símbolos matrimoniales en la biblia

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Luis Alonso Schokel Símbolos matrimoniales en la Biblia verbo divino

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Page 1: Símbolos matrimoniales en la Biblia

Luis Alonso Schokel

Símbolos matrimoniales

en la Biblia

verbo divino

Page 2: Símbolos matrimoniales en la Biblia

Luis Alonso Schokel

Símbolos matrimoniales

en la Biblia

EDITORIAL VERBO DIVINO

Avda. de Pamplona, 41

31200 ESTELLA (Navarra)

1999

Page 3: Símbolos matrimoniales en la Biblia

2a edición

Cubierta: Creación de Eva, mosaico. Real templo y monasterio de Santa María Nuova in Monreale - Palermo.

© Luis Alonso Schókel - © Editorial Verbo Divino, 1997. Printed in Spain. Fotocomposición: Larraona, Pamplona. Impresión: Gráficas Lizarra, Villauerta (Navarra). Depósito Legal: NA. 895-1999.

ISBN: 84-8169-182-8

Contenido

1. Proyecto y método 13

2. La voz del esposo 33

3. Enamoramiento 47

4. Boda 67

5. Levirato 109

6. Fidelidad - infidelidad 131

7. Infidelidad y reconciliación 153

8. Samaritana y adúltera 179

9. Fecundidad en el Antiguo Testamento 187

10. Fecundidad en el Nuevo Testamento 211

11. Cabos sueltos 241

12. La hokmá como novia y esposa 259

Page 4: Símbolos matrimoniales en la Biblia

*

á

Siglas

AmEclR

AnBib

BFChT

BH

Bib

BiblETL

BiOr

CBQ

CCL (o CCSL)

CSCO

CSEL

DBHE

DBS

EB

ExpTim

FS

GCS

IDB

JBL

American Ecclesiastical Review, Washington

Analecta Biblica, Roma

Beitráge für die Fórderung der Christlichen Theologie, Gütersloh

Biblia, Hebraica

Biblica Roma

Ephemerides Theologicae Lovanienses, Lovaina

Bibbia e Oriente, Bortano

Catholic Biblical Quarterly, Washington DC

Corpus Christianorum. Series Latina, Turnhout

Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium, París

Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latino-rum, Viena

Diccionario Bíblico Hebreo Español, Madrid

Dictionnaire de la Bible Supplément, París

Estudios Bíblicos, Madrid

The Expository Times Edinburgh

Festschrift (volumen de homenaje)

Die griechischen christlichen Schriftsteller der

ersten drei Jahrhunderte, Berlín

The Interpreter's Dictionary of the Bible, Nueva York

Journal of Biblical Literature, Boston

Page 5: Símbolos matrimoniales en la Biblia

Siglas

JLitWis

LTK

OrChrPer

PG

PL

POr

RB

RGG

RevTom

SC

TLZ

TM

ThZ

TWNT

VTS

ZAW

ZKT

ZNW

Jahrbuch der Literaturwissenschaft

Lexikon für Theologie und Kirche, Friburgo Br.

Orientalia Christiana Periódica, Roma

Patrología Graeca, París

Patrología Latina, París

Patrología Orientalis, París

Revue Biblique, Jerusalén/París

Religión in Geschichte und Gegenwart, Tubinga

Revue Thomiste, París

Sources chrétiennes, París ^

Theologische Literaturzeitung, Leipzig

Texto masorético

Theologische Zeitschrift, Basilea

Theologisches Wórterbuch zum Neuen Testa-ment, Stuttgart

Vetus Testamentum Supplementum, Leiden

Zeitschrift für die Alttestamentliche Wissen-

schaft, Berlín

Zeitschrift für Katholische Theologie Innsbruck-

Viena

Zeitschrift für die Neutestamentliche Wissen-

schaft, Berlín

Pero la explicación simbólica

no anula (la realidad de) el amor.

Juan Crisóstomo.

In Ep. ad Ephesios Hom. XX PG 62, 140.

Page 6: Símbolos matrimoniales en la Biblia

Prólogo

Di por terminado mi asiduo trabajo de entomólogo: cap­

turar y disecar vocablos, emparejarlos hebreo con castellano

y disponerlos taxonómicamente en forma de un Diccionario

Bíblico Hebreo Español. Gracias a la ayuda plural de cola­

boradores y al esfuerzo final e imprescindible de Víctor

Moría y Vicente Collado, saldamos nuestra deuda pendiente

con la ciencia bíblica de nuestra lengua.

