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I NSTITUTO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA DEL DISTRITO FEDERAL 2012 Ciudad de México Metrópoli Científica Una historia de la ciencia en situación JUAN JOSÉ SALDAÑA EDICIONES AMATL

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INSTITUTO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA DEL DISTRITO FEDERAL

2012

Ciudad de MéxicoMetrópoli Científica

Una historia de la ciencia en situación

JUAN JOSÉ SALDAÑA

EDICIONES AMATL

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ÍnDICE

Presentación p. 9.

Preámbulo: la ciencia en situación p. 13.

Capítulo ITradición científico-técnica en la Cuenca de México

Marco natural, p. 29; Las fuentes de información y cuestiones de mé-todo, p. 33; De las aldeas a la protourbanización: primeras técnicas, p. 40; Teotihuacan-Tollan: la gran ciencia tolteca, p. 42; La disemi-nación de la ciencia tolteca, p. 54; Tula, p. 55; La migración tolteca-chichimeca y los nuevos estados, p. 58.

Capítulo IISurgimiento del Imperio Mexica

Crisis regional: soluciones políticas y técnicas, p. 65; La ciudad de Tenochtitlan, p. 76; Ciencia y técnica indígenas, p. 84.

Capítulo III Pueblo del agua

Ciencia y arte hidráulico en Tenochtitlán, p. 99; Técnica y política: El acueducto de Chapultepec, p. 103; Rituales y técnica: acueducto, albarradón y manantiales, p. 107; Acondicionamiento urbano: calza-das-dique y albarradón, p. 112; Estanques y otros servicios hidráuli-cos, p. 116; Persistencia en el tiempo del arte hidráulico, p. 118.

Capítulo IV Pueblo de herbolarios: Botánica y Zoología Mexicas

Un tardío reconocimiento, p. 135; La recuperación nacionalista, p. 149; Los jardines botánicos y zoológicos mexicas, p. 160; Justificación y validación social del conocimiento botánico, p. 168; La escritura botánica mexica, p. 183; La pervivencia de la botánica mexica, p. 190.

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Capíulo V La ciencia criolla

La visión del Nuevo Mundo: Despojados de los privilegios de sus pa-dres, p. 199; La ciudad de México y su universidad, p. 202; La visión providencialista de la naturaleza y de los hombres americanos, p. 215.

La ciencia admirativa: Las verdades pre-establecidas, p. 219; “Causas próximas de efectos misteriosos de los Indianos problemas”, p. 221; Un libro “acomodado a los sujetos particulares” de la ciudad, p. 234.

La ciencia inquisitiva: La cultura científica moderna, p. 249; Anti-guos y modernos, p. 252; Los inicios de la cultura científica moderna en la ciudad de México, p. 254; Diego Rodríguez, p. 256; Carlos de Sigüenza y Góngora, p. 257; El inicio de la modernización en España y Nueva España, p. 263; Las bibliotecas científicas de particulares en la ciudad de México, p. 272; José Antonio Alzate y la ciencia local, p. 277; Condiciones de viabilidad para la ciencia mexicana, p. 280; La historia de la ciencia nacional, p. 288; Joaquín Velázquez de León y sus estudios del Valle de México, p. 303.

Capítulo VI La Ciencia y la Revolución de Independencia

Los antecedentes, p. 317; Revolución y militarización de la ciencia, p. 323; La Independencia y la institucionalización de la ciencia, p. 327; La política: de lo privado a lo público en la ciencia, p. 329; La ciencia pública, un proyecto conservador, p. 332; La ciencia pública, un pro-yecto liberal, p. 336.

CapítuloVIIDos modelos de desarrollo

con la participación de la ciencia

De regreso a lo privado en materia científica, p. 345; Los inicios de una política científica, p. 347; Francisco Díaz Covarrubias: Las coor-denadas geográficas de la ciudad, p. 354; La segunda institucionali-zación de la ciencia en la ciudad de México, p. 360; La investigación

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científica en la capital, p. 368; Nuevos públicos para la ciencia en la ciu-dad de México, p. 371; Conferencias públicas en la Escuela Nacional Preparatoria, p. 373; “Un banquete de luz”: la exposición de electrici-dad, p. 382; Un tratado tecnológico mexicano para la industria de la seda. La tecnología y su historia, p. 390; José de la Luz Gómez, p. 396; La ciencia en el cajón, p. 407; La ciencia en toda su “pureza”, p. 412.

Capítulo VIIICiencia y Revolución en la ciudad de México

La ciencia en una sociedad democrática, p. 419; El Primer Congreso Científico Mexicano, p. 431; La Universidad Nacional, p. 443; La po-lítica social y la política científica de la Revolución, p. 449; Aeronáu-tica y construcción de aeroplanos en Balbuena, p. 455.

Capítulo IXHacer ciencia en los años posrevolucionarios

Biología y conservación de la naturaleza: La “función revolucio-naria” de los científicos, p. 469; Un científico de izquierda, p. 473; La experiencia formativa en el extranjero, p. 475; Construyendo la cien-cia nacional, p. 477; El panamericanismo científico, p. 485; El conser-vacionismo en México y el “sector externo”, p. 490.

Los cimientos de la ciudad de México: “Suelo indefinidamente compresible”, p. 498; La ingeniería se vuelve “tecnológica”, p. 502; La ciudad de México “el paraíso de la Mecánica de Suelos”, p. 516; Un ‘“rascacielos” para la capital: la Torre Latinoamericana, p. 527.

Capítulo XDesde un alto en el camino

Logros significativos y un amplio espectro de demandas sociales, p. 535; La expansión científica en la ciudad y en el país, p. 538; Un plan para la ciencia, p. 550; La coordinación y el financiamiento de la actividad científica, p. 554; La descentralización, p. 568; Un nuevo Leviatán científico para el país, p. 573.

Lecturas recomendadas, p. 581.

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capítulo ii

Surgimiento del Imperio Mexica

Crisis regional: soluciones políticas y técnicas

El proceso migratorio significó para la Cuenca de México un aumento acelerado y sostenido de su población (que alcanzó una cifra cercana al millón y medio de habitantes) y, consecuentemente, de sus necesidades de espacio y de alimentos. De hecho, para 1519 muy pocas áreas de la cuenca permanecían sin ser ocupadas. Estos factores dan cuenta, por una parte, de un incremento considerable en la urbanización de la zona y, por la otra, de una profunda inestabilidad política como consecuencia de los conflictos que se generaron para la obtención de tierras y tributos. Cinco gobiernos regionales en continua competencia social y política se establecieron durante la fase migratoria: tepaneca, acolhua, chalca, xochimilca y culhua. Estas condiciones de crisis políticas continuas explican por qué, con el establecimiento del imperio mexica, y la integración económica y política de la cuenca, se presentó una oportunidad para innovar en materia hidráulica y agrícola mediante la extensión de estas técnicas a toda la zona pero en forma particularmente intensiva en el sistema lacustre de Chalco y Xochimilco (10 mil hectáreas) bajo la administración centralizada mexica.74 A este periodo correspondieron, como afirma Parsons, “mayores niveles de productividad económica estrechamente vinculados con las innovaciones tecnológicas y de organización.”75

Este nuevo poblamiento de la Cuenca por parte de los toltecas-chichimecas ha sido llamado “la restauración tolteca”.76 En efecto, así se le puede considerar pues la Cuenca de México había sido ocupada por la migración tolteca inicial que se produjo a la caída de Teotihuacan y, más tarde, la de su heredera Tula, así como de la más

74. Jeffrey R. Pearson, “The Role of Chinampa Agriculture in the Food Supply of Aztec Tenochtitlan”, en Charles Cleland, Cultural Change and Continuity, New York, Academic Press, 1976, p. 253.75.  Jeffrey R. Parsons, “Los Mexicas”, El Poblamiento..., tomo I (El México pre-hispánico), p. 227.76.  Pablo Escalante, Los códices mesoamericanos..., p. 135.

La fundación de México-Tenochtitlan constituye el acto político de mayor trascendencia de la sociedad mexica ya que fue también la de un Estado que marcaría la historia posterior de una amplia región del territorio que hoy forma parte de México.

En: Códice Mendocino, 2r.

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reciente de las tribus tolteca-chichimecas que también hicieron suyo el patrón cultural, científico-técnico, económico y político tolteca. Esta “restauración” o resurgencia77 tolteca hizo que en el Posclásico los pueblos asentados en la Cuenca fueran efectivamente de cultura tolteca o se hubieran asimilado a ella. Es decir, que todos ellos compartían un sistema de formas y símbolos culturales, políticos y cognoscitivos, al igual que gran parte de Mesoamérica. Convenciones similares primaron en materia de organización política, diseño urbanístico, estilos artísticos, producción de alimentos y artesanías, cosmovisión, religión, escritura; y, desde luego, en cuanto a técnicas diversas y a conocimientos se refiere también. Este fue sin duda un elemento que aportaba la espesura cultural necesaria para la homogenización de estos pueblos, pero aún insuficiente para consolidar por sí misma a la sociedad en tanto que organización que promueve la potencialidad de las capacidades humanas y que organiza y transmite su cultura para resolver la problemática de la vida. La cultura permitió que la vida social se desarrollara en esta amplia y poblada región pero, ante las serias perturbaciones que se le presentaban, su viabilidad a largo plazo (alimentaria, defensiva, productiva, comercial, etc.) requirió de otros elementos también.

