oratoria lectura m2

45
1 | LECTURA Nº 1 El orador: lenguaje corporal y miedo oratorio “La comunicación no sólo se establece con palabras. En realidad, la palabra representa apenas un 7% por ciento de la capacidad de influir en los demás” 1 . Este postulado nace de investigaciones neurolingüísticas que también afirman que el tono de voz y el lenguaje corporal, representan un 38% y un 55% de este poder. (Imagen 1) Imagen 1 - Los tres componentes en la capacidad de influir en los demás El lenguaje corporal es un componente innato del hombre en su capacidad de comunicación, que se percibe a nivel inconsciente. Cuando observamos a un orador nos atrapa o nos aburre, nos gusta o nos cae antipático, no nos detenemos a observar 1 RIBEIRO, LAIR. “La Comunicación Eficaz”. Ed. Urano. Barcelona, 1999.

Upload: pameesaladino

Post on 05-Aug-2015

198 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

Page 1: oratoria lectura M2

1 |

LECTURA Nº 1

El orador: lenguaje corporal y miedo oratorio

“La comunicación no sólo se establece con palabras. En realidad, la palabra representa apenas un 7% por ciento de la capacidad de influir en los demás” 1. Este postulado nace de investigaciones neurolingüísticas que también afirman que el tono de voz y el lenguaje corporal, representan un 38% y un 55% de este poder. (Imagen 1)

Imagen 1 - Los tres componentes en la capacidad de influir en los demás

El lenguaje corporal es un componente innato del hombre en su capacidad de comunicación, que se percibe a nivel inconsciente. Cuando observamos a un orador nos atrapa o nos aburre, nos gusta o nos cae antipático, no nos detenemos a observar 1 RIBEIRO, LAIR. “La Comunicación Eficaz”. Ed. Urano. Barcelona, 1999.

Page 2: oratoria lectura M2

2 |

hacia dónde dirigió la mirada, cómo movió las manos o de qué manera se desplazó, a menos que estemos cursando oratoria.

A veces lo que se dice con las palabras es lo contrario de lo que se comunica con el lenguaje corporal, pensemos en un orador que está diciendo su discurso y observamos que se para, se sienta, que mueve mucho un pie y hace ruido con los zapatos, que tiene cara de terror, que mira todo el tiempo al piso y al final del discurso dice: “Me sentí muy cómodo en esta charla”, es probable que la mayoría de las personas del auditorio no le crean.

Los componentes del lenguaje corporal son los movimientos de manos y brazos, la postura corporal, el desplazamiento, la mirada y las expresiones del rostro. Muchas veces, el orador es conciente de todos los elementos que influyen en la capacidad de comunicación, por lo tanto prepara y practica el discurso, después de varias pasadas sale fabuloso, pero a la hora de decirlo en público los nervios o el estrés lo invaden y todo lo que preparó se desmorona. En una encuesta realizada en varios países acerca de las situaciones que más temor le producen a la gente, la primera de la lista fue “hablar en público”, situación altamente estresante. Las reacciones físicas y psicológicas ante la circunstancia de hablar frente a un auditorio se denominan miedo oratorio, emoción totalmente normal que funciona sin que podamos dominarlo, salvo cuando estamos entrenados. Es un llamado de atención o síntoma, está provocado por una relación de fuerzas entre la percepción de amenazas y los recursos que uno tiene para superarlas. En este texto se verá la importancia del lenguaje corporal y cada uno de sus elementos en la oratoria. Además se definirá el miedo oratorio, se describirán soluciones fallidas y se propondrán algunas sugerencias para dominarlo.

Lenguaje corporal Ademanes Muchas personas que empiezan a explorar su lenguaje corporal se encuentran ante la pregunta: ¿qué hago con las manos? El movimiento de las manos debe servir para apoyar la idea que se esta diciendo con las palabras. “Las palabras deben ser acompañadas con el gesto que mejor expresa los sentimientos y emociones. Los ademanes no deben ser artificiales ni mecánicos”2.

Lo principal es no realizar movimientos que distraigan la atención del auditorio y que no tengan relación con lo que se está diciendo con las palabras. “Ante todo hay que evitar los gestos y actividades sin sentido u objetivo, como movimiento de brazos o cabeza que no se corresponden con lo que se está diciendo”3.

2 ANDER-EGG, Ezequiel; AGUILAR, María José. Para aprender a hablar en público. Ed. Lumen. Buenos Aires, 2006.

3 Ibídem

Page 3: oratoria lectura M2

3 |

Hay movimientos de las manos que tienen determinados significados, (Imagen 2), pero no hay que ser taxativos, ya que en la significación tiene mucho que ver el contexto de la situación comunicativa. Además cada persona posee ademanes de acuerdo a su edad, formación y personalidad; al respeto Ander Egg dice que los ademanes “son individuales y expresan la propia personalidad. Su uso correcto depende en gran medida de las costumbres”4.

Imagen 2 - Resumir (1), Precisar (2), Insistir (3), Rechazar (4), Generalizar (5), Recalcar (6), llamar la atención sobre algo particular (7)

Expresiones del rostro El orador, a través de sus expresiones faciales, refleja su personalidad y sus estados de ánimo. Cuando estamos frente a un orador que a través de su cara nos refleja

4 Ibídem

Page 4: oratoria lectura M2

4 |

disposición, buen humor, alegría seguramente lo escucharemos con más atención que a uno que proyecte mal humor, cansancio o tedio. “Cuando se trata de una conferencia o discurso donde el auditorio puede ver el rostro del conferenciante, puede decirse que la gente esta oyendo el rostro y la palabra. El movimiento de los músculos faciales, expresando alegría u otras emociones, tiene un efecto comunicativo y contagioso”5. (Imagen 3)

También la sonrisa es un elemento muy importante para demostrar buena predisposición y emanar buena energía hacia el público. “La sonrisa en oratoria significa amabilidad, agradecimiento al público por su presencia, aceptación y respeto”6. Cabe destacar, que la sonrisa nunca debe ser forzada sino que debe reflejar un sentimiento genuino de querer empatizar con el público y darle algo a través del discurso. “Con la sonrisa, como acto innato, trasmitimos nuestra realidad interior, por eso no debemos forzarla. Usarla al comienzo de la conferencia y también al cerrarla, pero no indiscriminadamente o fuera de contexto. Natural y espontánea”7. Mirada

Cuando se habla en público la mirada juega un papel fundamental para la conexión

entre el orador y la audiencia. El público necesita que lo miren para saber que el

discurso es para ellos y sentirse participes de la situación de comunicación. “Una

mirada franca y directa es la señal más clara para expresar que se ha entablado un

contacto con el interlocutor y que complace el encuentro”8.

Es importante que la mirada vaya hacia toda la audiencia, mirando de a ratos a uno y

otro sector, según la disposición del lugar. “Hemos aconsejado una mirada abarcativa,

panorámica al comenzar la conferencia, luego, con el correr del tiempo, puede mirar a

uno del público para conseguir su aprobación gestual y reafirmar su seguridad y

tranquilidad”9.

La sonrisa es un elemento muy importante para demostrar buena predisposición y emanar buena energía hacia el público; en oratoria significa amabilidad, agradecimiento al público por su presencia,

aceptación y respeto.

5 Ibídem

6 DI BARTOLO, Ignacio; BUSTAMANTE, Alberto; HENRY, Eugenio Luis; et alii. Para aprender a hablar en público. Ed.

El Corregidor. Buenos Aires, 2006. 7 Ibídem

8 Ibídem 9 Ibídem

Page 5: oratoria lectura M2

5 |

Imagen 3 – Expresiones faciales típicas: 1. normal, 2. sonriente, 3. contento. 4. risa, 5. carcajadas, 6. desternillarse, 7. asombro, 8. desprecio, 9. irritado, 10. enfadado, 11. muy enfadado, 12. iracundo, 13. susto, 14. lloro, 15. dolor.

Eje o postura ¿Qué significa estar en el eje?

Page 6: oratoria lectura M2

6 |

Significa que el cuerpo está centrado, derecho; que el peso del cuerpo no se fue hacia un costado u otro y que no este apoyado en una pierna (Imagen 4). El cuerpo en el eje da una sensación de seguridad, manejo del cuerpo y autoridad. “Los oradores inexpertos se balancean, apoyándose alternativamente en un pie y luego en el otro, en forma interminable y constante. También suelen oscilar de atrás hacia delante, poniéndose en puntas de pie”10. La postura que debe tener el orador es derecho con la cabeza mirando hacia delante y con el pecho orientado al público.

Imagen 4 – Eje del cuerpo

Posición en el escenario y desplazamiento Es preferible estar inmóvil que empezar a desplazarse sin sentido por todo el escenario. “Hay que desplazarse en el estrado, pero no hacerlo continuamente como un oso enjaulado de un extremo a otro, esto distrae al público y hasta puede llegar a exasperarlo”11. Una regla básica es la que indica que el orador nunca debe dar la espalda cuando habla, si necesita desplazarse o tiene alguna ayuda visual como presentación en Power Point o video debe ponerse de costado y en el caso de utilizar un pizarrón al momento de escribir no debe hablar, ya que su voz se irá hacia la pared. “…que todo el auditorio lo observe y usted pueda observar a todos, no les dé la espalda…”12 Muletillas corporales Son movimiento de manos, de zapatos, de ojos, el tocarse la cara, el pelo o el anillo, que no aportan nada al discurso, son a repetición y distraen la atención del público.

10

ANDER-EGG, Ezequiel; AGUILAR, María José. Para aprender a hablar en público. Ed. Lumen. Buenos Aires, 2006. 11

Ibídem 12

DI BARTOLO, Ignacio; BUSTAMANTE, Alberto; HENRY, Eugenio Luis; et alii. Para aprender a hablar en público. Ed. El Corregidor. Buenos Aires, 2006.

Page 7: oratoria lectura M2

7 |

“Cuidarse de los tics nerviosos musculares, que nos hacen prisioneros de hábitos no siempre muy presentables. Dentro de estos tics están el comerse las uñas, rascarse la cabeza, tocarse la cara, la oreja, la nariz, acomodarse la corbata”13.

Ensayo

En toda actuación frente a un público es necesaria una preparación adecuada, ya que

no se puede dejar nada librado al azar. La regla fundamental es ensayar, ensayar y

ensayar. Ensayar a conciencia permite llegar a dominar la actuación que se va a

realizar, lo que contribuye a aumentar la autoconfianza y a reducir la tensión típica de

los días previos a la presentación. Para ensayar es necesario disponer del tiempo

necesario e implica, previa preparación del discurso, exponer el discurso varias veces

preferiblemente frente a un espejo del tamaño del cuerpo (Imagen 5), hasta

familiarizarse con él sin aprenderlo de memoria. Se debe pautar el uso la voz, los

silencios, las miradas, los movimientos, las manos, los gestos de la cara, entre otros.

El filmarse es muy útil para poder autoevaluar sus fortalezas y debilidades e ir

corrigiéndolas. También es muy útil ensayar con público, frente a familiares o amigos

que puedan analizar críticamente la presentación. Es necesario ensayar incluso si se

pretende improvisar el discurso, ya que sólo con su dominio permitirá realizar una

buena improvisación.

En toda actuación frente a un público es necesaria una preparación

adecuada, ya que no se puede dejar nada librado al azar. La regla

fundamental es ensayar, ensayar y ensayar.

13

ANDER-EGG, Ezequiel; AGUILAR, María José. Para aprender a hablar en público. Ed. Lumen. Buenos Aires, 2006.

Page 8: oratoria lectura M2

8 |

Imagen 5 - Dimensiones adecuadas de un espejo para prácticas

Miedo a la oratoria

La lección más importante que puede aprender el hombre en la vida no es que en el mundo existe el miedo, sino que depende de nosotros sacar provecho de él y que nos es permitido transformarlo en valor.

Tagore

¿Qué es el miedo?

Comenzaremos a definir que es el miedo. El psicólogo, Giorgio Nardone afirma en su libro "Más allá del miedo" que son construcciones mentales creadas por el propio sujeto, llegando al punto tal de asustarnos, es decir, como podemos fantasear de la misma manera podemos temer. Sin embargo, precisamente porque es una construcción nuestra, es que podemos también desconstruir ese miedo. Prosigue, el miedo es una percepción que desencadena una emoción que, a su vez, genera una reacción psicofisiológica, mientras que la ansiedad es ese efecto

Page 9: oratoria lectura M2

9 |

psicofisiológico de esta percepción. El miedo, si lo tomamos como una emoción psicobiológica, es normal y fundamental para la adaptación de los animales y de los seres humanos en su ambiente. Sin una dosis de miedo no se sobrevive, puesto que es una reacción que nos alerta frente a los peligros reales y nos permite afrontar tales situaciones después de haberlas reconocido como peligrosas. Podemos considerar el siguiente ejemplo, si ciertos animales herbívoros no huyeran apenas reconocen el peligro de ser atacados por depredadores, éstos se los devorarían, extinguiendo así la especie. Es de esta forma que los animales herbívoros logran sobrevivir. Pero el miedo, cuando supera cierto umbral, cuando nos bloquea y el sujeto se vuelve incapaz de reaccionar de manera idónea de acuerdo con los acontecimientos, ahí estaríamos hablando de miedo patológico. El miedo normal incrementa nuestras capacidades para manejar la realidad, el miedo patológico limita e incluso anula la capacidad, nos impide desarrollar nuestros deseos.

