tim lahaye & jerry jenkins - left behind series 1 - dejados atras

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    DEJADOS ATRS TIM LaHAYE & JERRY B. JENKINS

    EDITORIAL UNILIT, 1998 Ttulo Original: Left Behind Traduccin de Nellyda Pablovsky Impreso en Colombia

    Para Alice McDonald y Bonita Jenkins quienes se aseguraron de que nosotros

    no seramos dejados atrs

    Uno Raimundo Steele tena la mente puesta en una mujer a quien nunca haba tocado. Con su 747 lleno por completo volaba sobre el Atlntico con el piloto automtico y dirigindose a Heathrow, el aeropuerto de Londres, para aterrizar a las 6 A.M., haba apartado de su mente cualquier recuerdo de su familia. Durante las vacaciones de primavera pasara unos das con su esposa y su hijo de doce aos. Su hija regresara tambin de la universidad. Pero por ahora, con su copiloto dormitando. Raimundo pensaba en la sonrisa de Patty Durn y esperaba ansioso su prximo encuentro. Patty era la jefa de azafatas del vuelo de Raimundo. No la haba visto en ms de una hora. Antes esperaba ansioso el regreso a casa para volver a ver a su esposa. Irene era bastante atractiva y vivaz, aun a los cuarenta. Pero ltimamente se haba sentido incmodo por su obsesin con la religin. Ella no poda hablar de otra cosa. Raimundo estaba de acuerdo en que Dios ocupara su lugar. Incluso disfrutaba yendo a la iglesia ocasionalmente. Pero desde que Irene se haba unido a una congregacin ms pequea y participaba en estudios bblicos semanales, sin faltar a la iglesia los domingos, Raimundo se estaba sintiendo incmodo. La de ella no era una iglesia donde la gente le

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    concediera a uno el beneficio de la duda, pensando lo mejor de uno, y dejndolo tranquilo. La gente all le haba preguntado abiertamente lo que Dios estaba haciendo en su vida. "Bendicindome!" se haba convertido en la sonriente respuesta que pareca satisfacerlos, pero cada vez encontraba ms excusas para estar ocupado los domingos. Raimundo trataba de convencerse de que lo que lo haca desviar sus pensamientos era la devocin de su esposa a un seor divino. Pero saba bien que la verdadera razn era su propio deseo. Adems, Patty Durn era tan hermosa que dejaba sin aliento. Nadie poda negarlo. Lo que a l ms le gustaba era el hbito que tena de tocarlo. Nada inadecuado, nada escandaloso. Simplemente le tocaba el brazo cuando pasaba junto a l, o le pona suavemente la mano en el hombro cuando estaba detrs de su asiento en la cabina. No eran slo esos roces los que hacan que Raimundo disfrutara de su compaa. Le resultaba evidente por las miradas, las expresiones y el comportamiento de ella, que al menos lo admiraba y respetaba. Si estaba interesada en algo ms, slo poda tratar de adivinarlo. Y lo haca. Haban pasado juntos mucho tiempo, conversando durante horas mientras cenaban o tomaban algunas bebidas, unas veces con compaeros de trabajo, otras no. l no le haba devuelto ni el roce de un dedo, pero la haba mirado a los ojos, y slo poda suponer que la sonrisa que le haba dedicado le habra hecho comprender a ella lo que l pensaba. Quizs hoy. Tal vez esta maana, si su toquecito peculiar en la puerta de la cabina no despertaba a su copiloto, l podra alzar la mano y cubrir con la suya la mano de ella: de un modo amistoso que l esperaba que ella reconociera como un paso, un primer paso de su parte, hacia una relacin. Y sera la primera vez. El no era puritano, pero jams le haba sido infiel a Irene. Le haban sobrado las oportunidades. Durante mucho tiempo se sinti culpable por unas caricias apasionadas que haba disfrutado durante una fiesta navidea de la compaa, doce aos atrs. Irene se haba quedado en la casa, debido a los malestares propios de sus nueve meses de embarazo de su hijo Raimundo junior, por tanto tiempo esperado. Aunque un poco embriagado, Raimundo haba tenido el buen sentido de irse temprano de la fiesta. Por supuesto que Irene not que estaba ligeramente bebido, pero no pudo haber sospechado nada ms, por lo menos no de su correcto capitn. El era el piloto que una vez tom dos

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    martinis mientras el aeropuerto estaba cerrado por la nieve y despus, cuando el tiempo mejor. voluntariamente se qued en tierra. Ofreci pagar por el piloto de relevo, pero Pan-Continental qued tan impresionada por su conducta, que en lugar de eso, lo convirtieron en un ejemplo de autodisciplina y prudencia. En un par de horas Raimundo sera el primero en ver seales del sol, una estimulante paleta de colores pastel que sealaran el remiso amanecer sobre el continente. Hasta entonces, la oscuridad que se vea por las ventanas pareca tener millas de espesor. Sus pasajeros soolientos o dormidos haban bajado las cortinas de las ventanas, y colocado en su lugar las almohadas y las frazadas. Por el momento el avin era una oscura y zumbante cmara dormitorio para todos, salvo unos pocos que deambulaban, las azafatas y uno o dos que respondan al llamado de la naturaleza. Entonces, la pregunta de la hora ms oscura antes del amanecer, era si Raimundo Steele se arriesgara a una nueva y excitante relacin con Patty Durn. Reprimi una sonrisa. Estaba bromeando consigo mismo? Alguien con su reputacin podra alguna vez hacer algo ms que soar con una hermosa mujer quince aos menor que l? Ya no estaba tan seguro. Si slo Irene no se hubiera propasado en esta nueva chifladura. Se le pasara su preocupacin por el fin del mundo, el amor de Jess y la salvacin de las almas? ltimamente haba estado leyendo todo lo que le caa en las manos acerca del Rapto de la Iglesia. -Puedes imaginarte, Raimundo -coment jubilosa-, Jess volviendo para llevarnos antes de que muramos? -S, claro -contest l, mirando por encima de su peridico-, eso sera de morirse. A ella no le hizo gracia: -Si no supiese lo que me pudiera suceder -dijo-, no jugara con eso. -Yo s s lo que me suceder -insisti l . Yo estar muerto, fallecido, difunto. Pero t, por supuesto, volaras directo al cielo. El no haba querido ofenderla, slo se estaba divirtiendo. Cuando ella se dio vuelta alejndose, l la sigui. La hizo volverse y quiso besarla, pero ella estaba fra. -Vamos, Irene -dijo-. Dime que miles no se desmayaran si vieran a Jess volver por toda la gente buena. Ella se solt llorando: -Te lo he dicho muchas, muchas veces. Los que se salven no son personas buenas, son.... -Slo gente perdonada, s, ya s -le contest. sintindose rechazado y vulnerable en su propio saln de estar. Volvi a su butaca y su peridico-. Si te hace sentir mejor, me alegro por ti de que ests tan segura.

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    -Yo nicamente creo lo que dice la Biblia -respondi Irene. Raimundo se encogi de hombros. Hubiera querido decir: "Bien por ti," pero no quiso empeorar la situacin. En cierto sentido l le haba envidiado su confianza, pero en realidad lo archiv como que ella era una persona ms emotiva, que se llevaba ms por los sentimientos. No quera ser explcito, pero el hecho era que l era ms brillante; s, ms inteligente. El crea en reglas, sistemas, leyes, patrones, cosas que uno puede ver y sentir y or y tocar. Si Dios era parte de todo eso, bien. Un poder superior, un ser amante, una fuerza tras las leyes de la naturaleza, perfecto. Cantemos acerca de eso, oremos por eso, sintmonos bien por nuestra capacidad de ser buenos con otros, y sigamos con nuestros asuntos. Lo que ms tema Raimundo era que esta fijacin religiosa no se le pasara, como cuando form parte de una red de ventas a domicilio, despus de otra, de su delirio por los ejercicios aerbicos y otros por el estilo. Poda imaginrsela tocando puertas y preguntando si le permitiran leerle a la gente uno o dos versculos. Con seguridad que ella saba bien que l no le seguira en eso. Irene se haba convertido en toda una fantica religiosa. Y de algn modo eso haba dejado en libertad a Raimundo para soar con Patty Durn sin sentirse culpable. Tal vez podra decirle algo, sugerirle algo, insinuarle algo mientras l y Patty atravesaban caminando Heathrow, hacia la fila de taxis. Quizs antes. Se atrevera a insinuarse ahora, horas antes del aterrizaje? Junto a una ventana en primera clase, un escritor estaba sentado inclinado sobre su computadora porttil. Apag la mquina, prometindose volver a su peridico ms tarde. A los treinta aos, Camilo Williams era el ms joven de los redactores jefes que nunca hubiera habido en el prestigioso Semanario Mundial. Era la envidia de todo el personal veterano, porque o se les adelantaba con alguna primicia, o le asignaban las mejores historias del mundo. Tanto sus admiradores como sus detractores en la revista le llamaban el "Macho", porque decan que siempre estaba desafiando la tradicin y la autoridad. Camilo crea que l siempre viva una vida encantada, por haber sido testigo de algunos de los ms cruciales sucesos de la historia. Un ao y dos meses atrs, su historia de cubierta el primero de enero lo haba llevado a Israel para entrevistar a Jaime Rosenzweig y haba resultado ser el suceso ms extrao que haba experimentado en toda su vida.

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    El anciano Rosenzweig haba sido el nico en ser elegido por unanimidad como el "Noticin del Ao" en la historia del Semanario Global. Su redaccin se haba apartado siempre de cualquiera que Time pudiera haber seleccionado obviamente como el "Hombre del Ao" . Pero Rosenzweig fue automtico. Camilo Williams haba asistido a la reunin de directores preparado para discutir en favor de Rosenzweig y contra cualquier otra estrella que los otros pudieran patrocinar. Fue una sorpresa muy agradable cuando el editor jefe Esteban Plank abri con: -Alguien desea nominar a algn estpido, como cualquiera que no sea el ganador del Premio Nobel de Qumica? Los directores se miraron unos a otros, negaron con la cabeza, y fingieron prepararse a salir. -Recoge las sillas, que la reunin ha terminado -dijo el "Macho"-. Esteban, no estoy intrigando para conseguirlo, pero t sabes que conozco al tipo y que l tiene confianza en m. -No te apresures, vaquero -salt un rival, y apel a Plank-. Vas a dejar que el "Macho" se asigne l mismo otra vez? -Pudiera -contest Esteban-. Y si lo hago, qu? -Pensaba que ste es un asunto tcnico, un artculo de ciencia -murmur el detractor de el "Macho"-. Yo pondra al redactor de ciencia a hacerlo. -Y pondras a dormir al lector -respondi Plank-. Vamos, t sabes que el redactor de los artculos sensacionales viene de este grupo. Y ste no es ms artculo de ciencia que el primero que el "Macho" hizo de l. Esto tiene que decirse de forma que el lector conozca al hombre y comprenda la significacin de sus logros. -Como si eso no fuera obvio. Eso slo cambi el curso de la historia. -Asignar la tarea hoy -concluy el editor en jefe-. Gracias por tu disposicin, Camilo. Supongo que todos los dems tambin estn dispuestos. Las expresiones de ansiedad llenaron la habitacin, pero Camilo alias el "Macho" tambin escuch gruidos que predecan que el tipo rubio conseguira la aprobacin. Y as fue. Semejante confianza de su jefe y rivalidad de sus iguales lo haban decidido a darlo todo por superarse en cada asignacin. En Israel Camilo se hosped en un complejo militar y se encontr con Rosenzweig en el mismo kibutz de las afueras de Jaifa donde lo haba entrevistado un ao antes. Por supuesto que Rosenzweig era fascinador, pero era su descubrimiento, o invento, nadie saba bien cmo calificarlo, lo que constitua

