historia de la teologia

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Parte I: LA TEOLOGIA PATRISTICA

EL PENSAR TEOLGICO EN EL HORIZONTE DE LA HKONOMA

INTRODUCCIN AL PERIODO PRENICENO1. Importancia teolgica del periodo preniceno.2. De la Escritura a la teologa: la insuficiencia de la Escritura o la inevitabilidad de la teologa.3. El triple frente: judasmo, gnosticismo, helenismo.

ALGUNOS GNEROS LITERARIOS CRISTIANOS PRIMITIVOS1. La cuestin de judeocristianismo.2. El acicate intelectual del martirio.3. Las primeras homilas pascuales.

EN TORNO DE LA TRADICIN APOSTLICA1. La regla de fe y la tradicin apostlica.2. Significado teolgico del canon neotestamentario.3. La sucesin apostlica.. EL ENCUENTRO CON EL HELENISMO: LOS APOLOGETAS1. La tarea intelectual de los apologetas.2. La teologa del Logos.3. Cristologa.4. Espritu santo

EL PENSAR TEOLGICO EN EL HORIZONTE DE LA HEOLOGIA

LA CRISIS ARRIANA1. Arrio.2. El concilio de Nicea (325).LOS CAPADOCIOS, EL CONCILIO I DE CONSTANTINOPLA (381)1. Problemtica teolgica que desemboca en Constantinopla I.2. Los padres capadocios como preparadores de Constantinopla I.3. El concilio I de Constantinopla y su smbolo.

LA DILUCIDACIN DEL DOGMA CRISTOLGICO EN EL SIGLO LOS CONCILIOS DE FESO (431) Y CALCEDONIA (451)1. Principales cuestiones teolgicas presentes en esta poca.2. Antecedentes de la crisis de feso.3. El Concilio de feso (431).4. El Concilio de Calcedonia (451).5. Significado y recepcin de Calcedonia.

A MODO DE BALANCE: LA EPISTEMOLOGA PATRSTICA1. La exegesis patrstica2. Rasgos generales de la teologa patrstica

SAN AGUSTN1. Vida2. Obra3. Problemtica teolgica

Parte II: TEOLOGIA MEDIEVAL Y DE LA REFORMA

Parte III: TEOLOGIA MODERNA Y CONTEMPORENEA

INTRODUCCIN A LA MATERIA DE LA HISTORIA DE LA TEOLOGA

OBJETIVO GENERAL

1. Nuestro injers se centra en un estudio de la reflexin teolgica creada por la comunidad cristiana a travs de los XXI siglos. Vaya empresa![a] Esto significa que, efectivamente, vamos a tratar de estudiar historia de la teologa y convertirnos en historiadores del pensamiento y las elaboraciones teolgicas. Naturalmente esto exige una metodologa, un rigor, una comprensin situada de los autores, los problemas, los conceptos, las sntesis doctrinales, etc.[b] Pero nuestro inters no se queda en una especie de reconstruccin arqueolgica. Sino que lo hacemos con el inters de rastrear elementos significativos para nuestra labor teolgica actual.

Es decir, primero, para comprender nuestra situacin hoy en da. Toms de Aquino dijo que el estudio de lo que han dicho los antiguos deba tener por fin no tanto conocer lo que han afirmado cuanto dialogar con ellos a fin de profundizar en la percepcin de la verdad de las cosas1.

Segundo, para definir ms especficamente nuestra tarea como telogos.

Tercero, tambin para encontrar posibles pistas o fecundar nuestra imaginacin teolgica.

Expresado ms claramente, sin una mirada a la historia de la teologa no se puede:

a)Comprender la situacin actual de la teologa.1 Cf. J. I. ILLANES - J.l. SARANAYA, Historia de la teologa, BAC, Madrid 1995, p.b) Tampoco se puede articular lcidamente cul es la tarea deseable a realizar en los tratados teolgicos, puesto que sta ha de considerar como una de sus cuestiones principales hasta qu punto y en qu mbitos concretos resulta necesaria una reejaboracin, evidentemente desde nuevas categoras y nuevas perspectivas, de algunos de los elementos ms relevantes de la sntesis patrstica y medieval, que con la irrupcin de la teologa liberal se perdieron.c) Por ltimo, la historia de la teologa presenta tal riqueza y variedad que muy bien puede fecundar nuestra imaginacin teolgica en bsqueda de intuiciones de fondo valiosas. Es decir, no en plan de repeticin literal, sino de continuidad de fondo con lo que es el verdadero sentido de la tradicin de la Iglesia. *~d)

NOTA: Por poner un ejemplo de esto ltimo, la intuicin que preside el ttulo y la intencin de fondo de la cristologa de J.l. GONZLEZ FAUS, La humanidad nueva (Santander, Sal Terrae, varias ediciones) est inspirada en IRENEO, que piensa as la encarnacin y la obra salvfica de Jesucristo. Cristo habra renovado la humanidad, habra recreado la humanidad, haciendo una carne nueva. Cristo toma la carne de Adn y la renueva, la rehace. No toma una nueva carne (una nueva humanidad), sino que renueva la misma (la humanidad nueva).2. Por otra parte, sin un conocimiento de la historiare Ja teologa no se puede comprender el credo, el smbolo de la fe, que seguimos~recitando en la liturgia. El credo o smbolo es el resumen doctrinal ms autorizado de los contenidos fundamentales de la fe. De ah que sea conveniente reconstruir los pasos principales en su elaboracin. De esta manera se puede captar su irjtencin y su riqueza, junto con sus limitaciones.3. En otras disciplinas se podr, quiz, prescindir de la historia. Pero en teologa, saber teologa exige necesariamente un buen conocimiento de la historia de la teologa. Sin manejarse en la historia de la teologa no se puede uno desenvolver bien como telogo. Puesto que la teologa pretende ser inteligencia para hoy de la nica fe que nos transmiten los apstoles. De ah que la teologa de hoy, y de siempre, haya de preocuparse por ofrecer la verificacin de que se trata, bajo frmulas y acentos diversos, de la misma fe de la Iglesia, vivida, orada, practicada, experimentada y formulada doctrinal mente a lo largo de los siglos.4. El estudio del proceso histrico de la teologa al mostrar los telogos se han situado ante la palabra revelada, de qu forma han hecho entrar en dilogo su razn y su fe, por qu vas han intentado profundizar en las virtualidades contenidas en la verdad cristiana hacindolas resonar ante su propia inteligencia y ante la cultura y los hombres de su tiempo, educa adems propia inteligencia al empeo de pensar en la fe y desde la fe, sirviendo as de base para ulteriores desarrollos. En este sentido la Historia de la Teologa ofrece no slo unos puntos de referencia histricos y documentales, sino tambin, y sobre todo, una verdadera introduccin a la Teologa como tal2.5. Para terminar, uno de los grandes renovadores de la teologa catlica en este siglo, K. Rahner, afirma:2Cf. J. I. ILLANES - J.l. SARANAYA, Historia... p. XVI.3K. RAHNER, "Problemas actuales de cristologa", en: Escritos de teologa I, Madrid, Taurus, 1961, p. 167-221, aqu 170.

"La historia de la teologa no es slo historia del progreso del dogma, sino tambin historia de olvidos. Por esto la teologa histrica y la historia de los dogmas tienen un quehacer real, irremplazable y necesario, en la teologa misma en cuanto tal, es decir, en la dogmtica."3A. EL PENSAR TEOLGICO EN EL HORIZONTE DE LA OIKONOMA

I. INTRODUCCIN AL PERIODO PRENICENO

B. SESBO - J. WOLINSKI, Historia de los dogmas. 1 El Dios de la salvacin,Salamanca, Secretariado Trinitario. 1995: Cap. 1: Primeros discursos cristianos y tradicin de fe, p. 21-56. Cap. 2: El contenido de la tradicin: regla de fe y smbolos, p. 57-107. J. MOINGT, El hombre que vena de Dios. I Jess en la historia del discursocristiano, Bilbao, Descle de Brouwer, 1995, esp. p. 61-102. A. ORBE, Sobre los inicios de la Teologa. Notas sin importancia: EE 56,2(1981) 689-704 = Universitas Theologia, Ecclesia (II), volumenconmemorativo del Centenario de la Facultad de Teologa de laUniversidad de Deusto (Oa 1880-Bilbao 1980). A. GRILLMEIER, Cristo en la tradicin cristiana, Salamanca, Sigeme, 1997, 23-156.

1.IMPORTANCIA TEOLGICA DEL PERIODO PRENICENO31.1. Las opciones fundamentales31.2. Predominio de la economa32.DE LA ESCRITURA A LA TEOLOGA: LA INSUFICIENCIA DE LAESCRITURA O LA INEVITABILIDAD DE LA TEOLOGA42.1. Predicacin42.2. Instruccin42.3. Discernimiento53.EL TRIPLE FRENTE: JUDAISMO, GNOSTICISMO, HELENISMO63.1. Judasmo73.2. Gnosticismo83.3. Helenismo11

Vamos a ofrecer algunas consideraciones generales sobre el primer gran periodo que estudiaremos: el periodo preniceno. Lo que presentamos a continuacin son, por as decirlo, como unos ejes transversales que recorren este periodo. Ms adelante, volveremos sobre lo que ahora indicamos de manera sumaria, encontrando los aspectos que ahora mencionamos de modo sinttico en los diferentes autores y corrientes.

La diferencia entre los tiempos apostlicos y los subapostlicos es marcada si miramos los extremos ms distantes de la lnea cronolgica. Evidentemente la mayor parte de los desarrollos de los que vamos a hablar en este captulo se inician ya en el periodo apostlico y se continan a lo largo de la etapa siguiente, la de los Padres apostlicos. Incluso muchos de estos aspectos en curso se puede decir que ocuparon lo fundamental del siglo II, como es la lucha con el gnosticismo y la confrontacin con el mundo heleno, y siguieron hacindose sentir a lo largo del siglo III.

No es el momento ahora de intentar presentar una evolucin desde los inicios de la reflexin cristiana hasta las primeras generaciones subapostlicas, en la primera mitad del siglo II. Si bien esta cuestin es pertinente y pertenece a la historia de la teologa, la dejamos de lado por considerar que se le ha dedicado una mayor atencin en el estudio de la Sagrada Escritura.[footnoteRef:1] [1: Estudian este aspecto: A. GRILLMEIER. Cristo en la tradicin cristiana, Salamanca, Sigueme, 1997, 23-156; G. VISONA. "Le origini della teologia cristiana e i Padri Apostolici", en: E. DAL COLVOLO (a cura di), Storia delta Teologia 1, Roma.. Edizione Dehoniane, 1995, 23-44; P. GRECH, "Agli inizi della teologia cristiana", en: A. DI BERARDINO - B. STUDER (dirs.), Storia della teologia. I Epoca patristica, Casale Monferrato, Piemme, 1993, 25-98.Tb. E. VILANOVA, ??]

La primera comunidad cristiana, una vez pasados los primeros tiempos apostlicos y los inmediatamente posteriores, es decir, una vez escritos los textos que lego formaran el NT, se vio en la necesidad de hacer frente a varias cuestiones de gran envergadura.(1) Hubo de continuar anunciando y proclamando el evangelio de Nuestro Seor Jesucristo en medio de su circunstancia histrica y cultural. Esto origin documentos de diversa ndole: homilas y sermones, comentarios a la Escritura, apologas o defensas de la fe, instrucciones de tipo catequtico, escritos de controversia, etc.(2) Hubo de aclarar cules eran sus Escrituras, donde el testimonio apostlico quedaba autoritativamente recogido, sobre todo una vez que surgi una primera recopilacin gnstica de escritos apostlicos. Sobre este asunto volveremos al abordar a tradicin apostlica.(3) Hubo de elaborar una primera autointeleccin de s misma, distinguindose del judasmo y del gnosticismo.(4) Hubo de fijar criterios para distinguir la verdad del error, en particular discernir entre el marcionismo, el gnosticismo, el montaismo, el ebionismo y la doctrina catlica. Aqu se situar lo que diremos acerca de la regla de fe y, tambin, el inters por asegurar cul era la verdadera tradicin apostlica.

