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1 Un vínculo afectivo con la familia claretiana - Año 16 - Nº 55- Julio 2013 - Colaboración voluntaria. Porque Claret tejió telas, y luego las Buenas Noticias "Participar en la política, deber de los cristianos". Papa Francisco

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Telar 55

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Un vínculo afectivo con la familia claretiana - Año 16 - Nº 55- Julio 2013 - Colaboración voluntaria.

Porque Claret tejió telas, y luego las Buenas Noticias

"Participar en la política, deber de los cristianos".

Papa Francisco

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Apreciado Alfredo:Bien por TELAR y por Alfredo. Tenía

que llegar la hora de la Vida Religiosa, y ha llegado. Porque muchos de voso-tros la habéis propiciado mantenién-doos firmes en el surco del Concilio.Y eso es de agradecer.

Muy bueno tu artículo sobre el papa Francisco, que pusimos en porta-da de RD. ¿Sabes que el Papa va a suge-rir que las sotanas y los clergymen sean

de colores? Seguimos en contacto.Un fuerte abrazo estival.

José Manuel VidalDirector de

Religión DigitalMadrid, España

CARTAS

Cartas

Telar Es una publicación de los Misioneros Claretianos Director: José Agustín Cabré Rufatt, cmf. Editor general: Alfredo Barahona ZuletaDiseño: ECCLA, Ediciones y Comunicaciones ClaretianasZenteno 764 - Casilla 2989 Santiago-21. Santiago - ChileF. (56-2) 2695 34 15, Fx. (56-2) 2695 34 07E-mail: [email protected] · www.eccla.cl

Ha leído TELAR con gusto e interésEstimado P. Agustín Cabré:Desde Salamanca un saludo y felici-

tación por la revista TELAR nº 54, abril 2013. La he leído con mucho gusto e interés, aunque venía dirigida al P. Francisco Vicente. En otra ocasión les recordé que el P. Francisco Vicente no reside en  Salamanca, sino en Valladolid, cuya dirección es la siguiente:

P. Francisco Vicente. Parroquia Corazón de María. Calle Padre Claret, 3. -  47004 VALLADOLID. ESPAÑA. 

Ahí es donde tienen que enviarla directamente. Hoy mismo se la remito a Valladolid, seguro de que se alegrará. Con un cordial saludo.

Benjamín Picado, cmf.

Oportunidad de recordar y seguir soñando

Estimado Alfredo:Una vez más te mando un saludo

cariñoso y mis agradecimientos. Me he demorado mucho en responder, pero quiero que sepas que me llegó TELAR a la dirección adecuada. Cuan-do me encuentro con vuestras noti-cias y reflexiones me las devoro, como Neruda con las palabras... Es un placer tener esta oportunidad de recordaros y seguir soñando con vosotros en la Misión. Saludos a los amigos de Eccla y a todos los colaboradores de TELAR. Un abrazo.

Jesús Pastor G., cmf  Alicante, España    

Hermoso el homenaje a Benedicto XVIQuerido Alfredo: No es fácil, la tarea de hacer un comentario sobre TELAR. Pero en primer lugar

quiero felicitarte por la presentación tan hermosa de cada número de la revista. Son bien elegidos los temas, con un enfoque de “misión”, como corresponde a los requerimientos actuales de los pueblos.

Pero el artículo que más me impactó en la última edición es el hermoso homenaje a Benedicto XVI. Seguramente hay pocas voces que hablan en este lenguaje sobre el pontificado de Joseph Ratzinger. Hacía falta.

Tal vez sorprenda que yo diga eso. Es que jamás vamos a olvidar o negar las diferencias que tenemos con el papa emérito respecto a temas como la Teolo-gía de la Liberación, la relación con otras religiones, especialmente el Islam, por ejemplo, y sin embargo, jamás vamos a olvidar o negar que Benedicto XVI es una persona que se merece todo el respeto y aprecio; es más, se ganó también una gran admiración. Su despedida fue de un grande, con tanta humildad, generosi-dad y dignidad.

Siempre me dio pena durante su pontificado, cuando tuvo que cargar con la basura acumulada en otros tiempos. Benedicto XVI hizo lo que pudo, pero el apa-rato pudo más y logró desplazarlo. Ahora confiemos, démosle tiempo al tiempo, y observemos. Es de suponer que viene una fase de bastantes tensiones y conflic-tos, sobre todo para América latina, cuando el nuevo papa tiene que entenderse con varios gobiernos progresistas que crearon muchas expectativas y esperanzas y que no están precisamente en la línea de Jorge Bergoglio, como lo demuestran los constantes roces que tuvo con los gobiernos de los Kirchner en su propio país.

Así que de vez en cuando nos recordaremos con gratitud de los ocho años de gracia que nos fueron concedidos con el papa Benedicto.

Leo WetliArica, Chile

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3EDITORIAL

Editorial

De las convulsiones sociales a una nueva esperanza

de las comunidades religiosas? Según el salmo 133, ¡qué bueno y grato es que los hermanos convivan unidos! Valga responder: “¡escúchanos, Señor, te rogamos!”

Un antiguo profesor del ramo recal-caba a sus alumnos que “el periodismo es la historia del hoy”. Según ello, los medios de comunicación son el archi-vo de aquello que la historia registrará como característico de un momento o período en la vida de los pueblos. Lo que diarios, televisión, radios, revistas y nuestras avasalladoras redes socia-les sacan a luz podría caracterizarnos como una de las épocas más convul-sas, trágicas y dolorosas de la historia.

Esto es discutible, por cierto, y habrá argumentos al respecto en uno u otro sentido. Salvo el de quienes no dudan en sostener que “todo tiem-po pasado fue mejor”. Pero instalar-se a vivir en el pasado es, a lo menos, un escapismo sin sentido ni destino. Peor aun para los cristianos, a quienes el Maestro llamó a buscar “primero el reino de Dios y su justicia…”

¿Cómo cumplir esta consigna sin involucrarse en las realidades de injus-ticias, abusos y falencias que originan los conflictos, la violencia y los enfren-tamientos que hoy sacuden a países y continentes?

Pero no participar, sustraerse, viene siendo la tónica sobre todo de las nue-vas generaciones; en diferentes latitu-des y, por cierto, en nuestra Latinoa-

mérica. Contribuyen a ello una funda-da desilusión por el manejo de las cri-sis, la corrupción, el clientelismo, las maquinaciones y abusos, comunes a gran parte de nuestros países. A un rechazo profundo de la “clase políti-ca” se suma el que provocan grupos de poder que suelen manejar diversas manifestaciones públicas con resulta-dos de violencia, destrucción y pillaje.

Pero la solución no es imitar al avestruz escondiendo la cabeza. “Es deber del cristiano involucrarse en la política, aunque sea demasiado sucia”, ha respondido hace poco el papa Francisco a la pregunta de un joven. “Involucrarse en la política es una obli-gación para un cristiano. Nosotros no podemos jugar a Pilato, lavarnos las manos”, enfatizó.

Los jóvenes, esperanza de un mundo nuevo, son quienes deben sentirse más obligados a enarbolar las banderas de los cambios profun-dos que se requieren frente a las injus-ticias, la corrupción y los abusos que han encendido la indignación pública a lo ancho de la sociedad globalizada.

El aliento de esperanzas que la irrupción del propio papa latinoameri-cano ha provocado en la Iglesia, ojalá refuerce decisivamente la inflexión del letargo profundo de la acción pública que vivió nuestra América latina hasta años recientes.

Alfredo Barahona Zuleta

No son tranquilos los días que hoy vive el mundo. Quizás nunca lo fueron ni alguna vez lo sean. Porque si algu-na tranquilidad pueda merecer ese nombre sería la que logre fundarse en un orden real, donde los derechos y deberes de las personas y sociedades se conjuguen en participación colec-tiva para construir el bienestar común. Y esa tranquilidad basada en un orden efectivo -no en la fuerza, la coerción o el engaño- constituiría de verdad lo que llamamos paz. Una paz que en tér-minos cristianos sólo puede ser fruto de la justicia.

“Queremos vivir en paz”, suele escucharse como uno de los mayores anhelos personales y colectivos. El ser humano lo ha sentido así desde siem-pre. Tanto que ni saciar necesidades básicas como el comer y beber es prio-ritario si no se vive en paz. “Más vale un mendrugo de pan comido en paz, que banquetearse y vivir peleando”, sostiene uno de los Proverbios bíbli-cos (17,1). Y así como el nacimiento del Mesías fue cantado desde los cie-los con un anhelo de “paz a los hom-bres que ama el Señor”, el propio Cris-to no perdió oportunidad para desear a sus amigos “la paz esté con ustedes” y enseñarles a augurar en todas partes ese regalo de la paz.

Pero, ¿acaso logrará el mundo al-guna vez vivir en paz? ¿Podrá algún país alcanzarla? ¿Es la paz una carac-terística de muchas familias, o siquiera

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4 VIDA CLARETIANA

Los mosqueteros de Dios:Tres muchachos de noventa

Hasta un año atrás, uno de ellos, a la par de sus tareas sacerdotales, se subía a los árboles, sacaba fruta y cortaba ramas. Otro, tras sus deberes misioneros, estudiaba árabe y guaraní. El tercero atendía en acompañamiento espiritual a mucha gente, predicaba en todas sus misas y daba cate-quesis personalizada a quien se cruzara en su camino.

Hoy día lo siguen haciendo, pero con una intensidad menor a causa de... los años. Los tres han cumplido ya los

noventa abriles, pero siguen en su vida animando a otros, contentos y felices de haber mantenido hasta ahora la promesa que hicieron allá por 1936: ser misioneros cla-retianos.

Realmente admirable el testimonio de los sacerdo-tes Fernando Llanos, Andrés Petrich y Gabriel Aguirre; los dos primeros nacidos en 1920, y el tercero en 1921. O sea, como quien dice “ayer no más”.

Francisco Fernando Llanos Magallanes

Nació en Viña del Mar, Chile. Tiene, por lo tanto, algo de marinero. De estatura mediana, excelente nada-dor hasta el día de hoy, en que ya se empi-na por los 93 años, gozador de los frutos del mar, y atento a confortar a los adoloridos del mundo en hospitales de puerto como Valparaíso y Antofagasta.

De niño entró al seminario menor de los claretianos en Santiago. Hizo sus estudios de filosofía y teología, y tuvo que esperar un tiempo para ser consagrado sacerdote, por-que no tenía la edad que piden las normas de la Iglesia; debió aguardar hasta cumplir los 24 años.

Con dotes naturales para la música, fue destinado por los superiores a ser maestro o profesor en colegios de la Congregación. En calidad de tal llegó a la ciudad de Antofagasta en 1945. Y aunque posteriormente estuvo en colegios de Santiago y Temuco y evangelizando en parroquias de Valparaíso, Andacollo y Talca, hoy día vive sus noventa y tres años en la misma ciudad del principio, que 68 años después, ciertamente, no es la misma. Hubo hace largos años una canción muy popular dedicada con amargura

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5VIDA CLARETIANAContinúa >>

a una “Antofagasta dormida”. Hoy, la llamada “Perla del Norte” chileno está despierta, bullente y en pleno crecimiento, por ser activo puerto y porque la riqueza excepcional de sus montañas mineras sale al mundo a través de él.

