si llueve-recopilatorio

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Si Llueve…

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Page 1: Si llueve-recopilatorio

Si Llueve…

Page 2: Si llueve-recopilatorio

Para José Alberto, por crear a Brian Edward Hyde, por poner los medios para que los demás pudiéramos soñar

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Page 3: Si llueve-recopilatorio

PUBLICARON:

- Popi………………………………………………………………………………… Pág 3

- Anya………………………………………………………………………………. 4

- Esferazul………………………………………………………………………… 5

- Yolanda………………………………………………………………………….. 8

- Beleita……………………………………………………………………………… 9

- Nochenvela……………………………………………………………………… 11

- Jara…………………………………………………………………………………. 12

- Nessita……………………………………………………………………………. 14

- Emilio………………………………………………………………………………. 16

- Pistachita…………………………………………………………………………. 18

- Tormenta………………………………………………………………………… 19

- Scry…………………………………………………………………………………. 21

- Mj……………………………………………………………………………………. 22

- Ninive………………………………………………………………………………. 24

- Sara…………………………………………………………………………………. 27

- Livtrase…………………………………………………………………………….. 29

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Page 4: Si llueve-recopilatorio

- Synn…………………………………………………………………………………. 30

- Niobe………………………………………………………………………………… 31

- Sturm………………………………………………………………………………... 33

- Kelly………………………………………………………………………………….. 34

- Mar……………………………………………………………………………………. 35

- Dark_Angel…………………………………………………………………………. 36

- Scherezade………………………………………………………………………… 37

- Kloverkirov………………………………………………………………………….. 38

- María & Miki ………………………………………………………………………. 41

SPECIAL FEATURES

- Pequennyo…………………………………………………………………………… 43

- Roc…………………………………………………………………………………….. 44

- Vincent Valentine………………………………………………………………… 46

- Belén…………………………………………………………………………………… 47

- Aarón…………………………………………………………………………………… 48

- Nanim…………………………………………………………………………………… 49

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Page 5: Si llueve-recopilatorio

- Julieta………………………………………………………………………………….. 50

- Miriam…………………………………………………………………………………… 52

Si llueve...Si llevé...Si leve...Si lee...Si le...Si l....Si...S...Triángulo rectángulo. Si desmenuzamos cualquier palabra robándole una letra en cada turno y colocamos la nueva debajo de la conocida obtenemos un triángulo rectángulo. En este caso, además, aparecen palabras que existen hasta el quinto cambio de turno. “Si llueve” es una frase de categoría cinco, lo que le otorga un alto grado de satisfacción dentro del grupo de triángulos que juegan conmigo y poseen ocho letras en dos palabras: la primera de dos y la segunda de seis. El gran cateto nos pide silencio porque la hipotenusa está buscando a gritos a Eli. La tilde es para despistar.Observa. Absorbe. Las vocales se cambian con la siguiente y la "v"( ¿no tiene forma de ubre?) crece un poquito. Eso me hace pensar que observando absorbemos parte de los entes que desmenuzamos con la mirada mientras nos fumamos el cigarrillo de turno a la entrada de la estación. Quién me iba a decir que el hecho de no dejarnos fumar en los ferrocarriles daría lugar a un juego demasiado fascinante a veces.Las mariposas argentinas tienen cuerpo de lápiz con tinta del corazón y sus alas son las hojas donde aletea su polvo multicolor. Gracias caleidoscópicas.Un juego, no es más que un juego te dices. Continuamente te dedicas a ellos cuando el tiempo, ese ser inmisericorde omnipresente, te da un respiro, pero últimamente tu vida te asfixia con demasiados quehaceres inevitables.También sueles jugar con las matrículas, haciendo grupos de dos y sumando y restando para que, al final, dé cero o el mismo número. Ese es el único juego de tu vida en el que las letras sobran. Porque las letras casi nunca sobran; porque las letras son seres ( aquí podemos advertir la aparición de un palíndromo) que se instalan en tu mente algún día sin haberlo pedido y van y vienen, van y vienen, van y vienen... vaivén. ¿Por qué vaivén? ¿ No debería ser veivén?¿ No sería más correcto vaiviene? Es más, ¿ no sería lógico que la “i” fuera griega y no latina? Hasta en las palabras tenemos que sacar nuestro lado más perverso para joderlo todo. Son las reglas de juego. Si quieres jugar, deberás aceptarlas. A lo que íbamos. Las letras, en su vaivén quién sabe de dónde-->mente-->bolígrafo negro+papel te dicen que hoy debes dejarlo ya, que es la hora de dormir,

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que has trabajado, no has estudiado, has estado con la Gran Musa y el lunes te visita la historia contemporánea del siglo XIX en forma de examen parcial con sus Napoleones, Jeffersones y cuádruples alianzas. Y perder esa partida por jugar demasiado no es ningún juego.

POPI

Si llueve... mi mente volverá a todo lo acaecido, la experiencia borrará las lágrimas de días grises, una fuerza exotérmica se adueñará de mi corazón... Y simplemente observaré su cielo gris repleto de lágrimas bohemias. Abriré mi paraguas rojo, de madera barnizada y con el suave pomo curvo entre las manos caminaré por esos bellos y enormes paseos, mirando a la gente. Observando cada gesto. Admirando como la lluvia es fuente de vida, de felicidad, admirando lo que una ciudad como esa provocará en las miradas de la gente. Miraré a los ojos y mirarán los míos. Simplemente, sin desviar la mirada, sin que un leve movimiento del iris cause una gran decepción. Ya nada dependerá del momento. Entablaré conversaciones con desconocidos con el simple fin de hablar sin más. Y todo será verdad. Y sólo habrá una sola cara. Admiraré cada pincelada de cada lienzo que compone a ese halo que envuelve la lluvia de París, sin que el tiempo me impida observar cada retazo de color o descubriendo lo que se esconde tras sonrisas enigmáticas. Que sólo buscaban la confusión de quien las observaba. Captaré fotografías con la mirada. Y bellos recuerdos me invadirán, diciéndome: "siempre te quedará París".

__________________________________Quería hacer otro tipo de relato... acercándome a otros géneros a los que no acostumbro a tocar, simplemente por hacerle un homenaje al autor de esta frase, y ese gran relato. Pero la tristeza, las miradas que huyen y las falsas palabras me han hecho imaginar que podía ser una frase reflejo de un estado en el que siempre me gustaría estar. Pero dicen que con la melancolía persiguiéndote es como mejor se escribe... me quedo con ella y el lunes os ofreceré otro relato.

ANYA

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Si llueve

Si llueve le pediré que nos refugiemos bajo la única glorieta del parque. Es un lugar hermoso y confortable para nuestra primera vez. Me gusta ese sitio; es como si todas las energías se concentraran en él para... para eso mismo para glorificar. Acariciaré su pelo suavemente cuando la tenga apretada contra mi pecho, le contaré de los libros que he leído allí, quizás le recite algo: “Oh blanca nube distante si antes de llegar ya presiento tu hora, qué será de mi” No! Se burlará y puede que me haga enfadar si comienza con esa risita burlona y forzada que a veces no sabe contener; lo que realmente me molesta no es que se ría, sino el hecho de que no sabe parar. Mejor le cuento de cuando me escapa del colegio y venía allí a fumar mis primeros cigarrillos, a pasar las horas leyendo y que me escondía de los intrusos. Si! Esta anécdota tiene más picardía y seguramente ella me preguntará por los libros que he leído y por lo que había visto cuando estaba oculto; entonces podré contarle sobre aquella pareja haciendo el amor precisamente allí, algo hermoso porquepor primera vez me di cuenta que el único intruso era yo ya que aquel sitio era un paraíso del amor.La cogeré en mis brazos, la besaré y le haré el amor por todas las horas que no he podido.  -- Me encantan los parques! Ha sido una magnífica idea pasar el día aquí -- Sabía que te gustaría, no hace falta ser Sherlock Holmes para saberlo, basta con espiarte una o dos veces leyendo en la plaza y elemental... -- Ahhh! Me espías? Ven aquí! Que sabrás lo que es elemental  Salí corriendo. Miré a las nubes pero se mantenían blancas, nada del gris añorado;aún así, con una leve esperanza y muchísimos deseos llegué a la glorieta y me escondí detrás de un arbusto cercano a una de sus columnas.Ella llegó si acaso un minuto más tarde. Se paró frente al monumento admirándolo. La vi abrir sus ojos y pestañas. Sonrió. Se paró en el centro. Abrió los brazos,inclinó la cabeza hacia atrás levemente y comenzó a girar sobre si misma. Era como si estuviera llenándose de aquel lugar y sus energías. Se quitó la mochila de la espalda. Sacó todo lo que había en ella.Extendió un mantel amarillo bordado de margaritas y comenzó a hablar sola, o sea para mi, mejor dicho, comenzó a contar:  

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“ Había una vez, una chica, que se encontraba sola en una glorieta de un hermoso parque. Como nadie la veía, comenzó a desnudarse, porque aquel lugar le parecía un paraíso del amor.Se dijo la chica que esperaría con todo su cuerpo y alma libres, al amor de su vida”  La vi desnudarse lentamente y tenderse sobre el mantel de margaritas. Desde mi escondite seguía anonadado todos sus movimientos, me impresionaba su cuerpo de mujer, la sangre de mi cuerpo bombeaba con fuerza. Miré al cielo pidiendo, suplicando: Llueve, llueve!!! pero no llovía. Entonces no tuve más remedio que abandonar aquel lugar. La idea de haberla dejado allí sola rondaba por mi cabeza, me martirizaba, algo me decía que ella no se conformaría, y yo en mi corazón que la deseaba más que nunca,  no podía explicarle, uno tiene sus secretos, cosas ocultas, quizás difíciles de comprender. Aquella imagen en mis ojos. No podía ver otra cosa pero me conformé en pensar que así lo quiso el destino.  Al día siguiente temprano pasé por la plaza; esperaba encontrarla leyendo mientras tomaba el café pero no estaba.  Contrariado y apesadumbrado seguí mi camino, cuando de repente, una cachetada me despertaba del todo. Allí estaba frente a mi, con lágrimas en los ojos, con palabras entrecortadas me cuestionaba, me llamaba cobarde. No sabía que decir. No podía explicarle que no dependía de mi, que había un hechizo y la culpable era la lluvia, única portadora de mi potencia sexual. Le cogí las manos, la estreché contra mi y la besé. No dije palabra alguna y me marché. Decidí no verla más hasta que lloviera porque solo con la lluvia podía demostrarle mi amor de hombre. Pensaba, si llueve caminaré las calles mojadas, la tomaré en brazos, la llevaré hasta nuestra glorieta y le haré el amor por todas las horas que no he podido. Esperé varios meses. Aquella imagen en mis ojos. No me conformaba esta vez con mi destino. Miré al cielo pidiendo, suplicando: Llueve, llueve!!! Pero no llovió.

ESFERAAZUL

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Amistad

Si llueve............. corto, breve, conciso, ¿pero cuanto significado, verdad? Es como la palabra amistad. ¿Cuanto significado puede llegar a tener ?. Lo cierto que solo lo saben las personas que realmente valoran la inmensidad de ella, no se puede comprar, vender, ni regalar, es mas: no se le puede engañar, si se le engaña o embauca muere así sin mas. Hay personas que no se dan cuenta y en su vocabulario la utilizan con bastante frecuencia, a cualquier persona que conocen le llaman amigo, o si sales asiduamente con ellos también lo llaman amistad y, es mucho mas que eso por que, desde luego eso no es amistad solo simples conocidos, personas que en ese momento tienen algo en común o afín a ti, y por circunstancias de la vida se a dado así.

Pero la amistad, realmente los que sabemos apreciar la amistad de verdad, esa se tiene que cultivar, hay que cuidarla, hay que mimarla, hay que demostrarla, se ve con el paso del tiempo y a largo plazo, nunca antes. Hay personas que dan con suma facilidad que eres su amigo y para agradarte te siguen la corriente y te enjabonan, te meten bolas y piensan que eres tonto (aunque eso sea en su subconsciente), y tragas con todo por que ves que no son mala gente, pero tu tonto tampoco. A esas personas en cuestión, se les ve rápidamente el plumero por que hacen lo mismo contigo que con todas las demás personas de su alrededor. Es una pena por que no tienen integridad, pero ya no al respeto, a unos valores o hacía los demás, sino a ellos mismos, es penoso. Ni siquiera se dan cuentan que son así y lo cierto que a costa de conseguir lo que quieren o pensar que son dignos de lastima o compasión por que se pasan el día hablando de ellos mismos y tu los escuchas como buen ‘amigo’ que ellos dicen que eres, aunque tu sepas que no, necesitan escucharse y escucharse, como no se quieren así mismos también quieren la aprobación de alguien, por que al menos, si dieran algún paso por se menos egoístas y no quisiesen ser tanto el centro de atención. La envidia también juega su papel, si fuera tiña, igual veríamos gente de diferentes colores o sea mas multicolores, jajajajaja. Ahora, les oyes hablar y eso con ellos no va, en absoluto, ellos nooooo. Por que realmente lo que ellos buscan no es un amigo sino una persona que les de la razón y cuando ellos estén bien de puta madre y a celebrarlo y cuando estén mal tu seas su pañuelo de lagrimas. Pues creo que para eso que se busquen un lazarillo.

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Luego las hay que solo te quieren para ellas, haces amistad con otra persona que no les gusta, te lo recriminan, se creen con todo el derecho. ¿Donde esta la libertad y el respeto?, eso ya es el colmo de los colmos. Si lo mejor de todo es poder tener tu la libertad de poder elegir tus amistades, siempre sabiendo diferenciar unas de otras, ni mezclar, sabiendo separarlas, sabiendo que cada una de ellas es única, verdadera para ti. A modo personal e intransferible.

Una buena amistad, se cultiva poco a poco, base sólida, no solo de boquilla sino de actos, compartir lo malo y lo bueno, con cariño, aguante, tranquilidad, paciencia, verdad, amor, dispuestos a dar y recibir, aceptando criticas constructivas, queriéndonos tal y como somos, conlleve a lo que conlleve eso, aceptarnos a nosotros mismos en definitiva, sin engaños y ante todo teniendo total honestidad. Etc, etc, etc, etc.

Eso conocidos míos requiere un esfuerzo, constancia, tenacidad, que todos no tenemos,  no estamos dispuestos a emplear o quizás aún peor, ni siquiera tenemos o reconocemos el valor de la amistad.

