la historia grafica del siglo xx vol. vii

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De 1960-69

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  • HISTORIAGRFICA DEL

    SIGLO xx

    VOLUMEN VII

    196O ~ 1969EL HOMBRE EN EL ESPACIO

    EDITORIAL LABOR, S.A.http://Rebeliones.4shared.com

  • Para esta edicin: 2008 Ibercultura

    ISBN: 978-84-3352-700-4 Obra CompletaISBN: 978-84-3352-707-3 Tomo VII

    Impreso en Espaawww.ibercultura.net

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  • Sumario

    Pag.

    PRLOGO viLa independencia del Congo 1Brasilia: el smbolo de una poca 10El incidente del U-2 18El terremoto de Agadir 24Cronologa 1960 28El muro de Berln 30Gagarin, el primer cosmonauta 42Cronologa 1961 48La independencia de Argelia 50La crisis de los misiles 62El ltimo sueo de Marilyn 72El Vaticano IICronologa 1962 92Asesinato en Dallas 94Philby, el espionaje que surgi del fro 108Los Beatles 118Cronologa 1963 128La dcada de Jruschov 130El milagro japons 138El mundo de la televisin 148Chipre: una isla dividida 156Cronologa 1964 164La moda: de Coco Chanel a Mary Quant 166El Marruecos de Hassn II 174Cronologa 1965Cassius Clay 184Los hippies: sus races y su semilla 190La Copa de Europa 198Cronologa 1966 204La guerra de los seis das 206La era del trasplante 218La muerte del Che Guevara 224Grecia: el golpe de los coroneles 234Cronologa 1967 242Asesinato de Martn Lutero King 244La Primavera de Praga 254El Mayo francs 264Mxico: Sangre en la plaza de las Tres Culturas 276La Olimpiada de Mxico 286Cronologa 1968 292El hombre llega a la Luna 294Golda Meir 302Doana: Parque natural del mundo 312Cronologa 1969 318

    v

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  • PROLOGO

    NCUENTRO no poco artificial el arbitrio de probara dividir el tiempo en mdulos de duracinprevista e inalterable, aduana que la historia se

    salta con una desconsideracin y un desprecio infini-tos. Siglo es nocin ms administrativa que eficaz, msprocesalista que natural, y resulta no poco forzado eladmitir que al devenir del hombre sobre la Tierra yaun ms all de la Tierra y sus minsculas rencillasse le pueda querer buscar un sentido encorsetndoloen rgidos perodos que, con el isocronismo y el rigordel pndulo, todos empiezan su caminar en el primerao de cada centuria. Se cuenta por siglos, es biencierto, pero pienso que tan slo por comodidad y sinexcesiva fe en el propsito; quiz fuera til, no obstan-te, seguir por la vereda trazada y no buscarle los trespies al gato, que es lo que estoy haciendo ahora.

    Tampoco me parece razonable, sino excesiva, la du-racin de estos lapsos con los que se quiere acotar elcalendario. En cien aos caben cuatro generaciones yjams nadie se siente prolongado en su tataranieto oradicado en su tatarabuelo. Yo hubiera preferido eluso de otra manera de contar ms dinmica y flexi-ble, quiz de tractos ms cortos y no forzosamente delmismo tamao cada uno de ellos, porque pienso queun poco de imprecisin ayuda a discurrir mejor y arecordar con mayor aplomo y fundamento.

    La historiografa positivista, apoyada en la crnicade los acontecimientos puntuales, ha visto envejecer yenrobinarse sus estructuras y su terminologa, y los su-puestos que un da pudieran funcionar se nos mues-tran hoy caducos e ineficientes. Tampoco soy el pri-mero en suponer lo que queda ficho.

    poca y era son conceptos que pudieran servirnosporque escapan a la rigurosa cronometra que, a mientender, lastra a la idea de siglo y su significado, perotambin son voces demasiado solemnes y grandilo-cuentes: poca romana, era cristiana, etc. Edad es se-alamiento desvirtuado por el uso vicioso que de lhan hecho los historiadores, y no cabe admitir enbuen sentido que la Edad Media nazca, a los efectosespaoles, con el derrumbe del Imperio romano paramorir con la toma de Granada; que la Edad Modernallegue hasta la Revolucin francesa y la declaracin delos Derechos del Hombre, y que la Edad Contempor-nea la que coincide en el tiempo con el hablanteno pueda tener fin terico, por muchos aos que pu-

    Por CAMILO JOS CELA

    diera prolongarse e incluso aunque acabara llegandohasta el hasto.

    Con no pocas reservas y con todos los rubores pre-cisos, me atrevera a reivindicar aqu el uso de un tr-mino que funciona perfectamente en espaol y quetiene todas las poticas imprecisiones y todas as meta-fsicas precisiones necesarias. Acabo de aludir a la voztiempo, que en singular y quiz tambin en pluralforma en locucin tan eficaz como correcta (Acade-mia, 3.a acep. poca durante la cual vive alguna per-sona o sucede alguna cosa. En tiempo de Trajano; entiempo del descubrimiento de Amrica), pese a quecomporta cierto cariz pretrito y aun aorante, al queel paso de los aos, en previsible proceso semntico,pudiera descabalgar sin mayor violencia.

    No creo digo en el tiempo esttico y parceladoy preconizo una visin ms elstica y cimbreante delacontecer histrico o, mejor dicho, de su contempla-cin y estudio y consiguiente relato cientfico y litera-rio. Las seales en tiempo de Sneca o en tiempos,en plural, de Maricastaa, las tengo por ms precisas,aunque tambin ms huidizas y sutiles, que siglo I oedad remota en que, segn Cervantes, hablaban lascalabazas y, segn el maestro Correas, los animales(hubo otra Maricastaa, lucense y coetnea del Librode Buen Amor, que se sublev contra el obispo), por-que ms mueve al mundo y ms cambia la imagen yaun la visin y la concepcin la Weltanschauung delos alemanes que de l puede tener el hombre, unsuceso memorable, que la rutinaria cada de una hojadel almanaque.

    Insisto en suponer que es ms hermoso y adecuado,e incluso ms riguroso y aleccionador, el contar a his-toria (contar de cuenta, cmputo, y no de cuento, na-rracin) por hitos modificadores y aun no ms quemaquilladores de la faz del mundo, que el hacerlopor resortes, tan slo convencionales y que quiz pu-dieran servirnos a los nicos y meros fines de las pre-cauciones inmediatas.

    A mayor abundamiento, la cronologa esa necesi-dad no siempre considerada y aprovechada con ade-cuacin bastante cobrara nuevas y tiles fuerzas or-denando los aconteceres en nuestra memoria. Hablardel tiempo (o de los tiempos) de la fundacin deCdiz, de la llegada de los celtas a la Pennsula, de losJuegos Olmpicos, de a fundacin de Roma, de Con-fucio, de Fereles, etc., sucesos todos acaecidos hacems de dos mil aos, o hacerlo de Gutenberg, del des-

    VI

    La cuenta del

    tiempo/

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  • cubrimiento de Amrica, de Coprnico, de Cervantesy Shakespeare, de Galileo, de Newton, de la revolu-cin industrial, de la toma de a Bastilla, de Darwin, dela radiactividad, de Einstein, de la guerra europea,etctera, hechos todos producidos de medio milenio aesta parte, leva ms claridad a la cabeza que la escue-ta mencin del ordinal sena/ador de cada siglo.

    II

    < OS hombres creemos siempre dos cosas del tiem-po que nos ha visto nacer, del tiempo que nosha tocado vivir: que es la cspide y suma de

    todos los eventos acaecidos, buenos y malos, y que esel decantado licor y el ombligo de todas las ideas ex-presadas, yermas o rebosantes de lozana frescura.

    El siglo XX, en Europa, empieza con la guerra del 14y no con la muerte de la reina Victoria de Ingla-terra. Espaa pudo haber sido ms precoz, pudo ha-ber entrado en l a rengln seguido de a humillantepaz de Pars, pero no acert a hacerlo, prolong susestructuras decimonnicas hasta ms all de lo necesa-rio y, una vez ms, vio frenada su historia por las msoxidadas y gratuitas inercias.

    Los hombres nos movemos condicionados por esosdos tiempos de que hablo el del nacimiento y el dela primera asomada a la vida (los veinte aos) y nopodemos substraernos a a huella con que nos marcanel alma y as carnes. De m puedo decir que nac en elapogeo de la guerra europea, que coincidi con apoca familiar de las vacas gordas, y me asom almundo con el siniestro chasquido de la guerra civil,que marc a era nacional de las vacas nacas. El usode nuestro propio tiempo personal nos ata, queramosy aunque no queramos, a un determinado entendi-miento de cuanto sucede a nuestro alrededor y que,desde que el mundo es mundo y con una monotonapasmosa y aun ejemplar, es a bullidora suma de todaslas delicias y todos los denuestos imaginables y posi-bles. Un entendimiento catastrofista de la vida, o loque es o mismo, un entendimiento de la vida comouna sucesin de muertes y falsas muertes atroces ygrandilocuentes, podra levarnos, a los hombres demi tiempo, a una crnica con todos los acaeceres te-idos de luto: as dos guerras dichas y todas las de-ms, el bolchevismo y el fascismo en el poder, asmasacres, la bomba atmica y en voz baja, la deser-tizacin de la tierra, la putrefaccin del mar, la con-taminacin y aun el envenenamiento del aire, la sub-levacin del ruido, el crimen organizado y el gratuito,la tenaza de la droga, los hombres sin trabajo, el ham-bre endmica y en proporciones vergozonsas, etc. Elpanorama es preocupante, aunque supongo que no

    desesperado: el hombre es bestia de mucho aguantey, pese a sus esfuerzos denodados, no dio an y porfortuna con a frmula que lo borre de la faz de aTierra.

    Del otro lado de la calamidad (y no pocas calamida-des se han ensayado, por ahora sin xito, en mis zu-rradas carnes mortales) tambin se pintan las bendicio-nes, los remansos adornados por el amor y la paz, ylas situaciones deleitosas. De mi niez guardo una u-rea memoria olmpica; mi adolescencia a recuerdo decolor verde veneno; en mi juventud fui, primero, carnede can y, ya en la paz, marioneta del hambre, y enmi madurez ejerzo os seis oficios del caballero: leer(Gradan deca: Gran gusto el de leer, empleo de per-sonas que, si no las halla, las hace), escribir (paraCervantes, la pluma es la lengua del alma), comer(Comamos y bebamos, que maana vendr la muer-te, dijo San Pablo a los corintios), beber (El vino ale-gra el corazn del hombre, se advierte en las Sagra-das Escrituras), amar (Sus muchos pecados le sernperdonados porque am mucho, dijo Cristo de laMagdalena, segn San Lucas) y despreciar a los mise-rables (Ramn Gmez de la Sema lo preconiza: Losmiserables deban ser escupidos hasta por las fuen-tes).

    Queda dicho cuanto antecede para que nadie sesienta jams demasiado heroicamente desgraciado. Ci-monos a nuestras propias vidas como el gladiador asu muerte, incluso con soberbia, y dejemos que elhombre discurra por la falsilla de la cuenta del tiempoque acepta tanto como se le impone y con el mismoespritu.

    Eugenio d'Ors, el da antes de mi boda (adviertoque llevo cerca de cuarenta aos casado, lo que cual-quier psiquiatra pudiera considerar deformante), meregal un grabado de Sunyer en cuyo borde escribicuatro bellos versos alejandrinos:

    Que un destino, sin falla ni aplazamiento alguno,Ejecute maana lo que ayer prometi,Y que tus hijos vean el siglo XXI,Que t tal vez no veas y yo, de cierto, no.