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    verdaderamente el "noticin del ao". Este hombre humilde se llamaba as mismo un botnico, pero era en realidad un ingeniero qumico que haba preparado un fertilizador sinttico que haca florecer las arenas del desierto de Israel como si fueran un invernadero. -Durante dcadas la irrigacin no ha sido problema -comentaba el anciano-. Pero todo lo que haca era humedecer la arena. Mi frmula, agregada al agua, fertiliza la arena. Camilo no era un cientfico, pero saba lo suficiente como para sacudir la cabeza ante esa simple declaracin. La frmula de Rosenzweig estaba convirtiendo rpidamente a Israel en la nacin ms rica de la tierra. Mucho ms productiva que sus vecinos rebosados de petrleo. Cada pulgada de terreno reverdeca con flores y granos, incluidos productos nunca antes soados en Israel. La Tierra Santa se convirti en una capital exportadora, la envidia del mundo, con virtualmente cero desempleo. Todo el mundo prosperaba. La prosperidad trada por la frmula, cambi el curso de la historia para Israel. Rebosante de dinero y recursos, Israel hizo las paces con sus vecinos. El libre comercio y el paso libre le permitieron a todos los que amaban a la nacin tener acceso a ella. A lo que no tenan acceso, sin embargo, era a la frmula. Camilo no haba siquiera pedido al anciano que revelara la frmula o el complicado proceso de seguridad que la protega de cualquier enemigo potencial. El mero hecho de que Camilo se hospedara en el complejo militar evidenciaba la importancia de la seguridad. El mantenimiento del secreto aseguraba el poder y la independencia del Estado de Israel. Jams Israel haba disfrutado de semejante tranquilidad. La ciudad amurallada de Jerusaln era ahora slo un smbolo, que daba la bienvenida a todo el que abrazara la paz. El viejo guardin crea que Dios los haba retribuido y compensado por siglos de persecucin. Jaime Rosenzweig era honrado alrededor del mundo y reverenciado en su propio pas. Los lderes mundiales lo buscaban, y l estaba protegido por sistemas de seguridad tan complejos como los que protegen a los jefes de Estado. Por muy fuerte que Israel se hubiera sentido con la nueva gloria, los lderes de la nacin no eran estpidos. Un Rosenzweig secuestrado y torturado podra ser forzado a revelar un secreto que revolucionara igualmente a cualquier nacin del mundo. Imagnense lo que la frmula pudiera hacer si se modificaba para obrar en la vasta tundra de Rusia! Podran florecer las regiones aunque estuviesen cubiertas de nieve la mayor parte del ao? Era sta la clave para resucitar a ese enorme pas despus del derrumbe de la Unin de

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    Repblicas Socialistas Soviticas? Rusia se haba convertido en un gran gigante caviloso con una economa devastada y una tecnologa atrasada. Todo lo que el pas tena era el poder militar, dedicndole todo marco posible al armamentismo. Y el cambio de rublos a marcos no haba sido una transicin fcil para la nacin que se esforzaba por sobrevivir. La modernizacin de las finanzas mundiales, convirtindolas a las tres monedas ms importantes, haba tomado aos, pero una vez hecho el cambio, la mayora estaba contenta con ello. Toda Europa y Rusia hacan tratos exclusivamente en marcos. Asia, frica y el Oriente Medio comerciaban en yenes. En Norte y Sur Amrica y Australia circulaba el dlar. Se estaba tratando ahora de llegar a una moneda mundial, pero aquellas naciones que haban cambiado a regaadientes una vez, estaban renuentes a cambiar de nuevo. Frustrados por su incapacidad para aprovecharse de la frmula de Israel, y decididos a dominar y ocupar la Tierra Santa, los rusos haban lanzado un ataque contra Israel en medio de la noche. El asalto se haba conocido como el Pearl Harbor ruso, y debido a su entrevista con Rosenzweig, el "Macho" Williams estaba en Jaifa cuando tuvo lugar. Los rusos enviaron a la regin misiles balsticos intercontinentales y bombarderos cazas MIG equipados con armas nucleares. El nmero de aviones y de ojivas explosivas dej en claro que su misin era de aniquilacin. "Decir que los israeles fueron sorprendidos desprevenidos", haba escrito Camilo Williams, "era como decir que la Gran Muralla china era larga". Cuando los radares israeles descubrieron los aviones rusos, casi los tenan sobre sus cabezas. La frentica peticin de ayuda que Israel hizo a sus vecinos y a Estados Unidos fue simultnea con su demanda de saber las intenciones de los invasores de su espacio areo. Para cuando Israel y sus aliados pudieran haber montado cualquier cosa que pareciera una defensa, era obvio que los rusos los habran sobrepasado en nmero de cien a uno. Tenan slo momentos antes de que comenzara la destruccin. No habra ms negociacin, no ms peticiones para compartir la riqueza con las hordas del norte. Si los rusos hubiesen pretendido slo intimidar y bravuconear, no hubieran llenado el cielo con misiles. Los aviones podan regresar, pero los misiles estaban armados y dirigidos a sus blancos. As que sta no era una gran pantomima preparada para poner de rodillas a Israel. No haba mensaje para las vctimas. Al no recibir explicaciones por las mquinas de guerra que atravesaban sus fronteras y descendan sobre l, Israel se vio forzado a defenderse, sabiendo muy bien que la

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    primera andanada provocara su virtual desaparicin de la faz de la tierra. En tanto aullaban las sirenas de alarma y el radio y la televisin enviaban a los condenados hacia cualquier endeble refugio que pudieran encontrar, Israel se defendi por lo que seguramente sera la ltima vez en la historia. La primera batera de misiles tierra-aire de Israel golpe sus blancos y el cielo se alumbr con bolas de fuego anaranjadas y amarillas que, en verdad, poco haran por demorar la ofensiva rusa, para la cual no poda haber defensa. Quienes conocan las probabilidades y lo que predecan las pantallas de radar, interpretaban las ensordecedoras explosiones en el cielo como la ofensiva rusa. Cada lder militar que saba lo que estaba llegando, esperaba que su desgracia acabara en cosa de segundos, cuando el tiroteo alcanzara el suelo y cubriera el pas. Por lo que haba visto y odo en el complejo militar, Camilo alias el "Macho" Williams saba que el fin estaba cerca. No haba escapatoria. Pero mientras la noche brillaba como si fuera de da y continuaban las horrorosas explosiones ensordecedoras, nada en el suelo sufra. El edificio se estremeca y sonaba y retumbaba. Y sin embargo, no reciba impactos. Afuera, los aviones de guerra se estrellaban en el suelo, abriendo crteres y mandando despojos ardientes por los aires. Pero las lneas de comunicacin permanecan abiertas. Ninguno de los puestos de mando haba sido alcanzado. No haba informes de bajas. Nada destruido an. Era esto una especie de chiste cruel? Seguro, los primeros misiles israeles haban impactado a los cazas rusos, haciendo que los misiles explotaran a demasiada altura para causar ms dao que el del fuego en el suelo. Pero qu haba pasado con el resto del cuerpo areo ruso? El radar mostraba con claridad que ellos haban mandado casi todos los aviones que tenan, dejando apenas algo en reserva para la defensa. Miles de aviones bajaban en picada sobre las ciudades ms pobladas del diminuto pas. El rugido y el tiroteo siguieron, las explosiones eran tan horrorosas que los lderes militares veteranos se cubran la cara y gritaban de terror. Camilo siempre haba querido estar cerca de las lneas del frente, pero su instinto de conservacin funcionaba a todo tren. El saba que sin duda iba a morir, y se hall pensando las cosas ms raras. Por qu nunca se haba casado? Quedaran restos de su cuerpo para que los identificaran su padre y su hermano? Exista un Dios? La muerte sera el fin? Se acurruc debajo de una consola, sorprendido por la urgencia de llorar. Esto no se pareca en nada a lo que l se haba hecho la idea de qu era la guerra. Se haba imaginado que podra atisbar la accin desde un punto

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    seguro, tomando nota del drama mentalmente. Cuando haban transcurrido algunos minutos de holocausto, Camilo se percat de que afuera no estara en mayor peligro de morir que adentro. No se senta temerario, sino aislado. El sera la nica persona de este puesto que vera y sabra que lo mataban. Se abri camino hasta la puerta sobre sus piernas vacilantes. Nadie pareci percatarse de eso o preocuparse de advertirle del peligro. Era como si todos hubiesen sido condenados a muerte. Abri la puerta a la fuerza, para toparse con una explosin como de un horno y tuvo que cubrirse los ojos de la blancura del incendio. El cielo estaba en llamas. Todava oa los aviones por encima del estrpito y el rugido del mismo fuego, y algn misil que explotaba mandaba nuevas lluvias de llamas al aire. Petrificado de horror y asombro, se qued all mientras las grandes mquinas de guerra caan a tierra por toda la ciudad, estrellndose y ardiendo. Pero caan entre los edificios y en las calles y campos desiertos. Todo lo atmico y explosivo estallaba arriba en la atmsfera, y Camilo segua parado all en el calor, con la cara ampollndosele y el cuerpo sudando a mares. Qu era lo que estaba pasando? Entonces cayeron los pedazos de hielo y los granizos tan grandes como pelotas de golf, que obligaron a Camilo a cubrirse la cabeza con su chaqueta. La tierra tembl y reson, lanzndolo al suelo. Boca abajo sobre los helados fragmentos, sinti que la lluvia lo baaba. De pronto, el nico sonido que se oa era el fuego en el cielo, y empez a desvanecerse a medida que bajaba. Despus de diez minutos del rugir atronador, el fuego se disip y aisladas bolas de fuego fueron cayendo al suelo apagndose. La luz del fuego desapareci tan rpidamente como haba empezado. Y la quietud rein sobre la tierra. Al irse alejando las nubes de humo empujadas por una suave brisa, el cielo nocturno reapareci con su negrura azulada y las estrellas brillaron apaciblemente como si nada malo hubiera sucedido. Camilo regres al edificio, con su enlodada chaqueta de cuero en la mano. La manija de la puerta todava estaba caliente, y adentro, los lderes militares lloraban y temblaban. La radio transmita los informes de los pilotos israeles. No haban podido despegar a tiempo para hacer algo, sino observar cmo toda la ofensiva area rusa pareca destruirse as misma. Milagrosamente no se informaba ni de una sola baja en todo Israel. De otro modo, Camilo poda haber credo que un mal funcionamiento misterioso haba hecho que los misiles y los aviones se destruyeran unos

