“relación de apego en el
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“Relación de apego en el
primer año de vida.”
Trabajo final de grado-Monografía
Tutor: Mag. Lic. Elika Capnikas.
Nombre: Mary Alexandra Yona Gallardo
CI: 4191126-8
Montevideo.
Marzo 2017
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Índice
Resumen…………………………..………………………………………pág.3
Introducción……………………...………………………………………..pág.4
Cap. 1 Definiciones…………………………………………………..pág.5-7
Cap. 2 Factores que influyen en la consolidación del apego y el
desarrollo del niño.
2.1 Sincronías………….……………………………………..pág.8-9
2.2 Interpretación de estados anímicos….….………....…pág.9-10
2.3 Huella intergeneracional…………..……………….....pág.10-11
2.4 Protoconversaciones………………...…………………....pág.11
2.5 El entorno…...…………………..……..………….……pág.12-13
2.6 El ser visto…..………………………...…………..…...pág.13-14
2.7 El amamantamiento…………………….....……….…pág.15-16
2.8 El sostenimiento…….……...………………………….pág.16-17
2.9 La preocupación materna……..………......………....pág.17-18
2.10 Lo histórico, social……………..…………………….pág.18-20
2.11 La educación………………………………………....pág.20-21
2.12 Base biológica…………………..……………….......pág.21-22
2.13 Realidad psíquica…………………..………….........pág.22-23
2.14 Objeto bueno, objeto malo…………...…………...…pág.23-24
Cap. 3 Desarrollo psicológico del infante en el primer año de
vida……….……………………….………………………………….pág.25-28
Conclusiones…….…………………………..….…………………...….pág.29
Referencias…………...……………………………….…………….pág.30-32
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Resumen
El presente trabajo monográfico presenta una visión integradora de la Teoría del
apego en relación con el vínculo materno, pensado desde su influencia en la evolución
y desarrollo del niño, tanto emocional como cognitivo.
Se toman en cuenta los principales teorizadores de la temática quienes nos orientan
por un camino en el que influirán varios factores claves para lograr un correcto
desarrollo, ya sean las sincronías dadas entre la madre y él bebe, la correcta
interpretación de los estados anímicos, el legado de la generación paterna, el dialogo
o protoconversaciones entre la diada, el rol del entorno, el ser vistos, el
amamantamiento, el sostenimiento, la preocupación materna, el peso de lo histórico y
lo social, la educación, la base biológica que traemos al momento de nacer, la realidad
psíquica y finalmente la madre tomada como objeto bueno – objeto malo.
Estos aspectos serán expuestos en un marco teórico que posibilitará la comprensión
del desarrollo y la importancia del vínculo madre hijo, que se podrá ver perjudicado o
favorecido por los avatares del mismo.
Palabras claves: madre, bebé, vínculo.
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Introducción.
En el presente trabajo, se abordaran conceptos que hacen al apego y la importancia
del mismo en el desarrollo psíquico de los niños, la relación con la madre y el mundo
que nos rodea.
El apego es una construcción teórica que se relaciona con el vínculo entre el infante y
su entorno, comprende la iniciación de la vida social, desde la satisfacción de las
necesidades básicas del ser humano hasta la consolidación como sujetos. Este
vínculo único y necesario forma y transforma paulatinamente al individuo como tal,
hasta lograr su independencia absoluta.
El apego tiene sus orígenes en la investigación del periodo sensitivo de los corderos,
en la década de los años sesenta, donde se demostraba que al apartar al animal
recientemente nacido de su madre por un periodo de aproximadamente cuatro horas y
luego entregárselo nuevamente, ella no reconocía a su cría y hasta era capaz de
agredirla. Se comienza a teorizar, entonces, acerca de la importancia de este vínculo o
más bien periodo, al que se lo llamo Impriting o Bonding, Impronta o Vínculo.
Si bien de allí parten las investigaciones y las comprobaciones empíricas, ya se podía
apreciar la importancia de esta dupla en fragmentos de la biblia, en expresiones
artísticas del Renacimiento con Miguel Ángel hasta el Impresionismo a fines del siglo
XIX.
La teoría de las relaciones objétales es, entonces, una colección de aportes para la
consideración analítica del vínculo madre-hijo, una entidad psicológica, un compuesto
entre una entidad psicológica primitiva y otra madura. En este sentido, para Winnicott,
están representados todos los niveles del desarrollo psicológico y no únicamente el
estudio del crecimiento de la psique infantil desde el primitivismo a la madurez. (Ogden
y Vaca 2015)
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Cap. 1
Definiciones.
El diccionario de la lengua castellana, Real Academia Española (1984-1986), define el
apego como: “Afición o inclinación particular” (p.83), y en el Diccionario de Psicología
(2010) encontramos el apego definido como “vinculo que se desarrolla entre un niño y
otra persona a raíz de una relación a largo plazo.”(p.24)
Bowlby (Citado por Carrillo, 2008), basado en sus experimentos y experiencia clínica
fue el primero en definir el apego: “el apego consiste en un vínculo afectivo entre el
cuidador y el niño, que se desarrolla gracias a las interacciones repetidas entre ellos;
este vínculo involucra diferentes sistemas comportamentales que se activan en
situaciones de estrés, peligro o enfermedad”. (p.104)
Define a lo que llamó Teoría del apego como “una forma de conceptualizar la
tendencia de los seres humanos a crear fuertes lazos afectivos con determinadas
personas en particular y un intento de explicar la amplia variedad de formas de dolor
emocional y trastornos de la personalidad que se producen como consecuencia de la
separación indeseada y de la pérdida afectiva”. (Bowlby citado por Benito 2006.
parr.13)
Por su parte Galán (2010) define el apego como “Constructo organizacional que
integra el desarrollo en sus distintos ámbitos; de esta manera, el apego ejercería un
efecto continuo durante el crecimiento, si bien sus manifestaciones externas cambian
a lo largo del desarrollo”. Sería el inicio del esquema de las futuras formas de
relacionamiento del sujeto (p. 583).
El niño puede variar entre diversos tipos de apego por lapsos de tiempo cortos,
dependiendo del progenitor del que se trate o por otros factores que pueden incidir,
por esto se le define como dinámico y contextual, relacionado a estrategias de
adaptación y no a características del individuo.
La caracterización del apego no se puede realizar en referencia a una única situación
que está condicionada por el entorno.
Por este motivo se deben contraponer diversas instancias que permitan una mejor
comprensión de las conductas empleadas, como por ejemplo las situaciones a las que
se expusieron los niños y sus madres en el experimento “Situación extraña”; de donde
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se arrojaron una variedad de conclusiones mediantes las cuales Ainsworth pudo definir
el apego como:
“Un vínculo afectivo especial y duradero en el cual la figura de apego
(adulto significativo) es importante como individuo único,
inintercambiable con otro. En este vínculo afectivo hay una necesidad
de mantener cercanía con esa figura (representa cuidado, protección,
seguridad para explorar el ambiente). El contacto y reunión con esta
figura produce confianza y felicidad; la separación genera ansiedad y
tristeza.” (Citado por Carrillo, 2008, p. 104)
Para Schore la teoría del apego es básicamente una teoría de la regulación emocional,
definiéndolo como “regulación diádica de los afectos” (Schore, 2001).
