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Manual de Retorica

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    11 Letras e Ideas Coleccin dirigida por

    FRANCISCO RICO

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    ANTONIO AZAUSTRE y JUAN CASAS

    MANUAL DE

    RETRICA ESPAOLA

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    EDITORIAL ARIEL, S. A.

    BARCELONA

    UNIVERSIDAD DE SEVillA

    Fac. Filologa Biblioteca

  • I

    l." edicin: febrero 1997 l." reimpresin: septiembre 2001

    1997: Antonio Azaustre Galiana, Juan Casas Rigall

    Derechos exclusivos de edicin en espaol reservados para todo el mundo:

    1997 Y 2001: Editorial Ariel, S. A. Proven~a, 260 - 08008 Barcelona

    ISBN: 84-344-8391-2

    Depsito legal: B. 40.702 - 200 1

    Impreso en Espaa

    Ninguna parte de esta publicacin. incluido el diseo de la cubierta. puede ser reproducida. almacenada o transmitida en manera alguna ni por ninglln medio. ya sea elctrico. qumico. mecnico. ptico. de grabacin

    o de fotocopia, sin penniso previo del editor.

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    PRLOGO

    Una es la Potica y uno el Arte de componer bien en verso, comn y general para todas las naciones y para todos los tiempos, as como es una la Oratoria [ ... ]. De aqu es que sera empefio irregular y extravagante querer buscar en cada nacin una oratoria y una potica distinta. Bien es verdad que en ciertas circunstancias accidentales puede hallarse y se halla, en efecto, alguna diferencia ...

    IGNACIO DE LuzN, Potica

    El presente Manual de retrica espaola pretende conciliar el rigor indispensable en el anlisis de conceptos oratorios con la sencillez requerida para su fluida asimilacin. Todas las nociones examinadas y definidas han sido ilustradas con textos espaoles de la Edad Media y el Siglo de Oro, perodos de especial riqueza en la praxis retrica. Es sta la causa principal de que en el ttulo de nuestro manual hablemos de una retrica espaola, aunque, en sentido estricto, ello tampoco resulta improcedente por otros motivos: la retrica, como la gramtica, est condicionada por el idioma, y, como la poesa, por la tradicin cultural y literaria. En otras palabras, las circunstancias accidentales a las que se refera Luzn justifican la existencia de retricas dentro de la Retrica.

    La abundante ejemplificacin hispana constituye, pues, la armazn de este trabajo. Es cierto que ya contamos con diversas aportaciones apreciables en este campo; sin embargo, suelen centrarse en la elocutio, no tanto en los restantes formantes de la retrica. Paralelamente, los ms completos manuales sobre el arte oratorio apenas acompa.an la teora con pasajes extrados de textos espa.oles. Nuestro libro nace con la intencin de cubrir esta laguna.

    Las obras escogidas para ilustrar las nociones analizadas son de carcter literario. Por esta razn, este trabajo debe ser entendido de modo primordial como un manual de retrica literaria, aunque no ex

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    MANUAL DE RETRICA ESPAOLA 8

    clusivamente: ciertos principios fundamentales de oratoria slo tienen sentido en el mbito legal, forense o epidctico en que surgieron, de manera que, si bien se detecta su incidencia en literatura, en ocasiones ello es debido a la concepcin retrica Uudicial, deliberativa o demostrativa) de ciertos escritos, ms que a su propia naturaleza potica.

    Como advertir quien consulte aquellas pginas, los apartados referentes a la elocutio se encontraban ya, salvo ligeras modificaciones, en nuestra Introduccin al anlisis retrico: tropos, figuras y sintaxis del estilo, germen de este manual, ahora ampliado a las otras esferas de la retrica. La estructura del libro est determinada por las dimensiones oratorias, de acuerdo con la visin tradicional. Tras un captulo introductorio al arte de la elocuencia, el estudio del asunto del discurso precede a la exposicin detenida de sus cinco fases elaborativas (inventio, dispositio, elocutio, memoria yactio). Diversos cuadros sinpticos, una bibliografa bsica y un ndice de trminos tcnicos completan el volumen.

    No querramos concluir este prlogo sin expresar nuestro agradecimiento a las personas cuya ayuda ha hecho posible este trabajo: nuestros compaeros de Departamento, en especial Alfonso Rey y ngel Abun, quienes, a raz de la lectura de un borrador, nos brindaron tiles sugerencias y precisiones; Luis Lorenzo Rivas, que puso a nuestra disposicin su pericia informtica; y Francisco Rico, director de la coleccin Letras e ideas y promotor del proyecto.

    Santiago de Compostela, diciembre de 1996

    INTRODUCCIN

    La retrica, de acuerdo con los tratadistas clsicos, es el ars bene dicendi, la tcnica de expresarse de manera adecuada para lograr la persuasin del destinatario. En el sistema de las artes liberales, junto con gramtica y dialctica, formar parte del trivium. 1 Es, de este modo, la retrica una tcnica verbal, originariamente ligada a la oralidad y al discurso no literario, que pronto acogera la escritura y la poesa en su seno.

    Como disciplina susceptible de aprendizaje, la retrica tiene un origen por completo ajeno a la literatura. En el siglo v a.c., en Siracusa, los tiranos Geln e Hiern realizaron expropiaciones de tierras, que ms tarde, con el advenimiento de la democracia, seran anuladas; esta situacin provoc numerosos pleitos por derechos de propiedad, en los que se advirti el valor de la elocuencia para defender causas judiciales. Simultneamente, desde ~na perspectiva poltica, la propia democracia cimenta la importancia \de la persuasin verbal. Adems del discurso judicial y poltico, el elogio funerario, en el que se trata de demostrar convincentemente las virtudes del difunto, tambin entrara en el radio de accin de la nueva disciplina. En este contexto comienza a desarrollarse la enseanza de la retrica. Desde aqu, su irrupcin en el mbito de la reflexin sobre la literatura fue sencilla.2

    La retrica, desde sus orgenes, se halla estrechamente vinculada a otras disciplinas del dominio de las letras: la gramtica y la potica.

    1. Vid. H.-I. Marrou, Hstoire de /'ducation dans /'Antiquit, Pars, Du Semi, 1955> (trad. de J. R. Mayo, Historio. de la educacin en la Antigedad, Buenos Aires, Eudeba, 19763).

    2. De entre la abundante bibliografa sobre este punto, puede verse E. R. Curtius, Europaische Literatur und lateinisches Mittelalter, Berna, Francke, 1948 (trad. de M. Frenk y A. Alatorre, Literatura europea y Edru1 Media latina, Mxico, FCE, 1955, pp. 97-106); R. Bartbes, .L'ancienne rhtorique., Communications, 16 (1970), pp. 172-229 (trad. de B. Dorriots, Investigaciones retricas 1. La antigua retri ca, Barcelona, Eds. Buenos Aires, 1982); A. Plebe, Breve storia del/a retorica antica, Hari, Laterza, 19902 ; y J. A. Hemndez Guerrero y M" del C. Garca Tejera, Historia breve de la retrica, Madrid, Sntesis, 1994.

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    ~ MANUAL DE RETRICA ESPAOLA 10

    Los campos de estudio de retrica y gramtica, dentro del trivium, compartan un importante captulo: las figuras y los tropos. La grammatica, el ars recte loquendi, fijaba los modelos de lengua correctos a partir de la poesa. Adems, junto a la teorizacin sobre el lenguaje, era competencia de la gramtica la enarratio poetarum, es decir, el comentario de textos literarios. Los auctores empleaban a menudo palabras y expresiones ajenas al habla ordinaria, las figuras y los tropos, por lo cual el gramtico deba conocer estos usos a la perfeccin.

    Por otra parte, la retrica tambin se encuentra relacionada con la potica. En palabras de Barthes, el ars rhetorica se ocupa de la palabra simulada,>, esto es, lo verbal como instrumento de persuasin, mientras que el arte potica se cie a la "palabra ficticia, entendida aqu la ficcin como componente esencial de la literatura.3 En principio, por consiguiente, retrica y potica son marcos de estudio independientes; sin embargo, cuando la primera reduzca su mbito y se acomode a la creacin literaria -proceso ya iniciado en la Antigedad clsica-, ambas disciplinas tendern a confluir.

    Desde una perspectiva terica, la estrecha relacin de retrica, gramtica y potica se comprobar con especial nitidez en las artes poetriae medievales, preceptivas para la creacin potica que conjugan nociones procedentes de aquellos tres dominios (vid. infra).

    El anlisis retrico de textos literarios tiene un alcance y unos lmites que no siempre han sido calibrados en su justa medida. De entrada, es ste un mtodo utilsimo pero incompleto a la hora de dar cuenta de todos y cada uno de los entresijos de la creacin literaria, incluso en el estudio de la obra de autores cuya formacin retrica incide en su modo de escribir. Sin embargo, no es menos cierto que la lectura desde una ptica retrica de textos cuyos artfices ignoran o pretenden ignorar esta disciplina puede proporcionar interesantes resultados al estudioso.

    Sabido es que la retrica ocupa un lugar preeminente en el sistema educativo antiguo y medieval, y que su importancia entre las disciplinas humansticas fue crucial hasta el advenimiento del Romanticismo. El mtodo de aprendizaje de la disciplina, desde la Antigedad, implica tres procesos complementarios: el estudio de los preceptos, la imitacin de modelos y la praxis personal (Rhetorica ad Herennium, 1,2,3). As, la formacin literaria de Juan Ruiz, Quevedo o Jovellanos estuvo fundada en gran medida en la retrica, hecho que inevitablemente se trasluce en sus escritos; de este modo, el conocimiento de estas pautas compositivas es una ayuda inestimable para la descripcin y explicacin de un estilo. Ahora bien, esto no debe inducir a pensar

    3. R. Barthes, La antigua .... pp. 16-17.

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    INTRODUCCIN

    que la obra de estos y otros autores deriva de la mera aplicacin de principios retricos; la creacin literaria es un fenmeno en extremo complejo, cuyas dimensiones no pueden ser agotadas por ninguna teora de la palabra.

    La retrica, durante siglos, incide en la concepcin literaria, pero, por s sola, no puede dar cuenta del entramado artstico de una pieza de creacin. Dnde se debe establecer, entonces, la frontera entre ambas orientaciones, indiscutibles y opuestas?; en otras palabras, y simplificando el problema, qu elementos de una obra literaria proceden de la retrica y cules son producto del genio autorial? Desde un punto de vista terico, es sta una pregunta sin respuesta, pues slo el estudio particular de autores y obras concretas en su contexto histrico-literario plantear interrogantes especficos con posibles soluciones.

    Desde otra perspectiva, es ingenuo pensar que la retrica sea un mtodo estril en su aplicacin al estudio de la literatura contempornea. Cuando los romnticos, en sus afanes de ruptura, dirigieron su ira contra la tirana multisecular de la retrica, sus esfuerzos estaban abocados al fracaso; la renovacin estilstica provoc bsicamente una diferente seleccin de procedimientos artsticos con respecto a la tradicin anterior, pero estas tcnicas estaban en su mayor parte inventariadas desde haca siglos. Un hablante de una lengua como el espaol no necesita saber qu es un complemento directo para emplearlo a diario; del mismo modo, muchos poetas que desconocen el concepto de epanadiplosis lo aplican, no obstante, en sus versos. As pues, la retrica sigue teniendo utilidad en el anlisis de textos contemporneos; otra cosa es que la crtica se muestre, en gener~l, reacia a aplicar este mtodo a la literatura reciente.4

    Es ste el momento de reiterar que el haber ceido la ejemplificacin a textos medievales y del Siglo de Oro no procede de un prejuicio que limite la aplicacin del mtodo de anlisis retrico. Ello se debe, antes bien, a un criterio histrico que ha seleccionado etapas de gran vigencia de la retrica en la formacin y estima de los literatos.