Sin una dosis de miedo no se sobrevive, puesto que es una reacción que nos alerta frente a los peligros reales y nos permite afrontar tales situaciones después de haberlas reconocido como peligrosas.

Miedo a hablar en público

El público no es nuestro enemigo, sino que al contrario, son personas que consideran que el orador puede aportarles algo, que no van a perder el tiempo escuchándolo. El miedo a hablar en público aparece ante situaciones diversas tales como: dar una charla, hacer preguntas en una conferencia, expresar una opinión en una discusión de grupo, rendir un examen, entre otros. Tener miedo ante una intervención pública es normal y no por ello se considerará a la persona como débil e insegura. Ahora bien, es importante analizar el miedo que a uno lo amenaza y tratar de descubrir las causas que lo originan. Después de detenernos a pensar sobre esto, podremos observar que gran parte de ese miedo es irracional, es decir, que no obedece a motivos lógicos. En nosotros se ponen en juego procesos cognitivos ante situaciones como las anteriormente mencionadas, en otras palabras, se generan pensamientos o imágenes con las siguientes características:

Anticipación de conductas desfavorables (pensarán que digo tonterías)

Evaluación negativa de la situación (hablar en público es realmente horrible)

Evaluación negativa de uno mismo (nunca seré capaz de conseguirlo)

Evaluación negativa de la propia actuación (lo estoy haciendo mal)

Puede resulta importante preguntarse previamente ante los pensamientos negativos o desadaptativos:

¿Qué evidencia hay a favor y cuál en contra de que eso sea así? Pensar así ¿Ayuda a mi objetivo?

Page 10: oratoria lectura M2

10 |

Y si fuera cierto ¿Qué es lo peor que me podría pasar? Mientras que hay otro tipo de miedo que si es racional, hay una posibilidad de que determinadas situaciones se presenten como quedarse en blanco, no saber contestar una pregunta o que no funcione el proyector.

El público no es nuestro enemigo, sino que al contrario, son personas que consideran que el orador puede aportarles algo, que no van a perder el tiempo escuchándolo.

Soluciones fallidas Al tener que enfrentarnos a hablar en público nos proponemos distintas soluciones, a veces estas no funcionan o bien funcionan al principio, pero se convierten gradualmente en intentos fallidos y reiterados de manejar la realidad. En vez de aportarnos soluciones nos agravan el problema, son llevadas a cabo y reiteradas porque en el momento crítico funcionaban como reductores del miedo, pero posteriormente sólo consiguen incrementarlo. Miedo evitado, miedo incrementado Varias investigaciones empíricas han demostrado que la mayoría de las personas que intentan controlar las reacciones de miedo, consiguen aumentarlo. Cada evitación confirma la peligrosidad de la situación evitada y prepara la siguiente evitación, esto sucede a menudo cuando nos repetimos interiormente no tengo que ponerme nervioso, tengo que evitar hacerlo, es cuando más nervioso consigo ponerme. Esta espiral de progresivas evitaciones produce el incremento provocando a la vez desconfianza en el propio sujeto.

La mayoría de las personas que intentan controlar las reacciones de miedo, consiguen aumentarlo. Cada evitación confirma la peligrosidad de la situación evitada y prepara la siguiente evitación.

Control que hace perder el control Cualquiera que se concentre en controlar sus funciones fisiológicas, acaba por alterarlas precisamente al intentar controlar, es decir, el excesivo intento de controlar es el que hace perder el control. Sugerencias de posibles soluciones Si te lo concedes puedes renunciar a él, si no te lo concedes será irrenunciable. Es importante poder modificar nuestra percepción de la realidad amenazante y en consecuencia, cambiar también nuestras reacciones y nuestros conocimientos. Al respecto parece iluminador el siguiente ejemplo propuesto por Igor Sikorsky: "Según respetados textos de aeronáutica, el abejorro no puede volar a causa de la forma y el

Page 11: oratoria lectura M2

11 |

tamaño de su cuerpo en relación a la superficie alar. Pero el abejorro no lo sabe por eso sigue volando”. A tener en cuenta (previa relajación y profunda respiración):

1. Se debe desplazar la atención del sujeto, del control de sí mismo a cualquier otra cosa, por ejemplo, se puede comenzar el discurso diciendo, "como todos ya saben estas situaciones nos hacen poner un poco nervioso, pero de más esta decir que mi intención es compartir con ustedes este lindo momento", al colocar en palabras lo que esta pasando posibilita al público empatizar con el orador. Como se mencionó anteriormente el miedo es una emoción normal, por lo tanto común a todos, el miedo ha sido exteriorizado está fuera de nosotros, lo hemos debilitado al enfrentarlo y reconocerlo como tal.

2. Buena preparación del tema, de manera comprensiva, investigación minuciosa.

Realizar un esbozo. 3. Se debe mirar al público antes de hablar

4. Conservar la naturalidad

5. Planificar las primeras frases de la presentación, para que esto genere

confianza y seguridad.

6. Acción. La única forma de vencer el miedo de hacer algo, es haciéndolo. El miedo de decir te amo o ya no te amo se va después de decirlo, el miedo de hablar en público se va después de hablar, el miedo a estar solo se va después de estar solo, el miedo a una persona se vence después de enfrentarla.

7. El miedo entonces es su aliado, su gran amigo, es el indicador del camino al

crecimiento, cuando sienta miedo por algo, ataque el miedo con la acción y así se convertirá en una persona de poder (me refiero a la connotación positiva que es poder sobre uno mismo). Lo contrario a esto es el estancamiento, recuerde que las cosas que se estancan se pudren. No sentir miedo es señal de que no estamos creciendo.

La fórmula es

MIEDO ACCIÓN PODER

…así funciona

Page 12: oratoria lectura M2

12 |

LECTURA Nº 2

El orador El siguiente material fue extraído de los textos seleccionados de la cátedra de Oratoria, modalidad presencial.

El factor más importante de una conferencia Antes de hablar debe hacerse una cuidadosa inspección y resolver cuál es el mejor lugar desde donde hacerlo. La luz debe darnos sobre la cara. El público quiere ver bien al orador y si es posible de cuerpo entero. Las minúsculas alteraciones de nuestro rostro, son una parte muy importante del proceso de la expresión. Sin lugar a dudas la parte visible de un mensaje es, por lo menos, tan importante como la audible. La comunicación no verbal es más que un simple sistema de señales emocionales y no puede separarse de la comunicación verbal. Ambas están estrechamente vinculadas entre sí. La vista y el oído están integrados en el mensaje que quiere transmitirse. Y quien lo recibe, conciente o inconcientemente, integra las sensaciones y las interpreta mediante lo que se ha dado en Ilamar un "sexto sentido". El orador tiene que ser el centro de atención. Es muy frecuente ver que el temor al auditorio nos lleve en principio a pretender escondemos detrás de una mesa, un atril, una lámpara. ¿Se dan cuenta ahora de todo lo que está perdiéndose? No menos que la mitad de nula posibilidad de trasmitir nuestro mensaje. Albert Mehrabian, un estudioso de la comunicación no verbal, llega a la siguiente conclusión: "El impacto total de un mensaje es verbal en un 7%, 38% vocal (tono, matices, y otros sonidos) y 55% es no verbal. No sólo debemos estar a la luz, de pie y sin nada que nos oculte, sino que en lo posible la atención del público no debe compartirla nada ni nadie. Tratemos de estar solos frente al auditorio. La suerte ya está echada. Porque quise, porque me lo propuse, acepté el desafío. Ahora no me oculto. Francamente me juego. El público así lo entiende. Y comienza por algo que es un punto a favor muy importante: nos respeta. Nunca se excuse Ese respeto que comenzamos ganando, se pierde ante la primera palabra de excusa por parte del orador. Prohibido excusarse. Quizás debería decir mejor, prohibido tener motivos para excusarse. Si yo, como Ud., que estamos tan ocupados, hemos arreglado nuestros compromisos, hemos pospuesto quizá interesantes programas para venir a escuchar esta conferencia, no estamos dispuestos a disculpar a un orador que presenta sus excusas por lo que fuere. Si aceptó su compromiso, no tiene perdón que no haya sabido asumirlo.

Uno de los médicos de mi Servicio se excusó una vez frente al calificado público de un curso de post-grado diciendo: "... lo siento mucho, el libro más importante sobre este tema me Ilegó tarde. No tuve tiempo de preparar diapositivas, ni de armar una conferencia más prolija...".

Page 13: oratoria lectura M2

13 |

Esto es lisa y llanamente una falta de respeto por el público y su tiempo. El orador ya perdió. Quiero irme. Ya no me interesa lo que nos diga. Muy distinto es si algo le pasa en el curso de una conferencia bien planeada, concientemente preparada. Si se equivoca o se olvida, no intente disimularlo u ocultarlo. Allí sí puede excusarse sin temor. Puede consultar sus notas sin pudor. El público es humano e inteligente. Seguro lo comprende, se identifica con Ud. y lo apoya con cariño. Cuidado con la gracia Aquí no voy a decir nada que Ud. no sepa. Es más, porque de ese tema nadie sabe nada de lo que Ud. sabe, si es capaz de hacer reír, si sus anécdotas resultan divertidas, si sus chistes son graciosos, puede relajarse. Pregúnteselo ahora y conteste con honestidad. Si la respuesta es afirmativa, tiene ya una gran ventaja en el tema que nos ocupa. Su gracia natural puede ayudarlo mucho en su tarea de convertirse en orador.

Algunos de los textos de oratoria consultados, especialmente los de origen norteamericano, admiten como dogma que hay que iniciar una conferencia de cualquier tipo que sea con algo de humor que alivie la tensión inicial del orador y del auditorio. Es cierto, puede ser valioso, resultar simpático. Pero ¡cuidado! Tome conciencia de sus limitaciones. Pronunciar una frase cómica, contar una anécdota, introducir un comentario ingenuo en un tema serio, son situaciones muy arriesgadas para un orador que no sea gracioso por naturaleza.

Y ser gracioso es un don. Se tiene o no se tiene. Y en consecuencia se usa o no se usa. No es un ingrediente tan necesario en una conferencia o un discurso. Es sólo un instrumento para aquellos que saben emplearlo. Quizá el ejemplo más claro de elocuencia didáctica, con la aplicación de su excelente humor y con el resultado más eficaz, lo haya encontrado en la práctica, en las conferencias del Dr. CarIos Bruguera. Sus clases de diagnóstico por imágenes difícilmente puedan olvidarse. Su mejor auxiliar es su gracia natural. Tanto mal haría Bruguera si no la usara, como aquel que pretendiera usarla cuando nunca la tuvo.

Y un último consejo. Es quizá al frente de una tribuna cuando más importa mantener el buen gusto y evitar alusiones políticas o religiosas. Si una historia está en el límite, debe rechazarse.

Técnica de improvisación La improvisación en sí tiene características que le son propias y su estilo reconoce prolongados esfuerzos de formación, práctica y tenacidad. A la palabra espontánea, deshilvanada, sin una idea central, la llaman improvisación sólo quienes no saben nada de oratoria. No basta ponerse de pie y llenar los minutos con frases sin sentido o con deshilvanados lugares comunes: "aunque esto me toma por sorpresa..."; "No estoy preparado..."; "No pensé que sería yo el encargado de hablar...". Esto último tampoco es demasiado cierto. En la mayoría de los casos, la persona señalada tiene sobrados motivos pare sospechar que va a ser la indicada para hablar y en este caso debió haber pensado lo que va a decir. Pero puede ocurrir y ocurre a veces, que el

Page 14: oratoria lectura M2

14 |

orador es tomado desprevenido. Y en este caso, ¿que hacer?, ¿cómo me organizo?, ¿de qué manera afronto el compromiso? Siéntase Ud. mismo señalado. Alguien con la mejor intención de distinguirlo, lo Ilama por su nombre. Se le pide que hable en la ocasión. Una rápida descarga de adrenalina lo pone alerta. Debe afrontar la emergencia. Trate de mantenerse sereno. No se apure. Nunca se excuse. Use el silencio inicial buscando la idea madre sobre la que quiere fundamentar sus palabras. La idea puede ser amistad, amor, felicidad, evocación, libertad o cualquier otra en general abstracta y significativa para la ocasión. Ya está, esa es la idea central. A su alrededor tres o más ideas distribuidas en la introducción o en la conclusión, harán del discurso improvisado una estructura coherente, en la cual se dijo algo que uno siente. Y ya lo hemos dicho, si uno siente que tiene algo que decir, seguro que es elocuente. Elija como idea central, eso que usted siente Ahora es fácil. Faltan los ingredientes que le darán forma a su idea. Esos largos minutos nos serán pocos si procedemos con calma. Comenzaremos nuestra improvisación de modo humilde, recordando todas nuestras premisas estudiadas. De pie, bien a la vista del público, usando el silencio inicial para serenarnos y organizarnos. Con la idea central en nuestra mente, sigamos un consejo de Dale Carnegie: Hable de una experiencia de su vida De ese modo se verá libre de pensar su próxima frase, ya que las experiencias se relatan con facilidad. Superará de este modo también el natural nerviosismo inicial y atraerá la atención del auditorio, siempre receptivo frente a un relato vívido y real. La comunicación, de esta forma, estará establecida. Su público lo escucha con atención, y ese será su mejor estímulo pare dar a sus palabras ánimo y vigor. Después del relato vivido o en vez de él si no viene al caso o no encuentra en su rápida revista algo que pueda vincularse con la idea central, lo mejor que puede hacerse es tratar de relacionar sus palabras lo más estrechamente posible con la gente que asiste a la reunión. Es natural que el auditorio se interese por sí mismo y por el motivo que los reúne. Sobre esta base proponemos tres fuentes de inspiración, tres ideas accesorias que acompañarán a nuestra idea central, dándole sentido y unidad a nuestras palabras. Hable de su auditorio, sobre lo que son, sobre lo que hacen. Si cabe, personalice y señale algunos de los que lo componen, ejemplificando sus palabras. También puede referirse a la ocasión por la que están reunidos. Si es una despedida, un aniversario, un homenaje, jerarquice el acontecimiento. Sume su emoción al motivo que los une, haciéndolo importante y común con su auditorio. Si hubo un orador anterior, refiérase a sus palabras. Demuestre el agrado de haberlo escuchado con atención, recalcando los conceptos principales de su idea central. Busque las ideas accesorias en el auditorio mismo, la ocasión y el orador anterior Cumpliendo estos tres postulados, adaptará sus palabras a la ocasión, como un guante a la mano. Sus palabras son para este auditorio, para él, su respeto y