Luego vino la cirugía -don de Dios y del trabajo del hom-be-, que me regaló una propina de meses de vida. Todavía vivo, y emérito sin remedio, me he tirado al campo: a mon­tes y playas y bosques para ver cómo vuelan y revolotean unos símbolos; sin intención de abatir alguno de un arcabu-zazo... Al principio se nos antojan sus rutas caprichosas. Poco a poco vamos descubriendo designio y diseño en sus evoluciones. Identificamos rasgos, luego letras, palabras, fra­ses. Al final capto y comprendo su sentido.

En mis paseos tropecé con gentes de otros tiempos que practicaban la misma contemplación desde ángulos diversos. Se llamaban Gregorio, Basilio, Efrén, Metodio, Anastasio... Pude cambiar con ellos observaciones.

Entonces ¿pretendo hacer obra de ciencia o de devoción? Nuestro gremio de filólogos muchas veces tiene que distin­guir sacerdotalmente entre sacro y profano -sacro sería lo científico-. Dentro del gremio tienen que abundar los espe­cialistas que practican una endogamia intelectual; como la de Tobías y Sara, que termina heredando dos fortunas. De vez

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12 Símbolos matrimoniales en la Biblia

en cuando el gremio deberá tolerar escapadas exogámicas; como la de Boaz y Rut que pueden terminar en dinastía ilus­tre. La contaminación de temas y métodos podría resultar fecunda.

En última instancia lo que pretendí era comprender. Y

creo haberlo conseguido en un grado suficiente que me auto­

rice a compartirlo con otros.

En la exposición conservo algunos términos y expresiones característicos en hebreo y griego para los expertos, siempre con la traducción castellana para el común de los mortales, a los cuales aconsejo leer del primer capítulo el punto 4 y sal­tar enseguida al capítulo segundo. Al terminar el libro pue­den leer entero el primer capítulo. La trasliteración del grie­go y del hebreo va en cursiva para facilitar la lectura.

Los textos bíblicos están tomados de la Biblia del Pere­

grino.

1

Proyecto y método

1. Pluralismo. 2. Lo diferencial y lo común. 3. Orden temático. 4. Temas particulares. 5. Los Santos Padres. 6. Fuentes de información e inspiración.

1. Pluralismo

Voy a tratar de símbolos matrimoniales en la Biblia

siguiendo un método que me parece más acomodado al

mundo simbólico.

El método corriente en exégesis busca precisar, apurar lo

diferencial de cada texto, colocándolo en su puesto nativo

dentro de una serie histórica. De cada texto busca definir su

autor, su público, su fecha. De una serie de textos busca esta­

blecer la secuencia para mostrar la evolución temporal.

Primero discute el mismo texto -crítica textual-, después

define sus límites y procedencia -crítica de fuentes-; estudia

el tipo a que pertenece -crítica de formas- y su perfil indivi­

dual -crítica literaria-. Para describir la serie estudia el

desenvolverse de las tradiciones -más bien contenidos- y el

proceso de redacción sucesiva de un texto hasta su estado

actual -crítica de tradiciones y de redacción-.

Muy poco de esto va a ofrecer el presente tratado. ¿Quie­re decir que lo desprecio? Todo lo contrario. Lo considero importante y bien realizado por muchos autores de este siglo. No he querido repetir lo ya dicho y reiterado, ni siquiera aportar una variante más. Los comentarios compe­tentes abundan y son fácilmente accesibles: a ellos me remi­to. Por mi parte he publicado un comentario menor a todos los libros del AT, Los Libros Sagrados (Madrid 1966-1975) y

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14 Símbolos matrimoniales en la Biblia

un comentario mayor a Profetas (1981), Job (1983), Prover­

bios (1984), Génesis (1990), Salmos (Verbo Divino, Estella

1992-1993).

A lo largo del trabajo solemos entablar discusión con

otros autores, especialmente recientes. Esta discusión es una

variante del «arte dialéctica» que nos enseñó Aristóteles.