Yolanda

"Si llueve..." ¿Y si no llueve? El pronóstico del tiempo parecía no dejar lugar a dudas, pero ¿Y si no llueve? Si no llueve todo se va al carajo; La cena, el vestido nuevo, las velas, los condones... Ir de compras y preparar todo no hubiera merecido la pena. Es el riesgo que corro, pero eso ya lo sabía cuando quedé con él. Esta y todas las veces, siempre un puede, siempre un porcentaje de posibilidades, una excusa anticipada. Maldito engreído… ¿Le he engañado yo a él, o él me ha engañado a mi? Ahora mismo ya no lo sé. Aparentemente no me ha hecho nada, y a la vez le tengo tanto odio. Una sensación de venganza y rencor me llena cuando lo miro, cuando lo escucho hablarme sonriente, cuando mueve las manos, cuando me mira. Cómo lo odio y cómo lo deseo a la vez. Pienso en clavarle las uñas, pero al final solo consigo clavarle la mirada, y ¡mierda!, le gusta, como le gusta. Aunque en el fondo yo sigo pensándolo como un castigo, quiero creer que le castigo; Me hago la difícil (sé que no lo soy) e intento hacerle daño con mis gestos, con mi frialdad, pero al cabrón le gusta y a mi me pone que le guste. Maldita controversia. Bueno, venga o no venga esta será tan solo una noche más, además, parece que se está nublando. La mesa puesta y el vestido quitado. Quizá debiera recibirlo sin él. Ando recorriendo la casa descalza, unas veces de puntillas y otras caminando sobre los talones, mirando cada rincón de mi mundo. La habitación está desordenada, bueno, en realidad toda la casa está desordenada. Da igual, quizá no venga y si viene... total, acabaría desorganizada igualmente. ¿Me pongo el vestido? ¿No me lo pongo? Puff… voy a seguir caminando. Debería ponérmelo, si sé que al final me lo voy a poner no sé porqué sigo dudando. Es del tipo de cosas que me gustaría hacer pero al final nunca hago. ¿Por qué? No lo sé. Quizá si, quizá un día debiera recibirle sentada en el sofá, desnuda y con las piernas cruzadas. ¿Pero quién le abriría la puerta? No puedo, no puedo. No puedo dejar de ser… ¿Responsable? No es la palabra, pero lo mismo da, que da lo mismo.  En la calle a comenzado a llover. No quiero que venga. 

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Ring, ring. No lo voy a coger, Dios… ¿Esto es amar? Pero si yo no quería. Ring, ring. Va a acabar saltando el contestador, no se porqué no cuelga. Voy a ponerme el vestido. - Mmm... contestador. Supongo que estarás liada preparando algo de cenar, espero. No te guiño un ojo porque no me ves. Llegaré tarde pero no te preocupes, lo prometido es deuda y esta humedad que siento en mi cabeza no creo que sea otra cosa que lluvia. Hasta ahora. Si es que, ¿con el calor que tengo cómo me voy a poner el vestido? Sacaré las velas, que por cierto, vaya mariconada, no se como me ha dado por comprarlas. Me gusta la llama, el fuego... me gustan. Me gusta él y no quiero que me guste. Voy a guardar las velas, voy a recoger todo, y mientras voy pensando en qué decirle cuando lo llame, porque si no lo llamo se presentará aquí. Joder… si es que lo quiero. ¿Qué? No, no, no... yo no he pensado eso. Ha sido y es sexo, nada más. Voy a ir poniéndome el vestido, ese escote me realza el pecho, con un poco de suerte no tendré que esperar hasta después de la cena para llevarlo a la cama, aunque... también podría ser en la encimera. Ahí estoy, en el espejo. “El negro te hace más esbelta”  Estas dependientas… claro que me hace más esbelta, a mí y a todos, pero es que encima es mentira. ¿Dónde guardo yo los michelines ahora? En fin… ya me conoce, no es la primera vez. ¿Será la última? Si, eso haré. Lo usaré, lo manejaré a mi antojo, le haré querer más y le despediré (o le echaré, que para el caso será lo mismo). Le despediré para siempre, solo que él eso no lo sabrá, no lo sabrá nadie. Bueno, si, se lo diré a Carmen que para algo es mi mejor amiga, pero ella se lo dirá a Teresa… da igual, si sé que al final se enterará todo el mundo. Un beso y un adiós para siempre, eso. No le voy a abrir la puerta. Veo que el espejo está de mi parte, este vestido… por el escote, que si no nada. Mejor me pongo el pijama y preparo un baño. No, mejor preparo un baño y después de tomarlo me pongo el pijama, o nada. Si como mejor estoy es desnuda; Más serena, más tranquila, más yo. Ahora lo miro, sin darme cuenta ya he dejado caer el vestido al suelo. ¿Dónde había guardado la caja de preservativos? Da igual. Ojalá no hubiera llovido, así no estaría yo ahora en la bañera. Que sí, que estoy a gusto aquí tumbada, con el vapor inundando las cuatro paredes, con la espuma acariciándome la rodilla que sobresale del agua, pero también pensando en él; Con el teléfono en la mano. Tengo que llamarlo y decirle que no venga, que me ha surgido algo, yo que sé. O simplemente la verdad: que no me apetece verlo… Ay… Pero es que eso también es mentira, como lo de que el vestido me estilizaba. No me conviene, no me conviene, no me conviene… Pero que bien folla. Que nooooo, que esto ahora era amor y no sexo. 6, 5, 4… Quizá haya dejado de llover y no tenga que hacer el esfuerzo de llamarlo. Ya he colgado, otra vez. No entiendo porqué esto ha de suponerme tanto esfuerzo. Ha sido un juego, nada más, un juego en el que ambos participamos y al que no veo el fin, y me agobia. Lo deseo, lo amo, lo odio… 6, 5, 4, 7 – Ding-dong. ¡La puerta! Casi resbalo por el pasillo, casi piso el teléfono que he tirado al suelo y casi me quedo con el pomo en la mano. - Te he mojado… - No importa No importa… cómo le va a importar.  Y encima me lo dice con esa sonrisa suya, como lo odio.  

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BELEITA

- Si llueve salimos a mojarnos, ¿te hace? - dijo Alejandro abrochándome la blusa y susurrándome al oido.

Había hecho mucho frio aquella noche, y el cielo amenazaba con romper a llorar, pero él y yo la habiamos pasado envueltos en caricias y besos y no nos habíamos dado cuenta. Tanto tiempo había esperado para repetirlo. Con sus labios tan cerca de mi oído, tan solo quería que en vez de abrochar me desnudase de nuevo. Contra el cristal de la ventana, empezaban a hacerse notar los primeros chispeos de la lluvia.

La mirada de Alejandro lo decía todo. Esa mirada que me hizo enamorarme de él, meses atrás, en aquella ciudad a la que acababa de llegar, aquella ciudad en la que me sentía sola e incomprendida. Él me entendía, y su mirada, que irradiaba ilusión y esperanza me hizo perseverar en aquel mundo nuevo. A pesar de sus intermitentes presencias.

Con esos ojos, capté que realmente quería salir, a pesar de que al día siguiente atrapáramos un buen resfriado. Le respondí con una sonrisa, salimos corriendo de la cama para abrocharnos los pantalones y ponernos el abrigo. Parecíamos dos niños el día de nuestro cumpleaños. Y en cierto modo lo era. Era un día para los dos, uno de los pocos que compartíamos.

Le amaba, le amaba con todo el alma. Cada vez que marchaba era como si todo se volviese blanco y negro, como una despedida de película. Un tierno beso en una parada de bus, un te quiero pantomímico tras el cristal, una lágrima cayendo de mi rostro y un sms cruzado diciendo "Espérame".

La Concha siempre estaba bella. Lloviese o hiciese sol, era la playa que había visto crecer nuestro amor. Bajo la lluvia seguía siendo nuestro lugar. Seguía guardando nuestros más ardientes besos, nuestras tontas disputas y nuestros sueños; también nuestra pena de no poder estar siempre juntos, mis largas esperas en llanto, mis temores y dudas. Pero hoy no era un día para aquello. Era un día gris al que los dos le habíamos dado color a nuestro antojo. Yo estaba más feliz que nunca y Alejandro parecía estarlo, era

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simplemente perfecto, y nada importaba, no importaba que mañana él fuera a irse de nuevo. Acabamos empapados y repletos de arena, paseando por las calles de San Sebastián, riéndonos de las miradas que la gente nos dedicaba con asombro a nuestro pasar.

Nos dedicábamos miradas de deseo, sabiendo que compartiríamos ducha aquella tarde. Y que pasaríamos la noche juntos, otra vez, dibujándonos corazones en la piel y grabándonos besos a fuego lento. Sólo de imaginármelo ya me estremecía. Sus manos descubriendo cada vez nuevas formas de hacerme sentir viva. Su voz enseñándome a decir lo que yo no sabía expresar.

Amaneció una vez más, y un beso me despertó. De nuevo un susurro... Y otra vez las prisas para coger aquel bus que una vez más me separaría de él...

- Alba, no te vistas.

- ¿Por qué no? ¡No hay tiempo para tonterías!

- No quiero que vengas. No voy a volver.

Me detuve sin aún haber entendido sus palabras. No lloré, ni grité, ni siquiera reproché. Tan sólo dejé que se fuese por la puerta, y un rato después imaginé esa escena de película en blanco y negro que siempre interpretábamos a la perfección. Solo que esta vez ya no iba a darse. Y como dijo, no volvió.

Alba

  Si llueve podrás venir a verla. Al menos podrás confundir sus lágrimas con el diluvio de ahí fuera. Será todo uno.

Creí que todo había terminado. Había vuelto a sonreir, los pensamientos le iban cambiando y se miraba al espejo sin importar lo que había detrás.

Pero hoy ha vuelto a ella. Mientras veía "¿a quien ama Gilbelrt Grape?" se le empezó a poner un nudo en el estómago. Sin más. Le pregunté si estaba bien y me dijo que sí, pero sus ojos estaban vidriosos y empezaba a palidecer. Empezaron a caer sus lágrimas y rapidamente fue a esconderse al baño. No le dije nada más. Ya sabía que ocurría. No es la primera vez que le pasa. Han sido unos meses difíciles para ella, pero estaba protegida. Yo la estaba protegiendo. La estaban curando, poco a poco, con calma, pero podía ver como su rostro iba cambiando. Si no la conocias de antes no te darás cuenta. Pero yo la veo todos los días. Y de verdad que volvía a brillar.

Me acerqué a la puerta, despacio. No quería que me sintiera. Eso le haría sentirse peor. Cuando está así ,acostumbra a alejarse de la gente, a no hablar, a estar sin estar presente. En los últimos días estaba empezando a hablar, iba contándome poco a poco lo que le sucedía. Me comentó que había tenido la fuerza suficiente para llamar a su madre a las tantas de la mañana, la última vez que le pasó. Sólo la escuchaba. No podía articular palabra. Sólo lloraba. Lloraba desde dentro. Le dolía, mucho. Pero no sabía el qué.

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Eso dice, que no sabe que le duele. Que empieza a sentirlo y no puede detenerlo. Se le cierra el pecho y se le abre el alma. Desgarrádonse desde lo más profundo.

La oía.. es ese llanto desconsolado. Se me inundaban los ojos sólo pensado que no podía hacer nada. No se deja ayudar.

Se miró en el espejo. Sus ojos bañados en sangre, los labios agrietados, secos; las ojeras pronunciadas, hicieron que se le saltara la risa. Las carcajadas brotaban de unos labios ahora más rosados. Se sentó en el baño a reirse tranquila. Llegó la hora de descojonarse. Así como lo oís. Como si acabara de escuchar el mejor chiste de la historia. No paraba.  

Se desnudó y se metió en la ducha. Mientras la lluvia bañaba su cuerpo, enjabonaba sus cabellos. Aclarado y suavizante para tranquilizar el terror del momento.Con gel de lavanda limpia las impurezas del mal. El agua le llega por los tobillos mientras la espuma resvala por su piel blanca llena de lunares. Despacha la suciedad y sale envuelta en un albornoz amarillo pálido.

Seca sus piernas, su vientre, su pecho. Nutre y alvia la tensión de su cara. Según va a la habitación se refleja en la vitrina. otra. Se tumba en la cama aún con el pelo calado y decide volver a llamar a casa. Tiene algo que contar.

Sé que se está curando. Que estos bajones son sus vitaminas. Pero no puedo evitar asustarme cuando la veo así.

Ahora me pide que por favor escriba lo que acaba de pasarle. Soy su pensamiento, sus manos temblorosas. Soy ella.

¿Y qué sentido tiene la primera frase os preguntareis? Quizás ninguno. Pero a veces hay cosas que suceden sin sentido. Hoy ha sido uno de esos días.

Pd: Sé que suena raro. Es difícil de comprender, pero su mejor cura es expresar todo aquello que hacía años que no podía. Ahora llora y ríe sin saber porqué. Nadie sabe lo que es, hasta que no se siente. La medicina oriental hace milagros.

Noa.

No preguntes. Estoy bien 

27 Enero.2007.  22.00H

JARA

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Si llueve...

Si llueve... no pasa nada, nos quedamos en casa y jugamos a las películas, al pictionary, contamos historias de miedo, etc.

Y llovió, así que nos quedamos en casa. Después de jugar a las películas durante más de dos horas (lo que resultó insufrible además de aburrido porque todos se empeñaban en elegir los títulos de sus películas favoritas, y todo era ¡demasiado evidente!) los niños comenzaron a contar historias de terror.

Bea y Sandra se tapaban con la manta que compartían y con los cojines del sofá (como si eso fuera a protegerlas de los "horripilantes" e imaginarios monstruos que se habían inventado Gelo, César, David y Miguel. María y Sabela, por otro lado, se inventaban excusas estúpidas para salir de la habitación sin tener que admitir que estaban cagaditas de miedo. Y yo, les miraba perpleja y me reía en su cara.

Lo cierto es que algo de miedo si pasé, pero con tal de fastidiarles y hacer que se inventasen mejores cosas con las que amedrentar a las niñas, valía la pena.

Después me tocó el turno a mí, pero no me dejaron contar la historia de miedo que me había ideado mientras fingía que escuchaba al resto.

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Todos se habían puesto de acuerdo para pedirme que les contase una de esas historias que, como yo digo, están basadas en "rumores reales de mi familia". Así que les conté lo siguiente:

La truculenta historia de los amoríos de mi prima, la guapa (porque a la fea no le pasan estas cosas... Le pasan cosas peores,

pero esas ya os las he contado mil veces y os las sabéis de memoria.), durante el último medio año.

Mi prima, la guapa (ya sabéis...), -Todos asintieron con la cabeza.- a pesar de que liga más que el resto, jamás ha tenido demasiada suerte en lo que a amoríos se refiere. En los últimos seis meses, por ejemplo, ha pasado de tener un novio de esos "de toda la vida" y de estar "casada y atada a la pata de la cama", aburrida y cansada de la monotonía que eso conlleva, a volver a ilusionarse y enamorarse como una quinceañera ñoña y dulzona. Algo que por otro lado, nunca antes había sido.

