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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior. Ciclo de Seminarios de Mano, Julio 2011. 11 de Julio de 2011 Residente 2° Ortopedia y Traumatología Pontificia Universidad Católica de Chile Tutor: Dr. Jorge Vergara Leyton

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior. Ciclo de Seminarios de Mano, Julio 2011. 11 de Julio de 2011

Residente 2° Ortopedia y Traumatología

Pontificia Universidad Católica de Chile

Tutor: Dr. Jorge Vergara Leyton

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

11 de Julio de 2011

Ciclo de Seminarios de Mano

Introducción

lásicamente el Síndrome Compartimental ha sido definido como una condición en que

existe un compromiso de la circulación y la función de los tejidos contenidos dentro de un

espacio cerrado, como consecuencia de un aumento de la presión dentro de éste. La injuria tisular

provocada por este fenómeno involucra un amplio espectro de alteraciones, reversibles en sus etapas

iniciales pero con consecuencias devastadoras de no mediar un tratamiento oportuno. Es por esto que

su diagnóstico y tratamiento precoz son de suma importancia en vista de lograr una recuperación

satisfactoria. En el presente seminario revisaremos en profundidad el Síndrome Compartimental Agudo

de la extremidad superior, haciendo especial énfasis en la anatomía aplicada a esta condición, en la

fisiopatología, en el diagnóstico y en el tratamiento. Abordaremos también, aunque de forma algo más

somera, el tratamiento de su principal secuela, la Contractura Isquémica de Volkmann, para terminar

finalmente con una breve mención al Síndrome Compartimental Crónico por Ejercicio.

Reseña histórica

En 1881 Richard von Volkmann (Figura

1) describió por primera vez la mionecrosis y la

contractura secundaria como hallazgos clínicos

luego de una isquemia muscular prolongada. Se

trataba de hecho de la historia natural de un

Síndrome Compartimental no tratado. Treinta

años más tarde, en 1911, Bardenheuer describió

la primera descompresión de los

compartimentos del antebrazo, pero no fue sino

hasta 1940 que Griffiths popularizó la ya

clásica mnemotecnia de las 5 P’s del Síndrome

Compartimental: dolor (Pain), Palidez,

Parestesias, Parálisis y ausencia de Pulsos.

Recién en la década de los 70’ algunos

investigadores enfocaron su estudio en las

ciencias básicas, el curso clínico y el

tratamiento del Síndrome Compartimental.

Rorabeck notó que tanto la insuficiencia arterial

como la obstrucción venosa podían provocar un

Síndrome Compartimental y demostró que el

clearence de tecnecio radioactivo desde un

Figura 1. Richard von Volkmann.

compartimento tiene una relación inversa a la

presión dentro de éste, y una relación directa

con el flujo sanguíneo. Observó además que el

flujo sanguíneo en un compartimento era

rápidamente restituido luego de realizar una

fasciotomía, identificando también el potencial

daño por reperfusión secundario a esta

descompresión.

C

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

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Ciclo de Seminarios de Mano

Whitesides y cols. objetivaron los efectos

adversos de la isquemia prolongada,

encontrando un 5% de las células musculares

dañadas luego de 4 horas de isquemia, mientras

que a la 8 horas este valor ascendía

prácticamente a un 100%.

Heppenstall y cols. demostraron la

relación entre el metabolismo muscular y la

presión en un modelo de extremidades canino,

encontrando que con diferencias de presión

iguales o mayores a 30 mmHg entre la presión

arterial media y la presión intracompartimental

la actividad celular se mantenía sin alteraciones.

En relación al tratamiento, Havig y cols.

demostraron que la fasciotomía endoscópica

por sí sola no lograba disminuir la presión a

valores normales en Síndromes

Compartimentales Agudos, concluyendo que la

apertura de la piel era esencial para la adecuada

descompresión y para evitar la represurización

post operatoria.

Aunque existe consenso en cuanto a los

aspectos generales del Síndrome

Compartimental, aún existe controversia acerca

de los criterios objetivos específicos, punto que

será analizado más adelante 1.

Definiciones y Clasificación:

Nos encontramos ante un Síndrome

Compartimental cuando la presión intersticial

dentro de un envoltorio osteofacial se eleva a

niveles en los que compromete la función

celular, lo que de sostenerse en el tiempo puede

llevar a cambios irreversibles en el contenido de

este compartimento. Esta alza en la presión

intersticial llevará en algún punto al colapso del

flujo arterial, ocasionando isquemia tisular

progresiva. De no ser tratada en forma precoz,

ésta condición se traducirá en necrosis celular y

pérdida tisular. En general existen 3 variables

que condicionan el resultado luego de una

injuria de esta naturaleza: la magnitud de la

presurización; la duración de ésta; y la

extensión y severidad del daño de partes

blandas. Producto de la naturaleza

potencialmente progresiva de la injuria tisular

característica de este síndrome, su manejo debe

orientarse en forma esquemática de acuerdo a

una clasificación que considere tanto la presión

tisular como el tiempo transcurrido. Se

distinguen así las siguientes ―etapas‖ 1:

1- Síndrome Compartimental Agudo

incipiente: Periodo precoz luego de la

injuria en que existe alta probabilidad de

desarrollo de un Síndrome

Compartimental Agudo. Usualmente la

presión se encuentra bajo o cercana al

umbral de presión crítico.

2- Síndrome Compartimental Agudo

establecido, reversible: Menos de 8 horas

de evolución. Las alteraciones celulares

pueden ser reversibles con una

descompresión o fasciotomía.

3- Síndrome Compartimental Agudo

establecido, irreversible: Más de 8 horas

de evolución. La elevación de la presión

intracompartimental resulta en muerte

celular. Si bien ya han ocurrido cambios

irreversibles, la fasciotomía aún puede

tener utilidad.

4- Síndrome Compartimental establecido,

tardío: Periodo que sigue al

establecimiento de la inviabilidad

tisular, pero que precede al reemplazo

fibroso del tejido normal.

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

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Ciclo de Seminarios de Mano

5- Contractura isquémica de Volkmann: Etapa

final de un Síndrome Compartimental

no tratado. El músculo ha sido

reemplazado por tejido fibroso,

ocasionando la contractura y disfunción

nerviosa del compartimento afectado.

6- Síndrome Compartimental crónico por

ejercicio: Entidad aparte, caracterizada

por alzas transitorias y recurrentes de la

presión intersticial, habitualmente

durante el ejercicio, resultando en dolor

y síntomas neurológicos transitorios.

Los síntomas se resuelven con el

reposo.

Fisiopatología:

El Síndrome Compartimental es causado

por una disminución de la perfusión tisular

como resultado de la elevación de la presión

dentro de un espacio fibro-óseo cerrado. La

presión normal en un compartimento muscular

suele ser menor a 10-12 mmHg 2.

La ausencia de musculatura en la túnica

media de la pared de las vénulas las hace

especialmente susceptibles a las variaciones de

la presión intracompartimental, colapsando ante

alzas relativamente pequeñas de ésta. La

disminución del drenaje venoso resulta en un

menor gradiente hidrostático arterio-venoso,

ocasionando una reducción en la perfusión local

y un aumento de la presión intersticial, lo que

se traduce en edema del compartimento. El

edema, combinado con el colapso de los vasos

linfáticos por el aumento de la presión,

contribuye a un alza aún mayor de la presión

intracompartimental, perpetuando así ésta

cascada de eventos. Se inicia así un círculo

vicioso que sólo se interrumpirá con la

descompresión del compartimento (Figura 2).

Adicionalmente el aumento de la

presión intersticial producirá vasoespasmo

reduciendo aún más la perfusión tisular.

Cuando la gradiente arteriovenosa local

alcanza un umbral crítico, la circulación se

compromete a tal punto que el flujo sanguíneo

es insuficiente para satisfacer las demandas

metabólicas tisulares, produciéndose la

isquemia. Éste umbral crítico está representado

por la presión de perfusión compartimental, que

es la diferencia absoluta entre la presión

compartimental y la presión arterial media, y

que en condiciones normales debiera ser de

cerca de 70-80 mmHg 2.

Heckman y cols. demostraron cambios

irreversibles en el músculo esquelético y tejido

nervioso periférico luego de 8 horas de

isquemia completa. La isquemia muscular

puede llevar a la liberación de mioglobina,

causando mioglobinuria, acidosis metabólica e

hiperkalemia, y pudiendo ocasionar falla renal,

arritmias, falla cardiaca y finalmente shock y

muerte. La magnitud de estos efectos

sistémicos dependerá de la duración de la

isquemia y de la masa muscular

comprometida3,4

.

Figura 2. Círculo vicioso del Síndrome Compartimetnal.

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Ciclo de Seminarios de Mano

Etiología

Existe un sinnúmero de factores

suceptibles de causar un Síndrome

Compartimental Agudo. Entre ellos

encontramos fracturas, trastornos hemorrágicos,

compresión extrínseca por yesos o vestimentas

constrictivas, lesiones arteriales, extravasación

de infusiones endovenosas, etc (Tabla 1). En

efecto cualquier elemento que cause un

aumento del volumen contenido en un espacio

osteofacial confinado o restricción de su

expansión puede causar un Síndrome

Compartimental3.

Tabla 1. Causas de Síndrome Compartimental de la extremidad superior.

