revista huellas de la historia junio 2013

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AÑO 4, NÚMERO 43

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PRESENTACIÓN: El hombre, desde tiempos remotos, ha buscado de diversas formas llevar un registro de su pasado. Pinturas rupestres, tablillas, grabados, manuscritos y tradiciones orales fueron, entre tantos otros, parte de aquellos medios que nuestros antepasados se valieron para transmitir a las nuevas generaciones el acervo cultural que los identificaba como miembros de un determinado grupo o comunidad. Por tanto, esa misma historia, ya sea aprehendida en forma de leyendas, mitos o elaboraciones científicas, ha servido desde entonces como factor indispensable para la construcción de la identidad de cada individuo. Es esta identidad, justamente, la que nos permite situarnos en el mundo que nos rodea, para desde allí comenzar a darle sentido y valor a las acciones y pensamientos sobre los cuales se va edificando nuestro destino. Pero, además, esa misma historia nos enseña que su utilización no siempre fue en provecho de todos aquellos que formaban un mismo colectivo identitario. Desde el surgimiento de las primeras aldeas de la Antigüedad, hasta los Estados basados en los cimientos del capitalismo, el conocimiento histórico nunca dejó de ser parte de un proceso de construcción de una identidad que tendía, sin dudas, a favorecer una visión e interpretación de la sociedad y los hechos de acuerdo, sobre todo, a los intereses de los sectores más beneficiados en cada una de esas épocas. Sin dudas, la historia fue a lo largo de tantos siglos una eficaz herramienta de control social, la cual al estar monopolizada en muy pocas manos consolidó un marco de significados sociales y culturales afín al proyecto de dominación de los poderosos de turno. En vista de ello, la historia pasó a ser el relato de las memorias, vivencias, hazañas, recuerdos, miserias y grandezas de los llamados "grandes personajes"; fue así que, para muchos de los que pasamos por las aulas del sistema educativo formal, las grandes obras y avances de la humanidad se debieron al genio de algunos en detrimento del esfuerzo de muchos. Nada, o casi nada, se decía de los que habían puesto su propia vida al servicio de tales progresos. Se trataba, en definitiva, de construir una matriz cultural que favorecía a los que detentaban el poder político, cultural y económico, quienes asociaban el crecimiento de sus intereses con el del propio Estado-nación. No descubrimos nada nuevo si decimos que en la actualidad reina, en buena parte de nuestras sociedades, la apatía, el desinterés, el egoísmo y la carencia de solidaridad. Pero sí podemos afirmar que estos males contemporáneos tienen una fuerte relación con la falta de una auténtica identificación con una realidad que deja al margen de toda felicidad y aspiración de plena libertad a la mayor parte de sus integrantes. Para ellos, indudablemente, la historia es algo que carece de sentido, pues no le brinda en la forma y el significado con que se la transmite un nexo de comunicación e interrelación con las aspiraciones más nobles y trascendentes de todo individuo. Creemos que es ineludible empezar a edificar desde lo más profundo de nuestro pasado una historia que ya no sea parte de un determinado sector, sino que se proyecte con sentido de pertenencia al conjunto social. Es por ello que " Huellas de la Historia " nace como un espacio pensado y destinado para la investigación y divulgación en forma masiva y accesible de todos aquellos temas y problemáticas vinculados al acervo cultural de nuestro pasado, teniendo presente que las historias de los pueblos las escriben los mismos pueblos y son ellos, en definitiva, los actores principales y decisivos de su propio acontecer. Invitamos, pues, a lectores, investigadores y apasionados del conocimiento histórico a formar parte de "Huellas de la Historia", donde podrán participar de diversas formas en este proyecto que tiende a consolidar y expandir una forma de comprender este campo del conocimiento científico como instrumento vital e indispensable para generar un sentido de identidad más íntegro y real, contribuyendo de esta forma a forjar un marco de referencia cultural auténticamente democrático e inclusivo.

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Huellas de la Historia, núm. 43, año 4

Junio 2013 ISSN 1853-2756

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ENIGMAS DE LA HISTORIA

Diego Gerardo Naselli

Profesor en Historia

La muerte del conquistador

A mediados de junio del 323 a.C. muere en Babilonia el rey macedonio y conquistador

de Asia, Alejandro Magno, luego de permanecer enfermo varios días. Ya desde la época

romana circulaba el rumor de la muerte por envenenamiento del conquistador

macedonio siendo el escritor griego Plutarco el encargado de desmentirlo: “[…] los más

creen que esta relación del veneno fue una pura invención, teniendo para ello el

poderoso fundamento de que habiendo altercado entre sí los generales por muchos días,

sin haberse cuidado de dar sepultura al cuerpo que permaneció expuesto en sitio caliente

y no ventilado ninguna señal tuvo de semejante modo de destrucción, sino que se

conservó sin la menor mancha y fresco”1; mientras el historiador inglés Nicholas

Hammond sostiene enfáticamente que Alejandro murió de malaria tropica o paludismo,

una enfermedad mortal causada por parásitos y trasmitida por la picadura de mosquitos:

1 Plutarco, Alejandro, 77.

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Huellas de la Historia, núm. 43, año 4

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“La muerte llegó para él esa noche del 10 de junio del año 323, a la edad de treinta y

dos años. Todos los síntomas sugieren que murió de malaria tropica. Las suposiciones

posteriores que apuntan a que su muerte se debió a un envenenamiento o al resultado

del alcoholismo son falsas […]”2.

Tras el deceso del general macedonio, sus oficiales comenzaron a enfrentarse por la

sucesión real y la posesión del cuerpo del héroe-dios. El general Pérdicas ordenó

inmediatamente el embalsamamiento

del cuerpo de Alejandro y su traslado

en cortejo fúnebre a la ciudad de

Egas (Aigai) donde se enterraban a

los monarcas macedonios y donde se

encontraba la tumba de Filipo II,

padre del conquistador. Sin embargo,

otro de los generales macedónicos,

Tolomeo, junto a sus tropas intercepto el cortejo en Siria para secuestrar al cadáver y

trasladarlo a Egipto.3 Según el historiador alemán Olaf Rader, Tolomeo necesitaba el

cuerpo de Alejandro para afianzar su soberanía sobre Egipto y legitimar su poder sobre

el país africano ya que: “[…] Tolomeo se habría apoderado del cadáver por codicia y

para hacerse con Egipto. A ello hay que añadir que Tolomeo, en su reino egipcio

compuesto por diferentes pueblos, tenía que crear un centro unificador e incorporarlo

ideológicamente. No había nada tan adecuado en este sentido como el culto a Alejandro

Magno: como rey, faraón y dios”4; y para el egiptólogo español Francisco Borrego

Gallardo, la posesión del cadáver convertía a Tolomeo en el heredero de Alejandro y le

permitía contraer matrimonio con la hija de Nectanebo II, lo que lo transformaba

definitivamente en un faraón: “Algunos años antes de Ipso, Ptolomeo ya se había hecho

coronar rey, dando comienzo así a la dinastía de lo lágidas. Para legitimarse como tal

llevó a cado dos acciones. En primer lugar, ya años antes había desviado el cadáver de

Alejandro a su paso por Damasco, llevándolo a Alejandría en vez de a Vergina, la

necrópolis real macedonia: con la presencia en Alejandría de su cuerpo, Ptolomeo se

mostraba como su heredero político y religioso. En segundo lugar, en el momento de

coronarse rey se casó con una hija de Nectanebo II, último soberano autóctono. Así, no

2 Hammond, Nicholas, El genio de Alejandro Magno, Ediciones B, Barcelona, 2007, p. 310. 3 Rader, Olaf, Tumba y poder, Ediciones Siruela, Madrid, 2006, pp. 174-176. 4 Ídem, p. 185.

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sólo era el heredero natural de Alejandro, sino además el descendiente de la última

dinastía propiamente faraónica”5. Es por ello que el cuerpo del conquistador macedonio

secuestrado por Tolomeo llega a Egipto para encontrar su estadía definitiva.

La última morada de Alejandro

Según la tradición, el cuerpo momificado de Alejandro Magno fue trasladado desde

Babilonia a la ciudad de Menfis, en Egipto, y desde allí a la ciudad de Alejandría, en la

zona del delta del Nilo. Su cuerpo fue llevado por su general macedonio Tolomeo y fue

colocado en el centro de la ciudad antigua, en el templo llamado Soma Alexandrou o

Sema Alexandrou. En una obra llamada Vida y hazaña de Alejandro de Macedonia

atribuida a un falso Calístenes, se cuenta hacia el final sobre el cadáver: “[…] entonces,

lo conduce Tolomeo a Alejandría y le da sepultura en el templo denominado «Cuerpo

de Alejandro», ya que allí dejó como reliquia el cadáver de Alejandro”6.

Durante la antigüedad, varios visitantes pudieron acceder a la tumba del héroe

macedonio y fueron algunos emperadores romanos quienes entraron al templo en

Alejandría para ver el cuerpo de Alejandro. Luego de derrotar a Marco Antonio y

Cleopatra, Octavio visitó la tumba para ver su momia: “Por la misma época se hizo

mostrar, sacándolo del sepulcro, el sarcófago y el cuerpo de Alejandro Magno, y le

rindió homenaje colocando sobre él una corona de oro y regándole de flores”7. En

cambio, Calígula no visitó la tumba egipcia del macedonio pero se hizo traer la coraza

para su uso personal: “Su forma de vestir y de calzar, así como el resto de su atavío, fue

siempre impropia de su país […] Constantemente llevaba el equipo triunfal, incluso

5 Borrego Gallardo, Francisco L. “El Egipto ptolemaico, un reino helenístico entre oriente y occidente”, Historia y vida, núm. 448, p. 37. 6 Pseudo Calístenes, Vida y hazañas de Alejandro de Macedonia, III, 34. 7 Suetonio, Vida de los Doce Césares, II.18.1

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antes de su expedición, a veces hasta la coraza de Alejandro Magno, que había hecho

traer de su sepulcro”8.

Para el 200 d.C., emperador Septimio Severo visitó Egipto y en la ciudad de Alejandría

hizo retirar de todos los santuarios los libros con contenido secreto y mandó cerrar la

tumba de Alejandro Magno con la finalidad de que nadie más pudiera observar la

momia del guerrero macedonio, este suceso aparece citado en la Historia Romana de

Dión Casio: “de casi todos los santuarios la totalidad de los libros de contenido secreto,

tantos como pudo encontrar, se los llevó consigo e hizo asimismo cerrar la tumba de

Alejandro, medidas todas ellas encaminadas a que en el futuro nadie más llegase a ver

su cadáver ni leyese lo que en aquellos libros estaba escrito”9. Pero, aunque la tumba

permaneció cerrada a los visitantes, en 215 a.C. el emperador Caracalla fue el último

que ingresó a ella para contemplar el

cuerpo de Alejandro, quien lo

denomino el “Augusto de Oriente” y

pensaba que en su persona había

vuelto a la vida el héroe macedonio.

A partir de aquí, la tumba y la

momia de Alejandro desaparecen de

los registros oficiales.

La convulsionada Alejandría

Cuando la procesión que acompañaba al cuerpo de Alejandro llegó a Menfis, el sumo

sacerdote del templo donde iba a ser depositado les aconsejó que se lo llevaran a

Alejandría porque: “[…] donde quede este cuerpo, esa ciudad será agitada y revuelta

por guerras y combates”10. Este novelista alejandrino del siglo III d.C. conocido como

«Pseudo Calístenes» modificó la historia para relacionar la momia del macedonio con la

agitada vida posterior de Alejandría. Este puerto egipcio se convirtió en un centro

económico importante pero también un centro difusor de cultura ya que en ella se

encontraba una de las bibliotecas más grandes de la antigüedad y se establecieron

comunidades étnicas procedentes de toda la costa del mar Mediterráneo.

8 Suetonio, Vida de los Doce Césares, IV.52. 9 Dión Casio, Historia Romana, 76 (75), 13, 2. 10 Pseudo Calístenes, Vida y hazañas de Alejandro de Macedonia, 34.

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Para mediados del siglo I d.C., comenzaron a llegar a Alejandría los primeros cristianos

contándose entre los primeros los evangelistas Marcos y Lucas.11 Según Jerónimo de

Estridón, Marcos marchó a Egipto para fundar una comunidad cristiana en Alejandría:

“Adoptando el evangelio que él mismo había elaborado, se marchó a Egipto. Fue el

primero que, predicando a Cristo, fundó una comunidad cristiana en Alejandría […]”12,

donde fue martirizado durante el gobierno de Nerón y enterrado en la misma ciudad. Sin

embargo, para los siglos posteriores la ciudad compartía un sincretismo religioso donde

se mezclaban distintas creencias13 pero cuando las comunidades cristianas fueron en

aumento y aparecieron varios grupos religiosos que comenzaron a enfrentarse entre sí y

con las demás comunidades alejandrinas, se transformó en un espacio de agitación y

violencia latente. Con el decreto del emperador Teodosio que convertía al cristianismo

en religión exclusiva del Imperio Romano en el 380 d.C., los enfrentamientos entre

cristianos, hebreos y paganos alejandrinos se intensificaron y, mientras el obispo

Teófilo de Alejandría incentivaba y promovía en el 391 d.C. la destrucción del

Serapeum, santuario alejandrino dedicado al culto de Serapis; en el siglo V d.C., el

obispo Cirilo de Alejandría expulsaba a los judíos de la ciudad, destruyendo sus

sinagogas o convirtiéndolas en templos cristianos.14 Esta política cristiana de

persecución a opositores religiosos y destrucción de sus templos pudo haber alcanzado a

la tumba de Alejandro y a su cadáver momificado que, si bien había perdido ya su

función legitimadora del poder, continuaba siendo una representación del paganismo y

la imagen física de un dios-humano.

11 Fernández, Gonzalo, “Filosofía hebrea, pagana y cristiana en la Alejandría antigua”, Boletín Millares Carlo, núm. 29, p. 179. 12 San Jerónimo, Sobre personajes ilustres, 8. 13 Kraft, Tomás, “La iglesia primitiva en África”, Consejo Latinoamericano de Iglesias, 11/12/2011 [en línea]. (www.clailatino.org/ribla/ribla29/la%20iglesia%20primitiva%20en%20Africa.html) 14 Fernández, Gonzalo, “Filosofía hebrea, pagana y cristiana en la Alejandría antigua”, Boletín Millares Carlo, núm. 29, pp. 194-198.

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El Santo o el Guerrero

Mientras el cuerpo de Alejandro desaparecía de la historia, los restos del evangelista

Marcos se depositaban en la iglesia alejandrina de Bucolia, donde era visitado por los

marinos cristianos que llegaban a la ciudad.15 En el siglo VII d.C., los musulmanes

conquistan Alejandría que, si bien continuaba siendo una de las metrópolis

mediterráneas más importantes, sus edificios y monumentos pre-cristianos se

encontraban en ruinas; situación que empeora debido a los enfrentamientos entre árabes

y bizantinos donde sufren importantes daños otras construcciones urbanas. En este

nuevo periodo de convulsiones y enfrentamientos, los cristianos alejandrinos ocultan los

restos del santo hasta el año 828 d.C. cuando mercaderes venecianos logran sacar el

cuerpo de Marcos para trasladarlo a la ciudad italiana de Venecia y depositarlo en la

Basílica de San Marcos, donde permanece hasta hoy en día. En los últimos años ha sido

propuesto por algunos investigadores e historiadores que los restos en la basílica

veneciana corresponderían al guerrero macedonio y no al evangelista porque, según la

tradición del cristianismo primitivo, el cuerpo de Marcos fue incinerado luego de sufrir

el martirio –aunque en tradiciones posteriores, sus seguidores lograron salvar el cadáver

del santo antes de ser lanzado a las llamas-. Sin embargo, en 1968 el Papa católico

Pablo VI recibe al Papa de Alejandría Cirilo VI, haciéndole entrega parte de las

reliquias de San Marcos entre las que se contaba su cabeza y que fueron depositadas en

la recientemente construida Catedral Patriarcal de San Marcos en el Cairo.16 Entonces,

podríamos preguntarnos:

«¿Fue el santo o el guerrero

quién regresó a Egipto?»