Pero no creáis que pasó de uno a otro así sin más, no, no, no... Entre medias, se colgó (o como yo digo: se encaprichó de forma estúpida y sin motivo aparente) de un tío que además de ser un capullo integral, era un mentiroso enfermizo. De una especie de Paco Martínez Soria, en la película esa en la que él hace de cateto que llega a la gran ciudad ataviado con una oveja bajo un brazo y una maleta atada con una cuerda bajo el otro. Y ya os lo podéis imaginar: la niña pija que se encapricha del recién llegado y el "cateto a babor" (y esto lo digo porque él nunca había visto el mar) ve el cielo abierto al conocer a la "niña bien" de la gran ciudad (bueno, esto suponiendo que entendamos Coruña como gran ciudad, que eso no lo tengo tan claro...).

No pegaban ni con cola (ni con cola ni con el pegamento más fuerte que puedan inventar) y a la tonta que le daba pena dejar al mozo venidero, la termina dejando él, sospechamos que por otra, aunque todavía tengo que ponerme en contacto con Karmele Marchante y Mariñas para ver si se ponen ya de acuerdo y me lo confirman o me lo desmienten.

El caso es que ella se vino abajo, principalmente porque no se lo esperaba. Cierto es que no tardó mucho en darse cuenta de que aquello era lo mejor, entre otros motivos, porque yo me encargaba de poner voz al más puro estilo Orozco y cantarle aquello que dice "Y así comprendas que dejarte, era el indulto que yo esperaba...". Y bueno sí, tal vez también ayudó el hecho de que por primera vez en su vida dejó de ser tan "niña buena" y tan racional, y sin pensárselo dos veces se trincó a aquel tío bueno del instituto por el que tanto había suspirado en la edad del pavo y que con el paso de los años, estaba más cañón todavía. Aunque esto es lo de menos, porque lo que verdaderamente tuvo efecto fue mi canción, eso por descontado.

Y de repente, como quien no quiere la cosa y ahora que el que había sido el buenorro por excelencia del instituto bebía los vientos por ella, va la niña, pasa de él y se enamora perdidamente de uno de sus mejores amigos. Yo, me quedo perpleja y le echo la bronca por dejar escapar al quesito y ella, pasa olímpicamente de mí. Y eso no es todo, no os vayáis a pensar, que lo peor está por llegar: resulta que es un amor correspondido, que los dos se quieren y que juntos son la cosa más empalagosa que una (que está muerta de envidia, todo hay que decirlo) se puede echar a la cara. Que si te despierto con una canción; que si "yo te quiero más, no yo más, no jooooo yo más a ti,

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que no tonta que yo te quiero más, no..." Aaaaaahhhhh!!!! Callaos ya y buscaos un hotel, ¡por dios!

Así que ya podéis olvidar todo lo que sabíais de mi prima hasta la fecha, porque ahora se ha convertido en una ñoña enamorada que dibuja corazoncitos que llena con el nombre de su novio y que de cada veinte palabras que le dice, dos son un "te quiero".

Fuaaaa, la verdad es que esta historia es un verdadero coñazo, así que ahora, si queréis os cuento la historia de como mi prima, la fea, se cayó dentro de una alcantarilla y...

Pero ya era demasiado tarde para contar esa historia, porque todos se habían quedado dormidos, así que yo aproveché para agenciarme aquella cama por la que ya no tendría que pelearme, jejeje...

NESSITA

Si llueve…-Dijo la anciana casi inaudible, tanto, que los que rodeaban la cama se acercaron un poco para escucharla terminar la que sería, tal vez, su última frase.

-Si llueve…- repitió levantando su pequeña cabecita de la almohada hundida hasta el respaldo.- si llueve…cof… cof! Agg! Cofffffff!

-Tranquila, abuela, no se esfuerce-La calmó la nieta que la sostuvo de la mano por horas.

-Si llueve…-Insitió, y ya parecía que se trataba de algo importante- cof! Cof1 aggg! Grunujnnn!

-¿Sacamos las plantas afuera para que se rieguen? – se animó a completar la hija que sabía del jardín de la nona.

-Si llueve… Agggghfggggggg!!!!!-continúo como ignorandola

-si llueve… ¿qué pasa, nona?- Se acercó a la cama el primo abogado que hacía años que no la visitaba pero que adivinaba algo- ¿Tiene la plata en algún lugar que se moja?

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-¡No seas bestia!- Le gritó el tío, pero la abuela pareció intermediar la pelea arremetiendo otra vez con…

-Si llueve… aggggg coff! Sput!

-Para mí que no está diciendo que si llueve hay que hacer algo-. Empezó la hermana.- ella está preguntando “si llueve”.-Y acercándose al oido y gritando a mas no poder se despachó-¡No llueve, Tota, no llueve! ¡Hay un sol hermoso!

Hubo un silencio solo interrumpido por el  “ PiP” PiP” del la máquina que medía los latidos de la abuela. Todos se relajaron. Algunos iban a salir para despejar la sala.

-Si llueve… Agggggggggggggg cof cof!!!-Arrancó,  pero está vez con más fuerza en los “Aggggg”

-¡Si llueve, qué, vieja de mierda!- Explotó un cuñado antes de que lo atajen los mellizos.-¿¡Qué me frenan!?- se defendió- ¡Si todos pensamos lo mismo! ¡La vieja está queriendo decirnos algo importante! No sé qué es, pero si lo intenta entre ahogos debe ser porque es algo que no se quiere llevar a la tumba!

-Si llueve… aggggggg cooffffffffff!

-¡Y dale! ¡Otra vez!- se cansó uno de los pelirrojos- ¡Completa la frase, Tota! “si llueve” ya lo dijiste… si empezás a hablar empezá desde la palabra siguiente, no rompás más las pelotas con el “ si llueve”

-No seas animal!!!!!!-casi le escupió la esposa entre sollozos

-…Si llueve…

-¡Vieja, puta! ¿No lo escuchaste al Sergio?! ¡Completá la frase!- Se le abalanzó, logrando alcanzarle el cuello, uno que estaba de smoking.

-¡Soltala!- se escucho en medio del alboroto

-¡Ay, dios, en qué nos hemos convertido!

-¡Si viviera Papá! ¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenza!

-¡Saquen a las mujeres!- Dijo el de smoking soltando el cuello- ¡esto lo arreglamos los varones de la familia!

-¿¡Qué van a hacer?!- casi imploró la nieta

Hubo un silencio y otra vez el “ PiP” “PiP”

-Si llueve… –repitió la vieja

-¡Afuera las mujeres!-ordenó uno que hasta ese momento no había dicho palabra-¡AFUERA!- y ya no hubo mas discusión y todas aceptaron el veredicto.

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-“Si llueve…”- la escucharon decir cada una de las mujeres de la familia justo antes de salir de la habitación.

 

-“Si llueve”… ¿qué?- Le preguntaron 50 años después, en su lecho de muerte, al último hombre sobreviviente de la familia, y él, como todos los demás, no se atrevió a completar la frase.

EMILIO

Si llueve la calma invade nuestro pequeño piso abuhardillado y tú pareces transformarte para adaptarte al nuevo estado de la casa. Te gusta subir las persianas hasta arriba y descorrer todas las cortinas para dejar que la luz gris y fría que trae la lluvia se cuele libremente en nuestro hogar. Sacas los pinceles y te pierdes en tus cuadros, captando cada pequeño detalle de nuestra casa, de nuestra calle, de nuestro cielo. A mi me gusta contagiarme de tu tranquilidad y suelo coger mi libro favorito y meterme en su mundo, disfrutando de ese sonido de la lluvia en los cristales que tanto me gusta. De vez en cuando levanto la vista y me gusta encontrarte concentrado, buscando la mezcla perfecta de colores o tratando de captar ese pequeño matiz que para la mayoría pasaría desapercibido. Entonces parece que sientes mi mirada sobre ti y te vuelves para sonreirme. Me encanta ese momento. Te acercas y me besas antes de volver a tus pinceles, dejándome en los labios el sabor de la felicidad y la armonía.Cuando terminas siempre nos tumbamos juntos a ver tu cuadro. Mi cabeza en tu regazo y tus dedos en mi pelo. A mi me gusta sacarte pequeñas pegas que no existen, y tú siempre evalúas cada una de

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mis opiniones, como si yo fuera un crítico de arte mundialmente reconocido.Y allí, mirando tu cuadro y disfrutando de tus caricias siento que no hay más mundo al otro lado de esas cuatro paredes. Cierro los ojos y me dejo embriagar por esa paz que trae consigo cada gota de lluvia.Pero entonces sale el sol y tú te evaporas con el arco iris. Tu imagen se va como tú te fuiste aquella tarde para no volver nunca. A veces pienso que la lluvia se siente culpable por haber causado aquel accidente y trata de compensarme regalándome tu recuerdo, pero lo que no sabe es que en mi vida el sol ya no brilla de la misma manera desde que tú te marchaste con esa luz fría y gris que tanto te gustaba. Por eso he decidido vender el piso, ese que un día fue nuestro, a pesar de que sé que la lluvía seguirá cayendo allá donde vaya.   

Pistachita

Si llueve durante toda la noche se borrarán los caminos de vuelta a casa- pensó Rowan mientras oteaba con preocupación las oscuras nubes que implacables se aproximaban por el extremo del valle. El viento agitaba su pelo lacio, y sobre el saliente esculpido en la roca, la muchacha podía percibir el característico sabor metálico que precedía a las tormentas.

Una bandada de pájaros negros cruzó el horizonte.

Rowan no quería pensar en augurios, de eso ya se encargaban las viejas de la aldea, pero sabía que Cedric tendría dificultades para atravesar Los Márgenes. Los Márgenes; así era como la gente de su poblado llamaba al cenagoso bosque que separaba el valle de las Tierras de los Pantanos, un inhóspito lugar donde vivían las tribus de los Hombres Pintados. Pero si los pantanos eran tierras llenas de leyendas sobre las que los ancianos contaban historias al calor de los hogares, aquel bosque anegado era un reino completamente distinto.

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Era costumbre de los lugareños escupir y hacer el signo de protección con las manos cada vez que alguien lo mencionaba. Tan sólo unos pocos conocían sus secretos, y la mayoría de ellos pertenecían al Consejo. Se decía que estaba habitado por bellas hadas capaces de andar sobre las aguas, las cuales, tras seducir a los hombres para concebir con ellos, los ahogaban sin piedad en las ciénagas. Ningún hombre o mujer osaba adentrarse sin un guía iniciado en los misterios, que conociera sus señales y laberintos. Los que lo habían hecho habían perecido ahogados, o bien nunca más se había vuelto a saber de ellos.Sin embargo Los Márgenes eran el único camino para llegar a los Pantanos, y hacía siete noches que Cedric, con la ayuda de dos de los miembros del Consejo, había conseguido atravesarlos sano y salvo.Aún así Rowan se preguntó si volvería a verlo con vida. Si sobrevivía a los rituales de los Hombres pintados, probablemente los cenagales y las lluvias torrenciales propias del comienzo de primavera acabarían con él. El viaje de vuelta debería hacerlo tan solo con la protección de los dioses.Si Cedric conseguía regresar sería el Macho rey aquel Beltane, la Diosa había hablado y lo había favorecido. Después de los ritos y la preparación, los Hombres Pintados trazarían en su cuerpo las antiguas runas y símbolos de protección, y con la luna saldría, acompañado del resto de cazadores de la tribu, tras la manada de ciervos a la captura de gran Astado, al que tendría que derrotar sin mas ayuda que un puñal de silex y su lanza, y arrebatarle la cornamenta como prueba de que era el favorito de los dioses, o morir en el intento.Todos los jóvenes consideraban una gran dignidad representar al Macho Rey en las fiestas en honor al gran Dios Bel, dios de la luz, del sol, señor de la fertilidad, y semilla de vida. Cada año en Samhain, la gran sacerdotisa profetizaba quien sería el elegido en el siguiente Beltane, siendo lo común que se escogiera al más fuerte entre los muchachos. Sin embargo, aquel inmenso honor en ocasiones conllevaba un sacrificio mucho más terrible. Si la cosecha de aquel año era insuficiente, la Diosa exigía que la sangre del Rey sagrado regara la tierra, y con la llegada de la primavera siguiente, éste debería ser sacrificado. La Diosa habló, pero Cedric también lo hizo. Era derecho del elegido seleccionar a la que debería ser su novia en las fiestas. Por ello Rowan representaría a la gran Señora en la ceremonia, y tendría que unirse con él en el sagrado matrimonio que completaría las celebraciones de la noche. Yacerían juntos tras el frenesí del baile alrededor de las hogueras, sobre el altar en el corazón del círculo de piedras.Tras ella un ocaso rojo como la sangre de los sacrificios la iluminaba igual que un mal presagio; el sol se ocultaba por el oeste sin noticias de Cedric. Rowan había vivido catorce inviernos sin salir nunca de los parajes que delimitaban el valle y tal vez nunca tuviera oportunidad de hacerlo. Sintió lástima por si misma. Sin desearlo se había

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convertido en una viuda virgen, y en el caso de que Cedric regresara, tal vez lo fuera la primavera siguiente. Pensó en sus sueños, quería ser madre, vivir una vida tranquila alejada de los dioses y las supersticiones que en aquel momento movían tan cruelmente los hilos de su destino. Ella amaba a Cedric con ternura a pesar de su arrogante torpeza. Siempre fue un joven orgulloso, lleno de vida, dedicado más a colmar de rubor el rostro de las muchachas de la aldea, que a sus responsabilidades. Aún así, ambos se habían criado juntos y existía entre ellos un lazo de intimidad, tan natural, tan familiar, que Rowan siempre había sospechado que acabaría desposándola. Aquel día que siempre imaginó dichoso, se había transformado en una condena perversa, ya que no sólo era el destino de Cedric lo que estaba en juego en aquel momento, sino también su propio porvenir; si el joven no retornaba o bien era sacrificado, Rowan tendría que tomar los votos de sacerdotisa, y consagrar su vida al servicio de la causante de su desgracia, tal era la costumbre.Comenzó a llover, Rowan se arrebujó en el manto. –¡Oh Diosa! ¿Qué intención es la que mueve tu mano?- susurró estremecida por la ira. Frente a ella los altos árboles que lindaban Los Márgenes se agitaban presos de la furia del viento. Las tinieblas se cernían con su negro hábito sobre la tierra, engullendo el abrigo de la luz; era el momento de la Diosa.Rowan se dispuso a volver a la aldea, la lluvia empezaba a calar su manto y pronto la oscuridad sería absoluta. Dedicó una última mirada suplicante al horizonte, y para sus adentros, una corta plegaría. Deseó con todas sus fuerzas poder distinguir una sombra abriéndose paso por el sendero, pero en lo más hondo de su corazón sabía que lo que sucediera aquella noche no estaba en sus manos, ni en las del aguerrido joven que en aquel momento luchaba por su supervivencia; en realidad una voluntad mucho más antigua, que se perdía en los albores del tiempo, la misma voluntad que durante siglos había guiado el destino de los suyos, ya había escogido, y Rowan supo que la había elegido a ella. Tormenta

Si llueve… o mejor dicho, cuando llueve recuerdo ese día que me hiciste salir a la calle de mi casa para que sintiera las gotas sobre mi piel. Estaba en tirantes y era verano. Recuerdo no poder parar de sonreír, me sentí libre, sin ataduras y recordé tantas pelis en las que el protagonista baja a la calle y acaba calada por ir en busca de el amor de su vida.Ahora te has ido, y por mucho que nos mentimos con palabras de "para siempre" y "nunca te olvidaré" cogiste ese avión y ya no tengo nunca noticias tuyas. Tú me habrías impulsado a hacer una locura. A seguirte. Pero aquí estoy, donde nací, esperando tu regreso. Las horas se me hacen eternas, y cada día parece tener 48 o 72 horas... mi vida a vuelto a la monotonía a la que he estado acostumbrada. Tú eras ese factor riesgo que descubría pasadizos secretos o libros mágicos. Tenías tanta personalidad que contigo era imposible aburrirse. Cuando quedábamos no tenía que pensar "¿de qué voy a hablar?" que era lo que tenía que hacer con los otros. Prepararlo todo para que no pudiera haber ninguna oportunidad de que el aburrimiento me cogiera por sorpresa. Si venía, era que yo le había llamado.

