ensayo nacionalismo

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Tarea que habla sobre la identidad nacional

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Page 1: Ensayo Nacionalismo

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Nacionalismo, identidades y globalización

Ensayo

22/03/2011

Sibely Cañedo Cázarez Profesor: Dr. Arturo Santamaría Gómez

-Problemas sociopolíticos del ámbito local e internacional-

Page 2: Ensayo Nacionalismo

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Los matices y alcances del nacionalismo se fraguan cada vez más en el

campo de la cultura, a través de los procesos de construcción de identidades,

donde en la configuración de las adscripciones identitarias, la identidad nacional

ocupa un lugar visiblemente diferenciado del papel que ocupaba hasta antes de la

nueva etapa de la globalización, donde el papel del territorio se ha desestabilizado

a raíz de un impresionante ascenso de las tecnologías de comunicación y de

transporte.1

En tiempos de una exacerbada globalización, el nacionalismo atraviesa un

periodo de crisis que sacude sus bases más profundas, pero no amenaza con su

desaparición, sino con transformarlo y flexibilizarlo, a tal grado que su resistencia a

las “amenazas” podría terminar por fortalecerlo, en una fortaleza que derivaría

más de su capacidad de adaptación que de su rigor. En otras palabras, el

nacionalismo —entendido en su faceta de la identidad nacional— se expresa

ahora en diferentes dimensiones y con nuevos mecanismos para la búsqueda de

coherencia lógica con el contexto de la mundialización.

Entre los varios tipos de nacionalismo, destaca el nacionalismo oficial y el

nacionalismo popular, siendo el primero la cristalización de los esfuerzos de una

clase dominante por unificar a una comunidad política a fin de lograr el consenso y

el manejo de las masas; mientras que el nacionalismo popular se relaciona con las

formas en que los múltiples grupos adoptan y recrean los principios del

nacionalismo de acuerdo a la propia idiosincrasia y necesidades sociales. Vale

1 De acuerdo a varios autores, entre ellos Sasskia Sassen se puede hablar de una nueva etapa de la globalización, en un proceso que data de hace cientos de siglos, que sin embargo ahora se presenta con manifestaciones antes no experimentadas y a un ritmo vertiginoso.

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Page 3: Ensayo Nacionalismo

mencionar que la hegemonía, en este caso la difusión de un afecto nacionalista,

nunca se presenta de forma homogénea y ni siquiera es requisito que sea

aceptado por todos y con iguales características. Citando a Zygmunt Bauman,

podemos decir que “el hogar natural de la identidad es un campo de batalla” y, por

ende, lo mismo sucede con la identidad nacional, pero en el “campo de batalla” de

la cultura no hay una lucha ganada de una vez y para siempre, sino un continuo

perpetuo de interacciones sociales y simbólicas.

En México, como en otras naciones del mundo, se puede hablar de

regionalismos de gran raigambre que llevan a los pobladores a reinterpretar un

nacionalismo vivido en contraposición a un nacionalismo “mítico” inducido (o

impuesto) desde las esferas del poder. Las expresiones de identidad nacional, en

el nivel empírico, pueden llegar a ser extremadamente disímbolas dependiendo de

la región de que se trate, y adoptan las formas y estilos que le imprimen los

miembros de la comunidad nacional en cada región.

En los estados del norte, por mencionar sólo un ejemplo, la frontera con

Estados Unidos es un imponente referente simbólico y vivencial que moldea el

modo de ser mexicano. Aun y con las interpenetraciones culturales mutuas de uno

y otro lado, no hay otro espacio donde lo mexicano se confronte constantemente y

con tanta vehemencia como en la franja fronteriza. Se pueden encontrar grandes

contrastes en los estados del sur, donde la composición de la población es

altamente indígena, de una vasta multidiversidad que se refleja en los usos y

costumbres y en el mismo paisaje urbano y rural. Mientras tanto, en el centro del

país el nodo de mayor influencia es el Distrito Federal y su zona metropolitana,

3

Page 4: Ensayo Nacionalismo

con una conformación bastante heterogénea, pero siempre imbuida por la presión

centralista de la administración del poder.

