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SERVIRSE DE LA IMAGEN

CIUDAD ARGENTINA 'I EDITORIAL DE CIENCIA Y CULTURA

San Martin 1881 3000 Santa Fe Tel.: 59-5544

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ARIEL COMUNICACION

Asesor

ENRIC SAPERAS

'! JORDI PERICOT

SERVIRSE DE LA IMAGEN

Un ana/isis pragmdtico de Ia imagen

EDITORIAL ARIEL, S. A. BARCELONA

Page 4: Pericot J - Servirse de La Imagen - Completo

1.• edici6n: noviembre 1987

© 1987: Jordi Pericot

Derechos exclusivos de edici6n en castellano reseryadoS para todo el mundo: .© 1987: Editorial Ariel, S. A. C6rce~a, 270 - 08008 Barcelona

Diseiio colecci6n: Hans Romberg

ISBN: 84-344-1255-1

Deposito ·legal: B. 38.824 - 1987

Impreso en Espana

Ninguna parte de esta publicaci6n, incluido el diseiio de Ia cubierta, puede ser reprodu­cida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ninglin medio, ya sea electrico,

qulmico, mecanico, 6ptico, de grabaci6n o de fotocopia, sin permiso previo del editor.

INTRODUCCION

Las espectaculares proporciones que esta adquiriendo Ia imagen visual en todos los ambitos de Ia comunicacion social parecen constituir una prueba clara de Ia alta rentabilidad comunicativa que se obtiene con esta modalidad de produc­cion. jCuantas veces nos vemos en Ia imperiosa necesidad de visualizar una informacion para conseguir de ella una recep­cion mas eficaz!

Dicho incremento aparece estrechamente ligado al sor­prendente avance que en los ultimos aiios han experimentado las diversas tecnicas de representacion grafica, sobre todo en cuanto al grado de fidelidad reproductiva, a Ia memorizacion y transmision de imagenes y al consecuente desarrollo de los nuevos medios audiovisuales de comunicaci6n. Es basta tal punto evidente esta situaci6n, que podriamos hablar de una nueva variante de nuestra cultura en Ia que Ia historica dico­tomia entre vision y cognicion se va desdibujando y deja paso a una entidad unitaria y estable que le otorga una alentadora especificidad: Ia «cultura de Ia imagen>>.

Parad6jicamente, tanto esta omnipresencia de Ia imagen en nuestra cultura como Ia vertiginosa aceleracion de su tec­nologia, alentada por Ia alta rentabilidad econ6mica y social de este medio, nose ven acompaiiadas de un couespondiente aparato te6rico que permita realizar analisis exhaustivos ca­paces de prever, controlar y provocar eficazmente los efectos derivados de su uso.

'Nada, o muy poco, sabemos acerca de las posibles rcglas constitutivas de su lenguaje ni de los mecanismos para una transmision de informacion visual precisa, ni tampoco de sus efectos en el plano social o individual.

Es posible que en el futuro lleguemos a este conocimicnto especifico, pero hoy por hoy el unico objetivo que nos podemos plantear es partir de Ia unica realidad existente: el uso, con el fin de definir los condicionantes que permiten su eficaz reali­zacion.

Traicionariamos nuestro proposito de analizar una reali-

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dad si con este trabajo pretendieramos hacer un estudio de la «imagen» en cuanto fenomeno comunicativo especifico y, por lo tanto, considerado aisladamente del resto de fenomenos pa­ralelos dentro de un mismo hecho comunicativo. Nuestro obje­tivo sera, pues, intentar establecer una aproximacion al fun­cionamiento de la imagen visual en e( interior de situaciones concretas de uso donde se pone de manifiesto su interaccion con el resto de factores participantes.

Tampoco prete_ndemos haber haliado los mecanismos sig­nificativos de la imagen por si misma, ni creemos que sea posible establecer reglas exactas que den cuenta del lenguaje usual en cualquier situacion. Este estudio, mas que buscar las bases para construir una «teoria de la imagen», se plantea la posibilidad de haliar nuevos caminos de busqueda que nos permitan establecer criterios sobre los cuales fundamentar una practica comunicativa en funcion de los diferentes siste­mas dentro del marco configurado por todos los factores situa­cionales que la motivan.

Nose trata, pues, de analizar la imagen como una entidad con significacion «propia» y relacionada con los otros objetos comunicativos, sino de estudiar una situacion social generado­ra de necesidades comunicativas que son satisfechas con dife­rentes objetos culturales; y, de estos, analizaremos preferente­mente los visuales.

Lograr un conocimiento de las cuestiones generales del fe­nomeno comunicativo supone trabajar eficazmente sobre pro­blemas separados eludiendo el riesgo de aislarlos de su contex­to natural y, asi, perderse en una multiplicidad de detalies que oscurecerian nuestro objetivo. Si este es el estudio del acto de comunicacion mediante enunciados predominantemente vi­suales, deberan observarse las caracteristicas generales tanto del comportamiento humano, en todas sus facetas sensibles, como del acto de comunicacion en general, para poder asi contextualizar el caso mas particular de ·la imagen visual.

Se puede argumentar que, hoy por hoy, la construccion de una teoria completa del fenomeno comunicativo integral es una tarea excesivamente ambiciosa y que, por el momento, convendria mas profundizar en una teoria parcial o en un conjunto de teorias parciales de tal modo que cada una de elias hiciera abstraccion o diera por evidentes los hechos que las otras teorias trataron de sistematizar o explicar. Somos conscientes de estas dificultades, pero consideramos que nose puede hablar de una teoria de la imagen en tanto esta presu­ponga estudiar el lenguaje visual como una parte aislada de

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un todo coherente, como lo es el acto de comunicacion con el cual se interrelaciona estrechamente. Es decir, no podemos confundir lenguaje y discurso, en el sentido de que este, en tanto instrumento comunicativo, no puede ser reducido a un lenguaje, sino mas bien debe ser considerado como la formali­zacion de unas complejas necesidades sociales que garantizan la comunicacion a pesar de que, evidentemente, es necesario que la habiliten los diferentes lenguajes coparticipantes.

Esta concepcion global y activa del discurso supone situar­lo en el punto de confluencia de distintas disciplinas que den cuenta de su complejidad y amplitud en cuanto acto de comu­nicacion . Desde esta optica, su estudio requerira la presencia de las recientes investigaciones en distintos campos cientifi­cos, las cuales nos ofrecerim un panorama de las propiedades cientificas del discurso y de sus factores situacionales.

Respecto a la busqueda de los instrumentos teoricos y me­todologicos para la investigacion que nos proponemos (sobre los mecanismos comunicacionales por medio de objetos cultu­rales dirigidos preferentemente a los organos visuales), nos ha parecido apropiado seguir una linea interdisciplinaria partien­do basicamente de tres perspectivas de relativa importancia experimental en la investigacion del lenguaje visual: la psico­logica, la semiotica y la filosofica . Haremos uso de todas elias, aunque dentro de los limites marcados por los intereses de este estudio sobre la imagen .

La primera parte de este trabajo se basa especialmente en la psicologia de la percepcion visual, aunque considerada den­tro del complejo tejido de los diversos sistemas sensibles de que dispone el ser humano como unica posibilidad de conoci­miento inmediato del mundo.

El hombre, para poder sobrevivir, debe experimentar sobre las cosas y desarroliar tecnicas correspondientes a cada cosa o accion . En este sentido, la percepcion del entorno se convierte en la primera fuerza capaz de transformar y apropia rsc Ia naturaleza. Por eso creemos que el conocimiento, aunquc sea somero, de los mecanismos perceptivos basicos sc hace in­dispensable para la comprension de todas las posiblcs rclacio­nes entre el hombre y su entorno, dadas sus na tura les li ;nita­ciones biologicas y fenomenologicas .

Esta vision psicologista, aunque parte de los da tos que pro­porcionan conjuntamente los sentidos; pondra enfasis en el hecho de que aquelios, para ser significados han de ser selec­cionados, organizados en conjuntos y, por lo tanto, comprome­tidos en su vertiente semantica.

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En la siguiente parte de este trabajo nos plantearemos el problema general de la percepcion visual y de la captacion de formas organizadas que consideraremos posteriormente como portadoras de significacion.

Esta interdisciplinariedad, aunque necesaria, no supone re­nunciar a un concepto del discurso como actividad especifica­mente semiotica con una metodologia y epistemologia pro­pias, si bien no nos referimos a una semiotica reducida a la aplicacion de la teoria de los signos, ni tampoco a una semio­tica especializada en funcion de los canales a los cuales hace referencia, sean estos los sensoriales humanos (como seria una pretendida semiotica de la vision, del olfato, etc.) u otros rela­tivos a los medios de comunicacion en su sentido mas amplio (que autorizarian una semiotica del teatro, del cine, etc.). Los limites expuestos por una semiotica especializada no nos per­mitirian afrontar el complejo problema de la comunicacion como un acto que engloba una diversidad de canales manco­munados por una intencion informativa y una recepcion signi­ficativa. Ademas, sucede que esta imbricacion de lenguajes por efecto de los diferentes canales implicados en el acto varia en funcion de los objetivos de la propia accion. En otras pala­bras, es la propia accion discursiva la que se servira de las formas de expresion mas adecuadas a los objetivos que la mo­tivan; y, por consiguiente, la que debe ser situada en la base de la comunicacion.

Deberemos, pues, recurrir a una semiotica ampliada que abarque tanto el examen de la significacion como el de los procesos comunicativos realizados mediante discursos con los cuales unos actores interactuan; una semiotica que renun­cie a definir el discurso a partir de reglas internas fijas y opte por describirlo y transformarlo a partir de sus usos y de las posibles constantes de estos. 0 sea: frente a una concepcion de los lenguajes como un sistema de reglas, se plantea ellenguaje como un conjunto de hechos con «posibilidades de comunica­cion» .

Estos dos puntos de partida, el semiotico y el psicologico, marcan dos lineas de investigacion con frecuencia divergentes y que dan pie a dos actitudes: la de los que consideran la imagen visual como un signo convencional y, por lo tanto, con una correlacion significativa totalmente supeditada al consen­so social; y la de los que parten empiricamente de la imagen como una re-presentacion del objeto y no como un sustituto convencional de este, considerando que entre re-presentacion y objeto representado se establecen vinculos por analogia.

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Aunque estas dos lineas de investigacion disponen de un respetable bagaje cientifico, en este trabajo nos aventuraremos a establecer una nueva hipotesis que, partiendo del caracter representativo y annlogico de la imagen iconica, avance bacia una linea de investigacu5n basada en la ragmatica , seg(m la cua ~sta comprension analogica de a ima~constituy_e_eL puntd de partida necesano para poder hacer de ella un uso social concreto de bases convencionales.

Sin embargo, antes deberemos plantearnos la cuestion de la referencia en cuanto designa la relacion existente entre una expresion y lo que esta expresion representa segun las ocasio­nes en que es enunciada.

Recurriremos al principia de que todo acto de comunica­cion requiere ciertas convenciones e instituciones y, por lo tanto, hace referenda a hechos institucionalizados que pueden explicarse en terminos de reglas constitutivas subyacentes dentro del marco de la competencia comunicativa que contex­tualizan los enunciados del sistema.

Para este estudio partiremos del concepto de competencia comunicativa entendida como conocimiento y capacidad que tiene una persona para utilizar todos los sistemas semioticos de que dispone como miembro de una determinada comuni­dad socio-cultural. Una competencia entendida no solo como aptitud para comprender y producir un numero infinito de enunciados, sino tambien como capacidad de los actores para comprenderse conforme a sus necesidades .

Nose tratara, entonces, de un estudio de la imagen limita­do a los mecanismos opticos ni a las formas de la percepcion . Tampoco nos restringiremos al analisis semantico de las ex­presiones visuales, sino que avanzaremos bacia una concep­cion pragmatica en la cual el acto se produce con intencion comunicativa y la imagen visual es uno de sus factores cons ti­tutivos, si bien haremos hincapie en aquellos actos en que Ia imagen visual es un factor determinante.

El individuo solo podra comunicarse con sus semeja ntes si adecua sus intenciones a las convenciones sociales del grupo a l que pertenece . Esto supone conocer los lenguajcs socia lmente aceptados y las diferentes reglas de interacci6n socia l que ri­gen en el interior de un conjunto o de una situac i6n comunica­tiva. De este modo la comunicacion se nos ma nifies ta como uno de los fenomenos esenciales y necesarios de la vida social. Mediante las vivencias cotidianas y la practica social comuni­camos, con actos sensibles, nuestras experiencias, nuestros es­tados emocionales y mentales y nuestros conocimientos .

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Si consideramos la sociedad como un sistema de comuni­<.:aci6n, debemos tener presente que la referenda del discurso sc efectua segun unas reglas socialmente establecidas por la sociedad comunicativa y, por lo tanto, el discurso nose refiere a <da>> realidad, sino a los modelos de realidad aceptados por Ia sociedad, surgidos de un sistema de referencias en el que se discute y decide el valor social de las expresiones. Esta orien­tacion ofrece la ventaja de fundamentar el acto de comunica­ci6n en la situacion social de los individuos, evitando otorgar interpretaciones trascendentalistas o situar el acto mas alla de actitudes naturalistas basadas en la analogia fisica e intelec­tual de los comunicantes.

Por otra parte, situar la imagen dentro de una teoria de la comunicacion supone abandonar el formalismo restringido al que historicamente ha estado sometida en el marco de las preocupaciones surgidas de los modelos lingiiisticos. Asi, los ultimos planteos semioticos sobre la imagen se han caracteri­zado por el intento de adaptar a su estudio algunos resultados de la investigacion lingiiistica. Esto permitio definir ciertas formas expresivas de la imagen. Pero tambien comprobamos que el mensaje visual ofrece una cierta resistencia a ser consi­derado unica y exclusivamente bajo el aspecto de la lingiiistica en general y de la semi6tica en particular.

Esta omnipresencia del lenguaje verbal ha supuesto una marcada reticencia a considerar los factores no verbales como verdaderos lenguajes, mientras que estos --creemos- consti­tuyen un lenguaje en la medida en que son aptos para ceftirse a los requisitos de un previo acuerdo convencional y ser emi­tidos eficazmente con propositos comunicativos . No parece viable considerar un mensaje, sobre todo el visual, formado por la presencia de factores lingiiisticos o por referencia a estos; mas aun, debemos preguntarnos si son efectivamente aplicables los conocimientos lingilisticos a la comunicaci6n visual.

En el fondo de la cuestion nos encontramos con que debe­riamos reformular el planteo: es mas justo fundamentar nues­tro discurso en el acto de intercambiar objetos culturales que en la naturaleza y estructura de dichos objetos.

Un discurso predominantemente visual es en primera ins­ta ncia un vinculo semiotico que permanentemente produce, intercambia y sustituye significantes mediante actos concretos con los que la sociedad se entiende y realiza a si misma. En cs te dinamismo comunicativo situaremos el discurso visual como un fenomeno que por su incidencia social sobrepasa la

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simple problematica de la significaci6n para transformarse en una nueva modalidad de intercambio social.

La comunicacion se produce solo cuando los individuos intercambian algo entre si: objetos, palabras, imagenes. No obstante, las cosas no tienen ninguna cualidad que las obligue a ser intercambiables . El unico principia explicativo lo encon­traremos en las estructuras sociales subyacentes que determi­nan que se ha de intercambiar, independientemente de los objetos .

La relacion de intercambio --como constata Levi-Strauss (194 7)- esta prevista con anterioridad independientemente de las cosas intercambiadas. Por medio del intercambio las cosas adquieren un valor, es decir, el hombre no intercambia objetos sino lo que estos significan. .

El hombre se encuentra delante de un hecho social dotado de significacion que interviene simbolicamente en todos los niveles de su actividad. Conviene, pues, entender el comporta­miento social de los individuos en funci6n de una teoria de la comunicacion basada en los «juegos>>, teniendo en cuenta las reglas que los rigen. De este modo el estudio no se basara en el material visual empleado, sino en el uso que de el hacemos en nuestro intercambio social, al actuar sobre otros individuos, provocandoles unos efectos que establecen nuevas situaciones comunicativas.

Este intercambio de objetos comunicativos - visuales y no visuales-, nose debe interpretar solo como un fenomeno ve­hiculador de la experimentacion de un individuo sobre el me­clio, de modo que otro obtenga una experiencia analoga, sino como un fenomeno a traves del cual un individuo intenta in­cidir en el conocimiento, creencias y conducta de otro indivi­duo. En este sentido, la comunicacion sera considerada como el desarrollo de la actividad expansiva del individuo social y se formalizara en una serie de aetas sincreticos predominante­mente visuales que analizaremos a partir del concepto prag­matico de «acto de habla>> introducido por Austin, para quien «decir alguna cosa>> asume la dimension mas amplia de «hacer intencionadamente alguna cosa>>. Dentro de esta perspectiva comunicativa, el lenguaje visual no interesa exclusivamente por si mismo como conjunto de signos, sino como recurso o instrumento aplicable a diversas actividades de manera dis­tinta. Es decir, nos interesa el lenguaje en funcion del objeto perseguido con su uso y de los efectos que con ese uso se consiguen.

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De este modo, si el significado de una imagen se manifiesta por el uso que de ella se hace, para conocer ese significado dcben conocerse las circunstancias sociales que concurren para que el uso sea correcto. Por eso nuestro interes parte del uso concreto que se hace de unas expresiones en Iugar de ce­iiirnos a su estructura, aunque la tengamos presente como condicion necesaria que hace posible el acto de comunicacion.

El objetivo de lograr determinados resultados nos hace ser participes de unas relaciones sociales, materiales e ideologi­cas, al mismo tiempo que desarrollamos unas potencias pro­ductivas sociales e individuales indispensables para llevar a termino esta apropiacion y transformacion de nuestro en­torno. Por eso consideramos el discurso como una secuencia de acciones a traves de las que se establecen unas relaciones en­tre destinador y destinatario que se caracterizan mas por el mutuo y sucesivo afectarse que por la emision de determina­dos enunciados. En otras palabras, el discurso implica enfren­tamiento entre las partes y como consecuencia, un cierto gra­do de dominacion y subordinacion de los actores que llevan a termino la accion o que reciben de ella sus efectos.

En este sentido situaremos la imagen en el seno de las transformaciones que se operan en las sucesivas situaciones del propio discurso y con las cuales los actores implicados se afectan mutuamente.

En esta perspectiva es evidente que la unidad basica de este trabajo no puede ser la <<imagen», sino la «produccion» del signo en la realizacion del acto de comunicacion. De modo mas preciso, creemos que se debe buscar en la intencionalidad comunicativa del sujeto productor, yen su relacion pragmati­ca con la totalidad de los lenguajes empleados y con los efectos producidos en una situacion concreta.

Esta ampliacion de objetivos nos lleva, pues, a traspasar el campo exclusivo de la significacion para acceder a las estruc­turas mas amplias de la pragmatica y superar asi el inconve­niente de estudiar el lenguaje visual como fenomeno esponta­neo, independiente de la voluntad y de la accion de los actores competentes en una situacion concreta. Gracias ala pragmati­ca desplazamos la vision abstracta tradicional de los lenguajes y la busqueda de universales para abordar ellenguaje emplea­do por un individuo social.

La aceptabilidad y logro de un discurso como herramienta sc debera mas al hecho de estar «bien usado», o sea, adecuado :1 Ia situacion concreta que lo genera, que no al hecho de estar «bien construido» o «fielmente representado». Por eso, el estu-

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clio solo puede avanzar en una amplitud y diferenciacion ade­cuadas si parte de situar inequivocamente al objeto visual en el terreno del acto real, con toda su complejidad de lenguajes y situaciones. En otras palabras, se trata de sustituir el estudio de los enunciados visuales con referentes reglamentados y pre­visibles dentro de una estructura logica, por el analisis del acto de enunciar en toda su extension. 0, como nos enseiia Wittgenstein, reemplazar la univocidad de las estructuras lo­gicas por la analogia entre las diferentes situaciones comuni­cativas y, por lo tanto, irreductibles a los simples juegos uni­vocos de la logica.

Finalmente diremos que, dentro de este marco general de la comunicacion, todos estos factores y circunstancias apare­cen en cualquier tipo de discurso, ya sea visual, verbal u ot~o. Todos devienen significativos por la intencion de lograr unos objetivos, todos gozan de similares posibilidades para produ­cir actos comunicativos, todos significan segun los usos que les dan soporte y no segun sus particularidades especificas.

Pero en el discurso predominantemente visual concurren unas particularidades que lo diferencian claramente de los otros en lo que respecta a su constitucion, usos y estrategias persuasivas: nos referimos, evidentemente, a las relaciones de analogia que estab'lecemos entre el mensaje iConico y «la>> rea­lidad, que se creen legitimadas por las connotaciones de credi­bilidad y evidencia otorgadas a la imagen iconica. Esta parti­cularidad del discurso visual es la que lo convierte en el mas eficaz de todos en su funcion comunicativa en la medida en q~e permite hacer extensiva la credibilidad e inmediatez otor­gada a la percepcion de una realidad a los usos convenciona­les. El discurso parece carente de intencionalidad manipula­dora, circunstancia imposible de darse en el uso de aquellos lenguajes que no comportan este estadio inicial de iconicidad.

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EL INDIVIDUO ABIERTO AL MUNDO

1.1. EL HOMBRE ES UN SER INACABADO . LA NECESIDAD

DE HACERSE

Una de las caracteristicas mas significativas del ser huma­no es Ia necesidad que tiene de interpretarse a si mismo. Ad­quirir conocimiento de si mismo y elaborar su propia imagen constituyen el punta de partida obligado para determinar Ia interpretacion y valoracion que entregara a los otros seres que integran su entorno y de los que dependera Ia conducta res­pecto de si mismo y de los demas. Cabe preguntarse si hay alguna fuerza o pulsion que obligue al hombre a actuar sabre si mismo y consecuentemente sabre su entorno para conseguir determinados efectos.

Siguiendo las propuestas del antropologo Arnold Gehlen (1980), atribuiremos los origenes de toda conducta humana al hecho de que el ser humano es en gran medida «inacabado>>, un ser que se encuentra, par el simple hecho de existir, delante de una serie de tareas por cumplir sin que le haya sido dada Ia forma de resolverlas . Podriamos decir que el hombre se tapa de golpe ante un contexto extraiio a su propia naturaleza, si­tuacion esta que le exige poseer unos poderes de integracion y usa de los que carece. En una palabra, el hombre es un ser no especializado que par el hecho de no disponer de las herra­mientas necesarias para integrarse y ajustarse naturalmente a su entorno, es incapaz de vivir en un determinado sector de Ia naturaleza salvo que, actuando sabre ella, Ia adapte a sus ne­cesidades de supervivencia.

En cambia, los animales, «por naturaleza>>, disponen de una morfologia adaptada al media. Se acomodan a un entorno natural determinado y acotado, fuera del cual sus posibilida­des de supervivencia disminuyen considerablemente o son del todo nulas. Este estado de intima y vital interdependencia que encontramos entre el animal y su entorno no le es dado al

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hombre: este nace desprovisto de las caracteristicas que le permitan acomodarse a un entorno concreto. En este sentido lo podemos calificar de inacabado y privado de especializa­ci6n , circunstancia que lo inhabilita para vivir <<naturalmente>> dentro de su ambiente inmediato. Es el hecho de ser inacaba­do, incompleto, lo que conforma la base del comportamiento humano y la consiguiente apropiacion y transformacion de la naturaleza que lo rodea.

El hombre es un ser <<praxico>> (Gehlen, 1980), y como tal, un ser no afirmado que se encuentra abocado a cumplir la inminente tarea de adquirir una nocion de si mismo en tanto individuo <<para hacer algo>>. Para llegar a conocerse a si mis­mo debe abrirse a un mundo de enfrentamientos e intercam­bios. Debe actuar y aprender. En este sentido podriamos decir que accion y cognicion se originan ambas tanto en el caracter <<inacabado>> del hombre como en la tendencia superadora que de el se deriva.

1.1.1 . La facultad autoperceptiva

El simple hecho de ser sensible a los estimulos no es sufi­ciente para que el hombre pueda cumplir esta tarea superado­ra . Se debe aiiadir a esta facultad originaria la facultad auto­perceptiva o la posibilidad que tiene el hombre de evaluar sus propias acciones, reaccionar sobre elias, intercambiarlas y reestructurarlas. Solo se definira como individuo en la medida en que sea capaz de interpretarse a si mismo, de tomar cons­ciencia de su actuacion y de su propia existencia y de transfor­marla en su propia actividad.

Como individuo debe plantearse a si mismo como una uni­dad que trascienda a todas sus experiencias vividas con el fin de constituirse en sujeto que pueda asegurarse una «conscien­cia permanente» o <<consciencia del yo>> (Benveniste, 1966), punto de partida de la experiencia y acumulacion de viven­cias. Este conocimiento de si mismo, el hecho de constituirse en una unidad consciente, solo sera posible si su propia expe­r imentacion es debidamente contrastada con otras unidades exteriores que son parte de su mundo y en condiciones de d ialogo.

I .1.2 . Acci6n y supervivencia

Por otra parte, el hombre dispone, entre otras, de la <<Capa­cidad de vivir>> para realizar su existencia. Existir implica te-

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ner consciencia de la posibilidad de continuar existiendo en un tiempo futuro e inmediato, asi como del hecho de que, para lograr esta prolongacion de su existencia, debe poner en fun­cionamiento, necesariamente, sus capacidades. Tiene que en­contrar en si mismo las condiciones que le permitiran resolver la perentoria necesidad de sobrevivir. Debera prever y actuar.

Gracias a la accion o a la capacidad de trabajo, el hombre superara su carencia natural. Falto de medios e instintos y abandonado a si mismo, se perfila en su propia obra. Sus deficiencias organicas especializadas y el hecho de encontrarse inacabado forman parte de sus condicionamientos fisicos, na­turales que lo conducen a tomar consciencia de si mismo y a <<hacerse>>, adoptando una posicion bacia afuera. El hombre actua para permanecer en el tiempo, contrariamente al animal que vive en y por el presente. El hombre no tiene la posibili­dad de vivir <<simplemente>>. Debe preocuparse por continuar viviendo, y con este objetivo realizar su mision de completar­se, y tendra que actuar de acuerdo a esta finalidad.

Este habito de movimiento que supera la absorcion del presente constituye la categorfa fundamental que Gehlen lla­ma <<descarga>> (1980, p. 152). Es este un concepto esencial para comprender mejor el comportamiento del hombre como individuo abierto al mundo, un mundo hostil a su naturaleza que, para que sea posible la supervivencia en el, debera trans­formar.

De acuerdo con su impulso de prevision para sobrevivir, el hombre compromete todas sus facultades en la tarea de domi­nar y transformar la inmensa carga de estimulos que recibe. Su medio, al contrario del de los animales, no se encuentra significado por los instintos, sino por el hombre mismo, por su forma ineludible de actuar, por su experiencia y por medio de la prevision: es decir, el hombre debera <<descargarse>> , siendo el que transforme «las condiciones deficitarias de su existencia en oportunidades de prolongacion de su vida>> (Gehlen, 1980).

Con su actuacion original sobre el mundo, el hombre trans­forma las deficiencias de su constitucion en medios necesarios para su supervivencia. Debe actuar para dominar y transfor­mar el mundo en algo util para la vida, al mismo tiempo que su existencia deviene accion dominadora y transformadora de su medio. No tiene posibilidades en el mundo si no afronta la infinidad de hechos que se le presentan, captandolos, transfor­mandolos y aprovechandose de ellos. Debe, pues, desarrollar sus capacidades naturales de accion entrando en contacto con el mundo que lo rodea, adquirir vivencias y acumular expe-

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ricncias que le permitan establecer nuevas y progresivas com­binaciones hasta disponer de una capacidad de acci6n, de re­laci6n y de jerarquizacion. En una palabra, esta acumulaci6n y ordenaci6n de datos constituini un complejo entretejido que tiara fundamento a su conducta como individuo y miembro de un grupo social, conducta originada en la similitud de condi­ciones de aprendizaje.

1.1.3. La adaptaci6n del mundo

A partir de esta necesidad inicial que surge de su caracter inacabado y mediante acciones comunicativas, el hombre aca­ba dominando y apropiandose del mundo. Esta necesidad de sobrevivir nutre el comienzo de su actuar original y creador sabre los objetos, al transformarlos en «objetos naturales>>. Di­gamos, pues, que todos los aetas que le permiten al hombre superar sus propias deficiencias y «acabar de hacerse» supo­nen un elaboraci6n y superacion de la carga provocada par esta carencia inicial. Es decir, una descarga a traves de la que llega a dominar activamente la realidad de su entorno, trans­formandola en alga util para su vida. Esta transformacion implica una serie de operaciones jerarquizadas por las cuales el hombre selecciona, compone y genera medias completa­mente nuevas: un proceso que denominaremos <<Creativo» y que le permite orientar su vida dando sentido o direccionali­dad original a sus propios aetas.

Estas posibilidades de creaci6n, que el hombre aplica al hacerse a sf mismo, no se deben buscar en unas determinadas facultades o cualidades inherentes al ser humano sino en la compleja estructura pulsional que, segun Gehlen (I 980, p. 19) es propia 0 exclusiva de el, asi como su unico «pensamiento­sistema» que le permite organizar de manera inedita el in­numerable material que percibe, gracias a la posibilidad que posee de efectuar operaciones que le autorizan a transformar «en entero aquello que al principia noes mas que una suma de partes constituyentes» (Abraham Moles, 1971, p. 409).

I .2. PERCIBIR ES ACTUAR

La no especializacion de la estructura organica del hombre en funcion de un determinado medio ambiente, comporta

ademas de la necesidad de la propia interpretacion, y como l"OllSCCUencia de esta- el hecho de que el hombre este abierto

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al amplio mundo que se le ofrece delante suyo: infinito y car­gada de estimulos que debera interpretar y a los que habra de dar respuesta.

A traves de sus sentidos percibe un mundo extremadamen­te abundante y no limitado a sus intereses y satisfacciones inmediatas. Al abrirse al mundo, el hombre se expone a una sobreabundancia de percepciones, no limitadas a las funciones biol6gicas inmediatas. Este bagaje comporta una indispensa­ble <<carga» (Gehlen, 1980, p. 40) que gracias a su esfuerzo sera sometida y dominada, con lo que el hombre hallara los ele­mentos necesarios para forjar las herramientas que le permi­tan aprovechar las experiencias utiles para continuar existien­do dentro de su <<campo ilimitado de admiraci6n».

Su primera mision sera la de orientarse dentro de este campo y los elementos que le permitiran este primer contacto organizador y significativo son basicamente los que confor­man su facultad de movimiento y los organos sensibles que le posibilitan entrar en comunicacion con el entorno y transfor­marlo en una serie organizada de objetos conocidos y signifi­cados.

Esta transformacion sigue un proceso en que el individuo, partiendo de la <<carga» que supone la presencia del <<campo de admiracion», se va progresivamente <<descargando» o desco­nectando de la inmediatez del presente, liberando y desarro­llando la fuerza que le permitira realizar acciones simbolicas y significativas con el fin de apropiarse y transformar el mun­do en su provecho. Este proceso cada vez requiere menos es­fuerzo a medida que aumenta el dominio del hombre sabre los objetos del mundo. Gehlen preconiza la existencia de una con­frontaci6n continua entre el elemento activo que supone el movimiento efectuado por el ser humano para descubrir el mundo sensible, y el elemento pasivo, o sea las percepciones que se nos presentan como un conjunto de posibilidades en movimiento.

1.2.1 . La construcci6n de un mundo humano

Tal como hemos vista, el hombre, en su desprotegida cons­tituci6n organica, se ve obligado a efectuar acciones experi­mentales controladas con el fin de orientarse a traves del abundante campo que le ofrece su entorno.

En su actuacion observamos dos objetivos primordiales y complementarios, uno correspondiente a la interpretacion de su propia experiencia, y el otro que proviene del hecho de que

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d individuo es un ser «abierto al mundo>> y por lo tanto orien­tador y e~tructurador del mundo que lo rodea. Unido a este a traves de sus organos sensitivos, el hombre se encuentra abo­cado a construir un mundo visual, tactil, auditivo ... que noes o tro que el que interpreta y domina en su propio beneficio. Actuando sobre el medio, crea las condiciones necesarias para cl mantenimiento de su vida.

Esta situacion lo conduce ala concepcion de que existe un mundo hecho por el hombre. Un mundo «humano>>, el unico que le permitini continuar existiendo. Por eso esta permanen­temente dedicado a dominarlo y transformarlo en un espacio donde la vida sea posible, creando para esto un mundo cultu­ral, el unico que existe por y para el hombre. Es a traves de la cultura que el hombre construye sus propias armas de protec­cion y ataque, que la naturaleza, a diferencia que con los ani­males, no le ha dado.

Partiendo del supuesto de que el hombre, para paliar sus deficiencias y poder sobrevivir, debe transformar el medio a su imagen, definiremos la cultura que esta actuacion genera como la transformacion y apropiacion de la naturaleza en algo util e indispensable para la supervivencia humana.

El hombre no puede vivir en ningun otro mundo fuera del que el ha construido: para ei no hay otra naturaleza que la humana, o lo que es lo mismo, el mundo cultural que genera. Este mundo cultural equivale para ei al mundo <<natural>> del animal. Solo asi supera la deficiencia de no disponer de una zona existencial geografica propia a su naturaleza y consigue dominar y transformar su entorno segun sus necesidades vi­tales.

Su medio vital no tiene mas limites que los que ei mismo se construye y a su vez es el unico mundo que contiene las condiciones indispensables para su supervivencia.

Esta original y creadora actuacion del hombre sobre el media obedece a su inexorable esfuerzo para transformar el mundo y para construir sus propios instrumentos de protec­cion y ataque. Experimenta sobre las cosas y desarrolla tecni­cas adecuadas a cada una. Esto es lo que denominamos «pul­s ion creadora>>, surgida de la necesidad de hacerse a si mismo y de « humanizar>> los productos de su acci6n.

Este concepto de creatividad nos conduce a una concepcion a mplia de la cultura. Cultura entendida como actividad huma­na por la cual se incorpora un valor al objeto, aun cuando qucda este objeto subordinado al valor. (U. Eco, 1977, pp. 57-65).

Ahora bien, la creatividad tambien nos podria conducir a

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un concepto de cultura mas restrictivo que solo considerara Ia existencia de este mundo humanizado y propio del hombre como un mundo de formas «creadas>> por el hombre yen don­de estuviera excluida Ia existencia de otros seres «naturales>>, sujetos a su propio hacer. En este sentido cultura quedaria definida por oposicion a naturaleza.

Segun nuestro parecer, nose trata de establecer dicotomias entre objetos culturales, creados por el hombre, y objetos na­turales, entendidos como aquellos en los que el hombre no ha intervenido, sino mas bien de considerar el acto de imposicion de valor cultural como un acto creador en el sentido en que opera una transformacion del objeto, es decir, considerar Ia objetivacion de los bienes de Ia actividad humana como una creacion y transformacion continuada de bienes culturales. Tambien consideraremos Ia cultura como Ia relacion que se establece entre los objetos y el hombre: Ia determinacion de este por Ia preexistencia de aquellos y su formaci6n y trans­formacion por el hombre .

1.2.2. Proceso cultural ilimitado

Como hemos dicho, a! encontrarse inmerso en un entorno hostil a su naturaleza, el hombre se ve obligado a transformar­lo en funcion de su necesidad de sobrevivir. Progresivamente lo conoce y lo interpreta, generando «cultura>> que deviene su unico medio de supervivencia. A su vez este entorno cultural -C- en tanto que mundo (mico o «natural>> -N-le procura nuevos estimulos o mensajes cuya recepci6n modifica su com­portamiento y le hace cambiar consecuentemente su entorno cultural.

Este proceso continuado de culturalizacion podria repre­sentarse como Ia asimilacion natural de un contexto de un nivel cultural determinado para producir un nuevo nivel que seria a su vez asimilado como natural e iniciarse nuevamente y sin cesar el proceso:

N3 ~ c3 Nz ~ Cz

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Ilimitado, este proceso de culturalizacion del medio natu­ral plantea una nueva cuestion en el sentido que si nuestra forma de accion y produccion cultural esta motivada por el

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t'lllorno cultural precedente que devino entorno <<natural», t•sta produccion derivada sera el resultado del modo en que hemos organizado o significado el media, hasta tal punta que para analizar las formas culturales vigentes deberemos eager los modelos de organizacion que Ia sociedad, o el sistema so­cial , da a los elementos <<objetivos». Solo a partir del momenta en que aparece el motivo, los fenomenos de produccion cultu­ral y su significacion se hacen comprensibles.

Es decir, los sistemas culturales deben ser considerados, por un lado como el resultado de la accion (en tanto que pro­ducen cultura), y por el otro constituyen Ia norma cultural o guia condicionante de acciones posteriores. Es en este segundo aspecto que podemos considerar los sistemas culturales, en tanto modelos explicitos e implicitos, como base y guia del comportamiento humano y constituyentes de todas las realiza­ciones de los grupos humanos.

AI crear Ia dimension cultural, el hombre se crea a si mis­mo. La relacion que existe entre el hombre y Ia dimension cultural es tan intima que -como dice Edward Hall (1978, p. 19)- tanto el hombre como el media participan en ella para configurarse reciprocamente.

El hombre, al crear su propio mundo, determina el tipo de organismo que quiere ser. El hombre es el interlocutor de su propio ambiente. Por eso partimos de Ia condicion (humana) del individuo como miembro de la sociedad humana y en este sentido consideramos al individuo como un conjunto de rela­ciones sociales definible exclusivamente dentro de un contexto social e historico determinado e igualmente consideraremos todas las manifestaciones de su vida, el lenguaje, el gesto, la consciencia, como productos sociales.

Son las estructuras originadas por los medias de produc­cion y de poder de los individuos y de los grupos sociales las que conforman un mundo social que a su vez determinara las practicas culturales. Asi pues, cultura y mundo social estan ta n estrechamente unidos que si quisieramos establecer algu­na prioridad, a lo sumo podriamos decir que ya que el hecho cu i tural expresa el social, este tiene prioridad, dado el he­cho evidente de que Ia cultura se deriva necesariamente de el.

Un media en cambia constante como el «cultural», tal wmo lo acabamos de definir, exige de un organismo unas dcterminadas capacidades para poder sobrevivir. Junto con la capacidad de recoger Ia informacion que constantemente le es '> lllninistrada, debe tambien poseer el poder de someterla a un p1 on ·so de razonamiento para servirse de ella. Estas capacida-

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des se dan en el hombre desarrolladas al maximo: este apren­de complejos sistemas de codificaci6n y organiza su conducta social comunicandose con los otros. El grado de desarrollo de Ia facultad de comunicacion es lo que distingue al hombre de las otras especies biologicas: el gran numero de sistemas de comunicacion de que dispone el hombre lo diferencia de los otros seres cuya comunicacion esta reducida a sistemas pri­marios con pocas o ninguna posibilidades de evolucion o mul­tiplicacion. La multiplicacion constante de los sistemas de co­municacion de los que se sirve el hombre hace que nuestra sociedad llegue a ser un autentico <<sistema social» por la in­teraccion de los diferentes sistemas culturales constituyentes que se pueden diferenciar segun sus objetivos y funciones.

Con su comercio social el hombre crea la dimension cultu­ral al mismo tiempo que se crea a si mismo y elimina, por lo tanto, toda posible diferenciacion entre el ser humano y la dimension socio-cultural. El uno y Ia otra se configuran reci­procamente.

De aqui que de Ia misma forma que consideramos al in­dividuo como un conjunto de relaciones sociales definible ex­clusivamente dentro de un contexto social historico determi­nado, deberemos considerar todas las manifestaciones de su vida, - autoconsciencia, accion transformadora y dominadora del medio-, como producciones sociales de supervivencia y generadas por su pulsion creadora.

1.3 . EL HOMBRE SOCIAL

Evidentemente el hombre no realiza ei solo este proceso continuo y necesario de transformacion innovadora de su en­torno. Por el contrario, para poder llevar a cabo todas estas acciones de supervivencia necesita Ia colaboracion de sus se­mejantes, es decir, establecer acuerdos con ellos.

Esto nos permite hablar del hombre como ser social en el interior de una naturaleza necesariamente social. Esta trans­formacion renovadora y creadora de su entorno es una labor realizada colectivamente. El hombre no tiene posibilidades de sobrevivir aislado del grupo social al que necesariamente per­tenece. El hombre noes un ser autonomo, constituye mas bien un elemento dentro de una compleja estructura social. Por lo tanto, solo podra l.:>grar <<hacerse» segun su naturaleza, me­diante Ia convivencia comunicativa con los otros individuos de su misma especie: el hombre solo tiene posibilidad de ser

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hombre entre los hombres. Su comportamiento solo puede ser soc ia l, es decir, como miembro constituyente de la espesa red de funciones que relacionan a los individuos. Un comporta­micnto forzosamente basado en el contacto social: en el cono­ci miento de lo que somos o deseamos ser o poseer asi como de las acciones que realizamos para alcanzar estos objetivos, y que solo serim adecuadamente comprendidas si las relaciona­mos con otras formas de ser y de actuar. Esta realidad nos define como individuos incapaces de efectuar actos de natura­leza no social.

Definir el comportamiento humano como interaccion entre individuos supone, evidentemente, desestimar aquellas pre­tendidas opciones basadas en un comportamiento humano de­rivado de la propia disposicion individual y que se deberian entender como. obra exclusiva de su individualidad personal.

Por el contrario, creemos que se debe considerar al indivi­duo como un sistema de sucesos y tendencias que tienen Iugar en si mismo, y a sus comportamientos diferentes, como el re­sultado de la estructura de sus disposiciones.

De este modo entendemos que todas las actividades huma­nas tienen un claro canicter comunicativo en el sentido de que nuestras experiencias sensoriales de las cosas van aumentando y acumulimdose mediante el intercambio.

1.3 .1. Un ser comunicativo

Este concepto, segun el cual todos los procesos animicos poseen el cankter de comunicacion tiene sus origenes en De­wey (1938, pp. 232-236), al considerar que lo que caracteriza el obrar humano es la actuacion a duo, sea cual fuere el tipo de actuacion.

La experiencia no es un fenomeno individual ya que siem­pre comporta obrar sobre «otro>> . Benveniste (1971, p . 181) considera que para que un individuo pueda constituirse en sujeto, o sea, s~/!'lantee el mismo como una unidad consciente, es indispensabl~ que la propia experimentacion se oponga a otras unidades1y en condiciones de di:Hogo. Que yo tenga cons­ciencia de mi '<<yo» - argumenta- comporta dirigirme a al­guien que en mi enunciado sera <<tU» y que este alguien se rcmita a si mismo como <<yo» designandome a mi como un «I Ll>>. Es esta condicion de dialogo la constitutiva de la perso­na, ya que implica que reciprocamente yo me convierta en " t 11 » en la a locucion de aquel que por su parte se autodesig-11; 1 «yO».

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Estos conceptos tambien fueron formulados por George Herbert Mead, uno de los principales representantes del prag­matismo, para quien el yo <<emerge» como un organismo estre­chamente ligado al mundo que lo rodea. Mead (1934) conside­ra que la comunicacion reside en el hecho de proporcionar una forma de conducta mediante la cual el organismo o el indivi­duo pueden llegar a ser sujetos de ellos mismos.

Es pues en este continuo intercambio que presupone el acto de comunicacion que llegamos a tomar consciencia de la mis­ma propia subjetividad. Volviendo a Mead, lo explica diciendo que cuando los individuos no solo se hablan sino que se con­testan a si mismos con tanta conviccion como si contestaran a otra persona, estamos ante una conducta en Ia que los indivi- · duos devienen objetos para si mismos.

Estas condiciones de dialogo que posibilitan el lenguaje constituyen la base de la comunicacion como acto social.

La necesidad de remitirme ami mismo en tanto yo, plan­tea la existencia de otra persona <<exterior ami», que se con­vierte -como dice Benveniste- en mi eco, que designo como <<tu» y que me designa a mi como <<tu». Por lo tanto, no es concebible tener consciencia de mi propia existencia de <<yo» sin la existencia del <<tU». <<YO» y <<tu» son complementarios y constituyen una realidad dialectica que comporta los dos ter­minos segun una oposicion interior/exterior. Es en este tipo de relacion mutua donde Benveniste descubre los fundamentos lingiiisticos de la subjetividad.

1.3 .2 . La doble direccionalidad informativa

Este conocimiento de la existencia de un exterior al ser humano entrafta una doble direccionalidad en su actuar. A la constante emision de mensajes debemos agregar la igualmente constante recepcion de los de afuera a traves de sus organos constantemente abiertos.

El caracter indispensable, necesario, de los estimulos exte­riores , esta corroborado por el hecho de que el hombre para actuar o pensar necesita forzosamente la continua informa­cion que le suministran sus organos.

La recepcion de informacion exterior a traves de sus orga­nos es una necesidad biologica, como lo demuestran las expe­riencias realizadas por Arnheim (1979, p. 18) quien comprobo que si se reducian a un minima los estimulos visuales estruc­turados, sometiendo a un individuo a una luz difusa, su fun­cionamiento mental se alteraba ya que <<el sujeto tiende a sus-

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tituir Ia estimulacion exterior de los sentidos porIa evocacion de imagenes que acaban en alucinaciones incontrolables» .

Mas a(m, estas alucinaciones se presentan como totalmente reales o «sobrenaturales». Los intentos desesperados de Ia mente por reemplazar Ia estimulacion exterior ausente -con­cluye Arnheim- indican que Ia actividad de los sentidos es indispensable para el funcionamiento de la mente, es decir, que el funcionamiento nervioso y de los canales sensitivos re­clama Ia continua recepcion de informacion y Ia respuesta al medio.

Esta doble direccionalidad informativa esta en Ia base de cualquier experiencia sensorial, si bien debemos agregar otro factor decisivo: el intercambio de informacion, que permite que las experiencias sensoriales de las cosas del mundo pue­dan generar nuevas propuestas accediendo a niveles de abs­traccion exclusivamente humanos.

Ahora bien, el intercambio de informacion entre indivi­duos, factor indispensable para Ia apropiacion y estructura­cion del entorno, solo llega a ser posible si los elementos in­tercambiados se encuentran libres de los impactos instintivos -o en palabras de Gehlen- <<descargados>> de Ia masa indivi­dual, es decir, situados en el campo de referencias experencia­les <<que simbolizan el estado, Ia cualidad o Ia naturaleza y la posible utilizacion de los objetos>> (Gehlen, 1980, p . 44).

1.3.3. Un mundo simb6lico

A traves de los simbolos, el hombre puede apropiarse del mundo. En Ia medida en que son signos que representan su objeto por convencion y que funcionan basados en un enlace arbitrario entre el cuerpo signico y el concepto, el simbolo permite que el individuo se comunique, genere nuevas pro­puestas, y sobre todo construya una nueva naturaleza que po­sibilitara su supervivencia . La importancia de este mundo simbolico esta puesta de manifiesto por Jonathan Swift en uno de los pasajes de su novela Viajes de Gulliver cuando tres profe­sores deliberan acerca de como conseguir una mejora de la vida. De los proyectos que se ponen en discusion, se escoge uno que consiste en abolir completamente las palabras, para asi ganar salud y velocidad, ya que cada palabra que se pro­nuncia -argumentan los sabios profesores- reduce, en cierto grado, Ia fuerza de nuestros pulmones por corrosion y por lo tanlo contribuye a acortarnos Ia vida. Es evidente, pues, que como las palabras no son mas que nombres, mas vale que

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todos llevemos encima nuestro las cosas que sean necesarias para expresar los asuntos convenientes. Poco despues, el autor explica como fue testigo de que dos de aquellos sabios se des­mayaban bajo el peso de sus sacos llenos de cosas. Las conver­saciones llegaron a ser tan complicadas y duras, entre trans­portar los objetos, mostrarlos, intercambiarlos y volver a cargarlos, que facilmente se comprendio Ia utilidad de los simbolos para realizar las mismas operaciones de un modo mas descansado. Ya sea por economia energetica, ya sea para gozar de sus ventajas, el hecho es que vivimos en un mundo <<humano>>, por entero formado por simbolos, y mediante ellos nos orientamos, nos informamos, nos comunicamos. Biologi­camente hablando, Ghlen cree que esta propiedad nos ahorra entregarnos a Ia plenitud de las cosas: <<No es un fin de la percepcion que el organismo tenga una excitabilidad lo mas dispar y sensible posible. ( .. . ) Nuestra percepcion principal y directriz, Ia optica, es un medio para indicarnos "simbolos" para las expectativas de exito, obstaculos, reacciones de las cosas y "posibilidades de alcanzarlas" en conexion con nuestra intervencion practica, a fin de que con Ia ayuda de esos simbo­los realicemos nuestros movimientos y podamos dosificarlos atendiendo a su finalidad, antes del exito o fracaso>> (Gehlen, 1980, p . 220).

Nuestro mundo de los sentidos es, pues, simbolico: colores, luces, formas, relaciones, son suficientes para informarnos de la masa de los objetos reales, con lo que se posibilitan y acele­ran las reacciones, comparaciones, inducciones, deducciones y sobre todo, se hace posible Ia <<vision de conjunto». Asi, Ia percepcion, descargada de sus elementos individuates, queda apta para operaciones generalizadoras y abstracciones.

1.3.4. El trabajo simb6lico

El hombre se encuentra inexorablemente inmerso en este mundo social de simbolos y de objetos utiles producidos y que continua produciendo segun modelos determinados por el gru­po social al que pertenece. Al servirse de estos productos en el acto de comunicacion, pone en accion estos modelos sociales, construyendo otros nuevos .

Esta concepcion de los simbolos como productos cons­tantemente surgidos del trabajo comunicacional permite a Rossi-Landi (1975, p. 21) establecer un paralelo entre la no­cion generalizada de trabajo y el trabajo simb6lico, en virtud del cual tambien los simbolos se convierten en materiales e

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in:-;trumentos durante el trabajo simbolico ulterior mediante l'l cual se producen mensajes que se intercambian en Ia activi­dad comunicacional.

El hombre, en tanto que resultado de su propio trabajo, no pucde hacer diferencias entre ambos. Los idiomas como pro­ductos y el lenguaje como trabajo aparecen con Ia necesidad que tiene el hombre de comunicarse con sus semejantes para << hacerse», completarse: << Despues de Ia fase de las prim eras formas, animales e instintivas, de apropiacion inmediata de los objetos que existen en Ia naturaleza, unicamente el trabajo humano puede satisfacer una necesidad humana; solo un tra­bajo complejo como el lingiiistico puede satisfacer Ia necesi­dad de expresion y de comunicacion» (F. Rossi-Landi, 1975, p. 18).

Es importante seii.alar aqui Ia diferencia entre actividad y trabajo, ya que solo este termino es aplicable a Ia produccion de simbolos empleados para Ia comunicacion. Los simbolos, mensajes, en tanto que productos no pueden calificarse de actividad ya que su finalidad no permanece en elias mismos para satisfacer las necesidades de manera inmediata, natural. <<Para que el hombre se forme, es necesario que se quiebre Ia inmediatez: hace falta que entre Ia necesidad y Ia satisfaccion se inserte el trabajo. Solo con el trabajo aparece en el hombre alga universal» (F. Rossi-Landi, 1975, p . 14).

Este trabajo lo realizan Ia totalidad de los individuos en su inexorable necesidad de intercambiar y generar simbolos y mensajes y constituye Ia naturaleza social y humana, Ia unica que conformara su entorno.

l .4. LAS BASES DE LA COHERENCIA

Junto con estos presupuestos generales a los que hacemos referencia, debemos tambien mencionar otro factor decisivo en Ia estructuracion coherente, y consecuente significacion, de los estimulos que recibimos del exterior. Nos referimos a un natural sentido del arden subyacente que <<Se impone>> y otorga un determinado arden a Ia ambigiiedad del conjunto del cam­po perceptivo que se nos ofrece a los sentidos. La superestruc­tura resultante clara una vision organizada y significativa a los elementos perceptivos.

A menudo, al observar nuestro entorno natural constata­IIIOS una cierta regularidad entre algunos de los elementos pl'l'cibidos: los movimientos de las alas marinas, los latidos ·h·l corazon, Ia respiracion.

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Esta regularidad ritmica, sea organica o inorganica, no pa­rece obedecer a los dictados de un simple mecanismo de refle­jos, sino mas ·bien a Ia compleja interaccion de un conglome­rado de fuerzas de atraccion e inercia que interactuan y comportan un ritmo regulado par las !eyes de saturacion y descarga.

Ahara bien, para que esta interaccion de fuerzas se pueda realizar se requiere un dispositivo basico de sincronizacion, o siguiendo Ia definicion de Gombrich (E. H. Gombrich, 1980, p. 35) un <<sentido del arden>> que ajuste estas interacciones introduciendo posibles variantes sin alterar sustancialmente Ia forma resultante. Esta ofrecera unos movimientos ritmicos regulares de una relativa complejidad en Ia medida en que coristituyen conglomerados jerarquicamente estructurados. Logicamente, este grado de complejidad variara segun los ca­sas y las circunstancias; asi, podemos diferenciar aquellos rit­mos que par Ia facilidad con que captamos Ia repeticion regu­lar de unidades de tiempo, permiten Ia facil prevision de las proximas unidades . Fenomenos tan habituales como Ia respi­racion, Ia risa, las expresiones de ciertos estados de nerviosis­mo, no ofrecen, par su simplicidad ritmica, ninguna sorpresa a nuestras expectativas de continuidad. Par el contrario, hay otros ritmos, que tanto par Ia variedad en los intervalos, Ia produccion de sustitutos y subdivisiones, como par Ia intro­duccion de variables de una relativa complejidad, son de mas dificil percepcion y par lo tanto las expectativas de continui­dad permanecen, mas o menos, inaccesibles. Asi, mientras los ri~mos primi!ivos, par su monotonia, producen un cierto grado de modorra y dejan de desvelar Ia atencion, los ritmos com­plejos constituyen centros de interes perceptivo par su com­plejidad estructural, aunque muchos de estos ordenes ofrecen estructuras logicas inaccesibles a Ia percepcion ritmica.

Este interes perceptivo que despierta Ia complejidad del ritmo se supedita a Ia comprension: un ritmo complejo de­vendra simple tan pronto como tengamos conocimiento per­ceptivo de su arden interno y par lo tanto dejara de atraer Ia atencion cuando nuestras expectativas de futuro no sean des­mentidas. Podriamos decir que hay una especie de incompati­bilidad entre el significado que, en terminos de nuestra super­vivencia e intereses, otorgamos a las casas y el sentido del arden. Superar obstaculos, llegar a una meta, eludir peligros, y gozar de aquello que nos gusta, motivara Ia interpretacion original de nuestro entorno y su devenir. Par el contrario, a traves de su repeticion, el futuro llega a ser <<sabido>> y los

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ele mentos que conforman la repeticion, redundantes. Su carga informativa deviene nula, por lo que, al clasificar los elemen­Los en funcion de su estructura repetitiva solo encontramos rcdundancia. Por la repeticion, lo que es particular se convier­le en simple parte de una estructura general. La imagen tmica pierde su identidad para participar anonimamente en la cons­titucion de una nueva forma. Si repetimos insistentemente una imagen querida, una obra de arte apreciada, veremos que esta se va vaciando de significado, convirtiendose en una sim­ple impresion visual a causa de una superestructura ritmica a menudo molesta.

La accion de los dispositivos basicos de sincronizacion o <<sentido del orden» varian de lo mas simple a lo mas com­plejo constituyendo una gradacion en funcion del grado de conocimiento que tengamos de esta estructura. Aquello que captamos inmediatamente es calificado de «simple>> y ya no registramos de el la percepcion previamente asimilada. No sentimos el tic-tac del reloj o el ruido de los coches despues de un cierto tiempo. En esta situacion ya no son perceptibles, es decir, solo detectamos de ellos la alteraci6n que se produce en una sucesion ordenada.

Toda actividad, todo aprendizaje, requiere el dominio del movimiento ritmico general. Se debe armonizar el movimien­to con el centro energetico que dirige nuestros ritmos organi­cos. Esto -segun Gombrich, 1980- permite establecer la hi­potesis de que el proceso de produccion artesanal se desarrolla con un ritmo constante, motivado por el movimiento de sus manos al unisono de su respiracion y, posiblemente, tambien de su respiracion.

Asi tambien, el hombre en su constante tarea de dominio y transformacion del entorno, aplica su dominio del movimiento a diferentes propositos. Los movimientos ritmicos son basicos para la obtencion de formas que requieren cada vez mas una coordinacion compleja. Las formas anteriores devienen sub­formas que son facilmente asimiladas a la nueva forma. En tanto subformas, ya no requieren la atencion por parte del productor que queda en disposicion de comprender y producir nuevas formas o nuevos conjuntos en los que los anteriores son parte. Este ritmo interno o estructura globalizadora se pone b ien de manifiesto en todo tipo de discurso verbal, visual, grafico, etc ., como veremos al tratar las superestructuras del texlo visual.

Y es de este modo como las formas estructuradas o las lonnas juzgadas regulares y ordenadas son detectadas con

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mas facilidad que las que no parecen susceptibles de haber soportado la racionalidad humana, facilidad que se desprende - segun Gombrich (1980, p . 167)- del hecho de que nuestro sistema visual esta ajustado para detectar las regularidades espaciales. Por ejemplo, una linea recta de puntos igualmente espaciados se detecta con mucha facilidad incluso mas alla de la region de la cavidad ocular y de las posibles distorsiones a que pueda verse sometida; en cambio, una linea curva requie­re un esfuerzo superior, sobre todo si la disposicion curvilinea de sus puntos es irregular.

Creemos encontrar la explicacion de esta natural tendencia a la regularidad en el hecho de que la percepcion de la linea recta, y de manera mas general, la de las formas regulares, requiere un esfuerzo menor.

Una vez ordenada por la estructura que la constituye, una forma regular se limita a la simple repeticion sin la introduc­cion de ningun tipo de disconformidad, es decir, sin la entrada de nuevas informaciones que rompan el ritmo de su regulari­dad. Considerando que la percepcion se basa en el hecho de proyectar nuestro conocimiento sobre los estimulos, se hace evidente que, a partir del conocimiento de un sistema de orden, la reconstruccion de las partes no registradas sensitiva­mente por causa de elementos inhibidores necesita menos cos­to informativo que si se trata de formas regulares donde el conocimiento del sistema de orden es extremadamente mas complejo, lo que dificulta o imposibilita la reconstrucci6n de la totalidad. Cuanto mas dominante sea el sistema de orden, mas pequefio sera el costo informativo necesario para llegar a un conocimiento mas amplio y total.

La complejidad de los sistemas de orden que subyacen en las manifestaciones de la naturaleza y la relativa simplicidad de comprension que muestran las formas construidas por el hombre hacen que tan pronto como aparecen formas regulares en nuestro campo perceptivo, estas sean inmediatamente in­terpretadas como manifestaciones o productos de una mente controladora que los ha ordenado segun unos canones raciona­les propios del hombre. Estas formas, en tanto regulares, des­tacaran sobre aquellas que caoticamente parece ofrecernos la naturaleza. Este fenomeno de la continuidad se encontraria en la base de la tendencia a atribuir a la mano del hombre los objetos juzgados regulares.

En realidad, esta interpretacion se debe atribuir al hecho natural de que los artefactos producidos por el hombre mues­tran un sistema de regularidad mas simple que los objetos

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cxis lentes en nuestro entorno natural, por lo que tendemos a alribuir al hombre todos los objetos con esas caracterfsticas de orden y regularidad.

Tambien bajo estos supuestos de economfa perceptiva, po­driamos situar nuestra disposicion ala simetrfa. La reduccion del esfuerzo de comprension justificarfa nuestra apetencia <<natural» ala simetrfa. Asf, una mancha de Rorschach pierde su caracter accidental y arbitrario por la simple razon de que su composicion es simetrica, lo que origina en nosotros la necesidad de buscar en ella una forma «manufacturada».

La repeticion crea una impresion de equilibrio y coheren­cia que facilita la percepcion: la simetrfa bilateral produce un interes especial por el eje central, (mica zona que por defini­cion no se repite, y por lo tanto, con mas contenido in­formativo .

La verificacion del resto de la imagen basada en la redun­dancia y en nuestra tendencia a la simplicidad se limitara a la comprobacion rapida de esta simetrfa y a la observacion mas atenta de uno de los dos lados, informacion que sera automati­camente atribuida al otro lado simetrico.

Por eso la simetrfa parece ampliar nuestro campo de vi­sion. La vision periferica en la impresion global de redundan­cia se detiene en las desviaciones menores que normalmente no son apreciadas perceptivamente. La redundancia bilateral es apreciada normalmente en grandes estructuras.

Una de las presunciones que fundamentan este mecanismo proyectivo es nuestra tendencia a creer que todas las estructu­ras del mundo son sencillas mientras no se demuestre lo con­trario. Lo mas simple es el punto de partida, y sobre esta simplicidad buscamos las soluciones a los problemas plan­teados.

Segun K. R. Popper (1957, p. 179), el hecho de que parta­mos de premisas simples no obedece a que estas sean las mas probables, sino porque es mas facil rectificarlas o modificar­las. Estos sistemas iniciales, como primera suposicion, permi­ten iniciar el proceso perceptivo de conocimiento sobre la gran cantidad de estfmulos ambiguos que nos ofrece nuestro en­torno.

E.n lo que hace a la imagen visual podriamos decir que es este principio del etcetera, de la simplicidad y la continuidad, cl que a menudo nos hace caer en la trampa de las ilusiones 6pticas. La ilusion optica se convierte en engaflo cuando el t:onlexto de accion establece una expectativa inadecuada o contradictoria con ciertas formas logicas. Segun comenta

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Gombrich (1979, p. 183), si Zeuxis, en la antiguedad clasica, se precipito a levantar la cortina que cubria el panel pintado y comprobo que la habia pintado Parrasi, no fue solo porque el rcalismo de la pintura conducia a engaflo, sino tambien y so­bre todo porque Zeuxis no contaba con el hecho de encontrar­se una cortina pintada. La expectativa era pnkticamente nula.

Por nuestro sentido del orden, descubrimos y explotamos las regularidades predominantes en nuestro entorno, conside­rando como predominantes aquellas que son ofrecidas o juzga­das como mas simples.

Conocido el sistema de orden predominante en un objetq o en parte de un objeto, tendemos a considerar que el resto obedece al mismo sistema de orden subyacente, extrapolamos el valor otorgado a lo que se encuentra mas alia de los limites conocidos o, en un sentido mas amplio: actuamos para pasar de una idea a otra mas vasta o mas compleja, razonando por analogia.

Esta actitud exploradora se encuentra en la base de nues­lros razonamientos anticipativos e interpretativos. Establece­mos presunciones segun nuestras expectativas surgidas de la experiencia.

Hemos dicho que esta tendencia a la continuidad es in­dispensable para nuestra supervivencia porque sin ella viviria­mos con la permanente necesidad de ordenar cada una de las experiencias puntuales de nuestra vida.

La presuncion de que las cosas permanecen siendo lo que son y como son mientras no tengamos pruebas de lo contrario es indispensable para nuestra existencia. Esta confianza en la estabilidad del mundo evita que nuestros sentidos debao en­frentarse continuamente a nuevos e inesperados problemas perceptivos que exigirian urgentes e ineditas soluciones. A partir de esta aceptacion de la continuidad, la constancia de la forma llega a ser «aquello que es normal», motivo por el cual los organos de la percepcion se hacen espontaneamente sensi­bles al cambio inesperado, permaneciendo insensibles a la continuidad del estimulo.

Por otra parte, nuestra natural resistencia al cambio y nuestra busqueda de continuidad tienen la particularidad de provocar en nosotros la fuerza del habito. El habito aparece cuando todas las cosas se presentan segun nuestras propias expectativas. Pero la adquisicion de los habitos es algo mas sutil: mas que originarse en la adecuacion total del fluir de las cosas con nuestras expectativas, generalmente lo que sucede es que al presentarse en nuestro campo perceptivo una familiar

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sccuencia de impresiones, damos por conocido el resto y solo cxploramos superficialmente nuestro entorno con tal de <<Veri­ficar>> lo ya dado por evidente en nuestra hipotesis . Tenemos una natural tendencia a resistirnos al cambia y delante de Ia evidente mutabilidad de las casas, el hombre se protege crean­do obras permanentes que venzan el tiempo: pinturas, escultu­ras, edificios, cosmetica o protesis, dogmas ... que testimonien permanentemente Ia necesidad que tiene el hombre de oponer­se a Ia naturaleza en su mutabilidad constante. Esta necesidad de representar en formas permanentes todo aquello que es inestable, de fijar y dominar el tiempo y Ia naturaleza, ha sido desde siempre motivo de preocupacion y estimulo de Ia activi­dad humana.

1.4.1. La expectativa de futuro

Este principia de Ia continuidad nos sugiere unas determi­nadas informaciones cuya existencia solo se presupone en f1m ·

cion de las expectativas de futuro que motiva Ia creencia en Ia continuidad.

Cualquier pretension de reproducir Ia naturaleza nos con­duce - dice Nietzsche- a querer representar el infinito. Con esta reflexion, el filosofo aleman nos advierte que Ia informa­cion que recibimos del exterior es tan extensa - podriamos calificarla de infinita- que al representarla nos vemos obliga­dos a limitarla, restringirla, extrayendo solo aquella informa­cion que juzgamos pertinente.

AI igual que el acto de representacion, el acto de percep­cion tambien puede ser calificado de interpretacion interacti­va de un numero finito de indicios que nos llegan de los senti­dos. Estos indicios o rasgos son considerados como <<propios del objeto» representado o percibido . Si no dispusieramos de un cierto numero de indicios, el reconocimiento de la imagen no seria posible, o bien estructurariamos una forma con un determinado grado de ambiguedad. Tambien, y en oposicion a esta reduccion de elementos perceptivos en el momenta de Ia representacion o percepcion, el hombre se ve obligado a dejar librada a Ia imaginacion o sugestion Ia restitucion de Ia in­formacion no representada o no percibida: podriamos decir que Ia funcion basica de Ia informacion <<parcial» que hemos recibido del objeto no es Ia de definirlo sino la de desencade­nar un proceso de <<restitucion>> de Ia informacion que falta.

Asi, desde siempre en Ia historia de Ia representacion pic­torica, encontramos espa<;ios inacabados, vacios, que no tie-

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ncn otra mision que Ia de despertar los mecanismos de Ia proyeccion para llenarlos. Muchas pinturas, especialmente las ilusionistas, muestran unas superficies donde solo se indican cicrtas formas, o quedan vacios, contando con que el especta­dor ya los llenara segun su propia imaginacion. Es lo que los chinos Haman <da expresion de lo invisible>> (The Tao of Paint­iug, vol. II, pp. 250-251 y vol. I p. 104).

Por lo tanto, otra de las condiciones basicas que ha de cumplir Ia percepcion para ser completada es ofrecer al es­pcctador, oyente, etc., un <<espacio vacio>> ozona mal definida sobre Ia que poder proyectar Ia imagen deseada. Esta tenden­<.:ia a llenar los vacios en funcion de las expectativas de futuro del perceptor requiere que Ia conveniencia y oportunidad de Ia informacion aportada imaginativamente para este fin no sea puesta en duda por aquel.

Es necesario, pues, considerar como condicion el hecho de que previamente se hayan presentado unos elementos a partir de los cuales podamos poner en marcha los mecanismos de proyeccion. La percepcion tiene necesidad de algun sistema inicial en que podamos basarnos y que nos permitira dar sen­t ido a Ia multiplicidad de estimulos ambiguos que nos llegan del media ambiente. Efectuamos primero un tanteo de nuestro entorno antes de componerlo o lo buscamos antes de verlo. Asf, el organismo se puede considerar un agente activo que busca el entorno guiado por un inherente <<sentido del arden>> .

AI observar los elementos sensibles establecemos unas de­tcrminadas hipotesis, las mas valiosas de las cuales son aque­llas que hacen referenda a Ia regularidad y continuidad de las wsas. Estas hipotesis se van modificando en funcion de nues­lra experiencia en un ritmo de esquema y correccion. Este ritmo se encuentra en la base de todo proceso de adquisicion de conocimiento y entrafla una reformulacion de las hipotesis en funcion de las modificaciones juzgadas pertinentes. Esta informacion previa constituye Ia imprescindible <<Situacion marco>> dentro de Ia que se proyecta la informacion que se considera mas evidente y coherente. Asi, obras pictoricas como las de los impresionistas Monet, Degas, mas basadas en Ia insinuacion que en Ia representacion, entran de lleno en cs ta voluntad explicita de <<despertar» una informacion que complemente la obra pictorica ofrecida por el autor.

El <<sfumatO>> inventado por Leonardo da Vinci como re­duccion consciente de informacion para estimular los meca­nismos de proyeccion se encuentra en los origenes de esta lccnica informativa para <<comprender lo que no vemos>>.

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Esta proyeccion de expectativas de futuro fundamentada en el principio de continuidad muestra nuestra tendencia a dar por supuesto que cuando vemos unos pocos elementos de una serie creemos verlos a todos. Creemos que estos elementos continuan y por esta razon «vemos» Ia totalidad. Vemos lo que creemos. El hombre vive con la confianza y la presuncion de que se mueve en un mundo relativamente estable aunque mo­dificado accidentalmente. Por eso Ia premisa de la constancia

· de Ia forma llega a ser valiosisima a la hora de reconocerla: observamos nuestro entorno con Ia confianza de que las cosas mas bien cambian de Iugar que de forma, o que es mas facil que varie la luz que el color inherente a! objeto. A partir de estas constantes y de estos cambios accidentales, el hombre va conociendo el mundo en que vive, aprendiendo a concebir y a comprobar hipotesis.

Las premisas surgidas de Ia oferta visual deben ser com­probadas en nuestra experiencia, y cuando todas ellas encajan y se dan coherencia reciproca, la imagen queda fijada como estructura definitiva.

Paradojicamente, la facilidad perceptiva de la totalidad, donde Ia informacion de los espacios «vacios>> es perfectamen­te conjeturable por las expectativas que ofrece Ia continuidad previsible de una parte, conduce al adormecimiento producido por la monotonia y la repeticion.

La carencia de dificultades cuando anticipamos las estruc­turas que apareceran a nuestra vista seria su causa . Por el contrario, cuando nuestras expectativas sugieren la forma ge­neral, la superestructura, pero se producen alteraciones dentro del sistema de orden aceptado, nuestro interes aumenta . De aqui que la discontinuidad atraiga nuestra atencion, siempre que continuidad y discontinuidad se encuentren dentro de unas expectativas generales tematicas juzgadas coherentes.

La economia de esfuerzo que representa el hecho de aban­donarse a la confianza de una permanente continuidad de los fenomenos y de las cosas que nos rodean comporta, por con­traste, que pongamos toda nuestra atencion al servicio de Ia aparicion de una posible novedad: mientras no recibamos mensajes que contradigan los planteos de expectativa de con­tinuidad, daremos por valida la continuacion de las cosas en el mismo sentido en que se nos presentan. La interrupcion de la continuidad es lo que produce que ciertas formas sensibles adquieran fuerza. Logicamente esta fuerza esta en funcion del grado de intensidad de nuestras expectativas, es decir, la fuer­/ .:1 de la estructura percibida, si bien depende en gran medida

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del grado de interrupcion en nuestras expectativas de conti­nuidad, tambien dependera de nuestra situacion contextual y de los factores individuales del ser receptor.

Por el contrario, delante de una situacion de continuidad, se produce en nosotros una relajacion de la atencion al mismo tiempo que adquirimos una especial sensibilidad para captar cualquier elemento «discontinuO>> que inmediatamente a traera nuestra atencion. Nuestros organos se hacen insensibles a Ia continuidad de fenomenos que responden a nuestras expec ta­tivas, si bien esta insensibilidad es relativa, ya que en cierta manera, siguen ejerciendo un cierto control sobre los es timu­los continuados. Prueba de este control que podriamos califi­car de <<pasivo>> es el hecho de que si cesan de golpe los estimu­los continuados, advertimos instantaneamente el cambio como una nueva e inusual situacion. Es decir, que segun nues­tra facultad de control de continuidad - propugnada por Gombrich (1980, p. 134 y ss .)- nuestro mecanismo mental esta organizado de tal modo que mientras no haya un cambio en Ia continuidad, constata pasivamente el <<no cambio>>.

La accion, Ia alarma, saltan cuando aparece una ruptura en la continuidad. En ese instante se despierta Ia atencion del individuo perceptor: asi percibimos Ia sensacion del tic-tac del reloj del estudio o el silencio prolongado de Ia circulacion. Tambien desde este angulo se debera interpretar el hecho de que ciertos sucesos o ciertas conductas humanas atraigan nuestra atencion en medio de los innumerables sucesos y mul­tiples formas de conducta que continua y conjuntamente se suceden en nuestro entorno sin que ·nos llamen Ia atencion.