(5) Hubo de hacer frente a un hecho que siempre conmueve profundamente a la comunidad cristiana y le obliga a profundizar terica y existencialmente en su fe: el martirio. De ah que se conservaran las actas de los martirios (era necesario un documento jurdico por parte de las autoridades romanas que daba fe pblica de lo sucedido) y se generara una literatura a su alrededor para interpretar este suceso desde la fe.Diremos alguna palabra sobre cada una de estas cuestiones a lo largo de los primeros temas del periodo preniceno. Antes de entrar en materia, nos ayudar una consideracin ms sinttica y de conjunto, para situarnos. Vamos a presentar tres aspectos que atraviesan esta poca. Primero, dar unas pinceladas gruesas sobre la importancia teolgica de este periodo. A continuacin, veremos algunas de las circunstancias que obligaron (y obligan continuamente) a pasar de la Escritura a la teologa. Para finalizar, presentar sumariamente el triple frente ante el cual la Iglesia prenicena ha de afirmarse.

1. Importancia teolgica del periodo preniceno

1.1.Las opciones fundamentales

El periodo preniceno guarda una importancia excepcional dentro de la teologa cristiana. Muchos de los grandes autores lo consideran como el periodo capital de la historia del cristianismo (Orbe, Sieben). En resumidas cuentas, es en esta etapa cuando la Iglesia realiza y sanciona sus opciones fundamentales, prcticamente en todos los terrenos. Es ahora cuando se va a discernir y aclarar la imagen cristiana de Dios (Trinidad), la importancia de Jesucristo y su mediacin en la salvacin (cristologa y soteriologa), la estructura de la comunidad eclesial y sus formas de autoridad (eclesiologa), el sentido de la liturgia y el culto (sacramentos), la concepcin de la oracin y de la espiritualidad cristiana, etc.cortilesEs decir, antes de Nicea se establecen, por as decirlo, los rales por los cuales va discurrir el cristianismo ms adelante. Las opciones que toman los prenicenos son de tal calibre como el establecimiento del canon, el diseo de la organizacin eclesial y los sillares bsicos de la dogmtica.

1.2.Predominio de la economa

A partir de Nicea, donde se plante una problemtica particular con el arrianismo, se da un importante cambio de perspectiva en la teologa. Nicea supone, ciertamente, un punto de inflexin cualitativo. A partir de entonces, el horizonte del pensamiento que pasa a predominar no es tanto la historia de la salvacin mirada desde consideraciones de tipo histrico, cuanto la conceptuacin de cuo ms metafsico de los eventos principales de dicha historia. En particular y mirado desde el inters de la conceptuacin teolgica de Dios, se abre paso con fuerza una consideracin ms amplia de la vida divina y de Dios, que no est ya tan vista desde sus repercusiones inmediatas sobre la historia salvfica, sobre la economa. Aunque sea de manera simplificada y no haga justicia a todos los textos de todos los autores, podemos decir que la teologa pasar de moverse en el horizonte de la economa divina, a moverse en el horizonte de la teologa divina.

2. De la Escritura a la teologa: la insuficiencia de la Escritura o la inevitabilidad de la teologa

A. GRILLMEIER, Cristo en la tradicin cristiana, Salamanca, Sigeme, 1997, 23-156.

Con el transcurso del tiempo, la primera comunidad cristiana hubo de atender a estas tres tareas, de algn modo relacionadas, pero tambin con una cierta personalidad propia. No es que comenzaran en el periodo subapostlico. Son cuestiones permanentes que la fe ha de afrontar en cualquier poca y circunstancia cultural. Encontramos eco de las mismas en el NT, pero siguieron ms adelante, mostrando que no bastaba con repetir sin ms una y otra vez los escritos apostlicos. Es ms, los escritos apostlicos surgieron, entre otras causas, debido a estas tareas permanentes de la comunidad.

2.1. Predicacin

Por fidelidad tanto al encargo del Seor (Mt 28,19-20), como por la alegra de la nueva vida en Cristo, la primera comunidad hubo de continuar la labor misionera y kerigmtica de los apstoles. Esto implica generar un lenguaje de anuncio y de proclamacin. Significa entender cul es el ncleo de la fe, de la salvacin graciosamente acontecida en Jesucristo. Significa, a su vez, ensayar formas para presentarla a pblicos diversos, puesto que lo interesa es transmitir esta fe. La problemtica que se replantea una y otra vez es la del anuncio a la vez fiel e inteligible de la fe cristiana. La fidelidad mira a la tradicin; la inteligibilidad ala permanente adaptacin a los interlocutores y su cultura. De ah la necesidad de una cierta elaboracin teolgica permanente.

2.2. instruccin

Adems de un lenguaje de anuncio, se impona la necesidad de instruir y formar convenientemente a los nuevos cristianos en la fe, ya fuere a los nuevos conversos procedentes del judaismo o del paganismo, ya fuere, con el paso del tiempo, a las nuevas generaciones de cristianos. De ah que fuera necesario elaborar resmenes o compendios de la fe, explicaciones sumarias de losaspectos ms importantes, respuestas a las dudas ms frecuentes o a las posibilidades ms claras de una inteleccin deficiente; deslindar lo propiamente cristiano de otras maneras de ver a Dios o de entender la vida que; a primera vista, pudieran parecer prcticamente idnticas, etc.

La regla de fe, de la que hablaremos ms extensamente, surgi, muy probablemente, en un contexto de instruccin bautismal y supone un compendio o resumen de lo ms elemental.

2.3. Discernimiento

No tardaron mucho tiempo en surgir interpretaciones de lo que era el cristianismo. Ya Pablo, en diversas ocasiones, ha de hacer frente a los "pseudoapstoles" o a los "superapstoles". En definitiva, desde el principio apareci un frente ms bien de tipo judaizante y otro, que se deja sentir por ejemplo en Corinto, ms bien de tipo gnostizante,. Junto con ellos, se dan fenmenos de entusiasmo carismtico (Corinto) y de conductas inadmisibles (Corinto). Se constata cmo ya se dan en las comunidades paulinas grmenes de doctrinas diversas acerca de lo que la salvacin de Cristo supona sobre el hombre (resurreccin de la carne?) o de lo que significaba la salvacin cristiana (obras de la ley/circuncisin o justificacin por la fe?) y las consecuencias que esto tena para llevar una vida conforme al evangelio (praxis).

Evidentemente segn se va profundizando en todas estas cuestiones a lo largo de las siguientes generaciones se va perfilando tambin una comprensin de Jesucristo, de su vinculacin con la divinidad, de cmo Dios haba estado presente en el acontecimiento Jesucristo (cristologa y Trinidad); sobre el sentido de la oracin y el culto cristiano, con respeto al judo y al pagano (liturgia y sacramentos); del papel que en la vida del cristiano le corresponda a la comunidad cristiana (eclesiologa) y la forma ms conveniente cmo sta deba organizarse (ministerios)[footnoteRef:2], etc. Ya en las cartas pastorales se observa, por ejemplo, una tendencia en la estructuracin de los ministerios y una preocupacin por la transmisin fidedigna de la doctrina. No es casualidad que Harnack pusiera en circulacin el trmino "Frhkatholizismus" (protocatolicismo) para referirse a esta etapa. [2: Ya en los pastorales se atisba una estructuracin eclesial bastante elaborada. Es lo que Harnack denomin el "Frhkatholizismus" (protocatolicismo).]

Es decir, en muchos campos se impuso la labor de aclarar qu era y qu no era conforme a la fe: corregir los errores y proporcionar interpretaciones autnticas y autorizadas. Esta labor, naturalmente, se realiz particularmente al hilo de los diferentes frentes que fueron surgiendo. Cuestiones, como por ejemplo, el valor del AT y la relacin del Dios predicado por Cristo con el que los judos adoraban en el AT (Marcin): se puede decir que es el mismo Dios? No supone esto negar precisamente la novedad de lo cristiano? Cmo se puede, si no, compaginar la novedad cristiana con el mantenimiento del AT? O, se puede decir que todos acceden por igual a la salvacin, aunque su vida de oracin, su comprensin de las Escrituras y su praxis varen notablemente (gnosticismo)?Afecta la salvacin cristiana a la carne, sede de los bajos instintos (gnosticismo)?

En particular, aquellos cristianos con talento especulativo y curiosidad intelectual encontraron en Pablo un campo enorme para la reflexin. Cmo haba, pues, que entender hasta el final el rechazo de Pablo de la justificacin por la circuncisin y la Ley?[footnoteRef:3] No se da aqu un juicio de conjunto de rechazo del AT? O, si Pablo entiende que hay algunos a quienes hay que alimentar con leche, pues no son capaces de la carne (cf. p. ej. 1 Cor 3,1 s.), no establece l diversas categoras entre cristianos superiores e inferiores? [3: Aunque sea posterior, en el fondo es el sentido de la polmica entre Agustn y Pelagio; cf. J.B. VALERO, Las bases antropolgicas de Pelagio en su tratado de las Exposiciones, Madrid, PUPCO, 1980.]

Estas tres labores implican una doble circunstancia: la necesidad de apoyarse en la Escritura tanto para el anuncio, como la instruccin y el discernimiento; como la necesidad de elaborar otros lenguajes y corpus kerigmticos, catequticos, doctrinales y de controversia ms all de la mera Escritura, si bien en conformidad con ella.

De manera resumida y con vistas a la elaboracin dogmtica a la que asistiremos, podemos decir con A. Grillmeier:

"El dogma no es al fin y al cabo sino el kerigma reflejo, clarificado por la teologa y sostenido por una conciencia eclesial profunda."[footnoteRef:4] [4: Cristo en la tradicin cristiana, Salamanca, Sgueme, 1997, 31.]

3. El triple frente: judaismo, gnosticismo, helenismo

B. SESEO, 21-38.

El cristianismo naciente hubo de perfilar su propia idiosincrasia. La cuestin ms prctica se present de la mano de la necesidad de elaborar su propio perfil, en pugna y dilogo con otras instancias, tambin de tipo espiritual, que ofrecan una consideracin de conjunto de la vida, del hombre y del sentido del universo. El cristianismo tena que aclarar sus puntos de coincidencia y de disenso con estas corrientes para afirmarse a s mismo y para aclarar a cristianos, interesados en el cristianismo, curiosos, detractores y al mundo entero cul era el calado de su personalidad. Esta tarea, que ahora presentamos de manera concentrada, se prolongar a lo largo de todo el siglo II.3.1. Judasmo

En el mismo nuevo Testamento se mantienen las huellas de este tremendo desgarrn: el cristianismo se separa del tronco judo. Jess inici y protagoniz un movimiento de renovacin intrajudo. Los primeros cristianos debieron discernir si lo que se segua de la vida, de la muerte y de la resurreccin de Jess exiga una ruptura con el judasmo, precisamente por fidelidad a lo que Jess les haba enseado. La decisin de los apstoles de aceptar a los gentiles dentro de la Iglesia produjo la cesura inevitable con el judasmo. Una cesura, motivada por la comprensin cristiana de la escatologa: ya no se esperar la llegada del reino en figura histrica y poltica, la irrupcin del fin de los tiempos con la victoria final de Israel frente a todos sus enemigos y detractores, la peregrinacin de todos los pueblos a la ciudad santa de Jerusaln, donde daran culto al Dios vivo y verdadero. En su lugar, los apstoles abandonan Jerusaln y se dedican a formar comunidades cristianas por toda la ecmene conocida (recordemos la intencin de Pablo de llegar incluso hasta Hispania, en los confines del mundo que contaba en aquella poca). Frente a la escatologa juda del reino se abre camino la esperanza en la plena comunin con el resucitado, ascendido al cielo. El templo verdadero ya no es el templo de Jerusaln, sino el cuerpo de Jesucristo, ahora mismo en la gloria del Padre.

