bronce medio penínsular

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BRONCE MEDIO o PLENO CONCEPTOS GENERALES También en esta etapa enclavada cronológicamente entre el 1600/1500 y el 1250 a.C., en la Península Ibérica el panorama cultural es diverso y heterogéneo, existiendo diferencias regionales y diversos horizontes culturales, algunos que ya se habían iniciado en el período anterior, y otros que se delimitan ahora. Es la cultura de El Argar la primera que define este período en la Península, y aún hoy, punto de referencia obligado. Hasta el año 1946 en el que el profesor Tarradell apunta la posibilidad de una nueva área, y la confirmación de la misma en 1949 por Plá Ballester, así como las nuevas y más concretas aportaciones de Tarradell en 1963 sobre las características y límites de lo que hoy conocemos como Bronce Valenciano, fue exclusivamente la cultura de El Argar la que caracterizó la Península Ibérica durante esta etapa, considerándose aquellas, hasta entonces escasísimas, manifestaciones de este período descubiertas en otras regiones peninsulares como «extensiones» de dicha cultura. En la década de los 70, el profesor H. Schubart delimita la tercera de las áreas hoy claramente definidas, el Sudoeste, aun cuando apenas conozcamos sus asentamientos, y casi al mismo tiempo comienza ya a manifestarse la existencia en la Meseta Sur de una facies cultural que algunos prehistoriadores comenzaron denominando «Cultura de las Motillas» -al ser este el tipo de yacimiento conocido- pero que en la actualidad es un área mucho más compleja, bien definida y con personalidad propia, denominada Bronce de La Mancha. En el Valle bajo del Guadalquivir, una serie de yacimientos conforman en la actualidad otra área u horizonte cultural, y posiblemente lo mismo pueda decirse del altiplano de Yecla-Jumilla (Murcia), con numerosos yacimientos prospectados pero sólo uno excavado, lo que nos obliga a ser cautos, por el momento. En el Nordeste peninsular, Cataluña es un área de perduraciones ante- riores, con hábitat en cuevas, supervivencia de lo megalítico y poco metal. Hay tradiciones muy arcaizantes en Extremadura y un desarrollo de los horizontes anteriores en la fachada atlántica, al igual que en la cornisa cantábrica. En el País Vasco y Navarra los horizontes de Santimamiñe y Los Husos afianzan su personalidad y Aragón continúa tradiciones anteriores. En la Meseta Norte, es muy difícil la sistematización de este período, aunque probablemente lo que se creyó un vacío, puede llenarse con grupos cuya existencia han puesto de manifiesto estudios recientes. ÁREAS GEOGRÁFICAS Argar El nombre de este horizonte proviene del yacimiento epónimo de El Argar, situado en la provincia de Almería y excavado a finales del pasado siglo por los hermanos Siret. Publicados los resultados en 1890, aún hoy son

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Page 1: Bronce medio penínsular

BRONCE MEDIO o PLENO CONCEPTOS GENERALES

También en esta etapa enclavada cronológicamente entre el 1600/1500 y el 1250 a.C., en la Península Ibérica el panorama cultural es diverso y heterogéneo, existiendo diferencias regionales y diversos horizontes culturales, algunos que ya se habían iniciado en el período anterior, y otros que se delimitan ahora.

Es la cultura de El Argar la primera que define este período en la Península, y aún hoy, punto de referencia obligado. Hasta el año 1946 en el que el profesor Tarradell apunta la posibilidad de una nueva área, y la confirmación de la misma en 1949 por Plá Ballester, así como las nuevas y más concretas aportaciones de Tarradell en 1963 sobre las características y límites de lo que hoy conocemos como Bronce Valenciano, fue exclusivamente la cultura de El Argar la que caracterizó la Península Ibérica durante esta etapa, considerándose aquellas, hasta entonces escasísimas, manifestaciones de este período descubiertas en otras regiones peninsulares como «extensiones» de dicha cultura.