Tomando en cuenta la información arqueológica disponible, tenemos que la densidad poblacional en la cuenca era muy alta, de 200 personas por km2 y la densidad agrícola era de 300 personas por km2,78 por lo que la viabilidad solamente podía asegurarla un componente político nuevo: un Estado centralizado. Para superar las divisiones y enfrentamientos políticos continuos que se venían produciendo79

77.  Nigel Davies, The Aztec Empire. The Toltec Resurgence, Oklahoma, University of Oklahoma Press, 1987. 78.  Ver W. T. Sanders, “Ecological Adaptation...”, p. 190.79.  Según refiere Alva Ixtlilxóchitl la alianza inicial fue entre Tenochtitlan y Tetzcoco para combatir a los tepanecas encabezados por Maxtla: “…entraron en consejo todos los Señores, capitanes y gente ilustre y acordaron de confederarse [los de Tenochtitlan] con Nezahualcoyotzin legítimo sucesor, así porque venía también sobre ellos [el tirano Maxtla] y estaban declarados por traidores contra su padre el Rey Ixtlixuchitl, como por otras muchas razones que acerca de esto se hallaron, y así acordaron de enviarle sus embajadores, y enviar á Moteczuma, su primo, legítimo sucesor del reino de México y á otros dos caballeros, el uno llamado Totopilatl y el otro Telpox, embajadores de los Reyes Ixcohuatzin de Tenuchtitlan y Ouauhtlatohuatzin de Tlatelulco, porque á esta ocasión sucedió, que demás de todo lo referido, los tenía cercados y para acabarlos de destruir con grandes guerras, defendiéndose los Mexicanos valerosamente.” Alva Ixtlilxóchitl, Obras históricas..., tomo I, pp. 221-222.

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se necesitaba una organización política y militar con capacidad para organizar y resolver eficientemente los diferentes aspectos de la vida como había sido el caso en el periodo clásico con Teotihuacan o en el Posclásico temprano con Tula. Y, de hecho, así fue como aconteció pues una vez que una organización política eficaz pudo establecerse en la Cuenca hacia 1428, fecha en la que resultó vencido el imperio tepaneca, fue posible resolver las tensiones que generaba el aumento constante de la población. En efecto, en forma concomitante al surgimiento de la Triple Alianza (Tetzcoco, México-Tenochtitlan y Tlacopan, los Hueitlatocayotl), y como su consecuencia, se produjo el desarrollo de técnicas comunes como, por ejemplo, la formación artificial de suelo en las zonas lacustres para uso urbano y para la creación de grandes sistemas de producción agrícola (chinampas), así como las obras requeridas para la construcción de importantes trabajos de arte hidráulico (acueductos, calzadas-diques a través del lago, canales, y otras).80 Con ello se pudo satisfacer eficientemente la demanda tanto de espacio vital como de alimentos y construirse la vida urbana.

80.  Brigitte Boehm, Formación del Estado en el México Prehispánico, Uruapan, El Colegio de Michoacán, 1986, p. 239 y Ángel Palerm, Obras hidráulicas...

Las capitales de la Triple Alianza o Hueitlatocayotl: Tetzcoco, Mexico-Tenochtitlan y Tlacopan

En: Códice Osuna, 2r.

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El surgimiento de un centro político predominante se volvió así una necesidad política en el siglo XIV. La presión demográfica sobre las zonas agrícolas y la crisis política permanente que se vivía en la región fueron detonantes para que los actores políticos (Itzcóatl tlatoani de Tenochtitlan, Nezahualcóyotl de Tetzcoco y Totoquihuatzin de Tlacopan) encontraran en esos hechos los motivos para el cambio político y social que se estaba imponiendo, procediendo en consecuencia a la formación de un estado centralizado que por la vía militar habría de imponer su hegemonía política, económica y cultural a los otros reinos que existían en la Cuenca de México. En poco tiempo el nuevo Estado, con Tenochtitlan a la cabeza, se orientaba hacia un carácter imperial. Hacia 1450, bajo Moctezuma I, el imperialismo mexica fue por primera vez más allá de los límites de la Cuenca de México y a la llegada de los españoles algunas décadas después, ejercía ya un control político sobre una superficie de 200 mil km2 y sobre una población estimada entre 5 y 6 millones.81

81.  William T. Sanders, “Ecological Adaptation…”, p. 194.

Límites aproximados del Imperio Mexica en 1519

En: Concepción Obregón Rodríguez, “La zona del Altiplano Central en el Pos-clásico: la etapa de la Triple Alianza”, en Linda Manzanilla y Leonardo López Lujan (Compiladores), Historia antigua de México, vol. III, p. 300.

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En Tenochtitlan el nuevo orden político se impuso a partir del ascenso de Itzcóatl al poder en 1427 y su triunfo sobre los tepanecas de Azcapotzalco en 1428. La nueva organización política de la sociedad expresaba también la estratificación social a la que se había llegado. Con motivo de la guerra contra Azcapotzalco los macehualtin o plebeyos se opusieron a que Tenochtitlan participara en ella por temor a ser derrotados y sufrir una dominación aún mayor por parte de los tepanecas. Esto originó la concentración del poder a partir de entonces en manos de los pipiltin, la nobleza militar, “los hijos de los principales” que advirtió a los plebeyos: “si tenemos tanta ventura, y salimos con nuestra empresa, y sujetamos á yugo á los tepanecas, [...] vosotros jamás seréis tenidos por principales, sino por mazehuales vasallos nuestros”.82 A partir de entonces la nobleza empezaría a recibir tierras para su usufructo por sus méritos guerreros pudiendo contar con los mayeques, o siervos sin tierras, para trabajarlas. Los macehualtin, el común del pueblo , en cambio, agrupados en los calpulli perderían su carácter tribal o gentilicio que les permitía participar en la toma de decisiones políticas, pasando a ser los calpulli solamente unidades territoriales y profesionales que mantenían en forma comunal la propiedad y distribución de las tierras. Otra categoría social que cobró fuerza con el establecimiento del imperio fueron los mercaderes quienes fueron asimilados a la nobleza.

Con lo anterior se puso en marcha una “revolución social”, como la llamó Nigel,83 que dio lugar a una serie de transformaciones que sirvieron de cimiento al nuevo Estado y de fortalecimiento

82. Hernando Alvarado Tezozomoc, Crónica Mexicana, 3ª edición, México, Editorial Porrúa, 1980, p. 243.83.  Davies Nigel, Los Mexicas..., p. 187.

Los mexicas conquistan a Tehuantepec

En: Códice Duran, Lámina 31.

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a las ciudades de Tenochtitlan, Tlacopan y Tetzcoco.84 Entre tales reformas estuvieron la generalización de diversos sistemas de riego y de una agricultura intensiva así como la construcción de un sistema hidráulico de grandes proporciones en la zona lacustre;85 la organización y movilización de gran cantidad de mano de obra para la agricultura y las obras públicas por el Estado mismo;86 la creación y organización de un sistema de trojes estatales para almacenar alimentos;87 el desarrollo de una comunicación acuática segura dentro del lago que permitía la transportación de todo tipo de materias primas y de productos para un mercado regional;88 el restablecimiento a la vez que adaptación del modelo o paradigma cultural y político tolteca;89 el establecimiento de dos instituciones para dar educación a los jóvenes según su origen social: el Tepochcalli (escuelas de los barrios) para el pueblo llano o macehualtin, donde se impartía entrenamiento militar y cierta forma de conocimiento

84.  En Texcoco, de la misma manera, Nezahualcóyotl impulsó reformas como fueron la organización de la ciudad en barrios, la creación de escuelas en las que, entre otras enseñanzas, había “mazehuales que entendían las cosas de la república” y “Calpixques …que tuviesen cuidado de la gente menuda y de mandar hacer las sementeras…”, Fernando Alva Ixtlilxóchitl, Obras históricas..., tomo I, p. 231; además de todo un conjunto de disposiciones para el funcionamiento de la ciudad, pp. 236-239.85.  Palerm ha reconstruido este sistema. Ángel Palerm, Obras hidráulicas… 86. “En las obras públicas intervenían los principales reinos de la Cuenca. Contribuían artesanos calificados, que eran parte importante de la población urbana, así como masas de trabajadores, y al mismo tiempo aportaban los materiales de construcción.” Pedro Carrasco, Estructura político-territorial del Imperio tenochca. La Triple Alianza de Tenochtitlan, Tetzcoco y Tlacopan, México, Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 561.87.  Sahagún menciona al respecto: “Otra sala del palacio se llamaba petlacalco. En este lugar posaba un mayordomo del señor que tenía a cargo y cuenta de todas las troxes de los mantenimientos de maíz que se guardaban para proveimiento de la ciudad y república, que cabían a cada uno dos mil hanegas de maíz, en las cuales había maíz de veinte años, sin dañarse. También había otras troxes en que se guardaba mucha cantidad de frisoles. Había también otras troxes en que se guardaban todos los géneros de bledos y semillas que se llaman chía y huauhtli y chiantzótzol. Había otras troxes en que se guardaban la sal gruesa por moler, que la traían por tributo de tierra caliente. También había otras troxes en que se guardaban fardos de chile y pepitas de calabazas…” en Bernardino de Sahagún, Historia General de las cosas de Nueva España, tomo I, Introducción, paleografía y notas de Alfredo López Austín y Josefina García Quintana, México, Alianza Editorial Mexicana-CONACULTA, 1989, p. 319.88.  “La laguna parece hervir con chalupas volando de aquí para allá a la ciudad y llevando lo necesario para la vida de las poblaciones vecinas y limítrofes…”, Francisco Hernández, Antigüedades de la Nueva España, Traducción y notas de Joaquín García Pimentel, México, Editorial Pedro Robredo, 1945, p. 69.89.  Parsons habla de un modelo mexica diferente al teotihuacano en materia agrícola, centralizado el primero y descentralizado el segundo.

Se desarrolló un comercio in-tensivo y a larga distancia

En: Códice Florentino, f316.

Los sistemas agrícolas se ex-pandieron para el abasto de alimentos a la población

En: Códice Florentino, f315.