El anterior recorrido es tan solo para simplificar un esquema de grandes

regiones, pero lo mismo podría decirse de otras zonas del país e incluso de cada

estado, municipios y localidades, donde las particularidades son abrumadoras. No

es la misma mexicanidad que se vive en la sierra Tarahumara —si es que se

puede afirmar tal cosa— que en el Bajío o el estado de Sinaloa (a su vez marcado

por sus bien definidos polos norte, centro y sur), que bien cabría preguntarse

¿qué une a los mexicanos? O más aun, ¿se encuentran unidos “realmente”? Una

respuesta oficialista apuntaría a los símbolos nacionales, la Bandera, el Ejército y

el Himno nacional, y sobre todo a una historia y un destino comunes, un proyecto

de nación que si bien no se representa con claridad, sirve para dar la reconfortante

sensación de identidad y pertenencia a un conglomerado más fuerte y sólido que

los territorios intermedios y de escalas menores.

Benedict Anderson respondería a través de su figura de la comunidad

imaginada en su definición misma de nación: “…una comunidad política imaginada

como inherentemente limitada y soberana”. Siguiendo a Anderson, esta

comunidad es imaginada porque ni siquiera los miembros de la nación más

pequeña podrán conocer o escuchar en forma específica del resto de sus

paisanos, de tal forma que la imagen de su comunión es sólo una representación

conceptual, una especie de ficción creada, interpretada y reinterpretada hasta el

infinito de las interacciones sociales. 2

2 ANDERSON, Benedict. (1983) Comunidades imaginadas. Fondo de Cultura Económica. México. Pp. 23

4

Page 5: Ensayo Nacionalismo

En esta lógica, al carecer la nación de la fuerza de la proximidad, ya que su

referente territorial es inmenso e inabarcable con la experiencia humana, la

comunidad nacional necesita de vínculos mentales (imaginados) para legitimarse y

consolidarse, vínculos que se alimentan mediante imágenes, relatos y símbolos, al

contrario de lo que sucede con las comunidades enraizadas en territorios vividos,

como el barrio, el pueblo y en menor medida la ciudad, donde las personas se

conocen físicamente y mantienen una relación directa con su entorno.

El historiador mexicano Enrique Florescano parece estar de acuerdo con la

tesis “imaginativa” de Anderson, al hablar de los símbolos patrios en el prólogo del

libro Mitos:

“El mundo de ayer como el actual está poblado de mitos y personajes mitológicos

cuya presencia se manifiesta a través de poderosas imágenes visuales, orales y escritas,

igual que ayer el mito goza hoy de gran popularidad atraviesa todas las sectores sociales y

se difunde por los medios más variados, camina envuelto en mensajes políticos, religiosos

o ideológicos que tienen una resonancia colectiva…”

Sin entrar en la discusión histórica de las imprecisiones y contradicciones

en los relatos promovidos por el gobierno federal a través del sistema de

educación, se puede afirmar que en términos pragmáticos, ideológicos y

populares, los mitos-símbolos buscan cumplir su función cohesionadora, la cual

logran con mayor o menor éxito dependiendo el caso. No importa que el glorioso

Himno nacional se interprete con garrafales pifias ante millones de

telespectadores en un partido de futbol o en una pelea de box, que el “Masiosare”

se haya convertido en el extraño enemigo de la patria o que los héroes nacionales

5

Page 6: Ensayo Nacionalismo

sólo sean conocidos por su imagen maniquea y transfigurada de los libros de

texto. Con la salvedad de historiadores y científicos sociales, al grueso de la

población parece no importarle la veracidad de los recuentos historiográficos. Se

impone la leyenda mientras esta sea útil y brinde al imaginario popular el

sentimiento de inclusión dentro de un sistema nacional, en el cual opera un

Estado-nación como protector. No importa cómo, lo importante es que se siga

siendo mexicano, con toda la carga psíquica abrazadora que conlleva el sentido

de comunidad.

