biblia catolica, antiguo testamento, introduccion general, parte 1 de 47

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Traducida. presentada )' cornentada para las comunidades cristia n as cle Latinoamérica y para los que buscan a Dios Edición kvisada 2005 Diagramación e ilustración Hernán Rodas Textg íntegro traducido del hebreo y del griego 13 3 ." Edición SAN PABLO tr editoriol verbo divino

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Page 1: BIBLIA CATOLICA, ANTIGUO TESTAMENTO, INTRODUCCION GENERAL, PARTE 1 DE 47

Traducida. presentada)' cornentadapara las comunidadescristia n as

cle Latinoaméricay para los que buscan a Dios

Edición kvisada 2005

Diagramación e ilustraciónHernán Rodas

Textg íntegrotraducido del hebreoy del griego

13 3 ." Edición

SAN PABLO

treditoriol verbo divino

Page 2: BIBLIA CATOLICA, ANTIGUO TESTAMENTO, INTRODUCCION GENERAL, PARTE 1 DE 47

Quito, a 26 de enero de 1989

PUEDE I},IPRIMIRSE.

tlm@/ xn¡onj.o j ' Goazatúl Z' '

ARZOBISPO DE QUITO

RESIDENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAI

ECUATORIANA

@ Bernardo Huraultó $;i;á;á iiiuli.u catolica Internacio-lal (SOBICAIN)

Protasio Gómez, 15 -28027 IW\DRIDE-mail: [email protected]

lmprimatur:Manuelsánchez B. (T) - Azobíspo deConcepción - Chile

Coeditan

SAN PABLOProtasio. Gómez, 75' 28027 MADRIDTel-:'+ Sq gt l4Z 5t 13 - Fax: + 34 91 505 77 29E-mail: [email protected]

EDITORIAL VERBO DTVINO .

Avda. de Pamplona,4l - 31200 ESTELI-A (Navarra)Tel.: + 34948'55 65 05 - Fax: + 34948 55 45 06E-mail: [email protected]

lmprime:Artes Gráficas Carasa, S'A.'p;i.

t"¡: úb" Cátté¡u'- Brañuelas, 1 bls - 28940 FUENTABRADA (Madrid)

Encuadernación Gómez AParicio./ Bgrtíil ili);i. t.d. Pueria de Madrid - 28977 CASARRUBUELOS (Madrid)

Impreso en España'Printed in Spain

ISBN San Pablo: 9V8-84-285'O415-7i§eñ várUo Oivino:978-84-81G9-326-3 (cartoné) 978-84-8169-3_{9;{(blanca)

gt á-áa -á i oé-gzz -o (nacariná ) 978-84'8 1 6 I -328'7 ( pielina)

Depósito legal: M-13.839-2007 :

ijesús ha resuc¡tado !

Ustedes que abren la Biblia, busquen a Jesús. La Biblia no es un libro solamentepara rezar, o para instn¡cción nuestra. La Biblia es Palabra de Dios para comunicÍunosla vida.

En el centro de Ia Biblia esui la Cruz de Jesús y su Resurrección. Ustedes que siguenun camino dificil y no divisan la luz al fin del túnel, aprendan de la Bibüa que eitln cami-nando hacia la Resurrección. Y entiendan quién es, para ustedes, Jesús resucit¡do.

La Biblia..

La Biblia no ha iaído del cielo. Aquí esuin libros que no se proclamaron desde lasnubes, con algún parlante celesüal, sino que se reunieron pacientemente a lo largo desiglos en el seno del Pueblo de Dios, gracias a Ia fe de sus minorías miils conscientes.

Durante unos 18 siglos, desde Abraham hasta Jesús, el pueblo de lsrael descu-brió, cada vez con mayor lucidez, que el Dios Unico se había ligado a é1. Las expe-riencias de Ia comunidad nacional, los llamados de esos hombres, denominados profe-tas, que hablaban de parte de Dios, las inquietudes que se desarrollaban entre loscreyentes: todo esto pasó de una u otra nunera a esos libros. Y fueron los responsablesreligiosos de [srael los que recibieron, escogieron y acreditaron estos libros; integrán-dolos al Libro Sagrado.

Así se formó el Antiguo Testamento de la Biblia. Testamento se refiere a queestos libros eran como la herencia m¡ás preciosa entregada por Dios a su pueblo escogido.

Después dg ¡¿¡tas experiencias, llegó para el pueblo de Israel un tiempo de crisisen que Dios quiso llevarlo de una vez a la madurez de la fe. Para eso vino Jesús. Conél se llevó a cabo la experiencia más trascendental de toda la historia. Jesús, susesfuerzos para salvar al pueblo judío de una destrucción inminente, su rechazo, sumuerte y, luego, su Resurrección: ésta fue la última palabra de Dios.

La trayectoria de Jesús originó la predicación de la Iglesia y los libros que en ellase escribieron. Aquellos libros que fueron aprobados por los responsables de la Iglesiapasaron a integrar el Nuevo Test¿mento.

... y la Tradición

Los libros de la Biblia no entregan su mensaje sino al que viene'a compartir laexperiencia de la comunidad en que se originaron estos libros. Hay una manera deenteRder la Biblia que es propia del pueblo de Dios: es. lo que llainamos la Tradi-ción del pueblo de Dios. Jesús recibió de su propia familia y de su pueblo esta tra-dición. Luego, enseñó a sus apóstoles una nueva manera de comprender esta histo-ria sagrada: por eso se habla de la Tradición de los apóstoles o de Tradición de laIglesia.- Para entender bien la Biblia, no podemos f,rarnos de cualquier predicador que latira por su lado. Debemos recibirla tal como la entiende la Iglesia católica, que funda-ron los apóstoles y que siempre se fijó en sús normas.

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6*

¿POR DONDE EMPEZAR LA LECTURA DE LA BIBLIA?Lo más sencillo es empezar con el Evangelio, en que nos encontramos directa-

mente con Cristo, que es la Luz, la Verdad y «La>> Palabra de Dios.Por supuesto, Ias páginas del Antiguo Testamento contienen enseñanzas muy

importantes. Sin embargo, el que las lee después de haber oído a Cristo las comprendemejor y les encuentra otro sabor.

Algunos suelen abrir la Biblia a la suerte y consideran que el párrafo encontrado pri-mero les daná precisamente la palabra que necesitan en ese momento. Bien es cierto que

Dios puede contestar así a sus inquietudes, pero nunca se comprometió a comunicarse connosotros de esta manera.

En todo caso conviene haber leÍdo, una vez Por lo menos, en formá seguida, cada

uno de los libros del Nuevo Testamento. Lo.bueno es empezar con el Evangelio: léase alrespecto la «Introducción a los Cuatro Evangelios>>, al comienzo del Nuevo Testamento.

El Nuevo Testamento comprende

LOS CUATRO EVANGELIOS. La palabra Evangelio significa Buena Nueva.Estos son los libros en que los apóstoles de Jesús escribieron lo Que habían visto y .

aprendido de é1.

Luego viene el libro de los HECHOS DE LOS APOSTOLES, escrito por Lucas,el mismo que escribió el tercer Evangelio.

Luego vienen más de veinte CARTAS que los apóstoles dirigieron a las primeras

El Antiguo Testamento comprendeLOS LIBROS HISTORICOS. Aquí vemos la actuación de Dios para libertar a un

pucblo que quiere hacer que sea su pueblo. Lo vemos educar a ese pueblo y dar unsentido a su historia nacional. En estos libros se destacan:

El Génesis. El Exodo. El Deuteronomio. Los libros de Samuel.LOS LIBROS PROFETICOS. Dios interviene en la historia por medio de sus

profetas, encargados de transmitir su palabra.LOS LIBROS DE LA SABIDURIA destacan la importancia de la educación y

del esfueruo del individuo para llegar a ser un hombre responsable y un creyente.

PARA MAT{EJAR EL PRESENTE LIBROCada libro de Ia Biblia se divide en capítulos. Cada capítulo se divide en versí-

culos. Habitualmente se cita el libro en forma abreviada. Por ejemplo, Mt significaEvangelio según Mateo. Estas abreviaturas están indicadas en el índice.

. Los capítulos son indicados con cifras muy grandes al comienzo de un párrafo:Los versículos son indicados con números pequeños en el margen.

Para indicar un lugar de la Biblia se da primero el capítulo, y, después, el versícu-io. Por ejemplo, Jn 20,13 significa Evangelio de Juan, capítulo 20, versículo 13. Lc 7

2,6-10 significa: Evangelio de Lucas, capítulo 2, del versículo 6 al 10.El tLxto de la Biblia está todo en la parte superior de la página. Debajo pusinios

el comentario con uha letra diferente : '

Usamos letra cursiva:as frases que son citaciones sacadas del Anti-3 l, el evangelista aduce una frase del profeta

La Biblia

Para quien recore las páginas del libro, el Antiguo Testamento se pre-senta como una sucesión de relatos que o bien se repiten o bien se conti-núan con mayor o menor coherencia, y que a menudo nos sorprenden y aveces nos escandalizan. En medio de esos relatos, algunos de los cualesparece que están más cerca de la fábula que de la realidad, se deslizan dis-cursos, reglas de moral, de liturgia o de vida social, reproches severos, pala-bras de esperanza o gritos de ternura. Bajo ese aspecto el Antiguo Testa-mento constituye uno de los más bellos textos de la literatura universal.

Pero en este libro o más bien en «estos libros», Dios está siempre pre-sente y se lo nombra en cada página; el Antiguo Testamento en efecto nosdice de qué manera Dios prepara a los hombres y muy especialmente alpueblo de Israel para que reconozca y acoja en Jesús al que lleva a cabo sumisteriosa y maravillosa alianza con los hombres. La Biblia es inseparable-ménte palabra de Dios y palabra de hornbre. Es por tanto imposible comen-zar a leer estos libros dejando de lado una de estas dos dirnensiones. Si olvi-damos que son palabra de Dios, se corre el riesgo de reducirlos a simplesdocumentos históricos. Si a Ia inversa olvidamos que Dios se comunicó alhombre (y se comunica aún hoy día) en el corazón mismo de su historia,transformamo§ esa palabra de,Dios en una colección de leyes religiosas ode máximas ddificantes.

La Biblia no es un libro gue nos'habla de Dios, sino que es.el.libro enel que Dios nos habla de él por medio de los testigos que él mismo se,eligió,en medio de su pueblo de Israel. Los primeros cristianos no estabi¡.n equivo-cados al respecio: «En diversas ocasione§ y bajo diferentes formas; pioShabló a nuestros padres por medio de los profetas, pero en estos dÍas queson los últimos, nos habló a nosotros.por medio del Hijo» (Heb 1,1). A tra-,vés de los difererites libros del Antiguo Testamento vemos pues con,quépaciencia Dios se revela a su pueblo y lo prepara para el encuentro'con'Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, <<Aquel en quien'rgsiile la plenitud dela Divinidaói (Col 2,9).En el Nuevo Testarnento, para I

guo Testamento. Por ejernplo, en Mt 26,Zacarías 13,7 .

gue se indican cada Yez en laEn el Antiguo Testamento, por varias razonesIntroducción del libro.

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Antes de Ia Bib

Durante muchos siglos la Biblia fue i<el>> libro del pueblo judío primero, y de laIglesia después. La fe no era sólo una cuestión personal. No se trataba únicamente deconocer las leyes de Dios que nos conducen a la felicidad y a la recompensa eterna,sino que toda la Biblia giraba en torno a una alianza de Dios con la hun¡aniiad. llabíahabido un punto de partida, etapas, y habría al final una recapitulación de nuestra rivaen Cristo y la integración del mundo creado en el misterio de Dios. La Biblia era pues .

una historia y quería ser la historia de la humanidad. Era no sólo el libro de las pala-bras de Dios sino además una de las bases de nuestra cultura.

Pero es innegable que toda Ia historia bíblica fue escrita en el transcurSo de unospocos siglos en un pequeño rincón del mundo. Aunque este lugar fuera, como Io afir-maremos más adelante, un sector muy privilegiado, los autores bÍblicos no podían verdesde su ventana rnás que un pequeño uocito del espacio y del tiempo. Cuando busca-ban miis allá de su historia particular, no alcanzaban más datos de los que transmitíanlas antiguas tradiciones.

Para ellos no cabÍa duda alguna que Dios lo había creado todo <<al principio», esdecir, si nos atenemos a algunos datos brutos del Génesis, hacía más o menos 6.000años. Posteriorrnente tampoco se dudó de que el mundo habitado no se extendía másallá de Europa y del Oriente Medio, y que toda la humanidad había recibido el anunciodel Evangelio; aunque regiones enteras, como los países <<moros>> hubiesen abandona.do la fe. En el siglo XIII,.Santo Tomás de Aquino. sostenía que si por casualidad habíatodavía alguien que siguiera ignorando el mensaje cristiano; como sería por ejemploalguien que hubiera pasado toda su vida en el fondo de un bosque, Dios no.dejaría demandarle a un ángel para darle a conocer su palabra.

Fue sólo en el siglo XVIII cuando Ia ciencia comenzó a hacer tambalear esas cer-tezas. En primer lugar, la noción de tiempo. Un primer paso fue el descubrimiento dela enormidad de tiempo que fue necesaria para que se formara la tierra, y de innumera-bles especies de animales y vegetales que desaparecieron de la tierra dqspués de haber-la habitado. Así se pasó rápidamente de los 6.000 años tradicionales a millones y amiles de millones de años. Una segunda etapa afectó mucho más profundamente lavisión del mundo, y fue la intuición primero, y pruebas cada vez más numerosas des-pués, de una verdadera historia de los seres vivientes. En un primer tiempo se esforza- ,ron por clasificar a las especies vivientes o extinguidas según sus semejanzas o dife-rencias; no fueron necesa¡ios muchos años para que el cuadro se transformara en unárbol genealógico: las diversas especies procedían las unas de las otras. Se fueron dise-ñando troncos comunes, ramificaciones, y las formas o articulaciones eran más omenos parecidas según si el parentesco era más o menos lejano.

Esa nueva imagen de una creación en perpetuo crecimiento. cuadraba con lasintuiciones de algunos Padres de la Iglesia; fue vista sin embargo por todo el mundocristiano como una peligrosa.amenaza para la fe. Una de las razones'para rechazarlafue la filosofía < por decir mejor la «fe»- racionalista o antir,religiosa de.numero-

IA

9* ANTES DE LA BIBUA

sos científicos de los dos últimos siglos. Les bastaba con haber aclarado algunos meca-nismos de las pequeñas evoluciones para afirmar que todas las invenciones y maravi-llas de la naturaleza se podían explicar del mismo modo, y aún más, para afirmar quetodos los mecanismos eran productos del azar a partir de la nada.

Por otro lado, los cristianos estaban acostumbrados a pensar en términos de verda-des inmutables, lo que ciertamente era viílido para los dogmas de la fe, y les parecía queDios de igual modo debía haber someúdo el mundo celeste y terrestre a leyes inmuta-bles: los astros debían contentarse con girar en círculo (como gran cosa se aceptaba unaórbita elíptica) y los seres,vivos tenían que reproducirse siempre iguales. Hubo queesperar el segundo cuarto del siglo XX para que se superara por fin la oposición entreuna ciencia antirreligiosa en sus pretensiones, y una fe que queía ignorar los hechos.

¿A dónde queremos llegar con esto? Simplemente a que la visión de un mundoen evolución encaja perfectamente con la concepción cristiana. del tiempo y de las«edades» de la historia. Si estudiamos Ias cartas de Pablo, veremos que para éi toda lahistoria de la humanidad es una pedagogía de Dios de la cual emerge el verdaderoAdán. Contrariamente a la imagen tan difundida de un Ad¿ín Tarzán, que, al comienzode los tiempos era tan bello y fuerte como se lo ve en los frescos de Miguel Angel,pero que después habría caído de su pedestal, San Ireneo después de Pablo, veía a todala humanidad dirigida por la pedagogía de Dios hacia una completa realización de laraza o de la comunidad humana.

Si uno entra en esta perspectiva no le es difícil pensar que toda la creación hayasido hecha en el tiempo. El «big bang», si realmente lo hubo, expresa magníficamenreel punto de partida del tiempo creado, un tiempo que parte de la eternidad y vuelve a laeternidad- Veinte mil millones de años para Ia expansión de millones de galaxias, cadauna con sus rniles o millones de soles. Y en alguna parte, planetas. ¿Cuántos? Es t¡nmisterio. ¿Cuántos de ellos habitados? Es más misterioso aún. Pero también allí Ia fetiene sus intuiciones. Toda la Biblia recalca la libertad, la gratuidad de los gestos deDios. Un Dios que ama a todos los hombres y que los conduce a todos hacia é1, Ioconozcan o no, pero que además sabe elegir a quienquiera para darle lo que no les daráa otros. Y el hecho de que Dios haya creado millones de galaxias no le impedirá, siquiere, de escoger sólo a una de ellas; allí pondrá, en un rincón del universo, a esa rzvade <<homo habilis» (hombre ernprendedor) a la que la Palabra de Dios ha elegido comosu punto de aterrizaje en la creación.-

No llegó pues-el hombre por pura casualidad. No es un mono que, por el efectode algunas transmutaciones. cromosómicas fortuitas, se haya despertado un día con lacapacidad de comprender; habría bastante que decir de esosjuegos del azar gracias alos cuales, según algunos dicen, una raza de monos produjo sin mayor esfuerzo algu-nos grandes músicos y un buen número de niñas guapas.

Miles de generaciones fueron necesarias para que apareciera nuestra humanidad.Fueron innumerables los eslabones, Ios humildes antepasados a los que tal ttez Dios yaconocía y amaba como nos ama a nosotros; pero ante ellos estaba el modelo y el.fin, y.ése era Cristo.

Quisiéramos aquí recordar en pocas líneas las grandes etapas que precedieron a laformación del pueblo de la Biblia.

..Los primeros pasos del hombre

¿Cuándo y cómo apareció el'hombre? Se podrá discutir sobre los términos: ¿dequé hombre hablamos? ¿Del que partía,piedras, o del.que inventó el fuego, o del queenterraba a sus muertos? Hablamos del hombre. verdadero, de aquel cuyo espíritu es aimagen de Dios, y al que Dios conoce y.que puede conocer a Dios,

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ANTES DE I.A BIBLIA 10"

Nadie puede responder a esta cuestión de manera precisa. Durante largos siglos elhombre casi no cambió Ia faz de la tierra. Su género de vida y las creaciones de suespíritu apenas lo distinguían de los primates antropomorfos de los cuales salió. Fami-lias y grupos humanos habitaban en cavernas y cazaban en medio de los bosques.

Lentamente el hombre inventaba su lenguaje, hacía armas y herramientas. No seinteresaba solamente por lo útil y lo visible. Era un artista. En las cavern¿¡s y gn¡tas,debajo de la tierra donde celebraba sus ritos mágicos, pintaba en la pared, lejos de laluz del día, los animales que deseaba cazar. Hoy todavía nos admiramos de su genioartístico.

' El hombre era un ser religioso. Enterraba a.sus difuntos con ritos destinados aase_guÍules una vida feliz en otro mundo. Siendo creado a la imagen de Dios, su inteli-gencia pensaba instintivamente que continuaría viviendo después de la muerte. Porprimitivo que fuera, este hombre tenía una conciencia, podía amar, y descubría algo deDios, de acuerdo con su capacidad. Pero sus comienzos habían sido marcados profun-damente por la violencia y los instintos egoístas comunes a todos los seres vivientes: elpecado estaba en é1.

Las primeras c ivilíucion e s

Hace unos 10.000 años, un cambio se preparó en la humanidad. Los hombres seagruparon en mayor número en las llanuras fértiles. En algunos siglos descubrieron lamanera de cultivar la tierra, de criar el ganado, de modelar y cocer la arcilla. Se levanta-ron aldeas, que se unieron para defenderse y aprovechar mejor los recursos de la tierr¿La primera civilización había nacido.

Después todo se hizo muy rápido. Sobre la tierra aparecieron cinco centros decivilización.

Tres mil quinientos años antes de Cristo, en el sector geográfico llamado MedioOriente, y donde nacería el pueblo de la Biblia, se formaban dos imperios. Uno eraEgipto, el otro Caldea, país de donde saldría Abraham siglos más tarde. Caldea hizoun sistema perfeccionado de riego, constnryó con tabiques cocidos, inventó un sistemade escritura, tuvo leyes y administración centralizada- Egipto también tenía esos ade-lantos: construía templos grandiosos para sus dioses y levantaba las Pirámides paratumba de su faraones.

También en China y en India, como veinte siglos antes de Cristo, y en Centro-América, diez siglos antes de é1, nacieron otras civilizaciones- Las de Centr.o'América,China e India se desarrolla¡on por separado, ya que en este tiempo era muy difícilrecorrer los continentes.

En cambio, en el Medio Oriente, Caldea y Egipto mantenían contactos, a vecesagresivos, pero que tarde o temprano Ios obligarían a ver los límites de su cultura Elcamino que iba de uno al otro país pasaba por un pequeño te¡¡itorio que más tarde sellamaría la Palestina.

La Bülía y tas religiones de la Tierra

Estos breves recuerdos bastarán para mostrar que la historia y las tradicionesbíblicas cubren sólo un Bequeñísimo settor de la história humana, el .que sin embargoes uno de los m¡ís importantes como punto de convergencia de tres continentes. Noexiste tal vez sobre eI planeta otro punto que haya experimentado tantas conmociones

11* ANTES DE t^ BIBUAgeológicas y humanas. Pero la mayor parte de la humanidad ha pasado al lado de esahistoria y ha tenido su propia experiencia de la vida y de Dios. Ésto no hay que otvi-darlo.

El pueblo de la Biblia llegó tarde al escenario de los pueblos, y por mucho tiem_po estuvo sin preocuparse por los que no habían recibido lá p¿aUra-¿é Dios de la cualera portador.,Y por esto mismo, Dios tampoco le dijo nada al respecto, porque cuandoDios nos habla, lo hace en_el _lenguaje humano, y en nuestra propia cultüra, i".p"tunaode algún modo nuestras limitaciones y nuestras ignoranciai. Pero Dios no lt nauiánecesitado Para entregar a los hombres su palabra y su espÍritu. En algunos períodos elpueblo de D-ios- pensó que todo lo que venía del extranjero era málo, qut s" oetárechlvar cualquier sabiduría que hubiera nacido fuera de los territorios judios o cristia-nos. Pero ha habido tambiéh tiempos de curiosidad en los que la fe sé enriqueció encontacto con otras culturas, sus profetas y sus pensadores.

