4. gonzález cruzado, derivas de la subjetividad en la clínica vincular psicoanalítica. al...

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    Psicoanlisis de las Configuraciones Vinculares,Tomo XXXIV, N 1, 2011, pp 71-116

    Derivas de la subjetividaden la Clnica Vincular

    Psicoanaltica:al encuentro con la

    familia Galvn

    Alicia Gonzlez Cruzado *

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    (*) Licenciada en Psicologa, Universidad de la Repblica, Uruguay. Psi-coanalista Vincular.E-mail: [email protected]

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    Causa comn

    La clnica psicoanaltica vincular con frecuencia nos sor-prende y descoloca, por los efectos de presenciaen la escenaque se arma con el analista. Sobre los aconteceres de una si-tuacin teraputica es que me propongo producir junto allector algo del orden del pensar.

    En el itinerario de este encuentro y las vicisitudes de estaconsulta familiar, esbozar algunas lneas posibles que apor-ten hacia la comprensin de un territorio complejo, sobremutuas afectaciones entre analista y familia. Propongo ensa-yar un pensar clnico, ms que trasmitir un saber sobre el he-cho clnico en s.

    A modo de mapa de situacin acudir a bibliografa espe-cfica sobre caractersticas del psicoterapeuta segn investi-gaciones recientes en psicoanlisis. Concibo el encuentro cl-nicocon las familias en este caso, la familia Galvn que traeconsigo un fuerte padecimiento, en el territorio de emergen-cia de nuevas subjetividades. Encuentro que acontece en di-versos escenarios; transcurriendo en un espacio/tiempo en elque ser posible ir esbozando lneas, trazas, composicionesconfigurantes, creaciones y, acaso invenciones, con sus in-tensidades propias.

    En ese contexto una marca/seaproduce en m analistaimplicada en la situacin, una cierta toma de distancia demodelos explicativos y saberes totalizantes.

    Me dejo atravesar por aportes de otras disciplinas y explo-ro nuevos modos del pensar vnculo y subjetividad en tanto

    produccin, que al producir se produce, conservando para sesa potencialidad.

    Desde el momento del pedido de consulta, solicitada porla familia e intermediada por un abogado, intuyo que estoytransitando sobre terreno resbaladizo. Acaso en aguas fron-terizas entre la clnica, la justicia, la tica la condicinhumana.

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    I. De la clnica: pensar una clnica en situacin

    La tragedia familiar: uno de sus integrantes es asesinadopor un consanguneo.

    A tres semanas, solicitan consulta con un analista vincular,luego de haber atravesado histricamente juntos como fa-milia y por separado, por diversas instituciones de saludmental que les proporcionaron variados tratamientos.

    Con muchos interrogantes emprendemos un recorrido, queir armando un complejo tratamiento, del cual una nueva pers-

    pectiva de la clnica comenzar a esbozarse para m, siendoste un punto de especial inters para profundizar.

    El relato clnico se resiste a ser presentado como una cr-nica ordenada desde una temporalidad lineal. Va sucediendoy al hacerlo, disea cierto fragor potenciado por el acto deescribir. Es como si al sucederse la escritura, sta, pautara sus

    propios ritmos y derroteros. Me dejo llevar adentrndome enel transcurrir de los pensamientos, como efectivamente ocu-rri en el encuentro clnico. Los sucesos fluirn.

    Las primeras interrogaciones surgen acerca de mis posibi-lidades de acompaarlos y de resonar empticamente con losGalvn, ya que se trata de una situacin muy particular. Sehallan en un terreno lindero entre salud mental, la ley, la jus-ticia, el hecho pblico, los trascendidos de prensa, la condenasocial; conformando elementos atpicos para una consulta conun analista.

    Las preguntas que atraviesan el trabajo, giran en torno alcampo de problemas de la subjetividad, particularmente enaquella que es producida, como algo del orden de la novedad,en el encuentro entre analista y pacientes-familia. Qu se

    mantiene y qu se modifica en la tcnica psicoanaltica eneste tipo de intervenciones que, como se ver, resultanatpicas? Se hace preciso repensar algunos conceptos talescomo encuadre y dispositivo, transferencia-contratransferen-cia y pensar en otros, como neutralidad y abstinencia; impli-

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    cacin; afectacin; el vnculo como produccin entre queno antecede a los sujetos, sino que los instituye.En este esce-nario se despliega cierta tensin, la que me propongo, seasostenida, ms que aliviada o capturada por una explicacin.

    La familia Galvn

    Los Galvn son una familia constituida por padre y madreGema y Efran separados hace diez aos y tres hijos Este-ban, Rogelio y Tigresa entre la adolescencia y la juventud.Provenientes del interior del pas, de familias de origen hu-milde, se presentan pertenecientes a la clase media alta. Ha-

    blan de su afn de superacin, logrado a travs de la parejamatrimonial siendo ambos muy jvenes.

    Obtienen un nivel de instruccin muy superior a sus fami-lias de pertenencia, lo que les permite ascender en la escalasocial, hasta lograr posiciones de destaque y reconocimiento

    profesional, resultando evidente el nivel de superioridad deGema respecto a Efran.

    Mientras l se presenta de muy bajo perfil, ella se muestraavasallante.

    En la asignacin de roles de la pareja, l es descrito comoel blando, ella, representala mano dura,aunque ineficiente ala hora de fijar un lmite y mantenerlo. Hablan de alianzas detipo perverso madre e hijos a espaldas del padre.

    La pareja parental proveniente de numerosas fratras, tes-timoniaba desde ambos lados, la existencia de hermanos por-tadores de patologa psiquitrica grave.

    Dicen de Esteban, el mayor de los tres hijos, era nio

    maravilloso, deseado casi con locura, fruto de las prime-ras etapas idealizadas de amor-pasin de la pareja. A l lesiguen Rogelio, y Tigresa, quienes llegaron por accidente,de encuentros fortuitos a lo largo de la tormentosa relacin dela pareja.

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    Gema y Efran, reservaban para sus hijos elevadas y me-sinicas expectativas,cuestin que la droga, conductas des-viadas o apatas y, sobre todo, la enfermedad mental deEsteban, llegan para desbaratar.

    Dichas expectativas parentales sobre su descendencia, lasasocian a los humildes orgenes de ambos, cuestin que enlas primeras etapas del desarrollo de los nios Galvn, les esdevuelta con creces.

    Esteban mostr precozmente sus dotes artsticas, exhibien-do un talento especial para la msica. Ya entrado en la puber-tad, desarrolla un talento para las letras con cuentos cortos y

    poesa. Es justamente a partir de sus escritos que comienzana evidenciarse las ideas delirantes. Esta etapa coincide con elinicio en el consumo de drogas y abuso de alcohol, sostenidoy avalado por la familia.

    Rogelio era permanentemente comparado con Esteban,quien le haca sombra. Poco se esperaba de l. Su carcterdesafectivizado, lo mantena distante de la dinmica fami-liar, limitndose a cumplir con sus estudios aceptablemente,sin grandes ruidos ni complicaciones. No llevaba amigos a lacasa y sus actividades se desarrollaban mayormente puertasafuera.

    Tigresa era para sus padres una nia inteligente, un pocodistrada, de bajo rendimiento escolar a causa de su desinte-rs. Aptica, abstinente y sin grandes dotes, logr con esfuer-zo terminar el bachillerato ya en tratamiento familiar.

    Segn la narrativa familiar sobre aquellos aos, Estebanpareca brillar hasta enfermarse, mientras que Rogelio casino exista y Tigresa se desdibujaba hasta desaparecer, insta-lando progresivamente un trastorno alimentario que la llev a

    perder mucho peso y a estar en riesgo, sin que fuera registra-do por el entorno familiar. Slo a partir del tratamiento quelos Galvn inician conmigo, con Tigresa de 19 aos y unasituacin comprometida, pudieron actuar en consecuencia.

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    Los hijos menores se fueron acostumbrando a arreglrse-las solos, ms a partir del diagnstico de esquizofrenia deEsteban, que acontece siendo ambos menores de diez aos.

    Aun antes de formalizado el diagnstico psiquitrico delchico, la familia haba realizado consultas con profesionalesde la salud mental por una serie de malestares que hacandifcil la vida juntos.

    La pareja parental se separ escandalosamente, con tor-mentosos episodios e infidelidades.

    En el relato atribuyeron la causa de ruptura a la enferme-dad psiquitrica del primognito de trece aos por aquel en-tonces.

    Gema y Efran, no lograban acuerdos sobre el tratamientode Esteban, sobre todo en relacin a micro-narcosis e interna-cin.

    Los hijos vivan alternativamente en el hogar paterno omaterno, sin orden preestablecido ni hbitos de continuidad,

    pero intentando sistemas de turnos, en los que Esteban era elcentro de la atencin y los otros dos, figuras satelitales.

    En momentos de aparicin de la sintomatologa esquizo-frnica, Esteban y Tigresa mantenan una alianza slida, siendosta la nica capaz de interpretar el nimo del muchacho, desdeinicios de la enfermedad, era escuchada y adorada por l, cues-tin que hizo que sus padres delegaran en ella los cuidadoscotidianos, hbitos higinicos y alimentarios.

