pe hinkelammert - teologia profana y pensamiento critico conversaciones con hinkelammert

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    Teologa profana

    y pensamienTo crTicocv

    fz Hkt

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    Otros descriptores asignados por la Biblioteca Virtual de CLACSO:

    Hinkelammert, Franz / Teologa / Pensamiento crtico / Filosoapoltica / Economa / Teologa de la liberacin / Marxismo /Modernidad / Espiritualidad / Amrica Latina

    Fernndez Nadal, EstelaTeologa proana y pensamiento crtico : conversaciones con Frank

    Hinkelammert / Estela Fernndez Nadal y Gustavo Daniel Silnik. - 1aed. - Ciudad Autnoma de Buenos Aires : CICCUS; CLACSO, 2012.

    194 p. ; 25x16 cm. -

    ISBN 978-987-1891-03-0

    1. Teologa. I. Silnik, Gustavo Daniel II. TtuloCDD 291.2

    La responsabilidad por las opiniones expresadas en los libros, artculos, estudios y otras colaboraciones incumbe exclusivamente a

    los autores rmantes, y su publicacin no necesariamente refeja los puntos de vista de la Secretara Ejecutiva de CLACSO.

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    Teologa profana

    y pensamienTo crTico

    cv

    fz Hkt

    Estela Fernndez Nadal

    Gustavo David Silnik

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    Patrocinado por la Agencia Sueca de Desarrollo Internacional

    Secretario Ejecutivo de CLACSO Emir SaderSecretario Ejecutivo Adjunto de CLACSO Pablo Gentili

    rea de Produccin Editorial y Contenidos Web de CLACSO

    Responsable editorial Lucas SablichDirector de arte Marcelo Giardino

    Produccin Fluxus estudio

    Impresin Grca La SRL

    Primera edicinTeologa profana y pensamiento crtico. Conversaciones con Franz Hinkelammert

    (Buenos Aires: CLACSO, septiembre de 2012)

    ISBN 978-987-1891-03-0

    Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales

    Queda hecho el depsito que establece la Ley 11723.

    CLACSOConsejo Latinoamericano de Ciencias Sociales - Conselho Latino-americano de Cincias Sociais

    Estados Unidos 1168 | C1023AAB Ciudad de Buenos Aires | ArgentinaTel [54 11] 4304 9145 | Fax [54 11] 4305 0875 | |

    No se permite la reproduccin total o parcial de este libro, ni su almacenamiento

    en un sistema inormtico, ni su transmisin en cualquier orma o por cualquier

    medio electrnico, mecnico, otocopia u otros mtodos, sin el permiso previo del editor.

    Este libro est disponible en texto completo en la Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO

    Director editorial: Juan Carlos Manoukian

    Consejo editorial: Mariano Garreta, Susana Ferraris, Violeta Manoukian, Hctor Olmos

    Produccin: Cecilia Camporeale, Toms Manoukian

    Comunicacin: Rubn Aguilar

    Administracin y logstica: Eliana Fiorito, Ariel Scharan

    Ediciones CICCUS | Medrano 288 | C1179AAD | Ciudad de Buenos Aires | Argentina

    Tel. [54 11] 4981 6318 | [email protected] | www.ciccus.org.ar

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    ndice

    Prlogo e r Fe-Be | 9

    IntroduccIn e Ee Fee n | 13

    Pie Pe

    la trascEndEncIa InmanEntE.

    tEologa ProFana y crtIca dE la razn

    1. Epiii e h epiii e pe. | 27

    2. cei e e ie. | 42

    3. ci e pi.Iiiii ebei. | 58

    4. E je e eeie e :y i ee. | 69

    5. c iei i.E peii epe. | 84

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    se Pe

    PEsImIsmo y EsPEranza. trayEctorIa vItalE IntElEctual dE Franz HInkElammErt

    1. Ifi e aei e i e. | 93

    2. l pe: beiiee, iee bqe. | 100

    3. chie: ieii, iii exii. | 111

    4. E if e eibei: pie eiei e je. | 125

    5. l i e bie : ei e iii. | 151

    ndIcE dE contEnIdos | 181

    BIBlIograFa cItada | 185

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    Prlogo

    Franz Jose Hinkelammert no necesita ser presentado al pblico latino-americano. Tanto su etensa e importante obra, as como la cantidad deestudios que se dedican desde hace ya mucho tiempo al anlisis de susplanteamientos, lo destacan como uno de los pensadores contempor-neos ms relevantes e inuyentes en todo el mbito latinoamericano,debindose decir tambin que es igualmente conocida la impronta desu obra, que trasciende las ronteras de Amrica Latina. Tal como seve, entre otras cosas, por la recepcin de su trabajo en crculos de pen-samiento crtico en varios pases de otros continentes.

    La presentacin del autor no es, por tanto, la tarea que se imponecomo una necesidad para marcar el objetivo de este prlogo; una tareaque, por lo dems, ecedera los lmites de esta breve entrada al libro. Ydecimos esto no slo debido a la complejidad de la obra y personalidadde Franz Hinkelammert sino tambin porque, de hacerlo as, habraque presentar a los otros dos coautores de este libro, a saber, EstelaFernndez Nadal y Gustavo David Silnik. Por ello entendemos que latarea de este prlogo, que bien visto no pasar de ser una nota intro-ductoria para invitar a la lectura de este teto, debe atenerse ms bien

    a una presentacin del asunto que se trata en estas pginas.Atenindonos, pues, a esto, empezamos por resaltar el dato

    al que acabamos de aludir: El libro trata del asunto Franz Jose

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    Hinkelammert; pero lo trata entre tres y como asunto de tres. El li-bro es ruto de entrevistas, es un dilogo o, si se prefere, una entre-vista de Franz Jose Hinkelammert con Estela Fernndez Nadal y

    Gustavo David Silnik en la que pasan revista a la vida y obra deFranz Jose Hinkelammert.Pero acaso lo ms notable, por ser justamente lo ms dicil de

    lograr en entrevistas semejantes, densas y largas, es el hecho de que laspreguntas no son un mero y simple interrogatorio erudito sino un artede participacin en lo que indagan y con quien se indaga. De suerte queentre preguntas y respuestas se va tejiendo un teto compartido, carga-do de eperiencias, ideas, intuiciones e hiptesis de trabajo y de accin,que apasiona con un itinerario en el que la amena orma coloquial seconjuga siempre con la reein seria y prounda.

    Dicho lo anterior sobre el carcter o estilo del libro en general,creo que lo segundo que cabe destacar en este teto es la acertada pe-riodizacin de lo que se podra llamar la biograa espiritual (en elsentido de espiritualidad de que se nos habla en estas conversaciones,como indicaremos luego) de Hinkelammert. Se distinguen cinco eta-pas que van desde la primera juventud hasta la madurez actual y enlas que se subraya en cada una de ellas o se pone de marco reerencialun acontecimiento histrico importante. Vistos en breve: el nazismoy la Segunda Guerra Mundial (para la primera etapa); la Guerra Fra

    (para la segunda etapa); los movimientos sociales y la emergencia delas dictaduras en Amrica Latina (para la tercera etapa), los dos oncede septiembre, el de 1973 y el del 2001 (para la cuarta etapa) y la cadadel socialismo llamado real (para el inicio de la quinta y actual etapa).

    Es en torno a esos acontecimientos contetuales e histricos quese va centrando el discurso sobre el desarrollo respectivo o, si se prefe-re, que se va conversando la trayectoria intelectual de Hinkelammert,en el sentido literal de una aventura ante los desaos que en cadamomento se senta que deban ser arontados.

    Es adems a la luz de ese teln de ondo social, histrico, y po-ltico, que es al mismo tiempo marcadamente personal, que se va e-plicando cmo, por qu y cundo se recurre a ciertos autores, es decir,que se va viendo el dilogo de Franz Hinkelammert con los pensadoresque le han inuido y / o con aquellos ante los que cree necesario tomarposicin, aun cuando se vaya a contracorriente, como es el caso espe-cfco con Nietzsche.

    Sin olvidar, por ltimo, que esos acontecimientos son tambinel trasondo que sirve para tratar y comprender la compleja relacin

    de Hinkelammert con la academia y otras instituciones, lo mismoque su proundo sentido de la amistad en medio de las dierencias dejuicio poltico.

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    Pero evidentemente en este recorrido se conversan tambin lostemas centrales, las preocupaciones rectoras, las apuestas heursticas,las incertidumbres, las esperanzas, etctera, que han impulsado y man-

    tienen vivo y abierto el quehacer intelectual de Hinkelammert.Y es precisamente esto lo que merece ser subrayado en tercerlugar. El lector encontrar en este nivel temtico del libro un reperto-rio sumamente denso, cuyos temas nacen en tensin dialctica con elacontecer histrico del momento correspondiente.

    Por nuestra parte nos permitimos en estas breves lneas intro-ductorias llamar la atencin de los lectores de manera especial sobrealgunos pocos temas o preocupaciones que, al menos a nuestro parecer,acompaan a Franz Jose Hinkelammert desde muy temprano y que,en tal sentido, son como reerencias de ubicacin undamental en sudensa trayectoria intelectual. Aqu estara, por ejemplo, la apuesta poraprender a leer lo real y la historia desde los dbiles, la valoracin delhorizonte que abre el humanismo compartido por ms all de interesesdemasiado particulares, la idea o el programa de recuperar la espiritua-lidad como eperiencia undante y constituyente de lo humano, la ticadel sujeto en el conteto de la ley que mata, la economa para la vida ola conviccin de la necesidad del reencantamiento del mundo sin caeren un optimismo sin base.

    Por ltimo se permitir que destaquemos, aunque debera ser

    obvio, la sinceridad y claridad con que se nos orece esta trayectoriavital e intelectual, como la llaman los propios autores. Debera ser elloobvio, como decimos; pero bien sabemos con cunta recuencia se recu-rre a mscaras e incluso a las tergiversaciones para adornar el caminorecorrido segn los intereses de alguna tipologa ms a la moda.

    Pero no es ste el caso en este dilogo que desde el principio alfnal transparenta con admirable consecuencia la historia y el pre-sente del asunto que lo convoc. Por eso mi admiracin y reconoci-miento, esperando que el esuerzo realizado sirva de ejemplo y pronto

    podamos contar con otros intentos semejantes al que hoy podemos leeren estas pginas.

    Ral Fornet-BetancourtAachen, 16 de agosto de 2011.

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    introduccin

    Este libro es la realizacin de lo que inicialmente ue un deseo casi nti-mo y largamente acariciado: queramos darnos el gusto, tanto GustavoSilnik como yo, de encerrarnos una semana con Franz Hinkelammertpara conversar sobre las principales tesis de su obra, plantearle nues-tras dudas, observaciones, sugerencias; contarle nuestros primos pa-sos y hacerlo partcipe de los mismos.