Page 15: oratoria lectura M2

15 |

preocupación. Por él su emoción, que no debe pretender ocultarse. No puede fracasar. El que habla es un hombre honesto, emotivo, sincero. En el año 1986 dicté un curso de oratoria en el Colegio de Abogados del Departamento Judicial de San Isidro. Cuando llegamos al tema Improvisación describí la técnica como acabo de hacerlo y solicité un voluntario para ponerlo en práctica. Los abogados presentes con rapidez invirtieron los términos, y me pidieron que yo mismo la pusiera en práctica. Acepto, les dije: “elijan el tema y denme quince segundos para organizarme." “Hable del divorcio” - dijo uno de los presentes. Mi mente se puso rápidamente en funcionamiento. El stress favorecía el alerta de mis neuronas. Tengo que buscar la idea central con que relacionar divorcio. Allí está: amor. El divorcio no es más que el capítulo final de algo que alguna vez fue amor.

En la descripción de la técnica dije que una vez que tenemos la idea central, conviene comenzar nuestra improvisación, hablando de una experiencia en nuestra vida. Mi experiencia en el tema es mucha y penosa. Mi juicio de divorcio duró cinco años. Cinco terribles años en los que se pusieron en juego valores mucho más importantes que los patrimoniales. La familia, los amigos, los recuerdos. Uno a uno fueron desfilando por esos pasillos inhóspitos, por esos despachos fríos. Uno a uno fueron escuchados por esos empleados y dactilógrafas distantes e insensibles a todo lo que con tanto pudor, con tanta pena, con tanto esfuerzo relataban los testigos. La rutina, mil veces repetida, había transformado en fríos autómatas eficientes a los que tomaban nuestras declaraciones. Cuando llegó el momento del alegato final y contra la opinión de mi abogado y muy querido amigo, yo mismo quise escribirlo. Me pareció que nadie podía describir mi frustración, el desengaño, la desesperación. Quién sino yo podía decirle al juez cuántas ilusiones había sepultado, cuántas esperanzas habían sido defraudadas, de qué modo nuestra vida carecía de sentido de continuar juntos. En el alegato hablé con todo respeto del amor. Del amor al margen de los papeles y las obligaciones. Del amor que no hay quien lo encierre, lo limite o lo imponga por decreto. Del amor a los hijos, que no sólo pertenecen a su madre. No sé cuántas cosas más aparecían en mi mente mientras improvisaba esa noche en el Colegio de Abogados. Sólo sé que volví a vivir mi experiencia. Que sentí profundamente cada una de las ideas que expresaba. Que mi voz tembló por una auténtica e íntima emoción. Terminé exhortando a los abogados allí presentes a olvidarse de los "casos", a no pensar en "Ios expedientes", sino a descubrir en esos fríos papeles al individuo que palpita en su interior, que necesita que lo escuchen, que merece todo el respeto de un ser humano en crisis que está implorando comprensión y justicia. Los minutos fueron cortos. Casi sin darme cuenta había cumplido con todos los postulados de una correcta improvisación. Comprendí al finalizar que en el silencio de la sala, los presentes compartían mi emoción.

Movimiento No me canso de repetirlo en nuestros cursos y seguro volveré sobre el tema: piense antes de actuar. Lo primero que debe hacer el orador al llegar al salón donde le toca intervenir, debe ser planear su movimiento. Aún en la participación aparentemente más simple de una mesa redonda, a quien le toca exponer debe haber previsto cada detalle. Observe dónde esta el pizarrón, si dispone de todos los elementos para su

Page 16: oratoria lectura M2

16 |

uso, fíjese adonde se proyectarán sus diapositivas y si hay puntero para apoyar sus palabras, ubique el micrófono móvil para hablar sentado y el rígido por si es necesario pararse durante su disertación. Verifique dónde se encuentra Ia llave de luz, por si debe apagarla para iluminar una diapositiva. Tenga una idea muy cIara de cual será el mejor lugar del estrado para dirigirse al público y recorra con la vista sus posibilidades de desplazamiento. Pida con anticipación lo que pudiera ser necesario durante el curso de su exposición. No improvise situaciones que puedan resultar incómodas para el organizador. En unos instantes no se consigue un proyector, un pliego de papel blanco o un marcador de color. Ni siquiera es fácil conseguir un pizarrón si no ha sido previsto.

Para el orador con experiencia, bastan unos pocos minutos para organizar su movimiento en el estrado. Pero esos minutos no pueden faltarle. Solo, a un costado del lugar que se ha asignado para hablar debe pensar: Me pararé ahí donde la luz le da a mi cuerpo y desde donde todos puedan verme. Podré desplazarme hacia aquí y hacia allá. Para escribir en el pizarrón me bastará este simple movimiento. Para mostrar mis diapositivas sólo debo girar de esta forma. Hay tiza, borrador, puntero. Quizá corriendo la mesa y retirando la silla, dispongo de mayor comodidad de desplazamiento. Ya está. Unas pocas indicaciones al organizador y no necesito más nada. Todo está bajo control. Esperemos confiados que nos llamen al estrado. Planee con antelación cuál va a ser su movimiento El cuerpo, con sus movimientos, interviene de una manera decisiva en la comunicación oral, de tal manera que no es fácil concebir una conferencia en la que no pueda verse al orador y debamos limitarnos sólo a escuchar su palabra. Con rapidez decae nuestro interés en el tema y con segundad buscaremos el momento oportuno pare huir del lugar adonde no podemos ver ni puedan vernos. Pero normalmente los oyentes ven al orador a la vez que lo están escuchando y el movimiento de éste en el estrado es de suma importancia en el mensaje. El auditorio aprecia el significado de la expresión facial del orador, del modo que se sitúa y se desplaza, del gesto de la cabeza, los brazos y las manos. Desde el natural y frecuente gesto de ajustarse la corbata y abrocharse el saco al acercarse al estrado, hay toda una gama de vicios, muy estudiados por los expertos en psicología oratoria, que no son más que gestos parásitos estereotipados que vuelven a repetirse a lo largo de una conferencia: mesarse la barba o el bigote, rascarse la cabeza, abrocharse y desabrocharse el saco, estirar el pulóver (sobre todo en las mujeres), etc. Todo ello desluce y empobrece la conferencia mejor planeada. No se refugie en su ropa o en su cuerpo No hay regla universal que nos diga cómo se debe permanecer mientras se pronuncia un discurso, pero sí pueden señalarse algunas prácticas viciosas que deben desterrarse.

Conviene estar de pie, a la vista del público, de cuerpo entero. Personalmente me ocupo de que en mis conferencias no exista nada en la tribuna que pueda ocultarme: mesa, atril, silIas. Si la mesa no puede ser retirada, es conveniente desplazarla hacia el costado del estrado, para no tentarse de utilizarla como apoyo, y mucho menos

Page 17: oratoria lectura M2

17 |

como escondite frente al público. Cuando hable, apóyese simultáneamente en ambos pies, sin balancearse de derecha a izquierda y sin subir y bajar la estatura poniéndose rítmicamente en puntas de pie. Permanezca quieto en la tribuna, lo que no quiere decir estático o inmóvil. Ud. solo puede desplazarse cuando su exposición así lo requiera, para Ilegar al pizarrón, para tomar el puntero o simplemente para cambiar el momento por el que atraviesa su charla: Introducción, cuerpo o conclusiones. Los psicólogos especialistas en el tema, aseveran que pasear frente al auditorio continuamente mostrando el perfil y no el frente de nuestro rostro, no es más que una forma de evasión abortada. Más fácil aún de comprender es el afán de evadirse de quien habla a espaldas del auditorio, ya sea con el pretexto de escribir en el pizarrón o de mirar sus propias diapositivas que debería ya conocer de memoria. No se escape del auditorio El acto oratorio ideal se realiza de pie y sin guías escritas. Siempre que pueda, hágalo así. Sólo si el protocolo lo exige se usará un texto escrito y si la circunstancia lo impone (por ejemplo en una mesa redonda), diríjase al público sentado.

En este último caso es necesario hacerlo con naturalidad, pero con cuidado. No se derrumbe escondiéndose tras la mesa y el micrófono ni permanezca rígido en posición forzada. Cuando le toque hablar deje un espacio de unos veinte centímetros entre el abdomen y la mesa e igual espacio entre la espalda y el respaldo de su asiento. Podrá de este modo avanzar y retroceder, dándole relativa movilidad a su cuerpo. Recuerde por último que sus pies están en exposición, evitando el cruce y descruce continuado de las piernas y cuantos tics puedan provocar la distracción del público. Si se sienta, no se derrumbe Nosotros hemos reunido una nutrida biblioteca con libros de oratoria de todas las épocas. De todos ellos hemos consignado premisas de valor, que de un modo u otro filtramos con la experiencia y volcamos en nuestros cursos y escritos. Pero invariablemente desechamos de los textos, sobre todo de los más antiguos, el capítulo correspondiente a los gestos y los ademanes del orador. Consideramos que si nuestra palabra debe brotar con naturalidad con nuestro estilo personal, mal haríamos en someter a nuestros gestos a normas aprendidas en manuales al efecto. Esto quizá pueda ser útil en una escuela de actores, nunca en un curso de elocuencia cualquiera sea la especialización buscada. El gesto está animado por el mundo afectivo de quien habla. El ademán debe nacer de un impulso interior, no aprendido, sino espontáneo y natural de un estado de ánimo. Por otra parte los gestos, además de su utilidad para reforzar y clarificar ideas, son muy valiosos también en cuanto ayudan a mantener el diálogo con los oyentes. Más que a ejecutar un movimiento con nuestro cuerpo, con nuestros miembros, con nuestras cejas, lo que hay que aprender es a descifrar lo que quieren decirnos, tanto desde la tribuna al público, como desde el salón al orador. En este libro se dedicará un capítulo a introducimos en el estudio de la Cinesis. Esta nueva ciencia se ocupa de descifrar el lenguaje del cuerpo, haciéndonos más concientes de nuestras propias señales no verbales.

Page 18: oratoria lectura M2

18 |

A veces inconscientemente pretendemos esconder nuestras emociones, tan expuestas a la observación no verbal, ocupando nuestras manos en actos que nada tiene que ver con lo que estamos hablando. Algunos oradores se frotan continuamente las manos como si se lavaran, otros se entregan a una actividad automática: jugar con la tiza, destornillar la lapicera, hacer girar el cenicero. No puedo dejar de recordar que una vez invitamos a dos psiquiatras a hablarnos de un tema realmente emotivo: el niño gravemente enfermo. Quizá fuera éste el motivo por el que el primer orador, con el afán de ocultar sus sentimientos, disertó con los ojos clavados en un clip que enderezó y curvó repetidas veces a lo largo de su charla. Pero lo más curioso fue que al ceder la palabra aún compañero en la tribuna, le pasó también el ganchito. El segundo orador jugueteó con el clip, sin levantar la vista durante toda la hora de su conferencia. No juegue con sus manos ¿Que hacer con nuestras manos? La respuesta es simple, olvidarnos de ellas. Déjelas que cuelguen con naturalidad al costado de nuestro cuerpo, crúcelas por detrás y hasta en algunos casos no estaría mal ponerlas en los bolsillos. A medida que avanzamos en el tema, si sentimos en realidad lo que decimos, ya necesitaremos nuestras manos y nuestros brazos para apoyar y acompañar a la palabra. El mejor maestro es el corazón, la mente, el interés que pongamos en el tema. El deseo de hacer comprender lo que nosotros ya comprendimos. Los ademanes son algo tan personal como la risa. Sea usted mismo y usará los gestos correctos, sin temor a equivocarse. Sólo debemos recordar que no hay movimientos neutrales y que todo ademán que no enriquezca nuestra presentación, la empobrece.