    Mientras tanto Rogelio permaneca alejado de la compli-cidad fraterna, sintindose excluido y tomando distancia dela conflictividad. Ilusionaba vivir una vida casi normal, pa-

    sando ms tiempo en casa de sus amigos que en la propia.

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    La vida familiar

    La vida de los Galvn transcurra de forma desorganizaday catica, rigindose por la impulsividad. Esteban tierno yviolento a la vez tornaba imprevisible el relacionamiento alinterior familiar. Los estados delirantes o excesos por consu-mo de sustancias, potenciaban ataques de furia e instalabanun estado de amenaza, tejiendo una trama del orden de lo ate-rrador. Esto aconteca en los perodos entre internacin e in-ternacin, en los que el chico pasaba temporadas en casa desus padres.

    Efran pareca tener una tolerancia mayor e ingresaba asus episodios delirantes, mientras que para la madre eran delorden de lo intolerable, reaccionando evitativamente.

    Episodios de violencia diversos involucraban a padres ehijos y a los hermanos entre s. Eran recurrentes las amenazascon cuchillo de Esteban hacia los dems, an estando dormi-dos, despertndose con las amenazas del chico.

    Rogelio y Tigresa pasaban das deambulando en la calle oen casa de amigos, prfugos de la mirada parental. Todo pa-reca estar permitido en un hogar liberal y progresista, fuerte-mente marcado por una ideologa de izquierda. La permisivi-dad parental era tal, que el consumo de marihuana a niveldomstico no reconoca diferencias generacionales.

    Las posibilidad de armar alianzas parentales era dbil comocuando permanecan casados. Esto ocasionaba en sus hijosvivencias de abandono y desproteccin, con el beneficio deactuar a su antojo. En este lapso ambos progenitores forma-ron nueva pareja.

    Breves episodios

    En un confuso episodio, durante una de las crisis de Es-teban, intenta abusar sexualmente de Tigresa, confundiendola ternura que ella le prodigaba con inters sexual. Estaban

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    solos en la casa paterna. La adolescente consternada, se de-fiende y avisa a sus padres. Aterrada por no poder reconocerese ataque, proveniente de su hermano tan querido, no en-cuentra eco ni comprensin parental, sino ms bien repro-ches y acusaciones. Si bien Gema sintoniza un poco ms des-de su ser mujer con la chica, ambos, en sus argumentos

    priorizan la patologa de Esteban, reclamando tolerancia aTigresa, sta deja de ser una apoyatura para l, alejndoseresentida.

    Este evento produce lo que en el relato familiar denomi-nan un cataclismo.

    Estupor e ineficiencia parental para resolver esta y otrastantas situaciones de la convivencia entre los hermanos, comoentre s, culminan en la decisin, avalada por especialistas:que los hermanos no convivan bajo el mismo techo.

    La tensa conflictiva situada ahora en el mbito fraterno yano ser resuelta. Sern frecuentes las fugas de Tigresa yRogelio del hogar, como tambin las repetidas fugas de Este-

    ban de los lugares de tratamiento.

    En otra ocasin, Esteban estaba viviendo con su padreen la casa de veraneo, prende fuego parte de la bibliotecafamiliar, reduciendo a cenizas algo sumamente valorado: loslibros. Llega su padre mientras Esteban permaneca sentadoen el piso con la mirada perdida, delirando. Ante tamao es-

    pectculo, Efran se arroja al suelo de frente a su hijo y sinmirarlo, se larga a llorar exclamando No saba que sufrastanto hijo! Efran conecta pasivamente con la patologa delchico, recluyndose dentro de s mismo, mortificndose, sin

    posibilidades de abrazarlo, ni de contener el desborde.

    Gema y sus hijos fuman marihuana y todos lo saben.

    Cada uno suele hacerlo en su grupo de amigos, en salidas,pero no en presencia de los otros. Cierta noche, Gema estabaen su casa reunida tomando alcohol y de fumata con compa-eros de trabajo ms prximos a la edad de sus hijos que a lasuya propia, cuando llega Rogelio. El chico pensaba cam-

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    biarse y volver a salir, pero el ambiente lo sedujo y se integra la reunin con naturalidad y beneplcito materno. Van lle-gando otros amigos de Rogelio, se suman a la fiesta y elcao no alcanza. Gema delega en Rogelio conseguir ms. Sloun par de das despus se entera que esa fue la primera vezque el chico compraba para su consumo. Ella se arrepiente,

    pero esto describe un modo de funcionamiento familiar, unmodo de circulacin de la vincularidad y de la proximidad

    peligrosa que Gema mantiene con sus hijos, no slo con Es-teban, sino con todos. La madre no respeta los lmites corpo-rales de sus hijos, volvindose intrusiva, tratndolos como sifueran ella misma, indiscriminadamente.

    Que madre e hijo fumen marihuana juntos, describe unasituacin determinada.

    Nos habla de un corrimiento de los lugares de madre, dehijo; de cmo circula entre ellos lo permitido y lo prohibido.Qu efectos de presencia impone el estar juntos? Parece queesa presencia del hijo/amigo simblico, no logra sacar a la madredel lugar de amiga de sus amigos, entonces los chicos se aco-modan como pueden a la situacin. Permanecen all compar-tiendo la fiesta todos juntos, peligrosamente juntos

    Sobrenombres para decir de s y de lo innombrable

    Lo siniestro es aquello que, debien-do permanecer oculto, se ha revelado.

    Max Schelling

    Todos en la familia Galvn, tienen sobrenombres, menosEsteban. En tanto primognito, ste es obsequiado con un nom-

    bre grandioso, homenaje a una figura revolucionaria mticade Amrica, admirado por sus padres, quienes pertenecan a

    una clase poltica e intelectual de izquierda, en la que milita-ron ya sea en su juventud y su vida profesional.

    Gema, nombre que eleg para la madre, lleva el nombre deuna piedra preciosa, a su vez llamada en diminutivo. Se mues-

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    tra potente y poderosa, con gran determinacin y fuerza deroca. En su familia de origen, siendo la menor de nueve her-manos, es la nica que tiene un nombre original. Tiene a sucargo hasta entrada la vida adulta a uno de sus hermanos es-quizofrnico con quien mantuvo un fuerte lazo.

    Efran, el padre, es apodado en diminutivo y alude a lafragilidad de su aspecto. Su presencia contrasta con la deGema. Juntos acentan sus diferencias. Hijo mayor de sietehermanos, dos de ellos esquizofrnicos, mantiene una con-flictiva relacin de amor-odio-rivalidad, focalizada en temasde orden econmico y de herencia.

    El hijo del medio, Rogelio, porta un diminutivo de alguienque vive huyendo. De cierta forma a ese juego jug en eltratamiento vincular comprometindose ms con cuestionesatinentes al vnculo fraterno que al parento-filial. Las sesio-nes con sus padres presentes se tornaban incontrolables. Laviolencia que era capaz de desatar con su padre, el supuestomanso, arrojaron luz sobre la circulacin de lo tantico fa-miliar. Con una inicial relativa adhesin al tratamiento cons-truyo una aceptable alianza teraputica y se fue trabajandosobre la indicacin de una terapia individual, cosa que con-creta con un terapeuta varn.

    La hija menor, a quien llam Tigresa, en la realidad tambinlleva un nombre felino, unisex y ambiguo. Verstil modo denombrar a la hija, que siendo la menor, tendr que jugar a serextremadamente plstica y adaptable, e ir amoldndose a todo.

    Por momentos su presencia, manifestada por su andar feli-no, se torna silenciosa y casi transparente segn se defi-nir ms adelante. De aspecto ambiguo, casi andrgino, pli-da, alta y muy delgada. Se muestra con cierta falta de cuidadoo con un cuidadoso desalio que tiende a ocultar su feminei-

    dad, con ropas holgadas y amorfas. Usa colores oscuros, ma-yormente negro, el que luce desteido y contrasta con su pa-lidez. Gusta de los atuendos artesanales, como zapatos y bol-sos que cuelgan como al descuido, de sus hombros, collaresde materiales naturales.

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    Ante la contundencia de la herencia maldita de las fa-milias de Gema y Efran, la enfermedad mental resulta in-nombrable. Sus hijos slo registran titulares escuetos so-

    bre el mal que ronda la familia, cuestin que no se abordadescarnadamente hasta el tratamiento familiar.

    Los hechos se precipitan...

    El lugar ms peligroso en la socie-dad moderna es el hogar

    Anthony Giddens

    Era un da de otoo y acababa de amanecer. Madre e hijose alejaban por un camino de tierra, de la chacra en dondeEsteban haba permanecido internado durante los ltimos seismeses. Gema sinti fro. Un fro inusual para esa poca, einmediatamente intent abrochar el saco de su hijo. l se re-sisti con un gesto brusco, forcejearon y sin mediar palabrasla madre lo arropa.

    Esteban estaba siendo externalizado de una comunidad te-raputica situada lejos de la capital, ambos se dirigan a lacasa materna. Era el da de su cumpleaos. Ella albergaba lailusin de un festejo familiar en un clima amigable. Al dasiguiente, el joven sera trasladado a una institucin psiqui-trica tradicional, con otro perfil teraputico.