Julian Hochberg (1968, p. 88) ha hecho uso de Ia Teoria de Ia Informacion para explicar los fenomenos perceptivos surgi­dos de esta dicotomia que se establece entre Ia continuidad y Ia discontinuidad. Parte, como los psicologos de Ia Gesta lt , \tel principio de Ia simplicidad, si bien expresa las dificultades que este concepto comporta, ya que Ia percepcion suponc ne­cesariamente un principio de seleccion en virtud de l cua l los estimulos nos llegan en jerarquias de relevancia. Es ta selec­cion es indispensable, ya que si no existiera , nos veriamos sumergidos en un mar de incontrolable inform acion per­ceptiva .

Es debido al analisis de los principios de la continuidad que podemos intentar diseiiar las reglas subyacentes al proce­so de lectura de una imagen, proceso que obedece a unas !eyes basicas del sistema nervioso que consisten en descubrir cam­bios en Ia estructura sensible. En este sentido podemos decir

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que el a milisis se basa en una constante comparacion de datos scnsibles gracias a la cual se hacen patentes las diferencias, quedando las semejanzas reducidas ala inactividad relativa, y que progresivamente tienden a ser suprimidas. Para descubrir cs tos cambios, el sistema nervioso inicia un proceso compara­tivo que consiste en confrontar las influencias excitantes con las inhibidoras. Sumar y restar entradas a una neurona seria en sintesis <da potencia del calculo necesaria para desarrollar el complicado analisis de la imagen visual>> (P. Lindsay y D. Norman, 1976 V. I, p. 116). Todos los circuitos neuronales, en todos los sistemas sensoriales yen todas las especies animales, obedecen -aseguran Lindsay y Norman- a este simple meca­nismo de comparaciones inhibidoras y excitantes.

Este proceso al que nos referimos presupone dos activida­des fundamentales: una sincronica donde se comparan las di­ferentes actividades de las regiones cercanas a la retina y las respuestas consecuentes a estas diferencias, y la otra diacroni­ca, donde la comparacion se efectua entre la seiial actua; y la anterior, de manera que si la actual y la anterior son iguales entran en un estado de inactividad relativa, y, por lo tanto, la respuesta llega a ser casi inexistente o inexistente del todo. Mientras que si la seiial actual es diferente a la anterior se produce, por breves momentos, una fuerte respuesta o activi­dad neuronal motivada por la desigualdad.

Esta continua confrontacion, sensible a las diferencias, en­tre los elementos que configuran el mosaico de la retina y los datos sensibles que los preceden, se encuentra en la base de nuestros mecanismos perceptivos, especialmente los visuales.

La percepcion presupone que un dato visual sea puesto en relacion con otros de modo que se identifique a si mismo solo en el interior de un orden de clasificaciones y prioridades . Un estimulo sera enteramente el mismo en la medida en que sea elemento de un conjunto jerarquizado.

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EL INTERCAMBIO DE BIENES CULTURALES

2.1. UN BAGAJE COMUN

La colectividad entraiia una estructura de relaciones e in­tercambios entre sus individuos . Para poder efectuar estas acciones dispone de un patrimonio de elementos comunes, de un conjunto de conocimientos, de comportamientos y de una produccion material que le permite establecer un intercambio comunicativo entre los individuos que la conforman. Poseer, conocer y disponer de este patrimonio es indispensable para la existencia y supervivencia social del individuo. Este bagaje comun permite que los individuos vivan situaciones analogas, puedan intercambiar experiencias y acumularlas.

Esta posibilidad de comprension entre los individuos que conforman una colectividad requiere que se aclaren ciertos puntos para evitar una interpretacion del acto comunicativo fuera del contexto que le da soporte.

Como punto de partida, consideremos la comunicacion como un fenomeno vehiculador de la experiencia hecha por un individuo sobre el medio, de modo que los otros tengan de ella una experiencia analoga, al mismo tiempo que despliega este proceso en el marco que compone la situacion social del in­dividuo. Esta perspectiva inicial evitara otorgar al acto de comunicacion un caracter misterioso, para no decir sobrena­tural, propio de interpretaciones trascendentalistas, y permiti­ra buscar otras formas de entender el proceso comunicativo que no sean las que lo justifican mediante la creencia en una comunidad metafisica constituida por el «yo trascendentah o por la existencia de una mente universal de la que formarian parte las mentes individuales .

Tambien nos permite ir mas alia de las concepciones natu­ralistas que justifican la posibilidad de que se establezca un proceso comunicativo de experiencias a partir del convenci­miento de que los individuos tienen una estructura fisica e

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intelectual amiloga y que por lo tanto constituyen una reali­<.lad comun.

Si bien se debe reconocer que esta preconizada similitud entre los individuos es condicion necesaria para que se pueda establecer un intercambio comprensible y eficaz de experien­cias, hay que insistir en el hecho de que su canicter «natural» no procede exclusivamente de las caracterfsticas innatas de los individuos, sino, y muy especialmente, del resultado de la actuacion comunicativa que los relaciona. En cierto sentido, esta similitud es <<natural» en la medida que se produce en el transcurso del crecimiento formativo del individuo en la socie­dad, al mismo tiempo que este va adquiriendo un bagaje his­torico que es comun a todos los miembros de aquella y a traves del cual se posibilitan los intercambios en el seno de la colectividad.

Contrariamente a los presupuestos trascendentalistas, la realidad a la que nos referimos en el proceso de comunicacion noes una construccion mental, ni un <<yo» trascendental en el que se unifican las mentes individuales que suministran o construyen la semblanza que permite la comunicacion. La realidad, en tanto objeto de comunicacion, debe verse fuera de nuestras mentes e independientemente de ellas, donde se in­serta todo proceso de comunicacion, constituyendo lo que mas adelante denominaremos <<mundo posible>>. Es evidente que esta reflexion exige plantearnos una segunda cuestion, la de la referencia, en tanto que designa la relacion existente entre Ia expresion y lo que esta expresion representa en las ocasiones concretas en que se enuncia; la referencia es un concepto me­diador entre Ia expresion y el referente, entendido como objeto o estado de cosas del mundo externo identificable mediante Ia expresion. Esta definicion continua siendo valida siempre que ajustemos los <<objetos del mundo externo>> a los que se deri­van del mundo cultural resultado de nuestro actuar sobre el medio. Es decir, un con.cepto de referencia que, ademas de implicar la realidad como existencia fisica, ficticia y abstracta, comporta entenderla en funcion de su uso comunicativo.

Como hemos visto, la aplicacion de una estructura sobre el mundo (o el modo en que este es percibido por el conjunto de nuestros sentidos) hace que el mundo real al que nos referimos sea aquel que hemos construido movidos por nuestra necesi­<.lad de supervivencia. Nuestra conducta, nuestros sistemas de s ignos, al darnos una vision del mundo determinada por nues-1 ro contexto cultural, juegan un papel estructurador e in­lormador del mundo. Es en este sentido que acudimos a! prin-

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cipio de categorizacion del mundo, introducido por Benveniste como segmentacion conceptual, en tanto las lenguas naturales informan al mundo y lo constituyen en objetos distintos o formas. De aquf que un discurso en Ia medida que es un con­junto estructurado de formas, solo puede tener sentido si se relaciona, no con el mundo ingenuamente real o natural, sino mas exactamente con la experiencia que los <<hablanteS>> o usuarios tienen del mundo: poseer, conocer y disponer de este mundo cultural, resultado de nuestra actividad sobre el en­torno, es condicion necesaria para poder emitir discursos en­tendibles en un proceso comunicativo. Es necesario, en una palabra, que el individuo sea un ser <<competente», que tenga el conocimiento y Ia capacidad necesarios para poder utilizar y generar los sistemas de significacion mas o menos explicitos que le ofrece el grupo social al que pertenece. Por otra parte, esta concepcion pragmatica del acto comunicativo supone, consecuentemente, entender Ia conducta humana mas alla de Ia relacion causal entre individuo/actuacion o entre ambiente/ individuo, para situar esta problematica en el interior de un comportamiento situacional donde se posibilite el intercambio de los bienes que nos ofrece Ia colectividad como objetos insti­tucionalizados.

2.1.1. El comportamiento situacional

El estudio del comportamiento humano tradicionalmente se nos presenta marcado por el intento de establecer relacio­nes causales entre el individuo y sus actuaciones o tambien entre el ambiente y el individuo, con una clara preocupacion determinante que se manifiesta en Ia busqueda de las conside­radas causas por las que una cosa se produce. La justificacion del comportamiento por una relacion causal es claramente insuficiente, tanto si tomamos el yo como elemento inicial, el individuo como origen de sus acciones , o por el contrario, si consideramos al <<ambiente>> como principia motor de la actuacion del individuo. La causa, como cualquier categoria de determinacion, tiene unas posibilidades limitadas que no cubren nunca la amplitud del comportamiento humano.

La primera dificultad se manifiesta al intentar seiialar los limites precisos del antecedente y el consecuente, los que for­zosamente dependen de los rasgos juzgados pertinentes en una situacion determinada. Esta primera selecci6n no permite es­tablecer objetivamente la relacion del binomio causa/efecto, porque previamente se han eliminado otros factores determi

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nantes o, par el contrario, se han incluido otros que, juzgados como determinantes, posiblemente no actuen como tales. No olvidemos que cada persona no percibe mas que una parte dcterminada de un hecho: <<El hombre -dice Adler- solo aprecia lo que de una manera u otra es necesario o cree nece­sario para sus intereses >> (1966, p. 45).

La concepcion causal tambien aparece dificultada por las impresiones que, proviniendo del exterior a traves de los orga­nos perceptivos y acompaiiadas de emociones, nos procuran unas ciertas seiiales que participan en la construccion del mundo de las representaciones y de los recuerdos que poste­riormente incidiran en la estructuracion de nuevas formas. Asi, la percepcion de un mismo objeto difiere segun los indivi­duos. No olvidemos que percibir es transformar los datos del mundo exterior en funcion de lo que requiere subjetivamente la propia originalidad particular.

Por otra parte, el metodo causal supone ignorar algunos fenomenos propios de la compleja interaccion social. Por eso el estudio del comportamiento humano se fundamentara sobre una base epistemologica surgida de aquellos elementos que definen sus competencias comunicativas: uso del lenguaje, in­tencionalidad comunicativa, autoconocimiento, consciencia del espacio y del tiempo, etc .

Dentro de la metodologia fundamentada en la relacion causal tambien podemos contemplar aquellas posiciones que, aunque opuestas a las que se basan en la propia disposicion individual motriz del comportamiento, siguen obedeciendo a planteos deterministas y lineales.

Asi podemos considerar a aquellas teorias que justifican el comportamiento humano en funcion del ambiente, es decir, el comportamiento como consecuencia del entorno o situacion en que se encuentra el individuo en actitud puramente recepti­va. Esta posicion, calificada de determinista en tanto que atri­buye los origenes de los comportamientos a los diferentes gra­dos de permeabilidad del individuo en relacion con su entorno familiar, social, ecologico, aporta asimismo una nueva concep­cion del individuo y de su comportamiento: considerar el com­portamiento humano como fiel reflejo del entorno en que se cncuentra inmerso el individuo (como sostienen las teorias ambientalistas, muy extendidas hoy en dia en el campo de las ciencias sociales) lleva a desestimar el principia uniformista considerado innato a los individuos para adoptar una actitud que contempla la enorme capacidad de adaptacion y de res­pucs ta que lo caracteriza. El individuo en realidad es un ser

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constantemente mutable por el hecho de estar pasando siem­pre de una situacion a otra.

2.1.2. Mutabilidad constante de la situaci6n

La importancia del ambiente y el impacto de las situacio­nes cambiantes impide caer en la parcialidad que presupone el considerar s6lo el factor individuo y su comportamiento como la unica realidad que experimenta cambios debidos a la rela­cion que se establece entre individuo y ambiente. Los psicolo­gos ambientalistas consideran que una persona, basicamente, es el producto de las influencias ambientales. Para que estas tengan influencia sobre el individuo deben actuar durante un tiempo determinado, pero el comportamiento de un individuo se produce en toda nueva situacion, y cada nueva situacion puede modificar, en cierta manera, el comportamiento inicial. No se trata de estudiar solamente la mutabilidad del indivi­duo en funcion de la <<totalidad>> constante de hechos existen­tes en que el individuo seria la variable, sino y sobre todo de ver al individuo mas en funcion del conjunto de <<hechos posi­bles>>. Es decir, de estudiar el comportamiento visto como una acci6n reciproca y generadora entre individuos y contexto.

Adler, pionero conjuntamente con Jung y Freud de la psico­logia de las profundidades, al analizar los fundamentos de la conducta humana, considera que para poder comprender a un individuo se lo ha de analizar situacionalmente. Segun Adler hay que analizar <da posicion del hombre en el conjunto del mundo y en relacion con su entorno inmediato, su posicion delante de las cuestiones en que se encuentra sin interrupcion y la de la relacion con sus semejantes>>. En este sentido es contundente: <<son las impresiones procedentes del entorno las que, penetrando en el hombre influyen en la actitud del recien nacido, mas tarde en la del niiio y en la del adulto del modo mas persistente a traves de la vida>> (1966, p. 45) .

Y es bajo esta 6ptica que podemos entender las diferencias entre los individuos, el origen de las cuales radica -segun Adler-, aunque de una manera excesivamente causal y lineal, en la situaci6n en la que nos encontramos inmersos . A pesar de sus limitaciones, debemos decir que este esfuerzo por com­prender al hombre situacional lleva a Adler a proclamar la necesidad complementaria de considerarlo un ser <<eminente­mente social», producto de su actuar en colectividad y que incide sobre sus propias situaciones.

Vemos pues que en un sentido opuesto a las interpretacio-

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11es cle la conducta que localizan las fuerzas de actuacion den­t ro cle las personas, correlacionando necesidades y tensiones en las regiones internas personales (segun la teoria de la libido cle Freud) tenemos, como hemos dicho, una posicion contraria, ambientalista, en la que se explica el comportamiento de un individuo como producto de una situacion a la que el indivi­duo se ve sometido.

En una actitud que puede calificarse de sintetica, mencio­naremos el aporte de Lewin (1942, pp. 215-242 y pp. 292-310). Este psicologo estudia la influencia del ambiente sabre el com­portamiento individual, y a diferencia de los otros «ambien­talistas» se ocupa sabre todo del ambiente «en un momenta dado», poniendo el enfasis en el ambiente tal como es en el presente y dejando en un segundo termino las influencias pa­sadas, par lo cual se aproxima mas su posicion a un sistema «Situacional» que ambiental.

Lewin considera que todos los aetas que realiza Ia persona son determinados par las caracteristicas propias de una situa­cion, caracteristicas que habra que buscar tanto en el estado de Ia persona en un «momenta dado» como en el ambiente psicologico en cuyo interior se encuentra la persona. Lewin entiende par «ambiente psicologico» el conjunto de objetos, personas y actividades presentes o futuras con las que el in­dividuo en un momenta dado entra en relacion. El ambiente fisico forma parte del ambiente psicologico de Ia persona, ya que se hace «rea], para el sujeto en Ia medida en que le influ­ye. Un ambiente fisicamente identico puede dar origen a ambientes psicologicos diferentes. Hay que tener en cuenta los efectos sociales y su influencia sabre el individuo, la dimen­sion temporal, el temor, la angustia, etc.

Es necesario, pues, de una manera mas general, estudiar las relaciones existentes entre el estado momentaneo del in­dividuo y la estructura de su ambiente, mediante la interac­cion que se realiza entre los individuos en el interior de un grupo social. El comportamiento humano, segun Lewin, no puede deducirse logicamente de las tensiones interiores de Ia persona, sino como un movimiento de <docomocion>> que res­ponde a una direccionalidad motivada par la atraccion o re­pulsion que sabre el comportamiento ejercen las propiedades ambientales. Una direccionalidad ira dirigida bacia el objeto o Ia persona que tenga una valencia positiva, procurando redu­eir lensiones, o bien se manifestara contraria a determinados objelos si tienen una valencia negativa, con lo que se produci­r<'t una tension o estado de desequilibrio.

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Segun Goldstein (1940) este restablecimiento del equilibria se produce como resultado de una interaccion entre el organis­mo y su ambiente. El organismo responde a los estimulos se­lectivamente: ignorando algunos, reaccionando frente a otros con tal de restablecer el equilibria e incluso reaccionando de­sorganizadamente delante de aquellos a los que no se puede adaptar, o rechazandolos. Como vemos, las dos funciones prin­cipales de la conducta humana para sobrevivir y vivir mejor son -segun Goldstein- la realizacion o «actualizacion>> de uno mismo y la adaptacion o «negociacion con el ambiente>>. La constante interaccion entre el organismo y el ambiente requiere, par parte del organismo, Ia capacidad de «negocia­cion con el ambiente>>. Para enfrentarse con los problemas que le presenta el ambiente, el organismo debe encontrar los me­dias mas adecuados, entre los posibles, para la autopreserva­cion y la autorrealizacion.

En este sentido, Goldstein considera que el funcionamiento del organismo respecto del ambiente puede ser «abstracto» o «ConcretO>>. El funcionamiento es calificado de concreto cuan­do el organismo acepta el ambiente donde se encuentra y se adapta pasivamente a la situacion adoptando una actitud rigi­da e inflexible. En este funcionamiento concreto el organismo acepta la situacion y actua consecuentemente pero sin es­forzarse en cambiarla o modificar su propia actuaci6n. Par conducta abstracta, en cambia, Goldstein entiende aquella par la cual el organismo reconoce una situacion y sus posibilida­des potenciales y se adapta a ella para modificar el ambiente o sus propios metodos de conducta, o ambos. Este tipo de con­ducta no esta determinado exclusivamente par las caracteris­ticas del estimulo, sino especialmente par la impresion que el individuo tiene de la situacion, es decir, no se trata de la relacion binaria estimulo/efecto, sino de una relacion mucho mas compleja. El individuo, para «negociar>> con el mundo, debe contemplar la situacion desde diferentes puntas de vista, considerar aquellos que juzga pertinentes y actuar de manera apropiada respecto de la situacion total (Goldstein, 1940, p. 60). Estos dos tipos de conducta no se presentan aislada­mente, ni uno excluye al otro, sino que actuan juntos aunque varian las proporciones de cada uno, si bien la parte abstracta suele ser mas generalizada y predominante.

Vemos asi que en el comportamiento podemos diferenciar dos factores: las tensiones que se originan en el organismo del individuo y las valencias que se encuentran en el ambiente. Tension y valencia dan Iugar a la locomocion o al comporta-

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rnicnto que tienden a un fin como resultado de la <<totalidad de los hechos existentes».

Este giro copernicano, en la medida en que situa la dimimi­ca humana en los factores externos de la estimulacion, los incentivos y la situacion, en lugar de situarla en los procesos internos, impulsos, libido, etc., cierra un ciclo de explicaciones causales del comportamiento y abre un nuevo campo de bus­queda en el hecho de que el hombre no puede ser considerado como una entidad aislada y motriz de conducta, sino que como tal, es parte de un campo dimimico.

Por las mismas razones, la percepcion tampoco puede con­siderarse como una forma de energia ni entenderse como una fuerza que dirija la conducta humana. La percepci6n de un objeto puede influir en la conducta provocando una cierta ten­sion en el organismo, de valor opuesto si representa una valen­cia de rechazo, de alejamiento pero no al punto de que la conducta sea producida dimimicamente por la percepcion aun cuando la percepcion se relacione con la direccionalidad de la conducta y la guie. El individuo y el ambiente son dos siste­mas en que las tensiones producidas por el desequilibrio que se establece entre ellos originan en el individuo una conducta encaminada a restablecer el equilibria relacional.

Al seiialar la diferencia entre ambiente y situacion, Lewin da las pautas para una mejor aproximaci6n a los diferentes generos de comportamiento ode conducta que se puede espe­rar de un individuo en la medida que dependa de su situacion. Y es que su conducta diferenciada se debe al hecho de que en situaciones diferentes se comporta de manera diferente como respuesta a la estructura del ambiente.

Adoptemos, pues, una tercera via, basada en la interaccion de los individuos sociales en una situacion determinada o <<comportamiento situacional», desestimando, por lo tanto, aquellos amilisis que partiendo del concepto causal de com­portamiento, se centran exclusivamente en el contexto comu­nicativo y en las reglas que lo posibilitan. El comportamiento individual, en tanto que interacci6n necesaria entre indivi­duos, unido a los diferentes tipos de comportamiento en una situaci6n determinada, sera, pues, el punto de partida para poder analizar la produccion e intercambio de imagenes como objetos simb6licos con fines comunicativos.

Este amplio concepto de comportamiento situacional re­clama en dos puntas nuestra atencion: para que se pueda pro­n•der a un intercambio de objetos entre individuos, la colecti­vidad debe disponer de unos bienes institucionalizados que

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haran factible esta interaccion y en segundo lugar, el indivi­duo debe ser competente, es decir, tener el suficiente conoci­miento de estos objetos institucionalizados para poder dispo­ner de ellos comunicativamente.

2.2. Los HECHOS INSTITUCIONALIZADOS: LOS SISTEMAS

DE REGLAS CONSTITUTIVAS

Todo acto de comunicacion, al servirse de un conjunto es­tructurado de formas, se realiza de acuerdo con unas reglas sociales institucionalizadas en mayor o menor grado. De aqui que un discurso sea comprensible (mica y exclusivamente si hacemos referencia al conjunto de elementos que constituyen su contexto social. A esto podemos agregar la imposibilidad de emitir discursos que hagan referencia a hechos naturales, no institucionalizados o << brutos» como los nombra Searle (1980, pp. 55 y 58).

Veamos ahara la necesidad de que nuestros discursos se refieran necesariamente a objetos culturales o institucionali­zados, tomando como punta de partida la diferenciacion que establece Searle entre la representacion que hacemos de los hechos brutos y de los institucionalizados . Tenemos hechos <<obviamente objetivos» que, en principia, no son asunto de opinion, de sentimiento, ni de emocion, como por ejemplo <<el mapa de las Antillas>>, o la fotografia del titular de un carnet de identidad, o cualquier imagen simple sobre propiedades fisicas o psicologicas de estados de cosas a las que son reducti­bles los enunciados sobre hechos de aquellos tipos. Por el con­trario, una ceremonia, un mitin, un partido de futbol, un juicio de valor, incluyen una variedad de movimientos fisicos, de estados, de sensaciones, de modelos culturales, que para ser especificados no nos es suficiente la simple relacion de los hechos brutos. Toda ceremonia, partido de futbol, etc., no se puede explicar simplemente hacienda una relacion de este conjunto de hechos brutos o sensaciones brutas que componen una parte del hecho completo, ya que como dice Searle, <<estos hechos institucionalizados presuponen la existencia de ciertas instituciones humanas>>.

Ciertas formas de conducta como las que constituyen una ceremonia social cualquiera solo se pueden dar si existe la institucion correspondiente. La ceremonia de un casamiento solo es posible si existe la institucion del matrimonio, o para poner el ejemplo de Searle: lo que tengo en la mano es un

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billete de cien pesetas, solo si existe la institucion de la mone­da. Si dejamos de lado la institucion, solo tendre un trozo de papel color sepia.

De todo esto concluye Searle (1980, p. 60) que las institu­ciones son sistemas de reglas constitutivas donde un hecho institucionalizado tiene como base un sistema de reglas de la forma «X cuenta como Yen el contexto C». De aqui que el hecho de comunicarse, sirviendose de signos, sea realizar actos de acuerdo a estas reglas constitutivas, y por lo tanto, sea un hecho institucional.

Observar, mirar, en fin, percibir, no puede ser considerado como un conocimiento de hechos brutos que permita explicar hechos institucionalizados. La pregunta que surge inmediata­mente es si es posible producir enunciados que reflejen hechos brutos, ya que todo enunciado requiere ciertas convenciones y ciertas instituciones, como serian, en el caso mas sencillo, los convencionalismos necesarios que resultan de la institucion lingiiistica de la que me sirvo para la enunciacion.

Se puede calificar de pura abstraccion la creencia en la existencia de enunciados que reflejen hechos brutos, ya que para que sean considerados tales, se exige la previa elimina­cion de todos los factores contextuales y situacionales que sig­nifican al acto.

Searle reconoce la dificultad para llevar a termino una clara diferenciacion entre hechos brutos y hechos instituciona­lizados. Sin embargo la considera util, ya que si bien existe la posibilidad de que las descripciones de hechos brutos se pue­dan explicar en terminos institucionales, los hechos institucio­nales solo pueden explicarse por las reglas constitutivas sub­yacentes, con lo que inferimos la <<universalidad» de los hechos institucionalizados. '

Esta consideracion nos es util para poner en evidencia como es de inadecuada la concepcion del simple conocimien­to visual como conocimiento de hechos brutos si no tenemos en cuenta los hechos institucionalizados: intentemos describir Ia imagen de un hecho institucionalizado como por ejemplo Ia fotografia o secuencia fotografica de una ceremonia de casa­miento. Si nos limitamos a la descripcion de los hechos bru­Los, es decir, que hay un grupo de personas que van vestidas de una manera determinada, los colores que predominan, las fi­guras que destacan del resto porque todas las miradas se diri­gl'n a ellas, y otros hechos brutos que permiten enunciados como los que acabamos de hacer, no nos sera posible, por ••umcrosos que sean, describir la «ceremonia>>, ya que faltan

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todos aquellos conceptos que se apoyan y fundamentan' en reglas constitutivas. Conceptos como el de «novio>>, «novia>>, «ya estan casados>>, <<los parientes de la novia son creyentes o aparentan serlo>>, <da suegra es la que esta allado del sacerdo­te>>, etc., no podrian formularse, y por lo tanto faltan todos los enunciados «Verdaderos>> que puedan hacerse sobre la ceremo­nia matrimonial sirviendose de estos conceptos. Es decir, el hombre solo podra producir e interpretar enunciados para sa­tisfacer su necesidad de comunicacion si conoce debidamente el modo en que el grupo social del que forma parte institucio­naliza los hechos, o lo que es lo mismo, es necesario que sea un ser «competente>>.

2.2 .1. La competencia comunicativa

El termino competencia, introducido por N. Chomsky (1957) dentro de la dicotomia competencia/actuacion en la teoria de la gramatica transformacional, se basa en la diferen­ciacion langue/parole de Saussure, considerandola como la aptitud para producir y comprender un numero infinito de enunciados (en el aspecto propiamente sintactico).

Analogamente ala «langue>>, la competencia esta dotada de una existencia virtual propia del eje paradigmatico y se opone (yes anterior) a la «performance» propia del eje paradigmati­co, que, como la «parole», es concebida como «actualizacio­nes» de potencialidades previsibles. No obstante, Chomsky introduce la variante de sustituir la concepcion sistematico-es­tatica de Saussure por una concepcion dinamico-generativa que tiene sus origenes en la concepcion energetico-procesual del lenguaje de W. von Humboldt (1836).

Contrariamente a la concepcion del estructuralismo des­criptivo, Chomsky ve el lenguaje como un proceso creativo que, partiendo de un numero limitado de elementos, puede generar e interpretar un numero ilimitado de frases capaces de expresar tantos pensamientos, sentimientos y actos de imagi­nacion creativa como se quiera (Chomsky, 1965, p. 67, y 1968).

Porque somos seres lingiiisticamente competentes dispone­mas de la capacidad de forjar toda clase de frases y de en­tenderlas. Tambien poseemos la capacidad de decidir sobre la identidad de los enunciados y sobre la pertenencia o no de una expresion a su propia lengua. Tambien la competencia nos faculta para poder discernir sobre la semejanza formal, la igualdad semantica y la ambigiiedad.

La competencia, conceptuada como aquello que nos autori-

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1 , , dominar las situaciones comunicativas, es mucho mas 1111plt a que la que Chomsky define, porque no queda reducida

,, gt'll lTar enunciados a partir del conocimiento de una sitt.:"­' ton , sino que hay que entenderla como condicion y productv dl' los procesos comunicativos.

De este modo hacemos nuestras las criticas formuladas por ll a bermas referentes al hecho de que la diferenciacion estable­ciua por Chomsky entre competencia/actuacion no contempla que <das mismas estructuras generales de las situaciones posi­bles de habla estan producidas por aetas lingiiisticos, al mis­mo tiempo que estas mismas estructuras generales sirven para situar pragmaticamente expresiones lingiiisticas que se gene­ran en virtud de la competencia lingiiistica» (Habermas, 1971, p . 101).

En media de este proceso continuado de condicionante/pro­duccion/condicionante, podemos decir que la competencia constituye un verdadero sistema cognoscitivo de conocimien­tos y creencias que desde la primera infancia esta subyacente y determina los modos de comportamiento observables.

Esta determinacion, que no se debe interpretar ni como directa, ni a la manera conductista, solo es explicable, segun J . J. Katz (1975) porIa accion combinada de la competencia y de otros factores especiales. Las distintas naturalezas de estos factores especiales y el enfasis que se ponga en cada uno de elias, comportan variantes de competencia y asi podremos ha­blar de competencia de la accion, competencia social, compe­tencia comunicativa. En nuestro caso nos interesa Ia compe­tencia comunicativa con determinante visual. Si decimos «con determinante visual» es porque, como veremos, en nuestra concepcion de acto comunicativo caracterizamos a este porIa coparticipacion de diferentes sistemas sensibles, uno de los cuales actua de determinante subordinandosele a ei los otros sistemas. AI hablar de competencia comunicativa con determi­nante visual hacemos referencia a los conocimientos necesa­rios para llevar felizmente a termino el acto comunicativo en que predomina, sabre los otros, el sistema visual.

2.2.2. Competencia comunicativa con determinante visual

Las personas, en el transcurso de su actividad social, viven situaciones diferentes, hecho que les obliga a adoptar diferen­tes tecnicas sociales para llevar a termino con exito los distin­tos aetas a los que se han comprometido o que se ven obliga­dos a realizar. Podriamos decir que las personas, basicamente,

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se diferencian por su comportamiento social surgido de las diferentes situaciones que han de vivir, ya sea como actores estableciendo las relaciones comunicacionales que Ia situacion posibilita o como observadores comprensivos de los otros.

Es evidente que los factores individuales guardan una rela­cion con las caracteristicas especificas de los aetas comunica­tivos realizados por el individuo y por lo tanto hay que consi­derar que las tecnicas comunicativas que este empleara estaran tambien en funcion de esta dimension individual.

Todas estas capacidades sociales que permiten que el hom­bre se conduzca de una manera determinada, se interrelacione y se comunique, comportan, evidentemente, un previa apren­dizaje para conseguir que las domine y haga de elias un uso adecuado.

En determinados casas, este aprendizaje esta explicitamen­te institucionalizado y constituye ambitos, como el de la ense­iianza, donde las incumbencias especificas profesionales estan fijadas y se actua con el objetivo de que el individuo que obli­gatoriamente se someta, liegue a ser capaz de servirse de elias adecuadamente en diferentes y especificas situaciones. Por el contrario, hay otros comportamientos sociales, cuyo aprendi­zaje, aunque tambien indispensable para poder actuar con exito en interacciones sociales, esta menos explicitado.

Este o no explicitado su aprendizaje, el hecho es que todo comportamiento social requiere reglas de actuacion para exi­tir. Asi vemos como las diferentes clases sociales tienen bien presente el comportamiento distintivo que es necesario que sus miembros realicen en funcion de cada situacion y con intencionalidad comunicativa determinada a partir de la ela­boracion de complejas reglas de comportamiento social ade­cuadas a situaciones precisas.

Igual que la produccion de expresiones, la comprension de las que nos llegan de los otros exige un conocimiento especifi­co que solo se adquiere -y siempre parcialmente- despues de un largo aprendizaje en Ia convivencia: es imposible impro­visar. La capacidad de interaccion social para conseguir un objetivo requiere un entrenamiento con tal de adquirir una preparacion especializada que permita Ia complejidad de uso que requieren las diferentes y posibles situaciones.

Considerar, pues, Ia produccion y comprension de un enun­ciado visual como elemento que depende del contexto, asi como de las complejas reglas subyacentes y del grado de com­petencia de sus actores, entraiia Ia dificultad de como analizar este conglomerado determinante . En una primera reflexion

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podrfamos intentar establecer una relacion de los diferentes tipos de conocimiento que debe poseer un individuo capaz de producir y entender enunciados adecuados al contexto y por lo tanto comprensibles. Este supuesto no se produce en Ia reali­dad, sino que se contradice, en el sentido de que ningun indivi­duo productor de enunciados tiene un dominio exhaustivo de Ia totalidad de los componentes contextuales propios de Ia comunidad socio-cultural a Ia que pertenece. No obstante, creemos util como hipotesis partir de la supuesta existencia de un productor ideal de enunciados, definido como aquel indivi­duo ideal que posee un perfecto dominio o conocimiento del conjunto de reglas que determinan la correcta formacion de enunciados y que es capaz de contextualizarlos adecuadamen­te segun las variables pertinentes.

Cuando nos referimos al conjunto de reglas que determinan Ia correcta formacion de enunciados, no se debe interpretar que consideramos que estas tienen Ia total capacidad de gene­rar todos los posibles enunciados dentro del sistema semiotico empleado, sino que esta capacidad solo es factible incorporan­do el sistema semiotico en el marco de Ia competencia comu­nicativa que contextualice los enunciados del sistema.

r Empleamos el termino de competencia comunicativa en el 1 sentido que le da Hymes (1971), como conocimiento y capaci­\ dad que tiene una persona para utilizar todos los sistemas 'semioticos de que dispone como miembro de una determinada comunidad socio-cultural. Asi, la produccion de un enunciado visual supondni, ademas del dominio de las reglas para poder formalizar enunciados correctos, el hecho de que Ia persona sea capaz de contextualizarlos en diferentes situaciones juzga­das pertinentes para la comprension del acto comunicativo.Es decir, que mas alia de los conocimientos especificamente <<gra­maticales» como son las reglas constitutivas, sea en el plano sintactico o semantico, ode las reglas perceptivas, cromaticas, etcetera, hay que prestar atencion a otros tipos de conoci­mientos «adicionales» que constituyen el marco general para Ia comprension de un determinado fenomeno comunicativo, o de cualquier tipo de comportamiento semiotico.

\._; Digamos, en terminos generales, que la competencia comu­nicativa radica en el dominio de todas, ode la mayor parte de variables situacionales que determinan el significado de un enunciado en un acto de comunicacion aunque demos prefe­rencia a los que se manifiestan mediante variables captadas a t raves de los organos visuales con canicter determinante.

Es te conjunto de conocimientos que constituyen la compe-

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tencia comunicativa posibilita la adecuacion situacional de cualquier orden de enunciados y esencialmente se basa en el hecho de que los individuos susceptibles de llevar a termino un acto de comunicacion deben saber si el acto a emprender es formalmente posible y viable en el contexto situacional en que se producira. Esta capacidad para conseguir una comprension adecuada de las situaciones comunicativas constituye -segun Habermas (1971)-la competencia «hermeneutico-a~alitica» o capacidad que tiene el individuo social para incorpodir, trans­formar y elaborar informaciones que son necesarias para tra­tar determinados temas. Valorarse uno mismo adecuadamente y establecer las relaciones necesarias con los interlocutores de la comunicacion serian los otros aspectos de este nivel de la competencia.

Si el acto es factible, la competencia comunicativa de que dispone cada individuo debe permitirle valorar basta que li­mites es posible, como asi tambien la capacidad de evaluar, si aquel se realiza, los efectos que puede producir; o en terminos de Habermas, es necesario disponer de una competencia «tac­tico-retorica» que podriamos definir como la habilidad situa­cional y las capacidades tecnicas que permitiran un determi­nado grado de efectividasd a las acciones comunicativas por media de la adecuacion ala situacion y la capacidad de cam­bia, asi como por la utilizacion concreta de las informaciones. Logicamente, estos dos niveles de competencia se interrelacio­nan dialecticamente, por lo que no podemos hablar de uno sin referirnos al otro. A pesar de esto y a causa del interes que prestamos a la produccion y lectura de enunciados visuales dentro del acto comunicativo, creemos que debemos optar por el aspecto tactico-retorico, aunque teniendo constantemente presente la competencia hermeneutico-analitica siempre con el objetivo concreto de conseguir una exposicion de Ia compe­tencia comunicativa bajo la variante denominada «Con deter­minante visual».

Este concepto de competencia al que nos referimos es aun demasiado general para que podamos analizarlo.

Deberemos, pues, delimitarlo y seccionarlo para poder ana­lizar sus componentes . En esta tarea partiremos del estudio que hace Grice (1975) acerca de los diferentes tipos de conoci­miento que intervienen en la adecuacion situacional de los enunciados, si bien su propuesta solo sera empleada como punto de partida o guia para poder avanzar en el analisis de la competencia entendida en un sentido mas amplio que el lin­gi.iistico al que exclusivamente hace referenda Grice.

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Segun Grice, las diferentes variables situacionales que se dcben conocer para llevar a termino un acto de comunicaci6n satisfactorio pueden agruparse alrededor de las siguientes ne­cesidades:

- que el participante o participantes conozcan su oficio y estado social;

- que el participante o participantes conozcan el espacio/ tiempo en que se encuentran;

- la capacidad de los participantes de categorizar la si­tuaci6n en cuanto al grado de formalismo que posee;

- saber emil es el medio mas apropiado a la situaci6n; - que el participante o participantes sean capaces de ade-

cuar sus enunciaciones a la especialidad o dominio a que per­tenece la situaci6n.

Veamos ahora cada uno de estos conjuntos de conocimien­tos dentro del marco que presupone un concepto de competen­cia amplio como lo es el que la persona sea capaz de utilizar con exito todos los sistemas semi6ticos propios del grupo so­cial con el fin de producir o comprender un determinado acto de comunicaci6n. Precisaremos, ante todo, que esta capacidad interna de actividad social, que Hartig y Kurz (1971, p. 11) definen como el <<sistema interno de reglas» que subyace a todas las actividades sociales, no puede ser concebida como un sistema inmutable de reglas, ya que mediante determinados procesos evolutivos puede transformarse, y de hecho se trans­forma continuamente por el propio actuar comunicativo.

2.2.2.1. El oficio y el estado social. Analicemos primero la necesidad que tienen los participantes de conocer su propio oficio con tal de ser capaces de realizar actos de comunicaci6n logrados.

Creemos que para este analisis nos puede ser util establecer una diferenciaci6n entre los que podriamos Hamar <<oficios deicticos», es decir aquellos ejercidos mediante el uso de ter­minos, imagenes, espacios, gestos, dentro del hecho comunica­tivo y los <<oficios sociales», que son los reconocidos social­mente.

En un comportamiento comunicativo, el emisor dirige su enunciaci6n a otra u otras personas presentes en la situaci6n. En esta enunciaci6n tiene la posibilidad de aludirse a si mis­mo, a los destinatarios o a objetos presentes o ausentes recu­rriendo a terminos verbales, visuales, indicaciones gestuales, actitudes que solo pueden ser significativas y comprensibles t·n el interior de la situaci6n concreta en que se producen. En

..!.

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FIG. I. El conocimiento que tenemos de los oficios sociales nos permit.: diferenciar los papeles institucionalizados que «interpretan>> estas per­sonas.

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este caso diremos que la referencia esta determinada por el hecho de participar en el acto comunicativo en el momenta de Ia enunciaci6n.

En el caso de terminos verbales con funciones deicticas nos referimos al uso de pronombres con los cuales ·las personas o cosas asumen un determinado oficio. Por ejemplo, en una si­tuaci6n «normal» el hablante, al pronunciar el pronombre «yo», asume el oficio de hablante respecto del destinatario o destinatarios. AI mismo tiempo, el destinatario debe ser capaz de identificar el referente «ttl>> u otros pronombres de manera adecuada para lo que deber saber que estan dirigidos a el.

lgualmente, ciertos datos gestuales, espaciales o visuales se determinan referencialmente por el hecho de participar en el acto comunicativo en el momenta de la enunciaci6n. Por ejem­plo, el individuo que ocupa un Iugar determinado en un juicio, asamblea, mesa o cualquier espacio convencional en una si­tuaci6n determinada cumple y se le otorga un oficio preciso: asi, el orador es el que ocupa ellugar que los asistentes saben como «suyo» y que tales asistentes no ocuparan en tanto que asumen el oficio de publico y disponen de un Iugar para expre­sar ese oficio. Otros miembros ocuparan otros sitios, definien­dose asi en oficios diferentes. Es decir, cada una de las perso­nas asis'tentes al acto, simposio, asamblea, debe ser capaz de identificar el referente de cada uno de los sitios posibles de ser ocupados, yes cumpliendo este acto que cada uno manifestara su oficio.

Para uq buen y eficaz conocimiento de los enunciados den­tro de un acto de comunicaci6n, es indispensable el conoci­miento de los oficios sociales en tanto papeles institucionaliza­dos en una sociedad determinada y reconocida por sus miembros. · .

Estos oficios sociales tienen diferentes grados de intensidad institucionalizada: asi, por ejemplo, el de profesor, madre, me­dico, es elevado; mientras que el de otros como sobrino, dise­iiador, es reducido.

Todos los oficios sociales comportan tambien su correspon­diente oficio reciproco con el mismo grado de intensidad insti­tucionalizada .

La escenificaci6n teatral o cinematografica de oficios socia­lcs de alto grado ofrece una simplicidad excesivamente este­rcotipada, por lo cual se intenta evitar, por ejemplo, el unifor­mc militar, la sotana o la corona, mientras que para oficios de hajo grado de intensidad institucionalizada los esfuerzos de 1 l'prcscntaci6n deben ser mas elevados.

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FIG. 2. La alta definicion de los oficios de « bueno•• y <<malo» en los perso­najes cinematograficos de John Ford no dejan Iugar a Ia ambigiledad interpretativa por parte del espectador (John Wayne en La diligencia y Lee Marvin en El hombre que mat6 a Liberty Valance respectivamente).

La escenificaci6n de los oficios sociales, por ejemplo de <<bueno» y <<malo» en la cinematografia actual, se hace cada vez mas dificil, y sus resultados visuales mas ambiguos, si los comparamos con los mismos tipos caracterol6gicos de la pri­mera mitad de la historia del cine, cuando estos oficios tenian una alta definicion institucional.

Recordemos que en estos ejemplos nos referimos a una si­tuaci6n prejuzgada <<normal» , es decir, en la que las variables contextuales son l,as propias de las situaciones habituales y generales . Es evidente que el uso, por ejemplo de una sotana, requiere un contexto <<normalmente adecuado» para que su­ponga el reconocimiento del oficio social de sacerdote por par­te de los destinatarios. Otra funci6n social tendria el uso de esta sotana en un contexto de carnaval, de escena cinemato­grafica o de asalto a un banco (fig. 3).

Ademas del oficio que asume culturalmente cada miembro de una comunidad en el momenta de llevar a termino un acto comunicativo, debemos tener en cuenta tambien la situaci6n social relativa de los participantes del acto. Cada participante debe conocer el <<estado social» que asume en relaci6n al otro u otros estados sociales, o al menos debe estar en disposici6n de establecer una hip6tesis sabre esta relaci6n.

Los efectos del estado social como variante contextual son de una extrema complejidad, ya que no existe fen6meno co-

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municativo en que su incidencia no juegue un papel decisivo: la vestimenta, los movimientos, el uso del eswcio, ellenguaje, no son otra cosa que la expresi6n del estado social en el com­portamiento comunicativo. La relaci6n existente entre este y el estado social aparece con claridad en el uso de determina­dos objetos, pronombres, apelativos, espacios, cuyo uso situa­cional debemos saber para poder expresar y conocer unos es­tados sociales relativos.

En este uso esta implicita la manera de dirigirse los unos a los otros, de marcar las jerarquias o la intenci6n de no jerar­quizaci6n entre los comunicantes. Asi; en la mayoria de las culturas, la selecci6n y el i.J.so de los pronombres personales de segunda persona esta determinado por el estado social del des­tinador relativo al destinatario o destinatarios (Brown y Fo­dor, 1961).

El estado social tambien se convierte en un factor decisivo para determinar la mecanica de realizaci6n del acto de comu­nicaci6n. Es el estado social de cada uno de los participantes en el acto de comunicaci6n y su mutuo conocimiento lo que decide quien puede iniciarlo, interrumpirlo o cerrarlo. Tam­bien de acuerdo al estado social asumido o reconocido por parte de los participantes se determina la actitud pasiva o activa que adoptaran en el acto de comunicaci6n.

La actitud pasiva, exclusivamente receptora de los partici­pantes, se expresa mediante el uso de ciertos espacios institu­cionalizados, de ciertos terminos, con los que, o bien el recep­tor no tiene la posibilidad de volverse emisor, o bien sus posibilidades de actuar son altamente controladas institucio­nalmente.

El estado social esta tambien explicitamente reconocido en todas las culturas por el uso y aceptaci6n de titulos, distincio­nes, prebendas, la otorgaci6n de honores, etc., los cuales son signos de un estado social definido, siempre que estas manifes­taciones sean conocidas por el grupo social donde sucede la acci6n.

Tambien el estado social tiene su expresi6n en las maneras de vestir: el uso y la aceptaci6n de determinadas formas de vestir suponen el establecimiento de jerarquias sociales rela­tivas.

En este dominio, la renuncia explicita de maneras habitua­les de vestir en gente de un nivel social, para adoptar otras, aunque transitoriamente, mas modestas, supone el reconoci­miento jerarquico de la aceptaci6n de un estado social inferior por parte del que se ve obligado a efectuar el cambio.

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La edad o el sexo determinan tambien comportamientos que manifiestan correlaciones con el estado social: en el terre­no lingiiistico es evidente el uso de terminos apelativos pro­pios que marcan las diferentes edades de los hablantes segun su estado social. Asi, en cada uno de estos, los terminos em­pleados por una persona joven que se dirige a una mas vieja, difieren de los que usa un viejo para dirigirse a un joven, o de los que se intercambian personas de Ia misma edad. Evidente­mente, estamos haciendo abstracci6n de otras variables que puedan afectar a los actores en cada estado social, por Io cual Ia situaci6n a que aludimos no se corresponde, por simplifica­da, con la realidad.

Lo dicho acerca de la edad lo podemos decir tambien acer­ca del sexo. Nos servimos de determinadas palabras, vesti­mentas, gestos, para dirigirnos a otra persona en funci6n de su sexo. Estos terminos varian de acuerdo a Ia diferencia o igual­dad de sexo entre los participantes en una situaci6n definida como <<normal».

En cualquier sistema semi6tico se constatan variables con­textuales surgidas de la edad y del sexo. El sexo de los partici­pantes en un acto de comunicaci6n es pertinente en todas las culturas mediante el uso de determinadas formas de lenguaje, vestimenta. Practicamente todas las culturas destinan apelati­vos u objetos visuales a Ia mujer segun que esta este casada o no.

Como expresi6n sensible de un oficio o estado social lo que cuenta noes el sexo real de los participantes sino el valor que se le asigna o que ellos mismos se asignan. De aqui que el uso de expresiones propias del sexo contrario puede resultar ina­decuado en una situaci6n real determinada: cuando todos los asientos de un Iugar publico estan ocupados sera inadecuado ceder el propio a una persona de sexo femenino cuando esta es considerada, por su convicci6n de feminista, un ser socialmen­te identico al masculino.

Es evidente tambien que las variables situacionales surgi­das de la edad y el sexo cambian con el tiempo y el espacio. Conductas socialmente definidoras del estado social que otor­ga el sexo y altamente institucionalizadas hace unos afios, en Ia actualidad han perdido vigencia hasta el punto de ser en parte desconocidas por los miembros actuales del mismo gru­po social.

2.2.2.2. El espacio y el tiempo. Cada participante de un fen6-rneno cultural debe conocer, necesariamente, el espacio y el

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tiempo en el que se encuentra o a que se hace referenda para que el acto que se realiza resulte logrado. En un acto de comu­nicaci6n interpersonal, tanto el destinatario o destinatarios como el destinador se encuentran en una misma Iocalizaci6n de espacio y tiempo, y mientras los sistemas de significaci6n empleados hagan referencia a estas dimensiones espacio-tem­porales, la comunicaci6n no ofrecera especiales dificultades competitivas . El problema de Ia referencia espacio-temporal se presenta cuando el destinador o destinadores y destinata­rios estan separados en el tiempo y/o espacio.

En el caso dellenguaje verbal Ia posibilidad de este conflic­to no aparece hasta la Ilegada de las nuevas tecnologias comu­nicativas tales como el telefono y la radio.

Surgen dificultades ineditas a causa de separaci6n en el espacio, cuando, por ejemplo, hablamos telef6nicamente con un interlocutor que se encuentra en las antipodas nuestras. La emisi6n debe ajustar la competencia para que el acto de co­municaci6n pueda lograrse. Debera adaptar a la situaci6n las coordenadas de espacio y tiempo de la localidad de cada ha­blante, ya que, por ejemplo, adverbios deicticos como «aqui>>, «alla» no se ajustan a las coordenadas espacio-temporales de un acto de comunicaci6n interpersonal a tal distancia. Esta nueva situaci6n crea una serie de restricciones competitivas a las que destinador y destinatario se tienen que someter para no crear ambigiiedades surgidas de las dificultades en la res­pectiva situaci6n .

En el plano de la imagen visual, las separaciones en el tiempo y en el espacio tambien han aparecido a partir de las novedades tecnol6gicas que las posibilitaron. La fotografia, el cine, la television y especialmente el video han exigido nuevos niveles de competencia para desempefiar los actos comunicati­vos, y evidentes restricciones en el uso de los factores pertinen­tes extraidos de una situaci6n temporal o espacial que se debe conocer para poder significarlos temporalmente.

Las imagenes visuales deben comportar ciertos rasgos vi­suales pertinentes que acepten la competencia del espectador, y este debera estar capacitado para poner en correlaci6n los diferentes sistemas deicticos y socio-culturales gracias a las referencias de Iugar y de tiempo comunicadas en el enunciado verbal. Solo aquellos rasgos que esten dentro de la competen­cia del espectador permitiran una correcta adaptaci6n situa­cional de los factores deicticos y culturales.

Esta reflexi6n entronca con la clasica problematica de la analogia de la imagen. La eficacia comunicativa de una ima-

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gen ic6nica, de fotografia, de video, no depende s6lo del mayor grado de «fidelidad» de la reproducci6n visual de la situaci6n real, sino tambien del hecho de que Begue a reproducir aque­llos rasgos culturales que hacen referencia a la competencia del espectador, significados segun los prop6sitos del realizador o productor de las imagenes.

Como hemos dicho, el distanciamiento espacio-temporal que ha permitido la nueva tecnologia entrafta claras restric­ciones en el uso de los factores pertinentes extraidos de una situaci6n de este tipo. Las restricciones deben ser necesaria­mente conocidas por los participantes en un acto comunicati­vo para que estos sean capaces de adaptarlas situacionalmente y por lo tanto significarlas.

Hablamos de restricciones ya que el uso de los citados fac­tores supone la prohibici6n de emplear otros a no ser que la violaci6n de las condiciones normales que rigen, obedezca: a una voluntad de <<provocar» nuevas expresiones.

Asimismo, para que se realice esta readecuaci6n situacio­nal, los participantes deberan conocer la nueva situaci6n para sobreponerla a las condiciones normales de Ia adecuaci6n si­tuacional.

Enunciados visuales como el envio de una tarjeta de felici­taci6n de Afto Nuevo dependen del conocimiento o competen­cia del destinador y destinatario respecto del tiempo y espacio cultural en que se produce este tipo de acto comunicativo. Para que sea satisfactorio, el destinatario debe conocer entre muchos otros hechos en que consiste el periodo de cambia de afto y que el acto de felicitar se produce en ese periodo.

Es evidente que el enunciado podria haber sido emitido de tal manera que violara las condiciones normales que rigen el uso de estos aetas. Asi por ejemplo se podria enviar una felici­taci6n de Afto Nuevo fuera del periodo social y culturalmente aceptado como normal, o enviarse dentro de ese periodo a un destinatario perteneciente a una comunidad no adscrita a la tradici6n cristiana, por ejemplo, a un judio practicante de quien se conocen publicamente sus convicciones religiosas. En el primero de los supuestos casas, podria suceder que el enun­ciado fuera inadecuado a Ia situaci6n pero que ir6nicamente resultara adecuado a otra nueva, por ejemplo, que hiciera refe­rencia a hechos tales como que el destinatario hubiera salida indemne de un accidente ode una enfermedad grave o que se hubiera producido un cambia importante en sus formas habi­tualcs de vida. En este caso los participantes deben conocer la -.it uaci6n real para que esta sobrepase las condiciones norma-

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\ les de la adecuaci6n situacional. En el segundo caso se expresa el conflicto en que pueden entrar sistemas culturales diferen­tes. La interpretacion puede variar cuando pasamos de un sistema a otro: saludar el Afto Nuevo en un contexto cristiano y en el momenta adecuado sera interpretado de modo diferen­te a si este enunciado se situa en un sistema cultural judio.

Tambien en el interior de la misma comunidad socio-cultu­ral se presentan aparentes inadecuaciones situacionales al vio­larse las normas espacio-temporales, como veremos mas dete­nidamente en el apartado referente a los enunciados ret6ricos: este seria el caso de Ia emisi6n de la frase <<en este pais esta­mos en el paleolitico» . El destinador competente ideal ha de ser capaz de conocer adecuadamente el sistema deictico in­terpretando que se alude a un conjunto de mentalidades pri­marias subdesarrolladas con formas de vida opuestas o in­feriores a las propias de lugares contemporaneos o vecinos, considerados, dentro del mismo mundo posible, como mas avanzados y civilizados.

De todas formas, un enunciado siempre se produce en una situaci6n determinada y con unos destinatarios que tienen o creen tener de ella un determinado conocimiento. Por lo tanto, todo enunciado sera interpretado segun estos factores. Ahara bien, para que la intencionalidad de emisi6n y la interpreta­cion receptiva sean similares sera necesario que los factores situacionales procuren los medias adecuados para explicitar la referenda temp9ral y espacial de enunciaci6n, asi como todos aquellos componentes de fuera de la situaci6n real de enuncia­ci6n pero que inciden y determinan su nueva estructuraci6n.

a)

FIG . 4. a) <<La vuelta a Ia prehistoria .>> En el intento de golpe de estado del 23-2-81 los guardias civiles rompen a culatazos los visores de las camaras de television. b) Esta aparente inadecuaci6n situacional se resuelve in­vocando el sistema deictico correspondiente.

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2.2.2.3. El grado de formalismo. Hemos dicho que el conoci­miento de las variables situacionales que determinan el signi­ficado de un acto comunicativo supone tambien Ia capacidad, por parte de los participantes, de categorizar Ia situaci6n en cuanto a su grado de formalismo. En cualquier acto de comu­nicaci6n hay necesariamente un cierto grado de formalismo que el participante ha de conocer y ser capaz de categorizar. Asi, un enunciado visual con un grado elevado de formalismo, como seria en el sistema de Ia indumentaria, un vestido de gala largo y escotado resultaria inadecuado en situaciones in­formales o deportivas por su significado elitista o ceremonio­so. Y al reves, ciertos habitos apropiados a situaciones amisto­sas, informales y desenfadadas resultan inapropiados por atrevidos, indiscretos, ofensivos y vulgares cuando se usan en situaciones altamente ceremoniosas o formales.

No queremos establecer una escala de intensidad formal de los actos de comunicaci6n, sino expresar esta gradaci6n como expresi6n de unos objetos culturales que deben ser conocidos para que se puedan realizar actos comunicativos logrados. Los intentos de seccionar este continuum formal, como por ejem­plo los llevados a termino por M. Joos -quien considera cinco grados de formalismo en el habla inglesa (Joos, 1962)-, asi como cualquier clasificaci6n en que se intente seccionar el continuum de Ia realidad para establecer una tipologia, son de dudosa aplicaci6n por Ia excesiva mutabilidad de esos valores en el tiempo y el espacio, lo que dificulta o imposibilita cual­quier intento de generalizaci6n te6rica.

No obstante, dentro del conocimiento o competencia que requiere Ia adecuada categorizaci6n del grado de formalismo de una situaci6n, creemos necesario seiialar los diferentes cambios de sistema a que recurren los miembros de una co­munidad. Esta capacidad de cambio de un sistema a otro en el interior de una misma comunidad equivale, en el campo ex­clusivamente lingiiistico, a Ia capacidad que tienen los hablan­tes de pasar de una lengua a otra en el interior de Ia misma comunidad bilingiie, ode un dialecto a otro de Ia misma len­gua, segun sea Ia situaci6n del hablante. En el plano lingiiisti­co disponemos de numerosas referencias en paises como Cata-

. luna en el que gran parte de Ia comunidad se sirve, segun las circunstancias y Ia situaci6n, de Ia lengua catalana o castella­na. Pero este permanente cambio de c6digo no se puede limi­tar a estos hablantes bilingiies, porque se presenta de manera similar en comunidades monolingiies, como lo revelan estu­dios hechos a partir de Ferguson (1959 -citado por Lyons, 80,

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I' '12 1-) que analizan Ia diglosia y observan el fen6meno en ''''' l·has comunidades lingiiisticas donde los hablantes educa­d"s sc sirven de dos o mas dialectos de Ia misma lengua segun , J grado de formalismo de Ia situaci6n (Hymes, 1964-1971, ,I , \ .Fishman, 1965, 1979, Pride and Holmen, 1972).

En un sentido aun mas general podriamos extender este ··~tudio a otros sistemas lingiiisticos en donde tambien se pre­..,t· ntan los mismos cambios de c6digo segun Ia situaci6n, de ntanera que si bien no podemos hablar propiamente de cam­hio de lenguaje, si podemos considerar el fen6meno como un t·ambio de registro. El comportamiento gestual, por ejemplo, de una misma persona varia dentro de un mismo contexto l'U ltural en funci6n de las diferentes situaciones en que realiza t• l ac to comunicativo.

En el campo de Ia comunicaci6n expresamente visual, es­tas variantes de sistema son altamente importantes para po­dcr conseguir una significaci6n consensuada. Es decir, para llevar a termino un acto eficazmente logrado.

2.2.2.4. La adecuaci6n al media y a la situaci6n. El exito de un acto de comunicaci6n tambien depende de que los partici­pantes tengan conocimiento de cual es el medio mas adecuado a las caracteristicas determinadas de Ia situaci6n.

Cada medio comporta unas especificidades sintacticas y semanticas que dependen de ei y que ejercen una influencia sobre Ia adecuaci6n situacional del enunciado. En este sentido pareciera que existe una correlaci6n entre las variaciones del medio que afectan a Ia estructura sintactica y semantica, y las basadas en el grado de formalismo de una situaci6n; es decir, de una manera general, se constata una asociaci6n de ciertos medios visuales, gestuales con situaciones de un grado mas alto de formalismo, mientras que otros medios, por ejemplo auditivos, corresponden a situaciones menos formalizadas.

Tambien diremos que Ia correlaci6n entre el contenido te­matico y Ia funci6n expresiva dellenguaje se manifiesta con Ia selecci6n de elementos expresivos que hacen destinador y des­tinatarios dentro de los limites de los sistemas semi6ticos impuestos por el contenido semantico en el interior de un con­texto y situaci6n determinados. Esta selecci6n se manifiesta tambien con Ia de elementos que hace el destinador para ade­cuar el enunciado a su actitud o a sus intereses individuales respecto de lo que enuncia.

Este hecho debe verse inmerso en Ia situaci6n y como un factor situacional mas. El destinatario esta influido por in-

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numerables factores situacionales (grado de formalismos, esta­do y oficio del destinador y del destinatario, relaciones in­terpersonales) que lo obligan a una determinada seleccion de elementos expresivos para manifestar su interes, por ejemplo emocional, mediante el contenido tematico categorizado en funcion del grado de formalismo que exige la situacion . Asi por ejemplo, eliminani aquellos elementos expresivos que, por no adecuarse al grado de formalismo de la situacion, serian interpretados como groseros, obscenos, etc., elementos de los que nose inhibini en una situacion poco formal, intima, donde senin interpretados como sinceros y realistas.

Esta correlacion entre el contenido tematico y la funcion expresiva pone en evidencia la necesidad que tiene el partici­pante en el acto de comunicacion de conocer y ser capaz de adecuar las enunciaciones a aquellos rasgos expresivos que identifican un enunciado con las variables del contexto. Estas, segun Fishman (1979), pueden referirse a las particularidades ocupacionales del destinador y/o a las del enunciado en que se situa la enunciaci6n.

En el primer caso se trata de las variables propias de la actividad ocupacional o profesional que una persona practica, sin tener en cuenta la informacion sabre las demas personas implicadas. Bajo este aspecto se podrian considerar aquellos enunciados adecuados al ambito que se correlaciona priorita­riamente con las variables situacionales propias de una activi­dad ocupacional, como, por ejemplo, los enunciados cientifi­cos, juridicos, politicos, medicos, publicitarios 0 comerciales.

En un ambito mas amplio se encuentra el segundo caso, que trata de aquellas variables propias de un conjunto de si­tuaciones sociales agrupadas en funcion de una serie de reglas de comportamiento comunes. Estos conjuntos o dominios se vinculan normalmente a unos recintos basicos donde se mani­fiestan una serie de relaciones reciprocas de oficio. El dominio de la familia se asocia primeramente ala casa, el de la religio­sidad a la iglesia, el de la profesi6n ala fabrica u oficina, el de la ensefl.anza a la escuela, etc., al mismo tiempo que en el interior de cada dominio se manifiestan una serie de relacio­nes reciprocas de oficio: padre/madre, mujer/marido, padre/hi­jo en el ambito de la familia o sacerdote/feligres en el de la religiosidad y en el de la profesionalidad trabajador/empresa­rio o propietario/asalariado, etc.

Todas estas relaciones se dan soporte y refuerzan mutua­mente: recinto, oficio de los participantes y contenido temati­co forman una unidad estructurada.

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En el caso en que se de una incongruencia en las relaciones t'lltre los componentes, habra que ver cual de ellos deviene l' lcmento determinante de la estructura del enunciado. De es­l as incongruencias hicieron una pnictica los surrealistas al dcfinir este esfuerzo de determinar la estructura del enunciado como «fuerza generadora de poesia» . Un clara impacto del recinto sabre los temas y las relaciones de oficio que normal­mente prevalecen lo podemos experimentar en el Ready Made que propane Marcel Duchamp en el Museo de Arte Contempo­r{meo de Nueva Y ark, don de un original de fabricaci6n seriada «Se artistiza» por el pedestal y el recinto.

2.3. EL LENGUAJE SINCRETICO: LA PLURALIDAD DE LOS SISTEMAS

COMUNICATIVOS

La gran complejidad que supone el estudio del espacio co­municativo en las situaciones surgidas de las relaciones que se establecen entre las personas nos obliga a considerar la multi­plicidad de leis sistemas sensibles u objetos semioticos suscep­tibles a ser cambiados institucionalmente. Esta necesidad se hace mas manifiesta cuando comprobamos que todo tipo de actividad que lleve a termino el ser humanQ_forzosamente se convierte en una actividad, en lo esencial, corr:n.inicat1va. De aqui que la complejidad y la heterogeneidad sean las caracte­risticas evidentes de cualquier acto comunicativo en tanto que es confluencia interactiva de diferentes codigos en donde la influencia de unos sabre los otros incide en una jerarquia de estructuras. La <<simple» emision de un enunciado entrafl.a la expresi6n a traves de una multiplicidad de lenguajes y canales que arm6nicamente constituyen una .unidad comunicativa.

Cuando nos referimos a los diferentes lenguajes que in­tervienen activamente en una situacion de comunicaci6n no nos limitamos a aquellos que en un segundo plano y de una manera mas o menos directa quedan implicados y subordina­dos a la emision de un enunciado lingiiistico. Esta concepcion restringida del acto de comunicacion no estaria en consonan­cia con la interpretacion que requiere como acto social que se debe analizar dentro de la complejidad que representa la in­teraccion de los miembros de una comunidad cultural, de los diferentes codigos, lenguajes y usos en el interior de una situa­cion comunicativa.

Si consideramos la actividad comunicativa interpersonal, o «cara a cara>> entre individuos de una misma cultura como la

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forma mas tipica de actividad comunicativa, veremos su ca­rac ter eminentemente sincretico.

AI emitir un mensaje verbal, por ejemplo, tambien produ­cimos de manera paralela otros mensajes sirviendonos de dife­rentes sistemas de seflales que en conjunto podriamos denomi­nar no-verbales . En una situaci6n comunicativa se evidencia el hecho de que el acto es mas que un ir y venir de palabras. Existen una serie de servomecanismos, condiciones cultura­les , que de manera mas o menos consciente, nos permiten comunicarnos. Los sutiles cambios que experimentan los in­dividuos en su actitud, expresi6n o gestos durante Ia conversa­ci6n son tan elocuentes como las propias palabras. «Es esen­cial-dice E . T. Hall, 1973, p. 22- que aprendamos a leer las comunicaciones tacitas y silentes con Ia misma facilidad con que captamos las orales y las escritas.>>

Una comunicaci6n basada en Ia palabra u otro sistema de signos considerado aisladamente es una comunicaci6n in­completa. Debemos analizar Ia comunicaci6n en Ia totalidad de sistemas coparticipantes, pues seria siempre deficiente si Ia consideraramos parcialmente. Esta vision globalizadora de Ia actividad comunicativa es Ia que nos Ia hace considerar como un sistema sincretico.

Dentro del gran conjunto sincretico, los lenguajes coparti­cipantes no son mas que elementos o subconjuntos del acto de comunicaci6n, si bien hay que reconocer que, dentro de este conglomerado, ellenguaje verbal ocupa una plaza privilegiada y preponderante, «el unico -dice Serrano (1981, p. 26) tanto par su propia constituci6n como sistema, como par las relacio­nes que todos los otros (sistemas) mantienen con el».

Pero ademas de este preponderante sistema de seflalizaci6n que es el lenguaje verbal, en el acto de comunicaci6n hay como hemos dicho, otros aspectos que, coexistiendo o comple­tando a los verbales, coparticipan en el lagro o fracaso del acto: gestos, expresi6n, acentos, entonaciones, convenciones sociales, etc., en ciertas situaciones Began a constituir verda­deros sistemas de seflalizaci6n. En este sentido, creemos en la necesidad imperiosa de formular Ia globalidad del acto de co­municaci6n en tanto acto sincretico de lenguajes dentro de Ia semi6tica como ciencia interdisciplinaria que nos provea de modelos explicativos de este complejo acto social que es Ia comunicaci6n. Tambien se debe ver este acto como actualiza­ci6n de una competencia basada en una pluralidad de siste­mas semi6ticos. Partiendo de esta perspectiva, consideramos Ia cxistencia de una competencia comunicativa como un con-

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junto de conocimientos interiorizados que nos permite generar aetas de comunicaci6n originales y logrados.

2.3.1. La hist6rica escisi6n verbal/no verbal

Los diferentes estudios que se han realizado sabre las for­mas de comunicaci6n no verbal ponen en evidencia Ia enorme desproporci6n, al menos cuantitativa, entre este tipo de in­vestigaci6n y Ia fructifera producci6n en el campo del lenguaje verbal.

Las razones par las que Ia investigaci6n en el campo de la comunicaci6n no verbal haya sido tan escasa, lenta y de resul­tados tan discutibles se debe atribuir a una serie de factores entre los que destacaremos: Ia escasa tradici6n investigadora en este dominio, sabre todo si Ia comparamos con el campo lingiiistico, raz6n por Ia cual el bagaje te6rico en el dominio de Ia comunicaci6n no verbal es escaso. Estas deficiencias del aparato te6rico tambien son atribuibles a Ia enorme polariza­ci6n del analisis comunicacional no verbal en torno de Ia teo­ria del lenguaje verbal. La misma denominaci6n <<no verbal>> muestra hasta que punta los limites de este tipo de comunica­ci6n estan delimitados par el campo verbal.

Par otra parte el estudio de los sistemas de significaci6n no lingiiistica se ha encontrado limitado por las dificultades que supone el hallazgo y recogida de material empirico. Hubo que esperar la aparici6n de las recientes tecnologias para que el hombre dispusiera de medias apropiados para registrar y observar el material no verbal. Aparatos tecnicos de registro y reproducci6n, manipulaci6n y almacenamiento, han posibili­tado la investigaci6n sabre bases empiricas propias de un es­tudio cientifico. Cine, video, fotografia, con la posibilidad de repetici6n, ampliaci6n, almacenamiento, fragmentaci6n, cam­bios de velocidad y transformaci6n de todo tipo de imagenes audiovisuales, han permitido abrir perspectivas ineditas en Ia investigaci6n de todos aquellos canales que hasta hace poco tiempo estaban vedados. Es lo que podriamos llamar Ia <<en­trada en la historia>> de los sistemas de expresi6n no verbal (Serrano, 1981, pp. 55 y 77).

La clasica distinci6n entre enunciados verbales y no verba­les tiene tambien sus origenes en toda una trayectoria de in­vestigaci6n lingiiistica que ha considerado que su objeto se puede estudiar con una relativa autonomia y por lo tanto con independencia de los hechos psicol6gicos, fisiol6gicos y socio­l6gicos, dejando en un segundo plano los condicionamientos

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que estos hechos producen en la estructura dellenguaje o a las modalidades de su utilizaci6n.

En este sentido, yen el origen de este tratamiento del <<he­cho lingiiistico», podriamos situar el reconocimiento por parte de Bloomfield (1970) de la existencia de <<rasgos» en ellengua­je verbal que segun el permanecen inmutables, aunque haya ciertos cambios en el significado u otras variaciones como las producidas por situaciones afectivas. Segun Bloomfield habria unos rasgos «no distintivos» (non-distintive features) como son el color, el tamafto, etc., que no impedirian, pese a su posible cambio, la utilizaci6n de una palabra. Habria que diferenciar, segun Bloomfield, estos rasgos no distintivos de los rasgos «distintivos» (distintive features) que son los que hacen que una vez se use una determinada palabra y otras veces otra diferente de la primera como podria ser «manzana» y «pera>> para citar sus propios ejemplos.

La aceptaci6n de esa diferenciaci6n supuso, l6gicamente, que las investigaciones se orientaran hacia «aquello que en la lengua permanece independiente de la realidad». Aparece una realidad de orden lingiiistico diferenciada de la realidad no­lingiiistica o no-verbal, que permitini definir el «contexto>> como «aquello que es lingiiistico y su entorno>> por oposici6n a «aquello que noes lingiiistico y su entorno» que constituiria la «situaci6n>>. Diferenciaci6n entre contexto y situaci6n (Marti­net, 1975) que fundamentalmente quedani superada al situar­nos 'dentro del marco de la Pragmatica.

Se admiten, pues, la existencia de unos rasgos «distintivos» que, aunque acompaften las diferencias que se presentan en la forma del mensaje, se pueden estudiar independientemente de la realidad, y se diferencian de los rasgos «no distintivos», en los cuales las funciones de estos son irrelevantes, ya que sus posibles variaciones no afectan la forma lingiiistica.

A partir de estas premisas, se admite la existencia de unas caracteristicas propias del lenguaje y su entorno constituidas por un conjunto de unidades de la misma naturaleza situadas en proximidad y que a partir de su presencia condicionan la presencia, la forma o la funci6n de la unidad considerada (Martinet, 1975, p. 53) y que estan dotadas de reglas de cons­trucci6n propias y diferentes de las caracteristicas de lo que se llama situaci6n.

Esta orientaci6n en la investigaci6n lingiiistica ha hecho que se analizara el fen6meno comunicativo al margen de la rcalidad situacional, es decir, desconectado de la «otra reali­dacl» constituida por el complejo conjunto de sistemas de se-

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r1alizaci6n llamados «no verbales». El hecho es que, tratandose de comunicaci6n, aun se establece una distinci6n entre «CO­municaci6n verbal» o expresiones propias del comportamien­lo seftalizador de tipo lingiiistico y todos los otros sistemas de seftalizaci6n considerados globalmente como «no lingiiis­ticos».

Esta distinci6n binaria de la comunicaci6n resulta dificil­mente admisible ya que implica la existencia de enunciados exclusivamente lingiiisticos compuestos por palabras, in­dependientes de todos los otros sistemas semi6ticos. Actitud que esta muy lejos de acercarse a la realidad comunicativa que supone la interacci6n de sistemas diferentes.