Fernando Llanos ha tenido entre-tanto tres hobbies que le han destaca-do: la música, la astronomía y la amplia cultura de los crucigramas.

En música, ha compuesto parti-turas de gran inspiración según los entendidos; domina el arte del piano y del violín, y ha organizado coros don-dequiera que haya estado. Entre sus aportes está el bello y marcial himno del ex colegio claretiano de Santiago de Chile.

En astronomía, puede leer el cielo por las noches y estar un par de horas explicando a sus oyentes el secreto de las constelaciones, el movimiento de los astros, la lejanía de las estrellas.

Mediante la cultura del crucigrama, ha logrado tener la mente despierta, ágil, abierta a un sinnúmero de cono-cimientos.

Esos son sus hobbies, además de aprender italiano en sus años mozos. Lo primordial en su vida misionera ha sido la enseñanza, la atención a los enfermos de los hospitales y el arte musical aplicado a dignificar los cultos en la comunidad cristiana.

Pero usted puede preguntar: y este longevo misionero ¿no tiene defectos? Hay que responder que sí: le acom-paña estos últimos años una sorde-ra galopante que limita un tanto su campo de acción. Pero eso no ha difi-cultado que hasta el año pasado se subiera a los tejados para detectar desperfectos en las edificaciones, se encaramara a los árboles para obser-var la maduración de brevas y mem-brillos, o sobre los andamios durante la construcción del excelente pabellón nuevo del colegio Corazón de María antofagastino.

Andrés Petrich Ielovich

Nació en Paraná, Argen-tina, donde sus padres, de nacionalidad croata, poseían un restaurante y un peque-ño hotel. Es, cabalmente, un “panza verde”, porque el mate lo acompaña desde niño y sigue en sus manos unos 90 años después.

Camina lento, un tanto encorva-do, sonriente, y con más sabiduría que cien japoneses. Cada día pedalea 15 minutos en una bicicleta estática, y tras la visita asidua a la capilla para su oración se va a su oficina, porque Andrés Petrich es LU2AAP.

Es que hizo instalar en la casa cen-tral de los claretianos en Buenos Aires unas antenas VHF, con los dipolos colocados en slooper hacia la autopis-ta vecina. Cuando se le pregunta sobre ese hobby convertido en instrumento de apostolado, muestra con orgullo la medalla de oro que le otorgó tiempo atrás la institución de Radioaficiona-dos de Argentina.

Pero quien crea que el padre Andrés se dedica solamente a la radio, se equivoca. El 12 de mayo de 2013 apareció en La Gaceta de Tucumán esta nota:

“Deseo recordar especialmente al polifacético sacerdote claretiano Andrés Petrich. En los años 50, enseñó e impul-só el aeromodelismo entre chicos de la parroquia. Supo inculcarnos el amor al teatro; nos dirigió en diversas obras interpretadas, a sala llena, en el local de Santiago y Salta. Director del coro inte-grado por tiples, bajos, barítonos y teno-res - con actuaciones los 12 de octubre ante el cuerpo consular acreditado en Tucumán-, era profesor y compositor de música, excelente pianista y organista. Además de apoyar la práctica del ping pong, cricket, básquet y fútbol, también fabricaba y probaba volantines para uso de los pibes. Como radioaficionado transmitía, con su equipo, en la frecuen-cia LU5KB. Enseñó telegrafía a jóvenes que buscaban trabajo en el correo o el

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6 VIDA CLARETIANA

ferrocarril. Además, organizó y condujo los Infantes del Corazón de María. Operaba la máquina proyectora del cine parroquial y armó e instaló personalmente el carrillón de la iglesia. Obviamente, no descuidó su que-hacer pastoral. Su labor creadora continuó en Mendoza con estudiantes del colegio del que fue responsable. Un privilegio haberlo conocido y recibido su orientación.

Eduardo Nieto [email protected]

¡Ajá! ¿Cómo nos quedó el ojo? Pero hay más. De niño ingresó al seminario menor de los claretianos. El P. Pablo Force lo animó a hacerlo cuando lo encontró como acólito en el templo San Miguel de Paraná, y lo vio activo, piadoso, inteligente.

Años después, Andrés Petrich supo por un relato familiar que su vida como sacerdote ya estaba pronosticada. Siendo bebé, una tía lo acunaba en brazos cuan-do frente a la casa pasó un cura. El papá de Andrés dijo algo que no le gustó al clé-rigo, quien se volvió hacia él, le señaló al bebé y le dijo: “ese hijo tuyo también será cura”.

Y así fue. Una vez ordenado sacerdote ejerció como profesor de química en cole-gios claretianos, siendo también maestro de música, al mismo tiempo que se abría paso en temas de dibujo y pintura, el mundo de la electrónica, y posteriormente la compu-tación. En Tucumán pasó los mejores años de su vida misionera. Después en Mendo-za, en 1987, creó la radio del santuario de El Challao. en la que hacía de todo: progra-mador, técnico electrónico, locutor y anima-dor. Siempre ha creído que hay que ganar ese espacio radial para proclamar el mensa-je del evangelio de Jesús a todo el mundo.

Hoy, a sus 93 años, sigue activo estu-diando guaraní y árabe. El latín y el griego los domina desde joven.

Pero ¿habrá alguna falencia también en este hombre multifacético, esperanza-dor, talentoso y misionero? En realidad, sí: no le gusta perder en el dominó que por las tardes juega, entre mate y mate, con sus hermanos de comunidad.

Gabriel Mario Aguirre Núñez

Nació en Santiago de Chile. Sin embargo, sus andanzas misione-ras han discurrido primordialmen-te por el llamado “Norte Chico” del país, allí donde la aridez salitro-sa y cuprera del Norte Grande se reverdece por milagro de sucesi-vos valles transversales que son verdaderas franjas de viñedos, fru-tales diversos, pastizales y arbo-ledas donde ramonean rebaños menores.

“Gabrielito” se sabe todos los pueblos y las distancias de esa geografía: Tabalí, Varillar, Pedregal, Tulahuén, Montepatria, Punitaqui, Alcaparrosa, Puerto Oscuro, Quili-tapia, Mantos de Hornitos...

A todos los rincones llega-ba a misionar con sus bultos en que trasladaba su ropa; sus libros devocionales; las estampas para repartir a diestra y siniestra; el altar portátil con todos sus elementos; las bocinas; el pequeño motor para dar electricidad a pueblos perdidos que sólo alumbraban sus noches con velas y faroles de kero-

sene; el tocadiscos; el proyector de diapositivas; una linterna poderosa y, por si fuera poco, varios inventos muy originales para atraer a los poblado-res, deslumbrar a los niños, impresio-nar a los campesinos o a los mineros de piques escondidos de las autorida-des y abiertos a punta de pico y pala o, de vez en cuando, mediante algún cartucho de dinamita que desenterra-ba el cobre y muchas veces enterraba al minero.

Todo esto, llevado en vehículos públicos destartalados y por caminos maltrechos, pero con el entusiasmo del misionero que ya en el camino empezaba a catequizar a los viajeros.

Siempre ha sido así el padre Gabriel. Un ilusionado por la Palabra de Dios entregada al pueblo sencillo; un predicador popular que no tuvo ni tiene cansancios ni desalientos.

Desde luego, aplicó a las tareas misioneras, con paciencia oriental, sus conocimientos de electricidad. Porque ya desde el seminario menor de los claretianos, al que ingresó en Santia-go siendo niño, sus compañeros lo lla-maban “el eléutrico”, dándole un tono popular al título profesional.

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7DE LO NUESTRO

Gabriel unía cables, buscaba pie-dras, juntaba hilos metálicos para armar un D1, y así recibía ondas elec-tromagnéticas en una antena peque-ña, y un día cualquiera lograba armar un radiorreceptor básico que dejaba con la boca abierta a sus compañeros de colegio.

Después, tras perfeccionar sus conocimientos, reconoce que su dominio del tema eléctrico ha sido un aliado de enorme importancia en su trabajo misionero: iluminó galpo-nes y capillas perdidas en montes y valles, dio calor a gente entumeci-da en las noches de mil millones de estrellas del Norte Chico, amplificó su voz en las predicaciones, entretuvo y dio formación al pueblo mediante las ondas radiales y la siempre llamativa sesión de diapositivas que ayudaban a la catequesis.

En las comunidades claretianas de Ovalle, La Serena y Andacollo, el padre Gabriel trabajó por muchos años. Hasta que un día los superiores le pidieron entrar al mundo propiamen-te parroquial. Primero en el puerto de Tocopilla, allá en el Norte Grande, y después en Talca y Linares, en la zona

central del país. Pero según dice el refrán: “genio y figura...” Porque desde la parroquia de Tocopilla, por ejemplo, se desplazaba a misionar la “pampa” interior, por la Mina Julia, la Oficina Alemania y hasta en Paposo, un lugar escondido que se mira en el mar y que fuera un obispado fantasma creado para un cura guerrillero de las tropas patriotas en los años de la indepen-dencia nacional.

En 1978, tras dos años en Tocopi-lla, Gabriel regresó a su querida Ova-lle para asumir como superior de esa comunidad misionera. En 1985 pasó a Talca, en la zona central y campe-sina del país, como superior y párro-co. Allí enfrentó un problema pasto-ral importante: ¿cómo otorgar la cate-quesis y formación en la fe a los niños con discapacidad de mente o de cuer-po que no eran atendidos en las res-pectivas parroquias? Reunió enton-ces un grupo de personas interesa-das en el tema, y creó, por primera vez en Chile, un sistema y una organiza-ción de acompañamiento en la fe para esa niñez olvidada por los planes ofi-ciales. Tiempo después, y tras el pro-bado éxito de la experiencia, el siste-

ma fue asumido en otras parroquias y diócesis.

Ya octogenario, Gabriel se incorpo-ró otra vez a la comunidad claretiana de Linares, como ayudante del párro-co, y allí siguió desplegando su ser-vicio pastoral, especialmente en las comunidades cristianas del sector y la capellanía de Quinamávida.

Hoy integra la comunidad de Temu-co, en la histórica Araucanía. Sus 92 años le han afectado un tanto el des-plazamiento, pero continúa animoso y animando a otros desde su habitación y la capilla donde diariamente celebra la eucaristía y sigue predicando con el mismo entusiasmo de los años verdes.

Si tiene dudas, puede verlo en www.youtube.com/watch?v=IaDLya5eiGs cantando un himno mariano para enseñar a todos que alabar y bende-cir a Dios por habernos dado a María como madre del pueblo es el mejor regalo que alguien puede soñar.

Agustín Cabré Rufatt, cmf.

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8 ORIENTACIONES

El mundo tiene corazón de mujerEste título es una metáfora linda y hasta

halagadora. Sin embargo, para ser objetiva, aparece un tanto discriminadora en los tiem-pos que vivimos. Por lo mismo los invito a des-glosar esta frase.

El mundo

Para algunos será el planeta Tierra, para otros será donde habita el “pecado” (¿?). Más de alguno habrá pensado que es el conjunto de las naciones poderosas (se habla de la primera y segunda guerra “mundial”, pero ¿cuántos paí-ses participaron?).