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técnico y adiestramiento para el trabajo,90 y el Calmecac, para los nobles o pipiltin, que era el principal recinto de conservación de una gran biblioteca y de transmisión de los conocimientos de todo tipo;91 un sistema tributario complejo y bien administrado;92 una organización legal y judicial;93 y una estructura militar capaz de mantener el funcionamiento del sistema político.94

A la actividad constructiva y la producción agrícola men-cionadas se deben agregar la nueva actividad artesanal destinada a la fabricación de objetos útiles y la suntuaria que se realizaba en grandes proporciones en la ciudad de Tenochtitlan en el marco del nuevo estado de cosas. En cuanto a la artesanal las novedades, según Parsons, fueron: “mayor variedad de cerámica para usos más especializados: comales y molcajetes para la preparación de alimentos; alfarería con marca de tela para hacer sal, y malacates para hilar algodón y fibras de maguey”.95 En cuanto a la suntuaria, su demanda era resultado del surgimiento de una burocracia que no cesaba de crecer con la extensión del imperio y la ampliación e importancia de sus funciones, la cual acudía al lujo como símbolo de su posición social. Así, objetos del arte plumaria, joyas y atuendos ceremoniales fueron producidos por artesanos especializados para el mercado

90.  El saber artesanal se transmitía en los barrios de artesanos y en los talleres familiares. Zorita, señala: “tenía cargo de ellos un viejo para los recojer y doctrinar y les hacía traer leña para el templo y repararlos y lo mismo las casas en que se recogía y en labrar y beneficiar las tierras y heredades que tenían para se sustentar”, Alonso de Zorita, Relación de la Nueva España, tomo I, segunda edición, México, CONACULTA, 2011, p. 373. Sahagún también señala que: “Los ya grandecillos iban a traer a cuestas la leña del monte que era necesaria para quemas en la casa del calmecac cada noche, y cuando hacían alguna obra de barro, o paredes, o maizal, o zanjas, o asequias, íbanse todos juntos a trabajar en amaneciendo.” Bernardino de Sahagún, Historia General..., p. 228.91.  Pablo Escalante, “La etapa indígena”, en Dorothy Tanck de Estrada (Coor-dinadora), La educación en México, México, El Colegio de México, 2010; Alfredo López Austin, La educación de los antiguos nahuas, 2 vols., México, Secretaría de Educación Pública, 1985.92.  La estructura imperial y en particular el sistema tributario de Tenochtitlan se encuentra descrito en Pedro Carrasco, Estructura político-territorial…, capítulos XVIII, IX y X.93.  Alfredo López Austin describe el orden judicial mexica en: “Organización política en el Altiplano Central de México durante el Posclásico”, en Mesoamérica y el centro de México, México, INAH, 1985, p. 220.94.  La estructura militar es descrita en: Pedro Carrasco, Estructura político-territorial…, capítulo XXXI.95.  Jeffrey Parsons, “Los Mexicas...”, p. 223

El Calmecac y otras instituciones para la educación y el acervo de los conocimientos

En: Códice Mendocino, 61r.

Las obras públicas cobraron gran im-portancia. Arriba: puente de madera sobre una corriente de agua; abajo: transporte acuático de materiales de construcción para la reparación de un templo.

En: Códice Mendocino, 64r y 63r.

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local y regional.96 La población de Tenochtitlan mayoritariamente se ocupaba de ella y cada vez menos de la producción de alimentos.

Ahora bien, organizar y administrar las materias primas provenientes de la cuenca misma y de otras zonas distantes (como, por ejemplo, los materiales de construcción, el algodón, las plumas o las piedras preciosas) necesarias para el trabajo artesanal, junto con las tareas agrícolas, técnicas diversas y militares requirió también de organizar y administrar trabajo y saber técnico especializado. De hecho, como ha señalado Carrasco, parece haber existido una división de especialidades y de complementación entre las tres naciones aliadas para conseguir una administración eficiente. Tenochtitlan tenía un ejército más fuerte y su rey actuaba “como dirigente de los ejércitos de la Alianza”; Tetzcoco tenía mayor autoridad en las obras públicas, como diques y calzadas, y en la organización judicial; y los tepanecas de Tlacopan se ocupaban preferentemente de la administración del tributo y el comercio.97

El Estado funcional y eficaz que se estableció tuvo en la ciudad de Tenochtitlan su mayor expresión,98 si bien por breve tiempo pues menos de un siglo después cayó derrotada en 1521 por factores exógenos a su propia constitución. Tenochtitlan se había convertido hacia 1430 en la fuerza militar y política hegemónica de carácter regional por sus conquistas militares y el poder político y económico que llegó a concentrar, mismo que se sustentaba en la vigorosa tradición cultural, científica y técnica tolteca que empezara más de un milenio atrás en Teotihuacan y se continuara más tarde en Tula.99 El sentido histórico que ello tuvo fue el de formar un

96.  Para la producción de objetos artesanales de carácter suntuario véase: José Servín Palencia, “Las artes menores”, en Esplendor del México Antiguo, tomo I, 2ª edición, México, Centro de Investigaciones Antropológicas de México, Editorial del Valle de México, 1976, pp. 379-410.97.  Pedro Carrasco, Estructura político-territorial…, p. 587.98.  Tetzcoco también tuvo un papel importante en la Triple Alianza y por algún tiempo dominante. Para una visión de conjunto de la vida en esta ciudad véase: José Luis Martínez, Nezahualcóyotl...99.  Sobre la influencia tolteca en Tenochtitlan y la expedición de Moctezuma I para buscar la “patria de sus antecesores” véase: Paul Kirshoff, “El imperio Tolteca y su caída”, en Jesús Monjarás-Ruiz, et al. (Comp.), Mesoamérica y el centro de México. Antología, INAH, Serie Antropología, 1989, p. 272. Sobre la naturaleza e importancia de la influencia tolteca véanse: Eduardo Matos Moctezuma, “Teotihuacan y Tula: su presencia en Tenochtitlan”, en María Elena Ruiz Gallut (Ed.), Ideología y política a través de materiales, imágenes y símbolos, México, UNAM, 2002; Enrique Florescano,

Los pueblos tributarios aporta-ban gran cantidad de productos a la Triple Alianza. En esta lámina se observan los topónimos de los pueblos y los productos que entregaban como tributo, entre los cuales están piedras preciosas, plumas, pájaros, pieles, ámbar y cacao.

En: Códice Mendocino, 47r.

Glifo para “tianguis”. En Tlate-lolco y Tenochtitlan funcionaban grandes mercados regionales

En: Códice Mendocino, 67r.

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ambiente político nuevo, complejo, con diversidad de élites, de etnias, saberes científicos y técnicos para el conocimiento y manejo de los fenómenos naturales y, sobre todo, apto para la innovación política y administrativa que habría de permitir, entre otras cosas, el establecimiento de un poderoso ejército, un sistema hidráulico en la zona lacustre, el cultivo agrícola intensivo en la región, una organización y un registro tanto de los habitantes de la ciudad como de los pueblos tributarios para la obtención de trabajo y de todo tipo de riquezas necesarias para su sustento y el financiamiento del gran aparato del Estado. El resultado fue el México-Tenochtitlan que encontraron los españoles a su llegada a la cuenca en 1520.

El Templo Mayor de Tenochtitlan, que conocieron los españoles a su arribo, era un magnífico edificio cuyos constructores habían

Los orígenes del poder…; y Leonardo López Luján, La recuperación mexica…

Tlatoque que reinaron en Tenochtitlan. Códice Aubin.

Las casas de Moctezuma II permiten comprender la fuerza y la presencia del Estado mexica. En la imagen se observa el trono y los aposentos destinados a los señores confederados y a los aliados de Tetzcoco y Tlacopan; así como las salas del consejo de guerra y el consejo de gobierno. En: Códice Mendocino, 69r.

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resuelto problemas de ingeniería complejos para su cimentación dado el suelo poco consolidado del islote en que se le edificó, usando para ello un sistema de pilotes para el sostenimiento de su pesada estructura, lo que debe considerarse un logro propiamente mexica. Su ubicación es también sobresaliente y el resultado de un cálculo matemático preciso propio del saber científico acumulado que provenía en su origen de los toltecas. Jesús Galindo ha demostrado que al igual que la Pirámide del Sol y otras construcciones existentes en otras ciudades mesoamericanas, el Templo Mayor tenía una alineación solar (definida por un número calendárico) que permitía la observación del ocaso solar tanto por el poniente como por el oriente dada su distribución en la parte superior que daba la posibilidad de hacer observaciones en ambas direcciones por el pasillo que separaba a los dos aposentos que ahí se encontraban. La alineación solar sucede en el ocaso del 9 de abril y el 2 de septiembre y la de la madrugada el 4 de marzo y el 9 de octubre. Desde la primera alineación (9 de abril) transcurren 73 días para que llegue el solsticio de verano, y 73

Templo Mayor de Tenochtitlan. En: Códice Ixtlixóchitl, 112v.

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días después la segunda alineación (2 de septiembre). Ahora bien, advierte Galindo, “El tiempo transcurrido entre la alineación del 2 septiembre y la del 9 de abril es justamente de 219 días, es decir, tres veces 73 días.”100 Y lo mismo ocurre con las del 4 de marzo y el 9 de octubre pero respecto del solsticio de invierno. Finalmente, 73 es la quinta parte de 365. Más adelante veremos las implicaciones de estas observaciones astronómicas para la vida práctica de los mexicas.

La ciudad de Tenochtitlan

Los relatos de lo que encontraron y vieron los españoles al llegar a la ciudad mexica se hallan en las Cartas de Relación y en el mapa de la ciudad que envió Hernán Cortés al Emperador Carlos V, así como en la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España que escribió Bernal Díaz del Castillo. Cortés informaba a su soberano, en forma breve, sobre lo que descubría según el orden de los acontecimientos tal y como se fueron sucediendo. Díaz del Castillo, en cambio, hizo un recuento memorioso muchos años después de lo que vivió como soldado durante la Conquista y para desmentir a algunos cronistas posteriores con su testimonio de lo que él observó. Ambos relatos son coincidentes en su mayor parte y también con lo que otros cronistas relataron sobre la ciudad posteriormente.

Según refiere Bernal Díaz fue Diego de Ordaz, uno de los capitanes de Cortés, junto con dos soldados españoles quien primero avistó a Tenochtitlan por haber ascendido hasta la boca del volcán Popocatépetl: “y desde allí se parecía la gran ciudad de México y toda la laguna y todos los pueblos que están en ella poblados... muy gozoso el Ordás y admirado de haber visto a México y sus ciudades volvió a Tlascala con sus compañeros.”101 Ellos fueron los primeros europeos que atisbaron a la distancia a la Gran Tenochtitlan. Al Popocatépetl habían ascendido por encontrarse entonces en fase eruptiva, para ver “qué cosa era”, y cerciorarse de que la blancura de su cúspide era producida por nieve.

100. Jesús Galindo Trejo, “La astronomía prehispánica en México”, Ciencia, 18 (2009), p. 29.101.  Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, vol. I, Edición crítica por Carmelo Sáenz de Santa María, Madrid, Instituto “Gonzalo Fernández de Oviedo”, 1982, p. 151.