La comunidad nacional percibe a los símbolos patrios a través de una visión

alejada de la historia y atemporal, con un origen y un destino enclavados en el

campo abstracto y místico de lo sagrado. En el imaginario colectivo se comparte la

noción de que la patria ha existido —en una orientación metafórica pero sentida

como verdadera— desde el inicio de los tiempos y que vivirá hasta la eternidad,

donde los héroes nacionales gozan de la gloria y la trascendencia, conferidas a

través de sus actos de honor y su sacrificio por la patria. Anderson, desde una

perspectiva histórica, analiza de una forma muy aleccionadora el referente

religioso de todo nacionalismo, un orden político y cultural cuyos orígenes se

ubican apenas desde finales del siglo XVIII. De acuerdo a esta tesis, la comunidad

sacra y el reino dinástico son los sistemas culturales que sembraron el embrión

para la formación de la comunidad nacional. 3

3 IDEM. La modernidad histórica de las naciones frente a la cualidad de antigüedad subjetiva en la percepción de los nacionalistas, es una de las paradojas que señala Benedict Anderson sobre el concepto de nación y a la cual se enfrentan los teóricos de forma inevitable.

6

Page 7: Ensayo Nacionalismo

En México, los vínculos de la religión y el nacionalismo son evidentes y

ampliamente documentados en la historia nacional. Basta recordar a Don Miguel

Hidalgo alzando el estandarte de la Virgen de Guadalupe en el inicio de la lucha

de Independencia, pero es significativamente ilustrativa la letra del Himno nacional

mexicano, donde es Dios mismo quien dirige el camino de la patria.

“…Ciña ¡Oh Patria! tus sienes de oliva/ de la paz el arcángel divino,

que en el cielo tu eterno destino/ por el dedo de Dios se escribió.

Mas si osare un extraño enemigo/ profanar con su planta tu suelo,

piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo/ un soldado en cada hijo te dio…” 4

Y al igual que Dios y lo sagrado son incognoscibles, la Patria aparece como

algo que no es necesario entender pero sí venerar. Esto nos ayuda a explicar

cómo en las encuestas, por ejemplo, los mexicanos pueden resultar reprobados

en la historia de su país y en los principios fundamentales de la Constitución

mexicana, pero esto no les impide, de ningún modo, sentirse mexicanos.

Lo divino y lo profano se funden así en la nación y se experimentan a través

de la comunidad nacional y sus vínculos con los diferentes grupos sociales, e

incluso las regiones y las microrregiones en la escala de los territorios. Estos

vínculos tienden sus redes en el campo de la cultura y la interacción entre ellos da

lugar a la formación de identidades y a la reconfiguración de las entidades

existentes.

4 El Himno Nacional Mexicano se hizo oficial en 1943 por decreto del presidente Manuel Ávila Camacho. Las letras del himno, que aluden las victorias mexicanas en el calor de la batalla y cuenta sobre la defensa de la patria, fueron compuestas por el poeta Francisco González Bocanegra en 1853.

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Page 8: Ensayo Nacionalismo

La identidad nacional —al igual que otras dimensiones de la identidad—

adquiere cada vez más una condición de maleabilidad, que le sienta perfecto en

los actuales tiempos de la posmodernidad, donde las fusiones y la ruptura de los

límites son la norma a seguir.

