benítez rojo - la cuestión del negro en tres momentos del nacionalismo literario cubano.pdf

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    E STE TEXTO, MS QUE UN ARTCULO, ES UNA PROPUESTA DEinvestigacin cuyo objeto sera examinar la tendenciabinaria y cclicamente violenta que a vuelo de pjaro ob-servo en el discurso nacional de Cuba, sobre todo en loque toca al azcar y al negro. Aqu, no obstante, slo vere-mos velozmente el periodo de organizacin de este discur-so y tres momentos de su despliegue, segn ste se mani-fiesta en el tratamiento literario del negro.

    En su momento de organizacin, que sito entre 1792 y1812, el discurso nacional nace escindido claramente endos ramales, poder y resistencia, en torno a la cuestin delazcar y de la esclavitud, es decir, en torno a la plantacin.1

    El discurso de poder se forma sobre la base de un progra-ma criollo respaldado por la Corona Espaola cuyo textofundamental es elDiscurso sobre la agricultura de La Habana(1792) de Francisco de Arango y Parreo que contemplacomo metas el desarrollo a ultranza de la manufactura azu-carera, la libre importacin de esclavos, la creacin de una

    trata controlada localmente, la hegemona de La Habana yla implementacin de ciertas ideas moderadas de la Ilustra-cin. Los detalles de tal proyecto nacional han sido exami-nados en numerossimas obras, y aqu debe bastar esta so-mera enumeracin. Simultneamente, se organiza undiscurso nacional de resistencia al poder azucarero-esclavis-ta, el cual tambin ha sido analizado, cuyos textos protestan

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    La cuestin del negroen tres momentosdel nacionalismoliterario cubano

    A

    ntoni

    o

    B

    entez

    R

    ojo

    1

    Ver BENTEZ

    ROJO

    , ANTONIO

    : Azcar / Poder / Literatura. Los negrosen Amrica, ed. Pedro Lan Entralgo, Luis Rosales, Jos Antonio Maravall,Cuadernos Hispanoamericanos451-52 (1988).

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    la hegemona de La Habana, los privilegios que disfruta el azcar, la trata deesclavos y la negacin de los derechos al negro libre; hacia el final del perodola parte ms radical de este discurso aspira a lograr la independencia por vade una rebelin general de esclavos al modo de Hait. Cierro este momento

    fundacional con la violencia desatada contra los conspiradores negros: los mi-licianos de la Conspiracin de Romn de la Luz fueron castigados con 200azotes pblicos cien por las calles de La Habana y cien en la picota y diezaos de prisin forzada, y los participantes en la Conspiracin de Aponte fue-ron torturados y ahorcados; la cabeza de Aponte, como se sabe, fue exhibidapblicamente en una jaula a guisa de escarmiento.

    Como se ve, desde el mismo momento de su emergencia lo cubano apare-ce antagonizado en lo poltico, en lo econmico y en lo social en torno al mo-delo de plantacin esclavista. De un lado el poder azucarero, que aspiraba a lacontinuidad del ingenio, la esclavitud, la represin racial y la alianza de la

    emergente burguesa criolla con los intereses espaoles; del otro, el deseo delos subyugados, en primer lugar de los esclavos, el cual supona la liberacinpor la violencia, desde la revuelta espontnea hasta la rebelin organizadaque pusiera trmino a la esclavitud y diera al negro acceso al poder. As, en miopinin, este momento formativo termin de la nica manera que poda ter-minar en las condiciones de la Cuba de entonces: con la conspiracin deAponte y con la cruel represalia que, al sentirse amenazado, urdi el poderazucarero-esclavista.

