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“En Cristo, Dios nos bendijo con toda clase de

bendiciones espirituales y celestiales.

En Cristo, nos eligió antes de la creación del mundo

para ser consagrados y estar ante Él por el AMOR”. (Ef, 1,3)

SANTA MARÍA EUGENIA DE JESÚS

“Señor, Tú sabes que te amo”

“Jesucristo fundó nuestra Congregación en

una dependencia total de Él”.

“Yo soy la Primera piedra colocada por su Mano”. (M.M.E.)

MADRE THÉRÈSE EMMANUEL

¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!

“Soy Yo quien te nombró ‘Emmanuel’”

Yo te he llamado con Mi Nombre.

Quiero que mi Ser sea en ti,

que sea Yo quien viva en ti. Yo te predestiné”. (N.S. a M.T.E. 24.12.1842)

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UN LEGADO POR DESCUBRIR

BICENTENARIO DEL NACIMIENTO DE SANTA MARIA EUGENIA DE JESÚS Y MADRE THERESE EMMANUEL

1817-2017

“El Reino de Dios es como un comerciante que busca

perlas finas; cuando encuentra una de mucho valor,

va y vende todo lo que tiene y compra esa perla.” (Mt 13,45-46)

La Celebración del Bicentenario del nacimiento de Nuestras

Madres, Fundadora y Cofundadora de la Congregación de

Religiosas de la Asunción, nos desafía a llegar hasta las raíces

más profundas de nuestro Carisma y Espiritualidad.

Acontecimiento tan importante para nuestras generaciones

actuales y futuras, nos lanza a beber en las fuentes, a reflexionar

sobre la herencia espiritual recibida y a descubrir su riqueza

para avanzar juntos hacia “la otra orilla”.

Este material intenta dar respuesta a la propuesta de Madre

Martine: “… avanzar con confianza, apoyándonos en la Fe de

nuestras antepasadas en la Congregación, porque en ellas

encontramos inspiración y aún más, en Jesucristo, en quien

ambas se anclaron para avanzar.” (M. Martine 10.03.16)

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ANA EUGENIA Y CATALINA 3. AMANTES DE SU TIEMPO

“Si ustedes saben interpretar el aspecto del cielo… ¿Cómo no saben interpretar las señales de estos tiempos?” (Mt 16,3)

SIGLO XIX - CONTEXTO HISTÓRICO -

o Un período marcado por profundos cambios

Esta época, conocida como “El Gran Siglo de las Almas”, marcó profundamente las

almas y las inteligencias de nuestras Fundadoras. En ese ambiente de clases

medias, cercano a la aristocracia, encontramos el crisol de la renovación cristiana.

“1817-1898: en los 81 años de la vida de María Eugenia, 7 regímenes políticos se

han sucedido en Francia. Es un período confuso, rico en cambios e innovaciones,

desde el punto de vista social, filosófico, artístico y eclesial.

La Revolución Francesa de 1789, significó una ruptura con el pasado: los nuevos

valores de Igualdad, Fraternidad, Libertad, presagian el final de las monarquías en

Francia y en otros lugares de Europa. Nuevas filosofías modernas modelan las

mentalidades y lanzan dudas sobre el modo de conocimiento: una nueva

conciencia de sí mismo, de su relación con los demás invade los espíritus; crece

más y más el interés por las emociones, las pasiones; la naturaleza humana se

convierte en campo de observación.

Las escuelas románticas, naturalistas y simbolistas se suceden tanto en literatura

como en pintura poniendo el acento en la afectividad, las emociones y la

imaginación.

El método y la mentalidad científicos ganan terreno y forman los espíritus,

agudizando el conflicto entre ciencia y fe; se teme actuar mal, se desarrolla un

sentimiento paralizante del pecado y del miedo a ofender a Dios.

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La industrialización va transformando no sólo las estructuras económicas sino

también el estilo de vida de las sociedades, las relaciones y las ambiciones.

El filósofo alemán Hegel (1770-1831) había proclamado una mística del progreso,

pero los pobres pagaban el precio.

Los reformadores sociales y los teóricos inventan el vocabulario que Karl Marx

(1859-1913) hará universal, teorizando e imponiendo así una lectura económica

de la historia. Los obreros empiezan a organizarse; Francia descubre el

proletariado y la fuerza de los movimientos populares.

