† luis pericot (2-ix-1899 – 12-x-1978)

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  LUIS PERICOT (2-IX-1899 - 12-X-1978) Cuando hace algo más de un año celebrábamos en Valencia los profe- sionales de la Arqueología el quincuagésimo aniversario de la fundación de l Servici o de Investigación Prehistórica de la Diputación Provinci al, nuestro compañero don Luis Pencot, muy aquejado ya por la enfermedad que acaba de llevarle a la tumba, me comunicaba entristecido que nunca más podría asistir a ninguna sesión de la Real Academia de la Historia. Su dolencia, ás sensible cada día, le impedía incluso desplazarse sin acompa- ñamien to. El viaje de Barcelona a Valencia había sido posible a costa de un gran acopio de fuerzas, él temía que de sus últimas fuerzas, como en efec- to- ha sucedido: un año más tarde, y en fecha tan señalada como la de la fiesta del Pilar, d on Luis Pericot nos ha dejado para siempre. Hago hincapié en su último viaje a Valencia como algo sumamente significativo. Los organizadores de aquella conmemoración, con don Do- mingo Fletcher Valls a la cabeza, habían puesto tenaz y entrañable em- peño en que, a pesar de sus achaques, no faltase en la misma el doctor Pericot como representante de la generación de los fundadores de aquel ejemplar instituto, subdirector y director del mismo en los difíciles años en que don Isidro Ballester, como persona no grata a una Diputación re- publicana, fue injustamente despojado del cargo de director'que le co- rrespondía. Amén de esta estrecha vinculación con el S. 1. P. y con la persona de su promotor y primer director, el nombre de Pericot está unido al de Va- lencia por haber sido allí donde alcanzó los timbres de mayor gloria, que hicieron de él una primera figura de la Prehistoria mundial. Pero también, aunque gerundense de nacimiento, Pericot gustaba de recordar, no sin orgullo, la cuna andaluza de su madre, que le hacía sen- tirse mestizo Tampoco voy a negaros d e c í a el día de su ingreso en la Aca- demia- que cierto mestizaje tenga también sus atractivos y que el uso de d os lenguas sin problema ín ti mo p ar a el lo me dé l a sens ación de vivir con d os almas en perfecta paz y armonía sorprendiéndonos incluso que alguien pueda crear i narmonía en lo que a ot ro s s e nos da c omo cosa lla- na y sin complicaciones. Forma do e n la Universidad de Barcelona con Bosch Gimpera como su maestro principal, realiza en Madri d (1918-1919) los cursos de Doctorado, que le ponen en contacto con Gómez-Moreno y to do el grupo de historia- dores y arqueólogos del Centro de Estudios Históricos (Tormo, Sánchez

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Jose Maria Blazquez

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  • + LUIS PERICOT (2-IX-1899 - 12-X-1978)

    Cuando hace algo ms de un ao celebrbamos en Valencia los profe- sionales de la Arqueologa el quincuagsimo aniversario de la fundacin del Servicio de Investigacin Prehistrica de la Diputacin Provincial, nuestro compaero don Luis Pencot, muy aquejado ya por la enfermedad que acaba de llevarle a la tumba, me comunicaba entristecido que nunca ms podra asistir a ninguna sesin de la Real Academia de la Historia. Su dolencia, ms sensible cada da, le impeda incluso desplazarse sin acompa- amiento. El viaje de Barcelona a Valencia haba sido posible a costa de un gran acopio de fuerzas, l tema que de sus ltimas fuerzas, como en efec- to- ha sucedido: un ao ms tarde, y en fecha tan sealada como la de la fiesta del Pilar, don Luis Pericot nos ha dejado para siempre.

    Hago hincapi en su ltimo viaje a Valencia como algo sumamente significativo. Los organizadores de aquella conmemoracin, con don Do- mingo Fletcher Valls a la cabeza, haban puesto tenaz y entraable em- peo en que, a pesar de sus achaques, no faltase en la misma el "doctor Pericot" como representante de la generacin de los fundadores de aquel ejemplar instituto, subdirector y director del mismo en los difciles aos en que don Isidro Ballester, como persona no grata a una Diputacin re- publicana, fue injustamente despojado del cargo de director'que le co- rresponda.

    Amn de esta estrecha vinculacin con el S. 1. P. y con la persona de su promotor y primer director, el nombre de Pericot est unido al de Va- lencia por haber sido all donde alcanz los timbres de mayor gloria, que hicieron de l una primera figura de la Prehistoria mundial.