2.3 .2. Los origenes filos6ficos de la escisi6n

La desconexi6n a la que nos referimos entre el mundo lin­giiistico y el calificado, por oposici6n a este, de no linguistico, ha ido acompaftada de unas diferenciaciones cualitativas entre estos dos dominios en virtud de las cuales se reservan a la expresi6n lingiiistica los niveles superiores del intelecto y al resto de las formas de expresi6n aquellos que, ligados a los sentidos, se califican de inferiores.

Arnheim (1973, p. 13) considera que los origenes del des­prestigio de los sentidos en favor del intelecto como facultad superior hay que buscarlos en las primeras opciones filos6ficas aparecidas sobre el tema del conocimiento y que han confor­mado, sin duda, nuestra manera de ser. Estas muestran una hist6rica desconfianza en los sentidos y fundamentan ese des­prestigio. En estos origenes situa a los pitag6ricos, quienes al establecer una diferencia de principio entre el reino de los cielos y la existencia sobre la tierra, marcan los dominios de dos mundos aparentemente opuestos: por una parte un mundo permanente y previsible marcado por el curso de las estrellas que siguen caminos geometricamente perfectos, guiado por razones numericas basicas. Un mundo gobernado por los nu­meros o sea por la esencia de todas las cosas. Un cosmos consi­derado armonia (concepto que proviene de la musica) y nume­ro (esencia pura). En oposici6n a este cosmos, esencia y armonia, hay un mundo sublunar. Es el mundo donde la per­cepci6n conduce a error y donde cada uno percibe un mundo diferente y desordenadamente mutable en el espacio y el tiem­po. Un mundo, en definitiva, donde parece imposible la eva­luaci6n, la medida «permanente, previsible, ordenada y nume­rica». Innumerables ejemplos lo corroboran: el tamafto de un

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objeto varia en funcion de la distancia, un palo sumergido en un liquido parece roto, etc.

A partir de estos dos mundos se establece una dicotomia entre el celestial y el terrestre: para Democrito, la percepcion, aunque existente, por el hecho de no ajustarse ala realidad del mundo fisico, va en contra del entendimiento, si bien este necesita de aquella: «Pobre entendimiento -exclama Demo­crito-- obteneis de nosotros la evidencia y Gquieres, no obs­tante, eliminarnos? Nuestra caida seria vuestra ruina.»

Y por oposicion a este mundo real se definen los fenomenos perceptivos como aquellos que pertenecen a un mundo que «nos hace ver cosas inexistentes>>. Y pone el ejemplo de la miel que puede parecer amarga a unos y dulce a otros, lo que de­muestra el hecho de que, en tanto percepciones, lo dulce y lo amargo son irreales, inexistentes, y lo mismo pasa con todas las otras cosas (Democrito: Frag. 125, de Med. Emp. (Hermann Diels, segun Alfredo Llanos).

Delante de este hecho se requiere un criteria para poder evaluar la percepcion engaiiosa y disponer asi de unas bases objetivas de interpretacion de los sentidos. El criteria univer­sal que nos permitini evaluar este mundo mutable de la per­cepcion es el que Heniclito denominani la razon. Unicamente disponiendo de la razon podemos interpretar nuestras sensa­ciones: <<las almas barbaras no pueden interpretar correcta­mente los sentidos; los ojos y orejas son malos testimonios para los hombres ... si no tienen alma que comprenda su len­guaje>> (frag. 88 de la Naturaleza).

Hay una cognicion propia de los sentidos, pero en terminos de Democrito, es oscura, opuesta e inferior a una cognicion mas clara y superior que nos permitira interpretar correcta­mente la primera.

Superada ya la dicotomia en la concepcion del mundo fisi­co, se introduce una nueva dicotomia entre Ia mente y los sentidos. Asi como el mundo de Ia verdad y del orden se situa mas alla del dominio de la vida en Ia tierra, ahora se situa mas alla del reino de los sentidos, para pasar a un mundo interior desvinculado de los sentidos y constituido por Ia esencia y Ia armonia propias del mundo cosmico pitagorico.

Esta desconfianza constante en la percepcion ordinaria Ia encontraremos tambien en el Mito de la Caverna, en donde Platon solo considera el conocimiento a partir del saber direc­to, olvidando totalmente un posible saber a partir de Ia expe­ricncia. La sabiduria de la vision directa esta en la mente, no en los sentidos. Socrates habla de la ceguera sensible como de

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la perdida del ojo de Ia mente. El saber directo es la contem­placion de la verdad ala que no tienen acceso los sentidos. Las imagenes sensoriales quedan excluidas, segun Platon, de la jerarquia que va desde las mas amplias generalidades hasta las especies sensibles.

Lo que los sentidos nos ofrecen solo puede ser uti! al cono­cimiento si hacemos uso de las formas sensibles, razonando sobre elias, como en el caso de las matematicas, <<no pensando en aquellas formas sino en las ideas a las que se parecen>> (Fed6n).

Es, pues, a partir de las operaciones cognoscitivas que <<for­malizamos>> nuestro entorno. A partir de las operaciones logi­cas se captan las entidades estables. <<El sabio examina y rela­ciona formas, ideas, ampliamente extendidas y discierne intuitivamente por el caracter generico que tienen en comun>> (Fedro).

Nose trata pues, de una busqueda mecanica de elementos compartidos por todas las especies y de Ia posterior integra­cion a una nueva totalidad. Esta no se abarca a traves de caminos inductivos sino que ha de discernirse de forma gene­rica en cada una de las ideas particulares tal <<como se descu­bre una imagen poco clara>> (Fedro). Al margen del caracter innatista atribuible a la percepcion platonica, el concepto de percepcion como posibilidad de captar totalidades resulta de gran interes para una vision actual del fenomeno perceptivo y de manera particular a nosotros, ya que supone implicitamen­te el concepto de percepcion como organizacion.

No obstante, es con Aristoteles que se produce una sintesis entre el conocimiento y las sensaciones particulares: la obten­cion del conocimiento va ligada a la recopilacion de los casos particulares y asi se introduce la nocion de induccion en la experiencia sensorial, para poder llegar, mediante la abstrac­cion, a la concepcion de los generos mas altos.

Contrariamente a Platon que considera que los generos se vuelven mas llenos a medida que se situan mas arriba en la jerarquia de las ideas, Aristoteles (Primeros Analiticos, 68b) afirma que por este camino ascendente de la abstraccion, por la progresiva eliminacion de los atributos particulares de los casos especificos, se llega a los conceptos mas altos, las abs­tracciones, que son mas pobres en contenido pero mas amplias en extension.

Para Aristoteles el universal no deriva necesariamente de los multiples sujetOS recopiJados: <<COmO el medico que pose­yera la teoria sin la experiencia- o sea que conociera el uni-

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vcrsal sin conocer el individual que se le incluye- probable­mente no curaria». La abstraccion se ha de completar con la definicion o camino descendente que es la determinacion de un concepto, que se obtiene deductivamente del genera proxi­mo y se detecta a traves de un atributo distintivo. Para este estudio es particularmente importante la relacion que se es­tablece entre universales y particulares, es decir, entre ideas y cosas sensibles.

El universal es para Aristoteles, condicion indispensable para la existencia de una cosa individual y del can'tcter mismo del objeto perceptible. Visto pues el objeto como la materia informada por un universal, su canicter de real no depende de sus propiedades inmutables, sino de esta sintesis, verdadera y constante naturaleza del objeto.

No podemos hablar, por lo tanto, de un conocimiento per­ceptible considerado como un conocimiento sensible, inmedia­to, cualitativo, recopilacion de particulares, por oposicion a otro tipo de conocimiento que denominariamos intelectual, reservado al conocimiento abstracto. Estos dos conocimientos no pueden actuar independientemente, tienen un mismo ori­gen: la experiencia; y una misma forma de actuar: a partir de las operaciones cognoscitivas. Como muy bien reconoce A. Puig (1979), solo una vision unificada de estos conocimien­tos permitin't que el hombre se integre plenamente al medio en el que desarrolla su actividad y saque del mismo el maximo provecho.

2.3 .3. H ablar y conversar

En el vocabulario filosofico se entiende por <dogos» el prin­cipia inteligible tanto del «decir» como del «hablar» que cons­tituye «el principia de todas las cosas». Tambien en las traduc­ciones hebreas el termino <dogos>> fue traducido en la version de los Setenta por «VOZ», «palabra», y frecuentemente por «pa­labra de Dios», centro motor del universo.

Es gracias al logos que se engendra un ambito inteligible que hace posible decir y hablar alguna cosa, al mismo tiempo que se lo considera como el resultado de la inteligibilidad de lo que es en cuanto logos.

Esta vision fundamental del lenguaje nos recuerda el con­cepto de acto lingilistico como productor de las estructuras generales de las situaciones, a la vez que este acto se deriva de l'Sas estructuras.

No es de extranar, pues, encontrar aun en nuestros dias

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este concepto en la base de todas las investigaciones comuni­cativas. La importancia de su aparato teorico polariza la casi totalidad de las investigaciones en el campo de la comunica­cion. No obstante, la evidencia de los hechos comunicativos ha obligado tanto a lingilistas como a sociologos, psicologos o semiologos a considerar la existencia de una fase comunicati­va constituida por la interaccion de lo verbal con lo no verbal, que de una manera poco sistematica se ha ido definiendo como un espacio « paralingilistico ».

Este espacio fronterizo entre lo verbal y lo no verbal fue definido por Abercrombie al establecer una diferenciacion en­tre hablar y conversar: «hablamos -dice- con los organos de la fonacion, pero conversamos con todo el cuerpo ... Los feno­menos paralingilisticos aparecen al costado de la lengua ha­blada, interactuan con ella, y juntos producen un sistema total de comunicacion ... El estudio del comportamiento paralin­gilistico forma parte del estudio de la conversacion, ya que el uso conversacional de la lengua hablada no se comprende ade­cuadamente sin tener en cuenta los elementos paralingilisti­cos» (1968, p. 55).

La cuestion radica en que la frontera entre estos dos siste­mas de comunicacion es bastante ambigua. Tampoco esta cla­ra lo que corresponderia a cada uno de estos espacios de la comunicacion humana.

Aunque reconozcamos que el comportamiento verbal cons­tituye una parte distintiva basica del acto de comunicacion, no es facil delimitarlo. Dentro de un mismo hecho lingilistico, la ambigiiedad se hace evidente al intentar establecer fronte­ras entre los componentes «propiamente lingilisticos» y los denominados prosodicos o paralingilisticos.

La compenetracion de todos los elementos que configuran el acto comunicativo es esencial para el logro del acto. Asi, si en la emision de un enunciado nos limitaramos exclusivamen­te a los sistemas de senalizacion verbal abstrayendo los otros sistemas que inciden, aun los mas proximos al acto lingilistico como el timbre, la acentuacion, etc., comprobariamos que es­tos elementos cumplen una clara funcion distintiva, expresiva y social en el habla, sin los cuales el enunciado lingilistico seria incompleto, ambiguo y carente de la significacion que da validez al acto de comunicacion.

En una aproximacion a la problematica dualista de <do verbal» y <do no verbal», podriamos argumentar que la dife­rencia entre ambos es una cuestion de «grado», ya que los diferentes sistemas de senalizacion que intervienen en un acto

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dl' comunicacion comportan, segun las respectivas modalida­dl'S cs tructurales y de uso, un mayor o menor grado de «com­pkjidad estructural», asi como tambien cumplen en diferentes grados su funcion descriptiva y conativa.

Es conocido el canicter primordial del componente no ver­bal en Ia lengua hablada para que esta constituya un acto logrado: una misma frase puede corresponder a una asevera­cion o a otro tipo de expresion, segun Ia intervencion de otros elementos o sistemas semioticos que en ella incidan. Y es por los componentes denominados <<no lingilisticos » de Ia lengua que se pueden producir efectos incluso contradictorios respec­to del «significado descriptivo » que expresa o pretende expre­sar el componente verbal. Mas aun, si se produce una contra­diccion entre Ia informacion semantica contenida en los componentes lingilisticos y los no lingilisticos -prosodicos o paralingilisticos en general- son estos ultimos y no los lin­gilisticos los que normalmente determinanin el significado «real» de Ia expresion verbal.

Cuando define el concepto de significado, Bloomfield (1970) entiende que este debe ser entendido en toda Ia compleja in­terseccion de los sistemas semioticos participantes, y define el significado (meaning) de un enunciado como un conglomerado formado por Ia conjuncion de diferentes factores: Ia situacion del emisor, Ia respuesta del receptor y Ia situacion particular de uno y otro entendida como un conjunto de referencias co­rrespondientes a! universo de los temas tratados tanto por lo que hace a hechos pasados como a los hechos lingilisticos. Si ampliamos el concepto de situacion, pensimdolo como el con­junto de todas las condiciones a que se ve sometido un indivi­duo en un momenta determinado, llegamos a Ia conclusion de que el significado de una expresion no verbal depende de las condiciones situacionales que impulsan a un individuo a emi­tir un mensaje determinado, asi como de Ia reaccion que este provoca en otro individuo.

Por lo tanto, si estos hechos, emision-recepcion-respuesta, se enmarcan dentro de Ia situacion comunicacional, veremos que no es admisible aislar un tipo de comportamiento, por ejemplo ellingilistico, de los otros: «Una acti tud no verbal por parte de nuestro interlocutor - dice Martinet (1975, p. 52)­condiciona nuestra respuesta tanto como sus palabras >>, y po­driamos agregar que entre estos diferentes lenguajes existe una vinculacion tal que Ia emision de un mensaje por un siste­ma semiotico determinado no comporta necesariamente Ia respuesta por el mismo sistema de lenguaje espedfico.

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En un acto de comunicacion producimos y recibimos una gran cantidad de mensajes, de los cuales expresamos en pala­bras solo una parte. No reconocer este hecho equiva le a muti­lar el acto y por lo tanto dificulta e incluso imposibilita su comprension. Los signos constitutivos del acto interactuan y se complementan de forma tan estrecha que es muy audaz intentar conocer Ia ultima y compleja estructura que constitu­ye el acto sincretico de comunicacion.

2.4. EL LENGUAJE SINCRETICO COMO SISTEMA DINAMICO

2.4.1. La pluralidad de sistemas

Saussure, a! estudiar diversas lenguas indoeuropeas, llego a Ia importante conclusion de que Ia produccion de significa­cion de una lengua hablada y articulada requiere necesaria­mente un material y unas reglas precisas que le permitan obrar sobre , el. Si bien el material estu'aiado por Saussure es basicamente el fonico, compuesto de unos elementos minimos y organizados formalmente segun ciertas reglas combinato­rias, no por eso descarto Ia posibilidad de que Ia semiologia se pueda referir tambien a otros materiales con una composicion y reglas que le sean propias. «Si se quiere descubrir Ia verda­dera naturaleza de Ia lengua - precisa F. de Saussure, 1945, p . 62- , hay que empezar por considerarla en lo que tiene de comun con todos los otros sistemas del mismo orden ( ... ) Con eso no solamente se esclarecera el problema lingilistico, sino que, a! considerar los ritos, las costumbres, etc., como signos, estos hechos apareceran a otra luz, y se sentira Ia necesidad de agruparlos en Ia semiologia y de explicarlos por las !eyes de esta ciencia. »

Es asi como por primera vez se reconoce en forma explicita que el material de naturaleza no verbal tambien puede acce­der a Ia significacion y es asi como Saussure, en el Curso de Lingiiistica General, se si tua mas alia de las bases teoricas y metodologicas de Ia lingilistica tradicional y aporta una importante reflexion prospectiva sobre los mecanismos funda­mentales de los sistemas de significacion y comunicacion no verbales.

Es sabido desde siempre que los grupos sociales han recu­rrido, conscientemente o no, a otras formas de expresion, a manifestaciones significantes que en general podemos calificar de no verbales (imagenes visuales, sonidos, etc.). Tambien es evidente que por el momenta nos resulta dificil establecer sus

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mecanismos significativos y sus limites. No obstante, F. de Saussure recoge la evidencia de que ellenguaje verbal noes el (mico sistema de significacion de los grupos sociales y propane agrupar todos los sistemas de signos que funcionan en la vida social en una vasta ciencia que denomina Semiologia, que tie­ne como objeto de estudio todos los sistemas de signos que funcionan en la vida social. Al estudiar todos los sistemas de significacion como sistemas de signos, Saussure da a la Se­miologia un canicter general capaz de analizar de manera cientifica todas las manifestaciones significativas convertidas previamente en analizables de todo lo humano y social.

Hablando, el hombre acepta las reglas del lenguaje, y de este modo, se puede integrar en una comunidad lingiiistica, y por lo tanto social. No hay otra forma de comunicarse o de significar socialmente, si no es aceptando las reglas de este funcionamiento social. Todas las formas de comunicacion se realizan dentro de un sistema de significacion o lenguaje y, por lo tanto, de una pnictica social.

Hasta tal punta esto es asi, que en Ia actualidad muchos semiologos sustituyen el termino lenguaje por el mas general de «practica social», por considerar que designa toda actividad humana. Por eso cualquier produccion de significaciones se considera, ante todo, una actividad social.

En este sentido, el lenguaje actuaria como proceso de transformacion de cualquier materia significante en producto significado mediante unas operaciones y usos en situaciones concretas. Bajo esta optica esta clara que dentro de la practica social se pueden incluir todos los tipos de lenguaje. Para Car­nap (1956), el lenguaje es cualquier sistema de actividades, o mejor, de habitos. Es decir, una disposicion para ciertas acti­vidades entre los miembros de un grupo social.

Para Chomsky (1968), el lenguaje esta considerado como una serie de objetos formados por elementos unidos entre ellos por una operacion de concatenacion, y no descarta, por tanto, ningun tipo de enunciado en funcion de su naturaleza sensible.

Tambien Hjelmslev (1947, p. 11), participando de esta vi­sion amplia del lenguaje, lo define como <<el instrumento con el que el hombre da forma a su pensamiento y a sus sentimien­tos, a su estado de animo, sus aspiraciones, su querer y su actuar, el instrumento mediante el cual ejerce y recibe influen­cias, el cimiento mas firme y profunda de Ia sociedad huma­na». Vemos pues que no margina ninguna de las posibilidades de las que dispone el hombre para actuar y dar forma a su pensamiento y a su entorno.

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Como seftala Schmidt (1971, p. 33), hay que entender el lenguaje <<como un sistema de actividades u operaciones» que realizamos a partir de un repertorio abierto de variables y de un repertorio cerrado de reglas con tal de conseguir el objeti­vo. Es dentro de esta concepcion general de actividad que contemplamos el lenguaje, al mismo tiempo que lo situamos mas alla de la actividad lingiiistica, en el sentido de que en­tendemos la actividad comunicativa como el usa que hacemos de todos los sistemas de significacion posibles y necesarios para entrar en comunicacion e intercambiar los bienes cultu­rales de que disponemos. Consideramos que ellenguaje, como con junto de signos en el interior de un campo comunicativo, es ante todo <<posibilidad de comunicacion de los sujetos socia­les». Debemos, pues, estudiar el proceso de comunicacion hu­mana globalmente sin reducirlo a uno de sus factores. En este sentido se expresan Haudricourt y Granai (1955), para quienes la funcion fundamental del lenguaje es la comunicacion, y par lo tanto se situa mas alla de los intereses dellingiiista, ya que este se limita al estudio de la estructura de la lengua y no de sus funciones. La funcion comunicativa es el objeto de estudio de todo lenguaje y esta funcion -dicen- solo puede entender­se en el conjunto de sistemas simbolicos que constituyen la cultura, entre los cuales Levi-Strauss (1966, XIX) situa la len­gua, las reglas matrimoniales, las relaciones economicas, el arte, la ciencia, la religion, y cuyo objetivo es expresar ciertos aspectos de la realidad fisica y social, las relaciones que ambos tipos de realidad mantienen entre si y las que los propios sistemas simbolicos sostienen unos con los otros.

Partimos de la hipotesis de que la actividad comunicativa como conglomerado de emisiones expresivas se integra en un amplio sistema de actividades que la conforman. En este sen­tido, junto con Leont'ev (1971, p. 25), consideramos que un acto de comunicacion no puede quedar reducido a un proceso de transcripcion de una noticia codificada de un individuo a otro. Tampoco se puede entender como una concordancia en­tre el habla o cualquier otro tipo de expresion y el mundo exterior, sino que como define Leont'ev es «la elaboracion de una concordancia entre la situacion concreta ... y los elementos de la expresion>>.

Este sistema dinamico de acciones y operaciones nos per­mitira conseguir la necesaria transformaci6n -segun Buhr (1974, p. 1204)- de caracter practico y teleologico, y la apro­piacion ideal y practico-objetual de nuestro entorno natural y social.

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2.4.2 . Simultaneidad de lenguajes

El indiscutible canicter lineal del lenguaje hablado, como subconjunto comunicacional, se ha aplicado frecuentemente a los otros sistemas coparticipantes del acto. Por eso un acto de comunicacion ha sido interpretado como un discurso ordena­do en el tiempo. Esta ordenacion lineal se hace insuficiente al tratar situaciones de una cierta complejidad, o de un elevado grado de sincretismo, como por ejemplo, las del cine o de una situacion interpersonal.

Considerar el lenguaje verbal aisladamente del complejo conjunto situacional en que se actualiza requiere entenderlo como una serie de unidades en el tiempo, ode secuencias de palabras o de fonemas en funcion de unidades.

Si prescindimos de la linealidad, se pone en evidencia la insuficiencia del aparato teorico que -sirviendonos de un ter­mino introducido por S. Serrano- podriamos considerar per­teneciente a una <<Situacion pregalileana», por carecer de las formalizaciones que permitan organizar las observaciones pa­sando de la pura descripcion a la explicacion mediante la prediccion.

El marco epistemologico necesario no es el de la linealidad, ni el del binomio verbal-no verbal, sino el de la comunicacion vista en su globalidad real. Por eso una tercera via seria consi­derar el acto comunicativo como una secuencia de lenguajes simultaneos, es decir, como una interaccion de diferentes len­guajes que forman un conjunto, donde la composicion y el cuadro de funciones y dependencias varia en el transcurso del tiempo. Dentro de este conglomerado de todas las formas in­dividuates y sociales de comunicacion y significacion debemos introducir, evidentemente, tanto el lenguaje verbal como los visuales, gestuales, etc.

Es necesario, pues, una semiotica de los lenguajes, verbales y no verbales, con tal de llegar a una teoria de la comunica­cion, cuya unidad sea el acto de comunicacion en continua mutabilidad en el tiempo.

En este sentido, podemos definir el acto de comunicacion como un sistema sincretico, ya que a traves suyo se ponen en accion diferentes lenguajes. Este concepto de sincretismo ya fue apuntado por Greimas (1979, p. 179) para indicar el proce­dimiento por el que se establece, por superposicion, una rela­cion entre dos o mas terminos o categorias heterogeneas cu­briendolas debido a una «grandeur» semiotica que las reune. De este modo, Greimas restringe el sentido de este concepto.

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Al sincretismo greimasiano, como relacion entre terminos he­terogeneos y secuenciales y con posibilidades de interpene­trarse gracias ala «grandeur» semiotica, habria que darle un'a mayor amplitud para que abarcase tambien la relacion de coexistencia que hay entre los lenguajes heterogeneos que en cada instante constituyen unidades integrales dentro del mar­co de la intencion y de la interpretacion comunicativa.

Para tratar el lenguaje desde esta perspectiva global de comunicacion se debe partir de diferentes niveles de planteo: detectar y clasificar aquellos rasgos mas caracteristicos y defi­nidores de los lenguajes coparticipantes en un acto sincretico de comunicacion. La reflexion sobre estos rasgos nos llevara a detectar la especificidad de los lenguajes coparticipantes y las constantes del lenguaje sincretico de comunicacion.

Deberemos tambien establecer los diferentes lenguajes par­ticipantes y las funciones de dependencia que se establecen entre ellos, y, consecuentemente, las respectivas relaciones je­rarquicas en funcion de los objetivos, de las intenciones 0 de las caracteristicas de los participantes y de la situacion en la que se efectua el acto de comunicacion para que este resulte logrado.

2.5. Los SISTEMAS PERCEPTIVOS

Desde siempre existio la pretension de definir el tipo de correspondencia que hay entre los diferentes lenguajes propios de los diferentes sistemas sensitivos. Los romanticos y los sim­bolistas se distinguieron por esta voluntad de comparar y transcribir lenguajes.

Rimbaud, por ejemplo, asigno colores a las vocales, in­tentando de este modo traducir ciertas impresiones auditivas a visuales. La necesidad de que los sentidos conformen reci­procamente los respectivos mensajes con el fin de conseguir unas imagenes, una forma o un mensaje coherente se pone de manifiesto con la descripcion que hace Dante de los relieves del purgatorio que muestran a las animas bailando delante del Area de la Alianza para expiar sus faltas.

lnteresados en las leyes de la sinestesia, muchos musicos se esforzaron en representar mediante sonidos el mundo visible. Debussy intento «pintar» experiencias visuales a traves de no­tas musicales. En el campo mas reciente del cine, McLaren investiga la relacion entre la imagen fotografica del sonido y su reproduccion visual.

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Es evidente que ante estos intentos continuos debemos pre­gunta rnos si efectivamente es posible establecer tal correspon­dencia . Conocemos el mundo a traves de nuestros 6rganos r erceptivos, cada uno de los cuales nos ofrece una informacion segun sus modalidades y recoge un aspecto especifico y parcial de la realidad.

La globalidad de los datos sensibles constituye el conoci­miento que vamos adquiriendo del mundo, dentro de los limi­tes marcados por nuestros sentidos. Por lo tanto, consideramos que en la informacion que nos aportan sobre un mismo hecho u objeto los diferentes sistemas sensitivos no se produce re­dundancia, sino complementariedad, que al estructurarse sin­creticamente nos informa de la realidad.

Por el contrario, no faltan los esfuerzos de prestigiosos psi­cologos como McCollugh, Stromeyer y Mansfield (1970), ten­dentes a mostrar la especificidad incomunicable de los dife­rentes sistemas sensoriales, si bien proclaman la existencia de detectores especificos para cada uno de los sistemas sensibles.

Como sabemos, la vision prolongada de una imagen influye en las percepciones futuras. La estimulacion intensa del siste­ma visual produce unos postefectos que en cierta medida pue­den ser interpretados como indicios del funcionamiento in­terno del sistema perceptivo . Si se mira durante un cierto tiempo una figura muy iluminada y despues, de golpe, se mira una superficie blanca, se continua viendo la imagen pero con sus colores complementarios . La percepcion visual del movi­miento produce tambien unos postefectos precisos, que pue­den constatarse con las experiencias, entre otros de Gregory (1965, p. 105), consistentes en colocar una espiral sobre un plano giratorio que cuando se para produce el postefecto de un movimiento inverso (fig. 5).

La explicaci6n de este fenomeno parece consistir en el he­cho de que una estimulacion intensa y prolongada produce una fatiga de los detectores que alimentan los circuitos, y al producirse un cambio (estado de reposo, luz blanca, ausencia de esfuerzo, etc.) los detectores, fatigados o saturados, no reali­zan las funciones normales para equilibrar la actividad de los receptores opuestos del sistema correspondiente.

Estos fen6menos parecieran corroborar la existencia de dos s is temas antagonicos de acci6n perceptiva con detectores de caracteristicas especificas, a pesar de que no se tenga todavia un conocimiento exacto de esos hipoteticos detectores especifi­cos ni tampoco del papel exacto que tendrian en un proceso pl' rceptivo.

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FIG . 5. AI girar Ia espiral moviendo el libro circularmente, se encoge o dilata segun Ia direcci6n de rotaci6n, pero, a! detenerla, «parece» que siguiera encogiendose o dilatfmdose en direcci6n contraria.

No obstante, la enorme complejidad del fenomeno percep­tivo obliga a suponer la existencia de infinidad de detectores y que el acto perceptivo, por lo tanto, se realizaria segun mode­los fisiologicos previos.

Ahora bien, ciertos aspectos de la percepcion humana no parecen poder justificarse a partir de los sistemas especificos de detecci6n. Asi, la deteccion de imagenes ambiguas o de doble sentido o las multiples interpretaciones de una misma imagen parecen confirmar el hecho de que las organizaciones perceptivas no son exclusivamente atribuibles a los sistemas detectores de caracteristicas especificas y «objetivas», sino que hay tambien estimulos y otros factores estructurales.

La especificidad de los detectores de estimulos parece debi­litarse delante del experimento comprobado de White, Saun­ders, Scadden, Bach y Rita y Collins y mas recientemente pOl­Von Bekesy (A. Moles, 1971 , p. 60) de sustituir los sistemas

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sensitivos. De este modo, las experiencias realizadas sobre los sistemas sustitutivos de la visi6n de los ciegos ponen en cues­tion la hipotesis de la existencia de detectores especializados. Con estas experiencias, se comprobo que a pesar de que no haya detectores en el 6rgano tactil, no hay dificultades en <deer» una letra o una imagen «dibujada» sobre la piel de la espalda. La imagen visual se transforma en unas impresiones tactiles mediante un aparato que activa, segun la intensidad de luz en la escena visual, unos determinados vibradores de una pantalla ad hoc situada sobre Ia espalda y permite que, previo aprendizaje, se capten tactilmente las imagenes sucesi­vas del campo visual.

La precision de la experiencia permite incluso registrar tactilmente las posiciones relativas en el espacio de los objetos situados en el campo «visual». As(, datos eminentemente «vi­suales» como el volumen o Ia altura relativa de los objetos a diferentes distancias, tambien pueden actuar de estimulos tactiles.

El observador tactilllega a estableccr una relacion directa entre el tamafto de la imagen y Ia distancia que lo separa del objeto. Estos indicios de profundidad se acusan mas cuando el propio observador tactil mani<obra Ia camara de TV. Los suce­sivos movimientos dan una mayor precision a la percepcion tactil de los estimulos visuales.

Como hemos dicho, la posibilidad de transcribir la in­formacion de un sistema sensitivo a otro pone en cuestion la especificidad de los sistemas y reabre Ia necesidad de estudiar­los de forma coordinada e interactiva, entendiendolos como una unidad sensitiva sincretica . Y recordcmos con Gombrich (1979, p. 319) que el problema de las cquivalencias sinestesi­cas dejani de existir si en Iugar de centrar nuestra atencion en la semejanza de los elementos, nos fijamos en las relaciones estructurales dentro de una escala o matriz. La sinestesia afec­ta a las relaciones.

Recientes investigaciones en cl campo de la percepcion co­rroboran la existencia de una coparticipacion de los sistemas sensoriales.

Para Gombrich (1979, pp. 240-241), todos los datos percep­tivos son subsidiarios de la prueba del movimiento. Si la vi­sion no nos procura los suficientes datos para disponer de una forma coherente con nuestras expectativas, desplazamos lige­ramente la cabeza y observamos el cambio relativo de posi­cion que se ha operado. Con esta prueba fundamental del mo­vimiento, eliminamos inmediatamente falsas conjeturas sobre

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Ia distancia de un objeto en relacion con un fondo y acusamos Ia configuraci6n volumetrica del objeto. Se podria decir que el movimiento y la percepcion forman una unidad.

La cuestion consiste en que un acto perceptivo se produce gracias a la conjuncion activa de diversos sentidos. Los senti­dos no se arriesgan a dar una interpretacion aisladamente. Todos ellos, a traves de recorridos similares, procuran la con­firmacion reciproca de los mensajes mediante la complemen­tacion, la «repeticion>> y las re-emisiones.

Delante de una obra juzgada perceptivamente ambigua, introducimos una nueva informacion sensible para dilucidar la ambigiiedad o completar la percepci6n.

A pesar de que los museos prohiban explicitamente palpar las esculturas, estas interesan al sentido de lavista y del tacto. La necesidad que sentimos de tocar una escultura nace, o bien de que su imagen visual es tan proxima formalmente al mode­lo que requiera la constatacion tactil de que «se trata de una estatua>> y por eso aplicamos esta comprobacion suplementa­ria a los recursos de la vision, o bien del impulso de completar el conocimiento del objeto mediante la colaboracion de los dos sentidos, el visual y el tactil, y asi conseguir un goce estetico mas completo.

Para entender mejor la accion coordenada de los diferen­tes sistemas sensoriales en un mismo y unico acto de comu­nicacion, veremos las caracteristicas mas comunes que nos permiten agruparlos en tres grandes conjuntos: los sistemas exteroceptores, los sistemas interoceptores y los sistemas pro­pia-receptores.

Los sistemas exteroceptores constan de receptores sensibles a la energia que proviene del medio externo. Asi calificamos los que nos ponen en comunicacion con el mundo exterior: la vista, el oido, el tacto, el gusto, el olfato, y los que responden a los cambios de temperatura ambiente. Dadas las particulari­dades de estos sistemas receptivos y en funcion de su medio portador, Luria (1978, p. 57) los divide en dos grupos: los re­ceptores de contacto, como el tacto y el gusto, y los receptores a distancia, como el olfato, la vista y el oido.

Tambien nos resulta util agrupar los sistemas receptivos en funcion del grado de complejidad que por su estructura ofre­cen sus sistemas sensoriales: de este modo tenemos la forma de sensibilidad mas elemental, la protopatica, como el olfato, el gusto o los tipos mas simples de sensibilidad tactil, y la epicritica, como la forma de sensibilidad mas compleja: la vista, el oido y los tipos mas complejos de sensibilidad tactil.

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Los sistemas interoceptores son internos y se encuentran en los tejidos mas profundos, la via digestiva y otros organos. Son sensibles a los cambios en las actividades internas del cuerpo. En lo que hace a este estudio, orientado a Ia comunicacion social, estos sistemas no nos ofrecen gran interes.

Los sistemas propio-receptores son sensibles a los cambios que se originan en el movimiento y posiciones de los organis­mos. Los receptores cinestesicos de las coyunturas y los tendo­nes de las extremidades responden a los movimientos de las partes implicadas del cuerpo, y las celulas fusiformes museu­lares son sensibles a Ia tension y a Ia contraccion muscular, como tambien los receptores emplazados en las estructuras no auditivas del oido interno son estimulados por los cambios de postura y movimientos de cabeza y cuerpo.

Los sistemas exteroceptores y los propio-receptores son los que normalmente inciden mas en cualquier actividad comuni­cativa, y su interaccion se pone de manifiesto en cuanto anali­zamos estas actividades.

2.5.1. El predominio de un determinado sistema sensorial

Segun Luria, para la unificacion sintetica de todos los da­tos procedentes de diferentes canales sensitivos es decisiva y esencial Ia percepcion visual. Su caracter determinante se pone en evidencia en cualquier captacion de objetos de la vida ordinaria, si bien este acto, que genericamente denominamos «percepcion visual>>, en realidad es Ia sintesis de todo un pro­ceso poliperceptivo aparentemente inconsciente: «La capta­cion rapida y simultanea (sincronizada) de objetos percibidos visualmente constituye de hecho el resultado de Ia reduccion gradual de Ia circunstancia y orientadora actividad investiga­tiva y su transformacion en intrinseco "acto perceptivo" »

(A. R. Luria, 1978, p. 109). A pesar de esta aparente superioridad de Ia capacidad sin-

tetizadora del canal visual sobre los otros canales, para mu­chos psicologos esta accion determinante se situa en el sentido

tactil. A partir de Berkeley, los psi co logos destacan Ia importan-

cia decisiva del sentido tactil en los origenes y consolidacion de nuestra confianza en un mundo solido y permanente. Entre el conjunto de instrumentos de estructuracion de que dispone­mos. ninguno supera el tacto en cuanto a la'funcion informati­va de dar consciencia al propio <<yo>> y de su conexion dialecti-ca con el entorno.

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Es a traves del canal tactil de Ia piel que conjugamos Ia imagen integral del cuerpo y sus partes organicas en un todo homogt!neo. Este sistema nos permite vernos como un <<volu­men cerrado>>, segun el termino introducido per A. Moles (1971, p. 56). Por este volumen sabemos que ocupamos una parte del espacio, sintetizador de todas nuestras expcriencias sensibles. Este caracter globalizador del sistema tactil se hace evidente en el propio sistema: por su diferenciacion sensitiva, local, periferica, llegamos a constituir la «imagen del cuerpo>> que se caracteriza fundamentalmente por su unicidad. Ningun sistema sensitivo humano tiene tantas posibilidades de <<reci­claje>> sustitutivo de otros sistemas. Su rica sensibilidad ha permitido experiencias como las citadas, gracias a las cuales los ciegos, utilizando la fina sensibilidad de ciertas partes del cuerpo, han llegado a crear imagenes <<visuales>> en el cerebro, sustituyendo la imagen retiniana. Von Bekes (citado por Mo­les, 1971, p. 60) ha realizado investigaciones sobre Ia sensibili­dad tactil del antebrazo como canal <<suplente>> de la oreja, constatando que un sordo condicionado durante aiios a llevar en el antebrazo un aparato que excita las diferentes regiones de esta parte del cuerpo mediante un microfono, llega a in­tegrar en su cerebro las formas tactiles y las interpreta de forma similar a Ia informacion sonora.

Podemos llegar a Ia conclusion de que los procesos reales que reflejan el mundo exterior presentan una complejidad muy superior a las aseveraciones presentadas porIa psicologia de Ia forma o por experiencias perceptivas mas recientes basa­das en el estudio de sistemas sensitivos aislados. No podemos atribuir a cada uno de los sistemas sensitivos informaciones especificas y propias de el aisladamente de Ia informacion que nos aportan los otros sentidos.

Nos volvemos a preguntar: (Cual es el proceso de conoci­miento del mundo con toda su complejidad? No vivimos en un mundo visual segregado de otro sonoro, diferenciado de uno tactil y de otro compuesto de olores, Ia suma de los cuales constituye Ia realidad. Tampoco vivimos en un mundo de manchas o puntos aislados ni de formas cromaticas itldepen­dientes las unas de las otras, sino en un mundo de obj(:tos y situaciones complejas.

La actividad perceptiva integral raramente u nunca se re­duce a Ia accion de una unica modalidad sensitiva, sino que debemos considerarla como una estructura que incluye el re­sultado de Ia accion mancomunada de diversos organos de los sentidos.

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Es ta interaccion de diferentes canales sensitivos para ad­quirir conocimiento del mundo exterior se inicia originaria­mcnte gracias a la intervencion de la percepcion visual con ayuda de la tactil (especialmente de la mano, segun Gehlen) has ta lograr el acceso a un mundo de abstracciones exclusiva­mente humanas. Mediante estos sentidos conocemos el valor de uso y las propiedades de las cosas (forma, peso, dureza) y posteriormente, sirviendonos del ojo como organo dirigente captamos un mundo de simbolos mas alia de nosotros mismos, simbolos que estan «alia», en reserva y disponibles. Tacto y mirada, segun Gehlen (1980, pp. 44-45) se separan progresiva­mente en sus funciones. El tacto y el movimiento del cuerpo quedan cada vez mas disponibles para tareas propias del tra­bajo planificado. Los ojos quedan mas habilitados para puros <<ensayos experimentales». Aparecen una multiplicidad de fun­ciones: los sentidos de proximidad o lejania, del lenguaje, del pensamiento, se orientan hacia situaciones posibles y no per­ceptibles <<que tienen toda la propiedad de poder reaccionar mutuamente entre si, con las posibilidades mas variadas e intercambiables de subordinacion y direccion, hasta realizar las operaciones mas libres y disponibles, con una variabilidad cada vez mayor».

Ahora nos formulamos una pregunta de mas dificil res­puesta: (Cual es la actuacion de cada uno de los sistemas sensibles en relacion con los otros dentro de un acto sincretico de percepcion? (Hay predominio de unos sobre los otros? Y si es asi, (en que circunstancias?

2.5.2. Selecci6n y jerarquizaci6n de los elementos pertinentes

La informacion recibida necesariamente se organiza y esta accion entrafla una seleccion y jerarquizacion de los elemen­tos pertinentes. De manera similar al proceso descdptivo de un fenomeno sensitivo, la percepcion tambien requiere seguir un orden que necesariamente supone la clasificacion de los elementos pertinentes. Asi, unos adoptan un caracter determi­nante, sustantivado; otros se les subordinan. AI subordinar unos datos sensibles a otros, se establece una jerarquia entre elios que comporta una clasificacion en funcion de la cual la interpretacion que merecian aisladamente variara.

El hecho de seleccionar estimulos considerados pertinentes obedece, segun Day, a una necesidad psicologica de codifica­cion de los elementos estimulantes, aunque desconozcamos aun como se realiza. No obstante, Day da una hipotesis que, si

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se verificara, demostraria el caracter necesariamente selectivo y jerarquizador de la percepcion. Segun este psicologo, los cambios electromagneticos producidos por la luz que afecta a los organos receptores transmiten una informacion sobre el estado interno del organismo y de su actividad sobre el media ambiente externo. Si tenemos en cuenta que el principal rasgo de esta estimulacion es la energia, podemos considerar el pro­ceso perceptivo como la recepcion de cambios de energia in­cidentes en las celulas receptoras. Esta energia, al ser transfor­mada en impulsos electricos, debe someterse a un preciso proceso de codificacion para preservar en el sistema nervioso la informacion sobre los sucesos contenidos en los patrones de los estimulos (Day, 1973, p. 33).

Tambien, segun Day, los impulsos electricos considerados como unidades son seleccionados y organizados fisiologica­mente. Las celulas receptoras tienen la funci6n de enviar a las fibras nerviosas impulsos electricos --o transduccion- en for­ma dentada, almacenados, y a un ritmo variable. Espacio de tiempo que esta limitado por el periodo refractario de la fibra nerviosa, la que despues de transmitir un impulso se encuen­tra en un estado electroquimico tal que no puede transmitir ningun 0tro antes de un cierto tiempo minimo del orden de una milesima de segundo (cada fibra nerviosa tiene una capa­cidad de transmision maxima del orden de 800 impulsos por segundo). Esta primera fase, que podriamos calificar como se­lectiva, va seguida de un proceso de organizacion que, al reu­nir todos los impulsos procedentes de los centros locales, crea unidades superiores. En el caso del ojo -cita Day-los prime­ros puntos de reunion, formados por pequeflas agrupaciones de cien a mil fibras, se encuentran inmediatamente detras de la retina antes de ir al nervio optico. Esta suma origina un impulso unico y de esto deducimos que lo que realmente llega al cerebro es un conjunto estructurado de impulsos nerviosos que producen una primera integracion que permite transfor­mar en entero aquello que en un principia era una suma de partes constitutivas.

En todo sistema sensorial se opera un proceso de reduccion y estructuracion y esto lo demuestran los estudios efectuados sobre los mecanismos neurales que fundamenten nuestra experiencia perceptiva. Estos estudios llegan a la conclusion de que el analisis de los datos sensibles se realiza en fases o pasos sucesivos que producen una organizacion jerarquizada de la informacion recibida en los pasos anteriores. En cada uno de estos pasos o interrupciones del proceso, que van desde

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el organa sensible al cerebra, se produce una reduccion de Ia informacion transportada y el mensaje se bace cada vez mas especifico. Y es asi como los diferentes sistemas sensoriales poseen unos receptores perifericos elementales localizados en grupos, superiores en numero a las fibras nerviosas que actuan de transmisores.

El numero de celulas nerviosas se va reduciendo sucesiva­mente: en una primera fase se situan en las zonas perifericas, despues en centros bien localizados, para pasar a una tercera fase par Ia medula a fin de llegar al bloque cerebral que redu­ce la cantidad de mensajes transmitidos par la operacion de integracion. Esta reduccion conlleva el extraer unos caracteres comunes del conjunto de informacion procedente de las in­numerables partes propias del sistema sensorial (Lindsay y Norman, 1976, val. I, p. 115).

Las confirmaciones «parciales», debidamente sintetizadas y organizadas, procedentes de los diferentes sistemas sensoria­les, son nuevamente estructuradas en un conjunto sincretico que comporta necesariamente la percepcion de una forma sen­sible determinante a Ia que se subordinan los demas datos.

Esta forma sensible predominante, asi como las que se le subordinan, pueden pertenecer al mismo sistema sensible, par ejemplo, una imagen visual, perceptivamente estructurada «alrededor>> de un motivo central cobesionador, en un momen­ta concreto, del resto de los datos perceptivos pertinentes. 0 pueden pertenecer a distintos sistemas sensibles, par ejemplo, una frase verbal puede jugar el papel de cosificadora y cobe­sionadora de todas las otras informaciones visuales, tactiles, olfativas, que alternativamente pueden aparecer en el acto concreto de Ia percepcion.

2.5 .3. Los datos determinantes son los que aport an mas informacion

En una unidad de tiempo, la forma determinante es Ia que nos aporta mas cantidad de informacion. Asi debemos in­terpretar nuestra tendencia a subestimar las <<deformaciones» formales con la que se nos proyecta un objeto en Ia retina y par lo tanto, nuestra tendencia aver el objeto segun un deter­minado aspecto, perspectiva, distancia, etc., que consideramos mas caracteristico y por lo tanto, mas informativo.

Herbert Read (1973, cap. II) comentando el experimento del profesor Tboules, de Cambridge, en el que una moneda ligeramente eliptica par Ia posicion desde la que Ia observa-

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mos, es considerada como completamente redonda, califica cl fenomeno de «regresion bacia el objeto real».

Una oportuna observacion de Gombricb (1979, p. 263) pun­tualiza que nose puede calificar de «regresion bacia el objeto real» el fenomeno de subestimacion, ya que tan real es el obje­to vista desde un determinado angulo como desde otro.

La que pasa es que predomina aquella forma que, par de­terminadas cuestiones, deviene mas informativa. Es evidente que una moneda redonda en un plano no procura mas in­formacion que puesta de lado. Igualmente podriamos conside­rar que entre todos los canales sensitivos en accion predomi­na, toma un caracter determinante, el que nos aporta mas cantidad de informacion.

Estas funciones y sus caracteristicas las volveremos a en­contrar en el acto comunicativo integral, en Ia medida en que es un conglomerado de sistemas sensitivos. Los canales o siste­mas sensitivos se atribuiran funciones determinantes o subor­dinadas segun el grado de ambigiiedad que presente el conglo­merado vista en su conjunto. La imprecision de los diferentes sistemas y la similitud en el grado de informacion que aportan sabre temas distintos comportani tambien una constante fluc­tuacion que necesariamente incidira en las interpretaciones sucesivas, propias cada una de elias de una unidad-de tiempo y que dependeran de Ia situacion en que se realiza el acto de comunicacion integral, global.

La informacion determinante es Ia que clara Ia «entona­cion» al acto comunicativo. De manera similar al acto de ajus­tar los instrumentos de una orquesta a una nota facilitada por el oboe o el primer violin para conseguir, gracias a Ia exacti­tud de los instrumentos, Ia coberencia, esta y ellogro del acto de comunicacion dependera de Ia «entonacion general>> de to­dos los lenguajes coparticipantes a traves de los diferentes sistemas sensibles.

Manteniendo Ia misma analogia con Ia emision musical, diremos que Ia desentonacion comunicativa se puede atribuir al becbo de que dos canales informativos aportan informacion diferente emitiendo al mismo tiempo. Aunque esta desentona­cion comunicativa no sea mensurable como ocurre con Ia mu­sica, en Ia que dos frecuencias producen una pulsacion acusti­ca con un ritmo igual a Ia diferencia de aquellas, en Ia comunicacion polisensitiva se crea una ambigiiedad informa­tiva que se debera resolver segun las maximas posibilidades de coberencia. Si esto noes posible, Ia informacion nose pue­de considerar valida. Por el contrario, cuando las informacio-

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nes sensibles son similares, se produce una «resonancia par vibracion simpatica» que da al acto comunicativo una dimen­sion integral mas proxima a nuestro concepto de realidad, aun reforzando la informacion de cada uno de los canales.

La informacion recibida par diferentes canales sensibles puede ser <<Contradictoria», y en este caso entra dentro del terreno de la <<disonancia» perceptiva. El sistema senstitivo determinante, juega, entonces, un papel decisivo al marginar, como no validas, las informaciones que lo contradicen y de este modo, conviene dudar de la informacion aparentemente coherente.

La informacion de ciertos canales sensitivos puede actuar de manera explicitamente <<Ornamental», afladida a la in­formacion principal y determinante. La finalidad decorativa o complementaria de estas informacio'nes mas usual es la de <<appoggiatura)) rococo.

Asi tenemos que la gesticulacion de manos y brazos que acompafla a las expresiones verbales de un conferenciante constituye un lenguaje subordinado al verbal, en funcion ya sea de <<appoggiatura>>, enfasis o simple ornamentacion. Ave­ces, yen un momenta determinante, alguna de estas expresio­nes gestuales puede convertirse en determinante, de modo que todo lo demas, incluyendo la expresion verbal, se le subordine.

F10. 6. Las expresiones verbales, en un mitin nazi, a menudo quedaban subordinadas a las expresiones gestuales y ornamentales.

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Podemos concluir que: - Cuanto mas ambigua es la informacion sincretica, la for­

ma estructurada, interpretada que de ella surge tiene caracter mas determinante y permanente;

- el exceso o escasez en el numero de organizaciones com­porta una fluctuacion constante entre las formas deter­minantes y las casi-formas subordinadas;

-entre toda la informacion sensible organizamos percepti­vamente y en una unidad de tiempo un solo conjunto determinante, de manera que los otros datos sensibles se subordinan a aquel;

- el caracter determinante 0 subordinado y su fluctuante direccionalidad determinante/subordinado, subordina­do/determinante, depende especialmente de los factores si tuacionales.

2.6. DEL ENUNCIADO SINCRETICO AL DISCURSO

Todos los elementos interactivos de una emision expresiva constituyen una <<unidad>>.

Esta unidad expresiva, como conjunto de enunciados parti­culares alcanzados mediante nuestros canales naturales, cons­tituye lo que denominaremos enunciado sincretico y definire­mos a partir de la propuesta de Harris (1951, p. 14) como <<aquella porcion del discurso emitida par una persona, delan­te o despues de la cual hay silencio por parte de esta persona>> .

Dado que proponemos un enunciado de caracter plurisiste­matico, podriamos entender por silencio el conglomerado de pausas significativas en ausencia de los sistemas de significa­cion activos o potencialmente activos de las emisiones prece­dentes 0 posteriores y par oposicion a estas.

Por media del enunciado sincretico se producen unas acciones socialmente determinadas que inciden activamente en las relaciones sociales y provocan cambios entre los agentes en una situacion concreta. Al enunciado sincretico, junto con todos los otros factores que constituyen una situacion comuni­cativa, lo llamamos <<discursa>>.

Vista asi, tambien podemos decir que la extension de un enunciado es indeterminada y de complejidad variable. En­tendemos par enunciado, desde una simple palabra, gesto, imagen bidimensional... a la completa frase gesticulada, visua­lizada, es decir, un conglomerado de aquellos factores comuni­cativos explicitos, combinacion de todos los lenguajes compo­nentes .

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Cuando hacemos referencia a la producci6n y comprensi6n de enunciados sincreticos, evidentemente entendemos que eslos solo pueden conseguir sus objetivos dentro de un acto logrado en la medida que se empleen adecuadamente en una siluaci6n concreta. El enunciado, por si solo, descontextuali­zado o fuera de situaci6n, no es suficiente para suscitar la significaci6n completa, si bien, en tanto factor comunicacio­nal, aporta la «suya» como condici6n necesaria para lograr la efectividad del acto.

Este «aporte de significado» nose opone, como veremos, a la repetida sentencia wittgensteiniana segun la cual el signifi­cado es el uso que se hace: los enunciados son efectivamente empleados en situaciones concretas y puntuales o actos que les infieren una significacion, y si es verdad que un mismo enun­ciado puede significar casas diferentes en la medida en que sea usado en diferentes situaciones comunicativas, esto no impide que el continuo uso de ciertos enunciados o estructuras enun­ciativas en unas determinadas y generalizadas situaciones se correlacione convencionalmente con determinados signifi­cados.

La «cosificacion» socialmente consensuada de estos signifi­cados en los enunciados es necesaria para que estos puedan ser empleados como herramientas intencionales y aptas para la pluralidad de usos situacionales que constituyen los posi­bles aetas de comunicacion.

En este sentido ofrece especial interes el texto de Emilio Lledo, quien, con una concepcion del significado que va mas alia de la simple extension y complicacion del significado, muestra un camino para salir de la inmanencia del signo: « ... un signa inmanente es una contradiccion. Los estudios sa­bre el lenguaje poetico, sobre estilistica y semantica, nos han enseiiado a descubrir en la palabra una aureola de alusividad, que no es mas que el contagia enriquecedor que esa palabra ha sufrido a traves de la dilatada convivencia entre multiples contextos. Esta aureola semantica es, en el fonda, un enrique­cimiento del uniforme y originario esquema del que broto el lenguaje, pero en ella tiene Iugar un singular modo de cosifica­ci6n. Entre el significante y la cosa nose intercala ya un signi­ficado amplio pero neutro, y cuya principal mision es proyec­larnos sobre la cosa, sino que el significado adquiere una solidez determinada en la que se insertan, como datos objeti­vos y no como una mera transparencia relacional, las expe­riencias de la lengua, las intenciones del hablante, los ecos y usos sociales que, tantas veces, enriquecen o empobrecen a las

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palabras, los variados matices que sintetizamos con la expre­sion "vida de la lengua" (E. Lledo, 1970, p. 143).

Por lo tanto, podemos considerar el enunciado sincretico como un conjunto finito y analizable de signos pertenecientes a uno o diversos sistemas sensibles de significacion, unidos por los diferentes medias sintacticos y semanticos, aunque ha­cienda abstraccion de la significacion que puede adquirir por su uso en una situacion concreta.

Esta unidad expresiva o conglomerado de lenguajes que es el enunciado sincretico seria, pues, incompleta si no la consi­deraramos de forma autonoma, desligada de su comporta­miento pragmatico.

Por esta razon nos referiremos a ella como produccion co­municativa y que como tal toma su verdadera amplitud signi­ficativa en el seno de una determinada situacion. En este caso, el enunciado esta determinado por una serie de factores con­textuales, situacionales, que lo significan y lo hacen apto como discurso dentro de un acto comunicativo: el simple enunciado visual de mostrar un trapo rojo al ser enarbolado en una ma­nifestacion politica o al borde de una carretera en la que se efectuan obras deviene altamente condicionado y por lo tanto significado por la funci6n social que ejerce, por el reconoci­miento que suscita entre los diferentes tipos de enunciados posibles que tambien resultarian apropiados y por la variedad de otros posibles rasgos contextuales.

Debemos, pues, tener presente, como dice J. Berrio (1983, pp. 45 y 57) que <dos signos, sea cual fuere su naturaleza origi­naria, solo tienen un valor indicativa (en tanto enunciado, para nosotros) yes su utilizacion en un contexto determinado de acuerdo con unos intereses precisos, lo que le clara su valor definitivo» (como discurso).

De aqui que denominemos «discurso» al enunciado em­pleado dentro de una situacion comunicativa concreta y con la intencion de producir unos efectos, y por lo tanto, adecuada­mente significado. Para llegar a un discurso se realizan actos concretos que se oponen a otros discursos potenciales que se habrian podido realizar con el mismo enunciado. Podemos agregar que el discurso producido en un Iugar determinado y en un momenta determinado es espacial y temporalmente <<unico>>.

Por eso, cuando hablamos de discurso nos referimos a una unidad comunicativa mas compleja, conformada por todos los factores situacionales incidentes en el acto, que se manifiestan en forma simultanea, sucesiva y coherente dentro de una si-

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tuaci6n comunicativa que entrafl.a una intencionalidad ya sea informativa, prescriptiva o valorativa reconocida como tal.

2.7. DEPENDENCIAS ENTRE LOS LENGUAJES DE UN ENUNCIADO

SINCRETICO

Considerar el enunciado sincretico como un conglomerado de lenguajes dentro de un acto de comunicaci6n supone em­plear como determinante ellenguaje que sea situacionalmente mas informativo y subordinar a ei jerarquicamente los otros lenguajes.

El analisis del complejo cuadro de las relaciones que pue­den establecer los diferentes lenguajes que constituyen un enunciado sincretico, ya sea entre los propios lenguajes de un mismo sistema sensible o entre los diferentes sistemas sensi­bles que componen el enunciado, o aun mas, entre un enuncia­do y los otros posibles, requiere introducir previamente el con­cepto de funci6n, y asi, siguiendo a Hjelmslev (1974, p. 40) «acomodar el objeto (enunciado sincretico, para nosotros) a las dependencias mutuas entre las partes para dar cuenta ade­cuada de el».

Asi, a partir del concepto de enunciado sincretico, en tanto estructura unitaria de diversos sistemas sensibles o lenguajes, definiremos un primer nivel de analisis a partir de la descrip­ci6n de esta estructura como objeto, tomando como punto de referenda otros objetos con los que se relaciona, como <<des­cripci6n de un objeto por las dependencias uniformes de otros objetos respecto de ely entre ellos>> (Hjelmslev, 1974, p. 49).

De este modo, el enunciado sometido a analisis solo se debe considerar como el conjunto de relaciones que se establecen entre todas sus partes y los otros objetos de analisis.

AI estudiar este conjunto con mas profundidad, constata­mos que el tejido de dependencias que se forma obedece a una serie de niveles estructurales organizados jerarquicamente. Desde el punto de vista del enunciado sincretico precisamos que este orden jerarquico no lo es como naturaleza de la sus­tancia perceptiva, '' sino en tanto funciones que se establecen entre los componentes como resultado de los objetivos del analisis.

* El termino sustancia se contrapone a! de forma/estructura. En Saussure y Hjelmslev Ia sustancia, en tanto masa vaga e indiferenciada a partir de Ia que se forman los significados mediante Ia funci6n simb6lica, esta determinada negativa­mente respecto de Ia lengua, a! contrario que Ia forma.

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Veamos ahora esa jera~quia bajo las coordenadas definidas por HjeJf!l_slev como proceso y como sistema.

El proceso podria definirse como la jerarquia relacional que se establece entre sus componentes basada en un conjunto de dependencias conjuntivas y coexistentes. Por tanto, la rela­ci6n que se establece entre las partes es del tipo <<tanto ... como>>. AI referirnos a un enunciado sincretico, todos los siste­mas sensibles coparticipantes, sobre la base de sus mutuas dependencias, constituiran un proceso.

Parece (!til establecer una cierta similitud entre el proceso y el enunciado sincretico cuando se habla del gran conglome­rado que es un acto de comunicaci6n: al igual que en un pro­ceso, el enunciado se descompone jerarquicamente en unos enunciados parciales relacionados entre ellos segun las conve­niencias del analisis y en funci6n de los enunciados preceden­tes y posibles.

El enunciado sincretico aplicado al sistema lo definiremos como la jerarquia relacional que se establece entre los compo­nentes del enunciado y los posibles enunciados que constitu­yen el paradigma. Estos enunciados tienen caracter disyuntivo de alternancia, lo cual presupone que la presencia de un enun­ciado entrafl.a la ausencia de los otros. 0 sea, entre los enun­ciados de un sistema existe la relaci6n <<O ... O>>, o correlacion de tipo paradigmatico.

Hablando del enunciado, podriamos decir que el sistema es imprescindible para que exista el proceso, ya que este existe en virtud de la presencia del sistema que lo rige y determina, tal como dice Hjelmslev (1974, p. 62): <<Es inimaginable un proceso - porque seria inexplicable en un sentido absoluto e irrevocable- sin un sistema existente tras el.>>

Sera necesario, pues, considerar cada una de las partes del proceso derivadas en funcion de las correlaciones que con­traen en el plano paradigmatico, o del sistema, donde las han situado los objetivos del analisis.

AI hablar del enunciado tanto como estructura procesual y sistematica como en el plano perceptivo o sem{mtico, nos es licito hablar de relaciones y tener en cuenta que estas deben ser tales que cada elemento primordial (segun los objetivos y analisis) solo puede ser lo que es, en y por su relaci6n con los otros elementos primordiales. Esto nos lleva a considerar la constitucion, elaboraci6n y analisis del enunciado a partir de las posibles relaciones que se establezcan entre este y los dife­rentes sistemas sensibles que lo configuren, y entre estos y los elementos pertinentes que los constituyen.

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De este modo, cada elemento y cada lenguaje se definen por el Iugar que ocupan y por la diferencia que manifiestan y oponen a los otros elementos tanto en el plano del proceso como del sistema.

Si entendemos por <<funcion» <da dependencia que satisface las condiciones del analisiS» y por «funtiVO» «e} objeto de} analisis que tiene funcion con otros objetOS>> (Hjelmslev, 1974, p. 55), seran funtivos los lenguajes empleados para el enuncia­do y los elementos concretos y pertinentes empleados en cada uno de los lenguajes de los cuales habra que analizar o valorar las funciones que contraigan entre ellos y el enunciado sincre­tico y viceversa.

Podemos constatar la existencia de dos tipos de funtivos: funtivo «constante>> (C), aquel cuya presencia es condicion ne­cesaria para la presencia del funtivo con el que tiene una fun­cion, y funtivo «variable>> (V), aquel cuya presencia noes con­dicion necesaria para Ia del funtivo con el que tiene una funcion.

A partir de estas dos clases de funtivos se pueden establecer dependencias que presenten una tipologia formada basica­mente por tres modalidades que, a su vez, se desglosan en dos variantes segun que se resuelva en un proceso o un sistema:

a) Interdependencia: cuando se establece una mutua de­pendencia en que un termino presupone al otro. La funcion Ia contraen dos constantes que en el caso del proceso representa­mos (c <o? c) y en el caso del sistema (c ~c).

b) Determinacion: es una dependencia unilateral, un fun­tivo determina Ia presencia de otro, pero no a Ia inversa. La funcion se establece entre una constante y una variable. Cuan­do se trata de un proceso, representamos (v =>c) o (c <= v); de un sistema (v- c) o (c- v).

c) Combinacion: cuando dos funtivos establecen una de­pendencia pero ninguno presupone al otro. La funcion se es­tablece entre dos variables. En el caso del proceso representa­remos esta relacion (v = v) y en el sistema (v- v).

Estos conceptos ofrecen una ayuda considerable al analisis de un enunciado porque mediante las relaciones de elementos podemos localizar aquellos que son constantes en un acto co­municativo, asi como sus contingentes variables.

Retomando estos conceptos y en un intento de aplicacion practica al enunciado sincretico de un acto de comunicacion -aunque no pretendamos darle un caracter exhaustivo sino simplemente indicativa de Ia propuesta teorica-, tenemos, por ejemplo, que en el caso de un acto oficial de entrega de

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FIG. 7. Un acto comunicativo equivale a un «proceso» de lenguajes copre­sentes dentro de un <<sistema» de oposiciones, las <<partes» y los <<miem­bros>> del cual contraen unas determinadas funciones que dan significado a! acto.

premios a los tres primeros puestos de unos juegos olimpicos internacionales, y considerando este acto como un «proceso>>, podemos hacer las particiones derivadas de primer grado co­rrespondientes a los lenguajes explicitos que constituyen el enunciado.

Conscientemente hacemos abstracci6n del acto de comuni­caci6n en lo que hace a su aspecto de uso en una situaci6n concreta, ya que este sera analizado en la parte del trabajo concerniente a la Pragmatica.

Los enunciados explicitamente visuales o de lenguaje vi­sual (banderas, medallas, paneles informativos) o sonoros (himnos, aplausos) u otros lenguajes hipercodificados como los tactiles (besos, abrazos) o gestuales (posturas corporales ritua­les, saludos) pueden ser considerados como parte de un proce­so y, en tanto que funtivos, su valor dependera de la funci6n que contraigan entre ellos en este acto concreto: hay una fun­cion de «interdependencia>> o dependencia mutua entre los enunciados explicitamente visuales o auditivos. El protocolo de este tipo de actos exige un ceremonial visual del que los espectadores devienen observadores y uno sonoro-musical que

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supone la interpretacion de los himnos nacionales de los pai­ses ganadores, respecto al cual aquellos devienen oyentes.

Diremos que la funcion que contraen los enunciados visua­les (en.v.) y el enunciado sonoro_(en.s.) es de interdependencia, es decir, la de dos constantes:

(en.v.) $> (en.s.)

Esta funcion, se convierte en funtivo constante selecciona­do por los enunciados variables tactil, gestual y posiblemente olfativo que actuan, al menos para nuestros objetivos de amili­sis, como variantes o funtivos combinadas:

(en.v. $> en.s.) <= (en.t. = en.g. = en.o.)

Continuando con el analisis procesual en segundo grado, podemos detallar, entre muchos posibles derivados, las bande­ras. Asi, entre las tres banderas b1, b2, b3 ganadoras de los primeros puestos de la competici6n se establece una funcion de determinacion, ya que b 1 debe actuar como constante. Esto significa que su presencia es necesaria para la presencia del funtivo con el que se tiene funci6n, mientras que esta depen­dencia nose da en el caso inverso, ya que si el segundo Iugar necesita al primero para cumplir su funcion, no ocurre esto a! reves . lgual podemos decir de la funcion que contraen b2 y b3. Esta funcion determinativa se corresponde con su expresion situacional: el centro esta en un Iugar prominente y la derecha e izquierda en un nivel espacial, inferior.

b1 <= b2 <= b3

Si los intereses del amilisis lo requirieran, podriamos valo­rar cada una de las banderas como un nuevo proceso, o sea como funtivos derivados de tercer grado, lo que permitiria, en el caso por ejemplo de b 1 = bandera francesa (f) formada por tres rectangulos cromaticos constitutivos r=rojo, b= blanco y a=azul, que estos se definieran por la funci6n de solidaridad en la que cada funtivo actua de constante, y por lo tanto, la existencia de uno presupone necesariamente la existencia del otro.

btf = (r $> b $> a)

Mientras que .si b2 = bandera de la URSS (r), tendria en el gra do inmediato de sus funtivos derivados, la constante r

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(rojo), y el funtivo variable del simbolo comunista (s), ya que este, en tanto bandera, noes condici6n necesaria para Ia exis­tencia del otro. 0 sea, Ia relaci6n entre los dos seria de deter­minacion:

b2 = (r <= s)

Al mismo tiempo se establece una interdependencia entre los dos funtivos constantes hoz (h) y martillo (m) de simbolo comunista, que constituirian los funtivos derivados de grado inmediato:

s = (h $> m)

Si consideniramos esta bandera con un cielo azul (c) como fondo, tendriamos una funcion de combinacion entre los dos funtivos en tanto variables, ya que uno no presupone a! otro. Por eso, limitandonos al analisis parcial que hemos realizado del enunciado visual que constituye el objeto de analisis (en .v.), podemos defimr el enunciado sincretico que es objeto de analisis (ob) de Ia siguiente manera:

1.er gr. z.o gr. 3 .er gr.

en.v. I blf'

I v {)

b2r· ft I fa {)

~~:~ s ~ m .

o sea, enunciado sincreticos = (h $> m) => r) b1) = c)$> en.s.) <= (en .t. = en.g. = en.o).

Tambien nos podriamos mover en el plano del sistema, para estudiar, por ejemplo, las correlaciones entre los funtivos b 1{ y b2r considerados como miembros, entre otros, de un siste­ma de banderas europeas, en que la presencia de una excluye necesariamente la de las otras que entran en relacion con ella . El tipo de dependencia que se crea sera definido por el contex­to situaciorial en que se produce el acto objeto de observacion . Por ejemplo, podemos hablar de <<complementariedad» cuan­do, despues de una operaci6n militar, se enarbola una bandera del nuevo dominio, en sustitucion de otra bajo cuyo dominio habia estado sometido el pais en cuesti6n:

btf ~ b2r

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Hablaremos de determinacion cuando una de elias actua de variable en funcion de Ia otra como constante: este es el caso de Ia bandera de un pais extranjero cuyo presidente esta en el pais receptor en visita oficial:

b1f- b2r b2r- b1f

segun que sea la variable una u otra de las banderas, y cons­tante Ia del pais anfitrion.

Si se puede colocar indistintamente una u otra bandera o cualquiera del sistema, como ocurriria si el uso fuera pura­mente ornamental, se establece una funcion de combinacion:

b1f- b2r

3

EL ENUNCIADO CON DETERMINANTE VISUAL

3 .1. EL CONCEPTO DE COHERENCIA EN EL ENUNCIADO

Una de las propiedades que ayudan a definir el discurso como entidad consiste en que este puede ser comprendido por el receptor (oyente, espectador) como una unidad congruente. La percepcion de esta globalidad es posible porque las partes que componen el discurso presentan una relacion entre elias. El entretejido de relaciones es tal que Ia comprension de una de las partes presupone necesariamente Ia anterior y Ia expec­tativa de las eventuales posteriores que constituyen el con­texto.

Este concepto de coherencia a que nos referimos no se debe entender exclusivamente como el resultado de relaciones ade­cuadas que se establecen entre las partes constitutivas del enunciado. Mejor digamos que esas relaciones existen precisa­mente porque el discurso es coherente. Son las relaciones in­ternas del discurso, vista en su totalidad pragmatica, las que permiten, basicamente, definir el enunciado como una secuen­cia coherente de signos producida de forma concreta y con intencion comunicativa.

Por lo tanto, Ia coherencia que manifiesta un discurso nola debemos buscar solo a partir de las formas conectivas que contiene la estructura del enunciado, ni considerarla como una caracteristica inmanente de este o de los actores, sino y sabre todo como el resultado de una <<produccion comunicati­va>> de estos agentes competentes mediante un enunciado.

Esta produccion se formalizara en tres niveles simultaneos: Un nivel superficial de produccion en el que se ponen en

uso las formas de cohesion o conectividad intimamente liga­das a su estructura <;intactica. Un segundo nivel, semantico, de orientacion tematica en el que Ia cohesion es de caracter signi­ficativo; y un tercer nivel, pragmatico, en el que Ia funcion comunicativa del discurso se puede definir como un acto so-

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c ia! e intencionado por el cual se crean situaciones dimimicas y mutables que constituyen el verdadero «discurso», por el uso que de el se hace.

Es obvio que las relaciones decisivas entre las partes de un enunciado coherente no se han de justificar exclusivamente por las caracteristicas sint:icticas (verbales, visuales). Estas solo pueden ser consideradas o reconocidas como coherentes si satisfacen ciertas relaciones semimticas. Prueba de esto es el hecho de que enunciados sintacticamente evaluados como co­rrectos y coherentes no son reconocidos como tales semantica­mente, o viceversa, con enunciados <<canonicamente incohe­rentes» se consiguen discursos semanticamente coherentes. Estos dos niveles en realidad no son tan distantes como po­drian parecer. La coherencia sintactica obedece a una cohe­rencia de un nivel mas profunda propio de los mecanismos semanticos.

A su vez, la coherencia semantica depende de los facto­res comunicativos y referenciales intimamente ligados a una situacion comunicativa, tales como nuestro conocimiento em­pirico, el grado de competencia, nuestras disposiciones y pre­suposiciones, asi como las formaciones adicionales implicita­mente introducidas en el proceso comunicativo.

Estos diferentes tipos de relaciones a que nos referimos pueden agruparse, segun Van Dijk (1980 b, p. 25) en tres gran­des bloques:

a) la coherencia lineal, que podriamos definir en el plano de la produccion de enunciados, con los terminos propios de las relaciones sintactico-semanticas entre las partes individua­les de un enunciado;

b) la coherenda global, que caracteriza el enunciado como un «todo» jerarquizado y pluridimensional;

c) la coherencia pragmatica que no resulta definida por las partes constituyentes: palabras, oraciones, imagenes ... y sus relaciones, sino por los actos comunicativos conseguidos me­diante la emision de un enunciado en una situacion comunica­tiva adecuada y que constituye el discurso en si.

Antes de analizar estos tres niveles convendria hacer una precision: el analisis de los enunciados sincreticos exigiria que estudiasemos todos los tipos de enunciados que nos permite captar nuestro entorno en unidades significativas. No obstan­te, consideremos que la complejidad de una empresa de este tipo requiere que concentremos nuestra atencion en aquellos discursos en que el enunciado visual es determinante o in­terdependiente con los otros enunciados coparticipantes. Esta

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preferente aproximacion a los enunciados visuales no presupo­ne olvidar su cuadro de dependencias respecto a los otros sis­temas sensoriales, sino simplemente limitarnos a aquellos dis­cursos en que estos otros sistemas contraen funciones como variables con la constante visual.

3.1.1. La coherencia lineal en el plano sintactico-semantico

Entender la lectura de un enunciado visual como una se­cuencia lineal de elementos o microestructuras visuales perti­nentes, para deducir de ellos posteriormente una estructura global o macroestructura, supone considerar estas microes­tructuras visuales en cuestion no como valores autonomos sino como nociones relativas a otras estructuras, visuales o no, que les daran una funcion coherente y concreta. Por lo tanto, hay que ver las microestructuras visuales en su dependencia textual, es decir, en tanto funtivos que contraen una determi­nada funcion en el interior de la secuencia y por la cual devie­nen coherentes. Es necesario entonces que las estructuras vi­suales que conforman un enunciado se «conecten» de una u otra manera para que puedan ser interpretadas en su globali­dad textual.