Manejo de situaciones Todo orador ha tenido que enfrentarse con situaciones inesperadas y anormales en algunas oportunidades. Es necesario saber afrontarlas con altura y estar preparado para que cuando ocurran no desluzca o destruyan el esfuerzo que representó la preparación de una conferencia. Personalmente, como organizador de numerosos cursos de post grado en mi especialidad, recuerdo muchas de esas ingratas circunstancias. Pero especialmente tengo grabadas las reacciones que el inesperado inconveniente provocó en el invitado de tumo. Quisiera rescatar de mis recuerdos la actitud de mi amigo el Dr. Eduardo de la Riega, invitado a hablarnos de cardiopatías congénitas, en un momento de su disertación se cayó el pizarrón sobre su pie mientras escribía. La charla continuó, sin manifestar el orador el malestar que sin duda lo acompañó, hasta que más tarde pudimos aliviarlo al inmovilizar el pie por una fractura de un hueso del metatarso.

Page 19: oratoria lectura M2

19 |

En otra oportunidad recuerdo que invitamos al Dr. Marcelo Arias, de Córdoba, a participar en nuestros cursos con un tema en el que se le reconocía la máxima experiencia. El orador Ilegó a las 10:30 hs. en avión para hablarnos a las 11 hs. y regresar a las 13 hs. Su clase estaba perfectamente armada sobre la base de diapositivas aclaratorias. Falló mi proyector. Serenamente el Dr. Arias comprendió la situación inesperada y replanteó su cIase que fue de todos modos brillante. Pero más brillante aún fue su actitud frente al imprevisto.

Por supuesto, también recuerdo todo lo malo que a veces he visto en las airadas reacciones del orador de turno, frente a circunstancias imprevisibles. Pero ¿para qué traerlas si es mejor olvidarlas?

El consejo que vale y debe quedar impreso en nuestro espíritu es, frente al imprevisto: Serenidad, comprensión, replanteo Seguro así nadie va a desesperar y todos agradecerán su paciencia. Sobre todo cuando, como en estos casos, nadie tiene la culpa. Reorganicemos la charla y puede llegar a sorprendemos la aprobación con que el público agradece nuestro esfuerzo. Otras veces es alguien del público, inocente responsable de una inoportuna interrupción: un radiomensaje que suena con fuerza, una persona que busca a alguno de los presentes en el auditorio, una crisis de estornudos o de tos, un niño que llora o corre por el pasillo, un fotógrafo imprudente, etc. En estos casos la premisa es: Nunca compita con ruidos ni interrupciones Es natural que si sus nervios lo traicionan y muestra su impaciencia, el público vuelque su simpatía hacia aquel que involuntariamente lo interrumpió. No haber sabido manejar la situación, puede llevar al fracaso su conferencia. En la mayoría de los casos un orador experimentado simplemente hará una pausa hasta que termine la interrupción. Nunca continuará su charla cuando haya perdido la atención del público. En otras circunstancias, muy frecuentes en la actividad pública y aún en la docente, uno debe encontrarse con individuos que piensan distinto o enfocan de otra manera el problema que el orador plantea. Hemos vivido o presenciado muchas veces esta situación. Y hemos visto también distintas formas de reaccionar. Todos sabemos que la discusión violenta no conduce a nada y sólo crea resentimientos. También genera violencia la aplastante superioridad de uno de los que se enfrentan en sus opiniones sobre el otro. En general, por un fenómeno típico de la conducta humana, el auditorio se sitúa de parte del que pertenece a su grupo. Este último se transforma en una suerte de "delegado" que por tal carácter debe ser atendido. Según sea el comportamiento del orador, así será la reacción del público. Se pondrá de su parte o quedará predispuesto

Page 20: oratoria lectura M2

20 |

para la controversia. En este caso cada nueva interrupción resultará más agresiva y hará más difícil al desarrollo de la reunión. Cuando la interrupción se produce, debe ser atendida con aplomo, con expresión atenta. La respuesta debe ser franca, pero considerada con el interlocutor. Cabe analizar con cuidado la postura de quien disiente, buscando algo positivo en su aporte o comentario. Y después expresarse con sinceridad, manifestando los puntos de acuerdo y desacuerdo, pero siempre con respeto y consideración por el pensamiento ajeno. Quizá ayude a manejar la situación una frase tan simple como: Use: - “Sí, pero...”

- “Estoy de acuerdo parcialmente...” Invariablemente el público sabe leer esta actitud y responde sin preconceptos apoyando a uno o a otro de acuerdo a sus conocimientos o sentimientos. Y todos, usted, su interlocutor ocasional y el público, podrán capitalizar una situación potencialmente comprometida.

LECTURA Nº 3

Lenguaje corporal

Primer impacto Carlos G. Llabres, en el texto de Di Bartolo „Para aprender a hablar en público‟, afirma que nuestra imagen impacta a nivel no conciente generando en pocos segundos: aceptación o rechazo, credibilidad o desconfianza, buena o mala predisposición, aún antes de una valorización de lo expresado oralmente.

La apariencia de seguridad y profesionalismo, por lo tanto, es anterior a la exposición. La calificación de lo expresado oralmente confirma, refuerza (o descalifica también) esa impresión inconsciente, primaria, del primer impacto corporal. La información llega instantáneamente a lo más profundo y antiguo del cerebro, al palioencéfalo. Acumulación de experiencias de la especie humana desde su inicio como tal. Ahí se contactan con lo primitivo del hombre, anterior a la palabra, lo gestual, corporal.

Birdwhistie midió este tiempo del primer impacto, es de 15 a 45 Segundos ¡Ahí se juega gran parte del acto oratorio! Y justo en esos primeros segundos el orador padece del tan temido miedo oratorio.

La imagen personal, corporal, todo nuestro cuerpo, transmite rápidamente potentes mensajes al auditorio.

Los inexpertos, no entrenados, desearían escapar de esa situación. Se ocultan tras un pupitre, floreros, jarras de agua, micrófonos, arreglan apuntes, o la ropa, la corbata, el pelo, recurren a todo lo que les alargue el tiempo de presentarse a esos cientos de

Page 21: oratoria lectura M2

21 |

ojos que desde el auditorio lo miran "despiadadamente" y para mejorar la tensión que padecen no encuentran otra palabra para comenzar que... bueno ... este... Al respecto Labres indica qué tenemos que hacer, qué vestimenta utilizar y cómo leer el auditorio. A continuación se presentan cada uno de estos aspectos. Qué tenemos que hacer Primero pararnos frente al público; siempre que pueda comience su presentación de pie, que vean toda su figura. No se oculte. Sus hombros deben estar alineados con sus pies, no rotado o torcido. Los pies separados al ancho de los hombros. Seguro. Sin balanceos adelante y atrás, sin oscilar apoyándose primero en un pie y luego en otro. Relajado, tranquilo. Quédese quieto para que lo vean. Es importante estar bien alineado. El torso, cuello y cabeza deben estar con igual orientación que la pelvis, piernas y pies en la presentación.

Es muy común descuidar este detalle y comenzar a hablar torcido, con ambos sectores dirigidos en posiciones opuestas. Durante la disertación, si lo necesita, gire cabeza y hombros juntos (no la cabeza y cuello solos). Donde mira el orador y donde lleva su torso es donde se enfoca la atención el auditorio. La palabra en esos primeros 10 segundos no tiene ninguna importancia, tómese ese tiempo para hacer lo que se denomina el Silencio Inicial que caracteriza a todo buen orador. Logrará la atención del público y el silencio preparatorio para escucharlo con atención.

En esos primeros instantes una expresión relajada y una mirada panorámica a toda la audiencia junto con una leve sonrisa conquistarán a gran parte de la misma y, si usted sabe "leer" al auditorio, le traerá la tan ansiada tranquilidad de saber que está bien encaminado.

La palabra en esos primeros 10 segundos no tiene ninguna importancia, tómese ese tiempo para hacer lo que se denomina el Silencio Inicial, que caracteriza a todo buen orador.

Cuando se decida a hablar, hágalo con decisión en su exposición. Con gestos animados y vigorosos. Nada de Bueno... Esteee... La introducción es, según Aristóteles, "más de la mitad del todo"; usted la debe tener muy estudiada, es una de las pocas cosas que no conviene improvisar. Vestimenta Es de gran importancia su adecuación a la personalidad y características individuales del orador. Pero también a la del auditorio donde se presentará. Estúdielo con anterioridad. Use ropa en perfectas condiciones, sin manchas, botones faltantes o a punto de caerse, con planchado adecuado, sin bolsillos abultados con papeles.

Page 22: oratoria lectura M2

22 |

Armonice tonos y colores, que sean poco llamativos, especialmente las mujeres (máxime si son muy atractivas). El auditorio fija rápidamente su atención en la minifalda, escote amplio o saco rojo más que en contenido del discurso. Los hombres recuerden de no usar bufandas, pullóveres en una entrevista programada bajo techo, tampoco son aconsejables musculosas o remeras con logos, salvo que sean deportistas y tengan un contrato de uso.

Es de gran importancia su adecuación a la personalidad y características individuales del orador. Pero también a la del auditorio donde se presentará.

Preste atención al calzado, en buen estado de uso, lustrado, cordones bien atados Trate de no usar alhajas brillantes, muchos anillos, broches, prendedores, pulseras, aros ni relojes rutilantes y llamativos. Pueden desviar la atención del auditorio, las miradas que deben ser dirigidas al orador en su totalidad o a los apoyos visuales (diapositivas, láminas, transparencias). Leer al auditorio Es obligación del orador mantener una fluida comunicación con su auditorio, durante toda la disertación. El diálogo se establece de entrada a través de las miradas y gestos, cuyo "tráfico" maneja el disertante, leyendo a su público.

Si es recibido con agrado e interés, notará que todas las miradas se dirigen a usted, en lugar de pasearlas por el salón, el programa o las piernas de la vecina de asiento. Si observa en su público movimientos sincrónicos con los suyos, de acompañamiento, inclinación de cabezas a un lado o asentimiento, posturas iguales de todo el auditorio que está sentado levemente hacia adelante Para recibirlo mejor y no perder nada de lo que usted tiene para comunicar, siéntase satisfecho, su disertación se encuentra bien orientada, circula por los carriles que usted propuso al prepararla, es globalmente aceptado. Aprenda a leer a su auditorio, la retroalimentación ayuda a una más adecuada transmisión de conocimientos.

El rostro

Llabres también habla de la importancia del rostro en el orador, hace referencia a los ojos, la sonrisa y la risa. A continuación se presentan las conclusiones del autor sobre la importancia del rostro para un orador. Ya vieron toda su imagen. Ahora el público presta especial atención al rostro del orador. Por su estructura anatómica, diríamos "arquitectónica" hay rostros abiertos, francos, que dejan ver sus emociones, manifestando su alegría, su placer por estar hablando de ese tema tan particular frente a su público. Las mejillas se hinchan, las arrugas parecen desaparecer, las comisuras de los labios se elevan, igual que las de los párpados y las cejas. La sangre fluye provocando un color rosado en su piel. Intente que su cara tenga estas características, en lugar de esos rostros cerrados,

Page 23: oratoria lectura M2

23 |

impenetrables, impasibles con signos de seriedad o gravedad extrema durante el discurso que aburre y cansa, aunque el contenido verbal pueda tener algo interesante. Hay caras de por sí plácidas, con líneas clásicas griegas, como la de Juan Pablo II, que transmiten paz y serenidad. Otras, tipo "techo a dos aguas", que transmiten tristeza y melancolía, contrastando con las tipo "pagoda", con comisuras labiales y de cejas hacia arriba, sonrientes y alegres. Paúl Elkman describió más de 1.000 expresiones faciales diferentes. Llevaría más de dos horas a un buen actor para mostrarlas todas. No es para menos, el rostro humano tiene el conjunto de músculos más complejo y desarrollado, no sólo del reino animal, sino del cuerpo humano. Sus estudios se orientaban para determinar a través del rostro, cuándo se miente. Los ojos Dentro de la cara ¿qué mira primero el público? Los ojos. Los ojos del hombre hablan tanto como su lengua, con la ventaja que el lenguaje ocular no necesita diccionario, es comprendido en todo el mundo, según Ralph Waldo Emerson.

¡Cuántas leyendas, en toda cultura, o supersticiones como el "mal de ojo" vinculadas con la mirada! Nadie duda de la importancia de la mirada en la comunicación Una mirada fija, ojo a ojo, sostenida, es vivida por quien la recibe como una amenaza o desafío. Trae como respuesta una sensación de incomodidad, con reacción de alarma o de ira.

Se puede medir por el aumento de la frecuencia cardíaca, aún en animales. Estos tienen muy claro en su código, que el que baja la mirada es el perdedor de la contienda o zona en disputa. También en la especie humana, Argyie observó que las personas habitualmente se miran entre sí durante 30 a 60 por ciento del tiempo de todo el discurso. Si lo hacen más tiempo es que están más interesados en la persona que en lo que ella dice.

Hay dos extremos, los enamorados por un lado y dos personas muy agresivas, hostiles, desafiantes al borde de la pelea. El primero que baja la mirada denota miedo o se resigna a perder.

Las personas muy tímidas evitan mirar a los ojos o lo hacen en forma mínima, aunque sean sinceros y deseen comunicarse. No prejuzgar otra actitud. Sólo timidez. Hemos aconsejado una mirada abarcativa, panorámica al comenzar la conferencia, luego, con el correr del tiempo, puede mirar a uno del público para conseguir su aprobación gestual y reafirmar su seguridad y tranquilidad.

