von beyme - la clase politica

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1 'iia11za { l;,¡ver:;idad ' 1 ¡ ; J Klaus von Beymc e# s 5 df yoo La clase política en el Estado de partidos Versión española ele: Jesús Alborés Alianza Editorial ' ..

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i'iia11za { l;,¡ver:;idad

'

1 ¡ ; J

Klaus von Beymc

e# s 5 df yoo

La clase política en el Estado de partidos

Versión española ele: Jesús Alborés

Alianza Editorial

' ..

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bitos sociales. El ¡m ·sídcnrt' federal ~llcm;Ín, Wciz~iicker ( 1992: 146 y s.), ha ccnsur;~Jo cc1n roda razón csl•• tcndenci,¡ a la infiltmcióll del Estado d e: p:utidos al amp:1ro Je una Ley fundamental cuyos creado­res no consid eraron posible ni d c.:scaron este desarrollo .

2. El Esludo de partidos como compensación de la clase políú~a por el dcbiJilanticnto de b fclarión entre la dirección del partido y el dcctor:-tdu

La dc:mocracin moderna nwnifiesla una paradoja : las teorías dt la lcgir ím nción desde la izquie rda y los 1 coremas dt.: la .iJJgol>t.: rnabilidad desde la dcrcrh:t dcscríLít:run vívilbmcnre la dcuH.lcnci :l de los parti­dos. Pero cwm!O m(Js St' Jt:hilit0 b cstrcch:J unión ent re dirigentes y Ji rígidos ex istcntc en la épuct dt b s gr:mdcs ideologías , tanto más de­sa rrolló la cl ase po lít ic r d Est:1do de partidos como compensación. No dck ~upoJJnsc sin m:ís llll <•Ínt<.:r~s alienado de los pa rtidos~

m1smo:>». Nu(;~- ~~ ~~ n~~- 1.1 uccl!S'dad c~s_ p~]!1~_pa:~u ~90'tS en...l:.LSocfut3~tt. S 111 unbnrgo~k~.~:ll;lnt lza r esta fltnCIOn a "das e polí 1 i1 ·;¡ ''' ''ti que n lllljK l ls;H· b ll~engli7i'i'h\: c¡¡p;.~cidad o rganiza ti ­va d r: lo~ p •ln ido:;. En este !>t:lll id1) lll :Ís l's t ricto, d Estado de paniJos no n llnpn·ndí;l en prim <.: r término au ivítL.des p;H:l la movilizaL· il.ln dd ek:uoradP. ~ i no c.p tc tt:nÍ;t b ftmc ión dd rcdut:tm il·nto de étitcs y de b transm~iór1 t-1~ t., ml-.mt:td tkot-parHJt,· a las insritncit.1m:s· ptrbliCQI.

l -· ·· N o l'lllr:~n· l lH lS <1 dist.:II!Ír e11 lll:tyo r detalle los numerosos esc<-:na­( ríos de u ísis de l o~ pnnido~. ~·~t!!lUampa!lO-Cree..enJw" • k.ocadc:Q.c;~ / g~b~l_*',-h!~ parti~I~)S, ~ino solo eOtll.!_ ~<tmbio dc.func~ones. En este / -ct;¡l¡cx to . ni ~ íquic 1·a la cuns titL~~ IÓn dd Estifd(J de partidos debe valo-

r:Jrst~ de fmm.1 Ú11i camentt: nq.;ativ:J Llcsde un punto de visr.a fun cion;d . L9s · pllrtiJo~·.dd~.írtnm:invenr¡¡rse s:i no eJCÍIIrierao. Tampoco son, de ning11na l ll;liWr:t , esos <<gig:ullcs desconcertados>' que algunos auto res sugie ren (\\.% k-nm;lnn, 1 Wi9). EhmsacroUw..W;~.,le J)Oftidoscn es t<.: .:>ltnlido.JJ I;Í~ ,c,.-;.LÚ¡.;l-~({w.J¡,¡ re~tn'~ ~ladase.políüc:.. <-'l·.l..l .. n.u~: formaóó n social, t'C~pue~r·:-. q11c nK,stró que no existía n~ún.üpO. Jé ~Jew:pncrcrto>) .

Sin embargo, un C'studio m;Ís dct <JibJo, que no sigue nin~una teo­ría gt.:Ilernl de la decadencia, no pued e negar algunas l~nadc.)t)~ !dticas en tos ..P'~_rJ!J.tq~ -· .

[ ---ttt~J ·¡.:;rciccso de J esidcoluhización ha contrihuiclo a b erosión del parliclu como cormmitlad de mililantn- conjurados. Las grandes org<lll Í-

-,

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zacionc:s b umcnít i<..'<IS difícilmente h an podido suminis u~ r experien­cias comw1i tmús. La miJitancia Jel pan ido ha sido diseñada de forma más f-uncionaL La fórmul~d,,scalificatoria de «parfu!o órw~­bíén put:d t: int crp~ positivameme._l:::~~ka antig11o-1~ · te · «u~vitfii:UJIUoll\;lCCÍÜlf·aetüli\Ta vida, Ulla mil itancia J e toda la v1da» se hizo obsokr:L Uno .se «subía» a un vartiJo como a un ómni­bus, para viaj:u en él un rato, mientras se com partían los ol>jctivos ideológicos o con d fin de a¡mwccb:u el p<~tron;1Zgo de los parridos par:l mejorar lns oponunilladcs vi rales individualc.s. La luch:t de los ra­dicales conu-.1 los pnnidos cosmopoliras anónimos partía de la deslegi­timación de los p;trtiJos a los o jos de sus afiliados. Las encuestas mos­traron que csra im:tgc n correspondía m<Ís bien ni decepcionado afilia­do a las Juvcntlldes Sociahst<tS, que sufrL1 hondamen1 1~ la infle­xibilidad de su «viejo tÍ<m centenario , el SPD: no era, por el contrario, el sentimiento Jd miL:mbro medio de los partidos. Los partidos podían logr:tr IL-gitimidad , como también el Estado en su conjunto. Fn la sociedad po:anwdcrn:r, b legit im idad no es un b ien sobrevalorado de forma lll :Ígic:l, ctt totn<J ni que se des;~ rru!b un juq~o de suma cero entre el Estado y la socit".:dad, entre los d irigentes y los dirigidos.

2) El senti;n iL· t H<J.~IIhjeLivu _dc.idrntdú:aáón de los clertore~ cm}...:;us \1-~;:;sse-,.i<.i uj~. si l>ie-n en el caso rle los graiid~spartiJos ~~e AJem a­

nia occiJcnt.ll seguía cx t cntlit~ J H!ose a dos tercios del clecwrado. Dis­minuyó b fiddidad ckctoL!I . La ¡)nn icipacicín ya no se daba po r su ­puesta. Qc~dclli.1C\~ tiempo .. ha habido v~c:c~ _tk a!<Jrm.!!_qt,!~_r~p-~esen ­taban a lns abstcnci(;r1isr:,;;-·c_:umo clp;nido m:ís importa:~~~~ En los aiios tg)\~n t il, esto~ ·rc morcs pan.:cí~_ron confirmarse. Es frecuente de­ducir de esto 1111 c tris;incío respecto a los partidos. Sin embargo, algu­nos de los esce narios de crisis p;1san por alto el hecho de q11e L1 políti­ca como <<C:IIllj)O excéntrico Je <1ccíón» ocupe e:1da vez III Cllll.'i 1m pri­mer plano, im lu so en la pL11Jifi c:lCión individu:d d e la vida. !~. !nás fcecuentg_ ~--g ~1 0.e~!J!!. indif eren ~j!!.,__y_r~gm im..it:nto..Je. ali.e.Lla.Ci.ón.-­la CJlls<1 d e la abstcncit1n elet!OraL..