    Pero tambin, aunque gerundense de nacimiento, Pericot gustaba de recordar, no sin orgullo, la cuna andaluza de su madre, que le haca sen- tirse mestizo : Tampoco voy a negaros d e c a el da de su ingreso en la Aca- demia- que cierto mestizaje tenga tambin sus atractivos y que el uso de dos lenguas, sin problema ntimo para ello, me d la sensacin de vivir con dos almas en perfecta paz y armona, sorprendindonos incluso que alguien pueda crear inarmona en lo que a otros se nos da como cosa lla- na y sin complicaciones.

    Formado en la Universidad de Barcelona con Bosch Gimpera como su maestro principal, realiza en Madrid (1918-1919) los cursos de Doctorado, que le ponen en contacto con Gmez-Moreno y todo el grupo de historia- dores y arquelogos del Centro de Estudios Histricos (Tormo, Snchez

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    Cantn, Mergelina, Cabr, Camps, etc.). Y, por otra parte, recibe las en- seanzas de Obermaier, ms afn al grupo de Bosch, en cuanto a su forma- cin germnica y su concepcin ultrapirenaica de la Historia, frente al hispanismo acrrimo de Gmez-Moreno. Este nadar entre dos aguas, armo- nizando discrepancias, fue una constante en la vida de Pericot, una acti- tud de la que siempre se sinti ufano. Las enemistades y disputas agrias entre cientficos, suscitadas por diferencias de temperamento, de escuela o de filosofa, entristecan su espritu conciliador. Quizs el ltimo y ms ilusionado de sus proyectos de vejez era la redaccin de unas Memorias, a las que varias veces aludi en sus ltimos escritos y discursos, que no s hasta qu punto estaban adelantadas y en las cuales se propona trazar la semblanza de cuantos maestros de la Prehistoria y la Arqueologa haba co- nocido y tratado en sus muchos aos de estudios, viajes y quehaceres pro- fesionales. Esperamos que sus ms ntimos discpulos rescaten y publiquen lo que de ellas quede entre sus papeles. Muchos datos ignorados y muchas sabrosas ancdotas esmaltarn esas pginas, sazonadas por aquella irona ampurdanesa, aquel fino sentido del humor que tantas veces iluminaba el semblante de nuestro querido compaero. Los aos -deca en 1972- me han permitido borrar los resquemores propios y ajenos. An hace pocos meses m i maestro Bosch Gimpera, admirable y generoso siempre, desde su nueva patria, Mxico, me escriba, al saber que yo iba a suceder en el silln acadmico a don Manuel Gmez-Moreno, unas frases que a la vez expresan la admiracin por el genio fallecido y la disculpa de las vas cientficas que tendan a la disarmona, cancelando as viejas discrepancias que han perdi- do todo sentido.

    Si adems de haber sido testimonio de esta feliz conciliacin s i g u e diciendo- os contara m i alegn, en 1954, por haber presenciado y con- tribuido a la reconciliacin entre Breuil y Hernndez Pacheco, como antes haba ocurrido entre Breuil y Cabr, y ms tarde la que me produjo la eps- tola del abad de Soria, Gmez Santacruz, con elogiosas frases para Schul- ten tras aos de implacable hostilidad en un punto tan neurlgico como Numancia, y an otros episodios ms recientes, comprenderis que venga ahora ante vosotros con la conciencia tranquila por haber luchado cuanto me fue posible por la armona de los arquelogos espaoles y su amistad con los sabios extranjeros que han sentido como nosotros el aura misterio- sa que surge del remoto pasado hispnico ...

    Esa aura haba sido percibida y gozada por el Pericot mozo del Am- purdn desde sus primeras correras por la campia patria, salpicada de tan privilegiadas ruinas: nada menos que Ampurias, la mayor y ms influyente de las colonias griegas de Espaa, cabeza de puente, adems, de la coloni- zacin romana; pero tambin Rhode y los oppida iberogriegos como Ullas- tret, no tan excavado entonces como hoy lo est por amor e inters de Pericot y de sus discpulos gerundenses. Y an habra que aadir los cam- pos de urnas que sealan la aparicin de los indoeuropeos al sur del Piri-

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    neo; y , antes que ellos, los dlmenes a los que Pericot haba de dedicar el primero de sus trabajos cientficos de envergadura, La civilizacin megal- tica catalana y la cultura pirenaica, publicado ya en 1925 y cuya segunda edicin apareci en 1950.