    Sucedi empero que, a medida que el deseo se iba cumpliendo,ambos entrevistadores nos uimos dando cuenta de que el resultadode ese encuentro con el maestro trascenda esos objetivos personales,

    y que el asunto iba adquiriendo un evidente inters general, flosf-co y social, capaz de capturar a un pblico mucho ms amplio queel pensado inicialmente: desde luego no solamente nuestro equipo deinvestigacin en Mendoza, pero tampoco los compaeros del Grupo dePensamiento Crtico1, con sede en Costa Rica, ni el crculo ms ampliode especialistas en pensamiento latinoamericano contemporneo. A lolargo de estas conversaciones, el flsoo Franz Hinkelammert, obser-vador reeivo y crtico de la contemporaneidad y de sus races en laracionalidad moderna, se hizo presente con todo el brillo de su agudo y

    1 Sobre el Grupo de Pensamiento Crtico, su historia, programa y objetivos, puede verseen Internet la pgina http://www.pensamientocritico.ino/quienes-somos.html

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    proundo pensamiento, y se mostr capaz de iluminar los senderos os-curos y tenebrosos, llenos de acechanzas y peligros, por los que transitahoy la humanidad. De all que pensramos que el pblico interesado

    en ver a travs de los resplandores de esa luz era mucho ms vasto queel especializado, y que alcanzaba a muchsimas personas, ms o me-nos inormadas sobre la problemtica socio-ambiental actual, ms omenos adiestradas en la lectura de tetos flosfcos, que se interrogansobre el horizonte de sentido del presente. Por eso hoy, mientras escriboesta introduccin, imagino como posibles destinatarios a todos y todaslos que conormamos un vasto nosotros, en el que conuyen quienessentimos una misma preocupacin, surgida de la toma de concienciaante los reeridos peligros, pero tambin la misma esperanza, sosteni-da en sabernos, a pesar de todo, (modestos pero posibles) actores dela historia. Este libro se dirige a ese nosotros, a ese amplio colectivoque comprende la necesidad de reorientar esta llamada civilizacinmoderno-occidental por un cauce dierente al que ha sido trazado porminoras que, sin haber consultado a nadie, ya han decidido a avor delsistema y en contra de la continuidad de la vida.

    Como es sobre todo a ese pblico amplio al que se dirige estelibro, me permito dedicar la primera parte de esta introduccin a rese-ar la vida y obra del asunto (como dice Ral Fornet-Betancourt en elPrlogo) que nos ocupa: el flsoo Franz Jose Hinkelammert. Se trata

    de una resea, porque precisamente la segunda entrevista que ormaparte de este libro tiene por objeto especfco la indagacin en las dis-tintas etapas por las que atraves su eperiencia vital e intelectual. Sinembargo, creo que una breve sntesis puede resultar de utilidad paraquienes conocen solo parcialmente su obra o su itinerario intelectual.En una segunda parte de esta introduccin, har reerencia a las cir-cunstancias que rodearon la realizacin de este libro, as como tambina su estructura e importancia.

    1. El economista flsoo y telogo Franz Hinkelammert naci en Ale-mania en 1931. Doctor en Economa por la Universidad Libre de Ber-ln, Hinkelammert realiz su ormacin de posgrado en el Instituto deEuropa oriental de esa Universidad.

    Al inicio de su carrera acadmica, el joven Hinkelammert quehaba recibido en Berln un intenso entrenamiento en la lectura de lasuentes clsicas del marismo y en la investigacin de las economas so-vitica y europea del Este se interes por desentraar lo que, ms alldel agnosticismo declarado de los dirigentes comunistas, l interpreta-

    ba como una teologa implcita en la idea de la planifcacin socialista.Este descubrimiento despert su inters por escudriar la presenciadel mismo tipo de ideologas en las economas occidentales. Una osada

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    comparacin entre las proyecciones utpicas de ambos modelos, lo lle-v a la sorprendente conclusin de que eistan caractersticas anlogasen la orma en que la teora neoclsica conceba el equilibrio general y

    la manera en que los economistas soviticos pensaban el comunismo.Radicado en Santiago de Chile a partir de 1963, vivi en elpas hermano durante los aos de la eperiencia de construccin delsocialismo, liderada por Salvador Allende. All desempe una re-levante labor acadmica: ue proesor de la Universidad Catlica deChile, del ILADES (Instituto Latinoamericano de Doctrina y EstudiosSociales) y miembro del CEREN (Centro de Estudios de la RealidadEconmica Nacional).

    La eperiencia vital y acadmica de su etapa chilena (1963-1973)ue sumamente importante en la trayectoria intelectual posterior deHinkelammert. Esos aos de prounda revulsin social y terica, lopusieron en contacto con una realidad dierente de la europea y la so-vitica, as como tambin con desarrollos tericos no transitados enlas academias del centro. En particular, Hinkelammert descubri enChile la Teologa de la liberacin y la Teora de la dependencia. Desdeentonces, orj una mirada comprometida con Amrica Latina, que noabandonara nunca.

    El terrorismo de Estado desatado a partir del golpe militar de1973 lo oblig a regresar a Alemania, donde permaneci un par de aos

    hasta instalarse primero provisoriamente en Honduras y luego, ya deorma defnitiva, en Costa Rica, en 1976. All und el Departamen-to Ecumnico de Investigaciones, donde realizara su trabajo durantetreinta aos.

    A partir de la interrupcin violenta del proceso democrticochileno, Hinkelammert centr sus anlisis en la alianza entre libremercado y dictaduras totalitarias. Su tesis plantea que, de la mano dePinochet, Chile ue el laboratorio de la primera eperiencia neoliberal,que luego se etendera por Amrica Latina y por el mundo norat-

    lntico. Igual que en Chile, en todas partes la ideologa neoliberal seasociaba a una teologa etremadamente violenta, dispuesta a justifcarla matanza indiscriminada de militantes, estudiantes, artistas e inte-lectuales. Economa y teologa volvan a darse la mano, mostrando lascomplejas relaciones de dominacin que unan por entonces al cielo ya la tierra.

    Esta lnea de investigacin desemboc en la recuperacin de lacategora mariana de etichismo, a la que Hinkelammert interpretcomo un enmeno inherente a la naturaleza humana. Esta es fnita y

    vulnerable, pero est, al mismo tiempo, atravesada por un anhelo deinfnitud, que solo puede encontrar epresin a travs de la creacinde dispositivos abstractos. Como bien descubri Mar, el mercado es

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    uno de tales mecanismos, pero no es el nico. Otras objetivaciones dela actividad humana se separan del mismo modo de su productor y seautonomizan: tal sucede con el lenguaje, la ciencia, las leyes y, en defni-

    tiva, las instituciones. Todas ellas conorman un mundo de mediacionesabstractas, necesarias para la vida, pues nos permiten pensar y actuaren trminos universales, esto es, ms all la eperiencia humana direc-ta. Sin embargo, esas inevitables mediaciones abstractas, creadas parapermitir el desarrollo humano, tienden a independizarse del hombre ya someterlo; incluso, pueden convertirse en poderes que matan.

    Frente a ellos, Hinkelammert sostiene la prioridad de la vidacomo criterio primero y elemental de verdad y de racionalidad. Se tratade un criterio de alcance intersubjetivo, que encierra una comprensindel ser humano como una totalidad socio-natural, cuya supervivenciaeige su integracin con los dems hombres y con la naturaleza a travsde la divisin social del trabajo y del metabolismo con el medio.

    En el ondo del enmeno del etichismo, est la cuestin de laautonomizacin de la racionalidad ormal y abstracta, la racionalidadde los medios, que se ha separado e independizado de la racionalidadmaterial, de los fnes, hasta el punto de suplantarla y subordinarla. Estapreeminencia atraviesa la estructura categorial de todas las ideologaspolticas de la Modernidad y es la causa de sus derivaciones totalitarias,caractersticas del siglo XX.

    La eplicacin de este enmeno lleva a Hinkelammert a analizarel uncionamiento de las utopas, a las que concibe, igual que Kant,como ideas reguladoras de la razn. As entendidas, las utopas consti-tuyen el marco trascendental de condiciones de posibilidad de lo posi-ble, pero son incongruentes con cualquier realizacin social o polticaeectiva. El problema radica, precisamente, en el olvido del carctertrascendental de las utopas, que origina una orma completamentecontradictoria de relacionarse con lo imposible. Segn la misma, lasmetas utpicas, imposibles en tanto superan los lmites de la condicin

    humana, devendran posibles (realizables empricamente) a partir deuna aproimacin asinttica proyectada al infnito.

    El mito moderno del progreso es el sustrato sobre el que se le-vanta ese uso acrtico de la razn utpica. Como consecuencia del mis-mo, las utopas, en lugar de iluminar las posibilidades autnticamenteeectivas, plantean metas tcticamente imposibles, en nombre de lascuales se prohbe y combate cualquier crtica a la realidad presente, quepasa a considerarse como un momento necesario en el trnsito haciala pereccin fnal. .

    La crtica de la razn utpica de Hinkelammert reconoce a lasutopas la capacidad de interpelar el proceso en curso, a fn de inter-venirlo y transormarlo; pero, al mismo tiempo, plantea la necesidad

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    de reormular los proyectos sociales y polticos, entendiendo la accinpoltica como una aproimacin prctica a una utopa siempre sujeta areormulacin y nunca actible en trminos empricos.

    A partir de los aos noventa, tras la cada del muro de Berln,

    el colapso del mundo socialista y el triuno arrasador del capitalismo,Hinkelammert analiza las consecuencias sociales y culturales de lainstalacin de lo que llama la lgica de la nica alternativa. Conside-ra a la globalizacin como una estrategia de acumulacin capitalista,que consigue avanzar e imponerse gracias a que se recubre de unaparticular espiritualidad. Ese entramado espiritual, que acompaala estrategia de la globalizacin capitalista, posee, al igual que otrasidealizaciones anteriores, el carcter de una utopa no sometida a cr-tica. El neoliberalismo retoma el mito del mercado como institucin

    sacralizada, especie de divinidad despojada de carcter trascendentey convertida en un principio inmanente de uncionamiento perecto,que realiza automticamente el inters general. Se trata de una utopa,que, en nombre de laRealpolitik, demoniza todas las dems utopas ycombate las ormas de resistencia que se le oponen, socavando las posi-bilidades de renar la irracionalidad por ella desencadenada y de evitarel suicidio colectivo de la humanidad.