15 Ídem, p. 179. 16 Barrero, Antonio, “La Liturgia Copta y el Papa San Cirilo VI”, Pregunta Santoral, 4 de agosto de 2011 [en línea]. (http://www.preguntasantoral.es/2011/08/liturgia-copta-y-san-cirilo-vi/)

El 25 de junio de 1968, en la

inauguración de la Catedral copta

de El Cairo, el Papa Cirilo VI

transporta la cabeza del evangelista

San Marcos.

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Fuentes

Plutarco, Vidas Paralelas, Editorial Alba, Madrid, 1998.

Pseudo Calístenes, Vida y hazaña de Alejandro de Macedonia, Planeta DeAgostini,

Barcelona, 1998.

Suetonio, Valerio Probo, Servio, Focas, Vacca, Jerónimo, Biografías literarias latinas,

Editorial Gredos, España, 1985.

Suetonio, Vida de los doce Césares, Editorial Juventud, Barcelona, 1996.

Bibliografía

Barrero, Antonio, “La Liturgia Copta y el Papa San Cirilo VI”, Pregunta Santoral, 4 de

agosto de 2011 [en línea]. (http://www.preguntasantoral.es/2011/08/liturgia-copta-y-

san-cirilo-vi/)

Borrego Gallardo, Francisco L. “El Egipto ptolemaico, un reino helenístico entre oriente

y occidente”, Historia y vida, núm. 448, pp. 30-41.

Fernández, Gonzalo, “Filosofía hebrea, pagana y cristiana en la Alejandría antigua”,

Boletín Millares Carlo, núm. 29, pp. 171-206.

García Gual, Carlos, “Alejandría, la última capital de Egipto”, Historia – National

Geographic, núm. 32, pp. 30-43.

García Gual, Carlos, “Alejandro en la India”, Historia – National Geographic, núm. 32,

pp. 46-55.

García Gual, Carlos, “Alejandro Magno, el faraón macedonio”, Historia – National

Geographic, núm. 36, pp. 40-49.

Hammond, Nicholas, El genio de Alejandro Magno, Ediciones B, Barcelona, 2007.

Kraft, Tomás, “La iglesia primitiva en África”, Consejo Latinoamericano de Iglesias,

11/12/2011 [en línea]. (www.clailatino.org/ribla/ribla29/la%20iglesia%20primitiva

%20en%20Africa.html)

Lara Nava, Dolores, “Hipatia, linchada por pensar”, La Aventura de la Historia, núm.

131, año 11, pp. 18-22.

Olesti Vila, Oriol, “Alejandro Magno, el inmortal”, Clío, revista de historia, núm. 111,

año 10, pp. 18-31.

Rader, Olaf, Tumba y poder, Ediciones Siruela, Madrid, 2006.

Está permitida y alentada por los integrantes de Huellas de la Historia la reproducción de los contenidos de esta página a través de medios electrónicos, fotográficos o de fotocopias, con la única salvedad de que se cite la fuente.

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ENIGMAS DE LA HISTORIA

LLLLLLLLAAAAAAAA ««««««««MMMMMMMMIIIIIIIISSSSSSSSTTTTTTTTEEEEEEEERRRRRRRRIIIIIIIIOOOOOOOOSSSSSSSSAAAAAAAA»»»»»»»» MMMMMMMMUUUUUUUUEEEEEEEERRRRRRRRTTTTTTTTEEEEEEEE

DDDDDDDDEEEEEEEE LLLLLLLLOOOOOOOORRRRRRRRDDDDDDDD CCCCCCCCAAAAAAAARRRRRRRRNNNNNNNNAAAAAAAARRRRRRRRVVVVVVVVOOOOOOOONNNNNNNN

Diego Gerardo Naselli

Profesor en Historia

El descubrimiento de la tumba del faraón egipcio Tutankamón en noviembre de 1922 en

el Valle de los Reyes por el egiptólogo británico Howard Carter, financiada por el

aristócrata inglés George Herbert, V Conde de Carnarvon, fue una de las noticias más

importantes de la primera mitad del siglo pasado. Reproducida en los periódicos

ingleses, la noticia se difundió rápidamente por los distintos medios de información del

mundo y todo nuevo dato o suceso relacionado con el descubrimiento inmediatamente

pasaba a formar parte de las publicaciones periódicas. A las fotografías que mostraban

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el proceso de excavación realizado por Carter en la tumba enumerada como KV62 y a

extensos artículos sobre la historia del Egipto faraónico, se comenzaron a sumar

informaciones sobre una supuesta «maldición» del faraón para con sus descubridores.

Una de las víctimas de esta «maldición» fue el mismo Lord Carnarvon, quien participó

de la apertura oficial de la cámara principal de la tumba de Tutankamón y a los pocos

meses después moría en El Cairo de una septicemia provocada por una picadura de

mosquito durante su estadía en Asuán.

Las primeras noticias sobre la muerte de Lord Carnarvon establecen como causa la

mordedura de un áspid, símbolo de la realeza egipcia y portadora de la venganza de los

antiguos faraones, que junto con supuestas inscripciones y advertencias para los

ladrones de tumbas comienzan a difundir a la audiencia la idea de una maldición

milenaria que recaía sobre aquellos que despertaban de su sueño eterno a los muertos.

Al poco tiempo, se determinó la causa de la muerte del aristócrata inglés por una

infección grave provocada por la cortadura de una navaja sobre la picadura de un

mosquito mientras se afeitaba y, aunque había guardado cama durante varios días por

fiebre, el traslado a El Cairo empeoro su estado de salud muriendo el 5 de abril de 1923

a los 57 años de edad, siendo luego embalsamado para su traslado a Inglaterra. Sin

embargo, aunque la muerte de Lord

Carnarvon se debió al poco

desarrollo de la medicina y la falta

de antibióticos y el descubridor de la

tumba Howard Carter fallecía en

1939 por su avanzada edad, fue el

acontecimiento que dio inicio a la

leyenda de la «maldición de

Tutankamón», el faraón que despertó

de su muerte para castigar a los

usurpadores.

Howard Carter y Lord Carnarvon

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HERALDO DE MADRID, jueves 5 de abril de 1923, Madrid, España

El descubridor de Tuthankamen

HA MUERTO LORD CARNARVON

La tragedia del gran egiptólogo

La muerte le acechaba en el mismo lugar donde obtuvo sus triunfos

EL CAIRO 4.- El estado de lord Carnarvon sigue siendo grave; pero, no obstante, los

médicos tienen esperanzas de salvarle.

NUEVAS NOTICIAS

EL CAIRO 4.- A última hora de la tarde el estado de lord Carnarvon continuaba siendo

grave, pero sin debilidad extrema.

LA MUERTE

EL CAIRO 5.- Ha fallecido lord Carnarvon.

La muerte de lord Carnarvon tiene, en la simplicidad de la tragedia, el mismo aspecto

casi heroico de las muertes de aquellos que caen en el cumplimiento de un deber. En

este caso, el deber que a sí mismo se había impuesto lord Carnarvon era más de señalar,

puesto que era puramente idealista.

Lord Carnarvon, hombre entregado a los estudios arqueológicos, con tal entusiasmo que

a ellos dedicó las mejores horas de su vida, era un investigador obstinado, un explorador

audaz. Y son precisamente estas nobles y generosas características de su curiosidad

intelectual las que le han llevado a la muerte.

Reciente está todavía la sensación producida por sus descubrimientos egipcios. La

tumba de Tutankamen, abierta por él después de un hermetismo secular nos acercó a

todos un poco al fondo de la Eternidad. Quizá sobrecogido por el hálito que aquellas

fauces de piedra le arrojaron al rostro, o en un trágico presentimiento de los peligros que

le acechaban, lord Carnarvon había suspendido sus trabajos de exploración en el valle

de Luxor hasta el próximo otoño, cerrando con miles de toneladas de tierra la tumba

faraónica. La mordedura casi invisible de un áspid ha sido causa de que se haya de abrir

prematuramente una tumba para lord Carnarvon. Se trunca, al mismo tiempo que su

vida laboriosa, una gran esperanza y una actividad espiritual, siempre fluyente y viva.

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Más detalles acerca de la muerte de lord Carnarvon

LA MISTERIOSA PICADURA DE UN INSECTO

LUQSOR 5.- Lord Carnarvon ha muerto.

El faraón Tut-Ank-Amen, cuya tumba del Valle de los Reyes ha sido recientemente

descubierta y despojada de la mayoría de sus milenarios tesoros, parece haberse

vengado del noble lord que al cabo de siete años de incesante trabajos, turbó la paz de

aquellos lugares.

La enfermedad y la muerte del que se llamó «el Mecenas de las excavaciones» debida a

la misteriosa picadura de un insecto, según se dice, fue prevista por más de un famoso

orientalista, convencido de que la memoria de Tut-Ank-Amen no podía tolerar esta

forma, típicamente industrial, de ser despertados los muertos para distracción y recreo

de los curiosos.

A los egiptólogos que manejaron momias, desde Champollión hasta Carter, el

acompañante de lord Carnarvon, nada les ocurrió jamás. Pero, como en otra época, la

momia de Ramsés II, rompiendo con su mano súbitamente alzada la cubierta de cristal

sobre la que se inclinaban irrespetuosos los visitantes del Museo del Cairo, les impuso

el más espantoso terror, las inscripciones halladas en el sepulcro de Tut-Ank-Amen han

hecho ya su victima y el pueblo egipcio, que ha visto cada día con más desagrado la

marcha de las excavaciones emprendidas por aquel lord, no duda en atribuir su muerte a

las terribles sentencias inscriptas en la estela de la execración hallada en la tumba:

«¡Que vuelva a la nada la mano que se alce contra mi forma!» «¡Que vuelva a la nada

quien ataque mi nombre, a mis efigies, a las imágenes de mi Doble!» «¡Caerán en la

hoguera de mi padre

Amón!» «¡Que se guarden

de mi padre Amón!» «¡Una

desgracia pronto llega!»

Lord Carnarvon

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LA LIBERTAD, jueves 12 de abril de 1923, Madrid, España.

Del momento

LA ELEGÍA DE LORD CARNARVON

¿Conocéis «La cittá morta», la magnifica tragedia de D’Annunzio? Las tumbas de los

Atridas, en la Argólida, violadas por unos artistas excavadores, emanan la antigua

fatalidad enterrada en ellas. Los cuerpos exhumados desprenden el contagio de su

pasión monstruosa y sangrienta. El incesto y el parricidio invaden, como una divina

maldición, el espíritu de los profanadores. Lo que fue para la cultura un ciclo de temas

literarios, se torna realidad cruel. La potencia trágica se remonta sobre su forma teatral o

«representativa», tornando a su violencia real. El vino dionisiaco vuelve a ser sangre, en

una especie de inversa transubstanciación.

Esa tragedia acaba de tener también realidad en la tierra egipcia. Lord Carnarvon, a

cuyas expensas era excavada la tumba del Faraón Tutan-Jamen, ha muerto a

consecuencias de la picadura de un mosquito, que lo inoculó un virus palúdico.

Si los hombres no hubiesen perdido la facultad de crear mitos, esa muerte se

incorporaría al caudal de las teogonías egipcias, como una prueba de divino poder.

Atravesando las salas de un museo de egiptología, ¿no habéis sentido pesar sobre

vosotros una inquietud ambigua, como si algo más que la forma mortal hubiera sido

conservado en las momias, alienadas en sus sarcófagos rituales? Triunfando sobre la

rigidez hierática del arte egipcio y la frialdad mortuoria de los museos, las momias os

miran con sus huecas órbitas sobre la dispersión de las bandeletas…

¿Será verdad que los egipcios inspiraron su estética en la Muerte? ¿No intentaron, a

través de su ideal, eternizar la Vida, sustrayéndola a la eterna movilidad corruptible de

la materia? Más que la divina inmortalidad de la Muerte, tal vez quisieron dar al cuerpo,

vaso sagrado de la vida, una actitud contemplativa que lo libertase de las

transformaciones. Renunciando a toda dinámica, a todo movimiento, imaginaron que la

vida continuaba en una contemplación sin límites, como la de los gimnosofistas, o como

si una existencia «lírica» sucediese, más allá de la muerte, que es nuestro momento

trágico, a la vida épica terrenal.

¿Es el arte egipcio una norma puramente estática? Yo creo que está inspirado en tan

fuerte afán de inmortalidad, que pone toda su virtud dinámica en la lucha contra la

corrupción, forma visible de la Muerte. Así, cuando paso junto a las momias de los

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museos, siento la impresión de un aliento vital, un murmullo tenue de palabras y una

extraña facultad de adivinar aquellas vidas remotas… Las momias tienen algo de

esfinges: sus bandeletas, medio desatadas, se curvan en el suelo como colas de leona,

que quieren transformarse en serpientes.

A esa fuerza sugestiva, a esa interrogación de esfinge, respondió el genio adivinativo de

Gautier y de Eber en sus reconstrucciones de mujer egipcia.

*

El Faraón dormía en su tumba milenaria. ¿Dormía? ¡Oh, eterna pregunta de Hamlet!

Soñaba… Y la insaciable curiosidad ha interrumpido su sueño majestuoso.

Extendiéndose en torno a la desconocida tumba regia las infinitas marismas. El

horizonte no alteraba su línea más que por la forma sagrada de los ibis o por el aleteo de

los fenicópteros sobre las charcas, como antiguos signos de escritura jeroglífica

desprendidos de los templos y animándose repentinamente. Pasaba en la lejanía el

cortejo pausado de los dromedarios. Los humildes insectos pululaban sobre la tierra

húmeda, bajo el cielo eternamente puro; y en sus vidas exiguas alentaba la gratitud en

esa tierra, en la cual sus formas miserables fueron elevadas a representación de dioses,

en una profunda visión de símbolo zoomórfico. La boca del rey guardaba su escarabajo

de oro, que en futuras evoluciones religiosas sería el óbolo griego para pagar al

barquero Caronte o la redondez de la Hostia cristiana, guía en el viático o viaje

supremo. Un gran silencio protector envolvía el monumento.

