la sucesión delos antiguos es cambiada: la monarquía ya no está alprincipio de! ciclo sino al final. Se considera queVico es un innovador porque después de! estadoferino (que no es todavía social) y e! estado de lasfamilias (que todavía no es estatal), no hace comen-zar la historia de los estados por la monarquía, sinopor la república aristocrática a la que sigue la repú-blica popular y finalmente e! principado. En el Deuniversi iuris uno princiPio et uno fine, define e! go-bierno popular como aquel en e! que rigen "la pari-dad de los sufragios, la libertad de expresión, y elacceso equitativo de todos los individuos a los hono-res, sin que lo impida el censo, es decir, e! patrimo-nio" [1720, trad. it., p. 166] (e! principio de que elcenso es la base de los derechos políticos durará,como se sabe, hasta la revolución francesa y másallá). Además, una característica de la tipología vi-quiana es que se resuelve en dicotomía con un pro-cedimiento diferente de los ya conocidos e indica-dos: las dos dicotomías más conocidas son monar-quía y república (con la reducción a uno de demo-cracia y aristocracia) o democracia y autocracia (conla reducción a uno de monarquía y aristocracia).Para Vico la diferencia esencial pasa entre la repú-blica aristocrática de un lado, que representa laépoca de los héroes, y la república popular y lamonarquía de otro, que juntas representan, si bienen diversa medida, la época de los hombres, y portanto la tricotomía clásica se puede resolver en ladicotomía aristocracia y "gobiernos humanos" (esdecir democracia y monarquía) en los cuales,

debido a la homogeneidad de su naturaleza inteli-

EL USO HISTÓRICO 207

gente, que es propia de la naturaleza humana, las leyestratan igualmente a todos porque nacieron libres ensus ciudades; o sonpopu!o,res,cuando todos (o la mayo-ría) constituyen las fuerzas de las ciudades, señores dela libertad popular, o monárquicos,en los cuales losmonarcas tratan a todos los súbditos igualmente consus leyes y, siendo los únicos a tener en sus manos lafuerza de las armas, solamente ellos ocupan una posi-ción política especial fl744, §927).

En la importante clasificación de las formas degobierno, expuesta y minuciosamente ilustrada porMontesquieu en e! EsPíritu de las leyes, la monarquíaaparece una vez más como la forma de gobiernomás adecuad a para los grandes estados territorialeseuropeos. mientras el despotismo es la forma degobierno que más se adapta a los pueblos orientales,la república (que comprende al igual que Maquia-ve!o tanto la república democrática como la aristo-crática) a los pueblos antiguos. De acuerdo con lanaturaleza, e! gobierno republicano es definidocomo aquel en e! cual "e! pueblo en cuerpo, o algu-nas familias, gozan en él de la potestad suprema"[1748, trad. it., p. 83]; de acuerdo con e! principio, osea, según e! "resorte" que lo mueve, es e! caracteri-zado por la virtud (mientras e! monárquico tienecomo principio e! honor y e! despotismo e! miedo).Tanto en e! capítulo en e! cual es definida la natura-leza de la democracia como en e! que está dedicadoal principio, los ejemplos son tomados de la historiagriega y romana. Allí se encuentra la siguiente afir-mación: "Los políticos griegos, que vivían en ungobierno popular, reconocían en la virtud la únicafuerza capaz de sostenerlo. Los políticos de hoysolamente hablan de manufacturas, comercio, fi-nanzas, riquezas y hasta de lujo" [ibid., pp. 85-86].

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208 DEMOCRACIA Y DICTADURA

Aquí también está desarrollado el concepto de vir-tud y es definido como "el amor por la república"[ibid., p. 115}. Las fuentes de la definición son nota-blemente clásicas. La naturaleza y el principio deldespotismo son presentados con ejemplos tomadosde los pueblos orientales; la naturaleza y el princi-pio de la monarquía, con ejemplos traídos de losgrandes estados europeos, como España, Francia eInglaterra.

La tripartición de Montesquieu se convierte en elcriterio fundamental para la interpretación delcurso histórico de la humanidad en la filosofía de lahistoria de Hegel, que puede ser considerada comola última gran filosofía de la historia en la que laevolución de la civilización es vista a través del pasode una forma de gobierno a otra (después de Hegella mayor parte de las filosofías de la historia consi-deran como criterio de la evolución las formas socia-les, las relaciones de producción, etcétera). En unaobra de juventud el diseño general en el que serácomprendida y presentada la inmensa materia de lafIlosofía de la historia de la época madura ya estádefinido en sus líneas principales:

"La continuidad de la cultura mundial ha llevado algénero humano, después del despotismo oriental, ydespués de que degeneró aquella república que habíadominado el mundo, a esta posición intermedia entrelas dos anteriores" que es "el sistema de representa-ción" propio "de todos los estados europeos moder-nos". [1799-1802, trad. it., p. 83}.

En las Leccionessobre lafilosofía de la historia, el temaes retornado y desarrollado en sus líneas esencialescon las siguientes palabras:

LA DEMOCRACIA DE LOS MODERNOS 209

La historia universal es el proceso mediante el cualsobreviene la educación del hombre de lo desenfre-nado de la voluntad natUral a lo universal y a la libertadsubjetiva. El Oriente sabía y sabe que solamente una'persona es libre, el mundo greco-romano que algunosson libres, el mundo germánico que todos son libres.En consecuencia, la primera forma que vemos en lahistoria u niversal es el despotismo,la segunda es la demo-cracia y la aristocraciay la tercera es la monarquía [1830-31, ed. 1934, p. 150}.

