don carlos, buena excusa

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA Don Carlos, buena excusa INTRODUCCIÓN.............................................................................................................2 ANOTACIONES HISTÓRICAS......................................................................................4 COMPOSICIONES LITERARIAS.................................................................................21 COMPOSICIÓN MUSICAL...........................................................................................28 ARGUMENTO DEL DRAMA.......................................................................................36 GRABACIONES ESCOGIDAS.....................................................................................46 CATÁLOGO DE LAS OBRAS DE VERDI..................................................................53 BIBLIOGRAFÍA, o así....................................................................................................55 REPARTO.......................................................................................................................56 PRIMER ACTO..............................................................................................................58 Los bosques de Fontainebleau..................................................................................58 SEGUNDO ACTO..........................................................................................................78 PRIMERA PARTE El Convento de San Giusto......................................................78 SEGUNDA PARTE Jardines de San Giusto............................................................87 TERCER ACTO............................................................................................................112 PRIMERA PARTE Jardines de la Reina................................................................112 SEGUNDA PARTE Nuestra Señora de Atocha.....................................................123 CUARTO ACTO...........................................................................................................135 PRIMERA PARTE El estudio del Rey en el Alcázar de Madrid...........................135 SEGUNDA PARTE La prisión..............................................................................152 QUINTO ACTO............................................................................................................161 El Convento de San Giusto.....................................................................................161 - 1 -

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Libreto traducido al español de la ópera de Verdi Don Carlo, con comentarios acerca de los personajes históricos y la composición musical.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Don Carlos, buena excusaINTRODUCCIÓN.............................................................................................................2ANOTACIONES HISTÓRICAS......................................................................................4COMPOSICIONES LITERARIAS.................................................................................21COMPOSICIÓN MUSICAL...........................................................................................28ARGUMENTO DEL DRAMA.......................................................................................36GRABACIONES ESCOGIDAS.....................................................................................46CATÁLOGO DE LAS OBRAS DE VERDI..................................................................53BIBLIOGRAFÍA, o así....................................................................................................55REPARTO.......................................................................................................................56PRIMER ACTO..............................................................................................................58

Los bosques de Fontainebleau..................................................................................58SEGUNDO ACTO..........................................................................................................78

PRIMERA PARTE El Convento de San Giusto......................................................78SEGUNDA PARTE Jardines de San Giusto............................................................87

TERCER ACTO............................................................................................................112PRIMERA PARTE Jardines de la Reina................................................................112SEGUNDA PARTE Nuestra Señora de Atocha.....................................................123

CUARTO ACTO...........................................................................................................135PRIMERA PARTE El estudio del Rey en el Alcázar de Madrid...........................135SEGUNDA PARTE La prisión..............................................................................152

QUINTO ACTO............................................................................................................161El Convento de San Giusto.....................................................................................161

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Don Carlos, el infante de España, es un personaje me-nor dentro de la historia. Sobre todo si lo comparamos con los gigantes con los que tuvo la oportunidad de vi-vir. No obstante su insignificancia, fue un elemento fundamental. Su pequeñez sirvió a diversos intereses e

intervino en gran medida en lo que se ha dado en llamar la «leyenda negra».

Don Carlos es un personaje que ofrece la excusa perfecta para hablar de la época y de unos hechos cargados de significancia política. Como heredero de la Corona española, su trascendencia era vital para la propia España y para sus rivales. El imperio español, en su apogeo, adolecía de una organización sólida tal cual la conocemos hoy. Pero go-zaba del respeto que su poder militar y de su notable influencia en media Europa. La ex-traña personalidad del príncipe y su desdichada muerte tuvieron el efecto de convertirle en un personaje más importante de lo que realmente fue.

Su temprana muerte y el oscurantismo que la envolvió fue suficiente para alentar la imaginación de los enemigos de su padre, el rey Felipe II, y ver en su desaparición un elemento desestabilizante de la monarquía española. Al desaparecer el heredero, impli-cado en una conjura que afectaba a la propia solidez del Rey, envuelto en un misterio difícil de explicar, hizo que su persona diera pábulo a multitud de teorías. La muerte de Isabel de Valois, imprescindible para la paz con Francia y de una edad parecida a la del Infante, tampoco se vio como algo casual. Más, si cabe, si tenemos en cuenta que la princesa estaba destinada a casarse con el heredero de la Corona y no con quien reinaba en España.

Al libreto de la ópera de Verdi, que aparece al final, le acompañan diversos comentarios que pueden ser de interés, aunque no es necesaria su lectura. Se incluyen por decisión del traductor sin más pretensión que el de entretener, sin intención alguna de trascender su mera opinión.

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INTRODUCCIÓN

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Esta obra se distribuye bajo la licencia de CREATIVE COMMONS por la que esta obra se pue-de publicar y reeditar sin límites siempre que se cite al autor original y siempre que se distribuya de igual forma. Es decir, según lo que se describe en la siguiente página web:

http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/

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ANOTACIONES HISTÓRICAS

Quizá sea Ana de Mendoza (1540-1592), princesa de Éboli, el personaje histórico que menos relación pueda tener en el trián-gulo dramático, histórico o novelesco de los tres personajes principales reales: el rey Felipe II, llamado el Prudente (1527-1598), Carlos de Austria (1545-1568) e Isabel de Valois, prin-

cesa de la Paz (1546-1568). Rodrigo, marqués de Posa –personaje de la ficción dramáti-ca– no tiene un paralelismo claro con ningún personaje real.

Ana de Mendoza era hija de Diego Hurtado de Mendoza, virrey del Perú. De esta dama española cuentan que fue inteligente y bella. Bella a pesar del parche que cubría uno de sus ojos. Ocultaba con él un defecto que algunos mal pensados creen que se debía a que era tuerta. Se casó, casi niña, con un noble portugués, don Ruy Gómez de Silva, prínci-pe de Éboli y ministro de Felipe II. Así, pues, la princesa pasó gran parte de su vida en la Corte. Sobre ella se han escrito multitud de biografías en las que, generalmente, se la tacha de intrigante, maquinadora de traiciones y arribista; también hay quienes la rela-cionan concupiscentemente con Felipe II unas veces seduciéndolo y otras dejándose se-ducir.

Una de las versiones oficiales la relacionan con los graves sucesos que ocurrieron en el reinado de Felipe II personificados en Antonio Pérez y el rival de éste, don Juan de Es-cobedo. Ana de Mendoza enviudó a los treinta y tres años –alrededor de 1573, un lustro después de la desaparición de Isabel y Carlos– y aseguran que entabló relaciones, más o menos amorosas, con Antonio Pérez, secretario del Rey. Añade dicha versión que Juan de Escobedo descubrió tales amores y algunos tejemanejes un tanto oscuros y, como se-cretario de don Juan de Austria y persona influyente en el gobierno, intentó utilizar su descubrimiento contra el secretario de Felipe. Antonio Pérez logró enterarse que su se-creto no era tal y, para evitar el escándalo y el descrédito, acusó a Escobedo de graves manejos políticos. Así, Pérez logró obtener una autorización real, sin especificar el al-cance ni el límite, para actuar contra su rival. Después de algún que otro intento de en-

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ANA DE MENDOZA

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venenamiento, en 1578 Juan de Escobedo cae muerto a estocadas una noche oscura en una calleja. Fue un asesinato misterioso del que nunca se esclarecieron los hechos ni ja-más se descubrió cuál fue la mano ejecutora, aunque muchos creen que fue iniciativa de Antonio Pérez, amparándose en ese permiso vago de Felipe II.

Corrió la voz que los artífices del asesinato fueron el propio secretario del Rey y Ana de Mendoza. Pero, curiosamente, el Rey no dispuso su detención hasta un año después de la muerte de Escobedo. Lo cierto es que el Rey mandó detener a ambos pero no de for-ma conjunta, ni tampoco por los mismos motivos. El caso de Antonio Pérez es, todavía hoy, controvertido y polémico, y, como en nada influye en la trama, le dejaremos apar-cado hasta mejor ocasión.

El caso de Ana de Mendoza es radicalmente distinto: sus actividades en la Corte eran diversas. Se centraban en favorecer a unos y a intermediar por otros, bajo precio, apro-vechándose de su posición en Palacio. Pero fue descubierta y desterrada de la Corte bajo confinamiento real. En primer lugar, en la Torre de Pinto. Además, como consecuencia de la inculpación de pródiga, se la privó de la tutela de sus hijos. Cuando contaba cua-renta y un años se la permitió trasladarse a su villa de Pastrana donde once años después moriría.

Existen biografías muy completas, y controvertidas, sobre la figura de Felipe II. Pero me referiré a él brevemente y sólo a los sucesos más relevantes que tuvieran relación con su hijo, el infante don Car-los. Felipe II nació en 1527 y murió al cabo de 71 años en su amado Palacio-Monasterio de El Escorial. Fue Rey de España y Portugal;

hijo de Carlos I de España e Isabel de Portugal.

Se casó contando con dieciséis años, por primera vez, con su prima María de Portugal de quien nacería Carlos en 1545. Sus matrimonios, cuatro en total, fueron –¿quién lo duda?– por razones de Estado. Aunque no impidió que hubiera verdadero afecto entre él y María de Portugal y que se enamorasen Isabel de Valois y él. A María Tudor le dedicó

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FELIPE II

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poco tiempo. De este su segundo matrimonio poco sacó en claro salvo sus aspiraciones al trono inglés cuando ésta murió. Aspiraciones legítimas que le costaron el prestigio naval de su Armada, prestigio alcanzado en Lepanto y nunca más recuperado. Viudo de Isabel, su tercera esposa, contrajo matrimonio con Ana de Austria, de quien nacería su heredero Felipe III.

Algunos autores hablan de Felipe II como el Salomón español, y tanto la leyenda negra como la blanca no han hecho sino enturbiar su grandiosa figura en la Historia. Quizá su único pecado fue perseguir la absoluta justicia y pretender la omnipresencia del catoli-cismo como único credo. Precisamente esa leyenda negra inspiró el drama de Schiller Don Carlos, según algunos una joya dramática de su época a pesar de su escaso rigor histórico.

Isabel de Valois era hija del Rey de Francia Enrique II y de Catalina de Médicis. En principio iba a ser la prometida, como lo fue, del príncipe don Carlos. Ambos eran prác-ticamente de la misma edad, a pesar de los reparos de aquella época en que se conside-raba saludable una diferencia de edad a favor del marido. Pero Felipe enviudó de María Tudor poco antes de que se firmara la paz entre Francia y España en Fontainebleau. La paz era urgente para ambos pueblos y, para sellarla definitivamente, se propuso que Isa-bel se casara con Felipe en vez de con Carlos. Isabel pasó a llamarse Isabel de la Paz.

La figura de don Carlos ha sido tratada tangencialmente a pe-sar de la importancia política de aquellos años y las conse-cuencias posteriores de los territorios flamencos. Del pobre infante don Carlos hemos de decir, en primer lugar, que na-ció en 1545, el nueve de julio, en Valladolid. De aquel parto

difícil y trabajoso murió su madre, doña María de Portugal. El cuidado de don Carlos niño se confió a doña Juana, hermana menor de Felipe, en Toro, a falta de una madre. Felipe, en ese momento, no podía dedicarse a su cuidado. Tampoco, en aquella época, era tarea suya.

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CARLOS DE AUSTRIA

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De la idílica relación que algunos autores señalan entre abuelo y nieto, es decir, entre el viejo emperador y el hijo de Felipe, sólo una pequeña nota: Carlos I, en su viaje a Yus-te, viendo en su nieto signos inequívocos de taras y notando los primeros indicios de lo-cura, propuso si no sería conveniente encerrarlo en Tordesillas, como a su bisabuela Juana la Loca. Aún llegó a decir que si no fuera por sus propios achaques, él mismo se encargaría de su educación y de corregirle. No le gustó nada la insubordinada conducta de su nieto ni sus explosiones de mal genio; le tomó aversión y casi odio. El Emperador resolvió enviarle a Burgos; pero como se hubiera declarado la peste allí, lo mandó a Tordesillas. Imaginamos que con profundo pesar por parte de su padre teniendo que aceptar que el Emperador decidiera que el futuro heredero no era demasiado apto para la sucesión y que tendría que plantearse si su hijo Carlos debiera ser apartado de toda obli-gación oficial.

El infante don Carlos, según consta en diversos documentos, reseñas y cartas familiares, recibió todo tipo de cuidados y no fue tratado ni con dureza ni con crueldad en su infan-cia, como algunos han intentado resaltar. Todo lo contrario. Tanto Felipe como su her-manastro, don Juan de Austria, trataron al Infante con amor y cariño teniendo en cuenta sus insuperables defectos y taras.

La boda entre Isabel de Valois y el infante don Carlos se pactó efectivamente. Pero ese pacto se modificó por varios motivos. El primero, y quizá el más importante, fue el hecho de sellar una paz necesaria con Francia. Tanto Felipe II como Enri-

que II ansiaban poner fin a las disputas que iniciaran sus padres respectivos, Carlos y Francisco, y para ello nada mejor que un pacto de sangre. El segundo motivo en impor-tancia para la modificación del original pacto era la evidente inmadurez física y psíquica del Infante.

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FELIPE II E ISABEL DE VALOIS

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Posiblemente, la boda entre Isabel y Felipe la urdieron Granvela, Ruy Gómez y Mont-morençy en Cateau-Cambresis y, añadiendo que el rey Felipe se reservase a Margot –hija menor de Enrique y Catalina– para don Carlos, el pacto se alteraba en su fondo y la unión de las dinastías se verificaba más estrechamente. La noticia de tal unión fue bien recibida por ambas partes.

Don Carlos no supo que su persona anduvo metida en tales danzas, y es improbable que sintiera celos de su padre aun sabiéndolo. Al fin y al cabo, Isabel no representaba más que una unión dinástica. A Carlos se le reservó su hermana, Margot. En plata, a Carlos le daba igual Isabel que Margot. Algunos autores y contemporáneos dan fe de su carác-ter enfermizo que, en aquel momento –Carlos contaba catorce años cuando se firmó el tratado–, le imposibilitaba asumir impulsos de cierto género, imprescindibles en cual-quier matrimonio.

El 22 de junio de 1559 – Felipe tenía treinta y dos años – se celebró la boda en la cate-dral de Nuestra Señora de París entre Isabel de Valois y Felipe II, representado éste por poderes por el duque de Alba. En el séquito del duque de Alba, que vino desde Bruse-las, encontramos a varios personajes que, más tarde y por diferentes circunstancias, ju-garán diversos papeles: Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli, el príncipe de Orange y el conde de Egmont, entre otros.

El pueblo francés, y en particular el parisino, no fue ajeno a la celebración de esta boda pues sabía que significaba la paz con España. La multitud que se hallaba presente era tanta como si fuera el propio Rey de Francia el que se casara. Fue precisamente en las fiestas de los esponsales reales cuando Enrique se hirió fatalmente. En las justas en que participó el Rey hubo un accidente: una astilla de la lanza de su oponente se clavó en su ojo. Nada pudo hacerse por salvar la vida del monarca.

Isabel de Valois, ahora de la Paz, llega en enero de 1560. El triste retraso es debido a la desgraciada muerte de su padre y la posterior coronación de su hermano Francisco II, coronado el 14 de septiembre de 1559. Hemos de señalar que el pacto, vigente y válido, entre ambas casas de Francia y España, quedó sensiblemente modificado cualitativa-

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mente: Francisco II (1544-1560), hermano de Isabel, contaba apenas quince años cuan-do ascendió al trono. Además, dejó toda su autoridad en manos del duque de Guisa, tío de María Estuardo, Reina de Escocia, con quien más tarde Francisco se casaría, y del cardenal de Lorena. Los validos gobernaron a su antojo y no siempre a satisfacción de sus súbditos, a pesar de la influencia que hacía sentir Catalina de Médicis.

Felipe II estaba muy interesado en esta unión porque así tenía las manos libres contra los turcos, verdadero azote y pesadilla de Europa que, para España, significaba una amenaza doble pues eran instigadores de la piratería bereber del norte de África, además de su afán expansionista.

La boda entre Felipe e Isabel en España se celebró en Guadalajara, en enero de 1560, un año después de su enlace en París. La causa de que se celebrara un año después y no in-mediatamente, como era deseo de ambas partes, está en el luto que hubo que guardar Isabel por la muerte de su padre, el rey Enrique, y la posterior coronación de su herede-ro, Francisco II, como ya hemos señalado antes. Lo que debió ser una celebración alegre se convirtió en un mal presagio para ambos contrayentes. El pobre Carlos, además, no pudo asistir a la celebración de la boda de su padre en Guadalajara por estar enfermo de cuartanas. Fue en esta ocasión cuando se vieron por primera vez Isabel y Felipe. Carlos e Isabel se conocieron más tarde, en Toledo, donde residía la Corte por entonces. Des-conocemos lo que pensó ella al ver ante sí a Carlos, descrito por Pfandl como un mozo escrofuloso, renqueante, enclenque, medio idiota, casi incapaz de diálogo. Ella, eso sí lo sabemos, no dejó que le besase la mano.

Hasta finales de 1560 – Felipe tiene entonces treinta y tres años –, Isabel no tiene su pri-mera menstruación y es en marzo del año siguiente cuando Felipe II decide que es hora de consumar el matrimonio. Felipe, por entonces, tuvo como amante a doña Eufrasia de Guzmán a la que tomó como tal mientras Isabel y él no pudieran consumar la unión. Pero resolvió dejarla por respeto a su mujer, decidiendo dedicarse a ella en todo mo-mento.

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Estando todavía en Toledo, Isabel cayó enferma. Catalina, su madre, dudando del carác-ter de su hija y en previsión de males mayores, recomienda a las damas de compañía de la Reina que traten a Isabel de una forma especial a fin de disimular sus males reales o ficticios para que el Rey (Felipe) no la rechazara por enferma o por tarada. Felipe, ya por Isabel o por él mismo, trasladó la Corte a Madrid donde el aire era más limpio y los horizontes más despejados. Pero a pesar de las advertencias de Catalina sobre la disci-plina que debía observar su hija en presencia de Felipe, éste no dejó de conmoverse cada vez que su mujer caía enferma. Sufría con ella y no consentía el menor incomodo; la cuidaba y mimaba borrando el aspecto de severa austeridad que le caracterizaba.

Las andanzas de Carlos eran conocidas en la Corte y eran de-saprobadas por todos. A la edad de diecisiete años, en abril de 1562, Carlos andaba detrás de la hija del Portero del Alcá-zar de Madrid. El mismo día veinte de ese mes, persiguiendo a la moza, Carlos sufre un accidente: cae por unas escaleras y

se golpea el cráneo. Lo que en principio pareció ser un accidente sin importancia, se complicó de tal modo que hasta finales de junio de ese año no entró en mejoría y se te-mió incluso por su vida. Tanto es así que Felipe, en previsión, dispuso las órdenes para la forma en que debían celebrarse los funerales.

Ya en 1564 hay noticias de que Carlos pegaba y maltrataba a los criados e insultaba abiertamente a los nobles. Incluso en una ocasión hubo que reducirlo de la intención de matar al Cardenal primado porque éste había desterrado a un protegido suyo. El pobre Carlos no daba para más. Todo su afán era demostrar su poder. Por ello llegó a hacerse antipático a todos y el respeto, que le debía venir por su grandeza de espíritu, le vino por el desprecio y el odio de nobles y pueblo. Además, odiaba a su padre más que cualquier enemigo que éste pudiera tener. Redactó un libro titulado Los Viajes del Rey, como bur-la de las dificultades que tenía su padre a resultas de su enfermedad; como es sabido por todos, cualquier desplazamiento del rey suponía una agonía de dolor, y una herida en el amor propio de Felipe: ni siquiera podía seguir los pasos de su padre, que recorrió Euro-

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CARLOS Y FELIPE II

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pa de punta a cabo hasta casi sus últimos días. Los títulos que encabezaban los capítulos de tan filial demostración de cariño decían: De Madrid a El Escorial, De El Escorial a Torrelodones, De Torrelodones a Madrid, De Madrid a Alcalá de Henares… Estos sen-timientos filiales eran tan sólo sabidos por la Corte, el cuerpo diplomático y el resto del pueblo español. Felipe disculpaba a Carlos porque éste padecía una enfermedad que al-ternaba momentos de plena lucidez con otros de total anormalidad, salpimentados con su mal carácter y la volubilidad de sus deseos. Su padre sufría por él y no encontró for-ma de estabilizarle en la lucidez, sabiendo las responsabilidades que, como heredero del trono, recaerían algún día sobre sus hombros.

El conde de Egmont estuvo en Madrid en 1565, una de las cabezas de la sublevación flamenca que tuvo lugar dos años después. El embajador Brantôme escribió después que fue él quien movió al Príncipe a ir a Flandes, aun sin permiso de su padre, haciéndole

grandes promesas e incluso poniendo una armada a su disposición. Promesas que conti-nuaron Montigny y Berghes, representantes de la nobleza flamenca y de las aspiraciones de independencia del pueblo flamenco. El barón de Montigny fue enviado por Margarita de Parma a España para que expusiera ante Felipe II las aspiraciones políticas de Flan-des. Este último, llamado también Enrique Berghe, era sobrino de Guillermo de Orange y brillante general. Luchó primero con los holandeses contra los españoles para después cambiar de bando, llegando hasta el generalato contribuyendo a la toma de Breda.

¿Por qué este ofrecimiento, y precisamente, al Infante? Flandes aspiraba a la indepen-dencia y los conspiradores encontraron en Carlos un aliado un tanto especial. Sabían del odio de éste hacia su padre. Instigando ese rencor y favoreciendo a Carlos mataban dos pájaros de un tiro: por un lado, la ruptura legal con España no sería tan profunda y, por otro, socavaban la solidez del trono. Convertirían el problema de Flandes en una lucha casi civil de la casa de Austria española. De esta manera, Carlos se convertiría en rehén de los conspiradores para que Felipe II cediera a sus reivindicaciones políticas.

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CONSPIRACIÓN

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En noviembre de 1566 seguían en Madrid Berghes y Montigny. Propusieron, dado que no consiguieron que Carlos abandonara España, que fuera a Flandes el príncipe de Ébo-li, don Ruy Gómez de Silva, suponiendo que Carlos le acompañaría. Pero Felipe II de-signó, en su lugar, al duque de Alba como su representante en los Países Bajos. Coligny, embajador francés en la Corte española, informó a Catalina de Médicis de las conspira-ciones de Montigny con el Infante. A su vez, Catalina se lo contó a Francés de Álava, embajador de España en la Corte francesa. El problema de Flandes era delicadísimo, no menos para Francia que para España. Francia no podía pasar por sospechosa de colabo-ración habiendo sellado la paz con España hacía muy poco tiempo. La revolución de Flandes preocupaba seriamente a Catalina, temiendo las consecuencias y las posibles salpicaduras que pudieran afectar a suelo francés. Además, los Tercios, aunque enveje-cidos y cansados, seguían siendo la mejor fuerza de choque europea y no estaban tan le-jos como para despreciar una incursión de castigo. La confidencia de Catalina, conside-rada por algunos autores adictos a la causa flamenca como un desliz propio de mujer, fue un hecho premeditado con el fin de mantener el delicado equilibrio y la paz entre ambas potencias europeas.

A pesar de todos los intentos para evitar lo inevitable –y gracias a algunas torpezas en el gobierno por parte española–, en 1567 estalla en Flandes la temida revuelta. El rey, Feli-pe II, no acudirá a sofocarla ni saldrá de España como tenía previsto, por recomenda-ción del Consejo de Estado y por no dejar la regencia en manos de Carlos. Envió al du-que de Alba a sofocarla, en su nombre. Cuando el rey supo que Alba había detenido a los condes de Egmont y de Horn (septiembre de 1567), ordenó encarcelar a Montigny en el Alcázar de Segovia y, posteriormente, ejecutarle en el castillo de Simancas. Car-los, voluble, inconstante y tornadizo, ansiaba, por otra parte, casarse con la hija del em-perador Maximiliano. La suspensión de los viajes de su padre fue interpretada por él como una dilación en sus pretensiones. Su enojo fue notable, y de él supieron cuantos le rodeaban.

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Volviendo al problema de Flandes –antes de la mencionada rebelión–, algunos autores apuntan que Egmont, Horn, Orange, Montigny y Berghes, conspiradores de la rebelión flamenca de 1567, ayudaban al príncipe en su plan de fuga y hasta le financiaron. La asignación real del Infante no cubría sus deudas pues era dado a ser muy generoso en sus regalos. Tanto es así que Felipe tomó a su cargo el mantenimiento de su casa. Dado que la meta de Carlos era salir de España desafiando a su padre, dependía en gran mane-ra de los conspiradores flamencos para alcanzarla. Sus intenciones eran huir a Italia o Portugal y, desde allí, pasar a Flandes, por aquel entonces en plena ebullición, y alzarse con el prometido cargo con que le tentaron los flamencos.

Podemos decir que el desenlace trágico de la vida del príncipe se inicia a comienzos de 1567 al negarle definitivamente su pa-dre el gobierno de Flandes y dar al duque de Alba ese impor-tante cargo. Carlos, despechado, intentó matarlo. El duque, a

pesar de sus años, consiguió desarmarle sin más daño.

Juan de Austria fue el confidente de los planes del Infante. Al confiarle sus secretas in-tenciones y pedirle su colaboración, Juan le rogó que le diera tiempo para pensar y darle una respuesta. Abandonar España sin permiso y acudir a Flandes invitado por los nobles flamencos no entraba en su idea de fidelidad a la Corona. Inmediatamente y en secreto, partió hacia donde se encontraba el Rey para poner en su conocimiento las intenciones de su hijo, no con ánimo de acusarle de traición, y sí más para hacer notar el desequili-brio obsesivo de su querido sobrino y evitar un daño mayor.

El Infante, desde hacía tiempo, vivía con la obsesión de ser el blanco de una conspira-ción. Había hecho construir una cerradura especial para la puerta de su dormitorio. Sólo él conocía el mecanismo que liberaba el pestillo de la puerta de sus habitaciones. Había hecho prometer a su constructor que jamás lo revelaría. Dormía rodeado de armas: mos-quetes cargados, dagas, sables. Su manía persecutoria llegaba al extremo de asegurarse cada noche que las armas estaban listas y a su alcance desde la cama.

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FIN DE LA TRAMA

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La noche del dieciocho de enero de 1568 Felipe se reunía en sus habitaciones del Alcá-zar de Madrid con el duque de Feria, Luis Méndez de Quijada y Ruy Gómez de Silva. Les comunicó la amarga decisión de detener al Infante. Entraron en la estancia, sin el menor problema pues el cerrajero había sido conminado a inutilizar esa cerradura por mandato real. Encontraron al príncipe profundamente dormido. Apartaron todas las ar-mas que había a su alcance y le despertaron. Cuando el Infante tuvo consciencia de su detención, quiso arrojarse a las llamas de la chimenea. Pero le contuvieron a tiempo y se ordenó que cubrieran la chimenea con una reja para evitar posibles accidentes. Carlos quedó arrestado en su aposento, en principio, y luego se trasladó a un cuarto con la puerta vigilada y una mirilla por la que asistir diariamente a misa.

Felipe II comunicó al reino y embajadores escuetamente la noticia oficial de la deten-ción del príncipe. A partir de febrero de 1568, un silencio enigmático rodeó a cuanto concernía al enojoso asunto.

Hasta este punto la mayoría de los autores coinciden. La detención del Infante es considerada como un hecho probado. Pero desde aquí las versiones difieren nota-blemente unas de otras. Dependiendo del tipo de leyen-

da que defiendan los distintos autores, quizá sean las siguientes las más demostrativas de las distintas versiones sobre la muerte del Infante, aunque en ninguna las pruebas son concluyentes.

• Unos señalan que Carlos fue procesado por traición y condenado a muerte y ejecutado.

• Otros prefieren creer que Carlos fue procesado pero no hubo condena, o no se verificó, porque murió antes.

• Muchos suponen que durante el proceso abierto, Carlos murió.

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¿MURIÓ O LE MATARON?

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• Otros sospechan que sí hubo proceso contra Carlos pero los documentos fue-ron destruidos, muriendo Carlos al poco tiempo.

• También hay autores que señalan que no hubo tal proceso porque Carlos fue considerado loco antes de instruirlo.

• Los partidarios de la Leyenda Negra abogan por un Felipe II, sediento de sangre, que ordenó personalmente la muerte de su hijo Carlos, sin proceso ni condena, ni prueba alguna de traición.

De estas seis posibles versiones, la sexta, la de un Felipe sanguinario y atroz, parece ab-solutamente inverosímil, carente de lógica. Aunque sólo fuera por puro egoísmo, a Feli-pe le convenía más conservar a Carlos vivo que muerto. Eso, sin olvidar que Felipe amaba a su hijo. Cualquier conjetura sobre este punto en concreto es ociosa. Aun loco o enfermo, era preferible que estuviera vivo pues los problemas que pudiera causar podrí-an moderarse o corregirse en la medida de lo posible, como así sucedió con los descen-dientes de Felipe II, que nunca gobernaron más allá del capricho de sus validos y minis-tros. Al fin y al cabo, Carlos era el heredero legítimo del trono de las Españas. Quedan las otras cinco posibilidades abiertas, a cuál más polémica.

Las tres primeras, que incluyen el procesamiento de Carlos, pudieran haber sucedido pero no hay ninguna prueba que las respalde. Todos los procesos abiertos, y más si se cierran con sentencia, dejan un rastro documental abundante. Aunque se hubiese llevado en el máximo de los secretos, tales documentos habrían visto la luz en algún momento. Pero ni los detractores ni los más entusiastas partidarios de Felipe y sus respectivas le-yendas han encontrado prueba alguna que demuestre tales hechos.

Las dos restantes, destrucción de los documentos del procesamiento de Carlos o inexis-tencia de tal proceso, parecen las más verosímiles y cualquiera pudiera haberse dado. Hasta la fecha, no se han encontrado pruebas documentales de ningún proceso; las dos

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únicas posibilidades que restan, como se ha señalado, son que, o se celebró tal proceso destruyéndose finalmente todos los documentos relacionados con él, o ni siquiera se ins-truyó dicho proceso.

La primera de las posibilidades, destrucción de la documentación del proceso al Infante, está tomada de Vicente Silió. Este autor cree que sí hubo tal proceso y que, finalmente, los pliegos fueron destruidos. Con los antecedentes de la vida del Infante y los de su prisión y enfermedad, es lógico que corrieran rumores sobre su

posible envenenamiento o el secreto ajusticiamiento. Años más tarde Catalina de Médi-cis expresó abiertamente que Carlos pereció por orden de su padre. Pero tampoco sabe-mos con certeza si las palabras de la Reina francesa eran literales o se referían al hecho que debido a los actos de don Carlos, Felipe II ordenó su confinamiento, donde desgra-ciadamente murió Carlos, para alivio de la Casa francesa, todo hay que decirlo.

La situación política de España era más que delicada. No existía ningún equilibrio de fuerzas estable. Los distintos reinos europeos comenzaban su expansión imperialista y las fricciones entre ellos, si bien no eran inevitables, sí eran previsibles. La posición de dominio de España contaba con claros adversarios y sólo con inteligencia y prudencia era posible mantener esa situación. Carlos, resentido, voluble y, hasta cierto punto, en-fermo, es muy probable que no hubiera podido soportar la tensión del gobierno de tan vastas y variadas posesiones. Las consecuencias para España y la propia dinastía hubie-ran podido ser funestas.