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    a otros. Pero los testigos informaban que haba habido una tormenta de fuego, junto con lluvia y granizo, y un terremoto que consumi todo el esfuerzo ofensivo. Habra sido una lluvia de meteoritos enviada por Dios? Quizs, pero, de dnde haban salido los cientos y miles de pedazos de acero fundido, retorcidos y ardiendo que se estrellaron contra el suelo en Jaifa, Jerusaln, Tel Aviv, Jeric, y hasta Beln, derrumbando muros antiguos, pero sin siquiera rasguar a una sola criatura viva? La luz del da revel la carnicera y descubri la alianza secreta de Rusia con naciones del Oriente Medio, sobre todo Etiopa y Libia. Entre las ruinas los israelitas encontraron materiales que les serviran de combustible, con lo que podran conservar sus recursos naturales por ms de seis aos. Las fuerzas de tarea especiales competan con las aves de rapia por la carne del enemigo muerto, tratando de enterrarlos antes de que sus huesos quedaran mondados y alguna enfermedad amenazara al pas. Camilo lo recordaba vvidamente, como si hubiese sido ayer Si no hubiera estado all y no lo hubiese visto por s mismo, nunca lo hubiera credo. E hizo falta ms de lo que l poda dar para que lo creyesen los lectores del Semanario Mundial. Los editores y lectores tenan sus propias explicaciones para el fenmeno, pero Camilo admita, aunque slo para s mismo, que haba comenzado a creer en Dios aquel da. Los eruditos judos sealaban pasajes de la Biblia que hablaban acerca de Dios destruyendo a los enemigos de Israel con tormentas de fuego, terremotos, granizo y lluvia. Camilo qued estupefacto cuando ley Ezequiel 38 y 39, que cuenta de un gran enemigo del norte que invade a Israel con la ayuda de Persia, Libia y Etiopa. Y ms asombrado todava de que la Escritura predijera acerca de armas de guerra usadas como combustible y soldados enemigos comidos por aves o enterrados en fosas comunes. Los cristianos amigos de Camilo quisieron que ste diera el siguiente paso y creyera en Cristo, ahora que era tan claro que estaba espiritualmente sintonizado. Pero l no estaba preparado para ir tan lejos, aunque sin duda fue una persona diferente y un periodista distinto desde ese momento en adelante. Para l, nada era imposible de creer. No muy seguro de si seguira con algo directo, el capitn Raimundo Steele sinti un impulso irresistible de ver a Patty Durn en ese momento. Se solt el cinturn y apret el hombro de su primer oficial mientras sala de

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    la cabina. -Cristbal, todava estamos en piloto automtico -dijo, mientras el hombre ms joven se despertaba y enderezaba sus auriculares-. Voy a dar el paseo del amanecer. Cristbal mir de reojo y se pas la lengua por los labios. -No me parece como el amanecer, Capi. -Probablemente en una o dos horas. De todos modos, ver si alguien se est moviendo. -De acuerdo. Si estn, diles que Cris les manda recuerdos. Raimundo bostez y mene la cabeza. Al abrir la puerta de la cabina casi choca con Patty Durn. -No hace falta tocar -dijo- Voy. La aeromoza jefe lo arrastr hasta la cocina del avin, pero no haba pasin en su contacto. Sus dedos parecan garras en su antebrazo y su cuerpo temblaba en la oscuridad. -Patty... Ella lo empuj contra los compartimentos de la cocina, con la cara cerca a la suya. Si ella no hubiera estado tan claramente aterrorizada, l hubiera disfrutado esto y le hubiera devuelto el abrazo. Las rodillas se le entrechocaban mientras trataba de hablar y su voz sali en un chillido llorn. -Falta gente -alcanz a decir en un susurro, enterrando su cabeza en el pecho de l. Raimundo la tom por los hombros y trat de separarla hacia atrs pero ella luch por seguir pegada a l. -Qu quieres d...? Ella, sin poder controlarse ms tiempo, sollozaba, temblando. -Un montn de gente, desaparecida! -Patty, ste es un avin grande. Han ido a los baos o... Ella baj la cabeza para poder hablarle directamente en el odo. A pesar de su llanto, era obvio que luchaba por hacerse entender. -He estado en todas partes. Te digo que faltan docenas de personas. -Patty, todava est oscuro. Encontraremos... -No estoy loca! Mralo t mismo! En todo el avin ha desaparecido gente. -Es una broma. Estn escondidos, tratando de... Raimundo! Sus zapatos, sus medias, sus ropas, todo qued atrs. Esta gente se ha esfumado! Patty se solt de su abrazo y se desliz hasta quedar arrodillada gimoteando en el rincn. Raimundo quera consolarla, obtener su ayuda o hacer que Cris fuera con l por el avin, Ms que todo quera creer que la mujer estaba loca. Ella saba que no poda embromarlo as. Era evidente

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    que crea de veras que haba desaparecido gente. l haba tenido ensoaciones en la cabina. Estara dormido ahora? Se mordi fuerte el labio e hizo una mueca por el dolor. As pues, estaba bien despierto. Entr a la primera clase, donde una anciana estaba sentada, atnita, en la luminosidad previa al amanecer, con el suter y los pantalones de su marido en las manos. -Qu pasa? -deca- Haroldo? Raimundo escudri el resto de la seccin de primera clase. La mayora de los pasajeros an dorman, incluido un hombre joven, en la ventanilla, con su computadora porttil en la repisa de la bandeja. Pero, sin duda, varios asientos estaban vacos. Al acostumbrarse los ojos de Raimundo a la poca luz, camin rpido a la escalera. Empez a bajar, pero la mujer lo llam. -Seor, mi marido... Raimundo puso un dedo en sus labios y susurr: -Ya s. Lo encontraremos. Volver de inmediato. Qu estupidez! pens mientras bajaba, dndose cuenta de que Patty estaba detrs de l. Lo encontraremos? Patty lo tom por el hombro y l se detuvo. -Prendo las luces de cabina? -No -susurr l-. Mientras menos gente lo sepa ahora, mejor. Raimundo quera ser fuerte, tener respuestas, ser un ejemplo para su tripulacin, para Patty. Pero cuando lleg al nivel inferior saba que lo que quedaba del vuelo sera catico. Estaba tan asustado como cualquier persona de a bordo. Mientras revisaba los asientos, casi fue presa del pnico. Retrocedi hasta un lugar aislado detrs del mamparo y se abofete. Esto no era una broma, ni un truco, ni un sueo. Algo andaba terriblemente mal y no haba hacia dnde correr. Habra suficiente confusin y terror sin que l perdiera el control. Nada lo haba preparado para esto y l iba a ser el nico a quien todos miraran. Pero, para qu? qu se esperaba que hiciera? Primero uno, luego otro, y otro, gritaron cuando se dieron cuenta de que sus compaeros de asientos no estaban, pero que sus ropas estaban an ah. Gritaban, aullaban, saltaban de sus asientos. Patty abraz a Raimundo desde atrs con tanta fuerza que apenas poda respirar. -Raimundo, qu es esto? l se libr de las manos de ella y se dio vuelta para enfrentarla. -Patty, escucha. No s ms que t. Pero tenemos que calmar a esta gente y aterrizar. Har una especie de anuncio y t y tu gente mantengan a todos en sus asientos. De acuerdo?

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    Ella asinti con la cabeza, pero no tena en absoluto aspecto de estar bien. Al pasar junto a ella para volver rpidamente a la cabina, oy que gritaba. Olvdate de calmar los pasajeros -pens, mientras se daba vuelta para verla de rodillas en el pasillo. Ella levant un saco, una camisa y una corbata, an intactos. Los pantalones estaban a sus pies. Patty dio vuelta frenticamente a la chaqueta hacia la poca luz y ley la etiqueta. -Tony -gimi-. Tony ha desaparecido. Raimundo le quit la ropa y la tir detrs del mamparo. Levant a Patty por los codos y la hal hasta sacarla de la vista. -Patty, estamos a horas de aterrizar. No podemos llevar un avin lleno de gente histrica. Yo voy a hacer un anuncio pero t tienes que hacer tu trabajo. Puedes? Ella asinti, con los ojos vacos. El la oblig a mirarlo. -Lo hars? -dijo. Ella volvi a asentir -Raimundo, nos moriremos? -No -dijo l . Estoy seguro de eso. Pero l no estaba seguro de nada. Cmo poda saber? Hubiera preterido vrselas con el incendio de un motor o hasta una cada incontrolable. Estrellarse en el mar hubiera sido mejor que esto. Cmo iba a mantener tranquila a la gente en una pesadilla as? Por ahora mantener apagadas las luces de cabina era peor que encenderlas, y se alegr de poder dar una tarea especfica a Patty. -No s lo que voy a decir dijo- pero enciende las luces para que podamos contar exactamente quin est aqu y quin desapareci, y, entonces, busca ms de esos formularios de declaracin para visitantes extranjeros. -Para qu? -Tan slo hazlo. Tenlos listos. Raimundo no saba si haba hecho lo correcto al dejar a Patty a cargo de los pasajeros y la tripulacin. Mientras corra escaleras arriba, vio a otra aeromoza que retroceda aullando desde una de las cocinas. Ahora, el pobre Cristbal en la cabina era el nico del avin que no saba lo que estaba pasando. Lo peor era que Raimundo le haba dicho a Patty que l no saba ms que ella lo que estaba pasando. La aterradora verdad era que l lo saba demasiado bien. Irene haba tenido razn. El y la mayora de sus pasajeros haban sido dejados atrs. Dos Camilo Williams, a quien llamaban "el Macho", se haba despertado cuando la anciana que estaba directamente delante de l llam al piloto.

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    El piloto la haba mandado a callar, por lo que ella se volvi a mirar a Camilo. El se pas los dedos por su rubio cabello ms bien largo y forz una sonrisa atontada. -Problemas, seora? -Es mi Haroldo -dijo ella. Camilo haba ayudado al anciano a poner su saco de sarga de lana y su sombrero de fieltro en el anaquel superior cuando subieron al avin. Haroldo era un caballero bajo, atildado, con mocasines caros, pantalones color marrn y un chaleco tejido color canela encima de la camisa y de la corbata. Estaba quedndose calvo y Camilo supuso que querra de nuevo el sombrero ms adelante cuando el aire acondicionado se hiciera sentir. -Necesita algo l? -l se fue! -Cmo? -El ha desaparecido! -Bueno, estoy seguro que se fue al bao mientras usted dorma. -Quisiera ir a ver por m? Y lleve una frazada. -Seora? -Temo que l se fue desnudo. l es una persona religiosa y se avergonzar terriblemente. Camilo reprimi una sonrisa cuando se dio cuenta de la expresin de dolor de la seora. Pas por encima del ejecutivo dormido en el asiento del pasillo, que haba excedido mucho su lmite de tragos gratis, y se inclin para tomar una frazada que le pasaba la anciana. Ciertamente, la ropa de Haroldo estaba en un ordenado montn sobre su asiento, con sus anteojos y audfonos encima de todo. Las piernas del pantaln todava colgaban del borde del asiento y llegaban a sus zapatos y medias. Qu extrao Por qu tan quisquilloso? -pens, y record a un amigo de la escuela secundaria que tena una forma de epilepsia que, ocasionalmente, le causaba prdida del conocimiento cuando pareca perfectamente consciente. Poda sacarse sus zapatos y medias en pblico o salir del bao con su ropa abierta. -Tiene antecedentes de epilepsia su marido? -No. -De caminar dormido? -No. -Enseguida vuelvo. Los baos de la seccin de primera clase estaban desocupados pero al dirigirse Camilo hacia las escaleras hall a varios pasajeros en el pasillo. -Permiso -dijo- estoy buscando a alguien. -Quin no? -dijo una mujer.