    A raz de esta publicacin, el joven ihvestigador accede a la ctedra de Historia Antigua y Media de Espaa de la Universidad de Santiago de Com- postela. Su maestro Bosch Gimpera tiene empeo en que este prometedor discpulo investigue y forme escuela en una comarca hispnica tan inexplo- rada y descuidada como era entonces Galicia. El joven profesor es objeto de una cordial acogida entre los estudiosos gallegos. El inolvidable Floren- tino Lpez Cuevillas, el ms destacado de los prehistoriadores de la regin, se brinda a colaborar con l en las excavaciones de la citania de Troa (Ponteareas, Pontevedra), realizadas entre 1927 y 1930.

    La estancia (1925-1927) de Pericot e n Galicia fue demasiado breve pa- ra que realizara e n ella una obra consistente, tanto por lo que toca a la in- vestigacin como a la docencia universitaria. Y a en los tiempos en que ex- cav Troa haba pasado a la Universidad de Valencia para desempear la ctedra de Historia Moderna y Contempornea de Espaa en virtud de uno de aquellos absurdos concursos que han singularizado a nuestras Universi- dades entre todas las del mundo civilizado. Pero, pese a la denominacin de su ctedra, su labor cientfica sigui desarrollndose en el campo de la Prehistoria y fue all donde realmente logr formar u n selecto grupo de discpulos, colaborando con el equipo del Servicio de Investigacin Pre- histrica y efectuando trabajos de campo que haban de culminar en el ms notable de sus logros: las excavaciones de la Cueva del Parpall (Gan- da), donde, adems de millares de piezas lticas de las industrias del gra- vetiense, solutrense y magdaleniense, exhum ms de 5000 muestras de la pintura y el grabado de aquellas edades, como puede verse en La Cue- va del Parpall, Madrid, 1942, y Parpall treinta y cinco aos despus, en Pyrenae 1 1965,l-20.

    Muy tpica y expresiva de su carcter apacible fue su reaccin ante la acogida dispensada en Francia a sus descubrimientos del Parpall: Since- ramente, nuestros colegas franceses, que son quienes se ocupan con la mxima autoridad de los temas de arte cuaternario, nunca tomaron en cuenta con algn inters nuestros resultados. Siempre consideraron al Parpall como un apndice provincial, tosco, de sus grandes focos arts- ticos y n o se les ocurri pensar que en aquel apndice poda haber queda- do algn vestigio de estratigrqfa estilstica que en sus ricas comarcas hu- biese desaparecido del todo. N o es que yo quiera exagerar la crtica, pues me doy cuenta de la pobreza artstica del Parpall frente a docenas de yacimientos franceses contempomneos. Pero sigo creyendo que hay por lo menos unos cuantos aspectos en la sucesin de estilos de nuestra cueva que han de tener un valor general para todo el Occidente.

    Es curioso constatar en pasajes como ste n o slo la modestia, la mansedumbre, sino tambin la firmeza que haca compatible aquella vir- tud con la fidelidad a unas convicciones que al final han acabado por im-

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    ponerse. En efecto, el arte del Parpall desempea hoy un papel bsico en los esquemas del arte paleoltico; la serie interminable de plaquetas con ciervos, caballitos y motivos abstractos acredita por una parte la fa- cilidad pasmosa y generalizada del hombre prehistrico para las artes del diseo y por otra sugiere con viveza el probable carcter de exvoto que poseen estas manifestaciones.

    Quiz la del Parpall haya sido para l la predilecta entre todas sus aportaciones cientficas, pero en el mismo horizonte, y sin salir del mar- co de la prehistoria valenciana, merece la pena recalcar su labor en otros yacimientos: la Cueva de las Mallaetas, el Barranco Blanco y la Cueva de la Cocina como estaciones complementarias de la del Parpall.

    Por lo que al mundo de la cultura ibrica se refiere, es de subrayar su participacin en los descubrimientos y la realizacin o direccin de los trabajos en dos localidades magnficas de la comarca valenciana: una de ellas, la Bastida de los Alcuses de Mogente, un extenso poblado situado en lo alto de un cerro, hoy sombreado de pinos, que conservaba entre los muros de un viejo oppidum todas las menudencias, indgenas e importa- das, que integraban el mobiliario y el ajuar domstico de nuestros ante- pasados levantinos. Permitidme que entre estas menudencias recuerde el broncecito de un guerrero que se hizo representar en su caballo, tocado l con un casco de penacho tan grande como toda su figura, y que los va- lencianos han considerado tan representativo de la provincia, que desde hace un ao la capital ha querido tenerla no slo en el Museo, sino tam- bien en la calle como estatua. Y el segundo de los yacimientos aludidos no es otro que el famossimo cerro de san Miguel de Liria, mero residuo por desgracia de un poblado de ceramistas, tan aficionados a la decora- cin figurada como al arte parlante, que nos ha dado en sus vasos el re- pertorio ms extenso conocido hasta hoy de documentos en lengua ib- rica.