    En el siguiente momento, que ubico entre 1813 y 1844, la masa de textosque se escriben sobre la plantacin esclavista es descomunal. Entre sus variosarchivos se encuentra el del azcar, con informacin tcnica, comercial, admi-nistrativa y jurdica sobre el ingenio y la caa de azcar, y que en general re-fleja el proceso de construccin de la nacin azucarera. Pero el archivo quems nos interesa aqu es el que se refiere al negro, con protocolos especficossobre la esclavitud, la trata, el cimarronaje, las rebeliones, el negro libre, etc.,y que abarcara textos relacionados con los tratados de 1817 y 1835 entre In-glaterra y Espaa, la Comisin mixta y las introducciones ilegales, los proyec-tos abolicionistas de la trata y/o la esclavitud (en particular, las gestiones deFlix Varela, Jos Mara Heredia, Jos Antonio Saco, Richard Madden, Do-

    mingo Delmonte y su crculo, David Turnbull, etc. ); tambin textos sobre ci-marrones y rebeliones, en primer trmino el brbaro terror blanco desatadodurante la Conspiracin de la Escalera (1844).

    En el perodo tambin surgen distintos discursos nacionales de orden dis-ciplinario, entre ellos los de las artes y las letras nacionales. Aqu se hace notarel crculo intelectual de Domingo Delmonte, cuyas ideas reformistas incluyenla supresin de la trata ya clandestina segn el tratado de 1817 y la inclu-sin del negro dentro de la Nacin Cubana. Sobre esto se ha escrito bastante,pero no nos queda otro remedio que recordar una vez ms la escalada que seproduce con los destierros de Varela, Heredia y Saco, con la clausura de la

    Revista Bimestre Cubanay la Academia Cubana de Literatura, con las activida-des abolicionistas de Madden y de Turnbull, con las rebeliones de esclavos

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    en Matanzas y Crdenas, y finalmente con los sangrientos eventos de la Escale-ra, donde numerosos esclavos, gente libre de color y criollos reformistas sonejecutados, torturados, encarcelados, extraados o procesados, al sentirseamenazado el sistema de la plantacin2.

    Ampliando algo la cuestin literaria, habra que recordar que las letras na-cionales, iniciadas por Heredia, se desarrollan mayormente en el crculo deDelmonte, siendo la excepcin ms notable la novela Sabde Gertrudis Gmezde Avellaneda. En la mayora de ellas hablo sobre todo de las obras de JuanFrancisco Manzano, Cirilo Villaverde, Flix Tanco, Ramn de Palma, AnselmoSurez, Jos Morillas, Jos Mara de Crdenas y la Avellaneda se critica el statuquo de la sociedad de plantacin, bien censurando las costumbres de la claseplantadora (Palma, Crdenas), o mirando con simpata al negro esclavo o li-bre (Villaverde), o criticando abiertamente la esclavitud (Manzano, Tanco,Surez, Morillas, Avellaneda).3 Tal vez lo ms importante de las obras produci-

    das por estos autores es que el negro, cualquiera que sea su condicin, apare-ce en mayor o menor grado incluido dentro de la nacionalidad. Ciertamente,aparece como un sbdito de segunda clase y dentro de un discurso racista, pe-ro aparece como cubano, y eso probar ser crucial: dado el carcter fundadorde estas obras, en lo adelante la literatura cubana hablar de la problemticasociocultural que configura la coexistencia del negro y el blanco, en una so-ciedad dominada por el poder azucarero y la violencia racista, como la de ma-yor magnitud dentro de la nacin.

    El segundo momento que examinar ocurre entre 1880 y 1898, que co-mienza en medio de la devastacin dejada por la Guerra de los Diez Aos y laGuerra Chiquita, y termina con la superposicin de la Guerra de Indepen-dencia y la Guerra Hispanoamericana y su secuela: la ocupacin militar de laisla por los Estados Unidos. No hay espacio aqu para hablar de esta guerra, nide las extremas medidas de tierra arrasada que tomaron tanto las tropas revo-lucionarias como las espaolas, ni de la posible viabilidad poltica del autono-mismo, ni de la oportunista intervencin norteamericana. Slo me interesacomentar brevemente lo que ocurri con relacin a la poblacin negra, ya li-bre de la esclavitud en la dcada de 1880, aunque an sujeta al caaveral y ala ms desesperante pobreza y marginalidad social.4 En primer lugar, habra

    que sealar el importantsimo rol desempeado por los negros y mulatos enla guerra, el cual ya haba empezado a tomar gran relieve durante la GuerraChiquita (1879-80).5 Basta decir que cerca de la mitad de los mandos militares