    Para Hinkelammert esa lgica destructora se manifesta tambinen el nivel poltico. La absolutizacin de la relacin mercantil no solo ame-

    naza las bases de sustentacin de la vida en todas sus ormas; tambin,por la va de la conormacin de un poder econmico mundial de carcteretraparlamentario y no sometido al control pblico el poder de las bu-rocracias privadas ha socavado la misma democracia liberal, devenida enmero correlato poltico del mercado como institucin econmica.

    Este problema no solo se plantea al interior de los Estados par-ticulares. Por el contrario, hoy asistimos al asalto del poder mundial.Las mencionadas burocracias de las empresas de produccin mundialno se contentan con la subordinacin de las burocracias pblicas y el

    control de los mercados nacionales, necesitan operar sin intererenciasa nivel del mercado internacional. Para ello, el poder econmico globalrequiere apoyarse en un poder poltico igualmente global: un impe-rio con el poder sufciente para aniquilar toda resistencia en cualquierparte del planeta.

    Frente a esa amenaza, es necesario reelaborar el concepto de de-mocracia, en el sentido de incorporar en ella la capacidad de intervenirlos mercados a fn de someter los intereses de las burocracias privadasal inters primero de la vida.

    Como un complemento de su crtica de la razn utpica, en sustrabajos ms recientes Hinkelammert ha abordado la crtica de larazn mtica. A partir de la puesta en sospecha del concepto de se-

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    cularizacin, ha postulado la eistencia de un continuidad histricaprounda entre Cristianismo y Modernidad y, en orma ms especfca,entre el capitalismo y las ormas ortodoas y represivas de la religiosi-dad cristiana. Sin el acontecimiento Jess, eje de la matriz cristiana,

    no hubiera sido posible el hecho decisivo de la Modernidad, a saber,queDios se hiciera hombre. Hay vasos comunicantes entre ambos mo-mentos histricos, que permiten entender la sobrevivencia, bajo ropajesproanos, de antiguos resortes mticos que impulsan secretamente lasdinmicas de la razn instrumental. A lo largo de todo el proceso, esosmitos han uncionado ambiguamente: muchas veces han justifcado elaplastamiento del sujeto y legitimado su subordinacin a los poderesde turno, pero tambin han servido (y pueden servir hoy) para la afr-macin del sujeto rente a las instituciones.

    La prioridad del sujeto, como uente de resistencia que enrentaa los productos del trabajo humano objetivados, y de la vida, comocriterio material de verdad y racionalidad, hacen de Hinkelammert unpensador proundamente original, que postula un universalismo ticoy poltico de carcter material y concreto, acorde a la condicin delser humano real, que est concreta y corporalmente unido a los otrosseres humanos y a la naturaleza, a un punto tal que no puede vivir sinellos. Asesinato es suicidio es el lema que condensa la concepcinhinkelammertiana del sujeto: una compleja realidad intersubjetiva, de

    cuya emergencia y afrmacin depende la vida, tanto de cada individuocomo de la especie.Alejado del DEI a partir de 2007, Franz Hinkelamert contina

    actualmente su tarea de investigacin y docencia en Costa Rica, dondemantiene vnculos institucionales con la Universidad Nacional Autno-ma (UNA) de Heredia.

    Esa universidad le otorg en 2002 el DoctoradoHonoris Causa,distincin que tambin recibi de la Universidad UniBrasil de Curitibaen 2005. En 2003, el Ministerio de Cultura de Costa Rica le entreg el

    Premio Nacional Aquileo Echeverra. En junio de 2006, ue galardo-nado con la Primera Edicin del Premio Libertador al Pensamiento Cr-tico, que le ue entregado en Caracas por el Presidente de la RepblicaBolivariana de Venezuela, Comandante Hugo Chvez Fras.

    Entre las obras ms importantes de Hinkelammert se encuen-tran las siguientes:

    - Dialctica del desarrollo desigual (1970).

    - Ideologas del desarrollo y dialctica de la historia (1970).

    - Las armas ideolgicas de la muerte (1977).

    - Crtica de la razn utpica (1983).

    - Democracia y totalitarismo (1987).

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    - Cultura de la esperanza y sociedad sin exclusin (1995).

    - El mapa del emperador. Determinismo, caos, sujeto (1996).

    - El grito del sujeto (1998).

    - El asalto al poder mundial y la violencia sagrada del Imperio (2003).- El sujeto y la ley (2003).

    - Hacia una crtica de la razn mtica (2007).

    - Coordinacin social del trabajo, mercado y reproduccin de la vidahumana (2001, junto con Henry Mora).

    - Hacia una economa para la vida (2005, 2008, 2009, junto conHenry Mora).

    2. Las entrevistas a Franz Hinkelammert, que rene este libro, uerontomadas por Gustavo Silnik y por m, durante la semana del 13 al 17 dediciembre de 2010, en San Jos, Costa Rica. Con anterioridad, los treshabamos participado en una reunin del Grupo de Pensamiento Crti-co, espacio de discusin terica que congrega regularmente a los disc-pulos y colaboradores de Hinkelammert residentes en Costa Rica, y entorno del cual procuramos coincidir tambin, cada dos aos aproima-damente, los que estamos repartidos por distintos pases de AmricaLatina, con la propsito de dar continuidad al intercambio de ideas que

    llevamos adelante desde hace muchos aos. En esta ocasin, la reuninhaba tenido lugar en la Universidad Autnoma Nacional de Heredia,bajo el auspicio de la Facultad de Ciencias Sociales y de su (por en-tonces) decano, el economista y colaborador de Franz Hinkelammert,Henry Mora. All habamos debatido en torno a muchas de las cuestio-nes que aparecen en este trabajo, particularmente en su primera parte,esto es, las problemticas del sujeto, su aplastamiento en el marco de laestrategia de globalizacin y la bsqueda de alternativas.

    De manera que, al comenzar la tarea de entrevistar a Franz, los

    tres l mismo, Gustavo y yo venamos de esa eperiencia previa, su-mamente interesante y motivadora, y estbamos todava empapados delentusiasmo que haba envuelto los dilogos y debates producidos en elseno de la reunin del Grupo.

    Tal como lo habamos previsto con anticipacin, durante la se-mana en que nos reunimos diariamente para realizar las entrevistas,trabajamos intensamente, con un promedio de ocho horas por da, re-partidas entre la maana y la tarde, respetando la sagrada pausa pararealizar una siesta reparadora. Franz, que por esos das se aproimabaa su cumpleaos nmero ochenta, hizo gala todo el tiempo de un regoci-jo contagioso y de su ecelente sentido del humor. Durante nuestra largaconversacin trabajamos con alegra, disrutando de la oportunidad

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    de estar juntos, de poder conversar sin apuro y pensar entre los tresese conjunto de cuestiones que nos apasionan. Para Gustavo y para mue una ecelente ocasin para plantearle dudas o pedirle aclaracionesa Franz. En defnitiva, aprovechamos al mimo como si se tratara

    de un regalo que nos hacamos a nosotros mismos de esa ormida-ble oportunidad de internarnos juntos en un laberinto de cuestionestericas y prcticas, que, por el hecho de vivir alejados y de no podercoincidir, cada vez que quisiramos, en el mismo espacio y tiempo, sevan amontonando en muestra cabeza o en un cuaderno, a la espera delprimo encuentro.

    Me parece importante resaltar que ue en ese clima de amistad yalgaraba a riesgo de parecer eagerada dira incluso de elicidad quese produjo el intercambio de ideas, el dilogo denso pero ameno, que re-

    coge este libro. Adems de las ms de doce horas de grabacin que dejcomo resultado, cuando terminamos estbamos los tres inmensamentesatisechos con el trabajo realizado, sensacin esta que se prolong a lolargo de los meses que siguieron, cuando nos ocupamos de transcribir,seleccionar y editar las entrevistas.

    En eecto, ya de regreso en Mendoza, comenz la tarea, largay compleja, de edicin. En los primeros pasos, para la desgrabacin,contamos con la ayuda de Noelia Giampaoletti y de Victoria MartnezEspnola; en las correcciones iniciales colaboraron Gabriel Liceaga y

    el mismo Gustavo; ya sobre el fnal del trabajo, Celia Torres realiz unarevisin fnal de todo el material. A partir del primer teto en soportepapel, dimos comienzo con Franz Hinkelammert a un trabajo minucio-so de correccin, a lo largo del cual uimos ajustando y enriqueciendoel contenido de las entrevistas, en cada uno de los puntos en que a lo a m nos pareci necesario o conveniente introducir ampliacioneso aclaraciones suyas, ya uera para proundizar el tratamiento de lostemas o para proponer signifcaciones que no resultaban sufciente-mente ntidas o clarifcadoras en el intercambio verbal o en las prime-

    ras ormulaciones del teto. Simultneamente, me ocup de introducirun aparato crtico, mnimo pero imprescindible, para poner al alcancede los lectores la inormacin til o importante acerca de la obra deHinkelammert y del conteto en que la misma se ue produciendo, ascomo tambin aquellas reerencias intertetuales y notas aclaratoriasque consider pertinentes para la cabal comprensin de asuntos que,por sobreentendidos o muy conocidos para los interlocutores inmedia-tos de la entrevista, no tenan un desarrollo satisactorio en la versinoriginal de la misma. Por otra parte, todo el trabajo de edicin se hizopartiendo de la premisa de mejorar, sin intervenir groseramente, el es-paol de Franz, que, como es sabido, no es su lengua materna, por

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    lo cual el uso que hace del mismo, aunque sumamente uido y vivaz,adolece de naturales limitaciones.

    A lo largo del trabajo de edicin que estuvo supervisada en cadadetalle por Franz Hinkelammert siempre tuve como objetivo unda-

    mental evitar que se desvaneciera ante la vista del lector el ambientede entusiasmo y conraternidad en el que se realiz la entrevista, quees, adems, el ambiente que genera espontneamente l a su alrede-dor, y que hace tan gratifcante el trabajo intelectual cerca suyo. Unode los mayores logros del libro me parece que es el de haber podidotransmitir el talante diano, distendido y jovial de estas conversacio-nes, desarrolladas en ese clima de confanza y de disrute compartido,permanentemente sesgado por las maniestaciones del humor, siemprecido y sarcstico, de Hinkelammert. Sobre este aspecto en especial,

    la edicin del teto busc preservar el recurso a las fguras retricasde la irona, el doble sentido, el juego de palabras; de all que procurtrasmitir la orma singular en que l maneja esos recursos, dentro deuna naturalidad que nunca da pie a la oensa o al trato hiriente. Porel contrario, ese humor sutil y fno, siempre se desarrolla dentro de laatmsera espiritual que genera su temperamento apacible y aectuoso.Es un humor cido y, sin embargo, inocente, concesivo, respetuoso,que resalta como un aspecto ms de la manifesta bondad y bonhoma,que son, segn pienso, los rasgos ms reconocibles y entraables de la

    etraordinaria personalidad de Franz Hinkelammert.Este estilo de nuestro flsoo es lo que se ha procurado resguar-dar a pesar de las intervenciones que, siempre autorizadas y supervi-sadas por l, se han realizado en la charla original que dio inicio a estelibro. De all que, en numerosas ocasiones, he dejado la inscripcinrisas para ubicar al lector desprevenido en el conteto humorstico oirnico en que se hace un comentario o directamente una broma.