En la década de los 70, el profesor H. Schubart delimita la tercera de las áreas hoy claramente definidas, el Sudoeste, aun cuando apenas conozcamos sus asentamientos, y casi al mismo tiempo comienza ya a manifestarse la existencia en la Meseta Sur de una facies cultural que algunos prehistoriadores comenzaron denominando «Cultura de las Motillas» -al ser este el tipo de yacimiento conocido- pero que en la actualidad es un área mucho más compleja, bien definida y con personalidad propia, denominada Bronce de La Mancha.

En el Valle bajo del Guadalquivir, una serie de yacimientos conforman en la actualidad otra área u horizonte cultural, y posiblemente lo mismo pueda decirse del altiplano de Yecla-Jumilla (Murcia), con numerosos yacimientos prospectados pero sólo uno excavado, lo que nos obliga a ser cautos, por el momento.

En el Nordeste peninsular, Cataluña es un área de perduraciones anteriores, con hábitat en cuevas, supervivencia de lo megalítico y poco metal. Hay tradiciones muy arcaizantes en Extremadura y un desarrollo de los horizontes anteriores en la fachada atlántica, al igual que en la cornisa cantábrica. En el País Vasco y Navarra los horizontes de Santimamiñe y Los Husos afianzan su personalidad y Aragón continúa tradiciones anteriores. En la Meseta Norte, es muy difícil la sistematización de este período, aunque probablemente lo que se creyó un vacío, puede llenarse con grupos cuya existencia han puesto de manifiesto estudios recientes.

ÁREAS GEOGRÁFICASArgar

El nombre de este horizonte proviene del yacimiento epónimo de El Argar, situado en la provincia de Almería y excavado a finales del pasado siglo por los hermanos Siret. Publicados los resultados en 1890, aún hoy son determinantes para el estudio de este grupo. Se desarrolla en la fachada mediterránea de las provincias de Murcia y Almería, y en las zonas meridionales de Jaén y Granada.

• Asentamientos: están ubicados en cumbres de cerros elevados con defensas naturales y fortificaciones, uno o varios anillos defensivos y bastiones semicirculares o cuadrados, formando un poblamiento muy concentrado. Las viviendas son rectangulares con cabecera redondeada, o redondeadas, con zócalos de piedra, lajas y barro, reforzadas con postes de madera; presentan una o dos dependencias, acoplándose su arquitectura sabiamente al relieve del terreno ya sea en llano o en altura (Fig. 6). Hay terrazas intercomunicadas por calles y escaleras. Tienen hogares, lugares de almacenamiento y estancias dedicadas a actividades como el tejido o la metalurgia.

• Enterramientos (Fig. 7): están generalmente dentro del poblado y casi siempre debajo del suelo de las viviendas, y son de inhumación individual o de dos o tres individuos, en cistas, pithoi y algunas fosas, con ajuares y en posición encogida. Tanto el tipo de enterramiento como el ajuar han servido de base a las periodizaciones internas que se han hecho de este período y de las que se tratará más adelante.

• Las gentes argáricas aportan un gran desarrollo de la metalurgia: búsqueda y localización de yacimientos mineros y su transformación. Hornos a cielo abierto, crisoles, moldes univalvos y nuevos tipos de armas como puñales cortos, espadas anchas y otras largas, hachas planas de bordes casi rectos, y alabardas (Fig. 8) testimonian conocimientos metalúrgicos superiores, que tal vez son los

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que hacen que estas gentes se impongan sobre la población anterior. Las verdaderas aleaciones son del Bronce Medio y pocas piezas argáricas superan, por ahora, el 1400/1300 a.C., lo que parece indicar que los primeros bronces documentados de la Península Ibérica (mediados del II milenio a.C.) proceden del Centro, Norte y Noroeste (Fernández Miranda, Montero y Rovira), por tanto consecuencia de un ambiente occidental y atlántico, y no mediterráneo.