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Recuerdo todas esas noches en tu cama como si hubieran sido ayer, atormentándome por que no estés aquí e incapaz de mirar a nadie más, viendo sombras. No es lo mismo vivir la vida loca sin ti, que contigo. Por que ya no soy la misma. Era alguien diferente y después de ti me convertí en otra, ahora me has quitado ese trozo que me habías dado, dejando un espacio oscuro y vacía dentro. Un avión a Chicago: 800 euros.Todos mis ahorros para verte. ¿Cojo ese avión? ¿Qué haré cuando llegue? Y esta vez tengo que hacerlo sola. Ninguna amiga puede acompañarme. Y sabes que odio la soledad y la inseguridad.Cuando me planto en el aeropuerto estoy sonriendo. Por que sé que estás pensando en mí, he cogido mi portatil para poder escribir estas lineas. ¡Sorpresa! Recibo un e-mail tuyo, el primero desde que te fuiste. Quieres saber qué es de mí, a ver cuándo nos veremos para tomar algo. Me hace gracia que juegues con la distancia, como si estuviéramos a pocos km's el uno del otro, y por asuntos de estudios no hubiéramos podido quedar para ir al cine y hablar de nuestra vida. Dices que me echas de menos y todo eso es suficiente para que me levante y entre en el avión que me lleva a ti. A tus locuras. Y quizá a una nueva vida... por que como dices tú, sólo se vive una vez, y la tienes que vivir por ti mismo, no por lo que los demás pienses, ni por lo que mis amigas quieran, tengo que tomar mis decisiones, por que cuando el tiempo pase y me arrepienta por no haber hecho ciertas cosas no podré hacer nada por arreglarlo. Y el avión despega...

SCRY

Si llueve, te encontraré. Y te mataré.

Eso fue lo único que aquel desconocido le espetó por la calle, mirándola fijamente, al cruzar por un paso de cebra.

Ella siguió andando, sin volverse. Llevaba tantos años en aquella ciudad de locos, le habían gritado tantas cosas, que ya nada la sorprendía. Profetas, vendedores ambulantes, hombres anuncio, albañiles, jubilados, cuerdos, locos… Todos tenían algo que decir, a mayor o menor volumen.

Si ese tío pensaba que le iba a dar alguna importancia a sus palabras…acertó de lleno.

En lo que llevaba de mañana, se había asomado a la ventana de su oficina al menos quince veces, para comprobar que el radiante sol seguía en su sitio. Que ninguna nube anunciaba su muerte. Que aquel

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chico trajeado del paso de cebra no la esperaba con un cuchillo en las manos.

Miraba el reloj como si cada segundo fuera el último. Comió como un condenado a muerte, saboreando cada trozo como si después no pudiera probar nada más. El sol seguía allí. Por la tarde, aparecieron algunas nubes.

Se sobresaltaba con cada timbrazo del teléfono, temblaba cada vez que tenía que usar el ascensor y se paraba en una planta distinta a la suya. Antes de que empezara a anochecer, tenía encendidas todas las luces de la oficina.

Y, entonces, tuvo que volver a casa. Desanduvo los pasos de aquella mañana, convenciéndose de que la paranoia no podría con ella. Llegó al mismo paso de cebra. Decenas de personas esperaban como ella a que el tráfico parase. No reconoció ninguna cara entre los que esperaban al otro lado. Entre los que caminaban en su mismo sentido.

El tiempo no había cambiado. Nada de lluvia.

Alcanzó su portal oyendo las sirenas de las ambulancias que adornan la noche de cualquier ciudad y el repiqueteo de sus tacones, cada vez más rápidos. Cerró la puerta tras de sí. Abrió el buzón. Miró a un lado y a otro. Subió por las escaleras. Vivía en un quinto, pero la sola idea de tener que montar en el ascensor la aterraba.

Cerró con llave, pestillo, dejó la llave en la cerradura, revisó todos los armarios, hasta los de la cocina, miró detrás de todos sus muebles. Llevaba el móvil siempre consigo.

Comenzó un libro: “ Recuerdo tu sonrisa de niña esculpiendo la mía…” Al rato, lo dejó; podría tener un premio, pero no soportaba leer una historia de miedo ahora mismo…ahora que había empezado a llover.

Al principio fue un débil chispeo. Después, una lluvia torrencial. De la que asusta.

Observó con detenimiento toda la programación nocturna; de vez en cuando, le parecía escuchar algún ruido. Se quedaba petrificada. Dejaba de respirar hasta que descubría que le ruido venía de cualquier otro sitio. Afuera parecía que la cosa se estaba serenando. Con el amanecer, ella también se serenó.

De camino a la oficina, era una persona nueva. Había sobrevivido a una amenaza fantasma. No sabía si sentirse orgullosa o tonta de remate. Y allí estaba, cumpliendo con su rutina, de nuevo en el paso de cebra. Lo cruzó con paso firme. Y en mitad de la calle, lo vio. Allí

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estaba otra vez, sonriéndole. Ella miró hacia otro lado. No caería otra vez.

-         Te lo dije

Se paró. Otra vez no.  No soportaría vivir otro día con miedo. Se giró para gritarle a su vez, para dejarle claro quién mandaba.  

Pobre…fue la única que no oyó el frenazo del coche…la única que, desde el suelo cubierto de sangre, vio al desconocido sonreír y alejarse con cara de satisfacción.

Mj

.- Si llueve…

.- ¿Qué harás si llueve?

.- No, pensaba que se está poniendo feo para regresar.

.- sssshhhh y quien quiere regresar? Nos vamos para no regresar – Sonrió ella.

.- Nosotros debemos regresar.

.- ¿Cómo?

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.- Puede que no estuviera en lo cierto, puede que tengan razón, pueden ser tantas cosas que..

.- Y por qué ahora ese miedo? Llevábamos planeándolo mucho tiempo. Conseguiste convencerme, quitarme los miedos y ahora eres tú quien los tiene?

.- Temo por ti.

.- Mentira, tienes miedo de ti mismo, yo no te importo nada, tienes miedo de equivocarte, de fracasar, de repente te importa mas lo que dejas que lo que tienes ante ti.

.- ¿Cómo puedes decir eso? Y los riesgos que he corrido? Estoy a punto de perder mi trabajo, mi forma de vida, mi

.- tú tú tú, es eso lo que te preocupa? En que momento de tu discurso aparezco yo? Al final?

Sabes que si regresamos me lapidarán, moriré! Ese era mi riesgo, vivir o morir, y creí en ti, nada me importaba, ni siquiera mi vida sino era compartiéndola contigo. Como pude ser tan tonta!

.- Pero yo te quiero.

.- ¿Qué quieres tú? o mejor ¿A quien quieres tú? 

.- A ti, seguro que si se lo explicamos lo entenderán, yo pued

.- Tú no puedes nada. Me pregunto como los dioses permiten el uso de esas dos palabras en personas tan inconscientes.

Como pude dejarme convencer, como pude..

.- Tal vez bastó el hecho de que podía sacarte de tu mundo.

.- Maldito cobarde. - La mano de ella impactó súbitamente sobre el rostro de él.- No quería nada de tu mundo, tan solo a ti. Yo sí he tenido valor para dejar el mío, y tú?  Ahora entiendo hacia donde llevaban tantas bonitas palabras y regalos. Nunca pensaste en cruzar la frontera verdad? El lugar mas lejano al que puedes erectar tu pensamiento era la cama, no? No? Vamos respóndeme! Aquí me tienes, desnuda. Victoria! y ahora lo siento mucho pero adiós, no?  

.- Estás muy nerviosa, cálmate por

.- No me toques! No existe ninguna casa frente a la playa verdad? Ni dálmata alguno esperándome, ni – sus lágrimas sellaron sus labios.

.- No puedo llevarte conmigo, entiéndelo. No podía imaginar que dejaras todo por

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.- Por amor?  Y cuando ibas a decírmelo? En el aeropuerto? Cuando nos pidieran los billetes? Espera, nunca existió mi billete, verdad?

No te preocupes, sé el camino de regreso, vete tranquilo

.- Pero…  lo entiendes?  Todo esto me supera, yo…

    Ella descendía por la senda camino del poblado sin volver la vista atrás, llevando consigo el equipaje de un sueño roto bajo la lluvia que comenzaba a caer con fuerza.

   La misma lluvia que unos pocos kms. mas al norte caía sobre el aeropuerto en el instante en que el grupo se disponía a facturar. No paraban de hablar entre ellos, cada cual presumiendo de sus éxitos.

.- Deberían crear tarifas planas para el turismo sexual jajaja! – Exclamaba uno jactándose de ello.

.- Shhh estás loco! Somos turistas intelectuales jajaja – Dijo otro. – Somos lo que levantamos este país. – Las risas fueron bruscamente interrumpidas con la llegada de efectivos policiales a la zona de embarque.

.- Mr. Nazzinger – Gritó el sargento que los comandaba.

.- Yo, yo soy. – Respondió tembloroso un miembro del grupo.

.- Permite un momento su bolsa?

.- Sí como no, pero dense prisa por favor, el vuelo está a punto de salir y..

.- ¿Qué es esto? - Dijo el policía.

.- ¿Esto?  Un regalo que me hicieron.

.- ¿Quién?

.- Para que quiere saberlo? Una persona muy amable, y yo que sé! No sé quien es ni donde podría hallarla.

.- Pues entonces está en un apuro Sr. Porque es una pieza que forma parte del tesoro nacional del país, y el contrabando de arte es un delito.

.- ¿Qué?  Oiga puedo explicarlo, me lo dio… Ella!  sí sí, ella fue. – Dijo refiriéndose a la niña que observaba la escena al otro lado del mostrador.

.- Se refiere Vd a esa niña? De que conoce Vd a esa… menor – Le respondió el sargento enfatizando la palabra menor.

.- ¿Menor? No, no puede ser, yo, yo…

.- Acompáñenos Sr. me temo que va a tardar unos años en abandonar el país.

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Carlos( Ninive)

Si llueve, tus lágrimas se mezclarán con la lluvia y te costará distinguir entre las gotas que, simplemente resbalan y el llanto que, sencillamente, brota.   Si llueve, mi cabello se mojará durante mi espera en tu portal y, cuando por fin bajes, te esperaré con el flequillo pegado a la frente y los párpados inundados de gotas de lluvia y, cuando me beses, mi boca te será insabora, como el agua que cae del cielo, como las palabras que no decimos.  Si llueve, ni tú ni yo seremos los mismos. Y no te diré que, en el fondo, siempre te quise. Y tú no me dirás que estuviste pensando en mí en todo momento. Y no hablaremos por miedo a estropear el silencio que nos contiene a nosotros, a las calles vacías y a la lluvia. No hablaremos porque, a veces, las palabras sobran.  

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Si llueve, responderé a tu llamada con voz suave y te diré que tardo cinco minutos más en llegar, que te quiero, que te echo de menos... que me esperes. Nunca dejes de hacerlo.  Si llueve te echaré en cara aquello que dejaste de hacer por mí. Te recordaré que no siempre fuiste perfecto y apretaré los puñós, encogeré el alma. Tú me mirarás,pensarás en mi rostro dulce de los días soleados y, con nostalgia, me dirás que yo también te fallé. Y no sabremos qué hacer con tanto reproche mojado, hundiremos las manos en los bolsillos, nos marcharemos sin decir adiós, agachando la mirada... Si llueve, no podremos tumbarnos a buscar formas en las nubes... y todas tendrán la msima forma, oscura, como nuestras miradas... y sentiremos pena, querremos volver a los días de verano, nos cogeremos las manos... soñaremos con días de sol.  Si llueve mi alma se escurrirá como agua por los poros de mi piel... y dejaré de ser para empezar a estar, me desplomaré entre esperanzas y sueños, me compraré una red para atrapar imposibles... y jugaré a las muñecas junto a la chimenea, con un vestido de tul y un lazo de raso recogiendo mi cabello, mojado, como la lluvia... y seré esa niña que nunca debí dejar de ser... huiré de mí misma. Del mundo.  Si llueve, meteré la mano en tus bolsillos y te pediré que abras el paraguas. Me mirarás y, con tu sonrisa torcida, me dirás que no lo has traido. Entonces echaremos a correr, juntos, abrazados... y tropezaremos cada dos pasos y medio pero no nos importará porque, al hacerlo, nos besaremos y seguiremos corriendo... y, al final, nos daremos cuenta de que la lluvia nos moja igualmente corramos o no... entonces pararemos para querernos bajo el agua... empapados... enamorados.  Si llueve, no lo olvides, cada gota de lluvia será un tequiero de mis labios para tus oídos... y lo escucharás chocar contra el asfalto mojado desde tu ventana... con la cabeza apoyada en las manos... con la mirada perdida en el espacio vacío que contiene todo lo que no somos tú y yo.  Si llueve, volveremos a empezar de nuevo... y no habrá motivos para recordar el pasado. Seremos dos desde cero. Y no seremos perfectos pero creeremos serlo. Siempre juntos.  Si llueve, tendré que confesarte que soy una sirena... y que mis piernas desaparecen bajo el agua... que no aprendí a nadar porque siempre soñé con estar aquí, a tu lado... y tendrás que sostenerme entre tus brazos para que no me caiga.  Si llueve puede que me vuelva un poco loca y quiera llevarte a saltar sobre los charcos, que te coja de la mano y me ponga las botas de agua, que acabemos empapados en cualquier cafetería, con un chocolate caliente y más pulsaciones de las habituales en el pecho.  Si llueve, seguramente, te llamaré por teléfono... y me sentaré junto a la ventana, te pediré que hagas lo mismo... y miraremos juntos la lluvia... tú allí y yo aquí... y, aunque no sean las mismas gotas, sentiré que cada una

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de ellas me trae una parte de ti... y sacaré la mano para atrapar la que lleva tu sonrisa... y la besaré despacio...  Si llueve te invitaré a refugiarte en mi paraguas, te abrazaré con fuerza, me cogeré de tu brazo... te pediré disculpas por no saber ser quién debería ser para ti, por no aprender a mejorar, a darte lo que necesitas... te lo diré al oído, en secreto, a escondidas... y el ruido de la lluvia tapará mi voz... y nunca sabrás si lo soñaste o fue real.  Y, si llueve, si mañana llueve... si algún día llueve y tú no estás a mi lado, sabré que me echas de menos.... como yo te extraño a ti... y lloraré con el cielo por no haber sabido retenerte... y me sentiré desdichada, triste, sola... y recordaré que, si me esfuerzo en sonreír, quizás, consiga ver el arco-irisSara

Si llueve, puedes oir como se mueve en silencio por la casa para salir sin que nos demos cuenta.  Una vez allí, se deja empapar de agua y de recuerdos. Va sintiendo, como una bendición, que cada una de las pequeñas gotas le trae un instante del ayer. Cuando aún la tenia consigo. Esta trae el momento en que la vio por primera vez. Esta otra, la vez en que sus miradas se cruzaron. El primer beso. El día que le pidió que envejecieran juntos. Gota a gota, calándole los huesos. Recuerdo a recuerdo, calándole el alma. Su rostro huraño y severo va relajándose poco a poco, dejándose llevar por ese momento bajo la lluvia. Las gotas recorren su cara poblada de arrugas, leyendo en ellas mil y una historias de un ayer. Y van tomándola poco a poco, hasta que una de ellas, por fin, traspasa sus blancas cejas y se desliza por su mejilla, como si de una lágrima se tratara. Sólo entonces se permite llorar. Deja caer sus propias gotas de lluvia al son de las lágrimas del cielo. Porque cree que así nadie notará que está llorando: así tan sólo pensarán que soy un viejo chiflado bajo la lluvia, se dice.  