De esta manera para Hegel, así como para los mayo-res escritores políticos que reflexionan sobre laformación y el crecimiento del Estado moderno, lademocracia es una forma de gobierno que perte-nece al pasado. Contra el concepto de soberaníapopular, como fue elaborado en antítesis a la sobe-ranía del monarca, Hegel escribe en los Lineamientosdefilosofía del derecho (o sea en la obra que contiene laesencia de su pensamiento político):

El pueblo, considerado sin su monarca y sin la organi-zación que necesaria e inmediatamente vincula a latotalidad, es la multitud sin forma, que no es Estado y ala cual no compete alguna de las determinaciones queexisten solamente en la totalidad formada en sí [1821,§279, anotación].

Al hacer de la monarquía constitucional el mo-mento culminante del desarrollo histórico, Hegel,fIlósofo del periodo de la restauración, cierra unaépoca.

5. LA DEMOCRACIA DE LOS MODERNOS

En el periodo en el que se habían formado los gran-des estados territoriales, mediante la acción centra-

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210 DEMOCRACIA Y DICTADURA

lizadora y unificadora del príncipe, el argumento'que ya se había vuelto clásico contra la democraciaconsistía en la afirmación de que el gobierno demo-crático únicamente era posible en los estados pe-queños. El mismo Rousseau estaba convencido deque una verdadera democracia jamás hubiese exis-tido, porque requeria entre otras condiciones de unEstado muy pequeño "en el que sea fácil para elpueblo reunirse, y en el que cada ciudadano puedafácilmente conocer a todos los demás" [1762, trad.it., p. 93]; pero ya cuando Hegel exaltaba la monar-quía constitucional como la única forma de go-bierno en la que habria debido reconocerse el espí-ritu del mundo después de la revolución francesa,había nacido un gobierno republicano, y se habíavuelto tan fuerte que llamó la atención y la admira-ción de algunos espíritus inquietos y visionarios, enun gran espacio (en un espacio que se volvió muchomás grande que los ocupados por los principalesestados europeos): los Estados Unidos.

En honor a la verdad, algunos de los padres fun-dadores del nuevo Estado, que demostraron en lascontiendas teóricas y en las construcciones constitu-cionales conocer bien el pensamiento poIí tico clásicoy moderno, quisieron que no se confundiese la re-pública que ellos contemplaban y en la que habíanmetido las manos con la democracia de los antiguos.El juicio que Madison presenta en El Federalista(núm. 10), sobre la democracia de los antiguos, no sedistingue del de los más acérrimos antidemocráti-cos: "Las democracias siempre han ofrecido un es-pectáculo de turbulencia y de desidia, siempre sehan mostrado en contraste con toda forma de ga-rantía de las personas y de las cosas; y han tenidouna existencia tan breve como violenta" [Hamilton,

LA DEMOCRACIA DE LOS MODERNOS

Jay y Madison 1787-88, trad. it., p. 61]. Pero laforma de gobierno que Madison llama democracia,siguiendo la lección de los clásicos que llega hastaRousseau, era la democracia directa; en cambio, porrepública eQtiende el gobierno representativo, pre-cisamente la forma de gobierno que hoy nosotros,convencidos de que en los grandes estados no seaposible otra democracia más que la representativa,si bien en algunos casos corregida e integrada porinstitutos de la democracia directa, llamamos sinnecesidad de especificaciones ulteriores democraciaque contraponemos a todas las formas antiguas ynuevas de autocracia. Escribe Madison:

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Los dos grandes elementos de diferenciación entreuna democracia y una república son los siguientes: enprimer lugar, en el casode esta última, hay una delega-ción de la accióngubernativa yun pequeño número deciudadanos elegidos por los demás; en segundo lugar,ella puede extender su influencia sobre un númeromayor de ciudadanos y sobre una mayor extensiónterritorial {ibid.,p. 52}.

De aquí surge la firme opinión de que existe unvínculo necesario entre el Estado representativo (orepública) y las dimensiones del territorio, y que portanto la única forma de gobierno no autocráticaposible en un gran Estado sea el gobierno represen-tativo, que es una forma de gobierno democráticocorregido, moderado o limitado, y en wanto talhecho, compatible con un territorio muy vasto y conuna población numerosa (además, en el caso especí-fico de los Estados Unidos también muy dispersa).El hecho de que el paso de la democracia directa a lademocracia indirecta sea objetivamente determi-nado por las condiciones del ambiente, y por con si-

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212 DEMOCRACIA Y DICTADURA

guiente la república no sea tanto una forma opuestaa la democracia, sino que sea la única democraciaposible en determinadas condiciones de territorio ypoblación, queda confirmado por el siguientefragmento:

Otro punto de distinción [entre la democracia y elgobierno representativo} es el siguiente: que un régi-men republicano puede abrazar un mayor número deciudades y un territorio más amplio que un régimendemocrático y precisamente por ello hace que las posi-bles maniobras de las facciones deban temerse menosen el primero que en el segundo caso [ibid., p. 63}.

Se debe a Alexis de Tocqueville, quien en 1835publicó el primer volumen de La democraciaen Amé-ma, el reconocimiento, casi la consagración, delnuevo Estado en el nuevo mundo como forma au-téntica de la democracia de los modernos contra-puesta a la democracia de los antiguos. En la adver-tencia a la edición de 1848, Tocqueville escribió queEstados Unidos resolvió el problema de la libertaddemocrática que Europa llegó a plantearse sola-mente en el momento presente: "Desde hace se-senta años el principio de la soberanía del puebloque hemos introducido entre nosotros ayer, reinaallá sin disputa. Púsose en práctica de la manera másdirecta, más ilimitada y más absoluta." [Tocqueville1848, trad. it., p. IOJ. Para quien escribe estas pala-bras la distinción entre democracia directa y demo-cracia representativa ya no tiene ninguna relevan-cia: "A veces es el mismo pueblo quien hace las leyes,como en Atenas; otras veces son los diputados ele-gidos por sufragio universal, que lo representan yactúan en su nombre, bajo su vigilancia casi directa."Lo que cuenta es que el poder esté de hecho, direc-

