hacia un enfoque ecosistÉmico - tecsuma

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239 Así como los ecosistemas nos sostienen, nosotros de- bemos sostenerlos a ellos. Coexistimos con el entorno natural en una trama mundial, un tejido vital que se está desintegrando. La evidencia científica descrita en el Capítulo 2 y la experiencia práctica resumida en el Capítulo 3 señalan claramente que debe- mos tejer un futuro distinto. El Análisis Piloto de los Ecosistemas del Mundo (APEM) mues- tra que su capacidad para producir bienes y servicios está dismi- nuyendo. Aun así, nuestra demanda de los productos que de ellos se obtienen como el agua, los alimentos y la madera sigue en aumento. A nivel mundial hemos logrado que los sistemas agríco- las, forestales y de agua dulce incrementen significativamente la producción de alimentos y fibra. Pero al analizar el espectro total de bienes y servicios derivados de cinco ecosistemas principales, los R ECURSOS M UNDIALES HACIA UN ENFOQUE ECOSISTÉMICO C APÍTULO 4 La adopción de un «enfoque ecosistémico» implica que evaluemos nuestras decisiones sobre el uso del suelo y los recursos en términos de cómo afecta éste la capacidad de los ecosistemas para man- tener la vida, pero no solamente el bienestar humano sino también la salud y el potencial producti- vo de plantas, animales y sistemas naturales. Mantener esta capacidad se convierte en nuestra «lla- ve maestra» para el desarrollo nacional y humano, en nuestra esperanza para acabar con la pobreza, en salvaguardia de la biodiversidad y en nuestro pasaporte hacia un futuro sostenible. —del Prefacio de este volumen

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Page 1: HACIA UN ENFOQUE ECOSISTÉMICO - TECSUMA

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Así como los ecosistemas nos sostienen, nosotros de-bemos sostenerlos a ellos. Coexistimos con el entorno natural enuna trama mundial, un tejido vital que se está desintegrando.La evidencia científica descrita en el Capítulo 2 y la experienciapráctica resumida en el Capítulo 3 señalan claramente que debe-mos tejer un futuro distinto.

El Análisis Piloto de los Ecosistemas del Mundo (APEM) mues-tra que su capacidad para producir bienes y servicios está dismi-nuyendo. Aun así, nuestra demanda de los productos que de ellosse obtienen como el agua, los alimentos y la madera sigue en aumento. A nivel mundial hemos logrado que los sistemas agríco-las, forestales y de agua dulce incrementen significativamente laproducción de alimentos y fibra. Pero al analizar el espectro totalde bienes y servicios derivados de cinco ecosistemas principales, los

RECURSOSMUNDIALES

H A C I AU N E N F O Q U E

E C O S I S T É M I C O

CA P Í T U L O 4

La adopción de un «enfoque ecosistémico» implica que evaluemos nuestras decisiones sobre el uso

del suelo y los recursos en términos de cómo afecta éste la capacidad de los ecosistemas para man-

tener la vida, pero no solamente el bienestar humano sino también la salud y el potencial producti-

vo de plantas, animales y sistemas naturales. Mantener esta capacidad se convierte en nuestra «lla-

ve maestra» para el desarrollo nacional y humano, en nuestra esperanza para acabar con la

pobreza, en salvaguardia de la biodiversidad y en nuestro pasaporte hacia un futuro sostenible.

—del Prefacio de este volumen

Page 2: HACIA UN ENFOQUE ECOSISTÉMICO - TECSUMA

investigadores del APEM encontraron que el incremento en laproducción de unos ocurría a expensas de la de otros como la ca-lidad y cantidad del agua, la biodiversidad y el almacenamientode carbono, los cuales exhiben pronunciados descensos. En mu-chos casos las contraprestaciones se produjeron sin intención. De-safortunadamente no podemos revertir simplemente las contra-prestaciones que ya se han presentado. Y aunque ahora somosconscientes del valor de aquellos servicios de los ecosistemasque tradicionalmente hemos ignorado —como la biodiversidad yel almacenamiento de carbono— no podemos, por ejemplo, sub-sistir con menos alimentos con el fin de proteger la diversidadbiológica o de mejorar la calidad del agua. Los más pobres yquienes viven en situaciones menos ventajosas sufrirían las con-secuencias humanas de semejante estrategia.

Los estudios de caso que se citan en el Capítulo 3 ejemplificanla dependencia de los seres humanos de los ecosistemas. Quieneshabitan en las zonas aledañas al bosque Dhani en India no cuen-tan con alternativas viables para reemplazar los alimentos y la fi-bra que obtienen del bosque. De la misma manera, los residentesdel sur del estado de Florida en Estados Unidos extraen de loshumedales Everglades el agua que consumen, y a pesar de pose-er mayores recursos económicos, no cuentan con fuentes alter-nativas de agua.

Por fortuna, los estudios de caso son optimistas. La repentinaatención que ha provocado el deterioro de los Everglades es unaseñal de que existe una mayor conciencia sobre la importancia delos ecosistemas. La respuesta de la comunidad a la degradacióndel bosque Dhani confirma que por lo menos en algunos lugaresdel mundo se está modificando el comportamiento en la direccióncorrecta. A través del programa «Trabajar por agua», el gobiernode Sudáfrica está simultáneamente atacando tres problemas: lasplantas invasoras, el aumento de la demanda de agua y la pobre-za. El programa analiza los impactos y presiones sobre los eco-sistemas, cuestiona los intereses políticos de las partes, identificalas influencias económicas perversas y forja alianzas con el sectorprivado. Sin embargo, a pesar de que la mayoría de las iniciativasde gestión de ecosistemas que se presentan en el Capítulo 3 soninnovadoras y requirieron una buena cantidad de trabajo para su-perar las dificultades que entrañan, no cumplen las espectativasen lo que se refiere a desarrollar un «enfoque ecosistémico» efec-tivo. Algunas se concentran apenas en las facetas de la salud delos ecosistemas e incluyen actividades de reparación que no siem-pre son preventivas. Trátese de Mongolia, Bolinao o Nueva York,ninguna incorpora los cambios profundos que se necesitan parahacer frente a la actual degradación ambiental y al inevitableincremento del consumo.

¿Qué debemos hacer para adoptarun en foque ecos i s tém ico?

Los administradores de recursos naturales están acep-tando progresivamente los principios del enfoque eco-sistémico que se describen en el Cuadro 4.1. La teoría yaplicación del concepto «gestión de ecosistemas» ha

venido evolucionando durante más de una década. En 1992, el

240R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 4.1

¿Qué es un enfoque ecos is témico?

Un enfoque ecosistémico evalúa de forma global el efectodel uso de los sistemas naturales en su propio funciona-miento y productividad.

■ El enfoque ecosistemico es integral. En la actualidad solemosgestionar los ecosistemas para obtener un bien o serviciodominante —trátese de pescado, madera o energía eléctri-ca— sin darnos cuenta plenamente de las contraprestacionesque ocurren en ese proceso. Al usar los ecosistemas de esamanera, podríamos estar sacrificando bienes o servicios másvaliosos que los que recibimos a cambio. En general, se tratade bienes y servicios a los que el mercado todavía no ha asig-nado ningún valor, como la biodiversidad o el control de inun-daciones. Un enfoque ecosistémico tiene en cuenta la gamacompleta de bienes y servicios utilizables de un ecosistema eintenta optimizar la mezcla de beneficios. El propósito es lo-grar que las contraprestaciones sean eficientes, transparen-tes y sostenibles.

■ Un enfoque ecosistémico replantea las fronteras que tradicio-nalmente han definido la forma en que los manejamos. Estosignifica que hace hincapié en una perspectiva sistémica,reconociendo que los ecosistemas funcionan como un todoy por lo tanto deben ser gestionados como tales y no porpartes separadas. De ahí que se los vea más allá de sus lími-tes jurisdiccionales tradicionales, pues por lo general tras-pasan las fronteras provinciales y nacionales.

■ Un enfoque ecosistémico adopta una visión a largo plazo. Es asícomo respeta los procesos del ecosistema a nivel micro,pero los ve en un marco más amplio de paisajes y décadas,considerando una variedad de dimensiones de tiempo y es-cala.

■ Un enfoque ecosistémico incluye a la gente. Para cada eco-sistema se integra la información social y económica con laambiental. De esa manera se vinculan de forma explícita lasnecesidades humanas con la capacidad biológica de los eco-sistemas para responder a ellas. El objetivo es conocer losprocesos de los ecosistemas y sus límites biológicos, y almismo tiempo definir el momento apropiado para que losseres humanos los modifiquen.

■ Un enfoque ecosistémico mantiene el potencial productivo delsistema. No se limita a tener en cuenta solamente el factorproducción. Considera la generación de bienes y servicioscomo el producto natural de un ecosistema saludable, y nocomo un fin en sí mismo. Con este enfoque, la gestión delecosistema no tendrá éxito a menos que preserve o incre-mente su capacidad para producir los beneficios deseadosen el futuro.