Tanto los postulados de Bowlby como de Ainsworth, muestran tres conceptos
fundamentales para la teoría del apego: base segura, modelo interno de trabajo y
figuras de apego.
Base segura: se refiere al papel del cuidador cuando ya se estableció la relación de
apego con el niño, este usa al cuidador como una base para poder explorar el
ambiente mientras que también le brinda seguridad y confianza, hacia el final del
primer año de vida. (Carrillo, 2008)
Modelo interno de trabajo: fue propuesto inicialmente por Bowlby (1980, 1988) en
relación a las expectativas y creencias que van desarrollando los niños como
consecuencia de las interacciones entre ellos y sus cuidadores, es decir, el proceso de
consolidación de la relación de apego.
El niño aprenderá un modelo de relaciones formado por representaciones de los otros
de él mismo y de las formas de vincularse, que le servirá para guiar sus expectativas y
futuras relaciones. (Carrillo, 2008)
Figuras de apego: el niño demuestra mediante situaciones el sistema de apego, a
través de conductas dirigidas diferencialmente a ciertas personas especiales quienes
tienen el cuidado del niño a cargo, llamadas figuras de apego, (Bowlby, citado por
Carrillo, 2008)
Por otro lado Ainsworth describe tres patrones de apego como resultado de una a
investigación estandarizada llamada “Situación extraña”.
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Apego seguro: los niños con apego seguro expresan con flexibilidad sus emociones,
demuestran curiosidad por explorar su entorno, utilizando a su cuidador como una
base segura. Existe un vínculo de confianza por parte del niño hacia sus figuras de
apego, quienes serán sensibles a las señales del niño.
Apego inseguro evitativo: el niño se muestra bastante independiente, explora y
juega pero se observa distante con su figura de apego no presenta angustia ni enojo
ante su ausencia, viéndose indiferente ante su regreso.
Apego inseguro ambivalente: el niño presenta poco interés por explorar su entorno y
mucha ansiedad. Permanece sentado en el mismo lugar sin alejarse del cuidador ya
que no logra predecir sus conductas afectivas, debido a que estas pueden no
responden debidamente a sus necesidades. (Ainsworth citado por Carrillo, 2008)
Main (Citado por Galán 2010) define un nuevo patrón de apego llamado
“desorganizado o desorientado” el cual corresponde a niños que expuestos a
determinadas situaciones, muestran comportamientos tales como; presentación
secuencial o simultanea de conductas contradictorias, movimientos y expresiones
indirectas, mal dirigidas, incompletas e ininterrumpidas, movimientos estereotipados,
asimétricos o mal temporalizados, posturas anómalas, índices indirectos de
aprehensión hacia el progenitor, índices directos de desorganización y desorientación.
Esto tiene estrecha relación con grandes dificultades en los procesos de estructuración
interna del niño y el vínculo existente entre él y sus figuras parentales, quienes, o
quien, son la fuente de miedo y al mismo tiempo constituyen el potencial de seguridad.
Con frecuencia se da en niños que han sufrido experiencias de abuso o maltrato.
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Cap. 2
Factores que influyen en la consolidación del apego y
el desarrollo del niño.
Lo que permite establecer el tipo de apego es la conducta prolongada de la madre
durante el primer año de vida. Una respuesta adecuada a las necesidades del niño
posiblemente permitan desarrollar un patrón de apego seguro; en cambio si la madre
se muestra distante y lo rechaza contribuirá a una relación de apego evitativo,
mientras que las madres poco constantes que fluctúan entre modos de respuesta
variables fomentaran un apego ambivalente. (Benito 2006) “Todos los procesos de un
infante vivo constituyen un seguir siendo, una especie de proyecto para el
existencialismo. La madre capaz de entregarse durante un lapso determinado en su
tarea natural, puede proteger el seguir siendo del infante. Toda intrusión o falla de la
adaptación causa una reacción en el infante, y esa reacción quiebra el seguir siendo”
(Winnicott, 1965, p.112).
Sincronías…
De este modo vemos como diversos factores influyen en la conformación y desarrollo
del apego entre la madre y el hijo, las sincronías o interacciones que se van
sucediendo por medio de miradas, movimientos, gestos, que no corresponden a
fenómenos del tipo estimulo respuesta ya que éste requiere de un tiempo mayor para
resolverse como tal.
El apego se manifiesta a través de patrones de conducta (específicos), pero los
patrones en sí mismos no constituyen el apego. El apego es interno... Este
algo internalizado que llamamos apego tiene aspectos de sentimientos, de
memorias, de deseos, de expectativas, y de intenciones, todos los cuales,
sirven como una especie de filtro para la recepción e interpretación de la
experiencia interpersonal como un tipo molde que configura la naturaleza de
una respuesta externamente observable. (Ainswoth citado por Main, 2001, párr.
2.)
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Las sincronías de la dupla madre hijo, entonces, van formando modelos de vínculo
objetal narcisista, relacionados a la identificación primaria y a la estructuración de las
representaciones de sí.
De modo que también en la relación sexual adulta persisten estas sincronías, tomadas
como pautas en las relaciones con los objetos, tanto en el sentido de las coincidencias
como en el de la complementariedad. (Bernardi, Díaz Rosello, Schkolnik, 1982)
En los intervalos de estos episodios de sincronía, uno de los dos indica el movimiento
y el otro le responde, el vínculo que existe entre ambos permite el conocimiento de los
movimientos, secuencias y ritmos el uno del otro, siendo el elemento organizador de
este comportamiento las expectativas ya sea del bebe hacia la madre o de la madre
en su hijo, en el caso de niño, cuando no atrae la atención de su madre se entrega a
actividades de auto-placenteras. (Bernardi, Díaz Rosello, Schkolnik, 1982)
Interpretación de estados anímicos…
La interpretación de los estados anímicos del bebe por parte de la madre, favorece el
desarrollo del apego.
En recién nacidos sanos con apego normal vemos como característica que el niño
está siempre contento, con una mirada atenta, especialmente con su madre
calmándose en sus brazos.
Presenta una buena succión y deglución manifestando su hambre y plenitud,
adquiriendo un patrón de alimentación regular sin presencia de cólicos y logra conciliar
el sueño con facilidad.
Se puede favorecer este primer encuentro fomentando que las primeras 4 o 6 horas
luego del nacimiento, se encuentren en privado los padres con el bebe, incorporando
lentamente la llegada de otras personas.
En cambio si la madre no es capaz de distinguir el llanto de su bebe cuando es debido
a sueño, frio o hambre, éste continuara tenso y llorando, angustiándose ella también
por no lograr calmarlo., ambos entraran en un círculo de agresiones que contribuyen a
la disfunción del apego.
Otros factores que inicialmente desfavorecen el apego, pueden ser las dificultades de
sostenimiento, la voz dura de la madre, sobre estimulación táctil y bocal. En estos
casos, es él bebe quien pone en práctica conductas reguladoras, como cambiar
bruscamente la expresión del rosto, fijar la mirada a distancia, desviar la mirada, volver
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con rapidez la cara hacia el otro lado, realizar movimientos dinámicos de apartamiento,
dormirse o quedarse completamente flácido. En la medida que evolutivamente se
desarrolle, los mecanismos van variando. (Pinto, 2007)
Huella intergeneracional…
Otros autores toman la influencia del recuerdo de las experiencias de apego, o más
bien la interpretación y elaboración que hace de las mismas que se ve posteriormente,
reflejados en el accionar como padres productores de patrones de apego.