Esta dinmica continu ms all de la primera decisin, narrada por los Hechos de los Apstoles como el concilio de Jerusaln, y del rastro de controversia con los judos que testimonian los redactores del NT: Pablo y la interpretacin paulina de la justificacin por la Ley, del valor de la circuncisin, de la continuidad de la Iglesia con la fe de Abrahn (cf. Rm 4), superado el sentido de la Ley mosaica, etc.; el clima de confrontacin con los fariseos que dejan traslucir muchos pasajes de los sinpticos; la cerrazn de los judos de la que Juan habla en repetidas ocasiones, etc.

En efecto, la incorporacin de los gentiles a la Iglesia, la renuncia al hebreo como lengua sagrada obligatoria y la concepcin de la Iglesia que nos ofrece "Pentecosts", donde todos los pueblos y todas las lenguas tienen cabida implica: (1) la inexistencia de un pueblo, y una lengua, superiores a los dems por designio divino; (2) la necesidad de que la Iglesia se exprese no solamente en judo la legitimidad del judeocristianismo queda fuera de toda duda, sino tambin en las otras lenguas y culturas.

Junto con la escatologa y la incorporacin de los gentiles, la cristologa termin por separar ntidamente a los judos de los cristianos. La consideracin de que Jesucristo es el mediador absoluto de la salvacin, que procede de Dios y que es Dios, lleva en su seno la fuerza suficiente como para desmarcar la concepcin cristiana de Dios de la juda, por la transmutacin que sta sufre gracias a la cristologa. Aqu estn los grmenes de la doctrina trinitaria, como comprensin teolgica refleja renovada de la imagen de Dios que nos revela y 'promete Jesucristo.Como veremos ms adelante, aunque no hubo un judeocristianismo en cuanto tal strictu sensu, parece que pudo haber una cierta tendencia de mayor impregnacin judaica, que no prosper como corriente mayoritaria. Tambin se dieron una serie de fenmenos heterodoxos, que denotan un cierto influjo judaizante, como el ebionismo y el adopcionismo (Pablo de Samosata). En estas tendencias se entiende a Cristo como un hombre ms, como un mero hombre. El taln de Aquiles de las actuales cristologas desde abajo radica, precisamente, aqu: en los peligros de tipo judaizante, adopcionista, si no se elaboran bien.Como rastro de este contencioso, hubo un cierto gnero literario, adversos iudeos (contra los judos). Dada la cercana con el judasmo y, fundamentalmente, la prueba escriturstica de la venida del Mesas, de su identidad con Jesucristo y de la verdad de le doctrina trinitaria se entabl una disputa con los judos en torno a cul era el verdadero sentido de las Escrituras veterotestamentarias. A este respecto, uno de los ejemplos ms evidentes de esta polmica es el Dilogo con el judo Trifn, de JUSTINO. Pero tambin en Orgenes aparecen puntadas en que manifiesta una opinin divergente de los judos y tanto Tertuliano como el Pseudo-Cipriano redactarn un Adversus iudeos.

3.2. Gnosticismo

B. SESBO, 29-33.

El frente con el gnosticismo fue, sin lugar a dudas, el campo de batalla ms duro en el que hubo de batirse la primitiva comunidad cristiana. El gnosticismo ofreca una interpretacin de conjunto del cristianismo. Los gnsticos se infiltraban entre las filas de los cristianos, manejaban las Escrituras y apelaban a mtodos exegticos semejantes, como la alegora, si bien su fantasa y libertad en este campo superaba con mucho la de los autores catlicos. Tambin gustaban de la simbologa de los nmeros, aspecto en el cual los doctores catlicos no les siguieron.

Las disensiones de mayor calado, por la capacidad de articularse como instancias equivalentes a la gran Iglesia, fueron el marcionismo y el gnosticismo. Si bien el montaismo tambin oblig a aclarar tanto la doctrina como la organizacin.

1. El marcionismo si sita en un mbito prximo al gnosticismo, aunque propiamente no se pueda considerar una corriente de tipo gnstico. Reelabora la diferencia gnstica entre el Dios supremo y el demiurgo en forma de una distincin tajante entre el Dios del AT y el de Jesucristo. Tambin tiene el comn un docetismo cristolgico y, en general, un acusado acosmismo. Sin embargo, falta en Marcin toda la mitologa gnstica referida a Dios y, especialmente, a la naturaleza humana. De ah que uno de los aspectos bsicos del gnosticismo, la consubstancialidad de los espirituales con Dios, est ausente en el marcionismo e impida considerar al marcionismo como un gnosticismo en toda regla. Sin embargo, dado que tienen muchos elementos j comunes, con frecuencia se trata de ellos a la par.

El marcionismo fue condenado en la figura de Marcin en Roma en el 144. Se estructur como una Iglesia extendida prcticamente por los mismos lugares que la catlica. La simplicidad de su doctrina y la potencia de su organizacin resultaban atractivas para muchos fieles. Desde el punto de vista doctrinal, el elemento capital lo constitua la distincin entre el Dios del AT (Yahvh) y el Dios de Jesucristo, el Dios del NT, que se considera el Dios supremo (summum magnum). As se daba cuenta de la novedad del cristianismo y de la diferencia entre el judasmo y el cristianismo.

Desde el punto de vista de la innovacin epistemolgica y misionera reviste una enorme importancia la elaboracin, por parte marcionita, de un canon propio de la Escritura. En este canon no entraba en AT. De lo que nosotros hoy llamamos NT, solamente una seleccin, en la que primaba, no sin recortes, las cartas de Pablo, con el primado de Glatas, y algo de los evangelios (una especie de evangelio de Le arreglado). Ms en concreto, Marcin consider que era necesario expurgar las interpolaciones de tipo judaizante introducidas, segn l, dentro de las epstolas paulinas y del evangelio de Lucas. Esto oblig a la Iglesia a responder con un canon autntico, que contuviera tanto el AT como los verdaderos escritos apostlicos. Tambin hizo necesaria una reflexin teolgica que explicara la unidad de ambos testamentos (economa) y la unicidad del Dios del AT y del NT.

2. De modo semejante, la gran Iglesia hubo de hacer frente al gnosticismo. Si bien se trata de un conjunto de doctrinas diversas, guardan entre s una semejanza sustancial. Se caracteriza por los siguientes rasgos:

-El medio para conseguir la salvacin es el conocimiento (gnosis).

-Una primaca del elemento espiritual sobre los dems. Adems, consideran que el elemento espiritual de los pneumticos se debera a que en la creacin algunas chispas de materia divina (pneumtica) habra alcanzado a algunos hombres, hacindoles as superiores. Los gnsticos se consideran a s mismo dentro de esta categora, lo cual les faculta para algunos privilegios: en el conocimiento de Dios; en la imposibilidad de que una praxis depravada les pueda daar, etc.

-Despus de los espirituales o pneumticos,'se situaran los psquicos: los miembros de la gran Iglesia. Para estos la salvacin sera accesible, pero en grado menor. No pueden alcanzar la unin con la divinidad ni el conocimiento perfecto.,, En tercer lugar estaran los hlicos o materiales. El gnosticismo desprecia la carne y la materia. De ah la perdicin de este tipo de personas, incapaces de elevarse al conocimiento de la salvacin. Otro de los elementos tpicos del gnosticismo es su especulacin mitolgica, exuberante. Segn sus especulaciones, el Dios supremo resulta absolutamente transcendente. El proceso de la creacin y de la automediacin de Dios en busca de la creatura sucede mediante emanaciones, en el seno de Dios, en las que se va dando una degradacin continua de la divinidad. El acercamiento a lo creatural, material y corporal supone una degradacin. De ah que el Dios del AT, Yahvh, sea inferior al Dios supremo. Y que el demiurgo creador sea inferior al Dios supremo. Naturalmente, la cristologa que elaboran parte del demiurgo, o de alguna de las emanaciones del Dios supremo.

Frente a sus elaboraciones mitolgicas entorno a Dios, la creacin, el demiurgo-cristologa y la naturaleza humana, los doctores catlicos opondrn unas reflexiones sobre Dios, el Logos generado del seno de Dios, pero no como suponan los gnsticos, la creacin y la naturaleza humana.

3. Ambas cuestiones llevaron a reflexionar ampliamente sobre el sentido de la tradicin apostlica, sobre los lmites de la exgesis y sobre la necesidad de un resumen dogmtico vinculante de la fe: la regla de fe.[footnoteRef:5] [5: Cf. p. ej. IRENEO, Demostracin de la predicacin apostlica (FuP 2, ED. E. ROMERO POSE), Madrid, Ciudad Nueva, 1992; TERTULIANO, De praescriptione haereticorum (trad. espaola de E. ALCOVER: EE 75 (abril junio 2000) 235-301.]

Hacia finales el siglo II se da ya una cierta homogeneidad de doctrina sobre un amplio corpus de cuestiones. Los doctores del siglo II elaboran lo que podemos denominar la primera dogmtica de conjunto, opuesta a la gnstica. As, se da una primera comprensin de la naturaleza de Dios y sus propiedades (teologa), de la creacin y la intervencin del Logos en la misma, de la economa salvifica a lo largo del AT y su culminacin en la encarnacin, pasin, resurreccin y ascensin de Jesucristo. Es decir, se elabora una primera cristologa, desde donde se da cuenta de las relaciones del Hijo con el Padre, de su mediacin en la creacin y la salvacin, de su centralidad en la historia, de su divinidad (Logos) y de su humanidad (nacimiento de la Virgen), y de su obra salvifica. Tambin se empieza a elaborar una teologa incipiente de la Iglesia, de su organizacin (ministerios) y de su disciplina. Se reflexiona sobre los sacramentos y se elabora una antropologa contradistinta de la gnstica: el hombre ha sido creado por Dios a su imagen (a imagen del Hijo, prefigurndose ya la encarnacin: Ireneo y Tertuliano), y todo l recibe la salvacin. Nos hallamos, pues ante la primera elaboracin significativa.

No solamente se logra una dogmtica de conjunto, sino que adems esta elaboracin suficientemente homognea es compartida suficientemente por el conjunto de las Iglesias principales. Se puede observar en Justino (Asia), Ireneo (Galia en contacto con Asia), Clemente (Alejandra), Tertuliano (Africa), Tefilo (Antioqua), Ps. Hiplito (Roma). Se pueden detectar influjos: de Justino y Tefilo en Ireneo; estos tres en Tertuliano; Clemente y Orgenes tambin usaron a los tres primeros aunque con libertad. Los doctores catlicos han respondido a cuestiones muy semejantes y se han influido unos a otros, lo cual ha permitido elaborar un cierto corpus doctrinal, compartido por diversas Iglesias.Para el P. Orbe, toda la teologa prenicena, pero especialmente la de Ireneo, Tertuliano e Hiplito (tambin Orgenes) se ha de entender desde el transfondo de la polmica con el gnosticismo. El gnosticismo tom la iniciativa. Desarroll una especulacin y una exgesis ms ampla y ms poderosa que la eclesial, existente hasta aquel momento. Todo el esfuerzo de los doctores catlicos se ha de entender, segn Orbe, desde este antagonismo. De tal manera que en las lneas de exgesis, habra detrs exgesis gnsticas que se toman o varan. Lo mismo en el caso de las doctrinas teolgicas sobre Dios,[footnoteRef:6] la cristologa o la antropologa. [6: Cf. p. ej. A. ORBE, Elementos de teologa trinitaria en el Adversus Hermogenem ce. 1718.45: Gr. 39 (1958) 706-746. Ms bibliografa y una discusin sobre el asunto en: G. URBARRI, La emergencia de la Trinidad inmanente: Hiplito y Tertuliano, Madrid, UPCo, 1999, 69-147.]