Ocultar los hechos y las consecuencia legales parece, entonces, más un intento de pre-servar lo logrado en defensa del reino y la corona. Publicar y dar a conocer el proceso podía dar paso a que se supusiese una debilidad en lo más alto de la pirámide del poder que provocase una desconfianza fatal en las alianzas y pactos con que se sustentaba el frágil equilibrio europeo. Es posible que, debido a la enfermedad del príncipe – física o psíquica o ambas– el proceso se detuviese o anulase. En ese caso se justifica hasta cierto

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PUDO SER ASÍ

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punto que desaparecieran los legajos; tanto daba archivarlos o destruirlos para el buen fin del proceso. Destruidos, se eliminaba el riesgo del desprestigio de la corona. Igual-mente da pábulo a los fabuladores de la Leyenda Negra. Contra la difamación, la mejor arma parece ser exponer la verdad. Pero si ésta se oculta, es ridículo oponer a una leyen-da negra otra blanca. Es más, la blanca justifica le existencia de la negra y la hace más verosímil; pocas veces sucede al revés.

La segunda versión corresponde a Luis Fernández y Fernández de Retana. Este autor niega que existiera ningún proceso. En ningún archivo, ni en el de Simancas, hay siquiera referencia a ello. En el proceso anterior contra Montigny por conspiración no hubo ninguna implicación del Infante. Aunque no es prueba

suficiente de que Carlos no estuviera implicado. Felipe hizo desaparecer, probablemen-te, en este juicio, toda la documentación con el único fin de no manchar el honor de la Corona. Ni siquiera hubiera beneficiado al procesado, Montigny, el que el nombre de Carlos saliera a relucir. En favor de Felipe hay que decir que esta ocultación estaba jus-tificada por los distintos motivos de los conspiradores y los del Príncipe.

Quizá, Felipe sí intentó abrir un expediente para aclarar hasta qué punto llegaban las im-plicaciones del Infante en la trama. Pero no se pasó de ahí debido a la locura de Carlos. Un loco, evidentemente, no puede responder de sus actos. Al igual que en el caso de su bisabuela Juana, Carlos alternaba momentos de plena lucidez con otros de profundo desvarío. La situación personal entre padre e hijo no se podía extrapolar en las relacio-nes de Estado, pues era sabida la inquina de Carlos con todo lo que tuviera relación con su padre. Por tanto, no existiendo documentación alguna del procesamiento de Carlos, ni aun referencias al mismo, lo lógico es suponer que tal hecho no se produjo.

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...O TAL VEZ ASÍ

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En lo que sí parecen de acuerdo ambos autores es en cómo murió el Príncipe, aun con las reservas necesa-rias, pues los documentos son escasos y el caso fue lle-vado con cierta reserva, no exenta de oscuridad. Lo que sí se sabe con certeza es que, despechado, Carlos

quiso matarse de hambre. A principio de marzo de 1568 ya temieron por su vida. Habi-da cuenta sus taras físicas, el ayunar por un período de tiempo considerablemente largo y el que en las últimas cincuenta horas no probase bocado, la extrema debilidad produ-cida por su negativa a ingerir alimento le condujo a la postración. Al final, después de visitarlo su padre, consintió en comer.

A principios del verano de ese mismo año, dado que sus propósitos no se cumplían, de-cidió suicidarse por exceso de comida. Devoraba todo lo que estaba a su alcance. Si bien al principio aquello fue visto con buenos ojos, más tarde los médicos y sus guarda-dores comprendieron sus intenciones y cuidaron de forma más estricta su dieta.

A mediados de julio el calor era ya sofocante. El príncipe, buscando el fresco en su re-clusión, hacía regar el suelo y su lecho con agua, pedía hielo para beber e ingería conti-nuamente agua helada.

El diecinueve de julio enfermó, dicen los médicos, de empacho y por beber, de conti-nuo y sin tasa, agua de nieve. Es probable que acabara con diarrea. Carlos se negó a ser atendido. Los efectos de esa diarrea, la deshidratación principalmente, agravaron consi-derablemente su estado. En su enfermedad tuvo convulsiones y vómitos.

Algunos autores no comprenden por qué Felipe, en los últimos días de vida de su hijo, no estuvo a su lado. Fernández de Retana nos da la clave. Tres días antes de la muerte de Carlos, y ante su gravedad, Felipe deseó vivamente verle. Pero el confesor de Carlos se lo desaconsejó para que nada perturbara el bien morir del cristiano. Tan sencillo y dramático como eso. Felipe, con todo su dolor, prefirió el bien espiritual de su hijo por encima de todo, incluso por encima de su amor por él.

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LA MUERTE DEL INFANTE

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En el testamento de Carlos, en su última página, aparece su firma. Firma algo borrosa en la que se lee «Yo, el príncipe». Tal firma no parece que sea la de una persona sana y en plenas condiciones, sino precisamente la de un enfermo por su trazo desigual y tem-bloroso. Si Felipe hubiera ordenado ajusticiar a su hijo, desde luego no lo habría hecho estando este enfermo, de cuerpo o de espíritu. Su severidad no llegó jamás a tales extre-mos. Parto, eso sí, del supuesto que el Infante supiera leer y escribir correctamente. Los mal intencionados también pueden suponer lo contrario y, sano y lúcido, empuñó la plu-ma para estampar su firma. Ante eso anteponemos el hecho de que Felipe II supiera leer y escribir más que correctamente, y hasta redactar con soltura y estilo propios – los do-cumentos y anotaciones redactados de su puño y letra lo atestiguan –, y que inculcara en su hijo ese noble vicio. No hemos de olvidar que por manos de Carlos pasaron numero-sos documentos redactados, y él mismo redactó otros muchos, algunos de ellos dema-siado comprometedores para confiarlos a un escribano o copista, lo que confirmaría la tesis de la grave enfermedad de Carlos cuando redactó su propio testamento.

Existe todavía, a pesar de los años transcurridos, el supremo conflicto sobre el afecto entre Isabel de Valois y Carlos, que muchos pretenden torcer y malinterpretar. El interés de la Reina por Car-los es lógico: algún día el rey Felipe II fallecería

y sería Carlos el nuevo monarca. Isabel debía pensar en ella misma y en sus hijos, pues en ese caso, su estirpe sería colateral a la de Carlos. Además, existía la antigua aspira-ción de Catalina de Médicis: casar a su otra hija, Margot, con Carlos para consolidar más estrechamente la unión entre ambas casas reales.

Por estas razones, principalmente, Catalina animó a su hija Isabel a congraciarse con él. Carlos demostraba simpatía hacia ella pues era la única en la Corte que le trataba con deferencia y cariño, y no sólo con temor, repulsión o simple cortesía.

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ISABEL Y SU AMOR POR CARLOS

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Los pretendidos amores entre ambos no dejaron de ser mutuo respeto y cariño. Hay pruebas de ello respecto de ambos: Carlos sentía verdadero afecto por Isabel y en no po-cas ocasiones se lo demostraba con regalos; Isabel, a su vez, ya fuera por piedad por la persona del Infante y comprendiendo su desgracia, no sentía menos cariño por él. Cuan-do el Infante fue confinado en sus habitaciones, Isabel pasó la mayor parte del tiempo llorando e implorando a su padre porque le dejara libre. Tal vez ella hubiera descubierto algo en la personalidad del Infante que la indujera a pensar que Carlos no era ningún conspirador sino sólo un hombre enfermo.

El final se acerca. Desde el nacimiento de Catalina –hija de Isabel y Felipe–, en octubre de 1567, la Reina no se ha recuperado del todo. Los cuidados que le dedica Felipe a su mujer hace que abandonen la Corte para trasladarse a Aranjuez. En mayo del siguiente año, apenas siete meses después del nacimiento de la amada Catalina, Isabel comunica a su marido que quizá esté próxima la llegada del ansiado varón. Pero la alegría no es du-radera. La salud de la Reina se resiente día a día y los médicos determinan que no existe tal embarazo. Como era costumbre, someten a Isabel a una continua tortura a base de sangrías, ayunos y purgas. Con toda su ciencia y saber, poco a poco los médicos de la Corte la van echando en brazos de la muerte.

El 3 de octubre de 1568 los médicos tienen por fin confirmación de su ciencia: Isabel aborta una niña de cinco meses, que vive lo suficiente para que su madre vea que es bautizada. Es el fin. Completamente lúcida, a pesar de su debilidad mortal, habla con su marido, que apenas puede reprimir el llanto. Con total placidez y una tenue sonrisa en sus labios, así lo cuenta González Doria y González Cremona, muere Isabel de Valois, reina de España, a los veintidós años. Esta desgracia de Felipe, esta nefasta coinciden-cia, ver morir a su hijo y, a los pocos meses, hacerlo su mujer en sus brazos, fue tomado por muchos enemigos de Felipe como base de la estúpida Leyenda Negra, sólo apta para mentecatos, leyenda que afirma que, después de ajusticiar a su hijo Carlos, Felipe se deshizo de su mujer con la única intención de limpiar su honor y poder reprimir mejor a los flamencos. Y luego se hizo churrero.

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COMPOSICIONES LITERARIAS

La –falsa– historia de amor entre don Carlos e Isabel de Valois fue contada por primera vez por el Abate Saint-Real en una de las primeras novelas históricas europeas, concre-tamente en 1673. Saint-Real hizo que don Carlos se enamorara primero de un retrato de la princesa y, más tarde, de su persona. Este autor puso a Isabel de Valois en pugna en-tre ese idealizado amor y su deber conyugal, y desarrolló un complot del príncipe de Éboli, instigado por su maquinadora esposa Ana de Mendoza. Ésta, a su vez, caía en apasionados amores por el Infante de las Españas. Como sabemos, nada de esto sucedió. Además, Saint-Real introduce asimismo al ficticio marqués de Posa como amigo de don Carlos. Pero lo utiliza solamente como intermediario entre los enamorados –Isabel y Carlos– y lo hace morir por el Rey, sospechoso de que fuera el propio marqués de Posa el enamorado de la Reina.

La catástrofe dramática final sobreviene al descubrir Felipe II una carta de amor de Isa-bel en poder de Carlos. Ante la traición, pero considerando la posición de su hijo como heredero del trono, Felipe le concede la facultad de elegir la forma en que se va a quitar de en medio y así lavar el deshonor que se ha derramado sobre sus regias cabezas. El In-fante, en plan romántico fetén, se abre las venas en una tina de baño y muere –obvia-mente– desangrado y apretando contra su pecho enamorado un retrato de Isabel, a la que también le espera un trágico final. Felipe considera que el honor no queda satisfe-cho con el lavado de Carlos; también Isabel debe purificar la Honra Real. Así entonces, Isabel muere asesinada nada menos que a manos de la duquesa de Alba, a la que supo-nemos su dama de compañía. Recordemos que su marido, el duque de Alba, fue el odia-do gobernador de Flandes. Para Saint-Real, su mujer no podía tener menos escrúpulos, ni menos oficio.

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La novela de Saint-Real fue dramatizada en 1675 por Tomás Otway, quien produjo algo muy parecido a un libreto operístico. El drama de Otway trajo continuadores. El mejor, a gusto de algunos críticos, fue el italiano Alfieri con su Filippo. En esta obra, Posa es llamado Pérez para mayor gloria de la confusión. La princesa de Éboli, en cambio, no aparece. Sospechamos que se debe al deseo del autor de aligerar un poco la abigarrada trama. Hay referencias a la simpatía que don Carlos experimentaba por Flandes, y desta-ca también el poder de la Inquisición española. En un rasgo de originalidad y fidelidad histórica, los enamorados mueren suicidándose al final del drama, como romántico fi-nal, para poder conservar puro su mutuo amor y devoción. Realmente conmovedor.

Friedrich von Schiller (1759-1805) escribió el drama Don Carlos entre 1783 y 1787. De todos es conocido su temperamento lírico y rebelde típico de aquellos años, pertenecien-te a una época llena de convulsiones políticas fruto de los incipientes movimientos na-cionalistas. Fue contemporáneo de Goethe, que era diez años mayor que él y que le in-fluyó notablemente. En su primera etapa teatral, Schiller compuso Los Bandidos (1782), drama subversivo que fue recibido con jadeos emocionados por el entregado público de Mannheim. Otras dos obras suyas son La Conjuración de Fiesco de Génova, dramón ro-mántico de una complejidad y lejanía histórica tediosa, que tuvo una mediana acogida; la otra es Luise Millerin (retitulada por los actores como Kabale und Liebe), drama bur-gués modélico. Como cierre a esa primera época teatral surge, como dijimos, Don Car-los, cuya polémica anti inquisitorial y libertaria queda al margen de toda pretensión de verosimilitud histórica. Aunque Schiller tiene buena mano para las apologías de ideas, cuatro mil endecasílabos son demasiado terreno árido para que anime por igual la en-cendida convicción progresista del marqués de Posa y el carácter heroico del oprimido pueblo flamenco. Felipe es presentado como un anciano celoso y desconfiado que repar-te sus preocupaciones entre las de este mundo y las del más allá, ajeno –relativamente– a la realidad que se desarrolla a su alrededor. El argumento del Don Carlos de Schiller es, más o menos, como sigue.

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El príncipe don Carlos, hijo de Felipe II, mantiene en secreto que había estado prometi-do con Isabel de Valois, la cual se ha casado con su padre, con su padre de él, natural-mente. El marqués de Posa incita a Carlos a ser el gobernador de Flandes, en lugar del duque de Alba, para liberar al oprimido pueblo flamenco. La Reina también le aconseja lo mismo (aunque con distinta intención) para que, en la distancia, su amor se diluya. Pero Felipe, obtusa y obstinadamente, se niega a ese nombramiento. La princesa de Éboli, que se muere por los huesos del Infante, hace llegar hasta él un billete amoroso. Carlos, en la ardorosa misiva, cree reconocer a la Reina y no a la Princesa. Al enterarse ésta a quien pertenece el corazón del Infante, despechada, se une a los enemigos de Car-los –el duque de Alba y el confesor del Rey– para perderle, evidentemente. Así insinúan a Felipe II que algo hay entre la Reina y el Príncipe, pareciendo, más que conspiradores contra Carlos, un par de cotillas de corrala venida a menos.

Felipe II confía sus dudas al marqués de Posa, sin sospechar que es el íntimo de su hijo. Éste, ignorando los comentarios de un atribulado Felipe, confiesa y expone sus ideales de libertad para Flandes sin tapujos. Pero comprendiendo que él, como simple marqués, no será el vehículo que consiga la tan ansiada libertad y, para salvar a don Carlos, llega a hacer recaer sobre él las sospechas de ser el culpable de amar a la Reina. Felipe, con-secuentemente, hace matar al marqués de Posa. Sus ideales libertarios son asumidos ahora por Carlos. A Felipe no le queda más remedio, ante la insubordinación, que encar-celar a su hijo. Pero el pueblo que ama tanto a su Infante, sabedor de tamaña injusticia, se subleva en Madrid contra el Rey y a favor de don Carlos (primer alzamiento carlista conocido, según el inmenso Schiller). El duque de Alba reprime la sublevación con energía, como es su obligación. Ignoramos si Schiller considera que el duque de Alba era ya gobernador de Flandes, o si el Duque aprovecha la algarada para curtirse antes de incorporarse a su nuevo destino.

Todo está perdido. Don Carlos tiene una conversación de despedida con Isabel de Va-lois, proyectando huir. Pero alguien hace llegar hasta el Rey los planes de la huida, pre-parados previamente por el marqués de Posa antes de su sacrificio. La obra de Schiller

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termina con un Felipe, sediento de venganza, que entrega a Carlos a la Inquisición que le hará morir. El Rey, como monarca y soberano, sentencia:

– He cumplido con mi deber. Ahora cumplid vos el vuestro.

Es a través de todo este contexto dramático, emanado de la obra de Schiller, que Verdi llegó a componer una ópera cuyo héroe no sólo se debate entre el amor por una mujer y el deber hacia su patria –como hiciera más tarde en Aida– sino que ambos amores coin-ciden en la misma medida. Además, Verdi es más anticlerical que sus predecesores en tanto que refleja la inhumanidad de la Iglesia, representada en el Gran Inquisidor, física y simbólicamente ciego.

Verdi no sólo defiende la libertad a través de la trama argumental, sino que convierte a sus personajes en seres humanos profundizando en sus sentimientos y sufrimientos. El auto sacrificio de Rodrigo es enfatizado, los celos de Felipe II son presentados como de-bilidad humana digna de compasión, debido a su avanzada edad (en realidad, sólo tenía cuarenta y un años; moriría con setenta y uno, treinta años después). Es curioso que en todas las ficciones literarias agreguen a Felipe tantos años que le coloquen al borde de la fosa, teniendo pocos más de treinta cuando se casó con Isabel; y ligeramente momifica-do, cuando era un consumado bailarín y amigo de fiestas.

Tanto Verdi como Schiller incluyen a la princesa de Éboli, y no a su esposo todavía vivo, pero atenuando su acto malévolo de deslealtad y traición, fruto de los enceguece-dores celos, ya introducidos por Saint-Real. Así, la princesa de Éboli, dominada por un verdadero amor no correspondido, y desilusionada por las circunstancias, se convierte en un personaje verdiano característico. Su cruel destino se impone a pesar de sus desta-cados atributos. Al sugerir Verdi que Ana de Mendoza ha sido seducida por Felipe, y no éste por aquella como es la tradición mitificadora, la convierte en un personaje mucho más casto que la desvergonzada intrigante creada por Saint-Real, a la par que reafirma el patético papel de Felipe en toda la trama.

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Desde otro punto de vista, la ópera Don Carlo parece orientar la trama dramática hacia la fatalidad del fracaso. Los personajes parecen asumir su fracaso pese al empeño de to-dos ellos en la lucha por sus ideales. Los personajes principales no abandonan la lucha aunque pueda llevarles hasta el último sacrificio, como sucede con el marqués de Posa. Tampoco parece la típica lucha entre el éxito o el fracaso, o entre el Bien y el Mal. No hay en la obra personajes buenos o malos pues todos parecen representar al Bien. Inclu-so el personaje negativo del Gran Inquisidor no representa al Mal.

Analizando los personajes uno a uno, todos parecen haber fracasado. Carlos fracasa en su intento de casarse con Isabel, fracasa como defensor del pueblo flamenco, fracasa en el desafío al poder personificado en su padre. El marqués de Posa fracasa como amigo al traicionar el solemne juramento del segundo acto, fracasa como confidente del Rey, fracasa su intento de cambio político pese a su supremo sacrificio. Felipe fracasa como padre y como marido, y parece fracasar al intentar imponer su voluntad al tropezar con el Gran Inquisidor. La princesa de Éboli fracasa como confidente y no logra inspirar ningún amor en Carlos. Isabel parece condenada al fracaso desde el mismo momento en que aparece perdida en los bosques de Fontainebleau, debiendo enfrentarse sola a todas las situaciones incómodas que la hacen más vulnerable. Pero quizás no sea ese el tras-fondo del drama. Parece existir algo más profundo que les impulsa a cambiar su deter-minación en perjuicio propio y, en ocasiones, provocar el daño en otros.

Ese valor superior les empuja en sus comportamientos atendiendo a una superior causa. La lealtad de Isabel a su pueblo y su deseo (la anhelada paz de Francia y España) la em-pujará a rechazar a Carlos y casarse con Felipe. A su vez , será desleal al Rey al desafiar su orden y permitir encontrarse a solas con Carlos para facilitar la deslealtad de este a la Corona para ponerse del lado del pueblo flamenco.

Carlos, abandonado por la decisión de Isabel, encuentra en Rodrigo un alma leal. Juntos juran defender la causa de la libertad por el pueblo flamenco a toda costa. Pero Carlos rompe su lealtad a Isabel al confesar su amor precisamente a la confidente de la Reina, la princesa de Éboli. Ésta, a su vez, traiciona a Isabel por lealtad al Rey (o por despecho a Carlos) aunque se arrepentirá de su traición echándole la culpa a su belleza.

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Rodrigo, que busca la lealtad de Carlos y ofrece la suya bajo juramento, deberá también ser leal al Rey. Y, aunque no se convierte en su confidente, es el único noble que atien-de la solicitud de Felipe y desarma a Carlos para vergüenza de todos los Grandes. Aun cuando Carlos no esperaba esa deslealtad pues es el Infante, y ya en prisión, vuelve a re-cibir la prueba de máxima lealtad de Rodrigo al hacer recaer sobre él las pruebas de la rebelión.

Existen, por tanto, para Verdi un orden o prevalencia de lealtades que trascienden las condiciones o situación de los personajes, o de los ideales que representan. Todos los personajes se ven enfrentados en la obra a manifestarse ante el orden superior al que se deben. Incluso Felipe, el Rey, se debe a la causa divina que representa, que no eligió pero que ha de defender por encima de deseos personales o familiares. El Gran Inquisi-dor representa a esa obra divina. Pero Verdi nos señala que tampoco el Inquisidor es leal a esa causa. La Voz Celestial tiene un papel más sutil que el de mero consuelo para los condenados y quizá subraya el excesivo celo en la obra terrenal del Inquisidor y la lejanía de la verdadera obra divina que debería representar.

Las dos escenas entre Felipe y Carlos se desarrollan de forma parecida aunque se re-suelven de forma contraria. En ambas, Carlos y Felipe se enfrentan públicamente. En la primera Carlos desafía a su padre espada en mano. Puede parecer que se trata de una disputa familiar, y por eso no intervienen los Nobles, hasta que el Rey exige que el Prín-cipe sea desarmado. Es decir, pasamos de un aparente problema familiar a un real pro-blema de la Corona. Rodrigo reacciona y, por lealtad a la Corona, desarma al Príncipe aunque parezca ser desleal a su amistad. La otra escena entre ambos, una vez eliminada la amenaza flamenca con el asesinato del marqués de Posa, se convierte nuevamente en un enfrentamiento público entre Felipe y Carlos. El pueblo se alza en armas contra el Rey porque cree que quiere acabar con el Príncipe. El Inquisidor, presente, les obliga a postrarse ante la Corona. Lo que aparentemente parecía un problema político es en rea-lidad un problema familiar. La lealtad de la masa es al Rey, no a Felipe; al Príncipe, no a Carlos.

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Existe, entonces, una lealtad superior que todos los personajes han de atender, pese a su empeño a ser leales a sus principios, amores, deseos o virtudes. En algunas circunstan-cias, esta lealtad parece acomodaticia. En otros momentos realmente parece que obede-cer a una superior lealtad supondrá la destrucción de su persona. En mi opinión, es un dilema más profundo que el planteado entre elegir el bien o el mal. El dilema moral típi-co – elegir entre el bien o el mal – no se plantea en ninguna ocasión.

El verdadero dilema moral surge cuando no existe un mal definido y la situación se plantea entre varios bienes a elegir y su preeminencia, o entre diversos males y cuál de ellos tendrá menores consecuencias negativas. Desde este punto de vista, los personajes tienen una motivación adicional para comportarse de forma más leal, aunque no lo con-sigan. Incluso la traición de Éboli podría ignorarse y quedar como venganza, pero pre-fiere confesar y enfrentarse al correspondiente castigo o penitencia por lealtad a Isabel (después de haberla traicionado con toda su malévola intención). Ya castigada, Éboli achaca a su belleza dicho castigo pues parece haber seducido o haberse dejado seducir por su mediación. Parece, en definitiva, una deslealtad más a la sinceridad pues deja bien claro que ni Carlos ni Rodrigo conocen todo su poder cuando se ve rechazada por el Príncipe.

Esta es, en definitiva, la progresión literaria de Don Carlos. La verdad histórica –funda-mentalmente alterada– convertida en novela por Saint-Real, a la cual Otway y Alfieri dieron forma dramática y Schiller significación moral y política. Verdi, finalmente, la transformó en música, expresando en ella las aspiraciones humanas de libertad, amor y honor de sus personajes, y vehículo de crítica de los poderes absolutos representados en Felipe, la Corona, el poder imperial, y el Gran Inquisidor, la Iglesia.

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COMPOSICIÓN MUSICAL

En la época en que se estrenó Don Carlo, Wagner era preferido a Verdi entre un estre-cho grupo de intelectuales italianos. Estos opinaban que el arte italiano estaba anquilo-sado. Verdi se oponía a la concepción wagneriana de la música no porque no le gustara sino porque preveía que de la mezcla de los cánones sinfónicos alemanes y la urdimbre de la ópera italiana naciera un engendro que desnaturalizara sendos estilos musicales: La ópera es la ópera; la sinfonía es la sinfonía, proclamaba.

Pero Verdi no podía evitar que él mismo prefiriera las innovaciones musicales al estan-camiento. Su concepción del drama musical era básicamente dispar en la realización práctica pero quizá muy similar en la concepción dramática fundamental, comparado con Wagner. Lamentablemente, y en la flor de la discusión de los estilos dramáticos, ta-les desigualdades eran demasiado sutiles como para apreciar esa débil diferencia. Cual-quier ópera nueva que tuviera una orquestación cuidada y unos recitativos con unas mí-nimas pretensiones dramáticas se la consideraba en el acto de corte wagneriano.

Por supuesto, Don Carlo fue inmediatamente tachada de wagneriana. Ambos bandos la despreciaron. Boito, que se contaba entre los renovadores, la aplaudió mordazmente fe-licitándose de que Verdi claudicara ante el nuevo arte del porvenir. El otro bando creyó sufrir un rudo golpe por el mismo motivo. Y ninguno tenía razón en sus felicitaciones o consternaciones.

Sendos estrenos, París en 1867 y La Scala en 1868, fracasaron relativamente. Verdi compuso Don Carlo con un ojo puesto en el gusto francés. Su composición comenzó en la primavera de 1866, por encargo de la Ópera de París. En aquellos momentos París es-taba subyugado por Meyerbeer y su estructura dramática de cinco actos, con numerosos intérpretes, escenas de grandioso espectáculo y con un ballet intercalado en la acción. Don Carlo tuvo su ballet, al principio del tercer acto. Específicamente a la mitad del es-pectáculo porque el público elegante acostumbraba a llegar tarde al teatro. Hoy viene con teléfono.

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El libreto se encargó a Joseph Méry (experimentado y mediocre libretista) que cometió la indelicadeza de morirse antes de terminar su tarea. Le sucedió en la redacción Cami-lle du Locle. El resultado, según algunos críticos, es el de un libreto deficiente en algu-nos aspectos, falto de imaginación y con un final feliz grotesco, que ni siquiera se co-rresponde con el original de Schiller. En su favor hay que decir que los libretistas supie-ron simplificar adecuadamente algunas escenas excesivamente prolijas hasta suprimir las realmente innecesarias (personajes inútiles incluidos), narrando los hechos con sen-cillez y sin excesivos circunloquios. No todo estaba perdido.

El fracaso en el Teatro de la Ópera de París cuentan que fue inducido por la emperatriz Eugenia. Al estreno acudió toda la corte napoleónica. El público acogió con entusiasmo las primeras escenas. Pero la emperatriz, entusiasta partidaria del poder temporal de la Iglesia y enemiga acérrima de las causas liberales, volvió la espalda al espectáculo. Las insinuaciones a la libertad plena y la crítica al fanatismo religioso debieron ser los deto-nantes.

El público italiano de La Scala tendrá que esperar hasta 1884, año en que se reestrena Don Carlo en su nueva versión, para disfrutar de la maestría de Verdi. Para este reestre-no el autor ha suprimido numerosas escenas, supresión impuesta por la duración del es-pectáculo. Quedó mutilada a cuatro actos y la preparó Verdi para Viena. Encargó la tra-ducción del libreto comprimido a Ghislanzoni, completando la mutilación. Las supre-siones más significativas corresponden al principio de la ópera, en la que Verdi comien-za Don Carlo con el lamento de los leñadores, cuya melodía graba inmediatamente en el oído aquella fúnebre pesadumbre que, serpenteando sutil y dolorosa por toda la ópe-ra, se agiganta inolvidable en el solitario monólogo del rey Felipe. Elvio Giudici, autor de estas descriptivas y sencillas palabras, añade que otro fragmento, igualmente supri-mido, es la gigantesca elegía sobre la muerte del marqués de Posa, que constituye una de las más altas meditaciones sobre la muerte y sobre la grandeza humana concebidas jamás por Verdi. Tanto es así, que el compositor volvería a emplear su música en la Misa de Réquiem, cuando parece que hace entonar a la humanidad entera, en el Lacri-

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mosa, el propio lamento fúnebre. Pero en 1887 Verdi no queda satisfecho y la recompo-ne estrenando en Módena una nueva versión en italiano de cinco actos sin el ballet de la primitiva composición.

Verdi escribió lo que podríamos llamar su última ópera romántica, tanto formal como argumentalmente. En Don Carlo la narración musical es más compacta y continua que en sus óperas anteriores. En las acciones largas la acción avanza sin interrupciones, sin recurrir apenas al molesto recitativo, manteniendo en todo momento el interés musical de la partitura. Pero ello no impide que puedan distinguirse todavía muy claramente, dentro de este tejido musical continuo, las piezas sueltas concebidas, en muchos casos todavía, al modo tradicional.

El libreto utiliza todos los recursos escénicos típicos del teatro romántico: claustros ló-bregos, apariciones, escenas nocturnas, intervenciones sobrenaturales… La mayoría de los personajes actúa de un modo primario, impulsados únicamente por móviles absolu-tos: el amor o la política. No cabe la compaginación: ambos son excluyentes. La súbita pasión de Carlos por Isabel, basada en una fugaz visión y una breve entrevista, o las complicadas estratagemas de Rodrigo con el único e improbable objetivo de liberar a Flandes de la opresión. Por esta razón, Felipe II es el personaje más interesante y mo-derno de esta ópera, el único que vacila entre sentimientos contradictorios: el amor y la política, el amor filial y la religión.

En Don Carlo se ha afianzado en el compositor la propensión a caracterizar detallada-mente la psicología de los personajes mediante su lenguaje musical, tendencia que había alcanzado su madurez en Rigoletto. Aún quedan muchos elementos tradicionales en Don Carlo: la presencia destacada de las arias, las repeticiones del texto y un argumento que utiliza los recursos típicamente románticos.

Nada hay en Don Carlo que justifique las acusaciones de wagnerismo que se mezclaron con los moderados elogios recibidos a raíz de su estreno en París. Muchas de las con-cordancias que los contemporáneos de Verdi encontraron entre esta obra y las del enton-ces fuertemente combatido Wagner, se debían a aspectos más propios de la evolución

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general de la música en estos años que a la verdadera adopción de las ideas del autor alemán. En su calidad de grand’opéra escrita para París, Don Carlo es una ópera de ex-tensas dimensiones que cuenta con cinco personajes importantes. Seis, si incluimos al Gran Inquisidor, papel de dimensiones intermedias. Estos personajes están ya claramen-te definidos desde un principio por el tipo de voz que les otorgó Verdi: tenor, barítono y bajo, respectivamente, para Carlos, Rodrigo y Felipe; soprano y mezzo-soprano, para Isabel de Valois y la princesa de Éboli. En cuanto al Gran Inquisidor, Verdi le atribuyó también tesitura de bajo, de acuerdo con la tradición que supone la posesión de voces profundas por parte de los personajes tiránicos o siniestros. Verdi da un carácter todavía más profundo y siniestro que Schiller con ese matiz vocal del Gran Inquisidor. La voz de Felipe II aún se elevará, en algunos momentos, hacia zonas de mayor lirismo, pues no en balde es únicamente el Gran Inquisidor el personaje totalmente negativo.

El papel de Carlos fue escrito para tenor lírico o lírico-spinto, con capacidad para soste-ner las notas con regularidad en la zona alta del registro. Sus intervenciones son fre-cuentes y únicamente descansa en la primera parte del cuarto acto, en que no aparece. Sin embargo, la mayor parte de esas intervenciones son a dúo: con Isabel, con Rodrigo y con la princesa de Éboli. Sólo tiene un aria propia, Io la vidi, en el primer acto. El res-to son intervenciones de grupo. En consecuencia, su papel parece menos importante de lo que en realidad es.