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Estos aventureros, incursionando en tierras desconocidas, se toparon inesperadamente con ciudades portentosas erigidas por pueblos civilizados que les produjeron confusión ante lo que encontraron y vieron: “…diré algunas cosas de las que vi, que aunque mal dichas, bien sé que serán de tanta admiración que no se podrán creer, porque los que acá con nuestros propios ojos las vemos, no las podemos con el entendimiento comprender”, le escribe Cortés a su emperador el 30 de octubre de 1520.102

102.  Hernán Cortés, Cartas de Relación, 20ª edición, México, Editorial Porrúa, 2004, p. 76.

Plano de la Ciudad de México. Siglo XVI. Atribuído a Hernán Cortés. En él se observan los lagos que rodea-ban a la ciudad, el templo mayor y los edificios ceremoniales, las calza-das-dique, el albarradón, las calles mitad agua y mitad tierra, las chi-nampas, los barrios, el jardín botáni-co y el parque zoológico, las casas de Moctezuma y poblaciones ribereñas como Tetzcoco, Iztapalapa y otras.

En: Atlas histórico de la ciudad de México, Lámina 86.

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Reconstrucción del Templo Mayor

En: Ignacio Marquina, Arquitectura pre-hispánica, INAH, México, 1951, pp. 96 y 97.

...entre estas mezquitas hay una que es la principal, que no hay lengua humana que sepa explicar la grandeza y particularidades de ella, porque es tan grande que dentro del circuito de ella, que es todo cercado de muro muy alto, se podía muy bien hacer una villa de quinientos vecinos; tiene dentro de este circuito; toda a la redonda, muy gentiles aposentos en que hay muy grandes salas y corredores donde se aposentan los religiosos que allí están. Hay bien cuarenta torres muy altas y bien obradas, que la mayor tiene cincuenta escalones para subir al cuerpo de la torre; la más principal es más alta que la torre de la iglesia mayor de Sevilla. Son tan bien la-bradas, así de cantería como de madera, que no pueden ser mejor hechas ni labradas en ninguna parte, porque toda la cantería de dentro de las capillas donde tienen los ídolos, es de imaginería y zaquizamíes, y el maderamiento es todo de masonería y muy pintado de cosas de monstruos y otras figuras y labores.

Hernán Cortés, Segunda Carta de Relación, 30 de octubre de 1520.

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Tenochtitlan: lo que vieron Cortés y Bernal Díaz

La ciudad en el Agua:

… y otro día por la mañana llegamos a la calzada ancha, íbamos camino de Iztapalapa; y desde que vimos tantas ciudades y villas pobladas en el agua, y en tierra firme otras grandes poblaciones, y aquella calzada tan derecha por nivel como iba a México, nos quedamos admirados, y decíamos que parecía a las cosas y encantamiento que cuentan en el libro de Amadís, por las grandes torres y cúes y edificios que tenían dentro en el agua; y todas de cal y canto; y aun algunos de nuestros soldados decían que si aquello que veían si era entre sueños. Y no es de maravillar que yo aquí lo escriba desta manera, porque hay que ponderar mucho en ello, que no sé cómo lo cuente, ver cosas nunca oídas ni vistas y aun soñadas, como vimos. [Bernal Díaz, Historia verdadera..., pp. 175-176]

Esta gran ciudad de Temixtitan está fundada en esta laguna salada, y desde la tierra firme hasta el cuerpo de la dicha ciudad, por cualquiera parte que quisieren entrar a ella, hay dos leguas. Tiene cuatro entradas, todas de calzada hecha a mano, tan ancha como dos lanzas jinetas. Es tan grande la ciudad como Sevilla y Córdoba. Son las calles de ella, digo las principales, muy anchas y muy derechas, y algunas de éstas y todas las demás son la mitad de tierra y por la otra mitad es agua, por la cual andan en sus canoas, y todas las calles de trecho a trecho están abiertas por do atraviesa el agua de las unas a las otras, y en todas estas aberturas, que algunas son muy anchas, hay sus puentes de muy anchas y muy grandes vigas, juntas y recias y bien labradas, y tales, que por muchas de ellas pueden pasar diez de a caballo juntos a la par. [Hernán Cortés, Cartas de relación..., p. 77] La magnificencia de Tenochtitlan:

... y luego le tomó por la mano y le dijo que mirase su gran ciudad y todas las más ciudades que había dentro en el agua, e otros muchos pueblos en tierra alrededor de la misma laguna; y que si no había visto bien su gran plaza, que desde allí podría ver muy mejor; y así lo estuvimos mirando, porque aquel grande y maldito templo estaba tan alto, que todo lo señoreaba; y de allí vimos las tres calzadas que entran en México, que es la de Iztapalapa, que fue por la que entramos cuatro días había; y la de Tacuba, …y la de Tepeaquilla; y veíamos el agua dulce que venía de Chapultepeque, de que se proveía la ciudad; y en aquellas tres calzadas las puentes que tenían hechas de trecho a trecho, por donde entraba y salía el agua de la laguna de una parte a otra; e veíamos en aquella gran laguna tanta multitud de canoas, unas que venían con bastimentos e otras que venían con cargas e mercaderías; y veíamos que cada casa de aquella gran ciudad, y de todas las demás ciudades que estaban pobladas en el agua, de casa a casa no se pasaba sino por unas puentes levadizas que tenían hechas de madera, o en canoas; y veíamos en aquellas ciudades cúes e adoratorios a manera de torres e fortalezas, y todas blanqueando, que era cosa de admiración, y las casas de azoteas, y en las calzadas otras torrecillas e adoratorios que eran como fortalezas. Y después de bien mirado y consi-derado todo lo que habíamos visto, tornamos a ver la gran plaza y la multitud de gente que en ella había, unos comprando y otros vendiendo, que solamente el rumor y el zumbido de las voces y palabras que allí había, sonaba más que de una legua; y entre nosotros hubo soldados que habían estado en muchas partes del mundo, y en Constantinopla y en toda Italia y Roma, y dijeron que plaza tan bien compasada y con tanto concierto, y tamaña y llena de tanta gente, no la habían visto. [Bernal Díaz, Historia verdadera..., pp. 191-192]

Hay en esta gran ciudad muchas casas muy buenas y muy grandes, y la causa de haber tantas casas principales es que todos los señores de la tierra, vasallos del dicho Mutezuma, tienen sus casas en la dicha ciudad y residen en ella cierto tiempo del año, y demás de esto hay en ella muchos ciudadanos ricos que tienen asimismo muy buenas casas. Todos ellos, demás de tener muy grandes y buenos aposentamientos, tienen muy gentiles vergeles de flores de diversas maneras, así en los aposentamientos altos como bajos. [Hernán Cortés, Cartas de relación..., p. 81]

Los mercados y su funcionamiento:

Tiene esta ciudad muchas plazas, donde hay continuo mercado y trato de comprar y vender. Tiene otra plaza tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca, toda cercada de portales alrededor, donde hay cotidianamente arriba de sesenta mil ánimas comprando y vendiendo; donde hay todos los géneros de mercadurías que en todas las tierras se hallan, así de mantenimientos como de vituallas, joyas de oro y de plata, de plomo, de latón, de cobre, de estaño, de piedras, de huesos, de conchas, de cara-coles y de plumas. Véndese cal, piedra labrada y por labrar, adobes, ladrillos, madera labrada y por labrar de diversas maneras. Hay calle de caza donde venden todos los linajes de aves que hay en la tierra, así como gallinas, perdices, codornices, lavancos, dorales, zarcetas, tórtolas, palomas, pajaritos en cañuela, papagayos, búharos, águilas, halcones, gavilanes y cernícaros; y de algunas de estas aves de rapiña, venden los cueros con su pluma y cabezas y pico y uñas. [Hernán Cortés, Cartas de relación..., p. 77-78]

Venden conejos, liebres, venados, y perros pequeños, que crían para comer, castrados. Hay calle de herbolarios, donde hay todas las raíces y hierbas medicinales que en la tierra se hallan. Hay casas como de boticarios donde se venden las medici-nas hechas, así potables como ungüentos y emplastos. Hay casas como de barberos, donde lavan y rapan las cabezas. Hay casas donde dan de comer y beber por precio. Hay hombres como los que llaman en Castilla ganapanes, para traer cargas.

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80 ciudad de méxico, metrópoli científica: una historia

Hay mucha leña, carbón, brasero de barro y esteras de muchas maneras para camas, y otras más delgadas para asien-to y esterar salas y cámaras. Hay todas las maneras de verduras que se hallan, especialmente cebollas, puerros, ajos, mas-tuerzo, berros, borrajas, acederas y cardos y tagarninas. Hay frutas de muchas maneras, en que hay cerezas, y ciruelas, que son semejables a las de España. Venden miel de abejas y cera y miel de cañas de maíz, que son tan melosas y dulces como las de azúcar, y miel de unas plantas que llaman en las otras islas maguey, que es muy mejor que arrope, y de es-tas plantas hacen azúcar y vino, que asimismo venden. Hay a vender muchas maneras de hilados de algodón de to-das colores, en sus madejicas, que parece propiamente alcaicería de Granada en las sedas, aunque esto otro es en mucha más cantidad. Venden colores para pintores, cuantos se pueden hallar en España, y de tan excelentes matices cuanto pue-dan ser. Venden cueros de venado con pelo y sin él: teñidos, blancos y de diversos colores. Venden mucha loza en gran manera muy buena, venden muchas vasijas de tinajas grandes y pequeñas, jarros, ollas, ladrillos y otras infinitas ma-neras de vasijas, todas de singular barro, todas o las más, vidriadas y pintadas. [Hernán Cortés, Cartas de relación..., p. 78]