    En lo que respecta a la estructura del libro, el mismo est or-ganizado en dos entrevistas, que responden al orden real en que se

    desarrollaron los encuentros con Hinkelammert en diciembre de 2010.La primera, que hemos titulado La trascendencia inmanente. Teologaproana y crtica de la razn, es un dilogo entablado en torno a laspreocupaciones actuales, tal como han sido volcadas en los trabajosrecientes de Hinkelammert. El eje articulador de estas preocupacio-nes es la caracterizacin de la poca actual como Modernidad in ex-tremis, en la que, sobre la base de la estrategia de acumulacin globaldel capital, se han desarrollado, hasta lmites dicilmente concebiblespoco tiempo atrs, mecanismos de deshumanizacin de la sociedad yde destruccin de la naturaleza; todo ello acompaado de ormas deespiritualidad negadoras de la vida y del sujeto, que no son en absolutoajenas a otras epresiones ideolgicas modernas, siempre justifcato-

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    rias de la preeminencia de los poderes sobre el ser humano, pero quealcanzan hoy ormulaciones inauditas de un undamentalismo y unaintolerancia radicales.

    La segunda entrevista Pesimismo y esperanza. Trayectoria vi-

    tal e intelectual de Franz Hinkelammert ue realizada con el objetode presentar una periodizacin del pensamiento y de la vida del flsoo,en la que venamos trabajando en el marco del proyecto de investigacinque llevamos a cabo en Mendoza con un grupo de docentes, gradua-dos y estudiantes de la Universidad Nacional de Cuyo2. Nos interesabaparticularmente someter ese esbozo de periodizacin a la mirada delpropio entrevistado, a fn de que su evaluacin sobre ella nos abrieraun camino para indagar y recoger la interpretacin y valoracin quel hace, desde el presente, de toda su trayectoria vital e intelectual, y

    muy particularmente de su flosoa, producida a lo largo de ms mediosiglo, en permanente dilogo con el conteto y, por ello mismo, jalonadapor los sucesos histricos que conmocionaron la segunda mitad del si-glo pasado y la primera dcada del actual. Pues, como podr apreciarsea continuacin, el de Hinkelammert es un recorrido que ha atravesadonumerosas ineiones histricas y ha debido dar cuenta reeivamentede todas ellas; sin embargo, y paradjicamente, muestra una continui-dad y una persistencia, en torno a ciertas preguntas undamentales,ciertamente sorprendente.

    Quiero cerrar esta introduccin proponiendo al lector la inter-pretacin del valor especial que, desde mi modesto punto de vista, tieneeste pequeo libro. Quienes hemos tenido la oportunidad de conocerproundamente el pensamiento de Hinkelammert sabemos que, a pesarde la diusin que su obra est alcanzado en determinados crculos depensamiento y del creciente reconocimiento de que es objeto, se tratade un flsoo que permanece desconocido en muchos sentidos. Estelibro proporciona al menos as lo espero la punta del hilo que per-mite, tirando de l, descubrir al flsoo oculto. Oculto, en este caso,

    no porque l busque ocultarse o le guste jugar a las escondidas. Msbien de lo que se trata es de un persistente malentendido que rodea ala obra y a la personalidad de Hinkelammert, generado por la singula-ridad de su pensamiento; un malentendido que, de modo directo y sin

    2 Entre otros integrantes, a lo largo de los ltimos aos han participado y/o continanparticipando en nuestro equipo de trabajo, los siguientes investigadores: Gustavo Silnik,Mercedes Molina Galarza, Gabriel Liceaga, Daniel Rossi, Victoria Martnez Espnola,Manuel Cuervo Sola, Guillermo Barn, Macarena Randis, Nazareno Bravo, Celia Torres,Alba Vega, Claudia Yarza y Vilma Verdaguer. Actualmente, el proyecto de investigacin

    que est en curso, bajo mi direccin, tiene por tema La conuencia de tica y economaen el pensamiento de Franz Hinkelammert. Crtica de la racionalidad tardo-moderna ydiscusin de las condiciones de posibilidad de alternativas, y est radicado en la Secre-tara de Ciencia, Tcnica y Posgrado (SeCTyP) de la Universidad Nacional de Cuyo.

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    tapujos, hemos intentado atacar desde el inicio. Nos reerimos a que lostetos de Hinkelammert ledos, visitados y revisitados por estudiososinteresados en producir una crtica en sentido emancipatorio, capazde abrir una brecha a travs de los callejones sin salida en los que nos

    mantiene encerrados el sistema mundial actual siguen siendo pococomprendidos. Y la razn prounda de esa alta de comprensin est,desde mi perspectiva, en las difcultades que se enrenta a la hora deencasillar, de ubicar, al flsoo en cuestin. Hinkelammert es, parauna buena parte de los intelectuales de la izquierda tradicional gene-ralmente atea, o, cmo mnimo, agnstica, y obviamente hostil a cual-quier orma de religiosidad, incluso si se presenta y defne a s mismacomo revolucionaria un telogo en el sentido habitual, o, an peor,un representante de la Iglesia Catlica o del ecumenismo cristiano, sos-

    pechoso por tanto de mantener vnculos con los intereses demasiadohumanos del clero, sus instituciones, sus aliados y allegados. Y, corre-lativamente, en la otra punta del abanico del progresismo intelectual,conormado por interlocutores cercanos a la Teologa de la liberacin oal movimiento de sacerdotes y laicos que adhieren a la opcin por lospobres, Hinkelammert es considerado como un marista encubiertoo, peor an, como un infltrado, que procura suplantar el amor alprjimo predicado por Jess por una e antropolgica, colocando alser humano en el lugar que le corresponde a Dios por derecho propio.

    Y lo cierto es que Hinkelammert, como en otras varias encruci-jadas en las que se plantean posiciones igualmente opuestas y eclu-yentes, no es ni lo uno ni lo otro. Es un flsoo de una envergadura yuna densidad terica rara vez alcanzada, incluso si consideramos loseponentes ms destacados de la flosoa occidental actual, que si noha obtenido la diusin que merece ni ha sido comprendido en su verda-dera dimensin es porque se trata de un autor que escribe en espaol yque vive, desde hace cincuenta aos, en Amrica Latina. Hinkelammertno es un marista secretamente escondido en las flas de los intelec-

    tuales de la Iglesia ni un espritu religioso, introducido urtivamentey camuado en el campo del marismo acadmico; es un flsoo que,como muy pocos, ha elaborado una interpretacin de la Modernidad, yparticularmente de la Modernidad tardo-capitalista actual, en la que sedesnudan tanto sus deudas y sus continuidades con modalidades de laeistencia humana premodernas, como su especfca y moralmente am-bigua capacidad de cambio y novedad. La comprensin de lo primeroy de lo segundo (las continuidades y rupturas de la Modernidad con laCristiandad, entre otras cosas) eige una revisin radical del conceptode secularizacin, a fn de permitirnos captar la pervivencia de unamitologa tan antigua como resistente, que, con nuevos envoltorios, pro-porcionados por ideologas proanas, mantiene vivos todos los lugares

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    comunes de una espiritualidad sacrifcial e inhumana, supuestamentedesplazada de la escena moderna por la razn y la ciencia, as comoconserva intacto el mismo desprecio atribuido a Dios en el cielo parapoder ser ejercitado a diario en este mundo por el cuerpo y la vida del

    ser humano y de la naturaleza.De all el ttulo de este libro: Teologa proana y pensamiento crti-

    co. Un anlisis penetrante y sin concesiones sobre las divinidades quepueblan nuestra sociedad secularizada y sobre los mitos que justifcanla obediencia a su lgica racional; un anlisis necesario, en tanto es labase sobre la que tiene que levantarse hoy un pensamiento que aspira aser crtico, en el sentido emancipatorio en que Hinkelammert entiendeese trmino: una crtica que, rente al discurso hegemnico que predicala necesidad de salvar el mercado y de someternos a la ley de la oerta

    y la demanda, se lleva adelante en uncin de la sobrevivencia de lahumanidad, en tanto condicin de posibilidad de la conservacin de lasuentes de toda riqueza (la naturaleza y el ser humano), amenazadashoy por la absolutizacin del mercado.

    Ahora bien, esta crtica emancipadora supone que, ms all delclculo y la efciencia ragmentarios que predominan en el mundo enel que estamos inmersos, somos todava capaces de relacionarnos conla totalidad, entendida como un sistema interdependiente, que alcan-za a todas las generaciones humanas y a la naturaleza; una totalidad

    interdependiente que es imposible de ser abarcada por nosotros, queno podemos conocer en sus detalles, ni calcular, pero que nos reveladeterminados valores. Son valores que no se deducen del clculo sinoque son previos a l, y que, en la medida en que se nos hacen presentes,nos hacen entender su absoluta necesidad. Pues sin ellos no es posiblepreservar ni siquiera el espacio limitado en el cual podemos tomar de-cisiones en base al clculo. Son los valores del reconocimiento mutuoentre seres humanos, cuya vida genrica es condicin de posibilidadde la vida individual, y de la propia naturaleza, con quien tenemos la

    misma relacin.Esa es la espiritualidad de lo humano, de la que hablaHinkelammert en las pginas siguientes. Su importancia es evidente:no es posible pensar una alternativa a la estrategia de globalizacin apartir del clculo de utilidad y sobre la base de la espiritualidad delpoder que le es propia, que est conduciendo el mundo a la catstroeanunciada por Walter Benjamin. Para abrir una alternativa, es necesa-rio contar con el resurgimiento y ortalecimiento del sujeto el sujetoaplastado, reprimido, pero que, a pesar de todo, resiste y todava grita.Solo el sujeto puede levantarse y renar la uerza compulsiva de los he-chos que nos lleva al desastre. Pero esa emergencia subjetiva necesitaalimentarse de una espiritualidad de signo opuesto a la hegemnica;