Isabel tiene un papel de soprano spinto, o lírico-spinto, de tesitura generalmente elevada y con momentos en los que necesita sobreponerse a la orquesta y a las demás voces para hacerse oír. Debe llegar cómodamente a los agudos y ser capaz de sostener largamente las notas para algunas escenas. Aunque en otras pueda ser necesario que alcance la tesi-tura de una soprano dramática, lo cual confiere al papel una dificultad adicional.

Rodrigo, marqués de Posa, corresponde a un barítono dramático pero con suficiente agi-lidad para hacer frente a las exigencias de su papel, las cuales incluyen notas altas. Es un papel bastante agradecido, por la belleza de su dúo con Carlos, en el segundo acto, y por sus acentos notables.

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La princesa de Éboli es uno de esos extraordinarios papeles que Verdi reservó de vez en cuando para la voz de mezzo-soprano y que sólo encuentra traducción adecuada en una intérprete de esa cuerda, que reúne a la vez la agilidad del canto de coloratura, para la Canción del Velo, por ejemplo, y una potencia considerable para su gran escena. Su pa-pel requiere un registro que incluso supere a la soprano en la región alta, aunque en al-gunos casos se modifique esta nota extrema para evitar percances.

Felipe II es un bajo cuya voz debe poseer la necesaria flexibilidad para sus brillantes in-tervenciones, particularmente para su aria del cuarto acto. Debe ser capaz de alcanzar la nota más baja del registro vocal y tener, a la vez, autoridad y nobleza en su expresión.

Para el Gran Inquisidor se requiere una voz de bajo profunda, capaz de expresarse con intensidad dramática y autoridad. Los papeles restantes son de poca entidad, salvo el fraile misterioso del segundo acto, que tiene una expresiva escena con el coro y luego con don Carlos. El papel está escrito para voz de bajo y, como sus características de misterio y tono amenazador se compaginan bien con las que debe tener la voz del Gran Inquisidor, algunas veces el mismo cantante desempeña ambos cometidos. Para ello, en la última escena (en la que el fraile misterioso apenas canta) deberá ser sustituido por una persona que haga sus veces. Para empresarios ahorrativos.

También hay que destacar la breve intervención de la voz celestial, en el tercer acto: a pesar de su corta duración, requiere una tesitura elevada de soprano con un límite agu-do. El paje Tebaldo desempeña uno de esos papeles de travesti a los que Verdi tenía una cierta propensión; pero en esta ópera se limitó a darle intervenciones sin brillo, muy al contrario de lo que hizo con Óscar, de Un Ballo in Maschera. El conde de Lerma queda reducido, en la ópera, a un mero anunciador, especialmente cuando se suprime el primer acto en el que sus frases, sin embargo, son sólo recitativo acompañado. El Heraldo Real es aun más episódico y la condesa de Aremberg, dama de Isabel, un personaje que no habla ni canta.

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La parte del coro tiene una importancia considerable, pues interviene en todos los actos, aunque en el último tiene sólo una frase y su participación en el cuarto suele ser supri-mida en muchas representaciones. Ya en el primer acto, Verdi le confía una parte a ca-pella. En cambio, el compositor renunció a escribir un verdadero coro de cazadores, de-jándolo reducido a las cortas frases iniciales de la ópera. Tal vez Verdi lo evitó para no sobrecargar la obra, que ya se preveía larga y compleja. En el segundo acto el coro de monjes es de un efecto considerable, y en el tercero la escena del Auto de Fe da pie a numerosas intervenciones del coro, dividido en grupos, dando la sensación de luz y sombra, tan impresionante para el efecto de presentar a una Iglesia poderosa y cruel.

La orquesta tiene pocas intervenciones en solitario, pues, de acuerdo con la tendencia de la época, Don Carlo carece de obertura. Unas pocas notas sirven de preludio a las pri-meras frases del coro, y en el resto de la partitura la orquesta se limita a presentar algu-nas escenas mediante preludios que suelen contener el tema del aria o la pieza siguiente. Así, por ejemplo, el aria de Felipe II va precedida de una intervención orquestal en la que el primer violoncelo interpreta el tema de las frases que dirá el Rey: Ella giammai m’amò… Amor per me non ha! Otras intervenciones por parte de la orquesta en solitario son las llamadas ritornelli como el que termina la primera parte del segundo acto, amén de las marchas y, naturalmente, el ballet que figura en el tercer acto que casi siempre se suprime. El ballet consta de cinco partes tituladas Introducción, Andante y Vals, Varia-ciones, Pantomima y Galop Final.

La orquestación revela la gran madurez de Verdi, capaz ahora de usar una amplia gama de recursos que van desde lo idílico a lo terrorífico sin caer en la rutina. A este respecto resulta magistral el acompañamiento orquestal para subrayar el carácter siniestro del Gran Inquisidor, en el cuarto acto. En algunos momentos de la ópera, Verdi parece aso-ciar, de alguna manera, determinados instrumentos a situaciones escénicas concretas. Así, por ejemplo, el clarinete presidirá casi todas las expansiones amorosas de Carlos e Isabel, especialmente en el primer acto. El oboe y el corno inglés serán, en cambio, tes-timonios de escenas dolorosas, y las trompas acompañarán los momentos fúnebres de los cánticos de los monjes en los actos segundo y tercero. En sí, estas asociaciones no

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son innovaciones verdianas, pero Verdi los utiliza de forma muy personal y sugestiva, del mismo modo que su tratamiento de las voces se distingue por su originalidad y bri-llantez.

El lenguaje musical de Verdi no se aparta esencialmente de la etapa media de su carrera, abierta con Rigoletto y cerrada con Don Carlo. Muestra una sensible orientación hacia la partitura compacta, sin interrupciones, y prefigura los importantes cambios que en la propia labor de Verdi se producirán a partir de Aida. El material musical de esta ópera es totalmente original. Verdi no usó para Don Carlo prácticamente ningún elemento de obras precedentes. Bien al contrario, usó la elegía suprimida del cuarto acto en la Lacri-mosa de su Misa de Réquiem, como ya se ha mencionado.

Contamos, entonces, con tres versiones fundamentales de Don Carlo. La inicial france-sa, de cinco actos con ballet incluido, la ópera original que se estrenó en París en 1867; la versión italiana en cuatro actos, mutilada y sin ballet, preparada para Viena y estrena-da en la Scala en 1884; y por último, la edición italiana de la ópera en cinco actos, sin ballet, estrenada en Módena en 1887. Massimo Mila, añade que existe una cuarta, ejecu-tada en el teatro de San Carlo de Nápoles, que se distingue de las demás en los retoques en el dueto final entre Isabel y Carlos, y el correspondiente a Felipe y Rodrigo, amén de haber suprimido el Allegro Marziale, recuperado más tarde para la versión en cuatro ac-tos. ¿Cuál es la versión que Verdi preferirá?

El 3 de diciembre de 1882 escribe a su amigo Giuseppe Piroli comentándole que reduce la ópera original a cuatro actos para que los empresarios no la amputen a su gusto, dado que los espectadores quieren estar en su casa antes de que den las diez de la noche, hora en que los porteros cierran la puerta principal de la casa: «he preferido afilar y usar el cuchillo yo mismo», comenta el propio Verdi en la carta. Pero en marzo de 1883 mani-fiesta a su amigo Arrivabene que el Don Carlo reducido de cuatro actos le «satisface notablemente, y será más cómodo y creo incluso que mejor artísticamente hablando. Más concisión y nervio». Arrivabene, no muy convencido por las palabras de su amigo, le insiste en que le confirme su satisfacción a lo que Verdi le contesta tajante «¡hable-mos de otra cosa!» De hecho, apenas transcurren tres años, Módena le ruega que recu-

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pere el primer acto. Verdi accede encantado, para el teatro de Módena y para cualquier otro que lo quiera. Aunque parezca más un trabajo de tijeras y cola, como comenta Da-vid Rosen, por ejemplo, Verdi no hubiera consentido jamás que hubiera circulado esta tercera versión si la considerase peor que la anterior de cuatro actos.

Muchos años después, un grupo de investigadores rebuscaron en los archivos de la Ópe-ra de París los documentos relativos al estreno de Don Carlo de marzo de 1867. Del ma-terial encontrado se deduce que se decidió acortar algunas escenas y pasajes. La dura-ción de tales supresiones se estima entre quince y veinte minutos. Tales fragmentos vie-ron la luz, por primera vez, en la temporada de 1973-1974, en que La Fenice inauguró con esta partitura su temporada. Tales supresiones, o mutilaciones, no se debieron tanto a rectificaciones musicales sino a recortes en la extensión de la ópera. Un artículo en la Gazzetta Musicale de Milano comenta que el ensayo del 24 de febrero de 1867 comen-zó a las siete de la tarde y, si bien los entreactos fueron más largos de lo normal, el es-pectáculo acabó hacia la medianoche. El articulista añade que el compositor se halla an-gustiado por tan triste necesidad porque todo está calculado por la disposición de los efectos y por las exigencias del drama lírico.

Otra versión alemana de esta controvertida ópera, suprime los ocho compases del fan-tasma de Carlos I en su aparición final del último acto, así como el resto de los comen-tarios del resto de los personajes, haciendo que Carlos se apuñale sobre la tumba de su abuelo. El drama, en esta sangrienta interpretación, termina con las palabras del Gran Inquisidor Ora Dio stesso ha giudicato!, versión más shilleriana, donde todos los perso-najes acaban sometidos a la victoria del altar sobre el trono, con una particular visión sobre la justicia divina. Delirante.

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ARGUMENTO DEL DRAMA

PRIMER ACTO Los bosques de Fontainebleau

En Fontainebleau se firma la paz entre España y Francia. Los invitados se divierten en el bosque cercano cazando. Carlos ve pasar a Isabel y se esconde entre los árboles. Car-los ha abandonado la Corte española desafiando al Rey. Viajó hasta allí confundido con el cortejo del Embajador Real por amor a Isabel.

El paje de Isabel, Tebaldo, no encuentra el camino de regreso a palacio y parte a buscar ayuda. Isabel y Carlos quedan solos y éste le revela que es un español, del cortejo que acompaña al señor de Lerma, dejando incógnita para Isabel su personalidad real. En el tratado de paz, y para hacerla duradera, Isabel ha sido prometida al infante don Carlos. Isabel confiesa a aquel español sus temores: abandonar su patria y marchar a un país ex-tranjero. Sólo le pide a Dios que su prometido la ame. Él jura que así es y como prueba de ello le regala el retrato de su Príncipe. Isabel reconoce, por fin, a Carlos en él. Ambos se declaran amor mientras la noche cae. Los cañones suenan. Ya es un hecho que la paz se ha firmado y confían en que el compromiso entre ambos se hará firme.

Tebaldo reaparece. No sabe aún que aquel que acompaña a Isabel es el Infante de Espa-ña. Arrodillándose ante Isabel, la saluda como reina de España. Para sellar la paz entre ambos reinos, Enrique –rey de Francia y padre de Isabel– la ha entregado definitiva-mente a Felipe, padre de Carlos. Para Isabel y Carlos ese anuncio supone el fin de su amor: el honor y la dignidad de sus personas compiten con el supremo sentimiento.

De repente, el bosque se llena de personal. El señor de Lerma, enviado del rey de Espa-ña, desea el consentimiento de Isabel para sellar formalmente el compromiso entre am-bas dinastías. No sabemos por qué el diplomático impertinente no espera a que la futura reina de España llegue a sus aposentos. Isabel vacila y lo que era mero formulismo se

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convierte en la clave del drama: el dilema entre el deber a la patria y el amor. El impa-ciente consigue arrancar de Isabel el dichoso consentimiento. Imaginamos que al señor de Lerma le basta con su palabra y los testigos, porque no se ve que le firme ningún re-cibo. Carlos se queda solo en medio del bosque. No acaba de asimilar su mala suerte y se lamenta, a grandes voces, de perder a su amada tan pronto, prácticamente sin conoce-lla ni catalla.

SEGUNDO ACTO

PRIMERA PARTE El Convento de San Giusto

La acción se traslada al Convento, erróneamente llamado de San Giusto, de Yuste, don-de reposan los restos de Carlos I. Por el claustro, un coro de frailes recita una salmodia. Un fraile reza por la ambición de Carlos I. El Infante aparece deambulando por el claus-tro y tropieza con el fraile que aún ora, llevándose un susto de órdago. Viendo a Carlos turbado, el fraile misterioso se acerca a él e intenta reconfortarlo: todo lo que en la Tie-rra nos atormenta, en el Cielo desaparecerá, le comenta al mozo. No consigue sosegarle. Encima, Carlos cree ver, entre las vestiduras del fraile, la figura de su abuelo con el con-siguiente sobresalto.

Rodrigo, señor de Posa, aparece de pronto. Trae un mensaje del pueblo flamenco para el Príncipe. Los flamencos le ruegan a Carlos que interceda por ellos. Pero Rodrigo, pers-picaz, advierte que algo pesa en el corazón de su amigo Carlos. Éste se sincera: está enamorado de Isabel. Rodrigo comprende la gravedad del sentimiento. Intenta quitárse-lo de la cabeza proponiéndole que se ocupe de un dolor mayor: el pueblo flamenco sufre y necesita un valedor. Carlos disimula y le hace creer que se ha olvidado de Isabel. Am-bos, después de comprometerse en favor de la causa, entonan un juramento de fidelidad. Una fidelidad que estará por encima de cualquier pasión. Nada importa salvo la amistad. La libertad se convierte en la consigna de ambos. Felipe aparece acompañado de Isabel y del resto del cortejo real. El rey mira receloso a su hijo, mientras se dirige a orar ante

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la tumba de su padre, el Emperador. Rodrigo, una vez desaparecido el rey, insiste en que Carlos debe ocuparse de los flamencos. Carlos le secunda, imaginamos que con un ojo puesto en Isabel, que acompaña a su marido.

SEGUNDA PARTE Jardines de San Giusto

En las afueras del convento, la princesa de Éboli y otras damas y pajes de la Reina dis-frutan de aquellos parajes. Éboli entona la Canción del Velo, que narra el amor que un Rey moro tiene por una dama velada, preferida a la Reina. Pero, al levantar el velo, el rijoso moro descubre que la dama velada no es otra que la propia Reina, su mujer.

Isabel sale del convento. Pasea apesadumbrada. Éboli se interroga sobre cuál será el pe-sar de la Reina. Tebaldo anuncia al marqués de Posa. Trae una carta para la Reina de su madre, Catalina de Médicis. Con la carta desliza disimuladamente un billete. Éboli pre-gunta a Rodrigo qué nuevas hay en Francia. Rodrigo, llevándose a la cotilla princesa del brazo, responde que se habla de un gran torneo en el que incluso intervendrá el rey Enri-que. La CNN se recibía fatal.

La Reina duda entre leer el billete o no. Sabe que al conocer el contenido (proviene de Carlos) traicionará el honor de Felipe. Al fin, decide leerlo: Carlos le ruega que confíe en el portador del mensaje. Isabel concede un favor a Rodrigo. Éste responde que no lo quiere para él y le ruega que vea a Carlos; sólo así podrá poner fin a su tormento. Éboli que escucha aquellas palabras, cree que se refieren a ella, pues está enamorada del In-fante. Además, desearía ser la confidente de Isabel ya que algo sospecha. Isabel acepta ver de nuevo a Carlos. Rodrigo toma de la mano a la princesa de Éboli y se alejan para dejarlos solos. Isabel despide a sus damas.

Carlos, que esperaba en un aparte, pretende que, con la intermediación de la Reina, el monarca le deje ir a Flandes. Ella hará todo lo posible para que sea lo más pronto posi-ble, al día siguiente si pudiera ser. Sin poderlo evitar ambos se lamentan de aquel amor

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que murió el mismo día que nació en Fontainebleau. Pero sus respectivos deberes les impiden algo más que aquellas frías entrevistas.

La escena se rompe cuando aparece Felipe. Viendo que Isabel y Carlos han estado ha-blando a solas, pregunta por qué sus damas han dejado a la Reina sin compañía. La con-desa de Aremberg, su dama de honor e irresponsable carabina, se adelanta hasta el Rey. Algo molesto, Felipe la destierra por faltar a su deber. Isabel, ante la injusticia de ver cómo su dama paga por todas y por su mala cabeza, la despide de España pero no de su corazón. Isabel, rumbosa, le entrega un anillo en recuerdo.

Todos abandonan el lugar con los semblantes tristes. Pero Felipe llama a Rodrigo a su lado, y le ruega que se quede un instante con él. Le pregunta, curioso, por qué aún no ha solicitado audiencia con él siendo, como es, un fiel servidor de la Corona. Rodrigo con-testa, impertinente, que nada necesita del Rey. Felipe responde que admira su altivez y que, por esta vez, le perdona su audacia. Insiste en qué puede hacer por tan leal súbdito. Rodrigo no pide por él: se sincera pidiendo por Flandes, e intenta interceder por Carlos. Cree que el destino les ha unido para que la dicha sea mutua para flamencos y el Infan-te. Felipe le interrumpe diciendo que el orgullo de un pueblo insolente ha de ser sofoca-do con las armas. La fidelidad al Rey está por encima de cualquier sentimiento; la paz llegará cuando se sometan. El marqués de Posa le replica que esa paz será la paz de los sepulcros; sólo la libertad puede redimir, y así la paz y la obediencia llegarán por sí so-los. Felipe comprende a Rodrigo y se lamenta que nadie le comprenda a él. Felipe no tendrá en cuenta sus graves palabras pues provienen de un súbdito leal… pero le avisa que se cuide del Gran Inquisidor, avisándole implícitamente que éste se ha puesto sobre su pista.

Felipe le propone que se quede a su lado. Rodrigo prefiere mantenerse al margen. El rey le reprocha su orgullo. Él está solo en el trono. Confiesa ser un padre desgraciado y un esposo entristecido. Su corona le pesa demasiado; una sospecha vive en su corazón: tal vez Isabel y Carlos… Rodrigo le interrumpe defendiendo el honor de la Reina y su ino-cencia. Felipe le ruega que aleje sus sospechas haciéndole saber de la Reina. El marqués de Posa acepta el encargo, pasando por alto que desde ese momento será confidente del

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Rey y, por tanto, traidor a la amistad con el Infante. Pero cualquiera le dice que no al rey de España. Rodrigo, asombrado por la confianza que el Rey le demuestra, cae rodi-lla a tierra. Felipe se aleja advirtiéndole de nuevo del Inquisidor.

TERCER ACTO

PRIMERA PARTE Jardines de la Reina

La escena se desarrolla en los jardines de la Reina en Madrid, por la noche. Carlos lee un mensaje que cree de la Reina, siendo de la princesa de Éboli. Obviamente, Carlos desconoce ese detalle. La cita es en un lugar apartado. Encuentra una figura embozada y le declara su amor creyéndola la Reina. Éboli cree conseguir que Carlos se la declare. Cuando la princesa se descubre, Carlos cae en el error de su fatal confusión. Pero en vez de arreglarlo, menciona a la Reina, diciéndole a la princesa que de lo dicho, nada. La princesa de Éboli descubre, por fin, a quién ama Carlos; el enojo de la dama es mayús-culo. Despechada, amenaza a Carlos con las penas del infierno.

Rodrigo, que casualmente pasaba por allí, aparece al poco en escena. Intenta, en vano, hacerle creer a Éboli que Carlos delira. Es más, desmiente a Carlos para no comprome-terlo. Le tacha de loco y delirante. Pero Éboli sabe que Carlos se traicionó; su corazón despechado sabrá cobrarse. Sabe que Rodrigo es ahora el favorito del Rey, cosa que Carlos ignoraba de su amigo, pero ninguno sospecha cuál es ahora el poder de la prince-sa, insinuando que está sospechosamente cerca del Rey. Rodrigo, sin poder soportar aquellas amenazas, quiere zanjar el asunto y echa mano a la espada. Carlos le retiene el brazo.

Al fin quedan solos Rodrigo y Carlos. El primero conmina al Infante a que le entregue, si los tiene, los documentos comprometedores. Carlos desconfía ahora que sabe que el marqués de Posa es el favorito del Rey. Rodrigo, dolido, le recuerda su juramento de amistad y lealtad. Carlos, convencido, accede y confía en la palabra de Rodrigo. La es-cena termina siendo ambos tan amigos como antes.

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SEGUNDA PARTE Nuestra Señora de Atocha

Estamos en la gran plaza delante de la Catedral de Nuestra Señora de Atocha. Detrás de ella se adivina que hay otra plaza en la que se va a celebrar un Auto de Fe porque se ven las cúspides de los mástiles de las piras purificadoras. La plaza de la iglesia está abarro-tada. El Cortejo Real sale de palacio, que está frente a la catedral. Toda la Corte espera que salga de ella Felipe II. Éste aparece coronado, adelantándose bajo palio en medio de los frailes. Los Señores y Grandes de España se arrodillan; el pueblo se postra. Felipe baja las gradas del templo y toma de la mano a Isabel para ir a la plazuela, que se ve al fondo, donde se va a celebrar el Auto de Fe. El pueblo está contento, es un día de fiesta. Los frailes del cortejo también están muy animados: pronto arderán los herejes y confí-an en que los reos se arrepientan antes de abandonar este valle de lágrimas. En España no sabíamos entretenernos si no rustíamos a alguien; luego nos dio por los toros.

De improviso, aparecen unos enviados flamencos, que se postran a los pies de Felipe II. Rodrigo, temeroso, ve a Carlos expectante ante la petición de los enviados. Estos últi-mos imploran al Rey la paz para Flandes. Felipe les responde que han sido infieles a Dios y a su Rey. La solución, por tanto, está en manos de los rebeldes. Llama a la guar-dia para que se los lleve de allí. Carlos, viendo que los enviados flamencos son despedi-dos con cajas destempladas, interviene ante el Rey pidiendo Flandes y Brabante para él. Felipe le responde que no tiene intención de armar la mano que se volverá contra él. Carlos, perdido en la traición, desnuda su espada y jura que será el salvador de Flandes. El Rey llama a la guardia, a sus señores, para desarmarlo. Carlos les desafía y el Rey queda solo ante su hijo. Rodrigo se adelanta, ante el pasmo general y para vergüenza del resto de la Corte, y desarma a Carlos. Entrega el arma al Rey ante el estupor de todos. El protocolo debe continuar y se reanuda el cortejo. Una voz celestial, que nadie puede oír, consuela a los reos que van a ser ajusticiados.

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CUARTO ACTO

PRIMERA PARTE El Alcázar de Madrid

Amanece. A través del ventanal del estudio del Rey en el palacio de Madrid se ve clare-ar. Felipe está absorto ante una mesa abarrotada de legajos. El alba le ha sorprendido despachando. Felipe revela sus temores, su desesperanza y la terrible sensación de sen-tirse solo y, lo que es peor, aislado. Isabel no le ama ni le amará; en Carlos ve un trai-dor; Rodrigo es un caballero leal, pero nada más.

El conde de Lerma anuncia la visita del Gran Inquisidor. Éste, nonagenario y ciego, avanza hasta él sostenido por dos frailes dominicos. Felipe quiere consultarle las terri-bles dudas que atenazan su corazón. Carlos se levantó en armas contra él. Una traición así sólo se puede resolver con el castigo supremo. O quizá… dejarle huir. ¿Podrá Felipe obtener la absolución si condena a su hijo a muerte? El Inquisidor es frío y duro; el bien del Imperio está por encima de cualquier rebelde. Dios sacrificó a su hijo por nosotros, al fin y al cabo, le explica el Inquisidor amable y bonachón.

El Inquisidor, asombrado por lo ridículo de la consulta, toma la iniciativa en la conver-sación para advertir al Rey que la herejía jamás dominó en suelo español. Pero tal vez un íntimo del Rey pueda socavar ese firme suelo: Flandes es parte del Imperio de Su Majestad Católica; si abandonara el seno del Imperio por un idealista libertario, su trai-ción podría llegar a ser más terrible que la rebeldía de Carlos. El Santo Oficio incluso podía pasar por alto esa rebeldía filial y evitar el tormento del Rey si le entrega al trai-dor que solicita. Por supuesto, se refiere a Rodrigo, ahora duque de Posa gracias al inci-dente de la plaza de Nuestra Señora de Atocha. La autoridad del Rey, que proviene de Dios, no puede ser alterada por ninguna preferencia personal, aunque lo desee. Felipe comprende que eso significa condenarse al aislamiento definitivo. Si ni siquiera puede confiar en un corazón leal –como el de Rodrigo–, cómo podrá gobernar con justicia. El Inquisidor le recuerda, entre otras cosas, que el Rey no tiene iguales, y que la alta obra, a la que está obligado, no la eligió él, sino que se debe a ella. Felipe se niega a entregar

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a Rodrigo a la Santa Inquisición: pero sabe que ha de doblegarse al poder del Inquisi-dor. Felipe sabe que el altar está por encima del trono. El Gran Inquisidor se retira sabe-dor de su victoria.

Una vez solo, entra Isabel y cae a sus pies. Reclama justicia del Rey. El cofrecillo donde guarda sus joyas y objetos más personales ha desaparecido. Felipe le señala que es él quien lo tiene y le ruega que lo abra ante él. Como Isabel se niega, lo abre él mismo, forzándolo. Encuentra el retrato de Carlos, la prueba de su infidelidad. Ante la afrenta, Isabel, inocente, cae desmayada.

Felipe, al ver a Isabel desmayada a sus pies (prueba suficiente, en aquel entonces, de inocencia), comprende que la Reina no le ha sido infiel ni le ha faltado al honor. Éboli siente la comezón del remordimiento por su traición; ella ha sido quien ha entregado el cofre al Rey y le ha ido con el cuento de los amores que se profesan Isabel y Carlos. Ro-drigo, que siempre anda donde se cuece algo, intuye que ha llegado su hora: habrá de sacrificarse para que Carlos logre el ansiado feliz porvenir flamenco.

El Rey y Rodrigo abandonan la escena. Quedan solas la Reina y la princesa de Éboli. Esta última confiesa su culpa y le explica que fue por celos, porque ama a Carlos. Isa-bel, sólo por ser quien es, le permite elegir su castigo por traidora: el destierro o el con-vento. Isabel la deja sola. Éboli se arrepiente de su pecado. Maldice su belleza y le echa la culpa de su desgracia. Además, sabe que a Carlos lo van a ajusticiar al día siguiente. Decide salvarlo antes de que se cumpla el plazo de abandono de la Corte dado por la Reina.

SEGUNDA PARTE La prisión

Carlos está en prisión. Rodrigo entra en su celda tras alejar a los carceleros. Se presenta ante Carlos según su costumbre: de improviso y asustando al mozo. Confiesa a Carlos que ha volcado sobre él mismo las pruebas de la próxima rebelión en Flandes. Ha pro-curado alejar de Carlos toda sospecha. Carlos le promete interceder por él ante el Rey,

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pero Rodrigo se lo impide: debe reservarse para Flandes. Sin que lo vean, dos hombres aparecen al fondo. Uno de ellos se encara un arcabuz y dispara. Rodrigo cae herido y muere en brazos de Carlos. (En este pasaje me asaltan un par de dudas: dado que el ca-labozo es lóbrega y oscura prisión, ¿cómo distinguen los arcabuceros quién es cuál? ¿y cuáles son sus intenciones asesinas, si escabechar al ahora Duque o despachar al traidor Infante?).

Felipe entra en la celda seguido por su séquito. Penetran con él Éboli y el Gran Inquisi-dor. Felipe devuelve la libertad a Carlos. El trato con el Gran Inquisidor se ha cumplido. Pero Carlos le increpa el crimen. Felipe cae de rodillas ante el cadáver de Rodrigo; aho-ra está completamente solo. Se oyen campanas tocando a rebato. El pueblo pide la liber-tad de Carlos. En la confusión, Éboli apremia a Carlos para que huya con ella. Felipe or-dena que se abran las puertas. La turba entra en tropel y quedan suspensos ante el Rey. Felipe les pregunta qué desean. Contestan que al Infante. El Rey les señala a Carlos. El Gran Inquisidor toma cartas en el asunto: ordena a los alborotadores que se postren ante el Rey. Éstos caen implorando piedad. La revuelta popular en favor del Infante ha sido sofocada y Carlos pierde todo apoyo. Los nobles, siempre tan valerosos caballeros, aca-ban dando vivas al Rey con la espada desenvainada.

QUINTO ACTO El Convento de San Giusto

Volvemos al convento del segundo acto. La luna brilla e ilumina a Isabel arrodillada ante la tumba de Carlos I. Ruega por ella y por Carlos, implora por su felicidad perdida. Nada queda de las ilusiones que se prometieron en Fontainebleau. Las tinieblas se cier-nen sobre ellos. Carlos aparece para despedirse de ella. Sus sueños no podrán cumplirse. El amor, la amistad, la lealtad, el honor, les ha sido arrebatados por las intrigas y las conspiraciones. Se despiden para siempre. No sabemos adónde irá, pero a lo mejor Car-los se ha alistado en la Legión, donde nada importa su vida anterior.

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Felipe interrumpe el diálogo. Le siguen el Gran Inquisidor y miembros del Santo Oficio. El Rey, ciego de indignación, exige un doble sacrificio. El Gran Inquisidor se hace car-go de Carlos; él, Felipe, de la Reina. Carlos, acorralado, retrocede espada en alto hasta el túmulo de Carlos I. La reja se abre y surge el fraile misterioso. Viste el manto y la co-rona real bajo las pobres vestiduras frailunas. El Inquisidor reconoce en él la voz de Carlos I, Felipe a su padre, y el resto al Emperador. El difunto Emperador se lleva con él a don Carlos al fondo del claustro y lentamente cae el telón.

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GRABACIONES ESCOGIDAS

María Caniglia, Ebe Stignani, Niccola Rossi-Lemeni,Paolo Silveri, Giulio Neri, Mirto Picchi.

Director: Fernando Previtali (1953)

De momento, Caniglia es la Reina más majestuosa que pueda escucharse en disco. Ya veremos cuando publiquen (risas) la versión de Callas. La Caniglia aparece con las limi-taciones de siempre y, como siempre, no cuesta nada pasarlas por alto. Deja perfecta-mente claro cuándo ejerce de Reina (Rendetemi la croce), cuándo es una persona (Se ancor si piange in cielo) y cuándo es una Reina cabreada (Giustizia, sire, m’han birlao la charcutería). A pesar de la fecha, sus graves siguen siendo la envidia de muchos ba-jos, emitidos sin ningún apoyo, firmes, plenos, sin vibrato. Las notas calantes de su aria principal y los pequeños problemas de afinación de las escenas corales se compensan con la línea de canto magistral de uno de los timbres más bonitos de la historia del can-to.

La Stignani está en uno de sus mejores papeles aunque parece, como siempre, que canta con la boca llena de chinchetas. La vocalización es bastante buena, lo malo es que en italiano también se usan consonantes. Eo aae e ee eeo oea, perdón, aparte de este pe-queño problema, exhibe su timbre cálido con especial convicción y parece que esta vez sabe que canta Verdi. Auténticos alardes de elasticidad en la Canción del Velo, y de am-plitud en el O don fatala (aquí se hace un lío hasta con las vocales). Una mezzo lírica en un papel que, a veces, requiere un fraseo más contundente y una línea de canto más dra-mática (sin olvidar que lo que se canta es un texto y hay que decirlo).

Otro punto fuerte de la grabación es Neri. Creo que es el Inquisidor más diabólico que pueda darse. Bajo profundo auténtico, de timbre firme y seco, atronador cuando lee la cartilla a Felipe, tenemos la impresión que Rossi-Lemeni terminará cantando con voz sopranil. Neri crea un fraile altivo, orgulloso y con la idea fija de me va a oír a mí este

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señor. Y, efectivamente, le oye. Es realmente ensordecedor cuando el personaje lo re-quiere porque, a pesar de esa voz de roca viva, Neri es capaz de moldearla conveniente-mente dando lugar a infinidad de matices. Junto a él, Rossi-Lemeni, ya de por sí procli-ve al puchero, se acongoja, tiembla, llora y desea con toda su alma que a ese fraile le pe-guen dos tiros. Neri le roba la escena. Con otro adversario, Rossi-Lemeni saldría más ai-roso, pero aquí no es capaz de imprimirle al personaje la majestuosidad que requiere. En el resto de su rol aparece más que digno, especialmente en el Ella giammai m’amò, de las mejores versiones que he oído (lo malo es que el fantasma de Christoff está siempre presente). Silveri hace ostentación de su timbre opaco, aunque la línea de canto pueden envidiarla grandes masas de colegas (aquí el fantasma que no se va es el de don Ettore).