    Estamos empezando ya a desollarle el rabo al si-glo XX, y el siglo XXI, con sus evidencias y sus incerti-dumbres, se pinta ya en el horizonte. La historia, con-tmosla como la contemos, no va a interrumpir su za-rabanda por mor de la nueva terminologa.

    vil

    L

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  • 1960

    LA INDEPENDENCIA DEL CONGON el ao 1885, las potencias europeasreunidas en Berln reconocen la exis-tencia del llamado Estado indepen-

    diente del Congo, propiedad privada deun jefe de Estado que al mismo tiempo esel rey de los belgas.

    Leopoldo II cede al pas, en su testamen-to, los derechos sobre esta parcela suya defrica.

    Blgica, como otros pases europeos, notiene en cuenta la identidad del pueblo queacaba de colonizar y se limita a utilizar su te-rritorio como vlvula de escape para su

    problema demogrfico y sus excedentes fa-briles. Durante muchos aos, miles de em-presas obtuvieron beneficios de las explota-ciones agrcolas y mineras de la nueva tie-rra, y, sin embargo, hasta 1954 no abre laspuertas la universidad del Congo. Mientras,el pueblo africano empieza a despertar delsueo de la historia; aparecen movimientosindependentistas y lderes que luchan por laliberacin del pas y del continente.

    La chispa surge en 1955 cuando el reyBalduino promete a los congoleos su inde-pendencia para dentro de treinta aos.

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  • Historia de una colonizacinEl Congo tiene todo el aroma de las viejas

    leyendas europeas. Una mezcla de Samarkanday El Dorado, que hicieron las delicias de la ex-pansin colonial del siglo XIX. En esta ocasin,El Dorado exista; pero sus precedentes estnteidos de sangre y de explotacin. En el ao1482, un navegante portugus, Diego Cao, lle-gaba a la desembocadura del gran ro Congo;pero no arribaba a un pas de nadie; estaba anteuno de los reinos africanos ms importantes ensu pasado y en su realidad: el Congo. Son aos,los subsiguientes al descubrimiento, de una ex-traa relacin, esquizoide en cierto modo, entreel sentido religioso, misional, de los navegantesy conquistadores portugueses, y los soberanos yel pueblo del Congo, que hacen gala de unatremenda ingenuidad ante el hombre blanco:'bautizos masivos, conversiones espectaculares,consagraciones episcopales de prncipes africa-nos. Este contacto inicial, intento frustrado desimbiosis, no durar largo tiempo; aunque siglosms tarde quiz pudiesen encontrarse ecos deesta experiencia en los intentos asimilacionistasdel doctor Salazar en el frica portuguesa. Elreino del Congo, sin embargo, como otros tan-tos pueblos africanos, ser vctima inmediata dela trata y de la esclavitud. El frica negra serutilizada por el primer colonialismo europeo co-mo abastecedora d mano de obra barata paralos cultivos intensivos y los trabajos de extrac-cin minera en el otro gran continente recindescubierto, Amrica. Para el Congo, el trficonegrero, una de las mayores infamias que pesansobre la historia de Europa, supuso una sangra

    Las pipas nativas utilizadaspor los guerreros para la

    danza fueron calladas parasiempre, y en su lugar se

    emplearon modernosinstrumentos de viento para

    acompaar las marchasmilitares. Las formas

    primitivas de vida de loshabitantes del Congo

    cambiaron radicalmente conla colonizacin.

    Los belgas se hicieroncon el corazn de frica,

    y hasta all viajaronsus ingenieros, sus soldados

    y sus misioneros. Hoy,cuando ya casi nadie discute

    los nefastos efectos de lapresencia europea en frica,conviene reconocer que los

    nicos que acudieron alcontinente negro ms

    dispuestos a dar que arecibir fueron los religiosos,

    obligados a simultanear elapostolado con tareas

    mucho ms terrenales, comola medicina o la agricultura.

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  • continua de sus gentes que no concluy hastamuy avanzado el siglo XIX.

    En la historia de la colonizacin del Congo, yaen pleno expansionismo decimonnico, coinci-den dos actitudes tpicas del hombre europeode la poca. Por una parte, el afn por ampliarsus conocimientos cientficos a toda la superficiedel globo. Es el momento estelar de las grandesexploraciones, de las sociedades geogrficas quesurgen por doquier, especialmente impulsadaspor la iniciativa privada. Con respecto al Congo,los exploradores comenzarn el intento de llegara su corazn, a su interior, en 1815, con la ex-pedicin del capitn Tuckey, comisionado por laSociedad Geogrfica de Londres; desde enton-ces se sucedern otras muchas; pero sern Li-vingstone y, sobre todo, Stanley, que en 1876inicia su gran viaje de novecientos noventa ynueve das de duracin, los verdaderos descu-bridores del Congo. La otra actitud, generaliza-da entre los polticos de la poca, es la del puroy fsico expansionismo territorial: No hay po-tencia, sin colonias, se deca en el siglo XIX.Leopoldo II, rey de los belgas, ilustrar hasta ex-tremos lmites este planteamiento; su aureola ro-mntica, en ms de un aspecto, queda reducidaa sus proporciones justas si se tienen en cuentaunos datos objetivos que, en definitiva, impon-drn la empresa colonial: en el caso de Blgica,a la necesidad de materias primas para sus in-dustrias y de bsqueda de mercados para susexcedentes fabriles, se unira un problema de-mogrfico ya amenazador y que necesitaba ur-gentemente una vlvula de escape.

    Lo que hace realmente atractivo el tema de lacolonizacin del Congo es su presentacin y

    posterior realizacin como resultado directo deuna empresa absolutamente personal. Se ha es-crito de Leopoldo II que estaba dominado por laidea de construirse un imperio personal parasatisfacer su sed de creacin y de poder; y alservicio de esta idea pondr incluso su propiafortuna particular; fundador, a su vez, de unasociedad geogrfica en 1876, conseguir la cele-bracin en Bruselas de una conferencia interna-cional (Alemania, Austria-Hungra, Gran Breta-a, Francia, Italia y Rusia) que aprueba unaaccin destinada a la exploracin y a la civiliza-cin del frica austral, cuyo comit ejecutivopresidir el mismo rey Leopoldo. Dos aos des-pus, en 1878, el soberano belga conoce en Pa-rs al explorador Stanley; de esta entrevista y deuna admiracin recproca nacer la expedicindel ao 1879. Rematando la cpula de su em-presa personal, en 1880, Leopoldo constituir laAsociacin Internacional del Congo. La coloni-zacin institucionalizada haba comenzado; jun-to con los exploradores, pisndoles los talones,llegaron los misioneros.

    De la Conferencia de Berln almovimiento independentista

    Desde noviembre de 1884 a febrero de 1885,la capital del Reich alemn ser el escenario deun espectculo inslito, ilustrador de la prepo-tencia europea: el reparto de todo un continenteentre sus depredadores, sentados en torno auna mesa de conferencias. Es el instante histri-co en que se articula jurdicamente un modelo

    1960La independenciadel Congo

    En 1960, durante lacelebracin de la mesaredonda de lderescongoleos reunida enBruselas para decidir unacuerdo de independenciacon Blgica, Moise Tshombhizo pblica su doctrina dela descentralizacin delCongo, chocando as porprimera vez con las tesis dePatricio Lumumba, lderindiscutible, tras estareunin, del panafricanismocomo doctrina unifcadora.El joven rey Balduino habaheredado, junto con eltrono, una colonia que noestaba dispuesta a esperartreinta aos para conseguirla independencia.

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  • Entre la destitucin deLumumba como presidentedel gobierno y la toma del

    poder por los militaresencabezados por el coronel

    Mobutu slo medi unasemana. El dictador, cuyo

    poder nicamente dur oncemeses, les hizo un buen

    servicio a los belgas y a laalta burguesa congolea: nose conform con destruir a

    legalidad vigente, sino quetrat de desprestigiar a

    Lumumba acusndole dehaber recibido dinero de la

    China roja.

    moderno de explotacin de un espacio fsico yde unos recursos materiales concretos. Es tam-bin, en el aspecto que ahora consideramos, laconsagracin diplomtica de los trabajos del reyLeopoldo. Las potencias europeas, reunidas enBerln, reconocen la existencia del llamado Es-tado Independiente del Congo, propiedad pri-vada de su jefe de Estado, que, al mismo tiem-po, es el rey de los belgas. Se trata de un su-puesto especfico y peculiar de unin exclusiva-mente personal entre el territorio y el soberano.Este fantasmal Estado independiente tendr lamisma duracin que la vida fsica de su propie-tario: desde 1885 hasta 1908. Son los aos,preciosos, en que se dispone la infraestructuranecesaria para la explotacin econmica de losrecursos de un territorio que se presentabancomo altamente prometedores. Aos antes de sumuerte, Leopoldo II dispone en su ltima volun-tad testamentaria la intencin de legar y trans-mitir a Blgica todos nuestros derechos sobera-nos sobre el Estado Independiente del Congo.Cuando, en 1908, Leopoldo II muere sin haber

    pisado nunca el suelo de su propiedad, finalizatambin la farsa diplomtica: el Congo es, lisa yllanamente, una colonia belga. Se abre un nue-vo perodo de dependencia que se prolongarhasta el da 30 de junio de 1960; medio siglodurante el cual Blgica debi enfrentarse a lasapetencias de otros poderes coloniales, sabin-dolos sortear. En el plano administrativo combi-n un rgimen paternalista, que no dejaba espa-cio poltico a los naturales del pas, junto con laaparicin de grandes empresas mercantiles(Unin Minera del Alto Katanga, Unilever, For-minire, etc.) que obtuvieron sustanciosos bene-ficios de las explotaciones agrcolas y de las mi-neras de estao, cobre, diamantes, oro, cobaltoy, ms tarde, uranio. Prueba de esta mezcla depaternalismo militante y de capitalismo desen-frenado es que la primera universidad del Con-go, la de Lovanium, no abre sus puertas hasta1954, slo seis aos antes de la independencia.

    No obstante, en el decenio de los aos cin-cuenta de nuestra centuria, el viento de la des-colonizacin soplaba imparablemente en todo el

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  • continente africano, y Blgica no supo estaracorde con los tiempos. En 1955, Balduino deBlgica visitaba la colonia y pronunciaba un dis-curso en Leopoldville, luego confirmado porciertos expertos belgas, en donde se prometa laindependencia... para dentro de treinta aos.Esta inadecuacin con el tiempo histrico preci-pitara los acontecimientos y actuara de catali-zador de una serie de organizaciones y de movi-mientos que rpidamente cristalizaran en losfuturos partidos polticos: Conciencia Africana,Abako, Movimiento Nacional Congoleo yotros; al mismo tiempo, en un espacio muy bre-ve, casi de meses, apareceran una serie de figu-ras y personalidades congoleas que, de una uotra manera, encabezaran la marcha hacia laindependencia: Maluba, leo, Kasavubu, etc. Elda 30 de junio de 1956, el grupo ConcienciaAfricana hace pblico un manifiesto, de extremamoderacin, que admite el proyecto de inde-pendencia de Bruselas, a treinta aos vista; pero,aquel mismo ao 1956, el grupo Abako respon-de exigiendo actuaciones concretas y rpidas:Ya que ha llegado la hora, es preciso conceder-nos la emancipacin ahora mismo y no retrasar-la treinta aos. Nuestra paciencia se agota.