    Lejos de ser un da festivo, poco a poco se fue transfor-mando en un da difcil. Los malentendidos y desencuentrosfamiliares fueron corrosivos para la desilusin materna. Lahermana menor con sus actitudes evasivas, la indiferencia delhijo del medio y la propia desgana de Esteban, la pasividad

    paterna, hicieron que se fuera perfilando un sinsentido delfestejo.

    La esquizofrenia, las drogas, la violencia, e incluso, la pro-pia dinmica familiar que arman entre ellos, crean un climapropicio para que advenga la tragedia.

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    Toda la familia se hallaba inmersa en un hondo padeci-miento, no obstante, la locura pareca estar reservada para elhijo mayor, quien con sus producciones delirantes, sus reac-ciones intempestivas y arranques violentos, encarnaba un lu-gar que pareca serle legado transgeneracionalmente.

    A las diez de la noche Esteban estaba tirado en la cama,desganado. Su madre contemplaba el rostro desencajado conternura y tristeza a la vez. Lo mira casi sin verlo. Piensa en el

    bello rostro de su hijo amado y lo percibe desdibujarse pro-gresivamente, con la mueca de la enfermedad mental; la seadel sufrimiento; la soledad ms profunda.

    Esteban dormita, ella se inquieta.

    Parece perturbada, desasosegada.

    Se levanta y abre los placares, revisa entre sus cosas bus-cando algo. Hurga entre los estantes. Parece que la cabeza leva a estallar, acuden muchas ideas, muchas imgenes, de sushijos an nios; de las vidas tristes y turbulentas de los lti-mos aos.

    Aturdida, la pelcula en su cabeza se hace cada vez msveloz. Las crisis violentas de Esteban se agolpan como im-genes cinematogrficas hacia delante, hacia atrs, van, vie-nen, un caos.

    Cumpleaos. El festejo trunco. Festejo que slo ella de-seaba. Deseaba?

    Callejn sin salida. Atrapamiento. Dolor. Sinsentido.

    Violencia. Amor. Pasin. Desgarro.

    Gira hacia donde estaba Esteban. Lo contempla nuevamente.

    Piensa vivi una vida difcil, pobrecito Esteban.

    Sin embargo ahora pareca tranquilo.

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    Cuanto ms tranquilo l, ms inquieta ella.

    Gema lo mira, buscando algn gesto en su cara, algunaexpresin.

    Intensamente, agitada, palpitante, desesperada, alienada.

    No soporta vivir as. Ya no ms. No desea seguirlo viendosufrir.

    Quiere otra cosa para l, y para ella. Otra vida para todos.

    En ese clima tenso y alienado transcurren lentos los minu-tos de ese da veintitrs, poco antes de las veintitrs horas.

    Madre e hijo juntos. Juntos y profundamente solos.

    Desde esa soledad inmensa y desvalida, la madre pone fina la vida de su hijo.

    Ese da veintitrs, a las veintitrs horas, Esteban es sor-prendido por una muerte prematura.

    Muere en brazos de su madre, quien confundida, lo miracon amor y estupor a la vez.

    As quieta y desolada, Gema permanece un rato no pu-diendo precisar cunto abrazada al cuerpo inerte de su hijo.

    Al cabo de un tiempo, llama a la polica para entregarse.

    En un plan repasado frecuentemente en su fantasa,Gema haba decidido quitarse la vida luego de ultimar aEsteban.1

    1 Respecto al mvil del filicidio, se diferencian dos tipos: elfilicidio al-truista asociado al suicidio,que Gema planific inicialmente y elfilici-dio cometido para aliviar el sufrimiento de la vctima, que finalmenteacometi (Naranjo Jimenez, 2005).

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    Pero, en los ltimos tiempos comenz a sentir que debapermanecer viva por sus otros hijos y responsabilizarse desus actos. As que prepar cartas para cada uno de ellos, dejdinero e instrucciones de cmo proceder.

    En su declaracin judicial no tuvo la menor piedad hacia smisma. Sus pensamientos se dirigan a no agravar el estigmaque significara para Rogelio y Tigresa cargar con ms san-gre a la tragedia familiar. Por ello dice encontrar valor parano quitarse la vida y afrontar los hechos.

    II. Aspectos tericos que hacen piegues con la clnica

    Algunas caractersticas del terapeuta desde investigacionesrecientes en psicoanlisis

    Por las particularidades del tratamiento con la familiaGalvn, resulta interesante realizar un breve recorrido so-

    bre desarrollos tericos acerca de las caractersticas delterapeuta, provenientes de investigaciones en psicoterapia

    psicoanaltica.

    Poch y Avila Espada, (1998), plantean que:

    el valor teraputico deriva no de factores especficosrelacionables a la teora o la tcnica especfica, sino a ele-mentos comunes que comparten todas ellas, y en especial loque hace a las caractersticas del terapeuta, expectativas del

    paciente y credibilidad de la terapia utilizada.() un buendesenlace teraputico depende de las caractersticas del te-rapeuta, del paciente y en particular, del desarrollo de la re-lacin que se establece entre ambos.

    Continan: las mejoras de los pacientes no estn ntima-

    mente ligadas a las tcnicas teraputicas (Lambert, 1989)ypor tanto sera necesario estudiar con ms ahnco la maneraen que el terapeuta participa con sus caractersticas perso-nales y profesionales(Poch, Avila Espada, 1998, pg. 73).

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    Prosiguen los autores enfatizando factores tales como elinters, ayuda hacia el otro, respeto y dedicacin al paciente.Segn Lafferty, los terapeutas ms eficaces poseen alta com-

    prensin emptica, presentan menor directividad, valorandoel reto intelectual como motivacin teraputica, percibiendoy explicitando los progresos en el tratamiento. En cambio,terapeutas menos eficaces muestran baja comprensin emp-tica, mucha directividad, dando apoyo y disponindose rpi-damente a ver progresos.

    La mayora de los estudios coincide en que el terapeutapueda manifestarse como un personaje real, que hace eviden-te su compromiso. Que exprese y comunique cuidado, inte-rs, respeto y preocupacin humana hacia el paciente, facto-res fundamentales para una buena alianza de trabajo.

    Poch, Avila Espada (1998) sostienenque la nica inter-vencin especfica relacionada con buenos resultados fue lainterpretacin del terapeuta al paciente seguida de afecto.2

    En relacin alproceso analtico,Helmut Toma y Horst Kchele(1985) plantean que ste es un factor decisivo. Sostienen que enla definicin de proceso ya est implcito el modelo con que seest operando. Por su alta complejidad y sus infinitas variables,el proceso analtico se presta para que cualquier modelo pueda

    justificarse, y esto entraa un doble peligro: terico, porque vie-ne a confirmar la teora presupuesta (que de hecho se convierteen irrefutable), y prctico, en cuanto priva al analizado de sulibre espontaneidad. No obstante, los modelos son necesarios,

    para poner orden en la inmensidad de los datos clnicos. En susaportes enfatizan que la observacin no ser estereotipada sinoheurstica,abierta a lo que est pasando y puede pasar.El mode-lo debe servir para describir y no para prescribir.

    2 Sin diferencias entre interpretaciones transferenciales y no-transferencia-les, adems provocan tambin respuestas defensivas. La especificidad deun tratamiento no radica en los conceptos tericos que usa el terapeuta,sino en la singularidad de los mecanismos de cambio que es capaz de acti-var en el paciente. Plantean una imagen menos perfeccionista de la psicote-rapia, cuyos resultados se mantienen cinco aos (Poch, Avila Espada).

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    Sobre la clnica y los dispositivos de atencin a la saludmental, Rodrguez Nebot (1995, 17) plantea que En nuestraherencia pesan como relacin de desconocimiento los dispo-sitivos sedentarios.3

    La naturalizacin de los dispositivos, lleva al desconocimien-to sobre la clnica y una operacin epistemolgica que tiende aseparar al sujeto del objeto, es ms, no da cuenta de la implica-cin del observador que realiza una operacin sobre el objeto yredunda inevitablemente en su transformacin. Dicha transfor-macin implica necesariamente el acomodamiento del sujeto ydel objeto y viceversa del objeto sobre el sujeto. Esto lleva aentender a las clnicas como operaciones de corte muy com-

    plejo (Rodrguez Nebot, 2004, pg.18).

    Plantea la dificultad de ciertas formas subjetivas que des-bordan los encuadres psicoteraputicos, as como las herra-mientas conceptuales de captura y propone pensar en las cl-nicas,en lugar de la clnica.Coincido con el autor con quedesarrollar la clnica requiere una actitud de investigacin ycuestionamiento del propio saber, como del no saber, comogesto tico, interrogndose sobre la propia prctica.

    Comparto planteos de Gspari (2000) a propsito del ana-lista y el trabajo de teorizacin de sus prcticas, enfatizandoun pensar desde lo situacional y desde el vinculo teraputicoy su posibilidad de producir subjetividad desde un trabajoafectado.4

    3 Aquellos heredados de la psiquiatra, la medicina y de la psicologa deltwo bodies.Dispositivos en los que se diagnostica, evala, examina ycategoriza a los pacientes, hacindolos entrar en el DSM4. stos mane-

    jan una concepcin de lo normal y lo patolgico que cristalizan en elimaginario social (pg.17).