No- debemos pues pedirle a la Bi-btia demasiadas respuestas sobre la maneracomo Dios ha hablado en orras culturas, sobre cómo el Espíritu ha estado ,"tu*áo

",medio de ellas, sobre cómo las energías que irradian de Cristo resucitado atcanzan tráy.en día a todas esas personas, y cómo se salvan por el único Salvador. La Biblia sólá'nos dice que cuando Dios llamó a Abrahán, se dio comienzo a una gran aventura,única en_su género, y que llevaba directamente al Hijo de Dios -a su úerbo, o sabi-duría, o Palabra-, hecho hombre.

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Después de la B¡blia.o-

Setenta generaciones de cristianos se han sucedido desde el tiempo de los apósto-

f"r. ftuUf.* áe-la Iglesia es hablar de estos hermanos nuestros; es fácil criticarlos 9 Pen-

rlqr" ¿"Ui"r-tlU"r sido rnejores; es más difícil conocer el mundo en que vivieron,

*"y-áif"r;;; del nuestro, y cómprender lo que trataron de realizar, iicvacios por su fe'

Hombres libres, vírgenes y tnártires

Los cristianos de los primeros siglos gozaron al sentirse liberados: liberados de

las supersticiones Paganas óomo de su propio temor y egoisr.ng' Pero pagaron c:ra esta

iiU.ná¿. gn su tiempio no había ley superior a la voluntad del emperador o a las cos-

;;Ñ"r ae su pueUto, pero ellos ponían a Cristo por encima de las autoridades huma-

,r. ,. oo. ser opositores de conciéncia, los trataron como a malhechores. EI amor cris-

;;;á;'1";t*in'idad insultaban los vicios del mundo Pagano'-_ -óá *rlóe los cristianos fueran perseguidos. Durante tres siglos hubo represión y

mártires, a veces en una provincia dél imperio, a veces en otra. En algunos períodos

;J; i; fuer¿as del podér se desencadenaron contra ellos y Pensafon acabar con el

"Lr"U* ¿" Cristo. Perb las multitudes, que prira divertirse iban a contemplar los supli-

ti.ri"iiigi¿rs a los cristianos, volvían ávergonzadas de su propia maldad y convenci-

das.de qui la verdadera humanidad eslaba en los perseguidos'

La conversión de Constantino

Mientras tanto el mundo romano entraba en decadencia. Antes de que fuera ven-

cido oor sus enemigos, se debilitaron las fuer¿as espirituales que lo habÍan encumbra-

do: yl no tenían vid'a las creencias antiguas. En el año 315, el propio emperador Cons-

ántino pidió ser bautizado y, después de é1, los gobernantes fueron cristiános. Este fue

un acontecimiento decisivo para la lglesia, que pasaba a ser protegida en Vez de perse-

guida." P"ro este triunfo trajo consigo desventajas que se iban a medir con el tiempo. En

adelante la lglesia debié ser la fuerza espiritual que necesitaban esos pueblos del

Imperio romano, reemplazando a las falsas religiones, y sus puertas se abrieron para

r""ibir a las muchedumbres en busca del bautismo. I,.a Iglesia ya no se Iimitaba a cre-

ventes bautizados después de ser convertidos y probados; tuvo que hacerse la educado-

í. d" un .<pueblo crisliano, que nQ difería mucho del anterior «pueblo pagano». Loqu" ." g*ubu

"n cantidad se perdía en calidad. Los emperadores <<cristianos» tampoco

diferían-de sus predecesores. Así como éstos habían sido la suma autoridad en la reii'

t3* DESPOES DE l_A BIBUA

gión pagana, también quisieron dirigir la lglesia, nombrar y controlar a sus obispos:protegían la fe y sometían las conciencias.

Por otra parte, al salir de la clandestinidad o de una situación posterlada, los cris-tianos tuvieron que.meterse más en los problemas del mundo. ¿Cómo podían conciliarla cultura de su tiempo con la fe? Ese fue el tiempo en que los obispos, a los que lla-¡¡1¿¡ <<los Santos Padres>>, hicieron una amplia exposición de la fe respondiendo a laspreguntas de sus contempor{.neos. Entre los de más genio se destacó San AgustÍn.

Hay gente que prefiere no ver los puntos difíciles de la fe. Pero los que se atrevena profundizarlos como se debe, no siempre se cuidan de los errores. El error que másse difundió y por poco arrastró a la Iglesia, fue el «arrianismo»: por miedo a dividir elDios único, los arrianos negaban que Cristo fuera el Hijo igual al Padre; lo considera-ban solamente como el primero entre los seres de toda la creación. Los emperadoresarrianos designaban obispos arrianos; pero como lo había promeúdo Jesús" ej EspírituSanto mantuvo la fe del pueblo cristiano y el error retrocedió.

En esos tiempos los cristianos deseosos de perfección, al ver que la Iglesia no eraya la comunidad fervorosa del tiempo de los mártires, empezaron a organizarse en.comunidades austeras y exigentes. Les pareció necesario aislarse de la vida cómodapara buscar a Dios con toda el alma, y así, en los desiertos de Egipto primero, y luegopor todo el mundo cristiano, hubo monjes y ermitaños. Los monjes mantuvieron en laIglesia el ideal de una vida perfecta, totalmente entregada a Cristo. Su existencia tanmofificada les permitió conocer hasta los úlúmos rincones del corazón humano. YDios, por su parte, les hizo experimentar la transformación o divinización reservada aquienes lo dejaron todo por é1.

Elfermento enlamasa

Cuando se dem¡mbó el Imperio romano, invadido por los bárbaros, devastado,am¡inado, despedazado, pareció que fuera el f¡n del mundo. (Hablamos siempre delImperio romano, no porque fuera el único lugar poblado en el mundo sino porque, dehecho, los predicadores cristianos no habían salido, o muy poco, de sus fronteras).

Pero, en realidad, esta destn¡cción anunciada por Juan en el Apocalipsis dio la par-tida para otros tiempos; la Iglesia no pereció en ese torbellino, sino que descubrió unanuevá tarea: evangelizar y educar a los pueblos que, después de las invasiones biírbaras,habían vuelto a una sociedad más pobre, muy inculta y totalmente desorganizada.

Estos pueblos no conocían otra fuerza moral u otra institución firme que la dela Iglesia. Muchas veces el obispo había sido el único que se constituyera en«Defensor del pueblo» frente a los invasores. No había otros que los clérigos paraeducar al pueblo; en los monasterios se guardaban, al lado de las Escrituras Sagra-das, los libros de la'cultura antigua. La Iglesia fue el alr¡ia de esos pueblos primiti-vos, cruelés, generosos y excesivo§ en todo. Y mientras luchaba perseverantemente.para limitar guerras y venganzas, proteger a Ia mujer y al niño, desarrollar el sentidodel trabajo constructivo, ella misma se dejó penetrar por las supersticiones y lacomrpción. Por momentos pareció que hasta las más altas autoridades, los Papas, sehundieran en los vicios del mundo, pero lo sembrado entre lágrimas floreció con eltiempo.

Lo mismo que en la Historia Sagráda Dios había educado al pueblo primitivo deIsrael, dejando que muchos errores solamente se corrigieran con el tiempo, así pasócon la llamada Cristiandad o sea, con esos pueblos d9 Europa que aprendían a serhumanos, libres y responsables. Nació una civilización nueva cuya cultura, arte y,más que todo, ideales, eran fruto de la fe.

Page 7: BIBLIA CATOLICA, ANTIGUO TESTAMENTO, INTRODUCCION GENERAL, PARTE 1 DE 47

DESPUES DE LA BIBLIA

Católicos v Ortodoxos: E!, Cisma

1,4*

La parte oriental del Imperio romano había resistido a las inv¿rsiones l¡árba-ras. Esta parte de la lglesia, llamada Griega u Ortodoxa. y que luego evangelizaríaa Rusia, se apartó poco a poco de la parte occidental ocupada por los bárbaros ;"animada por la Iglesia de Roma. Hubo dos Iglesias diferentes por la cultura, elidioma y las prácticas religiosas, a pesar de que guardaban la misma fe, i esto noera¡nalo. Pero ambas cometieron el pecado de fijarse más en sus propias costum-bres\e en la fe común, y así, la Iglesia oriental se apartó del Papa, sucesor dePedro dn Roma.

Postériormente los turcos, que se adherían a Ia religión de Mahoma, conquistaronlos restos del Imperio romano en Oriente y solamente quedaron escasas comunidadescristianas allí donde habían prosperado las antiguas Iglesias de Siria, PaleStina, EgiP-to... En los tiempos actuales, Grecia, Rumania Y, m¿ís que todo, Rusia, forman Io másimportante del mundo ortodoxo.

La Iglesia y la Biblia

En el año 1460, los descubrimientos de Gutenberg permitíeron imprimirIibros. En tiempos anteriores no había sino libros escritos a mano, caros y escasos.No estaba al alcance del hombre común tenér una Biblia, ni siquiera un Evangelio.La Biblia se leía en la Iglesia y servía de base para la predicación. Y para que estu-viera más presente en la memoria de los fieles, no se construían templos sin ador-narlos por todas partes con pinturas, esculturas o vitrales que reprodücían escenas

bíblicas.Pero en adelante cada uno podría tener las Escrituras'sagradas, con tal que

supiera leer. Este descubrimiento técniCo iba a precipitar una crisis latente en laIglesia. Porque durante siglos las instituciones de la Iglesia, su clero, sus religio-sos, habían forjado la cultura y Ia unidad del mundo cristiano; siendo sus guías enlo político como en lo espiritual, las preocupaciones materiales superaban muy amenudo la dedicación por el Evangelio. Muchos hombres destacados, religiosos,santos, habían protestado pidiendo reformas. Pero las reformas ng salían adelante.Con la impresión de la Biblia, muchos pensaron que la única solución para refor-mar Ia Iglesia era entregar a todos el Libro Sagrado para que, al leer.lo, bebieran elmensajJen su misma fuente y corrigieran los áesvíos y malas costumbres estable-cidas.

Cuando Martín Lutero tomó la iniciativa de una Iglesia reformada, apartiándosede la Iglesia oficial, acometió Ia obra de traducir toda la Biblia al idioma de su pueblo,el alemián, pues hasta entonces se publicaba casi siempre en latín.

Es que, en la Iglesia, la mayoría de los clérigos, desconociendo el provecho que'se sacaía de la lectura individual de la Palabra de Dios, se fijaban más bien en lospeligros de qu.e cada uno se creyera capacitado pr¡ra comprenderlo todo sin error, si se

entregaba el Libro Sagrado a todos. No se equivocaban totalmente, pues apenriS Luterohubo traducido la Biblia, sus seguidores empezaron a pelear entre ellos y a fundarIglesias opuestÍrs,'segura cada una de retener sola la verdad:

Cuando, años después, la lglesia se reformó a sí misma, no por eso se.promoviósufrcientemente el interés por la Biblia. Predicadores y misioneros no dejaban de ense-ñar el Evangelio, pero todo llegaba al pueblo desde arriba, sin que fuera estimulado abuscar -personalmente la verdad.

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Conquistadores y misioneros

DESPUES DE I-A BIBUA

Desde los Apóstoles,- los creyentes se han preocupado por transmitir su fe a losdemás. También hubo misioneros que se aventuraron entre los pueblos enemigos o deotro idioma, para predicar el Evangelio. Pero cuando toda Europa se encontró más omenos reunida en la cristiandad, o sea en el área cultural y social animada por la Igle-sia, creyeron que se había cumplido la tarea misionera. ¿Qué había fuera de los paísescristianos? Ellos hubieran contestado: <<Los moros, nada más.» Los moros, es decir,los pueblos árabes de religi§n musulmana, enemigos encar¡izados de los países cris-tianos. Y no pensaban que hubiera pueblos más allá.

Algunos profetas como Francisco de Asís o Ramón Lull comprendieron que seríamejor anuncia¡ a Cristo entre los.musulmanes que luchar contra ellos con armas. Tarn-bién misioneros como Juan de Montecorvino recorrieron toda Asia a pie, hasta China.Pero fueron excepciones. Ya en estos tiempos, que nos parecen lejanos; las Iglesias deEuropa tenían siglos de tradición; tenían su cultura, su manera propia de reflexionar lafe y de vivir el Evangelio. Y para los hombres de ese tiempo era muy costoso com-prender a pueblos de otra cultura y transmitirles el Evangelio de manera que pudieranorganizarse en Iglesia según su temperamento propio y conforme a su idiosincracia.Por esto las Iglesias fundadas en los extremos del mundo no prosperaron y la Iglesia seconfundió con la cristiandad europea.

Pero cuando Marco Polo, Vascó de Garila y Cristóbal Colón abrieron el muro deignorancia que protegía a la cristiandad, la Iglesia conoció la dimensión real delmundo que no había recibido todavía el Evangelio: Africa, Asia y América.' Eran aventureros los conquistadores, pues la gente tranquila no suele arriesgarseén ules cosas- Pero apenas descubrieron el Nuevo Mundo, los acompañaroh los áven-tureros de la fe, ansiosos por conquistar para Cristo a los que todavía no lo conocían, yentre Ios que partieron así sin armas, sin otra preparación que.su fe, no faltaron lossantos ni los m¿ártires.

La misión en América pareció que sería muy fácil y fecunda. Los españoles ha-bían destruido las naciones indígenas y, a veces, arrasado su cultura. Los indios no seresistieron a la fe, y en varios lugares se concedieron privilegios a los que se hacíancristianos. Poca gente se dio cuenta de qüe la cristianización era muy superficial. Bajola película delgada de las pnácticas católicas los pueblos indios guardaban sus creen-cias paganas. Seguían muy religiosos, como lo eran antes, pero a su manera, y, si bienes cie¡to que la Iglesia suprimió costumbres inhumanas e hizo obra de eduéaciónmoral, loshombres, en su mayoría, no se encontraron con Cristo ni se'convirtieron asu mensaje en forma responsable.

I-a rebeldía de los laicos

Al hablar de la cristiandad dijimos que la Iglesia se había hecho responsable demuchos sectores de la vida pública, y esto, por necesida{ porque no había autoridadcivil o militar que s€ encargara de ellos. El clero fundaba y atendía las escuelas y uni-versidades, los religiosos se hacían cargo de la salud pública: hospitales, hospicios,orfanatos. Los monjes colonizaban y valorizaban las tierras sin cultivar.

Pero llegó el día en que los más conscientes entre los dirigentes. e intelectualescomprendieron que todas estas tareas debían ser devueltas a las autoridades civiles. Enesto estaban de acuerdo con el Evangelio, que distinguió lo que es del César y lo quees de Dios. Pero también en esto se enfrentaron con las ideas tradicionales. Raras

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DESPUES DE t \ BIBL¡A 16r

veces nos convencemos de que debemos transmitir a otro una.responsabilidad nuestra.

Así pasó con las autoridades de la Iglesia. De tal manera que los cambios necesarios paiaque 1a cristiandad decadente diera lugar a naciones modemas, a instituóiones laicas, aciencias independientes, se hicieron en forma de lucha. Todos saben el proceso ridículohecho al físico Galileo y los conflictos políticos que hubo entre los papas y los reyes.

La lglesia y el mundo moderno

En los últimos cuatro siglos, ei mundo ha conocido más crisis, más adelantos,más cambios que en todos los tiempos anteriores. La fe cristiana había dado al hombreeuropeo una energía, una seguridad, una ionciencia de su misión en el universo, que lepermitieron consiruir la ciencia, desarrollar las técnicas, dominar los otros continentes.Por supuesto que las conquistas y la colonización obedecían a motivos muy extraños a

la fe, pero, aun con esto, llevaban a efecto el plan de Dios que, dexie ei comienzo,contempló Ia reunificación de todos los pueblos.

La lglesia participó de esta extensión. En el siglo XIX hubo hasta 100.000 misio-neros, saCerdotes y religiosas, empeñados en la evangelización y educación en Asia,Africa y América.

Lo más importante, sin embargo, sucedía en Europa. La lglesia se veía enfrentadaa esta cultura moderna que había salido de ella, pero que, ahora independizada, se vol-vía su enemiga. Los espíritus ilustrados pensaban comúnmente que erÍrn capaces deda¡ a la humanidad progreso, felicidad y pu, y no veían en la Iglesia sino ignorancia yprejuicios; en una palabra: el mayor obsáculo para la liberación de los hombres.Muchos se aEevieron a predecir la muerte del cristianismo antes del siglo XX.

Esta situación compleja obligó a la Iglesia a salir de su seguridad y a responder ainterrogantes cada vez más cruciales. Bien era cierto que Cristo le había entregado laverdad y reinaba después de resucitado. Pero la Iglesia tenía que descubrir y probarcada día lo que significaba esta verdad para hombres diferentes. Y no era para ella elmomento de reinar, sino de servir en medio de humillaciones.

El gran siglo de la evangeliztción

El siglo XX parece que ha simplificado la situación. Por una parte, al cabo de tressiglos de luchas estériles, la Iglesia se ha dado cuenta de que, al perder sus ¡ecursos, supoder político y su monopolio cultural, ha vuelto a encontrar su verdadera misión, quees la de ser en el mundo una fuente de amor y de unidad, la levadura en la masa.

La Iglesia no es más que una minoría en el mundo: unos 700 inillones de católi-cos enúe;inco mil millonei de pobladores de la tierra. Pero son, más que nunca, unaminoría inquieta y preocupada por tdo lo humano, sabiendo que la obra de Dios es'salvar todo lo humano.

Por otra parte, la cultura laicista que pretendía solucionar todos los apuros de lahumanidad sin recurrir a la fe, ha visto sus límites y, luego, su fracaso. t oS mejoresentre los que piensan, reconocen que la humanidad corre al caos si los hombres novuelven a tener una fe, una esperanza y una visión común de su destino. De otra mane-ra, las tensiones entre ricos y pobres, el choque de las ideologías, el desconcierto de lassabidurías humanas, nos lleva directamente a un enfrentamiento universal.

En muchas partes del mundo, la Iglesia, que antes'iba de la mano con los gober-nrintes, es perseguida. Esto sucede en los países comunistas, decididos a eliminar toda

17" DESPUES DE I-A BIBLIA

religión; esto sucede en países dominados por otra religión, como son los musulmanesy los hindúes; esto sucede en las mismas sociedades que se proclaman cristianas, perodan la espalda a la justicia y al respeto al hombre.

Ahóra bien, lá Iglesií entienie mejor lo que es da¡ testimonio de Cristo y entre-gar su Buena Nueva a los pobres. Deja de ser una institución dirigida por una clasesuperior, el clero, y vuelve a ser una comunidad de comunidades. La Iglesia entiendeque para todos los pueblos se acerca el desastre si no saben reconciliarse; y la reconci-liación en base a la verdad, Ia justicia y el perdón, es el fruto de la Evangelización.Para quien no se detiene en la mediocridad inevitable de la mayoría de los creyentes,ni en los erores en el recorrido, ni en la lentitud de ciertos cambios, no cabe duda queeste siglo es el gran siglo de la evangelización de las naciones.

¿Habrá otro después?

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Una Biblia Ecuménica y CatólicaEstas dos palabras, que en un comienzo tenían senridos muy parecidos, han tomado

caminos dit'erentes.

La Biblia que presentamos es ecuménica ante todo en el sentido de que Ia traducciónquiere ser honrada y no deforma los textos para favorecer una interpretación sectaria delas Escrituras. Nos hemos esforzado además para que nada, ni en las inuoducciones nien los comentarios, pueda ofender a cristianos pertenecientes a otras Iglesias, y para evi-tar todo juicio negativo sobre otras religiones.. No contentos con esto, hemos queridomosü?r cómo la salvación única de Cristo no se opone a que Dios haya amado y condu-cido por otros caminos a esa gran mayoía de los hombres que no comparten nuestra fe.Véase al respecto la nota: ln salvación de los no-cristianos (pág.617).

Hay una manera católica de vivir Ia fe así como de entender las Escriruras. Lo uno vaunido a lo ouo. Pa¡a dar un ejemplo, tomado de uno de los temas miís conflictivos: seríainútil cultivar en nuestros templos la devoción a María, Madre de Jesús, si no fuéramoscapaces de mostrar el lu-ear que ocupa en el corazón de las Escrituras, que es el misteriodel Hijo hecho hombre. Para nosotros no se trata de añadir una persona creada a las Per-sonas divinas, como si la fe en Dios no fuera suficiente. Si aceptamos la visión de Maríaque mantiene la Iglesia católica, se nos abre ora visión de Dios, de la salvación y de lasrelaciones de Dios con el universo.

El comentario bíblico no puede limita¡se a explicaciones de palabras o a daros históri-cos, ya que no es monopolio de profesores. La inteligencia de la Palabra escrita se desa-rrolla a partir de la experiencia de Dios, de la comunidad cristiana y de la vida de loshombres. [a experiencia de los católicos va mucho más allá de sus ritos y de su teolo-eía-Ma¡ca tan fuertemente a la p€rsona humana que nos hace diferentes. Es imposible [ueefectos tan globales no tengan que ver con la Escritura y con el modo de entenderla.

Esto justifica las reservas, por no decir la oposición tradicional de la Iglesia carólicarespecto a Biblias claramente no católicas. En esto no se debe ver un simple temor a latergiversación de los textos, sino la convicción -que también expresó Lutero- de que laPalabra de Dios es la Palabra proclamada por la iglesia.

E_l problema de los libros deuterocanónicos es uno de los muchos elementos en quelas Biblias católicas difieren de las demás, pero necesitarían una exposición más amplü.

Lo s Libro s De ut eroc an ónic o s

Los libros de Macabeos, Tobías, Judit, Ba¡uc, la sabiduría de salomón y Ia Sabiduíade Ben Sirac no se encuenEan en las Biblias destinadas a los protestantes, io que planteauna cuestiór¡ gravísima: si no hay acuerdo respecto a algunos libros, ¿con qué óritérios seacePtaron los otros? ¿No se podría concluir que para ningún libro ñay céneza sino ransó-lo una opinión común? ¿Qué decir, entonces, de la fe?