Conducida como se estila hoy, con respeto e independencia,

resulta con frecuencia un magnífico instrumento de búsque­

da y progreso. A veces el autor menciona escuetamente que

hay otra opinión: «aliter NN»; a veces muestra su disensión

pacífica: «pace NN»; muchas veces se detiene a ponderar

argumentos en pro y en contra hasta dejar consolidada su

opinión.

Naturalmente, la discusión en regla lleva tiempo y ocupa

espacio. Si puedo exponer mi interpretación en una página,

discutirla ocupará cinco. Así crece el tamaño de los volúme­

nes.

Tampoco voy a entrar en esas discusiones. ¿Quiere decir

que las desdeño? No, sino que he optado por una exposición

más breve. Siguiendo al Eclesiastés diría que hay «tiempo de

opinar, tiempo de discutir; tiempo de exponer, tiempo de

oponer».

El sentido propio de un texto, lo diferencial en un proce­

so es lo que nos ofrece el método histórico-crítico. Sus

logros, especialmente en el NT, están ahí para quien quiera

aprovecharlos. Con todo, el método histórico-crítico no es

tan ancho, que cubra la superficie entera de la ciencia bíblica;

no excluye junto a sí otros métodos contiguos o complemen­

tarios. No es un dios celoso que no admite rivales.

2. Lo diferencial y lo común

Cierto número de textos, además de poseer rasgos dife­renciales, pertenecen a una categoría común en la que com­parten diversos rasgos. Tal era el presupuesto del método tipológico -géneros literarios- de Gunkel y Dibelius. Las religiones comparadas, la etnología, etc. se fijan en otros ras-

Proyecto y método 15

gos y caracteres comunes. De ese orden es el método que voy a aplicar.

Base de despegue es la experiencia humana universal de la vida matrimonial, con sus variantes culturales y con su cons­telación de elementos integrantes. Esos elementos se extraen para formar un universo imaginativo, plural y coherente, que puede generar símbolos'.

Ahora se trata de seleccionar textos, del Antiguo y del

Nuevo Testamento, y disponerlos en el universo imaginati­

vo a que pertenecen. El genérico humano queda al fondo y

autoriza mis ocasionales referencias extrabíblicas. El propio

de la Biblia será el objeto de mi estudio: es como una matriz

común que genera manifestaciones diversas.

La operación permitirá descubrir una red de relaciones

que iluminan el sentido de cada texto y su pertenencia a

dicha matriz común. Porque también cada autor pertenece a

ese universo, actúa dentro de él y extrae de él impulsos, ins­

piración, materiales, para realizar su obra.

3. Orden temático

En cuanto a la exposición, el método histórico-crítico

prefiere un orden cronológico, real o reconstruido, de valor

indiscutible en caso de certeza, o de valor proporcional a la

probabilidad de la reconstrucción. Por razones heurísticas y

didácticas he preferido el orden temático.

a) El orden temático me ayuda a descubrir aspectos y valores que no se tratan en obras polarizadas por un aspecto particular. P.e. la concentración en el tema eclesiológico hace pasar por alto en Os 2 el drama profundo del amor, su dolor, la tensión entre sentimientos encontrados y la resolución por la fuerza intrínseca del amor.

b) El orden temático es fácil de seguir y no es extrínseco

a la experiencia conyugal. Después de una visión panorámi-

1 Aunque su tema es más amplio, contiene muchas referencias al matrimonio el libro de Morton M. Hunt, The Natural History of Love (Minerva Press 1959); con abundante bibliografía.

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16 Símbolos matrimoniales en la Biblia

ca, expondré: enamoramiento, boda, levirato como forma particular de boda, fidelidad, infidelidad, reconciliación, fecundidad, paternidad y maternidad; la Sabiduría esposa y otras aplicaciones.

c) No quisiera que el orden temático me hiciera perder de

vista las tensiones que dan vida a los temas. El amor, con

toda su grandeza, confronta al hombre y le descubre sus

ambigüedades y polaridades; tensión entre alma y cuerpo, o

entre alma, cuerpo y espíritu; eros y ágape; contemplación y

posesión; las funciones: satisfacción, compañía, fecundidad.

Abriéndose hacia fuera, experimenta el hombre la tensión

entre amor individual y amor ancho, universal. En el último

extremo, entre el amor humano y el divino.