    4 La interrogacin teorizante intrnseca a la posicin del analista en rela-cin con sus prcticas implica un trabajo afectado. Es preciso que se abra

    paso a travs de una diversidad de planos: la del campo contratransfero-transferencial de la clnica, pero tambin en el trabajo sobre las transfe-rencias a los maestros, las propias experiencias analticas, las institucio-

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    Deseo reflexionar sobre la dificultad que conlleva el mode-lo de investigacin en psicoterapia, como procedimiento me-todolgico, en el que el analista est involucrado en los proce-sos, sin desconocer la gran utilidad que aportan a la clnica susdesarrollos. Resulta un gran desafo poder hacer referencia deellos, habiendo participado emocionalmente de los mismos.

    Desde la perspectiva de la necesaria involucracin del te-rapeuta en los procesos psicoteraputicos, es que tensandoun poco ms an planteo pensar desde laafectacin comomodo de produccin, segn planteos de Deleuze. l concibela subjetividad desde la posibilidad de afectar y ser afectado,como modointensivo de produccin. Desde estos modos, con-sidero que adquiere un primer plano la escena de la vinculari-dad, como entidad conpotencia configurante. El vnculo te-raputico produce efectos que no pueden ser pensados desdela exterioridad, sinodesde el entramado mismo del devenirde la vincularidad entre terapeutas y pacientes.

    Pensar en la familia Galvn y su situacin En situacin

    En esta segunda parte hablo de pliegues,entendidos s-tos como cierta concepcin de espacio-tiemposingular. Enun dilogo a veces tenso teora y clnica producen transi-ciones, tramos y territorialidades, escenarios de encuentrosy des-encuentros.

    Sobre la trama vincular con los Galvn, realizar algunasconsideraciones.

    Ellos su realidad familiar, su situacin vital podran en-tenderse desde diversos enfoques, con sus respectivos conos

    nes de pertenencia, los textos. Trabajo afectado por un lado, por la facili-tacin a que esa heterogeneidad de planos se constituyan en un puntoideal que ejerce censura y que, desde esa ilusoria garanta, se configure einterprete la realidad. La disposicin a indagarlos, por otro lado, implicala aceptacin del convite al riesgo de que los fundamentos establecidosqueden conmovidos, eventualmente disueltos (Gaspari, 2000, pg. 41).

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    de luces y sombras, segn se tomen diversos aportes tericosdel Psicoanlisis Vincular.

    Realizar un recorrido sobre algunos elementos del esta-do actual del conocimiento, reconociendo que se trata deuna teora que se viene elaborando y generando continuosaportes.

    Ms que llegar a conclusiones acabadas e interpretativascerradas en s mismas result interesante sostener el desa-fo de dialogar entre diversos modos de entender el funciona-miento mental familiar y sus interacciones.

    Nutrindome con los aportes tericos, ponindolos a tra-bajar, siento que me muevo en un sentido diferente. Voy porotro camino, con otras intensidades. Algo del relato hace bor-de con cuestiones de la tica, pero tambin desborda,dejan-do un resto no elaborable no asible

    Los excesos que los Galvn han ido desplegando duranteel proceso teraputico, evidenciaron una complejidad, que re-quera multiplicidad de aportes, cada uno parcialmente arro-

    jaba comprensin.

    Era suficiente el conocimiento del que dispona?; alcan-zaba para comprender la magnitud del exceso?; de sus in-tensidades, de la afectacin?

    Acaso estos aconteceres familiares excedan lo aprendido,lo sabido, lo pensado.

    Estaba presente tambin la esquizofrenia y sus produccio-nes propias, que mereca una consideracin especial.

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    Desterritorializando saberes hacia un pensar posible

    Pensar es experimentar,problematizar

    G. Deleuze 5

    Apenas tres semanas sucedida la muerte de Esteban, losGalvn solicitan la intervencin6en un escenario complejo:madre presa, padre viviendo en una localidad del interior, hi-

    jos deambulando por ah, sin atreverse a volver a la casa ma-terna, donde tuvo lugar el deceso. Tigresa expresa estamosmuy perdidos, no sabemos qu hacer ni a dnde ir, refirin-dose a ella y Rogelio. Pregunta sobre la posibilidad concretade atenderlos en el establecimiento penitenciario. En ese pri-mer contacto expresa que su madre cometi homicidio pia-doso, figura jurdica que toda la familia comparta.

    Dada la complejidad de la situacin y el alto impacto emo-cional que generaba en el interlocutor, con intensidades cer-canas a lo siniestro,el desafo mayor fue rescatarme en mi

    posibilidad de un pensar posible, luego, de intervenir. Pensaracaso suponga crear posibilidades para el ejercicio de pen-sar de otro modo. Acaso desde una cierta deriva, dejar venir

    los hechos en devenir, cuestin que incluye el afecto.

    Adentrndome a pensar la situacin a la vez que desterri-torializndomede otros recorridos ya trazados y reasegura-dores de la clnica familiar, cierto nomadismose abra cami-no. Fui tomando distancia relativa del saber previo y aceptan-do que habitaba una clnica en la que, en todo caso, algunasrespuestas se iran desplegando en el transcurso del proceso.

    Algunos interrogantes iniciales:

    5 Foucault, 1987.6 La portavoz es Tigresa, primer miembro familiar con quien establezco

    contacto, a travs del llamado telefnico. Manifiesta la necesidad deayuda, planteando la posibilidad de un tratamiento familiar con un ana-lista vincular de la Asociacin a la que pertenezco.

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    capacidad de escucha, empata, comprensin del sufri-miento familiar;

    alianza teraputica y la produccin de una vincularidadposible ante una situacin clnica poco frecuente;

    posibilidades de aproximacin al sentir/vibrar familiar,produciendo cierta novedad, ante la circularidad repetitiva quelos Galvn exhiban;

    aspectos ticos y la pregunta sobre lo humano, en unregistro diferente al de lamoral;

    posibilidad de que aconteciera el acto analtico, sin el ba-luarte reasegurador del encuadre garantizado por el consultorio;

    dudas respecto a una intervencin posible sobre el psi-quismo en una institucin total de encierro como la crcel,

    poniendo el cuerpo a la situacin siendo visitante;7

    posibilidad de establecer un encuadre con cierta movili-dad;enunciada y configurable en el desarrollo del proceso,

    para alojar la situacin;8

    neutralidad;

    abstinencia;

    implicacin;

    sobre-implicacin como riesgo.

    7 En un trabajo anterior (2006) desarrollbamos este concepto en torno alpsiclogo que se traslada a la comunidad y porta un encuadre de abor-daje diferente al que se maneja en ese contexto. Con su estar/hacerdistinto,interviene generando efectos de presencia, sobre los que es pre-ciso detenerse a pensar en cada situacin, en tanto modalidades de pro-duccin subjetivante.

    8 Madre recluida en prisin; pareja parental separados; hijos deambulan-do de un lado a otro.

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    Sobre el matar y el morir... en la dinmica intrafamiliar

    esto ominoso no es efectivamentealgo nuevo o ajeno, sino algo familiarde antiguo a la vida anmica, solo ena-

    jenado de ella por el proceso de la re-

    presin.Sigmund Freud 9

    Cmo es que el horror tiene su sede y apoyo en lo fami-liar-hogareo precisamente? Gran interrogante en la dinmi-ca familiar de los Galvn y el trgico desenlace de este dra-ma. Alcanza con pensarlo desde una falla en los procesos dela represin?

    Los Galvn mediante Gema, su mano dura, quebrantanuna ley fundamental de la convivencia entre humanos: el nomatars,que si bien tiene su origen en postulados antropo-lgicos, se cruza con lo social y lo jurdico.

    Los Galvn en pleno, en los momentos siguientes a la muer-te de Esteban, se aglutinan en un relato que ampara y alivia:el homicidio piadoso,10 sin ponerlo en cuestionamiento. Lamadre, segn argumentan, realiza un intento desesperado deconjurar la esquizofrenia que les haba sido legada transge-neracionalmente a ambos progenitores en sus respectivas fa-milias, que nominaron la herencia maldita.

    Diciendo ya no poder ms del pedido telefnico, decanque la nica salida posible es el sacrificio y su producto, elasesinato.

    Parecera que no logran sostener el contrato narcisistateo-rizado por Piera Aulagnier (1988) que une las generaciones,

    9 1919, pg. 241.10 En esos momentos no haba lugar a preguntas posibles sobre otros mo-

    dos de resolucin del conflicto y la enfermedad, pero rpidamente, in-cluso para asombro del analista, estos interrogantes surgieron y con fuer-za desmoronaron colectivamente la comunidad de desmentida familiar.

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    y que liga al nio al nivel socio cultural; que lo recibe y ante-cede, pero tambin lo inscribe en un linaje.

    Comienza a resquebrajarse la alianza fraterna en el episo-dio de intento de abuso sexual hacia Tigresa. En ese momen-to la relacin entre los hermanos, habiendo sido muy slida,comienza a desmoronarse, generando un caos familiar y nue-vos intentos de organizacin. Los padres no pueden preser-var la circulacin narcisstica del amor entre hermanos, stosse cargan de culpa, resentimiento, en un escenario dondeRogelio queda desterrado del inters parental.

    Es como si garabatearan una produccin vincular familiaren la que alguien debe dejar de existir para garantizar la per-manencia de la familia y terminar, ilusoriamente, con el su-frimiento que les viene siendo legado y que padecen genera-cin tras generacin.