. No obs~.;we 1~~-~,~~~es ; ~s dd lnsriruto Allenshach conswfiÚ1 des:_ de finales J v l o~ ;,iios sesenta un;l ~~-rogrc,s iva eros iÓ~;~¡~- la c·~~~{íru1·i; je los ~iud~danos . Fl co!llprollliso político se hace m:uginal. En 197 1, el compromiso político todavi:l agradaba al 66'X, de los t:llCIIt:Stados; en 1992, solo nl 38'Yo (Kocher, 1992: .5).

,,3) Los...p~)S han en~·-(_mtr<Hlo una fuerte compelenri.~~ enlos_Jl!!.f· l'[Jf mQ_uimien !OS si)~~~~~ll es c~áógoc aniJliJSf{)rmas de acción

L~ cb sc polhica Cll el Est~do d~ r~ nidos

T.~n!.i\ 1: fm¡>o{'lllanrl,ul ucácnlc drl crn"f"'0111/SO pnliticn rltl•''' {n_¡ ,7/r.mmrrs ncádcnta!r.J

Pregunta: ,, ,: Le ¡l ll~ t ;l q nr un hombre tenga :1c1 ivi, htd polític<~ . o no le ag ra­d:~ ?>> (rndt t~ los datos en pmcentajc5}

--·-- .. - ·--/\IC'm~ni~ ncciol<'nl :~ l Alcnoania <>ri<:n tal

-·-- ·- - - ~- . ----- ----l'l71 1 ')75 197(, 1979 1987 ) 992 J ~n

. -----·--------· --- -·-----... . -.. .. rnr p,1 1~ta 66 '/0 15 (,.j :JO )(, 3-8 no lnf' :~gr:1da u 8 7 8 10 l'J 1.5 imlcciws 21 22 18 28 40 45 47

Pregunta; «¿Le gusta q11c un:t mnjer ten¡~ ; t acti~·idad pnlítka, nnolc :rr,r:tclú»

m-:- p,tt~ta (,2 (,)

11C1 111r ap,rada 23 19 incl cc i~o~ 15 18

Fuente: 1\lll'mh~chcr Arrhiv.

. ---- -- ..... ----- ·- - . ···-- -- -

65 M (Íj

15 15 1·1 20 22 23

45 /. .1 32

36 28 J(j

no se excluyen mutuamente. t\_meJio plazo, lns par~i. ~ los . siu>H~ti_.r.f~ ~i-~~d~~Y-1\~~. ~ ~~oJ~.Jfl~~i~tJÍY•ls.!dile. w:q_v~r1el:úi~'§"ls mov~n isntos, y le!' 5_bn . !~n::~ pcrdm:~htltth'l_d_~~r:_¡lza_ttya, Por o tro h1Cl , c-ad a vez se ltau:,: m;Ís ¡)-(lliií(~·a· nitc\;.1cn los viejos pnnidos (11. Schmidt) .

: ~, Lt movilidad social y espacial de la pohlaoó11 se h:1 hecho cn da VC7. mnyor. L a vinculación al partido --qm: en los prim eros tiem pos de la dunoc.:racia era sobre todo llna vincnbción a la agrup ación local del partido·-- !HVO necesariamente ljtlC debilitarse. r-.í !.!chos ahando!lOS dcl¡lartic)~_l )Q. .. :w.dehcntanlo a Ja_J(:'Jecc:ic1n cx¡~~s~a como a la apatía o - a lano rcnov;~ cióp dda a[iLación después de un cambio clc. locali . dad. .. - --- -- - ·

-- - 5} tv1 uchos de los ;~ntigu(ls partidos cnmbat icn tcs se bmcntan de un dr:íst icr> de.rccmn de m s ci(mr de a/ilúzción. Por Nra parte. se ha dado también la tendencia opuesta: Íos principales partidos conserva­dores de centro -sobre todo los cristianoclernócr::~tas en JtaJia y en Alemania- se han convettido en partidos de rnas;ts.

El descenso de la idcnrificaci<Ín p:~rtidist a de los ciudadanos se ha consol idado en !os <liins ochenta en el retron:so de las cifras de afiJia­ci6n de la mayoría de los part idos. En d SPD, el p rncc.,o de reducción de la afiliación se lwbía ini ciado y;l en J 978, cnando la ci fra de afilia-

El rmr\'o Lr·:i~ t ~n: el Estado de p~nidm; 49

dos volvió a caer por dcbnjo del límite del millón . Fn los pan iJos Jc­mocristi:mos, d crt·cimicnto se mantuvo hasta 19133. D espués del as-. censo J e la CDU al poder, también bajó el númF. ro ck ::~filiados. En torno a 1987 pudo constatarsc un renovado crcrírll icnto de lus c:uat r~1 p;¡rtidos eswblccidos. El proce~o de reducción del nÚIJJero de afilia· ; dos se h :~ ex plicado sobre todo medinnte J os factore la TIFÍ Íl ·« .·tAs .\ paJ,'t,.l~J,ae.produci$~u~Hlw.íf/¡;¡mwx de participación. Muchos cimla - • danos prcfcrí:~n forma~ 'l?x:1~ccnmpron~1so tnstJ tucional. Jnduso Los Verdes no han pasado de los 40.000 af1hados. Por otro hJo, tam­bién ~e h :~ l1 uscado en el incremento de la fi11an ciación púhlic:a de los · particlc1s la rnzón de que. dmmt111ycm C'l interés de /m jJartidn.r F_O!_!!!!J~ uilizar a{¡liado_.r. Tampon;-~;-<:x6lk;~ción se rJjustn a ~lcraliza ­~10'Gnl. La fin;tndación púhlicn de: h; pnttidns mantuvo vivo al mctHIS un intcrú t;Íl:lÍCo por d :ttuncnlo del número de nfiliauos pam, ohtcner las subvencione-s compcnsawrins [ ( :hanc:cnrllfJP,Idr/; ] .¡En los <tilos üchcnt<1 ha aumentado la o:nctitud de los ín (ortli CS. Scgú11 d ~ 23, p;Írrafo 1 de la 1 ,cy de P;ntidns. es preciso registrar al final de caJa ailo natural el lll'unero de miclllhtos de cncb pnrr ido que pagan cuota. El ~ 22;¡ , p(l n <lÍo 2, establece que la subvención m mpcnsato ria que se p<~gad a todos los partid<lS que supcrc·n alntclltJs t:l )'/u d<: los segundos vntm v;ilidos tcsultar;Í de la difcn' IHia enlrc <'¡ r!'sultadu de b s t'dtim as elecc iones ;ti 13undcstag previas al día de pago y el 40% de las contribuciones t O t;tlc~ obtcni<bs pnr un pan ido por las cuotas de a fil i<~ciéJn v don:1citli1CS. De este modo, b ignalcbd de oportun ida­des ~e vincul~ a un cierto éx ito del trabajo de moviliz:1ción dr.l partido.