Es evidente que, en el plano especificamente sintactico, se pueden emplear unos determinados factores de conexion para conseguir una secuencia coherente, o a! menos para poner de manifiesto su coherencia. Entre estos factores especificamente conectivos destacan aquellos que -ajustandose a las llamadas «!eyes de la Forma, provocan en nosotros organizaciones per­ceptivas globales (D. Katz, 1967, pp . 22 y 55).

De este modo, la unidad, en un nivel perceptivo, se produce gracias a unos criterios generales de continuidad ode proximi­dad en la emision de los estimulos que nos permite tener cons­ciencia de un principia y de un final relativo a un contexto general. Tambien podriamos calificar de manifestacion de esta unidad perceptiva la similitud de los elementos que in­tegran el procedimiento empleado para emitir los estimulos, o la similitud de estos. La identidad continuada del emisor tam­bien permitiria tener consciencia de este bloque unitario que clara Iugar a significar, como enunciado, unos determinados estimulos.

Claro esta que esta coherencia sintactica no se puede atri­buir exclusivamente a factores perceptivos desvinculados de las funciones semanticas que contraen. Hacer referenda a los objetos sintacticos y a sus conexiones supone referirse a las

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FIG. 8. La coherencia sintactica de Ia obra cinetica Rotaci6n e interacci6n de vacio:s sabre un vacio, 1973 (Gran Enciclopedia Catalana: Pericot, Jor­di), se fundamenta en criterios perceptivos propios de Ia Psicologia de Ia Forma.

funciones semanticas subyacentes . Es mas, podriamos decir que la efectividad de los conectivos sintacticos queda minimi­zada cuando introducimos la variable semantica que necesa­riamente entraiia un acto perceptivo, y posiblemente anulada si consideramos, como veremos mas adelante, su coherencia significativa como consecuencia de su uso social.

Es decir, la conexi6n entre las imagenes de un enunciado no depende de las caracteristicas de los estimulos, ni tampoco de la presencia de conectivos visuales explicitos, sino de la relaci6n que podemos establecer entre los hechos denotados por las imagenes.

Las imagenes seran coherentes y comprensibles siempre

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que denoten referentes identicos o similares que permitan co­nectar las imagenes como elementos de un mismo conjunto o modelo general referencial.

Si se trata de una serie de imagenes se podria argumentar que siempre existe la posibilidad de establecer una conexi6n entre elias, y si presentan un elevado grado de polisemia o ambigiiedad, podriamos situarlas dentro de una determinada clase en la que se evidencien aquellos aspectos semanticos comunes que dan coherencia a tal sucesi6n.

Dados los elementos a, b, c, d, estos forman una secuencia incoherente y por lo tanto incomprensible si los consideramos pertenecientes a conjuntos diferentes.

a b

c d FIG . 9.

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110 JORDI PERICOT

A pesar de los factores conectivos que comporta la secuen­cia : serie lineal de vifietas, similitud en el procedimiento gnifi­co, secuencialidad lineal de orden alfabetico, estos no permi­ten una lectura coherente si no los incluimos todos dentro de un conjunto o modelo referendal general que permita dar si­militud a los campos semimticos de a, b, c y d. Este podria ser el conjunto <<Moda juvenil» (M), cuyos elementos denotan aspectos similares en las costumbres y usos.

La exposicion de a seguida secuencialmente deb, c y d sera coherente siempre que el emisor y el receptor consideren a, b, c, d como elementos del mismo conjunto referencial M . M actua de constante, ya que su presencia es condicion nece­saria para la presencia de los funtivos a, b, c, d con los que tiene funcion. La presencia de a, b, c, d noes condicion necesa­ria para la presencia del funtivo M con el que tienen funcion.

M <= (a = b = c = d)

Este ejemplo demuestra que el grado de coherencia lineal que damos a las imagenes particulares de un enunciado de­pende de las relaciones semanticas que establecemos entre elias como elementos de una misma clase, es decir, de la posi­bilidad de extraer entidades referenciales comunes que nos posibiliten integrarlas en una misma clase o conjunto.

En la practica, estas posibilidades se ven restringidas por el propio contexto y por la competencia del receptor, quien eliminara determinados conjuntos o modelos referenciales por ilogicos, absurdos, imposibles o improcedentes dentro de la situacion concreta en que se encuentra. Por las mismas razo­nes, solo considerara aquellos posibles conjuntos que se ade­cuen a la situacion y decidira que relaciones entre entidades son coherentes y significativas, es decir esenciales respecto al modelo referendal general considerado pertinente.

3.1.1.1. La imagen referencial y el hecho. La entidad referen­cial que es asignada a una proposicion constituye lo que Van Dijk (1980 b, p . 27) llama un «hecho>>. Igualmente en el caso de la imagen referencial podemos hablar de <<hecho» si considera­mos a esta en tanto nucleo semantico de unos artificios visua­les que mediante relaciones modales se pone en relacion con determinados niveles de comunicacion, yen el <<hecho» la enti­dad referencial queda denotada por la imagen proposicional. ''

* Segun Russell (1940) Ia proposicion es « Ia clase de todas las sentencias que

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Debemos, pues, precisar nuestro concepto de <<hecho >> , ya que esta nocion, a lo largo de la historia del pensamiento, ha estado empleada de muy diversas formas y a menudo sin una gran precision conceptual, por lo que la interpretacion de su sentido es algo conflictivo.

Normalmente se entiende por <<hecho>> algo que ha tenido Iugar realmente, que se ha cumplido, algo cuya realidad, pre­sente o pasada, nose puede negar. Diferenciamos, por lo tanto, el <<hecho>> de la «idea de hecho>>, cosa que da inicio a oposicio­nes binarias como hecho/ilusion o hecho/apariencia. Asi, a un mundo de apariencias e ilusiones donde solo entran opiniones, se opone el mundo de los hechos en que rige el principio de lo que es real.

Dentro de una concepcion positivista clasica, los hechos son los unicos objetos que como realidades <<positivas>> son termino de conocimiento. En nuestro caso, la nocion de <<he­cho» incluye todo aquello que es posible como resultado de una accion interpretativa y constructiva de la realidad. En­tendemos que es un <<hecho» aquello que se da al hombre en tanto ser natural y que ei necesariamente interpreta segun modelos sociales e historicos. Los hechos, para nosotros, perte­necen a un mundo posible construido por el hombre inteligen­te e imaginativo, como por ejemplo, el de los conceptos del entendimiento, y son mas o menos independientes de las fun­ciones sociales con las que se relacionan. En tanto entidades referenciales, los hechos denotados por imagenes proposicio­nales no se supeditan a ninguna correspondencia analogica con el mundo real. La imagen proposicional sera aceptable en la medida en que suponga la idea de hecho <<posible>> en el conjunto del mundo al que hace referenda, ya sea este el mun­do real, el onirico, el deseable, el imaginario ... Es decir, un hecho sera aceptable si se integra coherentemente con el mun­do posible de referenda, de lo contrario sera inaceptable.

Los hechos correspondientes a un recorrido secuencial de imagenes proposicionales seran interpretados como aceptable­mente coherentes en un determinado mundo de referenda si denotan una cierta similitud. Esta similitud existira en la me­dida que los interpretemos u orientemos desde una determina-

poseen Ia misma significacion que una sentencia dada» . Esta definicion se puede complementar con Ia dada por Wittgenstein para quien Ia proposicion es Ia descrip· cion de un hecho o Ia «presentacion de Ia existencia de hechos atomicos». Para estc filosofo los hechos son «hechos atomicos» y cada cosa es parte constitutiva de un hecho at6mico. Asi, el mundo es <da totalidad de los hechos , no de las cosas» .

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da perspectiva general que constituye el <<marco proposicional general» de todos los hechos. Este marco general sera pues aquel conjunto, presunto o verificado, que contiene todos los hechos como elementos de un acto de comunicacion y donde los actores de este lo~ conectan coherentemente por sus pro­piedades similares.

Este marco general puede ser considerado en diferentes niveles:

Un nivel amplio constituido por la cultura en general a la que pertenecen tanto el productor como el receptor del enun­ciado. Este nivel constituye el <<marco general de conocimiento del mundo» que posibilita la comunicacion entre los miem­bros de una misma cultura al permitir otorgar unas entidades referenciales similares a los diferentes elementos que compo­nen el enunciado.

En un segundo nivel mas particular y concreto, la similitud de los hechos responde a una cuestion que nosotros formula­mas previamente y que responde ala situacion concreta. Con­secuentemente la coherencia de los hechos esta determinada por nuestro grado de competencia especifica, es decir, por lo que sabemos de eso y por las necesidades que tal conocimiento genera. Este segundo nivel constituye el <<marco proposicional comunica ti vo ».

Un tercer nivel, aun mas restringido, es el que constituye el marco proposicional mas especifico del <<tema», entendido como entidad unitaria a la que se hace referenda en una co­municacion concreta.

Asi, un marco comunicativo incluye posibles diferentes te­mas y un marco general de conocimiento del mundo incluye diferentes posibles marcos comunicativos.

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Se puede dar el caso de que en el enunciado no aparezca explicitado el conjunto de elementos que conforman el marco comunicativo, y por lo tanto constituya un conjunto vacio o conjuntos diferentes para el destinador y el destinatario.

En este supuesto, el acto carecera de tema y la comunica­cion no podra establecerse. Posiblemente el tema se ira forma­lizando en el transcurso del acto, dialogo, film, conferencia. La emision y recepcion de expresiones que por falta de un conoci­miento explicito del marco comunicativo quedan reducidas a un simple <<traspaso>> de elementos facticos incoherentes que responden a unas hipotesis-tema, progresivamente yen la me­dida que avanza el traspaso informativo, pueden permitir la progresiva verificacion de una de las hipotesis-tema y adquirir un determinado grado de coherencia.

El marco proposicional puede considerarse implicito, aun­que no vacio, en los casos en que se presupone con evidencia su formacion o en los que las proposiciones que lo forman se hayan expresado antes en el discurso. Este conocimiento pre­via del conjunto proposicional puede tener su origen en el natural fenomeno de isometria cultural, es decir, por referirse a individuos con un conocimiento contextual de otras clases, como, por ejemplo, de las mismas estructuras lingiiisticas, los mismos campos perceptivos, vivencias similares, etc. Esta si­tuacion queda bien reflejada en un intercambio cotidiano de informacion, especialmente al comienzo de una conversacion en la que nose ha explicitado contextual o situacionalmente el tema, o bien este mantiene cierta ambigiiedad. Las dificulta­des de coherencia conversacional, evidentes al comienzo, se intentan superar con expresiones gestuales, imagenes, frases introductorias, cuya funcion es la de indicar el tema de con­versacion para que los actores se situen en su interior y se establezca un intercambio conversacional o una informacion coherente.

3.1.1.2. El cambia de tema. Una vez introducidos los ele­mentos que definen el marco proposicional, y dentro de este marco de coherencia y sentido, es posible que el acto comuni­cativo requiera un cambio de tema.

El cambio de tema requiere, al menos formalmente, la po­sibilidad de interseccionar las dos extensiones proposicionales determinadas por los dos temas: el tema <<saliente» debe tener elementos comunes con el tema <<entrante» que le permita a este el acceso.

Esta interseccion puede estar formalmente explicita o con-

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textualmente implicita: en ambos casos la sintaxis de las se­cuencias debe reflejar las condiciones necesarias para que pue­da ser interpretada coherentemente.

En este sentido se puede hablar de la existencia de una estructura activa propia del tema «saliente» que refleja las condiciones necesarias y proyectables para la coherencia del discurso, y de una estructura pasiva o <<entrante» que recibe la proyecci6n de estas condiciones.

Si esta relaci6n intersectiva se explicita, habra que consi­derar la existencia de un nuevo conectivo, cuya funci6n es la de formalizar de manera evidente los elementos comunes en­tre las estructuras «saliente/entrante». Estos conectivos nece­sariamente se situan o formalizan entre imagenes proposicio­nales subsiguientes en un discurso. No tendria sentido que aparecieran en proposiciones aisladas o iniciales.

Es evidente que la conexi6n sintactica de estructuras es util para potenciar la coherencia y comprensi6n de una ima­gen proposicional, si bien podemos anadir que esta no es con­dici6n suficiente. Tampoco es garantia de coherencia o acepta­bilidad la relaci6n entre los significados de los objetos. Por el contrario, la conexi6n no exige siempre conectivos explicitos. Hay secuencias conectadas sin que esten unidas por un conec­tivo. La simple sucesi6n temporal establece una relaci6n se­mantica que transforma el texto en coherente.

Diremos que cuando se nos presentan dos hechos consecu­tivos diferentes estableceremos una relaci6n causal entre uno y el otro, es decir, pensaremos que el primero es causa del siguiente, siempre que el primer hecho sea condici6n necesa­ria y suficiente del otro.

De todos los tipos de relaci6n que podemos establecer entre los hechos, la «causal» es una de las de mas facil comprensi6n y a tal extremo, que podemos decir de ella que se entiende de manera casi «intuitiva».

Esta relaci6n supone que el primer hecho se presente o sea interpretado como «Causa» del segundo, que es su consecuen­cia. Entre el hecho causante y el causado se establecen unos vinculos tan estrechos que uno presupone el otro con caracter necesario.

Bajo ciertas circunstancias, un hecho causante presupone que el otro hecho sea considerado causado o que el primero sea considerado condici6n necesaria del segundo. A partir de esta presunci6n de relaci6n causal!condicional entre los he­chos podemos entender dos imagenes en que la primera se convierte en causa o condici6n de la segunda (fig. 10).

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fiG . 10. Los vinculos causales que les atribuimos a estas dos fotografias nos permiten una interpretacion secuencialmente coherente .

Las relaciones causales/condicionales que se establecen en­tre dos o mas hechos, si bien se originan casi necesariamente, pueden presentar grados de intensidad muy diversos, incluso debiles o aparentemente inexistentes .

Una falta total de relaci6n es, sin embargo, poco probable, ya que siempre, y sobre todo en imagenes proposicionales, tendemos a buscar un mundo posible que englobe los dos he­chos y permita establecer los vinculos causante/causado para que los hechos se relacionen de forma concebible.

Los diferentes grados de intensidad en la relaci6n entre los hechos pueden ser, segun Van Dijk (1980, p. 29), de tres tipos: <<necesario», <<posible» y <<probable», segun que sean semanti­camente mas o menos coherentes (fig. 11).

Las imagenes proposicionales alb y c/n son necesarias o posibles respecto del hecho condicionado representado en las primeras imagenes. Mientras que en xly el he~o subsiguiente para la segunda imagen no parece probable ni posible salvo que imaginemos otro mundo posible donde estos hechos sean coherentes .

Cuando la conexi6n semantica no se deduce de las mismas proposiciones segun nuestro conocimiento del mundo, o cuan­do nuestro conocimiento del mundo no nos permite deducir la conexi6n entre dos imagenes proposicionales, o bien esta co­nectividad resulta ambigua, hay que servirse explicitamente de conectivos entre proposiciones o imagenes proposicionales que denoten hechos relacionados condicionalmente. Asi, la identidad estara marcada por colores, estructuras, objetos u otros elementos determinativos que indiquen que el referente

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b

X y

FIG. 11.

ya ha estado introducido en el discurso o que ya se conoce en el contexto (fig. 12).

Si no se cumplen las condiciones causales, en virtud de las cuales el primer hecho noes interpretado como causa del se-

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FIG . 12. Dos imagenes, aparentemente sin relaci6n, se conectan por Ia presencia, en cada una de elias, de un mismo elemento - aqui verbal­que actua de conector.

gundo, que es su consecuencia, las secuencias son inacepta­bles, ya sea porque el primer hecho noes causa suficiente del otro:

FIG. 13.

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IIH JORDI PERICOT

o porque, aunque uno sea causa suficiente del otro, nose satis­laccn ciertas condiciones de ordenacion temporal:

FIG. 14. A pesar de que el primer hecho sea causa del segundo, el in­cumplimiento de ciertas condiciones temporales anula su coherencia lineal.

Constatemos que, a pesar de Ia independencia de los dos hechos y las correspondientes dificultades para establecer una relacion o coherencia, nuestra natural e intuitiva tendencia es Ia de buscar un mundo posible donde se pudiera establecer una relacion condicional. En realidad, mas que hablar de una conexion o vinculo entre dos imagenes proposicionales, po­driamos decir que estas se conectan mediante una tercera pro­posicion implicita que especifica Ia condicion comun que equivale a aquel mundo posible donde tienen cabida los dos o mas hechos expresados secuencialmente.

Esta situacion de dos hechos en un mundo posible para ellos solo se podra realizar dentro de los limites marcados por el contexto y · Ia situacion comunicativa a que pertenece el enunciado. El enunciado y su contexto deben indicar el tema y Ia situacion debe admitir este tema como aceptable.

Esta aceptacion del mundo posible marcara, en ultima ins­tancia, los limites de Ia coherencia, es decir, que unas image­nes secuenciales que denoten unos hechos solo seran acepta­bles en el caso que tengan Iugar en un mundo posible. Esta relacion de los hechos, como elementos del conjunto que cons­tituye el mundo posible, sera condicion necesaria para su co­hcrencia (fig. 15).

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FIG. 15. La dificultad de introducir estos hechos en un mismo mundo posible, y Ia evidencia «real>> de ambos, son Ia base de este chiste.

Dejando aparte Ia ubicacion de estos dos hechos en un unico mundo posible del absurdo, diremos que entre los dos hechos no se puede establecer una relacion razonable en Ia que el conocimiento de uno denote logicamente Ia accion o conocimiento del otro.

Por el contrario:

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el consiguiente denota un hecho que de alguna manera es con­secuencia l6gica del hecho mostrado por el antecedente.

Y en las imagenes secuenciales:

FIG. 17.

el primer hecho no es raz6n necesaria para Ia realizaci6n del segundo. La falta de compatibilidad hace que interpretc..nus estos dos hechos como incoherentes. Con Van Dijk diremos que «<a ocurrencia de uno excluye Ia ocurrencia de otro en una situaci6n dada>>.

Estos dos hechos pueden hacerse coherentes si Ia situaci6n en que se produce Ia exposici6n visual de las vifletas permite situarlos en el interior de un mundo posible que los transfor­me en elementos del mismo conjunto, por ejemplo, el mundo posible propio de los enfermos mentales, del absurdo.

Entre dos hechos unidos con una relaci6n condicional, Ia coherencia Ia marcara esencialmente el contexto y Ia compe­tencia de los actores que defininin el mundo posible del que nos ocuparemos en el apartado referente a Ia pragmatica del discurso.

No obstante, en el nivel semantico, cuando Ia relaci6n con­dicional entre dos hechos, dos estados, o dos hechos-acci6n es ambigua o dificil de establecer, es el propio enunciado el que debe denotar hechos condicionalmente relacionados. Asi, dos imagenes proposicionales que denoten hechos independienes pueden convertirse -aunque no necesariamente- en coheren­tes gracias a marcas orientativas -como una flecha o un cir­culo- del propio enunciado visual (fig. 18).

Los vinculos que se establecen entre dos o mas hechos y que dan coherencia al enunciado pueden tambiens derivarse · de Ia relaci6n <<motivo/acci6n>> existente entre ellos en el mar­co de un determinado mundo posible. En este caso, el primer hecho es motivo o condici6n que determina una acci6n de los

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FIG. 18. El circulo y Ia flecha, como marca orientativa, permite estable­cer un vinculo de coherencia entre estas dos imagenes. (R. Barthes, en 1928 y en 1975).

actores. La coherencia semantica dependeni de que las moti­vaciones y sus acciones consecuentes se den en un marco posi­ble (fig. 19).

Igual que en Ia relaci6n causante/causado, estos vinculos se manifestaran en diferentes grados, de modo que el tipo de relaci6n necesaria, posible y probable clara a! texto una mayor o menor coherencia.

Estos tipos de relaci6n condicional entre hechos son mas

a b

FIG . 19. La coherencia semantica entre estas dos imagenes tiene su origen en Ia relaci6n que establecemos entre el hecho a y Ia acci6n b, a! conside­rar que existe un mundo posible o imaginario en el que Ia acci6n b viene determinada por el hecho a.

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propios de exposiciones secuenciales de imagenes. Asimismo, y teniendo en cuenta lo dicho con referencia al recorrido percep­tivo de los rasgos pertinentes de una imagen global, tambien lo podemos aplicar a imagenes «representativas>> en las que la totalidad de la informacion se expone simultaneamente. Asi, al observar un cuadro, la coherencia global de esta obra de­pendera del hecho de que los tipos de relacion que se establez­can entre los rasgos pertinentes :Sean calificados de posibles, probables o necesarios, en un mundo posible (fig. 20).

Se puede decir que las relaciones condicionales entre he­chos se establecen con mucha facilidad. Podemos presumir de que aparezca una coherencia entre hechos simplemente por­que aparezca uno seguidamente despues de otro, o los dos en la misma superficie visual. La tecnica <<generadora de poesia>> proclamada por el surrealista Max Ernst (Cahiers d'Arts, nu­mero especial, Paris, 1936) se basa en esta predisposicion que tenemos para relacionar dos hechos contiguos concomitantes aunque incoherentes en nuestro mundo posible, y con la vo­luntad de que el texto no denote hechos orientativos de un mundo posible que les diera un cierto grado de coherencia.

F1c. 20. Las diferentes situaciones que nos muestra P. Brueghel en fuego de niiios nos obligan a hacer un recorrido perceptivo de relaciones posibles y probables que daran coherencia global a Ia obra.

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Colocando dos objetos en funciones aparentemente no rela­cionables en nuestro mundo, nos esforzamos en situarlos en un mundo probable, imaginario, onirico, donde adquiriran cohe­rencia. En este sentido, la poesia surrealista es coherente en un mundo posible.

Ademas del tipo de relacion condicional por causante/cau­sado, motivo/accion, podriamos seflalar otros tipos como por ejemplo situacion/suceso, situacion/accion o estado/estado.

De todas formas y en todos los casos el primer hecho repre­senta una situacion posible o probable para el cumplimiento del segundo.

3 .1.2. La coherencia global

Cuando observamos semanticamente un enunciado, lo pri­mero que constatamos es que las diferentes expresiones que han sido emitidas son interpretadas globalmente como un «todo>> . Tomar consciencia de esta totalidad supone tener la capacidad de interpretar sus partes constituyentes (imagenes proposicionales, frases, expresiones de otro orden), las cuales, si resultan coherentes, constituyen un «texto>>.

Esta coherencia sintactico-semantica no puede limitarse a su sentido lineal, sino que se la debe entender en un nivel mas amplio que permita extraersele un sentido global o superes­tructura que la totalice.

Volviendo a los limites del enunciado, diremos tambien que para que este sea coherente debe posibilitar la construe­cion de una estructura englobadora en el plano semantico que, gracias al aporte pragmatico, derive del sentido de las imagc­nes proposicionales, frases y otros sistemas de significaci6n. Y lo mismo podemos decir del texto en tanto conjunto de cnun­ciados. Es necesaria una superestructura para su cohcrcnc ia global. Antes de adelantar en el estudio de estas cs lruc turas globales, debemos precisar el concepto de « tex tO >>. E l hcc ho de que este no haya estado definido de ma ncra genc ra lmcn te aceptada nos permitira darle una defini c i6n pe rsona l, de acuerdo con nuestros intereses, aunque indudab kmente es ta nueva concepcion del termino no benefi c ia ra Ia si n tcs is gene­ral de los distintos intentos por carac terizar, de limitar o de ter­minar el concepto. Sintesis que ahora no intcntarcmos , dada la extension que requeriria este intento, que por o tra parte cae fuera de los obietivos de este trabajo.

Partiendo de la amplia definicion de Kallmeyer que carac­teriza el texto como «totalidad de seflales comunicativas que

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aparecen en una interaccion comunicativa» (citado por Th. Lewandoski , 1982, p. 354), podriamos decir que este es el con­junto unitario de enunciados de diferentes ordenes que consti­tuyen un macroenunciado o sucesion coherente de enunciados intencionados, unidos entre ellos con fines comunicativos, o, como dice Petofi (1972, p. 31), «una sucesion de manifestacio­nes del mismo objeto de comunicacion, aunque en diferentes situaciones>> que corresponde necesariamente a un contexto comunicativo.

El texto, en tanto participacion de diversos sistemas de significacion y con predominio del visual, debeni ser conside­rado como un conjunto coherente y ordenado de propuestas tematicas e informativas que veremos mas adelante dentro de Ia articulacion tema/rema.

3 .1.2 .1 . La globalidad tematica. De manera analog a al proce­so perceptivo, en que Ia informacion pertinente sigue un pro­ceso reductivo hasta formalizarse en una determinada percep­cion coherente y adecuada a los intereses del ser perceptor y a Ia situacion, en Ia semantica del texto Ia cantidad de informa­cion que nos llega para ser procesada requiere un tratamiento reductivo y organizador que vaya englobando las informacio­nes pertinentes en una informacion mas simple. Este proceso reductivo y organizador , en el plano semantico, presupone Ia construccion progresiva de estructuras significativas y cohe­rentes, y de sus propiedades y relaciones mediante unas reglas reductoras que introducimos en el analisis del texto con deter­minante visual.

Por lo tanto, para poder analizar un texto con determinan­te visual habra que, en primer termino, identificar el tipo de relacion existente entre las imagenes proposicionales como un todo. Analizar de que manera estas proposiciones se vinculan, y mas concretamente, cuales son las reglas que permiten esta progresiva sintesis semantica hasta llegar al tema general que clara coherencia a los enunciados como texto.

Hay que tener en cuenta que Ia coherencia proposicional es referendal , y por lo tanto las proposiciones se relacionaran en Ia medida en que los hechos que denotan esten relacionados . En este sentido, y en una primera aproximacion, habra que considerar estos hechos independientemente de criterios prag­maticos, aunque intentando ver los vinculos que los unen. Pri­mero analizaremos el concepto de «correferencia>> como vincu­lo fundamental existente entre los hechos que denotan las imagenes proposicionales .

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3 .1.2.2 . La correferencia de hechos. Hay correferencia cuan­do dos 0 mas imagenes proposicionales situadas en lugares diferentes del recorrido perceptivo-visual se refieren a hechos similares. Para ello es necesario que estos hechos sean compa­rables, es decir, intencionalmente <<similares>>. Esta com para­cion supone un conjunto de elementos, parte de los cuales es portadora de identidad y los otros de diferencia . La igualdad es Ia que permite relacionar los hechos, establecer interseccio­nes entre los dos conjuntos: Ia mayor o menor amplitud de esta interseccion denotara hechos de mayor o menor identidad hasta Ia casi diferencia total entre ellos . En este ultimo caso, el reconocimiento de Ia relacion entre los dos hechos se produci­ra en una situacion determinada, casi imposible de establecer. La similitud a Ia que nos referimos puede provenir de ciertas igualdades referenciales, de determinadas conexiones entre participantes, o de ciertos elementos del plano de Ia expresion que <<obligan>> a los participantes a relacionarse en sus accio­nes subsiguientes, a pesar de su independencia, diferencia o distanciamiento en Ia secuencia perceptivo-visual.

Para que haya coherencia global es necesario que Ia cohe­rencia involucre Ia identidad de los participantes para que el enunciado permanezca conectado por similitud a unos refe­rentes, que le dan lo que Van Dijk (1980, p. 33) llama <<conti­nuidad de focus>> u orientacion comun e igual a pesar de Ia independencia y las diferencias sintactico-semanticas de los elementos constituyentes . Gracias a esta continuidad de focus los participantes se mantienen conectados y son interpre tados como pertenecientes a Ia misma cosa o persona , a pesar de los cambios perceptivos que se puedan producir entre los partici­pantes de los hechos, o que de ellos se prediquen prop icdades o relaciones diferentes. Ejemplo de es to podrfa scr Ia tccnica del <<flash back>>, en que un fragmento de acc i6n << pasada>> se inserta en una accion presente, o el futuro en el prcscntc como seria el caso del <<flash forward>>, donde a menudo cl pcrsonaje­tema aparece en dos edades distantes y es intcrprc tado por actores diferentes, pero entendemos que se Lra ta de Ia « mis­ma >> persona.

Esta correferencia de hechos se hace posibl e porque los elementos propios de Ia identidad (I) o personalidad del perso naje en cuestion son comunes a los elementos A y B que cons­tituyen respectivamente el individuo joven y el individuo viejo:

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Considerando estos tres conjuntos de elementos como fun­tivos de un proceso, tenemos que entre los elementos identicos {/) y los elementos diferentes (A) y (B) se establece una funcion determinativa en Ia que los primeros actuan de constantes y los diferentes de variables. Esta doble funcion que contraen los elementos comunes comporta Ia nueva funcion de interde­pendencia entre los elementos diferentes que hace comprensi­ble e informativa Ia correferencia de hechos:

/'\ A B

La correferencia entre los diferentes participantes, perso­nas o casas, tambien se puede establecer cuando nos referimos a propiedades de uno de ellos especificando que el otro partici­pante tambien actua con identicas o similares propiedades. En este caso se exponen las propiedades o relaciones (I) de un participante, poniendo en evidencia que las propiedades del otro participante son identicas o similares.

Este «transvasamiento» de propiedades puede ser explica­do mediante una marca orientativa o bien aparece implicito en el contexto o situacion. En ambos casas se trata de provo­car que unas propiedades del primer participante sean leidas como interseccion entre las de los dos participantes: es decir, a partir de una funcion determinativa entre A<= I, se trata de provocar por Ia introduccion de otros enunciados no necesa­riamente pertenecientes a! mismo sistema sensible, Ia otra funcion derivada de determinacion entre B <= I, de modo que A y B contraigan Ia funcion de interdependencia A~ B.

SERVIRSE DE LA IMAGEN 127

Otra consideracion a tener en cuenta es que si bien Ia iden­tidad conceptual y referendal es necesaria para poder estable­cer una relacion entre dos hechos, esta identidad no supone necesariamente que el individuo pertenezca al mismo mundo posible, sino que el puede pertenecer a mundos posibles dife­rentes como es el caso de un individuo en dos epocas de su vida nino/viejo que constituyen una imagen secuencial. Un mundo «real» y un mundo «pasado» en los que actua Ia misma personalidad aunque aparezcan dos actores diferentes, en don­de uno es la «contrapartida» del otro en los mundos respecti­vos. Esta conexion entre dos mundos posibles diferentes esta impulsada por la coherencia lineal basada en Ia identidad de ambos participantes.

En el caso en que en el transcurso del texto cambien las referencias, por ejemplo, que se pase de un mundo real presen­te a un mundo pasado, Ia coherencia del texto solo se podra mantener en el supuesto de que las circunstancias o condicio­nes particulares adecuadas y anteriormente analizadas sean atribuibles al transvasamiento del mundo posible.

Si no ocurren estas circunstancias, que permiten pasar co­herentemente de un mundo posible a otro, se deberan indicar explicitamente las expresiones de transvasamiento o «marcas orientativas» como hemos definido a los elementos cohesiona­dores y vehiculadores adecuados para dar continuidad a los dos mundos posibles. Asi, por ejemplo, en el plano visual po­demos hacer referencia a la <<burbuja grafica>>:

Ftc. 21.

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FIG. 22. El fundido (recurso cinematognHico que consiste en hacer apare­cer y desaparecer gradualmente dos imagenes de Ia pantalla), como expre­si6n de transvasamiento, permite poner en relaci6n dos hechos aparente­mente independientes (La diligencia, de John Ford).

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La burbuja gnlfica permite ser definida como marca orien­tativa de « transvasamiento» ya que posibilita conectar, el mundo real con el imaginario. Tambien formas cinematognifi­cas como el fundido, el flou, el encadenado son elementos de cohesion entre diferentes situaciones temporales o de Iugar que hacen referencia a mundos posibles diferentes (fig. 22).

Podemos concluir diciendo que la coherencia puede ser motivada por la identidad situacional, temporal y/o de Iugar. La identidad situacional permitira la introducci6n de elemen­tos diferentes e independientes, que se pueden procesar com­parativamente y por lo tanto relacionar dando coherencia al texto.

En sintesis, digamos que para que haya coherencia en un texto es necesario que se establezcan ciertos tipos de relacio­nes entre los <<hechos» y los «mundos posibles» en que se pro­ducen estos hechos.

3.2. DEL TEMA AL REMA: LA FOCALIZACION

Las imagenes diferenciales se relacionan por la conexi<)n que presentan los hechos. Estos, como hemos dicho, pueden pertenecer a situaciones diferentes, sean temporales o de Iu­gar, y asimismo se pueden establecer entre ellos vinculos que dan adecuada coherencia a las imagenes proposicionales. De este modo relacionamos un hecho que se presenta como nuevo con uno introducido previamente. Esta relaci6n posiblemente se produce porque el «hecho nuevo>> tiene referentes identicos o similares al hecho previamente introducido, circunstancia por Ia que establecemos unos vinculos o una funci6n de solida­ridad entre los dos hechos.

Esta relaci6n pone en evidencia la necesidad de que la imagen proposicional anterior sea comprendida para poder entender Ia imagen proposicional posterior. Su coherencia en el todo que conforma el « texto-visual >> depende del conoci­miento previo que de ella hayamos tenido. En este sentido, empleando un termino de Van Dijk (1980 b, p. 36), diremos que Ia expresi6n previamente introducida y que denota al re­ferente cumple una «funci6n tematica>>, que indica Ia organi­zaci6n semantica por convenci6n y experiencia, Ia cual, ligada ala competencia del destinatario, marca los limites y Ia natu­raleza del texto. Mientras los «nuevos>> hechos (variantes o « remas >>) funcionan como Ia ex presion de los elementos se­manticos «focaJizadOS>> por el tema previamente introducido,

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130 JORDI PERICOT

son organizados a partir de la producci6n de sentido que impone sobre ellos el tema, aunque convencional o experimen­talmente no pertenezcan al tema.

Hemos aludido a los conceptos de tema y rema, cuyo signi­ficado precisaremos como medida preventiva para poder estu­diar su campo de influencias dentro del marco del texto visual.

3.1.2. Temalrema

Para que una secuencia de imagenes sea coherente, hemos dicho que hay que otorgar a estos elementos secuenciales una «similitud» o comun denominador dentro del campo general de conocimiento del mundo que es propio de los participantes del acto comunicativo. Esta similitud, tambien lo hemos di­cho, permite a los participantes establecer el <<tema» que origi­nara una coherencia sucesiva a lo largo del mensaje general. Es asi como podemos precisar la existencia de dos elementos en un texto con determinante visual, de acuerdo a nuestros intereses: lo que es conocido por los participantes como punto de partida comunicativo y que nos es dado por el contexto, constituye el <<tema>> y la autentica comunicacion, lo «nuevo» y con mas valor comunicativo e informativo y que por lo tanto esta en la base del desarrollo del contenido del mensaje ode la comunicacion en si, el <<rema».

Tema y rema pueden ser considerados como el principio de la articulacion comunicativo-real que, desarrollada sobre todo por la escuela de Praga, constituye un claro intento de explicar Ia regularidad en Ia sucesion de miembros de una secuencia visual desde el punto de vista de la comunicacion.

Segun Benes (1973, p. 44) la escuela de Praga considera Ia segmentacion tema/rema como <<una organizacion y jerarquia de las unidades semanticas segun su valor comunicativo».

Mediante esta jerarquia se constituye un enunciado hacien­do que un rema se refiera a un tema. La introduccion de la funcion tematica suscita logicamente Ia cuestion de como se <<coloca» una informacion nueva o rema a partir de la previa­mente conocida o tema.

Segun Boost (1955, cit. por Th. Lewandowski, 182, p. 342) el Iugar del tema esta al comienzo de una frase o secuencia visual y juega un papel decisivo en el transcurso de la lectura de Ia secuencia: el significado del tema pareciera producir una <<tension» que se resuelve por el rema que le sigue y que cons­lituye la autentica informacion y comunicacion. Efectivamen-11.', cs sabido que en una secuencia visual normalmente se re-

SERVIRSE DE LA IMAGEN 131

produce este mismo orden jerarquico. En las primeras escenas <<orientativas» o introductorias aparece el tema que permitira impregnar de coherencia y por lo tanto de comprension las siguientes secuencias informativas posteriores o remas. Los canones de Ia narrativa cinematografica nos ofrecen innume­rables ejemplos de esta relacion tema/rema.

Asimismo el orden jerarquico tema/rema no es siempre res­petado en un mensaje secuencial, por lo cual tema y rema pueden adquirir ordenes diversos.

Fir bas (1966) no reconoce el tema en fun cion de su despla­zamiento en Ia secuencia sino que considera que el tema equi­vale al miembro con menor grado de <<dinamismo comunicati­vo» y rema al de mayor grado, admitiendo entre uno y otro un <<campo de transicion» del· que nos ocuparemos mas adelante, al analizar el proceso de produccion y lectura de imagenes visuales. ,,

Este campo de transicion en el que el tema <<enfoca» Ia nueva informacion produciendo un transvasamiento o <<focali­zacion» de informacion puede representarse graficamente por:

A

B

T

B macroestructura (M)

""-"b

c

"- ,c-'~1.. """'' ,1<:_ 9-, ' ~ -'~c;o

7 ~i\t t;. ~ ~

'0 0 '1-

D

n

en donde unos hechos previamente introducidos y por lo tan­to conocidos constituyen el tema, en funci6n determinativa con el marco comunicacional o conjunto A. El tema esta for­malizado o actualizado por una macroestructura con la que contrae una funcion de interdependencia y condiciona las pos­teriores proposiciones o imagenes proposicionales que se suce­den en el texto y con las que contrae una funcion determinati­va organizandolas o focalizandolas.

Sobre arliculacion de lema y rema ver Apresjan (1975:77), Fries (1971), Scher­

ner ( 1973), Engelkamp (1974, pp. 55 y 165).

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132 JORDI PERICOT

Los hechos A no constituyen enunciado visual. Tampoco B, C o D aunque se sucedan. Solo podemos considerar que hay cnunciado cuando los elementos diferentes B, C y D devie11;:-n similares por su referente tematico comun, lo que supone una lectura coherente a pesar de su diferencia rematica.

Para que hay a coherencia discursiva entre A, B, C y D sera necesario que el oyente u observador establezca una funcion­tema a A, que defina a A con una funcion-tema determinada o <<macroestructura» y que este en condiciones de conocer las sucesivas proposiciones o imagenes proposicionales B, C y D como proposiciones coherentes por similitud referencial con las funciones-tema previamente introducidas.

Esto quiere decir que el observador, al percibir las expre­siones visuales B, C y D, es capaz de incluirlas dentro de la clase que responde a la macroestructura M y establecer una relacion de identidad referencial entre las diferentes proposi­ciones.

La funcion-tema, propia de una organizacion semantica previamente introducida y relacionada con las competencias del observador que como tal posibilita la coherencia lineal y global de las proposiciones posteriores, supone una nueva defi­nicion y aplicacion de la semantica por lo que hace al aspecto cognoscitivo. Es decir, hay que extender los factores de cohe­rencia semantica mas alla de las conexiones explicitas entre imagenes proposicionales, para atender tambien a aquellos factores de coherencia almacenados en la memoria del recep­tor que parten de las proposiciones y que constituyen datos conceptuales semanticos que representan partes del conoci­miento del mundo.

Para ser coherente, el discurso debe hacer referencia a uno de estos conjuntos de conocimientos, aunque no forzosamente de forma explicita. Este conjunto o estructura conceptual re­presenta el conocimiento convencional de los usuarios en rela­cion con el sistema de significacion empleado y por lo tanto, el marco general necesario para la comprensi6n del texto, o lo que es lo mismo, para que este se manifieste coherentemente .

De esta manera, una secuencia de imagenes proposiciona­les solo sera coherente en el supuesto de que el marco general de conocimientos almacenados en la memoria del individuo perceptor aporte la informacion necesaria para esta operacion y que, al interseccionar las imagenes proposicionales subsi­guientes, estas sean situacionalmente coherentes .

Ejemplos de este hecho encontramos en cualquier acto de comunicacion en el que intervienen unos participantes que no

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necesitan definir previamente sus respectivos marcos de cono­cimiento porque se suponen conocidos: la mutua comprension sera pues posible si los participantes recurren a la actualiza­cion de proposiciones de su marco comun de conocimientos para establecer las relaciones rematicas con las proposiciones subsiguientes.

El hecho de que estas proposiciones no sean generalmente explicitadas en el discurso -se sobreentienden memoriza­das- responde a la regla elemental de economia informativa por la cual noes necesario decir lo que se supone que sabe el receptor.

Por todo esto, solamente hablaremos de coherencia optima entre usuarios cuando estos pertenecen a un mismo sistema cultural, a una misma epoca y a un mismo lugar, es decir, cuando disponemos de un marco general similar de conoci­mientos que permita a los usuarios recurrir a actualizaciones de proposiciones proximas entre sf, condicion esta necesaria para establecer una comunicacion lograda.

Vemos pues que el marco general de conocimientos procu­ra la informacion previa y necesaria para la comprension de unos enunciados visuales, y que ademas, esta informacion per­tinente hace de trasfondo comun a todos los enunciados o par­tes del texto en virtud de lo cual este llega a ser una unidad coherente. Este conocimiento previa que tenemos del texto se actualiza en unas proposiciones o tema que transforman el texto en un «todo» y sus partes rematicas en coherentes.

No es de extraiiar, pues, que la actualizacion del tema sea una pieza fundamental para la comprension de un texto. Es ta actualizacion nos obliga a recurrir a una estructura superior globalizadora que nos permita razonar, comunicar, sinte tizar y memorizar un texto o discurso.

Aunque dificilmente seamos capaces de descifrar los mcca­nismos de la coherencia discursiva, considera mos que los aportes de Van Dijk en este aspecto continua n s icndo funda­mentales: recurriremos ala nocion de <<macro-es truc tu ra» dc­finida por Van Dijk (1980 b, p . 43) como la secucncia cohcrcntc de oraciones en tanto que reconstrucci6n te6rica de nocioncs, como tema, del discurso; y de manera mas concrc ta , a las reglas de reduccion semantica que posibilitan es ta ac tua li­zacion.

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134 JORDI PERICOT

3.3. Los PROCESOS DE LECTURA Y DE PRODUCCION DE TEXTOS

VISUALES

La actualizacion del tema, como conocimiento sintetico que tenemos del texto y trasfondo comun de todas sus partes remicas, requiere una proposicion global o macroestructura que, como <<estructura de estructuras>>, de coherencia global a este texto.

Se comprendeni pues que el concepto de macroestructura en el proceso reductivo y generalizador que de eJ supone Ia interpretacion ofrece especial interes para estudiar los meca­nismos de comprension de imagenes complejas. El mismo Van Dijk (1980 b, p. 56) consciente de este campo de interes, expli­cita que este concepto nose debe entender solo en su acepcion lingiiistica. En efecto, sus principios generales son pertinentes para el procesamiento de informacion semantica compleja en general, como por ejemplo, Ia asignacion de macroestructuras a secuencias fotograficas, textos cinematograficos, comics, etc. Si bien el concepto de macroestructura es perfectamente apli­cable a todos los discursos -visuales o verbales-, su sintesis global se formaliza preferentemente en forma verbal, como es el hecho de «hablar» de una fotografia ode un cartel o pelicula aunque como texto visual trataran por ejemplo de: /el presi­dente XI o de /como X pasea por los jardines del palacio/ o de /el acto de entrega de las Haves de la ciudad/ o de /como emi­gran las aves./ A estas proposiciones globales las llamaremos « macroproposiciones ».

La macroestructura permite niveles diferentes en cuanto al grado de acumulacion de estructuras precedentes, las que, si nos situamos en un nivel determinado de intereses de lectura, constituyen microestructuras en relacion con la macroestruc­tura posterior y de mayor alcance.

La misma microestructura puede convertirse en macroes­tructura si nos situamos en un nivel de acumulacion inferior o viceversa, la macroestructura en microestructura, si nos situa­mos en un nivel de intereses mas amplios y generales . De este modo, la macroestructura tematica o tema sera una sintesis, resumen o generalizacion de los temas locales principales del texto o microestructuras que componen el tema de orden mas general. Considerando un texto con determinante visual como «proceso», sus particiones actualizadas a, b, c y d constituyen macroestructuras que dan coherencia a cada una de estas par­tes. Segun los intereses propios de Ia lectura de una secuencia o de un texto, en los grados superiores de reduccion, estas

SERVIRSE DE LA IMAGEN 135

macroestructuras tematicas a, b, c y d son microestructuras de una macroestructura T de grado superior.

Las funciones que contraen estos grados estructurales son determinativas, ya que la existencia de las microestructuras precedentes es condicion necesaria para la existencia de la macroestructura consiguiente y no a Ia inversa

TEXTO (punto de partida) direccionalidad de la lectura (ascendente)

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Por el contrario, en los intereses marcados por la produc­cion de una secuencia o texto con determinante visual, este proceso sigue una direccionalidad opuesta. Partiendo del gran tema (T) global y unitario, le incorporamos una serie de mi­croestructuras que se convierten en macroestructuras de un nivel inferior de microestructuras y asi sucesivamente hasta agotar los intereses de produccion visual. La funcion determi­nativa es aqui inversa.

Las macroestructuras actuan de constante y su existencia es necesaria para Ia de los funtivos variables que son las mi­croestructuras de grado inferior dentro de un proceso continuo (vease esquema de pagina siguiente).

Por lo tanto, en el plano semantico y con un interes de lectura, la macroestructura presupone la preexistencia de unas microestructuras en tanto estructuras de partes del texto (ode relaciones de conexion y de coherencia entre imagenes propo­sicionales) y contrariamente, en Ia macroestructura que da cuenta del contenido global del texto, cada microestructura nos permite delimitar cada una de las partes.

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136

TEMA (punto de partida)

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JORDI PERICOT

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Microestructura y macroestructura forman un proceso ili­mitado ascendente o descendente, en el que la fijacion de Ia naturaleza de estas estructuras depende de los intereses de lectura o de produccion marcados por Ia situacion comunica­tiva en concreto.

3.3 .1. Los procesos de reducci6n y de ampliaci6n

Hemos definido Ia macroestructura como una estructura sem:'mtica que implicas Ia globalidad del texto, considerando a este como un conjunto de proposiciones o microestructuras.

Hemos visto tambien como Ia microestructura es una pro­posicion o macroproposicion en Ia medida en que incorpora diferentes proposiciones y que por lo tanto se sujeta a unas reglas de reduccion semantica. Estas reglas que, como dice Van Dijk (1980 b, p . 46), permiten <<Ia proyeccion semantica que vincula las proposiciones de las microestructuras textua­les» , tienen Ia funcion de transformar, sintetizar o reducir Ia informacion semantica que recibimos por el texto y producir macroestructuras totalizadoras.

La incognita acerca de cuales son los mecanismos de fun­cionamiento de los procesos de reduccion semantica que supo­ne Ia <dectura» de unos enunciados visuales subsiste. (Pode­mos hablar de reduccion o seria mas apropiado llamarlos procesos de generalizacion o simplemente de construccion de una nueva estructura que guarda una cierta relacion con las

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microestructuras mediante unas reglas determinadas? Tam­bien nos podemos preguntar cuales son los mecanismos de funcionamiento de los procesos de ampliacion semantica que entrafla Ia produccion de una serie de enunciados coherentes o texto con determinante visual; si es por Ia adjuncion sucesiva de enunciados o por un proceso de particularizacion o des­membramiento. Finalmente es posible que todos estos proce­sos coexistan en Ia formacion de macroestructuras o textos.

La recepcion de un discurso de una cierta complejidad no presupone memorizar toda Ia informacion proposicional que recibimos acerca de el, sino mas bien, esta debe seguir un proceso de reduccion en funcion de los limites naturales de Ia retencion memoristica del ser humano. Esta necesidad le lleva a aplicar unos mecanismos de reducci6n informativa que le permiten conformar las adecuadas macroestructuras que, por sus caracteristicas, siguen vinculadas ala informacion seman­tica del texto.

En este sentido, incorporamos las tres macrorreglas pro­puestas por Van Dijk (1980 b, pp. 48 y 55) -supresion , genera­lizacion y construccion- para poder comprender, almacenar y reproducir o combinar discursos.

3.3.2. Las tres macrorreglas

Las macrorreglas nos permiten ver el proceso de reducci6n semantica y el tipo de relacion que se establece entre las ma­croestructuras y las estructuras proposicionales, locales o mi­croestructuras.

Creemos que el interes de estas macrorreglas radica en que Ia relacion entre esas dos entidades Ia podemos considerar bajo dos direccionalidades: Ia que corresponde basicamente a un proceso de lectura de un texto y que, partiendo de micro­proposiciones avanza hacia una macroproposicion integradora de las precedentes microproposiciones, y otra que partiendo de una macroproposicion se actualiza en un proceso de sucesi­vas y multiplicadas proposiciones. Esta ultima direcciona li­dad es Ia propia de una actitud productora de texto.

Es evidente que tanto en un acto de lectura como en uno de produccion ambas direccionalidades coexisten en un proceso dialectico de continua verificacion.

Analogamente al proceso perceptivo de conocimiento de las formas, Ia sintesis hacia la macroestructura es contrarres tada por Ia verificacion en las microestructuras de la macroes truc­tura en tanto hipotesis, como tambien, las microes tructuras

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138 JORDI PERICOT

incorporadas a un proceso de produccion a partir de una ma­croestructura inicial son contrastadas, en tanto hipotesis, por la macroestructura que las ha motivado.

Y es en este sentido amplio que podemos referirnos a la lectura de la imagen, no solo como proceso de analisis 0 verifi­cacion de un texto, sino tambien como proceso de produccion de significacion, si bien, movidos por lo que nos interesa en este trabajo, hablaremos de direccionalidad <<ascendente» para referirnos al proceso formalizador de macroestructuras a par­tir de las microestructuras, reservando el concepto de direc­cionalidad opuesta, «descendente», para cuando nos ocupemos especialmente de produccion de la imagen.

Para pasar progresivamente de las microestructuras a las macroestructuras hay que aplicar un cierto numero de opera­ciones o macrorreglas que reducen progresivamente la in­formacion semantica aportada. Pero antes de analizar estas macrorreglas debemos precisar -como apunta Van Dijk (1980, a, p. 213)- que su aplicacion no presupone necesaria­mente una perdida de informacion, sino una «integracion» de la informacion aportada por las microestructuras en el proce­so bacia la macroestructura. La posibilidad de llegar a la ma­croproposicion por accion de las macrorreglas en su funcion integradora basicamente resulta posible siempre que existan elementos comunes descubribles entre las microproposiciones.

Tambien posibilita este proceso integrador el hecho de que cierta informacion, por su caracter convencional, se mantenga implicita en el tema cuando la microproposicion reclama ex­plicitarla.

Por otra parte, la forma de integrar la informacion seman­tica varia de acuerdo al sistema de significacion del usuario ylo del tipo de discurso. Asi, cada usuario, en funcion de su trabajo, sus intereses, conocimientos, deseos, normas o va­lores, selecciona diferentes aspectos del discurso como per­tinentes. Este hecho es tan evidente que la construccion de macroestructuras en realidad se corresponde a «el estado cog­noscitivo psiquico contextual particular del usuario» (Van Dijk, 1980 b, p. 52) y de aqui las multiples interpretaciones posibles de un texto . En este sentido calificamos a este proceso como reductor de informacion, en la medida en que hay «per­dida» de informacion juzgada por el usuario como «no perti­nente».

No creemos necesario extendernos en los factores indivi­duales que inciden en este proceso ya que nuestro interes, a hora, se centra en las macrorreglas como organizadoras de

SERVIRSE DE LA IMAGEN 139

informacion las cuales nos permiten formalizar macroproposi­ciones que dan un sentido general a un discurso diferenciando­lo de otra macroproposicion propia de otro discurso o usuario .

Este proceso bacia el tema se sujeta a las tres reglas basi­cas, que si bien se interrelacionan, las consideramos primero en forma aislada. Estas son, la «supresion», la «generaliza­cion » y la « construccion ». Aunque seguiremos la exposicion que de elias hace Van Dijk procuraremos en todo momento aplicarlas a los intereses de los discursos visuales.

3.3.2.1. Supresi6nladjunci6n. Por esta macrorregla se supri­men de una secuencia todas las proposiciones que no sean validas para el conocimiento postulado de las proposiciones subsiguientes de la secuencia. Es decir, que en el transcurso de la lectura o recorrido del itinerario visual de unas imagenes proposicionales, se van suprimiendo aquellas informaciones que no sean necesarias para la interpretacion de lo que sigue en el discurso. Podriamos decir que gracias a la macrorregla que actua en la supresion se eliminan aquellas informaciones juzgadas no pertinentes para el discurso en cuestion y se me­morizan solo las que se presuponen pertinentes .

Con la aplicacion de esta macrorregla llegamos a una suma de partes de las estructuras en las que solo se tienen en cuenta ciertas propiedades abandonando el resto . La macroestructura se efectua asi sobre las microestructuras de las que previa­mente se han segregado unas determinadas propiedades in­dividuales contingentes para asumir solamente aquellas que presuntamente revistan un caracter necesario .

De este modo, en una macroestructura solo figuran aque­llas proposiciones «textualmente pertinentes» para la interpre­tacion de las otras proposiciones que componen la secucncia visual. En el punto inicial de la lectura esta pertinencia tex­tual es consecuencia de haber establecido una hipo tesis tema­tica o tema, con referencia a la que imaginaremos el rcs to de posibles proposiciones no necesarias para la continuidad e in­terpretacion sucesiva de la lectura . De aqui que cons idcrcmos esta lectura de una imagen o de un tex to como un proceso selectivo que elude toda informacion interpre tada como «acci­dental» en funcion de la hipotesis-tema. Es tas inform aciones , en tanto accidentales, pueden ser eliminadas sin cambiar o variar, en consecuencia, la interpretacion de las frases subsi­guientes del discurso.

Una de las caracteristicas propias de esta macrorregla -que tiene especial interes cuando se trata de un proceso de

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140 JORDI PERICOT

produccion, inverso al de lectura de textos- radica en que su aplicacion comporta una cierta «perdida» irrecuperable de in­formacion, es decir, no admite el proceso inverso que parte de la macroestructura en sentido descendente, y no se pueden recuperar las mismas proposiciones iniciales. En el supuesto de que partiendo de la macroestructura se tratase de <<recon­feccionar» un texto, los elementos informativos previamente elididos no se podrian recuperar, motivo por el cual en un proceso de <<adjuncion» o reincrustacion de microestructuras, estas no serian necesariamente las mismas, sino otras diferen­tes, aunque por su naturaleza accidental las nuevas microes­tructuras no influirian sustancialmente en el significado del texto.

Mas adelante, asimismo, habra que ver como la incorpora­cion acumulativa de remas informativos ala macroestructura -aunque juzgados accidentales y por lo tanto sin incidencia sustancial en el tema-, va hacienda que este vaya variando de alguna manera aun manteniendose dentro de los limites ini­ciales. El tema, previamente presente y formalizado a partir del marco de conocimiento del receptor o destinatario, tiene un caracter eminentemente hipotetico y por lo tanto esta suje­to a posibles variaciones en funcion de la contrastacion verifi­cativa con las sucesivas informaciones o remas que le propor­ciona el texto.

3.3.2.2. Construcci6nldesmembramiento. Otra macrorregla para formalizar una macroproposicion a partir de un texto es la que Van Dijk llama «construccion», cuyo proceso define en los siguientes terminos: «dada una secuencia de proposiciones, se hace una proposicion que denote el mismo hecho denotado por la totalidad de la secuencia de proposiciones y se sustituye la secuencia original por la nueva proposicion». Por lo tanto, Ia informacion no se elide como con Ia regia de supresion, sino que se combina o integra. En el ejemplo siguiente (fig. 23) puede describirse con Ia proposicion global o macropropo­sicion: «N. se levanta» o «N. se levanta y se viste».

Es decir que Ia macroproposicion implicitamente debe contener Ia informacion que en Ia secuencia de proposiciones o imagenes proposicionales estaba contenida de forma impli­cita. Mejor que contenerla implicitamente, podriamos decir que «motiva» Ia informacion explicitada en las proposiciones

SERVIRSE DE LA IMAGEN 141

FIG. 23.

de las que la macroproposicion procede. Debemos seflalar que este proceso de abstraccion solo es posible si nuestro conoci­miento del mundo referido lo permite, o sea, si convencional­mente pertenece al episodio de Ia accion global y por lo tanto su explicitacion no es necesaria para que sea conocido o su­puesto. En este caso, las proposiciones suprimidas son aque­llas que· por su caracter redundante no a porta ban ninguna informacion al individuo perceptor, ya que solo explicitan causas, efectos, o medios «normales>> y/o «esperados>>, o intro­ducciones al tema o acciones auxiliares que, si bien influyen en la interpretacion de las frases subsiguientes del discurso, pueden elidirse para que continuen presentes en el marco de competencias del individuo perceptor. Por lo tanto, en el caso de que Ia informacion elidida pertenezca al episodio de la accion global o que esta sea conocida con anterioridad por el individuo perceptor, las proposiciones que revelan estas accio­nes, convencionalmente correlacionadas con el episodio de Ia accion global, pueden ser sustituidas por una nueva proposi­cion que describa una accion mas global y que implicitamente contenga las proposiciones convencionalmente correlaciona­das a la referida accion global.

Por las mismas razones que en el caso de la macrorregla de la supresion hay que mencionar el proceso de direccionalidad contraria, el proceso de «desmembramientO>> mediante el cual, partiendo de Ia proposicion global. introducimos en esta pro­gresivamente nuevas proposiciones que convencionalmente se le atribuyen. Contrariamente a las macroproposiciones forma­das por supresion, en donde Ia informacion eliminada es irre-

• I

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142 JORDI PERICOT

FIG. 24. Llegada de una expedici6n a Ia cumbre del Everest. Ejemplo de macroproposici6n que presupone, por parte del lector competente, Ia pre­via realizaci6n de las acciones particulares pertinentes para realizar esta acci6n global.

cuperable, en el caso de las macroproposiciones derivadas de Ia macrorregla de Ia construcci6n, Ia informacion elidida es recuperable en Ia medida en que permanece presente en el cuadro de competencias del destinatario, y por lo tanto con­vencionalmente unida a Ia acci6n global (fig. 24).

El marco de competencias de los diferentes posibles lecto­res y/o las variadas situaciones comunicacionales en que Ia foto se inserta hacen que las acciones -previas <<conocidas» va­rien en cada individuo y consecuentemente, Ia macroproposi­ci6n resultante difiera segun los casas.

3.3.2.3. Generalizaci6nlparticularizaci6n. La tercera y ulti­ma de las macrorreglas consideradas por Van Dijk es Ia de Ia «generalizaci6n» que se define como aquella que «dada una secuencia de proposiciones o imagenes proposicionales se crea una proposici6n que contiene un concepto derivado de los con­ceptos de Ia secuencia de proposiciones y Ia proposici6n asi obtenida sustituye a Ia secuencia».

Esta macrorregla, esencial para formar macroproposicio­nes, se fundamenta en Ia posibilidad de formar superconjuntos que incluyan una serie de elementos del texto juzgados como similares.

SERVIRSE DE LA IMAGEN 143

El paso a! superconjunto por similitud supone hacer abs­tracci6n de ciertas propiedades diferenciadoras inherentes a Ia especie considerada. Con este proceso de generalizaci6n absorbemos diversas propiedades de Ia misma clase que se reencuentran en el proceso inverso de «particularizaci6n» al producir un texto a partir de Ia macroproposici6n por genera­lizaci6n.

Tambien podemos «reencontrar>> elementos similares y no necesariamente iguales.

La aplicaci6n de las macrorreglas de supresi6n y generali­zaci6n comporta una macroestructura general mas extensa, aunque menos precisa que el conjunto de proposiciones inicia­les, por lo que una misma macroestructura se puede referir a todos aquellos discursos que tienen un mismo tema global (fig. 25).

FIG. 25. Cartel de «prohibido el paso de bicidetas» en el que Ia bicicleta representada simboliza toda Ia clase. de vehiculos con dos ruedas.

De las tres macrorreglas que acabamos de exponer, tanto en el sentido de un proceso de reducci6n de secuencias visua­les bacia macroestructuras tematicas globales, como en el sen­tido inverso, descendente, de producci6n de un texto visual, podemos establecer el siguiente cuadro formal:

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SERVIRSE DE LA IMAGEN 145

Los diferentes casos se ilustran con ejemplos formales co­rrespondientes a posibles imagenes visuales como <<proceso» formado por funtivos que contraen posibles y variadas fun­ciones .

Si partimos de una secuencia de texto (A 1A 2A 3 ) ¢:> (B 1B 2B 3 )

=> (C 1C2) que podria ser un continuo de imagenes referentes a A con exposici6n de las diferentes propiedades y atributos in­dividuales que, en funci6n del tema, no inciden sustancial­mente en Ia estructura de A, solidaria deB, de la que tam bien se muestran determinadas propiedades, asi como deC, con la que contrae una funci6n de determinacion, podremos llegar, por Ia macrorregla de la supresi6n, a la proposici6n, A¢:>B¢:>C, en donde se habran elidido aquellas informaciones accidenta­les referentes a A, B y C no juzgadas pertinentes.

Si en el sentido descendente partimos de esta macropro­posici6n para producir un texto visual, no introduciremos ne­ccsariamente las mismas propiedades accidentales del texto inicial, aunque este texto tenga sustancialmente el mismo sig­nificado.

AI aplicar la macrorregla constructiva, el conocimiento convencional que tenemos del mundo nos permite ascender, a partir de una secuencia visual convencionalizada, a una ma­croproposici6n que denote el mismo hecho. En este caso la macroproposici6n no queda elidida sino que se mantiene im­plicita por el hecho de poseer un determinado conocimiento del mundo a que se hace referenda. En este sentido inverso, o descendente, el texto visual que se produce por desmembra­miento de la macroproposici6n inicial es te6ricamente igu'al al texto inicial.

Si tenemos conocimiento de la relaci6n convencional A<=B<=C<=D<=E<=F, y reducimos este texto ala macroproposi­ci6n A<=F, nos sera posible restituir todos los elementos elidi­dos en un proceso descendente de desmembramiento .

En el tercer caso relativo a la aplicaci6n de la macrorregla de generalizaci6n, se parte de una secuencia de imagenes pro­posicionales donde estas se puedan agrupar en clases que, como representativas de los elementos que contienen, estan en el origen de la macroproposici6n que absorbe diferen tes pro­piedades. En este caso la macroproposici6n permite, en un sentido descendente de particularizaci6n, producir un texto y reencontrar en el unas propiedades similares, no necesaria­mente iguales. Asi, en una imagen, representada por el conjun­to A de elementos a, b, c que esta en funci6n determinativa con el conjunto B de elementos p, q, r y este en funci6n de interde-

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146 JORDI PERICOT

pendencia con el conjunto C del que tambien se exponen unos determinados elementos, la generalizaci6n nos permite ascen­der a la macroproposici6n A~B~C. Esta puede ser el punta inicial para un desarrollo que la particularice, en donde reen­contraremos elementos similares que ilustranin los conjuntos, aunque estos elementos no senin necesariamente iguales.

Es evidente que estas tres macrorreglas nose aplican aisla­damente. Silas interrelacionamos llegaremos a conseguir ma­croproposiciones equivalentes al texto inicial.

Segun Van Di jk (1980 b, p. 51), estas macroproposiciones presuponen un arden de aplicaci6n que se inicia con la macro­rregla de la <<construcci6n>>, ya que esta requiere todos los elementos para conseguir una macroestructura. El necesario conocimiento del mundo a que se hace referencia permitini definir tematicamente la secuencia. Mas tarde, por la macro­rregla de la <<supresi6n», se eliminaran aquellos detalles in­terpretados como no pertinentes, y por ultimo se pasara, por la regia de la <<generalizaci6n», ala acumulaci6n de los diferentes hechos que, como un todo, son pertinentes para el discurso.

Creemos que este arden debe ser considerado como una simple posibilidad, ya que la aplicaci6n de las macrorreglas permi te variar su arden de acuerdo a las caracteristicas del texto, Ia situaci6n y nuestro conocimiento memorizado·.

Reconociendo, sin embargo, esta propuesta de Van Dijk como Ia mas probable y generalizada, podemos establecer un paralelo entre lo que dice y Ia forma de proceder para produ­cir un texto visual a partir de una macroproposici6n inicial. El arden puede ser el mismo. La macroproposici6n inicial se des­membra en funci6n del conocimiento previa del mundo a que hace referenda, es decir, explicitando aquellas partes que en Ia macroproposici6n eran convencionalmente implicitas. Lue­go se adjunta a todos estos miembros una serie de propiedades accidentales vigilando que esta adjunci6n no suponga un cam­bia sustancial del significado de los conjuntos. Por ultimo se procede a la particularizaci6n, por Ia que se obtiene una serie de propiedades atribuibles a las proposiciones anteriores .

Como hemos indicado, las microproposiciones actuan de macroproposiciones de las posteriores y contraen con estas una funci6n determinativa, en Ia que la proposici6n anterior actua de funtivo constante y Ia posterior, de variable. En el caso de la lectura de un texto el proceso que va hacia Ia ma­croproposici6n mayor esta igualmente marcado porIa funci6n determinativa. La proposici6n anterior actua de micropropo­sici6n constante para la nueva proposici6n.

" SERVIRSE DE LA IMAGEN 147

3.4. EL PROCESO INFORMATIVO TEMAfREMA

Limitandonos al plano semantico, podemos intentar el es­tudio de las modificaciones o cambios informativos que se producen en un proceso de lectura y/o de producci6n surgidas de las sucesivas confrontaciones tema/rema.

Estas acciones de lectura y producci6n de textos visuales pueden ser consideradas verdaderos procesos generativos en Ia medida que entrafian unos determinados efectos sabre la si­tuaci6n inicial o punta de partida de Ia acci6n desde un texto o macroproposici6n, segun se trate respectivamente de una lectura o de una producci6n de texto.

Por un proceso ilimitado se producen nuevas situaciones que constituyen nuevas puntas de partida para posteriores si­tuaciones. Esta sucesi6n de efectos presupone necesariamente un proceso selectivo y un proceso reductivo que seguidamente veremos .

El proceso selectivo a que hacemos referenda se etectua en el interior de un sistema de oposiciones tematicas que compo­nen el marco general de conocimiento en el que se evalua, como situacionalmente pertinente, uno de los temas que in­tegran el marco comunicacional o conjunto de macroproposi­ciones referentes a un determinado mundo posible, real o ima­ginario.

La pertinencia de un tema se produce basicamente por el marco de competencia de los actores, asi como porIa organi­zaci6n interna del texto visual y el contexto. La situaci6n co­municativa concreta en que se efectua el acto de comunicaci6n es un factor decisivo para la comprensi6n del discurso, aunque este factor y sus efectos sean el tema primordial de Ia coheren­cia pragmatica que estudiaremos mas adelante.

Una vez definido el tema, este focaliza el primer nivel de lectura y de producci6n y permite Ia asimilaci6n de los remas informativos para constituir nuevas temas.

Los sucesivos niveles de temas derivados de este primer nivel, asi como el rema del primer nivel y los remas que le suceden, estan en funci6n de la informacion aportada por el texto, en un proceso dialectico con el marco de competencias del lector o del productor.

El primer nivel de lectura o producci6n focalizado por un tema se define por los intereses concretos del analisis del tcxto visual. A partir de este nivel se inicia un segundo nivcl (k lectura o producci6n. Este segundo nivel, asi como los posibks posteriores, constituyen la <<cuesti6n» que se formula l ' ll d

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enunciado que se dirige a nosotros en tanto lectores o en la macroproposici6n inicial como productores de textos visuales.

La cuesti6n formulada en el enunciado se situa dentro de los limites del tema del nivel correspondiente y en funci6n directa del marco de competencias y de los estimulos que el actor recibe a traves del enunciado.

Formular una pregunta al enunciado dentro de las circuns­tancias mencionadas, supone una respuesta proposicional o «rema» que entra dialecticamente en contacto con las varia­bles que aporta el contexto situacional y ellector productor en tanto que es actor competente; entonces se produce un proceso reductivo encaminado a una macroestructura globalizadora.

La entrada de nuevas variables produce un proceso ilimita­do acumulativo de nuevas remas o nuevas temas «parasita­rios>> que transforman en subremas y subtemas a los remas y temas de nivel inferior inmediato.

Las preguntas sucesivas que son el motor de este proceso ilimitado, son focalizadas por un mismo o diferentes temas: en el supuesto de que sean focalizadas por el mismo tema, los remas y sucesivos subremas parasitarios provocan un progre­sivo <<desplazamiento de remas».

Mientras que si las preguntas son focalizadas por temas diferentes, los remas y sucesivos subremas parasitarios supo­nen un <<desplazamiento de temas».

En el primer caso diremos que el proceso de lectura es <<intensivo», mientras que en el segundo es <<extensivo» .

3.4.1. El proceso intensivo (desplazamiento de remas) La incorporaci6n acumulativa de remas informativos a la

macroestructura tematica tiene diferentes grados de inciden­cia en el tema. Podemos considerar el caso en que las pregun­tas que se formulan al tema dan Iugar a un nuevo tema que no varia sustancialmente.

De este modo, las preguntas que me planteo delante de una obra pict6rica de una cierta complejidad, como par ejemplo Les Demoiselles d'Avignon de P. Picasso, pueden focalizarse dentro del mismo tema, por ejemplo, <<hist6rico-artistico». Los sucesivos remas informativos que iran surgiendo y sintetizan­dose con el tema responderan al tema constante hist6rico­artistico. Los sucesivos remas asimilados en el tema permiti­ran proceder a un analisis intensivo dentro del marco del tema inicial, si bien Ia absorci6n de los remas producira una progre­siva variaci6n del tema, aunque dentro de los limites del tema global.

I . Les Demoiselles d'Avignon.

F IG. 26 .

~ (De quien es?

t

~,~,~~"'~f' '.· •.. -;';m· ...• ,.~ ~tr,·;,;,·'~~i~~i~i~ ~Z::Jy-; __ :;i-: :- ,-_,_---:: __ :-~ T">-

~-·-o·>

~· ,.·•• •r•~· " .

t (De que epoca?

t

t

2. Pablo Picasso.

3. De los inicios del cubismo, 1907.

( Influencias?

t

4. Del arte negro africano.

- (Bases de su personalidad?

t

5. Les Grandes Baigneuses, de Cezanne.

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ISO JORDI PERICOT

Podemos, pues, decir: - en un desplazamiento de remas, los remas y subremas

consiguientes del proceso pertenecen al mismo tema previamente focalizado;

- asimismo las variables introducidas por las preguntas y las correspondientes respuestas rema producen progre­sivas variaciones en el tema que suponen como efecto un relativo desplazamiento del tema, aunque este siem­pre se efectua dentro de los limites de Ia focalizacion monotematica;

- esta variante del tema, si es total, es decir, si llega a constituir un tema diferente en una focalizacion diferen­te de Ia inicial, debeni ser considerado en relacion con el principia como un desplazamiento del tema; este proceso de desplazamiento de remas dentro de una misma focalizacion tematica, a pesar de las variantes tematicas en el interior de Ia misma focalizacion, puede ser formalmente representado:

los temas y subtemas del proceso de desplazamiento de remas pertenecen a Ia misma focalizacion; los remas y subremas del proceso de desplazamiento de remas pertenecen a! mismo tema 1;

- los temas sucesivos, sobre Ia base de subtemas, de un proceso de desplazamiento de remas, van incorporando informacion de los subremas precedentes, y este aumen­to de informacion esta contrarrestado por los mecanis­mos reductivos de las macrorreglas; Ia informacion incorporada no pertenece necesariamen­te a! mismo tema de origen pero siempre se encuentra bajo Ia misma focalizaci6n;

- si Ia informacion semantica incorporada a! tema de ori-

-

I. Les Demoiselles _d'Avigon.

2. Las <<senoritas•• de Ia calle de Avift6n, en Barcelona.

FIG. 27.

t lde que epoca e~?

t

4. De Barcelona a comienzos del siglo, 1907.

~ l don de esta?

t

3. Esta en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

- lque tamafto tienc? 1 lCu{mto cuesta? t

5. Medidas. Materiales. Etc ..

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152 JORDI PERICOT

gen no pertenece al mismo tema pero se encuentra bajo la misma focalizacion, los temas sucesivos del proceso de desplazamiento de remas sen'm similares, mientras que los remas senin diferentes; la coherencia se produce por la permanencia del tema, lo que constituye un discurso <<intensivo».