    De cierto modo, cada uno de ellos, muere.

    Hay algo que comienza a adquirir un modo singularizante,si bien se aborda colectivamente y tiene que ver con las po-sibilidades de duelar al hijo/hermano muerto y a la esquizo-frenia que con Esteban intentan matar en el imaginario grupalfamiliar.

    Acerca del desamparo y la crueldad

    La ternura es el primer elemento quehace del sujeto, sujeto social.

    Fernando Ulloa

    Gema en su modo de relatar la muerte de Esteban y comola ejecuta, muestra un aspecto llamativo en la circulacin fa-

    miliar del afecto. Lo hace desde una distancia afectiva consi-derable, ubicndose en un lugar de ternura y comprensin,como quien arma un relato dictado desde un discurso sagra-do.Sin dudas, slo certezas Ya no daba para ms; dete-ner su sufrimiento; as no vala la pena seguir viviendo,

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    el sin sentido por la vida fue lo que me impuls a decidirhacerlo el da de su cumpleaos. Los sentimientos de odioenmascarado, posibilitan que efecte la aniquilacin del hijo,escondindose digamos locamente en lo tiernamente pro-tector.

    Pero tambin se puede entender de otro modo, como seplantear ms adelante.

    Los Galvn configuran en el discurso familiar un primermomento de homicidio piadoso, con absoluta certeza. Paraque no sufra ms, repiten a coro en los primeros encuentrosconmigo.

    Fernando Ulloa (1998, pg. 1) en su trabajo Desamparo ycreacin propone la crueldad como el desamparo mayor.Plantea la encerrona trgica comoparadigmtica del des-amparo como situacin de dos lugares sin tercero de apela-cin en donde la vctima, tal vez para dejar de sufrir o parano morir, depende de alguien a quien rechaza totalmente y

    por quien es rechazado.Define la crueldad como el fra-caso del primer amparo al que todos estamos destinados: laternura.

    Pensar en el fracaso de los amparos primarios en Esteban,no impide pensar en la propia Gema de la infancia, en tantohija menor de madre aosa con una prole numerosa e hijosenfermos mentales. Ulloa plantea que si bien Freud dijo muy

    poco acerca de la ternura, la define como la coartacin delfin ltimo pulsional, que depende de un tercero y agrega:

    Si pensamos paradigmticamente como agente de la ter-nura a la madre, tambin depende que la funcin paterna,sea ejercida concretamente por el padre o por los dems con-tertulios de la ternura, la sociedad. Cuando no hay coarta-

    cin de este fin ltimo, se recrean las condiciones de la ence-rrona trgica(pg. 2).

    Desde este panorama aparecen ciertos ruidos concep-tuales, que si bien pueden resultar esclarecedores para intro-

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    ducirnos en los afectos que circulan entre los Galvn, talescomo: ternura, crueldad, amor, pasin,e intentando dar lu-gar al contexto social en el que los sujetos estn inmersos,comienzo a vislumbrar que se erigen como conceptos de loUNO,comenzando a mostrar cierta insuficiencia a la hora deelucidar la vincularidad.

    Pensar en trminos de vctima-victimario binarismos deoposicin no me ayudan a pensar los hechos, ms bien lohago desde configurabilidades mltiples de apoyaturas e im-

    posiciones, no slo de padres hacia el hijo enfermo, ni de lossanos sobre la enfermedad, sino de un mundo de estipulacio-nes inconcientes producidas en la trama entre familiar.

    Enfatizo quepara resonar con Gema y su situacin dedar muerte a Esteban, no podra hacerlo solamente en tr-minos del par vctima-victimario. Si as lo hiciera, no sloobturara la escucha, sino que me pondra en una posturaaltamente vulnerable, ms cercana al juicio crtico que a lade analizar.

    Acaso la encerrona de los Galvnes tal que todos en esared que configuran, quedan apresados.

    El abandono de los contertulios,tambin lo podemos pen-sar como:

    Las limitaciones de los alcances de diversas institucio-nes del sistema de salud mental, que los Galvn transitaron alo largo de penosos aos, an antes de diagnosticada la esqui-zofrenia.

    Del escaso sostn familiar de la familia ampliada, conquienes no contaban como reservorio afectivo. Es llamativala ausencia de figuras como abuelos o tos u otros que repre-

    sentaran figuras amparadoras, con posibilidades solidarias enla crianza de los hijos. Estaban solos ellos cuatro, a mercedde sus pasiones. En ese escenario surge la figura de matar

    por amor.

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    Los Galvn exhiban figuras de soledad y desamparo,mostrndose amurallados. Permanecan capturados en sus

    propios lmites de lo vergonzante: Esteban, el loco, el pa-ciente designado por la familia, el esquizofrnico, potencial-mente enloquecedor y adicto a las drogas. Las dems con-ductas desviadas de sus hermanos, sin embargo no eransemantizadas por ellos con el peso de la gravedad de aqulla.Toda su pequea clula familiar progenitores e hijos, su-fren el derrumbe de tener que aceptar en su seno, al diferente,al tocado.

    Deben tramitar la renuncia al nio maravilloso,al narci-sismo herido de ese proyecto de hijo que se ve morbosamentesuspendido y con lo que dicen no poder ya ms.Instalan unalgica del uno u otro.

    En este contexto, arman entre todos una figura dramti-ca, en la que la nica salida que aparece como posible es ladel sacrificioy su producto: el asesinato.

    Detenerse, desacelerar, suspender...para producir un encuentro

    De cierta forma, todo tratamiento que se inicia, pone enjuego la neutralidad11del analista y una reflexin posible so-bre su implicacin. Es preciso que ste suspenda el juicio va-lorativo, para lograr un encuentroposible.

    El primer encuentro con los Galvn se da con Tigresa enmi consultorio. Ante su presencia advierto algo del orden delo paradojal entre el sentido de su verdadero nombre y sufragilidad. Ya en esa primera entrevista, en la que logramos

    buena empata, percibo una alta vulnerabilidad y veo a una

    11 entendida como su grado de implicacin, no puede no debe?quedar afuera. Para hacer algo frente al sufrimiento del otro, hace faltaun analista vivo, no atado a posiciones caricaturescas, con memoria ycon deseo. El analista, para serlo, est condenado a investir su clnicalibidinalmente (Waisbrot, 2002, pg. 46).

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    adolescente en riesgo. Extremadamente delgada, con eviden-tes intentos de mostrarse segura ante m y ante la situacindramtica que estaban viviendo.

    Considero el encuentro clnico,como posibilidad de po-tenciar el juego de afectaciones mutuas, capaz de hacer som-

    bra en el entorno, incluso sobre la propia causa judicial querecay sobre Gema: homicidio especialmente agravado, con

    premeditacin y alevosa. Si sta ocupara un primer plano,posiblemente obturara mi mente, era preciso suspender.

    Mi primer encuentro con Gema en prisin fue decisivo enel devenir del tratamiento, para reconocer elementos de mi

    propia resonancia afectiva12en una situacin que haca fron-tera con lo ominoso.

    Era necesario experimentar como efecto de presencia noanticipable, las posibilidades de establecer una alianza tera-

    putica y estipular las constantes de un encuadre especial yun contrato de trabajo dentro de la institucin carcelaria consus lgicas de funcionamiento.

    Fue necesario detenerse para analizar momentos decisi-vos, como la necesaria desapropiacin de categoras de pen-samiento del tipo madre asesina. Me refiero a la posibili-dad de suspender momentneamente, en una suerte de diso-ciacin instrumental, el peso de dichas categoras de juicio,

    para aproximarse al padecimiento de quienes solicitan la con-sulta y resonar afectivamente con esta mujer/madre y su si-tuacin.

    A lo largo del tratamiento con los Galvn, he recurrido acategoras de pensamiento tales como suspender, desacele-rar(Lewkowicz, Cantarelli, Grupo Doce, 2001), de modo tal

    12 Coincido con los planteos de Rojas (2000) sobre el encuentro en el do-ble sentido de conocerse en un tiempo y espacio comn y, sobre todo,en la posible fundacin de un vnculo que en cierta forma habilite laemergencia de la novedad en la repeticin.

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    que posibilitaran habitar una situacin desde el deseo, perotambin y casi paradojalmente, con cierto grado de estupor eincluso por momentos, con horror.

    III. Clnica y teora arman pliegues y producen novedad

    Ingresar en prisin - conocer a Gema

    Ingresar a prisin es una experiencia de alto impacto.

    Uno va avanzando por los corredores y las puertas que an-tes se abrieron, se cierran tras de s, dando paso al interior deun mbito completamente ajeno.

    Uno camina escuchando el chirrido caracterstico de ce-rrojos y cadenas.

    Uno va hacia adelante y se va representando, como en losdas previos a la persona que imagino que Gema podra ser.Tal vez parecida a su hija, acaso desgarrada por el sufrimien-to, abatida, desarreglada, con el tpico atuendo uniforme car-celario que circula en el imaginario social.

    Sin embargo veo venir a una linda mujer entera y armadi-ta,13que se presenta cuidadosamente vestida, maquillada y

    perfumada. Capturan mi atencin sus enormes ojos verdes.Parece no encajar dentro de la situacin por la que atraviesani al mbito en el que permanece custodiada.