Toda esta borrasca de la historia aporta profundas modificaciones en la cultura y

desestabiliza todas las estructuras de la sociedad: Gobierno, organización social,

económica, educación, Iglesia”. (Congreso Internacional de Educación, Auteuil, 1988)

o Contexto Eclesial

La Iglesia del siglo XIX es el blanco de los asaltos conjugados del ateísmo y de la

revolución. El materialismo gana terreno. En Francia muchos se dejan seducir por

el racionalismo y el positivismo de Augusto Comte. (1798-1857)

El espíritu crítico con el que Renan aborda y presenta los textos de la Biblia está en

armonía con estas ideologías. Frente a este “humanismo ateo”, en frase de Henri

de Lubac, los cristianos ponen en tela de juicio los problemas fundamentales. Ya

Víctor Hugo había afirmado: “la prensa y la escuela harán desaparecer a la

Iglesia”. La amenaza se hace realidad con la fundación, en 1866, de la famosa

“Liga de la Enseñanza”, por el francmasón Macé.

Levadura en la masa, los cristianos comprometidos trabajan en todos los sectores

con un auténtico espíritu de fe y esperanza.

El siglo XIX es la edad de oro de la apologética: Gratry, el Cardenal Newman. Los

sabios son al mismo tiempo hombres de ciencia y de fe: Laennec, Ampére,

Pasteur. “L’Avenir”,”L’Ere nouvelle”,”L’Univers” y más tarde “La Croix” son un

ejemplo del papel que la prensa católica tendrá en la polémica. Las conferencias

Cuaresmales continúan, impulsadas por Lacordaire.

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o Un combate por la libertad

La Iglesia, prisionera de su opción contrarrevolucionaria, encuentra dificultad para

reconocer que no todo es negativo en el ideal de Libertad y Fraternidad de 1789.

Quizá Lamennais es uno de los hombres más clarividentes: en 1817, año del

nacimiento de Ana Eugenia y Catalina, publica su “Ensayo sobre la Indiferencia”,

vehemente llamada a la libertad y a la justicia. Este profeta presenta su tesis de

que una sociedad atea está condenada a la desintegración, y quiere hacer del

cristianismo un fermento que renueve el mundo moderno: se trata de hacer

penetrar el Evangelio en la vida, en las instituciones sociales, en la política. Sin

embargo, por su falta de equilibrio, pondrá en peligro la causa grandiosa a la que

sirve.

Otros católicos liberales luchan también para promover lo que hay de válido en las

tesis de las que se hace portavoz “l ’Avenir”, especialmente el combate por la

libertad: entre otras la libertad de enseñanza, consagrada por la ley Guizot de

1833 y la ley Falloux de 1850.

Entre estos luchadores infatigables, encontramos al P. Teodoro Combalot,

predicador de fama y fogoso polémico, ardientemente convencido del papel que

la educación cristiana representa en la transformación de la sociedad: “Instaurare

omnia in Christo”.

Para rehacer un mundo cristiano según el Evangelio, la Iglesia posterior a la

revolución, necesita restaurar la educación religiosa de la juventud y, sobre todo,

de la juventud femenina. Es el sacerdote que Dios pondrá en el camino de María

Eugenia y Therese Emmanuel para fundar la Asunción.

Desde 1830, el grupo de “l ’Avenir” tiene herederos en vela. La revolución de 1848

provoca una llamarada de espíritu social en los católicos liberales y su periódico

”L’Ere nouvelle”. Nace una gran esperanza, la Madre María Eugenia hace eco en

una carta de marzo de 1848 al P. d’Alzon y dice: “Nadie mejor que nosotros ha

sido fundado en vistas a esta sociedad del futuro”.

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Desgraciadamente los acontecimientos de junio, con la muerte de Monseñor

Affre, suscitan una reacción violenta. Para María Eugenia y Therese Emmanuel es

el derrumbamiento de un gran sueño, o mejor, la toma de conciencia de que falta

por llevar a cabo un largo combate en favor de la liberación del hombre.

En este contexto histórico tan particular, hay que situar la Fundación de la

Congregación de Religiosas de la Asunción. A pesar de las angustias, los choques,

y las dificultades de toda clase, que encuentran incluso, por parte de la Iglesia a

la que quieren servir con todas sus fuerzas. (P. Jerónimo Cornelis A.A.)

UTOPIA – EL REINO

Madre María Eugenia y Madre Therese Emmanuel, contemplan su tiempo con

una mirada de fe y esperanza y, a diferencia de ciertas corrientes espirituales y

religiosas de su época, consideran al mundo como lugar de revelación y gloria

para Dios.

Ambas se sienten llamadas a fundar una Congregación Religiosa para aportar un

cambio radical en la sociedad de su tiempo, haciendo que ésta se deje penetrar de

los principios, valores y visión del Reino de Dios que Jesucristo vino a proclamar e

instaurar en la tierra.

Madre María Eugenia le escribe al P. Lacordaire: “¿Concibe usted lo maravilloso de una sociedad verdaderamente cristiana? Dios,

Maestro de los espíritus, bajo las sombras de la fe, de las voluntades, en las

angustias de la prueba. Maestro que reina en todas partes aunque de modo

invisible, adorado cuando hiere y, todas las virtudes que son la vida de Dios,

preferidas a las necesidades de que se compone la vida natural del hombre.