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    para ello, debe recuperar los grandes mitos de liberacin que orj lahumanidad a lo largo de su historia y, particularmente, en los siglosXIX y XX, rente a los mitos del sistema de dominacin (mano invisibledel mercado, progreso, desarrollo, crecimiento). Pero adems, solo es

    posible recuperar esas grandes utopas de emancipacin (anarquistas,socialistas, comunistas) si se las somete a una crtica undamental quemuestre que las imgenes de plenitud de una sociedad libre, justa, soli-daria y reconciliada con la naturaleza, constituyen mitos trascendenta-les y no metas posibles de la accin instrumental medio-fn. Por tanto,son mitos imposibles, que presentan un horizonte no disponible desdeel punto de vista emprico; sin embargo, son totalmente necesarios, ysolo recuperando la espiritualidad que contienen y movilizan ser posi-ble alimentar el resurgimiento del sujeto que pueda pensar alternativas

    posibles y actuar en esa direccin.Ante este planteamiento, la cuestin de si Dios eiste o no, ade-

    ms de constituir un asunto de ndole metasica, que escapa a los inte-reses de una flosoa poltica y prctica como la de Hinkelammert, (yen trminos ms amplios, a la posibilidad humana de respuesta cierta),carece absolutamente de importancia. En cambio, s resulta sumamen-te interesante discernir si los dioses eectivamente operantes en la vidasocial humana, sean de carcter celeste o terreno y seamos o no, comoindividuos, conscientes de su poder, son verdaderos o alsos segn el

    criterio propuesto por Mar. Esto es, su alsedad quedar al descubier-to cuando quien acta en su nombre legitima que el ser humano seahumillado, abandonado y despreciable; en cambio, su verdad saltara la luz cuando, a travs de ellos o en su nombre, se coloque al ser hu-mano en el lugar de ser supremo. Porque ninguna institucin o cosase llame capital, mercado, dinero, contrato o ley es superior a la vidahumana y a la vida de la naturaleza que es condicin de posibilidadde la reproduccin de la vida de todos y todas, y, en consecuencia, porencima del ser humano no puede haber ningn otro Dios. Y esto es algo

    bsico, en lo que tenemos que ponernos de acuerdo, tanto ateos comocreyentes, si queremos preservar la vida en este planeta.De manera que, si se quiere, este libro habla de Dios; dicho esto,

    sin embargo, sera una argucia no advertir que lo hace de una manerabastante singular y, en todo caso, muy dierente de aquellas a las queestamos habituados.

    Estela Fernndez NadalMendoza, 22 de ebrero de 2012

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    la trascendencia inmanenteteologa Profana y crtica de la razn

    1. esPiritualidad de lo humano y esPiritualidad del Poder

    Gustavo David Silnik: Queremos comenzar por algo vinculado a loque t propones como recuperacin del programa de la crtica de

    la religin, que Marx enunci y que el marxismo posterior habraabandonado3. En distintos autores contemporneos se da ciertarecuperacin, una presencia renovada, de la discusin teolgica,particularmente a partir de Pablo de Tarso. Es como si la teologa,simbolizada en la primera Tesis de Walter Benjamin por aquel ena-

    3 Karl Mar sostiene que: es mucho ms cil encontrar mediante el anlisis el ncleoterrenal de las imgenes nebulosas de la religin que proceder al revs, partiendo de lascondiciones de la vida real en cada poca para remontarse a sus ormas divinizadas (El

    Capital. I. Mico, F. C. E., 1966, 303). A partir de all, Hinkelammert considera que Martransorm su crtica a la religin en un verdadero mtodo de anlisis, ms precisamenteel nico que puede considerarse como el mtodo materialista y por tanto cientfco. Estemtodo, consistente en un anlisis de las divinizaciones a partir de la vida real, quepermitira analizar los dioses y discernirlos, no ue apreciado como tal por sus conti-nuadores. Dice al respecto Hinkelammert: Se trata de algo para lo cual Mar esboz todoun programa de investigacin, que lamentablemente no ha sido atendido ni proseguidosufcientemente en la tradicin marista. Es un mtodo que permite entender, criticar yevaluar. Por supuesto hace alta analizar de esta manera los dioses de Bush, de Reagano de Hitler, y su enorme uncionalidad en la poltica. Pero igualmente permite analizarlos diversos ateismos y discernirlos. Eso vale igualmente para el ateismo estalinista, que

    de ninguna manera viene de Mar, sino de la vida real del socialismo sovitico y hayque analizarlo como tal; en Franz Joseph Hinkelammert, Hacia una crtica de la raznmtica. El laberinto de la Modernidad. Costa Rica, San Jos, Arlekn, 2007, 23-24 (Nota delos autores, en adelante: N. A.).

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    no jorobado y eo, que deba permanecer oculto, hubiera salidoauera y se mostrara abiertamente4. Compartes esa visin, y, ental caso, a qu atribuyes esa presencia de la discusin teolgicaque vemos hoy?

    Franz Jose Hinkelammert: Primero dira que no es tanto una discu-sin teolgica, sino una discusin de algunas tesis que aparecen tam-bin en la teologa. Yo no me considero telogo. El problema que tsealas, para m es ms bien un problema de espiritualidad. La espiri-tualidad nunca puede ser, en su raz, de una religiosidad especfca, sinoque es humana. La realidad humana tiene una dimensin espiritual,y la tiene como tal. Las religiones aparecen interpretando esta espiri-tualidad de lo humano. Juan Luis Segundo habla de e antropolgi-

    ca. Creo que hay algunos problemas en la manera en cmo la concibe,pero el concepto de e antropolgica es vlido, seala algo que es muycierto. Tambin en la teologa alemana, por ejemplo en Karl Barth y enDietrich Bonhoeer, el cristianismo no es religin, es una e. Pero si esuna e y no es religin, no puede limitarse al cristianismo; es humana,tiene que ser necesariamente humana. Ahora bien, esa e tampoco es depor s la negacin de la religin, sino que establece un criterio de verdadsobre la religin: este criterio es la e. Una e antropolgica, humana.Entonces a un ateo lo alcanza igual, porque participa de la misma es-

    piritualidad, que arraiga en el ser humano. Claro, un ateo no la epe-rimenta en trminos religiosos, pero, como ser humano, se encuentrarente a la misma espiritualidad, puede negarla o aceptarla, pero se en-renta de algn modo a ella. Eso es lo que pienso. La he encontrado enlos surrealistas, aunque su espiritualidad es ms bien esttica; yo creoque eso es una limitacin. Pero de todas maneras est la idea de que lomaravilloso es humano, no se reduce a la religin de por s.

    Estela Fernndez Nadal: Franz, cuando hablas de religin, siem-pre empiezas aclarando que t no eres religioso, y enseguida ponescomo ejemplo los smbolos del nacionalismo, los himnos patrios.A qu te reeres exactamente con el trmino religin?

    F. J. H.: Eactamente a eso. Esa es una idea que yo tom de la crticaal nazismo, tal como yo lo recuerdo. Eso es religin, que muchas vecespuede ser una religin civil. Yo no quiero ser religioso, rechazo eso.

    4 Walter Benjamin, Tesis sobre la flosoa de la historia, enEnsayos, Tomo I. Madrid,Editora Nacional, 2002, 107-127.

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    Por eso, para m, decir es un beato es algo negativo. Yo distingo entrereligin y espiritualidad. En este sentido es que sealo el concepto dee antropolgica de Juan Luis Segundo, entre otros. La espiritualidades un enmeno antropolgico, una orma de lo humano; no es esen-

    cialmente religiosa.

    E. F. N.: La religin sera una orma particular de esa espiritua-lidad, pero que estara ligada a los aectos, a los sentimientos deadhesin a un grupo, de devocin?

    F. J. H.: S, a los aectos, a los sentimientos de adhesin. Y muchas veces

    de sometimiento: Dios es grande y yo soy pequeo, etctera. Todo esoes lo que aparece con la religin. Y con ella aparece adems el problemade la institucionalizacin en iglesias, que implica una transormacinmuy prounda.

    E. F. N.: En iglesias y en grupos de otro tipo, en partidos polticos,por ejemplo?

    F. J. H.: Tambin, y por eso digo que el nazismo ha sido una religin y unareligin atal.Yo mantengo este escepticismo respecto de la religin. Poreso es que rescato la interpretacin del Cristianismo como el momentoen el que Dios se hizo humano, algo que realmente, a mi entender, esla base de la Modernidad. Dios no se hizo cristiano, sino humano. Qusignifca eso?, signifca: la espiritualidad es humana. Es decir, a partirde lo humano se descubre lo espiritual, aunque luego sea canalizado entrminos religiosos, pero siempre por debajo hay una espiritualidad que,

    en s misma, no es religiosa, es secular. El mundo secular desarrolla unaespiritualidad porque es algo que hace a lo humano como tal.

    E. F. N.: Este concepto tuyo de secularizacin, ciertamente pecu-liar, se relaciona con lo que t llamas trascendencia inmanente?

    F. J. H: Claro, la trascendencia inmanente de Dios est epresada en la

    idea de que Dios se hizo hombre, y entonces de repente el criterio sobreDios es lo humano. Dios no es el criterio para lo humano, sino que lohumano es ahora el criterio para Dios.

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    G. D. S.: Por eso el tema que atraviesa toda la Modernidad, que tllamas el hilo de Ariadna5, es Dios se hizo hombre.

    F. J. H.: S, Dios se hizo hombre, hombre en general, sin una reerencia

    particular a un credo, un pueblo, un grupo particular. Yo creo que sehizo hombre ya en el momento de Adn y Eva, desde siempre. Pero esose transorma en algo reeionado en el cristianismo. Es un problemaque yo encontr en uno de los telogos de la Edad Media, que diceDios se hizo hombre y sin embargo siempre lo ha sido. Es el MaestroEckhart, que es muy hertico. Lo condenaron despus, pero muri an-tes de ser condenado, entonces no lo pudieron quemar.

    E. F. N.: Denida la religiosidad en los trminos en que lo has he-cho, qu sera exactamente la teologa?, un discurso racional so-bre Dios, sobre el hombre?

    F. J. H.: Quien habla sobre el cielo, habla en trminos celestes sobre latierra, y eso ha sido siempre as. Pero ah viene la represin. Los primeroscristianos hablan de la tierra, pero eso es borrado enseguida por la ortodo-ia cristiana: Jess es Dios, pero nosotros no. Y entonces Jess es divi-

    nizado, pasa a ser una persona de la Trinidad y todo eso. Sin embargo, nopueden ocultar totalmente que hay una espiritualidad que no es religiosa.

    E. F. N.: T, no te consideras telogo?

    F. J. H.: Claro, no lo soy en el sentido habitual, de los telogos que ha-blan para telogos.

    G. D. S.:Pero podras considerarte un telogo que habla de espiri-tualidad, en trminos antropolgicos y no religiosos?

    F. J. H.: S, yo creo que se puede llamar teologa lo que yo hago, peroentonces no es de una iglesia, no es de una institucin, ni de una reli-gin. Es una reein sobre lo humano, eso es lo que me interesa.

    5 Cr. Franz J. Hinkelammert, Prlogo: Se abre el laberinto, enHacia una crtica de larazn mtica. El laberinto de la modernidad, ed. cit., 11-16.