    Qu ha ocurrido? frica emerge del sueode la historia; sus congresos y encuentros semultiplican bajo la personalidad de lderes comoNkwame Nkrumah y Sekou Tour, que exigen noslo la descolonizacin inmediata, sino que pre-sentan un plan y una doctrina unificadores: elpanafricanismo. Y, por otra parte, ms de un diri-gente poltico europeo, dotado de un cierto sen-tido de la historia y buen entendedor de la aspi-racin de los pueblos africanos, se muestra antelas masas continentales con un mensaje que nonecesita intrpretes posteriores. El general Char-les de Gaulle, presidente de la V RepblicaFrancesa, lanza en Brazzaville, el 24 de agostode 1958, un llamamiento cuyos ecos an no sehan apagado y que ser tanto o ms importanteque el que, en circunstancias trgicas para Euro-pa, realizase desde Londres durante la SegundaGuerra Mundial; en Brazzaville, afirma De Gau-lle: Quien quiera la independencia, podr to-marla inmediatamente. La metrpoli no seopondr.

    En 1958, Kasavubu, uno de los lderes con-goleos de claro futuro poltico, reclama no slola inmediata convocatoria de unas eleccionesgenerales, sino tambin la independencia y lasalida de todos los belgas, colonos y militaresdel pas. Es, prcticamente, una convocatoria ala insurreccin general. Y, como casi siempreocurre, por desgracia las tomas de concienciallegan tardamente. El 13 de enero de 1959, elrey Balduino afirma: Hoy da, nuestra resolu-cin consiste en conducir, sin aplazamientos fu-

    Manifestacin pro Lumumba en Leopoldville.

    nestos pero sin precipitacin inconsiderada, a laspoblaciones congoleas a la independencia enla prosperidad y en la paz. Pese a las promesasinequvocas, el lenguaje era demasiado crpticoy el mensaje llegaba con notorio retraso, paralas urgencias de la poblacin del Congo.

    El liderazgo de Lumumba y ladifcil independencia

    Junto a los polticos ms adiestrados, proce-dentes de empresas pblicas y de cargos de laadministracin, aparece Patricio Lumumba, l-der del Movimiento Nacional Congoleo. Natu-ral de la provincia de Kassai, haba trabajado enel servicio de Correos y para una empresa belgacervecera. En la conferencia africanista de Accrahaba entrado en contacto ideolgico con loscaudillos africanos ms importantes. A finalesdel decenio de los aos cincuenta, Lumumba, al

    Patricio Lumumba, queaparece en el centro de lafotografa, fund en 1958 elMovimiento NacionalCongoleo y en diciembrede ese ao, ya convertidoen lder nacional, asisti a laConferencia Panafricana deAccra. Bajo la acusacin denacionalista, os belgas leencarcelan a su regreso,pero deben ponerle enlibertad para que asista a lamesa redonda en Bruselas.Tras las elecciones,Lumumba, que publica poresa poca unos sentidosversos de contenido poltico,obtiene la mayora y elencargo de formar el primergobierno del pas.

    Patricio Lumumba llega a Bruselas.

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  • Pauline Lumumba encabezuna manifestacin de duelo

    por las calles de Leopoldvillepidiendo que el cuerpo de

    su marido, asesinado enKatanga, le fuera devuelto

    para que recibiera cristianasepultura. Entonandocnticos religiosos, se

    despoj de todos los signosde colonialismo, cubri con

    una tnica la mitad de sucuerpo, al igual que sus

    antepasados los bateles (tribude la que descendan ella y

    su esposo), y se mostr almundo como una autntica

    africana. Por una vez, elorgullo y el dolor de a raza

    negra se respetaron, yPatricio Lumumba pudo ser

    enterrado como correspondaa un catlico.

    frente del Movimiento Nacional Congoleo, en-cabezar abundantes manifestaciones de protes-ta y, como muchos otros de sus compatriotas,conocer las crceles colonialistas. Cuando, acomienzos del ao 1960, se inaugura en Bruse-las la Mesa Redonda, convocada por el gobier-no belga para poner en marcha la entrega depoderes, Lumumba mantendr las tesis msavanzadas entre todos los grupos y partidos queparticipan en la negociacin. Los resultados delencuentro, que conoci fases extremadamentetormentosas, marcan, por una parte, el abando-nismo sospechosamente vertiginoso de los bel-gas y, por otra parte, el triunfo de las tesis lu-mumbistas, favorables fundamentalmente almantenimiento de un Estado unitario, en contrade los partidarios interesados en un federalismodisgregador; finalmente, se fija la fecha del da30 de junio para la concesin de la independen-cia. Las elecciones legislativas previas, celebra-das en el mes de mayo, designan a Joseph Ka-savubu como presidente de la repblica, y a Pa-tricio Lumumba como jefe del gobierno. Cuan-do llega el 30 de junio, Lumumba pronuncia enLeopoldville, en presencia del rey Balduino,un desgarrador y tambin desafiante discurso:De lo que fue nuestro destino durante ochentaaos de rgimen colonialista, nuestras heridasestn muy frescas y dolorosas para que poda-mos expulsarlas de nuestra memoria...

    Pocas jornadas despus de la proclamacinde la independencia, la alegra de las primeras

    horas se disipa en medio de la violencia y delenfrentamiento. La chispa surgir de entre lasfilas de la fuerza pblica congolea, formada pornativos y mandada por oficiales belgas, los cua-les manipularn muy hbilmente los sentimien-tos existentes en la tropa. Exista una clara rei-vindicacin: la africanizacin inmediata de todoel ejrcito, incluidos, lgicamente, los mandos.El 4 de julio comienza una serie de amotina-mientos iniciados en Leopoldville, en el CampoLeopoldo II; de all, el movimiento se extendera otros establecimientos militares. Nunca seaclar el papel, cuando menos equvoco, queen estos sucesos desempe el general Jansen,responsable mximo belga de los efectivos ar-mados. Los soldados amotinados desencadena-rn una oleada de violencia contra los ciudada-nos belgas, militares y colonos, sin distincin desexo. Escenas que fueron convenientemente uti-lizadas por los medios informativos belgas. Laprecipitada accin negociadora, la apresuradaentrega de poderes, haba causado quiz losefectos perseguidos. Las tropas belgas, acanto-nadas en bases militares, salen de sus reservas eintervienen por la fuerza en lo que fue su anti-gua colonia, pero que ya es un Estado soberanoe independiente. Todava se desconoce quindio la orden ltima de esta autntica interven-cin extranjera; pero s se sabe que fue MoiseTshomb, congoleo al servicio de la Unin Mi-nera del Alto Katanga, con una posterior actua-cin poltica nefasta en la vida de su pas y que

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  • Los hijos del lder africano Lumumba visitan las pirmides.

    acabara sus das trgicamente, uno de los pol-ticos del Congo que solicitaron la intervencinmilitar belga; en ningn caso lo hicieron Kasavu-bu y Lumumba, los nicos constitucionalmentecapacitados para ello. Y, como una casualidadfatal, aunque en la historia nunca hay coinciden-cias fortuitas, casi inmediatamente, el da 11 dejulio, Katanga, el feudo de la Unin Minera, pro-clamaba unilateralmente su independencia, enabierto reto al poder central, separndose deLeopoldville. Moise Tshomb era el que perso-nalmente hizo pblica la proclamacin separa-tista.

    La internacionalizacindel conflicto

    El da 12 de julio de 1960, el secretario ge-neral de las Naciones Unidas, Dag Ham-marksjoeld, reciba en Nueva York un telegra-ma, firmado por Kasavubu y por Lumumba, enel que, aparte denunciar la intervencin ex-tranjera, solicitaban la rpida ayuda militar de laONU, afirmando: Acusamos al gobierno belgade haber preparado minuciosamente la secesinde Katanga para conservar el predominio ennuestro pas. Al da siguiente, el 13 de julio, elConsejo de Seguridad de la ONU aprobaba unaresolucin en la que se peda al gobierno deBruselas la retirada inmediata de sus tropas del

    Congo, autorizando al secretario general paratomar, en consulta con el gobierno de la rep-blica del Congo, las medidas necesarias paraproporcionarle asistencia militar. En las jornadassiguientes comienzan a llegar al Congo contin-gentes de las Naciones Unidas, formados porefectivos de Marruecos, Tunicia, Etiopa, Ghanay Liberia.

    Pero ya estaba en marcha un mecanismo deefectos neocolonialistas prcticamente impara-ble. A comienzos de agosto, Albert Kalondji, si-guiendo el modelo secesionista, proclamaba laindependencia del Estado del Sur de Kassai. ElCongo se encontraba seriamente amenazadodel ms grave peligro para su futuro: la atomiza-cin, que o bien lo devolvera a la antigua me-trpoli o bien lo pondra a merced de los gran-des trusts internacionales. Lumumba, que haquerido seguir el modelo panafricanista y nocomprometido de otros lderes continentales,amenaza con solicitar la ayuda sovitica. A co-mienzos de septiembre de 1960, gracias al es-fuerzo de los cascos azules, ya no quedabanefectivos militares belgas en el Congo. Pero eljoven pas debera enfrentarse a otra crisis de

    extrema gravedad. El da 5 de septiembre, Kasa-vubu destitua de sus funciones de primer minis-tro a Lumumba, el cual, pocas horas ms tarde,declaraba que Kasavubu haba dejado de serpresidente de la repblica. Y una semana des-pus se produce un golpe militar, encabezado porel coronel Mobutu, jefe del Estado Mayor del

    La destitucin de Lumumbaprovoc fuertes choquesentre la fuerza pblica y lospartidarios del lder, a quiense mantiene detenido en suresidencia, aparentementecustodiado por las fuerzasde las Naciones Unidas. Sefuga y llega a Stanleyville,pero, detenido antes de quepueda ponerse en contactocon los suyos, esencarcelado y entregadopara su custodia alsecesionista Tshomb, encuyas manos finalmentemuere durante un supuestointento de fuga. Suasesinato provoc numerosasy graves manifestacionescallejeras.

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  • Soldados congoleosintentan contener a las

    masas que se agolpan paraconseguir cigarrillos gratuitosque el presidente Tshomb

    haba mandado distribuirentre la poblacin en los

    das en que denunci a lapolica del Congo alpresidente Kasavubu.

    Tshomb, que perteneca ala alta burguesa congolea,consigui muy pocos votos

    en las elecciones, pero logrel puesto de presidente de

    su provincia. Proclam larepblica e independiz aKatanga, que produca y

    exportaba las dos terceraspartes de la riqueza delpas. Apoyndose en a

    gendarmera y enmercenarios blancos lleg a

    ser designado primerministro del Congo.

    ejrcito. La actuacin del poder civil queda sus-pendida y se abre una crisis que durar oncemeses, en el curso de los cuales no hay en elCongo un gobierno representativo.

    Lumumba haba quedado aislado en su resi-dencia ministerial de Leopoldville, bajo la pro-teccin de las fuerzas de las Naciones Unidas. El10 de octubre consigue evadirse y comienza unbreve calvario, donde constatar el fracaso desu proyecto poltico y la falta de apoyo de susseguidores. Lumumba vaga de un lugar a otro,intentando encender una nueva revuelta inde-pendentsta, aunque ahora en defensa de unapatria dividida. El 28 de noviembre es captura-do por fuerzas congoleas y trasladado primeroa Leopoldville y despus a Thysville. En enerode 1961 es trasladado a Elisabethville y entregadoa las autoridades de Katanga; all ser asesinadopor las fuerzas de Tshomb. El crimen abre unanueva crisis en la ONU, que designa una comi-sin de investigacin que, en su informe final,afirmar que Lumumba haba sido asesinado elda 17 de enero por elementos mercenarios, enpresencia de funcionarios provinciales de Katan-ga; y que, en consecuencia, tanto Kasavubucomo Tshomb tenan tambin un cierto gradode responsabilidad en esta muerte.