Soy muy sencilla y muy atrevida al hablar así; pero ante esta idea no me puedo

contener, y este Reino de Cristo es quizá todavía más precioso para mí, más

querido para mi alma, que las tiendas de Israel de las que habla el profeta; más

que la Jerusalén Celestial, en donde no se puede pertenecer a Dios, más que al

recibir su recompensa“.

“Hay quien dice: ¡Hermosa Utopía! Le aseguro que esta exclamación me

escandaliza, porque observo que nuestro Maestro ha dicho: No habrá más que un

rebaño y un Pastor. El Hijo del hombre atraerá a todos hacia Él. Por otra parte,

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¿quién osaría decir, que el Reino de Jesucristo no sea la meta del mundo y que no

sea bueno consagrase a Él?”

“Dar a conocer a Jesucristo, libertador y rey del mundo; enseñar que todo le

pertenece, que presente en nuestras almas por la vida de la gracia, quiere

trabajar en cada uno de nosotros para la gran obra del Reino de Dios; que cada

uno entre en este proyecto, ya sea para rezar, para sufrir o para actuar; que

negarse a ello, bajo cualquier pretexto, es apartarse del mayor bien y tomar el

camino del egoísmo. Le aseguro, que para mí, esto es el principio y el fin de la

enseñanza cristiana“.

En esta travesía del desierto, Nuestras Fundadoras, hacen oír su voz profética. La

Congregación se desarrolla. Sus intuiciones las hacen caminar en la línea de una

restauración cristiana y evangélica que confirmarán un día las orientaciones del

Vaticano II”. (P. Jerónimo Cornelis A.A.)

Esta manera de ver, esta contemplación de la realidad, lejos de apartarlas del

mundo, las lleva a amarlo cada vez más. Madre María Eugenia exclama:

“Me cuesta oír llamar a la tierra un lugar de destierro; yo la contemplo como un

lugar de gloria para Dios, puesto que puede recibir de nuestras

voluntades libres y que sufren, el único homenaje que no encuentra en sí

mismo…” (Carta al P. Lacordaire)

Por su parte, Madre Therese Emmanuel en sus “Notas sobre nuestra Obra

Apostólica” hace eco en sus enseñanzas:

“El amor de Dios debe gobernar las sociedades cristianas y las órdenes

religiosas. Las máximas del Evangelio consisten en: dar su vida por el prójimo,

amar a los enemigos, ver a Jesucristo en el más pequeño de los hermanos;

servirle en ellos, todo conduce a la práctica de un amor universal, porque

encontramos a Jesucristo en todo prójimo, amigo o enemigo y le servimos en

ellos. La base de la sociedad cristiana es el sacrificio de uno mismo. Es también

la condición de la entrega y del celo. HAY QUE DEJARLO TODO PARA SEGUIR A

JESUCRISTO. La entrega a la obra de Jesucristo en el mundo nace de su amor“.

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DESAFÍOS – RESPUESTAS

TRANSFORMACION DE LA SOCIEDAD – EDUCACIÓN DE LA MUJER

Las Fundadoras de la Asunción, comprenden que Dios tiene un proyecto sobre el

mundo y que cada uno está llamado a colaborar con él. En su “Credo”, Madre

María Eugenia afirma:

“Creo que cada uno de nosotros tiene una misión que cumplir en la tierra…

El fin de esta religión no es solamente esforzarnos en buscar por todos los

medios nuestra bienaventuranza eterna, sino esforzarnos también en

buscar en qué puede Dios servirse de nosotros para la difusión y

realización del Evangelio”. (Carta al P. Lacordaire)

La luz de la fe cristiana es fuente de coherencia. Madre María Eugenia cree en las

consecuencias sociales del Evangelio si éste se vive y en su poder de

transformación de la sociedad. Presiente que si sus contemporáneos no

colaboran en el proyecto de Dios, es más por ignorancia que por malicia. Se trata

de comprender este tiempo y de educar en una perspectiva cristiana de acuerdo

con el Evangelio. Y apunta:

“Lo que falta hoy… son órdenes religiosas en relación con los caracteres,

los espíritus e incluso con las fuerzas físicas de nuestro tiempo”. (Carta al P.

Lacordaire)

Ambas Fundadoras tienen confianza en la capacidad de la mujer de realizar esta

transformación de la sociedad. “Ya ve usted que las mujeres creen que su papel en

la familia es el de asegurar la fortuna, casi nunca el honor y la rectitud, ellas, que

el cielo hizo educadoras del mundo”. (Consejos sobre educación (1842))

Por su parte Madre Therese Emmanuel dice: “La educación es nuestra Obra al

interior de la Iglesia. Tiene como fin formar jóvenes fuertemente empapadas de

espíritu cristiano y poseyendo al mismo tiempo las ciencias profanas que las hacen

capaces de ejercer influencia a su alrededor.