Se calcula una incidencia anual de

Síndrome Compartimental Agudo de 0,3 por

100.000 habitantes, afectando

aproximadamente a una mujer por cada diez

hombres. En general el sitio de presentación

más común es la pierna, principalmente en el

contexto de fracturas de tibia 5.

No es fácil estimar la incidencia real del

Síndrome Compartimental en la extremidad

superior, pero la mayoría de los casos ocurre en

el contexto de una fractura. McQueen y cols.

analizaron 164 pacientes con Síndrome

Compartimental Agudo traumático,

encontrándo en un 60% de los casos asociación

con fractura. Las fracturas observadas con

mayor frecuencia fueron la fractura diafisiaria

de tibia (36%), de extremo distal de radio

(9.8%), y diafisiarias de antebrazo (7,9%). Sólo

un 2,5% de los casos respondieron a fracturas

en la mano, y la incidencia en luxofracturas de

codo y fracturas de humero no fue más que un

0,6% en cada una. Las lesiones de partes

blandas sin fractura fueron la segunda causa

más frecuente (23,2%) correspondiendo a un

5,5% y un 0,6% al antebrazo y la mano

respectivamente 3.

Compartimentos anatómicos de la extremidad superior

Generalmente los compartimentos

miofasciales de la extremidad superior se

dividen según su región anatómica en

compartimentos del hombro y brazo, del

antebrazo y de la mano. A pesar que las

descripciones tradicionales de los

compartimentos anatómicos de la extremidad

superior describen acuciosamente los hallazgos

anatómicos más comunes, es importante para el

cirujano reconocer las variaciones individuales

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

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Ciclo de Seminarios de Mano

en el momento de tomar decisiones clínicas

durante una fasciotomía. Al momento de la

exploración quirúrgica, se pueden identificar

subcompartimentos de tejido distintos y

separados, y puede ser beneficioso liberarlos o

separarlos para lograr una adecuada

descompresión. Algunos ejemplos incluyen el

pronador cuadrado o los músculos flexores

profundos en el antebrazo volar, o el extensor

carpi ulnaris en el antebrazo dorsal. Estos

subcompartimentos pueden ser distinguidos

anatómicamente investigando su fascia o

epimisio, y requieren siempre de una cuidadosa

inspección y, de considerarse necesario,

descompresión1.

Compartimentos del Hombro y Brazo: Tradicionalmente, el hombro y brazo

consisten en tres compartimentos anatómicos:

los compartimentos anterior y posterior del

brazo, y el deltoides.

El compartimento anterior del brazo

contiene los músculos bíceps braquial, braquial

y coracobraquial. Está inervado por el nervio

músculocutáno con una contribución

inconsistente del nervio radial. Los nervios

mediano, ulnar, radial, cutáneo medial del

antebrazo y cutáneo lateral del antebrazo

transcurren hacia distal por el compartimento

anterior y tienen riesgo de sufrir daño por la

elevación de la presión intersticial dentro de

este compartimento (Figura 3).

El compartimento posterior del brazo

contiene las tres cabezas del tríceps: medial,

lateral y larga. El nervio radial inerva el

músculo tríceps, pero los nervios ulnar, cutáneo

antebraquial posterior y el nervio del anconeo,

viajan a través del compartimento posterior. El

compartimento posterior está separado del

anterior por el húmero y el septum

intermuscular lateral y medial (Figura 3).

Figura 3. Corte transversal a nivel del tercio medio del brazo demostrando los compartimentos anterior y posterior y su contenido.

El deltoides está envuelto en fascia,

excepto por medial, donde se une al húmero,

clavícula y escápula. La fascia deltoidea se

continúa con la fascia braquial distal.

Típicamente, el compartimento del deltoides

puede ser subdividido en subcompartimentos

anterior, medio y posterior (Figura 4). El

músculo deltoides tiene un epimisio delgado

que también puede requerir descompresión,

además de la fascia, en un síndrome

compartamental agudo. El deltoides está

inervado por el nervio axilar1.

Figura 4. Corte transversal a nivel de humero proximal demostrando el compartimento deltoideo y su subdivisión por septos fasciales (puntas de flecha).

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

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Ciclo de Seminarios de Mano

Compartimentos del Antebrazo En la extremidad superior, el antebrazo

es el sitio más común de síndrome

compartimental. Tradicionalmente, se han

descrito tres compartimentos generales: el

compartimento volar, el compartimento dorsal

y la masa móvil (en inglés, ―mobile wad")

(Figura 5).

Los compartimentos volar y dorsal están

separados por el radio, ulna y membrana

interósea. La masa móvil, la cual está localizada

a lo largo del antebrazo dorsal y lateral, se

distingue por un septo de tejido conectivo que

se extiende desde la fascia antebraquial.

Muchas veces, sin embargo, estos espacios no

son compartimentos aislados sino que se

encuentran interconectados.

El compartimento volar incluye mas

superficialmente, los músculos flexor

digitorum superficialis, pronador redondo,

palmaris longus, flexor carpi radialis, y flexor

carpi ulnaris, mientras que el flexor digitorum

profundus, flexor pollicis longus y pronador

cuadrado comprenden la capa muscular

profunda de este compartimento. Si bien el

Figura 5. Dibujo esquemático de un corte transversal a nivel del tercio proximal del antebrazo. Nótese la distribución de los compartimentos y su contenido.

pronador cuadrado se encuentra en el

compartimento volar del antebrazo, estudios

recientes han demostrado que muchas veces se

puede distinguir un compartimento miofascial

separado (Figura 6).

Figura 6. Disección profunda del antebrazo volar que muestra el pronador cuadrado (PQ) envuelto por su fascia.

De manera similar, la musculatura

flexora debe ser evaluada cuidadosamente, ya

que puede estar subcompartimentalizada en

musculos individuales o grupos musculares por

fascia o epimisio, como ocurre frecuentemente

con el flexor digitorum profundus. El lacertus

fibrosus, un elemento fascial originado del

tendón del bíceps y que se expande distal y

medialmente para insertarse en la fascia del

pronador, puede actuar como fuente de

compresión alrededor del codo y a menudo

debe ser liberado para una fasciotomia volar

completa del antebrazo. Distalmente, el túnel

carpiano también pudiera ser liberado al

realizar una descompresión volar del antebrazo.

Tres nervios atraviesan el compartimento

antebraquial volar: mediano, ulnar e interóseo

anterior.

Los músculos del compartimento dorsal

del antebrazo pueden ser subdivididos en capa

superficial y profunda. La porción superficial

del compartimento dorsal incluye el extensor

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

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Ciclo de Seminarios de Mano

común de los dedos, extensor digiti minimi, y el

extensor carpi ulnaris. Los músculos abductor

pollicis longus, extensor propio del índice y el

supinador se consideran parte de la capa

muscular profunda. El músculo ancóneo ha sido

descrito como un compartimento

pontencialmente independiente. De manera

similar, el extensor carpi ulnaris y el extensor

pollicis longus pueden actuar como

compartimentos aislados. La inervación que

corresponde a estos músculos es el nervio

interóseo posterior.

El tercer compartimento del antebrazo

es la ―masa móvil‖. Este compartimento parte

en el origen del braquiorradial, extensor carpi

radialis brevis, y extensor carpi radialis longus

en la cara lateral del húmero, y se extiende

distal a la muñeca. Estos músculos de la masa

móvil son inervados por el nervio radial que

transcurre distalmente a través del

compartimento, al igual que su rama sensitiva

superficial1.

Compartimentos de la Mano Se consideran 6 compartimentos

musculotendinosos en la mano: tenar,

hipotenar, aductor, interóseos, canal del carpo y

digital (Figura 7).

Figura 7. Dibujo esquemático de un corte transversal a nivel de la diáfisis de los metacarpianos.

El compartimento tenar contiene el

flexor pollicis brevis, abductor pollicis brevis, y

músculo oponente del pulgar, y está envuelto

por la fascia tenar. Estos músculos son

inervados por la rama recurrente del nervio

mediano y contribuciones del nervio ulnar.

DiFelice et al. demostraron dos espacios

fasciales discreos en la eminencia tenar en el

52% de las disecciones cadavéricas.

El compartimento hipotenar, envuelto

por la fascia hipotenar, contiene el abductor

digiti minimi, flexor digiti minimi brevis, y el

músculo oponens digiti minimi; la inervación

motora es vía nervio ulnar. A pesar que

típicamente se describe como un solo

compartimento, estudios anatómicos han

demostrado dos compartimentos en la

eminencia hipotenar en un 76% de los casos.

El compartimento aductor contiene el

aductor pollicis y está localizado entre los

músculos interóseos volares y los músculos

lumbricales en el lado radial de la mano,

originándose en el 3er metacarpiano y

transcurriendo hacia el 1er metacarpiano, dorsal

al flexor pollicis longus y la musculatura tenar.

El músculo aductor pollicis está envuelto por

fascia volar y dorsal y es inervado por el nervio

ulnar. Tradicionalmente se considera como un

compartimento separado de los músculos

interóseos, estudios anatómicos han mostrado

que es un compartimento independiente en el

71% de los especímenes y en continuidad con

el compartimento interóseo en un 29%.

Hay 4 músculos interóseos dorsales y 3

volares de la mano, inervados por el nervio

ulnar. Estudios antiguos realizados por Halpern

y Mochizuki identificaron cada músculo

interóseo como un compartimento diferente.

Sin embargo, estudios posteriores han mostrado

variaciones en el número de compartimentos

fasciales en cada espacio intermetacarpiano.