    La retrica se organiza como un complejo sistema de reglas y recursos que actan en distintos niveles en la construccin de un texto. Todos ellos guardan una estrecha conexin entre s, y todos repercuten en dos mbitos generales que deben abordarse en primera instancia.

    4. Una seleccin de procedimientos retricos usuales ilustrados con versos espaoles e hispanoamericanos contemporneos se puede ver en E. Torre y M. A. Vzquez. Fundamentos de potica espaolo., Sevilla, Alfar. 1986.

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    MANUAL DE RETRICA ESPAOLA

    De entrada, el sistema de la retrica intenta satisfacer las necesidades de los distintos gneros oratorios: el asunto nuclear del discurso es, por tanto, el primer imperativo que condiciona al orador. Adems, la retrica diferencia los diversos estratos que integran una pieza o discurso dentro de cada modalidad oratoria.

    En consonancia con ello, la estructura bsica de este manual se fundamenta en estos dos dominios: el asunto del discurso y sus dimensiones o fases elaborativas.

    1. EL ASUNTO DEL DISCURSO

    Es bien conocida la divisin de la retrica en las distintas fases de elaboracin de un discurso (inventio, dispositio, elocutio, memoria y actio), procesos que deben ser combinados para la consecucin del mensaje oratorio (vid. infra 2).

    Sin embargo, antes de comenzar a construir el discurso en s mismo, el orador se aplica a analizar el asunto que aborda desde diversas vertientes. En una perspectiva retrica, ello constituye una previa e indispensable preparacin que le ayuda a conocer aquello con lo que va a enfrentarse; a desentraar, en suma, todas las particularidades y matices que encierra un concepto tan amplio como el tema que tratar. En el sistema de la retrica, conocer todas las posibilidades de desarrollo del asunto del discurso resulta, pues, imprescindible para enfocar adecuadamente sus distintas fases elaborativas.

    El asunto del discurso o materia arts -lo que hoy llamaramos tema- es una nocin muy amplia, que puede analizarse desde distintos ngulos, segn se centre la atencin en unos u otros de sus elementos constituyentes.

    Primeramente, el asunto del discurso puede contemplarse desde una perspectiva externa, atendiendo a su destinatario y a las circunstancias derivadas de este hecho. Es aqu donde encuentra lugar la conocida clasificacin aristotlica de los gneros retricos (judicial, deliberativo y demostrativo).

    Adems, el asunto oratorio puede ser encarado desde un punto de vista inmanente. A este respecto, el predominio que histricamente han tenido lo judicial y poltico como campo de actuacin de la retrica ha supuesto que, en innumerables ocasiones, el ncleo del discurso retrico cristalizase en un enfrentamiento entre dos partes opuestas en su enfoque y tratamiento. El asunto o tema se converta entonces en una controversia o quaestio. La retrica, fiel a su actitud general en el anlisis de los discursos, sistematizaba y clasificaba es

    l

  • 14 15 MANUAL DE RETRICA ESPAOLA

    tas quaestiones atendiendo a diferen~es criteriQs~ su grado de complejidad, su grado de concrecin y el elemento nuclear de la discusin (o status).

    En consecuencia, los apartados siguientes analizarn el asunto del discurso desde estos dos ngulos: en primer lugar nos ocuparemos del estudio de los gneros retricos, para concluir con las quaestiones.

    1.1. Los gneros retricos

    En sentido retrico estricto, los gneros retricos anti.guos (judicial, deliberativo y demostrativo) son tipos de discurso definidos en buena medida por su destinatario; de este hecho derivan los dems elementos caracterizadores. Lo difundido de esta clasificacin ha provocado que, en la prctica, los gneros retricos se hayan convertido en sinnimos de tipos o clases de discurso retrico, y as los consideramos en nuestros esquemas finales (vid. infra).

    Gnero judicial (genus iudiciale). El gnero judicial est encarnado bsicamente por los discursos pronunciados ante un juez; el objetivo del orador es acusar o defender, en tomo a la alternativa justicia vs. injusticia; el asunto que origina la causa pertenece al pasado. Se trata, pues, de enjuiciar lo justo o injusto de una accin con respecto a la ley; ello implica que tales discursos puedan orientarse en dos direcciones, en ningn modo excluyentes: por un lado, hacia la comprobacin del hecho; por otro, hacia la interpretacin de la ley en su aplicacin a dicha accin. Ambas posibilidades fueron sistematizadas por la retrica, que distingui, respectivamente, entre genus ratonale (o valorativo) y genus legale. 5

    Gnero deliberativo o forense (genus deliberativum). Se manifiesta fundamentalmente en los discursos pronunciados en una asamblea o foro; el orador pretende aconsejar o disuadir, apoyado en la dicotoma til vs. perjudicial; el ncleo de la causa es un hecho que se verificar en el futuro.

    Gnero demostrativo o epidctico (genus demonstrativum). Se concreta habitualmente en los discursos sobre una persona o cosa a la que se trata de alabar o denostar ante un pblico determinado. Frente a los anteriores, el gnero demostrativo presenta la particularidad de que no es preciso tomar una decisin sobre el asunto del discurso, lo que le confiere un carcter menos prctico y dialctico: no se centra

    5. Resulta evidente que dichos subtipos actan conjuntamente en la prctica de un proceso judi. cial. Defensa y acusacin pueden, en un momento determinado, orientar el proceso hacia una u otra va de desarrollo, segn sus intereses.

    EL ASUNTO DEL DISCURSO

    ya en la discusin sobre un pleito judicial o un asunto poltico; por contra, cobra ms protagonismo el propio discurso como objeto de valor artstico. Se percibe aqu el nexo de unin entre retrica y literatura a travs de este tipo de discursos, vnculo que se extendi a los otros dos gneros cuando las circunstancias polticas los redujeron a ejercicios escolares cuya finalidad era la exhibicin de una tcnica, no su utilidad prctica.

    Durante la Edad Media, a los genera clsicos se aadirn las artes: ars praedicandi, ars dictandi y ars poetriae.6 La novedad principal de tales incorporaciones radica en que, salvo en el primer caso, estas nuevas modalidades no son orales, sino que implican la escritura. Adems, el ars poetriae subraya la entrada explcita de la literatura en el terreno de la reflexin retrica.

    Ars praedicand. Es la tcnica de elaborar sermones. Los tratados sobre esta disciplina est*n constituidos por consejos de tipo prctico dirigidos al orador cristiano, que" como adoctrinador, debe construir sermones elocuentes y atractivos para los fieles.

    Ars dctandi (o ars dictaminis). Es el arte de escribir cartas. Esta modalidad est integrada por repertorios de frmulas fijas, que, dependiente su seleccin de la materia tratada y el destinatario, permiten configurar mecnicamente los escritos.

    Ars poetriae. Las artes poetriae son tratados tericos que conjugan preceptos gramaticales, mtricos y retricos cuya aplicacin permitir al lector sutil convertirse en un buen poeta. Retrica, gramtica y potica confluyen de manera expresa, por tanto, en esta modalidad.

    1.2. Las quaestiones

    Como se ha sealado, el asunto del discurso en s mismo, la quaestio o controversia, tambin puede clasificarse internamente segn otros tres criterios: su grado de complejidad, su grado de concrecin y el elemento esencial de la disputa (status). Desde esta perspectiva, y tomando como base un pleito judicial -el ms comn y, por tanto, modelo de ejemplificacin en los tratados clsicos de retrica-, es posible determinar una variada tipologa de quaestiones.

    A la hora de buscar ejemplos literarios de las distintas clases de quaestio, se plantea en toda su dimensin la distancia existente entre

    6. Vid. J. J. Murphy, Rhetoric in the Middle Ages, Berkeley, University oC California Press, 1974 (trad. de G. Hirata, La retrica en la Edad Media, Mxico, FCE, 1986); Y Medieval Rhetoric: A Selected Bibliography, Tomnto, University. 1977.

    3ibliO~2~]

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    el mbito del discurso judicial o forense -originario territorio de esta ars- y el dominio de la obra literaria: sta no exige, al menos como caracterstica imprescindible, un planteamiento dialctico ni una finalidad prctica orientada a persuadir de una tesis, condicionantes ambos que se hallan en el origen de genera y quaestiones.

    Con todo, tampoco resulta tarea imposible hallar tales ilustraciones. Para ello, nuestra mirada deber dirigirse, preferentemente, bien al terreno de la literatura didctica -donde se encuentra tanto una dialctica general entre el bien y el mal, como una intencin de pero. suadir de una conducta-, bien a aquellos lugares donde la obra de ficcin reproduzca contextos y situaciones de ndole judicial o forense. En este sentido, piezas como el Conde Lucanor o, en el Quijote, el episodio de la nsula de Barataria son frtiles puntos de referencia y ejemplificacin.

    1.2.1. QUAESTlONES SEGN SU GRADO DE COMPLEJIDAD

    De acuerdo con su mayor o menor complejidad, se distinguen tres tipos de quaestio: simplex, coniuncta y comparativa.

    a) Quaestio simplex. En la quaestio simplex (cuestin simple), la controversia gira sobre un solo asunto o tema; por ejemplo, Cometi el crimen? Veam~s un ejemplo extrado del Conde Lucanor:

    -Patronio, un homne vino a m por guarecerse conmigo, e commoquier que yo s que l es buen homne en s, pero algunos dzenme que ha fecho algunas cosas desaguisadas. E por el buen entendimiento que vs habedes, rugovos que me consejedes lo que vos parece que Jaga en esto (Don Juan Manuel, Conde Lucanor).

    En este caso, el conde se limita a exponer a Patronio sus dudas acerca de la inocencia o culpabilidad del buen hombre vctima de la maledicencia. Se trata, por tanto, de una cuestin simple.

    b) Quaestio coniuncta. Frente a la primera modalidad, la quaestio coniuncta (cuestin compuesta) est constituida por ms de un_ asunto (Cometi robo u homicidio?). El Conde Lucanor nos proporciona una nueva ilustracin del concepto:

    -Patronio, un mio criado me dixo quel' traan cassamiento con una mujer muy rica e an que es ms honrada que l, e que es el casamiento muy bueno para l, sinon por un embargo que y ha. E el embargo es ste: dxome que!' dixeran que aquella mujer que era la ms fuerte e ms

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    EL ASUNTO DEL DISCURSO

    brava cosa del mundo. E agora rugovos que me consejedes si le mandar que case con aquella mujer, pues sabe de cul manera es, o sil' mandar que lo non faga (Don Juan Manuel, Conde Lucanor).