LADEMOCRACIADELOSMODERNOS 213

tamente o por interpósita persona, en las manos delpueblo, que rija como "la ley de las leyes" el princi-pio de la soberanía popular, donde "la sociedadactúa sobre sí misma", y "no existe poder fuera deella y no hay alguien que ose concebir, y sobre todoexpresar, la idea de buscarlo en otra parte". El capí-tulo sobre el principio de la soberanía popular enEstados Unidos concluye con estas palabras: "Elpueblo reina en el mundo político americano, comoDios en el universo. Él es la causa y el fin de todo:todo deriva de él y todo regresa a él" [Tocqueville1835-40, trad. it., p. 77J. En contraste con la demo-cracia de los antiguos que al estar basada en el go-1)ierno de la asamblea no reconoce algún ente in-termedio entre el individuo y el Estado, por lo queRousseau que es su moderno abogado defensorcondena las sociedades parciales que dividen lo quedebe permanecer unido, la democracia de los mo-dernos es pluralista, vive sobre la existencia, multi-plicidad y vivacidad de las sociedades intermedias.La sociedad americana sorprendió a Tocqueville,además de por la igualdad de condiciones, por lainclinación de sus miembros a asociarse para pro-mover el bien público, de suerte que "independien-temente de las asociaciones permanentes, creadaspor la ley bajo el nombre de comunidades, ciudadesy condados, existe una multitud de otras que debensu aparición y desarrollo sólo a la voluntad indivi-dual" [ibid., p. 226J. Y el asociacionismo se trans-forma en un criterio nuevo (nuevo en referencia alos criterios tradicionales que siem pre se han basadoexclusivamente en el número de gobernantes) paradistinguir una sociedad democrática de una no de-mocrática. Como se muestra en el siguiente frag-mento sorprendente por su incisividad:

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En las sociedades aristocráticas los hombres no tienennecesidad de unirse para actuar, porque ya están sóli-damente unidos. Todo ciudadano rico y poderoso escomo la cabeza de una asociación permanente y for-zosa, que se compone de todos aquellos que dependende él y que él mismo hace participar en la realización desus planes. En cambio en las democracias todos losciudadanos son independientes e ineficientes, casi nopueden hacer nada solos, y ninguno puede obligar asus semejantes a prestarle su cooperación. Si noaprenden a ayudarse libremente, todos caen en la im-potencia {ibid., p. 598}.

6. DEMOCRACIA REPRESENTATIVAY DEMOCRACIA DIRECTA

En el siglo que corre, entre la época de la restaura-ción y la primera Guerra Mundial, la historia de lademocracia coj'ncide con la afirmación de los esta-dos representativos en los principales países euro-peos y con su desarrollo interno, tanto así que lacompleja tipología de las tradicionales formas degobierno paulatinamente será reducida y simplifi-cada en la contraposición entre los dos camposopuestos de las democracias y de las autocracias.Tomando en cuenta las dos características funda-mentales subrayadas por Tocqueville en la demo-cracia americana, el principio de la soberanía delpueblo y el fenómeno del asociacionismo, el Estadorepresentativo, como se fue consolidando progresi-vamente en Inglaterra y difundiéndose a través delos movimientos constitucionalistas de las primerasdécadas del siglo XIXen la mayor parte de los esta-dos europeos, conoció un proceso de democratiza-ción que se desarrolló en dos líneas: la ampliación

DEMOCRACIA REPRESENTATIVA Y DIRECTA 215

del derecho al voto hasta llegar al sufragio universalmasculino y femenino y el avance del asociacio-nismo político hasta llegar a la formación de lospartidos de masas y al reconocimiento de su funciónpública. Nada puede mostrar mejor este doble pro-ceso que la comparación entre el Estatuto del Reinode Cerdeña promulgado por Carlos Alberto el4 demarzo de 1848 -que se volvió la primera carta cons-titucional del reino de Italia (1861)-, y la constitu-ción republicana hecha y aprobada por la Asambleaconstituyente elegida el 2 de junio de 1946, despuésde la segunda Guerra Mundial, que entró en vigorcasi exactamente un siglo después del Estatuto al-bertino, el 10 de enero de 1948. Ante todo, me-diante las sucesivas ampliaciones de los derechospolíticos acontecidas en 1882, 1912, 1919 Y 1946(sin contar con la extensión del voto a losjóvenes de18 años ocurrida en 1975) el electorado italianopasó de poco más del 2% de los habitantes al 60~aproximadamente. En segundo lugar, con el pasode la monarquía a la república también el mayorcargo del Estado se volvió electivo y por tanto, en elsentido técnico de la palabra, representativo. EnIURar del senado por desiRnación real, la seRundaCámara también fue elegida por sufragio univer-sal. Con la institución de las regiones* a las quese les atribuyó un poder legislativo se hizo unintento, del que es demasiado pronto parajuzgar losresultados, para redistribuir el poder político entreel centro y la periferia. Finalmente, con el recono-cimiento a todos los ciudadanos del "derecho a aso-ciarse libremente en partidos políticos para compe-

* Entidades locales italianas (T.).

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216 DEMOCRACIA Y DICTADURA

tir con métodos democráticos y determinar la polí-tica nacional" (art. 49) se ha querido dar una legiti-mación a las organizaciones que mediante el agre-gado de intereses homogéneos facilitan la forma-ción de una voluntad colectiva en una sociedad ca-racterizada por la pluralidad de grupos y por lasfuertes tensiones sociales.