Page 24: oratoria lectura M2

24 |

Si hay alguien del auditorio particularmente molesto, puede mirarlo directamente y hacer un silencio significativo. Junto con la mirada va también la orientación de sus hombros y torso. No girando la cabeza. Los ojos de los humanos tienen características especiales propias. Mayor blanco de ojo que cualquier otro animal lo que lo hace más expresivo.

Una mirada abarcativa, panorámica al comenzar la conferencia, luego, con el correr del tiempo, puede mirar a uno del público para conseguir su aprobación gestual y reafirmar su seguridad y tranquilidad.

Las pupilas, sin variación de luz, nos indican excitación y agrado cuando se dilatan y rechazo y desagrado cuando se contraen. Ya en la Corte de los Borgia la dilatación de la pupila se asociaba con la belleza. Para lograrla utilizaban derivados de la atropina, la "bella-dona". Sin ingerir ningún fármaco los bebés tienen naturalmente esa dilatación pupilar para agradar a sus padres (y evitar el maltrato y abandono). Las miradas y los movimientos oculares transmiten rápidamente necesidad de afecto, comprensión, dominio, superioridad y las más variadas actitudes y sentimientos de los humanos.

"Si mis ojos te dicen lo que siento ¿para qué quieres de mis labios la expresión?

Las palabras de amor las lleva el viento, las miradas las guarda el corazón."

Pablo Neruda

Grandes negociadores como Onassis, ocultaban su mirada bajo lentes oscuros, no sólo por su miastenia, sino para no dar ningún indicio de sus sentimientos durante sus tratativas. Si un orador debe usar lentes, trate que no sean oscuros. Si son claros, trate que no reflejen la luz obstaculizando el normal "tráfico" de las miradas con su público. Clásicamente se ha descripto:

Una Mirada de Negocios abarcando la frente, cejas, ojos y nariz del interlocutor.

Una Mirada Social, en una especie de triángulo que toma las cejas, los ojos y

llega hasta la boca y el mentón. Estas dos son las recomendadas en Oratoria.

La Mirada Íntima, que desde la frente y los ojos desciende hasta el pubis, la reservamos solamente para algunas personas y en determinadas circunstancias.

Page 25: oratoria lectura M2

25 |

Jean Paúl Sartre expresa: "El contacto visual es lo que nos hace real y directamente conciente de la presencia del otro como ser humano con conciencia e intenciones

propias".

La sonrisa Excelente aliado de todo orador, novel o con experiencia. Inapreciable arma que debe ser utilizada como toda arma, con tino y habilidad. Es el equivalente al alfil en el ajedrez.

Spitz, un estudioso de cómo se estructura la mente en la especie humana desde la vida fetal hasta la madurez, considera a la sonrisa como el "primer organizador". Es el primer gesto, innato, no imitativo de la comunicación entre el bebé y su madre. Simboliza la alegría y la satisfacción. Se observa al cumplir el primer mes de vida y nos acompaña hasta la senectud. Hay 9 formas distintas de sonrisa. Las tres más comunes son;

Simple: Sin exposición de dientes (como la Mona Lisa). Se sonríe a sí misma. NO participa de ninguna actividad.

Labio superior: Se exponen los incisivos superiores solamente. Sin mostrar las

encías. Coincide con una mirada a ojo. Como encontrándose con un viejo amigo.

Amplia: Se exponen ambos incisivos superiores e inferiores. Casi una risa.

Como si estuviera jugando con placer.

La sonrisa en oratoria significa amabilidad, agradecimiento al público por su presencia, aceptación y respeto.

Junto con la mirada abarcativa, panorámica, indicamos acompañarla con la sonrisa al comenzar todo acto oratorio. Pero cuidado, debe ser natural, aparecer lentamente y desaparecer también lentamente. Como para recibir o despedir un amigo muy querido. Es imposible engañar al auditorio con una sonrisa permanente, como si nos colocáramos una máscara. Tampoco vale una sonrisa "de foto", que denota falsedad o la sonrisa tipo Mona Lisa, interior, para ella sola; uno se pregunta al verla, ¿qué estará pensando, qué me quiere decir? o la sonrisa espartana de labios rígidos: yo me "banco" todo, que denota tensión o la sonrisa torcida, donde baja una sola comisura labial.

Hay que evitar la sonrisa irónica, despectiva, fría, que demuestra nuestra superioridad como disertante por el cúmulo de conocimientos que poseemos, ¡frente a un auditorio que carece de los mismos! Estos tipos de sonrisa bloquean la esencia de la oratoria contemporánea: la buena y fluida comunicación, por el rechazo inconciente que nos crea un orador con esas características. Con la sonrisa, como acto innato,

Page 26: oratoria lectura M2

26 |

transmitimos nuestra realidad interior, por eso no la debemos forzar. Usarla al comienzo de la conferencia y también al cerrarla, pero no indiscriminadamente o fuera de contexto. Natural y espontánea. ¿Tenemos que hacer reír al auditorio? ¿Cuál es su utilidad en Oratoria? La Risa es un gesto compuesto, según Desmond Morris, que tiene intensidades y variedades notorias en cada individuo, raza y costumbres.

Los autores norteamericanos la proponen al comienzo de todo discurso. Opinan que con un chiste que haga reír se conquista inmediatamente al auditorio y se "rompe el hielo", predisponiendo al público a favor del orador. Según nuestra experiencia y estilo no es necesario emplear la risa de entrada. Si el orador no es realmente gracioso es muy probable que su no cause gracia y solamente él quede riéndose solo en el estrado. Este comienzo implicaría mucho riesgo. Mejor es hacer hincapié en los otros elementos gestuales ya explicados: la postura, la mirada, la sonrisa que todos poseemos y solamente tenemos que poner en práctica. Reservemos el "arma" de la risa para ayudamos en otras situaciones de la conferencia, no al principio.

La risa sirve para renovar la capacidad de atención, el público se distiende. Se crea un nuevo vínculo entre los que ríen juntos. Por eso, utilice la risa cuando "lea" por los gestos y actitudes del auditorio, que se encuentra cansado o a punto de aburrirse con nuestra disertación. Es como un pequeño "recreo". Mantiene el interés en la audiencia.

Resérvela también para calmar cualquier situación conflictiva o tirante entre el orador y alguien del auditorio o extraño al mismo, interrupciones o imprevistos de cualquier naturaleza (fallas del audio, apoyos visuales, de iluminación, alguien que se retira o ruidos extraños). Elimina resistencias.

Reservar la risa para calmar la tensión o el cansancio es un recurso apto para todo orador. Es la torre del ajedrez. El humor debe ser original, exclusivo, apropiado al público, pertinente, inofensivo, oportuno, inocente. Es bueno reírse de sí mismo en algunas ocasiones.

Gestos Carlos Llabres en el libro de Di Bartolo también hace referencia a la importancia de los gestos. A continuación detallamos los dichos del autor con respecto a las manos y a las señales de batuta. Desde su origen ancestral los Gestos se encuentran directamente vinculados con la Comunicación. Su objeto es enviar un mensaje, con claro contenido, para ser captado y comprendido por el receptor. Son secuencias de posturas y movimientos que se han

Page 27: oratoria lectura M2

27 |

hecho con el transcurso del tiempo, automáticas. No tenemos clara noción de cuándo ni cómo los hacemos. Los gestos que acompañan a un orador son siempre muy personales, propios de él. Tienen su sello y estilo. Al evolucionar la especie humana a la bipedestación, los miembros superiores tuvieron una actividad compleja y variada que nos diferencia de las otras especies.

Es llamativo el número de combinaciones que se pueden realizar con dedos, manos, muñecas, antebrazo, codo, brazo y hombro. La variación con ambos da una cifra, según los investigadores de 700.000. Por suerte no los realizamos todos... Pero hay varios que son característicos de distintas situaciones internas y aunque son personales y casi inconscientes, sirven para analizar su intención y significado. La clave inicial para interpretarlos, es observar las manos Gesto con dedos separados, mano abierta, es un intento de ser abarcativo, buscan un acercamiento de todo el auditorio.

o Las palmas de ambas manos hacia arriba, denotan gesto implorante: "por favor".

o Las palmas enfrentadas pretenden limitar el problema. o Las palmas hacia abajo, con suaves movimientos de sube y baja, tratan de

calmar los ánimos y la tensión reinante. o Las palmas sobre el pecho intentan persuadir al auditorio de la sinceridad del

orador. Si son ambas con dedos separados, con mayor intensidad... desconfíe de la autenticidad del mensaje.

Frotarse ambas manos entre sí significa estar en intensa expectativa, esperando algo agradable. Mientras que secarse las palmas de las manos, en la ropa o con un pañuelo denota intensa ansiedad, estrés. Una mano extendida con la palma hacia el frente, trata de proteger al orador de una situación conflictiva, detiene una supuesta agresión.

Brazos cruzados son indicadores de actitud defensiva. Más aún si las piernas también lo están. Para ejemplificar partes de nuestro discurso, enumerarlas, se utiliza un dedo indicador que toca separadamente, uno por uno los dedos de la otra mano. Señales batutas Son llamadas así porque marcan el compás del discurso. La mano que se extiende junto con el brazo hacia el frente con la palma hacia atrás y los dedos flexionados con movimientos hacia el cuerpo del orador es característico de los que intentan "agarrar", atrapar, atraer al auditorio. Es un clásico, llamado "agarrón de aire" y usado por muchos Políticos.

Page 28: oratoria lectura M2

28 |

Cuando se busca precisión, los dedos índice y pulgar se tocan por las puntas, mientras los otros tres dedos se elevan graciosamente. Las manos con dedos entrelazados pretenden indicar preocupación por los demás, por la humanidad, común en sacerdotes. El puño cerrado, impulsado violentamente al frente intenta demostrar que el orador posee fuerza, energía para atacar, con su puñetazo, cualquier oposición... No es real.

Cuando se utiliza el dedo índice como puntero, amenazante, con los otros dedos replegados, dirigidos a un opositor no visible y con movimientos de sube y baja, resulta intimidatorio para todo espectador. No debe ser usado en oratoria. El público siente que es atacado físicamente, no en sus ideas.

Si la tensión del orador aumenta, también sus gestos amenazantes se intensifican, pudiendo llegar a la llamada mano de Karateca. Con el canto hacia el frente, dedos juntos, extendidos y con movimientos como de hacha dirigidos al público... que huye despavorido.....

Cuando la tensión incontenida crece aún más, puede llegar a tener movimientos oscilatorios atrás/adelante con sus brazos, cabeza, todo el cuerpo y hasta golpear el piso con el pie como se ha visto a algunos políticos. Descontrol total, no hay público que acepte o tolere a este orador.

El puño cerrado, impulsado violentamente al frente intenta demostrar que el orador posee fuerza, energía para atacar, con su puñetazo, cualquier oposición... No es real.

Cuanto más eufórico y triunfante se encuentre un político o dirigente, más eleva sus brazos. Puede ser uno o ambos y hasta con las manos asidas. Entre nuestros políticos, hemos tenido dos muy característicos: Perón con ambos brazos en alto y Alfonsín con las manos entrelazadas y elevadas a un lado de su cabeza.

Piernas y pies A continuación detallamos los dichos del autor con respecto a las piernas y pies, a la importancia de que el orador observe al auditorio y que puedan observarlo a él; además de lo significativo de no dar la espalda y de no balancearse. Llegamos a una zona de nuestra corporalidad a la que poca atención prestamos. Todos tenemos una forma particular, propia, de caminar que nos hace fácilmente reconocibles por nuestros amigos. Depende en parte de nuestra estructura corporal, pero el ritmo, longitud del paso y posturas cambian con las emociones. La fatiga y la edad también inciden en nuestra marcha. La posición de los brazos, manos, hombros y cabeza que acompañan nuestra marcha, deben ser tenidos en cuenta. Una cabeza gacha, hombros caídos, manos en los bolsillos o cruzadas en la espalda asidas una con otra, pasos cortos y lentos, son claros indicadores de aislamiento y preocupación.

Page 29: oratoria lectura M2

29 |

Si hablar en público nos cohíbe, caminar en público y ser atentamente observado nos cohibiría igual. Hay gente que se entrena para es tarea, las modelos. Usted no va a pasear por una pasarela pero le conviene conocer algunos detalles para beneficiarse en una negociación, discusión, conferencia o presentación en público. En muchas ocasiones, tomar examen, negociar o discutir; una mesa con mantel o una tarima oculta la parte inferior del cuerpo para impedir "leer" las posturas y movimientos del otro que nos informan de sus verdaderos sentimientos (ansiedad, disconformidad). Recordemos la postura inicial para encarar al auditorio. De frente al público, alineados, pies separados al ancho de los hombros. Pero a medida que avanza el discurso usted se mueve, no está "congelado", tiene algunos movimientos previstos: ir al pizarrón o rotafolio, mostrar diapositivas, transparencias, o simplemente cambiar el sitio donde comenzó la charla. Hágalo en forma armoniosa, suelto, distendido, sin apuro. Que todo el auditorio lo observe y usted pueda observar a todos No les dé la espalda Si pasa diapositivas, con la luz prendida (para que no tengan la oportunidad de dormirse), gire su cuerpo un corto momento y siga mirando y hablándole al auditorio y no a sus diapositivas. Usted las debe conocer de memoria. Saber de antemano cuál sigue y qué dice, no son un "machete" iluminado. Si está suficientemente entrenado, ni debería girar su cuerpo más de un instante para cerciorarse cuál es. Los oradores inexpertos se balancean Apoyan su cuerpo alternativamente en un pie y luego en el otro. En forma constante e interminable. También suelen oscilar de atrás hacia delante Poniéndose en puntas de pies. Estos tan comunes defectos distraen la atención del auditorio, lo aburren y cansan. Evítelos. Otra característica desagradable para el público, es cuando el orador se mueve constantemente. De un lado para el otro. "Caminante sin sentido". ¿Hacia dónde va? Muchas veces en sus paseos suelen hasta perder el hilo de su relato. Se paran y preguntan al público: ¿por dónde iba? Si tiene que estar sentado, también deje los pies uno al lado del otro. No los "enrosque" a las patas de la silla. Planos sobre el piso simplemente. Las piernas cruzadas son aceptadas (mientras no se les vean los muslos a las mujeres). Pero no inicie una carrera de cruce y descruce repetido. Ni tampoco que el pie que queda suelto suba y baje continuamente. Son signos de ansiedad, disconformidad, incomodidad que se transfieren al auditorio. No gire en su silla.

