tarea nº 1 santo cristo de bronce

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TAREA Nº 1 SANTO CRISTO DE BRONCE Nombre: Mishel Arando Gonzales Curso: 2do B de secundaria Año: 2015

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santo cristo de bronce

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TAREA N 1 SANTO CRISTO DE BRONCE

TAREA N 1SANTO CRISTO DE BRONCENombre: Mishel Arando GonzalesCurso: 2do B de secundariaAo: 2015

EL SANTO CRISTO DE BRONCEDoa Magdalena Tellez, fue all por los aos de mil seiscientos sesenta y tres de la era cristiana, una real moza, criolla, viuda, rica, mujer limpia con ciertos aires de nobleza de abolengo; pues en la portada de su casa, haba un escudo de la madre Espaa, labrado en alto relieve sobre piedra de sillar.

Con tantas prendas personales como reales tena Doa Magdalena ms pretendientes por lo que todos pretendan conquistar el corazn de la viuda y no haba mancebo que, desde muchas leguas a la redonda no viniese a rendir culto a tan sin par belleza, pero a la larga todos se retiraban, porque la dama no era de las que daba pronto a torcer el brazo.

No se sabe por qu motivos llegaron a ser enemigas mortales, Doa Magdalena y Doa Ana Reles, legtima esposa de D. Juan Sanz de Barea, pero el caso es que se aborrecan cordialmente y no perdan ocasin de hacerse recprocos agravios.

Cierto da, en que deba tener lugar una funcin religiosa en el Templo de la Compaa de Jess, Da. Magdalena ocup maliciosamente el lugar destinado para Da. Ana, con cuyo motivo se arm entre ambas rivales una escandalosa pendencia, a vista de cuantos all estaban y sin respetar ni la santidad del lugar. En defensa de Da. Ana, sali su esposo Dn. Juan, quien le sacudi a la viuda una furibunda bofetada, de cuyas resultas sali sta echando pestes y maldiciones y jurando vengarse pronto.

Pas algn tiempo y la rencorosa viuda no perda la esperanza de tomar la revancha, como que lo haba intentado varias veces, infructuosamente.Persuadida de que por s sola nada podra avanzar, se decidi a entregar por segunda vez la mano, ya que no el corazn, a quin quisiera tomar venganza por ello; pues que sta fue la condicin nica del matrimonio.

Muchos de los antiguos pretendientes, algo timoratos, no sintindose con piernas para exponer sus costillas y an la vida, se retiraron de la casa disimuladamente, bajo frvolos pretextos. No falt un pelaire que sin ms mira que la de amanecer rico, acept las proposiciones y cas con la noble viuda, quin vino a ser esposa del contador vascongado, Pedro Arrechua, hombre prudente y nada amigo de andar fresco ni con su misma suegra.

No dicen las crnicas quin fue el cura que les ech la bendicin.Pasaron y vinieron das y semanas y el S. D. Pedro ni resollaba quizs porque a esas horas prefera saborear la luna de miel.Entre tanto, Doa Magdalena se volva puro bilis y no pasaba da sin que le recordase a su esposo el solemne compromiso. Ni por esas el flamenco novio, no era de aquellos que meten la mano al fuego por otro, o quin sabe si haba olvidado sus juramentos.

La de Arrecha que por todo habra pasado, menos por verse cruel y ridculamente burlada, exigi, impuso, refunfu, pero en vano hasta que al fin se decidi a tomar venganza por sus propias manos, pero no contra Doa Ana sino contra... su marido D. Pedro, a quin quiso darle una leccin dolorosa como para que no olvidase l ni los dems maridos habidos y por haber y sirviese de ejemplo sangriento a las generaciones venideras.No haca mucho que los nuevos esposos se haba retirado a la potica hacienda de Mondragn, propiedad de Doa Magdalena y situada a una legua ro abajo de la aldea de Tarapaya como quin dice a seis leguas de la Imperial Villa; cuando una tarde, insisti por ltima vez Doa Magdalena, para que sin ms demora se llevase a cabo la proyectada venganza.

El resultado fue que en un abrir y cerrar de ojos, la seora mand amarrar con sus criados y colonos al contador, y sin or splicas ni gimoteos, hizo crucificar en la gran cruz que tena preparada y lo llev a un pequeo cuartito de la casa, donde permaneci el infeliz.

Todas las maanas, tena cuidado la viuda de hacerle comer lo necesario, como para que no se muera de hambre, y despus le pinchaba el cuerpo con un alfiler amarillo que lo dejaba como si fuese en una masa inerte. Al da siguiente se repeta la operacin y el pobre Arrecha soportaba otro alfiler. Ella se retiraba sin proferir una palabra, pero sedienta de venganza haciendo de cuenta que su marido era su enemiga Doa Ana.

Al fin, espir la vctima despus de muchas semanas de martirio, pero Doa Magdalena sigui clavndole un alfiler diariamente, hasta que el cuerpo qued paulatinamente, pero totalmente cubierto de alfileres y no hubo campo para otros, de tal suerte que ms que un hombre, pareca aquel un Santo Cristo de Bronce.La justicia, que a veces husmea con tino, olvidando su tradicional pereza, tom cartas en el asunto; y no contentos los jueces con saberlo de lejos se trasladaron a Mondragn donde la viuda les hizo una esplndida recepcin digna de mejor causa y sin darse por entendida.

Mientras reciban y despachaban testigos y hacan la inspeccin de la casa, el alguacil andaba en requiebros y zalameras con la cocinera, muchacha alegre y rolliza. Como buena amiga, confi a su prometido el terrible secreto de que la comida de esa tarde estaba envenenada; e hizo un plato aparte para ella y su Adonis. La viuda y su cocinera abrigaban la confianza de que los Jueces no saldran vivos de su casa.

Pero el alguacil, que sin duda, no tena pelos en la lengua, corri a denunciar el hecho; de cuyas resultas los Jueces y los Alguaciles se pusieron en movimiento y sin prdida de tiempo apresaron a Doa Magdalena y los criados sin exceptuar ni a la cocinera y junto con las ollas y potajes dieron vuelta a Potos el mismo da, temerosos de que por la noche les jugase la viuda alguna partida serrana.

La trasladaron a Chuquisaca, de donde la trajeron para ahorcarla pblicamente en esta Villa, a pesar de que los vecinos se suscribieron con 200 mil pesos para rescatarla de las manos del verdugo y an el Arzobispo se arrodill en mano a los pies del Presidente de la Audiencia, solicitando la conmutacin de la pena. No hubo remedio y fue ejecutada. Mondragn goza desde entonces de triste celebridad. Sobre todo existe all un cuartito, el mismo donde muri Arrechua y en el que no hay sujeto que pueda dormir.

FIN