La consolidación de la democracia representativano ha obstaculizado el regreso, si bien de manerasecundaria, de la democracia directa. Mas aún: elideal de la democracia directa como la única demo-cracia verdaderajamás ha venido a menos, y ha sidomantenido con vida por grupos políticos radicales,que siempre han tenido la tendencia a considerar lademocracia representativa no como una adaptacióninevitable del principio de la soberanía popular a lasnecesidades de los grandes estados, sino como unaculpable o errónea desviación de la idea original delgobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.Como bien se sabe, Marx creyó recoger algunosdespuntes de la democracia directa en la breve ex-periencia de dirección política hecha por la Comunade París, entre marzo y abril de 1871. Lenin retornócon vigor este tema en El Estado y la revolución[1917], escrito que debería haber guiado la mente yla acción de los constructores del nuevo Estado queestaba surgiendo de las cenizas de la autocracia za-rista. Frecuentemente la democracia directa ha sidocontrapuesta, como forma propia de la futura de-mocracia socialista, a la democracia representativa,condenada como una forma imperfecta, reducida yengañosa de democracia y como la única forma dedemocracia posible en un Estado de clase como es elEstado burgués. Bajo el nombre genérico de demo-cracia directa se encuentran todas las formas de

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DEMOCRACIA REPRESENTATIVA Y DIRECTA 217

participación en el poder que no se resuelven enuna u otra forma de representación (ni en la repre-sentación de los intereses generales o política, ni enla representación de los intereses particulares u or-gánica): a) el gobierno del pueblo a través de dele-gados investidos de mandato imperativo y por tantorevocables; b) el gobierno de asamblea, es decir, elgobierno no sólo sin representantes irrevocables yfiduciarios, sino también sin delegados; e) el refe-réndum. De estas tres formas de democracia di-

recta, la primera fue acogida por la constituciónsoviética que actualmente rige, cuyo art. 142 diceque "cada diputado tiene la obligación de rendircuentas a los electores de su trabajo y del desem-peño de los soviets de diputados de los trabajadores,y puede ser destituido en cualquier momento, pordecisión de la mayoría de los sectores", y en la mayorparte de las constituciones de las democracias popu-lares; la segunda normalmente pertenece a la pri-mera fase de los movimientos colectivos, a la fase delllamado "Estado naciente" anterior a la instituciona-lización, de la que son ejemplos recientes el movi-miento de protesta de los estudiantes y los comitésde zona o de barrio de las grandes ciudades; latercera fue incluida en algunas constituciones de lapos-guerra, como la italiana (art. 75). De estas tresformas de democracia directa, la segunda y la ter-cera no pueden por sí solas sustituir, y de hechojamás han sustituido, a las diversas formas de demo-cracia representativa practicables en un Estado de-mocrático, como por lo demás las diversas formasde democracia representativa jamás han preten-dido sustituir, y de hecho jamás han sustituido,formas autoritarias del ejercicio del poder, comoson, por ejemplo, las propias del aparato burocrá-

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tico en todos los estados que si bien se llaman demo-cráticos; y en consecuencia no pueden por sí mismasconstituir una verdadera y propia alternativa al Es-tado representativo: la segunda porque solamentees aplicable en las pequeñas comunidades, la terceraporque únicamente se aplica en circunstancias ex-cepcionales y de especial relevancia. En cuanto a laprimera, con la formación de los grandes partidosorganizados que imponen una discIplina de voto, aveces férrea a los representantes elegidos en suslistas, la diferencia entre representación con man-dato y representación sin mandato se vuelve cadavez más tenue. El diputado elegido a través de laorganización del partido se vuelve un mandatario, sino de los electores, sí del partido que lo castigaquitándole confIanza cuando él no respeta la disci-plina, la que se vuelve un subrogado funcional delmandato imperativo de parte de los electores.

7. DEMOCRACIA POLÍTICA Y DEMOCRACIA SOCIAL

El proceso de ampliación de la democracia en lasociedad contemporánea no se presenta solamentea través de la integración de la democracia repre-sentativa con la democracia directa, sino también, ysobre todo, mediante la extensión de la democrati-zación, entendida como institución y ejercicio deprocedimientos que permiten la participación de losinteresados en las deliberaciones de un cuerpo co-lectivo, en cuerpos diferentes de los políticos. Sinté-ticamente se puede decir que si se debe hablar hoyde un desarrollo de la democracia, éste no consistetanto, como frecuentemente se dice por error, en lasustitución de la democracia representativa por la

DEMOCRACIA POLíTICA Y SOCIAL 219

democracia directa (sustitución que de hecho es im-posible en las grandes organizaciones), sino en elpaso de la democracia en la esfera política, es decir,en la esfera en la que el individuo es tomado enconsideración como ciudadano, a la democracia enla esfera social, donde el individuo es tomado encuenta en la multiplicidad de sus status, por ejemplode padre y de hijo, de cónyuge, de empresario y detrabajador, de enseñante y de estudiante, y tambiénde padre de estudian te, de médico y de enfermo, deoficial y de soldado, de administrador y de adminis-trado, de productor y de consumidor, de gestor deservicios públicos y de usuario, etcétera. En otraspalabras, en la ampliación de las formas de poderascendente, que había ocupado hasta ahora casi ex-clusivamente el campo de la gran sociedad política(y de las pequeñas con frecuencia políticamenteirrelevantes asociaciones voluntarias), al campo de lasociedad civil en sus diversas articulaciones, desdela escuela hasta la tábnca. t:n consecuenCia, las ac-tuales formas de desarrollo de la democracia nopueden ser interpretadas como la afirmación de unnuevo tipo de democracia, sino que más bien debenser entendidas como la ocupación, de parte de for-mas tradicionales de democracia, de nuevos espa-cios, es decir, de espacios dominados hasta ahorapor organizaciones de tipo jerárquico y burocrático.