De pronto, la curiosidad de unos hombres venidos de tierra bárbara se atreve a levantar

el gran velo sagrado. La mano sacrílega abre paso a la luz en las tinieblas seculares. Dos

culturas enemigas chocan en esa lucha de obscuridad divina y ansiedad insaciable de

luz. Los que penetraron en la sala regia con sus antorchas profanas, ¿acaso pudieron

sentir la indignación que suscitó sus irreverencia? El que allí dormía -¿dormía?- no era

un mortal acuciado por la curiosidad del mundo de afuera, como una Bella Durmiente a

quien despierta su doncel prometido. La contemplación de que gozaba era placer mucho

más alto que toda curiosidad humana. El ruido insólito de aquella irrupción de viajeros

extraños interrumpiendo una paz de milenios, ¿quién sabe las altísimas elucubraciones

que frustraba, como el estornudo irreverente de que habla Voltaire en su cuento de

«Bababck y los fakires»?

*

Pero ¿no tenía el Faraón sus viejos defensores? ¿No dormían junto a él sus negros de

Etiopia, sus esclavos captados en lejanas conquistas? ¡Oh! Las antiguas armas no tenían

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ya ninguna eficacia ofensiva… ¿Quién podría, pues, acometer a los invasores? El suelo

mismo de Egipto, que, compenetrado con los que le dieron categoría de dios, conserva

el instinto de defender sus tesoros espirituales. Recordad que, en otro tiempo, legiones

infinitas de moscas afligieron, como una plaga eternamente memorable, la corte

faraónica, suscitadas por un dios enemigo (Éxodo, 8, 24). Así, de la pululación que

cubría los pantanos a la hora de los crepúsculos, acudió un insignificante mosquito a

clavar en el profanador su aguijón invisible y mortal… Parece la lección ejemplar de

una fábula. El más despreciable de los animales abatió la fuerza del hombre poderoso,

rico en tesoros, armado de todos los instrumentos necesarios para su empresa de

Prometeo, en busca del fuego divino. Y el rey quedó vengado. Como los bethsamitas

que se atrevieron a mirar el Arca santa de Israel (I Samuel, VI, 13, 19), la ira divina

hirió de muerte al que osó lanzar su mirada en el fondo inexplorado de esa tumba. De

igual manera, según la leyenda, las moscas pestíferas vengaron la profanación del

sarcófago de San Narciso, en Gerona, cuando la invadieron las tropas de Felipe III, el

Atrevido; y el cadáver de este rey, víctima de su gesto sacrílego, atravesó los Pirineos

entre su ejército desbandado y en fuga…

*

Pero nosotros, hombres de otro tiempo, fieles a otra cultura, cuyo dogma es la santa

curiosidad, la «filosofía», el deseo insaciable de conocer, hemos de entonar al cadáver

de lord Carnarvon la marcha triunfal de los héroes y de los mártires que mueren sobre

su escudo espiritual, mientras su obra queda tras ellos, como una antorcha caída, sin

apagarse, que otros recogerán.

GABRIEL ALOMAR(*)

Notas:

(*) Gabriel Alomar Villalonga (1873-1941), periodista, poeta e ideólogo español,

catedrático de lengua y literatura española, libertario de izquierda activo, catalanista,

diputado y embajador de la República en Roma y en El Cairo.

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Certificado de defunción de Lord Carnarvon:

Un mosquito picó a Lord Carnarvon cerca de la fecha en que ingresó a la tumba, el 26 de

noviembre de 1922. Unos días más tarde, al afeitarse se abrió la herida, que se infectó.

Murió seis semanas después. Arriba, el certificado de defunción y la navaja que originó la

infección.

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UN HITO DE LA LOCALIDAD SERRANA

OOOOOOOOOOOOrrrrrrrrrrrriiiiiiiiiiiiggggggggggggeeeeeeeeeeeennnnnnnnnnnn yyyyyyyyyyyy ccccccccccccoooooooooooonnnnnnnnnnnnssssssssssssoooooooooooolllllllllllliiiiiiiiiiiiddddddddddddaaaaaaaaaaaacccccccccccciiiiiiiiiiiióóóóóóóóóóóónnnnnnnnnnnn ddddddddddddeeeeeeeeeeeellllllllllll sssssssssssseeeeeeeeeeeerrrrrrrrrrrrvvvvvvvvvvvviiiiiiiiiiiicccccccccccciiiiiiiiiiiioooooooooooo eeeeeeeeeeeellllllllllllééééééééééééccccccccccccttttttttttttrrrrrrrrrrrriiiiiiiiiiiiccccccccccccoooooooooooo eeeeeeeeeeeennnnnnnnnnnn VVVVVVVVVVVViiiiiiiiiiiillllllllllllllllllllllllaaaaaaaaaaaa

CCCCCCCCCCCCaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrlllllllllllloooooooooooossssssssssss PPPPPPPPPPPPaaaaaaaaaaaazzzzzzzzzzzz............ 111111111111999999999999222222222222000000000000------------111111111111999999999999555555555555333333333333 ((((((((((((SSSSSSSSSSSSeeeeeeeeeeeegggggggggggguuuuuuuuuuuunnnnnnnnnnnnddddddddddddaaaaaaaaaaaa ppppppppppppaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrtttttttttttteeeeeeeeeeee))))))))))))

José Antonio Casas

Profesor en Historia

La “cuestión energética” (1944-1946)

Hacia principios de la década de 1940, el crecimiento económico de la provincia,

sustentado en buena parte por la expansión de su base industrial y comercial, había

agravado el panorama energético cordobés, pues al incremento de la demanda no le

acompañó en la misma medida el nivel de oferta correspondiente. Por un lado, esto se debía

a la continuidad de las políticas de baja inversión y remesas al exterior de las ganancias

acumuladas por parte de las dos principales compañías eléctricas, las cuales dominaban la

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mayor parte del mercado local. En contraposición, las cooperativas eléctricas habían

logrado extender el servicio a los poblados más retirados del territorio provincial, pero su

capacidad de generar, distribuir y comercializar a gran escala era un objetivo muy difícil de

cumplir debido a lo reducido de su escala operativa.

Ante este panorama, comenzaron a escucharse por esos años las voces críticas de

importantes sectores de la vida económica cordobesa, que además de quejarse por las

condiciones en que se encontraba el sistema energético, demandaban un mayor

compromiso por parte del Estado a la hora de tomar decisiones fundamentales para

enfrentar y remediar esta problemática:

Al respecto, en 1941 las entidades comerciales e industriales de la ciudad capital elevan al

gobernador de la provincia Santiago H. del Castillo un memorial referente al problema eléctrico.

En él, entre otros asuntos, expresan: “La industria privada de producción de energía eléctrica, se

encuentra actualmente estancada […] El asunto fundamental a que debe atender la política del

estado en esta materia, es el de encauzar y coordinar la producción en gran escala dentro de la

Provincia y organizar la industria de la electricidad, en forma que pueda responder con amplitud

a las necesidades […].1

Pero no sólo se proclamaban pedidos de una urgente solución a la “cuestión energética” en

las urbes más importantes. También se dieron en las regiones donde el notable crecimiento

que estaba teniendo la actividad turística, como la región de Punilla, había disparado

enormemente los procesos de urbanización de las localidades serranas. Entre ellas, la

población de Villa Carlos Paz fue una de las más sensibles a esta evolución, convirtiéndose

por entonces en la urbe turística más importante del sur de Punilla.

Como vimos, esta región se proveía de electricidad a través de tres usinas, siendo la de

Villa del Lago la más relevante por su capacidad de producción y distribución. Todas ellas,

empero, se valían de la fuerza generada por motores para obtener energía eléctrica, pues el

viejo sistema hidroeléctrico ideado por Carlos N. Paz había caído en desuso.

En vista de esta situación, las severas restricciones a las importaciones de combustibles que

produjeron las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial terminaron por afectar el

1 MALATESTA, Alicia Angélica, La actividad industrial en la provincia de Córdoba, Centro de Estudios Históricos, Córdoba, 1999, p. 85.

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caudal energético que este sistema fragmentado era capaz de proveer a las villas serranas de

la zona. Esto obligó, en varias ocasiones, a la interrupción parcial y/o total del servicio, tal

como lo demuestra el siguiente ejemplo:

[El 6 de enero de 1945] El Dr. Enrique Zarate, propietario de la usina de Villa del Lago y que

genera electricidad para una vasto sector anuncia que tiene serios inconvenientes en prestar el

servicio debido a la escasez de combustible y que tendrá que acortar las horas de suministro de

energía eléctrica.2

Este tipo de situaciones, que tuvieron sus picos más altos entre fines de 1944 y principios

de 1946, alcanzaron una honda consecuencia sobre la actividad económica de las

comunidades turísticas, en especial Villa Carlos Paz. Así lo reflejaba una nota aparecida en

el periódico Carlos Paz, el primer medio gráfico de la villa:

Hace ya algunos años que Carlos Paz ha adquirido singular desenvolvimiento. La edificación,

cuyo núcleo central lo constituye la vivienda y el comercio, se ha extendido e intensificado

notoriamente, hasta ofrecer un conjunto compacto e interesante por las numerosas

construcciones de tipo moderno. A ello debe agregarse la particularidad de estar atravesado por

intenso tráfico, que aumenta constantemente por ser una zona de marca preferencia turística,

contrastando ese evidente progreso con la falta de un elemento tan indispensable como es la

energía eléctrica, cuya inexistencia o anormal suministro crea situaciones peligrosas para la

seguridad pública, y falta de confort y bienestar para sus habitantes.3

Tal como sucedía con los pedidos anteriormente descritos de las entidades comerciales e

industriales de la ciudad de Córdoba, los sectores más prominentes de la villa serrana

comenzaron también a reclamar una más activa participación del Estado cordobés en la

búsqueda de resolver esta difícil problemática, ya sea a través de sus instituciones

representativas, o bien mediante la intermediación de legisladores y funcionarios. Estas

solicitudes se incrementaron en forma contundente luego de que el gobierno provincial a

cargo del interventor federal Alberto Guglielmone decidiese el 4 de octubre de 1944 el

2 Información extraída de: BERTORELLO, Eldor; MICHELOUD, Atilio; TÓRTOLO, Luis, “Efemérides”, en: http://www.historiavcpaz.com.ar, Villa Carlos Paz, 2006. 3 Periódico Carlos Paz, Año II, Nº 17, diciembre de 1946.

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decreto 9.888 bis Serie C, donde además de declarar la condición de servicio público del

sector eléctrico, se establecía la necesidad de estatizar del mismo. Sin embargo, en la

práctica esto no se llevó a cabo de forma inmediata, pues las prestatarias del servicio, ya

sean las grandes compañías extranjeras como las pequeñas cooperativas regionales,

continuaron desarrollando sus actividades como siempre. Según Beatriz Solveira, esto

estaba en directa relación con la precariedad de medios del Estado para poner en práctica

las metas que fijaba el proyecto:

Sin embargo, la decisión de provincializar el sector eléctrico, aunque legalmente dispuesta, no

era fácil de ser llevada a la práctica de forma inmediata porque el erario provincial no contaba

con los medios necesarios para hacerlo, y esto indicó la conveniencia de proceder en forma

gradual, esperando el vencimiento de las concesiones existentes para que el Estado se fuera

haciendo cargo de los servicios.4

No obstante esta incapacidad estatal de hacer realidad en forma inmediata su propuesta de

provincialización del sector eléctrico, Enrique Zárate -propietario de la principal usina de la

región- solicitó a principios del año 1945 la correspondiente expropiación de la misma por

parte del Estado, en virtud de las condiciones en que se hallaba este sistema y que no se

ajustaban a los objetivos de este decreto oficial:

El doctor Enrique Carlos Zárate, propietario de la usina eléctrica que suministra energía a las

poblaciones de Villa del Lago, Villa Carlos Paz, Tanti, Bialet Massé, San Roque y Villa

Independencia, se ha dirigido por nota al interventor federal para solicitar que se inicien

inmediatamente los trámites de expropiación de su fábrica de electricidad, de acuerdo con el

decreto número 9888, dictado en noviembre del año anterior, que, entre otras cosas, dispone la

caducidad de las concesiones eléctricas con carácter precario y sin fijar término de vencimiento.5

El pedido de Zárate tenía directa relación, como vimos, con una infraestructura eléctrica

que se hallaba lejos de satisfacer la creciente demanda, no sólo por la calidad del servicio

4 SOLVEIRA, Beatriz, “Las empresas públicas de electricidad en la Argentina: Antecedentes y creación de la Empresa Provincial de Energía de Córdoba”, en: www.udesa.edu.ar, consultado el 30-XI-2012. 5 Periódico Carlos Paz, marzo de 1945.

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que ofrecía sino también por la calidad del mismo.6 En vista de todo ello, solicitaba al

gobierno provincial que procediese a expropiar la red eléctrica a su cargo en un período de

tiempo “razonable”:

El recurrente [Zárate] expresa que en su usina se encuentra en esas condiciones, y agrega que el

concesionario de un servicio público, al caducar su concesión está obligado a continuar con la

prestación del servicio hasta que el Estado se haga cargo del mismo, pero esa obligación,

prosigue la nota, es justo que tenga un plazo corto y determinado.

Luego de alegar los gastos que en las condiciones actuales debe realizar para conservar y

ampliar el servicio que presta, el Dr. Zárate pide que se inicien los trámites de expropiación de

su usina. Manifiesta, además, que continuará prestando el servicio eléctrico durante tres meses y

que transcurrido ese plazo, se verá obligado a tomar algunas disposiciones en defensa de sus

derechos y arbitrar los medios de obtener la continuidad del servicio, ya que su interrupción

ocasionaría perjuicios irreparables a una extensa zona.7

Transcurridos esos tres meses de plazo, y sin obtener ningún tipo de respuesta efectiva por

parte del Estado, Zárate pasó a cumplir con su última advertencia acerca de que se iba a ver

obligado “[…] a tomar algunas disposiciones en defensa de sus derechos y arbitrar los

medios de obtener la continuidad del servicio, […].” Una de estas disposiciones fue el

aumento de la tarifa eléctrica, algo que despertó muchas críticas por parte de los usuarios,

ya que tal medida no había sido aprobada por el gobierno. Entre las instituciones que

presentaron notas de protesta ante las autoridades correspondientes se destacó la

Asociación Hotelera Pro Fomento de Turismo, tal como quedó reflejado en el siguiente

informe del periódico Carlos Paz del mes de julio de 1945:

Aumento de tarifas de la Usina S. Roque: Se resolvió elevar una nota al Sr. Ministro de Obras

Públicas de la Provincia, exponiéndole la improcedencia de tales aumentos y solicitando su

anulación.8

6 “Además, se suministra en la Villa un solo tipo de corriente, que es la de luz, no existiendo para fuerza, debiendo los usuarios de la última hacer uso de la primera, con el consiguiente perjuicio de sus intereses.” Periódico Carlos Paz, Año II, Nº 17, diciembre de 1946. 7 Periódico Carlos Paz, marzo de 1945. 8 Periódico Carlos Paz, julio de 1945. Las negritas son del original.