Una tendencia scc11l a r de la cvoluci(m del número de afiliados se ha rJ(irm ::~rlo tantas vece!; como se ha dcsiJlcntido poster irH llll'llte. I fas­ta !979. puede consi;H;n sc un crecill1icll to en las cifr:1s d(' al'ili;¡ción de los p:lrtiJos en su conjumq. En torno ;l l t)l7 se ralenti ;~/J repen tÍila­mentc esa ten< !cn ci;~ . En t 9RO y J ')8 3 se produjcmn h tu~c(ls avances. Un nuevo patt ido. 1 ,os Verdes, y los :1\':mccs <le los pn rtiJos democris­tiano~ exp)icnn las mcih ciones del pélldulo. r LJSI<l finalrs de los aiios ochenta, parecía que seguían teniendo razón quienes posttJiahrJ n 1m

re! roceso secular de la afil.íación a partidos políticos. En l989 se pro­d ujo una ligera tcndcncia ascendente. Debido a la unificación de Ale­mania en J 990, no p udo verificarse si esa tendencia era o no pcrJu­rable. Cuando pueda conslat arsc cuántos afilindos aulénticamentc nuevos ex isten cu el c~ l e de i\ lctn;mi:l podr,í averiguarse cu.íl es el ver­dadero incrcrncnto de la nfili:1ción. 1\ co111icnws de lns ;tÍim noventa, el fDP tenía 1111 gr;tdn de organización superior ;¡ J p romedio en cJ este

50 1 ;1 dase polítíc:o m d E~taJu de ¡unidos

de Alemania . E11 d caso de lu CDU, d porcentaje.: de afiliación en rela­ción al de StiS votantes es lll <ÍS o menos «normal», aunque eu 1990 la relación entre Lt ciha de afili ados a la CDU y ~u elevado núme ro de electores era 1nás bil'll inferior al promedio. En el SPD, la movilización de Jü.OOO miembros en el este de Alemania sigue estando, desde todos los punt os de vista, por debajo del promedio. (\ largo pb zo, b COU Ita ohtcnidn mejores resultados con stl reconversión en panido de afi­liación rn ;tsiv;t q11c al cLísiCl) JHII'I idn de nfiliación masiva, el SPD. En el raso de l l·'Dl 1

, b ;dili,!l'iÚtt 5il.:111pn: ha dependido mucho de los gi­ros de su política de co:tlicioncs, y s11 fue rza dn turaJ apellas muestra tendencias a l,trgn pLtzo.

Las invcstigaLiones sobre Li p:trticipación admiten que el <<umbral de saturaric1n» de los partidos, dl:spuó Je los inusuaks éxitos de mo­vilización tcbt ÍPJ1:1dns con l:1 revuelta est udiantil, se alcanzó en los r~iins serenen . Sin embargo, no Ita podido const;ltarse un descontento profundo 1 t:llcj.tJO l' l1 un :lh andntHJ 111:1sivo Je Lt afil iación :t los part i­dos (Ni u knn:sycr, 1 'JfN : 11). El gradl, de organi zació n de los partidos establecidos dcs, ... ,,dió <.:ltiJ c l'>X(> y 1987 por Ll chajo dd limite Jd '1 'Y,1. A p:trt ir d l: J ')')0, puede q11c h:tya h,,¡,,do l(l t bvht tn(\s a causa de la unilic;H·ic.Jn abrlrtll<l. Sin emb:trgo, con todo ello sigue estando por encima dd IIÍ\'d de los :uios scscnLt. ! lasta 1 97-t no se alcanzó d lími­te del4 '}i •. Ll cks,·u¡so d(: b afilia('í<\n se: lw atril; nido al ba.rlio de Ú1 po­lítiw; la ahnna se ,[ isp:trú sohrc wdn ;' =:ll' d «rechazo n b s o rganizacio­nes» de [;, g!'nt 'J :~ción joven. 1 ~~ di[erenci;¡] cnt n.: el pon:ent :1je de la pu-

\ blación jll\·cnil y d pollL'Jll:tjL: d...: júvu1es aliliadllS a p;lrti,los se h :t illo ÍnCf{'nlCIIt;llll.h l U)lllÍllU<lil1l'll te.

,/....--Las etK LICSf;ts qtw im:estigah<Ht cuúks eran las form:JS de p<lrticipa­ción que intc~rcs;d,;lll <1 los jóvenes h:l ll constat:Jdo inequívocam cJllt:, desde mediados de los ai1os set enta hasta mediados de los años ochcn · ra, una disposic.: iéJn c 1da vez menor a colaborar con los partidos, que h<1 d csce ndidtt del 22 al 1 8 '/~. Al mismo tiempo, aumen t e'~ sin embar­go la Jisposición a formas no convencionales Je pnrtic ipación, como bs inici.ltivas ci11tbclanas (del 2S al 'l2'/;,) o las manifes taciones (del l 1 al 19'Yu l (f:lidc/Veen, l~J8Y: HO). Tab hallazgos permiten concluir que b disposición a la participación política se ha desplazado. Se man tiene la esperanza Je que la disposil·it)n global a la pnnicipaciún es aproximadamente constante, y de que el comportamienro no cmtven­cional y el convencional no se excluyen mutuamente.

Cuando además de reeabarse opiniones se investigaron tan1bién los !JOtencialcs Je activación, restJtó que cnt re 1980 y 1985 la particí-

El nutvo Lcvi;H;Ín : d [,;tado J,. panido~ 51

pación orient a<.hl a los partidos era la qu<.~ m:ís flH:rtentellle ltabía des­cendido (Jd .J O al 2J<Yul. Por el contrarío, la tendencia a la desu~e­diencia civil :nnn cntó ligeramente, tmnbién entre aquellos que hasta enton ces no ld>ínn sido :tct ívos eu este ámbito (Ueh.l.U1ger, 1988: 145). Los estudio~ sohrc los potenciales de activación tienen que tener en cuenta el «factor de escalada>>, que aparece cuando los métodos con­vencionales para h:-tcer níunfar un punto de vista no obt ienen resulta­dos. Respecto al f:Ktor de cscalatLt , en los años ochenta se mostró más bien un Jcsl.·cnsu d(· la d isp osición al comprom iso. Hasta elmornctlto, se han confirmado b ~ conclusiones Jel est uclto soGre la acción políti­ca J c Barnes/jaast: ( 1~7 1)) , según d cual los ciuda dnnos adoptan for· mas Je acción y ¡.¡anicipación caJa vez m;Ís diversas, y c:l comporta­miento no Coll tJCticiu!lof refuerza simulr:íneamcnte d trabajo conven­cional de los parridos. Es preciso dejar abierta la cuestión de si e l com¡.¡romi~o cotwcncional se. ase111eja cada vez m:ís al contpromiso en grupos ad ho,·. [\1uc hos estudios w bre la participación muestran que en la époc 1 dl· fra gmt:nl:lcÍ<.lJt postmoJ crna J c valores y esti los de vida h:1 <It mlent ado b partic ipación ~vlarizada en torno a problemas cspe· d{icos.