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

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Ciclo de Seminarios de Mano

El canal del carpo está definido por el

ligamento palmar transverso del carpo, el

trapezio y el escafoides hacia radial, y el

pisiforme y el hamate hacia ulnar. El piso del

canal del carpo está constituido por los

ligamentos volares radiocarpianos extrínsecos.

Los tendones flexores superficiales y

profundos, el tendón flexor pollicis longus, y el

nervio mediano atraviesan el canal del carpo

(Figura 8).

Figura 8. Dibujo esquemático de un corte transversal a nivel del túnel carpiano.

Típicamente, los músculos lumbricales

están distales al canal del carpo (aunque existen

variaciones); sin embargo, están presentes en el

canal central de la palma, continuo al canal del

carpo. El primer y segundo lumbrical están

inervados por el nervio mediano, mientras que

el tercero y cuarto son inervados por el nervio

ulnar.

El edema en el canal del carpo, como

puede ocurrir posterior a una lesión del canal o

fractura del radio distal, puede precipitar un

síndrome del túnel carpiano agudo y resultar en

disfunción del nervio.

Infrecuentemente, el dedo puede estar

relacionado con un proceso caracterizado por

edema severo. A pesar de que no hay

compartimentos específicos relevantes, el

conocimiento de los procesos específicos que

afectan a los dedos es importante. Por ejemplo,

la tenosinovitis flexora piógena puede asociarse

con edema suficiente para comprometer la

perfusión digital. En estos escenarios puede ser

útil la liberación de la división mediolateral de

los elementos fasciales digitales 1.

Diagnóstico:

Evaluación clínica: Para realizar el diagnóstico de un

Síndrome Compartimental Agudo en su etapa

más inicial se requiere de un alto índice de

sospecha, y para esto resulta fundamental

reconocer las situaciones de riesgo comentadas

previamente. Es importante recordar que este

síndrome puede ocurrir luego de cualquier

injuria, independiente de la etiología, energía

involucrada, o el grado de conminución en el

caso de fracturas. Un error común es no

considerar a las fracturas expuestas como causa

potencial de Síndrome Compartimental Agudo,

por asumir que el hematoma posee una vía de

escape a través de la exposición ósea. Sin

embargo las pequeñas lesiones fasciales

transversas producidas en este contexto no

logran descomprimir adecuadamente el

compartimento.

Habitualmente el diagnóstico se realiza

en base a una constelación de síntomas y signos

físicos entre los que se encuentran las 5 P’s ya

mencionadas, además de la tensión palpable del

compartimento comprometido. Clásicamente se

describe que el dolor es progresivo y

desproporcionado al estímulo, sin embargo es

en realidad un indicador variable y poco

reproducible, pudiendo ser desde moderado a

severo. El dolor producido por el trauma inicial

puede en ocasiones enmascarar un Síndrome

Compartimental inminente. Por lo tanto no

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

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Ciclo de Seminarios de Mano

debe considerarse el dolor por sí sólo como un

síntoma patognomónico. Mubarak y cols.

encontraron que el dolor en respuesta al

estiramiento pasivo del compartimento

muscular tampoco constituye un signo

inequívoco, sugiriendo que la presencia de

hipoestesia sería más específica. Sin embargo,

según Rorabeck y Macnab, la hipoestesia sería

el último signo clínico en desarrollarse. Por otro

lado la presencia de alteraciones sensitivas

también pueden deberse a lesión de nervios

producto del trauma inicial. Del mismo modo

la debilidad motora o paresia puede también ser

explicada por lesión nerviosa, siendo además un

signo difícil de objetivar luego de un trauma, y

que indicaría, en el contexto de un Síndrome

Compartimental, un estadío avanzado de la

enfermedad con pronóstico sombrío en cuanto a

su recuperación.

La clave para el éxito del tratamiento

del Síndrome Compartimental Agudo radica en

su diagnóstico precoz. Estudios clínicos han

demostrado que los primeros signos en

manifestarse son el dolor progresivo y el dolor

al estiramiento pasivo de los músculos del

compartimento afectado. Sin embargo se trata

de síntomas subjetivos no identificables en

pacientes comprometidos de conciencia 6.

Por otro lado, si consideramos la injuria

quirúrgica como una causa potencial de

Síndrome Compartimental, parece lógico y

necesario señalar el rol de la anestesia, y en

particular las técnicas de anestesia regional, en

cuanto al desarrollo y al diagnóstico de éste. La

anestesia regional endovenosa, ha sido en

efecto identificada como causa directa de

Síndrome Compartimental Agudo. Pudiera

plantearse además otro efecto negativo

indirecto de la anestesia regional, de amplia

utilización en cirugía ortopédica para el intra y

postoperatorio, al retrasar potencialmente el

diagnóstico de Síndrome Compartimental

Agudo, ensombreciendo así su pronóstico. En

la actualidad no existen trabajos prospectivos

randomizados que evalúen el uso de la anestesia

regional en pacientes con riesgo de Síndrome

Compartimental Agudo y que permitan realizar

alguna recomendación al respecto. Sin embargo

en la literatura no se ha reportado ningún caso

de retraso en el diagnóstico de Síndrome

Compartimental Agudo en relación a bloqueos

de nervio periférico en la extremidad superior.

Existen reportes que asocian bloqueos de la

extremidad inferior o analgesia epidural con el

retraso en el diagnóstico de Síndrome

Compartimental, pero no parece haber una real

asociación causal ya que todos los casos

reportados presentaron síntomas sugerentes de

Síndrome Compartimental Agudo que fueron

ignorados por horas y asumidos como propios a

la propia técnica de anestesia regional. Por lo

tanto, y en base a la evidencia disponible, este

temor infundado no debiera influenciar la

elección del método anestésico en pacientes con

riesgo de Síndrome Compartimental Agudo,

siempre y cuando se mantenga un alto índice de

sospecha frente a la aparición de cualquier

síntoma sugerente 7.

En términos generales el diagnóstico del

Síndrome Compartimental Agudo es

eminentemente clínico, sin embargo la

interpretación de los síntomas y signos clásicos

puede verse afectada por los múltiples factores

mencionados, llevando muchas veces a

importantes dudas diagnósticas. Si bien el

Síndrome Compartimental Agudo constituye

una emergencia quirúrgica y su tratamiento no

debe retrasarse a la espera de confirmación

diagnóstica, existen métodos objetivos que en

algunas ocasiones pueden ser de utilidad para

definir conducta.

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

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Ciclo de Seminarios de Mano

Métodos Objetivos Para el Diagnóstico

de Síndrome Compartimental Agudo:

Monitoreo de la Presión Intracompartamental

Según el concepto unificado de Matsen,

la presión intracompartimental se encuentra

aumentada en todos los casos de SCA, no

importando la etiología. En base a esto, el

monitoreo de presión intracompartimental se

introdujo en los años 70’, en un intento por

facilitar el diagnóstico precoz. Desde entonces,

muchos sistemas nuevos de monitoreo de

presión han sido desarrollados para mejorar la

sensibilidad y precisión de las mediciones

obtenidas.

Aparatos para el monitoreo de presión

Inicialmente, Whitesides y cols.

utilizaron un manómetro tipo aguja que podía

ser usada para registros intermitentes, pero este

sistema requería de inyección de suero para

mantener la permeabilidad. Se elevaron

preocupaciones de que esto pudiera agravar un

inminente síndrome compartimental y pudiera

también generar lecturas falsamente elevadas.

Actualmente se comercializan numerosos

sistemas de manómetros aguja de este tipo, pero

todos han demostrado ciertas limitaciones.

Ninguno puede ser usado para medición

continua de presión, y por lo tanto no permiten

monitorear la tendencia de presión de un

compartimento muscular. Requieren una

columna de suero sin burbujas para prevenir la

amortiguación del registro, y tanto el propio

músculo como la formación de coágulos

pueden bloquear la aguja, haciendo este

monitoreo inútil. En un modelo de síndrome

compartimental en el cual se evaluó la precisión

del manómetro de aguja se obtuvieron lecturas

falsamente elevadas a presiones menores de

60mmHg, y falsamente bajas con presiones

mayores a 60mmHg.

Los catéteres de mecha (wick catheter) y

de hendidura (slit catheter) fueron desarrollados

para superar estas fallas (Figura 9). Ambos

fueron diseñados basándose en que el aumento

del área de superficie de la punta del aparato

sobre los tejidos mejora la precisión de la

medición de la presión del tejido. Las puntas de

estos no son uniformes: en la punta del catéter

de mecha se extienden fibrillas, y la punta del

catéter de abertura tiene numerosos cortes que

disminuyen la probabilidad de bloqueo por

hematoma o músculo circundante.

Figura 9. Catéteres Wick (arriba) y Slit (abajo).

A pesar de estas mejoras, la obstrucción

puede ocurrir, y ambos sistemas todavía

dependen de una columna de suero libre de

burbujas para funcionar. Pese a que estos

métodos pueden proveer medición continua de

presión por hasta 24 horas, la precisión de las

mediciones también depende del

posicionamiento correcto del transductor

externo, que debe estar al mismo nivel que la

punta del catéter. Rorabeck y cols, y McQueen

y cols, entre otros, abogaron por el uso del

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

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Ciclo de Seminarios de Mano

catéter de hendidura como el método más

preciso para monitoreo continuo de presión

intracompartimental sobre un período de 24

horas.