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241C a p í t u l o 4 : H a c i a u n e n f o q u e e c o s i s t é m i c o

Cuadro 4.2 D i f e r e n c i a s e n t r e l a g e s t i ó n t r a d i c i o n a l d e b o s q u e y u n a g e s t i ó n q u e r e s p o n d a a u n e n f o q u e e c o s i s t é m i c o

Enfoque ecosistémico para la gestión Gestión tradicional de bosques de bosques

■ Maximiza la producción de bienes básicos.

■ Maximiza el valor neto actual.

■ Busca mantener el aprovechamiento o usode los productos forestales a niveles meno-res o iguales a su potencial de regeneracióno crecimiento.

Objetivos ■ Mantiene el ecosistema del bosque como un todointerconectado, permitiendo a la vez la producciónsostenible de productos básicos.

■ Mantiene opciones futuras.

■ Busca sostener la productividad de los ecosistemasen el tiempo; tiene en cuenta factores a corto plazocomo la estética del bosque y el grado de acepta-ción social de las prácticas de aprovechamiento.

■ Se desarrolla en el rodal dentro de los límitesestablecidos por las políticas y la propiedad.

Escala ■ Se desarrolla a nivel del ecosistema o del paisaje.

■ Considera la gestión del bosque como unaciencia aplicada.

Papel de la ciencia ■ Considera la gestión del bosque como la combina-ción de factores científicos y sociales.

■ Se centra en el producto (bienes y serviciosque requiere la población): madera, ocio, vidasilvestre y forraje.

■ Se esfuerza por aplicar una gestión del bos-que que responda a los requerimientos deproducción industrial.

■ Considera a la madera como el producto másimportante del bosque (primacía de la made-ra).

■ Se esfuerza por evitar una posible escasezde madera.

■ Considera a los bosques como un sistemade producción de cultivos.

■ Valora la eficiencia económica.

Papel de la gestión ■ Se centra en insumos y procesos tales como el sue-lo, la diversidad biológica y los procesos ecológicos,pues considera que éstos son la fuente de los bienesy servicios.

■ Se esfuerza por desarrollar una gestión que imite losprocesos y productividad naturales.

■ Asigna igual importancia a todas las especies, plan-tas y animales, y pone a los servicios (protección decuencas, ocio, etc.) en el mismo nivel que los bie-nes (madera).

■ Se esfuerza por evitar la pérdida de biodiversidad y ladegradación del suelo.

■ Considera al bosque como un sistema natural, másque la suma de sus partes.

■ Valora la efectividad en función de los costes y laaceptación social.

Fuente: Adaptado de Bengston, 1994

Page 4: HACIA UN ENFOQUE ECOSISTÉMICO - TECSUMA

Servicio Forestal de Estados Unidos adoptó oficialmente unagestión de bosques orientada hacia los ecosistemas. Desde en-tonces, ese organismo se ha esforzado por articular lo que eso sig-nifica para el aprovechamiento de la madera, las prácticas depastoreo, las actividades recreativas y la administración de áreassilvestres e inaccesibles. El Cuadro 4.2 ofrece ejemplos sobre lasdiferencias que existen entre el enfoque tradicional y el ecosisté-mico en el campo del aprovechamiento forestal.

La Unión Europea también comenzó a analizar sus proble-mas ambientales en términos de los efectos a gran escala que és-tos tienen en los ecosistemas, incluyendo pérdida de bosques,contaminación generalizada de los ríos y deterioro de la biodi-versidad. Es así como en sus informes periódicos sobre el estadodel medio ambiente, la Agencia Europea de Medio Ambiente in-forma sobre índices de contaminación del aire que superan las«cargas críticas» aceptables en los ecosistemas, sobre las ten-dencias de desfoliación de los bosques europeos y sobre los efec-tos de la fragmentación de los ecosistemas del viejo continente(EEA 1999).

A nivel internacional, el enfoque ecosistémico ha logrado unavisibilidad y respaldo cada vez mayores. Durante la reunión bie-nal que celebraron en mayo del año 2000 los países signatariosde la Convención sobre Diversidad Biológica de 1992, se desa-rrollaron formalmente 12 principios que definen el enfoque eco-sistémico y se instó a los gobiernos para que los adopten en elmanejo de suelos, agua y otros recursos vivos. En la declaración,las naciones señalaron que no existe una manera universal deaplicar el enfoque ecosistémico, y que el marco general de gestiónde los recursos naturales debe centrarse en los procesos de losecosistemas más que en jurisdicciones políticas y divisiones sec-toriales (COP-5 2000:103-109).

Los pasos que se han dado hacia la incorporación del enfoqueecosistémico en las decisiones sobre manejo de suelos constituyenun avance. Sin embargo, todavía hay mucho camino por recorreren términos de reorientar de forma generalizada las prácticasempresariales, las políticas gubernamentales y los hábitos per-sonales de consumo. En la mayoría de los países, así como en lasprácticas locales, la idea de los ecosistemas como elementos biológicos fundamentales que afectan a la vida y trabajo diariossigue siendo un concepto foráneo. A nivel internacional, losacuerdos de comercio, agricultura, aprovechamiento forestal o

242R E C U R S O S M U N D I A L E S

E l d o m i n i o q u e e j e r c e m o s s o b r e

l o s s i s t e m a s p r o d u c t i v o s

d e l a T i e r r a n o s i m p o n e e n o r m e s

r e s p o n s a b i l i d a d e s ,

p e r o a l m i s m o t i e m p o n o s o f r e c e

e x c e l e n t e s o p o r t u n i d a d e s .

Page 5: HACIA UN ENFOQUE ECOSISTÉMICO - TECSUMA

utilización de los recursos hídricos incorporan muy poco el en-foque ecosistémico.

Las enseñanzas derivadas de los estudios de caso del APEMofrecen una guía práctica para la adopción de tal enfoque. Nues-tras recomendaciones se agrupan en cuatro áreas generales:

■ Abordar el vacío de conocimiento e información científicos.

■ Reconocer y cuantificar el valor de los servicios que ofrecenlos ecosistemas.

■ Fomentar el diálogo público sobre objetivos, políticas y con-traprestaciones.

■ Involucrar a todas las partes interesadas en la gestión de losecosistemas.

Estas recomendaciones no sonuna secuencia de pasos a dar, sinouna danza continua en la que pode-mos mejorar en todas las áreas deforma simultánea. Al seguir los con-sejos prácticos del APEM y de losestudios de caso, avanzaremos conmayor dinamismo en cada área. Yacontamos con el conocimiento y ex-periencia suficientes como para darcomienzo a la danza.

ABORDAR EL VACÍO DE CONOCIMIENTO E INFORMACIÓN CIENTÍF ICOSUna gestión holística y sosteniblede los ecosistemas requiere que en-tendamos sus funciones y condicio-nes de forma detallada. Sin unabase científica más sólida y sin in-dicadores locales, nacionales ymundiales no estamos preparadospara juzgar su capacidad produc-tiva, para identificar las contra-prestaciones que surjan de nuestras decisiones, o para medir las conse-cuencias a largo plazo de tales con-traprestaciones.

Detrás de nuestros esfuerzos porabordar el vacío científico e infor-mativo está la necesidad de producir un conocimiento que tengaun mayor potencial de aplicación empírica. Por ejemplo, la evi-dencia experimental demuestra que la pérdida de diversidadbiológica disminuye la capacidad que tienen los ecosistemas derecuperarse de perturbaciones externas como tormentas, plagas ycambios climáticos. Pero la ciencia no ha podido cuantificar aúnhasta qué punto se reduce esa capacidad de recuperación comoresultado de la pérdida de biodiversidad, ni tampoco la manera

en que esa pérdida puede afectar a la sostenibilidad de la pro-ducción de bienes y servicios a largo plazo. Nuestros esfuerzospor mejorar la gestión de los ecosistemas se verían enormementebeneficiados si conociéramos plenamente su capacidad de cargay su umbral para asimilar transformaciones.

En algunos casos, la profundización del conocimiento cientí-fico sobre el funcionamiento de los ecosistemas nos permite cons-truir modelos que ayudarán a determinar cuáles son los recursosnaturales que corren un mayor riesgo de ser afectados, ayudan-do a la vez a predecir su futuro. En Sudáfrica, por ejemplo, lautilización de sofisticados modelos informáticos permitió des-cubrir que la multiplicación de especies invasoras provoca gravesdesequilibrios en las fuentes de agua. En los Everglades, los mo-delos que se desarrollaron para estudiar la zona mostraron mar-cadas distorsiones en los ciclos hidrológicos. Hace cincuenta

años, cuando se decidió cambiar el curso del agua de esos hu-medales no contábamos con las herramientas científicas queahora poseemos.