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    G. D. S.: En torno al concepto de espiritualidad, no aparece tam-bin, en esta etapa de la globalizacin neoliberal, una espirituali-dad antihumana que, a su manera, es ecumnica, de un ecumenis-mo de la opresin,y que trasciende las distintas ormas religiosas?

    F. J. H.: S, la derecha tiene este concepto de una espiritualidad delpoder completamente ecumnica, y cuando digo ecumnica incluyoa todos, tambin a los ateos. T ves esta espiritualidad hoy. Claro, enlos Estados Unidos se orma a partir de los undamentalistas cristianos,en buena parte, pero rebasa completamente eso. Es una epresin dela Modernidad, en la medida en que se basa en la conviccin de que lohumano y, en este caso, su opuesto, lo antihumano es el criterio de lodivino: no se entrega la espiritualidad humana a la apropiacin privada

    de ninguna cultura ni de ninguna iglesia, sino que cada iglesia (o par-tido, o institucin) tiene que ajustarse a esta espiritualidad. Pienso queeste procedimiento ocurre por lo menos desde la Modernidad, aunqueseguramente se vena preparando desde antes. Si ves los grandes telo-gos de la Edad Media, siempre insisten en que de la razn humana sepuede derivar lo que dice la e. Todo el tiempo est presente eso, desdeSan Agustn, incluso ms atrs, hasta en el propio Pablo de Tarso.

    Pero en la Modernidad el criterio de discernimiento tico, pol-tico, etctera, que legitimar en adelante la conducta individual, las or-

    mas de vida social, etctera, pasa a ser el ser humano. Es una herenciadel Cristianismo, algo que ya est all, pero ahora alcanza plena madu-rez y conciencia. El criterio de lo divino se hace defnitivamente huma-no. Ahora bien, tambin antihumano, como resultado de su inversin.Lo que sea lo humano mismo puede volverse lo contrario, tiene unaambigedad inherente que permite siempre interpretaciones opuestas,pero siempre remiten al ser humano como criterio decisivo. Lo bueno,lo justo, lo verdadero, etctera, no se someten ms al dictamen de lateologa, y ese cambio se prepara ya en la Edad Media: la Edad Media

    es la revolucin cultural que, a mi entender, lleva a la Modernidad.

    G. D. S.: Sin embargo, las ormas actuales de la espiritualidad delpoder exhiben rasgos particularmente inquietantes y aparente-mente novedosos. Estoy pensando, por ejemplo, en las otos de AbuGhraib, de soldados sonrientes junto a sus vctimas. Tambin estel caso de una soldado israel, una mujer soldado que en su ace-

    book haba subido otos en las que posaba junto a prisioneros pales-tinos encapuchados, atados, encadenados. Ella se sorprendi antelas crticas que recibi, no perciba haber hecho nada cuestionable.

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    Me gustara saber si t estableces alguna relacinentre esa moda-lidad tan desembozada, naturalizada, del ejercicio de la tortura, eincluso de exterminio, y otras ormas histricas.

    Por una parte pienso en la quema de herejes en EdadMedia o de las brujas en los albores de la Modernidad. En estoscasos a los condenados se les prenda uego en pblico y ni siquie-ra se trataba de conseguir inormacin, sino de salvar su alma; latortura tena una signicacin mstica.

    Por otra parte, tambin podra compararse con las viola-ciones gravsimas a los derechos humanos cometidas por las dic-taduras de seguridad nacional en el cono Sur, en los aos setenta,donde todo eso se negaba, se ocultaba. Tambin en el caso de laShoah, el genocidio tambin se ocultaba, incluso hay una corrientenegacionista que dice que el Holocausto no existi, que es un in-

    vento de los judos.

    En comparacin con esas situaciones, el asunto parece ha-ber cambiado. Ahora se hace en orma explcita, se muestra; Bushmismo ha dicho: Hay que torturar de esta manera y no de otra.Qu opinas al respecto?, cmo se explica la transormacin deesas prcticas?

    F. J. H.: S, en los sesenta y setenta se esconda y se negaba. Sin embar-go, yo recuerdo que en tiempos de Pinochet en Chile siempre se dabaa publicidad la tortura por la va de desmentidos. Se desmenta quehubiera usilamientos, tortura, etctera. Evidentemente era la manerade hacer presente eso, porque la gente saba que los desmentidos eranalsos, que eran mentiras. Pero por qu lo desmentan? Para que sesupiera, sin tener que decir que eectivamente lo hacan. Decan lo quehacan, desmintindolo.

    Es cierto que hoy con Bush surge esta modalidad de discutir

    abiertamente los mtodos de tortura. Cmo sucede esto? Mira, creoque una clave la da Hannah Arendt. Cuando ella habla de la banalidaddel mal, dice dos cosas dierentes: una cosa es que es gente normal laque hace eso. Pero lo otro que transmite es que eso es una cosa banal,entonces por qu no? La cosa misma es banal. Esto resulta de la ba-nalizacin radical del mundo mismo. El mal banal se comete rente aun mundo al cual se ve como un mundo banal. No solamente el mal esbanal, el propio mundo se ve como un mundo banal cuando se cometeel crimen banal.

    Tengo unas citas sobre esto, que vienen muy al caso. Fjate, laprimera es de Wittgenstein; l describe el mundo banal como el mundoreal, del cual no hay escape. Dice:

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    Supongan que uno de ustedes uera una persona omnisciente y, porconsiguiente, conociera los movimientos de todos los cuerpos anima-dos o inanimados del mundo y conociera tambin los estados men-

    tales de todos los seres que han vivido. Supongan adems que estehombre escribiera su saber en un gran libro: tal libro contendra ladescripcin total del mundo. Lo que quiero decir es que este libro noincluira nada que pudiramos llamar juicio tico, no incluira nadaque implicara lgicamente tal juicio. Por supuesto contendra todoslos juicios de valor relativo y todas las proposiciones verdaderas quepueden ormularse. Pero tanto todos los hechos descritos como todaslas proposiciones estaran al mismo nivel. No hay proposiciones que,en ningn sentido absoluto, sean sublimes, importantes o triviales[...]. Por ejemplo, si en nuestro libro del mundo leemos la descrip-cin de un asesinato con todos los detalles sicos y psicolgicos, lamera descripcin de estos hechos no encerrar nada que podamosdenominar una proposicin tica. El asesinato estar en el mismonivel que cualquier otro acontecimiento como, por ejemplo, la cadade una piedra6.

    Si se ve el mundo as, no hay tampoco ninguna dierencia entreAuschwitz y la cada de una piedra. Toda la flosoa analtica reduceel mundo a esta banalidad. Es flosoa de la banalidad del mundo.

    Obviamente, el mal, como banal, presupone esta visin del mundocomo un mundo banal.

    Heidegger hace una descripcin muy parecida. Dice:

    La agricultura hoy es industria motorizada de alimentacin, ensu esencia lo mismo que la abricacin de cadveres en cmarasde gas y campos de eterminio, lo mismo que el bloqueo y pro-

    vocacin del hambre en pases, lo mismo que la produccin debombas de hidrgeno7.

    A dierencia de Wittgenstein, Heidegger lo dice con cierto horror, aun-que el contenido es el mismo. Heidegger ha sido muchas veces cri-ticado por estas palabras; sin embargo, nunca he visto una crtica aWittgenstein, cuando, de hecho, dice lo mismo.

    6 Ludwig Wittgenstein, Conerencia sobre tica. Buenos Aires, Paids, 1989, 36-37.

    7 Citado en W. Schirmacher, Technikund Gelassenheit.Freiburg, 1985, 25; cit. en VctorFaras,Heidegger und der Nationalsozialismus (prlogo de Jrgen Habermas). Frncort,Fischer, 1989, 376.

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    E. F. N.: Esta mirada banalizadora del mundo, es lo que no estpresente en los dos ejemplos que mencion Gustavo, correspon-dientes a pocas no modernas o no plenamente modernas: la per-secucin de herejes y de brujas?

    F. J. H.: Claro. La caza de herejes y la quema de brujas son ormas desacrifcios humanos: eso es violencia sagrada, no es banal. Los ejecuto-res saben del crimen que cometen y solamente dndole un carcter sa-cro son capaces de cometerlo. Ah estn los curas y se canta el Tedeum,y se quema. No hay banalidad.

    Por supuesto que es curioso que estos que hacen eso vengana Amrica a partir de 1492 y se horroricen rente a los sacrifcios hu-manos, que ellos practicaban en casa y que iban a seguir practicando

    en Amrica. Pero, independientemente de eso, era violencia sagrada;en cambio hoy la violencia es banal. Creo que con la Modernidad, yespecialmente en el siglo XX, se produce un cambio. Y Hannah Arendtse da cuenta, pero, a la vez, la caracterizacin de banal reuerza esainsignifcancia, esa banalidad. Hoy esa misma maldad se ha generali-zado y banalizado; no tiene un signifcado uerte. Cmo se justifca?Por la razn de utilidad: como dijera el General Jacques Massu8: Latortura es til, por tanto, es necesaria. Lo que es til es necesario.Y adems es banal, por eso la destruccin de la naturaleza y del otro

    ser humano no es relevante, no merece demasiada atencin. La mis-ma disponibilidad (estar disponible en tanto objeto), y por tanto labanalidad del mundo, es simplemente la otra cara de la reduccin dela accin humana racional a la accin calculada por el clculo de lautilidad propia.

    G. D. S.: Volviendo a la comparacin de esas ormas de banalidad

    del mal, es decir, de las ormas plenamente modernas que esta-mos comparando, por qu crees que, durante las dictaduras delos aos setenta en Amrica Latina, la desaparicin de personas,la tortura sistemtica de los presos polticos, etctera, se hacan aescondidas, aunque se pusiera de maniesto bajo la orma del des-mentido ocial? En cambio hoy es violencia explcita, casi obscena.

    F. J. H.: S, ah hay un cambio. Est relacionado con el tremendo im-pacto del Holocausto, que ue enorme y como consecuencia aparece la

    8 General de paracaidistas rancs enviado por el gobierno de su pas para luchar contrael FLN en la Guerra de Argelia (N. A.).