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    2Ver PAQUETTE, ROBERT L.: Sugar Is Made with Blood: The Conspiracy of La Escalera and the conflictbetween Empires over Slavery in Cuba(Meddletown, CT: Weslayan, University Press, 1988).3Ver LUIS, WILLIAM: Literary Bondage: Slavery in Cuban Narrative(Austin: University of Texas Press,1990).4Ver SCOTT, REBECCA: Slave Emancipation in Cuba: The Transition to Free Labor, 1869-1899(Prince-ton, NJ, Princeton University Press, 1985).5 Ver FERRO, ADA: Social Aspects of Cuban Nationalism: Race, Slavery, and the Guerra Chiquita,1879-1880, ed. Louis A. Prez Jr., Cuban Studies 21 (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 1991).

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    y polticos, y una evidente mayora entre el total de combatientes, eran negroso mulatos que combatan movidos por la esperanza de fundar una nueva na-cin donde tendran un lugar digno.6 En segundo lugar, habra que recordarque nada de esto ltimo ocurri. Desde el mismo momento de la interven-

    cin norteamericana y de la firma de la paz, ya se hizo evidente que los espa-oles residentes en la isla, enemigos hasta unas semanas atrs, iban a ser losmayores beneficiarios del periodo posblico mientras que la poblacin de co-lor, incluyendo a los veteranos, continuara siendo marginada, tanto polticacomo socialmente.7 En resumen, la emergente Nacin Cubana seguira dividi-da entre blancos y negros del mismo modo injusto de antes.

    En lo que toca al tratamiento literario de la gente de color, slo me referira una novela, tal vez la ms importante de la literatura cubana: Cecilia Valds, deCirilo Villaverde.8 Reparo sobre todo en su carcter proftico, pues si bien laaccin principal ocurre al final del gobierno de Vives, hay un captulo anacr-

    nico que refiere su discurso narrativo al futuro. Hablo del captulo XVII de lasegunda parte, donde se renen en una fiesta varios miembros de la pequeaburguesa de color que empezaba a formarse al margen de la plantacin, entreellos el msico y maestro de baile Brindis de Salas, los poetas Manzano y Plci-do, el compositor Vuelta y Flores, el carpintero Vargas, el barbero Dodge, elsastre Uribe. Varios de estos hombres habran de morir en los sucesos de la Es-calera en 1844, observacin que hace Villaverde desde su voz de narrador om-nisciente, rompiendo as con el marco temporal de la accin de la novela, queconcluye en 1832. Si a esta marca en el texto agregamos el mensaje ms obviode la obra, esto es, el racismo hace imposible la reconciliacin de lo Cubano,se comprende mejor el carcter proftico que Villaverde quiso dar a su CeciliaValds. Ms an, pienso que Villaverde, adems de referirse a la cuestin racial,lo hizo tambin a la cuestin cultural. Y esto no slo porque las diferentes cos-tumbres de blancos, negros y mulatos son detalladas en la obra, sino sobre to-do porque el subttulo de la novela es La Loma del ngel, y el territorio de Ceci-lia es el barrio del ngel, y la muerte de Leonardo ocurre en la Iglesia delngel. Esto no puede ser una coincidencia, como tampoco la es que Villaverdehaya dado sus iniciales y fecha de nacimiento a su Cecilia Valds, ni que un es-clavo de la novela se llame Aponte. Entonces, qu importancia tiene la Loma

    del ngel, coronada por la Iglesia del ngel, dentro de los cdigos de Villaver-de? Segn documentos transcritos por Lev Marrero,

    [La] disposicin de los esclavos a establecer sus propios vnculos sociales, almargen de su rgimen de servidumbre, los condujo a fomentar en los aos fi-

    6Ver PREZJR., LOUISA.: Cuban between Reform and Revolution(New York, Oxford: Oxford Univer-sity Press, 1988).7Ver HELG, ALINE: Afro-Cuban Protest: The Partido Independiente de Color, 1908-1912, Cuban

    Studies 21.8VILLAVERDE, CIRILO: Cecilia Valds(New York: El Espejo, 1882).