Se diferencia tres tipos distintos de modelos internos activos:
1. Padres seguros o autónomos. Se ven equilibrados y coherentes en relación
a sus experiencias infantiles. No idealizan a sus padres, pero tampoco
demuestran rencor hacia ellos, podía decirse que han sabido perdonarlos,
elaborando un discurso genuino de sus vivencias.
Estos padres generalmente se muestran sensibles y afectuosos con sus hijos,
suelen ser clasificados como apego seguro.
2. Padres despreocupados. Recuerdan sus experiencias infantiles con mucha
contradicción, restando importancia a su relación de apego.
Se ven agobiados y confundidos, relatan atributos muy positivos de sus padres,
pero no logran sostenerlos en el desarrollo del discurso.
En la relación con sus propios hijos suelan ser considerados con apego
inseguro.
3. Padres preocupados. Se muestran muy preocupados por la relación con sus
propios padres, no logran recordar experiencias concretas de su infancia,
expresando rencor y angustia.
Sus hijos son considerados con apego ambivalente. (Main, 2001)
4. Padres no resueltos. Serían el equivalente del apego inseguro
desorganizado/desorientado. Quienes presentan características de los tres
grupos anteriores y mostrando desorientación y confusión en sus procesos de
razonamiento a la hora de interpretar distintas experiencias de pérdidas. (Oliva
Delgado, 2004)
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De este modo queda expuesta la importancia de la transmisión intergeneracional del
tipo de apego entre padres e hijos, que tendría lugar a través de los modelos internos
activos construidos durante la infancia y reelaborados posteriormente.
Estos modelos y sus representaciones son los que irán formando una construcción
social del cerebro donde se unen componentes conductuales y neurológicos, ya que la
incapacidad del cuidador para regular sus propios estados afectivos será transmitida
al bebe, que luego presentara una insuficiencia para regular sus emociones y puede
posteriormente desarrollar trastornos límites de la personalidad, a esto se le llama
persistencia transgeneracional de apego. (Benito, 2006)
Esto da cuenta de la existencia de una regulación afectiva del niño por parte de las
funciones reguladoras del cuidador, es decir que la exposición reiterada del niño a las
capacidades reguladoras del adulto permiten que se calmen las emociones
displacenteras y a su vez van “construyendo” en el niño la capacidad de responder
más adelante él mismo a los estímulos aversivos y de calmarse emocionalmente
posiblemente del mismo modo.
Protoconversaciones…
Schore (2008), nos trae otro componente social que se desprende de la dupla madre-
hijo, al que llama,”protoconversaciones”, se refiere a los primeros intercambios
gestuales y orales, que se dan entre los tres y los seis primeros meses de vida,
periodo que coincide con la inauguración de las capacidades sensoriales y cognitivas
que le permiten percibir rostros.
De este modo él bebe expresa estados internos, mientras que el progenitor facilita la
tarea con su propia gestualidad facial, ya que los padres traen de forma “natural” la
cualidad de acompañar y ayudar al bebe con sus primeras expresiones.
Estas protonverasaciones, entonces, van regulando las sensaciones afectivas del
bebe, por lo que sus respuestas estarán más orientadas a llamar la atención del
cuidador que a calmar por si solas el estado emocional negativo.
No tienen únicamente relevancia en este sentido comunicacional, sino que también lo
son para el mecanismo de aprendizaje que subyace al apego.
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El entorno…
La idea de un apego, entonces, está atravesada por un mundo circundante, si bien las
figuras parentales son los protagonistas debemos tener en cuenta la importancia del
entorno familiar como facilitador de experiencias que influyen en la construcción de
este patrón.
La madre es para el niño parte de un sistema de retroalimentación de sus propias
acciones y su búsqueda apunta a la sincronía afectiva con ella en este pasaje del uno
al dos, ser uno y ser dos como si se tratase de una paradoja.
De Caiafa y Ameglio (2013) relacionan el desarrollo emocional temprano con el
fenómeno de la dependencia, ya que él bebe depende totalmente de su madre física y
emocionalmente. Esto trae aparejado involucramientos conscientes e inconscientes,
personales e interpersonales que forman parte del entorno facilitador, el mundo a su
alrededor.
Ese ambiente facilitador es primero la madre, pero con ella se incluyen
el padre, la familia, la sociedad. Estos otros términos constituyen para la
madre su ambiente facilitador, el que le aporta reaseguros libidinales y
afectivos así como amparos frente a las exigencias de la realidad
externa. Constituyen elementos que contribuyen a calmar sus temores y
ansiedades y garantizan un clima que le permita desempeñar una
función materna suficientemente buena. (p. 93)
Es decir, que sepa calmar y discriminar las necesidades de su bebe, evitando la
exposición de éste, a lo que Winnicott llamo agonías inconcebibles, estados de
extrema angustia incomprensibles para él bebe, que aún no cuenta con un aparato
psíquico capaz de procesar tales acontecimientos emocionales.
Es entonces cuando se aterroriza por sentir: miedo a caer sin sostén alguno,
desmembramiento del cuerpo perdiendo toda relación con este, en total aislamiento.
Lo que sería la base de las vivencias de aniquilamiento y angustias psicóticas. (De
Caiafa y Ameglio, 2013)
El ambiente y el niño no han sido separados aun por él, esto se va realizando
paulatinamente, la diferenciación del no-yo y el yo, la madre es el rasgo ambiental
permanente y los cambios más significativos se dan en la separación con esta.
(Winnicot 1972)
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El desarrollo prematuro del yo o la conciencia prematura de sí no es más
saludable que la conciencia tardía. La tendencia a la maduración forma parte
de lo que se hereda. De una manera compleja (que ha sido objeto de muchos
estudios), el desarrollo, especialmente al comienzo, depende de una provisión
ambiental suficientemente buena. Un ambiente suficientemente bueno es,
podría decirse, el que favorece las diversas tendencias individuales heredadas
de modo tal que el desarrollo se produce conforme a esas tendencias. Tanto la
herencia como el ambiente son factores externos si se los considera desde el
punto de vista del desarrollo emocional del individuo, es decir, desde el punto
de vista de la psicomorfología (Winnicott, 196, p.1).
Estas primeras experiencias pueden ser reguladas o desreguladas, plasmando un
apego seguro, o no, contribuyendo a formar resistencia o vulnerabilidad ante futuras
patologías. (Schore 2008)
El ser visto…
Winnicot (1982) resalta la imagen de la madre como un espejo, la devolución de la
imagen de sí mismo, ya que la madre refleja lo que ve en él y éste lo percibe. Cuando
esto no sucede y el niño no pueda recibir este reflejo se ve dañada su capacidad
creadora y se limita a ver, únicamente el rostro de su madre, lo apercibe no lo percibe.