Page 30: oratoria lectura M2

30 |

Otra característica desagradable para el público, es cuando el orador se mueve constantemente. De un lado para el otro. "Caminante sin sentido". ¿Hacia dónde va?

Los pies entrecruzados (locked) y las manos apretadas, son indicadores de tensión, estar bajo presión, ansiedad marcada. Si en una negociación o dando un examen se encuentra en esa posición, cuidado, es delatadora. Sentado con la espalda bien apoyada en el respaldo, piernas separadas y pies totalmente sobre el suelo, brazos y manos abiertas, sobre el apoyabrazos, en la posición denominada de Lincoln, firme como una roca, físicamente y en sus convicciones. Repetimos, frente al público al comienzo quédese quieto, bien plantado, seguro, relajado. A medida que avance en su disertación, suéltese, armoniosamente, con naturalidad, siguiendo la evolución de su charla y sus gestos. Seguro tendrá un éxito en su presentación.

Cuidados especiales

Es necesario respetar dos grandes territorios del público: su tiempo y espacio. Carlos Llabres habla también de los cuidados especiales que debe tener el orador con tiempo y el espacio físico. A continuación se detallan los dichos del autor.

Están íntima y profundamente defendidos aunque no siempre le damos la jerarquía que tienen. No los conocemos. Para predisponer favorablemente al auditorio y conservar esta buena actitud, recuérdelos, no los vulnere. Territorio Tiempo La hora de iniciación y la de cierre de una conferencia, presentación o curso debe ser respetada estrictamente. Se puede tener una tolerancia "académica" de unos 10 ó 15 minutos en la primera reunión de un curso. En las siguientes la puntualidad debe ser la norma. Se lo agradecerán. Los empresarios, dirigentes y políticos saben que la larga espera o "amansadora", habitual en las citas programadas por las autoridades, son una demostración de su poder. Siempre predispone mal al que espera ser recibido, aunque no lo exprese verbalmente. Espacio físico Estudiado por Edward Hall, profesor de Antropología de la North Westem University, como Proxemia. Presenta tres grandes áreas: Tribal

Page 31: oratoria lectura M2

31 |

Incluye desde 100 personas hasta una Nación. Se forma y reúne por conocimiento mutuo, raza, costumbres. Los intereses comunes se encuentran hermanados y unidos por una especie de fidelidad. Está representado por: partidos políticos, sindicatos, asociaciones, clubes. Por ser área defendida aconsejamos no hacer "chistes" religiosos, raciales, políticos o sobre distintos clubes. Se puede molestar seriamente a los integrantes de alguna de estas agrupaciones que se encuentren en el auditorio sin que podamos identificarlos. Familiar Representa el lugar de crianza. Se representa como equivalente del nido, en el dormitorio o en el automóvil. Se sugiere no referirse en forma jocosa o despreciativa a barrios, pueblos pequeños o marcas de artículos de consumo. Personal Magistralmente descripta por Hall, quien la llamó burbuja. Equivalente a nuestra segunda piel. Es el espacio portable que nos rodea a no más de 35 cm. Es inviolable, solamente nuestro, no compartido por nadie sin nuestra expresa autorización. Dejamos entrar a determinadas personas exclusivamente. Para hacer el amor, reñir o en discusiones o conversaciones de muy intensa carga afectiva. Dentro de ella nos sentimos invulnerables. Dentro de la Burbuja se percibe al otro con gran aporte de datos: color de la piel, olor, temperatura. Percibimos su ritmo respiratorio. Es nuestro espacio sagrado, nos da seguridad y status. No es buena técnica que el orador toque o abrace a alguien del público, penetrando en otra burbuja sin su expresa autorización. Esto explica por qué en algunos momentos nos sentimos mal cuando nos invaden nuestra área personal, al leernos el periódico por encima del hombro o en un medio de transporte compartir la burbuja con otras personas. En un ascensor también nos sentimos invadidos, sin forma de escape, entonces empleamos técnicas defensivas: ignoramos a quienes nos rodean, no miramos sus caras, son inexistentes, ponemos aire de ausentes mirando al techo o al indicador del ascensor en fin, nos despersonalizamos. Las medidas de las distancias son de ajuste variable. Se modifican según nuestra cultura, hábitos y estados de ánimo -siempre a nivel no conciente.

Los animales tienen muy claro el uso de las distancias para emprender la fuga o para atacar. Las regulan adecuadamente. Estar muy cerca es vivido como una amenaza y muy lejos como un rechazo. Los niños también manejan a nivel no conciente estos parámetros de las distancias con su madre y con extraños.

Las distintas culturas tienen distintas distancias para relacionarse con el otro. Los norteamericanos y europeos occidentales, en general, dialogan a una distancia aproximada de 70 cm., hasta donde llega la punta de los dedos con el brazo extendido.

Page 32: oratoria lectura M2

32 |

Los sudamericanos, caribeños y los de la zona mediterránea europea o el

cercano Oriente, en general, dialogan a una distancia aproximada de 45 cm., hasta donde llegan las puntas de los dedos con el brazo flexionado en el codo.

Por eso se da el fenómeno en reuniones sociales, que algunas conversaciones comienzan en determinado lugar de la sala pero por ajustes variables de esas distancias defendidas como territorio, por ambos interlocutores de distintas culturas, se recorren casi todo el salón, terminando el diálogo en cualquier otro sitio que el que comenzaron. Se reconocen las siguientes distancias para las distintas actividades:

Hasta 45 cm.

Distancia Íntima - La Burbuja.

De 45 a 75 cm

Distancia Personal -para discutir asuntos

personales, intercambiar ideas

De 1,20 a 2 metros

Distancia Social Próxima - Distribución de

escritorios en oficina, disertaciones científicas, presentaciones

De 3 a 4 metros

Distancia Social Lejana - Conferencias,

Simposios

Más de 4 metros

Distancia Pública - Discursos menos

comprometidos con el público. Grandes grupos.

Un buen comunicador acomoda el salón o local previamente a su discurso, del modo que más convenga según el auditorio y el tipo de disertación, respetando las distancias. Lleva poco tiempo, pero reditúa bastante a favor de una mejor comunicación. En esta visita previa también dispone del mobiliario, apoyos visuales y audio que va a utilizar. Chequea todo, hasta la iluminación. Conozca el lugar elegido para su disertación con bastante anterioridad Evalúe todo el escenario, disposición de las sillas, mesas, lugar de proyección de los apoyos visuales, enchufes, interruptores. Compruebe la acústica, micrófonos, calefacción, aire acondicionado y la incidencia que pueden tener en el desarrollo de su

Page 33: oratoria lectura M2

33 |

presentación. Todos los detalles. Le dará una sensación especial de seguridad, que nada quede liberado al azar. Ahora puede ir a descansar.

Cierre de una conferencia Carlos Llabres nos habla de la importancia del cierre de una conferencia, al respecto dice que el público se retira con esas imágenes, se las lleva si han sido de su agrado. Un buen cierre es una buena conferencia. A continuación se exponen los dichos del autor al respecto. Se hace hincapié en la necesidad de tener preparado el "broche de oro", tanto en lo verbal como en lo corporal. No hay que caer distraídamente en el eterno "bueno... me parece que no tengo nada más para decirles...". "¿Quieren que les explique algo más?"

Para tener clara conciencia de cuándo tiene que terminar su disertación, lea al auditorio y a sí mismo. Hay varios movimientos claves que anticipan su intención, son preparatorios de la acción y usted debe conocerlos.

Cuando observe que en el público ya no hay movimientos de asentimiento con la cabeza, no lo siguen atentamente, charlan entre ellos. Cuando perciba un tamborileo de dedos sobre algún papel, apunte, respaldo o brazo de silla, acompañado por los pies sobre el piso no dude, están muy aburridos. Si observa a alguien de su auditorio sosteniendo la cara con la palma de una mano con sus párpados caídos, no dude, es otro aburrido. Si observa a otro con una mirada al vacío, sin parpadeo, casi en trance tipo zombi, con los ojos abiertos pero sin ver, es señal de hartazgo de escucharlo. Cuando se mueven en sus asientos no encontrando posición cómoda. Cuando se toman de los laterales del asiento. Deslizando su cuerpo hacia adelante, en posición de "largada", como atletas listos par una carrera de 100 metros llanos, se torna imperioso que piense en el cierre urgente de su conferencia. Más aún, si ha observado en usted que se ha puesto a oscilar sobre las puntas de sus pies o a balancearse con sus piernas. O si se le ocurrió darse vuelta como si se olvidara algo. O se encuentra "paseando" por el salón sin encontrar lugar, como dudando entre seguir la charla o escapar del público por un lateral.

Cuando perciba un tamborileo de dedos sobre algún papel, apunte, respaldo o brazo de silla, acompañado por los pies sobre el piso no dude, están muy aburridos.

Page 34: oratoria lectura M2

34 |

No importa el horario, cierre, no se eternice, haga un corto resumen verbal con entusiasmo. Vuelva a ocupar el centro del estrado, recupere su mirada abarcativa. Cabeza erguida, posición simétrica, relajado, sonrisa natural lenta, como para despedir a un amigo, con interés, agrado, haga el silencio final como hizo el inicial y deje junto con su imagen esa corta frase que tan bien preparó, tan suya, tan personal, dígala con naturalidad o simplemente "muchas gracias por haberme escuchado".

Credibilidad – mentir

"Todo empresario, político o dirigente que cumpla una función de liderazgo debe cuidar su credibilidad. Es parte de su capital. Si el público descubre que miente, la pierde y esto le hace perder también el pleno ejercicio de su autoridad. Fatal para un líder. Y no hacemos mención de 'decencia', 'honestidad'. Sólo poco creíble..."

Nelson Castro

En este apartado tomamos los dichos de Carlos Llabres que nos habla de la credibilidad y la mentira. A continuación se exponen los dichos del autor al respecto. Se ha mentido en toda época y en todo lugar, pero ¿qué magnitud tiene actualmente el mentir en nuestra sociedad occidental? Ocasional o repetidamente ha mentido el 90% de los encuestados por el autor del libro "El día que América dijo la verdad", sobre temas tan variados como: ingresos económicos, edad, vida sexual, sentimientos y logros de su vida. La cifra resulta apabullante. Recordemos que no decir toda la verdad, ocultar alguna parte, también es mentir. La investigación llevada a cabo en la Tulane University confirma una cifra similar: el 87% de los ejecutivos de primera línea que participó en dramatizaciones organizadas por la encuesta, estaba dispuesto a realizar acciones fraudulentas para mantener su puesto o lograr un ascenso. Samuel Greengar, en su artículo de Workforce, asegura que el 50% de los empleados miente, engaña o roba. Mientras que en otro grupo un 93% de los 40.000 norteamericanos encuestados admite mentir regularmente y en forma habitual en su lugar de trabajo. Últimamente en nuestro ámbito nacional lo han hecho innumerables testigos, estadísticamente no tabulados. En juicios tan largos y resonantes como el caso María Soledad, el soldado Carrasco, el fotógrafo Cabezas, el caso Cóppola, donde se ha mentido mucho tiempo, repetidamente y sin ninguna retractación.

Page 35: oratoria lectura M2

35 |

Umberto Ecco acota: "Aunque vivimos en un mundo donde se dicen muchas mentiras, logramos sobrevivir porque observamos algunas convenciones, una de éstas es que cuando alguien afirma algo, todos partimos del principio de que su propósito es decir la verdad. Si descubrimos la mentira lo acusamos de incorrección. Sólo a un actor o a un novelista nadie piensa acusar". Resumiendo así el sentir general. Recordemos brevemente la "historia natural de la mentira". Los niños, hasta los 10 años aproximadamente, mienten fácilmente sin ningún pudor, expresando de este modo las fantasías y tabulaciones de su rico mundo imaginario, su mundo interior. Éste interactúa paulatina y progresivamente con la realidad del mundo exterior que lo rodea. De ahí toma modelos, medidas y límites que forman su personalidad. Pió Collavadino lo destacó en su clásico "Pinnochio". Según el Dr. Guillermo Tortora, cuando mentir persiste en el adulto en forma totalmente conciente, deliberada, voluntaria, repetida o episódica es por otras causas. En general se observa en personalidades inmaduras, por necesidad de estima, para destacarse de cualquier forma. Ser importantes. Ahí aparecen los que mienten en resonados casos judiciales que tanto apoyo y difusión periodística tienen. Les gusta salir en reportajes, entrevistas ante cámaras de televisión. En algunos mentirosos se reconoce otro mecanismo: el odio, resentimiento o la venganza. Hasta la idea de divertirse perjudicando a otro o simplemente ocultar la verdad detrás de supuestas lealtades a grupos de dinero y poder, como los "Barrabravas", mafias o sociedades secretas. La repetición de las mentiras en todos los actos de su vida los lleva a un encasillamiento pasible de diagnóstico psiquiátrico: mitómano, fabulador o sicótico con ideas delirantes, persecutorias. Muchos son "pacientes ambulatorios" que producen verdaderos trastornos en los Tribunales por el alto grado de verosimilitud entre lo denunciado y los datos que han tomado de la realidad.