Estas jóvenes en su mayoría están destinadas a formar familias; por eso es muy

importante que ellas sean suficientemente inteligentes e instruidas en todos los

campos y sepan hacer respetar lo que ellas dicen y lo que ellas son”. (Instrucciones de

Madre Therese Emmanuel a las Novicias de la Asunción p. 285)

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En lugar de lamentarse por ese estado de hecho, Madre María Eugenia se dedica a

modificarlo, inculcando por medio de la educación un espíritu social cristiano que

corrige la superficialidad que denuncia, y dice: “El fin de la educación es que, una

vez que están ya en el mundo, sean mujeres cristianas capaces de llevar los

pensamientos, los sentimientos, las costumbres cristianas al seno de la familia”. (Capítulo 20.07. 1879)

La inteligencia debe formarse de manera que anime la voluntad y le proporcione

una dirección. Que se actúe según la razón y con razones para actuar. “Todas

habíamos experimentado los inconvenientes de una enseñanza inspirada por un

principio mundano o anti católico. Y no es que hubiera en esta educación el

prejuicio de evitar el nombre de Dios y de no querer poner a la religión como

fundamento de la enseñanza, pero faltaban convicciones, se leían libros de toda

especie, había profesores de todas las creencias”. (Capítulo 28.04.1889)

La reflexión sobre su propia experiencia, las necesidades de su tiempo, así como

las causas del creciente divorcio entre fe y razón, llevaron a Nuestras Fundadoras

a elegir la educación como respuesta a estos grandes desafíos.

“La educación cristiana nos ha parecido ser la gran necesidad de nuestra época” (Madre Therese Emmanuel a las Novicias de la Asunción, Tomo I p. 76-77)

La educación es la obra más útil y necesaria. Se trata de formar en el corazón de

las niñas el amor a Nuestro Señor y su espíritu en el conocimiento de Jesucristo.

ELLAS SERÁN LA FUENTE DE UNA RAZA NUEVA Y FORMARAN UNA NUEVA

GENERACIÓN CRISTIANA. (Ídem. p. 289)

María Eugenia y Therese Emmanuel, amaron su tiempo, amaron la Iglesia y con

realismo quisieron dar una respuesta convencidas de que su PROYECTO era la

causa de Dios. Su fe les proporcionaba, no sólo la audacia, sino también la

resistencia, no sólo la energía de actuar, sino también las fuerzas de hacer frente a

la incomprensión, la oposición e incluso la persecución. Su fe y su amor a Cristo

les permitieron hacer la unidad; su obediencia a la voluntad de Dios y el sentido

de su llamada conservaron sus miradas fijas en su ideal.

“Lo propio de los corazones grandes es descubrir la necesidad principal de la

época y consagrarse a solucionarla”. (P. Lacordaire 28.08.1844)

“Para tener influencia en su siglo, se necesita haberlo comprendido”. (Montalembert)

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PARA REFLEXIONAR

En el origen de nuestra Asunción, encontramos dos mujeres excepcionales

conducidas por el Espíritu. Apasionadas por Jesucristo, amaron su época e

intentaron dar respuesta desde su propio Carisma.

Siguiendo sus huellas:

1. ¿Nos sentimos urgidas a amar nuestro tiempo?

2. ¿A reconocer los desafíos que nos plantea y poder dar respuestas

audaces, sin conformismos?

3. ¿A estar abiertas a las mociones del Espíritu, a vivir en continuo

discernimiento y ser capaces de mirar al futuro para incidir en los puntos

neurálgicos de nuestra realidad?

____________________

Bibliografía

1. Capítulos de Madre María Eugenia: 15.12.1872 / 27.12.1872 / 24.02.1878 / 05.05.1878 / 26.10.1882.

2. El siglo XIX M. Ma. Eugenia realidad..ppt 3. M. Therese Emmanuel. Instrucción a las Novicias de la Asunción, Tomo I

4. Madre María Eugenia Milleret. Mere Helene Marie Bories

5. P. Jerónimo Cornelis, Agustino de la Asunción. “Apasionada por el Evangelio

y por su época: Madre María Eugenia de Jesús.” 1974.

6. Textos de Referencia del Congreso Internacional de Educación, Auteuil,

1988.

7. Textos Fundacionales. Capítulos (20.07.1879) y (28.04.1889)

8. Textos Fundacionales. Carta al P. Lacordaire

9. Textos Fundacionales. Consejos sobre educación (1842) no. 1511.

10. Un largo camino juntas: Madre María Eugenia y Madre Therese Emmanuel