Una vez conquistado el derecho a la participaciónpolítica, el ciudadano de las democracias más avan-zadas se ha dado cuenta que la esfera política a suvez está incluida en una esfera mucho más amplia, laesfera de la sociedad en su conjunto, y que no haydecisión política que no esté condicionada o inclusodeterminada por lo que sucede en la sociedad civil, ypor consiguiente una cosa es la democratizaóón de

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la dirección política, lo que sucedió con la instaura-ción de los parlamentos, y otra cosa es la democrati-zación de la sociedad. De manera que bien puededarse un Estado democrático en una sociedad en laque la mayor parte de sus instituciones, la familia, laescuela, la empresa, los servicios públicos, no estángobernados democráticamente. De aquí la pre-gunta que caracteriza mejor que cualquier otra lafase actual de desarrollo de la democracia en lospaíses políticamente más democráticos: "¿Es posiblela sobrevivencia de un Estado democrático en unasociedad no democrática?" Que también puede serformulada de este modo: "¿La democracia políticaha sido y es necesaria para que un pueblo no seagobernado despóticamente, pero es suficiente?"Hasta hace poco, cuando se quería dar una pruebadel desarrollo de la democracia en un país determi-nado, se tomaba como indicador la extensión de losderechos políticos, del sufragio restringido al sufra-gio universal; pero bajo este aspecto no es posible undesarrollo subsecuente luego de que el sufragio seextendió casi en todas partes también.a las mujeres yen algunos países, como el nuestro, el límite de edadfue disminuido a los dieciocho años. Hoy quienquiera tener un indicador del desarrollo democrá-tico de un país, ya no debe considerar el número delas personas que tienen derecho al voto, sino elnúmero de los lugares diferentes de los tradicio-nalmen te políticos en los que se ejerce el derecho alvoto. Dicho de otra manera: quien hoy quiera darun juicio sobre el desarrollo de la democracia en undeterminado país ya no debe plantearse la pre-gunta: "¿quién vota?", sino "¿dónde vota?"

DEMOCRACIA FORMAL Y SUSTANCIAL 221

8. DEMOCRACIA FORMAL Y DEMOCRACIA SUSTANCIAL

El discurso sobre el significado de la democracia nopuede considerarse concluido si no nos percatamosdel hecho de que más allá de la democracia comoforma de gobierno de la que hasta aquí hemos ha-blado, esto es, como conjun to de instituciones carac-terizadas por el tipo de respuesta que se da a las dospreguntas "¿quién gobierna?" y "¿cómo gobierna?",el lenguaje político moderno también conoce el sig-nificado de la democracia como régimen caracteri-zado por los fines o valores para cuya realización undeterminado grupo político tiende a operar. Elprincipio de estos fines o valores que es adoptado noya para distinguir sólo formalmente, sino tambiénen su contenido un régimen democrático de unrégimen no democrático, es la igualdad, en rigor nola igualdad jurídica que fue introducida en las Cons-tituciones liberales aun cuando todavía no eranformalmente democráticas, sino la igualdad socialyeconómica (por lo menos en parte). De esta manerafue introducida la distinción entre democracia for-mal, que atañe precisamtmte a la forma de go-bierno, y democracia sustancial, que se refiere alcontenido de esta forma. Estos dos significados seencuentran perfectamente fusionados en la teoríaroussoniana de la democracia, ya que el ideal iguali-tario que la inspira se realiza en la formación de lavoluntad general, y por tanto ambos son histórica-mente legítimos. Además, la legitimidad históricano da pie para creer que tengan, a pesar de laidentidad del término, un elemento connotativocomún, tan es verdad que históricamente puededarse una democracia formal que no logre mante-ner las principales promesas contenidas en un pro-

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222 DEMOCRACIA Y DICTADURA

grama de democracia sustancial, y viceversa, unademocracia sustancial que se rija y desenvuelva me-diante el ejercicio no democrático del poder. Pruebade esta falta de un elemento connotativo común esla esterilidad del debate sobre la mayor o menordemocracia de los regímenes que se inspiran, unosen el principio del gobierno del pueblo, otros en elprincipio del gobierno para el pueblo. Cada régi-men es democrático de acuerdo con el significadode democracia preferido por el defensor y no esdemocrático en el significado escogido por el adver-sario. En todo caso el único punto en el cual uno yotro podrían convenir es que una democracia per-fecta debería ser al mismo tiempo formal y sustan-cial; mas un régimen de este tipo pertenece porahora al género del futuro.

9. LA DICTADURA DE LOS ANTIGUOS

Conforme la democracia fue considerada como lamejor forma de gobierno, como la menos mala,como la forma de gobierno más adecuada para lassociedades económica, civil y políticamente másavanzadas, la teoría de las formas de gobierno en suuso prescriptivo simplificó la tipología tradicional yse polarizó, como ya se ha dicho, alrededor de ladicotomía democracia-autocracia. En el uso co-rriente el término que predominó para designar alsegundo miembro de la dicotomía no es "autocra-cia" sino "dictadura". Hoyes tan común llamar "dic-taduras" a todos los gobiernos que no son democra-cias, y que generalmente surgieron abatiendo a lasdemocracias anteriores, que el término técnica-mente más correcto de "autocracia" ha sido rele-

LA DICTADURA DE LOS ANTIGUOS 223

gado a los manuales de derecho público, y la grandicotomía que hoy domina no es la que se basa en lacontraposición entre democracia y autocracia, sinola que contrapone, aunque con un uso histórica-mente incorrecto del segundo término, a la demo-cracia la dictadura. La denominación de dictadurapara todos los regímenes que no son democracias sedifundió sobre todo después de la primera GuerraMundial, sea median te el acalorado debate sobre laforma de gobierno instaurada en Rusia por los bol-cheviques, que se sustentó en las diversas interpreta-ciones del concepto marxista de dictadura del proleta-riado, sea a través del uso hecho por los adversariosdel término "dictadura" para designar a los re-gímenes fascistas, comenzando por el italiano.Esta contraposición de la dictadura frente a la de-mocracia en un universo de discursos en los que lademocracia ha asumido un significado fundamen-talmente positivo, ha terminado por hacer de la"dictadura", contrariamente al uso histórico, untérmino con un significado preponderantementenegativo, que era propio en la filosofía clásica deotros términos como "tiranía", "despotismo", y, másrecientemente, de "autocracia". Todavía en 1936,Elie Halévy podía definir su propio tiem po como"I'ere des tyrannies"; pero hoy ninguno usaría estaexpresión para definir las dos décadas entre las dosguerras mundiales: aquellos regímenes que Halévyhabía llamado "tiranías" pasaron a la historia con elnombre de "dictaduras".