Podríamos enumerar muchas más definicio-nes de esta palabra, pero lo razonable es que cada visión del mundo tendrá que ver con el nivel de consciencia de cada uno. Veamos:

• Consciencia animal: sobrevivir). Quienes ven el mundo sólo para satisfacer las necesidades primarias: respirar, comer, dormir y gozar de sexualidad.

• Consciencia Infantil: jugar. El mundo es para entretener-se sin preocupaciones, jugar, ver películas, pasear, com-prar. No hay ideal, no se tiene un norte en la vida, sólo entretenerse.

• Consciencia adolescente-romántica: enamorarse. El mundo se enfoca en una persona concreta (tú eres mi mundo), y el “consciente” se pasa la vida buscando otra persona que le contenga. Y cuando la encuentra se queda satisfecho, no busca nada más.

• Consciencia egoísta: campo de batalla. Busca el poder en cualquiera de sus expresiones: política, económica, de conocimiento, religiosa, sicológica, informativa. Hay que defenderse y atacar. Para este ejemplar sólo cuen-tan él mismo y los suyos, sin importar que deba aplas-tar al resto.

• Consciencia altruista: busca el compartir. Se trata de una persona generosa, que piensa en los demás y compar-te lo que tiene, más allá de lo simplemente material. Se preocupa de los otros seres humanos.

• Consciencia planetaria: cuidar. Esta persona ha descu-bierto que todo está unido; se preocupa de las otras personas, los animales, el cuidado de la naturaleza, como un todo en su vida.

• Consciencia cósmica: expandir. Tiene una mirada que abarca todo el universo; acepta la muerte como un paso más, es capaz de superar los problemas y promo-ver iniciativas con una mente abierta y dispuesta.

• Consciencia divina: el mundo es Dios. Quien ha vivi-do las situaciones anteriores y percibe que Dios, más allá de las religiones, habita en la naturaleza, en los animales, en cada ser humano y en todo el univer-so que lo rodea. Aprendió a Amar sin apellidos. Qui-zás Jesús, Buda y Mahoma hayan llegado a este senti-do del mundo.

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El Corazón

Se dice que el corazón es el órgano más perfecto. Late unas 60 veces por minuto, es decir, palpita 4.320 cada hora y un total de 103.680 veces al día. El músculo cardíaco, situado en medio del tórax, funciona como una bomba. Recoge la sangre del organis-mo, pobre en oxígeno, y la bombea hacia los pulmones, donde se oxige-na y libera los desechos metabólicos (dióxido de carbono). Esta sangre, rica así en oxígeno, será distribuida por el corazón hacia todos los órganos del cuerpo.

Sin embargo, en el sentido figura-do el corazón se asocia al bagaje espi-ritual de la persona. El corazón, en len-guaje bíblico, está conectado con el intelecto, los pensamientos, actitudes, decisiones, deseos, emociones y ver-dadero carácter de la persona. (San Mateo 13,15; S. Lucas 6,45; Proverbios 16,1; 2ª Carta a los Corintios 9,7; Salmo 37,4; Salmo 4, 7; 1er. Libro de Samuel 16,7). Pero igualmente puede engen-drar maldad (S. Mateo 15,19). También leemos: lo que nos hace impuros no es lo que entra en la boca, sino lo que sale del corazón (S. Mateo 15:17-18,20).

MUJER

Este salmista de hoy, Daniel Arzola, la describe muy bien:

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y despedirlo si se lo busca;pero se puede ser mujer eligiendo a otra; incluso nacer hombre y ser mujer. Porque no es cuestión de un par de tetas, eso es otra cosa. Hace falta el voto del sentimiento y la pasión al contarlo; hace falta volver justicia el abuso, entender la fuerza y la bondad que cuida dentro de sí la vida; entender que se es semilla de inspiración también; que el cambio duele, pero crecer alumbra.  Visto así,no es mujer la que vive alqui-lada a la belleza de afuera; es mujer la que entiende ser mujer, la potente y sensible que acepta tal responsabilidad, la histórica y la que no necesitamás permisos, la que dividió la comida para los suyos más veces que Cristo y no salió en ningún libro.Esa es la mujer; las demás son otra cosa.

¿Y qué hace falta para ser mujer?Hace falta más que un par de tetas.

No es cuestión de pintarse la cara;no hacen falta voces agudas

ni pronunciar las caderas. Ser mujer, 

poco tiene que ver con pantaletas.Para ser mujer hace falta conocer

el peso histórico de la lucha,hace falta cuidar por equilibrio

y madurar más temprano; saber que menos es más,

que el cuerpo más que un templo es un cielo cambiante.

Visto así, no es mujer esa que pela el culo bailando; 

no es mujer esa que no es másque un coito insinuado,

que una arruga disimulada, un color rosado, 

una idiotez autoproclamada por pereza.No; esa no es mujer;

esa es otra cosa.Hace falta sensibilidad arrancapuertas;

hace falta ser digna del nombre; falta saberse madre aunque nunca se sea.Ser mujer es no necesitar de un hombre,

pero elegirlo si lo merece,

La metáfora

Entonces ¿el mundo tiene corazón de mujer? Para mí, el mundo no tiene corazón de mujer ni lo nece-

sita. Nuestro mundo tiene el corazón que cada uno de los seres humanos que habitamos el planeta Tierra ponemos en él. Si hablamos de metáforas, podríamos decir que la mayoría de los animales pareciera tener un mejor corazón que algunas personas. La idea es hacer de éste un mundo mejor, más justo, más solidario, más respetuoso, en suma, con “sentido de vida plena” para todos quienes lo habita-mos. Y para quienes creemos, intentar desde “esta mirada” pasar a la otra etapa de la vida que comienza después de la muerte.

¿Quién necesita un corazón? ¿“El mundo, o yo”?

Ana Ortiz Pardo

orientaciones

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10 ORIENTACIONES

A 50 años del Concilio:

Pautas proféticas del Vaticano IIHan pasado 50 años desde el inicio

del concilio Vaticano II. Ya muchas voces claman por un nuevo concilio que dia-logue con este siglo XXI y busque los caminos por donde debe correr la savia generosa del evangelio de Jesús. Lo que se dijo hace 50 años, en otro contexto mundial, ya es insuficiente y no respon-de a las preguntas de hoy.

De todos modos, el Vaticano II nos dejó elementos que deben permane-cer como una base para las reformas que se necesita realizar, y que esas conclusiones no queden en el baúl de los recuerdos. He aquí algunos de esos principales elementos.

- El retorno a la Biblia como refe-rencia permanente de la vida de la iglesia, más allá de todas las elabora-ciones doctrinales, por encima de los dogmas y de las teologías.

- La afirmación del pueblo de Dios como protagonista en la vida de la Iglesia, tanto en el testimonio de la fe como en la organización de la comunidad. El eje fundamental ya no es más vertical, sino horizontal, en la medida que todos los bautizados son la Iglesia, aunque tengan diversas vocaciones, tareas y carismas.

- La afirmación de la iglesia com-prendida como una comunidad que se reconoce pobre, es decir, sin que se afirme en los poderes ni de la banca, ni de las armas, ni de los prestigios socia-les, ni de la sabiduría de los maestros.

- La afirmación de la Iglesia como servicio a las necesidades del mundo que busca su realización según el que-rer de Dios. Una iglesia según los cri-terios gozosos y seguros de María de Nazaret cuando proclamó su alaban-

za a Dios que defiende a los humil-des, ignora a los poderosos y cumple sus promesas de liberación de todas las cadenas.

- La afirmación de un ecumenismo de participación más íntima entre las Iglesias cristianas, reconociendo en el diálogo y en la aceptación de las diver-sas tradiciones cristianas el camino de la unidad, que no es mera uniformidad.

-  La afirmación del encuentro entre todas las religiones o pensa-mientos no religiosos, dialogando con respeto, manteniendo la propia identidad y reconociendo la identidad de los otros, buscando lo que une por encima de lo que desune.

- Una reforma litúrgica que use símbolos y palabras comprensibles para los hombres y las mujeres con-temporáneos.

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trina, porque en los primeros siglos la situación era ésa y no hubo problema.

Esto es fundamental, porque una comunidad que no se une en la euca-ristía no es realmente comunidad cris-tiana. Los sacerdotes a tiempo com-pleto estarán alrededor del obispo de cada ciudad importante para evange-lizar todos los sectores de la sociedad urbana.

Claro está que no sabemos cuándo o cómo se llegará a eso. Es poco proba-ble que un concilio que reúna única-mente obispos pueda descubrir las res-puestas a los desafíos del tiempo. Las respuestas no vendrán de la jerarquía, ni del clero, sino de laicos que viven el Evangelio en medio del mundo que entienden. Por eso tenemos que esti-mular la formación de grupos de laicos comprometidos al mismo tiempo con el Evangelio y con la sociedad humana en la que trabajan.

Vaticano II quedará en la histo-ria como una tentativa de reformar la Iglesia al final de una época históri-ca de 15 siglos. Su único defecto fue que vino demasiado tarde. Tres años después de su clausura estaba cayen-do en la mayor revolución cultural del Occidente. Pero Vaticano II permane-ce como una señal profética. En medio de una iglesia prisionera de un pasa-do que no sabe superar, es una voz evangélica. No pudo reformar la Igle-sia como quería, pero fue un llamado a mirar hacia el porvenir. Aún hay movi-mientos poderosos que predican la vuelta al pasado. Tenemos que protes-tar. Cuando personas que nada entien-den de la evolución del mundo con-temporáneo y quieren refugiarse en un pasado sin apertura hacia el futuro, tenemos que denunciar.

(Versión libre de un texto póstumo

del teólogo José Comblin)

ORIENTACIONES

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- Una transformacion radical y acelerada.

Es incuestionable que el mundo ha cambiado más en los últimos 50 años que en los 2.000 anteriores. Y esa transformación afecta también a la experiencia religiosa. ¿Cómo enten-der la fe, hoy?

Desde la modernidad muchos cris-tianos perdieron la fe o pensaron que la habían perdido, porque tenían una idea equivocada de la fe. Actualmen-te ese fenómeno se multiplica, porque la formación intelectual se ha desarro-llado, y muchos se quedan con una consciencia religiosa infantil o primiti-va que rechazan o pierden cuando lle-gan a la adolescencia.

El objeto de la fe es Jesucristo, la vida de Jesucristo. Es dar adhesión a esa vida y adoptarla como norma de la vida propia, porque tiene un valor absoluto, aunque no es una evidencia de la que no se pueda dudar.

El creyente no se siente obligado a creer. Es un acto de entrega de su vida, la elección de un camino. No hay evidencia de que Jesús vive y está en nosotros, pero se reconoce porque se siente una presencia que es un llama-do repetido a pesar de todas las dudas.

La fe es conocimiento de la vida de Jesús de una manera totalmente espe-cial, sin comparación con las certidum-bres que se están adquiriendo en la vida de cada día. Esta condición del ser humano actual supone una profunda revisión de la teología de la fe.