    Sobre la personalidad de Lumumba corrieron

    en aquellos aos ros de tinta y las ms diversasopiniones. Quiz podra decirse de l que fue unlder no muy provisto de recursos intelectuales,pero dotado de un fino instinto poltico, y que,en cierta medida, se adelant a su tiempo. Pre-cisamente acerca de Patricio Lumumba, escri-bira Jean-Paul Sartre: Muerto, Lumumbadeja de ser una persona para convertirse en todafrica, con su voluntad unitaria, la multiplici-dad de sus regmenes sociales y polticos, susdiferencias, sus discordias, su fuerza y su impo-tencia; no fue, ni poda serlo, el hroe del pana-fricanismo, fue su mrtir.

    El destino del Congo

    El ao 1961 haba finalizado sin un podercentral y con tres gobiernos enfrentados: Leo-poldville, Stanleyville y Elisabethville (Katanga).En febrero de 1961, bajo el impacto del asesinatode Lumumba y con el fantasma de la balcaniza-cin del Congo, la ONU da pasos ms enrgicospara solucionar la guerra civil y evitar el peligrosecesionista; accin inslita en los anales de laorganizacin internacional, que para conseguirtales fines intervendr directamente en la polti-ca interna congolea. Durante ocho das, del 22

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  • de julio al 2 de agosto, se renen los parlamen-tarios, Senado y Congreso de Diputados en Lo-vanium, bajo la proteccin de los cascos azu-les. De tan larga reunin saldr el gobierno deAdula, en el que ocupan diez carteras otros tan-tos ex ministros del gabinete de Lumumba.

    Pero quedaba pendiente el problema de lasecesin de Katanga. Bajo la accin y la presinde las fuerzas de la ONU, los gobiernos de Adu-la y de Tshomb firman un precario alto el fue-go; en la base estaba el Plan de ReconciliacinNacional, elaborado por la Secretara Generalde la ONU. En el empeo haba perdido la vidaDag Hammarksjoeld, cuyo avin que le trans-portaba a N'Dola (Katanga), para negociar elalto el fuego, se estrell en la selva; las circuns-tancias de su trgica desaparicin, harto sospe-chosas, tampoco fueron nunca esclarecidas. Susucesor en la Secretara General, el birmanoU Thant, continuara este plan, que dara susfrutos el mes de enero de 1963: la secesin deKatanga, mediante acuerdos entre los polticoscongoleos, finalizaba, y el Congo recuperabasu unidad estatal y nacional. La actuacin de lasNaciones Unidas, en aquel tiempo, fue muy cri-ticada por las ms diversas instantneas polticase ideolgicas. Pero es obligado reconocer que laONU actu en muy distintos frentes y que, enltima instancia, el resultado ltimo fue positivo;al menos en lo que respecta a lo siguiente: laretirada del ejrcito belga, el mantenimiento delorden pblico, la crisis constitucional, el fin de laguerra civil, el fin de la secesin de Katanga yla proporcin de asistencia tcnica.

    Sin embargo, esta accin internacional no ha-ba impedido los designios polticos de la anti-gua metrpoli y de los consorcios industriales yfinancieros. En 1964, Kasavubu designaba pri-mer ministro a Moise Tshomb; sin embargo, lasrivalidades entre fuerzas polticas y poder militar,as como el nacimiento de nuevos protagonis-mos, seguan pesando sobre el futuro del pas.En vsperas de elecciones presidenciales, tras ladeposicin de Tshomb, que marchara al exilio,donde encontrara la muerte en circunstanciasviolentas, el ejrcito da un golpe de Estado ypone al frente de la repblica al general JosephMobutu. Hoy da, el Congo contina siendo lavctima de todas sus contradicciones y permane-ce expoliado por sus antiguos y por sus nuevosdueos. nicamente, ha promovido un nominalproceso de africanizacin: el Congo es el Zaire,y Mobutu se llama Ses Seko. El resto, tras frus-trados intentos de hegemonismo regional y jun-to a una contradictoria poltica exterior, es el fra-caso absoluto de los sueos panafricanistas yrevolucionarios de Patricio Lumumba.

    K* JW

    Una estrella naci ese daen Leopoldville. LouisArmstrong es paseado ahombros de una multitudenardecida por suscanciones. El rey del jazzcantaba por primera vezen la tierra de susantepasados; aquellosque creyeron veren l a un esclavo redimidopor Amrica fueronconquistados por su voz ysu trompeta. La tensasituacin del Congo noimpidi que tribus venidasde todos los puntos del pashermanaran sus danzas conel jazz. Louis Armstrongllor emocionado, y con ltodos los que crean en laigualdad de razas.

    Bibliografa bsicaBENOT, Y.: Idologies des indpendences africaines, F. Mas-

    pero. Pars, 1969.CORNEVIN, R.: Histoire du Congo-Lo, Berger-Levrault. Pa-

    rs, 1963.CHOM, J.: L 'ascensin de Mobutu. Du sergent Joseph Dsi-

    r au general Sese Seko, Editions Complexe. Bruselas,1974.

    Ki ZERBO, J.: Historia del frica negra, Alianza Editorial. Ma-drid, 1980.

    LECLERC, C: L'ONU et l'affaire du Congo, Payot. Pars,1964.

    MERCIER, M.: Le Congo de la colonisation belge a l'indpen-dence, Maspero. Pars, 1962.

    SARTRE, J.-P.: La pense politique de Patrice Lumumba,en Situations V. Colonialisme et no-colonialisme, Galli-mard. Pars, 1964.

    DE Vos, P.: Vida y muerte de Patricio Lumumba, Ed. Era.Mxico, 1962.

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    Louis Armstrong en el Congo.

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  • BRASILIA, EL SMBOLODE UNA POCA

    N la primavera de 1960, el presidentebrasileo Juscelino Kubitschek inau-guraba la ciudad ms moderna del

    mundo: Brasilia. Era a plasmacin de unsueo desmesurado, el esfuerzo orgullosode un pas joven llamado a ocupar antesdel final del siglo XX un papel destacado enla escena mundial. Herederos del aventure-ro Fitzcarraldo, empeado, medio siglo an-tes, en construir en plena selva un palaciode la pera, el presidente y sus colaborado-res seguan ilusionados da a da en la cons-truccin de la nueva ciudad. Mientras, la so-ciedad brasilea, en pleno desarrollo, crecay sacaba a la luz sus conflictos latentes.

    Ramiro de Cristbal es el autor de esteartculo sobre la vida poltica brasilea y lainauguracin de su nueva capital, Brasilia,pretendido smbolo del desarrollo del pas.

    E

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  • 1960El inventode Kubitschek

    En el mes de abril de 1960, una larga carava-na de automviles llenaba las carreteras de Bra-sil. Venan de todas las grandes ciudades de laperiferia, y su punto de encuentro estaba en elcentro del pas, concretamente en el Estado deGoias: Brasilia. Al frente de esa largusima filamotorizada iba el propio presidente de Brasil,Juscelino Kubitschek, sonriente, puesto en piesobre un descapotable. Haba ambiente de fies-ta y un no disimulado orgullo que llegara almximo cuando Kubitschek dirigi la palabra alas decenas de miles de personas que se congre-garon en la nueva capital. Con voz vibrante, unpoco emocionada, el presidente aludi a los lo-gros obtenidos por Brasil en los ltimos aos(en cinco aos hemos avanzado cincuenta) ypuso por testigo de la entrada de su nacin en el

    reducido club de los grandes precisamente a laciudad, an sin habitar, que tenan delante deellos.

    Lo que los brasileos han dado en llamar losaos J. K., es decir, los que comprenden fcpresidencia de Juscelino Kubitschek (entre 1955y 1960), marcan el apogeo de la poltica bur-guesa en Brasil. Despus de J. K., no tardarnen hacerse con el poder la extrema derecha y laoligarqua tradicional; antes, es una lucha porla hegemona entre las clases medias populistasy los partidos de base proletaria revolucionarios.Kubitschek ser el primer presidente claramenteperteneciente a las clases medias que gobernaren su nombre y con su programa.

    La propia personalidad de Kubitschek es no-table. Haba sido gobernador del Estado de Mi-nas Gerais y estaba casado con una mujer rica, yhermosa, que formaba parte del gotha nacionaly sala con frecuencia en las crnicas de socie-dad de la prensa. El propio Juscelino era unhombre extraordinariamente simptico y atracti-vo: famoso por lo bien que bailaba tangos ysambas y por sus elegantes trajes de chaquetacruzada. Miembro del Partido Social Democrti-co, mantuvo una poltica desarrollista en lo eco-nmico que tuvo un xito parcial, pero que, alfinal, no convenci a casi nadie.

    Nunca se sabr cunto haba de pragmatismoy cunto de propia conviccin en lo que hizoKubitschek. Saba que ninguna medida soci^ li-zante a favor de los obreros industriales, ni nin-gn tipo de reforma agraria seran permitidospor la oligarqua latifundista ni por el ejrcito.As pues, se plante un quinquenio de desarro-llo industrial, en parte con los excedentes agr-colas brasileos y en parte con emprstitos exte-riores e inversiones que pudieran venir de cual-quier lugar del mundo. Como colofn se inven-t una ciudad futurista, totalmente construidaen el centro del pas (a 965 kilmetros de Rode Janeiro), que fuera smbolo a la vez de launidad de todos los brasileos, de la grandezadel pas y de su marcha hacia el futuro.

    La era del crecimiento

    Kubitschek era un simptico demagogo quemantena relativamente quieta a la extrema de-recha con la amenaza de la revolucin, y a laizquierda con la amenaza del golpe militar. Enuna ocasin en que los estudiantes hicieron ma-nifestaciones por la subida del transporte esco-lar, el presidente llam al lder estudiantil y le

    Fruto de un sueo que aveces nos recuerda os deLope de Aguirre oFitzcarraldo, Brasilia surgiun da de entre la selva.Corra el ao de 1960 y lasimgenes de sus recinestrenados edificios, suscalles solitarias y suambiente un pocofantasmagrico recorrieron elmundo como anuncio de lapotencialidad de un jovenpas que, sin darse cuenta,imitaba los actosfundacionales de losconquistadores espaoles yportugueses de cinco siglosantes. Uno de los artficesdel proyecto, el arquitectoLucio Costa, lo reconocaincluso en unasdeclaraciones: Hemostomado posesin de estatierra con el gesto primariode la seal de la cruz.

    11Brasilia: Plaza de los Tres Poderes.

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  • La biografa de GetulioVargas parece ideada por lamente de Garca Mrquez o

    de Alejo Carpenter:diputado liberal en 1923,

    gobernador del Estado deRo Grande en 1928,

    candidato derrotado a lapresidencia por Prestes en

    1930, alcanza por fin elpoder gracias a un golpe

    revolucionario. En 1934 laAsamblea Nacional le

    proclama presidenteconstitucional; tres aos

    despus, y luego de reprimirun alzamiento de comunistas

    y socialistas, proclama elEstado Novo, su peculiar

    interpretacin delnacionalismo sudamericano a

    la luz de las doctrinasfascistas en boga. Durante la

    Segunda Guerra Mundial,sin embargo, su apoyo es

    para los aliados: se trata deuna ms de las muchas

    contradicciones que al finalacabaran provocando el

    golpe militar que le deponeen 1945. Pero Vargas es

    incansable y retorna,escorado a la izquierda,

    como vencedor de laselecciones de 1950. Cuatro

    aos despus se suicidaante un nuevo ultimtum

    militar.

    invit a sentarse en su poltrona al frente delconsejo de ministros, y despus le dijo: Ahora,gobierne usted. Si su huelga sigue adelante, yome tendr que marchar y los militares estarnen el poder maana. Si no quiere usted eso, de-tenga el asunto sin que la polica tenga que in-tervenir.