    Estamos ahora ante una cuestin compuesta porque Patronio, como juez, deber sopesar la conveniencia de que un hombre se case con una mujer ms noble y rica, combinado el primer conflicto con el aadido de tener sta un carcter endiablado.

    c) Quaestio comparativa. Por ltimo, la quaestio comparativa (cuestin comparativa) se centra en el cotejo y valoracin de varios supuestos (Quin debe recibir una herencia entre los posibles legatarios?). Otro pasaje del Conde Lucanor permitir ejemplificar esta tercera manifestacin:

    -Patronio, dos hermanos que yo he son casados entramos e viven cada uno d'ellos muy desvariadamente el uno del otro. Ca el uno ama tanto aquella duea con qui es casado, que abs podemos guisar con l que se parta un da del lugar onde ella es, e non faz cosa del mundo si, non lo que ella quiere e si ante non gelo pregunta. E el otro, en ninguna guisa non podemos con l que un da la quiera veer de los ojos nin entrar en casa do ella sea. E porque yo he gran pesar desto, rugovos que me digades alguna manera por que podamos y poner consejo (Don Juan Manuel, Conde Lucanor).

    En esta ocasin, Patronio deber comparar la actitud de los dos maridos -uno excesivamente complaciente, otro demasiado ariscopara dirimir si alguno de estos comportamientos es recomendable.

    1.2.2. QUAESTIONES SEGN SU GRADO DE CONCRECIN

    En este punto nos encontramos ante la conocida dicotoma establecida entre la quaestio infinita y la quaestio finita.

    Una cuestin infinita es aquella disputa o controversia centrada en un asunto de carcter general, terico o abstracto. Se trata de una confrontacin dialctica entre ideas, actitudes o comportamientos que no se focalizan en circunstancias, hechos o individuos concretos. As, una cuestin infinita, que suscitaria argumentos y razones en una y otra direccin, sera la pregunta Es necesaria la guerra?

    Por el contrario, en la cuestin finita la disputa es de carcter concreto e individual; en trminos retricos, es una causa que conlleva hechos y circunstancias particulares, y protagonistas con nombre propio. Estos condicionantes otorgan al asunto una dimensin distinta frente a su planteamiento infinito, tal y como puede verse si la ante

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    rior cuestin general sobre la guerra se torna finita y se concreta en una guerra determinada (Fue necesaria la guerra civil espaola?).

    Esta diferencia entre el enfoque de un asunto planteado bien como cuestin finita, bien como infinita, tiene una importancia capital en retrica. Buena prueba de ello es el hecho de que, en una controversia judicial o forense, cada una de las partes en conflicto poda utilizar una misma cuestin infinita en su propio inters, al trasladar su consideracin terica a las circunstancias concretas de su causa. Por ello, resultaba frecuente que, al final de la argumentacin probatoria, cada parte reforzase sus argumentos particulares con estos razonamientos generales. As, ante un conflicto universal del tipo Es lcito matar a un hombre?, la reflexin terica encontrar argumentos en una direccin negativa (nadie puede privar de la vida a un semejante, la vida no es patrimonio de nadie... ), pero tambin otros que pueden apuntar hacia una justificacin (la guerra, el inters de la colectividad, la defensa de la propia vida...). En un pleito sobre asesinato, defensa y acusacin podrn reforzar. sus argumentaciones probatorias con aquellas razones, seleccionando, claro est, las que se adaptan al carcter concreto de ese pleito y al inters de su causa.

    Veamos una ilustracin literaria.!, En el exemplo XXII del Conde Lucanor, la cuestin finita est representada por el caso personal del noble, mientras que el aplogo de Patronio sobre la vida de las hormigas, sus argumentos y los viessos finales, al tiempo que defienden una tesis, desarrollan la correspondiente cuestin infinita:

    DE LO QUE FAZEN LAS FORMIGAS PARA SE MANTENER

    Otra vez fablava el conde Lucanor con Patronio, su consejero, en esta manera:

    [Cuestin finita:] -Patronio, loado a Dios, yo s assaz rico e algunos consjanme que, pues lo puedo fazer, que non tome otro cuidado sinon tomar plazer e comer e beber e folgar, queassaz he para mi vida e an qu dexe a mios fijos bien heredados. E por el buen entendimiento que vs habedes, rugovos que me consejedes lo que vos parece que debo fazer.

    [Cuestin infinita:] -Seor conde Lucanor -dixo Patronio-, commo quier que el folgar e tomar plazer es bueno, para que vs fagades en esto lo que es ms aprovechoso, plazerme a que sopissedes lo que faze la formiga para mantenimiento de su vida.

    E el conde le pregunt cmmo era aquello e Patronio le dixo: -Seor conde Lucanor, ya vs veedes cunto pequea cosa es la for

    miga, e, segn razn, non deba haber muy gran apercibimiento, pero fallaredes que cada ao, al tiempo que los homnes cogen el pan, salen ellas de sus formigueros e van a las eras e traen cuanto pan pueden para su mantenimiento e mtenlo en sus casas. [ ... ] E an fallaredes que, ma-

    EL ASUNTO DEL DISCURSO

    guer que tengan cuanto pan les compla, que cada que buen tiempo faze, non fazen nin dexan de acarrear cualesquier herbizuelas que fallan. E esto fazen recelando que les non cumplir aquello que tienen; e mientre han tiempo, non quieren estar de balde nin perder el tiempo que Dios les da, pues se pueden aprovechar d'l.

    E vs. seor conde, pues la formiga. que es tan mesquina cosa, ha tal entendimiento e faze tanto por se mantener, bien debedes cuidar que non es buena razn para ningn homne -e mayormente para los que han de mantener gran estado e gobernar a muchos- en querer siempre comer de lo ganado; ca cierto sed que, por gran haber que sea, ande sacan cada da e non ponen y nada, que non puede durar mucho, e dems parece muy gran amortiguamiento e gran mengua de corac;:n

    E porque don Jon se pag d'este exiemplo, fzolo poner en este libro e fizo estos viessos que dizen ass:

    Non comas siempre lo que has ganado; vive tal vida que mueras honrado

    (Don Juan Manuel, Conde Lucanor)

    1.2.3. QUAEST/ONES SEGN EL TIPO DE CONFLICTO: LOS STATUS

    La clasificacin de una quaestio segn el punto que centra la discusin da lugar a la tipologa retrica de los status. En una disputa dialctica, dos partes enfrentan sus diferentes posturas con respecto a un asunto. El punto capital sobre el que gravita la controversia, aquello que en esencia constituye la disputa, es lo que retricamente se denomina status, que se podra hacer equivaler al propio trmino disputa o a su sinnimo conflicto.7

    Desde el punto de vista retrico, este concepto resulta especialmente aplicable al terreno judicial, puesto que es en este gnero donde ms propiamente se encarna el conflicto entre dos partes que disputan sobre un asunto, esto es, que pleitean. Sin embargo, el status es tambin aplicable a los otros dos grandes gneros de discurso retrico, el deliberativo y el demostrativo, puesto que ambos -en especial el primero- poseen un claro componente dialctico.

    La tipologa retrica de los status se desarrolla tomaqdo como base el caso judicial. Puede sistematizarse en cuatro posibilidades generales (status coniecturae, status finitionis, status qualitatis y status translationis), que, a su vez, se sintetizan en la pregunta que el juez se ha

    7. El tnnino status procede de la acepcin latina -posicin del luchador., que describe grficamente sus caractersticas retrcas. A esa tensin hace referencia G. Mayns, Retrica (ed. de A. Mestre, Valencia, Ayuntamiento de Oliva Diputacin, 1984, p. 75) como.el balanceo de las razones i passiones opuestas.

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    MANUAL DE RETRICA ESPAOLA 20

    ra tras escuchar las posturas de las partes sobre el asunto en disputa. Aunque cada gnero oratorio posee condicionantes especficos, no resulta complicado hallar su denominador comn en el estudio de los status.

    a) CONFLICTO DE CONJETURA (STATUS CONIECTURAE). Las dos partes en litigio no se ponen de acuerdo sobre la existencia o autora del hecho, que es afirmado por la acusacin y negado por el acusado o su defensa. El meollo de la cuestin -esto es, el status- radica en averiguar si se cometi o no el hecho, y sa es la pregunta que se hace el juez como concrecin de la esencia del proceso (An fecerit). Ante la discrepancia existente, tal averiguacin debe llevarse a cabo mediante suposiciones o conjeturas.

    As, el Sendebar plantea en su origen un conflicto de este tipo en el gnero judicial: la madrastra acusa al prncipe de haber intentado forzarla, mientras que los validos defienden al hijo del rey apoyndose en argumentos misginos, dado que no hay testigos; el monarca deber decidir la culpabilidad o inocencia del joven. De manera semejante, La vida es sueo gira en tomo a un conflicto de conjetura: el comportamiento de Segismundo est dictado por las estrellas o, por el contrario, ste posee libre albedro? En este caso, dado que los hechos an no han culminado y la resolucin del conflicto se verificar en el futuro, estamos situados en el gnero deliberativo.

    b) CONFLICTO DE DELIMITACIN DEL HECHO (STATUS FINITIONIS). En este caso se admite la autora, pero las dos partes no se ponen de acuerdo sobre la denominacin legal del hecho; as, el acusado reconoce que ha cometido una accin, pero niega que sea aquella de la que se le acusa: Me lo lleve, pero no lo rob. La pregunta bsica que hace entonces el juez es Qu fue lo que realmente hizo (Quid fecerit). En este punto se necesita definir con exactitud el hecho para delimitar si se corresponde o no con la ilegalidad imputada. La precisin y habilidad en el uso del lenguaje -especialmente en lo referente a sus sinnimos y sus matices diferenciales- resultan fundamentales a la hora de encuadrar el hecho dentro de la terminologa que la ley adjudica a los diferentes delitos.

    Lo que, en ltimo trmino, est planteando el status finitionis es el eterno conflicto -la cuestin infinita, para decirlo retricamente- de la imposibilidad del lenguaje para aprehender en el estrecho marco de las palabras el inmenso abanico de acciones que ofrece la realidad.8

    El exemplo V del Conde Lucanor es una buena muestra del status

    8. La importancia del correcto y preciso uso del lenguaje en la definicin del hecho explica que Mayns, Retrica, pp. 8082, se extienda aqu en detalladas consideraciones sobre el uso y valor de las clases de palabras.

    EL ASUNTO DEL DISCURSO

    finitionis en el gnero demostrativo. El raposo, en su elogio del cuervo, concede que su color negro es generalmente considerado feo; pero, en realidad, el negro de las plumas, los ojos, el pico y las uas del cuervo es hermoso. Y, si Dios as lo dispuso, sin duda decidi, en consonancia, conferir al cuervo un bello canto.

    En el Quijote (II, 45), el caso de la mujer forzada por el ganadero constituye un conflicto de delimitacin del hecho, que debe precisarse legalmente como violacin o ayuntamiento voluntario. El ganadero acusado, que admite la accin, la justifica en un sentido prximo al concepto oratorio denominado reZato: fue culpa de la vctima o, al menos, con su consentimiento. En este caso, nuevamente estamos dentro del gnero judicial.

    c) CONFLICTO DE ADECUACIN A LA NORMA (STATUS QUALITATIS). Tambin se admite aqu la autora del hecho, pero se discrepa sobre si ste se ajusta o no a la norma o a derecho (An recte/iure fecerit, se pregunta el juez). La argumentacin de que la accin se cometi conforme al derecho o norma establecida deriva a menudo en una defensa de las cualidades de su autor, con lo que se produce un cruce entre el discurso puramente judicial y el epidctico. Lo contrario sucede desde el ngulo de la acusacin, producindose la misma interseccin.