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Lo observo desde mi ventana, ajeno él a mi presencia. Y mientras lo miro, intento recomponer su historia de amor a partir de retazos oídos en mi propia familia, de antiguas fotos y unas hojas huidas de lo que debió ser algún diario. Porque él nunca habla de ella. En realidad casi nunca habla de nada; se esconde tras una coraza de mal genio, silencios y gruñidos. Coraza que se puso el día que ella se marchó. A veces, me cuesta creer que ese hombre siempre malhumorado sea la misma persona protagonista de esa historia, la misma que veo ahora bajo la lluvia, llorando de alegría al recordar.  Ha dejado de llover. Adoro estos días grises que me han permitido conocerlo. Saber como era en otra época. Cuando yo ni siquiera existía. Entra en casa, empapado de lluvia y felicidad, con el rostro huraño recompuesto pero sonriendo desde detrás de sus ojos, sin poder evitarlo. Lo espero, como siempre, con una toalla y un café caliente. - Abuelo, es usted un viejo chiflado le digo, guardándole su secreto una vez más. Maldice, me llama mocosa maleducada. Coge sin cuidado la taza de café, derramando parte del mismo y me arranca la toalla de las manos, para desaparecer por el pasillo. Apenas puedo reprimir una carcajada. Se va blasfemando a gritos. Se que apenas lo veré en lo que queda de día. Que me evitará. Pero sigo sonriendo, porque sé que esta noche, como cada vez que llueve, cuando él crea que ya duermo, vendrá a los pies de mi cama. Y me contemplará en silencio, sonriendo. Y una vez más susurrará a las sombras: - Amor mío, sois tan parecidas... mirándola a ella... cómo recuerdo tu sonrisa de niña esculpiendo la mía...  Livtrase( Paula )Si llueve la luna se verá borrosa, pero serán tus pestañas empapadas las que te impidan verla con claridad.

La luna, musa de hombres lobo y poetas noctámbulos, te mirará curiosa desde su alto trono, ahí parado en medio de la calle mojándote y mirando el cielo con los ojos entrecerrados.

¿crees que no lo sé? Tú no miras a la luna, te miras a tí mismo.

Están la nostalgia y los remordimientos que sientes por lo que pasó. Esa es la primera capa. Luego estás tú, centro de todo y mundo de nadie.

¡Ese ego desmesurado!

Deberías dejar de martirizarte de una vez. Todos nos hemos sentido confundidos alguna vez, nos hemos equivocado…

Y si vuelves a tropezar, te levantarás, nada es eterno. ¿que no? Dáme paciencia y lo verás.

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Tanto pensar y repensar… cogerás un resfriado si sigues mirando la luna como un bobo, al menos acércate al porche. Vamos, inténtalo. Son sólo un par de pasos. Luego será sólo ir recobrando poco a poco la consciencia y volver dentro de la casa.

Los problemas desaparecerán con una buena ducha, un chocolate caliente y un sueño reparador.

¡ya lo sé! mañana seguirán ahí, mordiéndote y golpeando tu estima. Pero no lloverá, y el sol calentará tu piel para que te sientas un poco mejor. Háblalo con alguien de confianza y reducirás su tamaño, es más sencillo de lo que parece.

¿o es que esperas que alguien ponga un anuncio en el periódico buscándote?

‘Se busca enamorado de la vida persistente en sus errores para experimento psicológico. Preferiblemente negativos patológicos, obsesivos crónicos y empáticos emocionales. Abstenerse propensos a la felicidad’.

Synn

“Recuerdo tu sonrisa de niña esculpiendo la mía, te recuerdo tan claramente mamá…     Laura estaba acostada junto a Ricardo, y por sus mejillas resbalaban unas brillantes lágrimas, en parte dulces y en parte amargas. Junto a Ricardo había recordado a sus padres, olvidados tanto tiempo atrás…    Ahora tenía una nueva vida. Era una mujer nueva. Por primera vez desde hacía muchos años Laura era feliz. Ella y Ricardo habían conseguido escapar, y los últimos cuatro años fueron un regalo para ambos. Quería hacerle un obsequio, algo que a él realmente le encantase.    Tras unos cuantos días supo exactamente qué podía regalarle. Iba a comprarle un ejemplar nuevo del libro que él leía en aquella cafetería en la que años antes se habían conocido, además estaba de suerte, el autor iba a estar por allí cerca firmando ejemplares, celebrando la vigésima edición de su libro.    “Si llueve” ese era el título del libro, una serie de relatos escritos por Jose Alberto, uno de los cuales daba título al libro y era una obra maestra. Fue a aquella enorme librería y cuando tuvo su ejemplar esperó a que fuese la hora. Se puso a la cola y pidió que se lo dedicasen a nombre de Ricardo. Seguro que le hacía mucha ilusión…    Iba de camino a casa, con su ejemplar perfectamente envuelto, y pensando en la cara que pondría Ricardo al verlo. Dobló la esquina de su calle, y un gran estruendo la sacó de sus pensamientos. Levantó la cabeza

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para confirmar sus peores sospechas. Su casa había volado por los aires. Echó a correr y al llegar cayó de rodillas sollozando. La policía y los bomberos llegaron pronto, pero sólo pudieron confirmar la muerte por quemadura del hombre que estaba dentro de la casa…    Ricardo había muerto pero… ¿Por qué? Su teléfono sonó, pero no supo que allí hallaría la respuesta.    -Mi querida Laura, hemos tardado en encontrarte, pero al fin lo hemos logrado, y fíjate cual sería mi sorpresa al encontrar vivo a Ricardo… Bueno, no me ha quedado más remedio que concluir lo que tú no pudiste en su día, pero tranquila, tu secreto está a salvo conmigo, además te tengo un trabajito… Ven en cuanto puedas.    Laura no sabía qué decir. Después de aquello la conversación se cortó sin que tuviese tiempo de decir nada. En su corazón la rabia volvía a latir, el coraje volvía a formar parte de ella y su único deseo era la venganza…    No lo pensó dos veces. Se cogió un avión, no sin antes concertar una cita con un amigo que podía venderle un par de armas. El vuelo se le hizo eterno, y el trayecto hasta la zona de contacto aún más, pero nada le importaba más que saciar su ira, tenía que aplacar todo el dolor que sentía.    Se compró dos armas, Un fusil de asalto y una pistola semi-automática. La pistola la guardó en la cintura de su pantalón, pero el fusil ni se molestó en ocultarlo. Ya no le importaba nada. El odio volvía a guiar sus pasos. Volvía a ser aquella despiadada asesina que años antes había matado a tanta gente, pero al contrario que aquella vez, ahora sí recodaba a sus padres, todo el dolor que pasó en el orfanato, y cómo le arrebataron el amor de su Ricardo, y recordar todo esto la hacía aún más peligrosa.    Llegó a la nave industrial en la que  preparaba los negocios sucios su antiguo jefe. Se coló por una ventana, sin mayor complicación y comenzó con su venganza.    Caminó por aquellos pasillos de mercancías. Unos pasos delante de ella había dos guardias. Sin pensárselo dos veces descargó una ráfaga de balas  con el fusil. Les disparó a las piernas. Cayeron al suelo antes de poder reaccionar. Se acercó a ellos y los remató. Iban a pagar todo el daño que le habían hecho.    Minutos después se encontró con cinco guardias más, pero ya estaban avisados de su presencia. Los tiros la habían delatad, pero nada importaba ya… Rodó por el suelo y consiguió herir de muerte a dos de ellos, sólo le quedaban tres. Subió por unas cajas, y desde la altura consiguió disparar a dos de ellos antes de que el tercero le alcanzase con una bala. Se derrumbó con el dolor, pero había conseguido matar a aquel cabrón.    De su costado salía un montón de sangre, pero no podía quedarse quieta. No había llegado hasta allí para rendirse. Dejó el fusil, ya que se le había acabado la munición. Cogió un cuchillo de uno de los cadáveres y siguió adelante por aquel sin fin de pasillos.    Al fin vio a aquel hijo de puta. Había dos matones con él, pero estaban todos de espaldas, y con sigilo no le sería difícil acercarse y matarles… En el más absoluto silencio se acercó a uno de ellos, y con un rápido movimiento le partió el cuello. Al oír el ruido su compañero se giró, pero Laura ya se había abalanzado sobre él. Le asestó cuatro puñaladas en el pecho.    Tiró el cuchillo al suelo. Estaba cubierta de sangre, alguna era suya (la mayor parte), pero también estaba cubierta de la sangre de todos aquellos a los que había matado.    -Sabía que vendrías mi pequeña niña, pero no imaginé que vendrías así. Pensé que te había hecho un favor librándote de ese estorbo de Ricardo. A

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su lado no me valías para nada, eras inútil, pensé que me lo agradecerías, pero veo que no…    -Estoy aquí para matarle jefe. Podría haberme dejado vivir feliz, pero su rencor y necesidad de dominio fue superior a usted. No me eche la culpa de lo que va a pasar, porque esto se lo ha buscado usted solito…    Sacó el arma con una mano, en la otra sujetaba un objeto que la había acompañado durante todo el viaje.    -Debe darse la vuelta –dijo Laura.- No quiero dispararle por la espalda, pero lo haré si no me deja más remedio…    Él se dio la vuelta, y pudo ver en un reflejo el arma que llevaba. Después todo fue como a cámara lenta. Sintió el disparo, y luego un fuerte dolor en el pecho. El objeto que llevaba se le resbaló de las manos, pero aún así ella aguantó de pie.    -Muy bien cabrón, tuvo su oportunidad, pero no supo aprovecharla. Y esto es de parte de Ricardo.    Una bala salió de su pistola directamente a la cabeza de su antiguo jefe, que se desplomó al instante. Laura permaneció en pie el tiempo suficiente para verle morir, luego la oscuridad se hizo sobre ella y cayó rendida al suelo, muerta.    Matar formaba parte de la naturaleza de Laura, había vivido matando, y había muerto por amor… Yacía boca arriba. Tenía dos heridas en su cuerpo. Su sangre manaba copiosamente y caía sobre aquel objeto que había traído con ella…    “Si llueve”, ese era el título del libro que su sangre estaba empapando… “Si llueve”, e irónicamente comenzó a llover…”  

Niobe

Si llueve, no cierres la puerta.

Espera junto a los goznes

que lloran amargos mi ausencia

y arráncate el corazón

Que la lluvia viene a anunciar mi vuelta.

Si llueve, corre, despierta,

Llama al Mistral, deprisa,

Dile que venga.

Haz que el gran Eolo acorte el tiempo que queda.

Que en la distancia el amor,

Hilvana sueños en tela

Y devora el olvido

el recuerdo del que sueña.

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Si llueve, arriaré las velas!

Remaré hacia ese lamento

Que emana de tu alma muerta

Y seguiré mi camino

Hasta que el mar no comprenda

Preguntó ayer por tu nombre,

Penélope es la respuesta.

Las horas pasan despacio,

Tanto en el mar como en tierra

Mas no pierdas las esperanza y si llueve, amada,

Espera a que vuelva. Sturm

Si llueve ... de nuevo sentiré las gotas de agua correr sobre mi piel, si llueve correré hacia ninguna parte deseando quedarme así toda la vida... si llueve ... me quedaré sola; sin miedos ni temores; sola. Si llueve cada gota luchará por rozar mi piel... si hoy llueve, tiraré mi paraguas y me limitaré a sentir... si llueve seré libremente feliz. Miro hacia arriba y solo hay claridad... siento frío, pero ninguna nube a mi alrededor... y me quedo aquí, prisionera de mí, dejando a mis sentimientos salir (...)

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Kelly

Si llueve… sólo si lleve, ven a buscarme…

  Aún ahora, pasado el tiempo, guardo el pedazo de papel donde me escribió esas palabras…muchas veces lo desdoblo y lo releo esperando encontrar en él, algo que se me hubiera escapado.

Recuerdo ese día una y otra vez, encontrando mil alternativas, mil caminos, mil excusas, mil mentiras, mil razones….y aprendí que ninguna me servía de consuelo.

Esa mañana llovía con fuerza, y mientras te ibas vistiendo escuchaba tus maldiciones y reniegos, odiabas la lluvia porque decías que se te metía en el cuerpo. Yo te miraba desde la cama agradeciendo mi día libre y sonriendo al ver tu cara de niño enfadado con el mundo. Después te acercaste a mí y me diste un beso en la mejilla y otro en el cuello, y murmuraste unas palabras que no comprendí, sólo cuando unas horas más tarde me levanté y encontré tu nota, entendí que me pedías que te rescatara si el día seguía jodiendote el ánimo.

Me gustaría decirte que fui a buscarte, que fui a rescatarte esa noche en medio de la lluvia, que te esperé pacientemente para darte una sorpresa…pero simplemente llegué tarde esa noche. Tarde…que significa llegar tarde? Que tú saliste cinco minutos antes y yo llegué cinco minutos después.