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    Camilo se abri paso ms all de varias personas y hall filas para los baos en la clase ejecutiva y la turista. El piloto pas rpido a su lado sin decir palabra, y Camilo pronto fue detenido por la aeromoza principal. -Seor, tengo que pedirle que regrese a su asiento y se ponga el cinturn de seguridad. -Estoy buscando a... -Todos estn buscando a alguien -dijo ella-. Esperamos tener alguna informacin para ustedes dentro de unos pocos minutos. Ahora, obedezca, por favor. Lo condujo de regreso a las escaleras, luego se desliz por su lado y subi los escalones de dos en dos. A mitad de las escaleras Camilo se volvi y mir la escena. Era medianoche, por Dios, y al encenderse las luces de cabina, se estremeci. En todo el avin la gente levantaba ropa boquiabiertos o gritando que faltaba alguien. Supo de algn modo que esto no era un sueo y sinti el mismo terror que haba sufrido esperando su muerte en Israel. Qu iba a decirle a la esposa de Haroldo? Usted no es la nica? Montones de gente dejaron sus ropas en sus asientos? Mientras se apresuraba por volver a su asiento, mentalmente pasaba revista a sus recuerdos en busca de algo que hubiera ledo, visto o escuchado sobre alguna tecnologa que pudiera sacar a la gente de su ropa y hacerlos desaparecer de un ambiente decididamente seguro. Quienes hubieran hecho eso, Estaban en el avin? Plantearan exigencias? Habra otra oleada de desapariciones enseguida? Sera l una de las vctimas? Dnde se encontrara? El miedo pareci extenderse por la cabina mientras l volva a pasar por encima de su dormido compaero de asiento. Se par inclinndose sobre el respaldo del asiento delantero. -Aparentemente falta mucha gente -dijo a la anciana. Ella pareci tan perpleja y asustada como se senta l mismo. Se sent mientras el intercomunicador se activaba y el capitn hablaba a los pasajeros. Luego de mandarles regresar a sus asientos respectivos, el capitn explic: -Voy a pedir a las aeromozas que revisen los baos y se cercioren de contar a todos. Luego les pedir que repartan las tarjetas de entrada para extranjeros. Si falta alguno de su grupo, me gustara que llenaran la tarjeta en nombre de esta persona y anotaran todo detalle que puedan recordar, desde la fecha de nacimiento a la descripcin. Seguramente todos ustedes se dan cuenta de que tenemos una situacin muy perturbadora. Las tarjetas nos darn una cuenta de los faltantes y

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    tendr algo que darle a las autoridades. El primer oficial, el seor Smith, har ahora un recuento rpido de los asientos vacos. Yo tratar de comunicarme con Pan-Continental. Sin embargo, debo advertirles que nuestra posicin dificulta mucho comunicarse con tierra sin largas demoras. Aun en esta era del satlite, estamos en una zona muy remota. En cuanto sepa algo se los transmitir. Mientras tanto, agradezco la cooperacin y tranquilidad de ustedes. Camilo mir mientras el primer oficial sala corriendo de la cabina, sin gorra y sonrojado. Se apur por un pasillo y sigui rpido por el otro, con los ojos pasando de asiento en asiento mientras las aeromozas repartan las tarjetas. El compaero de asiento de Camilo se despert, babeando, cuando una aeromoza le pregunt si alguien de su grupo faltaba. -Desaparecido? No! Y no hay nadie en este grupo sino yo -se enrosc de nuevo y se volvi a dormir, sin percatarse de nada. El primer oficial llevaba slo unos pocos minutos afuera cuando Raimundo oy su llave en la puerta de la cabina, que se abri con fuerza. Cristbal se dej caer en su asiento, ignor el cinturn de seguridad y se sent con la cabeza entre las manos. -Qu est pasando Ray? -dijo-. Ms de cien personas han desaparecido sin nada, dejando su ropa. -Tantas? -S, sera mejor si slo fueran cincuenta? Cmo vamos a explicar cuando aterricemos con menos pasajeros de los que despegamos? Raimundo mene la cabeza, ocupado an con la radio, tratando de comunicarse con alguien, cualquiera, en Groenlandia o una isla en el medio de la nada. Pero estaban tan lejos que no poda siquiera sintonizar una radio con noticias. Finalmente se conect con un Concorde a varios kilmetros de distancia que se diriga en direccin contraria. l le hizo un gesto a Cristbal para que se pusiera sus auriculares. Tienen bastante combustible para volver a Estados Unidos? Cambio -pregunt el piloto a Raimundo. l mir a Cristbal, que asinti y susurr -Estamos a mitad de camino. -Podra llegar al aeropuerto Internacional Kennedy -dijo Raimundo. -Olvdalo -lleg la respuesta-. Nada est aterrizando en Nueva York. Hay dos pistas todava abiertas en Chicago. All vamos nosotros. -Nosotros venimos de Chicago. No puedo aterrizar en Heathrow? -Negativo. Cerrado.

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    -Pars? -Hombre, tienes que volver de donde saliste. Dejamos Pars hace una hora, supimos lo que est pasando y nos dijeron que furamos derecho a Chicago. -Concorde, qu est pasando? -Si no lo sabes, por qu lanzaste el pedido de socorro? -Tengo una situacin aqu de la cual ni siquiera quiero hablar. -Oye, amigo, eso pasa en todo el mundo, sabes? -Negativo. No lo s -dijo Raimundo-. Cuntame. -Te faltan pasajeros, verdad? -Exacto. Ms de cien. -Guao! Nosotros perdimos cerca de cincuenta. -Qu piensas de esto, Concorde? -Lo primero que pens fue en la combustin espontnea pero hubiera habido humo, residuos. Esta gente desapareci materialmente. Lo nico con que puedo compararlo es con los viejos programas de Viaje a las estrellas donde la gente era desmaterializada y rematerializada, llevada por rayos a todas partes. -Ciertamente deseara poder decir a mi gente que sus seres queridos reaparecern tan rpida y completamente como desaparecieron -dijo Raimundo. -Pan Pesado, eso no es lo peor de todo. Ha desaparecido gente en todas partes. El aeropuerto Orly perdi controladores de trfico areo y controladores de tierra. Algunos aviones perdieron tripulaciones de vuelo. Donde hay luz de da se ven pilas de automviles, el caos por todas partes. Los aviones han aterrizado en todas partes y en cada aeropuerto grande. -As que esto fue algo espontneo? -En todas partes al mismo tiempo, hace poco menos de una hora. -Yo casi esperaba que fuera algo de este avin. Algn gas, algn mal funcionamiento. -Quieres decir que fuera? Cambio. Raimundo capt el sarcasmo. -Concorde, entiendo lo que quieres decir. Tengo que confesar que esto es algo que nunca nos haba pasado antes. -Y no quisiramos que nos vuelva a pasar. Sigo dicindome que esto es un mal sueo. -Una pesadilla? Cambio. -Entendido, pero no es, verdad? -Qu vas a decirle a tus pasajeros, Concorde? -No tengo idea. Y t? Cambio.

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    -La verdad. -Ahora no puede doler pero, cul es la verdad? Qu sabemos? -Ni una bendita cosa. -Buena eleccin de palabras. Pan Pesado. Sabes lo que est diciendo alguna gente? Cambio. -Entendido -dijo Raimundo-. Mejor es que la gente haya ido al cielo a que alguna potencia mundial est haciendo esto con rayos fantsticos. -Nosotros supimos que todos los pases han sido afectados. Te veo en Chicago? -Entendido. Raimundo Steele mir a Cristbal que empez a cambiar los mandos para dar vuelta al monstruoso avin de cabina ancha y enfilarlo de vuelta a Estados Unidos. -Seoras y seores -dijo Raimundo en el intercomunicador-, no vamos a poder aterrizar en Europa. Estamos volviendo a Chicago. Estbamos casi exactamente a mitad de camino a nuestro destino original, as que no tendremos problemas de combustible. Espero que esto les tranquilice algo. Les informar cuando estemos lo suficientemente cerca para que puedan empezar a usar los telfonos. Hasta que lo haga, es preferible que no lo intenten. Cuando el capitn dio por el intercomunicador la informacin del regreso a Estados Unidos, Camilo Williams se sorprendi al escuchar aplausos en toda la cabina. Sorprendidos y aterrorizados como estaban todos, la mayora era de Estados Unidos y queran, por lo menos, regresar a territorio familiar para poder comprender la situacin. Camilo dio un codazo al hombre de negocios a su derecha. -Lo siento, amigo, pero usted va a querer estar despierto para esto. El hombre mir a Camilo con aspecto disgustado y refunfu, -Si no vamos a estrellarnos, no me moleste. Cuando el 747 de Pan-Continental estuvo finalmente al alcance de las comunicaciones por satlite de Estados Unidos, el capitn Raimundo Steele se conect con una emisora de noticias y pudo conocer los efectos trascendentales de la desaparicin de gente de todos los continentes. Las lneas de comunicacin estaban atiborradas. Haba mdicos, tcnicos y personal de servicio entre los desaparecidos de todo el mundo. Todas las agencias de servicios cvicos estaban en estado de emergencia total, tratando de manejar las interminables tragedias. Raimundo record el desastre del tren elevado de Chicago unos aos atrs y cmo los

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    hospitales y las unidades de bomberos y de la polica llamaron a todos a trabajar. Poda imaginarse eso ahora pero multiplicado miles de veces. Hasta las voces de los locutores de noticias estaban llenas de terror por ms que ellos trataban de disimularlo. Se ofreca toda explicacin concebible pero los aspectos prcticos ensombrecan toda discusin y cobertura de la carnicera. Lo que la gente quera de las noticias era informacin simple sobre cmo llegar donde iban y cmo comunicarse con sus seres queridos para saber si an estaban aqu. Raimundo recibi instrucciones de meterse en un patrn de trfico de muchos estados, lo cual le permitira aterrizar en el aeropuerto internacional OHare en el momento preciso. Slo dos pistas estaban disponibles y pareca que todos los aviones grandes del pas se dirigan hacia all. Haba miles de muertos por cadas de aviones y montones de choques automovilsticos. Haba grupos de emergencia tratando de limpiar las vas de acceso rpidas y las pistas, mientras sufran la desaparicin de sus propios seres queridos y compaeros de trabajo. Un informe deca que eran tantos los taxistas que haban desaparecido del estacionamiento principal de taxis de OHare, que estaban trayndose voluntarios para mover los vehculos que haban quedado funcionando con la ropa de sus choferes aun sobre los asientos. Los autos manejados por gente que desapareci espontneamente, quedaron por supuesto, fuera de control. La tarea ms difcil para el personal de emergencia era determinar quines haban desaparecido, quines haban muerto y quines estaban heridos y, entonces, comunicar eso a los sobrevivientes. Cuando Raimundo estuvo suficientemente cerca para comunicarse con la torre de control de OHare, pregunt si podran tratar de comunicarlo por telfono con su casa. Se le rieron en la cara. -Lo siento, capitn, pero las lneas telefnicas estn tan abarrotadas y el personal de telfonos es tan escaso, que la nica esperanza es obtener un tono de discar y usar un telfono con botn para volver a discar. Raimundo inform a los pasajeros sobre la magnitud del fenmeno y les rog que permanecieran tranquilos. -No hay nada que podamos hacer en este avin que vaya a cambiar la situacin. Mi plan es llevarlos a tierra lo ms rpidamente posible, en Chicago, para que puedan tener acceso a algunas respuestas y, espero, a algn tipo de ayuda. El telfono del avin, empotrado en el respaldo del asiento delante del de Camilo Williams no contaba con conexiones modulares exteriores como los telfonos de las casas. De esa manera, sencillamente nadie poda