    Veamos un par de ejemplos literarios. En el Conde Lucanor (exemplo XIII), el noble presenta a su consejero el siguiente conflicto: algunos individuos actan en contra de los intereses de Lucanor, pero se justifican aduciendo que lo hacen muy a su pesar, obligados por las circunstancias. Esta nocin argumentativa se denomina remotio.9 Patronio, en su fallo, considera que la excusa atenuante es inadmisible.

    Si el asunto del Lazarillo se enfoca desde este ngulo retrico como la justificacin del pregonero ante la acusacin de deshonra, encontramos en el relato selectivo de su vida un nuevo y sugerente ejemplo de remoto, que justifica tal acusacin al haber sido empujado a esa conducta por la necesidad y el hambre,lo

    d) CONFLICTO DE IMPUGNACIN (STATUS TRANSLATIONIS). Poco importa aqu el haber cometido o no la accin, pues lo que se discute es si el proceso mismo es lcito (An actio iure intendatur).

    En el Libro de Buen Amor (321-371), en el pleito de la raposa y el lobo ante don Ximio, la zorra se defiende de la acusacin de hurto descalificando al demandante: dado que el lobo es un ladrn de galli

    9. Se trata de una justificacin ciertamente prxima a la relatio; el matiz diferencial estriba en que en la relatio el delito se justifica como reaccin de una accin anterior cometida precisamente por la vlctima; mientras que en la remotio se justifica por haber sido coaccionado el autor por otro elpmento.

    t O. Vanse al respecto el estudio introductorio de F. Rico a sU edicin del Lazarillo (Maflrid, Ctedra, 1987) y su obra Problemas del .Lazarillo, Madrid, Ctedra, 1988, pp. 80-92, as como E. Artaza, El ars narrandi en el siglo XVI espaol. Teora y prctica, Bilbao, Universidad de Deusto, 1989, p. 281.

  • 22 MANUAL DE RETRICA ESPAOLA

    nas, no tiene autoridad para incriminar a nadie, por lo que su denuncia carece de validez.

    En el Quijote (11, 49), en tono pardico y burlesco, podria interpretarse como ejemplo de status translationis el caso del mancebo que huy de noche ante la presencia de la justicia, pues desautoriza la sentencia que Sancho le aplica -dormir aquella noche en la crcel-, al replicarle con agudeza que ni l ni nadie tendran autoridad suficiente para obligarlo a dormir.

    En un mbito literario no. tan ceido al episodio concreto, sino concerniente a la interpretacin global de la obra literaria, son varios los textos -el Libro de Buen Amor y el Lazarillo son ejemplos destacados- que plantean una cierta ambigedad, un conflicto al determinar si su intencin es edificante, de ensear por contrarios, o bien si poseen una finalidad ms complaciente en cuanto muestrarios de placeres y tretas para un buen -que no bien- vivir. Como ya hemos indicado, el problema ha sido analizado a menudo desde la ptica del narrador, en virtud de su carcter ms o menos fidedigno o su valor de triaca o antdoto especialmente eficaz por estar hecho del propio veneno. Pero no nos interesa aqu tanto la interpretacin que se adopte, cuanto la posibilidad de contemplar retricamente este conflicto como una manifestacin literaria del status translationis: judicialmente, la raz de este pleito estriba en decidir si la parte acusadora es digna o capaz de plantear esa acusacin; de la misma forma, en estas obras literarias el quid est en decidir si su narrador es o no digno de crdito como agente de una enseanza.

    2. FASES ELABORATIVAS DEL DISCURSO

    Una vez estudiado en profundidad el asunto que le ocupar, el orador comienza a componer el discurso en sentido estricto, cuya elabo;:-acin y exposicin ante un auditorio son factores que exigen atender a cinco dimensiones complementarias: inventio, elocutio y dispositio conforman el discurso en cuanto estructura verbal, mientras que memoria y actio configuran su puesta en escena.

    2.1. Inventio

    Su finalidad es establecer los contenidos del discurso. El trmino contenido, en este contexto, debe entenderse en un sentido diferente a asunto: un discurso versa sobre un determinado tema o asunto que, en su interior, est constituido por una serie de contenidos o ideas especficas. El sustantivo inventio (o invenio) no significa invencin, creacin, sino hallazgo: el orador no se propone pergear ideas nuevas, sorprendentes o inhabituales, sino seleccionar en un catlogo perfectamente tipificado los pensamientos ms adecuados para exponer su tesis; invenire es buscar en la memoria, que es concebida como un conjunto dividido en topoi o oci (tpicos o lugares) en donde se encuentran las ideas susceptibles de aplicacin.

    El lugar retrico (topos o locus) es, pues, una casilla perfectamente ordenada en un sistema de contenidos aplicables al discurso. El conocimiento de esa red -adquirido sobre todo por la prctica, no tan ./ to por el aprendizaje memoristico- permitir al orador encontrar siempre la idea ms apropiada a cada momento de su discurso.

    En principio, y de forma general, el sistema de los [oei es aplicable a todas las partes del discurso. Pero es evidente. que, por su propia esencia, existen contenidos ms adecuados a unas partes del discurso

  • 24 25 MANUAL DE RETRICA ESPAOLA

    que a otras. I J De esta manera, la bsqueda de ideas lleva aparejada la consideracin de las partes del discurso, con lo cual inventio y dispositio confluyen. Hasta tal punto es esto as, que resulta comn en los tratados de retrica clsicos estudiar las partes del discurso dentro de la inventio, pues, en la prctica, el orador busca los contenidos a la par que va diseando aqullas. Ello prueba el principio general de interrelacin de las diferentes esferas de la retrica.

    No obstante, nosotros analizaremos la estructura del discurso en el apartado dedicado a la dispositio, centrndonos ahora en la clasificacin y desarrollo de los lugares o tpicos.

    Fuera del mbito tcnico de la retrica, se entiende hoy por tpico una idea de uso frecuente, un clich empleado por los hablantes en la conversacin ordinaria. En el dominio de la oratoria, sin embargo, el concepto de tpico o lugar (topos o locus) es ms preciso y exige deslindar dos niveles para llegar a su cabal comprensin: de un lado, el sistema y criterios que organizan en compartimentos las ideas; de otro, algunas de las ms importantes de stas, usadas en cada uno de esos troncos.

    En el sistema de la retrica, la tendencia a la estructuracin extrema de todos sus estratos llev tambin a que las ideas que el orador deba buscar para el desarrollo adecuado de su discurso estuviesen organizadas en un sistema cuyas casillas eran los lugares. En este nivel de sistematizacin, las distintas clasificaciones propuestas en los tratados de retrica se aplican a dibujar esa red de referencias al servicio del orador para facilitar su tarea de invenire. Por otra parte, a 10 largo de la historia de los gneros de discurso retrico y de la literatura, los oradores y escritores han utilizado con profusin ese sistema, y han encontrado en esos lugares ideas especficas que se han consagrado como de uso tradicional.

    Curtius distingui perlectamente estos dos niveles de estudio al diferenciar entre el sistema pedaggico y normativo de la tpica -esto es, su organizacin en troncos de ideas-, y la tpica histrica -(), lo que es lo mismo, el estudio de las ms frecuentes y consagradas concreciones de esas posibilidades-, aspecto ste al que dedica una seccin de su clsico libro. 12 As, por ejemplo, el espacio en donde transcurre un hecho es un locus en el primer sentido, mientras que el lu-

    JI. La retrica ha aplicado el sistema de los loei con frecuencia en la argumentatio. No cabe duda de que en todas las partes del discurso el orador buscar las ideas apropiadas para su mejor planteamiento y desarrollo; sin embargo, y desde la ptica jurdico-forense que presidi durante mucho tiempo la disciplina retrica, dicha bsqueda resulta de vital importancia en la argumentacin, pues, como veremos, es ah donde el orador debe defender su postura y derribar la de su adversario, esto es, donde se concentra el ncleo de la persuasin: una rica batera de lugares para construir sus argumentos y, sobre todo, su adecuada seleccin, podran inclinar la causa hacia su parte.

    12. E. R. Curtius, Literatura europea ... , vol.l, pp. 122-159.

    FASES ELABORATIVAS DEL DISCURSO

    gar ameno -un vergel con sol, sombra, una fuente o arroyo, en el que se oye el canto de los pjaros- es un locus en la segunda acepcin.

    En lo sucesivo, para evitar ambigedades terminolgicas, reservaremos las etiquetas locus, lugar o tpico para designar un conjunto general de ideas (como, por ejemplo, el espacio) y hablaremos de locus, lugar o tpico tradicional para aludir a una idea especfica consagrada por el uso retrico o literario (as, el lugar ameno). En un intento de precisar estos dos aspectos, no siempre delimitados con claridad, se expondrn primero los principales criterios de clasificacin de los lugares o tpicos, para abordar despus el estudio y ejemplificacin de sus ms destacadas manifestaciones tradicionales.

    2.1.1. EL SISTEMA ORATORIO DE LOS LOe!

    Un hexmetro latino sintetiza las preguntas bsicas que debe hacerse un orador para determinar las ideas de su discurso: Quis, quid, ubi, quibus auxiliis, cur, quomodo, quando?13 Cada una de estas cuestiones remite a un locus.

    Las clasificaciones ms comunes de los loci se ordenan en tomo a dos ejes: las personas que intervienen en el discurso (quis?) y el propio hecho que lo constituye (quid, ubi... ?). As se organizan las conocidas sistematizaciones de Cicern (De inventione, 1, 24, 34 y ss.) y Ouintiliano (Institutio oratoria, V, 10,23 y ss.), que distiguen entre loci a persona y loei a re.

    El orador se halla, pues, ante la elaboracin de un discurso que versa sobre un determinado asunto, y donde intervienen una o varias personas destacadas; en este punto, la retrica le ofrece el sistema de los loei, una serie de posibilidades en tomo a esos dos polos, que analizar -esto es, explorar en su bsqueda por los lugares- para extraer de ellas las ideas oportunas.14 As las cosas, se comprender que los pensamientos extrados de los loei son innumerables: ya Ouintiliano (lnstitutio oratoria, V, X, 103) subray la imposibilidad de abarcarlos todos.

    13. El verso es citado por Mateo de Vendme en su Ars versificatoria (siglo XII). Con anterioridad, con lgeras variantes, se encontraba en el comentario de Cicern por Victorinus (siglo m) y en la retrica de lulius Victor (siglo IV).

    14. La etiqueta lugar COmn se utiliza a menudo como sinnimo de tpico; sin embargo, no son conceptos retricos idnticos. El lugar comn (locus communis) es una idea general, un pensamiento infinito, que se utiliza como colofn que refrenda e incluso ornamenta las ideas concretas (los tpicos) usadas en el discurso. El adjetivo comn en este contexto no significa usado muchas veces, sino vlido para muchos asuntos'. En definitiva, el lugar comn es una categora especfica de t6picos cuya esencia es la infinitud.

  • 26 27 MANUAL DE RETRICA ESPANOLA

    Es importante tener en cuenta que el proceso de obtencin de la idea es bastante semejante en todos los loei: el lugar indica un elemento de la persona o del hecho que, en principio, puede determinar el comportamiento de aqulla o la realizacin de ste. El orador revisa esos lugares y, segn se concreten tales posibilidades en la persona y accin que le ocupan, dicho lugar le resultar o no aprovechable.