Pero más que construir simplemente una base científica máscompleta y perfeccionar nuestros conocimientos ecológicos, de-bemos desarrollar indicadores de las condiciones, tipos y funcio-namiento de los ecosistemas para poder medirlos de forma co-

243C a p í t u l o 4 : H a c i a u n e n f o q u e e c o s i s t é m i c o

(continúa en la pág. 246)

Page 6: HACIA UN ENFOQUE ECOSISTÉMICO - TECSUMA

244R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 4.3 S e n e c e s i t a n e v a l u a c i o n e s i n t e g r a d a s d e l o s e c o s i s t e m a s

¿Cómo podemos juzgar si un ecosistema está en bue-nas condiciones? Los científicos han adoptado di-versos enfoques:

■ Hacer las mediciones teniendo como referencia los sistemasnaturales. Algunos científicos han sugerido que sería posiblemedir la condición de un ecosistema alterado comparandouna o más de sus propiedades (como la biomasa, el númerode especies, o el flujo de nutrientes dentro del ecosistema)con las de un ecosistema «en estado natural» o «no pertur-bado». Así, la condición del ecosistema sería definida por sugrado de «ausencia de estado natural». Pero las limitacio-nes de este enfoque, tanto para tomar decisiones de manejocomo para la formulación de políticas, son evidentes. El usodel indicador «ausencia de estado natural» para definir lacondición de un ecosistema significaría, por ejemplo, quetodos los agroecosistemas o las plantaciones forestales es-tarían en condiciones precarias o malas porque su estado esmuy diferente al de los ecosistemas naturales que reempla-zaron. Además, dada la influencia generalizada de la acciónhumana en el medio ambiente, cada vez es más difícil definirlas características de un ecosistema «en estado natural» o«no perturbado».

■ Medir las condiciones sectoriales. Son muchos los informesque se han escrito sobre el estado de la agricultura en variospaíses y que se han centrado sólo en la producción de ali-mentos, sin considerar los efectos negativos potenciales deesa producción en la biodiversidad, la calidad del agua o lafijación de carbono. Asimismo, la evaluación de bosquesgeneralmente se ha dedicado a examinar sólo la producciónde madera, sin establecer el impacto potencial del aprove-chamiento de la madera en los regímenes regionales de llu-vias, en la producción de energía proveniente de fuentes hi-droeléctricas río abajo, o en la pérdida de biodiversidad. Esteenfoque estrictamente sectorial tenía sentido cuando lascontraprestaciones entre bienes y servicios eran modestas ono demasiado importantes. Sin embargo resulta insuficienteahora que el manejo del ecosistema debe satisfacer objetivoscontradictorios y tener en cuenta los vínculos que existenentre los problemas ambientales. Un país puede incrementarla producción de alimentos convirtiendo un bosque en tie-rras agropecuarias, pero al hacerlo estaría disminuyendo elabastecimiento de ciertos bienes tan o más importantescomo el agua pura, la madera, la biodiversidad o el control deinundaciones. Tanto los administradores de recursos natu-rales a nivel local como los responsables de la toma de deci-siones de política a nivel nacional deben contar con herra-mientas para medir tales contraprestaciones. Y esto requiereuna visión más integral de lo que pueden implicar tales con-traprestaciones.

■ Medir para optimizar. Una evaluación integrada determina lacondición de un ecosistema al evaluar de forma separadasu capacidad de proveer cada uno de sus bienes y servicios,y luego sopesa las contraprestaciones que tienen lugar. In-cluso si tales contraprestaciones se originan en una elec-ción consciente, la evaluación integral mostrará si se opti-miza o no la capacidad del sistema para proporcionar unacombinación de servicios. Por ejemplo, en un agrosistemade productividad aceptable que utiliza insumos químicospara funcionar, las evaluaciones independientes podríanmostrar si el agregar una rotación de un cultivo que se ferti-liza con estiércol podría reducir drásticamente los nutrientes,incrementar radicalmente la calidad del agua o afectar losrendimientos. Es así como se podría determinar si la ges-tión del ecosistema está encaminada a abastecer una com-binación de alimentos y agua limpia o si hubiera sido posibleobtener esos bienes con un método alternativo de gestión.

Este enfoque evaluativo se denomina «integrado» porque nosólo examina un producto único del ecosistema, como la pro-ducción de cultivos, sino toda la gama de productos que podríagenerar. El beneficio principal de una evaluación integrada esque permite desarrollar una estructura para analizar tanto losvínculos que existen entre los diversos bienes y servicios comolas contraprestaciones que se presentan entre ellos. La oportu-nidad de incrementar los beneficios agregados de este cúmulode bienes y servicios no sería evidente si la evaluación se hicie-ra por sectores aislados. Es posible que la meta de gestión delecosistema sea favorecer un servicio —digamos la producciónde alimentos— por encima de los otros. Pero cuando se mira laproducción y el estado de la gama total de servicios, las contra-prestaciones se manifiestan claramente.

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245C a p í t u l o 4 : H a c i a u n e n f o q u e e c o s i s t é m i c o

Cuadro 4.4 L a i n f o r m a c i ó n a l s e r v i c i o d e l e n f o q u e e c o s i s t é m i c o

Al colaborar en la elaboración de este informe e impulsarla adopción de un enfoque ecosistémico, el Programade las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Programa

de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el Banco Mun-dial y el Instituto de Recursos Mundiales reafirman su compro-miso de utilizar la información para motivar acciones que tien-dan a conservar y restaurar los ecosistemas. Las oportunidadesque tienen los gobiernos, las empresas, las organizaciones ylos individuos en todo el mundo para afianzar ese compromisoson muchas:

■ Los gobiernos pueden utilizar el acceso a la informaciónpara guiar las decisiones sobre el uso, protección y restau-ración de los ecosistemas. Las agencias y funcionarios gubernamentales cuentan hoy con una mayor cantidad dedatos y de mejor calidad que en el pasado, gracias a losavances de la ciencia y la tecnología. Igualmente están enuna mejor posición para integrar las imágenes de satélite,las mediciones sobre la calidad del aire y el agua, los datosbiológicos y demográficos, y la cartografía sobre transporte yuso de suelos. Los legisladores podrían incorporar datoscientíficos acerca de los umbrales de los ecosistemas (talescomo «cantidades tolerables» de contaminantes del tipo SOxy NOx) a las nuevas normas que regulan las emisiones deautomóviles y de plantas eléctricas, o a los estándares sobrecalidad de agua.

■ Las empresas podrían mejorar su gestión ambiental de losecosistemas mediante la recolección y difusión de informa-ción sobre los aspectos ambientales de sus procesos, servi-cios y productos. Aunque las regulaciones del gobiernoconstituyen poderosos mecanismos para exigir que las em-presas adopten una gestión ambiental y hagan público sutrabajo en ese campo, el número de negocios que están pro-cediendo voluntariamente en ese sentido va en aumento.Muchos lo hacen para ahorrar costes, para incrementar losvalores de sus accionistas, para definir hitos de actuación, ypara vigilar el cumplimiento de compromisos externos.

■ Las asociaciones industriales pueden desarrollar políticas ycódigos que reafirmen la necesidad de mantener la viabilidadde los ecosistemas. La Organización de Estandarización ISO14000 —la cual ofrece consejos para aquellas compañías quequieren mejorar su gestión ambiental en áreas como audito-ría ambiental, ecoetiquetado y evaluación del ciclo de vida deproductos— constituye un modelo sobre cómo propagarprácticas empresariales amigables con los ecosistemas.Hasta julio de 2000, 14.106 empresas en 84 países habíanadoptado los estándares ISO 14.000. Otro modelo posible esla Iniciativa de Información Mundial (GRI por sus iniciales eninglés), creada en 1997 por la Coalición para EconomíasResponsables con el Medio Ambiente y el Programa de lasNaciones Unidas para el Medio Ambiente, con el propósitode diseñar directrices mundialmente aplicables a la prepara-

ción de informes empresariales de sostenibilidad. Tales di-rectrices pueden ser consultadas a través de Internet en:http://www.globalreporting.org.

■ Las universidades, los grupos ecologistas y las asociacionescívicas pueden contribuir a interpretar el cúmulo de datosen bruto que ya existe, y convertirlo en información de fácil yrápido acceso para el total de los ciudadanos. Tales organi-zaciones pueden compilar listas de instalaciones y métodosde producción ordenados de acuerdo con su riesgo ambien-tal, integrar conjuntos de datos o crear listas de productosde consumo popular organizados, por ejemplo, de acuerdocon la presencia de toxinas potenciales. También puedenactuar como «guardianas» de la gestión de los ecosistemasasegurando que se adopte realmente un enfoque sistémicopromoviendo procesos de planificación abierta, organizandoe informando a los votantes, y exigiendo que gobiernos, ban-cos multilaterales y corporaciones respondan por sus políti-cas y acciones.