Mirto Picchi: sus hijos no tienen la culpa. Y Fernando Previtali dirige la orquesta como siempre dirige la orquesta Fernando Previtali.

Resumen: Versión de absoluta referencia por las voces femeninas (sobre todo, por ser testimonio de una escuela desaparecida) y las voces graves masculinas, ambas clara-mente diferenciadas en cuanto a técnica vocal.

Antonietta Stella, Fiorenza Cossotto, Boris Christoff,Ettore Bastianini, Ivo Vinco, Flaviano Labò.

Director: Gabriele Santini (1962)

Aunque en principio puede parecer que Stella no es la voz más apropiada para este pa-pel, en este caso sale más que airosa, imprimiéndole una aguda penetración psicológica, además de prestarle su colorido tímbrico y una cuidada técnica. Es una Reina más lán-guida y enamoradiza que otras (ver atrás), pero sus cualidades vocales, a pesar de no ser tan espectaculares como los de aquella, se conservan en toda su tesitura, con las tirante-ces y los problemas en el legato de costumbre.

Cossotto, en esta ocasión, no puede lucirse a sus anchas mostrando su bravura, pues Santini opta por los tempi más bien relajados, con lo cual no otorga el slancio necesario

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al personaje. Las escenas en que se muestra más cruel son más creíbles, no en vano la personalidad de la cantante se asemeja bastante al personaje en sus facetas más viles. Pero nunca será lo mismo una princesa perversa que una envidiosa colipoterra de altos vuelos.

Bastianini es Posa, lo mismo que Christoff es Felipe. Verdi tuvo que pensar en ellos cuando escribió los papeles. Hay varias grabaciones del personaje por parte de Bastiani-ni y elegir sólo una es difícil. Quizás la de Salzsburgo de 1960. Creo que lo que puede resaltarse de su personaje es la naturalidad. Musicalidad, nobleza, belleza de timbre, dicción, legato asombroso, mordentes de impresionante efecto dramático, afinación, ca-raterización humana y una recreación en absoluto efectista caracterizan a don Ettore en sus realizaciones de Posa. Ante el Rey es respetuoso, firme, le comprende en ocasiones y lo demuestra acentuando algunas frases como el búlgaro, y oscureciendo el timbre como aquél. Con Carlo es compresivo, condescendiente, le proporciona apoyo moral y físico en todo momento. El timbre es sereno, tranquilizador, controlado, tornándose alti-vo, despectivo, aullando casi a la princesa (la cual no debe costar mucho si quien está delante es la Cossotto). Christoff, la voz de bajo profundo más maleable que ha habido, es la matización convertida en Rey (¡qué bonito, qué bonito!). Desde la más fría, inhu-mana y despótica autoridad en la escena del despido sin subsidio de desempleo de la condesa de Aremberg, hasta la más profunda humanidad en la soledad absoluta y ago-biante (Ella giammai m’amò), pasando por la confusión titubeante, llena de respeto, miedo, impotencia y una amalgama de sentimientos encontrados hacia su hijo en el dúo con el Inquisidor, un Ivo Vinco que por sí sólo no asusta ni a la condesa de Aremberg.

La orquesta de la Scala suena a orquesta de foso (lo cual es un halago), y Santini sigue a los cantantes, dejándoles respirar (a veces demasiado) y adaptándose sin tensiones al rubato al que a veces le obliga Christoff sobre todo.

Creo que es uno de los días más afortunados de Labò. Presenta un timbre quizás dema-siado oscuro en ocasiones. Canta con generoso slancio, aunque éste quede oscurecido por el de Bastianini, con Christoff lo mejor de la grabación.

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(Bueno, vale, la Cossotto está muy bien).

(O bien).

Montserrat Caballé, Plácido Domingo, Shirley Verret,Ruggero Raimondi, Giovanni Foiani, Sherril Milnes.

Director: Carlo Maria Giulini.

Ante todo, esta versión es una clase magistral de Giulini acerca de cómo debe dirigirse una ópera apoyando, acompañando, ayudando a los cantantes desde el foso y, a la vez, manteniendo en todo momento una calidad del sonido orquestal propia de concierto sin-fónico. La matización interna de los personajes la esculpe el director, sin alardear, de forma que sólo la orquesta sea la protagonista. Imprime densidad a la sonoridad instru-mental cuando ésta es requerida, pero una densidad porosa en la que las voces se desen-vuelven a sus anchas. En los pasajes orquestales, la planificación y la dinámica son tra-tados con un rigor prácticamente nunca oídos en una ópera italiana. Lo que en otros es simple rutina, en Giulini es profundo conocimiento de las posibilidades de una orquesta. (Si se desea un monográfico sobre Giulini, escribir a: Carlos Villalba Ruíz de Toledo, calle F*** G***, 3*, de Madrid).

Caballé está oronda (en el sentido vocal del término). En plenas facultades, con un lega-to absolutamente liso, sin cortes, un filato que corta el hipo y un pasaje vaya usted a sa-ber dónde, porque no hay ni una arista. Los legendarios filados son aquí utilizados con gran tino y, como siempre, el aliento le falla al oyente, no a ella. El único problema es que a veces se tiene la impresión de que no se cree lo que está cantando. Es una Reina, desde luego, pero sabe que en casa espera una butifarra y no consigue sumergirse en el personaje. Vocalmente: perfecta.

Plácido, que aún no había oído hablar de los mundiales de fútbol ni había cantado tan-gos, no puede tener mejor voz. No se advierten los síntomas de fatiga que se le notarán

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después. El timbre esmaltado y el impresionante squillo sirven a una concepción del personaje absolutamente sincera. Es, con Bergonzi, el único Carlo que no desafina en el primer acto (yo llegué a pensar que Verdi escribió frases desafinadas para él como re-curso para mostrar su debilidad mental). En los dúos con Isabel se transforma, es el pro-totipo del amante enardecido, juvenil, irracional, y la pasión le sale por la garganta. Cuando no está cerca de ella se viene abajo y es Rodrigo quién le ayudará para que no se derrumbe, dándole apoyo moral y mostrándole otras posibilidades para llenar su vida. Y a pesar de ser Milnes quien le proporciona todo esto, no sólo no se suicida sino que canta con Plácido con un slancio al referirse a Flandes digno del mejor Corelli (y, ade-más, Domingo ni desafina ni trepa penosamente por sus cuerdas vocales). Verret es una Éboli de categoría. Salvo algún problema de pronunciación (aunque ya quisiera doña Ebe pronunciar como ella), el fraseo es impecable, y el timbre cálido, carnoso, humano, sirve perfectamente a la princesa. Además, irradia una dramaticità bastante poco usual en las grabaciones de estudio.

Giulini es un caballero. Y como es muy educado y nunca se queja, le pasa lo que le pasa. En este caso le endosaron a Milnes para un papel en el que tiene que cantar (¡qué bien habría estado Sherril, por ejemplo, interpretando a uno de los que queman en la ho-guera! O de acomodador, incluso).

Raimondi tampoco está en su papel. Actualmente es uno de los bajos más importantes, pero en este Don Carlo aún no había limado asperezas y está, además, más cerca de un tenor lírico que de un bajo. Pero la intención es buena y se nota.

Plácido Domngo, Katia Ricciarelli, Lucia Valentini Terrani,Leo Nucci, Ruggero Raimondi, Nicolai Ghiaurov.

Director: Claudio Abbado.

Creo que lo único que merece la pena de ésta versión es que es completa, con los apén-dices y en francés (tal como la escribió Verdi). Entre otras curiosidades, en la escena de

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la cárcel (que incluye recortada la grabación de Stella - Gobbi - Nicolai - Christoff) Feli-pe II canta el Lacrimosa del Requiem (evidentemente, con otra letra, que hay que acla-rarlo todo, hombre).

Ricciarelli tiene de Reina lo que la Voz Celestial de Gran Inquisidor. Tiranteces por to-das partes, una dicción premiosa en un francés de azafata y en la misma convicción que tendría la Callas cantando coplas (y encima, el día de la grabación estaba espantosa, que he visto fotos).

Valentini Terrani, una voz de muy superior enjundia, tampoco se siente a gusto en el personaje y nos lo transmite con toda claridad. Se aburre.

Plácido no es el Carlo que fue. Tiene aún un bonito timbre y una técnica muy segura, pero ahora Carlo es una especie de bohemio madurito y algo cínico, que cuando canta con Isabel está pensando en Flandes y acude a Nucci para huir de ella. Nucci tampoco convence en absoluto. Demasiado teatral. Nadie le ha enseñado cómo debe pronunciarse el francés. En general, como siempre, bastante ordinario. ¡Así no se habla con los reyes, caramba! Pero puestos a ser ordinario no sé quién se lleva la palma, si el Posa de marras o Gobbi, el más excelso representante de la Escuela del Mugido, para el que Tonio es su único personaje; pero aunque la mona se vista de seda, Gobbi se queda.

Raimondi ha madurado. Ya es mayor y puede intentarlo otra vez con el rol de Felipe. Sigue sin ser don Boris, pero la concepción del Rey es mucho más profunda. Una voz más aquilatada y un fraseo más sereno ayudan a dar vida al pobre Rey. Pero ahí siguen las notas nasales como refuerzo dramático que no hacen sino apuntalar bastante tosca-mente el legato.

El contrapunto lo pone Ghiaurov, magistral como de costumbre. Con Siepi, la única al-ternativa a Christoff. Endurece y seca la voz todo lo posible para encarnar al fraile, pero no se pierde ese timbre cálido, pastoso, en ningún momento. Y, además, como es búlga-ro, pronuncia el francés mucho mejor que el resto y conserva el control del fiato intacto.

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Sin ser tan despiadado como Neri, quizás impone más porque, ya se sabe: perro ladra-dor… (dicho sea con el máximo respeto). En definitiva, más sutil pero igualmente per-verso.

Abbado es un niño con zapatos nuevos, consciente de la novedad y, por tanto, respetuo-so al máximo con lo puramente musical. Aquí no se permite tantos rubatos y fluctuacio-nes de tempo como en otras partituras y, supongo, hace todo lo posible por no escuchar a la mayoría de las voces.

Resumiendo: el único interés está en la originalitè de que sea la versión francesa. Con Regine Crespin, José van Dam y Christa Ludwig, por ejemplo, hubiera sido otra cosa.

Gentileza de CARLOS VILLALBA RUIZ DE TOLEDO.

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CATÁLOGO DE LAS OBRAS DE VERDI

Entre paréntesis figuran los autores del libreto y el año de su estreno. Las revisiones posteriores al estreno se señalan cronológicamente en cursiva.

1............................................................Oberto, Conte di San Bonifacio (A. Piazza, 1839)

2............................................Un Giorno di Regno o Il Finto Stanislao (F. Romani, 1840)

3...................................................................Nabucodonosor o Nabucco (T. Solera, 1842)

4............................................................I Lombardi Alla Prima Crociata (T. Solera, 1843)

5................................................................................................Ernani (F. M. Piave, 1844)

6.....................................................................................I Due Foscari (F. M. Piave, 1844)

7...................................................................................Giovanna d’Arco (T. Solera, 1845)

8............................................................................................Alzira (S. Cammarano, 1845)

9......................................................................................................Attila (T. Solera, 1846)

10...........................................................................................Macbeth (F. M. Piave, 1847)

11.......................................................................................I Masnadieri (A. Maffei, 1847)

12............................................................................Jerusalem (A. Royer y G. Vaëz, 1847)

13.........................................................................................Il Corsaro (F. M. Piave, 1848)

14.............................................................La Battaglia di Legnano (S. Cammarano, 1849)

15................................................................................Luisa Miller (S. Cammarano, 1849)

16............................................................................................Stiffelio (F. M. Piave, 1850)

17..........................................................................................Rigoletto (F. M. Piave, 1851)

18.................................................................................Il Trovatore (S. Cammarano, 1853)

19......................................................................................La Traviata (F. M. Piave, 1853)

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20.................................................Les Vêpres Siciliennes (E. Scribe, C. Duveyrier, 1855)

21...........................................................................Simon Boccanegra (F. M. Piave, 1857)

22..............................................................................................Aroldo (F. M. Piave, 1857)

23.......................................................................Un Ballo in Maschera (A. Somma, 1859)

24.......................................................................La Forza del Destino (F. M. Piave, 1862)

Macbeth (revisada en 1865)

25........................................................................Don Carlo (J. Méry y C. du Locle, 1867)

La Forza del Destino (revisada en 1869)

26............................................................................................Aida (A. Ghislanzoni, 1871)

Simon Boccanegra (revisada en 1881)

Don Carlo (revisada en 1884)

27....................................................................................................Otello (A. Boito, 1887)

Don Carlo (revisada en 1887)

28..................................................................................................Falstaff (A. Boito, 1893)

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BIBLIOGRAFÍA, O ASÍ

Fernández y Fernández de Retana, LuisHistoria de España. Colección Menéndez PidalTomo XIX, España en tiempo de Felipe IIEspasa Calpe. Madrid, 1958

Silió, VicenteNuevo Manual de la Historia de EspañaEdisa. Madrid, 1969

Parker, GeoffreyFelipe IIAlianza Editorial. Madrid, 1993

Bermúdez de CastroAntonio Pérez, Secretario del Rey Felipe IISarpe. Madrid 1986

Kobbé, GustaveThe Complete Opera BookPutnam; London, reimpresión enero de 1939

Giudici, ElvioGrandes CompositoresTomo 3. La Vida de VerdiSalvat. Barcelona, 1982.

Berio, EnzoEnsayo y libreto publicado para la grabación de la DGG de Don Carlo.Chile

Wallas, Cedric y Cochrane, PeggieEnsayo, argumento y libreto de la grabación de Don Carlo para Decca.Londres, 1966.

Mila, MassimoEl Arte de VerdiColección Alianza Música, Alianza Editorial; Madrid, 1992

Alier, RogerDon CarloDaimon. Barcelona, 1981

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REPARTO

Don Carlos, Infante de España...................................................................................Tenor

Isabel de Valois......................................................................................................Soprano

Felipe II, Rey de España..............................................................................................Bajo

Rodrigo, Marqués de Posa.....................................................................................Barítono

Princesa de Éboli........................................................................................Mezzo-soprano

El Gran Inquisidor........................................................................................................Bajo

Tebaldo...................................................................................................................Soprano

Fraile............................................................................................................................Bajo

Heraldo Real..............................................................................................................Tenor

Voz Celestial..........................................................................................................Soprano

Conde de Lerma.........................................................................................................Tenor

Diputados flamencos

Coro

La traducción del libreto está basada en la versión en italiano, de la ópera original, de Achille de Lauzières y A. Zanardini. Esta, a su vez, es una traducción del texto original francés. También me he basado en la versión inglesa para la traducción y he insertado algunas mejoras que me han parecido adecuadas. Desearía que se tuvieran en cuenta es-tas circunstancias para juzgar con más indulgencia los errores que se observarán en la lectura. Ya se sabe, traduttore, traditore. Del original francés (a través del drama ale-mán) y su traducción al italiano, he empleado otra traducción inglesa (gracias a Decca) para llegar a esta versión en español. Larga traición a la obra de Verdi.

Además, he intentado partir de la que fuera obra original de cinco actos y no la reducida de cuatro, preferida por todos los empresarios. Tampoco he tenido suerte pues no he te-

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nido a mano el original francés, descubierto hace relativamente poco tiempo, pero que no ha llegado a nuestras pecadoras manos, con las correspondientes indicaciones de ba-llet y otras piezas. Piezas que posteriormente fueron separadas e incluidas, o adaptadas, al posterior Réquiem.

Quizá se eche en falta la rima. No se busque porque no hay intención de que la haya. In-cluso he arreglado un poco el texto en español de forma que tenga unidad propia y no dependa de ningún «acoplamiento» musical.

Traducción (traición) exclusiva, Alfredo J. Díaz.

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PRIMER ACTO

LOS BOSQUES DE FONTAINEBLEAU

El bosque próximo a Fointanebleau. Es invierno. A la derecha de la escena, una enorme roca forma una especie de gruta. Al fondo, en la lejanía, el palacio real.

ESCENA PRIMERAAlgunos leñadores están cortando leña; sus mujeres están sentadas cerca de una fogata. Isabel de Valois aparece a caballo por la izquierda, conducida por su paje Tebaldo. Le sigue un numeroso

séquito de cazadores. Está anocheciendo. Carlos está escondido tras unos matorrales.

CAZADORES PRIMEROS CAZADORES PRIMEROSSu cacciator! pronti o ¡Atentos cazadores! Atentosla belva ci sfuggirà… que la fiera se nos escapará…

CAZADORES SEGUNDOS CAZADORES SEGUNDOSE noi l'avrem, Y nosotros la conseguiremospria ch'alla selva… antes que en el bosque…notte verrà! caiga la noche.

CAZADORES PRIMEROS CAZADORES PRIMEROS…ci sfuggirà! …se nos escapará.

CAZADORES PRIMEROS CAZADORES PRIMEROSSu, cacciator! ¡Atención cazadores! pronti… Atentos…

CAZADORES SEGUNDOS CAZADORES SEGUNDOSE noi l'avrem pria… Y la cobraremos primero…

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ESCENA SEGUNDAIsabel atraviesa la escena y arroja algunas monedas a los leñadores. Carlos aparece a la izquierda y se esconde entre los árboles que hay más próximos siguiendo a Isabel. Los leñadores ven pasar a

la princesa mientras recogen sus herramientas para irse a su casa. La noche está muy próxima.

CARLOS CARLOSFontainebleau! Foresta Fontainebleau, inmenso y immensa e solitaria! solitario bosque. Con quéQuai giardin, quai rosai, jardines o rosales podráqual Eden di splendore comparar Don Carlos este per Don Carlo potrà bosque, esplendoroso comoquesto bosco valer, el Edén, aquí donde su ove Isabella sua Isabel apareció radiantesorridente apparì! ante él. Dejé España aban-Lasciai l'Iberia, doné la Corte desafiando lala Corte lasciai, determinación de Felipe, ydi Filippo sfidando vine hasta aquí confundidoil tremendo furore, en el cortejo del Embajadorconfuso nel corteo Real; así pude ver a la del regio ambasciador; hermosa prometida.potrei mirar l'alfin, Aquella que por vez la bella fidanzata! primera vi reinar en mi colei che vidi pria alma. Aquella que por amorregnar sull'alma mia, reinará en mi corazón.colei, che per l'amor, Al verla creí ver el solregnerà sul mio cor! centelleando cuando sonrió;Io la vidi, al suo sorriso como el alma que llega alscintillar mi parve il sole; paraíso, así ella abrió lacome l'alma al paradiso mía a la esperanza.schiuse a lei la speme, il vol. Es tanta la dicha que Tanta gioia a me prometto espero, que mi corazón che s'inebria questo cor; se embriaga anhelante.Dio, sorridi al nostro affetto, ¡Oh, Señor! Sonríe abenedici un casto amor. nuestro verdadero afecto,

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Dio, sorridi al nostro affetto, bendice un casto amor.ah, benedici… ¡Ah! Bendice…

ESCENA TERCERADon Carlos corre siguiendo a Isabel, pero se detiene incierto y escucha. El sonido de un cuerno de

caza se oye en lontananza. Después del cuerno y la lontananza todo vuelve a quedar en silencio.

CARLOS CARLOSIl suon del corno alfin Ya se aleja el sonido. Yanel bosco tace. no se escucha el clamor deNon più dei cacciator los cazadores. El día echeggiano i clamor. termina, cae la noche. YaCadde il dì! Tace ognun! brilla la primera estrellae la stella primiera en lo más profundo delscintilla nel lontan spazio cielo. ¿Cómo encontraré elazzurrin. Come del regio ostel camino de vuelta a Palacio?rivenire il camin? ¡Es tan oscuroQuesta selva è tanto nera! este bosque!

TEBALDO TEBALDO(llamando desde fuera del escenario)

Olà! Scudier'!… ¡Hola, escuderos!…¡Hola!Olà paggi del Re! ¡Pajes del Rey!

CARLOS CARLOSQual voce risuonò nell'oscura ¿Qué voz es esa que oí en foresta? este oscuro bosque?

TEBALDO TEBALDOOlà! Venite, boscaiuoli, a me! ¡Eh! Venid cazadores ¡A mí!

(Tebaldo e Isabel descienden por un sendero)

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CARLOS CARLOS(apartándose a un costado)

Oh, vision gentile… ¡Oh, qué hemosa visiónvêr me s'avanza! hasta mí se acerca!

TEBALDO TEBALDO(atemorizado)

Non trovo più la via No puedo encontrarper ritornar. el camino de regreso.Ecco il mio braccio; Que mi brazo os sirva desostegno a voi fia. sostén. La noche es oscura,La notte è buia, il gel el frío os hará temblar;vi fa tremar; andiam ancor… sigamos caminando…

ISABEL ISABELAh!, come stanca sono! ¡Qué cansada estoy!

(Aparece don Carlos y se inclina ante Isabel)

ISABEL ISABEL(sorprendida)

Ah! ¡Ah!

TEBALDO TEBALDO(Alarmado por la súbita aparición de don Carlos)

Ciel! ma chi sei tu? ¡Cielos! ¿Quién sois vos?

CARLOS CARLOS(a Isabel)

Io sono un stranier, Soy un extranjero,uno spagnuol! un español.

ISABEL ISABELDi quei del corteo ¿Alguien del cortejo que ch'accompagna il signore acompaña al señor

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di Lerma, ambasciator de Lerma, embajadordi Spagna? de España?

CARLOS CARLOSSì, nobil donna!… ¡Sí, noble señora!e scudo a voi sarò. Y seré vuestro defensor.

TEBALDO TEBALDO(desde el fondo)

Qual piacer! Brillar lontano ¡Qué alegría! A lo lejoslaggiù miarai Fontainebleau. veo brillar Fontainebleau.

(a Isabel)Per ricondurvi al reggio ostello Correré al castillo parasino al castel io correrò. conduciros hasta Palacio.

ISABEL ISABEL(autoritaria)

Va, non temer per me. Ve y no temas por mí. Soy La regal fidanzata la prometida de don Carlos.di Don Carlo son io; ho fe' Confío en el honor de unnell'onore spagnuol! caballero español. Paje,Paggio, al castel t'affretta. ve hasta palacio.

(indicando a don Carlos)Ei difender saprà la figlia del Él sabrá defender a latuo Re. hija de tu Rey.

Don Carlos se inclina y, con su mano sobre la espada, se coloca dignamente a la derecha de Isabel. Tebaldo hace una reverencia y sale por el fondo en busca de escolta para su señora. Isabel se sien-ta en una roca, cerca de las brasas de una fogata. Cuando se quedan solos, Carlos cae de rodillas

ante ella.

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ESCENA CUARTA

ISABEL ISABELAl mio pie', perchè mai? ¡A mis pies! ¿Por qué?

Carlos recoge algunas ramas y con ellas reaviva el fuego

CARLOS CARLOSAlla guerra, En la guerra, cuando no hayquando il ciel per tenda abbiam, más techo que el cielo,sterpi chieder alla terra le pedimos a la tierra la leñaper la fiamma noi dobiam! con qué hacer fuego.Già, già! La stirpa diè ¡Ya está! El rescoldo prendióla bramata scintilla. y ya brillan las llamas.E la fiamma ecco già brilla. Cuando la llama resplandeceAl campo, allor che splende vivaz y bella como ahora,così vivace e bella en el campamento la tomamosla messaggera ell'è di vittoria, o d’amor. como mensajera de victoria… o de amor.

ISABEL ISABELE lasciaste Madrid? ¿Y habéis venido desde Madrid?

CARLOS CARLOSSì. Sí.

ISABEL ISABELConchiuder questa sera ¿Se podrá concertar lala pace si potrà? paz esta noche?

CARLOS CARLOSSì, pria del dì novel Sí, antes que amanezca sestipular l'imeneo anunciará la boda concol figlio del mio re, el hijo de mi Rey,di Don Carlo si de'. con don Carlos.

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ISABEL ISABELAh! favelliam, ah, ¡Ah! Hablemos, hablemos defavelliam di lui! él. Me invade el corazón unAh! terror arcano invade extraño temor… Me iréquesto core; muy lejos de aquí. Dejaréall'esul lontana andrò, Francia para siempre.la Francia lascerò… Sólo deseo saber si su amor porMa pari al mio vorrei mí iguala al menosdi lui l'amore. el que yo siento por él.

CARLOS CARLOSCarlo vorrà viver Carlos deseará viviral vostro pie', arde a vuestros pies, arded'amore; nel vostro core de amor. Él confía en ha fe'. vuestro corazón.

ISABEL ISABELIo lascerò la Francia, Dejaré Francia y a mie il padre insieme. padre. Si Dios lo quiere,Dio lo vuol, partirò; partiré; otra patria tendré.un altra patria avrò. Pero partiré feliz,Ne andrò giuliva, con el corazóne pieno il cor di speme. lleno de esperanza.

CARLOS CARLOSE Carlo pur amandovi vivrà; También Carlos vivirá para amaros;al vostro pie' lo giuro, lo juro ante vos:ei va amerà. él os amará.

ISABEL ISABELPerchè mi balza il cor? ¿Por qué palpita más fuerteCiel! chi siete mai? mi corazón. ¿Quién sois?

CARLOS CARLOSDel prence messagger, Soy un mensajero del

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per voi questo recai. príncipe. Esto os traigo.(le entrega un joyero)

ISABEL ISABELUn suo don! ¡Un regalo suyo!

CARLOS CARLOSV'inviò l'immagin Os entrego un retratosua fedel, suyo. Así podréisnoto vi fia così. conocerlo.

ISABEL ISABELGran Dio! Io lo vedrò! ¡Dios mío! Sabré cómo es.Non oso aprir!…Ah! No me atrevo a abrirlo.Ma pur vederlo bramo… Pero ansío tanto verlo…(Abre el cofrecillo y encuentra el retrato de Carlos; atónita, reconoce al hombre que está ante ella)

ISABEL ISABELPossente Iddio! ¡Santo Cielo!

CARLOS CARLOS(cae a sus pies)

Carlo son io… e t'amo! Carlos soy yo… y te amo.Sì, t'amo! ¡Sí, te amo!

ISABEL ISABELDi qual amor, di quanto ardor Con cuanto amor, con cuantoho colmo il cor. ardor esta alma se llena.Al suo destin voler divin La voluntad divinaor m'incatena! me encadena a su destino.Arcan terror m'avea nel cor, Un terrible temor había en mie ancor ne tremo… corazón; soy amada. Amata io sono - amata io sono, ¡Soy amada!gaudio supremo Mi corazón siente un ne sento in cor! gozo supremo.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS CARLOSSì, t'amo, t'amo Sí, te amo, te amo.te sola io bramo Sólo te deseo a ti.vivrò per te Viviré para ti.per te morrò! Por ti moriré.

ISABEL ISABELSe l'amor ci guidò, Si el amor nos guió, si fuese a me t'avvicinò, él el que te trajo a mí, il fe' perchè ci vuol fue porque nos quierefelici appieno. llenos de felicidad.

(Se oye a lo lejos el tronar de un cañón)

ISABEL ISABELQual rumor!… ¿Y ese ruido?

CARLOS CARLOSIl cannon echeggiò! ¡Fue el eco de un cañón!

ISABEL ISABELFausto dì! ¡Día venturoso!Questo è segnal di festa! Es señal de fiesta.

(Las ventanas iluminadas del palacio de Fontainebleau brillan a lo lejos)

ISABEL, CARLOS ISABEL, CARLOSSì, lode al ciel, la pace Sí, gracias a Dios, laè stretta. paz se ha firmado.

ISABEL ISABELQual baglior!… ¡Qué resplandor!E il castell che Es el castillorisplende così. el que resplandece así.

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CARLOS CARLOSSparia l'orror della foresta; Terminó el miedo al bosque.tutto è gioia, splendor,… Todo es alegría, esplendor.

ISABEL ISABELO ciel! ¡Oh, cielos!

CARLOS CARLOS…tutto è delizia, Todo es delicia yamor! amor.

ISABEL ISABELO ciel! ¡Oh, cielos!

CARLOS CARLOSIl ciel ci vegga alfin… El cielo nos verá al fin…

ISABEL ISABELIl ciel ci vegga alfin… El ciello no verá al fin…

CARLOS CARLOS…uniti core a cor… …unidos corazón a corazón…

ISABEL ISABEL…uniti core a cor… …unidos corazón a corazón…

CARLOS, ISABEL CARLOS, ISABEL…nell'imeneo che Dio ci …en el matrimonio queappresta, ecc. Dios nos depara.

CARLOS CARLOSAh! non temer, No temas,ritorna in te. vuelve en ti.

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ISABEL, CARLOS ISABEL, CARLOSAh! ¡Ah!

ISABEL ISABELSe tremo ancor Si aún tiemblo no es porterror non è, miedo, pues he vuelto a nacerrinata son! Mi alma ha sucumbidoA voluttà nuova per me a una nueva voluntad.è l'alma abbandonata.

CARLOS CARLOSAh!, non temer, No temas, ritorna in te, vuelve en ti,o dolce mio tesor! tesoro mío. Alza hasta míAngel d'amor leva su me tu amada pupila,la tua pupilla amata! amor mío.

ISABEL, CARLOS ISABEL, CARLOSRinnovelliam, ebbri d'amor, Renovemos, ebrios de amor,il giuro che ci univa; el juramento que nos unió:lo disse il labbro, lo dicen nuestros labios,il ciel l'udiva, el cielo fue testigo y naciólo fece il cor! de nuestros corazones.

ESCENA QUINTA Tebaldo entra con otros pajes portando antorchas. Los pajes quedan al fondo. Tebaldo avanza solo

hacia Isabel. Se postra ante ella y besa el borde de su vestido.

TEBALDO TEBALDOAl fedel ch'ora viene, Concededle un favor a o signora, un messaggio vuestro siervo fiel, que felice a recar, ahora se os acerca con unaccordate un favor; mensaje feliz: tenedme di serbarmi con voi siempre cerca de vos paranè mai lasciarvi più. no dejaros jamas.

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(Isabel indica a Tebaldo que se levante)

ISABEL ISABELSia pur! ¡Así sea!

TEBALDO TEBALDORegina, vi saluto, Os saludo como Reina,sposa a Filippo re. esposa del rey Felipe.

ISABEL ISABELNo, no! sono all'Infante No, no. Mi padre me dal padre fidanzata. prometió al Infante.

TEBALDO TEBALDOAl monarca spagnuol Enrique os ha destinadov'ha Enrico destinata. al monarca español.Siete regina. ¡Sois Reina!

ISABEL ISABELAhimè! ¡Dios mío!

CARLOS CARLOSNel cor mi corse un gel! Siento helárseme el corazónL'abisso s'apre a me Un abismo se abre ante mí.e tu lo soffri, ¡Y tú lo soportas,o Ciel! Cielo santo!

ISABEL ISABELL'ora fatale è suonata! Ha sonado la hora fatal.Contro la sorte spietata Habría sido menos dolorosocrudo fia meno il pugnar… luchar contra una suerte despiadada…

CARLOS CARLOSL'ora fatale è suonata! Ha sonado la hora fatal.

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M'era la vita beata, Antes mi vida era feliz y cruda, funesta ora m'appar. ahora me parece funesta.