    Fueron aos de grandes logros y grandes pro-blemas, en los que desde luego nadie se acordde la enorme magnitud de la miseria que pade-ca gran parte del pueblo, tanto en las zonas ru-rales como en la periferia de la ciudad. Todoquedaba enmascarado por las cifras de creci-miento de la gran industria: tomando como base100 en 1946, diez aos despus la alimentacinllegaba a 131; las qumicas y farmacuticas, a232; el papel, carbn y corcho, a 257, y el ma-terial elctrico, a 310.

    Pero el gran juguete del seor presidente eraBrasilia. Sus asesores vean cmo se le ilumina-ba el gesto cuando, cada atardecer, abandona-ba los problemas del Estado y se enfrascaba enlos planos de su ciudad. Haba encargado elplan urbanstico a Lucio Costa y el arquitectni-co a Osear Niemeyer; el plan era una gran ciu-dad dispuesta en forma de cruz con los ejes ar-queados, a orillas de un gran lago artificial. Alfin, tras la larga marcha en coche descubierto,

    Brasilia pasara a ser la capital de Brasil el 21 deabril de 1960.

    Despus del golpe militar de 1964, el ex pre-sidente Juscelino Kubitschek fue obligado por lajunta militar a presentarse peridicamente enla comisara de su distrito, bajo una turbia acusa-cin de malversacin de fondos pblicos. La hu-millacin a que se vio sometido este hombrecontradictorio y orgulloso le hizo exiliarse y mu-ri fuera de su pas aos ms tarde.

    El reino del caf

    La fecha que hemos elegido abril de 1960marca, sin duda, un punto de inflexin. Comoya veremos, nada volvi a ser lo que haba sidoantes. Y, de la misma manera, tanto la pocaJ. K. como la propia creacin de Brasilia venana ser consecuencia de una herencia histrica lle-na de facetas y contrastes.

    Brasil se haba independizado de la coronaportuguesa en 1822. Y, curiosamente, fue unemperador, Pedro I, el que proclam la inde-pendencia. Su hijo, Pedro II, emperador y repu-blicano, gobernara en el pas durante casi todoel siglo XIX. Despus dara paso, con singularelegancia, a la repblica, aunque mantuvo lasformas histricas, dejando que el ejrcito, cuyosmandos eran republicanos, hiciera la revoluciny expulsase del trono a la princesa Isabel.

    Durante todo el siglo XIX y los treinta primeros aos del actual, Brasil continuar siendo unpas de estructura fundamentalmente agrcola,con exportaciones reducidas casi en su totalidada materias primas y, a partir de 1850, con unpredominio peligrossimo de un solo producto:el caf. El profesor Wemeck Sodr ha demos-trado que Brasil fue durante todo este perodoun pas que necesitaba importar toda clase deproductos manufacturados y que la debilidadde su sector industrial se demostraba por la esca-sa importancia de la entrada de maquinaria entreestas manufacturas venidas de fuera y pagadascon la venta de materias primas.

    El hombredel Estado Novo

    La crisis mundial de 1929 tuvo un enorme re-flejo en el pas. La cada de las exportaciones yla consiguiente restriccin en las importacionesproducen una enorme miseria en un pueblo yacon excesivas bolsas de pobreza. Hay conflictossociales e intentos de golpes militares. En estascircunstancias aparece uno de los hombres cla-ves de Brasil: Getulio Vargas.

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  • Getulio Vargas, como Juan Domingo Pern,en Argentina, es una confusa figura surgida delcaos poltico de los aos veinte y de la crisiseconmica de finales de esta dcada. En efecto,durante ese decenio haban menudeado los in-tentos militares (tenentismo) por hacerse con elpoder y eliminar a una clase poltica a la queconsideraban corrupta. No cabe duda de que laimplantacin del fascismo en Europa tena mu-cho que ver con el tema. Curiosamente, en Bra-sil existi un partido fascista los camisas ver-des de Plinio Salgado que tuvo una escasaimplantacin.

    En 1930, Getulio Vargas llega al poder conun programa de reformas que intenta llevar acabo desde el poder personal, dejando en sus-penso la constitucin y suprimiendo los partidospolticos despus. Se trata de una dictadura po-pulista, una especie de bonapartismo en elque se intenta integrar a todo el pas clasesmedias y populares a travs de dos motoresbsicos: el nacionalismo y la salida de la crisiseconmica.

    Vargas era un hombre con carisma. Induda-blemente, llevaba en su ideologa muchos ele-mentos del fascismo, pero result que en Suda-mrica esta ideologa tomaba formas muy diver-sas. En primer lugar, se convirti en nacionalismoantiimperialista y mantuvo desde el principiouna significativa tirantez con las potencias capi-talistas. En segundo lugar, se preocup por lasituacin de las masas menos favorecidas, apro-ximndose as ms a un socialismo nacionalistay patriotero que al fascismo agresivo italiano oalemn.

    Inventor del Estado Novo, el presidente hu-bo de enfrentarse con la pavorosa cada interna-cional de los precios de las materias primas, fun-damentalmente del caf. Procedi, por tanto, adiversificar las materias primas de exportacin y,sobre todo, a crear una industria nacional quesalvara al pas de la enorme brecha econmicacausada por la importacin tanto de los artculosmanufacturados de consumo como de la tecno-loga extranjera.

    El xito se conseguir en parte. Cuando Var-gas es expulsado en 1945 tras una sublevacinmilitar, el pas ha conseguido un nivel aceptablede industrializacin, donde coexisten la antiguaclase media comerciante, ubicada en las grandesciudades de la costa Sao Paulo, Ro de Janei-ro, Baha, etc., la clase industrial nacida al ca-lor de las exportaciones, tras la Primera GuerraMundial, y la que se haba creado durante losquince aos del gobierno populista de GetulioVargas.

    Eliminado polticamente Vargas, el varguismono muri* sino que por el contrario se populari-z ms an y fue tomando un sesgo cada vez

    ms progresista, hasta el punto de que el pros-crito partido comunista fue estableciendo alian-zas con el movimiento, al menos mientras durla dictadura militar.

    Este clamor popular, materializado en el mo-vimiento de los marmiteiros (como los descami-sados peronistas), motiv la convocatoria deelecciones, que seran ganadas por el propioVargas, que volvi de nuevo al poder, esta vezpor procedimientos democrticos, en 1950.

    Quiz sean los aos ms duros que hayapasado un poltico, slo comparables a los quesufrira, tiempo despus, Salvador Allende en

    1960Brasilia, el smbolode una poca

    Brasilia fue un intento msvoluntarsta que eficaz poralterar el desarrollodesigual que prima aciudades como Ro deJaneiro, con una renta percepita superior a los 1.000dlares y un ambiente devida claramente occidental,mientras en el interiorla gente vive encondiciones de pobreza.

    Ro de Janeiro.

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    El presidente Vargas.

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  • Juscelino Kubitscheck fue undandy empeado en

    desarrollar el indudablepotencial econmico de

    Brasil. Uno de sus grandesproyectos frustrados fue la

    construccin de unamancomunidad poltica en la

    cuenca del Plata conArgentina y Paraguay. Llev,

    en cambio, a la prcticaotro no menos fantstico:levantar en e! interior del

    pas una nueva capital, a laque se llam Brasilia.

    Luego, tras renunciar a lapresidencia, viaj por Europa

    y Estados Unidos, pasdonde gozaba de firmes

    apoyos, y cuyo presidente,el luego asesinado Kennedy,le encarg la creacin de un

    plan socioeconmico paraAmrica latina, que se

    conocera como la Alianzapara el Progreso.

    Chile. Vargas, que segua siendo nacionalista ytrabalhista, hubo de enfrentarse a la crecientepresin de Estados Unidos, que vea peligrar elfuturo de sus multinacionales, y tambin a la dela clase latifundista y, sobre todo, a la del ejr-cito. El Parlamento era una continua caja de re-sonancia que llamaba al golpismo. La prensa,mayoritariamente en manos de la oligarqua,atacaba una y otra vez al presidente: slo el go-bernador de Guanabara, Carlos Lacerda, un an-tiguo comunista pasado a la ultraderecha, con-trolaba, a travs de su amigo Francisco de AssChateaubriand, un magnate de la prensa, nadamenos que 31 diarios, 5 semanarios, 20 emiso-ras de radio y 12 cadenas de televisin.

    En 1954 el golpe de Estado militar estaba alas puertas, tras una campaa de descrditocontra el presidente, llevada adelante por el gru-po de Lacerda. Se pensaba que tras desacredi-tar al presidente ante sus masas incondicionales,eliminarle despus sera mucho ms fcil.

    Getulio Vargas rompi este plan de la formams dramtica: suicidndose. Ese gesto vali ala democracia diez aos de vida, y a la extremaderecha, la mayor derrota de su historia.

    En contra de lo que se haba previsto, la gen-te de la calle comprendi perfectamente el caso.Supo que, con todas sus contradicciones, Var-gas haba sido eliminado por los enemigos delpueblo, no por sus pretendidas corrupciones,

    Juscelino Kubistchek en la embajada de Espaa.

    sino por su sincero patriotismo y por su preocu-pacin popular. El da del entierro, una enormemuchedumbre acompa al fretro, profiriendogritos contra la oligarqua y los militares golpis-tas. Despus de eso, el golpe era imposible.

    La democracia, amenazada

    La primera torpeza que cometi la oposicinde ultraderecha, agrupada en el partido UDN(Unin Democrtica Nacional), fue poner comosucesor de Vargas a un mediocre poltico, llama-do Joao Caf Filho, que organiz un gobiernocompuesto por hombres del UDN. Todo bajo lavigilancia de las fuerzas armadas, que teman,para las elecciones de 1955, un retorno de lospartidarios de Vargas.

    De todas formas, no hubo ms remedio queconvocar las elecciones en tal ao, y a ellas sepresent el ya mencionado gobernador de Mi-nas Gerais, Juscelino Kubitschek, que llevaba enla candidatura, como vicepresidente, a JoaoGoulart, un joven poltico salido de las filas delgetulismo, aunque ms escorado a la izquierda.El tndem Kubitschek-Goulart gan, como yaqueda dicho, los comicios, pero tuvo que sopor-tar un intento de golpe por parte del Club Mili-tar, de la Cruzada Democrtica y de la eternaultraderecha civil, con Carlos Lacerda al frente.No obstante, un militar constitucionalista, elministro de la Guerra, mariscal Lott, sofoc lasublevacin y repuso en el poder a los dos po-lticos que el pueblo haba elegido.

    La poltica de industrializacin y obras pbli-cas que ambos hombres llevaron durante la si-guiente dcada se ha reseado, someramente,ms arriba. Sin embargo, a fines de esos aosocurri un hecho de autntica trascendencia enel exterior: la victoria del castrismo en Cuba,en 1959. El rpido distanciamiento de EstadosUnidos por parte de Fidel Castro suscit la in-mediata reaccin de stos para crear un cor-dn sanitario que eliminara la posibilidad derevoluciones similares en otros pases de Am-rica latina. Paralelamente, muchos polticos,aun los no comunistas, sintieron la atraccinde la poltica antiimperialista que Castro reali-zaba. Esto dar lugar a confusiones de todo tipo.

    Para empezar, la de Janio Quadros. En laselecciones de 1955, la UDN le present comocandidato, al no gozar Lacerda de muy buenareputacin; con l iba de nuevo Joao Goulartcomo vicepresidente, gracias al apoyo de susjanguistas populares.