■ Los consumidores pueden buscar información sobre pro-ductos y utilizar su poder de compra para forzar a las empre-sas a incorporar mejores prácticas favorables a los ecosiste-mas. La certificación de sistemas de gestión sostenible y eletiquetado ecológico nos permiten elegir aquellos productosde madera, agrícolas e ictícolas que provocan menores im-pactos ambientales. Por ejemplo, El Consejo Mundial deBosques (CMB) evalúa las prácticas de gestión de bosquesen función de 10 principios ambientales, sociales y econó-micos, y ya ha certificado más de 15.8 millones de hectáreasde bosques productivos en el mundo (Parker et al. 1999:12).Empresas líderes como IKEA —la productora de mueblesmás grande del mundo— están utilizando cada vez más esosproductos forestales para obtener ventajas de comercializa-ción y para responder al interés de los consumidores poradquirir bienes más ecológicos. Existen otros procesos decertificación similares como Energy Star que ya se estánaplicando para ayudar a los consumidores a evaluar el con-sumo de energía de los electrodomésticos. Sería posible de-sarrollar mecanismos de certificación parecidos para bienesy servicios más favorables al medio ambiente, como hospe-dajes y guías comunitarios en el caso del ecoturismo.

■ Los ciudadanos de todo el mundo podrían esmerarse enaprender más sobre las condiciones y problemas ambienta-les que les rodean. Quienes tienen acceso a Internet pue-den obtener información que les permita tomar decisionessobre cómo votar, cuál es la mejor forma de usar los suelos yrecursos de sus localidades, cuáles son las mejores prácti-cas de reciclaje y disposición de desechos del hogar, entreotras cosas. También cuentan con los medios para compar-tir la información con amigos y colegas, o para hacer cono-cer sus puntos de vista, con sólo hacer un «clic» con el ratónde sus ordenadores.

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herente. La experiencia del APEM hace hincapié en las enormeslimitaciones de los actuales indicadores para medir el estado delos ecosistemas. En muchos casos, las evaluaciones del APEM debieron basarse en datos extraídos en diferentes períodos, acompañados de definiciones inconsistentes o incompletas. In-cluso en el caso de los agroecosistemas, sobre los cuales abun-dan estudios relativos a su producción y condiciones, no existenmediciones coherentes a nivel mundial sobre los efectos de laagricultura en la calidad del agua. Asimismo, hay muy poca información para cultivos específicos sobre el tamaño y los nive-les de producción de áreas irrigadas. En una era que se suponede superabundancia informativa, los resultados del APEM mues-tran que es difícil desarrollar mediciones consistentes y precisassobre las condiciones de los ecosistemas tanto a escala mundialcomo local o nacional, que es justamente donde se toman lamayoría de las decisiones sobre el uso del suelo.

Los estudios de caso también muestran claramente la necesi-dad de contar con mejores indicadores, supervisión continua yuna mayor cantidad de información sobre las condiciones delos ecosistemas. En los casos más extensos se relata la transfor-mación gradual de los ecosistemas debido a alteraciones físicas oa su uso excesivo, y la forma en que los ciudadanos y las institu-ciones fueron incapaces de notar las señales tempranas de dete-rioro o no supieron prever las repercusiones de sus propias ac-ciones a largo plazo. Parte del desafío es darse cuenta de que eldeterioro de los ecosistemas puede comenzar de forma gradual, yluego manifestarse rápidamente a medida que crecen las presio-nes. La Bahía de Florida se fue degradando lentamente durantelos 20 años que siguieron al proyecto de Florida Central y delSur, que provocó en la alteración del curso del agua en los Ever-glades. El deterioro se aceleró rápidamente durante los diez añossiguientes. En Sudáfrica pasó una década antes de que se iden-tificara con certeza la conexión entre las plantas invasoras y elabastecimiento de agua. Durante los años que llevó reconocer eldaño y restaurarlo se incrementaron las repercusiones de la de-gradación, tanto en los ecosistemas como en quienes dependíande los bienes y servicios que se habían vulnerado.

Cuando se trata de fundamentar un enfoque ecosistémico, notoda la información es igual. Las evaluaciones integradas son losmétodos más efectivos para que las partes interesadas efectúenun manejo que trascienda el valor comercial inmediato que pue-dan obtener de los ecosistemas (Cuadro 4.3 Se necesitan eva-luaciones integradas de los ecosistemas). Tales evaluaciones de-terminan por separado la capacidad de un ecosistema paraproveer determinados bienes y servicios, y luego evalúan lascontraprestaciones resultantes. En cambio las evaluaciones sec-toriales más limitadas —hasta el momento herramientas funda-mentales para tomar la mayor parte de las decisiones— se cen-tran en un solo bien o servicio y no abarcan las consecuenciasintegrales en todo el ecosistema. Es así como las agencias gu-bernamentales encargadas de reemplazar los sistemas de drena-je de los Everglades juzgaron el éxito de sus esfuerzos sobre labase de los efectos en la producción agrícola y el control de lasinundaciones. En Sudáfrica, las agencias gubernamentales queforestaron las zonas montañosas con pinos tenían en mente ex-

plotar al máximo el potencial de producción de madera, lo mis-mo que el gobierno de Dhani cuando permitió a los contratistascomerciales aprovechar el dosel del bosque. Sólo en momentosde crisis —cuando se vio interrumpida la oferta de bienes comoel agua o los alimentos— comenzó a haber interés en desarrollarotros indicadores de la salud de esos ecosistemas. Es posibleque las crisis nunca hubieran ocurrido si hubiera existido una in-formación integral desde el principio.

Claro que es sólo un deseo. No importa cuán sofisticado seanuestro conocimiento científico, o los modelos informáticos quese apliquen, o las estadísticas que se realicen; de todos modos esprobable que lo que suceda en los ecosistemas nos tome por sor-presa a menos que los supervisemos de forma continua. Nuestroconocimiento sobre su dinámica evoluciona rápidamente, pero lohace en paralelo con la escala de las presiones que los alteran,sean demográficas, económicas y/o biológicas. La clave paraevitar consecuencias inesperadas son las evaluaciones periódicasde los ecosistemas. Para determinar si el nuevo plan para admi-nistrar cuatro zonas costeras en Bolinao está contribuyendo a larecuperación de la fauna ictícola o si existen otros factores fueradel mencionado plan que merecen un tratamiento más urgente,deberán pasar varios años durante los cuales se ejerza vigilanciaconstante de toda una variedad de indicadores ambientales. Loshabitantes de Nueva York que toman agua del grifo deben con-fiar en la vigilancia de la calidad del agua para determinar si suplan de protección de los ecosistemas es adecuado, o si por elcontrario deben invertir miles de millones de dólares en construiruna planta de filtrado. Es posible que un registro detallado de losresultados de esta vigilancia sirva para confirmar las sospechassobre la necesidad de adoptar un nuevo enfoque en la gestión deecosistemas. Tal enfoque también puede servir para neutralizaraquellos frenos legales, cuando no del público en general, quesurgen durante la realización de esfuerzos grandes y costososcomo el plan de restauración de los Everglades.

Los análisis científicos sólidos y otros instrumentos como lamodelización, la evaluación y el control pueden contribuir a quese adopten decisiones sabias sobre el manejo de los ecosistemas.El campo de acción para llenar el vacío de conocimiento cientí-fico e información es grande y abarca gobiernos, empresas, organizaciones e individuos (Cuadro 4.4. La información al ser-vicio del enfoque ecosistémico). Pero éste no es el único requeri-miento para garantizar la adopción de tal enfoque.

RECONOCER Y CUANTIF ICAR EL VALOR DE LOS SERVICIOS QUE OFRECEN LOS ECOSISTEMASLa infravaloración de los servicios que ofrecen los ecosistemas haconducido a una serie de prácticas de gestión miopes. Por ejem-plo, en el análisis de los sistemas de agua dulce que se hace en elAPEM se arguye que las enormes subvenciones de los precios delagua —especialmente la que se destina a agricultura— contribu-yeron a promover el uso ineficiente de ese recurso. Allí se muestraque el consumo mundial de agua aumentó seis veces a partir de1900, superando en más del doble la tasa de crecimiento de lapoblación. En cuanto a los ecosistemas forestales, el APEM mues-tra que las tasas de aprovechamiento de los bosques primarios de

246R E C U R S O S M U N D I A L E S

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Canadá —donde se subvencionan las operaciones de las compa-ñías madereras— son muy superiores a las tasas de crecimientode las especies, a pesar del valor que los bosques entrañan en tér-minos de biodiversidad, almacenamiento de carbono y protecciónde cuencas. Por lo general los mecanismos del mercado no han lo-grado asignar un valor monetario a estos bienes públicos, pero sesabe que esa incapacidad no es lo único que da cuenta de la ex-plotación excesiva de los servicios de los ecosistemas. Entre laspolíticas económicas que distorsionan el precio del agua, de lastierras y de otros productos e insumos provenientes de los ecosis-temas figuran las exenciones impositivas, los incentivos comer-ciales, las tarifas y las estrategias de inversión pública.

Los estudios de caso también ofrecen una serie de ejemplos depolíticas económicas que, a pesar de sus buenas intenciones,contribuyeron al deterioro de la condición y capacidad natural delos ecosistemas porque infravaloraron los servicios esencialesque éstos proveen. Por ejemplo, el gobierno de Estados Unidossubvencionó el drenaje de casi la cuarta parte de los Evergladesal sur del Lago Okeechobee para crear el Area Agrícola Ever-glades. El drenaje provocó daños directos a la vida silvestre dellugar, y creó el escenario para futuros daños indirectos a travésdel aprovechamiento de las aguas del lugar, la contaminación por

escorrentía y el hundimiento del suelo debido a la producciónagrícola.