Medio siglo después del Concilio

Nuestros contemporáneos dejan los actos litúrgicos oficiales de la Igle-sia, porque los encuentran aburridos. La misa habitual es aburrida, salvo en algunas circunstancias muy especiales en las que aparecen miles de personas. La repetición de lo mismo es aburrida. La repetición de “domingos del año”

durante tantas semanas es algo abu-rrido. El lenguaje litúrgico es peor, por-que se hace en lengua popular. Cuan-do la liturgia era en latín, era mejor, porque no se entendía. Una vez que se entiende, se nota que el estilo es inso-portable. Usa un lenguaje pomposo, formalista, lenguaje de corte: “humil-demente pedimos…” Nadie habla así. “Asociamos nuestra voz a la voz de los ángeles…” Fórmula convencional que no responde a nada en la vida. Hay cientos de fórmulas semejantes. Los carismáticos salvan la situación, pero su liturgia está lejos de ser una intro-ducción al misterio de Jesús.

Nuestros contemporáneos no aceptan códigos de moral, y que se les impongan o prohíban conduc-tas. Quieren entender el valor de los preceptos o de las prohibiciones. O sea, están descubriendo la concien-cia moral que hace descubrir el valor de los actos. Antes, la base de la moral cristiana era la obediencia a la autori-dad. Había que hacerlo o no hacerlo porque la Iglesia lo mandaba o lo pro-hibía. Por eso, tantas veces los laicos preguntaban: ¿esto se puede hacer? Si el sacerdote decía que sí, el problema moral estaba solucionado. Ahora bien, esto pertenece al pasado.

Cambios en gestación

El cristianismo es comunitario. Pero las formas tradicionales de comuni-dad tienden a debilitarse. La misma familia perdió mucho de su importan-cia, porque los miembros de la fami-lia se encuentran menos. La parroquia actual perdió el sentido de comuni-dad. Están apareciendo muchas nue-vas formas de pequeñas comunida-des basadas en la libre elección. Esas comunidades tendrán la capacidad de celebrar la eucaristía, lo que supone una persona apta para presidir la euca-ristía en cada grupo de unas 50 perso-nas. No hay ninguna dificultad de doc-

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12 VIDA CLARETIANA

Dicen los que escucharon hablar a los mayores que fue-ron ellos, los Tehuelches septentrionales quienes entre sus diversas facultades se decidieron a conjugar excesos divi-nos para calmar el rugido implacable, colérico y aterrador de los vientos patagónicos. Fue mucho antes del ferroca-rril, de las viviendas y sus calles; antes del comercio, de las barracas, de la lana y los inmigrantes. Y entre sus artefactos litúrgicos extraviaron uno importante, un “cogote de gua-naco”, un Huahuel Niyeo, según llama su lengua materna.

“Donde hubo una garganta (animal)” fue nombrado entonces, antes que descubierto, Huahuel Niyeo. Poblado no más grande y numeroso que un par de familias cuya acti-vidad doméstica recuerda sus orígenes agrícolas, pastoriles y mapuche. Dueños del mallín, de la música, del basalto y de la inmensidad, observaron absortos, un día de primave-ra, cómo el paso del tiempo trajo un montón de cosas nue-vas que alteraron el antiguo silencio de la meseta. Era 1916, y la estridente bocina y el resoplar furioso de la locomotora a vapor anticipaban una cuña portadora de progreso y un sueño convertido en palpable realidad: estar comunicados e integrados a las zonas más avanzadas de Argentina.

Un nuevo nombre

Dicen también que desde los vagones descendieron tres automóviles Ford T; un par de caballos tan espantados como los presentes; un sofisticado sistema de carruajes, herramien-tas varias, materiales de construcción y dos vistosos letreros con el nombre del ingeniero constructor del tren patagóni-co, el italiano Guido Jacobacci. Más tarde sabremos, a medida que el tendido de rieles avanzaba, que el mandato oficial del

7 de diciembre de 1927 señalaría un nuevo comienzo: Hua-huel Niyeo es llamado Ingeniero Jacobacci.

Desde luego, nada es azar. El solo hecho de recordar las etapas posteriores de la historia es palmario. Fuente y material de páginas y libros. Pero si el propósito es mirar un poco más hacia nuestro tiempo, en la cotidianeidad de nuestras vidas, la gesta fundacional de Ingeniero Jacobacci adquiere hoy un tono distinto, pero no menos apasionado y desafiante.

Hay que reconocerlo al recordar el trabajo que por más de cuatro décadas han realizado los misioneros claretia-nos en estas tierras de la Patagonia Argentina. Nunca solos, siempre con otros y otras. Herederos, eso sí, de aquellas otras existencias marcadas por la intensidad del amor, la pasión por el Reino y la entrega evangelizadora. Es cosa de asomarse al desfile de nombres acrisolados por la inmen-sidad de la meseta. Así, los franciscanos Teófano Stablum y José Zilli, y el padre Paco de los Sagrados Corazones aso-man como personajes liminales que antepusieron su amor a Dios y al prójimo a cualquier otro mandato que no provi-niese de las alturas internas del corazón.

Los primeros intentos claretianos

En este marco de vivaz dinamismo y cautivante apela-ción nos encontramos que, a fines del ’60, Ingeniero Jacobac-ci presenció la llegada de los claretianos que, entre las urgen-cias de aquella época, estudiaban las posibilidades de estable-cer una comunidad misionera. La idea era asistir pastoralmen-te una zona geográfica de 203.000 kilómetros cuadrados, con núcleos poblacionales tremendamente dispersos, separados no sólo en distancias sino en vías y medios de comunicación.

IngEnIEro JacobaccI:

Desafiante avanzada claretiana en la Patagonia argentina

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13VIDA CLARETIANA

Y cuando las necesidades y la pobreza del sur eran más evidentes, los misioneros de aquella primera hora fueron testigos del crudo invierno. Avanzando de cara al vien-to patagónico y enfrentando bajas temperaturas, lograron esbozar un proyecto evangelizador. Fue llamado “comuni-dad en campaña misionera”; y su consigna señalaba el iti-nerario: partir por la zona de Pilcaniyeu. De allí, al poblado de Comallo. Años más tarde, San Carlos de Bariloche, y final-mente Jacobacci, 213 km al oriente de este el más impor-tante centro turístico de la Patagonia y el tercero de toda la Argentina. Si de distancias se trata, valga señalar que a Jaco-bacci lo separan 1.501 kilómetros enfilando de Buenos Aires hacia el surponiente, hasta adentrarse en el departamento Veinticinco de Mayo de la provincia de Río Negro.

La llegada de otras necesidades indicaría cuál sería el compás de espera para materializar aquel desafiante pro-yecto misionero: los caminos, tan duros, peligrosos, des-conocidos y distantes, que el primer analogado exigía la

tando todos los esfuerzos pastorales descritos anteriormen-te, fueron las iniciativas en torno a la justicia y servicio social las que campearon por sus fueros. Los necesitados estaban a la vista, y la apertura de instancias nuevas de evangelización marcó a fuego a las comunidades eclesiales de base.

Un ayer impregnado de hoy

Sabemos que la vida transcurre, pero la realidad geográ-fica y misionera no. Hoy la parroquia se extiende hasta que los puntos cardinales se pierden en el horizonte. Cuenta con 22 comunidades llamadas “parajes”. Algunas de ellas sin sedes o capillas. En este sentido, el servicio pastoral requie-re grandes desplazamientos. El paraje (comunidad) más cer-cano está a 40 kilómetros, y el más distante a 140. Si consi-deramos los riesgos y carencias en los caminos, hablamos de que una sola visita a un paraje supone un día comple-to, quizás dos o hasta tres, dependiendo de las actividades.

Continúa >>

adquisición de vehículos para cubrir el territorio parroquial.Hoy sabemos que la parroquia Exaltación de la Santa

Cruz en Jacobacci supera los 33.640 km2, con una densidad poblacional de tan solo un habitante por cada dos kilóme-tros cuadrados. En este escenario de distancias y oscilantes desafíos climáticos, los claretianos debieron planificar un trabajo pastoral conforme a lo que sus intuiciones les seña-laban. Pues una cosa son los proyectos, y otra la realidad. Las líneas misioneras se trazaron entre mate y mate, se con-jugaron los verbos, se organizaron estrategias, se observa-ron los horizontes y se concluyó que el portón de entrada a la vida de las comunidades eran las visitas constantes. Ir, estar, llegar donde nadie jamás llegó, para compartir la vida con aquellos grupos humanos forjados por la soledad de sus propios contextos.

Aun cuando los misioneros se asentaron en otros pobla-dos del área, la comunidad que se estableció en San Carlos de Bariloche sirvió, de algún modo, para consolidar la pre-sencia claretiana en la región. Allí, la parroquia como ente de evangelización no se enfocó sólo en la vida sacramental. Jun-

Viajar por la magnificencia de estas inmensidades es ir acompañado del viento y la soledad preñada de distan-cias. La tierra es dura y estéril, y el cielo con sus nubes acu-muladas está más cerca que en ninguna otra parte. Cuando llueve, la vegetación cobra vida con una variedad de tona-lidades grisáceas. Y las oraciones del mundo, en este silen-cio, se cortan con ruidos casi inadvertidos del paso señorial del zorrillo, la prontitud del piche y la velocidad de la lie-bre. Para el ojo poco acostumbrado a las mociones de estos terrenos no es cosa rara encontrar un caballo perdido de sus destinos, o una que otra avestruz sacudiendo sus alas y avanzando en sus aparatosos movimientos hacia el infinito.

Dentro de las curiosidades de esta geografía hay tam-bién secuelas dramáticas. Hace dos años, el volcán Caulle, de pasaporte chileno, emprendió una etapa de constantes erup-ciones. Escupió lava. Luego cenizas que el viento cordillera-no diseminó sobre gran parte del territorio patagónico. La oscuridad sobrevino inesperadamente, y el paisaje se cubrió de dolor e incertidumbre. Hubo que hacer frente entonces y organizar los corazones para el combate. En este contexto se

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crea la agrupación “Unidos por Jacobacci”, como respuesta solidaria a los estragos causados por las cenizas.

Ha pasado el tiempo y, sin embargo, en esos días en que el viento está de moda, las cenizas cobran vida y emprenden un baile en forma de nubes y obstáculos para los conducto-res inmiscuidos en las curvas de estos caprichosos paisajes.

Exaltación de la Santa Cruz

La vida parroquial se concentra en Ingeniero Jacobac-ci. La sede lleva por nombre Exaltación de la Santa Cruz. Otro centro de actividad parroquial de gran relevancia es la capilla San José, en la localidad de Maquinchao, 71 km al oriente, a cargo de las hermanas Josefinas. Allí conforman la comunidad tres religiosas dedicadas a la educación, la vida sacramental y misionera.

Como en muchas iglesias de nuestra América latina, la pastoral social tiene también vida prolífera. Su rostro visi-ble es Cáritas, y entre sus actividades está la promoción y ayuda a las familias más necesitadas. Existe además la lla-mada Casa Padre Paco, de añosa tradición, cuyo objetivo es brindar hospedaje a las personas provenientes de los más remotos puntos de la provincia.

Desde hace un tiempo se vienen ensayando posibilida-des de conformar un equipo de profesionales con dedica-ción exclusiva al tema género, adicciones y otras problemá-ticas sociales.

