presentación de «la ciudad de las columnas»

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La ciudad de las columnas es un libro peculiar dentro de la obra de Carpentier. Se cuenta que, estando este de regreso en Cuba luego de una larga estancia en París, comenzó a estudiar arquitectura para seguir los pasos de su padre. No terminó la carrera, pero este arte dejó una profunda huella en su vida y en su obra. No son pocas las referencias arquitectónicas en la novelística o en la ensayística de Carpentier. Pero casi siempre la arquitectura será tratada como el espacio de la acción. La descripción técnica y precisa de la arquitectura en sus novelas es nada más que una creación erudita de ambientes. Pocas veces la arquitectura en sí misma se vuelve centro único de atención en la obra escrita de Carpentier. De sus inquietudes intelectuales, es decir, la literatura, la musicología y la arquitectura, parece ser la arquitectura la que menos queda reflejada como objeto en sus libros. Uno de los pocos casos —si no el único— en que esto ocurre es en La ciudad de las columnas. La ciudad de las columnas, que no es otra que la Ciudad de La Habana, es un ensayo libro, bastante corto en comparación con el resto de los ensayos de Carpentier, y su primera edición ocurrió en España en 1970. El texto fue escrito para acompañar un álbum de ciento veinte fotografías del artista Paolo Gasparini en torno a motivos estilísticos de la arquitectura cubana. Por lo que estamos ante un caso en que dos artes, la fotografía y la literatura, se funden en un solo orden. El resultado es un libro doblemente barroco: junto a la escritura profundamente barroca de Carpentier —con sus acostumbrados períodos que pueden alcanzar a todo un párrafo—, está el barroquismo de las imágenes de La Habana, que se van insertando oportunamente y hacen de la lectura una especie de recorrido comentado por las calles de la capital. Posteriormente, La ciudad de las columnas sería incluido por Carpentier en el que parece ser su primer libro de ensayos, Tientos y diferencias, esta vez sin fotografías. Al menos yo no conozco una edición cubana de La ciudad de las columnas que incluya las ciento veinte fotos originales de Gasparini. La edición cubana parece ser la de Letras Cubanas de 1982, con cuarenta fotos de Grandal. El ensayo comienza con una cita de Humboldt, que se refiere al mal trazado urbanístico de la Ciudad de la Habana a principios del siglo XIX. A lo que Carpentier responde: (cita p. 12) La ciudad de las columnas se convierte en una mirada analítica a la arquitectura de La Habana, ya no desde el punto de vista eurocentrista, sino desde el punto de vista de una búsqueda de esencias cubanas, medidas desde su propio rasero. No es objetivo del ensayo —y de esto nos advierte el propio Carpentier— hacer

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La ciudad de las columnas es un libro peculiar dentro de la obra de Carpentier. Se cuenta que, estando este de regreso en Cuba luego de una larga estancia en París, comenzó a estudiar arquitectura para seguir los pasos de su padre. No terminó la carrera, pero este arte dejó una profunda huella en su vida y en su obra. No son pocas las referencias arquitectónicas en la novelística o en la ensayística de Carpentier. Pero casi siempre la arquitectura será tratada como el espacio de la acción. La descripción técnica y precisa de la arquitectura en sus novelas es nada más que una creación erudita de ambientes. Pocas veces la arquitectura en sí misma se vuelve centro único de atención en la obra escrita de Carpentier. De sus inquietudes intelectuales, es decir, la literatura, la musicología y la arquitectura, parece ser la arquitectura la que menos queda reflejada como objeto en sus libros. Uno de los pocos casos —si no el único— en que esto ocurre es en La ciudad de las columnas.

La ciudad de las columnas, que no es otra que la Ciudad de La Habana, es un ensayo libro, bastante corto en comparación con el resto de los ensayos de Carpentier, y su primera edición ocurrió en España en 1970. El texto fue escrito para acompañar un álbum de ciento veinte fotografías del artista Paolo Gasparini en torno a motivos estilísticos de la arquitectura cubana. Por lo que estamos ante un caso en que dos artes, la fotografía y la literatura, se funden en un solo orden. El resultado es un libro doblemente barroco: junto a la escritura profundamente barroca de Carpentier —con sus acostumbrados períodos que pueden alcanzar a todo un párrafo—, está el barroquismo de las imágenes de La Habana, que se van insertando oportunamente y hacen de la lectura una especie de recorrido comentado por las calles de la capital. Posteriormente, La ciudad de las columnas sería incluido por Carpentier en el que parece ser su primer libro de ensayos, Tientos y diferencias, esta vez sin fotografías. Al menos yo no conozco una edición cubana de La ciudad de las columnas que incluya las ciento veinte fotos originales de Gasparini. La edición cubana parece ser la de Letras Cubanas de 1982, con cuarenta fotos de Grandal.

El ensayo comienza con una cita de Humboldt, que se refiere al mal trazado urbanístico de la Ciudad de la Habana a principios del siglo XIX. A lo que Carpentier responde: (cita p. 12) La ciudad de las columnas se convierte en una mirada analítica a la arquitectura de La Habana, ya no desde el punto de vista eurocentrista, sino desde el punto de vista de una búsqueda de esencias cubanas, medidas desde su propio rasero. No es objetivo del ensayo —y de esto nos advierte el propio Carpentier— hacer un bosquejo histórico de la arquitectura cubana, sino llevar al lector de la mano hacia algunas de las constantes que han contribuido a comunicar un estilo propio, inconfundible, a una ciudad aparentemente sin estilo —si nos atenemos a las nociones académicas que al estilo se refieren. El ensayo se divide en cinco partes, y cada una de ellas desarrolla un tema bien puntual:

1. La primera lo dedica a resolver cuestiones generales acerca del concepto de urbanismo.

2. La segunda ya entra en materia, y se refiere a las columnas habaneras como uno de los elementos que contribuyen a dar una identidad arquitectónica a la ciudad —y de ello hace gala el nombre del ensayo libro. No deja de referirse, por supuesto, a las largas columnatas de nuestras avenidas, compuestas a lo largo de su extensión por capiteles de todos los órdenes posibles. Dice que La Habana posee columnas en un número tal que ninguna población del continente podría aventajarla.

3. La tercera se refiere a la calle habanera, así como también a las casa coloniales, a la tipología de las ventanas y, sobre todo, esta parte profundiza en la tipología de la reja. Dice que la casa habanera atraviesa todos los peldaños de la escala arquitectónico social. Va desde el palacio, hasta la cuartería, la residencia, el solar o la covacha. De la reja hace un inventario .

4. La cuarta parte habla del interior de las casas, de sus mecanismos para paliar el calor. Entre estos mecanismos se encuentran el vitral, la mampara, la organización de los vanos, la decoración interior, etc.

5. La quinta parte está completamente dedicada al medio punto —gran abanico de cristales policromados abierto sobre la puerta interior, el patio, el vestíbulo, etc. Carpentier se refiere al medio punto como una de las características esenciales de la arquitectura habanera, y a cómo no frena el paso del sol sino que lo matiza y hace tolerable.

En sentido general, Carpentier habla de un estilo arquitectónico habanero conformado por un barroquismo peculiar de acumulación, y sobre todo conformado por la marcada presencia de la columna. También en este sentido de la acumulación, en lo referente a las columnas, se puede decir que la tendencia no fue ornar la columna en sí misma, sino multiplicarla en cantidad. Eso determinó la configuración actual de La Habana, y le valida el título de Ciudad de las Columnas.