Un rasgo fundamental del enfoque ecosistémico es que recono-ce y cuantifica el valor de los servicios que ofrecen para que go-biernos, industrias y comunidades puedan tenerlos en cuenta cuan-do toman decisiones en materia de consumo y producción. Elprimer paso hacia la asignación de dichos valores es calcular el cos-te de las políticas económicas que subsidian el uso de los recursos,ya sea comparando los precios subsidiados con los del mercado osumando los costes de los programas de subsidio del gobierno. Seestima que a nivel mundial los subsidios que promueven prácticasdeficientes en el uso del agua, la agricultura, la energía y el trans-porte terrestre ascienden a un total de US$700.000 millones, de loscuales casi la mitad se destina a la producción e ingresos agrícolasen los países de la OCDE (PNUD, 1999:207). Existe la posibilidadde pulir y desagregar esa suma en sus componentes nacionales, lo-cales y sectoriales para obtener así una base empírica, aunque nodel todo precisa, que permita corregir las distorsiones de precios. Lacompleta eliminación de las subvenciones y el establecimiento deprecios explícitos para los servicios de los ecosistemas podría ser po-líticamente difícil pero redundaría indudablemente en una utiliza-ción más eficiente de los recursos.

La ley de Sudáfrica sobre uso del agua es un ejemplo de laaplicación de políticas de precios para incentivar la eficiencia(véase el Cuadro 3.14, págs. 210-211). En ese país, el Departa-mento de Aguas y Aprovechamiento Forestal tiene la prerroga-tiva de aplicar tarifas sobre la gestión de cuencas a aquellos sec-tores que utilizan los ríos y otras masas de agua, sea comodestino final de sus residuos y/o para consumo. Con la aplicaciónde dichos cánones se busca desincentivar la disposición de dese-chos, promover la conservación y proveer fondos para mejorar lasalud de las cuencas. Algunos sectores y comunidades se hanopuesto a su aplicación, mientras que otros han instituido prác-ticas de conservación a nivel municipal mediante las cuales se halogrado disminuir el consumo de agua en un 25%.

Para aquellos servicios de los ecosistemas que no están ex-plícitamente subsidiados, se necesita desarrollar y mejorar losmétodos de valoración (véase el Cuadro 1.14, pág. 32). Los eco-nomistas ambientales deberían continuar perfeccionando los me-canismos que actualmente se aplican para determinar el valor delos bienes y servicios que ofrecen los ecosistemas. Esos valoresdeberían transmitirse a quienes toman decisiones sobre uso delsuelo y métodos de producción industrial. El Inventario de Re-ferencia sobre Valoraciones Ambientales, compilado por Envi-ronment Canada, es un buen ejemplo de cómo se puede ampliarel uso de tales valoraciones. Se trata de una base de datos sobreestudios de valuación que permite a las corporaciones y a los go-biernos acceder fácilmente a trabajos de investigación reconoci-dos sobre los valores monetarios de una variedad de serviciosambientales. A su vez, esos valores se pueden utilizar para esti-mar los efectos negativos potenciales de determinados proyectosy otras empresas en tales servicios (EVRI, 2000).

Finalmente, es más importante crear incentivos financierospara la conservación de los ecosistemas que establecer las tarifas

247C a p í t u l o 4 : H a c i a u n e n f o q u e e c o s i s t é m i c o

P o d e m o s m e j o r a r l a f o r m a

e n q u e g e s t i o n a m o s

l o s e c o s i s t e m a s c o n r e s p e c t o

a c o m o l o h i c i m o s e n e l p a s a d o ,

y l o p o d e m o s h a c e r h o y .

(continúa en la pág. 250)

Page 10: HACIA UN ENFOQUE ECOSISTÉMICO - TECSUMA

248R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 4.5 S e n e c e s i t a l l e n a r e l v a c í o d e i n f o r m a c i ó n

Ecosistema Características Principales necesidades de información

Extensión y uso de la tierra El uso de las imágenes de satélite ha mejorado el conocimiento sobre la ex-tensión de varios ecosistemas. Pero los datos que existen no son lo sufi-cientemente precisos como para usarlos a nivel nacional o subnacional, opara responder a todas las necesidades de los convenios internacionalesen torno al medio ambiente. Se necesitan interpretaciones más frecuentes,mejor resolución de datos, procesos más sistemáticos de clasificación einiciativas innovadoras para desarrollar estadísticas precisas.

Todos losecosistemas

Degradación del suelo A escala global, la única fuente integral de información sobre degradacióndel suelo (GLASOD) se desarrolló a finales de la década de los años ochen-ta. Existe un estudio complementario con información detallada que sólo seextendió al continente asiático (ASSOD). Se necesita controlar la materiaorgánica de los suelos a largo plazo y obtener información más detallada so-bre el balance de nutrientes de los mismos; igualmente se requiere desa-rrollar indicadores que muestren el vínculo entre la calidad del suelo y losbienes y servicios que ofrecen los ecosistemas.

Biodiversidad La información sobre la biodiversidad de los ecosistemas no es buena. Seestima que sólo entre un 15 y un 20% de las especies han sido identificadas,aunque ahora la Iniciativa Mundial de Taxonomía se ha propuesto abordareste reto. Incluso en el caso de especies conocidas se carece de informa-ción sobre tendencias poblacionales e invasiones. El Programa Mundialsobre Especies Invasoras y la Unión Mundial para la Conservación estáncreando bancos de datos sobre tales especies. Y aunque existe una canti-dad considerable de información repartida entre científicos, museos y co-lecciones de plantas en el mundo, se requiere hacer un esfuerzo enormepara recopilarla de forma tal que sirva de base para los procesos de planifi-cación nacionales.

Calidad y cantidad de agua La existencia de una mejor información sobre recursos hídricos podría be-neficiar a los países inmediatamente pues está directamente relacionadacon la salud y bienestar de los seres humanos. En la mayoría de los países(excepto los de la OCDE), los mecanismos para supervisar la calidad delagua son rudimentarios, y muchas de las iniciativas emprendidas para me-jorarlos dejan de lado información biológica importante. Existe poca infor-mación sobre aguas subterráneas a nivel mundial y continental.

Condición Aunque la información sobre la producción de alimentos y las estadísticassobre rendimientos es copiosa, no sucede lo mismo con aquélla sobre lascondiciones de los sistemas agrícolas, y menos aún sobre las diferenciasen las prácticas de cultivo y de manejo de suelos. Se necesitan datos másdetallados sobre el uso del suelo para poder predecir el impacto de la agri-cultura en su fertilidad, así como en la calidad del agua y en los hábitats.Los datos que se manejan hoy en día sobre degradación del suelo, calidaddel agua y biodiversidad son cualitativos y generalmente controvertidos.

Agroecosistemas

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249C a p í t u l o 4 : H a c i a u n e n f o q u e e c o s i s t é m i c o

Ecosistema Características Principales necesidades de información

Biodiversidad El acceso a datos sobre biodiversidad global para costas y océanos siguesiendo limitado. Incluso se carece de información sobre la distribución delos distintos tipos de hábitat para la mayoría de las áreas, excepto para losarrecifes de coral y para los manglares. Debido a que la mayor parte delos hábitats costeros son pequeños y están sumergidos, estudios localescomo los de la Red Mundial de Control de Arrecifes de Coral son más fia-bles que los datos que se obtienen con sensores remotos cuando se tratade determinar su estado y extensión.

Ecosistemas costeros

Pesca Fuera de las pesquerías del Atlántico norte sólo se informa de entre el 50 y70% de los desembarcos por especie, lo cual dificulta evaluar el impacto dela pesca de determinadas especies. Hay información muy fragmentada so-bre poblaciones ictícolas, necesaria para determinar si el aprovechamientoexcede o no los niveles sostenibles.

Calidad del agua La teledetección sirve para llenar vacíos de información respecto a la fre-cuencia y duración de proliferaciones de algas, derrames de petroleros, gra-do de sedimentación y temperatura de la superficie marina. Pero se precisade una vigilancia constante para evaluar algunos indicadores de la calidaddel agua como los niveles de eutrofización, bacterias coliformes, y contami-nantes orgánicos persistentes, al igual que la aparición de enfermedades enlos organismos marinos. El Sistema Mundial de Observación de los Océa-nos que estableció Naciones Unidas podría compilar estos datos.

Estado Debido a los altos costes del control en la mayoría de los países en desarro-llo, será difícil de superar la enorme escasez de información sobre produc-ción y consumo de leña. Entre los datos relativos a la producción madereraque se requieren figuran las tasas relativas de crecimiento y aprovechamien-to. Para contar con mejores estimaciones sobre las tasas de deforestación serequerirá una mejor cobertura por satélite y corroborar los datos en el terre-no.