Hay sistemas de vida donde mentir o no decir toda la verdad forma parte de lo cotidiano sin castigo ni pena: promotores, diplomáticos, políticos, abogados, magos, adivinos, tiradores de cartas, vendedores de autos usados; lo hacen habitualmente, algunos con gran arte, pero sólo en la actividad profesional.

Recordemos que se puede mentir a muchos algún tiempo, a algunos mucho tiempo, pero no se puede mentir a todos todo el tiempo.

¿Cómo participa la corporalidad en todos sus aspectos cuando se miente? ¿Podemos aprender a "leer" los gestos y posturas de los que nos mienten para preservamos de sus efectos y complicaciones?

Hay sistemas de vida donde mentir o no decir toda la verdad forma parte de lo cotidiano sin castigo ni pena: promotores, diplomáticos, políticos, abogados, magos, adivinos, tiradores

Page 36: oratoria lectura M2

36 |

de cartas, vendedores de autos usados; lo hacen habitualmente, algunos con gran arte.

Los primeros trabajos científicos, según relata Flora Davis, son los de Paúl Elkman en el Instituto Langeley Porter, de San Francisco, California, desde el año 1953. Aprovechando que el rostro de la especie humana tiene el más completo y desarrollado conjunto de músculos del Reino Animal, con posibilidades de tener más de 1.000 expresiones faciales diferentes, confeccionó un atlas del rostro y una clasificación. Dividió el rostro en tres zonas: Frente y cejas-ojos-nariz, mejillas, boca y mentón. Esta última parte proporciona más datos en el acto de mentir. En aquella época filmó caras de personas no entrenadas en mentir mientras tenían que hacerlo a pedido y sobre un tema específico. Al analizar una por una las distintas imágenes en forma muy lenta descubrió expresiones faciales de fracción de segundos de duración que no coincidían con las palabras expresadas. Las denominó "micros". Eran filtraciones de sentimientos verdaderos que se hallaban como embutidas en el discurso mentiroso.

No se miente solamente con palabras y el rostro, todo el cuerpo participa.

Aunque no tengamos clara conciencia de ello. Las claves son fugaces. Detectarlas demanda práctica y habilidad. Aprender a "leer" la totalidad de lo corporal es lo interesante. La observación repetida y la evaluación estadística respaldan estos conocimientos. Repasemos algunos puntos:

o La mirada. Ha sido desde tiempos ancestrales un indicador muy comentado. Al mentir se evita mirar a los ojos del interlocutor. "Miradas huidizas". Se pestañea con mayor frecuencia. Si observamos las pupilas, independientes de la cantidad de luz, las veremos dilatadas. Cuando mienten miran a la distancia, a un punto fijo o a un objeto con preponderancia.

o La sonrisa, como expresión natural de satisfacción y alegría es más difícil de

alterar. La sonrisa asimétrica, donde se eleva más una comisura labial que la otra es la que se puede observar cuando mienten. El tiempo que dura una sonrisa, más prolongado que lo habitual y el momento en que se emplea, que no coincide con lo expresado en palabras, son importantes indicadores a tener en cuenta cuando se investiga la mentira. Sonrisa leve, nerviosa, de brusca interrupción es falaz.

o Debemos prestar atención al Ritmo del discurso, no sólo al contenido. Se tarda

más en responder una pregunta, las respuestas son más largas, intrincadas, llenas de palabras superfinas cuando se intenta mentir.

o Manos y brazos. Siempre están presentes para ayudamos a detectar la

falsedad de lo expresado verbalmente. Se producen cambios.

Page 37: oratoria lectura M2

37 |

o Aumentan o disminuyen notoriamente los gestos que son típicos en cada

individuo. Se rascan o tocan la nariz o las orejas mientras hablan. Se cubren temporariamente la boca y el mentón con la mano.

Si emplean las llamadas "señales batutas", usan las del puño cerrado golpeando al frente para pretender engañar expresando fuerza interior y decisión, que no son reales. Las manos con las palmas sobre el pecho pretende convencer de sentimientos internos de autenticidad "del corazón" que no son tales. Si nos internamos en la "Burbuja" personal del que miente podemos percibir sus cambios de color de la piel. Palidez o rubor por vasodilatación/contracción a través de su sistema neurovegetativo, autónomo, independiente de la voluntad. Se disparó con la mentira. Su respiración también se modifica. Hay cambios de ritmo: retención prolongada de aire o momentánea falta del mismo para adaptarlo a alguna frase mentirosa.

Sabemos que los movimientos y posturas de nuestras piernas y pies son escasamente registrados en nuestra conciencia. No tenemos el hábito de hacerlo. Por eso con todo el cuerpo a la vista, como se propone en los juicios orales tribunalicios, sin una mesa o tarima para ocultar las piernas y los pies es más fácil detectar a los que mienten.

Fácilmente observamos movimientos rítmicos de pies en sube y baja o cruce y descruce de piernas repetidos incansablemente. En algunos casos pequeños, pero insistentes golpes del taco sobre el piso que claramente nos indican la ansiedad que suscita un determinado tramo del discurso que están desarrollando o respondiendo.

En negociaciones o transacciones en que se puede caminar se observa el deambular de un lado hacia el otro como "caminante sin sentido". Son intentos coartados de escapar de una situación que produce una ansiedad incontrolable, aunque con los labios expresen un discurso totalmente tranquilo, apacible y aparentemente creíble.

Decir algo con la boca y hacer con el cuerpo algo contradictorio es difícil de registrar, pero si prestamos mucha atención lo constataremos en algunos casos en que se afirma verbalmente un concepto y con movimientos de cabeza se está negando. Por todo lo expresado, si usted tiene que mentir ante un experto en Lenguaje Corporal, hágalo por teléfono, mientras estaciona un auto o maneja su computadora. Pero mucho mejor no tenga ocasión de mentir. No se tiente, recuerde que no es fácil ni beneficioso.

Page 38: oratoria lectura M2

38 |

Lectura Nº 4

Miedo oratorio

El siguiente material sobre miedo oratorio pertenece a los textos seleccionados cátedra de Oratoria, modalidad presencial. Nuestro sistema nervioso está preparado para enfrentar situaciones difíciles, de una manera siempre igual, estereotipada y comparable, tanto sea en una circunstancia de peligro físico, como de stress emocional importante.

El factor de mayor valor, responsable de todas las reacciones, es una rápida descarga de adrenalina que liberan las glándulas suprarrenales y que como primera manifestación física, acelera el pulso, eleva la presión arterial y libera glucosa proporcionando una fuente de energía adicional de la que en el acto pueda disponerse. Esta reacción es normal y necesaria. Si no la tuviéramos frente a una emergencia tendríamos una marcada inferioridad de condiciones físicas.

El cuerpo no entiende la diferencia entre exigencias intelectuales, emocionales y físicas. Cada vez que el cerebro transmite una exigencia, se produce una descarga de adrenalina que prepara a todo el organismo para la emergencia. Alerta es la palabra. Cada sistema, cada órgano, cada célula, está dispuesta a rendir el máximo de su potencial.

Los psicoanalistas distinguen claramente el miedo de la angustia. El primero consiste en una reacción normal frente a un peligro que realmente existe, mientras que la angustia se refiere al miedo sin objeto real. Es absolutamente necesario conocer nuestras sensaciones para poder comprenderlas y dominarlas. No nos equivoquemos, eso que sentimos al enfrentar un auditorio es miedo. No es angustia. Es sólo el miedo natural normal que debemos sentir frente a una situación de stress emocional. Es el

Page 39: oratoria lectura M2

39 |

miedo saludable de asumir un compromiso en el que se juegan muchas cosas: nuestro prestigio y la responsabilidad de quien nos ha invitado.

Es miedo respetuoso del auditorio que nos escucha. Es miedo digno de una empresa que se nos ha confiado y que merece este alerta que nos impone nuestro cuerpo. "No se preocupe; tenga miedo" Este título de un artículo de Gabriel García Márquez, nos viene justo para el concepto que queremos afirmar en estas páginas. El miedo profesional es el que padece toda persona en el momento que afronta la realidad de su profesión. Es normal que le tiemble la mano al cirujano cuando comienza una operación difícil; es normal que se crispen los puños de un piloto apretando el volante a la hora de la largada; es normal que le flaqueen las piernas al boxeador cuando suena la campana; es normal y saludable que nuestro pulso se acelere y nuestra boca se seque cuando afrontamos el compromiso de hablar en público responsablemente. Seguro que a medida que se concentren en lo suyo se afirman las manos del cirujano y del piloto, las piernas del boxeador y se serene el pulso del orador ni bien note que lo escuchan con atención, que lo que dice tiene sentido, que está volcando sin contratiempos lo que preparó con esmero y dedicación para ese día. Lo que ocurrió no fue otra cosa que la vibración natural del arco cuando se tensa con fuerza antes de partir la flecha. Después se ablanda, serenamente se cumple su destino.

Benditos sean mis nervios (no luches contra lo inevitable)

Es inevitable sentirse uno un poco nervioso ante situaciones poco comunes que exigen un excelente desempeño, porque la inexperiencia es sinónimo de no saber qué hacer, qué decir, ni qué pensar. Sin embargo, tiene una gran ventaja, saca lo mejor de nuestro interior. Nos pone en ese estrés que permite sentirnos tensos como la cuerda del violín, afinado, a punto. Aunque es cierto que los ejercicios de relajación pueden ayudar, sobre todo, si uno los ha practicado durante mucho tiempo de modo que domina la técnica, es inevitable que una persona se sienta nerviosa ante las exigencias de una figura de autoridad (un jefe, un maestro, un progenitor, un pariente político) que espera nada menos que lo mejor. ¡Cuánto más si de ello depende su futuro! De modo que si no puedes dejar de sentir que tus “nervios” te tensan ante la urgencia de las circunstancias, ¿por qué luchar contra lo inevitable? Pensemos en positivo (ya que si el hecho es inevitable… relájate y goza) Benditos sean mis nervios, que me ayudaron a triunfar. Cuando un ladrón me acosó, me hicieron pegarle un grito impresionante y salí corriendo como el viento, tanto que lo desconcerté y no pudo alcanzarme.

Page 40: oratoria lectura M2

40 |

Benditos sean mis nervios, que me ayudaron a triunfar. Cuando necesité asirme de una rama, porque casi había caído a un abismo del bosque, fue tan fuerte la presión de mis manos que logré soportar hasta que vinieron al rescate mis amigos. Benditos sean mis nervios, que me ayudaron a triunfar. Cuando fui objeto de una grave injusticia defendí mis derechos con tanto valor que nada ni nadie se atrevió a responder ante mi indignación. ¡Hasta me confundieron con un abogado! Benditos sean mis nervios, que me ayudaron a triunfar. Hoy tengo que exponer en público y he comenzado a temblar.” SUGERENCIAS QUE BROTAN DE LA EXPERIENCIA

Alimentos Toma la última comida dejando un gran espacio de tiempo entre su ingestión y el momento de la exposición. Por ejemplo, si la exposición se llevará a cabo por la mañana, come algo muy ligero por lo menos tres horas antes solo si tienes mucha hambre. Si será al mediodía, tomar un alimento ligero temprano por la mañana y deja los alimentos del mediodía para después de la exposición. Y si será al caer la tarde o en la noche, seguir el mismo principio: Deja los alimentos para después. Como los artistas. Cuerpo Aunque suene escatológico, les aseguro que es un buen consejo: Vacía lo más posible los intestinos y la vejiga, para que no distraigan la atención de la mente y las emociones y si en algún momento antes de la exposición sientes que te piden ir a atenderlos, es mejor obedecer a tu organismo que al deseo de quedar bien con los demás. Si no obedeces a tu organismo, te podría jugar una mala pasada. Descanso Es mejor un poco de sueño que seguir ensayando hasta morir. La mente profunda, que se encarga de los sistemas automáticos y condicionados del organismo, se 'desfragmenta' durante el sueño y después trabaja mejor. Si les das tiempo para reorganizarse, será una buena inversión. Puntualidad Llega muy temprano al lugar de la exposición y familiarízate con los detalles del local. Saluda a la mayor cantidad de personas y, si te sientes muy nervioso, confiésales que te sientes nervioso, para provocar que digan cosas positivas como: "No te preocupes, todo va a salir bien". Eso ayuda. Concentración En vez de conversar previamente con los asistentes acerca de cosas ajenas a la ocasión o usar el canal de tu mente para pensar "estoy nervioso", usa el tiempo y la conversación para hablar del contenido del discurso y nada más que del contenido del

Page 41: oratoria lectura M2

41 |

discurso. No hables de otra cosa. Cuéntales cómo vas a empezar, cómo vas a terminar, qué láminas vas a usar y en qué orden. ¡No hables de otra cosa! Aprovecha la conversación para ensayar y “medir” al auditorio.