La catequesis, por su parte, da muestras de un gran celo apostólico. Mérito de su buena organización y fecundo tra-

bajo, preparan la vida sacramental de niños, jóvenes y adul-tos. En esta línea se ubican los consejos pastorales estables, asambleas parroquiales y participación en la vida diocesa-na. Por su parte, la Pastoral Juvenil ha dinamizado la vida parroquial y es fuente real de crecimiento para los jóvenes de Jacobacci y Maquinchao.

Esta es mi tierra (Fey Tañi Mapu)

Un desafío latente que ocupa la agenda misionera en Ingeniero Jacobacci es la realidad de la originaria nación mapuche, que antaño fuera señora de estas latitudes a ambos lados de la cordillera andina, en Chile y Argentina.

Actualmente la provincia de Río Negro concentra el mayor número de comunidades aborígenes después de Neuquén y Chubut. Así, la nación mapuche representa uno de los grandes desafíos para la misión en esta zona. Ellos, con su cosmovisión, cultura y costumbres, son un territorio por indagar y un mundo por descubrir.

Ciertamente, la misión no ha llegado aún a todas estas comunidades, pero la presencia y la constancia permiten hablar hoy de una relación cercana y dialogante, especial-mente con los lonkos y sus werkenes. Los mapuche cerca-nos al catolicismo conforman “Endepa” (equipo nacional de pastoral aborigen), y en la diócesis, “Edipa” (equipo dioce-sano de pastoral aborigen), cuyas reuniones y celebracio-nes son estables, además de un tradicional espacio radial, Wecheke Newen (Fuerza Joven).

La tierra sufre dolores de parto

Todos estos aspectos de la vida parroquial llevan inevita-blemente a un firme compromiso con la creación. Se ha dicho que si lo bueno necesita aportar pruebas, entonces lo verdade-ro debe detenerse en la inteligencia. Luego, frente a la mine-ría contaminante y la explotación injustificada de los acuíferos existentes en la zona, la agrupación de “autoconvocados”, en articulación con otras instancias, ha asumido la nota callejera de reclamo, y la ha elevado a categorías de reflexión vivencial.

Acá nos despedimos. Sin lugar a dudas, el sentido de perte-nencia a la tierra significa adhesión a ella, sintiéndonos solida-rios en sus grandezas y miserias, en su presente y futuro. Tam-bién en su memoria, en sus recuerdos. De ahí que el anhelo de este escrito sea transitar entre la historia de estas tierras y nuestras propias preguntas misioneras. Es un escrito que nace de la amistad y del corazón henchido de nombres. Son simples apuntes. Eso. La evangelización en Ingeniero Jacobacci tendrá que disculpar este resumen, digamos, un tanto tosco.

Misioneros Claretianos, JacobacciErupción del volcán Puyehue.

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VIDA CLARETIANA

El nombramiento del claretiano Juan José Chaparro -“Juanjo” para sus amigos- coincidió con la fecha nacio-nal de su país, Argentina, el reciente 9 de julio.

Juanjo es hombre de 59 años, ideas muy claras, cordial, sencillo y con un historial misionero que lo llevó por caminos diversos en el servicio pas-toral: formador de seminaristas, pro-fesor del Centro de Estudios Teológi-cos y Filosóficos (CEFyT) en Córdoba, superior mayor de los claretianos en Uruguay-Argentina por nueve años seguidos. Ultimamente había ejercido como párroco y rector del santuario de San Pancracio en Montevideo, y como párroco en Lambaré, cerca de Asun-ción del Paraguay. En esta responsabi-lidad estaba cuando el papa Francisco lo ha llamado para designarlo obispo de Bariloche.

El camino recorrido

Juanjo nació en Colonia Freitas, Entre Ríos, y creció en un pequeño pueblo de la provincia de Corrien-tes. Ya joven conoció a los claretia-

nos a través del P. Joaquín Miguel, quien recorría las regiones en campa-ñas misionales. Se sintió motivado por el espíritu alegre, creativo y fraterno de la congregación claretiana y el tes-timonio sencillo de los misioneros. Y un buen día dejó su pueblo y se alis-tó entre los seminaristas que, como él mismo dice, ansiaban comunicar el evangelio de vida: “llevar vida, alentar-la y engendrar esperanza. Eso sí vale la pena. Donde sea y como sea”.

Fue ordenado sacerdote en 1980, y en l983 obtuvo la licenciatura en Teología Dogmática en la Universidad Gregoriana de Roma. A su regreso a Argentina asumió las responsabilida-des de formador, profesor y más tarde superior de los claretianos de Argenti-na y Uruguay.

Con la fuerza de Claret

En san Antonio Mª Claret encontró uno de los grandes motivos para for-mar parte de esta familia de los Hijos del Corazón de María. Su sello misio-nero le despertó el mismo fuego evan-gelizador del que hablaba Claret.

“Siento que encendido en amor se es capaz de encender a otros/as, entre-lazarse, generar y organizar la solida-ridad…con mucho coraje, con mucha valentía, con mucha libertad, con mucho cariño y ternura”, comenta Juan-jo mientras destaca la presencia de la congregación claretiana “desde el Polo Norte hasta la Patagonia, pasando por los centros de las ciudades y su mundo: parroquias, editoriales, centros educati-vos, santuarios, como también -agrega- en todas las realidades humanas que reclaman su presencia: los migrantes, adictos, y todo tipo de pobrezas”.

Misionero en tiempos de cambio

A su juicio, estamos viviendo un tiempo de cambios asombrosos, crisis de modelos, muerte de seguridades. De allí que si la Iglesia – precisa- quie-re seguir siendo fiel a Jesús, tiene que cambiar de estilos y formas, porque algunas prácticas eclesiales ya no sig-nifican nada para la gente de hoy.

Juanjo confía en que, para dar res-puestas a las nuevas situaciones, la familia claretiana tiene una clave insu-

Un “correntino” a la Patagonia

Juan José Chaparro, obispo electo de S. Carlos de Bariloche

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perable: la Palabra de Dios, siempre nueva, cuestionante, y, por otra parte, la cercanía y encuentro cotidiano con la gente, lo cual le permitirá dar res-puestas oportunas y eficaces en cada situación.

“Así lo vivió Claret, quien sintió infla-mar su corazón en el Corazón de María, su Madre, y esto lo hizo más cercano y solidario con los hermanos”.

La necesaria creatividad pastoral

Por cierto, el enorme desafío que hoy enfrenta la Iglesia católica es cómo encantar a las nuevas genera-ciones para anunciarles de un modo creíble el evangelio de Jesús. El obis-po electo siente que ello debe hacerse con apertura de corazón y de mente hacia todos, presentando a Jesús, el Señor, como respuesta profunda a las inquietudes de todo ser humano. Recalca lo necesario que es respetar la libertad de cada cual y proponer un estilo de vida con alegría y pasión por el Reino de Dios. Sea con obras peque-

ñas, como también con fuerza y creati-vidad hasta lo imposible.

El momento que están viviendo los claretianos de Argentina, Paraguay, Chile y Uruguay al unir fuerzas y pro-gramas le parece a Juanjo una opor-tunidad especial para esa creatividad que hace salir de las rutinas. Dice:

“Hay nuevos rostros, nuevos pensa-mientos, nuevas actitudes, nuevas con-figuraciones, nuevas posibilidades, para enfrentar juntos los desafíos de esta zona sur del continente”.

Tiene clara conciencia de que esta misión se debe realizar en comunión con otros (“vayan de dos en dos”, dijo Jesús), y en este sentido, agrega:

“Las diversas vocaciones enrique-cen la misión. Para mí ha sido suma-mente enriquecedor trabajar con laicos/as, muchos de ellos/as entusiasmados, entregados, generosos. También con otras congregaciones y organizaciones. De todos modos tenemos que andar mucho, y vivir todo desde el corazón… Estar dispuestos a cambios, no sólo los misioneros claretianos, sino todos/as. Y abrirnos aun más a los horizontes del

compartir con otros cristianos y religio-sos del mundo. Yo agradezco a Dios todos los días por haberme llamado a esta familia donde encontré mi lugar en el mundo”.

Cómo hacer comunidad

Ahora, como pastor en la iglesia patagónica, Juanjo tendrá oportuni-dad de seguir construyendo la gran comunidad fraterna que siempre ha soñado: con presencia entre la gente, con amistad y diálogo, con propuestas renovadoras, con mate compartido y, en su caso, con más de un chamamé escuchado cien veces pero que siem-pre le acaricia los oídos y el corazón.

Y para ayudarlo en esa tarea pas-toral podrá contar también con sus hermanos claretianos que desde las inmensas soledades patagónicas de Ingeniero Jacobacci acompañan a gentes y poblados en sus luchas por la vida. Nuestra Señora de Nahuelhuapi los cuidará a todos.

Silvia Yermani Valenzuela y Agustín Cabré Rufatt

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17REFLEXIONES

Dar la vida por Cristo, también es de esta era

A mediados de octubre, mes misionero, mes claretiano, se celebrará en la ciudad de Tarragona, España la liturgia de beatificación más grande de la historia cristiana moder-na: poco más de 540 mártires serán declarados cristianos ejemplares por su testimonio de vida y su fidelidad al Señor hasta la muerte. Todos, hombres y mujeres, enfrentaron la fusilería del odio a la religión gritando “¡viva Cristo Rey!”. Los asesinos tiraron cal sobre sus cuerpos acribillados para hacer desaparecer hasta su memoria. Pero nada pudo ente-rrar su lealtad y hacer olvidar su ejemplo.

Era el fatídico año 1936, cuando la rabia contenida por siglos en los pechos de generaciones abrumadas por las injusticias se alzó como una ola de muerte y exterminio a todo lo que les significara el triple poder conformado por la Iglesia-los militares-el capital, según decían las proclamas panfletarias de los anarquistas. Y en esa exaltada acusación no todo era mentira, según señala el obispo Pedro Casaldá-liga (“Holocausto claretiano de Barbastro”).

Reguero de muerte y gloria

A partir del 18 de julio de ese año, España quedó dividi-da en dos bandos enfrentados a muerte: guerra civil, revolu-ción, cruzada…, diversos nombres dados a la más ambigua y contradictoria de las luchas asesinas de toda la historia de España, que tuvo implicaciones sociales, políticas, religio-sas, nacionales, regionales e internacionales.

Cincuenta y un mártires, el seminario claretiano comple-to situado en la ciudad de Barbastro, fueron asesinados en agosto. Serían beatificados el 25 de octubre de 1992 por el papa Juan Pablo II.

En el grupo de mártires que ahora serán beatificados en Tarragona están también 23 misioneros claretianos. Casi todos eran muchachos veinteañeros que se prepara-ban para entregar su vida a la evangelización del mundo, especialmente en las zonas más alejadas y empobrecidas. La rabia anarquista impidió entonces esa meta. Hoy día su ejemplo es vigor juvenil y misionero en todo el mundo.