Hay cien o:; ¡t spenos en los q11e se lw postuLtdo precipitathmlct l!e b existencia d(; una tenJcncia secuhu, pero e11 los que en realidad es posible const :H ;I r oscilaciones pendulares coyunturales. Las oscilacio· ncs a cono y Jl!edio pL11.o en b d isposición de los cit~dadanos a com­prometerse con lus p~utidos no pucd~n explic trse ll lOIJ ocausaiJilentc, sobre 1 odn cuando se 1 icne11 en e u en tn pe ríodos m;Ís amplios y se com· p:1ran con b c.:vo lunÓ11 Jt: los partidos l'n otros países para co rregir la imagen oht en ida. ._

En la Íllvestig:Jcióu compamda de ¡;artidos, las fu erzas que impul­san las variaciones Je afiliación ~lllLdisu1tiJa."- N o han podido confirrnar~c: bs ~~~tlizacioncs :.obre la relación entre las oscilaciones económicas y L{s V;tri acioncs de afi linción. Las definiciones de parti ­dos, deo de 1',, 1 rke hasta \\/dJ cr, hun dado relevancia a los elcrnentus Je iili:olo ía d ier1tdiT1oj ambos factores son los que Jll:.ÍS frecuent e· menrc se han uti ilm o p:tr;t cxpliutr Lis tlucrwJCioncs de afiliación. La af1uencia Jc militantes h:.tci•t el SPD y el FDP después de 196'J y ;¡ la C:DU en 191:)2 ¡;uc:den explicarse perfectamente por las expectativas cLentdist as. Sin embargo, precis:tmel1le en Alemani•t se ha puesto de manifiesto b cfcct ividaJ del fac tor id(:ológico cuando Ja Cf)LJ aceptÓ su papel de oposición y pasó a la acci<Íil movilízáwlose. T .a disposición organizativa de los partidarios decrece con el :Jumento de la pcrma·

f.a cLJ<r pl)lítica Cll d bt:ldO de partidos

nmci~ de 1!11 partid<! en el gohicrno (L!lke, 1932: 56), ni rnrnos en Alf'rnania. En d caso Jc Italia, no es tan Lícil Jcmo<;trar que este sea el ca~o d(' la dcrnoc-raria cristiana (cfr. von Beyrnc, 19R4 : 211 y ss.). Des­pu,:.s de una !ll tensa m<wilización pueden prodnrir~c rctroccsos, como en 1916, cuando la CDU no alcamó el objetivo de un<l alternancia en el pndcr (1 Taungs, 1983: 78}.

Uno de lns cnigm;íticos seres polít icns rneim invcst igado es d de e tor. Sin cmhargo, rnms vcccs S<" ha fkdicado tan cuícl:ldosa atención empírica al.!!zicmhm t'~rl¡)(ltjJ.d.o. En lo que respecta a los electores, de la, respuestas a hs encuestas puede concluirse un se11timíento de im­potencia. Ernnid informó m 19S6 que el 2.3 •;;, de los cnrnest a dos es­taban Je acuerdo con la frase «los de arriba hacen lo que quieren». Los jóvenes entre 22 y 24 años, con un 21% ele respuestas afirmativas, nn eran ni mucho mcnns el grupo m;Ís confclfmc con es<"\ opinión (Jaí­dc/Vccn, 1989: 140) T ,os scnt imicnt os de ím potencia, que en un pe­lÍ<JJo de diez años p:1sarnn Jd 17 al 23%, podrían explic;Jt·l;¡ decre­ciente disposición a a(i)i;nse a un p:ntido.

!\ pri111cra vista, la afili:1cit'ln n los pan idos parece natural entre los electores cpw dcsca11 1111 plus de pnrticip;lCÍ<Ín polític:~ y de influencia ¡1nlít ic1. S in cn_!_l~;u go, las encuestas cntr e lPs micrnbrns de partidos hnn_mQ~lr:l;:¡<~;~¡ue ¡,-c¡ct1:u'tas partes del total de los <Jfllt;-~dos a un par­tJdn cnn;J~¡:-;¡;;n stl ;;-~¡Jiler)S·ia csc1sa o muv rsc;1~a. Sin cmb;J_rgo, es­t;¡[);1ils:\lts17:QicJLC."lirlsli .~sTt~Jaci,ín. T,ns lll!cvos afiliados cstán m:í.~-;m-

-¡)rc:;;l¡;('¡;Jdns e¡;~~ lo~ ;~t~l~l<)s por la experiencia ele su cscasn mfluen­cí~ (.;¡los dm graneles partidos. I .os afiliados antiguos han aprendido a \'Ívir con cstm scnlir11icrJtos. El 70"/, de los rnicmhros de b CDU y c;Jsi d (,(,'Yo de los miemhros del SPD h;¡n ~o¡,ortado dmantc mucho tiempo ese ~crHimicnto sin dar la csp;dd;~ al partido. Lns anlig"~ros afi li:Hios, en mu(hn maynr gr:1do que los nuc\'os , csl;1b:tll contentos con stt situaci<.lll y ~e conformaban con d sentimiento de haber encontra­do <1l menos su p;1trÍ<~ p0lític:1 (Grcven, 1987:56 y s.). La percepción de cpw el propio p;1rtidn t<~mhién defendía sus intereses reforzaba su rnotivaci<'m. Uno de lm mntivns del cnmpromiso era cornbatir el po­der del partido que ~e consideraba adversario político. Adcrmís, los {'articlos no se consideraban únic<1mentc como organizaciones útiles par~1 mejorar la propÍC~ c;1rrcra. Supucst<lmcntc, la lnfJuencía sobre la propÍ;:¡ situnción profesional no desempeñaba ningún papel en la afi­liación a un partido en un 90<-Yt, de los cncucstHdos. Actualmente, la :1riliación :1 un partido solo en csc1s:1 medida es transmitida a través de la sucialízación y «heredada>> de h casa paterna. Sin embargo, a largo

F! !HlrV<' l.r\·iat~n el Estado de partido>· )3

plazo tiene lugar un:1 socializació11 :1 través de lns partidos, pnrqtw en los C:Jsos de :¡filiación prolong<Jda se desarrolla b tendencia a vivir. en un campo de opinión de la misma orientació11 para n.n permitir que se ponga en cuestión la propia visión de las cosas. En una activa mino­ría de miembros del p;¡rtido con cargo, la pertcncnria ;¡ un partido sí refuerza el sentí m icnro de poseer influencia. En las encuestas, solo los miembros antiguos del partido se Htribnycn una gran in(]ucncia: ese grupo constÍlllÍa dcl3 al5%. En la CDU, el porcentaje cra mayor que cn el SPD (C~reven, 1987: 69). El número de micmhrns activos dd partido está sujeto a clebatc. Oscila entre ellO y ei20°Á1. El número ele activistas no es igual en t"dos lm pnrticlos. El tamano Jc la po!Jlación, las cstruct mas de poder municipal y el poder clicntdista de los partÍ· dos son importantes para la disposición a la r~ntlcip;~ción Je los mictn br.os activos del pa rt i~Jc.J. Una y otra vez se puso de manifiesto que la' m1tnd Je los que p;lrtlelpah:m muy activamente en las cmnparlas dcc torales había cxtraído posteriormente ventajas rara su carrera de f'se compromiso (von Bcymc el al, 1974a). Los rnicrnl1ros activos del par­tido qtw h<~hí;m :J~cendido :J dclq~adns 111tcrpretaban su función de forma muy difnt>ntc en los grandes partidos. Micntr;¡s que en el SPD y el FPD los afiliados considcr:1han que la dircccit'111 del par! ido ::tctua ba como «rncdiad<ll'a», los dcmocrístia11os entendían que la t<l re a de s\JS dclcg~Hlns era representativo parlamcnt;:Jri;1. Para ellos. los contro­les tlc la clirerción del p;1rtido ocnpa!Jan el primer plano. Una gmn parte de los l!Jicmhros dcl partido habfa previsto experiencias de frlls­tracíón: ya en el momento de afili~nse al partido, más de b mitad de lPs cncuest<tdos no tení:1n la intenci\Ín de tt·rHT una intcns:1 actividad in­tra partidista (NicdC'rrnaycr, 1 <189: 4 7, 224)