Esta idea nos pondría a tono con la tesis de Bauman sobre las “identidades

líquidas” en la posmodernidad, una era donde prevalece el individualismo derivado

de la división social del trabajo. En la presente etapa del capitalismo, el

individualismo marca las relaciones personales y las torna efímeras, transitorias y

volátiles. La modernidad líquida es una figura de la transitoriedad: “los sólidos

conservan su forma y persisten en el tiempo: duran; mientras que los líquidos son

informes, se transforman constantemente: fluyen. Como la desregulación, la

flexibilización o la liberación de los mercados.”5

Lo anterior se explica —de acuerdo a Bauman— mediante el análisis de la

sociedad contemporánea, altamente fluctuante y de grandes y frecuentes

transformaciones, que exige al individuo la fragmentariedad y la ruptura de los

vínculos sociales duraderos, imposibilitando una formación identitaria colectiva

sólida. Pero la condición de solidez no necesariamente implica fortaleza, como la

“liquidez” o maleabilidad no siempre representan fragilidad. Retomando la

metáfora líquida, la identidad se adapta al “contenedor” que se encuentre a la

mano, impidiendo la disolución total. Desde la conformación de la nación

mexicana, y aun desde mucho antes, la identidad nacional se ha confrontado con

la otredad, y para muestra basta recordar el profundo mestizaje que dio origen a la

5 BAUMAN, Zygmunt. (2003) Modernidad líquida. México. Fondo de Cultura Económica.

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Page 9: Ensayo Nacionalismo

patria tal como se conoce en la actualidad, y también desde hace siglos la cultura

ha encontrado la forma de reconformarse ante la amenaza o la intromisión

—negociada o no— de la intervención extranjera, pero sobre todo motivada por

ella.

Recordemos que la identidad es más una construcción social (individual o

colectiva) que un hecho determinado, es más un proceso. Usando el esquema de

las adscripciones identitarias, la identidad individual se arma como un

rompecabezas en el cual las piezas nunca encajan del todo. Un individuo

construye su identidad con el conjunto de sus pertenencias sociales: nacionalidad,

grupo étnico, género, ocupación laboral, adscripción, además de características

particularizantes. En un colectivo, la construcción puede ser similar con la

distinción de que no se conforma por una sola unidad psíquica y no puede

reificarse, pues no posee voluntad propia. Pues bien, este conjunto de atributos

forman una configuración en constante movimiento, de tal suerte que,

dependiendo la situación o la necesidad, alguna de las dimensiones de la

identidad ocupa una posición de prioridad, mientras las otras dimensiones se

encuentran, por así decirlo, al acecho, para salir a la luz, y antes permanecen de

una forma latente, cosa que ocurre normalmente con el nacionalismo.

En la historia de México, y como queda claro en el Himno nacional, un

imperativo era defender el territorio en un contexto de guerras e intervenciones del

exterior. Ante el desvanecimiento de esta amenaza, al menos de forma

armamentista, el apego nacionalista se ha transformado y ha sido moldeado

principalmente por el Estado para poder dar dirección a una comunidad colosal e

9

Page 10: Ensayo Nacionalismo

intensamente heterogénea. En lo económico, esto se reflejó con el auge del

desarrollismo nacional que influenció el mundo después de la Segunda Guerra

Mundial, donde había que justificar la intervención de Estados Unidos bajo la

bandera del desarrollo, en la que el discurso oficial encontró una lógica que no

rompiera con el sentimiento nacionalista.

De forma similar, en su vertiginosa carrera, el proceso de construcción y

fortalecimiento de las identidades está obligado a una búsqueda constante de

coherencia lógica. En el nivel individual es un tema de la psicología, y en la

colectividad de la cultura. Es importante recalcar que la coherencia casi siempre

sucumbe en la “búsqueda” no precisamente en el alcance de la meta, sin

embargo, es vital garantizar el intento.

Pero si la configuración de la identidad nacional ha sido per se adaptativa y

moldeable, así como el nacionalismo, ¿qué ocurre hoy diferente a otras épocas?

Para Sasskia Sassen, la respuesta se ubica en la desestabilización de las viejas

jerarquías escalares. El concepto de Estado-nación no había encontrado oposición

tan contundente y penetrante como la formación del sistema de mercados

globales, y aunque este es un fenómeno de origen económico sus efectos son de

gran relevancia en la esfera de la cultura y, por tanto, de las identidades.