Se han hecho muchos ensayos de clasificación de cada uno de estos tipos; autores como Cuadrado, Blanco, Almagro Gorbea y Lull han elaborado tipologías para espadas y puñales aunque es evidente que no pueden sacarse conclusiones cronológicas.

También hay útiles, generalmente en cobre arsenical (muy poco bronce), como punzones de sección cuadrada, circular o mixta, con una o dos puntas y a veces con ranuras para su enmangue que sería de madera o hueso y cuyas dimensiones oscilan entre 5 y 12 cm.; cinceles o barras desde 5,5 a 21,5 cm. de longitud y 0,5 a 2 cm. de grosor, con un extremo de sección rectangular y el otro biselado, para ser usados en el trabajo del hueso o la madera; y sierras, escasas, a veces con orificio para enmangue, anzuelos, clavos y cuchillos.

En hueso perduran espátulas, peines, agujas, punzones biselados y botones, y en piedra hay crisoles, moldes de fundición univalvos y bivalvos, molinos barquiformes y manos de mortero. Pesas de telar en barro y escasas piezas dentadas de sílex con mango de madera, del tipo de las hoces calcolíticas, componen también el utillaje de estas gentes.

Aparecen objetos de uso personal y adorno en oro, plata, cobre, bronce, hueso, piedra y vidrio, algunos de los cuales testimonian relaciones con otros grupos u horizontes culturales; brazaletes de arquero con 2 0 3 agujeros en pizarra, esquisto, arenisca o mármol, cuyo origen se rastrea desde el Calcolítico. Aparecen, generalmente, en cistas y a veces en pithoi, botones apiramidados con perforación en V, de hueso o marfil. En hallazgos aislados o en sepulturas femeninas han aparecido diademas de oro y plata de cinta estrecha y apéndice discal (Fig. 9), y también existen pendientes de oro, plata y cobre en espiral, desde 1 a 6 vueltas, además de aretes de cobre y plata, brazaletes, anillos y collares, éstos casi siempre en pithoi femeninas y menos en masculinas, y elaborados a base de cuentas de oro, plata, cobre conchas, vértebras de pescado, huesos, dientes, colmillos de jabalí, picos de ave, fibrolita, calaita, serpentina, y muy raramente pasta vítrea.

La cerámica es negra, brillante y lisa, salvo algunos mamelones o líneas incisas, y las formas han sido clasificadas en ocho tipos por Siret, a los que Cuadrado añade las cucharas. Cuencos, ollas y vasos ovoides siguen tradiciones anteriores, mientras que los vasos lenticulados o las copas de pie alto aparecen por primera vez (Fig. 10); algunos buscan el origen de estas últimas en el Mediterráneo Oriental. La forma más representativa son los vasos tulipiformes con fuerte carena.

• Se conocen casi doscientos yacimientos argáricos, situados en general en zonas aptas para el cultivo, próximos a yacimientos mineros o lugares que dominan el paso de éstos y cerca de cuencas de ríos o ramblas. El aumento del número de yacimientos parece evidenciar un aumento demográfico, pero éste no es homogéneo. Hay una organización del territorio estructurada según funciones: económicas, políticas y estratégicas, y parece patente la independencia entre los poblados. La mayoría son agropecuarios, pero también los hay dedicados a la explo tación minera, o al control de zonas de paso o puntos estratégicos, teniendo los grandes centros, que ejercen el control de todo el territorio, amplias edificaciones, estructuras de almacenamiento y cisternas. La agricultura de cereales y leguminosas y/o la metalurgia son las bases económicas fundamentales, aunque también hay ganadería de ovicápridos, cerdos, bóvidos y caballos, industria textil, del hueso y cerámica. Caza, pesca y pastoreo completan la dieta, y son evidentes los intercambios comer-ciales. Parece intuirse una sociedad jerarquizada y una diversificación de actividades.