Entre los mártires figura el colombiano Jesús Aníbal Gómez, fusilado con sus compañeros de seminario en la estación de trenes de un pueblo por donde pasó el ferro-carril que los conducía a la prisión. En la declaración de

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na en el término del monte del Otero, a medio camino entre Guijosa y Sigüenza. Una voz ordenó al P. José Mª que bajara. El entendió la orden, perdonó a sus enemigos y emprendió, peregrino del cielo, la subida al Otero.

Sonó una descarga de fusiles, y el siervo de Dios se des-plomó en cruz. Era la una de la tarde del 27 de julio de 1936. Uno de los milicianos comentaría más tarde: “Como aquel fraile que estaba con estos chicos, que aún decía que nos perdo-naba cuando le íbamos a matar”.

El mayor testimonio de consecuencia

En la falda del Otero, en el lugar del martirio, está clavada una cruz para perpetua memoria.

Morir acribillados gritando “¡viva Cristo rey!” y perdonan-do a los asesinos fue la tónica general de todos esos marti-rios. El superior general de los misioneros, P. José M. Abella, ha escrito con esta ocasión:

“A través de estas expresiones, nuestros hermanos manifes-taban su fe, reafirmaban su fidelidad vocacional y proclamaban su esperanza. A través de ellas asoma el testimonio de una vida centrada en Cristo y en el Reino, una vida que sólo desde Él tenía sentido. Por ello fueron capaces en aquel momento de descubrir, también desde Él, el sentido de su muerte como último acto de adhesión a los valores que habían inspirado su camino y llena-do su corazón de proyectos y esperanzas. Su grito nace de una experiencia profunda que había conformado su vida y ahora lle-naba de sentido su muerte. Llenos de confianza, se entregaban en las manos del Padre que los llamó y de la Madre que siempre los acompañó”.

A.C.R.

REFLEXIONES

alguien que iba también de pasajero en ese tren y que vio el asesinato, se lee:

“Ordenaron a los frailes que bajasen, que habían llegado a su sitio. Unos bajaron voluntariamente diciendo: Sea lo que Dios quiera,moriremos por Cristo y por España. Otros se resistían, pero con las culatas de los fusiles les obligaron a bajar. Los mili-cianos se pusieron junto al tren y los frailes frente a ellos de cara. Algunos de los frailes extendieron los brazos, gritando ¡Viva Cris-to Rey y Viva España! Otros se tapaban la cara. Otros agacharon la cabeza. Uno que era muy bajito daba ánimos a todos. Empe-zaron las descargas y todos los frailes cayeron al suelo… Al incorporarse, algunos con las manos extendidas gritaban ¡Viva Cristo Rey!; volvieron a dispararles y cayeron.”

Otro de los mártires es el P. José María Ruiz. A sus 29 años era el encargado del colegio de niños que a modo de semi-nario menor tenían los claretianos en la ciudad de Sigüen-za. Hasta allá llegaron también los anarquistas. Ubicaron cerca de allí al padre José María, y lo tomaron prisionero ante la vista aterrorizada de los colegiales. “Durante una hora lo tuvieron retenido en un coche flanqueado por dos milicia-nas. Los chicos iban reuniéndose alrededor,... -“No temáis, no pasa nada. Muero contento”, decía el padre a los muchachos.

En éstas, unos milicianos que venían de profanar la iglesia traían de mala manera una imagen del Niño Jesús. Con des-fachatez se lo arrojaron al P. José Mª diciéndole: -“Toma, para que mueras bailando con él”. El padre lo apretó cuidadosa-mente sobre su corazón. Pero el miliciano se lo arrebató brus-camente y lo arrojó contra el suelo.

El coche echó a andar… El padre se despidió diciendo: -¡Adiós, hijos míos!, y los bendijo. Pronto se detuvo la carava- t

Jaume Mir Vime Frederic Vila Bartoli

Andreu Feliu Sebastia Balsells Antoni Vilamassana Pau Castella Antoni Capdevila

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Proclade: Un proyecto de evangelización aterrizada en la realidad

Su nombre puede sonar todavía algo extraño: Proclade. Talvez porque circula desde hace poco tiempo en el ámbito de la amplia familia que en Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay se agrupa desde hace dos años en la Provincia Claretiana de San José del Sur. Sin embargo, un trabajo activo de difusión que sus responsables vienen realizando en todos los ámbitos de la misión claretiana en este rincón austral de América, ha permitido que no sólo el nombre de Proclade vaya sonando ya familiar en parroquias, colegios, san-tuarios y otras obras claretianas de los cuatro países, sino lo principal: que los objetivos de este interesante proyecto se vayan implementando en beneficio del pueblo cristiano.

Proclade, o Promoción Claretiana de Desarrollo –que en este caso agre-ga como apellido San José del Sur- podría resumirse como un enfoque de

la misión claretiana en orden a hacer de la evangelización un instrumento de desarrollo integral, es decir, que no mire sólo al alma de las personas, sino a la realidad plena de los seres huma-nos, dotados de alma y cuerpo con necesidades múltiples en ambos pla-nos, pero tampoco se quede sólo en las carencias individuales, sino tam-bién –y de modo especial- busque el desarrollo de las personas en los ámbi-tos de la familia, el trabajo y todos los niveles de la sociedad. Porque es en ellos donde la persona puede desarro-llar todas sus capacidades como tal, o verse impedida de realizarlas.

En la línea del Evangelio y de Claret

“Vine para que tengan vida, y la ten-gan en abundancia” proclamó el Señor Jesús (San Juan 10,10). Y que se trata-

VIDA CLARETIANA

Visita a la comunidad de Florencio Varela.

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ba de una vida integral y no sólo de las almas, queda en claro con su pro-pio ejemplo. Porque Jesús “pasó por el mundo haciendo el bien y sanando a todos” (Hechos 10, 34-38). Y así como perdonó pecados, consoló a los tristes, predicó el amor a su Padre y entregó su vida por la humanidad, llamó también a “buscar el reino de Dios y su justicia” (S. Mateo 6, 25-33), alabó como bienaven-turados a quienes tienen hambre y sed de ella (S. Mateo 5,6), dio de comer a los hambrientos, sanó a los enfermos y hasta resucitó a muertos. Según él no se puede entender el amor a Dios sin un amor al prójimo en obras concretas fren-te a sus necesidades. Al final de nues-tras vidas se nos juzgará como bendi-tos si dimos de comer al hambriento, de beber al sediento, vestimos al desnudo, visitamos al enfermo y al preso… Si lo hicimos o no, fue como haberlo hecho o no con él mismo (S. Mateo 25, 35-45).

Fernando Guzmán junto a la comunidad de Progreso, Argentina.

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Así lo han entendido a lo largo de dos milenios los grandes santos y seguidores más notables de la “Buena Noticia” del Salvador. Y así lo entendió también Antonio María Claret.

Talvez donde mejor pueda apre-ciarse la predicación “aterrizada” de Claret sobre el desarrollo integral del pueblo fue durante sus seis años como arzobispo de Santiago de Cuba, entre 1851 - ’57.

Fue la oportunidad en que pudo conocer directamente las injusticias, lacras y miserias que desde siglos des-angraban a la mayor parte de los lati-noamericanos y que perduran hasta hoy en buena parte del continente.

Fue así como, viendo a un hacen-dado azotar a un esclavo, le quitó el látigo de las manos, tómo un trozo de papel blanco y otro negro, quemó los dos, y encaró al negrero: “¿cree usted que hay diferencia entre las respec-tivas cenizas? Así de iguales somos todos ante Dios”.

Preocupado por la miseria y pos-tración de gran parte de sus feligreses, creó instituciones religiosas y socia-les para niños y ancianos; propició la alfabetización pública; fundó asilos, internados, escuelas técnicas y agrí-colas; fomentó la creación de cajas de ahorro; apoyó la reconstrucción des-pués de tres terremotos ocurridos en su período episcopal; a pie o a caballo

recorrió cuatro veces su enorme dió-cesis, para compenetrarse de la reali-dad y buscar soluciones. Se enfrentó a las injusticias y las denunció con valen-tía. Ello le valió un intento de asesina-to manejado por algunos poderosos y ejecutado por un sicario que le pro-pinó un gran tajo en el rostro y una mano tratando de degollarlo.

En busca del desarrollo integral

No ajenos a las situaciones de pobreza, inequidad y falta de oportu-nidades que aquejan hoy a una gran parte de sus territorios de misión, los hijos de Claret vienen desarrollando desde largo tiempo diversas iniciativas de promoción del bienestar humano y social adecuadas a cada realidad, en el ámbito de la justicia y la paz.

De esta forma, tras organizarse a partir de lo que se llamó Procura de Misiones, Procla-de lleva largos años de trabajo, a partir de diversas zonas de España donde se ha constituido como fundación y ha extendido su labor promocional por territorios de

VIDA CLARETIANA

Equipo PROCLADE: P.José Luis Latorre, P. Francisco San Martín, Adonis Artigas, Fernando Guzmán y Herminia Morales.

misión en otros continentes. En varios de ellos lo hace con el estatus jurídico de ONG u Organización No Guberna-mental, lo que le permite relacionarse con importantes redes de promoción social y obtener colaboración para sus proyectos de desarrollo. En Latinoamé-rica, Proclade ha realizado proyectos de cooperación, servicio social voluntario y otras iniciativas, en países como Hon-duras, Haití, Colombia, Perú, Paraguay y otros. En algunos de ellos se ha organi-zado como fundación local.

La propia congregación claretiana mantiene presencia activa reconoci-da oficialmente en la ONU mediante el Ministerio Claretiano en las Nacio-nes Unidas, una ONG encabezada por cuatro claretianos de USA y uno que labora en Argentina. Esta organiza-ción toma parte y promueve accio-

Visita a diferentes comunidades pertenecientes a la Provincia de San José del Sur.

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21VIDA CLARETIANA

nes en temas como la pacificación de conflictos internacionales; control de la compraventa de armas; coopera-ción a programas en favor de los jóve-nes, especialmente pobres y margina-dos; derechos de las etnias originarias; desarrollo sostenible de los países más pobres, o avances en la promoción de la paz, la justicia y la integridad de la creación.

En el Cono Sur americano los misio-neros claretianos a cargo de la Prelatu-ra de Humahuaca crearon la Funda-ción Oclade, Obra Claretiana para el Desarrollo, que lleva 30 años de labor al servicio de una de las áreas más pobres y marginadas de Argentina, con población mayoritaria de origen étnico atacameño. Proclade Paraguay, por su parte, tiene más de 10 años de trabajo. Tratándose de países donde los misioneros claretianos conforman la provincia de San José del Sur, estas experiencias constituyen bases valio-sas para organizar Proclade en Argen-tina, Chile y Uruguay.

A ello está dedicado hoy el P. José Luis Latorre, con sede en Santiago de Chile tras haber misionado en Paraguay por 17 años después de hacerlo por más de 25 en su natal España.

La implementación de Proclade San José del Sur está a cargo de un equipo directivo que junto al P. José Luis integran el P. Francisco San Mar-tín, el seminarista Adonis Artigas y los

laicos Herminia Morales, de Chile, y Fernando Guzmán, de Argentina.

Juntos han ido recorriendo las comunidades claretianas de los cuatro países, para dar a conocer en sus parro-quias, colegios, santuarios y demás obras de evangelización los objetivos de la naciente fundación, su organiza-ción y las tareas que tiene por delante.