En palabras de Sassen: “El proyecto global de las grandes empresas, las

nuevas capacidades que resultan de la tecnología de la información y las

telecomunicaciones y el crecimiento de componentes supranacionales en la labor

10

Page 11: Ensayo Nacionalismo

del Estado, en conjunto, comienzan a constituir escalas estratégicas que van más

allá de lo nacional.” 6

La cultura: el campo simbólico de lucha en el mundo globalizado

Una de las consecuencias del debilitamiento del Estado-nación es la

pérdida del monopolio de la información y de su rol como único proveedor de

educación, lo cual se compagina con el surgimiento de poderosas tecnologías de

comunicación como el Internet, los teléfonos celulares y la amplia parafernalia de

productos electrónicos que han revolucionado no sólo los medios de producción

sino también las relaciones sociales y personales. En este panorama y ante el

desbordante crecimiento de las redes sociales en la web, el Estado ha quedado

desprovisto de la exclusividad como agente formador de identidades. El aparato

gubernamental, en todo su esfuerzo de política cultural, se enfrenta ahora a

millones de pequeñas trincheras que con la facilidad de un click han dejado de ser

receptores pasivos de información y se han convertido en productores de

mensajes. Esto sin mencionar el anclaje de los nuevos medios con sus

antecesores, la televisión, la radio y la prensa escrita. Si en el año de 1968, el

gobierno federal pudo minimizar la matanza de cientos de estudiantes en la plaza

de Tlatelolco aquel trágico 2 de octubre, hoy los temas de interés público se han

catapultado a través de la multiplicación de los mensajes y el efecto

engrandecedor de la repetición de la información por diferentes medios. Sin

embargo, habría que apuntar hacia ciertas características difusas en el nuevo

grupo social global conformado por los internautas y, más recientemente por los

6 SASSEN, Saskia. (2007) Una sociología de la globalización. Katz Editores. Argentina. Pp. 26

11

Page 12: Ensayo Nacionalismo

integrantes de las redes sociales virtuales, facebookeros y twiteros, que les hacen

carecer de fuerza al no estar plenamente organizados.

No obstante, el hecho de que el Estado se convierta en un agente

socializador más y no en el dominante es de por sí significativo. Si bien los

estados nacionales conservan el poder formal y una estructura de comunicación

extendida y consolidada, el nacionalismo —o la formación de identidades

nacionales— se enfrenta a dinámicas de socialización que no se habían conocido

antes, que se presentan conjuntamente con una relativa deslegitimación del

Estado-nación y el surgimiento, en la escena internacional, de las empresas

transnacionales como nuevos actores de poder global. La idea de globalidad,

originada por los procesos económicos neoliberales, tiene en jaque a la noción de

territorio como espacio social vivido aunque está muy lejos de desaparecer o de

sucumbir ante la tendencia homologante y universalista del capitalismo actual,

como afirman algunos teóricos neoliberales. Los particularismos locales y

regionalismos “aprenden” a confrontarse y a convivir con la presencia social y

cultural de las manifestaciones de lo global. 7

En el modelo de Sergei Moscovici, se identifican mecanismos de

adaptación de la cultura, uno de ellos es el anclaje que incorpora lo nuevo en

formas sociales previamente conocidas, pero una de las aportaciones que más

nos ayudan a entender cómo en una cultura regional tradicional puede absorber

las influencias externas es la conceptualización de la cultura como un sistema dual

de núcleo central y periferia.

7 GIMÉNEZ, Gilberto. (2007) Estudios sobre la cultura y las identidades sociales. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. México.

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Page 13: Ensayo Nacionalismo

“El sistema central de representaciones sociales está ligado a condiciones históricas,

sociales e ideológicas más profundas, y define los valores más fundamentales del grupo.