El espejo será algo que se ve y no algo dentro de lo cual se mira. “Sentirse real es
más que existir; es una forma de existir como uno mismo, y de relacionarse con los
objetos como uno mismo, y de tener una persona dentro de la cual poder retirarse
para el relajamiento”. (Winnicot, 1972, p. 154)
En el comienzo, cuando el bebé está viviendo en un mundo subjetivo, la
salud no puede describirse en relación con el individuo solamente. Más
tarde podremos pensar en un niño sano que se encuentra en un
ambiente malsano, pero estas palabras no tienen sentido en el
comienzo; lo tienen cuando el bebé se ha vuelto capaz de evaluar
objetivamente la realidad, de distinguir claramente el yo del no-yo y lo
real compartido de los fenómenos de la realidad psíquica personal, y
posee en alguna medida un ambiente interno. A lo que me refiero es al
proceso que opera en ambas direcciones y se caracteriza porque el
bebé vive en un mundo subjetivo y la madre se adapta para
proporcionar a cada bebé una ración básica de la experiencia de
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omnipotencia. Lo cual implica, en esencia, una relación vital (Winnicott,
1967, p.2).
El ser humano no comienza su historia a los 2 años o a los 6 meses, comienza cuando
nace o más bien antes de nacer, tomando en cuenta la vida intrauterina., ya es una
persona y requiere de alguien que lo conozca y su madre es quien puede conocerlo
mejor que nadie. La salud y la madurez en un desarrollo sano, sin la presencia de
enfermedades accidentales, pueden entenderse como la misma cosa, tanto en el
desarrollo emocional como físico si no hay distorsiones, hay salud. (Winnicott, 1980)
Casas plantea que el llanto como acto primario debe ser escuchado como una
llamada, un pedido, o de lo contrario el sujeto se perdería en la locura. Dado que
ambos, cuerpo y símbolo, se organizan desde los sentidos. “Crea el sujeto en el
mundo y el mundo para el sujeto, pues lo representa; y así la acción entra en la
cultura” (Lacan como se citó en Casas, 1999, p.39)
La dimensión simbólica se da entre dos sujetos, es decir que nace también entre dos
representaciones. Desde el comienzo el niño transita del propio cuerpo al objeto
chupete o la frazada de un modo transicional (objeto transicional), ya que el objeto
posee la alineación de sujeto como experiencia de goce, yo placer-.objeto de goce,
viéndose perdida si el objeto se separa del sujeto, perdida y simbolización, dando
lugar a la imaginación representacional.
El niño necesita de estos objetos transicionales e intermediadores para articular y
representar sentidos en su compleja aventura estructural. El gesto tiene una doble
función ya que configura previamente la articulación de lo real y hace presente el
deseo del otro, logra también generar una respuesta inmediata cuando se desea
llamar o atraer la atención en el otro.
El gesto tiene por tanto, más poder que la palabra ya que realiza una imagen en un
dar a- ver, en el otro, quien produce una respuesta no solo mediante la palabra sino
que también por gestos-acción.
El juego y gesto determinan una imagen para sí y también para el otro, paulatinamente
con el paso del tiempo se articula con la palabra asiendo más rica la comunicación.
(Casas1999)
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El amamantamiento…
La huella psíquica que dejan las primeras vivencias es permanente, de modo que la
vivencia de satisfacción deja como efecto el estado de deseo y la atracción hacia el
objeto, en cambio la vivencia de dolor deja su efecto en la defensa primaria, en la
acción de alejarse y continuar alejado del objeto, que se mantenga como objeto
perdido. (Freud 1895)
Un claro ejemplo es la succión placentera, que se deprende de la satisfacción de la
alimentación, relacionada en continuidad con la succión nutritiva que refuerza la
relación con la madre.
Cuando el recién nacido inicia la mamada del pecho materno lo hace con gran
vigorosidad, de modo que deglute en los tres primeros minutos casi el 70% del total
que va a ingerir, por lo que en seis minutos va casi por el 100%, esto demuestra
claramente que la succión placentera no nutritiva está presente desde los primeros
momentos. (Bernardi, Díaz Rosello, Schkolnik, 1982).
Poniéndose en juego no solo la capacidad de la madre para realizar eficazmente la
función nutricia, sino que también poder disfrutar de esta tarea.
La interacción visual que se produce al momento de la lactancia promueve la mirada
íntima y directa de la madre mientras que el registro acústico es un dialogo de los
ritmos sonoros entre ambos.
Bernadi, Guerra, Rodríguez Rega, Strauch y Rossello (1988), realizan una
investigación acerca del desencuentro, muchas veces sutil, que puede provocarse
inicialmente en los vínculos iniciales. Observan la interacción de un bebe de un día de
vida y su madre, durante una lactada.
Destacan principalmente, las dificultades que presenta la madre para llevar a cabo una
comunicación fluida con su bebe, la madre no deja que él bebe intervenga activamente
durante el amamantamiento, no logra respetar su ritmo de succión, alejándolo de ella
cada vez que este para, desamparando así la capacidad de iniciativa del lactante.
La madre presenta también, dificultades para sostener al niño, cambiándolo de
posición reiteradas veces, dando la sensación al espectador de que se encuentra
suspendido en el vacío.
El lactante intenta tocar a su madre (tiene la manos cubiertas con mitones) pero ella le
quita las manos, evitando el contacto corporal entre ambos. Lo incita verbalmente pero
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con una voz, no permite que los hechos se den entre ambos, sino que se muestra
intrusiva y ansiosa sin lograr adaptarse a las necesidades de su bebe.
Superponiéndose los ritmos de ambos.
En el comportamiento materno, se pueden ver elemento que indican una sobre
estimulación táctil y bocal, por la cuales él bebe debe emplear conductas reguladoras
como la evitación.
Finalmente él bebe grita, poniéndole fin a la sobre estimulación y dividiendo en dos la
lactada, la primera parte de creciente tensión, y la segunda de una mayor distención y
posibilidad de acople. De todas formas las dificultades continúan ya que no loga
atenderlo en dos canales, visual y táctil, al mismo tiempo.
Los autores atribuyen a la fragilidad del self materno, la dificultad para permitirse una
proximidad rítmica continuada con su hijo.
El sostenimiento…
En torno al sostenimiento del bebé Winnicott (1965) relaciona varios conceptos, en
primer lugar sostener físicamente al infante es en sí mismo, una forma de amarlo,
transmitiéndole seguridad y calma.
Implica, también, la provisión de todo un entorno, de modo que junto a las
experiencias instintivas y el paso del tiempo, se van definiendo las relaciones
objatales, el infante va paulatinamente, percibiendo los objetos como externos al ser.
El yo se va estructurando integradamente, pudiendo ahora experimentar la angustia
relacionada con la desintegración, si el desarrollo continúa de un modo sano, el infante
puede volver a vivenciar estados no integrados, pero debe contar con un apoyo
materno prolongado o recuerdos constituidos de este apoyo que le brinden confianza
para lograrlo.
El resultado de este proceso es la conformación del bebé como individuo, lo que
implica el relacionamiento de las experiencias motrices, sensoriales y funcionales,
vinculadas con un “yo”, “no-yo”, experimentando un interior y un exterior.