¡\ pesar y a c:1usa del aumento de afi]í;')(los, se ha producido una f:Jcrtcjrandor~naqsúufe_la b.(lrr'. SOQ!l/.!.{e_ lns.J!f!!!.u~H. Los partidos no twncn ya la m tsrn:1 b;1se Jc reclutamiento, rdattvamentc homogénea, ele aflliados dignns de wnfi;1nza. Han pasado ya los tiempos m los que en torno a los partidos se a¡~nrpaban subculturas en las que :<lgunos in­dividuos, ciPscle h cuna hasta In sepultura~ desde el hogar de inbnci;~ socialista o el Kindergarten católico h:1sta el Instituto Jc Incineración próximo a la socialdemocracia o hHsta la extremaunción- jamás sa­lían del ámbito de sus lazos ideológicos. El FDP es el pMtido que me­nos se ha beneficiado siempre de las posihilidadcs de reclut::Jrniento en un enromo de ese tipo, y cuyos representantes, por lo general, han es­tado menos «enredados>> en la organización que los ele! SPD o los de los partidos democristíanos. 1~tmbién el FDP intentó dur:1nte algún

5-l La Jase politil ;l en d b racio de partiJos

tiempo crear olg:mi7:1CÍoncs en un entnnw afín ál partido. La conJi­sión para la n:fonlla del p anidu dd FDP tuvo sin embargo que admi­tir que h ven taja de sus du~ gr:1mles oponentes era prácticmnentc in­salv:,blc, oriemmt lk> la I~JIJJI<tCión a una estrategia Je poliricas cercanas a los ciudadanos. '

No obstante, también en los dos grandes partidos los lazos organi­zatívos tradicio nales se han debilitado. Con ello ba aumentado la fluc­tuación. Los mol Í\'OS parn b alili:~eiún y el abandono del partido se han hecho lll <ÍS fu ncionales e individuales. En los «partidos ómnibus» hay quienes solo \'Í:1 j:m ('0111 0 mic·mbros durante unos cuantos años. Antes de 1933, en d SPD dos tercios dd to tal Jc sus miembros tenínn pudres que ya habían sido lllicmLros del partido. A comienzos Jc la segunda o leada de IHovil ii.;Kión, en 1 <J69/70, esta proporción bajó al 19%. En la r poca n :ci<:ntc, (:n la mayurht de los casos el motivo prin ­cipal Jc la dcci siún de afiliarse al partido p<lrcce haber sido una deci· sión person:ll y debida a la in lluenLia tk los peer groupr, no a la deter­Jllinacii.Ín ramili;lr. /.-....-'La Slll1la dl: cslas innq~ahks ll'Jlllenci;IS d e transl'ornwción en la

( capacid:HI organiza! iva de 1 <'~ part idus se ha condensado en ercenanó.r

¡ele rl<·r·,¡Jc,Jc/,¡ dd l ·~slatlo de paniJus. Todavía sigue sienJo cit:rto que

S b democracia 1icne lugar nn t:1nto en los p¡¡rtiJos como en b campe· , tencia entre panídos. La dcsidc:ologiLación tambirn ha tenido efcclos ·senmd:nins po., it ¡,.nl; par:1 la dcmocratiz:ll'ÍÚtL 1\ pesar Je todas bs la­lllenlaciuncs sulnc las modct ll:IS lalllp:lil ;ls clcctor;Jes, a b s que se

', l acusa dl~ nscallc¡arsc a]¡, publi cidu~l Je un detergente, no J ebería olvi· dmse que hoy ya no cbn l:1 batalla comuniJuJes de creyentt~s conjura­Jos susccptibk·s de u11a rígi<.b organización oügárquic¡¡ . . t..,'!OU'L.:.IOi ~idistas- aumentltft; los-:progromas ion:discuOOoi más frecucn · tcmente -tP.!e-:tmes;--cuan·dOlospanil los ck!ZqiHerdasyclcrñócristia­'Jos, sobre todo, tu vieron una tendencia a Jejar a1 margen de la m ayo­ría de los profanos la «admi11isttación central Je vcrJaJes eternas». Jja forrnarió n de su: lores den! m de:! p:ntidc> sigue sien Jo conrem platE

·¡_:t>il ~;ri~ch~r; ¡ ~ero :"L." di~c 1_ in![na_ C\ '11 !llt~ l ~t~~ Jurez:~ qu<cn .. l-pú~<~s an­_!eno res Je- b lus1ona de I n~ pawdus. La dcmocratJz:tcton tumLten ha s-;Jpe[all()- j ~:H-ci;Jr~;~~-;¡e··¿ ¡ ;ll ltigtH> ;1hismo entre el p<trtidu y el grupo parlamcnl<~riu. 1] equilibri o cnt re bs dos colum nas del poJer Jd par­ti J o sigue siciHio láLil. S in ctnhargo, la JeJTI9Cr;JiizaciÓ!1. hn !()grado ~~Ltrabajo-Je ·p<lrtido ex~!::!j_Ja rlamem· :·t,To cohl-e-(;4~ v~.~ .!llJÍS i~ t-portancia. ·- ----- ------

) --r~c,·eH~~>te..nn~~!:~tupu~~! a los

El nuevo Levíai;Ín: d Esti.ldo del''" ri,los 55

~.ae 14 ~ll!~~n~~~biUJaddelas democta<.Jias moderna$, porque en las complej;ls sorin bJes induslriales a duras penas pueden gamntizar' ya un gobierno de mayoría estable. No puede demostrarse que la estabilidad gubernamental haya disminuido. En la época poste­rior a la Segunda Guerra Mundi:J ha sido mayor que en el periodo de cntreguerras. Algunos sistemas, sobre todo en Dinamarca, finhmdia o Italia, siguen luchando con gobi(:rnos de mino rías, pero no más fre­cuentem ente que :m tes; adcmús, n o puede dem os! rarse que los gobier­nos de minorías sean en todos los casos equiparables a una praxis gu­bernamental ineficaz. El inmovilismo de los gobiernos de coalición m:ís bien hu disminr liJo en los uiios setenta; la nltemonciu en el gobier­no ha aumentado. Sin embargo, sorprende que lus márgenes entre los bloques de izquierdas y de derechas sean t;m pequeños que práctica­m ente en ningún país sea posible una política de una pieza que desa­rrolle alguna continuid:KL L1 nen:sidaJ de cambios d e coalición tam-bién dificull a la atribución de dt:cisiones políticas a partí Jos connctos en la mayoría de los países europeos. Al m ismo tie mpo, bay indicios de que el dom111io Jc (Uvcrsos partidos influye en d resultado Jd procc -:;o político, no tanto medido en inJio1don:s cuantificables ----com o cuotas de p:~ro, tasas J e inflació n, ende11damiento público o presu­puestos- como en las priori~ades cualitativas que establecen partidos