Ecosistemas forestales

Cantidad de agua Los cálculos sobre pluviosidad y caudales de los cursos de agua en todo elmundo son cada vez más escasos como resultado de la pérdida de finan-ciación de los programas de monitoreo. La existencia de una mejor infor-mación hidrológica básica sobre las descargas de los ríos, la frecuencia delas inundaciones, los cauces en épocas de sequía, las condiciones de loshumedales y la ubicación de las represas ayudaría a los planificadores aresponder más eficientemente a las crecientes demandas de agua como re-sultado del crecimiento demográfico.

Pesca El mejoramiento de la información sobre pesquerías continentales —esen-cial para asegurar la sostenibilidad de las especies— requerirá de redes demonitoreo más desarrolladas, debido a que gran parte de la pesca se des-tina al consumo local y por lo tanto no se registra.

Estado Entre la información que podría ayudar a mejorar la comprensión de losprocesos de desertificación, así como la gestión de las tierras de pastoreo,figuran los datos de satélites de alta resolución para calcular su producti-vidad, junto con mediciones de la pluviosidad en el terreno, densidad de ga-nado y sistemas de gestión.

Ecosistemas de agua dulce

Ecosistemas de pradera

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apropiadas por los servicios que se extraen de ellos. Es posibleque el valor de muchos servicios resulte incalculable si se partede una ecuación simple de oferta y demanda. Sin embargo, nodeberíamos perder de vista el hecho de que la subjetividad tieneun efecto importante en cualquier ejercicio de valoración. Eldisfrute estético o el significado espiritual de un paisaje dependedel valor que le den quienes lo aprecian, de la misma manera enque el precio de un determinado bien se relaciona con la volun-tad de pago de los compradores. En un debate centrado en lasevaluaciones científicas y económicas del valor de tales bienes, loslíderes religiosos y comunitarios tienen una oportunidad única detener en cuenta las consideraciones éticas que deberían guiar lamanera como usamos los ecosistemas. Por ello, la asignación deun valor a cada uno de los servicios —lo mismo que el enfoqueecosistémico como un todo— es más efectiva cuando se basa endiálogos con el público sobre objetivos, políticas y sobre las con-traprestaciones que se producen.

FOMENTAR EL DIÁLOGO EN LA OPINIÓN PÚBLICA SOBREOBJETIVOS, POLÍT ICAS Y CONTRAPRESTACIONESCon el enfoque ecosistémico, el conocimiento sobre los procesos ycondiciones de los sistemas naturales sirve de base para el dis-curso público sobre lo que queremos y necesitamos de los eco-sistemas, sobre la manera en que se deben distribuir los benefi-cios, sobre lo que los ecosistemas pueden tolerar en materia dedegradación y sobre los costes que la sociedad está dispuesta apagar por su preservación. A su vez, este discurso debe ser labase sobre la cual se pueda lograr un consenso en torno a las ac-ciones que debemos emprender. Incluso un consenso débil entreintereses contrapuestos —como el que surgió por ejemplo en elcaso de la cuenca hidrográfica de Nueva York, los arrecifes deBolinao o los humedales Everglades— es un mecanismo podero-so para generar un cambio; y muchas veces aún más poderosoque cualquier tecnología, mandato del gobierno o informe de al-gún experto.

La historia del plan de gestión de la cuenca hidrográfica de laciudad de Nueva York ilustra un esfuerzo por acercar a quienestienen intereses creados en torno a la salud de un determinadoecosistema para que se unifiquen en torno a un tema, en estecaso el agua. Aunque la búsqueda de una solución negociada encasos como el de la ciudad de Nueva York no sea el camino ide-al desde la perspectiva científica (el plan de protección ha sidocriticado y tachado de inadecuado), sí representa un progreso enla medida en que ha dejado atrás interminables desacuerdos yfalta de acción frente al problema. Asimismo, cuando todos losgrupos de interés toman parte en la búsqueda de soluciones, losresultados son generalmente más sostenibles en el tiempo queaquellos que se consiguen sin su participación.

Cuando los gobiernos no logran ampliar el diálogo para in-cluir a todos los afectados por el manejo de los ecosistemas, lasorganizaciones no gubernamentales (ONGs) que tienen buenacomunicación con la comunidad local se erigen en agentes decambio poderosos. El aporte de las ONGs se aprecia en situacio-nes como la de la restauración del manglar Mankòtè y el manejocostero en Bolinao. En esos casos, las ONGs insistieron en llevar

a cabo numerosas consultas tendentes a forjar alianzas entre losinteresados y a impulsar una mayor participación en los procesosde toma de decisiones.

Muchas de las consultas públicas sobre el uso de los recursosno se limitan sólo a temas del presente —reubicar o no un diqueen los Everglades o determinar la zona más apropiada para de-tener el avance de plantas invasoras en Sudáfrica— sino que serefieren implícitamente al futuro. Los debates sobre cómo ges-tionar el crecimiento de una zona urbana, o sobre los criterios deadjudicación de recursos escasos, o incluso sobre la naturalezamisma de la sostenibilidad, pueden moldear una especie de sen-tido común en torno al concepto de valor entre los diversos par-ticipantes. El diálogo público puede entonces ser beneficiosopara ayudar a la comunidad a juzgar la importancia relativa delos diferentes servicios que ofrecen los ecosistemas. El diálogotambién promueve la educación y toma de conciencia por partedel público, además de ser un incentivo para que quienes parti-cipan en él aprendan más sobre las tendencias sociales, econó-micas y físicas que se prevén y que afectarán a sus planes en elfuturo.

Por ello es fundamental que los principales interesados enasegurar la viabilidad de los ecosistemas, tales como la cuencadel río Mekong, o los recursos costeros del Bolinao, se esfuercenpor considerar los cambios sociales y ecológicos potenciales quepueden ocurrir en el futuro. En el Mekong, la extraordinaria tasade crecimiento económico y de la población provocará aumentosen la demanda de riego, agua potable, energía hidroeléctrica,producción ictícola, control de la salinidad y transporte. El nue-vo plan de gestión costera de Bolinao puede resultar suficientepara la población de los municipios que en la actualidad as-ciende a 50.000 habitantes, pero la salud a largo plazo de lazona dependerá en parte de que el plan tenga en cuenta lasprevisiones de crecimiento demográfico, que se estima se dupli-cará en los próximos treinta años (McManus et al. 1995:195).

Los sistemas de gobernabilidad que fomentan la participacióncomunitaria en la toma de decisiones constituyen incentivos po-derosos para el desarrollo de planes de conservación local. Perolas soluciones locales no siempre brindan suficientes herramientaspara enfrentarse a las presiones constantes y cambiantes. En ta-les circunstancias, para lograr esfuerzos más efectivos se deberíaincorporar la gama más amplia posible de grupos de interés nosólo en el diálogo, sino también en la ejecución de los planes.

INVOLUCRAR A LAS PARTES INTERESADAS EN LA GESTIÓN DE LOS ECOSISTEMASLas comunidades locales pueden ser tanto las principales des-tructoras de los ecosistemas como sus administradoras más efec-tivas. Impulsadas generalmente por la pobreza o por las ganan-cias a corto plazo, se encuentran en las condiciones más propiciaspara utilizar de forma excesiva los bienes y servicios que ofrecenlos ecosistemas. Al mismo tiempo su conocimiento e interés di-recto en la salud de los ecosistemas son elementos que contribu-yen a lograr una buena gestión de los recursos a largo plazo. Losgobiernos, empresas multinacionales y organizaciones interna-cionales también han demostrado su poder de destrucción, así

250R E C U R S O S M U N D I A L E S

Page 13: HACIA UN ENFOQUE ECOSISTÉMICO - TECSUMA

como su capacidad de desarrollar una visión amplia y políticasinteligentes sobre el uso de los ecosistemas. Es posible que los ob-jetivos nacionales o multinacionales no coincidan con los localese incluso los dominen, como pasó en Dhani durante el período demayor degradación del recurso. Pero la creciente conciencia am-biental generada por proyectos piloto financiados con fondosinternacionales —como algunos de los que desarrollaron el Ban-co Mundial y las Naciones Unidas— puede constituir un impul-so para que los grupos de interés nacionales y locales adopten unenfoque ecosistémico. En síntesis, la participación de todos los in-teresados a nivel local, nacional o incluso internacional en lagestión de los ecosistemas da mejores resultados, pues permitecontar con un mayor caudal de conocimiento y experiencia en elmomento de tomar decisiones para resolver problemas. Esteproceso de inclusión también ayudaría a equilibrar interesesque, aunque legítimos, pueden ser divergentes, y lograr así unadistribución más equitativa de los costes y beneficios del uso delos ecosistemas.