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Y llegué, llegué cuando el reloj marcaba poco más de las ocho, llegué a la misma hora que siempre, a la misma puñetera hora que llegaba todos los días durante más de cinco años…pero tú ya no estabas…

Te fuiste…y al mirar al cielo me di cuenta, que ya no llovía…

 

Mar

Si llueve saldré a mojarme, quiero empaparme y dejar que las frías gotitas de agua caigan sobre mi rostro llevándose consigo mis saladas lágrimas, que no dejan de salir de entre mis ojos verdes. Si llueve quiero que vengas a taparme, que traigas tu negro paraguas y tu sonrisa blanca, quiero que acudas en mi ayuda cuando te pida socorro sin mediar palabra. Y que el viento nos traiga su dulce cantar... la melodía que tristemente las hojas cantan a su paso entre ellas, meciéndolas en la oscuridad de la noche, invitándolas a soñar hasta que caigan al duro suelo y se desprendan de sus ramas y ya nunca más puedan volar sabiendo que están seguras. Ya no se podrán sujetar a sus raíces y en silencio llorarán.

Si truena quiero que me abraces bien fuerte, que el miedo no note que estoy temblando; si el cielo se ilumina en plena noche deja que me quede a tu cuerpo pegada, calentándome con tu calor, tranquilizándome con tu dulce voz, acurrucándome en tu interior... sintiéndome completamente tuya.Y cuando el sonido de la tormenta cese y la calma regrese en todo su esplendor, déjame salir y contemplar la hermosa luna que nos mira desde su gris luminosidad mientras sueño que algún día te la podré acercar y así iluminar aún más tu mirada.

 

Si llueve saldré a llenar mis botas de barro saltando en cada charco como cuando tú no estabas y dejaré que mi barquito de papel navegue por los riachuelos que el agua va marcando hasta que se hunda entre túneles subterráneos. Hundirse y salir a flote, intentar -

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pese a todo- sobrevivir, llorar y un segundo después volver a reír, escuchar mi propio corazón latir.

Si llueve esta noche pasearé entre mis recuerdos de la niñez, cuando nada preocupaba, cuando de lo mejor de la vida disfrutaba... pero también cuando a solas lloraba sobre la almohada de mi habitación, que tantas noches como esta me ha escuchado intentando absorber mis penas entre su algodón. Y si vienes a visitarme mientras llueve, dulcemente te confesaré, mi amor, que sin ti las noches son más frías porque me falta tu calor, que sin ti las lágrimas son más amargas porque me falta tu abrazo y que sin ti mis besos sólo los coge el aire perdiéndose así entre las cuatro paredes de mi habitación.

 

Dark_Angel

Si llueve, pequeño, si lluevejugaremos a contar

las gotitas de colores,hijas perdidas del mar

Si llueve, mi sol, si lluevete descubriré el lugar

donde habitan las historiasde princesas por salvar

Si llueve, ¡Ay niño!, si lluevenos haremos un collar

con las lágrimas del cielo,dulces perlas de cristal

Si llueve, príncipe, si lluevetranquilo, no hay porqué llorar

que las nubes son cariciasque te enseñan a soñar

Scherezade

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Si llueve no veré a la gente desde la ventana, todos con sus paraguas como champiñones de colores. Y eso me pondrá triste, y si estoy triste me empezaré a encontrar mal: primero será una sensación casi imperceptible pero a medida que pase el día, sin una gota de luz, me empezaré a poner de colores raros y volverán esas fastidiosas migrañas que tanto me marchitaron el verano pasado. Y no sólo eso, por si fuera poco Javier no está. No hay nadie en casa. Ni siquiera se oye el teléfono porque lo ha desenchufado. Todo el mundo está de vacaciones, o como si lo estuvieran. Maite en Salamanca con unas amigas, las niñas de “Erasmus-Orgasmus” (no me preguntéis lo que es, pero suena muy raro) y Javier...en un congreso en Brasil, disfrutando como un enano en el carnaval. Allí querría estar yo, rodeado de tanto colorido y alegría. La época post-Navidad es un asco, todo se vuelve tan soso...

  Augusto (así le bautizaron las niñas hace ya una década) está deprimido. De hecho, casi siempre lo está. Es un árbol

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un poco neurótico. No para de analizarlo todo, y hay que reconocer que más de una vez ha necesitado algún que otro flotador: se ahoga en un vaso de agua. En diciembre todo es diferente. Le llenan de guirnaldas y brillantes bolas de colores, los regalos le hacen cosquillas debajo de sus ramas y todo huele a...roscón de reyes. En Navidad es feliz y se le nota: sus hojas lucen un verde hipnótico. Ahora está mustio. Y por si fuera poco estaba metido en un armario oscuro en el despacho de Javier. Digo estaba porque Augusto es muy espabilado para lo que quiere y siempre que no halla moros en la costa sale a la superficie del hogar de los Moreno. Y allí lo tenemos, con una depre del quince, intentando ver algo por la ventana...enfrascado en sus negativos pensamientos.

  Aquí estoy frente al diván, todo verde, sin un mísero adorno. ¡Que digo verde!¡Me estoy poniendo amarillento! ¿Quién va a querer un árbol de Navidad amarillento? ¡Estoy para el arrastre! No me extrañaría nada que para el próximo año los Moreno me sustituyan por uno de esos farsantes de plástico...

  Augusto lo pasa realmente mal. Comprenderle: tiene una personalidad débil. Fue criado en solitario, como parte de un experimento. Nunca ha estado en contacto con otras plantas, por lo menos de su misma especie, y eso tiene que afectarle. Además al vivir la mayoría del año (salvo las Navidades que las pasa pletórico en el salón) en el despacho de Javier Moreno, distinguido psicólogo, es irremediable que los pacientes que cada día sueltan sus penas al aire tumbados en el diván le peguen algo o mucho de sus neurosis...Hablando de psicología...Upps...los pensamientos neuróticos de nuestro arbolito no me dejan seguir con la explicación, en cuanto Augusto decida hacer otra pausa en sus monólogos interiores, continuaré.

 

Si al menos tuviera alguien a quien escuchar...pero ni siquiera está enchufado el contestador. Salvo a los Moreno, nunca he tenido compañía que mereciese la pena. Los pececillos de colores se olvidaban de mi cada treinta segundos (memoria de pez) y encima se fueron pronto al otro barrio. Florence, esa rosa francesa que trajeron una vez, era completamente insoportable y cursi...¿de verdad pensaba aquella maruja que me

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importaba su precioso cutis, sus maravillosas espinas esmaltadas o los desfiles de moda de Paris de la France? Luego...estuvo aquella araña, iba a lo suyo y ni siquiera se dignó a dejar de tejer para mirarme. También duró poco, la corrieron a escobazos. Y la gata de Maite no hacía más que marearme con esos repetitivos maullidos, a parte de dejar ese insufrible olor.

  Si, él es siempreeee asi. No brilla por su positividad. Os estaba contando lo del los orígenes de Augusto. A Javier le encanta la biología además de sus idolatrados asuntos psicológicos. Hace diez años se reunió con unos colegas biólogos para intentar crear un árbol de Navidad INMORTAL. Si, suena raro, lo sé. Pero la familia Moreno siempre ha sido muy tradicional y a Javier no le pareció mala idea probar sus numerosos conocimientos de biología y botánica en una tarea como ésta. A sus hijas, por entonces en edad de ilusionarse con este tipo de cosas, les gustaría la idea de tener un árbol de verdad para todas las navidades. Tras arduos esfuerzos nació una ramita que poco a poco se fue convirtiendo en Augusto. Salvo sus frecuentes malestares causados principalmente por su carácter depresivo (lo que está comentando él de las hojas amarillentas) Augusto goza de una salud de hierro. Y está pensado que sea así siempre, Augusto no está programado para morir. Por supuesto él no tiene ni idea de tal ventaja biológica y está convencido de que pronto le sustituirán por un árbol de plástico.

  Y encima huelo a jamón. Este olor no se me quita. Maldita la hora en que decidí hacer una excursión a la cocina. ¿Pero qué quieres? Llevo toda mi vida en esta casa y no conozco más que este gris despacho y el maravilloso salón (como se puede comprobar Augusto tiene totalmente idealizada esta habitación...ya que es allí donde pasa la mejores épocas de su existencia...si supiera lo gris que es en realidad el resto del año, que no siempre está decorada con guirnaldas y tarjetas de Navidad...) Durante mi exploración una de las niñas (era tarde además, serían las cuatro de la mañana, ganas de jorobarme...) entró y no tuve otra alternativa que meterme detrás de la puerta donde tenían colgada una pata de jamón. Menos mal que la niña iba

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totalmente adormilada. Pero el olor a ibérico no se me va de las ramas...Eau de cerdo...

  No sé que contaros más. Augusto se pasa once meses a caballo entre un armario oscuro escuchando a pacientes un tanto tarados y sus incursiones en la superficie...Un momento...¿que narices está haciendo ahora? ¡Se ha puesto a andar hacia la puerta! ¡Augusto no suele comportarse así! ¡Desde su salida a la cocina no se mueve del despacho!

  Estoy harto. Me estoy marchitando por momentos. Si los Moreno me ven así de tristón ,soso y amarillento me tirarán al primer basurero con el que se topen. ¡En mi mano está que eso no ocurra! Tengo que hacer memoria...¿dónde guardan mis adornos? ¿y las guirnaldas? Tengo que encontrarlas...

  ¿Le estáis escuchando? ¡Qué orgullosa estoy de nuestro arbolito! ¡Por fin deja de autocompadecerse y pasa a la acción! Aunque esta acción sea un tanto absurda...Como tú y yo sabemos: a Augusto nunca le tirarán, por muy feo que se ponga...Es una especie única, el primer árbol de Navidad inmortal de la historia, todo un espécimen digno del mayor cuidado. Javier, su orgulloso dueño, lo tiene en un pedestal, nunca se desharía de él. Pero, claro, eso Augusto no lo sabe.

  Mierda...¿donde tienen en esta casa lo verdaderamente importante...?Mucho libro, mucho cojín, lámparas y objetos varios por todas partes...pero ¿dónde esconderán lo que busco? En fin, tendré que arreglármelas de otra forma...

 

Quince días más tarde los Moreno llegan todos juntos a casa (es una familia responsable que decide volver a la par de sus vacaciones o experiencias varias). Quizá lo que os voy a contar os suene ya de algo: es una leyenda urbana muy famosa. En el medio del salón, verde y completamente eufórico, se encuentran a Augusto, nuestro peculiar árbol de Navidad, envuelto en papel higiénico de los de colores (hay que reconocerlo, los Moreno eran un poco pijos XD) y con una enorme estrella de papel de plata -hecha por el mismo- en lo alto de su última rama. Poco le duro la alegría a Augusto y a su artificial y estrambótico decorado, los Moreno

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no dudaron en llamar a la policía sospechando que se trataba de una broma un tanto absurda de algún chiflado (podría tratarse de un paciente descontento.... Augusto paso una buena temporada en un cuartito de la comisaría del barrio como prueba principal de un extravagante allanamiento de morada.Kloverkirov

Si llueve, podremos volver a estar juntos. ¿Recuerdas aquella noche? Volvíamos del hospital, de ver a la abuela. Hacía mucho frío y el viento tambaleaba el coche. Tu conducías muy despacio, pero la carretera estaba resbaladiza y al tomar aquella curva no fuiste capaz de controlar el volante. Nos salimos de la carretera, cayendo por el precipicio que hay justo antes del desvío que conduce a nuestra casa.

El coche quedó destrozado después de rodar colina abajo y dar varias vueltas de campana. Tú estabas desorientado a causa del fuerte golpe que dio tu cabeza contra el salpicadero. Saliste del coche y comenzaste a andar, sin rumbo fijo y muy aturdido. El estruendo provocado por la explosión del depósito, te hizo reaccionar y salir del estado de ensimismamiento en que te encontrabas.

Todavía puedo escuchar tus gritos dentro de mi cabeza: "¡Arantxa!, ¡Arantxa!, ¡Arantxa...!", gritabas con desesperación. Y yo te respondía, estaba justo detrás de ti pero tú parecías no poder escucharme. Fue entonces cuando dirigí mis ojos hacia el coche y pude verme a mí misma ardiendo dentro.

Al principio no entendía nada, permanecía impasible siguiéndote de un lado para el otro. Primero llegó la policía, luego los bomberos, la ambulancia... Todos te hablaban y trataban de consolarte, pero a mí nadie me escuchaba, nadie me veía.

Durante mi funeral, te cogía de la mano, secaba tus lágrimas... pero tú seguías sin poder notar mi presencia. En ese momento, fue cuando me di cuenta de la realidad: yo había muerto en el accidente de coche, mientras que tú tan sólo habías sufrido unos cuantos rasguños.

Cada noche, mi espíritu te acompañaba y velaba mientras dormías. Sin embargo, aquella vez en la que volví a casa para verte dormir como hacía cada noche y no te encontré, salí a buscarte y te encontré en el lugar del accidente. Desde entonces, día tras día, no hemos dejado de ir a la misma hora, al mismo sitio...

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Lo que ninguno de los dos se esperaba era lo que ocurrió aquel seis de octubre. A pesar de que había una tormenta espantosa y un frío de mil demonios, no dejaste de acudir a la cita de cada noche. Yo, te hablaba y te acariciaba la cara y las manos, como había hecho muchas veces antes, pero fue ese día de lluvia, frío y viento en el que, por fin, pudiste volver a verme, a escucharme y a notar el tacto de mis manos y mis besos, ahora fríos cual témpano de hielo, sobre tu piel.

¿Lo recuerdas?, ¿recuerdas cuál fue el inicio de nuestros encuentros desde que dejé de vivir? Ahora, mi espíritu descansaba tranquilo, tú seguías con tu vida y nuestras monotonías tan sólo se veían alteradas por los días de lluvia, en los que ambos dejábamos de lado nuestras respectivas a la vez que dispares rutinas para estar juntos y hablar como lo hacíamos antes, como no hemos dejado de hacerlo nunca.

De pequeña odiaba las tormentas, pero ahora ellas eran las encargadas de traerme la paz que necesitaba y de permitir que la niña que una vez fui pudiera volver a reunirse con su padre.

Dime papá, ¿lo recuerdas?...

 

Recuerdo tu sonrisa de niña esculpiendo la mía aquel inolvidable 6 de octubre de hace ya 47 largos años. Sí pequeña, lo recuerdo como si fuera ayer.

 Siempre me culpé por lo ocurrido. Yo debí haber sabido controlar el coche aquella horrible noche, debí haberme dado cuenta de que cuando yo salí del coche tu permanecías atrapada en su interior, debí sacarte de aquel infierno superando el estado de aturdimiento, pánico y desolación en el que me encontraba. Pero no lo hice, y desde aquella fatídica noche, tu imagen consumiéndose por las llamas me venía a la mente una vez tras otra.