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    nales del siglo [XVII] un rea de reunin en el paraje de la Pea Pobre, barriode Cayaguayo, que est dentro de las Murallas [donde] muy frecuentementeasistan muchos negros y negras esclavos de los vecinos [...] as de da como denoche y [...] para este efecto tenan buxiosde paja[...] de poca estimacin [...]

    Desta junta y congregacin resultaban muchas ofensas a Dios. Durante la visitadel obispo Compostela algunas personas celosas y temerosas de su concienciadenunciaron las reuniones de aquella gente baja y recin convertida. El go-bernador orden se demolieran los bohos, conservando el que pareci ms apropsito y decente en el que el obispo orden se levantase un altar en elcual se colocase la imagen del Santo ngel Custodio, donde se celebrara misadiariamente. Con ello se logr desterrar la congregacin y junta [...] de ne-gros y negras y tan innumerables culpas y pecados que acarreaban. El nuevocentro religioso acogi pronto a todos los vecinos de Cayaguayo [...] As nacilo que es hoy la Iglesia del ngel.9

    Por otras informaciones sabemos que los tales bohos eran cabildos de ne-gros minas y carabales, donde estos elegan sus reyes y celebraran sus fiestasy rituales.10 De modo que la cuchillada con que Pimienta mata en la Iglesiadel ngel a su rival blanco, Leonardo Gamboa, cobra dentro de este contextoun significado que va ms all del rencor y los celos; ciertamente, el de unavenganza, pero una venganza que tiene mucho de voto sagrado, de signo cul-tural. Si bien la novela fue publicada en 1882, Villaverde nos anticipa que lasangre que se ha de derramar por la libertad de Cuba no reunir democrti-camente a blancos y a negros, y que la nacin continuar dominada por elazcar y el blanco.

    Tngase presente que en el momento que sigue a continuacin, que nocomentar, concluye en 1912 con la llamada Guerra de las Razas, cuyo sal-do es, de un lado, varios centenares de negros masacrados por la aspiracina organizarse polticamente, y del otro, la continuidad del poder azucareroy racista.11 Tal continuidad, como es sabido, se mantuvo constante tanto enel perodo que precedi a la llamada Revolucin del 30 como en el que lesigui a sta.12

    El tercer momento que tomo es el perodo 1959 en lo adelante, que se ini-

    cia luego de la guerra victoriosa contra la dictadura de Batista y que, en caso deseguir el patrn que hemos visto, correra el peligro de terminar en un sucesode violencia racial. Considerando que la revolucin cubana es un fenmeno

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    9 MARRERO, LEV: Cuba: economa y sociedad,V(Madrid: Playor, 1976), pp. 39-40.10 MARRERO, LEV: op. cit.,VIII, p. 160.11Ver PREZJR., LOUISA.: Politics, Peasants, and People of Color: The 1912 Race War in CubaReconsidered, Hispanic American Historical Rewiew66 (1986).12Ver FERNNDEZ ROBAINA, TOMS:El negro en Cuba, 1902-1958. Apuntes para historia de la lucha con-tra la discriminacin racial en la neocolonia(La Habana: Ciencias Sociales, 1990).

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    del dominio pblico, me limita-r a opinar lo siguiente: millo-nes de negros y mulatos, msque nada por ocupar el escaln

    ms bajo de la estructura social,mejoraron a corto y a medianoplazo sus condiciones laborales,sociales, educacionales al preciode no agruparse pblicamentecomo negros, de no exhibir p-blicamente sus creencias y deno aspirar seriamente al poderpoltico, debindose contentarcon una dbil representacin

    en el Comit Central del Parti-do, en el Consejo de Estado, enel Bur Poltico, etc.13 Esto, apesar de su masiva participacinen las tropas expedicionariasque fueron al Congo, GuineaBissau, Etiopa, Granada, y An-gola. En lo que se refiere a la li-teratura, hubo obras que, porapoyar la poltica oficial hacia elnegro, fueron celebradas por elaparato cultural del estado. En-tre ellas, figuran las novelas Laltima mujer y el prximo combate(1970) yCuando la sangre se pare-ce al fuego(1977), ambas de Ma-nuel Cofio Lpez, un escritorblanco, que inscribe la santera en la contrarrevolucin y narra con gran entu-siasmo la conversin al comunismo de un negro abaku.14 Tambin hay obras

    de autores negros, exaltando los valores culturales del negro cubano entreellas la olvidada novela Adire y el tiempo roto(1967), de Manuel Granados, quefueron censuradas despus de su publicacin.15