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    sacar la unidad de su lnea conectora y llevrsela consigo. Pero Camilo supuso que, por dentro del telfono, la conexin era estndar y que si de alguna forma poda llegar all atrs sin daar el telfono, podra conectar el mdem de su computadora directamente a la lnea. A esta altitud su telfono celular no funcionaba. Delante de l la esposa de Haroldo se meca y lloriqueaba, con la cara entre las manos. El ejecutivo al lado de Camilo, roncaba. Antes de beber hasta olvidarse, poco despus del despegue, haba dicho algo de una reunin importante en Escocia. Iba a sorprenderse con lo que vera al aterrizar! Alrededor de Camilo la gente lloraba, oraba y hablaba. Las aeromozas ofrecan algo de comer y beber, pero pocos aceptaban. Como haba preferido un asiento lejos del pasillo para tener un poco ms de espacio para las piernas, ahora se alegraba de quedar parcialmente oculto cerca de la ventanilla. Sac del maletn de la computadora un juego de pequeas herramientas que nunca haba pensado usar, y empez a trabajar en el telfono. Desencantado al no hallar una conexin modular ni siquiera dentro de la cubierta, decidi jugar al electricista aficionado. Decidi que estas lneas de telfono siempre tienen los mismos colores de cables, as que abri su computadora y cort el cable que llevaba al conector hembra. Dentro del telfono cort el cable y le quit la cubierta protectora de goma. Ciertamente los cuatro cables interiores de la computadora y del telfono lucan idnticos. En pocos minutos los haba interconectado. Le escribi un mensaje rpido a Esteban Plank, su editor ejecutivo, en Nueva York, dicindole cul era su destino: "Yo mandar todo lo que s y estoy seguro de que sta ser slo una ms de muchas historias parecidas. Pero, al menos, sta la tendrs al momento de suceder. No s si servir o no. Se me ocurre, Esteban, que t puedes estar entre los desaparecidos. Cmo saberlo? T sabes mi direccin de la computadora. Djame saber si todava ests con nosotros". Grab la nota y dispuso el modem en la funcin para mandarla a Nueva York, mientras trabajaba su nota. En la parte de arriba de la pantalla, una barra de situacin relampagueaba cada veinte segundos, informndole que estaba ocupada la conexin a su rampa de la supercarretera informativa. Sigui trabajando. La aeromoza jefa lo sobresalt varias pginas despus, de sus propias reflexiones y sentimientos. -Qu est haciendo? -dijo inclinndose para mirar fijamente el enredo de cables que iban desde su computadora porttil al telfono del avin-. No

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    puedo permitirle hacer eso. El mir rpido a su credencial. -Oiga hermosa Patty, estamos o no estamos frente al fin del mundo tal y como lo conocemos? -No me trate con esa condescendencia, seor. No puedo dejar que usted se siente aqu y destruya la propiedad de la aerolnea. -No estoy destruyndola. Estoy adaptndola en una emergencia. Con esto espero hacer una conexin en condiciones en que nada ms funcionar. -No puedo permitirle hacer eso. -Patty, puedo decirle algo? -Solamente que va a poner el telfono tal como estaba cuando lo vio. -Lo har. -Ahora. -No, no lo har ahora. -Eso es lo nico que quiero or. -Entiendo pero, por favor, escuche. El hombre al lado de Camilo lo mir fijamente, y luego a Patty. Mascull algo, y luego us una almohada para tapar su oreja derecha, apretando la izquierda contra el respaldo del asiento. Patty sac de su bolsillo una hoja impresa por computadora y ubic el nombre de Camilo. -Seor Williams, espero que coopere. No quiero molestar al piloto con esto. Camilo tom su mano. Ella se puso tiesa pero no se retir. -Podemos hablar por un segundo? -No voy a cambiar de idea, seor. Ahora, por favor, tengo un avin lleno de gente asustada. -No es usted una de ellos? -Todava le tena tomada la mano. Ella hizo un puchero con sus labios y asinti. -No le gustara ponerse en contacto con alguien? Si esto funciona, puedo llegar a personas que puedan hacer llamadas telefnicas, para informar a su familia que usted est bien. Quizs sera posible hasta conseguir respuesta de ellos para usted. No he roto nada y prometo dejar todo tal como estaba cuando lo vi. -Puede? -Puedo. -Y me ayudara? -En cualquier cosa. Dme algunos nombres y nmeros de telfonos. Los mandar con la informacin que estoy tratando de enviar a Nueva York e insistir en que alguien haga las llamadas para usted y me informe de vuelta. No puedo garantizarle que me comunicar o que si lo hago, ellos se comuniquen de vuelta conmigo pero tratar.

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    -Se lo agradecer. -Y usted puede protegerme de otras aeromozas muy celosas? Patty se las arregl para sonrer. -Todas ellas pueden querer su ayuda. -Esto es un tiro al aire tal como est. Slo mantenga lejos de m a todos y djeme seguir tratando. -Trato hecho -dijo ella, pero se vea perturbada. -Patty, usted est haciendo lo correcto -dijo l-. En una situacin como sta, est bien pensar en usted un poco. Eso es lo que yo estoy haciendo. -Pero todos estamos en el mismo bote, seor y yo tengo responsabilidades. -Tiene que admitir que cuando desaparecen personas, hay que obviar algunas regulaciones. Raimundo Steele estaba sentado en la cabina, con el rostro demudado. A media hora de aterrizar en Chicago, haba dicho todo lo que saba a los pasajeros. La desaparicin simultnea de millones de personas en todo el planeta haba producido un caos mucho ms all de todo lo imaginable. Felicit a todos por permanecer tranquilos y evitar la histeria, aunque haba recibido informes de mdicos que estaban a bordo del avin y repartan Valium como si fueran caramelos. Raimundo se haba portado correctamente, la nica forma que saba ser. Se daba cuenta de que haba dicho a la gente ms de lo que hubiera informado si hubiese perdido un motor o partes hidrulicas o hasta el tren de aterrizaje. Haba sido franco con ellos al informarles a aquellos que no tenan seres queridos desaparecidos, que quizs al irse a casa podran encontrar a sus familiares entre las vctimas de las muchas tragedias que haban sucedido. Pens, pero no lo dijo, cun agradecido estaba de haber estado en el aire cuando este suceso haba ocurrido. Cunta confusin deba esperarles en tierra! Aqu, en un sentido literal, estaban por encima de todo eso. Por supuesto que haban sido afectados. Faltaba gente en todas partes. Pero aparte de la escasez de personal causada por la desaparicin de dos tripulantes, los pasajeros no sufrieron como hubieran sufrido si hubiesen estado manejando en el trfico en tierra, o si l y Cristbal hubieran estado entre los que haban desaparecido. Al establecerse en un patrn de mantenimiento a kilmetros de OHare, el pleno impacto de la tragedia empez a verse. Vuelos de todo el pas estaban siendo reorientados hacia Chicago. Los aviones se reorganizaban basndose en su abastecimiento de combustible. Raimundo tena que quedarse en posicin de prioridad luego de haber traspasado la frontera

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    martima oriental, y luego volar por el Atlntico antes de dar la vuelta. No era costumbre de Raimundo comunicarse con el control en tierra, sino hasta despus de haber aterrizado, pero ahora la torre de control del trfico areo estaba recomendando que lo hiciera. Le informaron que la visibilidad era excelente a pesar del humo intermitente de los siniestros de tierra, pero que el aterrizaje sera arriesgado y precario porque las dos pistas abiertas estaban llenas de jets. Estaban alineados a cada lado y a todo el largo de la pista. Todas las puertas estaban llenas y ninguno retroceda. Se estaba usando toda forma de transporte humano, llevando pasajeros en buses desde las cabeceras de pista a la terminal. Pero le dijeron a Raimundo que probablemente la mayora de su gente tendra que ir caminando. Todo el personal que quedaba haba sido llamado a servir, pero estaban ocupados dirigiendo los aviones a zonas seguras. Los pocos buses y camiones estaban reservados para los invlidos, los ancianos y las tripulaciones de los vuelos. Raimundo inform que su tripulacin ira caminando. Los pasajeros informaron que no podan comunicarse con los telfonos del avin. Patty Durn dijo a Raimundo que un emprendedor pasajero de primera haba enchufado de alguna forma el telfono a su computadora y, mientras escriba mensajes, discaba y volva a discar automticamente a Nueva York. Si una lnea se abra, ste sera el tipo que se comunicara. Para cuando el avin empez el descenso en Chicago, Camilo haba podido meterse en una sola lnea de su servicio de computadora que qued brevemente libre, la cual le haba indicado que descargara su correspondencia en espera. Esto pas justo cuando Patty anunciaba que deban apagarse todos los aparatos electrnicos. Con una perspicacia que no se haba dado cuenta que posea, Camilo oprimi a toda velocidad las teclas que recuperaban y archivaban todos sus mensajes, descargndolos y saliendo del enlace en cosa de segundos. Justo cuando su mquina hubiera podido interferir las comunicaciones del vuelo, estaba fuera de la lnea y tendra que esperar para leer sus archivos en busca de noticias de amigos, colegas, parientes, de todos. Antes de sus preparativos de ltimo minuto para el aterrizaje, Patty corri hacia Camilo. -Algo? El mene su cabeza como disculpndose. -Gracias por tratar -dijo ella y empez a llorar. El tom su mano. -Patty, hoy todos vamos a ir a casa y all podremos llorar. Pero mantenga la firmeza. Saque a sus pasajeros del avin y, por

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    lo menos, se va a sentir bien con eso. -Seor Williams -solloz ella, usted sabe que perdimos a varias personas de edad pero no a todos ellos. Y perdimos a varias personas de mediana edad, pero no a todos ellos. Y perdimos a varios de su edad y mi edad pero no a todos. Hasta perdimos unos adolescentes. El la observ fijamente. Adnde iba ella con eso? -Seor, perdimos a todos los nios y bebs de este avin. -Cuntos haba? -Ms de una docena. Pero todos ellos! No qued uno! El hombre al lado de Camilo se despert y mir de reojo al sol de la maana tarda, brillando a travs de la ventana. -De qu rayos estn ustedes dos hablando? -dijo. -Estamos por aterrizar en Chicago -dijo Patty-. Tengo que apurarme. -Chicago? -Ni quiera enterarse -dijo Camilo. El hombre casi se sent en el regazo de Camilo para mirar por la ventana, con su aliento alcohlico envolviendo a Camilo. -Qu, estamos en guerra? Motines? Qu? Al terminar de atravesar el banco de nubes, el avin permiti a los pasajeros un vistazo de la zona de Chicago. Humo. Incendios. Automviles fuera del camino y estrellados unos con otros y con las barreras de seguridad. Aviones destrozados en el suelo. Vehculos de emergencia, con sus luces relampagueando, que sorteaban su camino entre los escombros. Al quedar OHare a la vista, fue obvio que nadie llegara a ninguna parte pronto. Haba aviones en todo lo que abarcaba la vista, algunos estrellados y ardiendo, los otros detenidos en lnea por la mucha congestin. La gente andaba con dificultad por la hierba, en medio de los vehculos, dirigindose a la terminal. Las vas de acceso rpidas que conducan al aeropuerto lucan como durante las grandes nevadas de Chicago, slo que sin nieve. Gras y camiones, trataban de abrir un camino que llevara al frente de la terminal para que pudieran entrar y salir los automviles pero eso tardara horas, si no das. Una gran fila como serpiente humana se encaminaba lentamente fuera de los edificios de la gran terminal, entre los automviles inmovilizados y hacia las rampas. La gente caminaba, caminaba, caminaba, buscando un taxi o una limosina de alquiler. Camilo empez a pensar en cmo iba a vrselas con el nuevo sistema. Tena que seguir adelante de alguna forma y salir de una zona tan congestionada. El problema era que su meta era llegar a una peor: Nueva York.