La Biblia no ha existido siempre. Durante muchos siglos la Palabra de Dios era üans-mitida oralmente por sacerdotes y profetas. La idea dt una colección de los Escritos1ag¡ado¡ se fue gestando poco a poco, después del regreso del destierro, y sobre todo con.Esdras. Se pueden señalar Ios pasos siguientes:

1. Esdras (alrededor del 400 a.C.) reúne los libros de la Ley, y con mucha probábili-dad también de los Profetas. Con el pasar del tiempo otros libros, reunidos bajó el nom-b¡e de Escritos o Libros Sapienciales, vinieron a agregarse sin ninguna no.má a los pri-mercs, desconociendo qué grado de autoridad había que otorgarles.

2t E\ 9l s1,elo siguiente, las Fscriruras sagradas son traducidas del hebreo al griego enAlejand{-? (Egipto). Es la versión llamada de lt¡s Setenta. Estos libros.(en griego Oittta¡serán utilizados por las comunidades judías del mundo mediterráneo, que iorman Iamayoría del pueblo judío (tal vez son cinco veces más numerosos que los judíos de

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Paiestina). Esra: tsiblia. griega r:s ia que rrsarían ios epóstoles '.' !a que cita¡r lo:, libros ,:iei

Nuevo Testamento.

Una parte de los libros nuevos se lgre-s:aron a la Biblia -sriega antes de que ,:irculi.rra¡en Palestina. La Biblia griega por Io tanto tenía más libros. y se usaba incluso en 'll_eunas

sina_uogas de Palestina.

3. En ia época de Jesús. la comunidad religiosa no se había pronunciado rodavíasobre el clnon, es decir, sobre una lista oficial y definitiva de los libros sagrados. Todosconsideraban los libros de Moisés como Escrirura. Los saduceos sinraban a los Prot-erasy los Escritos en un segundo plano, mientras que las demás corrientes reli-giosas Iosrenían por inspirados.

4. Después de la destrucción de Jerusalén por los romanos (70 d.C.), los fariseos reu-nidos en Jamnia reorganizaron la comunidad judía (95 d.C.) y frjaron el canon de lasEscrituras, excluyendo sistemáticamente todos ios libros escritos en griego.

5. La Iglesia si,euió la práctica de los apóstoles. que habían usado la Biblia griega sinhacer distinción entre sus diversos libros; las discusionés se centraron más bien en losescritos que debían forma¡ el Nuevo Testamento. Un decreto del papa Dámaso fijó defi-nitivamente en el año 384 el canon de la Biblia cristiana, ya aceptado en general; la lisraretenía algunos libros de Ia Biblia griega rechazados por los judíos en Jamnia, que fueronllamados Del,terocanónicos, es decir, libros de la segunda coiección.

Doce siglos más ta¡de, cuando se separaron los protestantes, hubo división respecto alos deuterocanónicos y terminaron por excluirlos, llamándolos <<apócrifos>r, es decir, noauténticos. Fue entonces que nació la teoría que incluía entre los tiempos del AntiguoTestamento, durante los cuales Dios no podía hablar más que en hebreo, y los del NuevoTestamento, en que Dios habló griego; un período intertestamentario de cuatro siglos.del cual estaban excluidos tanto la inspiración divina como el progreso de Ia fe.

Las ciencias bíblicas han destruido las bases de esa teoría, pues tanto los judíos comolos protestantes reconocen libros escritos después de Esdras. La joya del Antiguo Testa-mento, el Canta¡, data, con mucha probabilidad, del siglo III, y Qohélet no debe ser anre-rior. ¡Qué deci¡ de Ia segunda parte de Zacarías y de Joel, más recientes todavía, lomismo que la primera parte de los Proverbios! También se puede fijar con precisión lafecha del libro de Daniel en el año 165. Con esto, el tiempo intenesmmentario ha pasadoa ser una ficción engañosa.

Los tres últimos siglos del Antiguo Testamento se cuentan entre los más fecundos, ylos libros griegos de ese período preparan los del Nuevo Testamento; dan testimoniode la resistencia de Ia fe tradicional amenazada por Ia invasión de la cultura helenísticay pagana; reflejan los primeros esfuerzos para expresar la fe con los términos de lanueva cultura; son los primeros testigos de la diáspora, un pueblo de Dios disperqo quevive su fe en naciones extranjeras; en§eñan los comienzos de la fe en la resurrecciónde los muertos y las primeras intuiciones que preparan la revelación del Verbo y delEspíritu.

El pronunciamiento sobre el canon de los libros sagrados es esencial para la fe; pero

¿quién tiene autoridád para decidir? La promesa dice: ustedes recibirán al EspírituSanto, él los gr.úará en toda la verdad (Jn 14,26; 15;13). El Espíritu Santo no ha sidoúnicamente para Ia jerarquía o para los doctores, sino para el pueblo cristiano en sutotalidad. Los obispos del concilio Tridentino, que confirmó él canon cristiano en elsiglo XVI, estaban divididos sobre el valor de los deuterocanónicos, pero desde hacíaquince siglos el pueblo cristiano los utilizaba sin hacer diferencia: ese fue el argumen-to decisivo.

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F20:

El Misterio de la Trinidad.

La fórmula del bautismo que encontramos en el Evangelio de Mateo ha sido siempreIa piedra de toque de la fe cristiana. Todo grupo que se niega a reconocer que el Nom-bre único p€rtenece a las tres personas deja de ser cristiano. Mateo pone a las tres per-sonas en pie de igualdad, a pesar de que en el lenguaje y las imágenes, el Hijo y el Espí-ritu no parecen estar a Ia altura del Padre,.como se podría deducir de las palabras deJesús donde se pone debajo del Padre: Mt24,36; Jn 14,28. No obstante, sabiendo que elmisterio supera infinitamente a las imágenes y a las palabras, creemos.

Un sinnúmero de textos del Nuevo Testamento nombran juntas a las tres personas: Mc1,10; Lc 1,35; Jn 3,34;14,26;15,26; Rom 1,4; Rorn 8,11;8,16; lCo 6,ll; lZ,4;2Co13,1a; Ap 1,4.1-atgiesía, pu"i, *

"u"ila en decir '1a Trinidad' para nombrar al Único.

Al habla¡ de Ia Trinidad, a menudo nos contentamos con palábras, y la igualdad osemejanza entre ellas puede ser mal interpretada. Un ejemplo: al leer la traducción clá-sica de Jn 1,3, "Por él todo ha sido hecho", muchos entienden, no que todo ha sidohecho "a través de é1", sino que él lo ha hecho todo. ¿En qué se distinguiría' pues, elHijo del Padre creador?

Más a menudo nos confunde la idea de Dios establecido en una eternidad inmutable,que debemos al filósofo Aristóteles. Es cierto que nada puede afectar al Ser supremo:lo conoce todo y no necesita ni depende de nada. Es uno y no puede haber en él algo oalguno que no sea totalmente uno con é1. Sin embargo es difícil decirlo sin desvirtuaral Dios vivo que la Biblia nos enseña. Esta imagen del Dios uno ha sido una causa detropiezo tanto para los judÍos como p¿rra los griegos, y lo es todavía hoy para muchaspersonas.

Moisés y la Trinidad

Se enfrenta frecuentemente la revelación del Dios único hecha a Moisés y.la fe delNuevo Testamento. Es cierto que.Dios no ha revelado todo su misterio a'Moisés; sinembargo, cuando le comunicalu.nombre, "Yo soy Yo-Soy-, añade algo más que unadefinición del Ser divino, como si dijera: 'lYo soy el que existe por sí mismo y queexiste siempre". Estamos ante una afinnación del Ser divino, que se encontrará conmás fuerza en Is 45. Dios es ihseparable de la afirmación de sí mismo; Dios no existesin Ia "Palabra" que proyecta. Tenemos, pues, aquí a Dios y su Verbo (Jn I ,I ), a Diosy su Sabiduía (Pro 8,22).

Tal vez algunos vean en esta afirrnación de sí mismo el autoritarismo de un Diospatriarcal y machista, pero los que saben que Dios es el Amor reconocerán en tal afir-mación la expansión y la generosidad del amor. Recordemos qtJe generosidad yengendrar tienen Ia misma raíz: aquí está la relación padre-hijo. ,-

La revelación de Dios Amor

Je§ús nos habla del único Dios que es el Padre (Mt 19,17; Mc 14,36). Y nos enseña quela naturatreza de Dios y su ley propia son las del amor (Lc 1,47i Jn 15,9; T6,27). Con estointuimos que la generosidad del Amor Dios lo hace salir de sí mismo. En el é"¡nor-Dioshay a la vez superabundancia y debilidad (Rom 5,6-8; lCo 1;21); como lo manifiesta sugran misericordia (Lc 15,7).

Las tres Personas no.son.solamenté divinas",también son las trés ca¡as complemen-tarias del Amor sin origen (lJn 4,8), caras tan inSeparables como lo son en noiotros elser y el actuar, el cuerpo y la energía. No puede haber existencia, ni étemidad, ni uni-dad, ni Dios que no se juegue entre ellas. El Hijo ha nacido del Padre, pero no sepuede añadir a Dios; habiéndolo recibido todo, ha de devolverlo todo para ser retoma-

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do en la unidad (fn 19,3ó). El Evangelio de Juan afirma miís de rreinta veces (6,39;17,18) que el Hijo es el enviado del Padre y que vuelve al Padre. Con esto no pretend.esolamente destacar la autoridad de Jesús, sino que éxpresa también que el misterio desu persona está en este doble movimiento (Jn 6,62;20,17).

El Hijo se desprende de lo que ha recibido, es decir, de su condición divina, paraentr¿¡r en el tiempo (véase la nota de Fil 2,6). Miís exactamente, el momento en quepone su tienda entre los humanos (Jn 1,14), es en el plan de Dios el origen del tiempoy del universo. Todo lo que ha venido antes de él (Jn 1,30)depende del instante en queel "f,raf'de María se confunda con el "sí, yo voy" de Heb 10,6. su empobrecimienrova a ser fuente de riqueza (2Co 8,9); reducido á la nada, pasa a ser el "principio', deuna creación sometida al tiempo y la materia (Col l,l8).

Se podría decir que la persona del Hijo le da a Dios su ritmo: de lo infinito a lo ínfi-mo. su hazaña ha permitido que la pequeñez se aloje al lado de Dios. Así aparece ununiverso en que se manifiesta tanto el esplendor como la debilidad, ta debilidad de loque sólo dura un tiempo y que debe morir para ser retomado en Dios (Qo 12,7). por elHijo hecho carne la humanidad pecadora, con todo su bagaje de criaturas, tieras yestrellas es y será salvada (Jn 12,32). Hoy mismo, a lo largo del día, cada uno de noso-tros ha estado buscando la otra faz de su ser, que está en la sala del banquete (Is 25,6;Nlt22,11), en Ia eternidad.

El Espírüu de Dios

El Amor-Dios sin origen se ha proyectado, estableciendo su Iey y su ritmo, en lapersona del Hijo. Esta "generación" del Hijo (Jn 5,19) a su vez implica al Espíritu.

El Espíritu será la energía diviira que magnetiza toda criatura. Se repartirá por todoel universo-al compás del tiempo; conforme a la vocación de cada criatura- Múltiple enIes criaturas (Ap l,a), armoniza en una sola alabanza todas las vibraciones del rnr¡ndo.El es a la vez el don y'el reiomo al Dios del amor de todo ser que ama (Jn 1a,17). Unamor que puede ser sucesivamente añoranza de. lo eterno, éxtasis o pena de amor,indignación ante el mal, ternura, fuerza inquebrantable, entrega de sí mismo. El Espíri-tu uno y múltiple (mríltiple a nuestros ojos, uno a los ojos de Dios) procede de Dios yes Dios.

Amor y eleccün

Dios es Amor. Amor es amante, y no hay arnante que no elija. Si hablamos del Hijo,en el que se complace el Padre, es difícil hablar de "elección", puesto que el Hijo esúnico. No obstante, la palabra que recibe con ocasión del bautismo y de nuevo en laTransfiguración, lo llama 'lel elegido". Ha sido amado y elegido para reconciliar almundo; asimismo el amor de Dios por el mundo será:siempre el origen de llamadas yelecciones. No hay distorsión más grave de la fe cristiana que,olvidar la llamada gra-tuita que nos ha hecho pueblo de Dios (Rom 8,29; lCo 1,26i lPe 2,9), EI Magníficatde María propla¡na esta libertad del Amor que podía no gustarles a los espíritus igua-

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Dios se inclina sobre aquello que es pequeño

El Hijo nos ha descubierto la profundidad del misterio divino: el Dios qu. o.no ,.inclina sobre aquello que es pequeño (Sal I13,6). Tal vez tengamos aquí otra cualidadpropia de Dios. La elección de los pequeños no es un detalle sin importancia paraconocer el misterio de Dios. La Biblia la recuerda a cada momento y la confiesa alhablar de Ia cólera de Dios contra todo lo que se enaltece (Is 2,1 l-16; Lc 16,15). A suvez el Credo confirma este aspecto misterioso del Ser divino: el Hijo se hizo hombre"por nuestra salvación".

Siempre nos asaltarán dudas al confrontarnos con el misterio de Dios: ¿cómo puedehaber un Amor sin ori-sen, sin causá. sin que haya un lugar donde recibirlo...? Estasdudas y otras más surgen de los fantasmas de nuestra imaginación, porque nuestrarazón sólo funciona con un cerebro material encerrado en las tres dimensiones delespacio. I-a Escritura nos dice: "¿Cómo podrán comprender al Dios que ha hechotodas las cosas?" (Jdt 8,14). Sin embargo, si abrimos nuestro espíritu y nuestro cora-zón a lo que nos revéla la Escritura, esta clase de dudas no provendrá del misterio detres Personas que son un mismo Dios. Esta revelación es tan bella y tan rica que nonos costará aceptarla.

La salvación de los no-cristianos

La fe y el modo de vida de los cristianos pueden plantear un problema a los que nolas comparten, pero el interrogante es mucho más fuerte todavía para el cristiano quese fija en los demás. En primer lugar porque cree que ninguna vida humana alcanzasu término ni consi-sue pleno sentido si no ha sids salvada; y después porque cree enun solo salvador y mediador, el Hijo de Dios hecho hombre.

Ahora bien, es un hecho que Ia mayoía de los hombres desconoce a este salvador,y que aparentemente a muchos no les perjudica prescindir de él; sin él espíritus muynobles perseveran en una búsqueda espiritual que les depara grandes satisfacciones.¿Qué han perdido no haciéndose cristianos? ¿Tendrá Dios muchos rostros y verda-des?

¿Acas o somos sectarios ?

Estas cuestiones son nuevas. Si indagamos en la Biblia, es muy poco lo que encon-traremos en el Antiguo Testamento, pero también el Nuevo Testamento poOrá aes-concertarnos.

Cuando el Apocalipsis, que cierra el libro sagrado, se refiere a loi tiempos venide-ros, no habla más que de una lucha sin piedad de las potencias del mal contra la Igle-sia naciente. El libro quiere alentar a los cristianos perse-euidos: son asociados á Ia -vicroria de Cristo, Señor de la historia. Es notable, sin embargo, que en ningúnmomento se mencione a los demás, esos mismos con lgs que nos codearnos todo§ losdías, que no han sido ni testigos de la Palabra ni instrúmentos del diablo. Parececomo que no hübieran existido nunca.

Lo mismo sucede en las cartas de Pablo: Ios no cristianos. son los de fuera (lCor5,12), un nuotdo en el cual el espíritu maligno actúa libremente (Ef 2,2). Incluso eltexto de lTim 2,4 (Dios quiere que todo.t los hombres se salven...).pa§a por alto nues-tra cuestión; sólo expresa la voluntad divina de que llegue a todbs los hombres el .

mensaje de la salvación.

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Ignorar'hasta ese punto a los que constituyen la mayoría de la humanidad podríahacer del cristianismo un mensaje sectario; ya dijimos una palabra sobre ese "fuera deIa Iglesia no hay salvación" a propósito de Mc 16,16. No debemos sin embargo sor-prendemos: Ios libros del Nuevo Testamento iban diri-eidos a pequeñas comunidades,cuyos problemas habitualmente no iban mrís allá de su ciudad. Allí estaba el combarepara esos cristianos a menudo mal vistos o perseguidos.

Hay sin embargo en los textos más fundamentales del Antiguo Testamento af,rrma-ciones que se consideran, a veces erróneamente, como restos de un antiguo politeísmo.En el Deuteronomio 4,19 leemos: "Cuando mires al cielo y veas los astros del firma-mento, no te dejes arrastrar a adorarlos como dioses y a servirlos, pues Yavé, tu Dios,dejó que fueran la parte de los demás pueblos, pero a ustedes los tomó para que fueransu propio pueblo y su propia herencia". Se nbs revela, pues, que Dios puso a ios demáspueblos en un camino diferente y que él los enciugó a otros señores del mundo sobre-natural (Dt 32,8; 33,3), de tal manera que se cumple el plan de Dios cuando obedecena estos maestros; sirviéndoles con prácticas prohibidas a los israelitas, están realizandoel plan de Dios.

Esta certeza se vuelve a encontrar en forma implícita a lo largo de toda la Biblia y,si pasamos al Evangelio, no encontraremos ninguna condena o discriminación de losque no recibieron la revelación bíblica. Veamos cómo actúa Jesús con los no Judíos enMc 7 ,24-8,10. Del mismo modo la parábola del Juicio final (Mt 25,31) no hace ningu-na distinción entre creyentes y no creyentes.

La tentación del liberalismo

Ciertamente resultará útil y conveniente replantear el problema de la salvación delos que no han recibido la fe. No es tanto cuestión de sabér si Dios tiene el espíritu lobastánte amplio como para interesarse de "los de afuera", sino de tratar de comprendercómo ha dispuesto la historia humana a fin de que todos sean salvados por el únicoSalvador, pero que sólo una minoría deba conocer al Hijo hecho hombre. ¿Por quévocaciones tan opuestas: conocer o no conocer la gran manifestación divina? Si cree-mos que Dios actúa con una. generosidad sin límites y sin distinción de personas,¿cómo podemos ver en eso una ob¡a digna de él?

A muchos cristianos de hoy les gustaría pensar que solamente el lenguaje y la cul-tura nos separan de quienes no cornparten nuestra fe y que la verdad debe éncontrar-se más allá de los diferentes credos. La revelación cri§tiana se opone a ese tipo deconcesiones: aun cuando aceptemos que haya otras revelaciones de Dios y gue otrásreligiones se apoyen en profetas que no son los nuestros, pero que debemos respetar,el Hijo"es único; así como Dios es uno (Jn I,1 ; lTm 215).

Sin renegar de la unicidad de la salvación cristiana, podemos ampliar nuestrá yisióntradicional. Durante siglos se ha querido tranquilizar rebajando esas otras sabidufas yreligiones: no son más que balbuceos humanos, se decía, mientras que a nosotros senos da la luz divina. ¿Por qué entonces no reconocer que son dos caminos igualmentequeridos por Dios, aunque el espíritu del mal haya sembrado toda clase de confusión?

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"?,::#:":f::::::;":;:::;i:*u, p".o no podsmos concruir por ei,o queDios sólo salva a los demás "por añadidura'l. Dios salva a unos manifestándose y aotros dejándoles que busquen (He 17,27); lo que aquí nos parece una contradicción estal vez una exigencia de la santidad de Dios, porque Dios no. se puede descubrir sinquedar al mi§mo tiempo oculto; no puede prometer y comproineterse en'alguna parte'sin volver a hundirse inmediaiamente en el misterio o, si preferimos, hundirnos noso-'tros en nuestra condición de criatura.

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Dios es Santo: esto si-snifica que se nos escapa siempre, tanto más que nos hahecho testigos de su acción siempre imprevisible. Los acontecimientos que vivimos,con su buena dosis de tragedias y de escándalos, se presentan como un juego divino:se desarrollan en la superficie de una realidad mucho más espesa, donde no hay másque el misterio de la libertad divina. Nuestro Dios es wt fuego devorador (Dt 4,24), yquedamos sin recursos frente a las iniciativas y a la exuberancia de sus riquezas inal-canzables, a menudo terribles. En Dios no hay tinieblas y en El todo es luz (lJn 1,5),pero esa luz no es la nuestra y nos ciega.

Ese misterio de la luz que se da y que se niega está en lo más profundo de la obra desalvación. Las tensiones que en Dios mismo se anudan y concluyen con la vuelta a launidad de las Personas divinas, son la razón última de las contradicciones inscritas enel plan de salvación con sus diversos caminos. El Dios Santo ha querido algo inconce-bible para la razón humana: hacer que seres creados vuelvan a El en su eternidad. Asu-mió en eso riesgos sorprendentes: ¿qué pueden y qué deben conocer de Dios? ¿Quéexperiencias deben efectuar en el curso de su existencia, tan limitada en el tiempo?¿Qué deben adivinar del Ser superior del cual provienen para que su vida présente sea

un preludio de la etemidad? ¿Qué traumatismos son necesarios para prePararlos paraesa metamorfosis?

El Dios de los muchos caminos

La perspectiva ideal de una familia humana unida en una misma religión, en unamisma adoración y en una misma acción de gracias por los beneficios de la Providen-cia es muy conmovedora, pero ¿es cierto que la sabiduría divina puede expresar ahítodas sus riquezas? ¿Quién podrá decir lo que debe ser la acción de Dios si quiere a lavez respetar la libenad de los que han salido de él y reencontrar al fin de Ia historia loque había de ser su término? De hecho Dios ha decidido manifestarse de dos maneras..

Antes de que empezara la revelación bíblica, y después al lado de ella, inspiró lomejor de lo que transmiten las varias religiones. Ha previsto que pueblos enteros noconocieran al Salvador durante su vida en la tierra, porque ello es bueno y le conviene,al menos en eI estado actual de la humanidad, (es bueno por el momento, pero noexcluye de ninguna manera el deber y la urgencia de la misión, como lo diremos másabajo). Estos pueblos buscarán al ser divino (He 17,27) por su cuenta y riesgo, y Diosse reserva darles la iluminación interior (Jn 1,9). Su misma ignorancia acerca de Cris-to, sus andanzas entre verdades parciales pueden haberlos llevado a la profundizaciónde otros aspectos de la condición humana.