Intentos posteriores de reducir las

inexactitudes potenciales asociadas con estos

aparatos llevaron al desarrollo de catéteres

intracompartamentales con transductores de

presión en estado sólido, esperando resolver

con ellos las dificultades encontradas con los

tipos de monitores previos en relación al

posicionamiento correcto del transductor

externo en la altura exacta de la punta de

catéter. Sin embargo, este catéter también

requiere un pool de suero heparinizado

alrededor de su punta para mantener la

permeabilidad y por lo tanto no ha probado ser

significativamente mejor que los diseños

previos.

Finalmente se desarrolló un una sonda

en cuya punta se encuentra con un transductor

(―transducer-tipped probe‖) la que habría

demostrado ser más fácil de usar y altamente

precisa, con una excelente respuesta dinámica a

los cambios de presión, y sin los artefactos

asociados a los sistemas de columna de suero.

A pesar que se pueden obtener lecturas

falsamente elevadas por la instalación de la

punta del catéter en el tendón intramuscular,

esto puede ser evitado en la inserción por

pequeños cambios en la profundidad y

dirección de la punta 6.

Lamentablemente estos sistemas de

medición tienden a ser excesivamente

engorrosos, dificultando su uso en la práctica

clínica habitual. Por esto la empresa Stryker

desarrolló un instrumento de medición portátil

llamado STIC Catheter System (Figura 10), que

permite medir en forma simple y rápida la

presión compartimental.

Figura 10. Catéter STIC (Stryker®).

Al ser pequeño y portátil este aparato sería ideal

para su uso en el servicio de urgencias, siendo

teóricamente tan preciso cómo los sistemas

antes descritos, aunque no permite la medición

continua.

Otra alternativa de mayor disponibilidad

en nuestro medio es la medición mediante el

uso de transductores de presión arterial,

conectado a un simple catéter intravenoso. Se

recomienda el uso de catéteres de 16G o más.

Se debe llenar el catéter con solución salina y

conectarlo al monitor de presión, calibrándolo

adecuadamente y realizando el setting al nivel

del compartimento a medir 8.

Interpretación de las mediciones de presión intracompartimental

Estos avances en la tecnología son de

poco valor a menos que sean acompañados

simultáneamente de mejorías de las guías para

interpretar las lecturas y apreciar la relevancia

clínica.

Presión intracompartimental absoluta

Se han hecho muchos intentos para

identificar el nivel crítico de presión sobre el

cual se compromete la viabilidad del

compartimento y definir así la indicación de

una fasciotomía. Mubarak y cols. y Hargens y

cols. estiman que presiones del tejido de

30mmHg requieren manejo quirúrgico,

mientras que Matsen y cols. proponen que

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

11 de Julio de 2011

Ciclo de Seminarios de Mano

recién presiones iguales o superiores a 45

mmHg constituirían un Síndrome

Compartimental Agudo. El valor más

comúnmente utilizado en la actualidad es

30mmHg, ya que sobre esta presión crítica la

presión del capilar es insuficiente para

mantener el flujo capilar muscular. Además, se

ha demostrado que la compliance fascial

disminuye abruptamente con presiones

intracompartimentales sobre de 33mmHg, valor

en el cual la fascia alcanzaría su tensión

máxima 6.

Presión Diferencial

Whitesides y cols. introdujeron el

concepto presión de perfusión compartimental,

la cual estaría relacionada tanto con la presión

arterial como con la presión de tejido

intersticial. El establecimiento de una presión

absoluta ignora el rol de la presión sanguínea en

el mantenimiento de un flujo sanguíneo

adecuado en el compartimento. La viabilidad

tisular es dependiente de una perfusión

adecuada, y el flujo sanguíneo dentro de la

microcirculación es dependiente tanto del tejido

como de la presión venosa. En la actualidad

muchos prefieren usar esta presión diferencial

ya que no existe consenso acerca de un criterio

de presión único y específico que defina el

Síndrome Compartimental Agudo 1.

Algunos autores han propuesto el uso de

la presión arterial media para el cálculo de la

presión diferencial, sin embargo la presión

diastólica resulta más fácil de obtener y

estudios experimentales en modelos caninos

han demostrado que su valor es igual la presión

de arteria terminal. Se recomienda por tanto el

uso de la presión diastólica para el cálculo del

umbral crítico.

Esta presión diferencial (ΔP) sería

entonces la presión sanguínea disatólica menos

la presión intracompartamental, y diversos

autores han establecido niveles críticos entre

10mmHg y 35mmHg.

Mars y Hadley encontraron que una

presión diferencial de 30mmHg o menos

indicaba la necesidad de fasciotomías en niños,

y este valor fue encontrado también en perros

con síndrome comparatamental agudo inducido.

Otro estudio con perros indicó que si el

músculo es traumatizado antes de la inducción

de un síndrome compartamental, el tejido es

más susceptible ante un aumento de la presión

intracompartimental, sugiriendo en estos casos

el uso de un umbral más amplio de 40mmHg.

En términos generales los valores más

aceptados para el diagnóstico de Síndrome

Compartimental Agudo serían valores de ΔP

menores o iguales a 30mmHg 6.

El factor tiempo

La observación de mediciones asiladas

de presión que son iguales o mayores que los

umbrales sugeridos para fasciotomía, no

necesariamente confirman que el síndrome

compartamental está establecido. En lugar de

esto, es la tendencia de presión

intracompartamental o el ΔP en el tiempo lo

que debe ser observado.

Hay una relación dinámica entre la

presión sanguínea, el nivel de presión

intracompartimental y el tiempo durante el cual

el aumento de presión es mantenido. Con un

gran aumento de presión ocurre rápidamente

una gran disfunción, pero una presión baja

mantenida por largos períodos de tiempo

también puede producir un daño tisular similar.

El retraso en el tratamiento con fasciotomía

resulta en peores outcomes clínicos a largo

plazo.

Con la amplia variedad de presiones

diferenciales y absolutas usadas en los estudios

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

11 de Julio de 2011

Ciclo de Seminarios de Mano

realizados hasta la fecha, resulta difícil realizar

una comparación directa. Sin embargo, está

claro que a mayor presión, mas rápido es el

daño. Hargens y cols. encontraron que la

presión intracompartimental de 30mmHg

mantenida por 8 horas en perros, en presencia

de presión sanguínea normal, resulta en

necrosis muscular significativa.

En pacientes con traumas de tejidos

blandos en la pierna, los outcomes obtenidos

luego de seis horas con presión

intracompartimental de 40mmHg fueron

pobres. Se han observado cambios

significativos en la bioquímica e histología con

una presión diferencial de 20mmHg mantenida

por cuatro a seis horas. En situaciones en las

cuales la presión diferencial se acerca a cero,

estos cambios bioquímicos e histológicos se

presentaron tres horas antes. El examen de la

velocidad de la conducción nerviosa indicó una

falla total en la conducción luego de 50 minutos

de una presión de 120mmHg y luego de 330

minutos a presiones intracompartimentales de

50mmHg. El umbral más bajo de disfunción

nerviosa fue a 30mmHg, mantenida por seis a

ocho horas. Sin embargo, a esta presión solo se

afectaron las fibras de conducción rápida,

conservándose las fibras lentas. Rorabeck y

Clarke encontraron que la conducción del

nervio peroneo común fue completamente

bloqueada por una presión intracompartimental

absoluta de 40mmHg mantenida por 150

minutos.

Así, a mayor retraso en la realización de

fasciotomía, peor es el outcome. En un grupo

de pacientes con compromiso del

compartimento posterior profundo de la pierna,

un retraso de al menos 12 horas en la

descompresión quirúrgica resultó en

discapacidad permanente en 4 de 5 pacientes,

mientras que aquellos tratados antes de 12 horas

no tuvieron déficit clínico aparente en el

seguimiento. Los resultados de este estudio

fueron fundamentados por Sheridan y Matsen,

Rorabeck y Macnab, Mc Queen y cols, y Mullet

y cols, quienes concluyeron que los resultados

clínicos catastróficos eran inevitables si se

retrasaba la fasciotomía mas de 12 horas,

mientras que se alcazaba una recuperación

completa si la descompresión era realizada

dentro de las 6 horas del diagnóstico.

En la clínica, resulta imposible

identificar con precisión el minuto exacto de la

instalación de un Síndrome Compartimental

Agudo, y por lo tanto la fasciotomía debe ser

indicada en forma urgente.

Fuentes de Confusión en la Interpretación de presión intracompartimental

Varias fuentes de error surgen del

estudio de la presión intracompartimental.

Cómo se mencionó, el tejido traumatizado es

más susceptible a los aumentos de presión,

dado que aumenta su tasa metabólica en

respuesta al daño. Esto, en consecuencia, lleva

a mayores requerimientos energéticos y mayor

consumo de oxígeno. Ensayos clínicos con

pacientes que han sufrido lesiones importantes

no pueden por lo tanto ser directamente

comparados con experimentos en animales, en

los cuales se induce un síndrome

compartamental sin previo trauma tisular.

Heppenstall et al sugirió que el umbral de

presión usado en trauma debe ser más bajo que

los niveles estándares usados en experimentos

con modelos animales. Por otro lado existiría

también una variabilidad considerable entre

individuos en su tolerancia a determinados

niveles de presión intracompartimental.

Otra potencial fuente de error es el sitio

del compartimento donde se mide la presión.