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    -Damas y caballeros -anunci Raimundo-. Quiero agradecerles de nuevo su cooperacin de hoy. Se nos ha pedido que aterricemos en la nica pista con capacidad para este tamao de avin y que luego carreteemos a una zona abierta a dos kilmetros de la terminal. Temo que voy a tener que pedirles que usen nuestros toboganes inflables de emergencia para salir, porque no podremos conectarnos a ninguna de las puertas. Si no pueden caminar a la terminal, por favor, qudense en el avin y mandaremos a alguien a buscarlos. No hubo agradecimiento por haber escogido Pan-Continental, ni: Esperamos que nos prefieran la prxima vez que necesiten servicio areo. Les record que permanecieran sentados con sus cinturones asegurados hasta que se apagara la seal del cinturn del asiento, aunque por dentro, saba que ste sera su aterrizaje ms difcil en aos. Saba que poda hacerlo, pero haba pasado mucho tiempo desde que haba tenido que aterrizar un avin por en medio de otros aparatos areos. Raimundo envidi a quien fuera el de primera clase que tena la ventaja de comunicarse por el modem. Estaba desesperado por llamar a Irene, Clo y Raimundito. Por otro lado, tema que nunca podra hablar con ellos otra vez. Trs Patty Durn y lo que quedaba de su tripulacin de cabina, animaron a los pasajeros a leer detenidamente las fichas de seguridad puestas en los bolsillos de sus asientos. Muchos teman ser incapaces de saltar y deslizarse por los toboganes, especialmente llevando su equipaje de mano. Se les daba instrucciones de quitarse los zapatos y dejarse caer sentados por el tobogn. Luego, los tripulantes les tiraran sus zapatos y equipaje de mano. Les aconsejaban no esperar en la terminal por el equipaje en bodega. Se les prometa que eso sera oportunamente entregado en sus casas. Sin garantizar cundo. Camilo Williams dio su tarjeta a Patty y le pidi su nmero de telfono "Por si acaso logro comunicarme con su familia antes que usted". -Usted trabaja con el Semanario Mundial? -dijo ella-, no tena idea. -Y me iba a mandar castigado al rincn por meterme en el telfono. Pareci que ella trataba de sonrer. -Lo siento -dijo Camilo-, no tiene nada de divertido. Te soltar. Siendo un viajero que llevaba siempre poco equipaje, dio gracias por no haber enviado equipaje por la bodega. Nunca lo haca, ni siquiera en

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    vuelos internacionales. Cuando abri el compartimiento para sacar su bolso de cuero, hall el sombrero y el saco del anciano, an puestos all. La esposa de Haroldo estaba sentada mirando fijamente a Camilo, con ojos como platos y la mandbula apretada. -Seora -dijo l suavemente-, querra estas cosas? La doliente mujer tom agradecida el sombrero y el saco y los apret contra su pecho como si nunca fuera a soltarlos. Dijo algo que Camilo no pudo or. Le pidi que lo repitiera. -No puedo saltar de ningn avin -dijo ella. -Qudese donde est dijo l-. Ellos van a mandar a alguien a buscarla. -Pero tendr que salir y deslizarme por esa cosa? - No seora. Estoy seguro de que tendrn un elevador de alguna clase. Camilo puso cuidadosamente su computadora porttil en su funda entre su ropa. Con su bolsa cerrada, se apresur a ponerse al frente de la fila, ansioso de mostrar a los dems cun fcil era. Primero tir sus zapatos para abajo, viendo como rebotaban y rodaban en la pista. Luego agarr su saco contra su pecho, dio un paso rpido, impulsando sus pies hacia adelante. Con poco entusiasmo, no aterriz sobre su trasero sino sobre sus hombros, cosa que elev sus pies sobre su cabeza. Gan velocidad y golpe el fondo con todo su peso yndose hacia adelante. El impulso de la fuerza centrpeta golpe sus pies enfundados en medias contra el suelo y llev su torso hacia arriba, girando en una vuelta de campana con la que apenas pudo esquivar el que la cara se le aplastara contra el concreto. En el ltimo instante, todava aferrado con todas sus fuerzas a su saco, baj la cabeza y se rasp la parte de atrs de ella en vez de la nariz. Reprimi la urgencia de decir, no hay problema pero no pudo impedir sobarse la nuca, ya empapada de sangre. No era cosa grave, slo una molestia. Recuper rpidamente sus zapatos y empez a trotar hacia la terminal, tanto por vergenza como por necesidad. Saba que no habra que apurarse ms en cuanto llegara a ella. Raimundo, Cristbal y Patty fueron los ltimos tres en salir del 747. Antes de desembarcar se aseguraron de que toda la gente que fsicamente poda, bajara por los toboganes y que los ancianos y enfermos fueran trasladados en bus. El conductor de ste insista en que la tripulacin fuera con l y con los ltimos pasajeros, pero Raimundo rehus. -No me veo pasando a mis pasajeros que caminan a la terminal -dijo-. Cmo se vera eso? -Como quieras, Capi -contest Cristobal-. Te importa si yo acepto su

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    ofrecimiento? -Hablas en serio? Raimundo lo fulmin con los ojos. -No me pagan bastante por esto. -Como si esto fuera culpa de la aerolnea. Cris, en realidad no lo dices en serio. -Vaya que no. Para cuando llegues all, desears haber ido en bus tambin. -Debiera denunciarte por esto. -Desaparecen millones de personas en el aire y me voy a preocupar por tener una amonestacin escrita por ir en bus en lugar de caminar? Nos veremos luego, Steele. Raimundo mene su cabeza y se dio vuelta hacia Patty -Quiz te vea all. Si puedes salir de la terminal no me esperes. -Bromeas? Si t caminas, yo camino. -No tienes que hacerlo. -Despus de esa amonestacin que acabas de darle a Cris Smith? Yo camino! -l es primer oficial. Nosotros debemos ser los ltimos en abandonar la nave y los primeros en ofrecernos de voluntarios para deberes de emergencia. -Bueno, hazme un favor y considrame tambin parte de tu tripulacin. Slo porque yo no pueda hacer volar este aparato no significa que no sienta cierta propiedad. Y no me trates como a una mujercita. -Nunca hara eso. Tienes tus cosas? Patty tir de su valija con ruedas y Raimundo llev su estuche de cuero de navegante. Era una caminata larga y varias veces rehusaron ofrecimientos de llevarlos de las diversas unidades que se apresuraban a buscar a los que no caminaban. Pasaron a otros pasajeros de su vuelo a lo largo del camino. Muchos agradecieron a Raimundo; l no estaba seguro de por qu. Supuso que por no dejarse llevar por el pnico. Pero todos lucan tan aterrorizados y atolondrados como l. Se taparon los odos por causa de los chillidos de los vuelos que aterrizaban. Raimundo trat de calcular cunto tiempo pasara antes de que cerraran tambin esta pista. No poda imaginarse que la otra pista abierta diera cabida a muchos aviones ms. Algunos iban a tratar de aterrizar en las autopistas o en terrenos abiertos? Y cun lejos de las grandes ciudades tendran que buscar un tramo abierto de autopista sin el estorbo de los puentes? Se estremeci con la sola idea. En torno a ellos haba ambulancias y otros vehculos de emergencia tratando de llegar a las horribles escenas de los siniestros. Finalmente en la terminal, Raimundo hall multitudes que formaban fila

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    ante los telfonos. La mayora tena a gente enojada que esperaba gritando a los que hablaban, quienes se encogan de hombros y volvan a discar. Los bares, cafeteras y restaurantes del aeropuerto ya haban vendido todo o les quedaba poca comida, y todos los peridicos y revistas se haban terminado. En las tiendas cuyos dependientes haban desaparecido, haba saqueadores que salan con mercadera. Raimundo quera ms que todo sentarse y conversar con alguien sobre cmo entender esto. Pero todos los que vea, amigo, conocido o extrao, estaba muy ocupado tratando de hacer arreglos. OHare era como una prisin inmensa con recursos que se agotaban y cada vez mayores embotellamientos. Nadie dorma. Todos se escurran por ah tratando de encontrar algn enlace con el mundo exterior, contactar a sus familias y salir del aeropuerto. En el centro de vuelo localizado en las entraas del lugar, Raimundo encontr casi lo mismo. Patty dijo que tratara de hacer sus llamadas desde el saln y que lo encontrara ms tarde para ver si podan compartir el viaje a los suburbios. El saba que era improbable que hallaran viajes a alguna parte y no le gustaba la idea de caminar veinte kilmetros. Pero todos los hoteles de la zona ya estaban repletos. Por fin un supervisor pidi la atencin de todo el personal de vuelo que estaba en el centro subterrneo. -Tenemos aseguradas unas cinco lneas -dijo l-. No sabemos si se podrn comunicar pero es la mejor oportunidad que tienen. Estas lneas no estn conectadas con las lneas troncales normales que salen de aqu, as que no estarn compitiendo con todos los telfonos pblicos de la terminal. Organicen sus llamadas. Adems, hay una cantidad limitada de viajes en helicptero disponible para ir a hospitales suburbanos y departamentos de polica pero, naturalmente, ustedes estn en segundo lugar con respecto a las urgencias mdicas. Hagan fila aqu para los telfonos y viajes a los suburbios. En este momento no se nos ha dicho nada de cancelar vuelos, salvo los que quedan para hoy. Ustedes tienen la responsabilidad de regresar aqu para su prximo vuelo o llamar y averiguar su situacin. Raimundo se puso en la fila, empezando a sentir la tensin de haber volado demasiado tiempo y saber demasiado poco. Peor era saber que tena una idea ms aproximada de lo que haba pasado que la mayora. Si l estaba en lo correcto, si era verdad, no iba a obtener respuesta cuando llamara a su casa. Mientras estaba ah, un monitor de televisin por encima de l, transmita imgenes del caos. De todo el mundo llegaban imgenes de madres que

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    geman, de familias estoicas, y noticias de muerte y destruccin. Docenas de historias incluan a testigos oculares que haban visto a sus seres queridos y amigos desaparecer delante de sus ojos. Lo ms chocante para Raimundo fue una mujer embarazada prxima a dar a luz, y a punto de entrar en la sala de partos, que sbitamente se qued vaca. Los mdicos dieron a luz a la placenta. Su marido haba captado la desaparicin del feto en video. Mientras filmaba el gran abdomen y la cara sudorosa de ella, l iba preguntando: -Cmo te sientes? -Earl, cmo crees que me siento? Apaga esa cosa. -Qu esperas? -Que te acerques lo suficiente a m para pegarte. -Te das cuenta de que en pocos momentos seremos padres? -Dentro de un minuto sers divorciado. Entonces vino el grito y la cada de la cmara, las voces aterradas, las enfermeras que corran y el mdico. La cadena de noticias CNN retransmita la filmacin en cmara muy lenta, mostrando a la mujer que pasaba de tener el vientre muy voluminoso, a quedar con el abdomen casi plano, como si hubiera dado a luz instantneamente. Ahora, vuelvan a mirar, con nosotros, intervena el locutor, y mantengan los ojos en el borde izquierdo de la pantalla, donde hay una enfermera que parece leer un impreso del monitor del corazn del feto. Ah. ven? La accin se paraba al desinflarse el abdomen de la mujer embarazada. El uniforme de la enfermera parece estar an de pie como si una persona invisible lo tuviera puesto. Ella desapareci. Medio segundo despus, miren. La cinta segua adelante y se detena. El uniforme, las medias y todo, estn en una pila encima de sus zapatos. Las estaciones locales de televisin de todo el mundo informaban de hechos raros, especialmente en las zonas en que los acontecimientos haban tenido lugar durante el da o al anochecer. La CNN mostraba, va satlite, el video de un novio desapareciendo mientras pona el anillo en el dedo de su novia. Una funeraria de Australia informaba que casi todos los deudos desaparecieron durante un servicio funerario, incluso el cadver, mientras que en otro servicio, a la misma hora, slo desaparecieron unos pocos y el cadver qued. Las morgues tambin informaban de desapariciones de cadveres. Durante un entierro, tres de los seis que llevaban el atad, tropezaron y dejaron caer el fretro al desaparecer los otros tres. Cuando volvieron a levantar el atad, estaba tambin vaco. Raimundo era el segundo en la fila del telfono pero lo que vio en la pantalla, enseguida lo convenci de que nunca volvera a ver a su esposa.