Dios quiso también manifestarse a un pueblo que hizo suyo, porque eso también esbueno y necesario. El llamado a Abrahán primero, el llamado a creer en Cristo des-pués, hicieron nacer un pueblo, no superioia los demás, sino diferente- Ese pueblo esreálmente privilegiado porque Dios se dio a sí mismo. No sólo lo conocemos, sinoque nos.ejercitamos desde ya en lo que será la vida de todos en la eternidad, la rela-ción de amor mutuo en Ia ternura y en Ia fidelidad. Ese pueblo désempeña una fun-ción esencial en la historia aunque haya escrito muchas páginas poco brillantes. Entrelos que han experimentado las riquezas del amor de Cristo, ¿dudará alguno en decir-que ha recibido Ia mejor parte?

lJn pueblo elegido e infiel

Hay en el mundó un pueblo de Dios, cuya presencia pernrrba a los pueblos y susreligiones: Este pueblo da un testimonio extraño, Ileno de contradicciones, en el que elEspíritu Santo respeta las libertades individuales y se complace eD.actuar entre som-bras y lüces. Pasados'veinte siglos descubrimos que toda la historia se puso en marcha,que el saber ha invadido la existencia.humana, que las cefezas seculares y paralizantes

25'son puestas en tela de juicio, que la persona, el amor y Ia paz y hasta el perdón, hanvenido a ser los valores esenciales. Pueblo de Dios: instn¡mento del plan universal deDios'

¿Habría que decir que ese privilegio inmerecido nos da una superioridad sobre losque no fueron llamados? Pablo ya respondía a ese interrogante en su carta a los Roma-nos cap. 3. Es el momento de mirar miís de cerca la contrapartida del don de Dios. Sila revelación de la Biblia nos ofreciese plena se-euridad e hiciese de nosotros ejemplosde virtud, podríamos hablar de desigualdad. Pero.no es así, pues el Dios Santo es elque nos ha acercado a é1, y nosotros vamos a quem¿unos en el fuego de su santidad.¿Quién soportará el peso del primer mandamiento: "Amarás al Señor tu Dios con todoru corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas?" ¿Y quién actuará mejor que esosapóstoles a los que Jesús reprochaba en cada momento su falta de fe?

En cuanto un pueblo es o se cree portador de una revelación divina, pasa a ser presade la intolerancia y de los recelos respecto de los extranjeros. ¡Dios está con nosotros!He aquí una buena razón para dejar de buscar a Dios. Y hablamos mucho de Dios y delas cosas de Dios, pero no nos conocemos a nosotros mismos.

El escándalo de la cruz

De nada serviría alar-ear la lista de las infidelidades que recuerda la Biblia y quecontinúan en la historia de la Iglesia, como si debiéramos acusar constantementé anuestros antepasados; mejor será comprender que tales infidelidades forman parte delplan de Dios. Pablo recuerda que.una de las finalidades del pueblo de Dios es la demanifestar al mundo la sabiduría misteriosa de Dios (.lCo 2,6). Pablo habla de unasabiduría que es locura, de una fuerza que se manifiesta en la debilidad (2Co 12,9), ylo condensa en uria frase definitiva: el "escándalo de la cruz" (lCo 1,22).

No sería suficiente que la Iglesia predique la muerte en cruz del Salvador. Diosquiere además que su pueblo, instrumento de su revelación, trasmita siempre las rique-zas eternas con medios pobres y, atrevámonos a decirlo, en medio de escándalos. Estepueblo escogido es pecador'tanto o más que cualquier otro, deja pasar las oportunida-des históricas y trasmite el mensaje del que es portador con cuenta gotas. Así se resta-blece el equilibrio (Mal'l,l l-12).

Dios ¡nantiene su'lüenad de decidir

El espíritu "ecuménico'; nos permitirá suavizar las polémicas y la incomprensiónentre cristianos y no cristianos; pero es vano pensar que un espíritu más abierto perrr¡r-tirá alcanzar intelectualmente un lugar más elevado, desde el cual podamos equipararo juz-ear todas las religiones; Ia Biblia queda aparte por estar destinada a un puebloelegido, y esa elección es confirmada por la palabra gracia (la gratuidad total de losdones de Dios), que sólo la fe cristiana pone en el centro de nuestras relaciones con él-

Algunos preguntarán: ¿Es posible que unos sean ele-eidos y otros sean menos ama-dos? Ciertamente que no todos han sido amados del mismo modo, y algunos han reci-bido sin comparación más que otros; Dios no es un empresario que paga a todos lomismo cuando se presentan con méritos iguales. Sus criaturas no vienen a presentarseante é1, sino que desde un comienzo él ha creado a cada uno con su destino, que essiempre graciá y sobreabundancia. Y si decidió que algunos recibieran y fueran más,no por eso olvidó dar a otros más de lo que hubieran podido imaginar, desea¡ y com-prender.

La situación privilegiada del creyente lo incita a llevar la luz a quienes no compar-ten nuestra fe, pero sería un error creer que han sido menos amados; aurique.nos vea-mos más ricos, esta superioridad sólo es temporal. Cuando pasemos a la eternidad,

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ricos y pobres se encontrarán,en pie de igualdad, o más bien, cimentados para formurun solo "hombre nuevo".

I-afidelidad y la gracía

Recordemos lo que Pablo dice con relación a la doble actitud de Dios con respecto alos judíos y a los no judíos en Rom 15,8. Pablo ve una manifestación de las dos gran-des-cualidades que toda la tradición profética atribuye a Dios: la gracia y la fidelidad.Esta intuición de Pablo seguramente se aplica más allá del caso de los judíos y de losno judíos. Si creemos que Dios hizo de Ia creación su juego (un hindú diría su danza),y que quiso expresar en el tiempo lo que él es y lo que vive en la eternidad, tendremosuna clave para comprender que se haya revelado sólo a una minoría, mientras salvabaa Ia humanidad entera.

Con los primeros Dios hace la experiencia de una relación mutua, que es ya en eltiempo lo que será en la eternidad: ahí cabe la plabrafdelidad. Dios hace promesas,nosotros le respondemos, Ie lanzamos desafíos. le amamos con sencillez" y la eterni-dad ya está ahí aunque en Ia sombra. Fue lo mismo que vivió en Galilea el Verbo eter-no, una historia que no fue más que un instante en el tiempo de los hombres, pero en laque estaba encerrado el todo de Dios.

Estamos mal ubicados para poder decir lo que Dios hace con los demás que no hanconocido a Dios hecho carne. Sin embargo Pablo hablade gracia, y bajo esapalabratan elástica pone todo lo imprevisto de las iniciativas divinas. Es probable que Dios nopudiqse conducir a él la historia humana sin que al cabo se tenga la impresión de quetodos se equivocaron sobre lo que sé esperaba de ellos y que, al final, la fiesta es puray sencillamente lo que han hecho la creatividad y Ia generosidad de Dios. Y la alegríaserá más grande por vibrar la humanidad entera y para siempre, con la sorpresa de"aquellos a quienes él no había sido anunciado" (Rom 15,21).

Entonies se hará patente que todos los caminos eran necesariós, non tanto por culpade las limitaciones humanas, sino más todaví¿ para que la generosidad y las ambicio-nes del Amor-Dios pudiesen satisfacerse plenamente. Pablo Io dice con otras palabrasen Ef 3,6.

Todas estas consideraciones no desvelan ni eliminan el misterio. Tan sólo quiereninvitar a buscar una respuesta en el misterio de Dios y no en lo que simplificaría la vidadel rnundo: Más importante es lo que a Dios Ie conviene; y solorél conoce la otra cara denuestro ser.o la otra cara.de la¡ealidad, que es la.humanidad en Dios y su eternidad.

L"A ENSEÑANZA BíBUCA

LA ENSEÑANZA BIBLICAEl Antiguo Testamento: DIOS EDUCA A SU PUEBLO

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1. Dios CreadoF;Dios de todos'Ios hombres

Dios concede aAbraham suAlianza

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El universo es obra de Dios: Gén 1; Is 44,24; Sal 8,4; 18,2:32,6. Dios Creador de los Cielos y de la tierra: Gén1,1; Gén 14,9;22.Dios ciea de la nada: 2 Ma 7,28.

Dios crea con Sabiduría: Sal LCÉ,24. Dios crea mediantesu Sabiduría: Pro 8,22; Sab 8,6; Sir 24,9; o rnedianre suEspíritu: Sal 33,6;104,30; Jdt 16,14. Dios crea con peso,número y medida: Sab 11,20.

Los apóstoles descubren que esta Sabiduría es el Verboo Hijo de Dios: Jn 1,3; Col 1,16. Por él Dios disponeel desarrollo de la historia: Heb 1,2. Dios hace madu-rar la creación infundiéndole su Espíritu: Sab l,l-'7;Sab 10; 11,20- 12,2.

Dios nos ha creado en su Hijo: nos hace hijos (<en

él»: Gál 3,26-29;4,4-7;Ef 1,3-4. Y da vida a la per-sona humana con su palabra y su Sabiduría: Dt 8,3;Pro 8,1-21; Lc 1,50-55. Ejemplos en Ex 3; Jue 6; I R19,6-8; Is 6,8; Jer 15,19:21 (ver también 153-156).

EI universo alaba a su Creador: Sal 18,2; 148; Ba3,34; Dn 3,56-80.

Dios gobierna el universo: Sal 33;96; Ap 4,1-10. Diri-ge los acontecimientos para nuestro bien: Mt 6,31;Lc 12,5-7; Jn 16,23; Rom 8,28. Dios cuida de todassus criaturas: Sal 104; Jonás 4,1 l; Sab 11,23-26.

En el desarrollo del universo y la ejecución de los pla-nes divinos intervienen criaturas espirituales llama-das ángeles:Za l; Ex 23,23; Tobías; Dn 3,49;9-11.

Dios ha bendecido la humanidad y su desarrollo:Gén 1,28. Renovó su bendición después del pecado:Gén 8,21;9. Es Dios de todos los pueblos: Dt 33,3;Mal l,l l; y salvador de todos: Jon 4,11

Dios castiga los pecados de los hombres (Ex 7-10),pero nunca deja de querer a los hombres: Gén 8,21 .

Dios da signos a todos los hombres (He 14,17; Mt 2,1)y también les da profetas para interpretar esos signos:Núrn. 22-2,4; I Sam 6; Jonás. FIay santos fuera delpueblo de Dios: Henoc (Gén 5,?3), Melquisedec (Gén14,18), Job y Daniel (Ez 14,14).

Sin ernbarBo, para llevar a cabo su obra de salvación,no desde afuem, sino dentro del marco de Ia historia,y respetando las etapas necesarias, Dios se elige unpueblo suyo mediante el cual sus promesas llegarána todos los pueblos: Gén 12,3; Gál 3,8 y 14 (ver 37),

Primer paso de la Historia Sagrada: Dios llama a Abra-ham: Gén lz,L EI llamado de Dios a Abraham incluyeuna doble promesa: él le dará una descendencia (Génl5l; 18,10) y r¡na tierm: Gén t23.

Dios hace una Alianza con é1. En adelante será el Diosde Abraham y sus descendientes para siempre: Gén15,18; 17,7i Is 51,2.

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IA ENSENANZA BIBUCA

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Moisés y elExodo. El DiosLibertadory Justo

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28"Esta Alianza hace de Abraham (y sus descendientes) el

servidor de Dios y su obra en este mundo, para- quela bendición de Dios llegue a todas las naciones:Gén 12,3;28,14.

En varias oportunidades Abratram demuestra su fe enlas promesas de Dios, para el cual nada es imposi-ble: Gén 15,1 -6;22.

Dios deja en claro que se siente agradecido por la fe deAbraham (Gén 15,6) y por su obediencia (Gén22,26 y Stgo 2,2I) más que por el cumplimiento decualquier práctica religiosa (Rom 4,34 y 4,19-22).

La fe de Abraharn lo hace amigo de Dios: Is 41,8; Dn3,35; Stgo 2,23; y que vive con Dios más allá de lamuerte: Lc 20,38.

Por su fe Abratram pasa a ser persona que cuenta a losojos de Dios y es tomado en cuenta cuando él tomasus decisiones: Gén 19,17-33; Is 41,9; 43,1;49,4.

La fe de Abraham indica el camino que, etr adelante, seimpondrá a todos los hombres para recibir las prome-sas de Dios: la fe en las promesas de Dios (Rom4,2O) el que puede incluso resucitar a los muertos:Heb I l,[7-19.

La Ali anza con Abraharn es confirmada a sus descen-dientes: (Gén 28,10; 32,23: 49,28). Pero dichaalianza sigue siendo un favor de Dios y que setransmite, no a todos sus hijos por derecho de fami-lia, sino a los que,Dios designa: Gén 21,12;25,23;Rom 9,6-13.

Dios ve las humillaciones de su pueblo en Egipto (Ex2,24 y 3,'7),y se acuerda de su ÁIianza con Abratram(Ex 2,24 y 3,16). Dios llama a Moisés (Ex 3,1 y6,28) para liberar a Israel.

En la cultura hebrqa, el que libera una cosa o una per-sona es el que la compra o la quita a su dueño parahacerla suya. Israel,es liberado del poder de los egip-cios para pertenecer a Dios: Ex 3,10 y 3,L2; I9,4 y19,6:2O,2 y 2O,3

El Dios que libera a Israel Ie enseña su propio Nom-bre, o sea, atgo de su rnisterio. Nombie con el queIsrael lo invocará: Ex 3,14-15.

Yavé: Yo Soy. Ver com. de Ex 3,1.y Jn 8.Yavé, El que Es, El que hace existir, el Dios que se fija

en lo que no es y no cuenta, para humillar a los quese creen: I Sam 2,4-81 Sal lL3,'7; Rom 4,L7;1 Cor4,L7. Ver com. de Ex 3 y 4.

Yavé es el Dios Unico (Dt 6,4), al que ng se puedefigurar sin rebajarlo (Ex 2O,4), totalmente diferentede todo lo que puede imaginar y forjar el hombre, osea, de todo lo que se puede ver (Dt 4,12) y solamentepor su palabra lo conocemos (Dt 4,12; Jn 5,38). Con-tra las imágenes: Dt 4,15 y com. de Is 46,5 y Ba 6.

Dios es Santo (Am 4,2; Os I 1,9). La santidad significavitalidad irresistible, pero muy interior, energía que

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29', LA ENSEÑANZA EíAUCA

devora y a la vez da vida. Dios es santo, y santo essu Nombre (Am 2,7; Lev 2O,3; Is 57,1 5). Nadiepuede soportar su presencia cuando se acerca (Ex19,16; Is 6,1). EI hombre no lo puede ver: Ex 3,2y 33,20; Jn 1, I 8; Col 1, 15; I Tirn | ,L-l ; com. deGén 16,1. El hombre no puede juzgar sus actuacio-nes: Is 40,2 1:Ez 18,29: Job 38 y a2; Rom 11,33; ICor 2,9.

Dios es Celoso (Ex 20,5): no soporta que un extrañovenga a profanar aquello que eligió o en que él sefijó, santificándolo por el hecho mismo (Núm 17,l).No soporta que sus empresas fracasen: Ez 36,22; Ex32,12. No puede ceder su gloria a otro: Is 48,11.Fuego_devorador y Dios celoso: Dt 4,23; Heb IZ,Z?.

Dios es Jr¡sto. Perdona el pecado, pero no lo deja sin ca{i-go: Ex 2O,5; Jue 2,13-22; 2 Sarn 12: Jer 3; Os 2-3. Sacaa luz los pecados: Jos; 1 R 21,20;Ís 22,14:'2 Mt 12,37.-Dios es justo y sl¡s mandamientos nos exigen ser jr¡s-tos: Ex 20,l-17. Ver 50.

El Dios Unico, Santo, Celoso y Justo es un Dios queactúa dentro de la historia y pide a los suyos actuaren Ia historia" a diferencia de los otros üoses que sondioses de la naturaleza (ver com. de 1 R L-l). El DiosLibertador (Ex 14;15; 16 y 17) también exige la con-quista de la Tiema de Canaán: Ex 34,11-13; Núm 14) corr: de Ex 32.

En adelante la religión de Israel, en vez de recordar sólocosÍts del pasado, esperará nuevas liberaciones (Jue 4-6: I Sam l7;2 R 18-19; I Ma 4;Lc 1,73; He 1,6) y sefijará nuevas metas: Is 4G42; 65-66; Za 8,2U23; Dn7,26-27;He 1,8.

En eI Sinaí Dios celebra una Alianza con el puebloque será su servidor para actuar dentro de la historia:Is 49,1-9; Sal 2; Sal 149,6-9.

Los hace pueblo de sacerdotes y nación consagrada:Ex 19,6; 24,3-1 l; 1 P 2,9.

Renovación de la Alianza: Jos 8,30; Jos 24;2 R 23,21;Ne 8. Hacia una Nueva Alianza: Jer 31,3 1;F;236,22;Mal 3,1.

I-a tradición hebrea considerará a Moisés como el primerode los profetas (Dt 18,18-20; 34,1G12). Afirma que tueel primero en conocer el verdadero rostro de Dios:Misericordioso y Clemente, rico en Amor y Fideli-dad: Ex 34,1-9.

A partir de David se d-esarrolla el profetismo en Israel.Los profetas afinrian que Dios es Amor y Fidelidad,:en'especial en el Deuteronomio.

Tiempo de losReyesa) Los primeros

profetasenseñan queDios esAmor yFidelidad

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vers.Amor y Fidelidad: refrán del salmo2,3,15,25,29,34,50. Dt 7,9;2 S 2,6.

Amor (o Favor, o gracia) de Dios para Israel. Loescoge sin: mérito suyo: D¡ 7,7;9,5; 10,15. l-e, da IaTierra (la tierra de Canaán) en herencia: Dt 4,1;4,38;6,10. Y lo hacehijo suyo: Dt 32,5-6; Os ll,1; Is 1,2.

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LA ENSEÑANZA BÍBLICA

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-ue rla. prosperidad en la Tierra; Dt 7"i2.-i5:Israel guardará los dones de Dios si cumpleDios: Dt 1,10; 6,10- i 9; 1 1 , i 2-?l .

Si Israel falm a Dios, él le quitará prosperidad y Tierra:Dt 4,24-31; 28,15-68. Pero Dios, siempre fiel, conver-tirá a Israel después de castigarlo: Dt 30,1-10. Unresto de Israel se salvará (ver I R 19,18 y 60,69). Eldestino de Israel, elegido, castigado y restaurado: Dt32. Entonces los amaré: Os L4,5.

Amor (o Favor) de Dios a David. Le entrega elReino y lo hace hijo suyo: 2 Sam 7,12-16. EnIsrael, solamente los reyes eran considerados hijosde Dios: 2 Sam 7,L4; Sal 89,27-28; Sal 2,7. Por arnora David, Dios mantiene a sus descendientes:1 R 8,25; 1l ,34.

Por sus faltas ellos merecen que Dios los rechace: Jer22,24. Pero é1, misericordioso y fiel, establecerá nue-vamente un descendiente de David (ver 60-69).

Fidelidad o Verdad: en hebreo es la misma palabrd, yes equiparada a amén, que significa: ¡es verdad I (2Cor 2,18-20). Toda palabra de Dios es fiel y se cum-plirá: I R 8,26; Ne 9,33. La fidelidad de Dios conIsrael no puede desmentirse: Rom 1 1,28; 15,8.

Los reyes deben conformar su potítica a las exigenciasde la Alianza (Dt L7,L6-2O; L R 13; 2 R 9,6-10).Mientras los sacerdotes condenan las desobedienciasa la Ley de Dios (2 Cro 26,16), los profetas se fijanen las iniciativas que desmienten el espíritu de laAlianza: 2 Cro 2O,36;2 Cro 25,L5.

Amarás a Dios con todo tu corazón, toda tu alrna...:Dt 6,4. El amor a Dios, actitud interior, vale másque el culto: Os 6,6 y los sacrificios costosos: Mi6,'7-8;'Jer 2,2.

El amor verdadero procede del conocimiento de Dios:Is, 1,3; Jer 3L,34; Os 2,22; Os 3,5. Conocer a Dios esreconocer su manera de actuar en los aconteci-mientos: Is 1,1-6;22,8-14; 28,23-29; 30; 31,1-9;42,18-25; Jer 6,10-16; Am 4,4-13; y escuchar a susprofetas: Is 6,9-t2; 8,11-18; 41,21-29; Jer 13,15-17;Am 5;6-8;2a7,9-12.

Amor y ionocimiento de Dios serán-los fiutos de la NuevaAlianza, interior y don de Dios: Jer 31,31; y obra delEspírituz 8236,27-30; Jl 3,1-2; alianza de Dios con [oshumildes y pobres de espíritu: So 3,11.

La Alianza debe tornarse en un verdadero matrimonio.Israel, novia de Yavé: Is 54;61,10; 6?,1-5. Israelcomparado a novia infiel: Os 2; Jer 2-3; Ez L6 y 23.Las futuras bodas en el Amor y la Fidelidad: Os2,20-25; Jn 1,17; Ap 21,24;21,9.

Dios, J.usto y Santo, exige la Justicia social. Volver auna'sociedad igualitaria y fratemal: Jer 34,8-19. Elrico es un opresor: Is 5,8-9; Mi 3,9-1 1; Mi 2,9. Ladesigualdad, fuente de violencia: Is 5,7; Ez 22,23-25:

8,i8-¡9.v arna a

Tiempo de losReyesb) Los grandes

profetashablan deAmor, deJusticia Y deHumildad

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31* t-A ENSEÑANZA AÍeLlCn

24,6-8; Am 5,7-13; Mi 2,,1-5.10,1-2; Am 5,7.

Las leyes injustas: Is

Dios odia el orgullo procedente del dinero: Is 2,6-22;3,16-24. Odia el orgullo procedente del poder: Is14,5-21:. 36,22-29; 47; Ha 2,6- 13.

Dios prepara un Juicio destructor, llamado DÍa deYayé: Is I ,24-28; Am'5,14-21; So l,l4-18; 3,1-8. UnJuicio que restablecerá la justicia: Is 2,1-5; 4,2-6; Ez34; y dará la paz definitiva: Is 9,1-7; 1l,l-9; 3Z,lS-20. Prepara una Ciudad de Justicia: Is 1,26; 60; Za8,1-17. Y un triunfo de los humildes: Is 26,1-6; So3,12-18. Y un consuelo a los oprimidos: Is 6l,l-3.