Sin embargo, los grupos de interés locales son los que más tie-nen que ganar o perder en la gestión de los ecosistemas. Dhani esel mejor ejemplo de cómo la preocupación inicial y la conse-cuente acción de una comunidad puede ayudar a recuperar unecosistema. Empujados por su dependencia del bosque y cons-

cientes de la gravedad de la degradación del recurso, los habi-tantes de Dhani diseñaron un plan de protección efectivo. Cuan-do el estado —dueño de las tierras del bosque— aceptó el plande gestión, convirtió automáticamente a la comunidad en su so-cia en el proceso de restauración y no en su adversaria. De lamisma manera, en Machakos, los grupos de trabajo obligatoriosque había creado el gobierno en la década de los años cincuentase disolvieron, lo cual condujo a que los akamba retornaran almwethya tradicional basado en clanes y a emprender, por supropia iniciativa, la aplicación de técnicas de conservación y es-tilos de trabajo que desembocaron en el rejuvenecimiento de lossistemas agrícolas.

Los estudios de caso también destacan la manera en que lascomunidades que cuentan con derechos de uso del recurso tien-den a administrar los ecosistemas de forma más sostenible. Elcaso opuesto ocurrió cuando los habitantes de Dhani abandona-ron las detalladas reglas de acceso y uso del bosque en favor deprácticas desorganizadas de producción de leña, lo cual sucedióen la década de los años sesenta y setenta, cuando el gobierno ylos productores privados incrementaron la producción de leña,con lo que vulneraron los derechos de tenencia de los habitantesdel bosque. De la misma manera, es menos probable que lospastores nómadas de Mongolia —quienes no tienen seguridad so-

251C a p í t u l o 4 : H a c i a u n e n f o q u e e c o s i s t é m i c o

Es imposible concebir una política ambiental efectiva a no ser

que se base en una información científica saludable. Aunque se

han realizado importantes avances en la recolección de datos en

muchas zonas, permanecen aún grandes lagunas en nuestro

conocimiento. En concreto, nunca se ha realizado una evalua-

ción global completa de los principales ecosistemas del mundo.

La Evaluación de los Ecosistemas en el Nuevo Milenio, un es-

fuerzo internacional de colaboración importante para establecer

un mapa de la salud del planeta, es una respuesta a esta nece-

sidad. Está apoyado por muchos gobiernos, así como por el

PNUMA, el PNUD, la FAO y la UNESCO. Hago un llamamiento

a los estados miembros para ayudar a proporcionar el soporte

financiero necesario a la Evaluación de los Ecosistemas en el

Nuevo Milenio y para implicarse de forma activa en ella.

Secretario General de la ONU, Kofi Annan

De Nosotros los Pueblos:

El papel de las Naciones Unidas en el s. XXI

(abril, 2000)

También respaldan la prevista Evaluación de los Ecosistemas en

el Nuevo Milenio en septiembre del 2000:

• Conferencia de las partes de la Convención para Combatir

la Desertificación.

• Conferencia de las partes de la Convención sobre Diversi-

dad Biológica.

• Conferencia de las partes de la Convención Ramsar sobre

Humedales.

• Grupo Consultivo sobre la Investigación Agrícola Interna-

cional y los Centros de Investigación Agrícola Internacional.

• Comité Directivo de la Evaluación del Milenio, en representa-

ción de 30 agencias internacionales y de investigación.

• Ministros de Medio Ambiente reunidos en Elmina, Ghana, en

septiembre de 1999, en representación de 20 países.

• Academia de las Ciencias del Tercer Mundo.

• Red de Organizaciones Científicas del Tercer Mundo.

• Socios de Recursos Mundiales, PNUD, PNUMA, Banco Mun-

dial y WRI.

Cuadro 4.6 L l a m a d a a u n a E v a l u a c i ó n d e l o s E c o s i s t e m a se n e l N u e v o M i l e n i o

Page 14: HACIA UN ENFOQUE ECOSISTÉMICO - TECSUMA

bre sus derechos individuales en praderas de propiedad común—adopten prácticas sostenibles de rotación de pastizales por temora que otro pastor con sus rebaños se instale en su territorio.

Desafortunadamente, la mala gestión de los ecosistemas es unproblema que continúa como consecuencia de políticas guber-namentales que provocan el desplazamiento de comunidades,la explotación no sostenible de los recursos naturales para obte-ner resultados inmediatos, y la falta de reconocimiento del papelque cumplen los ecosistemas en el desarrollo de prácticas soste-nibles de vida, especialmente para los más pobres. La tenencia detierra es un asunto pendiente para millones de personas, inclusoa pesar de que la experiencia ha demostrado una y otra vez queuna tenencia segura, así como la autoridad para administrar losrecursos, son cuestiones que contribuyen a promover inversionesa largo plazo en el mejoramiento y la custodia cuidadosa de lastierras.

¿Qué nos depara e l f u turo?

Los estudios de caso sugieren que la gente aprende y seadapta. También muestran que los ecosistemas tienencierta capacidad intrínseca de recuperarse, aunque ad-vierten sobre los límites de esa recuperación. Es posible

que un bosque, como el Dhani, que ha perdido biomasa y cali-

dad del hábitat, se recupere en pocos años gracias al control desu uso excesivo. Es menos factible que humedales como los delestado de Florida puedan recuperarse en aquellas áreas que fue-ron ya convertidas en barrios suburbanos, vías o centros comer-ciales. Los procesos de restauración en lugares como Sudáfrica yFlorida requieren de inversiones importantes, mientras que en lu-gares como Dhani, Machakos o Cuba se necesita más capitalhumano por la importancia que allí tienen las decisiones del go-bierno y la participación de la ciudadanía.

Los estudios de caso no terminan aquí. Sólo el tiempo revela-rá el grado de recuperación de los ecosistemas analizados. Sabe-mos que el sistema «recuperado» de los Everglades tendrá unacomposición de especies y un funcionamiento diferentes a los ori-ginales. Sudáfrica no podrá deshacerse completamente de lasplantas invasoras, a pesar de las buenas intenciones y esfuerzosen ese sentido del programa «Trabajo por agua».

El cambio climático, la globalización y la urbanización cons-tituyen elementos de presión que harían peligrar el éxito de losmejores planes de restauración a largo plazo. La cantidad cadavez mayor de emisiones de carbono ya está afectando a los eco-sistemas. El aumento de la temperatura de la Tierra y los cam-bios en los regímenes de lluvias podrían provocar la migración einvasión de especies no nativas. Asimismo, el incremento del ni-vel del mar podría conducir a que zonas bajas —desde atolonesde coral hasta partes de los Everglades— queden bajo el agua.

252R E C U R S O S M U N D I A L E S

Page 15: HACIA UN ENFOQUE ECOSISTÉMICO - TECSUMA

La globalización e industrialización probablemente desestabili-zarán muchos de los patrones económicos tradicionales centradosen la subsistencia y el uso de los recursos por las comunidades. Elcrecimiento desordenado de zonas suburbanas, la fragmenta-ción de los hábitats, la contaminación del aire y el solo incre-mento de la demanda del uso de los recursos con la consiguienteproducción de desechos tendrán sus consecuencias antes de quese diseñen planes de urbanización más efectivos para minimizarlos efectos negativos.

Una gestión exitosa de los ecosistemas requerirá cada vezmás de la cooperación de los vecinos, aunque éstos tengan a ve-ces objetivos muy divergentes. En el caso de Dhani sólo fue ne-cesario que los residentes se juntaran con los pobladores de lasaldeas circunvecinas para trabajar; Sudáfrica en cambio debetrabajar con Botsuana y Zimbabue para controlar la invasióndescontrolada de plantas no nativas como los cactus de rosa,cuya propagación se acelera con el libre movimiento de elefantesy asnos a través de las fronteras. Incluso este último es un pro-blema de índole relativamente local, comparado con los efectostransfronterizos que se producen como resultado de los esfuerzospor desarrollar y administrar el río Mekong de forma sostenible.Allí, son los deseos y necesidades de seis naciones los que ame-nazan la cantidad y calidad del agua en la cuenca, así como elbienestar de las poblaciones de pescadores y campesinos delbajo Mekong.

El acuerdo internacional que se firmó para revertir el dete-rioro de la capa de ozono de la Tierra (el Protocolo de Montreal)es un buen ejemplo de cómo la evidencia científica puede con-tribuir a lograr una visión común y un compromiso para resolverun problema, una vez que se asume su gravedad. Pero en elcaso de algunos servicios de los ecosistemas, como la biodiversi-dad o el almacenamiento de carbono, no es suficiente con que to-dos comprendan la importancia del asunto para que se produzcaun manejo cooperativo a nivel mundial. Los mercados interna-cionales no otorgan un valor a los servicios que brindan los eco-sistemas como los activos ambientales que son. Sin embargo,éstos constituyen un patrimonio fundamental de la humanidad,por lo que sería tal vez necesario que la comunidad mundialafrontara algunos de los costes que implica manejarlos de formasostenible. Los esfuerzos internacionales encaminados a consti-tuir un capital público y utilizar inversión privada serán un fac-tor crucial para cambiar la forma en que los países valoran yconservan los ecosistemas.