Otro proceso que se relaciona a lo que Winnicott llamo la “fase de sostén”, es la
aparición temprana de la inteligencia, diferenciando la mente de la psiquis, el inicio de
los procesos secundarios y del funcionamiento simbólico que va formando y
ordenando, el contenido psíquico personal que a su vez le permitirá soñar entre otras
cosas.
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El desarrollo continua con la capacidad para las relaciones objetales ya que el infante
pasa de una relación donde concibe el objeto subjetivamente, a una relación con un
objeto percibido objetivamente, deja de estar fusionado con la madre, se relaciona
con ella como algo separado y “no-yo”. Este cambio está vinculado a la evolución de
bebé.
El sostén:
protege de la agresión fisiológica; toma en cuenta la sensibilidad dérmica del
infante -el tacto, la temperatura, la sensibilidad auditiva, la sensibilidad visual, la
sensibilidad a la caída (a la acción de la gravedad)- y su desconocimiento de la
existencia de nada que no sea el self; incluye la totalidad de la rutina del
cuidado a lo largo del día y la noche, que no es la misma para dos infantes
cualesquiera, porque forma parte de infante, y no hay ningún par de infantes
que sean iguales; también sigue los minúsculos cambios cotidianos, tanto
físicos como psicológicos, propios del crecimiento y desarrollo del infante
(Winnicott,1965,p. 63).
Lo que se logra entonces, con un cuidado materno prolongado, es la base de la fuerza
del yo, una continuidad del ser, si todo va marchando bien el infante no se dará cuenta
de lo que se le provee, ni de lo que se le está evitando vivir. Pero, en cambio, cuando
no va todo bien el infante si toma conciencia del resultado de la prolongación del
fracaso, es decir de los resultados de éste y por consecuencia la continuidad del ser
se ve interrumpida debilitando al yo.
La preocupación materna…
Winnicott (1965), entiende que al comienzo el infante depende totalmente de su
madre, quien lo cuida y protege, pero también en términos psicológicos existe una
independencia del bebe que refiere a lo heredado e inmodificable, los padres podrán
darle a su hijo lo necesario para que su desarrollo sea sano, y los procesos de la
maduración, que dependen de la provisión ambiental, no queden bloqueados, sino que
por el contrario, estén sus necesidades cubiertas para pasar a ser parte del niño.
Al inicio, entonces la madre es el propio ambiente del bebe, es ella quien se preocupa
y entrega, de laguna forma, al bebe identificándose con él ya que conoce
perfectamente sus necesidades y lo siente como una parte propia.
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El término que el autor le otorga a esta etapa en relación a la madre es “preocupación
materna primaria” y en relación al bebe, “dependencia absoluta”, durando solo algunos
meses, luego del nacimiento del infante.
Cuando no se logra una adaptación adecuada, es decir satisfacer tanto las
necesidades instintivas, como las que hacen al desarrollo del yo, se quiebra el seguir
siendo del infante, que tiene una tendencia natural a transformarse en una unidad
integrada, teniendo un self con pasado, presente y futuro.
Pero vemos con el paso del tiempo, como se hace necesaria, paulatinamente, la falla
en la adaptación, es decir que poco a poco el infante va dándose por enterado de su
dependencia. Por ejemplo, cuando la madre se ausenta por un lapso de tiempo
prolongado y sobreviene angustia, apareciendo también la rabia, entendiendo que la
madre es necesaria, pudiendo así elaborar los sentimientos de ambivalencia,
fusionando la agresividad y el amor.
El autor llama a esta nueva etapa en el niño “dependencia relativa”, que también
conlleva a la independencia relativa de la madre, quien comienza a rehacer su vida en
otros ambientes que no son exclusivamente, él bebe.
Se va forjando, entonces, el camino “hacia la independencia” del niño, quien podrá
enfrentar y ser parte del mundo, entre el periodo del deambulador y la pubertad, los
niños en periodo de latencia están conformes con su independencia explorando la
sociedad y sus posibilidades.
Lo histórico, social…
Él bebe nace dentro de una familia que responde a una cultura, dentro de una
sociedad que impone pautas, las que van dejando su huella en el relacionamiento
vincular y por consecuencia en la estructuración psíquica del niño.
Aspectos tales como, ¿que se espera del niño?, ¿Qué lugar ocupa en la familia? ¿Qué
sucede con los modelos identificatorios? , han cambiado, incluso en los últimos
tiempos, sin tomar en cuenta todo el desarrollo de la figura del niño y la infancia a lo
largo de la historia. Esto hace que cambie también, la conformación de la subjetividad
de los infantes, ante sus figuras parentales y ante el mundo del presente.
Los padres, van construyendo las representaciones de sí mismos, en relación a su
hijo, de modo que varios factores tienen peso en esta construcción, los aspectos
transgeneracionales, los modelos de apego, representaciones y pautas, que son
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transmitidas desde la cultura y la sociedad, sugiriendo y hasta imponiendo, una
construcción de parentalidad que se encuentra integrada al ideal del yo.
El modelo hegemónico tradicional de familia ha sufrido grandes cambios, ya no se
trata únicamente de una familia nuclear donde la madre es quien ejerce la función
materna y el padre la función paterna únicamente, por esto la forma de pensar los
roles parentales también se ha visto transformada. (Guerra, 2003)
Desde el imaginario social, entonces, se transmite consciente e inconscientemente,
este “ser padres hoy”, que implica, según el autor, ser amigo de su hijo, no caer en la
figura de autoridad, anteponer, muchas veces, los deseos del niño para no causarles
frustraciones, delegar, en parte, la responsabilidad de la educación a otras personas
como técnicos de diferentes sectores educativos.
Convirtiéndose en padres pasivos, sometidos al ideal de padres, generando una gran
exigencia en sus hijos, negándole la posibilidad de ser y vivir a su tiempo,
desalojándolo violentamente de su lugar del hijo, sufriendo así un abandono psíquico,
buscando muchas veces, otras formas sustitutas de autosostenimiento.
Estas representaciones culturales terminan poniendo distancia con el niño real y sus
necesidades, condicionando sus actitudes y su estructuración vincular, limitando cada
vez más la experiencia de la dependencia en él bebe. (Guerra, 2000)
Winnicott (1965) plantea que el individuo nace y vive siempre en sociedad de modo
que algunas condiciones sociales son heredadas, pero esto no significa que no
podamos cambiarlas, para que sea nuestro legado, pudiendo llegar a relacionarse con
el ambiente hasta el punto de ser él y su medio, independientes.
Stern (1977) habla de los primeros aprendizajes sociales que enfrenta él bebe, señala
que en la primera etapa, éste invita a su madre a jugar interactuando con ella, se dará
paulatinamente el modo de mantener y modular una corriente de intercambio social,
manejando poco a poco las señales destinadas a finalizar o evitar el encuentro
personal o también a mantener una pauta provisional.
Con el dominio de movimientos y convencionalismos, de forma armonizada junto a su
madre, iniciaran un juego mutuo que llamamos interacciones sociales, esto será una
suerte de molde para todos sus intercambios sociales posteriores.
En el primer semestre el niño ha desarrollado esquemas del rostro, de la voz, del tacto
de las personas y en especial de su madre, es capaz de reconocer señales
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emocionales humanas, así como también las pautas temporales, las variaciones de
cambios y ritmos.