    Con su aparicin casi teatral, dice no pertenecer a esesitio.

    Con su aspecto y postura se apropia del espacio circun-dante, pareciendo querer decir de un estar en trnsitoen el

    penal. En esos momentos su sistema defensivo sostenido enbase a negacin y desmentida, configuraban la figura de en

    13Ocurrencias asociativas: armadita, armada, que porta un arma, quedispara un arma...

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    trnsito, para inscribir luego una realidad que le permitidesplegar estrategias de apropiacin subjetiva de sobreviven-cia para habitar dentro del penal.

    Al tiempo Gema comenzara a estar presa, cosa que noaconteci inicialmente, ya que resista la prisin tanto comola esquizofrenia de su hijo.

    Ese primer encuentro con Gema en el saln de visitas, ellaviene hacia m, agradeciendo mi presencia, me saluda y me/nos sorprende/mos con un primer gesto: al mirarnos a los ojos,espontneamente surge un abrazo. Inicialmente cordial, lue-go desgarrador. Presentndose como un acto imprevisto, im-

    pensado, es preciso volverlo pensable.

    Quiz hayamos instaurado el primer acto de desapropia-cin de las categoras de pensamiento previo y produjramoscomo efecto, un acto subjetivante, juntas. Agradecimiento,abrazo, presencia, van configurando un espacio de produc-cin,precisandodetenerse, desacelerar, suspender

    Gema y yo, en ese encuentro, cobramos entidad, en tantofuimos capaces de producir con la presencia de una y otra,

    en un hacer-decir, distinto al esperado, vinculndonos.Aca-so la diferencia, que da lugar a lo ajeno del otro, tuviera quever con cierta evanescencia de la ecuacin madre-que-mata-a-su-hijo, para dejar venir otras cuestiones.

    Dice Deleuze:No es que un trmino devenga otro, sino que cada uno

    encuentra al otro, un nico devenir que no es comn para losdos, puesto que nada tienen que ver el uno con el otro, sinoque est entre los dos (Deleuze, G.; Parnet, C., 1980).

    Una y otra, Gema y analista palpitando, componen un cam-

    po de produccin subjetivante, en el que no hubo una y otra,o una u otra, o dos otras, sino acaso, un nosotros,que el abra-zo captur. Un nosotros afectado que sellara otro modo deentender y habitar la situacinque tiene que ver conponer elcuerpo.Modo de pensar el encuentrocon los Galvn, esbo-

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    zando mrgenes para el surgimiento de la novedad, entre lorepetitivo. Ambos aspectos estarn presentes en el proceso,incluso el aspecto de repetir en diferencia.

    Una indicacin posible: tratamiento familiar

    Las relaciones de poder tienen como li-mite la prohibicin de matar al otro, yrequieren aceptarlo y hacerle un lugar.14

    Isidoro Berenstein

    Por qu la indicacin de tratamiento familiar para el pa-decimiento de los Galvn? Pregunta que es preciso formularcon cierta independencia de aquello que piden los consultan-tes. La madre formula el pedido que concreta la hija menor,intentando cumplir funciones maternales aun desde prisin.

    El no matars, garante necesario de los vnculos consan-guneos y del orden social, es destituido con el acto filicida.15

    Algo sucede entre madre e hijo, pero tambin algo excede ytrasciende la relacin madre-hijo y encarnando en ambos,expresa algo del orden de la circulacin de afectos familiares.

    Considero que desde un plano de las relacionabilidades, esconveniente no centrar exclusivamente la mirada en el vncu-lo aquel que hace ruido o sntoma.

    La alternativa es transitar las composiciones familiares,desde el seno mismo de la produccin del conjunto, propo-nindoles pensarse como entidad. Algo de lo colectivo en tanto

    produccin entre dos o ms, atravesados generacionalmentecon sus legados, se perfilaba all, hacindolos decir a travsdel hacer, pero tambin a travs de lo que callan o dejan dehacer o dejan hacer a otros.

    14 2007, pg. 96.15 Si bien las relaciones de poder son inherentes a la vincularidad, Las

    relaciones de poder tienen como limite la prohibicin de matar al otro,y requieren aceptarlo y hacerle un lugar (Berenstein, 2007, pg. 96).

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    Al solicitar la consulta familiar, que acuerdan con ciertascondiciones,16admiten que eventualmente esas produccionesvinculares, podran ser objeto de un tratamiento distinto. Si

    bien Efran, en un primer momento se recluye en su casa deverano, lejos de la ciudad, planteando la necesidad de estarsolo, se hace presente telefnicamente el da de la primeraentrevista y ms adelante acude a las sesiones con sus hijos.

    Cuando consultan, los Galvn se presentaban en fragmen-tacin, con mal-estares, des-encuentros, frustraciones y si-tuaciones de violencia. El dilogo no era fcil, de hecho a la

    primera consulta acude slo Tigresa por un malentendido.

    Se va visibilizando un modo de funcionamiento de uno uotro, sin lugar para cierto despliegue de conflictividad y sutramitacin.

    Una indicacin de tratamiento familiar se propone para li-gar, enlazar tanta dispersin causada por la fragmentacin.Funcionaban de estallido en estallido, con la modalidad por-tazo y me voy.

    La familia se define por la pertenencia a un sistema deparentesco. Naturalmente conlleva la idea de permanencia yperpetuidad, propia de los vnculos de sangre, estando allpara siempre.

    Los Galvn en cambio, producen cortes, interrogando per-tenencia, permanencia y perpetuidad. Voy acompaando esoscortes a un ritmo suave, sosteniendo la incertidumbre acercade lo que vendr, antes de cuestionar o de pensar/proponer,otra lgica de los hechos.

    Desde esta lnea se comienza a trabajar desde diferentesescenas y actores, se recorta para reunir e ir hilvanando, a

    16 Explcitamente el padre solicita no cruzarse con su ex mujer, hasta noestar seguro de poder tolerar ese encuentro, cuestin que se consideraoportuna. Pasan tres meses hasta que la familia completa se rene ensesin.

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    medida que van produciendo y tolerando, una historia encomn.

    Desde los postulados del Psicoanlisis, la familia intervie-ne en la construccin del psiquismo de sus descendientes, yaun portando un criterio amplio al considerar que no sea lanica institucin interviniente en los procesos de subjetivaciny sus patologas, es la institucin primera. Siendo un lugar devida, creacin y generacin es que no se espera que en lo inter-no de la familia se d muerte a uno de sus miembros.

    El no matars, organizador del psiquismo, deja de tenerpoder simblico para los Galvn. Cuando se informa al padredel acto filicida de su ex esposa, reacciona diciendo Lo hi-ciste! Al final lo hiciste noms!, lo cual hace pensar que elsignificante matar al hijo circulaba al menos entre la pareja

    parentalcomo produccin deseante.

    Encuadre y movilidad para contener el desborde

    Considero al encuadre como aquello que posibilita la crea-cin de un dispositivo para poder pensar psicoanalticamentelos hechos clnicos. Ante la situacin de los Galvn, el actoanaltico de pensar result todo un desafo. Cmo no perder-se como analista y poder pensar?

    El dispositivo de abordaje diseado, se desarroll en va-rios escenarios simultneamente:

    se me consulta sobre mis posibilidades de tomar en trata-miento a la familia Galvn, respondo afirmativamente;

    al da siguiente telefonea Tigresa;

    primera entrevista con la adolescente;

    se indica para la siguiente entrevista que vengan los quedeseen de la familia, acuden Efran, Tigresa y Rogelio;

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    comienzan a gestionarse los trmites legales para el in-greso del analista a prisin. Se entrevista a la madre y loshijos;

    cercanamente a los tres meses del deceso, el padre parti-cipar en sesiones familiares espordicas que los incluirn atodos;

    en un principio se realizaron sesiones semanales entrepadre e hijos en el consultorio;

    en algunas ocasiones se abord el vinculo entre herma-nos y otras junto a su madre;

    se realizaron sesiones semanales con la madre y los hi-jos, sobre todo con la hija menor, en el establecimiento peni-tenciario;

    se realizaron sesiones individuales con la madre.

    Este suceder de hechos vertiginoso, instal un primer actoanaltico de permanecer, de ser garante de cierto sostn, po-niendo e imponiendo en/la circulacin de palabras el sufri-miento. La puesta en presencia entre ellos, entre s y conmi-go fue movilizando las posibilidades de drenar el dolor y

    paulatinamente alojar el desafo de pensar.

    Pensar distinto de lo vivido/actuado.

    Pero las primeras instancias con los Galvn teidas de des-borde y exceso,fueron naturalizando una intensidad elevada,que paulatinamente fue decantndose, con pliegues y altiba-

    jos, llegando a un ritmo de tono reflexivo mnimo como paradetener el acting.

    Conceptualizaciones de Matus y Rojas (2000) plantean queun analista podra rescatarse en situaciones complejas comosta, con una cierta movilidad del encuadre,ms que modifi-cando el encuadre.

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    Las variables espacio temporales del encuadre psicoanal-tico en prisin, fueron atravesadas por la dimensin institu-cionaly las reglas propias del establecimiento, las que en oca-siones produjeron montos de perturbacin. Aun as el actoanaltico vincular fue posible, generndose un mbito de en-cuentro que por momentos pareca fluir, desconectndose dela realidad material circundante.