    Aun manteniendo sus vnculos con Valencia y la regin valenciana, en la que sigui trabajando, Pericot se traslada en 1933 a Barcelona, don- de hasta la fecha de su jubilacin desempea sucesivamente cuatro ctedras de nomenclatura distinta: Etnologa en 1933; Historia Moderna y Contem- pornea de Espaa en 1934; Historia Antigua y Media, con la que haba empezado y a la que vuelve, en 1943; y por ltimo, Prehistoria en 1954.

    Su paso por la Etnologfa no fue tan forzado como pudiera parecer, pues a esta materia dedic largo estudio, parte sustancial de su obra escri- ta y un considerable nmero de viajes. Todo ello le granje merecido pres- tigio como africanista y mnericanista. Sus extensos tratados de la Amrica autctona, empezando por Los pueblos de Amrica (1928 y 1945) y la Amrica indgena (1935 y 1961), hicieron de l una autoridad solicitada por Congresos, conferencias y cursos internacionales tanto en Europa co- mo en Amrica.

    No cabe en el breve marco de esta nota la pretensin de comentar de- tenidamente la obra escrita en este y otros campos por el maestro Pericot. Para ello remitimos al lector curioso al folleto titulado Ttulos y trabajos

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    del profesor Dr. Luis Pericot Garca, publicado en Barcelona (1950) por sus amigos y discpulos, los mismos que ahora esperamos que se encargarn de ponerlo al da. El citado folleto encierra una relacin de 325 ttulos de libros, artculos de revistas (no peridicos de la prensa diaria), memorias de excavaciones, traducciones de obras extranjeras (muchas e importantes en su poca, como el Viriato de Schulten, la Italia primitiva de Len Homo, la Prehistoria de Hoernes, etc.), comunicaciones a Congresos y re- seas de libros y artculos cientficos, todo ello testimonio de una activi- dad incesante, ms de admirar si se considera el crecido nmero de viajes realizados al mismo tiempo. Como muestra citar slo los efectuados despus de 1950 al continente americano y que son los siguientes: 1952, a Estados Unidos y Mjico; 1953, a Chile, Argentina y Uruguay; 1956, a Estados Unidos, Mjico, Per, Ecuador, Colombia y Venezuela; 1958, a Estados Unidos, Puerto Rico y Mjico; 1960, a Estados Unidos; 1961, a la Argentina; 1962, a Mjico; 1970, a Estados Unidos y Mjico. Adanse a los viajes las conferencias que en este campo americano superan el nmero de cien en los aos y pases acabados de citar. Como escriba Garcia y Be- llido en la contestacin al discurso con que Pericot solemniz su ingreso en la citada Academia, viaj, ley, conferenci tanto, asisti a tantos Congre- sos, a tantas reuniones y juntas, presidi tantas oposiciones, que ignoro de dnde sac el tiempo para escribir tantos libros, tantos artculos y recen- siones y traducir tantos tratados. Esto es un misterio, pero es tambin una verdad.

    En los primeros aos sus asistencias a la Academia no fueron raras; pe- ro ltimamente su enfermedad le tena apartado de estas y otras tareas. Sintamos todos dolorosamente el vaco que deja y roguemos por su eterno descanso.

    ANTONIO BLANCO FREIJEIRO

    Luis Pericot Garca, cuya reciente desaparicin lloraron no slo los prehistoriadores del Mundo entero. sino tambin los estudiosos de la An- tigedad, principalmente los esp&oles, consagr parte de su prodigiosa actividad cientfica al conocimiento de los vueblos de la Esvaa Antigua

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    en la etapa ya propiamente histrica, es decir, cuando, desde finales de la Edad del Bronce, recibieron el impacto de las colonizaciones fenicia, griega, cartaginesa y romana. A l se debe una historia general de todo aquel momento que ha constituido el obligado punto de partida para cuan- tos nos hemos dedicado con posteridad a este perodo histrico: me refie- ro a la obra, monumental y magnficamente ilustrada, de la coleccin Ga- llach de Barcelona que lleva por ttulo Historia de Espaa. Tomo I. Epocas primitiva y romana, que es el primer volumen de una gran Historia de Es- paa y cuya primera edicin apareci durante la repblica, la segunda en 1942 y la tercera en 1957. Como bien indica el ttulo, se trata de una obra que abarca desde la ms remota antigedad del hombre en el solar hispano hasta la llegada de los brbaros; comprende, pues, la Prehistoria, la proto-