Segn Orbe, el punto central en disputa con los gnsticos es la antropologa: el valor de la carne, de ah el sentido de la encarnacin, de la salvacin, de la gracia.

3.3. Helenismo

G. URBARRI, Monarqua y Trinidad, Madrid, UPCo, 1996, 77-82.

Si bien el primer grupo de los discpulos provena del judasmo, pronto se fueron abriendo las puestas a los proslitos procedentes de la gentilidad. Como hemos dicho, una de las principales decisiones de los apstoles fue la admisin de los gentiles en un plano de igualdad en la Iglesia. Junto a este factor, no se han de despreciar tampoco otros dos.El judasmo de la poca, si bien en grados diferentes, ya haba sufrido un proceso de influencia helenista considerable. Filn de Alejandra y el judaismo alejandrino son el mayor exponente. Pero tambin en Palestina se dej sentir este influjo. El hecho de la traduccin de los LXX aproximadamente en el 250 a.C. supone un acontecimiento de una magnitud difcilmente exagerable.En segundo lugar, los escritos del NT que nosotros poseemos estn escritos en griego. Y, cuando menos para la inmensa mayora, se puede considerar que poseemos la redaccin en la lengua original.[footnoteRef:7] Pablo, un fariseo radical, se expresa en griego con soltura. [7: El supuesto original arameo, del evangelio de Mt, en caso de que esta hiptesis se impusiera, resulta mnimamente significativo en comparacin con el conjunto del corpus del NT, donde, adems, se pueden encontrar multitud de procedimientos estilsticos griegos. Esto no niega la impregnacin de la mentalidad semtica por parte de los autores. Precisamente hablamos de influjo, no de sustitucin total.]

La admisin de los gentiles en el seno de la Iglesia llev pareja la necesidad de una autointeleccin de la fe cristiana que resultara comprensible para su mentalidad helena. De aqu surge toda una dinmica que ocupar a los pensadores cristianos durante los siglos siguientes. Habrn de afirmar el cristianismo en categoras griegas, sin dejar que el cristianismo pierda su propia substancia y se convierta en algo meramente griego. Ser una fuerte pugna,De otro lado, con el paso del tiempo, habrn de afirmar su propia personalidad frente a los ataques de los paganos. En este campo destacan los apologetas. La defensa (apologa) obliga a mostrar, en un lenguaje accesible, que los cristianos no son inmorales, no son malos ciudadanos y no son ateos. Por otra parte, el cristianismo se equipar culturalmente a la filosofa tomando algunas de sus categoras, fundamentalmente del estoicismo y del platonismo medio, hubo de mostrar su singularidad, no reducible a los esquemas de una filosofa: de una concepcin racional del mundo. Aqu entrar la concepcin de la verdad y de su acceso a travs de la revelacin.

II. ALGUNOS GNEROS LITERARIOS CRISTIANOS PRIMITIVOS

1.LA CUESTIN DEL JUDEOCRISTIANISMO21.1. Definicin y caractersticas generales1.2. Fuentes1.3. Temas y desarrollos teolgicos

a) Cristologa anglica b) Cristologa del Nombrec) "Arch"d) Uso de "Testimonia"1.4.Valoracin finala) Aciertosb) Crticas

2.EL ACICATE INTELECTUAL DEL MARTIRIO62.1.Bibliografaa)Sobre el martirio en generalc)Sobre las persecuciones2.2.Introduccina) Elementos configuradores de la concepcin cristiana del martiriob) Gneros literarios

2.3. Historia de las persecuciones y del martirio2.4. Cuestiones teolgicas destacadas

a) La acuacin del trmino: mrtires y confesoresb) Culto a los mrtiresc) El ncleo teolgico: la imitacin de Cristod) Agudizacin de la escatologae) Credos y confesiones trinitarias3.LAS PRIMERAS HOMILAS PASCUALES 153.1.Bibliografaa) Textosb) Bibliografa secundaria

3.2. Introduccin: por qu fijarnos en las homilas pascuales?3.3. Breve descripcin de la evolucin histrica de la liturgia pascual

a) Orgenesb) Siglo IIc) Excursus: el Peri pascha de Melitn de Sardesd) A partir del siglo III3.4. Elementos teolgicos que sobresalen en las homilas pascuales

1. LA CUESTIN DEL JUDEOCRISTIANISMO

J. DANILOU, Thelogie du judo-christianisme, Tournai (Belg.), Descle, 1958. [171-598]B. SESBO Y J. WOLINSKI, El Dios de la salvacin, 21-29. A. GRILLMEIER, Cristo en la tradicin cristiana, Salamanca, Sgueme, 1997, 157-248.1.1. Definicin y caractersticas generales

A la hora de comenzar a estudiar los primeros desarrollos teolgicos que van ms all de la Escritura, resulta lgico preguntarnos si no se dieron algn tipo de especulaciones y de aclaraciones exegticas acerca de la persona de Jesucristo y su significado dentro de los mismos marcos judos. La pregunta no es banal, pues Harnack, con su enorme influjo, consideraba que la dogmtica cristiana, es decir, la teologa y la reflexin cristiana habra comenzado con el encuentro entre el cristianismo y el helenismo.

Debemos especialmente a Jean Danilou el planteamiento frontal y estricto de esta cuestin. En su opinin, muy resumida, se habra dado lo que l llama un judeocristianismo primitivo. Se tratara, segn l bsicamente, de:1. La primera elaboracin teolgica de la comunicad cristiana, posterior a los escritos neotestamentarios. La sita en la primera mitad del siglo II y sus restos seran ms perceptibles en algunas zonas geogrficas, como en Siria.2. Habra sido una elaboracin de estructura semtica. Es decir, manejando categoras semticas, no helenas, de pensamiento y representacin. A travs de ellas, tomadas fundamentalmente del mundo del AT y del llamado judasmo tardo, se habra intentado articular lo propio y especifico de Jesucristo: su preexistencia (a modo de un ngel), encarnacin, nacimiento, el significado soteriolgico de su muerte (repercusiones csmicas de la teologa de la cruz), su ascensin, su identidad actual, su relacin con la esfera de la divinidad (temtica en torno al Nombre); las repercusiones de todo esto sobre la Iglesia, etc.

"La preocupacin esencial de los judeocristianos es, en efecto, mostrar que los acontecimientos de la vida de Cristo y de la Iglesia son la realizacin del designio eterno de Dios." (Theol. Judo-christianisme, 434).

3.Para esto se basan, principalmente, segn Danilou, en una teologavisionaria de imgenes. Toman prestada la imaginera apocalptica. Juegan conla cosmologa juda de la poca: diferentes esferas celestes, por ejemplo para laascensin, que son atravesadas por Cristo en su ascensin; o descenso deCristo a los infiernos, para librar a los cautivos; o repercusiones csmicas de lacruz sobre todas las latitudes del cosmos: abismos; la tierra, los cielos. Tambinmanejan la angelologa del judasmo tardo, resaltando la supremaca de Cristosobre los ngeles. As se afirma que Cristo fue enviado por Dios, sin que seprecise estrictamente su naturaleza. El ttulo de ngel se refiere a la funcin y no a la naturaleza.

4. Danilou supone que habra habido toda una literatura de este tipo, bastante difundida, especialmente a lo largo de la primera mitad del siglo II, que a nosotros no nos ha llegado. Detrs de esta literatura se encontrara un nmero relativamente amplio de creyentes judeo-cristianos, participando de esta mentalidad y de una cierta liturgia. El judeocristianismo habra sido derrotada por el cristianismo helenista. Se notaran, sin embargo, restos de su influencia, de sus temas, de sus exgesis en una amplia gama de escritos, especialmente del siglo II.

Vamos a mencionar algunas de las fuentes principales, a sealar algunos de sus temas para terminar con una valoracin.

1.2. Fuentes

En multitud de escritos del siglo II se encontraran, segn Danilou, restos de esta teologa judeocristiana, si bien en unos ms que en otros. Estara presente en una amplia gama de escritos apcrifos[footnoteRef:8] (Ascensin de Isaas, el Testamento de los Doce Patriarcas, II Henoc; Evangelio de Pedro, Evangelio de los Nazarenos, Evangelio de los ebionitas, etc), en la Epstola a Bernab, el Pastor de Hermas, en Clemente Romano, la Didaj, las Odas de Salomn y, en menor medida, en las Cartas de Ignacio de Antioqua. [8: Sobre los apcrifos neotestamentarios, una primera aproximacin, aunque sin abordar esta problemtica, en: R. TREVIJANO, Patrologa, 51-69.]

1.3. Temas y desarrollos teolgicosAlgunos de sus temas principales son los siguientes: a) Cristologa anglica.Se designa a Cristo como un ngel. No es raro que se le considere un ngel especial, por ejemplo de mayor altura que los dems:

"Le digo: Seor, querra conocer la fuerza de la ira para guardarme de ella. Me dice: Ciertamente, si t y tu familia no os guardis de ella, has perdido toda tu esperanza. Gurdate de ella pues yo estoy contigo. De ella se apartarn tambin todos los que se arrepientan de todo corazn, pues estar con ellos y velar por ellos. Pues todos fueron justificados por el ngel santsimo." (HERMAS, Mand. V.1,7)."Me mostr un gran sauce que cubra llanuras y montaas, y, al abrigo del sauce haban acudido todos los llamados en el nombre del Seor. Un ngel glorioso del Seor, muy alto, estaba en pie junto al sauce con una gran hoz..." (HERMAS, Comp. VIII, 1,1-2).Esta designacin no se refiere tanto a la naturaleza exacta del Hijo de Dios. Es una manera de indicar la funcin: es un enviado de Dios, que procede de la cercana, de la presencia de Dios. La altura es una expresin de la superioridad sobre los otros ngeles y tambin un recurso para indicar la transcendencia. Todava se sigue usando en diferentes representaciones pictricas de Cristo: se le dibuja ms grande que a los otros personajes.

b)Cristologa del NombreEsta manera de pensar empalma con la consideracin sobre el "Nombre de Dios", o del Altsimo, como una manera de referirse a l, sin mencionar el tetragrama. En el Pastor de Hermas se usa para significar tanto la preexistencia de Cristo, del Nombre, como su mediacin, entre Dios y nosotros. El "nombre" viene a designar a Cristo: Ignacio de Antioqua siente que va "cargado de cadenas por el Nombre" (IgnEph 1.2; 2,1). "Si toda la creacin es sostenida por el Hijo de Dios, qu piensas de aqullos que llevan el nombre del Hijo de Dios y observan sus preceptos? ves a quienes apoya l? A aquellos que llevan su nombre de todo corazn. El mismo se convirti en su fundamento, y los sostiene amorosamente, porque no se avergenzan de llevar su nombre. (HERMAS, Comp. IX,14,5-6).

c)"Arch"En el siglo segundo se da una especulacin teolgica de relativa importancia sobre el "arch", el principio. Este trmino aparece en Gn 1,1 y en Jn 1,1. La exgesis cristiana los pondr en relacin y los identificar con Cristo: el principio y origen del universo y de toda la accin de Dios.

d) Uso de "Testimonia"

Finalmente, este tipo de teologa destaca por su manera de emplear el AT, como hemos dicho. Una de sus particularidades radica en el empleo de "dicta probantia", tomados del AT para demostrar la mesianidad o la divinidad de Cristo o el puesto de le Iglesia en la economa salvfica. Es lo que se han llamado "testimonia". Ms adelante (Cipriano) nos encontramos con listas convencionales de estos testimonios. Cabe sospechar, sin embargo, un comienzo anterior. En la Epstola de Bernab parece detectarse ya un primer empleo de cierta solvencia.