    Sealemos dos ejemplos, que pueden extenderse al resto de la clasificacin. El anlisis del nombre del individuo puede resultar til si es susceptible de asociarse a su alabanza (Po, Magno ... ) o vituperio (Catilina, Bruto...), segn la intencin del autor. Lo mismo sucede con los [oei a re: el estudio de todos los posibles modos de actuar permite presentar un hecho en uno u otro sentido, segn la ndole que revista en cada caso; de esta manera, ayudar a su presentacin positiva si la accin fue llevada a cabo con prudencia, negativa si no lo fue, o incluso a su disculpa si, aun cometida imprudentemente, lo fue por ignorancia, necesidad o cualquiera de los otros [oci que se ofrecen al orador en este punto.

    Indicada ya la manera de buscar, desarrollaremos el sistema de loei segn Cicern y Quintiliano.

    2.1.1.1. Lugares de persona (

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    A los ojos de la novela picaresca resultan muy sugerentes las palabras de Quintiliano (Institutio oratoria, V, X, 23-24), cuando, al tratar los lugares de persona, pondera la importancia de padres y antepasados, pues existe la creencia de que la semejanza que con ellos tienen sus hijos y descendientes es a veces causa de su comportamiento honesto o vergonzoso:

    Pues sepa Vuestra Merced, ante todas cosas, que a m llaman Lzaro de Tormes, hijo de Tom Gonzlez y de Antona Prez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del ro Tormes, por la cual causa tom el sobrenombre; y fue desta manera: mi padre, que Dios perdone, tena cargo de proveer una molienda en una acea que est ribera de aquel ro, en la cual fue molinero ms de quince aos; y estando mi madre una noche en la acea, preada de m, tomle el parto y parime all. De manera que con verdad me puedo decir nacido en el ro.

    Pues siendo yo nio de ocho aos, achacaron a mi padre ciertas sangras mal hechas en los costales de los que all a moler venan, por lo cual fue preso, y confes y no neg, y padeci persecucin por justicia

    Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese, determin arrimarse a los buenos, por ser uno dellos, y vnose a vivir a la ciudad, y alquil una casilla, y metise a guisar de comer a ciertos estudiantes, y lavaba la ropa a ciertos mozos de caballos del comendador de la Magdalena, de manera que fue frecuentando las caballerizas.

    Ella y un hombre moreno de aquellos que las bestias curaban vinieron en conocimiento [ ... ] (Lazarillo de Tormes).

    e) NATURALEZA. Se incluyen aqu factores como si el individuo en cuestin es varn o mujer, extranjero o natural del pas, viejo o joven, noble o plebeyo, bello, fuerte o sus caractersticas contrarias. Por lo general, en todos los casos se presupone una esperable conexin entre el rasgo de naturaleza y el comportamiento del individuo, conexin que el orador deber aprovechar cuando le resulte de inters.

    Hemando del Pulgar combina los lugares de nacimiento y naturaleza en el comienzo de la semblanza del marqus de Santillana:

    Don Iigo Lpez de Mendo~a, marqus de Santillana y conde del Real de Man~anares, seor de la casa de la Vega, fijo del almirante don Diego Hurtado de Mendo~a y nieto de Pero Gon~lez de Mendo~a, seor de lava, fue hombre de mediana estatura, bien proporcionado en la compostura de sus miembros y fermoso en las faciones de su rostro, de linaje noble castellano y muy antiguo (Hemando del Pulgar, Claros varones de Castilla).

    FASES ELABORATIVAS DEL DISCURSO

    El decoro en el diseo de un personaje literario se sostiene en buena parte sobre este extremo, enriquecido con otros rasgos como el habla o el atuendo. As, el siguiente pasaje del Quijote hace referencia a la transgresin de ese decoro en el teatro del tiempo de Cervantes, y dibuja para ello tipos inapropiados sobre una discordante asociacin entre su naturaleza y comportamientos:

    Porque, qu mayor disparate puede ser en el sujeto que tratamos que salir un nio en mantillas en la primera cena del primer acto, y en la segunda salir ya hecho hombre barbado? Y qu mayor que pintarnos un viejo valiente y un mozo cobarde, un lacayo retrico, un paje consejero, un rey ganapn y una princesa fregona? (Miguel de Cervantes', Don Quijote de la Mancha).

    d) MODO DE VIDA. Se har referencia aqu a la educacin recibida ya los maestros, a los amigos, la administracin de sus bienes y la organizacin de su hogar, factores todos que, ya de entrada, pueden decir mucho del individuo.

    As, entre los elementos positivos del retrato de Pedro Tenorio, Prez de Guzmn destaca cmo el arzobispo de Toledo apreciaba la compaa de sabios letrados:

    Traa gran compaa de letrados cerca de s, de cuya ciencia l se aprovechaba mucho en los grandes fechos. Entre los otros eran don

    Gon~alo, obispo de Segovia, que fizo la Pelegrina, e don Vicente Arias, obispo de Plazen~ia, e don Jon de Illescas, obispo de Sigen~a, e su hermano, que fue obispo de Burgos, e Juan Alfonso de Madrid, que fue un grande e famoso dotor en utroque (P. Prez de Guzmn, Generaciones y semblanzas).

    Volviendo al terreno de la picaresca, y observndolo desde la atalaya retrica, los varios amos de Lzaro -especialmente los tres primeros- son, en realidad, maestros que perfilan su personalidad y modo de vida, y constituyen otro de los lugares de persona que, como el nacimiento, maneja su autor para construir el coherente retrato del pcaro.

    e) OCUPACIN. Considerar su actividad puede aportar un caudal de ideas de gran magnitud al orador, a la hora de caracterizar a un individuo.

    En Generaciones y semblanzas, el comportamiento de Enrique de Villena ser censurado porque ste, como noble, debera dedicarse a las armas y, sin embargo, se afan en estudios en ocasiones turbios:

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    E de otra parte, ass era este don Enrique ajeno e remoto non solamente a la caballera, mas aun a los negocios del mundo e al rigimiento de su casa e fazienda era tanto inhbile e inapto, que era gran maravilla. E porque entre las otras ciencias e artes se dio mucho a la estrologia, algunos, burlando, dizan d'l que saba mucho en el cielo e poco en la tierra (F. Prez de Guzmn, Generaciones y semblanzas).

    Cuando Don Quijote replica a la reprensin del eclesistico, uno de los argumentos con que refutar a su oponente ser que, como clrigo, sus palabras no se corresponden con la dignidad de su oficio:

    El lugar donde estoy, y la presencia ante quien me hallo, y el respeto que siempre tuve y tengo al estado que vuesa merced profesa, tienen y atan las manos de mi justo enojo; y as por lo que he dicho como por saber que saben todos que las armas de los togados son las mesmas que las de la mujer, que son la lengua, entrar con la ma en igual batalla con vuesa merced, de quien se deba esperar antes buenos consejos que infames vituperios. Las reprehensiones santas y bien intencionadas otras circunstancias requieren y otros puntos piden: a lo menos, el haberme reprehendido en pblico y tan speramente ha pasado todos los lmites de la buena reprehensin, pues las primeras mejor asientan sobre la blandura que sobre la aspereza, y no es bien que sin tener conocimiento del pecado que se reprehende, llamar al pecador, sin ms ni ms, mentecato y tonto (Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha).

    f) FORTUNA. Considerar factores como si el individuo es libre o siervo, rico o pobre, particular u hombre pblico, poderoso, justo o tirano, hace ms o menos crebles o justificables las acciones cometidas por la persona sobre la que versa el discurso. As, la inmoralidad ser un comportamiento tanto ms censurable cuanto sea conducta de un poderoso, quien, justamente, debe dar ejemplo de lo contrario. Sobre esta inversin del locus a persona referente a la fortuna se articulan las comedias lopescas donde el comendador transgrede la norma de comportamiento que se presupone a su condicin.

    Veamos un ejemplo medieval, tomado nuevamente de Generaciones y semblanzas pero referido ahora a don lvaro de Luna. En este pasaje, Prez de Guzmn pretende ofrecer una imagen imparcial del valido al plasmar cmo ejerci ste el poder:

    Hobo asaz cora~n e osada para aceptar e usar de la grande potencia que alcan~, ca, o porque dur en ella gran tiempo e se le haba convertido como en natura, o porque su andan~a e presuncin fue grande, ms us de podero de rey que de caballero [ ...]. Ayud a muchos con el rey e por su mano hobieron mercedes del rey e grandes beneficios; e, si fizo dao a muchos, tambin perdon a muchos grandes yerros que le fizieron (F. Prez de Guzmn, Generaciones y semblanzas).

    FASES ELABORATIVAS DEL DISCURSO

    Siguiendo a san Juan en el episodio de los mercaderes del templo, Quevedo utiliza esa retrica contraposicin entre la noble obligacin de los poderosos y su mal comportamiento, contraste del que brota la agria censura. El pasaje desarrolla esta idea sobre una comparacin amplificadora, a travs de la cual la bondad o maldad de un hecho se acentan al superar a otro que la posee ya en alto grado; son los que deberan castigar los malos comportamientos y constituir ejemplo quienes precisamente comercian con su poder:

    Oiga vuestra majestad no a m, pues no es mi pluma la que habla ni la que escribe. Si vender los regatones y mohatreros en el templo mereci tal castigo en la mano de Cristo, cul ser el que soliciten, si se viese que en el templo se venden mayores cosas por mano de los prelados y prncipes, a quien Dios dej el azote para que a su imitacin echasen con ignominia a los que lo hicieren? (Francisco de Quevedo, Po[(tica de Dios).

    g) TALANTE O CALAA. Hay que contemplar tambin lo que Quintiliano llama animi natura, esto es, la calaa o talante del individuo: si la persona es avara, airada, piadosa, serena... Estos atributos dibujan una forma de ser que, hbilmente manejada u obviada por el orador, contribuye a perfilar el retrato del sujeto. Lo mismo sucede con las ambiciones y deseos personales que, muy a menudo, son motores de los actos. Al plasmarse este locus en el terreno elocutivo, se manifiesta la figura de la etopeya o descripcin del carcter de una persona (vid. infra 2.3.1.1.2.2).

    Volvamos a la caracterizacin de Enrique de Villena en Generaciones y semblanzas, pues en ella, a la par que un buen ejemplo, se incluye una interesante consideracin sobre este locus -la naturaleza del nimo tiene gran poder sobre el individuo-:

    [...] e, segn lo que la espiren~ia en l mostr, naturalmente fue inclinado a las ciencias e artes ms que a la caballera e aun a los negocios del mundo, civiles nin curiales; ca, no habiendo maestro para ello nin alguno lo costriiendo a aprender, antes defendindogelo el marqus su abuelo, que lo quisiera para caballero, l en su niez, cuando los nios suelen por fuer~a ser llevados a las escuelas, l, contra voluntad de todos, se dispuso a aprender. Tan sotil e alto engenio haba que ligeramente aprenda cualquier ciencia e arte a que se daba. ans que bien pareca que lo haba a natura. Ciertamente, natura ha gran poder e es muy difcil e grave la resistencia a ella sin gracia especial de Dios (F. Prez de Guzmn. Generaciones y semblanzas).