La palabra Redención significa en la Biblia lomismo que Liberación. Uno Iibera algún objeto opersona que estaba en poder de otro, para hacerlosuyo: es un poco como comprar. Ver en Lev 25 laredención de los esclavos y las tierras empeñadas.Más todavía: Rut 2,2A;3,L2;4.

Dios Redentor saca a su pueblo del poder de los extran-jeros: Jue 2,13-17; Dt 4,34; Ex 20,1; 3,8. Después dela primera liberación de Egipro y nurnerosas libera-ciones (Jue 3; 4;1 Sam 7; 2 R 19) se acreditá entiernpos del Destierro la idea de que se acerca unaliberación definitiva: Is 40; 41,8; 43,1-7.

También Dios hizo esperar que, salvando a su pueblo,daría paz a toda la tierra: Gén 12,3; Is 49,6. Estaesperanza tomó forma con el rey David: Israelcreyó haber encontrado en este ungido (o Mesías)el rey perfecto. A él se refieren Gén 49,10; Núm24,7y 17.

Luego consideriron a David y sus descendientes comorevestidos de un carácter sagrado, esperaron Ia venidade un Mesías semejante a David: Sal 132; Sat 72; Jer30,9. Pero también entendieron que el Mesías aventa-jaría a todos los soberanos de la tierra y establecería elreino de Justicia y par; ls 4,2;9,1-7; I 1,1-9; Sat 2; Sal110. \

Durante el Destierro el autor de Ia 2." parte de Isaías ve .

en la minoría rnás creyente de Israel el Servidor deYavé, instrumento de su salvación: Is 49,1-6; 50,1-9;52,13-53,12.

La figura de un Mesías sufrido aparece también en Za12,10-12.

En Dn 7,13 el Hijo del Hombre, que viene de Diosmismo, era tal vez una figura del Pueblo Santo(7,27). Pero Jesús lo considerará como un anuncio deél: Mt 24,30 y 26,64.

Varios textos de la Biblia nos dejan en la duda: ¿noserá Dios mismo el que visitará a su pueblo paraencontrarse con aquellos que lo esperan? Is 25,6-10;52,7 -12; 63,19; So 3, 14- I 8; Za 2,14-17 .

Cuando la Biblia habla del Pastor que regirá a trsrael,designa a veces al Rey Mesías (Jer 23,4; Mi 5 ,4i Za

El DiosRedentory su Mesías

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tA ENSEÑANZA BÍBLICA

7. Los tiemposdel Judaísmo:Ia religiónde la Ley

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13,-l), a veces a Dios (Is 40,1; Mi 7,t4; Cantar 2,161Sal 23,L; Sal 28,9; Sal 80,2) y fácilrnente asocia eluno al otro: Ez 34,LI-25. '

La Ley designa a veces el conjunto de leyes de la Biblia(Mt 22,36), a veces la misma Biblia (Jn L2,34), a vecesla religión judía (Gál 2,19). La Ley y los Profetas, oLa Ley, los hofetas y los Salmos, son dos expresio-nes para designar la Biblia (Mt 7 ,12; Í-c,24,4).

La I*y manifiesta dos exigencias principales: Jtrsticiay Santidad. Santidad, o sea, respeto a Dios y lasreglas de pureza. La primera se nota más en los DiezMandamientos de Moisés (Ex 2O,l-17). La segundaen los Mandamientos de Dios, tal como están en Ex34,t0-26.

Leyes de Justicia: Ex 2l-22; Lev 16,18-20; Lev19,10-18 y 19,35-36; Dt L9 y 24.

Leyes de santidad: Lev 17- l8; Dt 23.La Ley era a la vez expresión de la voluntad de Dios y

expresión de la cultura judía. En ella se nota elesfuerzo de Dios para transforrnar las costumbres delsrael y educar a los creyentes: Ex 15,15; com. deLev 8,1; 1 l, 1 ; 24,17 .

La Ley distingue días comunes y días consagrados aDios. El sábado: Gén 2,3; Ex 20,8;23,L2;34,21;Núm 15,32; 28,9-10. Las lunas nuevas: Núm28,L 1- 15.

Las tres fiestas de la Pascua, de las Semanas (Pente-costés) y de los Tabernáculos (de las Chozas): Dt16; Ex 23,L4-17; Lev 23; Núm 28,1l-3 1; Núm 29,1-6 y 12-39.

Sobre la Pascua en especial: Ex l2,l-27 y 43-51.El Día del Perdón: Lev t6; Núm29,7.La Ley determina lo puro y lo impuro, o sea, las con-

diciones para participar en el culto divino (Lev15,3 I ).

La Circuncisión: Gén 17,9-14; Ex 12,48.Pureza en Ia vida sexual: Lev l2,l-8; Lev 15.Enfermedades: Lev 13-14.Contacto de muertos y de animales impuros: I-ev LL,z+

4O; lrev 2L,l-12; I-ev ll,15-16.No mezclar materias o aparejar ar-rimales de dos

Lev 19- 19.La Ley prohÍbe ciertos alimentos:La sangre: Gén 9,4; Dt 12,L6; Lev 17 ,10- 14.La grasa: Dt L4,21; Lev 7,22-25.Ciertos animales: Dt l.4,3; Lev 11,1-23.

.

La Ley contiene una moral sexual: Ex 2|,7-ll; Lev[8; Lev 20,ll-21; Lev 21,13-15; Dt 22,13-30.

La Ley enseña la solidaridad dentro del pueblo deDios:

Amarás a tu prójimo (de tu misma raza y pueblo):Lev 19,18. Pero pide la separación y agresividadcon los extranjeros: Ex 23,32; Dt 22,9-11 ; 23,4, y

77

33* LA ENSeñnNzA eÍeucnen 9s_pe_cial condena el matrirnonio con extranjeras:Dt 7,3-5.

Formas de solidaridad con el pobre: Ex zz,z5-27; Dt22,1-4; 24,10-22; 23,20; Lev I 9,9- I 1 ; 23,ZZ; 25,35.\.fp",o a los desamparados, la viuda, at huérfano yal forastero: Ex 22,22-24.

El año de la Redención: Lev 25,13.La Ley enseña el don a Dios y sus sacerdotes:Los diezmos: Ex 23,19;34,26; Núm LB,ZI-3Z; Dr

14,22-29.Los sacrificios: LevLos sacrificios voluntarios: Ex 25,L; Núm Dt

16,1 6-17 .

Derechos de los sacerdotes: Lev '7,9; 7,34-36; Núm18, 25-28; Dt 18,8-19.

La Biblia hace de Salomón el primero y el modelóde los sabios: I R 4,29-34; Sir 47, 14. El sueño y eljuicio de Salomón: I R 3. se le atribuyen vaiioslibros de sabiduría posteriores a é1: Pro l,l ; Ecl 1,1;Sab 9,Lz

La sabiduría significa: Inteligencia prácrica para regirsu casa y alcanzar el éxito: I R 10,6; E Z8,L-7.Luego, esfuerzo para educarse y ser hombre respon-sable: Pro l,2O-27; 9,1-5. Después, capacidad paraordenar su vida de acuerdo con la Ley de Dios: Prol6,l- 1 I ; Sir 15, 1-5 ; 24,23-30.

¿Cómo adquirir Ia sabiduría? La sabiduría es don deDios: Sir l,l; Sab 6,14-16; 9,1-6. Se encuentra en losdichos de los sabios y la meditación de sus prover-bios: Pro [,6; L3,20; Sir 6,34-36. En la dominaéión delos caprichos: Sir 11,1-10; 23,1-7; Pro L6,32. En laperseverancia en las pruebas: Sir 2,1-L4 y en el estu-dio: Sir 6,23-33. En la meditación de la Ley: Sir 32,7-24;39,1-[ l; 5l,l-7-21; Sal I19. En la reflexión sobrela experiencia: Ecl L,L2-18;2,1-11; Sir 34,9-ll:

Los sabios preguntan: ¿qué es eI hombre? La casitotalidad del Antiguo Testamento se escribió enrrejudíos de cultura hebrea y expresa los conceptos dedicha cultura. Esta no distinguía en el hombre,como lo hacemos nosotros, una parte espiritual, oalma, y uha parte material o cuerpo, sino que veíanel hornbre como uno solo y, al hablar de la carne,del cuerpo, del corazón, designaban sus variosaspectos. El hombre es llamado carne y sangre porcuanto es criatura mortal. Se llama alma por cuantoes ser viviente. El alma significa aliento (Gén 2,7 y7 ,22) y los judíos identificaban fácilmenre el alientocon la vida (Sal 104,29). Además, creían que lavida estaba en la sangre (Lev 17,10-14). El espíritudesigna su abertura a Dios. El corazón designa lointerior del hombre, no solamente sus sentimientos,sino su mente y su conciencia. Muy a menudo mialma debe traducirse: mi persona, mi vida, o yo.

La enseñanzade los Sabios

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r-A ENsEñANZA eiautcn

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34*

ciei hombre recibe(Gén 2,7). El espí-

,v Espíritu de Dios

35.* I-A ENSEÑANZA EÍELICA

Sin embargo, algunos hacen resaltar las numerosasexcepciones a esta retribución: Job 2l y 24;E;cl 7,15-16; 8,l'1-14 (ver también en 90-92).

Sabiduría de Dios y sabiduría del hombre. Los sabiosreconocen poco a poco en la Sabiduría de Dios algoque es como distinto de é1, aunque uno con é1: Pro8,22 y 30. Por rnedio de ella Dios creó el universo(Pro 8,22-30; Sir 24,3-4) y ella reluce en él: Sir 43.Ella asegura el desarrollo del plan de salvación: Sab10 y Sir 24, 9-29. Sabiduría que supera totalmenre lamente humana (Job 9 y 28; Ecl 3,10) y solamenre secomunica por revelación de Dios (Ba 3,9-29 y 4,1-2;Sir 24,8- I 2 y 23-25). La sabiduría es alirnento sali-do de Ia boca de Dios: Dt 8,3; Pro 9,5; Sir 24,3 y19; Sal 19,11 y 81 ,t7.

Según enseña Jesús (Lc 24,27), toda la Biblia anuncia-ba la resurrección. Con sólo hablar de una Alianza deDios vivo con el hombre mortal, daba a entender quedebe cornpartir con él la vida para siempre: Ex 3,6 yMc 12,26; Sal 16,1 I;23,6;73,25-26.

Pero eso no lo veían los creyentes del Antiguo Testa-.mento, que solamente hablaban de una sobrevivenciatriste y fantasmática en el Seol, o Lugar de los Muer-tos: Is 38,18-19; Sal 88,12-13; Sal 115,17-18.

La persecución del tiempo de los Macabeos obli-qó ereflexionar sobre la suerte de los mártires y llegó dser evidente que no habría justicia de Dios si él nolos levantara (los resucitara) para una vida feliz ensu presencia. Como la cultura hebrea no distinguíacuerpo y alma (ver 83), afirmaron que el honrbre l;ur-giría del polvo, o volvería ¿: tener vida en cl tnomen-to del Juicio: Dn 12,2;2}da7.

Pero en ese misrno tiernpo penetró en Israel la culturagrieg&, la cual consideraba en el hombre algo mate-rial, el cuerpo, y el alma (que lo anima), muchasveces distinta del espíritu, que busca la verdad y elbien: I Tes 5,23. Por eso, el último de los libros delAntiguo Testamento, la Sabiduría, afirma que el alma(o el espíritu) del hombre es inmortal y encuentra aDios en la muerte: Sab 2 y 3. Esta certeza se encon-trará luego en todos los libros del Nuevo Testamento:Mt 10,28; 2 Cor 5,1-8.

ento: LA FE DE LOS APOSTOLESDespués de hablar tantas veces mediante los profetas,

Dios habló una última yez mediante su Hijo (Heb1,1) cuando llegó la plenitud de los tiempos (Gál4,4). Jesús es el Hijo único y eterno (Col 1,13-15), elVerbo que es en Dios y es Dios frente al Padre (Jn1,1; Ap 19,13).

El Hijo de Dios se

A iiferencia de lt¡s anirnaies, el ¿rlmaalgo del Espíritu, o soplo Ce Diosritu es a la .¿ez espíritu del hombreen el hombre (Eci 12,7).

El hombre es libre Y resPonsable de sus actos: S ir15,1 l-21 y 17,3-14.

El hombre es pecador desde su nacirniento (Sal 51,7;Job 10 y 13). Este peso del pecado sobre é1 es elresultado del pecado de sus antepasados: él lleva las

consecuencias de SuS errores: Gén 3; Jer 31,29;'Lam5,7; Sal 106,6; Tob 3,3-

El mal profundo del hombre es la muerte: Job 14; Ecl3,18-22;6,1-10; 8,7; Sir 42,9-14.

¿Cómo debe ser la pareja? Se afirma la igualdad delhornbre y de la mujer en el comienzo de la Biblia:ver los comentarios de Gén l -26 y 2.20, Pero eso vaen contra de toda la corriente de la cultura hebrea,que es puy machista. La inferioridad de _la qqe_r,reconocida Por la Ley (Dt 24,1; Núm 5,1 1; Lev 27 ,3-7), es aceptada por los sabios: Ecl 7 ,27 -28. La hacenresponsable de los pecados del hombre (Pro 1 ,5-27;y piOen vigitarla: Sir 42,9-12; Sir 25 ,15-26) y la elo-gián por cuanto sirve bien al señor marido: Pro31,10-3 1; Sir 36,23-26. Solamente el Cantar recono-ce su igualdad en el amor.

El trabajo y el esfuerzo del hombre son la condiciónde su superación: Pro 6,6-11; 27,23-27; Sir 7,15- Eltrabajo ocupa al hombre (especialmente al esclavo) ylo disciplina: Sir 33,25-28. El trabajo no es todo en lavida: Ecl 2,4-ll; 4,7 -12.

En cuanto a las relaciones sociales, el orden social es

aceptado con sus distinciones entre ricos y pobres,reyes y súbditos: Ecl 5,7-8;4,1-3; Sir 8,1-3. El rey es

respetado como representante de Dios: Pro 16, 10_y

2421. Pero su compañía es peligrosa (Ecl 8,2-4; Sir13,9-10) y se temen sus caprichos: Sir 16,12'15. Sedebe vigilar a los inferiores (Sir 33,25-30) y a losjóvenesl desconfiar de su libertad y educarlos confirmeza: Sir 30,1-13.

Para agradar a Dios, el hombre debe ser humilde (Sir10,6-26), misericordioso (Sir 28,1-7) y debe sergeneroso con los pobres (Job'30 y 31; Sir 4, l-10;29, t - 13).

¿Cómo premia Dios al justo? Los sabios del AntiguoTestarnento no sabían todavía del más allá (Ecl 3,17-22; 8,7-8; Sir 17 ,27 -30). Por eso, sabiendo que Dioses justo,' Se esforzaban por averiguar ia retribucióndivina en la presente vida. Dios es justo y no deja a

los malos sin castigo (Job 18 y 20). Premia a lossuyos, si no con dinero y larga vida (Pro 10,22-30;t 1,20-2L; L3,2L-23), a lo menos dándoles Paz yseguridad. Puede probarlos (Job'36; Sab 3,1-6), Plroal-final les devolverá: Sab 3-5; Sir 1,23; l l ,21-26-

La Resurrsccióny el rnás allá

90

El Nuevo Tes

10. La persona de 100Jesús. Jesus yMaría

101 hizo hombre (Jn 1,14). Jesús, hom-

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L,r ENseñnNzA eiaucn

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bre verdadero y no fantasma de hombre, ni Dios ves-tido de hombre, tomó la condición de esclavo-yrnurió en cruz (Fil 2,6-ll; Gál 4,4). Fuera de suTransfiguración (Lc 9,32) no se manifestó en suhumanidad la Gloria que le correspondía como Hijo(Jn 1,14 y 17,5), sino que quiso madurar mediante elsufrimiento, como cualquier hombre (Heb 5,7-8).Desde el comienzo Jesús estuvo consciente de quiénera (Lc 2,49 y Heb 10,5). Pero no por eso lo sabíatodo (com. de Mc 6,2), y descubrió poco a poco,lasexigencias de su misión (com. de Lc 3,21 y Lc 9,3 l).

Jesús se ubica en nuestra historia. El Evangelio sitúasu nacirniento (Lc 2,1 y Mt 2,1; Jn 7 ,42); el comienzode su ministerio público (Lc 3,1-2: 3,22); su muerteen tiempo,del gobernador Pilato y el Sumo SacerdoteCaifás (Jn 1 1,49). Nacido en Belén, se cría en Nazaret(Mt 2,23; Lc 4,16), donde trabaja; no sale para hacer-se discípulo de algún maestro (Jn 7,15).

Jesús empieza predicando en las sinagogas (Lc 4,15;Mc L,zl) e inaugurando el Reino de Dios (Mc 1,15 y110-118). Llega a reunir muchedumbres (Mt 5,1 y14,14). Después de un tiempo se produce una crisis(Jn 6,66) y Jesús se dedica a formar a sus discípu-los (Mc 9,30) que formarán el núcleo de su Iglesia(Mt 16,16; Lc 22,24-32).Luego, se prepara para sumuerte (130-138), que corona su resurrección (ver140-148).

Jesús hacía milagros, igual que los profetas, pero deotra manera que ellos, corno quien tiene autoridaddivina (Mc 4,35-38). Habla con autoridad (Mc 2,27;Mt 5,21; 5,28;5,32). Fácilmente se coloca en el lugarque a Dios le corresponde (Mc 2,1-12; Lc 7,36-5O;Mc 8,34-38). Afinna ser una sola cosa con el Padre(Mt 11,26-27; Jn 5,18; 8,58;,10,30; 10,37-38).

Jesús se negó habitualmente a que lo llamaran hijo deDios (Mc 3,1l; 5,7) porque este título se daba tradi-cionalmente a los reyes de Israel (2 Sam 7,141' Sal89,2-l) y Jesús lo era en forrna muy diferente deellos. Prefiere llamarse Hijo del Hombre (Mt 26,64)refiriéndose a Daniel 7,13 (ver 65). Pero Pedro pri-rnero (Mt 16,16), y luego la Iglesia reconoció a Jesúscomo el Hijo de Dios (He 9,2O). Ver 140-145.

El Hijo eterno del Padre no llegó del cielo a la humani-dad, sino que nació de un pueblo, Israel, y de unarmujer (Gál 4,4), María, asociada en forma única aldesignio eterno del Padre (com. de Lc 1,26). El quedebía ser recibido por la «virgen de Israel» (Is 7,i+;Sol 3,14; Za 2,14;9,9), nació de una madre virgen(Mt l;18; Lc 1,26 y com. de Mc 6,1).Lafe y el con-sentimiento de María permitieron que se realizara enella la obra del Espíritu Santo (Lc 1,45).

María interviene en el Evangelio: para la santificaciónde Juan Bautista (Lc 1,39), para que Jesús inicie su

to7

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L1.

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Jesr¡s proclama 110e[ Reinode Dios

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LLz

LA ENSENANZA BIBLICA

ministerio (Jn 2; Caná), para recibirnos como hijosadoptivos (Jn 19,25). Se habla de ella en el naci-miento y la infancia de Jesús (Lc 2; Mt 2). Dos rex-tos nos obligan a reconocer que su grandeza no estáen haber dado la vida a Jesús según la carne, sino enhaber sido el modelo de los creyentes (Mc 3,3 1; LcLL,27). La nombran en el primer núcleo de la Iglesia(He 1,14).

Estos son los teitos bíblicos que nos ayudan a expre-sar lo que es María para Diós y para ia Iglesia: ben3,15; Is 7,14- Cant 4,L2-16; Pro 8,22-31; Jdt 13,18-20;16' 9-10; Ap 12.

Jesús empieza proclamando tiernpos nuevos, anuncia-dos por los profetas, tiempos de la gracia de Dios:Mc l,14; Lc 4,21; Lc 4,L9.

Jesús proclama el Reino de Dios (o Reino de los Cie-los: Mt 5,1 y corn. de Mt 6,9). Y sus milagros sonsignos de que este Reino de Dios ya está entre loshombres (Mr L1,26-27; Lc 17,21), con poder parasanar todos sus males: Mt 9,35.

El Reino de Dios significa que Dios ahora se da aconocer como Padre (Mt 6,1; 6,9; 6, 18;...) y debeser reconocido como tal por sus hijos (Mt 11,26-27).Toda la novedad del Reino está en un conocimientonuevo de Dios (Jn 4,23), conocimiento del Padre (Jn7,28-29) y del Hijo (Jn 17,3), borrando la imagenantigua del Dios castigadof (Lc 9,54 y 14,2; Jn 9,3),fuerte con su poder (Mt 11,29; Jn 12,34-35), muylejos de los hombres (Jn 14,8).

El Reino de los Cielos es proclamado primeramentea los pobres (Lc 4,181' 6,20;7,22). Ellos enrran pri-mero (Lc 16,9) y tendrán un papel decisivo en laextensión del Reino: Lc 12,32-34; I Cor 1,26; Stgo2,5-7. No porque los pobres sean mejores, sino por-que Ia fuerza de Dios se manifiesta mejor en la fla-queza humana (1 Sarn 17; I Cor 1,29; I Ma 3,18; 2Cor L2,9) y le gusta salvar lo que estaba perdido (Is49,2;Lc 1,25; 19,10). Rebaja a los orgullosos y llegaa los humildes: I c 16,15; I Sam 2,3-8.

Es significativo que las primeras promesas del Reinosean para un rey fastuoso (2 Sarn 7,13; I R 8,24), ylas últimas para los pobres de Yavé (So 3,12;Za 9,9;Sal 132,15), creyentes oprimidos (Dn 3,30; I Ma2,7), eiplotados por los ricos y oportunistas (Sal 55;58; 123,3). Estos acogen mejor el Evangelio (Lc 2,8;

HT¿:i;-¿lthe Dios reine no significa que tos hom-bres en adelante lo dejarán actuar: más bien actua-rán con más libertad, liberándose de prejuicios (Mc7,15; He 10,15 y 34) y leyes (Lc 14,3; Col 2,16), pre-ocupados por hacer fructificar sus talentos (Mt25,14-30).