Inicialmente, se creía que la presión del tejido

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

11 de Julio de 2011

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rápidamente se equilibraba en el

compartimento, y por lo tanto la presión podía

ser monitoreada con precisión en cualquier sitio

del compartimento. Esta teoría ha demostrado

estar errada tanto en modelos experimentales

con inyección salina, como en ensayos clínicos

con pacientes. Heckmann y cols. afirmaron que

―la falla de la medición de la presión tisular

dentro de pocos centímetros de la zona de

máxima presión puede resultar en una

desestimación seria de la PIC máxima‖. Ellos

también establecieron que es el valor más alto

el que debe usarse para decidir la necesidad de

fasciotomía.

Matava y cols. monitorearon la presión

intracompartimental en varios puntos dentro del

compartimento de la pierna en pacientes con

facturas tibiales (Figura 11). Esto relevó que la

zona de presión más alta estaba siempre dentro

de 5cm del sitio de fractura. Fuera de esta zona,

el registro de presión podía ser hasta 20mmHg

más bajo que el verdadero peak de presión. Por

lo tanto ellos recomendaron que la presión debe

ser medida lo más cerca del sitio de lesión

posible. Esta práctica podría, teóricamente,

convertir una fractura cerrada en una expuesta,

con todos los riesgos asociados, pero no hay

estudios a la fecha que confirmen o refuten

esto. Suena razonable entonces monitorear la

presión dentro de 5 cm de la zona, pero no

directamente sobre o en conexión con la

fractura.

Se ha expresado preocupación acerca de

la monitorización de solo un compartimento

cuando el síndrome podría desarrollarse en

compartimentos vecinos. Este es un problema

particular en pacientes inconcientes o no

cooperadores, en los que el monitoreo de

presión es la única herramienta disponible. Es

poco práctico realizar un monitoreo continuo de

la presión en todos los compartimentos.

Rorabeck sugirió que la medición inicial de la

presión en todos los compartimentos de la

extremidad afectada, seguido por monitoreo

continuo de aquel con los niveles más altos en

la evaluación inicial. Desafortunadamente, este

compartimento puede no ser en el cual se

produzca el síndrome, dado que éste puede

ocurrir horas o días después de la injuria inicial

en cualquiera de los compartimentos

adyacentes. Otros confían en los hallazgos

clínicos para determinar el compartimento con

un Síndrome Compartimental Agudo

inminente, y usan la medición de presión sólo

para confirmar el diagnóstico.

Figura 11. Gráfico que representa la relación entre la presión intracompartimental y el lugar de medición.

A pesar de estas fallas, el monitoreo de

presión intracompartimental es el único método

objetivo actualmente disponible para el

diagnóstico del síndrome compartimental

agudo. El uso de monitoreo puede ayudar a

confirmar el diagnóstico en presencia de

hallazgos clínicos equívocos. En efecto se ha

demostrado que la falta de monitoreo es el

factor más comúnmente asociado al diagnóstico

errado. Mc Queen y cols. plantean el uso de

monitoreo en todos los pacientes de riesgo,

mientras que otros autores lo usan únicamente

en pacientes inconscientes y en aquellos con

hallazgos clínicos dudosos.

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

11 de Julio de 2011

Ciclo de Seminarios de Mano

Métodos alternativos

Como una alternativa al monitoreo de

presión, se han investigado tecnologías de otras

áreas de la medicina.

Espectroscopía Infrarroja Cercana

Este es un método no invasivo que

permite detectar variaciones en los niveles de

mioglobina y hemoglobina muscular. Su

aplicación a los sindromes compartimentales se

basa en que la luz en este espectro pasa con

relativa facilidad a través de piel y hueso, pero

se absorbe diferente por hemoglobina y

oxihemoglobina. La mayoría de los estudios

que han usado este método, han investigado

pacientes con síndrome compartimental crónico

por ejercicio, y parece ser que, a pesar que tiene

un buen poder predictivo positivo en este

contexto, tiene un valor diagnóstico limitado en

Síndrome Compartimental Agudo. Es un buen

método para detectar una tendencia y cambios

en la oxigenación relativa.

Otra limitación en el uso de este

método, particularmente en la pierna, incluye la

medición restringida de la profundidad de la

sonda, que se encuentra entre 3mm y 40mm. El

músculo superficial absorbe la luz, por lo que el

músculo profundo no puede ser aislado.

Resonancia Magnética

La RM tiene una amplia variedad de

aplicaciones diagnósticas en la medicina

moderna, y algunos resultados alentadores han

sido obtenidos en estudios que examinaron su

habilidad para diagnosticar síndrome

compartimental crónico por ejercicio y agudo.

Se piensa que el edema franco que ocurre en el

sindroema compartimental puede ser

visualizado en la secuencia T2 de la RM.

Estudios realizados a la fecha han incluido solo

un número pequeño, y ciertos factores

confundentes como la ateroesclerosis pueden

exagerar los cambios vistos en la RM en

respuesta al ejercicio. En trauma agudo, puede

presentarse aumento de volumen y edema en

grados variables luego de la injuria, pudiendo

ser indistinguible de un síndrome

compartimental agudo por RM. Rominger et al

encontraron que los cambios en la RM en un

síndrome compartimental establecido con

compartimentos edematizados y pérdida de la

textura muscular normal, se correlaciona bien

con hallazgos intraoperatorios e histología

tisular. Sin embargo, la RM no pudo identificar

ningún cambio asociado con un síndrome

compartimental inminente sin signos

neurológicos.

Cintigrafía

Es usada para evaluar perfusión

regional, en particular perfusión miocárdica, y

más recientemente, perfusión en enfermedad

vascular periférica y atrapamiento poplíteo.

Edwards et al mostró que la cintigrafía MIBI

(Tcm99

-methoxyisobutyl isonitril) tiene un

valor predictivo positivo de 89% en un estudio

realizado en 46 pacientes con sospecha de

síndrome compartimental crónico por ejercicio

en extremidad inferior. No se sabe si esta

técnica es aplicable a un Síndrome

Compartimental Agudo, pero como no es un

sistema de medición continua de cambios en la

perfusión, no parece probable que vaya a ser de

valor en trauma agudo.

Flujometría Doppler Laser

Estudios limitados han sido realizados

para evaluar la flujometría doppler laser como

método diagnóstico en síndromes

compartimentales. Abraham y cols. encontraron

que había diferencias en pacientes con y sin

Síndrome Compartimental Crónico por

Ejercicio, pero consideraron que se requiere

investigaciones en un grupo mayor de pacientes

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

11 de Julio de 2011

Ciclo de Seminarios de Mano

para obtener información acerca de la

sensibilidad y especificidad de este examen 6.

Manejo

Medidas iniciales Frente a la sospecha de un Síndrome

Compartimental Agudo las vestimentas

constrictivas y los yesos deben ser siempre

liberados, al igual que cualquier otro elemento

que pudiera estar provocando una compresión

de la extremidad afectada. Se estima que la

realización de una abertura en un yeso reduciría

la presión en un 30%, mientras que al realizar

dos aberturas la presión disminuiría en más de

un 50%. A pesar de comprometer la estabilidad

ósea con estas medidas, en el contexto de un

probable Síndrome Compartimental Agudo

adquiere prioridad la viabilidad de las partes

blandas por sobre las consideraciones óseas.

La extremidad afectada debe ser elevada

a la altura del corazón, facilitando así el drenaje

venoso. Sin embargo, si se eleva más la

extremidad disminuye la gradiente

arteriovenosa, reduciendo por tanto la presión

de perfusión y aumentando así el riesgo de

Síndrome Compartimental Agudo 7.

Si no existe confirmación diagnóstica,

pero persiste la preocupación acerca del

desarrollo de un SCA, se recomienda un

periodo de observación. El paciente deberá ser

reevaluado frecuentemente (cada hora),

documentando los hallazgos clínicos y la

medición de la presión intracompartimental

cuando así se requiera 1.

Manejo médico En el contexto de un SCA resulta crítico

el manejo médico agresivo de las

comorbilidades asociadas con la condición. El

adecuado manejo hidroelectrolítico y la

monitorización cuidadosa de la función renal

resultan esenciales. Niveles elevados de

creatininia fosfokinasa (CPK) pueden indicar

daño muscular severo, los análisis de orina

permitirán monitorizar la mioglobinuria. El uso

de manitol para forzar la diuresis ha demostrado

reducir la incidencia de Síndrome

Compartimental luego de procedimientos de

revascularización 1.

Tratamiento quirúrgico: fasciotomías Principios generales

En términos generales, las fasciotomías

como tratamiento del Síndrome

Compartimental Agudo deben considerar

incisiones longitudinales con liberación amplia

y directa de la fascia profunda. La apertura del

plano cutáneo debe incluirse ya que la

fasciotomía subcutánea o endoscópica por si

sola resulta insuficiente para una

descompresión adecuada en el contexto de un

SCA. Luego de realizar la fasciotomía debe

investigarse siempre la presencia de posibles

subcompartimentos y liberarlos de ser

necesario.

Mubarak, Owen y Hargens recomiendan la

realización de fasciotomía en los siguientes

casos:

1. Pacientes normotensos con hallazgos

clínicos positivos, presión

intracompartimental mayor a 30 mmHg,

y con tiempo de evolución

indeterminado o mayor de 8 horas.