También "dictadura", como por lo demás tiranía,despotismo y autocracia, es un término que nosllega de la Antigiiedad clásica; pero a diferencia deestos últimos tuvo originalmente y durante siglosuna connotación positiva. En Roma se llamó dictador

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224 DEMOCRACIA Y DICTADURA

a un magistrado extraordinario, instituido alrede-dor de 500 a.c. y que duró hasta finales del siglo IIIa.c., que era nombrado por uno de los cónsules encircunstancias excepcionales, como podía ser laconducción de una guerra (Udictator rei publicaegerundae causa") o la sofocación de una revuelta("dictator seditionis sedandae causa") y al que se leatribuían, por lo excepcional de la situación, pode-res extraordinarios, que consistían principalmenteen la desaparición de la distinción entre el imperiumdomi, que era el mando soberano ejercido dentro delos muros de la ciudad, en cuanto tal sometido alímites que hoy llamaríamos constitucionales, comola;provocatioadpopulum, y el imperiummilitiae, que erael mando militar ejercido fuera de los muros de laciudad, y en cuanto tal no sometido a límites consti-tucionales. Lo exorbitante del poder del dictadorera contrabalanceado por su temporalidad: el dic-tador era nominado solamente por la duración de latarea extraordinaria que se le confiaba y de cual-quier manera no más allá de seis meses o la duraciónen el cargo del cónsul que lo había nominado. Asípues, el dictador era un magistrado extraordinario,sí, pero legítimo, porque su institución estaba pre-vista por la constitución y su poder era justificadopor el estado de necesidad (el estado de necesidad esconsiderado por losjuristas un hecho normativo, es de-cir, un hecho idóneo para suspender una situaciónjurídica anterior y para implantar una situa-ciónjurídica nueva). Brevemente, las característicasde la dictadura romana eran: a) estado de necesidadcon respecto a la legitimación; b) plenos poderes enreferencia a la amplitud del mandato; c) unidad delsujeto investido del mandato; d) temporalidaddel cargo. Por lo que hace a la magistratura monocrá-

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LA DICTADURA DE LOS ANTIGUOS 225

tica, con poderes extraordinarios pero legítimos ylimitada en el tiempo, la dictadura siempre se dis-tinguió de la tiranía y del despotismo que en ellenguaje corriente frecuentemente se confunden;el tirano es monocrático, ejerce un poder absoluto,pero no es legítimo y tampoco es necesariamentetemporal; el déspota es monocrático, ejerce unpoder absoluto, es legítimo, pero no temporal (másaún, es un régimen de larga duración, como lomuestra el ejemplo clásico del despotismo oriental).Estas tres formas tienen en común la monocratici-dad y lo absoluto del poder, pero la tiranía y ladictadura se diferencian porque la segunda es legí-tima y la primera no; el despotismo y la dictadura sedistinguen porque, aun siendo ambas legítimas, elfundamento de legitimidad del primero es de natu-raleza histórico-geográfica, de la segunda es el es-tado de necesidad. El carácter con base en el cual ladictadura se distingue tanto de la tiranía como deldespotismo es la temporalidad.

Precisamente este carácter de la temporalidadhizo que se diera generalmente por los grandesescritores políticos un juicio positivo del instituto dela dictadura. En un capítulo de los Discursostituladosignificativamente la autoridad dictatorial beneficióyno dañó a la república romana, Maquiavelo confutó aquienes sostuvieron que la dictadura tue la causa"andando el tiempo de la tiranía en Roma" [1513-19, ed. 1977, p. 210], porque la tiranía (se refiere aCésar) no fue efecto de la dictadura, sino la prolon-gación de la dictadura más allá de los límites tempo-rales establecidos; y agudamente observa en la tem-poralidad y en la especificidad del mandato deldictador su aspecto positivo:

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226 DEMOCRACIA Y DICTADURA LA DICTADURA MODERNA 227

la dictadura era un cargo temporal y no perpetuo;nombrábase dictador para resolver determinado con-flicto y hasta que desapareciera; su poder alcanzaba adeterminar por sí mismo los remedios al urgente peli-gro, a ponerlos en práctica sin necesidad de consultar,y a castigar sin apelación; pero no podía hacer cosaalguna que alterase las instituciones del Estado, comolo sería privar de su autoridad al senado o al pueblo, oderogar la antigua constitución política para establecerotra nueva [ibid}.

10. LA DICTADURA MODERNA

En el Contrato social Rousseau, después de haberobservado que las leyes no pueden prever todos loscasos posibles y que se presentan casos excepciona-les en los que es oportuno suspender momentá-neamente el efecto, afirma que "en estos casos rarosy manifiestos, se provee a la seguridad pública porun acto particular que confía el cargo al más digno"[1762, trad. it., p. 164}.Esta delegación puede darsede dos maneras: aumentando la autoridad del go-bierno legítimo, y en este caso no se altera la autori-dad de las leyes, sino sólo la forma de su administra-ción, o, cuando el peligro es tal que el sistema de lasleyes ordinarias pueda constituir un obstáculo parala acción resolutiva, nombrando un jefe supremo(preGÍsamente el dictador) que "haga callar las leyesy suspenda temporalmente la autoridad soberana"{ibid}.También para Rousseau la dictadura es con-veniente sólo si está rigurosamente limitada en eltiempo; "cualquiera que sea la manera como se con-fiera esta importante comisión, conviene f~ar suduración con un término muy corto e improrroga-ble. . . Pasada la necesidad urgente, la dictaduraconviértese en tiránica o inútil" {ibid., p. 167}.