1.4. Valoracin final a) Aciertos

Debemos a Danilou, sin duda, al menos dos aciertos bsicos:a) Haber impugnado la tesis de Harnack, segn la cual la teologa cristiana en cuanto tal comienza con el contacto con el mundo cultural heleno. Esta visin algo simplista de Harnack, queda en Danilou algo demasiado simplistamente tambin. Pues en su esquema se da una dicotoma, excesivamente forzada, entre los elementos judos y los helenos, que se le ha criticado. Es decir, tras una visin, a finales del siglo pasado y comienzos de ste, que ignoraba lo judo y semtico y privilegiaba en exceso lo griego y heleno, Danilou ha contrapuesto otra en la que lo semtico adquiere una sustantividad propia, independiente, hasta el punto de configurar toda una visin teolgica propia, la ms primitiva. Como diremos seguidamente, esto parece excesivo. Danilou no lo consigui demostrar fehacientemente.b) Sin embargo, Danilou s que ha puesto de manifiesto la existencia de matrices judas y semticas de pensamiento en el seno del cristianismo primitivo, revalorizando as, con razn, este aspecto.

b) Criticas

A pesar de que el tema sigue siendo discutido, me inclino por considera que no puede sostener de modo tan tajante la existencia de una teologa judeocristiana, con personalidad propia, con una comunidad autnoma e independiente detrs. Varias razones abogan en contra.

1.Segn Kraft[footnoteRef:9], Danilou habra procedido de una manera no enteramente limpiaen su metodologa. Parte de una tesis previa, la existencia del judeocristianismo, ydespus busca la verificacin de su existencia en las fuentes. No es que el estudiode las fuentes, en cuanto tal, sino que aplica sobre ellas un esquema previamenteconcebido. As; nos encontramos con el siguiente panorama: [9: R.A. KRAFT, In search ofJewish Christianity and its Theology: RSR 60 (1972) 81-92.]

Ningn autor ni ningn escrito pertenece en exclusiva a esta corriente. No posee ningn gnero literario distintivo y caracterstico. Sus elementos no llegan a conformar una doctrina completa, en cuanto tal, sino que solamente refleja algunos rasgos ms o menos recurrentes, extrados de fuentes diversas.

Es decir, habra embutido en un esquema mucho ms perfeccionado lo que se puede considerar como el resto de un cierto ambiente global o unos temas de inters, sin una elaboracin suficiente como para darle el alcance de una doctrina teolgica, contradistinta al cristianismo helenista o al latino.

2.Desde otra lnea, Simonetti[footnoteRef:10] ha subrayado otra serie de deficiencias. Insiste enque toda esta produccin est en griego y que, por tanto, no se puede estableceruna divisin tan tajante entre judeocristianismo y cristianismo con influenciahelenstica. Habra, eso s, preferencia por algunos temas, ej. Cristo como ngel, y dificultad en otros, ej. reconocimiento expreso e irrestricto de la divinidad de Cristo. Adems, los supuestos judeocristianos tambin manejaban el NT y no slo el AT. No se puede establecer una diferencia tan neta entre temas judaicos y helensticos. Por ejemplo, en el asunto de la cristologa sapiencial (Cristo o el Hijo = la Sophia) aparecen temas del judaismo tardo (una cierta hipostatizacin de la sabidura), que sern retomados a su modo por los gnsticos, a su vez muy presentes en los medios helenizados (Filn de Alejandra, Tefilo de Antioqua). [10: M. SIMONETTI, "Cristologia giudecristiana. Caratteri e limiti", en: ID., Studi sulla cristologia del II e /// secolo, Roma, Augustinianum, 1993, 7-22 [or.: Aug. 28 (1988) 51-69].]

2. EL ACICATE INTELECTUAL DEL MARTIRIO

A.G. HAMMAN, El martirio en la antigedad cristiana, Bilbao, Descle, 1998.

2.1. Introduccin

El martirio es un acontecimiento que sacude profundamente la vida de cualquier grupo social que lo vive en su seno; ms an si se da de manera prolongada. De ah que la Iglesia antigua hubiera de integrar en su vida y en su reflexin teolgica un acontecimiento de tal magnitud, que conmovi profundamente a la comunidad cristiana. El fenmeno del martirio no es exclusiva ente cristiano ni siquiera se limita al terreno explcitamente religioso. Los movimientos revolucionarios, por ejemplo, tambin tienen sus mrtires, cados por la causa o por la fidelidad ejemplar a la misma en el momento de la prueba. Muchos ciudadanos les consideran y tratan como tales. Se ha generado (y explotado polticamente) toda una liturgia y simbologa alrededor de estos mrtires. As pues, nos hallamos ante un fenmeno social y humano ms amplio.

a) Elementos configuradores de la concepcin cristiana del martirio

Dentro del cristianismo primitivo, que es lo que ahora nos interesa, tres elementos ejercieron una gran influencia en su configuracin:

i) La pasin de Cristo

Algn investigador ha querido ver aqu la nica fuente inspiradora de la teologa cristiana del martirio. Es exagerado. Sin embargo, este elemento no se puede eliminar "ni de la realidad del martirio cristiano ni de su elaboracin teolgica y espiritual. Ignacio de Antioqua, el primer escritor cristiano extracannico que aborda el tema del martirio dir: "Permitidme ser imitador de la pasin de mi Dios" (Ign Rom 6,3), rogando a los cristianos de Roma que no impidieran su martirio.

ii) El martirio judo

Fue muy hondo el influjo de la teologa juda del martirio en los cristianos. Se trata de su antecedente ms inmediato y ms cercano. Los judos vivieron esta situacin con intensidad desde el siglo II a.C. en las persecuciones de las que fueron objeto, precisamente por su fidelidad a la religin juda: a la Ley y al monotesmo. Entre los personajes judos que ms se mencionan, destacan: el anciano Eleazar; el ejemplo de los hermanos Macabeos y de su madre;[footnoteRef:11] o los tres jvenes, Ananas, Azaras y Misael, que el rey Nabucodnosor envi al horno ardiendo.[footnoteRef:12] Tambin se menciona al justo Abel, que muri a manos de Can. Se le considera figura de los mrtires cristianos,[footnoteRef:13] empalmando as con el tema de la Ecclesia ab Abel. [11: Cf. 2 Mac 7.] [12: Cf. Dn 3,16-18.] [13: Cf. ORGENES, a. man., 50; CIPRIANO, Ad Fortunatum, 11.]

iii) Los hroes paganos

El cristianismo se desarroll ya desde el principio y, todava ms, a partir del siglo II, rodeado por un ambiente helenista. Por ello, no extraa el influjo de la costumbre pagana de festejar y venerar a sus hroes. El mismo Tertuliano (Ad martyras, 4), pone el ejemplo de algunos hroes paganos, para estimular a los cristianos presos por la persecucin, posiblemente en el 197 (bajo Septimio Severo). En particular, la costumbre pagana de conmemorar al hroe en el da de su nacimiento parece estar detrs de la misma costumbre cristiana, con una salvedad. Los cristianos interpretan que el da del nacimiento es justamente el de la muerte, el del martirio, el del inicio de la vida eterna, marcando as claramente una diferencia con el mundo pagano.

b) Gneros literarios

Se ha consolidado la divisin de la literatura martirial en tres gneros principales:

i) Pasiones narrativas o actas narrativas

Se trata de relatos en los que se describe el martirio, con una fidelidad histrica suficiente, a pesar de seguir unas ciertas pautas: se presenta el martirio como imitacin de Cristo; el martirio es un triunfo en la derrota aparente. El martirio de Policarpo se inscribe aqu.[footnoteRef:14] Tambin es de este gnero la narracin de los mrtires de Lyon y Vienne (177) o la de Perpetua y Felicidad (203). [14: Policarpo fue obispo de Esmirna. Naci hacia el ao 80, de una familia cristiana. Ireneo insiste en que se form con los apstoles (Adv. haer. III, 3,4); Tertuliano le hace discpulo de Juan (Praesc. 32,2), coincidiendo con el testimonio de Ireneo en la Carta a Fiorino (EUSEBIO HE, V,20,5-6). Su autoridad y prestigio influy, sin duda, en que se redactara su martirio y se estableciera un culto en su memoria, pues Policarpo ocupa cronolgicamente el duodcimo lugar dentro de los mrtires dela Iglesia de Esmirna. Sabemos que viaj a Roma, posiblemente hacia el ao 155, y que all trat con el papa Aniceto acerca de la fecha de la fiesta de Pascua. Policarpo, como asitico, segua la tradicin cuartodecimana. Su martirio es el relato martirial cristiano ms antiguo que poseemos, entendiendo por tal una unidad literaria completa dedicada al martirio en exclusiva en la que se narra un martirio. Por lo tanto, inaugura un gnero dentro de la literatura cristiana, a pesar de que propiamente siga siendo una carta y no un relato martirial o passio. Tambin representa el primer testimonio de culto a los mrtires. La misma composicin del relato ha de situarse emparentada con el culto. Se discute acerca de la fecha del martirio. La datacin tradicional situaba el martirio en el ao 156; sin embargo, otros piensan que habra que retrasarla al 167. El relato de su martirio muy posiblemente fue redactado unos meses despus, casi con seguridad en vistas a un uso litrgico. El motivo ms inmediato fue la peticin de la Iglesia de Filomenio a la de Esmima para conocer los detalles del martirio de Policarpo, hombre conocido y estimado en la Iglesia.]

ii)Actas de tipo judicial

Aqu se recogera el preceptivo protocolo judicial de la condenacin por los tribunales romanos. Consta que en algunos casos los cristianos se hicieron con una copia de las actas oficiales. Tambin es posible la reconstruccin posterior, incluyendo elementos cristianos. Incluso, puede seguirse el modelo debido a que era conocida la manera cmo procedan los judiciales, siguiendo un procedimiento tipificado. Un ejemplo sera el proceso a Dionisio de Alejandra (EUSEBIO, HE VI.40).Estos dos tipos de actas estaban destinadas a la lectura litrgica. El culto litrgico a los mrtires exiga una cierta literatura litrgica sobre los mrtires.

iii)Leyendas

Histricamente sera el ltimo gnero literario en aparecer. La fidelidad histrica es menor y, a veces, resulta imposible distinguir lo histrico, de lo apologtico o hagiogrfico. Un caso particular lo representa la transformacin de las novelas amorosas paganas en relatos edificantes cuyo lema central es la virginidad. Cf. p. ej., la historia de santa Cecilia, que promete y obtiene de su esposo la virginidad la noche de bodas.

iv)Otra literatura teolgica

Adems de estos escritos, hay otro tipo de literatura sobre el martirio, en la que, sin narrar martirios, se hace ms bien una reflexin teolgica y espiritual sobre el mismo. Aqu se pueden encuadrar las cartas de Ignacio de Antioqua, en las que va reflexionando sobre su propio martirio, segn se acerca. U otros escritos dirigidos a confortar y fortalecer a los futuros mrtires, mientras aguardan en la prisin, padeciendo los interrogatorios y los sufrimientos de las torturas por Cristo. Aqu se encuadran, por ejemplo: la carta dirigida a los mrtires en el 197 (?) porTertuliano (Ad martyras); o la Exhortacin al martirio de Orgenes; o los escritos de Cipriano: Ad Fortunatum y sus cartas 6, 10, 76.[footnoteRef:15] [15: Los escritos de los tres ltimos autores mencionados estn recogidos y traducidos en: A. HAMMAN, El martirio en la antigedad cristiana, Bilbao, Descle, 1998.]