Posee ahora una imagen ciertamente compleja de su madre y unos meses más tarde
ya habrá establecido una permanencia del objeto.
Según Freud (citado por Lebovici, 1996) él bebe es omnipotente e inseparable de su
madre en los primeros momentos luego de su nacimiento. Los cuidados perfectamente
provistos de ella colman sus estados de angustia, lo que da paso a las huellas
mnémicas de sus vivencias de satisfacción, quienes serán reproducidas por sí mismo,
gracias a la reactivación de zonas autoeróticas, que ha logrado utilizar con su precoz
capacidad.
La educación…
La educación tiene que ver con la provisión del infante y el niño, de condiciones que
favorezcan su pleno desarrollo mediante el funcionamiento de los procesos interiores
del niño individual como la confianza, las ideas de lo que está bien y mal, la “creencia
en”, lo que se llamaría posteriormente evolución del superyó personal.
La base del desarrollo entonces, es la existencia física del infante junto a sus
tendencias heredadas que van formando la integración de la personalidad, proceso
complejo que ira desarrollando a su propio ritmo.
El infante vivirá en su cuerpo y construirá por tanto el self sobre una base de
funcionamiento corporal que se corresponderán con las elaboraciones imaginativas
conformando la realidad psíquica específica de ese infante en particular,
experimentando un sentimiento de ser yo, relacionándose con el mundo, de forma
afectuosa y también desde lo instintivo. Pero esto dependerá de la provisión
ambiental.
En la primera etapa el infante esta fusionado con su madre, sin haber separado aun su
yo, su madre y el resto de los objetos, por lo tanto si el medio es bueno será
almacenado entre las experiencias del infante como una cierta calidad del self,
indisociable todavía de su propio funcionamiento sano.
Del mismo modo cada falla de la confiabilidad será registrada y la reacción por tanto
de la inconfiabilidad del proceso de sus cuidados constituirá el trauma, es decir una
interrupción del “seguir siendo” y una ruptura del self del infante.
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La comunicación sutil entre la madre y el infante es anterior a la comunicación verbal,
siendo el principio de la educación moral que la misma no sustituye el amor, que al
comienzo solo se expresa en forma de cuidados, es decir un ambiente facilitador o
suficientemente bueno.
Luego a esta comunicación, se le suma la aprobación y desaprobación materna, el
infante busca continuamente esta aprobación y los padres sabrán esperar a que tenga
un sentido de los valores y del bien y el mal. (Winnicott, 1965)
Base biológica…
Sechore desarrolla su teoría centrándose en la maduración temprana del hemisferio
derecho, relacionado con las funciones no verbales implícitas, “aprendizaje implícito”,
el control de las funciones vitales para la supervivencia y el manejo del organismo con
respecto al estrés y los desafíos.
Sostiene por tanto, que el sistema del self implícito del cerebro derecho, es la
representación del sustrato biológico del inconsciente dinámico que evoluciona en los
estados pre-verbales del desarrollo.
La maduración del hemisferio derecho está ligada con el procesamiento de la
información implícita, con mantener un sentido del self coherente, continuo y unificado.
Con relación al lóbulo frontal no dominante, explica que éste realiza un proceso que
conecta las experiencias y memorias relevantes emocionalmente que subyacen a los
esquemas del self, uniendo su sentido.
Siendo el cerebro derecho, principalmente el responsable de muchos de los
desórdenes del apego y patologías del self ya que el procesamiento implícito subyace
al manejo automático de las señales afectivas no verbales de la infancia. Éstas son
llamados proto-diálogos y consisten en gestos táctiles, corporales, mensajes visuales
ojo a ojo, vocalizaciones auditivas prosódicas que inducen instantáneos estados
emocionales, previos a la comunicación simbólica.
El procesamiento diádico implícito de estas protoconversaciones intersubjetivas
mutuas, son responsabilidad del cerebro derecho del bebe en interacción con el
cerebro derecho de la madre, sellando un modelo de trabajo interno que actuara en
niveles implícitos no conscientes, codificando estrategias para la regulación del afecto.
(Schore, 2008)
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“Respecto de las comunicaciones táctiles, gestuales y basadas en lo
corporal, muchas mujeres tienden a acunar a sus bebes en el lado
izquierdo del cuerpo. Esta tendencia a acunar en la parte izquierda
facilita el flujo de señales maternas afectivas en el oído y ojo izquierdo y
son procesadas en el hemisferio derecho, y las consecuencias
comunicacionales auditivas y visuales del niño son por lo tanto enviadas
al centro de la decodificación emocional del hemisferio derecho de la
madre. (Manning, citado por Shore, 2008) Los investigadores afirman
que este contexto de acunamiento- izquierdo permite la máxima
realimentación somático afectiva dentro de la díada, y concluye, “el rol
del hemisferio derecho es crucial en relación con las más preciadas
necesidades de madres y niños”. (Sieratzky y Woll, citado por Shore,
2008,p. 149)
Realidad psíquica…
Aulagnier (1977-1978) por su parte, propone que la realidad psíquica en el ser humano
es posible gracias a la integración de los yoes externos que se encargan de la
integración del cuerpo del infante-realidad exterior. El yo de las otras personas es
quien proporciona y habilita los objetos que satisfacen las necesidades del cuerpo y
aseguran las condiciones necesarias para que las experiencias, más que nada,
vinculadas a las zonas erógenas, es decir de origen somático, estén disponibles para
una representación pictográfica y fantasmática, fuente de placer y de las premisas de
lo originario y lo primario.
Este estado de dependencia absoluta no es para siempre, ya que ningún yo injertado,
tiene el poder de vivir en lo interior del ser acabando por provocar rechazo en lo
originario y lo primario, condición que será necesaria para la conservación de la
actividad de representación y la vida psíquica.
El ofrecimiento de pecho, por ejemplo, es anterior a su demanda y preforma el objeto
de la misma, ofreciendo psíquicamente el primer material del objeto complementario
que será retomado en la representación pictográfica.
Lo que la madre ofrece también lo impone y forma también parte de ese yo anticipado,
ese yo futuro al que nutre y caracteriza haciéndolo posible, de modo que el infante no
se enfrenta a representaciones de la realidad, sino más bien a un representante de su
propia psique, ante los otros. Ese yo anticipado al cual la madre responde y habla
antes de que su psique le permita pensar el yo.
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Existe por parte de la madre una sobrecarga de lo que plantea como potencialidad de
ese yo que ella anticipa y al cual idealiza con el poder de incidir en la realidad para que
esta se adapte a sus expectativas. “A la anticipación del yo por el portavoz, y de un yo
siempre idealizado, corresponde exactamente la representación pictográfica y
fantasmática del poder de la psique sobre la realidad, que siendo originario se
representa como un poder absoluto e inmediato” (Aulagnier, 1977-1978, p. 130)
Objeto bueno, objeto malo…
Al comienzo de la vida él bebe sufre la experiencia del nacimiento, Klein (1983)
considera que dejar atrás el estado intrauterino y el dolor de este momento son vividos
como un ataque, una persecución. De este modo se ve como la ansiedad persecutoria
está vinculada desde el comienzo en la relación del bebe con los objetos en la medida
en que estará aventurado a eventuales privaciones.