 Hasta aquel mágico 6 de octubre, en que pude verte de nuevo, mi vida sin ti transcurrió como si de una lenta muerte se tratara. Tu fuiste lo único por lo que merecía la pena vivir y el mayor consuelo que pude tener, cuando las alas del destino decidieron llevarse a tu madre la mañana que tu naciste. Lo que había alimentado mi vida desde entonces; tus gestos, tus besos, tu dulce sonrisa esculpida a imagen y semejanza de la mía, tu constante alegría y jovialidad, se había esfumado en un suspiro.

 Tu ausencia se me clavaba en el alma y no hallaba consuelo en mis lágrimas. Tal vez, mi desesperado deseo de encontrarme contigo de nuevo, más allá de los sueños, provocó que el destino hiciera posible el poder volver a tenerte entre mis brazos.

 Aquel día, como todos los anteriores, acudí al lugar del accidente. Aquel día, como todos los anteriores, deseé encontrarte dentro del destrozado coche, del que jamás debí haber salido sin llevarte conmigo de la mano, y salvarte. Quería volver sobre mis pasos y dibujar un nuevo camino juntos. Y por fin, mis más ansiados deseos dieron su fruto al darme la vuelta y encontrarte de pie junto a mi, cogiéndome de la mano, sonriéndome como nunca antes lo habías hecho. Ese día volví a nacer. El amor que siempre nos había unido, permitió que  pudiésemos estar juntos desde el preciso instante en que caía la primera gota de lluvia.

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 Ahora, gracias al paso del tiempo y a esta vida que a nadie perdona,  ya no nos tendremos que conformar con que la lluvia bañe nuestros momentos. Ahora, estamos juntos más allá de la vida, de la muerte y de la lluvia. Y nada ni nadie podrá separarnos jamás.

 Aún así,  y pase el tiempo que pase de esta eternidad que nos espera, jamás dejaré de recordar aquellos días de lluvia y, sobre todo, aquellas primeras gotas que hicieron que pudiese volver a ver tu sonrisa de niña esculpiendo la mía.

Maria & Miki

Si llueve, óyeme, si llueve y quiera Dios que no sea así, tendré que matarte. No me mires con esa cara, no lo hago por sadismo, ¿crees que me gusta tenerte ahí tirado con esa matiz de espanto? Eh, eres vomitivo, deja de hacer eso, imbécil. Como caiga una sola gota de lluvia al suelo, no me quedará más remedio que hacerlo con mis propias manos. Créeme, será mejor así: si él llegara a descubrirlo te lo haría pasar mucho peor. ¿Por qué cojones tuviste que abrir aquel armario? Sí, guárdate esas excusas y dime de qué te ha servido esa vana curiosidad, esa inquietud viciosa por saber qué ocultaba tras las puertas de ébano oscuro. Ha sido peor que si hubieses rascado la madera con una llave para grabar tu nombre. ¿Es que no te das cuenta? El tiempo, las arañas, el polvo que se filtra entre la débil luz que fulmina la ventana… todo eso no tiene validez si no se la das, pero se la has dado, y ahora tu cuello pagará las consecuencias. Y el tiempo empeora, esas nubes no tienen buena pinta, cariño, creo que de un momento a otro va a caer una buena… ¡Jesús! Parece como si se avecinase el diluvio universal. Pero… ¿qué haces? ¿Aún sigues tirado en el suelo? Levántate y ayúdame a componer el reloj. Mira, son doce cifras, uno dos tres cuatro cinco seis siete ocho nueve diez once doce –me encanta pronunciar números, es como muy dulce–, no existe nada después del doce, quizás por eso es un número mágico, ¿lo sabías? A veces pienso que mi vida se parece a un reloj antiguo… ¿Ves las letras doradas? En unos años se habrán borrado del todo, ya casi no queda pigmento en la loza, minúscula procesión de magia artificial, trae esa manecilla, sujeta la tuerca. Tengo frío, pero supongo que eso no es nada comparado con lo que tú sientes, porque la muerte te espera, profanador de roperos, mezquino, eres como uno de esos bichos que se comen a sus presas cuando aún siguen con vida. ¿Para qué tanta crueldad? Al fin y al cabo, la comida sabe igual

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viva que muerta, ¿no? ¿Escuchas eso? Es el sonido de la lluvia: tu hora ha llegado. No, no me mires así, sabías que esto iba a suceder. Pero antes… ¿Quieres besarme?

Sergio ( Pequennyo)

Si llueve con fuerza, el agua borra todas las huellas del penoso camino de los errores del hombre en la tierra. La lluvia purifica y calma el llanto del alma…Alicia era de familia noble, hija única.Le gustaba dar sus paseos a caballo como buena amazona que era. Un día su caballo se desbocó, creyó morir. No pudo dominar al animal, que al saltar una valla la despidió, perdiendo el conocimiento.Un Chico que la observaba, corrió a auxiliarla y permaneció a su lado hasta que se reanimó.Se hicieron tan amigos que todas las mañanas iba para verla pasar, ella le sonreía, así día tras día… Dándose cuenta que ya no podían pasar el uno sin el otro.Pero existía un problema, Fidel, que así se llamaba el muchacho, pertenecía a una familia de clase humilde y sabía que sus padres jamás lo aceptarían. Siguieron viéndose en secreto, hasta que la madre de Alicia lo descubrió, aunque ya era demasiado tarde. Alicia estaba esperando un hijo.Rápidamente la trasladaron de ciudad, separando de este modo a los dos enamorados.Alicia, no supo más de Fidel.Nueve meses más tarde, nació una hermosa niña, de la que nadie tenía que saber nada jamás. Para los padres de Alicia, aquello era una gran deshonra y permanecieron inflexible a los ruegos de la joven, para quedarse con su hija. Se opusieron a ello totalmente.La muchacha tuvo que ceder antes la presión ejercida por sus progenitores.

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Esa misma noche abandonaron el bebé en un portal de una familia, que sabían, que no habían podido tener hijos.Antes de llevarse a la niña, Alicia le puso una pequeña cruz con una cadenita, que ella misma había llevado desde siempre en su cuello. Al igual que todos los días, Isabel se disponía a abrir el portal de su casa a las nueve en punto, cuando vio el capazo… Algo se movía dentro. Se acercó temblando y cual no sería su sorpresa cuando vio a la recién nacida. La tomó en sus brazos para darle el calor de su cuerpo, mientras pensaba que cómo pueden existir personas capaces de abandonar un bebé tan hermoso. Enseguida la adoptó. Carolina crecía y jamás se quitó del cuello lo que para ella era su identidad.Siendo una adolescente, un día que salió a pasear con sus amigas perdió la cadena y la cruz. Por mucho que buscó, no pudo encontrar lo que era tan valioso para ella y que jamás se había desprendido de su cuello. Sentía una pena enorme por la gran pérdida.Pasaron los años, ya era toda una mujer, conoció a Alberto y se casó.Ella y su marido fueron de viaje al sur. Todas las tardes salían a pasear, Alberto sabía que le gustaba contemplar el mar, allí se sentía plenamente feliz y se olvidaba de cosas del pasado que siempre le causaban rabia y pena. Al regreso pasaron por una calle donde se podían apreciar tiendas y escaparates con todas clases de objetos.Alicia se paraba a contemplarlos, le gustaba mucho las antigüedades y mira por donde, encontró una tienda muy curiosa, se paró en el escaparate, cual sería su asombro. Allí estaba su cadenita y su cruz, la hubiera reconocido entre mil.Lo compró por un elevado precio, pero no importaba, era como su madre Isabel le había dicho, su seña de identidad. Además, de tenerle un inmenso cariño. Se lo colgó nuevamente y no se lo quitó jamás de su pecho.Supo que su madre cuando ella nació, ingresó en un convento y que entró en tan gran melancolía, que enfermó, muriendo al poco tiempo.Alicia, conservó el colgante como un tesoro que había pertenecido a su madre. Renunció a la fortuna de su herencia y no quiso saber nada de sus abuelos, que arruinaron la vida de lo que ella más quería, jamás los perdonó. Su única familia fue la que la adoptó queriéndola como a una hija y dándole todo el amor que necesitaba. Ahora era plenamente feliz, nacieron dos hijos de su matrimonio con Alberto, que fue la alegría de su vida. Ahora se sentía en paz. La lluvia de conocimientos y verdades sobre su procedencia, la habían purificado, llenándola de calma.

Roc

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I.

“Si llueve... ¡si llueve, voy!, hace tiempo que no llueve y así aprovecho que las calles se vacían para ir con calma, pero dando grandes zancadas, cantando y levantando los brazos, sin tener que ir aguantando las miradas tan... pesadas de la gente; odio esas miradas llenas de prejuicios. Por eso me gustan los días de lluvia. Nadie te mira, sólo miran al suelo o no ven más allá de sus paraguas... normalmente no ven más allá de sus propias narices”.

Salí de la cama y subí la persiana.- “¡Bien, llueve!”. Me vestí, camisa y chaqueta, elegante, pero no demasiado cantoso, y tras pasar diez minutos frente al espejo, cogí la basura y el ascensor.No sabía muy bien que hacer esos días, esos fines de semana, domingos resacosos para muchos (no para mí); y si a eso le sumabas la lluvia, te daba un paisaje desolador en la calle (fantástico a mi parecer).Llegué al portal y salté sobre el primer charco que vi. Puse el mp3 al máximo y una canción con fuerza, y me encaminé a mi destino. No eran más de diez o quince minutos, pero los disfrutaba al máximo. No sé muy bien por qué, ni cómo, pero en mi destino, en esa casa, tenía una sensación de seguridad o comodidad (o como se le quiera llamar) quizá inapropiada, pero que era recíproca. Quizá no fuese la casa, quizá era más bien la compañía.Tiré la basura (reciclada, por supuesto) y seguí. Caía la lluvia, me mojaba (seguramente alguien lloraba bajo esa lluvia que entristecía), pero a mi me encantaba, y mientras, hacía todo lo que había pensado: cantaba (fuerte), gritaba, menos cuando venía alguien (los prejuicios, ya se sabe), levantaba los brazos para llenarme de lluvia, casi la abrazaba.

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“I’m going undeeeer!”.

II.

Y entonces llegué, y te encontré, y ahí estabas tú. Como siempre. No sé cómo lo hacías, pero siempre estabas. Y me alegraba al saber que tú te alegrabas, lo cual me lo decían los saltitos que dabas en la puerta mientras sonreías.

Y tú narrabas, y contabas, y decías y hablabas o pensabas todo lo que se te pasaba por la cabeza, y yo escuchaba y respondía del mismo modo, sin dejar nada en secreto (¿Y qué sabría el secreto? Siempre tan callado y oculto). Cuánto bien me hacía el no reservar nada, y el saber que tú tampoco mentías ni ocultabas, y que jugabas con las palabras...

Tal y como escribías, porque aunque te escondías tras un pseudónimo sabías, que ese seguías siendo tú, que no te escondías y que siempre estabas presente. En la melancolía o la alegría, y en la sabiduría con que mecías cada frase. Porque sabías, porque valías y defendías todo en lo que creías y transmitías todo lo que querías.

Por todo eso y por todo lo que decías, hacías, o no decías, o no hacías mientras callabas o permanecías... quieto. Por esa maestría que te hacía digno de lo mejor, porque te lo merecías... y te lo mereces. Gracias y enhorabuena.

... y llovía ...

Juan Pedro Giner Martínez

Si llueve, y aunque no llueva hoy por fin, no puedo dejar de pensar en cómo escribir esta historia, en como hacerte llegar mil cosas.

Y es que hoy, realmente hoy, por fin ha dejado de llover, para demostrarme que el verano ya llega, que el rencuentro está próximo que hay mil planes nuevos, sin embargo, y aunque no llueva yo no puedo dejar de pensar en ti y en esta historia.

Hace tres días que le doy vueltas, cómo hacerte llegar tantas cosas, tantas sonrisas, en un estilo pasteloso que es el mío, o mejor en un estilo no comprometido dónde los finales no son felices ni comen perdices, como suelen ser los tuyos.

Quizás me deba volver a hacer una princesa okupa pues no me enseñaste a escribir, a expresas con palabras tantas cosas cómo tú puedes hacer. Pero si me enseñaste a ser feliz, a disfrutar de las cosas sencillas, de simples frikadas, de simples paseos.

Porque llueva, no llueva, haga viento, nieve, o haga sol, no soy capaz de escribir nada, nada que no salga del corazón, tal y como es, sin importarme el estilo, las palabras; simplemente porque no nací escritora. Simplemente te echo de menos, y es que siempre la lluvia me recuerda a ti, a nosotros, ¿quizás por eso siempre llueve aunque sólo sea en el corazón?

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Y es que los corazones dónde llueve son felices, ¿o es que no sabéis que en los corazones dónde no llueve no hay movimiento, no hay por qué sufrir ni vivir?

Conocí un día en tierras muy lejanas un niño que lloraba, lloraba sin parar, no tenía consuelo. Aún así vivía con todo, en un rico palacio, tenía juguetes, felicidad, siempre con lujos. Pero no paraba de llorar.

Lloraba y lloraba, todos los sabios del mundo iban a verlo, ¿cómo era posible que un niño que debía ser tan feliz no hacía más que llorar?

Vinieron sabios de todos los continentes. Algunos les diagnosticaban una enfermedad en los ojos, otros pena de amores, otros simplemente ignoraban lo que le podía pasar.

Un día vino un sabio desde tierras lejanas, era un sabio muy extraño, pues este sabio no medía más de un metro, ¡vaya pequeño sabio! Y es que de hecho era un niño sabio, sí, sí apenas tenía 8 años. Este sabio para diagnosticarlo empezó a jugar con el niño, quien no paraba de llorar, y descubrió una cosa muy interesante, este niño, este principito no sabía jugar, nadie le había enseñado. El pequeño sabio tuvo que hacer una gran labor, enseñarle a jugar, no os creáis que es fácil porque además no dejaba de llorar por mucho que se divirtiesen. Todo marchaba bien, incluso sonreían, pero no dejaba de llorar. Después de muchos meses de tratamiento el pequeño sabio mientras jugaban el sabio se cayó en un pozo, el pequeño príncipe corrió a pedir ayuda, pero era muy tarde, el sabio al ser tan pequeño ya se había ahogado. Pero el príncipe ya no lloraba, no lloraba por fuera, sino por dentro, en su corazón, porque si llueve en tu interior es porque hay razones por las que vivir.

Desde entonces el principito dedicó su vida a enseñar a los demás a jugar, aunque en su corazón seguía lloviendo.

Belén Jiménez Ruiz

Si llueve...