2.2. Historia de las persecuciones y del martirio

R. AGUIRRE, La persecucin en el cristianismo primitivo: RLAT 13 (1996: 37) 11- 42 ??

En esta cuestin no nos podemos detener. La consideramos sabida por historia de la Iglesia. Los datos ms destacados son los siguientes.

Hubo una primera persecucin de los cristianos por parte de los judos. El martirio de Esteban (Hch 6,8-7,20), en el que habra participado Pablo sera un ejemplo de esta persecucin, si bien no el nico.

Sin embargo, durante bastante tiempo los cristianos gozaron de la calificacin de religio licita, de la que gozaba el judaismo. A los ojos de los romanos, en los momentos iniciales, se trataba de un grupo al interior de los judos. Sin embargo, el proselitismo universalista de los cristianos se fue sintiendo progresivamente como una amenaza a los intereses del imperio. Se entendi que socavaba los cimientos del Estado, que inclua el culto al emperador.[footnoteRef:16] La tolerancia religiosa romana estaba basada, ltimamente, en una concepcin politesta laxa. La comprensin cristiana del monotesmo habra, tarde o temprano, de chocar con esta concepcin. El cristianismo no poda aceptar, por su comprensin del monotesmo, la religin civil romana, que legitimaba simblicamente el poder romano. [16: Se trata de una religin civil que sustentaba el Estado romano. No era necesario creer con adhesin religiosa, pero s participar en ese tipo de ceremonias y apoyar el universo simblico que estaba detrs de ellas. Los cristianos, al no participar en las ceremonias, insisten en que son buenos ciudadanos: no socaban en la prctica la convivencia, aunque no se adhieran al universo simblico de la ciudadana romana, que critican. Para una defensa del cristianismo puede verse: TERTULIANO, Apologeticum (trad. en Ciudad Nueva, Madrid, 1997).]

En la historia se suceden los periodos de calma con las persecuciones. Estas ltimas varan en intensidad segn los lugares, pues depende del inters que se tomen los funcionarios provinciales y de la animadversin del populacho. En las persecuciones intervienen motivos polticos, como por ejemplo aplacar al pueblo con un chivo expiatorio.

La primera persecucin de Nern (64) parece que fue iniciativa suya.8Ongenes mismo morir como consecuencia de las torturas sufridas durante la persecucin de Decio (249-250) hacia el ao 253/4.

En el 96, bajo Domiciano, hubo otra persecucin. El libro del Apocalipsis sehace eco de la misma, ya que se compuso en esta poca, en Asia Menor.

Tenemos noticias del procedimiento judicial por la correspondencia entre Plinio el joven y Trajano (111-112).[footnoteRef:17] Se caracteriza por tres elementos: 1) se da la orden a los pretores de castigar a los cristianos denunciados y convencidos, pero no perseguirlos activamente tratando de descubrirles; 2) dejar en libertad a los que sacrifiquen y renuncien a su fe; 3) no hacer caso de denuncias annimas. Esto significa que el cristianismo ya ha pasado a ser religio illicita. [17: Tambin Tertuliano en el Apologeticum se refiere a esta circunstancia, indicando que detentar el nombre de cristiano se consideraba ya un crimen, sin necesidad de probar ningn delito: "Heno igitur primam causam apud vos collocamus iniquitatis odii erga nomen Christianorum" (Apol. 1,4); "Sed Christianis sous nihil permittitur loqui, quod causam purget, quod veritatem defendat, quod iudicem non faciat iniustum; sed illud solum spectatur, quod odio publico necessarium est: confessio nominis, non examinatio criminis" (Apol. 2,3).]

En el 202-203, bajo Septimio Severo, la persecucin alcanza por igual a judos y cristianos.

Hasta ahora las persecuciones haban tenido un carcter espordico y local. Dos persecuciones muy duras sern las de Decio (249-50) y Valeriana (257-8). Bajo Decio todos los ciudadanos fueron obligados a ofrecer un sacrificio pblico; con Valeriano todo el clero. De aqu que se originase el problema de los lapsi: cristianos que consintieron en sacrificar.

Las persecuciones ms brutales fueron las de Diocleciano y Galera (esp. 303-304). El edicto de Miln, firmado por Licinio en el 313, anticipa la paz que llegar el 324 bajo Constantino.

2.3. Cuestiones teolgicas destacadas

a) El ncleo teolgico: la imitacin de Cristo

Diversos autores se ven impelidos a desarrollar una teologa cristiana del martirio, en la que se d cuenta teolgicamente y se reflexione sobre esta realidad. Lo mismo ha pasado hoy con los que podemos llamar mrtires de la teologa de la liberacin.[footnoteRef:18] [18: Destaca la aportacin de J. SOBRINO en este terreno, con su reflexin sobre Monseor Romero y sobre los mrtires de la UCA, unidos a tantos otros cristianos.]

i) Identificacin con Cristo

1. La idea teolgica principal que caracteriza el martirio es la presencia de Cristo en los mrtires: "... los sufrimientos y la muerte del mrtir son manifestacin de la fuerza de la resurreccin, porque en los mrtires Cristo sufre y vence sobre la muerte". (DPAC II, 1376).

"Con qu alegra entonces, con qu placer pudo combatir y vencer Cristo, el protector de la fe, que otorga a los creyentes exactamente tanto como piensa obtener el que recibe, en la persona de tales siervos! Ha asistido al combate que era el suyo, ha sostenido, fortalecido, animado a los combatientes y a los partidarios de su nombre. Y l, que por nosotros venci a la muerte una vez, sale siempre vencedor de la misma en nosotros. Cuando os entreguen, dice, no pensis en lo que vais a decir. Porque no seris vosotros los que hablaris, sino el Espritu de vuestro Padre el que hablar en vosotros (Mt 10,1920)". (CIPRIANO, Carta 10,3; cf. JgnEph. 11,2; IgnRom. 4,1-2; 6,1).

De manera algo semejante a lo que decimos de los sacramentos, en el martirio se da una unidad muy particular entre Cristo y el mrtir. Por ello, siendo el martirio la cumbre suprema e insuperable para el cristiano de la identificacin con Cristo, el martirio se convierte en la cumbre suprema de la vida cristiana. De ah el aprecio tan grande en la antigua Iglesia: no hay vida cristiana superior al martirio. Dice Pellegrino: "el mrtir sigue e imita a Cristo en la medida en que se inmola como Cristo fue inmolado para dar a Dios la prueba de su amor y su fidelidad."[footnoteRef:19] [19: M. PELLEGRINO, L'imitation du Christ dans les Actes des martyrs: La vie spirituelle 98 (1058) 38-54, aqu 53. Recoge muchos textos sobre la imitacin de Cristo en las actas de los mrtires.]

2. Sin embargo, el martirio se entiende como una vocacin.[footnoteRef:20] La costumbre de la Iglesia, frente a algunos exaltados, no es la de delatarse personalmente en bsqueda "suicida" del martirio, sino afrontarlo si es que se presenta la ocasin.[footnoteRef:21] Cipriano, por ejemplo, que terminar martirizado en el curso de la persecucin de Valeriana, se refugi durante la persecucin de Decio para poder seguir sosteniendo a la Iglesia. [20: "... a sus siervos, a quienes Cristo lleva al martirio." (CIPRIANO, Ad Fortunatum, pref.,4).] [21: Cf. ORGENES, C. Cels. VIH,38; TERTULIANO. Praesc. 36,5.]

3. Esta teologa de la identificacin con Cristo se advierte especialmente en la participacin en los sufrimientos de Cristo (Col 1,24).

"Pues los mrtires en Cristo despojan con l a los principados y potestades (cf. Col 2,15), y triunfan con l, puesto que comparten sus sufrimientos, as como las gloriosas obras realizadas gracias a sus sufrimientos". (ORGENES, Ex. man., 42).

pues el que est en nosotros es ms grande que el que est en este mundo..." (CIPRIANO, Carta 10,1,2).

Los mrtires continan el combate escatolgico de Cristo contra los poderes de este mundo. Sus sufrimientos son los de Cristo. De ah la certeza de la misma resurreccin de Cristo, que en ellos muere y resucita de nuevo.

En ellos se cumple la palabra del evangelio: nadie tiene ms amor que el que da la vida por sus amigos (cf. Jn 15,13). Esta palabra, que refleja la vida de Cristo Jess, se cumple tambin en los mrtires.

4.El martirio implica, tambin, un sacrificio (CIPRIANO, Carta 76,3-4;IgnRom. 4,1-2), una participacin en el sacrificio de Cristo. Contiene un carctersacerdotal, que lo aproxima a la Eucarista (cf. Mari. Pol_, 15,2). De ah, tambin,su capacidad intercesora. Como la del sacrificio de Cristo (cf. ORGENES, Ex.mart., 30). De tal manera que se da una conexin estrecha entre el martirio y laeucarista (cf. Mart. Pol. 14-15): si en la eucarista se hace presente la muerte yresurreccin de Cristo, en el mrtir tambin se hace presente con una fuertedensidad, que alcanza la realidad material de su cuerpo.

No nos extraa el lenguaje eucarstico de Ignacio de Antioqua al referirse a su futuro martirio:

"Dejadme ser pasto de las fieras por medio de las cuales podr alcanzar a Dios. Soy trigo de Dios y soy molido por los dientes de las fieras para mostrarme pan puro de Cristo." (IgnRom 4,1).

As, segn Hamman:"Si el martirio y la eucarista son los signos de la muerte y resurreccin de Jess, que permiten a la comunidad cristiana compartir beneficios, el martirio introduce a los fieles los ms profundamente en el misterio del cuerpo herido, de la sangre derramada, en la esperanza de la resurreccin"[footnoteRef:22] [22: A. HAMMAN, Signification doctrnale des Actes des martyrs: NRTh 75 (1953) 739-745, aqu 745.]

As pues, se da una estrecha relacin entre martirio y eucarista, pues la existencia del mrtir se convierte en una existencia pascual y eucarstica, como la de Cristo. "Para Ignacio [de Antioqua] el martirio, lo mismo que la eucarista, es repeticin del sacrificio del Maestro, de forma cuasi sacramental, en el discpulo."[footnoteRef:23] [23: J.B. VALERO, Martirio y libertad en la Iglesia primitiva: RCIC 9 (1987) 124-138, aqu 138]

5.Podemos resumir todo lo dicho con las palabras de J.B. Valero: "Losmrtires hablan inequvocamente de la presencia de Cristo, sufriendo en ellos ypor ellos. Nunca dicen que den la fa para demostrar su fe ante los dems.Se sienten imitadores de Cristo, y esta imitacin la viven como una gracia departicipacin en el misterio salvador del Seor."[footnoteRef:24] [24: J.B. VALERO, op. cit, 137.]

ii) la vida religiosa y el martirio

Una vez que se terminaron las persecuciones con la paz constantiniana, la Iglesia busc el camino para que este alto ideal del martirio, cima ms elevada de la vida cristiana, al que muchos cristianos aspiraban, no desapareciera de la comunidad cristiana. El nacimiento de la vida consagrada, con el anacoretismo inicial de los monjes en el desierto, es el heredero directo del martirio. La identificacin ms plena con Cristo que se daba antes en el martirio, contina en el seno de la Iglesia gracias a los monjes.[footnoteRef:25] En la Iglesia antigua se percibe una continuidad entre el martirio y la virginidad[footnoteRef:26]. [25: Cf. G- URBARRI, La conformacin plena con Cristo: peculiaridad de la Vida Religiosa: Razn y Fe 234 (nov. 1996) 315-333. Tomo este elemento como fundamental para la identidad teolgica de la vida consagrada en: Portando las marcas de Jess (cf. G/ 6,17). Sentido y espiritualidad de la vida consagrada,] [26: S.M. ALONSO, La vida consagrada. Sntesis teolgica, Madrid, Publicaciones claretianas, "1998, 287.]