2. Pacientes inconscientes con presión

intracompartimental mayor a 30 mmHg.

3. Pacientes hipotensos con presión

intracompartimental mayor a 20 mmHg.

Sin embargo y como regla general, si existe

cualquier duda es preferible realizar de todas

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

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formas la descompresión del compartimento, ya

que las consecuencias negativas de un síndrome

compartimental no tratado superan

ampliamente la cicatriz de más 10

.

Una vez realizada la descompresión

completa se resecará en forma juiciosa del

tejido necrótico. Posteriormente se realizarán

otros tratamientos adyuvantes, como por

ejemplo la estabilización de fracturas,

cubriendo finalmente las heridas en forma

estéril. Algunos autores recomiendan realizar

una nueva medición de presión

intracompartimental luego de la descompresión

para documentar así la efectividad del

tratamiento. No se recomienda realizar el cierre

primario de la herida 1.

Figura 12. Algoritmo propuesto para el manejo de un paciente con sospecha de Síndrome Compartimental Agudo.

Brazo:

Típicamente es posible acceder a los

compartimentos anterior y posterior del brazo a

través de una incisión única por lateral (Figura

13), aunque en ciertas circunstancias debe

considerarse ampliar el abordaje distalmente

hacia el antebrazo, o más proximalmente para

descomprimir el deltoides. Anteriormente se

debe explorar el músculo braquial, liberándolo

si es necesario. Las estructuras neurovasculares

deben seguirse hasta su entrada al antebrazo

asegurándose de liberar todos los sitios

potenciales de compresión.

Figura 13. Abordaje lateral de humero.

Antebrazo dorsal:

Se realiza una única incisión dorsal

sobre el compartimento muscular desde 3 a 4

centímetros distales al epicóndilo lateral hasta

el tubérculo de Lister. Muchas veces las capas

superficial y profunda del antebrazo distal se

encuentran subcompartimentalizados por septos

fasciales que deben ser identificados y

descomprimidos (Figura 14).

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

11 de Julio de 2011

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Figura 14. Fasciotomía dorsal del antebrazo.

Antebrazo volar:

Se han descrito variados abordajes para

realizar la fasciotomía del compartimento volar

del antebrazo. El abordaje de Henry es

realizado con una incisión desde la estiloides

radial hasta la región de la fosa antecubital. La

incisión es ligeramente curvilínea e incorpora

una transición oblicua o en Bruner a través de

los pliegues de flexión del codo y de la muñeca,

liberando así el lacertus fibroso y el túnel

carpiano para descomprimir el contenido de la

fosa antecubial y el nervio mediano en su paso

por el túnel.

El abordaje de McConnell modificado

utiliza una incisión volar ulnar, requiriendo una

disección hacia radial. Comienza un centímetro

proximal y 2 centímetros lateral al epicóndilo

medial, dirigiéndose en forma oblicua a través

de la fosa antecubital hacia el aspecto más volar

y ulnar de la masa móvil. La incisión se curva

distal y ulnarmente, alcanzando la línea media

del antebrazo en la unión del tercio medio y el

tercio distal y continuando hacia distal ulnar al

tendón del músculo palmaris longus. Este

abordaje reduce el riesgo potencial de dejar

descubierto el nervio mediano.

Del mismo modo, el abordaje ulnar

descrito por Ronel y modificado posteriormente

por Matsen minimiza el riesgo de injuria a la

red arterial principal de cada compartimento.

Resulta importante destacar el

aislamiento relativo del pronador cuadrado y

del compartimento flexor profundo y la

necesidad de realizar su descompresión.

Figura 15. Abordajes de McConnel (arriba) y de Ronel (abajo).

Masa móvil:

Durante la descompresión de los

compartimentos volar y dorsal de antebrazo

puede también ocurrir la descompresión

indirecta de la masa móvil, por lo que esto debe

ser evaluado antes de realizar la incisión

quirúrgica. Si resulta necesario se realizará una

incisión longitudinal sobre la masa móvil, la

que puede ser realizada tanto a través de la

fasciotomía volar como de la dorsal.

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

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Ciclo de Seminarios de Mano

Mano:

Las incisiones utilizadas para acceder a

los múltiples compartimentos de la mano deben

ser cuidadosamente planificadas para asegurar

una adecuada exposición y descompresión de

cada compartimento, al mismo tiempo que se

evita al máximo el daño de partes blandas.

Como se mencionó previamente los músculos

interóseos palmares y dorsales pueden

corresponder a compartimentos

anatómicamente separados. Por esto es

fundamental realizar una liberación cuidadosa a

todo el largo de los metacarpianos a través de 2

incisiones dorsales longitudinales sobre los

espacios intermetacarpianos 2-3 y 4-5. Los

músculos tenares serán liberados a través de

una incisión longitudinal a lo largo del margen

radial de la eminencia tenar, y el músculo

adductor pollicis (que constituye un

compartimento aparte) se descomprimirá

mediante una incisión separada dorsal centrada

en el primer interespacio. Los músculos

hipotenares serán expuestos a través de una

incisión a lo largo del borde ulnar de la mano.

Figura 16. Fasciotomías de la mano y dedos.

Para la descompresión del túnel

carpiano se realizará una incisión palmar

extendiéndose proximalmente desde el nivel de

la línea de Kaplan, ligeramente ulnar al pliegue

tenar, hasta el pliegue volar de la muñeca. Si se

requiere extender la incisión hacia el antebrazo

se realizará una transición tipo Bruner como fue

explicado previamente. La fascia palmar es

seccionada longitudinalmente exponiendo el

ligamento carpal transverso subyacente, el cual

también será liberado desde distal hacia

proximal y siempre bajo visualización directa.

La descompresión digital, cuando está

indicado, es completada usando una incisión

mediolateral (Figura 17). Para los dedos índice,

medio y anular se realizará una incisión ulnar,

mientras que para el pulgar y meñique será

realizada por radial, minimizando así los

potenciales efectos adversos sobre la

sensibilidad de los dedos. La disección se

continúa entre la vaina tendínea y el paquete

neurovascular, el cual es rechazado hacia volar.

Figura 17. Abordaje digital mediolateral.

Cuidados posteriores: Luego de la descompresión quirúrgica y

desbridamiento adecuados de los

compartimentos comprometidos, se requiere un

cuidado cercano de las heridas. A las 48 hrs se

debe realizar una inspección de la herida, y todo

tejido necrótico nuevo debe ser removido. Para

lograr los objetivos del procedimiento resulta

fundamental dejar las heridas abiertas, dejando

el problema futuro de intentar un cierre

diferido, o si esto no es posible, injertar la zona

para lograr una adecuada cobertura cutánea. Se

han descrito variados métodos mecánicos de

cierre para las fasciotomías. Una forma simple

es usar una cinta vascular elástica fijada en zig-

zag con corchetes a los bordes de la herida para

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

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mantener así cierta tensión y mejorar la

aposición de éstos, reduciendo la necesidad

posterior de injerto.

Figura 18. Método de la cinta vascular en zig-zag.

El manejo no quirúrgico debe centrarse

en las medidas anti-edema, incluyendo

elevación de la extremidad y evitando vendajes

o vestimentas constrictivos proximales al sitio

quirúrgico. El manejo médico también es

crucial, manteniendo la alerta en particular

acerca de la aparición de signos de insuficiencia

renal, evidenciada por mioglobinuria. Los

antibióticos operatorios endovenosos se

mantendrán hasta observar las heridas estables

o hasta que se estime conveniente en cada caso

en particular. Finalmente se deberá tratar

adecuadamente el dolor, para facilitar así la

movilidad musculotendínea y articular precoz,

previniendo la rigidez posterior.

Contractura isquémica de Volkmann:

La contractura de Volkmann en la

extremidad superior tiene un amplio espectro

clínico, basado en la extensión de la necrosis

del músculo y la lesión nerviosa que ha

ocurrido. La deformidad es el resultado del

evento isquémico, ya sea por el insulto inicial o

secundario a la cicatrización subsecuente y el

compromiso vascular del nervio. La

deformidad, por lo tanto, ocurre en un período

de semanas a meses. La deformidad no tratada

en un niño va a tender a progresar hasta

alcanzar la madurez esquelética.

El grupo muscular más vulnerable es el

compartimento flexor profundo del antebrazo,

que incluye los músculos digitorum profundus

y flexor pollicis longus. En la forma leve de la

contractura isquémica se afecta habitualmente

solo una porción de estos músculos.

Típicamente, los vientres musculares de los

dedos anular y medio son los más afectados. El

siguiente más común es el flexor pollicis

longus, seguido por los dedos índice y meñique.

El flexor digitorum superficialis, pronador

redondo y los flexores de la muñeca están

comprometidos en isquemias más severas y

prolongadas. En los casos más graves, también

puede ocurrir isquemia y necrosis subsecuente

del compartimento.

Figura 19. Contractura Isqémica de Volkmann severa de la

mano derecha.

Mientras más área de necrosis, mayor el

comprmiso de los nervios. El nervio mediano es

más susceptible a la isquemia y la fibrosis que

el nervio ulnar. En casos severos, la postura de

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

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la muñeca es en flexión, algunas veces asociado

a pronación del antebrazo. La posición de los

dedos es variable, variando desde una simple

deformidad en flexión, a una postura intrínseca

plus o intrínseca minus, dependiendo del

compromiso del nervio ulnar o de los músculos

intrínsecos de la mano. La deformidad

intrínseca minus se ve más comúnmente que la

deformidad intrínseca plus, debido a la mayor

fuerza de los músculos flexores extrínsecos que

los extensores. La flexión de la muñeca

usualmente permite una extensión pasiva y

activa de los dedos. Sin embargo, el desbalance

muscular crónico y la falla para mantener un

rango pasivo de movilidad llevaran a rigidez

articular.