Venden mucho maíz en grano y en pan, lo cual hace mucha ventaja, así en el grano como en el sabor, a todo lo de las otras islas y tierra firme. Venden pasteles de aves y empanadas de pescado. Venden mucho pescado fresco y salado, crudo y guisado. Venden huevos de gallinas y de ánsares, y de todas las otras aves que he dicho, en gran cantidad; venden tortillas de huevos hechas. Finalmente, que en los dichos mercados se vende todas cuantas cosas se hallan en toda la tierra, que demás de las que he dicho, con tantas y de tantas calidades, que por la prolijidad y por no me ocurrir tantas a la memoria, y aun por no saber po-ner los nombres, no las expreso. Cada género de mercaduría se vende en su calle, sin que entremetan otra mercaduría ninguna, y en esto tienen mucha orden. Todo se vende por cuenta y medida, excepto que hasta ahora no se ha visto vender cosa alguna por peso. [Hernán Cortés, Cartas de relación..., pp. 78-79]

Hay en esta gran plaza una gran casa como de audiencia, donde están siempre sentadas diez o doce personas, que son jueces y, libran todos los casos y cosas que en el dicho mercado acaecen, y mandan castigar a los delincuentes. Hay en la dicha plaza otras personas que andan continuo entre la gente, mirando lo que se vende y las medidas con que miden lo que venden; y se ha visto quebrar alguna que estaba falsa. [Hernán Cortés, Cartas de relación..., p. 79]

... y cuando llegamos a la gran plaza, que se dice el Tatelulco, como no habíamos visto tal cosa, quedamos admirados de la multitud de gente y mercaderías que en ella había y del gran concierto y regimiento que en todo tenían; y los principales que iban con nosotros nos lo iban mostrando: cada género de mercaderías estaban por sí, y tenían situados y señalados sus asien-tos. Comencemos por los mercaderes de oro y plata y piedras ricas, y plumas y mantas y cosas labradas, y otras mercaderías, esclavos y esclavas… Luego estaban otros mercaderes que vendían ropa más basta, e algodón, e otras cosas de hilo torcido, y cacaguateros que vendían cacao; y desta manera estaban cuantos géneros de mercaderías hay en toda la Nueva-España…y los que vendían mantas de henequén y sogas, y cotaras, que son los zapatos que calzan, y hacen de henequén y raíces muy dulces cocidas, y otras zarrabusterías que sacan del mismo árbol; todo estaba a una parte de la plaza en su lugar señalado; y cueros de tigres, de leones, y de nutrias, y de venados y de otras alimañas, e tejones e gatos monteses, dellos adobados y otros sin adobar. Estaban en otra parte otros géneros de cosas e mercaderías. Pasemos adelante, y digamos de los que vendían frisoles y chía y otras legumbres e yerbas, a otra parte. Vamos a los que vendían gallinas, gallos de papada, conejos, liebres, venados y anadones, perrillos y otras cosas deste arte, a su parte de la plaza. Digamos de las fruteras, de las que vendían cosas cocidas, mazamorreras y malcocinado; y también a su parte, puesto todo género de loza hecha de mil maneras, desde tinajas grandes y jarrillos chicos, que estaban por sí aparte; y también los que vendían miel y melcochas y otras golosinas que hacían, como nuégados. Pues los que vendían madera, tablas, cunas viejas e tajos e bancos, todo por sí. Vamos a los que vendían leña, ocote e otras cosas desta manera. ¿Qué quieren más que diga? …Porque es para no acabar tan presto de contar por menudo todas las cosas, sino que papel, que en esta tierra llaman amatl, y unos cañutos de olores con liquidámbar, llenos de tabaco, y otros ungüentos amarillos , y cosas deste arte vendían por sí; e vendían mucha grana debajo de los portales que estaban en aquella gran plaza; e había muchos herbolarios y mercaderías de otra manera; y tenían allí sus casas, donde juzgaban tres jueces y otros como alguaciles ejecutores que miraban las mercaderías. Olvidádoseme había la sal y los que hacían navajas de pedernal, y de cómo las sacaban de la misma piedra. Pues pescaderas y otros que vendían unos panecillos que hacen de una como lama que cogen de aquella gran laguna, que se cuaja y hacen panes dello, que tienen un sabor a manera de queso; y vendían hachas de latón y cobre y estaño, y jícaras, y unos jarros muy pintados, de madera hechos. [Bernal Díaz, Historia verdadera..., pp. 189-190]

Las obras hidráulicas:

Por la una calzada que a esta gran ciudad entra vienen dos caños de argamasa, tan anchos como dos pasos cada uno, y tan altos como un estado, y por el uno de ellos viene un golpe de agua dulce muy buena, del gordor de un cuerpo de hombre, que va a dar al cuerpo de la ciudad, de que se sirven y beben todos. El otro, que va vacío, es para cuando quieren limpiar el otro caño, porque echan por allí el agua en tanto que se limpia; y porque el agua ha de pasar por los puentes a causa de las quebradas por do atraviesa el agua salada, echan la dulce por unas canales tan gruesas como un buey, que son de la longua de las dichas puentes, y así se sirve toda la ciudad. [Hernán Cortés, Cartas de relación..., p. 81]

Y antes, casi dos tercios de legua, abrían una calzada, como presa, que está entre la laguna dulce y la salada, según que por la figura de la ciudad de Temixtitan, que yo envié a vuestra majestad, se podrá haber visto. Y abierta la dicha calzada o presa, comenzó con mucho ímpetu a salir agua de la laguna salada y correr hacia la dulce, aunque están las lagunas desviadas la una de la otra más de media legua. [Hernán Cortés, Cartas de relación..., p. 139]

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Como antes mencionamos, la imagen de la ciudad que cono-cemos, y que corresponde a la última que existió, proviene de testimonios directos. Nos la dejaron sus conquistadores y es a la de una urbe grandiosa y sorprendente. Bernal Díaz la considera “cosa de encantamiento”. Cortés mismo, para dar cuenta de lo que había observado en “Temextitán” (Tenochtitlan), utiliza las palabras “grandeza, extrañas y maravillosas cosas de esta gran ciudad.”103 Y no podía ser menos, pues para el grupo europeo fueron motivos de verdadero asombro, entre otros, las calzadas y puentes existentes sobre el lago para entrar a la ciudad lacustre, y la ciudad misma; las construcciones y los cultivos “dentro del agua”; los majestuosos templos y palacios; el jardín botánico y el zoológico conteniendo numerosas plantas y animales desconocidos para ellos; la agitada y a la vez ordenada actividad “de trato de comprar y vender” de mercados polícromos por la gran variedad de alimentos, materias primas para la construcción y las artesanías, hierbas medicinales, combustibles y otros muchos productos ahí expuestos; las vialidades dentro de la ciudad que son “la mitad de tierra y por la otra mitad es agua”; las ingeniosas y numerosas obras hidráulicas para el control de las aguas de la laguna, para la agricultura y para abastecer de agua dulce a la ciudad; las “extrañas” costumbres de la población y, para la aguda visión política de Cortés, “la orden que [existe] en la gobernación, así de esta ciudad como de las otras.”

A la admiración inicial por la gran ciudad siguió la incom-prensión que el propio Cortés menciona en un texto que anterior-mente hemos citado. Esta incapacidad para comprender “con el entendimiento” a Tenochtitlan explica, al menos en parte, por qué Hernán Cortés ordenó la destrucción completa de la ciudad de

103.  Hernán Cortés, Cartas de Relación…, p. 76.

Sección del mapa de Cortés don-de se muestra el Albarradón que separaba las aguas salitrosas del Lago del Texcoco de las dulces del Lago de México y permitía mantener un nivel apropiado de las lagunas. Notable obra de in-geniería hidráulica de 16 kilóme-tros de longitud cuya dirección estuvo a cargo de Nezahualcó-yotl, rey de Tetzcoco.

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Tenochtitlan-Tlaltelolco tras una larga y cruenta lucha y sitio contra los mexicas, y una heroica defensa de la ciudad por parte de éstos. En efecto, dice Cortés,

…acordé de tomar un medio para nuestra seguridad y para poder más estrechar a los enemigos, y fue que como fuésemos ganando por las calles de la ciudad, que fuesen derrocando todas las casas de ellas de un cabo y del otro, por manera que no fuésemos un paso adelante sin lo dejar todo asolado, y lo que era agua hacerlo tierra firme.104

Contando con armas de fuego y de acero que eran notablemente superiores a las de los indígenas, con caballos y bergantines, y contando también con el apoyo de un gran número de aliados indígenas (más de 150 mil), la defensa de la ciudad ante el sitio español terminó por volverse imposible y así, el 13 de agosto de 1521, la ciudad no pudo resistir más y se rindió tras ser capturado el rey Cuauhtémoc. En esa fecha la organización política centralizada que había establecido la Triple Alianza se acabó definitivamente y la ciudad de Tenochtitlan perdió su papel dirigente y sus poderes políticos quedaron limitados. La caída de México-Tenochtitlan, la magnífica, la que había creado en poco tiempo una compleja organización social, cultural, económica y política en una vasta región de Mesoamérica, vino a significar la aniquilación definitiva de un módulo de humanidad que en su breve vida llegó a alcanzar un alto nivel de civilización.

Pero, paradójicamente, en cuanto a la cultura científica y técnica se refiere, al menos en sus aspectos más prácticos, no desapareció del todo y continuó vigente por mucho tiempo más si bien no inalterada. La causa: los españoles carecían de propuestas idóneas para solventar los problemas de la vida en la ciudad (alimentación, agua, salud, etc.) por lo que fue el saber indígena -y el trabajo indígena- el que siguió aportando las soluciones.

Así, por ejemplo, dice Bernal Díaz “La primera cosa que mandó Cortés a Guatemuz [Cuauhtémoc] fue que adobasen los caños del agua de Chapultepeque, según y de la manera que solían estar antes de la guerra, e que luego fuese el agua por sus caños a entrar en aquella ciudad de México.”105 A este primer caso de utilización

104.  Hernán Cortés, Cartas de Relación..., p. 192.105.  Bernal Díaz, Historia verdadera…, p. 415.

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del saber indígena por parte de los españoles siguieron otros en variados campos, y fue así porque la población española dependió absolutamente de los recursos naturales y humanos nativos para poder desarrollarse como colonia. Respecto de esta paradoja, Gibson ha dicho, que “mientras la civilización colonial española traía de afuera sus ideas dominantes, confiaba en los recursos nativos para encontrar los medios para llevarlas a cabo.”106 Los indígenas continuaron sirviéndose de su cultura en la misma medida en que fueron los excluidos de la nueva sociedad española que empezó a crearse a partir del 13 de agosto de 1521, la cual contaría con sus propias instituciones y su propia ciencia (aristotélico-escolástica) también. No obstante, las autoridades de la ciudad de México para resolver diversos problemas a los que se vio enfrentada la nueva ciudad, como en el caso de la inundaciones, acudieron al saber de los indígenas.