• Ya Siret trató de sistematizar esta cultura y desde él ha habido numerosos intentos: Bosch Gimpera, el Congreso Arqueológico de Almería, Martínez Santa Olalla, Almagro Basch, Pericot, Maluquer, Tarradell... La más aceptada de la últimas décadas fue la de Beatrice Blance (1964), que lo divide en: Argar A con enterramientos en cista y fosa, correspondiente al Bronce Antiguo y con fechas entre el 1800 y el 1500 a.C., y Argar B con enterramientos en pithoi, Bronce Medio y fechas entre el 1500-1200 a.C. Los ajuares establecen también diferencias; para Beatrice Blance, los de Argar A son más arcaicos, de horizonte similar al de los grupos más avanzados campaniformes («reflujo» de Sangmeister) y los de Argar B tienen menos conexiones centroeuropeas y más mediterráneas, como el caso de las sepulturas en pithoi que existen en Anatolía y en Grecia desde antes del 1200 a.C. y se difunden hacia Occidente por el Mediterráneo central a mediados del II milenio a. C. Paralelos, a su vez, de las copas hay en Creta y Beycesultán.

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Schubart puntualizó y retocó la sistematización de Blance, y en 1983 Lull cuestiona la de aquél y propone tres fases: inicial o antigua (19001750 a.C.), intermedia (1750-1650 a.C.) y apogeo (1650/1600-1450/1300 a.C.). De una fase de transición entre 1800 y 1700 a.C. ya había hablado también Arribas.

Con el descubrimiento de nuevos yacimientos los estudios argáricos han recibido un gran empuje, pudiendo delimitarse su área y las vías de penetración, los grupos diferenciados a los que dan lugar y la indudable influencia que ejerce en otros grupos u horizontes culturales de la Península Ibérica.

Las tendencias actuales establecen la siguiente periodización:

1. Etapa preargárica (1900-1800 a.C.)

2. Argar IA. Bronce Inicial (1800-1600 a.C.) Argar. Oficio.

3. Argar IB. Bronce Medio (1600-1400 a.C.) Argar.

4. Argar II. Bronce Final (1400-1200 a.C.) Fuente Álamo.

Navarro Mederos (1995), con la calibración de las dataciones radiocarbónicas, establece la siguiente periodización:

Calcolítico Final-Bronce Inicial 1: 1975-1775 a.C. (2285-2050 cal. BC).

Bronce Inicial 2: 1775-1640 a.C. (2050-1925 cal. BC).

Bronce Medio 1: 1640-1580 a.C. (1925-1830 cal. BC).

Bronce Medio 2: 1580-1400 a.C. (1830-1625 cal. BC).

Bronce Medio 3/Bronce Final la: 1400-1330 a.C. (1625-1525 cal BC), fase que marcaría el comienzo de la desintegración de esta cultura, al final de la cual hay cambios en los patrones de asentamiento, estilos cerámicos, etc. Castro, Lull y Micó (1996) proponen cinco fases desde el 2500 al 1575 cal BC, con sólo algunos decenios de diferencia.

El yacimiento de Fuente Álamo es para algunos un Bronce tardío con interferencias de los primeros grupos de Cogotas I de la Meseta. Hoy se tiende a reconocer el carácter autóctono, en cuanto al origen de esta cultura, y el resultado de una evolución in situ de lo argárico, evolución que sí se vio afectada por influjos del Mediterráneo Oriental y posiblemente de Europa e Italia del Norte, pero no en cuanto a grupos de invasores o colonizadores, sino por grupos pequeños de mercaderes conocedores de la metalurgia que no rompen el proceso evolutivo generador de lo argárico.

En cuanto a las interpretaciones, Lull que con Estévez, propone, en base a los ajuares, una clasificación en cuatro clases sociales, defiende que los grupos argáricos son sociedades estatales, paraestatales o de transición al estado, aceptando la existencia de productores y no productores que traería como consecuencia relaciones de explotación. Chapman y Gilman, por su parte, usan el término de jefaturas como una fase previa al estado.