3.4.2. El proceso extensivo (desplazamiento de temas)

Volvamos al mismo ejemplo de Picasso; puede darse el caso de que el observador no se mueva por ningun interes tematico especifico, sino que sus intereses sean muy variados o poco consistentes, por lo cuallas cuestiones que se formalizan se focalizan en temas diferentes: artisticos/historicos/economi­cos, etc.

Ante la obra, se la puede enmarcar en un tema «narrativo» e interesarse por las situaciones humanas que alli se presentan o cuestionarse la obra en el plano artistico, despues en el eco­nomico, historico, etc. (fig. 27).

En este caso, como vemos, los temas se desplazan y no responden a una focalizacion permanente y constante, ya que la incorporacion del rema a cada uno de los temas comporta un nuevo tema surgido del subtema y subrema precedentes.

Por el contrario, los remas sucesivos muestran una cierta similitud en el sentido que pertenecen al mismo campo se­mantico, atribuible, convencionalmente, a la obra .

De lo que hemos dicho podemos concluir que : - en un desplazamiento de temas, los temas y subtemas

consiguientes del proceso pertenecen a temas diferentes en diferentes focalizaciones;

- los remas sucesivos sobre la base de subremas, en un proceso de desplazamiento de temas, van incorporando­se a nuevas focalizaciones o temas; los cambios de tema estim dados por la nueva pertinen­cia tematica, en que un rema o diversos elementos de este se convierten en tema;

- el cambio de tema permite una nueva focalizacion del rema del nivel siguiente;

- los remas sucesivos del proceso de desplazamiento de temas son similares, mientras que los temas son dife­rentes;

- la coherencia de un discurso se define por la similitud de remas y se articula con la relacion logica, convencio­nal, de los remas;

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el discurso que supone este tipo de proceso es de carac­ter <<extensivo». Este discurso puede representarse de la siguiente manera:

REMA: 13

REMA: lz

3.4.3 . El proceso mixto (intensivo-extensivo)

Es evidente que, en la practica, estos dos procesos jamas se producens aisladamente uno del otro. El observador o el pro­ductor de un texto visual no proceden exclusivamente de acuerdo con un solo tipo. Los dos se emplean de forma mixta combinando la intension con la extension, aunque conviene que en conjunto el proceso adquiera una determinada direc­cionalidad. El predominio de uno de los dos da la debida cohe­rencia al discurso correspondiente.

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4

EL DISCURSO CON DETERMINANT£ VISUAL

4.1. LA COHERENCIA PRAGMATICA: SIGNIFICACION Y USO

La aceptabilidad de un enunciado se debe necesariamente tanto a su buena estructuracion como al hecho de que sea bien usado, bien empleado. De aqui que la coherencia no se debe buscar exclusivamente en la estructuracion lineal y global que lo constituye, sino tambien y en especial, en el discurso como fenomeno situacional, es decir, como enunciado aftadido al resto de elementos coparticipantes bajo la consideracion de la situacion comunicativa.

En efecto, la coherencia de un enunciado no esta marcada solo por lc que «dice>> explicitamente el enunciado a titulo de acto locutivo, sino por el conjunto de los multiples factores implicitos correspondientes a la situacion, competencia, facto­res individuates, contextuales, etc. Asi debemos interpretar el caso de textos sintacticamente incoherentes que son, sin embargo, situacionalmente coherentes. Tambien se puede dar el caso inverso: que enunciados estructuralmente coherentes segun las reglas sintacticas y semanticas lleguen a ser incohe­rentes o fallidos en el discurso situacional o pragmatico. Solo podemos hablar de coherencia de un enunciado si extendemos nuestro analisis mas alla de <do que dice explicitamente el enunciado>> y consideramos dentro del concepto de «coheren­cia pragmatica>> los multiples factores implicitos, propios de la situacion que han de confluir adecuadamente en el acto de comunicacion.

Tradicionalmente, la semiotica, en su vision parcial del acto de comunicacion, se ha basado en analisis sintacticos y semanticos, aunque mas raramente en estos ultimos. Posible­mente es por eso que ha tornado una posicion formalista, ya que en Iugar de contemplar conjuntamente la triada semioti­ca, es decir, sintactico-semiotico-pragmatica, solo se ha desa­rrollado en una direccion, la sintactica, o como maximo, en el binomio sintactico-semantico.

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Es tambien licito argumentar que, por su orientacion mo­nodimensional, la semiotica ha tenido como objeto de analisis el enunciado, dejando de lado casi totalmente la enunciacion o acto de enunciar.

El enunciado ha sido estudiado bajo la perspectiva de la logica, y se construyeron formalismos correctos seguidos de la interpretacion o verificacion de enunciados. Los campos de interes y de experimentacion en los ultimos aftos se han res­tringido a la construccion «correcta>> de oraciones y frases frente ala gramaticalmente «incorrecta>> y ala determinacion de cuales son significativas por oposicion a las no-significa­tivas.

El uso cotidiano de la lengua y de otros sistemas de expre­sion desmiente la rigidez referendal atribuida a las unidades expresivas, al poner en evidencia la gran variedad significati­va, asi como las ilimitadas facultades creativas surgidas de las situaciones distintas en que se producen. Es precisamente este poder tan variado de significar lo que nos hace considerar que la mayoria de expresiones con determinante visual no se usa como conjunto de signos con una significacion fija, sino que consigue su diverso significado preciso gracias a la pragmati­ca, es decir, en el uso que de elias se hace en el interior de un contexto situacionalmente concreto.

Al considerar el componente pragmatico como un factor imprescindible para el estudio del acto comunicativo, no pre­tendemos marginar la importancia que tienen los aspectos sin­tacticos y semanticos en la produccion srgnificativa.

Ya hemos tratado estos aspectos, conscientes de la impor­tancia que tienen para fundamentar el nivel pragmatico. En sus primeros intentos, el analisis de la imagen visual tom6 un enfoque casi exclusivamente sintactico basado en la relativa simplicidad de una pretendida teoria de las relaciones entre las unidades discretas visuales. El principal problema radica, en el caso de la imagen, en que estas unidades no se presentan tan claras, ni tan discretas, ni tan medibles como lo son presu­miblemente las lingiiisticas, planteo te6rico del que se partia y que se aplicaba de forma excesivamente mecanicista.

Tampoco se trata de establecer complejos entretejidos de relaciones semanticas entre los elementos visuales y lo que se considera que significan. Aunque el estudio de la imagen se complemente con el estudio del significado que entraftan estas imagenes, si no se vincula la semantica a la pragmatica, este estudio no resuelve ciertos problemas: se partia de unidades de dificil justificacion en la representacion visual y se preten-

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dia descifrar los campos semanticos de sus relaciones hacien­da abstraccion del contexto, de las circunstancias y de las particulares situaciones que en definitiva producen significa­cion en todo tipo de lengua (U. Eco, 1977, p. 194; Katz y Fodor, 1964; Katz, 1972).

Debemos pues, dar otro paso y situar la imagen en el cam­po de las ultimas investigaciones sabre la pragmatica; poner todo el enfasis en las relaciones que se pueden establecer entre la imagen, en tanto signa, y sus «usuarios», asi como en las que se establezcan entre estos usuarios y su contexto.

En terminos mas generales, debemos observar como se usan los diferentes lenguajes para ver, a partir de su funciona­miento, los criterios basicos que condicionan la intencion, la comprension comunicativa y los efectos producidos en los pro­pios usuarios.

4.1.1. La pragmatica en relaci6n con las otras dos areas semi6ticas

Fue Ch. Morris (1939) quien profundizo en esta vision tri­partita de la pragmatica y el que contribuyo a su posterior divulgacion. No obstante eso, se debe a la filosofia analitica el estudio del lenguaje ya centrado en la pragmatica, y especial­mente a los filosofos Wittgenstein y J. L. Austin.

En sus primeros trabajos Morris definia la pragmatica como el estudio «de la relaci6n de los signos con los interpre­tantes», la semantica como <da relacion de los signos con los objetos a los que se aplican>>, mientras que la sintaxis seria el estudio de <das relaciones formales entre los mismos signos». Posteriormente Morris (1962, pp. 55 y 233) reformula estos tres conceptos dentro de la teoria conductista de los signos, ya que, segun el mismo expresa, <<han adoptado ya una ambigiiedad que amenaza con oscurecer antes que iluminar los problemas de este campo, pues algunos escritores los emplean para in­dicar subdivisiones de la misma semiotica, mientras que para otros designan especies de signos en los lenguajes de objeto que estudia la semiotica ».

Dentro de una vision conductista, Morris sustituye la rela­cion referencial de Peirce par una comportamental, reducien­do los hechos del lenguaje al estudio del fenomeno del com­portamiento mecanicista, entre el estimulo y la respuesta. Morris considera que, ante una semiotica mentalista en que el interprete del signa es el espiritu y el interpretante un concep­to , es necesaria una semi6tica conductista en que el interprete

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es un organismo y el interpretante una secuencia conductista. Esta orientacion, tam bien compartida par Bloomfield (I 970) considera que el semiologo solo se debe ocupar de los sucesos accesibles a todos y cada uno de los observadores, situados en las coordenadas de tiempo y espacio. Este concepto de semio­tica conductista supone la definicion de la pragmatica como el estudio de las significaciones. Morris la considera como la re­lacion entre los signos y sus interpretantes, <<aquella parte de la semiotica que trata del origen, usos y efectos producidos par los signos en la conducta dentro de la cual aparecen». Tambien Bloomfield, a pesar de considerar la significaci6n como una simple seiial, reconoce que el signa tiene una di­mension dinamica, y, como tal, supone unas relaciones de sig­nificacion surgidas de <da situaci6n en que el locutor lo enun­cia y de la respuesta que provoca par parte del auditorio».

Previamente a esta formulaci6n, Carnap, aunque limitan­dose a las lenguas naturales y a los calculos logicos, define tambien esta division tripartita de la semiotica de manera similar a Morris en su primera fase y formula explicitamente la pragmatica centrandose en el usuario: <<si en una investiga­cion se hace referenda explicita al hablante, o mas en general, al usuario de la lengua, entonces aquella la adscribimos al terreno de la pragmatica», mientras que <<si hacemos abstrac­cion del usuario y analizamos las expresiones y sus designata estamos en el terreno de la semantica».

Llegamos al tercer termino cuando dice que <<si hacemos abstraccion de los usuarios y de los designata y analizamos solo las relaciones entre las expresiones, estamos en la sinta­xis» (o la logica) (Carnap, 1942, p. 9).

Carnap, centrandose en la producci6n del lenguaje, intro­duce una variante terminologica al sustituir el termino ha­blante par el mas general de usuario. Para Carnap el usuario es tanto el hablante como el oyente, destinador y destinatario, decimos nosotros. Esta variante es de gran interes para nucs­tros objetivos ya que permite hacer extensivo el termino a Ia expresion de todos los canales sensitivos.

El concepto de pragmatica que adopta el pun to de vista del productor de signos se complementa con el de Morris, para quien la pragmatica se definiria a partir de los efectos que los signos producen en sus interpretantes (I 938). Posteriormente, Morris (I 946, p. 24) reformulara los tres conceptos reafirman­do sus rasgos distintivos y «liberandolos de todo caracter exce­sivamente restrictivo y ambiguo» (1946, pp. 218-219).

Revisados los tres terminos se definen de la siguiente for-

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rna: la pragmatica «es aquella parte de la semiotica que se ocupa de los origenes, usos y efectos de los signos en el ambito comportamental en que aparecen», mientras que la semantica << trata de la significacion de los signos en todas las acepciones del significar». La sintaxis queda como el estudio de <das com­binaciones de signos al margen de su significacion especifica y de su relacion con el comportamiento en que aparecen».

Si bien estas definiciones ponen de manifiesto la relacion que hay entre semantica y pragmatica, debemos puntualizar, antes de profundizar en el estudio de esta ultima, una util diferencia entre estas areas: la semantica, al tratar las relacio­nes del enunciado con la realidad, se sujeta a juicios de ver­dad, mientras que la pragmatica, por tratar de las condiciones de adecuacion y uso, intencion y efectos, nose encuentra suje­ta a la alternativa verdadero/falso, sino a la de acto logrado o acto fallido.

Esta diferencia puede relacionarse con la que hace Carnap (1956, p. 233) entre calculos logicos 0 <<Sistemas lingiiisticos construidos» y lenguas. El estudio de aquellos se realizaria en el marco de la semantica <<pura», a diferencia de la semantica <<descriptiva» que se ocupara de los significados de las expre­siones de las lenguas naturales <<historicamente dadas». Por esta razon la semantica descriptiva se podria considerar una parte de la pragmatica en el sentido en que deben tenerse en cuenta, al describirlas, las diferencias en el uso de ciertas ex­presiones.

Si bien en los lenguajes artificiales la sintaxis y la semanti­ca son perfectamente explicitables, no ocurre asi en el caso de los lenguajes naturales, verbales y no verbales, en los que el uso transforma y cambia continuamente las reglas que los conforman. No podemos reducir estos lenguajes a un sistema de reglas como si se tratase de lenguas formales.

Esta resistencia a ser reducidos a reglas precisas aun se hace mas evidente en el caso de los lenguajes no verbales. Debemos pues, optar por describirlos a partir de sus usos y de las posibles constantes de estos usos.

En otros terminos, debemos completar la concepcion del lenguaje como un sistema de reglas al estilo de la gramatica chomskyana con la del lenguaje como un conjunto de hechos.

4.1.2. El criteria pragmatico

El criteria pragmatico segun el cual el uso situacional de­lermina la forma discursiva seve contestado por los semantis-

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tas -Katz y Fodor y la mayoria de los semiologos- que consi­deran que la semantica no descriptiva o pragmatica debe ocuparse del significado de las oraciones, considerando a estas independientemente de su enunciaci6n en situaciones reales. Esta actitud es justificable desde un punto de vista te6r ico pero, desligada de la practica, supone regularizar los enuncia­dos eliminando los fen6menos de actualizaci6n situacional. Las deficiencias que entraii.a son evidentes, ya que partiendo de un destinador/destinatario ideales no contempla el fen6me­no de actualizaci6n con todos los datos significativos que la situaci6n aporta.

Chomsky, refiriendose al valor significativo de la actualiza­ci6n, considera que una lingiiistica te6rica se fundamenta ba­sicamente en el supuesto de que en primer Iugar se ocupa de un hablante/oyente ideal en el seno de una comunidad hablan­te homogenea que conoce perfectamente su lengua, es decir, la lengua de la comunidad, considerando que los fen6menos para o extralingiiisticos no inciden de manera importante en la enunciacion.

<<La enunciaci6n --considera Chomsky- no seve afectada por condiciones gramaticalmente irrelevantes, como por ejem­plo, la limitaci6n de la memoria, las distracciones, los cam­bios de atenci6n, el interes y los errores .» Asimismo, basar la actualizaci6n s6lo en la competencia lingiiistica es una vision parcial y por lo tanto err6nea del intercambio comunicativo.

La competencia que hemos denominado comunicativa debe contemplar la totalidad de los fen6menos que inciden en una situaci6n comunicativa. Considerar la actualizaci6n de una lengua como el factor primordial, para no decir unico, y atenerse solamente a aquellas variantes sistematicas ideales y reglamentadas, obviando las propias de otros sistemas scmi6-ticos que intervienen en cada acto de comunicaci6n, cs prcs­cindir de una parte sustancial del acto (estado socia l, ofi c io , acento, lenguajes paralelos) y asumir la existencia de un tipo de sistema general soporte de todos los enunciados posib lcs. Arrinconar, con pretension de neutralidad y como di fcrcncias menores <<irrelevantes», a factores situaciona les tan dccisivos como son el dialecto, el estado social, el tiempo, e tc., supone admitir una actualizacion estandarizada que de ninguna ma­nera se ajusta ala infinita pluralidad de enunciados/situaci6n con que se construye un acto de comunicaci6n.

Debemos, por el contrario, ampliar el concepto de compe­tencia y considerar los sistemas semioticos de que nos servi­mos en el acto de comunicaci6n como un conjunto de normas

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que <<generan» cualquier enunciado, y tener en cuenta la exis­tencia de un usuario real con una competencia comunicativa que como tal comporta, ademas de la posesion de una grama­tica verbal y la formacion de posibles enunciados, la capaci­dad de adecuarlos al contexto en funcion de las variables si­tuacionales pertinentes.

Puesto que una lengua existe como tal, es admisible pensar que los hablantes poseen una gramatica implicita que hace posible la comunicacion verbal.

Ahora bien, el reconocimiento de esta competencia grama­tical es insuficiente para dar razon de la total competencia de los hablantes, necesaria para la radical comprension comuni­cativa que implica la indispensable presencia de las variantes situacionales. 0 como dice Victoria Camps (1976, p. 53) seria «exclusivamente rigida para dar cuenta de las costumbres y de las modulaciones que se reflejan en la lengua».

El concepto de competencia comunicativa -ademas de la posibilidad de ofrecer reglas sintacticas y semanticas y servir­se de elias eficazmente y de poder transmitir enunciados gra­maticalmente bien construidos- exige que los comunicantes dispongan tambien de otro orden de reglas que les permitiran establecer de manera exitosa una relacion entre las reglas sin­tacticas y semanticas y el contexto de situacion donde se en­cuentran. En otros terminos, hay que considerar el acto de comunicacion en una dimension pragmatica. Una expresion, frase, gesto, construida bajo los mismos criterios sintacticos o semanticos sera significada segun el contexto situacional en que se produzca.

Los enunciados interpersonales son un claro exponente de su elevada dependencia situacional, en la medida en que son numerosos los fenomenos de actualizacion que implicitamente cuentan con la existencia de unos rasgos de orientacion situa­cional que, ajustandose a la competencia comunicacional de los participantes, permiten dar sentido al enunciado.

Este fenomeno comunicativo se hace evidente en una con­versacion corriente cuyas frases no comportan necesariamente una completa correccion, lo que no impide que sean interpre­tadas adecuadamente.

Por eso la competencia de un hablante implica la capaci­dad de producir frases, aunque gramaticalmente incompletas, textualmente adecuadas y logradas, o sea interpretables me­diante la aportacion de otros factores situacionales.

Igual que Searle (1980), cuando se refiere al acto lingiiisti­co, creemos que la unidad de la comunicacion lingiiistica noes

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cl simbolo, sino que lo que constituye la unidad basica es Ia «produccion» de la seflal en la realizacion del acto lingiiistico. Analogamente, tampoco el estudio de la unidad basica del acto de comunicacion, entendida en su sentido sincretico, no debe buscarse en el simbolo (gesto, imagen, palabra) sino en su produccion, y mas precisamente en el sujeto productor y en la relacion pragmatica de este con la totalidad de los lenguajes que ei emplea.

Nose trata, pues, de analizar el significado de una imagen, gesto ... sino de determinar que significa esta imagen, gesto para el individuo que la produce o emite. Por eso se debe analizar el acto de comunicacion dentro de un contexto am­plio, cuyos factores determinantes son la situacion y las in­tenciones, los propositos del individuo productor o emisor.

El estudio del significado de, por ejemplo, una imagen, supone, ademas de la comprension visual de su referente, el conocimiento de las modulaciones o connotaciones que esta imagen puede adquirir en diferentes situaciones.

La competencia comunicativa, debe, pues, contemplar esta dimension pragmatica o capacidad de servirse con acierto de los sistemas y subsistemas de los que depende el grado de aceptabilidad de un enunciado. Es comprensible que esta competencia comunicativa de arden pragmatico -aceptada ya por Chomsky (1977)- solo se pueda adquirir en un contex­to historico social y solo se ejercite en un contexto social for­mado historicamente.

Todo acto de comunicacion, como acto creativo que es, se relaciona necesariamente con las circunstancias historicas y sociales.

4.2. LA PRAGMATICA, MOVIMIENTO FILOSOFICO

Para examinar el acto de comunicacion en toda su complc­jidad intersectiva, no nos podemos limitar al estudio de enun­ciados con un referente reglamentado y previsible que nos conduciria a unas estructuras gramaticales l6gicas, sino que se debe considerar el acto de enunciar en toda su extensi6n, sus­tituyendo -como nos muestra Wittgenstein- la univocidad de las estructuras l6gicas por una analogia entre las diferentes situaciones comunicativas y por lo tanto irreductibles a los simples juegos univocos de la l6gica.

La dificultad principal de una argumentaci6n pragmatica -dice Perelman (1977, p. 98)- radica precisamente en su aplicacion, ya que las causas no son unicas, ni las consecuen-

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cias limitadas u homogeneas y por lo tanto dificilmente pode­mos fijar unos efectos cuando estos constituyen un ilimitado proceso de continuas y sucesivas causas/consecuencias.

De este modo, Perelman se pregunta si es posible detenerse en la cadena indefinida de las consecuencias, y como imputar a una sola causa las consecuencias que resultan, en la mayoria de los casos, del consenso de diversos elementos.

Enfrentarse con esta pluralidad de factores incidentes en el acto de comunicacion y su compleja y variada estructura, como con las innumerables consecuencias o efectos que lo de­finen, no es tarea facil, sobre todo cuando nos proponemos ver en todo acto comunicativo la interaccion de diferenteg lengua­jes que constituyen un todo o enunciado situacional.

Es con este objetivo que hay que reflexionar y ver si se puede aplicar a esta problematica la propuesta de «juego lin­gi.iistico» que nos ofrece Wittgenstein y a la que nos referi­remos.

La orientacion pragmatica basada en la obra de Wittgens­tein y de Austin ofrece, ademas, un interes especial, ya que, aparte de representar un factor indispensable en el estudio del lenguaje verbal, permite que nos adentremos en los campos ineditos de los fenomenos comunicativos extralingi.iisticos.

Por otra parte, Wittgenstein nos hace numerosas propues­tas atrayentes para un estudio del acto comunicativo con de­terminante visual.

De este modo debemos ver su renuncia a reducir los enun­ciados a valores univocos, como postula Ia logica formal, o a tomar en consideracion dudosos trasfondos trascendentalistas para expresar el caracter generativo del lenguaje.

Al optar por una concepcion del significado del lenguaje como uso, Wittgenstein nos posibilita dar una nueva orienta­cion a! estudio del lenguaje visual, entendido tambien como uso. Por otra parte, esto no presupone negar la existencia de reglas pertinentes en el lenguaje y en Ia enunciacion, aunque hay que situarlas en su justo sitio, considerandolas como unas funciones mas entre las multiples funciones que puede cum­plir el lenguaje.

Tambien es importante para nuestro trabajo su insistencia en el <<pluralismo lingi.iistico», por el cual admite los multiples usos de simbolos no reducidos a los de naturaleza verbal. En otras palabras, esta concepcion pragmatica del lenguaje hace imprescindible una introduccion al pensamiento de Wittgens­tein, que con el de Austin, constituira el fundamento de nues­tro trabajo.

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4.2.1. La pragmatica de Wittgenstein

El pragmatismo, aunque historicamente se lo pueda consi­tlerar como un movimiento filosofico independiente del positi­vismo y del conductismo, tiene mucho en comun con estos movimientos, y de manera mas particular con el pensamiento de Wittgenstein, uno de los pioneros del positivismo logico, a quien debemos, junto con J. L. Austin, Ia iniciativa del estudio del lenguaje centrado en la pragmatica.

Segun el positivismo logico, los unicos enunciados total­mente significativos son las aseveraciones empiricamente veri­ficables, de modo que consideran al resto de enunciados como no-significativos o emotivos.

Esta concepcion, sostenida por Wittgenstein en su primera fase neopositivista, es superada por el mismo en Ia obra poste­rior, ya que aquella suponia una concepcion restrictiva del significado, dificilmente admisible.

Wittgenstein renuncia a su positivismo logico por conside­rar que propugna una distincion simplista de las funciones del lenguaje, en Ia medida en que las reduce a las funciones des­criptivas y emotivas.

Este cambio queda explicitado al comparar las dos grandes obras puntales de su pensamiento: el Tractatus y las Investiga­ciones Filos6ficas.

Uno de los cambios mas relevantes entre uno y la otra radica en el hecho de que este ultimo libro, en Iugar de soste­ner, como en el caso de Tractatus, que la proposicion tiene significado por el hecho de constituir una «figura», afirma que el significado de una proposicion es su «USO» (Gebrauch tam­bien se sirve de los terminos « Verwendung>>, empleo, o «Anwen­dung», aplicacion).

Veamos primero los rasgos principales del Tractatus. Segun el analisis realizado por J. Ll. Blasco (1973, p. 110), la tesis del Tractatus se fundamenta en dos caracteristicas basicas dellen­guaje: a) el isomorfismo entre lenguaje y realidad, o sea la teoria de que ellenguaje es una «figura» (Bild) de la realidad, y b) el caracter limitante del lenguaje respecto a la realidad «Los limites de mi lenguaje significan los limites de mi mun­do» (Tractatus, 5, 6).

En virtud de este isomorfismo entre lenguaje y realidad, Wittgenstein considera la proposicion portadora de un signifi­cado cuya comprension no requiere ningun aprendizaje pre­vio: «La proposicion es una imagen de la realidad porque,

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cuando entiendo la proposicion, conozco la situacion expuesta por ella. Y la proposicion la entiendo sin que su sentido me haya sido explicado» (Tractatus, 4.021) .

Esta relacion directa solo se establece entre la proposicion COIJ)O tal y la realidad, nunca entre las partes que componen la proposicion y la realidad: <<Los significados de los signos sim­ples (de las palabras) nos han de ser explicados para que los entendamos. Con proposiciones, sin embargo, podemos en­tendernos» (Tractatus, 4.026).

Gracias a sus caracteristicas, las proposiciones tienen la propiedad de generar nuevos sentidos ineditos1 ya que <<en su esencia>> radica la posibilidad de comunicar nuevos sentidos .

Segun el Tractatus, Wittgenstein considera que la proposi­cion elemental es una combinacion de nombres, y si la en­tendemos es debido a que sabemos a que se refieren los nom­bres. Dado esto, las circunstancias o la situacion en que la proposicion se actualiza no anaden nada a la significacion.

Es sorprendente como estos presupuestos isomorficos han nutrido teoricamente la casi totalidad de investigaciones he­chas para establecer una Teoria de la Imagen.

La relacion referencial de la imagen con la realidad ha sido defendida por una pleyade de analogistas que veian en la ima­gen la reproduccion o representacion de aquello que les habia motivado formalmente. Es ahora cuando estudiosos de la ima­gen comunicativa se plantean nuevas problematicas surgidas de un convencionalismo que ven en la imagen visual, el signo de una significacion originada por la interaccion de factores situacionales y contextuales.

Tambien a partir de esta orientacion wittgensteiniana surgieron investigaciones basadas en un concepto de imagen visual que hemos denominado <<proposicionah pues, como por­tadora de significado, la imagen era considerada de compren­sion inmediata y no requeria aprendizaje previo.

Tal como acabo viendo Wittgenstein, esta concepcion del lenguaje, sea verbal o no verbal, se revelo excesivamente rigi­da y estrecha y se hizo incapaz de explicar la multiplicidad y complejidad formal de las formas de comunicacion real.

A partir de sus Investigaciones Filos6ficas, Wittgenstein fundamenta el lenguaje desde la pragm:itica y le niega, como «actividad», aquel trasfondo esencialista de su primer periodo.

Por la pragmatica, rechaza la tesis que constituia la base de la teoria de la figura, es decir, que nosotros comprendemos el sentido del signo proposicional sin que nos haya sido expli­cado: <da esencia de la proposicion>> como denomina este sig-

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nificado en el Tractatus (4.016), no requeria ningun aprendiza­je ni explicacion previas.

Wittgenstein, al insistir en el principia del pluralismo lin­giiistico, pone en crisis la primacia, vigente en el Tractatus, de la funcion enunciativa o descriptiva del lenguaje, introducien­do un nuevo camino de investigacion, originado por el eviden­te cankter innovador de aquel.

De este modo, en las Investigaciones Filos6ficas insiste en este principia del pluralismo lingiiistico:

<<Hay innumerables tipos diferentes de utilizacion de todo aquello que denominamos "signos", "palabras", "proposicio­nes " y esta multiplicidad noes algo fijo, dado de una vez para siempre, sino que surgen nuevos tipos de lenguaje, nuevos jue­gos de lenguaje -tal como podemos decir- y otros envejecen y son olvidados>> (Ph. U. 23).

Antes de adentrarnos en esta nueva orientacion wittgens­teiniana del pluralismo lingiiistico surgido de los <<juegos de lenguaje>>, veremos la propuesta de <<creatividad lingiiistica>> de Chomsky, y como, de forma similar a Wittgenstein, denun­cia la incapacidad de las teorias empirico-positivistas para explicar esta facultad innovadora o creativa del lenguaje. Su ineficacia, inexactitud o contradiccion proviene sobre todo -argumenta Chomsky- del hecho de que presentan <<enun­ciados basicos>> que constituyen los paradigmas que rigen con­ductivamente los hechos diversos.

Chomsky propone una nueva teoria denunciando y consta­tando que <<las especulaciones empiristas no han proporciona­do ningun camino que de cuenta del hecho basico del uso habitual dellenguaje, o al menos para describirlo, es decir, no dan razon de la capacidad del hablante para producir y com­prender instantaneamente frases nuevas que no son iguales a las escuchadas con anterioridad>> (1965, pp. 57-58).

La importancia que Chomsky atribuye al fenomeno de la creatividad lingiiistica, es decir, a la capacidad que tienen los hablantes de producir y comprender un numero infinito de frases que no han escuchado nunca con anterioridad, se pone de manifiesto en toda su obra (1966, 1968, 1970, 1971, 1972).

Las motivaciones que impulsaron a Wittgenstein a renun­ciar a una teoria del lenguaje reducida a la logica formal, por el hecho de no responder ala amplitud evidente de los nuevos y posibles usos del lenguaje, tienen, como veremos, una cierta analogia con las expuestas por Chomsky. En efecto, la gran complejidad dellenguaje no admite que lo reduzcamos a valo­res univocos y fijos propios de la logica formal, motivo par cl

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cual Wittgenstein substituye esta logica del principia de ana­logia por el concepto de juego lingiiistico.

Para Chomsky es evidente Ia crisis de las teorias empirico­conductistas, y con ella Ia teoria de que ellenguaje y su uso se adquieren a partir de un cierto aprendizaje « basado en un sistema de conexiones estimulo/respuesta o en una red de aso­ciaciones, o en un repertorio de modalidades de comporta­miento, o en una jerarqufa de habitos o en un sistema de disposiciones capaces de responder de una manera especial bajo condiciones especificas de estimulacion» (1959, pp. 26-58).

No nos debe sorprender, pues, que la critica que hace Witt­genstein a las teorias neopositivistas sea compartida por Chomsky, ya que unas teorias basadas en un aprendizaje efec­tuado mediante ejercicios y explicaciones no es capaz de dar razon del cambio cualitativo que se opera entre Ia entrada y salida (input, output) de un sistema, es decir, de la diferencia cualitativa que se opera entre el conocimiento lingiiistico (gra­matica) de un individuo y la base empirica de datos sobre los que ha construido su propia gramatica y adquirido su conoci­miento de la lengua.

La lengua no puede constituir un bagaje fijo, aunque cuan­tioso, de elementos y reglas combinatorias. En este sentido Chomsky extiende su critica al estructuralismo en Ia medida en que este se fundamenta en la concepcion de la lengua en­tendida como una «totalidad de enunciados>> susceptibles de ser producidos y por lo tanto con un caracter acotable, medi­ble, previsible y fijo (como es el caso de Bloomfield), constitu­yendo un corpus del cual nos hemos de limitar a describir los elementos constitutivos mediante un proceso de segmentacion en el campo de la investigacion teorica.

Chomsky, aun reconociendo que el estructuralismo aporto ciertos elementos positivos como es el intento de descubrir las propiedades fundamentales de la lengua, insiste en la deficien­cia que representa el hecho de que no contemple los <<procesos generativos subyacentes» que, segun el, determinan las estruc­turas.

A partir del estudio de modelos estructurales evidentes que hacen posible el habla real, Chomsky reconoce Ia existencia de unos principios generadores subyacentes, demostrando asi que las concepciones taxonomicas de Ia estructura son inade­cuadas y que el conocimiento de la estructura gramatical no puede surgir de Ia aplicacion de operaciones inductivas gra­maticales como son los procedimientos de segmentacion, sus­titucion, o de llenado de vacios por medio de asociaciones.

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4.2.2. El juego linguistico

La gran complejidad dellenguaje y Ia diversidad funcional que contraen los enunciados no permiten reducirlo a valores univocos, como postula la logica formal, y por eso Wittgens­tein la sustituye por el principia de analogia propio de todos los <<juegos de lenguaje». Este modelo analogico que nos pro­pone Wittgenstein como alternativa al rigido modelo de positi­vismo logico del propio Tractatus puede ser aplicado a los terminos, objetos visuales, objetos, etc., que, aunque sean dife­rentes entre ellos, se asemejan si son considerados desde un determinado punto de vista o proporcion, segun las reglas de­terminadas del juego a que son sometidos.

En realidad Wittgenstein, al proponer los juegos lingiiisti­cos, trata de destruir la primacia de Ia forma enunciativa suje­ta a unas reglas constructivas y consecuentemente significati­vas, para basarse en la pragmatica, o sea, en el acto de enunciacion.

Con la pragmatica, Wittgenstein, no niega la existencia de reglas pertinentes en ellenguaje y en Ia enunciacion, entendi­da como vehiculo de comunicacion, sino que manifiesta que esta funcion enunciativa y/o descriptiva no constituye Ia acti­vidad mas importante, y que a lo sumo, es una de las tantas funciones que debe cumplir el lenguaje.

Esta orientacion, primordialmente pragmatica, lo lleva a comparar el lenguaje a un juego, ya que para entender un juego, igual que un lenguaje, debemos primero entender como funciona. Entender una palabra en un lenguaje no es basica­mente comprender su significacion, sino saber como funciona o como se usa dentro de uno de los juegos posibles.

El hecho de que las palabras que usamos tengan una apa­riencia uniforme cuando son pronunciadas hace que tendamos a creer que tienen una significacion uniforme. Este error lle­va a creer en la existencia de significaciones como elemento ideal invariable para cada termino.

Optar por el <<juego lingiiistico» introducido por Wittgens­tein en las Investigaciones ... presupone afirmar que lo mas importante y primario en el lenguaje no es su significado sino su uso.

Tal concepcion evita hablar de reglas constitutivas rigidas, introduciendo una vision mas fluida y adecuada al tipo de actuacion comunicativa que nos ocupa. <<En Iugar de reglas -como apunta V. Camps (1976, p. 53)- habra que hablar de diferentes niveles de normatividad dentro de un lenguaje», ya

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sea este lingiiistico o extralingiiistico, o mejor dicho, el esfuer­zo interpretativo nos situani en el analisis de esta normativi­dad en el acto de comunicacion global.

El hecho de dar preferencia a la actuacion sabre la com­petencia nos obliga a replantearnos la cuestion de las reglas y criterios a tener en cuenta para poder juzgar o construir un enunciado correcto. En otros terminos, como decidir si un enunciado esta bien construido o no tiene sentido.

El numero infinito y posible de enunciados invalida el es­fuerzo par delimitarlos. Par lo tanto, la voluntad de marcar los limites de los enunciados correctos deviene una tarea inutil.

Al mismo tiempo hay que considerar que la incorreccion de un enunciado no es impedimenta para efectuar un acto de comunicacion. Es mas, la misma incorreccion puede ser ca­lificada como informativa y para evitar esta ambigiiedad, Chomsky (1970, p. 12) establece una diferenciacion entre «lo que es gramatical» y <do que es aceptable» que permite evitar la confusion entre lo que pertenece al estudio de la competen­cia o gramaticalidad, y lo que corresponde al estudio de la actuacion o aceptabilidad. Tambien, desde la perspectiva de la funcion comunicativa dellenguaje como determinante de la correccion, esta diferenciacion no nos puede obligar a conside­rar las reglas de la competencia como aisladas de las reglas de la actuacion. En este sentido, una actuacion se cumple siem­pre que el acto permita continuar avanzando dentro del siste­ma comunicativo o, en terminos de Wittgenstein, siempre que permita <<jugar el mismo juego>>.

Dentro de una perspectiva de <<juego lingiiistico» se puede decir que existen tantos lenguajes como juegos de lenguaje. Asi, entre los posibles juegos de un mismo lenguaje que mar­can funciones diferentes, pero no menos importantes las unas que las otras, podemos considerar: dar ordenes y obedecerlas, describir la apariencia de un objeto o dar sus medidas, cons­truir un referente de lenguaje a partir de una descripcion, narrar sucesos ... Estas y muchas mas SCI! las posibles funcio­nes de un mismo lenguaje, segun Wittgenstein. De aqui la importancia de considerar la diversidad funcional que con­traen los enunciados, mas que el estudio del enunciado en si mismo.

Esta multiplicidad, practicamente ilimitada, de los juegos de lenguaje, se deduce del hecho de que el lenguaje no es una trama de significaciones independientes de la vida de los que de else sirven, sino que se integra ala trama real de la vida de estos.

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Par eso un juego de lenguaje es <dicito» o <<justificable» si se 111 Legra a la conducta real. En este sentido Wittgenstein com­para el juego lingiiistico a un sistema de engranajes : aquel es lllSLificable solo si los elementos de este encajan los unos con los otros, y este con el engranaje de la realidad.

Si falta esta interaccion con la realidad, el lenguaje no t iene base . De aqui el caracter de actividad que Wittgenstein oLorga al lenguaje. Dar ordenes, obedecerlas, preguntar, agra­tlccer, saludar o resolver un problema son acciones que posibi­liLan los diversos juegos de lenguaje.

Si, como dice Wittgenstein, lo que es primario en un termi­no, imagen, etc., no es el significado sino el uso, (Como rela­ciona mos unos juegos de lenguaje con otros? Es decir, si en las palabras no hay nada en comun que las convierta en lenguaje y tampoco no hay nada en comun entre todos los juegos de lenguaje, (que es lo que los define como juegos de lenguaje?, (que les da unidad?, (como podemos llegar a hacer juegos lingiiisticos?

Las caracteristicas que definen a un juego no necesaria­mente las encontramos en otro juego. Lo que da unidad a todas las actividades en tanto juego -segun Wittgenstein- no es ninguna caracteristica propia de todos los juegos, sino lo que llama <<red complicada de semejanzas que se superponen y entrecruzan mutuamente» (Ph. U., 66), un cierto <<aire de fami­lia» que encontramos entre las formas que constituyen el jue­go, aunque no haya una significacion unica de juego. Witt­genstein se sirve de esta analogia para explicar que al igual que entre los miembros de una familia, la semejanza entre los juegos de lenguaje se debe a la pluralidad de caracteres que <<se entrecruzan y se superponen» y no a la igualdad de los elementos de sus miembros.

Wittgenstein nos propane tres metaforas, muy sugeridoras desde el punta de vista epistemologico, para ilustrar la diver­sidad de usos del lenguaje, su complejidad y creatividad, que impiden reducirlo a simples esquemas logicos .

Con la metafora de <<el lenguaje es un caja de herramien­Las » [<<Piensa en los elementos de una caja de herramientas: hay un martillo, unas tenazas, una sierra, un destornillador, una regia graduada, un cazo de cola, clavos, tornillos. Tan diversas como son las funciones de esos objetos, aside diversas son las funciones de las palabras» (Ph. U. , 11)] quiere expresar­nos las caracteristicas de la morfologia funcional sincronica del lenguaje, que segun el estudio de Blasco (1973, p. 114) podriamos resumir en los siguientes puntas:

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Cada imagen, cada enunciado, como los instrumentos que componen la caja, puede cumplir diferentes funciones segun la situacion, exigencias, intereses de los actores. Ahara bien, esta pluralidad de funciones, como lade las herramientas, hay que verla dentro de una cierta analogia impuesta por la propia estructura de la imagen ode la palabra. Una analogia existen­te entre los diferentes usos que nos permita hablar de la exis­tencia de ciertos limites de uso.

Wittgenstein nos advierte que el uso regular de esta analo­gia o semblanza puede comportar una confusion y llegar a sustantivar ese uso como esencial. Si en ciertas herramientas encontramos usos regulares que les pueden ser asignados como si fuesen esenciales, tambien en el lenguaje visual atri­buiremos un determinado uso, como «propio» de unas deter­minadas imagenes, excluyendo otros que no por menos regula­res son mas impropios.

En realidad, este uso regular, si bien no se puede sustanti­var como esencial o propio de las imagenes, si permite estable­cer un arden estructural entre elias que recuerda facilmente la caja de herramientas de Wittgenstein. Las herramientas ad­quieren un arden estructural y este esta en funcion de unos determinados criterios: puede, el arden, obedecer a un criteria de rapidez, o ala frecuencia del uso, o a ciertos canones esteti­cos, etc. Tambien las imagenes nos vienen dadas en un cierto arden relativo a unos determinados temas focalizadores.

Debemos, pues, tener conocimiento de los usos regulares de las imagenes, asi como del arden estructural que les es asigna­do en funcion de unos temas para poder focalizar la informa­cion requerida en un acto comunicativo.

Analogamente ala metafora de la caja de herramientas que requiere un conocimiento de sus usos regulares, el conoci­miento que un hablante tiene del lenguaje implica que sea competente para la utilizacion regulada de sus elementos lin­giiisticos.

De la misma forma podemos hablar de la necesidad de ser competente en el campo de la utilizacion regulada de la ima­gen, es decir, de tener un conocimiento suficiente de los cri­terios reguladores y estructuradores de las imagenes, de Ia posibilidad de localizarlos y de recurrir a ellos segun las nece­sidades tematicas y de interpretarlos de manera adecuada a Ia situacion.

Recopilar estas utilizaciones reguladas y consensuadas del Ienguaje visual en el seno de un grupo sociocultural puede constituir el intento de iniciar una Teoria de la Imagen.

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Tambien de forma metaforica, Wittgenstein expone la ne­rcsidad de contemplar Ia complejidad estructural del lengua­jc, su mutabilidad y la imposibilidad de reducirlo a estructu­ras logicas: <<Nuestro lenguaje se puede considerar como una d udad antigua: un laberinto de callejuelas y plazas, de casas viejas y casas nuevas y de casas con construcciones afladi­das en diversas epocas y esto rodeado de muchos suburbios nuevos con calles rectas y regulares y con casas uniformes» (Ph. U., 18).

Siguiendo a Blasco (I 973, p. 1 14), de esta segunda metafora se pueden extraer como caracteristicas basicas la complejidad cs tructural del lenguaje y la .imposibilidad de reducirlo a es­lructuras logicas. Las diferencias de ordenacion entre el cen­tro o casco antiguo de la ciudad y el ensanche moderno son a nalogas a la estructura compleja y mutable dellenguaje ordi­naria y a la estructuracion mas simple y permanente del nue­vo lenguaje cientifico.

La complejidad estructural del discurso visual tampoco es reductible a estructuras logicas . Como lenguaje natural, posee sus !eyes en las que la interaccion de reglas, motivaciones e interpretaciones es de una complejidad tal que irripide que se . simplifique en una ordenacion logica como Ia de los lenguajes ma tematicos. Asimismo estas dos posibilidades de lenguaje visual, el ordinaria y el logico, a pesar de la imposibilidad de transcripcion de uno al otro, forman, analogamente a la ciu­dad, un conjunto sometido a unas !eyes generales de estructu­ra . Esta estructura cambia con el tiempo y por lo tanto puede ser reducida a valores constantes.

La posibilidad de servirse del lenguaje para un numero infinito de nuevas usos se expresa en Wittgenstein con la me­tafora del laberinto: <<El lenguaje es un laberinto de caminos: vienes de un lado y te sabes orientar; vienes desde el otro lado a l mismo Iugar y ya no te sabes orientar>> (Ph. U., 203).

Esta capacidad del lenguaje permite considerarlo como a lgo creativo.

Su gran complejidad nos deja coger nuevas caminos no recorridos antes, o seguir otros ya conocidos o transitados que asimismo nos permiten ver nuevos o que pueden ser recorri­dos de manera inedita o diferente para llegar al objetivo pre­vista.

Este es el gran desafio del Ienguaje visual: como llegar a traves de las imagenes a decir cosas nuevas, nunca dichas.

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4.2.3. Significado situacional

Wittgenstein formula su teoria fundonal dellenguaje como una reaccion contra la identificacion del significado de una expresion con el objeto sustandal a que la expresion puede hacer referenda.

Las expresiones, sean palabras o imagenes visuales, no tie­nen un significado fuera de su uso concreto, y unicamente son adecuadas a situaciones, es decir, son unidades instrumentales fundonales, como lo es la fundon convendonal de una herra­mienta de un ofido personal. Por eso una misma expresion esta en disposidon de adquirir diferentes significados en fun­cion del contexto y situacion en que se actualiza.

Ahora bien, esta pluralidad significativa de cualquier ex­presion, en el sentido en que tiene tantos significados como usos, no deja de ofrecer ciertas dificultades, en especial cuando consideramos el fenomeno pluralista desde el angulo visual. Wittgenstein (y tambien Ryle, 1957), al analizar los usos de una expresion, solo especifica que esta tiene muchos posibles usos o papeles, incontables por su pluralidad, y tambien in­contables especies diferentes de uso. Asi, una misma expresion puede ser usada como una orden, una aseveradon, una pre­gunta, etc., modalidades que no tienen ningun elemento en comun, como tampoco lo tienen los usos de un caja de herra­mientas, si bien entre las expresiones hay tambien un cierto «aire de familia». Con referenda al significado de las expresio­nes, parece que no se puede hacer mas que describir las in­contables maneras diferentes en que se pueden utilizar las pa­labras y proposidones, y las mutuas semejanzas y diferendas.

Esta pluralidad de usos se hace demasiado grande para avanzar en una teoria general, ya que nos servimos de expre­siones con propositos tan diferentes que poco tienen que ver con sus «significados regulares»: empapelar con papel de dia­rio toda una habitadon, personas y muebles incluidos, no deja de ser un uso determinado del papel de diario, conviniendo sin embargo, en que este <<USO» o <<significado situacionah noes el conveniente o <degitimo». Es evidente que un determinado uso representa un uso mas generalizado, regular que otro, y que una expresion no representa la totalidad del objeto, sino par­cialmente y en funcion de un determinado uso practico.

No se trata pues, de considerar que una expresion tiene una fundon <<propia», sino que uno de sus posibles usos es el de ser presentado legitimamente junto con, y solo junto con, un objeto particular.

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F1c . 28. La situaci6n adecuada legitima y el uso «artistico•• del papel de tliario confluyen en Ia experiencia: «~Ha visto usted un comedor por aqui?», realizada por estudiantes de Ia Facultad de Bellas Artes de Ia Universidad de Barcelona.

Claro que el enfasis que se pone en el analisis del lenguaje a partir de su uso no pretende reducir el significado exclusiva­mente a aquel. Considerar solo este factor supondria admitir Ia posibilidad de usos infinitos para cada palabra o imagen. La experiencia cotidiana nos muestra bien claramente la imposi­bilidad de proceder arbitrariamente al produdr un mensaje. Hay que ver, como dice V. Camps, que los usos dellenguaje no son nunca arbitrarios, sino que el significado los delimita. No podemos servirnos arbitrariamente de cualquier termino para un discurso determinado, este ha de contener ciertos elemen­tos comunes, ya sea en el plano etimologico, ya por la propia evoludon historica de la lengua y sus consiguientes cosifica­ciones de significado <<historico» . De momenta, digamos que una forma esta determinada por su contexto, pero esto no nos permite redudrla a un conjunto de signos estructurados exclu­sivamente bajo la acdon unica del contexto en que se situan. La reladon entre contexto y forma expresiva se debe entender dialecticamente.

Al referirse a los enundados verbales y a su reladon con los contextos sociales, Rossi-Landi (1976, pp. 11-16) constata que en funcion de dicha reladon, aquellos pueden verse ate-

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nuados e incluso distorsionados pero no destruidos, y con esto indica que tienen caracterfsticas que les son propias: <<Todo enunciado -afirma- trae consigo, por decirlo asi, el fragmen­to de realidad natural y social que le corresponde y sin el cual ni siquiera hubiese cobrado forma. Precisamente por eso su dependencia de los variables contextos nunca es una depen­dencia que pueda impregnar totalmente Ia porci6n central o mas importante de su significado.»

Podriamos decir que las formas significativas varian segun el uso que de elias se hace en un contexto del que son parte, pero esta mutabilidad tiene unos limites a partir de los que Ia forma permanece constante. Ciertas propiedades inherentes o atribuidas culturalmente a! objeto no se alteran aunque se modifiquen las dimensiones fisicas o culturales.

Retomando Ia hip6tesis establecida por Rossi-Landi de que todo enunciado, en tanto es un fragmento de Ia realidad, tiene caracteristicas propias, e introduciendo el concepto greimasia­no de <<configuraci6n discursiva», podriamos decir que en un contexto visual existen ciertas configuraciones que no parecen depender del contexto, y que por lo tanto pueden desligarse de el, manifestandose con las caracteristicas de un discurso auto­suficiente .

Este discurso autosuficiente tiene una organizaci6n sintac­tico-semantico aut6noma, si bien hay que tener en cuenta, sobre todo en el caso de Ia imagen, que esta organizaci6n es susceptible de integrarse a unidades discursivas mas amplias, y entonces adquiere significaciones funcionales correspondien­tes al discurso de conjuntos.

De aqui que para llegar a analizarla, creemos que se deben tener en cuenta las caracteristicas propias de su integraci6n en las situaciones discursivas mas amplias.

Por eso, en el presente analisis del discurso visual, no nos limitamos a su aspecto sintactico-semantico, sino que intenta­mos que este sea completado por el pragmatico. Ahora bien, si es cierto que Ia semantica pura y Ia semantica descriptiva, para emplear Ia terminologia de Carnap (1956, p. 233), son dos formas diferentes de analisis, no por eso son independientes. La semantica pura, explicita Bar-Hillel (1970, p. 21), es siem­pre el modelo para Ia semantica descriptiva.

Para entender mejor el fen6meno comunicativo, debemos completar el estudio de todos los enunciados emitidos, de las palabras, de los gestos y de su significaci6n en Ia realidad, con el estudio del discurso o uso social que de ellos se hace bajo las dos vertientes que implicitamente supone el nivel pragmatico:

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Ia adecuaci6n del discurso a aquellas circunstancias por las que un acto comunicativo es apropiado a una situaci6n, y en -.cgundo Iugar a los efectos del discurso, es decir, el estudio de por que un discurso es logrado o fallado en sus intenciones y sus efectos.

De Ia misma forma que el significado de una proposici6n, imagen o sonido presupone que estos signos poseen cierto sig­ni ficado, que por el hecho de aparecer en un contexto determi­nado produce un determinado acto comunicativo, asi podemos uecir que un cierto acto comunicativo requiere Ia actualiza­d6n de una posible proposici6n que, en virtud de su significa­do, permita realizarlo.

Dos niveles de significaci6n, que mas adelante yen el caso particular de la imagen ic6nica, definiremos uno surgido de su analogia con la realidad, y el otro, por el reconocimiento con­vencional de su uso y sus efectos causales producidos o suscep­tibles de producir.

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5

EL ACTO COMUNICATIVO

5.1. LA ACCION DISCURSIVA

Situar el concepto de discurso como actividad pnictica nos hace dar un Iugar preeminente a Ia pragmatica, es decir, a dar prioridad a las situaciones en que aparecen los discursos y a los efectos que estos producen, y no a los enunciados simples de un individuo aislado.

Optar por una orientacion pragmatica nos permite evitar el riesgo de generalizaciones pretendidamente validas para cualquier caso particular, y caer en el error de extraer de este conclusiones universalistas.

La pragmatica nos autoriza a desplazar Ia vision abstracta dellenguaje y Ia busqueda de universales rectores, para abor­darlo como discurso concreto empleado por los individuos en su actuar comunicativo.

Se debe ver, pues, el lenguaje como un instrumento de los individuos humanos en unas situaciones determinadas que nunca son identicas.

Esto supone analizar los enunciados en su uso concreto en el momento de Ia enunciacion en el interior de un discurso que los signifique, es decir, que su referencia no puede ser decidida sin tener el debido conocimiento de Ia situacion comunicativa y de las interacciones sociales que hacen que Ia emision cum­pia unas funciones especificas. En efecto, al considerar el enunciado dentro de esta red de interacciones sociales, pode­mos decir que cumplira funciones discursivas como, por ejem­plo, los «actos» de dar informacion, hacer una pregunta, de­mostrar alguna cosa o prometer algo, aconsejar, amenazar, etc., por los cuales Ia situacion varia en su composicion o relacion de equilibria. .

Es decir, siempre que emitimos un enunciado, basicamente realizamos una accion. De manera mas general podemos decir que una de las propiedades fundamentales de las emisiones

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' omunicativas consiste en el hecho de que sirven para realizar oll'Ciones.

Un discurso entraiia una accion, y como tal implica enfren­t:un iento entre las partes, como tambien Ia consiguiente domi­rwci6n y subordinacion de los actores que llevan a termino Ia rcci6n de Ia que reciben los efectos . Dado esto, hay que situar Ia actividad que supone cualquier discurso en el seno de las tr·ansformaciones que se operan en las sucesivas situaciones rid propio discurso. Estas son sucesivas en el sentido que van va ria ndo en el transcurso de un proceso comunicativo, por el ' ua llos actores implicados se afectan mutuamente y el conoci­ruiento del propio discurso resulta tambien modificado sucesi­vamente.

Esta mutabilidad situacional obliga a considerar al acto en 1'1 interior de un intercambio comunicativo en el que se produ­ccn interaccion.es de conocimientos, deseos, preferencias, etc., que hacen que las situaciones varien constantemente y los ••ctos comunicativos se sucedan sin parar. Solo cumpliendose toclas las condiciones pragmaticas que conforman este com­plejo entretejido comunicativo, el actor o Ia entidad capaz de tctuar sobre otras entidades y producir algun cambio en sus propiedades o en su localizacion podra conseguir su objetivo. l.n situacion, por lo tanto, ya no sera Ia misma y Ia nueva 11 \.'Cesariamente comportara otras condiciones para nuevos tc tos de comunicacion. Por eso, cuando nos referimos a una ~<s ituacion comunicativa», damos a este termino un sentido r11as amplio que el que tenemos in mente al pensar en el con­ll'x to de un enunciado.

La situacion comunicativa incluye al propio enunciado, ge­rrc.:rado o validado por Ia propia situacion comunicativa, ya que por ei el agente se compromete a un determinado tipo de ~ ituacion que se relaciona con otra situacion.

Es necesario entonces, en una vision activa del discurso, considerar primordialmente Ia actividad de los sujetos y las diferentes practicas discursivas en una verdadera secuencia de acciones en las que se establecen unas determinadas relacio­IICS entre destinador y destinatario que se definen no por Ia t• mision de unos enunciados, sino por el mutuo afectarse.

Estas afecciones producen una situaci6n dinamica causada por los resultados obtenidos por el enunciado y no por Ia t• nunciacion propiamente dicha. Con Wright (1979, p. 69), pre­dsamos que «decir que causamos efectos no quiere decir que scamos Ia causa de ellos». La relacion causal se establece entre d resultado y sus consecuencias y no entre el enunciado y el

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resultado . Asi se debe entender a Ricoeur (1981, p . 125), para quien en el caso de un enunciado, la actividad es anterior a la causa, ya que la actividad de un agente es el modelo para producir unos resultados que precisamente comportan unos efectos.

Dentro de esta concepcion interactiva de la comunicacion, el analisis debe partir del propio «proceso de actOS» y de las transformaciones que estos actos provocan en las relaciones de los objetos y sujetos implicados, es decir, en los cambios de estado operados por un sujeto y que afectan a otro sujeto. Con este objetivo y en este sentido hay que segmentar funcional­mente la «actividad comunicativa» estableciendo sus relacio­nes con el conglomerado de actividades estrategicas donde se situan las diferentes funciones.

Digamos, pues, que las premisas para un analisis discursi­vo no se deben buscar ni en el propio enunciado, ni tampoco en sus factores subjetivos, sino en la accion que el discurso entraiia.

En su funcion instrumental, el enunciado supone una cau­sacion indirecta, ya que el efecto que se consigue no esta pro­ducido directamente por el sino por otro agente al que se dirige el enunciado y al que el agente inductor impone su voluntad al enunciarle una orden, una peticion, etc., que se adecue a la situacion.

Y, por lo que hace a los actores, digamos que solo pueden ser considerados como actuantes en relacion con sus acciones y no precisamente como motivo o iniciadores de la accion, sino como sujetos que reciben la accion y resultan afectados por ella.

Lejos de reducir el discurso a un simple proceso de trans­mision de mensajes mediante unos elementos codificados, efectuar un discurso debe entenderse como actividad producti­va de unas acciones u operaciones sociales que transforman una situacion inicial en una serie de nuevas situaciones consi­guientes. Esta accion comunicativa, como actividad dirigida a un fin, es tan decisiva que se convierte en el componente espe­cifico de la actividad social y su estudio no puede quedar des­vinculado de los aspectos fundamentales de la teoria de la accion . El significado de dicha accion, en tanto union simboli­zada de las relaciones de actividad, solo podra ser determina­do por la situacion social que presenten los usuarios.

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I . I . El concepto 'de actividad

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Creemos que el concepto sociologico de actividad, aportado l,,,.,icamente por Durkheim, Weber, Parsons, Mead, Strauss, l"'l'lllite marcar las bases de una conducta comunicativa que 110 l'Stablezca separaciones entre formas de actividad lingi.iisti­, .,. y no lingi.iistica.

En el origen de estas reflexiones y aplicaciones encontra­IIIIIS el concepto de juegos de lenguaje definido por Wittgens­lc•i n, con el que se pone de manifiesto que el lenguaje no esta i -. lructurado por unas reglas previas o condiciones constituti­v.ts, sino que se define y significa precisamente por el uso que de• cl se hace.

La accion es el <<locus» del significado, al relacionar las pmposiciones y los estados de cosas, y eso precisamente, dice Wittgenstein, es lo ultimo que podemos decir de el. Gracias a ln-. juegos de lenguaje se pone de manifiesto que no hay nada ou'1s alla de la accion y que por lo tanto, la condicion necesaria para entenderlos es participar en ellos.

La valoracion del juego comunicativo, como accion y no como restriccion lingi.iistica de ~sta, hace que se pueda justifi­' 111 · plenamente la introduccion de la teoria de la accion en el lt•n6meno comunicativo dentro del marco sincretico que de­lt•lldemos.

Partiendo de los presupuestos de Hjelmslev, Morris y Levi­~~ rauss, Pike, entre otros, define esta posibilidad basandose en Ia •·elacion isomorfica que considera que se da entre Ia estruc-1 11 ra social y la estructura comunicativa personal.

Kamiah, Lorenzan (1967, pp. 59-63) y Schmidt (1977), den­t m de esta concepcion general de Ia actividad comunicativa l•ngi.iistica y no lingi.iistica, consideran que es posible pasar de 111 1 nivel de actividad no lingi.iistica a un nivel lingi.iistico, tl:lda Ia estructura y racionalidad analogas de las formas de tccion lingi.iisticas o no; aunque Schmidt reconoce que el sis­ll'ma lingi.iistico, en su nivel reflexivo, exige menos esfuerzo y por lo tanto llega a ser la matriz de cualquier actividad comu­nicativa.

Tambien podemos recordar el aporte pionero de Malinows­ki con su estudio del lenguaje como componente de la activi­dad social : lees dificil comprender una actividad humana que 110 este motivada o basada en juicios lingi.iisticos.

Del mismo modo, para Habermas (1970) y Wunderlich ( 1972) la actividad comunicativa se encuentra unida constitu­livamente allenguaje, si bien es concebida como una relacion

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de papeles en situaciones sociales, basada /para Wunderlich en << Un proyecto de las posibilidades de comprensi6n y accion del otro», para lo que hay que conocer las qondiciones generales sociales y situacionales. Enunciar algo requiere saber la in­terpretacion situacional subyacente ala propia actividad, emil es la interpretacion que subjetivamente se clara al conocimien­to intencional y cuales son las consec,uencias que se pueden esperar de la acci6n.

No insistiremos en que ellenguaje, en tanto actividad, obe­dece a un proceso social y que, en la medida en que con nues­tros discursos usamos estos medios sociales que son los signos para conseguir unos efectos deseados, somos participantes de unas relaciones sociales, materiales e ideol6gicas, desarrollan­do nuestras potencias productivas sociales e individuates nece­sarias para poder llevar a termino la transformaci6n y apro­piacion colectiva del entorno.

La evidente funci6n social dellenguaje descarta la posibili­dad de que pueda aparecer un enunciado al margen de su situacion concreta. El enunciado siempre aparece en y para una situaci6n comunicativa, y por lo tanto esta necesariamen­te contextualizado.

Todos los factores que contribuyen a su formacion : pala­bras, imagenes, gestos, como tambien rasgos paralingiiisticos, papeles sociales, creencias y marco de competencias, deben ser tratados segun su funci6n, como elementos que intervienen en la construccion de unidades de nivel superior, que construyen la <<Situacion» en la que funcionan y las unidades de nivel inferior adquieren significado. Digamos que el analisis de la significacion de los enunciados emitidos en un discurso, en tanto miembros de un <<proceso», en el sentido de Hjelmslev, debe relacionarse acumulativamente con sus respectivos facto­res situacionales con los cuales contrae funciones de depen­dencia. El significado consiste en el funcionamiento adecuado de todo el conglomerado, es decir, la coherencia de todos los elementos que, impulsados por la intencionalidad comunicati­va, inciden en el. La nueva situaci6n que entraiia esta accion es un funtivo, una unidad que es punto de partida para nuevos enunciados en un proceso ilimitado de producci6n y cambio, en el que las diferentes situaciones secuenciales pueden ser consideradas elementos de un sistema con unas determinadas funciones.

Este proceso acumulativo nos permite decir que para ana­lizar el significado de un discurso se debe efectuar una contex­tualizacion seriada de los funtivos, donde cada uno existe en

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111111 i6n de un contexto, que deviene a su vez funtivo del con­I• ' lo mayor, de manera que todos los contextos tienen un III II•"' en lo que hemos denominado marco comunicativo.

•, 1.2 . Los condicionamientos de la acci6n

A pesar de este concepto de situaci6n dinamizada por todos I•=•; factores incidentes en el acto de comunicaci6n, debemos ich•utificar y diferenciar genericamente una <<situaci6n esteti­, .. , . de una << Situacion dinamica». Entendemos por situacion

ll'lica unas circunstancias de una duracion determinada o 1111 l'Stado, o como define Lyons <<Un existir y un no suceder, un , . ., lmlo h0mogeneo, continuo y no cambiable a lo largo de su tltlruci6n ».

Mientras que por situacion dinamica hay que entender su­' <''lOS, procesos o acciones: <<es algo que ocurre (sucede, tiene l11~:nr) de una manera instantanea o duradera, que noes nece­·•" iamente ni homogeneo ni continuo, pero puede presentar • lt·rtos contornos temporales y, como caracteristica mas 1111portante , puede o no estar bajo el control de un agente» (I Lyons, 1980, p . 427).

Cuando consideramos un hecho dinamico debemos diferen­'"·"· los siguientes casos:

Entendemos por proceso una situacion dinamica que se r "1 icnde en el tiempo.

Si, por el contrario esta situaci6n dinamica es momenta­w•n, diremos que se trata de un suceso, y si la situacion dina­•• •u.:a esta bajo control de un agente, hablaremos de acci6n; si I' I rata de un proceso bajo el control de un agente, lo llamare­

IIHlS actividad, y acto si se trata de un suceso bajo el control de 1111 agente .

Hechas estas precisiones terminol6gicas, pasaremos a la ' xposicion de los condicionantes de la actividad humana a fin dt' cxtraer de aqui las bases para la actividad comunicativa 1 on determinante visual.

Buscando una similitud entre las ciencias naturales, con su •q~ularidad universal subyacente que permite establecer las It-yes que gobiernan los fen6menos naturales, y las ciencias luunanas , Wright (1980, pp. 183-204} intenta fijar reglas que pt•rmi tan una explicaci6n retrospectiva y una cierta compren-

l<.'m de la actividad social a partir de una <<normativa social» y dl'l comportamiento <<intencional» individual que gobierna la vida de Ia sociedad y de los hombres.

Wright rechaza las propuestas <<internalizadas» con remi-

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niscencias mas o menos innatistas, cuya }ctividad estaria regi­da por factores interiorizados del indivi'duo y de su constitu­ci6n psicofisiol6gica, y propane la ~<externalizaci6n» del problema que consiste en comenzar pahiendo de los actos del individuo como miembro de un grupo social con el que guarda relaciones institucionalizadas «abriendo un camino desde la consideraci6n de los factores que influyen en la conducta del individuo como miembro de una comunidad en el contexto de las relaciones humanas siempre institucionalizadas>> (1980, p. 185).

Partiremos de dos conceptos basicos para nuestro estudio: el de actividad y el de simbolizaci6n (s) o realizaci6n en termi­nos simb6licos, especialmente visuales, de esta actividad.

La actividad llevada a termino por un individuo obedece al esquema:

A tiene la intenci6n de p A juzga que si no es con s no obtendra p Por lo tanto A emprende las acciones necesarias para s

Este simple esquema responde a las razones o fundamentos de la conducta de «H>> que se basan en la <dntenci6n de p>> yen el hecho de que este <<p» solo podra ser conseguido si previa­mente se cumplen las exigencias que marca la situaci6n, y que para conseguir el objeto de la intenci6n, A emprende las accio­nes correspondientes.

La otra consideraci6n nos obliga a insistir en el hecho de que los actos intencionales a que nos referimos se pueden rea­lizar mediante elementos simb6licos, para los que el lenguaje - visual, verbal u otro-- se transforma en un verdadero instru-mento de la actividad humana. 1

Desde la primera infancia, el ser humano se da cuenta de que al igual que con sus actos fisicos coge, manipula, transfor­ma y configura su entorno, tambien por obra del lenguaje simb6lico puede dar satisfacci6n a sus necesidades de mani­pulaci6n y transformaci6n del entorno.

Segun Piaget el conocimiento se desarrolla a partir de la interacci6n que, desde nuestra infancia, establecemos con las personas y cosas de nuestro entorno: al actuar sobre elias y ellos sobre nosotros, adquirimos conocimiento de las propie­dades de las personas y de las cosas y aprendemos a categori­zarlas conceptualmente. Asi, desplegamos nuestra fuerza sen­somotriz y tomamos consciencia de las personas y de las cosas del mundo que merecen nuestro interes, sefialamos su ausen-

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it! v ~c.:gun nuestras perspectivas, suponemos situaciones fu­l l lt . t '> .

I k c.:ste proceso se puede inferir que adquirimos una con­! 111 1011 respecto a la existencia y la identidad de las entida-

1 · · ~. a l mismo tiempo que nos definimos como entidad auto­tt lll l ri i'. con capacidad de actuar de diferentes maneras sobre 'ot ,,,.., cntidades . El marco conceptual en el que organizamos l1o, JH:rcepciones del mundo fisico nos permite identificar en ei 1 .... ' ucesos, procesos y acciones. Asi llegamos a comprender Jill ' 1 ~ rac ias a las sefiales (vocales, visuales, gestuales) apropia-

ol.t ~ para indicar nuestros intereses se puede influir en el com-1"" tamiento de otros agentes . Es decir, vamos adquiriendo , Hllocimiento de la funci6n instrumental de las enunciaciones. ~~,., scrvimos de enunciados para pedir, suplicar o dar 6rdenes •Jill', si concurren unas determinadas circunstancias, producen " ""s cfectos deseados y satisfacen nuestros intereses, creando 1111.1 nueva situaci6n que requerini iniciar una nueva estrate­~ ~ ~~ comunicativa. ~ Es te proceso transformacional que opera desde un estado i11H ia l u originario bacia un estado final o consiguiente nos 1 , .,·mite definir el acto comunicativo como resultado de esta u tlvidad procesual que realizamos mediante unos enunciados

•PH' se hacen coherentes con una situaci6n en funci6n de los t~ h jctivos propuestos.

Estas posibles y variadas actividades desarrolladas para 'onseguir un objetivo tienen como constante la intencionali­tl11d; tanto si se trata de tomar la decision de comprar un vi deo-cassette o de llegar a ser un buen profesional ode ganar I III <IS elecciones o en terminos explicitamente simb6licos, dar 1111 a orden o hacer una pregunta, el objetivo intencional no ,·-,tara cumplido sino se hacen los pasos necesarios y adecua­dos para , respectivamente, comprarlo, hacer un buen aprendi­!Hje o redactar un programa atrayente y divulgarlo convenien­flomente .

Tener la intenci6n de dar una orden ode hacer una pregun­ta supone igualmente la necesidad de satisfacer unas determi­••adas condiciones comunicativas y situacionales, gracias a las que podemos conseguir el objetivo intencional.

Esta intencionalidad, que veremos con mas detalle, mues­t ra diferentes grados de intensidad, y esta es inversamente proporcional al grado de institucionalizaci6n de los elementos dcterminantes.

Para poder dar una explicaci6n de nuestras actividades y para interpretar por que los agentes actuan de una determina-

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da manera, Wright reconoce dos tipos de condicionantes, los <<externos», que nos son impuestos, y los <<internos», que estan establecidos en nosotros.

Debemos precisar que en una concepcion del hombre como ser social, los condicionantes <<internos» no tienen un caracter innatista, sino que se cosifican en nosotros por asuncion y asimilacion profunda de los << externos ,, .

Uno y otro condicionante nose han de entender como ele­mentos de un sistema binario sino como los extremos teoricos de un continuum que, en diferentes grados, condiciona nues­tros actos.

La accion de obedecer una orden, satisfacer un ruego o contestar una pregunta es siempre respuesta a estimulos externos. Asimismo, cuando obedezco una orden del tipo de girar a la derecha delante de la sefial de una flecha orientada en este sentido sobre un disco azul, no puedo decir propiamen­te que este acto sea <<intencionado>> porque no razono, ni tengo la intencion de obedecer, ni satisfacer una necesidad o dar una respuesta.

<<Solamente>> obedezco, satisfago o contesto. En realidad, y de manera mas precisa, podriamos decir que esta intencionali­dad es <<asumida>> en mi acto de respuesta. Supongamos que no he visto la sefial porque estaba distraido y he conducido en direccion prohibida. Me para un guardia de transito y me pregunta por que no he respetado la sefial. Puedo responder que nola he visto, ya que si la hubiera visto la habria obedeci­do, puesto que mi <<intencion>> como conductor consciente es la de respetar todas las sefiales de transito. Esta intencionalidad esta en la base del quehacer del conductor, si bien solo toma­mos consciencia de ella cuando reconstruimos retrospectiva­mente la accion. El objeto de la intencion era respetar la se­fial, posiblemente en funcion de otra intencionalidad, como por ejemplo, la de evitar posibles accidentes o simplemente una multa, o contribuir a la ordenacion y fluidez del transito urbana.

Este tipo de condicionantes estan formalizados simbolica­mente y por lo tanto resultan altamente institucionalizados. Provienen del exterior y provocan en nosotros unos efectos cuya realizacion no requiere ninguna intencionalidad previa ni explicita. Por el contrario, los condicionantes internos supo­nen <<intencionalidad>> y actitudes epistemicas, ya que impli­can que nos cuestionemos sobre lo que nos proponemos conse­guir con la accion.

La respuesta a los estimulos simb6licos (o efecto perlocuti-

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vo de un acto ilocutivo como veremos mas adelante) equivale 1 Ia participacion en las practicas institucionalizadas, es decir,

c•u aquellas formas convencionales de actuar compartidas por l11 colectividad a la que se pertenece. Asi nuestras respuestas c"ilan de acuerdo a unas reglas preestablecidas, y solo son c omprensibles en la medida en que hacen referenda a los hnperativos del contexto social: leyes civiles, codigos morales, I cudiciones, reglas de conducta, etc.

Este conjunto de condicionantes externos de nuestra con­chaeta componen lo que Wright (1980, p . 188) llama <<presion norma tiva>> y constituye un mecanismo motivador que no su­pone reflexion previa sobre Ia intencionalidad o no de seguir­lo, ni guarda relacion directa con los determinantes internos: 11 11 cartel que prohiba fumar en un espacio publico exige obe­dicncia en tanto es un objeto simbolico externamente estable­l'ido relativo a la actuacion de un fumador.

La presion normativa requiere Ia correspondiente obedien­l ia y no respetarla comporta consecuencias como sanciones o l l'COmpensas af agente, medidas estas altamente instituciona­lizadas como las coercitivas, de tipo legal, multas, exilio, etc., o de tipo moral: desprestigio, marginacion, desautorizacion, l" fcetera.