    Aunque los personajes son caracterizados sobre todo por sus actos, el autor del Lazarillo no deja de recurrir a este locus para, con breves

    UNIVERSIDAD DE SE\ILLA] Fac. Filol(j~la ~-8i~I():']~~'{ ,

  • 33 MANUAL DE RETRICA ESPAOLA32 pinceladas, reflejar lo ms destacado de la personalidad de los amos del pcaro:

    Escap del trueno y di en el relmpago. Porque era el ciego para ste un Alejandre Magno, con ser la mesma avaricia, como he contado. No digo ms, sino que toda la lacera del mundo estaba encerrada en ste: no s si de su cosecha era o lo haba anejado con el hbito de clereca (Tratado II; el ciego y el clrigo de Maqueda).

    Slo tena dl un poco de descontento, que quisiera yo que no tuviera tanta presuncin, mas que abajara un poco su fantasa con lo mucho que suba su necesidad (Tratado lIT; el escudero).

    2.1.1.2. Lugares de cosa (

  • 34 35 MANUAL DE RETRICA ESPAOLA no (Institutio oratoria, V, X, 39) seala el ejemplo de cmo un robo se convierte en sacrilegio si media la circunstancia de haber sido cometido en lugar sagrado.

    As, en el Cantar de Mio Cid las infames vejaciones a que las hijas del Cid son sometidas por los infantes de Carrin y el posterior abandono de aqullas son acciones agravadas por el hecho de tener lugar en el robledo de Corpes, lugar apartado, inhspito y poblado por bestias salvajes. En el Dilogo de las cosas acaecidas en Roma, el arcediano del Viso coloca como ltimo y ms intenso miembro de la serie de robos cometidos en el saqueo de la ciudad papal aquellos que se perpetraron en la iglesia de San Pedro, precisamente porque, en razn del lugar donde se produjeron, se hace mayor la gravedad del delito. Lo mismo puede decirse cuando Quevedo aborda la conjuracin contra Csar en su Vida de Marco Bruto: el secreto del prtico senatorial favoreci entonces el asesinato del emperador.

    d) TIEMPO. El momento en que sucedi el hecho puede tambin propiciar interesantes consideraciones. Son susceptibles de abordarse aqu varios condicionantes temporales: referencias a una poca histrica (reinado, papado... ) o acontecimiento destacado (guerra, epidemia... ), a una estacin del ao, a un momento del da, etc.

    En Generaciones y semblanzas, es muy frecuente que Prez de Guzmn omita los juicios sobre la aptitud blica de ciertos nobles debido a que no hubo demasiadas guerras en la poca que les toc vivir, por lo que no pudieron demostrar su probable vala militar. As ocurre, por ejemplo, en la caracterizacin de don Diego Lpez de Estiga:

    De su esfuen;;o non o; esto creo porque en su tiempo non hobo guerras nin batallas en que lo mostrase. Pero de presumir es que un caballero de tal linaje e tanta discricin, que guardara su honra e fama e vergea, en que va todo el fruto del esfuer90 de las armas (F. Prez de Guzmn, Generaciones y semblanzas).

    Al igual que en la esfera judicial -la agravante de nocturnidad-, la noche puede aparecer tambin en literatura como elemento temporal que acenta la iniquidad de un delito. Contemplados desde un ngulo retrico, el estribillo de El Caballero de Olmedo y, ms an, los versos del parlamento final de don Tello ante el rey, donde relata la muerte de don Alonso, se basan en este locus:

    Que de noche le mataron al caballero, la gala de Medina, la flor de Olmedo

    FASES ELABORATIVAS DEL DISCURSO

    Sombras le avisaron

    que no saliese,

    y le aconsejaron

    que no se fuese

    el caballero,

    la gala de Medina,

    la flor de Olmedo.

    DON TELLO. Ya la destocada noche, de los dos polos en medio, daba a la traicin espada, mano al hurto, pies al miedo, cuando part de Medina; y al pasar un arroyuelo, puente y seal del camino, veo seis hombres corriendo hacia Medina, turbados y, aunque juntos, descompuestos. La luna, que sali tarde, menguado el rostro sangriento, me dio a conocer los dos; que tal vez alumbra el cielo con las hachas de sus luces el ms escuro silencio, para que vean los hombres de las maldades los dueos, porque a los ojos divinos no hubiese humanos secretos

    (Lope de Vega, El Caballero de Olmedo)

    e) CIRCUNSTANCIAS. Las circunstancias de la accin influyen tambin en su valoracin y en la forma de presentarla; as sucede con frases, actos o seales anteriores que acompaan al hecho y sugieren una determinada interpretacin. Circunstancias muy comunes en el terreno judicial -ya sealadas por la Rhetorica ad Herennium (H, V), Cicern (De inventione, H, XIH, 43-44) Y Quintiliano (Institutio oratoria, V, X, 45 y ss.)- pueden ser las seales en el cuerpo de la vctima o violentas discusiones y amenazas que precedieron a la muerte. Muy frecuentes son los ejemplos literarios en los que el rubor se asocia a la turbacin amorosa.

    En Crcel de Amor, en un primer momento, el Auctor cree ver en el comportamiento de Laureola pruebas circul)Stanciales de su enamoramiento, aunque a continuacin reconoce haber malinterpretado tales indicios:

  • 36 37 MANUAL DE RETRICA ESPAlIrOLA [ ... 1 miraba en ella algunas cosas en que se conoce el cora;;n enamorado: cuando estaba sola, veala pensativa; cuando estaba acompaada, no muy alegre; rale la compaa aborrecible y la soledad agradable. Ms vezes se quexava que estaba mal por huir los plazeres; cuando era vista, fenga algn dolor; cuando la dexavan, daba grandes sospiros; si Leriano se nombraba en su presencia, desatinaba de lo que deza, volvase spito colorada y despus amarilla, tornbase ronca su voz, secbasele la boca; por mucho que encobra sus mudan;;as, for;;bala la pasin piadosa a la disimulacin discreta. Digo piadosa porque sin duda, segn lo que despus mostr, ella receba estas alteraciones ms de piedad que de amor (Diego de San Pedro, Crcel de Amor).

    Precisamente por este vnculo entre seales del rostro y sentimientos, la pastora Teolinda se maravilla de que los evidentes gestos que su rostro mostraba no revelasen a sus compaeras su amor por el pastor Artidoro:

    Una cosa me tiene maravillada: de cmo cuantas all estaban no conocieron, por los movimientos de mi rostro, los secretos de mi corazn; y debilo de causar que todos los pastores se volvieron al forastero, y le rogaron que acabase de cantar una cancin que haba comenzado antes que nosotros llegsemos (Miguel de Cervantes, La Galatea).

    f) COMPARACIN. Un grupo de lugares se fundamenta en la comparacin del hecho sobre el que versa el discurso con otros, en virtud de relaciones de semejanza u oposicin. De aqu derivan dos lugares, especialmente tiles en la parte argumentativa de los discursos, pero tambin de aplicacin en otros mbitos: el locus a simili y el locus a contrario.

    El concepto de locus a simili debe ser puesto en relacin con las nociones de exemplum y similitudo (vid. infra 2.3.1.1.2.2): los hechos son comparables a otros anteriores semejantes. Concretado estilsticamente en el esquema de la comparacin de igualdad, este locus ha encontrado un fecundo desarrollo literario. La semejanza girar sobre lo virtuoso o censurable si el discurso es moral, y lo har sobre la intensidad del sentimiento o accin en textos de tema amoroso o religioso:

    Como el que en hierros ha estado y despus se vee suelto, que se halla tan atado para andar, que, aprisionado, estaba ms desenvuelto, ans yo, que os he mirado, soy tan vuestro, tan no mo, tan sujeto a os adorar,

    FASES ELABORATIVAS DEL DISCURSO

    que, aunque me fuesse tornado mi libre franco albedro, no podr libre quedar

    (Garc Snchez de Badajaz. Canconero general)

    La estructura estrfica del soneto favorece que la divisin entre cuartetos y tercetos se utilice como eje formal de un locus a simili, como se aprecia en este poema mariano de Pedro Espinosa, dedicado a la Virgen con ocasin de haberle guiado en las tormentas del alma:

    Como el triste piloto que por el mar incierto se ve, con turbios ojos, sujeto de la pena sobre las corvas olas, que, vomitando arena, lo tienen de la espuma salpicado y cubierto,

    cuando, sin esperanza, de espanto medio muerto, ve el fuego de Santelmo lucir sobre la antena, y, adorando su lumbre, de gozo l'alma llena, halla su nao cascada surgida en dulce puerto,

    as yo el mar sulcaba de penas y de enojos, y, con tormenta fiera, ya de las aguas hondas medio cubierto estaba, la fuerza y luz perdida, cuando mir la lumbre, oh Virgen, de tus ojos,

    con cuyo resplandor, quietndose las ondas, llegu al dichoso puerto donde escap la vida

    (Pedro Espinosa)

    En cuanto allocus a contrario, se buscar un hecho opuesto al que se est abordando y, sobre todo, su valoracin positiva o negativa, para as enfrentar ambos extremos de manera natural. No hace falta abundar en la frecuencia con que este locus se expresa bajo la figura de la anttesis (vid. infra 2.3.1.1.2.2).

    Diego de San Pedro se vale a menudo en Crcel de Amor de un tipo de argumentacin que parte de una idea, para, a rengln seguido, matizar su ontenido mediante un pensamiento opuesto, que constituye un locus a contrario. As se advierte en este pasaje de una carta de Lenano a Laureola:

    Si toviera tal razn para escrebirte como para quererte, sin miedo lo osara hazer; mas en saber que escribo para ti se turba el seso y se pierde el sentido, y d'esta causa, antes que lo comen;;asse, tove conmigo gran confusin: mi fe deza que osasse, tu grandeza que temiesse; en lo uno hallaba esperan;;a y por lo otro desesperaba, y en el cabo acord esto (Diego de San Pedro, Crcel de Amor).

  • 39 MANUAL DE RETRICA ESPArIIOLA 38

    El ejemplo que sigue, en donde se opone la firmeza del rbol a las frgiles pretensiones del soberbio, muestra la rica aplicacin de este locus en el mbito de la literatura moral:

    El rbol, cuanto sube al cielo con sus ramas, tanto se va descendiendo con las races en la tierra; y cuanto ms se ahonda y arraiga con la tierra, tanto ms seguramente se levanta. El soberbio todo lo hace al revs: tanto como se levanta a las nubes, tanto se va olvidando de la tierra (Francisco de Quevedo, Virtud militante).

    g) INDUCCIN y DEDUCCIN. Se vincular la accin a otras ms generales o ms especficas -nunca idnticas (locus a simili) ni opuestas (locus a contrarip)-, en cuya valoracin quedar o no incluido el hecho que se est tratando, segn el caso.

    Existen aqu dos posibilidades fundamentales: ellocus a minore ad maius, lugar de menor a mayor o induccin, que prueba lo ms por lo menos (por ejemplo: Si es justo castigar a quien roba de noche, ms lo ser a quien lo hace a mano armada); y ellocus a maiore ad minus, lugar de mayor a menor o deduccin, que prueba lo menos por lo ms -ya que lo menor se contiene en lo mayor- (por ejemplo: Si el mundo se rige por la Providencia, tambin la Repblica debe tener un gobierno).