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    historia y la Espaa romana. Es una ambiciosa obra de conjunto y el pri- mer gran intento de trazar una panormica de este tema, ya que el primer intento de sinopsis, debido a Bosch Gimpera, la Etnologa de la pennsula Ibrica, aparecido en Barcelona (1932), termina con la llegada de los Ro- manos en 218 a. J. C., con ocasin de la segunda guerra Pnica. En este li- bro demuestra Pericot un conocimiento exhaustivo, respecto a los pueblos hispnicos, de las fuentes literarias, cuando existen, y de la abundancia bi- bliogrfica, principalmente arqueolgica, cuyas conclusiones incorpora en el texto. Y, en lo referente a la Hispania romana, su visin es completa dentro de la brevedad impuesta a este tipo de publicaciones. El estilo es gil y en l se aprecia un gran poder de sntesis; y as, el libro se dirige al pblico culto, pero su lectura resulta til para el especialista.

    Avalora mucho el contenido de esta Historia lo magnficamente que est ilustrada. El material arqueolgico, seleccionado, sin duda, por el gran maestro desaparecido, prueba el conocimiento profundo que tena de todas las aportaciones de la Arqueologa.

    Parte del contenido de este tratado, en resumen que se lee con gran deleite, qued incorporado en el libro, ms bien pequeo, titulado La Es- paa primitiva (Barcelona, 1950), traducido luego por la prestigiosa edi- torial francesa Payot.

    La colonizacin fenicia y pnica en las islas Baleares fue otro tema que Pericot trat, con especial amor, en su libro Las islas Baleares en los tiempos prehistricos (Barcelona, 1975), traduccin al castellano del original ingls, aparecido en la coleccin que con tanto acierto dirige el profesor Daniel, de la Universidad de Cambridge, prehistoriador de fama mundial. De todos era bien conocido el inters que Pericot demostr a lo largo de su vida por todos los problemas relacionados con aquel ar- chipilago en la Antigedad.

    El estudioso del mundo antiguo, y ms concretamente, de la Espa- a antigua le agradece la publicacin de otras obras ms especficamente histricas. Quin no ha ledo su traduccin de la Historia de Numancia (Barcelona, 1945) en que Schulten, el sabio profesor de Erlangen, sinte- tiz su monumental Numantia aparecida en cuatro gruesos volmenes?

    Sin embargo, lo que ms til nos result a todos es su actuacin como promotor en los Fontes Hispaniae Antiquae debidos al propio Schulten. No slo su nombre figura en los tomos 1, IV, V, VI y IX, sino que, sin su decidido apoyo, esta publicacin, realizada en los azarosos tiempos de la guerra civil espaola y aos inmediatamente posteriores, no habra visto la luz. Pericot comprendi sin dada la transcendencia de estos volme- nes para el conocimiento de la historia de Espaa antigua. Hoy da, algu- nos comentarios del gran hispanista alemn nos parecen superados. Los problemas que apasionaban a uno de los ltimos discpulos de Mommsen no son los nuestros, pero nadie puede escribir una lnea sobre este tema sin consultar la coleccin, que pone en mano del estudioso casi todas las fuentes de los autores griegos y latinos con comentario y traduccin.

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    El inters de Pericot no se circunscribi slo a los pueblos hispni- cos; tambin el mundo romano cautiv su atencin. Esto queda reflejado en su Historia de Roma, redactada en compana de su discpulo y adjunto de Ctedra, el profesor Ballester, libro que han utilizado tantas genera- ciones de estudiantes espaoles.

    Permitidme que termine con algn sentimiento personal. El Pericot al que ms recuerdo no es el cientfico, preocupado por la Prehistoria europea, africana o americana, el historiador de los pueblos de la Espa- iia Antigua y de los indios americanos, el ameno conferenciante de va- rios continentes, sino el hombre bueno y carioso, preocupado por los problemas de cualquier estudiante, principiante o investigador o futuro catedrtico. El amigo ,que, .siempre que le visit en su universidad de Barcelona, camino de Alemania o Italia, me invitaba a cenar en Las Siete Puertas, junto al puerto de Barcelona, y se interesaba por todo lo que a m, personal y cientficamente, me afectara en ese momento. Este es el Pericot que ms profundamente grabado queda en mi recuerdo.

    JOSE MARIA BLAZQUEZ