    Quadros parece que se dej tentar por el cas-trismo y el populismo, y en contra de los intere-ses de quien le haba llevado al poder, intentuna reforma fiscal y un acercamiento a los pa-

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  • ses comunistas del Tercer Mundo para sustituirel comercio exterior que casi monopolizaba Es-tados Unidos. En el asunto de Cuba se neg atomar represalias, tal como pretendan los pa-ses latinoamericanos ms conservadores y elpropio Estados Unidos.

    Su gobierno dur solamente hasta el verano.En el mes de agosto de 1961 tendr que dimitir,obligado por la reaccin, segn sus propiaspalabras. El vicepresidente Joao Goulart se en-contraba de viaje por la China comunista y hu-bo de retornar, deprisa y corriendo, para hacer-se con el mando. Esta circunstancia, fruto de lacasualidad, fue aprovechada por sus enemigospara demostrar su pro comunismo.

    Para todo el mundo resultaba evidente que lapoca de la democracia liberal estaba tocando asu fin. La llave maestra de la poltica de la bur-guesa industrial brasilea radicaba en la crea-cin de una industria nacional y en la bsquedade nuevos mercados exteriores. Una y otra cosales llevaba al enfrentamiento con las grandesmultinacionales, especialmente americanas. Enel interior, la creciente depreciacin de los inter-cambios internacionales, en contra de las mate-rias primas, produca un deterioro econmicoque repercuta particularmente sobre las clasesms pobres. Los gobiernos de centro y de iz-quierda moderada se vean impelidos a hacerconcesiones a los sindicatos, y esto les llevaba a

    un enfrentamiento con el ala ms radical de laoligarqua y de las fuerzas armadas.

    El gobierno de Goulart dur tres aos y en sugabinete figuraron personas tan prestigiosas co-mo el economista Celso Furtado. Desde el prin-cipio es abandonado por la Administracin ame-ricana. En el mes de abril de 1962, Goulart setraslada a Washington y se entrevista con el pre-sidente Kennedy, quien le promete devolverle lavisita. Esta ser pospuesta una y otra vez, hastaser aplazada sine die en 1963, pocos mesesantes de que el presidente norteamericano seaasesinado.

    El gran choque poltico se producira por elproyecto de reforma agraria que Goulart desea-ba que se aprobara en el Parlamento. Tras unostensos debates que tuvieron como virulento por-tavoz de la derecha al inevitable Carlos Lacerda,la cmara rechaza el proyecto con los votos noslo de la UDN, sino de parte de los represen-tantes de los partidos en el gobierno. El presi-dente inicia entonces, por decreto, una mnimareforma, restringida a las tierras lindantes con lasvas de comunicacin.

    El pas se divide claramente. La Iglesia catli-ca se muestra favorable a la ley de reformaagraria (Helder Cmara es obispo auxiliar deRo de Janeiro y, poco despus, ser arzobispode Recife); tambin la apoyan la CGT, sindicatode mayora izquierdista, y la Unin Nacional de

    1960Brasilia, el smbolode una poca

    SCAR NIEMEYER(Ro de Janeiro,Brasil, 1907)

    Personalidad excepcional,con una imaginacin desbor-dante, la obra de Osear Nie-meyer ha dado lugar a lascontroversias ms apasiona-das. Su exuberancia barroca,su espontanesmo de expre-sin han chocado a veces enuna disciplina fundamental-mente racionalista como laarquitectura. Frente a lasteoras funcionalistas, en ple-no auge cuando inici su vi-da profesional, Niemeyerafirm la fantasa, la plastici-dad de los materiales nue-vos, la originalidad, ya quepara l hacer arquitecturaes crear belleza.

    En 1934 se gradu comoarquitecto en la Escuela Na-cional de Bellas Artes de Riode Janeiro. Desde antes ha-ba establecido una colabo-racin profesional estrechacon Lucio Costa, cuyo princi-pal fruto fue el Ministerio deEducacin y Salud. Influidodecisivamente en un princi-pio por Le Corbusier, siguipronto una direccin perso-nal. Su gran oportunidad lelleg en 1941 al encomen-darle el alcalde de Belo Hori-zonte, Juscelino Kubitschek,la construccin de una seriede monumentos en el futurobarrio de Pampulha. Desdeentonces le afluyeron los en-cargos: Banco Boa Vista(1946), en Sao Paulo; CentroTcnico Aeronutico de SaoJos dos Campos; parque deIbirapuera, en Sao Paulo(1951-1954)...

    La accesin de Kubitscheka la presidencia y la funda-cin de la nueva capital,Brasilia, fueron para l laocasin definitiva. Niemeyerse encarg de construir lamayora de los edificios p-blicos, dentro del plan gene-ral trazado por Lucio Costa.

    En 1964, razones polticasle obligan a abandonar Bra-sil y se instala en Pars. Des-de entonces sus encargos seinternacionalizan: proyectospara Ghana, Lbano, Israel,Argelia. En Europa destacanentre sus trabajos el edificiode las ediciones Mondadorien Miln, donde las influen-cias de Brasilia se fundencon la tradicin renacentistade Brunelleschi; el inmueblede la empresa Fata en Zu-rich, la sede del partido co-

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  • munista en Pars, todos ellosmuestra de una prodigiosacreatividad, que sin embargoa algunos les empieza a pa-recer urbansticamente ob-soleta.

    LUCIO COSTA(Toln, Francia,1902)

    Considerado como el pa-dre de la moderna arquitec-tura brasilea, Lucio Costasintetiza en su obra y en susescritos lo ms profundo deeste movimiento: un enfoquehumanista y lrico de los pro-blemas de nuestro tiempo,dentro de una continua rela-cin emocional con el pasa-do colonial de su pas.

    En 1924 se grada en laEscuela Nacional de BellasArtes de Ro de Janeiro y en-tra en relacin con GregorWarchavchik, arquitecto deorigen ruso que haba estu-diado en Roma y se habaestablecido en Brasil. Tras larevolucin de 1930, Costa,partidario decidido de Getu-lio Vargas, fue nombrado di-rector de la Escuela de Be-llas Artes. Su breve paso desiete meses al frente de esteestablecimiento, hasta quelos profesores titulares vol-vieron a hacerse con el con-trol, supuso la aparicin deun nuevo estado de esprituentre los alumnos, y los par-tidarios de una arquitecturamoderna se agruparon alre-dedor del joven director, des-pedido por haber tomadocomo modelo la obra de LeCorbusier. Entre ellos desta-cara especialmente OsearNiemeyer, incorporado al es-tudio de Costa antes de ter-minar la carrera.

    A peticin del gobierno,Lucio Costa dirige el equipoque construy el Ministeriode Educacin y Salud en Rode Janeiro (1937-1943) y pa-ra el que Le Corbusier habasido asesor. Este edificiomarc un giro decisivo en lahistoria de la arquitecturabrasilea. En 1939, Costa,junto con Niemeyer, se en-carga de la realizacin delpabelln brasileo de la Fe-ria Mundial de Nueva York.Otra de sus grandes realiza-ciones fue la construccin delos edificios de apartamentosdel parque Guinle en Ro(1948-50-54).

    En 1956 su plan de urba-nismo para Brasilia fue se-leccionado por un jurado in-ternacional en un concursoabierto.

    Entre los ltimos trabajosde Costa destaca el proyectode un nuevo barrio en Ro deJaneiro, que data de 1972.

    Estudiantes. En esta tesitura se produce un inci-dente con algunas unidades de la marinera quese rebelan en algunas grandes ciudades, consti-tuyndose en soviets. Las tropas enviadas parareprimirlos confraternizan con ellos. A pesar desu escasa importancia numrica, el hecho asustagravemente a las fuerzas armadas, que piden uncastigo ejemplar para los marinos. El presiden-te se conforma con un simple arresto.

    Inmediatamente tres Estados se rebelan: Mi-nas Gerais, Guanabara y Sao Paulo. El golpe deEstado est en marcha. La prensa de Lacerdatruena contra el presidente y contra su cuado,el gobernador de Ro Grande do Sul, LeonelBrizla. Al fin, Goulart, que no quiere dar lugara una posible revolucin y a la subsiguiente gue-rra civil, dimite y marcha al exilio. La primerafelicitacin al nuevo gobierno ser del presiden-te de Estados Unidos Lyndon B. Johnson, untejano que ha sustituido, por muerte violenta, alpresidente Kennedy.

    La sambade los generales

    Nombres para la pequea historia de la dicta-dura. Comienza el general Gstelo Branco, quees sustituido por el general Costa e Silva, al quesigue el general Garrastazu Medici; vendrn lue-go el general Ernesto Geisel y, aos ms tarde,el general Figueiredo. Durante casi veinte aossu poltica tiene continuos altibajos. La represincontra la izquierda es dursima en tiempos de los

    dos primeros, en los que se crea el tristementeclebre Escuadrn de la muerte, una organiza-cin parapolicial encargada de la eliminacin delderes sindicales e intelectuales progresistas.

    La clase poltica queda quebrantada, aunquese mantiene una ficcin de Parlamento, con par-tidos que representan, bien a la opinin del go-bierno, bien a una oposicin atemorizada y do-mesticada. Las farsas parlamentarias van unidasa las farsas electorales, en las que son nombra-dos presidentes los que el poder desea. En losltimos aos sesenta y primeros setenta, Brasiles un pas donde la represin solapada es mxi-ma: tanto las organizaciones internacionales dederechos humanos como las dependientes de laIglesia catlica denuncian torturas y desaparicio-nes. Brasil compite en esta triste experiencia conArgentina, Uruguay y Chile, que tambin haneliminado sus respectivos regmenes democrti-cos y mantienen sendas dictaduras militares.

    Se produce un peculiar desarrollo econmico,basado en las ayudas exteriores, los bajos sala-rios y la desigualdad social, que muchos cronis-tas interesados se apresuran a bautizar con elpomposo calificativo de milagro brasileo. Nohay tal, y ya para 1973-1974 el ndice de infla-cin, el estancamiento de la productividad y elcrecimiento del paro se encargan de desmentirtan optimistas consideraciones. Existe, al pare-cer, un lento y tenue movimiento dentro de lasfuerzas armadas a favor de una democracia detipo controlada, tal como ponen de moda otrospases del mundo.

    Los polticos se van agrupando en coalicionesimposibles con vistas a una salida democrtica.

    16

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  • Se trata de conseguir formaciones con cierta re-presentatividad social y popular, pero que, almismo tiempo, reciban el visto bueno de la jun-ta militar.

    La democracia se acerca

    En estas condiciones llegan las elecciones denoviembre de 1982. El partido oficialista (PDS)recoge un considerable varapalo electoral: loscuatro partidos de la oposicin obtienen casi seismillones ms de votos. El principal grupo de es-ta oposicin ms o menos tolerada es el Partidodel Movimiento Democrtico Brasileo (PMDB),un centro-izquierda apoyado por demcratas dediversas tendencias, incluidos cristianos y tam-bin socialistas y comunistas. A su izquierda, elPartido Democrtico Laborista (PDT), cuyo lderes el ya mencionado cuado de Goulart, LeonelBrizla, ex gobernador de Ro Grande do Sul,que ha obtenido el gobierno de Ro de Janeiro,hoy Estado de Guanabara, con casi seis millo-nes de habitantes, y el Partido Laborista (PT),con gran implantacin en los sindicatos obreros.Por ltimo, un confuso partido de aluvin, elLaborista Brasileo (PTB), que intenta reivindi-car la tradicin trabalhista de Getulio Vargas, sinmucho xito. En sus filas milita un viejo conoci-do: el ex presidente Janio Quadros.

    En opinin de muchos observadores, la de-rrota de la junta militar y sus aliados civiles fueclarsima, y slo una ley electoral cuidadosa-mente fabricada y una favorable Constitucin

    han conseguido que el presidente Figueiredo semantenga por el momento en el poder. El futu-ro est an por decidir.