ISABEL ISABEL…fia men crudo il pugnar. …mucho menos doloroso.L'ora fatale è… Ha sonado la hora fatal.…già suonata!… Hubiera preferido desafiar…Per sottrarmi a tanta pena, a la muerte para sustraermeper fuggir la rea catena, a tanto pesar y huir de tanfin la morte io vo' sfidar! cruel cadena.

CARLOS CARLOSDi dolor di quest'alma è piena, Mi alma está colmada deah!, dovrò la mia catena, pena y dolor. Tendré que in eterno dovrò la mia catena, arrastrar eternamente midovrò in eterno trascinar! pesada cadena.

DAMAS, MIEMBROS DE LA CORTE, DAMAS, MIEMBROS DE LA CORTE,PUEBLO PUEBLOInni di festa lieti ¡Cantad felices himnosecheggiate, e salutate festivos y saludad il lieto dì. contentos al nuevo día! LaLa pace appresta paz nos dará tiempos felici istanti; felices. El Cielo unió dosdue cori amanti corazones amantes. Gloriail Cielo unì! y honor a la más bella, aGloria ed onore alla più bella, aquella que mañanaonor a quella entregará su mano al Reyche dee doman de Españaassisa in soglio y se sentarágentil compagna con él en el trono.al re di Spagna dar la sua man!

ISABEL ISABELTutto sparve! ¡Todo se ha desvanecido!

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CARLOS CARLOSSorte ingrata! ¡Destino ingrato!

ISABEL ISABELAl dolor son condannata! ¡Estoy condenada al dolor!

CARLOS CARLOSSpariva il sogno d'or… El sueño dorado terminó…

ISABEL ISABEL…svaniva, svaniva, svaniva… …se desvaneció…

CARLOS CARLOS…svanì, svanì, ah!, …se desvaneciósvanì dal cor! del corazón.

ISABEL ISABEL…dal mio cor! Ah! …de mi corazón.

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLOInni di festa lieti echeggiate, ¡Cantad felices himnose salutate… festivos, y saludad…!

ISABEL ISABELL'ora fatale è suonata! Ha sonado la hora fatal. Contro la sorte spietata Hubiera sido menos dolorosocrudo fia meno il pugnar… luchar contra…

CARLOS CARLOSL'ora fatale è suonata! Ha sonado la hora fatal.M'era la vita beata, Antes la vida me era felizcruda, funesta ora m'appar. y ahora me parece funesta.

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DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLOInni di festa lieti echeggiate, ¡Cantad himnos felices dee salutate… fiesta, y saludad…!

CARLOS CARLOSTutto finì! ¡Todo ha terminado!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLOInni di festa lieti echeggiate, Cantad himnos de fiesta ye salutate… saludad…

ISABEL ISABELAhimè! ¡Ay de mí!

CARLOS CARLOSTutto finì! ¡Todo ha terminado!

ISABEL ISABELAhimè! ¡Ay de mí!

CARLOS CARLOSAl più crudel Nuestras almas estándolor nostr'alma condenadas al másè condannata, cruel dolor. Terminótanto amor ora finì! tan grande amor.

ISABEL ISABELAhimè!, ¡Ay de mí! Nuestras almasnostr'alma è condannata! están condenadas. Nunca másNon troverem mai più encontraremos tanto amortanto amor, tanto ben! ni tanta ventura.

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DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLOInni di festa lieti echeggiate, Cantad himnos de fiesta,e salutate… y saludad…

CONDE DE LERMA CONDE DE LERMAIl glorioso re di Francia, El glorioso rey de Francia,il grande Enrico, el gran Enrique, quiere al monarca di Spagna entregar la mano de su hijae dell'India vuol dar Isabel al monarca de Españala man d'Isabella y de las Indias.sua figliuola. Este vínculo Questo vincol sarà será el sello de la amistad.suggello d'amistà. Pero Felipe os deja decidirMa Filippo lasciarvi con entera libertad. libertade vuol intera; ¿Aceptáis la manogradite voi la man de mi Reydel mio re… que espera ansiosoche la spera? vuestra respuesta?

MUJERES MUJERESAccettate Isabella, la man Aceptad, Isabel, la manoche v'offre il re; que os ofrece el Rey. Pietà! pietà!… La pace ¡Apiadaos! Al finavrem alfin! tendremos la paz.Pietà di noi! ¡Apiadaos de nosotros!

CONDE DE LERMA CONDE DE LERMAChe rispondete? ¿Qué respondéis?

ISABEL ISABEL(con voz desfallecida)

Sì! ¡Sí!

CABALLEROS CABALLEROSVi benedica,… ¡Que Dios os bendiga…

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ISABEL ISABEL(para sí)

E la angoscia suprema! Es una angustia suprema.

CARLOS CARLOSMi sento morir. Me siento morir.

ISABEL ISABELE la sorte crudel! El destino es cruel.

CARLOS CARLOSMi sento morir. Me siento morir.

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO…vi benedica, …que DiosIddio dal ciel! os bendiga!La sorte amica ¡Que os sea propiciovi sia… el destino!…fedel, vi sia fedel! ¡Que os sea propicio!

ISABEL, CARLOS ISABEL, CARLOSE la angoscia suprema! ¡Es una suprema agonía!Ah!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLOInni di festa lieti echeggiate, ¡Cantad himnos de fiesta!,e salutate… y saludad….

CARLOS CARLOSO dolor! ¡Oh, dolor!

ISABEL ISABELO martir! ¡Oh, martirio!

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CARLOS CARLOSO dolor! ¡Oh, dolor!

ISABEL ISABELO dolor! ¡Oh, dolor!

CARLOS CARLOSNon v'ha duol… No hay dolor…

ISABEL ISABELO martir! ¡Oh, martirio!

CARLOS CARLOS…più crudel! …más cruel!

ISABEL ISABELO dolor! ¡Oh, dolor!

CARLOS, ISABEL CARLOS, ISABELNostr'alme condannate, Nuestras almas condenadascondannate, no volverán a encontrar,non troveran, no, no, nunca más,mai più, no, tanto amor.tanto amor!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLORegina Ispana, gloria, onor! ¡Gloria y honor a la ReinaGloria, regina, gloria, onor! de España! ¡Gloria y honor!

CARLOS CARLOSA sì crudel dolor… A tan cruel dolor…

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLOGloria, regina! ¡Gloria a la Reina!

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ISABEL ISABELQual dolor! ¡Qué dolor!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLOGloria, onor! ¡Gloria, honor!

CARLOS CARLOSQuest'alma è condannata! …han condenado a mi alma.

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLOGloria, regina! ¡Gloria a la Reina!

ISABEL ISABELQual martir! ¡Qué martirio!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLOGloria, onor! ¡Gloria, honor!

CARLOS CARLOSNon troverem mai più… ¡Nunca más encontraremos…

DAMAS, MUJERES DAMAS, MUJERESGloria, onor! ¡Gloria, honor!

ISABEL, CARLOS ISABEL, CARLOS…no, non troverem mai più, …no, nunca más encontraremosmai più tanto amor! tanto amor!

DAMAS, CABALLEROS, PUEBLO DAMAS, CABALLEROS, PUEBLOGloria, regina! ¡Gloria a la Reina!

MIEMBROS DE LA CORTE, MIEMBROS DE LA CORTE, PUEBLO PUEBLOGloria, regina, gloria, onor! ¡Gloria y honor!Gloria, gloria, onor! ¡Gloria, loor a la Reina!

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CARLOS CARLOSAhimè! Ahimè! ¡Ay de mí!

MIEMBROS DE LA CORTE, MIEMBROS DE LA CORTE,PUEBLO PUEBLOGloria, onor! ¡Gloria, honor!Inni di festa… Cantemos himnos de fiesta

CARLOS CARLOSL'ora fatale è suonata! ¡Ha sonado la hora fatal!M'era la vita beata, La vida me sonreía; ahoracruda, funesta ora m'appar. me parece amarga y fea.

MIEMBROS DE LA CORTE, MIEMBROS DE LA CORTE,PUEBLO PUEBLOInni di festa lieti echeggiate, Cantad himnos de fiesta,e salutate… y saludad…

Isabel, conducida por el conde de Lerma, entra en la litera. Carlos queda solo, desconsolado, con la cabeza entre las manos, apoyado en la roca donde descansara antes Isabel. El cortejo se pone en

camino y se aleja entre gritos de alegría.

CARLOS CARLOSSparì un sogno così bel! ¡Se desvaneció un hermoso O destin fatal, sueño! ¡Oh, destino fatal!o destin crudel! ¡Oh, destino cruel!

FINAL DEL PRIMER ACTO

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SEGUNDO ACTO

PRIMERA PARTE EL CONVENTO DE SAN GIUSTO

Estamos en el claustro del convento de San Giusto, con altos cipreses en el jardín. A la derecha hay una capilla iluminada. A través de una reja dorada se ve la tumba de Carlos I de España, el empe-

rador Carlos V. A la izquierda queda una puerta que da al exterior. Al fondo se encuentra la puerta interna del claustro. Amanece.

ESCENA PRIMERAUn coro de frailes reza en la capilla. En escena, un fraile está postrado ante la tumba de Carlos I y

reza en voz baja.

MONJES MONJESCarlo il sommo imperatore Carlos, el más grande non è più che muta cener', emperador, no es más quedel celeste suo Fattore muda ceniza. A los pies dell'alma altera Supremo Hacedor tiemblaor trema al pie'. su alma orgullosa.

FRAILE FRAILEEi voleva regnare sul mondo Él quería reinar todo elobliando Colui che nel ciel mundo olvidando a Aquel quesegna agli astri en el Cielo marca el rectoil camino fedel. camino de los astros.L'orgoglio immenso fu, Inmenso fue su orgullo,fu l'error suo profondo! profundo su error.

MONJES MONJESCarlo il sommo imperatore… Carlos, el mas grande…

FRAILE FRAILEGrand'è Dio sol, Sólo Dios es Grande y,e s'Ei lo vuole si Él lo quiere, es capaz de

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fa tremar la terra ed il ciel. hacer temblar la tierra yAh! el cielo.Misericorde Iddio… ¡Ah! Dios misericordioso…

MONJES MONJESCarlo il sommo imperatore… Carlos, el más grande…

FRAILE FRAILE…pietoso al peccator… …apiádate del pecador…

MONJES MONJES…non è più che …emperador, no es más quemuta cener', muda ceniza…

FRAILE FRAILE…allo spirto… …y de su aflicción…

MONJES MONJESSignor! ¡Señor!

FRAILE FRAILE…addolorato… …compungido…

MONJES MONJES…signor! …¡Señor!

FRAILE FRAILE…dà la requie… …dale la paz…ed il perdon y el perdónche discendono dal ciel. que desciende del Cielo.

MONJES MONJES…il tuo furor non piombi, …que tu furor no caiga sobrenon piombi sul suo cor! su corazón.

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FRAILE, MONJES FRAILE, MONJESGrande è Dio sol, ¡Sólo Dios es Grande!è grande Dio sol, ¡Sólo Él es Grande!è grande Ei sol!

ESCENA SEGUNDAAmanece lentamnete. Carlos, pálido y demudado, deambula por el claustro. Se detiene a escuchar y se descubre. Se oye el tañido de una campana. El coro de frailes sale de la capilla, atraviesa la es-

cena y se pierde en los corredores del claustro. El monje solitario continúa en escena.

CARLOS CARLOSAl chiostro di San Giusto En el monasterio de sanove finì la vita Justo, donde terminó susl'avo mio Carlo Quinto, días mi abuelo Carlos V, stanco di gloria e onor, cansado de gloria y la pace cerco invan honores, busco en vanoche tanto ambisce il cor. la paz que tanto anhelaDi lei che mi corazón. La imagen dem'han rapita aquélla que me robaronl'immago erra con me deambula conmigo en del chiostro nell'orror. el horror de este claustro.

FRAILE FRAILE(levantándose y acercándose a don Carlos)

Il duolo della terra, La angustia terrenal nos nel chiostro ancor persigue incluso en elc'insegue; del core claustro; la pugna delsol la guerra corazón sólo se calmaráin ciel si calmerà. en el Cielo.

(La campana tañe nuevamente; el fraile se aleja, lento y grave, pasando ante Carlos. Este retrocede espantado)

CARLOS CARLOSLa sua voce!… Su voz…

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Il cor mi trema… Me tiembla el corazón…Mi pareva…qual terror! Me pareció… ¡qué horror!veder l'Imperator, ver al Emperador entre lasche nelle lane prendas frailunasil serto asconde con su corona oculta e la lorica d'or. y su cetro de oro. E voce che nel chiostro ¡Hay quien dice que seappaia ancor! aparece en el claustro!

FRAILE FRAILE(desde el interior, la voz cada vez más lejana)

Del cuore la guerra in ciel La pugna del corazón sólosi calmerà. en el Cielo se calmará.

CARLOS CARLOSQuesta voce; il cor trema! ¡Esa voz! ¡Santo Cielo!O terror! O terror! ¡Oh, terror!

ESCENA TERCERA

RODRIGO RODRIGO(entrando)

E lui! desso! l'Infante! Es él… el Infante.

CARLOS CARLOSO mio Rodrigo! ¡Oh, Rodrigo!

RODRIGO RODRIGOAltezza! ¡Alteza!

CARLOS CARLOSSei tu ch'io ¿Eres tú elstringo al seno? que yo abrazo?

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RODRIGO RODRIGOO mio prence, signor! ¡Oh, mi príncipe, señor!

CARLOS CARLOSE il ciel che a me t'invia El Cielo te envía para nel mio dolor, sofocar mi dolor,

RODRIGO RODRIGOO amato prence! ¡Oh, amado príncipe!

CARLOS CARLOSangiol consolator! ángel consolador.

RODRIGO RODRIGOL'ora suonò; La hora ha llegado.ti chiama il popolo fiammingo! El pueblo flamenco te llama.Socorrer tu lo dêi; Tú debes socorrerlo, te hanti fa suo salvator! nombrado su salvador.Ma che vid'io! Quale pallor, Pero, qué veo: esa palidez,qual pena! esa pena… Un destello de dolorUn lampo di dolor sul ciglio brilló en tus ojos.tuo balena! ¡Qué callas!Muto sei tu! Sospiri! ¡Suspiras!Hai tristo il cor! Tienes el corazón Carlo mio, con me, entristecido. Carlos, dividi il tuo pianto, comparte conmigo tu llantoil tuo dolor. y tu dolor.

CARLOS CARLOSMio salvator, mio fratel, Mi salvador, hermano mío,mio fedele, lascia ch'io pianga déjame que llore entre tus in seno a te! brazos.

RODRIGO RODRIGOVersami in cor Confíame tu cruel

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il tuo strazio crudele, amargor. ¡Que tu almal'anima tua non sia schiusa no se cierre a mí!per me! Parla! ¡Cuéntame!

CARLOS CARLOSLo vuoi tu? ¿Lo quieres saber? EscuchaLa mia sventura apprendi, mi desventura, que atravesóe qual orrendo stral mi corazón con un dardo il mio cor trapassò! envenenado.Amo… d'un colpevol amor… Amo… con un amor ilícitoElisabetta! a Isabel.

RODRIGO RODRIGOTua madre! ¡Es tu madre!Giusto ciel! ¡Santo Cielo!

CARLOS CARLOSQual pallor! ¡Empalideces! Clavas tuLo sguardo chini al suol! mirada en el suelo.Tristo me! tu stesso, tu stesso, ¡Triste de mí! Tú mismomio Rodrigo, t'allontani da me? te alejas de mí.

RODRIGO RODRIGONo, Rodrigo ancor t'ama! No, Rodrigo aún te ama.Io tel posso giurar. Te lo juro. Si tú sufres,Tu soffri? Tu soffri? el Universo entero nogià per me l'universo dispar. significa nada para mí.

CARLOS CARLOSO mio Rodrigo. ¡Oh, Rodrigo!

RODRIGO RODRIGOMio prence! ¡Mi príncipe! Questo arcano dal Re, ¿Sabe el Reynon fu sorpreso ancora? vuestro secreto?

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CARLOS CARLOSNo! ¡No!

RODRIGO RODRIGOOttien dunque da lui Entonces obtén de él di partir per la Fiandra. permiso para ir a Flandes.Taccia il tuo cor: Haz callar a tu corazón;degna di te opra farai, será una misión digna de apprendi omai in mezzo ti, aprende a ser un reya gente opressa, digno entre un puebloa divenir un Re! oprimido.

CARLOS CARLOSTi seguirò, fratello. Te seguiré, hermano.

(Se oye una campana)

RODRIGO RODRIGOAscolta! ¡Escucha!Le porte dell'asil s'apron gia: La puertas se abrenqui verrano Filippo para que salgan Felipee la Regina. y la Reina.

CARLOS CARLOSElisabetta! ¡Isabel!

RODRIGO RODRIGORinfranca accanto a me Conforta junto a mí tu lo spirto che vacilla, espíritu vacilante. Tu serena ancora, la stella tua buena estrella brilla ahoranei cieli brilla! serena en el cielo. PídeleDomanda al ciel a ella la virtuddei forti la virtù! de los fuertes.

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CARLOS, RODRIGO CARLOS, RODRIGODio, che nell'anima infondere ¡Oh, Dios! Tú que infundesamor volesti e speme, amor y esperanza en el almadessio nel cor accendere humana, Tú serás el quetu dêi di libertà; encienda el anhelo dedessio accendere, accender libertad en el corazón.nel cor tu dêi di libertà.Giuramo insiem di vivere Juramos vivir juntose di morire insieme. y juntos morir.

RODRIGO RODRIGOIn terra, in ciel, En cielo y tierra

CARLOS, RODRIGO CARLOS, RODRIGO…congiungere ci può, …quiera unirnos tu bondad.ci può la tua bontà.Ah! ¡Ah!Dio che nell'anima infondere… ¡Oh, Dios! Tú que infundes…

RODRIGO RODRIGOVengon già! ¡Ya llegan!

CARLOS CARLOSOh terror! ¡Oh, terror!Al sol vederla io tremo! ¡Sólo de verla tiemblo!

RODRIGO RODRIGOCoraggio! ¡Ánimo!

Entran Felipe II e Isabel. Rodrigo se ha alejado de Carlos, que se inclina ante el Rey sombrío y sos-pechoso. Carlos trata de refrenar su emoción. Isabel se sobresalta al volver a ver a Carlos. El Rey y

la Reina se adelantan y se dirigen hacia la capilla donde está la tumba de Carlos V, ante la cual Felipe se arrodilla unos instantes con la cabeza descubierta. Luego prosigue su camino junto a Isa-

bel. Se oye cantar a los monjes.

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MONJES MONJESCarlo, il sommo Imperatore… Carlos, el más grande…

CARLOS CARLOSEi la fè' sua! ¡Él la hizo suya!

MONJES MONJES…non è più che muta cener’! …no es más que muda ceniza…

CARLOS CARLOSIo l'ho perduta! La he perdido…

MONJES MONJESdel celeste suo fattore A los pies del Supremo l'alma altera or trema… tiembla su alma orgullosa.

CARLOS CARLOSIo l'ho perduta! ¡La he perdido!io l'ho perduta! ¡La he perdido!

UN FRAILE UN FRAILEAh, la pace, il perdon… Ah, la paz, el perdón…

RODRIGO RODRIGOVien presso a me, ¡Ven junto a mí!presso a me, il tuo cor Junto a mí se fortalecerápiù forte, più forte avrai! tu corazón.

CARLOS CARLOSEi sua la fè, Él la hizo suyaio l'ho perduta, ei sua la fè’! y yo la perdí.

CARLOS, RODRIGO CARLOS, RODRIGOVivremo insiem Viviremos ye morremo insiem! moriremos juntos.

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Sarà l'estremo anelito Nuestro último alientosarà, sarà un grido, un grido: será un solo grito:Libertà! ¡Libertad!Vivremo insiem! ¡Viviremos juntos!Morremo insiem! ¡Moriremos juntos!Grido estremo sarà: Libertà! El último grito será: ¡Libertad!

SEGUNDA PARTE JARDINES DE SAN GIUSTO

Un alegre lugar en las afueras del convento de San Giusto. Una fuente rodeada de asientos de pie-dra, con naranjos y pinos alrededor. En el horizonte, los montes extremeños. Al fondo, a la derecha,

la puerta del convento. Se llega a ella subiendo unos peldaños.

ESCENA PRIMERALas damas de la corte están sentadas alrededor de una fuente. Un paje está afinando una mandoli-

na. Es una calurosa tarde de verano.

CORO DE DAMAS CORO DE DAMASSotto ai folti, immensi abeti, Reposemos protegidos delche fan d'ombre e di quieti ardiente sol bajo losmite schermo e a noi ristori, frondosos e inmensos abetosdien i rezzi ai vivi ardori, que nos dan su sombra, y queche su noi dardeggia il ciel… nos refresque la brisa…

TEBALDO TEBALDODi mille fior si copre il suolo, El suelo se cubre de floresdei pini s'ode il susurrar, se oye el susurrar de los e sotto l'ombra aprir il vol pinos, y bajo su sombra esqui l'usignuol más dichoso el ruiseñor più lieto par. cuando alza el vuelo.

DAMAS DAMASBello è udire in fra le piante Es hermoso oír la cantarinamormorar la fonte amante, fuente, derramando su

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stilla a stilla i suoi dolor! llanto gota a gota. Y cuantoE se il sole è più cocente, más ardiente es el sol, másl'ore far del dì men lente lentas parecen pasar las in fra l'ombra e horas del día entre sombrasin mezzo ai fior… y entre flores…

ÉBOLI ÉBOLITra queste mura pie la Regina Sólo la Reina de Españadi Spagna può sola penetrar. puede atravesar esasVolete voi, mie compagne, murallas. Queridas amigas,già che le stelle in ciel ¿querrían cantar una spuntate ancor non son: canción conmigo, ahora quecantar qualche canzon? todavía luce el sol?

DAMAS DAMASSeguir vogliam il tuo capriccio; Seguiremos vuestro deseo,o principessa, attente udrem. si lo deseáis. Estamos atentas.

ÉBOLI ÉBOLI(a Tebaldo)

A me recate la mandolina; Pasadme la mandolina.e cantiam tutte insiem, Cantemos juntas la cancióncantiam la canzon saracina, sarracena,quella del Velo, esa del velo,propizia all'amor. Cantiam! tan propicia al amor. Cantemos.

DAMAS DAMASCantiam! ¡Cantemos!

LA CANCIÓN DEL VELOÉBOLI ÉBOLI

Nel giardin del bello En el jardín del bellosaracin ostello, palacio sarraceno, entreall'olezzo, al rezzo aromas y perfumes de degli allôr, dei fior laureles y de flores,

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

una bell 'almea, una hermosa damatutta chiusa in vel, escondida por un velo contemplar parea parecía contemplaruna stella in ciel. una estrella en el cielo.Mohammed, Re moro, Mohammed, el Rey moro,al giardin se'n va hasta el jardín descendiódice a lei: y a la bella le dijo:“T'adoro, o gentil beltà! “Te adoro, graciosa beldad;Vien, a sè t'invita ven, el Rey te invita aper regnare il Re: reinar con él.la Regina ambita La Reina ya non è più da me”. no es deseada por mí”.Ah! ¡Ah!

ÉBOLI, TEBALDO ÉBOLI, TEBALDOAh! ¡Ah!Tessete i veli vaghe donzelle, Tejed el velo, lindas mentre è nei cieli doncellas mientras luce enl'astro maggior el cielo el astro mayor chè sono i veli que, cuando brillen las al brillar delle stelle estrellas, los velos seránpiù cari all'amor. más gratos al amor.

DAMAS DAMASTesseti i veli… Tejed el velo…

ÉBOLI ÉBOLI“Ma discerno appena, “Pero apenas vislumbro(chiaro il ciel non è), (el cielo no está claro)i capelli belli, los hermosos cabellos,la man breve, il piè. la mano pequeña, apenas elDeh! solleva il velo pie. Levanta el velo que teche t'asconde a me; oculta a mí.esser come il cielo Debes ser como el cielosenza vel tu dè. sin tu velo.

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Se il tuo cor vorrai Si quisieras entregarmea me dare in don, tu corazón yo te daría miil mio trono avrai, trono, ya que soy el Rey”.chè sovrano io son”. “¿Eso deseas? Inclínate“Tu lo vuoi? t'inchina, que yo te satisfaré”.appagar ti vo'”. Y al levantar el velo“Allah! La Regina!” “¡Por Alá! ¡La Reina!”Mohammed sclamò. Ah! Mohammed exclamó. ¡Ah!

ÉBOLI, TEBALDO ÉBOLI, TEBALDOAh, tessete i veli… Tejed el velo…

ÉBOLI, DAMAS ÉBOLI, DAMASAh, tessete i veli… Tejed el velo…

(Entra Isabel procedente del claustro)

DAMAS DAMASLa Regina! ¡La Reina!

ÉBOLI ÉBOLI(para sí)

Un'arcana mestizia Una secreta tristeza sul suo core pesa ognora. pesa sobre su corazón.

ISABEL ISABELUna canzon qui lieta risuonò. Una alegre canción oí aquí.

(para sí)Ahimè! sparirò i dì ¡Ay de mí! Se han marchadoche lieto era il mio cor! aquellos días felices.

ESCENA TERCERARodrigo aparece por el fondo. Tebaldo se adelanta hasta él, le habla un momento en voz baja y lue-

go regresa hasta donde está la Reina.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

TEBALDO TEBALDOIl marchese di Posa, El marqués de Posa,Grande di Spagna! Grande de España.

RODRIGO RODRIGOSignora! Señora,Per Vostra Maestà, vuestra augusta madre me l'augusta madre un foglio entregó en París un foliomi confidò in Parigi. para vuestra majestad.

(Le da la carta y, disimuladamente, le entrega otro papel diciendo en voz baja)Leggete, in nome della Leedlo, en nombregrazia eterna. de la Gracia Eterna.

(Alza la voz para que todos le oigan, como si siguiera la conversación acerca de la carta de su madre)

Ecco il regal suggel, He aquí el sello real:i fiordalisi d’ôr. la flor de lis de oro.(Isabel permanece confusa unos momentos, inmóvil, mientras Rodrigo, para distraer la atención, se

acerca a la princesa de Éboli)

ÉBOLI ÉBOLI(a Rodrigo)

Che mai si fa ne suolo francese Y, ¿qué acontece en Franciacosì gentil, così cortese? siempre tan gentil y cortés?

RODRIGO RODRIGOD'un gran torneo si parla già, Se habla de un torneo ene del torneo il Re sarà. que el Rey tomará parte.

ISABEL ISABEL(aparte)

Ah! non ardisco… ¡Ah!, no me atrevo…

ÉBOLI ÉBOLISon le francesi gentili… ¿Son tan amables las francesas…

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL ISABEL…aprirlo ancor; …a abrirlo; si lo hagose il fo, tradisco del traicionaré el honorRe l'onor del Rey.

ÉBOLI ÉBOLI…tanto, e d'eleganza …y tan elegantes ydi grazia han vanto. graciosas como presumen?

RODRIGO RODRIGOIn voi brillar… Sólo se verá brillar…

ISABEL ISABELAh! perchè tremo!… ¿Por qué tiemblo?…

RODRIGO RODRIGO…sol si vedrà …la gracia si está junto la grazia imsieme alla beltà. a vuestra belleza.

ÉBOLI ÉBOLIE mai ver… ¿Y es cierto…

ISABEL ISABEL…Questa alma è pura, ¡Esta alma es pura,è pura ancora… es pura!

ÉBOLI ÉBOLI…che alle feste regali …que en la fiestasle francesi… cortesanas las damas son…hanno tali beltà tan bellas que sólo tienenche solo in ciel trovan rivali? rival en el Cielo?

ISABEL ISABELDio mi legge… Dios me lee..

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RODRIGO RODRIGOLa più bella mancar… Pero les faltará…

ÉBOLI ÉBOLIDite è ver? Decidme, ¿es verdad?

ISABEL ISABEL…in cor! …el corazón.

RODRIGO RODRIGO…lor potrá. …la más bella de todas.

ÉBOLI ÉBOLINei balli a corte, pei En los bailes de la Corte,nostri manti la seta ¿son elegantes nuestrose l'or sono eleganti? mantos de oro y seda?

(Isabel, resoluta, abre la nota con manos temblorosas y lee)

ISABEL ISABEL«Per la memoria che ci lega, «Por el recuerdo que nosin nome d'un passato a me une, y en nombre de uncaro, v'affidate… pasado tan querido,os ruego…a costui, ven prego…» que confiéis en el portador».

RODRIGO RODRIGOTutto sta ben… Todo está bien…

ISABEL ISABEL“…Carlo.” «…Carlos»

RODRIGO RODRIGO…allor che s'ha …cuando se tienela vostra grazia e la beltà. vuestra gracia y belleza.

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ISABEL ISABEL(volviéndose hacia Rodrigo)

Grata io son. Os estoy agradecida.Un favor chiedete Pedid un favoralla Regina a vuestra Reina.

RODRIGO RODRIGOAccetto, e non per me. Acepto, pero no para mí.

ISABEL ISABEL(para sí)

Io mi sostengo appena! Apenas me puedo sostener.

ÉBOLI ÉBOLIChi più degno di voi può ¿Quién es más digno que vossue brame veder appagate? para ver sus deseos satisfechos?

ISABEL ISABELOh, terror! ¡Oh, terror!

ÉBOLI ÉBOLIDitelo, chi? Decid, ¿quién?

ISABEL ISABELChi mai? ¿Quién es?

RODRIGO RODRIGOCarlo ch'è sol il nostro Carlos, a quien amamos, viveamore vive nel duol su questo apesadumbrado, y nadie sabesuol, e nessun sa quanto dolore cuánto dolor sufre su del suo bel cor fa vizzo il fior. corazón. Aquél que gime In voi la speme è di chi geme. confía en vos, para que leS'abbia la pace ed il vigor; deis la paz y el vigor dato gli sia che vi riveda; suficiente. Concededle que

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se tornerà, se tornerà, os vuelva a ver. Si él salvo sarà. puede regresar, será salvo.

ÉBOLI ÉBOLI(aparte)

Un dì che presso Un día que estaba cerca dea sua madre mi stava, la Reina vi a Carlosvidi Carlo tremar… estremecerse… ¿Pudo ser porAmor avria, avria per me? amor, por amor a mí?

ISABEL ISABELCrudel destino mio! ¡Qué cruel es el destino conmigo!rivederlo è morir… Volverlo a ver puede ser mi fin.

ÉBOLI ÉBOLIPerchè lo cela a me? ¿Por qué él me lo oculta?

ISABEL ISABEL…e morir! …puede ser mi muerte.

RODRIGO RODRIGO(a Isabel apremiándola)

Ah! ¡Ah!, Carlos ha encontrado Carlo del Re suo genitore el corazón de su padre rinchiuso il cor ognor trovò; cerrado para él. Y aún noeppur non so chi dell'amore no sé quién puede ser más saria più degno, merecedor del amor,ah! inver nol so. de verdad que no lo sé.Un sol, un solo detto d'amore Una sola palabra de amor hará sparir il duolo farà dal cor; desaparecer el dolor de sudato gli sia che vi rideva; corazón. Si os puede ver se tornerà, salvo sarà. otra vez, será salvo.

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ÉBOLI ÉBOLIAmor… ¿Podría haber amor,…avria, amor avria per me? amor para mí?

ISABEL ISABELAhimè! Ay, apenasio mi sostengo appena! me puedo sostener.

RODRIGO RODRIGODato gli sia Permitid que os vuelva ache vi riveda… ver una vez más…

ÉBOLI ÉBOLIPerchè… ¿Por qué me lo oculta?…lo cela, perchè ¿Por qué él quierecelarlo a me? ocultarlo?

ISABEL ISABELGran Dio. ¡Santo Dios! Volverlo a verRivederlo è morir! sería morir.