Las consecuencias desagradables que trae contravenir Ia presion normativa no constituyen el unico factor determinante para obtener respuestas positivas. Hay otras tanto o mas efica­~:cs: las que representan una <<recompensa>>, una satisfaccion, premios, elogios, etc.

Ahara bien, la norma solo llega a ser verdaderamente efi­c:az en la medida en que es profundamente asumida por los miembros de una sociedad. En este supuesto, el acto indivi-

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dual, intencional, entraiia a menudo la satisfaccion de contri­buir «libremente» al interes social, si bien este acto interno, como hemos dicho, requiere la previa institucionalizacion de las normas a titulo de imperativo social, y la aceptacion y la asuncion de las reglas por parte de los miembros de una socie­dad que tienen consciencia del beneficia colectivo que su cum­plimiento comporta.

En realidad, esta asuncion supone, al menos en los prime­ros estadios, una perdida de libertad, ya que -como dice Wright- parece que los estimulos externos determinan las acciones, aunque con diferencias segun las situaciones en que la norma esta explicitamente impuesta.

Estas dos formas de coercion, la <<impuesta» y la <<asumi­da», constituyen dos tipos institucionales de autoridad: en el primer caso las instituciones son consideradas valiosas por la persona, clase o grupo que detenta el poder; en el segundo caso el valor asumido es de tipo social. Esto no impide que en la realidad se de el caso de que una de las dos formas sea empleada estrategicamente para conseguir la asuncion unifi­cada de la autoridad.

5.1.3. El acto o la interpretaci6n de la conducta

En primer Iugar debemos saber el tipo de relacion que contraen la intencion y la accion.

Partiendo de Anscombe y de Danto, el sociologo y filosofo Von Wright estudia los actos sociales que contraen las cosas hechas segun una intencionalidad con sus consecuencias o efectos. Segun Wright las consecuencias nose deben entender segun el concepto de causalidad extrinseca de Hume, sino de acuerdo con unas relaciones logicas e intrinsecas.

Se trata de un suceso que nose encuentra necesariamente unido a la idea de una ley productora de efectos, sino a un poder del agente que se opone a una sucesion constante, como seria la causal de Hume. No se da entonces una relacion de contingencia de dos sucesos puestos en constante conjuncion.

Esta relacion de implicacion entre accion y efecto, mas alia de interpretaciones causalistas, establece una conexion con­ceptual y logica entre el acto y su fundamentacion en una intencionalidad y actitud epistemica. El acto es una forma de conducta que se interpreta segun la intencionalidad para que signifique alguna cosa o se oriente a un fin. De todas maneras, si bien la intencionalidad reside en la conducta, no por eso podemos considerarla como una cualidad que le sea inherente:

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], ,., movimientos que conforman una conducta pueden tam­ltlt 11 ser descritos por si mismos sin hacer referenda a la in­It lll 'ionalidad, responde Wright a la critica que le formula 11 1t ocur.

Wright considera que no hay contradiccion o incompatibi­ltd;td entre la explicacion causal y la intencionalidad, ya que .• l'cfieren a niveles distintos de comportamiento. La explica­

' 1o11 causal da cuenta de movimientos o sucesos naturales que llt•gan a ser accion en la medida en que son investidos de lllll·ncionalidad. Bajo esta vision, la intencionalidad de con­""' ta equivale a enmarcarla en una situacion referente al ,g,·nte, por la cualla significamos. Memorizamos unos hechos

1111110 condicionantes internos y externos de actos concretos, y , onsideramos como probable, segun nuestras expectativas de lttlum, que la conducta obedezca a los que creemos mas ade­' 11:1dos y en funcion de esta logica conexion convencional en­It,. cl acto y sus razones vemos su conduccion como un acto 1111 cncional.

Esta conexion logica permite hacer predicciones sabre los .u los de un agente a partir del conocimiento de sus condicio­llillltes internos intencionales: tener la intencion de hacer una 1 osa supone que esta se encuentra en el futuro. Por lo tanto, el 1 onocimiento de la intencion de realizar este acto es anterior a l.1 accion, y los grados de fiabilidad de que esta se realizara v:~rlan en funcion de la cantidad de tiempo que debe trans­' IIITir.

De este modo, estas predicciones tendran una alta fiabili-dad si el agente da seiiales, o el destinatario lo interpreta asi, de que tiene la intenci6n de realizar la accion en seguida, o en 1111 espacio de tiempo corto.

Por el contrario, en un largo espacio de tiempo, las predic­riones sobre los actos futuros son mas aleatorias, las oportuni­dades de modificar intencionalmente la realizacion del acto son mayores, por lo cualla fiabilidad disminuira sensiblemen­lc. Los condicionantes externos e internos futuros son mas susceptibles de influir en el cambio intencional cuanto mas largo sea el tiempo de que el agente disponga para realizar el acto.

5 .1.4. Los ultimos deterrninantes

Para comprender mejor la pulsion intencional que consti­tuye una acci6n, hay que preguntarse con Wright (1980, p. 197) <<(por que A tiene las intenciones que tiene?»

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La respuesta podria estar dada en terminos de seiialar una nueva intencionalidad y asi sucesivamente sin fin. Nuestras preguntas son similares a las de los niiios, insistentes, con las que nos arriesgamos a aventurarnos en zonas de abstraccion metafisica donde no hay respuesta posible. Asimismo en esta sucesion de porques intencionales debemos basarnos en dos tipos de determinantes de intenciones: los «deseos» y las <<obli­gaciones» .

La justificacion que damos a Ia cuestion inicial sobre por que tenemos Ia intencion de realizar una accion determinada, Ia podemos formalizar en terminos <<naturales» de deseo: Ia salud, el bienestar, Ia diversion, el goce. Y a Ia pregunta: <<(por que A tiene Ia intencion de ir al cine?» se puede contestar: A desea ver una pelicula del realizador X I A A le gusta el cine musical/ A goza en el cine I etc. Vemos que Ia intencion se formula en terminos que especifican el deseo dentro del marco general de Ia tendencia de A a gozar. A, cuando puede, intenta encontrarse en esta situacion agradable.

La intencion de A de realizar una determinada accion pue­de tambien obedecer a determinantes de obligatoriedad. Como ser social una persona interpreta un <<papel» en virtud del cual Ia sociedad espera que haga ciertas cosas a las que se ha com­prometido. Las actuaciones que se esperan de esta persona se definen por reglas explicitas o implicitas vigentes en su grupo social. Es claro, pues, que una persona toma determinadas decisiones o concibe ciertas intenciones en funcion del papel que ocupa en Ia sociedad, y en este sentido Wright define Ia obligacion como los objetos de estas intenciones.

Las obligaciones son, pues, aquellas actuaciones que se es­peran de una persona en funcion del papel que representa y al que se ha comprometido. Estas obligaciones y sus subsiguien­tes actuaciones se pueden contradecir o no ser coherentes con las intencionalidades <<particulares» o propias del individuo al margen de su papel social. Para los casos en que el individuo falta a su compromiso social, el grupo dispone de una presion normativa que hace que los que representan tm papel social se deban ceiiir incluso contra su voluntad siempre que Ia realiza­cion del deseo social sea calificada de mas rentable que los perjuicios ocasionados por el incumplimiento de Ia obligacion.

De todas formas, y analogamente a las reglas de conducta, es esencial que Ia representacion del papel social no obedezca a ninguna presion normativa, sino que sea plenamente asumi­do y por lo tanto las obligaciones se <<internalicen>> como de­terminantes ultimos de lo que intentamos.

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Mas adelante volveremos al tema fundamental de Ia in­lt' nl'ionalidad y sinceridad como condicion necesaria para el lc tgro de un acto. Asimismo creemos que estos fundamentos de l11 intencionalidad que acabamos de exponer son necesarios p11n1 abordar el discurso como acto propiamente comuni­' .l! ivo.

Por ultimo, aiiadiremos que estos dos condicionantes gene­' .1dores de la actividad humana se oponen a dos tipos mas de lcll lores susceptibles de determinar negativamente las in­lc• nciones de un individuo: las <<aptitudes» y las <<oportunida­' h~s ».

AI contrario de los deseos y obligaciones, que incitan a las pt·rsonas a actuar, las aptitudes y oportunidades determinan twga tivamente los actos, <<restringen el horizonte, el dominio o I I ambito de Ia libertad de actuacion de una persona» (G. H. Wri ght , 1980, p. 199).

Las aptitudes expresan Ia relacion <<querer» y <<poder>> y asi •.1 se tiene la intencion de hacer algo, esta supone necesaria­nlcn te que el agente considere, acertadamente o no, si tiene las •ondiciones necesarias para conseguir el objeto de su in­lt• tlci6n . Si no se produce esta situacion favorable al acto voli­t lvo, el agente puede desistir de su intencionalidad o puede 111 1 en tar adquirir Ia necesaria capacidad para poder llevarla a 11·rmino posteriormente. Este proposito comporta que se con-tdere primero Ia capacidad para iniciar el aprendizaje, en

1 uyo proceso, como ocurre con los determinantes ultimos, ve­niOS que hay aptitudes <<naturales» {Ia inteligencia, Ia fuerza, lu ha bilidad), y aptitudes <<adquiridas» por el aprendizaje, la Pxperiencia o Ia educacion, altamente institucionalizadas.

Asi como las aptitudes son caracteristicas propias del agen­lc, Ia oportunidad es un rasgo particular de una situaci6n nmcreta atribuible a! contexto. Estos dos factores no se pue­dl·n considerar aisladamente: su intima interconexion se hace •·vidente cuando consideramos que para desarrollar las aptitu­des noes suficiente tener en cuenta las aptitudes naturales que posibilitan el aprendizaje y las aptitudes adquiridas previa­mente, sabre las que se asentara el nuevo conocimiento, sino la mbien se han de considerar como determinantes decisivos las oportunidades que ofrece Ia situacion particular concreta que ira variando en la medida en que Ia accion destruya o cree nuevas oportunidades.

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5.2 . Los ACTOS COMUNICATIVOS

Hemos visto que por la accion hacemos que <<algo suceda» y se produzcan unos «efectos» o cambios situacionales. Las motivaciones de base nos permiten explicar tres niveles de actividad que podriamos analizar con las expresiones: «hacer algo>>, «para hacer algo» y «provocar algo por haber hecho algo».

Si comunicar es un acto, isomorficamente podemos decir que cuando enunciamos algo, mostramos imagenes, aparece­mos vestidos o desnudos, gesticulamos o cantamos, etc., reali­zamos acciones que suponen aquellas tres dimensiones. A par­tir de Austin las podemos diferenciar en tres clases :

Al decir algo llevamos a termino una serie de acciones que constituyen un «acto locutivo», acto que de manera aproxima­da equivale a expresar unas imagenes proposicionales con un cierto sentido y referenda, lo que a su vez se aproxima al «significado» en su sentido inmediato y tradicional.

Realizamos «actos ilocutivos» al informar, ordenar, adver­tir, comprometernos, al ejecutar actos que comporten una cierta fuerza intencional.

En tercer Iugar, realizamos «actos perlocutivos» cuando, a traves de ellos, conseguimos alguna cosa, como es el hecho de convencer, persuadir, sorprender, asustar o confundir.

Veamos ahora mas detalladamente cada una de estas tres clases de acciones que constituyen el acto de habla, o mejor dicho el acto de comunicacion polisensible, si bien antes acla­raremos lo siguiente: al introducir el concepto de «acto de habla» surge un problema terminologico que supone una teo­ria construida sobre el acto originariamente entendido como «locutio».

Nuestros intereses suponen una interpretacion del uso co­municativo mas amplia de lo que seria un uso exclusivamente verbal y es en este sentido que se han intentado acuii.ar termi­nos que recojan el significado de este acto no exclusivamente locutivo: acto sincretico, acto sensible.

No obstante, la poca claridad de estos nm!vos terminos al in.corporarles prefijos y la confusion que su uso provocaba nos hizo volver a los terminos de Austin: acto locutivo y sus deri­vados, ilocutivo y perlocutivo, aunque empleados en el sentido amplio al que nos referimos.

No abandonaremos el intento de adecuacion terminologi­ca. Mientras tanto pedimos al lector que interprete estos ter­minos mas alla del sentido de origen austiniano.

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1 , I . Los actos locutivos

En un primer analisis de las expresiones realizativas, Aus­ti ll l~xtrae de elias unas particularidades propias que se deri­\'11 11 del hecho de ser enunciadas en ciertas circunstancias: ' 11 .u1 do producimos una expresion realizativa con fines comu­llh .1tivos, realizamos acciones diferenciadas aunque no in-•l•t lcndientes.

El hecho de decir alguna cosa es considerado una accion, )'I I que implica «hacer algo», o como dice Austin «al decir algo, h1•n•mos algo. Por el solo hecho de decir algo, hacemos algo». I " ' " accion, la de «decir» algo, constituye el acto locutivo o .luucnsion locutiva.

El acto locutivo es, pues, el acto de producir un enunciado IHIIificativo. 0, en palabras de Austin (1971, p . 138): «La emi­ltlll de ciertos ruidos, la de ciertas palabras en una determi­

ll.n la construccion y con un cierto "significado" en Ia acepcion lllos6fica preferida del termino, esto es, con una referenda y 1111 sentido determinados».

Por lo tanto, decir alguna cosa, en tanto que ejecucion de 1111 acto, entraii.a la emision de ciertos ruidos, de ciertas pala­IH . IS, de una determinada construccion y con un cierto signifi­' .~t l o, es decir, tres factores que segun Austin se diferencian en c• l acto locutivo: el acto fonetico, el acto fatico y el acto retico.

Tambien podemos decir que el acto de habla no se debe l1111itar a la emision de ciertos ruidoso palabras, sino que se pucde hacer extensivo a la emision de otros estimulos sensi­hlcs con fines comunicativos. La emision de ciertos gestos, t olores , imagenes, olores, tiene tambien una dimension «locu­ll va» en el sentido en que constituyen unos actos de los que larnbien se pueden desglosar los tres niveles que acabamos de tliCncionar y que denominaremos: el sensible, el formal y el tl•fcrencial.

Aunque el analisis del acto fonetico en el plano lingiiistico , . ..,, en Austin, un poco ambiguo e impreciso, ya que al definirlo 1 omo emision de ciertos ruidos con los que se expresa un «phone» no aclara que parte de la seii.al vocal queda compren­dida en el termino no tecnico de «ruido», nos es util pues iutroduce este factor en el nivel teorico. Aunque indetermina­do, este factor permite extenderse a todas las manifestaciones scnsibles mas alla del sonido propio de las palabras.

Asi podemos hablar de acto perceptivo f6nico, cromatico, gcstual , olfativo.

El acto formal consiste en la emision de ciertas imagenes

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como pertenecientes a un sistema de formas de expresion co­rrelacionadas con unas determinadas formas de contenido. Es evidente que estos elementos considerados aisladamente son puras abstracciones, ya que la funcion semiotica que contraen va determinada por las motivaciones, intenciones o la situa­cion en general.

En el plano teorico, podemos decir que el acto sensible es necesario para realizar un acto formal, pero el acto sensible no forzosamente ha de ser un acto formal.

De este modo suponemos teoricamente la emision de cier­tos ruidos, colores, gestos, sin que por esto constituyan actos formales en el sentido de estar estructurados y adecuados a unas reg las.

La recepcion de cualquier estimulo implica necesariamen­te una estructura, es decir, la ordenacion en funcion de un modelo previa que se pone en evidencia privilegiada en una situacion determinada. Asimismo en el plano puramente teo­rico es util diferenciar el acto sensible del formal para singula­rizar los actos que producen unos estimulos sensibles, pero cuya estructuracion noes situacionalmente pertinente, o para diferenciar los «ruidos» de aquellos estimulos que requieren ser formalizados para el logro del acto comunicativo.

El acto referendal consiste en realizar la emision sirvien­dose de terminos formales con un sentido y referenda mas o menos definidos, que en terminos habituales equivale al signi­ficado «en la acepcion filosofica preferida>> como dice Austin. El acto referencial es el que corresponde a las aserciones del tipo de «me dijeron que ... >>.

El simple hecho de mostrar una fotografia de un personaje o de un paisaje, la presencia de una bandera, etc., son, en realidad actos referenciales en tanto pueden ser considerados <<simples aserciones>> consistentes en enseiiar un objeto o ser una forma de expresion correlacionada con una forma usual y generalizada de contenido.

5.2.1.1. Bases para una referencia definida. Un enunciado vi­sual participara en ellogro de un discurso en la medida en que constituya una referenda definida identificable, y al ser visto produzca los efectos deseados.

Debemos precisar las condiciones basicas por las que un acto locutivo constituye una referenda inequivoca, asi como los diferentes grados de esta referencialidad.

Un enunciado, en tanto conjunto estructurado, solo tiene razon de ser en la medida en que se relaciona con la experien-

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, lu que los comunicantes tienen del mundo. Segun Buhler I I IJ79), los lenguajes siempre hacen referencia en sus estructu­' .,., al conocimiento que el receptor tiene de la realidad. En ,.,ll' sentido decimos que la referenda no vincula formas ex­jll l'Sivas a una clase de objetos observables del mundo real, iuo que remite activamente a un determinado mundo percibi­

do, imaginario o supuesto, es decir, a un modelo construido de lu realidad, siempre institucionalizado.

Por otra parte, recordemos que la jurisdiccion de la refe­•••ucia no se puede ver reducida a una representacion de las 'osas mediante signos o etiquetas, sino que, en una concepcion d iuamica de la comunicacion, debe entenderse como «instruc­' Iones >> para realizar determinadas acciones. 0, en terminos dl· S . J. Schmidt (1977, 4.5), como un rasgo institucionalizado que se realiza mediante los enunciados dentro del marco del jucgo de la actividad comunicante.

Dentro de estos presupuestos noes suficiente tratar el pro­blema de la referenda simplemente como un problema de sig­•lificado, sino que hay que situarlo en el interior de una «Se­tnantica de instrucciones>>, gracias a la cual el referente se ulcntifica por la interaccion de los elementos participantes. La propia experiencia nos muestra que no existe ninguna clase de unagenes que sean logicamente propias del objeto a significar y que puedan emplearse para referirse a el inequivocamente.

Para que se pueda establecer una conexion cuanto mas lograda mejor entre las expresiones visuales y el objeto, noes uficiente que la emision de las expresiones comunique conte­

nidos descriptivos, sino que introduzca en ella otros elementos .. ituacionales que constituyan el discurso y que solo adquieran ~> ignificado en el dinamismo discursivo. Igualmente no pode­IIIOS olvidar que estos elt;~mentos tambien significan alguna l'OSa aisladamente y que por lo tanto la aportacion que pres­tun al discurso esta «personalizada» por aspectos semanticos usua les y cosificados en los propios elementos.

Una referenda definida requiere la combinacion ordenada y activa de multiples elementos, todos ellos portadores de ins­trucciones referenciales, sean estas de conexion para relacio­nar aspectos sintacticos o semanticos, o de consecuencia para dar instrucciones pragmaticas.

La totalidad de los elementos situacionales aporta un mar­co especifico que posibilita la integracion en un discurso total y que analizaremos en su vertiente pragmatica al tratar las condiciones espedficas por las que un acto comunicativo re­sulta logrado.

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Previamente expondremos como estos elementos constitu­yen tes participan en Ia necesaria identificacion referencial, aunque en diferentes niveles o grados.

5.2.1.2. La identificaci6n referencial. El tratamiento de un enunciado, para obtener de el una definicion lograda del obje­to o hecho referencial, nos obliga a remitirnos al principia de identificacion que, a partir de los clasicos axiomas de Ia exis­tencia de Ia identidad, Searle (I 980, pp. 87 y ss.) define en los siguientes terminos: «Si un hablante se refiere a un objeto, entonces el identifica o es capaz, si se le pide, de identificar para el oyente ese objeto separadamente de todos los demas objetos».

Siguiendo el razonamiento de Searle, Ia identificacion lo­grada de Ia referencia, cuando el comunicador emite unas ex­presiones, supone las siguientes condiciones:

que Ia emision de estas expresiones en una situacion comu­nicativa determinada abastezca al destinador de una des­cripcion verdadera de un solo objeto o de un solo hecho, etcetera; o que, en caso de que Ia emision de esas expresiones no Ia comuniquen, el destinador debe ser capaz, en opinion del receptor, de sustituir estas expresiones, o parte de elias, por Ia emision de otras que Ia comuniquen. Esta inmediata o posible identificacion univoca del re­

ferente, ademas de presuponer Ia intervencion de diferentes tipos de expresiones para conseguir el objetivo referencial, permite entrever, dentro del marco de una identificacion refe­rencial definida, Ia existencia de unas gradaciones en Ia unici­dad referencial, sin que estas variaciones impliquen que el acto resulta fallido.

En las diferentes variantes de grado referencial estableci­das por Searle, distinguiremos Ia «referencia completamente consumada» de Ia «referencia parcialmente consumada», se­gun el siguiente esquema:

REFERENCIA I

I I completamente consumada parcialmente consumada

I I I I I por expresi6n identificadora

por expresi6n no-identificadora

«falso» descriptor

descriptor no-unico

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Lt• n-ferencia completamente consumada sera aquella en Ia tliJ dt• una manera precisa se identifica, o se puede potencial­

l!itilllt' identificar, un objeto por parte del oyente o el observa­h•• ' 11 cl sen tido de que no haya ninguna duda o ambigiiedad ,j,,,. aquello de lo que se habla o se exhibe.

l'arl iendo de la base de que toda emision de una expresion ti lll ll llicativa pone en accion una multiplicidad de sistemas de ••·• 11lkacion, hay que tener presente que para que exista ple­tdllll'n te una referencia consumada se han de satisfacer las ,, IIH'ntes condiciones:

= que cuando el enunciador, mediante imagenes, pala­bras, identifica un objeto, para el receptor existe un objeto y solo uno que es el que el emisor esta intentando identificar; que la emision de las expresiones para la identificacion del objeto ha de constituir un conjunto suficiente que permita Ia identificacion.

En resumen, para que la identificacion se pueda verificar pl1• namente , el emisor debe disponer de Ia capacidad de pro­l'"rdonar unas expresiones instructoras de identificacion que, 111 1110 seiiala Searle (1980, p. 84) «seran satisfechas de forma .l ll gularizadora para el objeto al que el hablante (el emisor)

lt ll t•nta referirse».

he .. 30. La identificaci6n correcta presupone conocimientos hist6ricos, polr ticos y culturales por parte del lector.

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Por otra parte, tambien es necesario que el receptor o des­tinatario sea competente, es decir, disponga de los conod­mientos y medios sufidentes para poder identificar el objeto a partir de la produccion de las expresiones por parte del desti­nador.

El bagaje cultural, la competenda del observador destina­tario, puede hacer innecesaria la explicitacion de la informa­cion identificadora en el supuesto de que su experiencia me­morizada ya la comparta, y por lo tanto puede encontrarla en ocasion de las instrucciones particulares que suministran los indidos susdtados por las expresiones y los otros factores si­tuadonales deL discurso.

Asi podemos considerar como enundado de identificadon total, y por lo tanto de referenda completamente consumada, la imagen de la figura 30.

Esta imagen requiere identificar el objeto. Esto expresa el cumplimiento de la intencion del destinador. Todas -o las prindpales- propiedades culturales admitidas como propias del objet-o estan representadas, por lo que el objeto, en su contexto cultural propio, no ofrece ningun tipo de ambi­giiedad.

En dertos discursos, el receptor no exige del emisor ningu­na explicacion identificadora y se conforma con el uso de una descripdon no identificadora. Es lo que Searle llama «discur­so logrado no identificador». En una situadon de este tipo, no podemos dedr que la comunicadon sea fallida, al contrario, se la considera lograda en el sentido en que continua normal­mente a pesar de la no identificacion referendal , ya que el receptor supone que el emisor es capaz de identificar al objeto si se le pide, o considera la pregunta identificadora como no procedente ya que la identificacion no aportaria ninguna in­formacion pertinente a la comunicadon establedda, o seria una pura redundanda respecto a la descripcion precedente. Asi, por ejemplo, se puede dar el caso de que la identificadon referendal de dertos personajes de un film no se muestre ne­cesaria para el espectador porque la obra cumple sus objetivos referenciales sin identificar al personaje. Todos los individuos, en tanto elementos del conjunto o clase a que hace referencia el film, serian pertinentes.

La referenda, en otros casos, puede estar parcialmente consumada. En una descripcion identificadora, el receptor puede quedar satisfecho con la descripdon de un objeto no unico y no por eso la comunicacion queda interrumpida. El emisor se puede referir, por ejemplo, a una isla como marco de

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1111 .1 a<.:ciOn determinada. A la cuestion de cual es esa isla, el IIIIM>r puede responder <<una isla del Pacifico>>, respuesta no

1ol n 1! ificadora pero suficiente, ya que propordona la identifi­' . 11 t(m necesaria para que el discurso continue. El receptor, en ' .11· caso, supone que el emisor es capaz de identificarla, es d•·• 1r, distinguirla del resto de islas del Pacifico.

A veces el descriptor no es veridico respecto del objeto a '1111' hace referenda y no obstante esto, la referenda puede I• l l~·r exito. Searle dta el ejemplo propuesto por Whitehead en •I' ll' cl hablante dice «este criminal es tu amigo», a lo que 1 ,·., ponde el oyente «el es mi amigo y tu lo estas insultando». I I oyente sabe a quien se hace referenda pero esta expresion 1 • il-rcncial no solo es una descripcion no-identificadora, sino '1 111' contiene un descriptor que ni tan solo es verificable res­l"'llO a l objeto.

Es evidente que la respuesta a esta situaei6n se debe bus­' 11 1 en el contexto que proporcionan otros sistemas expresivos 1 ··krcnciales que identifican la persona, el descriptor «crimi­ll• d » de lo que no es esendal para la identificad6n. Aunque 1 ' ' l~ descriptor sea falso, no destruye Ia identificaci6n que se •• hlicne por otros medios.

Si contemplamos el acto de habla a que nos referimos ' 1 uno un acto de confluencia de diferentes lenguajes partid­p.lllles, el problema es mas simple, en el sentido en que el l•• 11guaje verbal, en este caso, actua de manera subordinada a 111 ros lenguajes, como por ejemplo el gestual, que al actuar de d1• tcrminativo condidona a los otros lenguajes como subordi­ll.l<.los. En el plano visual, podemos ver una serie de imagenes 111<1nipuladas ret6ricamente que a pesar de las transfigurado­llt'S continuan refiriendose al «mismo» objeto. Dos razones ba­'> ll·as permiten el exito referendal de este acto comunicativo: o l.t s manipulaciones transformadoras afectan expresiones refe-1 t· nciales jerarquicamente poco inddentes en Ia identificad6n, .11mque portadoras de nuevos contenidos semanticos, o bien Ia 1 ircunstanda de que, aunque estas manipulaciones resulten hi1sicas para destruir Ia identificad6n referencial, son «deter­lll inadas» o reemplazadas por otras expresiones referendales pl'rtenecientes al mismo sistema de expresi6n u otros sistemas 1 oparticipantes o precedentes.

Situados en el caso limite, Ia unica descripci6n identitica­dora que podria proporcionar un comunicante seria seiialar al propio objeto, si esta a Ia vista del destinatario. Pero este caso limite tambien supondria serias dificultades referenciales, porque el objeto mismo como expresi6n autoidentificadora

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permite multiples «identificaciones» y nuevamente sera el gra­do de competencia, la situacion y la emision de otras expresio­nes referenciales las que, si procede, seleccionar{m como perti­nente la «parte» del objeto a la que el comunicador hace referencia y que tiene la intencion de identificar: imaginemos a los visitantes al Museo de Arte Contemponineo de Nueva York observando un objeto <<ready made» de Marcel Duchamp como objeto artistico.

Aunque el museo <<muestre» el objeto, Ia identificacion es <<parcial>> en el sentido de que en circunstancias diferentes este mismo objeto puede ser mostrado y reconocido como objeto de uso, o en funcion de su material, del tamaiio, del color, etc. Por lo tanto, si bien Ia descripcion identificadora, en el sentido mas total del termino es el propio objeto, entre las posibles descripciones identificadoras hay algunas mas pertinentes que otras. Es evidente que una referenda realizada en la emision de una descripcion definida resulta lograda, siempre que el enunciado indique caracteristicas del objeto a que se hace re­ferencia. Pero, teniendo en cuenta que Ia finalidad de Ia refe­rencia definida es, como dice Searle (1980, p. 98) <<identificar mas que describir el objetO>> Ia expresion empleada sera mas lograda si las caracteristicas expresadas son decisivas conven­cional y situacionalmente para Ia identidad del objeto a que se refiere. Destinador y destinatario tienen que estar de acuerdo en lo que hace a Ia importancia jerarquicamente decisiva de las caracteristicas en el contexto comunicativo preciso en que se desarrolla el acto.

Hasta aqui hemos considerado Ia participacion de todos los canales naturales, entendiendo que si se consideran parcial­mente, Ia expresion referendal es necesariamente insuficiente. Es solo dentro de este marco <<polirreferenciah que se puede dar respuesta a las <<insuficiencias>> de ciertos enunciados en relacion con Ia identificacion referendal que pretenden. Cree­mos que no se puede resolver Ia diferencia de gradacion en el sentido de una expresion referencial comunicada a que Searle (1980, p. 100) se refiere recurriendo solo al contexto lingi.iisti­co. Un contexto comunicativo amplio, sincretico, es el que puede dar respuesta a los actos comunicativos completos, ya que cualquier lenguaje considerado aisladamente con in­dependencia de los otros da Iugar necesariamente a un enun­ciado incompleto; solo hara referencia a aquellos rasgos pro­pios de su lenguaje, menospreciando a los de otros lenguajes o formas de expresion que de manera <<natural>> complementan Ia descripcion referendal.

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En el caso teorico de que dos enunciados descriptivos per­i• lll 'l·ientes a dos sistemas sensoriales diferentes fuesen refe-1, ll l' ia lmente identicos y emitidos simultaneamente, podria-111<~~ hablar de sinonimia. En esta eventualidad los enunciados ,(, haian permitir ser intercambiados sin que varie el objeto 11 lt·nmcial.

Es licito dudar de Ia existencia real de sinonimos perfectos. I 11 d uso de expresiones definidoras mixtas y de simultanei-11.111 enunciativa se han de ver como <<complementarias», dada , 11 similitud -no igualdad- referendal, y tambien sus funcio-111 ' ~ <<reductivas y selectivas>>. En estos casos, un enunciado, 1;• neralmente descriptivo, cumple la funcion delimitadora de '' " rasgos pertinentes considerados situacionalmente posibles l1• ' lllc a Ia polivalencia referendal del enunciado ostentativo, 11•11 el que se muestra el objeto, elidiendo asi el resto de rasgos j111.gados no pertinentes. Aunque mas raramente tambien se (llll 'd c dar el caso de que las funciones delimitadoras y selecti-1 , , ~ sean asumidas por Ia definicion ostentativa frente a una 1 \ t'cs iva polivalencia de la definicion descriptiva (fig. 31).

Asimismo la relacion jerarquica que guardan los elementos '(Il l' definen al objeto diferencial en un discurso, tambien pue­dt ·n excluirse mutuamente. Uno se convierte en Ia negacion d.·l o tro adquiriendo Ia funcion <<antonima>>. La resolucion de lu nntonimia siempre es conflictiva, aunque generalmente se ll itll a en la funcion emotiva, ludica, ofensiva, etc.

II b

1-'u: . 31. a) El enunciado descriptivo-verbal delimita Ia polivalencia refe-1 t' ncia l del en unci ado ostentativo. b) Las funciones delimitadoras son asu-11tidas por el enunciado ostentativo.

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En ciertos contextos, un enunciado puede desautorizar o neutralizar la fuerza referencial que manifiestan los otros enunciados. Por ejemplo, guiiiar el ojo cuando se dice que una persona es de confianza. Esta manifiesta contradicci6n entre lo que dice y lo que piensa no responde a las expectativas informativas del destinatario y puede provocar en este otras interpretaciones mas pr6ximas a su l6gica interpretadora 0 a su presuncion de coherencia informativa, como, por ejemplo, que hay razones sociales que obligan al destinador a decir lo que dice aunque no lo crea y a hacer que el destinatario parti­cipe de esta falta de creencia.

Todas las expresiones emitidas para constituir un enuncia­do integral se ordenan y jerarquizan alrededor de una expre­si6n determinante que llega a ser <<indicadora» del tema y en cuyo interior se incluiran todo el resto de expresiones subordi­nadas que constituyen el discurso. Ya en el tema, vemos expre­siones diferenciadas, es decir, las que se encargan de modificar o restringir al referente a que nos remite la expresi6n determi­nante, de modo de distinguirlo de su sinonimo en el tema, y asi estos condicionantes constituyen los enunciados <<diferen­ciadores». La imagen de una mujer sonriente y feliz, en un cartel, nos remitiria simplemente a la categoria de mujeres felices si no fuera por los diferenciadores que, verbal o visual­mente, distinguen a este personaje por el hecho de que su felicidad provenga precisamente de consumir un determinado cosmetico.

La gran carga polisomica del determinante o indicador te­matico puede entraiiar una excesiva ambigtiedad que solo es­tara restringida por los sucesivos niveles diferenciadores.

La fotografia de un coche puede hacer referencia a temas tan distintos como los medios de locomocion, la industria me­talurgica, la civilizacion actual, un <<standing» socioeconomi­co. La restriccion selectiva estara motivada por los enunciados diferenciadores que situaran la imagen indicadora en una de­terminada categoria, por ejemplo, la del <<automovil como me­clio de transporte». En un segundo nivel diferenciaremos este "modelo de otros del mismo conjunto, en funcion, por ejemplo de las prestaciones que ofrece en relacion con los otros mode­los del mercado.

De todo lo que acabamos de exponer podemos resumir: - que existe una jerarquia entre los enunciados en fun­

cion de la utilidad que poseen como identificadores; que el enunciado determinante es aquel que se muestra como mas util para la identificacion;

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que entre todos los enunciados identificadores simulta­m·amente coparticipantes del enunciado sincretico, y l'lllre estos y los precedentes 0 supuestos por los actores, S l ' cstablece una jerarquia segun el grado de utilidad tdcntificadora de cada uno; que aunque un enunciado reuna los requerimientos for­ntales del principia de identificacion, puede darse el caso de que este no constituya una expresion referencial t'tlil, ya que esta jerarquia tambien se establece en fun­d6n de la competencia de los participantes en el acto en Ia situacion comunicacional; que el referente existe siempre, cuando los rasgos perti­ncntes sobre el objeto que constituye el referente son conocidos por el receptor e instruyen sobre su conve­niencia; que, por lo tanto, la emision de una expresion referen-dal queda identificada si esta expresa el conjunto de rasgos pertinentes seleccionados por el receptor compe­tente, dentro de los innumerables y posibles, como iden­tificadores del objeto.

' 'J La fuerza ilocutiva y el efecto perlocutivo

Jl.n Ia emision de una expresion realizativa, Austin conside­' 1 que, aparte de actuar en la dimension locutiva, tambien se '' 1tliza una segunda accion consistente en «decir algo», como llll'dc en el hecho de afirmar, prometer, ordenar, saludar,

Ill Sill tar. A esto Austin lo llama acto o dimension ilocutiva. l ~ n terminos de Austin, el acto ilocutivo indica que <<emitir

In 1•x presi6n es realizar una acci6n y esta acci6n nose concibe "' wmalmente como el simple hecho de decir alga>>, por eso .1111 e tiza: <<llevar a termino un acto al decir algo es diferente qt tl' realizar el acto de decir algo>> (1971).

Esta diferenciaci6n establecida por Austin, y que hemos nloptado metodol6gicamente, entre los actos locutivos (o para

IIIISOtros perceptivo-sintactiCOS y semantico-significativos) y los aetas ilocutivos ha despertado ciertas reticencias entre lin­nuis tas y semi6logos (Ducrot, 1982, cap. 10).

En la practica no se puede aislar un acto de otro. El acto locutivo supone necesariamente realizar uno ilocutivo. Hare l11dica la referida interdependencia y expresa la improceden­' i:l de tal diferenciaci6n: «A partir de la definicion austiniana de acto ilocutivo, se desprende que las muestras formalmente tdcnticas de un mismo tipo de enunciado con expresiones

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constituyentes diferentes en sentido o referenda son, por eso, productos de un acto ilocutivo distinto, con lo que toda la base de la distincion entre actos locutivos e ilocutivos parece de­rrumbarse» (1971, p. 114).

Tambien se puede argumentar que tal diferenciacion im­plica admitir la existencia de actos ilocutivos invariables, impermeables a la situacion en la que se utilizan y se signi­fican.

Habria que considerar, en este caso, la posibilidad de cier­tos significados al margen de la intencionalidad que situacio­nalmente los formaliza. No se debe olvidar que las mismas muestras del mismo tipo de enunciado pueden dar Iugar a diferentes actos ilocutivos, como por ejemplo, amenazar, orde­nar o suplicar.

En realidad y con un cierto rigor, todo acto locutivo es ilocutivo. AI establecer la diferenciacion, Austin es consciente de cometer incoherencia y de hecho reconoce la vinculacion existente entre el acto locutivo e ilocutivo aunque con reticen­cias. <<Para agradecer - dice Austin- hay que decir ciertas palabras y decirlas supone necesariamente -al menos en par­te- ciertos movimientos de dificil descripcion de los organos bucales>> (1971, p. 158).

De aqui que el acto ilocutivo quede determinado por el uso que hacemos de la locucion. Por el uso significamos al acto ilocutivo. Y entre estos posibles «USOS>>, sin intentar ser ex­haustivo, Austin citas algunos como, por ejemplo, el hecho de preguntar y contestar algo, dar una informacion o formular una advertencia, anunciar un veredicto o un proposito, dictar una sentencia, concertar una entrevista, hacer una exhorta­cion, una critica, una identificacion o una descripcion. Lo cierto es que no podemos decir nada sin ejecutar uno de estos actos ilocutivos u otros similares. No por eso hemos de en­tender el acto ilocutivo como una consecuencia del acto locuti­vo, ni tampoco como una referenda «adicional», sino como una referenda a las convenciones de la «fuerza>> ilocutiva, en la medida en que gravitan sobre las circunstancias especiales de la ocasion en que la expresion es emitida (1971, p. 160).

Y en este sentido Austin nos propone una uti! distincion entre significado y fuerza. El significado seria para Austin «Un cierto sentido y referenda>> y equivaldria segun el mismo «al significado en sentido tradicional». Seria, por lo tanto, el pro­pio acto locutivo, mientras que por fuerza entiende un segun­do significado que se derivaria del acto ilocutivo, en tanto accion intencionada, y que haria que podamos hablar propia-

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"'' 11l1' de «discurso>>. Austin atribuye esta fuerza a una rela­' l•oll nmvencional (1971, p. 144).

Austin considera que en la ejecucion de expresiones reali-illvas incurrimos en un tercer acto, aquel con el que pode-

111•1., realizar algo «porque decimos algo>>, o sea que provoca­lli"' dcctos mediante el hecho de decir algo, por ejemplo, I" 1'o 11adir a alguien para que haga algo, incitar a alguien ala '' 11ganza, consolar a alguien de su afliccion, convencerlo, etc. indus estos son actos perlocutivos. Mediante estos actos se 111oducen, intencionalmente o no, consecuencias o «efectos>> en , I dcslinatario.

Debemos precisar que hay una diferencia entre la «fuerza i1111llliva>> o intencionalidad comunicativa y su «efecto perlo­' 111ivo>>, sea este real o pretendido, como dos componentes 1111kpendientes, aunque con ciertas conexiones situacionales, olo •l acto de comunicacion. De este modo, la fuerza ilocutiva de 1111 enunciado sera la condicion de promesa, amenaza, orden, 11Wgo, aseveracion, mientras que el efecto perlocutivo de un 1 II\111Ciado es la accion ejercida sobre las creencias, actitudes o 1 nnducta del destinatario. Los efectos perlocutivos pueden, p11r consiguiente, entraflar ciertas acciones sobre alguna cir-1 tlnstancia controlada por el mismo destinatario. Asi, un 1 nunciado como: <qla puerta!>> con !a fuerza iloculiva de una mdcn y debidamente acompaflado de los rasgos paralingi.iisti­l os tambien de orden, puede conseguir que el receptor abra o 1 1erre !a puerta. 0 sea, que se produzca un efecto perlocutivo. l.a relacion entre la fuerza ilocutiva y el efecto perlocutivo, es lil'cir, entre la intencion de producir unos efectos y los efectos producidos, se debe valorar dentro del marco de una situacion concreta y de acuerdo al cuadro de competencias de sus acto-1\'S. Valoramos !a respuesta en funcion, por ejemplo, del grado de credibilidad que inspira o se otorga a! autor por su autori­dad socialmente reconocida para llevar a termino el acto.

En realidad, todo enunciado es un acto ilocutivo que com­porta necesariamente un efecto perlocutivo. Una simple accion limitada a constatar puede producir, y de hecho produ­ce, unos efectos perlocutivos: se puede dar el caso de que mi nctitud o mi comportamiento cambien porque se me da una informacion, aunque esta nose haya emitido con !a intencion de influirme, convencerme o disuadirme.

No hay actos informativos puros. Cualquier informacion produce consecuencias o efectos perlocutivos. Y reciprocamen­te podemos decir que !a realizacion de una accion tiene como consecuencia que el otro sea consciente de ella: «Hacer un acto

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cualquiera de manera perceptiva o descriptiva -precisa Aus­tin (1971, p. 155)- es darnos a nosotros y generalmente a los otros, la oportunidad de: A) saber lo que hicimos y B) conocer otros hechos sabre nuestras motivaciones, nuestro canicter o lo que sea que pueda ser inferido de lo que hicimos en aquel acto» . Austin propane el siguiente ejemplo: si tiro un tomate a una persona en una reunion politica, o grito: <qProtesto!» si otro lo hace, este acto tendni probablemente como consecuen­cia que los otros adviertan que tengo ciertas convicciones poli­ticas.

Todos estos enunciados tienen <<significado» porque han sido emitidos con la intencion de comunicar algo. Aiiadiremos tambien que, para que el acto de comunicacion se cumpla, es necesario que la intencionalidad comunicativa sea conocida por el destinatario y que este conocimiento comporte un deter­minado efecto sabre el o sus aetas.

5.3 . LA INTENCIONALIDAD EN EL DISCURSO VISUAL

A partir del criteria de que el lenguaje matematico consti­tuye un modelo para todos los otros lenguajes, especialmente el verbal u ordinaria, el pensamiento racionalista considero que los mensajes podian y debian estar estructurados de forma clara y precisa para que la interpretacion correspondiera exactamente al significado <<propio» de la emision. El hecho comprobado de que el uso de un enunciado no revela casi nunca esta biunicidad absoluta, se interpretaba, segun crite­rios racionalistas, como deficiencias del proceso de comuni­cacion.

Las multiples y posibles interpretaciones significativas a que se encuentra sometido un enunciado eran consideradas deficiencias que provenian de inevitables y molestas interfe­rencias surgidas de la propia produccion y atribuibles a cier­tos fenomenos psicologicos como la emotividad, la intenciona­lidad, o la estrategia comunicativa de los propios interpretes.

Paradojicamente, la intencionalidad del emisor ha pasado actualmente a constituir el punta de partida y soporte de todo acto de comunicacion. Estudios realizados por filosofos, lin­gi.iistas o semiologos como Austin, Grice, Searle, han destaca­do la importancia decisiva de este factor en la produccion de mensajes aunque su complejidad, como testimonia Stuart Hampshire (1959, p. 96), requiere un examen que vaya mas alia de las fronteras lingi.iisticas e introduzca todos los proble-

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lllil '> que concurren en la nocion de intencion: <da voluntad, Ia "' i6n, la relacion entre pensamiento y accion, entre espiritu 1 1 ucrpo o la diferencia entre obedecer una convencion o una 11111 ma y poseer un habito».

Para Husserl, el conocimiento lo es siempre de algo, es 1k cir, es siempre <<intencional» y esta referenda es la nota I ol'llcial de todos los fenomenos psiquicos. Para que un acto lh H.:o, una emision de sonido o signos visuales, sea considera­do un acto comunicativo, este ha de haber sido efectuado di­••·ccional o intencionalmente con voluntad comunicativa.

En la intencionalidad es fundamental, ademas, que sea for­II Hilizada oeste llena de hechos y consecuentemente sea reco­ll lll' ida por el destinatario como tal. Si no se produce este II 'I'Onocimiento, nose consigue establecer la comunicacion. Ya 111 1934, Mead (1972) rechazola comunicacion como una sim­pk· conducta de adaptacion para redefinirla como actividad tnl craccional de papeles sociales que presupone la intenciona­ltdad, es decir, como una conducta regida por signos. Algunos pt" nsadores actuales como Habermas (1971) han demostrado que la compleja actividad comunicativa no puede ser satisfac­toriamente explicada dentro de los limites de una conducta de ,•-. t lmulos.

Al centrar el acto de comunicacion en la intencionalidad, I'S ta blecemos una clara conexion entre la fuerza ilocutiva y la tntcncion que permite definir aquella con intencion de comu-nicar.

Este proceso comporta cuatro factores basicos: intenciona-lidad, reconocimiento, enunciado y efectos.

En este sentido, el destinador expresa (a) <<intencionalmen­IC» el enunciado de alga en la medida en que emite un conjun­lo unitario de expresiones, y el destinatario (b) <<reconoce en el Ia intencion». El destinador, con su intencion de producir un ac to comunicativo (c) <<emite expresiones» cuyas caracteristi­cas hacen que el destinatario conozca la intencion de aquel de producir este efecto; el destinador tambien tiene la intencion de que el reconocimiento se consiga mediante el hecho de que el significado del conglomerado expresivo o enunciado visual se asocie convencionalmente ala (d) <<produccion de ese decto>>.

5.3.1. /ntenci6n-reconocimiento

Al intentar conseguir algun objetivo final concreto, el desti­nador, ya sea en beneficia propio o del destinatario o de los

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dos o en perjuicio de otro, debe comunicar al destinatario su intencion, de modo que este la reconozca y se preste a com­partirla. Este reconocimiento es imprescindible hasta el punto que el significado que «toma» el enunciado y su comprension son correlativos y tanto uno como el otro hablan en relacion a la intencionalidad.

Es evidente, y asi lo entiende Wunderlich (Langages, 26, 1972, pp. 33-58), que la condicion relativa a la intencionali­dad por parte del destinatario es necesaria a toda actividad humana.

Hay que admitir, sin embargo, que el grado de aceptacion de la intencionalidad para la validez del acto varia segun el tipo de este: mientras que para el acto de amenazar, la referi­da aceptacion como fuerza ilocutiva es indispensable para que el acto sea logrado, en otros casos la aceptacion incide en menor grado.

Solo la falta de intencionalidad manifiestamente explicita al efectuar acciones comprometidas entraiia la nulidad del acto, y por lo tanto, la ausencia de compromiso posterior por parte del que lo ejecuta. Asi, acciones realizadas por la fuerza, por accidente o por error o por otras circunstancias contrarias a la intencionalidad manifestada quedan anuladas, si bien, reconoce Austin (1971, p. 63), dentro de este tipo de actos falli­dos existen gradaciones debidas a factores que reducen o eli­minan la responsabilidad del agente causante.

Hemos dicho que el acto intencional requiere la posibilidad de ser convencionalmente interpretado. A partir de su recep­cion se lo situa dentro del tema al cual pertenece en funcion de su situacion concr~ta y se lo interpreta de acuerdo con las reglas para el uso de las expresiones emitidas. Se lo relaciona, por lo tanto, con los aspectos intencionales y con los conven­cionales.

Por un lado, la intencion de mostrar un determinado enun­ciado visual y la comprension de este como algo intencional es un condicionamiento necesario para que se consideren perti­nentes solo aquellos signos que responden a las peculiaridades del acto ilocutivo dentro del marco comunicativo.

El significado de un enunciado supone necesariamente la capacidad de eleccion tanto para el destinador como para el destinatario.

La informacion que obtiene el destinatario con la seiial proviene idealmente de la eleccion que hace este a partir del mismo conjunto de alternativas del destinador.

Empleando los terminos de «significacion» y «significan-

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tt .a » aportados por Morris (1974), podemos decir que la signifi­(l u i(m de un enunciado visual depende basicamente de aque­ll.t cleccion de enunciado que intencionalmente hace el de~ I inador y la significancia del hecho depende de que el des­lllta tario reconozca en la emision la intencion de aquel para q11c cjecute un determinado acto comunicativo que implica un llll'llsaje entre todo un sistema de posibles y opuestos.

Es necesario entender que, a pesar de la estrecha relacion 1 xi stente entre significacion y significancia, no estamos auto-11/:ados a analizar integramente un significado a partir exclu-lvamente de su significacion ni de su significancia. Lo que

11os lleva a decir que una comunicacion ideal seria aquella en 1.1 que la relacion significacion-significancia fuese simetrica o, 1 11 otras palabras, que la opcion del destinador y la seleccion cld destinatario se correspondiesen dentro del mismo sistema de alternativas. Claro que esta simetria solo puede ser consi­clcrada como una situacion ideal, ya que la realidad esta con­lormada segun diferentes grados de asimetria.

Por parte del destinador, las posibilidades de opcion o elec­ci6n de una estructura expresiva de acuerdo a una intenciona­lidad tienen unos limites, aunque estos sean amplios. La rela­l'i6n convencional que se establece entre una estructura y la intenci6n comunicativa o fuerza ilocutiva no tiene un sentido hiunivoco, es decir, no es forzosamente valida en toda in­lcncion comunicativa, sino que ofrece una gran variedad de posibles relaciones, pero tambien es cierto que existe una cier­ta <<dependencia» entre la estructura y la determinacion de la fuerza ilocutiva. Cualquier imagen no sirve para cualquier tipo de acto. Hay una dependencia que solo hace licitas deter­minadas opciones. Al analizar esta dependencia, Austin consi­dera que se establece convencionalmente y de este hecho re­sulta evidente que para determinar la fuerza ilocutiva de un cnunciado previamente hay que determinar el tipo de conven­cion que correlaciona la estructura con la fuerza ilocutiva.

Este caracter convencional de la dependencia entre la es­tructura y la fuerza ilocutiva podria no ser exacta tratando­se de actos que Grice (1957, pp. 377-388) y Strawson (1964, pp. 439-460) consideran <<basicos» y que como tales, tienen ca­racter no convencional, por ejemplo, hacer aseveraciones, for­mular preguntas, emitir 6rdenes, ya que solo pueden explicar­se por <<respuestas naturales» que comprenden determinadas creencias y el conocimiento de la intencion comunicativa.

En este sentido, Searle (1980, p. 9), aun indicando que la cuestion no queda resuelta, considera que estos actos solo se

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pueden realizar dentro de un sistema de reglas constitutivas, de modo que las convenciones lingtiisticas existentes en los lenguajes naturales no son otra cosa que realizaciones conven­cionales de reglas constitutivas subyacentes.

Dentro de este marco de cuestiones, en el caso concreto de los actos ilocutivos formulados mediante el lenguaje visual, hay que establecer una clara diferenciacion entre Ia relacion convencional del acto intencional especifico de orden y su co­nacimiento, del acto de sentirse afectado y estimulado por el «resultado».

Aun admitiendo que este efecto constituya basicamente materia de estudio para una psicologia del comportamiento y mucho menos para una semiologia, dentro de un analisis in­terdisciplinario de Ia imagen, nos interesa definir el tipo de relacion que contraen estos dos fenomenos: asi diremos que entre el reconocimiento convencional y el efecto perlocutivo se establece una relacion causal.

A pesar de tratarse de imagenes iconicas, los dos tipos de relacion, convencional y causal, continuan produciendose. La intencion ilocutiva porIa que se usa una imagen iconica noes otra cosa que Ia relacion convencional que hay entre ella y el campo semantico que se le otorga situacionalmente. El acto de dar el consejo «poned Ia caja en una posicion determinada y tened cuidado por Ia fragilidad de su contenido», expresada visualmente por una copa de crista! pintada en el embalaje, debe ser entendido como intencionado y dirigido al transpor­tista. Su comprension solo se obtiene por el conocimiento de las reglas convencionales que soportan la imagen en su fuerza ilocutiva. Que sea capaz de provocar un efecto perlocutivo depende del grado de intensidad con el que toque causalmente al individuo. Esta intensidad sera mayor en la medida en que el elemento estimulante, ademas de su significancia conven­cional. despierte en el individuo vivencias personales o colecti­vas que, focalizadas por el propio acto ilocutivo, lleguen a ser pertinen tes.

En este proceso Ia imagen iconica aventaja en eficacia a los otros sistemas mas o menos convencionales.

Un factor importante para Ia significacion de una seflal es Ia no-obviedad del enunciado, es decir, que el destinador tenga Ia intencion de que el destinatario tome consciencia de algo que previamente desconocia, y por lo tanto darle informacion.

Ahora bien, el reconocimiento de esta intencionalidad por parte del destinatario puede darse al margen de Ia del desti­nador.

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1 ~ 11 realidad hay significacion si el receptor (que no deno­llllll ;lrcmos en este caso destinatario) cree reconocer una in-1• " ' 1onalidad en el emisor (no destinador) , al margen de si hay • ' 110 vcrdadera intencionalidad: los reflejos vocales o gestuales I" 'H iucidos por causas fisiologicas o automaticas (estornudos, '""• ronquidos), si bien usualmente no son intencionales y por ''' tanto no constituyen un sistema semiotico convencional, se t•ll l'den considerar como indicios informativos por parte del 11 ,·cptor , aunque el emisor no tenga la intencion de emitir, a 11 o~ ves de ellos, ningun mensaje. Si la seflal es significativa p o~ ra el receptor tambien le resulta informativa. La lectura de Ins indicios y mas los de tipo visual, que nos ofrece constante­lll l'nte nuestro entorno, nos aporta mucha informacion: asi nhlenemos normalmente informacion sobre el estado social, profesional, la edad de las personas o de los objetos, hechos y .,j I uaciones con las que convivimos.

Es ta posibilidad de produccion no intencional y su com­prension constituyen el conocimiento que GoHman (1964, pp. 133-136) llama <<adicional», conocimiento dificil de forma­liz.ar y concretar, aunque extremadamente eficaz.

Debemos considerar tambien aquellos casos en que la falta de informacion de un enunciado no impide que la comunica­l'ion discursiva se establezca.

A veces la falta de informacion atribuida a un enunciado procede de considerar una sola parte de las expresiones que lo conforman, las redundantes, sin tener en cuenta que el proce­so comunicativo e informativo seguramente se encuentra bajo Ia responsabilidad de otros sistemas significativos que com­pletan el acto comunicativo y que adquieren un caracter de­terminante en el discurso, precisamente por la trivialidad o redundancia de la parte del enunciado aparentemente deter­minante: ciertos enunciados verbales en un discurso cinemato­grafico pueden ser considerados triviales o redundantes como enunciados verbales, pero es evidente que adquieren una sig­nificacion plena al subordinarse o complementarse al resto de enunciados que constituyen el acto. Dentro de este marco po­demos incluir las situaciones en que se emite un enunciado no informativo, o con informacion << no procedente>> con la inten­cion de que el receptor infiera alguna cosa que <<no se dice>> y que no conviene decir en aquel momenta. La inferencia se produce precisamente por la trivialidad del enunciado que, a pesar de ello, se emite. Similar es el caso en que se emite un enunciado informativo en si mismo pero que el destinatario ya conoce y asi lo cree el destinador.

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Tambien aqui puede haber comunicacion o informacion no redundante, ya que el destinador presupone que el mensaje tiene una intencion informativa sobre algo <<que no se dice» y que no es conveniente explicitar en aquel contexto.

Hay situaciones en que el acto de comunicacion, a pesar de su grado de redundancia, no puede ser considerado fallido por falta de informacion. Es el caso de Ia transmision «por conta­gia», en que Ia informacion explicita es casi inexistente pero adquiere mucha importancia, llamada por Schaff (I 966, pp. 132-133) comunicacion emotiva, basada en Ia actuacion comunitaria de los participantes en el mismo acto: las ceremo­nias religiosas son un buen exponente o las manifestaciones deportivas o reivindicativas, todos los aetas colectivos cuyo objetivo no es dar nueva informacion, sino reafirmar Ia ya existente (Serrano, 1981, p. 50 y 1980, p. 155). En este tipo de acto, Ia actuacion de las personas involucradas adquiere importancia decisiva, mientras que el contenido informativo de los enunciados pasa a un segundo plano.

5.3.2. Intenci6n y efecto

El acto de comunicacion no puede fundamentarse exclusi­vamente en Ia estructura del enunciado, ni tampoco en el efec­to que este produce en el destinatario, sino sobre todo en Ia relacion que se establece entre el enunciado reconocido como intencional y el efecto producido.

Es decir, el acto de comunicacion supone necesariamente una fuerza ilocutiva o significacion situacional y un efecto consiguiente o perlocutivo que le da validez. Emitir un discur­so dentro del proceso comunicativo equivale a una alteracion de Ia conducta del destinatario, que, si nose hubiera emitido, no se produciria. Este cambio de comportamiento en el desti­natario es parte necesaria para el acto de comunicacion, y, en un proceso continuado, tambien se producen en el que inicial­mente era el destinador. Este recibe Ia influencia del cambio de comportamiento en el destinatario, que ahora es destina­dor, cambio que modifica su comportamiento inicial. En este intento de analisis del acto de comunicacion, vemos que supo­ne Ia necesaria emision de un objeto con significado, que no puede ser analizado separadamente de su intencionalidad re­conocida por el destinatario y que provoca en este un determi­nado efecto o respuesta que no se habria producido en ausen­cia del enunciado. Tambien hay que tener presente que esta

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IIIH's la ejerce un efecto retroalimentador en el comporta­" 111 0 de l primer destinador.

1111 ac to comporta siempre Ia intencion de incidir sobre Ia i11duc ta o las creencias del destinatario.

< 'laro que hay casos en que el acto comunicativo no parece 111 ~ 1 Ia intencion de generar ningun acto cognitivo o de com­

p!ul ,uniento en el destinatario, ni tan solo una respuesta de ill11c i6n .

En un acto ilocutivo, aunque aparentemente no comporte 111 d "ecto perlocutivo como los que se deducen de un acto

pl fc itamente persuasivo, este se hace siempre evidente. Por el gesto, por Ia palabra, puedo enunciar «buen dia» a

111111 persona con Ia que me cruzo en Ia calle. Este acto es dlll lltivo en el sentido en que pretende producir en el indivi­.luo ci conocimiento de que lo he saludado, pero no por eso .lil~· mos que no intenta producir en el destinatario efectos de­ll v; tdos de este acto, como son Ia constatacion de unos vincu-1 .. ~ sociales o emotivos que inciden en el conocimiento o senti-1111 \' n tos de los actores.

Considerando estrictamente el acto ilocutivo se podria uhje tar que, siempre que se produce un efecto, consecuencia dtrec ta del acto, aunque solo sea su simple conocimiento, se 'wnplen los requisitos necesarios para que sea entendido ' omo perlocutivo, ya que este conocimiento produce en el d~·s tinatario un determinado efecto modificador de su con­cluc ta.

Este «simple reconocimiento>> de Ia intencion se puede di­lcrcnciar de Ia respuesta perlocutiva que implica basicamente 1111 acto original y que actua al mismo tiempo como un factor n:troalimentador del acto comunicativo.

Podemos, pues, diferenciar los actos que para ser cumpli­dos satisfactoriamente requieren solo ser conocidos como in­IL' ncionales, y cuyo efecto se reduce a ese conocimiento, de aquellos cuyo logro requiere necesariamente un efecto perlo­cutivo en el destinatario, efecto que asume un caracter retroa­limentador transformando a! destinador en destinatario.

Tambien se puede dar el caso de que el acto ilocutivo pro­duzca efectos diferentes a los intencionales sin quedar por eso anulado.

El solo hecho de que el destinatario conozca que el destina­dor intenta producir un efecto ilocutivo ya es suficiente, segun Searle (1980, p. 56), para que se pueda hablar de acto ilo­cutivo.

Los actos ilocutivos, verdaderos controles de acci6n, pre-

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tenden generar un efecto en el destinatario: habra, pues, actos generativos de iniciacion, modificacion o prohibicion.

Los primeros pretenden provocar en el destinatario el ini­cio de una accion, animandolo o amenazandolo. Por ejemplo la concienciacion ciudadana, por medio de campaiias, para pagar impuestos.

Se puede tambien modificar una actividad que el destina­tario ya ha iniciado, cuando mediante una seiial de transito se nos aconseja un cambio de ruta.

Los actos prohibitivos intentan controlar la accion del des­tinatario bloqueando los canales para que no actue. Hay actos prohibitivos explicitos e implicitos. Mientras en los primeros se bloquean los canales del destinatario, los segundos, mas usuales, se basan en la emision de expresiones que sugieren un acto iniciador de una actividad segunda y por lo tanto elimi­nan la actual actividad objeto de prohibicion (distraer, desviar la atencion, etc.).

Todos los actos ilocutivos se administran siempre de mane­ra adecuada a las ordenes, es decir, al imperativo, aunque esto no sea siempre explicito en el enunciado; asi, implicitamente puedo ordenar y obligar a un individuo a hacer una cosa por medio de expresiones que en su sentido mas usual <<significan» suplica, pedido de ayuda o informacion. Estos enunciados aparentemente interrogativos o enunciativos, pero situacional­mente imperativos, se administran con una estructura interro­gativa o enunciativa que antecede al acto y al objeto comu­nicativo como una adici6n formal. Por eso es necesario corisiderar al acto ilocutivo en toda la plenitud de lenguajes y enunciados que lo configuran: solo asi analizaremos la in­teraccion de los enunciados parciales determinantes en el dis­curso, como tambien las estructuras convencionales que, em­pleadas estrategicamente, permiten que el acto ilocutivo adquiera fuerza imperativa a pesar de su aparente estructura, sea de suplica, interrogacion 0 indicacion.

Buscar una informacion, hacer una pregunta, entraiian la intencion imperativa de provocar un cambio en la conducta o creencias del destinatario.

6

LAS CONDICIONES PARA UNA ACTIVIDAD COMUNICATIVA LOGRADA

6.1. LAS CONDICIONES PREVIAS INDISPENSABLES

Los actos institucionalizados o ilocutivos no se deben en­ll'nder segun criterios conductistas, es decir, como la formali­wci6n previsible y fija de unas reglas preestablecidas y con­'>l'I1Suadas. El <<juego linguistico» a que estan sometidos y al que nos hemos referido permite entrever su caracter gene­rativo.

Aunque regidos por reglas convencionales, estas no se limi­lan a <<regular» determinadas actividades caracterizadas por los esquemas <<haz X» o <<si y, haz X» donde xes una actividad que puede ser realizada independientemente de la propia re­gia , Hamada por Searle <<constitutiva» (1980, pp. 42 y 55), y se l'Onvierte en necesaria por la existencia de las propias activi­dades, obedeciendo al esquema <<X cuenta como yen el contex­lo c >>.

De esta manera hay que considerar las acciones que se rcalizan en el transcurso de una partida de ajedrez, o en una primera comunion, y que solo se justifican por la existencia previa de las reglas constitutivas del ajedrez, etc.

Estas reglas constitutivas son las que posibilitan ellogro de un acto de comunicacion, en la medida en que la enunciacion cs producida e interpretada por un individuo competente en funcion de unos determinados valores y factores situacionales.

Las nuevas formas de conducta, o mejor, los actos de co­municacion que generan una nueva situaci6n, no son precisa­mente los que se limitan a ser realizados de acuerdo con una regia, sino los que tienen la particularidad de poder ser especi­ficados y significados en funcion de la regia establecida. Es decir, las nuevas formas de conducta aparecen precisamente cuando se cumple el esquema:

<<X se interpreta como y en el contexto C».

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Las reglas constitutivas introducen consecuencias adicio­nales en el sentido de que si «X cuenta por yen el contexto c», Ia actuacion «X>> por aplicacion de las reglas constitutivas se califica convencionalmente y en determinadas circunstancias como <<y».

Si recordamos que una conducta deviene actividad comu­nicativa cuando es interpretada, podemos generalizar diciendo que cualquier tipo de conducta en terminos simbolicos, para llegar a ser :tcto comunicativo reclama un sistema de reglas constitutivas que permiten una adecuada interpretacion de ella.

En muchos casas, al realizar un acto ilocutivo estamos en Ia situacion de una persona que ha aprendido a jugar un juego sin que le hayan formulado nunca las reglas. Hemos aprendi­do a <<jugar» el juego de los actos ilocutivos y perlocutivos, pero a menudo sin Ia formulacion explicitada de las reglas subyacentes . Continuamente nos servimos de gran variedad de sistemas de seiiales para emitir un acto ilocutivo: palabras, gestos, miradas, posturas, vestimenta, distancias espaciales, movimientos, etc., es decir, de una multiplicidad de lenguajes que hay que conocer, como seres competentes, aunque esta competencia, como hemos dicho, no este definidamente cono­cida. Estamos <<jugando» pues a aetas ilocutivos sin tener una formulacion explicita de las reglas subyacentes, sin cuya exis­tencia las jugadas no tendrian sentido.

En el dominio de Ia comunicacion visual, esta situacion se hace aun mas evidente a poco de observar los metodos de produccion de imagenes con fines comunicativos: muchos <<creadores publicitarios» que proyectan importantes y costo­sas campaiias publicitarias, politicas o comerciales, son in­capaces de razonar ordenadamente las r eglas constitutivas subyacentes que permiten el uso adecuado de aquellos enun­ciados visua les.

6.1 .1. Las circunstancias del acto comunicacional

El cumplimiento de un acto de comunicacion en tanto pro­duccion de un acto ilocutivo y de los efectos perlocutivos co­rrespondientes, ya sea este acto predominantemente verbal, visual, tactil u olfativo, requiere necesariamente que las condi­ciones que lo posibilitan esten satisfechas en su totalidad y de manera integral. Si no es asi, es decir, si faltan algunas, o parte de las indispensables, el acto resultani fallido o defec­tuoso. Pronunciar <<te ordeno que ... » o su sin6nimo grafico no·

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··~ cficazmente perlocutivo por el hecho de pronunciar las pa­l.tb ras o colocar el disco azul con Ia flecha blanca. Estas mis­lltas palabras o imagenes pueden ser emitidas por diferentes ~ ttj e tos pero sino concurren <<ciertas circunstancias», Ia orden no sera ejecutada. Del mismo modo, no es suficiente vestirse •k militar para poder actuar jerarquicamente sobre otros in­di viduos , si estos no le reconocen el <<derecho o autoridad» de .,\' rvirse de esta forma y de actuar imperativamente. No es -.11fic iente para dar una arden pronunciar correctamente las pa labras correspondientes, vestirse de una forma determinada o colocar un simbolo; es necesario que muchos otros hechos 'ol'an los apropiados y concurran conjuntamente para que Ia .tcci6n sea ejecutada con exito. Si no sucede asi , Ia expresi6n 'ot' puede calificar de <<desafortunada» sin que podamos decir si 1'S verdadera o falsa.

Quienes estudiaron las circunstancias que contribuyen para que un acto resulte logrado han sido J. L. Austin y sus scguidores J. Searle y H . P. Grice.

En grandes rasgos, podemos agrupar las circunstancias que posibilitan un acto logrado en dos grandes grupos, ·segun que consideremos prioritariamente las condiciones:

A) receptivo-perceptivas, B) de procedimiento convencional. Es evidente que estos dos grandes grupos de circunstancias

concurren en un mismo acto, por lo que seria inutil buscar aisladamente en cada uno de ellos los elementos decisivos de un acto comunicativo.

6.2. LAS CONDICIONES RECEPTIVO-PERCEPTIVAS

A. Cuando nos referimos a un acto ilocutivo logrado con­sideramos que todos los factores recepto-perceptivos pcrtinen­tes para llevarlo a termino son convencionalmentc ac tivos: se cmite un enunciado perceptible en una situaci6n concrcta de­terminada yes captado conscientementc por un scr pcrccptivo a ! que se dirige. Este debe estar en condiciones <<normales» para efectuar el acto perceptivo.

Este objetivo solo se conseguira si se cumplen las siguien-tes condiciones:

A.l. Participacion activa de todos los elementos estimulan-tes, juzgados pertinentes para Ia emisi6n de un determinado mensaje . El incumplimiento de este elemental requisito no permitira una percepcion afortunada , por incompleta.

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A.2. Adecuada ordenaci6n o estructuraci6n de los elemen­tos pertinentes. El orden jen1rquico de esta estructuraci6n debe darse tanto en funci6n de los diferentes rasgos pertinen­tes en el interior de un mismo sistema perceptivo, como entre los diferentes sistemas perceptivos que constituyen el conglo­merado estimulante. La complejidad de lenguajes de un acto de comunicaci6n requiere que tanto el emisor como el recep­tor esten en disposici6n de servirse de los mismos canales sensibles de manera similar, de otro modo Ia inadecuada es­tructura receptiva de los elementos perceptivos haria que el acto fuese <<desvirtuado».

A.3. Distinci6n de los «ruidos» estimulantes, mediante Ia marginaci6n de los elementos-indicia no pertinentes al acto comunicativo emitido.

Todo canal lleva, ademas de las seiiales pertinentes a! acto comunicativo, otras que perturban el mensaje. Estos elemen­tos perturbadores o «ruidos» pueden proceder de causas sensi­bles: ruidos paralelos a la conversaci6n, la proliferaci6n de imagenes en una gran ciudad que dificultan la seiializaci6n urbana o encubren los mensajes de la publicidad o de otros factores individuates o colectivos de tipo psicol6gico: el terror, el miedo, la envidia o el hambre inciden en gran medida en la percepci6n de las formas comunicativas. Estos «ruidos psico­l6gicos» son bien conocidos por los que detentan el poder, que los provocan para neutralizar o minimizar la recepci6n de ciertos mensajes considerados adversos, al mismo tiempo que marcan las premisas para reformalizar determinados hechos.

Entre los ruidos que perturban Ia comunicaci6n o Ia con­vierten en un acto fallido tambien debemos considerar el fen6-meno que se produce cuando los indicios que acompaiian al sistema de simbolos que constituyen un enunciado se transfor­man en simbolos (de acuerdo a Ia nomenclatura de Peirce). Es decir, actos que se corresponden directamente con el objeto, unidos a este por una relaci6n causal, real o existencial, como por ejemplo, el acento del orador, la musica de fondo de una pelicula, son captados e interpretados como simbolos intencio­nalmente emitidos. Signos que en Iugar de estar relacionados con el objeto de manera causal o sinecd6tica, se vinculan con ei esencialmente en virtud de un habito de asociaci6n conven­cional.

Esta transformaci6n del indicio en simbolo es posible por el hecho de que en el simbolo la relaci6n signo/objeto no se establece por semejanza como en el caso del indicia. El simbo­lo depende del interpretante, que, al escoger un medio para

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dcsignar un objeto, puede transformarlo en simbolo circuns­landa para Ia producci6n de determinados fen6menos situa­l ionales no intencionales, o verlo tambien como simbolo pro­ducido intencionadamente por el productor.

Muchas veces, la recepci6n de simbolos va acompaiiada de ruidos que comportan interpretaciones falsas o err6neas con los correspondientes malos entendidos e incomprensiones del rnensaje. La introducci6n activa de los «ruidos» en Ia recep­l'i6n perceptiva como simbolo hace que el acto sea «distorsio­llado».

6.3 . EL PROCEDIMIENTO CONVENCIONAL

B. Entender Ia imagen como medio de comunicaci6n es considerar que su significado se relaciona basicamente con los actos y personas concretos que de ella se sirven. Esto supone cntender las motivaciones del acto, que las condiciones reque­ridas por las reglas constitutivas subyacentes se cumplan y que Ia comunicaci6n se produzca a partir de los conceptos de intenci6n y significaci6n que son sus presupuestos necesarios.

Para el analisis de las condiciones que deben concurrir en un acto ilocutivo a fin de que este resulte logrado, partiremos del estudio efectuado por Austin sobre las expresiones realiza­tivas, que posteriormente clara Iugar a su teoria sobre los actos de habla. Tambien nos fundamentaremos en las propuestas de Searle (1980, pp. 55 y 62) referentes a! analisis de las expresio­nes correctamente construidas situacionalmente, de las que nos servimos para cumplir un acto ilocutivo, introduciendo dentro del marco epistemol6gico Ia propuesta del acto de << aconsejar>> aportada por Wunderlich (1971).

Austin considera que para que se produzca un acto logrado deben concurrir una serie de circunstancias adecuadas, entre las que tienen primordial importancia las que corresponden a! con junto de « reglas convencionales para Ia ex presion>>, las que reclaman que «las personas y las circunstancias>> sean las apropiadas a! acto, asi como que este acto sea efectuado «por Ia totalidad de sus participantes>> y que se cumplan «todos los pasos del proceso >>.