    Brasilia sigue siendo hoy un smbolo. Situadaen el centro del pas, irradia el poder. Desde suinauguracin, con una capacidad inicial de350.000 personas, hasta'el momento, cuandose encamina hacia el milln, ha cambiado mu-cho. Su estructura axial, dibujada sobre el papelpor los urbanistas, se ha visto alterada por losbarrios de emergencia que han surgido en tor-no a la flamante capital. Cuando ha cumplidopoco ms de veinte aos, Brasilia ha demostra-do ser ms una consecuencia de una etapa deoptimismo histrico que la maravillosa ciudaddel futuro que muchos creyeron ver. Hoy en dano es ms que la gran empresa romntica de laconquista de las tierras sin habitar. Su inaugura-cin tuvo algo de conquista de la frontera, conaquellas caravanas de coches descapotables, alfrente de las cuales un atractivo y simpticopresidente saludaba al futuro.

    R. de C.

    Bibliografa bsica

    FURTADO, C.: Brasil en la encrucijada histrica, Nova Terra.Barcelona, 1966.

    MAESTRE ALFONSO, J.: Brasil: de situacin colonial a estadogendarme, Cuadernos para el Dilogo. Madrid, 1976.

    GEORGE, R: Panorama del mundo actual, Ariel. Barcelona,1980.

    TOYNBEE, A. J.: Ciudades en marcha, Alianza. Madrid, 1973.HALPERIN DONGHI, T.: Historia contempornea de Amrica

    latina, Alianza. Madrid, 1980.

    1960Brasilia, el smbolode una poca

    En los ltimos aos,la imagen de Brasil se hamovido entre el clsicofolklorismo de los carnavalesde Ro, la presencia de unadictadura militaraparentemente grantica y laeterna promesa de unbrillante porvenir econmico,asegurado por las riquezasnaturales del pas. En 1982,sin embargo, los militares enel poder han dado el primerpaso hacia la normalizacindemocrtica al permitir lapresencia de la mayora delos partidos polticos en laselecciones para el gobiernode los distintos Estados. Siel proceso consiguieradesarrollarse sin nuevasalteraciones, el gigantebrasileo podra habersentado un precedente muytil para la atormentada vidapoltica sudamericana.

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  • El INCIDENTE DEL U-2

    E

    18

    N los primeros meses de la decade delos sesenta, todo parecia indicar que

    las relaciones entre las dos grandes

    potencias, muy deterioraadas a lo largo de lagurra fria, habian entrado en una etapa demas cordialidad. Incluso se esperba con

    optimisma la reunion que americanos,ru-

    sos,ingleses y francesses iban a mantener en

    Paris para soicionar la crisis de Berlin.

    Pero todo se vino abajo en el momento en

    que un cohete ruso alcanzo a un objecto vo-lante que se habia infiltra mas de 2,000

    kilometers en su territo: era un avion es-

    pfa americano U-2, pilotado por el agente

    de la CIA Gary Powers. Tras unas declara-

    ciones confusas sobre un aparta en misioncientifica, Washington tuvo que reconocer

    los hechos: bajo la sonrisa diplomatica del

    deshielo, el espionaje traajaba dia y noche.

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  • Un frenazo al deshielo

    El viaje de Nikita Jruschov a Estados Unidos(septiembre de 1959) proporcion un breve res-piro en el clima de tensin que haba dominadolas relaciones de las dos superpotencias desde elfinal de la Segunda Guerra Mundial. La cumbremantenida cara a cara entre Jruschov y Eisen-hower en Camp David (Maryland) trajo consigouno de los escasos lapsos de calma en la guerrafra. El lder sovitico, que haba correspondidoal presidente norteamericano invitndole a visi-tar su pas, dio un paso adelante en la normali-zacin de relaciones al retirar su amenaza de to-mar una accin unilateral en Berln a cambio delas promesas norteamericanas de comenzar ne-gociaciones sobre el problema alemn en unanueva cumbre entre los cuatro grandes (EstadosUnidos, Francia, Gran Bretaa y la Unin So-vitica), que deba celebrarse en Pars a media-dos de mayo de 1960. Para Estados Unidos estapausa supona un nuevo retraso del da en queinevitablemente tendra que decidir si la cues-tin de Berln mereca una guerra total con laUnin Sovitica. El problema alemn no lleva-ba camino de resolverse, fundamentalmenteporque Estados Unidos no estaba dispuesto aaceptar la exigencia sovitica de neutralizar ydesarmar completamente a esta nacin libern-

    dola de la ocupacin de las fuerzas de ambaspotencias; pero, por lo menos, el espritu deCamp David ofreca los primeros indicios de es-peranza y buena voluntad entre los dos adver-sarios.

    Todo se vino abajo, sin embargo, a causa deun espectacular incidente que originara unode los momentos ms tensos de la guerra fra. El1 de mayo de 1960, la Unin Sovitica derribabadentro de su territorio un avin U-2 norteameri-cano que volaba a gran altitud y llevaba a cabouna misin de espionaje fotogrfico de las insta-laciones militares rusas. El avin iba pilotado porFrancis Gary Powers, un agente de la AgenciaCentral de Inteligencia (CA) que, no obstante,llevaba credenciales de ser empleado civil de lafirma aeronutica Lockheed.

    Jruschov aprovech el incidente para denun-ciar a Estados Unidos, aunque aadi que nodudaba de las buenas intenciones y deseos deEisenhower por la paz. En Washington, sin em-bargo, la reaccin y la serie de explicaciones di-plomticas que se sucedieron no pudieron serms ineptas. La Administracin Eisenhoweranunci que el avin slo realizaba experimen-tos meteorolgicos y poda haberse salido de sucurso. Jruschov revel entonces la verdaderamisin del vuelo y aport la confesin del piloto,lo que puso en sus manos una poderosa arma

    1960

    El piloto americano G. Powers se declar culpable.

    Una sala abarrotada porms de 2.000 personassigui con expectacin enMosc el juicio contra elpiloto espa norteamericanoGary Powers, derribado ensu avin U-2 por un misilmientras sobrevolaba elespacio areo ruso. Elincidente supuso un frenazopara los tibios acercamientosque las dos grandespotencias haban iniciadocon la visita de Jruschov aEstados Unidos: detrs delas sonrisas y de lasdeclaraciones rebosantes debuena voluntad, ladesconfianza, el espionaje yla guerra subterrneaindicaban el verdaderoestado de las cosas.

    19

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  • Los norteamericanos nodemostraron demasiada

    agilidad diplomtica en elasunto del U-2, pero

    tambin hay que reconocerque les toc jugar una

    partida en la que Jruschovtena todos los triunfos en la

    mano. El dirigente rusoactu con habilidad, y

    present os hechos sinmencionar nunca el que

    Powers siguiera con vida,por lo que Eisenhower entr

    al engao acusando a lossoviticos de haber

    derribado un avin dedicadoal estudio meteorolgico.

    Qu pensara luego Ike alver las fotografas de suespa, sano y salvo, en

    Mosc?

    El U-2 era un avin ideadopara el estudio

    meteorolgico, que la CApreparaba en una base de

    Nevada con los mssofisticados sistemas de

    espionaje. Sus ventajas eranobvias: volaba tan alto queningn cohete era capaz de

    alcanzarle. Gary Powers salide una base norteamericana

    en Turqua, convencido dela seguridad de su aparato,

    hasta que un fuerte impactoen el fuselaje le demostr

    en pocos segundos losavances rusos en el campo

    de los misiles. Slo lequedaba el suicidio, segnlas instrucciones recibidas,

    pero Powers no seenvenen y cay en

    paracadas sobre el suelosovitico. Para Jruschov era

    un autntico regalo venidodel cielo.

    20

    propagandstica, provoc el fracaso de la cum-bre cuatripartita de Pars y cancel la invitacincursada al presidente Eisenhower para visitar laUnin Sovitica.

    Espas con alas

    Desde 1956, Estados Unidos haba estado es-piando el territorio sovitico por medio de losU-2, un prototipo de avin ligero, que no lleva-ba armas y era capaz de volar a altitudes de24.000 metros, equipado con un sofisticado

    equipo que le permita tomar fotografas de loscentros vitales soviticos, as como detectarcualquier seal de radiactividad que evidenciasela realizacin de pruebas nucleares secretas.Mosc, que haba tenido noticias desde el prin-cipio de los aviones espas norteamericanos, nopudo poner a punto hasta 1960 cohetes capa-ces de alcanzar las alturas a que volaban losU-2. Oficialmente estos aviones llevaban a caboestudios meteorolgicos para la NASA laAgencia Nacional de la Aeronutica y del Espa-cio, que dispona de 10 aparatos.

    El 1 de mayo de 1960, el U-2 que pilotabaFrancis Gary Powers parti de la base de Incir-lik, cerca de la localidad turca de Adana, y sedirigi hacia territorio sovitico. Powers debasobrevolar los Urales hasta Murmansk, en la pe-nnsula de Kola, para aterrizar despus en No-ruega. Llevaba una aguja impregnada en vene-no con la que poda darse muerte en caso deser capturado. Cuando haba penetrado 2.000kilmetros en territorio sovitico y sobrevolabala localidad de Sverdlovsk, Powers fue alcanza-do por los cohetes rusos y salt en paracadas,mientras su avin se estrellaba a corta distancia.El piloto y el equipo fotogrfico fueron captura-dos. Cuatro das despus, Jruschov se presentante el Soviet Supremo de la URSS y anuncilo sucedido. El lder sovitico afirm que llevarael asunto ante el Consejo de Seguridad de laONU, pero no aadi mayores detalles. Lascomunicaciones diplomticas entre Mosc yWashington se sucedieron a toda velocidad.

    Los restos del U-2 son presentados a la prensa del mundo.

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  • La Casa Blanca manej el embarazoso inci-dente con manifiesta ineptitud. Un portavoz delDepartamento norteamericano de Estado hizoalgo peor que mantener el silencio oficial: ofreciuna versin falseada de los hechos. La NASAdijo nos ha informado de la cada de unavin U-2 que accidentalmente viol el espacioareo sovitico; un fallo en el suministro de ox-geno provoc la prdida de conciencia del pilo-to. Horas despus, Estados Unidos volva anegar oficialmente que el avin hubiera violadodeliberadamente el espacio areo sovitico. Se-ra monstruoso pensar que Estados Unidos estocultando al mundo el propsito real del vuelo,dijo el portavoz oficial.

    Washingtonpic el anzuelo

    Con esta salida en falso, Washington puso enlas manos de Jruschov el arma que el lder so-vitico estaba buscando. El 7 de mayo, el pre-mier del Kremlin dijo ante el Soviet Supremo:Camaradas, tengo que comunicarles un secre-to. Cuando hice mi primer informe omit delibe-radamente decir que el piloto estaba vivo y quetenamos los restos del aparato. Lo hice conobjeto de ver si los americanos inventaban otraversin. La Administracin Eisenhower respon-di, por fin, a las afirmaciones de Jruschov conuna declaracin diplomtica sin precedentes, enla que admita que haba enviado al piloto Po-wers en misin de espionaje con el propsito deobtener informacin de los secretos militaresde la URSS. El presidente dijo el secretario deEstado Christian Herter, desde el comienzode su Administracin, ha implementado las di-rectrices necesarias para reunir por todos losmedios posibles la informacin necesaria desti-nada a proteger a Estados Unidos y al mundolibre contra un ataque por sorpresa y a permitir-les hacer preparativos efectivos para su defensa.Bajo estas directrices se han ejecutado variosprogramas que han incluido una extensa vigilan-cia area por medio de aviones civiles desarma-dos, normalmente desde la periferia, pero enocasiones penetrando en el territorio de laUnin Sovitica.