¿Será mejor que otro lo haga por mí? Miguel Ángel Ruiz Orbegoso Sentirte incapaz de hacer algo que otro puede hacer (porque eres de otra raza, condición social o económica, o porque te avergüenzas de tu manera de hablar) podría demostrar que tienes una debilidad. ¿Qué debilidad? Tal vez digas: "Tú tienes mejores condiciones que yo para llevar a cabo esa misión (tarea, asignación, meta, comisión o idea)". Sin darte cuenta que, en tu imaginación la otra persona ha pisado con fuerza el plato de la balanza elevándote a la altura de una simple capa de polvo. Entonces te engañas creyendo que tiene más imagen, más personalidad, mejor raza, mejor familia, mejores ingresos, mejores referencias, mejores relaciones, más edad, más capacitación, más currículum, más experiencia, mejor carácter, más habilidad o más claridad de pensamiento que tú. ¡Te desprecias!

Como sugiere Kerry L. Johnson, reputado instructor de vendedores, a veces puede deberse a uno o más de los cuatro temores autosaboteadores: temor al rechazo, al fracaso, al ridículo o al éxito. En mi opinión, estos cuatro pueden resumirse en una sola palabra: timidez, porque son manifestaciones que se dan en las personas tímidas. A veces el temor al rechazo está escondido. Por ejemplo, temes abordar a alguien porque temes que te rechace diciéndote que está muy ocupado o apurado o que tal vez ni siquiera se digne a darte una respuesta. Sientes ansiedad de sólo pensar que te dirá que no. Todo está en tu imaginación y lo das por sentado.

A veces el temor al fracaso está escondido. Por ejemplo, has intentado diez mil veces alcanzar cierta meta y ha sido como subir un cerro de arena. Comenzaste de cero tantas veces que dejaste de ver la cima. Literalmente te rendiste antes de tiempo y te 'convenciste' de que el éxito era para otras personas, que carecías de las cualidades esenciales para triunfar. Te acostumbraste a proyectar una imagen de conformista. A veces el temor al ridículo está escondido. Por ejemplo, cada vez que la curiosidad o la inexperiencia te metieron en problemas, tus amigos, parientes, maestros, proveedores o clientes se rieron y te sentiste mal. Te diste cuenta de que lo 'mejor' era convertirte en una persona perfeccionista que sería incapaz de presentar un trabajo bien hecho, es decir, continuar haciéndole correcciones indefinidamente y usarlo como pretexto de que aún falta terminarlo. En realidad, se trata del temor de que se rían de ti. Y a veces el temor al éxito está escondido. Por ejemplo, sabes que si aceptas el reto de mejorar ciertos rasgos de tu personalidad, mejorar tu imagen, tarde o temprano tendrás que hablar en público y dar alguna explicación o conceder una entrevista y responder preguntas. Por eso prefieres refugiarte en una falsa modestia, alabando a otra persona y animándola a recoger el trofeo que, en realidad, deberías recoger tú. Evitas desarrollar tu personalidad porque intuyes que implicará enfrentarte a la vida y a la responsabilidad de tomar grandes decisiones, lo cual significaría exponerte al progreso y a lo que tanto te asusta: ser mejor.

Page 42: oratoria lectura M2

42 |

Usualmente las personas disimulan muy bien su temor al qué dirán. ¡Porque rehúsan reconocer que sufren de timidez! Prefieren evitar o posponer la toma de decisiones para huir de los comentarios pesimistas de uno de sus padres, uno de sus hermanos, uno de sus amigos, uno de sus compañeros de estudio o trabajo o de cualquiera que parezca haber convertido la crítica punzante en su única ocupación conocida. Prefieren que otros decidan por ellos en cuanto a si tomarán una Pepsi o una Coca. Aceptan las decisiones de los demás con tal de evitar que alguien se ría de lo que decidan por ellas mismas. En el fondo les disgusta comportarse así, aunque lo prefieren antes de hacer algunos ajustes. ¡Sí! Otro podría hacerlo por ti y ¿qué demostrarías? ¿Es realmente un incentivo para ti meterte debajo de una piedra y observar cómo otros se comen tus éxitos recogiendo el trofeo que te corresponde? ¿Te parece edificante rebajarte a tus propios ojos hasta el punto de evadir la responsabilidad de ir y hacer lo que debes hacer? ¿Hasta cuándo pospondrás tu decisión de salir al frente de tus proyectos y reconocer que tú eres el artista que está detrás de la pintura? La humildad es excelente; la falsa modestia es orgullo disimulado. ¿Te gusta viajar con el equipaje?

Esto nada tiene que ver con presumir o volverte una persona famosa. Lo que quiero decir es que ciertamente otro lo puede hacer en tu lugar, sólo que te costará el desarrollo de tu personalidad. ¿Verdaderamente quieres eso?

Texto narrativo

La voz no tan humana Cuando el miércoles pasado una dulce voz me anunció que al día siguiente me harían una entrevista radial por teléfono, me dije: "Tómalo con calma". Estaría de local, llamarían a mi propia casa. Como dicen los yankis: take it easy. [...] "Una entrevista por radio -me dije-. No es la tele ni el cine, sólo la radio. Ja, ja, será como hablar con alguien por teléfono". Y me senté en mi cómodo sillón negro. La entrevista sería recién el jueves a las doce y cuarenta, y todavía era miércoles a las diez de la mañana. Llegó mi mujer. -Hola -me saludó, y viéndome particularmente inactivo preguntó-: ¿Qué estás haciendo? - Esperando que me llamen de la radio. -¿Te van a llamar ahora?- me preguntó como si fuera lo más normal del mundo que a uno lo llamen de una radio. - No exactamente ahora – dije -. Mañana a las doce y cuarenta... -¡Pero son las once de la mañana de hoy! - Bueno, vos sabes cómo son los periodistas – expliqué -. [...] Mi mujer se dio rápidamente por vencida. Retomó la batalla cuando a la una de la mañana de ese miércoles yo aún no me había acostado. -¿No vas a dormir? - me preguntó. - Sí – dije -. Ya voy, ya voy...

Page 43: oratoria lectura M2

43 |

Pero permanecía mirando por la ventana, con la esperanza de que mi mujer se durmiera. Miraba por la ventana para averiguar si ya comenzaba a ocurrir algo con respecto a mi reportaje, pues me han dicho que las ondas radiales llegan por aire, y quizás ya hubiesen comenzado a enviarlas, lentamente. A las cuatro me fijé si el teléfono tenía tono y creo que me dormí. Me despertó su campanilla a las nueve de la mañana. Levanté el tubo y dije: - Bueno, mi opinión al respecto es que... - Hola - dijo mi mujer del otro lado de la línea -. Salí temprano y quería desearte suerte. -¿Suerte? - pregunté con indiferencia -. ¿Suerte para qué? - Para el programa de radio - me recordó ella. - Ah, eso. Si, no te preocupes. Casi me había olvidado. Con una risa que me resultó algo irónica, cortó. Me senté nuevamente en mi sillón negro. [...] - Alguna vez le hiciste preguntas a Alfonsín - me dije -. No podés ponerte nervioso por un par de preguntas. Tenés que relajarte. Me levanté del sillón y me fui a la pieza. Al rato, llamé por teléfono a mi mujer a su trabajo: un hospital. Me preguntaron si era urgente. Dije que muy urgente. Cuando me atendió, algo alarmada, le pregunté: -¿Te parece que con la camisa blanca y la corbata azul voy a estar bien? -¿Bien? - preguntó algo confundida- Me dijeron que eras un paciente. Camisa, corbata... ¿pero no es una entrevista radial? Ah... – recapacité -. Sí, sí, es radial. Discúlpame, nos vemos después. Corté, fui hasta el espejo, me miré. Me cambié la corbata por un moño, era más elegante. Y de pronto, recordé un detalle en verdad importante: mi voz. Tengo una voz aguardentosa, de dirigente de barra brava de fútbol, disfónica y escasamente entendible. Era posible que pronunciara el mejor discurso del mundo y, por culpa de mi voz, que nadie entendiera un comino. [...] Qué hacer. Me vino a la memoria que cuando hice mi barmitzvá me habían recomendado tragarme dos huevos crudos para suavizar la garganta. No recuerdo que me haya mejorado la voz, pero sí que estuve vomitando un buen rato. Volví a intentarlo. Después de todo, la comunicación es fundamental y merecía el sacrificio. Tragué dos huevos crudos, creo que incluso uno de ellos estaba podrido. Cosas que pasan. Estuve vomitando prácticamente quince minutos ininterrumpidos; cuando finalmente no quedó nada dentro de mí, tampoco tenía voz. Apenas una carraspera ininteligible. Sonó el teléfono. - Bueno – dije -. En mi opinión... -¡No! - grité luego de escuchar la voz del otro lado -. ¡No soy la señora Mendelson! ¡La señora Mendelson murió! ¡Se agarró los dedos con la persiana y murió, la velan mañana en el jardín botánico!

Y corté. [...] A las doce y treinta y nueve el teléfono estaba mudo. - Se rompió - me dije -. Estos tarados de Entel te rompen el teléfono cuando más lo necesitas. Y no me importa que Entel ya no existiera, habían regresado del pasado para romperme el teléfono. Levanté el tubo, tenía tono. Lo corté como si quemara. Si bien era cierto que esta gente de la radio estaba resultando desconsideradamente impuntual (habían dicho

Page 44: oratoria lectura M2

44 |

doce y cuarenta, y ya eran las doce y treintinueve con cuarenta segundos), quizás me estuvieran llamando en ese mismo minuto y debía darles una oportunidad. A las doce y cuarenticinco, el teléfono continuaba mudo y decidí irme a Europa. [...] Estaba haciendo mis valijas cuando sonó el teléfono. - Buenos días - me dijo una muy agradable voz -. Saúl Hochberger, de radio Jai le habla... - Hola, buenos días... - dije tranquilamente. Y aunque la punta de la camisa se me había trabado en el cierre de la valija y tuve que responder a las preguntas semiagachado, la conversación fue estupenda.

Marcelo Birmajer

Ser humano y otras desgracias ® 1997 by Ediciones de la Flor (fragmento).

El autor nació en la ciudad de Buenos Aires, en 1966. Además de los cuentos de Ser humano y otras desgracias, incursionó en este género en el suplemento de humor del diario Página 12, bajo el seudónimo de Berni Danguto. Sin embargo, la mayor parte de su producción literaria se inscribe dentro del género policial y está orientada a los lectores adolescentes. Dentro de sus obras se destacan: Un crimen secundario, Derrotado por un muerto y El alma al diablo.

Síntesis En este módulo vimos dos temas muy importantes que ocupan al orador: su lenguaje corporal y su miedo oratorio.

En la primera lectura se vio que el lenguaje corporal es un componente innato en el hombre y que sus componentes son los movimientos de manos y brazos, la postura corporal, el desplazamiento, la mirada y las expresiones del rostro. Con respecto al miedo oratorio se describió como las reacciones físicas y psicológicas ante la circunstancia de hablar frente a un auditorio, emoción totalmente normal que funciona sin que podamos dominarlo, salvo cuando estamos entrenados En la segunda lectura se destaco al orador como el factor más significativo de una conferencia, se describió la técnica de improvisación; se hizo hincapié en la necesidad de planear los movimientos y se dieron sugerencias para el manejo de situaciones.

Page 45: oratoria lectura M2

45 |

En la tercera lectura se demostró la importancia del primer impacto que el orador causa en su público. Se describió la implicancia del rostro, los gestos, las piernas y pies en la comunicación no verbal. Además se detallaron los cuidados especiales que debe tener el orador como el tiempo y espacio. Por último se planteó el valor del cierre de una conferencia y el aspecto credibilidad – mentir. En la cuarta lectura se presentaron varios artículos sobre el miedo oratorio. Algunos conceptos que nos dejaron fueron: „no se preocupe, tenga miedo‟; „benditos sean mis nervios‟ y „será mejor que otro lo haga por mí‟; estos textos nos revelan que sentir nervios antes situaciones no habituales y de evaluación es normal y que si utilizamos esos nervios a nuestro favor obtendremos mejores resultados en esos contextos. Por último, se expuso un texto narrativo: „La voz no tan humana‟, que satiriza las emociones sentidas por alguien que se va a enfrentar frente a un público, en este caso los oyentes de una radio.

Para la profundización de todos los conceptos vertidos en esta unidad, Ud. deberá leer los siguientes capítulos de la bibliografía obligatoria LLABRES, Carlos Guillermo. El Lenguaje corporal en la comunicación de Para aprender a hablar en público. De DI BARTOLO, Ignacio. Pág. 179 a 209.

DI BARTOLO, Ignacio; Para aprender a hablar en público. Capítulo 1- El orador. ANDER-EGG, Ezequiel; AGUILAR, María José. Para aprender a hablar en público. Parte I. El conferenciante u orador.