Bronce valenciano

Fue delimitado y definido por Tarradell, en los años 60, como un área con personalidad propia, a pesar de los influjos argáricos, sobre todo en la frontera sur de la misma, cuenca del Vinalopó o del Segura. Las serranías del Sistema Ibérico la limitan por el oeste, aunque se consideran incluibles, o al menos relacionables con este mundo, yacimientos como Frías de Albarracín, Tajadas de Bezas y Hoya Quemada (Teruel), El Colmenar y El Castillejo (Cuenca), por lo que Almagro propone el término de Bronce Ibero-Valenciano.

• Los poblados están situados en cerros con defensas naturales y artificiales, murallas, torres y en ocasiones fosos. Las viviendas se adaptan al terreno, salvo algún caso esporádico de intento de urbanismo. La planta es generalmente rectangular pero también las hay cuadrangulares, trapezoidales, ovales y circulares, y en general el alzado es a base de piedra, adobe y tapial, y las techumbres vegetales.

Existen algunos asentamientos en zonas llanas, generalmente lomas, sin defensas y muy pequeños, las cuevas son escasas hallándose, sobre todo, en la región septentrional y zonas montañosas del interior.

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El elevado número de asentamientos refleja una ocupación relativamente completa del territorio, tanto las tierras llanas agrícolas como las más altas ganaderas. Hay diferencias de tamaño, y parece ser que de función, según las posibilidades del medio.

• Los enterramientos más comunes están fuera de los poblados, aunque próximos, frecuentemente en las laderas del cerro, donde se asientan éstos; hay algunos ejemplos de enterramientos dentro del poblado, e incluso en el suelo de las casas, pero son muy esporádicos. Se realizan todos ellos en fosas, covachos naturales, cistas, pithoi, grietas y cuevas (Fig. 11) y el rito es el de inhumación primaria, y en raras ocasiones secundaria; los hay individuales, dobles, triples y múltiples. Los ajuares son pobres, a base de cerámica, algún adorno o arma y muy raramente útiles.

• Los útiles más frecuentes son los dientes de hoz sobre hoja o lasca, cuchillos y sierras u hojas denticuladas, en piedra tallada; molederas, hachas, azuelas, alisadores, machacadores, escasas mazas y aún más escasos morteros y moldes bivalvos de fundición en piedra pulimentada. Punzones, espátulas y agujas de hueso, junto con pesas de telar, vasos coladores o queseras, escasísimos crisoles, cucharas y fichas en barro cocido, integran también la panoplia de útiles que se completa con sierras, punzones, leznas, escoplos y hachas planas de filo curvo, en metal.

• El conjunto de armas está constituido por puntas de flecha foliformes con pedúnculo y aletas, en piedra tallada; brazaletes de arquero en piedra pulimentada; y puñales con dos o tres remaches y de lengüeta, puntas de flecha con pedúnculo y aletas, puntas de flecha de tipo Palmela, y algunas alabardas en metal.

• Los adornos más representativos son las cuentas de collar de piedra, hueso, concha, cobre, oro y plata; colgantes en hueso, concha y oro; botones en «V» y brazaletes de hueso; brazaletes, pendientes anillos, y espirales en cobre, oro y plata, aunque todos los adornos en estos dos últimos metales solamente aparecen en las regiones meridionales y son muy escasos.

La cerámica es de pastas poco depuradas y mal cocida, generalmente lisa, aunque hay decoraciones, sobre todo al norte, incisas, impresas, de cordones decorados y lisos y bordes decorados (Fig. 12), así como acanaladuras, excisiones y boquique, muy esporádicas y tal vez intrusivas. Las formas (Fig. 13) son: cuencos, ollas, vasos ovoides, globulares, en S, de paredes verticales, troncocónicos de fondo plano, carenados pero no del tipo argárico, y esporádicos, copas, vasos polípodos, geminados y con cazoleta.

