resumen - cattaruza manuel alejandro

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  • 8/9/2019 Resumen - Cattaruza Manuel Alejandro

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    [Especializacin: Historia Poltica]

    Manuel Alejandro Cattaruza

    LA HISTORIA POLTICA EN EL FIN DE SIGLO: RETORNO O TRANSFORMACIN? UNCOMENTARIO SOBRE LA SITUACIN EN ARGENTINA

    I

    Objetivo: examinar el derrotero de la historia poltica en el contexto de la historiografa de los ltimos sesenta aos, paraluego sugerir algunas transformaciones que este sector de la disciplina ha sufrido. El anlisis se completar con un estudiosobre la situacin de la historiografa argentina dedicada a estas cuestiones; que permitir someter a aquella visin deconjunto a una confrontacin con un examen de caso.

    II

    Al modo de hacer historia contra el cual Febvre y Bloch se rebelaron se le otorgaron muchas denominaciones: positivista,historizante, evnementielle, puntiforme, episdica, acontecimental. Pero adems se identificaron ciertos rasgos que lacaracterizaran: ella se habra mantenido en el tiempo corto, persiguiendo hechos que supona nicos e irrepetibles. Por otra

    parte, habra concentrado su esfuerzo en el rea que se llamaba poltica, obviando no slo los aspectos econmicos y sociales,sino tambin los condicionamientos geogrficos, las mentalidades y aquellos sectores de la actividad humana que se resistanal cambio acelerado. Tambin en otros mbitos se venan produciendo desde principios de siglo crticas contra modossimilares de historiar. Sin embargo, es slo a fines de los aos cincuenta, iniciada ya la era braudeliana y con Annalesconvertida en la revista de historia de mayor prestigio internacional, cuando aquel descrdito de la historia poltica seexpande. Contribuy la difusin y vulgarizacin del modelo de las mltiples duraciones propuesto por Braudel a subrayareste proceso. As, la historia poltica qued inapelablemente confinada al tiempo corto. Por esta misma poca semultiplicaron los intentos de cuantificacin sistemtica en historia, que involucraron perspectivas diferentes, e impulsaron ala disciplina a sostener un dilogo intenso con la economa y la sociologa. De esta manera, todava a mediados de los aosasetenta, atenazada entre los reclamos de atencin a los aspectos estructurales y de larga duracin, y los anheloscuantificadores, la historia poltica no lograba legitimar su propia prctica bajo los antiguos cnones, ni tampoco mostrarsesensible a los nuevos rumbos metodolgicos. Sin embargo, algunos balances de la situacin en esta zona de la disciplinaensayados en la misma poca proponen una visin diversa. En 1974 J. Julliard sostena que la renovacin de la historia

    poltica se har en contacto con la ciencia poltica. Junto a este diagnstico, Julliard propona los que a su juicio seran los

    caminos de una renovacin cabal: la apelacin a la larga duracin, aplicacin de los mtodos cuantitativos, dilogo con laciencia poltica.

    En la Argentina de principios de siglo tuvieron lugar ciertas evoluciones que permiten ensayar algn ejercicio comparativo.En la primera dcada del siglo XX tiene lugar la creacin de instituciones dedicadas especficamente a la formacin dehistoriadores. El grupo que impuls esta profesionalizacin constituy la llamada Nueva Escuela Histrica; sus integrantessolan apelar a los mismos maestros que sus pares europeos: Ranke, Langlois, Seignobos. Desde sus inicios el tema centralque preocup a los intelctuales rioplatenses fue el que solan denominar de los orgenes de la Nacin que tambin

    preocupaba a los europeos. Y si bien algunas de sus respuestas incluyeron elementos sociales, la mayora de ellas apel, encambio, a argumentos polticos. Hacia mediados de la dcada del treinta, aquella historiografa clsica sufri tambin unintento de asalto, pero proviniendo de un movimiento intelectual especficamente argentino llamado revisionismo histrico.Vinculado en sus orgenes a las organizaciones nacionalistas constituy una empresa a la vez historiogrfica y poltica, cuyoobjetivo central fue el reemplazo de una imagen del pasado nacional por otra. El movimiento no haca otra cosa que reforzar