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    En el partido de ftbol de la secundaria de una escuela cristiana, que se jugaba en una misin en Indonesia, desaparecieron en medio del partido la mayora de los espectadores y todos los jugadores, menos uno, dejando los zapatos y uniformes en el suelo. El periodista de la CNN deca que, en su remordimiento, el jugador sobreviviente se quit la vida. Pero Raimundo saba que era ms que remordimiento. De toda la gente, ese jugador, un estudiante de una escuela cristiana, tena que haber sabido de inmediato la verdad. El Rapto haba ocurrido. Jesucristo haba vuelto por su pueblo y ese muchacho no era uno de ellos. Cuando Raimundo se sent a hablar por telfono, las lgrimas le corran por la cara. Alguien dijo: -Tiene cuatro minutos y l supo que seran ms de lo necesario para l. Su mquina de mensajes tom de inmediato la llamada y l se sinti traspasado al or la alegre voz de su esposa: Su llamada es importante para nosotros -deca ella-, por favor, deje un mensaje despus del sonido. Raimundo apret unos cuantos botones para revisar si haba mensajes. Pas tres o cuatro mensajes sin importancia y se asombr cuando oy la voz de Clo: -Mam? Pap? Estn ah? Han visto lo que est pasando? Llmenme en cuanto puedan. Perdimos por lo menos a diez estudiantes y dos profesores y todos los nios de los estudiantes casados desaparecieron. Est bien Raimundito? Llmenme! Bueno, por lo menos saba que Clo todava estaba por aqu. Todo lo que deseaba era abrazarla. Raimundo volvi a discar y dej un mensaje en su propia mquina: -Irene? Raimundo? Si estn ah, contesten. Si oyen este mensaje, yo estoy en OHare tratando de llegar a casa. Puede que tarde un rato si no consigo que me lleven en helicptero. Ciertamente espero que estn ah. -Vamos capitn -dijo alguien, todos tienen que llamar. Raimundo asinti y marc rpidamente el nmero de telfono del cuarto de su hija en el dormitorio del campus de la universidad de Stanford. Recibi el irritante mensaje de que su llamada no poda ser completada en la forma en que se haba discado. Raimundo reuni sus cosas y revis su casillero de correspondencia. Al lado de una pila de la basura corriente, encontr un sobre acolchado con el remitente de su casa. ltimamente Irene haba empezado por mandarle pequeas sorpresas por correo, corto resultado de un libro sobre el matrimonio que ella le haba instado a leer. El meti el sobre en su valija y se fue, buscando a Patty Durn. Era gracioso, pero ahora no senta ninguna atraccin por ella. Pero se senta obligado a asegurarse de

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    que llegara a su casa. Mientras esperaba el ascensor rodeado de una multitud, oy el anuncio de que haba disponible un helicptero para no ms de ocho pilotos y que ira a Mount Prospect, Arlington Heights y a Des Plaines. Raimundo se apur para llegar al sitio de salida. -Hay espacio para uno hacia Mount Prospect? -Spe. -Y qu tal otro a Des Plaines? -Quiz si l llega aqu en unos dos minutos. -No es un hombre. Ella es una aeromoza. -Slo pilotos. Lo siento. -Y si tiene espacio? -Bueno, quiz, pero no la veo. -Har que la llamen. -No estn llamando a nadie. -Dme un segundo. No se vaya sin m. El piloto del helicptero mir su reloj. -Tres minutos dijo-. Estoy yndome a la una. Raimundo dej su bolsa en el suelo, esperando que retendra al piloto del helicptero en caso de que l se retrasara un poco. Subi corriendo las escaleras y entr al corredor. Hallar a Patty sera imposible. Tom un telfono de cortesa. -Lo lamento, pero no podemos llamar a nadie en estos momentos. -Esta es una emergencia y yo soy un capitn de Pan-Continental. -Qu es? -Que Patty Durn se encuentre con su grupo en K17. -Tratar. -Hgalo! Raimundo se puso de puntillas para ver llegar a Patty, aunque se sorprendi al verla. -Era la cuarta de la fila del telfono en el saln -dijo ella, apareciendo a su lado-. Conseguiste algo mejor? -Consegu un viaje en helicptero si nos apuramos -dijo l. No fue horrible lo de Cris? -dijo ella mientras bajaban las escaleras. -Qu le pas? -Realmente no lo sabes? Raimundo quiso pararse y decirle que dejara de darle tanto trabajo. Eso le molestaba de la gente de la edad de ella. Disfrutaban el juego de la conversacin de ida y vuelta. A l le gustaba ir al grano. -Tan slo dime! dijo, sonando ms exasperado de lo que pretendi.

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    Al irrumpir por la puerta y salir a la pista, las aspas del helicptero les azotaron el pelo y los ensordecieron. La bolsa de Raimundo haba sido cargada a bordo y solamente haba un asiento. El piloto apunt a Patty y mene su cabeza. Raimundo tom el codo de ella y la tir a bordo mientras l entraba. -El nico modo de que ella no vaya es si no puede tolerar el peso! -Mueca, cunto pesas? -dijo el piloto. -Ciento quince libras! -Puedo tolerar el peso! -le dijo a Raimundo-. Pero no me hago responsable si no est amarrada! -Vamos! -grit Raimundo. El se ajust el cinturn de seguridad y Patty se sent en sus rodillas. El la abraz por la cintura y agarr con fuerza sus propias muecas. Pens cun irnico era que l hubiera estado soando con esto durante semanas, y ahora, no haba gozo ni excitacin en ello, nada sensual en absoluto. Se senta desgraciado. Feliz de poder ayudarla pero desgraciado. Patty luca avergonzada e incmoda, y Raimundo se dio cuenta de que echaba miraditas tmidas a los otros siete pilotos que haba en el helicptero. Nadie pareca devolverle la mirada. Este desastre estaba an demasiado fresco y haba demasiadas cosas desconocidas. A Raimundo le pareci or o leer los labios de alguien que deca Cristobal Smith, pero no haba manera de que pudiera escuchar en medio del ruido del aparato. Acerc la boca a la oreja de Patty. -Y qu pasa con Cris? Ella se dio vuelta y le habl al odo. Lo llevaban en camilla por mi lado cuando me diriga al saln. Sangre por todas partes! -Qu le pas? -No s, Raimundo, pero luca muy mal... -Muy mal? -Creo que estaba muerto! Quiero decir, estaban hacindole cosas, pero dudo que se salve. Raimundo mene la cabeza. Qu otra cosa pasara? Lo atropellaron o qu? Se estrell el bus? Sera irnico! -No s -dijo ella-. Pareca que la sangre le sala de la mano o la mueca, o de los dos lados. Raimundo toc el hombro del piloto. -Sabes algo sobre el primer oficial Cristbal Smith? -El de PanCon? -dijo el piloto. -S!

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    -El suicida era l? Raimundo se bati en retirada. -No lo creo! Hubo un suicido? -Montones supongo, pero en su mayora de pasajeros. El nico tripulante del cual supe fue un tal Smith de Pan. Se cort las muecas. Raimundo escudri rpidamente a los dems del helicptero para ver si reconoca a alguno. No, pero uno estaba meneando su cabeza con pena, habiendo odo el comentario en voz alta del piloto. Se inclin hacia adelante. -Cris Smith! Lo conoces? -Mi primer oficial! -Lo siento. -Qu supiste? -No s cun confiable sea esto pero el rumor es que supo que sus hijos haban desaparecido y que su esposa se mat en un choque. Por primera vez lo enorme de la situacin se volvi personal para Raimundo. El no conoci bien a Smith. Vagamente recordaba que Cris tena dos hijos. Parece que eran adolescentes jvenes, de edad muy cercana. El nunca haba conocido a la esposa. Pero el suicidio! Era aquella una opcin para Raimundo? No, no con Clo an ah! Pero qu si hubiera descubierto que Irene y el joven Raimundo haban desaparecido y que Clo haba muerto? Qu otra razn hubiera tenido para seguir viviendo? De todos modos l no haba estado viviendo para ellos, no por cierto en los ltimos meses. El haba estado jugando en su mente con la nia que llevada en sus rodillas. Nunca haba llegado tan lejos como para tocarla aunque ella a menudo lo tocaba. Querra l vivir si Patty Durn fuera la nica persona que le importara? Y por qu se interesaba por ella? Era bella, sensual y hbil pero solamente por su juventud. Tenan poco en comn. Era solamente porque el estaba convencido de que Irene haba desaparecido que ahora anhelaba abrazar a su propia esposa? Ahora no haba precisamente afecto en su abrazo para Patty Durn. tampoco en el de ella. Ambos estaban muy asustados y el coqueteo era lo ltimo que pasara por sus mentes. A l no se le escapaba lo irnico de la situacin. Recordaba que la ltima cosa con que haba estado soando, antes del anuncio de Patty, era abordarla por fin. Cmo poda haber sabido que ella estara en su regazo horas ms tarde y que l no tendra ms inters en ella que en una extraa? La primera parada fue en el Departamento de Polica de Des Plaines,

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    donde desembarc Patty. Raimundo le aconsej que pidiera a la polica que la llevaran a casa si haba disponible un auto patrullero. La mayora estaba en servicio en zonas ms congestionadas, as que eso era improbable. -Estoy tan slo como a un kilmetro de distancia desde aqu! -grit Patty por encima del ruido, mientras Raimundo la ayudaba a salir del helicptero-. Puedo caminar! Ella le ech los brazos en torno a su cuello en un ardiente abrazo y l sinti que ella temblaba de miedo. -Espero que todos estn bien en tu casa! -dijo ella-. Llmame para saber, est bien? El asinti. -De acuerdo? -insisti ella. -De acuerdo! Al despegar vio que ella echaba un vistazo al estacionamiento. Al no ver autos patrulleros, se dio vuelta y se apresur, tirando de su valija con ruedas. Cuando el helicptero empez a dirigirse hacia Mount Prospect, Patty trotaba hacia su casa. Camilo Williams haba sido el primer pasajero de su vuelo en llegar a la terminal de OHare. Encontr un caos. Nadie que estuviera en una fila esperando un telfono le iba a tolerar que el tratara de enchufar su modem y no lograba que funcionara su celular, as que se encamin al exclusivo Club PanCon. Tambin estaba repleto pero, pese a la prdida de personal, incluida la desaparicin de varios empleados de su puesto de trabajo, aun as prevaleca cierto orden. La gente esperaba en fila que se desocupara algn telfono, y a medida que esto suceda se daba por hecho que alguien tratara de enviar faxes o de conectarse directamente por moderar. Mientras Camilo esperaba, se puso a trabajar de nuevo en su computadora, volviendo a conectar el cable interior del modem a la conexin hembra. Luego, recuper sus mensajes que haba grabado rpidamente antes del aterrizaje. El primero era de Esteban Plank, su editor ejecutivo, dirigido a todo el personal en asignacin especial: Qudense donde estn. No traten de venir a Nueva York. Aqu es imposible llegar. Llamen cuando puedan. Revisen regularmente sus mensajes telefnicos y su correo electrnico. Mantnganse en contacto si pueden. Tenemos suficiente personal para continuar desarrollando el programa, y queremos todos los relatos personales, cosas en vivo y en