    13 Ver MOORE, CARLOS: Congo o Carabal? Race Relations in Socialist Cuba, Caribbean Rewiew15, 2 (1986): 12-15, 43.14 COFIO LPEZ, MANUEL: La ltima mujer y el prximo combate(La Habana: Casa de las Amricas,1970); Cuando la sangre se parece al fuego(La Habana: Arte y Literatura, 1977).15

    GRANADOS

    , MANUEL

    : Adire y el tiempo roto(La Habana: Casa de las Amricas, 1967). Las mejoresletras cubanas siempre han mirado al negro positivamente. Julia Cuervo Hewitt, en su libro Ach,presencia africana: tradiciones yoruba-lucum en la narrativa cubana(New York: Peter Lang, 1988),

    Walker Evans. (Havana 1933). Havana Citizen.

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    Ahora bien, al irrumpir en los 90 el perodo de crisis general, resulta quecualquier beneficio que el negro hubiera recibido en las dcadas anteriores, loest perdiendo rpidamente. Es cierto que, despus de ms de dos dcadas derepresin oficial, las creencias afrocubanas ya son toleradas, siempre y cuando

    no vayan contra los intereses del rgimen. Pero la situacin actual del negro enCuba dista considerablemente de ser la misma que la del blanco, a pesar deque la mayora de la poblacin es negra y mulata. Tngase presente en primerlugar, que dada la presencia de prejuicios raciales en los Estados Unidos y otrospases, relativamente pocos negros han emigrado de Cuba. As, hoy, cuando sepermite la circulacin del dlar y todo se compra en dlares, son escasos losnegros que tienen parientes y amigos en el extranjero que les enven dinero ymedicinas, o que los vengan a visitar con regalos de toda suerte, o que los invi-ten a pasarse tres meses en Miami o en Madrid. En segundo lugar, si bien elproceso de integracin social del negro ha aumentado a lo largo del perodo,

    ste an est lejos de haberse cumplido totalmente.16 Basta ver la pelculaFresay chocolate(1993), celebrada por su crtica a la intolerancia sexual y cultural, pa-ra comprobar que en Cuba el prejuicio racial no ha sido erradicado.

    Aunque no hay estadsticas al respecto y no es posible cuantificar el prejui-cio racial existente, los juicios que siguen son productos de una encuesta per-sonal que, si bien no reclama un valor cientfico, ha contribuido a que me for-me una opinin de la situacin del negro en la Cuba de los 90.17 Misinformantes han sido cubanos que han viajado a los Estados Unidos en cali-dad de visitantes, algunos de ellos familiares y amigos que me ofrecen todaconfianza. Dichas personas, blancas en la mayora de los casos, piensan que enla economa del turismo, ahora en auge, los trabajos de mayor contacto con elturista, que son los ms susceptibles a recibir propinas en dlares, son distri-buidos mayormente entre blancos y blancas, ms an, entre abogados, histo-riadores, economistas y aun ingenieros. En lo que toca a la ola de prostitucinque la mala situacin econmica ha desatado, la mujer mejor pagada no sloes la blanca o la casi blanca, sino la mujer profesional, la mujer culta, la que