    Una clnica que testimonia la historia y el porvenir

    Sin desconocer el sufrimiento de todos los Galvn, el cui-dado de la salud mental de los hijos en situacin de desvali-miento, constituy inicialmente un eje central de la interven-cin. Se encontraban desamparados, en situacin de vulnera-

    bilidad donde la enfermedad mental era lo nico que podaser escuchado. Presentaban una fragilidad encubierta en una

    posicin de todo comprensin y sobre adaptacin Tigresa;rebelda sin causa Rogelio.

    Tras un primer tramo de tratamiento con el grupo familiar,la intervencin fue centrndose en la relacin madre e hijos;entre hermanos y luego se intensific con la madre recluida.As fueron elaborando la situacin colectiva y singularmente.

    Pensar la clnica vincular desde la implicacin,supone con-cebir una clnica con un analista componiendo en la escenade la vincularidad, desde el vnculo, produciendo efectos-afec-tos-efectuaciones de la potencia.

    En tanto, el encuentro analtico subjetiva como produc-cin que al producir se produce, permaneciendo la potencia

    para s, en el encuentro, como plantea Deleuze.

    La experiencia clnica con la familia Galvn, me llev a

    reflexionar sobre aspectos de mi funcin analtica como testi-go, legitimando momentos muy duros de sus vidas, la quellevaban como una enorme carga. Al relatar, movilizaban zo-nas enquistadas y la historia se iba transformando, hacindo-se otra, al poseer un saber sobre sus modalidades de vnculo.

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    Se fueron conectando con lo mortfero que juntos podanproducir, con su responsabilidad en los hechos que excedenla relacin de Gema y Esteban; y a garabatear la pregunta decmo estar juntos de otro modo, o de qu otras posibilidadeshubieran podido ser recorridas y no pudieron, inundados enese no poder ms del pedido telefnico.

    Record los escritos de Agamben (2000), en los que men-ciona al testigo,a partir de relatos de los sobrevivientes deAuschwitz.

    Desde los aportes del Psicoanlisis de las Configuracio-nes Vinculares, se ha descrito lafuncin testimonial (Matus,Rojas, Ventrici, Zadunaisky, 2002) y su relacin a la implica-cin, cuestiones que he venido encarnando desde esta situa-cin clnica intensiva. Dicen las autoras: Pensamos que laimplicacin pone en juego una funcin testimonial que supo-ne necesariamente la presencia y el reconocimiento de otros,con los cuales armamos redes que permiten sostenernos en lasubjetivacin.

    En el encuentro analtico, yo aportaba con mi presenciarostro, cuerpo permaneciendo junto a ellos, vibrando afec-tivamente con ellos abstinente, pero no neutral; modos po-sibles de albergar una historizacin posible. Testimoniandodesde la escenamisma del encuentro. Jerarquizo la presen-cia,y su dimensin el cuerpo,portando un dispositivo de tra-

    bajo psi, encuadre de trabajo psquico para contener la an-gustia, independientemente del lugar fsico donde el encuen-tro analtico tuviera lugar: en la crcel, la sala de visita.

    La familia Galvn construye un relato conjunto de la historiade su padecer desgarrador. Lo disea en presencia de un testigo

    su analista y entre ellos, sobrevivientes de la tragedia, posi-bles salidas creativas de la circularidad mrbida de la repeticin.

    Otro/otros que reconoce/n, sostiene/n y resiste/n a la vez, no desdeuna exterioridad, sino desde un entre, armando trama subjeti-vante. El vnculo analtico, desde una posicin de implicacin,no constituye un obstculo a resolver, sino que genera potencia

    productora de otras modalidades posibles.

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    Destaco dos dimensiones de esta compleja trama psicote-raputica.

    Una, tiene que ver con la historizacin;la otra con elpor-venir, el acontecimiento,en tanto posibilidad. Ambas se en-trecruzan y al hacerlo favorecen modos subjetivos originalesde habitar el vnculo familiar.

    Encontramos personas (y a veces sin conocerlas ni ha-berlas visto jams), pero tambin movimientos, ideas, acon-tecimientos, entidades. Y aunque todas estas cosas tengannombres propios, el nombre propio no designa ni a una per-sona ni a un sujeto. Designa un efecto, un zig-zag, algo que

    pasa o que sucede entre dos como bajo una diferencia depotencial (Deleuze, Parnet).17

    En la lnea de lo porvenir, el vnculo teraputico represen-ta una oportunidad, instalando otros modos de circulacin deafectos, del hacer juntos, menos signada por la impulsividad.

    El proceso teraputico arm pliegues y se meti por luga-res incmodos, de malestar y difcil abordaje. Fue agencian-do sentires sobre amor, odio, pasin, y sobre un horror, quenos atravesaba los cuerpos, como el estar en prisin.

    En algunas ocasiones llegu asentirme a la intemperieyexperiment no sin renuncias que la teora no me cobijabay que ir siendo su analista en esta situacin, no poda forzar-me a hacerlos ingresar en modelos ni nosologas psicopatolo-gizantes.

    Fuimos diseando una suerte demapa de intensidades, esbo-zos, garabatos y lneas del pensar.Atenta a los zigzageos, con elafecto, las resonancias, los ruidos, y los cuestionamientos. Msque con atencin, dira, desde cierta afectacin flotante.

    Considero la produccin de subjetividad como emergien-do desde los efectos, los actos y modos de estar, pero no en

    17Dilogos,pg. 11.

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    un sentido coagulado, sino en permanente auto-organizacin,en movilidad que compone diferencia.

    Y la cosas siguen sigue la vida, los interrogantes e incer-tidumbres sobre el porvenir, sobre lo por advenir.

    IV. Conclusiones que no concluyen

    No se trata que conclusiones que concluyan en trminosde certeza, sino que en su decir, dibujan lneas para el ejerci-cio de pensamiento, trabajando ideas que aporten a la bs-queda de sentidos posibles.

    Los Galvn padecieron situaciones dramticas, entendidasno desde el par vctimas y victimarios, descentrando la con-flictiva especficamente del vnculo madre-hijo.

    Acaso todos fueron vctimas de la situacin, de la patolo-ga y de la configuracin del vnculo familiar que tejieroncolectivamente, con sus intensidades tramadas no slo comofamilia nuclear, sino tambin a travs de las generaciones,con fallidos intentos de transformar aquello que bajo la for-ma de esquizofrenia, les fue legado.

    Hemos atravesado a lo largo de la intervencin vincularen diversas modalidades de abordaje, situaciones cierta-mente dolorosas, que les permitieron confrontarse con sus

    producciones colectivas inconcientes de violencia; con susmodos relacionales en los que no era posible tolerar lasdiferencias y de un modo radical, se arrasaba con la ajeni-dad del otro, de modo extremo con la aniquilacin que pro-duce la muerte.

    Tambin atravesaron juntos y por separado, por el desga-

    rrador estado de arrepentimiento.

    En ese trayecto result ser tan relevante comprender el su-frimiento familiar como la posibilidad misma del pensar conellos en medio de tanto desborde y exceso productor de ac-

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    tings desde lapotencia configurantede gestos teraputicos,sostenes amparadores y devenires no anticipables.

    Concebimos el intervenir como inter-venir, distinto.Junto a otros, en el plano de las relaciones entre-espacia-miento originales.

    La muerte que alcanz a Esteban, afect a la produccindel tejido psquico familiar. La muerte vino a poner en visibi-lidad modos fallidos de componer la circulacin de la locura,con amenaza a la supervivencia.

    De los estudios consultados sobre investigaciones realiza-das con madres filicidas, stas se correlacionan con ma-dres protectoras y que operan como modelo identificatorio.Es significativo el relato de Gema sobre el modo de matar aEsteban. Con ternura, a la vez que con ferocidad. Tres dispa-ros, sostenindolo entre sus brazos.

    Se muestra como una madre capaz de matar a su hijo, a lavez puede expresar agresividad hacia sus otros hijos y desa-rrollar actitudes maternantes y amparadoras.

    Referente a la alianza teraputica con Gema y genrica-mente con la familia, no fue asistida en condicin de asesina,ni acaso en condicin de estructura psicopatolgica colecti-va, sino que eleg la grilla del sufrimiento psquico y desdeall inter-venir.

    Tampoco Efran es colocado en el lugar de vctima secun-daria como se ubic inicialmente, ya que luego de un intensotrabajo sobre las alianzas inconcientes en la pareja parental,

    pudieron arribar a lo tanticovolcado sobre su prole.

    En las sesiones familiares, el tema de la muerte psquica,

    el morir y matar, estuvo muy presente, con una presencia cer-cana a lo real, a aquello que no cejaba de no inscribirse.

    Un horror velado por ciertas represiones, apareca en cir-cunstancias en estado puro.

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    Lo ominoso se colaba generando en la analista produccio-nes inconcientes que a modo de lapsus intentaban abrirse ca-mino. Sobre esas producciones, representantes del imagina-rio social, fue preciso trabajar en vnculo, durante la sesinfamiliar.

    El vnculo fraterno apuntalados por la figura analticaposibilit que Tigresa y Rogelio fueran capaces de drenar su-frimientos de exclusin, odio, vivencias de vaco. En ella seexpresaban como la chica transparente y en Rogelio comoel que corre veloz fuera del hogar ante las dificultades. De-

    bieron tramitar el resentimiento hacia sus padres a los que nosentan como figuras amparadoras, sino ms bien omisos.