La salvación de los hombres no se hace desde arriba,

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L-\ ENSEÑANZA BIBLICA

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L2. Jesús prepara 120su Iglesia

tz1:

L22

38*

exterminando a los malos (Mt 13,24; 26,53), sinoque es cosa sembrada entre los hombres (Mt l3;1;13,3 1), que crece lentamente (Mc 4,26), Prirnera-rnente en las personas (Mc 4,14; Mt 13,44; Jn 3,3), yluego se hace realidad visible (Mt 5,14; Lc 12,32)que se concreta en la Iglesia (Mt 16,18).

LoI contemporáneos de Jesús creían que el Reinoempez aría después del Juicio de Dios, que separaríaa buenos y malos (Is 1,25-28; 4,2-5; So 1,14; Mal3,1-?; Mt 3,9-12). Jesús dice que este juicio no es

para hoy (Mt 13,32; He I ,7). Sin ernbargo, de{" yulos hombres se juzgan Por Su actitud frente al Evan-gelio (Jn 3,18-20; 12,46). Los pueblos también: Lc10,13; 14,L9; Mt 23,37.

Jesús se presenta en esto como el Enviado del Padre(Jn 6,29; 10,36) y sus apóstoles descubren la relaciónúnica que lo une al Padre (Lc l1,l; Mc 1,35; Lc 6,12;Mc 14,37; Jn 4,31-34; 16,32). Jesús dice: Mi Padre(Mt 7,21;10,32; 16,17; Mc 25,34) y el Padre de uste-des (Mt 5,16; 10,20). Nunca dice: nuestro Padre.

Para tos judíos la conversión al Reino de Dios signifi-caba a la vez: reconocer que vivían en un tiempoexcepcional (Lc 12,54; Mt ll,}L; 12,41), y que de-bían superar la crisis que los dividía (Lc 12,57; 13,5)aceptando esta nueva visión de Dios Padre y de unaprimacía de la misericordia (Lc 15) y la reconci-liación (Mt 19,23).

El pueblo judío, en Su gran mayoría, no Se convirtióa este llamado (Mt 12,45; Lc 13,34) y su fanatis-mo lo llevó a la catástrofe anunciada por Jesús (Mt21,43: 22,7 ; 23,35-37; Lc 21,23 y 23,28-3 1).

La Iglesia (He 9,31) y las Iglesias (Gál 1,22). La lgle-sia de Dios (He 20,28) y las Iglesias de Dios (1 Cor11,16; I Tes 2,L4), La Iglesia es el pueblo espiritualde Dios. Iglesia significa: la Asarnblea convocadapor Dios, o la Asamblea de los elegidos de Dios.Estos son llamados también santos: las Iglesias delos santos ( I Cor 14,33).

Para renovar Israel, y luego extender el Reino a lasnaciones (Mt 10,5; 15,24), Jesús proyecta su Iglesiafundada sobre Pedro (Mt 16,18) y los apóstoles (Mt10,1). La incredulidad de su pueblo lo lleva a pensarla Iglesia como un nuevo pueblo de Dios, abierto a

todJs los pueblos (Mt 8,1Ó; Jn 10; Mt 21,43;22,1i23,37), €tr que se concretará el Reino (ver cop. deMt 13,31).

A Jesús lo siguen discípulos que creen en él (Lc 6,17;19,37). Dentro de ellos escoge a quienes quiere (Mc3, I 3; Jn 15, I 6) para que sean sus apóstoles (Mc3,16). Fllos serán el núcleo de su Iglesia (Lc 22,28-30). Jesús les pide rupturas (Mc. 8,34; Lc 9,57) yfidelidad total a su persona (Mt 10,37; Lc 14,25).

Jesús les enseña las bases de la convivencia en la123

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13. El Sacrificiode Jesús

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t32

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L-\ ENSEÑANZA gÍaucnIglesia. El más grande se hará servidor de losdemás (Ivlc 10,43; Mt 18,6 y 10). Ninguno se haráPadre, Maestro o Doctor, sino que la. autoridad res-petará la igualdad fundamental de todos y su rela-ción directa a Dios (Mt 23,8). La Ley suprema seráel amor (Jn 13,34-35 y 15,12-14). El amor se mani-festará priméramente 'en el perdón (Mt 18,2 I y 23)y la preocupación por unir (Jn 17,21). Las decisio-nes de la Iglesia serán ratificadas por Dios (Mt16, 19 y 18,18).

El crecimiento del Reino dentro de un rnundo querechaza la luz es fuente de conflictos y traerá perse-cuciones a Ia Iglesia (Lc 12,49-53; Jn 15,18-25; tv{c13,13 Mt 5,11; Ap 12,13-18). -Una primera crisis seproducirá con la destrucción de la nación judía (Mc13,5-23; 13,28-3 1). Ver com. de Mt 24. Otras crisisseguirán hasta la última que verá la nuelta de Cristoy el Juicio: Mt 16,27; He 3,21; l Tes 4,16; Mc 13,24-27; 2 Tes 2; Ap 19,1 l-21;20,7 .

La muerte de Jesús no es un accidente en su vida (Heb10,5). Desde el comienzo, él se preparó para enfren-tarla (Mt 24,28; Jn 1 1,9; 12,27). La anunció reperi-das veces (Mc 8,31; 9,9 9,30; L0,32; Lc 13,31). Sehizo totalrnente responsable de ella (Jn 10,28-30;19,30), sabiendo que esta Hona era la de su triunfo(Jn 7 ,6-8; 12,31; 17,1 -2).

, El sacrificio de Jesús es corno una segunda revelaciónde la justicia de Dios (Rom 3,25-26), que viene acompletar la del Antiguo Testamenro. El Dios casti-gador echaba fuera a los pecadores (Gén 3,22-23);Dios hecho hombre sana a los malos aceptando quelo rechacen (Jn 1,1 1; Mt 2l',37). El Dios libertadordernostraba su soberanía (Ex 15; Dn 4 y 5); Jesúsescoge el último lugar para salvar (Mt 20,28).

Los que fueron víctimas de la sociedad son los .quedespués de muertos tienen mayor poder para inquie-tarnos; Jesús escoge el último lugar (Fil 2,8) paradespués llevar al arrepentimiento a la sociedad quelo condení (Za 12,10; Jn 19,37; Ap 1,7) y, con eso,arae a todos hacia él (Jn 12,32).

Desde los orígenes de la humanidad los hombres ofre-cían sacrificios. El holocausto (eso es víctima total-mente quemada) expresaba la total sumisión a Dios:Lev 1,1; 1 Sam' 15,22; Sal 51,18; Heb 10,6-7. Lasangre derramada expiaba los pecados (Lev 5;17,11; Heb 9,22). Las víctimas que se comÍan en unbanquete de comunión hacían beñeficiar a los partici-

i pantés de Ia santidad divina (1 Cor 10,18). El sacrifi-cio del cordero renovaba la alianza de Dios con lossuyos (Ex 12; Sal 50,5)"

La muerte y resurrección de Jesús constituyen el nuevoy definitivo sacrificio que reemplaza a todos losdemás (Heb 7,27; 9,25). Por eso, Jesús es llamado

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LA ENsEñANZA eieucn

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14. LaResurrección.Jesús Señorde la Historia

40*

Cordero de Dios (Jn 1,29). Su sacrificio se identifi-ca con la Pascua Nueva (Pascua significa: Paso) quelleva a la existencia santa y definiuiva (Lc 12,50;22,16; Rom 6,4; 1 Cor 5,7, com. Mc 15,16).

El sacrificio de Jesús le permitió alcanzar su perfección yrecibir las dotes que hacen de él el Jefe y la Cabeza dela humanidad (Is 53,1 1- 12;He 2,33; Heb 2,lO; 5,7) (ver203).

Su muerle dolorosa con efusión de sangre consigue elperdón de los pecados de toda la humanidad (Is53;10; Mt 26,28; Rom 3,2L; 5,9; 5,19; 8,3), nosreconcilia con Dios (Rom 5,10; 5,2O; 2 Cor 5,L7',Col l,zl), nos rescata (1 Pe 1,18), nos da la liber-tad (Rom 7,4; Ef 1,17), inicia un proceso que lleva ala solución de todas las contradicciones que hay en eluniverso (Rom 8,19; Ef 2,16; Col 1,20).

El sacrificio de Cristo nos manifiesta ei amor de Dios,que es tanto generosidad del Padre (Rom 8,3; Jn3,16; I Jn 4, l0) corno obediencia del Hijo (Mc14,36; Rom 5,6; I Jn 3,16). En el corazón abiertode Jesús (Jn 19,34) contemplamos el secreto delamor de Dios, que quiso deslumbrarnos con su capa-cidad de entregarse totalmente para restaurar la con-ftanza en su creatura perdida (Rom 5,8).

La muerte y la resurrección de Jesús nos enseñan elsentido de nuestra propia vida: el que sacrifica suvida la lleva al nuevo nacimiento (Lc 17,33; Jn12,24-26; 16,21; 17,9). Nos indican las exigenciasdel amor verdadero (Jn 15,13) y del apostolado (2Cor 6,3-10; 12,14) y el valor de nuestras pruebas (Jn15,2; 2 Cor 12,9-t 0).

Jesús ha resucitado, conforrne lo había dicho (Mc 9,9-l0I conforme a Ias Escrituras (Lc 24,25-27; I Cor15,4; He 2,30). Las manifestaciones de Jesús resucita-do en Jerusalén y en Galilea: Mt 28; Mc 16; Lc 24; Jn20 y 2L; I Cor 15-5-8.

La Resurrección tiene dos senüdos: Jesús ha vuelto ala vida (Lc 24,5; He 2,24) y Jesús ha sido glorifica-do, o exaltado (Jn 17,l; He 2,33: 3,13). La últimamanifestación de Jesús (o Ascensión) expresa estesegundo aspecto de la resurrección (Mt 28,17.20' Lc24,50; He 1,9).

Al resucitar Jesús, su humanidad acabó de ser transfor-mada por las energías divinas, recibiendo en pleni¡tud la vida que el Padre comunica a su Hijo (Jnl,l4; l-7,1; He 2,32; Rom 1,3). Jesús ahora es reco-nocido corno Hijo de Dios. Siendo el Hijo resplan-dor del Padre (Heb 1,1), Jesús, Hijo de Dios hechohombre, es en este universo creado, la manifestacióndel Dios Invisible (Jn 14,9; Col I,l5). En él se cum-plen las promesas del Antiguo.Testamento (Mt12,4L-42; 23,35,-36; Jn 8,56; Ap 5. El es, ahora encuanto hombre, la cabeza de toda la creación (Col

47"

15. La NuevaCreación -eldon delEspíritu , elMisterio de laReconciliación

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rs0

I-A ENSEÑANZA AÍEUCA1, l8), superior a toda criatura, material o espiritual(Heb 1,4-14).

Jesús ha salido de Dios (Jn 13,3 ; L6,27; 1.7,g) y vuelveal Padre por su muerte y resurrección (Jn l6pg) paraq-ug llegue_1 sy pgrfgcción la relación filial que l,o'uneal Padre (He 2,33; Rom 1,4). para expresar su fe enJesús, Hrjo de Dios hecho hombre, un solo Dios conel Padre, la Iglesia lo llama Señor. De los dos nom-brgs que designa_ban a Dios, Dios y señor, reservó elprirnerg pala el Padre, y el segundo para Cristo (verRom 10,9;-Fil l,1l; com. de Jn !1,2; 13,2;2O,2).

Jesús reemplaza-la lsura del Dios-sorrero por-la delDios-comunió¡. comunión enrre el padre y el Hrjo(Jn 1,1; 1,18; com. de Jn 5,19;'Mt Ll,Z6; jn 1332;L7>. cornunión en el Espíritu santo (Jn 14,16; l5,z¿).'

La Iglesia de los Apóstoles bautiza en el nombre únióodel Padre, del l-{ij"_y del Espíritu sanro (Mt zg,l9) yreconoce un solo Dios con tres Personas divinas, álgye llamarnos santísima Trinidad: l cor 6, l1;12,4;2 Cor 13,14; Ap l.

Jesús resucitado es añora señor de ra Historia: esdecil qug domin a_ y dirige las fuerzas materiales yespirituales, visibles e invisibles que plasman nues-tra historia: Jn 12,31i ap l,l8; 6; Co[ l,1g 2,1O; ycom. de Mc 16,9. Pablo muestra a Cristo superior álas Fuerzas celestiales gue, en aquel tiempo, eranconsideradas dueñas del destino y de la hi§toria delos hombres (Ef 1,10; 1,29; Col 11,6). Este dominiode Cristo.signifi-ca_que Ia hurnanidad ha llegado a sumayoría de edad (Gal 4,3-5).

En adelante la salvación se hace por el Nombre deJesús, o sea, por el po9_er divino (Fil 2,9- l0) queirradia de su persona (He 4,3O; I J Z,l2; com. deMc 16, l7). Toda obra salvadora proviene al mismotiempo de cristg y del Espíritu ( I cor Lz,4-6;2 Cor3,16- 17) y_e_s

-arribuida a cristo señor o a su Espíri-tu (Jn 6,35-36;'7,38-39; Mc 9,38; Lc 11,20; Ef'4,7;I Cor 12,7).

Jesús no vino solamente para reparar los pecados de loshombres, sino para rehacer nueya Ia creación (Jn5,20). Esta nueva creación se realiza mediante el dondel Espíritu Santo (l Cor 15,45). Esra obra significaantes que nada una resurrección de Ias personas yuna reconciliación universal (Jn 5,21).

La violación del sábado por Jesús (Mc 2,zg y Jn 5,zg)y el reemplazo del sábado por eI domingo (ver com.de He 2o,7) significa una voluntad de reordenar laprimera creación en seis días (Jn 5,17 y com. de Gén?,3; Ap 3.1_a) Cfryp_liendo lo anunciado por los pro-fetas (Is 25,6-10; 32,15-20:' 65,17-19:. Ez 37; 47,1-l2). La muerte de Jesús expresa la muerte de todolo anterior a él (2 Cor 5,14; Gál 2,19). Se perdonanlos pecados (Rom 6,10; Heb 9,28). caducan-las leyes

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I-A ENSEÑANZA BÍBLICA

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42*

y formas de religiól enseñadas -pPr la misma Biblia

(Ro* 7,4; Gál 4,5;5,4-6; Col 2,16)'Se niegan iodas las distincio-ne; de sexo, de clase y

de nación-Gál 3,28;6,15; l Cor 12,13; col 3,11)-

somos criaturas nuevas (2 Cor 5,1,7; Gál 6,15;

Col 1,15; Ef 2,10; 2,15), que tienden a una perfecta

semej'aniucon Dios Padre (Ef 4,24; Col 3,10). Esta

nueva creación debe abarcar todo el universo: Rom

8,18-25.En forma especial, la nueva creación signiñca una abo-

lición ae ias leyes del Antiguo Testamento- Estas

no era" *ai qu; la sombra dé las realidades definiti-vas (Coi Z ,Li; Heb 8,5; 10,1; Mt 11,13) -qu9^e-Tqi:-zan con cristo. contar con la circuncisión (Gál-S?=;

6,12) o con las otras prácticas de [a Ley (Col 2,16',

Rom 14,1 4-20) es volver atrás y renegar de la gracia

de Dios (Cot 2,20; Gát 2,18)' ql qge- qli-ele-s:Ijusto .on Iracticas y méritos (Lc 18,9; Fil 3,7-9)

ii"ra" fa ¡u'sticia y santidad verdaderas, don de Dios

én Cristo: Cot 2,ll; Fil 3,9 -

La nueva creación se real\z'.amediante el don del E_spí-

ritu santo que da vida (sal 104,30; Jn 6,63; Romg,Z). d;to¡ficación de jesús debía_preceder el don

¿Lr' esfiiiru (Jn 7 ,37 -39; H9 2,32-33; Jn 16,7)' -ElE;pfrir:" nos'hace libres (Gát 4,7; 5,13-18). Nos

comunr.u "1-perdón

de los pecados (Jn 2A,22; 1 CoI6,1 1). Nos ñu." hijos (Róm 8,14- l7). Nos da el

conocimiento de los -designios

misteriosos de Dios ( I

Cor 2,L-O-12', I Jn 2,20t. Las comunicaciones del

Espírii., .n la Iglesia son p_rimicias (Rom 8,23) ygarantla (Ef t, i4; 2 Cor l-22; 5,5) de nuestra total

transformacién por él en el mundo venidero ( 1 Jn

3,2-3; Rom 8,18)-La nueya creación no conoce la muerte, consecuen-

cia del pácado (Rqm 5,1?i Ap 20,15; 2l). Es ciertoque una parte de nosotros llamada hombre exterior (2

Óo, 4, 16t ; hombre viejo -(B-o* 6,6; Ef 4,22; Col

3,9) o "í*" Q Cor 4,1t; Gál 6,8; Rom 8'3) slq"'caminando hacia la rnuerte (Rom 8,10; 2 Cor 5,16;

13,4; I P 3,18), Pero el hombre interior (Rom 7,22;

Ef'¡,f Ol es ,idu por participar del Espíritu (Rom

8,10- I 1).

Jesis resucitado es er.que nos comunica las fuerzas de

resurre."iOn (Jn 5 ,25: Cot 2,12;3,1; Rom 512l-1'-616-:-S,+i V el que nos resucitará (Jn 5,28;6,39-58; LL,25;

Rom 8,10-11; Fil 3,20)-Ahoia bien, da a conocer el Misterio (Ef 3,3 Ap 102:, o sea, el plan asombroso qye

- guard-ubu secreto (Ef

3,9;Rom ^16,25; Cot 1,26). Tgda su obra de creación,

de salvación y de santificación tenía p-ol fin la ala'banza de ,rr-gracia y generosidad (Ef 1,6; 1,12)-

Todo lo teníu á"posita¿o en su Hrjo Amado (Ef 1-,1-

6) y por él Io relibpn todos los hombres. Todos los

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t-\ ENSEÑANZA AÍEUCN

pueblos son llarnados a ser un solo cuerpo en él (Ef1,22; 3,5-6) y por él entran a comparrir la mismaGloria de Dios (Col 1,27; Ef 2,6). Este plan empeza-ba con la salvación de Israel (Rom I 1,25) y seextiende al universo entero (Col 1,27)

Este Misterio exige una reconciliación universal en ununiverso dividido por la naturaleza, los prejuicios yel pecado (Ef 2,14-16; ver 151: distinciones). Elministerio de los apóstoles es de proclamar y exten-der esta reconciliación (2 Cor 5,20-21; Rom 15,16)ya anunciada por Jesús (Lc 4,19); el culto propio delNuevo Testamento consiste en llevar a cabo estareconciliación (Rom 15, l 6).

En esta obra Jesús aparece como'el Mediador únicoentre Dios y los hombres (1 Ti 2,5; Heb 9,15; 12,24),siendo el que intercede por ellos (Heb 2,17-18; 4,15-16) y les consigue Ios bienes propios de la Nueva'Alianza (He 13,34; Heb 9,11; 10,20).

Entramos a la nueva creación por don de Dios (Mt Ll,Z7;Jn 6,43; Ef 2,8). Este paso decisivo (Col l,12-13), esrasalvación nuestra (1 P 1,9-10), no es el premio denuestros méritos y obras buenas (Rom 4; Fil 3,4-6),sino que se da mediante la fe (Rom 3,21; Fil 3,9).

Según Juan, creer es reconocer al Enviado de Dios (Jn5,38; 6,29). Es reconocer que Dios nos ama primeroy nos perdona (1 Jn 4,10; Jn 2,L6). Es aceptar queDios nos transfonne y nos divinice (Jn 12,42-45). Esreconocer que Jesús es el Cristo (1 Jn 2,22-29; S-l); osea, el Hijo Unico que ha salido de Dios y vuelve aDios (Jn 6,62).

Según Pedro y Paülo, creer es reconocer el amor deDios, que entregó a su Hijo por los pecadores(Rom 5,24-25; Gál 3,1). Es confesar que Dios lo haresucitado de entre los muertos (Rom 4,23; 10,9) y Iohizo Señor (He 2,36; I Cor 12,3; Fil 2-ll). Es reco-nocer que todas las promesas de Dios se han cumpli-do en él (2 Cor 1,20).

La fe que salva se apoya en el testimonio de las Escri-turas (He 17,3; 18,28; Rom L6,26;2 P 1,19), perotambién es descubrimiento de una palabra que Diosnos dice hoy (Heb 1,1 y corn. de Mc 11,29). Los con-temporáneos de Jesús tuvieron que reconocer a esteEnviado mediante signos que él mostraba (Jn 6,26;lA32; 15,24). Luego, se apoyaron en el testimonio ylos signos que presentaban los apóstoles (Mc 16,17;He 8,7; I Tes 1,5). La fe nunca se lirnita a aceptarcreencias, sino que renoce el designio de Dios (Vtt11,16-24: Lc 7,30) a través de los acontecimientosactuales (Lc 12,56; 19,4) y las voces proféticas dela Iglesia (Ef 3,5; I Tes 5,19).

La fe nos lleva a incorporarnos al pueblo de Dios (Ef2,19-22) mediante el bautismo (Mt 28,19; Mc 16,16;Col 2,ll- 13).

La Salvaciónpor Ia fe

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LA ENSEÑANZA BIBLICA

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La fe nos consigue un estado de santidad llamadg Porla Biblia justfcia o justificación (ver co-m' de Rom

1,16; .up?tulos 4-8 ¿" Romanos; 'l Jn 2,1-6). N9thace gratos a Dios, reconciliados con é1 (Rom 5 ,l'2)y llevá*"t la semeianzadivina (Rom 8,28; Col 3,10;

bt q,zq. La fe nós introduce al Reino de su Hij-o

tCof 't,t¡),

eD el cual recibimos uIIa Pl11?ra comuni-cación det Espíritu (Ef l,l3; 2 Cor 1,22) (ver tam-

bién 153-154).

Jesús prepara su Iglesia: ver L2O't24'f-a fgflsii no proc-ede de una voluntad humana, sino de- gl designio eterno de Dios, y en ella se concreta el

Misterió, o sea (Ef 3,5) el plan salvador de Dios que

reúne a iodos los hombrés bajo una sola cabeza'

Crirto (Ef 1,5-12; L,22). Por eso, la lglesia, es santa,porque su destino depende Tát de los designios del

ira¿ie que de la iniciativa de los hombres.