La relación con la madre, inicialmente por medio del alimento, es una relación con un
objeto parcial debido a que ambas pulsiones, oral-libidinales y oral-destructivas están
dirigidas al pecho materno. En los niños que poseen un componente agresivo fuerte, la
frustración, la ansiedad persecutoria y la voracidad (entendida como el equilibrio entre
la libido y la agresión de naturaleza oral) se ponen en marcha con facilidad lo que
contribuye a la poca tolerancia a la privación y la ansiedad.
Cuando la gratificación está presente, el pecho es amado “bueno” y cuando provoca
frustración es odiado y sentido como “malo” esto sucede a nivel externo, pero también
se desarrollan procesos endopsíquicos que favorecen a la doble relación con el objeto
primario como las pulsiones de amor que proyecta el lactante hacia el pecho
gratificador “bueno”, así como proyecta sus pulsiones destructivas al entorno y las
atribuye al pecho frustrado “malo”.
Esto se debe a la falta de integración en el yo y en los procesos de escisión en cuanto
al objeto, por esta razón en los tres o cuatros primeros meses el lactante no diferencia
del todos ambos objetos como bueno y malo.
En su mente, el lactante muerde y lastima al pecho bueno, sus fantasías están
cargadas de una gran ambivalencia, pero otros factores de la relación entran en juego
ya la gratificación y amor que siente él bebe en los brazos de ella y la atención que
brinda a sus necesidades, le ayudan a controlar sus ansiedades persecutorias. La
relación con el pecho bueno le da seguridad y confianza con el objeto bueno.
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De este modo el lactante cree que existe un pecho ideal, ya que la idealización deriva
de la necesidad de protección contra los objetos perseguidores, convirtiéndose en un
medio de defensa contra la ansiedad.
Los factores externos también tienen su relevancia en este proceso, todo estimulo del
temor a la persecución refuerza los mecanismos esquizoides, así como también toda
vivencia positiva fomenta y fortalece a la confianza en el objeto bueno contribuyendo
de este modo a la integración del yo y a la síntesis de objeto.
Mahler (1975) nos habla de varias subfases por las que transita el infante en el
proceso de separación individualización, la primera de ellas es, “La diferenciación y el
desarrollo de la imagen corporal”, la segunda llamada “Ejercitación locomotriz”, la
tercera subfase es denominada “Acercamiento” y la cuarta y última “La consolidación
de la individualidad y los comienzos de la constancia objetal emocional.”
En el desarrollo de esta última subfase, se desenlaza una doble tarea., por un lado el
logro de una individualidad definida y por otro el logro de un cierto grado de constancia
objetal. Señala que el aspecto emocional de la constancia objetal se basara en el logro
cognitivo del objeto permanente y en la participación de otros aspectos de la
personalidad del niño.
Es decir que no solo se trata de la consolidación y mantenimiento de la noción de
objeto permanente, sino que también implica la unificación del objeto como bueno y
malo al mismo tiempo.
De esta representación total se promueve la fusión de los impulsos agresivo y libidinal,
modelando también el odio por el objeto en los casos de intensidad.
De modo que cuanto menos confiable y predecible o más intrusiva se haya
comportado el objeto de amor en el mundo externo, en términos de actitud emocional,
tanto será la forma en que se mantenga como, o se transforme en un cuerpo extraño
que no fue asimilado correctamente intrapsiquicamente llamado “introyecto malo”.
El infante intentara expulsar este “introyecto malo” poniendo en juego derivados del
impulso agresivo, desarrollándose una tendencia a identificar la autorrepresentación
con éste, o al menos a confundir ambas cosas, incluso pudiendo llegar a barrer al
“objeto bueno” y por tanto la autorrepresentación buena.
La consolidación de la individualización y constancia objetal emocional son
determinantes en el estilo y grado de integración posterior del niño, con las relaciones
vinculares del mundo circundante.
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Cap.3
Desarrollo psicológico del infante en el primer año de
vida.
Al comienzo de la vida, el organismo no es capaz de resolver una situación de
alteración interna provocada por estímulos endógenos, se limita únicamente a la
exteriorización como forma de descarga (llanto, inervación bascular, gritos) que no
será suficiente para agotar la tensión que provoca el estímulo. Es necesaria, entonces,
la intervención del mundo exterior, es decir de otra persona, ya sea solo por la
aproximación del objeto sexual o por causa de la alimentación. La importancia de esta
descarga interna es fundamental ya que por medio de ella se logra la función
secundaria de la comprensión del bebe, fundándose la comunicación con el prójimo.
Este proceso representa la vivencia de satisfacción ya que se efectúa una descarga
permanente que pone fin al displacer gracias a la percepción del objeto, pero también
se puede experimentar lo que Freud llamo vivencia de dolor.
El dolor produce en él bebe un aumento del nivel sentido como displacer y una
tendencia la descarga que pude verse afectada por una facilitación entre la tendencia
a la descarga y la imagen mnemónica del objeto hostil., de manera que si esta imagen
es recacterizada por una nueva recepción, por ejemplo, surge un estado que es muy
similar al de dolor que incluye el displacer y la tendencia a la descarga, llamado
vivencia de dolor.
El estado desiderativo es entonces, los residuos de ambas vivencias, produciendo una
especie de atracción positiva hacia el objeto deseado o a su imagen mnemónica,
mientras que la vivencia dolorosa produce una repulsión. Surgiendo así la atracción
desiderativa primaria y la defensa primaria. (Freud, 1950)
Para Spitz (1961) el niño recién nacido se encuentra en un estado de indiferenciación,
siendo incapaz de presentar ningún tipo de acción psíquica. Tanto las relaciones
objétales como el objeto en sí mismo no aparecerán hasta que transcurra el primer
año de vida, el objeto de la libido y sus cambios frecuentes también dependerán de la
maduración progresiva y de la diferenciación de los instintos. Pero señala que “el
progreso y el desarrollo psicológico están esencialmente basados en el
establecimiento de las relaciones objetales y sociales”. (p.4)
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No reconoce la existencia de un yo en el recién nacido y por este motivo niega el
establecimiento de algunos teoremas psicoanalíticos en la primera infancia, como el
Complejo Edipo, del súper-yo o del simbolismo y por tanto de las interpretaciones
simbólicas ya que éstas son adquiridas con el lenguaje, luego del primer año de vida.
El infante nace como un ser individual cargado de un bagaje congénito, es decir, un
bagaje hereditario, como primer punto, que comprendería la carga genética y lo
determinado por los cromosomas, como tener dos piernas, boca, así como también lo
comprendido por las leyes biológicas y psicológicas, relacionado a la maduración,
como las faces por las que transitaran los órganos y los estadios.
Como segundo componente, las influencias adquiridas en la vida intrauterinas del
periodo de gestación y por último en tercer lugar, las experiencias del parto al nacer,
pudiendo ser gratificantes o de lo contrario tener un impacto negativo sobre él bebe.
Las diferencias de las estructuras psíquicas entre la diada madre-bebe son claramente
observables, al comienzo en el útero, en el estadio fisiológico, las relaciones son de un
total parasitismo del niño, luego transitará por una simbiosis con la madre finalizando
con un estadio en el que predomina el desarrollo de las relaciones jerárquicas.