Como lo muestra claramente la historia de esta ma-gistratura y las interpretaciones clásicas que hansido dadas de ella, el dictador ejerce poderes ex-traordinarios, pero únicamente en el ámbito de lafunción ejecutiva (no de la legislatura). Así Maquia-velo como Rousseau se percatan de este límite, es-cribiendo el primero, como se ha visto, que el dicta-dor no podía hacer algo que "alterase las institucio-nes del Estado", el segundo que "la suspensión de laactividad legislativa, que compete al dictador "deninguna manera' la abole", porque "el magistradoque la hace callar, no puede hacerla hablar" {Rous-seau, 1762, trad. it., p. 167}. Sólo en la época mo-derna, en la época de las grandes revoluciones, elconcepto de dictadura se amplía al poder instaura-dor del nuevo orden, esto es, al poder revoluciona-rio, que, como tal, como dice Maquiavelo, deshacelos órdenes viejos para hacer nuevos. En su cono-cida obra sobre la dictadura [1921}, Carl Schmittdistingue la dictadura clásica, que llama citando aBodin, "comisaria" (en cuanto el dictador desem-peña su tarea extraordinaria en los límites de la"comisión" recibida), de la dictadura de los tiemposmodernos o revolucionaria, que llama "soberana",la cual "ve en todo el ordenamiento existente unestado de cosas que debe remover completamenteton su acción", y por tanto "no suspende una consti-tución vigente basándose en el derecho contem-plado en ella, y por ello constitucional, sino queaspira a crear un estado de cosas en el que seaposible imponer una constitución considerada au-téntica" (trad. it., p. 149). También la dictadurarevolucionaria nace de un estado de necesidad y

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ejerce poderes excepcionales y por su naturalezatemporales (por lo menos en los propósitos inicia-les), y por tales motivos se le adjudica el nombre dedictadura, pero la misión que se le atribuye o que seatribuye es mucho más vasta; ya no es la de remediaruna crisis parcial del Estado, como puede ser unaguerra exterior o una rebelión, sino la de resolveruna crisis total, una crisis que cuestiona la existen-cia misma de un régimen determinado, comouna guerra civil (o sea, una guerra que puedeseñalar el fin del antiguo ordenamiento y el naci-miento de uno nuevo). Mientras el dictador comisa-rio es investido por el poder de la constitución, esdecir, tiene un poder constituido, el dictador sobe-rano recibe su poder de una autoinvestidura o deuna investidura simbólicamente, pero sólo simbóli-camente, popular, y asume un poder constituyente.Como ejemplo de este segundo tipo de dictadurapuede recordarse el de la Convención Nacional quedecidió ellO de octubre de 1793 suspender la Cons-titución del mismo año (que ya no tuvo vigencia) yestableció que el gobierno provisional fuese "revo-lucionario" hasta que no se lograra la paz. En refe-rencia a la dictadura clásica, la dictadurajacobina yano es una magistratura monocrática, aunque des-taca la personalidad de Robespierre, sino es la dic-tadura de un grupo revolucionario, concretamentedel Comité de salud pública.

Esta disociación, entre el concepto de dictadura yel concepto de poder monocrático, debe ser subra-yada porque indica el paso del uso clásico del tér-mino, que fue aplicado después de la revolución alrégimen introducido por Napoleón e interpretadocomo dictadura militar, al uso moderno, divulga~omediante los escritos de Marx y Engels, en los cuales

LA DICTADURA REVOLUCIONARIA 229

el término, usado en expresiones como "dictadurade la burguesía" y "dictadura del proletariado", yano hace referencia a una persona y tampoco a ungrupo de personas, sino a una clase, si bien desvir-tuando su significado original, tanto así que podríacon ventaja ser sustituido por el término "dominio",como por lo demás sucede en una expresión típica-mente marxista y engelsiana como "clase domi-nante". Asimismo, el carácter distintivo más impor-tante entre dictadura clásica y dictadura modernaradica en la extensión del poder, qu~ ya no estásolamente circunscrito a la función ejecutiva, sinoque se extiende a.la función legislativa e incluso a laconstituyente, aunque en el caso específico el go-bierno revolucionario francés tiende a presentarsecomo un gobierno que no abole, sino suspende ex-cepcional y provisionalmente la constitución y portanto como dictadura en el sentido clásico de lapalabra. En realidad la diferencia entre la dictadurarevolucionaria (o lo que es lo mismo contrarrevolu-cionaria) y la dictadura comisaria no debe ser bus-cada mediante las declaraciones de principios, entrelas cuales jamás falta el anuncio solemne de su tem-poralidad, sino en los hechos, o sea, en los efectosque ella produce en el ordenamiento anterior.