• Las bases económicas de estas gentes fueron la agricultura de trigo, cebada y leguminosas, la ganadería, o mejor, actividad pastoril de ovejas y cabras, la recolección de bellotas y algarrobas, y en algunos puntos debió haber algo de metalurgia, si nos atenemos a los moldes de fundición y crisoles presentes en yacimientos como Mas de Menente o Peña de la Dueña.

• Se han realizado numerosos intentos de periodización de esta etapa, sin que por el momento podamos determinar ésta con seguridad. Las fechas de C 14 con que se cuenta para los yacimientos del área valenciana van desde el 1850 a.C. de Terlinques, el 1865 a. de C. de Serra Grossa y el 1820 ± 60 a.C. de Mas del Corral al 1010 a.C. de Mas de Abad. Pero la discusión radica en que no todos los investigadores aceptan las primeras como incluibles en Bronce Valenciano, por lo que consideran el 1700-1600 a.C. como fecha de inicio paralelizable a lo argárico. La fecha más comúnmente aceptada para el final es el 1300-1200 a.C. pues la de Mas de Abad no es muy clara, problema ligado a la existencia de un Bronce Tardío, que parece apuntarse en algunos yacimientos.

Otras periodizaciones internas son: Bronce Valenciano Avanzado y Tardío de Navarro Mederos; Antiguo y Medio de Hernández Pérez; Antiguo (1700), Pleno (1600) y Final (1300-1200) de Gil Mascarell. Gusi plantea una división en cuatro fases. Lo más usual es la división en Antiguo, Medio y Final, subdividiendo éste en Tardío o Reciente y Final.

La calibración de las fechas disponibles coloca esta etapa entre un 2300 y un 1100 a.C.

Valle bajo del Guadalquivir

En esta zona se desarrolla una facies que ya había comenzado a gestarse en el Bronce Antiguo. Se posee aún poca información debido al escaso número de hallazgos, pero ya es suficiente para tratar de delimitar un horizonte cultural con personalidad propia. Huerto Pimentel, Lebrija, Setefilla (Sevilla) (Fig. 14), Cerro de El Berrueco, (Cádiz), Colina de los Quemados y LLanete de los Moros, (Córdoba) son los yacimientos más significativos. Dos fondos de cabaña circulares, y un grupo de cistas, las primeras en Huerto Pimental y Chichiva, y las segundas en este último, han sido, junto con otros hallazgos aislados como el de veintisiete puntas de jabalina del dolmen de La Pastora, que tal vez sean posteriores a éste, los testimonios del Bronce Medio en esta zona, hasta que en 1974

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comenzaron las excavaciones en la Mesa de Setefilla. En este yacimiento se han establecido quince estratos desde el siglo XVI al IV a. C., de los cuales hay tres de una etapa de Bronce Medio o Pleno. Las casas de piedra y adobe sustituyen a las chozas anteriores, y se construye una muralla con bastiones circulares. Una sepultura colectiva en fosa tiene cerámica como las onubenses, y armas de cobre arsenical: una alabarda tipo Argar, un puñal y una espada, lo que permite pensar en un horizonte de Bronce Medio. Hay también en el yacimiento un brazalete de arquero y una pesa de telar.

A pesar de los pocos datos, se cree que el grupo que se asentó en Setefilla debió hacerlo en torno al 1600 a.C., tal vez para controlar el paso del mineral de los filones de la sierra del norte de la provincia de Sevilla, y debió tener, también, conocimientos metalúrgicos y una organización social desarrollada. Desconocemos la etapa de formación y el Bronce Antiguo de la zona, pero las fechas de C 14 coinciden con las argáricas y con las del Suroeste, en los niveles de Setefilla atribuidos al Bronce Medio.

Restos de ovicrápidos, bovinos y suideos parecen hablar de pastoreo, y hay tejidos y cerámica, sobre todo bruñida por el interior, con decoración geométrica por ambas caras, que luego definirá períodos posteriores.

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