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    menciona a los siguientes narradores: Dora Alonso, Emilio Ballagas, Miguel Barnet, Antonio Be-

    ntez Rojo, Guillermo Cabrera Infante, Lidia Cabrera, Alejo Carpentier, Gerardo del Valle, Ra-mn Guirao, Rmulo Lachataer, Csar Leante, Jos Lezama Lima, Carlos Montenegro, MartnMora Delgado, Lino Novs Calvo, Jos Antonio Ramos, Luis M. Sez, Severo Sarduy, Pablo de laTorriente Brau, Mirta Yez. Entre los poetas, entre otros, aparecen: Reinaldo Arenas, VicenteGmez Kemp, Nicols Guilln, Ramn Guirao, Nancy Morejn, Pedro Prez Sarduy, Felipe Pi-chardo Moya, Jos Manuel Poveda, Jos Zacaras Tallet. Entre los ensayistas figuran en primertrmino Lidia Cabrera y Fernando Ortiz.16 Ver MASFERRER, MARIANNE y MESA-LAGO, CARMELO: The Gradual Integration of the Black inCuba: Under the Colony, the Republic, and the Revolution, Slavery and Race Relations in LatinAmerica, ed. Robert B. Toplin (Westport, CT: Greenwood Press, 1974).17 He pensado que aunque estas opiniones podran ser ledas como arbitrarias ya que no son

    producto de un riguroso estudio estadstico es siempre preferible abrirse uno a los riesgos deldebate que callar, sobre todo tratndose de una situacin lamentable de discriminacin y violen-cia racial de la cual Cuba parece no poder salir.

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    puede hablar de Mozart, de Proust y del arte abstracto. Bien, lo que sigue tam-poco est apoyado por estadsticas, aunque s por mi memoria: hace cincuentaaos el precio del placer sexual en el burdel ms caro de La Habana, la casade Marina, era de cinco dlares, y las prostitutas que all trabajaban eran blan-

    cas y ms o menos rubias; sin embargo, en los burdeles ms baratos de las ba-rrios bajos el precio era de cincuenta centavos, es decir diez veces menos, y allla mujer era casi invariablemente negra. Esto es, una situacin semejante a laque ocurre ahora. As, a lo largo de toda la cadena ocupacional, desde las po-siciones polticas ms altas hasta la prostitucin, el negro y la negra, que cons-tituyen la mayora demogrfica, ocupan las posiciones ms bajas.

    Finalmente, quiero llamar la atencin de que en Cuba la esfera de poderpor lo general no se refiere directamente a los negros; all todos son cubanossupuestamente iguales. Tambin quiero llamar la atencin de algo que real-mente me inquieta: no conozco de algn grupo o asociacin en el exilio, de

    amigos del dilogo o enemigos del dilogo, de amigos o enemigos del embar-go, de defensores y defensoras de los derechos humanos, que se hayan dirigi-do a la poblacin cubana en tanto poblacin mayoritariamente negra y mula-ta, ni que le hayan asegurado a sta seriamente, con la insistencia y laespecificidad que la cuestin se merece, que en la Cuba del futuro dichas or-ganizaciones sern las primeras en trabajar por una sociedad donde negros yblancos tengan las mismas oportunidades laborales y sociales.

    Termino con una cita de Adire y el tiempo roto, que habla del orgullo nacio-nal del negro cubano: En cuatro siglos, slo ha cambiado mi nombre [...] Mellamo Juan Jos, Juan de Dios, Juan Prez [...] tengo dominio absoluto de lanoche. Soy rey de Oy, de los lucumes, de los arar, de los bantes. Rey defrica, de Cuba, Rey del Mundo dijo delirante; bajando la cabeza movi elcuerpo con lujuria y se acarici el falo.

    Quiero sealar con esta cita, que de la misma manera que en los disturbiosde agosto de 1994 la participacin de los negros de La Habana fue masiva, enel futuro podra ocurrir una guerra racial en Cuba. La historia tiende a repe-tirse cuando las condiciones materiales de los oprimidos son ms o menos lasmismas. Y no podemos olvidar la llamada Guerra de las Razas ocurrida en1912, donde millares de negros fueron masacrados. En resumen, pienso que

    ha llegado el momento para que el forum internacional que se ocupa de Cu-ba tenga en cuenta en su agenda la cuestin del negro, es decir, se les d a losnegros seguridades de que, cualquiera que sea el futuro poltico y econmicode Cuba, no se repetirn los errores del pasado.