Con el paso del tiempo se produjeron igualmente formas de mestizaje técnico con la cultura técnica europea en ámbitos como el de la medicina y la agricultura; en otros, en cambio, la cultura científica y técnica indígena no resistió y desapareció sin remedio como en los casos de la astronomía y la calendárica, por ejemplo.

Después de la Conquista la reconstrucción de la ciudad se hizo siguiendo una traza que dejaba a la población indígena fuera de ella y surgió la nueva ciudad de México, según la denominación que fue empleada por el propio gobierno de la ciudad para referirse a la ciudad española con población indígena y distinguirla así de la extinta ciudad indígena o México-Tenochtitlan. Para gobernar a las comunidades indígenas en lo inmediato se acudió a los tlatoque (singular tlatoani) pero algún tiempo después se estableció un sistema de gobierno hispánico basado en el cabildo con alcaldes y regidores indígenas pero bajo la supremacía civil y política española.

Entre las atribuciones de los gobiernos indígenas comunitarios estaba el recabar tributos, impartir justicia sobre asuntos menores, organizar mercados, repartir agua y tierras de la comunidad y organizar la mano de obra para, como dice Gibson, los patrones españoles, así como para las obras públicas que construía la propia

106.  Charles Gibson, Los aztecas bajo el dominio español…, p. 12.

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comunidad (caminos, edificios públicos, etc.). Con el transcurso del tiempo las funciones del gobierno indígena se fueron debilitando, permaneciendo solamente las referentes a la recaudación de tributos y el establecimiento de castigos menores.107

En el nuevo orden político la ciudad de población española tuvo al cabildo como forma de gobierno formado principalmente por encomenderos, propietarios urbanos, rurales y comerciantes. Esta institución empezó a funcionar informalmente en Coyoacán desde la segunda quincena del mes de agosto de 1521 mientras se iniciaba la reconstrucción de la ciudad. Del 8 de marzo de 1524 data la primera de las actas del Cabildo ya reunido en la ciudad de México.108 En cuanto a la ciencia se refiere, la ciudad española paulatinamente introdujo a la ciencia que era cultivada en la España de la Contrareforma y creó sus instituciones típicas como lo era la universidad.

Ciencia y técnica indígenas

Los integrantes de la Triple Alianza, destacadamente Tenochtitlan y Tetzcoco, como herederos que eran de la tradición tolteca habían reunido y organizado el acervo de los conocimientos recibidos. Sabemos que el corpus de los conocimientos heredados, cuyo origen se remonta a Teotihuacan, se había conformado desde tiempo atrás como es el caso del que formó el rey Huematzin de Tula, quien recopiló en un libro llamado Teoamoxtli la suma de los conocimientos toltecas según lo refieren varios cronistas e historiadores. Alva Ixtlilxóchitl dice:

…antes de morir juntó todas las historias que tenían los Tultecas desde la creación del mundo hasta en aquel tiempo. Y las hizo pintar en un libro muy grande, en donde estaban pintadas todas sus persecuciones y trabajos, prosperidades y buenos sucesos, reyes y señores, leyes y buen gobierno de sus pasados, sentencias antiguas y buenos ejemplos, templos, ídolos, sacrificios, ritos y ceremonias que ellos usaban, Astrología, Filosofia, Arquitectura y demás artes, así buenas como malas, y un resumen de todas las cosas de ciencia… 109

107.  Charles Gibson, Los aztecas bajo el dominio..., pp. 182 y 193.108.  Para lo relativo al gobierno de españoles para la ciudad véase: Guillermo Porras Muñoz, El gobierno de la ciudad de México en el siglo XVI, México, UNAM, 1982.109.  Fernando de Alva Ixtlilxóchilt, Obras históricas..., tomo I, p. 31.

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Y también Mariano Veytia:

…teniendo entre manos todos los monumentos que se habían recogido, para formar de todos ellos, y de las noticias, razones y doctrinas de todos aquellos sabios, una obra verdadera, sólida. y completa que sirviese en lo sucesivo de noticia cierta de lo pasado, gobierno y regla de lo presente y aviso de lo futuro.110

Veytia agrega que este libro se encontraba en Tenochtitlan o en Texcoco y que debió formar parte de los libros que fueron destruidos por los españoles.

Ya en referencia a la época del surgimiento de Tenochtitlan, en el poema La Ofrenda perpetua se afirmaba: “maravillosamente perduran en Colhuacan las preciosas pinturas y el cúmulo de libros”.111 Estas bibliotecas existían en las ciudades y eran utilizadas para la formación de la élite dirigente en diversas técnicas y conocimientos científicos. También las bibliotecas eran objeto de un incremento continuo como resultado del nuevo conocimiento que se generaba y cuya organización y memoria daba lugar a nuevas pinturas (libros) que se agregaban a los repositorios existentes. En Tenochtitlan, como resultado de la reforma social que produjo el nuevo Estado, por disposición de las ordenanzas establecidas por Moctezuma Ilhuicamina en el Calmecac se “Leían los libros, se dice en el Códice Florentino, Y era bien enseñada la cuenta de los destinos, el texto de los sueños y el texto de los años”.112 En los templos de Huitzilopochtli y Tezcatlipoca para instruir a los jóvenes había, afirma Durán, “ayos, maestros y prelados que les enseñaban y ejercitaban en todo género de artes militares, eclesiásticas y mecánicas y de astrología por el conocimiento de las estrellas de todo lo cual tenían grandes y hermosos libros de pinturas y caracteres de todas estas artes por donde los enseñaban.”113

En Tetzcoco, según Alva Ixtlilxóchitl, Nezahualcóyotl estableció una escuela para nobles o Tlacateo en donde “doctrinaban los hijos

110.  Mariano Veytia, Historia antigua de México, Tomo I, México, Imprenta de Juan Ojeda, 1836, pp. 240-241.111. “Ofrenda perpetua” en Miguel León Portilla, Cantares Mexicanos, México, UNAM-IIB, 1994, p. 74112.  Texto traducido del náhuatl por Alfredo López Austin en: Alfredo López Austin, La educación de los antiguos..., p. 29.113.  Diego Durán, Historia de las Indias de Nueva-España y Islas de Tierra Firme, tomo II, México, Imprenta de M. Andrade y F. Escalante, 1867, p. 229.

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del rey y ahí asistían sus ayos y maestros que les enseñaban… todas las ciencias y artes que sabían y alcanzaban hasta las artes mecánicas de labrar oro, pedrería y plumería, y las demás”.114

Juan Bautista Pomar señala igualmente que los nobles aprendían artes y oficios y algunos se dedicaban “…al conocimiento de las estrellas y movimientos de los cielos…”115

Se trataba, entonces, de un sistema funcional y bien establecido en las ciudades de reproducción de la herencia cultural acumulada a lo largo de casi un milenio y de generación de nuevos conocimientos a partir de ella y en función de sus particularidades. Enrique Florescano señala que en Tenochtitlan eran atesorados en las escuelas, bibliotecas, palacios y templos, la suma de los saberes toltecas como un patrimonio mexica: el calendario, los conocimientos astronómicos y científicos, las leyes y las instituciones políticas, el florilegio de la literatura, el extenso catálogo de las artes, la acumulación de las tradiciones históricas, la galaxia de sus dioses y mitologías, las ingenierías y arquitecturas…116

Ya en el siglo XVIII el historiador Mariano Veytia en el mismo sentido afirmaba:

Las mas antiguas [historias] que tenemos son las de los toltecas, que fueron sin disputa los mas sabios entre ellos, y por muchos pasages y razones se comprueba que estos aztecas eran de la misma raza, hablaban el mismo idioma, seguían sus mismos cómputos, se gobernaban por los propios calendarios, usando de las mismas figuras y geroglíficos, y finalmente estaban ilustrados de todas las noticias y conocimiento de las ciencias y artes que ejercitaban los toltecas.117

Y, bien vistas las cosas, no podía ser de otra manera. Una gran organización política y territorial, como fue el imperio mexicano, para gobernar necesitaba del conocimiento organizado al lado de una ideología de dominación de carácter mágico-religiosa. En cuanto a ésta, se trataba de una verdadera teología política que se fue instalando por parte del Estado mexica en la medida que incrementó

114.  Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, Obras históricas…, tomo II (Historia Chichime-ca), p. 183.115.  Alfredo López Austin, La educación de los antiguos…, vol. 2, p. 66.116.  Enrique Florescano, Los orígenes del poder…, p. 469117.  Mariano Veytia, Historia antigua…, tomo II, p. 139.

El Calmecac en Tenochtitlan

En: Códice Florentino, 173v.

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su poder y los territorios bajo su control. Al respecto López Austin sostiene que la idea religiosa y el culto a Huitzilipochtli era “el centro decisivo del destino de los mexicanos, guiándolos al dominio de todo el mundo conocido”. Esta ideología se fue haciendo extensiva a la ciudad, a los aliados y a los pueblos dominados en forma obligatoria a partir de Ixcoatl, y “los disidentes fueron muertos y sus tierras pasaron al Estado.”118 Los gobernantes posteriores de Tenochtitlan no hicieron sino continuarla y servirse ampliamente de esta teología política.