Una iniciativa en marcha

En Proclade se han integrado cua-tro áreas que por años venían desa-rrollando sus propias iniciativas en el ámbito social: Jupic –Justicia, Paz e Integridad de la Creación– dedicada a promover la defensa de la vida ame-nazada, la justicia, la construcción de la paz y el cuidado de la Madre Tie-rra; Misión Solidaria, que ha promovi-do la sensibilización, formación y con-cientización misionera desde la pers-pectiva de la solidaridad con los más pobres; Proyectos, que busca preci-samente la implementación de ini-ciativas sociopastorales en orden a la dignificación de los sectores empo-brecidos y vulnerables, y Voluntaria-do, que pretende incentivar, formar y acompañar la entrega de trabajo voluntario en favor de comunidades pobres situadas en territorios misio-neros “de frontera”. Jóvenes laicos de Chile y Argentina desarrollan desde hace más de dos años una hermosa

labor en Haití, el más pobre y sufrido entre los países de América.

En esta primera etapa, explica el P. José Luis, se busca sensibilizar y con-cientizar a las diversas comunidades sobre las implicancias integralmente humanas y sociales de la evangeliza-ción misionera; incentivar la intregra-ción de religiosos y laicos a las tareas consiguientes; responder en forma efi-caz a los requerimientos de la opción por los pobres, excluidos y vulnera-bles, de acuerdo a los diferentes espa-cios y medios disponibles.

Se barajan al respecto varios pro-yectos sociales y pastorales, pero –señala– a medida que se profundi-za en las realidades de los cuatro paí-ses se van descubriendo necesidades urgentes que obligan a priorizar tareas y buscar los recursos. Porque las nece-sidades van desde la construcción de casas, caminos y puentes rurales a la acogida, defensa y apoyo de inmigran-tes, la realización de talleres de forma-ción y capacitación, y muchas otras.

Una amplia tarea que, sin duda, cuestiona e incentiva a constituir a Proclade en un instrumento donde se integren en forma orgánica y eficien-te los esfuerzos de la familia claretiana por realizar en este rincón de América un anuncio “aterrizado” del mensaje cristiano del amor fraterno.

Alfredo Barahona Z.

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Visita a diferentes comunidades pertenecientes a la Provincia de San José del Sur.

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22 REFLEXIONES

Julio de 2013 dejará en Brasil el sello de una singular fiesta de alegría y de fuerza joven, no convocada por el balón ni por un carnaval, sino por la figura del Cristo Joven, que en pleno siglo XXI sigue cautivando el corazón de miles de jóvenes en el mundo entero.

Generalmente se dice que cuan-do la Iglesia se reúne con los jóvenes y a ellos se les brinda la posibilidad de expresar lo que piensan y lo que espe-ran, surge la “desarticulación”, pues-to que hay una fuerza intrínseca en el corazón joven que tiende a ello.

Cuando el papa Juan Pablo II visi-tó Chile en 1987, reunido con los jóve-nes en el Estadio Nacional les pregun-tó por varias cosas, y a la hora de decir-les ¿verdad que queréis rechazar el ídolo del sexo, del placer, que frena vuestros anhelos de seguimiento de Cristo por el camino de la cruz que lleva a la vida?, en el estadio resonó un “¡No!” que des-articuló parte del discurso del Papa, y un escalofrío recorrió a los purpurados presentes. Después se dijo que fue una broma de los jóvenes al Papa.

En una de las visitas del mismo Juan Pablo II a Brasil, reunido con las comunidades eclesiales se le ocurrió decir: “yo soy un amante de la Teología de la Liberación”. La asamblea respon-dió con una carcajada, y entre pasillos se decía “¡buena la broma que nos hizo el Papa!”.

¿Se le ocurrirá al papa Francisco dejarse desarticular por los jóvenes?

Creo que el paso ya lo dio él mismo, y como lo diría san Pedro en su primer discurso el día de Pentecostés a la gente reunida en Jerusalén, “la Buena Noticia de Jesús… no la parará nadie”.

De qué desarticulación se trata

Defino aquí lo que entiendo por desarticulación: romper un esquema, desarmar algo que se tenía “ordena-do”, y provocar con ello una apertura o vacío de lo que estaba preestablecido.

Desde esta óptica bien podemos decir que algo de desarticulación ha tenido cada una de las jornadas mun-diales de la juventud.

¿”Desarticuladora” para la Iglesia?Jornada Mundial de la Juventud:Jornada Mundial de la Juventud:

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23REFLEXIONES

Lo primero es recordar que las JMJ las convocó como encuentro periódi-co permanente un papa que fue actor en sus años mozos, y que desde las tablas de un teatro representaba his-torias, anhelos y sueños en una Polo-nia que vivía tiempos difíciles.

La primera JMJ así establecida se realizó en 1986 en Roma, después de decantar las experiencias del año inter-nacional de la juventud (1985), donde la Iglesia miró las nuevas realidades que le tocaba vivir a la juventud mundial.

Para la JMJ celebrada en Madrid (2011), se esperaban fuertes marchas contrarias al papa Benedicto XVI; se auguraba poca participación (llegaron cerca de 2 millones de jóvenes), produc-to de los últimos escándalos sexuales en la Iglesia que habían aflorado por los medios de comunicación.

Se esperaba mostrar a un Iglesia anquilosada, llena de adultos mayo-res (con la fe de los abuelos), y se mos-tró una iglesia joven y de compromiso.

Francisco en Brasil

El papa Francisco llega a una por-ción de su Patria Grande; al país del que conoce parte de su historia de camino, luchas, esperanzas; llega al país desde donde aprendió el valor de la “opción por los pobres” y el testimo-nio de muchos hombres y mujeres de fe que se han jugado su vida al lado de los empobrecidos.

Llega a desarticular a algunos movimientos religiosos que a veces tienen “delirios de espiritualismo”; y ciertamente que los desarticulará.

¿Será un papa desarticulador del encuentro? Creo que sí. Escuché en estos días que Francisco solicitó que la película “Un Dios Prohibido” –sobre el testimonio martirial de los 51 claretia-nos de Barbastro en 1936– entrara en el programa oficial de la JMJ. Esta jor-nada ya estaba organizada, y por peti-ción del Papa se incorpora algo nuevo.

Si Francisco llegase a decir la misma frase del beato Juan Pablo II sobre la Teología de la Liberación, creo que los participantes no soltarían una carcaja-da sino un aplauso que haría mover de su sitio a quienes han creído que es un tema en franca decadencia.

Sé por la organización del encuen-tro que se han preparado diversos sectores (273) a los que se ha llamado “lugar de catequesis”, repartidos en 10 regiones de Río de Janeiro y diócesis vecinas. Estos lugares podrán ser ver-daderos “cenáculos” de nuevos pente-costés para la Iglesia en cada país.

Los jóvenes pedirán coherencia y testimonio a la Iglesia; pedirán lo que el papa Francisco ya ha pedido y ha dejado entrever que se realiza sin muchos ruidos, con el silencio acos-tumbrado del que se vale el Reino de Dios para crecer.

Pedirán cercanía de sus pastores, pero cercanía real, de esa empática y sudorosa, de la que se gesta caminando jun-tos por barria-das, repartien-do solidaridad y celebrando la fe incluso en medio de los basura-les; porque a la hora de la JMJ, muchos jóvenes ya habrán escu-chado y decan-tado uno de los temas preferidos del papa Fran-cisco: “una igle-sia pobre para los pobres”.

Creo que esta JMJ desarticula-rá, ciertamente, a nuestra iglesia: se nos mostrará una iglesia más parti-

cipativa y convincente en diversidad y unidad, con un compromiso más social que de caridad. Promocionará el compromiso social, porque el Reino de Dios surge desde los estratos sociales.

Quiero creer que se mostrará a un Cristo más Nazareno que “Pantocrátor” (Todopoderoso), y a una iglesia más de comunidad que de catedrales.

Quiero creer que las sedes de cate-quesis se llenarán más que de las “de defensa de Fe”, en “catequesis de diá-logo y tolerancia”.

¿Controlar al Espíritu?

La JMJ brasileña se realiza en tie-rras riquísimas de experiencia eclesial de mutua participación, de culto y de trabajo, de festejar en alegría lo ritual, pero con la danza de los hijos de Dios, entre los sin tierra y los peregrinos hacia la tierra del Reino. Espero ver el abrazo fraterno entre Francisco y Leo-

Continúa >>

JMJ 2011 Madrid.

S.S. Juan Pablo II en su visita a Chile en 1987.

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24 REFLEXIONES

nardo, entre Pedro y Oscar, todos acurru-cados en torno a los brazos de la Madre Morena, la campesina de Nazareth que se hace campesina entre los sin tierras y los indígenas, entre los labradores, obreros y profesionales. Pero también, durante estos últimos tiempos, Brasil ha estado viviendo una serie de protes-tas en donde la población ha salido a las calles a manifestarse contra las alzas económicas que el gobierno ha impues-to de manera implacable.

Se ha prometido, por parte del gobierno, una serie de medidas de seguridad para la buena realización de la JMJ y la seguridad del Papa. Me pre-gunto: ¿podrán todas esas medidas de

seguridad controlar la fuerza del Espí-ritu y los sueños de miles de jóvenes reunidos en los espacios destinados para la reflexión?

Creo que esta JMJ se enmarca en tiempos sociales de “indignados”, de “impedidos”, y sobre todo en tiempo en que la joven iglesia espera, sueña y confía mucho en sus nuevos pastores.

La JMJ desarticulará una vez más lo preestablecido por la sociedad, por-que al Espíritu no se le puede aprisio-nar en esquemas. “Él hace nuevas todas las cosas”.

El 21 de junio el papa Francisco cum-plía 100 días en el servicio de ser “Puen-

te” (Pontífice). Aún no ha escrito una carta magna ni encíclica, sino pequeños comentarios y homilías que han deja-do un gusto muy placentero en el cora-zón de los diferentes auditorios (y lecto-res de twits) presentes en estos 100 días. Francisco ya ha comenzado a alentar los caminos de una nueva iglesia.

“Jóvenes: juéguense la vida por gran-des ideales.Nosotros los cristianos no hemos sido elegidos por el Señor para las cosas pequeñas. Vayan siempre más allá, hacia las cosas grandes” (Francisco).

Pepe Abarza Morales, cmf [email protected]

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Papa Francisco recorriendo las calles de Brasil en la Jornada Mundial Juvenil 2013.

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DE LO NUESTRO

cultura mapuche:

Así llegó el fuego, bendición de los antepasados

Antes que los mapuche descubrieran cómo hacer el fuego, vivían en grutas de la montaña.

El Sol y la Luna daban vida a la Tierra como dioses buenos. Por eso los llamaban Padre y Madre. Cada vez que salía el Sol, los saludaban. La Luna, al parecer cada veintiocho días, dividía el tiempo en meses. Al no tener fuego, porque no sabían encenderlo, devoraban crudos sus alimen-tos; para abrigarse en tiempo frío se apiñaban por las noches en grutas, con sus anima-les: perros salvajes y llamas que habían domesticado. Tenían horror a la oscuridad, que era signo de enferme-dad y muerte.