Para nuestro estudio consideramos necesario ampliar esta clasificaci6n con Ia participaci6n de los diferentes lenguajes coparticipantes, poniendo especial interes en el factor deter­minante de Ia intencionalidad y en el reconocimiento de esta para poder realizar el acto comunicativo.

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Asi dividiremos el <<procedimiento convencional» en:

B.l. Factores situacionales: B.l.l . La expresion. B.l.2. Las personas o actores. B.1.3. Las circunstancias personales. B.l.4. Los objetivos del acto.

B.2. Factores de procedimiento: B.2.1. Totalidad de participantes. B.2.2. Totalidad de condicionantes situacionales. B.2.3. Termino de procedimiento.

6.3.1. Reglas convencionales para la expresi6n

Para que el enunciado Begue a ser logrado debe estar con­venientemente relacionado con los objetivos que se persiguen:

B.l.l.l Las expresiones emitidas -sean de agradecimien­to, afirmacion o amenaza- han de estar convencionalmente adecuadas al acto. La significacion que se les otorga conven­cionalmente debe estar adecuada al acto y a la fuerza ilocuti­va. La relacion convencional que deben contraer los pianos de Ia expresion y del contenido, solo sera posible dentro de la normativa convencional del codigo. Aunque menos explicitas, estas reglas convencionales tambien las encontramos en otras unidades iconicas enunciativas que podriamos calificar de hi­pocodificadas por la ambiguedad de codificacion entre los artificios graficos y las propiedades culturales que se le atri­buyen.

Con el enunciado iconico no se representan todas las pro­piedades <<naturales>> 0 <<reales>> del objeto, sino solo aquellas que le son otorgadas convencionalmente como pertinentes. Por una parte, esta representacion iconica obedece a unos <<codi­gos de reconocimiento>> (segun U. Eco, 1977, pp. 345-346) por los que una cultura define sus objetivos y los identifica por unos rasgos pertinentes que caracterizan a! contenido. Y por otra parte obedece a unos <<codigos de representacion iconica>> mas o menos explicitados que establecen cuales son los artifi­cios graficos que corresponden a los rasgos del contenido es­tablecidos por el codigo de conocimientos.

El Iugar y el momenta en que estas expresiones enunciati­vas son visualizadas tambien incide en la significacion. La seiial de trafico que obliga a girar a Ia derecha requiere que en sus proximidades haya una via a Ia que convencionalmente Ia seiial haga referenda.

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El espacio y el momenta situacional han de ser los adecua­dos a! acto para que este resulte logrado.

Esta significacion se correlacionara convencionalmente con Ia expresion si y solo si se corresponde con la que situacio­nalmente le corresponde en el momenta preciso del acto. Silas expresiones no estan convencionalmente adecuadas al mo­menta del acto, diremos que este es <<inadecuado>>.

B.l.l.2. Hemos dicho que una expresion enunciativa tiene que respetar unos codigos de reconocimiento y representacion en relacion con las propiedades que le son convencionalmente atribuidas.

Tanto el destinador como el destinatario deben tener un conocimien to mas o menos formalizado de como servirse de los diferentes lenguajes. En una palabra, es necesario que ambos se sirvan del mismo codigo, y como veremos en B.l.2., que sean competentes en todos los niveles que hemos especifi­cado. Estos conocimientos suponen que el destinador y desti­natario sepan expresarse a traves de cada uno de los lenguajes empleados, con sus limitaciones y sus pertinencias referencia­les; tambien deben tener conocimiento, formalizado o no, de Ia relacion sincronica entre los lenguajes posibles y necesarios, segun las jerarquias convencionalmente establecidas para construir textos unitarios.

Sino concurren estas circunstancias, el texto se hace <<inin­teligible». Asi, cometer un atraco en plena calle requiere que tanto el destinador como el destinatario sean aptos para ex­presarse en los lenguajes correspondientes. Expresiones verba­les, indumentaria, expresiones faciales, oportunidades de Iu­gar y hora, etc., han de constituir un texto unitario y coherente para que el destinatario interprete acertadamente el acto in­tencional del destinador.

B.l.l.3. El procedimiento debe ser llevado a termino en forma correcta y coherente, tanto en sus formas expresivas, coparticipantes y simultaneas, como en su proceso discursivo

Cuando se amenaza a alguien, para que el acto ilocutivo sea logrado, deben, ademas de cumplirse las condiciones pre­cedentes, estructurarse coherentemente todas las expresiones emitidas. En este sentido noes posible amenazar a alguien con una expresion gestual, por ejemplo con el puiio alzada, emi­tiendo a la vez expresiones verbales interpretables como favo­rables al destinatario.

Esta necesidad de coherencia entre expresiones copartici­pantes y simultaneas plantea algun problema. Cuando se emi­ten diversas expresiones correspondientes a sistemas distintos,

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220 JORDI PERICOT

que se contradicen entre elias en una situaci6n concreta, se puede dar el caso de que el enunciado llegue a ser <dncoheren­te>>, o por el contrario «logrado>>, debido al predominio de unas expresiones sobre las otras, aunque el efecto no corresponda a los objetivos o intenciones del destinador.

En este caso diremos que el acto ha estado «alterado>>. Esta posible desvirtuaci6n puede surgir en todos los casos como alternativa al acto fallido.

Esta posibilidad depende de la interpretacion del destina­tario, siempre que se presenten las circunstancias necesarias: que haya contradiccion entre los signos expresivos y/o entre los elementos situacionales del acto y que el destinatario con­sidere que tiene necesidad de interpretar coherentemente los elementos situacionales que se le ofrecen.

6.3.2. De las personas y sus circunstancias

B.l.2. Es evidente que esta convencionalidad no puede li­mitarse a las reglas con las que construimos las diferentes formas expresivas, sino que se debe hacer extensiva al contex­to situacional empleado, por lo que nos referiremos a:

las personas que, como actores, motivan el acto de co­municacion; las circunstancias particulares de estas personas, nece­sarias para que un acto sea logrado, y los objetivos perseguidos con el acto.

B.l.2.1. Las personas y circunstancias particulares deben ser las apropiadas para que se pueda recurrir a un determina­do procedimiento particular.

La condicion esencial de una seiial de obligacion es el in­tento de conseguir que el conductor haga una determinada maniobra de circulacion. Ahora bien, esa intencion del desti­nador «A>> de obligar al destinatario «B>> a hacer la maniobra «X>> requiere que a A le sea reconocida au tori dad sobre B. Esta misma seiial situada dentro de los jardines de una propiedad privada supone menos credibilidad y asi la orden sera mas facilmente transgredida.

La autoridad de A puede proceder de la coercion fisica o moral, o del derecho que le es otorgado por consenso social o como reconocimiento colectivo de su papel social.

La autoridad coercitiva y la social posibilitan actos cuyo beneficiario es el propio destinador, como por ejemplo la arne-

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FIG. 32.

naza, la obligacion, la advertencia, que se fundamentan en el miedo de un acto futuro que B crea a A capaz de realizar. Por el contrario, los actos futuros cuyo beneficiario es el destinata­rio, solo son susceptibles de ser llevados a termino si A tiene una autoridad moral reconocida socialmente. Asi, aconsejar una ruta determinada implica que «Trafico>> tiene alguna ra­zon para creer que esta ruta beneficia al usuario, y al mismo tiempo la obediencia de este se debe a la fe que entiende ha de prestar a Trafico por admitir que sus consejos son fruto de su competencia.

Entre estos dos tipos de autoridad podemos situar el acto de advertir, cuyo logro puede fundamentarse tanto en la auto­ridad coercitiva como en la social. La seiial de trafico «caida de piedraS>> (fig. 32) requiere la autoridad social para ser res­petada. La coercion que supone el posible accidente si uno no se conduce con las debidas precauciones solo es eficaz si es reconocida la autoridad del que emite el enunciado . El acto de advertir, si es logrado, admite los dos tipos de autoridad si­multanea, aunque se enfatice a uno de los actores como pre­sunto beneficiario. De este modo, entre las condiciones in­dispensables para la realizacion de un acto de comunicacion destacaremos aquellas por las que una persona que ejecuta el acto ha de tener el «derecho>> de idear el procedimiento y la «autoridad>> para realizarlo, y el destinatario ha de reconocer este derecho y esta autoridad, para que el acto resulte logrado.

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222 JORDI PERICOT

Tambien es imprescindible que el destinatario crea a! destina­dor capaz de cumplir el acto.

Es decir, las personas y las circunstancias que posibilitan un acto logrado deben ser adecuadas desde el punta de vista de: ser reconocidas institucionalmente como poseedoras de Ia suficiente autoridad y de los derechos requeridos para cumplir el acto en aquella ocasion.

Este reconocimiento de Ia posibilidad coercitiva y social de realizar eficazmente el acto debe ir acompaii.ada de Ia capaci­dad de emitir enunciados que sean situacionalmente captables y comprensibles por el destinatario.

Si no concurre este reconocimiento social del derecho y de Ia autoridad del destinador, el acto es nulo por «impostura» o <<abuso».

B.l.2.2. Las personas han de ser capaces de producir el enunciado segun las mismas o similares reglas convencionales, es decir, dentro del mismo marco de competencias, asi como no debe haber impedimentos que dificulten el acto ilocutivo.

En el primer caso la invalidez se produce por <<incompeten­cia» de los actores, y en el segundo caso por <<defecto». El impedimenta parcial en el enunciado, como por ejemplo, Ia imposibilidad de emitir en algun canal sensorial, puede provo­car un cambia en la reestructuracion receptiva, por lo que el acto fallido puede calificarse tambien de <<alterado».

En estos casos hay que analizar la manera en que se estruc­turan los diferentes enunciados para formar un discurso como funtivos que contraen unas determinadas funciones y confor­man estructuras y jerarquias segun situaciones concretas.

6.3.3. Las circunstancias personales

B.l.3. A pesar de la gran complejidad de factores inciden­tes en el acto de comunicacion, su totalidad obedece a unos postulados basicos que podriamos generalizar diciendo que, para que una seii.al sea comunicativa, es condicion previa que el destinador desee que el destinatario tome consciencia de alguna cosa que desconocia. 0 sea, que el destinador ha de tener Ia <<intencionalidad comunicativa» de incidir sabre el receptor para producirle unos determinados efectos, y esta in­tencionalidad debe ser percibida por el destinatario.

B.l.3.1. Coordinaciones derivadas de los factores intencio­nales.

Hemos visto que Ia intencionalidad del destinador es un

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L1 ctor fundamental para el cumplimiento de un acto de comu­III Cacion logrado.

Veamos ahora Ia intencionalidad del acto desde el punto de v1sta de Ia sinceridad, sea esta verdadera, o admitida como tal por el destinatario.

Todo acto ilocutivo -nos dice Searle (1980, p. 71)- debe n ·unir unas determinadas «condiciones de sinceridad», es de­nr, condiciones que presuponen la creencia en el acto ilocuti­vo por parte del que lo ejecuta.

Searle parte del hecho de que si el destinador emite una proposicion, es porque tiene la intencion seria de realizar un dcterminado acto de habla, y solo en este caso, es decir, si I icne la intencion sincera de ejecutar el acto, ha de emitir la proposicion. Esta intencionalidad de realizar el acto es lo que hace que una promesa, una amenaza, una orden, tengan la lucrza ilocutiva necesaria. La sinceridad en el acto ilocutivo la mbien es reclamada por Austin (1971, p. 60) al reconocer la l'xistencia de casos cuyo procedimiento exige que los actores lcngan ciertos pensamientos o sentimientos dirigidos a conse­guir que se produzca cierta conducta en algun particip.ante. Esta circunstancia autoriza a Austin a considerar que hay dos I"USOS vaJidos para el Jogro del acto: <<el que participa en el ac to y recurre a este procedimiento, a) debe vincular a los hcchos estos pensamientos o sentimientos, o b) los participan­lcs deben estar animados por el proposito de conducirse de forma adecuada». Asi, la sinceridad en la intencion ha de ser captada o supuesta por el destinatario, ya porque disponga de un conocimiento previa de los aetas del destinador, o porque, tcniendo este en cuenta que en ciertas situaciones es necesario que el acto se refuerce con la aportacion de algunos de los diferentes lenguajes que en el participan, haga uso de ellos para persuadir al destinatario: por ejemplo una amenaza se hace creible levantando agresivamente el puii.o o el brazo o cmitiendo adecuadas expresiones faciales. Seii.alemos que la cs tructura verbal -por ella misma- pocas veces expresa la sinceridad de Ia expresion del destinador. A menudo, esta debe ser ayudada por un conglomerado de expresiones copar­ticipantes contiguas al acto.

No se atribuye al atracador Ia sinceridad del acto de ame­naza que realiza solo por las palabras que pronuncia, sino tambien, y sabre todo, por las otras expresiones paralingiiisti­cas, gestuales, objetuales, situacionales en general.

En caso de amenaza insincera y reconocida como tal por el destinatario, el acto resulta fallido o <<falso», ya que el destina-

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dor no tiene Ia intenci6n sincera de cumplirlo. El acto pucdt• ser logrado si las expresiones emitidas convencen al receptor de que el destinador tiene Ia intenci6n sincera de cumplir d acto de amenaza. Si hace una amenaza insincera debe aparen tar unas intenciones que no tiene. No es necesario que las condiciones de sinceridad para que un acto sea logrado deba rr ser necesariamente autenticas por parte del emisor, sino qm· es suficiente que le sean atribuidas por el destinatario y que cl destinador adopte las expresiones propias de Ia intenci6n.

Contrariamente a los casos mencionados en que Ia trans gresi6n de algunas reglas supone Ia imposibilidad de llevar a termino un acto, y por lo tanto origina un «desacierto», en los casos de transgresi6n efectiva y deliberada de las reglas el acto se cumple, si bien comporta -en terminos de Austin- un «abuso de procedimiento». Si Ia persona que ejecuta Ia acci6n actua sin respetar Ia premisa de Ia sinceridad, no por eso el acto queda anulado ni resulta un desacierto, sino que se cum­pie, y se debe considerar logrado, aunque se haya cometido un «abuso>>. De este modo, quien promueve una campaiia electo­ral prometiendo determinadas ventajas para el elector sabien­do o sospechando que no son realizables o no corresponden a Ia verdad, pero acata las otras condiciones especificadas, in­curre en un abuso, y Ia mentira o perjuro no obstaculiza el logro del acto.

Mientras Ia transgresi6n de las reglas convencionales que fundamentan los actos B, B.l.l. y B.1.2. los anulen, en los casos B.l.3.1., en que el acto se realiza, pero nose respetan las creencias y pensamientos que lo fundamentan, el acto concep­tual de abuso se transforma en «vado>>. Si alguien pronuncia «yo juro>> en ocasi6n de un acto formal de posesi6n de un cargo, este acto resulta fallido si por ejemplo Ia persona que emite el juramenta noes Ia que institucionalmente se asigna a estas funciones, o no esta en condiciones de asumir el cargo por incompatibilidad con el que ahora ocupa, mientras que si, reuniendo todas las condiciones propias de los casos B y B .1.1. y B.l.2. Ia persona que jura el cargo no tiene Ia intencion de cumplir aquello a lo que se compromete en el juramenta, esta transgresion o insinceridad no impide que el acto se realice.

Si en los casos de transgresion B y B.l.l. y B .1.2. se produ­ce un «desacierto» y el procedimiento a que se recurre queda <<desautorizado>> y el acto <<nulo» o sin efecto, en caso de trans­gresion de B.l.3.1., Ia expresion constituye un <<abuso>> y el acto pretendido se convierte en un acto <<vado».

Austin no analiza los ac~os pretendidos, fundamentalmente

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.d11 rsivos y ademas <<vados>> a los que califica con el termino I'.'' IICral de insinceros, como tampoco analiza ni califica los ·' ' los desafortunados o fallidos que corresponden al caso B.2. y que luego veremos. Con todo, el hecho de que se produzca HJUel acto <<vado» no quiere decir que llegue a ser <<nulo>>. i\unque el acto sea <<vado>> por <<abuso de procedimientO>>, con­lllrua existiendo y suponiendo para el ejecutor el compromiso ocial de cumplimiento igual que si se tratara de un acto ple­

ua mente logrado. AI agrupar las diferentes condiciones de cumplimiento de

111 1 acto, Searle considera las que llama <<esenciales>>, por las que Ia persona que ejecuta el acto se compromete - por Ia lucrza ilocutiva de Ia enunciacion-, con ciertas creencias o ll ltenciones.

De este modo, en el caso de un acto vado por abuso de procedimiento, habra que considerar que este acto supone un •compromiso>> por parte del que lo ejecuta. Este compromiso I'S, pues, independiente de Ia sinceridad y de Ia verdad, ya que l'S ta implicito en todo acto ilocutivo, sea este logrado o abusi­vo. El acto ilocutivo no exige Ia creencia de que lo que se dice ~ca verdad, ni que lo haya sido, pero obliga a un comporta­rrliento adecuado por parte del que lo realiza.

La prueba de esto esta en que si despues se produce un t.• nunciado incoherente con estas creencias, o el actor se com­porta de manera incompatible con las intenciones manifiestas con las que se comprometio, sera considerado «culpable>> -empleando el termino de Searle . Sera culpable de incumpli­miento de compromiso.

Otro tipo de deficiencias susceptibles de afectar las expre­siones ilocutivas son las que Austin llama <<vacias de una ma­nera particular>> (1971, p . 63), expresiones emitidas en <<cir­cunstancias extraordinarias o especiales>> como por ejemplo las que emite un actor en el transcurso de una representacion teatral, que producen, como seiiala Austin, un cambio funda­mental en el acto ya que <<el lenguaje no es empleado con seriedad sino de una manera independiente de su uso normal».

B.l.3 .2. Se puede dar el caso de que el destinador tenga Ia intencion sincera de cumplir el acto, pero el destinatario crea que el destinador no posee esta intencion sincera, o que es incapaz de cumplirlo o que no puede hacerlo, por lo que el acto, a pesar del compromiso del destinador, es fallido por << falsa interpretacion>>. La condicion de sinceridad es necesaria por lo que hace a Ia interpretacion del destinatario, mientras que para el destinador es suficiente que Ia aludida interpreta-

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cion se realice al margen de si la intencion de cumplimiento es sincera o no, factible o no.

B.l.3.3. Los participantes en el acto deben tener determi­nados pensamientos con respecto a los hechos que realizan1n y estar animados por el proposito de conducirse de manera ade­cuada. De este modo, un acto ilocutivo del tipo de «prometer» o «amenazar» supone el compromiso explicito de realizar cier­tos actos futuros para o al destinatario, ya que para Searle en el hecho de pro meter el emisor hace alguna cosa «para ti >> y no <<a ti >> , mientras que al amenazar el emisor hace algo «a ti>> y/o <<para ti >> .

Esta condicion, que Searle denomina <<esenciah, constituye la regia general. Por ella, el destinador, al enunciar algo, asu­me la obligacion de realizar un acto futuro o intenta que se interprete que acepta esta obligacion social. La aceptacion que el destinador hace de asumir la obligacion derivada del acto ilocutivo de prometer o amenazar es condicion necesaria para que el acto resulte logrado: el solo hecho de que se de­muestre o explicite la no intencion del destinador de asumir esta obligacion, ahora o mas adelante, hace·que el acto resulte fallido.

En ciertos casos, la asuncion del futuro esta claramente explicitada y constituye la caracteristica esencial del propio acto. Dar un consejo implica que el acto <<X>> sera de interes para el destinatario, y amenazar, que no lo sera. Del mismo modo, el acto de pedir supone transmitir la obligacion de que el destinatario lleve a termino un acto futuro, cuya realizacion esta, en opinion del destinador, dentro de sus capacidades.

Este compromiso temporal supone una conexion logica y no causal entre la intencionalidad del agente y la accion que se obliga a realizar. La intencionalidad, sin embargo, si bien apunta a la conducta futura, no es una cualidad inherente a esta, ya que tal conducta se puede producir independiente­mente de la intencionalidad. La intencion es una actividad, y cuando la interpretamos, la significamos en funcion de una situacion que es propia del agente. En este sentido, establece­mos una conexion logica que nos permite hacer predicciones de fiabilidad de los actos futuros a que se ha comprometido el agente: tener la intencion de hacer algo o sentirse obligado a hacerlo significa que esto se encuentra en el futuro, y por lo tanto, las oportunidades de modificacion intencional son di­rectamente proporcionales a la duracion del tiempo que hay entre el compromiso y el acto prometido. De este modo, la presuncion relativa al cumplimiento del acto del destinador

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I• 11dra grados de fiabilidad diferentes en funcion de la dura , 1n11 de este tiempo. Para una misma situacion, cuanto mas , l ' l l'tl a l acto de prometer este el compromiso de cumplir, rna­' 111 sera el grado de fiabilidad respecto a esta obligacion de .u 111acion futura. Asimismo, un acto ilocutivo siempre supone 1 I I'Ompromiso temporal de hacer algo <<para el» o <<a!» desti­'"'l a rio. El conocimiento de la falta de intencionalidad ode la 11nposibilidad de que el destinatario realice el acto futuro a JH'Sar del compromiso supone, si se trata de hacer algo «para tl .. destinatario, que el acto resultara fallido «por falta de fia­hilidad>> y en caso de hacer algo «a!» destinatario, fallido por • 1 ncredulidad >>.

td.4. Objetivo del acto

8.1.4.1. El objetivo del acto no puede ser obvio. Dentro de las condiciones convencionales, tambien se po­

dra incluir el caso B.l.4. por el que la intencionalidad de un •cto ilocutivo supone siempre un objetivo, y este no puede ser nada que ya se este realizando o de lo que se prevea su realiza­' i6n (Searle, 1980, p. 67).

Lo que el destinador enuncia que hara en una situacion 1 onsiderada como normalmente sucesiva a la actual no puede 'IC r obvio ni para el emisor ni para el receptor: lo prometido, o lo que constituye una amenaza o un consejo, no puede ser 11 ada que ya se haya realizado o se vaya a realizar en el trans­l:urso normal de los acontecimientos.

Se supone que cuando se realiza un enunciado, el esfuerzo que comporta se justifica por la «necesidad>> de la emision.

Por eso, normalmente la emisi6n de una expresion se in­terpretara como propia de un objetivo que de ninguna manera es obvio: si amenazo con hacer algo que ya se esta hacienda o se hara, este acto sera fallido y no tendra sentido. Al aconsejar una desviacion de ruta mediante un cartel de trafico, es nece­sario que «Jefatura de TraficO>> considere que no es natural para el usuario coger, en el curso normal de los acontecimien­tos, esa ruta indicada, pero que si es beneficioso que lo haga ahora. Solo si se producen estas circunstancias «Trafico>> colo­cara el cartel donde le corresponda.

En caso de afirmarse algo cuya verdad es evidente para el destinador, este debe considerar que esa verdad noes obvia ni para si ni para el destinatario. De otro modo, el acto de afir­mar se hace «inutil», o, si esta obviedad se hace evidente a! destinatario, el acto se vuelve fallido por «redundante>>.

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A pesar delano obviedad como requisito para que el acto ilocutivo se cumpla, se puede dar el caso de que, aunque nose de esta condicion, el acto resulte logrado. Por ejemplo, la no obviedad no es imprescindible en actos como los de obligar, ordenar, yen general todos los que suponen imposicion y coer­cion en los que el intento de conseguir que el destinatario haga alguna cosa puede ser obvio tanto para el destinador como para el destinatario, y no por eso dejan los actos de ser lo­grados. - Tambien se puede dar el caso de que los receptores del acto ilocutivo, conociendo las reglas necesarias para realizar estos actos, supongan que la condicion se produce, y por lo tanto se cumpla el acto, aunque la suposicion no responda a la reali­dad. Si amenazo a alguien con un mal que esta persona ya esperaba irremisiblemente, una interpretacion posible de este acto consiste en suponer o bien que la previa certeza del recep­tor era infundada, o bien que la amenaza no le producini nin­gun efecto porque el mal era totalmente obvio.

Si en circunstancias de obviedad hago una promesa, solo se puede interpretar que creo que no es obvio que haga lo prome­tido: <<Un marido feliz -dice Searle- que promete a su esposa que no la abandonani la proxima semana, provoca, probable­mente, mas angustia que alegria>> (1980, p . 67}.

Los continuos rumores oficiales de que la gasolina no subi­ra de precio provoca inmediatamente colas en todas las gasoli­neras.

Los receptores de un enunciado presuponen que este cons­tituye un acto ilocutivo, por lo que interpretan que el objetivo perseguido por el emisor noes obvio, pero que por su caracter extraordinario se producira.

6.3.5. Correcci6n e integridad de procedimiento

Entre las condiciones convencionales para que un acto sea logrado, hay que considerar las que hacen referencia a la co­rreccion e integridad del proceso o procedimiento comunicati­vo, que se conseguira si este es llevado a termino por la totali­dad de los participantes, y estos actuan segun los dictamenes convencionales que exige el acto y ejecutan la totalidad de las acciones que requiere.

Si no concurren estas condiciones o se transgrede alguna de las reglas, no se puede llevar a termino el acto. Si falta la totalidad 0 una parte implicada de los participantes, 0 estos no son los apropiados, o el acto se realiza incorrecta o in-

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rompletamente desde el punto de vista convencional. Este acto, segun Austin (1971, p. 57}, constituye un « desacierto».

Austin precisa los siguientes desaciertos: aquellos que co­rresponden a las personas, y los que se refieren a las circuns­lancias, cuando no son las apropiadas, casos estos que dan Iugar a «malas interpretaciones», y que incluimos en el apar­tado B.l.2.1. y B.l.2.2.

Es evidente que dentro de la correccion e integridad de procedimiento podriamos incluir las condiciones «percepti­vas» y el procedimiento convencional para la emision de enun­ciados en tanto formas expresivas, bien que ambos por su ca­racter tan esencial y general ya estan tratados en los apartados A y B.l.l. Ahora nos referiremos preferentemente a los elemen­tos situacionales en tanto actuantes para cumplir un acto, y no en cuanto a los requisitos necesarios para asumir con fortuna csta actividad.

B.2.1.1. Cuando no participa la totalidad convencional de sus miembros, el acto resultante es calificado por Austin de acto «viciado» . La actividad comunicativa, en la medida que cs relacion de papeles en situaciones sociales y esta fundamen­tada en la comprension y la accion, requiere la presencia acti­va de la totalidad del grupo definido convencionalmente como necesario.

B.2.2.1. Tambien para que el acto devenga logrado se han de respetar la totalidad de los condicionamientos situacionales existentes convencionalmente para la realizacion del acto. No podemos efectuar el acto si por ejemplo no le acompaiian cier­tos requisitos situacionales; por ejemplo, no podemos felicitar a alguien para Navidad si no estamos en esas fiestas.

En estas circunstancias de incompletitud situacional, el acto resulta «desafortunado», aunque como hemos dicho en el caso de B.l., tambien podria ser interpretado de otra manera, si la intencionalidad no fuera conocida en el interior de la situacion real, sino en la convencionalidad deseada. De este modo una felicitacion de Navidad en pleno verano yen Barce­lona podria adquirir el caracter, por ejemplo, de una broma.

B.2.3.1 . Dentro de la convencionalidad del acto ilocutivo, la ocasion del enunciado ha de ser adecuada al acto pre­tendido.

Tanto Wittgenstein como Austin destacan la importancia de vincular las funciones del lenguaje a los contextos sociales en que operan las lenguas, fuera de los cuales el acto de enun­ciar se hace «inexistente» o «desplazado».

Los condicionantes situacionales exigen una clase de aetas

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posibles, eliminando otros, lo cual restringe las posibilidades de elecci6n significativa. Poder cumplir un acto requiere tener conocimiento de Ia interpretacion situacional subyacente a Ia actividad que pretendo realizar, de Ia significaci6n que adqui­rini para su conocimiento y de las consecuencias que es licito esperar.

Si el acto que pretendo realizar no responde a estos condi­cionantes situacionales, se hace ineficaz o «inexistente» porque no es conocido, o <<desplazado>> si la significaci6n no corres­ponde a la intencionalidad que provoc6 la emisi6n.

B.2.4.1. Si no se llevan a termino todos los pasos marca­dos convencionalmente como indispensables, el acto resulta incompleto o «inacabado>>; resulta «incorrecto>> si los pasos no se efectuan de acuerdo con las normas convencionales para esta clase de actos.

El acto de apostar cien pesetas fracasani si el destinatario no expresa su aceptaci6n. Decir «te reto a duelo>>, para seguir con un ejemplo de Austin, fracasani si posteriormente no envio los padrinos a mi adversario.

Los actos ilocutivos inacabados, tal como los formulan Austin y sus seguidores, especialmente Searle, requieren ser complementados hasta conseguir un conglomerado de siste­mas de expresi6n, en donde todos ellos interactuen para el cumplimiento de un acto comunicativo integral. De aqui la gran importancia de todos aquellos procedimientos comunica­tivos que puedan ser ejecutados con formas mixtas: verbales, gestuales, olfativas, visuales.

6.4. CUADRO DE LAS CONDICIONES

Como resumen, sistematizaremos las condiciones necesa­rias que deben concurrir para que un acto resulte logrado, asi como los casos en que deviene fallido, segun los cuadros A, B.l y B.2:

A. CONDICIONES RECEPTJVO-PERCEPTIVAS

Condiciones para un acto perceptivo logrado Percepci6n fallida o

A.1 TOTALIDAD DE ELEMENTOS PERTINENTES INCOMPLETA A.2 ADECUADA ESTRUCTURACION DE LOS ELEMENTOS DESVIRTUADA

PERTINENTES

AJ DISTINCION DE ·RUIDOS» DISTORSIONADA

SERVIRSE DE LA IMAGEN

JJ . EL PROCED!MIENTO CONVENC/ONAL 13.1. DE LOS FACTORES SITUACIONALES

Condiciones convencionales para un acto logrado

8.1.1. 8.1.1.1 ADECUADA AL ACTO Y A LA FUERZA De la ex· ILOCUTIVA presion: 8.1.1.2 ININTELIGIBLE

8.1.1.3. CORRECCION Y COHERENCIA SINCRONICA ENTRE LOS LENGUAJES

8.1.2 8.1.2.1 PERSONAS Derecho De las APROPIADAS personas: Autoridad coercitiva

y moral

CAPACES DE Mismo marco de com· PRODUCIR petencias EL ENUNCIADO

No impedimentos

8.1.3 8.1.3.1 SIGNIFICACI ON De las INTENCIONALIDAD Sincera circuns· DE CUMPLIMIEN-tancias TO (destinador) perso- 8.1.3.2 SIGNIFICANCIA Reconocimiento, nales: CONOCIMIENTO IN- sinceridad

TENCIONALIDAD (destinatario)

Cree que destinador asume obligaci6n social

8.1.3.3 COMPROMISO Hacer AL EN EL TIEMPO destinatario

Hacer PARA el destinatario

8.1.4 8.1.4.1 NO 08VIO Destinador Objetivo Destinatario

231

Acto fallido o

INADECUADO

ININTELIGIBLE

ALTERADO

POR IMPOSTURA

POR A8USO

POR INCOMPETENCIA

DEFECTUOSO

FALSO VACIO

FALSA INTERPRETACION

Por INCREDULIDAD

PORNO FIA8ILIDAD

INUTIL

REDUNDANTE

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8.2. CORRECCION E INTEGRIDAD DE PROCEDIMIENTO

Condiciones convencionales para un acto logrado Acto (a/lido o

B.2.1 TOTALIDAD DE PARTICIPANTES VICIADO

B.2.2 TOTALIDAD CONDICIONANTES SITUACIONALES DESAFORTUNADO

B.2.3 LA OCASION DE LA ENUNCIACION HA DE SER DESPLAZADO ADECUADA AL ACTO ILOCUTIVO

B.2.4 PROCEDIMIENTO LLEVADO A Todos los pasos INACABADO TERMING convencionales

De manera correcta INCORRECT A

Como vemos, Ia unidad basica de estudio noes Ia imagen, sino Ia producci6n del signa en Ia realizaci6n del acto de comuni­caci6n. Debemos buscarla, pues, en Ia intencionalidad comu­nicativa del sujeto productor y en su realizaci6n pragmatica, su interpretacion y los efectos producidos en una situaci6n concreta.

Nos centraremos en el uso que hacemos de los enunciados visuales para extraer de su funcionamiento los criterios basi­cos que condicionan Ia intencionalidad, Ia comprensi6n y los efectos comunicativos. Por eso, para el analisis de Ia imagen incluiremos tanto problemas de referencia como situacionales e intencionales. Dejaremos el campo exclusivo de la significa­ci6n para ir a Ia pragmatica, y abordaremos el lenguaje em­pleado por un individuo social. La aceptabilidad y logro de un discurso se debera, asi, al hecho de estar «bien usado>>, o sea, adecuado a la sitwici6n concreta que lo genera.

7

LA DIRECCIONALIDAD PRAGMATICA

7 .1 . LA DIRECCIONALIDAD EN EL MACROACTO COMUNICATIVO

El logro de un determinado acto de comunicaci6n depende - hemos dicho-- de las condiciones textuales y situacionales que lo posibilitan. Y para esto hemos analizado las estructuras pragmaticas con las que realizamos adecuadamente el acto de comunicaci6n. Ahora bien, este objetivo s6lo podra ser conse­guido si hacemos extensivo el estudio de los actos de comuni­caci6n a la relaci6n que contraen los mismos actos para confi­gurar un discurso complejo, en tanto que conglomerado y fila de secuencias de actos.

Tal como una imagen proposicional no se produce nunca aisladamente, los constantes actos de comunicaci6n que defi­nen nuestra vida tampoco constituyen hechos aislados, sino que se producen secuencialmente.

Los aetas comunicativos se suceden los unos a los otros, y Ia sucesi6n arranca de los interpretantes. Consecuentemente, las situaciones que les dan soporte varian en la medida en que los aetas se acumulan en un proceso, donde el final de una situaci6n equivale al comienzo de Ia siguiente. Esta serie de actos o secuencia obedece a una l6gica discursiva interna que nos permite hablar de una «ordenaci6n>> lineal en el tiempo y en el espacio, cuyos actos contraen unas relaciones sem{mticas y pragmaticas. AI igual que en el caso de las secuencias linea­les y globales de las imagenes proposicionales, las secuencias de los actos de comunicaci6n tambien se sujetan a unas condi­ciones convencionales que dan coherencia a los actos que con­forma·n el discurso como unidad superior o conjunto de actos comunicativos.

Tratandose de situaciones variadas por la acci6n de sucesi­vos actos de comunicaci6n, es necesario ver el fen6meno con Ia amplitud propia de una interacci6n de actuaciones que ge­neran un acto (mico que denominaremos «macroacto comuni-

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cativo», siguiendo la nomenclatura de van Dijk aunque susti­tuyendo su concepto de «habla>> por el de «comunicaci6n>> (1980 b , pp. 55 y 72), el cual, en tanto unidad superior, tam­bien debe satisfacer las condiciones propias de una secuencia para ser lineal y globalmente coherente. Es decir, el macroacto comunicativo, a pesar de la multiplicidad de actos que lo in­tegran, debe funcionar como un solo acto definido y concreto (por ejemplo de informacion, de prescripci6n ode valoraci6n), con una funci6n (mica que responde a una intencionalidad global, es decir, a una sola <<intencionalidad pragmatica>>.

Digamos tambien que del mismo modo que se han asigna­do unas estructuras semanticas convencionales globales a un acto de comunicaci6n, hay que asignar tambien estructuras globales a la secuencia coherente de actos como unidad. Y so­lamente podemos entender los diferentes actos particulares que conforman el macroacto comunicativo y dar sentido a sus funciones pragmaticas y estrategicas, si los interpretamos a partir del conocimiento de la <<direccionalidad pragmatica>> que los engloba.

La aireccionalidad pragmatica constituye, pues, la inten­cionalidad global del macroacto, por la cual se hacen coheren­~es los diferentes actos particulares intencionales que compo­nen el macroacto comunicativo. Los distintos actos particu­lares empleados deben ser emitidos y reconocidos bajo una misma direccionalidad pragmatica que hara de ellos una se­cuencia coherente: asi, los posibles actos de felicitar, aconse­jar, afirmar, preguntar, prometer, pueden constituir los actos particulares del macroacto comunicativo, <<dirigido>> a pedir un favor.

Esta direccionalidad pragmatica requiere que el destinata­rio sea un ser comunicativo competente y como tal, capaz de reconocerla segun el sentido en que es emitido, lo que le posi­bilitara significar adecuadamente los precedentes actos parti­culares y presuponer los sucesivos.

La direccionalidad puede requerir la emisi6n de unos in­didos explicitos por parte del destinador, o simplemente que estos, por encontrarse ya implicitos en la propia estructura convencional del macroacto, no requieran ninguna explicaci6n propiamente dicha por parte del destinador. En este ultimo caso el destinador trata de servirse de la estructura convencio­nalmente otorgada a la direccionalidad pretendida y como tal reconocida por el destinatario competente.

Solamente disponiendo de este conocimiento, el destinata­rio podra interpretar correctamente los aetas particulares in-

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kncionales: de este modo un acto de comunicaci6n indirecta, .1parentetnente asertivo como /jesta puerta!/ debidamente pre­ccdido de los aetas intencionales de /temblar ostensiblemente/, /gesticular mostrando incomodidad/, /estornudar/, etc., actos particulares que conforman indicios informativos, no sera in­lcrpretado como un acto asertivo sino como un macroacto de orden o suplica que puede entraiiar, segun la situaci6n, el cfecto perlocutivo de que el otro se levante y cierre la puerta.

Estos actos-indicio explicitos pueden emitirse, segun la es- · Lrategia del destinador, al comienzo del macroacto o en un momenta determinado de la secuencia .

Los indicios emitidos intencionalmente por el destinador y los reconocidos por el destinatario no se han de corresponder forzosamente. El destinatario puede reconocer ciertos indicios en la emisi6n no intencional de ciertos enunciados, o basarse en los conocimientos previos que posee del destinador que le permiten interpretar convencionalmente aquellos actos como pertenecientes, por ejemplo, al macroacto de pedir un favor, aunque para el emisor esta direccionalidad pragmatica no haya estado intencionalmente explicitada.

Para que el macroacto resulte logrado deben cumplirse las condiciones de intencionalidad y sinceridad que ya se han es­tudiado, pero cuando nos referimos a Ia <<direccionalidad prag­matica>>, si bien esta hade ser tambien reconocida de manera similar a Ia del emisor, no por eso este isomorfismo se debe pensar necesariamente en cada uno de los aetas particulares: estos pueden resultar fallidos y, de todos modos, el macroacto resultar logrado. Baja la direccionalidad pragmatica de pedir un favor, como destinador puedo servirme de la estructura de los actos de /felicitar/, /informar/ y /amenazar/ que pueden ser conocidos como fallidos por <<falsos>>, <<desplazados>>, e <<in­fiables>> respectivamente por falta de sinceridad, de adecua­ci6n a Ia ocasi6n y de economia en el tiempo. Igualmente, a pesar del fallo de estos aetas, el macroacto puede ser logrado y por lo tanto haber en el el debido isomorfismo entre la direc­cionalidad marcada por el destinador y la reconocida por el destinatario.

La direccionalidad pragmatica puede ser desconocida o fal­samente interpretada por el destinatario, y a pesar de eso constituir, segun los prop6sitos del destinador, un macroacto logrado. El destinador se puede servir de una serie de aetas convencionales que como tales seran interpretados por el des­tinatario produciendo unos efectos causales previstos por el destinador, y estrategicamente empleados en funci6n de una

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direccionalidad pragmatica. Esta direccionalidad clara cohe­rencia a la secuencia de aetas que conforman el macroacto, aunque el destinatario pueda considerar esta serie de aetas como independientes o linealmente incoherentes. De este mo­do, con el macroacto de pedir un favor, el destinador, en fun­cion de esta direccionalidad, puede decidir la estrategia con­sistente en efectuar aetas de comunicacion que produciran unos determinados efectos en el destinatario y daran coheren­cia a la secuencia, aunque el destinatario los considere aetas aislados y no Begue a establecer una seleccion coherente entre elias: el acto ilocutivo de felicitar a alguien par su comporta­miento puede ser ejecutado perlocutivamente par el destina­dor segun un usa determinado, par ejemplo, el de emocionar, lo que comporta que el destinatario adopte una disposicion favorable a recibir cierta informacion sabre el destinador, y que se produzca el efecto de ayudarlo par <<propia» iniciativa del destinatario.

En este caso el lagro del macroacto radica precisamente en el hecho de que el destinatario no engloba dentro de un ma­croacto los aetas, y los considera, par lo tanto, como hechos aislados y sinceros.

Tambien se puede dar el caso, mas raro, de que la emision de aetas aislados y sin direccionalidad pragmatica sea in­terpretada como macroacto direccional. Nos podriamos pre­guntar si noes este el caso de ciertas producciones cuyo autor se limita a acumular hechos que luego seran interpretados como partes de un macroacto con una <<inteligente» direccio­nalidad pragmatica.

Creemos que estas diferencias entre la intencion y el reco­nocimiento de los aetas justifican la entidad del macroacto como interaccion de aetas particulares bajo una unica direc­cionalidad pragmatica.

7 .1.1. La superestructura convencional

Hemos dicho que la produccion de un discurso como ma­croacto obliga a respetar una determinada estructura esque­matica convencional propia de la direccionalidad pragmatica del macroacto. Su lectura requiere el conocimiento de este arden estructural. En este sentido podriamos decir que las relaciones que se establecen entre las acciones de un macro­acto se ordenan idealmente, y par lo tanto son socialmente coherentes.

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De este modo, se han de ver las acciones como partes de una superestructura convencional en el tiempo, en funcion de Ia cual una accion es interpretada con respecto a la accion previa y a las posibles posteriores, asi como en relacion con la macroaccion en el marco social.

Esta superestructura, aunque no suponga contenidos espe­cificos, impone un arden en sus categorias y marca una rela­cion jerarquica entre sus respectivos fragmentos. Tambien actua como delimitadora y condicionadora de los contenidos aplicables a cada una de sus categorias; asi, el caracter restric­tivo de la superestructura se pone de manifiesto en la eleccion o interpretacion de los materiales y aetas particulares de un discurso, en funcion del tipo de direccionalidad pragmatica que condiciona el macroacto: estos son elegidos y ordenados en funcion de la superestructura que convencionalmente se correlaciona con el discurso pretendido, lo que comporta la correspondiente significancia para el destinatario. Tambien establece una funcion restrictiva entre los fragmentos del dis­curso propios de cada categoria: si de una superestructura informativa se obtiene ordenadamente par categorias una in­troduccion, exposicion, sintesis, evaluacion y conclusion, estas suponen limites que se manifiestan en el hecho de que la intro­duccion sera la designacion de un estado, y la exposicion Ia sera de un suceso pertinente, mientras que en Ia sintesis y Ia evaluacion se eliminaran las consecuencias negativas hasta llegar a las conclusiones en que se valoraran los elementos positivos que constituiran Ia base de la fuerza ilocutiva del macroacto.

Es decir, la superestructura se llena de significacion unica­mente dentro de los limites marcados por la direccionalidad pragmatica.

Un ejemplo del complejo entretejido de aetas que presupo­ne una estructura lo constituye una conversacion entre indivi­duos. Esta forma especifica de discurso establece una interac­cion social, en la que diversos comunicantes ejecutan aetas alternados y ordenados en turnos que se definen par el cambia de hablante y que pueden considerarse unidades de segmenta­cion del macroacto conversacional. La emision de aetas in­tencionales, para que estos sean interpretados dentro de un conjunto secuencial de una determinada direccionalidad prag-· matica, supone unas reglas estrategicas segun las cuales el productor de un discurso debe prever el cuadro de competen­cias del receptor y sus posibles actualizantes, y a partir de esta presuncion, trazar un plan para producir el efecto deseado. En

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este sentido, el destinador se encuentra limitado a construir unos enunciados que presupone que ser{m interpretados situa­cionalmente como actos particulares y como partes de un ma­croacto que producini los efectos globales pretendidos. Dentro de este marco el destinatario construye una estrategia segun sus objetivos y en funcion de Ia comprension de los actos de comunicacion. Uno y otro trazan un plan para incidir en Ia conducta del respectivo oponente mediante el conocimiento adecuado de Ia intencionalidad de cada uno. A traves de este intercambio se va formalizando una secuencia de actos de co­municacion dentro de las condiciones marcadas por Ia supe­restructura propia del macroacto. Los diferentes turnos que constituyen Ia superestructura convencional de un macroacto conversacional podrian esquematizarse en: saludos, introduc­cion al tema, desarrollo, posibilidad de iniciarse otro y formu­las de cierre (Sacks, Schegloff y Jefferson, 1974).

Este tipo de discurso, aunque basicamente verbal, constitu­ye una clara muestra de las condiciones generales de coheren­cia en funcion de una direccionalidad pragmatica que requiere una superestructura, gracias a Ia cual los actos particulares, producidos por el intercambio de papeles entre los dialogan­tes, seran organizados, ordenados y delimitados.

Los actos de un macroacto estan, pues, ordenados en fun­cion de una superestructura, y de aqui su importancia decisiva por lo que hace a Ia produccion discursiva y a su comprension o lectura. El discurso estara completo si se respetan las nor­mas convencionales superestructurales, es decir, si se satisfa­cen y se Henan de informacion sus respectivas categorias, y ordenado, y por lo tanto, comprendido, en Ia medida en que se respeten las categorias convencionalmente otorgadas a un tipo de superestructura dentro de un orden que se ajuste a nuestras expectativas como interpretes del discurso.

Una superestructura muestra unas dimensiones mucho mas amplias si consideramos el complejo entretejido confor­mado por las condiciones sociales y personales que hemos vis­to al hablar del acto de comunicacion. En este nivel, Ia super­estructura dificilmente es delimitable y formalizable, aunque constantemente Ia practiquemos en nuestro <<jugar» social.

7 .1.2. Las reglas de reducci6n y de ampliaci6n

Este proceso de acceso al macroacto requiere basicamente que el destinatario sea capaz de reconocer Ia direccionalidad pragmatica a partir de los actos particulares. Por otra parte,

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diremos que Ia produccion de un macroacto supone partir de una superestructura global que responda a Ia direccionalidad pragmatica y, con una estrategia determinada, produzca los actos particulares que conformaran Ia secuencia del ma­croacto.

En el primer caso estamos frente a un proceso <<ascenden­le», propio de una lectura de actos con determinante visual, marcado por las reglas de Ia reduccion semantica, que sigan el paso de las microproposiciones a las macroproposiciones.

El segundo caso corresponde a un proceso <<descendente», cuyo sentido inverso esta marcado por las reglas de am­pliacion.

En el proceso ascendente, mediante las reglas de reduc­cion, se van relacionando los actos de Ia secuencia, desarro­llando un tema cada vez mas amplio hasta llegar a captar el significado basico del macroacto, intencionalmente comun a Lodos los actos que lo integran.

Del mismo modo que hemos dicho con respecto a Ia obten­cion de macroproposiciones, diremos que el macroacto comu­nicativo reune las funciones cognoscitivas de integrar, reducir y organizar Ia informacion que aportan los actos particulares y, en este sentido, tambien podemos aplicar las reglas de reduc­cion semantica al conjunto de actos, con lo que podemos defi­nir al macroacto como unidad superior. Por otra parte, debe­mos repetir que esta sucesiva reduccion es necesaria, dada Ia imposibilidad organica de memorizar todos los actos particu­lares que se suceden en Ia secuencia. La recepcion de un ma­croacto no presupone memorizar Ia totalidad de actos, sino seguir un proceso de reduccion dentro de las posibilidades naturales de Ia memoria, cuyos actos particulares se integren de manera de elidir aquellos aspectos o actos del conjunto que resulten incompatibles entre ellos, superfluos o sobreentendi­dos. El conjunto asi conseguido debera dar cuenta de Ia tolali­dad de actos dentro de su comun denominador, que es Ia di­reccionalidad pragmatica.

Asi, en el proceso ascendente de interpretacion de una se­cuencia podemos aplicar las macrorreglas de <<Suspensi6n >> , <<Construccion>> y <<generalizacion>>, como un todo con una cla­ra direccionalidad ilocutiva como informar, prescribir, o per­locutiva como convencer, emocionar.

De esta manera, por Ia macrorregla de Ia supresi6n, se elidiran aquellos actos, efectos o aspectos de actos particulares que no entrafi.en deducciones o efectos necesarios para Ia in­terpretacion de los sucesivos actos. En Ia lectura de un film. en

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tanto que macroacto, se privilegianin los actos juzgados perti­nentes para la interpretacion de los otros actos expuestos en el film o presumiblemente futuros. En el inicio de la lectura, la pertinencia de unos actos se da como consecuencia de la hipo­tetica direccionalidad pragmatica del film, con referenda a la cual segregaremos ciertos actos juzgados no necesarios para la continuidad de lectura dentro del marco que conforma la di­reccionalidad. Esta no queda afectada especialmente por la supresion de los actos no pertinentes. En sentido inverso, des­cendente, esta macrorregla supone la perdida informativa que lees caracteristica, la que es facil de constatar cuando se trata de «re-producir» un film a partir del macroacto: los actos eli­didos son sustituidos por otros actos que, por su caracter acci­dental, no modifican en profundidad la direccionalidad prag­matica de la produccion.

Por la macrorregla de la construccion llegamos a un ma­croacto que denota y sustituye toda la secuencia de actos. Los actos se combinan y se integran en un macroacto que contiene implicitamente toda la informacion contenida en los diferen­tes actos. Esta construccion es posible siempre que lo permita el nivel de conocimiento que tiene el destinatario del mundo referido. Para un cinefilo competente en films de gangsters, por ejemplo, el macroacto de proposito de atraco bancario o amenaza supone una serie de actos ilocutivos y perlocutivos, anteriores y posteriores, que son facilmente sustituidos por el macroacto que convencionalmente ya los contiene de manera implicita. Ciertos actos previos de tipo informativo (prescripti­vos, valorativos, emotivos), para un buen entendedor de este genera, ya van implicitos en el macroacto de amenaza cinema­tografica y, por lo tanto, son elididos aunque sean recupe­rables. Recordemos que esta informacion, por estar, en su genera, convenientemente cosificada en el macroacto, es recu­perable en un proceso descendente de produccion por des­membramiento.

Una tercera regia, la de la generalizacion, tambien puede aplicarse al proceso reductivo de actos, ya que por esta regia el macroacto denota los actos debido a que contiene una direc­cionalidad derivada de las intenciones de los actos particula­res que son sustituidas por aquella.

Esta reduccion es posible por el hecho de poder formar superconjuntos que incluyen una serie de actos juzgados simi­lares. Este proceso supone hacer abstraccion de ciertas dife­rencias inherentes a la especie considerada: de actos diferen­tes, como pedir un favor, suplicar, convencer, amenazar. solo

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se retienen aquellos aspectos comunes a todos en tanto respon­den a una direccionalidad perlocutiva, como es, por ejemplo, la de emocionar.

7.1.3. Necesidad de la estructura: la funci6n

Si hemos insistido en que el discurso se define por el uso socio-cultural que de ei se hace y no por las propiedades es­tructurales internas, no debemos olvidar que estas caracteris­ticas o rasgos estructurales internos del discurso son, en cierta medida, un reflejo de continuos usos historicos dentro de simi­lares situaciones sociales. Estructuras supuestamente «pro­pias» de un tipo de discurso, que tienen su origen en esta tradicion socio-cultural que tiende a cosificar significados o usos en unos determinados tipos de discurso, corresponden a unos rasgos estructurales altamente codificados, propios de funciones concretas.

Estos rasgos son necesarios para que nos sirvamos del dis­curso al que socioculturalmente pertenecen. Sin estos rasgos, el conglomerado de enunciados no existiria como discurso. En el mundo de la imagen tienen funciones bien precisas: dis­cursos artisticos, publicitarios, cientificos, etc., tienen unos rasgos estructurales «convencionalmente especificos» que les permiten ser interpretados como tales.

En subgrupos como los de la pintura epica, religiosa, pro­fana, el discurso tambien dispone de rasgos socioculturales propios y necesarios, aunque a veces esta correlacion conven­cional aparezca transgredida por el mismo uso artistico: en situaciones de vanguardia se emplearon estructuras «propias» de discursos ajenos como los comerciales, literarios o publici­tarios, dandoles un uso no convencionalmente establecido. La comprension o conocimiento de este nuevo uso esta validada por el grado de competencia comunicativa del destinatario y en general por el cumplimiento de las condiciones necesarias para que el acto de comunicacion resulte logrado.

De este modo, los tiquets de metro o trozos de diario en­ganchados en las telas cubistas de Juan Gris, Picasso o Braque, son aceptados como piezas artisticas porque esta es Ia direc­cionalidad pragmatica <<autorizada>> por sus autores dcntro del marco convencional adecuado.

Esta relacion de interdependencia, que historicamente se ha establecido entre el contexto social y el uso de determina­das estructuras discursivas, no impide que, segun las caracte­risticas de este contexto social, seleccionemos y manipulemos

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estrategicamente posibles variantes de la estructura general sin variar sensiblemente su significacion globalmente acepta­da. Estas variantes, que podriamos calificar de <<personaliza­das», se ponen en evidencia en los usos del lenguaje en cual­quier campo de la actividad humana. Si comparamos la estructura informativa propia de una noticia emitida por tele­vision 0 publicada en un diario 0 revista, constataremos que la estructura informativa se adapta a cada uno de los medios, desde la noticia de «ultima hora» al «comentario en extension» y ala «reflexion sobre el suceso». Podemos decir que cualquier discurso, dentro de su estructura convencional, entrafta dife­rentes alternativas o «formas de decir ode hacer». En un pro­ceso de produccion, el hecho de elegir unas determinadas ima­genes, colores o formas, asi como usar unas estructuras sintacticas en un momenta dado, implica unas peculiaridades que, no incidiendo sustancialmente en el significado global del discurso y, por lo tanto, no alterandolo apreciablemente, pue­den ser atribuidas a la «personalizacion» que requiere la ocasion.

Estas variantes no se pueden reducir a las que vienen con­vencionalmente impuestas por el medio empleado. Debemos agregarles todas las que, motivadas por cuestiones de compor­tamiento personal, social o intencionalmente retoricas, «per­sonalizan» la estructura convencional sin desvirtuar la direc­cionalidad pragmatica.

7.2. Los OBJETIVOS DE LA DIRECCIONALIDAD PRAGMATICA

Debemos ver por que nos servimos estrategicamente de unos determinados discursos (en este caso los predominante­mente visuales) para realizar actos ilocutivos y que efectos perlocutivos perseguimos con esa actividad discursiva.

Al dar prioridad al estudio de las diferentes formas de uso de un lenguaje, optamos claramente por una definicion de discurso, cuya significacion le sera otorgada por su uso con­creto y asi evitamos recurrir a valoraciones supuestamente propias de la estructura. J

La cuestion surge cuando nos preguntamos por los limites de uso de una imagen, por ejemplo, historicamente artistica, pero empleada dentro de los mecanismos estructuralmente publicitarios. 0 al reves, cuando una imagen estructuralmente publicitaria es empleada artisticamente.

Siguiendo a Wittgenstein, nos hemos comprometido con

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una concepciOn del significado del lenguaje visual como uso que valida-las innumerables formas de emplear determinados simbolos segun la direccionalidad pragmatica pretendida. Dentro de este marco, nos servira de poco describir las «herra­mientas» e intentar establecer una exhaustiva tipologia de po­sibles estructuras discursivas en el campo de la imagen. Cree­mos mas util hacer un estudio de los servicios que nos puede ofrecer «la caja de herramientas» que la estructura de cada una y su funcion. La gran complejidad del lenguaje y la diver­sidad funcional que contraen los enunciados imposibilitan el intento de reducir las diferentes estructuras discursivas a sen­das funciones, por lo que nos inclinamos al estudio de los usos «aceptables» a que se destinan -segun la diferenciacion de Chomsky entre lo gramatical o propio de la competencia y lo aceptable o propio de la actuation- o en terminos de Witt­genstein, de los posibles juegos de lenguaje que marcan usos diferentes, entendiendo que tal posibilidad de clasificacion de esta pluralidad de usos solo es posible si partimos de ciertas analogias existentes entre las diferentes direccionalidades pragmaticas aceptablemente exigibles de los discursos.

7.2 .1. Las propuestas de clasificaci6n

Dentro de estos intereses, si bien la clasificacion tripartita de Buhler, que veremos seguidamente, puede considerarse pio­nera, recordaremos primero a Ogden y Richards (1923) en su intento de establecer una diferenciacion entre discursos sim­bolicos o referenciales y discursos emotivos o expresivos .

Los primeros son los que comunican referentes y que co­rresponden a los discursos cientificos y los segundos se definen como los que expresan sentimientos o actitudes.

Esta division, que por simplista no se ajusta a la compleji­dad de la realidad - despues fue ampliada por los mismos autores- fue tambien punto de partida de numerosos estu­dios, entre los que podemos mencionar los de K. Buhler, Ch. Morris, R. Jakobson, J . L. Austin, T. A. van Dijk, S . J. Schmidt, J. H. Searle.

Recordemos que Buhler, aunque participando de Ia con­cepcion funcionalista dellenguaje, considera que este s6lo tie­ne una funci6n: la comunicativa. De aqui que, al establecer su clasificacion, se refiera con el termino «Sprechakt» mas pro­piamente al «USO>> linguistico. Y al presentar su modelo de «organon>> que es el lenguaje (1979, p . 49) establece tres refe­rencias de sentido variable y amplia independencia que co-

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rresponden ala triple funci6n dellenguaje humano: <<Darstel­lung» o representaci6n, <<Ausdruch» o expresi6n y <<Appell>> o apelaci6n.

Esta clasificaci6n la fundamenta en el amilisis del <<Spre­chakt» o acto de habla y de sus tres componentes esenciales: el hablante o emisor, el destinatario o receptor, y la situaci6n externa a que se puede referir la enunciaci6n, es decir, los objetos y sus relaciones. El discurso que resulte de ella sera especialmente <<expresivo», <<apelativo, vocativo o social» o <<representativo» en su funci6n.

Buhler considera que en un discurso no ptlede ser emplea­do exclusivamente uno de los tres componentes, sino que en un acto de habla o <<Sprechakt» siempre participan en mayor o menor grado los tres.

Una misma expresi6n, de este modo, constituye conjunta­mente un sintoma expresivo de aquello que esta en la mente de la persona que habla o se expresa, un simbolo descriptivo de lo que quiere significar y una serial vocativa, apelativa o social dirigida al receptor, y diremos que un discurso participa en el acto de comunicaci6n con una triple direccionalidad aunque en grados diferentes.

Este estudio inicial de los posibles usos del lenguaje lo retoman y reformulan Austin (1971), Morris (1962-1974) y Ja­kobson {1981), el primero en el ambito de su teoria conductista de los signos, por la que la noci6n de postulados de significado es necesariamente pragmatica, y el segundo desde su concep­cion linguistica funcionalista.

Jakobson, sintetizando los trabajos ya clasicos de Ombre­dane, Buhler y Morris, determina las diferentes funciones del lenguaje a partir de los distintos factores que lo componen. Al definir las finalidades del lenguaje como determinantes de su conformaci6n o textura, retoma las propuestas de Buhler e introduce explicitamente la posibilidad de analizar el acto de comunicaci6n a partir de sus finalidades y por lo tanto de sus manifestaciones.

Despues de analizar las tres funciones del lenguaje pro­puestas por Buhler: Ausdruch, Appell y Darstellung, referidas respectivamente ala primera persona del nablante, ala segun­da del oyente y a la tercera de alguien o alguna cosa dicha, Jakobson establece una serie de variantes y ampliaciones de las funciones que en su criteria se deducen del modelo triadico de Buhler. En primer Iugar modifica la clasificaci6n tripartita al sustituir los terminos <<Ausdruch» por <<emotivo» y <<Darstel­lung» por <<referencial».

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Si bien estos cambios pueden ser interpretados como sim pies variaciones terminol6gicas, no sucede asi en el caso del lcrcero, <<Appell», cambiado por <<conativo». Bajo esta funci6n .Jakobson abre nuevos campos de experimentaci6n que mere­ceo una dedicaci6n mas exhaustiva en este trabajo, dada su incidencia en el campo de la comunicaci6n.

Jakobson amplia con tres componentes el proceso comuni­cativo, introduciendo las funciones: poetica, fatica y metalin­guistica, y reconoce que cada una de las seis puede ser la funci6n primordial o predominante de una enunciaci6n.

Segun Jakobson, cualquier acto de comunicaci6n se especi­fica en su misma estructura comunicativa. <<El hablante --dice Jakobson (1981}- envia un mensaje al oyente. Para que sea operativo, este mensaje requiere un contexto al que referirse (un referente, segun una nomenclatura ambigua), susceptible de ser captado por el oyente y con capacidad de ser verbaliza­do; un c6digo comun al hablante y al oyente, si no total, al menos parcial (o lo que es lo mismo, un codificador y un desci­frador del mensaje) y por ultimo un contacto, un canal de transmisi6n y una conexi6n psicol6gica entre hablante y oyen­te que permita a los dos entrar y permanecer en comunica­ci6n».

Los seis factores a que presta especial atenci6n Jakobson: emisor, mensaje, receptor, c6digo, contacto o canal y contexto dan origen a otras tantas funciones diferentes.

Asi, la funci6n referendal o denotativa o cognoscitiva es, segun Jakobson, la que se orienta hacia el contexto. La que se enfoca hacia el hablante constituye la funci6n <<emotiva» o expresiva. Llama funci6n <<conativa» ala que se orienta hacia el oyente. La funci6n <<fatica» es la que se dirige al funciona­miento mismo del canal y <<metalinguistica» es la que se orien­ta hacia el mensaje mismo.

Jakobson, al igual que BUhler, al hablar de las diferentes funciones implicitamente hace referenda a los <<USOS» dellen­guaje que condicionan cualquier discurso.

En su origen encontramos el objetivo o direccionalidad que marca el destinador y que supone una adecuada formalizaci6n del discurso.

En este sentido hemos dicho que un discurso comporta una parte estructural-convencional que le otorga una <<funci6n» consensuada y que esta estructura puede ser usada para dife­rentes fines que no necesariamente han de ajustarse al molde estructural y a su funci6n.

Bajo esta 6ptica, veremos que las seis distinciones propues-

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tas por Jakobson resultan un poco ambiguas, o al menos las tres ampliaciones a partir de las propuestas por Buhler, ya que estas corresponden a lo que entendemos por uso y asi podria­mos hablar de un uso expresivo, uno conativo y uno referen­cial, mientras que las funciones ampliadas, es decir, la poeti­ca, f:Hica y metalingiiistica, corresponden mas a funciones derivadas de sus estructuras historicas y convencionales, aptas para cumplir usos, sean estos emotivos, conativos o referen­ciales.

Tambien se puede objetar que, si los posibles usos del len­guaje son significados por el hecho de intentar lograr como objetivo uno de los seis elementos coparticipantes en el acto de comunicacion, no hay mensajes que obedezcan a uno solo de estos objetivos. Todos los discursos participan de diversos usos para estructurarse y lograr sus efectos, y cada una de las funciones necesariamente implica la presencia de las otras.

Otra consideracion critica ala propuesta de Jakobson radi­ca en el tratamiento que da al elemento «mensaje», al conside­rarlo como «un factor mas» en el acto de comunicacion al igual que los otros cinco.

El mensaje, en tanto elemento constitutivo del enunciado, presupone la existencia, como <<cosa en si», del fenomeno lin­giiistico producido por la interaccion de los factores constitu­yentes restantes. En opinion de Dubois (1970, p. 23), Jakobson <<falseo ligeramente» el amilisis del fenomeno lingiiistico. Lo que plan tea el <<Grupo U >> es que el mensaje noes otra cosa que el producto de los otros cinco factores de base: el emisor o destinador y el receptor o destinatario entran en contacto por mediacion de un codigo a proposito de un referente.

Contrariamente a lo que se desprende de la lectura de Ja­kobson, Dubois considera que el mensaje no puede considerar­se una <<Sustancia>>, sino que se lo debe considerar como una realidad o nudo de relaciones, una conjuncion de los factores lingiiisticos: emisor, receptor, contacto, codigo y referente.

Esta concepcion del mensaje supera la dificultad de la pro­puesta de Jakobson en su voluntad de caracterizar los mensa­jes segun la estructura propia de la funcion pertinente.

Cada uno de los posibles usos del lenguaje puede llegar a ser determinante sobre el resto de usos que conforman los actos del discurso, en tanto macroacto. Por eso no podemos considerar acumulativamente los actos, sino que debemos analizarlos segun la direccionalidad pragmatica que establece entre ellos la adecuada jerarquizaCion. El mismo Jakobson preve la incidencia de las funciones subordinadas en el mensa-

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t• , aunque se limita a aconsejar su estudio como funciones un :csorias, limitandose al estudio de la funcion referendal , omo objetivo comunicacional que ordinariamente predomina .. obre los otros.

Introducir el concepto de discurso como macroacto que produce o intenta producir efectos en el destinatario supone n msiderarlo bajo el angulo del objetivo conativo, implicito en n mlquier practica discursiva, ya que casi siempre las activida­dcs comunicativas obedecen a la intencion de incidir sobre el dcstinatario y provocarle un determinado efecto. Es lo que justifica el esfuerzo de producir un discurso.

J akobson, aun considerando la poetica como parte in­Lcgrante de la estructura verbal, admite la posibilidad de una poetica no forzosa ni exclusivamente basada en la estructura verbal: <<Muchos rasgos poeticos forman parte no solo de la ciencia del lenguaje, sino de toda la teoria de los signos, es decir, de la semiotica general>> (1981) , esto es lo que se puede deducir de la transcripcion de un mensaje de un sistema de signos a otro: <<podemos referirnos -dice Jakobson- ala posi­bilidad de trasladar Cumbres borrascosas a la pantalla, las le­yendas medievales a frescos y miniaturas o la Siesta de un fauna de la musica al ballet y al arte grafico>> . La viabilidad de estas transcripciones es posible, ya que a pesar de la desapari­cion de la forma verbal, ciertos rasgos estructurales de la ar­gumentacion se conservan. La aseveracion de Jakobson segun la cual ciertos rasgos poeticos forman parte de una semiotica general no tiene por que quedar restringida a esta clase de funcion sino que se puede hacer extensiva de manera explicita a todas las variantes de la lengua, <<ya que esta comparte mu­chas propiedades con cualquier otro sistema de signos, incluso con todos>> (1981, p. 28).

Las reticencias de los lingiiistas £rente a los factores no lingiiisticos son denunciadas por Jakobson en Lingii.fstica y poetica (1981, p . 31), donde, tomando como base a Sapir (1962), pone especial enfasis en los factores no lingiiisticos de la comunicacion. Aunque <do que predomina en el lenguaje es la formacion de las ideas>>, Jakobson considera que esta pri­macia del lenguaje verbal no autoriza a la Lingiiistica a dejar de lado a <dos factores secundarios>>. Son estos factores los que J akobson llama << pansemioticos ,, o extralingiiisticos .

Ya en 1930, Malinowski (1964) denomino <<comunicaci6n fatica>> al tipo de habla por la que se crean lazos de uni6n mediante un simple intercambio de palabras que sirven para establecer nexos personales.

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Los objetivos propios de este acto fatico obedecen mas al hecho de cubrir la necesidad de compaftia que al de intercam­biar ideas o informar. Por eso Jakobson, al recuperar el termi­no, considera que los mensajes propios de la funcion fatica, o <<contacto» como tambien la llama, son aquellos que se in­tercambian de manera mas o menos ritualizada las personas dialogantes, por el solo hecho de establecer, prolongar o in­terrumpir la comunicacion para comprobar si el canal funcio­na. Es una funcion que se orienta hacia el propio canal en el sentido en que contribuye a establecer y mantener el contacto comunicativo.

En este plano, puramente funcional y convencional, y al margen de su posible uso concreto, podemos diferenciar ague­Has estructuras que tienen la funcion primordial de <<'abrir un canal comunicativo» de aquellas que tienen la funcion de <<po­nerle termino» o de <<mantenerlo abierto».

Consideramos enunciados que tienen como funcion pri­mordial abrir el canal comunicativo los saludos o formas ri­tualizadas que permiten iniciar una conversacion, por ejem­plo: <<buen dia», <<(que tal?». Dentro de este grupo podemos incluir formas no verbales, como miradas, gesticulaciones fa­dales, aproximaciones espaciales, que no tienen mas funcion que la de intentar iniciar el uso de un canal comunicativo aunque concretamente tiendan a producir un acto que de una u otra manera afectara al destinatario.

Otros enunciados verbales como <<he tenido mucho gusto en conocerlo» o <<muy agradecido por su ayuda» permiten poner fin al acto de comunicacion. Tambien aqui podemos incluir innumerables enunciados gestuales, como por ejemplo, un apreton de manos que puede poner fin, en una situacion deter­minada, a una conversacion. Ciertas gesticulaciones faciales, convencionalmente correlacionadas con significaciones de aburrimiento, desinteres, o interes informativo ya satisfecho, como bostezar, actitudes nerviosamente varjables o que in­dican comprension, como dar un golpe ligero en la espalda del interlocutor, tienen una clara funcion fatica de desconexion del canal.

La funcion perseguida puede ser tambien la de mantener abierto el canal, de prolongar la conversacion sirviendose de expresiones verbales: <<yo diria que ... » ode expresiones no ver­bales con funcion similar, como por ejemplo, el hecho de in­vitar a tomar asiento o a fumar en el transcurso de la conver­sacion. Otras formulas permiten indicar que el contacto continua establecido y que se esta atento a lo que el interlocu-

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lor dice: <<si, entiendo», <<claro», <<bien», o asintiendo con la 1 .1beza, sonriendo, tomando nota de la informacion, etc. El objetivo de estos enunciados es manifestar interes por la in­formacion recibida y mantener el .canal abierto.

Esta funcion fatica la reencontramos de manera implicita, l'll el ambito del uso social de la lengua, en la propuesta de Buhler, ya que no puede ser considerada independientemente de la informacion que el destinador ofrece. Tambien podemos ugregar que el mayor o menor enfasis en la funcion fatica del cnunciado constituye una importante emision de seiiales que facilita la comprension de la intencionaHdad comunicativa del destinador, es decir, es una includable fuente de informacion y significacion para el destinatario.

En tercer Iugar, nos resulta dificil comprender un acto fati­co desligado del objetivo de uso que lo motiva y justifica: la funcion fatica no supone una finalidad en ella misma, sino que Ia podemos considerar mas como una estrategia para conse­guir unos objetivos intencionales.

J akobson define la funcion poetica como la tendencia hacia el propio mensaje como tal (Einstellung) y queda situada mas alla de nuestro modelo simple de comunicacion, ya que por este se tiende a fundir en una sola unidad la informacion que aporta el mensaje como seiial y la informacion semantica que com porta.

Esta concepcion de la funcion poetica supone admitir la existencia de enunciados con contenido propio, es decir, al margen de la situacion en que se producen, y a los que se puede agregar una segunda informacion, en este caso poetica.

Si partimos del hecho de que la significacion del lenguaje es su propio uso, dificilmente podremos admitir estos dos sig­nificados de que nos habla Jakobson: uno, que constituye <<la informacion semantica>>, y el otro, <<la informacion que aporta el mensaje en tanto que seiial», intimamente cohesionados por la funcion poetica.

Segun J akobson el discurso poetico corresponderia a Ia proyeccion del eje paradigmatico sobre el eje sintagm;Hico. Esta proyeccion seria posible por la suspension de las relacio­nes hipotaxicas que se efectua en la interpretacion del enun­ciado, relacion jerarquica entre los terminos que rigen en el enunciado, en beneficia de las relaciones taxon6micas subra­yadas enfaticamente por el destinador.

En este sentido dificilmente podemos diferenciar la funci6n poetica del. uso conativo, puesto que impone un determinado significado del discurso al destinatario.

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En efecto, si admitimos la funcion poetica, diremos que esta no aparece jamas al margen de su uso concreto. Uso y funcion suponen una interaccion en la que el primero determi­na a la segunda. Asi veremos discursos en los que la funcion poetica se subordina al uso emotivo, referendal o conativo, si bien estrategicamente se puede producir el discurso con la intencion de provocar un conocimiento <<puramente» poetico y por lo tanto desligado de usos socialmente poco adecuados a la practica poetica, como seria el uso conativo.

Esta incidencia de un uso concreto en un lenguaje con fun­cion poetica da origen a aquello que normalmente entende­mos por generos, que se hacen bien evidentes, por ejemplo, en las artes visuales.