Es importante distinguir una contractura

de Volkmann verdadera de una Pseudo-

Volkmann. La contractura Pseudo-Volkmann

es causada más comúnmente por el

atrapamiento del músculo flexor digitorum

profundus o del flexor pollicis longus en las

fracturas de radio o ulna. Otras causas incluyen

adhesiones alrededor de la fijación interna,

ruptura del tendón, injuria por aplastamiento, y

cicatrización secundaria a infección.

Clínicamente, esto puede ser muy difícil de

distinguir de una contractura verdadera de

Volkmann, especialmente de una contractura

leve. En la exploración quirúrgica, los músculos

parecerán normales, pero adheridos al hueso.

Una miotenolisis o tenolisis permitirá en

general por sí sola la corrección. Debido al

atrapamiento muscular del sitio de fractura es

una de las causas más frecuentes de Pseudo-

Vokmann, es importante revisar los rangos

pasivos de movilidad de los dedos luego de la

reducción.

Clasificación Se han descrito muchos sistemas de

clasificación. La mayoría se basan en la

severidad clínica de la presentación, y son

usadas para determinar el tratamiento apropiado

según la discapacidad identificada. Muchos

investigadores reconocen una tremenda

variabilidad de las presentaciones clínicas y las

subsecuentes limitaciones de los sistemas de

clasificación.

Seddon fue el primero en introducir el

concepto de infarto elipsoideo comprometiendo

los músculos del antebrazo proximal. El

además describió el espectro de la contractura

de leve a severa. El tipo leve corresponde

secuelas mínimas, con contracturas que pueden

recurrir en niños en la medida que se completa

el crecimiento. El tipo más severo fue descrito

como una extremidad que ―aparte de su

envoltura es gangrenosa y el tratamiento es

inútil‖. Entre estos dos extremos, el describe

tres patrones separados de presentación:

1. Isquemia difusa moderada. La

característica principal de esta

presentación es la contractura. El

compromiso nervioso está limitado y se

resuelve espontáneamente. La mayoría

de la función se recupera

espontáneamente, y al final de varios

meses solo queda una contractura

residual que corregir.

2. Daño muscular intenso pero localizado.

Este ocurre poco frecuentemente, pero

tiene una presentación distintiva en la

cual el compromiso primario es el de los

flexores profundos del antebrazo,

específicamente de los músculos FDP y

FPL. Puede estar presente un mínimo

compromiso del nervio mediano

adyacente a la zona de infarto.

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3. Fibrosis o necrosis extensa. Esta

presentación tiene una destrucción

prácticamente total de todos los

músculos del antebrazo. La función de

los nervios mediano y ulnar está

comprometida, y puede haber extensión

del infarto en el compartimento dorsal.

Como Zancolli notó, hay una

variabilidad significativa en el compromiso de

la mano. Su sistema de clasificación fue basado

enteramente en el compromiso de los músculos

intrínsecos, distinguiendo cuatro tipos de

deformidad:

1. Tipo I: no tienen compromiso intrínseco

(solo deformidad en flexión).

2. Tipo II: los músculos intrínsecos están

paralizados, resultando en una mano

intrínseca minus y parálisis de los

oponentes.

3. Tipo III: se define como contractura de

los músculos intrínsecos, con la

apariencia clínica de una mano

intrínseca plus y pulgar intrínseco plus.

4. Tipo IV: hay una presentación mixta del

compromiso intrínseco. Algunas veces

puede haber algunos dedos con postura

intrínseca minus (usualmente 4° y 5°

dedos), con una postura intrínseca plus

afectando los dedos adyacentes

(habitualmente el medio e índice).

La variabilidad de la presentación depende

de la lesión isquémica y la recuperación

potencial de los nervios mediano y ulnar, y no

hay patrón uniforme para predecir si los

músculos tenares o hipotenares se van a ver

afectados, ni tampoco la extensión de la

parálisis o paresia intrínseca.

Tal vez el sistema de clasificación más

frecuentemente usado es el de Tsuge (Figura

20). El clasificó la contractura de Volkmann en

leve, moderada y severa, de acuerdo a la

extensión del compromiso muscular.

El tipo leve, también descrito como tipo

localizado, compromete los músculos del

compartimento flexor profundo del atebrazo,

usualmente comprometiendo solo el FDP de los

dedos anular o medio, aunque puede

comprometer todo el FDP y FPL también. El

compromiso nervioso está ausente o es leve,

típicamente consistente en cambios sensitivos

que se resuelven espontáneamente. Con la

muñeca en flexión, los dedos logran extenderse

por completo. La mayoría de los tipos leves son

resultado de un trauma directo, ya sea por

aplastamiento o fracturas del antebrazo, y son

típicamente vistas en adultos jóvenes.

En el tipo moderado, la degeneración

muscular incluye prácticamente todo el FDP y

FPL, con degeneración parcial de los músculos

flexores superficiales. Siempre hay compromiso

neurológico. La discapacidad sensitiva es

generalmente más severa en el nervio mediano

que le ulnar, y la mano demuestra una postura

intrínseca minus.

Figura 10. Compromiso de las estructuras según la clasificación de Tsuge.

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El tipo severo supone una degeneración de

todos los músculos flexores de la mano y

muñeca.Hay necrosis central muscular y un

compromiso variable del compartimento

extensor (FIG 4C). El déficit neurológico es

severo, incluyendo parálisis completa de todos

los músculos intrínsecos de la mano.

Dentro de cada tipo de clasificación, hay

un amplio rango de presentaciones clínicas.

Esta heterogeneidad en la presentación hace

dificultoso aplicar un tratamiento específico

basado solo en un sistema de clasificación, y

hace prácticamente imposible establecer

outcomes significativos y estudios

comparativos.

Tratamiento El tratamiento de un Síndrome

Compartimental Agudo es bastante diferente

del de una contractura establecida. Persiste la

controversia en relación con el tratamiento en la

fase aguda tardía, cuando presión

compartimental se ha mantenido elevada por

más de 48 horas. Algunos autores recomiendan

la liberación del compartimiento fascial incluso

hasta los 10 días. Esto puede mejorar la

perfusión de zonas musculares isquémicas, pero

no infartadas. Además, permite la identificación

precoz de necrosis de licuefacción de los

músculos. Cuando ésta está presente, se plantea

la escisión precoz del músculo no viable, y el

déficit puede ser reconstruido con transferencia

de músculo libre funcional. La identificación de

vasos y nervios es mucho más fácil durante este

período, antes que ocurra la fibrosis y

cicatrización. Algunos autores además piensan

que el músculo sano transferido mejoraría

cobertura de tejidos blandos y por tanto la

vascularización alrededor de los nervios

mediano y ulnar, pudiendo reducir el grado de

déficit neurológico distal. Luego de la lesión

puede observarse mejoría funcional con

recuperación de la función motora y sensitiva

hasta 1 año después.

Las contracturas leves pueden mejorar

con ferulaje y programas de terapia ocupacional

consistentes.

Una vez que el paciente tiene una

contractura establecida en la cual el equilibro

del tejido blando está presente, la fase siguiente

del tratamiento depende de la severidad de la

contractura, y la pérdida funcional resultante.

Manejo no quirúrgico

El manejo no quirúrgico debe ser

realizado precozmente en la mayoría de los

casos de Contractura de Volkmann establecida.

Un programa formal de férulas y terapia puede

mejorar el outcome de una intervención

quirúrgica tardía y puede resultar en

correcciones quirúrgicas menos extensas. La

terapia debe ser dirigida a la mantención de la

movilidad articular pasiva, preservación y

fortalecimiento de la función muscular

remanente, y corrección de la deformidad a

través de un programa de férulas. Se ha

planteado el uso de diversos tipos de férulas,

estáticas y dinámicas, sin embargo algunos

autores prefieren el uso de férulas estáticas

progresivas para contracturas fijas de la

muñeca, dedos y pulgar. Contracturas leves con

mínimo o sin compromiso nervioso pueden ser

tratadas solo con un programa de rehabilitación

y terapia de la mano.

Tratamiento quirúrgico

Se ha usado una gran variedad de

procedimientos quirúrgicos para tratar la

Contractura Isquémica de Volkmann. Estas han

incluido el manejo tanto de hueso como de

tejidos blandos. El acortamiento del radio y la

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ulna se ha usado para equiparar la longitud del

hueso con el músculo fibrótico acortado. La

carpectomía proximal en fila también ha sido

utilizada para este mismo fin y así corregir las

contracturas fijas en flexión de la muñeca. En

general, se prefiere no realizar procedimientos

de acortamiento, particularmente en niños, dado

que el antebrazo ya se encuentra relativamente

acortado por la injuria isquémica inicial del

hueso y placas de crecimiento. Además el

acortamiento indiscriminado del antebrazo

produce un alargamiento relativo tanto de

músclos flexores como extensores, sin

considerar que la contractura principal es

usualmente solo de la superficie flexora, con

ausencia de compromiso del compartimento

extensor.