El adulto presenta una estructuración de su personalidad organizada de tal manera,
que sus actitudes individuales están en interacción con el medio, el niño en cambio, al
nacer, carece de personalidad comparable, aun teniendo una individualidad
demostrable. No desarrolla iniciativa personal y que su interacción con el medio es
totalmente fisiológica.
Lo que el organismo entiende como su mundo depende también del comportamiento
en este, ya que ambas cosas son inseparables, las sensaciones aisladas no son
suficientes para la creación de percepciones, es necesario relacionar los cambios de la
sensación con nuestra actividad motora, los movimientos de control del cuerpo, los
giros de cabeza, posición y de más. (Najmanovich, 1995)
Por tanto el recién nacido en este estado de indiferenciación no es capaz de una
reacción psíquica, por esto no existen aún relaciones objétales y objetos, se irán
desarrollando en el curso del primer año, estableciéndose el objeto de la libido a final
de éste.
Él bebe transcurre este primer año de vida atravesando tres estadios, el Estadio
preobjetal, el Estadio del objeto precursor y finalmente el Estadio del objeto
propiamente dicho.
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El primer estadio, preobjetal, está relacionado con la idea de narcisismo primario de
Freud (1992) quien consideró la imagen de un narcisismo primario en relación a la
teoría de la libido y sus destinos. “En definitiva concluimos, respecto de la
diferenciación de las energías psíquicas, que al comienzo están juntas en el estado del
narcisismo y son indiscernibles para nuestro análisis grueso, y sólo con la investidura
de objeto se vuelve posible diferenciar una energía sexual, la libido, de una energía de
las pulsiones yoicas” (p.74).
El objeto de la libido cambiara a lo largo del desarrollo en relación a la estructura de
los instintos parciales, entre otros factores.
El recién nacido, entonces, es incapaz de diferenciar y diferenciarse de un objeto, es
uno con su madre, se encuentra protegido por un umbral de percepción muy elevado,
el cual evita las manifestaciones del mundo, este sistema interceptores quien
comunica al niño las necesidades que manifiesta, esto perdura semanas y hasta
meses. Los estímulos del exterior solo pueden percibirse cuando traspasan ese
umbral, generando desagrado en él bebe.
Durante las semanas siguientes ira incorporando algo más que el reflejo condicionado,
y las respuestas a señales de sensibilidad profunda, como las relacionadas al
equilibrio, el giro de cabeza hacia el pecho cuando se coloca en posición de mamar.
Hasta comienzos del segundo mes él bebe reconoce la señal del alimento únicamente
cuando tiene hambre, no conoce la leche o el pezón en sí mismo fuera de su boca.
Recién al finalizar los dos meses adquiere la visualización de las otras personas, es
capaz de responder a un estímulo exterior en función de una percepción interpretativa,
es decir de un impulso insatisfecho, significa que al sentir abre y ver una persona
cerca, abrirá la boca o adelantara los labios. (Spitz, 1961)
En el estadio del objeto precursor, el infante cuenta ya con una maduración semántica
de un desarrollo psíquico en progreso, capaz de responder con una sonrisa al rostro
del adulto, es decir que contará con activación de sus medios físicos al servicio de sus
eventuales experiencias, siendo esta la primera manifestación intencionada, llamada
Gestalt-señal, ya que el niño responde al conjunto del rostro humano, boca sonriente,
nariz, ojos vistos de frente y realizando movimientos afirmativos con la cabeza.
Esta respuesta sonrisa, es aplicada para todos los rostros con estas condiciones, no
únicamente para la madre, en cambio hay otras particularidades que solo ella puede
ofrecer, como el pecho, las manos y sus dedos quienes le brindan los estímulos
táctiles para desarrollar la prensión, el cuerpo y los movimientos de la esta son los
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indicados para el equilibrio y también su voz es quien le proporciona los estímulos
auditivos para la formación del lenguaje.
En referencia a este último, la vocalización poco a poco deja de ser una mera
descarga de impulsos, para ir convirtiéndose en un juego donde repite los sonidos
producidos por él mismo, luego repetirá los sonidos de su madre.
“Advertimos en ello uno de los detalles de la transición del estadio narcisista,
en el cual el niño se transforma a sí mismo por objeto, al estadio objetal.
Cuando se hace eco de los sonidos (y de las palabras) que emite la madre, ha
remplazado al objeto acústico de sus propia persona por el objeto construido
en el mundo exterior, o sea la persona de su madre.
Tales juegos forman, así mismo, la base del otro aspecto de las relaciones
objetales nacientes, ya que la repetición de los sonidos emitidos, primero por el
niño mismo y más tarde por la madre, se transformara insensiblemente en una
serie de señales semánticas” (Spitz, 1961, p. 25).
En este proceso se debe reconocer la importancia del afecto materno, los sentimientos
de la madre hacia su hijo, llamada “actitud afectiva”, esto determinara la calidad de las
experiencias vitales del niño, ya que los niños perciben mucho más las
demostraciones afectivas.
En la dupla madre-hijo, la madre es el factor que transforma, en los primeros meses, la
vida del bebe. Por tanto la interacción entre ambos consiste en una madre cuya
individualidad este formada y un niño con su individualización en formación. (Spitz,
1961)
Página 29
Conclusiones.
Para dar fin, luego del camino recorrido para la realización del presente trabajo, se
puede concluir en que un niño privado de los más comunes cuidados que apañan las
más básicas necesidades como el contacto afectuoso, tendrá como resultado
inevitable el padecimiento de perturbaciones para la configuración de la estructuración
del psiquismo, manifestándose paulatinamente a medida que crezca.
En el transcurso de una etapa a la otra en el complejo desarrollo ya sea a nivel interno
como en relación al desarrollo de las habilidades sociales, la madre o el adulto que
desempeñe este rol, es quien guía y orienta en el aprendizaje continuo del infante, por
medio de vínculos de apego, el bienestar de un ambiente sano y facilitador entre otros
factores ya desarrollados anteriormente.
El infante no desarrolla a nivel pulsional la necesidad de explorar, de modo que esta
actividad intelectual está vinculada a los avatares de la relación afectiva. Si estas
dificultades permanecen en torno a la mitad del primer año de vida, pueden verse
afectadas la comunicación simbólica y por consecuencia la capacidad de aprender de
una forma adecuada.
La figura de la madre es necesaria en primera instancia, como fuente calor, él bebe
necesita sentir su piel, su aproximación, es una experiencia táctil fundamental, una
madre accesible y viva que provee un ambiente psicológico y emocional al bebe.
Presenta el mundo circundante y lo alimenta, la vista, el olfato y el gusto son
registrados de algún modo, pudiendo acudir, luego de un tiempo, a una creación de
algo parecido al pecho ofrecido, creando la ilusión de que el mundo es lo que él desea
y requiere., fantasía que luego se vara truncada por la desilusión, tarea asignada
también a la madre y no de menor importancia ya que debe soportar la frustración y
aprender las verdaderas formas de vinculase con el mundo, en un tiempo y espacio
real más ajeno que sus propias necesidades.
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