RODRIGO RODRIGO…se tornerà, salvo sarà, …si él os viera una sola se tornerà Carlo fia salvo. vez más estaría salvado.

ISABEL ISABELVa, pronta io son Ve, estoy dispuesta ail figlio a riveder. volver a ver a mi hijo.

ÉBOLI ÉBOLIOserà mai, oserà mai? ¿Se atreverá?potesse aprirmi, Si pudiera abrirmeaprirmi il cor? su corazón…

(Rodrigo coge la mano de la princesa de Éboli y se alejan del lugar hablando en voz baja)

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ESCENA CUARTAAparece Carlos guiado por Tebaldo. Rodrigo habla quedamente a éste último, que entra en el con-

vento. Carlos se acerca lentamente hasta Isabel y se inclina sin mirarla. Isabel, conteniendo a duras penas su emoción, ordena a Carlos con un gesto que se acerque. Rodrigo y la princesa de Éboli in-tercambian señas con las damas de compañía de la reina, se alejan y terminan por perderse entre los árboles. La condesa de Aremberg y dos damas quedan solas y confusas ante la actitud que de-

ben tomar. Después, lentamente, deciden alejarse.

CARLOS CARLOSIo vengo a domandar Vengo a solicitar una grazia alla mia Regina; gracia de mi Reina. Sólo quella che in cor del Re, ella podrá obtener este tiene il posto primiero favor para mí, ella que sola potrà ottener tiene el favor del corazónqueta grazia per me. del Rey. Este ambiente me Quest'aura m'è fatale, es fatal, me oprime, me m'oprime, mi tortura, tortura, como el presagiocome il pensier d'una sventura. de una desgracia. Es Ch'io parta! n'è mestier! necesario que pueda partir.Andar mi faccia il Re Es imprescindible que elnelle Fiandre. Rey me deje ir a Flandes.

ISABEL ISABELMio figlio! ¡Hijo mío!

CARLOS CARLOS(perdiendo el control)

Tal nome no; Ese nombre no; quizá el ma quel d'altra volta! otro, el de la otra vez…Infelice! più non reggo! pietà! Infeliz. No puedo más.soffersi tanto! pietà! Piedad. He sufrido tanto…Il ciel avaro un giorno El Cielo avaro sólo me sol mi diè, concedió un día para poi rapillo a me! después arrebatármelo todo.

(Rodrigo y la princesa de Éboli atraviesan la escena conversando)

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ISABEL ISABEL(con refrenada emoción)

Prence, se Filippo udire Príncipe, si Felipe quierevorrà la mia preghiera, oír mi ruego,per la Fiandra da lui bien podéis partirrimessa in vostra man, mañana hacia Flandes.voi ben potrete partir doman.

(Rodrigo y Éboli han desaparecido. Isabel hace un gesto de despedida a Carlos y quiere alejarse)

CARLOS CARLOSCiel! non un sol, ¡Cielos! Ni una solaun sol detto, palabra para el infeliz quepel meschino ch'esul sen va! va al destierro. ¿Por quéAh! perchè mai parlar non sento no oigo la piedad en nel vostro cor la pietà? vuestro corazón cuando meAhimè! quest'alma è oppresa, habláis? ¡Ay de mí! Esta ho in core un gel… alma está oprimida, con elInsan! Piansi, pregai corazón helado. ¡Insensato!nel mio delirio, mi volsi Lloré, rogué en mi delirioa un gelido marmo d'avel! al frío mármol de una tumba.

ISABEL ISABELPerchè d'indifferenza ¿Por qué acusas a mi il core accusar? corazón de indiferencia?Capir dovreste questo Deberías entender este nobil silenzio. noble silencio.Il dover, come un raggio El deber pasó ante misal guardo mio brillò; ojos como un rayo.guidata da quel raggio Guiada por ese rayoio moverò. así actuaré.La speme pongo in Dio, Mi esperanza pongo en Diosnell'innocenza. y en mi inocencia.

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CARLOS CARLOSPerduto ben, mio sol tesor, Amor perdido, tesoro mío,ah!, tu splendor di mia vita! esplendor de mi vida;Udir almen ti poss'ancor. que al menos pueda oír tusQuest'alma ai detti tuoi palabras. Al sonido de tuschiuder si vede il ciel! voz mi alma ve el cielo abierto.

ISABEL ISABELClemente Iddio, così bel cor, Oh, Dios clemente, acallaacqueti il suo duol las penas de su noblenell'obblio, corazón y déjalas moriro Carlo addio; en el olvido. Carlos, su questa terra adiós. Creería estar en el cielovivendo accanto a te si pudiera vivir contigomi crederei nel ciel! en esta tierra.

CARLOS CARLOSO prodigio! Il mio cor ¡Oh, prodigio! Mi corazóns'affida, si consola; se colma de esperanza y il sovvenir del dolor consuelo. El recuerdo des'invola, il ciel la pesadumbre desaparece.pietà sentì El cielo se ha apiadadodi tanto duol. de tanto dolor.Isabella, al tuo pie' Isabel, moriré, pero demorir io vo' d'amor. amor, a tus pies.

(Carlos cae desmayado. Isabel, asustada, lo toma en sus brazos)

ISABEL ISABELGiusto ciel, la vita ¡Santo Cielo! Se le escapa già manca nell'occhio la vida por esos ojossuo che lagrimò. doloridos. Señor, reaviva suBontà celeste, deh! noble corazón que tanto hatu rinfranca sufrido. Dios mío, el dolorquel nobil core che si penò. le consume… Entre misAhimè! il dolor l'uccide… brazos veré morir de

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Tra queste braccia io lo vedrò angustia y de amor morir d'affano, morir d'amore al hombre que elcolui che il ciel mi destinò! Cielo me destinó.

(Volviendo en sí)

CARLOS CARLOSQual voce a me dal ciel ¿Qué voz baja del Cieloscende a parlar d'amor? para hablarme de amor?Elisabetta! tu, Isabel, eres tú,bell'adorata,… mi hermosa amada…

ISABEL ISABELO delirio, o terror! ¡Oh, locura! ¡Oh, terror!

CARLOS CARLOS…assisa accanto a me …sentada junto a mícome ti vidi un di! como te vi una vez.Ah! il ciel s'illuminò, Ah, el cielo se iluminó,la selva rifiori! el bosque floreció.

ISABEL ISABELEgli muore!… Se muere… ¡Oh, Cielos!…O ciel, pietà di me! Apiadaos de mí.

(Isabel se alza)

CARLOS CARLOSO mio tesor! sei tu… Tesoro mío, tú eres…

ISABEL ISABELGran Dio! ¡Santo Dios!

CARLOS CARLOS…mio dolce amor! …mi dulce amor.Sei tu!… Eres tú…

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ISABEL ISABELGiusto ciel! ¡Justo Cielo!

CARLOS CARLOS…bell'adorata, sei tu! …mi hermosa amada, eres tú.

ISABEL ISABELAh, giusto cielo! ¡Santo cielo!giusto cielo! ¡Santo Dios!

CARLOS CARLOSAlla mia tomba, ¿Por qué quieres sustraermeal sonno dell'avel de mi tumba, del sueñosottrarmi perchè vuoi, de la sepultura,spietato ciel! despiadado cielo?

ISABEL ISABELOh! Carlo! Oh, Carlo! ¡Oh, Carlos! ¡Carlos!

CARLOS CARLOSSotto al mio piè Que la tierra se abra si dischiuda la terra, a mis pies,il capo mio sia que un rayo medal fulmin colpito. abra la cabeza.Io t'amo, io t'amo, Te amo, Isabel.io t'amo Elisabetta, El resto del mundoil mondo è a me sparito, ha desaparecidosparito a me! para mí.

(Toma a Isabel entre sus brazos y ésta retrocede soltándose violentamente)

ISABEL ISABELCompi l'opra, a svenar corri Termina tu obra,il padre, ed allor ve y mata a tu padre,del suo sangue macchiato, y después, manchado con ed allor del suo sangue su sangre, sí, después,

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macchiato, all'altar podrás llevar hasta puoi condurre la… el altar a tu propia…madre… madre.

CARLO CARLOS(horrorizado)

Ah! ¡Ah!

ISABEL ISABEL…ed allor all'altar puoi …y entonces podrás condurre la madre… conducir a tu madre hastaVa… va… el altar. Ve… ve…e svena tuo padre! y mata a tu padre

(Retrocediendo con espanto y huyendo desesperado)

CARLOS CARLOSO, maledetto io son! ¡Ah, estoy maldito!

ISABEL ISABELAh! Iddio su noi vegliò! ¡El Señor nos vigila!

(Isabel cae de rodillas)Signor! Signor! ¡Señor! ¡Señor!

ESCENA QUINTATebaldo entra precipitadamente en escena.

TEBALDO TEBALDOIl Re! ¡El Rey!

Entra Felipe II acompañado por Grandes de España y nobles, entre los cuales se hallan Rodrigo y la princesa de Éboli.

FELIPE FELIPEPerchè sola è la Regina? ¿Por qué está sola la Reina?Non una dama almeno presso ¿Ni siquiera di voi serbaste? dejasteis una dama a

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Nota non v'è la legge mia regal? vuestro lado? ¿No conocéisQuale dama d'onor mi mandato real? ¿Qué damaesser dovea con voi? de honor debía estar con vos?

(La condesa de Aremberg sale del grupo, temblorosa, y se presenta ante el Rey)

FELIPE FELIPEContessa, al nuovo dì Condesa, tan pronto comoin Francia tornerete. amanezca volveréis a Francia.

CORO COROAh! la Regina egli offende! ¡Ah! Él ofende a la Reina.

(La Condesa inclina la cabeza y va a retirarse pero Isabel la detiene afectuosamente.Entran otras damas)

ISABEL ISABEL(consolando a la Condesa)

Non pianger, mia compagna, No llores, amiga mía,non pianger no, mitiga tu dolor.lenisci il tuo dolor. Has sido desterrada de Bandita sei di Spagna, España pero no de mi ma non da questo cor. corazón. Mis primeros díasCon te del viver mio contigo fueron felices.fu lieta l'alba ancor; Regresa a nuestra tierraritorna al suol natio, y contigo irá mi corazón.ti seguirà il mio cor,ah! ti seguirà il mio cor,ah! ti seguirà, ti seguirà il mio cor!

(Isabel se quita un anillo que entrega a la Condesa)

ISABEL ISABELRicevi estremo pegno, Tomad este recuerdo, unun pegno di tutto il mio favor; recuerdo por toda mi cela l'oltraggio indegno gratitud. Disimula el onde arrossisco ancor. indigno ultraje del que Non dir del pianto mio, del crudo mio dolor. todavía me avergüenzo.

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Ritorna al suol natio… No hables de mis lágrimasti seguirà il mio cor! ni de mi dolor.

RODRIGO, DAMAS, CABALLEROS RODRIGO, DAMAS, CABALLEROSSpirto gentil e… Espíritu generoso…

FELIPE FELIPECome al cospetto… En mi presencia…

RODRIGO, DAMAS, CABALLEROS RODRIGO, DAMAS, CABALLEROS…pio, …y piadoso. Deja que se acqueta il tuo dolor. calme tu dolor. EspírituSpirto gentil e pio… generoso y piadoso…

FELIPE FELIPE…mio infringe un nobil cor! …finge un corazón noble.Come al sospetto mio… En mi presencia…

ISABEL ISABELRitorna al suol, Regresa a nuestraal suol natio, a nuestra tierra,coi voti del cor, con los mejoresdel mio cor. deseos de mi corazónLa Reina, llorando, se separa de la condesa de Aremberg y sale apoyada en la princesa de Éboli; el resto de las damas les siguen. Rodrigo se dispone a partir pero Felipe II le hace una señal para que

se quede.

ESCENA SEXTA

FELIPE FELIPERestate! ¡Quedaos!

(Rodrigo se arrodilla; luego se acerca al Rey y se cubre sin muestra alguna de turbación)Al mio regal cospetto ¿Por qué aún no habéisperchè d'esser ammesso solicitado audiencia?

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

voi non chiedeste ancor? Yo sé recompensarIo so ricompensar a todos mis adictos.tutti i miei difensor; Vos habéis servidovoi serviste, lo so, fielmente a la fido alla mia corona. Corona, lo sé.

RODRIGO RODRIGOSperar che mai potrei ¿Qué más podría esperar deldal favore dei Re? favor del Rey? Majestad, yaSire, pago son io, la legge estoy recompensado; la leyè scudo a me. es mi defensa.

FELIPE FELIPEAmo uno spirto altier. Me gustan los espíritus altivosL'audacia perdono… Perdono la audacia…non sempre…! no siempre. Vos dejasteisVoi lasciaste il mestier el servicio de armas.della guerra ¿Puede un hombre como vos,un uomo come voi, soldado de alta estirpe,soldato d'alta stirpe permanecer inactivo?inerte può restar?

RODRIGO RODRIGOOve alla Spagna Allá donde España necesiteuna spada bisogni, una espada, una manouna vindice man, un custode vengadora, un custodio delall'onor, bentoso brillerà honor, ahí brillará la míala mia di sangue intrisa! reluciente de sangre.

FELIPE FELIPEBen lo so… Bien lo sé…ma per voi Pero, ¿qué puedoche far poss'io? hacer por vos?

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RODRIGO RODRIGONulla! No, nulla per me! ¡Nada! No, nada por mí,Ma per altri… pero por otros…

FELIPE FELIPEChe vuoi dire? Per altri? ¿Qué decís? ¿Por otros?

RODRIGO RODRIGOIo parlerò, Sire, Hablaré, majestad,se grave non v'è! si no os es molesto.

FELIPE FELIPEFavella! ¡Hablad!

RODRIGO RODRIGOO, Signor, Majestad, acabo de volver di fiandra arrivo, de Flandes, tan bello paísquel paese un dì sì bel; no hace mucho, hoy sin luzd'ogni luce or fatto privo y mudo como una tumba. Losispira orror, par muto avel! caminos están llenos de L'orfanel che non ha loco huérfanos que lloran por super le vie piangendo va; suerte. Todo ha sido tutto struggon ferro e foco, destruido por el fuego, y labandita è la pietà! piedad ha sido desterrada.La riviera che rosseggia Por los ríos parece correrscorrer sangue al guardo par; sangre y no agua. Estremecedella madre il grido eccheggia el grito de las madres porpei figliuoli che spirâr. los hijos que no volverán aAh! sia benedetto Iddio, ver. Bendito sea el Señorche narrar lascia a me que me ha permitidoquesta cruda agonia contaros esta cruel agoníaperchè sia nota al Re. para que lo sepa el Rey.

FELIPE FELIPECol sangue sol potei Sólo con la sangre se puede

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la pace aver del mondo; lograr la paz del mundo. Miil brando mio calcò espada aplastó el orgullol'orgoglio ai novator, de los reformadores que che illudono le genti ilusionan al pueblo concoi sogni mentitor! sueños falaces…La morte in questa man La muerte tiene un porvenirha un avvenir fecondo. fecundo en esta mano.

RODRIGO RODRIGOChe! ¿Qué?¿Pensáis que Voi pensate, seminando morte podéis cosechar algo si lapiantar per gli anni eterni? siembra ha sido la muerte?

FELIPE FELIPEVolgi un guardo ¡Vuelve tu miradaalle Spagne! hacia España!L'artigian cittadin, El artesano en la ciudad,la plebe alle campagne el labrador en los campos,a Dio fedel e al Re son fieles a Dios y al Reyun lamento non ha! sin lamentarse.La pace istessa io dono Esa misma paz alle mie Fiandre! le doy yo a Flandes.

RODRIGO RODRIGOOrrenda, orrenda pace! ¡Una horrenda y terroríficala pace è dei sepolcri! paz! ¡La paz de los O Re! sepulcros! Majestad, que lanon abbia mai Historia nunca tenga que di voi l'istoria a dir: decir de vos: ¡Él fueEi fu Neròn! Nerón! ¿Es esta la pazQuest'è la pace che voi que queréis dar al mundo?date al mondo? Es un regalo que despierta Desta tal don terror, terror. El sacerdote es unorror profondo! verdugo, un bandidoE un carnefice il prete, cualquier soldado. El

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un bandito ogni armier! pueblo gime y muere Il popol geme e si spegne callando. Vuestro imperiotacendo, è il vostro imper es un desierto inmensodeserto, immenso,orrendo, donde todos maldicen, sí,s'ode ognun a Filippo maledir, maldicen a Felipe.sì, maledir! Renovad el mundo enteroCome un Dio redentor, como si fuerais un diosl'orbe inter rinnovate redentor. Alzaos en unv'ergerte a vol sublime, sublime vuelo sobre la sovra d'ogn'altro Re! memoria de otros reyes. ConPer voi si allieti il mondo vos el mundo puede ser másdate la libertà! feliz. ¡Dadle la libertad!

FELIPE FELIPEOh! strano sognator! ¡Ah, extraño soñador!Tu muterai pensier Cambiaríais de parecer sise il cor dell'uom conoscerai, conocierais el corazónqual Filippo il conosce. humano como lo conoce Or non più! vuestro Rey. Ahora… basta.Ha nulla inteso il Re, El Rey no ha escuchadonon temer, ma ti guarda nada… no temáis. Pero dal Grande Inquisitore! guardaos del Gran Inquisidor.

RODRIGO RODRIGOChe! Sire! ¿Cómo? ¡Majestad!

FELIPE FELIPETu resti in mia regal Habéis estado en mipresencia e nulla ancora presencia y nadahai domandato al Re? habéis pedido al Rey.Io voglio averti Deseo que os quedéisa me d'acccanto! a mi lado.

RODRIGO RODRIGOSire! No! No, Majestad.

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Quel ch'io son Prefiero permanecerrestar io vo'! como hasta ahora.

FELIPE FELIPESei troppo altier! ¡Sois demasiado orgulloso!Osò lo sguardo tuo penetrar Tu mirada osó penetrar losil mio soglio. secretos del trono. Sabes Del capo mio, de la angustia y el dolorche grava la corona, que me ciñe la corona.l'angoscia apprendi e il duol! Cuida ahora de mi casa.Guarda or tu la mia reggia! La ansiedad la rodea,l'affano la circonda, soy un padre desgraciado,sgraziato genitor! y aún más triste marido.sposo più triste ancor!

RODRIGO RODRIGOSire, che dite mai? ¿Qué decís, Majestad?

FELIPE FELIPELa Regina…un sospetto La Reina…una sospecha memi turba…mio figlio… tortura… Mi hijo…

RODRIGO RODRIGO(con ímpetu)

Fiera ha l'alma ¡Su alma es purainsieme pura! y noble!

FELIPE FELIPE(con expresión de dolor)

Nulla val sotto al ciel Nada vale bajo el cielo elil ben ch'ei tolse a me! bien que él me ha robado.

(Rodrigo, asustado, mira a Felipe sin contestar)Il lor destin affido a te! Te confío sus destinos.Scruta quei cor, Escruta esos corazones queche un folle amor trascina. avanzan hacia un amor sin

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Sempre lecito è a te juicio. Te estará permitidodi scontrar la Regina! acercarte siempre a la Tu, che sol sei un uom Reina. Tú, que sólo eres unfra lo stuol uman, hombre, entre esta humanaripongo il cor nella muchedumbre, en tu lealtadleal tua man! confía mi corazón.

RODRIGO RODRIGO(aparte)

Inaspettata aurora Un inesperado amanecerin ciel appar! despunta en el cielo.

FELIPE FELIPEIn tua man! En tus manos queda.

RODRIGO RODRIGOS'aprì quel cor Se abrió el corazónche niun potè scrutar! que nadie logró escrutar.

FELIPE FELIPEPossa contanto dì Ojalá algún día me puedala pace a me tornar! volver la paz.

RODRIGO RODRIGOInaspettata aurora Un inesperado amanecerin ciel appar! despunta en el cielo.

FELIPE FELIPEPossa in tal dì… Que pueda desde este día…

RODRIGO RODRIGOOh! sogno mio divin! ¡Oh, sueño divino!

FELIPE FELIPE…la pace a me… …volverme la paz…

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

RODRIGO RODRIGOOh! sogno mio divin! Oh, sueño maravilloso!

FELIPE FELIPE…la pace a me… …volverme la paz…

RODRIGO RODRIGOOh, gloriosa speme! ¡Oh, gloriosa esperanza!

FELIPE FELIPE…tornar! …que pueda volver la paz.

(El Rey extiende la mano a Rodrigo que se la besa doblando una rodilla)Ti guarda dal Grande Inquisitor! Guárdate del Gran Ti guarda! Inquisidor. ¡Guárdate!Ti guarda! ¡Guárdate!

RODRIGO RODRIGOSire! ¡Majestad!

CAE RÁPIDAMENTE EL TELÓN

FIN DEL SEGUNDO ACTO

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

TERCER ACTO

PRIMERA PARTE JARDINES DE LA REINA

Estamos en los jardines de la Reina en Madrid, un bosquecillo cerrado. Al fondo hay, bajo un arco de enredaderas, una estatua con una fuente. La noche es clara.

ESCENA PRIMERA

CARLOS CARLOS“A mezzanotte «A medianoche, en los ai giardin della Regina jardines de la Reina, bajosotto gli allôr della fonte los laureles que estánvicina”. junto a la fuente». EsE mezzanotte: mi par udir medianoche; me parece oír il mormorio del vicino fonte… el murmullo de la fuente…Ebbro d'amor, Mi corazón está ebrio de ebbro di gioia il core! amor y alegría. Isabel,Elisabetta, mio ben, amor mío, mi bien,mio ben, mio tesor, a me vien!… mi tesoro, ven a mí…

ESCENA SEGUNDAAparece la princesa de Éboli enmascarada. Carlos la confunde con la Reina.

CARLOS CARLOSSei tu, sei tu, bell'adorata, Eres tú, tú eres, mi bellache appari in mezzo ai fior! amada, que de entre lasSei tu, sei tu! l'alma beata flores apareces. Eres tú, già scorda il suo dolor! tú eres, mi alma ya felizO tu cagion del mio contento, olvida su dolor. Eres latu, parlarti posso almen! razón de mi alegría. Al O tu cagion del mio tormento, menos puedo hablarte. Eres

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

sei tu, amor mio, la razón de mi tormento,sei tu, mio ben! amor mío, mi bien.

ÉBOLI ÉBOLIUn tanto amor è gioia Tan gran amor significa unaa me suprema! dicha suprema para mí. Amata, amata io son! Soy amada.

CARLOS CARLOSL'Universo obliam! te sola, Olvidemos el universo o cara, io bramo! entero, sólo a ti te deseo.Passato più non ho, No tengo pasado, no piensonon penso all'avvenir! en el futuro.Io t'amo! Io t'amo! ¡Te amo! ¡Te amo!

ÉBOLI ÉBOLIPossa l'amor Que el amor logreil tuo cor… al mio cor… unir tu corazón al mío.il tuo cor… sempre unir!

CARLO CARLOSL'Universo obliam, Olvidemos el universo la vita e il ciel entero, la vida y elistesso!… cielo……Io t'amo! io t'amo! Yo te amo, ¡te amo!

ÉBOLI ÉBOLIOh! gioia suprema! ¡Qué felicidad suprema!

La princesa de Éboli descubre su rostro.

CARLOS CARLOSCiel! Non è la Regina! ¡Cielos, no es la Reina!

(Carlos reacciona con sorpresa y desilusión)

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ÉBOLI ÉBOLIAhimè! qual mai pensiero ¡Ay de mí! ¿Qué pensamientovi tien pallido, immoto, maligno os hace palidecer ee fa gelido il labbro? inmoviliza, y os deja losQuale spettro si leva fra noi? labios yertos? ¿Qué Non credete al mio cor, espectro se alza entre che sol batte per voi? nosotros? ¿No creéis en miV'è ignoto forse, ignoto ancora, corazón, que late sólo porqual fier agguato vos? ¿Acaso ignoráis laa' piedi vostri sta? emboscada que se os tiende?Sul vostro capo, ad ora, ad ora En cualquier momento puedela folgore del ciel caer sobre vuestra cabezapiombar potrà! la furia del cielo.

CARLOS CARLOSDeh! Nol credete: ad ora, ad ora No lo creáis: minuto a più denso vedo delle nubi il vel; minuto más densos veo lossu questo capo lo vego ognora nubarrones. Está próximo elpronto a scoppiar día en que el cielo la folgore del ciel! descargue su ira sobre mí.

ÉBOLI ÉBOLIUdii dal padre, Oí a vuestro padreda Posa istesso y al marqués de Posain tuon sinistro hablar de vos di voi parlar. en un tono oscuro.

CARLOS CARLOSRodrigo! ¡Rodrigo!

ÉBOLI ÉBOLISalvarvi poss'io. Yo os puedo salvar.Io v'amo! ¡Yo os amo!

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CARLOS CARLOSQual mistero… ¡Qué secreto……a me si rivelò! …se me ha revelado!Qual mistero! ¡Qué misterio!

ÉBOLI ÉBOLISalvarvi poss'io, Yo os puedo salvar,salvarvi poss'io! os puedo salvar.Io v'amo!… Os amo,…Ah, Carlo! ¡ah, Carlos!

CARLOS CARLOSIl vostro inver celeste Tenéis un corazón de ángelè un core pero el mío debe quedarma chiuso il mio restar cerrado a la felicidad.al gaudio de'! Los dos tuvimos un extrañoNoi facemmo ambedue sueño en esta encantadoraun sogno strano noche, entre el perfume in notte sì gentil, tra il profumo dei fior. de estas hermosas flores.

ÉBOLI ÉBOLIUn sogno! o ciel! ¡Un sueño! ¡Cielo santo!Quelle parole ardenti Vos dijisteis esas ad altra credeste ardientes palabras pensandorivolgere illuso. en otra. ¡Qué impenetrableQual balen! Qual mister!… misterio!…Voi la Regina amate! ¡Vos amáis a la Reina!

CARLOS CARLOS(aterrorizado)

Pietà! ¡Piedad!

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ESCENA TERCERA

RODRIGO RODRIGOChe disse mai! Egli è deliro, ¡Qué decís! Está delirando.non merta fe, No podéis creer lo que demente egli è! dice. Se ha vuelto loco.

ÉBOLI ÉBOLIIo nel suo cor lessi l'amor He leído el amor or noto è a me. en su corazón; lo sé.Ei se perdè. Se ha perdido.

RODRIGO RODRIGOChe vuoi dir? ¿Qué queréis decir?

ÉBOLI ÉBOLITutto io so! ¡Lo sé todo!

RODRIGO RODRIGOChe vuoi dir? ¿Que queréis decir?Sciagurata! ¡Desdichada!Trema! Io son… ¡Tened cuidado! Yo soy…

ÉBOLI ÉBOLIL'intimo sei del Re. El favorito del Rey,Ignoto non è a me. bien lo sé.Ma una nemica Pero yo soy una enemigaio son formidabil, possente; formidable, poderosa.m'è noto il tuo poter Conozco tu poder pero vosil mio t'è ignoto ancor. ignoráis cual es el mío.

RODRIGO RODRIGOChe mai pretendi dir? ¿Qué pretendéis insinuar?

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ÉBOLI ÉBOLINulla. Nada. En vanoAl mio furor sfuggito invano, huiréis de mi furor. Suil suo destin è in questa mano. destino está en mis manos.

RODRIGO RODRIGOParlar dovete, a noi svelate Debéis hablar y revelarnosqual mai pensiero vi trasse qui. qué propósito os trajo acá.

ÉBOLI ÉBOLIIo son la tigre Soy una tigresa al cor ferita, herida en el corazón y laalla vendetta ofensa invita a lal'offessa invita. venganza.

RODRIGO RODRIGOSu voi del ciel cadrà Sobre vos caeráil furor, la furia del Cielo,degli innocenti porque de los inocentesè il protettor. es el protector.

ÉBOLI ÉBOLIIl mio furor… No podéis escapar desfuggite invano mi furor. Su destinoè il suo destin in questa mano. está en mis manos.Il mio furor sfuggite, ecc. No podéis escapar…Ah! voi m'avete in cor ferita, Me habéis herido en el alla vendetta corazón y la ofensa invita l'offessa invita, ecc. a la venganza…Il mio furor su di voi piomberà. Mi cólera caerá sobre vos.

CARLOS CARLOSStolto fui! Stolto fui! ¡He sido un tonto!O destin spietato! ¡Oh, despiadado destino!D'una madre ho He deshonrado el nombre de

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il nome macchiato! una madre. Sólo Dios sabeSol Iddio indagar potrà, que este corazón no es se questo cor colpa non ha. culpable.Sol Iddio… Sólo Dios sabe….O destin, oh destin spietato! ¡Oh, despiadado destino!Ho d'una madre macchiatro l'onor! He deshonrado el honor deSol Iddio, ecc. una madre. Sólo Dios sabe…

RODRIGO RODRIGOSu voi del ciel cadrà Caerá sobre vos la ira delil furor… Cielo…Parlate dovete, ecc. Debéis hablar…

ÉBOLI ÉBOLIEd io, che tremava Y yo que temblaba en su al suo aspetto!… presencia… Ella queríaElla volea -santificado sea este día--questa santa novella- libar el placerdi celesti virtù y apurar el cáliz mascherando il suo cor, del amoril piacere libar enmascarando su corazóned intera la coppa con inmaculada virtud.vuotar dell'amor. ¡Ah!Ah! per mia fe!… A fe míafu ben ardita! que fue audaz.

RODRIGO RODRIGOTu qui morrai! ¡Vas a morir aquí mismo!

(Rodrigo desnuda un puñal. Carlos le retiene el brazo)

CARLOS CARLOSRodrigo! ¡Rodrigo!

RODRIGO RODRIGOIl velen, Esos acusadores labios

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ancora non stillò aún no han destiladoquel labbro maledetto! todo el veneno.

CARLOS CARLOSRodrigo, frena il cor. Rodrigo, frena tu ira.

ÉBOLI ÉBOLI(a Rodrigo)

Perchè tardi a ferir? ¿Qué esperas para herirme?

RODRIGO RODRIGONo! ¡No!

ÉBOLI ÉBOLINon indugiar ancor! ¡No te demores más!

RODRIGO RODRIGONo! ¡No!

ÉBOLI ÉBOLIPerchè tardi? ¿Por qué tardas tanto?

RODRIGO RODRIGONo, una speme mi resta; Aún me queda una esperanza.m'ispirerà il Signor. El Señor me inspirará.

ÉBOLI ÉBOLITrema per te, falso figliuolo, Teme por ti, hijo traidor,la mia vendetta arriva già. mi venganza está proxima. Trema per te, fra poco il suolo, Teme por ti, dentro de pocosotto il tuo pie' el suelo se abrirási schiuderà! bajo tus pies.

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RODRIGO RODRIGOTacere tu dêi; ¡Callaos!rispeta il duolo,… Respetad el dolor…

CARLOS CARLOSTutt'ella sa! Ella lo sabe todo…

RODRIGO RODRIGO…o un Dio… …o un Dios…

ÉBOLI ÉBOLITrema! ¡Tiembla!

RODRIGO RODRIGO…severo ti punirà! …severo os castigará.

CARLOS CARLOSTutt'ella sa! Ella lo sabe todo.

RODRIGO RODRIGOTacer tu dêi… Callaos…

ÉBOLI ÉBOLITrema! ¡Tiembla!

RODRIGO RODRIGO…o per te il suolo… …o el suelo…

CARLOS CARLOSTremendo duolo! ¡Qué tremenda agonía!

RODRIGO RODRIGO…sotto il tuo pie' si… …bajo vuestros pies…

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RODRIGO RODRIGO…schiuderà, …se abrirá,sì, tacer tu dêi, Callaos, sí, debéissì, tacer tu dêi, guardar silencioo per te il suol o la tierrasi schiuderà,… os tragará…

ÉBOLI ÉBOLITremar tu dêi, tremar… Debes temerme, temblar…

CARLOS CARLOSOpresso il cor, forza non ha: No tengo fuerzas con el tutto ella sa, corazón oprimido. Lo sabetutto ella sa! todo. ¡Ella lo sabe todo!