concretos. Este resumen de las fuD ciOJI<:S más impnrtant cs oculta el hecho Je

T

que l,os pani;l~~~-:jer:_c~ ~~~>y_ ~ !! uch:~~ ~~~is ~~mci()ncs_qu~cs. Con elJo awiici]ÚÍ l:J /ci/Jt:ilclú tJf JesbordtJJJIIC.'/1/0 Jc /as expecla/JVaS, sobre todo teniendo en cuenta que su organización n o se ha hecho más esta­ble. Amplios :ímoitos polít icos que anterio rmente se definían como apolíticos han sido incluidos en las agendas de los part idos. La espe­cialización de los partidos - resultaJo de anteriores parcialidades iJeológicas- se ha iJo redlldendo. Los partidos modernos dehe11 to­mar postura ame toJos los problemas. L os socialistas no pueden ya acepr;n en :Ktiwd cxpcct:mte , con la espcr:lllZa de un sistema socialis­ta veni dero. empcor:muentos parciules de las condiciones de vida. Los dcmocristianos y:1 no punlu1 especializarse en la polít ica familiar y educ:Hiva , rnmn en Lt épo<:a de lucha contra el E stado laico, y los libe-rales no pueden ya cultiv;ll· su laicismo, la doctrina Jel Lbrc comercio l .. ; ;~ y una nrienraci{m l1umanis1a general sin tomar posición ante los Jera- · ·/ ~ lles de la política social, de la que antes estaban ideológicamente dis · , tantes. Lo que se ha perdido en coherencia de visión se ha ganado en o rientación competi tiva. Ciudadanos sensibilizados que se organizan

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5(, l.a da~c pnlítica ~~~ d E~tado ele panidm

<'TI ini ~ Í:l!Ív;~~ cindi1tbnas . movimiento~ de protesta o yue se exp resan a 1 t ; t ves del comporta m icnto anómico aportan cont inu<Jmente nuevos puntos programáticos a los partidos Cuando la organi7.ación encarte­les de los parLidos establecidos amcna7.a con un~ subdivisió11 pura­mente aparente entre p:utidos obreros y bmp,twsf's. m1cvas formas de conduela n o convencional de los ciudad;HtP' se ocupan de que no se prodti7.C;t tma csclcrnsis política. ·

~e ha cnnsidcr;H.ln que el hecho dP. qnc: lns cínd:tchnns interesados por la políric;~ se limiten a torm;:¡r parte en el procedimiento electoral t·s rC'sponsahle de los conlrolcs cx rernos de los partid0s y de la cons­tricción a una política de estabilidad y c:íkulos de difere;Kiales estra­t <'· ~\i cos que lw ele adaptarse al «dict:ldo de los votnntcs fronterizos» (Strceck, 1972: 43) . La ruptura de cst01 limitada raciomdidad de los p;~rtidos med.i~nte nuevas fórmulas no cnnvcndon:1lcs dt: panicipa­crnn e n opo~Jctoncs cxtraparlamentari;~s, iniciativas ciudadanas y ¡m­bltr mtru:JI groupx plan!c:l si n crnhargo nuevos peligros , especialmen­te c11ando las reglas rnayorit:~rias . sin las <Jile l;~ dcmocr;Kia moderna no puede rdcanzar una decisión, no son aceptadas pnr grupos militan­tes. y la «pretensión de :1rrnga rse d hien cornún» de grupos concretos se 0ricnta únicamente :~1 des:1rroHo de posiciones de veto, y no a la co­bhoración en nuevos compromisos y soluciones. Aquí se t1CII Itan tam ­hi én pcligr0s p~r;¡ h igu~ld:1d ele: h pnrticipacifín, cuya potencinción es tm;l de bs m~s ÍlllJ'Pr!:lnfc·s cnntribncion es de lns partidos Al desarro­llo de: !:1 dl'tnon:Kia modnrw. La participacicín en form:1 s de organi­i'.:u·it'ln menns convencionales y m;Ís la x::~s es m;Ís sclcctiv;:~ y pm-1tual 411e b parti cip_;lCiÓn en los p;~rticlos. 0_i~t'~ 5_·s_deL!<L<.}U.t: lus.nu~\~os mnv1mrcntns crucbd:mos tarnhién se eshtcr?.an por Jdendcr a grupos qltC hnsu a hura apenas ¡w r1 ir.-1paGan, n() slc.mpw pueden gcn naliz;~r c~c forrn~ polít icamcntc dic 1z, a través de stt aceptación por la mayo-11:1, los «mtereses generales concretos» a los que apelan . Por tanto. la labor de ::~grcgación de los partidos no será superflua para la democra­ci~ mndcma en el futuro, in cluso aunque algunos segmentos de la ar­t icu laci6n de intereses se ejerzan hoy no tanto m lar parti<1os como /intlt' a lm partidos. 1 Por consigllicnte, cs demasiado pronto para prodarna~ el «fin de

(

los pa11i~los>>. r :(l_<~_cvolu~j~~l<U:t}.ci¡J.a!.~¡t_>.:_~~.~arrollnda desde finales ) de los an1:s .sc·s<:r;t:J no ha cont.!uudo h:~sta ai~Pra a un de~ censo lineal

de la part1npacron en los parudos y las elecciOnes en todas las demo­craci<lS occidentales, como puede demostrarse median te las cifras de

\participación tlectoral y dcsarrolio de la ;~fil i ación. La_tell,d~i~-~5?--=~-

El :-o11r vo l .<~.iatán : d Estado J e p~ rt i do>, ')7

homogénea ni siquiera en p;~Ís<:s concretos. En un país sal'udiJo po r b s crisis, como Italia, los dcmncristiarws y los comunist as se han des­prendido sorprcndcnlcmcntc hicn después de 19Rr; Jc antiguos :m: qui!os<lmicnt<.>s nr~anizntivos, y han dc~arr(1!1aJo llltCv:l :; fc)rrnas de m ­g;mi7<1CÍÓn, si I.Jien un p~11ido corno d PSI consiguió kwcrl(1 r:n menor gr:1do, incluso aunqur \'olvicr;m ;t subir h s cifras de :diliadns v electo-r:es (Pasquino, 1980: 59). ' . i\Jgunos teóricos de !a.s crisis considera11 que h~,0~~~:>5~~~ c ~~ dcJJif_­

l!~~>s_::c:_;ncucntra en c:rtsts f~<_>!_ la lucha ~!'-~<:~_frc~~:~;::_t;!!t}·~ los nue-vos TnovJmtcntos soc@cs y as ten"'Jenuas neocorponltJvtstas de ncgo· ciación de intereses. Ambos parecen socavar la base territorial de la re­presentación (Off e , 19R3). Sin cmbarp,o, existen pocas pruebas de que am bas tendencias h:~gan obsoleto el Est;-¡do de partidos. Cuanto más desnfían a la reprcsentacic1n tradicional y;¡[ principio de rnnyoría los nuevos movimienros social.cs. y cuanto rn~ s prescinden de ambos prin1 ~ cipios los grandes gru pos de int ereses que ;~ etúan de forma corporati -va, tanto má s importante es d plano del p;•rbmcntari:Hno del Estado de partidos p:~ra CJlCOntrar lln mndw IJlVeiT(Ji Cll C:ISO de Connicto. l] ncocorporalívisrnn es fuert e sobre todo allí d1Hl<k los partidos dcsern­pci)an todavía un papel importante. Sin pretenderlo, los nuevos movi­mientos sociales, <:11 su asalto si ndicalist<J a los bastiones corporativos, han reforzado al Estado de parti dos, y no soln dond e ell os mismos ~e . han const ítuido como p;~rrid os. - - /

.1\ tfOl\'éS de nuevos connictos. que Lraspnsan Jas an teriores líneas de demarcación de los nueve grupos descrit os en d r:squcrna de las diez «familias intekct\lalcs» del s is tema de partidos (von r3cvrnc , 1 <J8tl: 367), se consti tltyt·n nuevos partidos. y los anriguos se cs¿inden . Sin cmh;¡rgo, ni siquiem la escisic;n de nn p:1rtido establecido desde hace rnucho tiempo, como d pa11 ido hboristn, significa el final de los par­tidos, dado que a ambos l:tdos de la cscisiú n se forman nuevos com promísos de política partidista. Buena p;1rte de los fcnúmmos que pu­blicisr::~s Prientados al corto plazo prc:scntan colll u deo•dcncia de los p:t rtidm no son desde un:~ perspectiva sistcmát ica y a ht rgo plazo, rmí~ que una tr:msformación de la función Jc los p;~rtidos en la democracia moderna.