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El trayecto definitivo hacia la provincialización del sistema eléctrico local (1946-1953)

Pese a cierto mejoramiento en la provisión de electricidad que trajo aparejado, como

consecuencia de la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, el fin de las restricciones a

las importaciones de combustibles, el sector eléctrico local seguía presentando un cuadro

muy poco alentador. Esto, a su vez, se vio agravado tras la victoria de Juan Domingo Perón

en las elecciones de febrero de 1946, pues pocos días después Enrique Zárate -conocido

opositor al movimiento político liderado por el ex funcionario de la Secretaría de Trabajo y

Previsión- amenazó con cerrar la Usina San Roque.9

Ante el drástico posicionamiento del urbanizador de Villa del Lago y las graves

consecuencias que su actitud podía provocar en el suministro energético de las villas

serranas, el gobierno provincial resolvió actuar de inmediato e intervenir, a través de un

decreto de la Dirección General de la Energía Eléctrica, la usina San Roque, sobre la que se

asentaba en gran parte la red eléctrica local. Esta medida resultó ser un anticipo de la

política de intervención que llevó a cabo el gobierno provincial, cuando 11 de noviembre

de 1946 fijó “[…] la caducidad de las concesiones eléctricas, vigentes desde comienzos de

siglo, e interviene en la producción al crear la Comisión Administradora del Servicio

Público de Electricidad (CASPE).”10 De esta forma, el sector eléctrico provincial quedaba

divido en dos entidades oficiales: por una parte, la Dirección General de la Energía

Eléctrica, organismo dependiente del Ministerio de Obras Públicas a cuyo cargo

permanecían los servicios del interior provincial que habían sido intervenidos; por otra, la

mencionada CASPE, bajo cuya responsabilidad quedaba la provisión eléctrica a la ciudad

de Córdoba.

En el caso de las usinas de Zárate,11 esto implicó el inicio de un arduo y muy largo proceso

judicial, que se extendió por varios meses más sin que se observaran grandes mejoras del

servicio durante ese tiempo. Tras el anuncio del gobernador Autcher de expropiar los

bienes afectados al servicio público de electricidad en la ciudad de Córdoba y alrededores,

volvieron a escucharse las voces de quienes representaban a los sectores socioeconómicos

9 TÁNTERA, Edgardo, ob. cit., p. 200. 10 MALATESTA, Alicia Angélica, ob. cit., p. 86. 11 “En el año 1950 el problema del servicio de electricidad se había agravado en forma sensible en Villa Carlos Paz y zonas vecinas que eran atendidos por las usinas del doctor Zárate, emplazadas una en Bialet Massé, al costado del río, y otra en Villa del Lago.” CARENA, Ezio Armando, ob. cit., p. 260.

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más importantes de las villas serranas, quienes seguían manifestando a las autoridades

provinciales su descontento por la escasa efectividad que mostraba la intervención estatal

en el campo energético. Estos reclamos, como solía suceder por entonces, solían expresarse

en el medio gráfico local, a través de informes y editoriales específicas sobre el tema, como

la que transcribimos a continuación y que está fechada en el mes de diciembre de 1946:

[…] Es por ello que nos dirigimos al gobierno de la provincia para señalarle su evidente retardo

en la solución de este delicado problema eléctrico en la villa, que se ha planteado en forma

aguda y sin perspectiva alguna de solución desde que fue intervenida oficialmente la llamada

usina “San Roque”. Antes y después de esa intervención oficial, producida hace más de ocho

meses, estaba y continúa estando racionada la energía eléctrica; no se conectaban ni se conectan

nuevos servicios. Estamos, lo repetimos para que ello se haga carne en el vecindario, en punto

muerto. Lo que quiere decir en buen castellano: estamos estancados. Paralizados. Está detenido

el progreso en nuestra villa y las vecinas.12

Por último, quien suscribía la editorial se animaba a proponer algunas de las medidas que se

debían tomar para resolver tan urgente y decisiva cuestión, las cuales, a su juicio, traerían

las soluciones tan largamente anheladas por la población local:

Existen en la zona dos pequeñas usinas además de la llamada “San Roque”, en la que el gobierno

ejerce su administración en razón de haberla intervenido, “a fin de que el vecindario no sufra las

consecuencias de la falta de luz”, decía la Dirección de Hidráulica en el decreto de intervención.

Las dos referidas pequeñas usinas, una de la sucesión Paz y otra de propiedad del señor José

Muñoz, deben ser expropiadas por el gobierno. Una vez en su poder estas tres pequeñas fuentes

generadoras de energía eléctrica, deberá ampliar de inmediato las facultades del interventor de la

usina “San Roque” con el fin de reforzar la potencialidad de los motores y poder satisfacer de

este modo todas las conexiones de luz que solicite el vecindario. Tome en cuenta el gobierno

esta sugestión y apréstese a resolver esta situación que tiene paralizado el progreso de una villa

turística, constituyendo un verdadero clamor de sus pobladores.13

12 Periódico Carlos Paz, Año II, Nº 17, diciembre de 1946. 13 Ibíd.

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Sin embargo, la cuestión no era tan sencilla de remediar. De acuerdo con Solveira, los

anuncios de fines de 1946 se hallaban todavía muy distantes de poder concretarse, debido a

la falta de los recursos institucionales necesarios para enfrentar semejante desafío:

La premura con que se debió actuar tomó desprevenidas a las autoridades provinciales, las que

aún no estaban preparadas para dar semejante paso ni para estructurar un organismo adecuado y

capaz de hacerse cargo del abastecimiento eléctrico de la ciudad de Córdoba, y que sólo atinaron

a crear la Comisión Administradora del Servicio Público de Electricidad (CASPE), pero el

decreto respectivo que fue dictado el mismo día se limitó a poner bajo la administración de esa

comisión el servicio público de electricidad en la ciudad de Córdoba y pueblos circunvecinos,

afectados a las concesiones caducadas, sin que a ese organismo se le fijaran facultades y

obligaciones dentro de las cuales ajustar sus actividades técnicas y administrativas.14

A pesar de que Autcher estableció dos medidas fundamentales para asegurar la estatización

del servicio eléctrico,15 este proceso aún debía superar una serie de dificultades que

impedían su concreción definitiva. Una de ellas fue la intervención federal al gobierno

provincial en junio de 1947. Las nuevas autoridades, cuya función era preparar el terreno

para las futuras elecciones del año 1949, no contaban con la suficiente legitimidad ni con

los medios institucionales para avanzar en la provincialización del sector eléctrico. Incluso,

en cierta medida retrasaron este proceso, pues decretaron la transferencia al gobierno

nacional en junio de 1948 de los servicios dirigidos por la CASPE, pasando éstos a

depender de una repartición estatal que no se hallaba en condiciones de gestionarlos. Esto,

en definitiva, terminó por aumentar el descontento de la población cordobesa, logrando que

al año siguiente, siendo ya gobernador el brigadier Juan Ignacio San Martín, se decidiese el

paso de esta red a la provincia.

14 SOLVEIRA, Beatriz, ob. cit. 15 El primero dio lugar a la ley 4103, sancionada el 21 de enero de 1947, por la que se autorizó al ejecutivo para invertir hasta la suma de 4.000.000 m$n en la instalación, renovación y transformación de redes, equipos y materiales para la generación, conducción, distribución y medición de la energía eléctrica. El segundo proyecto se convirtió el 12 de febrero siguiente en la ley 4105, que dispuso que todo el personal de las empresas ya incautadas y de las que en adelante pasasen a poder de la provincia sería “acreedor efectivo a la estabilidad en sus cargos, al escalafón y a los beneficios mutuales, culturales y sociales existentes en el instante de cambio de administración o que se dicten en el futuro”, al tiempo que también creó una comisión

paritaria compuesta por funcionarios nombrados por el gobierno y por delegados del sindicato que agrupaba a los trabajadores del gremio eléctrico. Es decir, antes de dejar el gobierno Auchter sólo pudo dotar a la CASPE de los fondos necesarios para su funcionamiento y de un reglamento para su personal.” Ibíd.

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San Martín, que tenía en mente un ambicioso proyecto de industrialización para Córdoba,

debía asegurar la provisión de uno de los servicios fundamentales para garantizar el

crecimiento de este sector: la energía eléctrica. Para ello, debía transformar el pésimo

estado del sistema energético provincial, al que Solveira no duda en calificarlo como

“caótico”:

Cuando el brigadier San Martín asume el gobierno, el estado del suministro de electricidad

continuaba siendo caótico; la escasez de energía –motivada por la escasez de agua en los

embalses de San Roque y Río Tercero y porque las usinas térmicas tenían equipos obsoletos que

hacían muy costosa la generación– impedía efectuar nuevas conexiones, tanto domiciliarias

como industriales y los cortes del servicio eran por demás frecuentes; el sistema eléctrico estaba

administrado por una ineficaz repartición nacional; la provincia no tenía la propiedad de la

energía generada en los diques y la política de tarifas tendía a restringir el consumo. Existía

además una cuantiosa deuda con YPF por suministro de combustible y ni la compañía de

tranvías eléctricos ni la municipalidad capitalina podían pagar sus consumos.16

La política energética de San Martín se dividió en dos estrategias principales. En el corto

plazo, fijó una serie de medidas de carácter urgente para abastecer en el menor tiempo y

costo posible la creciente demanda local. En este sentido, dispuso la compra de nuevos

grupos electrógenos (dos de 4.000 kWh cada uno y otros dos de 2.000 kWh) y la rebaja de

las tarifas.

A largo plazo, y en la búsqueda de afrontar el problema de fondo, el gobernador

justicialista designó una comisión asesora formada por profesionales cordobeses para que

se dedicaran a analizar cuáles eran los principales déficit del sistema y, en consonancia,

proponer las soluciones para su remediación. Gracias al trabajo de estos especialistas, el

gobierno provincial preparó una serie de proyectos de ley que, finalmente, fueron enviados

a la Legislatura para su tratamiento y aprobación.

El 17 de septiembre de 1949 se aprobó la ley 4.126, a través de la cual se impulsaba un

ambicioso proyecto que comprendía una serie de obras públicas destinadas a ampliar la

producción y distribución eléctrica. Entre estos trabajos, se contemplaba el mejoramiento

de la red que proveía del servicio al valle de Punilla. Gracias a los trabajos emprendidos

16 Ibíd.

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desde entonces, en muy poco tiempo se pudieron superar varios de los problemas que

afectaban al sistema eléctrico local y, de esta forma, consolidar los procesos de expansión

urbanísticos de las villas serranas:

Para mediados de 1952 el accionar de la Dirección General de Energía Eléctrica ya había

logrado un servicio eléctrico casi normal en el “Sistema las Sierras”, que servía a la zona

turística más importante de la provincia y donde se habían ejecutado importantes obras de las

cuales la principal fue la central termoeléctrica que alimentaba al sistema y que estaba ubicada

en la localidad de Valle Hermoso. También se había mejorado la red de distribución primaria y

secundaria, mediante la construcción de alrededor de 40 Km de nuevas líneas y reforzado en

parte las ya existentes, con lo cual se había conseguido otorgar en su casi totalidad las solicitudes

de nuevos suministros a industriales, comerciantes y casas particulares. Simultáneamente se

habían realizado trabajos similares en las centrales de Villa del Lago y Alta Gracia, cuyo

servicio también era administrado por la Dirección General de la Energía Eléctrica, la que se

había hecho cargo asimismo del suministro de energía eléctrica en la ciudad de Río Cuarto,

donde las deficiencias del servicio se habían agravado y la concesión había caducado.17

Estos avances del Estado cordobés en la provincialización del campo eléctrico comenzaron

a tener su correlato a nivel institucional, cuando en octubre de 1949 el gobernador San

Martín envió al poder legislativo un proyecto de ley sobre la puesta en marcha de un ente

oficial autárquico que tendría bajo su responsabilidad este servicio público. Esta propuesta

estaba en consonancia con los principios establecidos en la reforma de la constitución

provincial concretada ese mismo año, donde se establecía la obligación del Estado no sólo

en el control de los servicios públicos –como el de la electricidad-, sino también en su

organización y administración: “los servicios públicos pertenecen originariamente, según su

naturaleza o característica, a la provincia o a las municipalidades y no podrán ser

enajenados o concedidos para su explotación. El Estado organizará y controlará su

administración.”18

En general, la propuesta de San Martín era compartida por los radicales, aunque éstos se

oponían a que la nueva empresa estatal siguiese cobijando la existencia de las dos entidades

17 Ibíd. 18 Ibíd.

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que tenían a su cargo la prestación del servicio: la CASPE y Dirección General de la

Energía Eléctrica. Dirigentes radicales como Arturo Zanichelli proponían que el nuevo

organismo provincial unificase la gestión, aunque no llegarían a fijar un acuerdo con sus

pares peronistas en este punto. De este modo, el 30 de octubre de 1949 terminaría

sancionándose la ley 4.181, mediante la cual se creaba el Servicio Público de Electricidad

de Córdoba (SPEC), ente oficial creado a fin de recibir los servicios a cargo de la CASPE,

pero no así los de la Dirección General de la Energía Eléctrica.

Sin embargo, pese al avance que esta medida supuso hacia la consolidación de un modelo

de gestión estatal puesto en práctica a partir de la creación de un ente autárquico, la

permanencia en su seno de dos entidades que actuaban de forma independiente una de otra

limitaba de forma importante el alcance de algunas medidas de trascendencia. Estos

obstáculos trataron de ser superados a través de otros proyectos legislativos, como la ley

4.283, pero que no lograron obtener una solución eficaz y duradera.

Sería recién a partir de la gestión de Raúl Felipe Lucini –quien había asumido sus funciones

como gobernador el 4 de junio de 1952- que estas dificultades alcanzarían a ser superadas,

cuando éste envío a la Legislatura un proyecto que propugnaba la creación de un organismo

oficial que tendría a su cargo la producción y distribución de todo el sistema eléctrico

provincial. De esta forma, además de buscar la unidad organizativa al sustituir las dos

entidades anteriormente mencionadas, “[…] permitiría que la provincia cumpliera con lo

dispuesto por el convenio de colaboración y coparticipación celebrado con “Empresas

Nacionales de Energía” (ENDE) y aprobado por la ley 4285, que preveía el funcionamiento

de un organismo provincial especializado y por el que la provincia de Córdoba se había

incorporado al sistema eléctrico nacional.”19

Finalmente, y tras el debate parlamentario correspondiente, los congresales peronistas, con

el voto afirmativo de sus pares radicales (quienes habían expuesto algunas disidencias con

el proyecto oficial en algunos puntos), aprobaron el 26 de diciembre de 1952 la ley 4.358, a

través de la cual se procedía a crear la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC).

El nuevo ente estatal de energía eléctrica se puso en funcionamiento a partir del 1º de abril

de 1953, cuando entró en vigencia la ley. De esta forma, toda la red eléctrica provincial

19 Ibíd.

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quedó bajo la órbita de EPEC, cristalizándose de esta manera el proceso de estatización que

se había iniciado a fines de 1944.

En el caso de Villa Carlos Paz y las poblaciones adyacentes, éstas pasaron a depender por

disposición de la empresa estatal “[…] del Distrito de Zona con asiento en La Falda.”20 A

partir de ese momento, las localidades serranas que requerían del tendido y/o mejoramiento

del servicio de electricidad podían resolver la cuestión apelando al organismo provincial

encargado. Uno de estos ejemplos se dio al poco tiempo en Icho Cruz, donde una comisión

vecinal solicitó al entonces diputado nacional Ezio Armando Carena que intercediera ante

las autoridades provinciales correspondientes a fin de obtener una respuesta satisfactoria a

sus demandas:

En el año 1954, Ycho Cruz había adelantado en forma sorprendente e incluso se había creado

una comisión vecinal, que se interesó por contar con dicho servicio, con los siguientes

resultados:

El señor ministro de Obras Públicas de la provincia con fecha 9 de diciembre se dirige con los

siguientes términos:

“Al señor Diputado de la Nación, don Ezio Armando Carena. Tengo el agrado de dirigirme al

señor Diputado de la Nación, con el objeto de llevar a su conocimiento que en la fecha me he

interesado por su pedido, referente al suministro de energía eléctrica al pueblo de Ycho Cruz.