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    Declaracin de la ONU de los Derechos Humanos. Dicil pensar esaDeclaracin sin el impacto del Holocausto, porque ue realmente unasituacin etrema. Entonces, en las dcadas inmediatamente posterio-res, haba una cierta seriedad al hablar de derechos humanos. Pero eso

    se va resquebrajando paulatinamente a lo largo de la guerra ra, y sequiebra en los aos setenta; los derechos humanos son ahora reinter-pretados completamente. En esa reinterpretacin ejerce inuencia lateora delrational choice, en Estados Unidos, y tambin el concepto decapital humano, de Gary Becker. Los derechos humanos son trans-ormados en derechos de propiedad, todo es derecho de propiedad. Site torturan, intervienen en tu propiedad que es tu cuerpo. El mismoargumento que sirve para epropiar un terreno, porque es necesariohacer una carretera, se aplica a los seres humanos: se puede epropiar

    el cuerpo si las circunstancias lo hacen necesario, entonces todos losderechos humanos se transorman en puro clculo de utilidad propia.Es estarational choice, que transorma el mismo mundo de una maneratal que se lo ve como mundo banal. Es el mundo visto como campo deuna accin humana reducida al criterio de la maimizacin de la utili-dad propia9.

    E. F. N.: Eso desde cundo sera as?

    F. J. H.: Comienza en los aos setenta, con las dictaduras de seguri-dad nacional en Amrica Latina. Pero alcanza una dimensin mundialdespus de los ataques a las torres gemelas, en septiembre de 2001. Apartir de ah se despliega una orma de violencia de puro aniquilamien-to. Es un retorno de Auschwitz: la banalidad del mal y la demonizacindel otro como malvado intrnseco. Todo eso se viene preparando desdeantes, puede verse en los aos ochenta, sobre todo con Reagan, cuan-

    do declara el comunismo es un cncer; pero realmente pienso quese muestra en toda su amplitud con la guerra antiterrorista actual. Apartir del 11 de septiembre de 2001 ya no hay consideracin de nada.Por eso hoy no es posible hablar de paz, no es posible que esos gru-pos comprendan la necesidad de la paz. En los aos setenta e inclusoochenta, en Centroamrica todava era posible llegar a acuerdos de paz.Pero luego, si pensamos en Colombia, por ejemplo -la Colombia recien-te, durante la presidencia de Uribe-, eso cambi radicalmente: los que

    9 Es lo que, en trminos ms etremos, hace Gary Becker, en The Economic Approachto Human Behavoir. Chicago, University o Chicago Press, 1976. Con eso se hizo me-recedor del premio Nobel de economa en 1992 (Nota de Franz. J. Hinkelammert; enadelante (N. H.).

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    abogaban por la paz no eran escuchados y estaban en una situacinde etremo peligro, por querer establecer la paz con seres humanosque no son considerados humanos. A la senadora Piedad Crdoba10,el presidente Uribe quera aniquilarla, y con ella a todo el grupo que la

    acompaa. En ese tipo de conteto, el consenso no tiene sentido: hayque aniquilar al otro.

    G. D. S.: Esa reinterpretacin de los derechos humanos que co-mienza a partir de los aos setenta, despus de algunas dcadasmarcadas por el impacto del Holocausto, y que se proundiza conel segundo 11 de septiembre11, podra considerarse el undamento

    proundo de la nueva espiritualidad de la que estbamos hablando?

    F. J. H.: S, es una anti-espiritualidad, una espiritualidad del poder, queseala la eistencia del Reino del mal contra el que se debe luchar, y quedeclara a determinados Estados como miembros del Eje del Mal. Ahestn Irn, Irak, Aganistn, Yemen, Somala, Corea del Norte, Cuba,estn intentando incluir a Venezuela, y a veces sealan tambin a Chinay Rusia. Ese es un mundo de locura que se est levantando, basado enel eterminio permanente. Siempre estn eterminando. En toda la his-

    toria humana hay eterminio, pero el eterminio como eigencia tica(antitica, si se quiere, de una tica maldita, pero no deja de ser unaeigencia tica), que dice: T eres malo si te opones al eterminio delotro, eso es algo propio de la Modernidad y, en nuestros tiempos, haalcanzado su orma ms etrema.

    10 Abogada y poltica colombiana. Senadora de su pas entre 1994 y 2010, tuvo una rele-vante actuacin como deensora de los derechos de las mujeres y por la paz. Realiz unaintensa campaa de mediacin entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia(FARC) y el gobierno de lvaro Uribe, como resultado de la cual se consigui la liberacinde algunos rehenes de las FARC (N. A.).

    11 Franz Hinkelammert considera que el 11 de septiembre de 1973, echa del golpe deEstado en Chile, encabezado por Pinochet contra el gobierno democrtico de SalvadorAllende, seala el inicio de las dictaduras de seguridad nacional en el Cono Sur, im-plementadas para aplicar las medidas neoliberales que hegemonizaron el globo en lasdcadas siguientes. El segundo 11 de septiembre, de los atentados a las Torres Gemelas

    en Nueva York y al Pentgono en Washington en el ao 2001, seala la escalada de esapoltica a nivel mundial, el momento en que se lanza una dictadura de seguridad nacionala nivel de todo el planeta. Cr. Franz J. Hinkelammert, La cada de las torres, enEl sujetoy la ley. El retorno del sujeto reprimido. Caracas, El Perro y la Rana, 2006, 375-418 (N. A.).

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    E. F. N.: T has dicho en algn lugar, que la ideologa del neolibe-ralismo y del antiterrorismo mundial siempre te record al nazis-mo, y que tambin la ideologa del mundo libre, aunque parezcauna contradiccin, tendra sus races en la ideologa nazi. Eso

    tiene que ver con lo que ests diciendo?

    F. J. H.: S, el nazismo entr en este pensamiento del aniquilamientodurante los aos treinta. No empez as, aunque se encuentran rastrosdesde el inicio, pero en los aos veinte no aparece eso tan eplcitocomo en los aos treinta y sobre todo cuando empieza a hacerse elantisemitismo totalmente virulento, yo creo que es desde la Noche delos Cristales en 1938. Y ms evidente cuando deciden el eterminioen 1941. Es interesante esto: Hitler, en los aos veinte, no ehibe an

    esa ideologa. Por entonces es antilucierino. Lucier es el ngel quese levant en contra de Dios, y Hitler, en Mi lucha, interpreta al comu-nismo como Lucier12. Ahora bien, el antilucierismo supone un ciertoreconocimiento del otro; aunque se lo condene, se lo reconoce comoun ser esplndido que se rebela. No es lamisma ideologa de Hitler enlos aos treinta. Jams los nazis en los aos treinta volvern a hablarde Lucier, de rebelin, sino que ahora son parsitos que hay que eli-

    12 En El diablo y su historia en el interior de la historia de la modernidad, Hinkelammert

    ha analizado el signifcado especfco de las diversas fguras que adopta el diablo en lahistoria del cristianismo, as como tambin el uso ideolgico que se ha hecho de los con-tenidos mticos asociados al diablo en la historia de la Modernidad occidental. Al respectodistingue particularmente dos imgenes, radicalmente dierentes: el diablo que habla ennombre del poder y el diablo que representa a seres humanos diabolizados (oprimidos queresisten la opresin, seres dbiles cuya persecucin se busca justifcar porque molestan alpoder, rebeldes de diversa estirpe, mujeres, luchadores sociales, etctera). Mientras quela fgura de Satans se asocia al primer tipo de diablos, Lucier se vincula al segundo. Lapolaridad de lo satnico y lo lucierino reemplaza a la anterior polaridad griega de lo apo-lneo y lo dionisiaco, a partir de la irrupcin del cristianismo en el imperio romano. Re-presenta la tensin entre ley y vida humana. La ley se torna vehculo satnico en cuantopasa sobre la vida humana y la sacrifca en nombre del cumplimiento de la ley. Satans no

    viola la ley, sino que dentro de ella transorma su cumplimiento en uerza destructora dela vida. Se trata de un nuevo pecado: el pecado que se comete en cumplimiento de la ley(135). En el otro etremo de la polaridad, la ley es interpelada por un sujeto que disciernesu alcance y sentido; en consecuencia, la legalidad deja de ser un principio absoluto y pasaa ser puesta en uncin de la vida humana y natural. Hinkelammert considera que, en losEvangelios, el rol del sujeto est representado por Jess: En los Evangelios este sujeto,en el cual todos y todas se hacen sujeto, es Jess. A ese Jess, ahora en este signifcado,ya los Evangelios lo llaman estrella de la maana (136). En el Apocalipsis Jess diceYo soy el Lucero radiante del Alba; conorme a esa interpretacin, Lucier ue, durantelos primeros siglos de la era cristiana, uno de los nombres asociados a Jess. En el sigloIV hay todava un San Lucier de Cagliari, que es uno de los padres de la patrstica. La

    construccin de Lucier como ngel cado y su equiparacin con Satans, se lleva adelantea partir del siglo XIII, y corresponde a la inversin de la signifcacin original de esa fguramtica. Cr.,El asalto al poder mundial y la violencia sagrada del imperio. Costa Rica, SanJos, DEI; 2003, 127-186 (N. A.)

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    minar, seres desechables. La misma lgica se reproduce a partir de losaos setenta, en Amrica Latina, aunque es algo que por entonces estrecomenzando, no alcanza todava todo su desarrollo. Es la respuestaque comienza a construirse rente a los movimientos de liberacin na-

    cional en Asia, rica y Amrica Latina, y a los procesos revoluciona-rios que estn en curso. Pero esa respuesta de eterminio, todava esten ciernes, porque estos movimientos todava tenan legitimacin, nose poda desconocer totalmente su legitimidad, aunque se los negaray rechazara: eran el enemigo y desde los ncleos del poder se habla-ba de guerra contra ese enemigo. Por ese mismo motivo, las prc-ticas de eterminio contra la poblacin civil eran ocultadas, aunquese las mostrara de orma ambigua, a travs de desmentidos. Aunqueall ya despunta el tipo de violencia del imperio actual, se ve todava

    una dierencia en esto: hoy, lo que llaman guerra antiterrorista esuna orma visible de eterminio en la que se han abolido de hecho lasconvenciones de Ginebra. Y quien lo ha hecho es Estados Unidos, lamayor potencia militar del planeta y la gran democracia occidental.Entonces quien se resiste o se rebela es simplemente un terrorista, y elterrorista es un malvado intrnseco, que se debe aniquilar. Por supues-to esto se prepara durante los aos setenta y ochenta. Incluso antes,creo que la primera vez que esto se hizo en grande ue en Indonesia,con el golpe de Suharto, en 1964. All comienza, y paulatinamente se

    va desplazando al otro, al enemigo, desde el lugar de Lucier al de pa-rsito. Recuerdo en los aos ochenta, Reagan ya no habla de Lucier,habla del cncer. Se deshumaniza al otro, totalmente. Cuando lostalibanes estaban derrotados, y se haban reugiado en unas cuevas,en el desierto, Bush dijo que los iba agasear, como se hace con lasratas.Gasear!, dijo. Ah ya no hay Lucier, lo antilucierino reconoceal otro como ser humano; lo condena porque es rebelde, y por eso hayque someterlo, reducirlo, vencerlo, etctera. Todava puedes verlo enla ideologa del llamado mundo libre, posterior a la Segunda Guerra

    Mundial. Respecto de la Unin Sovitica se epresaba en trminos an-tilucierinos: se deca quien quiere el cielo en la tierra, produce el in-ferno en la tierra. Esa era la argumentacin. Cuando aparece Reagan-con la gran oensiva neoliberal que l y Margaret Tatcher represen-tan-, se acab esa reerencia, no se habl ms de rebeldes que quierenasaltar el cielo; comenz a hablarse de cncer, y ah se deriva en el puroeterminio. Yo lo veo tan parecido, que a m me recuerda No es na-zismo, no se trata de eso, pero hay un ncleo de nazismo que apareceen la estrategia de globalizacin.