La «breve vida feliz» (i\ rthur J. Schlcsingcr) ya se ha traT;Id(l como 11n epi sodio histórico concluido. En Estados Unidos, semejan­te trsis tiene más plausibilidad que en Europa. Allí nunca han existí­do partidos en el sentido europeo, con afiliados fi jos, carners de par­tido y cuotas. Durante mucho tiempo, los partidns norteamericanos

.-)_

5H L1 dasc política e11 d E..~t~ do el,~ p:ll'li.Jos

se consideraron rdiqui,ts históricas. Los partidos e uropeos se convir­tieron en moddu también para hls expertos estadounidenses. E n los ai'íos setenta t.lc.sapa n.:ció Jc la literatura americana el sueño de un responsible par/y governmenl (Austin Hanney). 'Los invesr igadorcs europeos de los partidos comenzaron a plantearse si los partidos del futuro no crnn los q ue existían en Estados Unidos. Los p:~rtidos eu_:_. ropeos se ~!J)r rÍ QUÜ.!2.ron y se convir\Í.~!llll en asocia~s dectc;;.,_ l~s--rn.í~Tt-xas. - -~--- - -· - ·

. - En };:n ;··uj1 <1 , d SPD fue duran te mucho tiempo considerado como el proropartido . A pcs;J r d t: much;t:; deficiencias, re nía rodas las cu:di­dades de un <lllténtico pan id u: urt programa ideológico, una chmt bnse Je clase, un:t rígi da org;mizacirlll que era Jirigi'da por el «emperador» Bebel igual que d t'lnpcr~•dor di rigí;t sus ejércitos. El SPD hi:w sufrir a Michds, 1 )u vcrgn n Kircheirm:r al mismo tiuu po que les fascinó como nrquc:ripo Jcl parridtJ. Esta imagen de P•trtiJo con un carúctcr ideológico y soci.d cbro fue revivid,t l'll muchos países durante la épo­ca Je la rebdiún (·srudiantil. Como el reformista SPD y otros partidos socialistas de EuropaocciJt:tltal ya no correspodían :-~decuudammte a I;J proroimagen, se proJ ujcron 11umc.rosas rcfundaciones radicolcs, hasta lleg:1r :1 la plétora Je efímeros partidos cstudiarHiJcs que preten­dían wrnb;¡tir :11 enemigo de clase coi1 variantes de la idcologín mar­xista pero que, :mtc 10do, se despedazaron ideológicamente entre sí. El ala izyuienla de los 'partidos socialdemócratas y los científicos ccr­umos a ella UHllbat ieron contra los anón imos partidos populares, re-~nmenJando qnc se dt:jaran supurarlas heridas programáticas (W-0. Narr) o propag;mdo una doble <'Str:treg.ia de acomodación superficial al sistema y cst r:H~gia 1ransfo nn :1dora .

El c unhiu de función de los p;n! idos con dujo a que sus funciones de clicntd ismo y rcdutamÍl'lllO St: rd'Przar;m a n.1sta Jc b s t ~Heas de movilización y r cpn•st:ni<Jc i6 n . La fotmación de una cbse política se dcsarrolb en Gl rt t:r;Js fuertemente prccst•ucturaJas por los p:-~n idos y las o rganizaciones, en las que se evidencian ciertas formas típicas de trayecwl'ia política . .

Las críticas a los mccanism(ls inrcrnos de estas carreras p oli ricas se inOaman periód icalllmtc. Se hnn Rl'OPllcsto tre~ inscrumentos P.!'.!:.ª mejor;Jr 1:1 (qnción dt: tcclutá"miento: - -"lf--rk;;¡;-cm iií.a~i&t ?(' jq}art/f.!&!~!.l!_!l . -~ro'lt:spnn1a rias pantla elccá1n d(~ los candidatos al par­

lamento, como en E stados Unidos: algunos modestos experimentos en este sentido, t;trnhién en la CDU, ~e han desechado repetidas veces.

59

. -Elección del candidato ;1 canciller po r las b ases del partido (1 l.

U. Klosc): existiría el peligro d e que avanzara en los mismos partidos el populismo que se quiere combatir reformándolos. . .

2. Eortakci.JJJ.ien!.o de la dwúión de pr)(lerf'f estipulando incompati ­bilidades riguros;~s. Estas pueden combinarse con prcrrcquisiLos q11e Scheuch (1 992: 123 ), por ejemplo, ha vinculado al número de arios Jc profesión . Esta vía se hHce r:mto nuís rígicb en la medida en que se vin­cula con posicio nes de veto geroutocr~íticas. Scheuch h a propuesto que no pueLb Jesign;tr~c loculmenre <1 nadie que no haya obtenido previamente e l placct de una especie de consejo de ancianos. Scheuch reconocía que yn existe esta «especie de consejo de ancianos», corno grupo informal de líderes dl.' opinión en la circunscripción electoral, sin que su plc1a:1 a una candidatunJ tenga apenas perspectivas de éxi­to. Este grupo no s:llisface el requisito de que sus miembros no desem ­peñen cargo alguno en el partido . En la propuesta de Scheuch, no est~í claro qué tipo Jc 1 l uJJOrci/IOrt' l l han de formar parte de ese consejo. E n Scheuch, cierra o rientación plebiscitaria se mezcla de forma cxtraiia con la erección de auténticas barreras elitistas a la presentación d e can­

didaturas. 3. ~n tgrc·r carniQQ_ conduciría a una especie de polítim negcllwu

de cuª ros en la dcmocracia.Ta rcpreseirtaií~¡J,;~f'defp rocesú '(le sc­l~~:ió~- ~~supervisaría a través de cuotas y reglas de p roporcionalidad. Normalmente, esta vía tampoco produce mayor dcmm:racia, incluso aunque posibilite mayor igualdad. .

Aparte de esto, los partidos, de vez en cuando, adoptan propósitos eJe enmienda . Cuando Blessing tomó posesión de su cargo como nue­vo secretario J e organ ización, exigió que ninguna carta quedara sin contes tar dur:11m· JJI;Ís Lle lbs semanas. Ni ng{m teléfono d t:bí;i sonar más de t res veces . ¡Cambios importantc.;s en el trato autoritario de las organizaciones dd partido con sus afiliados! l c.ldas las p ropuestas de amplio alcance p;tr;l la formación Je los d iputados carecie ron de eco. E ugcn Kogon (Die Zeit, 26 d e enero d e 1968: 3) había propuesto crear un c erH ro de fo rmación P•lra los dcscenJient es de los p olíticos parla­mentarios proresionales, propuesta inspirada en el modelo de la Fwl­dación Nacional para la Adn1inistración Superior d e Alemania. En países doncJe la iormnción del {uncionariado está bien organizad~ , como en Francia, las g randes escuelas acostwnbran a ser tan determi­nantes para la élite políúca como para la administrativa. Adscribir la función de socialización a determinadas escuelas especializadas en­contraría sin d uda alguna fuerte oposición por razones democráticas.