RODRIGO RODRIGO…o per te il suolo …o el suelo se abrirási schiuderà. ante vos.

ÉBOLI ÉBOLITrema per te, falso figliuolo, Teme por ti, hijo traidor,la mia vendetta arriva già. mi venganza se acerca. TemeTrema per te, fra poco il suolo por ti, dentro de poco el sotto il tuo pie' si schiuderà! suelo se abrirá a tus pies.Tremar, tremar, Temer, padecer,tremar tu dêi, ecc. tú debes temerme…fra poco il suolo dentro de poco el suelosotto il tuo pie' se abrirá bajo tus pies,si schiuderà, sotto al tuo pie'! se abrirá bajo tus pies.

CARLOS CARLOSTutt'ella sa! tremendo duolo! Ella lo sabe todo. QúeOppresso il cor forza non ha. tremendo dolor. Mi oprimidoTutto ella sa! corazón ha extinguido misnè ancora il suolo fuerzas. Ella lo sabe todo.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

sotto il mio pie' Y ahora el suelo se abrirási schiuderà! bajo mis pies.Ah! questo suolo, ¡Ah, este suelo…questo suolo si este suelo se abrirá…schiuderà, ecc. bajo mis pies!sott'al mio pie'!

RODRIGO RODRIGOTacer tu dêi; rispetta il duolo, Debéis callar; respetad el o un Dio sever ti punirà. dolor o un Dios severo osTacer tu de', o per te il suolo castigará. Callaos o serásotto il tuo pie' si schiuderà! por vos por quien se abriráTacer tu de'; o per te, ecc. la tierra.Tacer tu de'… ah! trema che Callaos… temblad porqueil suolo sott'il tuo pie' el suelo no se abra asi schiuderà! vuestros pies.

(La princesa de Éboli les deja furiosa)

ESCENA CUARTA

RODRIGO RODRIGOCarlo, se mai su te Carlos, si llevas encima fogli importanti serbi, algún documento importante,qualche nota, un segreto, cualquier nota, un secreto,a me affidarli dêi. debéis confiármelos.

CARLOS CARLOSA te! all'intimo del Re! ¿A ti? ¿Al íntimo del Rey?

RODRIGO RODRIGOSospetti tu di me?… di me? ¿Sospechas de mí? ¿De mí?sospetti di me? ¿Sospechas de mí?

CARLOS CARLOSNo, no; del mio cor No, no; eres la única

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sei la speranza. esperanza que me resta. Questo cor che sì t'amò Este corazón que te haa te schiudere non può. amado tanto no puedeIn te riposi ogni fidanza: sì, cerrarse a ti. En ti pusequesti fogli importanti ti do. toda mi confianza. Toma estos

importantes legajos.

RODRIGO RODRIGOCarlo, tu puoi… Carlos, puedes confiar en…tu puoi fidare in me, mí. Puedes tener confianza puoi fidare in me. en mí.

CARLOS CARLOSIo m'abbandono a te, En tus manos quedo.m'abbandono a te. Me entrego por completo.

SEGUNDA PARTE NUESTRA SEÑORA DE ATOCHA

Una gran plaza delante de la catedral de Nuestra Señora de Atocha. A la derecha, la iglesia, a la que se llega por una gran escalinata. Al fondo, otra escalinata lleva a una plazuela inferior en me-dio de la cual se yergue una pira, aún sin encender, de la que se ve la parte superior, es decir, los mástiles de las futuras hogueras. Grandes palacios y colinas lejanas enmarcan el horizonte. Las campanas repican a fiesta. La gente, apenas contenida por los alabarderos, invade el escenario.

ESCENA PRIMERAEl pueblo aguarda impaciente en la gran explanada. Luego aparecen los frailes que arrastran a los

condenados.

PUEBLO PUEBLOSpuntato ecco il dì d'esultanza, ¡Ha llegado el día de onore, onor al più grande regocijo, honor al más dei Regi! grande de los Reyes! En élIn esso hanno i popol fidanza, han depositado los pueblosil mondo è prostrato al suo pie'! su confianza. El mundo seIl nostro amor postra a sus pies. Nuestra

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ovunque l'accompagna, devoción le sigue por todase questo amor partes, y este amor nuncagiammai non scemerà, no! morirá.Il nome suo è Su nombre es el orgullo l'orgoglio della Spagna, de las Españas y debe vivire viver deve nell'eternità! por toda la eternidad.

(Los monjes atraviesan toda la escena conduciendo a los condenados por el Santo Oficio)

MONJES MONJESIl dì spuntò, dì del terrore, ¡Llegó el día, el díail dì tremendo, il dì feral! terrorífico, el díaMorran, morran! tremendo, el día fatal!Giusto è il rigore, ¡Morirán, morirán!giusto gli è il rigor Justo es el rigordell'Immortal. del Inmortal.Ma di perdon voce suprema Pero una voz suprema de all'anatema succederà, perdón le llegará alse il peccator all'ora strema pecador que se arrepientasi pentirà! en el extremo momento.(El pueblo, silencioso algunos momentos, prosigue luego con sus gritos de júbilo. Los frailes se ale-

jan. Las campanas vuelven a repicar)

PUEBLO PUEBLOSpuntato è il dì d'esultanza, ¡Ha llegado el día de onor al più grande dei Re!… regocijo, honor al másOnor al Re!… grande de los Reyes! HonorEi vivrà nell'eternità!… al Rey que vivirá por todaOnor al Re! la eternidad.

ESCENA SEGUNDAEl cortejo real sale de palacio. Todas las corporaciones del Estado, toda la Corte, los Diputados de todas las cortes de las Españas, los Grandes de España, salen hacia la iglesia. Rodrigo está en me-dio de todos ellos; la Reina, entre sus damas. Tebaldo lleva el manto de Isabel. El cortejo se alinea

entre las gradas de la iglesia. La puerta está cerrada. Todos se descubren.

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HERALDO REAL HERALDO REALOr si schiuda ¡Que se abra ahorala porta del tempio! la puerta del templo!O magion del Signor, Oh, casa del Señor,t'apri ormai! abre tus puertas al fin.Sacrario venerato, Reverendo Santuario,a noi rendi il nostro Re! entréganos a nuestro Rey.

TODOS TODOSOr si schiuda ¡Que se abra ahorala porta del tempio!… la puerta del templo!Alfin rendi il nostro Re! Entréganos a nuestro Rey.

ESCENA TERCERAAl abrirse las puertas de la iglesia se ve a Felipe II en todo su esplendor, con la cabeza coronada, adelantándose bajo palio en medio de unos frailes. Los señores se arrodillan en su presencia; el

pueblo se postra.

FELIPE FELIPENel posar sul mio Al poner la corona sobre micapo la corona, cabeza, pueblo mío, jurépopol', giurai al ciel, al Cielo, que me la dio,che me la dona, dar muerte a los malvadosdar morte ai rei con el fuego y con col fuoco e con l'acciar. el acero.

TODOS TODOSGlora a Filippo! ¡Gloria a Felipe!gloria al ciel! ¡Gloria al Cielo!

Todos se inclinan silenciosos. Felipe baja las gradas del templo y se dirige hasta Isabel para tomar su mano y así proseguir su camino hasta la plazuela posterior.

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ESCENA CUARTAAparecen de improviso unos Diputados flamencos, vestidos de luto, conducidos por Carlos. Cuando

llegan a los pies de Felipe, caen postrados.

ISABEL ISABELQui Carlo! O ciel! ¿Aquí Carlos? ¡Cielo Santo!

RODRIGO RODRIGOQual pensier lo sospinge? ¿Qué intención le empuja?

FELIPE FELIPEChi son costor prostrati ¿Quiénes son éstos queinnanzi a me? se postran ante mí?

CARLOS CARLOSSon messaggier del Brabante Son mensajeros de Brabantee di Fiandra y de Flandes que tu hijoch'il tuo figliuol los envía ante el Rey.adduce innanci al Re.

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOSSire, sire, Majestad,no, l'ora strema no, la última hora no haancora non suonò llegado aún para el dolor per i fiamminghi in duol. de los flamencos.Tutt'un popolo t'implora, Todo un pueblo os implora,fa’ che in pianto così haced que no vuelva a gemirsempre non gema. ni llorar.Se pietoso il tuo core Si vuestro piadoso corazónla clemenza e la pace pedía paz y clemencia en elchiedea nel tempio, templo, tened piedad pietà di noi ti prenda, de nosotros y salvad di noi pietà, pietà ti prenda, nuestra tierra,e salva il nostro suol, oh Rey,

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

o Re, che avesti vos que habéis recibidoil tuo poter da Dio. vuestro poder de Dios.

FELIPE FELIPEA Dio voi fosti infidi, Fuisteis infieles a Diosinfidi al vostro Re. y a vuestro Rey. Son i fiamminghi a me ribelli: Los flamencos se meguardie, guardie, rebelaron. Guardias,vadan lontan da me. lleváoslos lejos de mí.

MONJES MONJESAh! son costor infidi,… Esos hombres son traidores.

TODOS TODOS(salvo Felipe y los monjes)

Su di lor stenda il Re Ojalá el Rey les perdonarala sua mano sovrana. con un simple ademán.

FELIPE FELIPEA Dio voi foste infidi,… Fuisteis infieles a Dios…

MONJES MONJES…in Dio, in Dio non ha la fe. No tienen fe en Dios.

TODOS TODOS(salvo Felipe y los monjes)

Trovi pietà, signor, Extended vuestro perdón ail fiammingo nel duol. los flamencos en su dolor.

FELIPE FELIPE…infidi al vostro Re. …infieles a vuestro Rey.

MONJES MONJESIn Dio non ha la fe. No tienen fe en Dios.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

TODOS TODOS(salvo Felipe y los monjes)

Trovi pietà, signor,… Extended vuestro perdón…

FELIPE FELIPELungi da me… Fuera de aquí……lungi da me… …fuera de mi vista…

ISABEL, TEBALDO, CARLOS, ISABEL, TEBALDO, CARLOS,PUEBLO PUEBLO

Pietà! ¡Piedad!

FELIPE FELIPE…a Dio foste infedeli, Fuisteis infieles a Dios,al Re foste infedeli, al Rey fuisteis desleales.vadan lontan, lontan da me. Lleváoslos lejos de mí.

ISABEL, CARLOS, RODRIGO ISABEL, CARLOS, RODRIGOSignor, pietà, signor, Señor, piedad, señor,pietà nel suo apiadaos de su dolor tanmartir presso a morir… próximo a la muerte…

TEBALDO, PUEBLO TEBALDO, PUEBLONel suo martir presso a morir En su martirio tan cercanoei manda già l'estremo sospir. a la muerte. Apiadaos delPietà, pietà del fiammingo pueblo flamenco en su in duol, pietà, pietà, o signor! aflicción, piedad, señor.

MONJES MONJESVedete in lor sol Ved en ellos solamentedei ribelli! Tutto il rigor a rebeldes. Merecen todo elmertan del Re! rigor del Rey.

ISABEL, CARLOS, RODRIGO, ISABEL, CARLOS, RODRIGO,

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TEBALDO TEBALDO…ei manda già …ya exhalan su l'estrmo suo sospir! último suspiro.

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOSNo, l'ora estrema… No, aún no ha sonado la…ancora non suonò última hora para losper i fiamminghi in duol. apesadumbrados flamencos.Tutt'un popolo t'implora, Todo un pueblo os implorafa che in pianto così con lágrimas que no lo sempre non gema; condenéis a la muerte.pietà di noi ti prenda, Apiadaos de nosotros y e salva il nostro suol, salvad nuestra patria,o Re, che avesti vos que recibisteis elil tuo poter da Dio! poder de Dios.

FELIPE FELIPESono i fiamminghi ¡Los flamencos se me a me ribelli, rebelaron; son infielesinfideli a Dio, al Re! a Dios, al Rey!

PUEBLO PUEBLOAh! pietà, pietà, ¡Ah!, piedad, piedad, señorsignor nel suo martir… en su martirio…Pietà pel fiammingo Piedad para el entristecidonel duol… pueblo flamenco…Ah! pietà, signor! ¡Ah!, piedad, señor.

MONJES MONJESAh! son costor infidi, Esos hombres son traidores,in Dio non ha la fe, no tienen fe en Dios. Ved vedete in lor sol dei ribelli, en ellos sólo a rebeldes.tutto il rigor mertan del Re! Merecen el rigor del Rey.

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ISABEL, TEBALDO, CARLOS, ISABEL, TEBALDO, CARLOS, RODRIGO RODRIGOSignor, trovi pietà Señor, apiadaos del apenadoil fiammingo nel duol; pueblo flamenco, en sunel suo martir martirio, a punto de morir.presso a morir… Ah, piedad, señor.Ah! pietà, signor.

(Felipe quiere seguir avanzando. Carlos se lo impide interponiéndose en su camino)

CARLOS CARLOSSire! egli è tempo ch'io viva. Majestad. Es hora de queStanco son di seguir empiece a vivir. Estoy una esistenza oscura cansado de llevar unain questo suol! existencia oscura en esta Se Dio vuol che il tuo serto tierra. Si es voluntad questa mia fronte un giorno divina que mi frente ciñaa cinger venga, algún día tu corona, per la Spagna prepara prepara para España unun re degno di lei! Rey digno de ella.Il Brabante e la Fiandra Dame el Brabante ya me tu dona! Flandes.

FELIPE FELIPEInsensato! ¡Insensato!Tu chieder tanto ardisci! ¿Tanto te atreves a pedir?Tu vuoi ch'io stesso porga Deseas que yo mismoa te l'acciar che un dì entregue el acero que un immolerebbe il Re! día sacrificará al Rey.

CARLOS CARLOSAh! Dio legge a noi nei cor; Dios nos lee el corazón. Ei giudicar ci de'. Que sea Él quien nos juzgue

ISABEL ISABELIo tremo! ¡Dios mío!

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RODRIGO RODRIGOEi si perdè! ¡Él está perdido!

(Carlos desnuda su espada)

CARLOS CARLOSIo qui lo giuro al ciel! Lo juro aquí ante el Cielo.Sarò tuo salvator, Pueblo flamenco, sólo yopopol fiammingo, seré tu salvador.io sol! ¡Sólo yo!

(Todos quedan en suspenso salvo Felipe y Carlos)

TODOS TODOSL'acciar! ¡El acero! ¡Delante delInnanzi al Re! Rey! ¡El Infante ha L'Infante è fuor di sè! perdido el juicio!

FELIPE FELIPEGuardie, disarmato ¡Guardias, desarmadlo!ei sia. Signor' ¡Señores, defensores desostegni del mio trono, mi trono, desarmadlo!disarmato ei sia!… Pero… ¿cómo?Ma che? Nessuno? ¿Nadie?

CARLOS CARLOSOr ben! di voi… ¿Y bien? ¿Cuál de vosotros…

FELIPE FELIPEChe? ¿Cómo?

CARLOS CARLOS…chi l'oserà? …osará hacerlo?

FELIPE FELIPENessuno? ¿Nadie?

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CARLOS CARLOS…a quest'acciar… ¿Quién de vosotros…

FELIPE FELIPENessuno? ¿Nadie?

CARLOS CARLOS…chi sfuggirà? …podrá huir de mi espada?

FELIPE FELIPEDisarmato ei sia! ¡Que lo desarmen!

Los grandes de España retroceden. El Rey, furioso, echa mano a la espada del jefe de la guardia que está próximo a él. Rodrigo se le adelanta y desarma a Carlos.

RODRIGO RODRIGOA me il ferro. Dadme la espada.

CARLOS CARLOSO ciel! ¡Oh, cielos!Tu! ¡Tú!Rodrigo! ¡Rodrigo!

TODOS TODOSEgli! Posa! ¡Él! ¡Posa!

ISABEL ISABELEi! ¡Él!

FELIPE FELIPEMarchese, duca siete. Marqués, os hago duque.Andiam or alla festa! Vamos ahora a la fiesta.

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PUEBLO PUEBLOSpuntato è il dì d'esultanza, Ha llegado el día de laonor, onor al Re! alegría, honor, honor al In esso hanno Rey. En él ha puesto elil popol fidanza… pueblo su confianza…

MONJES MONJESIl dì spuntò del terrore! ¡Llegó el día terrorífico!

El Rey se encamina dando la mano a la Reina. La Corte le sigue; van a ocupar sus puestos para presenciar el Auto de Fe. A lo lejos se ve el resplandor de las llamas.

UNA VOZ CELESTIAL UNA VOZ CELESTIALVolate verso il ciel, ¡Volad al Cielo, almasvolate, povere alme, desventuradas,v'affrettate… preparaos…

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOSE puoi soffrirlo, o ciel!… Y puedes sufrirlo, Cielo…

VOZ CELESTIAL VOZ CELESTIAL… a goder… …para gozar…

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOS… Nè spegni ¡No se extinguiránquelle fiamme! esas llamas!

VOZ CELESTIAL VOZ CELESTIAL…la pace del… …la paz del…

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOSS'accende En tu nombre se enciendein nome tuo… la hoguera…

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VOZ CELESTIAL VOZ CELESTIAL…Signore! …Señor!

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOS…quel rogo punitor. …y ese ruego punitivo.

MONJES MONJESIl dì tremendo,… Llegó el día tremendo…

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOSE in nome del Signor… En nombre del Señor…

MONJES MONJES…il dì feral! …el día fatal…

VOZ CELESTIAL VOZ CELESTIALSì,… ¡Sí,…

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOS…e in nome del Signor… …en nombre del Señor…

VOZ CELESTIAL VOZ CELESTIAL…la pace! …la paz!

MONJES MONJESIl dì tremendo, ¡El día tremendo,il dì feral! el día fatal!

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLEMENCOS…l'accende l'oppressor! …la enciende el opresor.

FELIPE, MONJES FELIPE, MONJESGloria al ciel! ¡Gloria al Cielo!

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PUEBLO PUEBLOGloria al ciel! ¡Gloria al Cielo!

DIPUTADOS FLAMENCOS DIPUTADOS FLAMENCOSE tu lo soffri, o ciel! ¡Y Tú lo soportas, Señor!

FELIPE, MONJES FELIPE, MONJESGloria al ciel! ¡Gloria al Cielo!

FIN DEL TERCER ACTO

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

CUARTO ACTO

PRIMERA PARTE EL ESTUDIO DEL REY EN EL ALCÁZAR DE MADRID

ESCENA PRIMERAFelipe, absorto, estudia unos papeles que cubren toda la mesa. Las velas de los candelabros están a

punto de agotarse. El alba ilumina ya los vitrales de las ventanas. La estancia está en penumbra.

FELIPE FELIPE(como en sueños)

Ella giammai m'amò! Ella jamás me amó.No, quel cor chiuso è a me, No, su corazón está cerradoamor per me non ha! a mí. No siente amor porIo la rivedo ancor mí. Aún la veo contemplar,contemplar triste in volto con el rostro entristecido,il mio crin bianco il dì mi pelo blanco el díache qui di Francia venne. que llegó de Francia.No, amor per me non ha, No, no siente amor amor per me non ha! por mí. Ella no me ama.

(volviendo en sí)Ove son?… Quei doppier ¿Dónde estoy?… Esospresso a finir!… candelabros están casiL'aurora imbianca il mio veron! apagados. El alba ya clareaGià spunta il dì! Passar veggo mi ventana.i miei giorni lenti! Ya nace el día. Veo pasarIl sonno, o Dio!, sparì mis días lentamente.dai miei occhi languenti! El sueño, Dios mío, seDormirò sol nel mio manto regal desvanece de mis cansados quando la mia giornata ojos. Dormiré solo, envueltoè giunta a sera, en mi manto real cuando dormirò sol sotto la vôlta nera, llegue el ocaso de misdormirò sotto la volta nera, días. Dormiré solo bajo la

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

là, nell'avello dell'Escurial. negra bóveda, allá, en miSe il serto regal a me tumba de El Escorial. Si ladesse il poter corona me diese el poder dedi leggere nei cor, leer en los corazones,che Dio può sol veder!… que sólo Dios tiene la Ah! facultad de ver…Se il serto regal… Si la corona real me diese…che Dio sol può veder! el poder…pero sólo Dios Se dorme il prence, tiene el poder de ver. veglia il traditore; Si el príncipe duerme, elil serto perde il Re, traidor acecha; la coronail consorte l'onore! pierde el Rey, la consorte el honor.Dormirò sol Dormiré solonel mio manto regal… en mi manto real…Ah, se il serto regal… Ah, si la corona…

Ella giammai m'amò! Ella jamás me amó. No, suNo, quel cor è chiuso a me, corazón está cerrado a mí.amor per me non ha! Para mí no hay amor.

ESCENA SEGUNDAEl Rey recae en sus meditaciones, cuando le interrumpe el conde de Lerma anunciando al Gran In-

quisidor.

CONDE DE LERMA CONDE DE LERMAIl Grand'Inquisitor! ¡El Gran Inquisidor!

(El Gran Inquisidor, ciego, nonagenario, entra sostenido por dos frailes dominicos)

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORSon io dinanzi al Re? ¿Estoy en presencia del Rey?

(El conde de Lerma y los dos monjes salen de escena discretamente)

FELIPE FELIPESì; vi feci chiamar, mio padre! Sí. Os hice llamar, padre.In dubbio io son. Estoy en dudas. Carlos ha

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Carlo mi colma il cor colmado mi corazón de unad'una tristezza amara. tristeza amarga. El InfanteL'Infante è a me ribelle, se rebeló contra mí, armó armorssi contro il padre. su brazo contra su padre.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORQual mezzo per ¿Qué forma de castigopunir scegli tu? elegiste?

FELIPE FELIPEMezzo estrem. Medidas extremas.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORNoto mi sia! Házmelas saber.

FELIPE FELIPEChe fugga… Que huya…o che la scure… o que el hacha…

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOREbben! ¿Y bien?

FELIPE FELIPESe il figlio a morte invio, Si envío a mi hijo a la muerte,m'assolve la tua mano? ¿me absolverá tu mano?

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORLa pace dell'Impero La paz del Imperio bien i dì val d'un ribelle. vale la vida de un rebelde.

FELIPE FELIPEPosso il figlio immolar ¿Puedo yo, un cristiano,al mondo, sacrificar mi hijo alio cristian? mundo?

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GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORPer riscattarci Iddio Para salvarnos, Diosil suo sacrificò. sacrificó al suyo.

FELIPE FELIPEMa tu puoi dar vigor ¿Pero tú puedes dar valideza legge sì severa? a tan severo mandato?

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDOROvunque avrà vigor, En cualquier sitio tendráse sul Calvario l'ebbe. validez si la tuvo en el Calvario.

FELIPE FELIPELa natura e l'amor ¿Podrán la naturaleza y eltacer potranno in me? amor callar en mí?

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORTutto tacer dovrà Todo tendrá que callar paraper esaltar la fe'. exaltar la fe.

FELIPE FELIPESta ben! ¡Está bien!

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORNon vuol il Re su d'altro ¿No desea el Rey interrogarmi? preguntarme nada más?

FELIPE FELIPENo. No.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORAllor son io che a voi parlerò, Entonces seré yo quien osSire. hable, majestad. NuncaNell'ispano suol mai dominó la herejía en suelol'eresia dominò. español. Pero hay quien

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Ma v'ha chi vuol minar desea socavar el edificiol'edifizio divin; divino; es amigo del Rey, l'amico egli è del Re, su fiel compañero, elil suo fedel compagno, demonio tentadoril demon tentator, que lo empuja a la ruina.che lo spinge a rovina. La traición de Carlos, queDi Carlo il tradimento, tanto te ha irritado,che giunse a t'irritar, comparada con la suya,in paragon del suo parece un simple juego.futile gioco appar. Y yo, el Inquisidor, yo, Ed io, l'Inquisitor, que tantas veces levanté miio che levai sovente poderosa mano contra tantassopra orde vil di rei hordas de viles y malvadosla mano mia possente en favor de los poderosos,pei grandi di quaggiù, olvidando mi fe,scordando la mia fe', tranquilo dejaré marchartranquilli lascio andar a un gran rebelde…un gran ribelle… e il Re! ¡y al Rey!

FELIPE FELIPEPer traversar i dì dolenti Para soportar los dolorososin cui viviamo, días en que vivimos, en nella mia Corte invan vano busqué en mi Cortecercat'ho quel che bramo. aquello que tanto anhelo.Un uomo! Un cor leal!… ¡Un hombre! ¡Un corazón Io lo trovai! leal…! Y lo encontré.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORPerchè un uomo? Perchè allor ¿Por qué un hombre? ¿Por il nome hai tu di re, sire, qué entonces teneis el s'alcun v'ha pari a te? título, majestad, si existe alguien

que puede ser vuestro igual?

FELIPE FELIPENon più, frate! ¡Basta, fraile!

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GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORLe idee dei novator' Las ideas de losin te son penetrate! innovadores han penetradoInfrangere tu vuoi en ti. Tú quieres con la tua debol man despedazar con tu débilil santo giogo esteso mano el santo yugo que sesovra l'orbe roman! extiende sobre el orbe Ritorna al tuo dover; católico. ¡Vuelve a tula Chiesa all'uom che spera, deber! El hombre mantiene a chi si pente, la esperanza;puote offrir el arrepentido puede esperarla venia intera; de la Iglesia su absolucióna te chiedo completa. Os pidoil signor di Posa. el señor de Posa.

FELIPE FELIPENo, giammai! ¡No, jamás!

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORO Re, se non foss'io Alteza, si yo no estuvieracon te nel regio ostel con vos en el palacio real,oggi stesso, lo giuro a Dio, mañana mismo, lo juro antedoman saresti Dios, estaríais ante el presso il Grande Inquisitor Gran Inquisidor en elal tribunal supremo. Tribunal Supremo.

FELIPE FELIPEFrate! tropo sofrii ¡Fraile!, demasiado heil tuo parlar crudel. soportado tus crueles palabras.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORPerchè evocar allor l'ombra ¿Por qué entonces invocardi Samuel? la sombra de Samuel?Dato ho finor due regi He dado dos Reyes

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al regno tuo possente! a tu poderoso reino.L'opra di tanti dì Loco, destruirás la tu vuoi strugger, demente! obra de tantos días.

(Se vuelve, tanteando, para salir)Perchè mi trovo io qui? ¿Por qué estoy aquí?Che vuol il Re da me? ¿Qué quiere el Rey de mí?

FELIPE FELIPEMio padre, che fra noi Padre, que entre nosotrosla pace alberghi ancor. reine todavía la paz.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORLa pace? ¿La paz?

FELIPE FELIPEObliar tu dêi Debes olvidar lo quequel ch'è passato. ha pasado aquí.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORForse! ¡Puede!

FELIPE FELIPEDunque il trono piegar dovrà Que siempre tenga quesempre all'altare! doblegarse el trono al altar.

ESCENA TERCERAEl Gran Inquisidor ha ido abandonando lentamente la escena mientras pronuncia las últimas pala-bras. Felipe queda solo, profundamente abatido. Isabel entra en escena en estado de extrema agita-

ción y cae a los pies de Felipe, implorante.

ISABEL ISABELGiustizia, giustizia, sire! ¡Justicia, justicia, señor!Giustizia, giustizia! Ho fe Justicia, justicia; en lanella lealtà del Re. lealtad del Rey confío. SoySon nella Corte tua cruelmente tratada en

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crudelmente trattata vuestra Corte y ultrajada e da nemici oscuri, por enemigos ocultos,incogniti, oltraggiata. desconocidos. El cofre enLo scrigno ov'io chiudea, el que guardaba todas missire, tutt'un tesor. joyas, otros objetos para míI gioielli… altri oggetti aún más queridos,a me più cari ancor… todo me ha sido robado.l'hanno rapito a me! ¡Justicia, justicia!Giustizia, giustizia! la reclamo La reclamo de da Vostra Maestà! Vuestra Majestad.

Al ver la expresión del rostro del Rey, Isabel se detiene espantada. El Rey se levanta lentamente, se acerca a una mesa de donde toma un pequeño cofre y lo presenta a la Reina.

FELIPE FELIPEQuello che voi cercate, ¡Eso que buscáiseccolo! aquí lo tenéis!

ISABEL ISABELCiel! ¡Cielos!

FELIPE FELIPEA voi d'apprirlo piaccia. Haced el favor de abrirlo.

(Isabel se niega con un gesto)Ebben, io l'aprirò. Entonces lo abriré yo.

(Felipe fuerza la tapa del cofrecillo)

ISABEL ISABELAh! mi sento morir! ¡Me siento morir!

FELIPE FELIPEIl ritrato di Carlo! ¡El retrato de Carlos!Non trovate parola? ¿No tenéis nada que decir?Il ritrato di Carlo! ¡El retrato de Carlos!

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ISABEL ISABELSì. Sí.

FELIPE FELIPEFra i vostri gioiel'? ¿Entre vuestras joyas?

ISABEL ISABELSì. Sí.

FELIPE FELIPEChe! Confessar l'osate a me? ¿Cómo? ¿Osáis confesármelo?

ISABEL ISABELIo l'oso! Sì! Oso, sí. Como bien sabéisBen lo sapete, un dì promessa fui prometida a vuestro al figlio vostro fu la mia man: hijo. Ahora os pertenezco,or v'appartengo sometida a los designios a Dio sommessa, divinos. Pero tanma immacolalata inmaculada como los lirios.qual giglio son! Y ahora se sospecha delEd ora si sospetta honor de Isabel.l'onor d'Elisabetta! Se sospecha de mí…Si dubita di me… y quien me ultrajae chi m'oltraggia è il Re! es el Rey.

FELIPE FELIPEArdita troppo voi favellate! ¡Habláis con demasiada Me debole credete osadía! Me creéis débile sfidarmi sembrate: y en mí sembráis lala debolezza in me desconfianza; pero mipuò diventar furor. debilidad puede convertirseTremate allor, en furor. Si es así, temedper voi, per me. por vos y por mí.

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ISABEL ISABELLa colpa mia qual è? ¿Cuál es mi crimen?

FELIPE FELIPESpergiura! ¡Perjura! Si tanta Se tanta infamia colmò vergüenza rebasara ella misura, se fui da voi, límite, si fuera se fui tradito, traicionado por vos, lo io lo giuro innanzi al ciel, juro al Cielo, la sangreil sangue verserò! correrá.

ISABEL ISABELPietà mi fate… Inspiráis lástima…

FELIPE FELIPEAh! ¡Ah! La lástima deLa pietà d'adultera consorte! la esposa adúltera.

ISABEL ISABELAh! ¡Ah! (desmayándose)

FELIPE FELIPE(Abre la puerta del fondo y llama)

Soccorso alla Regina! ¡Venid a socorrer a la Reina!(Rodrigo y Éboli acuden a la llamada del Rey)

ESCENA CUARTA

ÉBOLI ÉBOLI(Para sí, aterrada al ver a la Reina desvanecida)

Ciel! Che mai fu! ¡Cielos! ¡Qué he hecho!Ahimè! ¡Ay de mí!

RODRIGO RODRIGOSire, soggetta è a voi Majestad, la mitad de la

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la metà della terra; tierra está sometida a vos.sareste dunque ¿Acaso seréis el único, enin tanto vasto imper, tan vasto imperio, il sol, cui non v'è dato el único que no podáisil commandar? mandar?

FELIPE FELIPE(Para sí)

Ah! Sii maledetto ¡Ah! ¡Maldita seas,sospetto fatale, sospecha fatal, obra de unopera d'un demon demonio, de un demoniod'un demon infernal! infernal!

ÉBOLI ÉBOLILa perdei! La perdei! ¡La perdí! ¡La perdí!O rimorso fatale! ¡Oh, qué remordimiento!

FELIPE FELIPENo! No.