    el lugar central que la poltica ocupaba en los esfuerzos explicativos desplegados por los historiadores argentinos. Tanto lahistoria clsica como sus adversarios pasaran ms de cuarenta aos discutiendo acerca de la verdad que encerraban susrespectivos planteamientos e insistiendo en una lectura en clave poltica del pasado nacional.Entre 1955 y 1960 los cambios que la cada del peronismo acarre permitieron observar la presencia de grupos deintelectuales que fueron el ncleo de un intento de renovacin de la historiografa argentina. Traducciones sistemticas dehistoriadores de Annales y de algunos marxistas britnicos, se abrieron lneas de investigacin colectivas sobre temas comola inmigracin de masas a la Argentina, entre otros. Estos grupos retuvieron algunos de los ncleos de la prdica de susreferentes europeos: la necesidad de apertura a la historia econmica y social, la importancia de la relacin interdisciplinaria,y el rechazo de aquello que se llamaba historia poltica. El golpe de estado de 1966 y luego el de 1976 cortaron la continuidadde su tarea, al menos en el aparato oficial de enseanza. La historiografa acadmica insista en la prctica de una disciplina

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    que aspiraba a cumplir las reglas del mtodo tal y como las haban fijado Ranke o Croce. El revisionismo, a su vez, lograbaentre 1955 y 1975 una gran penetracin social. La clave interpretativa que el movimiento propona a la sociedad seguasiendo fundamentalmente poltica Durante la ltima dictadura militar de 1976-1983, el revisionismo comienza a perder su

    potencia polmica, a pesar de que algunos de sus miembros logran participacin en la universidad, junto a los historiadorestradicionales que antes haban sido sus adversarios. Mientras tanto, los grupos renovadores y los marxistas trabajan en loscentros privados. Con la restauracin democrtica de 1983-1984, se produjo en el mundo universitario una expansin de losestudios dedicados a la historia econmica y social De algn modo los historiadores argentinos parecen intentar retomarmuchas de las lneas que se quebraron a finales de los aos sesenta. En este contexto se ha verificado, una recuperacin de la

    historia poltica alentada mucho ms por el contacto con la historia de las ideas y con los mtodos de la antropologa que porel apoyo de la sociologa o la ciencia poltica.

    III

    Existencia en el mbito internacional de un rea de los estudios histricos que parece estar sufriendo una serie de cambiosque la pondran a tono con aquellos sectores renovados desde los treinta. Por otra parte, nos enfrenta con una historiografanacional que exhibe algunas caractersticas que autorizan el ejercicio de una breve comparacin. Varias lneas de reflexin entorno a ambas realidades. La primera supone preguntar si ciertos movimientos que tienen lugar en otros espacios temticos severifican tambin en el rea en cuestin; quizs el ms evidente de ellos sea el de la recuperacin de las perspectivas de lossujetos, que subraya la importancia de la percepcin que ellos tenan de la realidad. Efectivamente, tambin en la historia

    poltica est teniendo lugar ese proceso, que impulsa su dilogo con las llamadas historia intelectual, cultural y de las ideas.Quizs, incluso, pueda plantearse que las preguntas que hoy inquietan a muchos historiadores que suponen dedicarse a la

    historia poltica se refieran a las formas de hacer poltica por parte de militantes o dirigentes medios, a los trminos a travsde los cuales ellos procesaron conceptualmente su experiencia, a los modos organizativos puestos en prctica, etc., etc.Ninguna de estas preguntas resulta definitivamente nueva.Por otra parte, se puede interrogar sobre la validez que un balance semejante exhibe para dar cuenta de la situacin en lahistoriografa argentina. En la actualidad las lneas de transformacin de la historia poltica se desarrollan tambin en laArgentina. Parece atinado sostener que la explicacin en clave poltica del pasado demostr, en la Argentina, una notable

    perdurabilidad. Sin embargo, ese rasgo parece como patolgico si elegimos como punto de referencia la produccin deaquellos que la comunidad cientfica reconoce como grandes historiadores. Si se dirige la mirada a la media de la produccinhistoriogrfica, ese perfil supuestamente diferencial se atena.La tercera cuestin es la referida al sentido otorgado a la denominacin historia poltica. Julliard ha propuesto cuatro posiblesacepciones para el trmino: como tradicional historia narrativa, como aquella historia en la cual la poltica constituye la

    principal hiptesis explicativa; como sociologa del poder en sentido weberiano; y como una historia preocupada por lascaractersticas culturales y los rasgos duraderos que opera en el tiempo largo. La abusiva identificacin entre historia polticae historia episdica no ha hecho ms que tornar oscuro un problema casi falso: no hay continuidad alguna entre aquellahistoria vnementielle y la actual historia poltica; apenas una desafortunada coincidencia en la denominacin.

    [Manuel Alejandro Cataruzza, La historia poltica en el fin de siglo: Retorno o transformacin? Un comentario

    sobre la situacin en Argentina, enHistoria a debate: Amrica Latina , pp. 101-108.]

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