Recorriendo la Biblia encontraremos testimonios de estas

tensiones no siempre resueltas. Contemplación y posesión

en el Cantar. Violencia vuelta amor en Siquén y Dina; amor

vuelto odio en Amnón y Tamar. Ansia de fecundidad y tabú

del incesto en las hijas de Lot, Tamar y Judá. Preferencias de

Jacob. Amor paterno y amor conyugal en Sal 45. Exigencia

de Cristo de anteponer su amor a todo amor humano; paren­

tesco humano y nueva familia de creyentes

Ambas soluciones, el orden histórico y el temático, tienen

sus dificultades.

a) Ambas traen consigo inevitables repeticiones. Cosa

normal y sana en textos literarios. Una larga tradición ha

cuajado en un cuerpo literario. Dentro de él una imagen poé­

tica ha crecido y se ha desarrollado, manifestando su vitali­

dad en formas cambiantes. La repetición nos ayuda a cono­

cer por familiaridad, a entrar y convivir en este universo

particular. La repetición, al multiplicar las ramas, robustece

el tronco. Hay imágenes que sólo maduran como símbolos al

alcanzar un punto de saturación. Con la repetición nuestra

sensibilidad para el símbolo se afina.

b) La exposición temática nos plantea el problema de la asignación de los textos. Los poetas no siempre tratan por separado del amor y la boda, de la boda y la fidelidad, de la reconciliación y la fecundidad. ¿Dónde colocar textos plura­les? Habrá que buscar un centro de gravedad, un predomi-

Proyecto y método 17

nio: Is 54 es sobre todo texto de reconciliación, Is 62 texto de

boda, etc. El que no pertenezcan a un solo apartado puede

ser una ventaja, pues nos permiten tener presentes las rela­

ciones múltiples y conservar el sentido de la unidad.

Si se tratara de alegorías, podríamos separar los miembros

por las articulaciones y desnudarlos de la carne imaginativa

hasta obtener el esqueleto intelectual, mondo y lirondo. Es

decir, sin el calor circulante de la sangre, sin el temblor de los

nervios ni la armonía de la piel sobre los músculos. Eso no

quiere decir que el mundo simbólico carezca de miembros y

estructura; pero no son traducción secundaria y prescindible

de una organización intelectual primaria. Sí pueden ser orga­

nismo que se configura a partir de una intuición central.

4. Temas particulares

Los temas enumerados se pueden subdividir en aspectos

importantes o útiles. Siempre hay que distinguir las dos

tablas del díptico sin confundirlas: la descripción del amor

conyugal y el uso simbólico de ese mundo. Para la descrip­

ción recurrimos al Cantar, a textos narrativos y legislativos;

para el uso simbólico, sobre todo a profetas y sapienciales.

Belleza. Ocupa un lugar importante en el Cantar; apenas

se usa en los símbolos. La menciona de paso Ez 16. Pondera

la belleza del esposo el Sal 45. En cambio, adorno y atavío

ocupan un puesto importante en ambos. El atavío de la novia

parece conservar valor sentimental de recuerdo: Jr 2; Is 49;

52; Bar 5; Judit; Ef 5. Preguntamos: ¿es la belleza lo que sus­

cita el amor o es el amor quien descubre la belleza? Quizá

suceda un proceso pendular y creciente. Algunos textos rela-

tivizan el valor de la belleza: Prv 31.

Los Santos Padres se fijan en la belleza espiritual: la espo­

sa es fea, pero el esposo, que es bello, transfigura a la esposa.

Otros, comentando el Cantar, dicen que ella es hermosa por­

que refleja la hermosura de él.

La belleza es para la contemplación; lo atestigua el Can­

tar. En el uso simbólico predomina el dramatismo de los

afectos y queda poco espacio para la contemplación. Los

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18 Símbolos matrimoniales en la Biblia

comentaristas medievales introducen la contemplación espi­ritual como búsqueda y disfrute de la revelación del amor. Esta contemplación no es pura visión, sino que moviliza también otros sentidos.

Deseo. El deseo provocado por la visión y atizado por el amor está presente en sus dos formas: legítima e ilegítima. El decálogo proscribe el deseo ilegítimo. Jeremías menciona un deseo animal, instintivo, Jr 2. Ezequiel lo endereza al poder militar y político de naciones poderosas. Provocar el deseo sin amor auténtico es seducir: lo describe Prv 7; lo aplica audazmente a la vocación profética Jr 20; una seducción al revés se lee en Os 2.