ÉBOLI ÉBOLIComettea… He cometido…

FELIPE FELIPENon macchiò… Ella no manchó…

ÉBOLI ÉBOLI…un delitto… …un delito……infernal… …infernal…

FELIPE FELIPE…la fe' giurata… …el juramento…

ÉBOLI ÉBOLILa perdei! ¡La he perdido!

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FELIPE FELIPE…la sua fierezza …su altivez il dice a me! lo dice claramente!

ÉBOLI ÉBOLILa perdei! ¡La he perdido!

RODRIGO RODRIGOOmai d'oprar suonata è l'ora, Ha sonado la hora de actuarfolgor orrenda in ciel brillò! Un resplandor brilló en el cielo.Omai d'oprar… Ha sonado…

Che per la Spagna España tendrá su feliz un uomo muora, porvenir con que sólo unlieto avvenir le lascerò. hombre muera.

Che per la Spagna… España tendrá…

ÉBOLI ÉBOLILa perdei! Rimorso fatale! La he perdido. ¡Qué La perdei! remordimiento! La perdí.

FELIPE FELIPE(Mirando a Éboli amargamente y para sí.)

A me infidel costei non fu! Ella no me ha sido infiel.

RODRIGO RODRIGO…lieto avvenir le lascerò! …su feliz porvenir.

FELIPE FELIPENo! non macchiò la fe'… No, no manchó el juramento.

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ÉBOLI ÉBOLIAh! la tradia… La traicioné…io tradia… …he traicionado…

FELIPE FELIPEgiurata, a me infedele non fu! …no me fue infiel.

RODRIGO RODRIGOOmai d'oprar, omai d'oprar ¡Ha llegado lasuonata è l'ora! hora de actuar!

ÉBOLI ÉBOLI…quel nobile cor! …a un corazón noble.Oh, dolor! ¡Dios mío!

ISABEL ISABEL(Volviendo en sí)

Che avvene? O ciel! ¿Qué ha sucedido? ¡Cielos!in pianto e duolo… En el dolor y el llanto…ognum, o madre, m'abbandonò! todos me han abandonado.

ÉBOLI ÉBOLIOh, dolor! ¡Oh, desventura!

ISABEL ISABELIo sono straniera Soy extranjera en estain questo suol!… tierra. Aquí ya no me quedapiù sulla terra speme non ho! ninguna esperanza.

ÉBOLI ÉBOLIRimorso, rimorso fatale! ¡Qué remordimiento!

FELIPE FELIPENo, non macchiò… No, ella no manchó…

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ÉBOLI ÉBOLILa tradia! ¡La traicioné!

FELIPE FELIPE…la fe' giurata, …el juramento.a me infedele non fu! No me ha sido infiel.

RODRIGO RODRIGOOmai d'oprar suonata è l'ora, Ha llegado la hora de folgor horrenda actuar. Un resplandorin ciel brillò! rasgó el cielo

ÉBOLI ÉBOLIIo tradia quel nobile core! Traicioné un noble corazónIo ne morrò, dal dolor morrò! Moriré, moriré de dolor.

ISABEL ISABELAh! ¡Ah!Sola, straniera in questo suolo, Sola, extranjera en estaah! più sulla terra più speme tierra. No tengo ningunanon ho; ognun, ahimè! esperanza. Todos, madreO madre mia, ognun quaggiù mía, todos aquím'abbandonò. me han abandonado.Più speme omai, ah! Sólo me resta confiarche in ciel non ho! en el Cielo. Sólo en elSpeme ho sol nel ciel! Cielo confío.

ÉBOLI ÉBOLIIo tradia quel nobile cor, Yo traicioné un corazón oh, dolor! noble. Yo la traicioné.Io la tradiva! ah! ne morrò! Ah, moriré. La perdí, La perdei, la tradia, oh! la traicioné,rimorso fatale! remordimiento cruel.Io tradia quel nobile core, Yo traicioné un corazónoh, dolor! noble. ¡Qué remordimiento!

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O rimorso! Io ne morrò! ¡Cuánto remordimiento! NoO rimorso fatal! se più perdon encontraré perdón ni en lanon avrò in terra, o in ciel! tierra ni en el Cielo.

FELIPE FELIPENo! Non macchiò la fe' giurata! No ensució su juramento.A me infedel costei non fu! Ella no me fue infiel. A míA me non fu infedel, ah, no me fue infiel, no lo fue.a me non fu! Ah! ¡Ah!, maldita seas sospechaSia maledetto il sospetto, y maldito el demonio,il demone, il rio demon! ese malvado demonio.

RODRIGO RODRIGOE che per la Spagna Y que por España un hombreun uomo muora, muera poco sacrificio es lieto avvenir le lascerò! por su feliz futuro. QueChe per la Spagna por España un hombre muera,un uomo muora, el que proporcione mejoresio lieti dì le lascerò!… días…Cuando ese hombreChe un uomo muora, muera les hará llegar unliti dì a lei legar saprò! mejor futuro.

El Rey, tras dudar un momento, se aleja; Rodrigo lo sigue con gesto resoluto.Éboli queda sola con la Reina.

ESCENA QUINTA

ÉBOLI ÉBOLI(Arrojándose a los pies de Isabel)

Pietà!… ¡Tened piedad!Pietà! Perdon! ¡Piedad, perdón, para estaper la rea che si pente! mujer arrepentida!

ISABEL ISABELOr via, v'alzate! Vamos, alzaos.

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Qual colpa? ¿Qué habéis hecho?

ÉBOLI ÉBOLIAh! m'uccide il rimorso! El remordimiento me mata.Torturato è il mio cor. Mi corazón está torturado.Angel del ciel, Regina Ángel del Cielo, Reinaaugusta e pìa, augusta y piadosa.sappiate a qual demon Sabed qué demoniol'inferno vi dà in preda! os entrega al infierno.Quello scrigno… Aquel cofre… fui yoson io che l'involai. quien lo robó.

ISABEL ISABELVoi! ¡Vos!

ÉBOLI ÉBOLISì, son io Sí, fui yo, yo fuison io che v'accusai! quien os acusó.

ISABEL ISABELVoi! ¡Vos!

ÉBOLI ÉBOLI(sigue a sus pies)

Sì…l'amor, il furor… Sí… el amor, la ira…l'odio che avea per voi… el odio que tenía por vos…la gelosia crudel los crueles celos que me che straziavami il cor laceraban el corazón mecontro voi m'eccitâr. incitaron a perjudicaros.Io Carlo amava, e Carlo Yo amaba a Carlosm'ha sprezzata! y Carlos me despreció.

ISABEL ISABELVoi l'amaste? Sorgete. ¿Vos lo amabais? Alzaos.

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ÉBOLI ÉBOLINo! No! Pietà di me! No, no. Apiadaos de mí.Un altra colpa! Aún hay más.

ISABEL ISABELAncor! ¡Más aún!

ÉBOLI ÉBOLIPietà! Pietà!… Il Re… Piedad. Piedad…El Rey…non imprecate a me!… ¡No me maldigáis! Sí…Sì…sedotta…perduta… seducida…perdida…l'error che v'imputai… el error que os imputé…io, io stessa avea commesso. yo misma lo he cometido..

ISABEL ISABELRendetemi la croce! ¡Devolvedme la cruz!La Corte vi convien lasciar Os conviene dejar la Cortecol dì novello! con el nuevo día.Fra l'esiglio ed il vel Podéis elegir entresceglier potrete! el exilio o el convento.

(Isabel sale)

ÉBOLI ÉBOLI(Sola, alzándose al fin)

Ahimè! ¡Ay de mí!Più non vedrò, ah!, più mai No la veré más; nunca másnon vedrò la Regina! veré a la Reina.

ESCENA SEXTA

ÉBOLI ÉBOLIO don fatale, o don crudel ¡Oh, don fatal! ¡Oh, donche in suo furor mi fece cruel que el Cielo me il cielo! entregó en su ira! A ti,Tu che fai sì vanne, altere, que nos haces vanas,

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ti maledico, ti maledico, orgullosas, yo te maldigo,o mia beltà! belleza mía, te maldigo.Versar, versar sol posso Sólo me queda llorar, no il pianto, speme non ho, tengo esperanza. Deberésoffrir dovrò! sufrir. Mi delito es tanIl mio delitto è orribil tanto horrible que nunca lo podréche cancellar mai nol potrò! purgar. Ti maledico, ti maledico Te maldigo, te maldigoo mia beltà, ah!, belleza mía.ti maledico, o mia beltà! Te maldigo.O mia Regina, io t'immolai ¡Oh, Reina mía! Yo te al folle error di questo cor. sacrifiqué por un insensatoSolo in un chiostro al mondo error de mi corazón. Sóloormai dovrò celar il mio dolor! en el convento podréOhimè! Ohimè! O mia Regina, ocultar al mundo mi dolor.solo in un chiostro al mondo ¡Ay de mí! ormai dovrò celar il mio dolor! ¡Oh, Cielos!O ciel! E Carlo! A morte domani, ¿Y Carlos? Mañana irá a la gran Dio! A morte andar vedrò! muerte, gran Dios, haciaUn dì mi resta, la speme la muerte lo veré ir. Unm'arride, ah!, sia benedetto día me queda, bendito seail ciel! Lo salverò! el Cielo. ¡Lo salvaré!Un dì mi resta, ah, Aún me queda un día.sia benedetto il ciel! ¡Bendito sea el Cielo!Ah! Lo salverò! Ah! Sì! ¡Ah, lo salvaré! ¡Sí!

(Sale resuelta y apresuradamente de la estancia)

SEGUNDA PARTE LA PRISIÓN

Prisión de Carlos. Su calabozo es una oscura mazmorra subterránea. En ella hay unos pocos mue-bles traídos de Palacio. Al fondo, en lo alto de la estancia, una reja cubre un ventanuco. Éste da al

patio de la prisión y por él se ve el ir y venir de los guardias. Una escalinata oscura, mugrienta, empinada, baja desde la puerta, en alto, hasta el suelo de la celda. Todo está en tinieblas salvo un

haz de luz que ilumina parte de la mesa y del catre del preso.

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ESCENA PRIMERACarlos está sentado en una banqueta con la cabeza entre las manos, absorto en sus pensamientos.

Rodrigo entra y desde lo alto lo mira unos segundos. Se vuelve y habla con unos oficiales de la guardia que desaparecen. Mientras baja la escalera, contempla con tristeza a Carlos; no advierte a

Rodrigo hasta que éste hace un movimiento y, sobresaltado, Carlos se levanta.

RODRIGO RODRIGOSon io, mio Carlo Soy yo, Carlos.

CARLOS CARLOSO Rodrigo! io ti son ¡Oh, Rodrigo! Te agradezcoben grato di venir que vengas hastade Carlo alla prigion. la prisión de Carlos.

RODRIGO RODRIGOMio Carlo! ¡Oh, Carlos!

CARLOS CARLOSBen tu il sai! ¡Tú bien lo sabes! m'abbandonò il vigore! He perdido mi vigor.D'Isabella l'amor El amor por Isabelmi tortura e m'uccide… me tortura y me mata…No, più valor non ho No, ya no me queda valor parapei viventi! Ma tu, seguir entre los vivos.puoi salvarli ancor; Pero tú puedes todavíaoppressi, non fian più. salvarlos, que termine para

ellos la opresión.

RODRIGO RODRIGOAh! noto apien ti sia Ah, te consta mi afecto porl'affetto mio! ti. Debes salir de estaUscir tu dêi horrenda tumba. Soy feliz

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da quest'orrendo avel. con sólo poder abrazarte.Felice ancor io son, Yo ya te he salvado.se abbracciarti poss'io! Io ti salvai!

CARLOS CARLOSChe di'? ¿Qué dices?

RODRIGO RODRIGOConvien qui dirci addio! Conviene que nos digamosO mio Carlo! adiós en este momento.

(Carlos queda inmóvil, mirando a Rodrigo con estupor)Per me giunto è il dì supremo, El último día ha llegado no, mai più ci rivedrem; para mí. No, no nos veremosci congiunga Iddio nel ciel, más. Que Dios nos una otraEi che premia i suoi fedel'. vez en el Cielo; Él, queSul tuo ciglio il pianto premia a sus devotos hijos.io miro lacrimar così, perchè? Pero veo lágrimas en tus No, fa cor, no, fa cor, ojos. ¿Por qué lloras del'estremo spiro lieto è ésa manera? No, ten coraje.a chi morrà per te. Seré feliz dando mi últimoNo, fa cor, no, fa cor… suspiro por ti.

CARLOS CARLOSChe parli tu di morte? ¿Por qué hablas de muerte?

RODRIGO RODRIGOAscolta, il tempo stringe. Escucha, el tiempo apremia.Rivolta ho già su me He volcado sobre mí todala folgore tremenda! sospecha y culpa. Tu più non sei Ya no eres tú el rival deloggi il rival del Re. Rey. Ahora,Il fiero agitator el rebelde agitadordelle Fiandre… de Flandes…son io! ¡soy yo!

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CARLOS CARLOSChi potrà prestar fe'? ¿Quién creerá eso?

RODRIGO RODRIGOLe prove son tremende! ¡Las pruebas son evidentes!I fogli tuoi trovati Los papeles que tenías, yin mio poter que tan claramentedella ribellion testimoni testimonian la rebelión,son chiari, han sido encontrados en mie questo capo al certo poder. Mi cabeza ya haa prezzo è messo già. sido puesta a precio.

La puerta de la celda se abre suavemente. Dos hombres bajan lentamente la escalera. Uno de ellos lleva en su pecho una cruz verde, la Cruz del Santo Oficio. El otro está armado con un arcabuz. Se

detienen en mitad de la escalera y se señalan entre ellos a Carlos y a Rodrigo, que no los ven.

CARLOS CARLOSSvelar vo' tutto al Re. Revelaré todo al Rey.

RODRIGO RODRIGONo, ti serba alla Fiandra, No, resérvate para Flandes,ti serba alla grand'opra, guárdate para la gran obra,tu la dovrai compire. tú deberás llevarla a cabo.Un nuovo secol d'ôr Tú harás renacer un nuevorinascer tu farai; siglo de oro.regnare tu dovrei, Tú deberás reinared io morir per te. y yo debo morir por ti.

El hombre que acompaña al del Santo Oficio se encara el arcabuz y dispara. El disparo corta súbi-tamente el diálogo y rompe la escena provocando un giro dramático a la acción.

CARLOS CARLOSCiel! La morte! ¡Cielos! ¿Para cuál de los dosPer chi mai! es la muerte?

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RODRIGO RODRIGO(Mortalmente herido)

Per me! ¡Para mí!La vendetta del Re No se podía demorar mástardare non potea! la venganza real.

CARLOS CARLOSGran Dio! ¡Dios mío!

RODRIGO RODRIGOO Carlo, ascolta, Atiende, Carlos: tu madre la madre t'aspetta te espera mañana en San a San Giusto doman; Justo: ella lo sabe todo…tutto ella sa… ¡Ah! Las fuerzas meAh! la terra mi manca… abandonan… ¡Dame la mano,Carlo mio, a me porgi la man!… Carlos! Moriré, pero con elIo morrò, ma lieto in core, corazón satisfecho porque chè potei così serbar he podido asegurar un alla Spagna un salvatore! salvador para España.Ah! di me non ti scordar! ¡Ah! No te olvides de mí.Di me non ti scordar! Tú debes reinar y mi deberRegnare tu dovevi, es morir por ti. ¡Ah!ed io morir per te. Moriré, pero con el corazónAh, io morrò, ma lieto in core, satisfecho porque he podidoche potei così serbar asegurar un salvador paraalla Spagna un salvatore! España. ¡Ah!Ah, di me non ti scordar! No te olvides de mí.Ah, la terra mi manca! La tierra me reclama…la mano a me… a me… Dame la mano…Ah! salva la Fiandra… Salva a Flandes.Carlo, addio! Ah!…ah!… ¡Adiós, Carlos!

(Rodrigo muere. Carlos cae desesperado sobre el cuerpo de Rodrigo)

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ESCENA SEGUNDAEntra Felipe con su séquito, los Grandes de España, el conde de Lerma y el Gran Inquisidor. Nadie

advierte la presencia de la princesa de Éboli que entra disfrazada mezclada con todos ellos.

FELIPE FELIPEMio Carlo, Carlos, a te la spada io rendo… te devuelvo la espada…

(le abre los brazos)

CARLOS CARLOSArretra! ¡Atrás!La tua man di sangue Tus manos están manchadasè intrisa! de sangre. Nos unía unaOrror!… fraterna fidelidad.Una fraterna fede ci unia! Él me quería.Ei m'amava! Sacrificó su vida por mí.La vita sua per me sacrificò!

(Conmovido al descubrir el cadáver de su fiel súbdito, Felipe II se descubre conmovido)

FELIPE FELIPEPresagio mio feral! ¡Funesto presagio!

CARLOS CARLOSTu più figlio non hai! Ya no tienes hijo.I regni miei Mis reinos están unidosstan preso a lui! a su destino.

(Carlos pronuncia estas palabras con la mirada fija en Rodrigo)

FELIPE FELIPEChi rende a me quel'uom? ¿Quién me devolverá este hombre?

(Felipe cae de rodillas junto al cadáver. De repente se oyen las campanas tocando a rebato)

TODOS TODOS(salvo Felipe)

Ciel! Suona a stormo! ¡Cielos! ¡Suena a alarma!

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

PUEBLO PUEBLOPerir dovrà ¡Morirá quién intentechi d'arrestarci attenti detenernos! ¡Heriremos sinferiam! feriam! feriam! temor ni piedad!senza tema, o pietà! ¡No habrá piedad Non abbia alcun pietà para el que se interponga!Tremar dovrà e… ¡Deberá temblar e…

LERMA LERMAIl popol è in furor! ¡El pueblo se ha levantado!

PUEBLO PUEBLO…curvar la testa… …inclinar la cabeza……(sì-tremar-davanti)… …(sí, temblar, adelante)

LERMA LERMAÈ l'Infante ch'ei vuol! ¡Quieren al Infante!

PUEBLO PUEBLO…al popol ultor! …ante el pueblo vengador!

FELIPE FELIPESi schiudan le porte! ¡Que abran las puertas!

SÉQUITO SÉQUITOCiel! ¡Cielos!

FELIPE FELIPEObbedite! Io lo vo'! ¡Obedeced! ¡Es mi deseo!

(El pueblo sublevado entra en escena violentamente, en tropel)

PUEBLO PUEBLOFeriam! Feriam! ¡Nadie nos frenará!Più niun ci arresta! ¡Heriremos sin temor ni

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

Feriam! Feriam! piedad! ¡Sin temor ninè tema, nè pietà! piedad! ¡Deberán temernossenza tema, o pietà, e inclinar la cabezatremar dovrà e curvar la testa, (-¡Sí, temer!)(sì-tremar) ante el pueblo vengador!davanti al popol ultor!

ÉBOLI ÉBOLI(a Carlos, disfrazada)

Va! Fuggi! ¡Vete! ¡Huye!

FELIPE FELIPE(A los insurgentes)

Che volete? ¿Qué queréis?

PUEBLO PUEBLOL'Infante! ¡Al Infante!

FELIPE FELIPE(Señalando a Carlos)

Egli qui sta! ¡Aquí le tenéis!

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORSacrilegio infame! ¡Infame sacrilegio!

PUEBLO PUEBLO(Parados, irresolutos)Il Grand'Inquisitor! ¡El Gran Inquisidor!

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORVi prostrate ¡Postraos ante el Rey!innanzi al Re, che Dio protegge! ¡De rodillas ante aquél queVi prostrate! Dios protege! ¡Postraos!Vi prostrate! ¡De rodillas!

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FELIPE, GRAN INQUISIDOR FELIPE, GRAN INQUISIDORA terra! ¡A tierra!

PUEBLO PUEBLO(Cayendo de rodillas)

Signor, di noi pietà! ¡Apiadaos de nosotros, Di noi pietà! gran señor! ¡Apiadaos!

FELIPE FELIPEGran Dio, sia gloria a te! ¡Gloria sea a Ti, Señor!

PUEBLO PUEBLOSignor… ¡Señor!…

FELIPE, GRAN INQUISIDOR FELIPE, GRAN INQUISIDORGran Dio,… ¡Dios Santo…

LERMA LERMAEvviva il Re! ¡Viva el Rey!

FELIPE, GRAN INQUISIDOR FELIPE, GRAN INQUISIDOR…gloria a te! …Gloria a Ti!

LERMA, GRANDES LERMA, GRANDES DE ESPAÑA DE ESPAÑA

Evviva il Re! ¡Viva el Rey!

PUEBLO PUEBLO…pietà! …piedad!

FIN CUARTO ACTO

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QUINTO ACTO

EL CONVENTO DE SAN GIUSTO

La acción se desarrolla en el claustro del Convento de Yuste o, como dicen los autores, Convento de San Giusto. La escena se repite como en el segundo acto, aunque de noche. Sólo está iluminada

con la luz fría del claro de luna.

ESCENA PRIMERAIsabel entra lentamente y, absorta en sus pensamientos, se acerca a la tumba de Carlos V y se arro-

dilla.

ISABEL ISABELTu che la vanità conoscesti Tú que conociste la vanidad dedel mondo, e godi nell'avel este mundo y ahora gozas en lail riposo profondo, se ancor tumba del descanso eterno,si piange in cielo, piangi si aún se llora en el cielo, llorasul mio dolore, e porta il por mi dolor, y lleva mis pianto mio al trono lágrimas al trono del Señor,del Signor, il pianto mio lleva mi llanto al tronoporta al trono del Signor. del Señor.Carlo qui verrà, sì! ¡Carlos vendrá hasta aquí, sí!che parta e scordi omai… Que parta y olvide…A Posa di vegliar sui giorni Juré a Rodrigo velar por él.suoi giurai. Que siga el destino queEi segua el suo destin, la Gloria le marque.la gloria il traccerà. Mis días están contados.Per me, la mia giornata Francia, noble suelo, tana sera è giunta già! querido en mis años juveniles.Francia, nobil suol, Fontainebleau, hacia tisì caro a'miei verd'anni! se dirigen mis pensamientos.Fontainebleau! su voi Allí Dios escuchóschiude il pensier i vanni! mi juramento de amor eterno,

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Eterno giuro d'amor là y aquella eternidadDio da me ascoltò, sólo duró un día.e quest'eternità Si entre estos vergelesun giorno sol durò. de esta tierra ibéricaTra voi, vaghi giardin Carlos pudiera detenerdi questa terra ibera, sus pasos, todo,se Carlo ancor dovrà riachuelos, fuentes,fermar i passi a sera bosques, flores,che le zolle, i ruscelli, debería cantari fonti, i boschi, i fior armoniosamentecon le lor armonie nuestro amor.cantino il nostro amor.

Addio, addio, bei sogni d'or, ¡Adiós, adiós, bellos sueñosillusion perduta! dorados, perdida ilusión!Il nodo si spezzò, El nudo se cortó,la luce s'è fatta muta! se extinguió la luz.Addio, addio, Adiós, adiós, añosverd'anni ancor! de mi juventud.cedendo al duol crudel, El corazón sólo tiene un deseoil cor ha un sol desir: cuando se cede al dolorla pace dell'avel! más cruel: ¡la paz de la tumba!

Tu che la vanità conocesti Tú che conociste la vanidad dedel mondo… este mundo…

Se ancor si piange in cielo, Si aún se llora en el cielo,ah! il pianto mio reca mi llanto dedico al Señor.appie' del Signor!

ESCENA SEGUNDA

CARLOS CARLOSÈ dessa! ¡Es ella!

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ISABEL ISABELUn detto, un sol; Una palabra, una sola nada más,al ciel io raccomando y encomendaré al cieloil pellegrin che parte; al peregrino que parte.e poi sol vi domando Sólo pido que me olvidese l'oblio della vita. de por vida.

CARLOS CARLOSSì, forte esser vogl'io: Sí, quisiera ser fuerte, peroma quando è infranto amore, cuando el amor es amor despechado,pria della morte uccide. mata antes que la muerte.

ISABEL ISABELNo, pensate a Rodrigo! ¡No! Piensa en Rodrigo.Non è per folli idee No se sacrificóch'ei si sacrificò! por ideas insensatas.

CARLOS CARLOSSulla terra fiamminga A él erigiré sobre tierraio vo' che a lui s'innalzi flamenca una excelsa ysublime, eccelso avel, sublime tumbaqual mai ne ottene un re como nunca tuvo un Rey,tanto nobil e bel. por ser el más noble y generoso.

ISABEL ISABELI fior del paradiso Las flores del paraísoa lui sorrideranno! le sonreirán.

CARLOS CARLOSVago sogno m'arrise… Un sueño incierto me hizoei sparve: e nell'affanno sonreír… y se desvaneció.un rogo appare a me, Y, en la ansiedad, un ruego se meche springe vampe al ciel. apareció que ascendió flameanteDi sangue tinto un rio, hasta el cielo. Un río tinto de

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resi i campi un avel, sangre, los campos convertidosun popolo che muor, en tumbas, un pueblo que mueree a me la man protende y que me tiende la mano comosi come a Redentor, si fuera su redentor en nei dì della sventura. el día de su desventura.A lui n'andrò beato, Por él marcharé feliz,se, spento o vincitor, ya muera o venza,plauso o pianto m'avrò me vea aplaudido o llorado,dal tuo memore cor! por tu recordado corazón.

ISABEL ISABELSì, l'eroismo è questo Sí, ésta es la sagrada llamasua sacra fiamma! del verdadero valor.L'amor, che i forti El amor que inflamainfiamma! las fuerzas, el amor que haceEi fa dell'uomo un dio! del hombre un dios. ¡Ve, noVa! di più non tardar, tardes! Ve, no tardes más y e salva un popolo che muor! salva a un pueblo que muere.

CARLOS CARLOSSì, con la voce tua Sí, aquel pueblo quella gente m'appella… me llama con tu voz…

ISABEL ISABELIl popol salva! ¡Salva a aquel pueblo!

CARLOS CARLOS…e se morrò per lei, …y si acaso muero por ellos,la mia morte fia bella. será la más bella muerte.

ISABEL ISABELVa, va, di più non tardar! Ve, ve, no tardes más.

CARLOS CARLOSSì, mia morte fia bella! ¡Sí, será la muerte más bella!

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Alfredo J. Díaz DON CARLOS, BUENA EXCUSA

ISABEL ISABELVa, di più non tardar… Ve, no te demores……e salva un… …y salva a un…

CARLOS CARLOSSì, mia morte fia bella! ¡Mi muerte será hermosa!

ISABEL ISABEL…popolo che muor! …un pueblo que agoniza.

CARLOS CARLOSMa pria di questo dì, Aún ahora ningún poderalcun poter uman humano podría separar midisgiunta non avria mano de la tuya. El honorla mia della tua man! ha vencido en este momentoMa vinto in sì gran dì sobre mi amor, que llevol'onor ha in me l'amore; impreso en mi menteimpresa a questa par y en mi corazón.rinnova e mente e core! No ves, Isabel:Non vedi, Elisabetta! te tengo abrazada io stringo al mio sen, contra mi pechonè mia virtù vacilla, y ni mi virtud vacilanè ad essa mancherò! ni mancharé la tuya.Or che tutto finì ¿Lloras ahora quee la man io ritiro todo ha terminado ydella tua man, tu piangi? retiro mi mano de la tuya?

ISABEL ISABELSì, piango, ma t'ammiro. Sí, lloro, pero es con Il pianto gli è dell'alma, admiración. Son lágrimas quee vederlo tu puoi, nacen del alma, y puedes verquale pianto versar que estas lágrimas de mujerle donne son pegli eroi! se derraman por los héroes.Ma lassù ci vedremo Pero desde el Cielo veremos

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in un mondo migliore, un mundo mejor.dell'avennir eterno Para nosotros ya suenansuonan per noi già l'ore; las campanas del eterno porvenir.e là noi troverem Encontraremos ennel grembo del Signor el seno del Señor el ansiadoil sospirato ben anhelo que escapará con che fugge in terra ognor! nosotros de este mundo.

CARLOS, ISABEL CARLOS, ISABELMa lassù ci vedremo Pero en el Cielo in un mondo migliore… encontraremos un mundo mejor.

CARLOS CARLOS…del'avennir eterno… …en el eterno porvenir…

ISABEL ISABEL…del'eterno avennir… …en el porvenir eterno…

CARLOS CARLOS…suonan per noi …suenan las campanasgià l'ore… por nosotros…

ISABEL ISABEL…suonan già …ya suenan por nosotrosper noi l'ore… las campanas…

ISABEL, CARLOS ISABEL, CARLOS…e là noi troverem, …y allá encontraremosstretti insiem nel Signor, en el seno del Señor,e noi là troverem, la felicidad questretti insiem nel Signor, se nos ha negadoil sospirato ben en la tierra.che fugge in terra ognor!

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ISABEL ISABELIn tal dì che per noi En este día que yanon avrà più domani… no tendrá un mañana…

CARLOS, ISABEL CARLOS, ISABEL…tutti i nomi scordiam …recordaremos todos losdegli affetti profani. nombres del afecto profano.

CARLOS CARLOSTutti nomi scordiam… Recordaremos todos los nombres…

ISABEL ISABELTutti nomi scordiam… Recordaremos todos los nombres…

ISABEL, CARLOS ISABEL, CARLOS…degli affetti profani. …del afecto profano.

CARLOS CARLOSAddio, mia madre! ¡Adiós, madre mía!

ISABEL ISABELMio figlio, addio! ¡Adiós, hijo mío!

CARLOS CARLOSEterno addio! ¡Adiós para siempre!

ISABEL ISABELEterno addio! ¡Adiós para siempre!

CARLOS CARLOSAddio! ¡Adiós!

ISABEL ISABELAddio! ¡Adiós!

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CARLOS CARLOSPer sempre addio! ¡Adiós para siempre!

ISABEL ISABELPer sempre addio! ¡Adiós para siempre!Per sempre! Para siempre.

ESCENA TERCERAEntra Felipe acompañado por el Gran Inquisidor y los Oficiales del Santo Oficio.

Toma a la Reina por el brazo.

FELIPE FELIPESì, per sempre! ¡Sí, para siempre!Io voglio un doppio ¡Quiero un doble sacrificio!sacrifizio! Il dover mio He cumplido con mi deber.farò. Ma voi? ¿Y vos?

(al Gran Inquisidor)

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORIl Santo Uffizio El Santo Oficioil suo farà! cumplirá con el suyo.

ISABEL ISABELCiel! ¡Cielos!

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORGuardie! ¡Guardias!

CARLOS CARLOSDio mi vendicherà! ¡Dios me vengará!Il tribunal di sangue Con su mano despedazaráSua mano spezzerá! este tribunal de sangre.

Carlos, defendiéndose, retrocede hacia la tumba de Carlos V. La reja se abre y aparece por ella el misterioso fraile. Es Carlos V vestido con la corona y el manto real.

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FRAILE FRAILEIl duolo della terra La angustia terrenal nos nel chiostro ancor ci segue; persigue aun en el claustro.solo del cor la guerra Sólo se calmará la pugna delin ciel si calmerà. corazón en el cielo.

GRAN INQUISIDOR GRAN INQUISIDORE la voce di Carlo! ¡Es la voz de Carlos!

TODOS TODOS(salvo Felipe y el Gran Inquisidor)

È Carlo Quinto! ¡Es Carlos V!

FELIPE FELIPE(asustado, sobrecogido)

Mio padre! ¡Es mi padre!

ISABEL ISABELOh, ciel! ¡Cielos!

(Carlos V atrae a don Carlos hacia el claustro mientras el telón cae lentamente)

CORO DE FRAILES CORO DE FRAILESCarlo il sommo imperatore Carlos, el sumo emperador,non è più che muta cenere. ya no es más que muda ceniza.

FIN DEL QUINTO ACTO Y DE LA ÓPERA

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