Además, se caracteriza por la estabilidad y la coherencia, y es relativamente independiente del

contexto inmediato. El sistema periférico, en cambio, depende más de contextos inmediatos y

específicos; permite adaptarse a las experiencias cotidianas modulando en forma

personalizada los temas del núcleo común; manifiesta un contenido más heterogéneo; y

funciona como una especia de parachoques que protege al núcleo central permitiendo integrar

informaciones nuevas y a veces contradictorias.” 8

El esquema anterior resulta útil para esclarecer cómo de una forma

articulada las representaciones simbólicas de la cultura global, se pueden integrar

a una cultura nacionalista, regional o incluso localista, siempre y cuando se

respete el núcleo de símbolos y formas por decirlo así “intocables”. En México,

estos símbolos se encuentran ligados, como se expresó anteriormente, al terreno

de lo religioso: los símbolos patrios, por parte del nacionalismo oficial; y el

catolicismo y la Virgen María desde el aspecto religioso, así como otros elementos

culturales de identificación nacional que se difundieron ampliamente en la llamada

Época de Oro del Cine Mexicano, con las figuras del charro y la cultura pueblerina

de solidaridad y apego afectivo al territorio, sólo por mencionar los más evidentes.

En la periferia del sistema cultural se ubicaría un sinfín de conductas,

representaciones simbólicas y culturales que pueden ser movibles, como la cultura

pop con su amplia gama de producción audiovisual y musical, así como modas y

otras influencias del extranjero. Es claro el rol que juega la música vernácula y la

música comercial, donde la última es efímera y la primera tiene un referente

histórico y afectivo con los mexicanos y algunas con una gran carga de fervor

patrio. No obstante, se tendría que añadir que la cultura nunca puede equipararse

8 IDEM

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Page 14: Ensayo Nacionalismo

a un esquema rígido e inamovible, es posible que algunas representaciones

sociales se muevan del núcleo a la periferia y viceversa, un tema que ameritaría

mayores estudios.

Nacionalismo y cultura en la postmodernidad

Para el sociólogo Scott Lash, el postmodernismo es un paradigma cultural

compatible con la era del capitalismo post-industrial en el cual, a diferencia del

modernismo, vive un proceso de desdiferenciación que se caracteriza por romper

los límites entre las diferentes esferas del conocimiento y del arte. Así, el arte ya

no es confinado a los recintos culturales cuyo uso se encontraba perfectamente

delimitado, el teatro es llevado a las calles, la pintura sale de las galerías, la

arquitectura fusiona diferentes periodos históricos, pero además en el campo de la

semiótica, el significado, el significante y el referente abandonan las barreras bien

definidas para entrar en una problematización de la realidad. 9

En la era postmoderna, hay una nueva inmanencia de lo cultural en lo

social, pues se han borrado los límites entre cultura popular y alta cultura, a

diferencia que en la época de la modernización, donde, de acuerdo al teórico

Walter Benjamin, la cultura mantenía un carácter aurático, siempre por encima de

la sociedad. Esta inmanencia de lo cultural en lo social potencia el poder de los

procesos culturales sobre la sociedad y la formación de identidades, con la

particularidad de que son las representaciones visuales cobran mayor fuerza en

número y poder de penetración. 10

9 LASH, Scott. (1997) Sociología del posmodernismo. Amorrortu Editores. Argentina Pp. 2210 IDEM

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Page 15: Ensayo Nacionalismo

En la historia real no hay una cronología de paradigmas culturales

sucesivos. Muchos objetos culturales en el nivel empírico muestran combinación

de rasgos realistas, modernistas y posmodernistas, además de la coexistencia de

objetos provenientes de distintos paradigmas al mismo tiempo: modernos,

realistas y prerrealistas, como los objetos góticos y cristianos. 11

Estos procesos suponen una revolución cultural a nivel global, que se

manifiesta de forma diferenciada en distintas regiones del mundo y modifica la

consistencia y la conformación simbólica de los nacionalismos, como de otras

identidades colectivas. El nacionalismo, como advierte Anderson, es un orden

mundial cuyo final no se avizora ni siquiera en el largo plazo, sin embargo, es un