Sin embargo, el conocimiento, aunque atesorado y cultivado por la élite educada de la sociedad mexica, de carácter sacerdotal, tenía como finalidad servir para el funcionamiento eficiente de la sociedad, de la ciudad y del Estado para satisfacer tanto las necesidades prácticas de la vida (educación, alimentación, vivienda, transporte, salud, etc.) cuanto las de carácter espiritual y político. En un documento de 1524, cuando aún estaba fresco en la memoria colectiva lo que había sido la organización social del imperio mexica, así como el hecho fundamental de que el saber reunido y los conocimientos positivos eran los que gobernaban el funcionamiento de la sociedad, hombres prudentes en los coloquios que mantuvieron con frailes franciscanos hablan de los quequetzalcoa o “sabios de la palabra”. Estos sabios, dicen, eran:

los que miran, los que se afanan con el curso y el proceder ordenado del cielo, como se divide la noche. Los que están mirando [leyendo], los que cuentan [o refieren lo que leen], los que despliegan [las hojas] de los libros, la tinta negra, la tinta roja, los que tienen a su cargo las pinturas. Ellos nos llevan, nos guían, dicen el camino. Los que ordenan como cae el año, como sigue su camino la cuenta de los destinos y los días y cada una de las veintenas.119

Este texto muestra bien que, para una sociedad como la mexica que vivía principalmente de la agricultura y cuya población y forma de ocupación del territorio eran agrarias, era muy importante el

118. Alfredo López Austin, La constitución real de México-Tenochtitlán, México, UNAM, 1961.119.  Coloquios y doctrina cristiana con que los doce frailes de San Francisco enviados por el Papa Adriano VI y por el Emperador Carlos V convirtieron a los indios de la Nueva España. Los diálogos de 1524 dispuestos por Fray Bernardino de Sahagún y sus colaboradores…, Edición facsimilar, Traducción del Náhuatl, Introducción y Notas de Miguel León Portilla, México, UNAM- Fundación de Investigaciones Sociales, 1986, p. 141.

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conocimiento astronómico y su aplicación práctica al calendario solar o xihuitl, conjuntamente con su sistema de numeración construido para registrarlo (18 meses de 20 días=360 días, más 5 nemontemi o días nefastos). Efectivamente, el saber astronómico y la conducción del calendario estaban obviamente referidos no sólo a los aspectos rituales del calendario sino a las actividades agrícolas anuales también (“nos guían, nos dicen el camino”, “y los días y cada una de las veintenas”), así como a la mutua interacción funcional de estos aspectos.

En efecto, como ha mostrado Broda al estudiar etnográficamente el culto y los ciclos agrícolas en su relación con el calendario mexica, existía “una correspondencia entre los ritos, los fenómenos climatológicos y la agricultura” obtenida de una concordancia fija entre el calendario y el año solar.120 A lo que habría que agregar:

120.  Johanna Broda, “Ciclos agrícolas en el culto: un problema de correlación del calendario mexica”, en A. F. Aveni and G. Brothersotone (Editors), Calendars in Mesoamerica and Peru: Native American Computations of Time, Proceedings 44 International Congress of Americanists, Manchester, Bar International Series 174, 1983, pp. 145-165.

Eclipse de Sol

En: Códice Telleriano Remensis, 43r.

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botánica, herbolaria medicinal, productos vegetales alimenticios y de uso industrial, sobre los cuales los mexicas poseían avanzados conocimientos en su relación con los climatológicos y astronómicos.

El carácter práctico y efectivo del conocimiento, astronómico en este caso, se concluye igualmente de los resultados obtenidos por la investigación arqueostronómica llevada a cabo por Aveni, Hartung y otros.121 Nos referimos a la existencia de una orientación de pirámides y centros ceremoniales prehispánicos.122 Esta tendencia tuvo su origen en Teotihuacan y consiste en una desviación intencional en los puntos cardinales de los ejes de los edificios para marcar la salida o puesta del sol y/o de las estrellas en determinadas fechas (solsticios, equinoccios y pasos del sol por el cénit), lo que hacía que estos edificios sirviesen de observatorios de ciertos fenómenos astronómicos de significación para la actividad agrícola y de una forma de escritura de los mismos.

En el caso de Teotihuacan, por ejemplo, dicha desviación per-mitía identificar la salida heliaca de las Pléyades “el mismo día en que ocurría el primero de los dos tránsitos del sol por el cénit, un día de

121.  Anthony F. Aveni, The Skywatchers of Ancient México, Austin, The University of Texas Press, 1980; Anthony F. Aveni, “Conceptos de astronomía posicional empleados en la arquitectura mesoamericana antigua”, en Anthony F. Aveni (Compilador), Astronomía en la América Antigua, México, Siglo XXI, 1977, pp. 23-42; Horst Hartung, “Arquitectura y planificación entre los antiguos mayas: posibilidades y limitaciones para los estudios astronómicos”, en Anthony F. Aveni, Astronomía en la América…, pp. 145-167; Sobre los resultados de la investigación arqueoastronómica y su aporte a la historia de la ciencia prehispánica, véase: Johanna Broda, “Arqueoastronomía y desarrollo de las ciencias en el México prehispánico”, en Marco Arturo Moreno (Editor), Historia de la Astronomía en México, Colección la Ciencia desde México, núm. 4, México, Fondo de Cultura Económica, pp. 65-102. 122.  Hecho previamente observado por arquitectos como Ignacio Marquina. Véase: Ignacio Marquina, Arquitectura prehispánica, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1951.

Citlalin popoca (estrella humeante), representaciones de un cometa

En: Códice Florentino, Libro VII, capítulo IV, f10v.

En: Códice Telleriano Remensis, 39v.

Nubes y arcoiris

En: Códice Florentino, Libro VII, capítulo V, f12.

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gran importancia para demarcar las estaciones.”123 En Tenochtitlan, de la misma manera, la orientación deliberada del Templo Mayor era hacia la salida equinoccial del sol.124 El primer paso del sol por el cénit se identifica con el inicio del ciclo de las lluvias en esa latitud. Los observadores del cielo mexicas tenían, en consecuencia, una tarea de enorme importancia para establecer mediante sus observaciones astronómicas la correspondencia exacta de éstas con el calendario del ciclo agrícola. Su establecimiento era resultado de la utilización de un conocimiento objetivo y cierto de los movimientos de algunos cuerpos celestes que les servían para ello.

Ahora bien, que este conocimiento de los astrónomos-sacerdotes fuera un verdadero conocimiento o conocimiento objetivo es un aspecto esencial pues la ciencia mexica sería solamente ideología (es decir, no sería ciencia y carecería de efectividad) en la ausencia de un contenido de verdad u objetividad. Los mexicas, como los demás pueblos mesoamericanos, y de hecho todos los pueblos antiguos, envolvieron con elementos mágico-religiosos sus conocimientos para construir una ideología con ello y obtener así un efecto político

123.  Anthony F. Aveni, “Conceptos de astronomía posicional...”, p. 25.124.  Anthony F. Aveni, “Conceptos de astronomía posicional...”, p. 27.

“Aires grandes quebrando los ár-boles”.

En: Códice Telleriano Remensis, 46v.

Cepaiauitl, nieve como agua o llu-via “prenóstico de la cosecha bue-na: y que el año que venía sería muy fértil”.

En: Códice Florentino, Libro VII, capí-tulo VI, f13.

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de dominación o de legitimación. Pero no dejaron de comprender también el carácter objetivo de los mismos y sus posibilidades de utilización práctica para realizar un fin de naturaleza política también: gobernar en forma eficiente a la ciudad. El conocimiento no era un bien público entre los mexicas sino que su posesión y su cultivo estaban reservados a la élite educada que desempeñaba a la vez funciones sacerdotales, de control ideológico y dominación (teología política) sobre la población.

Alonso de Zorita, un alto funcionario de la administración española en América y, entre 1556 y 1566, Oidor de la Audiencia de la Nueva España y profesor de la universidad novohispana, nos expone en su Relación de la Nueva España (escrita hacia 1578) el porqué de la mediación mistificadora que hacían los sacerdotes en los asuntos científicos y sus aplicaciones en lo siguientes términos:

…los indios que bien entendían los secretos de aquellas ruedas y calendarios no lo enseñaban ni descubrían sino a muy pocos porque por ello se sustentaban y eran estimados y tenidos por sabios…125

Es así que para el pueblo llano los fenómenos climatológicos (y todos los demás de carácter natural) eran, a sus ojos, el resultado de la intervención de los sacerdotes a través de los rituales sagrados en un momento específico del año (determinado por el calendario) como era, por ejemplo, el sacrificio que hacían de niños126 para con ello, pretendidamente, inducir las lluvias que habrían de permitir la germinación de las plantas. Para los macehualtin, al menos formalmente, no existían causas naturales conocidas para que ocurrieran las lluvias sino voluntades de dioses y diosas representados por objetos o figuras a quienes había que agradar mediante rituales pues eran ellos los responsables de la ocurrencia de los fenómenos naturales.

125.  Alfonso de Zorita, Relación..., p. 299.126. Este ritual para atraer las lluvias se celebraba en el tercer mes del año solar (de 18 meses de 20 días) llamado Tezozontli (ayuno corto y necesidad de lluvias) en el que se sacrificaban a niños en honor de los Tlaloques. Esto acontecía aproximadamente entre Marzo 24 y Abril 12. George C. Vaillant, La civilización Azteca. Origen, grandeza y decadencia, México, Fondo de Cultura Económica, 1988, p. 168.

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La ejecución de ciertos actos individuales o grupales, cantos, danzas, sacrificios de animales y de humanos prescritos por la tradición y coordinados por los sacerdotes es la que, para esa mentalidad, aseguraría la actualización de los acontecimientos deseados. En esto consiste el pensamiento mágico que en todos lo pueblos antiguos primitivos ha precedido al surgimiento del pensamiento científico.