    En el exemplo XXIII del Conde Lucanor, citado ms arriba a otro respecto, se halla una buena ilustracin de locus a minore ad maius. A juicio de Patronio, si una simple hormiga tiene la previsin de amontonar alimentos para sobrevivir durante el invierno, con mayor motivo el hombre, ser racional, debe ser precavido y prepararse para el futuro:

    E vs, seor conde, pues la formiga, que es tan mesquina cosa, ha tal entendimiento e faze tanto por se mantener, bien debedes cuidar que non es buena razn para ningn homne, e mayormente para los que han de mantener gran estado e gobernar a muchos, en querer siempre comer de lo ganado; ca cierto sed que, por gran haber que sea, onde sacan cada da e non ponen y nada, que non puede durar mucho, e dems parece muy gran amortiguamiento e gran mengua de coralYn (Don Juan Manuel. Conde Lucanor).

    En su Discurso de las privanzas, Quevedo utiliza el locus a maiore ad minus para argumentar que es mejor que el privado sea poderoso que humilde, pues en aqul (maior) se contiene todo lo que puede albergar ste (minus), y no a la inversa:

    \.

    FASES ELABORATIVAS DEL DISCURSO

    Tornemos ahora al propsito, y concluimos en que el privado ha de ser poderoso, porque en el poderoso se puede hallar todo lo que en el humilde y pobre; y en ste no se puede hallar lo que en el poderoso (Francisco de Quevedo, Discurso de las privanzas).

    2.1.2. Los TPICOS TRADICIONALES

    En el apartado introductorio a la explicacin de los loci (vid. supra 2.1) precisbamos ya la terminologa y criterios que guiaban nuestra distincin entre locus (lugar o tpico), de una parte, y locus (lugar o tpico) tradicional, de otra. Los primeros hacen referencia a esa red organizada de ideas donde el orador o escritor puede encontrar las ms adecuadas a un asunto determinado. La concrecin de esas ideas en el uso retrico y literario -el que ms atae a este libro- habra consagrado como tradicionales algunas frmulas: stos son los lugares o tpicos tradicionales.

    Al abordar la clasificacin de los loci (vid. supra) se adverta tambin que Quintiliano consideraba imposible agotar su nmina, pues cada discurso plantea nuevas posibilidades en el desarrollo del esquema. Desde el momento en que el tpico tradicional se define como pensamiento sancionado por el uso continuado, su nmero es ms reducido que el de los loci, que no precisan refrendo histrico. Sin embargo, los tpicos tradicionales plantean otro problema que hace dificil fijar su nmina. En este caso, lo que resulta problemtico es precisar si el tpico ha adquirido el rango de tradicional que lo define.

    Teniendo en cuenta estos aspectos, intentaremos ofrecer una relacin de tpicos tradicionales lo suficientemente rica, que a su vez ponga de manifiesto esa pervivencia de la idea y su formulacin textual a lo largo de la historia. Para mantener la coherencia del sistema retrico, esta nmina ha sido organizada en tomo a los dos ejes que presiden el esquema general de los loci. Habr, pues, tpicos tradicionales de persona y de cosa.

    2.1.2.1. Tpicos tradicionales de persona

    Como los correspondientes loci a persona, estos tpicos tradicionales se constituyen en torno a atributos, actitudes y acciones de los individuos que pueblan el discurso.

    a) HUMIUTAS AUTORIAL. Un primer grupo de tpicos tradicionales de persona lo constituyen las frmulas para manifestar la humildad autorial, especialmente utilizadas en prlogos, dedicatorias e inicios

  • 40 41 MANUAL DE RETRICA ESPAOLA

    de obras, esto es, en el exordio. Su lugar en el esquema de los loci a persona corresponde a aquellos referidos al talante (vid. supra):

    Onde yo, de mi poquilla ciencia de mucha e gran rudeza [...], fiz esta chica escritura en memoria de bien e compuse este nuevo libro en que son escritas algunas maneras e maestras e sotilezas engaosas del loco amor del mundo, que usan algunos para pecar (Juan Ruiz, Libro de Buen Amor).

    y todo va desta manera; que, confesando yo no ser ms santo que mis vecinos, desta nonada, que en este grosero estilo escribo, no me pesar que hayan parte y se huelguen con ello todos los que en ella algn gusto hallaren, y vean que vive un hombre con tantas fortunas y adversidades (Lazarillo de Tormes).

    b) EL HOMBRE COMO PEQUEO MUNDO. Se trata de otro tpico tradicional de persona, aunque en este caso sirve ms bien a la caracterizacin del gnero humano antes que del individuo. En concreto, se vincula allocus a natura, pues de la naturaleza del hombre procede esta definicin: 15

    E por ende Aristtiles [ ... ], en el libro que fizo a Alixandre en que!' mostr cmmo haba de ordenar su casa e su seoro, diole semejan~a del hombre al mundo, e dixo que, ass commo el cielo e la tierra e las cosas que en ellos son fazen un mundo, que es llamado mayor, otros el cuerpo del hombre con todos sus miembros faze otro, que es dicho menor (Alfonso X, Partida segunda).

    y la razn por que el hombre se llama mundo menor es porque todo lo que hay en el mundo mayor se halla en l, aunque en forma ms breve (Fray Luis de Granada, Introduccin del s{mbolo de la fe).

    e) ANALOGAs NUTICAS. Son tpicos tradicionales de persona aquellas analogas que caracterizan al individuo como navegante (10cus por el modo de vida) y, en segundo trmino, al navegante como avaro o codicioso que atraviesa el mar en busca de riquezas (locus por talante). Como se ver ms adelante, estas metforas y alegorias de persona tienen un correlato de cosa que las integra: la identificacin de la vida con la navegacin.

    En este pasaje de Guevara, el amador se presenta como un marino en una azarosa travesa:

    15. Vase al respecto F. Rico. El pequeo mundo del hombre. Varia fortuna de una idea en las letras espaolas. Madrid, Castalia, 19862

    FASES ELABORATIVAS DEL DISCURSO

    y con esta fe llorosa, sin qu'a mi seso t'ascondas, bogar en las altas ondas de aquella mar peligrosa, do si vivo, vevir con gran dolor, y si muero, morir tu servidor

    (Guevara, Cancionero general)

    Muy frecuente es esta analoga en la literatura moral o religiosa. A menudo en construccin alegrica, la vida, con sus vicios y afanes materiales, es un mar borrascoso por el que el hombre, navegante, transita hasta llegar al seguro puerto del retiro o la muerte:

    De ti, en el mar sujeto con lstima los ojos inclinando, contemplar el aprieto del miserable bando, que las saladas ondas va cortando:

    el uno, que surga alegre ya en el puerto, salteado de bravo soplo, gua, apenas el navo desarmado; el otro, en la encubierta

    pea, rompe la nave, que al momento el hondo pide abierta; al otro, calma el viento; otro en las bajas Sirtes hace asiento;

    a otros roba el claro da y el corazn el aguacero; ofrecen al avaro Neptuno su dinero; otro nadando huye el morir fiero.

    Esfuerza, opn el pecho; mas cmo ser parte un afligido que va, el leo deshecho, la flaca tabla asido, contra un abismo inmenso embravecido?

    Ay, otra vez y ciento otras seguro puerto deseadol no me falte tu asiento, y falte cuanto amado, cuanto del ciego error es cudiciado

    (Fray Luis de Len)

  • 42 43 MANUAL DE RETRICA ESPAOLA El Sermn estoico de censura moral es un claro ejemplo del re

    trato del codicioso como navegante:

    Profan la razn y disfamla mecnica codicia diligente, pues al robo de Oriente destinada y al despojo precioso de Occidente, la vela desatada, el remo sacudido. de ms riesgos que ondas impelido, de Aquiln enojado, siempre de invierno y noche acompaado, del mar impetuoso (que tal vez justifica) el codicioso padeci la violencia. Lament la inclemencia, y, por fuerza piadoso, a cuantos votos dedicaba a gritos previno en la bonanza otros tantos delitos, con la esperanza contra la esperanza

    (Francisco de Quevedo)

    d) EL ELOGIO PERSONAL. Dentro de este grupo, especialmente rico, se incluyen una serie de tpicos tradicionales vinculados a la naturaleza del individuo (vid. supra), poseedora de rasgos dignos de alabanza. Entre los ms destacados se encuentran las siguientes manifestaciones: el joven y el anciano, sobrepujamiento, sabidura y valor, la nobleza del alma, la fama y la hermosura corporal.

    El joven y el anciano (puerlsenex). Este tpico presenta dos vertientes. La primera de ellas atribuye al anciano, sabio de por s, las cualidades fsicas propias del joven, como ocurre en la caracterizacin de Nstor en algunas narraciones de historia troyana:

    Nstor era luengo e lado, e deba seer muy valiente, segn sus fechuras. E haba la nariz corva, e era tan bien razonado e fablaba tan bien, que homne non le poda fallar su egual. E era homne que consejaba bien a aquel que le demandasse su consejo. E era homne muy saudo e, cuando se asaaba, non les guardaba cosa que malles estudiesse. E era fermoso e muy blanco e mucho apuesto, e muy de pro e mucho ardid (Historia troyana de Alfonso XI).

    Ms habitual ser, sin embargo, la posibilidad contraria: un joven suma, a su plenitud fsica, la prudencia y sabidura propias del ancia-

    FASES ELABORATlVAS DEL DISCURSO

    no. Con un antecedente como la figura de Cristo, no es de extraar que esta identificacin haya sido muy utilizada en las hagiografas. Quevedo recurri a ella al retratar la infancia de Toms de Villanueva:

    Pusieron cuidado sus padres en que aprendiese a leer y a escribir, y environle a la escuela, donde a su maestro y a los otros nios ense modestia y virtud; pues fueron tales sus veras y entereza y religin, que slo en el nmero de los aos se conoca su edad. Tena por dijes de nio y por juguetes la imitacin de los oficios divinos, haciendo altares, ordenando procesiones, haciendo plpitos de la sillas, predicando con las costumbres la dotrina que an no caba en su lenguaje [ ...J. En esta edad, donde la inocencia tiene abrigada la virtud y fortalecida contra los halagos del mundo, se enamor de la penitencia, de suerte que se cerraba a tener penitencia (Francisco de Quevedo, Vida de Toms de Villanueva).

    El sobrepujamiento. La alabanza de la persona por encima de otros referentes se concreta en diversos tpicos tradicionales. De este modo, la idea de que el personaje elogiado supera a figuras clebres es un tpico tradicional de persona, por cuanto se orienta al panegrico del individuo, aunque tambin resulta evidente su conexin con ellocus a comparatione (vid. supra). Sus tradicionales manifestaciones literarias lo han desarrollado con el fin de intensificar un sentimiento, cualidad o accin, que superan a otros en donde ese rasgo est ya en grado muy elevado.