Sobre el particular, me complazco en hacerle saber que se ha dispuesto, por la intervención de la

Empresa Provincial de Energía de Córdoba, se efectúe entre los días 15 y 20 del mes en curso, la

conexión de luz en esa villa.

Con tal motivo, hago propicia la oportunidad para saludar al señor legislador con atenta y

distinguida consideración. (Fdo.): Ing. Julio Barros, Ministro de obras Públicas, Turismo y

Asuntos Agrarios.”

Con fecha 18 de diciembre de 1954, la comisión vecinal envía nota expresando su

reconocimiento por la solución del problema de energía solicitado en su oportunidad.21

20 “Dicha empresa prevaleció hasta hoy y se ha ramificado con un gran crecimiento por toda la zona, proveyendo de electricidad a todas las Comunas del sur, Tanti, Carlos Paz y hasta Falda del Carmen camino a Alta Gracia. Actualmente, es regional y tiene la planta en calle Paraná y Av. San Martín.” TÁNTERA, Edgardo, ob. cit., p. 200. 21 CARENA, Ezio Armando, ob. cit., p. 260.

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Reflexiones finales

Como vimos, el desarrollo de la producción energética local, cuyo origen se remonta a los

primeros años de la década de 1920, estuvo directamente relacionado, primero, con el

abastecimiento eléctrico para las principales estancias rurales del lugar (Santa Leocadia y

La Quinta), hecho además que se complementó de forma inmediata con el surgimiento,

consolidación y expansión del turismo en nuestra localidad. En este sentido, siendo

considerado un bien que contribuía a obtener una mejor calidad de vida, los primeros

grandes urbanizadores, como Carlos N. Paz y Enrique Zárate, se esmeraron en brindar un

servicio que, a la vez que satisfacía determinadas necesidades de los visitantes estivales, les

aseguraba sostener la viabilidad económica de este tipo de actividad.

La conformación de este sistema eléctrico atomizado y de carácter privado estuvo

vinculada, además, con el hecho de la escasa penetración material e institucional del Estado

cordobés en la primera mitad del siglo pasado. Debemos recordar que no sólo la

electricidad la tuvieron que gestionar los primeros urbanizadores, sino también otros

servicios públicos esenciales como el agua corriente y el correo, entre otros. Es por ello

que, a diferencia de otras localidades del interior provincial donde este vacío estatal fue

cubierto por cooperativas eléctricas, en Villa Carlos Paz la prestación de servicios públicos

que el Estado provincial o las grandes empresas encargadas de los mismos no podían

cumplir se halló en manos de los principales emprendedores inmobiliarios, quienes

llevaban adelante los proyectos de creación de las villas serranas con fines turísticos. Esto,

en parte, tenía que ver con el hecho de las propias características que había adquirido el

proceso de profundización capitalista local en la primera mitad de la centuria pasada, el

cual se había nutrido escasamente de las primeras grandes corrientes inmigratorias que

llegaron al país entre fines del siglo XIX y principios del siguiente. De éstas, precisamente,

surgieron las ideas cooperativistas que se fueron extendiendo, sobre todo, en la región

pampeana, donde este tipo de emprendimientos se fueron extendiendo principalmente en

los pequeños y medianos centros poblados, donde la ausencia del Estado y los abusos de las

compañías privadas fomentaron entre los vecinos la formación de cooperativas de servicios

públicos de usuarios.

Pero, hacia mediados de la década de 1940, la creciente demanda del servicio impulsada

por la notable expansión urbana de las urbes turísticas superó las posibilidades de

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respuestas de un sistema cuya infraestructura estaba lejos de poder responder a dichos

requerimientos. Este panorama, a su vez, estaba en consonancia con los reclamos de los

principales sectores productivos y comerciales de la provincia, quienes comenzaron a

solicitar cada vez con mayor ahínco la intervención del Estado a fin de que éste se hiciese

cargo del sector eléctrico y abasteciese, de esta forma, las necesidades energéticas de una

economía cordobesa en progresivo proceso de industrialización. Cuando este proceso

adquirió una verdadera política de Estado con la administración del brigadier San Martín

(1949-1952) y su continuidad con Raúl Lucini, el gobierno provincial a cargo de los

representantes del partido justicialista decidieron concretar la definitiva estatización del

campo eléctrico cordobés decretada a fines de 1944, creando una empresa oficial de gestión

autárquica que se haría cargo de la producción y distribución del servicio.

A partir de entonces, el fragmentado y privatizado sector eléctrico carlospacense pasó a

depender del Estado cordobés, el cual se hizo cargo del mismo a través de la competencia

otorgada a la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC). Las importantes

inversiones realizadas desde ese momento contribuyeron a satisfacer la amplia demanda

que surgía de un proceso de notable expansión urbana, que convirtió a Villa Carlos Paz en

una de las urbes turísticas más importante del país. Pero ello, sin dudas, hubiese sido

imposible de lograr si no se hubiese resuelto la cuestión energética, la que, como pudimos

comprobar, había puesto en jaque el crecimiento y desarrollo de la comunidad serrana.

Planta transformadora de EPEC situada en calle Paraná esq. San Martín

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primer semestre de 2006, publicado en: http://www.mundoagrario.unlp.edu.ar, consultado

el 03-XII-2012.

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consultado el 30-XI-2012.

Fuentes orales

Entrevista a la Sra. Gilda de Lanconi, Barrio Villa Independencia, Villa Carlos Paz,

miércoles 26 de octubre de 2011.

Entrevista realizada al Sr. Rafael De Simone, Barrio Villa Independencia, Villa Carlos Paz,

miércoles 26 de octubre de 2011.

Entrevista al Sr. Ennio César Luengo, Santa María de Punilla, domingo 16 de septiembre

de 2012.

Entrevista al Sr. Aldo Parfeniuk, Villa Carlos Paz, sábado 23 de febrero de 2013.

Bibliografía

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1

HHIISSTTOORRIIAA DDEE CCÓÓRRDDOOBBAA

Unitarios y Federales En Córdoba:

La batalla de san Roque

Sebastián Nieto

Estudiante de historia

“Pero todo ello estaba muy mal calculado

y me es forzoso decir, que tan fácil triunfo

se debió en mucha parte a su genial inercia

y su inexplicable imprevisión”.

Gral. José María Paz

Introducción

La Batalla de San Roque es una de las contiendas militares más importantes acontecidas en

nuestro territorio provincial. Tuvo lugar el 22 de abril de 1829 y enfrentó a los generales

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Juan Bautista Bustos y José María Paz. Ambos personajes son nacidos en Córdoba e

intentaran quedarse con el poder provincial, cada uno defendiendo sus modelos de

gobierno: Bustos el modelo federal y Paz el unitario.

La de San Roque será la primera de las dos batallas en las que se verán enfrentados pero la

única en donde ambos estarán al mando general de sus ejércitos; ya que si bien en la Batalla

de La Tablada se volverán a ver las caras, es en ésta donde Bustos estará sublevado a las

órdenes de Facundo Quiroga.

El estudio de estos hechos resulta interesante por diferentes motivos. En primer lugar

porque son parte del contexto histórico de

construcción nacional en donde se peleaba

por el modelo de país que se deseaba tener

luego de la declaración de independencia en

1816. Por otro lado, porque son personajes

discutidos en la historiografía cordobesa,

donde aparecen los seguidores de Bustos

que defienden sus ideas y los que por el

contrario resaltaron la figura de Paz. Estos

últimos, en cierta forma, lograron

imponerse en la opinión pública y en

muchas gestiones de gobierno, un ejemplo de esto son los espacios públicos, estatuas,

localidades (entre otros) que fueron bautizados con su nombre desde 1870 a 1950

aproximadamente. Luego de esa fecha, comienzan a surgir escritos donde hablan del

gobernador Bustos como un personaje que hizo mucho por los cordobeses, en comparación

de su sucesor Paz a quien lo ven como un usurpador del poder1. Actualmente, el gobierno

de Juan Schiaretti, buscó saldar una deuda pendiente con el gobernador Bustos inaugurando

la primer estatua en su honor en la capital cordobesa; señal de que este tema aún no esta

agotado.

1 Uno de los promotores de esta reivindicación de Bustos fue el historiador cordobés Efraín Bischoff. Llegando incluso a publicar una obra que titula “Por qué Córdoba fue invadida en 1829” haciendo notar su postura a favor del general Bustos tratando a Paz como invasor, abanderado de una revolución que ni el mismo creía y que llevo a la provincia a una guerra civil innecesaria.

1. Estatua de Bustos situada en el Parque

Sarmiento inaugurada en el 2010.

2. Estatua de Paz en el parque Autóctono

inaugurada en 1887.

1 2

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El siguiente artículo es un relato de aquella primera batalla entre unitarios y federales que

tuvo lugar en la provincia de Córdoba. Buscando recrear el contexto y de ser precisos en el

relato, se hará hincapié en las estrategias seguidas por cada uno teniendo en cuenta la

ubicación geográfica para que el lector pueda representar con mayor facilidad aquellos

hechos en su mente.

El contexto

Nos situamos en la década de 1820, luego de la batalla de Cepeda cae la autoridad central

de Buenos Aires por lo que cada provincia se hace fuerte en su soberanía; es decir que cada

una tenía su gobierno, su ejército y su aduana. En este marco surgen las figuras de líderes

militares conocidos como “caudillos” quienes defendían los intereses regionales de las

provincias y contaban con el apoyo de milicias populares.

En 1824 se convoca a un Congreso Constituyente para tratar de dictar una constitución de

alcance nacional. Los diputados se dirimían entre dos posibles sistemas de gobierno para la

nueva república. Por un lado, estaban los unitarios que pujaban por la organización de los

estados provinciales en torno a una autoridad central establecida en Buenos Aires aludiendo

que existía solo una soberanía de tipo nacional; por otro, se encontraban los federales

quienes objetaban que cada provincia debía conservar su soberanía obtenida luego de la

batalla de Cepeda. Los unitarios lograron imponer su Constitución como así también

nombran a Rivadavia como presidente.

De esta manera se inaugura en el país un periodo de guerras civiles entre unitarios y

federales en donde las alianzas tejidas entre los caudillos fueron fundamentales a la hora de

imponer la bandera ideológica de uno u otro bando.

En Buenos Aires gobernaba el caudillo porteño Juan Manuel de Rosas luego de haber

depuesto al general Lavalle; en Santa Fe lo hacia Estanislao López; en La Rioja Facundo

Quiroga y en Córdoba Juan Bautista Bustos. Todos ellos bajo la bandera federal.

Paralelamente a estos hechos, en aquellos años regresa de la batalla contra el imperio del

Brasil un importante número de soldados que en su mayoría respondían al sentimiento

unitario. Entre ellos estaba el general José María Paz, un veterano del Ejército del Norte al

mando del Gral. Belgrano, allí fue participe de importantes victorias como así también de

duras derrotas como en Vilcapugio, Ayohuma y Venta y Media batalla donde es herido en

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su brazo derecho quedándole inmóvil por lo que se ganó el apodo de “el manco”. Una vez

que regresa del frente brasilero se empeña en tomar el poder en la provincia de Córdoba,

con este fin se enfrentó con el General Bustos en la batalla de San Roque.

Bustos en Córdoba

Corría el año 1820, Córdoba era gobernada por Castro y respondía a la constitución unitaria

de 1819 dictada en Buenos Aires. Esta idea no era compartida obviamente por los federales

cordobeses, entre éstos se encontraba el coronel Juan Bautista Bustos.

Bustos por aquel entonces se encontraba con las tropas nacionales acampando en la posta

santafecina de Arequito, pero el 7 de enero de 1820 en lugar de continuar su marcha hacia

Buenos Aires se dirige a Córdoba sublevándose a las órdenes emanadas del Directorio.

Enterado de todo esto, el gobernador Castro, renuncia a su cargo y el Cabildo declara la

soberanía de la provincia.

Bustos ingresa a Córdoba el 30 de enero y recién el 24 de marzo es designado gobernador.

Durante su gobierno se esforzó en fortalecer la autonomía provincial, un ejemplo de esto es

el dictado del “Reglamento Provisorio para el Régimen de Administración de la Provincia

de Córdoba” una suerte de primera Constitución provincial. Por otro lado, se empeño en

convocar la Asamblea Constituyente para la redacción de una Constitución Nacional de

corte federal, pero sus intenciones no llegaron a concretarse.

Bustos debió enfrentar diferentes conspiraciones y traiciones durante su gobierno, las

cuales fueron duramente reprimidas al mando de Francisco Bedoya, a quien no le tembló el

pulso a la hora de fusilar a sus opositores como por ejemplo al caudillo entrerriano Pancho

Ramírez. Por otro lado, en 1825 al haber finalizado su período de gobernador, la Asamblea

provincial votó en su contra pero Bustos realizó una pueblada en su apoyó y de esta forma

consiguió asumir el cargo por otros 5 años mas.

Mientras tanto, en 1828, el general Lavalle regresa con sus tropas de la guerra contra el

imperio del Brasil y derroca a Manuel Dorrego, gobernador de la provincia de Buenos

Aires, a quien luego fusila en Navarro. Por este avance unitario, Bustos tomó precauciones

ya que temía por un ataque de este tipo hacia la provincia de Córdoba. Fue por esto que

comenzó a preparar su ejército y realizó un tratado de cooperación con la provincia de San

Luis ante la posible invasión de los unitarios en el interior nacional.

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La misma llegaría a través de otro cordobés, un ex compañero en el Ejército del Norte y

veterano de la guerra contra el Brasil, el general José María Paz quien entró a la provincia

el 5 de abril por la posta de Cruz Alta en la frontera con Santa Fe. Enterado de esto, Bustos

se trasladó con sus tropas hasta la región de San Roque, cerca de su casa natal, en el valle

de Punilla. Por esta razón, cuando Paz hace su ingreso a la capital, el día 12 de abril, no

encontró resistencia alguna y se asentó junto a sus hombres en los campos conocidos como

El Pueblito en el actual barrio Alto Alberdi.

Los días previos

En un primer momento, Paz busca darle una salida diplomática al conflicto y organiza una

comisión para que se entreviste con Bustos. Llegaron a negociar un acuerdo mutuo en el

cual ambos se comprometían a retirar sus tropas de la ciudad y dejar el espacio libre para

que Córdoba eligiera sus autoridades libremente sin poder postularse Bustos ni Paz al cargo

de gobernador.

En cierta forma, este tratado era favorable para ambos, ya que por un lado le daba tiempo a

Bustos para esperar el auxilio de Facundo Quiroga mientras que a Paz lo beneficiaba para

poder organizar y fortalecer aún más su ejército. Por más pacto que existiera, ambos sabían

que el enfrentamiento ya era prácticamente inevitable.

Mientras, en la población cordobesa el clima era de gran incertidumbre. Allí se veía como

un general, que hasta ese momento les era desconocido, acampaba en las afueras mientras

que su gobernador “legitimo” de los últimos 9 años había abandonado la ciudad para

recluirse en las sierras. Bustos contaba con un gran apoyo popular dentro de la capital pero

era fuertemente criticado por algunos sectores de la prensa.