    Mosc interpret esta declaracin como unaclara muestra de la intencin de Estados Unidosde continuar enviando ms aviones U-2 a laURSS en misiones de espionaje areo. Jrus-chov, que haba utilizado el incidente con finespropagandsticos iras lograr del piloto Powersuna cleSih ojnpleta de culpabilidad,;y quehaba mdstirado a la prensa los restos del aVirte, incluso^ la aguja envenenada qu llevaba elpiloto, quiso, forzar una disculpa oficial por parte

    de Washington, adems de la promesa de quetales vuelos no se llevaran a cabo en el futuro,y la condena y castigo de los responsables direc-tos del incidente.

    Slo faltaba una semana para la celebracinen Pars de la cumbre de jefes de Estado y go-bierno de los aliados y de la URSS. Eisenhower,De Gaulle, MacMillan y el mismo Jruschov te-nan previsto reunirse en la capital francesa el16 de mayo para discutir la tensa situacin deAlemania y de Berln. El 9 de mayo, Mosc pro-test oficialmente ante el Departamento nortea-mericano de Estado por la posicin que habanadoptado ante el incidente del U-2. Washingtonvolvi a rechazar las protestas soviticas. H pre-sidente Eisenhower hizo entonces una nuevadeclaracin, asegurando que los vuelos del U-2haban sido suspendidos tras el incidente y queno volveran a realizarse, pero Jruschov no lo

    1960El incidente del

    Gary Powers, con unasonrisa forzada de acusadocomplaciente dispuesto adeclararse culpable, presentauna maqueta del avin U-2ante el tribunal de la UninSovitica. Nunca sabremospor qu arte de magia unagente de la CA comoPowers, con instruccionespara tales casos, con unaaguja impregnada en venenocasi fulminante, se decidia hacer una confesincompleta sobre su misin,comprometiendo a EstadosUnidos ante la opininmundial.

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  • Barbara Powers llega aPars, procedente de Mosc,

    despus de asistir al juicioen el que su marido seracondenado a diez aos de

    crcel. En sus primerasdeclaraciones a la prensadijo que su esposo no le

    haba contado nada sobrelas circunstancias en las que

    su avin haba sidoderribado, pero que su

    estado de nimo era bueno.Gary Powers no lleg a

    cumplir su sentencia: dosaos ms tarde, el 10 de

    febrero de 1962, fuecanjeado en Berln por el

    jefe del espionaje soviticoRudolf Ivanovic Abel.

    Barbara Powers con la prensa.

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  • consider suficiente. La Unin Sovitica queraque el espionaje areo de Estados Unidos fueradenunciado como un acto de agresin, no slopara desacreditar a Washington ante la opininpblica mundial, sino para que varios pasesfronterizos con la URSS rechazaran las basesnorteamericanas en su territorio. El 13 de mayo,Mosc enviaba notas de protesta a Turqua, Pa-kistn y Noruega por poner su territorio a dispo-sicin norteamericana como base de las activi-dades de espionaje.

    Powers,en el banquillo

    La vspera de la apertura de la conferencia dePars, Jruschov expres sus condiciones parapermitir que se llevase a cabo con xito, pero lacumbre naufrag definitivamente un da des-pus de su inicio. El lder sovitico solicit quese reanudara ocho meses ms tarde, en una cla-ra maniobra para descalificar como interlocutoral presidente Eisenhower, quien a principios de1961 sera sucedido por John F. Kennedy.

    Tras el colapso de la cumbre de Pars, el go-bierno sovitico solicit una sesin especial delConsejo de Seguridad de la ONU con el fin deque el vuelo del U-2 fuese declarado como ac-to de agresin. Sin embargo, despus de unlargo debate que dur cinco das, la peticin deMosc fue rechazada por siete votos contra dos.

    Francis Gary Powers corri mejor suerte delo que caba esperar. Fue juzgado en Mosc, bajola acusacin de espionaje, en agosto del mismoao por la seccin militar del Tribunal Supremosovitico. El juicio se celebr en una amplia salaante ms de 2.000 personas, y Jruschov no de-saprovech la ocasin para seguir su campaaacusatoria contra Estados Unidos en todos lostonos. Los padres y la esposa de Powers asistie-ron al juicio, y el padre hizo un emotivo llama-miento a Jruschov durante la causa: Apelo austed de padre a padre, por el bien de mi hijo.S que ha perdido a su hijo en la guerra contrala Alemania nazi, luchando junto a Estados Uni-dos. El Kremlin invit a la prensa extranjera ypermiti que el juicio fuera televisado. Cuatrohoras y media despus de retirarse el tribunalfue leda la sentencia. La voluntad de Powers deno ocultar datos le proporcion una sentenciams suave de lo esperado: diez aos de crcel.Slo lleg a cumplir dos aos de condena, yaque despus sera canjeado por el maestro delos espas soviticos, el coronel Rudoif Abel, ydevuelto a Estados Unidos. Washington conti-nu adelante con sus actividades de espionaje,esta vez con aviones de reconocimiento flB-47,uno de los cuales fue abatido en julio de 1960

    sobre el mar de Barentz, en el crculo polar rti-co, al norte de la pennsula de Kola. Los dostripulantes del aparato tambin fueron captura-dos por la URSS.

    Bft* H*

    Bibliografa bsica

    BOWN, C, y MOONEY, P. J.: De la guerra fra a la detente,Heinemann Educational Books. Londres, 1976.

    WRIGHT, Q.: Aspectos legales del incidente del *U-2, Revis-ta Americana de Derecho Internacional. Madrid, 1960.

    SPANIER, J.: Poltica exterior americana desde la SegundaGuerra Mundial, Praeger Publishers. Nueva York, 1960.

    Documentos de los sucesos del U-2y de la cumbre de Pars,Comit de Relaciones Exteriores del Senado de EstadosUnidos. Washington, 1960.

    El juicio del -2, Translation World Publishers. Chica-go, 1960.

    1960El incidente del *U-2

    Pocos meses despus delintercambio de espas, elNew York Times hizo estecomentado sobre el canje:Los rusos han hecho unnegocio. Para el diarionorteamericano, aunqueEstados Unidos habaobtenido a libertad deFrederic L. Pryorestudiante de Yale yagente de la CA arrestadoen Berln Este, adems dela de Gary Powers, laventaja haba sidoclaramente sovitica.Nunca se pudo poner en lamisma balanza a FrancisG. Powers, que volvi a supatria amentndose ante laprensa sobre un montn decuestiones embarazosas parala CA, y a Rudoif Abel

    23

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  • 1960

    EL TERREMOTODE AGADIR

    24Cadveres cubiertos con mantas en las ruinas de Agadir.

    OCE segundos, slo doce dramticossegundos, hicieron falta para que, enla noche del 29 de febrero de 1960,

    un terremoto arrasara la ciudad costera ma-

    D

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  • Doce segundos de una noche

    Pudieron ser 15.000, 18,000, 20.000 las per-sonas que perecieron sepultadas. Pero la verdadno se supo entonces y ya no se sabr nunca.Nadie que no conozca los acontecimientos pue-de suponer hoy que la ciudad marroqu de Aga-dir, ese centro turstico y dorado recostado a ori-llas del Atlntico, frente a las islas Canarias, fueprcticamente borrada del mapa, la noche del29 de febrero de 1960, por uno de los terremo-tos ms devastadores de que se tiene noticia eneste siglo.

    Fueron slo doce segundos, y los expertosaseguran que de los doce slo dos fueron au-tnticamente crticos, los suficientes para des-truir una ciudad de 45.000 habitantes.

    A las doce menos cuarto de la noche, horasdespus de otro movimiento ssmico que ape-nas haba sido percibido por los habitantes deAgadir, la tierra se conmovi de manera defi-nitiva.

    Despus de sus trabajos, los estudiosos delsesmo concluyeron que el suelo que sostena ala prspera ciudad balnearia sufri un tirnhacia abajo de poco ms de un metro y regresen fracciones de segundo a su posicin original.

    La contraccin derrib el 70 por 100 de los edi-ficios de Agadir y enterr a muchos miles de susvecinos entre las ruinas de sus propias casas.

    Muchos supervivientes se evacuaron por smismos, en barco o a pie, la madrugada siguien-te al sesmo, sin que nadie sepa dnde fueron.Otros acamparon a varios kilmetros de la ciu-dad-cementerio y salieron de la zona a travs delos ininterrumpidos puentes areos puestos apunto por la solidaridad internacional. La nmi-na exacta de desaparecidos es imposible de es-tablecer veintitrs aos ms tarde.

    El mar se mueve

    Desde el ocano Atlntico, una gigantesca olaprovocada por la fractura terrestre penetr casi300 metros tierra adentro. A medianoche delaciago da, la ciudad que en 1911 fuera escena-rio de una crisis poltica que estuvo a punto deprecipitar la Primera Guerra Mundial se vio si-multneamente a oscuras, inundada e incendia-da por el sesmo.

    Ese da, por la maana, los turistas habanhecho su apacible vida habitual. Los trabajado-res musulmanes de la Kasbah y del barrio de

    El primer flash anunciandola catstrofe apareci en osteletipos el 29 de febrero, alas seis veinticinco de lamaana: Un violentotemblor de tierra ha tenidolugar a la una de lamadrugada en Agadir. Unaparte de la zona europea dela ciudad ha quedadototalmente destruida. Lascomunicaciones con apoblacin estn cortadas.Durante toda la jomadarein a incertidumbre. Enun principio se hablaba decentenares de muertos,despus se anunciaron 2.000y ms tarde 4.000; nuncase ha podido precisarexactamente el nmero devctimas que entre heridos,muertos y desaparecidoshaba producido elterremoto, pero se sabe quea cifra est situada porencima de los 15.000.

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  • Los efectos de un terremotopueden variar

    considerablemente enfuncin de diversos factores,

    unos bien definidos: lanaturaleza y resistencia del

    subsuelo, el tipo deconstrucciones, densidad

    media de la poblacin, yotros fortuitos: la hora en

    que se producen o lascostumbres de sus habitantes.

    En Agadir, la sacudida msviolenta coincidi con la

    hora de salida de los cinesy espectculos, y adems en

    el tercer da del Ramadn,cuando los musulmanes se

    renen en, familia, tras lajomada de ayuno, y se

    regalan pasteles de miel.

    Los terremotos que handejado ms profunda huella

    en la historia son los quehan provocado las prdidasms considerables de vidas

    humanas. Siguiendo esteparmetro, el ms grave de

    los sufridos hasta elmomento fue el de China

    en 1556, con 800.000muertos.

    A lo largo del siglo XX, lazona ms castigada por losmovimientos -ssmicos fue lacosta del continente asitico

    entre China y Japn,seguida por todo el litoral

    del continente americano enel ocano Pacfico.

    26Marinos y militares de la base aeronaval de Agadir participaron en las labores de rescate.

    Talborjt, a los pies de la colina, haban acudidocomo de costumbre a las minas, el puerto o lasfbricas de conservas. Los comerciantes judoshaban abierto las puertas de sus tiendas y desus oficinas de transporte.

    Horas despus, en la Kasbah, la ciudad vieja,se derrumbaron el 98 por 100 de los edificios.Talborjt desapareci en sus tres cuartas partes.La mayora de sus 2.200 habitantes judos mu-rieron en segundos. La ruina no fue tan absolu-ta en la ciudad nueva, poblada mayoritariamen-te por europeos, a pesar de lo cual buena partede los 6.000 extranjeros censados perecieron aconsecuencia del terremoto. En la zona europearesistieron algunas casas y hoteles, y hubo turis-tas que pudieron abandonarlos por su propiopie.

    El per