-         No empecés, Graciela, vos y tu mala onda... Ya sé que me vas a decir: “abrigate, ponete el piloto, llevá paraguas”. Siempre lo mismo vos, tenés el pronóstico del tiempo en banda negativa. Me hacés acordar a mi vieja, que siempre me hacía salir con el perchero puesto como si me fuera de viaje en vez de a la escuela. Si me acordaré de cuando en el invierno me hacía ir con botas de goma, unas horribles, amarillas, todos los chicos se morían de risa de mí. Y una bufanda tejidas a mano a rayas, azules y verdes, me parece estar viéndola. La odiaba. A la bufanda y a mi vieja. ¡Y gabán! Me había comprado uno enorme, el cuero hacia fuera el corderito hacia adentro, “dos talles más grande, para que te sirva a medida que crezcas”. ¿Podés creer? Yo parecía una pelota de cuero, y con esas botas amarillas y esa bufanda larguísima... Y ahora vos me salís con lo mismo... ¿Será como dicen los psiquiatras, que uno para casarse busca inconscientemente a una mina como la madre? Ya sé que cuando llueve uno se puede

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mojar el traje, arruinar los zapatos nuevos, resfriarse, engriparse, agarrarse una neumonía. Ya sé, ya sé, ya sé... Pero diez sobre nueve no llueve nada y uno anda todo el día disfrazado de bombero. ¿Cuántas veces perdí el paraguas porque no llovió nada, eh? Sos igual con los pibes, los tratás como si fueran de cristal, les das aspirina antes de que les duela la cabeza. Por si las moscas, los mosquitos y los moscardones, así vivís, Graciela. A vos no habría compañía de seguros que te alcance, porque pensás en la posibilidad de tornados, maremotos, bomba atómica, caída del cabello y de las lolas, secuestros, asaltos con rehenes, revolución productiva, pedrada y hasta peligro de que se te peguen los fideos en la olla. ¿No te das cuenta que eso no es vida, ni para vos ni para mí, ni para los chicos? Mi madre estaría orgullosa de vos, seguro. Con razón le gustaste cuando se conocieron, habrá pensado que eras la mina justa para protegerme del mal del mundo. Allá desde el cielo la muy guacha se pone de acuerdo con vos y me manda la lluvia, sólo para que puedas repetir su modelo y yo sienta que ella está presente. Dejá de ver fantasmas, a veces sale el sol, a veces hay estrellas, a veces hay que correr riesgos. Si llueve, llueve, ¿y qué? Si me mojo y me enfermo y me muero, tendrías un problema menos. No se puede vivir en un salero ni pensar todo el tiempo en todo lo malo que nos podría suceder. ¿O estás tratando de convocar a los rayos y a los truenos? Porque viste que hay algunos estudiosos que dicen que cuando uno desea muy fuerte algo, pasa. No sé, Graciela, a mí me parece que a nosotros nos va mal porque vos siempre estás pensando que nos puede ir mal. Cero positiva sos. Tanta mala racha no puede venir de la nada. Yo sólo quiero salir a caminar un rato porque es domingo y se me da la gana, no voy a tardarme más de media hora, así que no empecés, Graciela. No va a llover, y si llueve...

-   Si llueve traé tortas fritas, eso quería decir pero no me dejaste terminar.

Nanim Rekacz

“Si llueve, abortamos”

Esas eran las órdenes de arriba y todos debían acatarlas. Por eso, el sargento de división Richard Lane no pudo dormir esa noche, y por eso se encontró con varios de los oficiales en cubierta. Los soldados no tenían autorización para abandonar los camarotes tras el toque de queda, pero Lane imaginaba que pocos podrían dormir.

Apoyado en la barandilla de babor, recordaba la noche antes de incorporarse al frente en Ypres, en la Gran Guerra. Apenas era un crío de diecisiete años cuando llegó a Europa por primera vez para luchar contra los alemanes, y parecía que había sido ayer. Ahora, veintisiete años después, la historia se repetía. “El hombre es el único animal que

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tropieza dos veces en la misma piedra”, pensó para sí mientras sacaba un Pall Mall y lo colocaba en la comisura de los labios.

- Por la radio han dicho que es muy poco probable que llueva –dijo McKennsy mientras se colocaba a su lado en la barandilla.- ¿Tú crees que lo lograremos?- No lo sé, John. –Le alargó un cigarro y lo encendió con una cerilla- A mí sigue pareciéndome un suicidio, pero puede que funcione.- No me refería al desembarco. Eso ya sé que es una locura. Me refería a si saldremos los dos vivos, ya sabes. - Hemos salido de otras peores, ¿no, socio? –estiró la mano derecha, en la que se podía ver un tatuaje con un tiburón con el número cuarenta y dos en la aleta- Por los muchachos, ya sabes.- Por los muchachos, claro –estrechó su mano, con idéntico tatuaje, con la de Lane.

Ambos sonrieron nerviosos, pues sabían que acababan de mentir descaradamente. Habían salido de muchas juntos, sí, pero de ninguna peor que ésta. Tiraron los cigarros por la borda y se marcharon a sus camarotes tras despedirse, prometiéndose mutuamente tratar de descansar un rato. Lane se tumbó en la cama, mirando alternativamente al reloj colgado sobre la puerta y al calendario que marcaba la fecha, 5 de Junio de 1944.

Por la mañana, el mando dio la orden de desembarcar y la playa pronto estaría llena de cadáveres. Mientras dirigía la embarcación con la que su división iba a desembarcar en la playa, vislumbró la espalda de Mckennsy entre los soldados. John moriría en los próximos diez minutos, y Richard tres horas más tarde. Por los muchachos, ya sabéis.

La playa fue tomada, y tras tres días de sangrienta batalla los aliados habían conseguido por fin asegurar su posición en el continente, lo que supondría a la larga la victoria final en la contienda. Dejando miles de cadáveres en el camino, el desembarco de Normandía fue un gran éxito militar. Gracias a que no llovió, por supuesto.

Aarón

Si llueve… si llueve que sea pronto, pues este lugar me seca las entrañas,

hace sacar lo peor de mí, y anhela alcanzar el horizonte.

Mis pies arden cuando tocan el pavimento, el incesante viento que porta

salitre y arena trastorna mi ser, mis ideas, mi vista. La fiebre me invade sin

poder combatir con ella.

Me marchito.

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Quiero ver mundo.

Quiero sentir cómo, gota a gota, la fina llovizna invade mi cuerpo hundido

en un prado verde, y oler la dulce hierba, que emite su esencia como si se

alegrara de poder beber una vez más, mientras el agua cae con más y más

fuerza. Y alargar el brazo para sentir el tacto de la vegetación, húmeda,

pura naturaleza. Y sentirme entre ella, acunada, mientras mi piel y mis

sentidos se refrescan, y el azul de mis ojos es más intenso que nunca, y las

flores huelen como si hubiesen reservado su encanto para tan especial

momento, y poder reír, reír sin parar mientras tanto.

Quiero que llueva, y quedarme escuchando el incesante golpear de las

gotas en mi ventana, tan fuerte que nadie excepto yo esté ahí para

escucharla, pues ese ruido atronador se me antoja como una dulce y

preciada melodía que me devuelve a la vida. Y contemplar el exterior

distorsionado por tal algarabía procedente de las nubes, intentando

vislumbrar los rayos que surgen del cielo gris… ¿Hay algo tan sorprendente

como una tormenta en pleno apogeo?

Quiero volver a ver a los niños pequeños chapoteando con sus botas de

agua en cada charco mientras chillan, cuando salen de la escuela y vuelven

a casa, donde les estará esperando su madre para regañarles con ternura,

porque ve en sus hijos un entrañable reflejo de su infancia.

Quiero que me pille por sorpresa por la calle, sin paraguas ni lugar alguno

donde refugiarme, junto a mi compañero. Y que, mientras el resto corre

para resguardarse, los dos paseemos bajo el incesante manto de agua, con

los brazos extendidos, cerca de los caños de la Catedral, y besarlo hasta

que nos calemos los huesos. Sentir sus aterciopelados labios, y un cálido

abrazo que aviva la llama, hipnotizarme con sus ojos llenos de ilusión,

cogerle con fuerza sus manos, acariciar su sedoso pelo, entrelazándolo con

mis dedos para que cada gota se cuele por cada recoveco, y sonreír por

pura complicidad, por y felicidad, mientras nuestros zapatos acaban

inundados y sentimos escalofríos por el cuerpo… Mas nos da igual, porque

en este mundo, en ese preciso instante, sólo existimos él y yo.

Pero este paraíso deviene en infierno cuando dejo de soñar y abro los ojos, y

me topo con la realidad.

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Si llueve… si llueve que llueva a raudales en mi corazón, pues clama saciar

su sed ante su desamparo. Y consigo traerá todo lo necesario para luchar y

seguir, rastreando sin cesar por encontrarte. Y allí estarás, bajo la lluvia,

esperándome estoicamente.

Julieta

Si llueve, lo peor que puede pasar es que se me jodan los zapatos nuevos, que son de ante. Me da igual que se me encrespe el pelo, que se me llenen los cristales de las gafas de gotitas de agua y no tenga nada más que un kleenex para limpiarlos y que tenga que ir esquivando a un montón de gente con paraguas saca ojos por la calle. Si no fuera por el tema de los zapatos, estaría estupendamente. Me encanta ir por la calle caminando al ritmo de mi mp3 –supongo que a estas alturas ya te habrás dado cuenta-, esta mañana antes de salir corriendo -siempre con prisas- al curro, he metido música nueva: una carpeta con canciones de todo tipo que hace mil que no escucho, porque hubo un tiempo en que la tenía siempre como música de fondo mientras corregía traducciones y terminé aborreciéndola. Acababa de salir del metro cuando empezó a sonar un ritmillo medio reggae descafeinado medio cursi que al principio no identifiqué. Luego una piva haciendo “uuuuuh uuhhhhh uhhhh” y entonces caí en la cuenta: era Norah Jones cantando Somewhere over the rainbow, y

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pareció que alguien ahí arriba también estaba escuchando esa canción, porque, justo en ese momento, salió el sol. Esto es totalmente mentira, pero pegaba un milagro atmosférico en este punto de la historia: seguía cayendo calabobos y mis zapatos ya no tenían solución posible, 60€ tirados a la basura. Total, vuelvo a lo que iba que he hecho un cambio de tema por la cara (de Bélmez). En fin, que sonaba el pastelito este en el mp3 y en un segundo mi cabeza se había llenado de recuerdos del primer curso en la universidad: éramos un grupo incondicional de colegas que, no sé cómo, siempre acabábamos en tu casa, totalmente acoplados, mirando cosas por Internet, hablando de cine o de música o de cotilleos de la facultad… y un día de esos me pasaste esta canción que, la verdad, nunca terminó de convencerme pero, aun así, lo recuerdo todo con mucho cariño y estoy segura de que tú también. Mientras entraba en el edificio saludando a gente que ni me va ni me viene, buscando a alguien que me pasara el informe de la última reunión de la que me escaqueé y tratando de evitar a la nueva secretaria, que no para de llenarme la cabeza de historias desde que entro a las nueve hasta que salgo a las siete -bueno, al menos esas son las horas que dice en mi contrato-, me di cuenta de que había pasado más tiempo del que me gustaría desde la última vez que tuve noticias tuyas. Bueno, tuyas y del resto de amigos. Pero, por pararme a pensar, ya se me había hecho demasiado tarde: la secretaria me ha visto en un momento de despiste y se me había lanzado como una fiera: ya no había escapatoria posible, había caído en sus fauces.Salí del curro ya de noche pero, por lo menos había parado de llover; parada en el súper para comprar una ensalada de bolsa y de vuelta a casa: final de trayecto. Me pude pasar dos minutos inmóvil en la puerta contemplando el caos: Hay un revoltijo de ropa limpia y ropa sucia desperdigada por el sofá, bolsas de ropa vacías, bolsas del súper llenas, folios escritos y otros simplemente pisoteados, un tupperware, un póster que me regalaron en una convención, tres bolsos y una gramática de alemán. Y eso no es todo, por la mesa hay mil papelillos, kleenex, tickets de compra, revistas y folletos publicitarios, los restos de un café con un bic azul dentro del vaso a modo de cucharilla (¿para qué levantarse a por una cuchara?), unos pendientes, un pintalabios, el bonobús y un plátano. Esto no puede ser, que mañana viene mi hombre a casa; me regaño mentalmente, igual que tantas veces te he regañado a ti por no querer entrar en clase. Como ves, muchas cosas han cambiado pero sigo siendo un desastre.Para cuando había acabado de recoger todo y dejarlo medio limpio, no me quedaban ganas de cenar ni de ponerme a traducir, pero el deber es el deber y, a las dos de la mañana, el encargo ya estaba enviado, y me entró hambre pero no tenía ganas de ensalada, eché un vistazo a la nevera y lo primero que me encontré fue una lata abierta de piña en almíbar, que a mi hombre le encanta pero a mi no me apasiona y encima estaba medio marronzucha, así que a la mierda, a la cama sin cenar. Pero no me podía dormir: me acordaba de todos, me enfadé conmigo misma por no haberme preocupado de

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mantener el contacto, ¿qué será de ellos? Mañana mismo les pongo un e-mail, pero seguía sin dormirme: acababa de caer en la cuenta de que ya no tenía vuestras direcciones y, del cabreo que me había entrado, salté de la cama como un resorte y me puse a preguntar a San Google: “Jose Alberto Arias Pereira” y esto es lo que me contestó: “…porque, en definitiva, escribir es como una democracia a lo bestia. Sueñen, que para eso es gratis; yo pondré los medios” comentaba a los periodistas Jose Alberto Arias Pereira tras conocerse la noticia. La ceremonia de entrega del premio tendrá el próximo día 12 y allí podremos disfrutar de una lectura de la novela premiada…La alegría que se me vino encima no te la puedes imaginar, fue leerlo, que se me iluminara la cara y decidir en ese instante que tenía que estar allí, no, ¿qué coño? que teníamos que estar todos allí y que iba a hacer lo que hiciera falta para conseguirlo. Y removí tierra y mar, junté Roma con Santiago, no dejé piedra sin mover y todos los dichos populares que te puedas imaginar, pero lo conseguí y, en el momento en el que conseguí la última dirección –ya había dejado que pasara demasiado tiempo-, me puse en modo Tecla Mari a escribir un e-mail que no iba a ser más de cuatro líneas de “holaquetalmiraqueteescribopor…”, pero que acabó convirtiéndose en hora y media sin parar de teclear y pude sentir cómo, a medida que escribía, me iba quitando años de encima: adiós al apartamento, a la agenda, a la oficina, a la convivencia en pareja, a las cartas del banco, a las conversaciones con los clientes, al traje, a las prisas, a los viajes de empresa y a los zapatos de ante. Y me quedé yo, con mi mp3 y unas ganas tremendas de volverlos a ver. Y, sin saber muy bien cómo, allí al fondo te estoy ya viendo, con tu melenita rubia y tu sonrisa permanente. ¿Te pondrás a dar saltitos cuando nos veas?

Miriam

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