    As sucede, por ejemplo, con la belleza y cualidades de la amada: Venus, la que fue deessa

    de amor e fermosura, nin Palas, la muy traviessa, de quien su buen prez hoy dura, non fueron en apostura de aquesta seor eguales, nin creo que fueron tales en bondad nin fermosura

    (Pero Ferruz, Cancionero de Baena)

    TIRRENO. El lamo de Alcides escogido fue siempre, y el laurel del rojo Apolo; de la hermosa Venus fue tenido en precio y en estima el mirto solo; el verde sauz de Flrida es querido y por suyo entre todos escogilo; doquiera que de hoy ms sauces se hallen, el lamo y el laurel y el mirto callen

    (Garcilaso de la Vega, gloga 111)

  • 1"

    44 45 MANUAL DE RETRICA ESPAOLA

    En otros casos, este tpico tradicional se dirige a la alabanza de hroes y nobles varones, cuyo valor y hazaas superan a los de personajes ilustres. As, Juan II de Castilla excede en grandeza a los Augustos romanos en el Laberinto de Fortuna:

    Atal lo fallaron ya los oradores en la su villa de fuego cercada, cuando le vino la gran embaxada de brbaros reyes e grandes seores; e tal lo dexaron los que con honores vuelven alegres de dones honustos, don Juan alabando sobre los Augustos por sus facundos interpretadores

    (Juan de Mena, Laberinto de Fortuna)

    En este otro ejemplo, a lo comn del tpico se une la sugerente irona cervantina, asociada a la intencin pardica del Quijote:

    Don Belian{s de Grecia a Don Quijote de la Mancha Romp, cort, aboll, y dije y hice

    ms que en el orbe caballero andante; fui diestro, fui valiente, fui arrogante; mil agravios vengu, cien mil deshice. Hazaas di a la fama que eternice;

    fui comedido y regalado amante; fue enano para m todo gigante y al duelo en cualquier punto satisfice. Tuve a mis pies postrada la Fortuna,

    y trajo del copete mi cord\lra a la calva ocasin al estricote. Mas, aunque sobre el cuerno de la luna

    siempre se vio encumbrada mi ventura, tus proezas envidio, oh, gran Quijote!

    (Miguel de CeIVantes, Don Quijote de la Mancha)

    Una nueva aplicacin del tpico se puede complementar con el principio general de que Tambin merecen alabanza los contemporneos. El pasaje de Juan de Mena se inscribe en el dominio blico, mientras que Quevedo se refiere a la esfera literaria:

    Como que creo no fuessen menores que los d' Africano los fechos del Cid, nin que feroces menos en la lid entrasen los nuestros que los Agenores,

    FASES ELABORATIVAS DEL DISCURSO

    las grandes fac;;aas de nuestros seores, la mucha constancia de quien los ms ama, yaze en teniebras dormida su fama, daada d' olvido por falta de autores

    (Juan de Mena, Laberinto de Fortuna)

    Qu Horacio, ni Propercio, ni Tibulo, ni Cornelio Galo, excedi a Garcilaso y Boscn? Qu Terencio a Torres Naharro? Qu Anacreonte iguala a Garci Snchez de Badajoz? Qu Pitgoras y Foclides y Tegnides y Catn latino no se dejan vencer de las Coplas de don Jorge Manrique, nunca bastante admiradas de las gentes? (Francisco de Quevedo, Espaa defendida).

    Sabidura y valor (sapientia et fortitudo). Cualidades arquetpicas en el retrato de nobles, hroes y soberanos, este tpico se emplea en la caracterizacin de grandes hombres. As, Ruy Daz es presentado a lo largo de todo el Cantar de Mio Cid como un dechado de virtudes, en quien se concilian las cualidades de un buen cristiano (sapientia) con los atributos del perfecto soldado (fortitudo).

    Con la sentenciosidad propia de sus ltimos tratados, Quevedo desarrolla esta misma conjuncin de cualidades en la pintura de Marco Bruto:

    En los ms ilustres y gloriosos capitanes y emperadores del mundo, el estudio y la guerra han conservado la vecindad, y la arte militar se ha confederado con la leccin. No ha desdeado en tales nimos la espada a la pluma. Docto smbolo de esta verdad es la saeta: con la pluma vuela el hierro que la ha de herir. Por muchos sean ejemplo Alejandro el Grande y Julio Csar. Alejandro oyendo la [Uada de Homero se armaba el nimo y el corazn. Saba que sin esta defensa, en el cuerpo la loriga y el escudo y la celada eran peso molesto y una confesin resplandeciente y grabada del temor del espritu. Cuerpo que no le arma su corazn, las armas le esconden; mas no le arman, Quien va desnudo de s y armado de hierro, es hombre con armas, cuando ellas son armas sin hombre. Si vive, es por ignorado; s muere, es por impedido; pues si no huye, es de embarazado, y no de cobarde; y de stos mueren ms con sus armas que con las de los enemigos. Fcilmente los conoce la muerte en las batallas, y con eleccin justiciera los halla entre los aventurados y generosos. Muchas veces fue herido Alejandro desarmado, donde infinitos de los suyos eran muertos debajo de sus armas.

    Julio Csar peleaba y escriba: esto es hacer y decir. En igual precio tuvo su estudio y su vida. Nadando con un brazo, sac sus Comentarios en el otro. No los juzg por menos vida que su vida.

    Rigurosa imitacin de los dos fue Marco Bruto, pues en la grande batalla de Farsalia escogi por armera el estudio [ ... ] (Francisco de Quevedo, Vida de Marco Bruto).

  • 46 47 MANUAL DE RETRICA ESPAOLA

    lA nobleza del alma: "Noble es quien se comporta noblemente. Esta idea, que remite de inmediato a clebres dramas lopescos y calderonianos, es en realidad muy anterior. Arraigada ya en la Antigedad clsica, es la base de la caracterizacin de Rodrigo en el Cantar de Mio Cid, trente a los infantes de Camn y los nobles indignos que confunden al rey Alfonso y originan su enfrentamiento con el hroe.

    El siguiente texto de Herrera se inscribe en la misma lnea:

    Aquel que libre tiene d'engao el cora~n, y slo estima lo qu'a virtud conviene, y sobre cuanto precia el vulgo incierto, su intencin sublima, y el miedo menosprecia, y sabe mejorarse, slo seor merece y rey llamarse. Que no son diferentes

    en la terrena masa los mortales, pero en ser excelentes en virtud y hazaas se hacen unos d' otros desiguales; estas glorias estraas, en los que resplandecen si ellos no las esfuer~n, s' entorpecen

    (Fernando de Herrera)

    "Los hechos y fama del individuo son conocidos en todas partes. Constituye un tpico muy habitual de los elogios amorosos y polticomilitares. En el primer pasaje, la perfeccin de una dama es notoria y admirada por todos, hombres y mujeres:

    Ya tanto sois agraciada, llana, hmil e famosa, que de todas sois loada e de todos contemplada por muy mucho virtuosa

    (Annimo, Cancionero de Herberay)

    El fragmento de lA Diana, en cambio, constituye un panegrico poltico de circunstancias; la excelencia de las damas se funde con el elogio de sus nobles linajes:

    Las cuatro 'strellas ved resplandecientes, de quien la fama tal valor pregona de tres insignes reinos descendientes, y del 'antigua casa de Cardona;

    FASES ELABORATIVAS DEL DISCURSO

    Del 'una parte duques excelentes, d'otra el trono, el cetro y la corona, del de Segorbe hijas, cuya fama del Brea al Austro, al Euro se derrama.

    (Jorge de Montemayor, La Diana, Canto de Orfeo)

    lA hermosura corporal. Es otro rasgo caracterstico en las descripciones laudatorias de nobles, hroes y damas. En la poesa de cancionero, la belleza de la amada suele ser presentada vagamente, sin concrecin de detalles fsicos; este pasaje de lvarez de Villasandino resulta, por ello, excepcional:

    Mahomad el atrevido orden que fuesse tal, de asseo noble compldo, albos pechos de cristal; de alabastro muy broido debi ser con gran razn lo que cubre su alcandora

    (A. lvarez de Villasarldino, Cancionero de Bkena)

    El Canto de Orfeo, en lA Diana de Montemayor, describe una serie de relieves del palacio de Felicia donde se esculpen las excelencias de nobles damas. Ofrece este canto mltiples ejemplos en los que la hermosura de tales damas se muestra sobrehumana, vence y enamora a todo ser, incluso al mismo amor:

    Doa Maria Manuel y doa Joana Osorio son las dos qu' estis mirando, cuy'hermosura y gracia sobr'humana al mismo amor d'amor est matando

    (Jorge de Montemayor, La Diana)

    Otra frecuente manifestacin de este tpico es considerar que Dios o la naturaleza derramaron sobre ese ser hermoso todos sus dones o que mostraron en l toda su sabidura:

    Pues ass Dios quiso que fuesse dotada aquesta seora de tan ricos dones, de todos los buenos debe ser loada e aqu non tengo que ha ms cuistiones

    (Pero Vlez de Guevara, Cancionero de Baena)

  • 48 49 MANUAL DE RETRICA ESPAOLA

    Arrimse [el triste Sireno] al pie de una haya, comenz a tender sus ojos por la hermosa ribera hasta que lleg con ellos al lugar donde primero haba visto la hermosura, gracia, honestidad de la pastora Diana, aquella en quien Naturaleza sum todas las perficiones que por muchas partes haba repartido (Jorge de Montemayor, La Diana).

    2.1.2.2. Tpicos tradicionales de cosa

    Frente a los anteriores, stos giran en torno a objetos, no a personas. Sus concreciones son muy diversas, pero, entre las especies fundamentales, destacan los tpicos de la creacin literaria, la tpica de la consolacin, el espacio, el tiempo, lugares de circunstancias y lugares de comparacin.

    a) TPICOS DE LA CREACIN LITERARIA. Una rica nmina de tpicos tradicionales se asocia a distintas vertientes de la propia creacin literaria, desde los motivos que justifican la escritura hasta las causas de su conclusin. Sus manifestaciones bsicas se agrupan en la tpica del exordio, el no encuentro palabras, las analogas de lo literario y los tpicos de la conclusin.

    Tpica del exordio. Un primer grupo est vinculado a la parte introductoria de la obra (inicios, prlogos o dedicatorias). Los topoi tradicionales a continuacin sealados se han construido y consagrado sobre ellocus a causa, pues todos ellos parten de la idea de explicar las razones que han movido al escritor a elaborar y ofrecer su obra. Como se ha dicho antes, la humilitas autorial podra incluirse aqu, aunque el estar ligada al escritor como individuo nos ha inclinado a situarla entre los tpicos tradicionales de persona.

    As, con Ofrezco cosas nunca dichas el autor pretende defender la pertinencia de su obra, as como invitar a la lectura. En la cuaderna 3 del Libro de Alexandre, esta idea aflora tmidamente, frente a la rotundidad del pasaje del Lazarillo:

    Qui orlo quisiere, a todo mi creer, habr de m solaz, en cabo gran plazer, aprendr buenas gestas que sepa retraer, haberlo han por ello muchos a conocer

    (Libro de Alexandre)

    Yo por bien tengo que cosas tan sefialadas, y por ventura nunca Odas ni vistas, vengan a noticia de muchos y no se entierren en la sepultura del olvido (Lazarillo de Tormes).

    FASES ELABORATIVAS DEL DISCURSO

    Escribo a requerimiento de un conocido es, en cierto modo, una frmula de humilitas, pues en este caso no se justifica la escritura desde una iniciativa personal, sino como recomendacin ajena:

    Verdad es que en la obra presente no tengo tanto cargo, pues me puse en ella ms por necesidad de obedecer que con voluntad de escrebir. Porque de vuestra merced me fue dicho que deba hazer alguna obra del estilo de una oracin que envi a la sefiora dofia Marina Manuel, porque le pareca menos malo que el que puse en otro tractado que vido mo. Ass que por complir su mandamiento pens hazerla, habiendo por mejor errar en el dezir que en el desobedecer [oo.] (Diego de San Pedro, Crcel de Amor).

    Esta invencin me pareci al principio tanto buena cuanto a la fin me comenz a desagradar, d