11. LA DICTADURA REVOLUCtoNARIA

Un siguiente paso en la historia del concepto dedictadura es el que le hacen dar los desafortunadosprotagonistas de una revolución (que de hecho notuvo lugar) igualitaria, Babeuf, Buonarroti y com-pañeros, quienes intervinieron en la Conspiraciónde los Iguales (9-10 de septiembre de 1795). En el

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pensamiento de éstos, particularmente de Buona-rroti, que, al sobrevivir a la condena de sus compa-ñeros, se convirtió en los últimos años de su largavida en el historiador y teórico de la conjura en ellibro Conspiraciónpor la igualdad según Babevf [1828},era extremadamente clara la idea de que la revolu-ción debía ser realizada por un grupo de hombres,al mismo tiempo entusiastas e iluminados, y queluego de la explosión revolucionaria debía venir unestado transitorio caracterizado por el ejercicio depoderes excepcionales concentrados en las manosde pocas personas (verdadero y propio antecedentehistórico del estado de transición de Marx y Lenin) ,finalmente que la nueva sociedad de los Igualesdebía ser instaurada sólo después de que la dicta-dura revolucionaria hubiese logrado eliminar, re-curriendo si fuese necesario a la violencia no sola-mente contra los opresores del pueblo, sino tambiéncontra el pueblo considerado como "incapaz de re-generarse por sí mismo", todo vestigio del pasado.Buonarroti escribe que para superar las dificultadesque se interponen al éxito de la revolución es nece-saria la fuerza de todos, pero tal fuerza no es nada~si no está dirigida por una voluntad fuerte, cons-tante, ilustrada e inmutable" y que "son necesariasmuchas reformas antes de que la voluntad generalpueda ser emitida y reconocida" [1828-29, trad. it.,p. 496}. Una de las tareas que Buonarroti atribuye algobierno revolucionario de los "sabios" consiste enla preparación de la nueva constitución que deberáconcluir la fase revolucionaria, mostrando así, porencima de cualquier duda, que la característica fun-damental de la dictadura revolucionaria es el ejerci-cio del poder soberano por excelencia que es elpoder constituyente. Queda por decir que, al igual

que el uso clásico del término, también en el nuevocontexto "dictadura", aunque cambió su significadodescriptivo, no perdió nada de la connotación posi-tiva original con respecto al significado evaluativo.A diferencia deJ uso actual en el que la "dictadura",en cuanto opu~ta a la "democracia", asumió, comoya señalé, una connotación casi siempre negativa, elprimer uso de la "dictadura" para designar a ladictadura revolucionaria (y también a la dictaduramilitar) retomó los beneficios de los cuales gozó e!magistrado romano llamado en situaciones excep-cionales a salvar la república de las guerras o rebe-liones, y el término es usado todavía bajo una conno-tación generalmente positiva. No debe olvidarseque en el siglo XVIIIhabía sido usado con una conno-tación positiva, por primera vez, también el término"despotismo" en la contraposición que el fisiócrataLe Mercier de la Riviere había delineado entre e!despotismo arbitrario "hecho por la opinión de quese presta a todos los desórdenes, a todos los excesosde los que la ignorancia lo hace susceptible" y e!despotismo legal "establecido natural y necesaria-mente sobre la evidencia de las leyes de un ordenesencial", entendido como la mejor forma de go-bierno que precisamente por la monocraticidad y loabsoluto del poder es capaz de leer desapasionada yperfectamente el gran libro de la naturaleza ydecla-rar y hacer aplicar las únicas leyes que deben regu-lar el orden social, las leyes naturales. Bastó un ad-jetivo "ilustrado" para cambiar el valor de untérmino como "despotismo", execrado durante si-glos. Cuando Buonarroti llamó "ilustrada" la volun-tad del Comité de entusiastas que debía guiar larevolución y "sabios" a los miembros de! gobiernodel estado de transición, nos invita a acercar la idea

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de la dictadura revolucionaria a la del despotismoilustrado.

La idea de la dictadura revolucionaria como go-bierno provisional y temporal, impuesto por cir-cunstancias extraordinarias, es propia de la teona yla práctica de Blanqui, no de la teona política deMarx, que habló de dictadura del proletariado encuanto dominio de clase y no de un comité y muchomenos de un partido, y en consecuencia no en elsentido tradicional de forma típica de ejercicio. delpoder, no en el sentido que el término había conser-vado sustancialmente en el paso de la dictaduraclásica a la moderna. Las únicas anotaciones queMarx hizo sobre el estado de transición se basaronen la experiencia de la Comuna de París, entremarzo y mayo de 1871, Yestán dirigidas a mostrarque el gobierno de la Comuna es una forma dedemocracia más avanzada que la democracia repre-sentativa de los estados burgueses más prósperos.Ello a pesar de que Engels en el prefacio a los escri-tos de Marx sobre las guerras civiles en Franciaseñala en la Comuna de Pans una primera, grande yterrible prueba de la dictadura del proletariado;pero esto, en todo caso, hace muy evidente que unacosa es el dominio de clase (dictadura en sentido notécnico), y otra cosa es la forma de gobierno bajo laque este dominio se manifiesta (que efectivamenteno era en el caso de la Comuna, por lo menos en lainterpretación de Marx, una dictadura en sentidotécnico).

En la expresión mar~ista "dictadura del proleta-riado" el término "dictadura" no tiene un sentidoevaluativo particularmente relevante: desde elmomento en que todos los estados son dictaduras,en cuanto dominio de clase, el término indica sus-

tancialmente un estado de cosas y por tanto tiene unsignificado esencialmente descriptivo. El paso del~entido evaluativo positivo propio de la dictadura,sea como magistratura sea como gobierno revolu-cionario, al sentido evaluativo negativo, que hoyprevalece, como dije al inicio, se dio por el hecho deque por dictadura ahora no se entiende genérica-mente el dominio de una clase, sino una forma degobierno, o sea, un modo de ejercer el poder. En laamplitud del concepto entran más o menos todas lasmaneras no democráticas de ejercicio del poder; enesta am pliación de sus connotaciones el concepto dedictadura perdió poco a poco algunas caractensticasesenciales que habían servido para denotado, pri-mera entre todas la del estado de necesidad y la detemporalidad, precisamente las características quehabían justificado a lo largo de todo el curso de lafilosofía política un juicio positivo sobre la institu-ción (el dictador romano) y sobre la forma de go-bierno ejemplificada en ella (la dictadura revolu-cionaria) .