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    G. D. S.: Considerando sus caractersticas multiacticas, culpiensas que es el nombre apropiado para esta orma antihumanade espiritualidad que destila el sistema global actual: espirituali-dad del poder, del mercado, de la derecha?

    F. J. H.: Es espiritualidad del poder, del mercado y del dinero. Pero loargumentan a partir del dinero, no del capital, el capital no es la palabraclave. Para la derecha, la palabra clave es el mercado, su autorregula-cin, la mano invisible. Y la espiritualidad que propone y que inunde atodo nivel es la espiritualidad del mercado.

    E. F. N.: Qu papel juega all el clculo de utilidades, de ga-nancias, la extensin a nuevas realidades que estaban uera delmercado, esta lgica que hoy se mantiene rme a nivel mundial?

    F. J. H.: Un papel muy importante. Pero yo hablo ms bien del cl-culo de la utilidad propia. Es que el trmino utilidad en espaoltiene un doble sentido: se pueden calcular las utilidades y se puedecalcular la utilidad. Otros idiomas no tienen la misma palabra paralos dos conceptos. Para nosotros, en espaol, calcular las utilida-

    des signifca calcular las ganancias de las empresas. El clculo de lautilidad propia es dierente: el sujeto mismo es transormado en uncalculador de utilidad; y esto se universaliza. Este no es el capitalis-mo del siglo XIX, donde impera el clculo de ganancias. En el trnsitodel capitalismo del siglo xIxal del siglo xx viene la insercin delclculo dela utilidad en el alma. Eso aparece, despus de la SegundaGuerra Mundial, en la teora del capital humano: el capital huma-no es subjetivo, en el sentido de que cada uno dispone de su cuerpoy de su inteligencia como su capital. Es decir, yo trabajo al servicio

    mo, como con mi capital, y me maimizo. Entonces, de eso resul-ta un tipo humano que est todo el tiempo calculando ganancias ycomprando con muchas tarjetas de crdito, pero adems con esamisma actitud rente al propio estilo de vida. Hay que hacer un es-tilo de vida que sirva para maimizar este capital humano que yosoy para m, y para la sociedad, pues tambin para ella soy capitalhumano. Hay que educar, invertir en educacin, para que la sociedadtenga capital humano.

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    G. D. S.: Cuando dejo de ser potencialmente eciente, o de gene-rar ganancias, me convierto en desechable?

    F. J. H.: S.

    G. D. S.: Como los bonos de la bolsa, que pueden valer mucho oser basura?

    F. J. H.: Eacto. Alguien que gana millones vale mucho ms que al-guien que gana el salario mnimo. En este punto yo considero que ladiscusin actual en torno de la biopoltica reduce la cuestin, pues

    desconoce ese elemento de capital humano que ha calado hondoen nuestras sociedades. Recuerdo los trenes en la guerra, yo era unchico de 12 o 13 aos, los trenes tenan escrito en la locomotora:Nuestra victoria fnal es segura, tenemos el mejor material huma-no. Del material humano, se ha pasado al capital humano, algomuy parecido.

    G. D. S.: Otra semejanza con los nazis.

    F. J. H.: Claro, ya no es material humano, es capital humano. En elprimer caso se trata de una relacin objetiva, no es la relacin subjetiva,yo no me relaciono conmigo como con un material. Es lgico que cuan-do se subjetiviza el asunto, se hable de capital humano.

    No s por qu muchos autores contemporneos no le otorganla importancia que tiene. Foucault, cuando empieza a hablar de biopo-ltica, menciona el capital humano; l conoce a Gary Becker, pero no

    parece comprender toda la importancia y la gravedad de la categoracapital humano13. Por otra parte, la sociologa de Bourdieu adoptael concepto, pero de una manera completamente acrtica. Me gustaBourdieu como analista, pero me sorprende que lo reduce todo a ca-pital!: tienes capital social, capital cultural, capital simblico, todo escapital. Entonces, si t eres poco conocido o muy conocido: Ese es tucapital!, y tienes que aprovecharlo.

    Yo prefero mantener una distancia crtica rente a la categorade capital humano e incluirla en la problemtica de la biopoltica.

    13 Cr. Michel Foucault, Clase del 14 de marzo de 1979, en Nacimiento de la biopoltica.Curso en el Collge de France (1978-1979), Mico, FCE, 2007, 249-274.

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    E. F. N.: O sea que la problemtica implicada en torno a la biopo-ltica incluye bastante ms que lo que habitualmente se entiendecomo polticas estatales o macro-estatales desarrolladas hacia laspoblaciones? Para ti, la nocin de capital humano supone una

    incorporacin de la biopoltica en la vida cotidiana de cualquierpersona, en su propia subjetividad?

    F. J. H.: Muestra la subjetivacin, que yo soy el maimizador de mmismo, tomndome como un capital que yo estoy usando.

    G. D. S.: Como una auto-explotacin?

    F. J. H.: Como una auto-eplotacin, s. Y eso me preocupa mucho, esuna hipoteca de nuestro uturo, porque hace tabla rasa con toda nocinde cultura. La Universidad se ha convertido en una empresa que produ-ce capital humano, y que te ayuda a que t, como capital tuyo, tengasms valor. Y en el sector universitario se habla as, de capital humano.Es muy recuente no s si en Argentina?

    E. F. N.: Tambin en Argentina.

    G. D. S.: Cules son las instituciones a travs de las cuales se ca-naliza esa nueva espiritualidad?

    F. J. H.: En el caso de las iglesias, han tenido siempre un grado deautonoma, pero cada vez lo pierden ms. Muchas veces el creyente esconsiderado un cliente, entonces hay que hacer marketing. Aunque en

    los undamentalistas es ms obvio, penetra en todos lados. Entonceslas iglesias toman los valores del mercado. Tambin en las institucionescientfcas, estn imbuidas de esta terminologa y de esta cosmovisin,de este punto de vista del marketing. Entonces, qu tipo de resistenciapuede haber?

    G. D. S.: Este ecumenismo del poder, con todas las instituciones

    que estn a su servicio (iglesias, universidades, partidos, Estados,mercado), congura un cuadro aterrador, una especie de totali-dad que aplasta toda alternativa?

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    F. J. H.: S, pero no es algo logrado. Aortunadamente, por todos lados hayresistencias. No se conoce toda su dimensin, porque estas resistencias,estas luchas no son diundidas a travs de los medios de comunicacin.Se silencian. Pero se resiste en todas partes. Por eso no hay que reducir las

    iglesias al marketing, se altara a la verdad. Pero s tiene una gran presen-cia el marketing. Ms todava cuando los feles son vistos como propiedadprivada del pastor, que maimiza su utilidad; pero no hay que conundireso y etenderlo, por ejemplo, a las ormas de relacin de las personasentre s. No todo se reduce a eso. Si todo uera marketing, no habra msconvivencia posible. Si hay todava convivencia, signifca que no ha pene-trado del todo an; si vivimos todava, es prueba de que no se han podidoeliminar todas las resistencias. An queda mucha gente que, rente a loshechos, percibe la dierencia entre un asesinato y la cada de una piedra.

    G. D. S.: Es una tendencia y no un logro, todava.

    F. J. H.: Pero se nota que aparece, crece y subvierte las relaciones sociales.

    2. contrarrevolucin en el cielo

    G. D. S.: En torno a esta nueva espiritualidad del poder, es evidenteque de ella ha resultado una contrarrevolucin en el cielo. Culha sido el papel que ha jugado en ella la Iglesia Catlica y otrasormas del undamentalismo cristiano?

    F. J. H.: Esta espiritualidad del dinero hace una contrarrevolucin en elcielo. Pero todo tiene su eplicacin secular, no es necesario recurrir alundamentalismo cristiano para eplicarlo. Ese undamentalismo ataea modalidades particulares de asumir eso por parte de ciertos grupos; essolo un aspecto del problema, de la gran contrarrevolucin celeste. Peroes esta mano invisible del mercado, en s misma, lo que es divinizado.La mano invisible viene de los estoicos, despus est en Newton (losplanetas estn dirigidos por una mano invisible) y aparece luego conAdam Smith en el mercado. Todava hoy mano invisible se usa como

    metora de las uerzas autocorrectivas del mercado. Entonces, que elmercado no tenga lmites, aparece como inters general; por supuesto,todo esto vinculado con el progreso, con la mitologa del progreso y

  • 7/29/2019 PE HINKELAMMERT - Teologia Profana Y Pensamiento Critico Conversaciones Con HINKELAMMERT

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    de la mano invisible del mercado. A la luz de ese mito, todo es posible,solo se trata de esperar a que se logre concretarlo. Entonces el mercadoresulta inclusive omnisciente y omnipresente, todo se concentra en elmercado, y all aparece esta espiritualidad del mercado que no necesita

    un Dios trascendente, es una espiritualidad tambin banal. Es ciertoque Bush habla con Dios y Dios le dice que tiene que intervenir en Irak,y l es obediente, claro; pero es una mera reerencia adicional, que nohace a la cuestin undamental, no proporciona la eplicacin. Ms allde esas reerencias circunstanciales, dirigidas a un pblico particular,lo verdaderamente operante es la espiritualidad del mercado.

    G. D. S.: Sin embargo, en las ltimas elecciones en Estados Unidos,el Tea Party hace permanentemente invocaciones a Dios.

    F. J. H.: S, tiene mucha presencia undamentalista, pero eso es por lacultura de los Estados Unidos. Sin embargo, lo primero es la espiritua-lidad de la que hablbamos, que tiene que ser interpretada para distin-tos pblicos, y el undamentalismo cristiano nacionalista es una de lasposibles interpretaciones de esa espiritualidad.

    E. F. N.: Para determinados sectores de la poblacin la espiritua-lidad del mercado, desnuda, no es suciente, ellos necesitan estacuestin ms religiosa, ms patritica.

    F. J. H.: S, son grupos undamentalistas. Algo parecido a los gruposprovida, que empezaron en los aos ochenta, como una reaccin a laTeologa de la l