Procedimientos de reconstrucción ósea

para contracturas de larga evolución o para

reconstrucciones distales incluyen artrodesis de

la muñeca, de la articulación Trapecio – 1er

metacarpiano, o de la articulación

metacarpofalángica del pulgar. Estos

procedimientos pueden ser considerados en

conjunción con algunos procedimientos de

tejidos blandos.

Los procedimientos de tejidos blandos

incluyen escisión del músculo infartado,

alargamientos musculares, neurolisis,

transferencias tendíneas, y transferencias de

músculos libres funcionales, así como

combinaciones de dichos procedimientos.

También se ha descrito la escisión de nervios

fibróticos cicatriciales sin función distal,

seguido por injerto nervioso con el fin de tratar

de restablecer alguna sensación distal protectora

en la mano. Las contracturas fijas de la mano

pueden ser tratadas con liberación de tejidos

blandos, incluyendo capsulectomía y liberación

o resección de ligamentos colaterales,

dependiendo de la articulación comprometida11

.

SINDROME COMPARTIMENTAL CRÓNICO POR EJERCICIO

El Síndrome Compartimental Crónico

por Ejercicio (SCCE) constituye una causa

infrecuente y poco conocida causa de dolor de

extremidades en individuos que realizan

actividad física intensa y repetitiva.

Las tres áreas más comúnmente

afectadas por el SCCE son: la pierna, muslo y

antebrazo. En los párrafos siguientes nos

referiremos puntualmente al SCCE del

antebrazo.

Fisiopatología Durante el ejercicio extenuante, las

fibras musculares pueden expandirse hasta 20

veces su tamaño en reposo, llevando a un

aumento de volumen y peso del músculo de

hasta 20%. El aumento del volumen de

perfusión sanguíneo, la hipertrofia muscular, y

el volumen de fluido intersticial en un

compartimento no expansible, aumentan la

presión en concordancia con la ley de Laplace.

El flujo sanguíneo a través de los músculos está

principalmente regulado por la resistencia de la

arteriola, que depende de la tensión de la pared

vascular. El aumento de la presión

intramuscular causa una disminución del flujo

sanguíneo arteriolar. Incluso aunque la

circulación puede no estar completamente

detenida, el retorno venoso está marcadamente

reducido, y algunos capilares se pueden ocluir.

Cuando el flujo sanguíneo es insuficiente para

los requerimientos del músculo, el paciente

experimenta dolor con la actividad continua.

Los síntomas de SCCE, que son el resultado de

esta isquemia, son causados por una

oxigenación tisular inadecuada producto del

descenso del retorno venoso y de la perfusión

insuficiente del tejido muscular. Dado que los

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músculos tienen flujo sanguíneo solo durante la

fase de relajación del ejercicio, la causa de la

isquemia sería el aumento de la presión

intracompartimental durante la fase de

relajación.

Las presiones intracompartimentales

críticas son aquellas presentes cuando el

músculo no se encuentra en contracción.

Durante esta fase, el balance entre la presión

compartimental y la presión microvascular

determina la perfusión adecuada y, por ende, la

oxigenación del músculo.

Estos valores son reflejados de mejor

manera en las mediciones de presión post

ejercicio. El paciente continuará

experimentando dolor en la extremidad afectada

luego del ejercicio hasta que la presión

intramuscular total descienda a un nivel en que

el flujo sanguíneo pueda suplir los

requerimientos musculares.

No está claro porque los pacientes con

SCCE tienen un aumento de la presión

intramuscular total tanto en reposo como

durante el ejercicio, comparado con individuos

normales. No parece factible que una expansión

oseofascial puediera ser la explicación única

para este aumento ya que, luego de la

fasciotomía, la presión intramuscular

permanece más alta de lo normal respecto a

individuos normales. Además, mientras las

hernias fasciales son un contribuyente a los

hallazgos anatómicos, no están presentes en

todos los pacientes con SCCE. La regulación

arteriolar puede también ser un factor; sin

embargo, es posible que la combinación de

limitaciones anatómicas contribuya a la

presencia y severidad del SCCE.

Evaluación Historia

Durante el ejercicio físico, un paciente

con SCEC habitualmente nota dolor que

inicialmente es como un dolor sordo. Si se

ignora y el paciente continúa el entrenamiento,

el dolor va aumentando hasta el punto que la

actividad debe detenerse. La presentación y el

grado de dolor habitualmente se hacen en

predecibles y reproducibles, dado que comienza

siempre en el mismo momento durante la

actividad física. El dolor típicamente es bien

localizado en todo el compartimento afectado.

Los pacientes experimentan una sensación de

congestión o una sensación tipo calambre

cuando intentan realizar el ejercicio. También

pueden quejarse de adormecimiento transitorio,

hormigueo o debilidad en las distribuciones

motoras y sensitivas de los nervios de los

compartimentos afectados. En la mayoría de los

casos, los pacientes tienen un aumento reciente

del tiempo o intensidad del ejercicio que los

lleva más allá del límite de inicio de los

síntomas. El reposo usualmente alivia el dolor,

pero toma tiempo para lograr un alivio

completo, especialmente cuando el SCCE se

vuelve más severo. Los pacientes habitualmente

no tienen dolor persistente al día siguiente a

menos que hagan ejercicio nuevamente.

Generalmente, no tienen historia de trauma, y si

descontinúan el ejercicio y luego lo retoman,

los síntomas habitualmente vuelven. La

mayoría de los pacientes se presenta con dolor

bilateral.

Los pacientes con SCCE del antebrazo

se quejan de la sensación de firmeza o

calambres asociados con debilidad de la mano o

muñeca durante actividades atléticas o

repetitivas (principalmente en escaladores).

Además pueden experimentar adormecimiento

y hormigueo. Estos síntomas se pueden

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manifestar en las regiones tenar, interósea o

hipotenar, así como en el antebrazo. Los

síntomas se resuelven rápidamente una vez

discontinuado el ejercicio, pero recurren con el

reinicio de la actividad.

Examen físico

El examen físico de la extremidad

superior usualmente no revela signos de

atrapamiento o alteración en la prueba de

discriminación en dos puntos. El resultado de la

evaluación neurodiagnóstica, que incluye

estudios de conducción nerviosa y

eletromiografìa de los nervios mediano y ulnar,

también puede ser normal, aunque Kutz et al

reportaron un enlentecimiento de la conducción

del mediano en un caso.

Diagnóstico Diferencial

Hay un gran número de condiciones que

pueden sobreponerse con el diagnóstico de

SCCE (Tabla 2). Cuando la historia del paciente,

el examen físico y las mediciones de presión no

son diagnósticas de SCCE, se debe considerar

mayor estudio con imágenes, pruebas

neurofisiológicas, y/o estudios de laboratorio.

Estudio Los pacientes con SCCE demuestran un

aumento en las presiones intracompartimentales

en la extremidad afectada en reposo después del

ejercicio. La medición de la presiones

intracompartimentales durante el ejercicio es

difícil y poco practica; las mediciones en reposo

post ejercicio han demostrado ser el mejor

método para confirmar el diagnóstico de SCCE.

El tipo de ejercicio usado durante la medición

puede variar, pero debe ser suficientemente

provocativo para inducir síntomas.

Tabla 2. Diagnóstico diferencial de Síndrome Compartimental Crónico por Ejercicio.

Muchos autores usan los criterios de

Pedowitz para evaluar los pacientes. Estos

criterios son apropiados para la evaluación de

las extremidades superiores e inferiores: una

presión de reposo mayor o igual a 15mmHg y/o

una medición tomada un minuto luego del

ejercicio mayor o igual a 30mmHg, y/o una

medición tomada 5 minutos después del

ejercicio mayor o igual a 20mmHg. También

se ha aplicado el criterio de Whitesides y

Heckmann para síndrome compartimental

agudo en el contexto de SCCE.

Manejo El SCCE ocurre cuando atletas se sobre

exigen, excediendo sus capacidades reales. Por

lo tanto, el tratamiento no quirúrgico solo puede

ser exitoso si el paciente deja la actividad o el

nivel de actividad que causa los síntomas. Sin

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Síndromes Compartimentales de la Extremidad Superior.

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embargo, parecería razonable ofrecer un plan de

tratamiento que incluya el detener la actividad

que provoca los síntomas mientras se introduce

un programa diferente para un

acondicionamiento apropiado. Sin embargo,

dado que la mayoría de los pacientes con SCCE

que buscan atención médica no están dispuestos

a modificar su programa de ejercicios, se debe

considerar la realización de una fasciotomía del

compartimento comprometido, ya que ésta es la

principal intervención terapéutica y ha

demostrado resultados exitosos en cuanto a

alivio del dolor y a retorno a las actividades

habituales 10

.

La fasciotomía endoscópica ha

demostrado ser tan efectiva como la

fasciotomía abierta, sin un aumento asociado en

el número de complicaciones13

.

Cuidados postoperatorios Luego de la cirugía se debe usar hielo y

elevación de la extremidad por 3 a 5 días para

evitar el dolor y el edema excesivo. Se deben

instaurar ejercicios activos. Se puede utilizar un

cabestrillo los primeros días, pero el paciente

debe precozmente iniciar actividades livianas

sin asistencia. Las actividades habituales deben

iniciarse lo antes posible, según tolerancia,

habitualmente 3 a 4 semanas luego de la

cirugía12

.

Figura 21. Faciotomía endoscópica del compartimento volar del antebrazo.

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