Cabe recordar que el general Paz tenía una vieja deuda pendiente con Bustos cuando este se

apropio del levantamiento de Arequito en el que ambos habían participado, a su vez

también lo acusaba de haber traicionado los principios de aquel motín. Este era un

condimento extra que fomentaba el deseo irremediable de enfrentarse de una vez por todas.

Con este fin, y temiendo que el paso del tiempo le jugara en contra, decidió emprender la

marcha con su tropa hacia la región de San Roque.

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Ambos ejércitos ya se encontraban muy cerca, así lo retrata Paz en sus Memorias:

“Efectivamente continuó el ejército su movimiento hasta la margen izquierda del rio y

campamos ya de noche á pocas cuadras de la posición de Bustos en San Roque”2.

La batalla a esta altura resultaba inevitable, sin embargo se intentó buscar una salida sin el

empleo de las armas; se entrevistaron en persona en la localidad de Yocsina los días 17 y

18 de abril, jueves y viernes Santo de las Pascuas de 1829. De esta forma Paz lo acusó “de

las mil tergiversaciones con que había querido enredarme durante las negociaciones, y de

la prolongación indefinida que quería dar a este negocio”3. Mientras tanto, Bustos,

viéndose acorralado, y ya sin poder lograr extender aun más las negociaciones, pactó que le

entregaría el poder a Paz. Pero este último dudaba de la palabra empeñada por su enemigo:

“la buena fe de Bustos era muy dudosa y más que probable que solo trataba de evitar por

el momento un combate para el que no se creía preparado”4.

A pesar de estas dudas, Paz hace publicar una proclama en la ciudad de Córdoba para que

el pueblo conozca de esta novedad y ganarse su apoyo: “El general que os habla es vuestro

paisano, es vuestro amigo, y ahora es vuestro Gobernador, por la delegación que ha hecho

en su persona el que antes os mandaba (…) ayudadme con vuestros esfuerzos, y yo sabré

proteger vuestras benéficas ideas”.5

Pero las sospechas de Paz eran ciertas, Bustos esperaba que llegaran las tropas federales de

San Luis, La Rioja y Río Cuarto que se encontraban en camino. Cuenta Paz que el coronel

Dehesa fue quien llego a convencerlo de que atacara de una vez por todas. Pero si el

combate no se desarrolló luego del día 20 era porque la paz era casi una obligación durante

aquella semana de Pascuas: “Era viernes Santo. La tregua se imponía en día tan augusto”6

La batalla en la hacienda “San Roque””

Ambos ejércitos se encontraban ya en la región de San Roque que comprende un extenso

valle ubicado en el lugar donde desembocan los ríos San Antonio y Cosquín dando lugar al

2 Paz, José María, Memorias póstumas del brigadier D. José M. Paz, Tomo 2; Imprenta de la Revista, Buenos Aires, 1855; Pág. 99. 3 Ibídem. 4 Ibíd.; Pág. 100. 5 Fragmento de la proclama emitida por el Gral. Paz a la ciudad de Córdoba el día 19 de abril de 1829. Citada en BISCHOFF, Efraín v., Por qué Córdoba fue invadida en 1829; Editorial Plus Ultra; Buenos Aires, 1975. Pág. 138. 6 Paz, José María; Opt. Cit.; Pág. 106.

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nacimiento del río Suquía. Al momento de la batalla, los terrenos se dividían en dos

grandes estancias: Santa Leocadia perteneciente a la familia Cabanillas y San Roque

propiedad de los Fragueiro. En el casco de esta última es donde se concentrará el desarrollo

de la batalla. Contaba con huertas y chacras como así también una casona que se ubicaba en

la margen izquierda del rio Suquía y mirando hacia el camino que llevaba a la capital

provincial.

Cansado de las vueltas y trabas que ponía Bustos en las negociaciones, el general Paz

moviliza su ejército en la noche del 21 abril “con el mayor silencio” para ubicarse en el

amanecer del 22 muy próximo a las tropas estacionadas de Bustos.

Distintos autores cordobeses van a criticar y reprochar al general Paz de haber atacado por

sorpresa cuando aún se mantenía la supuesta tregua entre ambos generales. Pero prestemos

atención a lo que cuenta

el propio Paz: “Fácil me

hubiera sido aprovechar

las ventajas de una

sorpresa marchando

rápidamente sobre su

campo; pero no quise dar

ni aun esta ocasión a la

maledicencia, y me

propuse darle el tiempo

bastante para que se

preparase”7.

Por otro lado, Bustos

logró ordenar y preparar a sus tropas en pos de una estrategia. Según los relatos de Paz y

del brigadier Lamadrid, las fuerzas del mismo estaban organizadas de la siguiente manera:

“Muy inmediato al edificio se elevan dos montecillos en que el enemigo tenia colocadas

dos baterías (…) La poca infantería que tenia Bustos había sido colocada en el frente del

7 Ibídem.

Vista de los campos donde se libró la batalla. Actualmente

cubierto por las aguas del lago San Roque.

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edificio para sostener ambas baterías, y su caballería que era la mas numerosa se

prolongaba a su izquierda”8.

Después de todo esto, ¿se puede seguir pensando que Bustos fue sorprendido? Como si esto

fuera poco; Paz le envía un pliego donde lo intimaba a que dispersara su ejército o de lo

contrario sería atacado. Por lo que Bustos ya estaba por de mas advertido. La respuesta al

pliego fue el mando de un emisario, su ayudante de campo Manuel Arredondo, quien tenía

la misión de extender un tiempo más la tregua ya que ese mismo día esperaba reunirse con

las tropas que venían en su auxilio. La respuesta de Paz fue negativa, la suerte ya estaba

echada.

El ataque propuesto por Paz fue muy simple, dividió a su ejército en dos columnas. Una

dirigida por el coronel Deheza integrada por el batallón N° 5 del escuadrón de “voluntarios

argentinos” y contaban con 4 piezas de artillerías. Se le encargó asechar por el frente con la

intención de entretener el ataque y no precipitarlo hasta que la otra columna al mando del

propio Paz no logre tomar las baterías enemigas. Esta segunda división integrada por el

batallón N° 2 de caballería atacó por el extremo izquierdo, luego de romper los cercos de

las chacras lograron tomar el camino y a partir de allí se lanzaron contra las baterías

enemigas logrando apoderarse de ellas. En ese instante la primera columna del coronel

Deheza lanzó un ataque directo por el frente mientras que otro escuadrón al mando del

coronel Pringles se lanzó directamente sobre la misma casona de San Roque donde se

encontraba el cuartel general de Bustos.

La victoria unitaria aquel 22 de abril de 1829 no se hizo esperar mucho tiempo y al cabo de

un par de horas las fuerzas de Bustos se encontraron totalmente abatidas.

El destino después de la batalla

Juan Bautista Bustos, luego de la derrota, logró replegarse y escapar hacia la localidad de

Pocho buscando toparse con la ruta de los ejércitos que venían a su rescate y que no habían

llegado a tiempo en San Roque. Principalmente, esperaba encontrarse con Quiroga,

cometido que logra a las pocas semanas. Bustos, junto a algunos de sus hombres que

lograron seguirlo luego de San Roque, se van a unir a las tropas del caudillo riojano para

8 Ibíd.; Pág. 107.

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9

emprender la larga marcha hacia la capital cordobesa en su afán de recuperar el poder ahora

en manos unitarias.

Mientras tanto, el general Paz, ahora flamante gobernador, permanecerá unos días más

estacionado en San Roque, esperando que regresen las expediciones que mandó para

confirmar la huida del enemigo. Esta decisión le va a permitir asegurarse la victoria;

durante la batalla de La Tablada no va a tomar la misma determinación y esto le jugara en

contra como veremos en el próximo número.

El 24 de abril, recibirá la presencia en su campamento de la esposa de Bustos reclamándole

consideraciones con ella y su familia, como así también le reprochó la substracción de sus

pertenencias. De inmediato, Paz ordenó que se le devuelva todo lo que se le había quitado

incluso la banda de Brigadier de su esposo.9 En la noche del 24, emprendieron la marcha

hacia la ciudad para entrar triunfante junto a su ejército el día 25 por la mañana. Las tropas

acamparon en la zona conocida como el “Bajo de Galán” en el actual barrio Villa Cabrera,

mientras que Paz se dirigió hacia el Cabildo para recibir el gobierno de la provincia de

Córdoba.

El destino que corrió la “hacienda de San Roque” no se puede dejar de lado en esta crónica.

En aquellos terrenos, más precisamente en la estancia Santa Leocadia, nace en 1821 María

del Tránsito Eugenia de los Dolores Cabanillas quien dedicara su vida a la actividad

religiosa. En 1878 funda la “Congregación de las Hermanas Terciarias Misioneras

Franciscanas”, orden que continua hasta el día de hoy. Fallece en 1885 y en el año 2002 fue

9 Bischoff, Efraín V.; Opt. Cit.; Pág. 169.

- Beata María Transito

Cabanillas nacida en San

Roque en 1821.

- Carlos Nicandro Paz, nieto

del general y fundador de

villa “Carlos Paz.”

- Antigua capilla construida

en 1860, actualmente

tapada por el lago.

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beatificada por el Papa Juan Pablo II. Sus restos descansan en la sede de la Congregación

en barrio San Vicente de la ciudad de Córdoba.

Al poco tiempo de la finalización de la batalla en 1822, se levantó en esos campos una

pequeña capilla en honor a San Roque y a los caídos en aquel combate. En realidad en esta

zona ha existido una primera capilla construida a fines del siglo XVIII, tras el derrumbe de

la misma se levantó en 1822 otra que fuera utilizada por las tropas aquella Semana Santa de

1829 para dar sus oraciones. La misma, ya para 1860 se encontraba en ruinas, por lo que

Pedro Cabanillas (primo hermano de la madre Transito Caballanillas) erige la tercer capilla

ubicándola ahora en la estancia Santa Leocadia. Luego de 1888 fue cubierta por las aguas

del lago. En 1921, producto de una nivel, quedaron al descubierto las paredes ya

derrumbadas de la vieja capilla; en esta ocasión lograron rescatar las campanas y fueron

colocadas en la cuarta capilla de San Roque reubicada en Villa Bustos donde permanece

actualmente.

Rudecindo, hijo del general Paz, en 1870 compra la estancia Santa Leocadia ubicada en la

zona de la capilla de San Roque en los terrenos donde su padre había luchado. En ese

mismo lugar en 1886, nacería su cuarto hijo Carlos Nicandro Paz quien, tras la muerte de

Rudecindo en 1901, le compra a sus otros hermanos los terrenos que su padre les había

dejado como herencia. Cuando fue mudado el casco de la estancia para evitar ser inundado

por el lago, la misma fue rebautizada como estancia Las Margaritas. Lugar donde en 1913

fundaría el pueblo que hoy lleva su nombre: Carlos Paz.

Durante la década de 1880, aquellos terrenos van a ser testigos de una obra monumental: la

construcción del primer dique de América como así también el más grande del mundo en

su época. Estuvo a cargo de los ingenieros Carlos Casaffousth y Estaban Dumesnil, quien

se retira del proyecto ocupando su lugar a Bialet Masse, un agrónomo, medico y abogado

catalán. El dique bautizado como “San Roque” quedó formalmente inaugurado en 1890 y

los terrenos donde se había librado la batalla quedaron bajo el nuevo lago de unos 250

millones de metros cúbicos de agua. Luego, durante la década de 1940, se construye un

nuevo paredón con el fin de aumentar su capacidad.

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Conclusiones

La Batalla de San Roque marca el comienzo de la puja por el poder entre unitarios y

federales dentro del territorio cordobés. Una guerra civil que se extenderá por muchos años

más en nuestro país hasta el triunfo definitivo de los idearios federales en 1853. A nivel

provincial, marcará el final de la carrera política de Bustos poniéndole fin a 9 años de

gobiernos mientras que Paz iniciara un plan de organización del estado cordobés que no

podrá concretar por mucho tiempo.

Esta Batalla no se caracteriza por ser una de las más largas o mejor planteadas

estratégicamente. Al contrario, según un relato10 cuenta que la misma duró 45 minutos y

cerca del medio día la victoria de Paz estaba asegurada con una simple estrategia de ataque.

Incluso llega a sorprender que un destacado militar como lo era Bustos no haya

desarrollado un plan más efectivo para derrotar al enemigo siendo que ya llevaba 11 días

estacionado allí.

Ahora bien, queda por preguntarse el por qué de la inmovilidad de las fuerzas federales. La

misma sería una de las causas atribuidas a la fácil victoria unitaria. Paz dirá que

10 “Papeles de los Allende” en Biscoff Efraín; Batalla de San Roque; Cuadernos de Patrimonio Histórico, Carlos Paz, 2009.

Primer paredón

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probablemente fue porque en el campo se encontraba “su voluminoso parque” el cual no

quería abandonar fácilmente. Algunos toman la postura de que Bustos fue sorprendido

creyendo que aún se encontraban en tregua y esto no le dio mucho margen de maniobra. Si

bien, es cierto que el emisario de Bustos no había alcanzado a llegar con el mensaje de Paz

rechazando la prolongación de las negociones, la inmovilidad de Bustos no se debió a esto

ya que tuvo varias señales para predecir el avance.

Volviendo a la vieja discusión, es muy difícil llegar a tomar una postura definitiva a favor o

en contra de uno u otro gobernador. No se puede encuadrar la figura de Bustos como “el

gran gobernador” ya que como vimos aplicó una dura persecución a sus oponentes políticos

durante su gestión. Por otro lado, no se puede acusar de “invasor” a Paz ya que en cierta

forma estaba siguiendo los mismos pasos que Bustos en 1820. Pero como vemos, es un

tema que aún no está agotado y eso hace más interesante el análisis exhaustivo de este tipo

de acontecimientos.

Las tropas federales no se rendirían tan fácilmente, podrían haber perdido una batalla pero

la guerra no estaba decidida aún. Bustos se unirá a las fuerzas de Facundo Quiroga quienes

volverán a la capital cordobesa con la intensión de recuperar el gobierno perdido. De esta

forma, se encontraran en el campo de la Tablada para librar la más dura contienda militar

que tendrá lugar en territorio cordobés. Pero este es un tema para el próximo número de

Huellas de la Historia, no te lo pierdas.

Córdoba; 22 de abril, Semana Santa de 2011.

A 182 años de la Batalla de San Roque.

Bibliografía

Bischoff, Efraín; Batalla de San Roque; Cuadernos de Patrimonio Histórico, Carlos Paz

2009.

Bischoff, Efraín; Por qué Córdoba fue invadida en 1829; Editorial Plus Ultra, Buenos

Aires 1975.

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Boixadós, María Cristina; Las tramas de una ciudad, Córdoba entre 1870 y 1895; Ferreyra

Editor, Córdoba, 2000.

Casas, José Antonio; San Marcos Sierras y Villa Carlos Paz, pasados similares realidades

diferentes; en Huellas de Historia N° 18, Córdoba, 2011.

Dómina, Esteban; Historia mínima de Córdoba; Ediciones del Boulevard, Córdoba, 2006.

Ferrero, Roberto; Breve Historia de Córdoba (1528-1995); Alción Editora, Córdoba,1999.