Los monjes se entienden como los continuadores del combate escatolgico de Cristo, que ahora se ha trasladado al desierto: el lugar donde los demonios parecen llevar las mejores trazas y, sin embargo, son derrotados.[footnoteRef:27] [27: Puede verse el combate de Antonio con los demonios, a quienes desprecia, en: ATANASIO, Wc/a de Antonio, Madrid, Ciudad Nueva, 1995.]

As pues, con el ideal asctico se contina el ideal martirial. Se comprende entonces cmo el puesto de los sufrimientos en la ascesis se sita dentro del deseo de compartir la pasin del Seor, de compartir su misma suerte (cf. Le 14,27: para ser discpulo de Jess hay que cargar con la cruz). El sentido cristiano primigenio de toda forma de abnegacin no radica primeramente, pues, en la mera negacin caprichosa de uno mismo; ni el mero ejercicio de autodominio, sometiendo a las pasiones; sino que tiene un sentido cristolgico: sufrir con Cristo que ha sufrido por m. Entonces la raz ltima es la identificacin amorosa y la imitacin en el camino del seguimiento.

iii) Bautismo

Muy en consonancia con lo que acabamos de indicar, el martirio se lee tambin desde la teologa sacramental como un bautismo: el bautismo de sangre. Los cristianos entienden que este bautismo es muy superior al de agua. Pues aqu, el cristiano pasa ai sumergirse de lleno en la muerte de Cristo, muriendo con l, para pasar a vivir en Cristo, participando ya de su misma resurreccin. La teologa bautismal de Rm 6 se cumple con absoluta rotundidad en los mrtires, pues se realiza no en forma de representacin, sino en realidad. Segn Santo Toms (STh 111,66,12) la pasin de Cristo tiene el bautismo de agua una representacin figurativa, per quamdam figuralem repraesentationem, mientras que en el bautismo de sangre se da una imitacin de la misma obra salvfica, per imitationem operis.De otra parte, con el martirio el ser en Cristo que se inaugura con el bautismo adquiere plena realidad, sin que pecados posteriores vengan a mancillar esta incorporacin a Cristo.

Por ejemplo, Orgenes nos dice:Slo el bautismo de sangre nos vuelve ms puros que el bautismo de agua. Estn viendo que Jess llama bautismo a la efusin de su sangre. Y, si no me equivoco, este bautismo es ms poderoso que el bautismo de agua. Quien ha sido bautizado con el bautismo de sangre no puede pecar en lo sucesivo.[footnoteRef:28] (Cf. tb. Ex. mart., 28-30, 37) [28: Citado sin referencia por: A. HAMMAN, El martirio en la antigedad cristiana, Bilbao, Descle, 1998, 22.]

O Cipriano. Ad Fortunatum. pref., 4, nos proporciona otro texto significativo:

... se trata de un bautismo mayor en gracia, ms elevado en poder ms precioso en honor. Se trata de un bautismo en el que bautizan los ngeles, de un bautismo en el que se alegran Dios y su Cristo. Despus de recibirlo, nadie peca ms, han concluido los progresos de nuestra fe. Este bautismo nos arranca de este mundo para unirnos inmediatamente a Dios.

b) Agudizacin escatolgica

En efecto, toda la consideracin teolgica acerca del martirio est permanentemente envuelta en citas escritursticas con gran sabor escatolgico: la confesin en favor del Hijo del Hombre ir acompaada de la confesin del Hijo del Hombre en favor de los que le han sido fieles (cf. Mt 10,32; ORGENES, Ex. mart.; 10, 35; CIPRIANO, Ad. Fortunatum, 5).

Ya en el judasmo, la existencia de los mrtires dio el ltimo impulso para que se forjara la creencia en la resurreccin de los muertos. La comunin del mrtir con Dios no puede quedar resquebrajada por la muerte, sobre todo en el caso de aquellos que han muerto precisamente por su fidelidad a la Ley y al monotesmo israelita (cf. Dn 12,2 s y 2 Mac. esp. 6,30; 12,38 s.; 14.4546).[footnoteRef:29] [29: Cf. J.L. RUIZ DE LA PEA, La otra dimensin. Escatologa cristiana, Santander. Sal Terrae, 31986. 98-99; J.R. BUSTO, El sufrimiento: roca del atesmo o mbito de la revelacin divina?, Madrid. UPCo, 1998. 24-28.]

Igualmente, en el caso del cristianismo la existencia de los mrtires lleva a un replanteamiento, al menos parcial, de la escatologa. El contexto del martirio acenta la fe en la resurreccin de Cristo y en la capacidad de Cristo de hacernos partcipes de su resurreccin. De tal manera que se afirma de los mrtires que ya gozan de la vida bienaventurada, participando de la resurreccin de Cristo (cf. Le 23,43; TERTULIANO, De anima 55,4-5; ORGENES. Exhort. admart. 13; CIPRIANO, Epist. 55, 20, 3). Es decir, los mrtires no se hallaran en el "hades" esperando la resurreccin final en el ltimo da, sino que ya gozaran de ella.

Por algunos textos da la impresin de que los mrtires no sern juzgados: su fe ha sido probada en el martirio y ya han sido considerados dignos del Cordero. As, por ejemplo, dice Orgenes:Por otra parte; sabemos que quien beba el mismo cliz que ha bebido Jess se sentar, reinar y juzgar con el rey de reyes... (Ex. mart., 28; cf. tb. CIPRIANO, Carta 6,2,1).[footnoteRef:30] [30: El "cliz" se refiere al martirio:"... en los Salmos, el "cliz" de "salvacin" es la muerte de los mrtires" (ORGENES, Ex. mart., 29).]

Pues el martirio es una victoria inapelable:

"Si resulta glorioso para los soldados, una vez vencido el enemigo, regresar triunfantes a su patria, cunto ms poderosa y grande ser la gloria, si el vencido es el diablo, de volver como triunfador al paraso, del que fue expulsado Adn el pecador, una vez abatido aquel que antes le haba hecho caer. Llevan a Dios los trofeos de la victoria." (CIPRIANO, Ad Fortunatum, 13; cf. ID., Carta 76,7).

3. LAS PRIMERAS HOMILAS PASCUALES

A. HAMMAN; F. QUR JAULMES, El misterio de la Pascua, Bilbao, Descle, 1998 [1591-41]. ??MELITON DE SARDES, Homila sobre la pascua (edicin preparada por J. IBEZ IBEZ - F. MENDOZA RUIZ), Pamplona, EUNSA, 1975, texto: p. 141-217. [1628-15].

3.1. Introduccin: por qu fijarnos en las homilas pascuales?Dentro de este primer tema perteneciente al periodo preniceno, hemos examinado ya una primera produccin teolgica ligada a la hiptesis de Danilou sobre el "judeocristianismo". All nos hemos podido asomar a diversos gneros literarios, apcrifos y otros escritos de instruccin de la primera comunidad. Seguidamente, al abordar el martirio, hemos conocido otras elaboraciones teolgicas y literarias: actas martiriales, pasiones narrativas, etc. Dentro de la actividad teolgica y de la vida de la comunidad cristiana las homilas son un gnero muy frecuente e importante.[footnoteRef:31] La reunin litrgica iba acompaada de una homila,[footnoteRef:32] cuando menos en las ocasiones solemnes. As, podemos captar algo del ritmo cotidiano, del alimento y la reflexin teolgica de la comunidad cristiana. Dentro de las homilas, gnero muy cultivado por los Padres y del que nos han llegado piezas preciosas, destacan por su solemnidad e importancia las homilas pascuales. [31: Tocho de Herder sobre las homilas ?] [32: El trmino griego, "homilein", que escogieron los autores cristianos, subraya que se trata de una conversacin amigable. As se destaca que lo importante no era recargar retricamente el discurso, sino exponer con sencillez y cercana el mensaje.]

En efecto, desde el principio la comunidad cristiana consider la pascua como el misterio central de su propia vida y de su propia liturgia.

"La Pascua aparece en la antigedad cristiana como "la fiesta de las fiestas". En ella se celebra, no slo la resurreccin de Cristo, sino todo el misterio cristiano, as como la realizacin del designio de salvacin respecto al hombre y al mundo. Pascua es la fiesta de Cristo y la fiesta cristiana por excelencia, el corazn de todas las verdades de la fe."[footnoteRef:33] [33: A. HAMMAN: J. QUER-JAULMES, op. c/f.,,19-20.]

El acontecimiento Cristo se entendi, desde ltima cena del Seor Jess con sus discpulos, como un hecho y un misterio intrnsecamente ligado a la pascua es decir, el acontecimiento Cristo se ley en la comunidad cristiana como un evento pascual. De ah que la celebracin de la pascua adquiriese una gran centralidad, la mayor solemnidad litrgica, y que en ella se concentrase todo el cogollo de la interpretacin teolgica del cristianismo. Todo esto hace que nos resulten especialmente interesantes las primeras homilas pascuales, que nos han llegado, pertenecientes al siglo II. En ellas tenemos acceso a cmo viva la Iglesia antigua la vinculacin entre teologa y liturgia, a la interpretacin que daban a la pascua de Cristo y la lectura que hacan de' ella, y a la vinculacin que se estableci entre la pascua cristiana y la juda.

FUENTES:Dentro de las primitivas homilas pascuales destacan:1. Peri pascha, de Melitn de Sardes, de la que doy cumplida cuenta ms adelante;2. In sanctum Pascha [IP], tradicionalmente atribuida a Hiplito, pero cuya autora la crtica actual no la adjudica a Hiplito. Se sita en una tradicin teolgica cercana a Melitn. Se data hacia finales del siglo II.

3.2. Elementos teolgicos que sobresalen en las homilas pascuales

) Ruptura del calendario judo

Se dio una disputa en la Iglesia antigua en torno al calendario pascual. Evidentemente, - detrs de la disparidad de fechas late una divergencia teolgica. Los puntos principales son los siguientes:

1. La pascua cuartodecimana (catorce de Nisn) centraba la celebracin sobre la muerte de Jess. La costumbre romana, sin embargo, privilegiaba la resurreccin, situando la celebracin el domingo, el da de la resurreccin; da tambin por antonomasia de la celebracin eucarstica.2. Frente a una mayor proximidad a la concepcin juda, vence aquella que resalta ms acentuadamente lo propio cristiano, la novedad cristiana. As, la Iglesia reafirma su identidad y se distancia del tronco judo del que procede.3. Como en otras ocasiones, se percibe cmo las costumbres y las doctrinas ligadas a la sede romana van imponindose en las diferentes tesituras que surgen en la vida de la Iglesia.4. A la larga resulta difcil garantizar la unidad de la Iglesia sin compartir el mismo calendario litrgico, al menos para las fiestas principales. La unidad eclesial es, tambin, unidad litrgica. Y dentro de la liturgia el calendario conforma un aspecto central. Ntese que indico la dificultad, no la imposibilidad. La historia refleja, una y otra vez, la dificultad de mantener viva una comunin que no sea uniformante.

ii) Tipologa: la relacin entre AT y NT, bajo la unidad de la economa de la salvacin.

El hilo conductor de toda la homila de Melitn, comn a las dems, es una interpretacin tipolgica de la pascua juda, siguiendo en cierto sentido la haggad juda (Historia de la liberacin y su actualizacin). Es decir, el asunto a explicar teolgicamente consiste en comprender cul es el significado tanto de la fiesta de pascua juda, como, principalmente, desgranar el contenido de la pascua cristiana: de la muerte y resurreccin de Cristo. Todo esto aporta a la homila un fuerte componente soteriolgico.