En una de esas grutas vivía una familia: Caleu, el padre, Mallén, la madre, y Licán, la hijita. Una noche, Caleu se atrevió a mirar el cielo de sus antepasados, y vio un signo nuevo, extra-ño, en el poniente: una enorme estrella con una cabellera dorada.

Preocupado, no dijo nada a su mujer, y tampoco a los vecinos que vivían en las grutas cercanas. Aquella luz celestial se parecía a la de los volcanes. ¿Traería desgracias? ¿Quemaría los bosques? Aunque Caleu guardó silencio, no tardaron en verla los otros mapuche. Hicieron reuniones para discutir qué podría signi-ficar ese hermoso signo del cielo. Decidieron vigi-lar por turno junto a sus grutas.

El verano estaba llegando a su fin, y las muje-res subieron una mañana muy temprano a bus-car frutos de los bosques para tener comida en

el tiempo frío. Mallén y su hijita Licán treparon también a la montaña.

-Traeremos piñones dorados y avellanas rojas -dijo Mallén.

-Traeremos raíces y pepinos del copihue -agregó Licán. La niña había acompañado otras veces a su madre en estas excursiones y se sen-tía feliz.

-Vuelvan antes de que caiga la noche -les advirtió Caleu.

-Si nos sorprende la oscu-ridad nos refugiaremos en

una gruta que hay allá arriba, en los bos-

ques -lo tranquilizó Mallén.

Las mujeres llevaban canas-tos tejidos con e n r e d a d e r a s . Parecía una pro-cesión de choro-

yes, conversan-do y riendo todo

el camino. Allá arri-ba había gigantescas

araucarias que dejaban caer lluvias de piñones. Y los

avellanos lucían sus frutas redon-das, pequeñas, rojas unas, color violeta y

negras otras, según iban madurando.No supieron cómo pasaron las horas. El sol

empezó a bajar, y cuando se dieron cuenta esta-ba por ocultarse. Asustadas, las mujeres se echa-ron los canastos a la espalda y tomaron a sus niños de la mano.

-¡Bajemos, bajemos! -se gritaban unas a otras.-No tendremos tiempo. Nos pillará la noche,

y en la oscuridad nos perderemos para siempre -advirtió Mallén.

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26 DE LO NUESTRO

-¿Qué haremos entonces? -dijo la abuela Coillalla, que no por ser la más vieja era la más valiente.

-Yo sé donde hay una gruta por aquí cerca, no tenga miedo, abuela -dijo Mallén.

Guió a las mujeres con sus niños por un sendero rocoso. Sin embargo, al llegar a la gruta ya era de noche. Vieron en el cielo del poniente la gran estrella con su cola dorada. La abuela Coillalla se asus-tó mucho.

-Esa estrella nos trae un mensaje de nuestros antepasados que viven en la bóveda del cielo -exclamó.

Licán se aferró a las faldas de su madre, y lo mismo hicieron los demás niños.

-Vamos, entremos a la gruta y dormiremos bien juntas para que se nos pase el miedo -dijo Mallén.

-Eso sería lo mejor, murmuró Coillalla, tem-blorosa.

Ella conocía viejas historias, había visto reventarse volcanes, derrumbarse monta-ñas, inundarse territo-rios, incendiarse bos-ques enteros. No bien entraron a la gruta, un profundo ruido subte-rráneo las hizo abrazar-se invocando al Sol y la Luna, sus espíritus pro-tectores. Al ruido siguió un espantoso temblor que hizo caer cascajos del techo de la gruta.

El grupo se arrinconó, aterrorizado. Cuando pasó el terremoto, la montaña siguió estremeciéndose como el cuerpo de un animal nervioso. Las mujeres palparon a sus hijos. No, nadie estaba herido. Respiraron un poco y miraron

hacia la boca blanquecina de la gruta. Por delante de ella cayó una lluvia de piedras, que al chocar echaban chispas.

-¡Miren! -gritó Coillalla. ¡Piedras de luz! Nuestros antepa-sados nos mandan este regalo.

Cómo luciérnagas de un instante, las piedras roda-ron cerro abajo, y con sus chispas encendieron un enor-me coihue seco que se erguía al fondo de una quebrada. El

fuego iluminó la noche, y las mujeres se tranquiliza-ron al ver la luz.

-La estrella, con su espíritu protector, mandó el fuego para que no ten-gamos miedo -dijo la abuela Coillalla, riendo.

Niños y mujeres tam-bién rieron, aplaudiendo el fuego. El grupo con-templó luego, silencioso, las llamas, como si fueran el mismo Padre Sol que hubiera venido a acom-pañarlos. Se sentaron junto a la gruta, oyendo crepitar las llamas como una música desconocida. Al rato llegaron los hom-bres, desafiando las tinie-blas por buscar a sus niños y mujeres.

Caleu se acercó al incendio y cogió una llama ardiente; los otros lo imitaron, y una proce-sión centelleante bajó de los cerros hasta sus casas. Por el camino iban encen-diendo otras ramas para guiarse. Al otro día, oyen-

do el relato de las piedras que lanzaban chispas, los otros mapuche subieron a recogerlas. Y al frotarlas contra ramas secas lograron encender pequeñas fogatas. Habían descu-bierto el pedernal. Habían aprendido cómo hacer el fuego.

Desde entonces, los mapuche tuvieron fuego para alum-brar sus noches, calentarse y cocer sus alimentos. t

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27DE LO NUESTRO

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Pablo Neruda

Una mujer y un hombre son las mayores glorias literararias de la nación chilena, ambos honrados con el Premio Nobel: Gabriela Mistral, en 1945, y Pablo Neruda, en 1971.

Nacido el 12 de julio de 1904 como Neftalí Reyes Basoalto, en la enton-ces pequeña ciudad de Parral de la actual región del Maule, Neruda fue hijo de un modesto maquinista ferro-viario, duro oficio que marcaría la vida del poeta con el encanto de los trenes, el sufrido destino de los obreros, el frío y las lluvias interminables del sur chileno, el misterio de las noches des-piertas por las pitadas de la locomo-tora que traía sólo de paso al proge-nitor ausente, la soledad del hijo y de la madre, que murió tempranamente.

La sensibilidad del muchacho, impactado profundamente por esa infancia dolorida, encontraría en su segunda madre, no madrastra, el cari-ño, la comprensión y el incentivo para que, a contrapelo del padre, dejara crecer su melena, asumiera una capa negra y un chambergo como sello de su personalidad, y se dedicara a soñar con las musas en vez de las palancas de una locomotora.

Merced a esta rebeldía y la compli-cidad de aquella singular mujer, flore-cería uno de los mejores y más influ-yentes literatos de habla hispana, «el más grande poeta del siglo XX en cual-quier idioma», según Gabriel García Márquez. “Ningún poeta del hemisfe-rio occidental de nuestro siglo admi-te comparación con él», ha dicho por su parte el prestigiado crítico literario norteamericano Harold Bloom, para quien Neruda es uno de los veintiséis autores centrales de la literatura occi-dental de todos los tiempos.

Afincado con su familia en la sure-ña Temuco, entonces bisoño corazón

de la Araucanía, publica allí a los 17 años su primer artículo periodístico. A los 19 obtiene el galardón literario ini-cial, y poco después conoce a Gabriela Mistral, quien alienta con entusiasmo caluroso su vena poética. Por enton-ces ya esconde su nombre bajo el seu-dónimo que lo inmortalizaría, el que se cree inspiró en el escritor checo Jan Neruda y se autoimpuso para esqui-var los enojos del padre por tener un hijo poeta.

Cultor de los cuatro vientos, la bohemia y la vida sin fronteras, estu-dia pedagogía en francés viviendo en una pobre residencial en Santiago, y hace de las noches días junto a otros candidatos a artistas. En 1924 publica sus famosos “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, y en 1926 tres breves libros: “El habitante y su esperanza”, “Anillos” y “Tentativa del hombre infinito”.

Ello le abre las puertas del minis-terio de Relaciones Exteriores, que en sucesivos destinos lo nombra cónsul de Chile en Sri Lanka, Java, Singapur, Buenos Aires, Barcelona y Madrid.

Se relaciona en España con el arte y los ímpetus revolucionarios que agi-taban a García Lorca, Rafael Alberti, Pablo Picasso, Pablo Casals y otros de su talla, abraza la causa republicana española, y después la militancia en el Partido Comunista.

Este compromiso político lo lleva al Senado en Chile, y luego a salir clan-destinamente al exilio, en los días más duros del Macarthismo que imperó en la América de la segunda posguerra.

Regresa a Chile en 1953, consagra-do ya como uno de los grandes expo-nentes de la literatura hispanoameri-cana.

Tras culminar el movimiento polí-tico de izquierda que en 1970 lleva a la Presidencia de Chile al doctor Salva-dor Allende, éste lo designa embaja-dor en Francia, donde lo sorprende el Premio Nobel por su relevante trayec-toria literaria. En ella destacan obras ya universales como “Residencia en la Tierra”, “Canto General”, “Odas elemen-tales”, “Cien sonetos de amor”, “Memo-rial de Isla Negra” y otras, dentro de una larga lista.

Doce días despúes del golpe mili-tar que en 1973 derrocó y llevó a la muerte al Presidente Allende, Neru-da falleció en una clínica de Santia-go. Su deceso, atribuido entonces a un cáncer de próstata, está siendo inves-tigado por la justicia cuarenta años después, ante fundados indicios de que habría sido asesinado por esbirros de la dictadura pinochetista.

Alfredo Barahona Z.

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Oda al cactus de la costa (fragmento)

Agosto llega, la primavera duerme confundida en el frío, todo en la costa tiene sabor negro, las olas se repiten como pianos, el cielo es una nave derribada, enlutada, el mundo es un naufragio, y entonces te escogió la primavera para volver a ver la luz sobre la tierra y asoman dos gotas de la sangre de su parto en dos de tus espinas solitarias, y nace allí entre las piedras, entre tus alfileres, nace de nuevo la marina primavera, la celeste y terrestre primavera. Allí de todo lo que existe, fragante, aéreo, consumado, lo que tiembla en las hojas del limonero o entre los aromas dormidos de la imperial magnolia, de todo lo que espera su llegada, tú, cactus de las arenas, pequeño bruto inmóvil, solitario, tú fuiste el elegido y pronto antes que otra flor te desafiara, los botones de sangre de tus sagrados dedos se hicieron flor rosada, pétalos milagrosos. Así es la historia, y ésta es la moral de mi poema: donde estés, donde vivas, en la última soledad de este mundo, en el azote de la furia terrestre, en el rincón de las humillaciones, hermano, hermana, espera, trabaja, firme con tu pequeño ser y tus raíces. Un día para ti, para todos, saldrá desde tu corazón un rayo rojo, florecerás también una mañana: no te ha olvidado, hermano, hermana, no te ha olvidado, no, la primavera: yo te lo digo, yo te lo aseguro, porque el cactus terrible, el erizado hijo de las arenas, conversando conmigo me encargó este mensaje para tu corazón desconsolado. Y ahora te lo digo y me lo digo: hermano, hermana, espera, estoy seguro: No nos olvidará la primavera.

Pablo Neruda

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