    Tigresa sostuvo afectivamente los primeros tiempos de sumadre en prisin, estableciendo una situacin de tensin ycompetitividad. Se erigi en la duea del hogar, con un altocosto.

    Ella fue la encargada de limpiar la sangre derramada.

    Las relaciones entre madre e hija fueron un hito dentro deltratamiento. Fueron suavizndose, hasta llegar a poderse es-cuchar e irse discriminando. Tigresa mostr una notable trans-formacin tal vez en parte debida a su etapa vital, dejandoatrs conductas auto-agresivas tales como compulsionessexuales, alcohol, drogas, pero sobre todo ocupndose cabal-mente de su trastorno alimentario.

    De adolescente andrgina autoproclamada bisexual, fueconvirtindose en una mujer sensible, en plena posesin desu femineidad.

    Oportunamente se realiz la indicacin a otros espacios detratamiento personal.

    Logr terminar estudios secundarios y encausar sus inte-reses universitarios hacia lo artstico, si bien no era lo queesperaban, pudo ser bien tolerado por sus padres.

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    En la actualidad, contina sus estudios no sin dificulta-des trabaja, ahorra, viaja.

    Mantiene una distancia necesaria y saludable con suspadres.

    Rogelio, el hijo del medio, anduvo sin rumbo durante untiempo, en casa de amigos, buscando figuras amparadorasen los padres de stos. Algunos erigindose como objetosapuntaladores, con los que se trabaj en red. No logr ter-minar de encontrar su lugar en la familia, ni en la vida. Du-rante el tratamiento familiar expresaba manifiesta hostili-dad hacia sus padres, sobre todo hacia Efran. Haca expl-cito su deseo de quedar libre de la situacin de encierroque le imponan tanto la institucin carcelaria como el trata-miento en la dinmica transferencial. Su compromiso con eltratamiento fue progresando y aproximadamente al ao dela muerte de Esteban, se fue a vivir solo a un lugar neutrallejos del hogar paterno y materno. Comenz a trabajar conresponsabilidad relativa y constancia variable. Al cabo delos aos, una relacin de pareja pareci torcer su camino,mejorando su humor. La relacin con su madre a travs dela figura intermediaria de la novia se fortaleci. Comenza sentir placer por cuestiones ligadas a lo vital, lo saludable.Estableci distancia del consumo de drogas, aunque no sehaya recuperado.

    Efran presentaba una personalidad de base depresiva ytendencia a la melancola. El asesinato de su hijo arras suvida, su cotidianeidad, sus proyectos, su futuro. Si bien tuvo

    perodos de adhesin al tratamiento con algunos momentosfugaces de insighten torno a la responsabilidad parental com-

    partida y a las alianzas de tipo perverso con su ex mujer, eli-gi victimizarse y permaneci en la periferia de la responsa-

    bilidad colectiva de los hechos. Qued aferrado al rol de tes-

    tificar al hijo muerto, con poca movilidad para sostener oabrazar proyectos de sus hijos vivos. Permaneci anclado enel pasado infantil de los chicos, sobre todo especialmente deEsteban, obstinado en los tiempos felices de la familia unida.Se mostraba sometido a los designios de la repeticin y el

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    determinismo. No logr relacionarse de forma gratificante consus hijos, pese a intentarlo. Con su ex mujer consolidaron unarelacin de tipo ambigua, mnimamente cordial. Fue deriva-do a psiquiatra e inici un tratamiento farmacolgico, conrelativa adherencia.

    Gema luego de matar al hijo y entregarse a las autoridades,consigui cierto tope al desborde en prisin, institucin total,con escaso margen para la libertad personal. Siendo la crcel unlugar terrible, descubre que extrae un triste provecho; no slo

    porque contiene su impulsividad, sino porque es menos terribleque el mundo en el que habitaba cotidianamente.

    Atraves etapas muy difciles y oscuras con fantasas deautoeliminacin.

    El arrepentimiento lleg arrasador, desmoronando su sis-tema defensivo, dejndola presa del odio y la agresividad,que volcaba hacia s misma.

    En cierta etapa de la intervencin, se realiz un abordajecombinado entre psicoterapia y asistencia psiquitrica, pres-cribindosele psicofrmacos. Mejor sustancialmente la re-lacin con sus hijos, logrando tolerar las diferencias.

    Dolorosamente toma conciencia del mecanismo de intru-sin en sus mentes y en sus vidas, como ocurri en la relacincon Esteban.

    Pasado el shock inicial, se mantuvo ocupada en el estable-cimiento penitenciario, con proyectos de trabajo, desarrollandotareas solidarias ligadas a su profesin y tutoriando a reclusasen sus estudios formales.

    Al cabo de la mitad de la condena, tramitando la elabora-

    cin del duelo, con sus correspondientes restos del orden delo in elaborable, comenz a investir un futuro posible. Reali-z tareas de tipo comunitario dentro de los sistemas de traba-

    jo del penal.

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    La relacin conmigo estaba cargada de un monto de idea-lizacin y ambivalencia, con ataques envidiosos, pero a tra-vs del tiempo y del fortalecimiento de la alianza, adquirimayor tolerancia a la frustracin sobre lo que pudo haber sidode otro modo y no lo fue. Lleg a ser delicada y hasta cuida-dosa de mi persona, como si pretendiera manifiestamente,dosificar el horror.

    Junto a los avances, la duda se instala como pregunta quese resiste a ser respondida.

    Cmo se contina con la vida luego de haber atravesadocierto lmite?

    Es posible continuar?

    Tal vez s.

    Tal vez alejados.

    Tal vez desde cierta distancia reaseguradora.

    Muchas cosas han cambiado, pero la vincularidad entrelos Galvn sigue siendo potencialmente peligrosa.

    Ya nada ser igual para ellos.

    Nada ser igual para m.

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    Resumen

    El presente trabajo trata sobre la clnica familiar psicoa-naltica y aspectos que descolocan como efecto de presen-

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    cia al analista implicado en la situacin. Se concibe el en-cuentro clnico con la Familia Galvn, quienes desplieganen el relato y la escena vincular un intenso padecimiento yaque acontece un hecho trgico: uno de sus integrantes es ase-sinado por otro consanguneo en un territorio de emergen-cia de nuevas subjetividades. Se abordan aspectos clnicoscon sus intensidades e intersecciones con la teora; se pro-

    fundiza sobre la posicin del analista en el encuentro, al to-mar distancia de saberes consumados, para explorar conayuda de otras disciplinas un campo posible que habilite aalojar cierta novedad.

    Palabras clave:Clnica familiar psicoanaltica. Nuevas pro-ducciones de subjetividad.

    SummaryDrifts of subjectivity in the psychoanalytic clinical encoun-ter: the meeting with the family Galvn

    This work deals with the psychoanalytic and family medi-cal issues that dislodged, the effect of presence, the analystinvolved in the situation, the clinical encounter is conceivedwith the Family Galvn, who displayed in the tale and the

    scene link intense suffering and a tragic event happens, oneof its members is murder by another in-blood, in an area ofemergence of new subjectivities. Clinical issues are addressedwith their intensities and intersections with the theory, it elabo-rates on the analysts position at the meeting, to take awayconsummate knowledge to explore with the help of other dis-ciplines may enable a field to accommodate a certain novelty.

    Key words:Psychoanalytic family clinic. New productionsof subjectivity.

    Rsum

    Drives de la subjectivit dans la clinique du lien psychana-lytique: la runion de la familie Galvn

    Le prsent travaille est sur la clinique familire psychana-lytique et les aspects qui dloge come effet de la prsence a

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    lannaliste impliqu dans la situation. On conu a l encontreclinique de la famille Galvn, qui droule lhistoire et lscnede liens un intense souffrance comme il arrive un fait tragi-que: une de ses membres est assassin par autre du mmesang dans un territoire d mergence de nouveaux subjecti-vits. Il sadresse aspect cliniques avec ses intensits et inter-sections avec la thorie; il sapprofondi sur la position duannaliste dans la runion, on prendront distance des savoirsconsum, pour explor avec laide de autres disciplines unchamp possible qui habilite accueillir certain nouveaut.

    Mots cls: Clinique familire psychanalytique. Nouvelles pro-ductions de subjectivit.

    ResumoDerivas da subjetividade na clnica vincular psicoanaltica:ao encontro com a famlia Galvn

    Este trabalho trata sobre a clnica familiar psicanaltica easpectos que deslocam como efeito de presena ao analis-ta envolvido na situao. Concebe-se o encontro clnico coma Familia Galvn, a qual desdobra no relato e na cena vincu-lar um intenso padecimento, pois acontece um fato trgico.

    Um dos seus membros assassinado por um outro consang-neo, em um territrio de emergncia de novas subjetivida-des. So abordados aspectos clnicos com suas intensidades einterseces com a teoria; aprofunda-se sobre a posio doanalista no encontro, ao distanciar-se de saberes consuma-dos, para explorar com ajuda de outras disciplinas um cam-

    po possvel que habilite a alojao de uma certa novidade.

    Palavras chave: Clnica familiar psicanaltica. Novas produ-es de subjetividade.