Historia de Córdoba, enciclopedia visual; Keegan Ediciones, Córdoba, 2006.

Lamadrid, Gregorio; Observaciones sobre las memorias póstumas del brigadier general

José María Paz; Imprenta de la Revista, Buenos Aires, 1855.

Lugares, historias y personajes: Carlos Paz; La Voz del Interior, Córdoba, 2007.

Paz, José María; Memorias póstumas del brigadier D. José M. Paz; tomo 2; Imprenta de la

Revista, Buenos Aires, 1855.

Fuentes digitales:

María del Transito Cabanillas, beata argentina. www.transitocabanillas.com.ar

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1

EELL AAUUTTOOMMOOVVIILLIISSMMOO DDEE VVIILLLLAA CCAARRLLOOSS PPAAZZ

Imagen11

Historias de pasión, sueños y locuras (Parte II)

José Antonio Casas

Profesor en Historia

El desafío de los caminos serranos

Nuevamente se recurre a la prolífica obra de Sprinter para poder conocer cuál fue el

primer vínculo que tuvo la localidad con el automovilismo deportivo. Allí es posible

encontrar el particular desafío que lanzaba, a mediados de la década de 1920, el

entonces gobernador Ramón J. Cárcano. Dicho desafío consistía ver quién sería el

intrépido piloto que uniría de forma más rápida la distancia entre la ciudad de Córdoba

y Villa Dolores, a través de la Ruta 14 que pasaba por esta comarca serrana. Vale la

pena transcribir, por la claridad y riqueza del relato, el siguiente fragmento del trabajo

de Sprinter a fin de tener una idea aproximada de lo que fue esta verdadera “aventura”

automovilística: 1 Imagen fotográfica del puesto de control del Gran Premio Internacional ubicado en Villa Carlos Paz. Entre los que aparecen, se observa a los Sres. Clemente Carena, Mateo Villarreal y Domingo Velázquez, vecinos de la localidad. La imagen fue tomada el 17 de febrero de 1936. Extraído de: CARENA, Ezio Armando, Villa Carlos Paz en el Recuerdo. 1586-1955, Tipografía Norfield, Córdoba, s/f, p. 202.

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El primero en lograr el objetivo fue Emilio Núñez, automovilista, aviador, boxeador y

español de origen, nacido en Burgos en 1896 pero argentino por adopción y que había

llegado al país en 1905. El 16 de enero de 1927, tripulando un Fiat 501, standard, 4

cilindros, 10 H.P. que no sobrepasaba los 100 kmph de velocidad, partió acompañado por

Manuel Nogueira desde la redacción del desaparecido diario “El País”, cuando eran las

cinco de la mañana y don Fermín Blanco le diera la orden correspondiente.

Piloteando con suma habilidad, sorteando las cuestas más difíciles a escasa velocidad y

apurando en los tramos donde podía hacerlo, Emilio Núñez llegó a Villa Dolores a las 9

hs. 08’ tras rodar durante 4 horas 8 minutos. En el trayecto, que mostraba profundo [sic]

huellones, debió cambiar cuatro cubiertas, quedándose sin repuesto por lo que debió

aminorar la velocidad hasta llegar a destino. [...] Frente al Café del Plata los dos

automovilistas fueron objeto de gran recibimiento y su marca fue oficializada por el

Automóvil Club Argentino. Fiat le hizo entrega de un reloj de bolsillo en cuya tapa se lee:

“Recuerdo Fiat Argentina a Emilio Núñez, récord Córdoba - Villa Dolores: 16-1-27.2

Esta notable marca, sin embargo, poco iba a durar: el 23 de enero de 1927, Romeo “El

Petizo” Galván, a bordo de un Nash, recorrió dicha distancia en 03hs. 21’ 30’’.3

Lo mejor del deporte automotor llega a tierra carlospacense

La próxima referencia que se encuentra sobre este primigenio vínculo entre Villa Carlos

Paz y el automovilismo la brinda el primer historiador de la localidad, el Sr. Ezio

Armando Carena. En su trabajo inaugural, exhibe en la página 202 del mismo una

imagen fotográfica del control de tiempos que se había instalado en el pueblo, el cual

formaba parte de la organización del Gran Premio Internacional de 1936. En la nota que

lo acompaña, Carena informa que las personas a cargo de esa mesa de trabajo eran “[...]

los Sres. Clemente Carena, Contador Público Nacional Mateo Villarreal y Domingo

Velázquez [...]”.4 La fecha en que fue tomada esa fotografía, afirma Carena, fue el 17 de

febrero de 1936.

El Gran Premio, que se venía corriendo desde 1910, constituía por entonces –y lo fue

por décadas- la competencia automovilística más importante de la República Argentina.

2 GESUMARÍA, Eduardo “Sprinter”, Historia del automovilismo de Córdoba, “B” Editores, Córdoba, 1986, pág. 47. 3 “Galván fue fundador de la empresa “El Petizo”, primer servicio de transporte de Traslasierra.”, en: Ibídem, pág. 47. 4 CARENA, Ezio Armando, Villa Carlos Paz en el Recuerdo. 1586 – 1955, Tipografía Norfield, Córdoba, s/f, págs. 201-202.

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Y la provincia de Córdoba, desde ese primer momento, estuvo fuertemente vinculada a

la misma: a partir de 1910 Córdoba fue parte del Gran Premio en numerosas ediciones,

las cuales les permitieron a los cordobeses disfrutar de los mejores pilotos y máquinas

del país, y, en algunos casos, de Sudamérica.

Aquel Gran Premio Internacional “Virginio F. Grego” de 1936, que unía Argentina con

Chile, se disputó a través de nueve extenuantes etapas, las que sumaban en conjunto un

recorrido total de 6.865 kilómetros. Las dos primeras etapas pasaban por esta provincia

(Buenos Aires – Córdoba y Córdoba – Mendoza), completando entre ambas un total de

1.676,60 km.

Fue en esta segunda etapa cuando los vehículos atravesaron esta parte de las serranías

con destino a Mendoza. Fue un duro y exigente recorrido a través de las Sierras

Centrales y el árido territorio cuyano, el cual vio cómo el ganador de la primera etapa,

Pedro P. Orsi, resignaba el liderato de la carrera al tener problemas con su Ford.

Unas pocas horas de sueño y otra vez a la ruta. Con las sierras y los arenosos caminos

puntanos –combinación peligrosa- por delante. Musso demostró saber hacer por los

vericuetos de Mina Clavero. Lo seguía Vázquez. Los dos estaban al frente en Villa

Dolores, cuando comenzó a demorarse Orsi.

En San Luis, con 5 h56m compartían el primer lugar Vázquez y Ricardo Risatti (Ford

V8), que llevó el número 110. Volcó Miguel Moldes Sullivan (Hudson) y lo socorrieron

Tadeo Taddía (Chevrolet) y W. Ocaranza López (Ford V8).

Vázquez se desprendió de Musso aunque éste llegó antes a Mendoza. Aquel ganó la etapa

en 8h34m44s (82,049 km/h). En la general, Musso pasó al frente (17h29m19s) seguido

por Vázquez (17h38m29s) y Carlos Arzani (17h53m58s) con Ford V8.5

Después de atravesar la ruta cordillerana con destino a Santiago y, posteriormente, el

trayecto desde la capital trasandina hasta Temuco, la competencia continuó por el sur

del territorio argentino: desde Neuquén (donde comenzaba la sexta etapa), los

automóviles siguieron su marcha por Bariloche, Comodoro Rivadavia y Bahía Blanca.

Desde esta última ciudad partió la caravana con destino a La Plata, donde se recorrieron

los 968 kilómetros finales de esta auténtica proeza del automovilismo sudamericano.

Raúl Riganti, con un Hudson Terraplane6 de techo de lona se adjudicó la carrera con un

tiempo total de 89hs. 47’ 20’’, a un promedio de 76,456 km/h. Segundo finalizó el Ford

5 PARGA, Alfredo, Historia deportiva del automovilismo argentino. Hombres, máquinas, circuitos, Tomo I, La Nación, Buenos Aires, 1995, pág. 212.

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de A. Vázquez (91hs. 37’ 07’’) y tercero Ángel Lo Valvo, con otro Ford (91hs. 52’

27’’).

Aquellos eran los tiempos no sólo de valientes y arriesgados pilotos, sino también de

auténticos “caballeros” de la ruta, quienes no dudaban en ayudar a un amigo en

desgracia antes que hacer prevalecer sus propios intereses por la victoria o, quizás, por

adelantar un puesto más.

No se ganaba para sustos. Volcó Kruuse [quien venía ganando] después de Puerto

Madryn. Riganti, que lo seguía, se detuvo para ayudarlo. En San Antonio Oeste volcó

Riganti y esta vez paró Kruuse para el auxilio. [...] Aquel día, Riganti se clasificó 10º;

Kruuse, 11º.7

Este increíble espectáculo automovilístico volvería a recorrer los caminos serranos en

1938, como parte del Gran Premio Argentino del Norte. El pequeño poblado que, por

entonces, era Villa Carlos Paz fue transitado en dos ocasiones: tanto en el momento en

que las máquinas se dirigían hacia la ciudad de Córdoba provenientes de Tucumán

(sexta etapa), como en el trayecto siguiente que partía desde la capital mediterránea

hasta llegar a Mendoza.

Con respecto a la sexta etapa, ésta recorría la ruta nacional 38 en su último tramo hasta

atravesar Villa Carlos Paz, punto desde el cual los competidores debían dirigirse por

ruta 20 hasta Córdoba, más precisamente frente a la Fábrica Militar de Aviones donde

se encontraba el último puesto de control. Ante una nutrida concurrencia, el primero en

cruzar la línea de llegada fue el cordobés Ricardo Risatti, ganador de la jornada (a un

promedio de 78 km/h.) y firme líder de la prueba. Lo escoltaron los Plymouth de Arturo

Kruuse y José Pisani.

Clasificación 1ª etapa

1º: Ricardo Risatti (Ford)………….....11hs. 43’ 02’’ 2/5

2º: Arturo Kruuse (Plymouth)..............12hs. 01’ 46’’ 2/5

6 “El Terraplane tenía un motor de seis cilindros que a 3800 rpm y con una culata especial que llevó la compresión a un nivel de 7:1, desarrollaba una potencia de cien caballos. Los pistones, de una aleación de aluminio y silicio, tenían cuatro aros (tres de compresión y uno para el aceite). La lubricación se efectuaba a bomba automática con un sistema de enfriamiento en el cárter, tipo laberinto. El encendido se hacía por medio de dínamo y distribuidor, siendo el avance completamente automático. [...] El embrague era de un solo disco a base de corcho, con una caja de velocidades de tres marchas y una marcha atrás.”, en: Ibídem, pág. 215. 7 Ibídem, pág. 214.

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3º: José Pisani (Plymouth)...................12hs. 04’ 13’’ 1/5

Al término de esta extenuante jornada, el piloto de Moldes hacía la siguiente reflexión

sobre la estrategia empleada para ganar la misma:

-Hasta La Rioja caminé despacio –nos dice Risatti- tratando de conservar máquina, para

luego, llegando al camino que conozco mejor, lanzar mi máquina a fondo. De esta manera

al entrar en Córdoba, fui aumentando la velocidad de la máquina, hasta lanzarla a fondo

en los caminos de la sierra.8

Clasificación general hasta la 6ª etapa

1º: Ricardo Risatti (Ford)………….....57hs. 17’ 56’’ 2/5

2º: Ricardo López (Ford).....................58hs. 29’ 00’’ 1/5

3º: Antonio Gauthier (Ford).................58hs. 44’ 37’’ 3/5

El trayecto siguiente (Córdoba – Mendoza, 891,900 km.) tuvo, también, su punto de

inicio frente a la Fábrica Militar de Aviones. Las tripulaciones que todavía quedaban en

carrera debían cumplir el siguiente recorrido:

Por Yocsina, Carlos Paz, Copina, Ensenadas, Mina Clavero, Nono, Los Pozos, Las Rosas,

Las Tapias, Villa Dolores, Ulapes, Chepes, Mascarin, Marayes, Vallecito, Caucete, San

Juan, Media Agua (Sarmiento) y Mendoza.9

Concluida esta séptima fase de competencia, el liderazgo de la carrera continuaba bajo

el control del Ford de Ricardo Risatti, logrando además estirar algo más la diferencia:

poco más de una hora y media a López y dos horas exactas a Gauthier.

Finalmente, y luego de disputarse las tres últimas etapas entre Mendoza - Santa Rosa,

Santa Rosa - Tandil y Tandil - La Plata, Risatti confirmaría sus dotes de excepcional

piloto, al imponerse en la general con un tiempo de 88hs. 49’ 37’’ 2/5. Segundo finalizó

Ángel Pascuali con otro Ford (91hs. 14m. 54s.1/5) y, en tercer lugar, el Chevrolet de A.

Gauthier (91hs. 25’ 47’’ 1/5).

8 LA VOZ DEL INTERIOR, Córdoba, Miércoles 26 de octubre de 1938, pág. 12. 9 Ibídem, pág. 13. El subrayado es del autor del presente trabajo.

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La octava etapa, disputada el viernes 28 de octubre entre Mendoza y Santa Rosa, dejó

una de las anécdotas más conmovedoras de la historia del automovilismo argentino.

Alfredo Parga la describe de la siguiente manera:

Aquel día, la carrera pasó por Mackenna, donde vivía Risatti. Todo el pueblo y la gente

de los lugares vecinos se ubicó [sic] temprano junto a la ruta. A las 11.11 pasó Pascuali.

Después, casi juntos, Pérez y Orsi. Más tarde llegó Risatti, cuya mujer, Juana María

Muguerza, de 28 años, estaba postrada desde hacía varios años. Detuvo el coche en el

acceso al pueblo; su acompañante, Pedro Esteban, levantó rápidamente al pequeño Jesús

Ricardo Risatti, de siete años, que aguardaba con unos pariente [sic] y sin demora el

coche recorrió cinco cuadras hasta la casa familiar.

Risatti bajó presuroso, besó a la madre de sus hijos y continuó una carrera que quería

ganar. Necesitaba hacerlo para conseguir el dinero que le permitiera llevar a su señora a

la Gruta de Lourdes, en Francia, para pedir un milagro a la Virgen.

El conmovedor suceso duró algo más de cinco minutos. Se lo recordará eternamente.

Cuando los pesos llegaron –recordó Lorenzo “Borocotó”- los médicos le aconsejaron que

“no moviera” a su señora. No resistiría el viaje a Europa.

Al año siguiente, mientras Risatti disputaba un nuevo Gran Premio, su mujer cerraría los

ojos para siempre.10

Entre otros de los recuerdos imborrables que dejó esta carrera, debe mencionarse el

hecho de que por primera vez competían entre sí los inolvidables Juan Manuel Fangio

(como acompañante de Finocchietti), Oscar Alfredo Gálvez y Domingo “Toscanito”

Marimón. Este último era asistido por Pedro Duhalde, el mismo que acompañaría años

más tarde a Jorge Descotte en su brillante participación en el Turismo Carretera de los

años cincuenta.