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    directo, tanto como puedan transmitir. No estoy seguro del transporte ni de las lneas de comunicacin entre nosotros y nuestras impresoras ni de sus niveles de empleados. De ser posible, imprimiremos a tiempo. Una nota: Empiecen a pensar en las causas: Militares? Csmicas? Cientficas? Espirituales? Pero hasta ahora estamos tratando principalmente con lo que ha sucedido. Cudense y mantnganse en comunicacin. El segundo mensaje era tambin de Esteban y era slo para Camilo: Macho, ignora el memo general al personal. Ven a Nueva York lo ms rpido que puedas, a cualquier costo. Atiende tus cosas de familia naturalmente, y archiva toda experiencia o reflexiones personales, igual que todos los dems. Pero t vas a encabezar este esfuerzo por llegar a lo que est detrs del fenmeno. Las ideas son como el ego: cada persona tiene uno. No s si llegaremos a algunas conclusiones pero, por lo menos, catalogaremos las posibilidades razonables. Puede que te preguntes por qu te necesitamos aqu para que hagas esto; yo tengo un motivo ulterior. A veces pienso que debido a la posicin en que estoy, soy el nico que sabe estas cosas; pero hay tres editores de departamento diferentes que han entregado ideas para historias sobre varios grupos internacionales que se renen este mes en Nueva York. El editor poltico quiere cubrir una conferencia de nacionalistas judos en Manhattan, que tiene algo que ver con un gobierno del nuevo orden mundial. No s qu les importa eso y tampoco lo sabe el editor poltico. El editor de asuntos religiosos dej algo en mi bandeja de entrada sobre una conferencia de judos ortodoxos que tambin vienen para una reunin. Estos no son slo de Israel sino, evidentemente, de todas partes, y ya no siguen pelendose por los rollos del Mar Muerto. An estn mareados por la des-truccin de Rusia y sus aliados, cosa que yo s que t todava piensas que fue sobrenatural pero, oye, te quiero de todos modos. El editor de religin piensa que ellos andan buscando ayuda para reconstruir el templo. Eso puede que no sea gran cosa y que nada tenga que ver con algo fuera del departamento de religin, pero me impact la coincidencia con el otro grupo judo reunindose casi al mismo tiempo y en el mismo lugar por algo enteramente poltico. La otra conferencia religiosa de la ciudad es entre los dirigentes de todas las religiones importantes, desde las comnmente conocidas hasta los de la Nueva Era, todos discutiendo sobre el tema de un nuevo orden religioso mundial. Debieran juntarse con los judos nacionalistas, eh? Necesito que tu cerebro se ocupe de esto.

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    No s qu pudiera hacerse con esto, si es que puede hacerse algo. S que lo que les interesa a todos son las desapariciones. Pero nosotros tenemos que mantener un ojo en el resto del mundo. Sabes que las Naciones Unidades tiene pronto esa conferencia internacional de monetaristas que tratan de calibrar cmo andamos con esto de las tres divisas. Personalmente me gusta, pero me pone un poco nervioso esto de ir a una sola divisa a menos que sean dlares. Te puedes imaginar comerciando en yenes o marcos aqu? Supongo que todava soy provin-ciano. Todos estn fascinados con este muchacho Carpatia, de Rumania, que impresion tanto a tu amigo Rosenzweig. Tiene a todos pendientes en la casa de gobierno de su pas porque ha sido invitado a hablar en las Naciones Unidas, dentro de un par de semanas. Nadie sabe cmo se consigui la invitacin, pero su popularidad internacional me recuerda mucho a Lech Walessa y hasta a Gorbachev. Te acuerdas de ellos? Ja! Oye, amigo, hazme saber que no desapareciste. Por lo que s hasta ahora, yo perd una sobrina y dos sobrinos, una cuada que no me gustaba y, posiblemente, un par de otros parientes lejanos. Crees que volvern? Bueno, gurdate eso hasta que echemos a andar lo que est detrs de esto. Si yo tuviera que adivinar, anticipara una exigencia de rescate espantosa. Quiero decir, no es que esta gente que desapareci est muerta. Qu cosa va a pasar con el negocio de los seguros de vida? No estoy preparado para empezar a creer a los peridicos sensacionalistas. Ten la seguridad de que dirn que los extraterrestres nos agarraron por fin. Ven para ac, Macho. Cuatro Camilo segua apretando un pauelo empapado con agua fra a la parte de atrs de su cabeza. La herida haba dejado de sangrar pero punzaba. Encontr otro mensaje en su correo electrnico y estaba por verlo cuando le tocaron el hombro. -Yo soy mdico. Djeme vendar su herida. -Oh, est bien, y yo... -Slo djeme hacer esto, amigo. Me voy a enloquecer aqu sin nada que hacer y tengo mi maletn. Hoy trabajo gratis. Llmelo un "Especial del Rapto". -Un qu? -Bueno, cmo llamara a lo que pas? -dijo el mdico, sacando una botella y gasa de su maletn-. Esto va a ser muy rudimentario pero estaremos esterilizados, SIDA?

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    Cmo? -Vamos, usted conoce la rutina -se puso guantes de goma -Tiene usted SIDA o alguna enfermedad entretenida como esa? -No. Y oiga, le agradezco esto -en ese instante el doctor roci una fuerte dosis de desinfectante sobre la gasa y la sostuvo contra la raspada cabeza de Camilo-. -Aaay! Con calma! -Prtese como un hombrecito, macho. Esto le doler menos que la infeccin que de lo contrario agarrara -rasp con rudeza la herida, limpindola y haciendo que volviera a salir sangre. Escuche, voy a darle una afeitadita para lograr que el vendaje se sostenga. Le parece bien? Los ojos de Camilo, estaban llorosos. -S, seguro, pero qu fue lo que dijo sobre un rapto? -Hay otra explicacin que tenga sentido? -dijo el mdico, usando un escalpelo para cortar el pelo de Camilo. Vino una asistente del club y pregunt si podan irse a hacer la operacin a uno de los baos. -Le prometo limpiar, preciosa -dijo el doctor-. Casi terminamos. -Bueno, esto no puede ser sanitario y tenemos otros miembros en que pensar. -Por qu no les da sus tragos y nueces, eh? Vers que esto no los va a molestar tanto en un da como este. -No me gusta que me hablen de ese modo. El mdico suspir mientras trabajaba. -Tiene razn, Cmo se llama? -Susy. -Escuche Susy, fui mal educado y me disculpo. Est bien? Ahora, djeme terminar esto y le prometo no realizar ms ciruga aqu en pblico. Susy se fue, meneando la cabeza. -Doc -dijo Camilo-, djeme su tarjeta para poder agradecerle apropiadamente. -No es necesario -dijo el mdico, guardando sus cosas. -Ahora dme su opinin de esto. Qu quiso decir sobre el rapto? -Tal vez en otra ocasin. Lleg su turno para usar el telfono. Camilo se desesperaba, pero no poda dejar pasar la oportunidad de comunicarse con Nueva York. Trat de discar directo pero no pudo comunicarse. Enchuf su modem al telfono e inici el discado repetido mientras miraba el mensaje de la secretaria de Esteban Plank, la matrona Marga Poner: -Macho, picarn! Como si no tuviera bastante qu hacer y de qu

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    preocuparme hoy, tengo que ver cmo estn las familias de tus amiguitas? Dnde conociste a esta Patty Durn? Puedes decirle que habl con su madre all en el oeste pero eso fue antes de que una inundacin o tormenta o algo echara abajo las lneas telefnicas otra vez. Ella est bien, pero desconcertada y muy agradecida de saber que su hija no haba desaparecido. Las dos hermanas estn bien tambin, segn la mam. -Eres tan tierno al ayudar a la gente as, Camilo. Esteban dice que vas a tratar de venir. Ser bueno verte. Esto es tan espantoso. Hasta ahora sabemos de varios del personal que desaparecieron, hay varios ms de los que no hemos sabido, incluidos unos de Chicago. Todos los jefes directivos estn localizados, ahora que supimos de ti. Esperaba y oraba que estuvieras bien. Has notado que parece que esto ha golpeado a los inocentes? Todos los que conocemos que han desaparecido, o son nios o personas muy simpticas y amables. Por otro lado, algunas personas verdaderamente maravillosas todava estn aqu. Estoy contenta de que seas uno de ellos y tambin Esteban. Llmanos. Ni una palabra de si haba podido hablar con el padre viudo de Camilo o su hermano casado. Camilo se preguntaba si esto era intencional o si, simplemente, no tena noticias an. Su sobrina y un sobrino tenan que haber desaparecido si era cierto que ningn nio haba sobrevivido. Camilo dej de tratar de llegar directo a la oficina pero, otra vez, se conect bien con su servicio en lnea. Carg sus archivos y unos pocos mensajes apresuradamente escritos sobre su paradero. De ese modo, para cuando el sistema de telfonos volviera de nuevo a parecerse a lo normal, el Semanario Mundial ya tendra algo por donde empezar con su trabajo. Colg y desconect bajo la mirada agradecida de la persona que le segua en la fila, luego, fue a buscar al mdico. No tuvo suerte. Marga se haba referido a los inocentes. El mdico supona que era el Rapto. Esteban haba desdeado a los extraterrestres del espacio pero cmo poda uno descartar algo a estas alturas? Su mente ya estaba rechinando con ideas para la historia de lo que haba tras las desapariciones. Hablemos de la asignacin de su vida! Camilo se puso en fila en el mostrador de servicios, sabiendo que eran muy pocas las oportunidades que tena de llegar a Nueva York por medios convencionales. Mientras esperaba trat de recordar qu era lo que Jaime Rosenzweig, el Noticin del Ao, le haba dicho del joven Nicols Carpatia de Rumania. Camilo slo le haba contado eso a Esteban Plank, y ste estuvo de acuerdo en que no vala la pena meterlo en la historia ya bien

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    llena. Rosenzweig se haba impresionado con Carpatia, eso era verdad pero por qu? Camilo se sent en el suelo, estando en fila, y se mova cuando tena que hacerlo. Abri sus archivos sobre la entrevista con Rosenzweig e hizo una bsqueda de la palabra Carpatia. Recordaba haberse sentido avergonzado de tener que admitirle a Rosenzweig que nunca haba odo del hombre. Al ir pasando las transcripciones de la entrevista, toc el botn de pausa y ley. Cuando se dio cuenta de que parpadeaba la luz que indicaba poca carga en la batera, pesc un cordn de extensin de su saco y enchuf la computadora a una salida de la pared. -Cuidado con el cordn -deca ocasionalmente al pasar la gente. Una de las mujeres detrs del mostrador le grit que tendra que desenchufarlo. l le sonri a ella. -Y si no lo hago, va a hacer que me echen fuera? Que me arresten? Venirme con esas hoy, de todos los das! Casi nadie not al loco que desde el suelo le gritaba a la mujer del mostrador. Eso pasaba rara vez en el Club PanCon pero nada sorprenda hoy a nadie. Raimundo Steele desembarc en el helipuerto del Hospital de la Comunidad del Noroeste en los Altos de Arlington, donde los pilotos tuvieron que bajarse y hacer lugar para que un paciente fuera llevado por aire a Milwaukee. Los otros pilotos se quedaron cerca de la entrada esperando compartir un taxi pero Raimundo tuvo una idea mejor. Empez a caminar. Estaba como a cinco kilmetros de casa y apostaba a que podra conseguir ms fcilmente que lo llevaran antes de conseguir un taxi. Esperaba que su uniforme de capitn y su aspecto atildado tranquilizara a alguien para que lo llevara. Mientras caminaba con dificultad, con su impermeable en un brazo y su valija en la mano, tena un sentimiento de vaco y desesperacin. Ahora Patty estara llegando a su casa, viendo sus mensajes, tratando de comunicarse con su familia. Si l tena razn en que Irene y su hijo Raimundo haban desaparecido, dnde estaran cuando pas? Hallara evidencias de que haban desaparecido antes que haber muerto en algn accidente relacionado con esto? Raimundo calculaba que las desapariciones tuvieron lugar tarde, quiz alrededor de las 11 de la noche, hora del Centro. Algo lo