hecho inminente que se acabe de la forma en que lo hemos venido conociendo

hasta hace unas tres décadas. Es un nacionalismo mucho más abierto y flexible,

que permite la inclusión de cientos de nuevas representaciones simbólicas y

ostenta la capacidad de articularse con la nueva integración internacional, de tal

forma, que se puede hablar de un nacionalismo posmoderno en contraposición a

un nacionalismo moderno o uno premoderno. Pero al mismo tiempo que la

identidad nacional gana en capacidad de adaptación pierde en peso en la

conciencia colectiva. Es una paradoja que sin duda está modificando las

condiciones del orden nacionalista y territorial que ha regido el mundo durante los

últimos dos siglos. La defensa del territorio pasa de los enfrentamientos bélicos y

la exaltación de la lucha armada al terreno de la comunicación y la cultura en los

procesos de construcción de identidades. Pero si bien las identidades se

construyen desde el “repertorio” cultural, las estructuras económica y tecnológica 11 IDEM

15

Page 16: Ensayo Nacionalismo

subyacen los procesos en los procesos sociales como catalizadores y directores

del cambio.

En el escenario de la posmodernidad hay mayor cabida para la diversidad

cultural, si en la modernización predominaba la identidad nacional como única e

indivisible en la era posmoderna se enaltece el valor de la pluralidad y la

multiculturalidad. En concordancia con estos procesos, en la República Mexicana,

como un gran mosaico de diversidad y rasgos étnicos, se ha optado por un cambio

en la Constitución Política, que desde 1992 define al país como una nación

pluricultural en referencia a los pueblos indígenas, que habían quedado soterrados

bajo la insignia de la mexicanidad única. Si bien el cambio se ha confinado

mayormente al campo de la legalidad es un hecho histórico que no se puede

menospreciar, sin dejar de considerar que aún hay mucho por hacer para llegar a

una inclusión real de estos grupos considerados vulnerables.

El caso de los indígenas ilustra sobre cómo en la globalización los

particularismos adquieren un matiz distintivo al de la universalidad de la expansión

de mercados, pero se encuentra lejos de ser el único. Los connacionales que

radican en Estados Unidos desestabilizan el concepto de nación como limitado a

un territorio geográfico, y han puesto de manifiesto que la nacionalidad también es

una construcción simbólica y conceptual que se puede fortalecer aun más fuera de

las fronteras del país. A tal grado que los paisanos en Estados Unidos y aun las

siguientes generaciones pueden considerarse mexicanos, dando lugar a una

especie de nacionalidad híbrida, que en el terreno político y jurídico se evidencia

con la permisividad de la doble nacionalidad.

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Page 17: Ensayo Nacionalismo

Ante estos procesos de contrastación y fusión cultural, en la fase

contemporánea de la globalización, se hace cada vez más patente la necesidad,

no tanto de unificar, sino de diferenciar. La identidad es la respuesta a la pregunta

de quién soy o quiénes somos, pero también a la de ¿qué nos hace diferentes de

los otros? Cuestión que se vuelve toral ante el incesante cúmulo de interacciones

propiciadas por las tecnologías de la comunicación, que desatan una

confrontación constante de los actores sociales, interacciones dinámicas que a

través del ciberespacio han quebrantado las fronteras territoriales, por lo que cada

vez más se tiene a la mano información de otras naciones y la subsecuente

exposición a otras identidades. El aumento en las interacciones provoca que cada

actor tenga que reafirmar constantemente la idea de sí mismo no sólo a los ojos

propios, sino a los de extraños. Es una reconfiguración constante de la identidad.

Estos procesos también derivan en el incremento del número de actores sociales

con los que las personas entran en interacción, y en la solución a esta dinámica

deriva en que las identidades dinámicas y plurales (inclusivas y no excluyentes)

dejan atrás a las identidades cerradas y “sólidas”, que se vuelven frágiles ante los

fuertes vientos de la globalidad cultural.

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