Como autor cristiano, va a subrayar el valor del AT y, consecuentemente, de la Pascua juda, as como de las otras figuras del AT. Ahora bien, esto era preparacin de Cristo. Estbamos en "typos", frente a su realizacin verdadera "altheia". De alguna manera su valor est medido por la capacidad de prefigurar a Cristo.En efecto, la figura (typos) ha pasadoy la verdad (altheia) ha sido encontrada.Porque en lugar del cordero es Dios quien ha venidoy en lugar de la oveja un hombrey en el hombre Cristoque contiene todo. (Peri pascha, 4,33-5,38). La prefiguracin demuestra:a) Que la figura de Cristo, con su novedad, ya vena preparada desde antiguo. Por ello, se la puede reconocer y descubrir su importancia.

"Pero ya el Seor previamente haba dispuesto sus propios sufrimientos en los patriarcas y en los profetas y en todo el pueblo, habindoles marcado como con un sello por la Ley y por los profetas. Porque lo que haba de suceder de una manera tan nueva y grandiosa, esto precisamente ha sido preparado mucho tiempo antes para que cuando se realizara obtuviera crdito por haber sido prefigurado con mucha antelacin". (Per pascha, 57,413-418)

b)Que el valor verdadero de los "misterios" del AT est en funcin de suverdad en el NT. No se da en aqullos la verdadera salvacin, sino suprefiguracin."Ms cuando se ha realizado aquello para lo que (haba) sido destinada la figura (typos), entonces, lo que hasta aqu llevaba la imagen del futuro es destruido, por haberse hecho intil, al haber cedido su imagen a una realidad verdadera (althei). Pues aquello que en otro tiempo era de valor se devala una vez aparecido lo que es vlido por naturaleza. (...)Haces el modelo (typos) de la obra real (aletheas). Lo deseas porque ves en l la imagen de lo que va a ser. Suministras el material para el modelo. Lo deseas por lo que se va a construir gracias a l." (Peri Al pascha, 31,252-257 y 38,261-264)En este texto se observa la misma dinmica del razonamiento paulino sobre el primer y el segundo Adn. Para Pablo el segundo Adn, en sentido cronolgico, es en realidad el primero. As tambin, el modelo se ha construido a partir de la obra real, y no al revs. De ah la primaca de la pascua y salvacin cristiana.

c)Que la accin salvadora de Dios no ha sido puntual. Ha seguido un plan,que se ha ido realizando por etapas. La continuidad de la reflexin sobre esta claveinspirar a Ireneo la concepcin ms explcita de la "historia de la salvacin" y suunidad.Por lo tanto se afirma el valor del AT (frente al marcionismo) y se reafirma la unidad de una nica historia de salvacin (oikonoma), administrada por un nico Dios.

iii) Antropologa

Cf. esp. MELITN, Peri pascha, 48-53.

Habra habido un plan primigenio de Dios, al haber creado al ser humano en amistad. Este plan se trunc debido al pecado. Melitn no habla ampliamente del primer plan. Centra su atencin en el segundo.

En la creacin, se subraya el libre albedro del ser humano. De ah se deriva la posibilidad de pecar. Con el pecado se habra entrado en una etapa de carencia y de necesidad de salvacin.

"Siendo el hombre por naturaleza capaz para el bien y para el mal, como bola de tierra para semilla de dos caras escuch el consejo del enemigo y voraz y, habiendo tocado el rbol, transgredi el mandato y desobedeci a Dios. Fue arrojado en consecuencia a este mundo como a una crcel de condenados." (Peri pascha, 48,340-45).Melitn habla ms bien en general del pecado del hombre (anthropos), que del pecado de Adn. El pecado introdujo la muerte y el sufrimiento en el mundo. Este pecado se va heredando dentro del gnero humano.

A la par de la existencia del pecado y de la muerte, se va desplegando el plan divino de salvacin en el AT. El ser humano habra quedado en situacin precaria, de sufrimiento, de muerte y de esclavitud.

"Porque el hombre estaba dividido por la muerte. En efecto, un infortunio y una captura extraa lo cercaban.Era arrastrado cautivo por las sombras de la muerte, la imagen del Padre yaca solitaria.Por esta causa el misterio de la pascua se ha realizado a plenitud en el cuerpo del Seor." (Peri pascha, 56, 407-12).

iv) Soteriologia y cristologa

Adems del ambiente pascual, el hecho de la celebracin del bautismo refuerza el sentido soteriolgico. La cristologa de esta homila est muy volcada sobre la soteriologia. Ve al gnero humano necesitado de salvacin redencin. El sentido de la encarnacin se lee desde ah.

Se afirma una presencia de Cristo ya actuante en el AT.

"As pues, la inmolacin de la ovejay el rito de la pascuay la letra de la leyhan culminado en Cristo Jesspor el cual sucedi todo en la antigua Ley,y ms an en el nuevo Logos." (Peripascha, 6,39-44).

El sentido de la encarnacin es la redencin de los hombres. La redencin se entiende desde la clave del rescate: nos libra de la muerte, de la esclavitud del pecado. Nos conduce al reino de la luz, etc. Se explayar algo sobre la resurreccin y la ascensin. Sera interesante ver cmo aparece la humanidad de Cristo en la ascensin (tema presente en IRENEO, Dem.). Es uno de los que maneja el teologmeno del descenso a los infiernos.

"Yo, dice l, el Cristo,Yo, que destru la muerte,y triunf-del enemigo,y pisote el infierno,y amordac al fuerte,y arrebat al hombrea las cumbres de los cielos.Yo, dice, el Cristo." (Peri pascha, 102,779-786).Afirma muy claramente las dos naturalezas de Cristo. Este elemento aparece vinculado a la soteriologa. Es decir, no se presentan las dos naturalezas desde un inters primeramente especulativo, sino muy ligado a la obre de Cristo, la salvacin. Se percibe, pues, la conexin intrnseca entre el salvador y la salvacin.

"Porque alumbrado como Hijo,y conducido como cordero,e inmolado como oveja,y sepultado como hombre,resucit de entre los muertos como Dios,siendo por naturaleza Dios y hombre" (Peripascha, 8,53-58).

v) Me han llamado la atencin especialmente los siguientes elementos en el "Peripascha":

1.RESURRECCIN.La centralidad de la resurreccin. La obra de Cristo consiste en liberarnos del pecado; en llevarnos de nuevo a los cielos, de los que fuimos expulsados por el pecado. El mismo Cristo resucit de la muerte y es capaz de resucitarnos a nosotros. El ambiente de vigilia pascual, muerte y resurreccin de Cristo, puede haber propiciado este nfasis, pero no deja de ser claro.

2.JUDOS.Trata con dureza la ingratitud de los judos hacia Cristo. Desde luego, uno de los temas sorprendentes era cmo el pueblo elegido, para quien precisamente haba venido el Mesas, no slo rechaz al Mesas, sino que particip en su crucifixin y muerte. La polmica antijuda aqu es fuerte y est, por la retrica, muy recargada.

3.PREEXISTENCIA.No se detiene mucho sobre la preexistencia. Habla de la generacin antes de la aurora (Peri pascha, 82,607-8). Pero este tema no le preocupa. Tampoco abunda mucho sobre la relacin con el Padre.

4.ECONOMAYa est el pensamiento de la economa. Muy fuertemente en la mediacin universal de Cristo, tanto en la creacin, como en la historia de salvacin, como en las dimensiones csmicas de la salvacin de Cristo.

LOS MRTIRES DE LYON (177)

1. BibliografaAdems de la bibliografa general de los apuntes.

TEXTO: EUSEBIO, HE V,1-4.[EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesistica vol I (texto, trad., introd. y notas de A. VELASCO DELGADO), BAC, Madrid 1973, 265-289. [Tb. en Actas de los mrtires (trad. de D. RUIZ BUENO), BAC, Madrid 1968, 327-348].P.G. LAN ARO, Presenze scritturistiche nella lettera dei martiri Lionesi: StudiaPatavina 14 (1967) 56-76. P.G. LANARO, I martiri di Lione: Studia Patavina 14 (1967) 204-235; 325-359.VARIOS, Les martyrs de Lyon (177), Centre National de la RechercheScientifique, Paris 1978. Contribuciones diversas, como: G. BOWERSOCK, Les Eglises de Lyon et de Vienne : relations avec l'Asie, 249-255. W. FREND, Blandina and Perpetua: two early Christian hrones, 167-177. H. Kraft, Die lyoner Martyrer and der Montanismus, 233-247. C. PIETRI, Les origines de la mission lyonnaisse: remarques critiques, 211231 J. RUYSSHAERT, Les "martyrs" et les "confeseurs" de la Lettre des glises de Lyon et de Vienne, 155-166. M. SORDI, La ricerca d'ufficio nel processo del 177, 179-186.

2. Motivacin

La carta de las Iglesias de Lyon y Vienne a la Iglesia de Asia, en la que da cuenta de los martirios vividos en su seno, es un documento de la Iglesia primitiva de gran inters. Por un lado, representa el primer testimonio escrito de la existencia de esta comunidad cristiana, muy incipiente. Nos aporta datos sobre su estructura, origen, costumbres, desarrollo, extraccin social de sus miembros, etc. Por otra lado, es uno de los relatos martiriales ms primitivos, que nos permite asomamos muy directamente a cmo se viva y entenda el martirio en una comunidad cristiana joven, en el ltimo tercio del siglo II.

3. Preguntas1. Qu se puede adivinar del proceso judicial a travs del relato que nos ha llegado? Acusacin, procedimiento, legislacin, etc.2. Cmo aparece y acta el Espritu Santo? Se pueden detectar rasgos de montanismo?-3. Cmo se presenta la relacin del mrtir con Cristo?4. Hay elementos de teologa sacramental? En qu sentido?5. Aparece alguna referencia a la fe trinitaria o "binitaria" de la Iglesia?

III. EN TORNO DE LA TRADICIN APOSTLICA

1.LA REGLA DE FE Y LA TRADICIN APOSTLICA1.1. Qu es la regla de fe?1.2. Origen de la regla de fe1.3. Sentido teolgico de la regla de fe2.SIGNIFICADO TEOLGICO DEL CANON NEOTESTAMENTARIO2.1. Preliminar,2.2. Jalones histricos

a) Primeras secuenciasb) Siglo segundoc) Siglos cuarto y quintod) Fijacin definitiva2.3. Cuestiones teolgicas: Iglesia; Escritura y Tradicina) Significado del canonb) Iglesia y canon de las Escriturasc) Escritura y Tradicin. Regla de fed) Pluralidad del canone) Unidad de AT y NTf) Criterios de canonicidad3.LA SUCESIN APOSTLICA

Una vez que nos hemos adentrado en la problemtica que acompaar al periodo preniceno y que hemos tomado contacto con algunos de sus gneros literarios ms primitivos, vamos a detenernos a considerar un asunto que atraviesa transversalmente esta poca y comporta un gran calado teolgico. En el siglo segundo, principalmente de la mano del gnosticismo y el marcionismo, la Iglesia tuvo que realizar un discernimiento acerca de cules eran los contenidos bsicos de su fe y cul era el mtodo formal para asegurarlos. La divergencia de interpretaciones, de doctrinas y de sistemas de vida amenazaba con convertir el cristianismo en una amalgama de elementos heterogneos, con una pluralidad de teoras contradictorias entre s y con prcticas (disciplina) encontradas. De ah la necesidad de asegurar cul era el testimonio autorizado sobre Jesucristo y cul era el mtodo para obtener una interpretacin verdadera acerca de la doctrina cristiana y sus exigencias prcticas. La gran Iglesia y los doctores catlicos acudirn a la tradicin apostlica como al lugar que permite un entronque fidedigno, autorizado y verdadero con Jesucristo, su mensaje y la vida que se deriva de l.

En este tema nos pararemos a considerar el sentido teolgico de la regla de fe y su conexin con la tradicin apostlica. La regla de fe se entender como un resumen normativo de la enseanza de los apstoles. A continuacin y en segundo lugar, veremos la formacin del canon de las Escrituras. El canon se entiende