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La Casa de mi Padre Un Lugar de Encuentro, Anuncio, Sanación, Llamada, Formación y Envío… ¡Una Casa para todos!

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La Casa de mi Padre

Un Lugar de Encuentro, Anuncio, Sanación, Llamada, Formación y Envío… ¡Una Casa para todos!

Intentaremos vivir con un corazón abierto y sin exclusión, pues en la casa de mi Padre hay lugar para todos. Y nuestra interioridad es la casa de ese Dios que es nuestro Padre materno. Anunciaremos el Evangelio a todos, desde nuestros diversos dones y carismas, y nos esforzaremos en curar las heridas de la historia en cada hermano, sabiendo que ellos son llamados por Jesús para que en su historia se pueda continuar la misión de Galilea. La Misión de la reconciliación y la misericordia. Y nos empeñaremos en formar a los que se nos confíen para que puedan ser discípulos – apóstoles, enviados a vivir y compartir el reino, fruto de una vida leída con la mirada esperanzada de Dios y Reconciliada en la entrega siempre actual y actuante de Jesús. Todo esto con la certeza de que la necesidad de nuestra humanidad en la actualidad es la sanación del afecto.

Una Casa, un corazón, donde hay lugar para

TODOS

Así como durante siglos el Espíritu Santo ha ido respondiendo según la necesidad de la humanidad y ha suscitado movimientos, agrupaciones, instituciones, carismas,que buscaban la sanación de la situación que se presentaba, hoy en día el clamor de la humanidad está situado en la realidad Afectiva. La lepra de hoy, la ceguera, el hambre, la guerra, la desnudez, la ignorancia, está situada sobre todo en la dimensión afectiva de las personas. De Mujeres y Hombres de todas las edades, situación social y ubicación geográfica. Es ahí donde se nos pide llevar el evangelio de Jesús, es ahí donde se nos pide revelar con nitidez el rostro verdadero de Dios, el rostro del amor incondicional que es el único capaz de sanar las heridas de la historia, causadas justamente por no haber recibido un amor sin condición, por haber sido amados no de la manera que necesitábamos en el momento oportuno, incluso por aquellos que debían haberme amado bien y no lo hicieron o por los que me amaron sin saber hacerlo y lo hicieron mal. Es desde ahí donde se nos pide hacer de nuestra Iglesia y nuestra sociedad la Casa llena de salvación y generosidad de Zaqueo como lo dice el evangelio de Lucas, o la casa impregnada de nardo puro de Marta, María y Lázaro también del evangelio, cuyo buen olor sea la misericordia que limpia, sana, reconstruye y salva a cada hijo e hija de Dios.

Como respuesta a una necesidad: SANAR EL AFECTO

Un Lugar para FORMANOS

Pondremos por tanto un especial interés en la formación humana que dará como fruto una sanación y crecimiento psicológico, que nos capacite personalmente para poder acompañar y formar a otros. La vasija nunca estará terminada, y las heridas nunca desaparecidas, pues hemos de recordar siempre el barro del que estamos hechos y así siendo uno como todos podamos ser compasivos y misericordiosos con nuestros hermanos. Sin embargo, siempre en camino y en las manos de nuestro Dios alfarero que va haciéndonos el bien. Para realizar este proceso tomaremos en cuenta las ayudas terapéuticas y especializadas que estén a nuestro alcance, siempre con la certeza de que llevamos una espina clavada en la carne, y que nos bastará la gracia de Dios, para que seamos fortalecidos en nuestra debilidad. Y así sirvamos de testimonio de la misericordia de Dios, que además nos llama para confiarnos este ministerio.

Una Casa de ORACIÓN

Nuestra espiritualidad tendrá como base fundamental la Palabra de Dios. La oración, meditación, contemplación, comunicación y vivencia de dicha Palabra. El evangelio es nuestra guía y camino, y se irá grabando en nosotros en cada acontecimiento.

Siempre leeremos las situaciones a la luz de ese evangelio para constatar así la obra de Dios. Unos tiempos viviremos en Galilea, otros en Nazaret, muchos en Jerusalén, en la cruz, otros en Betania, en Jericó o en Belén. Pero siempre dejaremos que sea palpable en nosotros los dichos y hechos de Jesús y sus apóstoles.

Casa de MISERICORDIA y RECONCILIACIÓN

La presencia del Padre, su amor, su abrazo, su perdón, su voz, su seguridad, su cuidado, su protección y calor serán nuestro habitad espiritual. Estar en su torno, en su mesa, en su casa, será el ambiente propio de nuestra vida. Cada uno siendo quien es, libres y auténticos, sabiéndose aceptados por Dios, sin moldes ni uniformes, sin pretender borrar o tapar lo más propio de cada uno, sino contando con todo ello para la vida, la misión y la vivencia en el espíritu. La cercanía con Jesús, el mismo de Belén, Nazaret, Galilea y Jerusalén, hecho pan en la Eucaristía, será fuente de vida, fortaleza y consuelo. Estar largos ratos frente a Él personal y comunitariamente será impulso misionero y fraterno cimentado en la misericordia del Dios que se agacha, que se vuelca por entero hasta hacerse pan para tocar nuestra miseria. El contemplarlo, el celebrarlo, el recibirlo, el colocar ante él todos nuestros clamores y dones será una práctica habitual entre nosotros.

Casa de Caridad eficaz y Envío Misionero

Nuestra principal manera de ejercer la misión será mediante el Anuncio, la predicación de la Palabra de Dios, en convivencias, retiros, talleres, foros, Ejercicios Espirituales, Misiones urbanas y rurales, (Pascua Misión, Parrandones Misioneros Navideños, Planes Vacacionales Misioneros, incidencia Social en Hospitales, Ancianatos, Parques, Centros Comerciales, Cárceles, Realidades de Prostitución ). Atención y apoyo a empresas para capacitar, motivar, formar a los empleados desde la realidad humana – psico – espiritual, entre otros según indiquen los signos de los tiempos. La llamada, captación y formación la ejerceremos desde la realización de Escuelas de Apóstoles Animadores (Formación humana, Bíblica, Teológica, Pastoral, Espiritual, de Incidencia Social), Los Talleres de Crecimiento Humano, Escuelas de discernimiento, según sea el nivel de seguimiento y pertenencia de cada uno y cada una, también Encuentros para la formación, la fraternidad, la oración, desde las diversas realidades y estados de vida, así como el acompañamiento psico-histórico-espiritual, que será un medio eficaz en la sanación de la historia personal de quienes se nos confíen. Nuestra dedicación y misión ha de estar siempre orientada a realizar proceso de crecimiento en las personas, bien sea en el campo espiritual, formativo, humano-psicológico. Se ha de apuntar siempre a la perseverancia, a la vivencia de proceso y a la posterior opción de dedicarse a amar de la manera que ha sido amado, desde esta misión concreta, siendo enviados como Apóstoles de la Misericordia.