La «pintura» responde ala funcion poetica concretada ha­cia la primera persona, y por lo tanto unida al uso emotivo. La imagen «publicitaria» obedece a un uso cuyo objetivo es in­cidir en el espectador y producirle un efecto normalmente de incitacion consumista o de cambio de comportamiento y la «fotografia de prensa» o «fotorreportaje>> tiene por objetivo la referencia o representacion de una situacion objetiva del mundo real o posible.

Estos usos en realidad nose presentan segmentados de esta manera: la produccion de una «pintura>> nose encuentra exen­ta de intencionalidad conativa que busca conseguir, por ejem­plo, reconocimiento social o economico de la obra. Tampoco se desliga de su uso referendal, ya que por la obra se pone de manifiesto una determinada informacion de un mundo po­sible.

Lo mismo podemos decir de la imagen «publicitaria>>, cuyo autor puede perfectamente reflejar, y de hecho asi sucede ha­bitualmente, ciertos aspectos de su actividad, o que la obra denote ciertos elementos del mundo referendal.

Seria ingenuo ver la fotografia como formalizacion de una intencionalidad exclusivamente referendal. El uso conativo, manipulador y persuasivo, se pone de manifiesto en cualquier minimo analisis de la obra grafica. y las pretensiones de mu­chos fotografos de presentarse como «artistas>> y de servirse de un canal historicamente propio del «arte>> denuncian clara­mente la participacion emotiva de este medio.

En cuanto a la funcion metalingiiistica, estableceremos una distincion entre dos tipos de usos de la lengua: la posibili­dad de servirse de ella reflexivamente, junto con el uso no reflexivo, lo que equivale a hacer de ella un «USO>> y al mismo tiempo una «mendon>>.

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Uno de los rasgos caracteristicos de las lenguas naturales, , .,pccialmente de las verbales, es la capacidad que poseen de ll'fcrirse a si mismas, de describirse. Esta propiedad reflexiva de Ia lengua permite que esta se vuelva sobre si y hable de si 111isma. Esta capacidad «metalingiiistica>> nose debe entender -;() lo como un instrumento cientifico necesario para los logicos 11 lingiiistas, sino que tambien nos permite hace un uso de ella mas generalizado, cotidiano y normal: «practicamos el meta­lcnguaje (Jakobson, 1981) sin darnos cuenta del cankter meta­lingiiistico de nuestras operaciones>>. En un acto comunicativo n menudo nos referimos al codigo para comprobar si el oyente o el espectador lo siguen: «(me entiendes?>>, «(Que quieres tlecir?>> «quiero decir ... >> son locuciones que se refieren al pro­pio codigo empleado. Su funcion, basicamente metalingiiisti­ca, consiste en verificar si los interlocutores se sirven de la misma lengua o hacen un uso si tuacional similar de las expre­s iones de la lengua.

Se puede objetar, sin embargo, que la distincion entre «USO>> y «mendon>> como funciones diferenciadas dellenguaje resulta dificil de sostener. Mencionar una palabra es tambien hacer de ella un determinado uso. Analogamente en el plano de la imagen visual estas dificultades de diferenciacion sub­sisten.

Mostrar una imagen supone una determinada lectura y por lo tanto hacer un uso de ella. Posiblemente resultaria mas preciso establecer una diferenciacion entre «USO referendal>> o uso inmediato, y uso metalingiiistico, de reflexion sobre la propia imagen. Delante de una imagen fotografica, un retrato humano, existen basicamente dos lecturas bien diferenciadas entre : «esta persona es mi tia>> y «esta fotografia esta bien hecha>>.

En el primer caso la lectura hace referenda a las propieda­des de la persona fotografiada, mientras que en el segundo, a la fotografia misma. Estos dos usos de una misma imagen y la eleccion de uno o el otro dependen evidentemente de la in­tencionalidad del productor, de la si tuaci6n concreta y del grado de competencia del observador en el momento en que se produce el acto de comunicaci6n.

Tambien se hace dificil establecer una clara diferenciacion entre funci6n poetica y funci6n metalingiiistica. No es posible diferenciar de manera precisa lenguaje objeto y metalenguaje: las diferencias, si las hay, deberian partir de la distincion preestablecida y dificilmente aceptada entre forma y significa­do, segun el grado de enfasis que se ponga, ya sea en la estruc-

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turaci6n formal, ya en el significado que se le pueda atribuir. En Ia hip6tesis de Ia diferenciacion, habria que establecer como aspecto basico de Ia funci6n metalingufstica de una de­terminada expresi6n, el hecho de que Ia atenci6n se concentra mas en Ia forma, en ella misma, que en el significado que se le pueda atribuir. Por lo tanto, estas dos funciones quedan supe­ditadas a Ia admision de una forma separable de un significa­do. La funci6n metalingufstica es fundamental en Ia «men­cion» del propio lenguaje, mientras que Ia funcion poetica supondria el «uso» del lenguaje. Pero son dificiles de admitir estos valores separadamente si, como hemos visto, Ia forma y el significado no pueden aislarse del marco del uso.

Veamos ahora los <<USOS» introducidos por Buhler y recon­siderados por Jakobson.

Si bien en lo que hace a las funciones expresiva y referen­dal el cambia se puede considerar casi simplemente termino­l6gico, noes asf en el uso conativo, en el que por su importan­cia nos detendremos.

El uso expresivo, tambien denominado por Jakobson emo­tivo, esta enfocado, al igual que en Buhler, hacia el hablante: «este uso aspira a una expresi6n directa de Ia actitud del ha­blante respecto a lo que se dice» (Jakobson, 1981, p. 33), acti­tud que provoca emocion, sea aquella verdadera o falsa.

Verdadero o no, intencional o no, este uso expresivo se pone de manifiesto en toda clase de discursos. No existe in­formacion que no este impregnada de este: expresiones facia­les, intencionales o no, expresiones sonoras paralingufsticas, gestos, etc., constituyen una verdadera y continua muestra ex­presiva «adosada» al explicito uso referencial.

Es por el uso emotivo intencionado en el interior de un acto de comunicacion que se pone mas en evidencia Ia verdadera intencionalidad conativa que determina el acto. Normalmente al producir un enunciado expresivo, el destinador no pretende simplemente hacer ostentacion de su propia actitud o estado, sino que este hecho produzca un determinado efecto perlocuti­vo en el destinatario de acuerdo con los objetivos perseguidos que significan al acto de comunicacion.

Entendemos por «uso referencial» dellenguaje el que tien­de al referente (Einstellung), el que se orienta al contexto. Este uso, tambien denominado por Jakobson denotativo o cognos­citivo, es considerado basico en Ia mayoria de los mensajes y determinante respecto de los otros usos coparticipantes en el mensaje. Analizando mas detenidamente constatamos que un discurso referencial alcanza, generalmente, otros objetivos, ya

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... van estos expresivos o conativos, segun el predominio de Ia lntencionalidad que motive el discurso.

A menudo en un discurso se procede como si este solo se utilizara para comunicar informacion de hechos, o sea, para la dcscripcion de un estado de cosas, olvidando que un lenguaje tambien sirve de instrumento para transmitir otros tipos de informacion. Dificilmente encontraremos discursos visuales o verbales que se puedan calificar de puras aseveraciones en el sentido de no contener una cierta cantidad de informacion «no descriptiva>>, aportada por el traslado de Ia version de Ia reali­dad a discurso simbolico, o por la implicacion de otros usos en el discurso. .

El uso referencial se aplica, pues, a los discursos que se producen, no transmitiendo la realidad, sino como discursos ideologicos, interpretandola segun Ia vision y direccionalidad pragmatica de los productores.

En cuanto a Ia implicacion de usos, estos no poseen una existencia independiente, sino que se interrelacionan influyen­dose recfprocamente, al igual que los miembros de un grupo social interactuan los unos con los otros y al hacerlo, transfor­man las situaciones estableciendo Ia identidad personal de los productores (Argyle, 1969).

Como dice J. Berrio (1983, p. 80), a Ia actitud ingenua de considerar que un lenguaje puede ser usado exclusivamente con finalidades descriptivas o informativas le debemos oponer una actitud crftica con Ia que se pone en duda Ia existencia de estos discursos y se ve que la « pretendida informacion nunca logra ser neutral ni obtiene los niveles mfnimos de objetividad imprescindibles para conseguir los objetivos que se le atribu-yen con esta finalidad». ·

Aun en los casos en que el enunciado es altamente descrip­tivo, como son las imagenes iconicas producidas por medias tecnicos, el emisor, con su descripcion «objetiva», no pretende solo transmitir aquella informacion, sino producir un discurso que tenga la fuerza de influir en Ia forma de ser del destina­tario.

La imagen, al igual que Ia palabra, ademas de ser un ins­trumento para hacer aseveraciones, tambien lo es para trans­mitir otro tipo de informacion.

Si definimos el uso referencial, descriptivo o constatativo como Ia transmision de informacion proposicional que hace un destinador a un destinatario con el prop6sito de comuni­carle algun hecho o lo que quiere dar a entender y el destina­tario antes ignoraba, admitiremos que Ia producci6n de las

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muestras visuales obedeceni, de hecho, al proposito de intro­ducir una nueva informacion en el bagaje de competencias del destinatario para aumentar o variar su saber, pensar o creen­cias, o sea, para influir sobre el.

7.2.2. El uso conativo como determinante

AI desarrollar el estudio de las funciones del lenguaje, Ja­kobson se centro en la funcion vocativa (Appell) que llamo «conativa». Este cambia en la denominacion no fue arbitrario, sino que obedecio a una modificacion sustancial del termino.

La funcion conativa (para nosotros «uso conativo») a pesar de tener una orientacion hacia el destinatario, siguiendo las premisas de Buhler, supone una modificacion o ampliacion en la medida en que el destinatario esta primordialmente invoca­do para satisfacer los deseos y apetencias del habiante y por eso encuentra <da mas pura expresion gramatical en el vocati­vo y el imperativo» (Jakobson, 1981, p. 35).

En este sent:ido podemos llegar a afirmar que cualquier discurso que no se proponga la persuacion como objetivo es una contradiccion en si mismo. Considerar que los discursos solo se diferencian por su finalidad, es decir, por los resultados que el destinador persigue con su intervencion, nos permite definir la produccion de un discurso como el intento de con­veneer al destinatario de la validez de los puntas de vista del destinador, y por lo tanto su significacion obedece basicamen­te a una intencionalidad dirigida a otra persona o grupo so­cial. Asi debemos interpretar la tesis austiniana segun la cual hacer una aseveracion descriptiva referencial de un estado de cosas o circunstancias equivale a un compromiso con un tipo particular de actividad social regulada por convenciones simi­lares ~ las que regulan todos los actos.

En este sentido, el uso conativo de un discurso visual po­dria ser considerado como un uso instrumental, ya que lo que se busca es conseguir un efecto pragmatico sobre el destinata­rio. El uso conativo, por lo tanto, no es el objetivo primordial del discurso, sino mas bien un media estrategico para lograr un efecto en la conducta, conocimiento y creencias del destina­tario. Por eso este uso, aunque determinante, supone siempre la complicidad de los otros usos que se le subordinan para reforzar la eficacia conativa del discurso.

No podemos desligar el discurso de los deseos e intenciones del destinador, ni de los otros usos -emotivo, representati­vo- que facilitan o posibilitan el uso conativo del discurso.

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Los diferentes grados de incidencia de estos usos en el acto comunicativo supondran una pluralidad de posibles discursos s6lo limitada o restringida por la intencion de actuar en un sentido preciso sabre el destinatario. Por eso interpretamos el cuadro de dependencias que conforman los usos en beneficia del conativo, al que se supeditan los usos expresivo y refe­rencial.

7.2 .3. La estrategia del uso conativo

Siempre que se produce un discurso, hay voluntad de in­Ouir en la conducta y creencias de los otros a traves de aetas simbolicos. Pero su efectividad requiere la complicidad de los otros usos, el expresivo y el referendal, condicionados, segun la estrategia empleada, a ser determinados por el conativo y subordinarsele jerarquicamente.

El destinador, al hacer un uso conativo de un material visual, estrategicamente puede optar por: a) explicitar sus in­tenciones conativas subordinando el uso referencial y/o emoti­vo al conativo, y que asi sea conocido por el destinatario, o b) puede «aparentar» que el discurso es determinantemente refe­rendal o emotivo para que el destinatario asi lo crea e in­terprete que el uso conativo se subordina a los otros o que carece de uso conativo.

En el caso de un uso conativo explicitamente determinante (que indicaremos «Conativo-exp») el destinador se propane ser­virse de unos elementos semicos para ordenar algo, mandar, designar, reclamar, es decir, efectuar un acto de autoridad, cuya realizacion requiere que el grupo social o individuo des­tinatario reconozca que el destinador y sus circunstancias son las apropiadas para recurrir al procedimiento particular que utiliza.

Esta autoridad del destinador sobre el destinatario le es otorgada en funcion de efectos exteriores a los actores, por ejemplo, consenso social, o sea, la autoridad que valida su acto le proviene de un reconocimiento mayoritario ya sea por moti­vos historicos no cuestionados, por fuerzas llamadas sobrena­turales o divinas o por la ley vigente que el destinador reme­morara con su discurso conqtivo-exp.

Esta autoridad tambien se puede basar en sentimientos que, provocados por el propio destinador, despiertan en el des­tinatario el convencimiento de que aquel puede efectuar un acto beneficioso o temido por este. Este tipo de autoridad, basada en Ia coercion, la fuerza personal, el premia o el casti-

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go, conforma Ia autoridad «personalizada» necesaria en un discurso conativo-exp-emotivo.

En el caso de un uso conativo implicito (que indicaremos <<conativo-imp») y explicitamente referendal o emotivo, el acto es interpretado como respondiendo a una intencion informati­va o expresiva por parte del destinador y los verdaderos pro­positos se subordinan a estas intenciones explicitadas.

La interpretacion del destinatario puede incluso suponer el desconocimiento de la fuerza conativa del mensaje y respon­der con un acto perlocutivo aparentemente surgido de Ia ini­ciativa del destinatario.

Ellogro de un discurso conativo-imp requiere que la direc­cionalidad pragmatica del destinador no corresponda a la del destinatario.

Y el efecto perlocutivo producido en el destinatario segtin las intenciones del destinador se producini siempre que los argumentos empleados por este persuadan a aquel de la nece­sidad de obrar de una determinada manera.

Esta persuasion se puede basar en la exposicion de hechos reales a los que se hace referenda en el discurso conativo-imp­referencial, que muestra la evidencia de una realidad que no es necesario que sea argumentada, o sirviendose de un discur­so conativo-imp-emotivo-expresivo, en el que se recurra a sen­timientos mediante una adecuada argumentacion.

De lo que hemos expuesto podemos deducir el siguiente esquema:

Estrategia Uso subordinado Condiciones para el principal logro del discurso

EXPLICITO REFERENCIAL AUTORIDAD OTORGADA

EXPRESIVO· AUTORIDAD PERSONAUZADA USO CONATIVO EMOTIVO

REFERENCIAL EVIDENCIA REAUDAD

IMPLICITO EXPRESIVO· FUERZA·SENTIMIENTOS EMOTIVO

Uso aparentemente Condiciones para el determinativo logro del discurso

Como subordinados al acto conativo, entre dos usos, refe­rendal y expresivo, cumplen, cada uno, dos tipos de finalidad discursiva: Ia superficial y la profunda.

Entendemos por finalidad superficial la que se manifiesta con el uso cognoscitivo que tiende al referente y comunica

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informacion descriptiva o aseverativa sobre los hechos y esta­dos de cosas, o si se trata de emociones, orientada al destina­clor y que expresa su actitud o estado.

Bajo este uso explicito e interpretado como tal, subyace otro uso mas profundo que obedece ala verdadera intenciona­lidad de fundamentar la fuerza conativa del discurso.

La referencialidad supone coherencia, reglas, y se opone a la imprecision de los aspectos subjetivos y emotivos sobre los que la referencialidad del discurso obligani a establecer una jerarquia o escala de valores tendiendo a eliminar las in­compatibilidades que puedan aparecer.

En caso de disociacion, el componente referendal permite evaluar o descalificar ciertos aspectos bajo los cuales se pre­senta el comportamiento emotivo, por el hecho de poder dis­tinguir las apariencias equivocadas de <<Io real», o val ora lo que esta de acuerdo con lo real y devalua los aspectos que se le oponen. En este caso la referencialidad actua de determinante y la emotividad de subordinada.

Estos usos profundos son los que refuerzan la intencionali­dad conativa del discurso y constituyen las bases para su argu-mentacion estrategica. ·

Hemos asociado la referencialidad al mundo real como ba­remo para evaluar el mundo mutable de la subjetividad, pero tambien puede ser que estos valores se inviertan, y que lo evidente, norma y explicacion, se deba atribuir a la subjetivi­dad, a los acuerdos convencionales capaces entonces de distin­guir lo valido de lo que no lo es.

En este caso el discurso conativo-exp-expresivo y el conati­vo-imp-expresivo, marcan la evidencia incuestionable de unas formas de vida basadas en los valores personales, la autoridad personalizada, la fuerza de los sentimientos, la mutabilidad y la temporalidad.

La emotividad actua de determinante sobre la referenciali-dad, y esta como subordinada de aquella.

Estas dos posibles opciones marcan la estrategia discursiva en una direccionalidad conativa-exp. La conatividad explicita no necesita estas argumentaciones para dar validez a sus pro­positos, ya que se basa en la evidencia de unos hechos.

Asi, en un discurso conativo-imp caben dos posibilidades, y en cada una de elias la referencialidad y la expresividad pue­den actuar de determinantes y subordinadas alternativa-mente:

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expresivo-determinante referencial-subordinado

7.3. EL DISCURSO ICONICO Y LA . REFERENCIALIDAD

Veamos el caso concreto del discurso con determinante vi­sual ic6nico que, por sus caracteristicas especificas, es id6neo para una referencialidad basada en Ia representaci6n de un mundo real como guia de aceptabilidad.

AI referirnos al lenguaje en general, verbal o no, hemos dicho que un acto conativo expresado en terminos simb6licos supone un proceso que en un primer estadio de acci6n ilocuti­va presenta una relaci6n especificamente convencional entre Ia enunciaci6n simb6lica y su conocimiento.

Como acto ilocutivo requiere el conocimiento de las reglas sociales que lo sostienen como condici6n necesaria para Ia comprensi6n del acto. Tambien hemos contemplado un segun­do estadio en el que Ia relaci6n entre el conocimiento de Ia intencionalidad y el efecto perlocutivo producido puede consi-derarse causal. ·

Ahora bien, al tratarse del caso particular del lenguaje vi­sual ic6nico, aparece un pre-estadio que podriamos denominar presemi6tico, en el que el significado de Ia expresi6n visual no se provoca por convenci6n o c6digo socializado, como es en el caso de Ia palabra, sino por simple «analogia» entre Ia imagen y el objeto real que representa. Por lo tanto Ia comprensi6n es inmediata y no requiere aprendizaje, ya que Ia imagen ic6ni­ca, en este pre-estadio, no actua como signo sustitutivo con­vencional de Ia cosa, sino en cierta forma «como Ia cosa mis­ma», mas o menos presente segun el grado de fidelidad ic6nica.

Con Ia imagen ic6nica estariamos al borde de una percep­ci6n casi directa del mundo, donde Ia interferencia entre este y el hombre, presupuesta por Ia imagen, seria apenas percep­tible.

De manera similar a los primeros estadios dellenguaje, en que hablar era comunicarse nombrando y el nombre venia a representar y sustituir a Ia cosa nombrada (E. Lled6, 1978, p . 29), Ia imagen ic6nica tambien denota directamente a los objetos, las cosas del mundo real y su significaci6n referendal queda saturada con los objetos que «representa» .

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De manera paralela a las palabras, esta realidad referencial se da en Ia imagen visual en dos niveles diferentes: el de los objetos naturales o reales y el nivel de los objetos <<Sociales», creados por Ia sociedad, las imagenes y los campos semanticos que estan determinados por Ia misma historia social que ha ejercido un poder sobre ellos y por las necesidades de que son expresi6n estos objetos visuales.

Dentro de estas referencias visuales, las imagenes, igual que las palabras, adquieren su sentido total y son inteligibles. De este modo, Ia estructura referendal de Ia imagen queda doblemente construida, por una parte por el mundo de los objetos sensoriales, las cosas, y por otra, por el mundo de las definiciones, las instituciones, las abstracciones, las palabras con sus reglas subyacentes (Topffer, 1954, XI, p. 14). Con los sentidos forjamos unas representaciones que conducen anal6-gicamente a una realidad, al mismo tiempo que tambien se refieren convencionalmente a otra realidad «Social» estructu­rada mediante complejos procesos intelectuales, eticos, educa­tivos, sociales y politicos (E. Lled6, 1978, p. SO).

Son dos estadios hist6ricos de interpretacion de signos vi­suales, uno casi fetichista en tanto «doble» de Ia realidad, pues el conocimiento del objeto se da por simple analogia de este con Ia imagen percibida, y el otro en tanto verdadero simbolo vehiculador directo, no de una realidad, sino de abstracciones que requieren individuos competentes para ser entendidas.

Una de las particularidades de Ia imagen visual consiste en que estos dos estadios coexisten en un mismo acto comunicati­vo y no presuponen, por lo tanto, dos epocas sucesivas de una evoluci6n. La comprensi6n ic6nica por analogia no es sufi­ciente para conseguir un acto ilocutivo logrado, como tampoco es suficiente, en el caso de Ia palabra, Ia comprensi6n del significado que le es «propio», aunque sea imprescindible, para que el acto se cumpla . Toda imagen supone ademas una significaci6n que le es otorgada convencionalmente, ya sea por Ia cosificaci6n hist6rica, ya por el uso concreto que se hace de ella en una situaci6n determinada, lo que requerira Ia com­prensi6n de las reglas subyacentes, es decir, disponer de Ia adecuada competencia comunicativa.

Las imagenes son cognoscibles por analogia en el caso en que sean ic6nicas, y tambien por convencionalidad en Ia me­dida en que hacen referenda a un conjunto de intereses hist6-ricos y sociales. A partir de este conocimiento es posible em­plearlas en los diferentes usos que convencional o socialmente les daran el verdadero significado pragmatico.

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No se trata de que Ia comprensi6n de un discurso ic6nico dependa del conocimiento inmediato de Ia similitud entre Ia imagen y el objeto figurado. Tampoco resolveremos el proble­ma considerando que Ia comprensi6n de aquel es el resultado de interpretaciones convencionales en las que un enunciado visual se correlaciona con su referente solo por convenci6n social, sino en ver en Ia imagen un con junto significativo com­puesto por las dos vertientes, aunque una actue como determi­nante en el discurso.

De este modo, un discurso ic6nico, entendido como acto, cuya imagen anal6gica es su determinante, debe ser entendido como el resultado de unos complejos tratamientos convencio­nales basados en Ia competencia de los actores, aunque par­tiendo de Ia comprensi6n anal6gica.

La simple «re-construcci6n» de Ia realidad no significa a un discurso: este se define por el uso concreto que se hace de estos elementos anal6gicos y por Ia significancia que adquiere en este «juego» comunicativo.

Podriamos entonces decir que un discurso visual dispone de dos posibles puntos de acceso al acto ilocutivo o estadio pragmatico: el de Ia iconocidad como determinante y el de Ia convencionalidad, tambien como determinante.

En el primero se relaciona con una realidad cognosci­ble inmediata que se interpreta como <da realidad comun a todos». En el segundo caso, Ia comprensi6n requiere un apren­dizaje y Ia competencia a las reglas subyacentes, lo que impli­ca un proceso de comunicaci6n similar al verbal en Ia medida en que tambien parte de una relaci6n simb6lica otorgada con­vencionalmente.

Es, por lo tanto, en el primer caso, el de Ia iconicidad, en el que el lenguaje visual se muestra especificamente genuino y constituye lo que podriamos calificar un discurso visual por excelencia.

Esta particularidad del discurso visual puede resumirse en el esquema de Ia pagina siguiente.

Debemos senalar que Ia naturaleza anal6gica o convencio­nal posiblemente guarda una relaci6n con Ia estrategia discur­siva, asi como con el grado de incidencia y de efectos produci­dos en el destinatario.

En un contexto social en que el mundo real esta considera­do el factor determinante de todos los hechos y sus relaciones, un discurso conativo con pre-estadio ic6nico conseguira un contacto social mas amplio que si se trata de uno de tipo abstracto o convencional.

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En el primer caso, el individuo o grupo destinatario esta mas predispuesto a acceder al estadio pragmatico (o acto ilo­cutivo-perlocutivo) y a otorgar al discurso un margen superior de aceptacion que si se tratara de uno conativo con pre-estadio convencional.

La objetividad y la universalidad son mas facilmente atri­buidas a imagenes iconicas que a las que requieren conoci­mientos y convenciones previas.

Esdos dos tipos de discurso visual adquieren su plena di­mension cuando los relacionamos con los determinantes de la accion.

AI analizar la naturaleza de los posibles determinantes de una actividad humana, hemos visto que habia que definirla a partir de los actos de un individuo como miembro de un grupo social con el que guarda relaciones institucionalizadas. Estos determinantes los clasificamos como «externos», los que nos son impuestos, o como <<internos», los que se encuentran pro­fundamente establecidos y asimilados en nosotros. Asi, un discurso conativo que se dirige a un individuo puede fundamen­tarse en un con junto de determinantes externos que <<presionan» al destinatario y producen unos efectos que, aparentemente, no requieren ninguna reflexion previa sobre la intencionalidad o no de la emision.

Los determinantes externos requieren el cumplimiento in­mediato, en tanto son hechos asumidos o impuestos por la evidencia de su <<naturalidad». Por otra parte, el acto conativo puede tambien basarse en un conjunto de determinantes in­ternos, cuyo logro requerira establecer una conexion coherente entre el acto y su fundamentacion en la intencionalidad.

Por eso resulta factible establecer una correlacion entre el pre-estadio iconico y su interpretacion como <<norma>> para distinguir lo que es valido y evidente de lo que nolo es, corre­lacion que en la practica el destinatario tendera a hacer exten­siva para evaluar el estadio pragmatico o propiamente comu­nicativo.

Un discurso conativo cuya referencialidad es la determi­nante expresara un mundo iconico referido al mundo real que constituira la norma para evaluar los elementos subjetivos que se le subordinan, mientras que en un discurso conativo con la expresividad como determinante, su iconicidad evidenciara ese mundo al que se subordinara el real juzgado como apa­rente.

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7 .3.1. El discurso conativo-e.xpresivo

En este tipo de discurso la emotividad y la subjetividad en general actuan de determinantes, y este uso explicitado consti­tuye el elemento estrategico para conseguir la fuerza ilocutiva que el discurso requiere.

Cuando la conatividad esta explicitada, se sostiene esen­cialmente por el principia de autoridad que los destinatarios otorgan al destinador. En un discurso conativo-exp-referencial el destin_ador invocara la propia autoridad como proveniente de elementos externos que el destinatario admitira como cier­tos y validos.

Si no se produce esta prueba de conocimiento y confianza, el destinador debera disipar los prejuicios desfavorables res­pecto de el y dar pruebas del origen de su autoridad. De lo contrario, dificilmente podra conseguir sus objetivos de modi­ficacion de conocimientos, de creencias ode conducta por par­te del destinatario.

El acto sera juzgado en sus posibilidades de cumplimiento y, por lo tanto, como logrado, en la medida en que el destina­tario otorgue al destinador la autoridad necesaria que lo facul­te para obrar asi y le permita esperar de ella probable ejecu­cion del compromiso que contrae con el acto comunicativo.

La autoridad que se invoca en el discurso sera reconocida si el destinador consigue que el destinatario lo remita a cate­gorias de hombres reconocidos como modelos de autoridad moral (pensadores, padres de la Iglesia, etc.), o puede provenir de categorias abstractas reconocidas como instituciones socia­les modelicas a las que el destinador recurre (la constitucion, la ley), o del hecho de recurrir a valores concretos (la fuerza bruta, el dinero poseido) a los que se subordinan los abs­tractos.

La dificultad que supone identificar la emocion con una realidad obliga al uso de los correspondientes simbolos (ban­deras, cruces).

Analogamente, como veremos en los discursos conativos basados en la referencialidad, todas estas estrategias para in­vestirse de autoridad se fundamentan en el hecho de partir de opiniones y creencias generalmente aceptadas como valores universales que como tales permiten transvasar estos, alta­mente consensuados, a valores particulares como parte de aquellos.

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264 JORDI PERICOT

7.3.2. El discurso conativo-imp-referencial

La fuerza conativa de cualquier discurso radica precisa­mente en el hecho de no explicitar este uso ni dejar ·tam poco que el destinatario llegue a interpretarlo.

Que un discurso conativo-imp-referencial se presente como <<simple transmisor» de la realidad misma no solo no disminu­ye sus efectos perlocutivos, sino que estos se ven aumentados. La incidencia en el destinatario es mayor en tanto este presu­pone que el discurso esta £alto de interpretaciones valorativas y responde exclusivamente a una direccionalidad pragmatica <<informativa».

Es evidente que esta neutralidad informativa es aparente y que este tipo de discurso se basa en lo que podemos Hamar el <<truco de la realidad».

Un discurso referendal es siempre un discurso sobre la realidad y, aunque se produzca o presente como simple repre­sentacion, no puede eludir unos minimos condicionantes. AI estar condicionado por una red completa de factores cultura­les, formaliza los datos ofrecidos por la realidad de manera selectiva y segun unos modelos culturales de base:

- la oportunidad en el tiempo, que vincula el enunciado a unos contextos sociales determinados, que producen un discurso que responde a los criterios de eleccion del emisor;

- la utilizacion y oportunidad de1 unos determinados me­dias de comunicacion con la implicacion manipuladora que eso comporta;

- una opcion dentro de un determinado sistema de valo­res. El acto incide en el destinatario para que este acep­te el mismo sistema de valores y le produce un efecto perlocutivo segun el sistema de valores impuesto por el discurso.

Un discurso resulta logrado si se aceptan los valores que lo condicionan como vision directa de la realidad y que argu­mente sobre ella, justificando sus efectos perlocutivos.

Esto supone definir la eficacia de estos efectos de un dis­curso en terminos de una mayor <<re»-presentacion de la rea­lidad.

De este modo, los efectos son mas grandes si el destinatario interpreta el discurso como hacienda referenda o reproducien­do directa y objetivamente la realidad, y asume mas facilmen­te como propl.os los valores por los que se rige el destinador.

Esta es la fuerza de los medios de comunicacion social

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cuando se presentan como <<Simples re-productores de la reali­dad comun a todos» gracias a las avanzadas tecnologias de reproduccion e inmediatez visual.

El uso referendal como determinante constituye uno de los medias principales de manipulacion social.

El discurso se presenta como copia de la realidad para ser interpretado como un medio directo, neutro, inmediato, ajeno a un posterior <<uso pragmatico» seleccionador y transforma­dor de la realidad. Interpretado asi, goza de la invulnerabili­dad que le otorga la credulidad del destinatario.

Esta predisposicion a la credulidad es la que confiere a la imagen iconica un poder ideologico sin precedentes (Bal, 1980) y le permite manipular eficazmente.

Por eso los medios de comunicacion social, en la medida en que han conseguido efectos visuales y auditivos con un mayor grado de iconicidad, tienen mayor fuerza persuasiva sobre los destinatarios, y aquellos basados en la tecnologia electronica poseen mayor poder manipulador, ya que la fuerza conativa de la imagen fotoquimica (cine y fotografia) radica en la re­produccion de la realidad y la creencia de objetividad que suscita en el proceso de re-produccion.

Asimismo estas imagenes, puesto que estan diferidas por exigencias tecnicas de su misma elaboracion, poseen una £ace­ta distanciadora de la realidad y, por lo tanto, una descontex­tualizacion que permite hacer de ella diferentes usos significa­tivos; y en la medida en que es un discurso referendal, se sujeta a la consideracion de verdadero o £also (J akobson, 1983, p. 35).

Delante de los otros lenguajes convencionales, verbales o no, el destinatario dispone de una competencia que le permite prescindir de la referenda <<verdadero>>; por el contrario, de­lante de la imagen iconica, el concepto de verdadero/falso es siempre pertinente, su lectura se efectua desde el presente yes inmediata. . '

La imagen electronica produce la sensacion de inmediatez, y por lo tanto parece que no admitiera la injerencia de codigos in termediarios.

El destinador se presenta como un simple instrumenlo neutral que no incide en nada en el mensaje cuya captaci6n no requiere interpretacion ni esfuerzo perlocutivo de ningun tipo. La creencia de que la imagen iconica se impone como <<rcali ­dad>> aparentemente la situa fuera del peligro de los condicio­nantes implicitos en el lenguaje, y en virtud de esto se lc olor­ga con facilidad una funcion referendal que, por evidcnlc, no

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266 JORDI PERICOT

parece obedecer a construcciones convencionales que requie­ran seres competentes y activos para poder interpretarlas.

Aparentemente su interpretacion no requiere ningun es­fuerzo de adaptacion, con lo que se facilita la introduccion de lo que interesa al destinador.

No es de extraiiar, pues, que las estrategias persuasivas de la retorica tradicional hayan encontrado en los medios de co­municacion actuales unos nuevos e ineditos terrenos abonados que facilitan su desarrollo y le otorgan una eficada no recono­cida antes.

Disponer de los medios de comunicacion masivos, especial­mente los visuales o audiovisuales, equivale a poseer la llave manipuladora por excelenda: la palabra retorica de otra epo­ca se ha transformado en la imagen retorica, y, al igual que aquella, persigue el mismo objetivo: persuadir y controlar.

7.4. ESTRATEGIAS PARA «LA» REALIDAD

La eficacia de un discurso predominantemente iconico st basa en la presentadon de una determinada realidad de modo tal que se interprete como <da» realidad. Solo asi se alcanza la verdadera dimension del discurso conativo. Su iconismo debe mostrar una realidad referendal, que, en tanto es evidente e inmediata, connotani al destinatario con un valor estable so-bre el que asentar sus juicios. .

Hemos visto que la eficacia de un discurso conativo nor­malmente requiere que este uso nose haga explidto, sino que sea presentado como un uso referendal. Si nos restringimos a los discursos visuales, diremos que su fuerza conativa proviene de que sean capaces de introducir en el destinatario un cierto tipo de realidad que, al ser aceptada como <da» realidad, con­sigue que el destinatario acepte tambien la verdadera in­tendon de uso conativo y obre perlocutivamente segun los terminos del discurso, es decir, respondiendo a una aparente y neutral objetividad.

A partir de esto constatamos que todas las tecnicas que justifican el uso dellenguaje, espedalmente el verbal, estudia­das en la historia de la retorica, se fundamentan en esta estra­tegia: presentar como real y evidente aquello que es discutible y opinable.

Todos los lenguajes son susceptibles de ser usados en fun­cion de esta estrategia, ya que todos presentan unas disponibi­lidades pragmaticas similares.

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Ahora bien, la espedficidad iconica del lenguaje visual que hemos caracterizado en su pre-estadio semiotico se muestra particularmente idonea para la explicita representacion de un mundo juzgado real. Ningun otro lenguaje dispone como el visual de este alto grado de reproducdon o referencialidad iconica.

Esta particularidad del discurso visual permite plantear aun otra cuestion: de que manera representar una realidad que sea interpretada como <da» realidad evidente por todos los destinatarios, es decir, como persuadir al destinatario de que la realidad que le expongo es <da» realidad, que por ser comun a todos es el modelo que posibilita y fomenta todo tipo de comunicacion. Para esto tendre que demostrar la autenticidad del hecho referenciado y convencer al destinatario de la ver­dad modelica de aquel.

En su estudio sobre la Teoria de la Argumentacion, Perel­man (1977) recurre a la chisica dicotomia introdudda por Aristoteles en el Organon, por la que se distinguen dos clases de razonamiento: el analitico, de tipo estrictamente logico y a la manera de las formas de inferenda que, partiendo de ciertas hipotesis, permite inferir necesariamente una conclusion (por ejemplo: si todos los A son B y todos los B son C, entonces todos los A son C), esta inferencia se caracteriza por ser pura­mente formal, ya que cualquiera sea el valor otorgado a A, B y C, es valida, y tambien porque establece una reladon entre la <<verdad» de las premisas y lade la conclusion, independiente­mente de la opinion que nos merezcan.

Como todo sistema formal, probada su coherencia y consi­derados verdaderos los axiomas, el status de los elementos que intervienen es fijo y la verdad de la conclusion se impone sin discusion. Nos encontramos delante de un razonamiento de­mostrativo e impersonal y que resulta ajeno a posibles y varia­das interpretadones.

La demostradon noes necesaria y, si se efectua, se considc­ra como relativa a un sistema en que todos los elementos cstan explicitamene formulados y se presentan como algo aislado del pensamiento global.

Noes este el caso del razonamiento dialectico, que trata de valores meramente probables o parte de opiniones general­mente aceptadas, de tesis susceptibles de ser interpretadas di­ferentemente o con intensidades variables segun las caracte­risticas del grupo destinatario. Se intenta entonces convencer de la universalidad de los argumentos mediante una aparente demostradon o argumentacion.

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Asf, si en el razonamiento analitico Ia ejecucion de las ope­raciones necesarias para Ia demostracion requiere Ia formula­ci6n y aislamiento de todos los elementos del sistema, no ocu­rre asi en el caso de Ia argumentacion, en que los diversos elementos se presentan como solidarios los unos de los otros. Contrariamente al sistema formal, no es posible su definicion precisa, y por lo tanto quedan elementos ambiguos o sobreen­tendidos implicitamente.

El objetivo de Ia argumentacion consiste en provocar o atraer Ia adhesion intelectual de los destinatarios a las tesis que se presentan a su consideracion o incitarlos a realizar una accion inmediata o eventual.

Ellenguaje visual, como no formal y natural, se supedita a multiples interpretaciones que solo se pueden ver restringidas por Ia competencia de los usuarios en una situacion concreta. No obstante, estas restricciones no agotan el canicter ambiguo y polivalente de las imagenes y de su uso. Un discurso visual no puede garantizar una comprension univoca y objetiva, y su ambigiiedad no puede dejarse de !ado.

En cambia, en Ia demostracion del razonamiento analitico, los signos utilizados se consideran desprovistos de ambi­giiedad.

Esta diferenciacion, sin embargo, no siempre es facil de mantener. Demostrar y argumentar son terminos que a menu­do se emplean indistintamente. Perelman llega a considerar un error identificar Ia logica exclusivamente con Ia logica for­mal y el razonamiento analitico. Segun el, a Ia logica hay que darle un sentido mucho mas amplio que incluya el estudio de todas las formas de razonamiento:

«La logica formal constituye una disciplina separada, que, al igual que las Matematicas, se presta a operaciones y al calculo, pero tambien es evidente que nosotros razonamos aunque no calculemos, como por ejemplo en una deliberacion intima o en una discusion publica, al presentar argumentos en pro o en contra de una tesis criticando o rechazando una criti­ca» (1977, p. 18).

De este amplio espacio del razonamiento a que hace refe­renda Perelman, nos interesa sobre todo aquel que en nuestra opinion posibilita Ia construccion de una estrategia argumen­tativa para convencer al destinatario de que el discurso iconi­co es esencialmente referencial, y como tal un simple transmi­sor de Ia realidad comun a todos.

Consecuentemente, Ia aparente comprension que se mani­fiesta en forma evidente e inmediata lleva al destinatario a

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juzgar el discurso como ajeno a toda intencionalidad ilocutiva y perlocutiva.

En primer Iugar hay que recordar el criteria ya expuesto, segun el cual las imagenes iconicas que particularizan el dis­curso se refieren a hechos que se pueden presentar al hombre inteligente e imaginativo como ser que experimenta, interpre­ta y construye la naturaleza, y por lo tanto seran reales si su interpretacion corresponde analogicamente al mundo comuni­cativo a que hacen referenda.

Esta concordancia en el pre-estadio comunicativo entre destinador y destinatario marca los fundamentos de un acuer­do que forzosamente incidira en su uso pragmatico donde se introducen las verdaderas intenciones discursivas.

En el lenguaje verbal este acuerdo se manifiesta a traves del significado «propio» de los signos, aunque este --como dice Ricoeur (197 5, pp. 117-184 )- no sea otra cosa que una simple metafora que se hizo usual en ellenguaje .

Pero en el caso de las expresiones iconicas la situacion, como hemos dicho, se presenta parcialmente diferente: la ima­gen, con su iconicidad, aporta por simple analogia un re-cono­cimiento inmediato y evidente de su referente.

Entre Ia estructura del objeto figurado y Ia de la imagen existen unas indudables similitudes juzgadas como no conven­cionales. En cuanto al resto, es decir, a la significancia adqui­rida por un determinado uso pragmatico, esta le es otorgada convencionalmente, segun un procedimiento similar en los dos tipos de lenguaje. Por eso decimos que la caracteristica distin­tiva del discurso con predominante visual es su iconicidad . La comprension y el acuerdo analogico que supone hacen que el destinatario considere Ia intencionalidad del discurso como basicamente referendal y por lo tanto su fuerza conativa no encontrara la resistencia que podria darle la desconfianza o el recelo de aquel. A diferencia de los lenguajes con pre-es tadio convencional, la realidad que se evidencia en un lenguajc vi­sual iconico permite interpretar de una manera genuina los estadios pragmaticos o actos intencionados propia mcn tc dichos.

La evidencia de los hechos supone que estos se in tcrprc ten como referentes de una realidad definida e identificable, que nos procura un saber que calificamos de cierto, includa ble y no sometido a revision y que, por lo tanto, no requiere ser demos­trado.

Solo Ia imagen iconica en el pre-estadio comunicacional puede abarcar de manera inmediata y concreta esta adecua-

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ci6n completa entre la re-presentacion, lo representado y su conocimiento. Por la evidencia -dicen Greimas y Courtes- se suprime la distancia entre el discurso referendal y cognosciti­vo (1979, p. 137).

Por eso mostrar la realidad supone representarla como algo evidente que no necesita demostraciones ni argumentaciones. La simple re-presentacion ha de constituir una prueba de su evidencia. Por esta restitucion de la presencia visual del obje­to, la imagen iconica aporta un tipo de informacion que no puede reducirse exclusivamente a la transmision de signos; la presencia proporciona una informacion por el simple hecho de <<estar presente algo>>, aprehendido en el acto de contem­placion.

Asimismo no es posible reproducir la realidad, lo que se hace es presentar como tal una determinada vision de ella. Esta transferencia de los valores otorgados a la realidad, a una concepcion de ella, supone establecer vinculos que vehiculan sobre la propuesta referencial a indiscutible evidencia atri­buida a la realidad, tratando de establecer una solidaridad entre los dos extremos: lo que se cree y lo que· se quiere hacer admitir.

En el origen de esta evidencia de la representacion en las interpretaciones analogicas entre representacion y representa­do, habra que situar la natural e ingenua presundon del ser humano, segun la cual todo lo que ocurre normalmente es real, y si no se demuestra lo contrario, es veridico.

El concepto de normalidad se une al principia de continui­dad surgido del sistema de orden que marcan las vivencias y experiencias del destinatario, y por lo tanto habra que tener en cuenta que cualquier concepto de realidad que se quiera ex­presar mediante la iconicidad debera relacionarse con la expe­riencia y el sentido comun que se atribuyen a los destinatarios.

A la presuncion de credibilidad debemos agregar la pre­suncion de sensatez que nos hace estar predispuestos a creer en el caracter sensato de cualquier accion humana.

Por la presuncion de interes admitimos que cualquier enunciado del que tenemos conocimiento es susceptible de in­teresarnos. El interes, pues, moviliza bacia el saber, cosa que obedece a nuestra tendencia a participar y colaborar en el descubrimiento de un sector de la realidad.

Tambien mencionaremos la presuncion de calidad (Perel­man, 1977, p. 44), segun la cual tenemos una tendencia a acep­tar que la cualidad de un acto pone de manifiesto la del que lo ha efectuado. Presuncion que entronca con el principia de au-

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toridad, relacionado con las condiciones que debe satisfacer un acto ilocutivo para resultar logrado.

Para que el destinatario deposite confianza en el discurso hay que encontrar unos argumentos que partiendo de sus experiencias y competencias no le permitan extraer conse­cuencias contrarias al «normal>> desarrollo de las cosas, ni de­fraudar sus expectativas de futuro.

Los argumentos, pues, han de ser variados como la propia experiencia y elegidos en funcion de su eficacia proyectiva, aunque logicamente equilibrados y adecuados a las circuns­tancias para que pasen inadvertidos y no perjudiquen la vali­dez de las intenciones conativas-imp-referenciales del desti­nador.

De otro modo se levantarian sospechas sobre la validez del discurso al indicar que la realidad que se muestra no es tan evidente como se quiere hacer creer, ya que necesita pruebas para ser verificada. «Lo que es evidente e incuestionable no necesita pruebas, estas solo se aportan para convencer de aquello que es cuestionable>> (Perelman, 1977, p. 177).

Cuando se introduce una «forma de ver la realidad>>, para que sea interpretada como comun a todos y por lo tanto como un hecho evidente, hay que tener en cuenta que la realidad no es sino lo que nosotros interpretamos como tal a partir de unos particulares, y por lo tanto la representacion con la que la ofrecemos debera tener en cuenta esta relacion sinecdotica que establece el individuo con lo que cree que aquella es. Para un individuo la realidad se reduce a un numero finito y relati­vamente restringido de cosas y hechos y por lo tanto al repre­sentarla en sus valores totalizadores habra que tener presente aquellos hechos y objetos que concuerdan con la experiencias e intereses de los destinatarios quienes, a traves de la interpre­tacion, accederan al status de «la>> realidad. Los otros hechos u objetos que no correspondan a su experiencia o esten alejados de ella -intereses, conocimientos, creencias- seran connota­dos como puras fantasias o abstracciones.

De este modo, al presentar un discurso iconico que debe despertar la fuerza y la confianza de un hecho real, y sobre el que se quiera transmitir una intencionalidad concreta de uso, el destinador, en sus argumentaciones, debe tener en cuenta los codigos sociales vigentes de conocimiento del mundo real y adaptarse a los destinatarios procurando escoger unas premi­sas para sus argumentaciones extraidas exclusivamente de elias. Solo este tipo de premisas tiene posibilidades de ser interpretadas como reales y objetivas, en el sentido que Point-

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earn~ (1946, p. 65) otorga al concepto de elemento objetivo, es decir, como algo comun a diversos seres pensantes y que po­dria ser comun a todos.

La dificultad de una determinada vision de la realidad ra­dica en que esta no se ajusta necesariamente a las diferentes realidades de los destinatarios. Sintonizarlas todas constituini el principal objetivo del destinador. En este sentido es eficaz el lenguaje iconico ya que «muestra» el objeto o hecho con toda la ambiguedad interpretativa propia de los sistemas de signifi­cacion ostentativos y asi cada uno de los destinatarios puede extraer la significacion pertinente coincidiendo con su propia experiencia y conocimientos.

Ademas, la imagen, en tanto presencia visual del obje­to, actua de manera directa sobre nuestra sensibilidad y las posteriores decisiones, creando una union entre aquella y la consciencia, que permite una mas facil manipulacion de las posteriores interpretaciones. De esta estrategia se sirven efi­cazmente los actuales medios de comunicacion social -aun­que ya se venia empleando desde siempre. Es una de las figu­ras retoricas mas eficaces y pareciera responder al hecho de que el sentimiento considera el presente, mientras que la ra­zon considera el futuro y el devenir del tiempo (Perelman, 1977, p. 49). Por eso una argumentacion intentara provocar el presente en la imaginacion mediante la imagen iconica, para que posteriormente se pueda razonar sobre los efectos lejanos. Bacon expone este proceso en los siguientes terminos: «AI lle­nar el presente la imaginacion, la razon queda generalmente vencida, pero despues que la fuerza de la elocuencia y de la persuasion han hecho aparecer las cosas lejanas y futuras como presentes, entonces la razon prevalece sobre la revuelta de la imaginacion» (Bacon, 1944, 1.er libro, pp. 155-157 cit. por Perelman, 1977, p. 50). Asi, vemos que la imagen actua como fuerza creadora de presencia.

El conocimiento que tiene el destinatario de la pluralidad de experiencias y de posibles interpretaciones a que esta sujeto un hecho real puede servir de base para probar que esta plu­ralidad no ' es contradictoria y que todas estas concepciones responden a una misma realidad. Con esta estrategia se unifi­ca el grupo destinatario y aumenta la fuerza de la realidad expuesta.

El objetivo de cualquier argumentacion radica en obtener un mismo resultado por medio de otros metodos: exponer di­ferentes puntos de vista «realistas» sobre un hecho permite aumentar la interpretacion de el como de un hecho naturale

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incuestionable. Los argumentos expuestos de manera conver­gente, es decir, que conduzcan ala misma conclusion, produ­cen un efecto persuasivo dificil de superar. Opiniones, puntos de vista, testimonios diferentes entre los que no es posible establecer conexiones pero que coinciden en lo que es esencial a los intereses del destinador, llegan C<l$i inevitablemente a convencer a los destinatarios. Siempre, claro esta, dentro de unos limites de aceptabilidad normal, ya que la excesiva con­cordancia puede producir efectos opuestos a los pretendidos, al despertar sospechas sobre la honestidad o imparcialidad de las pruebas argumentales expuestas.

Por el contrario, esta aproximacion a la realidad que con­forma el mundo particular del destinatario puede aumentar cuando el discurso referendal se limita a insinuar o a dejar solo apuntada cierta concepcion de lo que se presenta como realidad, dejando librado a la imaginacion del destinatario su desarrollo y relleno de los espacios <<vacios». Este procedi­miento del <<sfumato>> se basa mas en la insinuacion que en Ia representacion.

Con la insinuacion se estimulan los mecanismos de Ia per­cepcion y se despierta una informacion extraida de la expe­riencia y deseos del destinatario, consiguiendo implicar de manera mas evidente y segura la concepcion de Ia realidad de este, con lo que se aumenta su buena disposicion y credulidad y pierde vulnerabilidad.

Tambien las oportunidades de credibilidad de un acto ilo­cutivo aparecen aumentadas cuando el tiempo que debe trans­currir entre el compromiso del destinatario y su cumplimiento es mas corto. La interpretacion favorable a la realidad sera mas probable si entre el discurso y aquello a lo que se refiere pasa un minimo de tiempo. La presencia perceptiva del hecho seria Ia culminacion.

Esta posibilidad, que solo se hace efectiva con los medios electronicos de produccion visual como el video o la televi­sion, llega a ofrecer esta realidad en el propio presente. Y si la realidad mostrada se encuentra distanciada en el tiempo res­pecto de su actualizacion, se debera vehicular el pasado para que nos llegue con Ia evidencia del presente. Se han de es­tablecer unos <<repetidores», es decir, un procedimiento por etapas marcadas con una previa direccionalidad que haga ne­cesarios los diferentes pasos de su recorrido. Asi podemos in­terpretar los diferen tes lazos -indicados por Perelman (1977, p. 103)-- de coexistencia y de causalidad que relacionan li­nealmente en el tiempo actos y actores: la realidad que se

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presenta en el discurso debeni basarse en estructuras o rela­ciones que existen, o que se cree que existen, entre los elemen­tos de lo que es real o en los lazos de sucesion en que se pone en evidencia la «natural» relacion entre la causa y sus efectos. Al exponer uno de los terminos como real, se admitini el otro tambien como causante o consecuente <<natural» .

Este procedimiento por etapas requiere que se establezca una misma naturaleza entre la causa y el efecto, entre una persona y sus juicios o acciones. Merced a este razonamiento estableceremos relaciones entre unos hechos y los hombres o el periodo de la historia al que pertenecen y diseiiaremos los lazos que unen pasado y presente como (mica garantia de rea­lidad.

Por el contrario, un discurso puede requerir que entre unos hechos relacionados con vinculos que les atribuyen una misma naturaleza, se juzgue como «natural>> y por lo tanto evidente, a solo uno de ellos. En este caso habra que erigir una jerarquia de valores para justificar a uno y desautorizar a los otros.

La realidad puede ser Ia causa de los hechos consiguientes y por lo tanto el modelo para interpretar determinados feno­menos o viceversa, se puede argumentar que la realidad es el resultado de unas actuaciones sociales y por lo tanto el modelo esta construido por el hombre.

De todas formas, Ia realidad, cualquiera sea el caracter que se le asigne, ha de manifestarse como evidente y dar seguri­dad, ser tangible y axiomatica, con lo que se podra considerar si es simple apariencia o fenomeno aleatorio aquello que se deriva y hecho parcial o contingente lo que es causa.

El conocimiento de Ia realidad o lo que creemos conocer de ella es el criterio permanente para juzgar lo que calificamos como aparente.

La realidad es el parametro que nos permite juzgar como inequivocas o equivocas las cosas, segun que esten o no de acuerdo con ella.

A partir de un hecho, comprobado por todos como real, este puede convertirse en el modelo de toda una serie de he­chos que seran tambien reconocidos como reales: asi los he­chos presentados como reales, interpretados como evidentes y no sujetos a demostracion alguna seran el modelo o patron segun el cual el destinatario juzgara Ia conveniencia o no de considerar validas las conclusiones de las argumentaciones de un discurso.

Por el modelo, Ia realidad particular presentada en el dis­curso se interpreta como general para juzgar el resto de ele-

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mentos. Este punto de referenda, que es un mundo comun a todos, adquiere un valor universal que permite valorar los hechos introducidos en el discurso como fenomenos naturales y considerar al destinador como un simple transmisor in­formativo. Asi, del hecho mostrado se elimina Ia particulari­dad y Ia unicidad, se pone en evidencia la estructura que lo sostiene y se pasa a la generalizacion que permite <degalizar» los hechos posteriores.

Perelman distingue, de estos casos, dos tipos de argumen­tacion (1977, p. 121): la del «ejemplo» porIa que Ia realidad del ejemplo escogido debe ser incontestable y evidente y no puede ponerse en duda, y Ia de Ia «ilustracion» cuya importan­cia no consiste en Ia veracidad, sino en que su muestra ilustra­tiva golpee la imaginacion de modo de poder establecer un modelo ampliamente admitido que connote adecuadamente los hechos precedentes o siguientes. Para esto el modelo hade provocar Ia admiracion y tener Ia suficiente autoridad o pres­tigio social para que sirva de garantia para la accion o hecho particular que se quiere introducir.

En el caso de un discurso conativo-imp-referencial, nos ser­vimos de la ilustracion para <introducir con toda «normalidad» Ia intencion conativa en el destinatario. Por medio del discur­so iconico, Ia ilustracion puede conseguir un grado optimo de efectividad dificilmente comparable a Ia conseguida en otro tipo de discurso. Ilustrar y mostrar son las dos caras estrategi­cas de un mismo acto: a los efectos producidos por la presen­cia directa o por la reproduccion iconica del objeto o del he­cho al que nos referimos, hay que agregar Ia argumentacion por ilustracion, y que el caso particular se convierta en mode­lo general que justifique o juzgue el resto de elementos.

Con todas estas estrategias el observador acaba asimilando el sistema de valores introducido por el destinador y vehicula­do a traves de su discurso.

Hay ademas otro factor con incidencia decisiva en los me­canismos persuasivos del lenguaje visual: me refiero a Ia posi­ble existencia en el ser humano de unnatural goce perceptivo­,visual. Este factor, juzgado a veces como «excesivamente sim­ple», no deja indiferente a Aristoteles, quien lo situa en Ia base de nuestro proceso cognoscitivo; «Todo hombre, por naturale­za, apetece saber. Prueba de ello es el apego que tenemos a nuestras percepciones sensitivas; en efecto, amamos estas per­cepciones por si mismas, aun prescindiendo de su utilidad, especialmente las que derivan del sentido de Ia vista. Porque no solo mirando a Ia vida practica, sino aun en el caso de que

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nada nos importe lo que tengamos que hacer, me atrevo a decir que estimamos las percepciones de la vista antes que todas las de los demas sentidos. Y la razon de ello esta en que la vista, con ventajas sobre los demas sentidos, nos da a cono­cer los objetos y nos revela los muchos rasgos diferenciales de las cosas» (Aristoteles, Metaf£sica, Lib. I, cap. 1, 980b).

De todas maneras el hecho de considerar el discurso visual en funcion de su intencionalidad y de sus efectos perlocutivos supone reconocer sus optimas posibilidades retoricas.

Este medio, como ningun otro, despierta unas motivacio-\ nes profundas que articulan todos los condicionantes de una comunicacion a traves de una argumentacion convincente para poder conseguir con exito los objetivos que originan un discurso.

Este es el interes especial que ofrece la imagen iconica en un proceso persuasivo.

El lector de una imagen establece una clara diferenciacion entre las imagenes iconicas que se refieren al mundo de los hechos reales y aquellas que por su convencionalidad situa en el mundo de la manipulacion persuasiva.

Esta referencialidad surgida de la creencia en un medio reproductor exacto de la realidad da al lenguaje visual un poder persuasivo que no encontramos en ningun otro medio. Ante la imagen iconica, el destinatario siempre se dispone a recurrir a su bagaje de competencias para confrontarlo con la imagen que se le presenta como verdad, y si hay alguna diso­ciacion entre esta y sus estructuras competentes, creara un reajuste que al prineipio se puede manifestar como un recha­zo, pero ala larga, la aparente verdad se impondni y produci­ra unos efectos perlocutivos que, motivados por la iconicidad, responderan ala «clandestina» intencionalidad del destinador.

EPILOGO

En la introduccion hemos seiialado que la presencia -om­nipresencia- de la imagen en nuestra cultura no estaba se­cundada por el correspondiente aparato teorico que permitie­ra prever su adecuado uso.

Tambien hemos manifestado nuestra voluntad de contri­buir, en la medida de nuestras posibilidades, a un mayor cono­cimiento de este medio y que para esto partiamos de la propia realidad que constituye su uso y del aval que representa la constatacion de su eficacia comunicativa.

Admitiendo este punto de partida, la imagen solo podia ser considerada significativamente en la medida en que fuese em­pleada en situaciones comunicativas concretas, lo cual no nos deja otra posibilidad que la de acceder a ella a traves del conocimiento de su uso.

Con este proposito nos hemos aproximado al mundo de la imagen, como actores y espectadores «inocentes>> de un dina­mismo cultural cada vez mas visualizado, pero tambien nos hemos sentido productores y consumidores <<comprometidos>> en esta misma elaboracion cultural, sobre todo quienes como yo hemos participado muy directamente en la produccion y manipulacion de signos visuales.

Hemos intentado, pues, pulsar los mecanismos comunicati­vos de la imagen, explorando los recursos psicologicos y aus­cultando la vitalidad de este fenomeno social.

Tambien hemos intentado apropiarnos de unos esquemas epistemologicos que aun quedan abiertos a los nuevos campos de aplicacion de la comunicaci6n visual.

Estos propositos le han quitado profundidad a nuestro es­tudio, pero hemos optado por efectuar esta prospecci6n en extension: ante el terreno aun inexplorado de la imagen hemos considerado necesario definir previamente los espacios identi­ficadores en sus limites.

Luego habra que hacer una investigaci6n mas profunda, es decir, iniciar la <<perforacion>> en el Iugar que creamos mas idoneo. Por eso tampoco nos atrevemos a extraer conclusiones definitivas que nos lleven a establecer una teoria general de la

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imagen. Solo queremos acotar progresivamente el campo de observacion.

No es extraiio que con una vision fundamentalmente prag­matica de la imagen consideremos que lo que reviste mas importancia y por lo tanto adquiere un caracter prioritario es su funcion en el interior de un acto de comunicacion.

No podiamos, por lo tanto, reducir ellenguaje con determi­nante visual, como medio de comunicacion social humana, a un sistema de signos previamente codificados por un receptor, sino que debiamos verlo como <<posibilidad de comunicacion» entre los sujetos sociales, posibilidad que requiere la elabora­cion de una concordancia entre una situacion concreta y los elementos expresivos.

Por esa razon hemos sustituido el estudio de los enunciados por el analisis de los actos a enunciar en los que una imagen solo tiene significado en el interior de su uso concreto y solo si esta adecuada a la situacion que la provoca.

Con este objetivo se han estudiado las condiciones recepto­perceptivas y el procedimiento convencional que debe cumplir un acto comunicativo con determinante visual para que resul­te logrado.

La explicitacion de estas condiciones constituye, creemos, una guia eficaz para poder analizar los enunciados sincreticos con determinante visual dentro de la confluencia de actividad y situaciones que los motivan y las nuevas que resultan gene­radas.

Esta serie de actos, bajo la direccionalidad pragmatica que los homologa, conforma una unidad superior que responde a la intencionalidad global que los motivo. Las relaciones que se establecen entre las acciones particulares se ordenan ideal­mente y devienen socialmente coherentes.

Hemos situado los intereses de una comunicacion con de­terminante visual dentro del acto discursivo, entendiendolo no tanto como una accion iniciada por el destinador, sino como la ejecucion de unos intereses situacionales concretos que requie­ren la intervencion de un individuo para restablecer el equili­bria situacional. Dentro de este marco definimos esta in­tervencion como el esfuerzo intencionado de un individuo de incidir sobre otro.

Admitiendo, pues, el postulado de que la realizacion de un acto de comunicacion siempre obedece a la necesidad expansi­va del individuo social, dificilmente podemos admitir la reali­zacion de actividades comunicativas que no obedezcan a la intencion de incidir en el destinatario y provocarle un deter-

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minado efecto. Cualquier informacion visual nos viene im­pregnada de voluntad de uso conativo y siempre dentro de la complejidad interactiva de otros usos.

No queremos decir con esto que todo discurso informativo o expresivo se proponga siempre de manera deliberada y ex­plicita incidir persuasivamente sobre el destinatario, sino que esos usos, asi como el conativo, siempre implicito en mayor o menor grado, no son excluyentes ni entran, como pareceria, en contradiccion.

Aim mas, desde el momenta en que consideramos que la fuerza persuasiva de un discurso radica precisamente en su propia negacion o no explicitacion, y que su mayor eficacia depende del menor grado de consciencia que de el tiene el destinatario, dificilmente podemos diferenciar un discurso in­tencionadamente persuasivo de uno informativo ode otro tipo.

Por eso consideramos que cualquier discurso es susceptible de ser interpretado segun su fuerza imperativa.

Y por eso tambien la importancia estrategica que damos al lenguaje visual como medio mas idoneo para producir efectos perlocutivos en el destinatario: una estrategia basada en la negacion de su uso, aparentando ausencia de intencionalidad manipuladora y que solo pretende informar de una realidad.

Tambien aiiadimos que el destinador, al producir un dis­curso, no solo intenta incidir en las creencias y comportamien­to del destinatario, sino que tambien efectua un cierto esfuer­zo de autoconvencimiento en la medida en que quedara mas convencido de la validez de sus argumentos si consigue con­veneer a otros del valor que estos tienen.

Un acto de comunicacion ampliado a las sucesivas activi­dades nos lleva a considerar que el cumplimiento total supone necesariamente el recurso simultaneo de todos los diferentes lenguajes, y por lo tanto implica la accion especifica de los diferentes canales sensitivos en funci6n de su grado de partici­pacion.

Desde una perspectiva pragmatica, todos los lenguajes son significativos por la intencionalidad de alcanzar unos objeti­vos, todos gozan de posibilidades similares para producir actos comunicativos, todos significan segun los usos que les dan soporte y no segun sus particularidades especificas.

Asimismo el uso dellenguaje ic6nico aparece con una espe­cificidad genuina que hay que tener en cuenta ya que este siempre informa por simple analogia con la cosa representada, aunque esta particularidad no lo excluya, como en cualquiera de los otros lenguajes, de su uso convencional.

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La comunicacion «por presencia» nos permite remitirnos anal6gicamente al referente y establecer vinculos de similitud entre la imagen y lo que representa, lo que supone sugerimien­tos de credibilidad, atractivos para un discurso persuasivo.

Por otra parte nos facilita la transmision de estados emo­cionales entre individuos que, aunque bien definidos, dificil­mente son medibles en cuanto al grado de analogia entre estos estados.

En el lenguaje ic6nico hemos considerado la existencia de un pre-estadio extrasemiotico cuyo significado no esta provo­cado por convenci6n o c6digo socializado, como seria en el caso de la palabra, sino por analogia con el objeto real, que por su uso da acceso a la presentaci6n convencional de los objetos sociales con dos niveles de significaci6n, uno que pro­viene de la analogia con la realidad, y el otro del conocimiento convencional de su uso y de los efectos causales producidos o susceptibles de producir.

Dos niveles que podriamos Hamar a uno <<fetichista>> en tanto se muestra como <<doble>> de los objetos sensibles y al otro <<simb6lico>> eri tanto vehiculador directo de unas abstrac­ciones que requieren individuos competentes. Un mundo de definiciones e instituciones.

Dos lados de un mismo discurso, uno de los cuales actua como determinante del otro.

El pre-estadio ic6nico puede hacerse «norma>> para distin­guir lo valido y evidente de lo que nolo es. Un discurso conati­vo-referencial expresa, pues, un mundo iconico referido al mundo real, que constituira la norma para evaluar los elemen­tos subjetivos que se le subordinan, o por el contrario actuara de determinante en el caso de un discurso conativo-expresivo, cuya iconicidad se le subordina, y asi la realidad es juzgada aparente. Esta particularidad del discurso ic6nico permite tambien mostrar una determinada realidad para que sea in­terpretada como <da>> realidad. Su grado .de analogia permite una referencialidad basada en la representaci6n de un mundo real como guia de aceptabilidad.

Estos aportes no pueden ser considerados al margen de las significaciones fundamentales que adquieren por su uso insti­tucional, por lo que sus limites continuan imprecisos en el sentido de que en cierta medida los usos de aquellas imagenes son imprevisibles. Pero esta imprecision no se podra resolver si no dejamos de reducir el discurso iconico a la relacion entre imagen y realidad, olvidando los complejos mecanismos de su uso.

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Sera diferente si consideramos el entretejido de relaciones situacionales dentro del sistema que conforman los posibles y coherentes aetas comunicativos bajo una direccionalidad prag]natica.

Por ultimo seiialemos que el grado de precision de un dis­curso no proviene de la fidelidad representativa de los objetos reales, ni de la experiencia concreta de los aetas, sino mas bien del hecho de que el discurso se ajuste a los requerimientos concretos de la situaci6n.

Y en este sentido, es evidente que el discurso con determi­nante ic6nico, es, entre todos, el que usa un lenguaje mas adecuado y convincente.

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IN DICE

I ntroducci6n

1. El individuo abierto al mundo 1.1. El hombre es un ser inacabado. La necesidad de

hacerse 1.1.1. La facultad autoperceptiva 1.1.2. Acci6n y supervivencia 1.1 .3. La adaptaci6n del mundo

1.2 . Percibir es actuar 1.2.1. La construcci6n de un mundo humano . 1.2.2. Proceso cultural ilimitado

1.3 . El hombre social 1.3.1. Unser comunicativo 1.3.2. La doble direccionalidad informativa .. 1.3.3 . Un mundo simb6lico 1.3.4. El trabajo simb6lico

1.4. Las bases de la coherencia 1.4.1. Las bases de la coherencia

7

17

17 18 18 20 20 21 23 25 26 27 28 29 30 36

2. El intercambio de bienes culturales .. 41 2.1. Un bagaje comun 41

2.1.1. El comportamiento situacional .. 43 2.1.2. Mutabilidad constante de la situaci6n 45

2.2. Los hechos institucionalizados: los sistemas de reglas constitutivas 49 2.2 .1. La competencia comunica ti va .. . 51 2.2.2. Competencia comunicativa con determi-

nante visual 52 2.2.2.1 . El oficio y el estado social 56 2.2.2.2 . El espacio y el tiempo . 62 2.2.2.3. El grado de formalismo 66 2.2.2.4. La adecuaci6n al medio y a la

situaci6n 67

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294 IN DICE IN DICE 295

2.3. El lenguaje sincretico: Ia pluralidad de los siste- f 4. El discurso con determinante visual . 154 mas comunicativos . 69 4 .1. La coherencia pragmatica: significacion y uso . 154 2.3.1. La historica escision verbal/no verbal . 71 4 .1. 1. La pragmatica en relacion con las otras 2.3.2 . Los origenes filosoficos de Ia escision 73 I( dos areas semioticas . 156 2.3.3. Hablar y conversar . 76 4 .1 .2. El criteria pragmatico . 158

1: 2.4 . Ellenguaje sincretico como sistema dinamico . 79 • 4.2. La pragmatica, movimiento filosofico 161 f 2.4.1. La pluralidad de sistemas ... 79 ·' 4 .2.1. La pragmatica de Wittgenstein. 163 2.4.2. Simultaneidad de lenguajes . 82 I 4.2 .2. El juego lingiiistico . 167 I

2.5. Los sistemas perceptivos .. 83 4.2.3 . Significado situacional 172 2.5.1. El predominio de un determinado sistema

sensorial. 88 2 .5.2. Seleccion y jerarquizacion de los elemen- 5. El acto comunicativo . 176

tos pertinentes 90 5.1. La accion discursiva . 176 2.5.3. Los datos determinantes son los que apor- 5.1.1 . El concepto de actividad . 179

tan mas informacion 92 5.1 .2. Los condicionamientos de Ia accion 181 2.6 . Del enunciado sincretico al discurso . 95 5.2.3. El acto o Ia interpretacion de Ia conducta 186 2.7. Dependencias entre los lenguajes de un enuncia- 5.1.4 . Los ultimos determinantes. 187

do sincretico . 98 5.2 . Los actos comunicativos . 190 5.2.1 . Los actos locutivos 191

3. El enunciado con determinante visual . 105 ,~ 5.2.1.1. Bases para una referencia definida 192 3.1. El concepto de coherencia en el enunciado

I, 5.2.1.2. La identificacion referendal . 194 105 3.1.1. La coherencia lineal en el plano sintacti- I' 5.2 .2. La fuerza ilocutiva y el efecto perlocutivo 201

'!', 5.3. La intencionalidad en el discurso visual 204 co-semantico .. 107 3.1.1.1. La imagen referendal y el hecho 110 II 5.3.1. Intencion-reconocimiento . 205

3.1.1.2. El cambia de tema 113 5.3.2. Intencion y efecto 21 0

3.1.2. La coherencia global 123 3.1.2.1. La globalidad tematica 124 I 6. Las condiciones para una actividad comunicativa lograda 213 3.1.2.2. La correferencia de hechos 125 6 .1. Las condiciones previas indispensables 213

3.2. Del tema al rema: Ia focalizacion . 129 I 6.1.1. Las circunstancias del acto comunicacional 214 3.2 .1. Tema/rema 130 6 .2 . Las condiciones receptivo-preceptivas 21 5

3.3. Los procesos de lectura y de produccion de textos I

' 6.3. 'El procedimiento convencional .... 21 7 ' visuales 134 6.3.1. Reglas convencionales para Ia expresion 21 8

3.3.1. Los procesos de reduccion y de amplia- 6.3.2. De las personas y sus circunstancias . 220 cion 136 6.3.3 . Las circunstancias pesonales . 222

3.3.2. Las tres macrorreglas 137 6.3.4. Objetivo del acto . 227 3.3.2 .1. Supresion/adjuncion . 139 6.3.5. Correccion e integridad de procedimiento 228 3.3.2.2. Construccion/desmembramiento 140 6 .4 . Cuadra de las condiciones 230 3.3.2.3. Generalizacion/particularizacion 142 t 3.4 . El proceso informativo tema/rema .. 147

3.4.1. El proceso intensivo (desplazamiento de 7. La direccionalidad pragmdtica 233 remas) .. 148 'I 7.1. La direccionalidad en el macroacto comunicativo 233

3.4.2. El proceso extensivo (desplazamiento de

~' 7.1.1. La superestructura convencional 236

temas) . 152 7.1.2. Las reglas de reduccion y de ampliacion 238 3.4 .3. El proceso mixto (intensivo-extensivo) 153 ~

7.1.3 . Necesidad de Ia estructura: Ia funcion 24 1

;..

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296 iN DICE

7.2 . Los objetivos de la direccionalidad pragmatica. 7.2.1. Las propuestas de clasificaci6n 7.2 .2. El uso conativo como determinante 7.2.3. La estrategia del uso conativo

7.3 . El discurso ic6nico y la referencialidad 7 .3.1. El discurso conativo-expresivo 7.3.2 . El discurso conativo-imp-referencial.

7.4. Estrategias para <da» realidad

Epilogo Bibliografia

242 243 254 255 258 263 264 266

277 283

1

:( I/

<

,..

..

Impreso en el mes de noviembre de 1987

en Talleres Gr:lficos DUPLEX, S. A.

Ciudad de Ia Asunci6n, 26

08030 Barcelona

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