La posesión y el gozo suelen estar discretamente apunta­

dos o metafóricamente sugeridos: Cantar; Is 62; Prv 5. Por

eso se destaca la crudeza de algunas expresiones de Ez 16 y

Eclo 26. Está presente en los cultos de fecundidad, Nm 25.

No sabemos hasta qué punto actúa en el culto de Tamuz de

Ez 8 (y quizá Is 17) o en el culto a la Reina del cielo de Jr 44.

Espera. En el Cantar podemos seguir un proceso: espera -

expectación - deseo - impaciencia - búsqueda - encuentro.

Los textos simbólicos no recogen el proceso con tanta rique­

za de articulaciones, de momentos sugestivos. Algunos

sapienciales hablan de la búsqueda y el encuenrro del discí­

pulo con la Sensatez. Quizá sea Juan quien más ha explota­

do el tema, de modo delicado y alusivo, presentando a María

Magdalena como la novia del Cantar. El Apocalipsis se cie­

rra con el grito de espera y expectación.

Boda. La ceremonia es lo que falta precisamente en el Cantar, si no es por alusiones. Es momento importante en textos simbólicos, nada menos que en Ef 5: por lo que tiene de culminación o nuevo comienzo. El final de Ap anuncia la boda, no la describe. Algunos textos de reconciliación con­tienen rasgos del lenguaje de desposorios o boda: Os 2; Is 49. A la boda sigue normalmente la cohabitación, a la cual se refieren textos descriptivos y simbólicos: final de Gn 24; Is 62; Jr 31. Como trasfondo, adivinamos la boda de cielo y tie­rra en Is 26.

Fidelidad. En este capítulo entran los celos. En sentido

Proyecto y método 19

propio forman parte de la legislación. Simbólicamente lo usa

Pablo en 2 Cor 11. Quizá por la puerta de la legislación

entra el tema del Dios celoso, suponiendo que el título ten­

ga al menos connotación conyugal. La persistencia con que

la idolatría se llama adulterio y fornicación, apoyan tal

suposición. La infidelidad provoca la ira, el castigo, el repu­

dio o el divorcio, bien documentados en la legislación y en

textos simbólicos; en concreto Ez 16 y 23. El punto de vis­

ta del marido es predominante. Pero también el marido tie­

ne deberes que cita la legislación, a los que aluden textos

simbólicos: Is 62; Ef 5.

Fecundidad. Desde el punto de vista de los padres, entran

aquí el engendrar y dar a luz como actos, la maternidad y

paternidad como estado. Desde el punto de vista del hijo,

entra el nacer, responsable en textos simbólicos, Os 13-14 y

Jn 3. El tema de la maternidad, frustrada o cumplida, domi­

na la escena del AT. A pesar de las prerrogativas sociales del

varón, es llamativo que las figuras femeninas se adelanten tan

imperiosamente. Se diría tema favorito de los narradores: el

grito triunfal de Eva, las hijas de Lot, Sara, Rebeca, Lía y

Raquel, Tamar, Ana, Noemí y Rut, la hija de Jefté. El uso

simbólico encuentra aquí material abundante.

La paternidad de Dios, sin una divinidad consorte imagi­

nada, tiene como objeto de adopción el pueblo o el rey: Ex

4; Sal 2; 89. Dios, padre feliz de una familia, asoma en Is 66.

En otros casos le toca devolver a la madre los hijos perdidos:

Is 49; Jr 31; Bar 4-5. Extrañamente -para este sistema imagi­

nativo- Dios aparece a veces con rasgos femeninos, materna­

les: Is 42; 49; Nm 11. También el apóstol, Gl 4,19.

La madre, de ordinario representada por Jerusalén, cobra

más relieve. Hay que escuchar el gozo de la maternidad

sobre el fondo de la frustración, que puede ser esterilidad o

dar a luz en vano o perder los hijos: Jr 31; Is 49; 51; Bar 4. Se

pueden añadir «las preñadas y pandas» de Jr 31, el parto

anunciado en Miq 5, el parto prodigioso de la tierra madre en

Is 26, de Jerusalén en Is 66.

Casos particulares. Son la bigamia y el levirato. Como parte de la legislación ofrecen interés cultural. Trasladados al