Cristo, ul d* lot pasos que llevan a su fundación; no

actúa por su toiu inicñtiva, sino q99 :9 deja g-u¡1t

poitas in¿icaciones del Padre (Jn 135-5 1; Mt 16'18;

L" 6,L2; He 1,7; Jn 17 ,6; 17 ,9-12)' Las lBlesias de

crisio (Filem 16). La Iglesia esrá somerida a Cristo,

que la amó y se entrygó por ella (Ef 5,24-25: Jn

il,lg). La Iglesia de Dlot qg" él se adquirió por.su

própiá sangrér H9 20,28. L{Slesia es su espg:a (J!\,zb; Ef s|l; Mt 22,2;2 cór 11,1; AP 21,2) Y el

cuerpo (col L,24;1 Cor 12,12) delque.es cabeza-

La Igle3iu nuce el día de penrecostés (He 2) a consecuen-

ciá de la efusión del Espíritu prornetido (ver 150)'

La proclamación por 1o1 apóitoles de la fe en Jesús- ,átucitado acompaña la-efusión del Espírii" gn

1 5,26-27 He 1,7:8) para constituir la Iglesia (He

2,L4-39; t Tes 1,5). La integran todos aquellos que

"í"uchan el llamado a la conversión y creen que

recibirán el perdón de sus pecados (He 2,38) y-el don

det Espíritu iu" 2,39) mediante la fe en el poder sal-

vador áe Jesús y el bautismo (ver 181)'La Iglesia está t rnAaaa sobre Pedro y lgs apóstoles (Mt

ló18; 10,1).La fe de la Iglesia se conforrna a la de los

¿p"ttoles'(Í Cor 15,11; 2 Pe l,16-21)- Pertenecen a la

Illesia quienes aceptan el testimonio de los apóstoles y

d; rur *"esores (in l7 ,20; 2O,2!)-V .s9l reconocidospor ellos (1 Cor 14,38;2 Cor 10,6; 13,10). Pstaryosgn comunión cqn Dios estando en comunión Óon

que sus deciiioles_no-prle9.* oponerse al plan divino(Mt 16,19; 18,18; I-c 10,16), a Pe¡g-d? gYe e-s palelleq,r" ellós fallan de rnil manerai (Gál 2,\l; He 15,37;

it,ZO). La lglesla será p_al1 la eternidad lo que la

hicieron los afrstotes (Lc 22,30', Ap 21,-14)'

La lglesi.a "s

.rnu comunión (He 2,4; Heb 13,16)' Lacomunión que existe entre los bautizados Y las Perso-

nas divinai tZ Cor 13,13; 1 Cor 1,9; 10,16) origina

17. La Iglesia deDios

t7017L

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18.

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I-A ENSEÑANZA EÍEUCN

una comunión entre ellos mismos (1 Jn L,7). Comu-nión tanto en lo espiritual (He 2,42; Fil 1,5 ; 2,1)como en lo rnaterial (Rom 15,27; Gál 6,6).

La Iglesia es la presencia en nuestro mundo de la Ver-dad divina (1 Tim 3,15). Es la manifestación delamor de Dios (1 Cor L,26;2 Cor 4,7) y, a pesar de ladebilidad de sus miembros, es un signo de la presen-cia salvadora de Dios (2 Cor 4) y él le da su fuerza(Ap 2,8;3,8).

La Iglesia es una comunión de creyentes en la cualDios se hace presente (ver com. de Mt 16, 18), y poreso decimos que es sacramento de Dios (ver com.de Mt 18,11). Varios ritos de la Iglesia, que llarna-mos sacramentos, nos vienen de Cristo y sus apósto-les; expresan y hacen presente la acción salvadora deDios.

El Bautismo con el agua y el Espíritu Santo (Jn 3,5),con el Espíritu y el fuego (Mt 3,1 I ), con el aguajunto con la palabra (Ef 5,26), e tr el nombre delPadre y del Hijo y del Espíritu Sanro (Mt 28,19), enel nombre del Señor Jesús (He 2,38; 8,16). El bautis-mo para los muertos ( I Cor 15,29). El bautismo ylos bautismos (Heb 6,2 y com. Lc 3 ,7).

Se bautiza al que cree (Mc 16,16) para que reciba elperdón de los pecados (He 2,38; 22,16). El bautismosignifica la muerte a un pasado de pecado (Rom 6,3-9) y la entrada a una vida resucitada (Rom 6,4; Col2,ll-LZ). Es una purificación interior ( I Pe 1,22) porla sangre de Cristo (1 Pe 1,2). Es un nacer de nuevo,de arriba (Jn 3,8), un nacer del Espíritu (Jn 3,6; Col2,12). El único bautismo de la única fe nos reúne enun solo cuerpo ( 1 Cor 12,13). El bautismo nos intro-duce a la vida «en Cristo>>, la vida cristiana (Fil4,1...) (ver 200)..

La imposición de las manos para confirmar el bautis-mo y recibir los dones del Espíritu (He 8,14; 19,6),rito que no puede conferir cualquier ministro (He8,1+17). Ver también Heb 6,2.

El poder de perdonar los pecados: ver com. de Stgo5,16.'El bautizado debe temer el decaimiento de laÍey la perdida de la esperanza, con los cuales ya no haydeseo ni posibilidad de recibir otra vez el perdón delos pecados (Lc 13,7-9; Heb 6,4-8; 12-15). Este es elpecado que lleva a la muerte (1 Jn 5,16).La Iglesiapuede excluir al pecador si no se enmienda (Mr18,1'l', L Cor 5,11-13). Puede pedir a Dios que lolleve a escarmiento con castigos en su cuerpo ( I Cor5,4-5; Ap 2,22).

La unción de los enfermos practicada por los misione-ros de Jesús (Lc 10,1) y encargada a los presbíterosde la Iglesia (Stgo 5,14).

Lia imposición de las manos para consagrar a losministros de la Iglesia (l Tim 4,14;5,22;2 Tim 1,6).

Lossacramentosde Ia Iglesia

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r-A ENseñnNzA aieucnL87

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46*

El matrimonio de los cristianos tiene exigencias pro-pias (1 Cor 7,10-12 y com. de I Cor ll,2 y de-1 Pe3,1) y tiene valor de sacrarnento, pbr ser una figura ypresencia de la unión de Cristo con la Iglesia (Ef5,22-23).

La Eucaristía, o Cena del Señor ( 1 Cor t 1,20), o frac-ción del pan (He 2,42; 2O,7; 1 Cor 10,16). Vercomentarios de la promesa de la Eucaristía (Jn 6,22-58), de su institución (Mc L4,12;1 Cor 11,23).

Algunos textos del Antiguo Testamento figuran de ante-mano y aclaran el sentido de los sacramentos. Enforma miís especial: el bautismo (Gén 6-7; Ex 14-15;Jos 3; 2 R 5; Is Lz,l; 55,l; h 13,1 ; Ez 36,25; Ez 47 ,l),la eucaristía (Ex 12; 16;1 R 19,5; Gén 14,14: Mat 1,11),el rnatrimonio (Gén 1,26;2,L8;Tob 8,4--7; Cantar).

El Espíritu Santo (ver 143 y L44) que procede delPadre (Jn L4,16; L5,26; 16,tr5) y es enviado por elHijo (Jn 14,16; 15,26; 16,7), Espíritu de Dios (1 Corz,ll; 7,40; L Jn 4,2) y Espíritu de Jesús (He 8,39;13, L6; 2 Cor 3,17; Gál 4,6; Ap 3,1).

Ya antes de Cristo se hablaba del Espíritu de Yavé,fuerza sobrenatural que revestía a los libertadores(Jue 6,34; 11,29; 14,6), a los profetas (Núrn 11,25;Ez37), a los artistas (Ex 31,3) y a los sabios (Sab 1).Fuerza activa en la creación (Gén 1,2; Sal 104,30; ycom. de Jn 7,37).

A consecuencia de la glorificación de Jesús, el Espíritues comunicado a los creyentes (Jn 7 ,39. Ver 153 yHe 9,17; L9,2; Rom 5,5; Gál 3,2:Ef 1,3; I Jn 3,24).Lo reciben al entrar a la Iglesia, rnediante el rito de laimposición de las manos (He 8,15; 19,6) que acom-paña nolmalrnente el bautismo (He 2,38; Ti 3,5; Jn3,5). Pero Dios puede hacer excepciones y no estáatado a los sacramentos (He 10,45).

El Espíritu se comunica a cada cual según la medida deldon de Cristo (Rom 12,3; Ef 4,7 i Heb 2,4) y mani-fiesta su presencia con dones diversos ( I Cor 12,3;12,7-ll; Gál 3,5; Fil [,19). Estos dones del Espírituhacen de nosotros miembros de un mismo cuerpodiversificado (Rom 12,5-8) y organizado (Ef 4,16).

Los dones espirituales (se usa -á menudo la palabracarisma, que significa don: 1 Cor 1,7;7,7; L2,31; IPe 4,10) son para bien de la comunidad (l Cor L+,1-6: 14-19; 14,32). Por eso, merecen ser llamados tam-bién servicios (o ministerios), y obras (Rom 12,'7; ICor 12,5). Aun sabiendo que los dones.y ministeriosvalen por cuanto fomenlan el amor verdadero y lacomunión (t Cor L2,31; Ef 4,3), los ministerios másimportantes son los ministerios. apostólicos: fundado-res y responsables de Iglesias (1 Cor 12,28; Ef 4,1l).

En cuanto a los ministerios de gobierno, ver com. deHe 14,2L. Se nombran los apóstoles, no solamentelos Doce, sino

'algunos más ( I Cor 1,1; 9,1-6). Los

L9. El Espíritu enla Iglesia.Carismasy Ministerios

190

19L

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193

19s

47?

2A. El EspírituyIaEspiritualidadcristiana

I-A ENSEÑANZA BÍBLICA

Plofetas (l Cor 12,28; Ef 2,)A:3,5; 4,20; Ap 11,10;16,6; 18,?9). Muy posiblemenre Apolo era piofeta, ytarnbién Tirnoreo y Tito (ver com. de He t t,t9; r3,í;15,32; I Tes 5,19; Heb 7,1; l Tim 4,14;2 Tim t,6).Los obispos (o sea, inspectores), elementos activosde los consejos de presbíteros (He zo,zg; Fil 1,1; ITirn 3,1; Tit L,7). Los presbíteros (esro es, ancia-nos): He 11,30; 14,23; L5,Z-23; 2L,L8; I Tim 5,19;Tit 1,5; Stgo 5,14; l Pe 5,1. Los diáconos: Fil 1,1; íTirn 3,1 y com. de He 6.

Los dones espirituales, por diversos que sean, vienen deCristo, cabeza única, y deben ordénarse con miras ala unidad del- cuerpo que va creciend,o: Jn 17 ,zl; Ef2,L8; 2,22; 4,3 ; 4,12-13.

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2Ar

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La vida cristiana era llarnada antiguamente el camino(He 9,2; 19,9; 16,17:, 18,25 ; Z Pe 2,2) y no se apoyaen mandamienros especiales (He l5,lg). e ta punioque Pablo relaciona las exigencias de la moralsexual con la fe en Cristo y no con alguna ley ( I Cor6, 1; 1 Tes 4,2). Los cristianos de fórrnacién'judíahablaron a veces como si Jesús hubiera confirñradola T-ey del Antiguo Testamenro (Stgo l,Z5; Z,l2;4,lL). Pero habitualmente enrendieron que la nuevaLey proclamada por Jesús (corn. de Mi5,17) reem-qly_aba a Ia Ley del Anriguo Tesrarnenro (Mt 5,zz;5,28...). El mandamiento único del amor (Mt22,39) sustituyg 1 los numerosos precepros de la L.yde Moisés (Mr 22,40;Rom 13,8; Gál S,t+).

Pero también se nos dice que Cristo nos liberó de todaLuy hgmana_ (y no solamenre de Ia Ley judía): Rom7,4; Gál 4,5; Ef 2,15. Comprendarnos, pues,-que alhablar de Ley de cristo, sé le da otro ientidó a Iapalabra ley (Rom 2,27; 8,2).No valorizamos derna-siado el esfuemo del hombre por cumplir Ia ley (Mc10,21; 1A,27; Gál 2,16;3,5), sino que debemoi invi-tarlo J gue ¡e deje guiar por el Eipíritu (Lc 10,33;Rom 8,14; Gál 5,16) que sólo transforrna el corazón(Ez 39,25; 89* 2:29) y hace posible el cumplirnien-to de la ley (Rom 8,4).

La entrada a la Iglesia (ver L92) hace de nosotros cria-turas nuevas (2 Cor 5,L7; Gál 6,15; Ef 4,24).Recreados en el Hijo (Ef 2,10), hijos del padre (Rom8,15; Jn 1,13), ya én la presente rida se nos

"o*uni-gu gl trspíritu (Rom 12,11; Gál 4,6) como un anricipode lo que será la vida definitiva y sanra en el cieto(Rom 8,1 I ; 8,23; Ef 1,14). En adelante, estarnos encomunión con las Tres Personas divinas (Jn 14-17I Jn 1,3; 3,21-24:4,15).

La vida cristiana supone la cooperación constante delhombre con Dios, que actúa en él mediante el Espí-ritu. Hemos muerto al pecado (RoE 6,11) y debembshacer morir las obras de la <<c&rre>> (Rom 8,13).Hemos sido renovados y debemos andar por caminós

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r.-A ENsEñaxzn sielrcA

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2L. La' Fe y laEsperanza

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nuevos (Rom 7,6). Hemos sido hechos justos y- san-tos (Rom 6,2; 1 Cor 6,1 1) y debemos andar comosantos (Rom 6,13; 6, 19; Gál 5,25).'Fuimos liberados(Rom 6,14; 8,2) y debemos liberarnos (1 Cor 7,L5;7,23). Se nos dio el amor de Dios (Rom 5,5; JnL7 ,26) y debemos perseverar y progresar en el amor(Jn 15,9; 1 Cor 16,14; Fil 1,9; I Tes 3,12).

La vida nueva del cristiano se va vigorizando con laparticipación en la eucaristía (Jn 6,48-58), con lasobras buenas (Stgo 2,14-28;1Jn 3,18;2 Tes 1,11;Tit 2,L4;3,8; Heb 10,24;2 Pe 1,10), con la oración(ver 230). Es fuente de alegría (Jn 16,24; He L3,52;Rom L4,t'7;2 Cor'7,4; Gát; 5,22; I Tes 1,6; I Pe1,8), de libertad (Jn 8,32;8,36;2 Cor 3,17; Gál 5,1;2 Tim 1,7; I Pe 2,L6), de paz (2 Cor 13,4; Gál 5,22;Ef 6,23) y de acción de gracias (R.om i"i,6; Ef 5,20;Col 3,17; I Tes 5,18). Obra, con la perseverancia(I-c 8,15;21,19; Rom 2,'7i 5,3; Col 1,11; Heb 10,36;Stgo 1,4), una transformación de todo el ser (Rom12,2: I Tes 5,23) haciéndolo capaz de tratar con Dioscomo hüo (Rom 8,15-17; 1 Jn 4,17-L8) y de ser pie-dra viva del edificio espiritual (Ef 2,22; I Pe 2,5).

La vida cristiana se manifiesta antes que nada por tresfuerzas que solemos llamar virtudes teológicas, osea, procedentes de Dios y orientadas hacia é1, queson la fe, la esperanza y el arnor: I Cor 13,13; Gál5,5-6; Ef 1,15-16; Col 1,4-5; 1 Tes 1,3; 5,8.

La fe designa: 1) el acto de fe que, en lanos consigue la santidad o justicia propiano (ver 165).

2) El don de fe, que consigue losStgo 1,5; Mc LL,2O-24 y com.;

3) La primera de las virtudes teológicas (ver 205 yZLL), nacida del primer acto de fe.

La fe del cristiano sigue siendo sumisión a Ia Palabrade Dios (Jn L2,44-46; Rom 10,[4; 2 Tim 3,15;4,3),recibida de los profetas y de Cristo mediante el testi-monio de los apóstoles (ver 163). Acepta sin añadir nirecortar (Dt 4,2; Ap 22,18) toda la doctrina de fe (Til,l3; 3,10-11) que guarda la Iglesia como Tradiciónde los apóstoles: 1 Tim 4,6;2 Tim 2,8;3,L4.

EI cristiano tiene la misma actitud de fe de los creyen-tes del Antiguo Testamento (Rom 4,23-25; Heb ld).Pero ahora nos han llegado las palabras definitivas(Heb 1,1-2; Jn 3,3 l:4,26) en la persona del que esLa Palabra de Dios (Jn 1,1; 1,18; Heb 2,2-3) (verL52). En la persona de Jesús, Dios nos habla sinparábolas ni figuras (Jn 16,25-29).

L-a fe actria mediante eI amor (Gál 5,6) y se demuestracon las obras del arnor (Stgo 2,14;1 Cor 13,13). I-a fedebe crecer (2 Cor 10,1 5; 2 P 3, 18) junto con el conoci-miento de Dios. Junto con el arnor, la fe es actitud pro-pia del que üve en la luz (Rom L3,12; Ef 5,8; Col t,L2;

conversión,del cristia-

I Cor 13,2;

49."

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r-A ENSEÑaNZA eial-lcnL Jn L,7;2,9) y es una luz para el mundo (l Tes 5,5).

La esperanza nace de Ia fe en las promesas de Dios(Ef 3,5-10; Heb 3,L4:'6,11-ZA: l P 5,9). Esperarnoslo q.ue no vemos (Rom 8,4; Heb 11,1) y que nisiquiera nos habríamos atrevido a pensar ( 1 Cór 2,9;2 P 1,4). Creemos que Dios es fiel (ver 40-44). Con-f,ramos en Dios, que puede mantenernos en la fe y elamor (Fil 2,12;1 Tes 5,23;2 Tes 3,3; I Cor 1,8)- Laesperanza significa perseverancia y constancia enlas pmebas (ver 204 y 2L7).

Israel esperaba de Dios prosperidad en su Tierra (ver42) y Reino de justicia (ver 56 y 62). Al proclamar elReino, Jesús recuerda que nuestra esperanza es algocolectivo (Mt 22; Lc 22,28-30; Mt 25,31-40), peiodestaca el aspecto personal de la salvación (t"tt10,28: t0,32), desarrollando la fe en Ia Resurrección(ver 92-93).

Esperamos compartir la Gloria de Dios. Seremossemejantes a Dios, porque lo veremos (1 Jn 3,2).Resucitaremos juntos ( 1 Cor 15,23) para ver a Dios(1 cor 13,12) y formar un solo cuerpo en cristo (Ef2,16-22). En Dios solo encontraremos nuestra felici-dad (Mt 25,21; Ap 21,6), y la humanidad, su fin (lCor 15,28; Ap 22,1-5). Esta es nuestra herencia (Lc18,1,8;1P 1,4).

El Reino de Dios ya está presente en el hombre quevive en la gracia de Dios. Por eso, todos los aconteci-mientos de su vida y sus mismas necesidades mate-riales tienen:algo qüe ver con este Reino de Dios ycon su propio progreso en la vida cristiana. Por tanto,siendo h,jo de Dios, espera del Padre el pan de cadadía (Mt 6,1 1) y pide tanto por sus necesidades (Fil 4,6)como por las del mundo (I-c 18,1), sabiendo que Diosle proporcionará lo necesario para eue, a su vez, puedadar a otros (2 Cor 9,9). ,

La espera de la venida de Cristo está en el centro de laesperanza cristiana (He 1, I I ). Venida, llamada<<parusía>r, o sea, visita (Mt 24,27; I Cor L5,23; l Tes3,13; I Jn 2,28; Ap 3,10) o manifestación (l Tim6,141,2 Tim 1,10; Tit 2,13). Esta venida parecía rnuycercana' a los primeros cristianos ( 1 Tes 4,L3; HebLO,25-37; I Pe 4,7; Stgo 5,8). Esta espera signiñcauna actitud de vigilancia (Lc 12,32-48; Mt 25,1):estar despiertos para no hundirse en los proyectos ylas codicias de este mundo (Lc 21,34; ver com. deMc 13,33). Nos lleva a ser constantes y perseveran-tes en las pruebas (Fil 3,10; Rom 8,17 (ver 184) y laspersecuciones (Heb 12,2;2 Tes 3,5; Lc 21,19; Mt10,22; Ap 2,10;3,2L; I Pe 3,14). Trae la alegría aunen el sufrimiento (1 Pe 4,18; Mt 5,1l). Nos hacesobrios (1 Tes 5;8) y desprendidos (l Cor 7,29;Tit2,12; I Pe l,l3),

22. El arnor El amor es fuerza que viene de Dios. En Dios el amor

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L.A. ENSENANZA BIBLICA.

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se iientifica con ia cor?unión eiitre sí de ias TresPersonas divinas (ver 143). Dios se había dado a

conocer a lvloisés como El que exist'e y como Miseri-cordioso (ver 32 y 39). Pero, después de conocer a

Cristo, Juan dice: Dios es amor (1 Jn 4,8).En el Anti-9uo Testamento se manifestó el amor de

Dios mientras é1 se iba comunicando con los horn-bres. Israel, el rnirar cómo Dios lo eligió, 1o guió(Sal 89; 105; 106; 107; Is 63,7), 1o perdona (Ex32,L1-14) y lo rescata (Is 40;41), entiende el 'amorceloso de Dios por su pueblo (Is 5; 54,6-8). Los pro-fetas, al tomar conciencia de la relación cada vezmás estrecha que se establece entre Dios y ellos,comprenden el amor fuerte (Ez 3,8; Mi 2,8), tierno (lR 19) y exigente (Jer 15,10; 2O,7) de Dios con susamigos.

El amor a Dios es el primer mandamiento para Israel(Deut 6,1 ; 30) y seguirá siéndolo para los cristianos(Mc 12,28)

Al venir Jesr¡s, trata de descubrirnos algo del amor únicoque el Padre tiene a su Hijo (Jn 3,35;5,2O;1724 (ver1L7). El, a su vez, coresponde al arnor del Padre con unaentega total (Mc 1,35; Mt 11,25) y una conformidad per-fecta a la voluntad del Padre (Heb 10,5; In 4,34; 6,38).Este amor divino, que brota de su cotazón, lo demuesEla asus amigos (Jn 11; Jn 13,1; 15,9-17; 18,8), a los margina-dos (1VIc 1,4O), a los pecadores (Ir 7,36;19,1), a sus mis-mos enemigos (I* 23,33), a todos Mt 11,28; He 10,38).Y trata de que también ellos entiendan el amor. que lestiene el Padre Dios (ver 137). Nosotros amamos a Jesúsguardando su Palabra (Jn 14,15-23) y renunciando a todopara seguirlo Mc 10,17-21; I-c L4,25).