1\ ¡¡

~ · ·. ~t _i :·

f " (,() F.1 ac-ccsn a estas escudas telldría que priviiPgiar a c!C' t-:rmin:1das pwfe­siorrcs y c<~ rrcras universitarias, y contradiría el n.::uerdo de coúmJon ­.rcme segt'm el cual, en principio, todo cimf.1 (h1no es tá en condiciones de ~jcrccr temporalmente funcione' de reprcscn r;;n ~c en Stl circuns­C! i¡ >ción electoraL

} . La «colonizaciórw de la sociedad por el Estado Jc partidos

Como en la s democracias tempranas, la imagen de los partidos se vuelve a deteriorar en la teoría política. La fase de aceptación y satis­fa cción con el dcsarrolJo Jcl Estado de paniJns fue breve. En la teoría clásica de las élites (cfr. cnp. 1) se produjo una primcr<1 olc<1da de hos­tilidad a los partidos de la Modernidad. Os trogorski ohtuvo su imagen negativa de los partidos h ritánicos y estadounidenses, vistos con los ojos de t1n ruso no impe rmeable a la influencia de ciertas corrientes anarcosindicalistas del movimiento Narodni en su país. Michels trans­fonnó la. f~stmción qlle le creó cl SPD en una preferencia sindicalis­ta por una orientación a la acl1011 dtrcctc que poste riormente le llevaría n las ccrc"anías del f:rs ci~mo. Solo Weber, con su frío distnnciamicnto, pero con su sentido de la necesidad de las grandes orr,:miz.acim~es bu­rocní ticas en la sociedad modc>rna, fue accp.t;¡b lcrncnt~ imparcial en su análisis.

{

.-' La moda más rec iente de la crítica :1 lo~ partidos \'ttelve a conectar ~ cun un a teoría de la.s élites \'inclllada.a la teoría ele la clase. po lítica. Sin

'-"' '. cmharf(o, por lo general no ha tentdo en cuenta que precisament e

1 aqu ello que los clásícns, con cxccpciúrr de tv1ax \XIdJCr, no resolvieron de forma .sal isfactoría fue el nexo entre b s tendencias lwcia el Estado de pattidos y el modo de constitución democrMica de élites. En este debate, el Estado de part idos se ha defin ido con t<!ll po c::1 claridad como el v;:¡go término «clase política». J ,a mayorín de b s críticas , si n embargo, ~e desencndcnan por una tendencia del moderno Est:1do de p :utidos: la de p enen ar en todos los ámbitos dt~ la vidn ~st:-~t ;~ l v social. Los dirigentes Jc los p<lrtidus no son ya vilipendiados sobr:c todo, romo en Michds, en tanto que burócratas de parttdo , sino que se les acma de ser c;~paces de const.ituir un cartel que conduce a una acumu ­h c:ión d t: privil-egim y al ITÍL>rzamicnto de su di ~ t :lll c iamicnto sociaJ como clase política.

r .a tcndcnci:l de los partidos a infil t rnrse en el Estado y en la socie­J :~ d recibe bs criticas más sevems en la medida en qllc afecta a la ad-

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El nuc,·o Lcvi ~ tá n : el E.5t~do Óe p artid(ls ; (, 1

ministracit1n y a los medios de comunicación púhliws. Italia y Alema­nia son los países en donde es twís intenso el deb:lte sobre el Estado de_ pnrtidos , de modo sim ila r a lo que ocm re con el dehaii.:: en torno a la clnse política. La vari :J tllc italiana de la f> rlrÚtocr(IZiá ha tenido tnayor d ifusiún en la líteraturn intcrnncional que la m~s dcsvníJn palabra alc­m;¡na Parteiw J!aaf [Estado Jc p:1rtidos]. En los p;lÍses donJc los me­dios de comunicación están mgan iz.ados de acuerdo con los principios del mcrc:-~Jo (Estados Un idos), o que ganmtiznn al Estado una in­fl ucnria p redominante (f rancia), el debate sobre la capacidad Jc pe­nctrnción de los partidos tiene menos pu!ltos Je partida. Donde la ad­ministración es profesio ll al-netllral (Reino Unidu) o donde tiene ur1

peso específico en una tradición estatísta de gra ndes escuel as en las que los partidos son demasiado débiles par;:¡ abrirse paso (francia), el J eGatc soGrc el Est:1do de p:trtídos no ha podido alcanzar el mismo peso. Aquí, el énfasis se ha puesto más bim sob re b crítica a la «clase' política». Si en este estudio el centro del análisis lo ocupa la <<clase po­lítica en el Estado de partidos» en su rdación simbió tica, no es casual que la mayoría de los hechos que aportemos para demostrar tenden­cias evolutiv;:¡s procedan ele Alemania e Italia, dado que es en estos países donde ciertos desarrollos están más avanzados. '

L:l.dchat.e--~..míco....c..t.UQmo a la clase política y al Estado __ Q~ P-ª r:.ti~ dos ha sido impulsado podcros;¡mcntc_por TOsrnovíiñientos políticos. S­Éf p,rl"lo (l(: E~!"lla~<iiha;oTos- ¡;;i:[itlos, ~~-i-16á-h ;·¡e~lócrac ia» l1a ~iao adoptado, en diversas variantes, tanto po r lllovimienlos Je lai?_quier­J \!_hknarja CS!~o_r~r .2:1 pop_ul i~!_!~Q_dc der_cch~~ . En subsistemas ~tTta ­mcnte profesion;llizados como la administ raciü n y los medios d e co­rn tllticación, sin emb;u go, h;t carecido de efecto. Tales subsistemas cs­tab :~ n abi crtCls nu tanto a la dcmocratiz:1r ión como a un lllayor nfi ;mzarnicttt o de la aulnnomÍ<l profesional. f n c:lu~o cu;mJn la crítica al Estado de pa rtidos se desa rro lla con la c; ~wr;uwt de UIH'l mayor demo­Cf<lC'ia , el rcsulrado fum:iowtl dt: la campaíía, a pesar de i:'ls hucnas in tenctones, no suele ser la <.krnnrt<t t ización , sino la t ccnocr~tÍ7.:JC ión .

Un estudio sohrc las élitc:s teal i;.aJo en Mannhcirn pnco antes de l01 llegada :.1 ! poder de la dcmocr:1cia cri stiana alemana rnuestra q tJe Alcm nnia podría ser Llllica en su polí tica de coloni7.aritm pnr el Estado de parti dos, puesto ljU C las prefcrencÍ:1s partidis tas y c:l grado de aGlia­ción son inusualmcnte elcv:1dos <: Jl lllll ncrosos secto res de la sociedad, sobre todo en la administración y en los medios públ icos de comtllli-cación (cfr. tabla 2). · t'/

l ncluso aunque desde entonces 1:-ts vinculaci<lllcs part id istas de· b s

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