El primer gran proyecto de automovilismo en Villa Carlos Paz

Esta primera época dorada del automovilismo nacional, como se ha visto, tuvo sus

primeras repercusiones en aquella pequeña comunidad serrana que todavía era, allá por

los años treinta, Villa Carlos Paz. Asimismo, el paso por estas tierras de los pilotos y

máquinas más importantes coincidió con un período en el que la actividad turística

comenzaba a cobrar un vuelo más masivo que en épocas anteriores.

10 PARGA, Alfredo, ob. cit., Tomo I, pág. 267.

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En esa década del treinta, la crisis desatada a partir del “crack” de Wall Street en 1929

afectó enormemente a la economía capitalista global. La República Argentina, que hasta

entonces había basado su crecimiento a partir de las bases de un modelo productivo

primario exportador, debió padecer las consecuencias de esta crisis. Al depender dicho

modelo de la demanda externa, el notable achicamiento de ésta a partir de los primeros

años del treinta impulsó, entre otros procesos, el desarrollo de una industrialización

vinculada, sobre todo, a la sustitución de importaciones. Este impulso industrial,

precisamente, movilizó decididamente la notable expansión de los grandes centros

urbanos, así como el crecimiento cuantitativo y cualitativo de los sectores medios

(funcionarios del Estado, profesionales, etc.). La mayor cantidad de obstáculos que se

cernieron entonces para disfrutar del ocio como en la “belle époque”, sumado a una

mayor cantidad de sectores con capacidad para desarrollar actividades turísticas

(especialmente los sectores medios ligados al comercio y los ámbitos profesionales),

favoreció paulatinamente el desarrollo turístico interno.

Mientras tanto, en 1930 fallecía en esta localidad el Sr. Carlos Paz, propietario de la

estancia Santa Leocadia. Su muerte, junto con la de su esposa siete años más tarde y el

posterior fraccionamiento y ventas de estas tierras, dieron paso a una naciente

transformación espacial y social del pueblo, la cual estuvo impulsada cada vez más por

la afluencia turística.

Este potencial comenzó a ser vislumbrado por los sectores burgueses de las principales

localidades de la región, quienes organizaron en 1931 una importante reunión en el

Hotel Carena de Carlos Paz “[...] con la idea de fomentar el turismo como industria en

las sierras de Córdoba, con el objeto de deliberar acerca de la fundación de una

sociedad destinada a realizar estos propósitos.”11 De esta forma nacía la Asociación de

Fomento de Turismo Sierras de Córdoba, institución que impulsó a través de distintas

estrategias la actividad turística en las sierras.

Durante la labor desarrollada en los primeros cuatro años, se notaba que año a año iba

progresando notablemente y así, en el año 1932 la correspondencia es de 7.493; en 1933:

7.864 y en 1934: 8.778 unidades.

11 CARENA, Ezio Armando, Villa Carlos Paz en el Recuerdo. 1586-1955, Tomo I, Tipografía Norfield, Córdoba, s/f, pág. 159.

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Los pedidos de folletos: Año 1932: 3.147; 1933: 3.659; 1934: 4.144. Esto es lo que

corresponde al servicio informativo y propaganda realizado desde el local de la ciudad de

Córdoba.

Referente a los visitantes aportados por la Asociación de Fomento de Turismo Sierras de

Córdoba se cuenta de aquella época con los siguientes datos: El año 1932 trajo 16.597

turistas; en 1933 fueron 17.659; en 1934 llegaron 22.401.12

En definitiva, esta combinación de factores externos e internos fue permitiendo que la

comunidad local fuese volcando paulatinamente el centro de gravedad de su economía a

la actividad turística por sobre la de índole rural. Con ello, la necesidad de dotar a Villa

Carlos Paz de una infraestructura de servicios indispensable para el visitante impulsó un

incipiente y progresivo proceso de urbanización, el cual se materializó en los primeros

loteamientos masivos de la Villa y en el surgimiento de una primitiva vida

institucional.13

Justamente en este contexto de una emergente localidad turística se fue consolidando

una burguesía local con cada vez mayor preponderancia en los destinos de Villa Carlos

Paz. De esta forma, comenzaron a surgir distintos proyectos tendientes a impulsar el

potencial económico de la localidad, algunos de los cuales tuvieron su éxito (como el

puente Carretero, el Monumento en el cerro La Cruz, etc.) y otros, por diversas razones,

terminaron en fracaso.

De estos últimos, y de acuerdo con otro de los trabajos de Ezio Armando Carena, hubo

uno que por la ambición y el alcance del mismo ha sido lamentable que no se haya

concretado. Este proyecto, presentado en el año 1937 ante las autoridades

provinciales,14 buscaba apoyo oficial para crear un gran complejo turístico llamado

“Centro Nacional de Turismo Lago San Roque”, el cual iba a estar situado, gracias a la

donación de 500 hectáreas realizada por el Dr. Enrique Zárate, en la costa norte del

Lago San Roque (hoy Villa del Lago). Dicho complejo, que contaría con un hotel de

12 Ibídem, pág. 162. 13 La primera institución deportiva de Villa Carlos Paz, y que luego tendrá un papel destacado en la historia del automovilismo de la localidad, fue el Club Atlético Carlos Paz; dicha institución surgió en 1930 gracias a la iniciativa de un entusiasta grupo de vecinos, entre los cuales se destacaba Bernardo D’Elía. 14 Esta fecha se ha definido en el presente trabajo a partir de la siguiente afirmación de Carena, quien no especifica en ningún momento de manera precisa la fecha de elaboración y presentación del proyecto: “Observe el lector el avanzado estilo arquitectónico de este proyecto que tiene cincuenta años de cuando fuera presentado.”, en: CARENA, Ezio Armando, Villa Carlos Paz en el Recuerdo. 1586-1987, Tomo II, Talleres Gráficos Duplicar, Córdoba, 1987, págs. 26-27. De esta manera, al publicarse este trabajo en diciembre de 1987, la antigüedad del mencionado proyecto se remontaría al año 1937.

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300 habitaciones, canchas de tenis, golf, bar, estacionamientos, etc., tendría además

como gran atracción un circuito internacional de automovilismo de 8.500 metros.

Según Carena, los proyectistas del mismo se habían inspirado en el circuito berlinés de

Avus, el primero de su tipo construido en Alemania en 1921, debido sobre todo a las

altas velocidades que se habían logrado en esa pista, característica que se pretendía

reproducir en el futuro trazado serrano. De haberse concretado el proyecto, continúa

Carena, se habrían desarrollado exitosos espectáculos deportivos en medio de un paisaje

único como el que brindaban las sierras y el lago, además de favorecer otro tipo de

actividades relacionadas directa e indirectamente con el deporte motor.

De haberse construido este circuito, se hubiera contribuido a que el deporte del automóvil

alcanzara la popularidad necesaria y las industrias habrían ganado la experiencia que al

fin de cuentas redundaría en un notable mejoramiento del automóvil y con ello el

progreso general.

La lucha por el recorrido más rápido en la pista del lago San Roque, podría haber sido

siempre una enconada pugna entre los grandes corredores internacionales y las marcas.

La pista proyectada sería la más moderna del mundo. En la salida y la meta, el curso tenía

un gran tramo de rectas y también sectores zigsagueantes [sic], de modo que los

espectadores (más de 100.000 que cabían en la tribuna) podían seguir la carrera

perfectamente. En estas mismas tribunas se encontraban las instalaciones radioemisoras

de todo el mundo; [...]. Se pretendía que por muchos años éste fuera el escenario de

enconadas luchas entre los ases del deporte de carreras.15

Siguiendo el relato de Carena, el proyecto nacía de la necesidad –aún hoy vigente- de

romper, por un lado, con la estacionalidad clásica del turismo en la región, es decir, la

temporada veraniega entre enero y febrero; por otra parte, se buscaba potenciar con este

centro el incremento de turistas a la región y, con ello, el crecimiento de las divisas

originadas por esta afluencia de visitantes.

Una vez obtenido el espacio físico y los recursos necesarios para llevar a cabo el

proyecto, éste fue presentado para su aprobación final por las “fuerzas vivas” al

gobierno provincial, siendo a su vez avalado este petitorio por “miles de firmas”. De

acuerdo con Carena, el financiamiento de la obra correría a cargo de los proyectistas,

15 Ibídem, pág. 32.

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siempre y cuando se los autorizase a instalar un casino. En su fundamentación,

sostenían lo siguiente:

[Los firmantes] “habían encontrado niveles alarmantes” de falta de aliciente para

incentivar el turismo, sumado a una competencia desigual con otras provincias que sí

contaban con salas de juego, estratégicamente ubicadas en los accesos a la provincia de

Córdoba, captando, de esa manera, recursos que aquí eran desaprovechados. Un casino se

imponía como una buena solución ocupacional, ayudando a fortalecer la economía de la

zona.16

Pese al esfuerzo y la visión de los firmantes, el gobierno provincial no dio el visto

bueno para su aprobación, por lo que el proyecto pasó a rápidamente al olvido. Es

factible compartir con Carena, en las siguientes afirmaciones de éste, las consecuencias

negativas que esta falta de audacia y visión –y vaya a saberse que más- de aquellos que

no pudieron visualizar las potencialidades de este centro turístico de primer nivel,

desencadenaron en el futuro de la región serrana:

Esta negativa, que desalentó en grado sumo a las fuerzas vivas, puso en peligro no solo el

programa económico sino la suerte misma de la provincia. Los pueblos de Punilla

sufrieron más de veinte años de retraso y los ingresos fiscales, que habrían sido

importantísimos, se vieron relegados por esa falta de comprensión y sensibilidad.

Realmente no se comprendió el desafío propuesto por nuestros hombres de empresa. Por

ello, quienes fuimos actores y espectadores experimentamos las tristes consecuencias que

significó para la provincia y en forma muy especial para las zonas de turismo la falta de

apoyo. No hay justificación válida para esa deserción en aquella batalla en la que estaban

comprometidas las fuerzas vivas “que habían convocado a gobierno, empresarios,

profesionales, etc.” a colaborar en esa verdadera cruzada. Está claro que si todos hubiesen

aunado esfuerzos se habrían obtenido espectaculares resultados a muy corto plazo.17

El final de la primera época dorada del automovilismo argentino

Entre 1942 y 1946, el automovilismo argentino entró en una de sus épocas más

sombrías. En este caso, no se trató de problemas específicamente internos, como

posibles deficiencias en la organización de competencias, faltas de presupuestos,

16 Ibídem, pág. 36. 17 Ibídem, pág. 36.

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alarmantes cantidad de accidentes fatales, etc., sino todo lo contrario. El desarrollo de la

Segunda Guerra Mundial trajo, por esos años, importantes inconvenientes en un sector

vital de la economía nacional: el sector energético ligado a la importación de

hidrocarburos, cauchos y metales pesados.

Por aquellos tiempos, la Argentina no se autoabastecía ni siquiera en gran parte de estos

recursos, por lo que debía importarlos. Por ello, ante la falta de combustible y cubiertas

el gobierno nacional decretó, en mayo de 1942, la prohibición de todo tipo de

competencias automovilísticas. Dichos inconvenientes también tuvieron una honda

repercusión en Carlos Paz:

[El 6 de enero de 1945] El Dr. Enrique Zárate, propietario de la usina de Villa del Lago y

que genera electricidad para una vasto sector anuncia que tiene serios inconvenientes en

prestar el servicio debido a la escasez de combustible y que tendrá que acortar las horas

de suministro de energía eléctrica.18

Este fue un duro golpe para los pilotos de todo el país. Para algunos, no quedó

otra alternativa que el retiro hasta esperar que la suerte cambiara; para otros, como los

hermanos Oscar y Juan Gálvez, la pasión por la velocidad pudo continuar gracias a las

carreras de lanchas, las que a pesar de funcionar con nafta no estaban prohibidas.

Gálvez y su hermano Juan corrieron y ganaron en aquellas embarcaciones llamadas

“lanchas-automóviles” con motores dentro-borda y cascos de madera. Ellos construyeron

y prepararon cascos y motores interviniendo, para sacarse el gusto, en algunas “picadas”

que se hacían por los alrededores de Buenos Aires. Los Gálvez cambiaron las rutas del

país y de América por los riachos del Delta y por la magnificencia del Río de la Plata. La

velocidad seguía siendo su sentido de vivir. Fangio, en cambio, se dedicó de lleno al

comercio recorriendo el país comprando cubiertas y vendiendo camiones.19

El fin de la Segunda Guerra Mundial no trajo, sin embargo, una rápida reactivación de

la actividad automovilística. La falta de insumos básicos para competir, sumado a un

parque automotor falto de renovación cualitativa y cuantitativa, siguió postergando el

regreso de las competencias y categorías más importantes. Como dato significativo, en

18 Información extraída de: BERTORELLO, Eldor; MICHELOUD, Atilio; TÓRTOLO, Luis, “Efemérides”, en: http://www.historiavcpaz.com.ar, Villa Carlos Paz, 2006. 19 COLECCIÓN CORSA, 80 años de automovilismo argentino, Tomo V, Nº 1076, Editorial Abril, Buenos Aires, 1987, pág. 21.

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1946 se realizaron sólo cuatro pruebas: las “100 Horas en Automóvil” de Moreno, las

“100 Horas Sanmartinianas” de Mendoza y dos carreras de Fuerza Limitada en

diciembre de dicho año.

Bibliografía y fuentes

BERTORELLO, Eldor; MICHELOUD, Atilio; TÓRTOLO, Luis, “Efemérides”, en:

http://www.historiavcpaz.com.ar, Villa Carlos Paz, 2006.

BINIMELIS, Antonio, El legado jesuítico en Villa Carlos Paz y obra del Hno. Font

S.J., Quo Vadis Ediciones, Villa Carlos Paz, 2007.

CABRAL, Carlos H.; TÁNTERA, Edgardo, Proyección histórica de Villa Carlos Paz,

Editorial Iris, Villa Carlos Paz, 1994.

CARENA, Ezio Armando, Villa Carlos Paz en el Recuerdo. 1586-1955, Tomo I,

Tipografía Norfield, Córdoba, s/f.

CARENA, Ezio Armando, Villa Carlos Paz en el Recuerdo. 1586-1987, Tomo II,

Talleres Gráficos Duplicar, Córdoba, 1987.

CASAS BINIMELIS, José Antonio, “Turismo e Historia: el notable proceso de

urbanización de Villa Carlos Paz (1930-1964)”, en: Cuartas jornadas de historia de los

pueblos del Valle de Punilla, Publicación de la Municipalidad de Villa Carlos Paz,

Mayo de 2006, pág. 27.

COLECCIÓN CORSA, 80 años de automovilismo argentino, Editorial Abril, Buenos

Aires, 1987.

GESUMARÍA, Eduardo “Sprinter”, “Hazaña en automóvil”, en: LA VOZ DEL

INTERIOR, Córdoba, Domingo 20 de enero de 2008, Sección F, pág. 03.

GESUMARÍA, Eduardo “Sprinter”, Historia del automovilismo de Córdoba, “B”

Editores, Córdoba, 1986.

LA VOZ DEL INTERIOR, Córdoba, Miércoles 26 de octubre de 1938, pág. 12.

PARGA, Alfredo, Historia deportiva del automovilismo argentino. Hombres,

máquinas, circuitos, La Nación, Buenos Aires, 1995.

TÁNTERA, Edgardo, 1913-2003. Carlos Paz. 90 años en la memoria, Quo Vadis

Ediciones, Villa Carlos Paz, 2003.

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