Pero este no era precisamente el caso del pueblo mexica en la época a la que nos estamos refiriendo. Eric Wolf formuló una secuencia en la comprensión racional del orden y la coherencia universal en Mesoamérica que va de individuos aislados que en los grupos de cazadores-recolectores “discuten intelectualmente la solidez y la inconsistencia del mundo que les rodeaba” a la formación de “un cuerpo de especialistas quienes consideraban este trabajo como un deber y eran recompensados por la sociedad debido al esfuerzo que desplegaban a favor de dicha sociedad”; para dar lugar, entonces, a “un esfuerzo de sistematización, de reducción del universo a fenómenos regulares previsibles…” que es lo que sucedió en Mesoamérica según este autor.127 Esta secuencia se expresa en el ámbito simbólico y religioso en “el abandono del culto tradicional de las figuritas o en su ‘convencionalización’; en la tendencia cada vez más marcada a concebir una serie de divinidades de poderes especializados; en el desarrollo de la escritura sacerdotal, así como en la creación del calendario.”128

En Tenochtitlan, en nuestra opinión, se había alcanzado ese estadio racional que menciona Wolf. Éste era el resultado de un alto grado de organización social y de civilización la cual se expresaba junto con la maestría y el dominio técnico del medio natural en los conocimientos efectivos que poseían sus sabios, mismos que eran obtenidos con propósitos cognoscitivos específicos, contando con medios a propósito (escritura, observatorios, zoológicos y jardines botánicos, métodos de cálculo y representación, etc.) y obtenidos por individuos o grupos especializados cuyos resultados eran apreciados por la sociedad. Sólo que el conocimiento (el cambio de estación expresado por la altura del sol en el horizonte, por ejemplo) era

127.  Eric Wolf, Pueblos y culturas de Mesoamérica..., p. 85.128.  Idem.

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mantenido como un secreto por los sabios de los que nos habla Zorita por razones de control social. En una sociedad estratificada y con un gobierno tiránico (sobre todo a partir de Ahuizotl y Moctezuma I) centrado en la persona del Tlatoani, el sacerdote-gobernante, los motivos religiosos e ideológicos que hemos mencionado antes hacían que el conocimiento no fuera compartido sino que, por el contrario, su ocultamiento sirviera para los fines de la dominación ideológica que las clases dirigentes ejercían sobre el pueblo llano. En este sentido López Austin considera respecto del encumbramiento de los pipiltin, que lo grave es “que el pueblo estaba convencido de que una vida normal era imposible sin aquellos oficiales del poder. Sabían dirigir los trabajos comunales…, realizar los complicados rituales que requerían las divinidades agrícolas…, realizar las grandes obras de ingeniería…” y, en general, gobernar y dirigir a la sociedad; y, en consecuencia, “los no especializados en estas materias tenían por fuerza que someterse a su dirección si deseaban una vida civilizada”.129

Nos parece, también, que en la notable dinámica urbana de Tenochtitlan y de algunas otras ciudades con desarrollo urbano simi-lar, desde el siglo XIV se había iniciado un proceso de gradual ruptura de esos secretos científicos como consecuencia de su utilización práctica la cual cada vez se llevaba a cabo con mayor intensidad. Ya antes hemos hecho referencia a los atinados análisis de Alfredo López Austin sobre lo que acontecía con los especialistas (médicos en ese caso) en relación con su conocimiento del cuerpo humano, el cual, aunque inmerso en la ideología por su ejercicio profesional llegaba a adquirir para ellos una autonomía relativa respecto de la ideología misma y, por tanto, cierto grado de objetividad.

Las aplicaciones prácticas del saber o saber técnico, aunque igualmente atesorado y patrimonio de la élite dirigente, no era más un saber secreto y ajeno a los individuos en la sociedad mexica. Al estar definido ese saber por sus usos prácticos y por su contribución a la solución de los ingentes problemas de la vida, dicho saber era conocido y utilizado por la población o por grupos especializados (agricultores, constructores y artesanos) dentro de ella en tanto

129.  Alfredo López Austin, Hombre-Dios. Religión y política en el Mundo Náhuatl, México, UNAM, 1998, pp. 70-71.

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que un saber efectivo. Zorita, a este respecto, menciona que si bien los secretos astronómicos no “se enseñaban ni descubrían”, en sus aplicaciones prácticas si eran de conocimiento y uso común:

…casi todos los adultos tenían noticia del año así del número como de la casa en que andaba del mes muchos los sabían empero pocos sabían los nombres de los días y semanas y otros muchos secretos y cuentas que tenían si no eran los maestros que había de ello…130

Otros ejemplos en la sociedad mexica son el conocimiento del peso y dinámica de las aguas en la zona lacustre, de las propiedades curativas y de otros usos prácticos de las plantas (alimentación, construcción, etc.), así como el empleo popular de una taxonomía botánica; la existencia de numerales para asuntos de uso común y de pesas y medidas basados (como los numerales para usos astronómicos) en un sistema vigesimal; el conocimiento de las propiedades de las formas geométricas y de las series numéricas empleado por los artesanos para el diseño de edificaciones y ornamentaciones, obras públicas y para la elaboración de esculturas (con espacios duales y simétricos), dibujos, diseños textiles y de cestería, entre otros. Todos ellos son muestras del conocimiento científico y socio-cultural de los fenómenos hidráulicos, patologías, nutrición, aritmética, geometría, etcétera.131

No es mucho lo que se sabe a partir de las fuentes históricas sobre la organización del saber técnico ni sobre su enseñanza en la sociedad mexica pues los cronistas privilegiaron más bien en sus relatos sobre la educación prehispánica y sus establecimientos a “la retórica asociada al ceremonial, el rigor de la vida de los internos y su formación moral que, por ejemplo, el contenido de la educación.”132 Sin embargo, sobre las realizaciones materiales que tuvo el conocimiento técnico mexica la investigación arqueológica e histórica han puesto de manifiesto el ingenio de sus constructores, su importancia para la sociedad y en muchos casos la grandiosidad de sus obras. Sabemos también que los oficios (incluyendo a la

130.  Alfredo López Austin, Hombre-Dios, Religión..., p. 300.131.  Para el caso de culturas primitivas véase: Paulus Gerdes, Awakening of Geometrical Thought in Early Culture, Minneapolis, MEP Publucations, University of Minnesota, 2003.132.  Alfredo López Austin, La educación…, tomo I, p. 26.

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medicina) se transmitían de padres a hijos y en los barrios o calpulli de artesanos organizados según sus especialidades. Sabemos también que diversos aspectos del saber técnico (“las variadas artes de los toltecas”133) eran enseñados en el Tepochcalli incluyendo un aprendizaje práctico de los estudiantes a través de su participación en la construcción de obras públicas. También que este saber técnico era igualmente aprendido por los nobles como, por ejemplo, algunos de los hijos de Moctezuma I a quienes al ya no tener reinos para ellos “se les proporcionó la ‘ballesta’, el arte de la lapidaria, la ebanistería, la ‘escribanía’: todos sus hijos se volvieron ‘fiscales’.”134 De esta manera, el conocimiento se diseminaba en la sociedad y era objeto de una apropiación por “casi todos los adultos” aunque sus fundamentos fueran conocidos solamente por quienes llama Zorita “los maestros” o Alvarado Tezozomoc “los fiscales”.

133. Según se dice en el Huehuetlatolli, citado en: Varios autores, Historia documental de México, tomo I, México, UNAM, 1964, p. 31134.  Fernando Alvarado Tezozómoc, Crónica Mexicáyotl, 3ª edición, México, UNAM, 1998, parágrafo 201.

Ejemplos de pensamiento geométri-co expresado en formas simétricas o formas ordenadas, concebidas como estructuras ideales.

En: Códice Magliabechiano. Glifo del agua, f16; glifo de xicara tuerta, f13; glifo de agua de araña, f12; y Glifo de xicara tuerta, f12.

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Por otra parte, Teresa Rojas Rabiela ha identificado en la jerarquía político-administrativa de los mexicas la función de dirigir y organizar el trabajo para aplicarlo a las obras públicas que comprende desde los niveles superiores hasta funcionarios menores: “la toma de decisiones, afirma, así como la planeación, parecen funciones de los personajes de alto rango… a los que se les atribuyen… las mayores empresas constructivas de la época (Moctezuma, Ahuizotl, Tlacaelel, Nezahualcoyotl, etc.). En segundo lugar… un cuerpo de funcionarios menores de rango decreciente, dependientes del nivel anterior, cuya función de reclutamiento y quizá de supervisión parcial de los trabajos estaba definida y especializada.”135

Entre tales funcionarios o agentes especializados del Estado se encontraba los calpixque, quienes estaban encargados, conjuntamente con otros “prepósitos” como los llama Durán para enfatizar su carácter de enviados o colocados por el Estado para tal fin, de organizar el trabajo y obtener los materiales requeridos, de la ejecución misma de la obra o de su supervisión y del mantenimiento posterior a su construcción. En la Historia de los Indios de Nueva España Durán los menciona en los siguientes términos:

Dixe que havia otra cassa o apossento donde se juntavan los calpixque. Eran como merinos o mandoncillos de los barrios los quales tenian cargo de repartir los oficios y obras publicas, de abrir los caminos de limpiar las calles y acequias, de proveer las cossas necesarias a la republica. Estos tenían su apossento en las cassas dichas donde ordinariamente estavan y se juntavan a esperar lo que se difinia y determinava en los consejos reales a quien benian cometidas las provisiones y encaminadas para que las mandassen cumplir.136

La presencia de este tipo de especialistas en la administración estatal nos permite suponer que existía una normalización del saber técnico, con lo cual éste no sería tanto un saber de posesión individual, o de pocos individuos, sino un saber reglado al alcance de todos al menos en principio. Diversos pueblos de la cuenca conocían las técnicas de construcción de las calzadas-dique de gran importancia en las obras hidráulicas, pues al llamado del Tlatoani acudían a prestar su concurso para su ejecución como veremos adelante.

135.  Teresa Rojas Rabiela, “La organización del trabajo para las obras públicas: el coatequitl y las cuadrillas de trabajadores”, Elsa Frost y M. C. Meyer, El trabajo y los trabajadores en la historia de México, México, El Colegio de México, 1979, pp. 52-53.136.  Diego Durán, Historia de las Indias..., tomo II, p. 165.

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Más de tres décadas después de la caída de Tenochtitlan, cuando en 1555 se produjeron lluvias intensas que causaron una inundación en la ciudad como consecuencia de la destrucción que hizo Cortés del albarradón de Ahuízotl (llamado entonces de San Lázaro), que rodeaba a la ciudad, el Cabildo de la ciudad y el Virrey Velasco no encontraron mejor solución que la indígena para atacar este problema; es decir, reconstruir dicho albarradón como veremos con mayor detalle posteriormente. Para llegar a tal decisión, y es lo que nos interesa aquí, fue necesario consultar a los indígenas los cuales reunieron sus “pinturas” para consultarlas y proponer una solución que fuera viable y efectiva. ¿No es este caso otra evidencia de un saber normalizado y escrito para poder ser consultado en todo momento? ¿Y, también, de una ciencia típicamente mexica formada para atender a las particularidades del medio lacustre en que estaba ubicada Tenochtitlan?