En su Pasión y su muerte, Jesús llega a la cumbre delamor. Amor al Pad.re, obedeciéndolo hasta la muertede la cn¡z (Mt 26,39;27,46; Heb 4, 15), mientrasDios calla; atenciones y perdón a los hombres (Lc23,28; ln L9,26; Lc 23,34-43). Jesús da todo a todos(Mc 10,45; 14,24; 2 Cor 5,14).

El amor al prójimo se nombra en algunos textos delAntiguo Testamento (Lev 19,18; Deut 10,8). Pero enmuchísimos lugares de la Ley (Ex 2A,12-17) y de losprofetas (Am 1-2; Is l,l4-17; lO,2;65,13; Jer 9,2-5;Ez 18,5-9; Ml 3,5) se afirma que no podemos agra-dar a Dios sin respetar al prójlmo, hacerte justiéiá,liberarlo de toda opresión (Is 58) y promover a losmás humildes (Ex 22,20-26;23,4-12; Jer 9,4;22,L5:

Jesús relaciona estrechamente los dos mandamientosprincipales (Mc 12,28-33). El amor al prójimo es labase de Ia moral cristiana (ver 2Ol y 203) en la medi-da. en.que trata de imitar el amor del Padre perfegtg ymisericordioso (Mt 5,48; Lc 6,3e; gf 5,1; i Jn 4,1 1)y es una respuesta al amor con que Dios nos amó pri-mero (l Jn 3,16;4,10-19).El amor es fuerza que nos

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23. La oración

comunicó el Espíritucon la contemplación(Ef 3,18; 2 Cor 5,14).

En vísperas de su Pasión, Jesús presenta el arnor entrehermanos como su mandamiento nuevo: Jn 13,12-15;13,34-35; 15,9-13; I Jn 2,6-8.

El amor cristiano es'don sin lírnite, llevándonos ahacernos esclavos unos de otros (Gál 5,13). Va atodps sin respetar las barreras sociales (Mc 2,13; Lc10,29; 14,13; Gal 3,28). Se demuestra con el perdón(Mt 5,43, cornentario y referencias; Mt 18,21) y nose niega a los enemigos. Inspira un esfuerzo porcomprender al otro, respetar sus ideas (Rom 12,15-l8; 14,1-10), soportar sus limitaciones (1 Cor l3). Elamor, que acepta dar y recibir, construye la Iglesia( 1 Cor 8,1; Ef 4,16) (ver 196) y nos lleva a la perfec-ción (Fil 1,9).

En toda la Biblia la oración es inseparable de laacción. Los modelos de la oración son aquellos queencabezan el pueblo de Dios. Intercesión-de Moiiéspor Israel (Ex 17,8;32, 11;32,20;33,L2; Núm11,11; 14,13). Moisés da Ia pauta de la intercesión:recuerda a Dios su fidelidad; su propio honor loobliga a no abandonar a Israel, sino más bien a per-donarlo. Oración de David (2 Sam 7,18), de Salo-món (1 R 8,22-60), de Ezequías (2 R 19,15), deJudas Macabeo (l M 5,33; 11 ,7 1;2 M 8,29; 15,20),de Ester (4,17), de Judit (9,2).Oración de peniten-cia de Esdras (9,6), de Nehemías ( 1,4), dé Daniel(3,26;9,4).

La oración de intercesión es propia de los profetas: supalabra y oración hacen y deshacen los acoriteci-mientos. Así, Abraham (llamado profeta a conse-cuencia de su poder de intercesión: (Gén 2O,7),rogando por Sodoma (Gén 18,22). Así, Elías (l R18,36), Amós (7,1), Jeremías (10,23; 14,7; 37,3). Elprofeta se siente dividido entre la compasión por supueblo castigado (Jer 14,19; 8,18; Ex 9,8) y su celopor Dios raicionado (Jer 2-3; Ez t 6). Su oración esun enfrentamiento con Dios (Núm l'7,6; Ez 13,5;22,30).

También es oración el diálogo continuo de los profetascon Dios a raíz de su llamado (Ex 4; 5,22: L7,4; Jerl2,l; 15,10; 20,7), llegando al encuentro cara a cara(Ex33,18;1R19,9).

Los Salmos son el libro de oración del pueblo de Dios.Ver página: Oremos con los salmos, p. 960. La ora-ción surge de las mismas necesidades del que suplica.No pide cosas celestiales, sino la salvacidn concretaque necesita en ese preciso momento. Pero constante-mente se olvida de sí para alabar a Dios: Sal 47; 81;89;95;98; 113; lL7; 135. Y no olvida que en Diosestá todo su bien, pidiendo ver a Dios y morar en su

I-A ENSEÑANZA AíNLICN

Santo (Rom 5,5) y se alimenradel amor sin límite de Cristo

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I-A ENSEÑANZA BÍBLICA

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casa (Sal 16,23; 27,7 ; 63,2; 65,5; 73,24).Jesús ora (Mc 1,35; Mt 11,25; Lc 22,32; 23,33; Jn

| 1,42) especialmente antes de torirar decisionesimportantes (Lc 3,21; 6,12; 9,18; 9,,29:' 23,46; Mc14,36; Jn 8,29). Ver también Heb 5,7;7,25. Jesús hacesus milagros para aquellos que le piden con fe (Lc7 ,L; Mc 10,46) y que perseveran hasta que él losatienda (Mt 7,24); y nos dice que ésa es la manera depedir al Padre (Lc 11,5-13; 18,1; Mc 9,23; 11,22).Pero también nos enseña a pedir antes que nada quese haga la voluntad del Padre (Mt 6,10t 7,21; 12,50;Jn 4,34;7,17).Nos enseña lo que debemos pedir alPadre y cómo pedirlo: el Padrenuestro (Mt 6,9; Lc11,1 y también Mt 6,5).

La oración de la Iglesia primitiya. En el mismo Tem-plo de los judíos (Lc 24,5; He 3,!, 5,12) con lasmanos levantadas ( I Tim 2,8) o de rodillas (He9,40). Oración cornunitaria (He 1,14; Mt 18,19) fren-te a las situaciones difíciles (He 4,24;6,6; 12,5).

Las cartas de Pablo contienen invitaciones a orar (Ef6,18; Col 1,3; I Tes 5,,17; Rom 15,30; I Cor 7,15; ITim 2,1; I Tim 5,5) y acciones de gracias improvi-sadas (Rom 8,31; 11,33;16,25;2 Cor 1,3; Ef 1). Laoración de intercesión es para él una lucha (ver231); Rom 16,30; Fil 1,30; Col 4,LZ y com. de Col2,1; ver también com. de Gén 32,23). Siempre hayequilibrio entre la suplicación y la acción de gracias(Fil 4,6).

La oración en nombre de Jesús es propia del que com-parte la misión de Jesús y se deja guiar por su Espíri-tu (Jn 14,12-13_ 16,23). Es la oración perfecta delque ha llegado a la negación de sí mismo; no se guíapor codicias humanas (Stgo 4,3), sino que lo inspiraeI Espíritu de los hijos adoptivos (Rom 8,15; 8,26).Esta oración se dirige al Padre (Gál 4,6), nos lleva adesear con todo nuestro ser lo que él quiere y lo queadelanta su Reino. Le pedimos cosas concretas (Mt7,ll), pero en otro sentido el Espíritu Santo es el queesperamos (Lc I l,l3). Esta oración siempre escucha-da trae el gozo (Jn 16,24).

Otros textos: I Pe 3,'7;4,7; Stgo 1,6; 5,16; Ap 5,8.

La palabra misión significa envío (com. de Mt 10,1).Jesús era el enviado del Padre para dar la BuenaNueva a Israel (Jn 3,1'7; 4,34;6,38;9,4; 10,36; 17,18;Mt 15,24), a los pobres y afligidos (Is 61,1; com. deMt 5,1; Lc 7 ,22). Al dejar esta tierra Jesús envía a losapóstoles (Jn 20,21; Mt 28, 19; He 1,8) y los acreditacon señales del Espíritu Santo (Mc 16,17 y com. deLc 10,1). Apóstol significa enviado (Lc 6,13). Des-pués de los Doce, la Iglesia seguirá enviando a losapóstoles y misioneros (com. de Lc 5,1). Uno debeser enviado por la Iglesia, lo mismo como los Docepor Cristo (Mc 3,13; He 26,16; 13,2; 19,14).

24. La misión y laevangelización

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LA ENSEÑNNZA BÍBLICA

La tarea misionera es obra común de los apóstoles ydel Espíritu Santo (Jn 14,)6, Lc 24,49: He L,4), quedará testimonio junto con ellos (Jn 15,26} El Espíri-tu anima al apóstol ( I Pe 1, 12), pero luego la palábradel apóstol hace que el Espíritu venga a sus audito-res. Quien recibe a los apóstoles recibe al Padre y alHijo (Lc 10, 16).

Los misioneros anuncian el Evangelio (eso es la BuenaNueva). En boca de Jesús, la Buena Nueva significala llegada del Reino de Dios (ver 110-116) y laacompañan las numerosas curaciones que Jesús obra(com. de Mt 9,35; Lc 7 ,22). En boca de los apósrolesla Buena Nueva significa Ia realización de las prome-sas de Dios a Israel (He 13,32). Es la gracia del per-dón y el don del Espíritu (He 2,38; 3,26; t0,43;13,38). La Buena Nueva está toda en la venida deJesús (Mc 1, I ), que nos trae la paz (He 10,36; Ef2,14).Para Pablo el Evangelio es el plan de salvi-ción de Dios para todos los hombres (Rom 15,9; Ef3,6). Su centro es la muerte y resurrección de Jesús(1 Cor 15,1). Es una fuerza que va conquistando elmundo (Rom 1,l'6; Col 1,6).

La predicación del Evangelio, cuando es acogida, rl1e.consigo arrepentimiento (He 2,37 -38; 3,19; 17,30;26,20) y conversión (Mt 4,17; Mc 6,12 (ver f82).El hombre reconoce la situación de pecado en queestaba, junto con un mundo perdido (He 2,40; 3,26)y cree en el perdón que Dios le ofrece por Cristo(He 5,3 1, (ver 160-164). Esta conversión del cora-z6n y del ser profundo es diferente de la que cen-siste solamente en dejar sus vicios (ver com. de Lc3,7 y 7,24). Es obra de Dios (Ez 36; 1 R 18,37;Rom 2,4). En cambio, al rechazar la predicación,personas y sociedades se pierden (Mt I 1,20; 12,41;Mc 16,16).

Evangelizar no es solamente anunciar el Evangelio,sino hacer que sea la Buena Nueva que a uno lolibera en las circunstancias concretas en que vive(com. de Mt 28,1 6). El Evangelio significa unasanación de toda la persona humana. Liberación delos prejuicios religiosos (Col 2,16-22: Gál 4,8-11) yde las barreras sociales (Gál 2,1 1). Trae una renova-ción de toda la cultura y una crítica radical delorden social ( I Cor 7 ,17 -24). Lleva a una madurezde juicio y de las relaciones con los demás (Ef 4,14;4,22-32).

Los que anuncian el Evangelio se presentan corno lostestigos de Cristo (He 1,8; Jn 15,27). Después deJesús, testigo fiel (Ap 1,5; 3,14) que viene al rnundopara dar testimonio de lo que ha oído del Padre (Jn1,18;3,11) y que da testimonio de lo que es él (Jn,8,13; L Tim 6,13), los apóstoles a su vez dan testimo-nio de él (Jn 15,17;20,21). Mediante su testirnonio,Dios es e[ que da testimonio (1 Jn 5,9).

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rA ENSEñANZA aíauca?46

25. EI porvenirdel mundo,el Juicio y IaResurrección

54"IVIártir, en idioma griego, signif,ica testigo. Llamamos

m¿futir al que sufrió y dio su vid.a para ser consecuentecon su testimonio (Ap 2,13i 6,9; l l,3: 17,6; Mc 13,9; ycom. de Mt 10,16). Debido al odio del demonio conrraIa Iglesia, será¡r nurnerosos los miírtires (Ap li,6). Ellosson los verdaderos vencedores del mundo (Ap 12,11).

El Reino de Dios se desarrolla dentro del mundo,obra de Dios, como un fermento (Mt 13,33), capazde transformarlo y de salvarlo (Jn 3, 16). Eirernundo, sin embargo, está bajo el poder del MaIo(ver com. de Jn 3,11 y Jn 5,19) a consecuencia de lacaída del hombre que alienó su libertad (Jn 8,34;Rom 8,18). Jesús, al morir, le ha quitado su poderde alguna manera (Mt 12,29; Jn lz,3l). sin embar-go, al juzgar según las apariencias, sigue nnuy influ-yente (Mt 16,18) y anirna una corriente poderosaque se opone a la verdad y la justicia (Jn 3,19) yque odia más que todo a los restigos de Cristo (JnI 5, 1 8; Mt I 0, I 6; Ap lZ,l7) y a su Iglesia (ApL2,13). Esta corriente hostil es llamada a veces ..elmundo>> (Jn 16,33). A veces se llama <<mundo>> alos que no conocen su vocación de hijos de Dios(Jn 14,19:' 16,20; 17,23; I Cor 5,10). Ver tambiénI Jn 2,15.

Los creyentes están dentro del mundo sin ser delmundo (Jn 17,15). La Iglesia está al servicio delmundo para llevarlo a su fin verdadero (Mc 16,15;Col I,20). No está al servicio de los proyecros delmundo (Stgo 4,4) ni de los ideales humanoi de felici-d?d,_de justicia y de paz, siempre Iimitados (Lc12,13; 12,51), que olvidan la situación real del hom-bre pecador (Mt 4, I ) y no entienden la salvaciónmediante la cruz (Mt 16,23; Lc 24,26 1 Cor 1,20).

Sin embargo, al fijarnos en el Antiguo Testamento,descubrimos gna pedagogía divina. para que elhombre entienda su vocación divina, necesita probarlos bienes de Ia tierra y luchar por ideales humanos(ver com. de Gén 13,'7; Ex 3,16; Intr. a I R; com. deMt 5,1), ideales limitados que Dios los ayudará apurificar poco a poco, llegando a entender el misteriode Ia cren (ver com. de Lc 24,13):

Para su propio crecimiento, como para bien del mundo,el creyente se compromete en tás tareas del mundd(Mt 25,14;2 Tes 3,10; I Tim 4,3; Tit 3,8; com. de Mc13,33) y con esto se hace cooperador de Dios Crea-dor, que sigue actuando y éreando (com. de Gén1,28; Jn 5,7)..La Iglesia puede esperar ti.*pos de pazy lna irradiación del- Evangétio (Ap 2O,l ¡.

^Su

influ,encia será manifiesta (com. de Mt 13,3 l) e insti-tucid'"gr humanas de toda clase.se coui¡arán a susombrilMt 1.3,32). sin "*u*!t, habrá pt.r""ucio-nes (ver 251), además de los escándalos áentro de Ia

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I-A ENSEÑANZA BÍBLICA

Iglesia (Mt 13,47). El demonio favorecerá, conrraella, las falsas religiones (Ap 13,11) y los regímenestotalitarios (Ap 13,2) y a veces dará la impresión dehaberla vencido (Ap Ll,7; 13,14-17).

Jesús nos advierte respecto de los conflictos que laIglesia enfrentará. Los tiempos futuros, tal vez largos(Ivft 28,24; Lc 21,24) serán una segunda erapa de lahistoria sagrada: el Evangelio predicado a los nojudíos (Mc 13,10) para que acojan la fe y formenparte del pueblo de Dios (He 26,17-18). Maduraciónde la hurnanidad (Ef 4,13) en busca de su unidad enel Hombre Nuevo. La Iglesia se extenderá dandoimpulso y protección a muchas novedades (Mt13,3 1; Ap 20,1). No faltarán los escándalos dentro dela Iglesia. (Mt 13,4'7:18,7). La historia será un conti-nuo juicio de Dios (Ap 13-18) sobre las naciones, lasculturas y ia Iglesia misma (Ap 1-3). Todas las con:tradicciones de nuestra historia serán puestas a la luz(Lc 2,35; Jn 9,39).

El demonir-' se valdrá de los errores contra la lglesia(Ap l3,i i) favorecerá religiones puras en que la vio-lencia se disirnula (Jn 16,2; He 22,34) y los sisremastotalitarios (Ap 13,2). Parecerá muchas veces que hasido vencedor (Ap ll,7; 13 ,14-17). Después demuchas crisis el mundo estará maduro para un últimoenfrentarniento (ver LZ.): apostasía de las naciones y'venida del anticristo (2 Tes 2,3-9; I Jn 2,18). Esto seráel preludio de la vuelta de Cristo (Mc 13,26) y de laResurrección (1 Tes 5,15; I Cor 15).

Estamos esperando un juicio de Dios sobre la hisroria yuna resurrección. No vivimos sino una vez (LcL6,27;20,27; Heb 6,4-8;9,27) y nuestra eternidad sejuega toda en esta vida (com. de Mt 13,36).

¿Cuál será nuestra existencia después de la resurrec-ción? Ver Lc 20,27 y 1 Cor 15. Compartiremos laGloria de Dios (Rom 8,17; 8,30). Verlo y amarlocomo él se ama y se ve a sí rnismo, y ser con El unsolo espíritu (1 Cor 6,L7; 13,13; 1 Jn 3,2). Jesúsmuestra que esa vida en Dios tiene un aspecto comu-nitario (Mt 22;25,L-30; Lc 22,30). Plenitud del uni-verso inmerso en la Gloria de Dios (Rom 8,21-23;Ap 21,22).

¿Acaso los muertos están sin vida alguna antes de laResurrección? La duda queda en el Antiguo Testa-mento (ver 92); (Dn l2,l-5 y 12,13). El Nuevo hablaclaramente al respecto: Lc 23,43;2 Cor 5,8; Fil 1,23;1 p 4,6; Ap L4,3

La Biblia afirrna repetidamente que algunos van contoda su voluntad a una perdiclón ¿éfinitiva. Estaexistencia fuera de Dios y para siempre es compara-da con el suplicio del fuego: Mt 13,30; L3,42; Mc9,43; Lc 16,23; Ap21,8.

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LA ENseñnNzA eieucn259

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Ninguno se acercará a Dios sin haber sido purificadode- todo pecado e impureza. La Iglesia siempre afir-mó qu" ün" purificaóión se da en el momento de lamuerte e incluso después para todos aquellos que se

quedaron apegados á sus irnperfecciones y deseos

humanos (2 Ma 12,43;1 Cor 3,15)

RESUMEN Y FECHAS DE LA HISTORIA SAGRADA

1800 a 1700: Abraham.

1600 a 150O: Jacob.

La historia de losPatriarcas es, antesque nada, un elogiode la fe auténtica (verHeb ll,8-ll). Secuenta en Génesis l2a 50.

1250: Exodo de Moisés.

Toda esta historiaestá en Exodo l-20;24: 32-34. Tambiénen Números I l-14 y20-25.

Según la Biblia, losisraelitas estuvieron40 años en Cadés:Números 14.

1200: Josué.

Ver mapa p. 260.

1000: David toma Jerusalén.

Profecía de Natán en2 Samuel T ,14.

V70 a9322 Reinado de Salornó,n.

Entonces se redactanlas partes más anti-

Podemos dividir la Historia de Israel en cuatro grandesperíodos:' los Patriarcas, el Exodo y la Conquista, el-tiempode los Reyes y la Comunidad judía después del destierro.

El tiempo de los PatriarcasAntes de que Israel fuera un pueblo, familias nómadas, de

faza amorrea, recorrían con sus rebaños los territorios deMesopotamia, de Siria y de Canaán, llegando hasta Egipto.Israel guardaba recuerdos de esos lejanos antepasados, enespecial de dos de ellos:-Abraham

había marchado de Jarán a Canaánr.por una prome-sa de Dios que le daría una tierra y una descendencia en ese país.

Jacob había recibido nuevamente bendiciones de Diosmientras se esforzaba por establecerse en Canaán.

Abraham y Jacob y sus semejantes eran nómadas pobres yanalfabetos. Se desplazaban con sus carpas y rebaños en losconfines de las dos grandes civilizaciones de aquel tiempo:Mesopotamia y Egipto. A ellos los llamaba Dios para que deellos saliera su pueblo, instrumento suyo para llevar a madu-rezy afeliz término la historia de toda la humanidad.

EI Exodo y Ia ConquistaA Egipto entraban y de Egipto salían los nómadas. Uno de

esos grupos huyó de la esclavitud bajo la conducta de Moi-sés. El milagro con que fueron favorecidos, pasando el MarRojo, fue para ellos la señal de que Dios los libraba paraponerlos a su servicio. Moisés fue su guía y su profeta, ense-ñándoles a Yavé Unico.

En el Sinaí se concluye la Alianza entre Yavé e Israel:ustedes serán mi propio pueblo entre todos los pueblos de Iatierra (Ex 19,6).

En los oasis de Cadés el grupo de Moisés se junta conotros de su misma raza que adoptan la Ley de Moisés: DiosUnico, Celoso y Justo no tolera ninguna imagen divina. ElPueblo de Dios deberá imponerse por las arrnas antes quepactar con la civilización y la religión de los cananeos.

Muerto Moisés, Josué, con una fracción de Israel, con-quista parte de la tierra de Canaán. El pueblo de las 12 tribus,todavía muy independientes, toma conciencia de su identidaden el siglo siguiente, mientras los <<.Jueces» encabezan susluchas contra los opresores.

El tiempo de los Reyes

La llegada por m¿r de los filisteos, que ocupan la costa einvaden los valles de Palestina, obliga a los israelitas a unirsepara defender su independencia. Después de SaúIr eue muere enla guerra, David conquista Palestina y sus alrededores. Al tomarJerusalén, hace de ella el centro de la unidad nacional. David seporta como servidor de Yavé y profeta, y recibe de Dios unapromesa para sus descendientes que reinarán después de é1.

Salomón, hijo de David, construye el Templo de Jerusa-lén, que reemplazará todos los antiguos santuarios. Hace deIsrael una nación de sedentarios, organizada y urbanizada.