Quizás la conclusión más importante que nos dejan los estu-dios de caso es que podemos mejorar la forma en que manejamoslos ecosistemas con respecto a cómo lo hicimos en el pasado, y lopodemos hacer hoy. Es común escuchar proclamas sobre lo quepromete la tecnología en lo que se refiere a resolver problemas,esto es, disminuir los costos de restauración o incrementar laproductividad de nuestros ecosistemas. Y aunque los estudios queaquí se publican no desestiman ese potencial, sí nos adviertenque ya contamos con gran parte del conocimiento y los elementostecnológicos necesarios para llevar a cabo planes de manejo exi-tosos. Muchos de los mecanismos de restauración son simples ypoco especializados. En Sudáfrica, algunos procesos de restau-

ración consisten simplemente en eliminar de raíz y a mano losárboles invasores, sin el uso de tecnología alguna. En Dhani, lacomunidad utiliza patrullas y vigilantes, adopta planes sencillosde cosecha, prohíbe que el ganado paste en el área y promuevefuentes de empleo alternativas. En Machakos, los akamba reco-gen agua de lluvia y construyen terrazas, una práctica milenariaen muchas partes del mundo.

Para decirlo de forma sencilla, contamos con los conocimientossuficientes para comenzar a manejar los ecosistemas de formamás sostenible y para restaurar parte de la productividad perdida.El desafío ahora es lograr el compromiso local, nacional y mun-dial para utilizar y expandir tales conocimientos.

La Eva luac i ón de Ecos i s temasen e l Nuevo M i l en i o ( Ecom i l en i o )

La incapacidad de pensar en términos de ecosistemasnace de un profundo vacío de información sobre lamanera en que éstos nos afectan y sobre las condicionesen que se encuentran. El Análisis Piloto de los Ecosis-

temas del Mundo (APEM) incorpora una primera aproximaciónsobre la manera de abordar ese vacío. Pero una de las conclu-siones más importantes del APEM es que hasta ahora carecemosde gran parte del conocimiento de referencia que necesitamospara evaluar las condiciones de los ecosistemas de forma ade-cuada a escala global, regional y a veces hasta local. Los inves-tigadores del APEM descubrieron que faltan muchos conjuntosde datos críticos sobre cuestiones que van desde el grado de usode la leña hasta el impacto del ganado en las condiciones del fo-rraje de las praderas (Cuadro 4.5 Se necesita llenar el vacío deinformación).

Teniendo en cuenta los avances de la tecnología, lo que sor-prende no es sólo que no exista una mayor cantidad de informa-ción disponible para evaluar la condición de los ecosistemas,sino que cada vez haya menos. Por un lado, es cierto que la te-ledetección ha permitido obtener información sobre algunas ca-racterísticas de los ecosistemas como su extensión. Por otro lado,hoy en día hay menos información en el terreno que hace 20años sobre indicadores tales como la calidad del agua dulce y ladescarga de los ríos (Stokstad 1999:1199).

Recolectar este tipo de información y hacerla accesible paraque los gobiernos, el sector privado y las comunidades puedanusarla y entenderla con facilidad requerirá de un esfuerzo quetrasciende el APEM. Tal esfuerzo, conocido como la Evaluaciónde Ecosistemas del Milenio (Ecomilenio) y que comenzará en elaño 2001, está siendo organizado e impulsado por varios go-biernos, agencias de Naciones Unidas y organizaciones científicasreconocidas (Cuadro 4.6 Llamada a una Evaluación de los Eco-sistemas en el Nuevo Milenio). El APEM como tal ofrece una de-mostración de algunos de los métodos e iniciativas que se utili-zarán en Ecomilenio. Este último esfuerzo ampliará y difundiráesos métodos para que puedan ser aplicados a nivel mundialpor una gran cantidad de investigadores que trabajan a distintasescalas, desde la local hasta la mundial.

253C a p í t u l o 4 : H a c i a u n e n f o q u e e c o s i s t é m i c o

Page 16: HACIA UN ENFOQUE ECOSISTÉMICO - TECSUMA

Tal y como se hizo en el APEM, Ecomilenio se centrará en lacapacidad que tienen los ecosistemas para proporcionar bienes yservicios que son importantes para el desarrollo de la humanidad.Para ello se tendrán en cuenta los procesos que subyacen en losecosistemas y de los cuales dependen esos bienes y servicios. Másaún, se considerarán explícitamente atributos económicos y socia-les como el empleo y el valor económico. Ecomilenio es un análisismundial con un alcance y cobertura muy superiores a los delAPEM, pues incluirá diez evaluaciones a nivel regional, nacional ylocal. También contribuirá a que los países desarrollen su propiacapacidad para llevar a cabo este tipo de evaluaciones en el futuro:

■ El componente mundial de Ecomilenio compilará la informa-ción de referencia con la cual se compararán las evaluacionesfuturas, ayudará a satisfacer las necesidades de información delos tratados ambientales internacionales como la Convenciónsobre Diversidad Biológica, establecerá metodologías para hacerevaluaciones integradas de los ecosistemas, y mejorará la con-ciencia pública sobre la importancia de los bienes y serviciosque éstos ofrecen. El componente mundial estará específica-mente diseñado para evaluar los cambios registrados en losciclos químicos del carbono, el nitrógeno y el agua.

■ Los componentes regionales, nacionales y locales de Ecomi-lenio se circunscribirán a su área de cobertura, aunque a lavez actuarán como elementos catalíticos para que se hagauna mayor utilización de las evaluaciones integradas y paraque se desarrollen las metodologías y herramientas de mode-lizado que tales evaluaciones requieren. Estos componentestambién proveerán la información necesaria para tomar de-cisiones sobre manejo y políticas de gestión de ecosistemas.Además se diseñarán metodologías originales para evaluarlos vínculos y contraprestaciones que existen entre los diversosbienes y servicios. A nivel regional también se desarrollaránescenarios con previsiones sobre las características que po-drían tener los bienes y servicios de los ecosistemas en el fu-turo, que posteriormente se sintetizarían a escala mundial.

■ El desarrollo de capacidades locales también será un objetivocentral de Ecomilenio. Sus componentes regionales, nacio-nales y locales fortalecerán directamente a las instituciones in-volucradas. La información, metodologías y herramientas demodelizado que surjan de Ecomilenio serán útiles para losprocesos de evaluación nacionales y subnacionales en todo elmundo. Finalmente, Ecomilenio ayudará a promover la reco-pilación de datos y los esfuerzos de monitoreo necesarios parasatisfacer las necesidades de información en todas las esferas.

Ecomilenio es sólo uno de los muchos pasos que se necesitanpara reorientar nuestra visión de los ecosistemas y para deter-

minar la manera de administrarlos. Además se trata de una delas primeras herramientas y la más elemental. Si funciona, po-dría constituirse en una base del conocimiento sobre los ecosis-temas de inmediata utilidad para los responsables de la toma dedecisiones que tienen que abordar cuestiones tan básicas como eluso del agua, el desarrollo costero, las políticas agrícolas y la con-servación de la biodiversidad. A un nivel mucho más básico,Ecomilenio podría ser un paso importante hacia el diseño de unenfoque ecosistémico en la medida en que comienza a enmarcarla información ambiental que los responsables de la toma dedecisiones requieren para diseñar políticas relacionadas con estosbienes y servicios. Con el tiempo, esta reorganización básica de lamanera como se miden y se analizan los cambios ambientales in-corporará el concepto de ecosistemas en la forma en que habla-mos sobre los efectos de nuestras acciones en la Tierra, y en lamanera en que manejamos tales efectos.

¿Qué me jor momento que és te?

Nuestro dominio de los sistemas productivos del plane-ta nos impone enormes responsabilidades, pero tam-bién nos ofrece excelentes oportunidades. La demandade bienes y servicios provenientes de los ecosistemas

nunca había sido tan elevada, y se espera que siga aumentandode forma drástica, especialmente en los países en desarrollocomo consecuencia del incremento de la población y por ende, dela cantidad de individuos que buscan mejores niveles de vida. Dela misma manera, el conocimiento humano sobre los ecosistemasnunca había sido mayor que ahora. Sin embargo, aun en mediode la enorme abundancia de información, con frecuencia con-frontamos nuestra propia ignorancia sobre el mundo que nos ro-dea. Más aún, la intervención del ser humano en los ecosistemases cada vez más evidente en todas partes, pero poco se ha hechopara protegerlos. No deberíamos esperar más.

El desafío del siglo XXI es, pues, conciliar las demandas deldesarrollo humano y la tolerancia que tiene la naturaleza. Paraello debemos entender las vulnerabilidades y capacidad de recu-peración de los ecosistemas. Como se afirma en el Prefacio deeste volumen:

En los albores de este nuevo siglo, tenemos la capacidad decambiar los sistemas vitales de este planeta, para bien opara mal. Si queremos lo primero, debemos reconocer que elbienestar de la gente y el de los ecosistemas se encuentran en-tretejidos y que esa trama está cada vez más deteriorada.Hace falta restaurarla, especialmente ahora que tenemos amano las herramientas necesarias. ¿Qué mejor momento queéste?

254R E C U R S O S M U N D I A L E S